LENGUA EvAU
LENGUA EvAU
LENGUA EvAU
LENGUA 2º BACH
1. NATURALISMO Y REALISMO
A mediados del siglo XIX, el movimiento revolucionario de 1848 sacudió a toda Europa. En
España, la situación es convulsa y tras el fracaso de la Primera República se produce la
Restauración borbónica. El Realismo literario es un movimiento que surge en Francia en 1850 y
que se extiende por toda Europa a lo largo del siglo XIX, en el que además cabe destacar el
desarrollo de la novela en Inglaterra (Dickens), Francia (Flaubert) y Rusia (Tolstói).
El género más cultivado fue la novela, característica por una visión objetiva de la realidad (la
novela es una imagen de la vida, una copia artística de la realidad), la verosimilitud y la gran
abundancia de descripciones (detallistas y minuciosas). La intención del autor es la defensa de
una tesis en la que enfoca la realidad desde su concepción moral (narrador omnisciente). Los
temas son cercanos al lector, al igual que el estilo ya que hacen uso de un lenguaje coloquial y
popular.
El Realismo se implanta tardíamente en España y va adquiriendo las características de forma
progresiva. Se puede dividir en cuatro etapas: la novela costumbrista, en la que destaca Fernán
Caballero (La Gaviota); la novela de tesis, en la que predomina la idea sobre la acción (Pereda y
Juan Valera); el Realismo pleno; y el Naturalismo español (Emilia Pardo Bazán y Galdós).
Benito Pérez Galdós fue un progresista y anticlerical cuyas ideas quedan reflejadas en sus
novelas. Estas, están divididas en tres bloques, en el primero destaca Doña perfecta, en el
segundo Trafalgar (historia novelada de la España del siglo XIX) y en el tercero, el más destacado
de todos, destaca Fortunata y Jacinta.
Leopoldo Alas (Clarín), fue un autor muy crítico, duro y mordaz. En su obra cumbre, La Regenta,
introduce un análisis psicológico de los personajes en el que describe minuciosamente sus
comportamientos. La trama central es el adulterio, tema que ya había sido desarrollado en
Europa.
Juan Valera es un autor destacado gracias a sus novelas, su primera fue Pepita Jiménez. Este
autor estaba especialmente dotado para el análisis sutil de los corazones humanos, en especial
de los personajes femeninos.
José María de Pereda destacó con Escenas montañesas. Pedro Antonio de Alarcón fue un
autor destacado gracias a su obra más popular El sombrero de tres picos.
El Naturalismo también nace en Francia a mediados del siglo XIX y su máximo representante es
Émile Zola. Es una intensificación del Realismo que se apoya en el materialismo (negación de lo
espiritual), determinismo (el comportamiento humano está marcado por la herencia biológica y las
condiciones sociales) y el método experimental.
La incidencia del Naturalismo en España es escasa, Galdós hizo uso de recursos naturalistas en
obras como en La desheredada y en otras obras. Pero solo Emilia Pardo Bazán (La tribuna) y
Vicente Blasco Ibáñez (Entre naranjos o Cañas y barro) se acercaron realmente a los postulados
de Zola. Por otro lado, la relevancia de la poesía fue escasa, los más representativos son Núñez
de Arce y Ramón de Campoamor.
Mención aparte merecen dos poetas que en plena época de Realismo publican bajo la influencia
del espíritu romántico. Son G. Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Los dramaturgos de esta
época son Manuel Tamayo y Baus y José Echegaray (que recibió el Premio Nobel de
Literatura).
2. GENERACIÓN DEL 98 Y MODERNISMO. NOVELA Y TEATRO ANTERIOR A 1936
Hacia 1885 comienza una crisis universal y se extiende la falta de fe en la técnica y en el poder
liberador de la ciencia. Los artistas vuelven sus ojos a la naturaleza e ideales románticos,
reivindican la libertad creadora y la intimidad. Expresan la angustia vital y la preocupación por la
muerte y el paso del tiempo. La estética modernista y del 98 nacen de una actitud de rebeldía ante
lo conservador. Buscan una transformación espiritual y estética que para los modernistas se
fundamenta en el Parnasianismo (“el arte por el arte”), el Simbolismo y el Decadentismo (la
atracción de lo prohibido y escandaloso). Mientras que para los autores del 98, en una actitud
analítica y reflexiva que profundiza en la crisis social planteándose así regenerar España.
Dadas sus similitudes y su pertenencia a la misma generación histórica, se puede establecer que
la Generación del 98 es una corriente literaria dentro del movimiento cultural del Modernismo.
La “Generación del 98" fue un término acuñado por Azorín en 1913; sus orígenes se remontan al
"Grupo de los tres" (Baroja, Azorín y Maeztu), fundado en 1901 ante el desastre del 98. Cumplía
con los requisitos de Petersen para ser una generación: proximidad de edad, actos colectivos,
presencia de un líder (Nietzsche), “acontecimiento generacional” (el desastre del 98) y un lenguaje
que rompe con el anterior. Mediante una lengua sobria, una clara subjetividad y una enorme
preocupación por España (expresan tanto dolor como amor y se exaltan paisajes como Castilla),
tratan dos temas centrales: España y su historia y las preocupaciones religiosas y existenciales.
El máximo representante es Miguel de Unamuno, introduce la idea de intrahistoria (la vida
callada de los millones de hombres sin historia), cuyo espíritu contradictorio e inconformista queda
reflejado en sus obras como “Niebla” y “La vida de Don Quijote y Sancho”. Otros autores son Pío
Baroja (“Lucha por la vida”) y Antonio Machado, caracterizado por su simbolismo, destaca con
su obra “Campos de Castilla”. Por último, Ramón María de Valle-Inclán, aunque no se sabe
exactamente a qué movimiento pertenece por la amplitud de su obra, se acerca a esta generación
con el esperpento en “Luces de Bohemia”: técnica deformadora que emplea la caricatura, la
ironía, la sátira, y las expresiones coloquiales y, en ocasiones, vulgares para relatar lo grotesco,
supone una superación del dolor y de la risa.
El teatro español que triunfa se adapta a la tradición y preferencias del público, con tres corrientes
destacadas. La Comedia Burguesa, liderada por Jacinto Benavente e inicialmente innovadora,
ajustó su enfoque tras críticas y destacó por su ironía y diálogos inteligentes, aunque mostró
esquematismo en personajes. Destacan Los intereses creados y La malquerida. El Teatro
Costumbrista español (Carlos Arniches y los hermanos Álvarez Quintero) fusiona elementos
populares del siglo XVIII con tonos melodramáticos del siglo XIX. Finalmente, el Teatro Poético se
caracteriza por el verso brillante y la aspiración a la regeneración de España. Destacó Eduardo
Marquina con su obra Las hijas del Cid.
La renovación teatral en España durante la Generación del 98 y parte de la del 14 causó rechazo
absoluto en los circuitos comerciales y el público, llevando a la resignación y la falta de estrenos.
La Generación del 27, sin embargo, movida por su optimismo durante los años 20 y su concepción
del arte como transformador, buscó formar al público recuperando incluso a los clásicos.
Valle-Inclán revolucionó el teatro al considerarlo una obra total, fusionando diversos elementos en
un único texto literario. Su enfoque vanguardista desafió convenciones y buscó la renovación
técnica, formal y temática; aunque su reconocimiento público tomó décadas. El ciclo modernista
(1899-1911) destaca por ambientes estilizados y decadentes, como en El marqués de Bradomín.
El ciclo mítico o épico (1907-1922) está marcado por la trilogía Comedias bárbaras, donde
aborda la desaparición de sociedades arcaicas, y Divinas palabras (presenta personajes
marginales). El ciclo de farsas (1909-1920) muestra una visión irónica y burlesca de España. Las
obras, de transición hacia el esperpento, están en Tablado de marionetas para educación de
príncipes. En el ciclo esperpéntico (1920-1930) emplea la técnica deformadora del esperpento
en obras como Luces de bohemia. Finalmente, el ciclo de teatro breve (1924-1927) se recoge en
Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, donde lleva al extremo sus propuestas con presencia
de lo irracional, personajes esquematizados y el esperpento.
Los autores de la Generación del 14, herederos de las preocupaciones del 98, añadieron un matiz
filosófico e intelectual a sus obras, con fuertes influencias vanguardistas, alejándose
inevitablemente del gran público. Destacó Jacinto Grau con El burlador que no se burla.
3. NOVECENTISMO Y GENERACIÓN DEL 14
Las primeras décadas del siglo XX son, en todo el mundo occidental, un periodo convulso
marcado por acontecimientos políticos y económicos de gran trascendencia como la Primera
Guerra Mundial (1914-1918), la revolución rusa (1917), los “felices años 20”, el crac del 29 y el
triunfo del nazismo en Alemania y del fascismo en Italia; que desembocarán en el estallido de la
Segunda Guerra Mundial en 1939. En España la situación también es agitada, el siglo se inicia
con el reinado de Alfonso XIII y el final de la Restauración, se produce la dictadura de Primo de
Rivera que conducirá a la Segunda República y, finalmente, desembocará en la Guerra
Civil(1936-1939).
El término Novecentismo fue acuñado por Eugenio d´Ors para referirse a una etapa de la literatura
española (1914-1925), entre el fin del siglo y las Vanguardias. Sus características son: el
intelectualismo, los autores son formados en universidades, rechazo del sentimentalismo y del
apasionamiento; la preocupación por España de forma objetiva y racional con una actitud
esperanzada; el cosmopolitismo intelectual o deseo de aproximación a la cultura europea; la
defensa del arte puro; y la preocupación formal, que se muestra el empeño por lograr una obra
bien hecha.
Por estas características el género más cultivado fue el ensayo, sus autores más representativos
son: Ortega y Gasset, figura más destacada del Novecentismo que busca un arte puro y
deshumanizado, con “Ideas sobre la novela” o “Meditaciones del Quijote”. Fundó la Revista de
Occidente en 1923.
Eugenio d´Ors, principal impulsor del Novecentismo en Cataluña, con su obra “Glosari”. Azaña,
presidente de la República durante la Guerra Civil, con “La velada de Benicarló”.
Se propone renovar la novela decimonónica aplicando los principios estéticos del movimiento
como la pérdida de importancia del argumento, los cuadros descriptivos o la preocupación por
aspectos formales y expresivos de la novela.
Destaca Gabriel Miró, cuyas obras se denominan novelas líricas por su carácter intimista, con
“Las cerezas del cementerio”. Ramón Pérez de Ayala creó la novela intelectual y destacó con
obras como “A.M.D.G” y “Tigre Juan”, cuyos temas principales son la conciencia, los conflictos
existenciales y la soledad.
En la poesía destaca Juan Ramón Jiménez, que falleció exiliado en Puerto Rico dos años
después de ganar el Premio Nobel de Literatura en 1956. Era retraído, orgulloso, solitario y muy
depresivo, sufrió mucho. Pero sobre todo es el ejemplo de un poeta dedicado a su obra por
entero, cada vez más despegado de los detalles materiales de la existencia.
Su poesía está dividida en tres etapas. Etapa sensitiva: cuyos temas son la soledad y melancolía,
tiene una clara influencia de Bécquer; destacan “Arias tristes” y “Jardines lejanos”. Más tarde
recibe una influencia modernista, por la que emplea los rasgos propios del movimiento como el
colorido, la adjetivación brillante y los versos alejandrinos. A esta época pertenecen obras como
La soledad sonora y Platero y yo (poema en prosa publicado en 1914 con el que destaca también
como prosista).
Su segunda etapa, la más destacada, es la intelectual: se inicia con “Diario de un poeta recién
casado”, escrito durante su viaje a Nueva York tras casarse con Zenobia. Abandona las
características del Modernismo y va a lo esencial, eliminando lo superfluo y marcando el inicio de
la poesía pura (verso libre sin rima o asonancia y poemas en prosa).Otros libros de esta etapa son
Eternidades(1918), Poesía(1923) y Belleza(1923). Su obra va creciendo en dificultad y se hace
cada vez más compleja. Su última etapa es la suficiente o verdadera, desarrollada durante su
exilio y recogida en dos títulos fundamentales: “En el otro costado” y “Dios deseado y deseante”.
En el teatro destacan Ramón Gómez de la Serna y Gregorio Martínez Sierra.
4. VANGUARDIAS EN EUROPA, ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA
Las primeras décadas del siglo XX son, en todo el mundo occidental, un periodo convulso
marcado por acontecimientos políticos y económicos de gran trascendencia como la Primera
Guerra Mundial (1914-1918), la revolución rusa (1917), los “felices años 20”, el crac del 29 y el
triunfo del nazismo en Alemania y del fascismo en Italia; que desembocarán en el estallido de la
Segunda Guerra Mundial en 1939. En España la situación también es agitada, el siglo se inicia
con el reinado de Alfonso XIII y el final de la Restauración, se produce la dictadura de Primo de
Rivera que conducirá a la Segunda República y, finalmente, desembocará en la Guerra
Civil(1936-1939).
Las Vanguardias, influenciadas por los felices años veinte, se desarrollan en toda Europa durante
la época de entreguerras como modo de protesta contra un mundo de decadencia. Crean un
nuevo lenguaje artístico que rompe bruscamente con la estética anterior y que supone una
manera diferente de concebir el mundo. Los movimientos, a excepción del surrealismo,
desaparecen con la depresión del 29. Sus principales características son la ruptura con la estética
anterior, el antisentimentalismo, el antitradicionalismo, la provocación a través del juego y el
humor, la admiración de la técnica y la velocidad y del mundo moderno, la creación de realidades
nuevas y el universalismo.
El futurismo tiene origen en Italia, creado por Marinetti. Sus rasgos más destacados son la
exaltación de la acción, las máquinas modernas y la velocidad y el empleo de signos tipográficos y
matemáticos. Influye en las obras iniciales de algunos poetas como Pedro Salinas.
El cubismo nace en 1907, y tiene como máximo representante a Apollinaire. Fue el creador del
caligrama, un tipo de poema que por su disposición es también un dibujo. Los aspectos más
relevantes de la estética cubista son la eliminación de los signos de puntuación y los fragmentos
en forma de collage.
El dadaísmo nace en Suiza durante la Primera Guerra Mundial, su promotor es Tristán Tzara.
Busca destruir el arte y la literatura de la sociedad burguesa, defiende lo absurdo y desarrolla una
creatividad sin normas.
El surrealismo surge en Francia con el manifiesto de André Bretón en 1924. Se expresa la
agonía del hombre y la presencia de los sueños. Sus características son la expresión de
elementos oníricos y visionarios, el uso del collage y la escritura automática y como consecuencia
pérdida de la coherencia lógica y sintáctica de las oraciones.
Por último, cabe destacar a Ramón Gómez de la Serna, creador de las greguerías y defensor del
arte nuevo. Rechaza la subjetividad y renuncia a reproducir fielmente la realidad; define las
greguerías en la fórmula “metáfora+humor”. Son textos breves de contenido filosófico, lírico o
humorístico en los que el autor establece relaciones insólitas entre dos objetos o conceptos.
Otros vanguardistas destacados son Pedro Salinas, Federico García Lorca y Rafael Alberti.
5. GENERACIÓN DEL 27. EL TEATRO LORQUIANO
Las primeras décadas del siglo XX son en todo Occidente un periodo convulso marcado por
acontecimientos trascendentes como la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la revolución rusa
(1917), el crac del 29 y el triunfo del nazismo en Alemania y del fascismo en Italia. En España la
situación también es agitada, el siglo se inicia con el reinado de Alfonso XIII y el final de la
Restauración, se produce la dictadura de Primo de Rivera que conducirá a la Segunda República
y, finalmente, desembocará en la Guerra Civil(1936-1939).
Las influencias que los autores del 27 reciben en sus obras son muy diversas. Las más
importantes son el Futurismo (influye sobre todo a Pedro Salinas y Rafael Alberti), el
Creacionismo (Gerardo Diego), el Surrealismo (el más influyente), algunos poetas consagrados
(Antonio Machado o Miguel Hernández) y otros autores como Bécquer o Rubén Darío. Las
características de la Generación del 27 son la renovación estética y métrica, el cuidado y la
renovación de la forma y el magnífico uso de la metáfora (se convierte en el recurso literario más
importante). En cuanto al estilo y la métrica, utilizan estrofas clásicas y novedosas como el soneto,
pero también innovan y hacen uso de la libertad métrica.
Pedro Salinas, el “poeta del amor”, en la mayor parte de su poesía tiene como tema principal el
amor; tiene una sensibilidad especial y una sinceridad cierta. Destacan sus poemas Razón de
amor y La voz a ti debida. En su libro El contemplado muestra su nostalgia por el exilio.
Jorge Guillén, caracterizado por una poesía pura o intelectual (Cántico), elimina lo anecdótico y
asocia la perfección a realidades tangibles como la hora del mediodía.
Gerardo Diego, tiene una gran influencia vanguardista aunque no olvida la poesía tradicional
(sonetos). Por ello, desarrolla estilos literarios muy diversos. El romancero de la novia.
Federico García Lorca ,murió fusilado al comenzar la guerra. Destacan dos poemarios:
Romancero gitano, en el que contrapone el mundo gitano y la guardia civil; y Poeta en Nueva
York, en el que hace uso de imágenes oníricas y el verso libre bajo la influencia del Surrealismo.
Vicente Aleixandre, Nobel de Literatura, escribió bajo influencia surrealista su obra Espadas
como labios, en la que narra las consecuencias de la guerra.
Dámaso Alonso fue presidente de la RAE. Su obra capital y una de las obras más importantes de
la posguerra española es Hijos de la ira (1944), en la que habla de la injusticia y la pobreza. Este
mismo año publicó otra de sus obras cumbre: Oscura noticia.
Luis Cernuda fue un hombre solitario y dolorido. Él mismo se sentía un marginado, quizás a
causa de su condición de homosexual, razón por la cual se aisló y se rebeló contra todo. Destaca
La realidad y el deseo.
Rafael Alberti en su obra de iniciación, Marinero en tierra, expresa añoranza del mar y de su
tierra natal. Sobre los ángeles utiliza el surrealismo para salir de la angustia y el dolor. Su tercera
etapa fue en el exilio (Roma peligro para caminantes).
También pertenecen a esta Generación Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, León Felipe,
Domenchina y el genial epígono Miguel Hernández.
Las mujeres de la Generación del 27 vivieron bajo la sombra de los intelectuales masculinos.
Fueron conocidas como “Las Sinsombrero”. María Zambrano, filósofa y ensayista, es la de mayor
reconocimiento en el grupo; María Teresa León fue pareja de Rafael Alberti; Rosa Chacel fue
novelista; y Ernestina de Champourcin, poeta, fue la más transgresora.
El teatro lorquiano es eminentemente poético. Fue muy importante su labor al frente de “La
Barraca”, compañía teatral formada por estudiantes y aficionados cuya misión era educativa. Los
temas son similares a los de su poesía: amor frustrado y conflicto entre libertad y autoridad. La
grandeza de Lorca está en la creación de personajes dotados de gran hondura, especialmente los
femeninos. Atravesó varias etapas: etapa modernista (Mariana Pineda); etapa de las farsas (La
zapatera prodigiosa); etapa surrealista (Así que pasen cinco años); y etapa neopopular, un
teatro comprometido con su tiempo, de denuncia, trágico. Destacan Bodas de sangre, Yerma y La
casa de Bernarda Alba (enfrentamiento entre la libertad de las hijas, y el autoritarismo de la
madre). También escribieron teatro Rafael Alberti y Miguel Hernández.