PUJAL Identidad
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PUJAL Identidad
Margot Pujal.
Sin embargo, la psicología social que planteamos aquí tiene como empresa primera
disolver esa falsa separación entre lo social y lo individual para recuperar la relación
intrínseca en aquello que se denomina psico-social. Desde esta perspectiva, se
considera que, dada la gran cantidad de procesos de influencia social que se
manifiestan en el yo, por un lado, y la imposibilidad de conocer la identidad más allá
de su intermediación lingüística, por otro, conceder a la identidad un remanente
natural distinto de lo social se vuelve una tarea imposible en lo que respecta a las
posibilidades y limitaciones de los investigadores.
Ciertamente, nuetro cuerpo biológico tiene una función muy imporrtante, tanto en
nuestra relación con nosotro/as mismo/as como en nuetra relación con los otros. Es
una condición casi imprescindible en cualquier tipo de relación. La presencia física o
la conciencia de los razgos físicos de una persona (apariencia, voz, moviminetos,
etc.) tienen una relación directa en la relación que mantenemos con ella y la forma
como la percibimos.. También es por medio de la experiencia propia de nuestro
cuerpo que podemos saber que nos pasa alguna cosa e intrepretar en qué estado nos
econtramos: nerviosos, cansados, deprimidos, etc.
Por tanto, hemos de tener presente que cualquier vivencia y experiencia psicológica
asociada a la identidad tendrá un correlato biológico en el cuerpo (hormonal,
bioquímico, cerebral, etc.), al mismo tiempo que tiene uno social y uno contextual.
Para percatarse de la importancia del organismo en la experiencia ypercepción que
tenemos del yo, nomás basta que nos tomemos unos cuantos whiskys y valoremos
los cambios en la percepción del sí mismo.
Hay dos grandes teorías que han estudiado las bases biológicas del comportamiento.
La de Eysenck y la sociobiolgía de Wilson. Eysenck, en sus investigaciones en
relación a la personalidad, va a dedicarse a analizar estadísticamente la forma como
se agrupan los diferentes tipos de personalidad. Y la conclusión central de esos
estudios es que hay dos dimensiones centrales que estructuran la personalidad del
individuo, la del contínuum extraversión-intraversión y la de la emocionalidad a
través del continuum neurosis-estabilidad.
De acuerdo con ésto, las características de personalidad desarrolladas por cada uno
de nosotros provienen, mayoritariamente, de las disposiciones innatas marcadas por
la biología. Así, los aprendizajes que hacemos a partir de las experiencias y
situaciones con que nos topamos cotidianamente se consideran moldeadas por la
biología.
Sin embargo, del hecho de observar un correlato fisiológico que acompaña el
comportamiento de una persona, no se desprende directamente que éste sea su causa,
ya que también se podría plantear al revés. Por ejemplo, que es la voluntad de
agredir a alguien, como la respuesta a su actuación hacia nosotros, lo que provoca
una elevación del nivel de activación general, y no que es la activación del arousal la
causante de los impulsos violentos. Así pues, una vez teniendo los datos que
buscábamos, hemos de interpretarlos desde un modelo teórico que hemos elegido
previamente.
Cabe tener también presente el hecho de que la perspectiva biologicista, por el hecho
de ser legitimada socialmente como la más científica, ha sido también la más
instrumentalizada por los regímenes políticos racistas y autoritarios para legitimar
los comportamientos de violencia social contra las personas consideradas como
inferoiores.
La cosificación de la identidad, es decir, el hecho de interpretar que la causa de
nuestro comportamiento es natural y está en la biología, puede colaborar a la
marginaciín y la destrucción de aquellos comportamientos que los grupos de poder
consideran poco convenientes o amenazadores.
Pra Freud es central el postulado según el cual las primeras relaciones afectivas
inciden de forma decisiva en la estructuración de la identidad actual. La
personalidad, entonces, no es considerada innata sino construida mediante las
experiencias personales que hemos tenido a través de las interacciones sociales más
significativas. Pero, según Freud, las experiencias tempranas, durante la edad adulta
pasan desapercibidas, las personas no son concientes y pueden dar un significado de
lo que les pasa, muy diferente de lo que es realmente.
Esta perspectiva ha aportado algunos elementos útiles para las actuales concepciones
de identidad.
2.2 La agencia.
La conciencia subjetiva del yo, por otro lado, está estrechamente asociada a la
conciencia de agencia –de pensar que como persona particualr tengo el poder de
producir efectos en mí y en los demás.
Asociado a la noción de agencia, está el sentimiento de que somos algo que podemos
escoger. De hecho asumims, de forma general, que somos los únicos responsables de
nuestras acciones.
Pero la experiencia que tengo de mí depende directamente del lenguaje, el cual tiene
un papel muy importante en la experiencia subjetiva de la identidad. Es por medio de
los conceptos que conocemos que podemos representarnos, interpretarnos y
hacernos una imagen de nosotros mismos y de los otros. Sobre el lenguaje, que es de
naturaleza simbólica (tiene la capacidad de llevarnos más allá de las cosas en sí
mismas), puede referirnos contínuamente a diferentes aspectos de nuestra
experiencia, tanto a objetos perceptibles como a cuestiones más abstractas.
Sin embargo, las pautas y los conceptos que utilizamos, tienen asociadas en forma
intrínseca connotaciones y valoraciones sociales que son fruto de la ideología
dominante, que pueden ser pueden ser positivas o negativas pero que dificilmente
son neutras. Palabras como jóven, introvertido, dueña de casa, extravertido,
seropositivo, nacionalista, político, etc., todas tienen valores sociales implícitos.
estos valores operan en favor de unas identidades, como jóven, por ejemplo, y en
detrimento de otras que impliquen la valoración contraria, como la categoría de
viejo. Es a través de estos valores, sobre muchos de los cuales no somos concientes
porque forman parte de aprendizajes que hemos tenido de forma acrítica, que las
ideologías, las normas sociales y la cultura intervienen y estructuran la forma como
nos percibimos a nosotros mismos y la imágen que nos hacemos, y también la forma
como percibimos los fenómenos que tenemos cerca y las personas que están a
nuestro alrededor.
Así, entonces, el lenguaje y el pensamiento nos llevan a actuar frente a las cosas no
tanto por lo que éstas son, sino por cómo las interpretamos por medio de los
conceptos de que nos servimos. Y lo mismo pasa con nuestro yo, actuamos más por
la imágen que nos narramos sobre el sí mismo que no en virtud de lo que podríamos
realmente ser desde una perspectiva más objetiva.
Es en este sentido que debemos tener presente el poder que puede tener la narración
que hacemos de nosotros mismos y de las cosas que nos rodean, ya que toda esta
realidad construida narrativamente tiene efectos concretos y modela lo que hacemos
y lo que sentimos. Pensarnos como inteligentes tiene efectos diferentes en nuestra
vida, por llevarnos a tener éxito por la confianza que hemos posado en nosotros, que
si nos pensamos incapacitados. Es más, no podemos desmarcarnos del lenguaje, no
podemos pensarnos a nosotros y a los otros de forma directa, más allá del lenguaje,
sino que éste mediatiza cualquier segmento de la realidad.
En este sentido, algunos autores consideran que parte de nuestra identidad depende
de las situaciones que hemos tenido que afrontar, ya que los diferentes contextos
exígen de de nosotros diferentes manifestaciones. Las características que ha de
mostrar una mujer cuando se encarga del cuidado de su hijo no son las mismas que
las requeridas cuando trabaja en el campo. No se demanda lo mismo cuando se hace
de padre de familia que cuando estás con los amigos viendo un partido de fútbol o en
el trabajo de banquero; la misma persona puede, por ejemplo, actuar en un momento
determinado de forma autoritaria como capatás en una empresa, y en otro, de forma
solidaria, como un sindicalista convencido.
También los diferentes tipos de relaciones que establecemos requieren que nos
mostremos disímiles. No manifestaremos las mismas actitudes si la persona con
quien hablamos es nuestro padre, paciente, amigo o amiga íntima..
Así entonces podemos considerar que parte de la identidad depende del abanico de
relaciones que poseemos y de las diferentes situaciones en que nos hemos
encontrado.
Si consideramos la experiencia de la identidad desde la perspectiva de su
desenvolvimiento y su transformación, también podemos hacer referencia a una
multiplicidad de sentidos del yo. Es el caso, por ejemplo, de pensar en el pasado y
percatarnos de cómo éramos de crueles por el simple hecho de ser gitano sin que esta
persona nos haga hacer nada. Así, creamos narrativas diferentes sobre nosotros a lo
largo del tiempo, por el simple hecho de poder diferenciarlas, y situarlas en el
pasado y en el presente.
Diversidad y Cultura
Por tal de entender estas situaciones, haremos referencia a los procesos por
medio de los cuales las personas se identifique o se diferencien en
categorías sociales determinadas, y también, a las consecuencias que tienen
estas identificaciones, en términos de prejuicios, en la percepción de otros,
y en la discriminación comportamental hacia estas otras.
De otro lado, la percepción de las personas que hacemos por medio del
estereotipo funciona de tal manera que no resulta ni pizca de fácil de
destruir estas representaciones que distorsionan la realidad. Al contrario,
hay una fuerte tendencia a mantenerlas. El hecho de utilizar el estereotipo
como referencia de interpretación nos portará a fijarnos nomás en las
acciones de la persona que sigue coherencia con nuestro estereotipo y a
desestimar aquellas informaciones que son poco o ni pizca coherentes con
el. Con este proceso de análisis selectiva, los estereotipos se autoconfirman
continuamente, son persistentes y por lo tanto, difíciles de cambiar, a no ser
que tengamos delante nuestro informaciones objetivas y contradictorias
que podrían decirlos.
Esta percepción por medio de los estereotipos también puede hacernos ver
directamente aquello que no es, a través de un proceso de proyección
social que depende de nuestra expectativas, de aquello que esperamos
encontrar.
Para concluir, nomás queda recordar que los estereotipos, en tanto que
productos ideológicos, orienten la percepción y la acción de los grupos
sociales en su interacción con las otra personas y categorías, tal cosa puede
portarlos a una desatención selectiva sistemática y potenciar la ignorancia
continuada de aquellos aspectos de la producción de las características
estereotipadas.
Pero, es claro qué es y qué significa ser hombre y ser mujer? Se trata de
una diferenciación de orden genético y biológico que tiene consecuencias
en el orden sociológicos? O bien la masculinidad y la feminidad son
nomás dos construcciones sociales, culturales que tienen poco que ver con
la biología? En la literatura psicológica se hace referencia a la noción de
sexo cuando se considera que esta identidad en la biología, y se utiliza el
concepto de género cuando se parte de una explicación cultural y social de
la identidad. Desde la sicología social que desenvolvemos aquí, se
considera que la identidad sexual es sobretodo cultural e ideológica
vinculada al control del orden social instituido.
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Las creencias tradicionales por las que hace a la mujer, que todavía hoy se
mantienen en parte y que evidentemente distorsionan su realidad, no
homogénea, son los tres mitos siguientes: la mujer como esposa amante,
como madre altruista y buena por naturaleza y la eterna femenina, que hace
referencia a su dimensión más sensual y misteriosa.
Es por esta razón que el cambio social que han protagonizado algunos
homosexuales ha dejado, muchas veces, una situación todavía más difícil y
estresante que la que tenían antes, sigan ellos conscientes o no. Todavía
que trabaje, la mujer continúa siendo, m{as que el hombre y que las
instituciones publicas la encargada de compatibilizar la faena con la labor
de la crianza y la educación de los hijos. A la faena, algunos homosexuales
se ven obligados a demostrar que los estereotipos todavía vigentes sobre la
mujer en su caso no son ciertas, tal cosa los obliga a esforzarse más, lo que
no harían si fuesen hombres. Y por "amenizar" este conjunto de labores y
responsabilidades diversas, que muchas decisiones ellos aceptan de manera
acrítica, también se les demanda que conserven la belleza, que siempre se
ha considerado como la esencia de la humanidad.
Cualquier actividad que hace una persona tiene alguna clase de influencia
en el comportamiento de aquellos que están a la orilla; Goffman nombra
esta clase de interacción actuación de un rol. El simple hecho de hablar, por
ejemplo, necesita la presencia de alguien que lo escuche (o que lo hace ver)
es decir, genera en el otro la acción de estar atento.
Tal como señala Goffman, casi siempre hemos de diferenciar dos regiones
en el establecimiento: el fondo o la región invisible para el público y el
frente la región visible para el público, que puede nombrarse fachada y que
podemos considerar como similitud de imagen. La primera región, la no
visible, se utiliza para preparar la actuación de una rutina (rol) y la
segunda tiene la función de ofrecer esta actuación al público. Así, pues,
difícilmente donaremos una serie de conidoss coherentes, en su globalidad,
si hacemos una clase teórica de dos horas sin haberla preparado antes, es
decir, improvisando.
Y, para acabar, nomás queda decir hay situaciones que están más
formalizadas que otras (la situación de clase de un casamiento, de publico
de un espectáculo, etc.,), tal cosa hace que siga más fácil el proceso de
rutina que hemos explicado, que no pasa en situaciones no formalizadas
explícitamente (por ejemplo, el tipo de explicación que se da un grupo de
amigos), pero eso no quiere decir que estas tras situaciones no tengan la
misma tendencia a funcionar de forma institucionalizada.
Y acabamos con una idea de Foucault, que va a ser uno de los que más va a
contribuir con la construcción de la idea moderna del self, "aquello que
categoría al individuo que le otorga la identidad, le impone una ley de
verdad que el ha de admitir y el resto ha de reconocer en él; es una forma
de poder que hace del individuo un sujeto y constituye una forma de
dominarlo".