Borrador Nota Ecicep - Nucleo Enfoque Comunitario
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NOTA DE SUGERENCIAS
Equipo profesional: Rodrigo Aburto, Bárbara Concha, Sebastián Concha, Natalia González,
Karina Navarro, Francisca Sánchez, Verónica Vivanco.
I. PRESENTACIÓN
En este sentido, este enfoque puede ser un aporte relevante para el documento
ECICEP en su propósito de articular los procesos de prevención y promoción bajo un
modelo de activos, de manera de movilizar la participación de las comunidades y
sujetos/as de atención hacia un rol activo en la coproducción de su propia salud (ECICEP,
2023).
Bajo esta perspectiva, las personas son concebidas como agentes activos de su
transformación en su territorio, a través del desarrollo de su potencial de capital humano
y social, la participación, el empoderamiento y ejercicio pleno de su autonomía (Canales,
Martínez, Covarrubias y Vivanco, 2007).
Con el fin de instaurar espacios de acción común entre las instituciones, las
personas y la comunidad, es necesario que las instituciones estimulen la participación
activa de los sujetos/actores en la definición de sus propios problemas, en el diseño de las
estrategias de intervención, en la implementación y evaluación de las mismas,
reconociendo y validando el saber práctico que poseen los sujetos y las comunidades a las
que pertenecen (Canales, Martínez, Covarrubias y Vivanco, 2007). Al atender a las
especificaciones de cada territorio, se exige por parte de los equipos, una gran flexibilidad
técnica y capacidad de adecuación a las características estructurales y dinámicas de dicho
territorio.
En este sentido, es relevante considerar que toda intervención desde lo
institucional impacta en lo comunitario; por lo mismo, si lo institucional desconoce o no
quiere conocer lo comunitario, todas sus iniciativas pueden tener un impacto negativo
sobre ella (Martínez, 2006). Visto de esta manera, acercarse a las comunidades e integrar
sus saberes es tomar una posición ética que considere la agencia de las personas en la
resolución de sus problemas.
III. CONSIDERACIONES
Para que una intervención sea integral, se debe incluir suficientes disciplinas como
dimensiones básicas se puedan identificar para cada contexto de atención, debido a que
cada una por sí sola no logra abarcar la totalidad de factores que podrían estar implicados.
Esto exige soluciones creativas y cooperación interdisciplinar. En este sentido, la
interdisciplinariedad es un camino necesario para que las intervenciones tomen un
sentido global, pasando a ser una necesidad práctica esencial (Sánchez, 2007).
La integralidad es, por lo tanto, una herramienta que difiere de las tradicionales
prácticas de cuidado y engloba diversos valores, como son el poner en el centro de la
atención a la persona y no a su enfermedad, posibilitar la asistencia en los diversos niveles
de salud, el tratamiento diferenciado para quien se encuentra en una situación desigual y
la intromisión de las prácticas de la comunidad en sus condiciones generales de vida
(Santos Koerich et al., 2009).
Inclusión sociocomunitaria
En esta perspectiva, para una efectiva gestión de casos que apunte a la articulación
integral de estrategias de promoción, prevención y manejo de la cronicidad en contexto
de multimorbilidad, resulta necesario, “primero - desarrollar una red intersectorial -de
carácter sociocéntrico-, entre los diferentes programas y servicios de la oferta
programática municipal y local; y en segundo lugar, es necesario desarrollar y activar una
red de recursos comunitarios asociados a los territorios de vida de las personas”
(Martínez, 2019, p.2), permitiendo así, la construcción de un ecomapa que tenga como
soporte una extensa e intensa red de recursos institucionales y comunitarios que
posibiliten el desarrollo y bienestar integral de la persona, de manera similar en cuanto a
los énfasis puestos en la elaboración de un mapa de activos en salud, por cuanto los
conocimientos, capacidades, habilidades y recursos de las personas, grupos, comunidades
e instituciones -tanto a nivel individual como colectivo-, son la materia y herramientas
esenciales para reducir las brechas de desigualdad y sostener el bienestar de las personas.
En este sentido, desde una perspectiva metodológica, resulta interesante poder
intencionar una caja de herramientas que visibilice el territorio y las redes donde se
acciona, en tanto mapear, supone considerar una referencia de un espacio geográfico y
social, pudiendo ser de utilidad la técnica participativa del mapeo colectivo y/o cartografía
social.
- Integración social: tiene como foco el trabajo directo con las personas, las que se
deben ajustar y adaptar a un modelo prefijado de actuación compuesto por un
sistema de reglas, ya sea institucional o comunitario. La integración es asimilación
de un común compartido.
- Inclusión social: tiene como foco la articulación entre estructuras y personas,
respetando la subjetividad, singularidad, autonomía, diversidad e identidad de las
personas, siendo responsable el sistema institucional y comunitario. La inclusión es
vinculación a un común compartido.
Fomentar el Promover el
desarrollo de desarrollo de
capacidades capacidades de
(saberes y agencia de las
herramientas) personas en sus
para la comunidades
integración social
ACCIONES
A ESCALA
INSTITUCIO
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ACCIONES ACCIONES
A ESCALA A ESCALA
INDIVIDUA ESTRUCTU
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ACCIONES
A ESCALA
COMUNITA
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Bajo esta definición, es posible encontrar los siguientes componentes, que pueden
ser comprendidos siguiendo a Martínez (2006):
● Nodos: son los componentes entre los cuales se establecen los vínculos.
Pueden ser personas, actores sociales, grupos u organizaciones (ya sean
comunitarias o institucionales).
● Vínculo: es la relación o lazo que se establece entre los nodos.
● Sistema de vínculos: refiere al conjunto de vínculos entre los nodos, siendo
el principal aspecto de la red. Por ende, la red es entendida como un
sistema de vínculos y no como un conjunto de nodos.
● Intercambio: en la relación entre nodos se producen intercambios, lo cual
puede darse en el plano afectivo, material, financiero, social, simbólico, etc.
● Apoyo social: es el resultado del proceso de intercambio. De esta manera,
la red social proporciona el marco indispensable para que el apoyo social
sea accesible a los nodos.
La red social focal es la que integra a la persona a sus matrices cotidianas de vida,
incluyendo el espacio social íntimo, privado y semipúblico, es el mapa de las relaciones del
entorno próximo, mientras que la red social abierta integra a las personas con el mundo
público, abriendo canales con estructuras comunitarias e institucionales (Martínez, 2006).
En este sentido, también se puede hacer una distinción basada en criterios de cercanía
afectiva y de posibilidades de vínculos operativos: la red social personal, la red social
comunitaria y la red social institucional (Martínez, 2018b).
Para una mejor comprensión, se entenderá que existe la red social focal y la red
social abierta, en donde esta última puede ser abierta a la comunidad y/o a instituciones.
Ahora bien, es importante señalar que ambos tipos de redes, es decir, las redes
sociales focales y las redes sociales abiertas, articuladas funcionalmente, constituyen un
sistema básico de apoyo e integración social en la vida de las personas (Martínez, 2006).
Por otro lado, ambas redes y su interconexión pueden ser consideradas como tres planos
distintos de intervención:
Ahora bien, una intervención articulada en red requiere poner atención en los dos
tipos de redes, tanto la red social focal como la red social abierta, promoviendo acciones
de intervención para desarrollar operativamente las redes de las personas en función de
sus problemas o necesidades, como también para generar contextos de conversación-
acción entre la red intersectorial a fin de coordinar de manera pertinente los apoyos
sociales requeridos (Martínez, 2006).
Por último, la red se debe distinguir de la comunidad, puesto que esta última se
refiere a los sistemas de vida estables a los que pertenecen las personas, usualmente
asociados a un territorio con conexiones afectivas y sentido psicológico de comunidad,
mientras que la red es menos estable e implica articulaciones estratégicas para generar
acuerdos y consensos orientados a la acción, o para generar posibilidades de acción
(Gandarias, Montenegro y Pujol, 2019; Martínez, 2006). Las conversaciones o vínculos
comprendidos en la red tienen lugar en momentos y lugares concretos, y posibilitan fijar
temporalmente, desde diferentes posiciones, significados, formas de acción y políticas
comunes (Gandarias, Montenegro y Pujol, 2019).
Patrimonio de Conocimientos
En segundo lugar, cabe destacar el rol de las comunidades de prácticas (CP) como
ejecutores de los programas y su relación con el patrimonio de conocimientos. Tal como
se mencionó al comienzo de la nota, éstas también corresponden a comunidades que
generan pertenencia, reconocimiento social, entre otros., y que construyen conocimientos
y aprendizajes en torno a una práctica laboral común. En este sentido, también van
produciendo sus propios saberes desde la práctica misma, que van enriqueciendo el
patrimonio de conocimientos de los programas de proximidad comunitaria (PPC) que
están poniendo en acción.
En otras palabras, las comunidades de práctica (CP) van interpretando las guías,
manuales, orientaciones, etc., desde sus propias significaciones, y van ajustando la
ejecución práctica acorde a las características particulares del territorio en el cual se están
insertando los programas. Lo relevante es que es en esta brecha entre el modelo
operativo y su expresión práctica en donde se genera conocimiento. De esta forma, como
señala Martínez (2018a), los profesionales de la acción están produciendo nuevos
conocimientos que, articulados con el conocimiento experto de los modelos operativos,
posibilitan la puesta en práctica de los PPC con validez contextual o ecológica.
1 Para mayor información sobre gestión del conocimiento, se recomienda revisar a Martínez, V. (2018a). La
gestión del conocimiento: bases conceptuales. En Martínez, V., Canales, M., y Valdivieso, P. (Eds), Cuaderno
de trabajo n°2. Gestión del conocimiento desde el enfoque comunitario (17-29).
Aquí cabe recordar que uno de los aspectos centrales de las comunidades de
práctica es la relevancia que adquiere el aprendizaje colectivamente construido por sus
miembros. Las CP preservan los aspectos tácitos del conocimiento que las organizaciones
formales no pueden capturar, con verdaderos registros de conocimientos informales y
aprendizajes situacionales que las personas construyen colaborativamente en el
desarrollo de una práctica compartida. La producción de este patrimonio de
conocimientos no obedece a una metodología rigurosa, sino más bien a un sistema
intuitivo de producción, basado en constataciones y convicciones personales sustentadas
en la experiencia, elaboradas en las conversaciones cotidianas que ocurren dentro de las
CP y que procede a través de narraciones, historias de trabajo, de fuerte connotación y
resonancia emocional y afectiva (Martínez, 2006). De esta manera, importan los
recuerdos, los relatos, las memorias, los componentes afectivos que inundan cada una de
ellas, entre otros., que pueden ser aprovechados para promover la salud mental de las
comunidades.
V. REFERENCIAS
Martínez, V. (2018a). La gestión del conocimiento: bases conceptuales. En Martínez, V., Canales,
M., y Valdivieso, P. (Eds), Cuaderno de trabajo n°2. Gestión del conocimiento desde el
enfoque comunitario (17-29).
Martínez, V. (2018b). Persona y comunidad. En Martínez, V., Canales, M., y Valdivieso, P. (Eds),
Cuaderno de trabajo n°1. Programas de proximidad comunitaria (8-33).
Santos Koerich, M., Stein Backes, D., Macedo De Sousa, F.G. y Erdmann, A.L. (2009). La
emergencia de la integralidad e interdisciplinariedad en el sistema de cuidado en salud.
Revista Enfermería Global, (17), 1–11.
http://revistas.um.es/eglobal/article/viewFile/75291/73151
Seixas, C., Merhy, E., Baduy R., y Slomp, J. (2016). La integralidad desde la perspectiva del cuidado
en salud: una experiencia del sistema único de salud en Brasil. Salud Colectiva, 12(1), 113-
123.