Proyecto 1. La Epopeya
Proyecto 1. La Epopeya
Proyecto 1. La Epopeya
Al leer epopeyas, explica por qué una obra leída se clasifica como
Describe, en términos generales, el contexto en el cual surgió la
ESCALA DE DESEMPEÑO:
Nivel IV. Indica dominio sobresaliente de las
textos literarios.
epopeya leída.
ALUMNOS
palabras.
texto.
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La Odisea, Homero
“Y cuando se mostró Eos, la que nace de la mañana, la de dedos de rosa, al punto el amado hijo
de Odiseo se levantó del lecho, vistió sus vestidos, colgó de su hombro la aguda espada y bajo sus
pies, brillantes como el aceite, calzó hermosas sandalias. Luego se puso en marcha, salió del
dormitorio semejante a un dios en su porte y ordenó a los vocipotentes heraldos que convocaran
en asamblea a los aqueos de largo cabello; aquéllos dieron el bando y éstos comenzaron a
reunirse con premura. Después, cuando hubieron sido reunidos y estaban ya congregados, se
puso en camino hacia la plaza -en su mano una lanza de bronce-; mas no solo, que le seguían dos
lebreles de veloces patas. Entonces derramó Atenea sobre él una gracia divina y lo contemplaban
admirados todos los ciudadanos; se sentó en el trono de su padre y los ancianos le cedieron el
sitio.
A continuación, comenzó a hablar entre ellos el héroe Egiptio, quien estaba ya encorvado por la
vejez y sabía miles de cosas, pues también su hijo, el lancero Antifo, había embarcado en las
cóncavas naves en compañía del divino Odiseo hacia Ilión de buenos potros; lo había matado el salvaje Cíclope en su
profunda cueva y lo había preparado como último bocado de su cena.
Aún le quedaban tres: uno estaba entre los pretendientes y los otros dos cuidaban sin descanso los bienes paternos. Pero ni
aun así se había olvidado de aquél, siempre lamentándose y afligiéndose. Derramando lágrimas por su hijo levantó la voz y
dijo:
«Escuchadme ahora a mí, itacenses, lo que voy a deciros. Nunca hemos tenido asamblea ni sesión desde que el divino
Odiseo marchó en las cóncavas naves. ¿Quién, entonces, nos convoca ahora de esta manera? ¿A quién ha asaltado tan
grande necesidad ya sea de los jóvenes o de los ancianos? ¿Acaso ha oído alguna noticia de que llega el ejército, noticia
que quiere revelarnos una vez que él se ha enterado?, ¿o nos va a manifestar alguna otra cosa de interés para el pueblo? A
mí me parece que es noble, afortunado. ¡Así Zeus llevara a término lo bueno que él revuelve en su mente!»”.
LXXXV LXXXVI
«Compañero Roldán, tañed el olifante, Allí dice Oliveros: «No hay deshonor en eso;
así, Carlos lo oirá, que aún está por los puertos. sarracenos de España muchos he visto yo.
Y os juro yo que todos los franceses vendrán.» Son tantos que han cubierto los valles y montañas,
«¡No lo permita Dios!», le responde Roldán, han cubierto laderas y han cubierto llanuras.
«que haya un hombre en el mundo que pudiera decir Muy grandes son las huestes de esta gente
que a causa de paganos haya tañido el cuerno! extranjera
Por eso, mis parientes reproche no tendrán. y nosotros tenemos pequeñísima tropa.»
En cuanto que me encuentre en esta gran batalla, Le responde Roldán: «Mi valor se acrecienta.
en ella asestaré mil setecientos golpes; ¡No sea la voluntad de Dios ni de sus ángeles
veréis de Durandarte su acero ensangrentado. que por mí se perdiera de Francia la valía!
Los franceses son buenos, lucharán con valor ¡Más quiero yo morir que deshonor me venga!
y de esos españoles ninguno escapará». Cuanto más golpeemos, más Carlos nos querrá».