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Libro Congreso Salud SocioAmbienta Digital

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1

Verzeñassi, Damián
Re-cordar, resistir, re-existir : salud, cuerpos y territorios en contextos
de pandemias y sindemias / Damián Verzeñassi; Alejandro Julián Vallini;
Facundo Fernández; editado por Damián Verzeñassi; Ilustrado por
Gabriel Keppl ; prólogo de Jaime Breilh. - 1a ed -
Rosario : Damián Verzeñassi, 2022.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-88-7034-2

1. Salud. I. Verzeñassi, Damián, ed. II. Keppl, Gabriel, ilus. III. Breilh, Jaime,
prolog. IV. Título.
CDD 362.042

Esta publicación fue apoyada por la Fundación Rosa Luxemburgo (FRL), con
fondos del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Ale-
mania (BMZ). El contenido de la publicación es responsabilidad exclusiva de
sus autorxs, y no refleja necesariamente posiciones de la FRL.

3
Índice

A Carlos...............................................................................................................Pag.6
Introducción......................................................................................................Pag.8
Prólogo..............................................................................................................Pag.11

Presentaciones.............................................................................................Pag.16

Geopolítica de la enfermedad | Pag.17


Leonardo Melgarejo. Marta Maffei. Damián Verzeñassi

Agua para la vida | Pag.36


Yaku Pérez Guartambel. Horacio Machado Aráoz.
María Fernanda Solíz Torres.

Movimientos Sociales en Defensa del Agua | Pag.65


Francisca Fernández Droguett. María Selva Ortiz.
Yuly Tenorio Peritos. Mariá Teresa “Guñi” Cañas.
Daniel Verzeñassi.

Territorios, Territorialidades y Salud | Pag.87


Elis Borde. Carlos Salamanca Villamizar.

Agrotóxicos, Transgénicos y AgTech | Pag 106


Fernando Frank. Emmanuel González Ortega.
Marielle Palau.

Malnutrición. Alimentación sana. Modelos agroalimentarios. | Pag.130


Alex von Foerster. Andrea Graciano. María Alejandra Rodríguez

4
Agroecología y Salud de la Madre Tierra | Pag.166
Carla Sossa. Georgina Catacora Vargas.
Pablo Galeano Giménez.

¿Qué es Medicina y qué es Salud? | Pag.188


Mary Murray. Satya Sivaraman.
Nancy Isabel Martín Tala.

Sistemas de Salud no Hegemónicos. La partería


como resistencia al Modelo Médico Industrial | Pag.214
Erika Arteaga Cruz. Martha Arotingo.
Diana Álvarez Romo.

Cambio Climático y Refugiados Ambientales | Pag.229


Antonella Risso. Carine Rolland.

Matrices Energéticas para un


Metabolismo Sociedad Naturaleza Saludable | Pag.241
Luis González Reyes. Hernán Scandizo.

Electromagnetismo y Salud | Pag.270


Ceferino Maestú Unturbe. Esteban Rossi.

Movimientos Sociales que Resisten a la


Megaminería y la explotación Hidrocarburífera | Pag.289
Alexandra Almeida Albuja. Pablo Lada.
Tatiana Roa Avendaño.

Agradecimientos | Pag. 309

5
A Carlos
Homenaje a Carlos Vicente

Por Germán Burguener

Semilla Libre
raíz que abraza profundo a la Madre Tierra
un océano de Pueblo llora tu inesperada partida
el pecho se desgarra
la razón no comprende
un nudo repentino se aferra a mi garganta
no alcanzan las palabras

Lloran las Libres Semillas, un Guardián se ha ido


Sin embargo, rumorean que ahora eres lluvia que acaricia los cultivos
dice el monte que eres árbol
cuenta la mariposa que pudo verte en el trigo
nadie cree que te has ido, vives en Todos, Amigo

En tu profunda obra, no tiene lugar el olvido


diez mil años de Historia avalan tu sueño erguido
producir alimentos sanos sobre suelos compartidos
que tengan por trama la Vida
por valor la Vida
por derecho la Vida
por centro la Vida
por amor la Vida

Alguien descubre que las semillas se cuidan


se ofrecen se siembran

6
alguien se asombra de la cosecha
(ya estabas ahí)
juntos acarician la tierra
juntos piden permiso al río
juntos le hablan al monte
juntos huelen la hierba
juntos besan la lluvia
juntos bailan y cantan
agradecen tanta belleza
y cuidan la Pacha Mama

Tiranos de toda estirpe violentan aquella fiesta


someten a las mujeres y le acaparan sus tierras
controlan a los caídos a partir de la miseria
(tu memoria sabe de esos hechos, no los acepta, no quiere su
permanencia)
los esclavos se sublevan
indias y negras saben que para iniciar siembra
si no es libre la semilla no hay comunidad que pueda
eso recuerdas: busquemos en las raíces de la rebelión aquella
sembrar alimentos sanos es parte de nuestra herencia
de comunidades libres haciendo lo que desean
vivir la vida en la vida sin nada que lo entorpezca
sin Tiranos, propietarios, ni Verdugos

Querido Carlos
tierra viva eres
semilla cuidada por manos campesinas
Tu mano hermana cálida sincera
guarda lo necesario para la siembra
se ofrece abierta a amar la tierra
Cantaremos tu canción nuestra canción
solo en ella es posible la Vida

Vives en Nosotros

7
Prólogo
Derecho a una ciencia veraz. Ética y efectividad del
pensamiento crítico.

Por Jaime Breilh

En el escenario actual de una civilización reñida con la justicia y la


vida, que se reproduce a contracorriente de los derechos humanos,
sociales y ambientales, las ciencias de la salud se abren paso en un
camino de fuegos cruzados.
El acelerado Capitalismo hiper-neoliberal del Siglo XXI devora
e incinera la vida humana y los ecosistemas en el fuego destructor
de modalidades de extractivismo que alcanzan extremos insólitos,
desplomando los umbrales de supervivencia de la vida en el planeta1.
Es una matriz histórica de crisis múltiples, que se da en el desa-
rrollo combinado de una rápida convergencia y expansión de usos
codiciosos de nuevas tecnologías -Versión 4.0 del capitalismo acele-
rado-, entretejida con espacios de explotación del viejo capitalismo,
incluso por formas de esclavitud, como sucede en Agronegocios que
se imponen con violencia en el Sur Global2. Son territorios asediados
donde con frecuencia opera también el capitalismo del shock3, como
el que floreció en medio del pánico de la reciente pandemia4 o el que
suscita la multiplicación de catástrofes de gran escala que se incuban
en la aceleración 4.0 del cambio climático. Vivimos en definitiva la
dolorosa dialéctica de la vida, abriéndose paso en escenarios de so-

8
ciedades patógenas de la cuarta revolución industrial y su malsana
civilización.
Dicha tendencia se replica en los contextos del pensamiento hege-
mónico. Para sostener su hegemonía, los intelectuales orgánicos de
las grandes empresas de tecnología convencional, con sus testaferros
tecnócratas de Estados cómplices y, más recientemente, con los “filó-
sofos” que programan los algoritmos de inteligencia artificial de los
más novedosos sistemas de extracción, bregan para reproducir agre-
sivamente nuevas formas de hegemonía. Muchas universidades que
actúan como franquicias del poder, no se libran de ese posmoderno
leviatán y pasan, sépanlo o no, a formar parte de una academia me-
drosa, tecno-burocratizada, dependiente y funcional.
El poder real necesita científicos(as) funcionales, dispuestos(as)
consciente o inconscientemente a seguir con dócil eficiencia las re-
glas impuestas, con tal de sentirse bien remunerados; ser participan-
tes secundarios/as en los foros del poder real, o posicionarse como
“figuretis” de foros intrascendentes respecto a las urgencias de un
mundo en descomposición.
La ciencia “oficial” es una ciencia de apariencia rigurosa pero que,
según voces muy calificadas del propio mundo académico hegemó-
nico, es cuestionada ahora como una ciencia inconsistente, que des-
perdicia recursos y centra sus objetivos en aplicaciones lucrativas,
cuyas supuestas virtudes son permanentemente sobrevaloradas y
sobredimensionadas5.
El poder real busca encasillarnos, domesticar nuestro pensa-
miento, limitar nuestros espacios y medios de comunicación y
en pago nos ofrece como vía de expresión, un acceso condicionado e
inequitativo a revistas indexadas de código privado cuyo alto impac-
to, es el de cualquier mercancía que rinde beneficios al capital que
la produce. Son un producto de control estratégico del pensamiento
a favor de intereses privados del poder económico. Sus financiado-
res estructuran una difusión bajo estricta vigilancia epistemológica,
y aseguran la plena compatibilidad de los artículos con las metas

9
que convienen a los dueños del gran capital, sean ellas comerciales o
políticas. Este sistema de control del pensamiento hace funcionar el
“paper-ismo” como sistema de ordenamiento estratégico del conoci-
miento y domesticación del pensamiento según los cánones de una
ciencia cartesiana6.
En sus varias formas el pensamiento empírico lineal, que lamenta-
blemente campea en muchas facultades y departamentos de las uni-
versidades, ha impuesto esa lógica que hemos descrito, reproducien-
do un modo de construir la investigación y entender la realidad que,
sea por vía cuantitativa o cualitativa, apenas describe fenómenos en
el “pico del iceberg” sin explicar su determinación social; expone la
realidad como fragmentos sin conectarlos con la estructura social y
política en que se producen. En definitiva, encierra a sus cultores en
una ciencia incompetente para cambiar el mundo. Trabajando con
evidencias descontextualizadas y factores de superficie, solo faculta
para acciones, correctivos y políticas de carácter individual-local y
enfocadas en factores de riesgo y “causas inmediatas”. Una realidad
adversa del mundo académico que hace parte de la “ignorancia pla-
nificada”7 con la que se pretende controlar la potencialidad emanci-
padora de la ciencia y reproducir el “analfabetismo científico”8 en las
nuevas generaciones de profesionales o investigadores/as.
Nos hemos extendido en este cuestionamiento de la ciencia del po-
der como recurso para sustentar por contraste, todo el valor, trascen-
dencia y oportunidad de este libro “Recordar, resistir, re-existir. Sa-
lud, cuerpos y territorios en contextos de pandemias y sindemias”
y el valioso conjunto de ponencias, relatos vivenciales y propuestas
que ha reunido como producto de un Congreso de carácter transdis-
ciplinario y de espíritu intercultural.
Cuánto distan las reflexiones y propuestas que se exponen a lo lar-
go de los quince capítulos del libro que aquí destacamos, respecto
del pensamiento lineal y funcionalista. Exponen sin ambages las aris-
tas esenciales del calentamiento global; la geografía crítica de la sa-
lud; el debate sobre transgénicos y agrotóxicos; las condiciones del

10
territorio como determinado y determinante; las urgencias y signifi-
cación de la defensa del agua; las consecuencias epidemiológicas del
sistema alimentario neoliberal; los procesos destructivos de la me-
gaminería; la contaminación por radiación de campos electromag-
néticos que proliferan gracias a empresas desreguladas; y por último
la urgente demanda de un nuevo sistema de salud, que incluya como
un mismo campo de lucha la salud del planeta, de sus seres vivos y
no sólo la de los humanos. Expresamos aquí nuestro efusivo recono-
cimiento de sus aportes.
La obra cuya edición ha sido coordinada por Damián Verzeñassi,
joven, talentoso e incansable luchador de la salud colectiva, aparece
como una nueva y valiosa contribución al conocimiento reciente y
memoria crítica de la ciencia, que se suma a otras producciones se-
mejantes provenientes de luchas afines como las que se empujan en
abordajes emancipadores del derecho y de la bioética9.
El libro muestra una colección de ponencias que conforman
una valiosa muestra de que, a pesar del antes esbozado escena-
rio de claudicación académica, la ciencia emancipadora se si-
gue cultivando, y no estamos solos. Brota del trabajo en territorio,
de una ciencia humilde pero firme, un pensamiento distinto, crítico,
más informado, de profunda incidencia para arrimar hombros en la
construcción de sociedades donde se coloquen en el centro la pro-
tección y promoción de la vida, la equidad y el vivir bien, saludable,
en cualquiera de las múltiples y ricas expresiones que han generado
nuestros pueblos con sus maravillosas culturas.

9
Con el fin de pensar a futuro en una mayor cooperación internacional, cabe entrelazar los
logros del libro cuyas contribuciones destacamos hoy, con los valiosos aportes que en este
nuevo milenio se están logrando desde diversos espacios de pensamiento crítico y acción.
Citamos aquí apenas algunos ejemplos del Sur, sin mencionar magníficas y activas organi-
zaciones en otros continentes con las cuales tenemos una relación fraterna -de países de
Europa como España, Portugal y Francia, y del Norte como los centros de medicina social
o de estudios latinoamericanas de prestigiosas universidades del Norte de América-. Vale

11
Referencias:

1. Breilh J. 2021. Critical epidemiology and the people´s health. New York:
Oxford University Press
2. Pignati, Wanderlei, Marcia Correa, Luis Leao, Marta Pignatti, y Jorge Macha-
do, eds. Desastres socio-sanitarios-ambientais do agronegocio e resistencias
agroecológicas no Brasil. 1era ed. Sao Paulo: Outras Expressoes, 2021
3. Klein N.2008. La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre.
Buenos Aires: PAIDOS.
4. Breilh J.2020. SARS-CoV2: rompiendo el cerco de la ciencia del poder. Es-
cenario de asedio de la vida, los pueblos y la ciencia. Buenos Aires: ASPO,
p.31-90
5. Jones, Richard, y James Wilsdon. 2018. The biomedical bubble. Why UK re-
search and innovation needs a greater diversity of priorities, politics, places
and people. Cambridge, UK: NESTA
6. Breilh J.2021. Critical epidemiology and the people´s health. Ibidem
7. Proctor, Robert, y Londa L. Schiebinger, eds. Agnotology: the making and un-
making of ignorance. Stanford, Calif: Stanford University Press, 2008.
8. Harding, Sandra. «Eurocentric scientific illiteracy. A challenge for the World
Community». En The racial economy of science, editado por Sandra Harding,
1-29. Indianapolis: Indiana University Press, 1993.

(cont.) referir en este punto varios ejemplos de redes y organizaciones que se han enfocado
en las luchas por el derecho a una ciencia crítica sobre la salud y la transformación de la
praxis, tales como la Redbioética de UNESCO (con publicaciones periódicas en la revista de
la red); el Foro Permanente de Acceso a la Justicia y Derechos de Argentina; los productivos
y pioneros grupos de trabajo de FIOCRUZ; las conferencias latinoamericanas y del Caribe
de pensamiento crítico en salud coordinadas por CLACSO; los Foros de Salud de diversos
países, la Red de Investigación de Inequidad y Clase Social, coordinada por la Universidad
de Antioquia; la Red de Promoción de la Salud de las Américas; los centros de investigación,
programas de maestría, doctorado y posdoctorado en campos de la salud colectiva, de va-
rias de nuestras universidades; y la potente gama de gremios de trabajadores de la salud
como la Aociación de Trabajadores del Estado Argentino (ATE), organizaciones sociales,
urbanas, de pueblos indígenas, de campesinos agroecológicos, recicladores y más, que con-
forman una poderosa plataforma para la producción de ideas, estudios y recursos para una
acción emancipadora.

12
Introducción

Damián Verzeñassi
Alejandro Vallini
Facundo Fernández

Una vez más, volvemos a pasar por el corazón en este saludable


ejercicio de Re-cordar.
Salud Socioambiental nace como materia electiva en el año 2004,
espacio de encuentros y diálogos de saberes en salud desde la di-
versidad, con perspectiva latinoamericana. Cual semilla, encontró en
la generosidad de quienes nos acompañaron como docentes y estu-
diantes a lo largo de estos años el terreno fértil para germinar, tras-
cendiendo el espacio curricular con el objetivo de incorporar en la
formación de les futures trabajadores una mirada compleja de los
procesos de Salud, situada en el contexto ambiental, social, económi-
co, político y cultural, haciendo brotar una construcción teórica-éti-
ca-política que a partir de la praxis académica permitiese transitar
los procesos de aprendizaje en conjunto con comunidades, movi-
mientos sociales y científicos, en diálogos colectivos y permanentes.
En crecimiento continuo, Salud Socioambiental encontró en la Sa-
lud Colectiva, la Ecología Política y el Pensamiento Ambiental Lati-
noamericano los abonos indispensables para profundizar su proceso
de transformación como campo teórico-práctico en vínculo estrecho

13
con la Salud de los Ecosistemas, como “raíz que abraza profundo a la
Madre Tierra”.
En este suelo fértil, suelo común y colectivo, nos encontramos desde
el año 2011 para vivir los Congresos de Salud Socioambiental. En el
encuentro, la palabra, en lo compartido, se germina la esperanza de un
nuevo mundo posible.
El año 2021, en el contexto de una crisis civilizatoria expresada en la
Pandemia de SARS-Cov 2, el 6° Congreso de Salud Socioambiental y
3° Encuentro Madre Tierra una Sola Salud nos permitió encontrar-
nos nuevamente a entramar saberes rompiendo las distancias geográ-
ficas. Por medios virtuales, la experiencia y el cariño de compañeras y
compañeros de toda América Latina y un poco más allá, propició nue-
vamente la reflexión y renovó las fuerzas en los territorios.
Durante 5 días, 52 referentes expusieron su mirada desde la ciencia,
las instituciones y los movimientos socioambientales sobre las proble-
máticas que se viven en los territorios. Los más de 800 inscriptos de
19 países distintos, 51 trabajos presentados y 16 charlas sincrónicas,
fueron fruto del esfuerzo sostenido durante meses.
El trabajo sostenido para la concreción del Congreso fue una res-
puesta grupal al contexto institucional adverso que transitamos,
donde las ideas y proyectos diversos se talan para la instalación de
un monocultivo de miradas y haceres, en un intento permanente de
fragmentar las autonomías de las construcciones colectivas. Pero
“las semillas se cuidan, se ofrecen, se siembran”, por estas enseñan-
zas quienes conformamos el Instituto de Salud Socioambiental nos
aferramos a nuestras raíces, para pasar el mal tiempo, pero sobre
todo para repensar nuestros sueños y nuestras luchas, para reivin-
dicar las ganas de caminar hacia esos nuevos horizontes. Resistir es
el sustrato que nos permitió y permite que las esperanzas y sueños
truncados rebroten, como la vida misma pulsando en el corazón de
nuestra madre tierra.
Hoy, para nosotros, Re-existir se transforma en imperativo de su-
pervivencia ante la crisis civilizatoria global, y ante los hacheros de

14
lo diverso, de lo distinto. “Alguien se asombra de la cosecha”, pero no-
sotros sabemos que es fruto de lo cuidado, de lo pensado y lo amado.
Este Congreso, es una de esas tantas cosechas que vendrán para
quienes soñamos construir nuestra realidad a partir de acciones y
vínculos:
“que tengan por trama la Vida
por valor la Vida
por derecho la Vida
por centro la Vida
por amor la Vida”

En estos aprendizajes, en estos andares, un fruto magnífico y único


ha esparcido sus semillas en la tierra que vuelve a ser.
En tu memoria y desde tus enseñanzas, querido Carlos Vicente:

“Cantaremos tu canción,
nuestra canción,
solo en ella es posible la Vida”

15
Capítulos

El 6to Congreso Internacional de Salud


Socioambiental y 3er Encuentro Madre
Tierra una Sola Salud se desarrolló de
manera virtual. A través del siguiente
código QR puede acceder a los videos de
las transmisiones.

16
Geopolítica de la Enfermedad

Leonardo Melgarejo (Brasil)

Ingeniero Agrónomo, Mag. en Economia Rural,


Dr. en Ingeniería de Producción, Miembro Fun-
dador del Movimiento Ciencia Ciudadana, de la
Asociación Brasilera de Agroecología, de la Red
Irere de Protección de la Ciencia y de UCCSNAL,
Profesor e Investigador.

Marta Maffei (Argentina)


Docente, Dirigente Sindical de los educadores a nivel
provincial, nacional e internacional y Ambientalista.
Ha sido parte de la conducción nacional de la Central
de Trabajadores Argentinos (CTA) y Diputada Nacio-
nal. Actualmente forma parte de la Fundación ECO-
SUR y participa en varias organizaciones y colecti-
vos que trabajan la problemática socio ambiental.

Damián Verzeñassi (Argentina)


Médico Legista. Profesor Titular de Salud Pública de la
Fac. de Cs. Médicas (UNR). Director del Instituto de Sa-
lud Socioambiental (FCM-UNR). Presidente de Médicos
del Mundo Argentina. Corresponsable de la materia Sa-
lud Socioambiental (FCM-UNR). Autor de publicaciones
donde se evidencian los impactos en la salud del agro-
negocio. En 2017 fue representante de la salud de las
comunidades en el Tribunal Internacional Monsanto.

17
Geopolítica de la Enfermedad

Leonardo Melgarejo
Marta Maffei
Damián Verzeñassi

Damián Verzeñassi: Pensar la crisis antrópica que estamos vi-


viendo a escala global a través de la geopolítica de la enfermedad nos
permite vincular lo que está ocurriendo con nuestros territorios, con
nuestros cuerpos, con nuestra salud de manera directa.
La fragmentación propuesta por los sistemas de conocimiento que
ordena nuestras sociedades permite el avance de estas lógicas de
destrucción y saqueo extractivista, disociando la sociedad del eco-
sistema. Es por esto, que es necesario un análisis reflexivo sobre las
decisiones políticas que se toman en los espacios de poder respecto
a lo que ocurre y ocurrirá con nuestros territorios, modificando los
modos de transitar nuestras vidas y, por lo tanto, de expresar los pro-
blemas de salud de nuestros cuerpos, mostrándonos cómo, en ese
contexto, la enfermedad se transforma en una herramienta de do-
minación de pueblos, de naciones, al servicio del avance de lógicas
hegemónicas.
En un momento de la historia del mundo en el que estamos atrave-
sados por diferentes pandemias (no solamente Covid-19) -lo que nos
lleva a hablar de “sindemias”- es central interpretar estos procesos
sanitarios y la imposición de extractivismos en algunos territorios

18
como estrategias para la dominación de nuestros pueblos a partir de
la enfermedad, lo que nosotros hemos dado en llamar “la Geopolíti-
ca de la Enfermedad”.

Marta Maffei: Los procesos de dominación cultural tienen una va-


riedad de recursos y métodos que a veces son imperceptibles para la
comunidad. De esta manera, la comunidad termina dominada por el
miedo en algunos casos, por la amenaza en otros o por la proximidad
del desastre.
En este contexto existe una situación social de debilidad muy im-
portante para vastos sectores de la población, la problemática para
algunos es ambiental, pero para la mayoría de los pobres es fuerte-
mente socio ambiental, es la problemática de sus vidas, es la posibi-
lidad de sobrevivir peleando con todas las carencias, empezando por
la falta de trabajo, siguiendo por las situaciones de vivienda y de ali-
mentación. A veces ni siquiera de alimentación, solo comida, ya que
la alimentación está en duda con la contaminación de los productos
que se consumen.
Esto genera una enorme fragilidad, la sociedad está fragilizada. Si
le sumamos que los medios de comunicación confluyen para trivia-
lizar la situación e impedir la toma de conciencia, nos encontramos
con un paquete difícil de revertir desde la soledad. Si uno lo piensa o
lo quiere resolver desde un pequeño grupo, desde una postura ideo-
lógica, desde un discurso, desde un debate, no es posible de revertir.
Necesitamos la construcción de la solidaridad social, y la fuerza so-
cial como fuerza de sostén, de soporte. Aún en los mejores casos, con
los mejores políticos y las mejores estrategias de cambio, si no está
el respaldo de la sociedad empoderada, consciente y decidida a dar
la pelea, es muy difícil sostener una línea de conducta.
Esto lo venimos realizando en el colectivo de la Campaña Plurina-
cional en Defensa del Agua Para la Vida, una construcción que pro-
cura informar, hacer comprensible, establecer causa-efecto y com-
prometer a la sociedad a buscar soluciones. Tratamos de encontrar

19
en el maremágnum de la confusión, políticas sociales, económicas,
culturales, para proteger la vida, para proteger los bienes naturales,
los derechos ambientales, el funcionamiento de los ecosistemas. Se
trata de encontrar los caminos desde distintos lugares, desde distin-
tas problemáticas, pero buscar la forma de confluir como hacen los
ríos, atravesar juntos esta lógica extractivista que está por otro lado
muy armada, ya que goza del consenso y del beneplácito de las au-
toridades. Se ha armado una estrategia de consolidación y de apoyo
a los sectores económicos, a los grupos económicos, a través de una
historia larga que tiene que ver con el endeudamiento de los países,
con el sometimiento al Centro Internacional de Arreglos de Dife-
rencias Relativas a Inversiones (CIADI), con la pérdida de autono-
mía, que inciden de un modo muy fuerte en las posibilidades de las
propias naciones.

Leonardo Melgarejo: Existen mecanismos de control de la so-


ciedad que están siendo exacerbados, y este proceso de control se
profundiza con la privatización de los territorios, del agua, de los re-
cursos vitales, y sobre todo de las conciencias. Actualmente nos re-
ferimos a esto con la expresión “colonización epistemológica”. En
este proceso, grandes grupos de personas hacen una absorción acrí-
tica de conceptos que los alienan. Se genera una servidumbre con-
sentida, que participa en una especie de terapia de choque, donde
las amenazas y el miedo terminan creando tolerancias. Son procesos
que generan y amplían una nueva forma de esclavitud.
De esta manera, se configura una verdadera sindemia: un momen-
to de superposición de múltiples crisis que se sustentan en la pasivi-
dad de las víctimas principales.
Actualmente, tenemos conciencia de que no existe una diferencia-
ción entre los seres, la expresión holobionte nos habla de todos los
individuos de los distintos reinos, los vegetales, los animales y los
hongos, trabajando en una especie de articulación genética y meta-
bólica donde unos dependen de los otros. En este proceso co-evoluti-

20
vo se puede observar la presencia de grandes individuos interdepen-
dientes, súper organismos articulados en respuesta al ecosistema
que comparten. En este sentido, los biomas mismos pueden enten-
derse como super organismos. La red de la vida son las múltiples
articulaciones, que no pueden ser tratadas de forma aislada, sin pér-
didas de sustancia y contenido. Por esto, el ecosistema global exige
la visión de una sola salud de la madre tierra, y es clave en el en-
frentamiento de la degradación en la que vivimos tomar en cuenta la
perspectiva agroecológica.
La biología nos presenta indicadores que demuestran tendencias
de sanidad y decrepitud de aquellos superorganismos. La sequía de
los ríos Paraná y Paraguay es un indicador de decadencia de estos
flujos que articulan los grandes seres que conforman los biomas y
que están integrados a ellos. El humo de la Amazonía sobre Monte-
video es un indicador que también debe ser observado. Esta pan-
demia de la COVID no es más que el resultado de la penetración de
una zoonosis en un socio-ecosistema degradado. Es un problema
que compartimos con otros seres, con otros animales, y que ha ad-
quirido extrema gravedad dado la explotación de sus ambientes, de
sus ecosistemas estables. En consecuencia, la zoonosis ha alcanzado
nuestros ecosistemas urbanos, insalubres, llenos de fragilidades y
debilidades inmunológicas, resultando en el actual
cuadro que afecta a toda la humanidad.
Hasta el Siglo XVIII se vivía una epidemia
de esta naturaleza cada 100 años. Después
del Siglo XIX, una cada 20 años. Pero des-
de el año 2000 tuvimos cuatro casos
gigantescos (SARS, Gripe Aviar, Zika y
Covid-19). Estas zoonosis, las compar-
tidas con monos, con cerdos, con pan-
golines, y todas estas crisis parten des-
de una percepción equivocada respecto
de cuáles son y cómo se valoran, compa-

21
rativamente, los intereses y los derechos de la vida, en relación a los
intereses y los derechos de las corporaciones. En este punto existen
estrategias que son claras y que están relacionadas a los sistemas
tecnológicos integrados, como las protecciones de regímenes multi-
laterales en derechos de patentes y los derechos de propiedad inte-
lectual.
En este contexto, tenemos urgencia en establecer las redes para la
construcción de nuevas interpretaciones que permitan burlar estas
lógicas que se expresan en la OMS y en la OMC, y que actúan como
puntos de control, que transforman nuestros países en un territorio
único a ser explotado, como ha relatado Galeano en las “Venas Abier-
tas de América Latina”.
En verdad no existen fronteras, los problemas son globales y de
toda la naturaleza. Y aquellas instituciones trabajan básicamente so-
bre el control de pocos grandes conglomerados: el del procesamiento
de los alimentos y las carnes; el del agronegocio como proceso inte-
grado con los agrotóxicos, los transgénicos y las maquinarias; el que
busca el control del agua; y el de la minería, todos integrados. Actúan
generando problemas, desequilibrios, que también son el espacio
para la ganancia de las corporaciones farmacéuticas. Por esto, tene-
mos la necesidad de actuar sobre los indicadores que están demos-
trando tendencias que queremos reforzar y, por supuesto, también
identificar cuáles son aquellos que queremos frenar. Establecer que
trabajamos en una casa común, que nuestras fronteras son ficticias y
son utilizadas para mantenernos aislados, es condición fundamental
para que podamos superar la trampa en que estamos detenidos, co-
lonizados desde las mentes.

Marta Maffei: Es preocupante observar que estos mecanismos


de control tienen éxito sobre la población, que la población absor-
be de modo acrítico lo que sucede, y que se haya creído en los dos
paradigmas de este modelo de desarrollo, que sustantivamente
son “el desarrollo es crecimiento” y “el progreso es consumo”. So-

22
bre estos dos pilares se establece la voracidad, por el crecimiento
y por el consumo.
Entonces si nosotros tenemos un PBI ciertamente creciente, por-
que los modos de la agricultura y de la ganadería industrial permi-
ten ese crecimiento, estamos en la buena senda, sin importar que no
exista distribución, que no exista justicia social, que la obtención de
la riqueza sea el único legitimante para las formas de explotación de
la tierra y del agua.
El agua nos permite de algún modo recorrer la totalidad del espec-
tro, toda la tierra depende del agua, agua salada o agua dulce, todos
los seres dependemos del agua, todos los seres somos un 60%, 70%
o 90% agua. Por tanto, defender el agua es comenzar a comprender
que ésta, sobre todo el agua dulce, es un bien escaso en disputa, y
que si nosotros no podemos defender el agua para la vida, termina
siendo agua para los negocios.
Cuando un bien es escaso, existe la necesidad y el deber de los pue-
blos de privilegiar, de decidir cómo dedicar ese bien escaso, cómo va
a ser su empleo, cuál va a ser su cuidado, de qué forma lo vamos a tra-
tar, no hacerlo nos convierte no solamente en víctimas, sino también
en victimarios. Porque nosotros privamos del agua a los ecosistemas,
nosotros destruimos, contaminamos de un modo atroz las fuentes de
agua, nosotros nos hacemos cómplices queriéndolo o sin querer del
uso de agroquímicos y de pesticidas terribles para la vida de la tierra,
para los alimentos, para la producción. Los trabajadores sin querer
somos cómplices, porque no son los empresarios quienes salen con
bidones de agrotóxicos a cargar los aviones o las máquinas fumiga-
doras, es el peón de campo, es el trabajador el que coloca las mate-
rias contaminantes por órdenes del patrón, pero lo acepta de forma
acrítica. Es decir, entre todos vamos tejiendo esta interdependencia
que no es solamente la interdependencia de la vida, sino también la
interdependencia del daño. Una interdependencia en la que todos
formamos parte de la destrucción de la vida, y de la vida de los mares
y de los ríos, y de los lagos y de las lagunas, y de los glaciares.

23
El conjunto de la población tiene una mirada fuerte sobre el tema
ambiental cuando su ambiente se ve deteriorado. Entonces, si apare-
ce el fracking en una localidad, o una mega-minera, o los chicos están
rociados con agrotóxicos y terminan con leucemia o cáncer, en ese
espacio, en ese lugar aparecen sectores de la población que se van a
defender.
Debemos colaborar en la comprensión de la interdependencia, la
conexión de todo en un mismo proceso, en un modo de convivir, po-
ner de manifiesto que hay un saber oficial que oculta a otros muchos
saberes que están siendo invisibilizados, subvalorados, como los sa-
beres ancestrales. Los saberes que permiten la vida en armonía con
la naturaleza son los saberes más golpeados.
En esto se requiere un inmenso esfuerzo, articular la problemática
ambiental con la salud y la enfermedad, articularla con las dificulta-
des para sostener los sistemas productivos agrarios con rindes ade-
cuados cuando la tierra está fragilizada, cuando está destruida y ha
perdido fertilidad, con la dificultad enorme de mantener el agua, de
conservarla, de preservarla.
Esto va incidiendo de tal modo que debemos lograr con celeridad
suficiente imbuir a la sociedad en la gravedad de la situación, comu-
nicar que hay alternativas y que las tenemos que construir juntos,
que debemos exigir, que hay que plantarse frente a los Estados, frente
a los grupos económicos. Para esto necesitamos lograr que el cono-
cimiento entre por todas las vías, desde la escuela, las universidades,
los centros de investigación, y de ser necesario debemos construir
nuestros centros de investigación.
La tecnociencia cooptada, no puede desplazar a la ciencia digna.
Tenemos que construir la ciencia alternativa, la necesitamos deses-
peradamente, porque tenemos sectores de la población que están
con dificultades muy graves para la sobrevivencia.
En Argentina tenemos el Acuífero Puelche contaminado y sobre el
Acuífero Guaraní en la triple frontera tenemos el ejército norteame-
ricano. En América Latina, con la pretensión de controlar el narco-

24
tráfico y la trata de personas, no solamente EEUU sino también otras
potencias, se posicionan sobre los acuíferos, pero deberíamos contar
con la lucidez de comprender que no están ahí por casualidad, no por
casualidad fue elegido ese lugar para la instalación de los ejércitos en
un contexto donde se avecinan conflictos por el agua.
En lógicas similares actúan las corporaciones al realizar una pro-
funda cooptación de la comunidad, porque lo primero que hacen es
pagarle el viaje de estudio a los chicos que están por egresar, comprar
un tomógrafo para el hospital, distribuir formas de acceso a internet
o computadoras, para que las sociedades los comiencen a ver como
benefactores, y después es difícil borrar la imagen del benefactor.
Un ejemplo de esto me ocurrió hace 20 años con una mujer en una
provincia recorrida por una minera. En un momento me dice, “bueno,
sin embargo, he conseguido trabajo para la minera”, y le digo “¿usted
trabaja en la mina? Porque es difícil que en la minera trabajen mu-
jeres”. La mujer dice: “Sí, yo le preparo 40 desayunos todos los días,
para el ingeniero, para los jefes de las minas, y les hago todo a mano,
los panecillos, el dulce, la manteca, y ellos me pagan, y me pagan bien,
nos ayudan”. Le pregunto “¿cómo los ayudan?” Y me responde “pagan
los viajes de los niños que tienen leucemia a Buenos Aires”.
Esto es el ocultamiento de la realidad, es la trivialización perma-
nente instalada en los medios de comunicación, el no dejarte pensar,
el conducir los procesos hacia la falta de alternativa. La instalación
de una lógica que plantea que “no hay otra, que es así, este es el sis-
tema, este es el progreso, este es el desarrollo, este es el crecimiento”.
Para un compañero trabajador o una compañera es enorme la difi-
cultad de entender que desde el temor, desde el miedo, desde la falta
de trabajo, se produce la cooptación, se produce el disciplinamiento
social.
Vandana Shiva, en uno de sus escritos plantea que dejar que los sis-
temas de agua, los sistemas alimentarios, los sistemas climáticos, y
millones de especies sean destruidos, creyendo que vamos a encon-
trar un sustituto para cada uno de los bienes que vamos destruyen-

25
do, que la tierra se va a recuperar, que va a seguir abasteciéndonos,
es el pico más alto de la estupidez humana, es el pico más alto de la
incomprensión humana, y salir de la estupidez no es fácil, porque
hemos sido estupidizados.
Es parte de la estrategia del sistema: el capitalismo hace negocio
con todo, y hace negocio también con la estupidez. Hace negocio con
la vacuna, hace negocio con la enfermedad, negocios con los gobier-
nos, hace negocio con la incapacidad nuestra como humanos de com-
prender la dependencia los unos con los otros, la interdependencia, el
ecosistema global, y que de este ecosistema global depende la salud.
Estamos rodeados de dificultades, todas posibles de enfrentar, y to-
das posibles de resolver, pero hay que sumarle voluntad, decisión y
sustantivamente, organización. Estas cuestiones no se resuelven de
a uno, estas cuestiones se resuelven cuando los pueblos nos organi-
zamos y damos batallas conjuntas, comprometidas y lúcidas, cuando
sabemos adónde vamos, qué queremos, cuando estamos golpeados
pero sabemos que la presencia de los grupos económicos en los te-
rritorios no es la instalación de un grupo benefactor, sino un pro-
ceso extractivista de saqueo, de destrucción de los ecosistemas. En
este sentido, debemos poder vincular y comprender que el endeuda-
miento externo opera como una estrategia a favor de las demandas
corporativas. La estrategia es convencer a los países, no importa que
el gobierno sea de derecha o de izquierda, o una dictadura, conven-
cerlos de tomar créditos abundantes sabiendo que los países no los
van a poder pagar, porque la deuda es un elemento condicionante
para la entrega de los bienes naturales sin control.
Ante esta estrategia necesitamos trabajar solidariamente con nues-
tros pueblos, necesitamos que nuestras voces sean comprensibles y
creíbles, porque también los pueblos han aprendido a desconfiar, y
a desconfiar muy fuertemente de los partidos políticos. Si nosotros
logramos desentrañar el conocimiento y ponerlo en función de las
necesidades sociales, hacerlo accesible, comprensible en la interac-
ción del conocimiento con la tecnociencia, con las tecnologías en ge-

26
neral, con las formas de producción y de consumo de la sociedad, si
logramos articular esto tenemos una base para comenzar y seguir
dando la pelea.
El colapso está más próximo de lo que nosotros pensamos, ya no
es solamente el calentamiento, sino la pérdida de biodiversidad, hay
cuestiones de las que ya no podemos volver atrás.

Damián Verzeñassi: Los poderes económicos, que son los que


definen los poderes políticos (ya que también cuentan con el poder
militar para hacerlo) se han organizado para ir construyendo terri-
torios cada vez más dañados, con personas cada vez más enfermas
y por lo tanto más limitadas en sus posibilidades de luchar por una
vida digna, de luchar por la libertad de su pueblo. Como enseña Gio-
vanni Berlinguer “cuando predomina la enfermedad lo que se pierde
es la libertad”.

Leonardo Melgarejo: Está claramente amenazado el espíritu hu-


mano, no solamente la democracia, no solamente la economía, no so-
lamente la salud. Tenemos que definir cómo vamos a enfrentar los
poderes corporativos, y la única forma de hacerlo es con fuerte ar-
ticulación social, lo que implicaría establecer los acuerdos más ade-
cuados sobre lo que vivimos.
La contaminación no es solamente de los cuerpos, es del suelo, del
subsuelo, es de las aguas. En Brasil, el agronegocio dependiente de
transgénicos libera un millón de toneladas de agrotóxicos al año al
territorio, este millón de toneladas al año no desaparece, se va in-
corporando al cuerpo de Gaia, y en esta incorporación va alimentan-
do las próximas zoonosis, y esto hoy es posible por una articulación
muy estrecha entre las personas que dominan el discurso oficial.
Actualmente en Brasil estamos viviendo uno de los ejemplos de
esta crisis de degradación del espíritu humano con la atención en sa-
lud por parte de las empresas privadas a los pacientes añosos que se
encuentran cursando Covid-19 en estado crítico. Se plantea que un

27
paciente óbito también es un alta de las Unidades de Terapia Inten-
siva las cuáles se encuentran colapsadas, de esta manera quienes
suponen que van a morir son trasladados a unidades de cuidados
paliativos y de esta manera desocupar las camas de Terapia Inten-
siva.
Actualmente, observamos políticas públicas destinadas a debilitar
medidas protectoras de las poblaciones, como las políticas públicas
destinadas a expandir acuerdos de controles de patentes. Hay una
acción organizada para influenciar las prácticas de los profesiona-
les de la salud pública y de las áreas de desarrollo, alterando los
hábitos de consumo y los valores que sustentan los razonamientos
colectivos. Esto como corolario implica el bloqueo a los científicos y
los activistas que pueden representar cualquier tipo de peligro por
deslegitimar los fraudes que protegen estos intereses corporativos.

Marta Maffei: Cuando fui diputada, entre los distintos proyectos


que llevé adelante, quise establecer un vínculo con los médicos para
que colaboraran a identificar las enfermedades que, nosotros tenía-
mos sospecha, presentaban origen ambiental, para que en la ficha
del paciente constará el ambiente donde la persona vivía. No se le
pedía un estudio pormenorizado, solo que consignara por ejemplo
que el paciente venía de la Provincia de Misiones, vivía a un kiló-
metro de la represa, una descripción sucinta del ambiente en el
que la persona habitaba para poder después profundizar el estudio
del nexo ambiente-salud o ambiente-enfermedad. No hubo forma
de que ese proyecto pasara por la cerrada oposición de las empre-
sas, sus representantes, los diputados y los senadores respecto de
este tema. Similar a lo que ocurre actualmente con el Proyecto de
Ley de Etiquetado Frontal con la resistencia de los funcionarios
a sancionar una Ley que permita identificar claramente los com-
ponentes que tienen los productos, particularmente los productos
alimenticios destinados a la niñez.
En esa ocasión también hubo una resistencia muy fuerte de las cor-

28
poraciones ¿Qué se puede perder, cuántos segundos le puede llevar
a un médico anotar en la ficha del paciente el nexo con el ambiente
donde la persona vive? Pero no lo pude lograr.
Después encontramos el caso de la Ley de Glaciares, que la pre-
sidenta en connivencia con la Barrick Gold vetó totalmente, así que
fueron otros dos años más de pelea hasta poder volver a discutir y
a debatir ese proyecto. Ahí se desató toda una estrategia de parte
de las provincias dictando leyes contrarias a la propia Ley Nacional,
cuando vieron que no podían porque eran inconstitucionales, las
provincias declararon inconstitucional la Ley Nacional, hasta que lle-
gó a la Suprema Corte de Justicia y después de nueve años se logró
establecer la constitucionalidad de la Ley de Protección de Glaciares.
Estamos hablando de una ley que protege las nacientes del agua.
Argentina no es Brasil, nuestro país tiene desde la provincia de Ju-
juy al noroeste, hasta Tierra del Fuego al sur, una línea diagonal que
llamamos diagonal seca, porque al este de esa línea existen las pra-
deras, los bosques, los montes, las zonas productivas, pero al oeste la
zona es seca y sin agua, es árida.
La única posibilidad de esta zona es el agua glaciar, y el cuidado del
agua del glaciar, porque la Cordillera de los Andes ahí tiene una
altura que impide el paso de los vientos del
Océano Pacífico y por la distancia no es posible
la llegada de los vientos del Atlántico. Si en
esas zonas no hay derretimiento glaciario,
no hay nieve acumulada, no hay ríos de
origen glaciario, tenemos una impo-
sibilidad de sobrevivencia porque
se transforman en zonas áridas.
Los cultivos de esa zona son culti-
vos de riego, las vides, los papines,
los olivos. Si nosotros no podemos
cuidar esos bienes y pensamos que los
tendremos por siempre, que no van a des-

29
aparecer o que no le podemos generar daño, es parte de la estupidez
de creer que la tierra nos va a reponer permanentemente y para toda
la vida los daños que le estamos haciendo. Es muy difícil, si los pue-
blos no terminan de entender esta articulación, que lo logremos. Que
un médico se resista a comprender esto tiene que ver con otra cosa,
tiene que ver con los laboratorios, con el negocio de los medicamen-
tos, con el negocio de la enfermedad. También tenemos que articular
las formas de entender la enfermedad, porque no es solo la contami-
nación ambiental, también es la contaminación de nuestra cabeza, no
poder salir de los procesos coloniales que establecen las formas de
disciplina social y la aceptación de esto.

Damián Verzeñassi: Tenemos la necesidad de contar con un siste-


ma universitario, un sistema de construcción de un tipo de saberes
y de formación de profesionales que tengan otro compromiso, que
tengan otra mirada, que logren librarse de la ceguera académica, y de
la lógica de pensamiento en virtud de las necesidades de las corpora-
ciones y de los gobiernos que ordena la mayoría de nuestros planes
de estudios, que ordena la mayoría de los sistemas de tecnociencia.
En el año 2000 hablábamos de la importancia de desnudar e incor-
porar, particularmente en las carreras de medicina, el análisis de lo
que significó el anuncio del Banco Mundial en diciembre del año 1991
cuando (en el memorándum de Lawrence Summers) manifestaba ex-
plícitamente la necesidad de estimular el traspaso de las industrias
sucias a los países del tercer mundo, argumentando que en nuestros
países nos moríamos antes de otras cosas que de la contaminación, y
además, como los salarios eran más bajos y movíamos poco el siste-
ma económico-productivo del mundo, éramos más baratos.
Pero ¿cómo se estimula el traspaso de las industrias sucias sin que
haya resistencia de los pueblos, sin que los sistemas universitarios
se manifiestan diciendo “señores nosotros no estamos dispuestos a
ser los basureros del mundo”? Lo hacen porque previamente hubo
un trabajo de endeudamiento de nuestros territorios, de nuestros

30
países, un endeudamiento falaz, un endeudamiento perverso con el
único objetivo de facilitar este tipo de procesos, de procesos que se
encadenan con el hacer negocios con la enfermedad.
Después del “Informe Summers” (1991) el Banco Mundial difun-
dió el documento conocido como “Invertir en Salud” (1994) a tra-
vés del cual ese organismo financiero definía dónde había que poner
el dinero para hacer aún más dinero con las enfermedades. Este do-
cumento instaba a invertir en los países empobrecidos especialmen-
te en las tecnologías de diagnóstico y tratamiento de enfermedades
complejas. Claramente el poder económico sabía cuáles eran los per-
files epidemiológicos que generan las industrias sucias que el mismo
BM planteaba trasladar a nuestros países, avanzando un paso más
hacia la mercantilización de la salud y los procesos de cuidado.
En este contexto cobra vital importancia el rol de las organizacio-
nes de científicos, de las organizaciones de académicos, de las orga-
nizaciones de docentes, caminando en conjunto con los movimientos
sociales que deciden resistir, no porque son iluminados sino porque
exigen su derecho a seguir existiendo. Estamos en un momento en el
que las resistencias son estrategias de re-existencia de los pueblos y
territorios arrasados por el extractivismo definidos por la geopolíti-
ca de la enfermedad.
Este contexto de sindemias y de labilidad soberana de nues-
tros países, debe ser advertido, agendado y, por sobre todas las
cosas, debemos interpelar a todo el sector de toma de decisiones
políticas así como también a las organizaciones sociales. Quizás
sea provocador, pero creo que, a veces, corremos el riesgo de
confundirnos y pensar que el Estado es malvado y las organiza-
ciones sociales son impolutas, y no advertimos que hay organi-
zaciones sociales que son también herramientas de la geopolíti-
ca de la enfermedad, que trabajan para confundir, que trabajan
para boicotear, y que trabajan para debilitar a los movimientos
sociales genuinos que pretenden ejercer el derecho a vivir, a lu-
char por nuestras vidas y nuestros territorios saludables.

31
Marta Maffei: En este sentido, dentro de mis organizaciones socia-
les he tenido muchas discusiones por el plus por trabajo insalubre.
Pero ¿cómo cambiamos la salud por un plus? ¿es posible que las or-
ganizaciones sindicales estemos peleando un plus por insalubridad
en lugar de la obligación de la empresa o el Estado de invertir para
que el trabajo se realice en condiciones saludables? No hay malicio-
sidad, es un modo de pensar, es un disciplinamiento de nuestro pen-
samiento ancestral que está absolutamente manipulado, nos cuesta
mirar con otros ojos, siempre volvemos a mirar la realidad con los
mismos ojos.
Es una estrategia: dejarte sin trabajo, hacerte temer, estar discipli-
nado y quedarte ahí porque no tenés posibilidad de conseguir otro
trabajo a los 40 años, o porque directamente no hay trabajo. Enton-
ces las organizaciones sociales peleamos por un subsidio del Estado
en vez de pelear por las 6 horas de trabajo. La tecnología está en
condiciones absolutas de reducir el tiempo del trabajo, antes traba-
jábamos 16 horas, después trabajamos 14, después trabajamos 12,
después trabajamos 8, y el mundo no se paralizó, no pasó nada. Hoy
no tenemos que trabajar 8 horas, con 6 horas es más que suficien-
te, esto generaría pleno empleo, esto generaría otra disponibilidad,
pero todavía nos cuesta comprender el mundo en el que estamos vi-
viendo y esta complejidad entretejida que nos habían puesto para
que disputemos entre nosotros por un puesto de trabajo y creamos
que con eso resolvemos la problemática de los trabajadores.

Leonardo Melgarejo: Existe una urgencia de trabajar en red, para


fundirnos en el control de las conciencias, nosotros somos controla-
dos por el miedo que tenemos al hambre, al desempleo, a la cerca, a
la muralla del fascismo, de las pandemias. Las fuerzas colectivas que
podemos movilizar en nuestros países deben aprender con la natu-
raleza. En la naturaleza no existen especies aisladas, existen redes,
formando seres articulados u holobiontes. Somos partes de un todo,
y actuamos como si pudiéramos ignorar el todo. Debemos intentar

32
incorporar otras visiones, porque la ciencia deja afuera sensaciones
comunes de los pueblos que están siendo diezmados.

Damián Verzeñassi: ¿Qué perspectivas tienen ustedes en estos


contextos que estamos transitando? ¿Cómo ven el futuro inmediato
y las posibilidades de acción para no continuar siendo zona de sacri-
ficio, área de despojo, el patio trasero de los poderosos del mundo?

Marta Maffei: Uno también es víctima del temor, de sentir que lo


que hacemos no resulta suficiente, que no podamos llegar a quienes
queremos llegar, que no podamos explicar o expresar y ser creíbles.
A veces existe una cierta desazón, pero hay algunos elementos en
nuestro país que son positivos. Desde nuestra entidad sindical nunca
fuimos solamente reivindicadores de salarios, trabajamos mucho la
formación de los docentes, una formación por dos canales: por un
lado la formación pedagógica que permite salir del proceso de domi-
nación cultural; y por el otro lado, la formación ambiental desde hace
más de 20 años. Con ese esfuerzo logramos formar 40 mil docentes,
pero esa semilla que sembramos con compañeros en cada escuela
permitió empezar a construir una mirada alternativa, nos permitió
que hoy tengamos una juventud activa en la República Argentina pe-
leando en temas ambientales. También contamos con un desarrollo
significativo en eco feminismo, lo cual hace 25 años no teníamos.
Aparecieron porque hubo discurso, porque hubo compromiso, por-
que hubo trabajo, y también porque hay una realidad que nos está
mostrando que lo que nosotros dijimos y enseñamos no fue una ilu-
sión, no fue una experiencia personal individual que no tenía raíces
en la realidad. Hoy estamos viviendo esa realidad acuciante: el calen-
tamiento global, la pérdida de diversidad, la contaminación.
Argentina tiene el 70 por ciento de todos sus ríos contaminados, no
puede manejar los basurales, tenemos el mar con una enorme canti-
dad de partículas que generan infertilidad en los peces, tenemos pro-
blemas que no habíamos sospechado hace 20 años pero que pusimos

33
en alerta, y eso ha generado un espíritu crítico. Es por esto que un sec-
tor importante de la juventud y un sector importante de las mujeres se
introducen con fuerza en un pensamiento ambiental alternativo.
En este momento hay una pulsión todavía subrepticia: por un lado
quienes peleamos por la vida y creemos que para que la vida se siga
desenvolviendo debemos re-armonizar nuestras formas de produc-
ción y de consumo con los ciclos de la naturaleza; y los que creen que
esa armonía no es posible y no les interesa, y que tal vez un descenso
de la población mundial sea una de las variables necesarias para redu-
cir los procesos de contaminación.
Esta disputa atenta fuertemente contra las comunidades más pobres,
contra los más desposeídos, aquellos que no tienen el poder económi-
co para comprar en el negocio de la salud. Estamos disputando la vida,
y vamos a seguir disputando la vida, no solamente la vida humana,
toda la vida, todas las vidas y creo que en esta tarea tal vez tengamos
éxito, porque con ayuda, es posible reducir la estupidez humana a ex-
presiones mínimas.

Leonardo Melgarejo: A nuestra región la han llamado la patria so-


jera, pero podemos ser la patria de la educación, la patria de la biodi-
versidad. No necesitamos cambiar el número de personas que habitan
en el mundo, pero sí el modo en que lo habitan, el modo de consumo.

Martha Maffei: Noam Chomsky, el lingüista norteamericano, plan-


tea que la estrategia de los Estados Unidos en América Latina cam-
bió el modelo de los golpes de Estado porque ya no gozaban de buena
prensa por los golpes de facto empresarios. La gente cree que cuando
vota en las elecciones elige un gobierno, y que este gobierno decide,
pero es el gobierno de facto empresario el que decide la vida de los
pueblos.
Los pueblos terminan siendo como el agua, son más transparentes,
son más cristalinos, y por lo general encuentran el cauce, y yo creo que
nuestros pueblos van a encontrar el cauce.

34
El común de la población entiende que no hay ningún justificativo
para el suicidio colectivo, y en la medida que comprenda que la conta-
minación, que las formas de producción extractivas, que los modelos
productivos y los modelos de consumo son un camino abierto hacia el
suicidio colectivo, nuestros pueblos se podrán liberar de tantas atadu-
ras y empezar a vivir su vida.

Damián Verzeñassi: Debemos animarnos a recuperar la “Diver-


sidad”, el “Tiempo” y el “Territorio”, como tres dimensiones claves
para poder pensar los ciclos vitales y pensar la salud de los sujetos y
de las comunidades de las que somos parte.
En ese sentido, si pudiésemos recuperar la capacidad de pensar des-
de la diversidad (a la cual naturalmente deberíamos cuidar, porque
somos parte de la trama de la vida) y como nos enseña la Biología,
aprender de los más pequeños, de los microorganismos que se orga-
nizan para resistir, para poder seguir existiendo, estaríamos un paso
más cerca de comprender que sin diversidad no hay diálogo posible.
Y para que los diálogos se den, hace falta Tiempo. Es necesario re-
cuperar el tiempo como una dimensión a defender. El tiempo de los
metabolismos, el tiempo que permite que un proceso se lleve a cabo.
Diálogos y procesos metabólicos requieren, además de Diversidad y
Tiempo de un Territorio en donde darse.
Por eso la convocatoria es a pensar desde los territorios y pensar
desde nuestros cuerpos como parte de los territorios.
Pensar cómo las geopolíticas que se definen en otros lugares termi-
nan impactándonos, limitándonos en nuestras posibilidades de ejer-
cer nuestro derecho a una vida digna, pero al mismo tiempo nos dan la
posibilidad, si nos advertimos, de organizar nuestros acuerdos, nues-
tros encuentros y nuestros diálogos para construir las alternativas, las
resistencias que siembran y hacen posibles los futuros saludables que
soñamos para nosotros y los que vendrán.

35
Agua para la Vida

Yaku Pérez Guartambel (Ecuador)

Defensor del Agua, Doctor en Jurisprudencia por la Univer-


sidad de Cuenca. Desde 1990, se dedica a la protección de
los recursos naturales. Pertenece a la Unión de Sistemas
Comunitarios de Agua del Azuay y la Federación de Orga-
nizaciones Indígenas y Campesinas. Fue elegido concejal
de Cuenca en 1996. Fue elegido dos veces presidente de
la ECUARUNARI. En 2017, fue elegido presidente y coordi-
nador de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indí-
genas. Prefecto del Azuay en el 2019. Fue candidato presi-
dencial en el 2021.

Horacio Machado Aráoz (Argentina)


Lic. en Ciencia Política (Univ. Católica de Córdoba),
diplomado en Planificación Social para el Desarrollo
Local (Sur-Cepal, Santiago de Chile), Magíster en Cs.
Sociales, y Dr. en Cs. Humanas (Univ. Nac. de Catamarca).
Trabaja como investigador adjunto del CONICET,
Argentina, coordinando el Colectivo de Investigación
de Ecología Política del Sur, en el Instituto Regional de
Estudios Socioculturales y como Profesor de la Cátedra
de Sociología (Univ. Nac. de Catamarca).

María Fernanda Solíz Torres (Ecuador)


Lic. en Psicología (Univ. del Azuay). Dra. en Salud Colectiva,
Ambiente y Sociedad (Univ. Andina Simón Bolívar).
Profesora-investigadora con experiencia de trabajo en
Investigación Acción Participativa con comunidades
afectadas por conflictos socio-ambientales en Ecuador,
América Latina y África, en el marco de la construcción de
un proyecto de Salud Colectiva. Publicó múltiples libros
y artículos en temas de Salud Colectiva, Salud Ambiental,
Impactos en salud de actividades mineras, petroleras,
agroindustriales y de disposición final de residuos.

36
Agua para la Vida

Yaku Pérez Guartambel


Horacio Machado Aráoz
María Fernanda Solíz Torres

Yaku Pérez Guartambel: Asistimos a un momento extremada-


mente crítico. El cambio climático ya no es una amenaza, es una
realidad que se vive todos los días, ya no son una excepción las
sequías prolongadas y los diluvios que se viven en muchas partes
del mundo. Los Estados, las élites económicas y las élites políticas
echan la vista a otro lado como disimulando, sin darse cuenta que
como pronosticaba Stephen Hawking en menos de un siglo esta-
remos envuelto en llamas producto de los gases de efecto inver-
nadero y el calentamiento global que será irreversible. Desgracia-
damente, los primeros humanos afectados seremos los pobres, los
marginados, los de a pie. Los otros tampoco podrán salirse de esta,
porque no hemos conquistado ningún otro planeta, constelación o
galaxia.
Sin embargo, ¿con qué autoridad ética podemos llegar a otros
lugares después de haber destruido nuestra casa grande que nos
convidó el privilegio para nacer en esta tierra bendita? Por la so-
berbia de esta visión antropocéntrica -o mejor, falocéntrica- en
donde el capital y el mercado se han convertido en un Dios, y por
el engaño de una religión estamos abocados a una triste realidad.

37
Estamos en vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (COP) en donde los presidentes irán
de turismo y las comunidades seguiremos sufriendo sin agua o to-
mando agua contaminada. Como decía alguna vez Jean Paul Sartre:
guerrean los ricos y mueren los pobres. A partir de estas acumula-
ciones de fortuna de unos cuantos, de manera ilícita y en paraísos
fiscales, sucumbimos y padecemos las terribles penurias nosotros,
la gente más pobre. Las mujeres sufren las consecuencias cuatro
veces más, por ser mujeres, por ser campesinas, por ser indígenas
y por ser pobres, ya que son las acarreadoras de agua.
No sabemos cuánta gente se muere literalmente por contamina-
ción o carestía de agua, porque el agua que existió ya no existe,
se secó la laguna, el pozo y la vertiente; o porque esa laguna que
contenía aguas puras, cristalinas y benditas vista desde el mundo
indígena, hoy son aguas enfermas, contaminadas y que no están
bien para la salud. No se puede hablar de la salud humana y biótica
sin que nuestra madre naturaleza goce también de buena salud.
Por más que ella tenga tanta sabiduría y formas de resiliencia, las
grandes multinacionales extractivistas petroleras, mineras, made-
reras y agrotóxicas que no tienen compasión, que no tienen ternu-
ra, que no tienen rostro humano y que solamente les mueve el ca-
pital la están poniendo en riesgo llevándonos al suicidio colectivo.
Estamos asistiendo a un momento donde el mundo está desbo-
cado, donde esta crisis civilizatoria está llevándonos a situaciones
inconcebibles, y me entristece saber que un buen sector de la po-
blación aún mantenemos nuestros corazones congelados, no nos
sensibilizamos, no nos prendemos y no salimos a manifestarnos.
Sólo un grupo de ecologistas, sólo los pueblos originarios -a quie-
nes le debemos mucho ya que con apenas el 5% de la población
mundial, conservan el 80% de la biodiversidad del planeta- sinto-
nizados con los ecologistas de la comunidad científica no nos están
dando mensajes apocalípticos, sino realidades apocalípticas. Estos
grupos están alzando un grito. Como diría el Papa Francisco: la cri-

38
sis climática no es distinta de la crisis económico y ecológica, es la
misma crisis solo que se manifiesta en diferentes facetas.
El grito de la tierra es el grito de los pobres, de las mujeres,
de los excluidos, y ese grito hay que hacer que se contagie a nivel
planetario. Así como nos globalizan el extractivismo, el despojo, la
violencia, el patriarcado, el ecocidio, los epistemicidios, los femici-
dios y el terricidio, hay que globalizar la resistencia no violenta, la
resistencia pacífica con ternura, con alegría, con argumentos, con
sustentos. No solamente sacando a relucir la razón sino el corazón,
no solamente argumentando con las neuronas de la mente, sino
con las neuronas del corazón, y ojalá no solamente generar con-
ciencia, sino crear sensibilidad. Ojalá podamos -con los argumen-
tos potentes de toda la ciencia, de todo el conocimiento y las epis-
temologías venidas por Horacio, por María Fernanda y por otros
estudiosos e investigadores comprometidos con la conciencia- ir
tejiendo esta urdimbre, este gran tejido planetario de la resisten-
cia para no sucumbir.
La vida es tan linda, es el mayor milagro, y ese milagro no puede
existir sin el agua, porque somos agua, del agua venimos y al agua
devenimos, y al rato que se acabe el agua, se acaba la vida. El ciclo
del agua es el ciclo de la vida decía Jacques Cousteau, y a pesar de
que seamos gotitas en el mundo ojalá podamos vivir creciendo y
multiplicando para formar riachuelos, lagos, lagunas, ríos, océa-
nos, mares de la resistencia.
Soy optimista cuando veo a los jóvenes en las calles marchando,
viendo que no hay un futuro sin planeta y no hay planeta sin
jóvenes. Y los jóvenes son los más prendidos, los que están dis-
puestos a contrarrestar todas estas taras mentales de gobiernos
y de élites. Cuando los veo, ahí me nace la esperanza. Creo que el
hombre además de ser político por naturaleza también es un ser
optimista: nos resistimos a sucumbir, nos resistimos a ser domi-
nados, nos resistimos a extinguirnos como especie humana y es-
tamos en esta supervivencia, en esta sobrevivencia, a pesar que

39
se busca hacer negocio del agua -por algo cotiza el agua en Wall
Street desde diciembre del año pasado como una mercancía más.
Estamos asistiendo al inicio de un colapso planetario, estamos
viendo cómo el crecimiento económico se detiene, y la pandemia de
coronavirus es apenas una manifestación de esa crisis civilizatoria,
de esta herida que siente la Madre Tierra, que como el ser humano
no entiende, tuvo que mandar a parar forzadamente los aeropuertos,
las fábricas y todo. El coronavirus es el pequeño anuncio de lo que se
viene. Ojalá entendamos, ojalá volvamos los ojos a lo más simple, a
lo más sencillo, a lo más tierno, pero a la vez a lo más profundo que
es la vida.
El Biocentrismo y la Ecología post-extractivista es el camino a
través de la resistencia. Estaré siempre atento a las acciones peque-
ñitas; siempre provocan impactos globales, impactos planetarios.
Soy profundamente optimista y apuesto a la resistencia, resistir es
vivir. Me han dicho muchas personas cuando hemos estado defen-
diendo el agua arriesgando nuestra vida, encarcelados en muchas
ocasiones, vilipendiados con amenazas de muerte, “¿compañero
Yaku hasta cuándo luchamos? ¿cuándo terminará esta lucha?” y yo
les digo: “la lucha, esta resistencia es hasta el último latido del cora-
zón y el primer latido de nuestros hijos y nuestras hijas”. Así es que
esta lucha es intergeneracional y la defensa del agua, la defensa de la
vida, de los territorios, de la biodiversidad, la defensa de la creación
es intergeneracional, es una defensa que debemos hacerla nosotros
y a través de nosotros nuestra trascendencia, que son nuestros hijos
y los hijos de nuestros hijos.
Así que, a pesar de la tragedia, de los momentos duros y angustio-
sos que vivimos en el planeta quiero convidarles y contagiarles de
optimismo, de entusiasmo, de irreverencia y de rebeldía. A no ami-
norarnos jamás, aunque estemos en otra dimensión, aunque este-
mos caídos, levantarnos y resistir, que la resistencia nos hará libres.
Les mandamos un fuerte abrazo desde este rinconcito de Quito, aquí
en la mitad del mundo, les mandamos el sol radiante, el sol andino,

40
para que ojalá pueda iluminar a todos, para que les dé más abrigo en
el corazón y más sabiduría en las mentes.

Horacio Machado-Araóz: El tema que nos convoca es crucial: el


agua como una dimensión fundamental de la vida. Los extravíos
de la razón imperial, de este modelo civilizatorio hegemónico, se re-
flejan de una manera muy patente y muy obscena en la fenomenal
crisis hídrica que estamos viviendo y atravesando. Una crisis hídrica
que no solamente tiene que ver con la descomposición del sistema de
vida-Tierra, sino con la descomposición de las condiciones políticas
de la producción de la vida.
Queremos proponer acá una pequeña reflexión desde nuestro cam-
po de investigación, desde la lógica de la ecología política, enten-
diéndola como un nuevo paradigma de conocimiento que se concibe
a sí mismo como un medio al servicio de la vida, y no como medio de
manipulación y de control de la vida, tal como fue originariamente
pensada y diseñada la primitiva ciencia moderna, estructurada des-
de el siglo XVI, en el contexto de la apropiación colonial del mundo.
Esto nos sitúa en una lógica de pensar que el conocimiento para ser
objetivo tiene que estar situado, y tiene que dar cuenta de sus condi-
ciones de enunciación, de sus contextos y sus interlocutores, de sus
motivos y fines. Desde ese punto de vista, hemos aprendido y esta-
mos aprendiendo mucho de las comunidades hermanas, maestras,
cuyas aguas fueron afectadas por la codicia, esa energía social ne-
fasta, probablemente la más tóxica de las energías humanas que es
la que está en las raíces de la crisis hídrica civilizatoria. Es con esas
comunidades defensoras de la vida, defensoras del agua, con quiénes
estamos caminando y de quiénes también estamos aprendiendo.
Situar el agua como un aspecto vital en estos tiempos nos enfrenta
a un escenario -que en los últimos 50 años se muestra con mucha cla-
ridad- donde nos encontramos una gran bifurcación entre una ruta
exterminista y otra ruta que abre a muchos otros caminos posibles
y que, desde Abya Yala, nos habla de un horizonte de buen vivir. El

41
agua nos muestra esta gran bifurcación entre exterminismo y
buen vivir, y para dar cuenta de esto vamos a abordar cuatro temas
puntuales.
El primero, pensar el agua como clarificador de las relaciones entre
civilización y barbarie. En segundo lugar, el papel del agua en la cons-
titución política de las sociedades humanas. Eso nos va a permitir ha-
blar de los orígenes de esta crisis hídrico-civilizatoria y, finalmente,
en cuarto lugar, vamos a proponer ver en esas raíces de la crisis, el
capitalismo o el capitaloceno como una falla hídrica, como una falla
hidrosocial.
Entonces, en primer lugar, el agua es un elemento clave que cla-
rifica las relaciones inversas que existen entre “civilización” y
“barbarie”. La idea de que el agua sea un bien bursátil, nos muestra
los extravíos de lo que ha sido impuesto en nombre de la civilización.
Esa dicha “Civilización” que, en sus orígenes, se erige como presun-
tamente universal, a través de la barbarización de aquellos pueblos
que vieron y consideraron el agua como un principio vital y un ser
sagrado, entendiendo a lo sagrado como un vínculo religioso en fun-
ción del cual se estructura toda la vida. El abismo exterminista que
hoy estamos afrontando nace con la devaluación ontológica del agua,
la desconsideración del agua como principio vital. Los pueblos mal
tratados como “primitivos” y “salvajes” por esta razón imperial, tra-
taban el agua con la entidad de un ser sagrado. Ese tratamiento nos
interpela ya que nos muestra una enorme brecha ontológica entre
considerar el agua como un ser sagrado y como principio vital, o con-
siderarla como un puro objeto susceptible de ser mercantilizado.
Ahí vemos una enorme brecha entre civilización y barbarie, la ci-
vilización hegemónica piensa que es racional tratar el agua como un
bien de mercado y las civilizaciones barbarizadas que hoy están le-
vantándose en defensa del agua la consideran un ser sagrado de la
cual depende la vida. Estamos hablando de comunidades que, desde
el sur de Nuestra América, por todo el hemisferio de este a oeste,
se están levantando en defensa del agua como fuente de vida. Esas

42
comunidades están mostrando absolutamente otra epistemología y
otra ontología. Entonces la cuestión del agua nos muestra que, en sus
orígenes, es una problemática colonial, lo cual significa que no pode-
mos entender la actual crisis hídrica sin considerar el desgraciado
y determinante trastorno ecológico y político, el trastorno geo-so-
cio-metabólico que se introdujo mundialmente con la invasión, la
conquista, la colonización y la explotación de los pueblos agro-cultu-
rales de las hidro-comunidades del Abya Yala.
La actual crisis hídrica es una dimensión fundamental de la crisis
civilizatoria, y no estamos hablando apenas de escasez de agua ni de
injusticia hídrica, sino de la irracionalidad, la insensatez y la indolen-
cia a través de las cuales se expresan en un modo mercantil de uso
del agua, que es lo que está poniendo en jaque las posibilidades de
sobrevivencia de nuestra especie y de muchas otras especies, co-ha-
bitantes de la Tierra.
Si la crisis hídrica es un síntoma de la crisis civilizatoria, ésta sola-
mente puede ser eficaz y realistamente afrontada a través de un cam-
bio civilizatorio. Por eso me parece clave pensar de qué estamos ha-
blando cuando hablamos de salvar el agua, pues esto nos interpela a
construir otros horizontes civilizatorios, a una migración hacia otras
epistemes y hacia otros modos de producir y de concebir la vida que
se alejen diametralmente de esta civilización soberbia, basada en la
violencia, autoimpuesta como la única civilización “universal”, au-
toconcebida como “superior” y cuya mundialización se ha hecho a
través de una trayectoria histórica de hidrocidio, de genocidio y de
epistemicidio, precisamente aniquilando a las alteridades que fueron
pensadas como primitivas, como salvajes; como diría Hegel hace dos
siglos atrás, como “pueblos sin historia”.
Es clave pensar el agua no solamente como elemento vital para los
organismos humanos y para nuestra continuidad biológica, sino que
también es fundamental para la constitución de la vida humana en
tanto formación cultural y formación política. Es que, efectivamen-
te, los sistemas sociales se construyen sobre el modo de trata-

43
miento del agua. Podemos decir que el agua refleja el alma de las
formaciones sociales; su forma cultural y su sistema político-econó-
mico, es decir, su modo de producir la vida humana, ya que ésta es
una producción histórica, social y política. Y en el punto originario de
esa producción social está el modo cómo cada pueblo, cada cultura,
construyó su modo histórico específico de concepción y tratamiento
del agua y de relacionamiento con las aguas.
Toda cultura, todo pueblo implica y se construye en base a un
determinado régimen hidrológico, y ese régimen hidrológico no
solamente determina la salud, la viabilidad y la sustentabilidad am-
biental y biológica de esa población, sino que también determina las
formas culturales y políticas de la organización de la vida social hu-
mana. La matriz de las relaciones sociales es inseparable de la matriz
de cómo esta sociedad trata y concibe al agua, la cual se configura
como base material de la vida. Por eso el agua está en el centro y en
la base de la constitución política de las sociedades humanas. Todas
las civilizaciones, para constituirse como tal, han debido configurar
un determinado modo de tratamiento, de concepción, de
uso, de asignación y de apropiación del agua. Nos enfren-
tamos a un modelo civilizatorio hegemónico que trata
el agua como mera mercancía. Pero eso no fue siempre
así; yo diría que es una anomalía histórica. Ni todos
los pueblos, ni todas las culturas la trataron así. Más
bien, antes de esta civilización universalizada e
impuesta como hegemónica, existieron mu-
chos pueblos hidrocomunitarios que pen-
saron y concibieron al agua como divinidad,
como madre y fuente de vida.
Para referirnos a los orígenes, habíamos
dicho que en la base tenemos la conquis-
ta de “América” (Abya Yala) como un gran
hidrogenocidio. Nicolo Gliglo y Jorge Morello,
dos historiadores ambientales de América Lati-

44
na, sostienen que precisamente la invasión, conquista y colonización
marca un antes y un después. Es el inicio de una forma de trato expo-
liatorio de las poblaciones y de los territorios. Antes de esto, Gligo y
Morello caracterizan a las poblaciones prehispánicas como civiliza-
ciones hidráulicas. El desarrollo de las civilizaciones se estructuró en
base a modos específicos de tratamiento del agua y ellos distinguen
tres grandes civilizaciones hidráulicas del Abya Yala.
Primero, las civilizaciones que se desarrollaron en función de
los aprendizajes que construyeron en torno al manejo de los
grandes excedentes de agua. Son las agroculturas de camellones
que prosperaron, por ejemplo, en las islas de Marajó, en Brasil; en
los pantanos de Moxos, en Bolivia; en los llanos de San Jorge, en Co-
lombia; en el delta del río Guayas de Ecuador; en Surinam; y las dos
más conocidas, el pueblo de los Uros del lago Titicaca y la Chinampa
mexicana, en el lago Texococo. Son civilizaciones que se construye-
ron en base a manejar la excedencia y la abundancia de agua de esos
territorios.
En segundo lugar, civilizaciones que se construyeron en base a
su capacidad para gestionar ambientes áridos, a partir de com-
plejos sistemas de regadíos, de los que sobresalen principalmente la
región andina (la cultura Inca) y la región del sur y la meseta pata-
gónica.
Y, en tercer lugar, las civilizaciones de los pueblos policultores
de la selva, los pueblos cultivadores de bosques de alimento que nos
legaron lo que hoy es la gran selva cultural tropical amazónica, y la
cultura Maya que prosperó en Yucatán.
Estas tres grandes civilizaciones hidráulicas -aunque yo prefiero
llamarles civilizaciones hidrocomunitarias-, a pesar de las enor-
mes diferencias culturales, políticas y, por supuesto, ecológicas y
económicas, tuvieron una característica en común: el hecho de que
configuraron un modo de producción de la vida social -un sociometa-
bolismo- donde el trabajo social estuvo ordenado a la satisfacción co-
munitaria de las necesidades vitales. Esto significa que estamos ha-

45
blando de sociedades cuyas formas de producción de la vida priorizó
el desarrollo de tecnologías, de la orientación del sentido del trabajo
y de los esfuerzos de la cooperación colectiva hacia el fin principal
ordenador de asegurar y garantizar la vida de todos los miembros
de su comunidad. Eso significa que los flujos y los circuitos hidroe-
nergéticos que hicieron posible la sustentación material de la vida
de estos pueblos estuvo en base al tratamiento del agua como fuente
de vida y como principio vital, del agua como bien común de esas
comunidades.
Cuando planteamos la idea del agua como bien común, que hoy es
un principio de lucha, que es reivindicado en contra del proceso de
intoxicación y de mercantilización del agua, debemos aclarar que el
agua no es, por naturaleza, un bien común. El agua “por naturaleza”
no es ni mercancía ni bien común; es el modo social, es la matriz
de relaciones sociales la que hace del agua un bien común o un
objeto privado susceptible de ser objeto de compraventa.
El agua en los pueblos hidrocomunitarios del Abya Yala adquirió el
estatus jurídico político de bien común porque fue tratado como tal;
porque hubo una comunidad política que designaba y asignaba las
formas de tratamiento y de priorización del agua. Y, en todo sentido,
estas formas de uso del agua estuvieron subordinadas al principio
fundamental que era garantizar la vida y la subsistencia de todos los
miembros de esa comunidad política. Entonces, lo comunitario apa-
rece como una forma política de organización de la vida común y el
agua como bien común, un elemento central y estructurador de las
relaciones políticas en la constitución de la comunidad.
Es evidente que, cuando irrumpe el conquistador, hay un profundo
violentamiento de estos sistemas hidrocomunitarios, en el sentido
de que no sólo se producen profundas alteraciones y trastocamien-
tos de las cuencas hídricas, sino que son los tejidos comunitarios que
sostenían esas cuencas hídricas los que van a ser profundamente
desintegrados. Gligo y Morello plantean que primó el sentido minero
de la explotación; nosotros decimos que efectivamente el conquista-

46
dor produjo un drástico trasvasamiento y malversación del agua: del
agua vital hacia el agua metal. El agua fue puesta al servicio, no de
la vida de las comunidades que habitan esos territorios, sino sacri-
ficada al objeto mercantil de conquista y de enriquecimiento de los
conquistadores que usufructuaron estos territorios.
Los dispositivos tecnológico-políticos a través de las cuales se dio
este trasvasamiento del ciclo hidrológico (desde su uso como sus-
tento de la vida hacia la lógica de la acumulación), tienen que ver
básicamente con dos grandes instituciones creadas por los conquis-
tadores: la forma Plantación y la forma Mina. En nuestra zona an-
dina conocemos eminentemente la forma mina: pensar y tratar una
economía minera es lo que hizo el conquistador, una economía de
rapiña y de explotación del suelo para extraer la riqueza de los meta-
les preciosos. La sed de plata fue agotando las reservas hidrológicas,
destruyendo los tejidos hidrocomunitarios y agotando el ciclo reno-
vable de las cuencas hidrogeológicas. Efectivamente el Cerro Rico de
Potosí -cuya explotación empieza en 1545- implicó y demandó un
ingente consumo de agua y de leña que fue la principal fuente ener-
gética a partir de la cual se daba todo el procesamiento de concen-
tración y fundición del mineral. El agua fue succionada y extraída de
esos circuitos hidrocomunitarios preexistentes para ser sacrificada
en el altar de la plata, que en ese momento, en el siglo XVII como
dice Fernand Braudel el gran historiador de esa época, se convirtió
en el elemento más relevante de la geopolítica de la época, porque a
través de la plata España primero y después Europa, consolidarían
sus vínculos comerciales con China y se afianzaría este proceso de
geocentramiento de “Occidente”, lo que está en las raíces de este de
este modelo civilizatorio.
La forma mina y la forma plantación implican la apropiación oli-
gárquica del agua y su trasvasamiento con fines de mercantilización,
porque el destino del agua ya no es la satisfacción de necesidades
vitales sino la mayor cotización, el mayor rendimiento mercantil de
esos usos: la caña de azúcar y el azúcar que se extraía en las grandes

47
plantaciones de la época con mano de obra esclava, o la plata en la
forma de la mina. La forma mina y la forma plantación entonces im-
plican este gran trasvasamiento del agua vital al agua metal como
objeto de mercancía. Esta es la raíz de esta gran falla hidrosocial,
porque este proceso hidrogenocida de los recursos vitales no fue un
acontecimiento anecdótico de los orígenes, sino que la avanzada del
capitalismo como una civilización hegemónica, colonial y patriarcal,
la expansión de este espacio temporal desde el siglo XIV al siglo XXI,
desde la economía del Atlántico hasta la plena globalización en la
que hoy estamos inmersos, ha significado la intensificación de un
geo-metabolismo hidrogenocida.
El metabolismo urbano-industrial ha significado la expan-
sión de un uso industrial del agua. Como dice el historiador y
ecólogo político del agua Alain Gras “el agua puesta al servicio del
fuego”. Esto representa cómo el agua ha sido subordinada a la pro-
ducción industrial de mercancías, inicialmente con la bomba de
Watt (1784) y las fábricas movidas por la energía del vapor. Desde
ese momento hasta la energía atómica, pasando por la extracción
del petróleo. El uso social del agua se sigue asignando en función
de la mayor cotización de los productos que se extraen como insu-
mo de esta producción. En el metabolismo urbano-industrial, las
grandes ciudades se hacen a costa del vaciamiento de los territo-
rios rurales, vaciamiento que no es solamente despojo de la pobla-
ción, sino que también es despojo de la diversidad y de la riqueza
tecnológica socio-productiva, de autosustento de esos territorios.
La concentración urbana implica el uso de ingentes recursos hi-
droenergéticos que se hacen a costa del expolio de territorios ru-
rales concebidos como zonas de sacrificio al servicio de estas. Las
grandes represas son otra forma de mercantilización del agua para
generar energía, en un sistema que requiere cada vez más agua y
energía para la producción de mercancías. Así, las formas, los me-
canismos y las tecnologías a través del cual avanzó este proceso de
trasvasamiento del agua vida al agua mercancía fue ampliándose,

48
profundizándose e intensificándose con los efectos y consecuen-
cias hoy reconocibles en la fenomenal crisis hidrosocial que se cier-
ne sobre la humanidad.
Hoy, en el siglo XXI, estamos viviendo los trastornos geo-socio-me-
tabólicos de esta barbarie mal llamada “civilización”. Asistimos a un
mundo donde los principales problemas civilizatorios, tanto ecológi-
cos como políticos (dos dimensiones inseparables), están vinculados
al mal uso del agua, al uso oligárquico del agua. La mercantilización
del agua hace que el poder adquisitivo distribuido diferencialmente
en forma clasista, racista y patriarcal haga que el derecho de existen-
cia esté vinculado a la capacidad de pago. Las desigualdades hídricas
son abismales; desigualdades que distribuyen posibilidades de vivir
o de morir incluso de sed o por el consumo de agua contaminada. El
uso oligárquico del agua implica eso: tenemos zonas extremadamen-
te secas que están siendo saqueadas al servicio de, por ejemplo, la
extracción de litio que va a ir a subsidiar ecológicamente la transi-
ción energética de los países más poderosos y más ricos en valores
financieros. Entonces, en nombre de la transición ecológica, de las
energías renovables, se está extrayendo el litio, se están secando ve-
gas, se están expropiando las fuentes de vida de comunidades que
viven de sus cultivos y de su ganadería pastoril para saquear mineral
de litio que va a ir a abastecer las baterías de los autos eléctricos, que
en absoluto son sustentables. El auto eléctrico es un bien oligárquico
por excelencia, es un bien pensado por pocos y para pocos, y esa elec-
tro-movilidad que se presenta como la necesidad de un camino hacia
la sustentabilidad, está secando y saqueando las fuentes de agua de
comunidades que la usan como fuente de vida.
El otro elemento es el uso tóxico del agua: desde la plantación hasta
el modelo de agronegocio lo que vemos es que el indiscriminado uso
del agua tanto para la industria como para el agronegocio ha signifi-
cado que esta sea contaminada con innumerables sustancias y pro-
cesos químicos. El agua que naturalmente nos da vida, nos purifica,
nos limpia, es hoy fuente de contaminación y de intoxicación.

49
Finalmente, observamos el uso autocrático del agua: porque no hay
apropiación del agua, de los bienes vitales para unos pocos a costa
del despojo de vastas mayorías, sin violencia y sin autoritarismo. La
mercantilización del agua es un elemento que está estrechamente y
necesariamente vinculado a la militarización de la misma; a la inten-
sificación de la conflictividad y de la guerra.
Esto lo vemos en el Sur global en general: lo vemos en Antofagas-
ta de la Sierra y en Fiambalá, en las comunidades que están siendo
saqueadas por la minería de litio. En todos lados donde se levantan
pueblos agroculturales defendiendo el agua como fuente de vida, son
pasibles de ser poblaciones acusadas de terroristas, de primitivas,
de salvajes, y de ser puestas bajo regímenes de excepción bajo una
lógica de conquista militar.
Recuperar el agua como un ser sagrado y volver a pensar en el agua
como un espíritu digno de veneración y de tratamiento religioso nos
va a permitir sanar a nivel biológico, pero sobre todo a nivel político.
Nos va a permitir reconstruir la posibilidad de reconocernos como
una comunidad vital, de reconocernos en términos de una confrater-
nidad específicamente humana, pero también inter específicamente
con las otras especies que hacen parte del mundo de vida que es la
Madre Tierra.
Tenemos que volver a eso, porque está claro que el curso de la ci-
vilización hegemónica no nos lleva a otro camino que un callejón sin
salida, cuyos últimos pasos estamos transitando ahora. Por eso tene-
mos que aprender de las comunidades que persisten en esa sabidu-
ría precientífica de tratar el agua como un ser sagrado, tratarla con
la veneración y el respeto que se merece, porque sólo así podremos
salvarnos; construir una comunidad que pueda aspirar realistamen-
te a vivir en justicia, en igualdad y en democracia.

María Fernanda Soliz Torres: El agua no es un receptáculo iner-


te, no es soporte del crecimiento, es un ser vivo, es nuestra Yacuma-
ma, la madre de todos, incluso de nosotros los seres humanos. La

50
conversación con ella es constante, al igual que con las semillas, de
las piedras, del granizo, de las vertientes de agua de los manantiales.
Esta visión integral es propuesta desde las nociones de la plurinacio-
nalidad, de la interculturalidad, del Sumak Kawsay, del buen vivir, y
debe ser reconocida por la sociedad de manera que los derechos de
la naturaleza y el régimen del Buen Vivir pueden concretarse en el
accionar institucional y cotidiano.
La sabiduría de nuestros pueblos indígenas se ve reflejada en mu-
chas de las frases reivindicativas de los espacios de movilización, y
muchas de estas son similares en los distintos territorios de Abya
Yala. “Si te falta agua es porque te sobra minería”, “el agua no
se vende, el agua se defiende”, y “el agua vale más que el oro”,
son algunos de los emblemas de la lucha antiminera en el país y en
la región. Estas nos dejan claras la concepción del agua como un sis-
tema complejo y no como una banda transportadora de recursos ni
de personas, e incluso lo más nefasto y aberrante, como una banda
transportadora de desechos.
En Ecuador tenemos el hermoso privilegio de ser el país de los De-
rechos de la Naturaleza, lo que implica reconocer estos saltos epis-
temológicos, ontológicos y políticos que la Constitución ecuatoriana
dio en 2008. Si bien muchos de estos derechos se han quedado sola
y tristemente en una retórica discursiva o en poesía muy bonita, es
fundamental reivindicarlos, porque permiten también la compren-
sión del agua como sujeto jurídico de derecho. En contra de estas
propuestas que miran el agua como una mercancía privatizable,
como una banda transportadora de recursos, personas y desechos,
ha sido fundamental cuestionar estas aproximaciones mercenarias
o eficientistas de la naturaleza, y pensar en una naturaleza más cer-
cana a la cosmovisión de los pueblos indígenas, que la consideran un
ser vivo al que hay que sembrar y cosechar como una madre y una
sanadora.
Desde esta perspectiva, ha sido fundamental pensar el ecologismo
amparando a la naturaleza como sujeto jurídico de derechos, un eco-

51
logismo político popular que entiende que los bienes jurídicos prote-
gidos en esta Constitución emblemática para el país y para el mundo
no son elementos aislados y sueltos: un río, un árbol, un animal o un
grupo de animales. Sino que son los ciclos vitales, la estructura, las
funciones, los procesos evolutivos de la naturaleza, sus metabolis-
mos sociales, sus ciclos hidrosociales, determinando así como premi-
sa la protección de todo el complejo sistema natural. Es por esto que
no hablamos de una protección derivada de la individualización de
los componentes. En este sentido, se defiende y se insiste en la com-
prensión de estos sujetos jurídicos en los ciclos y procesos vitales
dentro de los cuales el agua y los territorios son premisa y resultado.
Cada ciclo metabólico, cada ciclo social se va a configurar sobre el
anterior, por eso cuando hablamos de esta crisis hidro civilizatoria,
es una crisis fundada en la explotación, toxificación, apropiación, el
consumo irracional y obsceno del agua que se toxifica y muta en can-
tidad y calidad, en realidad y forma. Con ello genera una aberración
de todos los ciclos metabólicos siguientes. Los territorios hidro-so-
ciales son entonces sujetos jurídicos que deben gozar los derechos
de la naturaleza constitucionalmente reconocidos en Ecuador.
Al hablar de territorios hidro-sociales, hacemos referencia a esta
relación dialéctica que se establece entre el agua y las sociedades,
y podemos identificar diversos tipos de territorios hidro-sociales,
como también varios tipos de territorios en función de las lógicas de
reproducción, producción y relaciones de poder establecidos históri-
camente en un espacio socio-ecológico. Estos territorios hidro-socia-
les van a estar mediados por las relaciones de poder antropocentris-
tas, clasistas, racistas, sexistas y patriarcales que han determinado
estas crisis civilizatorias convergentes. La noción de territorio hi-
dro-social hace referencia a la permanente interacción entre los ci-
clos hidrológicos y los devenires sociales, pone en evidencia estas
maneras complejas y diacrónicas en las que la acción humana y las
relaciones de poder y jerarquía inherentes a ellas reconfiguran el ci-
clo natural del agua.

52
El agua mutada, el agua apropiada, el agua toxificada y el agua acu-
mulada, nos transforma también. Cada vez que se genera una pande-
mia, nos recuerda las lecciones básicas y esenciales de la dialéctica
de la naturaleza: al tiempo que los seres humanos tenemos toda la ca-
pacidad y posibilidad de apropiarnos, de transformar, de mutar estas
naturalezas y estos ciclos naturales somos mutados en esa transfor-
mación, y las formas de enfermar y morir, las situaciones de salud de
las personas, de nuestras comunidades y colectivos son el resultado
directo de la mutación e intoxicación de nuestros socio-ecosistemas.
En relación al territorio-hidro social, existen algunos elementos en
disputa: el tema del poder hídrico, el ciclo hidro-social y territorios
hidro-sociales. En ese sentido, la relación dialéctica que se establece
entre el agua y las sociedades va a ir determinando la configuración
de estos territorios hidro-sociales en tanto se configuran como pre-
misa, pero también como resultado de estos ciclos que se construyen
en espiral. Desde ahí se pueden ver casos brutales de despojo hídri-
co vinculados a estos territorios en relación a la minería, la agroin-
dustria y el petróleo. Ecuador es un territorio que ha vivido casi 60
años de nefasta extracción petrolera multinacional y nacional, y ve-
mos cómo una de cada 4 personas en las provincias de Sucumbíos
y Orellana tiene cáncer. Entonces observamos la forma en que
este despojo hídrico, esta desposesión por contaminación ha
generado impactos perversos en los metabolismos humanos,
pero me referiré específicamente a cuatro.
El primero, la relación agua
y minería, nos muestra que
mientras una familia campe-
sina utiliza entre 30 a 50
litros de agua por día, una
empresa minera utiliza al-
rededor de 250 mil litros
por hora. En términos
cuantitativos, observa-

53
mos una subsunción formal del agua bajo el capital minero. Pero
si hablamos del sometimiento real cualitativo, podemos concluir
que la contaminación del agua y su toxificación a cargo del capital
megaminero internacional es remotamente superior a lo que con-
taminaría cualitativamente una familia campesina.
Plantean que la tecnología de punta permite recuperar el 98,8%
por ciento de cianuro residual, pero el 0,2% de cianuro residual
que termina en mantos freáticos y superficiales de las aguas re-
presenta cantidades gigantescas. Solo en el proyecto minero de
cobre a cielo abierto que se encuentra en fase de extracción en
Ecuador, el cianuro residual correspondería más o menos a 90 mil
toneladas expuestas en nuestras fuentes de agua. Los impactos en
salud de la minería son bien conocidos y han sido bien documen-
tados, de la misma manera que conocemos los efectos devastado-
res sobre los ecosistemas de la actividad petrolera.
Ecuador es una suerte de Chernóbil, en donde ustedes pueden
visitar y hacer los toxitours organizados por el movimiento eco-
logista y por las comunidades afectadas, donde pueden mirar la
deforestación, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de
suelos y especialmente la contaminación de agua superficiales,
pero también de aguas subterráneas ocasionados por todos los
desechos provenientes de la trituración de la roca, de las sustan-
cias radioactivas, de los lodos de perforación que son mezclados
con anticorrosivos, biocidas, lubricantes y otros. Esta afección
en fauna y flora acuática ha generado anomalías congénitas bien
documentadas. En la página de la Clínica Ambiental de Acción
Ecológica4 se puede encontrar un informe de la situación de salud
de las comunidades en las que operó Texaco, tanto en términos
de salud física como de salud psicosocial. Esto ha quedado do-
cumentado en un libro que se llama “En Tiempos de Petróleo:

4
https://www.clinicambiental.org/

54
Salud psicosocial en niños y niñas de las comunidades en las
que operó Texaco”.
Para cada barril de petróleo se producen aproximadamente diez
barriles de aguas tóxicas que han sido reiterada y sistemáticamente
vertidas en ríos y mantos freáticos. Además, gracias al último peri-
taje que se realizó tenemos el registro que una de cada cuatro per-
sonas en estas dos provincias presenta algún tipo de cáncer.
En relación a la agroindustria, por poner un ejemplo, en la in-
dustria porcícola un cerdo genera en promedio 1.8 kilogramos de
excretas sólidas al día y el gasto de agua por cerdo va a variar entre
5 a 10 litros por cerdo dependiendo del método de limpieza. Es de-
cir, una granja pequeña de 30 mil cerdos implicaría 300 mil litros de
agua por día. Si comparamos, un campesino en promedio va a uti-
lizar un metro cúbico de agua por hectárea por mes, una hacienda
va a usar 20 metros cúbicos por hectárea por mes, una ciudad como
Quito utiliza entre 800 a 900 metros cúbicos por habitante por mes,
y una empresa floricultora utiliza 1000 metros cúbicos de agua por
habitante por mes. En este sentido, insisto en que existe un some-
timiento doble, formal en cantidad, pero también real en calidad,
hay un sometimiento del agua en tanto a su toxificación, mutación
y apropiación.
Finalmente está el tema de las represas, que es quizás menos co-
nocido y estudiado, pero es fundamental ver a las represas como
una de las estrategias más violentas de apropiación del agua, de al-
teración de los circuitos hídricos, de los territorios hidro-sociales
y de las cuencas hidrográficas. Además de impedir el flujo natural
del caudal de los ríos -en Ecuador existen un par de demandas ga-
nadas por los ríos, justamente exigiendo que se devuelva su dere-
cho a fluir en sus caudales libres- también las represas contaminan,
emiten cifras significativas de dióxido de carbono y metano que son
gases de efecto invernadero. Por ello es un error entenderlas como
energía verde o energía limpia, ya que lamentablemente las repre-
sas, especialmente en zonas tropicales, emiten grandes cantidades

55
de gases de efecto invernadero y para construirse desplazan en
grandes extensiones de terrenos a muchas comunidades y pueblos
que las habitan.
Estos territorios hidro-sociales son territorios habitados, son terri-
torios históricos, territorios en donde existen relaciones dialécticas
no sólo entre las sociedades y las naturalezas, sino entre todos los
elementos que las constituyen y las configuran. Definitivamente el
posicionamiento de la naturaleza como sujeto jurídico de derechos
ha marcado un hito ontológico en la historia ambiental, ha promo-
vido esta comprensión de la naturaleza desde las perspectivas dia-
lécticas que reconocen la interdependencia de las sociedades con las
naturalezas y demandan o denuncian este falso antagonismo entre
humanidad y naturaleza. Nos invitan a pensar las tesis de la com-
plejidad ambiental que propone Enrique Leff y a terminar con es-
tos divorcios obligatorios entre el ser, el ente, el sujeto y el objeto, la
sociedad y la naturaleza. Esta ruptura epistemológica, ontológica y
ética, que es la que posibilita la propuesta jurídica de los derechos
de la naturaleza, implica también una posición política en rechazo a
los fundamentos de la Modernidad y la consecuente propagación del
pensamiento hegemónico occidental, del racionalismo, el instrumen-
talismo, el pragmatismo, de la colonialidad especialmente tecnológi-
ca y cognitiva, y del capitalismo extractivista y patriarcal.
Los Derechos de la Naturaleza cuestionan entonces esta cosmo-
visión antropocentrista que sostiene la superioridad de la especie
humana sobre una naturaleza objetivada, colonizada y entendida
meramente como una serie de recursos que pueden y deben ser ex-
plotados. Planteo que “pueden y deben” porque muchas de las críti-
cas, las distancias y las rupturas irreconciliables del movimiento eco-
logista e indígena con los progresismos latinoamericanos, al menos
en Ecuador, se ha dado desde esta noción de que “no podemos ser
mendigos sentados sobre un saco de oro”. Esta famosa frase del ex
presidente Rafael Correa concibe la naturaleza como un recurso ex-
plotable. Plantea que sería una falta de ética popular no explotar es-

56
tos recursos. Además, se ha utilizado el discurso de la eficiencia e in-
novación tecnológica, lo que llamamos “el fetichismo por las fuerzas
tecnológicas destructivas” para justificar, en nombre de la tecnología
del colonialismo, la posibilidad de resolver las contradicciones entre
la explotación y la intensificación del extractivismo versus la nece-
sidad de ingresos económicos para los sectores más empobrecidos.
Frente a este posicionamiento, que se ha mantenido con firmeza en
los gobiernos progresistas intensificadores del extractivismo, desde
el movimiento indígena y desde el movimiento ecologista se ha plan-
teado el paradigma biocentrista o sociobiocentrista, o pacha-cen-
trista, que es propuesto así por las federaciones y confederaciones
indígenas, que reconoce que todos los seres del planeta tienen vida,
cada uno en su estado, y son parte de la Pachamama, que todo está
relacionado entre todo a través de una red de múltiples vínculos y
procesos, incluido el ser humano.
En este mundo antropocéntrico debemos recordarnos que somos
tierra que camina, que el ser humano es parte de la Pachamama, que
al tiempo que la afecte es afectado por la Pachamama, y por la Yacu-
mama como parte de la Pachamama. Todos los seres cumplen una
función necesaria para el equilibrio. Entonces, la naturaleza y sus
procesos evolutivos son entendidas como un todo, como un sistema
complejo. Esta reivindicación de la naturaleza dialoga con las nocio-
nes de territorio y territorio hidro-social propuestas por la biblio-
grafía crítica radical y marxista, que entienden a los territorios como
espacios socio-naturales históricamente configurados en los que los
ecosistemas han sido transformados; des-, re- y sobre- territorializa-
dos por las sociedades que las habitan, por sus modos de producción,
por las relaciones de poder, por las mediaciones socioculturales.
Esto es importante ya que la cultura es fundamental en la forma de
construcción de estas mediaciones. A su vez, estas transformaciones
configuran, mutan y determinan los modos de vida de los grupos so-
ciales, sus expresiones geno-fenotípicas, sus estados de equilibrio y
desequilibrio, su estado de salud.

57
Se trata entonces, de un proceso dialéctico de interafección, de in-
terinfluencia, de doble determinación. Las nociones de naturalezas
prístinas intocadas, separadas de los pueblos y comunidades son re-
chazadas al tiempo que se reivindican los territorios como sistemas
de vida complejos, entendidos en el marco de las cosmovisiones indí-
genas, que si bien son diversas como son diversos nuestros pueblos
y nacionalidades, convergen en la defensa de la Pachamama como la
Madre Tierra, el mundo, el tiempo y el universo. No se trata entonces
solo de la tierra, del agua y de la naturaleza que podemos percibir,
sino también de los ciclos de vida que se comprenden como sistemas.
Así, la Constitución del Ecuador reivindica el reconocimiento de la
cosmovisión indígena sobre la Pachamama y propone este cambio
fundamental en torno al régimen del desarrollo. Este reconocimiento
de la naturaleza dialéctica configurada como sistema-red de relación
complejo es el que posibilita este salto epistemológico del antropo-
centrismo al socio-biocentrismo, como bien lo demuestran las leyes
de la de la entropía, en especial la segunda ley de la termodinámi-
ca. Las relaciones de interacción e interdependencia se dan en todos
los niveles desde los más pequeños hasta los más grandes, desde la
transformación de energía hasta la transformación de naturaleza por
grupos sociales, y esta comprensión de la naturaleza como sistema
complejo en permanente relación dialéctica y metabólica es la natu-
raleza que defendemos.
Al agua la entendemos como naturaleza y bien común, al agua la
entendemos como premisa y resultado de las relaciones metabólicas
y dialécticas entre las ciudades y las naturalezas. Hemos reivindica-
do su condición ontológica de naturaleza. El agua en tanto premisa
es bien común apropiado, transformado, consumido y excretado re-
sultado de un ciclo metabólico, constituye naturaleza transformada
por los modos de extracción, producción y las mediaciones sociocul-
turales. Una vez que el agua es descartada por el propietario privado,
público o comunitario, al igual que cuando la basura es descartada,
esta recupera su condición de bien común y se convierte una vez más

58
en premisa, en materia prima, en naturaleza, pudiendo o no regre-
sar al circuito metabólico. Esta agua que recupera su condición de
bien común y con ello ontológicamente se configura como naturale-
za, como sujeto constitucional de derecho, es el agua por la que mi-
litamos y disputamos que debe ser devuelta a la naturaleza en tanto
premisa de cualquier posibilidad de un nuevo ciclo de reproducción
social y producción de nuevos ciclos metabólicos. Nos construimos
a partir del ciclo anterior, por ello el acaparamiento y la toxificación
del agua son inevitablemente la reproducción de estos ciclos socia-
les nuevos y profundamente inequitativos, pauperizantes de la vida
social y natural.
En el marco del reconocimiento del agua como naturaleza, el recha-
zo a su mercantilización parte del reconocimiento de las demandas
y reivindicaciones del movimiento indígena campesino y ecologista,
que históricamente han debido enfrentarse a empresas públicas y
privadas y su afán de lucrar con el agua, aun cuando esto implique
la utilización de una serie de tecnologías nocivas que agudizan las
crisis socio-ecológicas, perpetuando metabolismos lineales que a su
vez anulan el Derecho del agua. Nos referimos a su más elemental
derecho, el primer derecho, el derecho a la existencia; y también al
segundo derecho: a que se respeten y se posibiliten sus procesos, sus
ciclos metabólicos. Reconocer al agua como naturaleza y bien común
demanda el reconocimiento de la primacía de su valor de uso por en-
cima de su valor de cambio. Sabemos que si el agua es privatizada el
valor de cambio subsume el valor de uso generando así aberraciones
diversas. La empresa privada que lucra con el agua, históricamente
ha optado por una serie de alternativas nocivas que le permiten in-
crementar la acumulación de plusvalor.
Al igual que desde el movimiento campesino y agroecológico, se
reivindica la condición de bienes comunes para los alimentos exi-
giendo al Estado y a la Sociedad Civil poner por encima su valor de
uso en tanto semillas, cultivos y alimentos constituyen la base prime-
ra que posibilita la reproducción social y material de la vida. Desde

59
el movimiento ecologista y movimiento indígena y campesino se rei-
vindica también al agua como naturaleza y bien común en tanto su
valor de uso posibilita la reproducción de los ciclos vitales, naturales
y también el de los humanos, y con ello garantiza el cumplimiento del
mantenimiento y reproducción de las estructuras, funciones y proce-
sos de cultivos.
Sin agua no hay salud posible. Con agua sometida en forma y en
realidad no es posible pensar en una sola salud, ni de los ecosiste-
mas, ni de la Pachamama, ni de las personas.
El camino de la defensa del agua pasa necesaria e inevitablemente
por el decrecimiento económico, el decrecimiento económico pasa
obligatoriamente por la redistribución radical de los bienes comu-
nes, pasa por reconocer, rondar y promover el cumplimiento de los
Derechos de la naturaleza, del agua, pero también de quienes cuidan
y crían el agua. El modelo económico fundado en la extracción sin lí-
mites, la hiperproducción nociva, en el consumo excesivo e irrespon-
sable, las obsolescencias programadas y percibidas, el descarte des-
enfrenado, atenta contra los derechos de la Pachamama y por ende
imposibilita el cumplimiento de los Derechos de la naturaleza, pero
también de todos los expulsados globales. El decrecimiento económi-
co solamente es posible desde una comprensión Pacha-céntrica en
la que la Pachamama y no el capital estén en el centro. Esto requiere
indudablemente la distribución radical de los bienes comunes, con
una transición gradual de su condición de bienes privados a bienes
comunitarios, requiere además la distribución radical del capital
económico y financiero y por supuesto una representación política,
organizativa, popular y masiva. La demanda entonces es doblemen-
te reivindicativa, no sólo por justicia social y ecológica sino también
porque aspiramos a justicia restaurativa y redistributiva. Nunca más
el capital puede seguir por delante y por encima de la naturaleza y de
los seres humanos, sino no hay salud posible.
De la misma manera en la que Horacio hacía este llamado, esta
aporía de civilización o barbarie en términos de agua, nosotros des-

60
de la salud hemos propuesto una aporía similar y complementaria,
neo-higienismo o barbarie. Nos han llevado a configurar una com-
prensión de la salud absolutamente fragmentada, higienizada, en
donde hay una permisividad y una tolerancia cada vez más creciente
y grande a la tóxificación de todas las formas de vida. Se ha declarado
la guerra a los microorganismos y a las bacterias, tenemos tanto mie-
do a la contaminación biológica que hemos construido verdaderos
oasis y paraísos para la contaminación y la toxificación química, y
eso nos está llevando a nuevos perfiles epidemiológicos en los que
no sólo no han desaparecido las enfermedades de la pobreza, sino
que tenemos verdaderas pandemias de la Modernidad como reflejo
y resultado de esto.

Horacio Machado-Aráoz: Si uno analiza cada uno de los sectores


económicos del capital, va a haber una forma específica de hidrocidio,
una forma específica de destrucción, porque la lógica clave es cómo
la vida es subsumida y devaluada como puro insumo de una lógica
de mercantilización y de valorización abstracta. Entonces, esta lógica
es el común denominador de la forma capitalista de tratamiento de
la vida, de la naturaleza, de la tierra, de los cuerpos humanos como
mera fuerza de trabajo. En este sentido, cierta izquierda que tiene
toda una tradición anticapitalista, también en alguna medida ha sido
epistemológicamente contaminada por esta mirada antropocéntri-
ca y productivista que piensa solamente la idea de la contradicción
entre el capital y trabajo, y donde se piensa el trabajo por afuera del
sistema de vida.
Necesitamos hacer una migración y una transformación epistémi-
co-ontológica muy profunda, que implica pensar la tierra como un
ser vivo, como una gran comunidad de comunidades convivientes.
Eso implica que hay un vínculo material y espiritual inseparable que
atraviesa la vida, porque la vida no es una propiedad de individuos,
sino que es una emergencia de las relaciones de convivencialidad.
Nosotros no vivimos, la vida no es propiedad de un individuo, noso-

61
tros convivimos, o sea vivimos por y gracias
al hecho de que estamos interconectados
a otros a través de flujos materiales y
espirituales, biológicos, físicos, quími-
cos.
Estamos respirando, estamos hidra-
tados, por eso podemos hablar, por
eso nuestras funciones intelectuales
son inseparables de las funciones orgá-
nicas, por eso la salud de la comunidad
política es inseparable de la salud de los or-
ganismos humanos y de la salud de la tierra, del
agua, del suelo, de las abejas, de todos y cada una de las especies
que hacen a la biodiversidad. La vida es un efecto de esa dinámica de
bio-socio-diversidad. El agua es lo que une, lo que conecta, el flujo
del agua está atravesando todos los cuerpos y está atravesando las
generaciones y las especies, comunica el reino vegetal, el mineral, el
humano. Sentirnos en comunión nos lleva a tratamientos holísticos,
pensar en términos de ciclo vital y de ciclo hídrico es algo que está
en las antípodas de esa lógica fragmentaria; políticas hídricas llevan
a dinámicas de fragmentación. No se trata solamente de una cuenca,
de un elemento, se trata de las relaciones que emergen en torno a
todos los elementos que componen estos sistemas de vida.

María Fernanda Solíz Torres: La apuesta de los regímenes pro-


gresistas en Ecuador y América Latina fue nacionalizar la produc-
ción petrolera, pero las empresas nacionales o empresas regionales
en alianza estratégica de algunos países del sur geopolítico no garan-
tizaron mejores condiciones de extracción petrolera, y los procesos
de desplazamiento, despojo, contaminación masiva del agua y de los
territorios no cambiaron. En la página web de la Clínica Ambiental
se pueden encontrar los informes completos de la relación entre la
ocupación petrolera, la imposición de una territorialidad petrolera,

62
la configuración de los procesos de salud-enfermedad, y las respues-
tas del Sistema Nacional de Salud. Creemos que si algo así sucediese
en la capital del país la respuesta no sería tan negligente como la
respuesta del Estado para estas provincias.
Podemos observar cómo se han dado los procesos de des-, re- y
sobre- territorialización en territorios hidro-sociales complejos y
su relación, como han ido cambiando las configuraciones de salud.
En los primeros momentos, cuando estos territorios hidro-sociales
estaban configurados en una relación de sociedades cazadoras-re-
colectoras de pueblos indígenas amazónicos, las enfermedades que
se reportaban eran cortes con armas como machetes, “tupes” que
son los moscos que ponen huevos y la larva crece en algunas partes
del cuerpo, y mordeduras de serpientes. Cuando se da el proceso de
sedentarización en manos de los evangélicos, que configuran socie-
dades sedentarias para evangelizarlas, empiezan las enfermedades
infecciosas y otras configuraciones de las relaciones con el agua y
con el territorio. Se configuran territorios sedentarizados y evangeli-
zados que cambian los perfiles epidemiológicos de la salud. Cuando
llega la era de la civilización petrolera hay toda una mutación de es-
tas formas de relación, de los modos de producción y reproducción
social, de las mediaciones culturales, de las relaciones de poder y se
configura un territorio petrolero cuya expresión directa es que no
desaparecieron las enfermedades infecciosas que nos llegaron con
este proceso de sedentarización y de evangelización, y ahora además
tenemos una mutación cancerosa de todas las formas de vida. Por-
que no tienen cáncer sólo las personas, los tumores y las malforma-
ciones las vemos también en los animales y en las plantas, ya que la
contaminación de los territorios es brutal.

Horacio Machado-Araóz: El viejo choque entre civilización y bar-


barie nos lleva a una intensificación de la crisis, a una dinámica de co-
lapso en la que estamos inmersos, donde hay una fuerza hegemónica
que avanza hacia un totalitarismo oligárquico, y las resistencias a eso

63
significan el avance a posibilidades de democratización comunitaria.
La crisis intensifica el valor de uso, la pandemia con todo lo doloroso
que ha sido nos ha hecho repensar sobre el sentido de la vida, sobre
las posibilidades de reproducción de la vida, el valor de uso implica
eso, pone en el centro el cuidado de la vida como producción común,
y entonces eso nos lleva a pensar que es una exigencia de sobreviven-
cia reconstruir los vínculos de comunalidad, los vínculos de justicia,
los vínculos de pertenencia a una comunidad de comunidades con-
vivientes. De otra manera nuestra existencia va a estar seriamente
amenazada.

64
Movimientos sociales en Defensa del Agua

Francisca Fernández Droguett (Chile)

Antropóloga y Doctora en Estudios Americanos.


Integrante del grupo CLACSO Ecologías Políticas
desde el Sur/Abya Yala y del Movimiento por el
Agua y los Territorios-MAT.

María Selva Ortiz (Argentina)


Socióloga, socioanalista, representante legal desde
2002 hasta la fecha de REDES- Amigos de la Tie-
rra. Presidenta Honoraria Comisión Directiva de
REDES-Amigos de la Tierra desde 2015 a 2020. In-
tegrante del Grupo Coordinador de la Comisión Na-
cional en Defensa del Agua y la Vida, a cargo de la
Comisión de Prensa y Propaganda.

Yuly Tenorio Peritos (Ecuador)

Abogada en libre ejercicio de la profesión y pe-


rita comunitaria. Acompaña a las comunidades
en resistencia frente a la minería metálica y no
metálica, deforestación e hidroeléctricas.

65
María Teresa “Guñi” Cañas (Argentina)

Docente, miembro de la Asamblea por el Agua


de la Provincia de Mendoza, forma parte de
diversos espacios de participación ciudadana
en la protección ambiental. Integrante de la
Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la
Facultad de Educación de la Universidad Na-
cional de Cuyo.

Daniel Verzeñassi (Argentina)


Bioquímico. Productor agroecológico. Inte-
grante del Foro Ecologista de Paraná. Au-
tor de numerosos artículos para medios de
prensa sobre problemáticas socioambienta-
les. Docente de la Materia Electiva Salud So-
cioambiental (FCM - UNR).

66
Movimientos sociales en Defensa del Agua

Francisca Fernández Droguett


María Selva Ortiz
Yuli Tenorio Peritos
María Teresa “Guni” Cañas
Daniel Verzeñassi

María Selva Ortiz: Desde REDES-Amigos de la Tierra Uruguay


venimos trabajando hace muchos años en la defensa del agua y los
territorios, a través de la reforma constitucional aprobada en el año
2004, producto de una iniciativa popular impulsada por movimien-
tos sociales, la academia, grupos ecologistas, feministas, sindicatos
y consumidores, se establecieron las bases para defender estos bie-
nes naturales. Entendimos que era en la Constitución de la República
donde se podía consagrar mejor la defensa de los mismos, comple-
mentando el artículo 47 de la Constitución que -a partir de los años
90- establecía la protección del medio ambiente, considerándola de
interés general, y que las personas deberían abstenerse de cualquier
acto que cause depredación, destrucción o contaminación.
El 31 de octubre de 2004, por una iniciativa popular con el voto
obligatorio en una elección nacional, el 64.7% de los uruguayos vota-
mos por incluir el articulado que habíamos redactado los movimien-
tos sociales estableciendo que el agua es esencial para la vida, que no

67
puede ser una mercancía, que los servicios de agua y saneamiento
deben estar en manos del Estado, debe ser un bien común, y el ac-
ceso al agua potable y al saneamiento son un derecho humano fun-
damental. Debido a esto, fuimos el primer país que estableció a nivel
constitucional el agua como Derecho Humano. Se estableció pre-
servar y gestionar el agua en los territorios, priorizando el ordena-
miento territorial, la conservación y restauración de la naturaleza y
los ecosistemas que estaban sufriendo un gran deterioro. Se estable-
ció también la gestión sustentable y solidaria con las generaciones
futuras y la participación de la sociedad civil en todos los procesos de
planificación, gestión y control de las cuencas hídricas. Se priorizó el
agua para consumo humano sobre otros usos, y que los servicios de
agua potable deberían ser prestados exclusivamente por personas
jurídicas estales.
Mirando el modelo chileno de manejo del recurso, observando las
diferentes realidades, entendimos el agua como bien común, y que
debería estar consagrada como tal. No queríamos que sucediera lo
que ocurre en Chile, que aparecía en las intenciones de nuestros go-
biernos de los años 90 y principios del 2000 con mucha fuerza. De
esta manera se logró la consagración constitucional del ciclo hi-
drológico en manos públicas.
Pero a pesar de esta hermosa constitución redactada por movi-
mientos sociales, sindicatos, ecologistas, consumidores, mujeres fe-
ministas, y en forma muy explícita, nos peguntamos ¿Qué pasó en es-
tos 17 años después de aprobada la reforma desde el punto de vista
de la sustentabilidad, la justicia ambiental y la justicia social?
Para comprender esto debemos observar en las imágenes las mo-
dificaciones en el uso del suelo en Uruguay en los años 1990, 2000 y
2011, prestando atención principalmente a las áreas rojas que repre-
sentan la agricultura; y las marrones, la forestación, monocultivos de
árboles a gran escala. Así vemos que, para el censo agropecuario del
año 2000, crecieron mucho las áreas forestales, sin embargo, el área
agrícola no sufrió modificaciones. Esto se debe a que en el 2000 aún

68
Ilustración 1. Cambios en los sistemas productivos de Uruguay según regiones agropecuarias.
Fuente: Anuario estadístico 2015 DIEA-MGAP.

no se había aprobado la soja transgénica en Uruguay porque estába-


mos resistiendo. Pero en el año 2002 se aprueba la introducción de
transgénicos en el país y esto cambió el escenario: 10 años después,
en el censo de 2011, vemos cómo creció el agronegocio con la soja
como estrella. Del mismo modo aumentó la superficie cubierta por
forestación con destino a la celulosa.

69
Entonces, ¿qué implicó esto para el territorio, para los recursos hídri-
cos? A pesar de que la constitución establecía una gestión sustentable,
actualmente analizamos y vemos un gran retroceso en la calidad y can-
tidad de nuestras aguas, que impactó en muchos aspectos. Ejemplo de
esto es que de 2006 a 2016 pasamos de seis casos en el año de floracio-
nes de algas tóxicas en nuestros ríos, nuestros arroyos y nuestras cos-
tas, a 81 casos de estos eventos. Este es el impacto que tuvo el modelo
del agronegocio impuesto sobre la calidad de aguas. Este se evidencia
también en los monitoreos realizados por la academia en peces, don-
de la mayoría de estos registran agrotóxicos en las diferentes cuen-
cas hidrográficas del país. Del mismo modo hoy tenemos aguas para
consumo humano con restos de plaguicidas, pesticidas y arsénico.
Sumado a esto, con el cambio de gobierno han aparecido nuevos pro-
yectos privatizadores del agua, que son absolutamente inconstitucio-
nales. Al haber una gran crisis en la calidad de agua para abastecer el
consumo humano, aparecen grandes emprendimientos en manos de
privados para poner una planta de desalinización en el río de La Plata
que abastezca de agua a la zona metropolitana y Montevideo, con los
costos que esto implica. Además, como siempre, la externalización de
costos de lo que hacen en nuestro territorio va a ser trasladado a la
población uruguaya y la ganancia va a quedar en manos de grandes
empresas.

Francisca Fernández Droguett: Como Movimiento por el Agua


hemos vivido una experiencia importante de lucha por la despriva-
tización del agua en Chile, porque tenemos el horror de llevar una
carga, un legado dictatorial de la dictadura cívico-militar que en la
Constitución de 1980 impuso un Estado subsidiario. Pero un Estado
subsidiario que tiene una particularidad, porque en Chile los privados
son los encargados de llevar a cabo la política social, y cuando no tie-
nen la capacidad recién ahí interviene el Estado. El estado subsidiario
es la figura que se utiliza para privatizar todo, el agua, la salud, la edu-
cación, las políticas de viviendas.

70
Es así que en el año 1981 se crea el Código de Aguas que trajo el
más grande horror, y desde los movimientos decimos “no es sequía,
es saqueo”, porque es un modelo privatizador de las aguas, lo que ha
impactado y generado la situación de crisis, de escasez hídrica que
vivimos en el país.
El Movimiento por el Agua y los Territorios cumplió diez años,
participando de un centenar de organizaciones a nivel plurinacional,
entendiendo la plurinacionalidad como la articulación y el mutuo
conocimiento y trabajo de comunidades
de pueblos originarios, afro migrantes,
sectores campesinos y urbanos. En re-
lación a esto, una organización que es
parte del movimiento del agua, Obser-
vatorio Latinoamericano de Conflic-
tos Ambientales (OLCA), genera un
encuentro llamado “Aguante la Vida”
donde cada una de nuestras distintas te-
rritorialidades da cuenta de los conflic-
tos en el marco del extractivismo. Pero
este encuentro no era sólo para eviden-
ciar las consecuencias del modelo, sino
también para ir organizando de manera
conjunta estrategias que permitieran
revertir esta violencia y precarización
estructural del neoliberalismo. Así, de-
cidimos conjuntamente que nuestra
gran lucha fuera la desprivatización de
las aguas, pero también la desprivatiza-
ción de los bienes naturales comunes en
general.
En la ilustración 2, realizada por el
Ilustración 2. Mapa de los conflic- Instituto Nacional de Derecho Huma-
tos Socioambientales en Chile.
no, podemos ver la geografía del ecoci-

71
dio, la geografía del despojo, aquí podemos ver que todo el territorio
tiene conflictos ambientales.
Para comprender brevemente esto, debemos conocer que al norte
de Chile el principal problema es la megaminería, vinculada tanto
a la explotación de Cobre como a las llamadas energías nuevas de la
mano del Litio. Allí encontramos un extractivismo basado tanto en la
explotación clásica de minerales pesados, como también en la explo-
tación de salmueras a base de agua con el Litio.
En el centro, pero extendido a casi todo el territorio, encontramos
el agronegocio con el uso de plaguicidas, herbicidas, los monocul-
tivos. Además, tenemos el segundo granero más grande de América
Latina de la empresa Monsanto-Bayer donde se realiza experimenta-
ción de semillas.
Y en el sur, en el territorio Mapuche Wallmapu, encontramos
predominio del modelo forestal. Un modelo forestal que ya viene
arraigado de la dictadura cívico-militar con el Decreto-Ley 701, que
promueve desde el Estado políticas de monocultivo de pino insigne y
que pertenecen a dueños de empresas forestales de ultraderecha con
procesos de militarización de Wallmapu.
En esta columna vertebral de escasez hídrica pueden destacarse
también la salmonicultura y otra serie de elementos más como las
obras hidráulicas.
En este contexto, la escasez hídrica está dando cuenta de un mode-
lo, porque si bien el cambio climático es un agente de sequía, el prin-
cipal problema es el modelo de gestión del agua. En Chile se señala,
“el agua es un bien de propiedad nacional de uso público”, pero la
forma de acceder es a través del Derecho de aprovechamiento de
agua, y esa forma de acceso es la privatización, que implica que pue-
des comprar, vender, arrendar y hasta hipotecar Derechos de Agua.
Esto es muestra de la complejidad de este sistema privatizador, de
este mercado del agua.
Por otra parte, no podemos olvidar que el cambio climático o cri-
sis climática, o como dijo un compañero campesino del movimiento

72
del agua, “el daño climático”, está dado por una forma de explo-
tación histórica de la naturaleza que es el capitalismo. Entonces es
fundamental asumir que estamos frente a una crisis ecológica, social,
civilizatoria en el marco de la expansión del extractivismo forestal,
hidroeléctrico, termoeléctrico, y una política sistemática de desrura-
lización de las comunidades campesinas. Además, el código de agua
separa la propiedad de la tierra del agua. Es así, por ejemplo, que
la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena en Chile entrega
tierras a comunidades indígenas, pero no los Derechos de Agua, sig-
nifica que no tienen acceso al agua.
Actualmente tenemos más de 137 comunas en Chiles sin agua, con
escasez hídrica, pero lo más complejo frente a este escenario son las
falsas soluciones. Tenemos un programa que se llama Escenario Hí-
drico 2030, que posiciona por ejemplo las desaladoras en el norte
de Chile, pero ya estamos viendo a expensas de esto la contamina-
ción y muerte de la fauna marítima. Estamos nuevamente frente a
una política ecocida.
Es por eso que se necesita un cambio estructura, ya no basta con
la reforma del Código de Agua, sino que se necesita la derogación,
porque el problema es el actual modelo privatizador. Para esto se
planteó a través de la Asamblea Constituyente que no hay otra forma
de derogar ese Código de Aguas que no sea cambiar el marco consti-
tucional donde se sostiene la generación de la política pública.
Para esto se ha promulgado por una asamblea plurinacional; femi-
nista -porque entendemos el extractivismo como una forma de ex-
plotación del cuerpo de las mujeres, niñas y disidencias, porque el
extractivismo también es patriarcado-; y socioambiental. Además,
nos posicionamos en contra los Tratados de Libre Comercio, que es
la arista de profundización de las políticas neoliberales.
Desde el Movimiento entendemos el agua como un bien comuni-
tario inapropiable, pero no bien de propiedad sino de bienestar
comunitario, de las distintas comunidades tanto humanas como no
humanas, inapropiable al igual que las semillas, porque son genera-

73
doras de vida, por lo que no debería tener propiedad. Por ello habla-
mos desde los derechos la naturaleza, desde el pluralismo jurídico
para reconocer distintos sistemas normativos y proponiendo la idea
de economías territoriales para terminar con las cadenas expansivas
neoliberales a través de la agroecología, el cuidado de las semillas, las
huertas urbanas, las redes de abastecimiento popular, donde vamos
construyendo dos grandes idearios: soberanía alimentaria, no sólo
para pensar que producimos, sino cómo producimos, cómo consumi-
mos y cómo distribuimos; y soberanía energética de los pueblos,
no bastan solo las “energías verdes”, porque tenemos por ejemplo
parques eólicos en el sur de Chile o paneles solares que siguen tri-
butando a la matriz energética central de la política neoliberal. Pero,
además, continúan degradando los territorios, porque no hubo con-
sulta, no hubo participación y no existe planificación territorial rural.
Entonces decimos control territorial de la energía.
En los 60 cabildos que hemos realizado sistematizamos en 10 pun-
tos La Gestión Comunitaria de las Aguas recuperando las memo-
rias ancestrales, una gestión pensada por cuencas y subcuencas des-
de las economías territoriales, desde la soberanía alimentaria, bajo la
idea de que el agua sea reconocida como sujeta de derechos. La lucha
por la recuperación del agua es profundamente una lucha contra el
neoliberalismo, el colonialismo y el patriarcado.

Yuly Tenorio Peritos: En Ecuador se evidencia la vulneración sis-


temática de Derechos Constitucionales tanto humanos como funda-
mentales, y desde 2008 la vulneración de los Derechos de la Natu-
raleza. Existe un Estado indolente e incapaz de regular y controlar
las actividades mineras, petroleras e hidroeléctricas, y se inicia un
proceso de despojo hacia los territorios, y con ellos sus saberes an-
cestrales. Ecuador es un país biodiverso y ancestral, y al momento de
despojar a las comunidades de sus selvas, de sus territorios, despo-
jan con ellos sus conocimientos y sabidurías, lo que repercute en la
salud de las personas. Ya no van a poder tener acceso a las plantas

74
Ilustración 3. Decálogo por los derechos de las Aguas y su gestión comunitaria (MAT, 2020)

para poder curarse, o acceso al río como bien común para poder ali-
mentarse, repercutiendo en la nutrición de los niños que se ven obli-
gados a consumir productos procesados u otro tipo de alimentación.

75
En este sentido, existe en la ciudad de Quito un proceso violento en
contra del Derecho al Agua, en contra de la soberanía alimentaria, de
la seguridad hídrica. Si esto ocurre en la capital del país, imagínense
lo que sucede a nivel nacional donde el Estado no tiene capacidad
para regular y controlar. Existen bocaminas en cualquier lugar, están
perforando sin licencias ambientales. Las comunidades en pacto es-
tán cumpliendo 319 días en una vigilia permanente e indefinida en
denuncia de la minería ilegal en la capital de los ecuatorianos. Si bien
se han realizado inspecciones, no han sido eficaces y efectivas para
garantizar que no se contamine el agua, que no se contamine el sue-
lo, pero sobre todo que no se extinga la biodiversidad de la séptima
reserva de biosfera de la UNESCO, el Chocó Andino de Pichincha.
Es así que están explotando sin tecnicismos, sin que se apliquen los
estudios de impacto ambiental y los planes de manejo ambiental.
En los territorios ocurren, frecuentemente, sobrevuelos de helicóp-
teros que repercuten en la salud de las comunidades, tanto en su si-
tuación emocional como en su salud física, porque la contaminación
visual y la debida al ruido, los pone en una situación de altísima vul-
nerabilidad. Las comunidades, lo primero que vemos es la presencia
de la Policía Nacional como agente del Estado ecuatoriano. El mismo
Estado que no controla ni regula manda a la policía, en un proceso de
hostigamiento permanente a las comunidades que repercute en la
salud de las personas en resistencia, que se sienten indefensas ante
la militarización de la fuerza pública en los territorios.
Actualmente el territorio nacional está lleno de bultos de material
aurífero, pero no sabemos cuáles son las empresas que están extra-
yendo, ya que existe mucha minería ilegal. El Estado otorga las con-
cesiones mineras, pero no es capaz de regular y controlar, entonces
contaminan nuestros afluentes de agua y dañan el tejido social de
las comunidades. Además, vemos en estos procesos cómo el Estado
protege a las empresas. Hemos perdido la soberanía ante las trans-
nacionales, ya que el Estado ecuatoriano es incapaz de movilizar a
las empresas de nuestras comunidades. Estas empresas han tenido

76
compañeros/as secuestrados/as, y en muchas comunidades que han
resistido, sus líderes han sido asesinados, como José Esténdecha,
o el Señor Freddy Taiz, entre otros líderes que están siendo perse-
guidos. Inclusive existen 115 defensores criminalizados como delin-
cuentes comunes, porque no se entiende el Derecho a la Resistencia,
a la tutela efectiva de los Derechos de la Naturaleza, a proteger el
agua que es nuestra última fuente segura para acceder al consumo
humano, el riego, las actividades turísticas, agroecológicas.
Existen también aperturas no autorizadas de bosques protectores,
las carreteras están siendo abiertas sin ninguna autorización ni regu-
lación, ni de los gobiernos seccionales ni de las autoridades de con-
trol. Entonces vemos cómo los vecinos se tienen que bañar en ríos
contaminados por sedimentos de lodo y no contamos con monitoreo
de agua para conocer si existen metales pesados en los afluentes. Así
es que las comunidades se han organizado en el ejercicio del Dere-
cho a la Resistencia, en tutela efectiva de los Derechos de la Natu-
raleza, pero sobre todo en asegurar un futuro para las y los hijos, ya
que finalmente esta tierra les pertenece.
El Estado lamentablemente no tiene la fuerza ni la voluntad política
necesaria para limitar el avance de las empresas mineras que están
vulnerando derechos y acabando con los ecosistemas. Se están asen-
tando en los últimos remanentes de bosques, por ejemplo, en el Cho-
có Andino de Pichincha en la región de Imbabura, se asientan incluso
en los páramos como en zonas de recargas hídricas, aun cuando por
Constitución se encuentra prohibido. Avanzan sobre territorios pro-
tegidos por tratados internacionales, como el de la UNESCO, y por ins-
trumentos nacionales como las ACUS, las ordenanzas y demás. Esto
afecta la salud y vulnera el Derecho a Vivir en Paz. Esto se ha vivido
sistemáticamente en Ecuador con todos los proyectos mineros, y en
mayor escala, con los proyectos mineros a cielo abierto. Pero además
de vulnerar nuestro Derecho a Vivir en Paz, solicitamos se garanticen
los Derechos Constitucionales del Patrimonio Cultural, porque
Ecuador es un país ancestral y las empresas mineras están destru-

77
yendo las tolas-yumbas, los montículos indígenas y sobre todo a los
pueblos que todavía están vivos, que son patrimonio vivo.
No existe consulta previa, libre, informada, ni para las comunida-
des indígenas, ni para los afrodescendientes, ni los montubios. Son
políticas económicas impuestas a la fuerza, con la militarización del
territorio, la persecución de los defensores y defensoras de Derechos
Constitucionales y de la naturaleza, pero principalmente son proce-
sos de hostigamiento. Las mineras -sin autorización, con dinamita
y grandes máquinas perforando la roca de montaña- hacen que el
suelo se estremezca, repercutiendo en las viviendas de las familias
que viven en asentamientos que existían previamente a la explota-
ción. Existen lugares que se han hundido, como Zaruma, ciudad en
altísima vulnerabilidad tanto por la minería legal como la ilegal, pero
es protegido por el Estado, porque no quieren que el discurso de mi-
nería responsable se caiga. Pero de lo único que son responsables es
de vulnerar los Derechos, de la contaminación de nuestro suelo, de
nuestro aire, de nuestra agua y sobre todo de la división de los tejidos
sociales.
En este contexto realizamos un llamado a las organizaciones y a los
pueblos a resistir, a defender los últimos bosques que nos quedan,
y a garantizar estos recursos para las futuras generaciones. Ya nos
ofrecieron el petróleo para el desarrollo, y hoy observamos que pre-
cisamente las comunidades donde se extrae el petróleo son las más
pobres, empobrecidas a propósito para que las empresas ingresen
a salvarnos, con ofrecimientos que nunca se cumplen: ofrecen cole-
gios, escuelas, vías, hospitales. Así, inician a minar y los ofrecimien-
tos nunca se ven materializados. Estos son territorios abandonados
y sacrificados, para que unos cuantos vivan bien, y el desarrollo pro-
metido no se ve en nuestras comunidades, pero fundamentalmen-
te no es el desarrollo que los rurales deseamos: suelos productivos.
Porque tenemos propuestas, en el caso de Pacto son exportadores de
panela orgánica, tanto para Latinoamérica como la Unión Europea, y
son ejemplo a seguir de una economía solidaria en el marco del co-

78
mercio justo, se pueden proponer alternativas de vida que vayan más
allá del extractivismo minero, hidroeléctrico, petrolero y maderero.
Ecuador no es megaminero, Ecuador es mega-diverso, y en ese
sentido lo principal es defender las formas de vida comunitarias que
nos permiten todavía tener espacios seguros, porque la minería ingre-
sa con procesos de violencia, acompañados del consumo de drogas, el
alcoholismo y la prostitución. Al ir a las comunidades lo primero que
se encuentra es un prostíbulo y un centro de venta de alcohol, así los
sueldos se quedan en manos de los dueños de las mismas empresas.
En estos contextos continúa la tala indiscriminada de bosques, ya que
lo primero que hacen es volar la capa vegetal y todo vestigio de biodi-
versidad para posteriormente ingresar a dañar nuestros ríos, como el
río de aguas cristalinas El Pachijal, al cual quieren enviar los sedimen-
tos y así atentar contra las comunidades río abajo que se abastecen de
agua para consumo humano. Ante la movilización, la respuesta nueva-
mente son los militares y la policía, no existe otra presencia del Estado.
El mal llamado “diálogo” es impuesto a la fuerza, lo que repercute en la
vida de las comunidades, que no pueden ir a trabajar como lo hacían
ya que están en resistencia, se turnan diariamente para poder evitar el
ingreso de maquinaria y que continúen perforando, que no transpor-
ten diesel y gasolina sin autorización.
Actualmente, Ecuador está resistiendo, estamos defendiendo nues-
tros bienes comunes, tenemos una Constitución y debemos hacerla al
alcance de nuestros sueños, somos biodiversos no mega mineros. Esta
lucha es por los que vienen, hay que asegurar recursos de calidad, sufi-
cientes y seguros, para que nuestras generaciones futuras puedan vivir
en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Las comunidades
no son ni terroristas ni criminales, son campesinos en el ejercicio de
sus Derechos Constitucionales, no nos han consultado nada y preten-
den imponernos una política a la fuerza. Estamos denunciando estas
actividades porque el Estado está incumpliendo con sus compromisos
y con compromisos internacionales de protección de los defensores y
defensoras.

79
María Teresa “Guni” Cañas: Estamos siendo avasallados por
un sistema que nos invade por todos lados, que ataca nuestros te-
rritorios, nuestra salud territorial. En este sentido podemos ver a
Mendoza como una expresión de este modelo, “cuando yo pinte mi
aldea pintaré al mundo”. En relación a la problemática, vemos que,
aunque las megamineras no entren ya empiezan a dividir los terri-
torios.
Mendoza se ubica en la región andina, en la cordillera, donde nace
el agua. En nuestra Provincia, la producción occidental se ubicó en
oasis productivos regados por nuestros ríos que bajan de la mon-
taña. Tenemos el oasis norte, un oasis central el Valle de Uco, y un
oasis sur.
Las luchas en nuestro territorio son periféricas, en relación con
la lucha de los pueblos originarios, con la lucha por los Derechos
Humanos que debemos imbricarlos con los Derechos ambientales.
La lucha socioambiental en Mendoza nace hace 15 años, en el oa-
sis centro en la región de San Carlos y Valle de Uco, esta lucha
comienza en los pueblos chicos, los pueblos que están en el lugar,
en las cordilleras. Los mismos compañeres que llevaban a los mine-
ros son los que después se transformaron en defensores. De-
bemos destacar en esta lucha la importancia de las redes, en
épocas que no había el internet ni redes sociales, de boca
en boca les compañeres se enteraron lo sucedido en
Esquel, y en Esquel se habían enterado lo su-
cedido en Perú, y así se fue contagiando.
Esta sinergia invadió los otros oasis, se
fueron armando las asambleas a lo lar-
go y ancho de toda la Provincia, con
ayunos, con charlas en escuelas, con
la presencia de gente muy valiosa que
vinieron a reforzar los conocimientos
que necesitábamos, compañeres aca-
démicos y gente del campo generando

80
una suma de saberes, para que después de mucha lucha y muchos
cortes, se dictará la Ley Provincial 7722 en el año 2007.
Esta Ley prohíbe el uso de sustancias tóxicas en minería metalí-
fera y hace que todo proyecto megaminero deba pasar por la Legis-
latura Provincial. En los años que sucedieron se fueron imbricando
las luchas y extendiendo la defensa de la 7722. A partir de esto, se
ha generado una red en defensa de nuestros territorios, las asam-
bleas mendocinas nos unimos en la Asamblea Mendocinas Por el
Agua Pura (AMPAP), pero a su vez nos imbricamos con muchos
otros colectivos, como movimientos campesinos, ámbitos urbanos
grandes y pequeños, espacios académicos como la Cátedra por la
Soberanía Alimentaria y la defensa de los bienes comunes, mo-
vimientos en defensa de la salud de los territorios. La construcción
de redes en la lucha por la 7722 hizo que el primer proyecto mega-
minero de Mendoza, el San Jorge, pudiera ser bajado en época elec-
toral. En Mendoza ganamos el sentido común, el sentido común de
cuidado del ambiente lo ha ganado el pueblo. En San Juan, el sentido
común minero fue impuesto por el gobierno. En San Juan, el gobier-
no profundiza los proyectos megamineros como Veladero que cau-
só un desastre ambiental, e impulsa actualmente el proyecto José
María, pero el pueblo sigue resistiendo en luchas muy desiguales.
En Mendoza, también la lucha es desigual con el lobby megamine-
ro siempre presente, a tal punto que en Diciembre del año 2019, el
gobernador actual lo primero que hizo después de que la 7722 haya
sido declarada constitucional y haber sido puesta en acción bajando el
proyecto megaminero san Jorge, fue intentar derogarla. Pero el pueblo
salió a la calle a lo largo y ancho de toda la Provincia. Todo esto que
se construye, de manera imperceptible, es una red solidaria, de con-
ciencia. En las escuelas enseñamos con los manuales, que el mismo
gobierno e irrigación proveen el cuidado del agua, porque justamente
estamos en épocas de cambio climático. Acá no hay academias, no-
sotros miramos hacia la montaña y vemos que cada vez tiene menos
nieve, sabemos que estamos en el doceavo año consecutivo de sequía

81
Todas las luchas se tienen que dar juntas, en ese glorioso Diciembre
de 2019 cuando toda la clase política, el gobierno de Suárez de la
alianza Cambiemos y también la cúpula del Justicialismo, se pusieron
de acuerdo en bajar la Ley 7722, en 15 días de heroísmos -fruto de
una conciencia colectiva de cuidado del agua- se restituyó la 7722.
Es creciente la preocupación en Argentina por la instalación de un
discurso que sostiene que todos somos europeos, blancos. Discur-
so que muestra un alto nivel de racismo, de colonialidad, y en este
contexto no podemos dejar de notar la campaña anti-mapuche por
parte de los medios comunicación y personajes políticos, con una ver-
dadera campaña de criminalización, de odio, de racismo, de colonia-
lismo que nos retrotrae al pasado. La Argentina fue fundada en un
genocidio, y justamente los pueblos originarios han sido confinados
a los ámbitos laterales, lateralidad que hoy quiere ser tomada por los
negocios inmobiliarios, por el fracking, y otras actividades extractivas.
Esto sucede cuando aparecen las megamineras, dividen a los pue-
blos, contaminan, secan, saquean y corrompen, y cuando no llegan a
instalarse aparece la corrupción, la compra de voluntades y el lobby
mediático como hecho inevitable.
Pero ante este marco, debemos retomar la esperanza, y esto suce-
dió en 2019 con el pueblo de San Carlos, cuando vieron que la Ley
7722 estaba derogada, comenzaron una caravana hacia la Capital de
la Provincia y todos los pueblos los fuimos recibiendo y sumando. To-
das estas gotitas de resistencia han invadido el país, y las luchas han
tenido origen en la creatividad y el compromiso de les compañeres,
con la imbricación de los colectivos, de músicos, del arte. La llegada a
Mendoza de esa misma caravana es la más grande manifestación que
se haya dado a lo largo y ancho de la Provincia con 80.000 personas
frente a la casa de gobierno. Mendoza es hija del agua, como todos los
territorios somos hijos del agua, por esto “La 7722 No Se Toca” es
un lema para nuestro pueblo.
Seguimos resistiendo porque nos sigue afectando la megaminería;
el negocio inmobiliario -ya que Mendoza es uno de los territorios con

82
más barrios privados del país y con tierra muy encarecida porque
se encuentra en manos de una vitivinicultura extranjerizada; porque
Mendoza tiene uranio; porque tiene el problema de Portezuelo del
Viento, una mega-represa que pone en vilo el agua del único río que
corre libre de Mendoza, el Río Grande, a sabiendas que las mega-re-
presas no son solución sino negociado, y cuando las evaluaciones de
impacto ambientales fueron hechas, el cambio climático no era tan
evidente. Además, las asambleas, los colectivos, estamos imbricados
en la lucha de la mano del feminismo, porque los cuidados de la vida
y del agua vienen de las manos de esas energías femeninas. Estamos
con las pibas del agua, con las feministas anti-extractivistas, es-
tamos hermanadas con las compañeras chilenas, con las que hemos
compartido muchos conversatorios, y siempre esperamos sumar
más gente a nuestras sensibilidades.
En este contexto, debemos seguir en lucha porque las políticas del
Estado se encuentran en manos de verdaderos negacionistas del
cambio climático, verdaderos negacionistas del cuidado de la vida y
del cuidado de las aguas que nos dan la vida.

Daniel Verzeñassi: Somos de la Mesopotamia Argentina, somos


ribereños del Río Paraná. En palabras de Jaime Dávalos “somos los
hijos del río, y nuestros ríos son hijos de los hombres y de las
selvas”. En Paraná llevamos dos años de bajan-
te prolongada y sostenida de nuestro
río, pero esto ya no es una bajante
o una sequía histórica, este es el
nuevo Río por muchos años, por-
que está herido fuertemente en
sus cumbres dañadas. Los ríos en
los comienzos surcan las monta-
ñas, y cuando van arribando a
las zonas de planicies confor-
man meandros y los ríos de lla-

83
nuras para terminar en las bajas cuencas, los ríos vertebradores de
nuestra vida. Este ciclo hidrológico pertenece a nuestros territorios,
es un ciclo permanente, milenario, eterno, pero sin embargo esta cul-
tura de la codicia y el arrasamiento territorial también los destruye.
Los habitantes del territorio han dañado las selvas, las montañas,
han dañado los humedales, los hielos de las alturas que se volcaban
hacia las mesetas, planicies, selvas, que a la vez transpiraban y vol-
vían a provocar las lluvias alimentando nuestros ríos.
Por esto vivimos una lucha definitiva y definitoria, porque el agua
nos vertebra, porque somos agua, y lo que pase con el agua pasará
con nuestros cuerpos, nuestros hijos, y los que vendrán. Los territo-
rios estamos inmersos en un problema común, en un pasado común
y en un horizonte que debemos construir mancomunado, para tran-
sitar hacia mejores futuros posibles.

Francisca Fernández Droguett: Nuestro proceso es absoluta-


mente transfronterizo, es entendernos humanidad-naturaleza y
naturaleza-humanidad, donde debemos dar la lucha interna por
entender que los Derechos de la Naturaleza son a su vez Derechos
Humanos, y viceversa. La defensa del Derecho a la Naturaleza que
hacen los pueblos originarios es uno de los primeros elementos de
la autodeterminación, y con otra forma de relacionarse con la natu-
raleza: somos parte de la naturaleza, somos parte de esa interrela-
ción. En este sentido, Rengifo plantea que somos una comunidad de
parientes, parientes animales, parientes plantas, parientes huma-
nos, parientes muertos, parientes espíritus. El gran mensaje aquí
es nunca olvidar que cuando estamos defendiendo los cuerpos de
agua y su gran multiplicidad, también somos esos cuerpos de agua,
no hay otra naturaleza ni otro planeta desde donde podamos tener
otra lucha. Por eso la lucha por la vivienda digna y el derecho a la
ciudad o la lucha por la salud intercultural se sostiene en un terri-
torio, no hay en lucha que se pueda sostener si no hay vida, es una
defensa profunda de la vida.

84
María Selva Ortiz: Las constituciones no garantizan la preserva-
ción de nuestros bienes comunes sin la movilización de las comuni-
dades, y en este sentido la batalla va a ser larga, contra el mercado,
contra el neoliberalismo, contra el capitalismo. Inclusive en 2021 el
agua comenzó a cotizar en bolsa, es decir, el recurso agua. En este
contexto, sabemos que los acuerdos multilaterales, los acuerdos de
inversión, pueden pasar por encima lo establecido en la Constitu-
ción, por esto, sin movilización y participación es imposible defen-
derlo.
En este contexto es necesario seguir pensando transiciones hacia
otro modelo, el cambio de este modelo capitalista patriarcal que va
contra nuestros bienes comunes, nuestros bienes naturales, con-
tra la naturaleza, contra las mujeres, contra los más desposeídos.
Debemos pensar una transición con justicia social y justicia am-
biental, con el protagonismo de los movimientos sociales, la parti-
cipación las mujeres y los sectores populares, porque el capitalismo
no va a pensar nunca en estos sectores, sino que va a pasar por en-
cima de ellos y por encima de la naturaleza. Las redes que tejemos
por debajo, con los movimientos sociales y los sectores populares,
en defensa de nuestros territorios, en defensa de los pueblos, son
claves para construir estas alternativas y transiciones necesarias
para defender la vida.

María Teresa “Guni” Cañas: Para profundizar estas luchas y re-


sistencias, debemos comenzar a unir las espiritualidades, unir las
sensibilidades con las defensas del territorio. Desde lo urbano
y lo académico se apuesta al intelecto, a las razones, pero hay que
crear y diversificar sensibilidades, nuevas emociones. Para esto, no
hay nada más educativo que ir a la naturaleza, quedarse quieto, es-
cuchar los pájaros. Necesitamos una transición hacia nuevas emo-
ciones, los pibes de las nuevas generaciones se tienen que emocio-
nar, y ellos conocen de las diversidades, de las diversas formas de
habitar la corporalidad. Debemos unir los mundos, sin la mancha

85
del mundo dual en el que vivimos, que no nos permite ver la conti-
nuidad con la naturaleza. Habitamos un mundo mucho más diverso
y colorido que la dualidad y la escisión en la cual vivimos.

86
Territorios, territorialidades y salud

Elis Borde (Brasil)

Profesora adjunta del Departamento de Medicina Pre-


ventiva y Social de la Universidad Federal de Minas
Gerais en Belo Horizonte. Formada en Salud Pública
por la Universidad de Maastricht, en Holanda, realizó
su Maestría en Salud Pública en la Escuela Nacional
de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz (FIO-
CRUZ), en Río de Janeiro y es egresada del Doctorado
Inter-facultades en Salud Pública de la Universidad
Nacional de Colombia. Investiga acerca de la determi-
nación social de las violencias urbanas en ciudades
latinoamericanas, la Medicina Social y Salud Colecti-
va Latinoamericana, desigualdades sociales en salud
y acerca de las relaciones entre territorio y salud.

Carlos Salamanca Villamizar (Colombia)

Arquitecto y Doctor en antropología por la Escuela


de Estudios Avanzados de Ciencias Sociales de Pa-
ris (École des Hautes Etudes en Sciences Sociales de
París), becario UNESCO-Keizo Obucchi, Becario post-
doctoral del CONICET Argentina. Fue investigador
sobre pueblos indígenas en Amnistía Internacional
Argentina y asesor de esta misma institución (2008-
2009). Experiencia de más de 15 años de trabajo an-
tropológico con pueblos indígenas en Argentina, Co-
lombia y Guatemala. Profesor invitado e investigador
huésped en universidades nacionales y centros de in-
vestigación en Alemania, Argentina, Colombia, Fran-
cia, México y Serbia. Desde 2014 dirige el Programa
Interdisciplinario “Espacios, Políticas, Sociedades” en
la Universidad Nacional de Rosario.

87
Territorios, territorialidades y salud

Elis Borde
Carlos Salamanca Villamizar

Elis Borde:

Determinación histórico-territorial de los procesos salud-enfer-


medad y muerte

Nuestra conceptualización y algunas posibilidades que tenemos


tanto analíticas como prácticas en esta articulación entre territorio y
salud se basan en el paradigma de la determinación histórico-te-
rritorial de los procesos salud-enfermedad y muerte. Este para-
digma se nutre de los desarrollos de la Medicina Social y la Salud
Colectiva latinoamericana, que se han consolidado desde los años
70 en diferentes partes de América Latina y serán presentados en un
primer momento para luego abordar algunos ejemplos de articula-
ciones entre territorio y salud desde el paradigma mencionado.
La Medicina Social y la Salud Colectiva latinoamericana surgen a
partir de lo que investigadores y líderes sociales han planteado sobre
las interacciones entre la sociedad -específicamente las expresiones
del capitalismo “realmente existente”- y la salud. Parte de dos cues-
tionamientos básicos: la problematización de las bases epistemoló-

88
gicas y ontológicas de la Salud Pública y la Epidemiología tradicional;
y por otro lado una problematización muy profunda de la realidad
social y el reconocimiento de sus impactos sobre la salud.
Un quiebre muy importante que se plantea desde la Medicina So-
cial y Salud Colectiva es pensar la salud fuera del hospital, fuera del
cuerpo biológico en sí, y situarla dentro de su contexto social e his-
tórico-territorial. Se parte de una comprensión ampliada de la sa-
lud-enfermedad, que dialoga mucho con movimientos sociales, con
grupos de indígenas y afro en la región, que parten de esta idea de
que la salud es mucho más que los parámetros médicos tradicionales
y que tiene mucho más que ver con la vida en sí, con el Buen Vivir.
De esta forma plantea otros horizontes de comprensión, pero tam-
bién de actuación para promover la salud y el bienestar.
Cabe revisar algunas claves analíticas que la Medicina Social y la
Salud Colectiva han desarrollado a lo largo de los años y que nos
permiten aproximarnos a las relaciones entre territorio y salud.
Por un lado, la “triple inequidad” que ha sido reconocido como eje
trans-versal de la discusión sobre desigualdades en salud. De esta
forma, se ha planteado la necesidad de abordar las desigualdades en
salud entre grupos sociales desde una lectura articulada de las opre-
siones de género, clase social y raza-etnia y sus formas de configurar
malestar, enfermedad y muerte.
Por otro lado, se ha enfatizado desde los años 70 sobre la cuestión
de la salud, el trabajo y la enfermedad, como tres ejes que están
íntimamente vinculados. Esto ha sido desarrollado a partir del re-
conocimiento del trabajo como eje central de expresión, pero tam-
bién de transformación de la determinación social de los procesos
salud-enfermedad. En este contexto se ha privilegiado la articulación
con les trabajadorxs y los movimientos sindicales y se han desarro-
llado metodologías participativas de análisis, en especial de monito-
reo y diagnóstico, que se contraponen a las ideas dominantes sobre
ciencia y directamente involucran los sujetos que enferman y mue-
ren en y por el proceso de trabajo.

89
Así, no se trata solamente de claves analíticas en términos de in-
vestigación, sino también en términos prácticos: sirven para reorien-
tar la práctica de los servicios de salud, pero también para repensar
todo lo que está relacionado con la salud. A veces nos cuesta mucho,
cuando estamos muy encerrados en la lógica de la Medicina, la Salud
Pública y la Epidemiología clásica, pensar por fuera de los consulto-
rios o pensar la promoción de la salud de una forma más amplia. Ahí
surge otra clave que es fundamental en la discusión de la Medicina
Social y la Salud Colectiva, que es la Determinación Social. Resu-
midamente se trata de comprender la configuración de los procesos
salud-enfermedad y las formas en que las relaciones de poder que
existen en la sociedad literalmente se “encarnan” y finalmente mar-
can los cuerpos. Un planteo muy importante que está implicado en
este abordaje es la desnaturalización de las desigualdades en salud
y de las expresiones de malestar que estamos evidenciando en todos
los cuerpos (y en algunos cuerpos más que en otros) en estos contex-
tos de polarización social y sufrimiento que se ha venido configuran-
do en función de la acentuación, aceleración y expansión del modelo
de crecimiento económico capitalista. De esta forma se ha planteado
una lectura crítica de los procesos salud-enfermedad que va mucho
más allá de un abordaje multifactorial como una suma de factores de
riesgo.
Como mencioné, este cambio de paradigma toma fuerza a partir de
los años 70. El cambio que se está dando actualmente -especialmente
a partir del diálogo con los movimientos sociales de América Latina-
es la incorporación de una dimensión territorial, y ahí llegamos a lo
que hemos denominado la determinación social histórico-terri-
torial.
Más allá del importante reconocimiento de la dimensión histórica,
este abordaje pone énfasis en las dinámicas territoriales, o sea en
los ordenamientos territoriales, los usos de los territorios, los sen-
tidos del territorio, y especialmente en las disputas entre diferentes
formas de idear y materializar el espacio y las formas de vida en el

90
territorio. Aparece entonces una noción que es muy importante en
la geografía crítica latinoamericana y también para la determinación
histórico-territorial: la tríada territorio-territorialidad-territo-
rialización. Esta tríada nos permite reconocer cuáles son las diná-
micas que “hacen” territorio y cuáles son los sentidos atribuidos a
ellos. Entonces podemos pensar, por ejemplo, que el territorio de las
grandes mineras se sobrepone sobre otras territorialidades que se
desarrollan en el mismo espacio, desplazan modos de vida y de tra-
bajo históricamente consolidados y configuran procesos salud-en-
fermedad característicos. Estas transformaciones tienen un impacto
tanto en la vida en general, como también en el proceso salud-enfer-
medad y pueden expresarse en algunas patologías específicas, pero
también en malestares que no necesariamente tienen un diagnóstico
médico preciso.
En esta lógica, el abordaje histórico-territorial plantea una lectura
del territorio que va más allá de éste como una localización, un con-
tenedor de algunos atributos o como una delimitación político-admi-
nistrativa. En cambio, se reconocen las dinámicas territoriales donde
se dan las claves para entender cómo se configura la salud, la vida,
y también la enfermedad y la muerte. En un artículo que escribimos
con un colega colombiano, Mauricio Torres, planteamos por ejemplo,
que en el territorio están las claves para entender las dinámicas de
producción de la vida y de la salud, y también
en él emergen epistemes y praxis que
pueden darle sostén a luchas por
otras vidas, prácticas de promo-
ción de la salud emancipatorias.
Esta es la otra cuestión clave desde
la Medicina Social y la Salud Colectiva.
En la lógica de la determinación social
o histórico-territorial, no solamente
estamos interesades en identificar pro-
cesos que destruyen la salud y la vida

91
sino también en identificar, desde una lectura territorial e histórica,
cuáles son las posibilidades de resistencia y re-existencia a partir
de las comunidades. Así, buscamos entender cuáles son los procesos
protectores y cuáles son los procesos destructivos de la salud en los
territorios, y ahí nuevamente retomar las claves mencionadas: des-
naturalizar lo que estamos evidenciando en los diferentes territorios.
Es importante destacar que esta lógica que planteamos no se limita
a una distribución espacial de las características físicas del ambiente
que inciden en el perfil epidemiológico de una población, no es solo
una geo-referencia. Es mucho más que eso e implica entender esas
dinámicas de configuración.
Hay tres puertas de entrada articuladas: una es abordar las relacio-
nes entre salud y territorio observando las dinámicas territoriales
y más específicamente las dinámicas de territorio-territorializa-
ción-territorialidad y sus implicaciones para la salud. Se trata en-
tonces de desnaturalizar y contextualizar el mal-estar, la enfermedad
y la muerte que se expresan o se acumulan en determinados territo-
rios a partir de una comprensión de las dinámicas que configuran la
vida y el trabajo en tales territorios. Existen, por ejemplo, patrones
muy característicos de enfermar y morir en territorios marcados por
la minería, que se configuran a partir de la imposición de territoriali-
dades pensadas para generar lucro.
La segunda puerta de entrada es la discusión acerca del cuerpo-te-
rritorio, que es un concepto surgido de los movimientos feministas
e indígenas, donde se reconoce el cuerpo como un ámbito de ex-
presión, pero a la vez también, de resistencia ante las imposiciones
de las dinámicas territoriales. Es un reconocimiento de los cuerpos
como territorios vivos y un reconocimiento también de las formas en
que el poder se ejerce por medio del cuerpo.
La otra puerta de entrada es la lectura transterritorial. Básica-
mente, si tenemos una lectura territorial de los problemas de sa-
lud-enfermedad y más específicamente de la determinación histó-
rico-territorial vamos a tener una comprensión mucho más sensible

92
de cómo estos territorios que estamos observando o trabajando, no
están aislados de este mundo, sino que tienen sus contrapartes en
otras regiones del planeta por las dinámicas globalizadas que carac-
terizan nuestras economías. De esta forma, se pueden articular alian-
zas entre estos territorios, entre las personas que son afectadas por
algunos emprendimientos. Como ejemplo podemos pensar en terri-
torios donde dominan lógicas de extractivismo, como el agronegocio.
Al reconocerlos en su multiplicidad y sus diferentes expresiones es
posible generar articulaciones entre les habitantes de los diferentes
territorios. Así, vamos a entender mejor las dinámicas de la configu-
ración de los procesos salud-enfermedad, las necesidades en salud
de las diferentes comunidades, y también cuáles son las posibilida-
des reales de promover la salud desde tales territorios. Se trata de
comprender con qué actores podemos contar, cuáles son los proce-
sos que han sido importantes para proteger la salud en estos terri-
torios, y a partir de ahí construir otras propuestas para promover la
salud. Este planteo no se agota en una dimensión analítica, sino que
posibilita a la vez transformaciones prácticas. En esas transformacio-
nes, obviamente, los servicios de salud tienen que jugar un rol, pero
este abordaje justamente permite ir más allá.
En Brasil hemos hablado mucho de la territorialización de la aten-
ción primaria, pero no se ha avanzado lo suficiente para abordar el
territorio en toda su riqueza analítica y práctica. Así generalmente se
restringe a una idea del territorio como delimitación política-admi-
nistrativa.
Un pequeño ejemplo de esto son los territorios de violencias urba-
nas en América Latina. Sabemos que en las ciudades latinoamerica-
nas se concentran diferentes tipos de violencia. La lectura territorial
que planteamos nos permite analizar cómo el urbanismo neolibe-
ral realmente existente en América Latina lo que hace es producir y
reproducir violencias. A partir de esta lectura podemos finalmente
superar las lecturas culturalistas y racistas, que sitúan la violencia
urbana en ciudades latinoamericanas en un ámbito de expresión

93
individual, de algunos individuos que supuestamente nacieron vio-
lentos. La lectura histórico-territorial de esta forma busca promover
una lectura más estructural, nos permite entender que hay muchas
territorializaciones dentro del espacio urbano que son violentas por
sí, y producen y reproducen relaciones de violencias.

Carlos Salamanca Villamizar: Me parece importante explicitar


el lugar desde donde hablo. Soy colombiano, vivo y trabajo en Ar-
gentina hace más de veinte años, principalmente con comunidades
indígenas de Argentina, pero también de Colombia y Guatemala. A
partir de estas experiencias, he venido trabajando y desarrollando
una problematización que me parece necesario compartir en esta
invitación a pensar los vínculos entre territorio y salud. Debo decir
también que hablo desde la academia, pero en vínculo no solamen-
te con otros colegas académicos, sino también con organizaciones
sociales, muchas de ellas de pueblos indígenas, intentando impulsar
o contribuir al proceso de transformación. Es que, por definición, el
trabajo con los pueblos indígenas es o debería ser, un trabajo colabo-
rativo y en alianza.
Aquí desarrollaré el vínculo entre pueblos indígenas y prácti-
cas de genocidio, y prácticas de ecocidio, y la articulación entre
estas dos nociones en torno a territorios específicos como los ríos.
Podemos desarrollar de manera comparativa nociones que permitan
abordar la relación entre un tipo de violencia que se dirige hacia los
territorios, y las violencias que se dirigen a las sociedades que los
habitan. Una y otra violencia están articuladas, son indisociables, se
complementan mutuamente.
Hace aproximadamente diez años vengo trabajando en la vincula-
ción de tres grandes campos: el de violencia, la memoria y el espacio.
Tratamos de pensar cómo los procesos de memoria, pero también
la violencia, se dan en el espacio y a través del espacio. Para esto, el
territorio o los territorios, no son un lugar en donde ocurren cosas,
no son un escenario, sino lugares que tienen una relación co-consti-

94
tuyente con las sociedades que los habitan, y no solamente con las
sociedades indígenas.
Esto implica pensar que la violencia no solamente destruye trayec-
torias humanas, trayectorias colectivas, territorios, espacios de vida
o habitados; de alguna forma también está produciendo diversos
efectos: produce nuevas dinámicas, nuevas subjetividades, órdenes
sociales, formas de pensar las regiones, nuevas formas de ordena-
miento territorial. Pensar la violencia desde este punto de vista nos
lleva también a problematizar cómo pensamos la justicia o las posi-
bilidades de reparación. Hay autores que lo han pensado de manera
un poco más amplia, referida no solamente a sus alcances o propó-
si-tos (la violencia directa), sus perpetradores, en plural, que incluye
la violencia de Estado, la violencia de los agentes privados, la violen-
cia de las empresas extractivas, entre otros.
La revisión de violencias ligadas al Estado, de distintos tipos de
violencias estatales, ya sea en contextos autoritarios en el Conos Sur
o en contextos entre comillas democráticos, como el colombiano o
el guatemalteco, también generan una serie de relaciones sociales
y de violencias que es preciso abordar, sistematizar, documentar y
a partir de las cuales es necesario trabajar la memoria, imaginar la
justicia.
¿Qué tiene que ver la salud con todo esto? La salud es una cuestión
fundamental y central a todos estos procesos en donde se articulan
por una parte las violencias que se dan en el espacio y a través del
espacio; y, por otra parte, las violencias sociales que se inscriben en
el cuerpo, en los cuerpos de maneras diferenciadas. Pensar la dimen-
sión espacial de la violencia también implica pensar las violencias
en plural. No todas las violencias se articulan en los territorios de
maneras similares porque no todos los territorios son similares, ni
todas las sociedades que habitan esos territorios son similares. Y a la
vez, al interior, son sociedades heterogéneas y fragmentadas, sí, pero
también son sociedades articuladas en muchos puntos, que com-
parten territorios y horizontes de vida. Entonces no tendríamos por

95
qué dar por sentado que la violencia se despliega, se espacializa, o
territorializa de maneras similares. Las formas de violencia se terri-
torializan, generan efectos distintos, y desde la academia en alianza
con las organizaciones y los movimientos indígenas es importante
documentar, entender, elaborar discursos y representaciones acerca
de estas violencias para hacerlas decibles, para hacerlas visibles.
En este sentido, gran parte de las violencias actuales contra los
pueblos indígenas se ejercen con la excusa del desarrollo, el desa-
rrollo para el resto de las sociedades. Un argumento muy frecuente
es que ciertas minorías no pueden oponerse al desarrollo nacional,
y entonces sobre esa base se avanza con proyectos de infraestructu-
ra, turismo, energía, minería o producción agrícola de características
extractivas que sobre-explotan los recursos naturales, contaminan
los territorios locales y regionales en los que se insertan y así los
cuerpos de quienes allí habitan. Frente a la oposición, las condicio-
nes de posibilidad de estas iniciativas son habilitadas mediante la
violencia. De alguna forma aquí estamos confrontados a un problema
de visibilidad, de lo que puede ser visto, de cómo esta violencia pue-
de ser vista; pero también de lo decible, de qué violencia puede ser
dicha o de qué afec-taciones a la salud tanto individual como colecti-
va pueden ser dichas y pensadas.
¿Por qué prácticas de genocidio? ¿Por qué prácticas de ecocidio?
Si analizamos muy someramente las prácticas de violencia hacia los
pueblos indígenas que se han dado históricamente en América Lati-
na, son prácticas que, en muchos casos, se acercan al genocidio. Son
prácticas de violencia que afectan la vida misma y la supervivencia
de los indígenas en tanto sujetos individuales, pero también como
sujetos colectivos. Si pensamos el genocidio en diálogo con la teo-
ría de Lemkin cuando se pensaba el genocidio contra los judíos, una
particularidad de los genocidios latinoamericanos contra los pue-
blos indígenas es que hay narrativas y mitologías nacionales muy
consolidadas acerca de estas poblaciones como enemigas de la civili-
zación, del desarrollo e incluso de las Naciones mismas y se piensan,

96
especialmente en los momentos de crisis, como situadas por fuera de
las distintas comunidades nacionales y articuladas a otros territorios
que de alguna forma están por fuera y que es necesario conquistar,
controlar, sobre los cuales hay que ejercer soberanía.
En este proceso de violencia histórica contra los pueblos indíge-
nas, el agua, los recursos naturales, han tenido siempre un rol muy
importante, ya sea a través de proyectos de energía, producción agrí-
cola o procesos de colonización que avanzan, empujando estas fron-
teras agrícolas productivas sacrificando, convirtiendo en zonas de
sacrificio y en poblaciones de sacrificio a los pueblos indígenas, sus
cuerpos y sus territorios. Es difícil pensar el ecocidio de ciertos terri-
torios sin pensar en el genocidio, hay una relación de codependencia
que se establece entre estos dos puntos.
Además, es necesario articular estas dos violencias para pen-
sar en otras formas de justicia. Cuando revisamos la tarea que vie-
nen haciendo los pueblos indígenas en los casos más importantes
de Colombia, Guatemala, Brasil y Perú acerca de las violencias que
han enfrentado en el pasado reciente, estas movilizaciones han sido
justamente para hablarle al resto de la sociedad nacional acerca de
cómo la violencia ha transformado sus cuerpos, sus territorios, cómo
su salud se ha visto comprometida por la violencia, tanto la estatal
como la ejercida por otros actores.
En estos procesos de demanda de justicia si uno lo mira en detalle
hay un trabajo de comunicación, si se quiere de traducción, en don-
de los indígenas de alguna forma crean nuevas gramáticas, nuevos
mensajes, nuevos códigos para describir al resto de la población y
de las sociedades no indígenas, cómo esas afectaciones se anclan en
sus cuerpos, por qué dicen que cuerpo y territorio de alguna forma
están articulados. Estamos pues frente a un ejercicio de traducción.
Esa traducción no se hace en el vacío. Los pueblos indígenas hoy son
sujetos históricos, son sujetos incorporados, totalmente articulados
a las sociedades nacionales e incluso globales en las que viven y de
ellas demandan reconocimiento, trato digno, justicia y, en muchos ca-

97
sos, reparación. Estos discursos, estas traducciones, estas gramáticas
no son puras, no provienen exclusivamente de los pueblos indígenas;
se hacen de manera colaborativa, en diálogo y en articulación. Acá la
academia tiene un rol central porque estos discursos, estas represen-
taciones, estos nuevos lenguajes se hacen a través de cartografías, a
través del arte, a través de informes, de peritajes, de un sinnúmero
de productos, de mediaciones o de articulaciones y de dispositivos
que se coproducen. Es un ejercicio de colaboración, pero además es
un ejercicio intercultural, en el sentido de que desde la academia nos
sentamos con pueblos indígenas, trabajamos con pueblos indígenas
para elaborar testimonios, mapas, distintos tipos de productos con
ese objetivo: tratar de hacer visibles y decibles estas violencias y las
formas de reparación. Tenemos los informes del Centro Nacional
de Memoria Histórica en Colombia, tenemos muchos informes de
derechos humanos y el trabajo de antropólogos y otros colegas de di-
ferentes disciplinas en distintos países, de México a la Argentina, que
tratan de ayudarnos a ver estas violencias, a tratar de trazar formas
de justicia. Estas alianzas colaborativas son fundamentales para am-
pliar las nociones acerca de lo que es la violencia del pasado reciente
y buscar formas de reparación posible.
Es necesario enfatizar que estas coproducciones requieren de un
profundo ejercicio de descolonización de nuestras definiciones de
la violencia. Exigen descolonizar nuestras nociones acerca del De-
recho, pero también corrernos de las definiciones eurocéntricas del
territorio. No basta con pensar y suponer que el territorio tiene una
relación de coproducción o constitutiva con las sociedades. Muchas
sociedades indígenas vienen demostrando la complejidad de sus fi-
losofías en donde la naturaleza no está separada y distante de lo hu-
mano. Hay una serie de procesos mucho más estrechos en donde lo
que sucede con los ríos de alguna forma habita los cuerpos, lo que
sucede con los cuerpos habita existe también en los ríos. Por ejem-
plo, los procesos de constitución de las personas a través del rito,
de la palabra, o de las prácticas territoriales pasan por los cuerpos,

98
pero pasan por los territorios. Cuando vemos cómo en Colombia, en
Guatemala, en Brasil, los ríos se vuelven lugares de desaparición de
personas, no solamente estamos viendo cómo los Estados o distin-
tos actores están buscando algún tipo de impunidad, sino que están
afectando directamente la salud colectiva e individual corporal pero
también espiritual de las poblaciones y de los pueblos indígenas que
habitan estos territorios.
Pensar esta experiencia de trabajo con pueblos indígenas nos in-
vita a toda la sociedad a pensar de una manera más plural, en tanto
territorios plurales, formas de reparación y de justicia plurales, pero
también a la salud desde la particularidad y desde la pluralidad de
los territorios de los que estamos hablando.
Esta particularidad de los territorios no debería hacernos olvidar
que son procesos que están totalmente articulados unos con otros.
Las formas de la violencia del extractivismo hoy se articulan en mu-
chos casos de maneras similares a las violencias del terrorismo de
Estado que ocurrió hace unas décadas en muchos países de América
Latina.
En este sentido, hay procesos en curso que tienen que ver con pen-
sar las cartografías, los procesos de cartografía asociada, pensar pro-
cesos museográficos y de exhibición para representar y hacer visi-
bles y aprehensibles estas violencias, en donde tratemos de romper
estas burbujas disciplinarias, de salir un poco de esta segmentación
que se dan al interior de distintas disciplinas o de determinados su-
jetos políticos, y más bien buscar procesos de articulación, de impac-
to y de transformación.

Pregunta: ¿Qué escenarios se vislumbran en América Latina des-


de la resistencia, las luchas, las disputas territoriales, y cuáles
son las alternativas posibles?

Elis Borde: Depende principalmente de cada contexto territo-


rial-histórico. En Brasil en este momento, estamos en un contexto

99
de escasas posibilidades de transformación en el corto plazo por la
dinámica política actual.
La articulación necesaria es transterritorial. A mí ver se trata de
aprendizajes desde el diálogo y la articulación de las vivencias en los
territorios en diferentes partes del mundo. En este sentido se está
dando una articulación muy interesante entre algunos movimientos
en América Latina, especialmente feministas, con algunos movimien-
tos de mujeres kurdas, por ejemplo. Son articulaciones en las que se
vislumbran posibilidades de resistencia y también de una construc-
ción desde narrativas diferentes y a la vez articuladas. En un contexto
de invisibilidad de las violencias y de necesidad de hacerlas visibles
y contraponerse a ellas, esta es una clave que debemos recuperar, y
esas articulaciones deben darse no solamente a partir de las sufrien-
cias sino también desde las experiencias exitosas de resistencia.
A través de mi trabajo sobre las violencias urbanas en la Maré, que
fue el barrio que más estudié en Río de Janeiro, además pude ver
cómo se logró una resistencia a partir de la construcción de una me-
moria colectiva. En el caso de la Maré se construyó un museo del ba-
rrio, que visibiliza no solamente las violencias vividas en este terri-
torio sino también las vidas y el cotidiano que se está construyendo
allí a pesar de todo. Pensando en lo que discutimos antes sobre las
implicaciones de las violencias en este territorio urbano, el museo
constituye un ejemplo de resistencia, que ha sido fundamental para
no caer en la resignación y la imposibilidad de ver transformaciones
posibles. De esta forma ha abierto horizontes y ha recuperado la me-
moria para así hacer espacio para el presente del territorio.

Carlos Salamanca Villamizar: Tenemos mucho para aprender de


los procesos sociales que se han dado en los últimos años. Por una
parte, los procesos sociales con respecto a la violencia en América
Latina están totalmente articulados: la ruta nacional de las muje-
res en Colombia ha sido de inspiración y ha generado diversos pro-
cesos en otros países, pero también, los procesos en México, Brasil o

100
Perú han repercutido en Colombia. Hay muchos vasos comunicantes
y debemos tenerlo en cuenta. Nos queda trabajo colectivo por ha-
cer, tenemos que pensar mejor nuestras alianzas, desde la academia,
pero también hacia afuera.
No podemos seguir sacando comunicados frente a violaciones de
derechos humanos y suponer que eso es suficiente. Nuestro traba-
jo tiene que realmente buscar esas transformaciones, incluso en la
forma de pensar las cosas. En este sentido venimos trabajando con
un grupo de compañeros y colegas en el Proyecto: “La violencia en
el espacio”. En este trabajo planteamos que la dictadura en Argen-
tina intentó transformar la sociedad, no solamente a través de de-
tenidos-desaparecidos y de la violencia clandestina a través de los
centros clandestinos, sino también a través de la transformación de
los espacios, construyendo obras de infraestructura, de espacios de
esparcimiento, teniendo una política de exclusión de las villas, de los
barrios populares en Buenos Aires, y en otras ciudades como Rosa-
rio. Nos encontramos con una gran paradoja, y es que justamente la
violencia clandestina, la opaca, la que estaba por debajo del espacio
público es la que de alguna forma en Argentina se ha logrado ver
más, mientras que la violencia que era pública, evidente a los ojos
de todo el mundo, que ocurrió en el espacio público es menos visi-
ble. Somos menos sensibles hacia esas violencias, y son justamente
las que comprometen a la salud colectiva. Por ejemplo, territorios
habitados que fueron transforma-
dos, destruidos con basureros
o líquidos cloacales derivados
desde poblados hacia terri-
torios indígenas, situaciones
de precariedad ambiental o
de precariedad en térmi-
nos del hábitat, produci-
do de manera deliberada
por un gobierno militar.

101
Hay una doble dimensión de la violencia, territorial y social, y pen-
sarlas de manera separada permite vislumbrar las transformaciones
sociales necesarias.
Desde la academia debemos plantearnos cómo pensar y desafiar
a las sociedades con nuevas preguntas, lograr entrar en la esfera
pública, en el debate público que actualmente está dominado por
medios de comunicación que reproducen las mismas miradas. Por
ejemplo, el conflicto actual con el pueblo mapuche, el cual está lleno
de prejuicios y a la academia le cuesta mucho entrar, pero viene ha-
ciéndolo, disputando esos lugares desde donde se produce sentido
común. Para esto tenemos que repensar las herramientas: nuestro
trabajo son los artículos y los papers, pero no solamente eso. Enton-
ces, ¿cómo hacemos para para buscar un espacio de legitimidad de
la academia en estas otras cuestiones que no aparecen en los índices
de publicación, pero que de alguna forma están pensando más críti-
camente cómo transformar la sociedad?

Pregunta: ¿Qué rol debería tener el Estado, si es que tiene alguno,


en las perspectivas de transformación?

Carlos Salamanca Villamizar: El Estado, la violencia, la memoria,


debemos pensarlos inscritos en el contexto neoliberal. Las formas
en que hacemos academia, en que pensamos los sujetos con los que
trabajamos, están marcadas por una matriz de la que tenemos que
ser conscientes para poder romperla. Por ejemplo, si uno hace una
lectura de los trabajos que se desarrollan en cartografía social, una
herramienta que ha sido muy poderosa en América Latina para dina-
mizar procesos, a través de esta los indígenas hablan con las mujeres
de los barrios populares y las mujeres de los distintos barrios hablan
entre sí. Pero esos diálogos y esas articulaciones no son continuos, y
este justamente es uno de los obstáculos y de las dificultades gene-
rados a partir de las condiciones que establece un campo neolibe-
ral. Tenemos que pensar esto como paradigmas o posicionamientos,

102
articulaciones transversales. Volviendo al ejemplo, los procesos de
cartografía social feministas pueden y deben iluminar las cartogra-
fías de los conflictos en los contextos urbanos, pero también en los
contextos indígenas.
Respecto al Estado hay una gran heterogeneidad, en este sentido
actualmente soy empleado de una institución del Estado, de una ins-
titución de investigación. Es decir, encontramos una heterogeneidad
de dimensiones del Estado y de agentes del Estado con los que uno
puede establecer alianzas. La universidad pública tiene un rol muy
importante, y podemos destacar el trabajo que el Instituto de Salud
Socioambiental ha desarrollado al vincular territorio y salud. Han
mostrado el impacto de una práctica que a los ojos de todo el mun-
do está perfecto, el agronegocio, pero tiene impacto y es necesario
ponerle datos, nombres, rostro a estas violencias que se inscriben
en los cuerpos, y este es un trabajo realizado desde la Universidad
Pública. Pues nosotros en este caso, también estamos transformando
en el interior las prácticas de la academia y de la Academia pública.

Elis Borde: En algún momento -no solamente en América Latina-


la izquierda se proyectó en esta línea de “vamos a ocupar las fun-
ciones de poder en el Estado para lograr la transformación”. Pero es
bastante evidente que eso no es suficiente, no alcanza con agarrar el
poder del Estado e intentar las transformaciones desde allí. Incluso,
porque quien finalmente toma el poder no son los sujetos que están
en las resistencias. Es fundamental, sin embargo, tener poder sobre
algunas instituciones del Estado. En Brasil por ejemplo, el Sistema
Único de Salud es una base fundamental para pensar cualquier ac-
tuación en el campo de salud. Actualmente está siendo sistemática-
mente destruido por las personas que están en el poder, lo mismo
ocurre con las universidades públicas, y esto obviamente fragiliza la
respuesta que podamos brindar desde cualquier ámbito.
Al hablar sobre herramientas, y la necesidad de legitimar otras
formas de expresión en la ciencia pensando también herramientas

103
prácticas para transformar las realidades que estamos viviendo, me
parece importante mencionar lo que me parece una de las iniciati-
vas más relevantes en la actualidad y fue desarrollado desde el Insti-
tuto de Salud Socioambiental con el apoyo de la Fundación Rosa
Luxemburgo: el Mapa Cuerpo-territorio, que es una herramienta
fundamental para visibilizar y a la vez para articular justamente esas
transterritorialidades, porque las comunidades van reconociéndose
dentro de este mapa cuerpo-territorio.

Pregunta: ¿Cómo se pueden consolidar los procesos de reparación


cuando la violencia estatal se asocia a la violencia extractivista?

Carlos Salamanca Villamizar: En relación a esto podemos encon-


trar experiencias muy interesantes. El Centro Nacional de Memo-
ria Histórica es quien está haciendo en Colombia el trabajo sobre la
memoria de los últimos 30 años. Se realizó una exhibición para que
de alguna forma el resto de la sociedad colombiana que no vive en
las regiones más castigadas por la violencia entienda, pueda ver, se
acerque a la realidad de esas violencias. Uno de los ejes era el agua,
y otro de los ejes el territorio y el tercero era el cuerpo. A partir de
estas aproximaciones nos acercamos de otra manera a las violencias
y entramos de otro modo a lo común, pero ¿qué es lo común?
Desde la academia debemos ser capaces de pensar cómo determi-
nadas prácticas como los agrotóxicos, un proyecto eléctrico, etc., es-
tán afectando lo común. No solamente en cuando a las comunidades
que están río arriba o río abajo, sino tratar de reponer lo común. Jus-
tamente eso es lo que el neoliberalismo de alguna forma saca.
Ejemplo de esto es la minera el Cerrejón en Colombia. El Cerrejón
lleva a cabo procesos de reparación comunitarios, pero ¿cuál es el
efecto performativo? Separar las comunidades y llevar a cabo pro-
cesos de reparación individualizados a partir de comunidades. En-
tonces eso no permite ver la complejidad del daño social, ambiental
y de salud que la mina genera. Entonces ahí, lo que están haciendo

104
los veinte pueblos indígenas de la región y muchos aliados es tratar
de reponer lo común, es decir, lo que afecta a todas las comunidades,
más allá de que unos puedan estar más afectados, en diferentes gra-
dos, por distintas dimensiones de la producción minera. Y este es un
trabajo que se hace desde los espacios locales, y de abajo para arriba.

Elis Borde: En este sentido, la misma dinámica neoliberal se da en


la individualización de la violencia urbana, al plantear que algunos
sujetos por ventura son violentos. Esta lectura sobre la violencia ur-
bana, que no se encuentra solamente en los medios de comunicación
dominantes sino también en la salud pública y epidemiologia más
tradicional, imposibilita ver cómo estas ciudades latinoamericanas
que son violentas de diversas formas responden al modelo de ur-
banismo neoliberal que se despliega de manera violenta y produce
violencia de diferentes formas. Esa dinámica de individualizar está
presente en la lógica de análisis. Acaba separando a las personas y no
se articulan las territorialidades, las posibles resistencias.
En el barrio de San Bernardo en Bogotá se llevan a cabo procesos
de compra, de despojo territorial urbano siempre a partir prácticas
totalmente individualizada. “Yo que soy la empresa constructora te
doy unos pesitos y te compras otra casa, o te pongo en un apartamen-
tico”. Esto acaba por fracturar completamente el tejido social consoli-
dado en estos territorios generando nuevos conflictos.

105
Agrotóxicos, transgénicos y AgTech

Fernando Frank (Argentina)


Ingeniero Agrónomo (UNLPAM), especialización en
Agroecología -en curso- (UNLAM). Trabaja en comu-
nidades campesinas de San Luis en producción de
alimentos y acceso a derechos, desde la Secretaría
de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena del
Ministerio de Agricultura de la Nación. Participa en
Asociación de Trabajadores del Estado, en la CALISA
Biosur de la UNSL y en el Colectivo “Trigo Limpio”.

Emmanuel González Ortega (México)

Doctor en Biotecnología por la Universidad de Bar-


celona; Profesor Investigador del Departamento de
Producción Agrícola y Animal de la Universidad Autó-
noma Xochimilco; Encargado de la Secretaría Ejecu-
tiva de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad
de Organismos Genéticamente Modificados (CIBIO-
GEM). Forma parte de la Red en Defensa del Maíz.

Marielle Palau (Paraguay)


Socióloga y feminista. Mg. en Sociología por el Instituto
Universitario de Pesquisas de Rio de Janeiro. Lic. en Cs.
de la Comunicación por la Fac. de Filosofía y Cs. Huma-
nas de la Universidad Católica. Investigadora de BASE
IS. Coordinadora del Informe anual sobre agronegocios
en Paraguay “Con la soja al cuello”. Docente de la Fac. de
Cs. Sociales de la Universidad Nacional de Asunción. In-
tegrante de la UUCSNAL, de grupos de trabajo de CLAC-
SO e investigadora categorizada del Programa Nacional
de Incentivo a la Investigación (PRONII).

106
Agrotóxicos, transgénicos y AgTech

Fernando Frank
Emmanuel González Ortega
Marielle Palau

Fernando Frank: Para empezar a hablar de Agronegocios en Ar-


gentina, vamos a recordar las palabras de Andrés Carrasco, “Lo que
sucede en Argentina es casi un experimento masivo”. Tenemos,
entonces, un elemento de masividad, que explica en qué situación
estamos.
En cuanto a las palabras, es muy simbólico y transparente que las
empresas de los agronegocios hayan quitado la expresión “cultura”
de la palabra “agricultura” y la hayan sustituido por “negocios”. Hay
una sustitución en el sentido y en las prácticas: se pasó de los cultivos
diversos y las culturas diversas, a los monocultivos centrados en los
negocios, en el lucro.
Los agronegocios son parte de sistemas extractivistas, que funcio-
nan como megaproyectos. Así como el fracking y la minería metalí-
fera a cielo abierto, los monocultivos transgénicos también forman
parte de un sistema extractivo, que no es solo un modo de produc-
ción, ni es solamente un conjunto de emprendimientos territoriales,
sino que es un sistema social en el cual nuestros países toman un rol
específico en la economía global.

107
Argentina es parte del Cono Sur, de lo que la empresa semillera y
agrotóxica Syngenta llamó la “República Unida de la Soja”. Existe
un plan llamado IIRSA (Iniciativa de Integración Regional Suda-
mericana), que organiza megaproyectos de infraestructura vincula-
dos al extractivismo, es decir al control y saqueo de las corporacio-
nes sobre los territorios.
En Argentina, desde hace 25 años hasta hoy, se aprobaron 61 even-
tos transgénicos, la gran mayoría para maíz, en segundo lugar la soja,
y entre otros cultivos se encuentran algodón, papa, cártamo y alfalfa.
Recientemente se aprobó un trigo transgénico de la empresa Bioce-
res, llamado HB4.
Cuando vemos en detalle las características incorporadas por
transgénesis a los cultivos mencionados, aparecen principalmente la
resistencia a glifosato y otros herbicidas. La otra característica habi-
tual es la incorporación por medio de transgénesis de la capacidad
de producción de toxinas insecticidas, llamadas “Bt”.
El paquete tecnológico impuesto en Argentina está conformado por
la siembra directa, las semillas transgénicas, y los herbicidas y otros
agrotóxicos. En un principio la promesa del sistema era que este pa-
quete disminuiría el uso de agrotóxicos. Sucedió justamente lo con-
trario: el consumo de agrotóxico, y principalmente el de herbicidas,
se disparó y hoy es un problema completamente fuera de control.
Las empresas semilleras hegemónicas corresponden todas inicial-
mente de la industria química: venden las semillas y los venenos. Por
lo tanto, el aumento del consumo de este paquete tecnológico, que es
una amenaza creciente a la salud humana y a la salud de los ecosiste-
mas, para estas empresas es un mega negocio.
En este contexto, Argentina no registra el consumo de agrotóxicos.
El Estado no lo registra ni desde las instituciones de Economía, ni
desde Salud, Agricultura o Ambiente. Además, no se han generado
en todas estas décadas, herramientas de control a la altura del grave
problema que tenemos. Los datos con los que contamos son los datos
de facturación de las propias empresas. Investigadores del INTA han

108
procesados los datos disponibles hasta el 2011 y así vemos un creci-
miento lineal y por momentos exponencial. El consumo se multiplicó
más de mil doscientos por ciento. Volvemos a lo que decíamos antes:
un puñado de empresas que promocionó sus productos prometien-
do que iban a disminuir el consumo de herbicidas y otros agrotóxi-
cos, lo multiplicó en más de 12 veces.
Al presentar estos datos en distintos espacios de reflexión apare-
cen palabras como descontrol, desastre, círculo vicioso, sistemas de
monocultivos adictos a agrotóxicos y el concepto del fracaso tecno-
lógico. Así, lo que para nosotros es un desastre en nuestra salud, en
nuestros ambientes, para estas empresas es el crecimiento de un
mercado y el control de varios mercados más.
Entre la soja y maíz transgénicos los principales destinos indus-
triales son las exportaciones, la ganadería industrial, los comes-
tibles ultraprocesados, los agrocombustibles, los alimentos para
mascotas y los bio-materiales como pegamentos y pinturas. De
esta manera vemos también que ganan presencia los destinos no
alimentarios, y que los dos destinos alimentarios principales son
sumamente conflictivos: la ganadería industrial y los comestibles
ultraprocesados.
Actualmente, podemos observar cómo promocionan al trigo transgé-
nico en varios sentidos. Manifiestan que lo desarrolló una empresa de
origen nacional, que hay participación del sistema público de ciencia
y tecnología, y que la transgénesis no lo hace resistente a herbicidas,
sino que le brinda tolerancia a la sequía. Ya sabemos que este discurso
incluye varias mentiras. La tolerancia a sequía no ha sido probada. Las
pruebas científicas no lo garantizan y son pobres metodológicamente
además de que trabajan en pocos territorios. Los datos mostrados por
el Ministerio de Agricultura a fines de 2021 muestran, en muchos ca-
sos, una caída de rendimiento muy fuerte. Además, en toda la promo-
ción de los trigos HB4 se escondió activamente hablar de la tolerancia
al Glufosinato de Amonio, que forma parte del paquete en las presen-
taciones a los organismos regulatorios.

109
Ag Tech

En el contexto actual, las empresas avanzan además con el desa-


rrollo de las llamadas “Ag Tech”. Al puñado de empresas vinculadas
al agronegocio, se suman las empresas más grandes de las comunica-
ciones, Google, Huawei, Microsoft, etc... Estos desarrollos tienen dis-
tintos nombres: agricultura digital, AgTech, Agricultura 4.0; o como
las llama la Fundación Bill y Melinda Gates, Ag One. El panorama es
complejo porque están proponiendo muchas tecnologías en simultá-
neo y deben ser evaluadas críticamente. Son parte de estas propues-
tas las tecnologías de hardware (drones, GPS, chips, robots, etc…); las
de software (procesamiento de datos de productividad, suelos, cli-
mas, mercados, etc…); y las Fin-Tech (tecnologías financieras, block-
chains, monedas digitales, etc…)
Con las nuevas tecnologías renuevan un discurso y una serie de
promesas pero lo que vemos en el fondo son las mismas empresas y
los mismos objetivos: mercantilizar más y más la agricultura y la ali-
mentación, y controlar, directa o indirectamente, los territorios rura-
les y las cadenas de valor. En los años recientes hemos visto crecer a
monopolios sectoriales, y a las empresas fusionarse entre sí a
través de operaciones que implican movimien-
tos millonarios. Y en lo concreto, más que
soluciones, vemos cómo se redoblan las
violaciones de derechos de los pueblos.
Un aspecto para observar y reflexionar
es el trabajo. Las empresas de los agro-
negocios prometen generar puestos de
trabajo de calidad. Sin embargo, lo que
vemos, parafraseando a Carrasco, es
que el “experimento a escala masiva”
de los agronegocios en Argentina han
generado exclusión de comunidades y
diversidad de producciones, y es hoy el

110
sector de la economía que peores índices de formalidad del trabajo
presenta.
Otro análisis que consideramos necesario es el del consumo de
energía y materiales. Hemos escuchado muchas veces cómo se
plantea a las tecnologías digitales como realidades virtuales. Y eso no
es verdad. Las nuevas tecnologías tienen una base puramente mate-
rial, generando demandas concentradas y crecientes de insumos. En
este contexto, los sectores concentrados están buscando subsidiar la
conectividad con inversiones a través de créditos blandos, con tasas
subsidiadas y exención de impuestos.
En esta expansión territorial que se traduce en deforestación, es-
tán proponiendo en Argentina avanzar sobre la zona de restricción
de agrotóxicos. Esta zona es fruto de la lucha de los pueblos en sus
territorios.
De este modo, en Argentina tenemos, tras 25 años de imposición
del agronegocio, la consolidación de sistemas de monocultivos, ali-
mentos de bajísima calidad, producciones no alimentarias (agrocom-
bustibles, los alimentos de mascotas, los biomateriales), la defores-
tación y degradación de los suelos, la concentración económica y el
control corporativo. Sumado a esto, los impactos sanitarios en las
comunidades se han profundizado: el hambre, las distintas formas
de malnutrición, la desigualdad, la pobreza, la exposición a agrotóxi-
cos y las enfermedades crónicas y agudas.
En relación a esto, se ha discutido públicamente la ganadería indus-
trial debido a la voluntad de instalar megafactorías porcinas en Ar-
gentina. Estas presentan un sinnúmero de consecuencias, como en-
fermedades respiratorias, neurodegenerativas, mentales, en la piel,
infecciosas, el desarrollo de vectores, potencial pandémico y bacte-
rias resistentes a antibióticos. También encontramos la relación de
los ultraprocesados con las enfermedades crónicas no transmisi-
bles como diabetes, distintas enfermedades cardiovasculares, el cán-
cer, todas esas enfermedades crónicas que son factores de riesgo en
el contexto de pandemia que estamos viviendo.

111
En este contexto, es necesario seguir profundizando el conocimien-
to sobre los impactos en la salud de este modelo y el potencial trans-
formador de la agroecología para revertir este proceso. Tenemos la
necesidad de articular la denuncia de lo que no queremos con los
anuncios de lo que queremos. Para esto es fundamental la articula-
ción territorial, sobre todo en lo local, para trabajar las redes, plan-
teando la necesidad de transformar los sistemas de educación y sa-
lud pública. En este sentido, la agroecología tiene el foco puesto en
la salud de los suelos, suelos vivos, suelos sanos, debemos entender
el impacto de estas prácticas destructivas, pero también las prácticas
de recreación, de regeneración de los suelos y su vinculación con ali-
mentos sanos, con cuerpos sanos y con territorios sanos.

Ilustración 1. Fuente: https://mackaycartoons.net/

Emmanuel González Ortega: Para pensar los impactos de los


transgénicos, los agrotóxicos y la tecnología agrícola, es necesario
abordar la crisis sanitaria y la alimentación.

112
En este sentido y como vemos en la imagen, durante la actual pan-
demia de Covid-19 los gobiernos insisten principalmente en medidas
higiénicas como el lavado de manos -las cuales son adecuadas, pero
no suficientes-, y claramente no alcanzarán para estar protegidos
ante las diferentes olas que nos afectan simultáneamente como so-
ciedades y como planeta vivo. Una es la recesión presente, o también
la crisis o cambio climático que estamos viviendo, que a su vez y en
sentido complejo, conlleva a la pérdida de biodiversidad a escala
global. En realidad, la pérdida de diversidad biológica, forma parte
de la pérdida de la salud ambiental y territorial en prácticamente
todo el planeta. Como algunos de nuestros pueblos plantean, somos
parte de la naturaleza, y con la erosión biológica, que está avanzan-
do a pasos agigantados, no quedará demasiado para nosotras y no-
sotros, ni para las generaciones que vienen en un futuro próximo.
Entonces, la sola acción de lavarnos las manos no nos protege del
todo, sino que además nos inhabilita, nos hace quedar pasivos ante
estas estas olas, que se presentan combinadas y refuerzan los daños
provocados por otras.
En este contexto, ¿qué nos dice la pandemia de coronavirus sobre
los sistemas alimentarios? El avance de la agricultura industrial que
emplea variedades genéticamente homogéneas está acentuando la
pérdida de hábitats (degradación de suelo, uso masivo de agroquími-
cos, abuso desmedido de agua, pérdida de especies nativas que du-
rante muchos años se han adaptado a las condiciones geoclimáticas
de los territorios específicos), interacción obligada entre especies sil-
vestres y especies domesticadas (diferentes tipos de ganado criado
en condiciones de hacinamiento), entre otros factores, con lo que se
crean condiciones para que los virus emerjan y se repliquen fuera
de sus hospederos naturales. Esto se llama técnicamente desborda-
mientos zoonóticos y como mencionamos antes, están asociados con
desequilibrios ecológicos, la concentración de asentamientos huma-
nos, incursiones en hábitats, y a la producción ganadera intensiva,
facilitando mayor interacción entre los humanos y la vida silvestre.

113
En el siguiente diagrama
vemos reflejada la dinámi-
ca de interacción entre hu-
manos, ganado de diferente
tipo, animales silvestres en
condiciones peri-domés-
ticas, y la interacción con
animales y el medio silves-
tre dentro de la biosfera. A
estas condiciones, estas in-
teracciones, hay que sumar
el cambio climático. Hay in-
vestigaciones que plantean
Ilustración 2. Proc Natl Acad Sci EE. UU. 2013 este fenómeno antropológi-
21 de mayo; 110 (21): 8399-404. doi:10.1073/ co como unos de los posibles
pnas.1208059110.
componentes que generaron
esta pandemia.
Para comprender cómo se han presentado progresivamente las
epidemias a lo largo de la historia, sin olvidar que más del 60% de
las enfermedades han sido causadas por patógenos compartidos con
animales domésticos-silvestres, debemos recordar que estos agentes
patógenos causantes de epidemias se van transmitiendo de animales
salvajes a animales semi domesticados, y luego se amplifican en la
población humana. En la actualidad podemos sumar a esto un ele-
mento más, las intervenciones biotecnológicas. De igual modo de-
bemos recordar que recientemente en diferentes regiones del mun-
do desarrollado se han presentado brotes zoonóticos patogénicos,
principalmente en el norte global y en regiones donde hay una alta
concentración de producción agropecuaria intensiva.
En este contexto, la agricultura industrial es uno de los principales
eventos en la potencial aparición de pandemias. El cambio en la in-
dustria alimentaria, el cambio de uso del suelo en general, el cambio
de la industria y comercio agrícola y pecuario, hacen pensar que esta

114
Ilustración 3. Karesh et al. 2021, Lancet, 380(9857):1936-45. doi: 10.1016/S0140-
6736(12)61678-X

pandemia no ha sido la primera y seguramente no será la última, se-


guimos cocinando las próximas pandemias. Es interesante en este
sentido tomar una frase de David Quammen: “tálamos árboles, ma-
tamos o enjaulamos a los animales para enviarlos al mercado, alte-
ramos los ecosistemas y rompemos los vínculos de los virus con sus
huéspedes naturales, cuando eso pasa, los virus necesitan huéspedes
nuevos y frecuentemente somos nosotros”. Ya estamos viviendo esta
realidad.
En relación a esto, me resulta imposible no pensar cómo México
se ha transformado en un laboratorio neoliberal, pues ha sometido
a su población desde hace años a efectos o a condiciones que tienen
impactos en la salud. Y en relación a la pandemia de SARS-COV2, la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) menciona en su si-
tio oficial un listado de comorbilidades relacionadas a la enfermedad
grave por Covid-19. Lo alarmante es que México encabeza las listas
mundiales en varias de estas enfermedades, como la enfermedad

115
cardiovascular o la enfermedad renal crónica. Esto ha sido documen-
tado por el Tribunal Permanente de los Pueblos, que hace unos
pocos años tuvo el capítulo México y echó más luz sobre las voces de
los pueblos que están siendo afectados por megaproyectos, muchos
de estos relacionados con el agua, y algunos de estos impactos se
reflejan en niveles muy altos de cáncer infantil, obesidad severa e
hipertensión.
Respecto al contexto alimentario de México, comparando datos in-
ternacionales, vemos que hay un déficit de la producción de hortali-
zas respecto a las necesidades de consumo de la población. Algunas
fuentes plantean que se requieren 600 gramos/día de hortalizas por
persona, la Secretaría de Salud de México plantea que cada per-
sona debería consumir al menos 450 gramos/día de hortalizas. Sin
embargo, en este modelo o agenda económica prevaleciente, conta-
mos con una producción que solamente cubre el 80% de este reque-
rimiento, pero del cual se exporta el 41% principalmente a Estados
Unidos, el vecino del norte. Entonces, una conclusión directa es que
no se cubre la demanda diaria recomendada. Otro elemento impor-
tante, es que el 95% de las semillas de hortalizas son importadas, y
están protegidas por derechos de propiedad intelectual, lo cual es un
debate importantísimo; precisamente organizaciones como GRAIN y
Alianza por la Biodiversidad han tenido a bien profundizar y brin-
dar datos a la población sobre la importancia de las patentes sobre
semillas. Entonces, ¿cómo podemos producir alimentos de manera
libre si no somos dueños/dueñas de las semillas? Los esfuerzos de
grandes compañías que continúan concentrándose no cesarán.
Precisamente en contraste con la producción libre de alimentos en
este ecosistema capitalista en el que estamos, en México vemos un
crecimiento enorme de puntos de venta de productos altamente pro-
cesados. Estos productos alimentarios ultraprocesados cada vez
son más consumidos, están disponibles masivamente, son baratos y
la calidad nutricional es prácticamente nula. GRAIN documentó, en
2014, que en México se abrían en promedio, tres puntos de venta

116
OXXO (puntos de venta minorista que comercian exclusivamente ali-
mentos ultraprocesados) al día, con ganancias anuales millonarias y
que sacan de la competencia a comercios locales y de barrio.
En el año 2017, nuestro equipo de trabajo pudo realizar un estu-
dio para conocer la presencia de maíz transgénico en alimentos
elaborados industrialmente con maíz en diferentes tipos de ali-
mentos (tortillas, harinas de maíz, botanas -snacks-, cereales del
desayuno), que se venden en todo el país. En la actualidad, ese es-
tudio toma importancia nuevamente por la situación actual de la
presencia de comorbilidades a partir de las agendas alimentarias.
En este estudio encontramos que el 82% de los alimentos analiza-
dos, que fueron alimentos elaborados industrialmente por gran-
des consorcios, tenían al menos un tipo de maíz transgénico. En
consonancia con esto, analizando muestras importadas de distin-
tos lugares del mundo para identificar la presencia de secuencias
transgénicas en maíz, encontramos que la tendencia en productos
alimentarios hechos con maíz de manera industrial es la misma
entre alimentos producidos en México y los importados, lo cual
confirma que prácticamente toda la producción industrial de maíz
que se transforma en alimentos ultraprocesados está elaborada
de la misma manera alrededor del mundo: con harinas de maíz
transgénico.
Posteriormente analizamos la presencia de maíces transgénicos
en una de las empresas concentradoras de maíz importado de Es-
tados Unidos, y allí encontramos que el 100% de los lotes que pu-
dimos analizar resultaron positivos para diferentes variedades de
maíz transgénico. El sector industrial de producción de alimentos,
tanto en México como en diversas partes de América y del mundo,
particularmente del norte global, están dominados por la presen-
cia de secuencias de maíz transgénico, con potencial daño a la sa-
lud de las comunidades.
Analizamos también diferentes muestras para evaluar la pre-
sencia de glifosato, y encontramos que en una tercera parte de

117
estas muestras analizadas había presencia o trazas de glifosato o
su metabolito principal AMPA, lo cual reforzaba la evidencia de la
presencia de estos elementos en la agricultura industrial.
Como dato adicional, cabe mencionar algunas investigaciones que
se han hecho en otras partes del mundo, los cuales analizan la to-
xicidad de diferentes versiones comerciales del herbicida glifosato,
y estas encuentran que las formulaciones comerciales del herbicida
son más tóxicas que la molécula de glifosato en estado puro.
Además, se han encontrado metales pesados en estas formu-
laciones comerciales como el cromo, arsénico, cobalto, níquel o
plomo. Es decir, a la dinámica de consumo de maíz genéticamente
modificado con potenciales daños a la salud por el simple hecho
de las secuencias y proteínas recombinantes, debemos adicionar
que se está consumiendo glifosato y las formulaciones comercia-
les de diferentes agrotóxicos, como el glufosinato de amonio, cuyo
uso aumentó notablemente en los últimos años. Esto llega a la ali-
mentación de la gente, y lamentablemente, es la gente con menos
posibilidades económicas quienes más consumen alimentos que,

Ilustración 4. Control oligopólico de la alimentación industrial elaborada con maíz

118
por ser producidos industrialmente, son baratos y de propiedades
nutricionales nulas.
El monopolio de estos alimentos ultraprocesados se ve reflejado en
la ilustración 4, donde aparecen las empresas que tienen acaparado
el mercado. En este sentido, estamos en riesgo y a expensas de estas
industrias que ganan dinero con nuestra salud. Actualmente, aunque
en México se han dado pasos para cuidar la salud y hacia la soberanía
alimentaria, los esfuerzos de la agenda agroalimentaria tecnológica
siguen avanzando. Evidencia de esto es que la embajada de Estados
Unidos en México anunció que la biotecnología iba a ser una de las
puntas de lanza en la negociación del Tratado de Libre Comercio
entre Canadá, Estados Unidos y México. Vivimos un reduccionismo
tecnocientífico en, y a través de los alimentos.
Además, el Ministro de Agricultura de México, anunció que no limi-
taría las importaciones de maíz transgénico de EEUU, cuando se ha
visto que gran parte del maíz que llega a las mesas de la población
mexicana es el maíz importado. Por todo esto, es necesario buscar las
vías para promover y fortalecer la agroecología, como respuesta a
esta agenda alimentaria.

Marielle Palau: El trabajo que venimos realizando, analiza el im-


pacto que está teniendo el modelo del agronegocio en escuelas
rurales de Paraguay. En consonancia con los estudios y luchas que
se viven en Argentina ante esta problemática, hemos realizado en Pa-
raguay una investigación que se publicó el año pasado donde se evi-
dencian los impactos de este modelo y cómo afecta la vida cotidiana,
principalmente a la niñez que debería ser el sector más protegido de
la sociedad. Muchos de nuestros países, Paraguay incluido, plantean
el principio del interés superior de los niños y las niñas: nada de-
bería estar por encima de la vida de niños y niñas, pero sin embargo
el modelo los pone en riesgo cotidianamente.
El estudio, publicado por BASE IS y realizado conjuntamente con
Regina Kretschmer y Abel Areco, es una muestra de lo que está

119
pasando en muchas de las comunidades rurales paraguayas. Nos
planteamos conocer la percepción de pobladores y pobladoras de
la comunidad, recoger las problemáticas que se generan a nivel co-
munitario y principalmente analizar cómo afecta directamente el
proceso educativo de niños y niñas. Sin detenernos demasiado en lo
conceptual, estos venenos afectan de una manera particular a niños
y niñas dado su grado de desarrollo. Fumigar cerca de escuelas y en
comunidades rurales donde hay gran población infantil genera ma-
yores consecuencias de lo que podría ocurrir en poblaciones adultas.
En América Latina contamos con muchos estudios sobre los impac-
tos específicos de este modelo a nivel social y económico, y en Ar-
gentina y México sobre el impacto en la salud. Sin embargo, en Para-
guay tenemos relativamente pocos estudios. Un estudio en particular
fue tomado como punto de partida: de 557 instituciones educativas
se analizaron aproximadamente 300, y se encontró que 99 escuelas
estaban en riesgo de fumigación. Riesgo de fumigación atendiendo
el débil marco legal normativo de Paraguay, que establece que no se
puede fumigar a 200 metros de manera aérea y a 100 metros de for-
ma terrestre.
Otro elemento a tener en cuenta es que en Paraguay, el 94% de las
tierras agrícolas están destinadas a rubros del agronegocio, con un ace-
leradísimo crecimiento. En el año 2000 teníamos 1.200.000 hectáreas
destinada a soja fundamentalmente transgénica, que en 18 años se tri-
plicó pasando a más 3.500.000 mil hectáreas, y esto es sólo de soja, sin
hacer mención de los demás rubros del agronegocio. Es fundamental,
aunque sea muy obvio, destacar que en cualquier monocultivo trans-
génico se requiere la utilización de pesticidas y fertilizantes, es decir
agrotóxicos, para hacer frente a las “plagas” por el desequilibrio que se
genera en la naturaleza.
En Paraguay, los tres principales agrotóxicos importados son el glifo-
sato, el 2-4D y el paraquat. El glifosato ha sido declarado por la pro-
pia OMS como posible cancerígeno; el 2-4D, con efectos terribles en
la salud; y el paraquat está prohibido en gran parte del planeta. Esto

120
es importante, porque es con estos agrotóxicos que son fumigadas las
cercanías de las escuelas, afectando a niñas y niños.
En este contexto, contamos con un marco legal que no se cumple en
absoluto, ya que la Constitución Nacional de Paraguay establece que
toda persona tiene derecho a un ambiente saludable y ecológicamen-
te equilibrado. Contamos con leyes que regulan la distancia para las
aplicaciones de agrotóxicos pero estas distancias son absolutamente
insuficientes, ya que como demuestran los trabajos de Marcos To-
massoni, la deriva es incontrolable, por lo que estas distancias de
200 metros son insignificantes. Esto se constata por las propias co-
munidades, quienes siguen percibiendo el veneno aún cuando las
aplicaciones se realizan a más de 1000 metros de distancia. Otro
punto importante es que no se cumple la protección que deberían
tener los colectivos que colindan con caminos. Así como tampoco se
cumplen, y esta es una constante en muchos de nuestros países, las
condiciones para las fumigaciones, que están vinculadas con la deri-
va y las condiciones atmosféricas.
Las normativas establecen que no debería fumigarse cuando hace
más de 32°C, cuando la humedad es superior a 60% y cuando el vien-
to es superior a 10 kilómetros por hora. Con estas condiciones, en
Paraguay prácticamente no debería fumigarse entre el mes de octu-
bre y el mes de abril, cuando las temperaturas superan ampliamente
los 32°C. Hay una serie de instituciones gubernamentales que com-
parten la responsabilidad en el cumplimiento de estas leyes y funda-
mentalmente en velar por la por la salud de niños y niñas. Eso solo
queda en los papeles.
En el marco internacional debemos resaltar el Protocolo de San
Salvador, que garantiza el derecho a vivir en un ambiente sano y
saludable, la Convención de los Derechos de la Niñez, la Decla-
ración de Naciones Unidas sobre Derechos Campesinos y otras
personas que trabajan en zonas rurales -este un logro muy im-
portante de la Vía Campesina-,al menos en Paraguay no logran tor-
narse realidad, y la Declaración de Río donde el principio precau-

121
torio es uno de los elementos centrales y probablemente el menos
respetado.
Paraguay desde el año 2007 tuvo una serie de observaciones de
organismos internacionales respecto al uso de los agrotóxicos, y hay
dos condenas importantes al Estado de Paraguay por parte del Co-
mité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. El primero
de ellos es el caso de Rubén Portillo, un vecino que falleció a causa de
la exposición a los venenos, y el Estado fue condenado por no contro-
lar y no sancionar el uso indebido de agrotóxicos, este fue el primer
caso a nivel mundial en que el Comité de Derechos Humanos utiliza
el articulado vinculado al Derecho a la Vida para sentenciar el Esta-
do paraguayo. Y este año hubo otra condena al Estado de Paraguay
por no haber protegido a una comunidad indígena de fumigaciones
ilegales. Esto es importante porque hasta Naciones Unidas está re-
conociendo que los agrotóxicos están violando el Derecho a la Vida.
Volviendo al estudio, encontramos una relación que parece muy
obvia pero que es importante plantear. De las 99 escuelas que fueron
analizadas, la afectación
se da de manera directa
con el modelo producti-
vo predominante. La gran
mayoría de ellas están
en zonas de agronegocio,
fundamentalmente las zo-
nas limítrofes con Brasil
y Argentina. En las zonas
campesinas -que más que
zonas campesinas son zo-
nas en disputa donde las
comunidades están resis-
tiendo el embate de los
Ilustración 5. Mapa de uso y cobertura del mes de agronegocios- se da un
febrero. Estudio de caso N° 3. Esc. N° 3135.
21,2% de afectación de

122
las escuelas. Y en zonas
ganaderas, de ganadería
tradicional fundamental-
mente, la afectación es mí-
nima. En estas 99 escue-
las identificamos que hay
más de 8.600 niños, niñas
y adolescentes, y más de
1.100 docentes que están
expuestos a estos venenos.
En el mapa podemos ver
cómo la escuela “Virgen de
Loreto”, el pequeño punto
Ilustración 6. Mapa de uso y cobertura del mes de amarillo en el centro del
mayo. Estudio de caso N° 1. Esc. N° 2179.
mapa satelital, está rodea-
da de soja que está repre-
sentada por el color rojo.
Lo amarillo son terrenos
a ser cultivados, y lo verde
son las escasas superficies
que quedan de bosque o de
monte. Se aprecia con mu-
cha claridad cómo en Capi-
ibary, distrito del centro de
Paraguay, esta escuela está
rodeada absolutamente de
sojales. En esta comunidad
los agronegocios fueron
entrando lentamente, ex-
Ilustración 7. Mapa de uso y cobertura del mes de
diciembre. Estudio de caso N° 2. Esc. N° 5482. pulsando a comunidades
campesinas. Utilizan una
estrategia típica: primero adquieren o alquilan un terreno y a partir
de ahí comienzan a expandirse. Hay muchas experiencias de defensa

123
territorial de las comunidades que logran frenar por un tiempo el
avance, pero después la fuerza y sobre todo la complicidad de las au-
toridades, hace que la resistencia campesina no sea suficiente.
En otra comunidad, más cercana al límite con Argentina, podemos
ver la misma tipología. En el centro, la escuela “Tte. José María Fari-
ña”, que directamente convive con los agronegocios. Es una comu-
nidad donde una parte de ella también está lastimosamente inserta
en rubros del agronegocio. Hay experiencias de intentar proteger la
escuela a pesar de que ello implique una serie de persecuciones e
intimidaciones a los referentes comunitarios.
La última escuela, también representada con un punto amarillo,
es la escuela de “Minga Porá”, limítrofe con Brasil en el departamen-
to Alto Paraná, el primero en entrar en la lógica del agronegocio. Se
pueden notar estas pequeñas áreas verdes, que son islas en las cua-
les la agricultura campesina logra subsistir y mantener ciertos gra-
dos de comunidad.
Encontramos que en las tres comunidades se buscó llegar a un
acuerdo con los productores apelando fundamentalmente a la salud
de los niños, y estas negociaciones en ningún caso tuvieron éxito. En
todas las comunidades se realizan denuncias ante las autoridades,
pidiendo simplemente que se cumpla la ley, lo cual parece ser dema-
siado para la complicidad que existe entre ambos sectores. De esta
manera, se evidencia una sistemática violación a esta frágil y débil
legislación ambiental, no se respeta la distancia de los monocultivos,
no existen barreras vivas o en el caso de que existan son absoluta-
mente insuficientes y no cumplen los parámetros exigidos por la ley.
Finalmente, tampoco se respetan las condiciones climáticas para las
fumigaciones.
Respecto a la salud, debemos remarcar un hecho importante: la gen-
te siente que se fumiga todo el año. En las comunidades rodeadas por
grandes cultivos, no solamente de soja, sino también caña dulce, arroz
y maíz entre otros, como cada día está fumigando un vecino distinto,
la percepción de la gente es que todo el tiempo están fumigando.

124
En este sentido, hay síntomas que aparecen inmediatamente, que
dependen fundamentalmente de las condiciones climáticas, cuanto
más calor o más fuerte el viento la más rápido aparecen los síntomas.
Según referencias de la gente de estas comunidades, también depen-
de del pesticida aplicado, el 2-4D es el que tiene mayor impacto y se
siente con mayor fuerza. En este contexto, ¿qué hacen en las escue-
las? Cerrar puertas y ventanas, aunque estén con 40°C de calor. Los
estudiantes y niños empiezan a sentir molestias, fundamentalmente
picazón, malestar, dolor de cabeza, esto hace que las clases se inte-
rrumpan porque la concentración es imposible en esas condiciones,
se afecta el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los niños y adoles-
centes quedan recluidos en las aulas. Además de los síntomas a corto
plazo, también hay síntomas a mediano plazo. Es decir, durante la
semana hay chicos que dejan de ir a la escuela, hay malestares que
se intensifican, y según refieren algunos docentes también hay una
relación directa con el desarrollo cognitivo de las niñas y niños.
En este sentido, lo que estamos diciendo en ámbitos académicos
ratifica las históricas denuncias de las organizaciones. Las fumigacio-
nes tienen un altísimo impacto, sobre todo en los distritos del agro-
negocio con producción de soja. Los 100 o 200 metros que marca la
ley son absolutamente insuficientes, la gente percibe hasta mil me-
tros o un poco más el olor al veneno y las consecuencias inmediatas
como los malestares que provocan. Hay una afectación a la salud en
niñas y niños en la comunidad educativa. A esto se suman las conse-
cuencias que se dan en las comunidades, donde se inician conflictos
entre que las comunidades y los productores del agronegocio, prime-
ro entre productores y campesinos con rubros tradicionales, y luego
con productores campesinos que comienzan a alquilar las tierras o
deciden dedicarse al rubro del agronegocio. Hay una marcada inde-
fensión de las comunidades, porque las negociaciones con los pro-
ductores directos no dan ningún resultado y, por otro lado, porque
no hay ningún tipo de respuesta de parte de las autoridades. Un he-
cho sumamente grave y preocupante es la naturalización que vemos

125
en muchas comunidades sobre las fumigaciones, es decir ya no lo
perciben como un peligro, ni como un riesgo, la gente está habituada
a convivir con los venenos y minimiza sus efectos. Este es un hecho
sumamente grave, porque implica un trabajo mucho mayor de parte
de las organizaciones para compartir información sobre los efectos
tanto a corto como a largo plazo de los agrotóxicos, y el incumpli-
miento de las obligaciones por parte del Estado, de la impunidad.
Las escuelas son como el corazón de la comunidad, tanto en Para-
guay como en gran parte de América Latina, es en la escuela donde
no solamente comparten cotidianamente niñas, niños, adolescentes
y docentes, sino que es además el espacio donde se realizan todas
las fiestas tradicionales, es el punto de encuentro de la comunidad,
el espacio de capacitaciones para las organizaciones. Entonces, en la
medida en que las escuelas se van debilitando de manera intencio-
nal, con una estrategia que apunta a ir desmoronando las escuelas,
es una estrategia pensada para ir desarticulando a las comunidades.
Cualquier amenaza a la escuela es en última instancia una amenaza
a la propia comunidad.

Pregunta: ¿Cuáles son las estrategias para poder salir de esta ló-
gica que reproducen el agronegocio y las corporaciones asocia-
das a las fumigaciones, los transgénico y las nuevas tecnologías?

Fernando Frank: Para profundizar el trabajo sobre estas proble-


máticas contamos con algunos ejes fundamentales. Por un lado, el
avance en el control restrictivo de las corporaciones de los agro-
negocios. Contamos con experiencias para fortalecer ese camino,
tanto en el desarrollo de herramientas legales como organizativas,
tanto en lo ambiental como en lo sanitario.
Por otro lado, la limitación a la deforestación. Es importante que se
intensifique lo desarrollado en torno a la Ley de Bosques.
Otra de las herramientas que debemos utilizar es la restricción a la
fumigación con agrotóxicos. Necesitamos avanzar hacia una políti-

126
ca integrada en el territorio nacional. Hoy lo que tenemos es a partir
de la lucha de las comunidades con ordenanzas, leyes provinciales,
fallos judiciales que establecen distancias muy diversas fragmenta-
das en el territorio, desde los 5.000 metros hasta los 50 metros.
Además, se debe avanzar con los apoyos del Estado y de la Sociedad
a la Agroecología y a la Soberanía Alimentaria. Hay mucho que se
está haciendo en este aspecto, y si intensificamos los esfuerzos, se
pueden lograr objetivos más ambiciosos.
La Argentina tiene un territorio muy grande y muy diverso de cli-
ma, de cultura, de historia, entonces es difícil establecer pautas en
general, pero podemos mencionar la necesidad de esfuerzos terri-
toriales de articulación intersectorial desde este eje común que es la
agroecología y la soberanía alimentaria.
Debemos juntarnos en los territorios para avanzar en la construc-
ción política-territorial de una propuesta de agricultura y alimenta-
ción. Eso puede dar solución a diversos problemas que suelen verse
fragmentados. Hablamos de salud, de trabajo, de alimentación, de
ambiente y de educación. La mirada debe ser desde la diversidad,
desde el rescate de las semillas y las culturas. En cada territorio de la
Argentina ya existen resistencias y propuestas en marcha, habrá que
analizarlas profundamente para comprender cómo se pueden poten-
ciar. La producción local de alimentos arraigada en las culturas, en
su propia historia, tienen propuestas de soluciones concretas para
el futuro.
Para poder desarrollar esto debemos discutir el rol de conocimien-
to científico y de las instituciones públicas de producción de conoci-
miento. Para ello debemos hacer hincapié en algunas herramientas
que propone la educación popular, escuchar, cerrar la boca, que cues-
ta mucho a veces desde el conocimiento científico. Escuchar profun-
damente las culturas de cada territorio para la transformación de la
agricultura y la alimentación corporativa por la que verdaderamente
necesitamos.

127
Emmanuel González Ortega: El problema de la contaminación
de los alimentos, de los cuerpos y los territorios, tanto los alimentos
genéticamente modificados como las aspersiones de agroquímicos
pueden abordarse también desde el racismo y un clasismo profundo
en un contexto colonialista. Este problema es muy complejo, porque
la producción de alimentos es solamente un pequeño ámbito de esta
máquina voraz de despojo.
Para poder hacer frente a estas lógicas contamos con distintas
herramientas. Desde el ámbito académico es importante la partici-
pación directa de plataformas como la Unión de Científic+s Com-
prometid+s con la Salud y la Naturaleza de América Latina
(UCSSNAL) en los territorios, precisamente este entrelazamiento,
este hermanamiento que encontramos en el Congreso de Salud So-
cioambiental son necesarios para fortalecer los procesos de desco-
lonización. Existen varias vías, en el caso de México se están dando
algunos pasos en la dirección de defender la salud de los territorios
y la salud de las personas, pero enfrente están los gigantes que no
soltarán fácilmente el interés y los beneficios que tienen.
En este sentido, muchas de las respuestas que necesitamos, las en-
contramos si volteamos a ver a las semillas y a las productoras, a las
mujeres que son quienes la mayor parte del tiempo ponen el cuerpo
y la resistencia desde los territorios, desde las comunidades.

Marielle Palau: La salida a este modelo es la soberanía alimen-


taria, y no como un eslogan vacío, sino como una propuesta polí-
tica contundente, elaborada por la Vía Campesina y que continúa
abierta en proceso de construcción. En este sentido, el primer punto
y fundamental es volver a colocar en la agenda la importancia de la
reforma agraria.
En los últimos años se ha dado un proceso terrible de acaparamien-
to de la tierra, de expulsión de comunidades campesinas indígenas
de sus territorios ancestrales, así la posesión de la tierra se convierte
en cuestión fundamental, e inclusive un prerrequisito para que poda-

128
mos efectivamente hacer avanzar hacia la soberanía alimentaria, de-
bemos reconquistar los territorios campesinos indígenas. Otro de los
aspectos es la producción orgánica, es decir, tenemos que empezar a
dejar de comer para empezar a alimentarnos. La pandemia debe ser
un punto de inflexión y de valorización real de la producción orgáni-
ca, de la producción campesina, que es el único alimento, ya que lo
otro puede ser comida, pero no logra nutrir nuestros cuerpos para
enfrentar efectivamente estos virus que se van propagando porque
invadimos territorios de otras especies.
Además, la soberanía alimentaria debe ser favorecedora de merca-
dos locales que es otra manera de confrontar a estas grandes multi-
nacionales de alimentos ultraprocesados, y de ayudar efectivamente
a quienes están haciendo el esfuerzo de cultivar sanamente tenien-
do un mercado asegurado, y este es otro elemento central cuando
pensamos en enfriar el planeta. Otro aspecto que fue ganando es-
pacio, pero necesitamos profundizarlo, es el reconocimiento al rol
de las mujeres en la agricultura, en la salud y en la educación.
En este sentido se han dado pasos importantes, y estos avances que
van despatriarcalizando las relaciones se deben seguir fortaleciendo.
Debemos resaltar, además, que si bien es un problema sistémico las
soluciones también se dan de manera individual, es decir, que de-
bemos cambiar tanto la forma de producir orientándonos a la so-
beranía alimentaria como las formas de consumir individualmente.
Es importante reconocer que cada vez que elegimos ir a una feria
campesina o el supermercado de la esquina es una opción política
por un modelo, y que en la medida en que esas prácticas individuales
vayan cambiando irá cambiando ese modelo mucho más grande que
a veces parece avasallador.
Por último, debemos retomar la solidaridad de las luchas, la solida-
ridad de una cantidad de experiencias sumamente ricas que se van
dando en los territorios. En este sentido, la soberanía alimentaria
es pensar que estamos consumiendo y aumentar las solidaridades
como elementos claves para seguir avanzando.

129
Malnutrición. Alimentación sana.
Modelos agroalimentarios

Alex von Foerster (Argentina)

Cocinero, docente, investigador, asesor en die-


tética y nutrición natural, permacultor, huerte-
ro biodinámico. Creador del espacio Alimento y
Conciencia.

Andrea Graciano (Argentina)

Licenciada en Nutrición (UBA). Maestrando en Salud


Pública (UNR). Docente adscripta e investigadora
categorizada (UBA). Docente en la Cátedra Libre de
Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición
(UBA). Ex presidenta de la Federación Argentina de
Graduados en Nutrición. Consultora en Nutrición de
UNICEF Argentina.

María Alejandra Rodríguez (Argentina)

Tocoginecóloga. Profesora adjunta de Salud


Integral de la Mujer (Universidad de Mar del Plata).
Vicepresidenta de la Asociación de Médicos y
Asistentes de Ayurveda de la República Argentina.

130
Malnutrición. Alimentación sana.
Modelos agroalimentarios.

Alex von Foerster


Andrea Graciano
María Alejandra Rodríguez

Alex von Foerster:

Alimentación saludable ¿De qué estamos hablando?

Desde el inicio del modelo agroindustrial dominante en la década


de los ´90, nos acompañan frases y propagandas que hacen alusión a
la idea de que esta forma de producir comida es la que solucionaría
el problema del hambre. Pasan décadas, el modelo se profundiza y
las soluciones se avistan en horizontes cada vez más lejanos, inal-
canzables. El sistema actual sigue sin mostrar la solución a la pro-
blemática del hambre, y suma en su avance, nuevos impactos socio
ambientales devastadores.
Vincular escenarios y hacernos preguntas es esencial para buscar
soluciones reales y plantearnos qué aspectos deberíamos considerar
al imaginar una alimentación sana.

Más comestibles, menos alimento


Uno de los impactos que se desprende de este avance agroindus-
trial es la malnutrición. Producimos cada vez más comida que no

131
nutre. Más cosas comestibles, menos alimentos verdaderos. Las gón-
dolas de supermercados parecen cada vez más diversas en lo que
ofrecen, pero la base con la que se construyen esos comestibles son 2
o 3 granos: maíz, soja y trigo.
Tenemos en la infancia trastornos metabólicos y hormonales que
solían presentarse en la adultez o vejez. Según datos oficiales del
2019 de Argentina, más del 40% de las niñas, niños y adolescentes
tiene problemas de sobrepeso y obesidad. El 70 % de las muertes se
deben a enfermedades no transmisibles que de una u otra forma es-
tán vinculadas a una alimentación deficiente y malnutrición.
Desarrollamos una industria de aditivos químicos que fueron sus-
tituyendo a los alimentos, a las verdaderas materias primas. Un len-
guaje de términos extraños, códigos formados por letras y números
que casi todos comen y pocos entienden.
¿Qué sabor y qué aporta a la salud el INS 110? ¿por qué hoy necesi-
tamos aditivar con calcio y vitamina D la leche?, ¿por qué agregamos
hierro y vitaminas del complejo B a la harina? Así podríamos y -creo
yo- deberíamos seguir haciéndonos preguntas que nos permitan
evaluar el sentido de esta carrera loca que emparcha situaciones sin
siquiera bocetar verdaderas soluciones.
¿Realmente generamos una “mejora” en el alimento con los aditi-
vos? ¿O estamos ocultando una grosera deficiencia en los sistemas
de producción, como resultado de una mirada mecanicista de la agri-
cultura que desconoce y niega la vida de los suelos y las fuerzas cós-
micas formadoras de vida en los vegetales?

Si no es el hambre son las deudas


Cuando la ceguera productiva no se excusa en la necesidad de pro-
ducir más para palear el hambre, se estructura sobre la carrera de-
mencial para obtener dólares que paguen intereses de una deuda
impagable. Ahí se hace más evidente que no producimos alimentos,
producimos dólares. Esa carrera por conseguir dólares, esconde im-
pactos sociales de un modelo que paradójicamente se presenta como

132
la única alternativa para lograr ciertas mejoras en la calidad de vida
de la población, cuando en el fondo es el eje sobre el cual se edifica la
pobreza y desigualdad.
Tres décadas son más que suficientes para mostrar cómo unos po-
cos empresarios son cada vez más ricos a costa de un índice de po-
breza y desigualdad que desgarra en su ascenso. El biólogo y filósofo
G. Folguera lo expresa así:

“Las deudas externas o con privados son engranajes del poder muy
marcados justamente para imponer criterios y requisitos ¿Qué está
primero, la deuda o la matriz extractivista?, ¿tenemos matriz ex-
tractivista para pagar las deudas, o tenemos deuda para incentivar
los modelos extractivistas?”

Estamos frente a un modelo agroindustrial que dejó tambos aban-


donados, diversidad productiva reemplazada por millones de hectá-
reas de soja y maíz transgénicos y millones de personas hacinadas en
ciudades, en busca de empleos.

De la tierra al plato, un universo desconocido


Frente a la pregunta “¿quién produjo los alimentos que consumi-
mos hoy?” en la mayor parte de los hogares -de los que tienen la po-
sibilidad de comer- la respuesta sería el silencio, el desconocimiento
completo del origen de ese alimento.
En menos de un siglo perdimos contacto con el origen, con huer-
teras, agricultores, granjeros. Rompieron o permitimos que se rom-
pan los lazos de la ruta del alimento. Desde el origen al plato hay un
universo desconocido. Y eso, entre varios impactos que genera sobre
la trama social, quita de la vista de millones de personas lo que hoy
sucede en el campo.
Es decir, el efecto devastador de este sistema productivo es des-
conocido por la mayor parte de la población, que antes vivía en el
campo y hoy busca un lugar en alguna ciudad.

133
En las “zonas de sacrificio” se expulsan habitantes y se reemplazan
por maquinarias agrícolas.
Así avanzan las superficies de suelos degradados y desérticos, res-
piramos humo de áreas incendiadas en pos de agrandar la frontera
agrícola, y los agrotóxicos vuelan llevados por los vientos de ciudad
en ciudad. En el agua que tomamos tenemos plaguicidas y metales
pesados. En la lluvia, glifosato. Todos efectos del modelo extractivis-
ta de producción. Eso sí, toda acción está “científicamente avalada”.
¿Ciencia para quién y para qué? Se preguntaba el médico y cientí-
fico Andrés Carrasco.

Olor a abuela
Todavía podemos escuchar historias de abuelas o bisabuelas com-
partiendo el trabajo de la huerta, la cosecha, el cajón de membrillo
que en horas sería la mermelada de todo el año, el sacrificio de la
gallina que se iba a transformar en el guiso del día o hasta el lechero
que pasaba por la puerta de casa con leche fresca, viva. Parecen cuen-
tos medievales, pero son historias que tuvieron vida hace menos de
ochenta o cien años.
Cada agujero que se fue rompiendo en este sagrado telar dio lugar
a que la industria lo ocupe con cosas que buscaban imitar el aspecto
de un alimento, reproducido con sustancias químicas, donde la vida
se reemplazó por costos, rendimientos, “desarrollo”.
Cada uno de los alimentos que estaban dentro de la cocina de un
hogar tenía una historia detrás, una identidad. En los últimos 50 años
no sólo perdimos diversidad y calidad productiva, también perdimos
hábitos, vínculos, trama social.
Compramos más comida o productos ya elaborados, cocinamos
menos. El encuentro, la reunión alrededor de la mesa fue reempla-
zada por la comida al paso. El diálogo por la presencia de pantallas
y celulares. Los ritmos de las comidas se fueron acomodando a los
tiempos de vidas que cada vez tienen menos tiempo. El sol del me-
diodía ya no marca el momento de la comida principal. “La manera

134
de vivir condiciona la manera de comer, que ha condicionado la ma-
nera de vivir” señala Patricia Aguirre.
Esta distancia con los procesos productivos, el desconocimiento de
lo que sucede en origen está directamente relacionado con la expan-
sión de cuatro o cinco empresas agroindustriales que manejan los
hilos del mercado. Y así la soberanía alimentaria se sostiene en
luchas y resistencias de pequeñas comunidades que entienden
el valor de la diversidad.

Construir “lo saludable” a partir de conocer el origen


Con este contexto empezamos a pensar en una alimentación sana.
Al preguntarnos ¿qué deberá incluir una alimentación saludable?
primero debo mirar cómo se produce ese alimento. No se puede ais-
lar un alimento, considerarlo “bueno” por sus supuestas “propieda-
des”, estén o no “científicamente demostradas” aislándolo del siste-
ma productivo que le dio origen.
Cuando vamos tomando conciencia de la realidad tóxica de la ali-
mentación industrializada solemos escuchar, especialmente en con-
textos urbanos, las palabras “alimentación de transición” reflejan-
do un posible camino hacia una expresión saludable. Este concepto
difícilmente se escuche en un contexto de ruralidad, donde el día a día
se desarrolla en contacto con animales y
naturaleza y a la vez, las tradiciones
culinarias están más arraigadas.
La urbanidad de alguna for-
ma está vinculada al acceso
de múltiples propuestas de
alimentación que se muestran
como “lo saludable”. Y así va-
mos caminando la transición
de una alimentación industrial
hacia un imaginario saludable,
que asume distintas expresio-

135
nes. Algunas propuestas parecen tan mágicas como inconsistentes,
y no cuentan con aval científico ni se corresponden con la evolución
humana. Otras, como por ejemplo la medicina tradicional china o la
ayurvédica, cuentan con miles de años de historia.
Es decir, no podemos colocar en un mismo plano de análisis a la ali-
mentación crudivegana que a la alimentación ayurvédica -por men-
cionar sólo dos ejemplos; ya que esta última cuenta con más de 5.000
años de antigüedad que nos permiten ver en ese lapso cómo ha sido
la evolución de esa alimentación y posibles impactos en la salud.
En esta búsqueda de una alimentación saludable, podemos quedar
atrapados en la idea de “mi alimentación sana”, perdiendo el contex-
to de lo colectivo, lo social y lo medio ambiental. Si bien atender la
individualidad es algo necesario, también es indispensable empezar
a entender que no hay alimentación saludable individual si no es en
una construcción de alimentación socialmente saludable.
Si a esto le sumamos el enfoque materialista de la nutrición, que
nos hace destacar “propiedades” por sobre todo lo que implica un
alimento verdaderamente saludable; quienes se ocupan y preocupan
por su alimentación pueden terminar tomando decisiones que son
poco saludables para la salud socio ambiental. Por dar un ejemplo, la
sobre valoración de determinadas “propiedades del aceite de coco”,
hace que en ámbitos de alimentación “saludable” de Argentina sea
considerado algo así como un “súper alimento”, pagando valores al-
tísimos por este aceite. En Argentina no hay cocoteros. No hay eco-
nomías locales desarrolladas en torno a la producción de este aceite.
Poco sabemos de las calidad laboral de quienes producen este aceite
a miles de kilómetros de distancia. ¿En qué parte de la palabra “sa-
ludable” tenemos en cuenta el impacto ambiental de importar estos
alimentos?
La alimentación sana hay que construirla desde el lugar donde vivi-
mos, tomando conciencia de qué genero con mis elecciones, intentan-
do construir desde ahí salud individual, colectiva y medio ambiental.

136
La evolución mirada sólo hacia el pasado
Esta mirada mecanicista de la alimentación también nos puede ha-
cer perder de vista el sentido evolutivo de la agricultura y la ganade-
ría.
En busca de la alimentación que haga “funcionar bien al organismo
humano” y frente a algunos inconvenientes o intolerancias que des-
piertan ciertos grupos de alimentos, la solución de algunas propues-
tas de alimentación se focaliza en la eliminación de estos alimentos.
Esto se apoya en teorías que plantean una alimentación supuesta-
mente mejor, en tiempos remotos prehistóricos, cuando el alimento
vendría sólo de la caza y la recolección.
Pero frente a estas intolerancias o problemas con diferentes ali-
mentos, pocas veces nos preguntamos ¿habrá alguna relación en los
métodos que usamos hoy para cultivar granos y los trastornos de in-
tolerancia que crecen día a día? ¿cómo afecta la vitalidad de los sue-
los al cereal resultante? ¿qué impactos tienen los agrotóxicos sobre
la salud digestiva? ¿y las vitaminas y hierro sintético que se adicio-
nan por ley a la harina cómo afectan la función hepática?
Similares preguntas deberíamos hacernos en torno a los herbívo-
ros. ¿La alergia a la proteína de leche vacuna se da de la misma forma
con una leche de origen industrial que con una leche biodinámica?
¿cómo explicamos la ausencia de esta alergia al sustituir una leche
ultra pasteurizada por una leche cruda agroecológica? ¿cómo afecta
la calidad de la leche el haberle cortado los cuernos a la vaca?
Que desde una mirada mecanicista no podamos explicar el sentido
profundo que para otros pueblos ha tenido la agricultura y la ganade-
ría no implica que debamos desprendernos de actividades esenciales
en la evolución humana o de los alimentos que de ella se derivan.
Claro que esto implica pensar a la evolución no sólo con teorías que
no terminan de demostrar un pasado ligado a primates; sino plan-
tearse que implica la evolución en un planeta vivo que no resiste más
extractivismos.

137
La cultura saludable
La alimentación es un acto social, vinculada a la cultura de un lugar.
Hábitos, técnicas, haceres, se aprendían y compartían de generación
en generación.
La industria de lo fácil se fortalece ocultando la riqueza de las tra-
diciones culinarias, del encuentro social. En palabras de Michael Po-
llan, “lo que quizá resulta más preocupante y triste acerca de la comi-
da industrial es cómo oscurece por completo todas las relaciones y
conexiones”. Despojados de tradiciones, en busca de lo saludable, ya
no contamos con saberes adquiridos en otras generaciones.
Como naturistas o vegetarianos abrazamos “lo integral” en recha-
zo a lo refinado-industrial pero ya sin el conocimiento que teníamos
décadas o siglos atrás. Y así elegimos cereales integrales y semillas
sin saber bien cómo prepararlos, como transformar lo indigesto y
potenciar lo nutritivo.
Hoy la nutrición habla de antinutrientes para identificar al gluten,
lectinas, ácido fítico, inhibidores enzimáticos y otras sustancias que
se encuentran en estos alimentos y por diferentes mecanismos po-
drían afectar nuestra digestión y salud. Pero acá no hay novedad. El
saber ancestral, las tradiciones culinarias ligadas a la agricultura, sa-
bían de la existencia de estas sustancias y con los años de evolución
fueron desarrollando diferentes técnicas para transformar antinu-
trientes (aún sin poder aislarlos y clasificarlos) y lograr alimentos
verdaderamente nutritivos para el ser humano.
De la misma forma podríamos encontrar otros ejemplos en los que
desprender al alimento del saber popular y tradicional nos hace edi-
ficar conceptos saludables sin cimientos sólidos.

No todo es cuantitativo
Con facilidad podemos caer en el error de pensar al ser humano
como la suma de las piezas. Cuando hablamos de alimentación se tien-
de a hablar de los nutrientes que van a garantizar el “buen funciona-
miento” del organismo. Ese buen funcionamiento trae la imagen de

138
calorías y nutrientes necesarios para cumplir la “demanda metabólica
y nutricional del cuerpo”
Sin negar esto, me gustaría agregar que en el mejor de los casos
esto es sólo una parte de la nutrición, la nutrición física, de la sustan-
cia, de aquello que podemos encontrar hoy bajo la ciencia que utili-
zamos. Es una parte de la nutrición humana. En la medicina ayurvé-
dica, china, antroposófica, de pueblos originarios, se sabe que eso no
es todo, que hay algo más detrás del ser humano y del alimento.
Al inicio de este Congreso, en una de las primeras charlas donde se
preguntaban qué es la salud, qué es la medicina, una de las disertan-
tes decía que hablamos de salud anímico espiritual. Bien eso no está
haciendo referencia sólo a los nutrientes necesarios para garantizar
el funcionamiento de este cuerpo, de modo mecánico. Claramente, en
el alimento hay otra cosa y cuando busquemos el verdadero sentido
de la agricultura, ese que traían los pueblos originarios, vamos a ver
que no es producir comida sólo por el aporte de hidratos de carbono,
de fibras, de proteínas, de minerales o del nutriente que la ciencia
actual destaque. Algo importante sucede con el agricultor cuando
trabaja en armonía con la tierra y el cosmos produciendo ali-
mento con vida.
El estudio de la sustancia, de cenizas, carece de lo vital, de lo su-
prasensible. Al trabajar por la salud, en pos de desarrollar y sostener
una alimentación saludable, no sólo tenemos que ocuparnos de nu-
trientes sino de la vitalidad de esos nutrientes. Y cuando nos ocupe-
mos del alimento en su totalidad (sustancias + vitalidad), compren-
deremos que el suelo es un organismo vivo, que hay movimientos
planetarios que inciden sobre la calidad del alimento que se produce
en la tierra y será esencial buscar sistemas de producción que estu-
dien y trabajen por la vida.
Albert Howard (1873-1947) adelantaba antes de la llegada de la
agroindustria y la biotecnología: “los abonos artificiales conducen ine-
vitablemente a la nutrición artificial, a la comida artificial, a los anima-
les artificiales, y finalmente, a los hombres y mujeres artificiales”.

139
Es imprescindible detenerse y pensar profundamente qué estamos
generando con esta forma de vincularnos con la tierra, qué es verda-
deramente el “desarrollo” y qué hay detrás de una ciencia empresa-
rial que en su “eficiencia” pone en riesgo la continuidad de la vida en
la Tierra.
Volver a conquistar la cocina en los tiempos que vivimos es un acto
revolucionario, político y transformador. Reconstruir lazos sociales
que alimenten otras formas de producir comida de verdad es esen-
cial para garantizar la soberanía alimentaria. Pensarnos como seres
humanos vivos que no se alimentan solo de sustancias muertas
es clave para estudiar científicamente la vida que hay en los ali-
mentos.

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Andrea Graciano:

Malnutrición y políticas públicas

La malnutrición muestra que existe una vulneración del Derecho


Humano a la Alimentación Adecuada y devela la necesidad de po-
líticas públicas que permitan ejercer plenamente este Derecho. La
propuesta es analizar la malnutrición en todas sus formas, comen-
zando por problematizar a la alimentación por tratarse de un acto
que se encuentra profundamente “naturalizado”.

La alimentación es un hecho social complejo, situado en un deter-


minado tiempo y espacio. Sin embargo, tal como afirma la antropó-
loga argentina Patricia Aguirre (2021), al “obviar las características
sociales solemos considerar a nuestra comida como un hecho natu-
ral o biológico1, despojado de historia, inmutable”.

1
Las negritas corresponden a la disertante.

142
El escritor David Foster-Wallace (2009), en un discurso pronun-
ciado ante los graduados del Kenyon College en Estados Unidos en
2005, incluyó esta breve historia:

Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron
por casualidad con un pez más viejo que nadaba en dirección con-
traria; el pez más viejo los saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos
días, chicos. ¿Cómo está el agua?». Los dos peces jóvenes siguieron
nadando un trecho; por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué
demonios es el agua?».

El mismo autor comparte la clave de lectura de su relato: las reali-


dades más obvias, ubicuas e importantes son a menudo las que más
cuesta ver y las más difíciles de explicar. Con la alimentación, nos
suele pasar como a los peces jóvenes con el agua: al ser un acto que
-de tan cotidiano- se vuelve opaco, necesita ser problematizado para
que pueda ser visibilizado y, a partir de ahí, transformado.
Para empezar, es necesario poder pensar en la alimentación mucho
más allá de lo biológico: si bien alimentarse pareciera ser un hecho
“natural”, en realidad se trata de un fenómeno complejo que se en-
cuentra “naturalizado”. Frente a las necesidades biológicas y univer-
sales de energía y nutrientes, ser omnívoros nos permitió cubrirlas a
través de múltiples satisfactores (alimentos y bebidas), tan diversos
como los ecosistemas que habitamos. A su vez, necesitamos variedad
para poder cubrir nuestras necesidades, ya que ningún alimento o be-
bida es completo en sí mismo con la única excepción de la leche huma-
na durante los primeros meses de vida. Esto es lo que Claude Fischler
(1995), sociológo francés, denomina “la paradoja del omnívoro”: la li-
bertad y adaptabilidad se asocian a la dependencia a la variedad.
Volviendo a Aguirre (2021), la alimentación es un hecho social total,
producto y productora de relaciones sociales; mientras que la natura-
lización “oscurece, opaca y oculta las relaciones sociales que atravie-
san el plato”.

143
Para poder entender por qué comemos lo que comemos, es necesa-
rio tener en cuenta las múltiples dimensiones que atraviesan a la ali-
mentación (biológica, ecológica, demográfica, tecnológica, económica,
sociocultural, subjetiva, entre otras); que también condicionan cuándo
comemos, dónde comemos, por qué comemos y con quién comemos
(Aguirre, 2004; Solans, 2012).
La elección de los alimentos disponibles en la naturaleza y biológica-
mente comestibles es también culturalmente variable. La comida une
indisolublemente nutrientes y sentidos (Aguirre, 2021). Como plan-
tea Fischler (1995), “los alimentos son portadores de sentido, y este
sentido les permite ejercer efectos simbólicos y reales, individuales y
sociales. El tomate y el caviar, de manera muy diferente, nutren ambos
tanto a lo imaginario como al cuerpo”.
Para abordar los hábitos alimentarios, es importante comprender
que los alimentos que ingerimos no son solo portadores de nutrientes
sino que están cargados de significados culturales y, en su consumo, se
ponen en juego también cuestiones afectivas como la pertenencia (o
no) a determinado grupo y/o estatus social (Piaggio y col, 2009).
En Argentina, como sucede también a nivel global, los patrones ali-
mentarios se vienen transformando: una característica distintiva es
el aumento sostenido y sistemático en las ventas y en los consumos
de los productos ultraprocesados, que han desplazado a los alimentos
naturales y mínimamente procesados como así también a las prepa-
raciones caseras que se hacen en el hogar a partir de estos alimentos
(OPS, 2015; OPS, 2019; Rapallo y Rivera, 2019; Zapata, Rovirosa y Car-
muega, 2016).
La Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2015) define a los
productos ultraprocesados como:

“formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias de-


rivadas de los alimentos o sintetizadas de otras fuentes orgánicas.
En sus formas actuales, son inventos de la ciencia y la tecnología
de los alimentos industriales modernas. La mayoría de estos pro-

144
ductos contienen pocos alimentos enteros o ninguno. Vienen listos
para consumirse o para calentar y, por lo tanto, requieren poca o
ninguna preparación culinaria”

Además, OPS (2015) remarca que estos productos:

“son problemáticos para la salud humana por distintas razones:


tienen una calidad nutricional muy mala y, por lo común, son ex-
tremadamente sabrosos, a veces hasta casi adictivos; imitan los ali-
mentos y se los ve erróneamente como saludables; fomentan el con-
sumo de snacks; se anuncian y comercializan de manera agresiva;
y son cultural, social, económica y ambientalmente destructivos”
(p. 6-7)

En su libro “Una historia social de la comida”, Aguirre (2017)


realiza un recorrido por los cambios que sufrió la alimentación hu-
mana en el tiempo largo de la especie, que podrían resumirse en tres
y acompañarse de un producto que los caracteriza.
En primer lugar la autora registra el omnivorismo, que con la in-
gesta de carne modeló nuestra biología. A esto le siguió la domesti-
cación de plantas y animales, que con lácteos y cereales permitió
acumular y distribuir inequitativamente, apareciendo la alta y baja
cocina y, con ellas, los cuerpos de clase. Por último menciona la coci-
na industrial mundial, con el azúcar como alimento trazador, que
junto a grasas y sal serán los componentes obligados de los alimen-
tos conservados, coloreados, saborizados (es decir, de los productos
ultraprocesados). Según Aguirre, estos productos forman el paraíso
(de abundancia y estabilidad) y el infierno (de inequidad y contami-
nación) de la comida actual. Los alimentos industriales, a través de
redes de comercialización mayorista y minorista, son transportados
a todos los lugares del globo (donde puedan pagarlos), deslocalizan-
do y desestacionalizando los consumos. De esta manera se transfor-
man —tal como afirma el sociológo francés Claude Fischler (1995)—

145
en OCNIs, “objetos comestibles no identificados”, sin pasado ni
origen conocidos.
Los productos ultraprocesados, además de ser fuertemente publi-
citados, se acompañan de una amplia gama de estrategias de marke-
ting que la industria alimentaria despliega para promover sus ven-
tas; especialmente -aunque no exclusivamente- en los envases y en
los puntos de venta minoristas.
La Organización Panamericana de la Salud (2015) da cuenta de
que, en cuanto a ventas per cápita de alimentos y bebidas ultraproce-
sados, en 2013 Argentina ocupaba el puesto número 14 a nivel mun-
dial y el tercero a nivel de América Latina.
Datos locales provenientes de las Encuestas Nacionales de Gas-
tos de los Hogares (ENGHo) 1996-97, 2004-05 y 2012-13 mues-
tran que -al analizar los gastos en alimentos y bebidas- la cantidad y
la proporción de energía proveniente de productos ultraprocesados
aumentó un 53%, mientras que la proveniente del resto de las cate-
gorías de alimentos descendió (Zapata, Rovirosa y Carmuega, 2016).
Además, el análisis según los ingresos del hogar evidencia que el
porcentaje de la energía proveniente de productos ultraprocesados
crece a medida que aumentan los ingresos del hogar: por ejemplo,
para 2012-2013, era del 22% para hogares del Quintil 1 y del 37%
en el Quintil 5. Cabe destacar que, si se comparan estos resultados
con los obtenidos en la ENGHo 1996-1997, se puede observar que
este porcentaje aumentó para todos los quintiles de ingresos: en esa
oportunidad, el porcentaje ascendía a 10% para Quintil 1 vs 27%
para Quintil 5. De lo antes expuesto se desprende que el porcentaje
de energía proveniente de ultraprocesados aumentó marcadamen-
te, incluso en el primer quintil donde se incrementó un 120% entre
2012-2013 vs 1996-7.
Los ultraprocesados -producto estrella del modelo agroindustrial
extractivista predominante en nuestro país- son el gran motor del
principal problema de salud pública que tenemos en Argentina: la
malnutrición, que es la principal causa de enfermedad y muerte. La

146
malnutrición en todas sus formas es, también, la principal causa
de problemas de salud a nivel global (Swinburn et al, 2019). Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), por malnutrición
se entienden “las carencias, los excesos o los desequilibrios de la
ingesta de energía y/o nutrientes de una persona”. El término mal-
nutrición abarca tres grupos amplios de afecciones: las situaciones
por déficit (que comprenden distintas formas de “desnutrición”), la
malnutrición relacionada con los micronutrientes (por ejemplo,
la anemia por déficit de hierro); y las situaciones por excesos, que
abarcan el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisi-
bles relacionadas con la alimentación -como diabetes, enfermedades
cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, entre otras.
A nivel regional, un informe conjunto de distintas agencias de Na-
ciones Unidas señala que en América Latina y el Caribe, las distintas
formas de malnutrición por déficit -retraso de crecimiento, emacia-
ción o desnutrición aguda- en menores de 5 años se encuentran muy
por debajo del promedio mundial. Por el contrario, la prevalencia
de sobrepeso en este grupo etario es de casi 2 puntos porcentuales
superior al promedio mundial y ha aumentado de forma sostenida
durante los últimos 20 años. Además, entre las subregiones, Sudamé-
rica exhibe la prevalencia más alta (FAO, FIDA, OPS, WFP y UNICEF,
2021) y Argentina, con los valores más altos de toda América Latina
y el Caribe, encabeza este ranking tanto en menores de 5 años como
en el grupo etario de 5 a 17 años (UNICEF, 2021).
En nuestro país, las distintas encuestas poblacionales realizadas
por el Ministerio de Salud de la Nación -por entonces, Ministerio de
Salud y Desarrollo Social- dan cuenta de que, si bien la malnutrición
adopta múltiples formas, la más prevalente es la malnutrición por ex-
ceso (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2019a; 2019b; 2019c;
2020). Por ejemplo, la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición
(también conocida como ENNyS 2) muestra que, en el grupo de ni-
ños, niñas y adolescentes (NNyA) de entre 5 y 17 años, el exceso de
peso afecta a 4 de cada 10 NNyA mientras que la baja talla afecta a

147
menos de 4 de cada 100 y el bajo peso a menos de 2 de cada 100
NNyA -encontrándose este último valor dentro de lo esperable a ni-
vel poblacional-. Esta misma encuesta arrojó como resultado que el
exceso de peso afecta al 13,6% de niños y niñas menores de 5 años
como así también a casi el 70% de la población adulta mayor a 18
años (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2019c).
Considerando que estas encuestas poblacionales dan cuenta del
estado nutricional a partir del uso de indicadores antropométricos,
es importante remarcar que no todas las personas “gordas” están
enfermas, tal como señalan distintos movimientos -activismo gor-
de, body positive, Salud en Todas las Tallas, entre otros- que invitan a
problematizar los discursos y prácticas gordofóbicas y gordo-odian-
tes, tan habituales en nuestra sociedad; discursos y prácticas que
también se observan en profesionales de la salud. A modo de ejem-
plo, citaré a Contrera (2016) quien plantea que, además del menos-
precio social de los cuerpos gordos (con sus marcas de género, edad,
clase, raza, condición social, etc.), en los discursos dominantes:

“el poder/saber médico ha patologizado la gordura del mismo


modo que lo ha hecho con otras diversidades corporales. Así, se
considera todo tipo de gordura como un riesgo médico en sí mismo
cuando hay evidencia científica de que no es tan simple la ecua-
ción y ha limitado la discusión a una cuestión de exceso de comida
y falta de ejercicio (…)” (p. 27).

Retomando la información proveniente de encuestas poblaciona-


les, no solo muestran que en Argentina la forma de malnutrición
más prevalente para todos los grupos de edad es la malnutrición por
exceso, sino que -además- ésta viene aumentando rápidamente en
los últimos años. La Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE)
realizada en nuestro país en tres oportunidades, muestra que entre
2007 –cuando se realizó la primera– y 2018 –año en que se hizo la
última–, la obesidad aumentó en un 77% en la población adoles-

148
cente, es decir, en tan solo 11 años (Ministerio de Salud y Desarrollo
Social, 2020). Por su parte, la Encuesta Nacional de Factores de
Riesgo (ENFR), realizada en 4 oportunidades (2005, 2009, 2013 y
2018) evidencia que en la población adulta la obesidad aumentó un
74% en menos de 15 años (Ministerio de Salud y Desarrollo Social,
2019a, 2019b).
Es importante destacar que la malnutrición por exceso afecta en
mayor medida a la población más vulnerable. La ENNyS 2 encontró
que los grupos sociales de menores ingresos evidenciaron mayores
índices de exceso de peso, con una prevalencia mayor de obesidad
(21% más) respecto de los grupos de ingresos más altos (Ministerio
de Salud y Desarrollo Social, 2019c). Además, un estudio realizado
por FIC Argentina y UNICEF Argentina encontró, a partir del análisis
de datos provenientes de EMSE, que los adolescentes de nivel socioe-
conómico más bajo tienen un 31% más probabilidades de desarro-
llar sobrepeso que los del nivel socioeconómico más alto (FIC Argen-
tina y UNICEF Argentina, 2016).
Este fenómeno se observa en toda América Latina y el Caribe, re-
gión que es considerada la más desigual del mundo (Comisión Econó-
mica para América Latina y el Caribe, 2016). En un informe conjunto
realizado por cuatro agencias de Naciones Unidas, que puso el foco
en la desigualdad y los sistemas alimentarios, se pone de manifiesto
que las desigualdades sociales y económicas que caracterizan a esta
Región agravan la malnutrición. En particular, los grupos más vulne-
rables (población que vive en situación de pobreza, los niños y las
niñas, las mujeres, los miembros de pueblos indígenas y los habitan-
tes rurales) tienden a presentar problemas más severos de hambre y
malnutrición. Además, la desigualdad de la malnutrición también
se ve en el género, ya que las mujeres tienden a padecer, por un
lado, mayor inseguridad alimentaria severa y, por otro, mayor tasa
de obesidad que los hombres (FAO, OPS, WFP y UNICEF, 2018).
Este informe también remarca que los problemas de malnutrición
en la región de las Américas son el resultado de los profundos cam-

149
bios que han afectado a sus sistemas alimentarios, los cuales deter-
minan la cantidad, calidad y diversidad de los alimentos disponibles
para el consumo. Esta transformación ha sido impulsada por la cre-
ciente urbanización (en Argentina, más del 90% de la población es
urbana), el cambio de los patrones alimentarios y las nuevas formas
de producir y procesar alimentos.
La malnutrición muestra que nuestro Derecho a una Alimentación
Adecuada está siendo vulnerado. En Argentina, este Derecho tiene
rango constitucional, por lo que las políticas de Estado en todos los
ámbitos (municipal, provincial y nacional) debieran procurar aten-
der eficientemente la temática (Filardi, 2011).
El Derecho a la Alimentación Adecuada se encuentra directa-
mente relacionado con la Seguridad y la Soberanía Alimentaria. Con
respecto al primer concepto, el Plan de Acción de la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación (CMA), que se realizó en Roma en 1996, expli-
cita que:

“Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen


en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos
inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y
sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida
activa y sana” (FAO, 1997)

Por otra parte, en el Foro paralelo a la CMA -del cual participaron Or-
ganizaciones de la Sociedad Civil- la Vía Campesina propuso el concep-
to de Soberanía Alimentaria como respuesta superadora al término
“seguridad alimentaria”, ya que este concepto no distingue de dónde
provienen los alimentos o las condiciones en las que se producen y dis-
tribuyen. El concepto de Soberanía Alimentaria pone el foco en el dere-
cho de cada pueblo y de todos los pueblos a definir sus propias políticas
y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos, a fin
de garantizar una alimentación cultural y nutricionalmente apropiada
y suficiente para toda la población. Además, enfatiza la producción, la

150
distribución y el consumo ecológicamente adecuados, la justicia socioe-
conómica y los sistemas de alimentos locales como medios de combatir
el hambre y la pobreza (Coordinación Europea Vía Campesina, 2018).
Sin embargo, no solo el Derecho a la Alimentación Adecuada está
siendo vulnerado, sino múltiples derechos, entre ellos a un medio
ambiente sano. Algunos autores como Swinburn y col (2019) plan-
tean que tres pandemias (obesidad, desnutrición y cambio climáti-
co) representan la sindemia global que afecta a la mayoría de las
personas en todos los países y regiones del mundo. Constituyen una
sindemia, o sinergia de epidemias, porque coexisten en el tiempo y el
lugar, interactúan entre sí para producir secuelas complejas y com-
parten impulsores sociales subyacentes comunes. A esto se le suma
la pandemia por COVID-19, que ha mostrado las marcadas inequida-
des que existen en materia de Derechos Humanos. Además, tal como
plantea el biólogo y filósofo argentino Guillermo Folguera (2020),
en muchas ocasiones escuchamos hablar de la pandemia por COVID
como si fuera una realidad inevitable, que surgió en un mercado de
China -donde hay personas que tienen costumbres “extrañas” como
consumir sopa de murciélago-; en lugar de poner el foco en los mo-
dos de producción actuales o la devastación de la naturaleza. Estas
narrativas, que “culpabilizan” a “los otros”, evitan que pongamos so-
bre la mesa que no se trata de un evento aislado, sino de una pande-
mia de origen zoonótico, que aparece como consecuencia del modelo
productivo agroindustrial extractivista dominante, que destruye la
biodiversidad y se ha convertido en una fábrica de pandemias.
El modelo productivo actual enferma nuestros cuerpos-territorios,
y su transformación debe motorizarse urgentemente. Tal como se-
ñala Damián Verzeñassi, es imposible pensar que podemos tener
cuerpos sanos en territorios enfermos; ya que no se puede separar la
salud humana de la salud ambiental y animal.
La pandemia por COVID-19 también mostró que los sistemas ali-
mentarios están en crisis. En su informe sobre las pérdidas y el des-
perdicio de alimentos (HLPE, 2014), el Grupo de Alto Nivel de Ex-

151
pertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición (GANESAN) adoptó la
siguiente definición de un sistema alimentario:

Un “sistema alimentario” engloba todos los elementos (medio


ambiente, personas, insumos, procesos, infraestructuras, institucio-
nes, etc.) y actividades relacionadas con la producción, la elabo-
ración, la distribución, la preparación y el consumo de alimentos,
así como los productos de estas actividades, incluidos los resultados
socioeconómicos y ambientales (p. 33)

En 2017, el GANESAN publicó un informe sobre la nutrición y los


sistemas alimentarios, donde menciona que los tres elementos in-
tegrantes de los sistemas alimentarios, que actúan como puntos de
entrada y salida de la nutrición, son: las cadenas de suministro de ali-
mentos, los entornos alimentarios y el comportamiento de los consu-
midores (HLPE, 2017).
Las cadenas de suministro de alimentos abarcan todas las acti-
vidades y los agentes que llevan los alimentos desde su producción
(distintos sistemas productivos, almacenamiento, distribución, ela-
boración, envasado, y comercialización) hasta su consumo, como así
también la eliminación de sus desperdicios (HPLE, 2017).
Los entornos alimentarios hacen referencia al contexto físico,
económico, político y sociocultural que enmarca la interacción de
los consumidores con el sistema alimentario, con miras a la adop-
ción de decisiones sobre la adquisición, la preparación y el consu-
mo de alimentos (HPLE, 2017). Los entornos alimentarios salu-
dables permiten a los consumidores elegir opciones alimentarias
nutritivas con posibilidades de mejorar las dietas y reducir las car-
gas de la malnutrición; mientras que los entornos alimentarios no
saludables, son aquellos que promueven elecciones no saludables
de los consumidores por medio de publicidad engañosa, técnicas
de emplazamiento, políticas de precios y envasado de alimentos no
saludable (UNICEF, 2019).

152
El comportamiento de los consumidores refleja las elecciones
y decisiones (tanto a nivel individual como del hogar) sobre los ali-
mentos que se adquieren, almacenan, preparan, cocinan y consumen
y sobre la distribución de los mismos al interior del hogar. Estos com-
portamientos se ven influidos por las preferencias personales deter-
minadas por una variedad de factores interpersonales y personales
(sabor, conveniencia, valores, tradiciones, cultura). Sin embargo, el
comportamiento se determinará según el entorno alimentario
existente que incluye determinantes personales y colectivos de las
elecciones alimentarias de los consumidores (en particular, el precio
de los alimentos, nivel de ingresos, conocimientos y actitudes, tiem-
pos y equipamiento y normas sociales y culturales) (HLPE, 2017).
Quienes trabajamos en salud y especialmente en nutrición, muchas
veces nos limitamos a observar solo el comportamiento de los con-
sumidores y no abordamos a la alimentación desde una perspectiva
sistémica; incluyendo también otros elementos cruciales como la ca-
dena de suministros de alimentos y los entornos alimentarios.
Cuando miramos la cadena de suministro de alimentos, encon-
tramos que el problema actual (tal como planteaba Bill Mollison,
considerado el padre de la permacultura) es que el sistema no está
orientado a producir comida sino a producir dinero. La Comisión
EAT-Lancet publicó en 2019 un informe titulado: “Alimentos. Plane-
ta. Salud. Dietas saludables a partir de sistemas alimentarios soste-
nibles” que señala: “La producción mundial de alimentos amenaza
la estabilidad climática y la resiliencia del ecosistema y constituye el
mayor impulsor de degradación ambiental y del traspaso de los lími-
tes planetarios” (p. 5). La misma FAO ha remarcado que la biodiver-
sidad está acusando pérdidas lamentables a manos del hombre, por
causa de sistemas agroalimentarios y prácticas agrícolas insosteni-
bles como así también por la urbanización descontrolada. FAO des-
taca que, a menos que se controle, el ritmo alarmante al que avanza
la pérdida de biodiversidad tendrá consecuencias devastadoras para
la humanidad y su capacidad para alimentar al mundo (FAO, 2019).

153
En nuestro país, actualmente más del 60% de la superficie culti-
vada está ocupada por soja transgénica, que se exporta y se utiliza,
principalmente, como forraje; lo que va en desmedro de la Soberanía
Alimentaria y contribuye a la aparición de problemáticas de salud
(humana, animal y ambiental) debido al uso creciente de agrotóxicos
(Filardi y Frank, 2021). Sus derivados -por ejemplo lecitina, concen-
trados o aislados proteínicos texturizados o no, harina, aceite, etc…-
como así también los del maíz -jarabe de maíz de alta fructosa, glu-
cosa en jarabe o en polvo, almidón, aceite, etc…- son utilizados para
la producción de ultraprocesados, por ser ingredientes de bajo costo,
lo que le permite a la industria alimentaria maximizar sus ganancias.
En Argentina, la producción, comercialización y distribución de
alimentos se encuentran fuertemente concentradas. Un informe pu-
blicado en 2022 en Letra P muestra que tan solo un puñado de em-
presas produce y comercializa el 80% de los alimentos que llegan (o
no) a nuestras mesas. El 74% de la facturación de las góndolas de los
supermercados está en manos de apenas 20 empresas. Apenas seis
cadenas comerciales de grandes superficies congregan el poder de
venta, de las cuales tan solo tres concentran la mitad de las ventas
totales del sector supermercadista (Maciel, 2022).
Por todo lo expuesto, necesitamos avanzar hacia políticas públicas
que regulen el mercado -y en particular a la industria de alimentos y
bebidas-; que promuevan entornos saludables y que, por sobre todas
las cosas, reduzcan la inequidad social. La población más vulnera-
ble suele estar expuesta en mayor medida a entornos no saludables
que propician elecciones no saludables de diversas formas, entre
ellas por medio de publicidad engañosa y envasado de alimentos no
saludables, aspectos que comenzarán a estar regulados a partir de
la reciente aprobación de la Ley 27642/2021 de Promoción de la
Alimentación Saludable (más conocida como Ley de Etiquetado
Frontal).
Necesitamos políticas públicas que, por un lado, apunten a aumen-
tar la disponibilidad de alimentos saludables y, por otro, permitan

154
transformar las percepciones y el conocimiento que, como consumi-
dores, tenemos respecto al procesamiento de los alimentos.
Con respecto al primer punto, para poder aumentar de la dispo-
nibilidad de alimentos saludables, necesitamos políticas públicas
que apoyen la agricultura familiar, campesina, indígena y los circui-
tos cortos de comercialización. Asimismo, urge avanzar con políticas
complementarias como pueden ser medidas fiscales o económicas
que, por un lado, graven con impuestos a aquellos productos no salu-
dables -cuyo consumo se pretende desalentar- y, por otro, estimulen
la producción y ventas de alimentos y bebidas saludables -cuyo con-
sumo se quiere promover- a través de subsidios u otras medidas in-
tegrales. También se vuelve fundamental que se regulen las comidas
institucionales (establecimientos educativos, instituciones de salud,
centros de cuidados, entre otros), prohibiendo las ventas y la entrega
de productos ultraprocesados y ofreciendo comidas frescas, hechas y
servidas a mano; y que se garantice la disponibilidad de agua segura
y gratuita en escuelas, instituciones de salud, vía pública y lugares de
esparcimiento.
En cuanto al segundo punto, para poder cambiar las percepciones
de los consumidores y el conocimiento sobre el procesamiento
de alimentos, es necesario llevar adelante campañas de comunica-
ción y educación alimentaria, con enfoque de género y de derechos (a
la alimentación, a la salud, a la identidad); como así también trabajar
sobre la transmisión práctica de habilidades culinarias. Asimismo, es
menester contar con un etiquetado frontal de advertencias obliga-
torio y una regulación integral (por todos los canales y formatos) de
la publicidad, promoción y patrocinio de productos alimenticios no
saludables, aspectos que también han sido incluidos en nuestra ley
de etiquetado frontal.
La Ley 27642, aprobada en Octubre 2021 y reglamentada a través
del decreto 151 en marzo de 2022, es integral e incluye múltiples re-
gulaciones, de las cuales las más conocidas son tres: la implementa-
ción obligatoria de un etiquetado frontal de advertencias; la prohibi-

155
ción de la publicidad, promoción y patrocinio de alimentos y bebidas
no saludables cuando se dirigen a niños, niñas y adolescentes; y la
protección de los entornos escolares.
En cuanto al etiquetado frontal, cuando un producto comestible
o bebible envasado en ausencia del consumidor contenga exceso en
nutrientes críticos -grasas saturadas, grasas totales, azúcares y so-
dio- y, en ese caso, si posee exceso en calorías, deberá colocar un sello
de advertencia (octágono de color negro) por cada nutriente crítico
en exceso y, en caso de corresponder, otro por exceso en calorías. Asi-
mismo, deberán incluir sellos de advertencia si poseen edulcorantes
y/o cafeína -en estos casos, se trata de leyendas precautorias que
tendrán forma rectangular y color negro.
La experiencia de otros países de la región que ya cuentan con este
tipo de marcos normativos muestra que la población valora la pre-
sencia de esta información en el frente de los envases, la tiene en
cuenta al momento de tomar decisiones de compra y, además, trans-
forma sus decisiones hacia otras opciones más saludables y nutriti-
vas.
El etiquetado frontal es considerado la puerta de entrada a una se-
rie de políticas públicas para poder abordar la malnutrición en todas
sus formas y avanzar hacia sistemas alimentarios sostenibles.

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María Alejandra Rodríguez:

Mis primeros 1000 días

El concepto de “Los primeros 1000 días” se basa en el tiempo


comprendido entre el momento de la concepción y los dos primeros
años del niño o la niña. Su importancia radica en los innumerables

159
efectos que impactarán en la madre
y su hijo no solo en este momento
sino a lo largo de su vida. Este pe-
ríodo es de una gran vulnerabili-
dad pero a su vez, es un abanico de
oportunidades para estrategias
de cuidado y promoción de la
Salud, lo que hace que tenga
tanta relevancia.
En este tiempo, microor-
ganismos diminutos que
son parte vital de nuestra
existencia (microbiota materna) se vuelven protagonistas de una
maravillosa siembra que tendrá lugar intraútero (todavía en contro-
versia) en el momento del parto, en el contacto piel a piel y en la
lactancia. Podemos sumar allí, la relación con el ambiente, el entor-
no cercano, la geografía, el urbanismo de la zona de nacimiento, su
cultura y sus costumbres. Todo ello hará una matriz única que como
un manto guardará la siembra durante nuestra vida. Dependerá de
la semilla, la forma de sembrarla y el cobijo de ese manto, la Salud
futura individual y colectiva.
La mujer como sembradora atesora un microcosmos formado por
microorganismos intestinales, orales, vaginales, de su piel, etc... que
se denominan microbiota, y la carga genética de estos microorga-
nismos -microbioma-, que con su impronta podrán modificar la ex-
presión genética del recién nacido y ayudar a promover salud o au-
mentar el riesgo de sufrir enfermedades durante toda su vida adulta.
El microbioma femenino es más complejo y diverso que el de los
hombres: 51.373 unidades taxonómicas en las mujeres y 48.388 en
los hombres. Probablemente este hecho termina de demostrar que
el género femenino de nuestra especie, de lejos es vital en la prose-
cución de la vida y alcanza mayor importancia también en la esfera
biológica.

160
Alessio Fasano utiliza una metáfora. Dice que cuando nacemos se
nos regala un piano (material genético) pero el que se sienta en el
banco a tocar este piano, a sacar la mejor de las melodías o la peor,
es nuestro mundo microbiano. Esta carga genética de nuestra mi-
crobiota (microbioma) hace que se expresen o no se expresen nues-
tros propios genes.

¿Cómo adquirimos este microbioma? Estrategias en cada etapa


Adquirimos la mayor parte de nuestro microbioma de otros seres
humanos. Los recién nacidos probablemente tienen contacto con mi-
crobios desde el vientre materno. Los últimos estudios nos hablan
de bacterias en placenta, líquido amniótico e intraútero, además de
la importancia de la microbiota oral de la madre que junto a la intes-
tinal y vaginal cobran un gran protagonismo. La siembra intraútero
y la descarga de bacterias transmitidas por la madre durante el na-
cimiento -cuando éste se realiza por vía vaginal- son de gran impor-
tancia para la formación de la microbiota fetal. Luego, sus fuentes de
bacterias son el contacto piel a piel con la madre, la leche materna y
la familia, especialmente los hermanos. Mientras continúan crecien-
do y se exponen a diferentes alimentos, personas, mascotas y otros
microorganismos ambientales, su microbioma se vuelve más estable.
Los niños que nacen a través de cesárea no reciben la descar-
ga inicial de bacterias -principalmente de Lactobacilos- de sus ma-
dres, y en lugar de esto son colonizados por bacterias de la piel de
los padres y del personal de salud. Por lo tanto, su microbioma es
muy diferente durante los primeros años de vida. Esto genera mayor
predisposición a alergias, alteraciones de inmunidad, atopías y a lar-
go plazo puede condicionar a la enfermedad inflamatoria intestinal
y enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, obesidad,
etc…
El cuidado en esta etapa de extrema vulnerabilidad puede hacerse
generando estrategias en el embarazo, parto, lactancia y los prime-
ros dos años de vida.

161
La alimentación durante el embarazo es una de las estrategias
más importantes. En nuestro país aumenta la malnutrición por ex-
ceso, más de un 40% de embarazadas inician su gestación con so-
brepeso u obesidad. Los ultraprocesados y la falta de educación en
alimentación saludable, genera un espacio pendiente en el abordaje
de la salud de la embarazada.
A su vez la producción alimentaria, el agronegocio, la ganadería in-
tensiva son fuente de tóxicos, como disruptores endocrinos, metales
pesados y antibióticos -muy utilizados en cría intensiva para acelerar
el crecimiento y por el hacinamiento de los animales. Las excretas
de los animales y los plaguicidas utilizados en agricultura extensiva
contaminan nuestros suelos y nuestras aguas. El uso de antimicro-
bianos destinados a la producción de alimentos son una fuente im-
portante de resistencia antibiótica.
Otro alimento biológicamente precioso será la lactancia. Desde el
circuito entero-mamario se prepara otra gran siembra. Ese alimento
vivo contiene no solo microorganismos sino también células inmu-
nológicas, células madre e innumerables nutrientes que son elemen-
tales no solo para el niño, sino que también los oligosacáridos de la
leche materna serán alimento para su microbiota naciente.
La manera de nacer, los tiempos dedicados a la espera del trabajo
de parto, el protagonismo de la mujer y no del médico tratante, y
la formación profesional generando esa conciencia es determinante.
Debemos hacer una profunda reflexión sobre los números crecientes
de cesáreas en el país -37% en Instituciones Públicas- y en Latinoa-
mérica; la tasa de cesáreas en países como República Dominicana y
Brasil superan el 50%. En contraposición a esto, la OMS estima que
entre un 10-15% de los embarazos requieren de nacimientos por
cesárea. Esto llevaría a que la siembra más importante de microbio-
ta materna sea diferente. Como ya mencionamos, en las cesáreas, la
microbiota es heredada predominantemente de la piel y de agentes
del ámbito quirúrgico. Así, el entrenamiento inmunológico inicial
condiciona enfermedades inflamatorias, inmunológicas, mayor vul-

162
nerabilidad a atopías, asma en la infancia y enfermedades crónicas
no transmisibles en la vida adulta.
Otra acción a revisar es el uso irracional de antibióticos, sobre
todo en los dos primeros años de vida donde la mayoría de los proce-
sos son virales y los antibióticos son utilizados más como ansiolíticos
para madres y padres que como antibacterianos.
La relevancia de nuestra microbiota y la manera de adquirirla es un
eslabón fundamental en nuestra salud. Esa salud individual está en
trama con la Salud de nuestra Madre Tierra, y nuestro mundo micro-
biano es un microcosmos dentro del macrocosmos del Mundo micro-
biano planetario. Preservar la biodiversidad, volver a la sabidu-
ría ancestral de la producción en simbiosis con la Naturaleza, es
una de las estrategias fundamentales de cuidado en estos 1000
días prioritarios en nuestro BUEN VIVIR.

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165
Agroecología y Salud de la Madre Tierra

Carla Sossa (Argentina)

Productora agroecológica de pequeña escala,


directora de prensa y comunicación, y delegada
de la organización Unión de Trabajadores de la
Tierra (UTT).

Georgina Catacora Vargas (Bolivia)

PhD en Agroecología - Investigadora postdoctoral


asociada en el Centro de Desarrollo y Medio
Ambiente (CDE), Universidad de Berna (Suiza)
- Vice-Presidenta de la Sociedad de Científicos
Latinoamericanos de Agroecología (SOCLA).

Pablo Galeano Giménez (Uruguay)

Licenciado en Bioquímica. Docente e investigador


del Departamento de Biociencias de Facultad de
Química de la UdelaR, Uruguay. Miembro del Núcleo
Interdisciplinario Colectivo TA de la UdelaR. Miembro
de la organización REDES-AT y de la coordinación
de la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas de
Uruguay.

166
Agroecología y Salud de la Madre Tierra

Carla Sossa
Georgina Catacora Vargas
Pablo Galeano Giménez

Pablo Galeano Giménez: En Uruguay hemos vivido una marcada


transformación de las regiones agropecuarias en los últimos 30 años.
En la Ilustración 1 se observan los cambios en el tipo de producción
predominante en las distintas regiones del país según los Censos
Agropecuarios de los años 1990, 2000 y 2011.
Alrededor de la capital del país encontramos principalmente horti-
fruticultura; en la zona del litoral, sobre el Río Uruguay -que son las
tierras más fértiles- encontramos rotaciones agrícola-ganaderas; y
en la parte roja, netamente agricultura.
Del año 1990 al 2000 observamos como la configuración se co-
mienza a modificar principalmente con el avance de la ganadería
bovina sobre la ovina, y empieza a contar con mayor presencia la
forestación. En el año 2011 observamos como a partir del boom de la
soja la agricultura intensiva desplaza parte de las rotaciones agríco-
la-ganaderas y crece rápidamente la presencia de forestación.
En esta progresión podemos observar el cambio en el uso del te-
rritorio que ha sufrido Uruguay en cuanto a los tipos de producción
predominante. Esto trae aparejada consecuencias no solamente pro-
ductivas sino relacionadas al uso de tecnologías en el territorio, como

167
Ilustración 1. Cambios en los sistemas productivos de Uruguay según regiones agropecuarias.
Fuente: Anuario estadístico 2015 DIEA-MGAP.

el uso de insumos químicos en la agricultura intensiva, los cambios


en el paisaje principalmente por monocultivos de árboles en la fores-
tación con eucaliptos y pinos, y el desplazamiento de la población,
ya que en el censo agropecuario verificamos que entre 2000 y 2011
desaparecen el 40% de las explotaciones menores a 20 hectáreas y
el 19% de las explotaciones de menos de 100 hectáreas. La tierra no

168
desaparece, sino que la fagocitan las unidades productivas más gran-
des, y las únicas unidades productivas que crecen son las que tienen
más de 1000 hectáreas.
Estas transformaciones se debieron principalmente al crecimien-
to de la soja, como observamos en la Ilustración 2. Es interesante
recordar que por el año 2015 se instaló un discurso por parte del
Ministerio de Ganadería que plantea que en Uruguay somos 3,4 mi-
llones de habitantes, pero producimos alimentos para más de 30
millones de personas, autoasignándonos un rol cuasi filantrópico a
nivel mundial de proveedores de alimentos a la población mundial.
En realidad, lo que estamos alimentando es el proceso de migración
interna China, donde se produjo una gran descampesinización de la
población ya que se tomó la decisión planificada de estimular la mi-
gración de millones de personas desde ciertas regiones rurales hacia
la costa a producir artículos industriales que compramos nosotros.
Así, gran parte de la población China dejó de producir su propio ali-
mento.
De esta manera, vemos como este cambio territorial que hemos
tenido responde en realidad a un modelo de desarrollo global y no

Ilustración 2. Evolución del área de cultivos de secano en Uruguay


entre las zafras 2000/01 y 2019/20. Elaborado en base a datos de
DIEA-MGAP.

169
a las necesidades regionales, cambios que tienen impacto sobre la
salud de los territorios y de los cuerpos. Como ejemplo, observamos
el aumento de las importaciones de plaguicidas en Uruguay a partir
del año 2000 (Ilustración 3), lo que representa miles de toneladas
de herbicidas, insecticidas, fungicidas y otros, pero lo que aumenta
principalmente son las herbicidas utilizados para la soja transgénica
tolerante a glifosato.

Ilustración 3. Evolución de las importaciones de plaguicidas en


Uruguay entre los años 2000 y 2018 y evolución del área de cultivos
agrícolas. Elaborado en base a datos de DGSA-MGAP y DIEA-MGAP.

Otro efecto de estas prácticas en el territorio, del que no se habla


demasiado pero que afecta directamente la soberanía alimentaria,
tiene que ver con la posibilidad de coexistencia entre distintos mode-
los de agricultura, y como ejemplo paradigmático vemos lo que está
pasando con nuestros maíces criollos. El maíz tiene una gran signi-
ficación cultural y productiva para el campesinado latinoamericano,
y el hecho de que se esté llenando de transgenes ese patrimonio que
nuestros pueblos comparten, es sumamente simbólico.
Para adentrarnos en la agroecología me parece necesario presen-
tar a la Red de Semillas Nativas y Criollas del Uruguay que tiene
como objetivo general promover la soberanía alimentaria con la par-
ticipación activa de las comunidades rurales a través del rescate y
revalorización de semillas nativas y criollas como base alimentaria

170
de nuestra población. En este objetivo general encontramos varios
componentes de la manera en la cual entendemos la agroecología. En
este sentido, la agroecología no es solo un conjunto de técnicas que
consideran aspectos biofísicos relacionados al manejo de los agro-
ecosistemas, sino también un conjunto de prácticas que hacen a las
relaciones socioeconómicas y culturales que tenemos entre las per-
sonas y con el ambiente.
De esta manera, el concepto de soberanía alimentaria es una de las
banderas principales y le da sentido político a la agroecología, todas
las políticas públicas vinculadas a la agroecología tienen detrás una
ideología y un sentido político.
En relación a esto, se celebra en noviembre de este año la Fiesta
Nacional de la Semilla Nativa y Criolla del Uruguay, que confor-
ma un espacio de intercambio de saberes, de debate, que recoge y
reconoce los saberes populares, que profundiza la integración del
saber académico con los saberes de la gente que habita en los terri-
torios. Es un espacio para compartir esa información adaptándola al
marco local, compartir experiencias organizativas relacionadas a la
producción, la comercialización y la posibilidad de organizarse para
producir.
La Red de Semillas, en conjunto con la Red de Agroecología y la
Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA),
lanzó una campaña para que en Uruguay se implementara una políti-
ca pública vinculada a la agroecología ya que, si bien existieron a nivel
de las intendencias y departamentos algunas políticas, nunca hubo a
nivel nacional una política pública de promoción de la agroecología.
Para esto se realizó un proceso de construcción de propuestas que
llegaron al parlamento, y se logró en 2016 un primer proyecto de ley
que estableciera el interés del Estado uruguayo en desarrollar políti-
cas vinculadas a la agroecología.
Tras muchos debates y pujas que se dieron a nivel nacional final-
mente se logró a fines de 2018 la Ley N° 19.717, que declara de in-
terés general a la producción con bases agroecológicas y crea una

171
comisión honoraria para desarrollar un Plan Nacional de Agro-
ecología. Algunos elementos centrales que logramos se incluyeran
en la ley son: el objetivo de fortalecer la soberanía y la seguridad
alimentaria contribuyendo al cuidado del ambiente de manera de
generar beneficios que mejoren la calidad de vida de los habitantes
de la República; que el sujeto principal de este sistema de produc-
ción con bases agroecológicas sean los productores familiares agro-
pecuarios, así como los sistemas de producción agrícola urbano y
suburbano.
La conformación de esa comisión honoraria fue retrasada porque
había distintas visiones dentro del Ministerio de Ganadería. Las or-
ganizaciones planteaban que debía estar en el área de la Dirección
General de Desarrollo Rural que se encarga de la agricultura fami-
liar, pero el ministro sostenía que debía estar en la Dirección Gene-
ral de Servicios Agrícolas que se encarga de regular los plaguicidas.
Cuando se realiza el cambio de gobierno, tras las elecciones se de-
mora en designar un nuevo presidente a esa comisión honoraria.
Esta tiene representación de cinco Organizaciones y de seis Institu-
ciones del Estado. Finalmente designan como presidente a un agente
del agronegocio en Uruguay, dueño de una consultora agropecuaria.
Este nuevo presidente plantea que si no se modifica el documento
preliminar, no recomendaría al Ministro de Ganadería que lo apoye.
Esto genera una disputa interna importante. Dentro de las críticas
que hace el nuevo presidente de la comisión plantea que la agroeco-
logía debe ser laica e inclusiva.
¿A qué se refiere con una agroecología laica e inclusiva? A que
debe ser ideológicamente neutra como si esto fuese posible, e in-
clusiva en el sentido de que debía incluir al sector agroexportador.
Aquí empezamos a transitar fuertemente una disputa de sentidos,
ya que la agroecología tiene un componente político importante y
es la base de la política pública que se pretende llevar adelante. Por
esto sostenemos que el sujeto principal de la agroecología es la gen-
te que vive en el territorio, y en particular los productores familia-

172
res y la gente que hace agricultura urbana y suburbana. Ellos deben
ser los beneficiarios de estas políticas.
Para finalizar, la Red de Agroecología del Uruguay cuenta con un
sistema de certificación participativa, que fue suspendida por el go-
bierno alegando que iban a empezar a certificar ellos basándose en
la norma europea.

Carla Sossa: Soy pequeña productora, hace aproximadamente dos


años estoy produciendo en forma agroecológica. Antes mis padres
producían en forma convencional, por cosas de la vida dejaron de pro-
ducir y nos fuimos a vivir al pueblo, pero hace dos años volví.
Hace alrededor de cinco o seis años, se creó la Unión de Trabajado-
res de la Tierra (UTT) sede Santa Fe a partir del trabajo de Nahuel
Levaggi quien se vinculó con la referente local Delicia Centeno. Desde
ese momento comenzamos a militar, pudimos reclutar compañeros
y actualmente somos 235 familias en la Organización y hace poco se
abrió una nueva base en Santa Fe, en General Lagos. Hace dos años
también se creó la base de Helvecia al norte de Santa Fe.
En la ciudad de Santa Fe contamos con el cinturón hortícola verde, el
cual está formado por Monte Vera, Ángel Gallardo, La Costa, Chaquito,
Campo Crespo, Kilómetro 18 y Recreo que se abrió recientemente.
Esta semana tuvimos una intervención en la Plaza 25 de Mayo,
donde hicimos una acción de lucha que llamamos
“Verdurazo” para impulsar la Ley de Acceso a
la Tierra desde la Organización, ya que solamen-
te el 13% de los productores son dueños de sus
tierras, y el resto debe alquilar con los problemas
que esto trae.
Respecto a esto escuchamos o leemos muchas
veces comentarios que plantean que si algu-
nos productores cuentan con una camioneta
4x4 podrían también comprar sus tierras.
Pero esto es mucho más complicado, porque

173
acceder a la tierra es mucho más caro que acceder a una camioneta,
y además cuando un compañero, un productor, va al banco a pedir
un microcrédito para comprar una o dos hectáreas de tierra no se lo
dan. Los pequeños productores nos encontramos con muchos pre-
textos, y a quienes le otorgan los préstamos son los grandes arren-
datarios o a quienes realizan especulación inmobiliaria. De esta
manera, a nosotros nos van dejando olvidados, cuando en realidad
somos los pequeños productores los que llevamos los alimentos a
sus mesas.
A través de estas acciones de lucha impulsamos la creación del
PROCREAR Rural, para que los productores puedan tener una vi-
vienda digna y puedan seguir produciendo, porque en muchos casos
quienes nos alquilan la tierra la quieren destinar a la producción de
soja o maíz y nos vemos obligados a dejar estos lugares. Un compa-
ñero hace poco tiempo tuvo que dejar de producir ya que lo sacaron
del campo con toda la siembra realizada, e irse a trabajar a otro lado.
Cuando empezamos a militar, algunos compañeros se escondían
detrás de los carteles o las banderas, les daba vergüenza. Ahora no,
están orgullosos de lo que son, orgullosas de dónde vienen, porque
la mayoría de los productores de la organización somos descendien-
tes de padres bolivianos.
Con la agroecología, algunos pequeños productores estamos tra-
bajando en la recuperación del suelo y la semilla. Yo actualmente
estoy trabajando en la recuperación de semillas, hago mi propia
reproducción de semillas y no estoy comprando, hace poco estaba
haciendo de acelga y rúcula, y vamos a experimentar con otras pro-
ducciones. También estoy haciendo mis propios bio-preparados, de
esa manera no tengo que gastar en químicos.
Vemos que a quien trabaja en producción convencional le han la-
vado la cabeza con los paquetes y van directamente a las semillerías
donde tienen que comprar a precio dólar, y eso a veces no le con-
viene, porque la producción nos la pagan en pesos y el productor
siempre sale perdiendo. Con la agroecología no tenés muchos gas-

174
tos, solamente hay que meterse de lleno a producir agroecológico,
producir tus propios bio-preparados para recuperar el suelo.
En la organización contamos con muchas áreas, como por ejemplo
la de Género, la cual realizó recientemente un Encuentro de Género
en Buenos Aires donde asistieron compañeras de la Organización de
distintas provincias del país, donde expusieron sus historias de vida,
esto fue muy emocionante porque algunas son muy dolorosas. Den-
tro de nuestras luchas también buscamos que las mujeres tengan sus
propias tierras.
En el área de Prensa y Comunicación en la cual realizo también
parte del trabajo en la Organización, buscamos visibilizar las accio-
nes de lucha, a través de difundir a todos los medios de comunicación
la gacetilla o mensajes para insistir por ejemplo con las entrevistas,
porque si no fuera por los medios de comunicación no se conoce-
rían las acciones e intervenciones que estamos realizando. También
intentamos tener muchos acercamientos a la gente. Nos están cono-
ciendo, porque hay personas que no conocen quién está detrás de
una acelga, un repollo, no conocen al verdadero productor.

Georgina Catacora Vargas: Madre Tierra es una denominación in-


tegral y precisa, que proviene de las lenguas originarias de nuestra
Latinoamérica y que expresa atributos muy importantes de esta casa
mayor, pero también de la relación que tenemos como comunidades
humanas al ser parte de ella. Esta visión es importante para poder
reconocer la interrelación que tenemos como comunidades huma-
nas con este entorno mayor y que somos parte de estas dinámicas de
la Madre Tierra. En este sentido, la agricultura y la alimentación son
formas de relacionamiento que han comenzado hace miles de años,
procesos de diez mil años, de gestión de paisajes inicialmente dise-
ñados por naciones y pueblos indígenas.
Entonces, en este contexto, es también importante reconocer que
han pasado sólo 60 años desde que se instala este nuevo sistema
agrícola y alimentario, que pasa de ser diversificado a simplificado,

175
de múltiples expresiones a una dominante, y que conlleva una serie
de impactos sociales y ecológicos profundos. Es a partir de allí que
se posiciona la agroecología, que tiene una profunda base campesi-
na y de sabidurías de los pueblos indígenas.
Es por esto que para seguir avanzando debemos analizar cómo
entendemos la agroecología. Para nosotros la agroecología es en-
tendida como transdisciplina, como diálogo de saberes, como múl-
tiples formas de gestionar no solo el espacio físico productivo sino
también los sistemas alimentarios, desde una perspectiva terri-
torial, a partir de principios. Puede sonar complejo, pero a partir
de allí encontramos la integralidad de la propuesta agroecológica,
de una salud integral. A partir de allí, la agroecología se posiciona
como proceso de coproducción de conocimientos, como ejercicio
práctico, como parte de los movimientos sociales.
Cuando nos referimos a los sistemas alimentarios estamos ha-
blando de todos esos procesos, de infraestructura, de actores, de
instituciones, los cuales operan desde la provisión de insumos y
tecnologías en esta era de digitalización de la agricultura, pero tam-
bién desde la producción, procesamiento, distribución, consumo,
etcétera. Entonces, debemos dejar de visualizar solo la producción
y el consumo, porque antes se dan una serie de procesos que son
fundamentales y que definen cómo se va a estructurar la produc-
ción, la alimentación, y por lo tanto los impactos que va a tener en
la salud.
En esta dinámica del sistema alimentario, el contexto que genera y
por lo tanto sus efectos, son parte del sistema alimentario. Es decir,
si tenemos un sistema simplificado que genera dietas simplificadas,
y por lo tanto problemas de salud, esto es inherente al sistema. Por
lo contrario, si contamos con sistemas alimentarios de producción
biodiversa, la cual expresa esta biodiversidad en las dietas de las
personas cuyo resultado son dietas saludables que fortalecen el sis-
tema inmunológico, tampoco es algo circunstancial, sino producto
del sistema alimentario que se está promoviendo. Debido a esto es

176
importante reconocer estas relaciones y no disociarlas, porque es-
tas disociaciones son parte del juego discursivo.
Si tomamos en cuenta las etapas del sistema alimentario, respecto
a la provisión de insumos y tecnologías, la agroecología aporta en
la reducción de insumos que son altamente demandantes de ener-
gía para su producción y transporte. Esto significa un gran aporte
al cambio climático e implica en su uso y producción una serie de
riesgos y deterioro a nivel físico, químico, biológico, incluso genético
de los sistemas alimentarios. Estos sistemas no van a poder producir
alimentos saludables.
En este sentido, es importante también destacar la importancia
del discurso, ya que calificamos algunos procesos con atributos que
no les corresponde. Debemos visualizar que la salud es un atributo
constante a lo largo del sistema alimentario, no puede ser una pro-
piedad intermitente en las diferentes etapas. Es decir, no podemos
tener un sistema de producción biológica y socialmente degradante
que genere alimentos saludables. Por esto, poder reconocer y mirar
el sistema alimentario permite identificar esas incoherencias que re-
sultan más vinculadas a dinámicas y procesos de interés económico.
En contrapartida, tenemos a partir de la agroecología sistemas de
producción biodiversos. La biodiversidad y la complejidad biológi-
ca expresada en los predios es una característica fundamental de la
agroecología que no sólo es ecológica, sino también social, económi-
ca y política.
La biodiversidad tiene la capacidad de restaurar las funciones eco-
sistémicas a través de procesos complejos. Al hablar de eficiencia
productiva debemos reconocer que la complejización biológica del
sistema es un atributo positivo, que permite reducir dependencias
en insumos externos contaminantes que se reemplazan con las fun-
ciones de los mismos procesos ecológicos y por tanto nos ayudan
a reducir la contaminación. Esta eficiencia productiva tiene no sólo
una dimensión económica de reducción de costos, sino también una
dimensión política muy fuerte, porque ayuda a reducir la demanda

177
de la tierra y genera a partir de allí opciones para quienes tienen
limitaciones en el acceso, tenencia y uso de la tierra, como por ejem-
plo las mujeres y las juventudes rurales.
Para profundizar esta relación entre un sistema agroecológico
biodiverso y la salud es interesante destacar un trabajo realizado
en 2007 por Mitchell y colaboradores, quienes evaluaron a lo largo
de diez años la concentración de flavonoides en tomates produci-
dos agroecológicamente y un sistema de producción convencional.
Los flavonoides son antioxidantes que actúan en el fortalecimiento
del sistema inmunológico, muy valioso en el contexto actual de pan-
demia. Este estudio encontró que los tomates producidos de forma
agroecológica, estadísticamente tenían una concentración mayor de
flavonoides que aquellos producidos de forma convencional, y esta
se incrementó a lo largo del tiempo, acompañado de una mayor con-
centración de materia seca, es decir, menos agua y una diferencia en
la concentración de nutrientes de entre el 80% y el 100%.
Esta diferencia se debe a que los sistemas agroecológicos logran
restaurar sus funciones ecológicas a través de sistemas de reciclaje
de nutrientes y materia orgánica que se va a reflejar en la calidad de
los alimentos y en beneficios en la salud de las personas. Esto
se da a través de procesos de liberación lenta de nutrientes
a partir de la materia orgánica, lo que nos trae una lección
casi poética: lo acelerado, lo rápido no necesariamente
es mejor; como por ejemplo la dinámica de fertilización
sintética, de simplificación de la producción, de vi-
siones de beneficios a corto plazo, etcétera.
A partir de este sistema productivo vemos esa
bio- diversidad reflejada en las dietas, redu-
ciendo la simplificación de las mismas
y el impacto de otras
pandemias, como por
ejemplo la desnutrición
oculta por falta de micro-

178
nutrientes o la excesiva concentración de macronutrientes en los ali-
mentos procesados y ultra procesados.
En contrapartida, los sistemas de monocultivo no pueden generar
dietas saludables, porque no cumplen con los criterios de calidad y
diversidad que son igual o más importantes aún que la cantidad. Es
importante aclarar que los sistemas de monocultivo no producen ali-
mentos, sino biomasa, una biomasa uniforme, insuficiente para cum-
plir con los requisitos de diversidad en la dieta. Esta, además, tiene
que contar con una calidad adecuada no sólo biológicamente, sino
química y genéticamente por la presencia de microorganismos.
En las etapas del sistema alimentario nos encontramos final-
mente con la distribución, que incluye también la comercialización
antes del consumo. En este sentido, los sistemas biodiversos de la
agroecología proponen también sistemas de organización basados
en la cooperación para complementar las distintas cosechas. Así,
cobra importancia la dinámica de las ferias agroecológicas, las ini-
ciativas de canastas-bolsas comunales, la relación y la cercanía no
sólo geográfica sino entre agricultores y agricultoras, campesinos
y campesinas, con las y los consumidores. A partir de estas rela-
ciones se generan formas de organización que están destinadas al
abastecimiento popular de los alimentos saludables, que es uno de
los principios de la agroecología, y no la alimentación saludable
para mercados de élite, ya que esta es una tergiversación que surge
a partir de los intereses económicos en base a la demanda de ali-
mentos saludables.
El bienestar social es también parte de la salud, y no es posible
tener salud si el entorno ecológico no es saludable, el bienestar eco-
lógico es un tema social, cultural y político. Por esto, la agroecología
es una estrategia para restaurar la Madre Tierra, sus funciones, al
mismo tiempo que producimos alimentos saludables y restauramos
no sólo el bienestar de las comunidades humanas sino también un
hábitat adecuado para las comunidades no humanas.

179
Pregunta: ¿Qué rol cumple el Sistema Nacional de Áreas Protegi-
das de Uruguay en la transformación de los territorios a partir
del modelo productivo?

Pablo Galeano Giménez: En Uruguay contamos el Sistema Nacio-


nal de Áreas Protegidas (SNAP), que cuenta con unas 337 mil hec-
táreas representativas de los distintos ecosistemas, pero está ocu-
rriendo debido al crecimiento de la forestación y la agricultura, que
la propuesta de ampliación de nuevas áreas ha generado conflictos.
En Uruguay no hay parques nacionales, sino que contamos con áreas
protegidas que se encuentran habitadas.
Actualmente estamos trabajando con productores y productoras
de la Quebrada de los Cuervos que es la primera área protegida del
país. Algunos actores locales propusieron ampliar esta área protegi-
da, lo que generó gran presión, principalmente del sector forestal en
conjunto con el Gobierno Municipal para evitar esa ampliación. Este
es un ejemplo de los conflictos que se viven.
Estos sistemas de áreas protegidas no representan un porcentaje
muy importante de la superficie en Uruguay, pero al contar con me-
didas de manejo conservacionista son un buen lugar para el desa-
rrollo de experiencias agroecológicas, ya que además en muchos de
ellos habitan productores familiares. Pero debemos decir que lamen-
tablemente el primer maíz criollo contaminado con transgenes que
detectamos en Uruguay fue en el área protegida de la Quebrada de
los Cuervos, lo que demuestra que no está indemne de los avatares
de este tipo de tecnologías.

Pregunta: ¿Cuál es el marco jurídico para el acceso de las semillas


en Uruguay?

Pablo Galeano Giménez: Existe un acuerdo internacional que


se llama Unión para la Protección de las Obtenciones Vegetales
(UPOV), que protege el comercio de las semillas y garantiza prin-

180
cipalmente que las empresas que comercializan semillas principal-
mente híbridas o “mejoradas” puedan tener beneficios económicos
de ese comercio. Hay dos versiones de este acuerdo, una del año
1978 y otra de 1991. Por suerte, Uruguay adhiere a la del año 1978,
lo que resguardo un poco más los derechos de los agricultores. En
Uruguay se sanciona en el año 1997 una Ley que crea el Instituto
Nacional de Semillas, que es una institución de derecho público no
estatal, que se encarga del registro especies vegetales que se van a
comercializar y sus variedades. Hubo un intento por parte del insti-
tuto de crear un registro de variedades criollas, al cual nos opusimos
desde la Red de Semillas porque nos parecía una quimera incluir las
semillas criollas en el registro de una institución pensada para con-
trolar el mercado de las semillas.
De igual modo, el problema con la comercialización de las semillas
es previo a la liberación de los transgénicos, pero estos han agudiza-
do la problemática a través de las patentes. Aunque muchos de nues-
tros países no las reconozcan, finalmente se termina pagando Royal
disfrazado de valor tecnológico como es el caso de Uruguay. En este
sentido tiene que haber una protección de nuestras semillas criollas,
y la mejor protección es permitir la libre circulación de las semillas
criollas y el libre intercambio. Cuanto menor reglamentación exista
sobre el uso de la semilla criolla, mejor; pero debe haber un marco
que permita eso e impida leyes de control comercial que restrinja el
libre intercambio de las semillas criollas.

Pregunta: ¿Qué lugar ocupó la alimentación y la agroecología du-


rante la pandemia?

Georgina Catacora Vargas: Para pensar cómo la pandemia está


afectando la calidad de la alimentación debemos tomar dos referen-
cias en base a lo observado en nuestros territorios y la articulación
de los discursos políticos. En las primeras etapas, cuando la cuaren-
tena era rígida, hemos visto por un momento la reactivación de los

181
sistemas alimentarios locales de base campesina, de pequeña escala,
que han sido los que alimentaron a las poblaciones locales. Pero, por
otro lado, también se ha dado impulso a los alimentos procesados y
ultra procesados bajo el discurso de inocuidad, y muchas de las po-
líticas y discusiones se han dado para apoyar estos sistemas alimen-
tarios agroindustriales. Hemos visto dos procesos completamente
contrarios, que han polarizado la visión de lo que es una alimenta-
ción saludable, y esto pone en evidencia cómo el sistema alimentario
dominante se recrea y adapta aprovechando las crisis para seguir ali-
mentando estas dinámicas económicas. Por el contrario, las lógicas
de alimentación que nos provisionan alimentos diversos son las de
pequeña escala, campesina, de comunidades indígenas, de una ges-
tión en la biodiversidad. A pesar de estas dos dinámicas contrarias, la
importancia de una alimentación saludable es mucho más evidente,
y hay mayor atención puesta en la agroecología.
La pregunta hoy no es si la agroecología es importante o no, sino
¿cómo la vamos a implementar y quiénes la van a implementar?
Acá es donde aparece el riesgo que vamos alertando sobre la coop-
tación de la agroecología, porque la agroecología ha demostrado ser
eficiente, restauradora. En este sentido, la parte técnica de la pro-
ducción agroecológica se ha resuelto hace mucho tiempo, ya no hay
discusión acerca de si la agroecología puede alimentar a la pobla-
ción. El problema es institucional, y también un problema político,
porque ahora todo es agroecológico, pero la incorporación de una
práctica agroecológica o un insumo biológico no hace al sistema de
producción o al sistema alimentario agroecológico. En este contexto
debemos estar muy alerta para que no haya una tergiversación, una
convencionalización de la agroecología. Debemos observar cuáles
son las propuestas, cómo se está proponiendo la implementación de
la agroecología, a favor de quiénes, porque la agroecología es para to-
dos y todas, pero principalmente para fortalecer aquellos y aquellas
que tienen menos, que están en la invisibilidad, en la marginalización
y en la vulnerabilidad.

182
Carla Sossa: Con pequeñas experiencias podemos empezar a ver el
impacto de la agroecología. Una de nuestras compañeras que se for-
mó como técnica en agroecología comentaba, que cuando producía
perejil de forma convencional en la quinta de su padre sufría repeti-
damente de lesiones en la piel, como ronchas. Y desde que comenzó
a producir de manera agroecológica probó nuevamente con producir
perejil para ver si le generaba la misma reacción, y no le generó nin-
guna reacción. Esta es una linda experiencia que podemos contar.
También hemos visto durante la pandemia -los productores nunca
dejamos de trabajar- cómo la gente que compraba nuestros produc-
tos comenzaba a preguntar si estos eran agroecológicos, cómo hacía-
mos para producirlos, qué preparados utilizábamos, querían saber lo
que estaban comiendo, comenzaron a tener más en cuenta su salud.
Esto es muy importante ya que la agroecología aporta a nuestra sa-
lud y la de la Madre Tierra.

Pablo Galeano Giménez: Durante la pandemia vivimos en Uru-


guay dos tendencias contrapuestas. Durante el primer momento en
el que se lanzó la campaña “Quédate en Casa”, el Gobierno organizó
un fondo para el coronavirus, donde las empresas, jugadores de fút-
bol y otras personalidades donaban plata y alimentos como fideos,
arroz, alimentos secos, aceite, grasa. En los barrios ricos se juntaban
a armar paquetes que se mandaban a los barrios empobrecidos, esa
fue la solidaridad alimentaria, con una fuerte campaña publicitaria.
A diferencia de esto, en el Departamento de Canelones, algunas or-
ganizaciones de productores junto con el Municipio organizaron co-
lectas de verduras pasando por los campos de los productores para
llevar a las ollas populares, hubo una gran organización por parte de
la sociedad tanto a nivel urbano como suburbano. Así se armó una
red de solidaridad organizada en contacto con grupos de producto-
res familiares.
Sumado a esto, venimos viendo una suerte de revalorización de
producir lo que uno consume, esto impulsa el desarrollo de huertas

183
comunitarias o huertas en la ciudad, y genera más interés sobre la
posibilidad de asegurarse el alimento.

Pregunta: ¿Es posible por parte de las organizaciones avanzar


sobre un sistema regional conjunto de fiscalización y certifica-
ción accesible a los pequeños productores que permita aportar
valor a su producto y que sea una garantía para el consumidor?

Georgina Catacora Vargas: La garantía, el reconocimiento de un


producto como agroecológico es importante por dos motivos: pri-
mero, para poder visualizar a todos aquellos y aquellas que están
detrás cumpliendo funciones socio-ecológicas de producir alimentos
saludables al tiempo de restaurar los ecosistemas donde vivimos, a
fin de evitar profundizar las crisis. Por otro lado, los consumidores
también necesitan facilidad para reconocer qué es agroecológico y
qué no es agroecológico, y para generar estos sistemas de garantía
hay muchas formas.
La forma que promueve la agroecología con base en sus
principios sociales son los sistemas participativos de
garantía, los cuales llevan casi 20 años. Se
han generado muchas experien-
cias en todas partes del mun-
do a partir de las restricciones
y la mercantilización de las
garantías a través de los siste-
mas de certificación de terceras
partes. Esta certificación de ter-
ceras partes es uno de los procesos
que encarece el producto
agroecológico y que se
utiliza principalmen-
te en la producción
orgánica de expor-

184
tación. En cambio, los sistemas participativos de garantía -no todos
están reconocidos en las diferentes normativas- pueden variar desde
conocer la granja, el predio de producción de la familia agricultora, y
acompañar ese manejo, lo que genera confianza; o generar redes de
organización de distribución mucho más amplia para generar tres
procesos: confianza, preferencia al escoger un alimento saludable
que provenga de las familias agricultoras, y la generación de esos
procesos de aprendizaje mutuo y de organización. Los sistemas par-
ticipativos de garantía han demostrado ser procesos altamente pe-
dagógicos, organizativos, de reestructuración, de gestión del predio,
de distribución. Entonces, si existen esos procesos es posible generar
esas redes de confianza alrededor de la producción y de la alimenta-
ción saludable. Estas experiencias las podemos encontrar en distin-
tos países, como Brasil, Argentina o Uruguay.
La experiencia más sencilla preguntar a quien le compramos: ¿Dón-
de produce? ¿Cómo produce? ¿Lo podemos visitar? A partir de allí
podemos sorprendernos de las diferentes dinámicas que se pueden
generar a través del involucramiento con las familias productoras.

Pregunta: ¿Se pueden realizar aportes en esta transición a la


agroecología desde los espacios de educación formal?

Georgina Catacora Vargas: Considero importante destacar en pri-


mer lugar que la educación universitaria, la investigación universita-
ria, es decir el mundo académico, debe bajar su nivel de arrogancia,
el posicionarse como la única forma de conocimiento válido. En este
sentido, debemos observar cómo los pueblos originarios lidiaron
de otra forma con esto, desde la pluralidad. Estamos en la edad del
mono, solo un sistema alimentario nos va a alimentar, un solo sis-
tema económico, una sola educación formal, sólo la ciencia tiene la
palabra, un pensamiento mono lineal.
En este sentido, la academia debe disminuir su arrogancia y re-
conocer que tenemos mucho que aprender de lo que sucede en los

185
territorios, de la sabiduría de los pueblos indígenas que han sobre-
vivido tantos impases históricos, incluyendo la colonia pasada y la
actual. Por lo tanto, una de las fortalezas de la agroecología es volver
a mirar esas sabidurías para potenciarlas y masificarlas.
Además, debemos internalizar que la educación y la investiga-
ción no son apolíticas, que la ciencia no es neutra, que responden
a diferentes intereses. De esta manera, las estructuras curricula-
res también responden a intereses políticos destinados a repro-
ducir estos colectivos imaginarios y las mismas formas de pensar,
la noción de que sólo hay un sistema, sólo hay un camino. Es nece-
sario analizar estos elementos para cambiar el símbolo y el signi-
ficado de la educación, de las diferentes formas de educación, de
las instituciones más allá de la universidad, es importante seguir
discutiendo y politizando, porque sólo así vamos a poder tener
una educación universitaria y una ciencia transformadoras. Si no,
vamos a seguir siendo reproductores y reproductoras del statu
quo.
Sin embargo, vemos cada vez más universidades que ya no tie-
nen agroecología como una materia electiva sino como una ma-
teria curricular, y encontramos más diplomados, especialidades,
doctorados, mayor acercamiento de saberes, más diálogo de sabe-
res, más trabajo con las comunidades.

Carla Sossa: Antes del comienzo de la pandemia concurríamos a


las escuelas a realizar charlas de huerta, sobre cómo armar huer-
tas agroecológicas. Los niños de 3°, 4° y 5° año le prestaban mucha
atención y estaban predispuestos a conocer la agroecología, sin el
uso de químicos. Algunos contaban que su papá utilizaba venenos
y que a veces se enfermaba, que le dolía la cabeza, y ellos estaban
muy interesados en concientizarse, son muy curiosos. Pregunta-
ban ¿qué se echaba?, ¿por qué se usaban químicos?, ¿por qué la
agroecología? Es interesante que desde nivel inicial se enseñe qué
es la agroecología, cómo producir alimentos o comer sano.

186
También pudimos realizar charlas en universidades, donde los
estudiantes conocían nuestra manera de producir, y nosotros les
preguntábamos si sabían que era lo que comían. Porque en lo co-
tidiano al estar estudiando, no conocían lo que estaban comiendo,
y muchos quedaron con la boca abierta.

187
¿Qué es Medicina y qué es Salud?

Mary Murray (Australia)


Desde 2005 hasta 2014 fue coordinadora de ReAct Glo-
bal. Presidenta de la International Society to Improve
the Use of Medicines. Ha trabajado por más de 40 años
en el desarrollo e implementación de políticas equitati-
vas de medicamentos en Australia, países asiáticos y or-
ganizaciones internacionales. En el año 2000, fue parte
del equipo organizador de la Ier Asamblea Mundial para
la Salud de los Pueblos en Bangladesh. En 2004, realizó
su doctorado en Psicología Cultural.

Satya Sivaraman (India)


Especialista en comunicación para la salud.
Asesor en comunicación para ReAct Asia-Pa-
cific, impulsando la implementación de accio-
nes públicas y políticas para hacer frente a la
resistencia a los antibióticos. Ha producido una
variedad de material educativo sobre la resis-
tencia a los antibióticos.

Nancy Isabel Martín Tala (Guatemala)

Maya Kaqchikel; Contadora del tiempo, (Ajqij); Licen-


ciada en Psicología Clínica; Docente Universitaria, en
la carrera de Medicina General, Ciencias de la salud,
Universidad Maya Kaqchikel; Diplomada en Discipli-
na Positiva; Diplomado en formación de grupos de
apoyo como estrategias de intervención y abordaje
de mujeres y víctimas de violencia; y Facilitadora de
temas espiritualidades, cosmo-vivencias y epistemo-
logías relacionales en Abya-Yala.

188
¿Qué es Medicina y qué es Salud?

Mary Murray
Satya Sivaraman
Nancy Isabel Martín Tala

Mary Murray:

La experiencia intercultural de ¿Qué es la salud? ¿Qué es la


medicina?

Estos son los resultados de una experiencia de diálogo intercultu-


ral Latinoamericano. La vida es diversa y única. La salud es diversa
y única. Es urgente recuperar el verdadero significado de la salud
en consonancia con la rápida degeneración de los ecosistemas de la
Tierra, de las comunidades humanas y de la salud humana. Lo que
nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es un verdadero diálogo intercultu-
ral? ¿Cómo entendemos el conocimiento, la sabiduría y su origen?
Se trata de estar abierto a diferentes visiones del mundo y a las
acciones prácticas que han traído consigo el conocimiento, un cono-
cimiento amplio y profundo adquirido tanto por el estudio como por
la experiencia.
Riksinacuy tiene una gran experiencia en el diálogo intercultural.
Un diálogo de saberes va más allá de la simple formulación de ideas.

189
Es la articulación de la realidad con la práctica o el hacer. No es una
simple conversación vacía. Es una práctica pedagógica.
El enfoque de Riksinacuy se convirtió en nuestro modelo de dialo-
go, el cual cuenta de 4 pasos:

1. Preparar la tierra para una siembre fructífera: Una etapa


preparatoria, sobre líneas temáticas, contendidos, motiva-
ciones, contribución al buen vivir comunitario…. a buscar las
formas más apropiadas para el dialogo, identificar y alistar los
espacios propios, contactar con los actores, consultar a las or-
ganizaciones, y todo lo que significa “preparar la tierra para una
siembre fructífera”.
2. Etapa de siembra de la semilla en tierra fértil: Compartien-
do los saberes y haceres, de manera abierta, libre, argumentada,
expresión de todos los sentidos, intuición, percepción creativa,
sintiendo, y pensando con la mente y corazón.
3. Cuidando la salud de las plantas para tener frutos sanos:
Etapa de fortalecimiento, evaluación, realimentación, en pro de
los resultados esperados.
4. Cosechas para el buen vivir de la comunidad, garantizando
la sostenibilidad: Compartir la síntesis de los saberes y hace-
res, para el buen vivir comunitario, para el equilibrio y armonía
de la pachamama.

Paso 1 - Preparar la tierra para una buena siembra ¡Danzamos


con bacterias en Cochabamba y Cuenca!

Cuenca, 2016. Como hacen los pueblos ancestrales, hay que consi-
derar el planeta como un ser con una vida extraordinaria y comple-
jamente entretejida, y a los seres humanos como un delgado hilo en
esta vida. La resistencia a los antibióticos nos ofrece la oportunidad
de repensar nuestras convicciones sobre la vida, la salud y la medi-
cina.

190
Cochabamba, 2016. La salud es arte, alegría y baile junto a las
bacterias. Nos inspira la visión de cambiar el modelo de las relacio-
nes humanas bacterianas. Reimaginar la resistencia significa darse
cuenta de que vivimos en un mundo que se comunica y se abraza. En
este sentido, cada persona es un Universo único e insustituible, que
también lleva muchos universos internos. Abrazamos el principio de
la Solidaridad Bacteriana que da Vida por Vida. Me gustan las perso-
nas que abrazan, abrazan la vida, abrazan el mundo... me abrazan”.
´Cuando abrazamos, reimaginamos y... deseamos que la gente siem-
bre y cultive, abrace, luche y sueñe’. Rave Tabares.

Paso 2 - Sembrar las semillas en tierra fértil.

Sentir y vivir la salud de la Madre Tierra, Rosario 2017. El con-


cepto “Madre Tierra Una Sola Salud” busca llevar el mundo de la
medicina más allá de los seres humanos, los animales, las plantas
y los microorganismos a fin de incluir las enfermedades y el trata-
miento de nuestro planeta.
Intentamos hacer una historia clínica de la Tierra. Durante un taller
formado por personas con experiencias y responsabilidades muy di-
versas en la vida y el trabajo, realizamos un diagnóstico primario y

Ilustración 1. Encuentro Madre Tierra Una Sola Salud. Rosario, 2017.

191
exámenes complementarios. También comenzamos a establecer las
directrices de una estrategia curativa para contener la degradación
de los elementos sagrados de la vida y recuperar la salud de la Madre
Tierra.

Sembrando semillas.... Entendiendo la resistencia antimicro-


biana, para cuidar la salud de la Madre Tierra, La Paz 2018.
Reunidos como profe-
sionales de la salud, pro-
fesores, especialistas,
investigadores y estu-
diantes, procedentes de
varios países, comparti-
mos nuestras preocupa-
ciones y unimos nuestros
esfuerzos intelectuales y
de sentimiento para tra-
tar de recuperar el signi-
Ilustración 2. Encuentro en La Paz, 2018. ficado sagrado de la salud
frente a la rápida disminución de los ecosistemas de la Tierra, de las
comunidades y de la salud humana.
En esta reunión se desarrollaron conceptos sobre la sabiduría co-
munitaria y el contenido de las directrices para la acción de las co-
munidades sobre los antibióticos, así como un plan de estudios para
un programa educativo sobre la resistencia a los antibióticos en el
marco de la salud de la Madre Tierra.
En una importante sesión se experimentó un diálogo abierto y sin
fronteras para profundizar en los retos de la salud en su proyección
universal.

Sembrando semillas... Comunidades Sabias que cuidan la Sa-


lud - Ecuador, Bolivia y Perú, 2019

192
El diálogo continuó en cuatro lugares diferentes entre representan-
tes de la comunidad y de la sanidad, compuestos de forma diferente
según el contexto y las oportunidades locales.

• Cuenca Ecuador: Nos reunimos en un lugar en el que pudimos


sentir y comprender el profundo significado y la magnitud de
la salud. Nos sentamos juntos al aire libre en los campos del
programa de agricultura local del Estado. Aquí se cultivan hor-
talizas como alimento para los niños que asisten a los centros
infantiles locales.
• Santa Cruz Bolivia: En este taller, denominado “¿Qué es la sa-
lud? ¿Qué es la medicina?, participaron profesionales pertene-
cientes a programas específicos del Ministerio de Salud a nivel
nacional.
• Latacunga, Cotopaxi, Ecuador: ‘Nuestra Tierra, Nuestra Vida’.
Los participantes fueron trabajadores de la salud, curanderos
tradicionales, líderes campesinos y profesionales de la salud
humana y animal. en este taller llamado ‘¿Qué es la salud y qué
es la sabiduría comunitaria?’ ‘Nuestra Tierra alimenta y man-
tiene nuestras vidas y la de todos los seres que tienen medicina
natural de buena calidad para curar a los humanos, animales y
plantas con kushikuy (alegría)’.
• Puno Perú: Resistencia a los antibióticos: Madre Tierra Una Sa-
lud: Participación de los niños La Universidad Nacional del Alti-
plano, en Puno, se acogió en sus aulas universitarias a alumnos
y profesores de diversas zonas para intercambiar conocimien-
tos, criterios y opiniones sobre la salud y los medicamentos, y
las diferentes formas de entenderlos en su contexto local, con
estudiantes de medicina, educadores universitarios e investiga-
dores regionales.

“Estoy sano cuando soy feliz ¿Y cuándo soy feliz? Cuando siembro,
entonces veo llover y con el tiempo veo los brotes de mis plantitas,

193
o cuando mis animales me dan leche, o cuando mis hijos aprenden.”
¿Cómo respondieron estos grupos de personas a las mismas siete
preguntas?

¿Qué es la salud?
La salud se considera el equilibrio armónico entre los seres vivos y
los ecosistemas. Romper o alterar este equilibrio es una invitación a
la patología que puede convertirse en enfermedad.
En ese todo debemos incluir a los microorganismos que no vemos
pero que están a nuestro alrededor realizando funciones importan-
tísimas. Son nuestros ancestros y por ello debemos cuidarlos para la
salud de todo.
Comenzamos con una definición de lo que se pretende y se entien-
de por medicina. Para ello la dividimos en tres áreas o momentos.
Una parte tiene que ver con la salud física, otra es la emocional y
espiritual, y la tercera es el entorno. Estos determinarán la visión o el
enfoque que se aplicará, por ejemplo, el conocimiento ancestral y el
conocimiento moderno.

¿Qué es Salud Planetaria?


El concepto de salud planetaria implica el bienestar y la relación
armoniosa entre todos sus componentes.

¿Qué entendemos por Madre Tierra, Una Sola Salud?


La salud de la Madre Tierra es lo mismo que la salud planetaria
porque para nuestros pueblos ancestrales, la tierra es el lugar donde
vivimos y el lugar que nos da y deja vivir. Así que, si queremos que
el planeta esté sano, debemos cambiar nuestro estilo de vida y em-
pezar a cuidarlo, porque si mejora, todos mejoramos nuestra salud.

¿Qué es Salud para Todos?


Cuando hablamos del término “Salud para todos”, pensamos en
responder primero a la pregunta “¿Quiénes son todos?”. Pues bien,

194
hay seres humanos, hay plantas, animales y microorganismos. Todos
están vinculados entre sí y contienen los mismos elementos que el
universo.

¿Cuáles son las amenazas para la salud mundial?


El ser humano se ha encargado de deteriorar la salud de los eco-
sistemas y de atentar así contra su propia salud. Una de las causas
subyacentes de este deterioro es la sobreexplotación de elementos
naturales que deberían ser considerados como un patrimonio de
toda la humanidad y no sólo como bienes al servicio de las grandes
corporaciones.

¿Cuáles serían los tratamientos para los problemas de salud


planetaria?
La posibilidad de reparar los daños causados al planeta significa
defender los Derechos de la Naturaleza al mismo tiempo que los De-
rechos Humanos. La salud humana depende de la Salud Planetaria y
de una alimentación sana.
Todos los tratamientos actúan sobre diferentes aspectos de la salud
y deben integrarse.

Sembrando Semillas… Curanderos tradicionales de Azuay,


Ecuador, 2019.
¿Cuál es la diferencia entre curar y sanar?
Esperanza Mayahuari: Sanar es aconsejar, ayudar con infusiones de
hierbas para la enfermedad. Curar es recuperar la salud del espíritu,
libre de rabia, tristeza, o dolor, para eso es necesario que la persona
ponga de su parte.

¿Qué es un saber y en qué se diferencia con la medicina?


Saber es un don, un regalo recibido, que vamos perfeccionando a lo
largo de la vida. Hay que entregarlo con amor, para seguir avanzando
en el camino.

195
¿Usted ha escucha-
do la Salud de la Ma-
dre Tierra?
María Lligüín: Gracias
a la Madre Tierra, te-
nemos salud, vivimos,
comemos. Ella nos da
la vida, frutas, granos,
alimentos, por eso no-
sotras la cuidamos.
Ilustración 3. Curanderos tradicionales de Azuay. Ecuador, 2019.

¿Qué es para usted sanar?


Rosa Orellana: Sanar es un tratamiento que comienza preguntán-
dole y comprendiendo a la gente: ¿A qué viene?, o ¿Qué necesita?,
¿Qué clase de enfermedad tiene?, o ¿Qué síntomas tiene?

Sembrando Semillas… Expertos y Académicos, 2019.


La academia tiene una perspectiva diferente sobre la salud.

Esperanza Holguin: Los medicamentos... producen efectos que


trascienden lo biológico. Son productos que permiten la reproduc-
ción del capital, las relaciones de poder y la concepción biomédica de
la salud... ¿Es adecuado el acceso, la interpretación y la aplicación del
conocimiento existente sobre los medicamentos? ¿El conocimiento
producido sobre los medicamentos es el que necesita la sociedad?
¿Quién produce el conocimiento? ¿Cómo se produce? ¿Con qué obje-
tivo se produce? ¿Quién y cómo se distribuye el conocimiento?

Jose Orozco (Colombia): La salud... cambia el énfasis por la capaci-


dad de adaptación y gestión en los retos sociales, físicos y emociona-
les que la vida plantea al individuo. La salud-enfermedad-atención
son construcciones sociales... que sólo existen en la relación, inter-
pretación y acción de los seres humanos. Por ello, no parece pruden-

196
te definir la salud en individuos aislados. La salud no es una cuestión
de mero funcionamiento de la estructura biológica. La salud es social
en sí misma.

Gianni Tognoni (Italia):...insistir en la concienciación de la urgen-


cia de que los actores de la profesión médica se conviertan en acti-
vistas de una recuperación (cultural, cotidiana, controlable, visible,
compartida... no sólo o principalmente de declaraciones políticas
de diagnóstico y de salud pública) de la muy antigua evidencia de
que la desigualdad no es sólo la enfermedad más importante por sus
efectos “clínicos transversales”. Su gravedad (también para la salud
planetaria) radica en ser el indicador tranquilamente aceptado de
un modelo económico-social (y de desarrollo) que no se puede men-
cionar como factor de riesgo directo.

Nubia Guzman (Experta en plantas medicinales) ¿Qué es la medi-


cina? En realidad, debemos considerar a las plantas nuestra base de
vida porque nos dan todo: alimento y medicina. Deberíamos rela-
cionarnos mejor con ellas porque tienen su energía, porque nos dan
medicina y salud a través de sus principios químicos, esencia y espi-
ritualidad para interactuar con nosotros para ser mejor seres huma-
nos. Deberíamos respetarlas.

Ana Salazar (Socióloga) ¿Qué es la medicina? La medicina no solo


tiene que ver con la curación, la medicina tiene que ver con el conoci-
miento, con la utilización saludable del entorno en la medida en que
nos provee no solo de alimentos, sino de olores, sabores, de imáge-
nes, estética y ética. La medicina tiene que cambiar conceptualmente
en cuanto a lo que es la atención al cuerpo, pero también epistemoló-
gicamente aprender de nuevo que significa tener salud.
¿Qué es curar? Curar es tener el alma en paz ¿Y que es sanar? Es re-
construir aquello que fue dañado de alguna manera. Son diferentes,
curar es recuperar esa posibilidad de que si no estás en paz puedas

197
tener esa sensación, en cambio sanar es más holístico e implica la
recuperación de las relaciones en armonía.

Paso 3 - Cuidar la salud de las plantas para tener alimentos sanos

Ciencia Digna para la Salud de la Madre Tierra, Rosario 2019


Este encuentro se sumó al diálogo con la lucha por la activación
del principio preventivo frente al medio ambiente, la biología y la
alimentación, reconociendo que la ciencia debe servir, plantear y res-
ponder preguntas que protejan el suelo, los ecosistemas y los cuer-
pos de las especies humanas y otras, antes de servir a los intereses
económicos y políticos comerciales y dominantes, que controlan la
producción de conocimiento.

El cuidado de las plantas... Diálogo intercultural, sistemas y vi-


siones de la salud: Comunicación popular para el buen uso ra-
cional de los antibióticos y la curación de la Madre Tierra’. En
línea el 15 de agosto de 2020
Este encuentro fue un panel de discusión entre líderes indígenas de
los pueblos maya y kanari, profesionales y líderes de movimientos de
salud en América Latina. Más de 70 participantes.

Hugo Icu, (Guatemala): Salud es equilibrio energético, físico, bioló-


gico, espiritual, emocional, social. Es alegría, música, canto, poema,
danza, alma, espíritu. Es disfrutar las energías del universo, el ama-
necer, el atardece, el anochecer, el frio, el calor, la lluvia, el sol, el sa-
bor, el color, la textura, lo dulce, lo salado, lo acido, lo amargo.

Arturo Quizhpe (Ecuador): La vida vencerá, a pesar de que el pla-


neta esté poblado de muerte, lo que predomina a pesar de todo son
las ansias de vida. Hay confinamiento y una carga grande de soledad,
pero también hay procesos saludables en los que se sigue constru-
yendo comunión y amor.

198
Damián Verzeñassi (Argentina): La crisis civilizatoria nos da la
oportunidad maravillosa para entender cómo reconstruir vínculos,
como generar relaciones en la diversidad para la construcción de las
resistencias que haga posible continuidad de la vida humana y de la
vida de todas las especies. Desde nuestro punto de vista del bienes-
tar en salud, no se trata pensar en la ausencia de enfermedades sino
en la posibilidad de ejercer nuestro derecho a una vida digna a partir
de las relaciones que podamos establecer entre nosotros, y con las
otras especies…

Reunión de ISIUM Bangkok Personas que mejoran el uso de


los medicamentos: lo que sabemos y lo que no sabemos, enero
de 2021.
Una nueva perspectiva surgió en el concepto de uso racional de
los medicamentos...’necesidad de ampliar nuestro concepto de salud
para poder responder a los determinantes sociales y económicos de
la salud y a la profunda medicalización de la sociedad, donde las si-
tuaciones de la vida normal se convierten en patológicas, la muerte
ha perdido su dimensión humana y el aumento de la demanda de
asistencia sanitaria conduce a la sobrecarga de trabajo de los profe-
sionales sanitarios, a la iatrogenia y a la frustración del personal y de
los pacientes.

Paso 4 - Cosechar y compartir las cosechas para el buen vivir de la


comunidad y garantizar la sostenibilidad

Diálogo de saberes entre la Universidad, los Sanadores y los


Pueblos Indígenas: Covid-19, Sabiduría de los Pueblos Indíge-
nas en el Cuidado de la Salud - En línea los días 12 y 13 de agosto
de 2021. Bolivia, Guatemala, Ecuador, Perú

Donato Camey: La salud de la persona, de la familia, de la comuni-


dad, depende de encontrar “la plenitud de la vida”, lo que exige bus-

199
car constantemente el equilibrio en los aspectos energéticos, mate-
riales y sociales.
La dimensión energética comienza con el reconocimiento de las
energías que sustentan la existencia del ser, o que hacen posible su
vida material, que orientan sus fuerzas, su personalidad, sus habili-
dades, su vocación, sus riesgos individuales y sociales, y los caminos
que debe seguir ante la Madre Tierra.
La dimensión material. Si la expresión de lo energético está en
armonía, la dimensión material se expresará en equilibrio. Comple-
mentará su plena expresión con una dieta saludable, una casa decen-
te, ropa decente, un estilo de vida saludable, condiciones de vida de-
centes, tierra suficiente para cultivar alimentos y plantas saludables,
en definitiva, tener lo necesario para poder vivir plenamente.
En la dimensión social, la armonía se busca en la plenitud de vida
de todos los seres que nos rodean en el entendimiento de que, si las
otras vidas viven plenamente, mi vida también será plena. La dimen-
sión social está constituida no sólo por la comunidad humana, sino
también por la comunidad natural y mineral, los soles, las estrellas,
nuestras casas, los seres que vemos y no vemos que conforman el
macrocosmos y el microcosmos, entre otros.
Para recuperar la salud en una sociedad medicalizada, nuestra
perspectiva es retomar o recuperar los elementos culturales, la cien-
cia y la tecnología, las prácticas y las formas de vida que contribuyen
a la salud en diferentes niveles. Nos situamos en otras dimensiones,
donde el centro no es la enfermedad, sino la salud.

Nuestro recorrido arrancó con la tertulia, con la lluvia de ideas,


venidas y emanadas desde distintos pensares, sentires, y vivencias;
con el aporte de los que se sienten que son parte de la naturaleza y
trabajan con la tierra, de los profesionales de la salud humana, de los
investigadores de la ciencia digna, de los artistas que buscan mos-
trarnos las dimensiones invisibles a nuestros ojos, de los filósofos,
microbiólogos y pueblos ancestrales.

200
Danzamos con las bacterias, las sentimos en nuestro cuerpo, con-
vidamos y compartimos nuestros temores y esperanzas en Cuenca,
Latacunga, Ecuador; en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, Bolivia; en
Cuzco, Puno, Perú; en Rosario, Mar del Plata, Argentina. Caminamos
con ritmo intenso, alegría y solidaridad; aprendimos, sintiendo y vi-
viendo en contacto con el otro, hasta que de pronto la pandemia nos
sorprendió, rompió nuestro formato.
Pronto nos dimos cuenta que teníamos que reencontrarnos de otra
forma para abrazarnos con el corazón y continuar con nuestros pa-
sos acelerados a reestructurar nuestras propuestas y quizás a buscar
los verdaderos caminos de la solidaridad, la dignidad y la salud de la
Madre Tierra que es también nuestra salud.

Satya Sivaraman:

Del Cuerpo a la Tierra - Una Sola Salud

Hay una verdad fundamental que al parecer muchos han olvidado


en los tiempos que vivimos. La mayoría de los mortales no tenemos
otra opción que vivir con el cuerpo en el que nacemos hasta que nos
morimos.
Sin embargo, si se pregunta a la gente lo que sabe sobre el cuerpo,
resulta evidente que este es el mayor punto ciego de la existencia de
la mayoría de los seres humanos. Incluso en una época en la que hay
un exceso de información de todo tipo en todas partes, la mayoría de
las personas -que no tienen formación médica- no muestran ningún
interés por el funcionamiento del cuerpo humano.
Esta falta de curiosidad por algo que nos representa tan íntima-
mente y es la expresión misma de nuestro ser vivo es desconcertante
y también inquietante. El miedo y la aversión que rodean al cuerpo
y su contenido son, por supuesto, históricos, dado que uno de los

201
tabúes más antiguos de la historia de la medicina es impedir la prác-
tica de autopsias en el cuerpo humano. El cuerpo era el depósito del
alma humana y no debía ser perturbado, afirmaban los teólogos, en
todas las religiones. Y aquellos que desobedecían recibían el castigo
de Dios y sus representantes en la Tierra.
Hoy día, el mundo de la ciencia ha explorado todos los rincones del
cuerpo humano, incluso a nivel genético y molecular. Por supuesto,
aún quedan muchos misterios por resolver, pero ninguno de ellos es
tabú o se considera inalcanzable para el ser humano. No obstante,
para muchos habitantes del planeta, aún persiste el desconocimiento
del cuerpo humano, impulsado por una mezcla de factores que van
desde el miedo hasta la pura pereza.

La mente como Dictador

Explorar el cuerpo humano no es un viaje apto para corazones pe-


queños. La complejidad de las vías, las cámaras y grietas secretas, las
tuberías onduladas que se abren y se contraen como una pitón a pun-
to de tragarse a su presa. Las bacterias, la mucosidad, la sangre, el
pus y otros fluidos corporales que tanto nos han enseñado a rechazar,
están ahí. Basta con ver los ácidos calientes que digieren todo lo que
comemos para que el estómago se revuelva ¿Quién, en su sano juicio,
querría sumergirse en el cuerpo humano para saber de qué se trata?
Para mí, hay razones aún más profundas que las del asco para la
repulsión humana a la hora de mostrar interés por el cuerpo huma-
no. Esto tiene que ver con la jerarquía entre la mente y el cuerpo,
una relación amo-esclavo que ha surgido históricamente en el cur-
so de la propia evolución humana. Cuando pasamos de ser primates
de cuatro patas a convertirnos en bípedos, nuestras manos inventa-
ron herramientas y nuestros cerebros se agudizaron. Al desarrollar
la mente, adquirimos la capacidad de manipular el mundo que nos
rodea y, al parecer, desde entonces, ha cambiado la idea de lo que
significa la “inteligencia”.

202
La mente se autonombraba monarca y se convertía en un dictador
que gobernaba el cuerpo y todas las funciones corporales. A partir de
Platón, los sabios autoproclamados de las distintas sociedades afir-
maron la superioridad de las ideas sobre la acción. René Descartes
declaró que la capacidad de pensar es una prueba de la existencia
física. De paso, invirtió la simple verdad de que es la existencia del
cuerpo la que hace posible la mente.
La devaluación del cuerpo y la celebración de la mente en las socie-
dades humanas llamadas “civilizadas” ha tenido graves consecuen-
cias. Una de las consecuencias sociales de esta lógica retorcida ha
sido la forma en que hemos valorado más al intelectual que al que
realiza un trabajo manual y que invierte su cuerpo en la producción.
En la India, este enfoque ha dado lugar al sistema de castas y, en
la versión global del sistema de castas, los sumos sacerdotes de las
finanzas, los medios de comunicación y otros “programas informá-
ticos” tienen el poder absoluto, mientras que los agricultores y los
trabajadores, que realizan las tareas más esenciales utilizando sus
cuerpos, han sido empobrecidos. En su esencia, tanto el feudalismo
como el capitalismo consisten en explotar los cuerpos de otras per-
sonas en nombre de abstracciones como la religión, la cultura, los
mercados y los beneficios.
En el campo de la salud, uno de los resultados más evidentes de
esto es que, a medida que nos volvemos más elocuentes, inteligentes
y astutos con nuestros pensamientos y palabras, nuestros cuerpos se
vuelven cada día más frágiles.
Hemos llegado a un punto en el que nosotros mismos empezamos a
sentir que la salud de las cuentas bancarias y los perfiles en las redes
sociales es mucho más importante que nuestra existencia física. Vivir
en Facebook y morir en el mundo real se ha convertido en el lema de
nuestro presente.

203
Desmitificando la medicina

Otra de las graves consecuencias del miedo que impide a una gran
parte de las personas a apreciar su propio cuerpo y aprender más
sobre él es la gran brecha de conocimiento que ha surgido entre
ellas y los profesionales de la medicina.
Esto lleva a muchos a creer ciegamente en el poder de los médicos
para curar y a acudir a ellos para cualquier pequeña dolencia. Pero
cuando los remedios no funcionan o la enfermedad se complica, los
pacientes se sienten descontentos y critican a la profesión médica.
Comprender esta historia es esencial para desmitificar el mundo
de la medicina para millones de personas comunes y corrientes,
aunque no tengan conocimientos de medicina, ¡pero pueden recu-
perar el control de sus cuerpos tanto de las manos de Dios como de
sus mensajeros!
Muy a menudo, la enorme distancia que separa a los médicos de
los pacientes también da lugar a abusos de poder. En algunos paí-
ses, no pasa un día sin que las noticias hablen de malas prácticas
médicas, especialmente de prescripciones de pruebas diagnósticas
innecesarias o de medicamentos caros a los pacientes para que pa-
guen más.
Así que, si los pacientes estuvieran más informados sobre los fun-
damentos de la salud, la medicina y la enfermedad y se dejaran lle-
var menos por la ansiedad y el miedo, podrían ayudar a corregir este
desequilibrio de poder entre ellos y los profesionales de la medici-
na. Un paciente despierto e informado puede ayudar a los médicos
a hacer mejor su trabajo y contribuir a la salud general de toda la
sociedad extendiendo por doquier la información correcta.
El primer principio que deben seguir los médicos, después del an-
tiguo dictado de “no hacer daño”, es “conocer al paciente”. Eso re-
quiere una formación diferente que permita a los médicos y al res-
to del personal sanitario comprender y empatizar con los diversos
contextos y orígenes de los pacientes.

204
Sin embargo, hay que aceptar que la medicina es un tema comple-
jo por varias razones. Desde el punto de vista del conocimiento, los
retos también pueden ser desalentadores, aunque no insuperables.
Si bien hay debates y discrepancias dentro de todas las ciencias na-
turales, ninguno de ellos es tan divergente y grave como los de la me-
dicina. Al tratarse de cuestiones relacionadas con la vida y la muerte,
la medicina es sin duda la más compleja de todas las disciplinas hu-
manas.
Los misterios del cuerpo humano son aún demasiado numerosos y
no se comprenden bien. Dejando de lado la búsqueda de una cura, los
mecanismos que originan la aparición de la diabetes, el cáncer o in-
cluso la hipertensión común todavía no están totalmente explicados
por la medicina moderna, lo que da lugar a terapias “alternativas” y a
denuncias de otras ramas de la medicina.
Otro factor importante que empaña la comprensión de todos sobre
la salud, la enfermedad y la medicina es el dinero y el dudoso papel
que desempeña, ya que el gasto en salud contribuye a una gran parte
del gasto regular de cada ciudadano y da lugar al enriquecimiento de
enormes cantidades de dinero por parte de la industria médica, espe-
cialmente de las empresas farmacéuticas. El atractivo del dinero es tal
que la profesión atrae a muchos charlatanes, tanto en el sector tradi-
cional como en el moderno. La situación es tan grave que tanto los in-
vestigadores como los reguladores y los profesionales están dispuestos
a adaptar sus recetas y terapias a las necesidades del mercado actual y
han comprometido incluso la parte científica de la medicina moderna.
La medicina y la salud no sólo tienen que ver con nuestros cuerpos
sino con los del resto de las personas, con otras especies y con todo
el planeta Tierra. La salud del individuo y la del colectivo son inse-
parables y no sólo por razones sentimentales, sino porque esa es la
realidad científica. El cuerpo humano y el Planeta Tierra son sinóni-
mos: aunque las escalas son diferentes, cualitativamente ambos son
iguales.

205
Contenemos multitudes

Antes de profundizar en este punto, permítanme aclarar que para


superar los miedos, prejuicios y otros obstáculos que impiden explo-
rar el cuerpo humano y verlo como lo que realmente es, es necesario
alejar el enfoque negativo de la enfermedad. El cuerpo y la salud hu-
mana no sólo tienen que ver con los problemas y dolencias a los que
todos estamos sometidos, sino también con las increíbles funciones
de este milagro de la tecnología, que ha evolucionado a lo largo de
millones de años.
El estudio y la comprensión de las increíbles funciones del cuerpo,
la mayoría de las cuales apenas podemos reproducir o comprender,
no tienen fin.
En el interior del cuerpo humano también hay un escenario extraor-
dinariamente bello. Cualquiera de ustedes que haya visto imágenes
de microscopio electrónico del interior de nuestro cuerpo aceptará
que -por extraño que parezca- hay ríos, montañas, bosques, panta-
nos, praderas y desiertos en nuestro interior, al igual que los hay fue-
ra de nosotros en el planeta. ¿Y por qué no? Porque, después de todo,
el cuerpo humano es un producto, en todos sus finos e intrincados
detalles, de la propia Madre Tierra, junto con otras especies y ele-
mentos de la Naturaleza.
Para todo aquel que esté familiarizado con la ciencia evolutiva, las
razones de esta profunda conexión entre la composición del cuerpo
humano con las formas vivas y no vivas del exterior, es muy obvia.
Dado el hecho de que toda la vida ha evolucionado a partir de or-
ganismos unicelulares durante los últimos 4.000 millones de años,
se puede concluir que seguimos conteniendo en nuestro interior, las
huellas de innumerables especies que nos moldearon hasta conver-
tirnos en lo que somos hoy.
Las bacterias, los peces, los anfibios, las plantas, los primates primi-
tivos -y quién sabe qué otras especies- han contribuido a la creación
del cuerpo humano. Cada mutación genética, cada pequeño cambio

206
de comportamiento que ayudó a la supervivencia, se nos ha transmi-
tido a lo largo de millones de años. Y todo ello, junto con los llamados
elementos “inanimados” como el fuego, la tierra, el agua y el cielo. Y,
por supuesto, el resto: el hierro de nuestra hemoglobina, el zinc y el
magnesio de nuestra dieta, el oxígeno que respiramos y el dióxido de
carbono que los cloroplastos convierten en alimento con la ayuda de
la luz solar.
Lo que quiero señalar es muy sencillo. No hay realmente ningu-
na diferencia, en términos científicos contemporáneos, entre lo que
somos los seres humanos y el mundo exterior. De hecho, ni siquiera
los propios términos “dentro” y “fuera” tendrían sentido, ya que el
cuerpo es enormemente poroso, tanto si se trata de los elementos de
la naturaleza como de los organismos vivos microbianos.
Por ejemplo, si miramos la escena de las bacterias en nuestro in-
terior, no existe en absoluto el “cuerpo humano”. Para ellas, la expe-
riencia de habitar nuestros cuerpos no es probablemente muy dife-
rente de la de nuestros viajes espaciales. Al mismo tiempo, si vemos
el mundo fuera de nosotros a través de un telescopio decente, nos
damos cuenta de que nosotros también somos efecti-
vamente microbios en el contexto más amplio
del universo, teniendo en cuenta la enor-
me diferencia de tamaño. En otras pa-
labras, somos a la vez microbios y
planetas, dependiendo de quién
“mire”.
Lo que todo esto señala es la
profunda conexión que existe
entre los seres humanos, el
planeta y otras especies: so-
mos manifestaciones unos
de otros, y nuestros oríge-
nes y destinos son idénticos.
Por eso, cuando herimos

207
gravemente al planeta excavando sus tesoros -el oro, los minerales
y el petróleo-; destruimos su capacidad de respirar convirtiendo los
bosques en zonas áridas y urbanas; envenenamos sus aguas con re-
siduos tóxicos y exterminamos a otros organismos vivos, estamos, de
hecho, haciendo todo esto a nuestros propios cuerpos.

Salud planetaria

Esto nos lleva al tema de la salud planetaria, un concepto acuñado


por el informe de 2015 de la Comisión de Salud Planetaria de la
Fundación Rockefeller. La Comisión reconoció explícitamente que
la salud humana y la salud de nuestro planeta están inseparable-
mente unidas, y que nuestra civilización depende de unos sistemas
naturales florecientes y de una sabia administración de los recursos
naturales. Con la degradación de los sistemas naturales a un nivel
sin precedentes en la historia de la humanidad, tanto nuestra salud
como la de nuestro planeta están en peligro.
El cambio climático es una consecuencia evidente de las acciones
humanas que está volviendo a perjudicar la salud de los seres hu-
manos en todo el mundo.. Sin embargo, lo que se necesita hoy en día
no es otra serie de soluciones técnicas que contemplen “el clima y la
salud”, sino una perspectiva de salud planetaria más amplia que sea
también social, cultural e incluso espiritual. En cierto sentido, la idea
de la salud planetaria es algo que los pueblos indígenas de todo el
mundo han estado practicando en su día a día durante siglos.
Esto ocurre especialmente en los Andes, con su concepto de la Ma-
dre Tierra. En esencia, el punto de vista indígena es que los seres
humanos deben abandonar su creencia respecto a que somos la úni-
ca especie con derecho a vivir - y que todos los demás deben ser es-
clavizados o llevados a la extinción.
Es imposible la vida en la Tierra sin otras especies, en especial los
organismos vivos invisibles como las bacterias. El hecho de que los
seres humanos se centren exclusivamente en su propio bienestar no

208
es sólo una profunda ingratitud hacia las contribuciones que otras
especies han hecho a nuestra existencia y supervivencia, sino tam-
bién una auténtica estupidez a escala apocalíptica.
Pues somos parte de la misma red de vida en la que cada diferen-
cia que construyamos entre ‘’ellos’’ y ‘’nosotros’’ sólo añade un la-
drillo más a la tumba de la propia humanidad. Si se adoptara la idea
marxista de “clase trabajadora” desde una perspectiva ecológica y,
de hecho, indígena, deberíamos reconocer que este término debería
incluir no sólo a los humanos, sino a todas las demás especies de
nuestro planeta y a la propia Madre Tierra.
El bienestar y la salud de los seres humanos implica que veamos el
planeta como una extensión inseparable de nuestro propio cuerpo.
Todo lo que le hacemos a la Madre Tierra también nos lo hacemos a
cada uno de nosotros y, del mismo modo en que no soportaríamos
ningún tipo de envenenamiento o agresión contra nosotros mismos,
también tenemos que defender el planeta con la misma convicción y
compromiso.
En eso consiste la clave de las próximas generaciones y su trans-
formación, en nuestros sistemas sociales, políticos y económicos. Y
a través de ello una auténtica y propia revolución en el ámbito de la
salud.

Nancy Isabel Martín: Ante la energía de la palabra, ante la energía


de la comunicación, no sólo humana sino ante la energía de la comu-
nicación del universo de todas las formas de vida, quiero darles un
saludo desde tierras mayas, tierras guatemaltecas.
¿Qué es medicina? ¿Qué es salud? Al pensar en estas preguntas, nos
viene una respuesta concreta que nos lleva no sólo a abrir una reali-
dad, sino a entender un pasado y a tratar de comprender un presente.
Entender desde nuestra cosmopercepción, desde nuestra viven-
cia, desde nuestra práctica diaria, nos lleva a tener unas pequeñas

209
pinceladas de sabiduría porque ha sido un trabajo de muchas gene-
raciones, de miles y millones, para poder entender cuál sería es un
significado profundo.
Cuando nos preguntamos ¿Qué es salud?, únicamente nos vamos
refiriendo a todas las enfermedades; automáticamente no relaciona-
mos la salud con felicidad o armonía. En la cosmopercepción maya
estas dos preguntas nos hicieron ir en la búsqueda del significado,
siendo el que mejor se acerco el de estas dos figuras:Ixchel e Itzmna´.
Son conexiones profundas, son deidades, son energías que hacen
posible mantener un equilibrio en la salud y en la medicina, son las
energías generadoras.
Desde la cultura maya estas dos imágenes, son conexiones que ha-
cemos constantemente cuando estamos relacionando la salud, las
deidades de la energía femenina que genera la salud y la energía
masculina que nos sostiene para mantener esa salud.
A partir de estas dos palabras medicina y salud, nuestra vida la va-
mos conociendo la vamos construyendo desde la dualidad tanto de
la energía femenina como de la energía masculina que sostienen este
significado tan profundo.

Ilustración 5. Representación de Ixchel e Itzmna´.

210
¿Qué es Medicina desde nuestros Pueblos Mayas? La palabra que
mejor describiría es Aq’om, que son las acciones, procedimientos,
medicamentos, condiciones y situaciones que pueden restablecer
la salud de un ser vivo (incluyendo personas).
Nuestra existencia no se fragmenta, ya que es entendida desde
una manera integral. Desde nuestras cosmopercepciones, vamos
entendiendo que no sólo como humanos somos los que necesitamos
esta medicina, sino en realidad es todo ser vivo como las plantas,
la madre tierra, los animales. Debemos entender la medicina desde
un panorama más amplio, es decir, si todo nuestro ecosistema en
todas las formas de vida está enfermo, el resultado es automático,
nosotros también como seres vivientes como seres humanos esta-
mos enfermos.
Entonces todas esas acciones y procedimientos van a ayudar a
mantener o restablecer la salud de nuestro entorno, sin embargo,
al mismo tiempo debemos entender que nuestra existencia no está
fragmentada, la entendemos de una manera integral, pues la vida
no está constituida ahora únicamente por humanidad sino por mu-
chos más seres, entendemos que también nuestra vida es integral.
A partir de que nosotros estamos constituidos, reconocemos que
somos los seres más pequeños, que las aves, los animales, las plan-
tas son nuestros hermanos mayores, de ahí la visión que también
ellos conforman nuestra familia integral.
Como pueblos originarios para poder desarrollar la medicina necesita-
mos desarrollarnos en tres aspectos integrales y fundamentales que son:

Energético o espiritual: como pueblos mayas es un pilar suma-


mente importante, aquí es donde vamos a desarrollarnos en todos
los niveles. Tener un equilibrio energético y reconocer que somos
una energía más dentro del universo y que tenemos una función
importante como es el alimentar la vida, solo así vamos a poder
mantener un equilibrio material.

211
Material: es todo lo que necesitamos para vivir en la madre tie-
rra, es decir, una buena alimentación, vestimenta, etc.; es poder dis-
frutar de cada una de las situaciones o condiciones que nos la vida

Social: se refiere no únicamente a la forma humana, sino que el


equilibrio social es analizar y ver cómo es mi conexión con la natu-
raleza, será que yo puedo mantener un equilibrio respetando el es-
pacio sagrado y reconociendo el espacio sagrado que tiene el árbol.
Es una dimensión donde se puede mantener una relación directa con
todos los otros seres.

La tridimensionalidad es un principio que nos muestra que, única-


mente tendiendo el equilibrio energético, material y social, vamos a
poder desarrollarnos como seres saludables, como un ser que pue-
dan mantener un equilibrio en el reconocimiento de todas las formas
de salud, recordando que salud y medicina son es todo lo que se rea-
lice de manera armónica para mantener la salud de todos los demás
seres.
El equilibrio de las tres dimensiones, tiene como resultado una
buena salud individual, familiar y colectiva.

Raxnaqil’ K’aslemal’

El término salud se lo conoce como “la plenitud de la vida” y nos in-


vita a vivir en armonía con el entorno y con en equilibrio en la familia.
La salud es lograr el equilibrio de las tres dimensiones y, buscar no
sólo el bienestar de la colectividad humana sino todas las expresiones
de vida en el gran universo.
La tridimensionalidad, el Raxnaqil’ K’aslemal’ nos orienta a que el
centro de la cosmopercepción maya es la vida misma. No se puede te-
ner salud únicamente colectiva, o salud únicamente familiar o salud
únicamente a la colectividad animal, todo lo que se haga tiene un refle-
jo en toda la vida del universo.

212
Cada ser tiene una cultura, tiene una raíz por ello es importante:

• Reconocer principios y valores propios de nuestras culturas mile-


narias
• Recuperar las formas de vida de estos pueblos milenarios, como
entender y practicar formas de salud y no enfermedad
• Respetar todas las formas de vida
• Conexión desde el corazón

Como seres humanos, hemos sido responsables de las miles de en-


fermedades que vemos hoy y los aprendizajes que hemos obtenido
en estos últimos mil 2000 años han sido catastróficos para la huma-
nidad porque nos hemos desconectado de nuestras raíces, de esas
conexiones que las abuelas y los abuelos nos enseñaron. Una forma
de mantener nuestra salud nuestra medicina, es respetar todas las
formas de vida y recordar el consejo de las abuelas y los abuelos
“mantener conexión con las plantas y con todo ser vivo” y darle el
valor que necesita.
Los fuegos sagrados, los rituales de conexión con la vida, nos llevan
a reconocerlas un poco más y sobre todo a una tener una conexión
desde nuestro corazón, solo siendo conscientes de que, si contami-
namos las diferentes formas de agua, bosques se podrá dar salud y
ayudar a las diferentes formas a mantener un poco más la salud.La
práctica de la reciprocidad también es un compromiso, somos cons-
cientes de lo bueno y de las consecuencias negativas que puedan te-
ner mis actitudes.

213
Sistemas de salud no hegemónicos:
La partería como resistencia al Modelo Médico Industrial

Erika Arteaga Cruz (Ecuador)

MD, MPH, doctorante Salud, Ambiente y Sociedad,


Universidad Andina Simón Bolívar - Quito. Profe-
sora Salud Pública Universidad San Francisco de
Quito. Co-coordinadora del círculo de Ambiente
y Salud del People’s Health Movement. Miembro
Asociación Latinoamericana de Medicina Social-
Ecuador (ALAMES Ecuador). Mamá de dos wawas.

Martha Arotingo (Ecuador)

Mujer Kichwa Cotacachi, partera tradicional,


vicepresidenta del Consejo de Salud Ancestral
Hampik Warmikuna de la Unión de Organiza-
ciones Campesinas de Cotacachi, es defensora
de los derechos humanos especialmente de las
mujeres en gestación, parto y post parto. @Par-
teraDiAnaku.

Diana Álvarez Romo (Ecuador)


Antropóloga Visual y documentalista con experiencia
en investigación, docencia, comunicación y promo-
ción de la salud. Ha trabajado en México, Colombia
y Ecuador temas relacionados con medicina social,
medicina tradicional, partería y medicina intercultu-
ral. Doctorante del programa en Ciencias de la Salud
Colectiva en la UAM Xochimilco y co-directora del
proyecto audiovisual: Mapa Interactivo de la Partería
tradicional Mexicana.

214
Sistemas de salud no hegemónicos:
La partería como resistencia al Modelo Médico Industrial

Erika Arteaga Cruz


Martha Arotingo
Diana Álvarez Romo

¿Qué está ocurriendo actualmente con la Medicina Ancestral?

Erika Arteaga Cruz: Los Estados Nación en Latinoamérica se cons-


truyeron sobre un pacto social que subyugaba a los pueblos y nacio-
nalidades que ya existían. Bajo una lógica del Estado de principios li-
berales se construía un pacto común que nunca incluyó a los pueblos
y nacionalidades como sujetos iguales de derechos (Francisco López
Barcenas). Siempre fueron ciudadanos de segunda categoría y no ne-
cesariamente el pacto era un pacto libre, de autodeterminación. Con-
tra esto ha luchado el Movimiento Indígena a lo largo de la región,
incluido el Movimiento Indígena Ecuatoriano con una propuesta
política que fue incluida en la Constitución de Ecuador, de un Esta-
do Plurinacional. El Estado Plurinacional reconoce que hubo pueblos,
y hay pueblos y nacionalidades previas a la formación del Estado-na-
ción, y formarían parte en esta nueva construcción de poder, en el
que el Estado Ecuatoriano tendría que dialogar con los pueblos y na-
cionalidades con sus propias instancias de poder, de reconocimiento,
de organización (Cartuche, 2016). Este proceso se encuentra en cons-
trucción, pero no dialoga adecuadamente con la interculturalidad.

215
Durante más de 10 años hemos investigado en Cotacachi, en Coca,
en algunas partes del sur del país, en Masuay, con parteras y sana-
dores ancestrales cómo se viabilizaba la salud intercultural que pro-
movía el Ministerio de Salud Pública de Ecuador bajo la agenda
de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Pero después
de diez años de salud intercultural, de tratar de desarrollar indica-
dores de interculturalidad (Arteaga, San Sebastián y Amores, 2012),
de pensar cómo se vería un modelo intercultural, cómo se construye
el diálogo el saberes entre iguales, hemos visto que siempre se ter-
mina subyugando a los promotores y a las parteras bajo las lógicas
occidentales, e incluso extirpándoles de su función, haciendo que no
sean expertas en la atención del parto sino gente que pasa el agua,
que limpia, que acompaña, pero se pierde su función bajo la figura
del médico y del personal de salud, sin que se modifique en absoluto
el racismo estructural existente en los servicios de salud. Parecería
que la interculturalidad es una herramienta para evitar que los servi-
cios de salud y el propio Ministerio de Salud se hagan cargo del racis-
mo estructural que le caracteriza, que nace del Estado Nación racista
en que todavía vivimos. Es como tratar de atraer a las poblaciones in-
dígenas o a los pueblos y nacionalidades a la atención en el Centro de
Salud sin hacerse cargo de la discriminación (De Veintimilla, 2021) y
el maltrato que sufren en esos espacios sólo porque incorporan uno
o dos prestadores indígenas que no necesariamente responden a las
agendas de las organizaciones indígenas a nivel nacional y local. In-
cluso, tomarse las atribuciones de incorporar parteras y yerbateros
desde la instancia nacional es una forma de extractivismo de sabe-
res (Carta de Parteras Mexicanas).

Martha Arotingo: Cuando se conversa en Ecuador en el territorio,


cuando se comparte con una partera de Amazonía ecuatoriana o una
partera de la región Costanera (San Lorenzo) u otra parte, todas es-
tamos hablando en el mismo idioma. El Estado no reconoce que de
alguna forma están queriéndonos desaparecer. En relación a esto nos

216
han hecho validar un manual de articulación de parteras ancestrales
con el Ministerio de Salud.
En este caso planteamos: ¿El manual se hizo desde dónde, con
quién, cuándo, y para qué? En este manual primero se hablaba de
parteras de determinado distrito, que pertenecieran a un ministerio
como si se estuviese dentro de los roles de pago del Ministerio. Sin
embargo, somos pertenecientes a una organización territorial, a una
comunidad, y estamos brindando esta labor de manera organizada
y de manera independiente, autónoma, sin siquiera el apoyo técnico
del Ministerio. Nuestros conocimientos se han mantenido durante
miles de años, el trabajo que realizamos en las comunidades es un
trabajo independiente, y sobre todo, es un trabajo por la defensa de
los Derechos de las Mujeres, por la defensa del territorio, de su terri-
torio, del cuerpo de la mujer. Porque muchas veces cuando una mujer
está en una situación vulnerable como en el momento de la labor de
parto, o incluso en la gestación, empiezan a generarse miedos dentro
de una mujer y esta estructura se termina apoderando de su cuerpo,
diciendo “tú no puedes y a mí me pertenece resolver este problema”.
Entonces como parteras durante estos tiempos, también hemos de-
fendido ese derecho a acompañar la decisión de las mujeres.
A nivel organizativo contamos con nuestra Organización de Medi-
cina Ancestral, los agentes de medicina ancestral están dentro de un
organismo que es la Unión de Organizaciones Campesinas Indíge-
nas de Cotacachi, y dentro de ésta como Consejo de Medicina An-
cestral Jampi Warmikuna. Nosotros queremos mostrar ante la ciu-
dadanía que la partería ancestral no se ha terminado, y este manual
de articulación plantea que el Ministerio se encargaría de convocar y
certificar a estas parteras. Pero ¿cómo lo van a hacer si no conocen su
trayectoria, su trabajo, su sabiduría? ¿Cómo van a certificar algo que
no conocen, desde dónde, desde su estructura académica?
Ante la medicina occidental nosotros no hemos podido decir “us-
tedes no están certificados para trabajar con seres humanos”. Debe-
mos ser claros en este sentido: cada uno tiene sus propias formas de

217
organización, de articularse, y que en esta articulación exista una
intromisión y se quiera ejercer el poder del Estado ante una Orga-
nización porque no la reconocen como una estructura autónoma,
no nos parece adecuado. Es por esto que la lucha que se ha venido
dando es fuerte: existimos parteras tradicionales a lo largo y ancho
del mundo, y tenemos aliadas que nos han dado voz, podemos de-
cir lo que sentimos, lo que nos está pasando, y esto nos pone más
fuertes. Cada vez que atendemos un parto en casa es una bandera
política que levantamos, es ejercer nuestro derecho, ejercer el de-
recho de la mujer de dónde, con quién y cómo quiere tener a su
wawa, de cuidar su territorio, de cuidar su soberanía.
Entonces, este manual de articulación apoyado por la OPS -que
es quien financia estos proyectos- para que el Estado continúe pi-
sando a las Organizaciones y a la gente en el territorio, nos empuja
a repensar el sistema. Estas formas tradicionales del Estado, que
avanza en la desaparición de los conocimientos y saberes ances-
trales no van a terminar hasta que, como territorios autónomos,
construyamos nuestras propias políticas y nuestras propias es-
tructuras.

Diana Álvarez Romo: Como parte de la ponencia, hemos pre-


sentado dos trabajos audiovisuales que nos parecen fundamen-
tales: el documental Yo no quiero curso1, que se basa en un
pronunciamiento realizado el 8 de Marzo de 2019 por parteras
tradicionales de la Organización de médicos indígenas del es-
tado de Chiapas (OMIECH), en donde dan a conocer sus postu-
ras, propuestas y exigencias ante la Secretaría de Salud sobre los
cursos de capacitación y los programas gubernamentales de apo-
yo económico, como IMSS-Prospera y Oportunidades. Por otro

1
La presentación de la mesa comienza con la reproducción de un fragmento de este
documental. Se puede mediante el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=Qs-
LZ5lkbCkU

218
lado, el Mapa interactivo de la partería tradicional mexicana2
es un documental web que reúne voces y testimonios de parteras
tradicionales en México. Ambos documentales fueron producidos
por Tlazocamati producciones, un colectivo de investigación y cine
etnográfico en el que desde hace más de 10 años hemos investigado
y documentado las prácticas de la partería tradicional en México.
A lo largo de la investigación, nos hemos dado cuenta que en las
últimas dos décadas la partería tradicional ha estado desaparecien-
do vertiginosamente, mejor dicho, la han estado desapareciendo a
través de mecanismos claros de represión y control (Alarcón, 2021).
Entre ellos, podemos identificar: el avance de la medicalización al na-
cimiento, los programas gubernamentales de asistencia económica
mediante los cuales se incentivó a las mujeres a parir en clínicas y
hospitales a través de condicionar un apoyo económico.
Por otra parte, los programas de capacitación a parteras tradiciona-
les que se imparten por parte del personal de salud con un enfoque
biomédico han ido desplazando sus saberes (El Kotni, 2021). En los
cursos de capacitación el condicionamiento a las prácticas tradicio-
nales se da también a través del impedimento, pues en muchas oca-
siones se les prohíbe utilizar sus plantas medicinales, sus recursos y
saberes, y se les induce a adoptar otras prácticas médicas.
Finalmente, la dificultad que las parteras tienen para acceder a la
hoja de alumbramiento en los centros de salud luego de atender un
parto, es otra dificultad para que puedan ejercer su trabajo en liber-
tad, ya que, de no asistir a los cursos mensuales de capacitación, en
muchas ocasiones se les niega este documento y si las familias no
obtienen esta hoja no pueden acceder al certificado de nacimiento,
que es un documento fundamental para todo ciudadano (El Kotni y
Ramírez, 2017).

2
Se puede acceder mediante el siguiente link: https://www.parteriatradicional.mx

219
El Mapa Interactivo de la partería tradicional mexicana nace
de la urgencia de reconocer los aportes de las parteras a la salud re-
productiva, y de la necesidad de contribuir a la salvaguarda de los
saberes, así como de visibilizar las problemáticas que enfrentan las
parteras tradicionales al ejercer su oficio. Por otro lado, busca inda-
gar en las causas de su erradicación, así como develar los actores que
están detrás de esto.
Este documental multimedia busca revelar la mirada de las parte-
ras tradicionales y transmitir sus testimonios a través de diversas
formas comunicación. Es una investigación que se basa en una etno-
grafía visual de la que derivaron piezas en diferentes formatos: cuñas
radiales, fotografías, fotos, relatos escritos, podcast, ilustraciones, así
como un herbario impreso y un herbario digital (Álvarez & Ortega,
2021).
Hilvanando estas piezas, buscamos dar forma a un sitio web mul-
timedia pero, conscientes de la desigualdad de acceso a los medios
digitales de comunicación, proponemos que se puedan consultar y
distribuir por separado. Buscamos que toda la gente pueda acceder a
esta información, y para esto, como parte del proyecto, hemos reali-
zado proyecciones comunitarias de los documentales en el Estado de
México, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Campeche y Chiapas.
El Mapa interactivo de la partería tradicional mexicana es un
documental en proceso, que seguirá construyéndose a largo plazo.
Nuestra intención es mapear lo que ocurre con la partería en todo
México y ojalá también en América Latina, porque en distintos terri-
torios hemos encontrado mecanismos similares para erradicar los
saberes tradicionales y tememos que las generaciones siguientes no
tengan acceso a estos saberes otros para el cuidado y autocuidado
de la salud. Estamos viendo en México, que gran parte de las parteras
tradicionales no pueden ejercer con libertad su oficio y que no están
transmitiendo sus saberes. Ante esta urgencia pensamos que los me-
dios audiovisuales son una herramienta poderosa para contribuir a
transmitirlos entre las nuevas generaciones.

220
Erika Arteaga Cruz: Existe una estrategia generalizada de la Or-
ganización Mundial de la Salud (OMS) que se sostiene en el mo-
delo médico hegemónico de salud, el modelo biomédico occidental,
que ha sido muy cuestionado durante la pandemia, incluso respecto
a la transparencia en el manejo de las vacunas. Este modelo tiene un
gran financiamiento de la industria privada, como la Fundación Bill
y Melinda Gates, que diseñan alianzas privadas para poner la salud
en el rol de objeto que se aborda a través de tecnologías, y en esa
hiper-tecnologización de la vida acumulan dinero. En este contexto,
los saberes ancestrales son una forma de resistencia de los pueblos,
que además, implica el control de los territorios. Por eso representan
un peligro para el capital y para este modelo biomédico hegemóni-
co (Cuvi, 2013). Es la defensa de los pueblos del propio territorio
-porque en el territorio encuentran los insumos terapéuticos, desde
plantas hasta montañas, enormes ríos, el fuego, la naturaleza- una
forma de conexión que te da el poder de sanar en equilibrio con la
naturaleza, que incorpora otras cosmovisiones.
Es una conexión sagrada que deberíamos recuperar, que el sistema
médico occidental con la tecnologización y la mirada del sujeto sólo
como la suma de componentes biológicos a los que se resuelve con
tecnología, con ciencia, con experimentos, no ha logrado suplantar.
Esta visión holística de la conexión con la naturaleza, la emociona-
lidad espiritual -no sólo emocional, física y psicológica, sino espiri-
tual- es la gran piedra en el zapato del sistema médico occidental,
porque no hay desarrollo posible que no implique la conexión con la
tierra y otras formas de relacionarnos como humanidad.

Martha Arotingo: La primera alternativa a este sistema, y de la


cual no podemos olvidarnos, es la resistencia: que no te impongan
nada, la resistencia para vivir como tus abuelos y la vida en el campo,
tú puedes sembrar, puedes tener tus propios alimentos, y esa es una
forma de resistir. Debemos resistir porque a veces es triste nuestra
realidad. Yo soy la única partera de esta generación, no tengo compa-

221
ñeras de mi edad que estén atendiendo partos, que podamos armar
ideas, que podamos hacer otras cosas, es mi responsabilidad que
este conocimiento no se pierda, y mis compañeras están dispuestas
a acompañarme en este proceso.
Entonces hemos generado una escuela de formación para parteras
tradicionales, donde se reconoce la sabiduría de nuestras compañe-
ras, hermanas, las parteras que han dado toda su vida en este conoci-
miento a través de la práctica. Por eso, esta práctica se va a poner en
enseñanza, ellas son las maestras perfectas para armar la escuela de
partería. El armado de esta escuela ha sido un trabajo largo, una idea
de hace casi quince años, y siempre ha sido un limitante el contexto
económico. Sin embargo, nos propusimos, a pesar de esto, llevar ade-
lante este sueño que hemos tenido durante mucho tiempo y estamos
auto-gestionando este proceso de formación dirigido por nosotras,
las compañeras parteras que conocemos este oficio. Esta es una al-
ternativa en la transmisión de conocimientos, es una forma de resis-
tir, es una forma también de seguir trabajando este conocimiento.
Es por esto que también es necesario visibilizar nuestro trabajo,
desde la autogestión, desde el sentir, desde lo que apasiona, com-
partir esta nueva mirada para que los jóvenes también se pueden
enamorar de este oficio y lo puedan seguir ejerciendo.
En el proceso de formación vamos a seguir for-
taleciendo y manteniendo el idioma Quichua,
nuestra lengua materna, y vamos a formar
a las compañeras que viven dentro de las
comunidades, quien sabemos que des-
pués van a seguir acompañando y apo-
yando a otras en el centro de las comu-
nidades, como es el caso del cantón de
Cotacachi. Para esto, nosotras tenemos
que empezar a generar y ajustar nuestras
propias estructuras, de lo contrario nos se-
guirán desapareciendo desde la educación, desde la

222
salud, desde la medicalización, desde la agricultura, desde todos los
espacios, y sobre todo desde la academia.

Diana Álvarez Romo: Aunque exista un panorama adverso vemos


que entre la partería tradicional hay resistencias: las resistencias de
nuestros pueblos indígenas y campesinos por mantener otras for-
mas de vida. Y esto se expresa en los distintos territorios. En Chia-
pas se realizan talleres donde se reúnen las parteras tradicionales en
mesas de diálogo para que compartan sus saberes y resuelvan dudas
entre ellas mismas. También existen propuestas de ONG´s que bus-
can fortalecer la partería a través de talleres de fotografía, de teatro
del oprimido y otras experiencias artísticas, donde mediante diver-
sas metodologías se discuten problemáticas y se comparten saberes
entre parteras, fortaleciendo desde adentro la partería, con mujeres
jóvenes que asisten como aprendices (Arana, 2021).
Otra experiencia que ocurre en ese territorio, proviene de la parte-
ría zapatista, en donde se teje autonomía desde la educación, desde
la salud, y también desde el nacimiento. Hemos tenido la oportuni-
dad de compartir con parteras zapatistas que nos han contado cómo
se organizan. Ellas nos han explicado que en sus caracoles, las parte-
ras más sabias se reúnen con parteras más jóvenes que a su vez en al-
gún tiempo se volverán las maestras de nuevas generaciones, y estas
reuniones se realizan durante días para que ellas puedan compartir
sus saberes y seguir formando lo que me gusta llamar un semillero
de esperanza (Alvarez & Hernández, 2022).

Pregunta: ¿Qué rol ha cumplido el sistema académico en el reco-


nocimiento de las prácticas ancestrales en salud?

Erika Arteaga Cruz: El rol de la academia es doble. Aprendimos


con las compañeras de la Unión de Organizaciones Campesinas
de Cotacachi y con los promotores kichwa naporuna de Sandi
Yura que el conocimiento es de ellos y esto no todos los académi-

223
cos lo comprenden. Encontramos en este sentido documentos, por
ejemplo, con la historia de Cotacachi realizado por autores x y no
aparecen entre estos los informantes la gente que da el conocimien-
to. Necesitamos cambiar estas prácticas, debería ser una academia
consciente. También es importante dar la disputa teórica desde los
espacios académicos, dentro de estos, porque al invitar a las comuni-
dades a participar de las clases, también los estudiantes no valoran
sus conocimientos y experiencias. Los estudiantes de medicina, por
ejemplo, están formados para creerse superiores, en una lógica cuasi
militar donde se responde a los residentes mayores. De esta manera
no puede haber interculturalidad, porque no ves al otro como igual,
en igual conocimiento. Además, debemos desterrar la visión del par-
to como un proceso patológico: se enseña el parto como si fuera una
enfermedad y no lo es, no todos tienen que ir al hospital, hay un de-
recho a estar en la casa, y eso no implica que estemos exponiendo a
la gente a morir. Es ir contra la tecnologización, la patologización de
la propia vida. Entonces, debemos profundizar la idea de que puedes
ser académico y respetar el conocimiento de los compañeros, ser hu-
milde respecto de los saberes ancestrales comunitarios.

Martha Arotingo: Si hablamos del rol de la academia en la salud


intercultural, podemos decir que ha existido hacia los pueblos que
poseen estos conocimientos una especie de extractivismo, desde que
vienen a investigar y luego salen como si fueran los dueños del cono-
cimiento, hasta que vienen a conocer, a hablar con nosotros, y luego
nosotros no aparecemos como las protagonistas o las autoras. Res-
pecto a la academia sentimos que debemos tener cuidado a quien
le estás dando lo que tú conoces, a quién estás entregando lo que tú
sabes.

Diana Álvarez Romo: El universo de la academia es un universo


muy amplio que a veces escapa de la realidad. Se nos olvida para
qué construimos conocimiento y para quién. Incluso, ahora mismo

224
me encuentro cursando un doctorado de Salud colectiva, en dónde
he podido observar que no hay gran apertura ante los otros conoci-
mientos que no se consideran científicos, siguen estando los médicos
en una postura donde todos los demás saberes son inferiores.
Otro de los problemas de la academia es que muchas veces se pier-
de el respeto a la gente con la que se investiga, pues muchas veces
no se devuelven las investigaciones a las comunidades para quienes
estamos trabajando. El conocimiento que se construye podría cam-
biar la realidad a través de una praxis transformadora y lejos de una
lógica de producción de conocimiento que sólo sirve para acumular-
se, para estar en papers y que no consigue incidir en transformar la
realidad.

Pregunta: ¿Cuál es el futuro deseable respecto al desarrollo y


mantenimiento de las prácticas ancestrales en salud?

Martha Arotingo: Para esto debemos pensar que se entiende por


desarrollo. Para nosotros como pueblos y nacionalidades que custo-
diamos los recursos naturales, el desarrollo es el agua limpia, que el
agua se siga criando, que las montañas y los árboles tengan salud, se-
guir sembrando la tierra, mantener nuestras prácticas, eso es desa-
rrollo. La minería que contamina los ríos que nosotros usamos para
lavar, para limpiar, para regar la tierra, eso no es desarrollo.

Diana Álvarez Romo: Desarrollo es una palabra que habría que


tratar con pinzas, pues hay muchas formas en las que se podría en-
tender. En este sentido prefiero pensar ¿cuál es el futuro deseable en
las prácticas de la partería? Lo deseable es que se respete el Derecho
de las Mujeres a decidir dónde y cómo parir y que se respeten las for-
mas tradicionales de cuidado a la salud que los pueblos han desarro-
llado durante siglos. Los saberes tradicionales no tienen por qué pa-
sar por métodos de comprobación científica ya que son saberes que
provienen de paradigmas en salud diferentes, se trata de un sistema

225
tradicional de salud que se valida por el reconocimiento de su propia
comunidad. Si te funciona a ti como mujer entonces tú le dices a la
vecina que te funcionó o te gustó, y así es como se valida. No tiene por
qué pasar por una evaluación científica porque no pertenece a ese
mundo. Lo deseable es el respeto hacia estas prácticas ancestrales,
que se permita a las parteras trabajar con libertad y que se respete el
derecho de las mujeres a decidir dónde y cómo parir.

Erika Arteaga Cruz: La medicina social latinoamericana se basa en


la consecución de sistemas únicos de salud, es importante el sistema
único de salud porque nos garantiza la equidad a todos, donde todos
entramos como ciudadanos en el sistema liberal para tener acceso al
derecho a la salud. Los Estados-Nación en nuestros países se cons-
tituyeron como si todos fueran iguales, pero los pueblos indígenas
nunca fueron iguales, siendo perseguidos chamanes, parteras, fue-
ron encarcelados incluso en los años 70. Entonces son saberes que
han persistido, incluso frente a la criminalización del propio saber,
durante 500 años de colonización.
Por esto es necesario que la medicina social latinoamericana, vea
más allá en lo que implica un sistema único de salud, porque no es
la consecución de un sistema único de salud y luego viene la parte
tradicional, porque son dos formas de vida distintas (Arteaga-Cruz
& Cuvi, 2021). En este sentido, hemos cuestionado los fondos para
tener un sistema único que provienen de las actividades extractivas
como la industria petrolera, la minera, desde los agrobusiness (Ar-
teaga-Cruz et al, 2020).
En este sentido, es clave desde la izquierda y desde las perspectivas
críticas, abrir la mente no a los sistemas únicos sino a esta pluri-di-
versidad de la que somos parte, y pensar cómo vamos construyendo
creativamente esa diversidad. No se trata de implementar el sistema y
entonces luego entran o se les fuerza a entrar, porque no entran nun-
ca, siempre se subyuga, se le integra como dominados y dominadas.
Analizando en este sentido el manual de articulación del Ministe-

226
rio de Salud de Ecuador vemos que usan perfectamente el lenguaje,
hablan de descolonización, del diálogo de saberes, de la práctica ho-
rizontal, pero son incapaces de abordar el racismo estructural que
existe en los servicios de salud. Si nos hiciéramos cargo del racismo
de los servicios de salud, no se necesitaría la figura folklorizada de un
sanador ancestral en el servicio de salud para atraer a la población
indígena. Tienen miedo del racismo y del maltrato que históricamen-
te han recibido en los servicios de salud. Es por esto que no habrá
una relación de iguales mientras no tengamos equidad de poder, y
eso implica que el Ministerio de Salud tenga el mismo poder que el
Consejo de Salud Ancestral en el territorio, en Cotacachi. Una alter-
nativa es la construcción de Contra-Sistemas de Salud, como por
ejemplo los mapeos, la construcción de sistemas de salud por fuera
del Estado que pueden resolver las problemáticas de la comunidad
en otras lógicas, el fomento de nuevas parteras, la construcción des-
de las células en el territorio. Los sistemas andinos de salud trascien-
den incluso Alma-Ata, porque no se trata sólo de la equidad entre
humanos, sino desde esta otra visión es el balance y la armonía con
los otros sistemas, con la vida, con las montañas, las aguas.

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América latina, cambios y continuidad ante un etnocidio programado, edito-
rial Luscinia. C.E, Puerto Rico.

228
Cambio Climático y Refugiados Ambientales

Antonella Risso (Argentina)

Coordinadora de Cambio Climático a nivel glo-


bal de la Organización Internacional Salud Sin
Daño. Licenciada en Gerenciamiento Ambiental.
Se desempeñó como consultora y técnica en dis-
tintas áreas del gobierno de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires y Argentina.

Carine Rolland (Francia)

Es Médica Familiar y Presidenta de Médicos del


Mundo Francia, organización internacional que
trabaja para hacer efectivo el derecho a la salud
para todas las personas, especialmente para las
poblaciones vulnerables, excluidas o víctimas de
catástrofes naturales, hambrunas, enfermeda-
des, conflictos armados o violencia política.

229
Cambio Climático y Refugiados Ambientales

Antonella Risso
Carine Rolland

Antonella Risso: Salud Sin Daño es una ONG que ya tiene 25 años,
fue creada en 1996. Se llama Salud Sin Daño basado en la premisa
de no intervenir si existen más probabilidades de hacer daño que de
hacer un bien. La organización trabaja sobre el impacto ambiental
y en salud pública del propio sector de la salud, repensando ciertas
contradicciones y paradojas que esta enorme industria presenta.
En Agosto de 2021 se presentó la primera parte del sexto reporte
del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Cli-
mático (IPCC) sobre las bases físicas del cambio climático. A partir
de este informe vamos a intentar comprender la relación que el cam-
bio climático tiene con lo humano, con los refugiados, con la salud.
Este informe plantea que la influencia humana ha calentado la at-
mósfera, el océano y la tierra. Algunos de los cambios ocurren más
aceleradamente de lo que se preveía durante la década de 1990. En
este sentido, se evidencian procesos de retroalimentación como por
ejemplo, el caso del derretimiento de los hielos en las montañas: al
quedar sin cobertura en la cima, en lugar de reflejar calor comienza a
absorberlo. Una situación similar se está viviendo en el Amazonas, en
donde diversos estudios sostienen que algunas zonas de esta valiosa

230
región pasaron de absorber carbono a emitirlo. Hay ciertos impactos
que son mayores a los imaginados, y lamentablemente muchos son
irremediables.
Este reporte del IPCC es el primero de varios que van a salir en los
próximos meses. En él se abordan las bases físicas del Cambio Climá-
tico, y en 2022 se presentarán los informes sobre impactos y las po-
sibles trayectorias de mitigación. Este estudio también plantea que
vamos a superar el calentamiento global de 1,5°C durante este siglo,
entre 2030 y 2040, y los 2°C unas décadas después, a menos que se
produzcan profundos cambios. A pesar de esto, es difícil que se pro-
duzcan reducciones significativas en las emisiones totales de gases.
Para comprender mejor esta situación debemos recordar que en
2015 se firmó el Acuerdo de París, donde todos los miembros de
las Naciones Unidas (ONU) acordaron hacer todo lo posible para
que a fines de este siglo la temperatura promedio global terrestre no
aumentara por sobre 1,5-2°C. Contrario a esto, el informe del panel
científico de las Naciones Unidas nos dice que esto sucederá en los
próximos 15-20 años. Es decir, que la meta del acuerdo firmado en
2015 no se cumpliría.
Este informe también plantea que muchos cambios debidos a las
emisiones pasadas y futuras de los gases de efecto invernadero que
generaron el cambio climático serán irreversibles durante siglos o
milenios, especialmente los cambios en el océano, las capas de hie-
lo y el nivel global del mar. Eso significa que por más que logremos
quitarle los subsidios al petróleo en los próximos años, que logremos
hacer los cambios necesarios, hay alteraciones irreversibles que tie-
nen un impacto humano y social enorme. Esto nos obliga a financiar
la ayuda a las poblaciones más vulnerables, a los países más vulnera-
bles al cambio climático.
El informe del IPCC plantea reducciones fuertes, rápidas y soste-
nidas de las emisiones de metano debido a que tiene un alto poder
de calentamiento, aún mayor que el del dióxido de carbono. Además,
persiste menos en la atmósfera, por lo que es clave para reducir im-

231
pactos en las próximas décadas. La liberación del metano se genera
principalmente a través de la ganadería, la deforestación, y ciertos
modelos productivos como el fracking, por lo que debemos discutir
los límites a estas actividades. En Argentina, por ejemplo, debemos
discutir el derecho que algunos creen tener a explotar todas las re-
servas probadas en Vaca Muerta.
Los escenarios con emisiones de gases de efecto invernadero bajas
o muy bajas conducen en pocos años a reducir el daño y principal-
mente a mejoras en la calidad del aire, debido a que las emisiones
que causan el efecto invernadero están muy asociadas también a un
deterioro del mismo. Ejemplo de esto son la quema de carbón y die-
sel. Debemos destacar que si estos cambios se produjesen no sólo
contribuirían a frenar el cambio climático, sino que repercutiría en
beneficios enormes en salud pública ya que mejorarían la calidad del
aire que respiramos millones de personas. Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire en el mundo
-tanto interior como exterior- causa 7 millones de muertes prematu-
ras al año.
En este contexto, desde el año 2018, se reconoce entre las causas
de migraciones forzadas los problemas relacionados al ambiente y el
territorio. Actualmente, se comenzaron a nombrar a estos grupos de
personas como refugiados climáticos o refugiados ambientales.
Es así que el clima, la degradación ambiental y los desastres natura-
les interactúan cada vez más con las demás causas de desplazamiento
forzado, y para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados (ACNUR) ya es reconocido como uno de los factores
que afecta a poblaciones migrantes.
Un ejemplo de lo anterior es la gran migración que se dio en Gua-
temala durante el 2020. Los medios hablaban de la ola de gente que
quería llegar a Estados Unidos desde este país, pero muy pocos in-
formaron que en Guatemala se vivieron tres años consecutivos de
cosechas magras por los impactos de la sequía. Estos escenarios se
vuelven cada vez más frecuentes con el cambio climático, con pobla-

232
ciones que directamente no pueden vivir en sus territorios y son for-
zadas a migrar.
Respecto a la información disponible sobre la problemática, The
Lancet Countdown -una comisión de cambio climático y salud de
The Lancet- presentó en 2021, por primera vez, un informe regional
de cambio climático y salud para América Latina. En su documen-
to, señala el aumento del nivel del mar como una de las causas de
migraciones forzadas relacionadas al cambio climático. En algunas
regiones, esta problemática ha forzado a mover comunidades ente-
ras, como en el caso de Fidji. En este sentido, Cuba prevé que por el
aumento del nivel del mar se deberán desplazar un millón de perso-
nas en las próximas décadas, y ya están planificando cómo realizarlo.

Ilustración 1. The Lancet Countdown on Climate and Health 2021. Indicador 1.5. Exposición a
aumento del nivel del mar.

Lo último que les quería mostrar es la tierra afectada por sequías.


En el gráfico se señala con azul, la sequía severa; marrón, sequía ex-
trema; y la roja es sequía excepcional. Desde 1950 hasta hoy han pa-
sado 70 años, y se puede ver cómo en ese lapso se duplicó la curva de
sequías. Esto tiene impactos sobre las poblaciones en todo el mundo,
especialmente sobre las poblaciones más vulnerables.

233
Ilustración 2. The Lancet Countdown on Climate an Health 2021. Indicador 1.2.2 Tierra
afectada por sequías.

Es importante destacar que algunas de las problemáticas asociadas


al cambio climático -como las olas de calor- para ciertas poblacio-
nes urbanas son una cuestión de incomodidad, pero para otras son
un factor de vida o muerte, como por ejemplo para los trabajadores
agrícolas que tienen que trabajar en el exterior, en condiciones labo-
rales insalubres que no pueden negociar. En el caso de los incendios
producidos este año tanto en Canadá como en Estados Unidos, tam-
bién pudimos observar que los trabajadores de la zona fueron quie-
nes se vieron más afectados, especialmente en su salud respiratoria.

Carinne Rolland: La situación de la crisis climática y social -in-


cluso tras la firma del Acuerdo de París- es drástica. Pese a los datos
disponibles, la situación del planeta no se considera prioritaria y
tampoco existe voluntad política real para avanzar en el freno de
las emisiones de gases de efecto invernadero y por lo tanto, del ca-
lentamiento global.
El incremento de temperatura ya no es una opción futurista, sino
que ocurrirá en los próximos años, esto se evidencia cotidianamen-
te. Esta crisis, que se expresa en la contaminación de los suelos, del

234
agua, de los alimentos, afecta principalmente a las po-
blaciones más empobrecidas que son, además, las
más discriminadas. Contrario a esto, los países
con mayor responsabilidad en la generación
de gases de efecto invernadero y la contami-
nación global no son los países ni las comu-
nidades que más sufren el impacto de las
mismas. Esta lógica de mayor vulnera-
ción de las poblaciones más empobre-
cidas frente a los efectos de la crisis
climática se evidencia también al
interior de los mismos países, don-
de los sectores sociales marginados
sufren mayores consecuencias.
Los países del Norte generan con-
secuencias en el resto del planeta: hoy
tenemos certezas de que los efectos de
esta crisis están absolutamente relaciona-
dos, y se ha desencadenado un efecto dominó. Ejemplo de esto es la
relación entre el calentamiento global y la acidificación de los océa-
nos, llevando consigo una disminución de la captación del dióxido
de carbono y favoreciendo así el aumento de temperaturas con la
concentración de gases de efecto invernadero. Los países europeos y
asiáticos ya no pueden seguir creyendo que los impactos que gene-
ran en otros territorios no los van a afectar.
En este sentido, el Covid-19 vino a poner de manifiesto que fun-
cionamos como una gran comunidad mundial y que los impactos en
nuestra salud están ligados a lo que ocurre en cualquier otra parte
del planeta. Lo más preocupante en este sentido es que no hay con-
ciencia por parte de las autoridades que deben asumir responsabili-
dades. Entonces, terminamos esperando que las soluciones tecnoló-
gicas resuelvan lo que en realidad debería resolverse a través de un
cambio en nuestros modos de vida.

235
Uno de los elementos que no está siendo incorporado lo suficien-
te en la discusión de esta crisis es el respeto y el cuidado por la
biodiversidad. La pérdida de biodiversidad afecta nuestras for-
mas de vida en este mundo, lo que torna urgente un cambio de
paradigma. Debemos superar este paradigma de dominación que
tiene como expresiones al capitalismo, al patriarcado y al colonia-
lismo, que comparten estas lógicas de control y explotación. No
podemos seguir esperando que otros hagan las cosas, que el mun-
do cambie mágicamente, debemos actuar nosotros.
En este contexto, hay una perspectiva de aumento en las migra-
ciones en los próximos años por condiciones climáticas y sociales.
En relación a esto, es preocupante el crecimiento de los discursos
xenófobos en toda Europa, discursos no solidarios que actualmen-
te están colmando el campo de las políticas de los países europeos,
cuando en verdad necesitamos pensar y prever estas migraciones,
ya que es clave para desarrollar estrategias de abordaje colectivas.
En este sentido, las ONG humanitarias vinculadas a la salud alre-
dedor del mundo nos estamos encontrando en los territorios con
esta realidad de comunidades sufriendo los impactos del Calenta-
miento Global en su salud y en sus cuerpos.
Al mismo tiempo, desde nuestras organizaciones no podemos
dejar de trabajar sobre el análisis y la reflexión de nuestros pro-
pios impactos. Es decir que debemos trabajar sobre la huella de
carbono que cada uno de nosotros generamos tanto a nivel indivi-
dual como institucional.

Antonella Risso: En relación al impacto que esta crisis tiene


sobre la biodiversidad del planeta es importante conocer que re-
cientemente se realizó una Cumbre sobre la Biodiversidad, ya
que hasta ahora no tenemos el equivalente al Acuerdo de París en
biodiversidad. Sería importante para el abordaje de la problemá-
tica, contar con el mismo en los próximos años para que puedan
pensarse y trabajar los acuerdos de forma articulada.

236
Este año se realiza en Glasgow, la 26° Conferencia de las Partes
sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP-26). Es in-
teresante conocer que este año por primera vez en 26 años, la OMS
tiene un pabellón dentro de las negociaciones. Esto es importante
porque habitualmente quienes discuten las negociaciones climáticas
son las áreas de Ambiente de los respectivos gobiernos. Pero es in-
genuo pensar que los Ministerios de Ambiente pueden resolver el
cambio climático solos, es decir, sin contar con un Ministerio de Agri-
cultura alineado, un Ministerio de Energía alineado, el de Economía,
y también la sociedad civil impulsando estos cambios.
Debo destacar que para la COP-26 se realizó una carta firmada
por 46 millones de trabajadores de la salud en todo el mundo
para pedir acción climática en las negociaciones de esta Cumbre.
En este sentido, a medida que un mayor número de sectores de los
que no se encuentran directamente etiquetados como ambientalis-
tas profundicen las discusiones sobre Cambio Climático podremos
exigir estrategias de los Estados para abordar la problemática con la
seriedad y urgencia que requiere.
Hoy observamos mayor organización y parece que, finalmente, al
Cambio Climático le llegó su hora, es decir, la hora de poder cambiar
esta narrativa que sostiene que el Cambio Climático es un tema ex-
clusivamente ambiental escindido de sus impactos en salud, de sus
impactos sociales y culturales.

Carinne Rolland: Es difícil ser optimista o encontrar cosas positi-


vas en el contexto tan grave que estamos viviendo. En este sentido,
a pesar de la crisis que significa globalmente el Covid-19, la lógica
económica neoliberal se ha profundizado a través de prácticas que
deterioran los territorios. Esto no es coherente con la necesidad de
modificar nuestros modos de vida y nuestras políticas. Debemos re-
cordar que desde la década del ´70 del siglo pasado ya se conocían
los efectos en términos ambientales que se iban a generar a escala
planetaria y el colapso que estos supondrían.

237
A pesar de esto, es importante la cantidad de jóvenes que comien-
zan a movilizarse, a organizarse, aunque el impacto de esto en la
toma de decisiones aún no es suficiente en muchos casos.

Pregunta: ¿Cuáles son los proyectos o experiencias más viables


que están llevándose a cabo para detener o mitigar el impacto del
cambio climático?

Antonella Risso: En los últimos dos o tres años algunos países


comenzaron a realizar un análisis sobre la vulnerabilidad de los
sistemas de salud y la capacidad de atención. Esto ocurre ante la
identificación de que en los sistemas de salud es imposible cumplir
con los Objetivos de Desarrollo Sostenible o cumplir con el acce-
so universal a la salud efectivo si no resolvemos la problemática del
cambio climático.
Vemos también que la justicia comienza a tomar los derechos de
los niños y las niñas en aspectos ligados al cambio climático. En el
Reino Unido por primera vez en la historia, se dio un fallo judicial
en el cual se manifiesta que la causa de muerte de una niña en las
afueras de Londres fue la contaminación del aire.
En Argentina, por ejemplo, debemos poner discusión el derecho
constitucional a vivir en un ambiente sano (nuestro artículo 41)
y qué significa esto en la práctica,
para identificar políticas guber-
namentales que vayan en con-
tra de garantizar este derecho.
Por otro lado, los países más
ricos como Estados Unidos,
Alemania o Noruega, debe-
rían modificar sus matrices
productivas para llegar a
emisiones negativas directa-
mente. Es decir, que deben

238
realizar una transición mucho más rápida en sus propios territo-
rios y al mismo tiempo, financiar a los demás países.
Un ejemplo de los cambios que necesitamos podría ser el caso del
Servicio Nacional de Salud en el Reino Unido (NHS), que es el
mayor empleador del Reino Unido, con más de un millón de traba-
jadores. El NHS fijó que en 2040 va a llegar a emisiones netas cero.
Debemos destacar también, que en el sector salud a nivel global,
el 70% de las emisiones se debe a su cadena de suministro; y de
ese porcentaje, la mayor parte se debe a la cadena de producción y
consumo de fármacos, lo que hace necesario rever toda la cadena
de suministro.
Respecto a la transición necesaria, es alarmante en el caso de Ar-
gentina el discurso que enfatiza la falta de recursos económicos y
su incompatibilidad con la acción climática, porque al mismo tiem-
po se subsidian actividades como la explotación de petróleo. Debe-
mos poner en discusión cuáles son las prioridades.
Aparecen también muchas contradicciones en los discursos ofi-
ciales. Por ejemplo, a través del nuevo proyecto de Ley de Hidro-
carburos en Argentina se busca dar estabilidad fiscal por 20 años a
la industria de petróleo y de gas, es decir hasta el año 2040, cuando
se plantea que debemos llegar en 2050 a emisiones netas cero.

Carinne Rolland: Para comenzar, debemos detener los procesos


de deforestación que actualmente se están dando, avanzar en re-
verdecer las ciudades para evitar que las mismas continúen siendo
emisoras de calor; eliminar los subsidios a los combustibles fósiles
y a su extracción; disminuir drásticamente el consumo de carne a
nivel global; salir de las lógicas de consumo actual -fundamental-
mente la demanda energética; y disminuir hasta eliminar el consu-
mo de plásticos que impacta, por ejemplo, sobre la fauna acuática.
Creer que las tecnologías que alimentan estas lógicas de consumo
y los actuales modos de vida resolverán el daño que la misma gene-
ra es caer en un pensamiento mágico. Esto no nos permite resolver

239
el problema, ya que la única forma de salir de esta crisis es modifi-
cando nuestros modos de consumo.
Los impactos que venimos enumerando, los vemos reflejados en
algunos países en los que Médicos del Mundo viene realizando tra-
bajos territoriales, como puede ser Madagascar, Myanmar o Burkina
Faso, donde la acción humanitaria en promoción de la salud o pre-
vención de enfermedades se ve afectada -y en algunos casos parali-
zada- cuando ocurren inundaciones o se profundizan problemas am-
bientales. Los riesgos nutricionales en estos países llegan al punto de
determinar la disminución de la expectativa de vida y la muerte. Se
observan casos de familias enteras con imposibilidad de sostener y
de garantizar una nutrición adecuada en función de los cambios que
se dan en los modos y en los volúmenes de producción.
Es necesario trabajar en los procesos de reconocimiento de las
adaptaciones necesarias para enfrentar los impactos del cambio cli-
mático, siendo imprescindible el trabajo en el fortalecimiento de las
comunidades locales para mejorar los sistemas de salud.
También es importante actuar en coalición con otras organizacio-
nes para incluir estos temas en las agendas de cada una de ellas. Sa-
bemos que llegamos tarde a afrontar los efectos del cambio climá-
tico, pero esto no quiere decir que no debamos actuar, no podemos
demorar más. Si bien las grandes empresas del mundo son los ma-
yores responsables del calentamiento global, es necesario, de todos
modos, reflexionar sobre los impactos de lo que hacemos cada uno
de nosotros desde lo individual y también desde lo colectivo como
organización. En este sentido, Médicos del Mundo está trabajando
estrategias para reducir las emisiones, para llegar a una reducción
del 30% en 2025, y un 50% en 2030. A la hora de llevar adelante dis-
tintas acciones, debemos pensar cómo van a impactar en término de
emisiones y cuánto de eso se podría evitar.

240
Matrices energéticas para un Metabolismo
Sociedad Naturaleza Saludable

Luis González Reyes (España)

Miembro de Ecologistas en Acción donde fue durante


nueve años coordinador confederal. A nivel laboral es
socio de Garúa, que es una cooperativa que se dedica
a facilitar las transiciones ecosociales promoviendo
prácticas concretas, formando, investigando y acom-
pañando procesos. Desde este ámbito es colaborador
habitual de varias universidades. También trabaja en
FUHEM, donde es el responsable de educación eco-
social. Finalmente participa activamente en varias
experiencias justas y resilientes como Entrepatios, El
Arenero y Las Carolinas. Es autor y coautor de una
veintena de libros. Entre ellos se destaca En la espiral
de la energía.

Hernán Scandizo (Argentina)

Es periodista, integra el Observatorio Petrolero Sur


desde su fundación en 2008 donde realiza tareas de
coordinación e investigación. Fue coordinador de la
red Oilwatch Latinoamérica de 2014 2019. Es coau-
tor de los libros “Extremas. Nuevas fronteras del ex-
tractivismo energético en Latinoamérica”, “La Tenta-
ción de Esquisto. Capitalismo, democracia y ambiente
en la Argentina no convencional”, “Vaca Muerta. Cons-
trucción de una estrategia”, “20 mitos y realidades del
fracking” y “Zonas de sacrificio. Impactos de la indus-
tria hidrocarburífera en Salta y Norpatagonia”.

241
Matrices energéticas para un Metabolismo
Sociedad Naturaleza Saludable

Luis González Reyes


Hernán Scandizo

Matriz energética del metabolismo de la vida

Podemos definir la salud como el estado del ser orgánico en el que


todas las funciones se realizan correctamente. Cuando hablamos de
funciones hablamos de funciones vitales, como la nutrición, la rela-
ción, la reproducción, la homeostasis, el mantenimiento de un equili-
brio interno, la auto reparación y el desarrollo.
Los seres humanos, como seres ecodependientes que somos, nece-
sitamos de las funciones ecosistémicas para poder realizar nuestras
funciones vitales. Por ejemplo, cuando hablamos de la nutrición de-
pendemos de la polinización que nos permite tener cosechas y de la
fertilidad del suelo; cuando hablamos de la autorreparación, depen-
demos de principios farmacológicos que podemos encontrar en los
entornos naturales; o cuando hablamos del equilibrio interno, nece-
sitamos del agua limpia y pura, y el principal agente depurador de las
aguas es el conjunto de los ecosistemas.
Así que si como consecuencia de que el ser humano es ecodepen-
diente nuestra salud depende del equilibrio ecosistémico, necesita-
mos comprender cómo funcionan esos ecosistemas. Podemos llamar

242
Gaia al conjunto de seres vivos que habitan el planeta en base a la Hi-
pótesis Gaia o, mejor aún, a la Teoría de Gaia Orgánica. Esta teoría
sostiene que el conjunto de los seres vivos de este planeta funciona
como un súper-organismo organizado. Por lo tanto, si es un organis-
mo tiene que realizar las funciones vitales. Por ejemplo, la nutrición
la conseguiría mediante el cierre de ciclos de la materia: el conjunto
de los ecosistemas recicla casi a la perfección el nitrógeno, el carbono
o el fósforo que necesitan, con tasas que llegan al 99.5-99.8%. En su
función de relación, Gaia es capaz de regular la concentración de CO2
en la atmósfera en respuesta de las variaciones solares para mante-
ner estable la temperatura del planeta. En lo que respecta a la fun-
ción de homeostasis, además de equilibrar la temperatura del plane-
ta, también sostiene la salinidad de los océanos, para la expansión de
la vida. Otra función vital es la capacidad de autorregeneración, algo
que ha mostrado después de cada una de las cinco grandes extincio-
nes de especies que se han vivido a lo largo de la historia de la Tierra
(la última fue la de los dinosaurios). En lo que respecta al desarrollo,
la vida ha tenido un crecimiento sostenido en la complejidad.
Por lo tanto, si nuestra salud depende de que el conjunto de la vida
realice sus funciones y esto lo consiguen mediante el uso de ener-
gía, entonces podríamos preguntarnos, ¿qué tipo de energía utiliza el
conjunto de la vida? ¿qué tipo de energía utiliza Gaia?
Es la energía solar en sus múltiples formas, pero principalmente
basada en la fotosíntesis y la evaporación. Por ejemplo, en su función
de nutrición veíamos cómo Gaia consigue reciclar los materiales ce-
rrando los ciclos. Uno de sus mecanismos es a través de los salmones
que remontan los ríos y luego son devorados por osos dejando el
fósforo en el suelo y fertilizándolo. Todo esto se ha articulado gracias
a la energía solar. La función de relación, que ejemplificábamos con
la regulación de la temperatura planetaria, se consigue con un au-
mento o disminución de la vegetación, que es una forma de utilizar
la energía solar a partir de la fotosíntesis. En la autorreparación, des-
pués de la caída del meteorito y la extinción de los dinosaurios que

243
ya mencionamos, la vida se recuperó nuevamente a través de la foto-
síntesis, que reguló la temperatura, que había disminuido demasiado
consecuencia del impacto. Finalmente, en lo que tiene que ver con
la función de desarrollo, en general más complejidad requiere más
energía, y esto se consigue mediante una utilización más eficiente de
la energía solar.
Así que necesitamos detenernos en cómo es la energía solar, pues
es la clave del funcionamiento de los ecosistemas que, a su vez, es de-
terminante para nuestra salud. La energía solar es una energía irre-
gular sujeta a ritmos circadianos, estacionales, estocásticos, etc. Una
segunda característica es que es una energía dispersa. Entra gran
cantidad de radiación al planeta Tierra, pero de forma dispersa, no
concentrada. La tercera característica es que se encuentra en forma
de flujo, no en stock.
Para utilizar esta energía, los ecosistemas utilizan principalmente
unos convertidores llamados hojas, fabricados con la propia energía
solar y con sustancias abundantes y capaces de reciclarse una y otra
vez.

Matriz energética del metabolismo capitalista

Ya comenzamos a comprender el metabolismo de la vida, ahora


deberíamos ver también cómo funciona el metabolismo del sistema
socio-económico dominante, el capitalismo. Este sistema socioeco-
nómico busca la reproducción ampliada del capital, maximizar los
beneficios de manera constante. Esto lo consigue en varios espacios.
A nivel interno, la clave está en un incremento de la producción
y el consumo. Para este aumento es determinante el aumento de la
productividad, que se consigue con la utilización masiva de máqui-
nas. Todo el proceso productivo depende de una serie de labores de
cuidado de la vida relacionadas con la salud, realizadas fundamental-
mente por mujeres en estas sociedades patriarcales, pero que tam-
bién las realizan los ecosistemas, como hemos visto.

244
A nivel externo, el capitalismo también consigue reproducir el capi-
tal expandiéndose: conquistando cada vez más territorios y cada vez
más facetas de nuestras vidas. En esta expansión hacia sus afueras,
también se apropia del trabajo de la naturaleza. Un ejemplo es la con-
versión en capital del petróleo, que no es más que una concentración
enorme de energía generada por la naturaleza a partir de materia
orgánica.
¿Qué tipo de energía necesita el capitalismo para funcionar? Si
el sistema necesita expandirse cada vez a más territorios con pobla-
ciones mayores requiere de mecanismos de transporte que permitan
trasladar las mercancías, personas e información a largas distancias,
en cortos tiempos y en amplios volúmenes. Esto solo se puede ha-
cer con fuentes energéticas muy densas, como el petróleo. Si necesi-
ta aumentar la producción de manera continuada para mantener la
reproducción del capital, se requiere un uso creciente de materia y
energía, que se obtienen principalmente de energías fósiles. Si men-
cionamos que las máquinas son determinantes para mantener esta
productividad, debemos comprender también que estas tienen ine-
vitablemente una raigambre material y energética muy importante:
más máquinas significa mayor uso de energía. En definitiva, nuestro
sistema económico necesita una energía con las características de la
energía fósil. Es decir, que esté disponible independientemente de
los ritmos naturales, escindida de los ritmos circadianos o estacio-
nales y de intermitencias como ocurre con la energía solar; que esté
concentrada y tenga una alta densidad energética para poder así ob-
tener altas rentabilidades energéticas, es decir, invertir poca energía
para sacar mucha; que no esté como flujo sino como stock, es decir
que sea almacenable y transportable; y finalmente que esté disponi-
ble en grandísimas cantidades.
Como consecuencia del capitalismo y de la matriz energética fósil
que necesita en su etapa madura, nuestro planeta, el conjunto de la
vida, está enferma. Por lo tanto, las personas que dependemos de
estas funciones ecosistémicas también enfermamos. Como veíamos,

245
la nutrición de Gaia depende del reciclaje continuo de elementos,
pero los ritmos biológicos que lo permiten se están desestabilizan-
do. Por ejemplo, hay una pérdida de capacidad por parte del planeta
de regular la cantidad de CO2 y por lo tanto se desarrolla el efecto
invernadero alterando el equilibrio térmico a nivel planetario. Otro
ejemplo es que estamos viviendo una pérdida masiva de biodiversi-
dad, elemento fundamental para la autorreparación del planeta. Un
tercer caso es que estamos viendo cómo la complejidad de la trama
de la vida está disminuyendo y por lo tanto está comprometida su
capacidad de desarrollarse.
Actualmente se están extinguiendo especies al ritmo de la última
gran extinción de vida del planeta, la de los dinosaurios. Estamos en
la Sexta Gran Extinción de vida, y esto no solamente es una cues-
tión de velocidad, sino también de penetración, pues sucede en los
distintos reinos de los seres vivos. No olvidemos que dependemos de
una serie de funciones ecosistémicas que como consecuencia de esta
pérdida de biodiversidad están dejando de llevarse a cabo. Todo esto
se desarrolla por el uso masivo de combustibles fósiles que enferman
al planeta.
El sistema climático, como cualquier sistema complejo, intenta man-
tener su estabilidad a través de distintos mecanismos. Si imaginamos
que la Tierra es una pelota y la empujamos por una de las pendientes
como vemos en la imagen, de forma “natural” caería hasta una zona
de estabilidad climática, la típica de los periodos pre-industriales. Pero
el equilibrio mencionado se ha ido distorsionando hasta llegar bási-
camente a un punto en el cual, de aumentar la concentración de gases
de efecto invernadero, todo el sistema evolucionará hasta otro nivel de
estabilidad climática. Es decir que se activarían bucles de alimentación
positivos que nos ubicarían en una estabilidad climática de 4-6°C supe-
rior, lo que significa una completa reorganización de los ecosistemas,
y desde luego de nuestra vida con afecciones directas sobre la salud.
Para visualizar la activación de estos bucles de realimentación po-
sitiva podemos tomar como ejemplo las regiones heladas del plane-

246
Ilustración 1. Trajectories of the Earth System in the Anthropocene - Will Steffen y colaboradores.

ta, como el Polo Norte y el Polo Sur. Los Polos son como grandes es-
pejos que reflejan la radiación solar conforme llega a la Tierra, y por
lo tanto contribuyen al enfriamiento del planeta. En la medida que se
descongelan, tenemos menos espacios que reflejan la radiación y un
aumento de la proporción de espacios que presentan mayor absor-
ción. Al absorber mayor radiación, aumenta la temperatura, descon-
gelándose más superficies heladas y así sucesivamente. Un bucle de
realimentación positiva consiste en un proceso que una vez que ha
comenzado se activa a sí mismo. Este bucle de realimentación puede
haberse activado ya, pues en los últimos años se ha registrado una
clara disminución en la superficie helada.
Otro bucle de realimentación positiva sería el sistema vegeta-
ción-suelo. Como hemos dicho, un elemento central de la regulación
climática es la fotosíntesis, es decir el mundo vegetal. El sistema
vegetación-suelo es un reservorio fundamental de carbono. Actual-
mente, los principales espacios verdes, las regiones con selvas tro-

247
picales, están perdiendo la capacidad de fijar CO2. Esto se ve clara-
mente en África, pero es aún más marcado en la selva amazónica, que
pierde de forma importante su capacidad de fijar CO2 y puede llegar
a convertirse en un emisor neto de carbono como consecuencia de la
sabanización del Amazonas.
Todo esto tiene afecciones directas sobre la vida de las personas,
porque dependemos de estos ecosistemas. Estas afecciones son dis-
tintas en diferentes lugares del planeta, y se relacionan con la dispo-
nibilidad de alimentos y de agua, o con la propagación de enfermeda-
des infecciosas a lugares donde ahora mismo no existen.
El último caso que desarrollamos de cómo Gaia está enferma, es la
desestabilización de los ritmos bio-geológicos del planeta. En estos
momentos encontramos más materia muerta, más materia de ori-
gen antropogénico sobre el planeta, que materia viva, que biomasa.
Es decir, hay más plásticos o asfalto en el planeta que seres vivos.
Está distorsión de los ritmos biológicos tiene también impacto sobre
nuestra salud.

Crisis de la matriz energética y material del metabolismo


capitalista

Para generar esta gran cantidad de materia antropogénica se ha


tenido que realizar una extracción minera gigantesca, pero este rit-
mo de actividad minera ya no es factible. Tomando como ejemplo la
evolución de la extracción de cobre en Chile -el principal extractor de
cobre del planeta- vemos cómo su capacidad extractiva ha ido dis-
minuyendo en los últimos años. Pero a pesar de que se saca cada vez
menos cobre, se consume cada vez más energía para extraerlo. Esto
refleja como las mejores minas chilenas muestran síntomas de ago-
tamiento y tiene implicaciones energéticas, pues del cobre depende
todo nuestro sistema eléctrico.
Otro ejemplo de este tiene que ver con nuestro modelo de produc-
ción alimentario, un modelo que depende de la entrada constante

248
de insumos. Uno de ellos, el fosfato, que se extrae mediante minería
utilizando nuevamente combustibles fósiles para ello.. Al igual que
el cobre, el mineral de fosfato está dando síntomas de agotamiento,
con repercusiones importantes sobre la capacidad de producción ali-
mentaria, que en último término tiene repercusiones sobre nuestra
salud y la vida de las personas.
El problema no es sólo que el metabolismo energético del capita-
lismo está enfermando nuestro entorno y por lo tanto, a nosotros
mismos, sino que además esta matriz energética está en crisis: los
combustibles fósiles no son renovables, y comienzan a dar síntomas
de agotamiento. Desde 2005, la capacidad de extracción de petróleo
convencional, el que hemos extraído de forma mayoritaria a lo lar-
go de la historia, se encuentra prácticamente estancada. Desde en-
tonces, lo que ha permitido aumentar la extracción son modelos con

Ilustración 2. Pico del petróleo - EIA, Cansim, Enverus and Labyrinth Consulting Services.

249
muchos más impactos ambientales, como la fractura hidráulica o las
arenas bituminosas en Canadá. Pero incluso estos modelos estarían
dando síntomas de agotamiento y su producción desciende desde
2018. Detrás del agotamiento del petróleo vendrá el del gas y pos-
teriormente el carbón, probablemente antes de 2030. A esto podría-
mos también sumar el uranio.
De este modo, no solamente tenemos una matriz energética que
nos enferma, sino que es una matriz energética inviable y esto tiene
consecuencias en el funcionamiento del capitalismo, que requiere de
combustibles fósiles. Por ello, no es de extrañar que una de las razo-
nes por las que la capacidad de reproducción del capital del sistema
tiene una trayectoria descendente en el siglo XXI, se deba a la crisis
energética.

Falsas soluciones. El mito de las energías renovables.

Ante este panorama, se plantea que las energías renovables de úl-


tima generación, como molinos gigantescos de siete megavatios o
grandes huertos solares podrán sustituir a los combustibles fósiles.
Este modelo, que es menos dañino para la salud que el fósil, presenta
límites infranqueables para poder sostener el metabolismo capita-
lista.
El primer límite es que las renovables sólo las utilizamos para pro-
ducir electricidad, y la electricidad a nivel global da cuenta de apro-
ximadamente el 20% de nuestro consumo, el resto no es eléctrico. Y
ese resto es muy difícil que se electrifique. El ejemplo paradigmático
es el sector transporte: es imposible electrificarlo para utilizarlo en
los niveles actuales. También podemos mencionar el sector petroquí-
mico, que tiene grandes dificultades.
Un segundo elemento es que llaman a estas tecnologías renova-
bles, pero en realidad no son renovables. Utilizan fuentes energé-
ticas renovables mediante dispositivos que no son renovables, que
requieren el concurso de combustibles fósiles para su fabricación y

250
de muchos elementos escasos sobre la corteza terrestre. Así, la mi-
nería para obtener los elementos que requieren estas tecnologías -el
levantamiento del muro de una represa, o la reparación de un molino
eólico- usan maquinaria y recursos fósiles.
Además, los elementos necesarios para estas tecnologías son esca-
sos sobre la corteza terrestre, de manera que si quisiésemos un mun-
do con 100% de tecnologías renovables no tendríamos teluro, indio,
estaño, plata, galio, ni litio suficiente para llevarlo a cabo. En base a
esto, no parece que las energías renovables vayan a ser una solución.
Por último, tenemos que tener en cuenta también los impactos
ambientales de las energías renovables, que no son menores en un
mundo aquejado por la pérdida de biodiversidad masiva. Porque las
extracciones mineras y otros procesos necesarios para el desplie-
gue de renovables tienen una incidencia importante sobre los terri-
torios, la biodiversidad, el equilibrio ecosistémico, y finalmente, en
nuestra salud.

Matrices Energéticas para un metabolismo Sociedad-Naturaleza


Saludable

Necesitamos por tanto matrices energéticas para un metabolis-


mo sociedad-naturaleza saludable, retomando el funcionamiento de
Gaia en base a la energía solar y su disposición irregular, dispersa,
que funciona en gran parte como flujo y articulada en gran medi-
da a través de la fotosíntesis. En este contexto necesitamos articular
nuestras vidas, nuestros metabolismos sociales alrededor de estas
fuentes energéticas.
Cuando hablamos de procesos como la permacultura o los bosques
comestibles, estamos hablando no solamente de la utilización de la
energía solar a través de la fotosíntesis, sino de la utilización del con-
junto de la organización ecosistémica para proveernos de alimentos
insertados en el funcionamiento de la naturaleza. Si pensamos en las
formas de habitar que usen la energía solar, descubrimos que la cli-

251
matización de nuestros hogares mediante radiación solar se puede
conseguir con una orientación adecuada y otros elementos de la ar-
quitectura bioclimática.
Cuando pensamos en los medios de desplazamiento, debemos te-
ner presente que el grueso del desplazamiento a lo largo de la his-
toria de la humanidad en distancias largas ha sido por vía marítima,
porque era el más eficiente al utilizar las fuerzas que pone a su dis-
posición la energía solar. En las zonas marítimas sopla mucho más
el viento que en zonas terrestres y con más regularidad. Utilizar esa
energía eólica para movernos a vela implica un uso de energías sola-
res de forma armónica con el entorno.
Por último, cuando ponemos un molino hidráulico en el fondo de
un valle, aprovechando el río, lo que estamos aprovechando en rea-
lidad es el conjunto del trabajo que ha hecho la naturaleza, que ha
recogido el agua de todo el valle y la ha concentrado
en la parte baja, de manera que ha concentrado
ahí un montón de energía, en forma de energía
potencial, que podemos utilizar para mover
la rueda de un molino, que nos sirve no so-
lamente para producir electricidad, sino
también para trabajo directo como la mo-
lienda de granos.

Hernán Scandizzo: El Observatorio


Petrolero Sur (OPSur), es una organiza-
ción que se formó en el año 2008. En estos
13 años de recorrer los territorios hemos
visto una creciente preocupación en la po-
blación por los impactos de la ampliación de la
frontera hidrocarburífera, pero también un abordaje mediático que
habla de “impactos en la naturaleza”, pero de una “naturaleza”, un
“ambiente”, en el que no hay personas, un abordaje que invisibili-
za los impactos de la actividad hidrocarburífera en la salud de las

252
personas y de las comunidades y acostumbra a poner el foco en la
fauna silvestre.
En esa construcción de espacios impactados, contaminados, zonas
de sacrificio, se invisibilizaban e invisibilizan los impactos en la salud
de las personas. Esa invisibilización contribuye a la construcción de
territorios de incertidumbre, ya que cuando en los cuerpos de las
personas se manifiestan los territorios impactados, la población no
encuentra una respuesta adecuada en las instituciones del Estado.
En las comunidades en esa situación que visitamos a lo largo de estos
años se repetía y repite el escenario: no hay un diagnóstico certero
de lo que sucede, el por qué de las enfermedades en la piel, en vías
respiratorias, las malformaciones congénitas, los diferentes tipos
de cáncer ¿Hay realmente mayor prevalencia de ciertas patologías?
Ante esas preguntas, no obtienen respuestas sobre el conjunto de los
casos, sino abordajes individuales.
El OPSur se forma no sólo para darle visibilidad a las situaciones
existentes, sino también porque creíamos que se iban a incrementar.
Desde la década del 90, de la mano del proceso de privatización que
se vivió en Argentina, los hidrocarburos pasaron de ser un recurso
estratégico a un commoditie. Es decir, pasaron de ser controlados
por el Estado, más vinculado a las necesidades energéticas para el
desarrollo nacional, a ser transformados en una mercancía sujeta a
los vaivenes del mercado global, en manos de empresas que tenían
como objetivo una rápida obtención de ganancias.
En ese proceso de privatización, también se le transfirió el dominio
de los hidrocarburos a los Estados Provinciales, dominio que has-
ta entonces detentaba el Estado Nacional. Los Estados Provinciales,
en una carrera por conseguir las regalías, implementaron políticas
para la ampliación de la frontera extractiva hacia zonas que tenían
escasos antecedentes o directamente no habían tenido actividad de
exploración o de explotación de hidrocarburos. En ese proceso de
ampliación de frontera de la década de 1990 estallaron conflictos
con pueblos originarios, Mapuche, en Neuquén al norte de la Patago-

253
nia, y Kolla, en Salta en la zona de yungas. En el caso del yacimiento
de Loma La Lata, en Neuquén, cuyo potencial permitió la gasifica-
ción de la matriz energética Argentina, se incrementó la explotación
orientada tanto a la industrialización del gas como a la exportación.
Mientras que en Salta fue por la construcción de infraestructura (el
gasoducto Nor Andino) para exportar gas a Chile, que atravesó te-
rritorios del Pueblo Kolla en la zona de yungas.
Debemos destacar que en ambos casos, el abordaje de esas conflic-
tividades en la prensa estaban centradas en el impacto en la Natura-
leza. Se abordaba el tema desde el impacto sobre las yungas, o en la
posibilidad extinción del Yaguareté, en el caso de Salta, sin tomar en
cuenta la violación de derechos colectivos que se daban con la ocupa-
ción del territorio Kolla y la transformación del mismo. El impacto en
el caso del pueblo Mapuche fue más notorio, porque se sacaba agua
de los pozos de los que se abastecía la gente, y se podía ver que si se
acercaba una llama el agua ardía.
Otro hecho que tuvo gran trascendencia pública durante los años
90 fue la aparición de pingüinos empetrolados en la costa atlántica
patagónica. Hubo una campaña de sensibilización por esto, pero lo
que no se explicaba es que eso sucedía porque se había incremen-
tado la exportación de crudo, lo que generaba el tránsito de barcos
petroleros que descargaban el agua de lastre, que contenía restos de
crudo, antes de acercarse a la monoboya. Este crudo que contenía el
agua de lastre quedaba en las rutas migratorias de las aves, que se
veían afectadas.
Entonces, el OPSur nace no solamente para tener otro abordaje so-
bre los hidrocarburos, con control estatal público, sino para poner
esa energía en función de otro modelo, de una transición, y poner
en debate los impactos sociales, ambientales y culturales propios del
modelo vigente. Esto no estaba en discusión en ese momento, por-
que en el movimiento social-político-sindical la preocupación giraba
en torno a la apropiación social de la renta, la estatización del recur-
so, lo demás aparecía fuera de foco.

254
Otro caso registrado en Argentina es la contaminación con hidro-
carburos de las aguas subterráneas de Koluel Kaike, pequeña locali-
dad de la provincia de Santa Cruz, vinculada a la explotación del ya-
cimiento Piedra Parada. Un caso similar al que se vivió en Neuquén
con las comunidades mapuche Kaxipayiñ y Paynemil. En el caso de
las comunidades finalmente se logró el abastecimiento de agua tras
una demanda judicial contra el gobierno provincial, que junto con
Repsol fue obligado a dar respuestas, aunque tardaron 12 años y la
causa llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No
sucedió lo mismo en Koluel Kaike, la causa judicial no prosperó, se
dispusieron medidas para abastecer de agua a la población. Muchos
de estos casos quedan en el olvido, incluso cuando se desea indagar
sobre la realidad de esas poblaciones expuestas a hidrocarburos en
agua no se encuentran registros de los impactos ni tampoco qué im-
pacto tuvieron las soluciones dadas en su momento.
Volviendo sobre la idea del desconocimiento es que pensamos es-
tos territorios de incertidumbre, lugares donde hubo impactos pero
no se sabe verdaderamente qué pasó, cuál fue la magnitud del mis-
mo. En relación a esto, en Caleta Córdova, Comodoro Rivadavia,
hubo un derrame de crudo en el año 2007 que fue portada de los
periódicos con fotos de la costa con petróleo, las aves empetroladas,
pero pasó el tiempo y no se le dio relevancia a la necesidad de asis-
tencia a las familias de pescadores artesanales y a los pobladores
que presentaban enfermedades respiratorias y de la piel (adjudi-
cadas a los químicos utilizados para quitar los hidrocarburos de la
playa). Estos ejemplos refuerzan la idea de que se pone más aten-
ción en los impactos visualmente evidentes, y no se problematizan
los impactos en la salud, que son cotidianos, crónicos y tienen que
ver con la exposición permanente a situaciones de riesgo tanto en
la boca de pozo, en los gasoductos o en relación al sector petroquí-
mico. Muchas veces cuando se quiere hablar de los impactos de la
explotación hidrocarburífera se plantean grandes catástrofes como
la plataforma de British Petroleum incendiándose en el Golfo de

255
México, y no los constantes derrames, pequeños, y la exposición co-
tidiana a ellos.
Con el agotamiento de los hidrocarburos convencionales en provin-
cias como Neuquén, se generó el avance del fracking, con todo el pro-
ceso de transformación y de exposición que se vive en los territorios.
La transformación es como un enroque geológico, donde el fondo,
es decir las formaciones sedimentarias, se ponen en superficie. En
este contexto vemos que las zonas donde Neuquén tiene posibilidad
de diversificar su matriz productiva para la producción de alimentos
como el departamento Añelo, son zonas que hoy están siendo dedi-
cadas al fracking.
La prioridad es el avance de la frontera extractiva, y esto se viene
sosteniendo también en las dinámicas que empiezan a manejar los
gobiernos provinciales, dado que se genera una dependencia cada
vez mayor de los ingresos y de las regalías petrolíferas. En este sen-
tido, cuando hay regalías del petróleo, hay mayor cantidad de gente
que llega a las regiones buscando trabajo. Esa gente demanda vivien-
da, demanda infraestructura social, de servicios, y el Estado responde
en cierta medida a esas demandas, pero cuando las regalías merman
se dificuta sostener esas demandas. Se genera así un círculo vicioso
de endeudamiento de los estados provinciales, que se convierten en
socios propulsores de la actividad hidrocarburífera, con una necesi-
dad permanente de ampliar la frontera.
De este modo, las posibilidades de diversificación de la matriz pro-
ductiva se van desplazando, porque las otras actividades que podrían
desarrollarse en los territorios no son visualizadas como una posibi-
lidad que pueda sostener la demanda de dinero que el Estado endeu-
dado necesita.
En la implementación del fracking y la transformación del territo-
rio, había negación de los impactos que genera. Se acusó de reali-
zar terrorismo ambiental a quienes en 2013, 2014 criticábamos ese
modelo, a quienes tratábamos de plantear otras posibilidades de
desarrollo, a quienes advertíamos los impactos que, incluso, fueron

256
documentados en trabajos del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo.
Identificamos la necesidad de señalar las relaciones entre territo-
rio, salud y matriz energética. En este sentido, es central señalar que
el desarrollo de los combustibles fósiles se hace en función del mo-
delo capitalista, y que los combustibles fósiles son la única fuente
descubierta hasta el momento capaz de sostener un metabolismo ca-
pitalista depredador. Es por esto que no podemos pensar una transi-
ción energética corporativa, desarrollos renovables para sostener el
metabolismo capitalista, porque esto seguramente va a traer nuevos
problemas sin resolver los que está generando la matriz energética
fósil.

Pregunta: ¿Cuáles son las perspectivas para trabajar la integra-


ción y reconfigurar el escenario hacia una matriz energética para
un metabolismo sociedad-naturaleza saludable?

Luis González Reyes: El modo en el que estamos habitando el


mundo está chocando con los límites de la naturaleza. Pero los
límites no son el problema, el problema es un sistema que requie-
re de la expansión continua en un planeta finito. Hubo muchas
sociedades a lo largo de la historia de la humanidad, algunas de
las cuales siguen existiendo, que no tienen o tuvieron ningún pro-
blema con los límites. De hecho, utilizan mucha menos materia y
energía de lo que utilizamos por ejemplo en Europa, y viven no
solo dignamente, sino probablemente mejor de lo que lo hacemos
en entornos contaminados como los de las grandes ciudades. La
necesidad de expandirse es una patología intrínseca a este siste-
ma.
Por ello, lo que necesitamos es salir de este sistema lo que signi-
fica al menos dos cosas: la primera, es la necesidad de des-mer-
cantilizar nuestras vidas, necesitamos que la satisfacción de
nuestras necesidades, entre ellas las relacionadas a la salud, no

257
pasen por el mercado, sino que podamos recuperar la autonomía
sobre la salud de nuestros cuerpos.
La segunda es la necesidad de desalarizar nuestras vidas. Desala-
rizar nuestras vidas significa trabajar desde la perspectiva comunita-
ria para articular los satisfactores a nuestras necesidades. Al hablar
de salud hablamos de saludes comunitarias y articulaciones comuni-
tarias, de cómo gestionarla.
Debemos construir alternativas para trascender el capitalismo y
para esto es necesario desalarizarnos y desmercantilizarnos.
Además, son centrales los mecanismos de redistribución de la
riqueza, pero los de verdad, como las expropiaciones, las ocupacio-
nes, las políticas realmente redistributivas, como las rentas básicas
de iguales. Mecanismos en los que realmente al 1% de la población
que atesora más del 50% de la riqueza, se le arrebate esa posición
de privilegio, ya que por las buenas no va a poder ser. Si esto no se
logra vamos a vivir nuevamente lo sucedido en la pandemia, donde
las poblaciones más vulnerables no tienen acceso a los servicios sa-
nitarios, viven en condiciones de hacinamiento, no tienen acceso a
medicamentos, a respiradores. De este modo, en el proceso de recu-
perar nuestra autonomía necesitamos generar procesos de reparto y
de apropiación de la riqueza.
Todo esto debemos lograrlo teniendo en cuenta que necesitamos
vivir armónicamente con nuestro entorno, porque no habrá cuerpos
saludables en planetas enfermos. Necesitamos un planeta sano para
tener también cuerpos sanos, y esto requiere del decrecimiento en
el consumo material-energético, principalmente de las poblacio-
nes que más consumimos. Porque el decrecimiento del consumo no
es universal. De hecho, hay gente que debe aumentar su consumo
para salir de la miseria.
Finalmente, también hace falta una relocalización de la econo-
mía, economías radicadas en la producción y el consumo locales, de
poco kilometraje, de poca distribución.
Y sobre todo hace falta una economía integrada dentro del funcio-

258
namiento del metabolismo de la naturaleza. Desde la perspectiva
energética pero también desde la perspectiva material. Estas son
básicamente economías agrícolas, no son economías industriales, ni
de servicios, sino que son las economías agrícolas las que han sido
capaces de integrarse mejor en los ecosistemas a lo largo del tiempo.

Hernán Scandizzo: En este sentido es importante destacar la im-


portancia durante los últimos años en Argentina de los movimien-
tos sociales, de organizaciones sindicales y políticas que empiezan
a incorporar otro tipo de demandas, que tienen que ver por ejemplo
con la producción de alimentos saludables, con generar otro tipo de
mercados, que plantean también otras formas de vinculación con los
territorios. En este sentido, es importante generar alimentación de
calidad no sólo para sectores que cuentan con el dinero para pagarlo,
sino también plantear la alimentación de calidad como una necesi-
dad y un derecho para las mayorías populares. Estas son construc-
ciones de caminos alternativos, de horizontes nuevos.
Desde OPSur ponemos en tensión la matriz energética. No solamente
es importante mostrar los impactos de la matriz actual, sino también
poner en debate la energía. Poder discutir ¿para qué se genera energía?,
¿cómo se genera energía? ¿con trabajado-
res y trabajadoras de la energía, con
las comunidades? Comprender de
dónde viene la energía, cómo se
genera, nos saca de esa situación
anónima de encender la luz o
poner combustible a un auto, y
permite pensar el proceso.
Por último y en términos de
desafíos, debemos pensar redes
de generación de energía más des-
centralizadas, en comunidades de
generación y de consumo de energía.

259
Pregunta: ¿Qué condiciones enfrentamos para realizar una tran-
sición energética?

Hernán Scandizzo: En Argentina nos encontramos con una pe-


queña participación de las renovables en la matriz energética, donde
el 90% de la misma depende de los combustibles fósiles. En la ge-
neración de energía eléctrica más del 60% depende de los combus-
tibles fósiles, y las renovables están produciendo cerca del 14%. En
este sentido es escaso el desarrollo de renovables. Además, quienes
concentran la generación de energías renovables son las grandes
compañías energéticas e ingresan compañías extranjeras. Manejan
el mercado los sectores concentrados de la economía, y la partici-
pación estatal-pública o de cooperativas es minoritaria, los progra-
mas y políticas de mayor impacto apuntan a un modelo de transición
energética en el que no se pone en discusión la desmercantilización
de la energía. Las políticas que favorecen al sector cooperativo, que
podrían favorecer la desmercantilización y democratización de la
energía, dependen principalmente de cada una de las provincias.
En el desarrollo de estos proyectos corporativos vemos, por ejem-
plo en Neuquén, la instalación de un parque eólico de una potencia
de 100 megavatios con 29 molinos eólicos, en el campo de invernada
de una familia campesina que vive en tierras fiscales desde hace más
de 100 años. Esta familia no tiene el título de propiedad, las tierras fi-
guran como propiedad del Estado, entonces el Estado propició la ins-
talación de parques eólicos y la familia se enteró del proyecto cuando
le voltearon el alambrado e ingresaron con máquinas a instalar las
torres y los molinos. El predio de más de 2.000 hectáreas fue cercado
e imposibilitaron el acceso a la tierra a esta familia, que se dedica a
la cría de ganado.
Situaciones similares a esta las documentamos desde OPSur. En
la actividad hidrocarburífera, las empresas petroleras entran en los
campos de familias campesinas y mapuches porque son tierras fisca-
les. La explotación hidrocarburífera es prioridad y se impone. La re-

260
gularización de la tenencia y titularización de las tierras campesinas
nunca fue prioridad. Esa misma lógica se reproduce con la energía
eólica y las renovables. Por otra parte, vemos cómo la transición se
construye como complemento de lo que existe e identificamos como
problema. En la provincia de Chaco se inauguraron dos centrales tér-
micas de biomasa, el gobierno los promociona como proyectos de
energía verde, pero esas centrales funcionan a partir de la combus-
tión de madera proveniente de desmontes legales e ilegales, que se
realizan para extender la frontera agropecuaria. Hay una promoción
de las energías renovables que se imbrica con el modelo actual y re-
produce las mismas conductas.
En esta transición que se propone, se fortalece y consolida una po-
sición de subordinación de los países del Sur. No solamente en rela-
ción a la extracción de minerales estratégicos que hacen posible esa
transición, sino con el desarrollo de energías, como el hidrógeno ver-
de, que se plantea que podría reemplazar en parte a los combustibles
fósiles, y la propuesta es desarrollarlo en nuestro país en función de
la posible exportación a los países del Norte Global.
En este sentido se habla en la provincia de Río Negro de la posible
instalación de un proyecto para la generación de hidrógeno verde a
partir de la instalación de tres parques eólicos que sumarían 2000
megavatios, cuando en Argentina tenemos una potencia eólica ins-
talada de 3.170 megavatios. De este modo, un solo proyecto repre-
senta el 60% de lo que actualmente existe, con grandes ocupaciones
territoriales para sostener una producción pensada sólo para la ex-
portación. En esta transición vemos que los países del Sur sufren la
profundización de la subordinación, como proveedores de vectores
energéticos y de minerales.

Luis González Reyes: En España, está creciendo el conflicto en


torno al desarrollo de las energías renovables, pero no es algo exclu-
sivo de este país, sino que está ocurriendo en distintos lugares del
mundo. El desarrollo de renovables en España, como en el resto del

261
mundo, está vehiculizado por las grandes empresas eléctricas trans-
nacionales. En el caso español, son empresas potentes y con fuerza a
nivel internacional nada desdeñable. Es por esto que están haciendo
un desarrollo pensado única y exclusivamente en la maximización
de beneficios, en la reproducción del capital. Esto está teniendo im-
pactos muy importantes sobre el territorio, e impactos sociales. Por
ejemplo, minas que se conocían pero no estaban en explotación por-
que no eran rentables, ahora se están abriendo y generando conflic-
tos en el territorio con las poblaciones afectadas por esta actividad.
En relación a esto, se está observando también lo que podría ser ex-
tractivismo energético, la implantación de grandes huertos solares
que ocupan una parte muy importante del territorio y que generan
conflicto con otros usos de ese territorio, con impacto no solamente
social sino también ambiental.
Estamos viendo una competencia real entre la preservación de la
diversidad y la expansión de estos modelos energéticos, que no están
encaminados hacia una transición real, sino simplemente a mante-
ner un modelo de crecimiento constante.
En este contexto, nos encontramos en una situación en la que debe-
mos entender que no existen atajos. Cuando Ecologistas en Acción
discutíamos en los años 90 cómo realizar las transiciones energéti-
cas, situación en la cual había un cierto tiempo para poder realizar-
las, se hablaba de un modelo que no fuese pilotado por las transna-
cionales, que ese no era un modelo emancipador, pero que el modelo
de renovables que se está desplegando ahora al menos nos permitía
ganar tiempo. Actualmente no tenemos tiempo y no son factibles los
desarrollos máximos de las renovables, porque no hay planeta que lo
pueda sostener desde el punto de vista de los recursos.
Es por esto que tenemos que cambiar profundamente nuestro mo-
delo económico, nuestro modelo cultural y en definitiva también
nuestro modelo político. Tenemos que pensar un modelo en el que
podamos vivir dignamente, con felicidad, dentro de los límites que
existen, sin continuar esta lucha obsesiva por traspasar los límites.

262
Vivamos con felicidad dentro de los límites, aprendamos esto y dejé-
monos de quimeras. Aceptemos que vamos a tener energías intermi-
tentes, energías dispersas, energías en formato de flujo, pero que son
energías que nos van a permitir vidas dignas, distintas, muy distintas
de las que tenemos en la actualidad, pero dignas. Probablemente in-
cluso más dignas de las que tenemos, si las organizamos con justicia
social.

Pregunta: ¿Estamos afrontando una etapa de competencia por el


Territorio?

Luis González Reyes: Existe una disputa por el control del territo-
rio, al igual que hay una disputa por los elementos que nos permiten
satisfacer nuestras necesidades, disputa histórica en el capitalismo
desde la apropiación primitiva y la acumulación por desposesión
posterior. Esta es una disputa abierta en la que no hay un camino
único inevitable de desposesión de nuestras capacidades de satis-
facer nuestras necesidades, sino que también vivimos procesos de
reconquista consecuencia de las luchas sociales. Esto es importante
ya que no hay una configuración predeterminada que establezca ha-
cia donde vamos, sino que dependerá de lo que hagamos o dejemos
de hacer como organizaciones, y de la fuerza que seamos capaces de
aglutinar. Es una disputa por los territorios y los medios de produc-
ción, en definitiva, una disputa por los mecanismos para satisfacer
nuestras necesidades.
Como ejemplo de esto podemos tomar el desarrollo de la agro-
ecología, que se encuentra en expansión en distintos lugares del
planeta, y en algunos con mucha fuerza. Esto muestra una disputa
por el control del territorio, si será por grandes transnacionales o en
base a poblaciones autoorganizadas. Tenemos algunos casos donde
se evidencia la capacidad de recuperar algunas partes del territorio,
como el MST, con toda su complejidad y diversidad, que en algunos
casos está haciendo una reapropiación de territorios para manejos

263
agroecológicos. Un segundo ejemplo es el lugar donde estoy en este
momento, mi casa, pero en realidad no es mi casa, es la casa de la
cooperativa en la que participo. Es una casa en derecho de uso que
nunca podremos vender, ni alquilar, ni dar en herencia a nuestra hija
y a nuestro hijo, porque es de la cooperativa, porque es un bien co-
mún sacado del mercado, y así articulamos otra reapropiación del
territorio, un trocito del territorio de la ciudad, para lógicas diferen-
tes a las de la privatización y en relación con lógicas comunitarias de
satisfacción de nuestras necesidades. Necesito una casa donde vivir,
pero no por eso tengo que tenerla en posesión, puedo utilizarla de
otra manera.

Hernán Scandizzo: La disputa por el control de los territorios se


vio claramente en la ampliación de la frontera petrolera, ejemplo
de esto es lo que sucede en el norte de la Patagonia. Cuando el Es-
tado argentino ocupó la Patagonia, ocupó territorio de los pueblos
originarios mapuches y tehuelches a fines del siglo XIX, y lo hizo en
el marco del desarrollo de un modelo agropecuario exportador. Las
comunidades de estos pueblos que fueron dispersados en esa ocu-
pación militar, se asentaron en territorios que no eran aptos para
la ganadería, en los territorios “marginales”. En la década de 1990,
con la ampliación de la frontera extractiva, con la mercantilización
y comodittiezación de los hidrocarburos a partir de la privatización,
recrudecen las conflictividades con las comunidades de pueblos ori-
ginarios, en este caso, el pueblo mapuche. Los territorios marginales
hacia los que habían sido desplazados un siglo antes, cobraron valor
estratégico por los hidrocarburos que había en el subsuelo. Y esta
frontera se sigue expandiendo actualmente con el fracking, territo-
rios donde había presencia de hidrocarburos, pero no se contaba con
el desarrollo tecnológico ni la capacidad financiera necesaria para
extraerlos del suelo, eran desestimados y las comunidades vivían sin
ser molestadas porque a esos hidrocarburos no convenía sacarlos.
Con el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales, esos te-

264
rritorios desestimados cobran valor, lo que genera una permanente
ampliación de fronteras.
Por otro lado, territorios que habían tenido un desarrollo vincula-
do a la producción de alimentos, a la fruta de pepita y demás, que es
característico de la Patagonia norte, ven a esa producción desplazada
para la extracción de hidrocarburos, se impone la rentabilidad petro-
lera. Esta ampliación obtura los horizontes, en los mismos territorios
donde avanza el fracking, en zonas bajo riego de Neuquén principal-
mente, existe la posibilidad de ir desarticulando una matriz produc-
tiva altamente dependiente de la extracción de combustibles fósiles
para pensar otras matrices en función de la producción de alimentos,
en función de construir formas vinculadas con la vida en tierras ap-
tas para cultivar. Debemos destacar que la Patagonia no es la Pampa
Húmeda, donde se puede acceder a tierras para cultivo en cualquier
lugar, en la Patagonia es más acotado, y esas tierras cultivables son
las que están siendo sacrificadas para la producción de hidrocarbu-
ros. Entonces, con el control de los territorios por parte del sector
hidrocarburífero se van obturando las alternativas.

Pregunta: ¿Cuál es el rol de las ciudades y sus habitantes en la


transición?

Hernán Scandizzo: En la actualidad es complejo poder decons-


truir algunas imágenes que plantean la ciudad como zona de confort
y la ruralidad como privación, la idea de la ruralidad como sacrificio.
Aunque debemos reconocer que es real, que hay una ruralidad que
ha sido empobrecida, en muchos casos con tenencia precaria de la
tierra, que sufre la falta de infraestructura, sin acceso a servicios, aco-
rralada y hostigada por la agroindustria (y otras formas de extracti-
vismo), y vemos las constantes migraciones hacia las ciudades. Esa
ruralidad empobrecida es una construcción política. Porque también
hay una ruralidad exclusiva, de sectores medios y altos que buscan
una alternativa de vida más confortable, fuera de la congestión de

265
la ciudad, “conectada con la naturaleza”, pero que no necesariamen-
te piensa en “volver a la tierra” con fines productivos sino como el
privilegio de salir de la ciudad. Es complejo construir la ruralidad
como un horizonte cuando en muchos casos quienes están viviendo
y trabajando allí son expulsados. Sin embargo, hay organizaciones
que están trabajando en ese sentido, están creciendo como actores
políticos y sociales, se fortalecen. Están construyendo nexos entre
quienes producen alimentos y quienes los consumen.
Sin dudas hay que descongestionar las ciudades y una forma de
empezar puede ser construyendo una ruralidad que tenga como base
la recuperación de la función social de la tierra, que garantice la per-
manencia a las familias productoras y el acceso a los servicios.

Luis González Reyes: Lo urbano, la ciudad, es un tema central en


el momento que transitamos, y tiene relación directa con la energía.
Las ciudades sólo se articulan con fuentes energéticas densas como
los combustibles fósiles, porque necesitan de la entrada diaria de una
cantidad ingente de materia y energía que llega a través de camiones
o de redes eléctricas, que permiten que quienes habitamos en me-
gaurbes como Madrid o Buenos Aires contemos con los recursos que
necesitamos. Además, dentro de la ciudad todo se articula a través
de los combustibles fósiles, no hay posibilidad de hacerlo a través de
servicios públicos, ni en base a la movilidad en bicicleta o andando,
no hay posibilidad de articular espacios tan grandes sin el concurso
del coche privado, y esto depende necesariamente de combustibles
fósiles. Así que las ciudades, por las buenas o por las otras, van a vivir
un proceso de decrecimiento porque básicamente no tienen capaci-
dades para mantenerlo. Decrecimiento y reconversión.
La reconversión se debe dar en tres grandes líneas: la primera tie-
ne que ver con el proceso de desurbanización, el éxodo desde los
mundos urbanos a los mundos rurales. La segunda línea es la re-ru-
ralización de las ciudades, es decir, convertirlas en espacios que
sean también productores de alimentos, como ocurre en La Habana

266
o Detroit. Desde contextos políticos marcadamente distintos, las po-
blaciones han respondido a situaciones de crisis urbana con proce-
sos de auto-organización para garantizar sus alimentos en el espa-
cio urbano o periurbano. La tercera línea es que probablemente en
las ciudades vamos a encontrar algunos elementos necesarios para
mantener un mínimo de articulación industrial, como el aluminio en
las ventanas, el hierro en los radiadores o el cobre en el cableado. Se
dará una especie de desmontaje en vida de estos espacios. Esta es
una tendencia a mediano plazo que se dará conforme entremos en si-
tuaciones más importantes de crisis energética y vayamos cambian-
do nuestra matriz energética. Pero debemos pensar este proceso y
poner en marcha políticas que se adapten a este contexto.
De esta manera, cuando se habla del derecho a la ciudad, que no
es otra cosa que el derecho a tener vidas dignas dentro de la ciudad,
accediendo a los territorios, servicios y demás, lo debemos combinar
con el derecho a lo rural. Esto no significa que nos vayamos a vivir a
espacios rurales con los modos de vida de las ciudades, utilizando
el coche, con conexión a internet y trabajando en el sector servicios.
En definitiva, una vida urbana en un entorno rural que nos resulte
más agradable para dar un paseo por la tarde. Cuando planteamos
derecho a la ruralidad nos referimos a una ruralidad de verdad. Y la
ruralidad pasa principalmente por el sector primario, por pensar en
trabajar desde ahí. El derecho a la ruralidad tiene detrás no solamen-
te políticas personales, sino políticas colectivas y políticas públicas.
En este sentido, al Estado le tenemos que exigir que dote de ser-
vicios públicos los espacios rurales, aun sabiendo que los servicios
públicos en los medios rurales son más caros que los espacios urba-
nos, y son más caros porque los utiliza una cantidad menor de pobla-
ción, porque la densidad poblacional es menor. Tenemos que exigir-
le políticas de recalificación urbana inversa, de suelos urbanizables
hacia suelos no urbanizables, que de alguna manera ayuden a esos
procesos de éxodo y de regularización urbana, de empezar a cultivar
alimentos en todas las ciudades. Repensar procesos de economía a

267
nivel local que hagan que las vidas rurales no solamente sean atrac-
tivas, sino posibles y tengamos la capacidad de satisfacer nuestras
necesidades, recurriendo a una economía diversificada y sostenible.

Reflexiones finales

Luis González Reyes: La diversidad es un elemento absolutamen-


te central en Gaia, es el principal mecanismo de seguridad que tie-
nen los ecosistemas. Además, cuando observamos que las tasas de
reciclaje de los ecosistemas son del orden del 99,5-99,8%, muy por
encima de las humanas, que rondan el 6%, debemos entender que
estas se logran gracias a la diversidad altísima de especies interco-
nectadas. En esta diversidad, un elemento central y determinante es
el mundo bacteriano, pero también se conjugan y participan muchos
otros organismos interrelacionados en procesos de cooperación e in-
teracción.
Por esto, la diversidad es un elemento determinante en la capa-
cidad de la vida de extender y expandir la vida. Ha logrado trans-
formar la vida desde una cosa pequeña y residual sobre el planeta,
hasta tener la capacidad de modificar la composición de la atmósfera
o la salinidad oceánica. El correlato humano de la biodiversidad es
la diversidad dentro de las sociedades, en las cuales nos encontre-
mos personas diferentes interaccionando, enriqueciéndonos desde
distintos puntos de vista y en relación armónica con los ecosistemas.

Hernán Scandizzo: Toda intervención sobre el territorio se refleja


en los cuerpos, más allá de las invisibilizaciones de los territorios
de incertidumbre donde la prevalencia de ciertas enfermedades no
tiene respuesta. Aunque se intente diluir el vínculo entre la forma de
producir energía (hidrocarburos) y la pérdida de salud de la pobla-
ción, esa relación se manifiesta permanentemente.
En la Argentina exportadora de hidrocarburos de los 90, con el gas
y el petróleo se iban del país también el agua y la salud de las co-

268
munidades, y esto es importante tenerlo presente cuando prometen
construir una Argentina exportadora de hidrocarburos a partir de
Vaca Muerta.

269
Electromagnetismo y Salud

Ceferino Maestú Unturbe (España)

Doctor en Medicina y cirugía graduado en la


Universidad de Alcalá. Especialista en Bioelec-
tromagnetismo. Especialista en Ingeniería Bio-
médica. Director del laboratorio de Bioelectro-
magnetismo del Centro de Tecnología Biomédica
en la Universidad Politécnica de Madrid. Profe-
sor Asociado del departamento de bioingeniería
y telemedicina dependiente del Centro de Tecno-
logía Biomédica en la Universidad Politécnica de
Madrid.

Esteban Rossi (Argentina)

MSc. Bioingeniero. Profesor Adjunto en la Cátedra


Instrumental biomédico para diagnóstico y monito-
reo - Bioingeniería – Universidad Nacional de Entre
Ríos (UNER). Profesor Titular en la Cátedra Gestión
de la Calidad - Bioingeniería - UNER.

270
Electromagnetismo y Salud

Ceferino Maestú Unturbe


Esteban Rossi

Ceferino Maestú Unturbe: Para comprender el impacto de los


campos electromagnéticos presentes en el medio externo y sus po-
sibles consecuencias positivas o negativas, lo primero que debemos
abordar es ¿a qué llamamos salud?
Salud es un concepto amplio y en principio depende de algunos
factores genéticos y otros factores de tipo ambiental. Estos factores
ambientales influyen sobre nosotros diariamente y modifican nues-
tras condiciones de equilibrio frente al medio. Entre esos factores
ambientales que nos rodean y que habitualmente no son tenidos en
cuenta -o son tenidos en cuenta de forma marginal- se encuentra la
radiación electromagnética. De esta manera, comprendemos que el
origen de determinadas patologías tiene relación con el componente
genómico, pero también con las influencias tóxicas que tenemos del
medio que nos rodea.
Los campos magnéticos y los seres vivos han convivido siempre
sobre la Tierra; no sería posible la vida sobre la Tierra sin el cam-
po electromagnético. A pesar de esto, los seres vivos en ese proce-
so evolutivo solamente han conocido los campos producidos por los
emisores naturales, como el sol, el campo magnético de la tierra, la

271
despolarización de la atmósfera, etcétera, marcando así la evolución
no solamente de los humanos sino también de los animales y de las
plantas.
En los últimos años -el último siglo principalmente, desde el descu-
brimiento de la electricidad- estamos siendo sometidos a la emisión
de campos electromagnéticos que tienen un componente artificial.
Estos emisores de tipo artificial han hecho que nuestra interacción
con el campo electromagnético natural se modifique generando una
gran cantidad de cambios a los que no estamos adaptados. Esto se
debe a que estas emisiones se producen en todas las frecuencias y
longitudes de onda, y verdaderamente no conocemos adecuadamen-
te los efectos que van a tener estas emisiones a corto, medio o largo
plazo.
Los campos electromagnéticos naturales provienen básicamente
del sol, y contamos con protección frente a esta radiación solar, el
cinturón de Van Allen, el que evita que gran parte de las radiaciones
lleguen hasta nosotros. Por otro lado, tenemos el campo magnético
de la Tierra, que es producto del movimiento de la masa interior de
la corteza terrestre. Este proceso natural se ha visto interferido por
la aparición de grandes cantidades de emisores artificiales que han
dado lugar a nuevos tipos de emisiones, que estudiamos a través de
lo que llamamos el campo o espectro electromagnético, que repre-
senta el conjunto de radiaciones que tenemos a nuestro alrededor y
que nos permiten conocer las consecuencias sobre los sistemas bio-
lógicos.
Durante muchos años, estos campos electromagnéticos eran divi-
didos entre radiaciones ionizantes -que son aquellas que tienen su-
ficiente energía para ionizar la materia- y reacciones no ionizantes
-aquellas que no tenían energía suficiente para romper los enlaces
moleculares y que por tanto no eran consideradas. Es decir, se supu-
so que al no tener suficiente energía no tenían capacidad de interac-
ción con el medio biológico. Con el tiempo hemos visto que esto no
es verdad, porque hemos conocido otros efectos de los campos elec-

272
tromagnéticos que permiten pensar que nuestra respuesta biológica
podría ser interferida por los mismos.
Nuestro cuerpo está muy bien adaptado a los campos electromag-
néticos porque tenemos un solo receptor, el ojo humano, que traduce
las ondas electromagnéticas producto de la luz visible y las trans-
forma en impulsos eléctricos en nuestro sistema nervioso. Este es
el único receptor, es decir, no tenemos receptores específicos que
nos permitan identificar cuando estamos o no expuestos a un campo
electromagnético exceptuando el ojo, y por lo tanto hace difícil que
podamos identificar estas nuevas emisiones como un problema.
La radiación ionizante, como los rayos x o rayos gamma, producen
procesos patológicos que son conocidos y por tanto existen normas
claras de protección frente a ellos, mientras que para el resto esas
normas son difusas o contradictorias, y en muchos casos aún no es-
tán reguladas directamente por los Estados. Todo este conjunto de
elementos radiantes nuevos, forman parte de nuestra vida cotidia-
na, nos encontramos inmersos en esta sopa electromagnética siendo
expuestos diariamente a un número muy importante de radiaciones
de las que no somos conscientes porque no tenemos elementos de
diferenciación y sensores específicos que nos permitan advertir que
estamos sometidos a ello. Además, el crecimiento constante de emi-
sores artificiales de campos electromagnéticos presenta una progre-
sión logarítmica y no se registran las consecuencias que pueden te-
ner para el futuro del desarrollo humano.
La radiación electromagnética es una combinación de campos
eléctricos y campos magnéticos oscilantes. Estos campos eléctricos
tienen una dimensión perpendicular con respecto al campo magné-
tico, pero se comportan colectivamente, sobre todo cuando son ra-
diaciones de alta frecuencia. Cuando el campo magnético es de una
frecuencia muy baja, se encuentran relativamente distantes. Dentro
de la onda electromagnética encontramos diversos parámetros a ser
comprendidos, y para poder comprender las consecuencias de estos
no podemos abordar solamente el concepto de intensidad sobre el

273
cual se encuentran establecidas la mayoría de las legislaciones. Esto
se debe a que existen otros aspectos muy importantes a la hora de
observar la respuesta del sistema biológico, como la frecuencia de
onda, ya que todos nuestros sistemas a nivel celular -como por ejem-
plo, el transporte de información en el sistema nervioso- se encuen-
tran codificados, y esa codificación se produce en frecuencia.
También debemos estudiar la forma de onda, ya que no es lo mis-
mo una onda sinusoidal, una cuadrada, o una onda triangular, ya que
la forma de onda también determina la respuesta que vamos a encon-
trar incluso con la misma intensidad y la misma frecuencia. Igual de
importante es el tiempo de exposición, ya que la respuesta biológi-
ca es dependiente del tiempo de exposición, sea a corto o largo plazo.
Por último, un elemento fundamental en esta sopa electromagnética,
es la interacción entre diferentes tipos de señales y campos elec-
tromagnéticos, lo que hace difícil cuantificar cuál es realmente la
respuesta individual ante cada una de las señales, ya que nadie pue-
de aislarse del conjunto de señales que tiene a su alrededor.
En relación con lo anterior, consideramos que existen dos tipos
de efectos ligados a los campos electromagnéticos. El primero es el
Efecto Térmico, que es la capacidad de la radiofrecuencia, de las
microondas, de calentar los tejidos.
Este efecto se da por ejemplo al
introducir en el microondas
un alimento que contenga
un elemento acuoso, el cual
se calienta al utilizar la fre-
cuencia de resonancia del
hidrógeno permitiendo el
calentamiento del agua del
alimento. Sobre este efecto
térmico se ha elaborado la ma-
yoría de la normativa de protec-
ción de la salud en términos de campos

274
electromagnéticos. Estas impiden que se superen determinadas emi-
siones que podrían producir calentamiento de los tejidos a distancia.
Es decir que, desde las normativas, este es el único efecto considerado.
A pesar de esto el segundo grupo, los Efectos No Térmicos, están in-
cidiendo en el comportamiento y el equilibrio natural de los sistemas
biológicos. Los efectos no térmicos son de tres tipos, el primero es in-
ductivo, que es la capacidad de inducir pequeñas corrientes eléctricas
en el sistema; el segundo es el efecto de resonancia a través del cual
se puede hacer resonar muchas estructuras de nuestro sistema bioló-
gico, como proteínas, canales de membrana, etcétera; y por último un
efecto de reorientación iónica a través del cual se pueden reorientar de
forma iónica los iones extra celulares y por tanto, producir respuestas
biológicas. Además, sabemos que pueden existir efectos que aún no
conocemos, pero estos tres elementos nos permiten desarrollar hipó-
tesis sobre cómo se puede comportar la respuesta biológica.
Estos efectos No Térmicos también están determinados por varios
factores: la frecuencia de exposición, la forma de modulación de las
señales, el tiempo de exposición, la polarización de la señal incidente,
el genotipo del individuo expuesto, el sexo. Esta es una de las razones
por las que dos individuos no responden de la misma manera ante este
proceso. Por tanto, hacer estudios estandarizados es realmente com-
plejo.
Para comenzar a comprender el alcance de los campos electromag-
néticos debemos recordar que todos nuestros sistemas vitales son
sistemas bio-eléctricos, como el cerebro o el corazón, pero también el
resto de las células que intercambian información a través de la dife-
rencia del potencial transmembrana, y por tanto todas ellas se comu-
nican. Todos los elementos se comunican a través de esas pequeñas
despolarizaciones. De esta manera, vemos que cualquier señal elec-
tromagnética externa puede modificar las condiciones de respuesta.
Un colectivo de científicos de Europa que se llama Cost 81, estudia
los efectos de los campos electromagnéticos en los distintos niveles
de complejidad del organismo -es decir, en un órgano, en las células,

275
en las membranas y en las moléculas- y coinciden en que esto genera
un efecto de amplificación biológica. Pequeños efectos a nivel mole-
cular tienen grandes efectos finales a nivel del sistema completo, y
por eso, la respuesta no térmica que se produce a niveles celulares va
a tener consecuencias térmicas importantes.
Respecto a los artículos en torno a este tema, el 70.3% de los que
fueron publicados en los últimos años encuentran algún efecto sig-
nificativo, y de estos efectos, desconocemos en gran medida aún sus
impactos. Un 12,6 % de estos estudios no encuentran efectos signi-
ficativos, y el 17,1% de estos no encontraron efectos concluyentes.
Como vemos, la mayoría de los estudios encuentran efectos de esa
interacción muy por debajo de los niveles donde la normativa los se-
ñala como seguros, porque solamente considera los efectos que tie-
nen carácter térmico. En relación con esto, el Colegio de Médicos
de Austria comienza a plantear la necesidad de contar con procedi-
mientos diagnósticos para abordar los problemas de salud relaciona-
dos a la exposición de campos electromagnéticos.
En este sentido, hoy conocemos algunas cosas relacionadas con los
genes y la expresión de proteínas en voluntarios con exposición al
campo electromagnético, conocemos algo de las diferencias de sensi-
bilidad individual en la población, aunque es escaso el conocimiento
aún de los efectos colaborativos de los diferentes tipos de frecuen-
cias en los procedimientos de equilibrio electroquímico en nuestro
organismo, y conocemos muy poco las relaciones sistémicas de los
efectos de las nuevas tecnologías 5G.
A pesar del recorrido que aún queda por transitar, tenemos diversas
hipótesis que nos podrían explicar la relación existente entre el com-
portamiento a nivel celular en el sistema nervioso y la progresión de
patologías importantes como el cáncer o la alteración de los sistemas
de protección como la barrera hematoencefálica; o hipótesis de la
relación existente entre enfermedades neurodegenerativas como el
Alzheimer y los procesos de alteración del ADN y su reparación. Hoy
también conocemos cómo afecta la fertilidad de la población joven el

276
uso de los teléfonos móviles en el bolsillo del pantalón, o cómo podría
afectar el proceso embriogénico en las mujeres embarazadas llevar el
celular cerca del feto.
En este contexto, la tecnología va mucho más rápido que la ciencia
en este campo. Además, no hay suficiente apoyo en investigación. Por
esto es que tenemos demasiadas dudas todavía sobre lo que está su-
cediendo.
Se están lanzando las nuevas tecnologías inalámbricas que nos van
a rodear -lo que llamamos el internet de las cosas- donde todos los
procesos vitales relacionados con la enseñanza, con el trabajo, con la
seguridad, con la movilidad, van a estar implicados en sistemas de red
interconectados de forma inalámbrica. Van a ser los campos electro-
magnéticos los que comunicarán a estos sistemas interconectados.
Ello implica que esta nueva cultura tecnológica tenga como consecuen-
cia una mayor presencia de radiación, de radiofrecuencias en nuestro
entorno. Por lo tanto, si no conocemos lo que pasa en este momento,
lo que va a suceder en el futuro inmediato aumenta la preocupación,
porque desconocemos en gran medida a lo que nos vamos a enfrentar.
El sistema 5G o el internet de las cosas va a interconectar todo, tanto
dentro como fuera de nuestra vida cotidiana, ya casi nada estará por
fuera de esa interconexión. Pensamos que esto debería preocupar a los
países desarrollados, pero el motor de desarrollo va a ser este propio
sistema de comunicaciones, por lo tanto, todos los países van a tener
que adaptarse. Se prometen cambios importantes en nuestro sistema
de comunicación, el 5G disminuye la velocidad de latencia, es decir, el
tiempo de conexión, va a aumentar el tráfico de datos y permitir alma-
cenamientos de hasta 20 gigas, y habrá una densidad de conexiones
que pasará teóricamente de 100 mil conexiones por kilómetro cuadra-
do en la actualidad a un millón de conexiones por kilómetro cuadrado,
convirtiéndolo en un espectro radioeléctrico más denso.
Todo esto implica el control de procesos y máquinas en tiempo real.
Nuestros sistemas, tanto de trabajo como de desplazamiento van a
estar implicados en ese nuevo modelo, lo que obliga a poner en mar-

277
cha un nuevo tipo de sistemas radiantes, un nuevo tipo de antenas
llamadas MIMO. Las antenas actuales son de cobertura, quiere decir
que hay una zona del espacio donde nos movemos en el cual tene-
mos señal suficiente para poder activar nuestros dispositivos. Pero
estas nuevas antenas MIMO o antenas masivas, son antenas de se-
guimiento, quiere decir que nos va a seguir donde estemos para que
podamos comunicarnos de forma más precisa. Con esto también se
modificará el modo de conducción de vehículos, ya que ese espectro
radioeléctrico denso en el que nos vamos a mover será el encargado
de conducir los mismos. Para ello necesitamos que no se pierdan las
señales, que la señal sea densa y suficiente, y esto va a determinar el
modelo de exposición de toda la población, sin saber todavía cuántas
antenas van a ser necesarias para poder implementarlo.
Un estudio realizado por Samsung en Ottawa (Canadá), en el cuál
evaluaron cuántas antenas sería necesario colocar para mantener
esta conexión, concluyeron que en cada cuadra debería haber una
antena o incluso más para poder interrelacionarlas y hacer posible
el objetivo del millón de comunicaciones por unidad de superficie.
Para esto, el tamaño de estas antenas no es el que conocíamos: las
antenas pueden ser del tamaño de una moneda, lo que realmente
cambia el modelo de exposición y el número de sistemas conectados.
Actualmente, en el mundo somos alrededor de 7.500 millones de
personas y tenemos 8.500 millones de móviles. La nueva tecnología
5G reemplazará todo el mercado de telefonía móvil y de modelos de
comunicación y por lo tanto, cambiará el modelo de exposición de la
población, sin tener seguridad desde el punto de vista dosimétrico
de cuál es la tasa de exposición segura. Algunos datos calculados en
previsiones estiman que, como mínimo, se va a duplicar la densidad
de potencia media que tendrá que soportar la población.
El modelo regulador que existe actualmente es el Comité Europeo
de Normalización Electrotécnica (CENELEC), que ha marcado los
procedimientos de medida y las normas de exposición, y la Comisión
Internacional de Protección de Radiación No Ionizante (ICNIRP)

278
lo ha tomado como propio para establecer cuáles son los límites en
los que teóricamente tendríamos seguridad, siempre basándose en
el criterio del efecto térmico. Los procedimientos de medida, que son
siempre medidas en banda ancha, es decir, tomando todo el espectro
y promediando las señales durante seis minutos, hace que nos per-
damos los puntos máximos de radiación que tenemos en cada mo-
mento. El sistema es muy conservador en cuanto a nivel de radiación,
y está muy lejos de los resultados obtenidos en el laboratorio.
Respecto a la regulación de los valores de exposición, no todos los
países europeos tienen el mismo sistema regulador: países como Ita-
lia, Suiza o República Checa por ejemplo, tienen niveles de regula-
ción muy por debajo del resto. En España nos situamos en términos
del GSM 900 por ejemplo, en 450 microvatios/cm2, cuando estamos
recomendando que se utilicen criterios de densidad de potencia por
debajo de 0,1 microvatios; es decir, 4 mil veces menos que el criterio
que tomamos a nivel biológico.
En este contexto, la Unión Europea ha lanzado el proyecto 5G por-
que ha visto que es una alternativa comercial muy potente y quiere
que en 2025 sea el sistema predominante. España ya ha montado los
sistemas reguladores para las bandas de frecuencia que va a utilizar
este sistema en el próximo tiempo. En principio,
hablan de hasta 26 GHz, pero las úl-
timas noticias indican que pue-
de haber 80 GHz o más -fre-
cuencias que actualmente
se utilizan en radares.
En 2021, la Empresa
SPACEX de EEUU soli-
citó el permiso al go-
bierno de su país para
instalar 30.000 saté-
lites de la próxima ge-
neración que orbitarán

279
alrededor de la Tierra y utilizarán las frecuencias que serán soporte
del sistema de telefonía móvil, con lo cual los sistemas repetidores,
en muchos casos, ni siquiera serán terrestres, sino que repetirán a
través del espacio con una densidad de espectro de hasta 40 mil ca-
nales por cada Hercio.
En Argentina, se ha realizado una consulta general para decidir
cómo se establecen las normativas para regular el 5G. Lo llamativo
es que preguntan sobre cuáles son las bandas de frecuencia que se
consideran prioritarias, cuál debería ser el modelo de asignación de
bandas de frecuencia para el 5G, pero en ningún momento preguntan
si piensan que esta tecnología puede tener efectos para la salud de la
población. Parece que la salud no entra dentro de las preocupaciones
de los reguladores. En cuanto a los estándares en Latinoamérica nos
encontramos que son aproximadamente los mismos, o muy simila-
res, a los que tiene Argentina.
Debemos destacar que los estándares de emisión de radiación
no ionizante establecidos en Argentina fueron acordados en el año
1995, mucho antes de que se pudiera poner en marcha casi cualquier
sistema de comunicaciones. El nivel de Argentina en la actualidad es
de 965 uW/cm2, cuando la normativa del ICNIRP sugiere 450 uW/
cm2, y la normativa que nosotros sugerimos es de 0,1 uW/cm2.
En este contexto, algunos científicos han advertido a los gobiernos y
a los reguladores la necesidad de una moratoria en cuanto al desplie-
gue de los sistemas 5G, ya que desconocemos cuáles son los efectos
que esto implicaría sobre la población. Muchos de ellos plantean que
el efecto de la exposición será acumulativo, es decir, no solamente un
efecto instantáneo por la exposición a la radiación sino acumulable
en el tiempo, y podrían producir patologías a medio o largo plazo aún
por debajo de los niveles que están regulados. Esto plantea la necesi-
dad de reducir aún más la exposición de la población.
Recientemente, hemos publicado un estudio sobre el nivel de ra-
diación previo al despegue del 5G, para ver si existía una correlación
entre determinados parámetros de salud y las respuestas al nivel de

280
radiación. En general, los estudios no se hacen midiendo el nivel real
de la radiación, sino de forma inducida a través de sistemas interme-
diarios. Al hacer esto y observar dos áreas de población con círculos
concéntricos alrededor de varias antenas, y comparar con un área
control menos expuesta, vimos que efectivamente el número de pa-
tologías se incrementaba. Observamos un incremento en patologías
cardíacas, trastornos del sueño, trastorno de ansiedad, problemas
del sistema nervioso.
En este sentido, en nuestra casa diariamente estamos expuestos
a un número importantísimo de radiaciones sin darnos cuenta. Di-
versos estudios demuestran que la intensidad de radiación está di-
rectamente relacionada con la densidad de potencia recibida, y las
enfermedades tienen que ver con esta densidad de potencia. Por lo
tanto, se puede establecer una relación directa entre la densidad de
potencia recibida y la patología.

Esteban Rossi: ¿Qué tipos de investigación se están haciendo ac-


tualmente?

Ceferino Maestú Unturbe: Se realizan principalmente estudios de


tipo epidemiológico, estudios complejos y de muy largo plazo que
evalúan el impacto de la exposición, y en principio tienen una sensi-
bilidad muy baja. Por eso no deben ser utilizados para establecer cri-
terios de protección, aunque en realidad son el soporte fundamental
de la mayoría de las normativas actuales.
Hemos visto una gran cantidad de respuestas en muchas células
que nos permiten establecer efectos de tipo genotóxico, cambios en
la respuesta proliferativa y la apoptosis, en la expresión génica, en
la respuesta a determinadas proteínas de estrés, el efecto sobre la
membrana celular, el efecto sobre algún tipo de proteínas, etc... Esta
gran cantidad de respuestas in vivo tienen consecuencias en nuestro
sistema de neurotransmisores, en la barrera hematoencefálica, en el
sistema endócrino, entre otros.

281
En otro sentido, contamos con la investigación básica, que conside-
ramos que debe ser el sustento teórico a la hora de establecer norma-
tivas y medidas de protección. En este sentido, publicamos este año un
estudio en el que observamos que la viabilidad de las células tumora-
les depende del tiempo de exposición: a diferentes tiempos de exposi-
ción, la respuesta es diferente.
Actualmente, se han identificado personas que presentan una res-
puesta excesiva ante la exposición a campos electromagnéticos am-
bientales y se conoce como hipersensibilidad electromagnética.
Los síntomas más importantes o frecuentes incluyen cansancio, irrita-
bilidad, cefalea, pérdida de memoria, trastornos del sueño, dificultad
de concentración. Esto se ha agrupado en el síndrome de hipersensibi-
lidad electromagnética, un síndrome de sobre respuesta que hace que
nuestro entorno sea intolerable, que presenta un abanico de síntomas
muy variados en todos los sistemas, muy diferentes de una persona a
otra, y sabemos que la prevalencia va en aumento con el correr de los
años.
En algunos de nuestros estudios hemos trabajado para evaluar si los
pacientes con hipersensibilidad eran exclusivamente personas obsesi-
vas y por tanto se correspondía a un comportamiento pre psiquiátrico
o psiquiátrico. De hecho, la OMS plantea que la electro-sensibilidad no
existe. Para poder evaluar esto, hemos diseñado investigaciones basa-
das en una técnica llamada magnetoencefalografía que es el registro
de la actividad magnética cerebral. Evidenciamos que cuando hace-
mos un estudio antes y después de utilizar la telefonía móvil, el área
que responde a una frecuencia específica (banda alfa 2) del cerebro no
se corresponde con un área próxima al oído donde se tiene el teléfono
sino que corresponde a un área contralateral del cerebro, con lo cual
observamos que lo que está cambiando no es el efecto directo por la
radiación sino la cadena de acontecimientos que sucede en el sistema
nervioso para producir respuestas añadidas o acumuladas.
Hace poco se ha publicado un artículo del grupo Del Pont en Francia
donde han descripto parámetros que nos permiten identificar a estas

282
personas, los cuales se pueden medir y cuantificar. Esto nos indica
que no es un proceso obsesivo del paciente, sino que es la respuesta a
un proceso de inflamación neurogénica y tiene consecuencias a nivel
central. En esta línea, el Parlamento Europeo en varias resoluciones
manifiesta que existen indicios suficientes para pensar que determi-
nadas densidades de potencia tengan efectos sobre la salud.
Respecto a la evidencia obtenida a partir de estudios científicos es
importante destacar que en los trabajos financiados por la industria
tan sólo el 32% de los mismos encuentran efectos adversos sobre la
salud, mientras que los estudios que no están financiados por la mis-
ma los encuentran en el 70% de las ocasiones. Cabe destacar también
que la (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC)
clasificó a las radiofrecuencias como posiblemente cancerígenas en
el año 2011.
El desarrollo y expansión de estas tecnologías conllevan la necesi-
dad de protección por parte de los Estados, quienes deben poner en
marcha nuevas normativas para que la implementación de las mis-
mas pueda realizarse en condiciones que no dañen nuestra salud.

Esteban Rossi: ¿Cuáles son las relaciones que se establecen actual-


mente entre la exposición a campos magnéticos, la electro-sensibili-
dad y enfermedades crónicas como la fibromialgia?

Ceferino Maestú Unturbe: La densidad de potencia relativa a la


que estamos sometidos provoca que determinados mecanismos re-
guladores de nuestro sistema nervioso central -mecanismos hubs de
distribución de señales en nuestro sistema nervioso- alteran los có-
digos de información que transportan.
Este es un problema característico de la fibromialgia, una pato-
logía que se caracteriza por tres síntomas fundamentales que son el
dolor, el trastorno del sueño y cefaleas. La mayoría de las pacientes
son mujeres, y lo que sucede a estas personas es que cualquier ele-
mento sensorial les produce dolor, como la ropa sobre la piel. Al estu-

283
diar este problema hemos visto que estaba relacionado con el código de
información que transporta la señal de dolor. Este mecanismo lo hemos
demostrado en distintas publicaciones, donde podríamos producir un
sistema de sincronización emitiendo campos electromagnéticos codifi-
cados con la señal que debería encontrarse normalmente. En el ensayo
clínico realizado con esta técnica encontramos una respuesta favorable
en torno al 80% de las personas, con desaparición de la sintomatología
casi por completo.
En el mismo sentido estamos trabajando con células tumorales, y he-
mos observado que algunos tipos de células tumorales se dividen al ser
expuestas a determinadas frecuencias, pero también podemos generar
un código de frecuencia que impida esa división y por tanto frenar la
evolución del tumor. En consonancia con esto, también hemos desarro-
llado un guante que permite aumentar la capacidad de división de los
condrocitos, que son las células que forman el cartílago interóseo, el
cual se ve afectado en la artritis y la artrosis. La forma de evitar esto es
actuar sobre la división celular de las células que lo conforman.

Esteban Rossi: En relación a esto, algunas publicaciones han señala-


do que existen efectos co-cancerígenos de las radiaciones electromag-
néticas, es decir que frente a la exposición a otras noxas ambientales
que podrían desencadenar una patología neoplásica la radiación elec-
tromagnética puede debilitar el sistema inmunitario de las personas y
predisponer estos procesos.

Ceferino Maestú Unturbe: Varios estudios han demostrado que el


nivel de macrófagos disminuye con la radiación; así también se ha ob-
servado disminución de la población bacteriana en el intestino, lo que
conlleva una disminución de nuestra capacidad metabólica. A pesar de
esto, debemos tener en claro que es muy difícil desde el punto de vista
experimental establecer una relación causal, una relación causa-efecto,
ya que existen miles de cadenas intermediarias que actúan en cascada.

284
Esteban Rossi: Respecto al impacto de las ondas electromagnéti-
cas sobre las poblaciones bacterianas, ¿podemos decir que los cam-
pos electromagnéticos inciden no solamente sobre el desarrollo del
microbioma del intestino humano sino de los microbiomas que se
encuentran en la Tierra?

Ceferino Maestú Unturbe: Cualquier sistema vivo está influido


por los campos electromagnéticos: las plantas, los animales, los or-
ganismos unicelulares y pluricelulares. Sabemos que hay animales
especializados en utilizar los campos electromagnéticos para orien-
tarse, como las ballenas que son capaces de trasladarse de un polo a
otro sin desviarse ni un grado, o como las aves que se trasladan miles
de kilómetros sin perderse.
En España, el investigador Alfonso Balmori está estudiando qué
sucede con las cigüeñas que ponen los huevos en las antenas de te-
lefonía móvil, la razón por la que lo hacen allí es debido al calor que
generan para los huevos. Él está observando cómo se producen alte-
raciones genéticas en el desarrollo de esos polluelos relacionados a
esa emisión próxima.
Desgraciadamente, no existe demasiada investigación del efecto
sobre la biota intestinal, pero actualmente tenemos la hipótesis de
que puede promover procesos de crecimiento anormal bacteriano,
como por ejemplo el de Helicobacter Pylori que tiene relación con la
gastritis. Se produciría un sobrecrecimiento de esta bacteria en pre-
sencia de campos electromagnéticos en la gente que lleva próximo
el teléfono móvil al pecho. Es claro que existe un efecto colaborativo,
tanto supresor como excitador, y esto depende de los códigos de in-
formación transportados.

Esteban Rossi: La instalación de la tecnología 5G se ha tornado un


campo de disputa económica y política entre Estados Unidos y China.
Respecto a esto ¿existen estudios comparativos que puedan afirmar
ventajas de una sobre la otra?

285
Ceferino Maestú Unturbe: La tecnología 5G nació conjuntamente
como una iniciativa de grandes empresas, Huawei que es una em-
presa de móviles china, de Ericsson que es una empresa sueca, y una
gran empresa estadounidense que se llama Qualcomm que organiza-
ba todo. Estas trabajaron conjuntamente para cambiar el modelo del
mercado de móviles en todo el mundo, hasta que en EEUU se dieron
cuenta que quien tuviera el control del móvil tendría el control de
todo el proceso. Como el control del móvil estaba en manos de la em-
presa china, esto podía perjudicar sus intereses y cesó la colabora-
ción. A partir de allí empezaron a desarrollar sistemas independien-
tes, para que los sistemas chinos no pudieran entrar en el mercado
americano y controlar parte de este.
Actualmente no hay manera de saber cuál es el grado de desarrollo
que existe, no conocemos el grado de desarrollo que tiene cada siste-
ma. Sí se puede prever que el desarrollo tecnológico de las empresas
chinas es mayor a sus contrapartes estadounidenses, lo que explica
el proceso de protección del gobierno norteamericano, pero ahora
todo depende de la voracidad de las empresas para proporcionarse
mercados. De todos modos, aún falta desarrollo para que esta tec-
nología sea extendida y funcione de manera eficaz como sistema de
comunicación. El sistema interrelacionado que planteamos previa-
mente todavía es una hipótesis de futuro.

Esteban Rossi: ¿Existe una necesidad real de implementación de


estas tecnologías?

Podemos decir que estamos sufriendo una necesidad impuesta, la


humanidad es sometida a las presiones del mercado que genera una
tecnología de la que no conocemos su real impacto, pero aun así se
insiste en su implementación.
Los humanos no tenemos necesidad de intercomunicación máxima
como se plantea, no hay ninguna necesidad de que nuestro frigorífi-
co nos diga cuántos pimientos le faltan, o que nuestra ropa nos diga

286
cuándo hay que lavarla, porque ya contamos con sistemas persona-
les para organizar la vida cotidiana.
Lo más llamativo de esto es que la sociedad no se rebela frente a
la imposición de estas tecnologías, sino que lo acepta y lo incorpora.
En este sentido, hemos depositado en el teléfono móvil nuestra vida.
Han creado la falsa necesidad de tener todo incorporado en un dis-
positivo, al punto de que en el intercambio económico el dinero está
siendo reemplazado por el celular.
Sumado a esto, y en relación a los impactos de estas tecnologías, es
que nos toca demostrar a nosotros los efectos negativos de las mis-
mas. Los desarrolladores no tienen que demostrar nada. No se aplica
lo que llamamos el principio de precaución, es decir que antes lanzar
una tecnología debes poner en marcha las medidas para evitar los
efectos no deseados, no esperar a que sucedan para luego intentar
una resolución. En este sentido es que pedimos a los gobiernos que
pongan en marcha el principio de precaución hasta que sepamos con
precisión qué es lo que está sucediendo y podamos establecer cuáles
son los niveles seguros en los que la población puede transitar por
ellos.

Esteban Rossi: Respecto a los entornos educativos y el impacto de


las ondas electromagnéticas, ¿Cree que es adecuado utilizar aparatos
tecnológicos en los sistemas educativos?

Ceferino Maestú Unturbe: Creo que es necesario en la actualidad


la utilización de tecnologías digitales en los procesos de educación,
la utilización de internet. Ya no podemos echar la humanidad marcha
atrás. Pero el problema no radica en el uso de estos datos, sino en la
forma en la que nos llegan. Es decir, no es necesario que lleguen de
forma inalámbrica, pueden llegar perfectamente conectados a una
red alámbrica de ethernet o por fibra óptica, por sistemas que no
tengan que radiar. No es una contradicción que los alumnos de una
universidad o de un colegio puedan utilizar internet y el acceso ma-

287
sivo a datos, el problema radica en el uso inalámbrico de esos datos
a través del wifi.
Comparto un ejemplo que vivimos en Bilbao, donde nos solicita-
ron desde un Instituto un estudio porque habían instalado una gran
antena al lado del mismo y los padres empezaron a notar problemas
en los niños. Al realizar los estudios no encontramos valores muy
diferentes a los que teníamos en el resto de los sitios, no era un pro-
blema mayor al que se vivía en otros lugares. Pero luego percibimos
que en el Instituto había un aula wi-fi, donde hay 35 puestos de niños
conectados con una pizarra electrónica. Al realizar las mediciones
correspondientes en esta aula, encontramos niveles casi 500 veces
superiores a los producidos por la antena, estos niveles de radiación
eran los que ocasionaban problemas y no tanto la antena.
Con esto quiero decir que podemos utilizar las tecnologías, el ac-
ceso a la información, pero no necesitamos radiar a la gente. Podría
implementarse a través del cableado o fibra óptica que además tiene
una gran capacidad desde el punto de vista de las comunicaciones
respecto al wifi, que ya es una tecnología atrasada.

288
Movimientos Sociales que Resisten a la
Megaminería y la explotación Hidrocarburífera

Alexandra Almeida Albuja (Ecuador)

Bioquímica Farmacéutica, pertenece a Acción


Ecológica, desde hace 25 años lleva adelante el
monitoreo ambiental a la industria petrolera en
Ecuador, trabaja con comunidades indígenas y
campesinas afectadas por la actividad petrolera
en la Amazonía ecuatoriana.

Pablo Lada (Argentina)


Ecologista y activista ambiental, referente del
Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH),
miembro de las Asambleas de Comunidades,
de la Red Nacional de Acción Ecologista y del
Movimiento Antinuclear de la República Argen-
tina. Es autor de artículos periodísticos en re-
vistas, diarios y medios especializados.

Tatiana Roa Avendaño (Colombia)


Ingeniera, ambientalista y activista. Forma parte de Cen-
sat Agua Viva y de redes de activistas como Oilwatch,
la Alianza Colombia Libre de Fracking y la Mesa Social
Minero Energética y Ambiental por la paz y, redes aca-
démicas como el Grupo de Alternativas al Desarrollo, la
Alianza por la Justicia Hídrica, y el Grupo de Ecología
Política de Clacso. Es magíster en Estudios Latinoameri-
canos de la Universidad Andina Simón Bolívar y docto-
rando en Cedla Universidad de Amsterdam.

289
Movimientos Sociales que Resisten a la
Megaminería y la explotación Hidrocarburífera

Alexandra Almeida Albuja


Pablo Lada
Tatiana Roa Avendaño

Pablo Lada: Integro el Movimiento Antinuclear del Chubut


(MACH) y las Asambleas socioambientales. Quiero comentar la his-
toria de resistencia al extractivismo en nuestra provincia, fundamen-
talmente a la megaminería o minería de gran escala. Estamos próxi-
mos a cumplir veinte años de resistencia, de una lucha que se inició
allá por el año 2002 en la zona de la Cordillera pero que actualmente
involucra a toda la provincia.
Muchos de nosotros llegamos a estas temáticas al entender lo que
significaba el impacto de una actividad extractiva como la megami-
nería en la salud, no sólo de las personas sino también de los ecosis-
temas y en el agua, por ejemplo, como vehículo que conecta toda la
biosfera, tanto por la contaminación de las fuentes de agua, como por
su apropiación.
Un ejemplo de lo que significa la gran minería lo podemos ver en
las consecuencias de la explotación del plomo en Argentina. Nos per-
mitió darnos cuenta que los impactos en la salud afectarían princi-
palmente a los niños, cuando vimos los casos emblemáticos de Abra
Pampa en Jujuy, donde hubo intoxicación y plomo en sangre en más
del 80% de las infancias; o en San Antonio Oeste (Río Negro) con

290
la mina Gonzalito donde el 40% de los niños se certificó que tenían
plomo en sangre.
Cuando aparecieron los primeros proyectos megamineros empeza-
mos a entender de qué se trataba este método extractivo a gran esca-
la. Las pioneras fueron las vecinas y vecinos de Esquel, que allá por
el año 2002 tuvieron que tirar del hilo para entenderlo ya que no ha-
bía tanta información como ahora y fueron construyendo conceptos
como la palabra “megaminería”. Incluso se nos enrostraba haberle
puesto un nombre que no existía, que no aparecía en el diccionario.
“No es megaminería, es minería”, decían, pero sirve para entender
una actividad de una escala mucho mayor que la minería tradicional
que conocíamos hasta ahora. Hoy ese concepto ha sido incorporado
hasta por el sector minero
Se trataba de comprender un nuevo método extractivo perverso,
de gran escala, que venía a movilizar millones de toneladas de roca,
a utilizar miles de litros de agua por segundo y elementos químicos
tóxicos que luego se iban a arrojar al ambiente para extraer una por-
ción muy pequeña de mineral dejando tras de sí un planeta devasta-
do. Esta es una práctica que ha ido arrasando con los minerales crí-
ticos y estratégicos. Para extraer esos minerales se utilizan métodos
cada vez más perversos, más destructivos, y que además buscan una
alta rentabilidad a cualquier costo.
Por 2002, cuando aparece el primer proyecto minero en Chubut,
el pueblo de Esquel se empieza a movilizar y en algunos meses de
resistencia consiguen una consulta popular, en la cual el 82% del
pueblo dice NO a la actividad. Pensamos que habíamos ganado, pero
nos equivocamos: ahí recién comenzaba la resistencia que aún hoy
no termina. Nuestra desgracia es la abundancia de minerales bajo
el subsuelo y sabemos que mientras haya minerales estas corpora-
ciones transnacionales, que son verdaderamente aves de rapiña, no
se piensan ir. En el año 2003 se sanciona en Chubut la primera Ley
de Argentina que prohíbe la minería a cielo abierto y el uso de cia-
nuro en las explotaciones mineras. Pero así y todo acá estamos, con

291
las corporaciones que no dejan de avanzar sobre el territorio, pero
también con una resistencia que se fue expandiendo, dando lugar al
movimiento de Asambleas socioambientales en Argentina, que luego
se expande a todo el territorio nacional, y a medida que las nuevas
leyes creadas en los años noventa permitían la entrada de estos capi-
tales a lo largo de toda la Cordillera de los Andes, empezaban a crecer
movimientos de resistencia en distintos pueblos de Argentina.
En Chubut en particular, según los especialistas, tenemos los ya-
cimientos de uranio más importantes de Sudamérica, además oro y
otros minerales, pero desde el año 2003 se encuentra frenada la acti-
vidad por la ley conseguida y por el pueblo movilizado.
Quienes vivimos en la zona costera empezamos a ver cómo se ex-
pandían a todo el territorio de la provincia las actividades de cateo y
exploración -que no se encuentran prohibidas, como sí sucede con el
caso de la explotación. En la zona de la Meseta se encuentra el pro-
yecto de plata y plomo sin desarrollar más grande del mundo, está
en manos de la corporación Pan American Silver, una minera cana-
diense que desde hace más de diez años viene colonizando el Estado
con funcionarios afines, buscando derribar la legislación e imponer
la apertura de la actividad que se encuentra prohibida por ley, pero
principalmente se encuentra prohibida por una creciente conciencia
que fue construyéndose a lo largo de los años.
En Chubut observamos un aspecto muy valioso: haber construido
una conciencia ambiental y en defensa del agua. Si vienen a nues-
tra Provincia, podrán encontrar que
en muchas ciudades, en cada esquina
carteles diciendo “No es No”, men-
sajes en los autos, en los comercios y
a la misma gente manifestando esta
oposición. A cada intento de avanzar,
la respuesta han sido movilizaciones
ciudadanas muy importantes. Tam-
bién hemos tenido la virtud de poder

292
construir un movimiento asambleario que está en todo el territorio
de la provincia, existe la Unión de Asambleas Comunidades de
Chubut (UACCH) que articula en todo el territorio y que vienen mo-
torizando actividades fundamentalmente con el tema de la megami-
nería y el agua.
En este camino sufrimos también represión, intentos de imponer la
megaminería por la fuerza y los palos, como en el año 2012 cuando
intentaron derribar la legislación con fuerzas de choque para-estata-
les. Desde el año pasado hay un proyecto en la Legislatura Provincial
llamado “Zonificación Minera”, un eufemismo para para permitir la
entrada de la actividad en una parte del territorio, en principio, para
después expandirla a toda la provincia. Este proyecto de ley ingresó
el año pasado en el medio de la pandemia y a pesar de la situación
que estábamos viviendo, se realizaron movilizaciones realmente ex-
traordinarias. Hubo represión, criminalización, pero logramos soste-
ner la ley que prohíbe la actividad minera metalífera
Estamos trabajando también para presentar una ley más prohibi-
tiva, que dé un corte definitivo a esta situación, porque la actual ley
conocida como “5.001” prohíbe la explotación pero no los pasos pre-
vios que define el código de minería, como la exploración, el cateo,
etc. Entonces esto deja abierta la puerta para que las empresas estén
en el territorio, porque aunque la actividad está prohibida en la me-
seta se encuentra Pan American Silver. Para esto construimos en el
año 2014 un proyecto de ley y utilizamos una herramienta que se
llama Iniciativa Popular, un mecanismo de participación ciudada-
na que nunca se había usado. Todo terminó en un escándalo, en un
fraude. En el medio de la sesión del tratamiento de nuestra iniciativa
popular, que buscaba ampliar la prohibición, fue fotografiado un le-
gislador recibiendo instrucciones de la minera trasnacional Yamana
Gold, de un directivo de esa empresa que le decía cómo tergiversar el
proyecto ciudadano. En este camino de resistencia hemos aprendido
sobre la colonización que padecen los Estados y cómo se digitan las
leyes. Por primera vez había una foto que exponía este accionar.

293
En el año 2020 volvimos a intentar en el medio de la pandemia
llevar adelante la Iniciativa Popular, y nuevamente terminó sin tra-
tamiento en una situación bastante escandalosa, no tan grave como
la anterior. Directamente no la trataron, aunque la Constitución pro-
vincial obligaba que los legisladores dieran tratamiento en el recinto
al proyecto de ley. A pesar de esta situación de pandemia que no nos
permitía movilizarnos, la cantidad de avales necesarios se multipli-
caron, esta conciencia creciente se pudo expresar a través de decenas
de miles de ciudadanos que avalaron el proyecto de ley para prohibir
definitivamente la megaminería.
Esto es lo que estamos viviendo en Chubut, un pueblo que durante
20 años ha entendido que el agua es el elemento vital a proteger en
un contexto de crisis civilizatoria que se traduce en la crisis climática.
En la Patagonia ya estamos sintiendo los impactos de la crisis climá-
tica: glaciares que retroceden; nuestros ríos que son de bajo caudal
porque la zona es semidesértica, cada vez tiene menos agua, menos
caudal. Habilitar la megaminería con el consumo de agua que repre-
senta realmente nos expone a un futuro muy difícil.
Otro de los antecedentes en la región es la resistencia a la instala-
ción de un repositorio nuclear, conocido como el “basurero nuclear
de Gastre” durante los años ´90, donde también hubo movilizacio-
nes muy importantes, las primeras grandes movilizaciones socioam-
bientales en la región. Se rechazó el intento de construir el primer
basurero nuclear de alta actividad. Querían traer desechos radioac-
tivos de Francia a Chubut. Esto también ha sido parte de este camino
de conciencia ambiental y de la resistencia que vienen construyendo
los pueblos.
En este momento el proyecto de “zonificación minera” se puso en
pausa porque estamos en elecciones en Argentina, y como en nuestra
zona buena parte de la sociedad rechaza la actividad guardan silen-
cio para no afectar el resultado electoral. El proyecto está congelado
en legislatura, pero sabemos que después del 14 de noviembre vol-
verán a la carga y habrá mucha movilización. Van a volver a la carga

294
con el intento de aprobar la actividad a pesar del fuertísimo rechazo
existente, ya lo está pre anunciando el gobernador que está alineado
con las empresas mineras.
Tenemos Asambleas en la cordillera, en la meseta, en la costa, en
el sur, un movimiento que se reúne constantemente, que articula y
extiende lazos de solidaridad con las comunidades originarias de
Chubut. En la provincia hay fuerte presencia de comunidades indí-
genas, y al igual que en Río Negro están sufriendo, acá en la meseta
se encuentra el Proyecto Navidad, que ya afectó las fuentes de agua
con los trabajos de exploración. Constantemente desde las ciudades,
desde los pueblos, articulamos en comunión con las comunidades
originarias que en este momento están siendo demonizadas en Ar-
gentina, justamente porque ocupan los lugares codiciados para el
extractivismo, tanto la minería como la explotación petrolera, en la
cordillera los negocios inmobiliarios, los pinos, las plantaciones exó-
ticas. Yo tengo mucha esperanza porque Chubut es un pueblo que
resiste, que construye, y que no va a bajar los brazos por más que lo
intenten.
En Argentina, además, existen pasivos ambientales de antiguas ex-
plotaciones en todo el territorio nacional. Por ejemplo, siete minas
de uranio promiscuamente abandonadas dejaron un legado de seis
millones y medio de toneladas de residuos tóxicos y radioactivos.
Esto nos señala que si permitimos que la minería uranífera se instale
en la región, nuestro río el que le da nombre a la provincia, el Río
Chubut, será el final, porque es un río de bajo caudal, apenas treinta
metros cúbicos por segundo y menos también.
Por esta razón marchamos desde el año 2002 todos los meses, los
4 de cada mes, recordando lo que fueron las primeras marchas en
Esquel rechazando la megaminería, pronto cumpliremos 20 años de
marchas ininterrumpidas. Y cuando vivimos situaciones límites mar-
cha toda la provincia, como pasó el año pasado cuando hubo hasta
cortes de rutas, los más importantes y duraderos que se recuerden
en la zona porque iban a avanzar con la apertura de la minería. Ter-

295
minó con la policía reprimiendo y sacándonos de la ruta, son movi-
lizaciones espontáneas. A veces somos pocos en las marchas, pero
cuando pasa algo se enciende la mecha y sale todo el pueblo. En esa
esperanza seguimos construyendo, haciendo la tarea que nos toca
hacer, socializar la información, cada cosa que vamos conociendo la
compartimos.

Tatiana Roa Avendaño: La historia la lucha de Censat Agua Viva


contra el desarrollo de proyectos petroleros ha sido inspirado en
gran parte en la lucha de Acción Ecológica y los espacios que Acción
Ecológica ha promovido tanto en el ámbito regional e internacional.
Censat es una organización que se crea en el año 1989, con poco más
de 32 años de trabajo. En esos primeros años de lucha definimos el
tema del petróleo y de la energía como asuntos centrales. Lo curioso
de ese momento es que en general había una aceptación social muy
fuerte hacia las actividades petroleras. Si bien había una crítica a la
actividad minera, no existía esa misma crítica a la actividad petrolera.
Era muy difícil en ese contexto promover iniciativas y el desarrollo
de trabajos de lucha contra la explotación de petróleo, y empezando
los años 90´s conocemos Acción Ecológica y nos invita a ser parte
de la Red Oilwatch, una red de resistencia a las actividades petrole-
ras constituida por organizaciones del sur que plantean una crítica
a esta sociedad petro-adicta, a una sociedad que se ha construido en
torno al petróleo y se ha configurado culturalmente, económicamen-
te, socialmente en torno al petróleo.
Esta red plantea un elemento importante, la colaboración sur-
sur, porque la mayoría de las redes en ese momento eran redes
norte-sur lo que de alguna manera imponía una lógica de traba-
jo, la lógica del norte, que ponía “las ideas y nosotros los casos”.
Esto permitió romper esa lógica de relacionamiento casi colonial,
y construimos así nuestras propias narrativas, nuestros propios
conceptos, nuestra forma de abordar las problemáticas y nuestras
maneras de resistir.

296
Trabajando en esta perspectiva nos encontramos en Colombia
con una lucha maravillosa, la lucha del pueblo U´wa a finales de los
90´s, un pueblo ubicado en la frontera con Venezuela en el oriente co-
lombiano. Este pueblo planteó en su lucha que el petróleo es “ruiría”,
y “ruiría” es la sangre de la tierra, y si sacan la sangre de la tierra el
planeta va a morir.
Esta lucha coincide con la del pueblo Embera Katío, un proceso
de resistencia contra una gran represa sostenida por dos pueblos in-
dígenas que visibilizaron debates muy importantes a finales de los
años 90´s. Estas luchas permean muchas de los procesos de defensa
territorial que se suceden en el continente, e incluso en el mundo, se
junta también con todo el universo de luchas que hay en Ecuador, o
luchas como las del pueblo Ogoni en el delta del Níger, de las comu-
nidades indígenas en el delta del Orinoco, quienes desde lenguajes
más culturales y espirituales manifiestan el por qué no a la explota-
ción, dándole un valor simbólico y cultural.
Son ontologías que se conflictúan con estas formas de explotación
que se quiere imponer en los territorios, y esto transgrede la forma
como tradicionalmente se habían realizado las luchas contra el pe-
tróleo, que comúnmente buscaban la mejora de los estudios de im-
pacto ambiental, o la localización de la mina, o llamar al técnico que
brindará elementos para dar la lucha. Pero ya no son esos los ele-
mentos que empiezan a ganar fuerzas, sino los elementos simbólicos
y culturales frente a los que un geólogo o un técnico no tienen nada
que decir.
El Siglo XX termina y se logra frenar la actividad petrolera en el te-
rritorio Uwa, y con el nuevo siglo, al igual que en todo el continente,
aparece un boom de proyectos relacionados con el “consenso de los
commodities”. De esta manera empieza a aparecer en Colombia en
particular, pero también en Argentina con Vaca Muerta y los proyec-
tos de yacimientos no convencionales en Norteamérica, el fracking.
Desde el año 2008 en Colombia el gobierno empieza a hacer inten-
tos de reglamentar los yacimientos no convencionales, en particular

297
del fracking, pero en completo sigilo y con desconocimiento por par-
te de las comunidades, sin procesos de consulta o de socialización.
En este contexto, desde Censat Agua Viva empezamos a rastrear lo
que estaba ocurriendo con la industria petrolera y encontramos que
en Colombia se quería implementar el fracking. A partir de aquí nos
encontramos con los compañeros del Observatorio Petrolero del
Sur y con grupos de Bolivia, Chile, Uruguay, Honduras, para empezar
a hablar y compartir conocimientos.
A estos procesos los caracterizamos como energías extremas. Hay
proyectos en todo el país no solamente de fracking, sino también de
combustión in situ y extracción petrolera en el mar, esto se debe a
que estamos en una era en la que los yacimientos convencionales se
han agotado.
En este contexto, encontramos que el fracking es la actividad que
genera mayor preocupación, debido a una serie de materiales que
empiezan a rondar por las redes sociales que muestran el nivel de
contaminación generada en Estados Unidos. Lo que empezó de ma-
nera muy incipiente en Censat Agua Viva, al escribir una serie de do-
cumentos cortos explicando qué estaba pasando y realizar una serie
de eventos, da lugar a la primera Jornada Nacional Anti Fracking.
Ya para el 2017 hay una serie de procesos, pero en particular un pro-
ceso en el Magdalena Medio que es el de Cordatec en San Martin
Cesar. Un proceso joven, que en menos de un año logra realizar tres
mega marchas en su municipio con toda la comunidad en la calle
luchando contra el fracking. En 2017 se realiza la segunda Jornada
Contra el Fracking la cual convoca muchísima gente. Se realizó un
curso para activistas, con la participación de académicos activistas,
ex ingenieros de petróleo, y se constituye la Alianza Colombia Li-
bre de Fracking, una articulación multisectorial en la que partici-
pan organizaciones de todo tipo, incluyendo los trabajadores de la
industria petrolera. Esto fue inspirado en organizaciones del sur de
Argentina, de Neuquén, las comunidades indígenas, el Observatorio
Petrolero Sur y muchas otras organizaciones, con las cuales empe-

298
zamos a generar intercambios, encuentros, escribir documentos e
informes, constituyendo luego la Alianza Latinoamericana Contra el
Fracking.
La Alianza Colombia Libre de Fracking logra articular más de 100
organizaciones en una sola demanda: “No al Fracking en Colom-
bia”. Y en este sentido, no hay posibilidad de una grieta que se nos
meta en el medio, porque existe consenso incluso con los trabaja-
dores petroleros, el principal sindicato de la industria del petróleo
dice “No al Fracking en Colombia”. Logramos atraer a artistas de re-
nombre, generar estrategias en diferentes ámbitos, ya sea jurídico,
comunicativo, estrategias de movilización y organización, por lo que
hemos logrado durante todos estos años frenar el avance del fracking
en Colombia.
En este sentido, hemos presentado dos proyectos de Ley, y estamos
elaborando un tercero para prohibir el fracking, y cada vez son más
los senadores que acompañan, en esta nueva legislatura tenemos al-
rededor de 50 congresistas. Sabemos que difícilmente, con el actual
congreso, será aprobado un proyecto de Ley contra el fracking, pero
hemos logrado a principio de este año alrededor de 6 audiencias pú-
blicas con la participación de tres relatores de Naciones Unidas que
dijeron “No al fracking”, y una permanente movilización social.
Además, hemos avanzado en plantear ya no solamente la lucha
contra el fracking sino contra los yacimientos no convencionales.
Esto permite retomar en Colombia una idea que hasta ahora no había
logrado tener fuerza y poner en la agenda nacional el tema de dejar
el crudo en el subsuelo, una demanda que surge de una iniciativa
ecuatoriana pero que empieza a expandirse en otros países, como
Costa Rica donde se logra la moratoria la actividad petrolera, o el Ca-
ribe, donde se logra frenar la explotación petrolera en el archipiélago
de Providencia. La demanda de dejar el crudo en el subsuelo, que
era básicamente de activistas y comenzó en los 90´s cuando Oilwatch
planteó la moratoria a la actividad petrolera lo que parecía radical,
hoy empieza a estar también en la agenda de la institucionalidad que

299
nota la necesidad de ponerle límite a la explotación de los combusti-
bles fósiles, a nuevos proyectos, y esto nos ha llevado al debate sobre
la transición energética.
En la actualidad, el debate sobre la transición energética gana cada
vez más fuerza, más organizaciones plantean sus propias propuestas.
Hay una propuesta corporativa, institucional, neoliberal, de una tran-
sición energética que se basa fundamentalmente en un cambio tecno-
lógico de proyectos fósiles por renovables a gran escala de energías
renovables fundamentados para sostener este modelo de muerte. De
otro lado, existe la posibilidad de una transición realmente arraigada
en las comunidades, en la perspectiva de un cambio cultural que im-
plique profundas transformaciones en nuestras sociedades.

Alexandra Almeida Albuja: Acción Ecológica es una organización


ecologista ecuatoriana que ha cumplido 35 años de vida trabajando
en territorios donde se han implementado proyectos que causan im-
pactos ambientales, impactos sociales, culturales, y en los derechos
de la naturaleza. En ecuador se reconoce a la naturaleza como sujeto
de derechos, y nosotros incluimos también estos derechos constitu-
cionales en las luchas que vamos realizando.
Hace 54 años, en Ecuador, ingresó la primera empresa petrolera,
Texaco de los EEUU pero que hoy se llama Chevron ya que se fusio-
naron -también se encuentra en Argentina. Esta actividad comenzó
en territorio de la nacionalidad Kofán y afectó a varios pueblos in-
dígenas como Kofán, Siekopai, Siona, Kichwa y Waorani. A partir
de los años 80 el gobierno de Ecuador amplió las fronteras de esta
actividad y empezó a realizar una serie de licitaciones para atraer
la inversión extranjera, destinando para las operaciones bloques de
200 mil hectáreas cada uno, de bosque húmedo tropical, el ecosiste-
ma de la Amazonía.
Los resultados han sido nefastos, porque extraer petróleo implica
ocupación de los espacios, contaminación de aguas, ríos, lagunas,
contaminación de suelos impidiendo que luego sirvan para la agri-

300
cultura, contaminación del aire debido a la quema del gas asociado
al petróleo que sale del subsuelo en unos tubos que le denominan
mecheros, y liberación de gases de efecto invernadero. Todo esto ha
causado una importante pérdida de biodiversidad en un ecosistema
ricamente biodiverso.
A partir de esto, hemos realizado un seguimiento desde Acción Eco-
lógica, a través del monitoreo a esta industria, evaluando este impac-
to y visibilizándolo. Pudimos observar que el resto de provincias en
Ecuador estaban orgullosas de ser un país petrolero, pero no sabían
a qué costo sucedía esto, no conocían la destrucción que se producía
en la Amazonía.
Otra de las actividades centrales fue comenzar a trabajar con comu-
nidades originarias y campesinas para realizar lo que denominamos
un monitoreo ambiental comunitario: las propias comunidades
afectadas eran las llamadas al control de estas actividades. A través
de la capacitación, el objetivo fue que las comunidades afectadas en
sus derechos y en defensa de sus territorios pudieran realizar esta
labor. De este modo formamos una red de monitoreo ambiental co-
munitario, para que además del control, éstas puedan realizar pro-
puestas desde las mismas bases para los procesos de recuperación y
reparación integral de las zonas contaminadas.
En la parte norte de la Amazonía, donde actualmente hay operacio-
nes petroleras el monitoreo comunitario es una herramienta de re-
sistencia. Ha permitido la capacitación de las comunidades respecto
a sus derechos vulnerados, en técnicas para hacer análisis de agua
in situ utilizando equipos móviles, y recoger toda la información de
las afectaciones. Esto ha servido para fundamentar sus demandas,
para hacer denuncias públicas e incluso demandas legales. Por eso
también ha sido una herramienta de resistencia para la población y
para proponer alternativas desde las mismas comunidades ante esta
actividad.
En la región sur de la Amazonía los gobiernos están intentando
también hacer explotación petrolera a través de licitaciones, pero no

301
lo han logrado debido a la resistencia de las organizaciones indíge-
nas principalmente. Un caso muy famoso en Ecuador, es el caso de la
comunidad de Sarayaku, una comunidad Kichwa amazónica, que a
pesar de que el gobierno firmó una concesión a una empresa petro-
lera argentina llamada CGC, la empresa nunca pudo entrar a operar
en ese territorio por la resistencia de la comunidad. Hubo muchos
años de lucha, y tuvieron un papel protagónico las mujeres en estas
luchas. Cuenta una anécdota que hubo un tiempo en que los hom-
bres estaban tentados a negociar con la empresa, y fueron las muje-
res quienes amenazaron a éstos diciendo que si ellos dejaban entrar
a las empresas petroleras, ellas no les iban a preparar chicha, una
bebida tradicional de los indígenas. Este caso llegó incluso a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, donde el pueblo Sarayaku
ganó una demanda contra el Estado ecuatoriano por violar sus dere-
chos al intentar imponerles la actividad petrolera.
A pesar de esto, se ha intentado continuar con las licitaciones pe-
troleras en esos territorios del sur, pero fracasaron, y una de las cau-
sas más importante de ese fracaso fue la resistencia de las organi-
zaciones indígenas. Para esto, el gobierno realizó muchas reuniones
a nivel internacional en diferentes ciudades para promover estas
explotaciones, para ofrecer estos bloques petroleros a las empresas,
pero afuera de cada uno de los edificios donde se daban estas reu-
niones se encontraba un grupo de indígenas diciendo “no nos han
consultado, no queremos petróleo en nuestros territorios, no vamos
a permitir su entrada”, y esto tuvo un impacto muy grande en los me-
dios de comunicación de esos países, e incluso en Calgary se llegó a
suspender la reunión.
En resumen, tenemos en Ecuador dos tipos de resistencia a la ex-
plotación petrolera. Una es en el sur de la Amazonía, con organiza-
ciones indígenas que han protagonizado estas luchas de diversas
maneras e iniciativas. Por ejemplo, el pueblo Zápara, cuando una
empresa china se quiso instalar en su territorio, en un pozo explo-
ratorio abandonado desde los años 80, tomaron ese lugar e hicie-

302
ron sus casas, sus chacras, porque era mucho más difícil que una
empresa entre y destruya las casas de indígenas y sus chacras con
los cultivos.
Y en el norte de la Amazonía, con el monitoreo ambiental comunita-
rio se ha logrado articular a organizaciones y comunidades. Tenemos
la experiencia de una escuela de formación en vigilancia ambiental
y en soberanía alimentaria que se llama Orquídeas Amazónicas, un
grupo de mujeres de las seis nacionalidades indígenas que viven en
el norte de la Amazonía, que están formándose y que vienen reali-
zando esta vigilancia desde sus territorios.
En estos momentos con respecto a la política hidrocarburífera, el
nuevo gobierno tiene el objetivo de duplicar la extracción petrole-
ra, están extrayendo 500 mil barriles diarios y quieren llegar a un
millón de barriles diarios. Incluso han hablado de implementar frac-
king para poder duplicar la extracción petrolera, o incluso realizar
explotación en zonas llamadas intangibles.
Un caso especial en Ecuador es el Parque Nacional Yasuní, uno de
los lugares más biodiversos del mundo y hogar de pueblos indígenas
en aislamiento voluntario. En esta área protegida se encuentran los
campos petroleros Ishpingo, Tambococha, Tiputini (ITT). En el año
2007 el expresidente Correa lanzó la propuesta de no explotar este
lugar, de dejar el petróleo en el subsuelo, pero no tenía realmente las
intenciones de ejecutar esa propuesta, sino que lo utilizó porque le
daba buena imagen internacional. De hecho, durante el gobierno de
Correa se comenzó a explotar Tiputini, después del presidente Le-
nin Moreno entró a Tambococha, y ahora el presidente Lasso quiere
entrar a Ishpingo, pero este se encuentra dentro del área protegida,
dentro del área intangible del Yasuní, y por lo tanto está prohibido.
La propuesta Yasuní tenía argumentos muy fuertes: no extraer el
petróleo para no destruir uno de los ecosistemas más biodiverso del
mundo, no cometer un genocidio con los pueblos indígenas en aisla-
miento voluntario, no contribuir al problema del cambio climático,
ya que el único petróleo que no va a ser quemado y emitir gases de

303
efecto invernadero, es el petróleo que se mantenga en el subsuelo,
y el último argumento era demostrar que existe la posibilidad de
no basar la economía de un país en la extracción de un recurso no
renovable como es el petróleo, conseguir recursos económicos sin
destruir la naturaleza, era dar un primer paso hacia una etapa de
transición necesaria en Ecuador. Una transición hacia una civiliza-
ción post petrolera.

Pregunta: ¿Cuál es la importancia del Monitoreo Ambiental Co-


munitario?

Alexandra Almeida Albuja: A diferencia de los monitoreos ambien-


tales técnicos realizados por las empresas o por universidades los in-
dicadores utilizados en el monitoreo comunitario dan prioridad a la
observación, es decir que las poblaciones tengan la capacidad de ver
los cambios en los territorios y dejar registro de esto. En este sentido,
los órganos de los sentidos son los equipos más sofisticados, ya que
no necesitan ni cambiar la batería o calibrarlos, lo tienen en su pro-
pio cuerpo, y con eso evidencian cambios en color, cambios en olor,
en diferentes aspectos que nos indican que ha habido algún tipo de
contaminación. Todo esto se registra por períodos, es como una inves-
tigación, pero como viven en la misma comunidad esa investigación
la pueden realizar con mayor facilidad. Entonces, por ejemplo, cada
mes se miden determinados parámetros o indicadores, y al registrarse
siempre del mismo modo es una investigación científica, porque sigue
un método. De esta manera, se obtienen reportes que tiene validez in-
cluso para una demanda legal. Otro ejemplo es la evaluación de indi-
cadores biológicos o bioindicadores, que se realiza al observar deter-
minadas especies que indican los cambios, por presencia, ausencia o
abundancia, de individuos de una especie en el territorio. Se pueden
utilizar incluso indicadores químicos, tomar muestras de agua, de sue-
los, y que aprendan a interpretar resultados y registrarlos, con eso se
elaboran informes válidos que empoderan a la comunidad.

304
Preguntas: ¿Cuáles son los posibles escenarios de cara al futuro
en este contexto de crisis? ¿Cuáles podrían ser las salidas a esta
crisis?

Pablo Lada: Me considero una persona esperanzada, porque más


allá del panorama difícil que implica atravesar esta crisis civilizatoria
estamos ante las puertas de una transición necesaria, que podrá ser
ordenada o a los cachetazos, pero en ese camino nos encontramos
con compañeros y compañeras que están trabajando en agroecología,
pensando otras formas de vivir, intentando salir del consumismo, y
esta sumatoria es la base que tenemos para el futuro.
En Chubut hay una conciencia ambiental construida, y creo que lo
mismo está pasando a nivel global. Por ejemplo, estamos viviendo la
crisis hídrica con tanta fuerza este año en distintos puntos del terri-
torio nacional, con imágenes de ríos que parecen arroyos, que mucha
gente se empezó a enterar. En las próximas décadas en la Patagonia
se verá una baja de los caudales de agua del 30-40%, todo esto
hace que la sociedad que no está involucrada en la lucha o
las resistencias comience a comprender el alcance en lo
personal.
Están llegando apuestas que por momentos parecen
muy embrionarias, otros modos de pensar la economía,
una producción a escala de los pueblos para la ne-
cesidad de los pueblos, si sostenemos una actividad
tiene que ser respetando el ecosistema que es fuente
de vida.
La lucha contra la megaminería nos re-
galó algo valioso: reconstruir lazos co-
munitarios que no teníamos hace 20
años, las mismas asambleas, con to-
dos sus retrocesos y sus avances, sus
discusiones, nos permiten recons-
truir comunidad y ese es el camino.

305
Tatiana Roa Avendaño: Se estima que el pico de los yacimientos
convencionales de petróleo fue a principios de este Siglo, que se dio
simultáneamente con el pico de muchos materiales primarios. Esta-
mos viviendo un momento de disminución y franca decaída de las
reservas de energéticos y materiales. En contrapartida, el nivel de
consumo se incrementó de modo alarmante. Por ejemplo, durante
este siglo hemos utilizado más cobre que en la historia previa al siglo
XXI. Por esto, autores como Luis González Reyes plantean que no va
a haber materiales ni minerales suficientes para una transición ener-
gética basada en los niveles de consumo actuales, con grandes pane-
les solares o grandes molinos que están arrasando con los bosques
de balsa de toda la cuenca amazónica, madera utilizada para cubrir
las aspas de estos molinos.
Ninguna otra fuente de energía puede sostener esta sociedad pe-
tro-adicta y sus niveles de consumo. Esto significa que no podemos
limitarnos a realizar una mera transición tecnológica, sino que debe-
mos impulsar una transición cultural, que conlleve transformaciones
profundas de la sociedad. Tenemos un sistema agroalimentario com-
pletamente deficitario, es absurdo que estemos moviendo alimentos
alrededor del mundo, cuando el alimento podría tener ciclos mucho
más cortos como la propuesta de alimentos “Cero Kilómetros”.
Este mundo en las próximas décadas va a tener un freno, no sola-
mente porque el planeta sufra un colapso, sino porque en realidad no
va a poder seguir funcionando el sistema de consumo como lo hace
actualmente, y las transformaciones van a ser veloces.
En Santander, estamos desarrollando una escuela de la energía,
una escuela para energías comunitarias donde se forman técnicos
comunitarios que van a manejarlas. Y no es solamente tecnología eó-
lica o solar, también biomasa, la fuente energética que nos ha soste-
nido durante el 97% del tiempo de los seres humanos en la Tierra y
seguirá haciéndolo. La urgencia está en meternos ya en esas trans-
formaciones, en volver a caminar, en volver a la bicicleta, en cultivar
nuestros alimentos, en cocinar nuestros alimentos.

306
En Bogotá, la gente está desarrollando un proceso que llama la
paca digestora, donde lleva sus residuos orgánicos, y en un proceso
de compactación de esos residuos de jardinería y de prados que se
poda en los parques, se recuperan espacios públicos, se deja de en-
viar residuos al basurero de Doña Juana que genera problemas para
la gente que vive en los alrededores. De esta manera en torno a la
paca se ha venido formando un tejido social donde la gente de la ciu-
dad se encuentra en el parque para procesar sus residuos, pero tam-
bién para hacer su huerta, para conversar sobre los problemas del
barrio, para recuperar el parque. Estas experiencias son esas semi-
llas de esperanza que nos pueden dar perspectivas de construcción
de otro mundo, de todas estas islas emergerá un gran continente de
sustentabilidad.

Alexandra Almeida Albuja: Es necesaria una transición energé-


tica, pero esto no significa cambiar solamente la fuente de energía
y continuar acaparándola en pocas empresas que monopolizan el
mercado. En este sentido, tenemos en las denuncias de la población
zapoteca en Oaxaca México, afectados por la instalación de aeroge-
neradores en sus territorios por lo cual han sido desplazadas las co-
munidades indígenas, afectadas en su soberanía alimentaria porque
fueron instalados en las tierras donde sembraban su maíz endémico
de la zona y que no había en ninguna otra parte del mundo.
Necesitamos construir propuestas propias, adaptadas a cada una
de las realidades de los territorios y teniendo en cuenta las dimen-
siones de los proyectos.
Es decir, ¿qué es lo que se necesita? ¿cómo satisfacer primero las
necesidades propias?
Para esto es necesaria una transición que tenga como base la par-
ticipación de la población, de las comunidades locales, por los afec-
tados de los proyectos petroleros y mineros, que de ellos mismos
surjan las alternativas. No podemos hablar de una transición si pen-
samos que vamos a salir del extractivismo con más extractivismo,

307
es contradictorio. Para comenzar una etapa de transición debemos
frenar los grandes proyectos destructivos, no ampliar las fronteras
petroleras y mineras. Debemos ir recuperando estos sitios y hacien-
do una reparación integral, y en consonancia cerrar estos grandes
proyectos e implementar alternativas desde las comunidades, recu-
perando los saberes ancestrales.

Pablo Lada: Nosotros vivimos el mundo en la era de la abundan-


cia, fuimos la generación que nos tocó vivir un momento histórico en
el cual el consumo de energía puso en juego los límites del planeta
como ecosistema, pero esto ya no será posible. Las energías renova-
bles se podrán utilizar a escala mucho más pequeña, para un mundo
más austero, con otra mirada sobre la energía, pero sobre todo, un
mundo que necesariamente debe ser más justo.

308
Agradecimientos

A quienes nos acompañaron en la co-organización: Médicos del Mun-


do Argentina, ReACT-LA, UCCSNAL y Colegio de Médicos de la 2da
circunscripción de Santa Fe.

A la oficina Cono Sur de la Fundación Rosa Luxemburgo, que confió


en nosotros y nos apoyó incondicionalmente en el armado y sosteni-
miento del Congreso y de este libro.

A les disertantes que aceptaron ser parte de este sueño, compartien-


do sus saberes, haceres y sentires en el proceso de cuidar la salud de
la Madre Tierra en contextos tan complejos, y además revisaron con
paciencia las transcripciones realizando nuevos aportes y correccio-
nes para dar forma a cada uno de los capítulos de este libro. A ellos y
ellas, gracias por la posibilidad de RE-CORDAR.

A quienes se inscribieron y participaron de este nuevo inédito que


también fue posible a través de sus trabajos, sus preguntas o su pre-
sencia en cada una de las charlas.

A quienes hacen carne la defensa de la Vida y los Territorios, y com-


partieron con nosotres sus historias y sus luchas: Campaña Pluri-

309
nacional por el derecho al agua para los pueblos, Acción Ecológica
(Ecuador), el Movimiento por el Agua y los Territorios (Chile), Asam-
blea por el Agua de Mendoza (Argentina), Guardianes de la Laguna
(Perú), Unión de Asambleas Ciudadanas de Chubut (Argentina), el
Foro Ecologista de Paraná (Argentina), Piuké (Argentina), Censat
Agua Viva (Colombia), Movimiento para la Salud de los Pueblos (Lati-
noamerica), Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas,
Indígenas y Negras del Ecuador, Amigos de la Tierra Uruguay, Unión
de Trabajadores de la Tierra (Argentina), Ecologistas en Acción (Es-
paña), OPSUr (Argentina), los pueblos MayaKaqchikel, Kichwa, Ma-
puche. A estos Pueblos, Organizaciones y cada une de les compañe-
res que hacen parte de ellas, gracias por RESISTIR.

A Salud Sin Daño (Global), ISIUM (Australia), Base-IS (Paraguay),


UCCS (México), Colectivo Trigo Limpio (Argentina), la Red CALISAs
(Argentina), Centro de Tecnología Biomédica (Universidad Politéc-
nica de Madrid, España), FLACSO (Latinoamerica), SOCLA (Latinoa-
merica), y los 51 equipos de investigación que presentaron trabajos
en el Congreso, quienes desde espacios académicos, institucionales,
científicos, tienen siempre presente que el sentido de su praxis está
indisolublemente ligado a los pueblos y sus territorios.

A Biodiversidad LA, la Agencia Tierra Viva, la cooperativa La Vaca,


por difundir cada actividad y construir espacios donde las voces de
la tierra puedan resonar.

A la Universidad Nacional de Rosario por darnos respaldo para ser y


hacer, en tiempos tan mezquinos dentro de nuestra Facultad.

A Carlos Galano, por acompañarnos desde el inicio de Salud Socioam-


biental, invitándonos a zambullirnos en la incertidumbre, desde el
Pensamiento Ambiental Latinoamericano.

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Al maestro Jaime Breilh, quien no dudó en aceptar la invitación a pro-
logar este Libro que, esperamos, se transforme en una herramienta
que acompañe las construcciones de los futuros saludables que so-
ñamos.

Al querido y eterno Carlos Vicente, por su palabra justa, su apoyo


permanente, sus abrazos calurosos, sus miradas críticas, su siembra
inclaudicable. Por enseñarnos que todas las luchas son una sola: “la
lucha por un mundo mejor”.

A todo el equipo del Instituto y la Materia Salud Socioambiental, por


mantener viva la mística de los sueños, sosteniendo firmemente el
timón en los tiempos de tormentas, sin dejar que los dolores nos qui-
ten la alegría de las construcciones colectivas y compartidas que hoy
nos permiten RE-EXISTIR.

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