3 - CICLOS DE VIDA El Procesode Vida - Etapas. Crisis

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EL PROCESO DE VIDA Las cuatro etapas de la vidA


Alfredo Moffatt
Este tema es el eje de nuestra concepción de salud y enfermedad. Nosotros no curamos un aparato
psíquico sino un proceso de vida. Insistimos con este principio, paradigma o suposición básica, de
que el humano es una historia. Nosotros estamos recorriendo una historia, la podemos desarrollar
bien, o se nos puede cortar, o podemos perderla, y si perdemos esa historia, o no tiene argumento ni
coherencia, no sabemos adónde vamos, porque no sabemos de dónde venimos. Cada uno de
nosotros está dentro de una película, y no podemos salir del cine, a menos que destruyamos el cine
(la mente) de un balazo… Si esa película no tiene argumento o no se entiende, nos enfermamos
psicológicamente.
La suposición básica es que el humano es un ser arrojado a su futuro, y que tiene el anhelo de seguir
existiendo y de realizar su proyecto. La filosofía existencial habla del ser allá, el Da Sein, que, como
se construye con otro, es un Mit Da Sein (Mit: con).
Este futuro se hace con lo que nos pasó, no tenemos otra cosa que un conjunto de recuerdos, de
vínculos, de anhelos, de vacíos, de fracasos, de esperanzas y con eso armamos nuestro proyecto de
vida. Lo arrojamos hacia adelante y decimos yo quiero hacer eso, que en realidad es ser eso.
La historia de vivir tiene un desarrollo, y etapas nítidas. Nosotros, al existir, atravesamos cuatro razas
o humanos distintos. El niño o la niña que fuimos pensaban de una manera, tenían cierta manera de
estar en el mundo a través del juego y de lo imaginario. El joven también tuvo otra manera de ver el
mundo que incluye la sexualidad, la pareja, la transgresión, el sentirse individuado. Luego nos
transformamos en otro, que es el adulto. Son etapas de la vida que, en la medida que las recorramos
bien, estaremos sanos. Podemos atrasarnos o adelantarnos en los distintos momentos. Un chico de la
calle tiene ocho años y experiencias que nosotros tenemos de adultos, como una sexualidad
prematura y traumática, y tiene ausencias y vivencias de muerte que lo hacen adulto en forma
temprana.
A veces la edad cronológica no coincide con la edad evolutiva, o se puede envejecer antes o quedar
joven más tiempo, y también es normal estar algo desplazado, pero en la medida que aceptemos
esas etapas y las podamos pasar, vamos a poder desarrollar una vida. El que se enferma es el que
se detiene en ese viaje y no puede superar ciertas etapas.
NIÑEZ La vida empieza con un episodio bastante traumático, el parto, que es el año cero. Allí
empieza una historia humana, que en realidad no comenzó en el parto, sino nueve meses antes, en la
concepción. Cuando la pareja queda embarazada, ambos piensan qué destino va a tener ese ser, al
nacer ya hay sobre el bebé una expectativa, que después se le hace saber: “vas a ser como tu
padre”, o “como tu madre”, “un campeón”, “un fracasado como tu abuela”. Ese guión puede ser
negativo o positivo, si se le dice “no servís para nada”, con ese mandato se está fabricando un
depresivo o un minusválido. El parto es un momento muy conmocionante, el bebé debe atravesar el
canal de parto, después se le corta el cordón y ya se separa de esa especie de cápsula espacial que
es el vientre materno. Cuando estábamos ahí, no teníamos que preocuparnos por comer o respirar.
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Empezamos con un grito, al salir, que nos instala en el mundo, y seguimos con la dependencia
simbiótica del pecho materno. Luego, alrededor del primer año, suceden tres hechos fundamentales:
el destete, que genera la primera sensación de pérdida, el primer duelo. Después sucede algo que es
muy importante: el bebé deja de ser una tortuga dada vuelta y camina (con mi segunda nieta, cuando
se largó a caminar, pude percibir la alegría que sienten al recorrer y conquistar el espacio). En ese
momento comienza la exploración del mundo. La curiosidad infantil es muy importante, si en esa
etapa le prohíben investigar, se inhibe su capacidad de curiosidad exploratoria, muy necesaria luego.
Y el tercer momento fundamental, es cuando adquiere la posibilidad de la comunicación simbólica, los
padres lo incorporan al mundo de las palabras, o sea de los humanos. Con el aprendizaje de la
palabra va a superar el encierro de la conciencia, la separatidad original de la mente.
Son tres cosas muy importantes: con el destete aprendemos a despedirnos, al caminar empezamos a
investigar el mundo, y haciendo sonidos, los fonemas del lenguaje, aprendemos a comunicarnos.
Todo esto ocurre después del año, y alrededor de los tres años pasamos de bebé a niño. Paso a paso
se van adquiriendo más experiencias, más palabras, con lo cuál se enriquece la vinculación con el
mundo. El camino que esa persona va a recorrer está propuesto desde antes del nacimiento, es
inevitable que los padres proyecten en el hijo, creen que lo que a ellos les gustó, le va a gustar al hijo
también, hay una proyección de frustraciones y de goces. Todo esto le da al niño un argumento, un
primer guión de vida, que no es genético, sino comunicacional. Le van induciendo cosas, un padre
violento le va a proyectar miedo, una madre demasiado cuidadosa le va a hacer sentir que el mundo
es peligroso. Hay una primera etapa donde se da el argumento de vida. Cada uno de nosotros lo
tiene y es un sentimiento de hacia dónde vamos y qué queremos ser.
Los abuelos son también figuras muy importantes. A veces, en la psicopatología o en la terapia, no se
explica una fobia de un paciente por la historia que tuvo, ni siquiera por la historia de la madre, pero
resulta que en el abuelo está la clave. A él no le pasó nada, a la madre tampoco, pero al abuelo le
pasó algo terrible, a veces hay que buscar en dos generaciones para poder ayudar a la persona.
La gente que venía de la guerra, tenía traumatismos que explotaban, no en la generación más
próxima, sino recién en la siguiente. La primera generación tenía que conquistar el país, y no tenía
tiempo para elaborar el traumatismo, entonces pasaban el paquete de escenas traumáticas, sin abrir,
a la siguiente generación, y le llegaba al nene con el mensaje: "esto te lo manda tu abuelo". Cuando
abría el paquete salía un monstruo y se lo quería comer.
Cada etapa de la vida tiene una tarea. En la infancia se aprenden el juego y la creatividad, por eso
los chicos que no jugaron lo suficiente tienen problemas de adaptación. Si no conservan la habilidad
de jugar, no van a poder resolver luego los problemas de la vida. El mundo del niño es virtual, tiene
amigos y lugares imaginarios, en él se ensayan los roles y las tareas que luego tendrán que cumplir.
La escuela genera la primera gran separación de la familia, el primer paso de la exogamia, y además
tiene que dejar el rol de hijo para asumir el de alumno. Es el primer rol que no es familiar sino
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institucional, luego vendrá el de ciudadano, colectivero, albañil, maestro, etc., que lo incluye en el
mundo social.
El niño tiene una manera de ver el mundo que está encuadrada en el juego, la realidad no es tan
contundente o tan firme, porque de la realidad se ocupan los padres. Ellos no tienen esa realidad
exigente que nos hace estar atentos a la sobrevivencia económica o a los peligros. Los chicos están
en el mundo del "como si", del juego, son psicodramatistas, pueden retirarse de la realidad porque
tienen a los padres que los contienen. Juegan distintas realidades, ensayan la vida.
JUVENTUD La juventud comienza con período psicológicamente tormentoso, la pubertad, que es la
revolución emocional y psicológica más grande que tiene un humano a través de toda su vida.
Actualmente se ha adelantado, se da alrededor de los once a trece años. No hay otra similar, porque
es biológica y muy abrupta, se entra bruscamente en la genitalidad. Además produce una gran
revolución en el sentido de que cambia la ubicación en el mundo y la tarea, porque ¿cuál es la tarea
en la niñez?: el juego, que es muy útil en el niño, porque está ensayando conductas futuras. Todos los
juegos, incluyendo los eróticos (el viejo “juguemos al doctor”), la consigna “dale que”, instala
ensayos psicodramáticos, donde van probando cómo van a hacer más adelante, van ensayando al
adulto. Luego del terremoto hormonal, que es la pubertad, el humano se transforma bruscamente en
otro. De niño se transforma en joven, si en ese momento la sociedad no permite ese pasaje, entonces
quedan los adolescentes en una desprotección psicológica muy grande. A un adolescente le puede
ocurrir que no puede pasar de niño a joven por no poder incluirse en el mundo del trabajo por el
desempleo, entonces pierde la posibilidad de concretar pareja y de formar una familia, por eso tiene la
sensación que la vida se le paró. Ahí aparece lo que nosotros llamamos la población más riesgosa,
que son los pospúberes. Ser adolescente en este momento es insalubre, y si además es pobre, está
en un encierro trágico. En el niño la sexualidad es difusa, recién se genitaliza con las hormonas de la
pubertad, en las nenas con la menstruación que irrumpe bruscamente, y en los varones el cambio en
el tamaño de los órganos, los pelos, la voz, el cuerpo (tenían un Fiat 600 y en poco tiempo les
entregaron un enorme Falcon). Son torpes, porque tienen el esquema corporal mental de antes.
Además, a la nena le crecen los senos, se transforma en señorita, es objeto de deseo de los
hombres, no sabe cómo responder porque en su mente es todavía es una nena, hay una gran
confusión, la pubertad es uno de los momentos de la vida de mayor despersonalización. Tengo la
idea que esta etapa está mal diseñada (habría que quejarse, pero ¿a quién?…) tendría que ser más
paulatino, como el proceso de la vejez donde te vas volviendo viejo de a poco, tenés tiempo de
instalarte en “el viejo”. En este momento del país es la población de mayor riesgo en drogas,
accidentes y autoagresiones. Además, se les agrega la gran inquietud que genera la genitalización de
la libido. Los vínculos pasaron de imaginarios a reales. Las hormonas sexuales producen la
genitalización de la libido, por lo que necesitan a un otro real. En el caso de la nena, pasa del osito al
vecinito en muy poco tiempo. El vecinito es un vínculo independiente de ella, al osito le dice: "¿Me
querés?" y él le contesta "si", en cambio el vecinito puede rechazarla, produce el primer diálogo
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contrastante, además el osito no embaraza, ni contagia HIV. Por otro lado el varón tiene que tener
trabajo para conseguir pareja y luego, poder formar una familia, que es lo que sostiene el proyecto de
vida en esta etapa. Y lo más grave es que justamente aquí está la mayor desocupación en el país.
La Naturaleza ha dispuesto que con la genitalidad surja la agresividad, que es necesaria para
conseguir una pareja, proteger el territorio y defender la cría. Los animales también tienen ese
desarrollo, un cachorro no muerde, un perro sí.
Otra cosa que aparece, especialmente en el adolescente varón, es la transgresión. Los adolescentes
tienen que ser transgresores por que si no, no pueden inaugurar una nueva historia, tiene que decir
"yo voy a hacer el mundo de nuevo". A veces tienen que romper todo para empezar otra cosa. Esto es
necesario para mover la rueda de la historia y para poder tener una identidad distinta a la de los
padres.
Antes de los once o doce años, los padres son los modelos a imitar, pero si esto sigue, no va poder
lograr la singularidad de su identidad, por eso debe confrontar.
Antes la familia era una estructura contenedora porque había miembros con distintos roles, papás,
tíos, abuelos, primos, y entonces existía la posibilidad de que si un tema no lo percibía uno de ellos, el
tío canchero o la tía confidente (los psicólogos de antes) lo podían resolver. Todavía no se había
inventado la psicología. Ahora que no hay más tíos o tías, pagamos para que nos escuchen.
La transgresión es importante en los adolescentes, pero hay un momento en que esta etapa se
termina y es necesaria la exogamia. Gamia es familia, exo es afuera. Si se queda con los padres, no
hace su vida, está dentro de la película de los padres y es un grandulón sin proyecto. Cuando se casa
inaugura su propia película y los padres quedan como abuelos porque se modifican los roles. Es la ley
de la vida, realizar su vida, pasar de la dependencia infantil a la autonomía adulta.
En este momento de crisis y de transformación social, hay un problema grave que surge en la
pubertad y es que los padres y los hijos están en una crisis mutante. Por eso es muy difícil para los
padres entender a los hijos, porque los adolescentes están en un mundo que tiene otras definiciones
sobre el amor, la muerte, la locura, la droga, hay otra concepción y lo ven de distintas maneras.
El tema del machismo no existe más entre los jóvenes, una chica y un muchacho son iguales, el
muchacho no domina, se ha dado vuelta, la iniciativa sexual la toma tanto uno como otro. Mi hija,
cuando tenía catorce años, me dijo algo que me sorprendió: "Ayer en la fiesta, con las chicas, nos
apretamos a tres flacos". Dije: "Está bien, se terminó con el machismo". Antes la nena tenía que ir al
baile y esperar el cabeceo, si no, planchaba toda la noche. Ahora hay una igualdad de sexos, no hay
sometimiento, ha cambiado, son pautas distintas. En la sexualidad también, hay cosas que la madre
ni se imagina porque tuvo un mundo sexual distinto al que la hija vive hoy. Esto produce una fractura
generacional y por eso es difícil hablar con adolescentes, inclusive hasta las palabras son diferentes.
Una vez yo levanté el dedo y le quise decir algo a mi hija adolescente, pero ella me dijo: "Viejo, ya
fuiste…" (creo que le estaba por hablar de la virginidad y el ahorro, dos cosas que no se usan más…)
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A los jóvenes ahora les es más difícil armar un proyecto de vida, nuestro mundo era mucho más
estable y seguro. El mundo de ellos es inseguro, hay violencia, hay drogas y ellos están incluidos ahí.
Todo esto perturba esta etapa y aparecen patologías que no son histerias, fobias o neurosis
obsesivas como antes, sino que tienen más que ver con el vacío existencial. Dicen: "No sé para qué
vivir, no me interesa nada". Es como la paralización de la vida, porque efectivamente están en una
situación difícil. Esto a veces los lleva a la adicción al alcohol y las drogas para salir de ese vacío
insoportable.
En la niñez, el avión de la vida toma velocidad y en la adolescencia toma vuelo con los proyectos
adolescentes, se proyecta la vida: “quiero hacer tal cosa”… Cuando quiere tomar vuelo, en el
momento de insertarse en el trabajo, aparece la desocupación, le cortamos el combustible y el avión
de la vida se cae.
Los adolescentes están en un período donde la actividad es muy grande, están acostumbrados a un
mundo visual y activo. Entonces, el instrumento para comprender y reparar ese mundo es el
Psicodrama y también algunas técnicas de juegos dramáticos. En estos casos el adulto o el profesor
deben incluirse en ese caos para poder transformarlo.
Me contó una profesora de música, que no podía lograr que sus alumnos la escucharan porque
gritaban todo el tiempo. Cuando ella pedía silencio, no le obedecían. Lo que ella hizo fue gritar
también, pero en forma acompasada. Los pibes la siguieron y terminaron haciendo un coro. Ellos
tenían una energía desorganizada, pero la maestra no se opuso, se insertó en el problema, y logró
encausar esa energía en forma de canto. Muchas veces, las técnicas que son efectivas son las de la
filosofía oriental, que es no oponerse al problema, sino incluirse en él y modificarlo desde adentro.
ADULTEZ La etapa de la adultez comienza actualmente alrededor de los 30 o 35 años.
Con el embarazo, la pareja se triangula con el hijo y se invierten los roles, el que era hijo pasa a ser
padre y el que el era padre pasa a ser abuelo. La transgresión que sirvió para poder zafar de los
padres y construir una nueva identidad ya no es necesaria. Ser un adolescente trasgresor es
necesario, pero seguir siendo lo mismo como padre de familia, ya es boludez, no es funcional.
Si un muchacho no fue trasgresor en la adolescencia, no va a poder defenderse de adulto, va a ser un
sobreadaptado. Si jugó mucho en la niñez, puede ser creativo en la adultez. Son funciones que se
aprenden en estas edades, en esas etapas.Los niños que no pudieron jugar porque tuvieron que
trabajar, van a tener problemas después con la creatividad. La adultez es un largo trecho, son
muchos años (¿de los treinta a los sesenta?) Eso también depende de la clase social. Una nena de la
villa hace la exogamia a los catorce años. En clase muy popular es prematuro el embarazo y en clase
media, que somos sobreprotectores, ocurre más cerca de los treinta años. A veces, se casan,
fracasan y vuelven a la casita de los viejos. El embarazo es lo que define la nueva responsabilidad
porque la mujer se transforma completamente y la maternidad es una profesión para toda la vida. Es
una experiencia psicológica muy intensa porque es una vivencia de simbiosis amorosa que el hombre
nunca podrá tener. El hombre es un eterno solitario porque nunca tuvo la experiencia de esa
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gestación y de ese vínculo tan intenso como una mujer con su hijo, que la deja acompañada
psicológicamente para siempre. En esta etapa sucedió el pasaje de noviazgo a familia y la organización es completamente
distinta, aparecen los hijos y se genera el grupo familiar.
La actividad de esta etapa es la familia y la producción, el trabajo. Si este falta, se desarma la familia
porque las dos piernas con las que andamos la vida son la familia y el trabajo, la familia sirve para lo
interno, para los vínculos cercanos, y el trabajo sirve para la realización social.
Si a un hombre lo echan del trabajo queda rengo y, si debido a esto se desarma la familia porque no
la puede mantener, queda fuera de la realidad, pues ésta se estructura con el trabajo y la familia. Por
eso el desocupado no sólo pierde el dinero, sino el rol profesional, los horarios, los vínculos, etc., se
puede decir que se le desarmó la vida. Hasta los animales organizan su realidad en base a conseguir
la comida y aparearse.En clase media se llega a la adultez alrededor de los veinticinco, treinta años,
porque los padres lo pueden sostener. En clase popular los padres los mantienen con suerte hasta los
dieciocho años, pero en los sectores marginales, por ejemplo en los chicos de la calle, las vivencias
de desamparo, los hacen adultos precoces, tuvieron abusos, abusaron, sufrieron e hicieron
crueldades, son adultos a los ocho, diez años.Una vez una paciente, para recuperar recuerdos de su
infancia, trajo a su tía, una señora de setenta y seis años. Yo me imaginaba que sería una viejita
arrugada, pero vino una mujer con un cutis de porcelana y unas manos como de una chica de veinte.
Después, la paciente me explicó que la tía había sido una fóbica grave, y que nunca había salido de
la casa ni había tenido pareja, que son dos cosas que producen expectativa y emoción (ahí me di
cuenta que salir a la calle y coger es lo que te envejece…). Ella había quedado congelada en el
tiempo, no había vivido (yo no le avisé que no había vivido… hubiera sido una crueldad) estaba
nuevita, no había sido usada, estaba como la habían entregado, cero kilómetro.
VEJEZ La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a esta etapa que empieza después
de los sesenta años. Ahora, que más o menos estoy instalado en ella (tengo setenta y tres años), me
doy cuenta que se me ha simplificado la vida, y la mayor parte de las cosas que antes me
preocupaban, ahora creo que son boludeces, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la justicia
social, la solidaridad (y también el dulce de leche y la crema chantilly…) Esta edad no está tan mal, el
tema de la muerte siempre angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería hacerse el
pendejo, fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería todo un laburo y no podría gozar de esto de
hacerme el filósofo. Cuando cumplí sesenta años hice una fiesta en la Escuela. Y dije: tengo dos
caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en un viejo pelotudo. Lo último me pareció aburrido.
Cuando no asumís la edad, no gozás ni la una ni la otra. El temor a la vejez hace que la ocultemos,
que sea considerada como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no servimos más.
Acá en la Argentina tenemos la cultura de Mirta Legrand, pobre Mirta, para conservar la juventud
debe usar una máscara de cirugía y no está gozando de esa edad. Cuando estuve en Estados Unidos
había una actriz que había sido muy famosa, Bette Davis, que ya estaba muy viejita y tenía el rostro
con las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía un programa muy respetado, en el que podía decir
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cosas sabias, porque estaba cómoda en esa edad, era creíble. También en Italia, estando en una
plaza de Roma, pude ver que estaban todos los viejitos (los respetados nonos) jugando a las cartas y
tomando Cinzano, con gran dignidad, y la gente iba a preguntarles cosas. El que vio la película casi
hasta el final, sabe perfectamente cómo es, y puede avisarle a los otros cómo viene la mano de la
vida. Pero en la Argentina, cuando llegás a esta etapa, te meten en un geriátrico y no aprovechan la
historia, que es necesaria para construir el futuro. En el Amazonas no hay jubilación de viejos. Yo fui
hace muchos años, de aventurero, con mochila y bolsa de dormir, y ahí estaban los viejitos de la tribu
mirando el río Xingú que desemboca en el Amazonas. Y pensé: "Ahí está la biblioteca nacional"... Uno
sabía de partos, otro de canoas, otro de plantas medicinales, a ellos los cuidaban mucho, porque eran
los transmisores de la sabiduría, no había transmisión escrita (se moría el de las canoas y tenían que
cruzar nadando…) Tenían una dignidad como los que vi en la India. Allí, en el proceso de vida, se
respetan todas las etapas. En estos países de la cultura occidental, tecnológica, donde lo que no es
nuevo hay que tirarlo, lo mismo se hace con los seres humanos, y eso es una tontería. En la cultura
norteamericana todos tienen que ser jóvenes y lindos. Hay una etapa de la vida en que uno es niño,
otra en que es joven, otra donde es adulto y otra donde es viejo. Nosotros atravesamos las cuatro
etapas de la vida, si negamos una, vamos a tener problemas. Si se nos niega la infancia vamos a
perder la creatividad, si se nos reprimió la adolescencia, vamos a perder la rebeldía. Lo importante es
seguir creciendo, es como pasar por distintas estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro
tren (son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el viaje de la
vida. Cuando no se transita uno de los pasajes evolutivos, se produce una perturbación. Si la niña no
puede genitalizarse, queda en un vínculo infantil y no asume sus posibilidades de hacer pareja, es la
hija que queda captada por un padre muy sometedor, tiene cuarenta años y vive con el padre. Pero
no puede hacer pareja con el padre por el incesto y por la diferencia de edad, son dos mundos
distintos. Lo mismo ocurre con el varón, cuando muere el padre, y la madre lo coloca en el rol del
hombre de la casa. Ese adolescente empieza a desfasarse de su objeto sexual, que es una novia, y
es el típico solterón, o se casa y tiene problemas, no se despegó de la madre. La concentración urbana
genera la familia nuclear: papá, mamá y uno o dos hijos, donde es tan pequeño el espacio, que no cabe el abuelo,
va al geriátrico, después tienen que mandar al nieto a la guardería, pero ¿quiénes son los mejores cuidadores para
el nieto? el abuelo y la abuela. ¿Qué mejor maestra jardinera que un abuelo o una abuela? Ambos están fuera de
la producción, fuera de la tensión necesaria para la lucha cotidiana, ambos están en el mundo de lo imaginario...
En Santiago del Estero el tata viejo es un personaje muy importante. Es el que sabe la historia de la
familia, transmite la información, los agüelos cuidan al gurí, las dos puntas de la vida se
complementan. En nuestro país la vejez está desvalorizada, los viejos son marginados, el cambio
social fue tan brusco que su experiencia habla de una Argentina que perdimos, si terminan en el
geriátrico, los tratan como chicos, los retan y los humillan, se deprimen y aparecen todas las
enfermedades que tienen que ver con las bajas defensas. En cambio, en las sociedades más sanas,
esta es una época muy rica, porque es la de la reflexión, que es parecida al juego y la creatividad,
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pero ya después de haber visto la película entera y haberla entendido. Es como el que viajó mucho y
ahora puede ver el panorama del viaje. La última etapa es lo que se llama la senectud, que a veces
tiene un deterioro grave, neuronal, de las funciones mentales. De todas maneras, el final del proceso
de la vida, que es la muerte, es un tema negado en nuestra cultura. El final, la agonía, a veces tiene
características traumáticas, como algunos partos, al inicio. Los humanos somos todos de la tribu de
los "Uterumbas", porque vamos del útero a la tumba.
Se puede estar en cualquier edad, incluso setenta, ochenta años, y el que tiene un proyecto se aleja
de la muerte. Eso lo vi en Pichón anciano, él decía: “la muerte está tan lejos como grande sea la
esperanza que construimos”, el tema es la construcción de la esperanza. ¿Cómo la podés construir?,
si esa historia tiene sentido y se arroja adelante como esperanza.
Padres que no le tienen miedo a la muerte hacen hijos que no le tienen miedo a la vida.

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