Ensayo, Trabajo Social y Derechos Humanos

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ENSAYO

Trabajo Social y Derechos Humanos “Una mirada al adulto mayor en


Chile”

1. INTRODUCCIÓN

El presente ensayo de investigación, pretende ofrecer una perspectiva


respecto al Trabajo Social y su enfoque hacia los Derechos Humanos, sin
embargo, hablar por sí sola de estos temas no pareciese inclinarse hacia una
temática en concreto por lo que el interés de este Trabajo Social y Derechos
Humanos dirige su análisis hacia los derechos y realidad existente de los
adultos mayores en Chile.

Cómo lo indicó Raya, Caparrós y Carbonero (2018), por medio de los


Derechos Humanos y la manera significativa en la que el Trabajo Social
interviene está orientada “a reducir las situaciones de injusticia, pobreza y
desigualdad y, en definitiva, a mejorar las condiciones de vida de las personas
en situación de dificultad social”, asimismo, Moneo y Anaut (2018), sostienen
que “la defensa y el apoyo a los Derechos Humanos y a la justicia social son la
motivación y la justificación para el Trabajo Social”, es decir, el Trabajo Social
establece cómo deben coexistir colectivamente el reconocimiento de los
Derechos Humanos.

Ahora bien, hablar de Trabajo Social como profesión, tiene sus


implicaciones directas hacia los Derechos Humanos, sosteniendo así el
principio esencial del valor de los seres humanos, reconociéndose este perfil de
manera internacional, por ejemplo, las Naciones Unidas, en vinculación con
otros organismos e instituciones que destacan esta labor, según Reyes, Hasse
y Silva (2020), como “un compromiso irrestricto del Trabajo Social en la
promoción y protección de los derechos humanos”.
Por lo tanto, Bonilla, Rodríguez y Biere (2023), exponen que todos los
adultos mayores, en conformidad con el Decreto 162 de 2017, tendrán:

“… derecho a la seguridad y a una vida sin ningún tipo de


violencia, a recibir un trato digno y a ser respetada y valorada,
independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la
cultura, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen
social, nacional, étnico, indígena…”

Asimismo, la Ley 19880, sostiene que los derechos de los adultos mayores
serán la obtención de:
 Beneficios de programas estatales.
 Derecho a disponer de sus bienes.
 Derechos en la familia. Ser respetados.
 Derechos en salud. Atención mediante políticas públicas y
programas sociales establecidos.
 Derechos Laborales. No ser discriminado en el trabajo por la
edad.
 Derechos previsionales. Pensión Básica Solidaria de Vejez.

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, y basándose en lo


planteado al inicio, se abordará el contexto social del abandono parcial en los
adultos mayores con diversas patologías y que son internados en residencias y
casas de retiro, siendo, planteándose la siguiente interrogante: ¿Se ven
vulnerados los Derechos Humanos de los adultos mayores que son víctimas del
abandono familiar?, ¿cómo afecta este abandono a la salud y estado emocional
de estos adultos mayores?

Cómo lo señaló Ibarra (2017), respecto al Trabajo Social y Derechos


Humanos en adultos mayores:
“El Trabajador Social trabajará en base a este principio
universal humano para el bienestar integral y biopsicosocial de
los adultos mayores residentes. Este enfoque cumple con uno
de los roles del Trabajador Social, garantizando la promoción y
ejercicio de sus derechos, fortaleciendo así la visibilización de
estos Derechos Humanos”.

2. DESARROLLO

Son muchos los factores que convergen en esta problemática que vulnera
los Derechos Humanos de los adultos mayores, yendo desde la dependencia
causada por las diversas patologías y la edad, las relaciones afectivas, los roles
de género, la familia, el envejecimiento, los periodos de lucidez, el abandono
familiar y la calidad de vida, entre otros.

Cabe mencionar que esta temática es abordada por el abandono familiar


que sufren muchos adultos mayores que son internados y mayormente
abandonados en residencias, por lo que, en función del Trabajo Social,
Martínez (2012) plantea que “configura la labor del cual carece el adulto mayor
para el mejoramiento de sus condiciones como ser humano y su calidad de vida
teniendo en cuenta sus limitaciones físicas, mentales, comunicacionales,
inclusión en la toma de decisiones” esto con el fin de brindar un “bienestar
integral y social” (p. 12).

Esta problemática, que si bien es cierto es común, requiere de acciones


pertinentes dentro del establecimiento de políticas públicas por parte del Estado y
por ende, la concienciación que debe generarse en la población en torno a los
adultos mayores que dieron lo mejor para el Estado y que en estas circunstancias
se encuentran en abandono familiar.
Por lo tanto, la Ley 19.828 Artículo 1º, plantea que: “Las disposiciones de la
presente ley tienen por objeto establecer la creación del Servicio Nacional del
Adulto Mayor, que velará por la plena integración del adulto mayor a la sociedad,
su protección ante el abandono e indigencia, y el ejercicio de los derechos que la
Constitución de la República y las leyes le reconocen. Para todos los efectos
legales, llámese adulto mayor a toda persona que ha cumplido sesenta años”.

Además, el estudio de esta problemática permite la protección y el goce de


derechos de este grupo vulnerable, puesto que, al encontrarse en estas
residencias y en estado de abandono, sus cuidados son fundamentales para
garantizar su integración a sus familias y sociedades. La relevancia social es que
causa un impacto social significativo, por lo que se convierte en un problema de
salud pública, ligándose a temas políticos, sociales y culturales, puesto que no
afecta a una sola persona, sino a los familiares y cuidadores, mismos que se
involucran en el proceso que vive el adulto mayor con diversas patologías.

El Trabajo Social desde el ámbito gerontológico se considera como una


intervención de carácter profesional “orientada al bienestar y desarrollo
biopsicosocial de las personas adultas mayores, brindando los aportes necesarios
a los otros profesionales que trabajan en estas casas de salud. Este un campo
que contempla el uso del capital humano; sea este familiar, individual y/o colectivo
en relación a la población adulta mayor coadyuvando al bienestar social y calidad
de vida de este grupo poblacional, a través de la intervención de Trabajo Social
(Campaña, 2021, p. 26).

Este envejecimiento no debe ser ignorado, puesto que las personas mayores
buscan ser tratados en base a sus capacidades con profesionales cualificados en
goce de la participación familiar, por lo que se sugieres atenciones en base a la
persona o Atención Centrada en la Persona (ACP), buscando mejorar su calidad
de vida, otorgando bienestar y respetando sus derechos a la dignidad humana
contando con su participación efectiva, destacando la autonomía, participación,
integralidad, integración social, independencia, bienestar, entre otros. Lo
importante, es que se deben proponer acciones de intervención e integración
reconociendo la ACP, cubriendo sus necesidades de salud en las residencias,
mismas que se definen como “centros que ofrecen asistencia integral y vivienda
permanente a personas mayores de 60 años que, por sus condiciones sociales,
económicas, sanitarias o familiares, no pueden ser atendidas en sus propios
domicilios y necesitan estos servicios” (Miralles y Rey, 2015, p. 16).

En la programación de las actividades deben prevalecer los intereses de los


adultos mayores, aumentando su competencia y potenciando su creatividad. Se
fomenta además la participación social; estas intervenciones deberán girar en
torno a sus actividades de la vida diaria, partiendo de capacidades y
potencialidades. Por otra parte, se debe propiciar el acercamiento familiar en
compañía de profesionales capacitados, quienes jugaran un papel fundamental
en estos encuentros y tomas de decisiones, promoviendo y desarrollando
iniciativas en pro del bienestar y la calidad de vida de los adultos mayores.

En cuanto a la calidad de vida, cabe mencionar que “El concepto de calidad de


vida tiene un carácter subjetivo, especialmente a nivel individual, lo cual implica
diferentes construcciones de significados que pueden ser reflejados en la
idiosincrasia de agrupaciones o comunidades, por lo cual se hace imprescindible
en salud identificar las variables biológicas, sociales y psicológicas determinantes
de la percepción de calidad de vida tanto a nivel individual como colectivo. Para
poder evaluar la calidad de vida debe reconocerse en su concepto
multidimensional, que incluye estilo de vida, vivienda, satisfacción en la escuela y
en el empleo, así como situación económica, lo cual sitúa a la promoción de salud
en un plano multidisciplinario e intersectorial” (Méndez, Barra y Pradines, 2007).

Cuando se habla de calidad de vida, es fundamental explicar valores como los


aspectos y dimensiones en el que el o los individuos se desenvuelven para lograr
la optimización de esta, y en base a estos factores, evaluar qué tan buena es, o,
por lo contrario, qué influye para que esta no sea la mejor. Existen variables como
factores biológicos, psicológicos, sociales y económicos que fluctúan en la calidad
de vida de una población y de cada individuo particular, por lo que según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la calidad de vida es percibida por cada
uno como el entorno en el que se desenvuelven con las variables anteriormente
mencionadas.

Es importante resaltar que “la percepción de la calidad de vida como una


evaluación subjetiva, con dimensiones positivas y negativas, arraigada a un
contexto social, cultural y social; concepto que dependerá de las expectativas de
vida de cada individuo; por lo tanto, lo que unos perciben como calidad de vida
adecuada, otros pueden considerarla inadecuada” (González, et al., 2019).

Por otra parte, Sen (2004), plantea que “la búsqueda de la calidad de vida sea
en pro de lograr un desarrollo humano capaz de facilitar en el individuo la
expansión de sus opciones no sólo materiales, sino aquellas que despliegan sus
capacidades intelectuales, artísticas, espirituales, de participación en una
comunidad y en un sistema político que lo reconoce y le brinda posibilidades de
amar, ser y tener. Sostiene que Libertad y Desarrollo, condiciones y
oportunidades son dimensiones esenciales de la calidad de vida”, sosteniendo,
además, “para medir y definir la calidad de vida de las personas, deben
considerarse los aspectos sociales o humanos, tales como la expectativa de vida,
la educación, la salud, la satisfacción en el trabajo, la dignidad, las relaciones
laborales, familiares y los valores que permiten presuponer que la vida es más
que un conjunto de relaciones comerciales “.
A nivel nacional en la jurisprudencia chilena tenemos la Ley 20427, que
modifica en su defecto a la Ley N. 20.066, refiriéndose a la violencia
intrafamiliar e incluyendo el maltrato al adulto mayor; en el artículo 2 se refiere
de la siguiente manera:
"Tratándose de adultos mayores en situación de abandono, el
tribunal podrá decretar la internación del afectado en alguno de
los hogares o instituciones reconocidos por la autoridad
competente. Para estos efectos, se entenderá por situación de
abandono el desamparo que afecte a un adulto mayor que
requiera de cuidados".

En el plano internacional, conforme a la Resolución 46/91 de la


Organización de las Naciones Unidas (ONU), se rescata lo siguiente:

“- Principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de


edad:
Esta Resolución se enfoca principalmente en reconocer a los
adultos mayores 5 derechos: la independencia para la
realización de su plan de vida, el derecho a participar
activamente en la sociedad y en la toma de decisiones, el
derecho a recibir los cuidados y la protección necesaria de sus
familias y de la comunidad, el acceso a recursos
educativos/culturales/recreativos que les permitan auto
realizarse y el respeto a su dignidad.
Según el Protocolo adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos – Protocolo de San Salvador.
Obliga a los Estados a crear entidades de protección a los
ancianos, elaborar programas que les permitan mantener
actividad productiva y estimular la formación de sus
organizaciones sociales (Art. 17)”.

Es importante señalar cómo los roles familiares deben ser incentivada desde
el respeto en diversos grupos sociales, así como el acompañamiento y cuidado
familiar; el acompañamiento familiar es indispensable en el proceso de
envejecimiento de los adultos mayores por medio de la interacción entre los
miembros familiares y el fortalecimiento de estos lazos para brindar bienestar,
calidad de vida del adulto mayor. La corresponsabilidad familiar también es
importante, bien sea obligatoria o voluntaria, puesto que consolidan el cuidado y
permite las relaciones afectivas (Campaña, 2021).

3. CONCLUSIÓN

Desde el problema, los adultos mayores son sujetos de abandono y


vulnerabilidad por parte del proceso de envejecimiento que permite la aparición
de diversas patologías. En los centros de residencias, los adultos mayores
requieren del acompañamiento familiar para el manejo, no solo de sus
emociones y percepción de abandono, sino de sus años de vejez,
interactuando con la calidad de vida necesaria; Martínez (2012) al respecto
rescata la necesidad del Trabajo Social para el bienestar integral e inclusión de
los adultos mayores en centros gerontológicos.

Se espera obtener resultados significativos desde la relevancia social para


la implementación de políticas públicas enfocadas hacia esta problemática,
ofreciendo una visión relacionada a la atención de los adultos mayores desde el
papel integrador de la familia, entendiendo qué es la dependencia, el abandono
familiar y el proceso de envejecimiento.

Para culminar, se sugiere la implementación de campañas y movimientos


que se enfoquen en el adulto mayor, haciendo un llamado al Estado para que
se aboque a la creación de leyes e implemente nuevas políticas públicas para
la protección y cuidado de los adultos mayores en diversas situaciones,
defendiendo y preservando así sus Derechos Humanos.
4. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BONILLA, H. M., RODRÍGUEZ, I. V., & BIERE, T. M. (2023). LA APLICACIÓN


DE LA CONVENCIÓN INTERAMERICANA SOBRE PROTECCIÓN DE
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FALLOS DEL SALA CONSTITUCIONAL DE COSTA RICA.
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Sen, A. (2004). “Capacidad y bienestar”. En: La Calidad de Vida. Fondo de
Cultura Económica. 588 Pág. México.

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