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EL TRABAJO EN EQUIPO, INTERDISCIPLINARIEDAD.

INTERDISCIPLINARIEDAD.

Concepto: Es un conjunto de profesionales diferentes encarados con un objetivo


común, igualados en el momento de hacer sus aportaciones, pero diferenciados en el
tipo de información y de intervención que pueden hacer, y capacitados para organizar
sus actuaciones de acuerdo con las características y prioridades del problema. Se
considera el equipo interdisciplina como un equipo terciario.
El grupo primario, se caracteriza por las relaciones de persona a persona; el grupo
secundario se define por las relaciones entre roles, y el equipo terciario, esta
formado por personas que a su rol añaden los intereses lícitos que ellos representan.
El equipo interdisciplinar se intenta conciliar los interese de las distintas ciencias con
competencias en el problema y los profesionales son sus representantes. Ante el
problema social, el trabajador social, el sociólogo, el psicólogo, el educador…
coordinan sus puntos de vista sobre aquello que es común (el problema social) y la
intersección de todas estas líneas hace que el problema tenga la dimensión social.

Principios de la interdisciplinariedad:
1. Profesionales diferenciados: tanto por sus teorías, campo de técnicas e historia
profesional.
2. Objetivo común: se enfrentan con un problema común, difícil de analizar desde
una sola dimensión y de intervenir desde el criterio de una sola disciplina.
3. Igualación: cada uno de los profesionales tiene el mismo valor ante el
problema, porque todo y cada uno de ellos son incapaces de darle respuesta
solos.
4. Diferenciación: exige que el trabajo interdisciplinario mantenga lo que es
especifico de cada aportación profesional el análisis y en la intervención. Cada
uno debe aportar lo que le es especifico y lo que necesita la realidad para
poder resolver el problema.
5. Jerarquización: es la capacidad de flexibilizar la jerarquía que nace de la
comprensión del problema y de la organización de las fuerzas de intervención
para hacerlas más eficaces. Nace del análisis del problema al haber
identificado aquellas dimensiones prioritarias o dominantes, y que hacen que
un profesional se adapte mejor que otro para poder coordinar las demás
respuestas.

Los problemas del trabajo interdisciplinar:


1. Rechazo a la igualación: son los status superiores lo que mantienen la
negociación de la igualación, es decir, los que tienen una titulación más
elevada académicamente, los que tienen poder social más fuerte, o los que
tienen poder más estamental (trabajadores reconocidos como coordinadores).
Este problema muestra siempre una situación de preservación de privilegios
que se ven amenazados por los demás profesionales.
2. Negociación de las diferencias: el conflicto, no es de status, sino de roles,
parcelas hasta ahora asumidas pueden ser cuestionadas.
3. Negociación de la jerarquización flexible: el que tiene más años de profesión,
tiende a acaparar la dirección independientemente de que sea el más idóneo o
no.

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TIPO, CARACTERÍSTICAS DEL EQUIPO INTERDISCIPLINARIO
Las características del equipo en su estructura y dinámica han de ser:
1. El numero de profesionales que deben componer un equipo, va en función de
las necesidades y objetivos de los servicios. En los servicios sociales
generales, debería contarse con asistentes sociales, abogado o asesoría
jurídica, psicólogo p gabinete psicopedagógico, sociólogo, economista,
educadores sociales (de acalle, de familia).
2. Todo ello teniendo en cuenta a la población, el presupuesto, tipo de servicio,
las distintas necesidades y problemas, etc.
3. Se parte de cada uno de los profesionales, a nivel individual, para elaborar a lo
largo de su trabajo un proyecto de grupo, donde todos aporten si
profesionalidad en la intervención de los problemas.
4. Los roles y los liderazgos han de ser funcionales a las tareas.
5. En el desarrollo de toda tarea grupal se producen ansiedades.
6. Se cuestiona los roles y comportamientos estereotipados.
7. Conseguir la mayor homogeneidad en la tarea y la mayor heterogeneidad en
los profesionales, para permitir abordar el campo de trabajo lo más
ampliamente posible.
8. Sustituir la propiedad privada del saber por la socialización de los
conocimientos, sin por ello perder la especificidad de cada profesional.
9. Constante critica y autocritica de los miembros del equipo.
10. La revisión sistemática de su inserción institucional y el análisis del lugar que,
como institución, ocupa en la comunidad para poder hacerse cargo de las
tareas que le corresponda y no otras depositadas en el equipo interdisciplinar.

CARACTERISTICAS DEL EQUIPO INTERDISCIPLINARIO = EQUIPO


OERTATIVO O GRUPO DE TRABAJO
Definición: un grupo de trabajo o grupo operativo es un conjunto restringido de
personas ligadas entre si por constante de tiempo y espacio, y articulada por su mutua
representación interna, que se propone de forma explicita o implícita una tarea que
constituye su finalidad.
Para integrar un equipo de trabajo y este pueda resolver necesidades, este debe:
- Adaptar la conducta de los componentes del grupo a través de un proceso de
convivencia.
- Desarrollar una conciencia de grupo para eliminar los intereses individuales y
anteponer los del grupo.
- Tener una estructura participativa, como base del grupo o equipo: la actividad
personal de cada uno de sus miembros contribuyendo en la realización de un
objetivo común.
- Delimitar y distribuir funciones y asumir responsabilidad en determinadas
tareas siempre en función del rol profesional, su capacidad, actitudes y
teniendo presente el objetivo del grupo.
- Complementación interpersonal: intercambiando conocimientos y experiencias
que enriquecen personalmente a cada miembro del equipo.
- Coordinación y colaboración horizontal: trata de racionalizar la acción desde el
punto de vista de la planificación, sin destacar a lideres o directores.
- Capacidad de integrar oposiciones y afinidades ante las tensiones y conflictos
que surjan.

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- Atención a las personas y búsqueda del espíritu de equipo. Existen dos
aspectos principales en todo equipo interdisciplinario. El trabajo
prioritariamente dicho y el carácter emotivo que es propio de todo grupo
humano. Un equipo es una entidad.

EL TS EN EQUIPOS INTERDISCIPLINARES
La función profesional que los trabajadores sociales tienen dentro de los
equipos interdisciplinares varía en función de los servicios en los que desempeña si
trabajo:
Los servicios sociales generales: El TS es el profesional básico. En caso de haber
otros profesionales las funciones de estos responderán a un perfil profesional,
adecuado a las funciones y objetivos del servicio en el que trabaje, es decir a los
programas de los Servicios sociales de base incluye:
- Trabajo social individualizado: aplicado a cada individuo específicamente y a
la familia, analiza la situación individual y familiar y los factores que pueden
estar incidiendo en el problema. En el programa del equipo, el trabajador social
interviene directamente en la acción con las técnicas propias del trabajo social.
- Trabajo social de grupo: Acciones dirigidas a la promoción y desarrollo del
grupo, distribuyendo las tareas con el equipo según habilidades y
conocimientos de los componentes del equipo.
- Trabajo social comunitario: que tiene dos vertientes
 La mejora de la calidad del medio, a través de la detención de necesidades,
de la propuesta de acciones y de la promoción de los recursos adecuados.
 Acciones dirigidas a conseguir la integración y la participación de las
personas en su medio e impulsar la participación.
- Los servicios sociales especializados: El trabajador social no es el
profesional básico, ya que será el profesional específico del servicio
especializado (medico, educación, maestro) pero en todos los casos hay
denominadores en común en las funciones del trabajo social:
 Recibe y detecta el problema social existente
 Recibe un determinado tipo de demandas.
 Es el conocedor de los recursos y prestaciones sociales.
 Gestiona la obtención del recurso junto con el cliente.
 Informa y asesora e interviene con el resto del equipo en el tratamiento del
problema.

OBJETIVO: MODELO DE ATENCIÓN CENTRADADO EN


LA PERSONA
Siguiendo a Teresa Martínez (2013 b: 3) —predecesora del desarrollo e
implantación del modelo Atención Centrada en la Persona (ACP) en los servicios
gerontológicos en España—, “los modelos de atención centrados en la persona
buscan armonizar los sistemas organizativos de los servicios con las preferencias y
deseos de las personas que precisan atención o cuidados”. Es decir, la persona es
considerada agente activo y el entorno y la organización constituyen los apoyos que
esta necesita para desarrollar su proyecto de vida y asegurar su bienestar personal
(Martínez, Díaz-Veiga, Sancho, Rodríguez, 2014: capítulo 1).
Según Pilar Rodríguez (2013: 44) fundadora de la Fundación Pilares y precursora
también de este modelo—, el objetivo de la ACP es “proponer y consensuar
el tipo de atención y apoyos precisos, partiendo del respeto por su mundo de valores y
de su propia perspectiva, de forma que con la intervención profesional se favorezca el
mayor desarrollo posible de la independencia en su funcionamiento y la autonomía

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para
seguir controlando su propia vida”.
Según la Fundación Pilares (2020, párr. 6) este modelo promueve las condiciones
necesarias para alcanzar mejoras en todos los ámbitos de la calidad de vida y el
bienestar de la persona, respetando sus intereses, preferencias, derechos y dignidad,
fomentando su participación. Para alcanzar dichos objetivos se complementan tanto
los servicios y programas de intervención y atención como las características del
ambiente. Partiendo de esa base, sus dimensiones básicas son (Rodríguez Rodríguez,
2013):
- La atención integral: es aquella que se logra cuando, a la hora de planificar
servicios o programas dirigidos a personas con necesidades de apoyo, se contemplan
de manera holística todos los ámbitos y necesidades que nos constituyen como
personas: los relacionados con la salud física, con el funcionamiento psicológico, los
del campo social y los que se refieren al entorno medioambiental en el que nos
desenvolvemos. (p. 25) Es decir, requiere una atención transversal en coordinación
con los diferentes servicios, recursos y niveles tanto sociales como sanitarios.
- La atención centrada en la persona: persigue promover que quien la recibe sea
capaz, mediante los apoyos precisos, de ver minimizada su situación de fragilidad,
discapacidad o dependencia y, al tiempo, poder desarrollar al máximo su autonomía
personal para seguir desarrollando y controlando su propio proyecto de vida. (p. 40)
Por su parte, la OMS ha definido la ACP como “la que se consigue cuando se
pone a la persona como eje sobre el que giran el resto de las dimensiones
relacionadas
con: la intervención basada en evidencia científica, la organización del servicio, el
equipo y la interdisciplinariedad y el ambiente” (Rodríguez, 2013: 44) equipo y la
interdisciplinariedad y el ambiente” (Rodríguez, 2013: 44).
La AICP considera a la persona como el centro del proceso de atención por lo que el
plan de apoyo se elabora con la participación de la persona, favoreciendo la mayor
independencia posible en las actividades de la vida diaria y la preservación de su
autonomía personal con el objetivo de garantizar una verdadera inclusión social. Por lo
que, este modelo supone ir más allá de la atención individualizada clásica ya que,
además de adaptar la intervención a las características individuales de las personas,
se estimula la participación de estas en el desarrollo de sus propios proyectos de vida
(Fundación Pilares, 2020, párr. 7)
En vista de las diferentes definiciones, podemos concluir que uno de los
supuestos fundamentales de este modelo es reconocer que la persona debe ser
tratada
como la verdadera protagonista de su propia vida, con capacidad para la toma de
decisiones, con deseos y preferencias. Y que para la realización de su proyecto de
vida
personal debe contar con recursos de apoyo –materiales y personales– que le
proporcionen las ayudas necesarias.
Cabe señalar que el término Atención Centrada en la Persona no es utilizado
desde una única acepción o significado (Morgan y Yoder, 2011). Por ello, es
necesario
distinguir tres tipos de usos de la ACP: como enfoque, como modelo y como
metodología de intervención (Martínez, 2011).
El enfoque de ACP engloba una serie de principios y enunciados que orientan su
puesta en práctica. A modo de resumen, existen diez características que define este
enfoque aplicado a la gerontología y que Martínez (2013a) recoge en un decálogo:

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1. Todas las personas tienen dignidad.
2. Cada persona es única.
3. La biografía es la razón esencial de la singularidad.
4. Las personas tienen derecho a controlar su propia vida.
5. Las personas con grave afectación cognitiva también tienen derecho a ejercer
su autonomía.
6. Todas las personas tienen fortalezas y capacidades.
7. El ambiente físico influye en el comportamiento y en el bienestar subjetivo
de las personas.
8. La actividad cotidiana tiene una gran importancia en el bienestar de las
personas.
9. Las personas son interdependientes.
10. Las personas son multidimensionales y están sujetas a cambios.

Estas características descritas definen los principios sobre los que se asienta el
enfoque de Atención Centrada en la Persona. No obstante, cuando se hace referencia
a los modelos que desarrollan dicho enfoque, lo que se pone de manifiesto es que no
existe un único modelo, con una estructura fija y características determinadas. Sino
que
existen diversas aportaciones según dónde se sitúe el foco de atención (Martínez,
2013b). Algunos de estos modelos persiguen conceptualizar la ACP, en cambio otros
persiguen objetivos más operativos como la construcción de instrumentos de
evaluación
de las diferentes dimensiones y factores que la integran. Por tanto, aunque es posible
hablar de diversos modelos de ACP, todos ellos conceptualizan o desarrollan el mismo
enfoque. Del mismo modo, es posible hacer referencia a diversas metodologías
basadas
en el mismo, gran parte de ellas dirigidas a facilitar la participación de las personas en
sus planes de atención o intervención (Martínez, 2013b).
Cabe señalar también que la ACP aporta una visión radicalmente diferente de
otras perspectivas más clásicas que también buscan la atención individualizada
(Martínez, 2013c). La principal característica que diferencia a los modelos ACP de
otros modelos tradicionales diseñados desde la óptica de los servicios, es que se
reconoce el papel fundamental de la persona y se proponen estrategias para que sea
ella misma quien ejerza el control sobre los asuntos que le afectan en su vida cotidiana
(Martínez, 2011). A continuación, se expone una tabla tomada y adaptada de
Martínez
(2013) en la que se recogen las principales diferencias entre los modelos de atención
centrados en la persona y los modelos atención centrados en el servicio.

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La aplicación de este modelo implica que el/la trabajador/a social elabore las
intervenciones de forma participativa y coordinada con los distintos actores que
pueden cooperar, promocionando el autocuidado, reforzando el apoyo a las familias
implicadas con acompañamiento profesional y garantizando una atención
personalizada y continuada en el tiempo. “Dicho profesional de referencia es el
encargado de garantizar la coherencia de los programas, apoyos o servicios de
atención y la coordinación de las intervenciones” (Fundación Pilares, 2020, párr. 6).
Además, como profesional encargado de la gestión de casos, ha de conocer la
biografía, las preferencias, los deseos e identificar las capacidades personales, incluso
cuando se trate de casos en los que exista un deterioro importante. Partiendo de esa
información el/la trabajador/a social ofrecerá apoyos en función del plan de vida
elaborado por la persona, y en el caso de tratarse de una persona con grave
afectación cognitiva será necesario el ejercicio de la autodeterminación indirecta, es
decir, la formación de un grupo de apoyo formado por su entorno cercano (familiares,
amigos u allegados), los cuales serán los encargados de tomar las decisiones en
función de las preferencias de la persona afectada. Cabe destacar que la ayuda
ofrecida debe ser individualizada, y por tanto, debe ser flexible y adaptada a cada
etapa en la que se encuentran los individuos afectados por la situación de final de vida
(Rodríguez Rodríguez, 2013, pp. 79-81)

PROYECTO DE VIDA Y PROFESIONAL DE APOYO


El proyecto o plan de vida es “la forma que las personas tenemos de
plantearnos
nuestra existencia, para conseguir nuestras metas y deseos en relación con distintos
ámbitos de desarrollo personal y social: el trabajo, la familia, la red social de apoyos y
afectos, los intereses y aficiones, etc.” (Martínez, 2011: 48). En definitiva, este está
determinado por la experiencia y la biografía de la persona, pero también por su
situación actual, así como las expectativas de futuro y los apoyos con los que cuenta.
En todos los proyectos de vida de las personas, independientemente de su edad,
cobran gran importancia las expectativas de futuro y el desarrollo integral personal. Sin
embargo, en aquellas personas de edad avanzada, los proyectos vitales se sitúan en
el
final del ciclo vital y, por tanto, algunas metas que tienen los jóvenes, en su caso no

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tienen el mismo valor o ya han sido cumplidas. No obstante, esto no significa renunciar
a sus deseos ni obviar su dimensión de futuro. En la vejez tiene gran importancia
poder
continuar con el proyecto singular de vida, así como dar valor y significado a todo lo
vivido. Por ello, en esta etapa cobran gran importancia el diseño y utilización de
metodologías e instrumentos que permitan favorecer dicha continuidad del proyecto
vital. Estos cobran aún más relevancia cuando la persona mayor vive en un centro
residencial o fuera de su entorno habitual, ya que existe el riesgo de que sus hábitos y
su estilo de vida se vean alterados o mermados (Martínez, 2011).
Para el desarrollo de dicho proyecto es necesario contar con diferentes recursos
asistenciales y equipos técnicos que sirvan de apoyos y que permitan que las
personas
sigan siendo autónomas (Martínez, 2011). El enfoque de Atención Centrada en la
Persona tiene en cuenta estos principios y exige un cambio de los roles profesionales
de apoyo. La ACP plantea una forma determinada de entender la relación asistencial.
Los profesionales deben poner como centro de atención a la persona, su dignidad, su
autonomía y la garantía del ejercicio de sus derechos, frente a la primacía de otros
intereses como pueden ser los de organización o centro, o incluso los de los propios
profesionales (Rodríguez, 2013).
Como ya se ha indicado en apartados anteriores, en la ACP los profesionales
tiene un rol muy diferente al que se les otorga en los modelos de servicios, centrados
en la gestión y la organización —en su dimensión más estructural—. A continuación,
se
presenta un resumen de las principales diferencias entre ambos.

Además de estas características o funciones señaladas, la ACP añade


expresamente la figura de la “persona o profesional de referencia”. Los profesionales
de
referencia son las personas responsables del apoyo personalizado a cada usuario, en
el día a día, desde un acompañamiento continuado y una atención directa (Martínez,

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Díaz- Veiga, Sancho, Rodríguez, 2014: cuaderno 5). Cada profesional de referencia
es el encargado especial de varias personas usuarias. El objetivo fundamental de esta
figura es garantizar la atención personalizada, de manera que, al tener un contacto
más directo y conocer mejor a las personas, resulta más eficaz desarrollar
competencias
relacionadas con la atención integral. No obstante, esto no quiere decir que el
profesional de referencia no deba preocuparse por otros usuarios o que no deba existir
contacto con otros profesionales. En todo caso, se trata de un sistema donde la
organización, la empatía y la confianza juegan un importante papel (Martínez, Díaz-
Veiga, Sancho, Rodríguez, 2014: cuaderno 5)

REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍCAS

Martínez, T. (2011). La atención gerontológica centrada en la persona. Guía


para profesionales de centros y servicios de atención a personas mayores en situación
de fragilidad o dependencia. Vitoria: Departamento de Empleo y Asuntos sociales.
Gobierno Vasco.
Martínez, T. (2013a). Avanzar en Atención Gerontológica Centrada en la
persona. Disponible en: www.acpgerontologia.com.
Martínez, T. (2013b). La atención centrada en la persona. Algunas claves para
avanzar en los servicios gerontológicos. Actas de la Dependencia, 8, 25-47.
Martínez, T. (2013c). La atención centrada en la persona. Enfoque y modelos
para el buen trato a las personas mayores. Sociedad y Utopía. Revista de Ciencias
Sociales, 41, 209-231.
Martínez, T. (2015). La atención centrada en la persona en los servicios
gerontológicos. Modelos de atención y evaluación (tesis doctoral). Universidad de
Oviedo, Asturias
Martínez, T., Díaz-Veiga, P., Sancho, M. y Rodríguez, P. (2014). Modelo de Atención
Centrada en la Persona. Cuadernos prácticos 1-11. Vitoria: Departamento de Empleo
y Políticas Sociales. Gobierno Vasco.
Morgan, S., Yoder, L. (2011). A concept analysis of person-centered care. Journal of
Holistic Nursing. Extraido el 14 de marzo de 2016, de47
http://jhn.sagepub.com/content/early/2011/07/15/08980101114 12189.full.pdf.
Rodríguez, P. (2013). La atención integral centrada en la persona. Colección
Papeles de la fundación, nº 1. Madrid: Fundación Pilares para la autonomía personal.
Libro de oposiciones de trabajador social en Cantabria MAD TEMA 8 y 18 (trabajo
social interdisciplinario)

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