Tarea 1 - Modulo Vii
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COCHABAMBA - BOLIVIA
2020
INTRODUCCION
A manera de trabajo conclusivo dentro del Diplomado en Derecho Administrativo, bajo la consiga
de afianzar los conocimientos adquiridos dentro del presente modulo y a efectos de cumplir con el
cometido de realizar un resumen y análisis crítico utilizando legislación comparada, de la lectura de
apoyo seleccionada y así mismo plantear una conclusión , recomendación y aporte (opinión,
criterio, que se puede cambiar para mejorar nuestra legislación) respecto al tema elegido; es
menester conceptualizar en rasgos generales El Control Jurisdiccional de la Administración
Pública, para un mejor desarrollo temático y didáctico, con el objetivo de generar y/o actualizar
conocimientos.
El control jurisdiccional de la administración pública constituye uno de los rasgos esenciales del
Estado social de derecho, y quizá el más trascendental, pues posibilita la vigencia pragmática de
otros de los caracteres inherentes al mismo, pues si media un control efectivo, regirán plenamente
los principios de legalidad (sometimiento de la administración al ordenamiento jurídico escrito y no
escrito), de separación de funciones, etc., y desde luego, habrá un mayor respeto de las libertades
y derechos constitucionales de los administrados.
En el caso de Bolivia el Control Jurisdiccional conlleva una importante evolución, que se detallara y
analizara en el presente trabajo y a partir de su análisis se plantearan las conclusiones,
recomendaciones y aportes respectivos.
1. Control y Constitución
En el marco del Estado de derecho, como Estado constitucional, existe un nexo indisoluble entre
Constitución y control.
El control, desde una perspectiva general, le atribuye eficacia a las situaciones jurídico-
sustanciales del administrado (llámense derechos subjetivos o intereses legítimos), además de
asegurar la vigencia de las normas, principios y valores constitucionales.
En este sentido se tiene que la sentencia SCP 0121/2012 de 2 de mayo, El principio de aplicación
directa de los derechos, la superación formalista del sistema jurídico y se constituye en un
postulado para consolidar el valor normativo de la Constitución Política del Estado:“...la premisa en
virtud de la cual se debe asegurar la eficacia máxima de los derechos fundamentales, exige en
términos de teoría del derecho, la superación de una concepción ius-positivista y formalista del
sistema jurídico, e implica la adopción de postulados jurídicos enmarcados en cánones
constitucionales no solamente destinados a limitar el poder, sino fundamentalmente direccionados
a consagrar y consolidar la vigencia material de los derechos fundamentales
La historia de las relaciones del ciudadano frente al poder se resume en el dualismo irreductible y
permanente entre "libertad y autoridad", "abstención e intervención", o más precisamente
"subsidiariedad y razón de Estado".
En ese sentido, el debido proceso, tiene la importancia dentro de este equilibrio de prerrogativas y
de garantías, SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0839/2015-S2 de fecha 20 de
agosto de 2015 determino:
El art. 115.II de la CPE, prevé: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la
defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones”. Por
su parte, el art. 117.I de la misma Norma Suprema, señala: “Ninguna persona puede ser
condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá
sanción penal que no haya sido impuesta por autoridad judicial competente en sentencia
ejecutoriada”. Disposiciones constitucionales que concluyen que ninguna persona puede
ser susceptible a una sanción sin que previamente no se le hubiera otorgado la posibilidad
de defenderse, presentar pruebas de descargo y ejercer su derecho a la defensa
debidamente. En ese marco de ideas se pronunció este órgano de constitucionalidad
definiendo al debido proceso como el derecho de toda persona: “…a un proceso justo y
equitativo en el que sus derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas
generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar ...” (SC
0418/2000-R de 2 de mayo); “…comprende ‘el conjunto de requisitos que deben observarse
en las instancias procesales’, a fin de que ‘las personas puedan defenderse adecuadamente
ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus derechos…’" (SC
1276/2001-R de 5 de diciembre).”
Pese a las múltiples críticas al contencioso-administrativo, señalándose sus disfunciones, como por
ejemplo su incapacidad para conseguir la sumisión de los poderes públicos al ordenamiento
jurídico, y su idoneidad para satisfacer las pretensiones fundadas en derecho administrativo,
ataques que han dado lugar a la búsqueda de nuevos métodos o sistemas de control de la
administración pública (crisis, ocaso, decadencia del contencioso-administrativo), no puede
negarse el alto grado de importancia y perfección alcanzado, hasta ahora, por el control
jurisdiccional, por lo que se ha afirmado que "...la mejor fiscalización de la actividad administrativa,
la que reúne mayores garantías jurídicas es la realizada por los tribunales...".
El principio de la separación o división de las funciones estatales, que tiene pleno reflejo en la
Constitución Política, posee por clave de su estructura la contención del poder, para lo cual es
necesario arbitrar un sistema de pesos, contrapesos, frenos y límites recíprocos ("cheks and
balances"), y de esa manera lograr un balance o equilibrio de poderes en aras de garantizar la
libertad ciudadana.
En suma, la separación de funciones, rasgo característico del Estado social de derecho, presupone
"...la existencia de un poder judicial independiente que controla la actuación de la administración y
los poderes públicos y garantiza los derechos de los ciudadanos".
De otra parte, el control jurisdiccional posibilita la vigencia efectiva del principio de legalidad pues
por su medio "cualquier acto o conducta, positiva o negativa, de la administración y de sus agentes
puede ser sometida al enjuiciamiento por parte de órganos judiciales, a instancia de cualquier
persona o entidad (pública o privada) a quienes dichos actos o conductas lesionen en sus
derechos o intereses".
Uno de los rasgos definitorios o presupuestos esenciales del Estado de derecho lo es el control
judicial (jurisdicción contencioso administrativa), es decir, aquél concepto no se agota en la
legalidad de la función administrativa (sometimiento al ordenamiento jurídico) sino que presupone
una serie de instrumentos de fiscalización.35
Conviene aclarar cómo no todo Estado de derecho es tal, pues puede distinguirse un nivel jurídico
y otro ideológico-sociológico, no basta crear y utilizar un ordenamiento normativo para
denominarse Estado de derecho, es necesario, adicionalmente, que el Estado este autolimitado
también por el reconocimiento y protección de los derechos fundamentales del ciudadano y que la
ley sea expresión de la voluntad general, que provenga de una asamblea de representación
popular libremente elegida, no de una individual o sectorial, y que vincule y limite a los poderes
públicos.
Efectivamente, el control jurisdiccional resulta ser más imperioso en el Estado social, pues a éste
es inherente una corriente recíproca de socialización del Estado y estatalización de la sociedad que
demanda la efectividad de las limitaciones y del control.
El control jurisdiccional de la administración pública, indubitablemente, constituye un medio para
mantener el Estado Social de derecho, pues le garantiza al administrado una serie de derechos y
prestaciones, y de otra parte, combate las arbitrariedades y abusos de la administración en su rol
intervencionista o como dadora de prestaciones positivas.
Los órganos judiciales ocupan en el ordenamiento jurídico boliviano, una especial posición como
garantes de los derechos fundamentales que, en ejercicio de su función de tutela jurisdiccional
ordinaria, redundan en una mayor eficacia de aquellos, el punto saliente de la justicia administrativa
es mantener esa observancia de la Ley y el Derecho.
Una vez separados todos los asuntos contencioso administrativos de la jurisdicción ordinaria por la
disposición, por Decreto Supremo de 26 de junio de 1858 se sanciona la Ley de organización de
tribunales y modo de proceder en los negocios contencioso-administrativos y en los juicios
coactivos de apremio y pago.
El mencionado Decreto constituyó los respectivos tribunales administrativos con los jefes políticos
de cada Departamento (anteriores Prefectos y actuales Gobernadores), un vocal de la
Municipalidad y el Administrador del Tesoro y les atribuyó conocer de todos los asuntos
contenciosos administrativos que ocurran en el Departamento y en los relativos a cuentas
emergentes de la administración de los intereses fiscales del Departamento. En estos procesos el
Jefe Político sustanciaba por sí solo, los asuntos contencioso-administrativos, hasta ponerlos en
estado de sentencia. Los Jefes Políticos de las Provincias conocían los asuntos de igual naturaleza
por sí solos, dentro de sus respectivas circunscripciones, con apelación ante los tribunales
departamentales.
Llama la atención que en este tipo de procesos el mencionado Decreto Supremo disponía que en
los Tribunales administrativos se pudiera litigar sin el ministerio de abogados y procuradores; y
tampoco se exigieran derechos procesales. Las demandas en lo contencioso-administrativo, se
entablarían por medio de un escrito o memorial, que se comunicaría en traslado a la parte
demandada.
No existía recurso de apelación contra las providencias interlocutorias; y las nulidades y agravios
que con ella se causaren, se ventilaban y decidían al mismo tiempo que los recursos que se
interponían contra las sentencias definitivas. Tampoco había lugar al recurso de apelación en las
sentencias pronunciadas en los negocios, en que se litigue un valor que no pase de trecientos
pesos.
Los casos en que corresponde a la Comisión permanente del Consejo de Estado conocer en
primera y única instancia son: 1º de las demandas contenciosas sobre subsistencia, recisión y
efectos de los remates y contratos celebrados directamente por el Gobierno: 2° de las demandas
contenciosas á que den lugar las resoluciones supremas, cuando el Gobierno acuerde someter al
conocimiento del Consejo las reclamaciones de las partes.
Además el profesor Gutiérrez rescata el criterio de Corte Suprema que manifiesta que no
existiendo ningún conflicto de derecho provocado por una resolución del Ejecutivo, las causas de
carácter contencioso-administrativo ordinario deben ser resueltas por el juez de partido y no por la
Corte Suprema, que sólo conoce en primera y única instancia de las demandas contencioso-
administrativas a que dan lugar las resoluciones gubernativas. Así, las causas de carácter
contencioso-administrativo ordinario deben ser resueltas por el juez de partido, reservándose al
conocimiento privativo de la Corte Suprema las demandas contencioso-administrativas a que den
lugar las resoluciones gubernativas.
Por la referencia que otorga el profesor Gutiérrez, en la práctica administrativa de aquella época,
raros eran los casos en los que se promovía contención administrativa con motivo de resoluciones
prefecturales, pues era necesario apurar la vía gubernativa y llegar ante una autoridad de cuya
decisión no sea posible reclamar, dentro del orden jerárquico, y en Bolivia esa autoridad o tribunal
administrativo era el gobierno, y únicamente la Corte Suprema podría conocer de tales causas.
Gutiérrez sostiene que "el artículo 22 de la ley de organización judicial (ley de 30 de septiembre de
1871), ha hecho suponer a muchos que quedo suprimido lo contencioso-administrativo pero éste
es un grave error, pues lo único que se ha hecho es abolir el fuero contencioso-administrativo, es
decir los tribunales especiales creados por el decreto supremo de 26 de junio de 1858".
Si dentro de la organización institucional, la Corte Suprema podía suspender los efectos de una
ley, decreto, reglamento o cualquiera otra disposición gubernativa en casos concretos, cuando la
una o los otros están en pugna abierta con los preceptos constitucionales; si tiene facultad para
interpretar los contratos celebrados por el Estado como poder público y resolver las contiendas a
que dan lugar; y si finalmente conoce de las cuestiones suscitadas entre el Fisco y los particulares,
con motivo de juicios administrativos, el profesor Gutiérrez se preguntaba, "¿por qué sólo se ha
creído atentar contra la independencia de los poderes, facultando a la Corte Suprema para anular o
casar las resoluciones expedidas por el gobierno, en caso de ley expresa o terminante?
Gutiérrez sostenía que "se impone la reforma de nuestra legislación administrativa en este orden,
siendo indispensable propender a modificarla en sentido de autorizar el recurso de nulidad contra
toda providencia definitiva o interlocutoria dada en cualquier juicio administrativo, de acuerdo con lo
dispuesto por el Procedimiento Civil, entendiéndose que el recurso no debería impedir que se lleve
a debido efecto el fallo gubernativo y el recurrente estaría obligado a acompañar un certificado de
depósito de Bs. 100, que quedaría consolidado a favor del Fisco, si se lo declara infundado o
improcedente. No debería imponerse tampoco responsabilidad al Estado, si se anulase la
resolución. El autor señalaba que aceptándose esta modificación legal, ya no tendrían objeto los
juicios contencioso-administrativos, salvo que se tratase de contratos celebrados por el poder
público, o de cuestiones emergentes del ejercicio del Patronato Nacional. Asimismo, señala que se
nota en nuestra legislación, respecto de las llamadas demandas contencioso-administrativas, pues
no existe término alguno legal para imponerla, quedando en consecuencia las resoluciones
supremas sujetas indefinidamente a la demanda ante la Corte Suprema".
Sin embargo, conforme lo señalo el profesor Carrasco, esta competencia originaria del Supremo
Tribunal, lejos de ser una garantía, es un obstáculo ya por las dificultades de ocurrir hasta el
asiento de la Suprema, ya por el peligro de las frecuentes improcedencias. Así, en criterio de
Carrasco, no hay razón para establecer una jurisdicción especial tratándose del amparo de los
derechos particulares contra los ataques del poder público. El Estado en sus relaciones con los
ciudadanos es una persona jurídica como cualquiera y debe estar sometido a la jurisdicción común.
Carrasco manifiesta que así lo sostenían con razones irrefutables los publicistas de Bélgica, del
Brasil, de Chile, etc y así se practica con ventaja en esos países en que el derecho individual es
respetado y acatado.
El inciso 5 del artículo 111 de la Constitución Política de 1880 estableció como atribución de la
Corte Suprema de Justicia la de conocer de las causas contenciosas que resulten de los contratos,
negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo, y de las demandas contencioso-administrativas
a que dieren lugar las resoluciones del mismo" Ese texto constitucional se ha mantenido inalterable
en las Constituciones posteriores hasta la de 1967, así como en las respectivas leyes de
Organización Judicial, entre ellas la atribución 13 del artículo 51 del Código de Organización
Judicial.
En esta situación conforme nos reseña la jurisprudencia D'avis "la Corte Suprema mantuvo el
criterio de que los conflictos de derecho provocados por los actos de otras autoridades
administrativas, que no sea el Poder Ejecutivo sean resueltas por los jueces de partido y no por la
Corte Suprema"35.
Además, D'avis nos menciona algunos criterios jurisprudenciales que a continuación cito:
• "Lo contencioso administrativo ante la Corte Suprema, procede solamente después que el poder
Ejecutivo haya decidido un conflicto entre el interés público y el derecho privado, con detrimento de
éste"
• "El juicio contencioso administrativo sólo procede en cuestiones anteriormente resueltas por el
gobierno, sin cuya circunstancia no son admisibles".
• Para que haya juicio contencioso administrativo es menester que el interés privado este en
oposición legítima contra el público, fundado en un derecho perfecto y absoluto". (G.J. No. 669,
pág. 9).
• "No hay derecho contra el fisco, para reclamar por la devolución de una suma depositada en
garantía de ejecución de contrato que no se cumplió, y se consolidó más bien en el erario como
penalidad de ejecución".
"La potestad constitucional conferida por la Carta Fundamental a la Corte Suprema, para conocer
de las demandas contencioso-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del Poder
Ejecutivo, se ejercita solamente cuando la persona que se conceptúa herida en sus derechos e
intereses con la resolución del Ejecutivo, inicia la acción ordinaria de puro derecho, contra la
Administración Nacional, con arreglo a las disposiciones que le son relativas".
Conclusiones
en Bolivia no existe a la fecha una norma que regule el Proceso Contencioso Administrativo.
Asimismo, se ha llegado a un punto en que el Control Jurisdiccional de los Actos Administrativos
está cada vez más a cargo de la misma administración Pública, lo cual desemboca en un abuso
por parte de los malos funcionarios públicos en los diferentes ámbitos del Estado, aspecto que
hace necesario que se regule mediante una Ley Nacional a través de un procedimiento legislativo.
En ese entendido, resulta imperativa la necesidad de crear una Ley como Jurisdicción
Especializada que regule el Proceso Contencioso- Administrativo para un mejor control
Jurisdiccional de los Actos Administrativos e implementación de normativa adecuada que llene este
vacío jurídico e instaure de forma legal el Proceso Contencioso Administrativo en Bolivia
Inicialmente sólo se sometió el acto administrativo al control jurisdiccional de legalidad, luego dicho
control se hizo extensivo a la actividad de la administración Pública, naciendo así la llamada
jurisdicción contenciosa-administrativa como actualmente se la concibe y, con ello se profundizó el
Estado de Derecho al predicarse la vigencia del principio de legalidad y de sujeción de la
administración a la Ley.
Para concluir debemos decir que en el ámbito de la actual Constitución Política del Estado y de la
Ley Nº 620, la disposición final Tercera de la Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013 (Código
Procesal Civil). La competencia en lo contencioso-administrativo, corresponde a las Salas
Especializadas de los Tribunales Departamentales de Justicia así como a la Sala
Especializada del Tribunal Supremo de Justicia y en Casación ante la Sala Plena del máximo
tribunal referido, consiguientemente la competencia para el conocimiento y resolución de todo
litigio emergente de la interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos administrativos
no corresponde a la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de igual manera resulta también
contrario a las reglas de competencia jurisdiccional someter esas controversias a los Tribunales
ordinarios de materia civil o comercial, lo que encontraría sanción en lo previsto por el art. 122 de la
Constitución Política del Estado que establece que: “Son nulos los actos de las personas que
usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen jurisdicción o
potestad que no emane de la ley”.
En los periodos descritos, conforme lo que sucedió en otros países de la región, el tratamiento
formalista desarrolla sistemáticamente un derecho procesal administrativo liberal concebido, en
realidad como derecho privado (por más paradójica que resulte esta afirmación): aquí se parte y
desarrolla la ficción de un derecho administrativo que defiende a los individuos frente a la siempre
presente arbitrariedad del Estado.
Así podemos afirmar en base a lo mencionado que Bolivia ha transcurrido por los modelos de
control de la administración originados en Francia e Inglaterra, construyendo una ficción de
protección de los derechos del administrado frente a la administración.
RECOMENDACIÓN
En ese sentido, y ante la ausencia de una norma legal específica de la jurisdicción contencioso-
administrativa, el Código de Procedimiento Civil, de 6 de agosto de 1975, en sus Artículos 775 y
778, norma el procedimiento del proceso contencioso resultante de los contratos, negociaciones y
concesiones del Poder Ejecutivo, y el procedimiento del proceso contencioso administrativo a que
dieren lugar sus decretos y resoluciones supremas, en caso de existir oposición entre el interés
público y el privado y lesiones al derecho privado de la persona, y por su parte la Ley Nº 1455 de
18 de febrero de 1993, de Organización Judicial, en su Artículo 55º numeral 10, le atribuye a la
Corte Suprema de Justicia en Sala Plena, el conocimiento de dichos procesos.
SUGERENCIA
BIBLIOGRAFÍA