INFORME JURISTAS AALAND es-ES

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Octubre, Diario Oficial de la Liga de Naciones.

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1920.
Informe

Del Comité Internacional de Juristas encargado por el Consejo de la Sociedad de


Naciones de emitir un dictamen consultivo sobre los aspectos jurídicos de la
cuestión de las Islas Aaland.

RESOLUCIÓN DEL CONSEJO.


En una reunión celebrada el 12 de julio de 1920, el Consejo de la Sociedad de
Naciones, reunido en Londres, adoptó por unanimidad, con el asentimiento de Finlandia y
Suecia, las partes enfrentadas en una disputa sobre si los habitantes de las islas Aaland
debían "ser autorizados a determinar inmediatamente mediante plebiscito si el archipiélago
debía permanecer bajo soberanía finlandesa o ser incorporado al Reino de Suecia", la
siguiente resolución:
"Se nombrará una Comisión Internacional de tres juristas con el fin de someter al
Consejo, en el plazo más breve posible, su dictamen sobre los puntos siguientes:
(I) Si, en el sentido del párrafo 8 del artículo 15 del Pacto, el caso presentado por
Suecia al Consejo con referencia a las Islas Aaland trata de una cuestión que,
según el Derecho Internacional, debería dejarse enteramente a la jurisdicción
interna de Finlandia.

ORGANIZACIÓN DE LA COMISIÓN.
El Profesor F. LARNAUDE, Decano de la Facultad de Derecho de París; el Profesor A.
STRUYCKEN, Consejero de Estado del Reino de los Países Bajos; el Profesor MAX HUBER,
Consejero Jurídico del Departamento Político Suizo, fueron nombrados miembros de esta
Comisión. M. le Doyen F. LARNAUDE fue encargado de las funciones de Presidente.
M.G. KAECKENBEECK, de la Sección Jurídica de la Secretaría de la Sociedad de
Naciones, fue seleccionado para desempeñar las funciones de Secretario de la Comisión, y
se le encomendó además la tarea de proporcionar a la Comisión todos los documentos
pertinentes necesarios, especialmente los relacionados con los debates que tuvieron lugar
ante el Consejo de la Sociedad de Naciones en la reunión de Londres antes mencionada.

DOCUMENTOS Y AUDICIONES.
Además, por invitación del Consejo, los Gobiernos finlandés y sueco han
facilitado al Comité una exposición de sus puntos de vista sobre las cuestiones que se l e han
sometido. [4]
Estas declaraciones se comunicaron a los Gobiernos interesados y al Delegado
de las Islas Aaland, Sr. JOHANNES ERIKSSON, y, a continuación, se enviaron documentos
complementarios, observaciones y comentarios escritos sobre estas declaraciones a
a la Comisión por los Ministros sueco y finlandés en París, y por los Sres. JOHANNES ERIKSSON y
AUGUSTUS KARLSSON.

Además, la Comisión oyó, en nombre de Finlandia, al Sr. ENCKELL, Ministro finlandés


en París, asistido por el Sr. K. G. IDMAN, Ministro finlandés en Copenhague, y, en nombre de
Suecia, al Conde EHRENSVARD, Ministro sueco en París, que respondieron respectivamente a
las diversas preguntas que les formuló la Comisión. Los Sres. JOHANNES ERIKSSON y AUGUSTUS
KARLSSON, representantes de los habitantes de las islas Aaland, también fueron oídos.
El comandante HOLMQUIST también dio explicaciones a la Comisión sobre ciertos puntos técnicos
relacionados con la desmilitarización de las islas.

DURACIÓN DE LAS SESIONES.


La Comisión, convocada en París el 3 de agosto, celebró sus reuniones en la "Salle des
Actes" de la Facultad de Derecho de la Universidad de París. La Comisión concluyó su
tarea el 5 de septiembre y adoptó el siguiente dictamen:

APARTADO 8 DEL ARTÍCULO 15 DEL PACTO.


1. El párrafo 8 del artículo 15 del Pacto dispone que cuando se someta una
controversia al Consejo de la Sociedad de las Naciones, si una de las partes sostiene y si el
Consejo considera que la controversia se refiere a una cuestión que, según el Derecho
Internacional, corresponde únicamente a la jurisdicción interna de la parte que afirma que
tal es el caso, este último debe hacer constar el hecho en un informe, pero sin recomendar
solución alguna de la cuestión. Esta norma equivale a la exclusión de la competencia del
Consejo en determinados casos; el Consejo es competente para decidir finalmente si es
competente o no.
El Pacto, mediante la adopción expresa de esta disposición, que podría haberse
dejado a la aplicación de normas de Derecho Internacional, le ha dado una importancia
particular, confirmando así la intención muy definida de los Miembros de la Sociedad de
Naciones de evitar invadir la soberanía interna de los Estados.

LA APLICACIÓN DEL PÁRRAFO.


La Comisión, desde el principio, acordó rechazar la idea de que el hecho de que un
litigio fuera sometido al Consejo por un Miembro de la Sociedad de Naciones bastaría para
conferirle carácter internacional y someterlo, por tanto, a la jurisdicción de la Sociedad
de Naciones, en el sentido y aplicación del apartado 4 y siguientes del artículo 15.
La naturaleza jurídica de una cuestión no puede depender del hecho de que un
Miembro de la Sociedad de Naciones, que puede o no ser parte en la controversia, decida
someterla al Consejo. Una cuestión tiene carácter internacional o pertenece a la
jurisdicción interna de un Estado, según sus características intrínsecas y especiales. La
opinión alternativa, además, no es lógicamente compatible con el propio apartado 8, ya
que este apartado
atribuye expresamente al Consejo la facultad de decidir si un litigio se refiere a una cuestión que
el Derecho Internacional deja enteramente a la jurisdicción interna de la parte que lo
alega. [5]
Por lo tanto, es esencial comenzar por considerar las características intrínsecas y
especiales de la cuestión planteada por la disputa entre Finlandia y Suecia, con el fin de
decidir si la cuestión entra dentro de la jurisdicción del Consejo de la Sociedad de Naciones.

RECLAMACIÓN DE SUECIA.
2. En realidad, la pregunta es l a siguiente: ¿pueden los habitantes de las islas Aaland, en
su situación actual, y tomando como base el principio de que los pueblos deben tener
derecho a la autodeterminación, solicitar su unión a Suecia? ¿Puede Suecia, por su parte,
alegar tal determinación y solicitar su unión a Suecia? ¿Puede Suecia, por su parte,
reclamar que se celebre un plebiscito para dar a los habitantes de las islas la oportunidad
de expresar su deseo con respecto a su unión con Suecia o a su permanencia bajo
dominio finlandés?

EL PRINCIPIO DE AUTODETERMINACIÓN Y LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS.


Aunque el principio de autodeterminación de los pueblos desempeña un papel
importante en el pensamiento político moderno, especialmente desde la Gran Guerra,
hay que señalar que no se menciona en el Pacto de la Sociedad de N a c i o n e s . El
reconocimiento de este principio en un cierto número de tratados internacionales no puede
considerarse suficiente para equipararlo a una norma positiva del Derecho de gentes.
Por el contrario, a falta de disposiciones expresas en los tratados internacionales, el
derecho a disponer del territorio nacional es esencialmente un atributo de la soberanía de todo
Estado. El Derecho Internacional Positivo no reconoce el derecho de los grupos nacionales, como
tales, a separarse del Estado del que forman parte por la simple expresión de un deseo,
como tampoco reconoce el derecho de otros Estados a reivindicar tal separación.
En general, la concesión o la denegación del derecho a una parte de su población de
determinar su propio destino político mediante plebiscito o por cualquier otro método, es,
exclusivamente, un atributo de la soberanía de todo Estado definitivamente constituido.
Por lo tanto, un litigio entre dos Estados relativo a tal cuestión, en condiciones
normales, se refiere a una cuestión que el Derecho Internacional deja enteramente a la
jurisdicción interna de uno de los Estados interesados. Cualquier otra solución equivaldría a una
violación de los derechos soberanos de un Estado e implicaría el riesgo de crear dificultades y
una falta de e s t a b i l i d a d que no sólo serían contrarias a la idea misma que encarna el término
"Estado", sino que también pondrían en peligro los intereses de la comunidad
internacional. Si este derecho no lo posee un sector grande o pequeño de una nación, tampoco
puede poseerlo el Estado al que desea adscribirse el grupo nacional, ni ningún otro Estado.
La Comisión, al afirmar estos principios, no se pronuncia sobre la cuestión de si un
abuso manifiesto y continuado del poder soberano, en detrimento de un sector de la
población de un Estado, daría lugar, en caso de que se dieran tales circunstancias, a
a una controversia internacional, surgida de la misma, un carácter tal que su objeto deba
considerarse como uno que no se limita a la jurisdicción interna del Estado interesado, sino
que entra en la esfera de acción de la Sociedad de las Naciones. Tal suposición no se aplica
ciertamente al caso que nos ocupa, y no ha sido invocada por ninguna de l a s partes en la
controversia.

CONSIDERACIONES de hecho Y DE derecho. SU CARÁCTER INTERNACIONAL.

3. No obstante, debe observarse que todo lo que se ha dicho sobre los atributos de
la soberanía de un Estado, en términos generales, sólo se aplica a una nación
definitivamente constituida como Estado soberano y miembro independiente de la
comunidad internacional, [6] y mientras siga poseyendo estas características. Tanto desde
el punto de vista del Derecho interno como del Derecho internacional, la formación,
transformación y desmembramiento de Estados como consecuencia de revoluciones y
guerras crean situaciones de hecho a las que, en gran medida, no puede hacerse frente
mediante la aplicación de las normas normales del Derecho positivo. Esto equivale a
afirmar que si falta la base esencial de estas normas, es decir, la soberanía territorial, ya
sea porque el Estado aún no está completamente formado o porque está en proceso de
transformación o disolución, la situación es oscura e incierta desde el punto de vista
jurídico, y no se aclarará hasta que se complete el período de desarrollo y se haya
establecido una nueva situación definida, que sea normal con respecto a la soberanía
territorial.
Esta transición de una situación de facto a una situación normal de iure no
puede considerarse como una transición confinada enteramente a la jurisdicción interna de un
Estado. Suele dar lugar a reajustes entre los miembros de la comunidad internacional y a
alteraciones de su estatuto territorial y jurídico; por consiguiente, esta transición
interesa muy profundamente a la comunidad de Estados tanto desde el punto de vista
político como jurídico.

LA AUTODETERMINACIÓN APLICADA A LAS SITUACIONES de hecho. SUS FORMAS.


En tales circunstancias, puede ponerse en juego el principio de autodeterminación
de los pueblos. Las nuevas aspiraciones de ciertos sectores de una nación, que a veces se
basan en antiguas tradiciones o en una lengua y civilización comunes, pueden aflorar y
producir efectos que deben tenerse en cuenta en interés de la paz interior y exterior de las
naciones.
El principio que reconoce el derecho de los pueblos a determinar su destino político
puede aplicarse de diversas maneras; las más importantes son, por una parte, la formación
de un Estado independiente y, por otra, el derecho a elegir entre dos Estados existentes.
Sin embargo, este principio debe ponerse en consonancia con el de la protección de las
minorías; ambos tienen un objeto común: asegurar a un determinado grupo nacional el
mantenimiento y el libre desarrollo de sus características sociales, étnicas o religiosas.
La protección de las minorías ya está prevista, en medida muy variable, en un
número bastante elevado de constituciones. Este principio parece ser una de las
características esenciales de la libertad en la actualidad. Sin embargo, en determinadas
circunstancias, se ha considerado necesario ir más allá y garantizar, mediante tratados
internacionales, algunos derechos de las minorías.
situación particular a determinadas minorías raciales o religiosas. Así, en algunos tratados
recientes se ha establecido un régimen jurídico especial, bajo el control y la garantía de la
Sociedad de Naciones, para determinados sectores de la población de un Estado.
Sin embargo, no debe perderse de vista que el principio de que las naciones deben
tener el derecho de autodeterminación no es el único que debe tenerse en cuenta. Aunque
se considere el más importante de los principios que rigen la formación de los Estados,
consideraciones geográficas, económicas y otras similares pueden poner obstáculos a su pleno
reconocimiento. En tales circunstancias, una solución de compromiso, basada en una amplia
concesión de libertad a las minorías, puede parecer necesaria según la concepción
jurídica internacional e incluso puede estar dictada por los intereses de la paz.

DESARROLLO HISTÓRICO DE FINLANDIA.


4. A la luz de lo anterior, hay que decidir si, desde el punto de vista de la
soberanía territorial, la situación de las Islas Aaland en el Estado independiente [7] de
Finlandia es de carácter definido y normal, o si se trata de una situación transitoria o no
plenamente desarrollada.
Para responder a esta pregunta, hay que examinar los principales hechos históricos
que marcan el desarrollo de la posición política y jurídica de Finlandia y de las Islas.
Antes de la proclamación de la independencia, la situación jurídica de Finlandia
dentro del Imperio ruso era muy peculiar y difícil de definir.

LA CONSTITUCIÓN FINLANDESA DE 1809.


En particular, se planteó la cuestión de si el Tratado de Fredrikshamn, del 5 al 17 de
septiembre de 1809, combinado con la promesa solemne del Zar Alejandro I., dada el 29 de
marzo del mismo año a la Dieta de Borgå formalmente constituida, había o no constituido a
estas antiguas provincias suecas en un Estado en el verdadero sentido de la palabra, que
sin duda estaba incorporado al Estado ruso, pero que, no obstante, gozaba de un grado muy
amplio de autonomía e independencia excepto en los asuntos relativos a las relaciones
exteriores en su conjunto y a algunos otros asuntos de política interior y legislación
calificados de intereses comunes, que, especialmente desde 1899, han dado lugar a una gran
controversia y, al mismo tiempo, fueron la causa de unas relaciones gravemente tensas entre
las autoridades rusas y finlandesas.
Incluso si se diera una respuesta afirmativa a la cuestión mencionada en el último
párrafo, y si, en consecuencia, se adoptara el punto de vista más favorable a la teoría
finlandesa, teoría que, de hecho, ha parecido a la mayoría de los juristas que han escrito
sobre el tema como la más conforme con la redacción y el espíritu del acuerdo de 1809,
sigue siendo cierto, sin embargo, que el Estado de Finlandia, que desde 1899 fue tratado de
hecho por el Gobierno ruso como una provincia ordinaria, no tenía y nunca pretendió
tener una existencia legal independiente en asuntos exteriores y estaba indisolublemente
ligado a Rusia.
EFECTOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA.
Esta situación no se modificó inmediatamente tras la revolución rusa de marzo de 1917 y
la desaparición del poder monárquico, que hasta entonces había sido común a Rusia y
Finlandia. Los diversos gobiernos provisionales que se sucedieron hasta el golpe d e estado
bolchevique, continuaron enviando gobernadores generales a Finlandia.
Sin embargo, el manifiesto bolchevique del 15 de noviembre de 1917, que proclamaba el
derecho de autodeterminación de todos los pueblos que no fueran de raza rusa a decidir su
propio f u t u r o , provocó una importante alteración en las relaciones entre Rusia y
Finlandia.
DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA.
Al mismo tiempo, la Dieta finlandesa, el 15 de noviembre de 1917, asumió el poder
supremo y constituyó un Gobierno nacional que, el 4 de diciembre de 1917, hizo un
llamamiento al pueblo finlandés exhortándole a hacer todo lo posible para que
Finlandia ocupara su lugar como nación independiente entre las demás naciones.
Durante los acontecimientos que siguieron, este objetivo fue finalmente alcanzado.

RECONOCIMIENTOS.
El 31 de diciembre
de 1917, el Soviet de Comisarios del Pueblo de Petrogrado propuso al
Comité Central Ejecutivo de los Soviets de diputados de obreros, soldados y campesinos de
todas las Rusias que se reconociera la independencia política de la República de
Finlandia [8]. Este último órgano aceptó la propuesta el 4 de e n e r o . El 4 de enero, Finlandia fue
reconocida por el g o b i e r n o sueco y el 5 por el francés; el 10 de enero fue reconocida por
Dinamarca y Noruega, y el 22 de febrero por Suiza. Posteriormente se produjeron otros
numerosos reconocimientos.
Sin embargo, estos hechos por sí solos no bastan para demostrar que Finlandia, a
partir de ese momento, se convirtió en un Estado soberano.
La experiencia de la última guerra demuestra que no se puede atribuir el mismo valor
jurídico al reconocimiento de nuevos Estados en tiempo de guerra, especialmente al otorgado por
las potencias beligerantes, que en tiempos normales; además, tampoco se otorgaron tales
reconocimientos con el mismo objeto que en tiempos normales. En muchos casos se trataba
sólo de reconocimientos de pueblos o naciones, a veces, incluso, de meros reconocimientos de
Gobiernos. La determinación precisa del estatuto territorial de estos Estados se dejaba, por lo
general, a la gran reconstrucción diplomática de Europa que seguiría a la conclusión de la
paz, al igual que, en algunos casos, ciertas peculiaridades de su constitución política y de su
legislación, especialmente en lo relativo a la protección de las minorías, que quedaban
así reservadas a la solución internacional. El carácter especial de algunos
reconocimientos que se otorgaron durante este período perturbado se debe también a la
manera en que ciertos Gobiernos consideraron dicho reconocimiento. Así, Suecia
siempre ha demostrado con su actitud que estaba interesada en la cuestión de las islas
Aaland, y siempre ha actuado como si su reconocimiento se hubiera otorgado con
reservas.
En Francia, el Presidente del Consejo declaró públicamente desde la tribuna de
la Cámara de Diputados, el 29 de septiembre de 1918, que consideraba que la cuestión de
las islas Aaland entraba en el ámbito de la Conferencia de Paz.
En cuanto a Rusia, que fue la primera en reconocer al Estado finlandés, no hay que
olvidar que en aquel momento estaba inmersa en una revolución, y que sus
organizaciones revolucionarias sólo habían sido reconocidas por las Potencias
Centrales en las negociaciones de Brest-Litowsk.
El Gobierno de Gran Bretaña no reconoció a Finlandia como Estado hasta mucho
más tarde, el 6 de mayo de 1919. Al día siguiente añadió a este reconocimiento una nota en la
que expresaba la esperanza de que Finlandia no se negara, bajo ninguna circunstancia, a
aceptar las decisiones de la Conferencia de Paz en lo referente a sus fronteras. No fue hasta
el 21 de enero de 1920 cuando el Gobierno británico declaró que su reconocimiento se
otorgaba sin reserva alguna.

SITUACIÓN INTERNA DE FINLANDIA.


Además de estos hechos que afectan a las relaciones exteriores de Finlandia, hay que
destacar el carácter anormal de su situación interna. Esta situación fue tal que, durante un
tiempo considerable, no se dieron las condiciones necesarias para la formación de un Estado
soberano.
En medio de la revolución y la anarquía, algunos elementos esenciales para la existencia
d e un Estado, incluso algunos elementos de hecho, faltaron durante un período bastante
considerable. La vida política y social estaba desorganizada; las autoridades no tenían
fuerza suficiente para imponerse; la guerra civil estaba muy extendida; además, la Dieta, cuya
legalidad había sido discutida por una gran parte del pueblo, había sido dispersada por el
partido revolucionario, y el Gobierno había sido expulsado de la capital e impedido por
la fuerza de desempeñar sus funciones; los campos armados y la policía estaban divididos en
dos fuerzas opuestas, y las tropas rusas, y después de un tiempo también las alemanas,
tomaron parte en la guerra civil entre los habitantes y entre las tropas finlandesas rojas y
blancas. [9]
Por lo tanto, es difícil decir en qué fecha exacta la República Finlandesa, en el
sentido jurídico del término, se convirtió realmente en un Estado soberano
definitivamente constituido. Ciertamente, esto no ocurrió hasta que se creó una
organización política estable y hasta que los poderes públicos adquirieron la fuerza
suficiente para imponerse en todos los territorios del Estado sin la ayuda de tropas
extranjeras. Parece ser que fue en mayo de 1918 cuando terminó la guerra civil y las tropas
extranjeras comenzaron a abandonar el país, de modo que a partir de ese momento fue
posible restablecer poco a poco el orden y la vida política y social normal.
De todos estos hechos se deduce que la formación de un Estado independiente de
Finlandia en 1917 y 1918, cualquiera que haya sido el estatus legal de Finlandia anteriormente
bajo el Imperio Ruso, debe considerarse, al menos en varios aspectos, como un nuevo
fenómeno político y no como una mera continuación de una entidad política
previamente existente.
LAS ISLAS AALAND ANTES DE 1917.
5. La situación especial de las islas Aaland debe considerarse ahora desde el mismo punto
de vista.
Hasta el año 1809, salvo un breve periodo de dominación rusa a principios del siglo
XVIII, las islas Aaland
formaron parte del reino de Suecia. En 1808 y 1809 fueron conquistadas
por Rusia; el 17 de septiembre de 1809, el rey de Suecia, en el Tratado de Fredrikshamn,
renunció a todos sus derechos y títulos sobre las islas en favor del emperador de todas las
Rusias, así como a sus derechos sobre la Finlandia continental.
Sin embargo, la unión de las islas Aaland al Imperio ruso no se llevó a cabo del
mismo modo que la de la Finlandia continental. Tras la declaración del Emperador el 28 de marzo
de 1808, proclamando que había tomado posesión de Finlandia, los finlandeses aceptaron a su
nuevo soberano, y el 22 de marzo de 1809 y los días siguientes, en la Dieta de Borgå,
convocada a petición suya, prestaron juramento de fidelidad al Emperador de todas las
Rusias, Gran Duque de F i n l a n d i a , y cooperaron en la organización constitucional de su país
dentro del Imperio ruso. La población de las islas Aaland, por el c o n t r a r i o , se negó a
separarse de Suecia; realizó grandes esfuerzos para expulsar a las tropas rusas de las
islas; incluso consiguió mantenerlas a distancia durante un tiempo considerable, y sólo
se resignó al cambio de soberano y nacionalidad después de que el territorio hubiera
sido cedido por su Rey en el Tratado del 17 de septiembre.
Por consiguiente, aunque desde un punto de vista internacional la transferencia
de la soberanía sobre las Islas Aaland al Emperador de Rusia se produjo al mismo tiempo que
la de la soberanía de Finlandia, internamente y desde un punto de vista constitucional, Finlandia
ya formaba parte del Imperio Ruso antes de que se le anexionaran las Islas Aaland.

EL PROPÓSITO DE LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA FINLANDESA.


No cabe duda de que las islas Aaland formaban parte de Finlandia durante el
periodo de dominación rusa. Por esta única razón, ¿deben considerarse definitivamente
incorporadas de iure al Estado de Finlandia que se formó como resultado de los
acontecimientos descritos anteriormente?
A la Comisión le resulta imposible admitirlo. El alcance y la naturaleza de los
cambios políticos, que se producen como hechos y fuera del dominio del derecho, están
necesariamente limitados por los resultados efectivamente producidos. Sólo estos resultados
constituyen la base de la nueva entidad jurídica que está a punto de formarse, y son ellos
los que determinarán sus características esenciales [10]. Si una parte de un Estado se separa
efectivamente de ese Estado, la separación se limita necesariamente en sus efectos a la
población del territorio que ha participado en el acto de separación. Aunque los
proyectos políticos que conducen a la separación pueden manifestarse de manera
diferente en las distintas partes del territorio, no obstante, todos estos proyectos tienen el
mismo valor como fundamento del nuevo orden jurídico, aunque, por supuesto, sólo en
la medida en que quienes los adoptan sean capaces de mantenerlos. Puede incluso decirse
que si se produce una separación de un organismo político que es más o menos
autónomo, y que está él mismo de facto en proceso de transformación política, este
organismo no puede en el mismo momento en que se transforma fuera del dominio del
derecho positivo invocar los principios
de esta ley para imponer a un grupo nacional un estatuto político que éste se niega a
aceptar.
Aplicando un método de argumentación puramente jurídico, podría decirse que
existe una especie de derecho adquirido en favor de las Islas Aaland que se violaría si se
permitiera a Finlandia suprimirlo retrospectivamente. Por supuesto, la expresión "derecho
adquirido" sólo puede utilizarse en sentido figurado, pero incluso con referencia a una
situación de facto debería ser posible invocar, si no el principio real de no retroactividad
(principe de non- rétroactivité), en todo caso la razón principal en la que se basa, dictada
por la justicia y la equidad.
Por estas razones, Finlandia no puede pretender q u e el futuro de las islas Aaland sea el
mismo que el suyo simplemente por el único hecho de que las islas formaron parte
anteriormente de la organización política finlandesa en el Imperio ruso.

LAS ISLAS AALAND TRAS LA REVOLUCIÓN RUSA.


Como se ha hecho en el caso de la Finlandia continental, también en el caso de las islas
Aaland debe trazarse el curso de su transformación política, tras la revolución rusa.
No cabe duda de que esta transformación no se produjo de la misma manera que
en la Finlandia continental.
Es cierto que la población de las islas participó en el movimiento que condujo a
la separación de Finlandia de Rusia y que, en general, siguió viviendo bajo el mismo régimen
jurídico que Finlandia. Sin embargo, los isleños de Aaland no podían actuar de otro modo. Por
una parte, no podían adherirse directamente a Suecia y, por otra, no lo deseaban y,
además, no podían formar un Estado independiente. Simplemente esperaban un
acuerdo mediante negociaciones entre Suecia y Finlandia.
Muchos incidentes importantes ocurridos en las islas demuestran que la
transformación de su estatus político asumió, desde el principio, un carácter y una
dirección bastante diferentes de los adoptados en la Finlandia continental.
Dos series de incidentes merecen ser destacados: por un lado, las expresiones
políticas de los deseos del pueblo y, por otro, los acontecimientos militares que tuvieron lugar
en las Islas.
En cuanto estalló la revolución rusa, la población de las islas expresó abiertamente su
deseo de separarse de Rusia y unirse a Suecia.

LA ACTITUD DE LOS ISLEÑOS DE AALAND.


Ya el 20 de agosto de 1917, los delegados de los municipios de las islas se reunieron
en Finström y decidieron poner en conocimiento del Gobierno y del Parlamento suecos
que la población de las islas Aaland, por razones especiales, deseaba vivamente que las
islas se reunificaran con el Reino de Suecia. Esta resolución fue comunicada al Gobierno
sueco el 27 de noviembre. [11]
En diciembre, más o menos cuando Finlandia declaró su independencia, los isleños
de Aaland se preparaban para celebrar un plebiscito a favor de su reunificación con Suecia.
El plebiscito tuvo lugar el 31 de diciembre y todos los hombres y mujeres mayores de edad
tenían derecho a participar. Más de 7.000 habitantes de Aaland expresaron su deseo de que
las islas se unieran al Reino de Suecia. El 3 de febrero de 1918, el rey de Suecia recibió a una
delegación que le comunicó los resultados del plebiscito.
Mientras tanto, el 16 de enero de 1918, el rey de S u e c i a , en el discurso desde el trono
pronunciado ante el Riksdag, había expresado su convicción de que la independencia de
Finlandia facilitaría una solución satisfactoria de la cuestión de las islas Aaland; esto, en vista
de los discursos en el Parlamento y los artículos en la prensa sueca en ese momento, e
incluso considerablemente antes, debía entenderse en el sentido de que la
independencia de Finlandia facilitaría la reunificación de las islas a Suecia.
En junio de 1919 se celebró un nuevo plebiscito en las islas. Alrededor del 95% de
la población se declaró a favor de la reunificación con Suecia.
Los isleños de Aaland no han dejado de hacer todo lo que estaba en su mano para
hacer realidad sus esperanzas nacionales. Primero, en marzo de 1918, se dirigieron al
Senado finlandés, al rey de Suecia y al emperador de Alemania. En noviembre de 1918
hicieron otro llamamiento al Presidente de los Estados Unidos, al Presidente de Francia y al
Gobierno de Gran Bretaña. Por último, enviaron una delegación a la Conferencia de Paz el
31 de enero de 1919 y al Consejo de la Sociedad de Naciones en julio de 1920. Con el mismo

objetivo llegaron a constituir, en contra de la ley, un órgano de representación popular, el


"Landsting", compuesto por delegados de los distintos consejos municipales, que debía ser
un medio centralizado de interpretar la voluntad de los habitantes.

LA ACTITUD DE SUECIA.
El Gobierno sueco ha sostenido y defendido su causa en todas partes, de la manera
más enérgica, y la ha adoptado como propia. Tras negociaciones privadas, en noviembre de
1918 dirigió una petición formal al Gobierno finlandés para que organizara un plebiscito
con plenas garantías de sinceridad e independencia, a fin de decidir el destino político de
las Islas.
El Gobierno finlandés no respondió hasta junio de 1919, y entonces contestó
negativamente. Desde entonces, el Gobierno sueco ha llevado la disputa ante la
Conferencia de Paz y ha defendido sus puntos de vista ante el Consejo de la Sociedad de
Naciones.

LA ACTITUD DE FINLANDIA.
El Gobierno finlandés, por otra parte, sólo ha tomado medidas coercitivas muy
tardías para impedir o frenar las diversas manifestaciones populares de los isleños de
Aaland destinadas a lograr la reunificación de las Islas con Suecia, aunque envió una
"seria advertencia" en marzo de 1918 a los isleños de Aaland en el momento de su llamamiento al
Senado finlandés, al Rey de Suecia y al Emperador de A l e m a n i a . Esta advertencia no s u r t i ó
efecto; las manifestaciones continuaron y el Gobierno finlandés no tomó medidas eficaces
para
i m p e d i r l o . El intento de satisfacer a los habitantes mediante una ley especial que otorgaba a las
islas una amplia autonomía no tuvo éxito, aunque el Presidente del Consejo y otros
ministros fueron a Marienhamn para reunirse con los delegados de los habitantes de las
islas y explicarles las disposiciones de la ley. La Asamblea se negó a participar en la discusión de
la ley y, tras expresar una vez más el deseo de los habitantes de determinar su propio futuro
político, se disolvió. [12]
Hay que añadir que los habitantes de las islas se negaron a realizar el servicio
militar obligatorio en el ejército finlandés, y un gran número de reclutas desertaron y se fueron
a Suecia.

COMPARACIÓN ENTRE LA ACTITUD POLÍTICA EN FINLANDIA CONTINENTAL Y EN LAS ISLAS.


De los hechos anteriores se desprende que las poblaciones de las islas Aaland y
del territorio continental de Finlandia, aunque actuaron juntas para separarse de Rusia,
desde el principio expresaron esperanzas muy diferentes respecto a su futuro político
final. La población del continente deseaba formar un Estado independiente, los
habitantes de las islas Aaland deseaban reunirse con Suecia, y expresaron este deseo de
tal manera que, aunque la condición perturbada de Rusia y Finlandia al principio tuvo una
influencia considerable en las aspiraciones de los isleños, sin embargo, este deseo puede ser
considerado como una expresión unánime, sincera y continuada de sentimiento.
Las manifestaciones que se sucedieron por parte de las Islas, cada una más enfática
y decidida que la a n t e r i o r , y que el Gobierno de Finlandia no pudo o no quiso impedir
durante mucho tiempo, deben considerarse factores de primera importancia en relación
con el cambio del estatus político de las Islas, sobre todo porque tuvieron lugar al mismo
tiempo que la transformación de facto de la organización política de la que las Islas formaban
parte. La agitación de las islas Aaland se originó en un momento en que Finlandia estaba
experimentando un proceso de transformación. El hecho de que Finlandia se
reconstituyera finalmente como un Estado independiente no es suficiente para borrar las
condiciones que dieron lugar a las aspiraciones de los isleños de Aaland y hacer que
estas condiciones se consideren como si nunca hubieran surgido. Estos argumentos se
ven acentuados por el hecho de que la población de las islas, que es muy homogénea,
habita un territorio que es más o menos geográficamente distinto; además, la población
está unida por lazos de raza, lengua y tradiciones a la raza sueca, de la que sólo fue
separada por la fuerza, mientras que la población del territorio continental finlandés es, en su
mayor parte, de origen finlandés, y la pequeña porción de suecos que se ha mezclado con ella
comparte en gran medida el ideal de la mayoría con respecto a un Estado independiente de
Finlandia. Hay que añadir que la población de las islas no disponía de medios para
hacer valer sus aspiraciones nacionalistas durante el periodo de dominación rusa.

ACONTECIMIENTOS MILITARES.
Hay que decir unas palabras sobre los acontecimientos militares que tuvieron lugar en
las islas Aaland.
Tras la declaración de independencia finlandesa, las tropas rusas continuaron
ocupando las islas Aland e incluso recibieron considerables refuerzos. El Gobierno
finlandés no hizo ningún intento serio de desalojarlas; en febrero de 1918, apenas había 500
soldados finlandeses "blancos" en las islas. La mayoría de ellos, incluso, llegaron
desarmados.
Las Islas fueron finalmente liberadas de las tropas rusas por la acción militar
sueca, a petición de los habitantes; los rusos no regresarían a Rusia a menos que las
tropas blancas finlandesas también se marcharan al mismo tiempo. Éstas consintieron en
abandonar las armas antes de abandonar l a s I s l a s , a petición del Comandante sueco, a quien
creían de acuerdo con el Cuartel General finlandés. Posteriormente, las tropas alemanas
ocuparon las Islas hasta octubre de 1918.
Esta intervención militar por parte del Gobierno sueco fue sin duda sólo [13]
ocasionada por motivos de humanidad, pero, sin embargo, se deduce de todo lo que ocurrió que
durante este período, aparte de los disturbios derivados de su condición interna,
Finlandia en varias ocasiones no ejerció absolutamente ningún derecho soberano sobre
las Islas Aaland.

RUSIA Y LA CUESTIÓN DE LAS ISLAS AALAND.


El carácter internacional de la cuestión de las islas Aaland, demostrado por los
argumentos expuestos anteriormente, se ve reforzado por la posición especial de Rusia
con respecto al archipiélago.
La posición jurídica de Finlandia con respecto a Rusia no era exactamente la misma que
l a de los demás Estados surgidos de la desintegración del I m p e r i o ruso, cuando se planteó
la cuestión de su reconocimiento. Sin embargo, sea cual sea la opinión que se adopte
sobre el estatus jurídico y político de Finlandia dentro del Imperio Ruso antes de la
declaración de su independencia, no cabe duda de que unos lazos jurídicos y políticos
muy estrechos unían a ambos países. Con la Proclamación de la Independencia, que
también estaba en conformidad con la declaración general del Gobierno soviético con
referencia a los pueblos que no eran de raza rusa en el antiguo Imperio ruso, se rompió
el vínculo que unía a Finlandia con éste.
En ninguno de los documentos de que tiene conocimiento el Comité hay indicios de
que el Gobierno soviético impusiera condición alguna al reconocimiento de Finlandia.
Pocos días después de que ésta proclamara su independencia, el Gobierno soviético -el 31 de
diciembre de 1917 y el 4 de enero de 1918- puso en vigor, como se indica expresamente en
el documento que constituyó el primer paso de este reconocimiento, el principio de
autodeterminación de los pueblos.
Sin embargo, de dos mensajes inalámbricos enviados por el Gobierno soviético, que
fueron leídos el 10 de julio de 1920 en la reunión del Consejo, se desprende que este Gobierno
nunca ha dejado de interesarse por la cuestión de las islas Aaland.
En el primero de estos mensajes, fechado el 3 de octubre de 1919, el Gobierno
soviético cuestiona las calificaciones de la Conferencia de Paz para intervenir en la
cuestión de las islas Aaland. Afirma que las islas Aaland sólo pueden ser asignadas a
Finlandia por un tratado entre ésta y Rusia, con referencia a las fronteras de Finlandia, y
declara, sobre
por otra parte, que las Islas no pueden ser entregadas a Suecia sin el consentimiento de
Rusia, en vista de su importancia en relación con las comunicaciones rusas.
En el segundo mensaje, fechado el 1 de julio de 1920, basado en los mismos
argumentos y dirigido tanto a los Aliados como a Finlandia y Suecia, el Gobierno
soviético se niega a admitir que una decisión o acuerdo sobre este punto pueda tener
valor alguno a menos que Rusia haya participado en él. La prensa ha informado
recientemente del contenido de otro mensaje inalámbrico basado en las mismas ideas y
que alude a las reivindicaciones finlandesas en relación con Carelia oriental y
Petchenga.

EFECTOS DE LA SITUACIÓN ANORMAL DE RUSIA.


Sin embargo, hay que recordar que el Gobierno soviético aún no ha sido reconocido
definitivamente por ninguna potencia.
Si el Gobierno soviético se considerase capacitado para intervenir en la cuestión,
se reconocería así definitivamente el carácter internacional del litigio, sin prejuzgar en
modo alguno la cuestión de si los argumentos del Soviet están bien fundados en derecho; en
efecto, parecería que el Gobierno soviético, al reconocer a Finlandia, ha renunciado a todos
los derechos rusos sobre esta parte del antiguo Imperio. [14]
El carácter internacional de la cuestión, sin embargo, aparece también si se sostiene
que el Gobierno soviético no tiene título para representar a Rusia, pues, en tales
circunstancias, la Sociedad de las Naciones no podría descuidar por completo los intereses de un
Estado que, según esta opinión, debería ser considerado como incapaz a los ojos de las
demás Potencias, en la actualidad, de entablar relaciones jurídicas válidas. Puede verse
que este último argumento se ve reforzado por el hecho de que Rusia es innegablemente
una de las Potencias más interesadas en la cuestión de las Islas Aaland.
Por otra parte, la posición anormal de una Potencia como la de Rusia
difícilmente puede impedir que los demás Estados interesados emprendan la solución
de una cuestión que también les afecta y que requiere una solución lo más rápida p o s i b l e ;
Rusia, tan pronto como posea un Gobierno reconocido, será libre de dar su adhesión al
acuerdo.
Así pues, sea cual sea el punto de vista desde el que se considere la cuestión de las
islas Aaland, está claro que sobrepasa considerablemente los límites de una cuestión de puro
derecho interno.
Es obvio, y apenas hace falta mencionarlo, que los argumentos expuestos
anteriormente no afectan en modo alguno a Finlandia como tal, puesto que ya hace tiempo
que adquirió un estatuto jurídico y político plenamente fundado; por otra parte, a raíz de lo
dicho anteriormente, la posición de las Islas aún no está claramente definida.

CONCLUSIONES.
La Comisión, tras considerar los argumentos expuestos y desarrollados en el informe
precedente, ha llegado a las siguientes conclusiones:-.
(1) El litigio entre Suecia y Finlandia no se refiere a una situación política
definitivamente establecida, que dependa exclusivamente de la soberanía
territorial de un Estado.
(2) Por el contrario, el litigio tiene su origen en una situación de hecho
provocada por la transformación política de las Islas Aaland,
transformación causada y originada por el movimiento separatista de sus
habitantes, que invocaban el principio de autodeterminación nacional, y por
determinados acontecimientos militares que acompañaron y siguieron a la
separación de Finlandia del Imperio ruso en una época en la que Finlandia aún
no había adquirido el carácter d e Estado definitivamente constituido.
(3) De lo anterior se desprende que el litigio no se refiere a una cuestión que el
Derecho Internacional deje a la jurisdicción interna de Finlandia.
(4) El Consejo de la Sociedad d e Naciones, por lo tanto, es competente, en virtud del
párrafo 4 del artículo 15, para hacer las recomendaciones que considere justas y
apropiadas en el caso.

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