INFORME JURISTAS AALAND es-ES
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1920.
Informe
ORGANIZACIÓN DE LA COMISIÓN.
El Profesor F. LARNAUDE, Decano de la Facultad de Derecho de París; el Profesor A.
STRUYCKEN, Consejero de Estado del Reino de los Países Bajos; el Profesor MAX HUBER,
Consejero Jurídico del Departamento Político Suizo, fueron nombrados miembros de esta
Comisión. M. le Doyen F. LARNAUDE fue encargado de las funciones de Presidente.
M.G. KAECKENBEECK, de la Sección Jurídica de la Secretaría de la Sociedad de
Naciones, fue seleccionado para desempeñar las funciones de Secretario de la Comisión, y
se le encomendó además la tarea de proporcionar a la Comisión todos los documentos
pertinentes necesarios, especialmente los relacionados con los debates que tuvieron lugar
ante el Consejo de la Sociedad de Naciones en la reunión de Londres antes mencionada.
DOCUMENTOS Y AUDICIONES.
Además, por invitación del Consejo, los Gobiernos finlandés y sueco han
facilitado al Comité una exposición de sus puntos de vista sobre las cuestiones que se l e han
sometido. [4]
Estas declaraciones se comunicaron a los Gobiernos interesados y al Delegado
de las Islas Aaland, Sr. JOHANNES ERIKSSON, y, a continuación, se enviaron documentos
complementarios, observaciones y comentarios escritos sobre estas declaraciones a
a la Comisión por los Ministros sueco y finlandés en París, y por los Sres. JOHANNES ERIKSSON y
AUGUSTUS KARLSSON.
RECLAMACIÓN DE SUECIA.
2. En realidad, la pregunta es l a siguiente: ¿pueden los habitantes de las islas Aaland, en
su situación actual, y tomando como base el principio de que los pueblos deben tener
derecho a la autodeterminación, solicitar su unión a Suecia? ¿Puede Suecia, por su parte,
alegar tal determinación y solicitar su unión a Suecia? ¿Puede Suecia, por su parte,
reclamar que se celebre un plebiscito para dar a los habitantes de las islas la oportunidad
de expresar su deseo con respecto a su unión con Suecia o a su permanencia bajo
dominio finlandés?
3. No obstante, debe observarse que todo lo que se ha dicho sobre los atributos de
la soberanía de un Estado, en términos generales, sólo se aplica a una nación
definitivamente constituida como Estado soberano y miembro independiente de la
comunidad internacional, [6] y mientras siga poseyendo estas características. Tanto desde
el punto de vista del Derecho interno como del Derecho internacional, la formación,
transformación y desmembramiento de Estados como consecuencia de revoluciones y
guerras crean situaciones de hecho a las que, en gran medida, no puede hacerse frente
mediante la aplicación de las normas normales del Derecho positivo. Esto equivale a
afirmar que si falta la base esencial de estas normas, es decir, la soberanía territorial, ya
sea porque el Estado aún no está completamente formado o porque está en proceso de
transformación o disolución, la situación es oscura e incierta desde el punto de vista
jurídico, y no se aclarará hasta que se complete el período de desarrollo y se haya
establecido una nueva situación definida, que sea normal con respecto a la soberanía
territorial.
Esta transición de una situación de facto a una situación normal de iure no
puede considerarse como una transición confinada enteramente a la jurisdicción interna de un
Estado. Suele dar lugar a reajustes entre los miembros de la comunidad internacional y a
alteraciones de su estatuto territorial y jurídico; por consiguiente, esta transición
interesa muy profundamente a la comunidad de Estados tanto desde el punto de vista
político como jurídico.
RECONOCIMIENTOS.
El 31 de diciembre
de 1917, el Soviet de Comisarios del Pueblo de Petrogrado propuso al
Comité Central Ejecutivo de los Soviets de diputados de obreros, soldados y campesinos de
todas las Rusias que se reconociera la independencia política de la República de
Finlandia [8]. Este último órgano aceptó la propuesta el 4 de e n e r o . El 4 de enero, Finlandia fue
reconocida por el g o b i e r n o sueco y el 5 por el francés; el 10 de enero fue reconocida por
Dinamarca y Noruega, y el 22 de febrero por Suiza. Posteriormente se produjeron otros
numerosos reconocimientos.
Sin embargo, estos hechos por sí solos no bastan para demostrar que Finlandia, a
partir de ese momento, se convirtió en un Estado soberano.
La experiencia de la última guerra demuestra que no se puede atribuir el mismo valor
jurídico al reconocimiento de nuevos Estados en tiempo de guerra, especialmente al otorgado por
las potencias beligerantes, que en tiempos normales; además, tampoco se otorgaron tales
reconocimientos con el mismo objeto que en tiempos normales. En muchos casos se trataba
sólo de reconocimientos de pueblos o naciones, a veces, incluso, de meros reconocimientos de
Gobiernos. La determinación precisa del estatuto territorial de estos Estados se dejaba, por lo
general, a la gran reconstrucción diplomática de Europa que seguiría a la conclusión de la
paz, al igual que, en algunos casos, ciertas peculiaridades de su constitución política y de su
legislación, especialmente en lo relativo a la protección de las minorías, que quedaban
así reservadas a la solución internacional. El carácter especial de algunos
reconocimientos que se otorgaron durante este período perturbado se debe también a la
manera en que ciertos Gobiernos consideraron dicho reconocimiento. Así, Suecia
siempre ha demostrado con su actitud que estaba interesada en la cuestión de las islas
Aaland, y siempre ha actuado como si su reconocimiento se hubiera otorgado con
reservas.
En Francia, el Presidente del Consejo declaró públicamente desde la tribuna de
la Cámara de Diputados, el 29 de septiembre de 1918, que consideraba que la cuestión de
las islas Aaland entraba en el ámbito de la Conferencia de Paz.
En cuanto a Rusia, que fue la primera en reconocer al Estado finlandés, no hay que
olvidar que en aquel momento estaba inmersa en una revolución, y que sus
organizaciones revolucionarias sólo habían sido reconocidas por las Potencias
Centrales en las negociaciones de Brest-Litowsk.
El Gobierno de Gran Bretaña no reconoció a Finlandia como Estado hasta mucho
más tarde, el 6 de mayo de 1919. Al día siguiente añadió a este reconocimiento una nota en la
que expresaba la esperanza de que Finlandia no se negara, bajo ninguna circunstancia, a
aceptar las decisiones de la Conferencia de Paz en lo referente a sus fronteras. No fue hasta
el 21 de enero de 1920 cuando el Gobierno británico declaró que su reconocimiento se
otorgaba sin reserva alguna.
LA ACTITUD DE SUECIA.
El Gobierno sueco ha sostenido y defendido su causa en todas partes, de la manera
más enérgica, y la ha adoptado como propia. Tras negociaciones privadas, en noviembre de
1918 dirigió una petición formal al Gobierno finlandés para que organizara un plebiscito
con plenas garantías de sinceridad e independencia, a fin de decidir el destino político de
las Islas.
El Gobierno finlandés no respondió hasta junio de 1919, y entonces contestó
negativamente. Desde entonces, el Gobierno sueco ha llevado la disputa ante la
Conferencia de Paz y ha defendido sus puntos de vista ante el Consejo de la Sociedad de
Naciones.
LA ACTITUD DE FINLANDIA.
El Gobierno finlandés, por otra parte, sólo ha tomado medidas coercitivas muy
tardías para impedir o frenar las diversas manifestaciones populares de los isleños de
Aaland destinadas a lograr la reunificación de las Islas con Suecia, aunque envió una
"seria advertencia" en marzo de 1918 a los isleños de Aaland en el momento de su llamamiento al
Senado finlandés, al Rey de Suecia y al Emperador de A l e m a n i a . Esta advertencia no s u r t i ó
efecto; las manifestaciones continuaron y el Gobierno finlandés no tomó medidas eficaces
para
i m p e d i r l o . El intento de satisfacer a los habitantes mediante una ley especial que otorgaba a las
islas una amplia autonomía no tuvo éxito, aunque el Presidente del Consejo y otros
ministros fueron a Marienhamn para reunirse con los delegados de los habitantes de las
islas y explicarles las disposiciones de la ley. La Asamblea se negó a participar en la discusión de
la ley y, tras expresar una vez más el deseo de los habitantes de determinar su propio futuro
político, se disolvió. [12]
Hay que añadir que los habitantes de las islas se negaron a realizar el servicio
militar obligatorio en el ejército finlandés, y un gran número de reclutas desertaron y se fueron
a Suecia.
ACONTECIMIENTOS MILITARES.
Hay que decir unas palabras sobre los acontecimientos militares que tuvieron lugar en
las islas Aaland.
Tras la declaración de independencia finlandesa, las tropas rusas continuaron
ocupando las islas Aland e incluso recibieron considerables refuerzos. El Gobierno
finlandés no hizo ningún intento serio de desalojarlas; en febrero de 1918, apenas había 500
soldados finlandeses "blancos" en las islas. La mayoría de ellos, incluso, llegaron
desarmados.
Las Islas fueron finalmente liberadas de las tropas rusas por la acción militar
sueca, a petición de los habitantes; los rusos no regresarían a Rusia a menos que las
tropas blancas finlandesas también se marcharan al mismo tiempo. Éstas consintieron en
abandonar las armas antes de abandonar l a s I s l a s , a petición del Comandante sueco, a quien
creían de acuerdo con el Cuartel General finlandés. Posteriormente, las tropas alemanas
ocuparon las Islas hasta octubre de 1918.
Esta intervención militar por parte del Gobierno sueco fue sin duda sólo [13]
ocasionada por motivos de humanidad, pero, sin embargo, se deduce de todo lo que ocurrió que
durante este período, aparte de los disturbios derivados de su condición interna,
Finlandia en varias ocasiones no ejerció absolutamente ningún derecho soberano sobre
las Islas Aaland.
CONCLUSIONES.
La Comisión, tras considerar los argumentos expuestos y desarrollados en el informe
precedente, ha llegado a las siguientes conclusiones:-.
(1) El litigio entre Suecia y Finlandia no se refiere a una situación política
definitivamente establecida, que dependa exclusivamente de la soberanía
territorial de un Estado.
(2) Por el contrario, el litigio tiene su origen en una situación de hecho
provocada por la transformación política de las Islas Aaland,
transformación causada y originada por el movimiento separatista de sus
habitantes, que invocaban el principio de autodeterminación nacional, y por
determinados acontecimientos militares que acompañaron y siguieron a la
separación de Finlandia del Imperio ruso en una época en la que Finlandia aún
no había adquirido el carácter d e Estado definitivamente constituido.
(3) De lo anterior se desprende que el litigio no se refiere a una cuestión que el
Derecho Internacional deje a la jurisdicción interna de Finlandia.
(4) El Consejo de la Sociedad d e Naciones, por lo tanto, es competente, en virtud del
párrafo 4 del artículo 15, para hacer las recomendaciones que considere justas y
apropiadas en el caso.