Zooarqueología de La Unam

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Antípoda.

Revista de Antropología y
Arqueología
ISSN: 1900-5407
[email protected]
Universidad de Los Andes
Colombia

Valadez Azúa, Raúl; Pérez Roldán, Gilberto


La zooarqueología dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México
Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, núm. 13, julio-diciembre, 2011, pp. 255-265
Universidad de Los Andes
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81422442012

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L A Z O OA RQU E OL O GÍ A DE N T RO DE L A
U N I V E R SI DA D NAC IONA L AU TÓNOM A
DE M É X IC O
R aúl Val ade z A zúa*
[email protected].
Laboratorio de Paleozoología, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional
Autónoma de México, México

G ilberto P ére z R oldán **


[email protected].
Laboratorio de Paleozoología, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional
Autónoma de México, México

E
255

In tro du cció n

n México la zooarqueología es una disciplina de


fuertes contrastes. Por un lado, sabemos que desde finales del siglo XVIII se
reportaron hallazgos de restos animales asociados a estructuras religiosas
de tiempos prehispánicos (Bernal, 1992), pero aún en la actualidad muchos
arqueólogos dudan de si vale la pena rescatar la arqueofauna descubierta por-
que no saben si los resultados podrán aportar información relevante para su
investigación; por otro lado, desde el siglo XX, a partir de que la arqueología
mexicana se constituyó como disciplina con un método de trabajo estructu-
rado, siempre el arqueólogo ha vivido la disyuntiva de impulsar el estudio de
la colección zooarqueológica obtenida, o mejor buscar información general en
fuentes escritas del siglo XVI sobre la fauna que utilizaban los pueblos indíge-
nas antes de la Conquista.
Parte de este esquema tiene su origen en que la zooarqueología apare-
ció en México, en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)

* Doctor en Ciencias Biológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México.


** Maestría en Antropología, Arqueología, Universidad Nacional Autónoma de México, México.
A N T Í P O D A N º 1 3 | J U L I O - D I C I E M B R E 2 0 11

(Pérez, 2009), medio siglo después de los primeros estudios arqueológicos


formales, pero también existe la circunstancia de que gran parte de los tra-
bajos zooarqueológicos se han realizado bajo un esquema conservador, es
decir, limitando la investigación a la identificación de las especies presentes,
que concluye con una sencilla lista de restos estudiados bajo la forma de un
informe técnico, sin que exista en ningún momento la comunicación necesa-
ria entre zooarqueólogo y arqueólogo, de forma que impulse la investigación
hacia la comprensión de cómo el recurso animal fue concebido y empleado
por la comunidad ahí establecida. Resultado inevitable de este patrón es que
ambas partes (el arqueólogo y el zooarqueólogo) aceptan sin problemas los
limitados productos bajo la certeza de que la ausencia de información (poten-
cialmente existente pero no extraída) podrá ser sustituida por datos prove-
nientes de fuentes históricas.

Ori g en de la zo oa rqu eo logía e n la


Un ive r si d ad Na ci onal Au tó no ma d e Méxi co
256 La más importante institución académica mexicana, la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), cuenta con un laboratorio de zooarqueolo-
gía adscrito al Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) desde 1986,
cuando Raúl Valadez Azúa fue contratado para desarrollarlo.
Aunque aproximadamente un 25% de los académicos del IIA son arqueó-
logos, cuando el Laboratorio de Paleozoología fue creado no se sugirieron
esquemas de trabajo más allá de que su principal responsabilidad fuera el
apoyo a los proyectos arqueológicos; por otro lado, el responsable, siendo bió-
logo formado en la UNAM, no tenía un antecedente de cómo era el trabajo
zooarqueológico “normal” en entidades como el INAH, lo que permitió que
la propuesta de cómo funcionaría el laboratorio se estructurara al margen de
esquemas tradicionales y con las sugerencias de algunos antropólogos que con
el paso de los años se han convertido en importantes figuras de la investigación
antropológica mexicana, por ejemplo, los doctores Linda Manzanilla, Luis A.
Vargas Guadarrama y Carlos Serrano Sánchez.
Uno de los grandes beneficios de la UNAM es la libertad de cátedra, la
cual, aunque no siempre puede rebasar los conflictos personales o las limita-
ciones de recursos, generalmente se mantiene como un enorme paraguas que
protege a la academia de las tormentas económicas o políticas que se viven en
el país. Dicha libertad, si es convertida en productos concretos de investigación
–publicaciones, participación en congresos, cursos, conferencias, etc.–, dejará
abierta la posibilidad de que el académico involucrado pueda desarrollar su
línea de investigación con libertad.

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L A ZOOARQUEOLOGÍA DENTRO DE L A UNAM | R AÚL VALADEZ AZÚA Y GILBERTO PÉREZ ROLDÁN

Este conjunto de condiciones permitieron que desde el principio los pro-


ductos zooarqueológicos derivados del laboratorio rebasaran el esquema tra-
dicional y buscaran dar opciones acerca de la forma como se había dado la
relación hombre-fauna en el sitio de estudio (Serra y Valadez, 1985), aspecto
que, a partir de ese momento, se convirtió en la meta mínima por cubrir dentro
de cualquier estudio zooarqueológico que se vaya a realizar.

I mp ulso in te r di sci pli na rio


Para mediados de los ochenta, el tema de la interdisciplina era algo poco
manejado en México, pero en el laboratorio de Paleozoología este esquema de
pensamiento se dio de manera natural como consecuencia de que el acadé-
mico responsable tenía formación biológica y fuertemente encaminada hacia
la investigación científica formal, pero dentro de un ámbito laboral completa-
mente antropológico. Esto permitió que los problemas antropológicos fueran
emprendidos bajo otros esquemas de pensamiento y que el resultado tuviera
una alta aceptación académica (Barba et al., 1987; Serra y Valadez, 1986; Vala-
dez, 1988a, 1988b y 1989), por lo que, cuando surgen las primeras demandas de 257
estudios por realizar bajo una concepción interdisciplinaria, esto fue abordado
sin problemas (Valadez, 1992, 1993, 1994, 1995 y 1996). Es necesario recalcar
que dentro de este proceso fue nuevamente factor clave la libertad de cátedra de
la UNAM, pues permitió que los productos obtenidos justificaran el esquema
de pensamiento sin necesidad de explicarle a nadie. Por otro lado, debido a
que en el campus de la ciudad universitaria (donde se encuentra el IIA) es rela-
tivamente fácil encontrar especialistas de diversas áreas que acepten apoyar
el trabajo académico de colegas (zoólogos en general, médicos, nutriólogos,
paleontólogos, médicos veterinarios, etc.), el ambiente mismo propicia la bús-
queda de soluciones a problemas antropológicos a partir de otras disciplinas.

Ru t a de la in ve stigac ió n z oo arque o lógica


en el Labo rat o ri o d e Pa le oz oo logía
A partir de los noventa, ya con lo interdisciplinario como esquema normal
de trabajo, el reto académico principal ha sido incorporar todo tipo de estu-
dio y visión innovadora dentro de la investigación zooarqueológica. Esto, sin
embargo, ha requerido una planeación más cuidadosa de la ruta de estudio
que sigue cada elemento óseo, a fin de saber qué cantidad y tipo de datos
podrán obtenerse.
La investigación zooarqueológica del Laboratorio de Paleozoología posee
tres niveles (ver la figura 1). El primero incluye el estudio del elemento óseo,
el hueso como tal, el cual se analiza para saber si requiere consolidación, y

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Fases de trabajo Nivel y secuencia


Disciplinas involucradas
y secuencia de los estudios
Zoología
Básico Anatomía comparada
Taxonomía
Ontogenia
Restauración y conservación
I. Individual
Análisis de materiales
(el elemento óseo como
Especializado I Arqueología experimental
entidad de estudio)
Veterinaria
Zootecnia
Química
Especializado II Biología molecular
Genética

Estratigráfico
contextual Arqueología

II. Colectivo
(la colección arqueozoológica Poblacional Ecología
258 como entidad de estudio) Genética de poblaciones

Ecología
Paleoambiental
Zoogeografía
Geología histórica

Historia
Etnobiológico Etnohistoria
Arqueología
III. Integral
Lingüística
Paleobotánica
Etnobiología

Figura 1. Esquema de trabajo zooarqueológico que se realiza dentro del laboratorio de Paleozoología del Insti-
tuto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

después, para ubicarlo anatómica, taxonómica y ontogénicamente. Si en este


primer nivel se reconocen detalles que involucren la necesidad o el interés de
seguir estudiándolo con otros fines (búsqueda de evidencias de manipulación
del hueso, ser parte de un esqueleto identificado, posibles malformaciones del
individuo, detalles que sugieran manejo de organismos vivos o uso de los espe-
címenes para estudios químicos o de otro tipo), entonces entrará a alguna de las
dos categorías de estudio especializado.
El segundo nivel involucra la colección arqueozoológica, ya como un
conjunto de individuos reconocidos. El acervo de información derivado del
anterior nivel se estudia bajo una perspectiva arqueológica, ecológica, zoogeo-
gráfica e histórica, para determinar el Mínimo Número de Individuos (MNI),

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reconstruir los esquema de uso, los cambios naturales y antropogénicos que se


dieron para con la fauna al paso del tiempo y la reconstrucción de las condicio-
nes ambientales que existieron durante el período estudiado.
Por último, en el tercer nivel se involucran diversas disciplinas antropo-
lógicas (y otras afines) para colocar la información dentro de un marco etno-
biológico y, así, tanto enriquecer los resultados obtenidos como aportar nuevo
conocimiento a la etnobiología.
El cuadro mostrado, sin embargo, requiere especialistas de diversas áreas,
incluso dentro del mismo grupo de trabajo, pues es imposible que una sola
persona pueda realizar toda la línea de estudio. En nuestro caso, tenemos un
equipo constituido por dos arqueólogos (uno especializado en la manufactura
del hueso), un biólogo con estudios de posgrado en antropología y un bió-
logo, además de químicos, f ísicos, médicos veterinarios, odontólogos, zoólo-
gos, paleoetnobotánicos, antropólogos f ísicos, lingüistas y etnólogos, y otros
arqueozoólogos con quienes se ha colaborado.
Pero dif ícilmente podría llegarse a este nivel de esfuerzo académico si no
existiera siempre el propósito de involucrar al arqueólogo responsable del pro- 259
yecto dentro del estudio zooarqueológico, para que se integre en la medida de
lo posible al espíritu de la investigación y proporcione la información necesaria
para avanzar en los estudios. Ciertamente, no todos aceptan en principio la idea,
pero conforme se han ampliado el banco de publicaciones hechas por el labora-
torio y el alto nivel de beneficios académicos, se hace más fácil la labor de con-
vencimiento e, incluso, puede darse la situación de que conozca el tipo de estudio
que se realiza y busque precisamente este tipo de trabajos y resultados.

Algun os ca so s ilu str ativo s


A lo largo de tres décadas han existido tanto proyectos de investigación con
todo el acervo necesario para estudiar al máximo cada elemento óseo como
aquellos con los cuales los resultados han quedado estacionados en cierto nivel,
por la ausencia de información o por el pequeño tamaño de la colección. Por
otro lado, se han llevado a cabo líneas de investigación dentro del laboratorio,
independientes de proyectos arqueológicos, cuyo fin es el desarrollo de méto-
dos de estudio del material zooarqueológico.
El estudio de los cánidos mesoamericanos. Perteneciente a estas líneas de
investigación tenemos, como primer caso, el estudio de los cánidos arqueo-
zoológicos, el cual se inició desde 1989, junto con la Maestra en Antropología
Alicia Blanco Padilla, de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH.
Su origen se relaciona con la enorme cantidad de restos del género Canis en
contextos mesoamericanos, los cuales, sin embargo, nunca habían sido objeto

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de estudio detallado. En el presente poseemos el esquema metodológico nece-


sario para reconocer especie, edad, sexo, raza (en el caso del perro), dimensio-
nes (alzada, longitud, peso, patrones alimentarios, padecimientos congénitos,
relación cánido-hombre, valor simbólico, posible uso post mórtem, y si se trató
de ejemplares que al morir tenían menos de un año de edad, época en que se
dio el evento) (Blanco, Valadez y Rodríguez, 2009) (ver la figura 2).

Fases de trabajo
Nivel y secuencia de los estudios
y secuencia

Consolidación, si se requiere, determinación anatómica, toma de


medidas, identificación de especie, reconocimiento de edad, huellas de
manipulación, aspectos tafonómicos, si se trata de parte de un conjunto
de huesos o es una pieza aislada

Estudio de huellas de
manipulación, determinación
I. Individual
de raza, de sexo, de anomalías,
de posibles usos del hueso y del cánido
260
Limpieza de la muestra,
elaboración de colecciones
de muestras, realización
de estudios

Contextualización de los materiales,


determinación del MNI, de biotipos,
reconstrucción de las poblaciones
de cánidos, determinación de
actividades involucradas
con cada tipo de cánidos

II. Colectivo Cánidos presentes en el sitio, condiciones de vida


condiciones ambientales y humanas que determinaron
su presencia, esquemas de interacción con el hombre en espacio y
tiempo, determinación de la época de muerte de individuos no adultos

Empleo de los datos de los cánidos silvestres


para reconocer condiciones ambientales

Comparación de la información obtenida respecto a los cánidos con la


III. Integral proveniente de otros sitios u otras fuentes de información.
Reconocimiento de la relación hombre-cánido como fenómeno cultural

Figura 2. Proceso de estudio de cánidos zooarqueológicos dentro del laboratorio de Paleozoología de la UNAM.

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Elementos traza y colecciones zooarqueológicas. Otra línea de investi-


gación, aún en proceso de desarrollo, es el estudio de elementos traza, para
determinar patrones alimentarios (en humanos y en fauna doméstica), pero el
esquema metodológico requiere el empleo de la fauna silvestre del sitio estu-
diado para estructurar un marco de referencia que permita convertir los valores
obtenidos en tendencias alimentarias (Valadez et al., 2005; Valadez y Tejeda,
2005) (ver la figura 3).

261
Ominívoros o carnívoros
no especializados

Figura 3. Ejemplo de uso de la arqueofauna de mamíferos de un sitio arqueológico para reconocer patrones
alimentarios en humanos. Los niveles de estroncio son directamente proporcionales a las dietas ricas en
vegetales, y los de zinc, a las carnívoras. Al obtener datos de relación Sr-Zn en fauna silvestre creamos un marco
de referencia que permite ubicar las tendencias humanas. Los resultados, de acuerdo con nuestra condición
natural omnívora y su posición en la gráfica, nos presentan a los individuos estudiados con una dieta intermedia
entre ardillas y zarigüeyas, indicativo de una alimentación muy diversa, pero con predominancia de alimentos de
origen vegetal (Valadez et al., 2005; Valadez y Tejeda, 2005).

Fauna del proyecto “Túneles y Cuevas” de Teotihuacán. Respecto de pro-


yectos arqueológicos que nos ilustran sobre el esquema de investigación tene-
mos, en primer lugar, “Estudio de Túneles y Cuevas en Teotihuacan”, del cual
se derivó una colección zooarqueológica de poco más de 3.000 individuos per-
tenecientes a 275 taxa, distribuidos a lo largo de trece siglos (siglo VII-VIII d.
C. hasta el presente). Su estudio permitió proponer secuencias ocupacionales
del sitio, uso de la fauna en diversas épocas, evolución paleoambiental de la
región, el hallazgo de una nueva forma de cánido doméstico, determinación
de patrones alimentarios en humanos y cánidos domésticos y la elaboración
de propuestas sobre el uso de los perros para realizar fechamientos relativos
mediante el colágeno residual (Valadez, en prensa).
Fauna del “Entierro 6” de la Pirámide de la Luna. En este momento se
están concluyendo los estudios de la fauna descubierta en el “Entierro 6” de
la segunda estructura piramidal más importante de la ciudad arqueológica

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de Teotihuacán, la “Pirámide de la Luna” (Sugiyama y López, 2006). La investi-


gación zooarqueológica se inició en 2004 con el rescate de cuarenta organismos
descubiertos, seguido de su consolidación, estudio y armado. En este momento
se ha determinado el esquema de manejo que se dio con cada uno de ellos, que
en algunos casos incluyó su captura y posterior cautividad, el reconocimiento
de lesiones, forma de muerte y esquema de traslado a la pirámide (Blanco et al.,
en prensa) (ver la figura 4).

C on clusi on e s
Aunque la investigación zooarqueológica que se realiza en el Laboratorio de
Paleozoología del IIA de la UNAM tuvo un inicio lleno de situaciones fortuitas,
con el paso de los años ha tenido la oportunidad de consolidar un esquema de
trabajo interdisciplinario de amplio beneficio académico, como lo demuestran
las aproximadamente 200 publicaciones que se han derivado al paso de 23 años.
Entre los factores que han tenido un papel crucial para el desarrollo de
la zooarqueología bajo el esquema mostrado se encuentran, en primer lugar,
262 la libertad de cátedra; en segundo término, el involucramiento del arqueólogo
con los estudios por realizar, y, finalmente, la posibilidad de constituir grupos
de trabajo donde las humanidades y las ciencias experimentales tienen un peso
similar y el mismo objetivo, llevando así a una propuesta de investigación muy
detallada en cuanto a la forma como el material faunístico es estudiado, y ambi-
ciosa, en cuanto a la información que se busca obtener; afortunadamente, los
resultados logrados demuestran, sin lugar a dudas, que este esquema de investi-
gación es una realidad en todo sentido y un referente de la forma como se puede
conducir la investigación zooarqueológica en América Latina. .

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Fases de trabajo
Nivel y secuencia de los estudios
y secuencia

Remineralización y consolidación de los huesos, reconstrucción de los mismos,


determinación anatómica, toma de medidas, identificación de especie, de edad,
búsqueda de huellas de manipulación y de otro tipo de alteraciones tafonómicas

Estudio de huellas de manipulación,


reconstrucción de cada ejemplar,
determinación del sexo y de su biotipo,
I. Individual
estudio de restos óseos de cavidad
gástrica y de lesiones identificadas

Separación de muestras, limpieza,


elaboración de colecciones de
muestras, realización
de estudios de elementos traza

Búsqueda de patrones de acomodo 263


de individuos, determinación de los
esquemas de manejo de cada uno y
posibles asociaciones simbólicas

Reconocimiento de individuos completos o que llegaron bajo la forma de pieles,


II. Colectivo
reconstrucción del manejo que se dio con cada uno previo al evento, estudio de
condiciones de cautividad y manejo de ejemplares vivos, determinación del posible
momento de muerte de los animales cautivos y forma en que se realizó

Determinación de lugares de procedencia de los ejemplares, estudio de las


circunstancias biológicas que favorecieron la cautividad de algunos

Comparación de la información obtenida con la de otros entierros descubiertos


en la Pirámide de la Luna, estudio de otros eventos de cautividad de animales en
III. Integral
Mesoamérica, reconocimiento de la tradición de capturar crías y mantener cautivos a
ciertos animales como esquema cultural mesoamericano

Figura 4. Secuencia de trabajo zooarqueológico realizado con los ejemplares descubiertos en el “Entierro 6” de
la Pirámide de la Luna (Blanco et al., en prensa).

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