REPÚBLICA DE COLOMBIA
RAMA JUDICIAL DEL PODER PÚBLICO
JUZGADO DIECISIETE CIVIL DEL CIRCUITO DE CALI
Santiago de Cali, seis (06) de octubre de dos mil veintiuno (2021)
Radicado 76-001-31-03-017-2021-00163-00
Proceso Acción de Tutela
Accionante Víctor Alfonso Escobar Prado
Accionado Coomeva EPS y otros
Providencia Sentencia General No. 244
Sentencia de Tutela No. 105
Tema Derecho a morir dignamente
Decisión Concede amparo constitucional
Decide el Juzgado en primera instancia la acción de tutela promovida por
el señor Víctor Alfonso Escobar Prado, quien actúa por intermedio de
apoderado judicial, en contra de la Coomeva EPS, el Ministerio de Salud
y Protección Social y la Superintendencia Nacional de Salud.
I. ANTECEDENTES
Manifiesta el apoderado judicial, que el accionante es un paciente
dependiente de oxígeno, que presenta pérdida de funciones básicas, así
como articulares y de control muscular voluntario, quien además cuenta
con diagnóstico de enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
hipertensión pulmonar, hipertensión, secuelas de accidente cerebro
vascular, hemiplejia izquierda, diabetes, ansiedad, depresión, reflujo
gastroesofágico, movilidad reducida, atrofia muscular, artrosis severa,
movilización de secreciones, hipoventilación basal bilateral y síndrome de
la articulación condrocostal.
Señala que en la actualidad, el paciente es atendido en la clínica Med de
Cali, por el médico internista Juan Carlos Kafury, quien ha realizado
bloqueos para cervicales bilateral y bloqueo fácil, nervio intercostal única,
plexo braquial, trigénimo y occipital mayor y menor, frénico y bloqueo
articulación condrocostal bilateral como tratamiento paliativo para
menguar el dolor.
ACCIÓN DE TUTELA
VÍCTOR ALFONSO ESCOBAR PRADO EN CONTRA DE COOMEVA EPS Y OTROS
Rad. 76001310301720210016300
Agrega que el 08 de octubre, el accionante solicitó a la Fundación Valle
del Lili, ejercer su derecho a morir dignamente, por lo que se realizó un
Comité Interdisciplinario, pero ello fue negado por cuanto no había
evidencias de que las patologías que éste presenta se encontraran en fase
terminal.
Indica que aparte de las patologías que lo aquejan, ha debido convivir con
la falta de garantías en cuanto a la prestación de servicios de las IPS
contratadas por Coomeva.
Refiere, sin especificar la fecha, que volvió a solicitar el derecho a morir
dignamente, pero a la fecha lo único que se le ha informado es que dicha
solicitud para la aplicación del medicamento, se encontraba en el trámite
respectivo.
El 03 de septiembre de 2021, al ser valorado por la médica Dayana Lenis
Rivera, se le manifestó que se desconocía el procedimiento para iniciar el
proceso eutanásico.
Argumenta que las patologías que presenta el accionante no son dignas
para él ni para su familia, pues lleva más de dos años intentado acceder
a su derecho a morir, lo cual puede evidenciarse en una entrevista
realizada por una periodista de la revista semana.
Por lo anterior, teniendo en cuenta que mediante sentencia C – 223 de
2021, la Corte garantizó el derecho a una muerte digna por lesiones
corporales o enfermedades graves e incurables, aunado a los nuevos
hechos que acontecen en la vida del actor, solicitan que se ordene a
Coomeva EPS, adelantar todos los trámites administrativos que sean
necesarios a fin de que se garantice la voluntad del señor Víctor Alfonso
y se practique la eutanasia.
II. TRÁMITE Y CONTESTACIÓN
Mediante auto de septiembre 22 de 2021, el Juzgado admitió la presente
acción constitucional, ordenándose la notificación de los accionados y
negándose la medida provisional solicitada.
ACCIÓN DE TUTELA
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Respuesta Ministerio de Salud y Protección Social
En relación con los hechos descritos en la tutela, señala que a dicha
entidad no le consta nada de lo dicho por la parte accionante, y que el
Ministerio de Salud y Protección Social no tiene dentro de sus funciones y
competencias la prestación de servicios médicos, afiliación y/o
desafiliación al SGSSS, ni la inspección, vigilancia y control del sistema
de salud, sólo es el ente rector de las políticas del Sistema General de
Protección Social en materia de salud, pensiones y riesgos profesionales,
razón por la cual desconoce los antecedentes que originaron los hechos
narrados y, por ende, las consecuencias sufridas.
Añade que, debe considerarse que las otras Entidades accionadas y/o
vinculadas, son entidades descentralizadas que gozan de autonomía
administrativa y financiera, y sobre las cuales el Ministerio no tiene
injerencia alguna en sus decisiones ni actuaciones, tal y como se
sustentará más adelante.
Respecto de la Sentencia C-233 de 2021, indica que verificado el
Expediente D-14043 en la página de la Corte Constitucional,
correspondiente a la Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo
106 de la Ley 599 de 2000, “por la cual se expide el Código Penal” de
Daniel Porras Lemus y Alejandro Matta Herrera; la misma providencia aún
no se encuentra en firme ni ejecutoriada, razón por la cual tampoco ha
sido notificada a dicha Cartera Ministerial.
Bajo este entendido, resalta que debe tenerse en cuenta que las
pretensiones de la parte actora se soportan en los elementos fijados con
la SC-233 de 2021, de ahí que, sin que se desconozca que se trata de un
asunto relativo a derechos fundamentales, resulta conveniente precisar
que si bien el citado fallo fue informado por la Corte Constitucional
mediante el Comunicado 27 del 22 de julio de 2021, tal y como se alude
en el escrito de tutela, es dable manifestar que este no tiene efectos
jurídicos en tanto no reemplaza instituciones como la debida notificación
y publicación de la providencia. En ese sentido, mientras no se conozca
el contenido de la sentencia no se encuentra el sustento para comprender
el alcance del derecho a morir con dignidad vía eutanasia en los supuestos
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que sobrepasen el criterio de terminalidad, pues el comunicado por sí solo
resulta insuficiente para dicha finalidad.
En consecuencia, y teniendo en cuenta la información aportada en la
acción de tutela, indica que la solicitud debe ser manejada de acuerdo
con lo establecido por la regulación vigente frente al derecho
fundamental a morir con dignidad ante las cuales las Instituciones
Prestadoras de Salud-IPS y la Entidades Promotoras de Salud, tienen
funciones concretas para dar garantía al derecho fundamental en
referencia.
Por otra parte, destaca que ninguna persona puede acceder a la
realización del procedimiento de eutanasia sin haber recibido las
atenciones necesarias para garantizar el alivio del sufrimiento por la
enfermedad terminal, enfermedad grave e incurable o lesión corporal –y
mucho menos como opción prevalente ante la falta de acceso a la atención
en salud o en un escenario de no atención de la salud física y mental–,
puesto que la eutanasia como forma de ejercer el derecho a morir con
dignidad no se limita a la intención de la persona de no seguir viviendo,
sino que hace parte de un proceso de toma de decisiones del final de la
vida en casos muy concretos donde se cumplen criterios y condiciones
reguladas por el Ministerio con base a lo definido por la Corte
Constitucional, siendo una de ellas que se hayan garantizado las medidas
razonables de alivio de sufrimiento y cuidado integral de final de la vida,
aunque estos sean susceptibles de rechazo terapéutico.
En ese orden, y frente al caso concreto, concluye que deberá evaluarse el
cumplimiento de las funciones establecidas asignadas a la EAPB, en tanto
la parte accionante elevó la solicitud de forma directa a esta. Ante lo cual
tendrá que revisarse el cumplimiento de los criterios constitucionales de
prevalencia de la autonomía del paciente, celeridad, oportunidad e
imparcialidad previamente citados, en atención a las acciones de gestión
de la EPS accionada por medio de su red de atención para dar garantía
del ejercicio del derecho fundamental a morir con dignidad, incluido
garantizar el cuidado paliativo necesario para disminuir el impacto del
proceso de enfermedad en la carga de sufrimiento relacionado con los
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síntomas físicos, psicológicos y sociales derivados de su condición clínica,
así como el derecho a que sea revisada su solicitud de eutanasia, teniendo
en cuenta que la regulación establece como requisitos mínimos para que
una solicitud sea recibida que la persona presente una condición clínica
de final de vida y ante las dudas sobre la presencia de estas debe activarse
el Comité para que sean evaluadas las condiciones de despenalización.
Por lo anterior, la solicitud de eutanasia debe ceñirse al procedimiento
establecido para ello y son los profesionales quienes en ejercicio de su
autonomía y en concordancia con la normatividad vigente deben atender
los requerimientos que puedan surgir en relación con la garantía del
procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir con dignidad a
través de la eutanasia, sin que exista vulneración de derechos
fundamentales por parte del Ministerio.
De otra parte, Coomeva EPS y la Superintendencia Nacional de
Salud, pese a encontrarse notificados en debida forma, omitieron
pronunciarse respecto de los hechos de la tutela.
III. PROBLEMA JURÍDICO
De conformidad con lo expuesto, le corresponde al Juzgado verificar si las
accionadas, y concretamente Coomeva EPS vulneran el derecho a morir
dignamente del accionante.
IV. CONSIDERACIONES
1. Competencia
Es competente este despacho judicial para definir la demanda que dio
vida a la presente actuación, por cuanto ejerce jurisdicción sobre el sitio
donde se produce la vulneración de derechos denunciada, aunado ello
teniendo en cuenta la calidad de la parte demandada. A su vez, es
procedente dictar sentencia de fondo, por cuanto no se observan
irregularidades constitutivas de nulidad procesal.
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2. Procedencia de la acción de tutela
El artículo 86 de la Carta Política de 1991 consagró la acción de tutela
como un mecanismo judicial de naturaleza excepcional orientado a
brindar a toda persona una protección inmediata ante conductas de
autoridades públicas o de particulares, en determinadas circunstancias,
que ocasionan una amenaza o vulneración a los derechos fundamentales
del solicitante.
Dado su carácter excepcional, la acción de tutela no está destinada a
sustituir los procedimientos a través de los cuales los jueces ordinarios
resuelven normalmente las controversias, de modo que, en principio, sólo
es procedente en los eventos en que el peticionario carezca de otro medio
de defensa judicial idóneo y eficaz para perseguir la salvaguarda de sus
garantías constitucionales, salvo que, dada la inminencia de una lesión
iusfundamental, se recurra a ella como mecanismo transitorio para
conjurar un perjuicio irremediable.
Así pues, de acuerdo con los presupuestos fijados en el texto superior y
en concordancia con lo previsto en los artículos 1°, 5, 6, 8, 10 y 42 del
Decreto 2591 de 19911, la jurisprudencia constitucional ha sostenido que
los requisitos generales de procedencia de la acción de tutela son los
siguientes: (i) legitimación en la causa por activa; (ii) legitimación en la
causa por pasiva; (iii) inmediatez; y, (iv) subsidiariedad2.
2.1. Legitimación en la causa por activa. Según el artículo 86
superior, la solicitud de amparo constitucional puede ser formulada por
cualquier persona, ya sea por quien soporta directamente el agravio de
sus derechos fundamentales, o por alguien que actúe en nombre del
afectado.
Es menester constatar, por lo tanto, si quien promueve la acción de tutela
está habilitado para hacer uso de este mecanismo judicial, bien porque
1
“Por el cual se reglamenta la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la
Constitución Política”
2
Cfr. Sentencias T-054 de 2018 (M. P.: Alberto Rojas Ríos), T-244 de 2017 (M. P.: José
Antonio Cepeda Amarís), T-553 de 2017 (M. P.: Antonio José Lizarazo Ocampo), entre
otras.
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es el titular de los derechos cuya protección reclama, ora porque actúa
en procura de una persona que no se encuentra en condiciones de
promover su propia defensa, en virtud de la figura de representación legal
o a través de la figura de la agencia oficiosa, de conformidad con lo
previsto en el artículo 10 del Decreto 2591 de 1991 3.
En el presente caso se observa, que el accionante actúa por intermedio
de apoderado judicial, el cual presentó poder para ello, por lo que no hay
reparos en ello.
2.2. Legitimación en la causa por pasiva. Este requisito de
procedencia se encuentra regulado también por el artículo 86 de la
Constitución4, a cuyo tenor la acción de tutela puede dirigirse contra
autoridades públicas y, en precisas hipótesis, contra particulares, según
sea el caso, por su presunta responsabilidad –bien sea por acción o por
omisión− en la transgresión iusfundamental que suscita la reclamación.
En el asunto sometido a consideración, Coomeva EPS, el Ministerio de
Salud y Protección Social y la Superintendencia de Salud, son las
entidades a las que se le endilga la conducta vulneradora de conformidad
con el numeral 2 del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 5, así como de
impartir el trámite correspondiente a la solicitud de activar los protocolos
para la muerte digna de la paciente, a la luz de lo previsto en la parte
considerativa y el artículo 5 de la Resolución 1216 de 2015 6.
3
Al respecto, el artículo 10 del Decreto 2591 de 1991 dispone:
“La acción de tutela podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquiera persona
vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien actuará por sí
misma o a través de representante. Los poderes se presumirán auténticos.
También se pueden agenciar derechos ajenos cuando el titular de los mismos
no esté en condiciones de promover su propia defensa. Cuando tal
circunstancia ocurra, deberá manifestarse en la solicitud.” (se subraya)
4
Desarrollado, a su vez, por los artículos 13 y 42 del Decreto 2591 de 1991.
5
Decreto 2591 de 1991. “Artículo 42. Procedencia. La acción de tutela procederá contra
acciones u omisiones de particulares en los siguientes casos:
(…)
2. Cuando aquel contra quien se hubiere hecho la solicitud esté encargado de la
prestación del servicio público de salud para proteger los derechos a la vida, a la
intimidad, a la igualdad y a la autonomía.” La sentencia C-134 de 1994 declaró
EXEQUIBLE el numeral 2o. del artículo 42 del decreto 2591 de 1991, salvo la expresión
"para proteger los derechos a la vida, a la intimidad, a la igualdad y a la autonomía",
que se declaró INEXEQUIBLE. En consecuencia, debe entenderse que la acción de tutela
procede siempre contra el particular que esté prestando cualquier servicio público, y por
la violación de cualquier derecho constitucional fundamental.”
6
Resolución 1216 de 2015. “EL MINISTRO DE SALUD Y PROTECCIÓN SOCIAL, en
desarrollo de los artículos 173, numeral 3o, de la Ley 100 de 1993, 4o de la Ley 1438
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Bajo ese entendimiento, no cabe duda de que dichas entidades están
debidamente habilitadas para comparecer en el extremo pasivo del
proceso, puesto que son las llamadas a responder a las pretensiones de
la demanda. En consecuencia, ha de concluirse que también se encuentra
acreditada la condición de legitimación en la causa por pasiva.
2.3. Inmediatez. Puesto que el propósito del mecanismo de amparo
radica en proveer una protección urgente frente a amenazas o
afectaciones graves e inminentes de los derechos fundamentales, la
formulación oportuna de la demanda de tutela es un presupuesto
primordial para la procedencia de esta acción constitucional.
En el presente asunto ha de tenerse en cuenta que el accionante ha
realizado distintas actuaciones para la consecución de su derecho a morir
dignamente, y del escrito de tutela se desprende que existe una solicitud
pendiente por resolver al respecto, de ahí que no existe reparo alguno
sobre este requisito.
2.4. Subsidiariedad. La naturaleza excepcional de la acción de tutela
está relacionada con la regla general conforme a la cual el amparo no
puede ser empleado como mecanismo principal para ventilar asuntos
cuyo conocimiento le ha sido deferido a otros jueces, lo que impone que,
de 2011 y 2o del Decreto-ley 4107 de 2011, en cumplimiento de la Sentencia T-970 de
2014, y CONSIDERANDO: (…) Que dentro de las determinaciones adoptadas en la
Sentencia T-970, ordenó al Ministerio de Salud y Protección Social que en el término de
30 días, contados a partir de la comunicación de la mencionada sentencia, “emita una
directriz y disponga todo lo necesario para que los Hospitales, Clínicas, IPS, EPS y, en
general, prestadores del servicio de salud, conformen el comité interdisciplinario del que
trata esta sentencia y cumplan con las obligaciones emitidas en esta decisión”.
(…)
ARTÍCULO 5o. ORGANIZACIÓN DE LOS COMITÉS CIENTÍFICO-INTERDISCIPLINARIOS
PARA EL DERECHO A MORIR CON DIGNIDAD. Las Instituciones Prestadoras de Salud,
(IPS) que tengan habilitado el servicio de hospitalización de mediana o alta complejidad
para hospitalización oncológica o el servicio de atención institucional de paciente crónico
o el servicio de atención domiciliaria para paciente crónico, que cuenten con los
respectivos protocolos de manejo para el cuidado paliativo, conformarán al interior de
cada entidad un Comité Científico-Interdisciplinario para el Derecho a Morir con
Dignidad, en adelante el Comité, en los términos previstos en la presente resolución.
PARÁGRAFO. La IPS que no tenga tales servicios deberá, de forma inmediata, poner en
conocimiento dicha situación a la Entidad Promotora de Salud, (EPS) a la cual está
afiliada la persona que solicite el procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir
con dignidad, con el propósito de que coordine todo lo relacionado en aras de garantizar
tal derecho.”
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previo a acudir a la justicia constitucional, deban agotarse las etapas y
las formas previstas en el ordenamiento jurídico para cada proceso, a
menos que dichos medios se aprecien inidóneos o ineficaces para el caso
concreto.
Frente a la controversia que aquí se debate, basta decir que desde la
sentencia T-970 de 2014, la Corte determinó que siempre que se
presenten dificultades fácticas en relación con llevar a cabo el derecho a
morir dignamente, la acción de tutela será el mecanismo principal y
adecuado para tramitar la solicitud. Igualmente, en la sentencia T-322
de 2017 se admitió la procedencia de la acción de tutela como mecanismo
judicial idóneo y eficaz para ventilar el derecho a morir dignamente de
una persona de la tercera edad aquejada por diferentes enfermedades.
Cabe anotar, además, que en virtud del artículo 13 superior, que
consagra una cláusula de protección especial para quienes se hallan en
un estado de debilidad manifiesta por su situación económica, física o
mental, como las personas de la tercera edad, las que padecen afecciones
de salud o que se encuentran en condición de discapacidad, es posible
acudir al recurso de amparo para reclamar una protección preferente, en
atención a que, por sus circunstancias, se sitúan en planos de desigualdad
frente a otros ciudadanos y de aguda desventaja frente a las autoridades
y los demás estamentos.
Desde esa perspectiva, se observa con suficiencia que la solicitud
promovida por el accionante, es susceptible de ser examinada por el juez
constitucional, dado que la acción de tutela es el mecanismo principal
para invocar la protección del derecho fundamental a morir dignamente
‒como la propia Corte lo ha reconocido‒, no se cuenta con otro
mecanismo de defensa judicial para encauzar la pretensión de que se
trata.
Así las cosas, ha de concluirse que la acción de tutela de la referencia
satisface los requisitos mínimos de procedencia, por lo que hay cabida a
un estudio de mérito en torno a las pretensiones.
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3. La jurisprudencia de la Corte Constitucional en torno al derecho
a morir dignamente
La Corte ha analizado, tanto en control abstracto como en control
concreto de constitucionalidad, las tensiones de derechos y principios que
surgen en el debate alrededor del derecho a una muerte digna.
La primera aproximación a la cuestión tuvo lugar en la sentencia T-493
de 19937, en la cual la Sala Segunda de Revisión estudió la acción de
tutela promovida en conjunto por la personera de un municipio y un
ciudadano, quienes reclamaban la protección del derecho a la salud y la
vida de la hermana de este último, una mujer de 55 años con tumor de
mama que optó por no continuar con el tratamiento para su patología –
el cual le era brindado en una ciudad distinta a su residencia–, porque
consideraba que ya no lo necesitaba. El juez de instancia consideró que
la agenciada ignoraba la gravedad de su diagnóstico y que su esposo,
también por ignorancia, no la motivaba para preocuparse por su propia
salud, por lo cual concedió la tutela y ordenó al cónyuge que dispusiera
lo necesario para la conducción de la paciente al centro hospitalario a fin
de proseguir con el tratamiento, dado el peligro de muerte que
ocasionaría la falta de la atención médica a la enfermedad.
Posteriormente, en la sentencia C-239 de 19978, la Sala Plena examinó
la constitucionalidad del artículo 326 del antiguo Código Penal 9, que
tipificaba el delito de homicidio por piedad en los siguientes términos:
“El que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos
provenientes de lesión corporal o enfermedad grave o incurable, incurrirá
en prisión de seis meses a tres años”.
A juicio del ciudadano accionante, en virtud de la norma acusada (i) el
Estado deja de cumplir su función de proteger a las personas, pues deja
al arbitrio del médico la opción de terminar con la vida de aquéllos a
quienes se considere un obstáculo, una molestia o cuya salud represente
un alto costo; (ii) prácticamente se da autorización para matar a quienes
7
M.P. Antonio Barrera Carbonell.
8
M.P. Carlos Gaviria Díaz.
9
Decreto 100 de 1980.
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no gozan de buena salud –dada la levedad del castigo frente a los otros
casos de homicidio–, desconociéndose por esa vía que el derecho a la
vida es inviolable; (iii) establece una discriminación en contra de quien
se encuentra gravemente enfermo o con mucho dolor, relativizando el
valor de la vida humana y permitiendo que haya ciudadanos de diversas
categorías; (iv) la vida es tratada por el legislador no como un bien
jurídico tutelable sino como una cosa que en determinadas condiciones
debe desaparecer, y se trata de una figura que no resulta aplicable en
Colombia en tanto “envuelve el deseo de librarse de la carga social”; (v)
se soslaya que no toda persona enferma tiene un deseo vehemente de
acabar con su vida, al contrario, las personas quieren vivir; y, finalmente,
(vi) “en el homicidio piadoso se reflejan las tendencias de los Estados
totalitarios fascista y comunista, que responden a las ideas hitlerianas y
stalinistas; donde los más débiles, los más enfermos son conducidos a
las cámaras de gas, condenados a éstas seguramente para "ayudarles a
morir mejor".”
En dicha oportunidad, la Corte comenzó por definir el homicidio por
piedad –también homicidio pietístico o eutanásico– como la acción de
quien obra por la motivación específica de poner fin a los intensos
sufrimientos de quien, a causa de una lesión corporal o de enfermedad
grave o incurable, padece sin ninguna esperanza de que termine su
sufrimiento, de tal suerte que consiste en ayudar a otro a morir
dignamente. En tal sentido, indicó que el demandante partía de un
supuesto equivocado al confundirlo con el homicidio eugenésico, en el
cual “se persigue como fin, con fundamento en hipótesis seudocientíficas,
la preservación y el mejoramiento de la raza o de la especie humana” o
“eliminar a los improductivos”.
Para la Corte, quien mata a otro con fin de ponerle fin a su sufrimiento lo
hace con un motivo altruista y por ello el legislador, al contemplar la
piedad como consideración subjetiva del acto, fijó el homicidio por piedad
como un tipo autónomo y con una punibilidad menor a la prevista para el
homicidio simple y el agravado, con lo cual no se desconoce el derecho
fundamental a la vida (artículo 11 C.P.) en tanto la conducta sigue siendo
antijurídica y, por ende sancionable, a pesar de su motivación, que –se
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insiste– tiene relevancia como aspecto subjetivo en el ámbito de la
valoración de la culpabilidad.
Ahora bien: en relación con el consentimiento del sujeto pasivo del
homicidio pietístico, la Corte tomó como punto de partida que la vida
puede ser vista desde dos posiciones: la primera, que la considera
sagrada, asume que la muerte ha de sobrevenir por causas naturales y
ajenas al individuo; la segunda, que considera la vida valiosa pero no
sagrada, “admite que, en circunstancias extremas, el individuo pueda
decidir si continúa o no viviendo, cuando las circunstancias que rodean
su vida no la hacen deseable ni digna de ser vivida, v. gr., cuando los
intensos sufrimientos físicos que la persona padece no tienen
posibilidades reales de alivio, y sus condiciones de existencia son tan
precarias, que lo pueden llevar a ver en la muerte una opción preferible
a la sobrevivencia.”
Dado que en la Constitución de 1991 se consagran la laicidad y el
pluralismo –que tornan el carácter sagrado y absoluto de la vida como
una opción–, que la dignidad humana es el eje central de todo el sistema
de derechos y garantías, y que la solidaridad –comprendida como el deber
positivo de todo ciudadano de socorrer a quien se encuentra en una
situación de necesidad, con medidas humanitarias– es un principio básico
del Estado colombiano, la Corte expuso que la solución a la cuestión
planteada en la demanda debía ser respetuosa de la autonomía moral del
individuo, y reconocer el móvil altruista y solidario de quien obra movido
por el impulso de suprimir el sufrimiento ajeno. Con base en esos
postulados superiores, se dijo entonces:
“[L]a Constitución se inspira en la consideración de la persona como un sujeto
moral, capaz de asumir en forma responsable y autónoma las decisiones sobre
los asuntos que en primer término a él incumben, debiendo el Estado limitarse
a imponerle deberes, en principio, en función de los otros sujetos morales con
quienes está avocado a convivir, y por tanto, si la manera en que los individuos
ven la muerte refleja sus propias convicciones, ellos no pueden ser forzados a
continuar viviendo cuando, por las circunstancias extremas en que se
encuentran, no lo estiman deseable ni compatible con su propia dignidad, con
el argumento inadmisible de que una mayoría lo juzga un imperativo religioso
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o moral
(…)
[N]ormas superiores muestran que la Carta no es neutra frente al valor vida
sino que es un ordenamiento claramente en favor de él, opción política que tiene
implicaciones, ya que comporta efectivamente un deber del Estado de proteger
la vida. Sin embargo, tal y como la Corte ya lo mostró en anteriores decisiones,
el Estado no puede pretender cumplir esa obligación desconociendo la
autonomía y la dignidad de las propias personas.
(…)
[L]a Corte considera que frente a los enfermos terminales que experimentan
intensos sufrimientos, este deber estatal [de proteger la vida] cede frente al
consentimiento informado del paciente que desea morir en forma digna. En
efecto, en este caso, el deber estatal se debilita considerablemente por cuanto,
en virtud de los informes médicos, puede sostenerse que, más allá de toda duda
razonable, la muerte es inevitable en un tiempo relativamente corto. En cambio,
la decisión de cómo enfrentar la muerte adquiere una importancia decisiva para
el enfermo terminal, que sabe que no puede ser curado, y que por ende no está
optando entre la muerte y muchos años de vida plena, sino entre morir en
condiciones que él escoge, o morir poco tiempo después en circunstancias
dolorosas y que juzga indignas. El derecho fundamental a vivir en forma digna
implica entonces el derecho a morir dignamente, pues condenar a una persona
a prolongar por un tiempo escaso su existencia, cuando no lo desea y padece
profundas aflicciones, equivale no sólo a un trato cruel e inhumano, prohibido
por la Carta (CP art.12), sino a una anulación de su dignidad y de su autonomía
como sujeto moral. La persona quedaría reducida a un instrumento para la
preservación de la vida como valor abstracto.
“[L]a Corte concluye que el Estado no puede oponerse a la decisión del individuo
que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una
enfermedad terminal que le produce dolores insoportables, incompatibles con
su idea de dignidad. Por consiguiente, si un enfermo terminal que se encuentra
en las condiciones objetivas que plantea el artículo 326 del Código Penal
considera que su vida debe concluir, porque la juzga incompatible con su
dignidad, puede proceder en consecuencia, en ejercicio de su libertad, sin que
el Estado esté habilitado para oponerse a su designio, ni impedir, a través de la
prohibición o de la sanción, que un tercero le ayude a hacer uso de su opción.
No se trata de restarle importancia al deber del Estado de proteger la vida sino,
como ya se ha señalado, de reconocer que esta obligación no se traduce en la
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preservación de la vida sólo como hecho biológico.”
Así, este Tribunal concluyó que en el evento de que una persona que
padece una enfermedad terminal decide no continuar viviendo por el
agudo sufrimiento que la agobia y porque estima que esa situación es
contraria a su propia dignidad, no puede atribuírsele antijuridicidad a la
actuación de quien le asiste para llevar a cabo ese cometido, “porque se
trata de un acto solidario que no se realiza por la decisión personal de
suprimir una vida, sino por la solicitud de aquél que por sus intensos
sufrimientos, producto de una enfermedad terminal, pide le ayuden a
morir”, razón por la cual declaró exequible la disposición demandada.
Sin embargo, acerca del consentimiento del paciente terminal se precisó
que “debe ser libre, manifestado inequívocamente por una persona con
capacidad de comprender la situación en que se encuentra. Es decir, el
consentimiento implica que la persona posee información seria y fiable
acerca de su enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico,
y cuenta con la capacidad intelectual suficiente para tomar la decisión.”
En tal sentido, la sentencia C-239 de 1997 estableció que el sujeto activo
del homicidio por piedad debía necesariamente ser un médico “puesto
que es el único profesional capaz no sólo de suministrar esa información
al paciente sino además de brindarle las condiciones para morir
dignamente. Por ende, en los casos de enfermos terminales, los médicos
que ejecuten el hecho descrito en la norma penal con el consentimiento
del sujeto pasivo no pueden ser, entonces, objeto de sanción y, en
consecuencia, los jueces deben exonerar de responsabilidad a quienes
así obren.”
Finalmente, la Corte anotó que era preciso que, en su función de proteger
la vida, el Estado adoptara, a través del legislador, una estricta regulación
del derecho a la muerte digna, la cual debía incluir los siguientes aspectos
esenciales: (1) Verificación rigurosa, por personas competentes, de la
situación real del paciente, de la enfermedad que padece, de la madurez
de su juicio y de la voluntad inequívoca de morir; (2) Indicación clara de
las personas (sujetos calificados) que deben intervenir en el proceso; (3)
Circunstancias bajo las cuales debe manifestar su consentimiento la
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persona que consiente en su muerte o solicita que se ponga término a su
sufrimiento: forma como debe expresarlo, sujetos ante quienes debe
expresarlo, verificación de su sano juicio por un profesional competente,
etc.; (4) Medidas que deben ser usadas por el sujeto calificado para
obtener el resultado filantrópico; e, (5) Incorporación al proceso
educativo de temas como el valor de la vida y su relación con la
responsabilidad social, la libertad y la autonomía de la persona, de tal
manera que la regulación penal aparezca como la última instancia en un
proceso que puede converger en otras soluciones.
Por lo tanto, se exhortó al Congreso para que adoptara la referida
regulación, con la advertencia de que, entretanto, los homicidios
pietísticos debían ser investigados, de suerte que sería el funcionario
judicial quien estableciera la antijuridicidad de la conducta del médico que
incurriera en dicha conducta, previa verificación de que existió un
consentimiento auténtico del paciente.
De igual forma, en las sentencias C-233 de 201410 y T-970 de 201411
la Corte continuó estudiado a fondo todo lo relacionado a la evolución de
la muerte digna como derecho.
Al examinar el avance que en el derecho comparado ha tenido el derecho
a morir dignamente, la Corte se refirió a los casos pioneros de Holanda,
Estados Unidos (Oregón, Florida y Texas) y Bélgica con el común
denominador de que allí lo que comenzó como la despenalización de una
práctica médica, posteriormente fue desarrollado como un derecho,
primero a través de pronunciamientos judiciales, y luego mediante
regulación propiamente legislativa. Dichos países han adoptado
diferentes criterios para que proceda la eutanasia, como la clase de
enfermedad, su gravedad, el pronóstico de que no habrá cura, el término
de expectativa de vida, el estado terminal o no del paciente, la forma de
expresar la voluntad, etc., así como distintos mecanismos de verificación
y control. Sin embargo, resulta relevante anotar que, invariablemente,
en todas las regulaciones reseñadas se dedica la máxima atención a
10
M.P. Alberto Rojas Ríos
11
M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
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asegurar la capacidad y la autonomía de las personas que se someten a
dicha práctica, con el fin de que la decisión de terminar con su propia
vida sea genuina, firme y esté exenta de vicios o presiones externas,
además de delimitar los contornos entre la eutanasia legal y las conductas
delictivas.
Particularmente, al estudiar el caso concreto de la sentencia T - 970 de
2014, la Sala Novena de Revisión de la Corte, determinó que en el caso
de la accionante se dio una violación de derechos fundamentales por
parte de la EPS así como de los médicos tratantes, habida cuenta de que
no existía justificación constitucionalmente válida para negar el derecho
a morir dignamente e imponerle vivir en condiciones que ella consideraba
indignas, cuando, pese a la ausencia de regulación por vía legal, se
encontraban reunidas las condiciones jurisprudenciales fijadas en la
sentencia C-239 de 1997: “[que la persona] (i) padezca una enfermedad
terminal que le produzca sufrimiento y que (ii) manifieste su voluntad de
provocar su muerte, (iii) deberá practicársele algún procedimiento
médico, normalmente eutanasia, realizado por un profesional de la salud,
que garantice su derecho a morir dignamente. Así, el precedente
constitucional vigente para la época de la negativa era suficiente para
proteger el derecho a morir dignamente de la señora Julia. En el caso
concreto, a pesar de cumplirse con esos presupuestos la paciente murió
esperando que le practicaran el procedimiento.”
En consideración a lo anterior, a pesar de constatar que se materializó un
daño consumado, la Corte determinó que era necesario establecer unas
pautas para garantizar el derecho a morir dignamente ‒a través del
procedimiento de eutanasia o, también, por ejemplo, con cuidados
paliativos‒, con el objetivo de que en lo sucesivo la falta de normatividad
no se tornara en un obstáculo para el ejercicio de dicho derecho
fundamental, mientras el Congreso se encargaba de regular la materia:
(i) El padecimiento de una enfermedad terminal que produzca
intensos dolores. Exige 2 condiciones, a saber: la enfermedad debe ser
calificada como terminal por parte de un médico experto (aspecto
objetivo) y producir intensos dolores y sufrimiento en el paciente, que
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sean incompatibles con su idea de dignidad humana (aspecto subjetivo).
Indicó la sentencia: “No pueden los médicos oponerse a la voluntad del
paciente cuando quiera que objetiva y subjetivamente su voluntad se
encuentra depurada. Existe una prevalencia de la autonomía del
enfermo.”
(ii) El consentimiento libre, informado e inequívoco. Según la propia
Corte lo había establecido “el consentimiento del sujeto pasivo debe ‘ser
libre, manifestado inequívocamente por una persona con capacidad de
comprender la situación en que se encuentra. Es decir, el consentimiento
implica que la persona posee información seria y fiable acerca de su
enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico, y cuenta con
la capacidad intelectual suficiente para tomar la decisión’”. De esta forma,
la garantía de la genuina voluntad del enfermo que adopta la decisión
requiere que el consentimiento sea libre ‒sin presiones de terceros‒,
informado ‒el paciente y su familia deben recibir información completa,
objetiva y necesaria por parte de los médicos, para que no se tomen
decisiones apresuradas‒, e inequívoco ‒que la decisión sea consistente y
sostenida, en otras palabras, que no sea el producto de episodios
anímicos críticos o depresivos‒.
Para garantizar el cumplimiento de este requisito, la sentencia prevé dos
medidas: la primera, es la creación de un comité científico
interdisciplinario que, en todos los hospitales, clínicas, IPS, EPS y demás
prestadores del servicio de salud, bajo la dirección del Ministerio de Salud
y conforme a los protocolos fijados por este, (1) brinde un
acompañamiento integral y constante al paciente y a su familia en el
proceso de adopción de la decisión de morir dignamente y posterior a
ello, (2) vigile que las respectivas etapas se surtan con arreglo a los
parámetros señalados en la sentencia y con imparcialidad, (3) en caso de
detectar alguna irregularidad, suspender el procedimiento e informar a
las autoridades la comisión de eventuales faltas o delitos, y (4) reportar
al Ministerio de Salud cuando se lleve a cabo este procedimiento.
La segunda, se refiere a un procedimiento en que se blinde la decisión
del enfermo, en el cual, una vez manifestada la voluntad ante el médico,
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este deberá convocar al comité científico interdisciplinario, y en un plazo
no mayor a 10 días calendario, deberá consultarse nuevamente la
voluntad del paciente para verificar si sigue en pie, después de lo cual el
procedimiento será programado para realizarse en el menor tiempo
posible, que no podrá ser superior a lo que el paciente indique o máximo
15 días después de reiterada su decisión, con la aclaración de que en
cualquier momento el enfermo podrá desistir de su decisión y activar
otras prácticas médicas como los cuidados paliativos. En cuanto a la
expresión del consentimiento, se precisó:
“[E]l consentimiento puede ser previo, posterior, formal o informal. Será previo
cuando antes de sufrir el suceso patológico, formal o informalmente, la persona
manifiesta por cualquier medio su deseo de que le sea aplicado algún
procedimiento para garantizar su derecho a morir dignamente. Por el contrario,
será posterior cuando la voluntad se manifieste luego de ocurrido el suceso
patológico. En el mismo sentido, la voluntad podrá ser expresada formal (por
ejemplo, por escrito), así como también informalmente (de manera verbal).
De otro lado, el consentimiento también puede ser sustituto. Esta manera de
manifestar el consentimiento ocurre cuando la persona que sufre de una
enfermedad terminal, se encuentra en imposibilidad fáctica para manifestar su
consentimiento. En esos casos y en aras de no prolongar su sufrimiento, la
familia, podrá sustituir su consentimiento. En esos eventos, se llevará a cabo el
mismo procedimiento establecido en el párrafo anterior, pero el comité
interdisciplinario deberá ser más estricto en el cumplimiento de los requisitos.”
(Se subraya)
Asimismo, se dispuso que en caso de objeción de conciencia por parte del
médico, debería garantizarse la asistencia de otro profesional de la salud
en un lapso máximo de 24 horas, y se remarcó que ante cualquier
controversia en este ámbito la acción de tutela era el mecanismo
procedente para invocar la protección del derecho a morir dignamente.
(iii) Criterios que deberán tenerse en cuenta en la práctica de
procedimientos que tengan como propósito garantizar el derecho
fundamental a la muerte digna. A partir de las reglas definidas en
precedencia, estos procedimientos deben atender los criterios de
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prevalencia de la autonomía del paciente12, celeridad13, oportunidad14 e
imparcialidad15, y en todo caso, en armonía con los criterios adicionales
previstos en la sentencia C-239 de 1997.
Asimismo, ordenó al Ministerio de Salud emitir una directriz y disponer
todo lo necesario para la conformación del comité científico
interdisciplinario a que se hizo alusión por parte de los prestadores del
servicio de salud y el cumplimiento con las obligaciones establecidas en
el fallo, así como adelantar un protocolo para la aplicación del
procedimiento, y exhortó al Congreso a que regulara el derecho
fundamental a morir dignamente, tomando en consideración lo sentado
en dicha providencia.
Tiempo después, en la sentencia T-132 de 201616, nuevamente la Sala
Novena de Revisión examinó el asunto del derecho a una muerte digna.
En este caso, el promotor de la acción era un individuo privado de la
libertad que solicitó que se le tutelaran sus derechos a la administración
de justicia, vida, salud, dignidad humana, libre desarrollo de la
personalidad e igualdad, a fin de que el personal médico le practicara la
muerte asistida.
El actor expresó que en prisión desarrolló enfermedad diverticular,
varicocele bilateral, prostatitis crónica, incontinencia urinaria y pérdida
de audición en uno de sus oídos, debido a lo cual previamente había
promovido otra acción de tutela para que le se le practicara la cirugía
varicocelectomía bilateral y se le garantizara el tratamiento médico
12
Los sujetos obligados deberán analizar los casos atendiendo siempre a la voluntad del
paciente. Solo bajo situaciones objetivas e imparciales, se podrá controvertir esa
manifestación de la voluntad.
13
El derecho a morir dignamente no puede suspenderse en el tiempo, pues ello implicaría
imponer una carga excesiva al enfermo. Debe ser ágil, rápido y sin ritualismos excesivos
que alejen al paciente del goce efectivo del derecho.
14
Se encuentra en conexión con el anterior criterio e implica que la voluntad del sujeto
pasivo sea cumplida a tiempo, sin que se prolongue excesivamente su sufrimiento al
punto de causar su muerte en condiciones de dolor que, precisamente, quiso evitarse.
15
Los profesionales de la salud deberán ser neutrales en la aplicación de los
procedimientos orientados a hacer efectivo el derecho a morir dignamente. No pueden
sobreponer sus posiciones personales sean ellas de contenido ético, moral o religioso
que conduzcan a negar el derecho. En caso que el médico alegue dichas convicciones,
no podrá ser obligado a realizar el procedimiento, pero tendrá que reasignarse otro
profesional.
16
M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
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integral correspondiente, sin que el fallo que le fue favorable ni la sanción
por desacato que se le impuso al obligado hubiesen logrado que le
prestaran la atención en salud requerida. Ante tal situación, acudió
nuevamente a la acción de tutela, esta vez para que se le concediera su
deseo de morir, dadas las precarias condiciones de su reclusión, la
gravedad de las enfermedades, los dolores que padecía, la frustración de
no ver mejorada su salud y vida en condiciones de dignidad, y ante la
negligencia de las entidades accionadas para brindarle la asistencia
médica a sus dolencias.
Los accionados plantearon, además de argumentos de defensa de tipo
procesal, que ya se había realizado la intervención quirúrgica ordenada
en la tutela anterior, y que el actor no padecía enfermedad terminal que
produzca intensos dolores, por lo que no se daban las condiciones para
reclamar el derecho a la muerte digna.
Tras analizar el derecho fundamental a la salud y cómo este incluye las
garantías de un diagnóstico efectivo y de integralidad en la prestación de
los servicios de salud conforme a la prescripción médica, así como
pronunciarse en torno a la garantía de este derecho respecto de la
población reclusa y su especial situación de sujeción frente al Estado, la
Sala de Revisión estimó necesario abordar el alcance y contenido del
derecho fundamental a morir dignamente. Allí, retomó las
consideraciones de la sentencia C-239 de 1997, en cuanto a la ausencia
de responsabilidad penal del médico que lleve a cabo un homicidio
pietístico cuando el paciente terminal exprese su consentimiento para
morir de manera libre y voluntaria, y se refirió al precedente fijado en la
sentencia T-970 de 2014, reiterando las reglas para garantizar el derecho
a morir con dignidad, según las cuales se requiere que “(i) la enfermedad
sea calificada por un experto como terminal y debe producir intenso dolor
y sufrimiento; (ii) el consentimiento de la persona que solicita la muerte
asistida sea libre, informado e inequívoco y; (iii) se atiendan ciertos
criterios a la hora practicar procedimientos cuyo propósito sea el de
garantizar el derecho fundamental a la muerte.” En esa línea, sostuvo la
Sala:
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“Sintetizando, este Tribunal ha mantenido desde la sentencia C-239 de 1997
que el derecho fundamental a la vida digna envuelve el derecho al morir
dignamente en la medida en que condenar a una persona a que prolongue su
vida, pese a no desearlo y padecer de graves condiciones médicas, implica un
trato cruel e inhumano que anula su dignidad y autonomía. El individuo que
solicite la muerte asistida debe estar en capacidad de comprender su situación
y tendrá que expresar su consentimiento de manera libre. Para ello, deberá
contar con información seria y fiable acerca de su enfermedad, las opciones
terapéuticas y el pronóstico de parte de un médico.”
Al adentrarse en el estudio del caso concreto, la Corte encontró que al
accionante no se le había prestado la atención en salud necesaria de cara
a las diferentes patologías que padecía. En ese punto, se señaló que el
derecho a la salud no podía ser limitado, a pesar de la reclusión, dada su
relación inherente con la dignidad. En consecuencia, determinó que la
entidad competente debía adoptar las medidas necesarias para
garantizarle al actor una valoración médica integral frente a todas sus
enfermedades e, igualmente, prestarle de manera inmediata todos los
servicios médicos que requiriera.
Sin embargo, al analizar la pretensión relacionada con la muerte asistida,
se estableció que no se encontraban reunidas las condiciones
jurisprudenciales para acceder a lo pedido, habida cuenta de que no se
contaba con un diagnóstico de especialista que calificara como terminales
las enfermedades, lo cual no podía demostrarse con la sola apreciación
del paciente. Sobre el particular, resaltó la Corte:
“[D]icha calificación resulta indispensable para determinar si la prolongación de
la vida del demandante, pese a no desearlo, implica un trato cruel e inhumano
que anula su dignidad y autonomía, y del mismo modo descartar un uso
indebido de dicha garantía constitucional.
(…) En la sentencia T-970 de 2014 se identificó que una EPS había desconocido
el derecho a morir dignamente tras negarse a practicar la eutanasia. En dicha
ocasión, la demandante padecía de una enfermedad terminal que comprometía
gravemente sus funciones vitales, lo cual fue diagnosticado por un médico.
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Contrario a lo anterior, en el presente caso no reposa el precitado diagnóstico.
En ese sentido, la solicitud del señor (…), encaminada a que mediante fallo de
tutela se ordene al personal médico que le practiquen la muerte asistida, no
cumple con las exigencias establecidas por esta Corporación para dicho fin.”
Por lo anterior, la Sala concedió la protección constitucional invocada,
pero en el sentido de que se le garantizara al tutelante su derecho a la
salud, toda vez que no se daban los supuestos para acceder a su petición
de que se le practicara la muerte asistida, en concreto, el requisito
objetivo de un dictamen médico que catalogara como terminales las
enfermedades padecidas.
En la sentencia C-327 de 201617, la Sala Plena de la Corte se ocupó de
la demanda de inconstitucionalidad instaurada contra el artículo 90
(parcial) del Código Civil, que dispone que “La existencia legal de toda
persona principia al nacer”, por la alegada infracción a los artículos 4 de
la Convención Americana de Derechos Humanos y 93 de la Constitución,
debido a que, en criterio de los demandantes, el derecho a la vida debe
ser protegido desde la concepción. El problema jurídico a tratar allí,
entonces, se contrajo a determinar si la disposición acusada violaba el
derecho a la vida contemplado en el artículo 4.1 de la Convención que,
por virtud del artículo 93 superior, hace parte del bloque de
constitucionalidad. Dicho interrogante fue dilucidado a partir de
diferentes premisas, entre las cuales ‒para lo que concierne a este
proceso‒ cabe destacar la relativa a la protección de la vida como valor
constitucional.
En ese marco, la Corte precisó que “la vida y el derecho a la vida son
categorías axiológicas diferentes y estableció que ni el valor de la vida,
como bien que el Estado tiene el deber de proteger ni el derecho a la vida
son absolutos y que admiten un juicio de proporcionalidad cuando existen
otros derechos o valores en conflicto” y explicó que dos manifestaciones
puntuales de dicha necesidad de ponderación se encuentran en los
eventos en que se ha examinado en la jurisprudencia el derecho
17
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
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fundamental a la interrupción voluntaria del embarazo, y en el
reconocimiento del derecho fundamental a morir dignamente, para cuya
fundamentación se remitió a lo sentado en las sentencias C-239 de 1997
y T-970 de 2014, y resaltó:
“[E]l derecho a morir dignamente es un derecho autónomo, independiente pero
relacionado con la vida y otros derechos. No es posible considerar la muerte
digna como un componente del derecho a la autonomía, así como tampoco es
dable entenderlo como una parte del derecho a la vida. Sencillamente, se trata
de un derecho fundamental complejo y autónomo que goza de todas las
características y atributos de las demás garantías constitucionales de esa
categoría. Es un derecho complejo pues depende de circunstancias muy
particulares para constatarlo y autónomo en tanto su vulneración no es una
medida de otros derechos. En todo caso, es claro que existe una relación
estrecha con la dignidad, la autonomía y la vida, entre otros.”
Así, bajo la premisa de que la vida como valor y el derecho a la vida no
son absolutos y de que se encuentran sujetos a los principios de
proporcionalidad y razonabilidad al colisionar con otros derechos ‒como
ocurre con la autonomía y la dignidad en el caso de la eutanasia‒, la
Corte encontró que la vida como valor, aunque es un bien
constitucionalmente relevante, no tiene el mismo nivel de protección que
el derecho a la vida, por lo que la norma enjuiciada, al establecer la
existencia legal de la persona desde el nacimiento, no es inconstitucional.
Más recientemente, en la sentencia T-721 de 201718 la Sala Cuarta de
Revisión de Tutelas examinó la acción de tutela instaurada para la
protección de los derechos de petición, al debido proceso administrativo
y a morir dignamente, invocados por los padres de una joven que quedó
en situación de discapacidad mental absoluta luego de una cirugía para
tratar la epilepsia que sufría desde los dos años de edad –lo que también
dio lugar a su declaración de interdicción–, frente a la EPS que no dio
respuesta a su solicitud de que se llevara a cabo la eutanasia. La entidad
demandada alegó que era la IPS la que debía tomar las acciones
18
M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
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pertinentes y que, en todo caso, la progenitora no estaba autorizada para
solicitar el procedimiento. A su turno, la IPS sostuvo que había convocado
al comité interdisciplinario, lo que constaba en acta confidencial en la que
se determinó que no se encontraban reunidos los requisitos para acceder
a la solicitud, y que le correspondía a la EPS acatar lo previsto en la
Resolución 1216 de 2015.
En sede de revisión se verificó, en virtud de las pruebas decretadas, que
la paciente se encontraba en estado vegetativo permanente, que su
enfermedad no era terminal –aunque sí degenerativa, permanente,
irreversible y crónica–, que aunque para ese momento no se encontraba
en la etapa final de su vida, sus comorbilidades sí podían desencadenar
la muerte de forma súbita, y que como no podía expresar llanto, lenguaje,
sonidos guturales, expresión facial o incluso movimiento ocular, no había
forma de que se pudieran tomar uno de estos signos como señal de dolor,
no obstante lo cual –según concepto médico– debido al grave
compromiso neurológico “hay una alteración de la conducción sensitiva
(del sentir) a nivel central (cerebro), es decir que, el impulso nervioso
que transmite la información sensitiva (calor, frío, tacto, presión e incluso
dolor) no llega de forma adecuada al cerebro y por tanto no lo puede
expresar o interpretar como una sensación de dolor, calor, presión, frío,
etc.” Ante el incumplimiento de los requisitos para aplicar la eutanasia,
al final el tratamiento médico no se concentró en la rehabilitación sino en
brindarle el soporte mientras se daba el deceso como transcurso natural
de la patología. Más tarde, las prestadoras de salud informaron a la Corte
que durante el proceso la paciente falleció, luego de una crisis tratada
con cuidados paliativos.
La Corte se pronunció, en primera instancia, sobre la salvaguarda del
derecho fundamental de petición, y seguidamente hizo un repaso sobre
los fundamentos normativos del derecho a morir dignamente, recordando
que “para este Tribunal la muerte digna tiene como propósito principal
hacer prevalecer una existencia donde la persona, de forma autónoma,
pueda desarrollar su proyecto de vida, es decir, que no consista en la sola
subsistencia vital de una persona”.
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En ese contexto, se refirió ampliamente a los derechos de los usuarios
del servicio de salud y destacó la Declaración de Lisboa de la Asociación
Médica Mundial sobre los Derechos del Paciente de 1981, en virtud de la
cual el médico está obligado a orientar sus actos conforme al mejor
interés del paciente y debe esforzarse por garantizar su autonomía;
además, se consagra allí la dignidad como una garantía consistente en
que “El paciente tiene derecho a aliviar su sufrimiento, según los
conocimientos actuales. c. El paciente tiene derecho a una atención
terminal humana y a recibir toda la ayuda disponible para que muera lo
más digna y aliviadamente posible”. Igualmente, la Sala repasó la
normativa concordante contenida en la Resolución 13437 de 1991 “por la
cual se constituyen los Comités de Ética Hospitalaria y se adopta el
Decálogo de los Derechos de los Pacientes”, la Ley 1733 de 2014
“mediante la cual se regulan los servicios de cuidados paliativos para el
manejo de pacientes con enfermedades terminales, crónicas,
degenerativas e irreversibles en cualquier fase de la enfermedad de alto
impacto en la calidad de vida” y la Resolución 1216 de 2015 que en
cumplimiento a la sentencia T- 970 de 2014 dicta las directrices para
conformar los comités científico-disciplinarios para el derecho a morir
dignamente. Con base en este conjunto de disposiciones, concluyó:
“[E]n primer lugar, que los pacientes tienen derecho a: (i) consentir o
rechazar los procedimientos médicos; (ii) que se respeten sus deseos en
caso de enfermedad irreversible de limitar el esfuerzo terapéutico; (iii) a
morir con dignidad y a que se les respete su voluntad de permitir que el
proceso de la enfermedad hacia la muerte siga su curso natural.
Por otro lado, se ha puntualizado que en los casos específicos de
pacientes con enfermedades en fase terminal o crónicas,
degenerativas e irreversibles, con alto impacto en la calidad de
vida, los pacientes tienen derecho a: (iv) la atención en cuidados
paliativos, que propende por mejorar la calidad de vida del paciente y su
familia, a través de una tratamiento integral del dolor, el alivio del
sufrimiento y otros síntomas, teniendo en cuenta aspectos
psicopatológicos, físicos, emocionales, sociales y espirituales; (v) desistir
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de manera voluntaria y anticipada de tratamientos médicos innecesarios
que no cumplan con los principios de proporcionalidad terapéutica y no
representen una vida digna para el paciente.
Y, en tercer lugar, los pacientes con una enfermedad terminal que
les cause intensos dolores, tienen derecho a: (vi) solicitar la
realización del procedimiento eutanásico, regulado por la Resolución
1216 de 2015.” (negrillas fuera del original)
En consecuencia, estableció que el derecho a morir dignamente no es
unidimensional ni se circunscribe exclusivamente al procedimiento de
eutanasia, sino que abarca una serie de garantías que deben hacerse
efectivas dependiendo de la situación particular en que se encuentre cada
paciente. Así pues, el derecho a morir dignamente “se trata de un
conjunto de facultades que permiten a una persona ejercer su autonomía
y tener control sobre el proceso de su muerte e imponer a terceros límites
respecto a las decisiones que se tomen en el marco del cuidado de la
salud” y comprende, al menos, las siguientes dimensiones: (i) el
procedimiento eutanásico19, (ii) la limitación del esfuerzo terapéutico o
readecuación de las medidas asistenciales 20, y (iii) los cuidados
19
“[R]egulado en la Resolución 1216 de 2015: En el caso de los pacientes que padecen
enfermedades terminales, según concepto médico (requisito objetivo), que les causan
intensos dolores, cuando lo solicitan por sí mismos o a través de interpuesta persona
(requisitos subjetivos), según lo establecido en la sentencia T-970 de 2014 y de acuerdo
con lo previsto en el capítulo III de la mencionada resolución.
Este procedimiento está en cabeza de los Comités Científicos-Interdisciplinarios para el
Derecho a Morir con Dignidad, a cargo en primera instancia de las I.P.S que tengan
habilitado el servicio de hospitalización de mediana o alta complejidad para
hospitalización oncológica o el servicio de atención institucional de paciente crónico o el
servicio de atención domiciliaria para paciente crónico, que cuenten con los respectivos
protocolos de manejo para el cuidado paliativo, y en segundo lugar de las E.P.S”.
20
“En los casos en que el paciente que padece una enfermedad en fase terminal o
crónica, degenerativa e irreversible, con alto impacto en la calidad de vida, por sí mismo,
o a través de interpuesta persona, desiste anticipadamente de tratamientos médicos
innecesarios que no cumplen con los principios de proporcionalidad terapéutica o que no
sirven al mejor interés del paciente y no representen una vida digna para éste, dando
paso a que el proceso de la enfermedad hacia la muerte siga su curso natural.
La valoración de la necesidad de limitación del esfuerzo terapéutico se fundamenta en
el juicio profesional sobre futilidad de una determinada intervención, con base en un
proceso de valoración ponderada, e incluso colegiada entre diferentes profesionales.
Ante la incertidumbre se debe tener en cuenta los deseos del paciente o sus
representantes. Si persiste la incertidumbre o existen discrepancias irresolubles en el
interior del equipo o hay conflicto en la comunicación de las decisiones adoptadas al
paciente, representante o familia, se debe consultar al Comité de Ética Hospitalaria
ACCIÓN DE TUTELA
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paliativos21.
Tras reiterar el desarrollo que ha tenido el derecho a morir dignamente
en la jurisprudencia constitucional, al ocuparse del caso en concreto la
Sala evidenció una carencia actual de objeto, no obstante, estimó que
era necesario examinar el fondo del asunto. Así, encontró que en el
expediente, si bien se indicó que la menor se encontraba en un estado
vegetativo permanente, no había claridad sobre si se trataba de una
enfermedad terminal y si esta le ocasionaba fuertes dolores a la paciente,
lo cual impidió que se le aplicara la eutanasia conforme a los requisitos
previstos en la Resolución 1216 de 2015. Sin embargo, dado que la
pretensión de la promotora de la acción iba dirigida a que se agotaran los
procedimientos allí contemplados y a que se le suministrara una
respuesta a su solicitud, la Sala advirtió que el caso debía resolverse
teniendo en cuenta las diferentes dimensiones del derecho a morir con
dignidad.
A partir de ello, determinó que sí existió una vulneración iusfundamental
por parte de la EPS y la IPS demandadas, debido a que su inoperancia
prolongó el sufrimiento de la paciente y su núcleo familiar por un año y
nueve meses después de que su progenitora solicitara la limitación del
esfuerzo terapéutico, sin que oportunamente se brindaran cuidados
paliativos y, además, en razón de que a las peticiones elevadas por la
familia nunca se les dio una respuesta de fondo, clara, precisa,
congruente con lo solicitado y dentro de los términos legales.
Así, sostuvo que en el caso se presentaron diferentes fallas de cara a las
distintas dimensiones del derecho a morir dignamente, toda vez que (i)
el comité científico solo se convocó 35 días después de interpuesta la
(constituidos en la I.P.S públicas y privadas), el cual tiene una función consultora, no
decisoria. Lo anterior, en consonancia con lo dispuesto por la Resolución 13437 de 1991.”
21
“Se deben suministrar a los pacientes que padecen una enfermedad en fase terminal
o crónica, degenerativa e irreversible, con alto impacto en la calidad de vida, con el fin
de mejorar su calidad respecto del paciente y de su familia, a través de una tratamiento
integral del dolor, el alivio del sufrimiento y otros síntomas, teniendo en cuenta aspectos
psicopatológicos, físicos, emocionales, sociales y espirituales. Dado que el cuidado
paliativo es un procedimiento médico los pacientes pueden rechazarlo.”
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solicitud y en razón del requerimiento judicial, (ii) la respuesta de la
decisión del comité solo fue comunicada a la peticionaria 43 días después
de radicada la solicitud, (iii) el Ministerio de Salud nunca dio trámite a las
peticiones elevadas por los padres de la paciente, (iv) no hubo un
adecuado acompañamiento psicológico constante a la familia, (v) se
soslayó el consentimiento sustituto válidamente otorgado, en
consideración al estado vegetativo de la paciente y a que su progenitora
ostentaba su representación legal por virtud de la declaratoria judicial de
interdicción –en este punto, señaló la Sala que la exigencia de que la
voluntad del paciente sea previa y por escrito, contenida en la Resolución
1216 de 2015, hace nugatoria la garantía para quienes no se encuentran
en condiciones de expresar su voluntad–, (vi) no se agotaron las
alternativas para lograr determinar si se trataba o no de una enfermedad
terminal, a pesar de que cuando el consentimiento sea sustituido se
deberá ser más estricto en la observancia de los requisitos, (vii) se hizo
caso omiso de las solicitudes de la familia sobre una limitación del
esfuerzo terapéutico, (viii) no se brindó información sobre las
posibilidades para garantizar el derecho a morir dignamente, y (ix) se
restringió injustificadamente el acceso oportuno a los cuidados paliativos.
Por lo expuesto, la Sala Cuarta de Revisión, aunque declaró la carencia
actual de objeto, revocó el fallo que había denegado el amparo por cuanto
encontró vulnerado el derecho a morir dignamente, y ordenó a las
prestadoras de salud ajustar sus protocolos internos para facilitar el
cumplimiento de la normatividad sobre este derecho, al tiempo que
ordenó al Ministerio de Salud que adecuara la Resolución 1216 de 2015
en el aspecto relacionado con el consentimiento sustituto y que regulara
lo relativo a la limitación del esfuerzo terapéutico o la readecuación de
las medidas asistenciales. Finalmente, reiteró una vez más el exhorto al
Congreso de la República, con el fin de que proceda a regular el derecho
fundamental a morir dignamente.
Del anterior recuento jurisprudencial se colige que el derecho
fundamental a morir dignamente tiene un sólido fundamento
constitucional, habida cuenta de que la dignidad humana –como eje del
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Estado y de todo el ordenamiento jurídico– se patenta tanto en la
protección a la vida como un concepto complejo y cualificado que
sobrepasa la sola existencia biológica o el funcionamiento del organismo,
como en el respeto por la autonomía individual y la libertad. Cabe anotar,
además, que en vista de la ausencia de una regulación de orden legal
sobre la materia, ha sido una necesidad imperiosa que este Tribunal
avance en determinar el alcance del derecho fundamental y las pautas y
mecanismos para su concreción, en desarrollo de su función de garantizar
la efectividad de los derechos constitucionales.
Finalmente, en sentencia C – 233 de 2021, la Sala Plena de la Corte
Constitucional amplió el derecho fundamental a morir dignamente para
aquellos pacientes que padecen una enfermedad o lesión grave e
incurable que les provoque intenso sufrimiento. Esto quiere decir que ya
no es necesario ser un paciente terminal para solicitar el derecho a morir
dignamente en Colombia, lo cual significa un revés a lo dispuesto por la
misma corte en el año 1997.
Así, se condicionó el artículo 106 del código penal que habla
específicamente del “homicidio por piedad” o eutanasia que ahora no será
considerado un delito si es efectuado por un médico, es realizado con el
consentimiento libre o informado, previo o posterior al diagnóstico del
sujeto pasivo del acto y siempre que el paciente padezca un intenso
sufrimiento físico o psíquico, proveniente de lesión corporal o enfermedad
grave e incurable.
Adicionalmente, la Corte exhortó nuevamente al congreso para que
avance en la legislación y protección del derecho a morir dignamente para
eliminar las barreras que existen para acceder al goce efectivo del
derecho.
En consecuencia, argumentó que a pesar de que en el Congreso se ha
iniciado el trámite de distintos proyectos con esta finalidad, ninguno ha
sido aprobado, lo que comporta un vacío normativo que, a su vez, se
traduce en una desprotección inadmisible desde el punto de
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vista constitucional, en torno al derecho a morir dignamente.
La decisión se basó en la premisa que reitera que en el marco del respeto
por la dignidad humana, no puede obligarse a una persona a seguir
viviendo, cuando padece una enfermedad grave e incurable que le
produce intensos sufrimientos, y ha adoptado la decisión autónoma de
terminar su existencia ante condiciones que considera incompatibles con
su concepción de una vida digna.
En este sentido, el argumento menciona que esta barrera para pacientes
no terminales vulnera no solo su derecho a una muerte digna sino a la
integridad física, a la dignidad y a la igualdad. “El hecho de impedir que
ciertas personas puedan acceder al derecho fundamental, a la muerte
digna, dado que viven en circunstancias extremas, sin posibilidades
reales de alivio (….) podría catalogarse como un trato cruel, inhumano
y/o degradante por parte del Estado Colombiano”, señalaron.
El anterior fallo de 1997 mencionaba que el caso voluntario de pacientes
terminales no podía haber responsabilidades penales para el médico que
los ayudara a morir, pero ahora la Corte finalmente amplio el derecho.
Además, precisó que “el derecho a morir dignamente no es
unidimensional, ni se circunscribe exclusivamente a servicios concretos
para la muerte digna o eutanásicos. Abarca el acceso a cuidados
paliativos, la adecuación o suspensión del esfuerzo terapéutico o el
ejercicio de la voluntad para la terminación de la vida, con ayuda del
personal médico, respecto de lesiones corporales o enfermedades graves
e incurables, que le producen intensos sufrimientos.
Finalmente, la corte reiteró que corresponde al paciente elegir la
alternativa que mayor bienestar le produce, en el marco de su situación
médica, con la orientación adecuada por parte de los profesionales de la
medicina, y, en cualquier caso, en ejercicio de su autonomía.
Y adicionó que es imperativo avanzar en el precedente de la Sentencia
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C-239 de 1997, en el sentido de ampliar los supuestos de circunstancias
médicas respecto de los cuales el sujeto puede ejercer su derecho a morir
dignamente sin que, en estas circunstancias, sea penalizado el médico
que acude en apoyo del paciente para protegerlo del sufrimiento y
preservar su dignidad.
4. La normatividad que reglamenta el derecho a morir dignamente
en Colombia.
En desarrollo de la jurisprudencia constitucional reseñada en
precedencia, el Ministerio de Salud ha proferido una serie de resoluciones
que establecen los parámetros para la materialización del derecho a morir
con dignidad. Estos actos administrativos reproducen, en esencia, varias
de las reglas sentadas en los fallos de esta Corte, y son un insumo
normativo fundamental que, en conjunto con aquellos pronunciamientos,
orienta la labor de las entidades del sistema de salud en este ámbito,
ante el vacío respecto de una legislación expedida por el Congreso.
Resolución 1216 de 2015
Mediante la Resolución 1216 del 20 de abril de 2015 22 el Ministerio de
Salud y Protección Social, como órgano rector del sector salud23, dio
cumplimiento a la orden impartida en la sentencia T-970 de 2014 en
relación con las directrices para la organización y funcionamiento de los
comités para hacer efectivo el derecho a morir con dignidad, conforme a
los principios de prevalencia de la autonomía del paciente, celeridad,
oportunidad e imparcialidad, de acuerdo con lo sentado en dicho
pronunciamiento24.
En dicha regulación se precisa que el concepto de enfermo en fase
terminal se refiere “a todo aquel que es portador de una enfermedad o
condición patológica grave, que haya sido diagnosticada en forma precisa
22
Diario Oficial No. 49.489 de 21 de abril de 2015.
23
“ARTÍCULO 4o. RECTORÍA DEL SECTOR SALUD. La dirección, orientación y conducción
del Sector Salud estará en cabeza del Ministerio de la Protección Social, como órgano
rector de dicho sector.”
24
Res. 1216/15, art. 3.
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por un médico experto, que demuestre un carácter progresivo e
irreversible, con pronóstico fatal próximo o en plazo relativamente breve,
que no sea susceptible de un tratamiento curativo y de eficacia
comprobada, que permita modificar el pronóstico de muerte próxima; o
cuando los recursos terapéuticos utilizados con fines curativos han dejado
de ser eficaces” y se establece que, en caso de duda respecto a sobre el
diagnóstico de la condición de enfermedad terminal se podrá requerir una
segunda opinión o la opinión de un grupo de expertos25.
Asimismo, se prevé que todo enfermo en fase terminal y su familia tienen
derecho a cuidados paliativos que incluyen “un tratamiento integral del
dolor, el alivio del sufrimiento y otros síntomas, teniendo en cuenta sus
aspectos psicopatológicos, físicos, emocionales, sociales y espirituales”,
así como la posibilidad de desistir de manera voluntaria y anticipada de
tratamientos médicos innecesarios que no cumplan con los principios de
proporcionalidad terapéutica y no representen una vida digna para el
paciente. Cabe anotar, que los cuidados paliativos son un paso que se
debe verificar y consultar con el paciente antes de proseguir con el
procedimiento para garantizar una muerte digna 26.
La Resolución dispone que, de manera general, todas las IPS con servicio
de hospitalización de mediana o alta complejidad que atiendan pacientes
oncológicos y crónicos y que cuenten con los protocolos de cuidado
paliativo deben conformar un comité científico-interdisciplinario para el
derecho a morir con dignidad, integrado por un médico especialista en la
enfermedad del paciente, un abogado y un psiquiatra o psicólogo clínico,
no objetores de conciencia y exentos de cualquier conflicto de intereses27.
En caso de que la institución no ofrezca los mencionados servicios, debe
informar inmediatamente y coordinar todo lo necesario con la EPS donde
está afiliado el paciente que solicita morir con dignidad 28.
Una vez el médico tratante recibe la solicitud del paciente, debe convocar
25
Res. 1216/15, art. 2.
26
Res. 1216/15, art. 4.
27
Res. 1216/15, art. 6.
28
Res. 1216/15, art. 5.
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a más tardar al día siguiente al comité científico interdisciplinario, el cual,
por su parte, mantendrá sesiones permanentes siempre con la totalidad
de sus integrantes, podrá invitar a personas naturales y/o jurídicas en
caso de duda razonable sobre los presupuestos para hacer efectivo el
derecho a morir con dignidad –quienes tendrán voz pero no voto– dentro
de un marco de reserva y confidencialidad, decidirá de preferencia por
consenso o, excepcionalmente por mayoría, y cumplirá las siguientes
funciones29:
“7.1. Revisar la determinación del médico tratante en cuanto a la solicitud que
formule el paciente y establecer si le ofreció o está recibiendo cuidados
paliativos.
7.2. Ordenar a la institución responsable del paciente, la designación, en un
término máximo de 24 horas, de un médico no objetor cuando se presente
objeción por parte del médico que debe practicar el procedimiento que anticipa
la muerte en forma digna en un enfermo terminal.
7.3. Establecer, dentro de un plazo no superior a diez (10) días calendario a
partir de su solicitud, si el paciente que solicita el procedimiento para morir con
dignidad reitera su decisión de que le sea practicado.
7.4. Vigilar que el procedimiento se realice cuando la persona lo indique o, en
su defecto, dentro de los quince (15) días calendario siguientes al momento en
que el paciente reitere su decisión.
7.5. Vigilar y ser garante de que todo el procedimiento para morir con dignidad
se desarrolle respetando los términos de la Sentencia T-970 de 2014 y que se
garantice la imparcialidad de quienes intervienen en el proceso, para lo cual
deberá realizar las verificaciones que sean del caso.
7.6. Suspender el procedimiento que anticipa la muerte para morir con dignidad
en caso de detectar alguna irregularidad y poner en conocimiento de las
autoridades competentes la posible comisión de una falta o de un delito, si a
ello hubiere lugar.
29
Res. 1216/15, arts. 9 y 10.
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7.7. Acompañar, de manera constante y durante las diferentes fases, tanto a la
familia del paciente como al paciente en ayuda sicológica, médica y social, para
mitigar los eventuales efectos negativos en el núcleo familiar y en la situación
del paciente.
7.8. Verificar, en el caso del consentimiento sustituto, si existe alguna
circunstancia que llegue a viciar la validez y eficacia del mismo.
7.9. Remitir al Ministerio de Salud y Protección Social un documento en el cual
reporte todos los hechos y condiciones que rodearon el procedimiento a fin de
que el Ministerio realice un control exhaustivo sobre el asunto.
7.10. Velar por la reserva y confidencialidad de la información que, por causa
de sus funciones, deba conocer y tramitar, sin perjuicio de las excepciones
legales. El tratamiento de los datos personales deberá estar sujeto al marco
jurídico de la protección de estos.
7.11. Informar a la EPS a la cual esté afiliado el paciente de las actuaciones que
se adelanten dentro del procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir
con dignidad y mantenerse en contacto permanente con la misma.
7.12. Designar el Secretario Técnico y darse su propio reglamento.”30
A su turno, en el procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir
dignamente las IPS tienen las siguientes funciones:
“12.1. Ofrecer y disponer todo lo necesario para suministrar cuidados paliativos
al paciente que lo requiera, sin perjuicio de la voluntad de la persona.
12.2. Designar a los integrantes del Comité.
12.3. Permitir el acceso al Comité tanto a la documentación como al paciente
para realizar las verificaciones que considere pertinentes.
12.4. Comunicarse permanentemente con la EPS.
30
Res. 1216/15, art. 7.
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12.5. Garantizar que al interior de la IPS existan médicos no objetores, de
conformidad con la orden dada por el Comité, o permitir el acceso a quienes no
sean objetores para la práctica del procedimiento. De acuerdo con la
jurisprudencia constitucional, en ningún caso la IPS podrá argumentar la
objeción de conciencia institucional.
12.6. Facilitar todo lo necesario para el funcionamiento adecuado del Comité.
12.7. Velar por la reserva y confidencialidad de la información que, por causa
de sus funciones, deba conocer y tramitar, sin perjuicio de las excepciones
legales. El tratamiento de los datos personales deberá estar sujeto al marco
jurídico de la protección de estos.”31
Las EPS, por su parte, deben cumplir con unas funciones de cara al
comité, y otras específicas frente al paciente, a saber:
En relación con el comité:
“13.1. Asegurar la comunicación permanente con los miembros del Comité para
conocer las decisiones que se adopten.
13.2. Tramitar con celeridad los requerimientos que le sean formulados.
13.3. Coordinar las actuaciones para hacer efectivo el derecho a morir con
dignidad.
13.4. Garantizar el trámite para hacer efectivo el derecho a morir con dignidad
cuando el caso se presente en las IPS que no tengan los servicios de que trata
el artículo 5o de la presente resolución.”32
Y, en relación con el paciente, se consagran las siguientes funciones en
cabeza de las EPS:
“14.1. No interferir, en ningún sentido, en la decisión que adopte el paciente o
de quienes estén legitimados, en caso del consentimiento sustituto, en relación
con el derecho a morir con dignidad mediante actuaciones o prácticas que la
afecten o vicien.
31
Res. 1216/15, art. 12.
32
Res. 1216/15, art. 13.
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14.2. Contar en su red prestadora de servicios con profesionales de la salud
idóneos y suficientes para atender los requerimientos que puedan surgir en
relación con la garantía del procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir
con dignidad.
14.3. Garantizar durante las diferentes fases, tanto al paciente como a su familia
la ayuda sicológica y médica, de acuerdo con la necesidad.
14.4. Garantizar toda la atención en salud derivada del procedimiento para
hacer efectivo el derecho a morir con dignidad, atendiendo los criterios de que
trata la sentencia T-970 de 2014.
14.5. Tramitar con celeridad las solicitudes de sus afiliados que pretendan hacer
efectivo el derecho a morir con dignidad.
14.6. Velar por la reserva y confidencialidad de la información que, por causa
de sus funciones, deba conocer y tramitar, sin perjuicio de las excepciones
legales. El tratamiento de los datos personales deberá estar sujeto al marco
jurídico de la protección de estos.”33
En cuanto a la legitimación para reclamar el derecho a morir con dignidad,
la Resolución 1216 de 2015 señala que la solicitud debe ser elevada por
(i) el paciente mayor de edad, (ii) que considera que se encuentra en las
circunstancias previstas en la sentencia T-970 de 2014, y (iii) que su
consentimiento sea libre, informado e inequívoco. Presentada la solicitud,
el médico tratante deberá reiterar o poner en conocimiento del paciente
y/o sus familiares, el derecho que tiene a recibir cuidados paliativos como
tratamiento integral del dolor, el alivio del sufrimiento y otros síntomas,
de acuerdo con la Ley 1733 de 201434. Respecto de la tercera condición,
esto es, el consentimiento del paciente, se tiene que el mismo también
puede ser expresado (i) de forma previa a la enfermedad terminal, o (ii)
a través de un tercero, lo que se denomina consentimiento sustituto, que
opera cuando el paciente está en incapacidad legal o en circunstancias
que le impidan manifestar su voluntad, el que debe constar por escrito.
33
Res. 1216/15, art. 14.
34
Res. 1216/15, art. 15.
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En estos se debe acreditar cuál era la decisión del paciente mediante
documento de voluntad anticipada o testamento vital35. Sin embargo, es
relevante anotar que en todo momento después de adoptada la decisión,
tanto el paciente como quien haya otorgado el consentimiento sustituto,
de ser el caso, pueden desistir y optar por otras alternativas36.
El procedimiento a seguir consiste en que, luego de establecer (i) la
condición de enfermedad terminal y (ii) la capacidad del paciente, el
médico tratante convoca al comité científico interdisciplinario y este, en
un plazo máximo de 10 días, debe verificar que estén debidamente
reunidos los presupuestos contenidos en la sentencia T-970 de 2014 para
adelantar el procedimiento y, si estos se cumplen, habrá de preguntar al
paciente si reitera su decisión de someterse al procedimiento. En caso
afirmativo, el comité debe autorizar que el mismo se lleve a cabo en la
fecha escogida por el paciente o, más tardar, dentro de los 15 días
siguientes a la reiteración de su voluntad37. Si el médico encargado de
llevar a cabo el procedimiento objeta por razones de conciencia –que
deberá hacerlo por escrito y con la debida motivación–, el comité
dispondrá que la IPS asigne un nuevo médico no objetor en un máximo
de 24 horas38, sin que en ningún caso se acepte la objeción de conciencia
institucional39. El procedimiento tiene carácter gratuito y luego de llevado
a cabo se debe dejar constancia en la historia clínica, que se remitirá al
comité científico interdisciplinario con el fin de que prepare y remita un
informe al Ministerio de Salud en el que dé cuenta de “todos los hechos
y condiciones que rodearon el procedimiento a fin de que el mismo realice
un control exhaustivo sobre el asunto.”40
Resolución 4006 de 2016
En la Resolución 4006 del 2 de septiembre 2016 41 el Ministerio de Salud
35
Res. 1216/15, art. 15.
36
Res. 1216/15, art. 17.
37
Res. 1216/15, art. 16.
38
Res. 1216/15, art. 18.
39
Res. 1216/15, art. 12, num. 5.
40
Res. 1216/15, art. 16.
41
Diario Oficial No. 49.987 de 5 de septiembre de 2016.
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y Protección Social crea un comité interno dentro de esa entidad,
orientado a controlar los procedimientos que hagan efectivo el derecho a
morir con dignidad, y regula su funcionamiento, a fin de que se lleve a
efecto lo dispuesto en el artículo 16 de la Resolución 1216 de 2015, esto
es, para que allí se acopien y evalúen exhaustivamente los informes
remitidos por parte de los comités científicos interdisciplinarios que han
adelantado un procedimiento de esta naturaleza, conforme a lo
establecido en las sentencias C-239 de 1997 y T-970 de 201442.
El comité interno del Ministerio está integrado por el Jefe de la Oficina de
Calidad –quien lo presidirá–, el Director de Prestación de Servicios y
Atención Primaria en Salud, el Director de Promoción y Prevención, y el
Director Jurídico –o los delegados de cada uno de estos servidores–, y
tiene la posibilidad de contar con el aporte de expertos, personas
naturales o jurídicas y representantes de entidades públicas y privadas,
quienes tendrán voz pero no voto43. A su vez, debe sesionar con la
totalidad de sus integrantes cada tres meses, adoptar sus decisiones por
mayoría absoluta44 y levantar un acta de cada sesión con las
conclusiones, recomendaciones y decisiones45.
Las funciones asignadas al comité interno son las siguientes:
“6.1. Revisar la documentación que le sea remitida por los Comités Científico-
Interdisciplinarios para el Derecho a Morir con Dignidad y requerir a los mismos
la información adicional que considere pertinente.
6.2. Verificar, sobre cada uno de los casos, los elementos del derecho a Morir
con Dignidad que le sean remitidos por dichos Comités y emitir el respectivo
pronunciamiento.
6.3. En el caso de que encuentre irregularidades, realizar los traslados,
recomendaciones y observaciones que estime correspondientes.
42
Res. 4006/16, considerandos y art. 1.
43
Res. 4006/16, art. 2.
44
Res. 4006/16, arts. 4 y 5.
45
Res. 4006/16, art. 8.
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6.4. Dar respuesta a las solicitudes de información, derechos de petición y
demás requerimientos relacionados con la actividad del comité.
6.5. Velar por la reserva y confidencialidad de la información que, por causa de
sus funciones, deba conocer y tramitar, sin perjuicio de las excepciones legales.
El tratamiento de los datos personales deberá estar sujeto al marco jurídico de
la protección de estos.
6.6. Apoyar al Ministerio en el desarrollo de los aspectos regulatorios
concernientes al derecho a morir con dignidad y en relación con la información
estadística que sea requerida.
6.7. Elaborar un informe anual al Ministro respecto del cumplimiento de sus
funciones.
6.8. Darse su propio reglamento y designar al secretario técnico del mismo por
un periodo de dos (2) años.”46
Resolución 825 de 2018
En cumplimiento a lo dispuesto por la Corte en la sentencia T-544 de
2017, en la Resolución 825 del 9 de marzo de 201847 se reglamenta el
procedimiento para hacer efectivo el derecho a morir con dignidad de
niñas, niños y adolescentes, de acuerdo con el principio constitucional de
interés superior del menor, el contexto diferencial de la solicitud de
eutanasia según cada grupo etario y los factores que inciden en el
entendimiento de la muerte –tales como el desarrollo cognitivo, a su
desarrollo emocional, a su entorno y experiencia vital–48.
Dicho acto administrativo inicia por explicar el concepto de cuidados
paliativos pediátricos; el proceso de adopción de decisiones en menores
de edad en el ámbito médico –que pasa por las aptitudes de (i) capacidad
de comunicar la decisión, (ii) capacidad de entendimiento, (iii) capacidad
de razonar y (iv) capacidad de juicio–; la asimilación y evolución de la
46
Res. 4006/16, art. 6.
47
Diario Oficial No. 50.530 de 09 de marzo de 2018.
48
Res. 825/18, considerandos y art. 1.
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noción de muerte en cada franja de edad –0 a 3 años, 3 a 6, 6 a 12 y 12
en adelante–; lo que se entiende por niña, niño o adolescente con una
enfermedad y/o condición en fase terminal, con necesidades especiales
de atención de su salud, dependientes de tecnología; y, a la vez, reitera
la definición de patria potestad prevista en el artículo 288 del Código
Civil49.
Asimismo, se prevé que están excluidos del procedimiento eutanásico los
recién nacidos, los menores de 0 a 6 años (primera infancia), el grupo
poblacional de los 6 a los 12 años –a menos que hayan alcanzado un
desarrollo neurocognitivo y psicológico excepcional que les permita tomar
una decisión libre, voluntaria, informada e inequívoca en el ámbito
médico y (ii) su concepto de muerte alcanza el nivel esperado para un
niño mayor de 12 años–, así como niños, niñas y adolescentes que
presenten estados alterados de conciencia, con discapacidades
intelectuales y con trastornos psiquiátricos diagnosticados que alteren la
competencia para entender, razonar y emitir un juicio reflexivo 50.
La norma señala que los cuidados paliativos pediátricos se enfocan en
garantizar la mayor calidad de vida posible en los menores –lo que incluye
atención de los elementos físicos, psicológicos, emocionales, sociales y
espirituales– y en acompañar a la familia durante el proceso y después
de este, a la vez que indica quiénes son sujetos de este tipo de cuidados,
los cuales deben ser garantizados sin que medie solicitud previa del
paciente o de quien ejerza la patria potestad –y según criterio médico en
determinados eventos–y pueden ser desistidos, igualmente, por solicitud
del paciente o del adulto responsable de su cuidado, a fin de readecuar
los esfuerzos terapéuticos conforme a los principios de proporcionalidad
terapéutica y racionalidad51.
Seguidamente, el acto administrativo explica las etapas del
procedimiento de muerte digna para adolescentes –y excepcionalmente
49
Res. 825/18, art. 2.
50
Res. 825/18, art. 3.
51
Res. 825/18, arts. 5 y 6.
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para menores de 6 a 12 años52–, en el cual, además de los principios
generales contemplados en la Resolución 1216 de 2015, se establece el
principio de prevalencia de cuidado paliativo 53. El procedimiento para la
aplicación de la eutanasia comparte, en su mayoría, las mismas etapas
previstas para los adultos, no obstante lo cual atiende de manera
diferencial las particularidades que surgen del hecho de estar enfocado
en menores de edad. En este sentido, se incorpora el deber de informar
a quien ejerce la patria potestad del menor una vez este manifiesta su
voluntad de morir dignamente para efectos de que exprese su
concurrencia, la obligación de evaluar la readecuación de los esfuerzos
terapéuticos, y la necesidad de valorar con precisión las aptitudes
psicológicas y emocionales para la toma de decisiones en el ámbito
médico, y de identificar el concepto de muerte que maneja el adolescente
según su edad evolutiva, entre otras condiciones especiales54.
En cuanto al consentimiento sustituto de los menores de edad, se
establece que solo podrá otorgarlo quien ejerza la patria potestad –
excluyéndose expresamente otras posibilidades de representación legal–
y que operará para efectos de verificar la reiteración de la decisión que
previamente haya manifestado el propio menor 55.
El procedimiento tiene, entonces, una fase inicial que comienza con la
expresión de voluntad del menor y que se adelanta ante el médico
tratante, luego de lo cual sigue la evaluación por parte del comité, con la
programación concertada de fecha para realizar la eutanasia en caso de
aprobación, y dejándose a salvo en todo caso la posibilidad de
desistimiento56.
Igualmente, la resolución asigna específicas funciones a los comités
científicos interdisciplinarios57 –con los cuales deben contar todas las IPS
52
Res. 825/18, art. 9.
53
Res. 825/18, art. 7.
54
Res. 825/18, art. 8.
55
Res. 825/18, art. 11.
56
Res. 825/28, arts. 12, 13, 14 y 15.
57
Res. 825/18, art. 19.
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que ofrezcan servicios de mediana y alta complejidad 58– y establece sus
reglas de funcionamiento59, así como contempla las competencias y
obligaciones de las IPS60 y las EPS61.
Asimismo, se prevé que deberá rendirse informe de rigor sobre del
procedimiento al Ministerio de Salud y Protección Social 62 y, cabe anotar,
esta resolución añade una función a la Superintendencia Nacional de
Salud, relacionada con efectuar seguimiento a la garantía del derecho a
morir con dignidad vía eutanasia de los niños, niñas y adolescentes, en
ejercicio de sus competencias de inspección, vigilancia y control63.
Resolución 2665 de 2018
En la Resolución 2665 del 25 de junio de 2018 64 se reglamenta
parcialmente la Ley 1733 de 2014 en cuanto al derecho a suscribir el
documento de voluntad anticipada, el cual puede ser ejercido por
“cualquier persona capaz, sana o en estado de enfermedad, en pleno uso
de sus facultades legales y mentales y con total conocimiento de las
implicaciones de esa declaración, respecto a no someterse a medios,
tratamientos y/o procedimientos médicos innecesarios que pretendan
prolongar su vida, protegiendo en todo momento la dignidad de la
persona y garantizando el cumplimiento de dicha voluntad”, como
garantía de la autonomía y el libre desarrollo de la personalidad, en caso
de que quien lo suscribe llegue a encontrarse, por diversas
circunstancias, en imposibilidad de manifestar su voluntad de no
someterse a medios, tratamientos y/o procedimientos médicos
innecesarios que pretendan prolongar su vida 65.
Se señala que tienen legitimación para suscribir documento de voluntad
anticipada (i) los mayores de edad y los adolescentes entre 14 y 18 años,
58
Res. 825/18, art. 17.
59
Res. 825/18, arts. 18 y 20 a 25.
60
Res. 825/18, art. 26.
61
Res. 825/18, art. 27.
62
Res. 825/18, art. 28.
63
Res. 825/18, art. 30.
64
Diario Oficial 50.635 de 2018, junio 25 de 2018.
65
Res. 2665/18, arts. 1 y 2.
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(ii) que sean capaces y se hallen en pleno uso de sus facultades legales
y mentales, (iii) ya sea que estén sanos o en estado de enfermedad, y
(iv) con total conocimiento de las implicaciones que acarrea la suscripción
de dicho documento66.
Indica la resolución que el documento de voluntad anticipada debe
contener la ciudad y fecha de expedición, la identificación de la persona,
la indicación de que se encuentra en pleno uso de sus facultades
mentales, libre de cualquier coacción y que conoce las implicaciones de
su declaración, “la manifestación específica, clara, expresa e inequívoca
respecto a sus preferencias en relación al cuidado futuro de su salud e
integridad física, así como indicaciones concretas de su cuidado y
preferencias al final de la vida, que considere relevantes en el marco de
sus valores personales, su entorno cultural, sus creencias religiosas o su
ideología”, y por último la firma del declarante67.
El documento puede constar por escrito o en medios como videos, audios
u otros medios tecnológicos, así como a través de lenguajes alternativos
que permitan establecer con claridad la autoría, el contenido y los demás
presupuestos mencionados68, y deberá formalizarse ante notario, o ante
dos testigos, o ante el médico tratante69. Asimismo, se prevén allí
condiciones especiales para garantizar la expresión de voluntad de
quienes no saben o no pueden leer y escribir, y de quienes no se expresan
en idioma castellano70. Además, indica el acto administrativo que el
documento de voluntad anticipada puede ser modificado, sustituido o
revocado en cualquier momento por quien lo suscribió, siguiendo unas
pautas para garantizar la autenticidad y la claridad del sentido de la
nueva declaración71.
Respecto del cumplimiento de la voluntad anticipada del paciente, la
Resolución 2665 de 2018 establece que los familiares o cualquier persona
66
Res. 2665/18, art. 3.
67
Res. 2665/18, art. 4.
68
Res. 2665/18, art. 4.
69
Res. 2665/18, arts. 5 a 8.
70
Res. 2665/18, art. 9.
71
Res. 2665/18, arts. 10 y 11.
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puede informar la existencia del documento o aportarlo con el fin de que
sea tenido en cuenta y acatado por los profesionales de la salud 72, que el
mismo deberá ser anexado a la historia clínica73, que los médicos deben
indagar a los parientes del paciente sobre si ha suscrito documento de
voluntad anticipada y en caso afirmativo solicitar que lo alleguen para
actuar de conformidad con la decisión allí plasmada 74, y que se debe
garantizar en todo momento la confidencialidad75.
Finalmente, la resolución dispone que la Superintendencia Nacional de
Salud, de acuerdo con su función de la inspección, vigilancia y control,
adelantará el seguimiento dentro del proceso de atención en salud para
que se garantice el cumplimiento de la voluntad del paciente76.
Resolución 971 de 2021
En esta resolución aprobada por el Ministerio de Salud y Protección Social
el 1° de julio de 2021, se definen cuatro informes: reporte de las
solicitudes, reporte de recepción por parte del médico, reporte de
recepción y trámite por el comité, reporte del trámite de verificación y
realización del procedimiento.
El reporte de las solicitudes de eutanasia: el prestador de servicios de
salud, a través de los médicos en ejercicio que reciban la petición y el
comité, deberá reportar desde el Sistema de Reportes de Solicitudes de
Eutanasia la información de cada caso, el cual se llevará a cabo en tres
etapas diferentes así:
✓ Reporte de la recepción del médico que recibe la petición.
✓ Reporte del comité interdisciplinar que recibe la información
entregada por el profesional de la salud.
Reporte que actualiza el estado de la solicitud por parte del comité. Esto
72
Res. 2665/18, art. 12.
73
Res. 2665/18, art. 13.
74
Res. 2665/18, art. 14.
75
Res. 2665/18, art. 15.
76
Res. 2665/18, art. 16.
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se lleva a cabo cuando se da la respuesta al paciente, tras la verificación
del cumplimiento de requisitos.
Reporte de la solicitud por el médico: el profesional de la salud hará este
informe como persona natural, dentro de las primeras 24 horas de recibir
la solicitud. Deberá anexar los datos de identificación y especificaciones
de la solicitud de acuerdo con el anexo técnico de la Resolución 971 de
2021.
Reporte de recepción y trámite por el comité: El comité reportará la fecha
de notificación de la solicitud dentro de las 24 horas siguientes desde que
es informado. Dentro de los 10 días siguientes, deberá actualizar el
estado de revisión de la petición de muerte informada. Se debe tener
presente que “el reporte de solicitud no reemplaza ni exime de las
circunstancias que rodean el proceso asistencial de trámite y verificación,
así como de la realización del procedimiento eutanásico”.
De igual forma, el comité encargado deberá reportar sobre el
desistimiento de la solicitud o el fallecimiento del paciente en cualquier
momento del proceso. De esta forma, se da por cerrado el caso.
Reporte del trámite de verificación y realización del procedimiento: el
comité interdisciplinario deberá elaborar un documento dirigido al
Ministerio de Salud y Protección Social reportando los hechos y
condiciones en las que se practicó el procedimiento eutanásico. En este
informe debe especificarse la información relacionada con el manejo de
la solicitud, evaluaciones, valoraciones, conceptos médicos y demás
relacionados con el trámite y el procedimiento de eutanasia.
En caso de incumplimiento por parte del médico, las IPS o las EAPB, la
Resolución 971 de 2021 establece que el Ministerio de Salud notificará a
la Superintendencia Nacional de Salud para que adopte las medidas
necesarias y se garantice el derecho a morir dignamente según las
disposiciones legales vigentes.
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Además de lo anterior, el comité interno del Ministerio de Salud realizará
la revisión y los datos recibidos de cada reporte con fines de seguimiento
a cada solicitud, de gestión de conocimiento o estadísticos. De igual
manera se indica que podrá requerirse información adicional a cada una
de las partes que participa de estos protocolos, si se considera necesario.
Además, se asignaron funciones a las IPS y EAPB las siguientes funciones.
De acuerdo con lo anterior, las IPS deberán:
✓ Ofrecer y disponer todo lo necesario para las evaluaciones y
valoraciones para dar curso a la solicitud, sin perjuicio de la
voluntad de la persona.
✓ Designar a los integrantes del comité.
✓ Permitir el acceso al comité tanto a la información como al paciente
para que se realicen las verificaciones pertinentes.
✓ Comunicarse permanentemente con la EAPB.
✓ Garantizar que al interior de la IPS existan médicos no objetores,
de conformidad con la orden dada por el comité o permitir el acceso
a quienes no sean objetores para la práctica del procedimiento.
✓ Facilitar lo necesario para el funcionamiento del comité
interdisciplinar.
✓ Velar por la reserva y confidencialidad de la información que deba
conocer o tramitar, sin perjuicio de las excepciones legales. El
tratamiento de los datos personales estará sujeto al marco jurídico
de la protección de estos.
Por su parte, las funciones más importantes que deberán cumplir las
EAPB son las siguientes:
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✓ Asegurar la comunicación permanente con los integrantes del
comité para conocer las decisiones que se adopten.
✓ Tramitar con celeridad los requerimientos que le sean formulados
por parte de las IPS o por parte de los usuarios.
✓ Coordinar las actuaciones para hacer efectivo el derecho a morir
con dignidad a través de la eutanasia.
✓ Garantizar el trámite para hacer efectivo el derecho a morir con
dignidad a través de la eutanasia cuando el caso se presente en las
IPS que no tengan los servicios.
✓ Garantizar la disponibilidad de los prestadores que cuenten con los
servicios necesarios para dar trámite a la solicitud y a las
evaluaciones y valoraciones necesarias.
✓ No interferir, en ningún sentido, en la solicitud o decisión que
adopte el paciente en relación con el derecho a morir con dignidad
a través de la eutanasia, mediante actuaciones o prácticas que la
afecten o vicien.
✓ Garantizar la atención en salud derivada del procedimiento para
hacer efectivo el derecho a morir con dignidad, atendiendo a la
autonomía del paciente, la celeridad, la oportunidad y la
imparcialidad. De igual forma, se deberá garantizar al paciente y
su familia la atención psicológica y médica que requieran durante
el proceso.
V. CASO CONCRETO
De acuerdo con la jurisprudencia constitucional citada, dos son los
presupuestos para garantizar el derecho a morir dignamente a través del
procedimiento de eutanasia realizado por un médico, a saber: (i) el
padecimiento de una enfermedad terminal que produzca intensos dolores,
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y (ii) el consentimiento libre, informado e inequívoco del paciente; sin
embargo, como se dijo, el primero de los requisitos fue ampliado
recientemente por el Máximo Tribunal Constitucional, para aquellos
pacientes que padezcan una enfermedad o lesión grave e incurable que
les provoque intenso sufrimiento.
Según los documentos aportados con el escrito de tutela, esta no es la
primera vez que el accionante expresa su deseo de acceder a la eutanasia,
al punto que en octubre del año 2020, fue valorado por el Comité
Científico Interdisciplinario de la Fundación Valle del Lili, entidad que
concluyó que no era posible acceder a su petición de morir, por cuanto
ninguna de las patologías que lo aqueja se encuentra en fase terminal, de
ahí que no se cumple con el criterio objetivo determinado por la
jurisprudencia y las normas expedidas por el Ministerio de Salud y
Protección Social.
Asimismo, de la historia clínica de septiembre de 2021, se reporta que el
accionante es una persona de 60 años de edad, como enfermedad actual
“…PACIENTE CON ANTECEDENTE DE HTA 2005; DM 2 NIR 2016;
EXTABAQUISMO PESADO HASTA 2010; EPOC SEVERO
OXIGENORREQUIRIENTE; SECUELAS DE ECV; HEMIPARESIA IZQ. 2007;
GASTRITIS CRÓNICA; ERGE, TRASTORNO MIXTO DE
ANSIEDAD/DEPRESIÓN; CIRUGÍA COLUMNA 1990. HA REQUERIDO
BLOQUEOS PARA EL DOLOR, SIN MEJORÍA. EN CONTROLES DE
PROGRAMA; CLÍNICA DEL DOLOR Y NEUMONIA, TRATAMIENTO CON:
METFORMINA 1000 1/1; ROSUVASTATINA 4/D; INSULINA GLARGINA
30/D; AMLODIPINO 5/D; LOSARTAN 50 1/1, FUROSEMIDA 40/D;
PREDNISOLONA 50/D, PREGABALINA 75 1/1; ACETAMINOFEN 500
1/1/1/1, METADONA 40 1/1; OXICODONA 10 1/1; ONDANSETRON 4/D;
MORFINA 10 GOTAS AL DÍA; QUETIAPINA 25/D; SALBUTAMOL-BROMURO
DE IPRATROPIO-BECLOMETASONA INHALADOR. REFIERE DOLOR
GENERALIZADO; SENSACIÓN DE AHOGO CONSTANTE QUE NO MEJORA
CON MEDICAMENTOS MULTIPLES. CLÍNICA DEL DOLOR NO TIENE MAS
OPCIONES SEGÚN REFIERE”.
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Sentado lo anterior, y bajo los nuevos parámetros esbozados por la
jurisprudencia constitucional, al haberse ampliado el derecho a morir
dignamente para aquellos pacientes que padecen enfermedades o
lesiones graves e incurables que les provoque intenso sufrimiento,
considera el Despacho que la condición objetiva que se exigía para el
primero de los requisitos varía, respecto a que la enfermedad debe ser
calificada como terminal.
No obstante, y a pesar de que los cambios jurisprudenciales pudiesen ser
aplicados al accionante, según lo dicho por el apoderado judicial en el
escrito de tutela, existe una nueva petición realizada por el actor para la
aplicación de la eutanasia, la cual no ha sido contestada, razón por la cual
habrá de protegerse el derecho fundamental del accionante, por estar
probado que es un paciente diagnosticado con diversas enfermedades,
que aunque no se encuentran en etapa terminal, si le causan dolor
constante ante el que medicina del dolor no tiene más opciones, y otras
condiciones que distan del derecho a vivir dignamente; por lo que, ante
el conocimiento de sus patologías y el deterioro de su calidad de vida,
tiene derecho a elegir morir dignamente, con el acompañamiento de
profesionales del área de la salud.
Por lo anterior, el Juzgado ordenará a Coomeva EPS conformar un Comité
Científico Interdisciplinario para el Derecho a Morir con Dignidad, a fin de
que brinde un acompañamiento integral y constante al paciente y a su
familia en el proceso de adopción de la decisión de morir dignamente y
posterior a ello. Lo anterior deberá realizarse en un término máximo de
15 días siguientes a la notificación de este proveído.
Una vez surtido lo anterior, y en caso de que el señor Víctor Alfonso
persista en su decisión y brinde un consentimiento informado, libre e
inequívoco, Coomeva EPS deberá adelantar, acompañar y garantizar el
proceso de eutanasia del accionante en el menor tiempo posible, que no
podrá ser superior a lo que el paciente indique o máximo 15 días después
de reiterada su decisión, con la aclaración de que en cualquier momento
el enfermo podrá desistir de su decisión.
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En mérito de lo expuesto, el JUZGADO DIECISIETE CIVIL DEL
CIRCUITO DE CALI, administrando justicia en nombre de la República
y por autoridad de la ley.
VI. FALLA
PRIMERO: CONCEDER la protección constitucional del derecho a morir
dignamente del accionante, por lo expuesto en precedencia.
SEGUNDO: ORDENAR al Representante Legal y/o quien sus veces de
Coomeva EPS, para que dentro de quince (15) días siguientes a la
notificación de este proveído, conformar un Comité Científico
Interdisciplinario para el Derecho a Morir con Dignidad, a fin de que brinde
un acompañamiento integral y constante al paciente y a su familia en el
proceso de adopción de la decisión de morir dignamente.
Una vez surtido lo anterior, y en caso de que el señor Víctor Alfonso
persista en su decisión y brinde un consentimiento informado, libre e
inequívoco, Coomeva EPS deberá adelantar, acompañar y garantizar el
proceso de eutanasia del accionante en el menor tiempo posible, que no
podrá ser superior a lo que el paciente indique o máximo 15 días después
de reiterada su decisión, con la aclaración de que en cualquier momento
el enfermo podrá desistir de su decisión.
TERCERO: NOTIFIQUESE este proveído a las partes y al vinculado tal
como lo ordena el Artículo 30 del Decreto 2591 de 1991.
CUARTO: Si la presente providencia no fuera impugnada remítase el
expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
DIANA MARCELA PALACIO BUSTAMANTE
JUEZ