Evangelio Según Hermes (PDFDrive)

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El Evangelio

De HERMES

El histórico, el arqueológico, el apócrifo, el herético, el


que nunca pudo escribirse, el que hemos guardado y
callado en lo más hondo de nuestros corazones, el que
trajo el viento como un susurro, como ladrón en la noche.

Carlos Caballero de Pedro


Carlos Caballero

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El Evangelio de Hermes

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Carlos Caballero

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El Evangelio de Hermes

Evangelio
Según
Hermes
Trismegisto

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Carlos Caballero

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El Evangelio de Hermes

INDICE

Primera parte - Antecedentes 9


0.- Agradecimientos 11
1.- Introducción 17
2.- Hermes, Hiperrealidad y otras hiervas 27
3.- La intuición se alimenta de ciencia 39
4.- Todo empezaba en Egipto 55
5.- Y acababa con Roma 71
6.- La historia B 77
7.- Los jardineros de Universo 87
8.- La evolución, una carrera de obstáculos 107
9.- Anubis soloxcuintle 117
10.- Ermitaños para la eternidad 133
11.- Veni, vidi… sed vinci non 149
12.- Atlántida, la epopeya perdida 159
13.- El mito del “dorado”, con sabor oriental 175
14.- La bella leyenda mesiánica y la bestia micénica 183
15.- El verbo homérico 219
16.- La magia de la vía láctea 229
17.- Sagrada familia y mujeres divinas 239
18.- Numerosos como espigas 253
Segunda parte - Sobre el terreno 259
19.- Genealogía del evangelio 261
20.- Roma bajo la lupa 273
21.- La rebelión de Bar Kojba 281
22.- La guerra de Lucio Quieto 287
23.- La gran revuelta judía 293
24.- Nazer, el brote del tronco de David 305
25.- Gebel-ein y los magaritas 315

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Carlos Caballero

26.- Diocleciano y su proyecto de iglesia 325


27.- Herodes el Grande, grande psicópata 333
28.- Los siete durmientes de Éfeso 343
29.- El libro de los signos 357
Tercera parte - Sobre el papel 361
30.- En el principio era sólo el Verbo (Jn, 1) 369
31.- Las bodas de Caná (Jn, 2) 379
32.- Las cuestiones de Nicodemo (Jn, 3) 385
33.- La tía buena samaritana (Jn, 4) 393
34.- Una fiesta de judíos (Jn, 5) 397
35.- Tiberiades, el mar de Galilea (Jn, 6) 401
36.- Juzgad justo juicio (Jn, 7) 411
37.- Entre olivos, pecadores y piedras (Jn, 8) 419
38.- Últimos signos sabáticos (Jn, 9, 10 y 11) 425
39.- Domingo de ramos, pasillo de escobas (Jn, 12) 437
40.- Paranoia de la última cena (Jn, 13) 441
41.- Las bases de la fe romana (Jn, 14, 15, 16 y 17) 447
42.- Judas, el tesorero fatal (Jn, 18) 455
43.- Roma no fue, que fueron los judíos (Jn, 19) 461
44.- Buscando al muerto (Jn, 20) 469
45.- El último de la sátira. La despedida (Jn, 21) 477
46.- Otros datos y esencia de pensamiento esenio 485
47.- Epílogo 523
Anexo: Ieshú en otras fuentes 529

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El Evangelio de Hermes

PRIMERA PARTE

Lo de menos es

que creas en los dioses.

Lo importante es

que los dioses crean en ti.

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Carlos Caballero

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El Evangelio de Hermes

0.-Agradecimientos

Estimados y pacientes lectores y lectoras que os atrevéis a


recorrer líneas oscuras y olvidadas de nuestro pasado, líneas
sangrientas, polvorientas y relegadas al desprecio de las imperiales
instituciones ante las cuales se estrella siempre la razón, el amor y
la intuición. Son molinos gigantes que engullen al hidalgo buscador
de una realidad que se encuentra prohibida y olvidada, velada más
allá de los rincones de la memoria colectiva y en manos de un
puñado de deslumbrados que buscando obcecadamente la llama de
una luz objetiva y empírica, tuvieron la desgracia de dar con ella.

Debo advertiros, amigos y amigas quijotes valientes, que


estáis a punto de adentraros en las entrañas de una ballena
milenaria que engulle a los arqueólogos más especiales de todos los
tiempos, seres muy contados, aguerridos y sacrificados que en
desprecio de sí mismos remueven las arenas del pasado y los
escombros de antiguas civilizaciones en busca de las joyas que son
las pistas que conducen a la certeza, al adictivo elixir de la verdad, y
en busca de un oro que no se funde ni se puede obtener
transformando la esencia de las cosas, sino que transforma la
esencia del que lo encuentra: el oro del conocimiento. Aquel que
Salomón pidió a dios cuando todo el tesoro del Arca de la Alianza ya

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Carlos Caballero

le pertenecía, mas no le llenaba. Aquel oro que hubo de ser


ocultado de la vista y preservado en las cavernas más profundas de
la tierra, de la mirada profana de los ignorantes, los hipócritas y los
ambiciosos. Aquel oro cuya adictiva manzana de la vida nunca
debería probar un arqueólogo sensato pues esta fruta prohibida no
se puede terminar, sino que puede terminar con uno mismo.

Estás a punto de traspasar las columnas de Hércules y de


adentrarte en el proceloso mare datum de la historia. Puede que
nunca vuelvas a ser el mismo, ni la misma, y que logres
desembarcar en la otra orilla de la historia muy tocado, molesto por
el gran engaño del que todos hemos sido víctimas, o molesto
conmigo por haberte rasgado el velo de Isis, el himen de tu
conciencia bruta. Pero así tocado, diferente, iniciado, impactado
porque se trata de una historia muy diferente a la que te han
inculcado, probarás una historia prohibida que demolerá los
cimientos de tu consciencia. No digas luego que no te lo advertí.

La verdad no le gusta a nadie, duele porque cura, mata


porque hay quien nos quiere enfermos, y es una extraña droga que
aquel que la busca demasiado corre el riesgo de encontrarla.

La ballena del conocimiento, que navega suavemente y se


sumerge en los embravecidos y tormentosos mares de la ciencia,
que bajo el cielo estrellado de acuario y el timón de la intuición,
acaba de despertar y tiene hambre, hambre de milenios de sueño, y
si te acercas demasiado a sus filtros quedarás atrapado en ella.

No es broma. Si continuas leyendo, aprenderás a reconocer a


la voz del silencio que se esconde entre las líneas de los libros de

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El Evangelio de Hermes

texto y las crónicas de los vencedores, voz que clama escondida en


la etimología de las palabras, en los versos imposibles de una
perspectiva transversal basada en la comparación y el contraste,
una voz que se encuentra por encima de la evolución de las lenguas
y de la traición del traductor, una voz conciliadora a veces, y amarga
muchas otras, una voz que espero sea certera en la medida de mi
esfuerzo y mi limitada capacidad, pues ya el esoterismo ha muerto,
y no voy a ocultar nada de lo que yo comprenda. Muy al contrario,
si en algo me he excedido a lo largo de esta obra, me reservo la
garantía de rectificarlo cuando sea necesario, para acomodar las
futuras conclusiones a los nuevos hallazgos arqueológicos que se
vayan produciendo. Y si yo no estoy, otros, con gusto, lo harán.

Pero son palabras sobrias en su mayoría, palabras muy viejas


que hoy se atreven a renacer desde el crepitar de unas llamas que
nunca han cesado de asediarnos, y de unas cenizas que hoy, en el
amanecer de una nueva era donde todo es global, para bien más
que para mal, recobran toda su fuerza y vigor, cual ave fénix.

Egipto, Siria y Canaán conforman hoy una tierra desolada,


olvidada y extraña donde los grandes maestros primitivos se
cansaron de buscar siempre refugio, y un pequeño remanso de paz
y de discreto descanso por el que quisieron quedar para siempre
fundidos en la frialdad de la piedra, para siempre, o hasta que algún
erudito en matanzas decidiese que ciertos capítulos de la historia
convenía olvidarlos, por el bien de algún magnate.

De las piedras que han sobrevivido a la damnatio memoriae,


y que aún cuentan detalles del pasado de manera objetiva y justa,
están hablando a unos homínidos sordos y de mente flácida, que

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Carlos Caballero

están demasiado ocupados en buscar suvenires, hacerse fotos y en


infinitas distracciones hedonistas como para prestar la silenciosa y
sosegada atención que requiere escuchar la voz de su historia.

Toda historia tiene algo en común, que cuando se la olvida,


queda condenada a repetirse.

Los turistas pasamos ante las piedras parlantes, nos tomamos


unas fotos ridículas con nosotros en primer plano como si
valiésemos algo, para demostrar que hemos realizado la proeza de
estar allí, y con eso nos vamos a casa fantaseando lo terrible que
debió ser para los esclavos haber realizado todo lo que vimos.

Estamos dejando atrás una era tremendamente hostil a lo


desconocido donde todos hablan y nadie escucha, donde los
amantes de la verdad rara vez han encontrado prosperidad y
respeto, donde la existencia es temporal y efímera, y donde el
éxodo nunca ha terminado.

Soy Hermes, Hermes Trismegisto o Trimagister, maestro en


Menfis, maestro en Atenas y maestro en Roma. Soy la voz
escondida, la respuesta trivial a los grandes enigmas de la historia.
Soy la amenaza del dogma, conozco los axiomas de la Naturaleza, y
produzco la desilusión de los que buscan el oro material, las
respuestas grandilocuentes, o el respaldo de sus creencias. Camino
solo aunque soy legión.

Soy Hermes y tan solo soy un eslabón de una cadena


interminable de científicos que estuvieron dispuestos a cancelar
una vida centrada en el ego, en el placer y el éxito material, por tan

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El Evangelio de Hermes

sólo echarle una hojeada a la cruel historia de la humanidad,


inclusive a aquella que aún no se ha materializado.

Pido perdón a mis padres, a mi esposa y a mis hijos por no


haber cumplido las expectativas de dedicarles mi tiempo y mi
esfuerzo para que tuvieran una vida digna, y por el contrario,
haberles condenado a una serie de carencias que no merecían y
que yo les impuse por mi insaciable e improductiva curiosidad.

Pido perdón por no haber dado la talla como persona y por


echar mi tiempo a perder junto con el bienestar de mi familia.
Perdón por haber mordido la fruta prohibida y haberme fundido
con la serpiente de la ciencia de los muertos, por haber enloquecido
leyendo libros de caballerías y haberme estrellado contra los
molinos de la ignorancia, perdón por dejarme engullir por la ballena
de Jonás, por querer beberme las olas de información que puedo
alcanzar desde mi máquina, y por dejarme ahogar en ellas, cual
moderno ermitaño del siglo XXI.

Hermes, suena extraño y extravagante sí, soy otro brote de


una acacia extenuada por el paso del fuego y que parece dormida,
que se enrosca sobre los más espinos asuntos, y que se permite
florecer alguna vez para desplegar el fino perfume de los bálsamos
inmortales que envolvieron a los grandes maestros de la historia.

Soy Hermes, pido perdón por ello, y agradezco la paciencia de


todos, la de los que soportaron mis crisis de aislamiento, y la de
aquellos y aquellas que os habéis atrevido a leerme.

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Carlos Caballero

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El Evangelio de Hermes

1.- Introducción

"El Evangelio de Hermes, biografía histórica, arqueológica y


esotérica de Jesucristo", es una colección de indicios racionales y de
referencias bibliográficas, arqueológicas y de la tradición oral, que
permiten asentar sólidamente y en formato de monólogo, la teoría
de que los evangelios canónicos de la Iglesia Católica Romana no
son en absoluto originales ni verídicos, sino la antítesis de la
biografía original de su protagonista, cuya pista se perdió en las
cuevas de Éfeso, y que sería escrita, presuntamente, por la mujer
que compartiría su vida con el protagonista, y con quien, también
supuestamente, formaría familia.

Esta teoría pretende demostrar que el evangelio canónico es


una dolosa y macabra interpretación antisemítica de la biografía
que se puede rastrear ad hoc y por diferentes medios informáticos
acerca de la figura del Jesús histórico, el natser o nazer, que, por
cierto, no significa nazareno (Nazaret ni siquiera existía en los
tiempos del hecho cristiano), sino “brote”, “reencarnación”,
“retoño”, “vástago”, “rama” o “hijo” según los judíos previos a las
guerras judeo-romanas. También era el mese o mesías de los
egipcios, y el temido kristos o cristus de los helénicos y latinos
asentados al sureste mediterráneo (llamados filisteos), distinguido

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Carlos Caballero

de sus ancestros por ser amante de la paz y, a la vez Ishá ,


encarnación del dios de la guerra Shivá según los Upanishads de
Cachemira, el Ieshú de los esenios, el Iahve de los magaritas que,
dicho sea de paso no eran flores deshojables sino que significa
“cavernícolas”, de magar (cueva), y que es, por si no lo sabes, de
donde viene la palabra "magos" y “magia” (la ciudad Maggi no
existe arqueológicamente), y algo más, era también la peor
amenaza para las ansias expansionistas del imperio romano.

A través de este texto abordaremos la figura del Cristo


histórico despojándole de las connotaciones que le fueron
agregando, según siempre el interés de Roma, y trataremos de
restaurar luego, en todo lo posible, o en su defecto aproximar, lo
que las referencias bibliográficas externas y ciertas tradiciones
esotéricas afirman, ya sea categóricamente, o en forma de
prudentes pistas y reminiscencias.

Este trazado no pretende ser decoroso sino una denuncia


para el restablecimiento de la memoria histórica y de los que fueron
víctimas de un sistema de castas que se ha perpetuado hasta hoy
por medio del abuso y del fraude que supone el canon romano.

Cómo sería la humanidad si conociéramos la verdadera


historia de Jesucristo y de otros avatares, si el imperio romano se
hubiera desmoronado en la primera guerra judeo-romana, y si la
Iglesia hubiera sido amorosa y altruista como proponían los esenios,
nadie lo sabe. Pero sí me parece evidente que el clon inventado por
el imperio romano ha solapado todos los valores de una de las más
venerables personalidades de la historia, un hombre que fue
reconocido por las autoridades de la época como un rey-dios, un

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El Evangelio de Hermes

faraón, un caudillo de muchas naciones, cuyo pueblo se extendía


mucho más allá de la provincia Judea: desde Egipto hasta los
Himalayas. Para ellos fue un dios vivo, un Horus, un iluminado, y
para nosotros una de las últimas referencias del llamado Arte Real.

Cuestiones mitológicas aparte, según los datos es indiscutible


que el clero de Roma, a imagen y semejanza del clero de Amón en
Tebas, ha logrado invertir exacta y prácticamente todos y cada uno
de los puntos axiales de la filosofía que exhibió la figura historia en
que se basa el personaje del Nuevo Testamento, y los puntos que
no ha invertido no los cumple porque a este clero no le da la gana. Y
es que este clero es, en todas partes, una casta específicamente
diseñada para hacer lo que le dé la santísima, real e imperial gana.

Éste, y la mayoría de los demás grandes maestros que han


querido iluminar el proyecto evolutivo de los primates erguidos que
somos, evolución táctica hacia la esquiva e huidiza implementación
de la inteligencia en las condiciones ambientales de este planeta, lo
que llamamos utópicamente “humanidad”, fueron retorcidos por
todas las teocracias belicosas y oligárquicas que supuestamente
debían guardar sus preceptos. Pero en ningún caso como éste la
desnaturalización y el retorcimiento han llegado tan lejos como
para convertirse en su antítesis. Esta afirmación es muy dura,
estamos diciendo que la Iglesia Católica Romana es el “anti-cristo”.

No sé si a dios, o a la parte de éste que se considera


filosóficamente la parte creadora de la especie humana, es decir, a
los demiurgos o los elohim les guste, como tanto se afirma, enseñar
bajo el viejo sistema de premio-castigo, pero esta obra pretende

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Carlos Caballero

justo lo contrario, deseducar, desaprender los prejuicios y dogmas


que nos ha impuesto el impostor, el farsante, la gran ramera.

Mi intención no es sentar cátedra ni cambiar al mundo, sino


que se le pierda el respeto al dogma, que se le pierda el miedo al
misterio y se pueda mirar a los ojos a la realidad histórica, que
retorne la curiosidad, la desobediencia y el libre pensamiento.
Quisiera que dejásemos de ser tan ilusos y dóciles como nuestros
antepasados medievales, aunque no creo que lo hubieran sido
tanto con la información que hoy tenemos a nuestro alcance.

Tampoco esta obra pretende ser un ataque a la fe ni al


carisma de Cristo. Una verdadera fe se ha de ver reforzada por el
conocimiento científico, y, en cuanto a la figura del maestro, en mi
opinión es mucho más carismático el auténtico que el descafeinado
que nos han impuesto, y es, además, patrimonio de todos.

Soy demasiado ambicioso, lo sé, quiero mucho más para este


homínido que puro pan y circo, pero, por pedir, que no sea.

Hay que retirar de nuestras mentes lo caduco, lo rancio, lo


infecto, para sanear y dar cabida a lo fresco, a lo auténtico.

Con un buen estómago se pueden recorrer estas personales


líneas de la historia “B”, de lo apócrifo, lo prohibido, lo que se ha
ocultado a la malvada maquinaria de la bestia (malvada por el color
“malva” de la indumentaria distintiva de la curia que presidía los
tribunales del Santo Oficio, y que aún adornan a obispos, arzobispos
y cardenales), lo bello dormido, lo doblemente asesinado, lo
incendiado, lo fénix o fenicio que recobra ahora nuevo aliento y
vigor a la luz de la arqueología, la antropología y la historia, la

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El Evangelio de Hermes

filosofía natural, la filología, la genética literaria, la geografía étnica


y la cosmología del pensamiento lógico ancestral natural pagano.
Cosmología que nace de la sedentarización humana, y que siempre
ha sido, aparentemente panteísta, y básicamente la misma a pesar
de su tremenda diversificación por todo el mundo. Quién sabe por
qué, se extendió como el aceite por todo el planeta desde el
neolítico con muy pocas diferencias. La unidad, el todo, también
cabe en la perspectiva panteísta, animista o cabalística de la
Naturaleza, cuyo estudio era la física, ciencia-religión que nos han
robado, o que nos han cambiado por una falsificación premeditada,
dolosa y alevosa, que se ha ejercido con infinito ensañamiento.

Templos como negocio, mercadeo de verdades a medias y


diseñadas a medida, fetiches, relicarios, santos asesinos, apóstoles
genocidas, justicieros misóginos, esta obra pretende poner a cada
quien en su sitio. Algunos peregrinan a la Meca para adorar a una
roca caída del cielo, estos sí es ser roquero, pero ¡qué es eso de
peregrinar a la catedral de Santiago “Matamoros”!, que es eso de
recorrer el camino de un genocida. Dicen que el rock es diabólico,
pero no para tanto…

Frente a tanta ceguera, pretendo ofrecer aquí un mapa lógico


para que encuentren la dirección en su camino hacia la luz del
conocimiento en esta área los amantes de lo real, los extrañados y
exiliados de la academia oficial por el sano delito de la insumisión
del pensamiento, el criterio y la observación propia, aquellos que
procurando el progreso humano y haciendo el bien, están pecando.

Este texto desatará tu hilaridad, tu curiosidad o tu ira, pero


no te dejará indemne, no te dejará como antes, no serás el mismo.

21
Carlos Caballero

Este corpus hereticum, este conjunto de herejías herméticas


pretende rasgar el velo del tiempo y de la calumnia, para desnudar
los huesos de aquel paisaje casi incógnito que es la historia, y que
los vencedores de la perenne cadena de agresiones al ser humano
sedentario, han encerrado bajo doce llaves, y dejado irreconocible.

Mese, mes, mose, mosis, moisés y mesías tienen todos la


misma raíz semántica, que significa “faraón” y también “nazer”. En
egipcio demótico se escribía ms, pues no se escribían las vocales. En
castellano, “gran faro”, “faro alto“, “luz del mundo“, y en latín una
cosa muy mala, “stupor mundi”, que suena casi tan malo como la
palabra “iluminado”, que en italiano, el lenguaje de Roma, suena
tan terrible como la palabra ”illuminati”.

Esta luz, en los peores momentos de la historia, momentos


de invasión o de represión por parte de expediciones depredadoras
provenientes de pueblos mayormente europeos, y luego por parte
de sus asentamientos privilegiados como criollos en Asia, adquirió
connotaciones de rebelión y de esperanza, de restauración de la
paz, la vida y el orden natural (maat), como ya otras veces había
ocurrido en el pasado de los pueblos invadidos.

El símbolo de este faro era el ank egipcio, el mismo que hoy


se utiliza como símbolo femenino, y que, quebrado por la mitad se
quiebra la unión entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo
humano. Nos queda así una parte inferior como símbolo del cristo
muerto, símbolo del cristianismo romano. Esta parte, la cruz,
significaba la “tierra”, lo “material”. La mitad superior, el círculo,
significaba el “cielo“, lo “divino“, la “perfección“, y se convirtió en
un símbolo prohibido porque significaba una corona, el cristo, el

22
El Evangelio de Hermes

rey, el dios vivo, la esperanza viva, la rebelión viva. Este era el


símbolo del cristianismo primitivo, le agregaron espinas a esta
corona para concretar más, y referirse al episodio de la tortura de
Jesús. Hoy, a éste símbolo se le llama trisquel, y han sido tantas y
tan profundas las razzias contra el movimiento crístico, que se ha
convertido, con ligeras variaciones, en el logotipo de la brujería.

La ansiada llegada al mundo del mese significaba un periodo


amplio de paz y crecimiento social y espiritual que se plasmaría en
un salto adelante en el progreso humano, y un descanso biológico
para la floresta, para el verde Osiris, que con cada invasión y cada
expolio retrocedía para ceder espacio a Seti, el desierto irreversible.

Por supuesto, ni todos los faraones fueron “mesías”, ni todos


los “mesías” fueron faraones, pero hubo tenemos registro de
muchos hombres y mujeres considerados dioses y diosas, que
diseminaron el germen de la civilización en la Tierra conquistando,
pero conquistando con el arte de la seducción y el talento, no como
se conquista ahora, con la fuera. El origen más remoto de éstos
hombre y mujeres dioses parece ser ufológico, pero el registro
arqueológico indica que la marina, en concreto la marina conocida
como “fenicia” tiene mucho que ver con su genealogía y su
presencia en todo el mundo, pero eso es harina de otro costal, es
materia de otra obra que presentaré, si la diosa conciencia quiere.

Por ahora, nos centraremos en el sacrificio y silenciamiento


póstumo (segunda muerte) del gran maestro esenio que, además
de haber sido, una vez invertida su cosmología, avatar del mundo
occidental, se puede resaltar algo curioso y paradigmático: el haber
servido de alimento, cual cordero, para el principal depredador de

23
Carlos Caballero

aquel tiempo, Roma, la que fuera fundada por dos hijos de Marte
que una loba amamantó. Su carne era de pan porque Jesús era
Osiris, de donde vienen también las palabras “Sirio”, “Ceres” y
“cereal”, y su sangre era de vino porque éste era igualmente
cosecha, pero líquida. Este dios encarnado se inmoló por compasión
hacia su pueblo, su carne y su sangra fueron engullidas por la bestia
de Roma que como si se tratara de un viejo manjar, el preciado
pueblo Judío y su nazer, el cordero pascual, el cual después de que
sus miembros fueran digeridos y consumidos por la chusma
romana, vio a la curia vestirse con su propia piel.

La loba de Rómulo y Remo se ha disfrazado desde el siglo IV


con la piel del cordero, el mese, y nadie se ha dado ni cuenta, o casi.

Irónicamente, la bestia celebra el sacramento de la comunión


conmemorando este fasto romano, y cada uno de sus miles de
millones de feligreses siguen devorando simbólicamente y sin
saberlo la carne del avatar, para seguir alimentando materialmente
y vistiendo de cordero al depredador que lo cazó, la loba de Roma.

Como dije antes, nos encontramos a poco más de 2.000 años


del hecho cristiano, en el punto de partida. Percibimos en el aire un
nuevo amanecer para la conciencia humana, un nuevo paradigma
de salvación como lo percibieron en aquella, entonces nueva, Gran
Alianza de civilizaciones frente al imperio romano.

Es tan urgente como lo fue en el pasado. Tenemos encima un


inminente apocalipsis como lo percibían en aquel tiempo las doce
naciones fenicias (de piel roja) del Mediterráneo, y a un apocalipsis
en ciernes sólo se sobrevive actualizando paradigmas.

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El Evangelio de Hermes

Hoy necesitamos un nuevo paradigma ecológico, energético,


económico, espiritual y social que nos aleje de los grilletes de
decadencia en que nos encontramos. Un nuevo paradigma humano
significa el nacimiento de un homínido diferente, una nueva especie
que, aunque sea compatible biológicamente con la que conocemos,
logre dejar atrás la condición de primate medieval necio, sumiso y
estúpido, vanidosamente llamado “homo sapiens”. Un ser ególatra
y abyecto que a punto está de colapsar la biosfera emborrachado
en su negligente política de explotación y crecimiento exponencial.

Me dirás que, qué demonios hago yo, Hermes, el híbrido


entre el universo egipcio, el griego y el romano, aún vivo y
escribiendo en los sombríos comienzos del tercer milenio de la era
vulgar, sexto milenio para otros, y treceavo de la vera luz. Y qué
pinto yo escribiendo sobre hechos acontecidos tan atrás, cuando los
que se nos avecinan prometen ser mucho más nefastos. Como si yo
lo supiera, a veces siento que los hubiera vivido, como si hubiera
estado allí presente tomando nota hasta de los chismes. No lo sé.
También soy presuntuoso. También soy humano.

Cambiaría sin dudar todo lo que sé por lo que no sé, todo lo


que he leído por lo que se ha llevado el humo, eso no ha cambiado.

Tal vez se lo prometí a otro gran maestro, Jacques de Molay 1,


a quién devoraron las llamas por obrar de acuerdo a los principios
de la luz y de la ciencia, y proteger a la sagrada descendencia.

1
Jacques Bernard de Molay (Borgoña, c. 1240-1244 - 18 de marzo de
1314), fue un noble francés y el último Gran maestre de la Orden del
Temple, una orden militar fundada por Hugo de Payens y los caballeros

25
Carlos Caballero

No lo recuerdo, o tal vez no quiero acordarme, pero prometí,


tal vez hace mucho, vengar la tortura y la muerte de éste y de los
demás grandes maestros de la humanidad.

Y creo que es nuevamente tiempo de demolición, creo que ya


es la hora de empezar a dinamitar los cimientos de la bestia de una
vez y para siempre, y el conocimiento es nuestro gran explosivo.

que participaron en la Primera Cruzada, para proteger, supuestamente, a


los peregrinos cristianos en Tierra Santa.

26
El Evangelio de Hermes

2.- Quién es Hermes, hiperrealidad y otras hiervas

Cuando acaricio con la mirada un yacimiento arqueológico, es


como si estuviera allí, las escenas emergen y las siento mías, como
si las hubiera soñado o las hubiera vivido. Luego me pregunto por
qué, cómo, quién, etc. y acudo a los textos de primera mano en
busca de respuestas, hasta que todo mi ser respira literalmente ese
yacimiento, y el rompecabezas empieza a tomar forma. La labor
detectivesca de la arqueología termina cuando la información bulle
por ser volcada en algún medio.

Y es que todo es relativo. Muchos se apuntan al juego de que


nada es real, sin embargo, puede que no sólo el Universo externo
sea real sino que haya además otro tipo de realidades. Realidades
varias detrás de “la realidad”. Quién se atreve a afirmar o negar que
el pensamiento realmente no sea un vehículo para viajar en el
tiempo. Quien puede decidir si yo estuve allí muy lejos en el tiempo
y en el espacio, para ahora contártelo. Yo soy de los que creen que
todo es más que real, hiperreal, de un modo u otro, generalmente
la Realidad con mayúsculas no se deja explicar.

Cualquiera de nosotros tiene una percepción trivial de sí


mismo y de su entorno, una percepción anclada en el punto

27
Carlos Caballero

geométrico del aquí y el ahora, y que si bien sirve de coordenadas


iniciales, como punto de partida para reflexiones inmediatas, no
deja de ser una visión parcial, una perspectiva limitada a lo
aprendido, a la superficie más externa de un universo opaco e
intrascendente. Esta visión es parca, vulgar, miope, una visión torpe
de la realidad comparable a un vaso de agua, frente al océano
infinito de una historia y una ciencia que se presenta oculta bajo el
oscuro manto de una noche de 13.000 años de la que apenas
empezamos a vislumbrar los primeros rayos del alba.

Aquellos que se atreven a entreabrir los ojos y a vislumbrar la


presencia de una delicada línea rosa en el horizonte, estamos locos,
estamos todos torcidos porque esa línea no se puede tocar, y en un
mundo de ciegos los que no tienen tacto, no existen.

El sabor dulce que nos ofrece el pequeño vaso de agua que


abrigamos entre las manos como nuestro pequeño cuenco de
conocimiento, no significa nada y se quiebra entre las manos al
contemplar los rosados dedos de la aurora de la humanidad. La
brisa y el salitre nos impelen a navegar, y a arrojarnos por el
acantilado de la filosofía hermética para una experiencia directa de
la naturaleza horizontal desde la vertical del silencio, desde la
náusea, desde el vértigo que da zambullirse en lo desconocido.

13.000 años desde que un grupo de homínidos decidía


asentarse para cultivar y domesticar animales, no son muchos
desde el punto de vista evolutivo, sobre todo para una especie
como la nuestra cuyos pañales ya no pueden contener el calibre de
los excrementos. Nuestra simiesca especie camina erguida entre
resbalones y tropezones como un balbuceante bebé que quiere

28
El Evangelio de Hermes

avanzar y sólo se lastima. Si en una de éstas no se tropieza con una


trampa nuclear o biológica, es posible que el ser proto-humano
vaya tomando altura y pueda levantar la mirada del suelo para
contemplar el sol de un nuevo mediodía en todo su esplendor, y
comprenda, al fin, que el vaso que sostiene en su mano es tan real
como el océano de conocimiento que se abre ante él, por el cual
podrá nadar libremente, y sumergirse en la inmensidad sin que el
monstruo del hambre y la soledad se lo trague para siempre.

Hermes somos todos aquellos que hemos tocado el mar del


conocimiento siquiera con la punta de los dedos. Los que hemos
chapoteado entre las olas en diversos puntos geométricos de la
existencia, en la penumbra de los sueños lúcidos, o en la
experiencia de mojarse bajo la luz de la ciencia, somos conscientes
de nuestro privilegio y nuestra adicción, y testigos temblorosos de
una realidad mucho más inmensa de lo que sospechábamos, como
los grandes maestros, los avatares y los dioses, nos habían descrito.

Los que hemos probado el sabor del mar de la consciencia,


zambullidos, o salpicados, o estrellados en algún acantilado de las
leyes sociales, morales y religiosas, engullidos por ballenas diversas,
y aquellos que hemos derramado el néctar de la dolce vita para
rellenar nuestro mellado vaso de cristal con el salar de aguas
profundas, todos ellos, tú y yo, somos Hermes, los tres veces
maestros, los del tercer escalón, los testigos, los narradores de lo
inefable, de lo que se ve más allá de la cueva de Platón, más allá de
las columnas de Heracles, más allá del bien y del mal.

Somos mercurio, y somos legión. Pero somos izquierdas,


somos manos de las que sostienen el cincel con inteligencia, nada

29
Carlos Caballero

sabemos de fuerza, si acaso cuando los martillos institucionales nos


golpean la carne y los huesos, en lugar del frío metal que apunta a
la verdad. Estamos desperdigados por toda la Tierra inconscientes
de nosotros mismos y de nuestro carácter curioso atrapado en el
brillo de un pulido vaso de cristal que rebosa duras lecciones.

Callamos siempre, no nos gusta dar el cante, quizás sea este


nuestro principal distintivo entre todo el universo pseudo-esotérico
y folklórico. Quisiéramos a veces gritarle a la gente para que fuera
libre y dejara de lamentarse en los muros de la incomprensión, de la
intolerancia, y de la fe dogmática, pero llevamos marcadas en la piel
y en los huesos las consecuencias de semejante arrogancia.

Aún no hemos despertado del sueño de las formas. Aún no


sabemos leer ni escribir, sólo deletreamos partituras sangrientas y
repetitivas como mantras macabros de espíritus ya no pobres, sino
miserables y arrastrados cual esclavos encadenados y errantes, para
siempre, o para cuando quieran abrir los sentidos.

Nuestro vaso se torna amargo cuando osamos sumergirnos


en el océano del conocimiento, y pretendemos beberlo caminando
sobre bravas olas, siempre al oriente, y en santa compaña invisible.

Pero tememos fermentar, tememos crecer, expandirnos y


sublimar nuestras fuerzas. Tememos saber y hallar, tememos
encontrar una verdad y no tener a nadie con quien compartirla, por
habernos hecho de otra raza, de otra especie, una especie en
extinción. Tememos recordar. Tememos ser libres, ser responsables
y luego caer sin tener a nadie a quien culpar. Tememos levantarnos.

30
El Evangelio de Hermes

Tememos Ser, Ser con mayúsculas y ser más, como ser mayores.
Básicamente, tememos, cuando sólo al miedo deberíamos temer.

La realidad puede describirse según diferentes modelos. El


modelo cartesiano (de Descartes) o vulgar, propone 4 coordenadas
o dimensiones, 3 espaciales (x, y, z) que son variables bajo nuestra
perspectiva ordinaria, y, una coordenada temporal (t) que
percibimos como constante, aunque en las ecuaciones de
movimiento se la puede someter a infinitas formas de variabilidad,
para permitirnos trayectorias, aceleraciones, fuerzas, etc.

Bajo nuestra perspectiva tridimensional el tiempo permanece


fijo, constante, para nosotros siempre es ahora, no existe el pasado
ni el futuro, aunque sí percibimos que se estira. Cuando nos
divertimos pasa rápido, cuando nos aburrimos o sufrimos pasa muy
despacio. Cuando entramos en shock decimos que se para el
tiempo, cuando dormimos ni nos enteramos de su paso, y cuando
somos viejos decimos que vuela.

También tenemos herramientas, generalmente dormidas,


para explorar este parámetro del tiempo a distancias lejanas en
ambas direcciones. El despertar de alguna de estas herramientas
suele ser accidental, véase la inspiración, o el éxtasis místico, o el
fugaz fogonazo de cordura inducido a veces por sustancias y otras
veces por curiosas circunstancias.

No hay coordenadas absolutas. Las coordenadas espaciales


que consideramos fijas, no lo son. Podemos cambiar de posición en
el espacio, y podemos cambiar de coordenadas, es decir, establecer
distintos puntos de referencia desde los cuales obtener nuevas

31
Carlos Caballero

distancias, nuevas perspectivas. Esa técnica que es tan trivial para la


física, no se quiere aplicar a la historia.

Cuando estudiamos los acontecimientos desde diferentes


puntos de vista, cuando analizamos diferentes testimonios, aunque
no nos gusten, mejora nuestra visión, aumenta la perspectiva.
Implica remover prejuicios, pero el trabajo del historiador debe ser
de puro periodismo, una historia sesgada es, una gran mentira.

Viajar en el tiempo es soñar, implica abstracción, ya que si


nos pellizcan, nos devuelven al presente, donde la mayoría se
encuentran anclados de por vida. Esto no quiere decir que sea fácil
suprimir la subjetividad del observador, pero los ojos no son ojos
porque tú los veas sino porque te ven. Y, los soñadores son aquellos
que abren los ojos cuando los otros duermen.

Movernos hacia el pasado es relativamente sencillo, lo


hacemos recorriendo áreas neuronales específicas de nuestra
memoria donde quedan impresas las sensaciones percibidas de
forma cotidiana, por eso, recordar es, literalmente, revivir, y
recordando se llegan a repetir los mecanismos de respuesta que se
produjeron el en pasado, y nos volvemos a enfadar, o a enamorar, o
a reír casi tan espontáneamente como en la experiencia vivida.

Sin embargo, en el mundo de la química biológica nos


encontramos sorprendidos en muchos aspectos. Por un lado, es tan
sutil y delicada, que a pesar de los grandes avances que los
científicos están logrando en neurociencia, no hemos logrado
descender al nivel de red neuronal en la identificación de
sensaciones, pensamientos y memoria, es decir, nos movemos a

32
El Evangelio de Hermes

nivel de regiones neuronales que se excitan con determinados


estímulos, sabemos también que hay unidades neuronales que se
comunican electro-químicamente a través de sinapsis, pero
desconocemos totalmente qué hay entre ambos mundos. No somos
capaces todavía de descodificar la información que maneja nuestro
cerebro, que es como una compleja computadora cuyas órdenes de
entrada y de salida nos son familiares, cuya estructura modular
también tenemos descrita, pero nos falta lo más importante,
comprender su comportamiento a nivel de bit, su código.

El universo interno de cada ser humano es una entidad


desconocida, un mundo aún por explorar, demasiado complejo para
encontrar un modelo de investigación que lo describa de un modo
medianamente científico. A la ciencia actual, tan avanzada en
algunas cosas, como por ejemplo en el arte de la guerra que ya nos
ha hecho capaces de volar el planeta varias veces, le viene grande
la exploración del universo interno. Nuestra alma, si se quiere
llamar así, no encuentra modelo matemático ni teórico siquiera
para comenzar a describirla, es por eso una paraciencia, y antes que
enfrentarse a este problema tan difícil, muchos han optado por la
posición más cómoda ante lo desconocido, que es, negarlo todo.

Por desgracia, la paraciencia abarca un espectro mucho más


amplio que el de la neurociencia, dando cabida a un abanico muy
grande de especulaciones y también de charlatanería que no le
hacen ningún bien. Y no faltan los intoxicadores de la información,
que no dudan en introducir casos fraudulentos para desprestigiar
en bloque todo un esquema de pensamiento e investigación.

33
Carlos Caballero

Pero no me preocupa el nihilismo, siempre me han gustado


los temas incómodos, y es un reto gratificante enfrentarse a ellos.
Lo que me preocupa en lo tocante a la memoria personal son dos
cosas, que los recuerdos mutan con el tiempo, es decir, que cada
vez que recordamos algo lo revivimos de distinta manera, y, el
sombrío hecho de que aparecen recuerdos que no he hemos vivido.
Llámese inspiración, imaginación desbordante, o, lo que en
psicoanálisis se conoce como regresión, lo curioso es que no todas
las fuentes de recuerdos provienen de los sentidos. Y esto es
problemático por que los recuerdos que no provienen de los
sentidos no se consideran fiables, y los que provienen de los
sentidos no lo son porque son mutables con el paso del tiempo.

Este problema, aplicado a la memoria colectiva, se convierte


en exponencial, y la historia llega a convertirse, por eso, en basura.
Pero hay otras fuentes alternativas a la memoria humana, para
extraerle al mare datum el néctar de la verdad, un mismo néctar
que, curiosamente, a unos nos parece delicioso, a otros increíble, y
a otros más, algo nauseabundo.

Una de estas alternativas para viajar al pasado es a través del


registro fósil o arqueológico. La arqueología permite, si el método
de análisis es correcto y contrastado, callar muchas bocas
disconformes con el veredicto de los hechos probados. Sin
embargo, en todos los museos arqueológicos existen sótanos
repletos de pruebas que han sido desestimadas por bocas
demasiado poderosas como para ser calladas.

Pero que los perros ladren, amigo Sancho, eso es señal de


que avanzamos. Analizar las huellas del tiempo desde cualquier

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El Evangelio de Hermes

prisma requiere considerar un abanico de posibilidades que hay que


poner a prueba contrastándolas con premisas sólidas, para luego
quedarse con las que muestren mayores índices de verosimilitud.

Aunque nunca podamos estar completamente seguros de


nada, ni siquiera de nuestra memoria, un hallazgo arqueológico
puede iluminar aquellos pasillos que quedaron obscuros, y a través
del contraste podemos cerciorarnos bastante de los hechos.

Pero hay aún otro método de conocimiento que se subestima


mucho por que prescinde de aquello tan valioso para muchos, que
es la fe, pero que es tremendamente eficiente a la hora de alcanzar
historias verídicas, y es el deshacerse de lo falso, es decir, la navaja
de Ockam, el viejo método matemático de eliminación, o de la
“reducción al absurdo”. Si eliminamos todo lo que con certeza
sabemos que es falso obtendremos un producto con mayor
verosimilitud, y si repetimos el proceso a través de refinamientos
sucesivos, el producto final, si es que queda algo, se parecerá
bastante a lo que debió haber sucedido.

Entre los usuarios de la Biblia en general, y de los evangelios,


en particular, los hay básicamente de dos tipos, los que buscan en
ellos la verdad, y los que buscan esperanza, paz y consuelo. Si tú
eres de estos últimos me parece extraño que aún no te hayas
retirado de seguir leyendo.

El futuro es más difícil de precisar. Tenemos modelos muy


interesantes para reproducir los más variados procesos en un
laboratorio, acelerarlos y obtener conclusiones en segundos sobre
lo que ocurriría en muchos años. Sin embargo, no todos los

35
Carlos Caballero

procesos son reproducibles mediante modelos de simulación


estocástica, o son demasiado sesgados porque no contemplamos
todas las variables que realmente intervienen en los procesos.

También tenemos modelos como el juego del tarot que, al


margen de los charlatanes que hacen negocio de ello, pueden
poner al lector o echador de cartas, en un estado alterado de
conciencia, clarividencia, o concentración, capaz de estrechar el
margen de posibilidades que ofrece el futuro en un aspecto
determinado. Pero no hay que olvidar que se trata de un juego, un
juego de concentración, y que se trabaja con teoría de probabilidad,
igual que cuando miramos al pasado, y, por tanto, no se puede
alcanzar la certeza absoluta de lo que va a pasar, ni de lo que ya ha
pasado. En los viajes en el tiempo, trabajamos con probabilidades, y
a las variables les otorgamos índices de verosimilitud, no soluciones
determinadas. Todo esto viene para explicar por qué me he lanzado
a tener menos amigos de los que aún me quedan, y a escribir este
evangelio según la ciencia hermética, y es que no podía resistirme a
echarle unos polvos mágicos de la razón a unos textos como los
evangelios canónicos, redactados con unos índices de verosimilitud
cercanos al cero, llevándose de cabeza miles de millones de fieles
insatisfechos y por el camino de la exclusión intelectual.

En realidad, siendo tantos los fieles, tal exclusión no se da, no


es posible, sino más bien todo lo contrario, son las mentes libres y
esclarecidas las que se ven excluidas social y laboralmente. Siempre
es preferible un esclavo ignorante que un empleado con carrera,
master e idiomas, nadie paga por pensar. Es más hasta hace bien
poco éramos luciferinos aquellos que forrábamos las paredes con

36
El Evangelio de Hermes

estanterías repletas de libros profanos, pues sólo había un libro


sagrado, el que dentro de un rato pasaré a desencriptar.

Hoy pasa otro tanto, ya no hay santa inquisición pero si forras


tu casa con libros y encima te los aprendes, te llamarán anarquista,
judío o masón, y te seguirán echando la culpa de todas las guerras,
las cosechas infructuosas, los terremotos, y las crisis económicas.

37
Carlos Caballero

38
El Evangelio de Hermes

3.- La intuición se alimenta de ciencia

Por ejemplo, y me puedes llamar profeta si quieres, porque


voy a vaticinar que este año 2015 que acaba de comenzar mientras
escribo esto, será conocido en el futuro como el año del coche
eléctrico. No es que yo tenga un libro de historia del siglo XXIII, pero
intuyo que ya está aquí este, para mí, sagrado paradigma.

Intuir no es saber, ni creer, ni tener certeza, es simplemente


ver más allá de lo visible, y más acá de lo invisible.

El coche eléctrico lleva desarrollado con asombrosas


cualidades desde los años 90 ¿por qué ahora? No lo sé, ni tengo la
certeza, ni lo creo, simplemente será así, y así lo espero por el bien
de todos. Si Nicola Tesla levantara la cabeza…

Por ende, el pensamiento no cabe en el sistema de Descartes.


Requiere un sistema de coordenadas ampliado para no estar todo
el tiempo violando leyes de la física.

A falta de pensamiento, pues la fe, como el redbull, te da


alas. Algunos tienen tanta, que el cielo hace mucho que se les ha
quedado pequeño y trascendieron más allá de la propia ionosfera,
y de los confines del sistema solar, y andan por ahí buscando a dios

39
Carlos Caballero

entre el big bang y unos textos en griego del siglo IV que llaman
evangelios. En algunas noches estrelladas y muy claras, si se
observa con cuidado, puede vérseles, en santa compaña rondando
por la vía láctea y cantando “alabaré, alabaré a mi señor”.

La fe se mueve en un orden de coordenadas también muy


respetable, por cierto, pero antagónico a las de la intuición.

La exploración del pensamiento es un arte muy difícil de


especificar. Existe un pensamiento libre e intuitivo, e incluso un
pensamiento absolutista y dogmático, pero ni siquiera se oye
hablar, hoy que todo parece global y cuántico, de un pensamiento
cuantificable, cuantificado, ni mucho menos cualificado. No hay
ningún modelo que mida el pensamiento, ni menos la consciencia.

Acabamos de enterarnos de que existen múltiples tipos de


inteligencia, cómo vamos a concebir siquiera singularidades del
pensamiento. Si nos topáramos con una, diríamos locura, o quizás,
brujería. Y rellenamos test de inteligencia con la esperanza de tener
un pensamiento cuantificado por encima de la media. E incluso
existen series de ejercicios para entrenar el pensamiento y poder
llegar a ser con mucho esfuerzo, tan eficientes como una cajera del
supermercado, o de sucursal bancaria, aunque sin las mismas
piernas. Lo importante no es ser bueno en matemáticas o en
ciencias neurolingüísticas, sino bueno en algo, bueno en lo que
mejor sepamos hacer, o simplemente buenos.

En nuestro universo externo perceptible al que llamamos


física, tenemos infinidad de ecuaciones, algunas con soluciones, que
describen un universo finito y compacto, y luego otra infinidad de

40
El Evangelio de Hermes

esquemas (más que ecuaciones) que pertenecen a modelos


teóricos como el de la mecánica cuántica, el de las cuerdas, o el del
Big Bang, que tratan de llenar lo que se llamaba anteriormente
metafísica. Son modelos extravagantes en muchos casos que están
obteniendo becas y doctorados a granel, por no hablar de premios
novel y de costosísimos proyectos como el del acelerador de
partículas o la estación espacial internacional, mientras que de
modelos de pensamiento no tenemos ni uno. Seguimos embobados
con modelos filosóficos milenarios, o enfrascados entre Freud y
Jung, sin que nadie apueste un centavo en modelos de pensamiento
teóricos, o en encontrar algún vínculo de carácter empírico entre
los sucesos anormales y el modelo racional de pensamiento.

La psicología describe modelos de comportamiento, y la


psiquiatría describe patologías, es decir, anomalías que pueden
resultar perjudiciales o molestas, sobre todo para los demás, y su
supuesto tratamiento que suele consistir en un reseteo y apagado
de luces general. Pero no hay ninguna evaluación de pensamiento,
y sería un disparate siquiera imaginar un modelo de evaluación del
pensamiento, siendo casi una generalidad la abundancia de
psicópatas en el mundo de la política y de las finanzas. ¿Cómo sería
esa evaluación? Desde un punto de vista pragmático, el máximo
valor del pensamiento habría que entregárselo al triunfador nato, al
arquetipo del hombre de éxito, y ese es capaz de asesinar madia
humanidad para mantener su estatus faraónico, y de mantener a la
otra mitad sumida en la miseria. Por lo que, al menos hasta el día en
que los genocidas sean procesados y se les impida el acceso al
poder, y también hasta el día en que el dinero deje de existir como

41
Carlos Caballero

fundamento económico, el ser humano no es capaz de establecer


un modelo de pensamiento cuantificable.

Tenemos algunos mal llamados “modelos” filosóficos pero no


dejan de ser meros ensayos de cosmología y comportamiento
aplicado, por lo que carecen de parámetros de evaluación
ponderables, no tienen esas codiciadas variables matemáticas que
permitan establecer, “cuantums” de pensamiento.

Ni siquiera podemos trazar una frontera entre pensamiento e


intuición. El pensamiento intuitivo es un concepto muy ambiguo y
confuso, porque razón e intuición son márgenes completamente
disociados. Generalmente actuamos de manera intuitiva cuando
damos la espalda a la razón, y viceversa.

Pensamiento e intuición raramente van de la mano, se


requiere un pensamiento muy libre y adogmático para que se deje
abrazar por la intuición. Éste es el tipo de pensamiento hermético.
Hace falta que el corazón amueble las ideas en nuestra cabeza, y,
para que eso sea posible, es preciso primero vaciar la mente de
prejuicios, razonamientos fallidos e ideas preconcebidas. Es decir,
casi todo lo que nos han enseñado en la escuela.

La hipnosis y la onirología (el estudio de los sueños) tendrían


mucho que decir al respecto de la exploración del universo interno,
pero igualmente balbucean, apenas son consideradas como simples
mancias, y de las de menor nicho de mercado.

En el Universo interno tenemos igualmente 4 coordenadas


variables (x, y, z, t) por las que nos podríamos mover con total
libertad si supiéramos cómo hacerlo.

42
El Evangelio de Hermes

Los entrañables físicos teóricos (theos o zeus está siempre


donde se corte el bacalao) estiman coordenadas que deberían ser
perceptibles por seres de diferentes dimensiones a la nuestra, que
nos podrían observar como a hormiguitas planas, es decir, en 2D,
como nosotros vemos la pantalla de un televisor. Para ellos llegar
sería materializarse, y marchar sería volatilizarse. Está bien pensado
eso de plegar el universo para pasar de un extremo a otro en un pis-
pas de agujero negro, pero hay varios problemas, el universo no
tiene extremos, no tiene origen ni final, ni big bang, ni minuto cero,
eso son majaderías creacionistas abaladas por observatorios
defectuosos que no saben qué hacer con el ruido de fondo. Lo de
agujeros suena un poco gay, sin ánimo de ofender a nadie, y lo de
negros, no te quiero ni decir a qué suena. El negro es un color que
me encanta, para mí no significa luto sino sobriedad y elegancia, y,
si cayéramos en el centro de una galaxia, no apareceríamos en otro
extremo del universo sino esparcidos en la periferia de la galaxia en
forma de átomos de hidrógeno.

Hemos de ser más humildes y reconocer que nuestro cerebro


no está preparado para comprender realidades superiores, o las
dimensiones adicionales que la física teórica propone. Podemos
describirlas en grandes pizarrones mediante complicadas
ecuaciones, pero no podremos experimentarlas hasta habernos
desprendido de la materia, es decir, hasta estar soñando, o haber
muerto, o haber entrado en una máquina cuya tecnología, no
tendremos al alcance ni en milenios.

Llamamos “hiperrealidad” a todas aquellas ecuaciones que


contemplan más coordenadas de las cartesianas. Para que te hagas

43
Carlos Caballero

una idea aunque no seas ingeniero, imagina que las ecuaciones del
movimiento que describe, por ejemplo, el brazo de un robot, las
guardamos en matrices de cuatro coordenadas reales. Las matrices
son sistemas bidimensionales de ecuaciones de tantas coordenadas
teóricamente como queramos, y las soluciones que ofrecen se
traducen en rangos de movimiento. Sin embargo, nuestras
matemáticas conciben algo que llamamos hipermatrices, que
vienen a ser lo mismo pero en vez de bidimensionales pueden ser
de tres o más dimensiones, lo cual implica ya no universos
paralelos, sino universos envolventes a este y a todos los universos
paralelos, y luego otra hiper-esfera de universos envolventes a los
anteriores, y así, indefinidamente.

Matemáticamente el modelo de Descartes se puede expandir


e implosionar, porque es un gran modelo que describe a la
perfección nuestra realidad, la realidad que conocemos, pero no
tenemos ni idea de qué aspecto tendrán esas otras realidades, ni las
entidades que las habitan. Estas entidades nos conocen mejor que
nosotros mismos, porque nos envuelven, nos contienen como si
fuéramos una larga serie televisiva en rollos de celuloide que
pueden rebobinar y pasar a su antojo.

Ecuaciones hiperreales, dimensiones adicionales, soluciones


de pizarrón, aceleradores de partículas, el bosón de Higgs 2 ,
empezamos a saborear la blasfemia, la brujería tecnológica, y los
hechizos matemáticos nos rodean y nos absorben, vivimos

2
Bosón de Higgs, también llamado “partícula de dios”, por estar relaciona
con la naturaleza más íntima de la materia, y por peculiares tan
trascendentales como la de estar en dos lugares al mismo tiempo.

44
El Evangelio de Hermes

respirando cotidianamente procesos incomprensibles, no debería


asustarte lo que vas a leer, pero quizás hasta te arrepientas.

Mañana probablemente, también nos parecerá cotidiano el


gravitrón3, que imagino habrá de traer el CERN, si no, para qué
semejante inversión, o la fusión “fría” que tendremos en la cocina,
en el marcapasos y en el coche volante, y seguiremos especulando
la forma de explorar el universo, sobre todo el universo interno, y la
forma de evitar la psicopatía humana, la capacidad de ejercer dolor
sobre los demás que tan magnánimamente ostentamos, algo que sí
parece ser genuinamente humano.

La experiencia hermética se parece mucho a la de la


iluminación de los ascetas eremitas tradicionales, donde la mística
se experimenta mediante destellos, fogonazos, instantes de
comprensión absoluta que luego no podemos plasmar sobre un
papel, pero que endereza nuestros pasos sobre las olas del mare
datum, como la mirada de un faro cuando en una noche cerrada
nos guía entre los escollos, indicándonos dónde se encuentra el
buen puerto, el mágico destino de la eternidad.

Pero esta experiencia directa no se presenta de forma


gratuita contemplando un punto en la pared, ni sentado a la
sombra de un bao-bao cual buda ensimismado en el vacío. Al
menos en mi caso, lo imposible, lo maravilloso, se ha presentado

3
Gravitrón: partícula imaginaria que supuestamente dotaría de gravedad a
la materia, y que, implementada en forma de pintura, por ejemplo, crearía
un campo antigravitatorio a una nave que la desvincularía de peso, fuerzas
cinéticas e inerciales, y permitiría, teóricamente, aceleraciones infinitas y
posicionamiento estacionario en el aire sin coste energético alguno.

45
Carlos Caballero

casi en el momento de tirar la toalla, cuando exhausto y tras mucho


esfuerzo y sacrificio personal por el estudio, y con renuncia de un
montón de distracciones placenteras, olvido incluso de la familia y
de los amigos, para tener que comer en soledad el fruto prohibido,
el indescriptible, el que no se puede alojar sobre un papel. Satisface
pero no es gustoso, pues una maravilla que no se comparte no se
puede disfrutar. Una obra, por muy maestra que sea, sin público no
es nada, no existe.

Atención amigos y amigas curiosos, voy a desvelar el gran


secreto de la alquimia: trabajo silencioso y sin descanso. Trabajo
elevado a la enésima potencia es la fórmula secreta de la alquimia.

Transmutación = Trabajon

Y ¿qué es una transmutación? Un cambio esencial y


trascendental en algún aspecto o componente de la Naturaleza. Por
ejemplo, los cambios en el peso atómico de los elementos que
denominamos materia, se producen en el interior de las estrellas, y
en el centro de las galaxias. Sin embargo los cambios en el progreso
científico humano se producen en regiones del universo interno
que no encuentran ubicación física alguna, sino, acaso, una
ubicación trascendental. Por analogía, habría que suponer estrellas
espirituales agrupadas por enormes galaxias neuronales, pero no
tenemos ni una sola imagen de cómo ha de ser este cosmos íntimo,
si es un cosmos onírico por cada uno de nosotros, o uno en
conjunto con infinitos planos superpuestos, en los que cada
individuo maneja su propio haz de desdoblamientos.

46
El Evangelio de Hermes

Si te das cuenta, el espectro léxico que manejamos hoy es


extremadamente superior al que manejaban los griegos y los
cananeos autores de la Biblia, por lo que podemos expresar ideas
abstractas con mucha mayor nitidez, que como lo pudieran hacer
los sabios de hace miles de años. Sin embargo, las masas humanas
prefieren seguir rumiando indigestos textos medievales sin
traducción al léxico actual, que se han hecho incuestionables de
puro repetirlos, antes que comprar el domingo una revista científica
para enterarse de la actualidad del progreso y el provenir humanos.

Mientras la mayoría descansa y se relaja en las iglesias,


sinagogas, pagodas y mezquitas, los alquimistas actuales buscamos
excitados a veces hasta la extenuación, el oro del conocimiento.
Sabemos que fuimos puestos en la Tierra con el propósito de
alcanzar el mayor grado posible de inteligencia en las condiciones
ambientales de este planeta, es decir, que los seres humanos y el
resto de las especies formamos parte de un plan de adaptación de
la inteligencia a diferentes condiciones ambientales, y que, para
nada está ya todo escrito, ni la segunda venida de los profetas ni
nada, sino que todo debemos escribirlo nosotros trabajando y con
esfuerzo, porque la inteligencia no nace, se hace, no espera, no
yace dormida como Blancanieves hasta que un beso de la
providencia la despierta, sino que hay que conquistarla poco a
poco, paso a paso, hay que ganarla, hay que merecerla.

La ciencia se parece metafóricamente a la cordillera de los


Himalayas. Consta de altas cumbres del pensamiento aisladas y
majestuosas, y a la vez interconectadas entre sí por múltiples
senderos a veces invisibles, por los que gustamos de transitar los

47
Carlos Caballero

que somos autodidactas y transversales, los herméticos de la última


hornada, o internautas, aunque en muchos casos nunca logremos
alcanzar una cumbre.

En la cordillera del conocimiento humano, los universitarios


pertrechan sus equipajes para emprender la carrera a las cumbres.
La mayoría terminan su trabajo y se instalan a diferentes niveles
académicos desde el campamento base de las licenciaturas, hasta el
campamento uno de las maestrías, el campamento dos de los
doctorados, el tres de los honoris causa, etc. Cada quién según su
ánimo se instala en una posición social que le permita desarrollar
una vida más o menos digna y placentera, hasta que les alcanza con
los años un nivel de incompetencia que los invita a jubilarse. Esta
masa crítica de científicos sostiene a la humanidad en el estado de
bienestar que nos diferencia de los animales de carga.

Y luego están los alquimistas de la ciencia, los que abandonan


los campamentos, las comodidades y una vida de reconocimientos y
honores para emprender la escalada final a las cumbres, con el
firme propósito de obtener las más sublimes de las panorámicas
posibles, y si les es posible porque aún les quedan algunas fuerzas,
edificar allí un templo a la dicha del conocimiento, o bien, si ya
alguien más estuvo allí y edificó el suyo, construirle una nueva
altura, agregándole un nuevo peldaño al saber humano.

Normalmente los senderos que llevan a las cumbres están


sembrados de alquimistas que dejaron el último aliento intentando
la sagrada ascensión, pero se quedaron sin fuerzas o les sorprendió
una tormenta súbita de estas que sólo son posibles en las más altas

48
El Evangelio de Hermes

cumbres, y los arrancó de la vida congelados sobre sus libros y sus


polvorientos laboratorios.

Una parte de estos alquimistas que abandonaron la


comodidad de los campamentos para arrojarse a la vida ascética,
son los llamados herméticos u ocultistas. Su condición esotérica es
obligada porque muy a menudo las instituciones humanas del valle,
las del sector primario del conocimiento, honorables pescadores,
cazadores, recolectores, agricultores, ganaderos, y los sacerdotes
que los gobiernan a todos ellos, deciden que determinadas cumbres
del conocimiento están prohibidas por la ley de un ser tozudo,
vengativo, justiciero y misógino al que llaman dios.

Las respetables masas humanas gregarias son fácilmente


pastoreables, y sin un pastor que las arree se encuentran como
desorientadas, perdidas.

Periódicamente, a estas masas se las esquila la lana, se las


ordeña, se las viola más o menos violentamente, y en algunos casos
terminan de manjar culinario de los pastores y sus élites de
allegados. Estos individuos de engorde, humanos subvertidos en las
reses ovinas que de tanto se enseñorea la Biblia, y las reses de las
otras especies humanas del valle que se asemejan a la bobinas,
caninas, porcinas y caballares, que son fácilmente reconocibles
porque les preguntas ¿te gusta tu condición pellejera? Y ellos
responden “no, pero mientras a mí no me toquen…”, o también “no,
pero ¿qué puedo hacer yo contra el amo y sus perros?”. Algunos
responden que sí, que el dolor les purifica, que quisieran ser

49
Carlos Caballero

sacrificados como aquel dios al que le convirtieron en lechazo asado


con patatas, por amor.

Éstos son los becerros más peligrosos, los fanáticos que


aspiran a un puesto en la política, la milicia o el sacerdocio, y lo
suelen alcanzar, pues la maquinaria de la bestia es casi perfecta.

Los alquimista herméticos son reconocibles por encaramarse


a los más escarpados despeñaderos de esas cumbres de las ciencias
prohibidas, brincando de risco en risco cual cabras montesas y
machos muflones salvajes que clavan su mirada hermética y de
desprecio hacia el ganado del valle, sabedores de que su
pensamiento es libre, y desgraciadamente, inalcanzable para sus
parientes de los llanos. Poder mirar cara a cara al dios de las
cumbres del conocimiento que nos puso a todos a respirar en este
mismo planeta, es suficiente justificación para permanecer ahí
encaramado a las rocas más antiguas de la factura humana, donde
anteriormente se presentaron los nephelim, los elohim, los anunak,
y Yahvé, que es como la Biblia y el Poema de Gilgamesh, denominan
a los aliens de la más remota antigüedad, cuando ufología y religión
eran lo mismo.

Los alquimistas herméticos, por tanto, nos dedicamos,


básicamente, a poner en ebullición miríadas de datos, y los vamos
depurando en refinamientos sucesivos hasta encontrar el oro del
conocimiento, un manjar que brota en cumbres prohibidas y que no
está hecho para todos los paladares, ni para todos los estómagos.
Nos han cazado desde muy antiguo por presentar manjares más
nutritivos y sabrosos que el propio cordero lechal.

50
El Evangelio de Hermes

Me han dicho, varias veces, que me jacto de ser estudioso y


meticuloso, cuando el estudio no es un valor en alza. Sí, nos agrada
mucho que nuestros pequeños se apliquen en la escuela, que vayan
preparando sus pequeñas mochilitas y vayan ensayando la escalada
al Anapurna, o al Everest, y que vayan estudiando las rutas más
populares y por las que tuvieron éxito, con suerte, sus padres, que
se acostumbren a interrumpir su descanso y sus sueños, y se afilen
las uñitas para empezar a encaramarse al campamento base
cuando alcancen la edad de procrear. A esa edad, quién quiere
escalar nada, sólo se quiere copular. Pero a medida que van
pasando los años y adquirimos la supuesta madurez, seguir
estudiando y queriendo copular, porque esa asignatura se nos ha
quedado pendiente, significa ser un freak, un raro, y, a menos que
encontremos trabajo dentro del propio sistema académico, y no
externalicemos demasiado nuestras conclusiones, lo más probable
es, de seguir siendo una cabra o un cabrón del conocimiento, que
sigamos siendo pobres y segregados.

Suena curioso para un profano decir que eres Hermes, un


eslabón más en la cadena de estudiosos de la gnosis, el germen de
la civilización, se ve que casi no tenemos abuela, pero es que la
gnosis, es una cumbre de la ciencia que se parece mucho a la
historia pero que a pesar de la grandilocuencia con que la he
presentado, sólo te da disgustos y enemistades, es la cumbre,
quizás más prohibida de todas, pues a medida que asciendes te va
mostrando una serie de realidades que para solaparlas y hacerlas
desaparecer, muchos matan sin el menor remordimiento.

51
Carlos Caballero

Luego, te encuentras con otros muflones solitarios, con los


que las discrepancias pueden ser tan enormes, que empezamos
ambos a comprender para qué sirven esos enormes cuernos
enroscados tan vistosos y pesados. A veces la comprensión empieza
cuando el eco de los coscorrones llega hasta el valle.

Uno se acaba preguntando si no hubieran sido mejor las


tardes de amigotes, bares y fútbol siguiendo las olas de los
triunfadores, esos que pueden terminar de pagar una hipoteca y
estrenar un coche nuevo cada año para que las macizas se peleen
por copular con ellos.

Hubiera sido más impactante, lo dicen los mismos que me


acusan de vanagloria por el estudio, que hubiera presentado mis
hallazgos como dictados por la mano de dios, o encontrados en un
códice prohibido en alguna cueva en algún monte nebuloso, o como
consecuencia de una reencarnación, o de un ayuno continuado
hasta salirme del cuerpo, o de una larga meditación a la sombra de
una acacia semidesnudo y con barbas añejas, o de un subidón
enorme a base de nuevas drogas psicodélicas, o de un error en la
recolección de setas, e incluso, de una iluminación divina provocada
por un éxtasis del kama-sutra, que cualquiera de esas formas de
iluminación hubiera sido más impactante desde el punto de vista
literario, que el triste y machacón estudio. Qué simple, qué
desilusión dicen éstos. Particularmente, me encantaría practicar
estas vías, sobre todo la del kama-sutra, pero desgraciadamente no
he encontrado pareja que me aguante semejante experimentación.

Comprendo que la vía del estudio es aburrida, y que mis


mayores estupefacientes hayan sido sean un puñado de libros

52
El Evangelio de Hermes

prohibidos y los museos de arqueología e historia, pues no


emociona mucho, no se parece mucho a las aventuras de Indiana
Jones y su hermano Elco, pero no me sale mentir, siempre me
pillan. Espero que, al menos, puedan compensarlo los resultados de
mi investigación, que tampoco es mía, sino de muchos.

Puedo, sin embargo, garantizar que estos resultados son


totalmente congruentes y compatibles con la información más
actual disponible, aunque para muchos van a resultar un disparate y
una herejía satánica, pero lo que es seguro es que no te los esperas,
te van a impactar, pues la verdad impacta, la realidad supera con
creces la ficción, al menos, en este caso. Si ya los intuyes, si ya los
esperas, fantástico. Pero si logro en algún momento dejarte
estupefacto, te guste o no, mis penas habrán merecido la pena ;-)

Soy Hermes, y eso debería bastar. Un especialista en el


segundo milenio a. C. que, al tener que remontarme hacia esa
cumbre tuve que analizar los hechos sucedidos en torno a la figura
del gran maestro esenio Ieshú, el nazareno, el histórico, el
arqueológico, el que poco o nada tiene que ver con la imagen que
ofrecen los evangelios canónicos.

Me parecieron unos hechos sorprendentes, dignos de ser


publicados, y creí que la sociedad es ya lo suficientemente madura
como para considerarlos sin tener que quemar a nadie.

No busco la aceptación ni la comprensión de nadie, los


hechos son bastante sólidos y contundentes por sí mismos, no
necesitan mayor aseveración.

Buen apetito, y feliz viaje.

53
Carlos Caballero

54
El Evangelio de Hermes

4.- Todo empezaba en Egipto

Soy Hermes, al menos así me denominaban los helénicos. Soy


muy anterior a todos ellos, pero llegaron, conquistaron, se
apropiaron de todo, y me hicieron extranjero en mi propia tierra.

También me llamaban el mago de piel roja, por medio del


calificativo greco-latino “finiki” o “fenixium”, que significaba muchas
cosas, y, simplemente, “rojo”, en referencia a mi piel tostada y mi
túnica de color arcilloso, raídas ambas por el sol y el salitre del mar,
como el color que ostentaba la vela de mi barco alado, el color de la
sangre, el mismo que atraía a la pesca y destacaba en el horizonte
ultramarino a muchos kilómetros de distancia, aunque no tan lejos
como se percibían en la brisa los perfumes de los dioses.

Horus era una nave ligera, de poco calado, semejante a una


faruca pero con la quilla adaptada a los golpes de mar. Esta nave
era mi vida, un ave fénix para los micénicos, ave por su asombrosa
velocidad, y fénix por lo de fenicia (lo del mito sería posterior y
acapararía toda su semántica), la rapaz del mar, Falco para los
latinos, una implacable nave de presa, el ojito derecho de Isis, las
garras de Osiris, el orgullo del faraón.

55
Carlos Caballero

Era un barco pequeño pero a la vez muy estable si se sabía


manejar con pericia, y, sobre todo versátil. Era una nave con vida
propia, con alma, una nave capaz de surfear las olas más increíbles
con arrogancia y bravura, como era el carácter de sus pasajeros,
soldados de infantería generalmente, o la escolta de algún dios o
alguna diosa vivientes, aunque en ocasiones fuera destinada para
transportar carga ligera y voluminosa fijada fuertemente en
cubierta, ya que la bodega era prácticamente un cajón enjuto,
destinado a enseres metálicos y otras herramientas.

Mi trabajo se podría comparar al de una especie de taxista de


tropas. Hasta cincuenta soldados solía transportar para completar
dos turnos de remo, que solían emplearse tanto en casos de
ausencia de viento, como para el mantenimiento muscular de la
tropa en los viajes largos. Básicamente, había dos formas de
mantener, valga la redundancia, al ejército en forma, en aquellos
tiempos dichosos en que manteníamos a raya a los micénicos:
picando piedra en las obras arquitectónicas, y recorriendo a remo
los ríos y los mares que pertenecían a los dioses vivos.

Yo tuve el grandísimo privilegio de escoltar a la divina


Hatshepsut en más de mil ocasiones por todo el Mediterráneo y el
Mar Rojo, y en cinco gestas inolvidables logré realizar el recorrido
completo del gran río Okeano, pudiendo recorrer holgadamente el
frondoso país de Punt, el hogar donde el verde Osiris aún respira y
vive en constante nupcia con la diosa Isis, la suave lluvia constante y
el maternal rocío de la mañana que daba a los montes del Sión
atlántico, bendición y vida eternas, lo que en mi tierra se llamaba el
Ank, el icono que vosotros en la actualidad, habéis destinado a la

56
El Evangelio de Hermes

mujer y al feminismo, el mismo que los romanos truncaron para


inventarse el icono cristianismo.

Punt, Atlán para los griegos, América para los latinos


actuales, era el paraíso verde donde podían renacer las personas de
corazón puro, las que superaban el juicio de Sekmet habiendo
superado las acciones buenas de su vida a las acciones odiosas. Era
por ello llamado el país de los muertos, el tártaro o el inframundo
de los justos, aquél a donde el barquero Anubis o Soloxcuintle,
guiaba el alma de los buenos pagadores. Allá en Punt, más allá de la
inmensidad oceánica, yo pude estar sin haber descarnado todavía,
y, esta carne y estos huesos pudieron degustar los manjares
culinarios y afrodisiacos de las ninfas más deleitosas que pueda
concebir la imaginación de un hombre mortal4.

4
El calificativo “mortal” en los tiempos primigenios de los ancestros
fenicios era aplicable a todo aquel y aquella destinados al olvido después
de haber muerto, aquellos destinados a vidas vulgares, vidas triviales sin
haber realizado ninguna gesta por la que ser recordados en los murales y
en los libros de historia. Por el contrario, un ser inmortal, un dios o una
diosa, eran aquellos destinados a permanecer para siempre en la memoria
colectiva. Revivían al ser conmemorados por los que leían o comentaban
los libros y los muros donde figuraban sus nombres. Por este motivo, el
objeto de la damnatio memoriae no era otro que el procurar el olvido de
los héroes y los faraones para matarlos en verdad. El olvido o segunda
muerte, en contraposición a la vida eterna que se produce en el hálito de
la voz que pronuncia sus nombres, era y es infinitamente más grave que la
muerte física. Los reyes y reinas del creciente fértil eran especialistas en
inmolarse o arrojarse a la muerte física con el propósito de alcanzar la vida
eterna, la inmortalidad en la memoria colectiva, y por ello se decía que en
el nombre de una persona se encontraba su hálito, su aliento, o el alma de
ésta. Esto resulta muy interesante por múltiples razones, por ejemplo, los

57
Carlos Caballero

Allí en Punt dejé 16 esposas, tantos hijos que me es imposible


recordar sus nombres, y tantos nietos que podría formar un ejército
de navegantes felinos, una flota de pequeñas panteras a los que voy
enseñando, tanto como me dejan las fuerzas, el arte marinero de la
talla de maderas nobles, el calafateado y el tejido de velámenes, así
como la lectura de las estrellas para que algún día no se salgan de
las rutas sagradas, y puedan venir a verme mientras aún hale.

Mi vida se hacía así en lo alto de las aguas. Mis horas


transcurrían escribiendo cálculos, memorias, inventarios e himnos a
los dioses de cada orilla y de cada puerto, para vencer posibles
hostilidades y dinamizar los recursos diplomáticos tradicionales del
intercambio de hijos e hijas.

Silenciosos y fuertemente armados, los halcones de los dioses


fueron la peor pesadilla de los vecinos del norte cuando ya se
habían asentado en el sur del Mediterráneo, y habían hecho del
saqueo, la profanación y el expolio, una costumbre fundamental y
cotidiana. Cuando el oro libanés, cananeo, sirio o mesopotámico,
partía en los negros buques micénicos hacia las manos blancas y
profanas del norte, oro fletado junto a otras muchas riquezas de
nuestra tierra desolada con destino a lo que es hoy Italia, Grecia y

nativos de Atlán no se dejaban fotografiar, no por creencias absurdas, sino


porque preferían ser recordados como cuando recorrían libremente las
praderas inmensamente afortunados en la caza y en recursos naturales
que eran ilimitados mientras se mantenían ligados a la Madre Natura, a
ser recordados como solían aparecer en las fotos, cautivos, andrajosos y
humillados en las reservas. La diferencia no es sutil, y me adhiero
totalmente a su pensamiento. Otra consecuencia de la denominación de
origen de la inmortalidad o vida eterna es, por si aún no lo has notado, que
el cristianismo romano es un plagio grotesco de la mitología egipcia.

58
El Evangelio de Hermes

Turquía, la poderosa armada Horus partía desde varios puntos


entre Chipre y los (en aquel entonces) doce afluentes del Nilo,
simultáneamente para interceptarlo y cazarlo cual paloma glotona
empachada en los reinos del fluido marino.

Cuando abordábamos estos buques ya no quedaba nadie vivo


a bordo. La distancia de los dardos fenicios era muy superior a la de
las picas micénicas, y los íbamos acompañando cual escolta de la
muerte, y aniquilando uno a uno hasta que el barco quedaba
intacto a la deriva y a disposición de sus legítimos constructores y
dueños, de vuelta a casa, o, cuando ya no teníamos casa a donde
volver, en busca de un nuevo puerto que fundar, y una nueva tierra
donde asentar las semillas de la civilización.

Aquello era lo más glamuroso del mundo, volver con las


cabezas de los expoliadores pendiendo de las quillas de los
halcones, sentíamos tocar la eternidad, sabíamos que nuestras
gestas eran relevantes, es decir, escritas a todo relieve en los
murales de la diosa-reina, me llamarían semidiós, quizás, si mi
nombre aparecía grabado junto a las gestas en los anales de la
historia de Kemet5.

5
Kemet, o más bien ‘kmt’, ya que los antiguos egipcios no escribían con
vocales, es el nombre con que se denominaba a la tierra de influencia
faraónica antes de que los romanos la llamasen “Aegiptia” como provincia
dependiente del imperio, y la circunscribiesen al Nilo. Probablemente
“kmt” provenga de las palabras “ka” que significa “alma”, y “maat” que
engloba una amalgama semántica que podríamos encuadrar entre
“equilibrio, justicia y materialización” aunque, en cuestiones de etimología
egipcia, sabido y aceptado es, que la piedra rosa de Champolión tiene
siempre la última palabra.

59
Carlos Caballero

De esta manera novelesca podrían contarse en primera


persona muchas de las peripecias marítimas de los fenicios que nos
describen los muros de los templos, obeliscos y tumbas egipcias.
Algunos de aquellos muros, como el de Jerusalén (por citar el más
famoso), llamado “de las lamentaciones”, fueron completamente
borrados, y aun así la gente siguió frecuentando y rememorando, es
decir, reviviendo de memoria las andanzas de los héroes patriarcas,
héroes que, con el paso de tiempo, se fueron nacionalizando y
olvidando de su esencia fenicia debido al problema antes referido
de la mutabilidad de la memoria, y sobre todo, al problema del
telégrafo de la selva, es decir, a la perdida y distorsión de la
información ocasionada por la transmisión oral y las traducciones.

Los fenicios, o los “pieles rojas” (en griego) del Mediterráneo


y del Mar Rojo, dieron precisamente a este gran brazo de mar el
nombre de Mar Rojo por su multimilenaria presencia, y se siguió
llamando así porque este mar no lo frecuentaron los integristas y
sincretistas griegos, hititas y romanos, salvo muy esporádicamente.

El notorio afán de dividir a los pueblos del creciente fértil, por


parte de los romanos, ha llegado a tal punto que no quedando
satisfecho con el arbitrario trazado de las provincias, ha tenido que
dividir a los continentes de África y de Asia justo por este mar
endémico de los pieles rojas de la sagrada alianza, mar cuya
denominación de “rojo” no es debida a ninguna proliferación de
algas cianofíceas, como se ha llegado a divulgar, ni a ninguna
elucubración etimológica de las que se extienden por el mero hecho
de rellenar columnas de alguna revista con lo primero que se le
ocurre a algún periodista holgazán.

60
El Evangelio de Hermes

Pudiera parecer que existe algún contubernio greco-latino


dispuesto a todo con tal de otorgar a Roma la responsabilidad de
toda la cultura de este mundo, pero en realidad no hay que
emparanoyarse con esto. La mayor parte de la grandeza supuesta al
imperio romano, se debe a la holgazanería de sus adeptos a la hora
de investigar un poco las cosas. Historiador es el que investiga, y
que, por lo general, disiente de las creencias populares porque a
poco que se escarbe, resultan evidentes los fraudes históricos, por
todas partes. El cronista profesional, sin embargo, como tantos
otros flojos patológicos, es, además de incapaz de practicar una
investigación, como las monjas de Santa Clara, que cantan lo que
saben, y no saben lo que cantan.

Roma, milenios después de sus mejores gestas, quiso


minimizar a esta cultura marítima que fue germen y alianza de
civilizaciones, reduciéndola a la provincia “fenicia”, la actual Siria,
así como hicieron los europeos de la inquisición y el puritanismo
recluyendo en reservas a los supervivientes del genocidio
americano. Tras el genocidio reiterado por hititas, micénicos,
helénicos y romanos, surge no sólo la provincia fenicia, sino la
egipcia, la Judea, la samaria, la filistea, y tantas como hicieron falta
para doblegar el espíritu rojo, un “divide y vencerás” elevado a la
enésima potencia.

Cuando llegaron los romanos, el Nilo ya se encontraba


suficientemente dividido y seco como para temer una reconquista
como la de Ahmese, el último representante del arquetipo de
hombre-dios. En la provincia “egipcia” recluyeron todo lo referente
al Nilo, sin embargo, los registros arqueológicos y grafológicos

61
Carlos Caballero

demuestran una actividad intercultural común y frenética en todo


el territorio del denominado creciente fértil, una actividad que me
gusta llamar Kemet, o también Gran Fenicia, o Gran Alianza.

Cuando alguien hace alusión en mi presencia al mito del ave


Fénix que resurge de sus cenizas, yo pregunto ¿tienes alguna idea
de cómo era el aspecto de ese ave? Ante la negativa, me gusta
responder, “un halcón”. El ave fénix, o fenicio, era el icono de
Kemet, el Horus, la versión original del mito de la resurrección.

Por si aún no te habías percatado, Ieshú el esenio no es el


primero en resucitar, en volver de la muerte. Ni siquiera la sagrada
familia cristiana es genuina, el trío familiar divino tan especial del
cristianismo es también un plagio del trío Isis-madre, Osiris-padre, y
Horus-hijo. En el mito de Osiris el verde, éste resucita de entre los
muertos una vez que ha sido asesinado por Seth, la sed del verano y
del desierto. Resucita siempre con una riada del Nilo y con la lluvia
de la primavera humedeciendo su pene, el obelisco, es decir,
resucita con una felación de Isis (no lo digo yo, así viene
especificado en los textos egipcios).

Pero además, en la versión original, también resucita el hijo-


dios, como en el cristianismo, sólo que, en este caso, el dios hijo de
dios representa a la nación roja, a la Gran Fenicia. Con cada
apocalipsis de Kemet, con cada invasión por parte del norte, volvía
a resurgir en el punto más insospechado del creciente fértil, un
dios-libertador que devolvía la armonía entre los pueblos, y
aniquilaba a los profanadores de la tierra santa, la tierra sagrada, la
tantas veces sangrada, desolada y renovada, desolada y renovada,
desolada y renovada, y desolada ya por siempre.

62
El Evangelio de Hermes

Brahma-ptah-ra dice la brisa que era donde se amamantaban


los pequeños Horus, los niños y niñas dioses, los faraones.

Si algún cronista apoltronado en su cátedra académica siente


la tentación de decir que me saco de la manga toda esta ristra de
interpretaciones salchichónicas, le puedo responder por anticipado
que de la manga, como los magos no, ya me gustaría, mi magia es
científica, pero sí puede que me los saque de la caja de pandora,
una caja con cierre hermético, la caja de los “panes de oro”, es
decir, de las tablillas de oro donde se encontraba escrita la cultura y
la historia de Kemet, y de los dioses y diosas responsables de la
civilización en el mundo, la caja que llegó a convertirse en itinerante
por motivos de fuerza mayor, y en la cual el quinto elemento, el oro
del conocimiento, era aún de oro.

Esta caja de Pandora, no tiene nada que ver con los rayos, los
truenos y las iniquidades que deberían desatarse al abrirse, como
plantea la mitología griega, planteamiento que seguramente
serviría para justificar su profanación y el expolio final a la que fue
sometida con tantas guerras “santas”, sino que responde
semánticamente a la denominación de “Arca de la Alianza”, pues
realmente contenía el conocimiento más valioso de todo el
creciente fértil. Aunque sólo querían el envase aquellos santos
guerreros de la cruz y la espada.

Tal concepto o denominación de origen de “la Gran Alianza”,


de civilizaciones del sur y del este Mediterráneo más Mesopotamia,
que prevalece en todo el segundo milenio a. C., podría parecer una
asimilación grotesca, un sincretismo inventado en ataque flagrante,
doloso, y alevoso a las instituciones académicas, arrogante por mi

63
Carlos Caballero

parte incluso, pero no es mío. Éste es un viejo concepto hermético,


sobre el cual se desarrolla y se comprende mucho mejor el devenir
de la historia de la humanidad.

La geografía de la Gran Fenicia o Gran Alianza no concuerda


en absoluto con la actual división territorial política que presenta la
región, una región dividida y repartida incluso entre continentes,
dado que del lado izquierdo del Mar Rojo es África, y del lado
derecho es Asia. Concuerda mucho mejor con el concepto
antropológico del “creciente fértil”, que con ninguno de los
imperios que baraja la historia oficial, ni mucho menos con ninguna
de las nacionalidades que actualmente se conciben.

Tampoco se concibe ya que el aspecto que tenía esta región


hace cinco mil años pudiera ser diferente al irreversible desierto
que presenta en la actualidad, ni mucho menos se quiere asumir
que el actual paisaje se debe a la actividad humana, en concreto a
la ambición europea perpetrada a lo largo de los últimos 5.000
años. Hoy, el creciente verde o creciente fértil de Osiris se
encuentra desolado por haber presentado la mayor concentración
de guerras y catástrofes artificiales en todo el planeta. Los países
que lo conforman no se reconocen entre sí, y son incapaces de
imaginar que tuvieron un pasado común, un pasado fraterno, una
federación de estados tan gloriosa y fecunda que dejaría en la
sombra a cualquiera de los imperios que se han barajado después,
todos ellos basados en la fuerza y el terror de las armas, en
contraste con la Gran Fenicia, que, a pesar de presentar la
maquinaria bélica más avanzada de su tiempo, se fundamentaba en
la lealtad y el respeto, era una Alianza Sagrada basada en la cultura.

64
El Evangelio de Hermes

La división territorial actual se corresponde, con pocas


variaciones, las producidas principalmente tras la segunda guerra
mundial, a la que ya había realizado estratégicamente el imperio
romano según la vieja táctica militar de “divide y vencerás”.

Sin embargo, 3.000 años de destrucción de la memoria y de


represión casi permanente que ha padecido la región desde que los
micénicos tomaron el control del Mediterráneo, no han podido
ocultar el inmenso registro arqueológico ni la palpitante genética
literaria del registro bibliográfico que pudo escapar a la quema de la
biblioteca de Alejandría en el momento del asesinato de Hipatia,
genética que proviene de los textos egipcios más antiguos, y que
nos obliga a pensar que en la figura del maestro esenio Ieshú se
implementó un plan maquiavélico de Roma, para vencer los últimos
focos de resistencia de la Gran Alianza ante la enésima invasión
europea, y de paso, exportar el sistema religioso tebano a Europa,
para someter igualmente a la población al norte del Mediterráneo.

Dicho de otro modo, lo que desarrollaré en capítulos


posteriores es, básicamente, el conocimiento hermético más denso
de los últimos 1.800 años, es momento de soltar el halcón sobre la
paloma de la Iglesia de Roma, el momento de dar a cada quien lo
que se merece, y de sacar a flote una verdad secuestrada por siglos
de oscuridad y amedrentamiento, la verdad de que el cristianismo
romano es, por un lado, la antítesis del movimiento libertador o
mesiánico que nació como respuesta al imperio romano, y, por otro
lado, un esperpéntico plagio de los mitos egipcios.

Pero por el momento, para comprender mejor la historia que


propone la arqueología frente a la oficial de la bibliografía épica

65
Carlos Caballero

existente en la actualidad, basta con identificar claramente dos


grandes bloques en el mundo mediterráneo de la antigüedad: por
un lado los territorios que hoy pertenecen a Italia, Grecia y Turquía,
lo que con el tiempo vendría a corresponder con el sacro-imperio
romano-germano, y, por otro lado, la citada Gran Alianza de
civilizaciones descendiente del post-neolítico creciente fértil, en lo
que hoy vendría a corresponderse con Egipto, Canaán, Libia, Líbano,
Chipre, Siria, Mesopotamia y un pequeño bocado del sureste turco.
Los últimos coletazos de la Gran Fenicia o Gran Alianza, se conocen
en historia como los imperios cartaginés y persa.

Sus actividades no deberían haber pasado tan desapercibidas


como pretende la historia oficial, siempre predispuesta a resaltar
los conflictos y a omitir las épocas de estabilidad y crecimiento.
Cuando la historia reconoce no tener datos sobre tal o cual época,
cuando los cronistas, en un ejercicio sublime de humildad,
reconocen una laguna en la historia, podemos asegurar, casi con
toda certeza, que se trata de un período de paz y prosperidad.

Si miramos la huella de la Gran Alianza en la evolución de la


escritura, la alfarería, la industria textil y la metalúrgica, así como en
la cosmología que dejaron presente en todos los lugares del mundo
donde asentaron el comercio y la diplomacia, y dejamos de aislar en
cajones independientes cada yacimiento y cada fuente bibliográfica,
es decir, si ponemos atención a las similitudes arcaicas y dejamos
en segundo plano las diferencias nacionalistas, obtendremos una
perspectiva más continua de la evolución y una comprensión de la
historia más acorde con el rastro arqueológico y etimológico que
disponemos gracias a los avances en el estudio de las lenguas
muertas producidos por expertos anónimos de calibre mundial

66
El Evangelio de Hermes

como el valiente pionero de la desencriptación Llogari Pujol, quien


hace ya tres décadas abandonaba su carrera monástica para
publicar una historia del cristianismo bien diferente a la que
normalmente se nos inculca.

Yo no soy tan rotundo como el Sr. Pujol cuando concluye


toda una vida de investigación centrada en el Nuevo Testamento
reconociendo que no hay rastro del personaje de Jesús de Nazaret
en la historia. Esta conclusión no es falsa en absoluto, es tan sólo
incompleta. Según mis datos, existió un individuo sobre el que se
inspiró el personaje de los evangelios canónicos, pero este
personaje es totalmente ficticio, digamos que cualquier parecido
entre el personaje el Jesús de Nazaret, y la persona de Ieshú, el
nazer, el esenio, es pura coincidencia, o, para ser más concisos, el
Jesús de Nazaret es un personaje literario basado en otro bien
distinto, una caricatura, un personaje depauperado y esperpéntico
creado por los mismos enemigos romanos del real o histórico.

Evidentemente, tal personaje literario es ficticio, y, como tal,


no es posible encontrarlo en la arqueología y la historia. Los
evangelios canónicos fueron una parodia destinada a representarse
cómicamente en los teatros romanos como ejercicio de
calentamiento del público antes de pasar al plato fuerte de las
famosas ejecuciones de prisioneros traídos de la Judea, por el
famoso método de los leones, u otros peores.

La verdad duele, lastima y puede corromper muchos


sentimientos, y más una de este calibre. Pero clama por salir a la luz
desde lo más profundo de la naturaleza humana, porque no se
puede olvidar ni excusar tanta iniquidad por encima de más

67
Carlos Caballero

iniquidad, y mucha más, hasta invertir los papeles de la devoción


cristiana. Los cristianos romanos son los mismos que ejecutaron al
mese Ieshú, los mismos que mandaban a los leones a sus
seguidores, prisioneros, los mismos que redactaron los evangelios.
Ningún judío acusaría al gran maestro esenio de ser un dios y rey de
los judíos, es decir, un nuevo faraón de la vieja Gran Alianza.

El esenio era judío, no podía haber sido acusado por sus


súbditos. Ser judío hace 2.000 años era mucho más que haber
nacido en la reserva donde Roma los concentraba. Es ilógico que
fueran a acusar a su propio líder, a su esperanza de salvación frente
al genocidio de Roma. Esta es la indigesta realidad que tantas
herejías y persecuciones ha generado a lo largo de la historia del
cristianismo. Que sólo romanos lo torturaron y asesinaron después
de haberse entregado voluntaria y pacíficamente como aval para
parar evitar una gran batalla que equivaldría al brutal asesinato de
poblaciones enteras por parte de la maquinaria bélica romana, es
más elocuente que un dios que sacrifica a su hijo único porque le
salió así de los huevos.

Y es que la realidad supera a la ficción también en esta


historia, la realidad es la materialización de un mito muy antiguo
por el que un rey se auto-inmolaba para salvar la vida de muchos,
para evitar el apocalipsis de su pueblo o un daño muy grave, era la
causa más vieja de la nobleza, el noble que era noble por su acto de
autosacrificio, nada parecido a lo que es ahora la supuesta nobleza.
El noble alcanzaba así la segunda vida, la vida eterna porque sus
súbditos, sus leales, en agradecimiento infinito escribirían su
nombre en los templos para conmemorarlo siempre con orgullo y
afecto, y convirtiéndose así en un dios, un gran faro, un faraón.

68
El Evangelio de Hermes

No había mayor arenga para un pueblo, como que su


representante se inmolase en la lucha o para evitar a lucha, por eso
las mayores gestas en la historia de la humanidad se han realizado
previo sacrificio de un líder. Y esto era algo muy viejo que ya sabían
los romanos. El pueblo fenicio, egipcio o judío, misma cosa en
tiempos del hecho cristiano, era especialmente pródigo en este tipo
de nobles, y era preciso el escarnio y la caricatura del mito para
arengar a las legiones concentradas en la Judea ante fenómeno de
Ieshú, nueva encarnación de un dios de esta naturaleza, cuyos
integrantes empezaban a sentirse ante una nueva Troya, y a
convencerse de que era imposible dominar a aquellos pieles rojas
que la vida física parecía traerles sin cuidado, y que resurgían de sus
cenizas por más que fueran masacrados.

Pero si las masacres no cesaban vendría otro, y luego otro, y


otro incesantemente hasta restaurar la paz y la armonía en la tierra
sagrada del león, y por ende en toda la Gran Alianza.

Sin embargo, en el siglo IV, se celebra un concilio para asestar


el golpe final a la Gran Fenicia. Se consideran exterminados todos
los focos de resistencia a Roma, y se crea el cristianismo romano.
Asesinado el mito y devoradas sus carnes por el asesino, éste,
totalmente ebrio de sangre y poder, se viste con su piel de cordero
sacrificado para que nadie reconozca su naturaleza depredadora y
seguir devorando secreta y plácidamente a los demás borregos.

Acabo de desvelar el misterio de la comunión cristiana.


Comprendo que es un plato fuerte, y que quizá sea mejor que te
tomes un tiempo para digerirlo.

69
Carlos Caballero

70
El Evangelio de Hermes

5.- Y acababa con Roma

Si se dejaran de revivir las pasiones en lugar de la reflexión


humana, que es la potencia que desarrolla la inteligencia en los
primates superiores, si en lugar de ensalzar las conquistas, las
invasiones, y el poder de las armas y el terror, se centrara la
atención de la historia en las relaciones diplomáticas estables y el
estado tecnológico cultural de los pueblos, se tendría un mapa bien
distinto del cosmos humano, y probablemente también un
comportamiento bien diferente. Si los físicos acaban de percatarse
de que en el Universo hay más cantidad de materia oscura, como
somos nosotros y nuestro planeta, de la que podemos observar por
encontrarse incandescente como en las estrellas, en la historia de la
humanidad brillan las contiendas, los apocalipsis y las gestas
heroicas, cuando el tejido social y el progreso cultural se han venido
produciendo en la sombra del anonimato, y son el verdadero motor
de la humanidad, el factor inteligencia en todas sus variantes.

Una de las primeras cosas que llamaría la atención de


observar la materia oscura de la historia es, que la evolución
humana no ha sido linealmente progresiva como se enseña en las
escuelas, sino que, además de producirse a saltos discontinuos y
abruptos mayormente inexplicables en términos de racionalismo
académico, también se han producido retrocesos importantes,
como numerosos retornos al neolítico, e incluso extinciones de
etnias y culturas enteras por obra de una fracción de homínidos
reconocibles, no por rasgos étnicos, fisiognomónicos, ni culturales,
sino por mostrar una ambición desmedida capaz de anular la

71
Carlos Caballero

empatía o compasión, innata en una inteligencia emocional sana,


que nos convierte en depredadores de nuestra misma especie.

Dicho en otras palabras, la historia oficial de la humanidad es


una larga y tediosa epopeya de psicópatas.

La historia B, la oculta, la esotérica, la desapercibida por la


generalidad vulgar, es una apasionante caja de sorpresas de la cual
voy a mostrarte sólo una pequeña parte, y a la vez un gran fraude,
una parte que ha sido el germen de los que somos, y el punto de
inflexión que nos ha llevado al estado actual de colapso en el que
nos encontramos. Por eso es momento de desmontar la falsedad
sobre la que se cimenta el imperio de terror que gobierna el
mundo, es momento de correr el velo de Isis, de resucitar al verbo
Osiris, y de establecer una nueva Gran Alianza de civilizaciones que
englobe a todo el planeta en una causa común: parar la extinción
masiva que se está produciendo y devolver la dignidad a la vida en
este paneta que estamos dejando estéril.

Remontarse en el tiempo, aunque se trate de milenios, no


implica siempre retroceder culturalmente, a veces es lo contrario.
Ni el progreso técnico significa siempre progreso humano. Véase
que medio dominamos la radioactividad, pero de qué ha servido,
para freír a poblaciones enteras. Emocionalmente, no hemos
evolucionado mucho.

Los fenicios, en la denominación cultural más amplia que he


observado y que me gusta llamar Gran Fenicia o Gran Alianza, son,
bajo mi humilde apreciación, los responsables del salto del neolítico
a la humanidad sedentaria y citadina, la que tiene tiempo para

72
El Evangelio de Hermes

observar el mundo y abstraerse plácidamente al abrigo de unos


muros artificiales, de un fuego templado y de un buen vaso de vino.

Bajo este prisma obtenemos dos consecuencias inmediatas,


la de que Egipto ya no es el ombligo del mundo sino simplemente la
especialización de la cultura fenicia en torno al Nilo, y la otra es, que
egipcios y judíos están mucho más emparentados de lo que creen.

De hecho, y como veremos más tarde, los hebreos del libro


del Éxodo son egipcios exiliados, y los presuntos egipcios que los
persiguen son en realidad hicsos, invasores de la coalición micénica
que han ocupado y expoliado la cuenca del Nilo, para finalmente
asentarse y esclavizar a la población superviviente. Estos
usurpadores se hacen llamar igualmente faraones y crean su propia
dinastía. Así los describe el Éxodo siglos más tarde, inspirado en la
tradición oral, y con el estilo de la épica griega perfectamente
reconocible como en la mayor parte de los textos bíblicos.

Hermes, no era un señor iluminado, sino básicamente dos


cosas, por un lado, la parte silenciada de un sincretismo de dos
culturas, la griega y la egipcia, y por otro lado, una línea filosófica de
autores, historiadores y científicos disidentes con el régimen de
abusos impuesto por los micénicos criollos, y después por sus
herederos directos, los romanos.

La deformación de la cosmología en favor del prototipo


griego ha perdurado hasta nosotros a través de la historia oficial,
realizada al gusto de los perpetradores de sucesivos holocaustos
que ni siquiera han terminado, pero la ciencia hermética ha
permanecido guardando fielmente la memoria, para renacer como

73
Carlos Caballero

la acacia después de un incendio, o como el ave fénix Horus,


conocido por los griegos, como el temido Kristo, resurgir flamante y
renovado por la brisa de oriente.

Grecia a comienzos del primer milenio a. C. era la moda y la


masacre, lo moderno, lo fascinante y a la vez la profanación de la
antigüedad, símbolo del éxito y también del abuso, un poco como
los gringos de la época, refiriéndome a los recalcitrantes pro-
belicistas y guardianes de las fronteras y de la soberanía blanca, no,
por supuesto, a todos los norteamericanos, ni mucho menos.

Por el contrario, Kemet ya no existía, pasó a llamarse la


provincia Aegiptia, el corazón de lo clásico, lo natural, lo sagrado,
pero un corazón permanentemente sangrante alimentándose aún
de los retazos que quedaron impregnados en las paredes de
templos arruinados y tumbas expoliadas, con capital en Alejandría,
y el nuevo culto concentrado en el Serapeo, una especie de versión
del Ateneo con perfume del Nilo. Helénico pero lugar de descanso
de gran parte del conocimiento milenario de la Gran Alianza, en
contraste y competencia con el circo, el espectáculo macabro que
encontraría su máxima expresión en el mundo romano, así como
reminiscencias actuales en el futbol y en la tauromaquia.

En tiempos de Alejandro Magno, allá por el siglo IV a. C, cada


ciudad que se considerase importante debía contar con su propia
versión del ateneo o universidad, todas ellas con cierta inspiración
en el mítico templo de Menfis. Tras su meteórica y gloriosa
reconquista para el mundo griego, la mayor parte de ellas quedaron
destruidas, y la mayor parte del contenido bibliográfico que se pudo

74
El Evangelio de Hermes

rescatar fue a parar a la nueva capital de occidente, llamada


Alejandría en honor al demoledor arquitecto helénico.

La famosa biblioteca de Alejandría parece haber sido el


último reducto del conocimiento de la Gran Alianza. Siete siglos
después, su incendio deliberado por la implacable ira de los nuevos
cristianos de Roma, hizo que todo el oro filosófico de la humanidad
se perdiera para siempre, y que el ave fénix bañado en la sangre de
Hipatia, nunca más emergiera de sus cenizas y nunca volviera a
surcar el vuelo sobre las olas del mar.

Hasta entonces la ciencia hermética había estado del lado de


la historia sumergida, Hermes había sido el registrador apócrifo de
los vencidos, los ojos de Isis, el tercer actor de las epopeyas
perdidas y de las gestas anacrónicas, el meta-cronista de la historia,
el guardián de las claves del comportamiento humano, y el testigo
de sus consecuencias.

La ciencia hermética más que ninguna droga ni sulfuro, era la


desencadenante de la proliferación de oráculos y pitonisas en torno
a todas las bibliotecas, universidades o casas de la cultura.

Fueron del gusto griego algunos como el de Delfos, pero los


hubo a cientos en torno a todo el Mediterráneo, y el más antiguo y
sagrado de todos fue el de Menfis, que fue la meca de los
doctorados de la época. Oráculos y pitonisas eran lo que su nombre
indica a los que saben leer: los hijos e hijas de Ptah-Atón-Isis, los de
la sangre y la leche de los dioses. Para los micénicos simples
curanderos y putas con mucho oro que expoliar y que poner a
circular para financiar ejércitos con los que emprender nuevas

75
Carlos Caballero

campañas y sostener la jerarquía de su nuevo mundo, un mundo


basado en la economía del crecimiento no muy diferente al actual
paradigma macroeconómico.

76
El Evangelio de Hermes

6.- La historia B

Hermón es un monte de tres picos que está repartido entre


Siria, Líbano e Israél por motivos estratégicos, y también el padre
del triple maestro Hermes.

Fue llamado Sirión por los fenicios, y Sión en el


Deuteronomio, quizás por un deficiente copiado que se comió dos
letras. Los amorreos lo llamaron Senir y los griegos se inspiraron en
él para concebir el Olimpo.

Sus laderas fueron punto de encuentro de los diversos


éxodos que emprendieron los supervivientes de las invasiones
micénicas, hititas y helénicas, para organizar respuestas planificadas
de la Gran Alianza contra un invasor reincidente.

Allí se establecía la capital virtual de la Gran Fenicia o Gran


Alianza en tiempos de guerra, y se denomina “mitani” a la última
coalición conocida, que resultó derrotada en tiempos de Amen-
hotep IV, y que logró desembarcar en Yucatán para dar origen a la
cultura maya, o llamada apresuradamente “olmeca”.

Hermón también es la capital del mundo bíblico, y de


inagotables leyendas encriptadas. Por ejemplo, en el libro de Enoc,

77
Carlos Caballero

que es apócrifo naturalmente, se explica que fue el lugar donde


descendieron los "hijos del Cielo" y sembraron literalmente su
semilla diciendo: "Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas
de los hombres y engendremos hijos" (Libro de Enoc, 6:6).

Lo más interesante de este monte es que es homólogo del


Pico de Orizaba, en México, Citlaltepetl en nahual, que significa
monte donde aterrizó la estrella, y el lugar donde dice la tradición
que ocurrió exactamente lo mismo, y donde otra leyenda dice que
fue abducido Cuculcán o Caupolicán, aunque se la ha traducido al
español cambiando lo de “abducido” por “arrojado”, y luego a
alguien se le ocurrió que sería “al volcán”, a pesar de llevar miles de
años inactivo.

También Enoc fue abducido en el Hermón, pero el


paralelismo no termina aquí, más leyendas de esas que no figuran
en Wikipedia, aseguran que Tenochtitlan, la capital de México, es
mucho más antigua del año 1.335 en que se asegura que fue
fundada, sino que ya estaba perfectamente descrita en la Atlántida
comentada por Platón, la epopeya claro está, el continente no
olvides que es Atlán. Pues bien, no hay consenso sobre el
significado de este nombre Tenochtitlan porque significa
precisamente “tierra (tlan) del dios (T contraído de Teo, que
significa "dios" tanto en nahual como en griego) hijo de Enoc
(enochti)”, lo cual es un anacronismo imposible para el mundo
académico romano en que vivimos.

Pero yo soy Hermes y me alimento de anacronismos


imposibles. Marino, cosmopolita, brujo, provinciano, pastor de

78
El Evangelio de Hermes

Hermás 6 , pescador en el Hermón, hermano de mis hermanos,


silencioso, criptográfico, insondable, y en definitiva, hermético. De
mis nombres anteriores ya no me acuerdo con claridad porque hace
mucho que olvidé el demótico y el jeroglífico. Ya sólo hablo y
pienso en griego, mi corazón es de Atenea, y soy su amante.

Mi trabajo fue borrado de los obeliscos y de las columnas de


los templos, de las fachadas de las aulas de las ciencias físicas, y de
los memorandos sepulcrales. Quienes recuerdan mis ensayos no
recuerdan mi nombre, y quienes recuerdan mi nombre no
recuerdan qué era un ensayo. Mis registros fueron adulterados, mis
ojos cerrados, y mi boca sellada para que mi hálito no pudiera
migrar a otro cuerpo, pero como tampoco conocen a mi buen
Anubis, ni su corazón es de justicia, sus prácticas, como vieron, son
estériles, sus palabras son huecas, y sus obras pozos de perdición y
agonía, están vacíos de mente y alma, y no pudieron hacerme nada,
como podéis ver. Las llamas sólo subliman nuestro acervo.

Fui catedrático en Menfis, la puerta sur de la tierra del león,


el país del delta de las doce garras, y luego también en Avaris, la
puerta oriental, y poco antes de la Atlántida, o sea, antes del éxodo
por el atlántico, también en Amarna, y finalmente, en “Al-
6
El Pastor de Hermás es una recopilación de textos del siglo I y II que se
considera una de las primeras en adoptar la técnica de encriptar
contenidos adornándolos con matices y rodeos del gusto de la censura de
la época, técnica que ha venido a llamarse “hermetismo”, o encapsulación
de textos considerados prohibidos o heréticos, bajo capas de la idolatría
aceptada y jerga canónica, para no despertar la ira de la censura. La Iglesia
defiende que Hermás es un señor que escribió un libro de enseñanzas
catequistas, pero pasa como con Pitágoras o con Homero, que son figuras
literarias recopilatorias en lugar de personas reales de carne y hueso.

79
Carlos Caballero

ʼIskandariya o Racotis que es como se llamaba la ciudad de


Alejandría, antes del 331 a. C en que un joven diablo, yo creo que se
sintió un Ahmese helénico, le pusiera su nombre después de
derrotar a la Gran Alianza en la cabeza del rey persa Darío III.
Alejandro logró su sueño de convertirse en un dios del norte, un
dios hicso, pero a costa de pulverizar nuevamente nuestra cultura.

Éstas eran las tres puertas del delta del Nilo, que sobre el
mapa se veía como una flor de papiro en la cual el río sería el tallo, y
Tebas el lugar donde se encontraban las raíces y la puerta de África.

Era aquel un mundo libre, antes de los griegos. Tendría sus


cosas pero el ejemplo de prosperidad y buenas costumbres, el
ejemplo de hombres y mujeres iguales, en convivencia y respeto, el
Nilo era el punto de referencia del mundo civilizado, un patrón de la
armonía y la fraternidad, era como el buen óleo cuando se derrama
sobre la cabeza, que desciende sobre la barba, la barba del faraón, y
baja hasta el borde de sus vestiduras como el rocío del monte
Hermón y sus aguas claras procedentes del deshielo, que desciende
sobre los montes de Sirión, enviando allí el Atón-Yahvé bendición y
vida eternas. Éste era el mundo de los hombres-dioses y mujeres-
diosas, el mundo de la ciencia absoluta (gnosis) y de la comunión
con la Madre Naturaleza (phisis). Egipto, el siempre verde, erecto y
viril en los labios de Isis.

Dije catedrático, no escriba. Y si me dices escriba, está bien,


pero quítate de la cabeza la idea de que éramos esclavos. Al
contrario que en tu tiempo, en el mío el conocimiento era muy
apreciado, y los ancianos maestros eran muy venerados. Yo era de
los pocos capaces de transmitir al papiro las palabras y el

80
El Evangelio de Hermes

pensamiento de las personas, por eso, los Grandes Faros me


querían siempre a su lado, o me enviaban a las citas más relevantes
en calidad de corresponsal y diplomático.

Bien es cierto que, cuando el mundo se hizo bilingüe bajo el


yugo de Grecia, la nobleza y la gente docta debía escapar a toda
costa, los primeros porque servían a los invasores para pedir
grandes rescates, y los segundos para ser condenados por el solo
delito de saber leer y escribir, a la pena de cadena perpetua para
traducir al griego la multitud de documentos que guardaban las
bibliotecas, que pudieran ser susceptibles de ofrecer alguna pista
para alcanzar legendarios tesoros, entre los que destaca la llamada
Arca de la Gran Alianza, que, por cierto, lo buscó Napoleón, lo
buscó la reina Victoria, lo buscó Hitler, y, aún se busca cabalmente.

Así nació en Grecia el interés por la cultura. Los símbolos, las


letras, encierran tesoros. Y los de micenas y sus compinches lo
interpretaron literal y cruelmente.

Algo así le debió suceder al que realizó la piedra rosa de


Champolión, que se supone una doble traducción de un texto
jeroglífico al egipcio demótico, y lego al griego. Se ve que debió
haber sido un encargo realizado por algún grupo de turistas griegos
exigentes que querrían apañárselas solos para entender los textos
egipcios antiguos sin necesidad de intérpretes, quizás se les estaban
agotando, o quizás no querían oír más invenciones ridículas de esos
pieles rojas truhanes que les leían en los murales ridiculeces tan
absurdas como que ciertas mujeres-diosas habían destruido a la
armada micénica varias veces, y al propio Hércules. Les parecía

81
Carlos Caballero

claro que los textos egipcios no podían decir algo así, eso era
imposible, y si decían algo así mejor sería borrarlos.

El problema de esta piedra con vocación de diccionario para


turistas griegos es, que cuando fue realizada el demótico llevaba mil
años figurando como lengua muerta, y el jeroglífico hacía más de
dos mil que nadie tenía ni idea de leerlo ni escribirlo, con lo que,
con todos mis respetos, la calidad de la piedra como traducción es
escasa. Es más, se me ha pasado por la cabeza más de una vez, que
la piedra hubiera sido depositada con la intención de que los
griegos la encontraran, e hicieran el mismo trabajo de Champolión
para decodificarla, y lograr que los griegos nunca lograran traducir
correctamente los textos y los jeroglíficos egipcios. Si no consideras
a los egipcios capaces de urdir una estrategia semejante es que los
subestimas y no les conoces bien.

Pero antes de que los griegos dinamitaran nuestra cultura, no


obedecíamos a nadie. Obedecíamos a una herramienta muy
rigurosa cuando se convierte en auriga de la razón y de la intuición:
la conciencia.

Los “sati” o escribientes, fuimos el espíritu, la voz, el hálito


del pueblo, la llave de la memoria colectiva, el aliento divino, la
palabra de los dioses y las diosas, y su verbo era increíble,
poderoso, claro, luminoso, y nosotros dábamos vida a los libros y a
los nombres en ellos contenidos. Éramos, literalmente, los
“pontífices” entre el cielo y la tierra, gracias a nosotros los letrados,
lo que era arriba era abajo. Pontífice significa “constructor de
puentes” en latín, también nos llamaban las puertas, puertas a otra
dimensión fuera del tiempo, la dimensión de los muertos, y de los

82
El Evangelio de Hermes

vivos fuera del tiempo, los que vivían en los murales y en los
sarcófagos, en el aire de los trovadores, y en las tablas de oro.
Éramos, cuando la religión aún no se había inventado, los
“religadores”, los trazadores de vínculos remotos, de lazos entre la
vida y la muerte, entre las hijas de los hombres y los hijos de los
dioses. Teníamos a un lado la historia y al otro la eternidad, sólo
teníamos que ponernos a escribir y creábamos la magia celeste.

Cuando alguien recitaba los versos de los sarcófagos, los


murales o los libros sagrados, en la imaginación de los escuchantes
se recreaban las escenas más emotivas del glorioso pasado, y
podían así hacerlas suyas, integrarlas a su propio ser y resucitar en
el universo interno a los dioses para hacerlos suyos y llevarlos bajo
la piel, tatuados por dentro, encarnados en uno mismo a la hora de
inmolarse o de entrar en sagrada batalla. Uno primero se ungía por
dentro antes de recibir por fuera los aceites de la inmortalidad.

Nuestra lectura conmovía las conciencias para dejar un hueco


a las de los dioses y diosas que iban a penetrar en los escuchantes
por medio de su recuerdo de viva voz, de su “oración”.

El halito de los dioses y diosas de los murales salía por la boca


de quien interpretaba los jeroglíficos, y entraba por los oídos de los
que recibían el sagrado regalo del conocimiento de la historia. Así
permanecían siempre vivos al evocar sus nombres, o mientras
alguien pudiera interpretar correctamente los símbolos jeroglíficos.

Por nuestra naturaleza de letrados es que tanto el alma


como la justicia eran simbolizabas con plumas, ligeras y bien
cargadas de fidelidad. Plumas capaces de moverse en el aire y de

83
Carlos Caballero

dibujarlo para la posteridad en forma de perfume, pues el aire era


el vehículo de la vida y de las almas, para traerlas sólo había que
articularlo de acuerdo a la verdad.

Que diferencia con nuestros días, en que el aire sólo es


vehículo del monóxido de nuestras máquinas, vehículo del cáncer.

El creciente fértil fue devastado en numerosas ocasiones,


incendiado y horadado repetidamente hasta que dejó de ser fértil y
se convirtió en una alianza de damnificados.

El desierto se apoderó de todo. Estranguló al verde Osiris y lo


convirtió en un puñado de pedazos repartidos por lo que fuera la
gran huerta ancestral del creciente fértil. En diferentes periodos,
unos territorios eran invadidos y brutalmente arrasados, y otros
territorios se convertían en hospedadores y en refugio de los
supervivientes, y con suerte de sus enseres y de sus libros, para que
después, durante el siguiente período se invirtieran los papeles y los
hospitalarios se convirtieran en refugiados, y los refugiados en
hospedadores. La hospitalidad con el extranjero era más que una
costumbre, una norma sagrada dentro de la Gran Alianza, que
garantizaba la supervivencia en tiempos de acoso por parte de los
pueblos del norte.

Refugios del conocimiento sagrado fueron en una época u


otra, casi todas las ciudades importantes del creciente fértil,
aunque para ilustrar la historia del mese (o maestro) esenio Ieshú
nos bastará referirnos sólo a unas pocas como Coptos, Biblos,
Gnosos, Kadesh, Kashmir, Éfeso, Alejandría, y, como de pasada, a la

84
El Evangelio de Hermes

Gran T-Enoc-Ti-Tlan. Sí, muchos dirán que no existía esta última en


el segundo milenio a. C., pero es que yo soy muy platónico.

Platónico, y socrático también. Los de la escuela pitagórica


siempre han sido, para mí, pasión y debilidad. Dirás tú, pero son
griegos… y aun siendo griegos, son mi pasión y mi debilidad, unas
de las grandes delicatesen del mundo antiguo. Y sí, además, un
pueblo nunca tiene la culpa de lo que hayan podido hacer sus
ejércitos en manos de psicópatas ambiciosos.

Cada país y cada cultura tiene los suyos, como cada partido
político, cada religión o secta, y hoy cada entidad financiera. Bueno,
en el caso de los bancos, lo difícil es encontrar un alto cargo que,
buenamente, no lo sea.

85
Carlos Caballero

86
El Evangelio de Hermes

7.- Los jardineros del Universo

“Eran tiempos en que los dioses y diosas estaban vivos,


respiraban, y caminaban sobre la Tierra”. Este tipo de textos figura
escrito en numerosos murales, sarcófagos, papiros y códices. Se
trata del origen de la humanidad explicado desde las culturas más
antiguas y distantes. En todas ellas la interpretación que se tiene
sobre la evolución humana es que ha sido guiada desde siempre por
individuos especiales, mese o maestros, que fueron depositados en
el planeta con el objeto de mejorar genética y funcionalmente a la
humanidad, y hacerla apta, primeramente, para la vida sedentaria y
citadina, y después para la incubación o desarrollo de la inteligencia
bajo las condiciones ambientales de este planeta.

Parece ser que los “jardineros del Universo”, como a mí me


gusta llamar a los aliens que tú, probablemente llamas ángeles,
están interesados en lograr determinados prototipos humanos que
van seleccionando cuidadosamente para reproducir su esquema
mental, como quien escoge la fruta de entre malas hierbas, y son
individuos contados, muy especiales, los que sirven de cliché para el
edificio de una humanidad consciente. Parece no interesarles
excesivamente la globalidad humana, la grey, si no es por la
preocupación que supone su actividad para la conservación de la

87
Carlos Caballero

diversidad y de las condiciones ambientales de este laboratorio que


es la Tierra. Nos hemos convertido en un termitero insaciable y
todo indica que se va a malograr el proyecto.

Lo que buscan, o buscaban, es inteligencia, y parece que no


hemos salido muy bien en las pruebas. En lógico-matemática y
neurolingüística no andamos mal, pero en exploración interior y en
inteligencia emocional somos un desastre, siempre dispuestos para
la pelea y para la corrupción, en una sociedad de competitividad y
de consumo que considera a la empatía o compasión como una
debilidad incompatible con el ritmo de vida de un ganador, un
winner, cuando esa es, precisamente, nuestra principal asignatura
pendiente. Deberíamos redefinir lo que es ganar y lo que es la
calidad de vida, porque al contrario que en la lotería, se gana
cuando ganamos todos, y se vive con calidad cuando para todos la
vida es digna y el progreso es sostenible.

Para ello, es imprescindible poner límites a la actividad


humana y a su desmesurado crecimiento, la humanidad tiene que
elegir cuanto antes si queremos crecer en calidad de vida o en
cantidad de vidas mediocres, y abandonar la bíblica costumbre de
crecer exponencialmente como hasta ahora, que ha funcionado
hasta la revolución industrial, o hacer crecer la compasión o
empatía, como premisa para la supervivencia ya no de nuestra
especie, sino de la biosfera. Los de ahí arriba nos están pidiendo a
través de los científicos y de nuestra intuición más íntima, valga la
redundancia, que paremos la vorágine depredadora, ya no hay sitio
para más esclavos, ni el planeta tiene ya la capacidad de reciclar la
cantidad de residuos que producimos.

88
El Evangelio de Hermes

No es una cuestión política ni religiosa, el problema es ya


biológico, y es preciso actuar ya para minimizar las consecuencias
irreversibles que nuestra conducta va coleccionando.

Poner límites y normas, en este caso a la expansión humana,


que al final se deberán traducir en leyes, siempre se interpreta
como un mazazo contra la libertad, sobre todo si son nuevas, pero
el tiempo y los recursos se agotan, y hay que decidir entre una
progresiva decadencia en libertad y orgullo de ser los primates más
sofisticados en haberse extinguido, o bien, hacer un ejercicio de
humildad y revertir el proceso de crecimiento en que se basa la
sociedad y la economía, mediante una revolución si es preciso,
llámese si se quiere, una dictadura del humanismo científico.

China, después de haber superado los 1.0001000.000 de


habitantes sumidos casi todos ellos en un estado parcialmente
miserable, ya ha puesto límites al crecimiento permitiendo a cada
mujer tener un solo hijo. Una medida ciertamente drástica y
fuertemente criticada por países de una densidad poblacional
equivalente o superior, pero sumidos en la más absoluta miseria.

Y claro, esa miseria es conveniente para una casta selecta, ya


que es el caldo de cultivo para las mayores fortunas. Axioma
económico: donde se dan las mayores tasas de natalidad es, donde
más endémica es la pobreza, donde más conflictos armados se
producen, y donde se encuentran los señores más ricos del mundo.

Para que nos permitan un nuevo salto evolutivo en el nivel de


conciencia, es decir, para que los de ahí arriba nos permitan
participar en la sociedad exoplanetaria, sólo nos requieren

89
Carlos Caballero

sensibilidad con el otro, sea de nuestra especie o no, nos han


pedido un sentimiento de empatía hacia lo que le ocurre al de
enfrente, al próximo o prójimo (como se dice en la jerga religiosa), y
con el de más allá, aunque sea de otro país, de otra etnia, de otra
convicción religiosa o de otro credo político. O sea, quieren
sencillamente, compasión.

Sin embargo, nuestra ignorancia nos lleva al ansia, ya no de


poder, como decían nuestros abuelos, sino de una vida cómoda. Y
este ansia frenética de comodidad nos hace producir justo lo
contrario: deforestación, esclavitud, genocidio, biouniformidad y
contaminación, los cinco jinetes del apocalipsis, en palabras de hoy.

Por ahí arriba dicen que el ser humano “huele mal”, y no un


olor a sobaco precisamente, sino que nuestro pensamiento y
nuestros sentimientos son fétidos (ellos los huelen).

Tenemos a media galaxia completamente indiferente a lo que


nos suceda sólo porque la mayor parte de nosotros nos
comportamos de manera completamente indiferente a lo que les
sucede a nuestros propios congéneres y al resto de la biosfera.

El apocalipsis no vendrá de un gran meteorito, ni de una


erupción masiva de volcanes, ni de un rayo cósmico que nos mande
algún dios cabreado, sino de nosotros mismos. Para ser exactos, ya
lo estamos provocando. Si nada cambia y nos arrojamos al abismo
de la decadencia vital irreversible como muestran los actuales
indicadores, probablemente seleccionen y saquen de aquí, como en
el episodio del arca de Noé, una serie de individuos interesantes de
nuestra especie y de las otras, para intentar de nuevo el

90
El Evangelio de Hermes

experimento en otro planeta, o en éste dentro de unos cuantos


miles o millones de años. No olvides que ellos viajan en el tiempo,
siempre hacia delante, pero lo avanzan a la velocidad que quieren.

Este mensaje tan simple de ser compasivos, lo han venido


explicando todos los avatares de la humanidad, en todos los
idiomas, en todas las épocas y en todos los lugares del mundo.
También el maese Ieshú, teniendo en jaque mate al imperio
romano de oriente, quiso enseñar a su pueblo lo que significaba ser
rey, ser el representante y el primer servidor de su pueblo, la Gran
Alianza de civilizaciones. Y no rey de un reino que no es de este
mundo como han tergiversado los propios romanos, sino el rey y
comandante del más poderoso ejército que se había enfrentado a
Roma. Tanta era la compasión que este caudillo sentía por su
pueblo, esta luz, este faro, descendiente de faraones de iguales
sentimientos, que en lugar de enfrentar a dos ejércitos hasta que
sólo uno de ellos quedara vivo, prefirió pactar con el emperador la
convivencia pacífica entregándose él mismo en prenda de garantía.

La respuesta del imperio fue la que conocemos sólo en una


mínima parte. Luego, Roma pasó a llamarse Iglesia, la guerra pasó a
llamarse santa, la tortura pasó a llamarse santa inquisición, y así se
fueron invirtiendo todos los papeles, los valores y los roles, en santa
decadencia hasta hoy. Roma aprovechó la figura de un hombre-
dios, uno de los últimos con esa consideración, uno que la puso
contra las cuerdas, para inventarse una religión a su imagen y
semejanza, una religión específica para sus propósitos imperialistas
y completamente antagónica a la del cristo esenio, el histórico.

91
Carlos Caballero

Tanto el avatar que protagoniza este evangelio, como todos


los demás, fueron inspirados por los jardineros del Universo, para
afianzar la empatía, la compasión, la idea de que el conjunto es más
importante que uno mismo, que el conjunto es imperecedero
mientras que uno mismo es pasajero, pero un pasajero que siempre
vuelve para terminar las tareas.

Vida eterna, curioso concepto. Madeja variopinta de ociosas


elucubraciones en torno a un personaje de la historia que la propia
historia desconoce de lo tanto que ha sido manipulado por sus
propios enemigos y detractores. Si eliminamos al clon, al falso mito,
no eliminamos el concepto de la vida eterna. Si algo es eterno,
como el Universo, como la Vida, como la Naturaleza, entonces no
tiene principio ni tiene final. Si no tiene principio ni final, entonces
ya estaba ahí cuando se produjo en la historia el fenómeno crístico.
Y si estaba ahí cuando los pies del esenio Ieshú hollaban la tierra, es
que son fenómenos independientes, y, por lo tanto, eliminando a
cualquiera de los dos, tanto al original como al clon, no se afecta en
lo más mínimo el fenómeno vital, eterno e inmutable.

La vida eterna no es un premio que se obtiene delegando


toda responsabilidad y toda capacidad de elección en favor de una
institución que dice ser la única intermediaria entre la divinidad y la
mortalidad. La vida es un fenómeno de la naturaleza que tiende a
repetirse con el objeto de crecer en complejidad e inteligencia.
Somos los mismos que hace un millón de años aunque un poco más
avanzados tecnológicamente, biológicamente apenas hemos
cambiado, y seguiremos retornando mientras nuestra capacidad
cognitiva sea compatible con la evolución en las condiciones
ambientales de este planeta.

92
El Evangelio de Hermes

En los mundos de los jardineros del Universo seríamos como


elefantes borrachos en una cristalería, las palabras tosco, grosero, o
bruto se quedan cortas para describir nuestro estado evolutivo. En
cuanto estemos preparados para comportarnos en sociedad
exoplanetaria, encarnaremos en su seno, e incluso habrá un
momento en que no necesitaremos encarnar para manejar
herramientas de inteligencia pura, pues aunque los jardineros del
Universo estén a un millón de años adelantados en la escalera
evolutiva, éstos son de carne y hueso como nosotros, y sólo
ejecutan órdenes de otros seres que no necesitan elementos de la
tabla periódica para manifestarse.

Estos otros seres, las “mentes” del universo, como a mí me


gusta llamarlos, podríamos describirlos como inteligencia pura,
pero nada más se puede describir porque no tienen ningún aspecto
ni forma física, no se les puede ubicar ni en un lugar ni en ningún
tiempo, simplemente impregnan el Universo. Para muchos este
concepto de “mentes” llevado al singular es el concepto de dios.
Pero no, el Universo, el todo, el uno, orden y caos, continente y
contenido de todas las dimensiones y sus moradores, cualesquiera
que sean sus grados de inteligencia y escalas evolutivas, es mucho
más grande e indescriptible. Para no corromper este concepto del
“Uno”, es mejor dejarlo en, simplemente, “Universo”. Cualquier
otra descripción o denominación es una blasfemia. Ponerle aspecto
humano, canas y barba, y arrogarse conocer su voluntad es la peor
de todas ellas.

En este punto, si estuviéramos en una de mis polémicas


sobremesas dominicales me preguntarías sobre los universos

93
Carlos Caballero

paralelos y los multiversos, porque yo sé que ves muchos


documentales, y, no, no hay dioses paralelos ni multidioses. Las
complicadas ecuaciones de la física teórica son muy excitantes, lo
comprendo, pero cualquier concepción multidimensional de la física
siempre es encapsulable bajo una unidad, un todo, tenga ésta la
denominación que tenga.

En cuanto a la denominación de dios, como demiurgo, logos


o como quiera que denominemos a las inteligencias superiores,
siempre son entidades plurales desde el punto de vista hermético, y
en este sentido decimos dioses y diosas para designar tanto a los
jardineros del Universo, como a las inteligencias inmateriales, y
también a los avatares, luminarias o grandes faros humanos
(faraones), con los que hemos sido tutelados a lo largo toda nuestra
evolución para tratar de convertirnos en la mejor parte de lo que ya
somos. Ahora, los humanos debemos empezar a ser mayorcitos y
responsables, dando a estos avatares azules, que los hay por
doquier, el lugar que les corresponde como luminarias de la
humanidad, y que ahora ocupan financieros y brokers psicópatas,
políticos corruptos y clérigos acomodados.

También es nuestra responsabilidad que los psicópatas y


bandidos que vienen a este mundo para seguir corrompiendo y
confundiendo a las masas, no los dejemos ya más avanzar, no los
dejemos ya más destruir, no los dejemos ya más dominar.

Mientras grandes becas de investigación y grandes cerebros


se invierten en tratar de encontrar exobiología, es decir, restos de
microorganismos, en cometas y asteroides procedentes de otros
planetas, que sirvan de prueba de que hay vida en otros planetas,

94
El Evangelio de Hermes

tenemos en nosotros mismos la evidencia de una intervención


constante a lo largo de la historia y prehistoria, de la actividad de
inteligencias infinitamente superiores, de lo que en el libro de El
Génesis denominan “Elohim”, y en la literatura mesopotámica
“Annunaki”. Desgraciadamente, y debido a determinada literatura
sensacionalista, esta palabra se relaciona con unos supuestos
reptiles que se dedicaron a chupar la sangre a los humanos y a
construir pirámides, una sensacional estupidez. Pero las hay peores.

Sin embargo, tal es nuestra difícil naturaleza que desoímos


sistemáticamente cualquier consejo que venga de lo alto, ya partan
de científicos dando la voz de alarma sobre las consecuencias de
nuestro crecimiento exponencial, o de filósofos y de movimientos
sociales proponiendo un giro a nuestro comportamiento, ahora sí,
propiamente de reptil, es decir, posesivo, dominante, territorial,
básico, primario, inmeditado, irrazonable, ilógico, visceral,
depredador, reflejo y completamente predecible.

El comportamiento de nuestros automovilistas es el fiel


reflejo de nuestro comportamiento social y nuestro precario estado
evolutivo. Un pequeño descuido en las preferencias y vemos cómo
sale el doverman que llevamos dentro, lanzando todo tipo de
improperios y prácticamente retándote a un duelo a muerte. Homo
estúpidus es lo que somos y nos creemos pensantes por tener tres
milímetros de corteza cerebral gris, y nos creemos con derecho a
entrar en el cielo, es decir, en la forma que tenían los antiguos
bíblicos de expresar a la sociedad exoplanetaria que nos observa
con lupa las bestialidades que no dejamos de hacer y padecer, y
cada día más gordas.

95
Carlos Caballero

Nos observan, sí. Con morbo y lástima. Somos los


protagonistas de una especie de serie de documentales de
canibalismo, que se exhibe en los mejores cines de toda la galaxia.
Tenemos a los jardineros, a los propietarios y a la mayoría de los
inquilinos del Universo observable, con el corazón en un puño
esperando el desenlace de nuestro comportamiento troglodita, si
vamos a tirar nuestros artefactos de aniquilación más sofisticados
contra nosotros mismos, o si nos vamos a terminar de cargar la
capa de ozono para que nos frían las eyecciones de masa solar
coronaria, o si vamos a cocernos combustionando toda la energía
fósil que contiene nuestro pequeño recinto, o cual va a ser la
fórmula que inventemos para hipotecar el futuro de nuestros
descendientes. Somos un culebrón apasionante y terrible,
ingeniosamente nefastos. Nos han dado herramientas para ser
como ellos y nos recreamos siendo gusanos en el lodo. Educamos a
nuestros hijos para que sean excelentes gusanos, y que no les falte
nunca fango en el que arrastrarse.

Miopes, sordos, insípidos, seres sin tacto y malolientes


energéticamente (del sexto sentido ni hablamos), nos encontramos
enquistados en un fraude de 1.800 años, llamado cristianismo, que
es lo que pretendo denunciar con este texto en el que pondré de
manifiesto el trabajo hermético de todo este tiempo. Todo un
océano de silencio. Otras sociedades se encuentran sumidas en
fraudes de edades diferentes, pero a mí me atañe el cristianismo
porque es el fraude que mejor conozco, y al que el corazón me
impele a hacer justicia, y con ello poner todo mi esfuerzo en
desbloquear a la sociedad a la cual pertenezco.

96
El Evangelio de Hermes

Extraños especímenes los humanos, similares a dioses y tan


profanos, tan bellos y tan bestias. Nuestro culebrón es un best seller
y vienen a vernos desde cualquier extremo de la galaxia para
hacerse una foto entre nosotros, entre tiburones. Se considera un
deporte de riesgo vivir entre nosotros, y existe una auténtica pasión
por encarnarse aquí, pues de tanto sufrimiento se aprende mucho.
También nos envían auténticas bombas de compasión en forma de
diversas minusvalías, entre las que destaca el síndrome de Dawn,
como auténtico revulsivo de empatía, las familias que aceptan a un
miembro con esta diferencia cromosómica se iluminan de amor
empático, justo la asignatura pendiente que tiene nuestra especie.

Mientras los jardineros del Universo se impregnan de catarsis


y se entretienen contemplando nuestras animaladas, nosotros
ensalzamos series como La Guerra de las Galaxias, en las que unos
supuestos alienígenas ostentan una tecnología maravillosa que
emplean para masacrarse como cavernícolas. Ni guerra biológica, ni
psicológica, ni microondas, ni de partículas, gentecilla que viaja por
el Universo a la velocidad de la luz se da de hostias con ¡espadas!

La inteligencia al nivel de arquitectura genética en el


Universo no presenta bandos enfrentados. El propio concepto de
guerra como el que nos presenta el celuloide hollywoodiense, no
tiene sentido en términos inteligentes. Literalmente, hacer la guerra
es de tontos. Y nosotros somos tan listos que todo lo arreglamos a
cañonazos. En todos los órdenes existenciales hay divergencias de
intereses, en todo existe un diálogo, una dialéctica, pero sólo en los
estratos más primitivos la dialéctica tiene necesidad de expresarse
con violencia.

97
Carlos Caballero

Los protocolos diplomáticos entre las especies altamente


inteligentes que podemos encontrar por doquier sin siquiera salir
de la galaxia, son tan respetuosos y exquisitos, que se considera
implícitamente prohibida la intervención directa sobre especies
aisladas como la nuestra. Aunque hallemos la forma de abandonar
el sistema solar y de acceder a otros mundos de generosos recursos
como el nuestro, no nos lo van a permitir con los índices de
peligrosidad que presenta nuestra especie. Estamos en cuarentena
porque si accediéramos a otro mundo verde como el nuestro lo
explotaríamos como termitas, como hacemos con el nuestro, y no
pararíamos hasta convertirlo en un nuevo desierto superpoblado de
Looks Sky Walkers disparando a cualquier alien, del mismo modo
que hace cuatro días disparábamos contra los búfalos y contra los
nativos del último mundo verde descubierto.

Nuestros propios creadores directos o Elohim, nuestros


arquitectos genéticos, nos consideran muy alejados de la
posibilidad de participar en la sociedad exterior. Somos demasiado
impresentables y peligrosos siquiera para que se acerquen a
nosotros de forma abierta. Su sola presencia podría desatar una
hecatombe de consecuencias imprevisibles porque la gran masa de
humanos que son fanáticos de sus creencias heredadas, no
investigadas, se volcarían sobre el nuevo credo ufológico, y, si
encontrándose actualmente tan divididos los fanáticos del mundo
lo tienen tan aprisionado entre sus fauces ¿qué crees que ocurriría
su actuaran todos ellos al unísono?

Debemos seguir aislados e ignorantes de lo que se cuece ahí


afuera por nuestro propio bien. Por más tecnología que tengamos
para fugarnos de nuestra pestilente cloaca, seguirán teniéndonos

98
El Evangelio de Hermes

aislados, y mientras no demos muestras de ser emocionalmente


adultos, es decir, compasivos, seguiremos en esta jaula o bien nos
extinguiremos como las demás ramas de homínidos que quedaron
atrás para siempre.

Compasión, empatía, para mí no es darle un bocadillo a un


pobre andrajoso que encontramos por la calle, me refiero a una
compasión de verdad, un altruismo extendido al resto de las
especies biológicas. Mientras sigamos segregando a otras especies
de la acción altruista, no seremos dignos de altruismo por parte de
otras especies, es así de simple. Ser compasivo implica poner cotas
de crecimiento a nosotros mismos y a nuestra especie. Parece un
mazazo a la libertad y al libre albedrío, pero es que ya no tenemos
derecho a caprichos, ya no sirve aquel bíblico “creced y
multiplicaos”, sino que el mensaje actual debería ser “replegaos a
una vida sostenible”, y tampoco sirve el bíblico “dominad a las
bestias”, sino que debería ser ahora “consensuad y dejad de hacer
el bestia”. Hoy ya no es tiempo de posicionar a nuestra especie en
la cúspide de la pirámide biotrófica y de asegurar nuestra presencia
en los diversos ecosistemas, hoy es tiempo de establecer límites a
nuestro desmesurado crecimiento, es tiempo de organización y
consenso a escala global para ejecutar obras tan colosales como lo
fueron en su tiempo la construcción de las grandes pirámides. Las
obras que necesita nuestra especie hoy son la recuperación de la
biodiversidad y de las especies en extinción, el reverdecer de los
desiertos, y, desde luego, la implementación de los derechos
humanos y biológicos, que sólo se han visto realizados en el papel.
Bueno, de estos últimos ni siquiera tenemos un borrador.

99
Carlos Caballero

Elaborando la construcción de estas tres magnas obras


arquitectónicas de una vida digna y sostenible, posiblemente
recuperaríamos la confianza de nuestros demiurgos, y
obtendríamos una plaza entre los seres conscientes de nuestro
cosmos. Pero, por ahora son retos demasiado ambiciosos para unas
lombrices que se sienten orgullosas de arrastrarse por el lodo de
sus propias inmundicias ¿o te creías que somos algo más?

Si alguna vez consigues ser abducido, algo que por cierto, ha


de ser una gozada, pide a tus captores que te muestren imágenes
sobre nuestras tribulaciones y contiendas. Si eres muy cristiano,
podrías pedir, por ejemplo, que te muestren los capítulos más
relevantes de la vida de Ieshú, el histórico, el auténtico, te
sorprenderían bastante. No les digas que te lo he dicho yo, pero los
jardineros del Universo parece que controlan una especie de
registro o de sistema de contemplación de dimensiones sutiles,
etéreas, o pseudo-oníricas, que podrían parecerse en resultados, no
creo que conceptualmente, a lo que los budistas llaman “archivos
akásicos”. Por lo visto, ahí está todo y se pueden rebobinar los
mejores episodios de nuestra cainita y arrogante especie.

En estas dimensiones sutiles y atemporales, parece ser


también que se encuentran los muertos, es decir, las entidades
biológicas descarnadas en proceso de integrar mayor complejidad,
es decir, volver a la vida si el nivel de consciencia no es el suficiente
para permanecer en ese estado liviano de prototipos inteligentes.

También sé, aunque, por aquello de la inquietud racional que


provoca la certeza injustificada, sería más prudente decir, yo creo,
creo de duda, por supuesto, no de fe, que, desde, al menos, el

100
El Evangelio de Hermes

último deshielo, allá por 13.000 años atrás, no han dejado de


permanecer junto a nosotros ciertos individuos de nuestra propia
especie, que, podríamos calificar de emocionalmente “despiertos”,
es decir, con unas antenitas del sistema sensorial intuitivo
transmitiendo correctamente al sistema consciente las señales que
nos envían los jardineros de Universo en sus largas ausencias. Dicho
de otra forma, los animalitos como nosotros tenemos unas
antenitas invisibles con las que sintonizamos, cuando nuestro
atropellado pensamiento se calla un rato, en la longitud de onda
propia de nuestra especie, algo así como un sexto sentido que nos
sirve para afinarnos, como si el Universo fuera un diapasón y
nosotros las cuerdas de una guitarra para reproducir el programa, la
sinfonía que traemos codificada en la conciencia, y pasa con todos
los seres vivos, cada cual de acuerdo a su programa biológico.

En nuestra especie humana este programa es un tanto


especial porque incorpora inteligencia, o sea, somos animalitos
programados para ser inteligentes, pero de momento hay muchas
líneas de código que escribir aún porque distamos mucho de
comportarnos como tales. Por si las dificultades técnicas de
nuestras condiciones ambientales fueran pocas, desde hace unos
cinco mil años venimos arrastrando el problema añadido de la
ambición, que, provoca tanto ruido etéreo que prácticamente es
una singularidad que nuestras antenitas logren escuchar algo con
sentido, procedente del Cosmos, algo acorde con nuestro programa
genético. Nuestros diseñadores genéticos, o creadores 7, fueron

7
Una de las muchas cosas que nunca he logrado entender es, por qué la
gente que considera a la Biblia un libro sagrado, o fundamental para
responder a las principales preguntas existenciales, se refiere a los artífices

101
Carlos Caballero

introduciendo en nuestra especie ciertos individuos anómalos,


incapaces de prestar atención al ruido espiritual provocado por la
ambición, la ignorancia y la hipocresía, y, por lo tanto sintonizados
permanentemente a nuestro programa vital. Estos individuos
fueron llamados “ms”, “mese”, “mose”, o “mosis”, que, según dicen
significa “ungido”, pero que en realidad tiene un significado mucho
más amplio (como casi todas las palabras egipcias), y que amalgama
la semántica de “instruido, señalado, especial, luminaria o faro de
conocimiento, sabio, inmortal y lógicamente, faraón”.

Este lexema egipcio comparte la misma raíz en nuestro


idioma que “maese”, es decir, “maestro”. También comparte raíz
con “Mesías”, que no es una persona física como pretende la Biblia,
sino un término que engloba genéricamente la condición de este
tipo de maestros, en momentos difíciles de ocupación extranjera,
que la tradición oral de los cantares de gesta sirio-cananeos recogió
en forma de leyenda con ese término.

La leyenda del “mesías”, por tanto, no se refiere a un señor


determinado, sino a la serie de libertadores que retornan a los
territorios de la Gran Alianza para restablecer el orden y la justicia
ancestrales. Otro de los términos utilizados vulgarmente y que
comparten raíz semántica con ms o mese es “Moisés”, que la Biblia
presenta como un libertador judío, pero que históricamente es un
egipcio genuino que libera a los supervivientes de una de las
muchas invasiones que padecieron las regiones de la mítica Gran

de nuestra especie en singular. Si la Biblia dice claramente “creadores”


(elohim) por qué razón la gente está tan empecinada con decir “El
Creador”, y además con mayúsculas, no sea que se enoje y nos vaya a
depositar en el recipiente de residuos orgánicos.

102
El Evangelio de Hermes

Alianza. En este caso, hay varios candidatos históricos que cuadran


con el papel del Moisés bíblico, y todos ellos corresponden a
faraones en el exilio, aunque la biblia califica de faraones a los
caudillos invasores, micénicos para ser exactos, ejerciendo un
gobierno usurpado. La biblia, como irás viendo, es una recopilación
de gestas cananeas de carácter ultranacionalista, pero puede servir
de guía histórica aplicándoles los filtros oportunos, las claves
herméticas que poco a poco te irán resultando familiares, y que te
servirán para decodificar casi de manera automática otros muchos
textos sometidos a largos periodos de censura.

En el caso del pentateuco y de los evangelios apócrifos el


período de censura ha sido extremadamente largo.

En la antigüedad a los maestros se los ungía, se hablaba


mucho de ellos y se los grababa en piedra para que nunca los
devorase el tiempo ni el olvido. Ahora nos sentimos humanos más
evolucionados y juiciosos, y sin embargo, a los actuales maestros se
los silencia, se los dispara y se los crucifica económicamente.

Pero soy optimista y creo, de certeza, no de fe, por supuesto,


que podemos cambiar todavía, podemos demostrar que podemos
ganar unas elecciones, y podemos también acabar con la crisis.
Como el poeta y cantante Luis Miguel decía antes de verse tan
perjudicado por las consecuencias del éxito: “si nos dejan, podemos
construir un mundo nuevo…”.

A día de hoy, todavía seguimos siendo medianamente


civilizados gracias a que podemos disfrutar y aprender del excelso
brillo de faros como el Dalai Lama, Nelson Mandela, Ernesto Che

103
Carlos Caballero

Guevara, Mathew Luther King, Mahatma Gandhi, Bruce Lee,


Obama, Pablo Iglesias... que en tan diferentes frentes han sabido
combatir la ignorancia, la hipocresía y la ambición humanas con
unos índices de inteligencia sobresalientes.

Probablemente haya por ahí millones de anónimos mesías de


la compasión implicados en la misma lucha, mientras una gran
parte de la humanidad permanece obcecada en que nuestra
especie sólo puede generar un único maestro, un maestro de
mentalidad de hace dos mil años, y un maestro que es una
falsificación romana, un clon que vaga y lejanamente se parece a la
sombra del que esconde la arqueología y la historia.

La humanidad en su conjunto no alcanza ni de lejos una masa


crítica de seres notables como para que se la pueda calificar de raza
inteligente, a poco que seamos objetivos y humildes. Emotivamente
nos encontramos en las cavernas. Un pensamiento o mentalidad sin
empatía, sin compasión, está cojo aunque muestre 180 en los test
de inteligencia. En cuanto al conocimiento del medio interno o
psíquico aún es peor, somos totalmente analfabetos. Unos pocos,
muy contados, han sabido lo que hacían, y han sido pioneros en la
exploración del cosmos interior, pero normalmente se los considera
místicos fantasiosos, y se encuentran compartiendo espacio
paracientífico o religioso con cartomancias, aberraciones varias, y
charlatanerías de lo más diverso y esperpéntico.

Nos queda mucho camino que recorrer todavía. Yo diría, a los


que reclaman a voces que ya está cerca ni más ni menos que el
retorno de Jesucristo, que se abstengan de la idea de que van a ser
salvados por éste, primero porque sólo uno mismo puede salvarse a

104
El Evangelio de Hermes

sí mismo, y segundo, porque si ese Cristo fuera tal y como éstos lo


conciben, intuyo que sería todo un perfecto alienígena muy
cabreado que no creo que volviera para salvar a nadie sino para
sacudir el látigo de su lengua, tal como dicen que hiciera en los
templos de los mercaderes de religión de su época, por lo que no sé
si sería aconsejable precisamente para los consumidores de este
tipo de productos supuestamente espirituales.

Presumo que el regaño posiblemente iba a ser muy, pero que


muuuuy grande con los señores del dogma. Pero lamentablemente
sería una solución demasiado fácil, y desde luego inmerecida, que
no verán nuestros ojos.

105
Carlos Caballero

106
El Evangelio de Hermes

8.- La evolución, una carrera de obstáculos

Todo comenzaba en Egipto es una metáfora, pero si hubiera


dicho que todo comenzaba en el creciente fértil, pocos podrían
hacerse una imagen mental de cómo surgieron las primeras
civilizaciones. Aunque en antropología hay saludable controversia,
los primeros exo-maestros de los que hay registro parece que
llegarían hace 12.000 años en diferentes puntos entre el Nilo y el
Brahma-pt-ra, con Siria como epicentro, que es donde
presuntamente se encuentran las ciudades más antiguas del mundo
con una edad estimada en 11.500 años, como la de Göbekli Tepe8.

8
Göbekli Tepe (en turco "Colina panzuda") es un antiguo santuario que se
levanta en el punto más alto de una extensa cadena montañosa situada a
unos 15 km al nordeste de la ciudad de Sanliurfa (antigua Urfa o Edessa),
en el sudeste de Turquía, cerca de la frontera con Siria. El lugar está siendo
actualmente excavado por arqueólogos turcos y alemanes. Fue levantado
por cazadores-recolectores en el X milenio a.C. (11.500 años atrás), antes
de que comenzara la sedentarización. Misteriosamente, todo este
complejo de piedras, pilares y esculturas fue deliberadamente enterrado
sobre el 8000 a.C., permaneciendo abandonado por espacio de 500 años.
Juntamente con Nevali Çori, este yacimiento ha revolucionado la
comprensión del Neolítico.

107
Carlos Caballero

Sobre lo que pasa al otro lado del atlántico tenemos un


enorme problema. Por un lado está la historia oficial, que nos
muestra yacimientos arqueológicos administrados por sacerdotes
católicos, o por laicos carismáticos del Opus Dei o de los Legionarios
de Cristo, historia que asegura que cuando los españoles
“descubren” Atlán, los aborígenes eran trogloditas desnudos que no
conocían ni la rueda, pero por otro lado, tenemos pirámides que no
tienen nada que envidiar a las de Egipto, y civilizaciones que
muestran una antigüedad imposible de determinar, y con un calado
equivalente a las de China, India o Mesopotamia, además de unos
rasgos étnicos sorprendentemente similares a los de la Gran
Alianza. Solo dos diferencias tal vez, la de presentar la damnatio
memoriae más reciente y más minuciosa de todas, y la de conservar
el calendario más extenso y exacto que haya creado jamás el ser
humano. Sólo este elemento echa por tierra la teoría romanoide de
los prehispánicos de América eran todos cavernícolas.

Pero esto no es todo, algo me dice, y sé, bueno, hay que decir
“creo”, de duda, no de fe, que en China, si buscamos bien,
encontraremos el mismo germen citadino en los estratos de hace
11.000 años, básicamente por dos motivos, uno porque China es la
gran desconocida de occidente y una caja de sorpresas, y dos,
porque toda plataforma debe soportase al menos sobre tres pilares.

Desde este primer estrato de 11.000 años parece que la


humanidad progresa abruptamente a saltos bi-milenarios, y se
produce una interesante y misteriosa sincronía entre puntos del
planeta muy distantes y aparentemente inconexos.

108
El Evangelio de Hermes

Según esta curiosa lógica, tenemos hace 9.000 años a los


primeros asentamientos en torno a los grandes ríos del planeta.
Estos asentamientos muestran un dinamismo explosivo en cuanto a
ciencias de la construcción y de la naturaleza, y expresiones
artísticas sorprendentes que evidencian una capacidad de
abstracción similar a la nuestra, y un sentido de la transcendencia
preliminar al que describíamos antes, es decir, los muertos ya no se
van simplemente, sino que se los quiere recordar como forma de
revivirlos en la mente colectiva del asentamiento o clan. La gente se
reúne en torno a un fuego y surge el simbolismo. La forma de
abstracción es rudimentaria, se parece a la nuestra aunque es más
generosa con los elementos naturales, los vecinos y las damas.

2.000 años más tarde, o sea, 7.000 años atrás, se generalizan


las ciudades fortificadas como consecuencia de una ambición
contagiosa que se generaliza y se hace colectiva entre los pueblos.
A la escritura simbólica o jeroglífica se une la cuneiforme. Aparece
la navegación de ultramar, la arqueología no muestra evidencias de
ello porque se encuentran evidentemente disueltas en el fondo del
mar, pero la sincronía del progreso humano en puntos separados y
aislados por anchos mares sugiere la presencia de un industria
marinera bastante eficaz y precisa, o bien, si se prefiere utilizar aquí
el comodín de los aliens no habría ningún problema, eso sí, no hay
que verlos construyendo pirámides ni pistas de aterrizaje, sino
inspirando la abstracción de los eruditos, como en cualquier época.
Las pirámides, los complejos megalíticos y las supuestas pistas de
aterrizaje que hay no sólo en Nazca, son obras enteramente
humanas, ahora bien, nuestra inspiración es casi siempre divina.

109
Carlos Caballero

Se produce paralelamente a la navegación, una eclosión de


grandes ciudades litorales, por todo el mundo, pero sólo han
llegado hasta nuestros días aquellas que se construyeron en piedra,
las que se construyeron en madera ardieron más temprano que
tarde. Este es el gran problema de la arqueología china, nos es
desconocida en su mayor parte debido a su preferencia por la
construcción en madera.

Otro salto más y nos situamos en el 3.000 a. C. En torno a


cinco milenios atrás, aparece el primer hombre-dios de la primera
dinastía en Egipto, el señor “pantera” o Narmer, “Namera” en
hebreo. Se le conoce gracias a un hacha en la que se le ve hecho un
fiera cortando cabezas.

Casi al mismo tiempo, digo “casi” porque tampoco en china


los prehistoriadores se ponen de acuerdo en gran cosa, aparece el
primer hombre-dios llamado, pásmate, amigo mío, “Sang Huang
Wu Yi”. Resulta que en China también hay cofrades de San Juan, y
parece que esta entidad no sólo va más allá del supuesto bautista,
del supuesto evangelista, y de la que sabemos, perdón creemos, de
duda, no de fe, que es la esposa o concubina del hombre-dios
esenio y protagonista de los evangelios, por los motivos que
explicaremos luego, sino que, 3.000 años antes de éste, en China,
ya le tenemos, al menos fonéticamente, como el primer augusto, o
primer hombre-dios, uno de los cinco dioses y tres monarcas de
China anteriores a la primera dinastía.

En todas partes los emperadores son descendientes de seres


venidos del cielo, y se los llama dioses o diosas literalmente.

110
El Evangelio de Hermes

Paralelamente, al otro lado del Atlántico, y también en torno


al 3.000 a. C. aparece la civilización Caral regalándonos en el valle
Supe (Perú) dos colosales pirámides que, de no ser por la erosión
natural y la humana, poco tendrían que envidiar a las de Guiza en
Egipto, o las de Teotihuacán, en México.

El siguiente salto evolutivo merma un poco, y se produce


1.800 años más tarde, en torno al 1.200 a. C. En el antiguo Egipto se
vive como un salto muy largo hacia atrás, como un particular
apocalipsis ante el avance imparable del mundo griego. Sin
embargo, ocurre todo lo contrario en Atlán, donde irrumpe una
civilización asombrosamente simétrica a la egipcia que produce un
salto en la sociedad aborigen desde el neolítico profundo hasta una
sociedad proto-industrial basada en el comercio con sólidos
fundamentos culturales, jerárquicos y religiosos. Nadie sabe de
dónde sale ni qué fue lo que la desencadenó. Si se analiza el estrato
olmeca y se compara con los estratos inmediatamente inferiores,
da realmente la impresión de una intervención alienígena. Y si
analizamos la cosmología y el panteón olmeca o maya, que son lo
mismo, veremos que se nos describe la llegada de unas naves con
unos seres muy extraños que dicen ser dioses y que copulan
frenéticamente con los nativos, además de traer los conocimientos
necesarios para asentar la agricultura, la ganadería, la industria, la
construcción, la medicina, el comercio, y los secretos de la
astronomía que permiten contar el tiempo y surcar los mares.

Yo creo que sí lo sé, de duda, no de fe, claro. Me temo que


puede resultar otra pedrada contra el mundo del misterio y la
ufología, de la cual soy un ferviente estudioso, además de creyente,

111
Carlos Caballero

pero en este caso como en otras muchas versiones del origen de la


humanidad donde aparecen naves y seres extraños, se trata de
visita de navegantes, las naves son buques que cuando vuelan, la
mayor parte de las veces lo hacen sobre las olas, y la expresión
“volar” es simplemente un indicativo de velocidad. No se
preocupen los ufólogos, que los jardineros del Universo seguirán ahí
observándonos como si saliéramos en el National Geographic, e
interviniendo cuando lo consideren necesario, de la forma más
anónima posible9.

Esta anomalía evolutiva, este salto o singularidad en el


oriente americano es conocida como los olmecas, y supone una de
las revoluciones más abruptas e inexplicables desde la perspectiva
académica estándar o canónica.

Si decimos Centroamérica estamos hablando de golpes de


estado patrocinados por la bestia del norte, y como siempre me
refiero a la maquinaria bélica estadounidense, no a su población,
que, en rasgos generales es muy simpática y cosmopolita. Pero si
decimos Mesoamérica todo el mundo sabe que hablamos de una
revolución cultural sin precedentes conocida como los olmecas.
Este nombre, yo creo (de duda, no de fe), que se lo han dado por no
querer dar más pompa al universo maya, ya de por sí tan especial
sin tenerse que remontarse 3.000 años.

9
Generalmente, los avistamientos OVNI se producen por fallos en el
protocolo de observación, se dejan ver por deficiencias en el sistema de
mimetismo, o bien, para impresionar conciencias con el objeto de
sensibilizar a determinadas personas, en casos muy especiales y raros.

112
El Evangelio de Hermes

De haberse desarrollado la cultura olmeca en algún punto de


África, nadie dudaría del dinamizante fenicio que contiene, egipcio
concretamente. Pero hablando de América (Atlán decimos para
referirnos con orgullo a su glorioso pasado), donde todo lo nuevo y
lejano es mejor que lo viejo y autóctono, cualquier milonga que nos
cuenten se prefiere antes que al veredicto de la arqueología. Sin ir
más lejos, el llamado calendario azteca está mal denominado,
debería llamarse calendario maya, pero se llama así a una
abreviación del mismo, o llamado también calendario de cuenta
corta, que dura un año solar de lunas.

Sin embargo, el asombroso calendario de cuenta larga, que


propone un ciclo de 52.000 años con una exactitud pasmosa y que
no se había podido verificar hasta ahora que tenemos a la sonda
Hubble observando el sistema solar desde afuera del mismo, se
elabora en tiempos de los olmecas, y debiera llamarse calendario
olmeca, pero eso supone violar el axioma de que cualquier tiempo
pasado fue peor. El calendario gregoriano que se usa en la
actualidad falla más que una escopeta de feria, pero ¿quién es el
majo que le pone el cascabel al gato?

Mientras en el paraíso verde de Atlán arribaban los


supervivientes de la dinastía egipcia XVIII, así como los de las demás
dinastías aliadas y asociadas de la Gran Alianza, en el Mediterráneo
comenzaba una era de oscuridad y ambición, que duraría nueve
siglos, hasta Alejandro Magno, para volverse luego a apagar en
seguida con los primos hermanos de los griegos, o sea, los romanos.

El siglo XII a. C. fue un auténtico apocalipsis del imperio del


creciente fértil, un imperio sin emperadores que acabó desterrado

113
Carlos Caballero

al país de los muertos, donde significó el génesis maya o Po-pol-


vhu, del cual ha sobrevivido hasta nosotros un extracto muy
interesante que tuvo a bien salvar del fuego un fraile jesuita10.

Esta cultura, llamada olmeca, cuando aparece en los


yacimientos desmintiendo arquetipos, por entonces aún no tenía

10
Jesuitas, la fracción más progresista de la Iglesia, y a la vez la más
conservadora de los principios fundamentales del cristianismo. La Orden
de los Jesuitas, o Compañía de Jesús, es antagónica a la de los Dominicos,
los responsables de los tribunales del llamado Santo Oficio, que tienen su
sede en Santo Domingo de Silos, Burgos, España, lugar donde actualmente
aún se reúnen estos frailes con la plana mayor del Partido Popular. Son
famosos además de por sus procesos de Santa Inquisición y sus hogueras,
por sus discos de cantos gregorianos que ya son multiplatino, y que, a mí
me han puesto los pelos de punta cuando he tenido la oportunidad de
escucharlos. Increíble pero cierto. Enfrente de esta radical forma de
entender el cristianismo se encuentran los jesuitas, en cuyo historial de
reprimendas papales se encuentra uno de los primeros decretos reales de
los Reyes Católicos en cuanto recibieron la noticia del descubrimiento de
América, que fue su inmediata intervención de bienes y expulsión de
territorio español, junto a judíos y árabes, en una de las limpiezas étnicas,
religiosas e ideológicas más efectivas y duraderas de la historia. De hecho,
Adolf Hitler ingresó en la coalición internacional fascista o nacional
catolicista, y apoyó el levantamiento militar de Francisco Franco, buscando
en España inspiración y asesoramiento para organizar una maquinaria de
limpieza étnica similar para el nacional socialismo alemán. Si alguien tiene
alguna duda de esta oscura asociación, no tiene más que consultar
cualquier documental en los que aparece el papa Pío XII (el papa nazi,
emperador y sumo pontífice desde marzo de 1939 y declarado
“venerable” por Ratzinger), bendiciendo a las tropas del fürer cuando se
dirigían al frente (no tiene desperdicio). Hoy estamos asistiendo a una
paradoja sin precedentes en la Iglesia, ya que el actual papa es también un
fraile jesuita, algo inconcebible en otro tiempo, que podría significar una
reestructuración y un giro de 180° en la ideología católica.

114
El Evangelio de Hermes

nombre y la adjudicaron un vulgarismo de forma arbitraria. Lo de


“olmeca” se lo han puesto los historiadores supuestamente por
aquello del “hule”. Es lógico, se ve que ésta era una cultura
especialmente multirracial y cosmopolita donde las haya, y eso se
debe a estar emparentada con la Gran Alianza. Ese mismo carácter
es precisamente propio de los mejores navegantes de la historia, y
se sabe que el hule o chapopote es imprescindible para el
calafateado de barcos. Pero, a ver quién es el guapo que le quita a
España y a los Reyes Católicos el maiot amarillo de los
descubrimientos.

En este punto me lloverán las críticas de mis paisanos


españoles, así como de los egiptólogos clásicos, y casi de cualquier
simpatizante de la mitología griega, que no de los griegos, en
quienes tengo puestas gran parte de mis esperanzas en que
humanidad de revulsiones contra la corrupción política y financiera
que ha originado la presente crisis financiera global. Bueno, crisis
para todos menos para los bancos. Para los bancos es un chollo.

Lo siento de nuevo por los amantes del misterio, si les


arrebato el patito de goma llamado el mito de la Atlántida, porque
con el estudio de Atlán y los atlánticos se desmorona este gran filón
de literatura fantástica. Lamento derribar mitos, pero a cambio, les
propongo que se asomen al apasionante mundo de la arqueología,
que siempre nos pone sobre la mesa nuevos retos a los que
enfrentar la investigación más lúcida y temeraria. Afortunadamente
no se hundió ningún continente tragándose a todos sus habitantes,
sino que, lo más probable es que se hundiera la epopeya del tipo
homérico llamada “La Atlántida”, o aventura de Atlán.

115
Carlos Caballero

A los egiptólogos costará más hacerlos felices después de que


sepan que han dedicado su vida a estudiar sólo una parte de la Gran
Fenicia, o Gran Alianza. Éstos, casi nunca están de acuerdo en nada,
pero cuando conozcan estas teorías herméticas es probable que
rechinarán sus dientes al unísono quizás sólo por NO haberse
percatado de algo que siempre estuvo ahí tan evidente y a la vista
de todos. No lo tomen a mal, todos lo intuíamos de un modo u otro,
tan sólo que no había llegado todavía el momento de destapar la
botella hermética y envasada al vacío, de Pandora, la caja donde
todo es oro (pan significa “todo”, y dora significa “de oro”, qué le
vamos a hacer…), oro en forma de conocimiento.

Como dije antes, esta caja tenía una profecía perfectamente


lógica: conocimiento es sabiduría, y cuando se sabe la realidad de la
historia también se conoce la suplantación, el fraude y la corrupción
en la que nos han sumido durante milenios, lo cual, lógicamente
debe desatar, si aún somos humanos, los rayos y los truenos lógicos
prometidos de aquellos que lo ejercieron, y que no van estar muy
de acuerdo en perder su viejo estatus.

Me siento a veces como un director de orquesta


interpretando la sinfonía del cabreo número uno en mí mayor.

Vendrán con que si el primer periodo intermedio, que si los


hicsos del Guadalquivir, y que no sé qué cosas de los libros
auspiciados por Howard Carter. Pero a un hermético no se la dan
tan fácilmente con documentación victoriana hipócrita y sesgada.

116
El Evangelio de Hermes

9.- Anubis soloxcuintle

Antes de emigrar a mi querido México, andando por allí de


vacaciones y rondando a la que hoy es mi esposa, quise conocer el
México profundo, el verdadero, el de interior, el de las montañas
donde no da la gana hablar español y empezar a pagar impuestos a
alguna mafia político-religiosa como hacemos todos los demás, y vi
por primera vez a un “soloxcuintle”. Dije, hablando en plata: “joder,
me caguen la puta, pero si es Anubis”, y en un flash de estos
místicos me di cuenta de que las momias que faltaban en el valle de
los reyes (claro, las que los expoliadores franco-británicos como Sir
Carter no arrojaron en el escondrijo del templo de Hatshepsut)
debían estar en alguna parte, pues ahí estaba Anubis, el barquero,
el de todas las representaciones que había observado en Egipto,
pero ¡vivo!

Casi al instante, y sin salir del tremendo ensimismamiento


que me provocó su visión, me ofrecían un pozole de ceniza. Me
dijeron, como en broma, que eran las cenizas de algún abuelete de
por allí, y yo, como no me dejo tomar el pelo, capté la broma en
seguida, y me lo bebí todo. Estaba bueno. Y como visitante
ejemplar, pedí más.

117
Carlos Caballero

Mientras se enfriaba entre mis manos, pasaron ante mis ojos


las imágenes del Museo de Antropología de Xalapa, en las que todo
lo olmeca se veía impregnado de Egipto, el Egipto de la dinastía
XVIII, y mientras esas imágenes pasaban, las fui identificando con
sus homologas mexicanas, las plumas, el guajolote, las serpientes,
las grecas, los relieves, las fisionomías, todo empezaba a encajar
como un enorme rompecabezas, como una llave en su cerradura,
era simple y llanamente la misma simbología con diferente estilo
artístico y, lógicamente, diferente idioma.

Si los atlánticos hablaran demótico en lugar de náhuatl, no


hubieran colado las bolas de los esbirros de Isabel, la puñetera
católica. Aunque bueno, para un hermético, nunca cuelan las bolas
de los poco estimables hermanos católicos, un poco pirómanos, eso
sí, pero hermanos pendejos después de todo.

En ese momento quise gritar, quise compartir mi momento


de inspiración con todo el mundo, “oigan, he tenido un fogonazo,
he visto la luz, señores, alá es grande…”, pero el “soloxcuintle” me
lamió la mano cariñosamente, y, con sus ojos de obsidiana clavados
en los míos, me dijo (sin mover la boca claro, el pozole tenía ceniza,
no ácido lisérgico): “por aquí apreciamos mucho a los locos, pero ya
pareces uno de los nuestros sin tener que gritar esas cosas…”.

Mientras le acariciaba unos pelillos que tenía en la cabeza, los


únicos pelos que tenía el animal en todo el cuerpo, una señora muy
viejita me dijo “le has caído bien”, y yo le contesté, con sonrisa
socarrona “es que yo soy muy perro”. “Era el perro de mi marido, se
llama, Bakura”. También hay vascos aquí, pensé. Iba a preguntarle
si Bakura era el marido o el perro, pero curiosamente me callé para

118
El Evangelio de Hermes

ser recordado por perrillo, más que por burro. Pero ella, como
leyendo mi pensamiento, añadió: “bueno, se llamaba… yo me llamo
Aishiteiru Bakura Kun”. Hubiera querido decir Gora Euskadi
Askatuta, pero me conformé con un simple “Encantado de
conocerla Sra. Aishiteiru, a usted y a este pueblo, estoy muy
sorprendido de que aquí se celebre la muerte como si fuera una
fiesta, una boda, la gente llora y ríe a la vez…”. Ella concluía: “No
lloramos de tristeza sino de emoción, mi marido era un gran hombre
y por eso se le ha hecho una gran fiesta, para no olvidarlo”.

Llegó entonces mi futura esposa, Laura Itzel, que no es vasco,


es maya, significa “lucero del alba“, o “venus“, aunque se parece a
Itziar, que significa “sombra” en euskera, que cosas. Ella es oriunda
de Orizaba, una de las ciudades del valle del Citlaltépetl, el pico que
en el euskera mexicano significa “donde se posó la nave”, y yo suelo
decir para mis adentros que es mi reina de “Zaba”. Tiene toda la
fisionomía de una preciosa nativa atlántica, aunque uno de sus
abuelos era de Aretxabaleta, Donosti, por ahí cerca de mi tierra.

Se ve que fueron más fuertes los rasgos de su otro abuelo, un


aguerrido maestro superviviente de la revolución, que a punto
estuvo de embarcarse para España en el 38 con las brigadas
internacionales para combatir el genocidio de Franco. No tomó ese
barco, afortunadamente, porque su esposa se lo prohibió, aquí ellas
mandan, pero de haberse alistado, ni siquiera hubiera podido poner
los pies en tierra, ya que un submarino alemán lo hundió frente a
las costas de Vizcaya justo antes del desembarco. Hitler perdió en
Alemania, pero ganó la guerra en España ¿A que no lo sabías? Te
parecerá una locura, pero se jubiló en la Cartuja de Miraflores, en

119
Carlos Caballero

Burgos, yo le robé una vez manzanas. A mi mejor amigo, Javi “el


alemán”, le suicidaron por decir que su padre era un general de la
Gestapo, un año después de que lo suicidaran también a él. Y no me
preguntes ya, porque hay más.

Pues bien, mi futura esposa morena, chula y hermosa (menos


cuando se enfada), se acercó y saludó a la señora, agradeciendo los
pozoles que me había tomado: “perdónele, es de España ¿sabe?”,
“ya lo he notado, se le nota un poquito…”. Ese lapso me sirvió para
decir en mis adentros “joder, joder, joder… Aishiteiru, pero si es
como los nombres de las faraonas mitani, qué me está pasando… ya
quiero llorar”. En seguida nos despedimos, aunque el perrito no se
separaba de mí, cuando no le acariciaba la cabeza, él me lamía.

- ¡Por qué aceptas bebidas de desconocidos, te va a entrar un


dolor de tripas o algo peor!. Me dijo mi esposa.

- Pero, está bueno, y se ve la gente fiable ¿no quieres?

- Estás loco…

- Eso me ha dicho el perro…

- Ya no bebas más, no tiene alcohol ¿verdad?

Pero ya lo había apurado hasta el fondo cuando trató de


quitármelo (no es la primera vez que la veo venir). Me cuida mucho,
la verdad. Pero yo procuro no dejarme.

- Es un “soloxcuintle”, es un perro que se come. Dijo ella.

- No jodas, pobrecito.

120
El Evangelio de Hermes

- Es la costumbre, por aquí. Peor es en Estados Unidos, que lo


llaman “chupacabras” y lo matan por deporte. Allá ya está
prácticamente extinguido. Aquí se conserva porque cumple esa
doble función de cuidar, porque ya ves que es fuertote, y de servir de
alimento, en determinadas circunstancias.

- ¿Qué circunstancias?

- No lo sé, yo lo comí una vez, pero no recuerdo por qué. Si


recuerdo que estaba muy rico, la verdad.

Curioso, Anubis se come el corazón de los muertos, los vivos


se comen a Anubis y se beben a los muertos. Mejor que una hostia
que no sabe a nada y un chato de vino que sólo se trinca el cura, ya
es… No me dejaron montar a Anubis en el coche.

- ¿Pero, dónde piensas meterlo, te lo vas a llevar a España?

- Preguntamos cuánto cuesta un billete de avión para él, y si


no nos alcanza, pues nos lo comemos ¿no?

¿Tú has ganado alguna bronca con tu esposa? Yo tampoco.


Así que me despedí de Anubis y él se despidió de mí con esos ojos
negros cristalinos que me parecieron ya familiares, y el sabor del
viejo Egipto en mi paladar.

Retomando los saltos evolutivos, saltos abruptos en el


progreso humano que se habían venido produciendo cada 2.000
años aproximadamente, los siguientes se han producido cada vez a
menor escala de tiempo, y sin una pauta genérica, o, una pauta
progresivamente acelerada, como si hubiésemos entrado en una

121
Carlos Caballero

espiral logarítmica en la que el último paso lo ha realizado la


revolución de Internet, el salto anterior fue la revolución industrial,
y el anterior la ilustración o revolución francesa. El próximo ha de
ser una revolución energética, ójala que en menos de veinte años.

Pero en este trabajo nos quedaremos en el salto de hace más


o menos 2.000 años, un salto cualitativo cuyo propósito parece
haber sido despertar la empatía o compasión humana, pero que
parece haber degenerado en justo lo contrario. A tenor de las
evidencias, parece que en torno al siglo IV de la era cristiana, da
comienzo lo que yo llamo la era de la hipocresía, irrumpiendo Roma
en el llamado primer concilio ecuménico de Nicea, con el propósito
de suplantar la identidad del maestro Ieshú-mese, para seguir
ejerciendo el terror en el sur de Europa y el norte de África, con
más ahínco que nunca, y lo que es peor, en su nombre.

A partir del concilio de Nicea, del año 325, ya no hay más


cristianos merendados por leones en el coliseo, porque a partir de
entonces, los que estaban en los palcos poniendo el dedo para
abajo pasan a llamarse cristianos romanos, y todos los demás
cristianos no romanos pasan a llamarse herejes. Los leones seguían
merendando como siempre, básicamente, por dos motivos, uno
porque los herejes eran una fuente de proteínas inagotable, y dos,
porque no se había inventado todavía el futbol, ni los toros.

Pero ese desenlace macabro, viene de muy atrás, viene de


Egipto, al menos. Digo Egipto porque ésta es la región donde con
mayor frecuencia y detalle, aparecen registrados los episodios en
que los dioses de las estrellas, se hibridaron con seres humanos, y
de esta mezcla parece que surgieron el linaje de los primeros

122
El Evangelio de Hermes

faraones y faraonas, hombres-dioses y mujeres-diosas que


desataron toda la mitología sirio-egipcio-mesopotámica, judeo-
cristio-islámica, y budo-hindo-taoísta, así como las precolombinas,
inca-maya-hoppi, por citar algunas. Y no me lo invento yo, esto es lo
que dicen los textos grabados en las piedras. Lástima que aparte del
Po-pol-vuh y de algunas canciones de ancianos, la ambición
europea hiciera humo para siempre con el génesis y con la
verdadera historia del continente atlántico11.

La bibliografía antigua está sembrada de “jardineros del


cosmos” que actúan como desencadenantes de las culturas. En los
“génesis” de todas las civilizaciones, aparecen registradas las visitas
de seres supuestamente extraterrestres, que fueron venerados
como dioses llegados del cielo. El problema de la exo-mitología
tiene muchos frentes, el amedrentamiento de los principales
sistemas religiosos, la coerción académica ante cualquier asunto
relacionado con los OVNI, asuntos que son también políticamente
incorrectos, al atribuir el progreso humano a unos extraños de
fuera, y todos los males del mundo a los políticos… Pero para mí, la
etimología de las palabras es un ángel vengador que viene con la
espada en alto cada vez que lo invocamos, para poner a cada quien
en su sitio.

11
Disculpa que diga atlántico y no americano, y que diga Atlán en lugar de
América, pero es que no hacía falta que bautizaran al continente cuando lo
descubrieron, ni a sus habitantes los atlánticos tampoco. Ellos ya tenían
nombre y ya se habían descubierto a sí mismos. Tampoco me gusta lo de
atlantes, pues la Atlántida es la epopeya que flambearon los mismos con el
mismo propósito de purificar la memoria de los pecadores, plagada como
estaba de corrosivas verdades.

123
Carlos Caballero

Decía que la etimología es una bruja que aparece siempre


espada en alto para salvar a la princesa secuestrada por el príncipe,
es un quijote apuntando con su lanza a los gigantes para desfacer
los entuertos que la historia oficial y la religión nos imponen.

Las palabras, yo no me las he inventado, están ahí, son seres


vivos que dicen muchas cosas, cosas que a veces no nos atrevemos
a escuchar: ¿qué significaría en todos estos casos en que los dioses
se aparecen a los hombres y mujeres, la palabra “venerar”? ¿Por
qué viene de la misma semántica, sema o semen, que la palabra
“venéreo”? ¿Será que venerar y copular tienen más en común de lo
que se supone? ¿Y qué es lo que hacían generalmente estos dioses
extraterrestres con los homínidos, transformarlos en humanos? ¿Y
cómo se transforma la carga genética de una determinada especie,
acaso con una pastillita y ya todas las células del cuerpo cambian la
arquitectura de sus núcleos? Me temo que no.

Los libros sagrados de cualquier cultura afirman que ciertos


dioses se unieron a los hombres y tuvieron como fruto, un linaje de
seres muy cultos, seres de luz que por todo el mundo fundaron
puertos y sólidas ciudades que representarían nuevos paradigmas
de la cultura y la diplomacia entre los pueblos. Sí, centros de
entendimiento e intercambio de todo tipo de bienes materiales e
intelectuales, entre pueblos auspiciados por una misma intención
de hermandad entre los seres humanos. Suena romántico, casi
rousseauniano, pero era así, puede que fueran un poco brutos los
del llamado “creciente fértil”, pero todo lo demás era peor, era
neolítico descarnado, los más intelectuales del neolítico pintaban
cavernas mientras entre el Nilo y el Tigris, desarrollaban calendarios
para las cosechas que terminaron siendo calendarios para las

124
El Evangelio de Hermes

glaciaciones, hasta que llegó un tal Gregorio a clavarnos el más


antinatural de los calendarios de la historia, y que aún
conservamos. A los mayas que les vamos a contar de calendarios…

Pero como contrapartida al mito de Abel, al humanismo


natural del creciente fértil, surge casi al mismo tiempo que se
desarrolla la agricultura, la ganadería y la metalurgia, una manía por
obtener todo ello de la manera más rápida, que es arrancársela a
sus dueños. Así, las ciudades se amurallan, los soldados se blindan,
el arte de la caza de humanos se perfecciona, y aparece en la
evolución humana una especie, el homo ambiciosus, que aunque
presenta el mismo aspecto que el homo amabilis, resulta insaciable,
perturbador, e impredecible, tan pronto vestido de bronce como de
sotana, tan pronto usurpando como expoliando, violando como
torturando, y cambiando el significado de las palabras hasta que
todo se entiende a revés, y la etimología parece una loca de atar.

Es decir, muy pronto del norte surgieron los caínes que


envidiaron el poder de los dioses, y se lo quedaron por la fuerza.

El primer poder, el primigenio, se fundamentaba en la


admiración, la lealtad y el respeto. Primero era el autosacrificio, la
inmolación, y luego una vida privilegiada por motivo de dejarla
pronto defendiendo los derechos de su clan o pueblo. Esta fidelidad
surgía así espontáneamente en los pueblos donde los dioses y
diosas dejaron su semilla. Cuando había un mensaje que transmitir
a los dioses y diosas de cielo, también surgía la casta de arrancarse
el corazón para llevarles el mensaje directamente. Cuando había un
litigio por el cual dos pueblos vecinos iban a exterminarse unos a
otros, surgía la casta de enfrentarse sólo los nobles, o incluso, sólo

125
Carlos Caballero

el elegido, el ungido, el mese, el que se batía a muerte para que no


se derramada la sangre de todos. Eso sí era amor por el pueblo, y,
lógicamente, el pueblo lo agradecía con más amor y fidelidad.

Pero todo aquello degeneró por culpa de la ambición infinita


de los usurpadores, los depredadores del norte que seguían en el
neolítico pero pasándose a la caza más mayor de todas, la caza de
humanos. Parecían ciudadanos, pero seguían siendo depredadores
acomodados en las casas de sus víctimas.

Los primeros dioses y diosas enamoraban, los de después,


todos ellos pretendiendo ser únicos e irrepetibles, traían el infierno
a la Tierra por amor.

Los dioses y diosas genuinos se hicieron grandes maestros de


la construcción a base solucionar problemas sociales. Así, edificaron
acueductos, faros, observatorios, malecones donde las arenas se
acumularan para que las naves arribaran suavemente, y poder
fondear naves con comodidad. Todas las ciudades de litoral, las
principales en el mundo civilizado, se debieron a la comodidad de
desembarcar en ellas por condiciones naturales. Con el tiempo,
utilizaron ese arte para construir templos a la memoria, y
mausoleos honoríficos, con una destreza inigualable.

La construcción de fortalezas fue muy posterior. Hubo un


tiempo de paraísos olvidados donde las ciudades no necesitaban
murallas, ni las casas o los templos puertas ni cerrojos.

Hubo que construir estructuras defensivas para enfrentar a


los pueblos que llegaron tarde al reparto de las ciencias sedentarias.
Envidiaron el ganado, las cosechas, las herramientas y los brillantes

126
El Evangelio de Hermes

objetos con que se engalanaba a los muertos, la bravura de los


guerreros, la fidelidad de las masas, y hasta el efecto de sus
fermentos, que en los invasores parecía tener un efecto distinto,
que, en lugar de llevarles a un estado de mayor conciencia, los
llevaba a un estado de mayor violencia. Y es que el vino amplifica lo
que cada quién traiga en su mente.

Los proyectiles de hierro perforaban las corazas de bronce de


los invasores como si fueran de cuero, y la sangre mezclada con el
sudor encharcaba los aledaños de los muros cada vez más altos y
más gruesos que se fueron construyendo. La codicia por los metales
forjados por los dioses fue en aumento, hasta que los extraños
aprendieron a forjarlos, pero no ha disminuido jamás.

Ejércitos de francotiradores custodiaban las ciudades


sagradas. Su distancia de tiro duplicaba a la de los hicsos, o
invasores. Por si fuera poco, los sitiadores denominaban a los
sitiados “domadores de caballos”, lo cual les causaba muchas
amarguras. Cuando las puertas de una ciudad sitiada se abrían, era
para sacar a pasear la caballería y los carros de combate. Éstos
consistían en un auriga encargado de mantener el carro en la
distancia de tiro del compañero, y fuera del alcance de las picas de
los invasores, y un arquero ampliamente entrenado para disparar
en movimiento. Casi todos los faraones y faraonas destacaron en
esta técnica de dar caza a los cazadores.

Durante cuatro milenios esta diferencia marcó el equilibrio


de la justicia en la tierra de los dioses y las diosas, y mantuvo a raya
la codicia de los pueblos procedentes de lo que hoy es Europa.

127
Carlos Caballero

Fueron muy contadas las ocasiones en que una ciudad fuera


abatida por los sitiadores del bronce, pero las consecuencias fueron
tremendamente nefastas. Genocidio, esclavitud y éxodo eran las
penas por dejarse abatir por los pueblos llegados del mar.

Cuando esto llegaba a suceder, otras ciudades también se


desplomaban, y el apocalipsis sobrevenía en cadena. Esto sucedió
en varias ocasiones a lo largo del segundo milenio a. C. La
hecatombe del siglo XII a. C. fue irreversible, y cambió para siempre
el aspecto del creciente fértil, que se encontraba aún verde 2.000
años atrás. El sur y el oeste del Mediterráneo quedaron
fuertemente helenizados para siempre, y los europeos conocieron
por fin la edad del hierro.

De tanto que se fundieron las herramientas en armas y las


armas en herramientas, en un ciclo sin fin de progreso y guerra,
guerra y progreso, se fue secando también de forma irreversible la
tierra que fuera el granero del mundo. El poder de Seth (el
desierto), se fue extendiendo hasta constreñir a las poblaciones en
las inmediaciones de los ríos, cada vez menos generosos y menos
numerosos, y su hermana Neftis (las aguas bravas de la gota fría) se
encargaron de llevarse el suelo fértil para dejar a la vista las arenas
y las rocas en un espacio, ya para siempre, abrasado e inhabitable.

No obstante, los del hierro tampoco dejaron de acechar cada


asentamiento y cualquier movimiento de los pastores y de los
comerciantes viajeros.

Los homínidos siempre hemos sido grandes depredadores,


pero a medida que se fue agotando la caza, en cualquier parte del

128
El Evangelio de Hermes

mundo, esta actividad se generalizó sobre los congéneres. El mito


de Caín y Abel nació de la condición de asediadores y asediados que
entró la vorágine humana con la paulatina desertización y la
consiguiente desaparición de los objetivos de caza. Además, el
botín de cazar humanos es generalmente mucho más sustancioso
que el de cazar elementos de cualquier otra especie.

Hoy, igual que siempre, los depredadores quieren carne,


cuanta más mejor, sólo han cambiado las formas12. Con Narmer,
comienza en Egipto una jerarquía de seres divinos, que venidos del
cielo o no, dispuestos a inmolarse sin contemplaciones por el bien
de su pueblo, y durante 2.000 años son los únicos capaces de
contener la rapiña de los depredadores extranjeros, denominados
hicsos por los egipcios, y a los que yo llamo micénicos, en un exceso
de generalización, por pura semejanza, aunque su procedencia sería
muy variada, principalmente, de Grecia, Italia y Anatolia, aunque
reclutaban mercenarios de cualquier parte del mundo.

12
Hoy los grandes depredadores están fuertemente asentados sobre el
capital económico, tienen sus garras sólidamente hincadas en el tejido
social por medio de la política, la religión y las armas. Winners, gente
guapa, grupo bildeberg, nobleza, aristocracia, jet set, o como quieran
denominarse, tienen un rasgo en común, el cultivo de masas humanas. Los
que empezaron como machos alfa en manadas de depredadores, al
escasear la caza mayor pasan a cazar poblaciones humanas enteras, y
luego se asentaron sobre sus víctimas y se hicieron pastores también de
humanos. Desde entonces estos machos y sus perros de presa necesitan
rebaños humanos para darse una vida de emperadores, de déspotas, de
falsos faraones, de esos que hablaban griego. Permiten que votemos, que
tengamos el mando del televisor, que vivamos fantasías determinadas por
el poder adquisitivo, y con eso nos hacen creer que somos libres, aunque
vivamos en el feudalismo más descarnado y refinado de todos los tiempos.

129
Carlos Caballero

Frente a la tendencia depredadora de las culturas del norte


mediterráneo, en el sur y en el este las costumbres sedentarias
como la de agasajar a los viajeros, eran sabias formas de
enriquecerse en muchos otros aspectos, que no en lo metálico.

La hospitalidad produce ganancias en todos los aspectos.


Acoger extranjeros en la propia casa y compartir recursos, incluso
los que llenarían de rubor y vergüenza a cualquier cristiano actual,
no era un acto de caridad, la beneficencia era mutua. El
enriquecimiento técnico y cultural, y el asentamiento diplomático
de los clanes que observaban esta costumbre los hizo estabilizarse,
florecer, y crecer en todos los sentidos, frente a aquellos otros
clanes que decayeron hasta disolverse en el olvido debido a la
endogamia y el aislamiento.

Sin embargo, esta costumbre fue aprovechada por los


cazadores de tesoros y mercenarios para apropiarse indebidamente
de los recursos y las reliquias ajenos.

Debido a esta “otra” costumbre, con Narmer en Egipto (el


primer faraón de la primera dinastía), y otros homólogos en Siria,
Irak o Perú, por mencionar algunos, se profesionalizaba la milicia a
cambio de protección, la política a cambio de representación
diplomática y grandes obras públicas, y la casta sacerdotal, una
entidad un tanto ambigua y amalgamada con las anteriores, que se
ocupaba de la escritura y la memoria, es decir, de preservar el
carácter o el alma del gnomo o comarca independiente vinculada a
su culto (lo que sería el “feudo” en Europa 4.000 años más tarde
auspiciado por un santo patrón).

130
El Evangelio de Hermes

Cada ciudad o gnomo tenía su propia deidad o santo patrón,


una determinada fuerza de la Naturaleza auspiciadora de los
intereses de sus habitantes. A estas fuerzas se encomendaban las
cosechas, el ganado, las almas de los que nacían o morían, y hasta
el resultado de las negociaciones con otros pueblos. Los que mejor
conocían supuestamente la naturaleza y los gustos de estas fuerzas
eran los sacerdotes, y antes incluso de la creación de las ciudades,
ya se habían erigido como intermediarios entre ellas y los humanos,
como propietarios de lo oculto.

La actividad de esta casta era frenética. Como conocedores y


custodios de lo escrito, tenían acceso a las ciencias, a la medicina, a
la astronomía, y su consejo fue siempre muy apreciado, algo que les
otorgaba una posición privilegiada sobre todos los estratos sociales.

Lo que había empezado inocentemente como una simple


santería, se convirtió en institución máxima de poder cuando
descubrieron la guinda del pastel: la reescritura de la historia.

El conocimiento siempre había sido esotérico, no interesaba


que hubiera más arquitectos que albañiles, ni más albañiles que
obreros, por poner un ejemplo. El conocimiento o know-how13

13
Know-how es el conocimiento o las competencias esenciales de
cualquier actividad o negocio, algo que podría compararse a la titulación
académica más la experiencia. Yo soy un defensor entusiasta de las ideas
de la ilustración, entre las que la difusión libre del conocimiento y la
igualdad de oportunidades entre los seres humanos me parecen unas
prerrogativas fundamentales, pero no están bien asentadas, necesitan una
revisión seria. Las universidades libres y gratuitas se han convertido en
fábricas de parados o de técnicos mal remunerados por simple saturación,
lo sé bien, porque soy uno de ellos. Puede que una vuelta al esoterismo

131
Carlos Caballero

sobre cualquier actividad u oficio era y es tan valioso como escaso,


si se divulgaba aumentaba la competencia y disminuían los
honorarios, como ocurre ahora.

La divulgación de la escritura estaba en manos de los letrados


de aquel tiempo, que era el propio clero. Había en Egipto dos tipos
de escritura, básicamente. Uno era para el registro de actividades
administrativas y comerciales (el demótico), y el otro era simbólico
(jeroglífico), utilizado para el registro de crónicas y acontecimientos
trascendentales desde el punto de vista histórico.

De éste último, su interpretación fue mucho más esotérica, si


cabe, que cualquier otro conocimiento, pues brindaba el poder de
manipular el destino de las naciones. Para cada registro histórico de
relevancia se realizaban muchas copias que eran enviadas al mayor
número de ciudades y comarcas convecinas o lejanas, siempre que
hubiera lazos de diplomacia. Y aquí estaba el peligro, si no era el
“traductor el traidor” (eufemismo típico del estudio de lenguas
muertas), pues podía serlo el redactor, ambos de la casta
sacerdotal, por lo que muy pronto fueron conscientes de que en sus
manos estaba la potestad de decidir si un acontecimiento había o
no sucedido, y qué detalles omitir o resaltar.

primitivo de las ciencias tampoco sea la solución definitiva al problema


académico. Habrá que consultar a los sociólogos, porque si hay más
médicos que enfermos, es la sociedad la que está enferma.

132
El Evangelio de Hermes

10.- Ermitaños para la eternidad

La corrupción de la casta sacerdotal tuvo su auge en Tebas


unos 2.000 años después de Narmer, el hombre-dios del hacha. Allí
los sacerdotes tenían la potestad de legitimar y deslegitimar incluso
a los hombres y mujeres dioses, y llegaron a provocar golpes de
estado y guerras civiles por perpetuar su estatus.

Este era el tipo de poder que el clero de Roma quiso importar


en Europa cuando invadió Egipto, y el trabajo de campo lo llevaron
a cabo los sacerdotes de Serapis en Coptos, y eligieron como cabeza
de turco a la provincia Judea y a uno de los líderes más carismáticos
de su independencia, un esenio llamado Ieshú el nazareno, de
nazer, que significa brote, retoño o renacido, y no natural de
Nazaret, como se ha pretendido hacer creer. Un poderoso rey cuya
corte o sanedrín era esotérica, una corte de magaritas o magos, que
es como se les llamaba a los eremitas que habitaban en cuevas
escondidos de la justicia de Roma.

Gracias al material que dejaron en tales cuevas o escondijos,


como por ejemplo el de Naj Hamadi donde se encontraron los
llamados “manuscritos del mar muerto”, es que podemos
reconstruir la historia con altos índices de verosimilitud.

133
Carlos Caballero

En particular las cuevas de Éfeso son especialmente prolíficas


en este tipo de hallazgos. En una de ellas fue encontrado el
evangelio de María, naturalmente apócrifo y una de las biografías
del nazer esenio que más se ajustan a la realidad histórica y
arqueológica, y, por tanto, fue destruido como tantos otros escritos
en discordia con el canon de Nicea.

Para ser exactos, no sabemos si realmente fue destruida esta


crónica realizada supuestamente de puño y letra por la esposa de
Ieshú, lo que sí sabemos es que de ella surgió, mediante muchas
adulteraciones, añadidos y recortes, un clon retorcido del que
hablaremos más adelante, conocido como Evangelio de San Juan.

Por ahora, baste con comprender que en el pulso entre


neolítico y civilización desde el noveno hasta el cuarto milenio antes
de la era vulgar, en la cuenca del Mediterráneo, había dos
perspectivas claramente diferenciadas, la de los constructores y la
de los saqueadores, el mito de Caín y Abel del libro del Génesis.

Donde unos veían semillas imprescindibles para la propia


persistencia, otros veían una violación de la ley: grano que no se
deseaba compartir con el extenuado extranjero. Donde unos veían
intercambio genético y relaciones diplomáticas otros vieron mero
hedonismo y mercancía. Donde unos veían libros sagrados otros
vieron moneda con la que distorsionar y comprar voluntades.

Donde unos veían leche para fabricar queso con el que


combatir periodos de carestía, otros veían carne fresca con la que
darse un formidable banquete, y luego, dios siempre les proveía de
nuevos ganados que expoliar. Y donde unos veían fidelidad

134
El Evangelio de Hermes

fraternal de unos pueblos sobre sus líderes ancestrales, a los que


incluso consideraban hombres-dioses y mujeres-diosas, otros
vieron una fe ciega que desearon exportar con un propósito muy
diferente, el de someter a sus propias gentes en los países de
origen.

Casi a la vez que la corrupción de los escritos simbólicos,


jeroglíficos o sagrados, apareció un movimiento de escritores que
fueron entusiastas de la verdad, fanáticos radicales de la
conservación del conocimiento, que se jugaron la vida para dar fe
de la historia sin maquillajes populistas ni políticos, la verdad cruda
y desnuda sin cortapisas, y el material científico más esotérico14 y
sensible del momento, el que de ninguna manera podía caer en las
manos equivocadas.

Surge así, el movimiento hermético, el de las firmas


anónimas, el de los habitantes de las simas y las cuevas, eremitas
escribientes que dedicaron su vida a copiar y traducir, en soledad y
en silencio, para la conservación de la civilización.

Esto lo sé porque también yo, soy un eremita de este tiempo,


un estudiante empedernido y enclaustrado en mi celda particular
de libros, un Hermes del siglo XXI que al igual que los otros
encontré en la ruptura de los ciclos sociales viciosos y de la guerra,
el sentido de mi existencia.

14
Por “esotérico” debe entenderse en todo momento, algo oculto,
escondido. No tiene nada que ver con las quiromancias y cartomancias
que actualmente han pretendido adueñarse de esta palabra.

135
Carlos Caballero

Por algún designio que desconozco, el destino tuvo la


gentileza de poner en mis manos determinadas referencias a ciertos
materiales que en el pasado fueron sistemáticamente destruidos,
por los intereses predominantes, ora quemados, ora demolidos, ora
fundidos, unas referencias tan interesantes y desconcertantes que,
desde muy temprana edad, me obligaron a ver la historia desde un
punto de vista enfrentado al formal, al académico, al canónico, y a
reconstruir la historia no a partir de lo que existe registrado en
detalle, sino a partir de los huecos que dejaron los escritos
destruidos, y los retazos incompletos e inconexos que han logrado
perdurar hasta nuestros días pero que no encuentran asiento entre
las doctrinas oficiales. Éstos se convirtieron en mi sustento.

Así, de manera casi imperceptible, a veces incluso tratando


de esquivar esta tendencia, fui dando mayor énfasis a la
arqueología que a la bibliografía, luego a la bibliografía parcial y
contrastada mayor énfasis que a la institucional y totalitaria,
también mi mirada se fijaba más en las reminiscencias sutiles que
en los grandes títulos a la carta, preferí los modelos depuestos que
a los impuestos, las reseñas socioculturales a las modas, y poco a
poco me fui formando una impresión de nuestro pasado muy
diferente a la que se nos inculca en las escuelas, pero que
concuerda de manera precisa con el registro material que ofrecen
los yacimientos y las tradiciones ancestrales de las más
aparentemente inconexas procedencias.

Cuando uno logra ir armando el puzle de los escombros de la


historia, leer entre líneas se convierte en una manía y un vicio, y se
abandona todo lo demás, uno aprende a reconocer las piezas
genuinas entre las defectuosas y las falsas, y luego las voltea para

136
El Evangelio de Hermes

comprobar cómo encajan sutilmente y a la perfección. Entonces


uno necesita más alimento, más textos, más yacimientos, más
fuentes que devorar con avidez y deleite, y se convierte uno en un
raro, un ermitaño, un extraño en su propia casa.

Claro, el puzle no es fácil de armar a primera vista, hay que


perdonar los retoques imprescindibles que han servido para su
preservación y para conservar la integridad de los autores en
tiempos difíciles de censura que se han convertido en siempre. Así
podemos encontrar antagonismos en cuanto a nombres de lugares,
fechas y protagonistas, pero son simples incógnitas fáciles de
despegar mediante los oportunos sistemas de ecuaciones
históricas, sistemas que pasan por una perspectiva global y
transversal. En esta ciencia, las especialidades, si no son flexibles,
más que ayudar entorpecen la búsqueda.

El conocimiento profundo de una rama de la historia suele


ser equivalente al desconocimiento general del árbol antropológico,
y pretender conocerlo en su integridad total es descabellado,
demasiado ambicioso para lograrlo en una sola vida. Es por ello que
no podemos hablar de Hermes, ni de Pitágoras, ni siquiera de
Homero, sin entender que se tratan de líneas de pensamiento, de
escuelas, donde cada individuo toma el relevo de su generación
para lograr un avance, para elevar un peldaño la altura de sus
miras, cada grupo en su ámbito, claro está.

Las connotaciones que tiene el nombre de Hermes como algo


cerrado, sellado, oculto y prohibido no nacieron del capricho de
despertar la curiosidad por un sintomático misterio entre los

137
Carlos Caballero

historiadores modernos, sino consecuencia del deseo, a menudo


infructuoso, de no terminar purificados por las llamas.

Lo más difícil de asumir que te puedes encontrar entre las


conclusiones que voy a presentar más adelante, será el intercambio
de papeles y la inversión de perspectivas que se sucederán entre los
protagonistas de las historias que probablemente conoces. La
realidad histórica puede resultar como mínimo sorprendente, si no
es que hiriente de sensibilidades, o, al menos, radicalmente
diferente en muchos aspectos a la versión supuestamente
apostólica romana que se ha difundido desde el siglo IV.

Este libro no lo he escrito para ganar amigos, ni mucho


menos adeptos. Sino como contrapartida personal a aquellos que
han ardido por la intolerancia de esa parte de la humanidad ávida
de poder sin límites, amante de la corrupción política y de la
falsedad documental, que, en adelante llamaremos la “bestia”.

La literatura que se ha perdido para siempre es mucho mayor


y más valiosa a la que ha sobrevivido hasta nuestros días. Entre las
bibliotecas de Pérgamo, Biblos, Menfis, Alejandría, Éfeso y Gnosos
solamente, calculo que habría entre 8 y 12 millones de manuscritos,
que fueron prácticamente todos consumidos por las llamas.

Estas bibliotecas se hicieron famosas porque lograron dar


cabida a los escritos supervivientes de los expolios de otras
bibliotecas menores a lo largo y ancho de los países del sur y del
éste del mar Mediterráneo, muchos de los cuales, los más antiguos
sobre todo, se habían conservado en tablillas de barro, y también

138
El Evangelio de Hermes

de oro, un vehículo perfecto para el viaje en el tiempo si no fuera


por la codicia que despertó este metal entre los pueblos del bronce.

Los conservadores herméticos, comprendieron en seguida


que describir fielmente los hechos suponía un grave peligro para la
integridad de los escritos y para la suya propia. Por lo que
establecieron un conjunto variado de estrategias literarias que
muchos han confundido con claves de encriptación matemática,
para pasar desapercibidos ante la censura y la mirada inquisidora, y
sobrevivir a los tiempos de la oscuridad.

Por lo general, en los hechos más conflictivos se convino que


lo importante era relatar los hechos, y omitir o retocar los nombres
de los lugares y los protagonistas, en la creencia de que todo era
cíclico por culpa del olvido, y que conmemorar o hacer memoria de
los hechos más honrosos y también los más deleznables, era la
mejor vacuna para que no se repitiesen y romper el círculo vicioso
de la desgracia.

Había que preservar los hechos en el tiempo y transmitirlos


por encima de cualquier protagonismo, motivo por el cual la
divergencia entre lo arqueológico y la historia oficial es a veces
grande, pero la diferencia entre lo arqueológico y lo sagrado ha
llegado a ser tan abrupta y antagónica, que no he podido resistir la
necesidad de realizar un acto de equilibrado y de justicia que podrá
comprender todo aquel que tenga la paciencia de comprobar todo
lo que yo afirmo en este texto.

Tú mismo encontrarías las mismas conclusiones que yo, si


pudieras contemplar el mismo abanico de premisas. No creo que

139
Carlos Caballero

haya mentes de un razonamiento privilegiado, sino divergencias en


la evaluación de las premisas que a todos se nos pueden presentar.
La diferencia entre un historiador y un conservador hermético es,
que, éste último maneja un campus de premisas mucho menos
divulgado por motivos de seguridad histórica, pero no por ello
menos cierto ni menos comprobable. La ciencia del primero se basa
un poco en la fe, dado que se basa en otorgar credibilidad a unos
textos que a priori ya se han aceptado convencionalmente como
ciertos, mientras que el segundo se relaciona más con la magia,
dado que ofrece conclusiones que a priori parecen descabelladas,
pero que tienen su respaldo en sólidas pruebas arqueológicas, y en
percepciones que parecen extrasensoriales pero que son de gran
sentido común.

De esta manera, lo mismo que Pitágoras es una escuela en


lugar de un señor con turbante, o que Homero es un mester de
juglaría en lugar de un marinero ciego, cualquier conservador
hermético confirmaría que Moisés no es un personaje que partía el
mar Rojo a golpe de cayado, sino un leyenda de liberación basada
en el monema “mese”, descrito al comienzo.

Cada ciudad, cada pueblo tuvo su propio génesis y también


su propio apocalipsis, aunque a la gente le guste aplicar las leyendas
a la globalidad o totalidad, debido al momento de globalización que
hoy experimentamos. También hubo muchos éxodos y muchos
retornos gloriosos de los hombres y mujeres dioses a Kemet, el valle
del Nilo.

En periodos de paz y prosperidad cobraban vida las leyendas


de piratas y de invasores abominables capaces de obrar el

140
El Evangelio de Hermes

genocidio de países enteros, y, en tiempos de invasión y de


esclavitud a manos extranjeras, despertaba siempre la leyenda del
“ms”, el ungido rey-dios o la ungida reina-diosa capaz de liberar a su
amado pueblo de un zarpazo. El “mese” descendiendo de los
Himalayas con un ejército de elefantes y terribles fieras capaces de
aniquilar a la bestia y de perseguir sus despojos hasta sus casas al
otro lado del Mediterráneo, era la idea que bullía en las mentes de
los domesticados por Roma, sin mediar palabra. Idea, un espíritu.

Nadie es el mejor observador de sí mismo. Siempre se


observan mejor las cosas desde afuera.

Cualquier conservador hermético sabe que el pueblo de la


provincia romana llamada Judea, y el pueblo palestino, son el
mismo pueblo, son hermanos y fruto de la que fue una relación
perenne entre Siria y Egipto de cara a un enemigo invasor común.
Pero los de allí se llevan las manos a la cabeza y claman al cielo
cuando oyen esto, y buscan piedras con las que expresar sus deseos
de aplacar esta arrogancia de hermanar a los pueblos, pero también
hemos sabido escondernos y esconder la verdad mejor que la bestia
embestirnos.

El Egipto que los judíos identifican como su esclavizador y


perseguidor, no es el Egipto genuino, el Egipto genuino es el mismo
padre de los judíos que aguarda su vuelta a casa cual hijo pródigo,
pero éstos olvidaron cuál era su casa, y olvidaron que los egipcios
que los perseguían eran micénicos, eran “hicsos”, extranjeros.

Los egipcios se espantaron ante la poderosa bestia micénica,


y tuvieron que salir en desbandada para salvar sus vidas. Algunos de

141
Carlos Caballero

ellos se asentaron en las montañas de Canaán aguardando el


momento de recuperar sus tierras que, probablemente nunca llegó.
La comarca que se convirtió en su casa fue llamada Judea por los
romanos, y sus habitantes judíos, del mismo modo que llamaron
castellanos a los que poblaron en Hispania los grandes castros o
castillos (castelos) que los alanos (castel-alanos) habían construido
para defenderse de sus bárbaros convecinos.

Luego de muchas razias los judíos olvidaron sus orígenes a


pesar de conservar los escritos que claramente lo especificaban.
Tomaron caminos tortuosos e hicieron de las glosas libros sagrados.
El Talmud fue su último intento glorioso de re-ligarse cabalmente a
sus ancestros pero el peso de las políticas nacionalistas y el hecho
de que con los ptolomeos Egipto se perdiera para siempre en
manos extranjeras, los de Canaán quedaron huérfanos y sin hogar.

Caín se había apropiado del suelo, las propiedades, la


identidad y hasta de los nombres egipcios. Los caudillos pasaron a
llamarse faraones y exigieron a los esclavizados paisanos un
tratamiento como si de seres divinos se trataran, y ordenaron a los
letrados que grabaran sus nombres en lo más alto de los obeliscos,
aunque no lograron levantar ni uno solo.

A la historia se la engaña pero a la arqueología no.

El griego se hizo el lenguaje de las leyes y la lengua culta,


mientras que el demótico quedó relegado a las montañas y al
desierto. El mundo se volvió griego y oscuro, hasta las viejas y
sagradas escrituras se solidificaron en griego, de ahí que los pieles

142
El Evangelio de Hermes

rojas del mediterráneo olvidaran su clara esencia, su carácter


dinamizador de civilizaciones, y su sagrada memoria.

La historia oficial está basada en esta corrupción ancestral.


Los conservadores herméticos nos estamos ocupando, entre otras
cosas, en correlacionar textos confusos como los de la recopilación
llamada Pentateuco, con otros homólogos de otras fuentes y con la
arqueología, con el objeto de replantearnos la historia de una forma
menos sesgada y más de acuerdo con la realidad objetiva.

El nacimiento del imperio romano o época imperial, coincide


con el advenimiento de una figura clave en el destino de la
humanidad pero que no parece encontrar su homólogo en la
arqueología. Se trata del protagonista de esta obra, el gran maestro
esenio Ieshú, Ishá tanto para los islámicos como para los budistas.

La distancia entre el personaje histórico-arqueológico y el


evangélico parece infranqueable, son entidades irreconocibles e
irreconciliables. Para muchos eruditos y especialistas Ieshú es un
personaje irreal, ficticio, salido de un cuento que comparte genes
literarios con “Simbad el Marino” y con “Alí Bab y los 40 Ladrones”.

Pero esta percepción es simplista porque no hay como echar


un vistazo a la bibliografía de la época para comprobar que
ciertamente hubo un personaje emblemático que encabezó una
revolución egipcio-sirio-judía frente a Roma, y que Roma aniquiló
con saña. De hecho fueron cuatro las rebeliones judías y la historia
sólo reconoce tres, porque al mese Ieshú en lugar de volver a la
vida, lo asesinaron dos veces, una poniendo fin a su vida, y la otra
eliminándolo de la historia, borrando cualquier registro o crónica, y

143
Carlos Caballero

ajusticiando severamente cualquier mención o seguimiento de su


iconografía y de pensamiento libertador.

Qué dirían los feligreses del actual cristianismo si supieran


que están adorando a un personaje como Simón Bolívar, Javier
Mina o Ernesto Che Guevara…

Pero eliminar de la historia y condenar al olvido a un rey


derrocado, eso, ya se había hecho mucho antes y muchas veces. Lo
que hizo de especial este caso es, que, Roma, después de asesinarlo
doblemente, lo resucitó para sí para hacerlo su “zombi”, y edificar
sobre él todo un monstruoso instrumento de subyugación de
masas, con la argamasa de la fe, una fe impuesta por la fuerza y el
terror. El cristianismo se convirtió en la implementación de la
teología tebana con ingredientes romanos. E hicieron del “cristo” la
figura romanizante y antítesis del revolucionario esenio. Al no
poder forzarlo al olvido, en el año 325 se convocó el primer concilio
ecuménico en Nicea, para corromper definitivamente su memoria,
y del héroe judío nació el eje del imperio romano, justo lo contrario
de lo que representaba. Por eso la historia no podía encontrarle.

Desconocemos el epíteto de este “mese” del siglo primero


del calendario gregoriano, no se ha conservado ninguna inscripción
del tipo de espíritu guardián, tótem o patrón de su ciudad de
procedencia, como “Ra”, “Thot”, “Ah”, “Ka”, “Gilga” etc. (cuyas
traducciones dejaremos para los eruditos, no se vayan a ofender)
posiblemente por haber nacido en tierras profanas y sin otra
divinidad custodia que la propia “nut” o el cielo estrellado.

144
El Evangelio de Hermes

Así, en lugar de haberlo conocido como Ra-mese (Ramses,


Ramose, Ramosis…), Thot-mese (Tutmose, Tutmes, Tutmosis…) Ah-
mese (Ahmose, Ahmosis, Amosis…), Ka-mese (Kames, Kamose,
Kamosis…), o Gilga-mes, lo conocemos como simplemente Ieshú o
Isha, con las deformaciones grecolatinas con que todos lo
conocemos, como “mesías” que significa “leyendas sobre el mese”,
en lugar de un nombre propio. O Cristo, que es la traducción de
“mese” al griego.

Tanto mayor es el sometimiento de un pueblo, mayor se hace


la esperanza de liberación, eso es una ley cósmica. Para el pueblo
judío, sirio y egipcio de comienzos del imperio romano o era
cristiana, las expectativas puestas en el mese eran máximas dado el
nivel de sometimiento que la romanización conllevaba. A ese
proceso se le llamaba “salvación”, término tan ambiguo como el de
“conquista” en América.

La salvación de los primeros siglos consistía en que todo el


mundo adoptase el saludo latino de “¡salve, césar!” con la mano
abierta y alzada como los nazis, como los franquistas o los fascistas
italianos, todos ellos de inspiración netamente en las ideologías y
maniobras sociales y étnicas de la vieja Roma. La iglesia católica es
igualmente una implementación del imperio romano, de ello da
constancia plena dos de sus máximos mantras: el “Ave María”, que
es la reminiscencia del típico “¡Ave César!”, o la oración del “Salve”,
que es el ancestro de la perversa palabra salvación, que supuso el
exterminio de la mitad de la población del Mediterráneo, y que
ahora significa desde librarse de un castigo, hasta nada más y nada
menos que la sublimación del alma humana y su transición hacia

145
Carlos Caballero

dimensiones superiores de consciencia propias sólo de los santos,


los brahmanes o bodhisattvas.

Hay que ver también el cambio de matices que los Reyes


Católicos del imperio español, le imprimieron a la palabra
“conquistar”. No hay más que ver lo mucho que sedujeron,
fascinaron y enamoraron los primeros españoles en las Indias.

Son interminables los vocablos cuyo significado trastocaron o


invirtieron los descendientes de Eneas. La hipocresía se hizo
endémica en el mundo greco-latino, y los mismos que ejecutaron al
gran maestro y que exterminaron a sus seguidores, invirtieron todo
el sentido y la ideología del movimiento, y se erigieron tres siglos
más tarde en la religión del imperio, una religión basada en su
antítesis, una religión basada en un clon a imagen y semejanza de la
bestia, un clon que, evidentemente, la arqueología y la historia no
pueden encontrar porque es inventado.

El Cristo falso, el que describen los evangelios canónicos, no


tiene ni una sola referencia que lo avale más allá de los propios
evangelios y las obras de sus feligreses. Ni mucho menos un solo
resto en la huella arqueológica que permita suponer que tal ser
pasó por la Tierra. Las toneladas de reliquias que pululan por ahí
tanto en parroquias del tres al cuarto, como en las más asombrosas
catedrales, se han demostrado rotundamente falsas.

Duele mucho decirlo, pues representa el sentido de la vida de


muchos millones de seres humanos que han depositado toda su
confianza y esperanza en un personaje inventado, pero en honor a
la verdad no queda otra alternativa que afirmar rotundamente que

146
El Evangelio de Hermes

el cristianismo, tal y como lo conocemos, es un diseño a la medida


del imperio romano, inspirado en la maquinaría sacerdotal tebana,
y cuyo único propósito es el control de las masas a nivel global, en
beneficio de su propia jerarquía, es decir, un sistema piramidal de
los de toda la vida, pero a lo bestia, y por bestia me refiero no sólo a
su envergadura sino a la brutalidad dolosa, alevosa y pérfida de los
crímenes de lesa humanidad que ha cometido a lo largo de toda su
macabra existencia15.

Sin embargo, el personaje histórico, el esenio del que


tenemos referencias, es muy interesante y anecdótico. Se parece
más a una mezcla entre Aníbal, Espartaco y el Dalai Lama, que a
cualquier otro de la mitología o el celuloide. El Ieshú histórico no
tiene desperdicio, es impactante y humano, muy humano, y
también un dios, un faraón en el exilio que vive en primera persona
el apocalipsis del Mediterráneo a manos de las legiones de Roma.

15
La perfecta máquina genocida de Roma nunca ha parado de trabajar. En
el siglo XIX se disolvió oficialmente el Santo Oficio, pero no se apagaron las
llamas en las mentes de mucha gente ni en la cúpula de la jerarquía
católica. La pureza étnica y religiosa de la sociedad, la fusión de poderes, la
unidad iglesia-estado, la educación religiosa, la guerra santa, etc. son
ideologías que permanecen latentes en gran número de personas
esperando que se dé el marco adecuado para saltar sobre las personas
que son diferentes, y eliminarlas de mil maneras políticamente correctas, y
sin necesidad de cámaras de gas ni de pelotones de fusilamiento. Esto es,
por desgracia algo endémico en España, que se ha exportado a muchos
otros países, y que lejos de erradicarse mediante un progresivo desarrollo
cultural parece, no sólo interrumpido por fenómenos económicos y las
migraciones masivas provocadas por el genocidio en otros países, sino que
es muy probable un resurgimiento de las peores ideologías totalitarias.

147
Carlos Caballero

148
El Evangelio de Hermes

11.- Veni, vidi… sed vinci non

El nuevo “Mare Nostrum” del año cero reunía todas las


costas del mar del Centro de la Tierra, que es lo que significa “Medi-
terraneum”, y sus fronteras se desplazaban cada día en todas las
direcciones en tierras adentro de manera centrífuga al horror de su
paso, pero tenía tantos frentes como sandalias romanas fabricando
lodo en el norte y polvo en el sur.

La romanización de una región consistía en una primera fase


de arrasarlo todo, pulverizar una ciudad poderosa, eliminar los
bosques de al rededor para evitar emboscadas, aplastar las aldeas
más próximas para hacerse temer, y arruinar las cosechas para que
el enemigo conquistado no pudiera alimentarse antes de alinearse.

En una segunda fase, Roma se mostraba compasiva y ofrecía


a las aldeas aun no arrasadas la genial idea de aceptar sus leyes, su
educación, su lengua y sus impuestos, o bien, si rechazaban la
oportunidad de ser pomposamente ciudadanos romanos civilizados,
con todo el dolor del senado, seguirían el camino de las anteriores.

La mayoría prefería la esclavitud y chamullar el latín, a la


tortura segura y la muerte, y como siempre había algún pueblo
vecino con el que se mantenían viejas rencillas, pues no era fácil

149
Carlos Caballero

desechar la invitación de mandar unos muchachitos a la legión,


como muestra de buena voluntad, y luego requerir a la legión
entera para arrasar al pueblo del vecino, lo que nunca habían
logrado antes.

El imperio se mantenía gracias a la seguridad que daba hablar


en latín y tener a las legiones cubriéndote la espalda. Más tarde,
cuando ya se había consolidado todo el perímetro mediterráneo y
la mayor parte de Europa, como romanas de hecho y derecho,
introducir el cristianismo para homogeneizar el imperio y doblegar
cualquier sentimiento nacionalista, fue coser y cantar.

El cristianismo fue diseñado sobre un conglomerado de


leyendas del sur y el éste mediterráneos con epicentro en un
reciente revolucionario que a punto estuvo de borrar del mapa a la
cultura latina. Metieron todo este conglomerado en una coctelera
de letrados coptos, y salió un puré de sabor rancio y amargo, que
no se lo creían ni ellos, pero lo pusieron en un molde de formato
romano, y todo el imperio se lo tragó sin rechistar. De hecho, un
buen día, el imperio murió con ese nombre, pero pervivieron sus
preceptos bajo el nombre de iglesia.

Así se concluía la tercera fase del imperio, se construían


puentes, iglesias, circos, acueductos y escuelas de latín para que los
esclavos pensasen como romanos y se sintieran parte de un imperio
invencible siempre a la vanguardia de la supuesta civilización.

Esto era sobre el papel. En la práctica, romanización


significaba apocalipsis. Las civilizaciones autóctonas, ya fueran
neolíticas como si fueran infinitamente superiores culturalmente,

150
El Evangelio de Hermes

eran aplastadas, trituradas y digeridas por un sistema insaciable


basado en atesorar metales tanto para la fábrica de armas como
para financiar el estamento político-militar y futuras campañas.

Sin embargo, las crónicas hicieron de la palabra civilización un


sinónimo de romanización, y más allá de las fronteras del imperio
todo era barbarie, aunque los bárbaros les llevaran varios milenios
de ventaja en cuanto a cultura.

En algunas técnicas muy concretas, el imperio romano sí fue


durante mucho tiempo, y quizás lo sigue siendo, la vanguardia y el
“último grito”. Estoy hablando de la ciencia del dolor.

Los romanos, además de construir puentes y calzadas, eran la


máxima autoridad en coaccionar y procurar dolor extremo, eran
especialistas en prolongar la consciencia del reo para alargar en el
tiempo un dolor inefable en sus propias carnes y en las de sus seres
queridos. Roma daba tanta importancia a la familia, que sus
torturas eran siempre muy familiares, es decir, en grupo y famosas.

La tortura era una ciencia muy especial y endémica de la


romanización, por este método y su difusión sin cortapisas, los
romanos eran capaces de extraer toda la información relevante que
necesitaban, sin necesidad de caras y agobiantes investigaciones.
Muchas de las poblaciones en vías de romanización que caían en
manos de Roma, perpetraban el suicidio colectivo porque conocían
muy bien la destreza de Roma en este arte macabro. Otras muchas
se romanizaban de inmediato y se hacían aliados de la bestia, para
poder liquidar viejas rencillas con vecinos o competidores. Ese era
el secreto de su avance imparable por el mundo.

151
Carlos Caballero

De no haberse engullido a sí misma, tendríamos hoy un


planeta totalmente romanizado. Aunque la maquinaria de la bestia
sigue funcionando y engullendo a las masas humanas bajo otro
aspecto y con otro nombre. Pero el método sigue siendo
básicamente el mismo: se destruye una nación, se la aterroriza, se
la expolia, se la adormece y se le implanta una democracia para que
la gente elija quién quiere que le succione la sangre y se sienta con
el poder de controlar su destino. Nuevamente se puede apreciar la
típica deformación de las palabras, como por ejemplo, “libertad”
que es un concepto de vida que se impone por la fuerza para
“occidentalizar” a la humanidad. Un hombre o una mujer libre de
nuestro tiempo es aquel que ha de matarse a trabajar toda la vida
para poder sobrevivir. Los que tienen una empresa rentable o un
trabajo estable y bien remunerado no son libres, son tribunos.

Y eso es porque el viejo imperio nunca cayó, como nos indica


la historia enlatada que nos han inculcado. Sólo hizo como aquellas
grandes corporaciones que dejan de ser rentables para su plana
mayor, declaran una quiebra y una suspensión de pagos, para luego
reaparecer bajo otro nombre y otro aspecto, evadiendo así deudas
escandalosas con sus víctimas, pues es así como hay que considerar
a sus adeptos, víctimas de una gran estafa.

Así hizo Roma, pasó de monarquía a república, de república a


imperio, y de imperio a iglesia. Y con cada cambio de look, te
puedes imaginar quién perdía, eso no ha cambado, la plebe y los
esclavos, que pasaban a llamarse feligreses, o rebaño, a partir del
primer concilio de Nicea del año 325.

152
El Evangelio de Hermes

Este concilio ecuménico, seguro que en latín tiene un


significado muy profundo, inspirado en los anteriores plebiscitos,
que eso si sé lo que significa realmente: “convenio para ver como
aborregar más a la plebe”, fue la culminación de un proceso
paulatino de terror mafioso a gran escala, que aún se usa en varias
partes del mundo, y que se llama fascismo. No, el fascismo no es un
invento de Mussolini, sino una vieja fórmula muy lucrativa para
unos pocos, y que se llama Iglesia Romana.

Los emperadores ostentaban varios títulos, pero uno de ellos


era muy especial porque se arrogaba la capacidad de los míticos
faraones, de interceder entre la Tierra y el cielo. Era el título de
“sumo pontífice”, además del de jefe del senado de Roma. El
Senado no era otra cosa que la versión romana del sanedrín, el
antiguo parlamento judío, y tal como al principal del sanedrín de
Jerusalén se le llamaba “sumo sacerdote”, pues en Roma no se
rompieron mucho la cabeza, y al del “senatus” le llamaron “sumo
pontífice”. Al resto de senadores los llamaron obispos, y con eso, la
nueva imagen del imperio estaba servida.

También en ese fatídico día, el entonces emperador


Constantino, apodado el grande o el santo, para conservar la cabeza
tuvo que conformarse con una pequeña parte del imperio, y relegar
el trono y el báculo de Roma a un senador-obispo que pasaría a ser
el nuevo “sumo pontífice” a secas, y, como era muy cariñoso y se
consideraba a sí mismo el padre de la Iglesia, todos le llamaban el
“papa”, no el papá como dicen los payos, sino el papa, quizás era
del clan de los Gonvarri, o de los Carmona. Aparte de eso, para que
no se viera muy descarado el robo, a Constantino le otorgaron la

153
Carlos Caballero

canonización, y el control de una ciudad recién arrasada y


arrebatada a los persas, a la que dieron su nombre: Constantinopla.

Cuando ya los leones se habían merendado a casi todos lo


esenios, y los que quedaban no se atrevían a salir del armario, el
cristianismo pasó a ser no sólo la religión del imperio, sino el
imperio mismo, y precisamente los verdugos más directos del
propio Cristo, pasaron a ser el núcleo principal del cónclave.

La maquinaria de domesticar seres humanos y de convertirlos


en reses, era exactamente la misma y los métodos idénticos, sólo
que desde entonces, en lugar de perpetrar todos los crímenes en
nombre del César, pasaron a cometerlos en nombre del Cristo.

Comenzaba así la cumbre de la oscuridad y también el


verdadero monoteísmo, el culto al todopoderoso dios dinero. Pero
no hablemos de lo que es público y notorio, sino de la figura que
debió haber sido brillante y pulida como la de la máscara funeraria
de Tut-ank-atón, y que arrebataron para convertirla en la del
tenebroso cristo de los dolores, a golpe de concilio.

El cristo verdadero, el histórico, no predicaba, reclutaba. Y no


iba por ahí con un crucifijo en la mano, ni con un collar de cuentas,
iba con su cayado en cuyo extremo se encontraba el símbolo de la
vida, el ank egipcio. Es el símbolo que ha llegado a nuestros días
como el símbolo de la mujer, de la feminidad, un círculo sobre dos
palitos, uno vertical y el otro cruzándolo por la mitad en horizontal.

Los esenios, y bueno, todas las tribus de la Gran Alianza en


general, concebían este símbolo, el ank, como la fusión, la religión,
entre el Cielo y la Tierra. El círculo simboliza el Cielo, lo perfecto, lo

154
El Evangelio de Hermes

ideal, gracias al número Pi, un número trascendente, es decir, real


de infinitos decimales y no periódico, el círculo, la esfera, y las
ondas sinusoidales que describe la energía en todos sus formatos,
son expresiones o manifestaciones de lo perfecto o divino. Por el
contrario, la cruz paralelepípeda simbolizaba a las formas, lo
terrenal, lo imperfecto.

Este símbolo, el ank, el símbolo de los cristos o mesías (del


monema egipcio “ms”), fue partido en dos de forma irreconciliable
con el concilio de Nicea. Los romanos, los asesinos, los estafadores
se quedaron con la cruz, con lo terreno, lo material, lo imperfecto,
el instrumento con que torturaban a los esenios y a los rebeldes de
las demás tribus, se quedaron con el símbolo de la tortura y de la
muerte, el símbolo del miedo y de la oscuridad. Sin embargo, los
pocos esenios que quedaban se quedaron con el círculo, con lo
perfecto, con la parte trascendente del episodio del último mese.
Algunos, como los que fueron a parar a Asturias, en el norte de
España, debido al éxodo que ocasionó la romanización llamada
Iglesia, aún conservan esa parte del ank, el círculo, al que han
añadido unas espinas para que recuerde aún más al último mese
como lo que fue, un rey, aunque su corona fuera espinosa y de
dolor. Se llama trisquel este guiño al esenio de los primeros astures,
aunque lo relacionan con la brujería (qué miedo), y no faltarán
asturianos que nos ofrezcan otra versión del origen de su más
enigmático emblema.

Más allá del imperio romano, el mundo era, como decía


antes, incivilizado, bárbaro, que viene de “Ber-ber”, por ser este

155
Carlos Caballero

tipo de nativo, el nómada del sur mediterráneo, el más odiado y


difícil de cazar para la bestia.

El pueblo ber-ber, aunque más que pueblo es una forma de


entender la vida, surgió del nativo norteafricano acostumbrado a
tener que moverse durante muchas generaciones para no caer en
las fauces de la helenización, y posteriormente, de la romanización.
Terminó siendo un pueblo o serie de pueblos nómadas debido al
éxodo permanente al que se vieron obligados por el asedio de
griegos, hititas, romanos, cruzados, etc. siendo, paradójicamente,
las ramas genéticamente más próximas a los que crearon el
sedentarismo y la verdadera civilización.

Tras la frontera del norte, los europeos también eran unos


bárbaros intolerables, mas no era muy “imperiosa” su
romanización. En Europa había excelente ganado, excelente mano
de obra, y excelentes campos de cultivo, pero no los recursos
metálicos que requería el financiamiento de un imperio pródigo en
gastos como el romano, y sus precedentes helénicos y micénicos.

Los europeos además eran víctimas de la propaganda romana


que les prometía convertirse en adinerados gens, o gentiles, si se
alistaban en las legiones, y también a menudo se ofrecían para
trabajar en la construcción y la explotación minera por unos
saquitos de sal (el salario) que las damas europeas de aquel tiempo
agradecían de forma muy cariñosa, y de adictivas maravillas
culinarias. El dorado de Roma estaba al otro lado del mar, en las
capitales de la Gran Fenicia principalmente, donde los legionarios
pensaban que era utilizado en estúpidos ornamentos religiosos y
funerarios, como si los muertos necesitasen de todo ese oro

156
El Evangelio de Hermes

inmenso, o en estúpidas tablillas grabadas para conservar historias


que no le interesaban a nadie. Ellos eran la historia, lo moderno, lo
más fashion, por lo tanto, sentían “imperioso” poner a circular todo
ese dinero muerto en los templos, abandonado en las tumbas y en
las bibliotecas, y en el pecho de las mujeres, oro que esos bárbaros
pieles rojas del sur y el éste mediterráneos, no sabían aprovechar.

Así, lo verdaderamente sagrado para el ser humano como


puede ser su historia y el conocimiento adquirido tras muchos
milenios de esfuerzo en I + D para el bienestar y la prosperidad de
todos, se convirtió para Roma, en el motor de la economía mundial.

Actualmente, la mayor parte de ese oro se encuentra


inmovilizado en las arcas de Suiza, y es de titularidad vaticana, con
lo que podemos ver que ha desaparecido la memoria colectiva
humana, pero el motor de la economía mundial sigue gripado.

¿Quién era, pues, entonces, la gente civilizada, aparte de esa


“gente guapa” de la ciudadanía de Roma?

El espíritu greco-romano ha sido siempre muy categórico en


cuanto a esta pregunta. Su civilización era la única, el mundo existía
de fronteras para adentro, y se iba haciendo más visible cuanto más
corta era la distancia a su epicentro en la ciudad de Roma.

El resto era, por fortuna para él, desconocido, legendario y


tenebroso, un mundo poblado de monstruos marinos, fieras y
humanoides salvajes cuyo encuentro no sería afortunado para el
avance de la supuesta civilización.

157
Carlos Caballero

Las legiones romanas eran, por tanto, las “salvadoras” de


todas aquellas tierras que previamente habrían sido desinfectadas
de aborígenes, y sus selvas y bosques arrasados para poder ver
venir de lejos cualquier respuesta, es decir, sin bosques no había
emboscadas.

Asia era imposible de alcanzar, inmensas montañas, ríos


caudalosos, espantosos dragones. Ningún latino había regresado de
allí para describir su contenido, y si era factible su romanización.

Atlán era punto y aparte, se encontraba también custodiada


por gigantes monstruos marinos, y flanqueada por una corriente
indomeñable denominada “océano” de la que tampoco nadie había
salido para contarlo. Todo lo que se sabía de aquel mágico
continente se debía a una epopeya perdida, probablemente
homérica, llamada “La Atlántida”, que debió correr de mano en
mano y de boca en boca desde los tiempos de Sócrates hasta la
destrucción de Alejandría. Después de Alejandría ya sólo corrió de
boca en boca, y tartamudeando, ya que los interrogatorios de la
maquinaria romana llamada Iglesia no eran del todo saludables.

158
El Evangelio de Hermes

12.- Atlántida, la epopeya perdida

Más allá de las columnas de Heracles (Ceuta y Gibraltar), todo


era leyenda. El hermetismo platónico difundía una antigua epopeya
llamada la “Atlántida”, que invitaba a la fantasía quizás tanto como
la “Ilíada”, o la “Odisiada”, o la “Nereida”, o, incluso, la “Eneida”, la
epopeya de Eneas, a quien el orgulloso pueblo romano consideraba,
por aquello de tener historia, su propio patriarca.

Todas las epopeyas tenían una parte oculta hincada en lo


legendario y lo mítico, para que fueran interesantes y morbosas a
los ojos del público. También presentaban una parte falseada y
corrupta para que fueran políticamente correctas, y, una tercera
parte fielmente histórica, que es la que nos interesa aunque haya
sido muchas veces maquillada (contábamos con ello) al gusto de los
anfitriones donde estas obras, estos cantares de gestas heroicas, se
representaban dramáticamente. En el caso de la epopeya atlántica
tal vez Ulises o Eneas salieran un tanto humillados o perjudicados,
pues después de la quema de la biblioteca de Alejandría ninguna
copia ha podido llegar hasta nuestros días.

La Atlántida es, por lo tanto, una epopeya (no un continente)


conocida vulgarmente por referencias de origen platónico, por

159
Carlos Caballero

retazos que resultan tan ambiguos sin el marco de referencia


original, que la imaginación de algunos escritores muy imaginativos
y oportunistas a conducido a la opinión pública a creer una
desfachatez tan grande como que la Atlántida es un continente
alienígena hundido por la ira de dios. Y la opinión pública es tan
manipulable, que ésta ridiculez es la consideración dominante.

Vende mucho esa teoría tan espantosa, además de intoxicar


la ciencia de la ufología, aunque también son espantosamente
cutres los dogmas de las religiones mayoritarias, así como los
programas de las grandes fuerzas políticas, y no por eso dejan de
movilizar a las masas humanas hacia el desastre. Pero la
arqueología mesoamericana llena muy bien el vacío que ha dejado
esta obra en la literatura universal, y no hace falta ser Hermes para
saber que los feligreses del obispo Cirilo de Alejandría hicieron en
humo de ésta magna obra como con el resto de la biblioteca, y lo
que serían las pruebas de las aventuras de Heracles o de Ulises
persiguiendo a fenicios por el atlántico, se hundió con las cenizas en
las profundidades del olvido.

De haber sobrevivido La Atlántida a las hogueras de Cirilo,


seguramente la última copia estaría en manos de los Reyes
Católicos y habría servido para planificar el descubrimiento de
América. ¿Cómo habría llegado a estas manos? Muy sencillo,
gracias a los dominicos de la Santa Inquisición, que sabían aplicar
muy bien las técnicas romanas de tortura, en sus interrogatorios.

De ser cierta esta teoría, no sería Cristóbal Colombo el que


buscaba patrocinadores para llegar a la India por una ruta
alternativa, sino los Reyes Católicos, una vez que tenían la ruta en

160
El Evangelio de Hermes

sus manos, contratarían al mejor navegante de la época para dirigir


la expedición.

Particularmente, yo me inclino más por esta segunda


posibilidad dada la manía que siempre han tenido tanto romanos
como romanizados, de contar las cosas al revés de cómo suceden.

De una u otra manera, la epopeya se ha perdido para


siempre, o, se encuentra en el archivo Vaticano rehén e inaccesible.

La Atlántida, o epopeya de Atlán, contaba, según los últimos


pitagóricos operativos (como Sócrates), que del otro lado del gran
río okéanos existía un inmenso continente llamado Atlán16 poblado
por las gentes más cultivadas del planeta (enorme herejía en
cualquier época), gentes diestras en el manejo del arco y capaces
de las más admirables maravillas arquitectónicas, artesanales y
científicas (ahí es nada), que no tenían rival en navegación y en las
artes comerciales en una época en que Grecia era percibida como la
primera potencia militar y naval. De ser cierto todo esto, esta
epopeya hubiera sido la peor herejía posible.

Debió haber mucha gente hermética que comprendiera las


peligrosas afirmaciones de la epopeya, un dorado al otro lado de un

16
Atlán, denominación original de lo que hoy es América, continente que
da lugar a la leyenda atlántica presuntamente homérica y desaparecida
“La Atlántida”. También da origen al gen léxico “tlan” que significa “tierra”
en el idioma náhuatl. En idiomas germánicos se dice “land”, y en lenguas
romances “lan”, parentesco fonético que delata una conexión
intercontinental premicénica (segundo milenio a.C.). Existen mucho otros
genes léxicos similares, por ejemplo “teo”, que significa lo mismo (dios) a
ambos lados del Atlántico, y que es de necios atribuir a la casualidad.

161
Carlos Caballero

río grande, ya que Pitágoras (literalmente, el círculo de pi o ptah)


fue prohibido en Grecia, y sus miembros esparcidos o eliminados (lo
que recuerda un poquito al mito de Osiris).

A quién no le hubiera gustado leerla, o verla representada,


pero a estas alturas sabrás que hay indicios que permiten
reconstruir lo consumido en las piras de la intolerancia.

Los atlánticos (no me gusta nada la palabra atlante por las


delirantes connotaciones que soporta), adoraban al Sol. Lo
concebían como el principal agente vivificador en el cosmos,
interventor en todos los procesos bioquímicos y símbolo de la sabia
humana o sabiduría, símbolo del conocimiento, lo mismo que en
Egipto. E igual que en Egipto eran concebidas el resto de fuerzas o
agentes totémicos visibles e invisibles de la Naturaleza (Phisis), y
percibidos como fenómenos trascendentales dignos de la mayor
observancia por precaución y respeto.

A estos fenómenos o sinergias se refiere el vulgar occidental


actual como “dioses”, pero eso es una grosería, una generalización
absurda y peregrina que satisface al lenguaje, pero no a la realidad.

A ambos lados del Atlántico había una concepción digamos,


cabalística, de la existencia. Todo era sagrado y se podía abordar
desde muchos aspectos. Eso no implica que se pudieran catalogar a
los pueblos antiguos de politeístas o panteístas, con respecto a los
modernos y avanzados monoteístas. Esto significa no comprender
nada. Significa nihilismo y egomanía.

Los antiguos escribían “la esencia del cocodrilo” y nosotros


leemos el “dios cocodrilo”, o peor, el diabólico Sekmet. Escribían “la

162
El Evangelio de Hermes

esencia del sol” y nosotros leemos el “dios sol”, o peor, Ra, la cosa
esa. Y así con todos los aspectos de la naturaleza, pero decir
“politeísmo” es no saber leer, manifestar ignorancia. Y la palabra
“politeísmo” es la más amable que manejan los que se dicen
monoteístas, pues siempre han preferido decir, paganismo,
idolatría, satanismo, herejía o “a la hoguera, qué demonios”.

Los antiguos de ambos lados del atlántico también


encontraban la esencia del Todo, del Uno cabalístico, el concepto
universal de dios, o lo que es lo mismo, el propio Universo, es decir
el poder creador más la creación, el continente más el contenido, la
esencia más la sustancia, las ideas más las formas, expresado de
forma sencilla como Kosmos en Grecia, o como Atón en Egipto.

Tanto los atlánticos como los egipcios, consideraban luz al


conocimiento, y guardaban los datos más selectos, los elegidos para
perdurar en el tiempo, en planchas de oro, el metal de la luz, el
metal del Sol. Áureo significaba resplandeciente e incorruptible, y
este sagrado metal era considerado parte del sol, trocitos del
propio Sol que habían caído a la Tierra y se habían enfriado en ella.

Desgraciadamente, las excelentes cualidades de este metal,


lo convirtieron en el más codiciado por los pueblos greco-latinos, y
muy pronto en la incipiente historia de Europa pasó de ser el metal
sagrado al más vil de los metales, justo cuando lo convirtieron en
monedas. Por el contrario, en Atlán siguió siendo sagrado tres
milenios más, hasta la llegada de los romanos de Hispania en 1492.

Afortunadamente la epopeya de Atlán perduró encriptada


herméticamente, oficialmente desaparecida, hasta entonces. Nadie

163
Carlos Caballero

en Roma ni en mamá Grecia sabía cómo llegar allá, y si lo sabían,


creían que Neptuno o Poseidón les impediría el paso. Fíjate, que hay
veces en que es bueno un poco de fe…

Desde los tiempos de Hatshepsut, pocos navegantes habían


intentado alcanzar las costas del continente del sol. En Grecia se
consideraba una locura siquiera intentarlo, Atlán se consideraba un
continente perdido porque Odiseo había llegado muy rápido por la
ruta ecuatorial hacia las Guayanas, y luego regresó por la Florida
también casi sin usar las velas, gracias a la corriente del Labrador.

En aquel tiempo se medían las distancias en “días”, por lo


que la distancia que describieron los que habían atravesado el
Atlántico por la corriente de las Guayanas podía ser la décima parte
de la que podría durar atravesando en línea recta desde Portugal.
Este pequeño detalle ocasionó que se pensara que el continente
había desaparecido sin más, y luego ya se añadiría lo de siempre,
que fue la ira de dios por la conducta pecaminosa de sus habitantes,
como en Sodoma y Gomorra.

Pero los intentos posteriores a Odiseo, por parte de los


griegos, de cruzar el Atlántico fueron por el trópico, por la ruta de
Cristóbal Colombo, y lógicamente, fueron fracasados. Los locos
navegantes que lo intentaron perecieron de inanición por ausencia
de corrientes y de viento, y cuando sus naves eran encontradas por
otro barcos, o llegaban a alguna lejana orilla cargadas de cadáveres
después de un largo periodo a la deriva, quedaban decoradas con el
tenebroso aspecto que deja el paso del tiempo en alta mar.

164
El Evangelio de Hermes

Estas naves fantasmales fueron descritas minuciosamente


por todos los viajeros, alimentando la imaginación de los cronistas y
generando leyendas de espantosas aventuras y monstruos marinos
que han venido perturbando la imaginación de los marinos hasta
nuestros días. Por ejemplo, el cadáver de un capitán atado a un
mástil, probablemente, por causa de un motín originado por
persistir en la ruta a pesar de resultar asesina para la tripulación,
seguramente daría lugar, de alguna manera, al episodio de las
sirenas tan bellamente narrado en la Odisea de Homero.

Otra cosa muy distinta era el caso de los fenicios, los pieles
rojas del sur y del éste del Mediterráneo. Ellos conocían bien la
“ruta de Atlán, y compartían ese conocimiento con los pueblos
eslavos, dado que era en sus costas donde terminaba la travesía
ultramarina y comenzaba otra menos arriesgada, la de cabotaje, es
decir, la navegación sin perder de vista la costa. Prueba de ello son
la factura de los barcos vikingos, que, 2.000 años después de la
diosa Hatshepsut (dinastía egipcia XVIII), aún seguía siendo
insoportablemente parecida, a la de los egipcios, sirios y cananeos.

Otra prueba, que los historiadores consideran igualmente


“casual”, es la denominación del Mar Rojo. Este mar no estuvo rojo
por infestación de algas (como se ha dicho) o porque de alguna
manera había que llamarlo, sino porque a él no llegaron hititas,
griegos, ni romanos, sino que fue en exclusiva, de los “rojos” por
antonomasia, los finiki o fenicios.

Al contrario que los del norte mediterráneo, los fenicios sí


mantenían una relación más o menos constante con los atlánticos.
Los viajes no tenían el carácter lucrativo que tenía la ruta de la India

165
Carlos Caballero

por el Mar Rojo, eran viajes diplomáticos y de intercambio cultural,


simbólicos y de respeto. Por ejemplo, el arte mesoamericano y el
egipcio de finales del segundo milenio anterior al hecho cristiano,
así como la cosmología, eran los mismos, sólo diferían en el estilo y
la nomenclatura, y con numerosas coincidencias excepcionales,
solamente explicables por este tipo de viajes transatlánticos.

Estos viajes también, y como es lógico, eran mucho más


espaciados que los de cabotaje, por las dificultades y el riesgo de
adentrarse tanto tiempo en mar abierto. Cuando no se tragaban a
los barcos los huracanes o las gélidas tormentas del viaje de vuelta,
un inesperado arrecife o un calamar gigante que los confundía con
un cachalote, hacían fracasar las ambiciosas empresas. Pero
merecía la pena intentarlo porque eso era ganar una batalla a los
elementos que otorgaba la gloria y el respeto de los pueblos, tanto
para los marinos como para la nación17 que los había enviado.

A pesar del elevado índice de fracasos, eran éstos, los


fenicios, los únicos conocedores de las rutas factibles, y los únicos
capaces de aventurarse con alguna garantía más allá de las

17
Entiéndase por nación a cada gnomo, distrito o estado independiente y
federado con sede en una comarca y capital en una ciudad fortificada. El
lector debe entender que, por ejemplo, no existía Grecia, sino Atenas,
Esparta, Micenas, etc. cada uno de ellos independiente y con su propio
carácter, aunque fueran aliados en muchos aspectos como en lo que es
hoy una federación. Así, cuando hablemos de Egipto, Siria y Canaán hay
que entenderlo como la federación de ciudades en los territorios que hoy
se conocen como tales. También repetiré a lo largo del texto la palabra
“Fenicia” para referirme a la federación anterior, y no para la estrecha
franja del Líbano, que la cultura greco-latina nos obliga a considerar.

166
El Evangelio de Hermes

columnas de Heracles18 tanto en el segundo milenio a. C como en


los tiempos del gran maestro Ieshú.

A mí me consta, que nunca a lo largo de la historia habían


abandonado los pieles rojas del Mediterráneo las rutas comerciales
atlánticas, pero en la mayor parte de las épocas éste era un
conocimiento totalmente esotérico, hermético, por razones de
fuerza mayor, tenían muchos intereses y alianzas con los atlánticos,
y como todos conocían la insaciable voracidad de los griegos,
romanos y turcos, convenía mantener en el más profundo de los
secretos la existencia de Atlán y las rutas para llegar a ella, el
continente femenino.

Mientras el imperio micénico, el hitita, el helénico o el


romano no pusieran un pie en Atlán, aquella tierra hermosa y
virgen seguiría siendo el paraíso en el que reencarnar después de la
muerte, el paraíso hoy olvidado, donde Isis (la suave lluvia y las
corrientes sinuosas) y Osiris (los verdes y frondosos valles de la
floresta) permanecían allá siempre haciendo el amor.

Los atlánticos llamaban Quetzal-coatl (emplumada-serpiente)


a los hombres-dioses y mujeres-diosas que traían puntualmente
para la fiesta del fuego nuevo, las rojas naves de oriente.

La palabra “emplumada-serpiente” es un símbolo precioso de


la decoración específica de la dinastía egipcia XVIII. En todos los
emblemas en torno a esta dinastía y los pueblos simpatizantes,
aparece la serpiente de Egipto y el guajolote atlántico, una especie

18
Los cantares greco-latinos llamaban poéticamente “Columnas de
Herácles” al estrecho entre Ceuta (Marruecos) y Gibraltar (España).

167
Carlos Caballero

de buitre endémico de Atlán. Los encontramos juntos en el tocado


de Hatshepsut, y pintados en los frontispicios de los templos y las
tumbas de los egipcios de esta época, así como tallados en todas las
dimensiones a pesar de que los imperios antes citados pusieron
gran énfasis en eliminar todo recuerdo de estas gloriosas hazañas.

Así mismo, en Atlán encontramos serpientes talladas y


pintadas de múltiples formas y estilos, y plumas conmemorativas en
casi todas las culturas autóctonas, todas ellas haciendo alusión a
aquellas grandes gestas marinas. En Atlán, más que damnatio-
memoriae, lo que hubo fue una paulatina evolución hacia el olvido,
ya que a partir del siglo IV de la era cristiana no hubo ya más visitas
programadas de los pieles rojas del Mediterráneo (fenicios) al
continente atlántico. Como si ese continente hubiera desaparecido
tragado por el océano, de ahí el mito de la Atlántida. Tan sólo hay
registros de algún arribo esporádico de vikingos en las costas de El
Labrador y a lo sumo en La Florida, que, por cierto, no debieron ser
muy bien recibidos por los autóctonos.

En Europa fue, por tanto, como si el continente hubiera


desaparecido de la noche a la mañana porque en el lugar donde los
libros y las crónicas aseguraban que se encontraba tal continente,
no había más que agua y más agua, y de allí nadie volvía. Sin
embargo, en Atlán sí había percepción del continente que quedaba
al este del océano, pero la percepción que se tenía del mismo era
bien diferente. Percibían, por un lado, al dios egipcio-sirio-cananeo
(el imperio que yo denomino siempre fenicio o Gran Alianza) que
había interrumpido sus visitas para el fuego nuevo, y por otro lado,
al europeo del que ya conocían su avidez infinita por el oro y su
total falta de escrúpulos a la hora de obtenerlo.

168
El Evangelio de Hermes

Eran dos realidades completamente distintas, una era la del


contacto con los seres que les habían entregado la civilización
sedentaria enseñándolos a cultivar la tierra, dominar animales,
manejar metales, cocer el barro, abstraer las ideas en símbolos
jeroglíficos, y a levantar construcciones megalíticas. La otra realidad
era la de su propio apocalipsis, la llegada de los hombres barbados
que esclavizarían a las civilizaciones autóctonas, y que consumirían
todos los recursos de la tierra hasta dejarla como el norte de África,
arrasada de forma irreversible. Profecía que se está cumpliendo al
pie de la letra.

Los griegos, que conocieron en el vientre de sus negras naves


las profundas heridas del tridente de Poseidón (léase arrecifes y
escollos de coral), desistieron de cualquier intento de alcanzar ese
continente perdido, pues insistían en avanzar hacia el oeste una vez
que habían dejado atrás las murallas de Hércules. Esto les conducía
a un enorme océano donde no había corrientes ni apenas viento
que alimentara a las velas. En esas condiciones, las mismas que
experimentó Cristóbal o’ Colombo19 en el primero de sus viajes a
Atlán, lo lógico era el fracaso.

Llegaron a llamarlo el continente de los muertos, el Tártaro, y


llamaron tartesios a los del Guadalquivir por ser éste el último
puerto conocido antes de adentrarse en mar abierto. Pero en
aquella dirección todo moría, incluso el Sol cada día. Hasta los

19
El nombre verdadero del descubridor de Atlán para los europeos no era
Cristóbal Colón, sino un mensajero portugués afincado en Génova al que
llamaban “O Colombo”, literalmente, “el palomo”, parece ser que por la
rapidez y la audacia con que cruzaba el Mediterráneo de punta a punta, y
el tino que mostraba para alcanzar cualquiera de sus puertos.

169
Carlos Caballero

egipcios sabían esto muy bien, el atlántico era un gran cementerio


de naves y marinos suyos. Ellos sabían que había que hacer varias
escalas en las islas del sur antes de virar las velas rumbo al oeste. Ya
se lo habían advertido, pero la tozudez europea y la creencia en que
el camino más corto entre dos puntos es la recta, llevó a sucumbir a
todos los aventureros desde el siglo IV al XV en que el “palomo de
cristo20”, llegó a las Antillas exhausto y de puñetera casualidad.

En definitiva, no era Atlán el mayor objeto del deseo de los


griegos criollos, los que la biblia llama “filisteos”, ni mucho menos el
de los imperiales romanos del año cero.

Sobre los fenicios capturados en posesión de oro de extraña


procedencia, se obtuvieron dos teorías a base de hacerlos picadillo
a la plancha como método de interrogatorio: la de que Atlán no se
había hundido y que estaba tan tranquilo donde indicaban en el
mapa sus dedos ensangrentados, y la teoría de que el oro lo habían
transformado alquímicamente a partir de algún metal innoble como
pudiera ser el plomo. Esta segunda teoría es obra de unos pocos
torturados tan tenaces en guardar el secreto de Atlán, que hubieran

20
Tampoco se conoce su nombre de pila pues Cristóbal fue el cristianísimo
nombre con el que la reina Isabel, La Católica, lo rebautizó para el
descubrimiento, todo tenía que verse muy sacrosanto, en alegoría al
“palomo de Noé” que alcanzó la tierra nueva cuando viajaban a la deriva
después del diluvio. Dicho sea de paso, la descabellada idea de cruzar el
atlántico en busca del “dorado” fue idea de Isabel y no del marino. La reina
católica tuvo mucho trabajo para convencer al Palomo de aventurarse a
las aguas de las que nadie volvía, y no al revés, como la historia oficial nos
obliga a creer. Además, sabían muy bien que por ahí no se iba a la India
sino al lugar donde había ido a parar el “arca de la alianza fenicia” y todo el
oro que hititas, micénicos, romanos y cruzados no lograron encontrar.

170
El Evangelio de Hermes

sido capaces de inventar la física cuántica para parar la tortura, o de


decir que se lo habían sacado del culo, de no ser porque del culo les
solían colgar sus propias tripas arrancadas.

La alquimia es un asunto de muchas y muy variadas facetas.


De todas ellas no hablaré porque es un tema demasiado trillado,
pero hay una que hablando de torturas me ha venido a la mente,
que te contaré, amigo lector, para que te hagas una idea del
cristianísimo trato que recibían algunos judíos brujos, acusados de
alquimistas por la santa inquisición que, lejos de querer depurar a la
cristiandad lo que quería era saber de dónde salía todo el oro aquel
del que no tenían constancia. El proceso era básicamente:

1.- Acusar a un judío prestamista de alquimista.

2.- Encerrarlo a él y a su familia, y requisar todos sus bienes.

3.- Entrevistarlos para que justificaran la procedencia de los


mismos, y de todo ese oro que prestaban incuso a reyes. No era
natural que un judío tuviera más oro que un noble o un rey, y sólo
la hechicería y la alquimia podían explicar su procedencia.

4.- Se los torturaba para obtener respuestas satisfactorias, o


bien, para probar las acusaciones.

5.- Se los quemaba para que ascendieran al cielo.

Como norma general se hurgaba en todos los orificios y


recovecos de los reos, en busca del ser maligno que se había
apoderado de sus cuerpos. En los casos de alquimia, como se
conocía de oídas el tema de la transmutación sexual, se tomaba a

171
Carlos Caballero

los reos, se los sometía a tratamiento sexual hasta la extenuación,


tratamiento al que se apuntaban todos, los monjes los primeros al
tratarse que hacerlo por Cristo, y cuando, tras incontables
violaciones el reo o la rea perdían la consciencia, se les hacía ingerir
plomo derretido con la esperanza de que lo cagasen en forma de
oro. Cuando el resultado era negativo por inactividad de la víctima,
se extraían las vísceras para apreciar si había habido cambios en el
plomo ingerido. Luego se los quemaba, si les quedaba algo de
aliento era muy espectacular. Las vísceras se echaban a un ladito,
que no se perdieran de vista, por si entre las cenizas, con eso del
calor, aparecía el ansiado oro alquímico21.

Contra todo pronóstico, muchas de esas autopsias tenían


resultados positivos, y aparecía ese “oro” entre las heces y los
intestinos de las víctimas, un oro que justificaba todo el proceso y
que daba la razón tanto a la santa acusación como al santo juez.

21
Hay infinidad de opiniones con respecto al llamado “oro alquímico”, y es
un tema de gran controversia esotérica que se presta mucho a la
charlatanería, pero yo como eslabón hermético no tengo reparo en
afirmar que se trata única y exclusivamente del “oro del conocimiento”,
algo que brilla en su máximo esplendor tras refinamientos sucesivos de
estudio y praxis. La transmutación se produce en el ser humano desde que
inicia sus estudios primarios y su carrera científica hasta que ilumina la
curiosidad de muchos otros tras haber adquirido algún grado de sabiduría.
Muchos afirman que la alquimia tiene que ver con lo sexual pero, aparte
de que después de una buena sesión se sexo y una ducha uno sale
renovado y reluciente, yo no he sabido encontrarle al sexo ningún tipo de
transmutación. Naturalmente, puedo estar errado, pero para salir de
dudas hace falta una hembra que quiera cabalgar las horas. Eso también
es oro, una joya exquisita diría yo, que tampoco he tenido el lujo y la dicha
de encontrar.

172
El Evangelio de Hermes

Como es natural, la aparición de oro en el interior de las


víctimas no se debía a la alquimia, sino al ingerir el acusado, cuando
lo iban a capturar, todas las joyas que fuera posible con la
esperanza de salvarlas en el raro caso de salvarse ellos mismos. De
hecho, las monedas son arquetipos con la forma y el tamaño
adecuados para ser ingeridas.

Con este tipo de interrogatorios, los Reyes Católicos de


España, en el siglo XV, además de fortalecer las arcas mediante un
genocidio al que llamaron “expulsión” de judíos y jesuitas, lograron
averiguar la ruta de Atlán o ruta natural del oro, aunque como eran
muy listos y era urgente sanear el tesoro después de tanto golpe de
estado y tanta refriega, decidieron hacerla en línea recta en lugar
de ir cabotando el norte de África, y rellenar las bodegas en las Islas
Canarias o las de Cabo Verde antes del gran salto del atlántico.
Arrogancia que no les costó la apuesta y la vida, de “milagro”.

Desgraciadamente, este tipo de interrogatorios bestiales no


es de factura medieval únicamente, sino que era una técnica
netamente grecolatina que se pierde en el origen de los tiempos, y
que se encontraba plenamente vigente en el cambio de era que
tuvo lugar con el cristianismo.

173
Carlos Caballero

174
El Evangelio de Hermes

13.- El mito del “dorado”, con sabor oriental

El continente africano era, a los ojos del imperio romano, la


gran oportunidad de vivir el sueño africano, la tierra de las
oportunidades sin límites, tan sólo había que arrancar los tesoros a
a los incivilizables pieles rojas y a sus muertos, igual que se sentía
después en América. Que había que llamarla América porque si la
llamaban Colombia se podría desenmascarar el plan del “Palomo”
de la Católica, y si se seguía llamando Atlán podrían los “moros” tal
vez reclamarla si guardaban alguna copia de la “Atlántida”, o quién
sabe que otros manuscritos diabólicos. El caso es que, por más que
micénicos, hititas y romanos, hubieran expoliado bibliotecas,
sepulcros y cualquier tipo de monumento ornamentado con
trocitos del Sol, el incorruptible metal parecía no acabarse nunca.

Tras varias experiencias de faraones derrocados por la


ambición del norte, y el trono usurpado por extranjeros impostores,
cada vez más extensas, prolongadas y sanguinarias estas invasiones,
llamadas conquistas por los que les gusta eso de robar mujeres, y
creen que eso es seducir, aun así, en el año cero parecía muy lejos
de terminarse la acumulación aurífera de nueve milenios de
generación de conocimiento, y de adoración solar.

175
Carlos Caballero

Los egipcios, sirios y cananeos ya no hacían ostensible este


tesoro, ni se fabricaban ya herramientas o armas de oro, y también
es cierto que la mayor parte de los sepulcros de la nobleza se
habilitaban en lugares escondidos, y los de la antigüedad que no
habían sido aún expoliados se habían trasladado a escondrijos
verdaderamente sofisticados, pero sólo había que exprimir un poco
a los pieles rojas, y de eso entendían de sobra los romanos, para dar
con lo que para los legionarios del césar era la remuneración de su
esfuerzo por sobrevivir extendiendo la civilización bajo las órdenes
del imperio.

África era la fuente de financiación de las orgías de sangre


romanas, porque para eso era el fruto del saqueo, para financiar
nuevas invasiones. No había forma de vencer a Roma, si no era
agotando tus propios recursos para que pusiera sus garras en otra
víctima. La tradición expoliadora del norte se concretaba en la
propaganda, en la idea de que si levantabas una piedra entre el Nilo
y el Tigris, tenías grandes posibilidades de encontrarte a un dios de
oro y piedras preciosas, una especie de leyenda del “El Dorado”
pero con acento oriental, y con un carácter criminal exponencial,
porque a la tercera piedra que levantaban sin éxito, daban paso a
los expeditos e inquisitivos interrogatorios.

No era fácil, ciertamente, dar con el sepulcro de algún


hombre-dios en una región tantas veces triturada y tamizada por la
masacre, la profanación y el expolio, pero esa era la propaganda, la
creencia y el marco de una fiebre del oro milenaria.

176
El Evangelio de Hermes

Tal como ocurre en nuestros días de crisis global que precede


a la llegada de un avatar 22 (nosotros también necesitamos un
mese), no salían las cuentas. Existía una larga lista de faraones
oficial, y otra lista de sepulcros bastante diferente, y más escueta.
Faltaban sepulcros en esta tierra prolífica en dioses y diosas de oro.

La tradición más compartida en aquel tiempo era la de que


por algún lado el “mese” del éxodo, Moisés, habría escondido no
sólo las tablas que encontró por el desierto, sino también sus
propios huesos cubiertos de oro. Y, si por el desierto había tablas de
oro con extraños signos cuneiformes, procedentes de cientos de
otros “mese” antepasados, como aseguraban los cronistas de la
época, oriente se había convertido en una lotería de prosperidad
para los cazadores de fortunas latinos y legionarios de toda Europa.

De hecho, la situación era muy similar a la de los micénicos


de diez y seis siglos antes, o la de los ptolomeos23 que la restauraron

22
La crisis global no se soluciona con inyecciones del fondo monetario
internacional, ni con guerras, ni siquiera aunque cambiemos nuestras
conciencias. Si no viene pronto un avatar que ponga todo patas arriba y re-
ligue al ser humano con sus necesidades actuales de viabilidad, podemos
darnos por extinguidos. Esto, además de estar profetizado en todos los
libros sagrados desde la Biblia hasta las Clavículas de Salomón, hoy está
más que claro. Ahí vamos las mentes del planeta que nos creemos
privilegiadas peleando por un coche nuevo, una casa más grande, o una
conquista más en nuestra cuenta de flirteos e intentos de procreación,
respirando e ingiriendo dignamente nuestros propios excrementos.
23
Ptolomeos, es una de las últimas dinastías consideradas egipcias, pero
embutidas en el pensamiento griego, y formada por faraones griegos,
digamos, criollos. Por poner un ejemplo, era algo similar a la política actual
de México impregnada de tintes hispánicos, con respecto a las anteriores
de varios milenios desde los aztecas hacia atrás hasta los olmecas.

177
Carlos Caballero

posteriormente. El idioma era distinto. El griego de las epopeyas ya


no lo entendían ni los propios griegos, y el demótico de los nativos
egipcios llevaba muerto más de mil años, pero las piedras hablaban.

El pensamiento del legionario de Roma ante la leyenda de “el


dorado oriental”, consistía en arrebatar como fuera a unos brutos
“ber-ber”, o bárbaros, todo ese ajuar de oro que no le sabían dar el
inmenso valor monetario que en Roma podía dársele. De qué valían
unas simples tablillas de oro, que formaban libros y bibliotecas
enteras que nadie entendía. El oro como vehículo del tiempo, qué
falacia, como guardián de un texto que ya nadie sabía leer, un
conocimiento que ya nadie podría usar, y a veces ni eso, esos rudos
pieles rojas del Nilo incluso habían hecho tejas con el metal de las
finanzas, habían revestido pirámides con oro ¿podía haber algo más
irracional en ese mundo romano?

Así, los tesoros de África eran percibidos como sin dueño, o


como del que se los apropiara a todos los efectos, antes incluso de
haber dado con ellos, y de arrancárselos a poblados extenuados por
repetidas inquisiciones y matanzas.

El expolio de sepulcros era interpretado como un rescate por


los legionarios de Roma, y una obligación para el beneficio del
emperador y de la civilización en general. En pocos siglos, cuando el
imperio cambió de nombre, el expolio pasó a llamarse guerra santa,
y en los sepulcros egipcios, sirios y cananeos se encontraban dos
tipos de premios, las reliquias que debían pertenecer a la
cristiandad, o bien, un refugio de esenios, los herejes que todavía se
instruían leyendo los murales de los sepulcros como vía de

178
El Evangelio de Hermes

iniciación, siendo los últimos testigos vivos del destino del último
mese, y capaces de desmentir el juego sucio de la Iglesia de Roma.

La mecánica del imperio seguiría siendo reclutar en el norte


para el expolio del sur. Esa fue la gran tónica de Roma, ya fuera
como monarquía, como república, como imperio, o como la iglesia.

Removieron los huesos de los dioses y las diosas por enésima


vez, pero aún había un hueso que ni Roma, ni Micenas, ni Hatti, ni
Esparta, habían logrado encontrar, ni mucho menos roer. Este
hueso estaba por venir, era una leyenda, la leyenda de los “mese”
que seguía viva, y que seguía desafiando desde el oriente con un
enorme ejército de elefantes, caballeros y arqueros dispuestos a
devolver a la Tierra la justicia universal de los dioses, la Maat.

Con cada nuevo faraón o faraona se reiniciaba la cuenta de


los años. Y a los romanos del primer emperador les inquietaba que
sus huéspedes sureños escribieran en sus cartas interceptadas “año
0, 1, 2… de Ieshú mese y sumo sacerdote del sanedrín”. Les
preocupaba y con razón, allí el único ungido y sumo pontífice era el
emperador, ese era el significado del título que se habían acabado
de inventar. Y la preocupación seguía plenamente vigente tres
siglos después cuando las cartas se seguían firmando con el ya
tedioso “año 300, 301, 302… de Ieshú mese y sumo sacerdote del
sanedrín”. ¿Qué pretendían esos chiflados del Hebrón hacer creer
con eso, que seguía vivo ese insufrible judío?

Mientras eso ocurría, unos monjes coptos de Serapis recibían


el encargo de reescribir las leyendas del mese en forma de parodia.
Roma quería un texto con todos los ingredientes de los textos

179
Carlos Caballero

judíos pero en clave de humor para divertir al pueblo romano en los


circos, como preludio de la orgía de sangre esenia en las fauces de
los leones, esenia o de cualquier otra de las tribus beligerantes.

Este texto, después de cosechar grandes éxitos por todos los


circos y anfiteatros, sería declarado por el primer concilio de Nicea
del año 325, evangelio único canónico de la Iglesia Romana Católica
y Apostólica. El hecho de que sean cuatro los evangelios canónicos
se debe a la misma fotocopiadora copta de la época, cosas del
derecho romano que, para otorgar credibilidad a las pruebas, Roma
prefiere la cantidad a la calidad.

Por eso es que siempre que tenemos que homologar algún


documento en las oficinas de recaudación o del registro del actual
imperio del capitalismo, nos exigen que presentemos “original” y
fotocopias por triplicado. Y es que el derecho romano sigue
plenamente vigente.

Si yo llevo a un juicio varios testigos que mientan con cariño,


me darán la razón por muy bellaco que yo sea. Así sucedió en Nicea,
presentaron 4 evangelios coincidentes en lo básico, frente al
Evangelio María, y obviamente, ya sabemos el resto ¿a quién le iban
a dar la razón?

Lo peor es, que además de la canonización de un esperpento,


se declararon herejes al de María y a los que lo defendían, y ya
sabemos todos el tratamiento penitenciario que se destinaba para
este tipo de delitos.

Más el ave fénix, el ¡salve, fénix!, por más que quieran


flamearlo, siempre resurge de sus cenizas cada vez más fuerte. Hay

180
El Evangelio de Hermes

algo que tiene más poder que el fuego, se llama inspiración,


inspiración divina, si quieres. Y las pruebas que se quemaron ayer,
hoy vuelven entre las capas de los sedimentos de los yacimientos
que su majestad el dinero no ha podido corromper.

181
Carlos Caballero

182
El Evangelio de Hermes

14.- La bella leyenda mesiánica y la bestia micénica

En la memoria de los hijos de Eneas que es como se conoce


poéticamente a los ciudadanos romanos, aún perduraban los ecos
de la epopeya (o historieta de viñetas, según se mire), de Heracles,
el héroe semi-dios que 17 siglos antes había fundado una de las
primeras dinastías egipcias hicsas (o extranjeras), la dinastía XV.

El mayor héroe grecolatino de todos los tiempos, Heracles, o


Hércules, tirano de Menfis y autoproclamado faraón, era también
un parricida sin escrúpulos y uno de los peores genocidas conocidos
hasta el siglo XX. De biografía espantosa, fue el primero de dicha
dinastía en sentarse en el trono de Menfis, ciudad que en su honor
los helénicos rebautizaron como Heracleópolis (hoy El Cairo), quiso
vestirse con la indumentaria faraónica24 y mandar tallar su singular
ajuar en oro, granito rosa y mármol, como los más grandes.

24
Para que te hagas una idea, esta indumentaria se parece mucho a
la de los papas y obispos actuales, aunque la corona era maciza y en el
pecho llevaba también varios collares de cuentas de rubí, jade, turquesa,
lapislázuli, etc. en los que también se han inspirado los rosarios cristianos.
Por su aspecto Heracles hubiera sido el primer papa de no ser porque fue
padecido 17 siglos antes del hecho cristiano.

183
Carlos Caballero

Pero pronto el héroe se aburriría de ejecutar a súbditos


indefensos con su nuevo y dorado báculo, pues siempre es más
gratificante para un psicópata, hacerlo personalmente espada en
mano. También se cansaría de sacar su melenuda cabeza de la mitra
o corona faraónica (también llamada así en la cabeza de los papas
actuales, “mit + ra” denominación indiscutiblemente egipcia). Éste
era un tipo de sombrero diseñado para los dioses, es decir, para
cráneos voluminosos, y lógicamente le venía grande, se le caería
sobre los hombros sin tropezar con la nariz achatada de mil golpes.

Las cabezas de los dioses y de las diosas tradicionales eran


varias tallas más grandes que las de los homínidos vulgares (no me
preguntes porqué, eso daría para otro libro). De hecho, el volumen
craneal era síntoma de nobleza en todas las culturas contactadas o
emparentadas con los egipcios, por esta curiosa cualidad, y, a
ambos lados del Atlántico. Además, no tanto el volumen como la
forma, especialmente alargada de los cráneos de los hombres-
dioses y mujeres-diosas, que encajaba perfectamente con este tipo
de coronas, fue el responsable de que, en algunas culturas, llegara a
ser provocada artificialmente tal forma mediante prótesis, como
signo de parentesco con esos seres especiales ungidos y originales.

Esta curiosa y llamativa morfología craneal de las dinastías


autóctonas tanto de Fenicia la grande, como de Mesoamérica, no
tiene actualmente una explicación antropológica válida más allá de
una supuesta intervención extraterrestre. Y como la ciencia tiene
prohibido este tipo de supuestos, hay que reconocer humildemente
que no existe explicación antropológica para este tipo de cráneos.

184
El Evangelio de Hermes

La explicación exo-terrestre, que parece cada vez menos


descabellada popularmente y por expertos, viene avalada por todos
los escritos de la antigüedad, sagrados y profanos, donde podemos
encontrar infinitos casos de presencia alienígena o angélica,
abducción, e incluso, de intervención en asuntos humanos, por
parte de entidades extraterrestres que, lógicamente son descritas
con los elementos de la época, como carros de fuego, rayos o seres
de luz, estrellas que aterrizan y que son tripuladas, etc.

Pero no es asunto de este trabajo explicar la genealogía de


los hombres y mujeres dioses, sino de interpretar bajo la luz de la
ciencia, y con los ojos de la razón y la intuición, lo que le sucedió
específicamente a uno de ellos. Uno que es considerado avatar de
la humanidad, pero cuya realidad histórica no existe, o más bien, se
ha censurado muy duramente, motivo por el cual ha debido ser
guardada herméticamente, en favor de un personaje inventado, un
clon, que resulta ser, en muchos aspectos, su antítesis.

Volviendo al inquieto Heracles, en lugar de disfrutar del trono


de Menfis y ejercer su particular modo de entender la justicia,
condenando a diestro y siniestro con un báculo (idéntico al pastoral
de los obispos) en una mano, y sin soltar, con la otra, la mitra del
bajo Egipto, prefirió la acción y continuar el genocidio mediterráneo
hacia el oeste, preguntando dónde demonios estaba el continente
ese a donde se habían llevado los pieles rojas todo su oro.

Se debía sentir Heracles en su salsa, con los pies en tierra,


cortando cabezas y miembros, pero como marino, dejaba bastante
que desear. Secuestrando barcos fenicios, Heracles pudo llegar
bastante lejos, logrando traspasar los faros que a modo de

185
Carlos Caballero

columnas llevaron poéticamente su nombre durante milenios, en lo


que hoy se llama el Estrecho de Gibraltar. Y se pasó a saludar a
Poseidón, el dios marino de los tridentes que luego inspiraría la
imagen cristiana de Satán, el cual, encontró favorable permitirle
conocer a los atlánticos, y transformar la comprensión de su vida.

También logró volver, como se encontraba especificado para


los hombres-dioses y mujeres-diosas realizar este viaje al menos
una vez en la vida. De haber tenido Heracles un nombre de Neftis
(serpiente-guajolote en jeroglífico egipcio), éste habría llevado
doble pluma, o doble vela de barco, indicando viaje de ida y de
vuelta a Atlán. Aquí me van a tirar piedras los egiptólogos, esto
último es una suposición, que quede claro, y que no desprestigie el
resto de este trabajo.

Ya como un hombre iluminado y viejo, el mismo Poseidón lo


condujo por el bóreas suavemente de vuelta hasta el Tártaro (el
país en torno al Guadalquivir) en la península ibérica, donde los
tartesios lo reconocieron, y creyendo que iba a abastecer las
bodegas como lo hiciera en su viaje de ida, es decir, saqueando
poblaciones iberas, no contemplaron su reinserción, y lo saetaron
antes de servirlo como cena a los cangrejos a los pies del faro.

Ese faro, el del puerto fenicio de Gadir (Gibraltar, en Cádiz), y


el faro al otro lado del estrecho (en Ceuta), es donde se mezclan las
aguas del Atlántico y del Mediterráneo, fueron conocidos
mundialmente desde entonces como “Columnas de Heracles”, y
sirvieron durante milenios como frontera del mundo conocido para
los griegos y los latinos.

186
El Evangelio de Hermes

Por ironías del destino, aquel que dejó para los perros a los
cadáveres de cientos de miles de pieles rojas, cuando se arrepintió y
volvió dispuesto a meditar y a enseñar, más que a pelear en el otro
bando, él mismo tuvo la misma suerte con los carroñeros del mar.
Eso no lo debió contar Homero, o quizás por eso la epopeya
atlántica llamada “La Atlántida”, desaparecería para siempre.

En cada ciudad expoliada se encontraba, al cabo de los años,


una ciudad reconstruida y recordada con dos tipos de memoria, la
oficial que difundieron y que conocemos académicamente, y la que
nos dejaron los escribas herméticos en la piedra, el metal, papiros,
pergaminos y códices, y también en el aire de boca en boca, de
maestro a maestro.

Y cada puerto albergaba dos luces, la del faro de los


navegantes, y la de los mnemonautas que ven al tiempo sobre una
línea bidireccional transitable, en lugar del vulgar presente puntual
que constriñe a la mirada profana.

Desde que la historia es “A” o “B”, todos los que como yo


hemos alimentado a Hermes sentimos haber venido a la Tierra para
escarbar en sus más sórdidos secretos con la esperanza de algún día
poder relatarlos sin que nos rosticen por el camino.

Lo hemos hecho en jeroglífico, en demótico, en copto y en


árabe tan sólo en Egipto, y luego fue el griego antiguo el elegido
para describir la historia “B” hasta tiempos post-ptolemaicos, por
ser inicialmente lengua obligada, y luego, durante largo tiempo,
siendo el principal vehículo del pensamiento y de la ciencia, cuando
el latín se imponía a golpe de mallete y espada.

187
Carlos Caballero

Cuando escribíamos en griego ya no lo hacíamos en planchas


de oro porque este metal pasó de ser la más honorable nave del
tiempo, a motivo de genocidio, pasó de ser el metal sagrado, a ser
el más vil de los metales, en un salto evolutivo hacia atrás del que la
humanidad aún hoy sigue retrocediendo.

El papiro, el pergamino y el códice, una vez llenos de


garabatos ya no eran atractivos desde el punto de vista económico,
y se hicieron más viables, teóricamente, para la supervivencia
literaria, aunque en la práctica, el homo de la especie “a secas”, ha
sido siempre tan curioso y agradecido con los sabios, como para
utilizarlo de material combustible y como papel higiénico para
letrinas cómodamente asépticas, aun sin existir de por medio un
santo oficio eliminando confesiones de Satanás. Es muy fácil y
común atribuir la ausencia de libros que sabemos que existieron, a
la acción de la santa inquisición y a los incendios de magnas
bibliotecas, pero tengo la certeza de que la mayor parte del
conocimiento humano perdido ha desaparecido en partes iguales
debido a la negligencia, necedad y estupidez innata o adquirida del
ser humano. No sería muy trágico, novelesco o digno de guión
cinematográfico, el que una epopeya como la Atlántida, o una
biografía como el Evangelio Según la Esposa de Kristo, hubieran
desaparecido en el wáter de algún cabrero. Me darás la razón.

Quizás ese es el dolor melancólico que dio origen a la odisea


de mi búsqueda de la verdad por la vía oral de las “malas lenguas”,
la vía hermética y su eterna búsqueda de respaldo en legajos
indescifrables, escolios enigmáticos, y jirones de textos arrancados
de los menús de los gusanos. Pero ese dolor es de parto, es un dolor
de salud natural que avisa de la llegada de una vieja voz, una voz

188
El Evangelio de Hermes

hermética, por supuesto, que recobra el aliento del halcón, el vuelo


del ave fenicia que vuelve de entre las llamas. Y yo me sentiré feliz
como Ícaro, de haber volado hacia el Sol de un nuevo amanecer de
consciencia clara, sin esconderme entre versos ortodoxos y rodeos
metafóricos para oídos delicados y ojos de cuencas vacías.
Orgulloso de haber caído desde lo más alto, y de tener la certeza de
que volveremos cuantas veces haga falta hasta restaurar la Maat, o
la confianza de los dioses demiurgos en la viabilidad del ser humano
como especie emocionalmente inteligente.

Por la ambición surgida hacia este metal que se decía


arrancado o caído del Sol, desaparecieron las instituciones y los
pueblos más nobles de la Tierra, aunque no desaparecieron las
personas de una sensibilidad especial cuya sangre, bien mezclada
entre mil pueblos, o bien, amamantada de una cabra como el caso
de Leonardo da Vinci, produjo los ejemplares del espíritu más
elevado en cada época, capaces de reaparecer después de cada
razzia, templados por el fuego, y siempre más sabios.

33 siglos de readaptación de los supervivientes de la miríada


de aldeas, poblados y ciudades de todo el mundo masacrados por el
ansia del oro y el poder de su presencia, han forjado una especie
nueva de homo empaticus que por fin se está dando cuenta de que
puede revertir la tendencia capitalista y consumista que lleva al
inminente colapso de la biosfera.

Pero los hombres-dioses y las mujeres-diosas de la dinastía


egipcia XVII, una dinastía que se forjó entre la esclavitud y el
destierro debido a la invasión de una dinastía micénica (hicsa, que
en egipcio que significa “invasora”, y que es oficialmente la XV),

189
Carlos Caballero

lograron expulsar a los extranjeros y recuperar los tronos usurpados


poco a poco, primero en Egipto, y luego Canaán, Siria, Líbano,
Chipre, y el resto de regiones babilónicas desde el Golfo Pérsico
hasta el Éufrates, que son los territorios aproximados en que la
arqueología circunscribe el fenómeno mítico de la Gran Alianza de
civilizaciones o Alianza Sagrada.

Digo mítico porque una cosa es lo que describe el arte y la


evolución de las lenguas semíticas, y otro lo que cuentan algunos
textos a veces considerados injustamente apócrifos por apartarse
de la línea oficial de la historia. En este caso, el mito de la “Sagrada
Alianza”, se materializó en una fabulosa concentración de oro y
joyas capaz de sostener la maquinaria bélica más sólida y poderosa
que se había visto en el mundo en toda la historia. Este tesoro tiene
trazas de haber sido nómada y haber sido escondido varias veces,
con el objeto de hacer uso de él en caso de nuevas amenazas
procedentes del norte del Mediterráneo.

Paradójicamente, la presencia de este tesoro, o su leyenda,


lejos de atemorizar a las hordas europeas y contenerlas en otros
menesteres, causó un efecto llamada que ha perdurado
prácticamente hasta nuestros días con visitantes ambiciosos de la
talla de Napoleón o Hitler rebuscando entre los escombros nuevas
tumbas que expoliar para financiar, como siempre, nuevas
campañas militares. Actualmente, oriente anda nuevamente en
llamas y nuevamente por la ambición de potencias extranjeras que,
en este caso, han cambiado el oro metálico por el oro negro y el
gas, pero la masacre se sigue perpetuando por los siglos de los
siglos en esta misma región que fuera objeto del deseo de los
pueblos europeos del bronce, y origen de la civilización humana.

190
El Evangelio de Hermes

La nueva dinastía egipcia que logró expulsar a los “Apopi” o


“Apofis” (apodo que literalmente significaba en Egipto “execrable”
o “abominable”), ha sido clasificada como la dinastía XVIII, pero son
los descendientes directos de la dinastía clasificada como XVII, que
se había desarrollado en el exilio. Si se quieren conocer los detalles
del devenir de esta larga contienda de reconquista-sublevación hay
que refundir el libro del Éxodo con la epopeya de la Ilíada, y
tamizarlo luego bajo el filtro de la arqueología y el punto de vista
autóctono, ya que los textos citados describen los puntos de vista
cananeos y micénicos, respectivamente.

A mediados del siglo XVI a. C, comenzaba dicha reconquista


con una sublevación en la puerta oriental de Egipto, la ciudad de los
avaros (yo también soy un poco avaro, pero por otros motivos).

Avaris se había convertido en la capital del imperio micénico


(Grecia antigua) al Sur del Mediterráneo, el equivalente de
Alejandría para los helénicos pero 12 siglos antes, y simétricamente
en el lado opuesto del Nilo. Esta ciudad-fortaleza, se había
convertido en el puerto más multitudinario del momento, y en la
principal fábrica de los invasores.

Una fábrica, para los griegos micénicos, era un edificio


fortificado que servía de almacén de mercancías a la espera de ser
fletadas en barcos mercantes, generalmente hacia el norte, hacia el
mar Egeo. En el caso de Avaris, se trataba de una fábrica muy
especial, una fábrica de oro y joyas. En Avaris se acumulaban las
riquezas expoliadas a lo largo del Nilo. Las connotaciones actuales
que tiene la palabra “avaro” se deben a la propaganda micénica que
difundieron por el mundo cuando un buen día, en que volvían de

191
Carlos Caballero

expoliar en Tebas, se encontraron con que los esclavos que


mantenían en la ciudad trabajando en la construcción de templos
en honor a ellos mismos, los estaban recibiendo con flechas.

La rabieta fue tan monumental que convocaron a todos sus


aliados y se montó allí la de Troya.

La dinastía legítima en el exilio, la XVII, se desarrollaba


paralelamente en torno al río Jordán, y acaudillaba fuerzas de
resistencia en torno al Hermón, pues por allí también habían
pasado los micénicos y habían hecho lo propio. Cuando llegó hasta
allí la noticia de la sublevación de Avaris, despertó la leyenda del
“mese” en la piel de un niño llamado Ah-mese, que era el nieto del
arquitecto de los esclavos, el depuesto faraón Tao I, y padre de un
hito en el arte de la guerra como fue Tao II, recordado incluso en el
Indo ni más ni menos que con el nombre de Shiva. El tesoro en
litigio era la fábrica de Avaris, lo que sería después el tesoro del arca
perdida o Arca de la Alianza.

Como ves, la historia puede ser infinitamente más sencilla y


obvia de lo que nos han contado, pero el historiador oficial detesta
las soluciones simples por su condición de especialista. A menudo la
solución simple es la que mejor se ajusta a los indicios y a los
registros, pero ésta sólo aparece bajo una perspectiva transversal,
que es justo lo contrario de cualquier visión en profundidad o
especialista. No es que los especialistas sean tontos, faltaría más,
sin el minucioso trabajo de campo de los historiadores y los
arqueólogos no habría panorámica transversal posible, además
tienen todo mi reconocimiento, consideración y respeto porque el
trabajo de lupa y pincel es mucho más difícil y meticuloso que la

192
El Evangelio de Hermes

observación en la distancia sin mancharse las manos, sobre todo en


esta época actual en que todo está interconectado en la gran red.

Por otra parte, es totalmente natural la confusión dado que


un hecho observado desde distintos frentes, distintas épocas, y
narrado desde distintas lenguas y distintas culturas, lo más lógico es
que parezca varios hechos distintos e inconexos.

Pero volvamos a los cachorros del mese creciendo en alguna


parte entre los picos del Hermón y los Himalayas, aglutinando
huestes dispersas o tribus, conscientes de que ha nacido para darlo
todo y vengar a sus ancestros recuperando para ellos la tierra del
León (Ilión, Ilíada) de Guiza, y el resto de la tierra, para la
restauración de la justicia, la civilización y los verdes pastos de
Osiris. La joven pareja de niños dioses Ka-mese y Ah-mese
cambiarían el curso de la evolución humana con sus gestas, uno
desde Avaris y el otro desde el exterior, culminando la madre de
todas las epopeyas, pero sólo fueron la resurrección de otras gestas
similares anteriores como la del siglo XXXI a. C., y también otras
posteriores, como la del mese Ieshú a la que trataré de acercarme
humildemente a través de la presente recopilación de cantares
apócrifos, coplas sagradas y referencias arqueológicas, que me ha
dado por llamar evangelio en respeto a los devotos de esta figura.

La diferencia entre el episodio de Avaris y el de Jerusalén


estriba en que en el primero se produjo la mayor matanza de seres
humanos en todo el registro arqueológico e histórico, y que en la
segunda estuvo a punto de repetirse con los romanos como telón
de fondo, en lugar de los micénicos, pero en este caso el mese se
ofrece en una justa sagrada como garantía personal para la

193
Carlos Caballero

convivencia entre grecorromanos y autóctonos, avalando un


compromiso de respeto entre ambas legislaciones y costumbres,
para evitar que se repitiera una masacre mutua como en el pasado.

Los detalles vendrán más adelante, de momento seguiremos


con Avaris repasando los antecedentes de la leyenda del mese o
mesías.

En Avaris se encontraba un enorme ejército de constructores


esclavos al servicio de los abominables (Apofis). Se trataba de los
supervivientes de incontables ciudades arrasadas a lo largo de toda
la costa mediterránea. El propósito inicial de semejante
concentración se debió a la necesidad de reforzar la fábrica con
unos inmensos muros inexpugnables, y torres defensivas capaces
de arruinar el mejor de los asedios.

Los Apopi estaban convencidos de que si aquellos pieles rojas


habían sido capaces de hacer esas colosales pirámides y templos, lo
que pedían debía ser realizado en un periquete, por lo que atribuían
los retrasos y las complicaciones a una supuesta insumisión de los
trabajadores, que reprimían de forma atroz. Avaris era un enorme
campo de concentración que a su lado los de los Nazis parecerían
de juguete. Sin embargo, con el paso del tiempo, los gobernantes
invasores se habían acomodado tanto a la vida de magnates del
crimen organizado, que pronto creyeron ser ellos mismos
venerables hombres-dioses, y se hicieron proclamar faraones por la
gracia de Theus.

El ego de estos señores, los Apopi según la historia, creció de


tal manera en varias generaciones de esclavos allí concentrados,

194
El Evangelio de Hermes

que no se acababan nunca por más que se los machacase, pues


siempre había nuevos aportes de esclavos desde las nuevas
poblaciones arrasadas que iban cayendo una a una
irremediablemente. Así, por más que terminaran una obra siempre
se les encargaba otra, y otra, aunque ya no de carácter defensivo,
sino tributario a su inmenso ego. Los Apopi querían aparecer en
templos dedicados a ellos mismos y al panteón micénico, y en tallas
colosales de sus propias figuras que pudieran verse desde las aristas
de la Tierra en los días claros, aunque tuvieron que conformarse
con los llamados “Colosos de Memnón” que ahora se encuentran
en Tebas por circunstancias ptolemaicas.

De Avaris, actualmente solo quedan cimientos pues aquellas


piedras bien labradas por los esclavos capturados desde el Nilo
hasta el Tigris, fueron objeto de veneración en muchos lugares por
los descendientes de los que pudieron regresar a sus casas después
de 40 años de picar piedra en Egipto. Ejemplos de ello tenemos en
Tebas en su más famoso templo, y en otras obras que se llevaron a
cabo en tiempos de Amón-Hotep I, un nostálgico de la reconquista,
y en muchos otros lugares insospechados como en Jerusalén en su
famoso muro de las lamentaciones. Teólogos a un lado, por favor
paleontólogos, tened la bondad de poneros manos a la obra a ver si
se puede desmentir esta leyenda.

Con todos los respetos infinitos a la ciudad de Jerusalén, la


mayor parte del templo llamado de Salomón se encuentra
actualmente en el templo de Karnak, apretando los labios entre las
muchas remodelaciones posteriores. En Jerusalén sólo hay parte de
un muro por motivos obvios del transporte, es decir, por el Nilo es

195
Carlos Caballero

posible trasladar obeliscos y columnas colosales como esas, pero


por tierra y con animales, aunque se trate de elefantes, hubieron de
conformarse con las piedras de sillería y ornamentales de discreta
envergadura, qué para mayor desgracia fueron desapareciendo con
el paso de los siglos y el persistente afán humano de dañar la
memoria ajena y engordar la propia.

Ejemplo de ello podemos verlo hoy en día en los yijadistas,


con qué odio pulverizan la arqueología milenaria de su tierra,
porque creen que Alá así lo quiere, y algún clérigo islamista les ha
dicho que sin las reliquias que atraen al turismo, ya no irán por allí
los odiosos extranjeros de las escrituras.

Tal vez, en otro trabajo posterior, la conciencia me otorgue la


dicha de desarrollar la leyenda del rey Salomón bajo el prisma
hermético. Salomón es otro de esos seres mitológicos que gozan del
crédito de gran número de seres humanos pero que la arqueología
no ha logrado localizar por una razón tan sencilla que parece
ridícula como la que acabamos de ver, simplemente que no ha sido
identificado con el faraón apropiado. Baste adelantar, por ahora,
que los patriarcas bíblicos tanto Salomón o Suleiman, como David
tienen su estrato arqueológico unos cuatro siglos antes de la
datación más aceptada según las cuentas hebreas. Los judíos son,
por lo general, estudiosos, analíticos y críticos, confío de corazón en
que tomarán este dato como un aporte científico y que no lo
considerarán una blasfemia.

El panorama que hemos descrito es el marco en el que se


desarrolló una leyenda, la leyenda del ms, mese, mosis, o mesías, el
“ungido”, el “venerado”, el gran salvador que durante más de mil

196
El Evangelio de Hermes

ochocientos años abrigó las esperanzas de liberación de los pueblos


conquistados por la bestia micénica, la bestia hitita, la bestia
helénica, y finalmente, la bestia romana, la que desgraciadamente
sigue vigente en lo que consideramos el mundo occidental, y que ha
supuesto, al menos en apariencia, el punto final de la línea rosa de
los hombres y mujeres dioses sobre la Tierra.

Pero antes de pasar a la radiografía de Roma, me gustaría


descender un poco más en el nivel de detalle de los hechos
acontecidos en Avaris, porque son el origen no sólo de la mitología
griega sino de la de otras culturas no menos importantes.

Regresando al detonante de la leyenda del mese o mesías, el


citado día en que Avaris cambió la bandera micénica por la bandera
roja del halcón y la cobra, el grueso de las tropas micénicas se
encontraba sitiando pieles rojas en cualquier ciudad cananea con
indicios de poseer oro y mano de obra para las remodelaciones
micénicas en el delta del Nilo. En ese momento, en Tebas se
produce también una revuelta de constructores que terminaba con
los privilegios tanto del clan extranjero como de la casta de los
privilegiados oriundos, principalmente, el clero.

En Tebas, el sometimiento de la población no había sido tan


violento y atroz como en Avaris. Los tebanos más beligerantes
habían sido trasladados a Avaris para engrosar las filas de esclavos
como de tantas otras muchas procedencias. Las familias
tradicionalmente dominantes de la casta de los hombres y mujeres
diosas de Tebas también fueron confinados en Avaris pero en
calidad de esclavos arquitectos, es decir, con ciertos privilegios
proporcionales a la responsabilidad encomendada en materia de

197
Carlos Caballero

construcción. Pero Tebas no se había quedado vacía ni mucho


menos, los papeles se habían invertido de una manera muy
perjudicial para el resto de la historia del mundo. Una gran cantidad
de los tebanos supervivientes a la caída de su ciudad pasaron de ser
clase media a esclavos de una nueva clase emergente que le vino de
perlas la invasión micénica, el clero. No es que el clero viviera mal
anteriormente, pero sin las familias reales ellos mismos eran los
nuevos gobernantes y las nuevas familias reales, por la gracia de Ra-
Amén, y el apoyo de los hicsos. Con el nuevo régimen, cualquier
caudillo extranjero que quería ser faraón de alguna ciudad
conquistada, iba a Tebas a recibir el nombramiento y la bendición
del Papa, ejem, quise decir, del Sumo Sacerdote de Tebas.

De repente, de la noche a la mañana Avaris y Tebas se habían


sublevado y todo el Nilo hervía de secreto júbilo urdiendo la
manera de emular a sus capitales. Los textos egipcios son tan
irónicos que describen incluso a los hipopótamos cantando las
arengas de la revolución.

De inmediato los ejércitos hicsos dispersos por Canaán


regresaron a Tebas para sofocar la rebelión, y se encontraron allí a
los gordos hipopótamos del clero explicando lo sucedido y cómo los
sublevados se habían llevado, nada de a Helena como dicen los
cantares homéricos, sino a toda la recaudación de décadas, toda la
iconoteca dorada, y hasta los harenes propiedad de los griegos.

Los dos grandes Apopi (los “execrables”), el del norte y el sur


nilóticos, respectivamente Agamemnón y Aquileo en la Ilíada, se
dieron cuenta de la delicada situación en que se podrían
encontrarse en caso de que efectivamente en Avaris, los esclavos se

198
El Evangelio de Hermes

hubieran hecho con el control de la ciudad, y sobre todo de la


fábrica, donde se encontraban acumulados los esfuerzos de varias
generaciones de expolio y depredación desde Heracles, y abordaron
cientos, quizás miles de naves río abajo rumbo al delta con los
dedos cruzados por lo que pudieran encontrar allí.

Efectivamente, se encontraron una Avaris sublevada e


inexpugnable, y una fábrica, a la que probablemente habían
bautizado como “Helena”, “Isla Helena” o “Helena de Troya”, con la
mayor acumulación aurífera de toda la historia hasta la Suiza del
Vaticano. Allí se encontraba todo el fruto de más de un siglo de
depredación en todo el creciente fértil, en manos de unos esclavos
sonrientes que desde lo alto de las blancas murallas labradas por
sus propias manos ajadas y resquebrajadas, disparaban certeros
dardos que impedían cualquier acercamiento y cualquier respuesta
de las picas escitas.

En ese momento se inician cuatro décadas de infructuoso


asedio que en la Ilíada se describen bastante bien, aunque de forma
obviamente un tanto sesgada desde el punto de vista griego.

Finalmente, el anciano quien debía ser el faraón legítimo,


Tao, y muerto en combate primeramente su nieto Ka-mese y luego
su hijo Tao II (Héctor en la Ilíada), conocen que otra rama de la
familia real se ha hecho fuerte en el Hermón y que han proclamado
mese a otro nieto de Tao, aún niño, pero con el puño fuerte de
Horus, el primer faraón de la dinastía egipcia XVIII, Ah-mese.

Deciden así reunirse con el niño-dios, y abandonan la ciudad


como se ha descrito en las escrituras. No todos caben en los barcos

199
Carlos Caballero

disponibles con rumbo a Líbano y Siria, y la mayor parte de la


población emprende el viaje al Hermón o Sión, por tierra y en
caravana, en un arriesgado viaje lleno de accidentes que dará lugar
al libro del Éxodo hebreo.

Éste es un libro muy interesante en muchos sentidos. Está


elaborado por los protagonistas y se autodenominan hebreos, que
significa hebras en el sentido de tejido social, ya que obviamente
aquel grupo humano se componía de los supervivientes de los
asedios a ciudades a lo largo de todas las regiones entre el Nilo y el
Tigris, también conocidos entonces como el León y el Tigre.

Esta caravana humana de supervivientes ancianos y nacidos


en cautiverio era, por tanto, de todas las nacionalidades y de
ninguna ya, pues ya no recordaban de qué lugares habían sido
arrancados, y lógicamente, aunque partieran de Avaris no se
consideraban egipcios propiamente. Incluso había cierto resquemor
hacia los oriundos egipcios, sobre todo los de Tebas, al ser
considerados de lealtad dudosa por haber colaborado muchos de
ellos con el régimen hicso. El que transcribe la epopeya del éxodo
desde la posterior transmisión oral, es de los que piensan así, y
denomina egipcios llanamente y sin hacer distinción alguna, a los
propios faraones micénicos que les venían persiguiendo.

Todo esto entra dentro de lo normal, y lo aceptable desde el


punto de vista arqueológico, incluso lo de la separación de las
aguas, algo que se puede atribuir perfectamente a una súbita
crecida del Nilo en una depresión orográfica conocida sólo por
oriundos de la zona, y que el resto de testigos de procedencias

200
El Evangelio de Hermes

diversas pudo haber atribuido a la intervención sobrenatural


descrita en el libro.

Sin embargo, hay otros capítulos que no logro encajar con la


arqueología, como son los de la presencia de Yahvé, que son
descritos como casos propios de ufología. Parece evidente que una
nave que orienta de día y que alumbra de noche, que provee de
alimento y que impide a las hordas micénicas dar caza a la caravana
de exiliados, y que abduce de vez en cuando a los protagonistas, o
los transmite información por vía telepática, e incluso, una nave de
la que descienden seres de luz que hablan sin mover los labios, son
descripciones puramente de contacto extraterrestre en cuarta fase
como los que se relatan en nuestros días, es algo fascinante.

Pudiera ser que el recopilador de este texto, o que las


fuentes orales de las que se nutrió, hubieran querido recargar las
tintas en materia sobrenatural con el fin de otorgarle al texto un
carácter sagrado. Yo no excluyo esta posibilidad pero, como en el
contexto antropológico me inclino a pensar en la intervención de
demiurgos, elohim, annunak, jardineros del Universo, ángeles o
como se quiera, a lo largo del devenir de la evolución humana, no
puedo evitar estremecerme siempre que en estos textos se
menciona a Yahvé.

Del oro y las joyas que viajan en ese gran arca no se sabe
nada más, por eso se le llama “arca perdida”, no se sabe si llegó a
Líbano o si se hundió por el camino, pero seguro que aún hay
alguien que la anda buscando. En siglos posteriores reaparece como
el Arca de la Alianza, esa alianza de civilizaciones o Gran Fenicia de

201
Carlos Caballero

la que hablábamos antes, pero siempre aparece en sentido mítico


legendario, arqueológicamente se le pierde la pista.

Según la tradición hermética, lo último que se sabe del


colosal tesoro es, que se lo llevan en un arca de proporciones tan
descomunales que fue preciso romper muros de casas para poder
sacarla maniobrando por las calles de la ciudad de Avaris. Esta
circunstancia transmitida durante siglos oralmente en Grecia es la
gestación del gen literario homérico del caballo de Troya.

Hay que ponerse en el lugar de los juglares, no hubiera sido


muy heroico finalizar la Ilíada con los hechos reales, es decir,
después de 40 años de asedio los pocos héroes micénicos que aún
quedaban en pie, por fin derribaban la puerta y se encontraban la
ciudad desierta y la fábrica del oro vacía, y se tienen que echar a la
mar con lo puesto y el rabo entre las piernas, porque a sus espaldas
se acercan las tropas de Ah-mese dispuestas a triturarlos.

Más que una gran epopeya hubiera sido una gran cagada. A
ver qué trovador se hubiera atrevido a cantar eso a los orgullosos
espartanos en las vigilias de sus campañas bélicas, donde cada uno
de ellos iba a matar al día siguiente a 300 persas, o más.

Algo que avala el enorme fracaso micénico de Avaris es que


nunca esta ciudad creada por micénicos quiso ser reconstruida, al
contrario, cada una de sus piedras se consideraron reliquias y
fueron exportadas hasta no dejar allí más que escombros. De haber
habido allí un gramo de gloria para los micénicos, hoy estaríamos
hablando de Aquileópolis o del gran faro de Agamenonia.

202
El Evangelio de Hermes

En las listas reales egipcias no se le quiso añadir el sufijo


“mese” al hombre-dios Tao Semen-n-ra, sin embargo, no lo
olvidaron los hebreos, en cuya literatura lo denominaron
precisamente por ese apodo que significa ungido y que evolucionó
hasta el nombre de Moisés, es decir, el mese a secas, sin ningún
apelativo egipcio. Homero lo llama Príamo, una especie de
contracción entre Pi, Ra y Amón.

Según la tradición, la persecución frustrada gracias a la


inteligencia de este anciano, terminó a orillas del Jordán cuando
más extenuados se encontraban los expatriados de las
supuestamente doce25 naciones conquistadas por los hicsos. Allí, los
perseguidos se encontraron con tropas de la reconquista que, a
lomos de elefantes, recibieron a los micénicos haciendo silbar sus
arcos y pasándolos literalmente por encima. Los hindúes llaman
Ghanesa al niño dios Ah-mese, y lo representan con cabeza de
elefante debido precisamente a este episodio.

En este punto hay que derribar dos falsos arquetipos, el de


que las flechas se disparaban a lo loco al aire y casi al azar, haciendo
oscurecer el sol como en la película de 300, y el de que los elefantes
se usaban como carros de combate.

Los elefantes eran los motores de la construcción y animales


sagrados que representaban la memoria colectiva. Nunca los

25
Los textos hablan de 12 hebras o tribus, pero es imposible saber con
certeza si fueron realmente 12 las culturas o ciudades invadidas, porque
para la gente de la época completamente iletrada en su mayoría, contar
en un número superior al de los dedos de las manos se refería como doce
en el sentido de “muchos”, y no de la cantidad exacta de doce.

203
Carlos Caballero

expondrían en batalla. Acompañaban a los ejércitos porque servían


para construir fortificaciones y puentes, lo demás es literatura. Y
con las flechas ocurre otro tanto. Las flechas eran el bien más
preciado de un guerrero, no se arrojaban ahí a cualquier parte. A las
saetas se las amaba, se las cuidaba y mimaba mucho. Muchas veces
cada saeta representaba una historia por los “blancos” que había
acertado. La conciencia colectiva ha querido dejarnos una pequeña
broma al preservar la denominación de “blanco” como el centro de
una diana, en irónica reminiscencia a aquellos hombres de raza
blanca que tanto dolor trajeron al mundo, y también ha querido
que la palabra “saeta” sirva tanto para referirse a un tipo de dardo,
como a un tipo de canción de origen árabe que se interpreta en
Andalucía con un emotivo trasfondo de dolor.

Las saetas eran, por tanto, un bien muy preciado, algo íntimo
que no se podía arrojar a lo loco al aire, como si las vendieran en el
Ikea. Eso de que el cielo se oscurecía del número de saetas que
caían es una típica exageración de los brabucones micénicos. Cada
quién conocía bien su arco y sus dardos, a los que adhería un
distintivo para reconocer a su dueño a la hora de ser recuperado
tanto en el campo de batalla como a la hora de recuperar las piezas
de caza. Cuando a un cazador o a un guerrero fenicio se acababan
los dardos de su cesta, había terminado el combate para él, lo que
podría acarrear la muerte, o bien, se había terminado para él la
caza, lo que probablemente podría dejar sin alimento tanto al
arquero como a su familia. Por eso ningún tirador, o francotirador
para ser exactos, se podía permitir el lujo de despreciar flechas
como en las películas, ni mucho menos se destacaban doscientos
arqueros a pecho descubierto en un campo de batalla apuntando

204
El Evangelio de Hermes

todos al mismo sitio y disparando al unísono como presenta el cine


ilusoriamente. Llevaba horas realizar una saeta que volara en línea
recta y con la contundencia suficiente como para atravesar el
bronce o la piel de un jabalí. Al menos en el primer y segundo
milenio a. C. en la Gran Fenicia, una flecha era un muerto, de lo
contrario te ponían a domar caballos.

En cuanto a los elefantes, hay que verlos como la principal


herramienta de construcción, sobre todo en los proyectos
megalíticos. La construcción era un arte y un oficio muy noble. La
imagen de miles de esclavos tirando de una mole de piedra es otro
mito tan ridículo como estúpidamente falso, eso no se produjo ni
con los esclavos de Avaris. La construcción megalítica era uno de los
quehaceres humanos mejor remunerados. El trabajo que podía
desarrollarse con un elefante equivalía al trabajo de 10 bueyes,
pero además un elefante consumía la mitad de tiempo y la mitad de
alimento para realizar el mismo trabajo que harían esos 10 bueyes,
por lo que matemáticamente cada elefante equivalía netamente en
recursos a 40 bueyes. Si a esto agregamos que un elefante requería
un operario y que también cada par de bueyes requería un
operario, en recursos humanos la equivalencia era de 1 a 20.

Los gremios de la construcción competían entre sí como


actualmente lo hacen los equipos de futbol. Las grandes gestas
mundialísticas se traducían en pirámides y templos de factura
inexplicable sin la ayuda de elefantes. Estos gremios eran
mayormente itinerantes, tenían sus seguidores fieles de muchas
otras artes y oficios, y allá a donde iban a realizar un trabajo
megalítico se formaba una ciudad alrededor de miles de personas

205
Carlos Caballero

aparte de los peones, albañiles, aparejadores y arquitectos. Y entre


toda esa muchedumbre no había ni un solo esclavo, eran todos
hombres y mujeres libres, y financiados por los dioses vivos.

El episodio de Avaris constituye una excepción muy puntual a


esta regla, en la que los elefantes se utilizaron como herramientas
de demolición de fortalezas hicsas, tensado de catapultas y traslado
de enseres por exigencia de las especiales circunstancias de la
reconquista, pero nunca se exponían en batalla a ser heridos o
muertos como si fueran carros de combate al estilo de las películas
que hemos visto de Aníbal Barca. Hace falta ser burro para pensar
que los fenicios o los cartagineses ponían a los elefantes en primera
línea de batalla. El elefante era un animal sagrado, intocable en el
mejor sentido, tenía en los tiempos de gloria de Egipto su propia
ciudad sagrada, Abu Simbel (abu significa “elefante” en demótico).

Salvo en raras excepciones como la de Avaris, en todos los


miles de ejemplos megalíticos que tenemos erigidos por todo el
mundo, los constructores, desde el arquitecto hasta un cantero
manco, fueron siempre un gremio de élite al que la mayoría de los
hombres inteligentes hubiera deseado pertenecer.

En este episodio de Avaris la proto-historia humana pudo


contemplar la fusión obligada de dos castas, la de los hombres y
mujeres dioses, y la de los constructores. Así como se mezclaron los
carros de combate con los elefantes para frenar en seco a los hicsos
que pretendían abalanzarse sobre sus presas hebreas indefensas.

A lomos de uno de ellos se encontraba disparando de forma


asombrosamente certera un niño de piel roja semidesnuda, y largos

206
El Evangelio de Hermes

cabellos negros y lacios, llamado Ah-mese, el niño que había sido


ungido en dios con el propósito de recuperar la tierra sagrada entre
los ríos León (Nilo) y el Tigre, y aplastar hasta el último de los
invasores. Este niño, junto a su madre o tía (la arqueología no es
una ciencia exacta), Ah-hotep, iniciarían la que es, para mí, la
dinastía más admirable de todas, la XVIII, también llamada
ahmósida. No es que tengamos gran cosa, pero para aquellos que
aseguran que no hay registro arqueológico del patriarca hebreo
David, les va a parecer una primicia curiosa y simple como las
soluciones a las mejores ecuaciones de la historia, les presento a
Ah-mese, también llamado el niño-dios, y también el rey David, el
faraón egipcio recordado en los países que circundan al Hermón o
sionistas, como el principal libertador y patriarca.

El episodio de Goliat es sólo la punta del iceberg de su huella


en el planeta. Su mención en la Biblia no hace en absoluto justicia a
la personalidad que refiere de él el registro arqueológico. Da la
impresión de que la Biblia escoge unos cuantos ejemplos de
divinidades históricas, y los acomoda omitiendo ciertos rasgos y
añadiendo o distorsionando otros. Pareciera que con el único
propósito de presentar al Jesús de Roma como descendiente de
estas divinidades, a las que, por supuesto, llama “patriarcas” en
lugar de dioses, para hacer aparecer al citado personaje ficticio
como el único hombre-dios en toda la historia de la humanidad. El
resto es estrategia romana de “divide y vencerás” para presentar su
versión de la historia y de la religión como la única verdadera.

Ese es el motivo por el que la arqueología no puede hallar a


ninguno de los personajes que aparecen en la Biblia, ni en las

207
Carlos Caballero

epopeyas griegas, ni en la literatura védica. Pero en todos ellos hay


un trasfondo real que la arqueología bien puede rastrear porque no
son textos inventados, sino encriptados bajo claves herméticas.

El genio o daimón de Ah-mese, David, Ghanesa o como


quiera que se le haya llamado desde las diferentes culturas, la
reencarnación de Horus, o dios-hijo de la familia sagrada egipcia,
cristiana y budista, no estriba en lanzarle una piedra a un gigantón y
dejarlo nock-out, eso es la versión minimizada de su gesta. La
tradición desde tiempos inmemoriales en el creciente fértil o Gran
Fenicia, como a mí me gusta llamarlo, determinaba que los seres
humanos éramos escasos en el planeta. Demasiadas eran las
fuerzas de la Naturaleza en constante pugna con nosotros, como
para que también nosotros fuéramos depredadores de nosotros
mismos. Bastantes alimañas y agentes invisibles diezmaban
nuestras poblaciones y nos dejaban a veces al borde de la extinción,
como para esquilmarnos unos a otros por el litigio que fuera.

Muchos de los litigios que ancestralmente daban lugar a un


conflicto, se debían no a reclamaciones populares sino a algaradas
que empezaban por ver quién la tenía más larga, y terminaban con
vendettas interminables que resultaban en la extinción de culturas
enteras sin vencedor alguno.

Para evitar esto, cada pueblo tenía una casta de señores


venerados por ofrecer su vida en caso de conflictos evitando llevar
a la guerra al conjunto de la población civil. De esta manera, se
ponían sobre la mesa los intereses en litigio de cada bando y se
celebraba un justa, es decir, se enfrentaban un noble o un rey en
representación de cada bando, y el que resultaba vencedor hacía

208
El Evangelio de Hermes

prevalecer los intereses de su causa, pactado de antemano, que


todos aceptarían el resultado como la voluntad del Dios de todos, la
voluntad del Universo, Kosmos, o Atón, porque la gente entonces
tenía la certeza de que la conciencia universal o divina hacía
siempre lo mejor para el mundo fuera como fuese.

En el caso de la conclusión del éxodo, los hebreos querían su


libertad, y los hicsos querían su tesoro. Nadie quería morir. Los que
se hallaban enfrentados a orillas del Jordán eran numerosos por
ambas partes, pero eran los supervivientes de 40 años de masacre
mutua, por lo que si se enfrentaban abiertamente quedaría
seriamente despoblado tanto el mundo fenicio como el micénico. El
conflicto debía resolverse mediante una justa por el bien de todos.

Del lado hicso se presentaba Goliat, no he sabido determinar


qué personaje de la Ilíada pudo haber sido, tal vez el rubio
Menelao, o quizás Ayax Tel-amonio, el personaje del martillo, o
alguno similar (pues se había acordado no utilizar picas ni flechas,
ya que éstas últimas tenían mayor distancia de tiro). Del lado
hebreo surgió Ah-mese o David, a pesar del descontento de muchos
debido a su corta edad, más no por su bravura y su puntería
demostrada sobradamente en batalla.

Todos creían que no tenía nada que hacer el niño-dios en un


cuerpo a cuerpo con un auténtico gigante como aquel que se
aproximaba espada en mano al encuentro de su oponente, afeitado
éste totalmente para la ocasión, y bañado en aceites para que
pudiera escabullirse en caso de ser atrapado entre las garras de
aquel monstruoso individuo, además de semidesnudo, como solían
presentarse todos los faraones a los combates.

209
Carlos Caballero

Los micénicos eran menos pudorosos y se presentaban


completamente desnudos a las batallas, a excepción del casco, al
menos así es como aparecen representados normalmente en los
restos arqueológicos.

El desenlace ya lo conocemos, pero los micénicos no


aceptaron el resultado. Lo impugnaron porque se había arrojado un
proyectil, aunque no fuera un dardo, y allí mismo retomaron las
hostilidades creyendo que aquellos hebreos eran los escuálidos
esclavos que habían venido persiguiendo, además de ancianos,
mujeres y niños. Pero los cazadores se convirtieron en cazados, y
fueron masacrados hasta el último de ellos, como marcaba la
profecía del mese, y su madre Ah-hotep, o quizás su tía (faltan
datos) se colgó a la cintura las cabezas reducidas de los caudillos
micénicos allí presentes. Luego se colgaría muchas otras cabezas de
otros reyes hicsos, la persecución posterior por toda la Gran Fenicia
duraría otros cuarenta años, los que vivió esta diosa madre del dios,
a partir de la reconquista.

Los Vedas les tienen reservado a estos dioses humanos un


lugar muy especial en su panteón. La diosa que había sido del amor,
de la belleza y de la maternidad (Parva Durga), mientras vivían su
esposo Seken-n-ra Tao II (Shiva), y su valiente hijo Ka-mese, llegó a
las puertas de Micenas con un aspecto muy diferente, consumida
por el odio y la guerra, en un episodio de la historia que los griegos
nunca reconocerán, pero los Vedas sí (Parva kali).

Un episodio donde una mujer huesuda, desmarañada y casi


harapienta se presentaba con toda la maquinaria necesaria para
borrar del mapa a la capital de Grecia, donde aún se escondía el

210
El Evangelio de Hermes

mayor de los Apopi, Agamemnón, parapetado detrás de la miríada


de bestias que había engendrado, esto o es algo que beneficie la
imagen de virilidad de una cultura que arrastra de por sí, no sé si
fundadas o no, pero sí ciertas, connotaciones homosexuales. No se
me vaya a ofender nadie, ni tiene nada de peyorativa la
homosexualidad, ni se puede juzgar a un país por las acciones de
unos cuantos, y más habiendo acaecido dichas acciones hace más
de tres mil años.

No hay registros históricos o arqueológicos que indiquen que


en esa ocasión hubiera habido contienda en Micenas, lo que
permite pensar que la propia ciudad de Micenas pudo entregar a la
justicia de Ah-hotep al execrable “caudillo de huestes”, también
llamado “cara de perro” según sus compatriotas. La literatura dice
que fue asesinado por su esposa, y que a ésta la mato su hijo, pero
a estas alturas ya sabemos cómo embellecen los trovadores las
circunstancias poco honrosas. O más bien, que el propio Ah-mese o
tal vez Ka-mese hubiera sido engendrado por el Apopi mientras Ah-
hotep había sido su esclava durante el episodio de Avaris. De esto
no hay pruebas, pero no sería descabellado.

Lo que sí se sabe es que con la cabeza del último Apopi la


diosa madre se retiró a descansar a su palacio de Menfis hasta el
final de sus días, atrapada en el dolor y la única compañía de sus
cabezas engarzadas en la cintura. La tradición védica la recuerda
como la diosa de la oscuridad y la muerte, después de haber sido la
alegre madre de Ghanesa, y la ejemplar esposa de Shiva, capaz de
elevar al arquetipo del guerrero al éxtasis místico tántrico con su
largo y sensual abrazo. Este es un episodio de la historia oculta que

211
Carlos Caballero

me parece fascinante. Resulta que Parva es materialmente una


nueva versión de Isis y Neftis en la misma persona, y tenemos su
registro arqueológico.

A la reconquista le siguieron siglos de prosperidad, y una paz


interrumpida sólo de vez en cuando para enfrentar a algún otro
pueblo que no se había enterado de lo bien pertrechada que se
había constituido la nueva alianza de las doce civilizaciones
hermanadas por la leyenda del mese.

Al hombre-dios Ah-mese le siguieron muchos hombres y


mujeres diosas de la que yo llamo “la Gloriosa” dinastía XVIII. Hasta
que, cuatro siglos más tarde, un golpe de estado auspiciado por el
clero de Tebas, harto de faraonas y de leyendas, le dio las llaves de
Egipto al general Hor-em-eb, en un momento de debilidad de la
Gran Alianza, llamada entonces Mitani, presumible y nuevamente
azotada por el acoso de los llamados pueblos del mar.

En este punto se produce un nuevo éxodo, esta vez por mar y


hacia el lejano oeste, al país del dios Mit de los muertos, o Punt
como lo llamaba Hatshepsut. Y es el momento en que irrumpen los
llamados olmecas en Atlán. A los herméticos nos han quemado ya
tantas veces que no nos humilla ya gritar bien alto ¡¡¡te queremos
Akenatón, por guapa y por haberle birlado al clero de Tebas por
segunda vez el Arca de la Alianza!!! Ahí, ahí, con dos ovarios. Pero
eso es ya otra historia.

Si a la diosa Ah-hotep los griegos la recuerdan como la


terrible “Medusa”, aunque la auténtica murió de viejita y no como
su literatura propone, a esta nueva revelación del poder femenino

212
El Evangelio de Hermes

no la querían ni en Egipto. Estimo que Amenhotep IV es la figura de


la historia que mayor damnatio memoriae ha padecido junto a la
marinera diosa Hatshepsut. Todos sus templos fueron demolidos,
sus nombres borrados y su capital en Amarna arrancada del mapa.

Pero aun así la conocemos muy bien gracias al método


arqueológico por excelencia: rebuscar en la basura. No es broma,
cribando millones de toneladas de escombros se ha podido
reconstruir la mayor parte de la historia de Egipto, historia muy
diferente a la que nos han contado los documentos oficiales del
canon greco-latino. Aun así, la versión hermética es todavía más
distante, como me gustaría demostrar en futuros trabajos.

Hasta el año cero de la era cristiana sucederán muchas


cosas, vendrá un milenio cargado de luces y sombras a todo el
creciente fértil. Nuevas alianzas vendrán pero más puntuales y
efímeras. Nunca dejaran de llegar ambiciosos pueblos en busca del
arca perdida, y nunca dejará de planear sobre ellos la leyenda del
mese. Aun hoy pervive esta leyenda, el único punto de encuentro
entre judíos y cristianos, es que el mese ha de volver y que ya no ha
de tardar. Surgirán nuevos ungidos libertadores como Ra-mese III,
pero finamente, llegan los helénicos ptolomeos y el mundo empieza
a hablar en griego, tal como hoy se habla en inglés.

Las clases dominantes en todo el mundo hasta la llegada de


los romanos quedaron conformadas por griegos criollos, en romano
filisteos, que significaba “amigos de dios” porque eran sus aliados y
afines culturalmente. Todos los demás serían, por supuesto
fobosteos o enemigos de dios, palabra que me acabo de inventar
porque a éstos les llamaban fenicios, paganos, herejes y cosas

213
Carlos Caballero

similares. Sólo el clero de Amén permanecía vivo en Coptos después


de tanta profanación y sincretismo forzado como el ocurrido hasta
el año cero.

Y en el año cero, hasta Dios hablaba en griego, el latín se


había extendido por todo el mundo “civilizado”, sí, pero al lado del
griego aún era vulgar. Si alguien cree que algún libro del nuevo
testamento fue escrito en arameo, en hebreo, en copto, en
sanscrito, o en alguna otra lengua reconocible, que se informe bien,
los restos más antiguos de evangelio están escritos en griego.

La Tabla Esmeralda o Esmeraldina, y la Piedra Rosa o Roseta


descubierta por el ilustrado Champolión son, en mi opinión, la
misma cosa bautizada de diferente forma como casi todo lo
antiguo. Su importancia tan extrema para la sabiduría hermética
radica en que es el único enlace gráfico que nos queda con el
mundo antiguo, y eso se debe a que es la única traducción que se
ha conservado del demótico y el jeroglífico egipcio ¿a qué idioma
crees que pueda ser? Acertaste, al griego antiguo26.

No sabemos qué grado de corrección tiene esa traducción


doble, yo intuyo que muy pequeño, pero es todo cuanto tenemos
para interpretar la historia de esta parte del mundo que llamamos
viejo continente. El jeroglífico llevaba siendo una lengua muerta
2.000 años, y el demótico 1.000 cuando fue labrada la piedra rosa,

26
Hay que matizar que el griego clásico no es como el que se habla ahora,
y presenta tantas y tan ricas diferencias de matices entre los diferentes
tipos del griego clásico, que ni los traductores profesionales se ponen de
acuerdo en muchos casos, dado que la mayor parte de la semántica del
griego antiguo se ha perdido porque se trata de una lengua muerta.

214
El Evangelio de Hermes

si el griego antiguo lleva 2.000 años en que nadie lo usa, puedes


hacerte una idea del significado que nos ha llegado con respecto a
su sentido original, es, como si tomara yo un texto en latín y lo
tradujera al alemán sólo con la ayuda de un diccionario, y el
resultado lo tradujera al chino, también mediante otro diccionario.
Realmente cualquier parecido con el sentido original del texto sería
pura coincidencia. Sin embargo, así se encuentran traducidos todos
los textos de las pirámides y los templos porque la piedra roseta es
la única herramienta que tenemos, y eso gracias al esfuerzo y al
genio de Champolión.

Cuando se produce el imperio romano se encontraron en el


sur con que la mayor parte del trabajo de conquista y colonización
ya lo habían hecho los griegos. Los pueblos de la antigua Gran
Alianza ya se habían acostumbrado a pagar tributos a las
superpotencias extranjeras hasta por respirar, y a que, de vez en
cuando, ese tributo no fuera suficiente, y fueran masacrados
porque el todopoderoso tirano más próximo lo quería “todo”,
después aquel entregaba una parte de ese todo al imperio y todos
contentos, es decir, tal como ocurre ahora. Se puede decir que
Roma es en muchos aspectos el primer estado moderno, pues su
sistema legal, tributario, y coercitivo no han variado mucho.

Dentro de las fronteras del recién nacido imperio27 romano


se respiraba profundamente la vieja leyenda del mese, y aunque en

27
No es que Roma naciera en torno al año cero gregoriano, Roma como
potencia era mucho más antigua, lo que se estaba estrenando era el
formato imperial ya que hasta entonces había funcionado inicialmente
como monarquía y luego como república.

215
Carlos Caballero

Jerusalén no había hipopótamos como en Tebas, los corpulentos


jerifaltes y matarifes de la capital de la provincia Judea, estaban
muy inquietos y no dormían porque se habían interceptado correos
firmados con fechas como “año 2 de Ieshú-mese”, “año 5 de Ieshú-
mese”, etc. y el chisme generalizado era que se estaban alineando
tropas en algún punto entre los montes de Sión (Hermón) y los
Himalayas, acaudilladas por un niño de piel roja semidesnudo y tan
diestro con el arco que el mismo Apolo tuvo que haber sido su
maestro.

El “mesías” andaba por ahí en alguna parte y debía haber


sido amamantado por una cabra (como Leonardo da Vinci) o por
una loba (como los hijos de Eneas), o por una vaca (como Ah-mese),
ya que hacía siglos que se consideraba extinta cualquier
descendencia de los faraones ancestrales, y también hacía siglos
que se consideraba desvinculada de ellos, de la línea rosa, a la
estirpe de David, por lo que ningún experto al servicio de Roma se
explicaba racionalmente a qué se debía esta reaparición súbita de la
leyenda mesiánica. Tan sólo podían ofrecer al Senado las crónicas
acerca de lo que 16 siglos antes había supuesto para el imperio
micénico la figura de Ah-mese.

Siria, Líbano y Canaán se habían convertido en un quesito de


porciones diminutas llamadas provincias y estaba perfectamente
controlado por Roma. Egipto llevaba siglos desmantelado, su poder
se encontraba centralizado en Tebas y era ésta una demostrada
aliada del poder extranjero, por lo que no suponía preocupación
alguna para el estamento romano. Por todo ello, la vista de todos
los estrategas estaba puesta en Mesopotamia e India, pues de ahí
había surgido anteriormente el motor de la legendaria reconquista.

216
El Evangelio de Hermes

Lo que no imaginaban era que no lo encontraban porque lo


tenían delante de sus narices, había nacido en Gebel-ein, muy cerca
de Tebas, y estaba recibiendo embajadas de toda la Gran Fenicia sin
que los tebanos se percataran. Quizás, solamente el clero era el que
andaba despistado pues, en mi opinión, Tebas había sido siempre el
corazón de Egipto (sin menospreciar a Menfis), al margen, por
supuesto, de su corrosiva casta sacerdotal.

217
Carlos Caballero

218
El Evangelio de Hermes

15.- El verbo homérico

Como ocurre con Hermes, Homero no era un jubilado ocioso


sin nietos a quienes contar sus aventuras y elucubraciones seniles.

Tampoco era simple entretenimiento juglar para las fiestas ni


arengas para los mercenarios helenos durante los largos y tediosos
asedios que nunca les faltaron.

Homero fue simplemente un recopilador de textos dispersos


que previamente fueron tradición oral. Dicen que se trataba de una
persona muy viajera, y además ciega, que participaba en concursos
de lírica. Pudiera ser, pero el material que aparece bajo su
denominación es tan amplio, considerando tanto lo que conocemos
como lo que según las referencias debió de existir pero se ha
perdido para siempre, que podría considerarse el esfuerzo de un
batallón de observadores y escribas anónimos que tuvieron que
sacrificar parte de la fidelidad de los hechos para acomodar las
narraciones no sólo al lenguaje y al gusto de su tiempo, sino
también ocultar bajo claves herméticas, los detalles y circunstancias
que pudieran resultar incompatibles con la ideología del público y
de las autoridades de todos los tiempos que atravesaron hasta hoy.

219
Carlos Caballero

Es una norma universal de la literatura de todos los tiempos


el tener que acomodar los contenidos al sentimiento vulgar de su
tiempo para poder sobrevivir a la intolerancia y a la censura.

En el caso de Homero y otros muchos supuestos autores


antiguos, tuvieron que pasar desapercibidos importantes aspectos
de la realidad, e introducir otros espantosamente fabulosos o
sobrenaturales, al menos en apariencia.

Conservar la integridad tanto del autor como de los textos ha


sido siempre el motivo de que tanto los textos que son
considerados sagrados como los que se perciben como mera
literatura, desde Gilga-mese hasta el Mío Cid, pasando por lugares
tan míticos como el Olimpo o el Tártaro, y por los avatares de
cualquier religión multitudinaria o extinta, y los panteones de casi
cualquier cosmología, compartan todos ellos el denominador
común de no concordar exactamente con el registro arqueológico e
histórico-artístico.

Esta característica es extrema en el caso de la Biblia, donde


apenas se conoce la supuesta ubicación de la tumba de Abraham, y
no sé si resistiría una catalogación bajo el método científico, por lo
que lograr fusionar la especulación de los textos antiguos con el
pragmatismo de la huella arqueológica pasa necesariamente por un
proceso de desencriptación a través de claves tradicionalmente
esotéricas que hoy podríamos calificar bajo el método científico de
pura genética literaria, una hija precoz de la historia global
comparada. Ciertamente la arqueología debería convertirse en
religión, y las religiones en historia, para que dejaran de una vez de
condicionar la transmisión del conocimiento.

220
El Evangelio de Hermes

Homero era pues una escuela de redactores y recopiladores


de cánticos con estilo propio. Los protagonistas debían pasar
desapercibidos para dejar trascender a los hechos, a las historias,
por encima de los actores, es decir, lo que importaba era el verbo,
no los nombres. Había que transmitir los hechos sin importar quién
los realiza, y a veces tampoco el cómo. Esta es una clave que se
repite también en los Vedas, la Biblia, y en la mayoría de las obras
anónimas de la antigüedad. Puede que un día un señor metiera en
una maleta la colección de textos de esta escuela, o de cualquier
otra, y se dedicara a recorrer mundo en busca de financiación para
copiarla, traducirla o conservarla debidamente, pero la autoría
como tal se la debemos a la lírica popular y a nadie más.

En nuestros pseudo-democráticos días podemos decir casi lo


que queramos según la ley. Lo más seguro es que nadie nos haga el
menor caso, y que se incrementen las probabilidades de que
tengamos un accidente cuando tomemos el coche, pero si miramos
atrás, durante más de 9.000 años la lengua era lo primero que te
arrancaban en caso de expresar algo incómodo, o los ojos, como en
el caso del Homero X que acompañaba a Heracles por el Atlántico,
por haber visto demasiado, o la mano diestra como en el caso de
Cervantes por haber sido demasiado irónico… Gracias a esa mano
los británicos tienen a Shakespeare, pero eso es otra historia.

Pitágoras tampoco es un señor con turbante sino otra escuela


hermética turbadora, una de las primeras obsesionada con la
perfección. La mayoría de pitagóricos fueron escribas atenienses,
pero los encontramos repartidos por todo el Egeo y el Peloponeso,

221
Carlos Caballero

y también en Menfis, Coptos, Biblos, Hebrón, Damasco y muchos


otros centros culturales de donde bebieron hasta la embriaguez.

Me atrevería a calificar de pitagórico al propio Eneas, e


incluso al mismísimo Heracles en la última parte de su vida después
de haber comprendido el baile de las esferas del macrocosmos
expresado en forma de calendario, y el problema de la cuadratura
del círculo, su faceta más esotérica. La palabra Pitágoras, en sí
corresponde a la conjunción de “Apis” (o Pi) + “Pta” + “Ágora”, que
parece spanglish entre demótico y griego, pero se aprecia que
significa “escuela de la perfección de Pi”.

En los recursos literarios homéricos todo es símbolo, como ya


dije en un principio, pero también todo es plural, vario. Esto es otra
de las claves. Y cuando nos presenta a dioses y diosas, siempre se
piensa que son fantasiosos recursos literarios para embellecer la
prosa y otorgar misticismo al texto, cuando en realidad se trata de
arquetipos aplicables directamente a personajes reales que
corresponden tanto a la cronología como al papel, o personalidad
comprobada arqueológicamente.

Por ejemplo, no tenemos la tumba de Aquiles, pero nos dice


Homero que era el hijo de Peleo, otro Apopi, uno de los caudillos
hicsos más poderosos del momento, y de Atenea, por cuyos rasgos
estudiados en profundidad podemos deducir que se trataría de una
princesa-diosa que le sería otorgada para rubricar u homologar su
carácter de rey con la ley egipcia de aquel momento. A partir de
aquí comparamos con el registro arqueológico y si aparece un
personaje de semejantes características, bualá, no es una ciencia
exacta pero creamos indicios racionales de haber ubicado en la

222
El Evangelio de Hermes

historia a un personaje supuestamente ficticio. En el caso del


ejemplo, podríamos defender la tesis de que la diosa Atenea de la
Ilíada corresponde a la reina egipcia Intef VII sin tener que hacer
demasiadas especulaciones.

A partir de aquí y si no hay nuevos aportes arqueológicos,


podemos deducir así mismo que la otra Intef, la sexta según la lista
de Manetón, era conocida coloquialmente como la “atlena” por lo
que no hay que ser muy lince para vincularla de alguna manera con
la cultura atlántica, además de, por simple etimología fonética
adherirla como candidata a la posible personalidad de Atenea.

El “semidiós” hijo de ambos, como lo califica Homero, es


llamado el “pelida” por parte de padre, o “peleión” quiere decir el
mayor los hijos de Peleo o de los “pelidas”, como también, “el
divino Aquiles”, por ser hijo de la diosa, nos haría pensar que es un
criollo, es decir, un egipcio natural de padre hicso, y además
entroncado con la realeza tradicional, con la línea rosa faraónica.

Cuando Homero imprime el gen literario de “alado”, “alada”


o “de pies alados” a lo largo de toda la obra, está expresando
herméticamente que se movían por el mar a velocidades difíciles de
concebir para un micénico, algo que sólo se podía conseguir con un
tipo de faruca egipcia que llamaban “halcón”.

Y así ad infinitum se podrían completar los muchos


rompecabezas que ofrece no sólo la literatura homérica sino gran
parte de la historia. No todas las piezas encajan por supuesto, y
mañana puede aparecer un nuevo dato que nos obligue a rehacer
todo el puzle, pero no pasa nada, la ciencia hermética y la historia

223
Carlos Caballero

son seres vivos pero que no mueren, y además de divertido resulta


siempre sorprendente. Ahora bien, no prepares tu tesis de
doctorado mediante técnicas transversales ni claves herméticas
porque la academia sólo quiere especialistas.

Añadiré algunas claves mías por puro pasatiempo, pues me


parece fascinante. Cuando no tenían otra opción los micénicos, y
estaban a punto de volverse a casa ante el hostigamiento constante
de Ka-mese y la imposibilidad de penetrar en las murallas de Avaris,
Aquileo lograba dar caza al niño-dios utilizando sus mismas armas y
el profundo conocimiento que tenía del Nilo como nativo y por
haber aprendido de su madre el arte de domar caballos y de
disparar el arco desde un carro en movimiento.

Cazado Ka-mese y celebrados los juegos olímpicos 28 que


merecía esa gran victoria sobre el niño que más bronce había
taladrado en toda la historia, Aquileo y los suyos se cortaron las
melenas y adoptaron el armamento y la indumentaria “divinos” con
el fin de hacerse pasar por Ka-mese y su comando.

28
Los juegos olímpicos u olimpíadas no tenían otro objeto que el de
efectuar un reparto de los enseres obtenidos como botín de guerra a los
faraones y sus templos. Los dioses del Olimpo eran precisamente los
arquetipos y héroes del panteón egipcio tamizados a la moral y al lenguaje
micénicos, por no decir plagios. La mayor parte de las veces estos enseres
expoliados al enemigo no se podían fundir y fraccionar equitativamente
entre la tropa, además de que era muy delicado decidir quién había
aportado mayor valor y coraje a la batalla, por lo que se celebraban
pruebas de puntería, fuerza, destreza, velocidad y resistencia para
determinar merecimientos.

224
El Evangelio de Hermes

Así se presentaron en Avaris y se abrieron paso disparando


los arcos contra las fuerzas micénicas simulando así ser aliados y
requerir asilo en el interior de la ciudad.

Una vez dentro mediante esta argucia, lograron bloquear la


puerta para que pudiera penetrar el grueso de las tropas invasoras,
pero prácticamente no quedaba nadie allí.

Es difícil reconciliar el texto homérico del caballo de madera


urdido por Odiseo (ul-Isis), con lo que a veces resulta del puzle, pero
como dije antes, otra clave es considerar que el texto nunca va a
dejar en mal lugar a los protagonistas, y que, incluso va a
intercambiar acciones gloriosas del enemigo por meteduras de pata
propias, aunque hay que tener cuidado, Homero tampoco va a
dejar en mal lugar al enemigo pues sólo un enemigo glorioso puede
otorgar una victoria gloriosa. Para un micénico la honra era
proporcional a la fuerza del contrincante.

Hasta aquí gran parte de los hechos de la Ilíada son


presentados en un desorden aparentemente irreconciliable con la
arqueología y otras crónicas. No es que la escuela homérica fuera
una tergiversadora imperdonable, debemos ser comprensivos con
este tipo de literatura porque en la mayor parte de los casos, los
relatos son impresiones manuscritas de aquellas versiones que
circulaban por el mundo en forma oral y cantada, y que, por tanto
se prestaban a una evolución visceral y totalmente lógica. Muchas
veces las mutaciones que sufrían los cantares o los textos se hacían
por encargo por parte de personas pudientes, burgueses y
aristócratas, que deseaban que el nombre de sus familias
apareciera vinculado a las grandes gestas de la historia, y así por

225
Carlos Caballero

una no módica cantidad ordenaban a los cronistas seleccionar la


versión que más interesase. Y de esta clave no está exenta la Biblia.

La diferencia entre un cronista mercenario cualquiera y un


cronista hermético es, que este último siempre deja pistas para
reconocer la verdad y desentrañarla o desencriptarla con la ayuda
de otras claves que pueden ir incluidas en el mismo texto, o no.

No hubo caballo de madera, ni nada parecido. El peculio


doblega voluntades y pone la historia del revés. Hubo caballos,
disfraces, dioses, semidioses, mucha pelea, un cadáver,
persecuciones, cabreos monumentales, etc. Tenemos todos los
ingredientes de una sopa que, al igual que en el pentateuco o en los
evangelios canónicos es preciso reordenar bajo la luz de la razón,
las pruebas, y la intuición que ofrece la experiencia, y una
mentalidad libre de intereses, prejuicios y orgullo.

La caída del embrión de la leyenda del “mesías”, el niño-dios


Ka-mese, se celebró como una gran victoria aún sin haber tomado
la ciudad, y sus restos fueron vejados y empleados como
provocación durante aquellos juegos olímpicos. Algo que cabreó
mucho a su diosa-madre, porque había ocurrido exactamente lo
mismo con su padre Tao II, Héctor de la Ilíada.

Los juegos olímpicos no nacieron como una celebración en


honor a la deportividad y a la destreza de los participantes, sino
para repartirse los enseres expoliados a algún hombre-dios o a
alguna mujer-diosa, ya fueran éstos obtenidos como consecuencia
de una victoria en batalla, o se hubieran arrebatado a unos restos
mortales divinos, cosa que enfadaba mucho a los egipcios ya que

226
El Evangelio de Hermes

suponía la segunda muerte del profanado, haciéndolo pasar al


anonimato y al olvido como cualquier otro mortal.

Aquileo no estaba aquí cegado de rabia por la muerte de su


novio Patroclo. Como dice Homero, era Ah-hotep, la mamá de Ka-
mese y esposa de Tao II por el ensañamiento con que fueron
vejados sus restos al dejarlos irreconocibles entre las montañas de
cadáveres, aunque sí se logró rescatar el cuerpo de Tao II. No hubo
acarreo de los mismos en torno a la ciudad, sino, que al padre lo
abandonaron para que lo comieran los perros (parece que no
tuvieron mucho apetito) y al muchacho lo echaron a los peces que
parece que sí que lo hicieron desaparecer.

Lo peor de esta técnica de prostitución literaria es que deja la


puerta abierta a futuras vejaciones de la historia, que por desgracia
van dificultando la desencriptación hasta hacerla imposible, en
muchos casos.

En este punto, el homérico escriba que narró estos episodios


ocho siglos después de acontecidos, no tuvo otra opción que
revolverlo todo para poder dar consistencia a una inversión de los
hechos bastante ostensible, que obligó a cambiar el nombre de los
personajes porque, de lo contrario, cualquier historiador que los
investigase pondría de manifiesto la adulteración y echaría a perder
la credibilidad de toda la obra.

La mamá de Ka-mese se encontraba entre las personas que


lograron escapar en los halcones de Avaris, o a pie, para reunirse en
primera instancia con los del Hermón, y poco tiempo después para

227
Carlos Caballero

ejecutar junto a Ah-mese la reconquista como se ha descrito


anteriormente.

228
El Evangelio de Hermes

16.- La magia de la vía láctea

Ah-hotep, la mamá de Ka-mese, comenzaba la historia como


la transmisora del linaje de los dioses por medio de la magia blanca
o vía láctea, tradición que comenzara Nut en el macrocosmos. Nut,
la “nutricia” era la bóveda celeste nocturna o cielo estrellado, que
persiguiendo al Sol en sus orígenes para darlo de mamar dejó su
leche en forma de rastro de estrellas en el cielo nocturno.

La magia blanca no consistía originalmente en sacar un


conejo de una chistera, sino en amamantar a un bebé semi-dios o
semi-diosa para convertirlo en todos los efectos legales en un niño-
dios o una niña-diosa. Semi-dios era aquel que había nacido de un
hombre-dios y de una mujer mortal, en contraste con cualquier dios
natural, que era el que había nacido de una mujer-diosa y un
hombre inmortal o no (parece ser que la semilla paterna, como
pasa en la herencia judía actual, no era decisiva). Teniéndose por
dioses y diosas a los miembros de las familias reales de las ciudades
sagradas entre el Nilo y el Tigris, no sólo en Egipto.

Todas las nodrizas que amamantaron para transmitir la


divinidad debían ser mujeres-diosas por nacimiento, fueran o no
consortes de un hombre-dios, es decir, las hermanas de un hombre-

229
Carlos Caballero

dios podían otorgar la legitimidad a un niño o niña mortal o semi-


dios, y ostentaban el mismo título que la esposa del dios, motivo
por el que la egiptología considera erróneamente casos de
endogamia en las primitivas dinastías. De hecho, era lo propio, que
las hermanas del faraón se encargasen de dar pecho a sus vástagos
hubiera duda o no de que la madre natural fuera una diosa. Cuando
miramos en las listas reales el nombre de “mari” de cualquier
faraón o faraona, estamos leyendo realmente el nombre de la diosa
que lo amamantó cuando era bebé y se decidió su acceso al trono.

Este Proceso solía pactarse con mucha antelación para ir


preparando la sucesión, y se concretaban los matrimonios entre
familias reales desde prácticamente el momento de la concepción.

Hubo casos, cuando el clero de Tebas se ponía espeso, en que


un príncipe o princesa adquirieron la divinidad tanto por la línea
roja como por la blanca, es decir, de madre y padre dioses, que
además fueron amamantados por las tías paternas y maternas. Pero
también hubo otros casos, debido a que la mortalidad infantil en la
antigüedad era espantosa, en que la hermana del faraón tuvo que
dar en adopción a su propio bebé, e incluso a sacrificarlo para que
el futuro faraón o faraona tuviera garantizado el suministro lácteo.
El sacrificio o inmolación de miembros de la familia real por motivos
diversos era algo mucho más frecuente de lo que se piensa. El
episodio bíblico en que dios pide a Abraham que sacrifique a su
propio hijo no es sino una vaga reminiscencia de aquellas prácticas.

Otro de los motivos por los que se sacrificaban muchos


individuos de la realeza, no necesariamente faraones, fue el
transmitir a los jardineros de Universo o a los dioses navegantes del

230
El Evangelio de Hermes

cosmos algún mensaje o petición importante por parte del pueblo.


Suena muy escabroso, pero así se hacía.

En el registro arqueológico encontramos una enorme


proliferación de imágenes de una diosa-madre amamantando a un
niño-dios. Ésa es la imagen que adoptaron tanto el cristianismo
como el hinduismo para representar a sus respectivas familias
sagradas. Esa imagen típica de la virgen ofreciendo el pecho al joven
Cristo, en especial la que aparece con un semblante cubierto de
dolor, es una reproducción exacta, concretamente de las nodrizas
egipcias llamadas Merit-Amén, o simplemente Merit, de donde
viene el nombre de María, la madre de Jesucristo.

Resulta muy curioso que en estas regiones del planeta donde


el machismo exhibe su mayor acerbo en todo el mundo, fueran las
señoras las que transmitían la condición social y no los hombres, y
esta condición incluía a la casta máxima. El linaje de los dioses y las
diosas se transmitía de forma legítima sin ningún problema cuando
el bebé dios o diosa había sido parido por una diosa, sin importar
que su padre perteneciera o no a la misma casta, la casta de los
dioses, de los vedas, de los saktis, de los brahmanes.

Esta tradición aún la conservan los judíos. No tengo la suerte


de ser uno (creo), pero por lo que sé el judaísmo se transmite de
madre a hijos aunque el padre sea gentil, pero no ocurre lo mismo
si el padre es judío y la madre no.

Aquellos egipcios originales no conocían el ADN mitocondrial,


pero de alguna manera sabían que el contenido genético era

231
Carlos Caballero

transmitido al completo únicamente por las hembras, pues los


machos sólo transmitimos ADN nuclear (no el mitocondrial).

Es por esta peculiaridad del ADN mitocondrial que la ciencia


actual conoce un ancestro de 200.000 años de antigüedad que
puede considerarse común a toda la humanidad. La moderna
genética ha bautizado a este ancestro como “Eva mitocondrial”. No
es posible encontrar su homólogo en un macho. La ciencia también
lanza una bofetada a la misoginia grecolatina, pues la costilla de
Adán no es de Adán, sino de Eva. Qué cosas.

Se denominaba herencia de sangre o línea roja, a la


descendencia de los dioses y las diosas por la vía natural materna, y
herencia blanca o línea blanca, a aquella que se había otorgado por
la vía láctea. Sólo las diosas otorgaban la divinidad en ambos casos.

Ambas opciones solían alternarse con regularidad para que


se mantuviera la Maat o equilibrio cósmico (la exogamia parece ser
otro atributo del concepto egipcio de Maat), y tanto diosas como
dioses intercambiaban y compartían gobierno sin suspicacias de
género. Algo no muy bien visto en Tebas, por cierto.

Se entrelazaban así la línea roja y la blanca en la transmisión


del ank o línea de la sucesión, convirtiéndose en la legendaria línea
rosa por la que se suponía en Europa que había pasado también
Jesucristo, y de la que todas las casas reales y nobiliarias decían ser
descendientes, en especial la de los Merovingios, pero eso también
es otra historia. La consecuencia inmediata de esta práctica era que
el linaje divino se encontraba fuera de peligro de caer en la

232
El Evangelio de Hermes

endogamia, lo cual ya permite excluir de la línea rosa a los Austrias,


a los Habsburgo y a los Borbones, así de plano, entre otros.

El fundamentalismo no sólo afecta actualmente a las iglesias,


las mezquitas, las sinagogas y las pagodas, también hinca sus garras
en muchas facetas de la ciencia, y la egiptología no podía ser la
excepción. A poca vista que tengamos, se aprecia perfectamente
que tanto la madre de Ieshú como su esposa (no creo que te vayas
a escandalizar ya a estas alturas) se llamaban María, y que esto se
debe a que ambas eran de la línea rosa y ambas actuaron como
nodrizas de dioses, o Merit-amén. Eso significa, aunque echen
espuma por la boca los padres de la Iglesia, que tras el esenio de los
evangelios hubo más dioses y diosas de esta casta, lo cual me da
mucha alegría al percibir que los dioses del cielo no nos han dejado
solos en ningún momento como pretende la bestia de Roma, que
tilda de prostituta a una mujer que ostentó idéntica alcurnia que la
madre del dios, y que el propio dios.

Otro guiño hermético que llama la atención en esta clave que


supone la vía láctea es, que nos encontramos entre los nombres de
la mayoría de los faraones al nombre de “Merit”, que nos brinda
ahora una nueva pista para investigar en las genealogías, como
mínimo para esclarecer los casos que se suponen de endogamia.

No explicaré aquí si el maestro tuvo descendencia o no, o si


todavía hay algún dios o alguna diosa caminando por la Tierra, hay
más capítulos y habrá nuevos trabajos. Baste ir asimilando algunas
pautas como que Isis, la fuerza cósmica que encarnaba toda mujer-
diosa esposa de faraón, reunió los pedazos de Osiris para
resucitarlo por medio de una felación. Esto impresiona y sorprende

233
Carlos Caballero

bastante porque este tipo de detalles no se difunden, pero no hay


mucho que apelar, es lo que dicen los textos de las pirámides.
Ahora que vamos comprendiendo el enorme plagio que supone el
cristianismo de Roma, ahora imagínate a María Magdalena
resucitando a Jesús en el sepulcro. Debió ser sumamente excitante
el evangelio original perdido.

Esto también explica el hecho de la enfermiza y empecinada


consideración por parte de la iglesia de esta mujer-diosa que fue la
esposa del mese esenio, cuando estaban plagiando esta parte
desde el papiro donde aparecía Merit de Magdalá levantando el
obelisco del difunto dios, por eso la Iglesia no la saca del papel de
prostituta o “meretriz 29 ”, arrepentida eso sí, para justificar su
presencia en todos los actos de la vida pública del maestro esenio.

Leonardo da Vinci manejaba a la perfección la información


que este loco que escribe va a publicar. No hay como mirar a su
fresco de “La Última Cena” para reconocer a la esposa del esenio
bajo el pseudónimo de Juan. Y cómo Pedro le pone la mano en el
cuello en el momento en que el protagonista comunica a los
presentes que va a ser traicionado. Es como si la estuviera diciendo
en ese momento “¡ya te has ido de la lengua, te vas a enterar
puta!”. Así era Leonardo, el genio que fue amamantado por una
cabra, según la historia. Lo que parece no haberse dado cuenta casi
nadie es, que la traición a la que se refiere Leonardo en este lienzo,

29
Hay que ver cuántas raíces latinas se encuentran sin apenas cambios
entre el léxico egipcio antiguo. Merit es otra de ellas. No sólo a este
lexema se debe el nombre de María sino que en masculino es muy bueno
porque significa “mérito”, y en femenino muy malo, pues significa
“meretriz”. He querido resaltarlo como mera anécdota.

234
El Evangelio de Hermes

no es la supuesta traición de Judas, la trivial, sino la traición oculta,


la traición esotérica, la que se produjo en Nicea en el año 325.

Puede parecer muy complicado comprender el paralelismo


de textos antiguos aparentemente inconexos, y es muy
comprensible que no se haya hecho público mucho antes debido a
la fragmentación y a la pérdida de perspectiva derivada del tiempo,
de las diferentes formas de transmisión, y de los diferentes marcos
ideológicos de los lugares donde la leyenda mesiánica tuvo eco.

Dicho marco, siempre zarandeado por los vaivenes del poder,


conlleva la dificultad de reconocer los elementos originales y los
sustraídos a otras historias olvidadas con el paso del tiempo. Este
problema se expresa bíblicamente como “separar el polvo de la
paja”, y es una dificultad añadida a la hora de desencriptar mitos.

Por poner un ejemplo, la famosa imagen de los fundadores


de Roma, Rómulo y Remo, siendo amamantados por una loba, es
una imagen, o un gen literario, tomado de los hermanos Ka-mese y
Ah-mese que fueron amamantados por la hermana de Tao II, Inhapi
o quizás Sithot, nos faltan datos, aunque la madre-tía
respectivamente, Ah-hotep, fuera diosa de todos modos. El insulto
preferido de los micénicos era el de “perro”, y quisieron
inmortalizar la figura de los romanos como descendientes de algo
tan vil como ser amamantado por una perra, es decir, de manera
esotérica el inventor del icono de Rómulo y Remo quiso transmitir a
los conocedores de la historia que los romanos son de la peor
alcurnia, la alcurnia canina.

235
Carlos Caballero

En los tiempos de renacimiento, sin embargo, los perros no


tenían malas connotaciones, de hecho se relacionaban con la fe por
aquello de ser los amigos “fieles” del hombre. En esos tiempos, los
de Leonardo, el animal más denostado era la demonizada cabra y el
cabrito, por aquello del macho cabrío asociado con el diablo por la
Iglesia, con lo que ya, de paso, podemos aplicar esta clave para
saber quién originó el bulo ese de que a Leonardo lo amamantara
una cabra, porque a su mamá se le acabó la leche, etc. etc.

Pero no deja de ser otro gen, otra ficha de un enorme puzle


que constituye la singularidad de la transición de la dinastía XVII en
el exilio a la dinastía XVIII de la restauración, un hito en el devenir
de la humanidad que fue tan determinante que se ha convertido no
sólo en una leyenda sino que ha cristalizado en el fundamento de
las principales religiones que hay hoy en el mundo, y las otras
muchas que fueron aniquiladas por el camino hasta nuestros días,
competidoras directas de las actualmente dominantes.

Pero no es complicado de comprender, se trata de un


conocimiento que ha estado ahí siempre al alcance de aquellos
capaces de asimilarlo. Lo complicado es sacarlo a la luz de la opinión
pública. La gente es tremendamente fetichista y no cambiará de
creencias religiosas ni de opiniones políticas, por más que venga
dios y demuestre lo que diga. La gente prefiere, antes que cambiar,
permanecer en la oscura cueva del mito de Platón, y preferirá
siempre condenar lo que no conoce antes de ponerse a investigarlo.

Esto que parece un puñado de curiosas excentricidades


paralelas a la arqueología, es algo que todo el mundo ha podido
intuir. Es algo tan sencillo de comprender y tan obvio que, tratar de

236
El Evangelio de Hermes

defenderlo en una tesis doctoral es un insulto que produce prurito a


ciertos catedráticos que dicen que sí, que todo ello concuerda con
la información que ofrece la arqueología, pero que no puede ser así
porque de ser así se hubieran dado cuenta hace mucho tiempo. No
pueden porque hace mucho tiempo que se dieron cuenta, pero
hace bien poco que ibas a la hoguera sólo por insinuarlo. Hoy
también te queman, pero académicamente. Ayer te daban dos tiros
y adiós, hoy te aniquilan económicamente. Más lento pero igual de
eficaz, o más diría yo, pues mandan al infierno también a tu familia.

237
Carlos Caballero

238
El Evangelio de Hermes

17.- Sagrada familia y mujeres divinas

El inconformista Nietzsche no fue el primero en hablar del


esplendor de la luz del nuevo mediodía de la humanidad.

El lejano Platón explicaba, como su maestro Sócrates, a los


jóvenes del ágora, que el conocimiento individual humano era
como titilante candileja en una cueva a merced de la brisa,
comparado con el fulguroso amanecer que podía apreciarse en el
exterior de la gruta personal que pocos se atreven a abandonar.

Platón hablaba mucho de un auriga que debía gobernar el


carro de la vida personal. La vida es similar a un carro del cual tiran
dos caballos, uno blanco y uno negro. En seguida nuestra mente
grecolatina se lanza a interpretar a estos caballos como el bueno y
el malo, y siempre el malo es el negro, cuidado y no te parece…

Craso error. Tenemos que vaciar la cabeza de los viejos


trastos intelectuales que nos inculcan desde que nacemos, para
poder reamueblar el pensamiento de acuerdo a otros parámetros
más acordes con el modelo científico, más razonables, al menos.

Los parámetros que dirigen una mente hermética, abierta y


holista, son explicados por Platón bajo la metáfora del auriga. Los

239
Carlos Caballero

caballos blanco y negro, no son otros que la razón y el corazón. El


auriga es la voluntad, que debe manejar con mano firme el carro de
nuestro pensamiento por encima de los topes y los socavones que
presenta una educación llena de vicios, prejuicios y bajas pasiones.
La voluntad debe llevar el carro de nuestra vida desde la ignorancia
a la conciencia, de la penumbra de nuestra cueva intrascendente y
diaria hasta la luz de nuestra propia verdad, el centro de gravedad
donde nuestra conciencia se tranquiliza y vuelve a casa.

Si conduces tu mente de manera hermética, abierta y holista,


comprenderás que muchos aparentes embrollos históricos como
éste o de cualquier tipo, se presentan simples y desnudos, tan
sencillos que un niño los comprendería.

De hecho, los niños son los que tienen menos trastos


psicológicos alojados en sus cabezas. Puede que sus jóvenes
memorias almacenen sorprendentes colecciones de absurdeces que
impone el sistema educativo, pero éstas se olvidan con la misma
facilidad, y salen como de un vaso el aceite cuando echamos agua
clara. “Dejad que los niños se acerquen a mí” es una vieja frase
hermética de todo aquel que desea crecer en sabiduría. El aprendiz
de cualquier disciplina conducente a la madurez intelectual debe
desprenderse de aduladores e hipócritas, y rodearse de otros niños
intelectuales ávidos de curiosidad y talento por curtir, aquellos que
no memorizan datos sino índices para observar un horizonte más
amplio de información que procesar y relacionar espontáneamente
y sin pudor. Es dura y solitaria la vida de aquel que no abandona
una mente tierna y moldeable de niño, una mente abierta y
holística, pero ha de ser satisfactoria, yo no lo sé.

240
El Evangelio de Hermes

Conocemos la trascendencia de la leyenda que tenemos


entre manos, sólo hay que mirar el mundo. Pero no sería la “Eva”
de la historia, no habría tenido la repercusión que ha alcanzado, si
no hubiera integrado otros elementos esenciales.

Por ejemplo ¿habría sido diferente el escenario actual si en


lugar de la historia que proponen los evangelios canónicos, hubiera
que remontarse 17 siglos atrás para encontrar, en lugar de unos
romanos jugándose a los dados las prendas del esenio, hubiera que
hablar de unos juegos olímpicos para repartirse el equipamiento de
guerra del faraón? Porque 17 siglos antes de la trama que nos
ocupa los griegos asentados en Egipto se disputaron los despojos de
otro hombre-dios, un muchacho-dios para ser exactos, y en aquel
caso la secuencia de los hechos dejó profundo impacto en su
generación y en las posteriores. Todos lo habían visto clavado a
unos postes con los ojos arrancados por los cuervos, las vísceras
devoradas por los perros, y un escarabeo clavado en el cráneo
donde se podría leer en griego “Ka-mese, rey de los esclavos”. El
Universo hicso quedó atónito cuando pudo contemplar en el
Horizonte la figura de Ah-mese (o David) dispuesto a convertir la
persecución en la última pesadilla del invasor micénico, a quien de
inmediato identificaron como el rey-dios que había regresado de
entre los muertos. Podemos imaginar el espanto, de ver aquellos
despojos vejados por las alimañas habían vuelto a la vida, habían
recobrado el aliento “Ah”, para estrellar un ejército contra los
perseguidores implacables de la población superviviente al
apocalipsis fenicio.

241
Carlos Caballero

Del evangelio canónico podemos dudar con amplios


márgenes de verosimilitud, pero del testamento de Ah-mese da fe
el registro arqueológico. Entonces ¿qué es la luz y qué la sombra?

Los juegos “olímpicos” significaban literalmente juegos para


decidir el reparto del ajuar de un faraón ya fuera su ajuar funerario
o fuera un botín de guerra. En el episodio de David y Goliat aquellos
atónitos mercenarios micénicos se habían repartido como trofeo el
carro de oro del niño-dios, y sus enseres igualmente divinos, pero
no podían creer lo que veían sus ojos, estaba ahí delante
rompiendo el horizonte y dispuesto a batirse con el mejor de sus
lidiadores.

¡Seguía vivo!, traía su refulgente carro y todo el ajuar de un


dios. ¡Estaba ahí! Ahí parado el joven león escrutando a su presa
antes de darle su abrazo mortal. Todos habían pisoteado sus
despojos eviscerados antes de arrojarlos al mar, aquello no podía
ser posible, no entraba en la física, aquello iba a ser una terrible
experiencia meta-física de la que sabían que no podrían escapar. El
dios de Egipto vivo y poderoso como profetizaban las escrituras
prohibidas de los templos, poderoso en la vida y en la muerte,
señor de los elementos, señor de todo lo que hubiera entre el
Olimpo y el Tártaro, señor de la vida y de la muerte, capaz de
abordar a su antojo las dos orillas, y se cumplía lo que avisaba,
abajo debía ser como era arriba y todo debía tornar a su lugar.

El niño-dios había resucitado en todo su dorado esplendor y


grandeza, y había traído con él a las huestes que tanto esfuerzo
había supuesto mandar al Eliseo. Había vuelto con sus tropas
intactas y las negras moiras dispuestas a beber su sangre y a tejer

242
El Evangelio de Hermes

un destino funesto para los perros invasores. La maquinaria de


construcción diseñada para la manipulación de moles de granito
colosales se había transformado en maquinaria de demolición,
poleas, estribos, trinchetes y contrapesos se habían convertido en
catapultas y arietes, una artillería nunca vista antes. Todos ellos
habían vuelto de la muerte para devolver la Maat al mundo.

Después de esto ¿a quién no le iba a parecer descafeinado lo


del pastorcito del tirachinas? Más que descafeinado, una parodia.

Muchos hicsos murieron flechados, y a otros los mató el


espanto de ver al gigante desplomarse en la piedra con el
estruendo de un cedro milenario desbrozándose ante el leñador.
Muchos corrieron, otros vieron venir los dardos y no se apartaron
aceptando el abrazo del dulce último sueño. Muchos vieron caer del
cielo toneladas de escombros sobre sus cabezas, ninguno Salió.

Con todos los respetos para el Sr. Bram Stocker, voy desvelar
el secreto hermético de su gen literario. Desconozco si realmente el
Conde Drak de Transilvania es un personaje histórico o de leyenda,
y, si realmente existió, no sé si fue tan espectacular con sus
enemigos o víctimas como se cuenta en la novela. Lo que sí sé es
que tiene visos de ser un gen literario ¿de quién crees? De la
historia de Egipto. La diosa Ah-hotep, en su versión postraumática
también empalaba a sus enemigos, bebía su sangre, comía partes
de ellos, y ya terminada la reconquista pasaba grandes ratos
encerrada en su palacio funerario, cuando no recorriendo las
cuevas de un valle cercano a Tebas donde se encontraban los
sepulcros escondidos de sus parientes y amigos. De todo ello da
cuenta la iconografía hindú, ciertos tintes homéricos, y registros

243
Carlos Caballero

egipcios que se encuentran, desgraciadamente, como la mayor


parte de lo egipcio, en colecciones privadas. Aquel valle que
empezó siendo un conjunto de escondrijos entre las montañas
donde salvaguardar las tumbas reales de la rapiña y el saqueo
micénico, nacería con el paso del tiempo la necrópolis más famosa
del mundo, el llamado Valle de los Reyes. Esa fue precisamente otra
de las consecuencias del episodio de Avaris para el curso de la
historia, el que las tumbas reales dejaran de ser las ostentosas
pirámides y templos de la antigüedad para pasar a ser catacumbas
o enterramientos excavados en los lugares más recónditos, y
escondidos profundamente bajo las montañas, y disimulados
celosamente para que nadie, salvo sus constructores, pudiera
encontrarlos jamás.

Parece ser, pero esto entra ya dentro de la leyenda, que la


diosa Ah-hotep, hizo lo inverso con los restos de sus enemigos
vencidos, los expuso a la vista para que nadie olvidara lo que
ocurría cuando se encendía la ira de los dioses. Mientras los restos
de sus familiares y héroes de la reconquista se ocultaron en las
entrañas de la tierra, dice la leyenda que los restos de sus enemigos
fueron expuestos a la vista de todos en los lugares más remotos
emblemáticos del planeta. Como los hicsos prácticamente dejaron a
toda la Gran Fenicia despoblada en su afán de tener sus propias
pirámides para la posteridad, Ah-hotep, mandó construir pirámides
de puros nichos, como la de Tajín en México, donde depositar a la
vista de todos la colección de cráneos micénicos de aquellos que
participaron en la masacre de más de un siglo de ocupación. De ser
cierto esto, tenemos pirámides similares a la de Tajín en lugares tan
remotos como India y China que podrían corroborarlo, pero pudiera

244
El Evangelio de Hermes

ser también ficción oral generada para explicar la presencia de


monumentos cuya causa se desconoce, pues el ser humano por
naturaleza aborrece y le apasionan los enigmas.

La memoria de Ah-hotep nos ha llegado no sólo a través de la


egiptología, sino también a través de los Vedas. Fue inmortalizada
bajo el nombre Kali, o diosa de la muerte Parva-Kali. Homero
también quiso darle vida eterna, a su manera hermética, claro está,
aunque la dividió en varios personajes, a saber, Medusa, las negras
moiras, y también a través de un guiño de la más típica factura
hermética como es la etimología. El nombre de la esposa de Héctor,
en la Ilíada, quiso que fuera Andro-maca, “andros” de hombres y
“maca” de muerte, como “macabra”, significando en total “la
matadora de hombres”. Puede que sea esta heroína antigriega, uno
de los pilares ancestrales de la misoginia occidental posterior, junto
con Hatshepsut y con Amén-hotep IV (Ank-n-atón).

Que los héroes fueran devorados por los perros o los peces
no debió ser tan ofensivo como que todo un imperio micénico fuera
devorado por una mujer, y no precisamente una mujer monstruosa
con serpientes por cabellos que al mirarte te convertían en piedra,
sino una mujer que fuera icono de maternidad y del éxtasis místico
tántrico del mayor guerrero conocido que se había enfrentado a los
micénicos, según los propios micénicos. Lo más lógico es que las
serpientes que adornaban las coronas de los dioses, aunado al
cabello enmarañado de la guerrera que presentaba en su viudez,
generaran en los cantares micénicos la apariencia de Medusa, y que
lo de convertir en piedra no sea otra cosa que la pasión por la
escultura y la escritura en piedras que presentaban también los

245
Carlos Caballero

faraones y faraonas. Seguramente la expresión “su mirada te


convertía en piedra” significaba para Homero que mandaba esculpir
todo aquello que le llamaba la atención.

La memoria de la posteridad oriental cuya iconografía es


igual de excelsa que la egipcia y la mesoamericana, guardó el
nombre de esta mujer-diosa bajo el nombre de Parva,
cariñosamente Parvati, y cuando se la quiere diferenciar de su
faceta oscura la dicen Parva-Durga. También se la suele representar
cuando no es en familia junto Shiva y Ghanesa, sentada con los pies
cruzados como los mesopotámicos o de rodillas como los egipcios y
chinos, pero con muchos brazos emergiendo de su torso. Esta
iconografía significa, según mi apreciación, que la mujer es diosa en
muchos aspectos, como madre, como esposa, como hermana
nodriza que amamanta para abrir el árbol genealógico de los dioses,
y como guerrera fatal.

En el Egipto tradicional, la sagrada familia es idéntica, el


padre guerrero Osiris, la esposa amante Isis, la viuda loca de coraje
Neftis, y Horus el hijo natural de ambos. Pero Isis y Neftis son la
misma figura en su doble faceta de amor y muerte, y también son
hermanas metafóricamente de Osiris no por incesto sino porque
desde el punto de vista del Horus, éste puede ser el vástago real y
divino tanto por vía natural sanguínea como por la vía lactante por
parte de una hermana carnal Osiris, el dios verde de la vida, que
también lo es de la muerte, aunque para diferenciar esta faceta se
le denomina Set o Seth, descrito como hermano y asesino cósmico,
bautizado o sincretizado como Satán por el judeo-cristianismo y el
islam. Hay que tener mucho cuidado con la palabra “hermano” en
el idioma egipcio antiguo, porque es la misma palabra para los

246
El Evangelio de Hermes

mortales significando hijos de la misma madre, que para los dioses


cósmicos significando facetas opuestas de una misma figura o
arquetipo mitológico, y también difiere su significado en el marco
de los hombres-dioses y las mujeres-diosas, significando en este
tercer caso “cuñados”, es decir, la esposa del faraón y su cuñada
ejerciendo como nodriza real eran identificadas como “hermanas”
siendo de madres distintas, y el título de “esposa real” era
compartido por ambas, lo que ha llevado a pensar erróneamente en
relaciones incestuosas entre la genealogía egipcia antigua.

En la familia sagrada cristiana a pesar de que el gen literario


es el mismo, es una familia desgajada, uniparental, huérfana y por
siempre viuda, no resucita el padre con el amor de María. En la
familia sagrada cristiana el padre, José, sólo aparece en el momento
del nacimiento, el resto de apariciones son durante la infancia de
Jesús pero esos son textos apócrifos. Luego desaparece en todo el
texto, ni siquiera acude a despedir a su ahijado en la cruz, puede
que se fuera con otra que no le engañase con palomos… Perdón por
la broma, lo cierto es que la figura del padre desaparece en los
momentos más cruciales de los evangelios, porque la figura del
padre es también la figura del guerrero y Roma quería unos
súbditos sumisos, y no podía quedar en el evangelio clonado o
corrupto ni la más mínima referencia, ni un suspiro de
sublevaciones ni reconquistas.

Ya tenemos a la familia sagrada cristiana como una madre


soltera amamantando a su hijo. Lo de la pose de sacar un pecho
llama la atención en el puritanismo cristiano, lo que indica que
sigue siendo una clave, un gen si no literario, histórico-artístico, de

247
Carlos Caballero

la tradición de la vía láctea, pero aquí no tiene el sentido de que ella


le está transmitiendo la divinidad, ya que aunque los católicos la
tienen por mujer santa, casta y pura, no la otorgan un carácter
divino porque sólo el niño es dios, e hijo único de dios, eso lo deja
muy claro, hijo de un dios que anda por ahí en las nubes
amenazando y castigando sobre todo a los que utilizan el sexo
como experiencia mística, la cópula sexual es sólo para procrear y
cuidado si se practica con otros fines. La sublimación de esta
fobosofía judeocristiana se encuentra en la ablación y el gurca. Y
por supuesto, en esta familia sagrada cristiana misógina y estéril
aunque descienda del tronco de David no puede tener
descendencia porque con un hombre-dios por la Tierra ya es
suficiente, y por si quedan dudas del poder de Roma y de lo
perversos que son los judíos, la finalidad de este hombre-dios es
que lo maten humilde y sumisamente, y con eso se salva el mundo.

Luego resucita para que demostrar su divinidad además de su


apego por el vino, para que tenga todos los ingredientes del
mesianismo, y resucita él solito, nada de felaciones, para que todo
siga como antes, Roma como dueña del mundo y los judíos
litigando como siempre y a sus cosas. Ah, eso sí, se abre la vía a la
vida eterna, una vía única y cuya patente se encuentra en Roma, si
sufres lo bastante en tu vida y te dejas avasallar con un espíritu
sumiso y obedeces con una fe ciega, entonces te habrás ganado el
paraíso. Todavía no entiendo como tanta gente puede tragarse esta
sarta de sandeces. Afortunadamente, la familia sagrada cristiana es
muy distinta a la que nos impone Roma, la familia sagrada es la
misma en Egipto, en la India, y en Pekín, porque se trata de un
conjunto de arquetipos ancestrales con base a registros históricos, y

248
El Evangelio de Hermes

la historia pasó como pasó y no de otra manera. Para el cristiano


que quiera salir del huevo de la fe y quiera indagar más sobre Ieshú
mese, el maestro esenio, sólo tiene que ponerse a investigar, hay
varias líneas de investigación muy interesantes, la mía es sólo una
más. Yo les animo, como decían los agentes del FBI Mudler y Scully
“la verdad está ahí fuera”.

Aparte de Ah-hotep y las dos Merit (María la madre y María


la esposa del dios) que el cristianismo romano ha circuncidado y
escondido tras el gurka del fanatismo y la intolerancia, te propongo,
si tienes tiempo y curiosidad, tres líneas de investigación de máxima
actualidad que están abiertas y en manos de arqueólogos muy
reputados pero que no avanzan ni se ponen de acuerdo:

1.- Tetisheri, que es considerada matriarca de la dinastía ah-


mésida (dinastía XVIII). Sólo ella podría poner patas arriba todo el
pavimento bíblico. Resulta que la versión original de toda la saga y
las peripecias que se narran en el pentateuco, tienen lugar en este
periodo de Egipto, y lo peor para la misoginia dominante, pudiera
ser que todos los patriarcas de estos volúmenes no fueran tales,
sólo que hubiera un única matriarca, la diosa Tetis de Homero. Su
registro se consideraba perdido para siempre, por eso quizás
Homero ni se molestó en cambiarla el nombre.

2.- Hatshepsut, que a pesar de todo el esfuerzo que hicieron


los gobernantes posteriores en borrarla de la historia, se olvidaron
de colosal templo, junto al valle de los reyes, en el cual se describen
con todo detalle ecuaciones astronómicas, operaciones quirúrgicas,
y, lo que constituye actualmente toda una herejía para la historia
oficial, la descripción detallada de los viajes ultramarinos a Atlán.

249
Carlos Caballero

3.- Akhenatón, que culminaba la máxima herejía de todas,


una mujer con toda la indumentaria y ajuar de un faraón masculino,
incluso tuvo esposas para apaciguar al clero de Tebas, y todas ellas
tuvieron un montón de hijas por la gracia de dios, así que lo de la
procreación por medio del espíritu santo tampoco es genuino, tiene
su gen literario en la persona, para mí toda una belleza, de Amén-
hotep IV, mayormente conocida como Ank-n-Atn. También se la
considera erróneamente el faraón hereje que introdujo el
monoteísmo en el mundo, pero nada de eso. Trató de explicarles al
tozudo clero de Tebas que por encima de las fuerzas de la
naturaleza, por encima de los arquetipos ancestrales, e incluso por
encima de los reyes y las reinas, había todo un Universo infinito que
lo envolvía todo y que se llamaba Atón, el Kosmos de los helénicos.
Este concepto lo abarcaba todo, continente y contenido, lo visible y
lo invisible, la materia y el halito que la vivifica, y cualquier idea que
se pudiera pensar, los demiurgos o creadores y los patrones de las
creaciones también quedaban dentro del Atón, incluso la nada era
parte del Atón. Esta idea no fue bien acogida porque el Atón no
necesitaba sacerdotes ni intermediarios, estaba por encima de todo
lo humano y lo divino, tan sólo ponerlo nombre o describirlo sería
cometer errores, sería blasfemar, por lo que a ella le dijeron
blasfema y la confinaron en Amarna.

Estas tres señoras-diosas fueron rescatadas con pinzas por la


egiptología más concienzuda y entregada, pues ya se las habían
tragado las arenas del olvido.

Otras tradiciones aparentemente alejadas e inconexas nos


muestran imágenes iconográficas cuyo realismo, deteriorado por el
tiempo y los marcos ideológicos de las inevitables reformas, aún

250
El Evangelio de Hermes

nos guardan un guiño hermético de vez en cuando, como el hecho


de que a la realeza europea se le diga sangre azul, y que las
divinidades arquetípicas tanto egipcias, como indias, tibetanas,
mesopotámicas, medas, quetzal o mesoamericanas aparezcan en
los murales antiguos con la piel pintada de color azul. Estos guiños,
estas aparentes casualidades ya nunca más nos van a extrañar, se
trata de la globalización de la historia.

En lo que se refiere a la biblia, incontables eruditos e


historiadores han dejado sus vidas tratando de encontrar las huellas
arqueológicas de lo que en ella se menciona, lógicamente sin éxito.
La única forma que tenemos de encontrar un sentido arqueológico
es decodificarla mediante las claves herméticas. El eco, el trasfondo
egipcio, es innegable. Todo está en los sedimentos, y donde éstos
se han removido o han desparecido por la codicia y la ignorancia
humana, encontraremos las claves indirectas en forma de
referencias. La senda esotérica es insondable pero sólida si se lleva
de la mano de la ciencia.

251
Carlos Caballero

252
El Evangelio de Hermes

18.- Numerosos como espigas

Hay que ver qué pequeño es el mundo, y qué enorme la


beligerancia de los simios que creen caminar erguidos. Tenemos un
libro en la Biblia denominado “Éxodo”, que nos ofrece todo lujo de
detalles sobre la salida y el peregrinar del pueblo Judío perseguido
por los supuestos egipcios. Pero no es hasta la invasión romana que
aparece la denominación de “judíos”, y es consecuencia de la
concentración, más que provincia romana, de Judea, que es como
Roma gestionaba su imperio cuando sentía dificultades, es decir,
creando fronteras, la vieja estrategia de “divide y vencerás”.

También había otra provincia aledaña a la anterior, llamada


Filistea donde había mayor concentración de criollos que en el resto
del territorio, lo cual no debe confundirnos y hacernos creer que las
denominaciones romanas son las que se ajustan a la realidad por el
mero hecho de que no haya quedado rastro de la perspectiva
autóctona. La Biblia ha tenido que pasar a fuerza por el tamiz
romano, por lo que hay aplicarle la hermenéutica romana para
entender el marco histórico. Bajo ese prisma, en la provincia Filistea
se hallaba la mayor concentración del poder extranjero grecolatino,
y en la provincia Judea se encontraba la mayor concentración de
hebreos, es decir, de descendientes de aquel éxodo primigenio que

253
Carlos Caballero

en principio no tenía una denominación de origen concreta sino


incontables, lo que para mí quiere dar a entender el número doce.

Y ahí se encontraba el conflicto, en Filistea los “filis” los


amigos, y en Judea los judíos o enemigos de Roma, y no hay que
darle más vueltas. Todos los judíos eran hebreos pero no todos los
hebreos eran judíos, judíos eran, por decirlo llanamente, los que
querían bronca con Roma, y en la provincia Judea se presentaban
incorregibles, insumisos, los que no toleraban el régimen romano.

Si buscamos bien en la Biblia creo que por alguna parte debe


decir hasta cuántos pelos tenía la barba de Moisés, pero eso no
debe despistarnos, pues cuando aparecen los datos técnicos suelen
ser rellenos añadidos por alguna familia adinerada para ser
mencionados en los textos antiguos y justificar así su nobleza, como
explicábamos antes, por un módico precio.

Sobre el retorno no hay nada, como si hubiera sido arrancado


del Pentateuco. Un final abrupto es todo lo que tenemos para 40
años de calamidades por el desierto, el último de los cuales lo
disfrutan en compañía de Yahvé, una especie de nave nodriza en
forma de puro de esas típicas de la ufología ¿Qué pasa después, se
quedan todos juntos? ¿se regresan a sus casas abandonadas
durante esos 40 años? De eso todo no sabemos nada, no hay nada.

Sin embargo, cuenta la tradición hermética que a lo largo y


ancho del creciente fértil, se produjo durante la transición a la
dinastía XVIII, un áspero y difícil retorno que no siempre tuvo un
final feliz.

254
El Evangelio de Hermes

Cuando se corrió la voz de que el último de los griegos que


habían estado en Avaris ya pendía del rosario de cabezas de la
diosa-abuela Ah-hotep, muchos exiliados de todos los confines del
mundo que aún permanecían escondidos emprendieron un azaroso
viaje de vuelta a casa.

Después de cuarenta años de ausencia muchos encontraron


sus haciendas ocupadas, pero otros vieron la posibilidad de
recuperar sus tierras e incluso la posición social y los cargos que
ostentaron sus padres antes de que fueran capturados.

También dice la tradición que no todos los exiliados habían


guardado las costumbres y preceptos de sus antepasados durante
la ocupación. Muchos las habían abandonado e incluso habían
medrado y se habían acomodado colaborando con el régimen hicso.
Cuando las aguas volvieron a su cauce, éstos lo pasaron muy mal.

La forma de desenmascarar a los simpatizantes de los griegos


era escuchándoles hablar, pues no era difícil detectar el acento
extranjero. Dice la leyenda que era frecuente escuchar esta excusa:
“nosotros amamos Tebas, (o Menfis, o Biblos, o la ciudad que fuera
en cada caso), pero nos ha tocado la guerra en el bando micénico,
no hemos tenido otra alternativa que colaborar, eran nuestras
cabezas o las de aquellos”. Seguidamente se les hacía una pregunta
trampa para saber si habían estado en la caravana del Éxodo: “¿Y
cuántos sois?”. A lo que tenían que dar una respuesta que sólo los
que habían participado en el éxodo conocían, porque era una
contraseña, una palabra de paso que significaba: “numerosos como
espigas”.

255
Carlos Caballero

Si la respuesta era otra o si la pronunciación no era la


correcta, simplemente se les pasaba a cuchillo.

Se calcula, aunque no deja de ser mera especulación, que


más de cien mil personas fueron ejecutadas de esta manera.

Petra, Alepo, Kadesh, y Éfeso, al menos, parecen haber


practicado también esta depuración en sus respectivos dialectos.

Muchos de los que no encontraron el camino de vuelta a casa


se fueron asentando paulatinamente en las que eran entonces
fértiles y verdes laderas del Hermón, también llamadas montes de
Sión, y fueron éstos los que adquirieron la denominación de
hebreos, y los que decidieron desvincularse de cualquier modo con
Egipto no fuera que los confundiesen con los hicsos.

Este monte y luego los llanos aledaños se convertirían con el


tiempo en la patria de los apátridas, los que olvidaron su origen, su
nombre, su idioma y también su esencia egipcia. El sentimiento
nacionalista hebreo es un sentimiento perturbador que ha borrado
los pasos de sus orígenes y del que sus ancestros se avergonzarían
tanto como del sentimiento de ser el “pueblo elegido”, que tantos
problemas acarrea, pero como no lo saben viven la ignorancia feliz
de creerse el ombligo del mundo. Aun así son admirables estos
laboriosos judíos, y lo que más admiro es precisamente su afán por
registrar su presente y por recordar su pasado.

Incluso cabe la posibilidad de que yo también sea un primo


lejano de éstos, pues mi familia viene de un pueblito llamado Poza
de la Sal en Burgos, España, que era totalmente sefardí en tiempos
de los reyes católicos, los cuales, en cuanto descubrieron américa,

256
El Evangelio de Hermes

lo primero que hicieron fue expulsarlos junto a los frailes jesuitas


que los defendieron. Quizás debiera decir “nos” defendieron.
Quizás ni nos fuimos tan lejos.

Algún guiño hermético ha de quedar en la cábala y en la


preciosa etimología de este pueblo de pueblos, el pueblo de los
dioses y las diosas, el pueblo de la tierra de Isis y de Ra, o Isis-Ra-el.

257
Carlos Caballero

258
El Evangelio de Hermes

SEGUNDA PARTE

La historia siempre se repite,


sobre todo si se olvida.

259
Carlos Caballero

260
El Evangelio de Hermes

19.- Genealogía del evangelio

Damos un salto de 1.500 años para situarnos en el marco del


imperio romano del siglo I antes de hecho cristiano. Tenemos que
escribirlo así de largo porque no hay cero en números romanos.

La cultura latina se presentaba como la cumbre de la


civilización pero había olvidado las artes “libres”, las ciencias
humanistas, la astronomía, la filosofía, la medicina, y cualquier
modelo matemático o algoritmo de los que los antiguos guardaban
amorosamente en planchas de oro, el material que era la máquina
del tiempo de nuestros ancestros. Ya hacía siglos que el
conocimiento hermético había pasado a formar parte de la leyenda,
y que el sincretismo entre Roma y Atenas no dejaba espacio para la
espiritualidad oriental. Más bien lo contrario, se consideraba este
saber, este recuerdo y este aspecto de todo ser humano, más bien
una amenaza para la civilización del individuo y de las masas.

Casi todas las bibliotecas del Mediterráneo habían ardido


hacía mucho con todas las copias y legajos, realizados sobre papiro,
códice o pergamino, que pudieran recogen el conocimiento
humano. Y el que se encontraba grabado en la piedra ya había sido
demolido y triturado en su mayor parte por unos y por otros. Se

261
Carlos Caballero

puede decir que, aunque eran tiempos de máxima sofisticación de


la política, la legislación y la administración del estado, en los demás
aspectos la humanidad se encontraba prácticamente a oscuras.

Las planchas ya no eran de oro pero la ambición de Roma era


tal, que con tal de situarse en la cumbre de la cultura, y de que sus
escritos aparecieran como originales y auténticos, no le tembló la
mano a la hora de destruir todo lo demás, todo lo anterior.

Borraron todos los gráficos que las arenas del tiempo no


había aún engullido. Algunos, en su ansía por destruir la memoría,
murieron tratando de encaramarse a las peligrosas alturas donde se
encontraban grabados los nombres del pasado glorioso en el que se
relataba la historia del niño-dios que se negaba a ser griego ni
anfitrión de Roma, el Horus que regresaba del país de los muertos
para reconquistar la tierra del Sol, y restaurar la justicia cósmica.

Cuántos de esos relatos han podido llegar hasta nosotros


gracias una mano de cal o de pintura desprendida en el momento
oportuno. Cuántos más han aparecido por arder una zarza que
casualmente ocultaba una cueva, o al aparecer una grieta en el
suelo que daba acceso a una necrópolis en proceso de derrumbe.
Cuántas han aparecido al pasar un arado y arrancarle a la tierra un
trozo de barro, que es lo que somos, somos la historia, sin historia
nadie sabe lo que somos, y somos barro como el de las tablillas de
Sumeria. Si destruimos ese barro, destruimos nuestra esencia,
destruimos lo que verdaderamente somos.

La palabra “evangelio” esconde un buen conjunto de escritos


en torno a la reencarnación de la leyenda del “mese” o “mesías”,

262
El Evangelio de Hermes

que apenas se corresponden entre sí, y que han servido para


justificar matanzas y guerras santas permanentes, y la prominencia
del imperio romano por los siglos de los siglos, Amón.

Pero detrás de la criptografía sagrada y las palabras huecas


de relleno que las encapsulan, simplemente para alejarlas de la
hoguera, hay un trasfondo histórico que contrasta enormemente
con lo que nos han inculcado durante 17 siglos los cristianos
romanos. El Evangelio es la letra que con más sangre ha entrado en
la cabeza de los humanos en toda la vasta historia, aunque por ahí
el Corán parece que no de lejos le va a la zaga.

Pero tratemos de analizar qué tiene este texto para haber


podido justificar tantas matanzas y tanta esclavitud voluntaria. Y lo
primero de todo es saber qué demonios es eso de “los evangelios”:

Evangelio canónico de San Juan.

Consta de dos libros, uno donde se justifica la divinidad del


protagonista, y otro donde se describe su persecución y muerte.

Éste es el preferido por los esotéricos ya que se asegura que


es infinitamente más importante lo que en él se esconde que lo que
en apariencia muestra, y que es infinitamente más grande lo que
omite que lo que presenta literalmente. Y en eso estoy de acuerdo.

El primer ejemplar que tenemos consiste en unos pequeños


jirones de papiros no escritos en arameo, como siempre se nos ha

263
Carlos Caballero

inculcado, sino en griego, el lenguaje culto de la segunda mitad del


siglo I gregoriano, en que han sido datados según el C14.

El más antiguo completo se ha datado en el año 135, y sería


redactado presuntamente en Éfeso, en la costa este del mar Egeo, o
al menos allí es donde fue encontrado.

Autoridades mundiales en lenguas muertas como Don Llogari


Pujol aseguran que se trata de un refrito de escritos con genes
literarios que se encuentran todos ellos en la literatura egipcia, al
igual que le ocurre al cuento de Simbad el Marino. Por este motivo
se le supone un origen copto, como resultado de un encargo gráfico
a los monjes del Serapeo, para dotar de solemnidad y autoridad
literaria al emergente proyecto de romanización del irreductible y
molesto cristianismo o mesianismo primitivo, que es como
denominaban al espíritu de rebelión los filisteos (o griegos) y los
judíos respectivamente.

Mi opinión es, que los estudios de este venerable lingüista


son rigurosamente ciertos, pero los resultados que ofrece se
pueden especificar mucho más con el aporte de más datos.

Naturalmente mi certeza no es absoluta, pero considero casi


probado que hubo un texto original redactado también en griego, ni
más ni menos que por Merit, la esposa del esenio, o bien, sería
dictado a algún literario o biógrafo, griego o no. Este texto proto-
evangélico sería escondido precisamente en una cueva de Éfeso,
hasta que lo encontraran las autoridades romanas. Sería llevado a
Coptos para que los monjes mejores conocedores del sincretismo
entre el mundo grecolatino y el egipcio realizaran una parodia

264
El Evangelio de Hermes

grotesca que permitiera amenizar los juegos en los que los esenios
u otros rebeldes, terminaban devorados por los leones en un circo.

Tras casi dos siglos de desatar carcajadas por todo el mundo


grecolatino, finalmente se le otorga la sobriedad y la seriedad
necesaria para constituirse, en manos del emperador romano San
Constantino, como el Evangelio canónico del nuevo cristianismo
católico, apostólico y romano, muy romano, sobre todo romano,
que fuera presentado al mundo en el concilio de Nicea del año 325.

La más mortífera y sanguinaria de todas las sectas cristianas


que había en aquel momento, la que diseñaron los mismos patricios
que bajaban la mano en los palcos de los circos, se convertiría, por
obra y gracias del espíritu santo de la espada y el fuego, en la
versión oficial del cristianismo.

Evangelios sinópticos de Lucas, Mateo y Marcos.

Sinóptico viene del griego y significa que “se ven igual”, lo


que indica que desde su aparición se ha apreciado claramente que
son el mismo evangelio que se multiplicó por arte de magia, como
los panes y los peces del Tiberiades, para aportar mayor número de
pruebas al juicio en el que se decidía cuál de las sectas cristianas era
la verdadera, si la romana o la de los “otros” cristianos, la de los
verdugos o la de las víctimas que no lograban exterminar y que se
levantaban siempre de entre sus propias cenizas. Se otorgaron la
molestia de introducir pequeños cambios intrascendentes en el
texto atribuido malévolamente a Juan, y con eso se dieron por
fuentes diversas y fidedignas.

265
Carlos Caballero

Pasaron el examen los tres junto al de Juan, y son los oficiales


o canónicos, es decir, los únicos que aún se consideran legítimos y
auténticos. Es más, cualquier otra biografía o mención al esenio
sería declarada apócrifa, herética y digna del fuego, y todo aquel
que la albergase o estudiase, digno alimento para gatos.

Juan, como supuesto apóstol ni siquiera existió. Se trata de


un personaje ficticio que ocupó el lugar de Merit, la esposa del
Cristo, una vez que en Nicea se dio luz verde al fraude.

Eruditos cristianos afirman que el texto de Marcos es quizás


el primero de los tres sinópticos, pero hay unanimidad en cuanto a
que, al menos dos de ellos, son vulgares copias literales, y también
ven difícil que, a pesar del juego que da el tener a los milagros de su
parte, ningún apóstol llegara a la improbable edad de 135 años.

La tradición cristiana asegura que fue redactado por el propio


apóstol en torno al año 70 y en la ciudad de Roma, o acaso en
Antioquía, pero curiosamente también el primer ejemplar que
tenemos de los sinópticos está escrito en griego, y el herético
carbono 14 dice también que es de finales del siglo II.

La genética literaria de estos textos indica la presencia de


expresiones típicamente semíticas, lo que para ciertos estudiosos
como el que escribe, estaría indicando la presencia del citado texto
original desaparecido, escrito quizás éste sí en arameo (el hebreo
especial del norte de Siria) o griego, pues el latín era un lenguaje
vulgar en aquel tiempo además de la lengua de los invasores. Este
texto perdido sería anterior a los evangelios conocidos, y serviría de
molde del que extraer las partes más adecuadas para presentar a

266
El Evangelio de Hermes

un Cristo inverso al histórico que se prestase al objetivo ulterior de


someter al individuo y a las sociedades invadidas y expoliadas.

De entre todos los indicios razonables que no pertenecen a la


bibliografía auxiliar de mi tesis ni a la arqueología, son estos genes
literarios siríacos el refuerzo más importante de todos.

Evangelios apócrifos.

La Iglesia ha declarado apócrifos, circunloquio que significa


“falsos” o “espurios”, a todos aquellos registros históricos,
presuntas biografías y referencias al “mese” del año cero, que
hayan logrado trascender hasta nuestros días por haber escapado a
la quema. En la literatura védica y en los manuscritos del Mar
muerto se encuentran la mayor parte de este tipo de textos, e
incluso en el Corán hay reminiscencias del esenio que lo describen
más fidedignamente que lo que nos han enseñado. Y seguirán
apareciendo nuevos textos apócrifos mientras la Iglesia no
abandone la poltrona y deponga su actitud prepotente de
monopolista de lo divino y de la figura crística, lo cual me parece
más que improbable. Éste mismo texto que tienes entre las manos
es un evangelio apócrifo, y a mucha honra.

Evangelios herméticos.

Este tipo de evangelios se han venido transmitiendo de forma


oral (por motivos obvios) a lo largo de toda la historia, hasta ese
periodo post-medieval que llamamos el Renacimiento. Durante este
periodo, llamado así por el resurgir espontaneo de las luces de la
ciencia que la Iglesia había ido apagando a lo largo de más de mil

267
Carlos Caballero

años de poder absoluto en Europa. “Renacen” así los antiguos


maestros bajo el abrigo de ciertas familias (mecenas) que financian
sus obras e investigaciones. Es el caso de Leonardo da Vinci, Dante
Alighieri y muchos otros que conocen a fondo la tradición
hermética y que nos han ido dejando pequeñas pistas y guiños a lo
largo de toda su obra, a través de las cuales llegar a las mismas
conclusiones que ellos, de manera, eso sí esotérica o secreta, por
motivos de salud.

Un ejemplo de estos guiños es el caso de Merit, la esposa del


esenio, que es pintada descaradamente en el lugar que debería
ocupar el apóstol Juan en el freso de la Última Cena, de Leonardo.

Este es un fresco muy hermético por cierto, pues no es éste


el único guiño que nos muestra.

Con la Ilustración y la revolución francesa el hermetismo


recobra toda su fuerza y vigor, y se produce una explosión de
autores libertarios y de grupos de investigación que nada temen ya
a los poderes conservadores tradicionales, y que trasladan su
pensamiento al papel y al arte sin temor ni ambages, al menos en
Francia, y al menos mientras Napoleón vive.

Finalmente, en nuestros días la literatura hermética se viste


de novela como en el caso de Dan Brawn, para servirnos deleitosos
manjares herméticos sin renunciar a los amplios márgenes
comerciales que se pueden obtener del interés general que
despierta la posibilidad de conocer lo real, lo auténtico, frente al
fraude que hasta el más necio intuye. Así, bajo el amparo de una
trama ficticia y los elementos básicos del celuloide hollywoodiense,

268
El Evangelio de Hermes

el hermetismo toma un carácter de apertura y naturalidad nunca


antes visto hasta ahora.

Hermes Trismegisto, el tres veces maestro, el que hablaba


desde el monte de los tres picos mágicos, el que reúne la magia de
Egipto, de Grecia y de Roma en una sola, andaba suelto también
por Coptos en aquellos oscuros tiempos del siglo II cuando los
especialistas en lenguas muertas del momento recibieron el
encargo, por parte del emperador, de fabricar una religión como la
tebana pero con los ingredientes que habían dado lugar a la
devoción popular de Menfis, la de los grandes faros de la ciencia del
pasado que ahora explotamos sin saber de dónde viene, la del
esplendor que no pudieron apagar micénicos, hititas, helenos,
romanos, ni islámicos, ni gringos…

El “padre nuestro”…

En el año 27 de Ieshú-mese la frontera entre Judea y Filistea


era una olla a presión a punto de estallar. Pero el Universo no
escuchaba el llanto de unos pueblos invadidos que se desangraban
ante la codicia del hombre blanco. No llegaba el día en que el
horizonte mostrase la silueta del reconquistador de la Maat a lomos
de paquidermos blindados, por más padecimientos y horrores que
estaba imprimiendo la huella de Roma entre Egipto y los Himalayas.

Surge así la oración principal del cristianismo, de la cual se


aprobó la mayor parte sin contemplaciones, y se la puso en la boca
del esenio, aunque ésta era ya una invocación muy antigua que se
practicaba en el Egipto más anciano.

269
Carlos Caballero

La oración central del cristianismo, “El Padre Nuestro”,


originalmente era una monumental bronca al demiurgo del
Universo, al creador, al “padre” del experimento humano que había
descuidado a su creación y la había abandonado en manos de sus
hijos más execrables.

En la oración original que se encuentra entre los muchos


cuentos egipcios, se muestra a un humilde campesino que a pesar
de haber hecho todo lo que le agradaba a su dios, su creador, su
mentor, su padre cósmico o diseñador genético, se encontraba
rodeado de calamidades sobre más calamidades mientras que este
supuesto todopoderoso se hacía el dormido sin atender las súplicas.

Algunos dirán que es más bonita la falsificación que el


original, no hay problema, son cosas del síndrome de Estocolmo, 17
siglos de secuestro histórico es mucho tiempo, y además, cada
quién con su pan se lo come. Pero ésta era la oración que los de la
Judea y el resto de naciones invadidas invocaban clamando al cielo
por no ver el día en que el ungido se presentara con su ejército.

El sentido original revolucionario que contenía esta oración


quedaría, después de Nicea, escondido para siempre bajo versos
dirigidos a unos pocos especialistas en peligro de extinción.

Lo mismo parece haber ocurrido con el evangelio canónico, el


de Juan me refiero (ya no mencionaremos más a los sinópticos), en
el que resulta imposible extraer su sentido original tal como fuera
presentado por Merit, antes de ser escondido en Éfeso.

Para mayor precisión, este evangelio (el corrupto) sería


probablemente un encargo del emperador Antonino Pío (llamado

270
El Evangelio de Hermes

Pío I si se le quiere considerar el primer papa católico) en el siglo II,


y tendría por objeto como dijimos, parodiar los cantares de gesta
que seguían corriendo por el creciente fértil de boca en boca, y que,
más de un siglo después de haber erradicado la sublevación, seguía
afirmando que el mese estaba vivo y reuniendo un ejército con el
que sorprender a Roma definitivamente.

En los tiempos de Pío se habían producido cuatro grandes


rebeliones judías cuyo denominador común era siempre el retorno
del ungido, el mese o mesías, y que tenía como desenlace una o
varias legiones destruidas y un pueblo masacrado, preferentemente
judío. Pío no era un papa, era un emperador, y su encargo literario
tenía por objeto simplemente mofarse de unos judíos que decían
descender de la estirpe de David, de los mismísimos faraones, y que
una y otra vez eran masacrados.

Ni por un momento imaginaría el alcance y la popularidad


que iba a tener en el mundo este esperpéntico encargo.

271
Carlos Caballero

272
El Evangelio de Hermes

20.- Roma bajo la lupa

La sórdida historia de Roma, independientemente de su


sistema político, que los tuvo todos, es una crónica sangrienta de
masacres, expolio y usurpación que se encadenan desde sus
comienzos, allá por el 753 antes de la era cristiana, considerado el
año 1 del calendario romano.

Esta historia comprende un período de unos 250 años de


monarquías, seguido por unos 500 años de repúblicas, y termina
con unos 300 años de imperio, que nace aproximadamente a la vez
que las guerras judías.

Luego hay otros formatos extraños, más o menos encubiertos


que aún permanecen en el complejo emporio actual del Vaticano.

Roma siempre fue profunda admiradora del mundo antiguo,


en concreto de los griegos y de la parte más fundamental de éstos:
su sincretismo o absorción del antiguo Egipto.

Me interesa la figura del emperador, que es la que acompaña


todo el devenir que envuelve al pueblo judío o cananeo del siglo I.

273
Carlos Caballero

La figura del emperador contenía un ritual de deificación muy


similar al egipcio, salvando las distancias. Inspirada en los faraones,
como casi todo en Roma o en Grecia, consideraba al emperador un
hombre-dios, una especie de mese rebozado a la romana. Y al
emperador le gustaba ostentar un montón de nombres, como los
faraones, y también lucir el título de Pontifex Maximus (o sumo
pontífice) en honor a su divinización integral y como máxima
autoridad religiosa, entre orgía y orgía.

Entre las instituciones de Roma hay unas cuantas que te van


a sonar mucho, porque se encuentran en pleno uso actualmente.
Unas cuantas han conservado el mismo significado de la antigua
Roma, y otras se han convertido en cosas totalmente diferentes
pero igual de inservibles y perniciosas.

Un ejemplo de ello es la palabra “curia”. Inicialmente, eran


unas subdivisiones territoriales semejantes a los gnomos en Egipto,
que tributaban a las monarquías romanas en forma de caballeros y
peones para formar ejércitos.

La palabra curia pasó luego a tener el significado de asamblea


política, administrativa y legislativa, en diferentes aglutinaciones de
poderes que oscilaban entre la tiranía en sentido griego (autocracia
local) y la democracia (representantes elegidos en comicios).

Finalmente, la curia pasó a ser solamente el edificio donde se


celebraban las reuniones de ancianos (de sens, como senil, viene la
palabra “senado”). La curia latina o de Roma enseguida tomó un
papel protagonista, y en los tiempos de la república se celebraban

274
El Evangelio de Hermes

comicios para elegir a los representantes de la plebe, la parte de la


curia que no consistía en puestos hereditarios.

El emperador ostentaba cargos netamente electorales como


“cónsul” y como “censor”, manteniendo la tradición republicana,
pero los cargos que mayor autoridad le otorgaban eran dos: el de
“Princeps Senatus” (o líder del Senado), y el de “Pontifex Maximus”
(o sumo pontífice que acabamos de mencionar), como máxima
autoridad religiosa del Imperio.

La historia oficial asegura que el último emperador en


ostentar el cargo de “sumo pontífice” fue Graciano, que en el año
382 lo cedía al papa Siricio para que se convirtiera en título vitalicio
al que sólo tendrían acceso los obispos de Roma (“obispos” es como
empezaron a llamarse los senadores principales de otras curias a
partir de esta aparente separación entre religión y estado).

Sin embargo, este papa no sería el primero de la iglesia


católica romana, como tampoco lo serían los que figuran
anteriormente al año 142 en la lista oficial de papas. Los papas
entre Simón Pedro el apóstol y Pio I del año 142 son pura invención,
y los papas entre éste último y el del primer concilio ecuménico o
de Nicea no fueron obispos de Roma, sino emperadores. Es decir,
los papas que figuran entre el apóstol y Pio I fueron elegidos a título
póstumo, y los posteriores hasta el concilio de Nicea, no hasta
Graciano como propone la historia, fueron oficial y netamente
emperadores30.

30
Cabe apostillar aquí, que los emperadores desde el concilio de Nicea,
desde Constantino I el grande, San Constantino, o Super Constantino, en

275
Carlos Caballero

El papa de la gruesa ironía, que la Iglesia humildemente


registra como Pío I, tuvo en realidad varios nombres, como los
faraones. Uno de nacimiento: Publius Aelius Traianius Hadrianus, y
otro de coronación, o quizás de aureola como los santos con el que
directamente le divinizaron: Imperator Caesar Traianius Hadrianus
Augustus Pontifex Maximus. Ahí no se andaban con que
beatificación, vida y milagros, ahí directamente el primer día que
acudía a su puesto de trabajo le nombraban “dios”. Sería en honor
al evangelio tan chistoso que mandó redactar...

Lo que se resolvió en ese primer concilio de mafiosos fueron


principalmente dos cosas:

La primera, que el emperador Constantino se “lavara las


manos” de las elucubraciones teológicas que se iban a diseñar para
homologar cristianismo y romanización. Constantino delegaba el
título de “Pontifex Maximus” al obispo de Roma (quien, por cierto,
no acudió al concilio por apego a su cabeza), y es que no se veía
bien a un representante del apóstol que ordenara matanzas de
cristianos, ya que el tema de las herejías fue inventado en
posteriores concilios. Así, cargándole a Constantino el marrón de
oriente que era un bocadillo entre turcos y persas, el papa quedaba
libre para hacer y deshacer, y si había que masacrar alguna aldea,
habría sido Constantino. Qué Pilatos, ni qué Poncios… ahí el papa,
sin siquiera presentarse al concilio, se lavó hasta las orejas.

adelante, fueron emperadores sólo de la parte oriental del imperio con


sede en Constantinopla, ya que la otra parte, la occidental, quedó para
Roma y los papas, los políticos fueron meramente representativos o fichas
del poder de la Iglesia, que es como pasó a denominarse el imperio.

276
El Evangelio de Hermes

La otra cosa que se acordó en el concilio de Nicea fue la


canonización de los evangelios de Juan, Lucas, Mateo y Marcos, así
como la prohibición de los demás.

La declaración oficial de que el cristianismo diseñado por azar


dos siglos atrás iba a ser el único verdadero, era también una
declaración de guerra contra cualquier otro tipo de cristianismo,
judaísmo, hinduismo, taoísmo o paganismo. Acababan de inventar
el concepto de herejía, pero no sería hasta el siguiente concilio que
se sentarían las bases para sacarle su máximo provecho. Esta es la
versión del imperio más tenebrosa, cuando ya ni se llama así pero
las hace cada vez más gordas y con astucia cada vez más refinada.

Que en el paleolítico nos cazábamos y nos comíamos unos a


otros nos parece una enorme atrocidad, pero saber que hasta hace
apenas dos siglos en que se abolió el santo oficio, te torturaban
espantosamente y te quemaban vivo simplemente por pensar
diferente, y que sigan llenando templos donde airear sus mentiras,
majaderías e inmundicias, eso sí da vértigo y nausea.

¿Pero, por qué pontífices? ¿constructores de puentes?


¿puentes a dónde, al infierno del dolor, o qué?

Todas las economías basadas en el crecimiento, sin importar


por qué medios, encuentran su esplendor mientras se expanden.

En los tiempos de expansión de Roma el ponti-facere era un


cargo de suma relevancia, era un tipo de arquitecto especial que
debía saber de todo, era el prototipo del conocimiento transversal.

277
Carlos Caballero

Debía conocer el arte de la piedra desde su extracción en las


canteras hasta su talla y colocación en arcos, bóvedas y todo tipo de
elementos esféricos, que recordemos, son en los que interviene el
número Pi, un número clasificado por el modelo matemático como
“transcendente”, es decir, por ser un real de infinitos decimales no
periódicos. Esta cualidad de Pi hacía al geómetra que lo dominaba
un ser especial, un ser capaz de poner en contacto las formas
imperfectas con la divinidad, con la perfección que albergaba el
círculo, la esfera y las ondas sinusoidales. Explícales esto a los
campesinos, ganaderos, artesanos y mafiosos de aquel tiempo,
analfabetos en un 99’9 por ciento.

El arquitecto pontífice romano o no, era por tanto, la hostia,


para que nos entendamos. Debía conocer los oficios de cantero,
escultor, albañil y arquitecto, pero además debía ser en Roma un
estratega muy especial capaz de encontrar el punto más adecuado
para la construcción de un puente desde el punto de vista de la
orografía y de los mapas geopolíticos, para encontrar los caminos
óptimos para la comunicación estratégica del imperio.

El cargo de sumo pontífice, como el de arquitecto real en


Egipto, tenía la máxima consideración en la jerarquía del mundo
romano, debía ser el auriga de los recursos del imperio bajo su
criterio único, una vez que fuera electo en base a la demostración
de sus conocimientos. Sin embargo, los estrategas del sub-imperio
de la iglesia romana se apropiaron también de este concepto y lo
vaciaron totalmente de su contenido. Desde que la casta sacerdotal
tebana se introdujo en la política de Roma como la triquinosis, ni un
solo concepto o idea que ha pasado por sus manos ha permanecido
intacto. Se diría que todos ellos han sido vaciados de su contenido

278
El Evangelio de Hermes

original, convertidos en meros esqueletos conceptuales, para ser


luego rellenados de las psicopatologías tóxicas y contagiosas que se
han urdido astutamente con el único fin de someter a la humanidad
entera a sus íntimos intereses de poder absoluto y comodidad.

279
Carlos Caballero

280
El Evangelio de Hermes

21.- La rebelión de Bar Kojba

Roma no era muy romántica, precisamente. La historia de


cada provincia se puede conocer en función del holocausto
provocado. En aquellas donde se produjeron varios de estos
desencuentros resumibles básicamente en tres fases: de represión,
rebelión y genocidio, la historia las ha recogido bajo el nombre de la
provincia que las protagonizó, y así, tenemos guerras púnicas con
los cartagineses, guerras galas, guerras judías, etc.

Podrían considerarse todas ellas como guerras galileas, ya


que galilea significaba originalmente “provincia”, en lugar de lo que
todos entienden, una franja en la parte norte del actual Israel.

“Provincia” es un término muy claro que encontramos en


hebreo, ‫ הגליל‬ha-Galil, en árabe, ‫ ال ج ل يل‬al-Jalil; en latín Galilaea, y
vienen todas ellas del griego antiguo Γαλιλαία.

Todo el territorio del imperio romano eran provincias


excepto la capital Roma, que era “patricia”, la patria, pero se
distinguieron las del noroeste (Europa) incluidas la islas británicas,
los países bajos, y las regiones ibérica y germánica como “Galias”, y
a las del sur y sureste (áfrica) como “Galileas”, en una primitiva
división norte-sur del imperio.

281
Carlos Caballero

Galilea comprendía a las provincias Tunicia, Egipcia, Judea,


Libia y Siria, principalmente, pues en otras geografías la presencia
románica o bien fue más limitada, o bien se subdividió en muchas
microprovincias con ocurrió en Canaán.

La palabra “gentil” que en la Galia era sinónimo de persona


civilizada con estilo y buena educación, en la galilea significaba
odioso invasor que viene a expoliar y a usurpar todo lo que no le
pertenece. Cada vez que en la Biblia se citan a judíos y gentiles se
está haciendo referencia a la profunda e irreconciliable discordia
entre el norte y el sur mediterráneo.

Así como Egipto tomó la iniciativa de la resistencia ante el


imperio micénico, en tiempos del imperio romano Judea capitalizó
el grueso de la disidencia norte-africana, que podemos agrupar en
varios picos de hostilidad máxima como el que paso a describir, de
manera retrospectiva, es decir, desde la última rebelión registrada
hasta la de nuestro protagonista el esenio Ieshú.

La Rebelión de Bar Kojba que, acaeció entre los años 132 y


135, es supuestamente la última de las guerras judías que provocó
el imperio romano. La historia la considera la tercera de las grandes
revueltas que esperanzaron a la galilea. A mí me gusta contemplarla
como la cuarta, considerando a la rebelión cenote contemporánea
al mese Ieshú como la primera verdadera erección importante de
los judíos frente a la “razzia” o exterminio ejercido por el fascio
romano. Esta primera no se tradujo en masacres, por eso la historia
la ignora, pero es la de mayor trascendencia porque es la que da
origen al cristianismo primitivo, el que era antagónico al de Roma.

282
El Evangelio de Hermes

El emperador Adriano, que durante años se había presentado


como “redentor” de los judíos, otorgando prebendas y fueros aquí y
allá, perdones y regalías para dividirlos y enfrentarlos entre ellos, de
repente, reveló sus oscuros planes de ejecutar el genocidio que se
había visto aplazado 15 años por falta de medios.

Para justificarse ante el senado poniendo a los judíos como


rebeldes patológicos sin posibilidad alguna de civilización, pueblos
tercos y sediciosos que había eliminar de una vez por todas porque
sabían demasiado, formuló un edicto que prohibía celebrar el
sábado, la circuncisión, la pascua, y la práctica del mesianismo, o
tradición de herencia de la divinidad por medio de la línea rosa.

Adriano supuso que con tal edicto y la provocación de


Jerusalén sería suficiente para desatar una rebelión que obligase al
emperador a sofocarla con una matanza definitiva que impidiese
cualquier posibilidad de retorno de ese molesto e inmortal mese.

Así, Adriano culminó la provocación arrasando la capital de


Judea, Jerusalén, e instalado en ella a la décima legión. Bautizaron a
la nueva capital del imperio oriental como “Aelia Capitolina” en
honor a Júpiter y al dios-emperador. Una legión adicional, la Legio
VI Ferrata, se trasladó allí en el año 131 para mantener el desorden.

El Taná Rabí Akiva dirigía el Sanedrín o consejo de ancianos, y


convocó una rebelión auspiciada por el entonces hombre-dios
egipcio Simón Bar Kojba, considerado mese de acuerdo con la
tradición y el versículo de Números 24,17: "Descenderá una estrella
de Jacob" ("Bar Kojba" significa "hijo de la estrella" en arameo).

283
Carlos Caballero

Los líderes de la región galilea (Judea más el resto de


provincias africanas) planearon cuidadosamente la cuarta rebelión
para evitar los numerosos errores que se habían cometido en las
anteriores, y así, en el año 132 derrotaron a la X legión con base en
Jerusalén, a la IV, e incluso a la XXII que había acudido desde Egipto.

Dos años y medio duró el Estado soberano judío de Simón


Bar Kojba elegido "Nasí" como presidente del Sanedrín y de Israel.

Se interpretó esta época como la era de la redención de Israel


(restauración de Ra y del templo de Isis), y se reanudaron los
korbanot (o rituales de sucesión) y demás tradiciones judías.

Pero el emperador se lo jugó todo a una carta. Mandó


recomponer a las legiones perdidas prometiendo libertad y riqueza
inmensa a cualquier esclavo que se presentase voluntario, y
también mandó llamar a todas las legiones que se encontraban
desplegadas por Europa y por el resto del Mediterráneo, sin
importarle que el imperio quedara desprotegido. Había que destruir
al nuevo mese por encima de todo.

Las pérdidas romanas fueron muy grandes, entre ellas una


legión completa, la Legio XXII Deiotariana. Fueron tan grandes que
el informe que Adriano ofreció al Senado romano no incluía el
habitual saludo "Yo y las legiones estamos bien".

Las luchas culminaron brutalmente en el verano del año 135


con una Jerusalén mucho más devastada que nunca. Bar Kojba y los
restos de su ejército se retiraron a la fortaleza de Betar, donde
fueron sitiados y, finalmente, exterminados.

284
El Evangelio de Hermes

El Talmud de Jerusalén relata que el número de muertos fue


enorme, y que durante diecisiete años no se permitió enterrar a los
cadáveres para desencadenar la peste y que los perros no dejasen
ni un solo hueso que venerar.

Según las crónicas murieron 580.000 judíos. Fueron arrasadas


50 ciudades fortificadas y 985 aldeas. Adriano logró efectivamente
erradicar el mesianismo como identidad judía y como germen de las
rebeliones. Prohibió la Torá, el calendario judío, celebrar cualquier
conmemoración, y mandó ejecutar a todos los historiadores,
estudiosos, y eruditos de la memoria. Todos los papiros, códices,
pergaminos y rollos sagrados que fueron interceptados fueron
quemados ceremonialmente en el actual monte del templo o
explanada de las mezquitas.

En cuestión de textos, la ciencia nos ha regalado un dato


extremadamente importante y determinante para esta tesis: es
este año 135 de la era cristiana, el momento en que se redactan los
primeros evangelios canónicos u oficiales, según el C14.

La destrucción que provocó la represión de esta última


rebelión fue tan masiva y profunda, que se la ha considerado de
forma general como el inicio de la diáspora judía. Supongo que no
se considera así la anterior provocada por los micénicos e hititas de
las dinastías egipcias hicsas XV y XVI, por el simple hecho de que no
se identifica a los proto-hebreos o hebreos primitivos con los
damnificados por dicha invasión. La memoria, o más bien, la falta
de memoria histórica, presenta estas paradojas.

285
Carlos Caballero

Administrativamente se eliminó la provincia romana de Judea


y se la fusionó a la provincia de Syria Palæstina, denominación de
origen filisteo por ser éstos enemigos tradicionales de los judíos.

Se prohibió también la entrada de los judíos a Jerusalén, y del


templo cuya cantera tenía raíces en los muros de Avaris, sólo quedó
un muro, al cual dos siglos después Constantino I el Grande, en el
concilio de Nicea, permitió su retorno, pero únicamente para
lamentar su desobediencia, nada de festejos, motivo por el cual
actualmente se le conoce aún como “muro de las lamentaciones”.

El gesto típico de agitar la cabeza violentamente por parte no


sólo de los que rezan ante el muro, sino de cualquier judío rezando,
se debe a la obligación de hacer este movimiento como gesto de
lamentación en presencia de la legión, por miedo a ser castigados
de no hacerlo. Cualquier judío cree que se reza así por variadas
razones que van desde la interiorización que produce el
movimiento de mover repetidamente la cabeza, hasta por ejercicio
físico, pero inicialmente era y es una reminiscencia de aquel gesto
de sumisión exigido.

Actualmente también rezan así los monjes tibetanos y los


musulmanes sefardíes, y como si fuera coña, viene ahora la
neurociencia diciendo que ese movimiento casi convulso de la
cabeza genera sinapsis en los tejidos neuronales y favorece la
memorización. Hay que verlo para creerlo. Sin saberlo, Constantino
el torpe sentó las bases para que sus enemigos, los judíos, fueran
más listos.

286
El Evangelio de Hermes

22.- La guerra de Lucio Quieto

Conocida como “guerra de kitos o rebelión del exilio”,


aconteció entre los años 113 y 117, y es supuestamente la segunda
de las guerras judeo-romanas, y la precedente a la de Bar Kojba.
Desde el punto de vista hermético, más que una rebelión debe
considerarse un genocidio premeditado y alevoso, el enésimo ya.

Como siempre, la historia nos dice que los judíos andaban


cabreados porque les prohibían el sábado, la circuncisión, la Torá,
etc. Pero en este caso no hay rebelión alguna sino resistencia a la
expansión de Roma hacia Mesopotamia, y al exterminio en Judea.

Tradicionalmente, Libia, Egipto, Canaán, Siria, Líbano,


Palestina, Paquistán e India habían sido aliados frente a las
incursiones greco-romanas-hititas. Sabido es que cuando el lobo
salta sobre un rebaño de ovejas, éstas no tienen otra alternativa
que escapar en todas las direcciones, aunque luego se organicen
para defenderse bajo un formato de león. Pero una organización
para la defensa es algo muy distinto a una rebelión.

En el año 113, Trajano quiso emular a Alejandro Magno e


inició una campaña militar contra el Imperio Parto, con el objetivo
de arrasar todo lo que encontrase en su camino hacia la India y

287
Carlos Caballero

Mesopotamia, regiones inmemorialmente aliadas de los hebreos


que habían refugiado a sus exiliados y los habían aprovisionado de
fuerzas armadas con las que iniciar las reconquistas.

Ya habían arrasado el norte de África concienzudamente en


campañas anteriores. Allí las legiones romanas se habían hecho
endémicas y demandaban puntualmente su salario y los trofeos
prometidos con los que cubrirse de gloria. Roma se sentía fuerte y
tenía dos alternativas: hacer historia, o bien, afrontar el
descontento de unos ejércitos regulares sin salario y aburridos ¿qué
crees que hizo?

Trajano se vio por tanto entre obligado y tentado por la


gloria, y necesitado de fondos económicos para mantener caliente
la poderosa maquinaria bélica. Concentró a sus legiones en Palmira,
capital de los nabateos, y los puso bajo el mando de Lucio Quieto,
un general que se había especializado en el exterminio de judíos, y
que hubiera sido conocido como uno de los mejores estrategas de
la historia de no haber sido tanto él mismo como el propio Trajano,
víctimas de la damnatio memoriae de los vencedores posteriores.

Desde Palmira planificaron con calma el genocidio de los


pueblos judíos y sus aliados. Trajano se dirigió hacia Babilonia y
Susa, Quieto se ocupó de Judea, Egipto y Líbano, y encargó a todos
los romanos y griegos del mundo “civilizado” que se emplearan a
fondo y sin misericordia con todos los pieles rojas que encontraran
con el objeto de barrerlos de la Tierra para siempre. Este no fue un
episodio de rebelión judía, fue un Reich en toda regla.

288
El Evangelio de Hermes

En los dos primeros años se hicieron con Palmira y Petra, las


capitales nabateas (arameas), consiguiendo el final de su cultura.

El resto de ciudades del mediterráneo se convirtieron en


campos de batalla donde eliminar a libaneses, egipcios y judíos se
convirtió en objetivo común.

Filistea quedó racialmente depurada en primer término y las


matanzas se extendieron a la Judea casi espontáneamente,
quedando la mítica Gran Alianza, si es que quedaba algo de ella,
partida en dos.

En el año 115, el ejército romano arremetía contra los partos,


hasta conquistar Mesopotamia, en cuyas capitales Babilonia y Susa
se habían refugiado tiempos atrás muchos sabios hebreos. Estas
colonias de refugiados judíos, conocedoras del destino que acababa
de sufrir la Judea y alrededores se defendieron codo a codo con los
partos de forma muy aguerrida, pero finalmente fueron
sencillamente erradicados por una razón de peso, los tesoros
expoliados nuevamente tuvieron el tradicional efecto llamada en
Europa, y las legiones romanas se hicieron interminables.

Las comunidades griegas (filisteos) de la provincia Cirenaica


hicieron lo propio tan concienzudamente que toda Siria y el Líbano
quedarían prácticamente despoblados. Cuentan las crónicas
romanas que los judíos de Cirene, liderados por un tal Lucas según
unos, Andreas según otros, atacaron sin piedad a los pacíficos
barrios griegos, destruyendo los templos de los dioses paganos,
como Júpiter, Apolo, Artemisa e Isis (tremenda clave hermética), así
como los edificios de las instituciones romanas. Según Dión Casio,

289
Carlos Caballero

asesinaron a 200.000 greco-romanos. Según Eusebio, este crimen


perpetrado por los judíos libaneses fue la causa de que toda la
inmensa región quedara totalmente despoblada. Fue necesario
enviar colonos varios años después para recuperar la población. El
obispo Sinesio de Cirene, corrobora las devastaciones causadas por
los judíos. Bueno, sabido es que la objetividad no es el punto fuerte
de los historiadores romanos ni cristianos.

En Chipre los judíos de Artemión (que significa “hijo de la


diosa Artemisa”), el mese del momento, dieron una paliza a los
romanos y se hicieron con el control de la isla hasta que Trajano
envió allí a la Legio VII Claudia para restaurar el desorden con un
total de 240.000 muertos según fuentes romanas. No quedaron
fuentes entre los chipriotas para hacer ninguna otra estimación. Se
promulgaría una ley por la que ningún otro judío podría poner un
pie en la isla ni aunque se tratara de un náufrago. El historiador
romano Dión Casio, no menciona las causas al tratarse de un
genocidio bien notorio, mientras que el historiador eclesiástico
Eusebio de Cesarea dice: “Los judíos, dominados por un espíritu de
rebelión, se levantaron contra sus hermanos griegos”. Está claro
que ellos se lo buscaron ¿por qué no se dejarían matar
pacíficamente y sin moverse del asiento?

En Mesopotamia el resultado iba siendo diferente, las


legiones romanas estaban siendo esquilmadas por inesperados
rebrotes de resistencia, y aportes de tropas aliadas de los partos
que reaparecían repentinamente desde quién sabe qué frontera.

Trajano tenía arrinconados a los partos frente al golfo Pérsico


cuando tropas de arqueros aparecieron en el horizonte del actual

290
El Evangelio de Hermes

Paquistán. Trajano había borrado del mapa a Nísibis y Edesa en


Anatolia (actual Turquía), y Seleucia (actualmente Bagdad, Irak),
pero las fuerzas comenzaban a flaquearle.

Aprisionado con los restos de una legión en cada capital de


Mesopotamia, mandó llamar al general Lucio Quieto para sacarlos
de allí. En poco tiempo sus entrenadas legiones no sólo los
rescataron sino que eliminaron los nuevos focos de resistencia que
encontraron por el camino, motivo por el cual fue nombrado
procurador de la provincia de Judea, que por entonces abarcaba
Siria, Líbano, Palestina y el actual Israel.

Sin embargo, la situación era delicada para las legiones


romanas, que en lugar de alcanzar la gloria habían alcanzado gran
mortandad. Al menos Trajano redujo drásticamente la nómina que
debía abonar, ya sabes que los políticos nunca pierden. También
lograron unas fronteras debilitadas en la parte occidental del
imperio, los galos empezaban a transpirar nacionalismo.

En este momento se produce una crisis que hubiera dado


kilómetros de celuloide, más entretenido todavía que el de la
película de “Gladiator”, ya que la realidad supera muchas veces a la
ficción. El Senado de Roma, al conocer no sólo el desgaste de las
defensas romanas, sino también el brutal genocidio que éstas
habían ocasionado en regiones del imperio que se consideraban
estables, y además, no habiendo logrado mitigar del todo la
hostilidad inicial de la Judea, eligió en el año 118 a un nuevo
emperador, Adriano, exigiendo la destitución de Trajano, por más
que el título de emperador fuera vitalicio.

291
Carlos Caballero

Adriano se presentó en la Judea con una nueva legión recién


reclutada en las Galias rebeldes, y dispuesto a sustituir a las que
quedaban allí al mando de Quieto. Adriano tenía órdenes de
negociar la paz con los judíos, por medio de liberación de presos,
devolución de propiedades, templos, fueros, libertad de
costumbres, etc. para parar de una vez las masacres, aunque sólo
era una estrategia para restaurar las legiones y tomar aliento.

Pero Quieto no estaba de acuerdo con las resoluciones del


Senado, y no estaba dispuesto a ser sustituido por unos novatos
para volver a Roma avergonzado y con el rabo entre las patas.
Quieto atacó a las tropas de Adriano e intentó él mismo convertirse
en emperador, pero fracasó y fue ejecutado.

La paz fue una efímera y una estratagema que sirvió para que
el imperio recuperase las fuerzas. Quince años después, en lugar de
ejecutar la prometida reconstrucción del templo de Jerusalén,
Adriano, animado por el ambiente helénico dominante en la región,
resolvió volver a destruir la ciudad para edificar encima la segunda
capital (después de Cesarea) del imperio oriental “Aelia Capitolina”.

292
El Evangelio de Hermes

23.- La gran revuelta judía

Registrada entre los años 66 y 73, es conocida oficialmente


como la primera guerra judíorromana (extraña palabra), como si en
los siete siglos anteriores la región Galilea y las limítrofes no
hubieran sido molestadas por los pueblos del norte, ni por los
criollos de la época, filisteos, seleúcidas, y demás.

No olvidemos que los judíos en esta época son los habitantes


de Judea, una comarca muy pequeñita según los mapas romanos de
la época donde se supone que habían concentrado a los hebreos,
pero que tradicionalmente éstos se habían asentado en torno al
Hermón con límites indefinidos pero mucho más extensos, además
de integrarse a muchas otras comunidades. Judea el nombre que
los romanos daban a la provincia siria-palestina, región de lo más
cosmopolita y emparentada étnica e históricamente con el antiguo
Egipto, aunque lógicamente con identidades propias, identidades
que Roma siempre quiso erosionar introduciendo centralismos y
sediciones del típico “divide y vencerás” de siempre.

Después de toda una complicada partida de ajedrez de Roma


contra los pueblos autóctonos lo único que podemos tener claro es
que Canaán era una bomba de relojería con “Palestina”, o la

293
Carlos Caballero

provincia filistea por un lado, y por otro, la “Judea” con los focos de
resistencia más granados de todo el imperio.

Actualmente no tiene ningún sentido lo anterior. Los judíos y


los palestinos de hoy tienen muchos más rasgos étnicos e históricos
comunes que diferencias, aunque decir esto parece ser una gran
blasfemia debido al fundamentalismo de dos religiones que los
mantienen enfrentados por algo que ya escasea en todo el mundo,
que es el espacio físico para crecer. La mayor parte de los conflictos
existentes actualmente en el mundo que no son por el petróleo, se
deben a problemas de crecimiento poblacional, y se tratan de
resolver mediante políticas tradicionales, es decir, políticas de
crecimiento. Y nos preguntamos que por qué hay crisis, que por qué
hay conflictos.

La crisis de hace 2.000 años entre hebreos (judíos) y filisteos


(palestinos) con romanos arbitrando la partida, se parecía
enormemente a la crisis actual entre israelíes y palestinos con
Estados Unidos como árbitro. Pero paradójicamente los palestinos
de entonces eran los criollos y los judíos los autóctonos, y ahora es
al revés. El coctel es el mismo, y el actual no se sabe, pero el del
siglo I estalló con la guerra que estamos comentando.

Esta guerra, que sí que se puede considerar una revuelta


gigante, o revolución reprimida, en hebreo ‫הגדול המרד‬, ha-Mered
ha-Gadol. Comenzó en el año 66 como consecuencia de las
condiciones en que los griegos o filisteos, tenían subyugada a la
población autóctona desde que el emperador Tito asumió el poder.
Y terminó cuando sus legiones no dejaron en Jerusalén piedra sobre
piedra, incluido el templo, que se consideraba la más importante

294
El Evangelio de Hermes

biblioteca y universidad de la época, donde se encontraban


probablemente las últimas descripciones de la ritualidad y la gnosis
egipcio-fenicia, los últimos diccionarios de las ya entonces lenguas
muertas, además de más de 1.000 años de literatura, arte y ciencia.

Hubo luego una posguerra de tres años en la que se masacró


de manera inmisericorde a las ciudades que habían apoyado el
levantamiento, hasta que Tito consideró erradicada la más mínima
brizna de resistencia.

En algunas de estas poblaciones, como Masada, refugio de


reyes, sus habitantes llegaron a suicidarse en masa antes de caer en
manos de los romanos, mundialmente conocidos por la singular
brutalidad de sus torturas y el trato atroz hacia los esclavos.

En Cesarea, la capital de los romanos en Judea, no quedó ni


rastro de la población autóctona.

Cesarea era un puerto que fundó el procurador romano


Herodes el Grande en el año 2 del imperio, es decir, el 25 a. C. Allí
se estableció la fábrica de divisas del imperio romano de oriente. Ya
explicamos lo que era una fábrica en la antigüedad, por lo tanto,
Cesarea era la Avaris de los romanos. Igualmente se acumulaban allí
los metales preciosos y las joyas arrancados a los de Judea, a la
espera de zarpar para Roma.

Cesarea tenía su propio senado, un senado de jóvenes


pudientes que servía generalmente para pisotear las directrices y
acuerdos del Gran Sanedrín de Jerusalén, la “otra” capital de Judea,
y tenía también su propio sumo pontífice, excepcionalmente en la
cabeza del procurador o prefecto de la provincia en lugar de recaer

295
Carlos Caballero

sobre el emperador, que hacía lo mismo que su homólogo judío, el


Nasi, que es como se llamaba al príncipe o presidente del Sanedrín.

En Cesaera también se encontraban todas las instituciones


administrativas romanas y, por tanto, era la primera ciudad en
implementar decisiones imperiales como la eliminación de judíos y
de sus amenazas proféticas.

En el año 66 una de estas decisiones fue precisamente ésta,


la de erradicar a la población autóctona para emprender una
colonización digamos de rostros pálidos, de gente “civilizada” como
eran los filisteos. Esta decisión fue ipso facto implementada con
rigor en Cesarea, ciudad que sirvió de ejemplo y de laboratorio de
pruebas para el resto del imperio oriental.

El exterminio de los judíos de Cesarea se ha imputado


oficialmente a los griegos que vivían en esa ciudad, que no dudo
que no lo hubieran hecho con mucho gusto, pero para el olfato
hermético no hay jabón para tanto tufillo. En este episodio, el
procurador Gesio Floro fue seguramente el que dio la orden fatal.

Y hay que traer mucho más jabón porque en el caso del mese
esenio del año cero, los tres prefectos de la Judea que hubo antes
de Poncio, junto con el etnarca Herodes junior ya se lo habían
terminado atribuyéndole a los judíos el enjuiciamiento de su propio
líder. Lo vamos a analizar luego, pero lo peor es que, esa es la
versión que ha triunfado debido a los cronistas romanos.

La historia nos ha demostrado muchas veces que siempre hay


algún motivo para justificar los hechos más injustificables, pero el

296
El Evangelio de Hermes

que propone el evangelio para justificar la muerte del esenio debió


poner de pié a los circos con los romanos llorando de la risa.

Precisamente la matanza de Cesarea, y las que se fueron


sucediendo por imitación en toda la provincia, hicieron despertar el
espíritu zelote y resucitar la leyenda del mese de la reconquista,
recientemente inmolado de forma inútil. Pero ya hemos visto que
nunca volvió.

Trató de encarnarlo, sin embargo, el hijo del Sumo Sacerdote


del Gran Sanedrín, Eleazar ben Ananías, cuya primera intervención
fue idéntica a la del mese Ieshú: sacar del templo de Jerusalén toda
la parafernalia romana, entre la que se incluía una estatua que
representaba a la deidad del emperador Nero Claudius Cæsar
Augustus Germanicus (Nerón), que con un látigo hizo que se
desplomara en el suelo y se rompiera espectacularmente en mil
pedazos. Eso mismo había hecho 30 años antes Ieshú con la estatua
de Gaius Julius Caesar Augustus Germanicus (o Cayo César), alias
Calígula por las botas de legionario romano (cáligas) con las que le
gustaba hacerse representar en el mármol.

Los pedazos de la estatua de Calígula que se conservan en el


museo de Louvre deberían ser reliquias fundamentales de los
cristianos actuales como lo fueron de los primeros cristianos, pues
fueron rescatados de las ruinas del templo de Jerusalén, y fueron
quebrados directa y literalmente por las manos de su gran maestro.

La guarnición romana destacada en Jerusalén fue


represaliada por lo de Cesarea, pero lograron huir de allí el tetrarca
de Galilea y gobernador de Judea, Herodes Agripa II, y su familia.

297
Carlos Caballero

Cestio el Galo, su homólogo en Siria aunque no etnarca ni


tetrarca sino simplemente procurador, reunía en Acre a la Legio XII
Fulminata para sofocar la insumisión, pero se encontró con un
ejército judío bien pertrechado y armado al estilo tradicional fenicio
con arcos y carros de combate, que mató a 12.000 legionarios, y
persiguió a los que pudieron escapar maltrechos hasta que lograron
alcanzar el mar.

El emperador Nerón solicitó la ayuda al veterano general


Vespasiano, que se presentó en la Judea con 60.000 mercenarios de
toda Europa (cuatro legiones) para aplastar la resistencia judía.

En el norte, las legiones de Vespasiano casi exterminaban a


los zelotes de Juan de Giscala, y a los sicarios del mese Simón bar
Giora. Los supervivientes de ésta y otras masacres se parapetaron
en Jerusalén, tal como los viejos ancestros lo habían hecho 1.700
años atrás en Avaris.

En el año 69 Vespasiano fue elegido emperador de Roma, a


dónde se retiró para cicatrizar las heridas producidas por dardos de
francotiradores zelotes, y desarrollar, con la ayuda y permiso del
Senado de Roma, la mejor estrategia para obtener el final definitivo
de los irreductibles judíos.

Al mando de las legiones dejó a su hijo, el general Tito, con el


encargo de destruir por completo Jerusalén y eliminar hasta el
último de sus habitantes de forma ejemplar.

Pero el asedio de Jerusalén resultó complicado y se convirtió


en sitio. También en este sentido se estaba repitiendo el episodio
de Avaris. El cerco de Jerusalén se convirtió en una estrategia mejor

298
El Evangelio de Hermes

que el enfrentamiento directo a los dardos judíos, ya que, a


diferencia de Avaris, en Jerusalén se pudo cortar el flujo de
suministros, y pronto los alimentos y el agua empezaron a escasear.

Jerusalén era una tumba que se cernía irremediablemente


para los sitiados. El hambre y la enfermedad extenuaban a la
población pero no podían rendirse, no se conocía en la historia de
Roma un solo ejemplo de compasión con los vencidos, muy al
contrario, Roma era muy del gusto de difundir la horrible crueldad
que se aplicaba sobre el disidente. De hecho, el terror en todas sus
formas ha sido la estrategia central de Roma para obtener
sumisión. Era frecuente que los sitiados se suicidaran en masa antes
de acabar en las manos de la “civilización” romana, donde lo mejor
que te podía pasar era que te merendaran los leones.

No tenían salida, no podían romper el asedio de un ejército


que les doblaba en número, y formado por mercenarios de toda
Europa cuando más allá de los zelotes, la población de Jerusalén la
formaban básicamente ganaderos, agricultores y comerciantes.

La ciudad se encontraba resguardada en un extremo por el


general zelote Eleazar ben Simón, en otro extremo por el general
idumeo Juan de Giscala, y, en el extremo oriental, por el propio
mese Simón bar Giora. Pero tan sólo podían resistir con la
esperanza de que algún aliado acudiese en ayuda.

Llegados a este punto, merece la pena hacer un inciso para


poner de manifiesto que la alteración semántica, e incluso la total
inversión del vocabulario, ha sido siempre otra de las mejores y más
efectivas técnicas de manipulación de la historia, que Roma, desde

299
Carlos Caballero

sus comienzos hasta el día de hoy, ha sabido ejercer acompañada


de una exhaustiva destrucción preliminar de la memoria (o
damnatio memoriae), heredada del helenismo.

Por ello, hay que aclarar que zelotes, sicarios, asesinos,


barbaros, etc. son términos que los historiadores greco-romanos
han depauperado hasta el punto de invertir su significado original y
cubrirlos de un carácter peyorativo que puede confundir a
cualquiera porque es el significado aceptado convencionalmente. Ni
los zelotes eran unos terroristas, ni lo sicarios unos asesinos a
sueldo, ni los asesinos unos homicidas dolosos, ni los bárbaros unos
primates que no se dejaban domesticar.

Permíteme una pausa para analicemos someramente estos


términos, ya que este evangelio admite escolios:

Los zelotes eran las fuerzas armadas propiamente judías. Se


pusieron bajo el mando del mese anterior cuando éste apareció en
la región con los saduceos (presuntamente descendientes de
Salomón-Sejnatenra Tao I) y un imponente ejército de arqueros y
caballeros dispuestos a liberar al pueblo rojo del yugo greco-
romano. Permanecieron fieles hasta el último de ellos cuando cayó
Jerusalén en el 68, en la enésima diáspora.

En los evangelios romanos nos presentan a los saduceos


como instigadores del enjuiciamiento y castigo del esenio Ieshú,
pero nada hay más falso. Más adelante explicaré cómo dicha
ejecución fue instigada unilateralmente por los romanos.

Los sicarios eran la guardia personal del hombre-dios,


guerrilleros de élite especializados en técnicas orientales (más

300
El Evangelio de Hermes

orientales, quiero decir) de combate cuerpo a cuerpo. Eran


fácilmente reconocibles por un tipo de daga de filo curvado que
ostentaban por encima de la ropa, y que se conoce como “sica”. La
figura del sicario se parece al estereotipo ninja, pero en cananeo.

Los fariseos tampoco eran una comunidad sectaria destacada


por su hipocresía, su apego al dinero y su odio al hombre-dios del
siglo I. Eso es otra de las muchas patrañas que muestra el evangelio
romano. Los fariseos eran una parte ortodoxa del judaísmo
incipiente que se ajustada bastante a los preceptos de la gnosis
egipcia original. Eran la cantera de los Sanedrines, y elegían al mese,
no lo sentenciaban. Baste saber que la palabra fariseo significaría
“reunión de luces”, y que comparte raíz semántica con faro y con
faraón (hijo de la luz desde el punto de vista griego y faro grande
desde el punto de vista latino).

La palabra esenio contiene otra clave hermética. La raíz de


esta palabra es griega Εσσηνοι, Εσσαιοι, Essinoi (Esenios), que
significa tanto “esencia”, como ὅσιος, ossa que significa "santo". De
hecho, la palabra “esencia” comparte su misma raíz. Nadie ha
podido arrojar esta palabra contra nadie ni invertir su significado,
quizás porque nadie sabía muy bien qué era un esenio, quizás
porque su sola pronunciación causara respeto, o ambas cosas.

Se sabe que son una parte de los pueblos hebreos y se


piensa, o se pensaba, que conservaban la esencia de aquellos, y por
tanto, la línea rosa de la que Ieshú era descendiente. De esta hebra
hay importantes referencias hasta el siglo I, momento en que
desaparecen y se les pierde la pista. Hoy, tengo entendido que aún

301
Carlos Caballero

quedan algunas comunidades de esenios pero por lo visto no saben,


o no contestan, o no se acuerdan de nada.

Los esenios aparecen en textos árabes con el nombre de


magaritas, que significa “ermitaños” o “habitantes de cuevas”. La
palabra “magar” que significa bodega excavada en la roca, es una
derivación de esta palabra árabe. Nosotros decimos magaritas en
lugar de magos porque la palabra “mago” tiene hoy otras
connotaciones, pero de hecho, tanto mago como magia, son
palabras que tienen su origen en esta circunstancia relacionada con
los esenios cavernícolas, y las connotaciones que tiene la magia son
una derivación del misticismo y el misterio que siempre han
inspirado los esenios. En ciertos textos semi-apócrifos aparecen
como los magos del episodio del nacimiento del niño-dios,
aportando “oro, incienso y mirra”, que eran los elementos
fundamentales tanto para el rito de deificación-unción de un nuevo
mese recién nacido, como para la momificación de un mese
muerto. En dicha ceremonia también se acordaba su futuro
matrimonio, y la persona que debería amamantarlo, pues de ser su
padre el supuesto descendente de David y de Judá, y no su madre
natural, el niño-dios debía recibir su divinidad a través del pecho de
una tía31. De hecho, éste y otros muchos hombres y mujeres-diosas
fueron esenios (esencias, santos).

31
Fíjate que sería factible que Merit, la supuesta madre de Ieshú, fuera
realmente virgen por no ser su madre carnal sino su tía, que cosas, aunque
habría que explicar el mecanismo por el que una mujer virgen pueda
espontáneamente producir progesterona y lactar como una madre. Lo más
probable es que fuera María su nodriza y madre putativa, y también que
fuera madre de otro bebé a quién Jesús llamara “hermano” en lugar de

302
El Evangelio de Hermes

La palabra fenicio obedece a la denominación que hicieron de


ellos los griegos, quienes llamaron Φοίνικες o phoínikes, a los
pueblos “rojos o púrpuras” que se les ubicaba entonces a lo largo
de Palestina, Líbano, Siria y Canaán, una región que los antiguos
egipcios conocían como Mit o Mitani, y que consideraban un país
hermano, con el que establecieron la alianza milenaria que hemos
comentado anteriormente.

Tenemos referencias históricas regulares de los esenios entre


los años 164 y 63 a. C. período en el que la “rebelión de los
macabeos” mantuvo a raya a la ambición de los pueblos del norte.
Debieron ser buenos bibliotecarios estos macabeos, ya que aún se
llama coloquialmente “rollo macabeo” a aquello que se nos
presenta amplio, complicado y arduo de entender. La historia y las
matemáticas son dos buenos rollos macabeos, por ejemplo.

Podemos contar, finalmente, como ancestros inmediatos de


los esenios en las referencias anteriores, a los hadiseos, del griego
hasidei, y el arameo hesé, nombre que significaba literalmente
“piadosos", y que los seléucidas (o helenos criollos) transformaron
en “fumados” debido al parecido fonético que tenía esta palabra
con “hashsha-shin” (adicto al hachís), que se fue enriqueciendo (o
más bien empobreciendo) posteriormente con connotaciones cada
vez más peyorativas hasta dar lugar al término “asesino”.

“discípulo”, como Tiago. Lo que sí que apostaría es que José es el padre


carnal del esenio, y nada de putativo, y que lo del supuesto misterio de la
concepción de Ieshú se desvela así de manera sencilla y racional, aunque
se preste al divertido vodevil que conserva el evangelio de Juan.

303
Carlos Caballero

304
El Evangelio de Hermes

24.- Nazer, el brote del tronco de David

Año 3-6 a. C. Los astrólogos o cronólogos esenios, que eran


los que observaban los calendarios anuales y los ciclos de la historia
consideraban que había llegado el momento de provocar o recibir la
llegada de un Nazer, que significa “brote”, “brote del tronco de
David”, que no hay que confundir con lo de “nazareno” o “de
Nazaret” que forma parte de la corrupción a la que fue sometida la
biografía de Ieshú que realizó su esposa Merit (que llamaremos en
adelante evangelio de Merit para no repetir), hasta convertirse en
el texto que se conoce como Evangelio de San Juan, el cual
considero en función de mis estudios, una vulgar sátira, una irónica
caricatura del primero.

Los ancianos del Gran Sanedrín de Jerusalén se reunían para


aparcar por un tiempo otras discusiones y las sensibilidades de los
muchos pueblos que convivían en la provincia Sirio-Palestina, con el
fin de resolver esta oportunidad de vivificar la leyenda del mese.

La situación era más que humillante, crítica para todos estos


pueblos, y era preciso ponerse de acuerdo para planificar un frente

305
Carlos Caballero

común al fascismo de Roma, cuyo antisionismo era cada día más


atroz. Y resolvieron unificar la línea zelote, que se consideraba el
frente activo de la resistencia, con la línea esenia, que se
consideraba la tradición y la esencia de la alianza de civilizaciones
damnificadas por la presencia de Roma.

Según los escritos que tenemos parece, que Merit, la que


sería la madre del niño dios, era una princesa esenia descendiente
directa de David, por parte de su madre Hannah, etc. es decir, por
vía natural materna, entonces en ese caso José, o Josué a quien se
considera el padre “putativo” o imputado, sería el caudillo zelote.
Sin embargo, la iconografía cristiana tanto la primitiva como
renacentista representa a Merit y al Niño en actitud de lactancia, lo
cual indicaría que sería José en ese caso el esenio, el descendiente
de David, y Merit la nodriza del niño-dios además de su tía por
parte del padre, siendo su madre natural una princesa zelote cuya
identidad sería desconocida. Otra posibilidad sería que ambos
fueran descendientes del tronco de David y que, por el motivo que
fuera, hubiera recibido lactancia materna.

No sé si lo sabremos algún día. Lo que resulta también


interesante es que parece que José, o bien se instala en Gebel-ein,
Egipto como armador de barcos, o bien, el niño-dios es adoptado
por precaución por un armador simpatizante o conocedor de la
leyenda y la causa. Lo que sí es seguro es que no era carpintero, ni
mucho menos de los que cortaban a ojo la madera, como indica
uno de los textos apócrifos de la infancia de Jesús, que le pinta a
José preocupado porque había cortado una cama de manera
desigual y el niño le hace el milagro de estirar la tabla hasta hacerla
coincidir con la otra. Ese tipo de absurdeces, aunque sean apócrifas,

306
El Evangelio de Hermes

denota que son parte de la picaresca que anduvo circulando por los
circos romanos, pura parodia.

Sea como fuere, se pactó el matrimonio del niño-dios y al año


siguiente hubo un nacimiento cumpliéndose puntualmente lo
previsto. Los textos realizados a partir de entonces no se firmarían
con la fecha romana como marcaba la ley, sino en referencia al
nuevo mese, maese o maestro. Lo cual desquició enormemente a
las autoridades romanas locales.

Podría haber nacido una niña, lo que presumiblemente


habría aplazado la llegada del brote ya que en aquel tiempo la
misoginia ya era por desgracia un asunto generalizado globalmente
desde que Menfis ya no era Menfis sino Heliópolis.

Sin embargo, el niño-dios no vino solo, sino que fueron dos


los gemelos-dioses, al otro debieron llamarlo Tomás, según las
alusiones evangélicas en que se le denomina “dídimo”, que significa
precisamente eso, gemelo. De ahí que el símbolo elegido para este
nacimiento sean dos peces, en este número, además de la
constelación. Me parece adecuado también añadir aquí que no
nacieron el 25 de diciembre (esta fecha se decidió en un concilio
con el fin de mitigar la fiesta pagana del solsticio de invierno), sino
en marzo, en la época de la siembra del trigo.

Hay también algunos escritos que parecen actas, en los que


se asegura o se consensua (no está claro) que el linaje del esenio no
viene sólo de David, sino específicamente de Judá, que es la rama
del tronco hebreo que se estableció al sur del Hermón,
precisamente en lo que Roma determinó que era la provincia Judea.

307
Carlos Caballero

Pero estimo, aunque es sólo una apreciación, que se trata nada más
de ensalzar el sentimiento patriótico y nacionalista de esta región
en su enfrentamiento con el imperio romano.

Otro de los textos que vienen apoyando esta tesis es otro


apócrifo, el que relata la peregrinación de los “reyes magos”
siguiendo a una estrella como hiciera Salomón siguiendo a Yahvé, y
trayendo desde Nubia, India y Persia exequias relacionadas con la
sagrada unción de los faraones. Esta narración, salvando las
alteraciones naturales de este tipo de textos, me parece bellísima y
rebosante de genes literarios para otorgarle credibilidad hermética,
y yo suelo decir que es semi-apócrifo porque a pesar de que los
concilios lo han desestimado y apartado del dogma, los cristianos lo
han seguido tomando en cuenta y venerando hasta nuestros días.

La palabra “autoridad” expresaba originalmente el significado


de “persona o grupo de personas cualificado para determinar la
autoría de documentos dentro de un proceso de litigio”. Estas
personas, las autoridades, no podían ser cualquiera, debían ser
personas acreditadas, es decir, en las que la gente tenía depositada
su fe, de hecho autoridad y fedatario público eran la misma cosa.

Pues bien, el relato de los reyes magos, aparte del interés


ufológico que pudiera despertar, especifica la tradicional
verificación de la legitimidad de un faraón, o para ser exactos un
emperador de la alianza internacional citada, por parte de los
fedatarios de los estados miembros. Como la identificación fue
positiva se le ungió, o recibió los óleos con que se deificaban a los
faraones, y a partir de ese momento se le podría decir
apropiadamente “mese”, o ungido.

308
El Evangelio de Hermes

El derecho romano no era muy diferente, el problema es que


su sistema acreditaba pruebas con un único documento aportado, y
aceptaba el latín y el griego como los idiomas preferentes para la
identificación, lo que se prestaba a falsificaciones de manera
cotidiana. De hecho, la falsificación documental era la técnica más
corrientemente empleada a la hora de justificar la esclavitud de
provincianos y el expolio de sus bienes. Los romanos eran muy
finos, antes de sacarte la espada te enseñaban un papel sacado de
la manga (de ahí lo de mangantes) por el que se quedaban con tu
casa, y te daban mucho miedo con su currículum (como hacen
ahora los bancos). Ya, sólo si te cabreabas mucho, te degollaban.

Por fin había sobre la Tierra una nueva luz, un nuevo oro, un
nuevo Horus, el nuevo mese de la liberación de la bestia de las
sombras, el monstruo de cien cabezas o Satán, tendría los días
contados. El mese tenía la misma calificación que David o Salomón
para los judíos, que Ah-mese o Tut-ank-atón para los egipcios, que
Shiva y Ghanesa para los indios. Su descendencia sería llamada
“emmanuel”, es decir, la de los “dioses entre nosotros”,
“emanaciones” del Sol en forma humana, en fin, la lista de alegorías
sería infinita.

Está claro que para los romanos, la presencia física del mese,
no como leyenda, era una puerta abierta al cielo por la que podían
descender dioses por doquier para frustrar sus ambiciones, y eso
había que erradicarlo por todos los medios.

La matanza de niños que ha dado lugar a la tradición de los


“santos inocentes” se debe a que el procurador de Roma en Judea,
también nombrado etnarca para hacer con los judíos lo que le

309
Carlos Caballero

viniera en gana, Herodes I el Grande, intercepta una carta fechada


“año 3 de Ieshú-mese”, y decide acabar con el problema asesinando
a todos los niños menores de 7 años, mediante un edicto real.

No hay referencias arqueológicas de esta matanza en


concreto, pero se produjeron tantísimos decretos similares y tantas
matanzas que es muy posible que la tengamos ante los ojos
enmascarada por otros hechos, y no la hayamos aún identificado.

La nueva dinastía de los emmanueles debía comenzar con un


“brote” de las raíces del talado árbol de Isaí (o Isis), que se
simboliza con una acacia por haber sido talado muchas veces y
haber siempre rebrotado de nuevo, y del que ya habían renacido
libertadores como Ra-mese II 1.200 años antes, o Salomón
(Senajtenra Tao) 500 años antes de aquel.

Flavio Josefo es un judío esclavizado al que se encomienda la


recopilación de toda la bibliografía posible acerca de la historia del
pueblo hebreo, y en concreto le pidieron que recogiera todos los
detalles sobre las guerras judeorromanas. Ha pasado la censura
romana, por lo que le podemos considerar un historiador romano,
pero nos ha dejado tantas y tan bellas claves que debería ser de
lectura obligada en las escuelas.

Una de las grandes claves que nos deja Flavio es que las
genealogías de los textos acreditados como los bíblicos, son muy
resbaladizas. Así, cuando en uno de esos textos leemos, por
ejemplo, “David cuarto hijo de Jacob”, debemos interpretarlo con
pinzas porque fueron copiados muchas veces y a menudo de una
copia a otra el que la financiaba mandaba quitar o poner alguna

310
El Evangelio de Hermes

cosa por conveniencia propia, por verse reflejado en el texto


principalmente. Se nos dice, por ejemplo, que Salomón es hijo de
David, y la arqueología nos informa que David es nieto de Salomón,
entonces ¿qué hacemos, desechamos la arqueología y decimos que
no tenemos restos de David o de Salomón? Yo creo que no, no sé si
sería una decisión salomónica, pero pensaría que a Intef VI, también
le debían conocer como David en las inmediaciones del Hermón.

Muchos de los nombre bíblicos son genéricos, mucha gente


se llamaba igual, y no nos olvidemos de que se trata de una
colección de textos refundidos y, por tanto, un mismo nombre
debería corresponder a varias personas diferentes si queremos que
encaje con la arqueología.

“X el cuarto faraón de la dinastía Y”, Y ¿por qué no? Recuerda


que una misma ecuación se puede resolver por sustitución, por
igualación y por eliminación. Y si hay más incógnitas que ecuaciones
la solución es más amplia, eso es todo, no imposible.

La arqueología es la aportadora de constantes a todo este


puzle de ecuaciones, no es desdeñable, siempre es clave. Cuando la
Biblia, por ejemplo, habla de “Jesús de Nazaret”, o, “el nazareno”,
nos quedaríamos bien felices, de no ser que esta ciudad no existió
hasta varios siglos después del hecho cristiano.

Nazaret o nazareno son palabras cuya raíz deriva del hebreo


‫נצר‬, natser (transcrito Nazer), que significa "brote", en alusión a la
profecía de Isaías o versos de Isaí (Isis) en que proclama al mese:
“Saldrá una vara del tronco de Isaí y un vástago (Nazer) retoñará de
sus raíces” (Isaías 11:1). Se calcula que este texto tiene 2.800 años.

311
Carlos Caballero

Este tipo de manuscritos formaba parte de la documentación


aportada en el acuerdo de entronque entre la casa esenia y la
idumea, cuyo tronco había sido talado para instalar en el trono a
Herodes I el Grande, que así era rey de Judea para los judíos y a la
vez procurador de Judea para los romanos, consumando ser un
gran psicópata tanto por unos como por los otros. Tras él, sus hijos
continuaron la misma política, pero repartiéndose Palestina a
instancias del emperador para que efectuarán un mejor control. Era
fundamental, por tanto, recuperar legalmente la casta de los
patriarcas para deponer a los tiranos, y eso era Ieshú, un
restaurador, y para ello debía nacer en Belén.

Belén tiene varias formas de ser interpretado. En una primera


instancia es una ciudad palestina a medio camino entre Egipto y los
Himalayas, era un lugar tradicional de postas o de hostelería en
medio de la ruta de la seda, con una antigüedad de al menos 3.000
años en el momento que sucedía esta conjura de civilizaciones.

En una segunda lectura más hermética, Belén era cualquier


punto donde hicieran posada los supervivientes de Avaris en su
camino a Kashmir. De hecho, la palabra “posada”, es la traducción
literal del griego “manituské” que especifica el evangelio como el
lugar de nacimiento del “mesías”, y no en un “pesebre” como toda
la vida nos han hecho creer.

Sobre la etimología de la palabra “Belén” hay muchas teorías:

 Bayt Laḥm (‫‘ )ل حم ب يت‬casa de la carne’ en árabe


 Bet Léḥem (‫)לחם בית‬, ‘casa del pan’ en hebreo
 Bêth Lahamu (‘casa del dios Lahama’) en cananeo

312
El Evangelio de Hermes

Me gusta la tercera por motivos románticos, por asociar más


que nada a los esenios con los lamas tibetanos, pero no hay
sustrato arqueológico que sostenga esta teoría, y la similitud
fonética no es suficiente para darle rango etimológico.

Personalmente, por tanto, no me convence ninguna, y me


quedo con la posibilidad no contemplada de Gebel-ein, una ciudad
cosmopolita y floreciente, de gran importancia económica,
estratégica y cultural, que permaneció así desde el periodo
predinástico (Naqada) hasta la época greco-romana. Su situación
era privilegiada, pues permitía controlar un amplio trecho del Nilo.
Esta ciudad contenía importantes construcciones militares y
templarias, y una necrópolis con tumbas muy especiales de las que
en seguida vamos a hablar.

313
Carlos Caballero

314
El Evangelio de Hermes

25.- Gebel-ein y los magaritas

A esta ciudad del alto Nilo, próxima a Tebas, se dirigió la


familia sagrada con el objeto de gestar, no sabemos si con
premeditación y alevosía, la materialización o reencarnación de la
leyenda mésica, el mese hecho carne, la Maat en la Tierra, y tener
al nuevo niño-dios, al cachorro de león, lejos de las hienas romanas.

En Egipto se habían repetido tantas veces las masacres y el


expolio que casi nadie quería recordar siquiera las tradiciones y la
ciencia de Menfis, ahora Heliópolis, que se había reducido a mera
capital comercial y aduanera de la ruta dorada africana.

La dinastía ptolemaica había hecho olvidar el verbo de Egipto


y había borrado los grandes nombres. Incluso el idioma sagrado
llevaba ocho siglos olvidado y nadie interpretaba ya las pocas
historias que aún impregnaban las paredes de las tumbas y relieves
de los templos. Ya no había templos operando cuando la última
faraona Cleopatra VII había sido asesinada por no doblar el último
junco a los dioses de Roma. La dinastía ptolemaica había concluido
con el suicidio de la última domadora de animales y pueblos
salvajes, la última brizna del perfume mágico del Nilo, la última gota
de sangre real, diluida pero orgullosa, en los sueños de una tierra

315
Carlos Caballero

negra de la libertad sólo en el recuerdo, el último espécimen de una


esperanza en forma de leyenda.

Egipto ya era una provincia cuando la familia sagrada se


instalaba junto a Tebas, en la ciudad de Gebel-ein con la esperanza
de devolverle al mundo su luz.

La capital oficial ya no era ni Menfis ni Tebas, y Amarna era


polvo, como Avaris. Era nuevamente hicsa, helénica desde los
cimientos aun estando en el delta. La capital se había trasladado a
Alejandría, donde la flota greco-romana se había sentido más
segura en los últimos siglos.

Menfis se había convertido en el primer gran centro


comercial de la historia, un lugar donde se podía encontrar de todo,
de cualquier parte y de cualquier modo, desde lo más profundo
hasta lo más superficial, un lugar donde todo era mercancía y todo
tenía un precio, un lugar donde todos los idiomas de encontraban
dispersos buscando todavía los secretos de las lenguas muertas. La
llamaban ahora nuevo Babel o nueva Babilonia, por ese motivo.

El delta era la huerta de todo ese frenético mercado y el resto


de la provincia era un misterio lleno de tesoros y profanaciones,
tumbas donde se reunían los rescoldos del antiguo régimen para
conmemorar y aprender a interpretar los textos de sus paredes.
Eran precisamente las llamadas “catacumbas” donde la tradición
dice que habitaban o se refugiaban los primeros cristianos.

Tebas seguía siendo, después de 12 siglos, una capital


extraña, misteriosa, un mundo aparte dominado por el clero de
Amón, una fortaleza con fueros y sin fuerzas, un centro de reposo

316
El Evangelio de Hermes

donde la élite criolla greco-romana vacacioneaba apaciblemente y


se hacía ungir para cualquier cargo del estado. Pero demasiados
espíritus de penas y glorias arcaicas reposaban bajo los resquicios
de las puertas, vigilaban tras muros empotrados y recintos sellados.

Todo en Tebas guardaba silencio y dormía, dormían los


muertos de Avaris impregnados en las piedras del templo y dormían
las piedras que prefirieron asentarse en el lecho del río con los
hipopótamos. Las piedras que hablaban lo hacían desde el Egeo
creando escuelas y contando historias que cambiaron de dueño.

Allí acudió la familia real en busca de hospitalidad, de posada.


Se habían guiado a través del desierto como los marinos a través
del océano, gracias a una estrella, la estrella polar. Pero cuando
llegaron allí fueron tomados por ber-bers y les dijeron que sólo
había posada para otro tipo de extranjeros, y que todo estaba lleno.
Por lo que tuvieron que dirigirse a Gebel-ein, donde la diosa dio a
luz al “stupor mundi”, a la luz del mundo. Esto es lo que dicen los
jirones del evangelio original en griego encontrados en Qumran.

Sabemos por otras fuentes, que se pusieron en contacto con


una tribu que llevaba siglos viviendo en las necrópolis expoliadas,
camuflándose y exiliados en su propia tierra, ocultos y errantes.

Esta tribu era conocida como los “magaritas” o “magos”, y


parece que anduvieron migrando por todo el creciente… ya no muy
fértil, a estas alturas. Los hubo repartidos por todo oriente hasta
Kashmir, y puede que hasta India, Tíbet y Nepal.

Los magaritas también estuvieron en la unción del dios, y


presentaron sus credenciales como autoridades de verificación.

317
Carlos Caballero

Debido a su presencia gran parte de las ceremonias se ocuparon en


la interpretación de jeroglíficos llenos de nostalgias, orgullo y viejas
glorias. En fin, cuentos egipcios.

La mayor parte de los jeroglíficos de los magaritas


expresaban el modo en que habían custodiado su propia línea rosa
ahmósida, y como había allí reunidas tantas otras ramas, puede que
se acordara ahí la conveniencia de proporcionar al niño una nodriza,
para reunir en él alguna otra hebra importante que debería estar
representada o reencarnada también en el nuevo mese.

Los magaritas se habían presentado como los guardianes de


las tumbas de los hombres y mujeres dioses. Para interferir en las
decisiones de dos tribus tan poderosas entonces como los esenios y
los idumeos, podemos figurarnos a los magaritas presentando
como credenciales partes del ajuar funerario de algún dios o diosa.

Del hermano gemelo de Ieshú, Tomás el dídimo, no se sabe


nada más hasta que reaparece al final del evangelio, donde
reaparecen también los magaritas, por lo que cabe la posibilidad de
la adopción de Tomás por parte de éstos.

Tampoco sería descabellado pensar, debido a la tradición,


que en presencia o a instancias de los magaritas se pactara el
matrimonio del mese con una bebé de Magdalá, cuando alcanzaran
la mayoría de edad, y de ser así habría de estar allí presente para
recibir igualmente los óleos de la divinidad.

Pudo haber susceptibilidades entre los clanes, acerca de la


idoneidad de los parentescos. Todos se verían a sí mismos como
genuinos descendientes de los divinos patriarcas, y por tanto,

318
El Evangelio de Hermes

desearían verse materializados en la profecía. No lo sabemos, la


documentación genealógica hebrea es muy complicada, y
posiblemente nunca podremos saber si la nueva alianza esenia-
idumea-nabatea se vio verdaderamente representada, o si estos
clanes eran los mejores representantes en aquel momento, pero así
se hizo.

También las escrituras sugieren que Tiago era hermano de


Ieshú, y además sugieren algo que es desconcertante, y es que hay
escritos con visos de ser genuinos que describen a Ieshú con varios
hermanos no sólo más pequeños, sino también mayores en edad, lo
que podría indicar que José probablemente tuviera otras esposas
anteriores. Me gustaría decir también que Merit pudo haber sido
madre soltera antes de tener a Ieshú, o haber sido viuda, pero me
da más recelo porque en aquella época el matriarcado llevaba
extinto milenios.

Parece que todas las profecías, los signos de reconocimiento,


los astros y hasta los detalles de la ocasión indicaban que una nueva
era estaba próxima, lo que no sabían era que se trataba de una
larga era de oscuridad, y que nunca se desharían de Roma.

Pero hubo fiesta, largas oraciones, pan, vino, leche, pescado


fresco y cordero en abundancia durante varios días y noches, donde
reinó la alegría, la invocación y la fusión.

Nuevamente es preciso aclarar que el término “oración” en


aquel tiempo no se refería a repetir mantras como se hace ahora.
La oración consistía en contar historias, ponerse de pié en una
reunión para tomar la palabra y expresar las ideas que vinieran a la

319
Carlos Caballero

mente en ese momento, o las que se considerasen más oportunas y


convenientes de acuerdo a la ocasión.

En los tiempos en que los dioses y las diosas caminaban por la


tierra, la erudición y la elocuencia eran las cualidades más
importantes para la oración.

Hoy se considera oración a la sombra de la sombra del


sombrero que un día fue la palabra. La palabra tenía fuerza, tenía
vida, invocar a los antepasados era la forma de traerlos de nuevo
desde el más allá, la forma de resucitarlos, por lo que un hombre o
una mujer con el don de la erudición y la palabra solía ser elegido
por sufragio espontaneo como portavoz de los muertos ante los
vivos, y portavoz de los vivos ante los muertos, es decir, sacerdote.

Se creía que esa era la fuerza de la palabra, la palabra podía


resucitar a los muertos y matar a los vivos.

Hoy un sacerdote no se sabe ni qué es y la palabra suele ser


un enorme vehículo de mentiras y fantasmas con los que manipular
a las masas. Hoy la palabra está enferma. Una persona de palabra
está condenada al fracaso y a la traición una y otra vez, y su
conciencia limpia no está tranquila sino que reclama “¡ay, tonto… !”

Entre los griegos tomaba un báculo aquel que se disponía a


tomar la palabra en una reunión, para apoyarse en ella y que no se
atropellaran unos a otros al hablar. Digamos que el báculo era una
herramienta protocolaria por cuanto permitía hablar en orden. En
Egipto esta misma función la hacía el ank, o báculo de la vida,
porque se creía que hablar era volver a la vida a los muertos, era

320
El Evangelio de Hermes

retornarles el aliento, se decía que en el aliento, en la respiración se


encontraba la vida.

En la ceremonia de la última unción de los muertos, que por


cierto, en menuda majadería ha degenerado, los egipcios de un
estrato social que podían permitirse el embalsamamiento con
aceites perfumados para la conservación permanente de los restos,
se hacía una ceremonia varios días después del mismo en la que se
practicaba una incisión en las gasas de la boca del muerto y luego se
introducía una palanca para abrirsela y que pudiera así el cadáver
exhalar el último aliento, el alma, para que no quedara atrapado en
el cuerpo y pudiera emprender el viaje a la constelación de Sirio,
donde se afirmaba que provenían nuestros diseñadores genéticos o
“Elohim”. También se solía introducir un escarabeo o una piedra
preciosa en la boca del muerto para que una vez el barquero Anubis
culminara este viaje, el difunto fuera reconocido y recibido
debidamente de acuerdo a los méritos granjeados en vida.

En algunos casos especiales en que se inmolaba a alguien con


objeto de transmitir un mensaje determinado de los humanos a los
dioses Elohim, este modo de pago necesitaba mucho más espacio
que la boca del muerto porque las regalías para agasajar a los
dioses podían dispararse hasta componer tesoros de cuantía
inimaginable, lo que desgraciadamente hizo famosas a las tumbas
egipcias y fenicias despertando la codicia que ha provocado su
profanación permanente. Un ejemplo, de este tipo de inmolaciones
que la biblia ha registrado omitiendo detalles que hubieran sido
fundamentales para su identificación arqueológica, es el episodio
en que Abraham pretende inmolar a su hijo.

321
Carlos Caballero

El objeto de este sacrificio hay que entenderlo según la


creencia y costumbre de que así se le podía enviar un correo a los
dioses del cielo.

En el caso del nuevo mese de Gebel-ein, el proceso era el


inverso, se quemaron kilos de incienso invocando a los antepasados
que se pretendía dar entrada en los cuerpos de los pequeños recién
nacidos. Y, posteriormente, pasados unos años, se les harían
pruebas de reconocimiento de objetos y enseres que habían
pertenecido al hombre-dios anterior, para ver si realmente se había
resucitado al patriarca o a la matriarca, muertos tiempo atrás.

Cabe señalar también aquí que la expresión “quemar kilos de


incienso” tiene que ver con el tiempo. No es que pusieran una
carretilla de incienso y la prendieran fuego, sino que era como decir
que la ceremonia se había alargado en el tiempo mucho más de lo
previsto o acostumbrado.

Estas pruebas se realizaban a los siete años de edad,


momento en que se consideraba que comenzaba la conciencia y la
memoria de un adulto pero aún no se había perdido la clarividencia
del niño. Ambos hermanos reconocieron el carro de combate, las
cachavas, las ropas, las mascotas y demás enseres. Dice la tradición
que incluso el parecido de sus rostros con el de la máscara funeraria
de oro eran asombrosos.

Sin quererlo, me vienen a la mente los objetos amontonados


en la KV45, pertenecientes al ajuar funerario del niño dios Thot-ank-
atn. Obviamente ha de ser un capricho de mi imaginación pero de

322
El Evangelio de Hermes

haber sido éstos los objetos y la máscara de reconocimiento, los


magaritas hubieran quedado muy satisfechos.

Fueran o no precisamente éstos restos, u otros, los que


sirvieran de reconocimiento, lo que este episodio de los llamados
“reyes magos” vendría a significar es, que, en dicha ceremonia de
los siete años (no como recién nacido) predominaron tres
elementos, el oro del ajuar funerario de reconocimiento, el incienso
en el sentido de mucha calma, de un proceso largo, y mirra,
producto de embalsamamiento para las momias de faraones
egipcios, es decir, que los propios muertos estuvieron allí presentes,
o lo que es lo mismo, que este ritual se llevó a cabo dentro de una
de las tumbas reales.

323
Carlos Caballero

324
El Evangelio de Hermes

26.- Diocleciano y su proyecto de iglesia

En el año 297 las tropas de Diocleciano saquearon Alejandría,


una ciudad que poco a poco había ido atrayendo egipcios de la vieja
escuela y hebreos de todas partes, no sólo de Judea. Alejandría,
sede del despotismo, se había convertido en cinco siglos en el faro
cultural más brillante del Mediterráneo.

Dicen las malas lenguas silenciosas que, tras la capitulación


de la ciudad, Diocleciano ordenó que la carnicería continuara hasta
que la sangre llegara a las rodillas de su caballo.

En ese momento, el caballo decidió resbalar y caerse


repetidamente sobre un charco de sangre que se había formado en
el mármol y que jalonaba el suelo de la biblioteca. La sangre no sólo
le llegó a las rodillas sino que empapó al caballo hasta la barriga.

Para conmemorar el hecho erigieron una estatua al caballo,


pues había salvado a miles de vidas humanas, pero a quien no
perdonó Diocleciano fue a la cultura, pues ordenó quemar 200.000
manuscritos solamente de Pérgamo, millares de ellos relacionados
con la alquimia y las ciencias herméticas, entre los que se
encontraban evangelios mucho más apócrifos y nítidos que los de
Qumran recientemente encontrados en el mar Muerto. Pero allí

325
Carlos Caballero

había rollos no solo de Pérgamo sino de las principales ciudades del


mundo. Para hacernos una idea, la biblioteca de Alejandría era la
capital mundial de la cultura y las ciencias, la Internet del momento.

Se piensa que esta masacre y esta quemazón de la memoria


histórica se llevó a cabo para evitar una supuesta inestabilidad
monetaria, pero resulta obvio que fue el primer paso para la nueva
versión del imperio romano, un imperio agonizante desde el punto
de vista social y político, que vería renovar toda su fuerza y vigor a
golpe de espada y sermón, bajo el nombre de la Iglesia.

Entre los años 303 y 311, el proyecto de Diocleciano entraría


en una fase “razzial”, antisemítica, que se convertiría en la mayor y
más sangrienta persecución oficial del imperio contra los cristianos
primitivos o esenios, porque a partir de muy poco, en el año 325 las
palabras “cristiano” y “romano” serían caras de la misma moneda.

Con Diocleciano, el cristianismo primitivo quedaba extinto en


favor de otro tipo de cristianismo que se hacía un hueco en el
corazón de Roma como un cáncer, como una invasión de
cisticercos. Sin representantes vivos de los esenios ni fondo
bibliográfico que desmotase su falsificación, se podría redefinir el
cristianismo a imagen y semejanza de Roma.

En el 325 se convocaba en Nicea una reunión del senado con


obispos por senadores, y con un emperador que cedía el título
tradicional de “pontifex maximus” al obispo de Roma. Éste sería el
primer concilio de la iglesia católica, el concilio de Nicea I, celebrado
sobre las cenizas del holocausto de Alejandría.

326
El Evangelio de Hermes

En ese concilio se presentaron por primera vez los evangelios


canónicos al completo. Los restos que tenemos de los evangelios
del siglo I son sólo fragmentos en griego, y escritos por una mujer.

Los evangelios canónicos que conocemos hoy fueron


redactados en el Serapeo de Alejandría después de la quema de la
biblioteca, a partir de aquella obra satírica que había servido para
entretener a los circos durante dos siglos hasta entonces. Aquí en la
depurada Alejandría, Diocleciano sólo tuvo que eliminar las bromas
más pesadas del texto, y ponerle un olor a incienso para dejarlo a su
gusto. Debía parecer un texto antiguo, y le gustó tanto cómo había
quedado que encargó tres copias para ir al concilio con una
documentación más abultada.

Las copias de los textos originales que mostraban la historia


de pueblos rojo y la línea rosa, así como los documentos
diplomáticos y los censos que abalaban los acontecimientos más
relevantes de los últimos siglos en la provincia egipcia-sirio-
palestina, en especial los del hecho cristiano, fueron declaradas
prohibidas, heréticas, y sus conservadores y posibles testigos de
haber vivido, oído o leído la historia original fueron calificados de
amigos del diablo, y declarados comida para gatos, con la sola
diferencia de que a partir de entonces los llamados cristianos ya no
iban a ser los que estaban en la arena, sino los del palco y los de las
gradas de sombra.

Las obras prohibidas pasaron a llamarse cariñosamente


herméticas, porque eran las que se seguían comentando allá por el
Hermón, y a los conservadores y redactores de lo que se había
perdido nos empezaron a llamar herméticos y luciferinos.

327
Carlos Caballero

A la vez que la iglesia católica, nacía también en ese primer


concilio la figura del diablo. Nadie tenía ni idea de qué era eso,
nunca se había deificado a la figura del mal en sí, como tal. Hasta
entonces se conocía al mal como sinónimo de guerra y ambición,
hijas primogénitas de la ignorancia y la causa primera de las
miserias humanas, pero nunca se le había dotado de personalidad
propia y la categoría de un ser sobrenatural o divino.

El diablo nacía como respuesta a la necesidad de implantar el


terror en las poblaciones imperiales, para facilitar su sumisión.

Si algo podemos afirmar con propiedad es que el Diablo es un


invento de la Iglesia, y si algo ha aportado la Iglesia a la humanidad
ha sido precisamente el Diablo (la hipocresía ya se había inventado
en Tebas mucho antes), y su propio infierno en la Tierra.

Lo más que se le podía parecer al Diablo hasta el concilio de


Nicea era el arquetipo de Set, la extinción, el desierto, el sol
abrasador que no permite emerger una brizna de hierba sobre la
tierra. Pero siempre llegaba Isis, regaba delicadamente y las
semillas de Osiris volvían a brotar, por lo que se trataba de una
lucha de contrarios y no la personificación del mal en sí. Había
muchas personalizaciones de las fuerzas de la Naturaleza, pero no
siempre estaban enojadas, solían alternar las victorias de uno a otro
lado, pero no existía un ejército del mal, ni una fuerza maligna que
hiciera girar las cabezas de las niñas, hasta el concilio de Nicea.

Y sobre aquella fuerza maligna infinita depositaron todo lo


que no fuera aprobado por aquel convento de obispos. Cualquier
tótem de carácter zoomórfico o genio (daimon), astral o vegetal,

328
El Evangelio de Hermes

sería declarado pagano y enemigo de Roma. Cualquier veneración y


cualquier patrón protector o auspiciador de una capital o una aldea,
cualquier reminiscencia, por pequeña que fuera, de las culturas
antiguas o simplemente diferentes, cualquier evocación o festividad
de cualquier culto ajeno a la iglesia serían considerados no sólo
ilegítimos sino malignos, fuerzas cuya única oportunidad de
salvación o purificación sería a través del fuego y del dolor
temporales, con la excusa de evitar a las pobres criaturas malignas
que lo practicaban, el fuego y el dolor eternos.

Prohibieron cualquier representación iconográfica o plástica


que no fuera el propio instrumento de la tortura romana, es decir,
la cruz, ahora sagrada y herramienta de salvación de todo el género
humano, buenos y malos, ya que la figura del perdón era el eje del
comportamiento cristiano romano, un comportamiento por el cual
los nuevos fieles podían saltarse todas las limitaciones si luego se lo
contaban a algún ministro de la Iglesia, quien mediante un acto de
contrición que solía consistir en una donación, o en delatar a
alguien, quedaba demostrado su arrepentimiento, y, por tanto,
borrón y cuenta nueva, quedaba limpio para seguir pecando.

También el antisemitismo quedaba oficialmente legitimado


con el concilio de Nicea. Decretaron que los judíos habían asesinado
al kristo, y, por tanto, se podía descargar sobre ellos toda la ira
porque se estaría vengando su muerte. La misoginia quedaba
igualmente legitimada por ser la mujer en sí, en general, sobre todo
Isis, la responsable de todas las tentaciones y las distracciones de
los hombres “buenos”, y por supuesto, del hombre-dios, con lo que

329
Carlos Caballero

también podíamos vengarnos sobre ellas. Todo un abanico de


fechorías para ir al cielo.

Pero faltaba lo más gordo, el grueso de la historia giraba en


torno a Egipto y los faraones, en este concepto debieron exprimirse
el cerebro en más de un concilio.

¿Qué era un faraón? Vale, un faro grande, como el de los


puertos para que no se pierdan los barcos ¿Y qué hace un faro?
Pues, luce. Eureka, aquí el único que luce es Kristo, por tanto todos
los faraones y farolillos son luciferinos, del “lux + facere” que
significa “hacer luz”. Y es que no había verbo “lucir” en latín.

Si el pensamiento humano y la capacidad de abstracción se


desarrollaron en torno a la luz artificial del fuego, si los grandes
científicos de la historia y los avatares que condujeron a la
humanidad hacia caminos de progreso, en principio irreversibles,
fueron llamados “luces”, si los faros en los puertos conducían a los
barcos hacia la salvación gracias a ser guiados hacia la “luz”, si los
faraones deben ese nombre por ser considerados “iluminados” o
representantes del conocimiento humano, y si cualquier moral
ancestral hablaba de seres de luz, y de seres guiados por la “luz” de
la conciencia, y si ancestralmente se sabía que el que encendía los
chacras de la cabeza hipófisis y epífisis parecían estar “iluminados”
o “lucir” desde dentro como los santos de las religiones orientales y
egipcia, con el nuevo cristianismo romano planteado en el concilio
ecuménico de Nicea, aquel que trajera la luz, aquel que fuera
“artífice, hacedor o portador de luz” que es lo que significa
“lucifer”, sería todo eso, maligno y diabólico.

330
El Evangelio de Hermes

Hay que reconocer que fue un descarado acto de valentía ¡la


Iglesia contra todos! Así que el obispo de Roma se quedó en su casa
acatarrado, y le tuvieron que comunicar el resultado en diferido.

Hay que añadir que, un año antes del concilio, el santo de


Constantino mató al otro emperador, el emperador de oriente
Licinio, lo que le convertía en el Grande, el dueño de todo. Ese
mismo año se convocaba el concilio para ver qué iba a pasar con los
prefectos romanos de las provincias orientales, autodenominados
obispos para hacer constar que tenían atribuciones religiosas
equivalentes a los Nasi de los sanedrines. La palabra sincretismo
como que no encaja entre romanos y judíos.

Constantino no tenía ni idea de en qué consistía eso del


sincretismo, ni quería saberlo. Sólo sabía que tenían un gran poder
político y religioso, y que se comprometían a eliminar toda
resistencia judía (y en judíos entraban todos los pieles rojas desde
Egipto hasta Siria y Mesopotamia) por las buenas y por las malas.

Más bien le parecía que aquellos soberbios glotones estaban


completamente locos y que nadie se tragaría el potaje de patrañas
que planteaban, pero tenían fuerza y ejercían el terror mejor
muchos generales, por lo que les cedió la titularidad del pontifiex
maximus a cambio de la romanización del imperio oriental. Dicha
titularidad entrañaba entregar a la iglesia la mismísima capital del
imperio, la ciudad de Roma, y a cambio recibiría la vieja capital de
los tracios, Bizancio, a la que le dejarían ponerle su nombre, si se la
cargaba.

331
Carlos Caballero

Dicho y hecho, cinco años después del concilio, en el 330 de


la era vulgar, aquel emperador que otorgaba a los obispos
romanizantes el grado máximo de la religiosidad, Constantino I, tan
grande como Herodes el Grande, o más, fundaba la nueva ciudad
de Constantinopla sobre las cenizas y los escombros de la vieja
colonia griega de Bizancio.

Este 330 en concreto, es el año de fundación de la Iglesia tal y


como la conocemos ahora, poderosa, soberbia, brutal, atroz y
adoradora de Satán, sí, podemos decirlo con todas las letras, sin
temor a equivocarnos, tienen embaucados a millones de buenas
gentes pero sus planteamientos son de oscuridad, de enemigos de
todo aquello que puede dar luz y progreso a la humanidad, ellos sí
asesinaron al maestro esenio y se vistieron con su piel, ellos encajan
perfectamente en el arquetipo del “anticristo”. Sus palabras son
venenosas, recuerda que por sus actos hay que conocerlos, y han
actuado siempre como una organización mafiosa, han sido y son el
mayor cártel de dinero e influencias en toda la historia.

332
El Evangelio de Hermes

27.- Herodes el Grande, grande psicópata

La leyenda estaba viva, respiraba y caminaba sobre la tierra.


Los cachorros de ”Ilión” (El León o Nilo) exhalaban perfumes de
libertad y gloria, y se erguían cada día como papiros nuevos, fuertes
y orgullosos. Mientras pasaban los años, en todo el sur y el este
mediterráneos sus huestes regresaban también a la tierra desde
todas partes incluido el sueño eterno, fuertes, bellos y como rezaba
la leyenda: “numerosos como espigas”.

Pronto se corrió la voz de que había un niño, un esenio, que


había superado las pruebas de reconocimiento de sus enseres de
una vida anterior, y que eran los enseres de un faraón, un hombre-
dios. Se trataba, por tanto, de un niño-dios reencarnado, y el mayor
temor de Roma, porque podría tratarse de un nuevo mese que
reviviera la leyendas proféticas denominadas "mesías" 32 de los
tiempos pre-ptolemaicos. Si se repetía la historia, acaudillaría a los

32
Así como las leyendas proféticas de Isis la Biblia las engloba en el
término “Isaías”, y las de Isis y Ptah dan lugar al mito de las “pitonisas”, así
también las leyendas proféticas del mese, que significa “ungido” en el
sentido de “momificado”, dan lugar en la Biblia al concepto de “Mesías”.
La confusión reinante se debe al conocido fenómeno del “tradutor
traditor”, o sesgo derivado de múltiples y sucesivas traducciones.

333
Carlos Caballero

egipcios, los libios, los sirios, los cananeos, los libaneses y los
mesopotámicos hasta las faldas de los Himalayas, el pueblo rojo de
la vieja Gran Fenicia, o Gran Alianza, y los conduciría hacia la
libertad tal y como lo hicieran sus antepasados hombres-dioses y
mujeres-diosas.

El niño-dios crecía con las catacumbas como escuela. Sus


maestros magaritas le instruían en la interpretación de los signos y
asimilaba la historia con avidez y curiosidad crecientes. También fue
instruido en las ciencias de la medicina y la construcción, y ya en las
noches, bajo el manto de las estrellas recibió las ciencias de la
astronomía y de los números.

Aprendió la importancia de la higiene para la superación de


enfermedades infecciosas, la importancia de las palabras para el
sosiego mental, la importancia de la empatía para la paz y el
respeto entre las personas y entre los pueblos. Aprendió a recolocar
los huesos de animales tronzados, y a coser los tejidos desgarrados,
la piel y los tendones de los que habían sobrevivido a ataques de
depredadores. Conoció el arte ecuestre y la cetrería, y a separar la
ciencia de la superstición. Aprendió a reconocer la mentira en los
ojos de la gente, el mapa de los centros nerviosos de los mamíferos,
y el poder curativo de las plantas.

También conoció las lenguas del mundo, las de los vivos y las
de los muertos. Conoció el número Pi y la magia de las esferas, la
trigonometría, la cuadratura del círculo, el número áureo Fi y las
proporciones de la Naturaleza, la vibración y los ciclos, el tiempo
lunar, el tiempo solar y el tiempo cósmico, los elementos y las
fuerzas que intervienen en la vida, y el mapa del universo interno.

334
El Evangelio de Hermes

También desarrolló de manera muy prematura el arte de la


dialéctica y la política de un hombre justo, un hombre-dios que
mantendría el equilibrio en la tierra tal como era en el cielo, pues
como es arriba debe ser abajo. Se estaba formando un hombre de
estado liberal, equitativo y justo.

Ieshú era un muchacho tremendamente elocuente que


absorbía toda lección con audacia y premura. Su sola presencia
desprendía la paciencia y el encanto de un espíritu muy viejo, sus
ojos de fuego dicen que taladraban el pensamiento, que daban
hasta miedo, y sus manos obraban las maravillas que habían
aprendido con esfuerzo y perseverancia.

En la otra esquina del rin se encontraba Roma. El imperio ya


gozaba de madurez, llevaba 38 años que había dejado atrás la
república, y se encontraba en plena vorágine de expansión
devorando con sus legiones de termitas la vida en el Mediterráneo.

Y lo de termitas no es una metáfora exagerada. No tenemos


laboratorios edafológicos para hacer pruebas de lo que ocurrió en
el norte de África y oriente medio para que en 4.000 años todo
quedara devastado por la sequía, pero tenemos pruebas de que la
actividad humana es la responsable en dos tipos de vertientes, la
actividad militar y la sobreexplotación agrícola. Hace 12.000 años,
después de la última glaciación, cuando los primeros humanos
empiezan a establecer los primeros asentamientos en todo el
mundo lo hacen aquí, en esta región que se denomina creciente
fértil porque es donde comienza la civilización, y es aquí
precisamente por lo fértil que era esta parte del planeta, la más
benigna para el asentamiento de nuestra especie.

335
Carlos Caballero

La arqueología muestra claramente la fauna y la flora que


predominaban en esta región, y no se parece en absoluto a un
desierto sino todo lo contrario, el hábitat era el de la selva tropical,
es decir, podríamos imaginarnos al Nilo como un Amazonas, en la
misma proporción e idénticas características. Y parece que fue así
hasta el segundo milenio a. C. ¿Qué fue lo que pasó entonces en el
tercer milenio a. C. para tan drástico cambio climático?

Muy sencillo, la civilización o el asentamiento de los


humanos en aldeas y ciudades trajo consigo también su
asentamiento en la cúspide biotrófica, es decir, los humanos
dejamos de estar en el menú de otras especies, lo cual produjo un
aumento demográfico exponencial hasta llegar al límite de los
recursos disponibles, en ese momento la competencia por los
recursos genera fricción entre los pueblos al mismo tiempo que un
aumento de presión sobre los recursos, hasta que estos se acaban,
entonces la fricción se convierte en guerras de dimensiones
crecientes al tiempo que la presión sobre los recursos se convierte
en sobreexplotación.

El bosque y la selva son entidades vivas, son


macroorganismos cuya salud tiende a empeorar en presencia del
ser humano. Durante el tercer milenio a. C. este macroorganismo
murió para siempre en el norte de áfrica y oriente medio, apenas
quedan unos pedazos verdes esparcidos en oasis y los últimos ríos.
Eso es la advertencia que tiene también el mito de Osiris, Osiris no
es sólo el misterio de las cosechas.

La humanidad está experimentando actualmente el mismo


proceso de explosión demográfica, presión medioambiental y

336
El Evangelio de Hermes

conflictos, por lo que no es difícil profetizar el destino que nos


espera. El Osiris del Amazonas, el de la tundra, el de los grandes
lagos o el de Siberia se encuentran seriamente amenazados y de
nada nos ha servido el ejemplo del Sahara, Perú, México, India o
China, avanzamos hacia el desastre mientras imploramos al cielo
más comida y más tiempo de vida para producir más excrementos.
Siempre más y más, seguimos, son economías de crecimiento
sabiendo a dónde nos llevan mientras discriminamos y eliminamos
a los pueblos que han sabido mantenerse en sistemas de
sostenibilidad, en lugar de aprender de ellos los estamos matando.

En el siglo I se erigió un avatar para invertir el proceso. Se


inmoló a cambio del compromiso de las partes de guardar para
siempre la espada y de promover políticas de contención, en un
intento de salvaguardar el macroorganismo que agonizaba en sus
últimas etapas de desertización. Es por eso que encarnaba no sólo a
David o Ah-mese, sino al propio Osiris, e invocaba a Isis, el amor,
para que nutriera su semilla de paz.

Nadie lo entendió, o más bien quemaron su mensaje,


exterminaron a los que lo quisieron implementar, e implantaron la
cosa esa que se farfulla en las Iglesias y que no se debería llamar
religión sino nihilismo demagógico-patológico.

Herodes debería haber sido su patrono, y no Pedro. Llamado


el grande por los historiadores romanos, mantuvo unida la
provincia Palestina hasta su muerte. De entre su tremenda prole
apartó y eliminó a los que hicieron méritos y a los nacidos de madre
noble por si habían heredado sangre judía. De entre los que

337
Carlos Caballero

quedaban, entre los más filisteos, eligió los cuatro más sanguinarios
para heredar cada uno un cuarto de provincia.

Si en algo fue grande Herodes fue en psicopatía, no amó a


ninguno de sus hijos e hijas, ni tampoco a ninguna de sus mujeres,
todas ellas fueron pactadas por conveniencias. Pudiera decirse que
a sus concubinas sí amo, pero tampoco. A todas las mujeres que
poseyó en su opípara vida, las usó para procrear como manda la
Iglesia. Y poseyó a muchas, todas las que quiso33.

De origen filisteo (criollo griego), adquirió el poder bajo un


compromiso de paz entre Roma y la Judea. Roma apaciguaba a sus
legiones y delegaba la administración de la provincia a Herodes en
calidad de vasallaje, y la Judea se conformaba con casarlo con una
mujer-diosa de la familia idumea, la familia que venía transmitiendo
la línea rosa por varios siglos, y que tenía participación en varios
sanedrines, aportando sumos sacerdotes.

Durante más de cuarenta años, Herodes reprimió a la Judea


tanto como prefecto romano, como después como rey vasallo. Y
cuando la esposa le recriminaba por tanta represión, mataba a sus
suegros, a sus cuñados y a los amigos de éstos, y luego a la esposa.

Fue para la historia el arquetipo del hipócrita y del impostor,


y no le faltaron méritos. Se jactaba de provenir de la casa idumea,
cuando se pasó la vida tratando de eliminarlos y de sacarlos del
Sanedrín. Nadie lo eligió como gobernante ni como gran sacerdote,

33
Si algún día me topo con los jardineros de Universo les voy a preguntar
por qué, si están cultivando la inteligencia, permiten que los psicópatas
sean los que más procrean siempre.

338
El Evangelio de Hermes

aparte de Julio Cesar y luego de Marco Antonio, pero su obsesión


constante fue la de eliminar a todo aquel que tuviera alguna
posibilidad de desplazarle en el poder, incluidos sus hijos.

Si realmente hubiera sido idumeo no hubiera necesitado


casarse con una princesa asmonea para legitimar su titulación de
sumo sacerdote y gobernante de la Judea.

Una vez reconocido oficialmente, hizo todo lo posible por


eliminar el clan asmoneo, y también el idumeo.

De haber sido realmente idumeo no hubiera tenido que


conquistar Jerusalén por la fuerza, y lo primero que hizo desde que
usurpó la autoridad fue eliminar a los partidarios de Antígono, su
rival en la oposición. Luego mato a su cuñado, a los esposos de sus
hermanas (las quería para sí, según una curiosa ley), a su suegra, a
su mujer Marianne, a sus hijos con ésta, y a todo aquel
descendiente cuya madre no hubiera demostrado pureza de sangre
greco-romana.

Famoso fue su legado, como testamento ordenó que a su


muerte el hipódromo de Jericó se utilizase como campo de
concentración de los más notables e intelectuales de Judea, para
que fueran degollados si él moría. En primera instancia, así lo
cuidarían con esmero, y, en caso de que finalmente le llegase la
muerte, esta acción aseguraba que el pueblo iba a estar realmente
de luto, y que nadie tendría ganas de festejar su muerte.

El episodio citado por el evangelio de Mateo (2:16-18) sobre


la “matanza de los inocentes” es una representación esquemática
de toda una vida de salvajismo y terror de estado.

339
Carlos Caballero

Su especial obsesión con las mujeres y los niños de las


familias de genealogía reconocida, permite suponer que el motivo
de su gran paranoia fuera la leyenda del mese.

En el momento de su muerte en el año 4 a. C. habían


emigrado más judíos de los que todavía permanecían en la Judea.

Hizo escribir en el mármol su carrera como sumo pontífice


reconstruyendo el templo de Jerusalén con las mismas piedras que
había ordenado derribar, y embelleció supuestamente ciudades
como Cesarea y otras ciudades judías con la técnica de derribar y
reciclar el material de construcción, dejándolas completamente
renovadas a su gusto greco-romano. También hizo escribir su
carrera como benefactor mencionando cómo se había desecho de
los fondos del tesoro para adquirir trigo a Egipto con el que paliar
las hambrunas de la Judea. Todo un detallazo.

A su muerte el emperador repartió la Judea entre cuatro de


sus hijos, escogidos con cuidado, e intuyendo que con los años
perduraría el más atroz, el más parecido a su padre. Los nombró
“tetrarcas”, denominación que aparece por primera y última vez en
la historia de la política, y al preferido de todos por sus habilidades
genocidas, Herodes Arquelao, lo nombró “etnarca”, otra
denominación sui generis.

Volviendo al patriarca de genocidas, a quién sí se le podría


otorgar el título de padre de la iglesia y primer papa, en lugar de al
apóstol, cabe subrayar su afición por adquirir de esposas y
coleccionar hijos. Parece que su intención fuera repoblar la Judea él
solito, pero no, los fue eliminando poco a poco en sucesivos

340
El Evangelio de Hermes

ataques de paranoia, generalmente por Pascua, que era cuando la


gente tendía más a ostentar su esencia judía, y por alguna razón
pensaba que él mismo podría haber engendrado al mesías.

Pero lo que quería realmente era engendrar una dinastía, y


para que fuera sólida, quiso asegurarse adquiriendo esposas de
todas las casas nobles judías. Pero eso era por el día, por la noche
creía que maquinaban contra él y que iban a parir al dichoso mese.

Sin embargo, se preocupó mucho por darles a sus hijos una


buena educación, educación grecorromana de pago, pero luego
cuando empezaban a despuntar modales judíos allá por Pascua,
mezclaba el vino con las pastillas y mataba a la esposa, a los hijos, a
los suegros, cuñados y al resto de la familia junto con el gato, no
fuera que alguno quisiera cobrarse venganza.

Ya de resaca, ordenaba al servicio que borrara la escena, y a


los cronistas que anotaran la historia como un atentado a su familia
o una reyerta entre rabinos.

Esta conducta hizo temblar a la nobleza de toda la provincia y


aledañas, donde las familias de abolengo vendían todo y emigraban
al sur de Egipto y a Cachemira, o se volvían magaritas. Los que
optaron por quedarse cambiaron a una vida modesta y taparon el
rostro de las mujeres, sobre todo las bonitas no fuera que pasase
por allí Herodes y le gustasen. Quizás el gurca se inventó así en el
entorno de Herodes el inimitable.

Así se pasaron más de cuarenta años terroríficos de dictadura


y genocidio con un rey vasallo de Roma disfrazado de judío ahogado
en su miedo de que el profeta Isaías acertase en sus vaticinios.

341
Carlos Caballero

En alusión a Isaías, debo aclarar que no fue un señor que


tenía visiones cuando le daba al orujo, sino una colección de
vaticinios realizados por las pitonisas, que tenían que ver con el
devenir de los hebreos, de los cuales un minúsculo extracto fue
incluido o aludido en la Biblia bajo el nombre de Isaías. Cuando en
la Biblia se habla del profeta Isaías se está aludiendo al coleccionista
o recopilador textual de dichos vaticinios.

El término “pitonisa” deriva de la conjunción de tres fuerzas


básicas de la Naturaleza: Pi, Atón e Isis, cuya evolución morfológica
es ostensible pero no su sentido, aunque podría aproximarse
poéticamente a “geometría de la suave precipitación del Universo”.

Herodes murió un buen día de marzo del año 4 antes de la


era vulgar, dicen las malas lenguas que en un día de Pascua.

Quizás un ictus, o un paro cardiaco, se lo llevara a su propio


infierno al leer un correo en el que figuraba una fecha referida no a
la era romana sino a la recién estrenada era de Ieshú-mese, que,
dicho sea de paso, no coincide con la era cristiana.

342
El Evangelio de Hermes

28.- Los siete durmientes de Éfeso

Después de sofocada la “primera revuelta judía” (años 66 al


73), dos premisas del derecho romano observaron los de la secta
pro-romana del cristianismo para distanciar su perspectiva de la de
su oponente gnóstico, palabra que viene de Gnosos, gnoscere,
“conocer”, y que se aplicaban los testigos directos y los activistas
del verdadero hecho cristiano, o más bien sus descendientes,
quienes preservaron siempre el mismo espíritu libertario y auto-
determinista durante las sucesivas revueltas o guerras entre
romanos y judíos, es decir, entre conquistadores y conquistados:

1. Lo escrito era la ley, y lo no escrito invención e


incluso delito (herejía) si atentaba contra lo escrito.
2. La fidelización y autenticidad de lo escrito se
lograba aportando referencias de fuentes diversas.

El primer punto resultó ser agotador, consistía en eliminar


todo testimonio o prueba en contra, lo que se hubiera logrado de
manera perfecta de no ser por unos pergaminos que alguien pudo
salvar de la biblioteca de Alejandría en el incendio del 297, y que
enterró dentro de unas tinajas de barro en un huerto.

343
Carlos Caballero

El segundo punto era más fácil de realizar, ya no era un


trabajo de campo, sino de laboratorio, el que debieron realizar los
monjes coptos de Serapis a partir del ensayo cómico-satírico
llamado de San Juan. Una vez realizado el primer boceto de lo que
sería el evangelio canónico se sometería a las mentes romanas
mejor preparadas estratégicamente para su revisión, pues no sólo
debía contar con todos los elementos egipcios para convertirse en
una religión poderosa como la de Tebas, sino que en su adaptación
al griego debía presentar ciertos índices de verosimilitud, ya que el
ensayista comediante o los comediantes realizaron un verdadero
esperpento realmente difícil de identificar con algo tan serio como
debería ser un texto fundacional sagrado.

No obstante, los cambios en el mismo texto finalmente


fueron nimios, se omitió quién era el que se casaba en Qaná, y
cosas así, olvidándose de puntos que presentarían futuras
controversias como en qué parte del cuerpo besaba Jesús a Juan, o
como se reclinaba Juan sobre Jesús, o el hecho de ser Juan el
apóstol que Jesús más amaba, etc. También arrancaron la parte
central del texto en la que se describían las mocedades de Jesús,
pero no la destruyeron pues tuvieron éxito en los escenarios, sino
que solamente la dejaron apartada como cualquier otro libro ajeno,
o apócrifo. Del resto de todo aquel grotesco esperpento cosieron la
primera parte con la tercera, y lo mandaron fotocopiar. Ese churro
trascendió a la historia como el evangelio canónico de San Juan, y
sus fotocopias como los sinópticos.

¿Decepcionado hermano mío? Cuando yo supe esto daba


brincos de alegría y quería contárselo a todo el mundo, pero no
encontré oídos y me lo tuve que guardar con cierto resentimiento

344
El Evangelio de Hermes

pero feliz de que aquel maestro sobre el cual pasé toda mi vida
estudiando no era el imbécil que inculcaba la Iglesia.

Pero esta alegría fue transitoria y poco a poco fue dando paso
a un profundo sentimiento de tristeza ante la constatación de la
forma en que la humanidad ha sido engañada y manipulada según
los intereses del imperio, y condenada al estancamiento cultural.

Para los gnósticos de la época se trataba obviamente de un


evangelio o biografía “anticristiana” que presentaba a los cristianos
auténticos, esenios, idumeos y zelotes como auténticos memos.

Las herramientas éticas y místicas que hubieran servido en el


pasado para comprender los procesos naturales y para
fundamentar el progreso y la dignidad humanos, fueron humilladas
y relegadas al olvido como pasto del fuego, mientras se obligaba al
mundo a no levantar la mirada de un dodecálogo de aberraciones
que siguen vigentes después de casi dos milenios.

Los seres humanos nos disponemos a explorar Marte con una


mentalidad medieval gracias a este monstruoso fraude.

El nombre de Juan evangelista pudiera tener dos vertientes,


la primera y más obvia sería que fuera el nombre o pseudónimo de
la parodia teatral, es decir, un inspirado dramaturgo, pero hay otra
versión que propone que se trataría de Juan en Éfeso, el instructor
de una escuela filosófica gnóstica que le tocaría lidiar con los
romanos que encontraron en una cueva junto a dicha ciudad,
donde aparecieron los jirones del texto original de Merit, la esposa
del mese, y datados en la época de la primera guerra judía. No sería
descabellado pensar que en esa cueva encontraran cobijo los

345
Carlos Caballero

ancianos esenios supervivientes de aquella masacre, entre ellos


Merit y otros familiares de Ieshú-mese.

Juan es efectivamente el nombre de la comunidad fundada


alrededor de uno de los acompañantes más allegados del mese,
sino el que más, un discípulo presentado en el evangelio con el
título de “discípulo a quien Jesús amaba”, y también como “a quien
el maestro frecuentemente besaba en la…”.

La palabra que venía después, supuestamente “boca”


(porque de haber sido “mejilla”, o “frente”, o “pierna” no hubiera
sido reseñable), aparece rayada, borrada en el primer texto original
de este evangelio. Debió escandalizar tanto a los doctores de la
Iglesia primigenia pro-romana que rayaron deliberadamente esta
parte para ocultar la acción, la identidad y el género de esta
persona, que quisieron apodar como Juan, o apóstol Juan, y que
hoy tenemos la certeza de haber sido no un apóstol, sino la esposa
del protagonista de estos textos.

Quizás esa palabra enigmática que perfectamente pudiera


haber sido “pirindola” chirriara tanto a los padres primigenios de la
Iglesia como para que las mujeres fueran para siempre reprimidas y
apartadas de todo lo divino y sacerdotal.

Éste y otros sutiles retoques se realizaron sobre el texto ya


corrompido, cuyo fragmento más antiguo (el papiro P50 o Papyrus
Ryl. Gr. 457, i J. Rylands Library) está en griego, y se ha datado entre
los años 125 y 150 de la era gregoriana, constantiniana o vulgar.

Éfeso fue la ciudad donde recibían asilo los supervivientes de


las razzias de todas las ciudades orientales devastadas por Roma, y

346
El Evangelio de Hermes

la que sirvió de refugio para los supervivientes de Jerusalén, entre


los que pudo encontrarse el propio mese o maestro esenio.
Jerusalén es la cara visible de las guerras judeo-romanas por ser la
capital de la provincia Judea, pero los padecimientos de su
conquista son perfectamente extrapolables al resto de ciudades
tomadas en asalto por Roma. De Jerusalén sabemos claramente
que las legiones romanas convirtieron a sus olivares en verdaderos
campos de exterminio.

Desde el punto de vista arqueológico es falso que los


romanos clavaran a los reos en cruces, los clavaban en cualquier
rama de los árboles que tuvieran a mano, y también los empalaban,
sobre todo a los dirigentes, y todo ello en vivo, para completar un
cuidadoso y macabro escenario de terror, pues era precisamente
eso lo que buscaban, producir el máximo terror en sus víctimas para
que no rebrotasen las rebeliones.

Nazer significaba eso, brote, o más bien rebrote, ya que lo


que resucitaba era la rebelión no el mese Ieshú, a quien lo más
probable es que lo hubieran empalado por el ano en un mástil hasta
sobresalirle por la boca, que era el trato que se le daba a los
máximos dirigentes. Surgieron nuevas rebeliones y nuevos mese,
como reencarnaciones del espíritu de libertad, pero obviamente, el
hombre-dios esenio protagonista del cristianismo histórico o
arqueológico, o bien, pudo escapar de algún modo al castigo como
luego veremos, o bien, lo que sería más probable, sus restos
quedarían allí haciendo compañía a la interminable colección de
calaveras que, desde la distancia, parecía una verdadera montaña
de huesos.

347
Carlos Caballero

De ahí que ese lugar fuera llamado posteriormente “monte


de las calaveras”, o en su forma jocosa “monte de las calvas” o
“calvario.

También por esta desgracia el olivo es un árbol sagrado para


los judíos, es el árbol del sol, el árbol de cultivo milenario donde un
mismo ejemplar era explotado cuidadosamente durante muchas
generaciones, y donde finalmente la bestia de Roma había
terminado clavando vivos a los que lo cultivaron.

En Éfeso se escondieron los legajos donde se escribió e


testimonio de esta tragedia, ya que allí se encontraba también la
biblioteca más antigua del mundo, conservada porque Éfeso había
sido tradicionalmente una ciudad foral o neutral en casi todos los
conflictos, en medio de un mundo grecolatino siempre convulso. En
esta ciudad, la Villadiego de la antigüedad, se habían venido
refugiando y recibiendo asilo los supervivientes de todos los asedios
y conquistas de los sucesivos imperios. Situada en el extremo
occidental de Anatolia, en pleno corazón del Egeo, era una ciudad
considerada inexpugnable y de origen inmemorial que había
permanecido imparcial en casi todos los grandes conflictos del
Mediterráneo, hasta que la Roma de Constantino logró por fin
expoliarla y arrasarla. Lo que hemos recuperado de su biblioteca
fue encontrado en cuevas de pastores. De lo que albergaron sus
edificios públicos no ha quedado nada.

Se llamaba Apasa mucho antes de que la remodelaran los


atenienses en el siglo XI antes del hecho cristiano. Aquellos mismos
atenienses creían que una amazona que se había cortado un pecho
para ceñirse al cuerpo la cesta de dardos envenenados con los que

348
El Evangelio de Hermes

había arrinconado a los griegos, había fundado la ciudad para desde


allí tenerlos vigilados. Yo me pregunto ¿Sería esta amazona la
entrañable Ah-hotep? Apostaría por ello.

La leyenda de "Los siete durmientes de Éfeso", considerados


santos actualmente tanto por católicos como por ortodoxos, es muy
interesante. Cuenta literalmente que se refugiaron en una cueva de
Éfeso siete jóvenes que estaban siendo perseguidos por sus
creencias cristianas prohibidas, y que allí los encontró durmiendo el
emperador Decio en el año 250. Entonces (cosa extraña), en lugar
de matarlos taponó la cueva con una roca y colocó unas
inscripciones con los nombres de los durmientes. La roca sería
removida en tiempos de Teodosio (379-395) por un noble que
quería remodelar la cueva para instalar en ella unos establos. Éste
los encontró dormidos e hizo lo más sabio, llamar al obispo más
próximo. Los mártires cristianos despertaron en presencia del
obispo y el noble que había removido la roca, para entregarles el
evangelio de San Juan, y soltar un piadoso discurso antes de
morirse. El propio Teodosio quería hacerles unas tumbas de oro
pero ellos prefirieron ser enterrados en la misma cueva.

Esta crónica podría impartirse en las escuelas para que los


niños aprendieran a extraer claves herméticas hasta del título.

Obviamente, los cristianos que Decio perseguía no eran otros


que los gnósticos, gnósticos magaritas por aquello de las cuevas.
Que fueran enterrados vivos es creíble, y que albergaran
manuscritos originales acerca de la biografía del esenio también.
Pero no debemos olvidar que a pocos kilómetros al norte de Éfeso
se encontraba una biblioteca donde se habían resguardado los

349
Carlos Caballero

escritos que pudieron salvarse del incendio de la biblioteca de


Pérgamo, y que fueron tan importantes y famosos que debido a
esos escritos tenemos hoy la denominación de “pergamino”. Es
posible que entre esos pergaminos se encontrara el evangelio
original de Merit, y que tras la destrucción tanto de la ciudad como
de la biblioteca se escondieran pergaminos y bibliotecarios en la
legendaria cueva.

Los siete durmientes, entre los que se encontraba un tal


“Juan”, continúan la leyenda, eran jóvenes cristianos. Esto hay que
entenderlo en sentido hermético como cristianos de la primera
edad del cristianismo, es decir, testigos directos de la gesta pacífica
del mese y supervivientes de la primera gran guerra judeorromana.

La iconografía es bellísima, “cueva” y “establo”, los mismos


genes literarios que el supuesto nacimiento del mesías. “Inscripción
de nombres” al igual que en el viejo Egipto las listas reales y en
Judea las listas genealógicas. Y así todo lo demás.

Esta inscripción que menciona la leyenda se me antoja que


fuera, aunque esto es ya de mi cosecha, una correlación de los
nombres encriptados en el evangelio de Juan y su correlación con
los nombres verdaderos del evangelio de Merit, pero eso sería ya
muy elaborado, y ya hemos visto que la historia es mucho más
simple y sencilla, de lo que los especialistas plantean la mayor parte
de las veces. La desencriptación a lo Robert Landon queda muy bien
para las películas, pero es más efectivo poner todas las piezas del
rompecabezas sobre la mesa y decirle a un niño que deje un
momento el Ipad para que nos lo resuelva. Palabra.

350
El Evangelio de Hermes

Esta leyenda ha complacido enormemente a la gleba católica,


que incluso, le había dedicado un día para festejarla desde el
concilio de Éfeso hasta 1969, en que se acabó la fiesta después de
que se analizaran los manuscritos encontrados en el Mar Muerto.

La historia oficial era interesante. Especulaba que Juan el


Apóstol se había trasladado a Éfeso hacia el año 62. Con Domiciano
se persiguió a los cristianos (gnósticos naturalmente), por lo que
Juan y los suyos debieron esconderse hasta que durante el imperio
de Nerva pudieron “despertar” y salir de la cueva. Pocos años
después Juan moriría a una edad muy avanzada.

Otro guiño de la historia es que en época del concilio de


Éfeso, al apóstol Juan se le conocía "el loco seguidor de Jesús".

En el Apocalipsis 2:4 se cita a Éfeso como “la iglesia que ha


perdido a su primer amor”.

Oficialmente, en esta ciudad se supone que Pablo escribió las


epístolas para la edificación de la cristiandad romana en detrimento
de los gnósticos de Éfeso, pero un Pablete que escribía 200 años
después de morirse.

Dicen que de esta época es imposible rastrear nada, pero la


verdad es que con las migajas que he ido encontrando he tenido
para empacharme concienzudamente.

No existe ni una sola copia de estas epístolas ni acuses de


recibo, ni nada. Ya expliqué que antiguamente se copiaba todo
absolutamente por múltiples motivos, la documentación, sobre
todo siendo la correspondencia, debía demostrarse haberla enviado

351
Carlos Caballero

y haberla recibido, dejando copias tanto en el emisor como en el


receptor, además era muy fácil sembrar suspicacias si se enviaba un
documento a un notable o gobernante y a los otros aledaños no,
por lo que al final resultaban un montón de copias circulando por
los despachos, y de las epístolas de Pablo no hay nada, ni una sola
carta se ha conservado ni alusión o referencias a ellas fuera del
evangelio, absolutamente nada. Esta falta de pruebas y el carbono
14 no dejan lugar a dudas de que todas esas cartas son
rotundamente falsas.

En los tiempos revueltos del cristianismo primitivo en que se


peleaba tanto por la autenticidad de las versiones que ofrecían las
distintas sectas, es de suponer que unos documentos del calibre de
unas cartas de un apóstol hubieran sido la sensación de los obispos
y hubieran acallado de plano muchas voces, pero todas aquellas
voces disidentes fueron acalladas no con documentos sino por el
fuego y la espada.

Este supuesto Pablo contradijo radicalmente a las llamadas


“herejías gnósticas”, y literalmente a sus “líderes y falsos maestros”,
debido a que, supuestamente, y transcribo letra por letra: “los
gnósticos usaron sus cartas para deformar la fe cristiana, y formar
el gnosticismo cristiano, cosa aberrante para los cristianos de la
iglesia primitiva, dando los gnósticos una doctrina deforme con
mezcla de religiones paganas con el cristianismo, a las cuales el
apóstol San Juan condena y llama doctrina del Anticristo”. Toma ya
como se las gastaba este Pablito a sus 300 años de edad.

Por el contrario, la presencia en Éfeso de los textos gnósticos


originales y quizá de los últimos esenios en calidad de refugiados,

352
El Evangelio de Hermes

supuso la destrucción definitiva de la ciudad y de 5.000 años de


fuero y de conservación del patrimonio histórico del Mediterráneo.

La historia oficial dice que Tiberio quiso eliminar el derecho


de asilo que tuvo siempre el templo de Éfeso, a lo que los filósofos
efesios se opusieron argumentando documentalmente que dicho
fuero había sido aceptado por micénicos, persas, macedonios y
también por los romanos hasta entonces, a lo que los romanos
supuestamente de Tiberio argumentaron que el asilo se estaba
utilizando para albergar a delincuentes y a herejes. Lo dicho es
cierto con la salvedad de que no fueron los de Tiberio sino los de
Nerón los artífices de este discurso. Tiberio, como veremos más
adelante, se puso del lado de los judíos frente a Herodes I, y
probablemente se las arregló para salvar la vida del mese esenio,
actitud que no concuerda en absoluto con incendiar Efeso.

Lo anterior es falso porque mientras Tiberio vivió hubo paz en


la Judea, fue Nerón quien dio un golpe de estado asesinando a
Tiberio para retomar el genocidio y el incendio no de Roma, sino de
toda ciudad oriental que se le pusiera por delante, pero la historia
oficial nunca va a reconocer que un emperador romano se pusiera
de parte de los pueblos conquistados frente a sus compatriotas.
Casi, casi, lo hace con Marco Antonio en Egipto, pero pronto
remienda cualquier mal entendido y le pone a Cleopatra poco más
o menos, como a Merit, la esposa del mese, de golfa para arriba.

En el año 262 la ciudad y el templo fueron destruidos


supuestamente por los godos (como ya dije, la imagen de Roma era
un tema que hizo correr siempre mucha agua y jabón).

353
Carlos Caballero

El templo quedó en ruinas desde entonces y ya nunca más se


reconstruyó. 200.000 pergaminos fueron trasladados a Alejandría
pero es imposible calcular la cantidad de cultura que fue pasto de la
llamas en aquel enésimo genocidio de Roma.

Amos de las sombras. Que apagaron luces, vaya si apagaron.


Y seguimos a oscuras todos cortando pinitos bebé por navidad.

Desde entonces Éfeso es la nada comparada con lo que fue.


Eso sí, hay que reconocer que es otro bonito escenario donde
retratarse con los carrillos asoleados, antes de ir a misa en griego.

El 22 de junio del 431 se produjo el tercer concilio


ecuménico, conocido como Concilio de Éfeso, que fue convocado
por el emperador Teodosio II y dirigido por el “patriarca” Cirilo, el
que se encargó de exterminar en Alejandría a los que había salvado
el caballo, y a quien el título de obispo y de pontifex máximus le
vinieron pequeños, y le agregaron el título de “santo”.

Se supone que el concilio de Éfeso se realizó para combatir


sandeces como el nestorianismo (si es que el nestorianismo era lo
que dice la historia que fue) y aberraciones semejantes, pero el
objetivo que a ningún hermético se le escapa, es, que se celebró
para exportar la lucrativa limpieza étnica de capitales como Éfeso o
Alejandría al resto del Mediterráneo, el mundo y más allá. Cuando
lleguemos a Marte lo primero que haremos será poner allí una cruz.

Durante los siglos VII y VIII, la debilitada y humillada ciudad


de Éfeso estuvo permanentemente hostigada por los árabes,
seguramente para recuperarla, para salvarla del diablo cristiano.

354
El Evangelio de Hermes

En el siglo XI hicieron lo propio los turcos seleúcidas.

Acabó desapareciendo en el siglo XIII con la caída de otro


gran faro de la humanidad, como fue Federico II de Sicilia, el último
emperador que se atrevió a alzar su espada contra el papado, hasta
el incomprendido Napoleón.

355
Carlos Caballero

356
El Evangelio de Hermes

29.- El libro de los signos

Pero no estamos aquí para recorrer la línea rosa hasta


nuestros días, sino para devolver el báculo al venerable maestro
esenio Ieshú, y dejarle por fin hablar, para reinscribir su verdadero
nombre en el quicio de la puerta a la eternidad que es la historia.

Aproximadamente la mitad del evangelio canónico de Juan,


los doce primeros capítulos son una colección de milagros que
pretenden demostrar la divinidad del kristo romano por medio de
supuestos milagros.

Es lógico, si se elimina una parte tan importante de la


profecía como es la verificación de su reencarnación a través del
reconocimiento de sus pertenencias personales, que haya que
ofrecer un equivalente que satisfaga mínimamente las expectativas
mitológicas, pues otra utilidad no se le puede dar a los milagros. Por
más que busquemos, estos milagros no tienen otra trascendencia
que la de promover la fe. No sé si será una blasfemia, pero si yo
fuera dios hubiera recuperado el verdor del creciente fértil, hubiera
retocado el genoma humano para producir mayor proporción de
neuronas espejo, en fin, cosas así más útiles que traer vino a una

357
Carlos Caballero

boda, curar a un leproso, resucitar a un coleguilla y tal. Incluso, creo


que gastando así mis milagros hubieran favorecido más a la fe.

Pero el formato de la literatura clásica griega que había


tenido éxito era el de un dios que hace lo que le sale de los
cataplines porque sí y a callar.

Si Aquiles, Odiseo, Eneas y otros muchos habían planteado su


divinidad por medio de ciertos hechos prodigiosos cuya única
trascendencia radicaba en haber violado los umbrales de la física,
esa debía ser la fórmula para divinizar también a la figura que había
materializado a la leyenda del mese después de arrancarle todos
sus atributos divinos reales, es decir, después de haberle
desnudado de su auténtica trascendencia para la historia. Por
cierto, mese se decía en griego “kristo”.

Estos milagros deberían ser, por una parte, impactantes y


alejados de la línea divisoria entre la física y la metafísica, o al
menos un poco más que los elucubrados para los héroes micénicos.
Pero no se rompieron mucho la cabeza, y con los propuestos por la
versión satírica consideraron que sería suficiente.

Por otra parte, habían sido miles los testigos de los diversos
episodios públicos del mese, y eran muchos más los que conocían
estos episodios de oídas, de segunda o de tercera mano, por lo que
los padres de la Iglesia consideraron más aséptico borrar matices de
la parodia que introducir elementos nuevos. Así, aunque la gente
no estuviera de acuerdo con la versión de los hechos, no podría al
menos decir que los hechos no sucedieron.

358
El Evangelio de Hermes

Se consiguió así dar forma e inicio a uno de los géneros


literarios preferidos del cristianismo romano, la “milagresca”.

Voy a explicar lo que para mí es un milagro desde el punto de


vista de la teoría de la probabilidad. Por ejemplo, que te toque la
lotería de la navidad en agosto, aunque todo es posible.

Pero no, estudiemos. Elegir tu efigie entre cinco similares


tiene una probabilidad de uno entre cinco. Elegir además tu arco
entre cinco arcos similares la disminuye bastante, tiene una
probabilidad ente 25. Si además hay que elegir un carro, una
mascota, un bastón, una plegaria, un vestido, un sombrero, una
mitra, un báculo y hasta la última comida y la comida favorita, la
probabilidad disminuye hasta 1/511 = 1/48.828.125 =
0.00000002048, una probabilidad tan remota como la de abrir la
conciencia humana, o como que te toque la lotería de navidad en
navidad. Que ocurra eso por azar es un auténtico milagro y no está
violando ninguna ley física. No hay nada más allá de la física, no
existe la metafísica sino para guardar en ella lo que no
comprendemos. Más allá de la Naturaleza no hay nada, hasta los
griegos sabían eso.

Pero los expoliadores de la biblioteca de Éfeso consideraron


más efectivo eliminar el verdadero carácter de buda o bodhisattva
del mese y sustituirlo por una sombra pálida, triste y ajada de lo
que fue, un esperpento entre gracioso y miserable tanto para los
griegos como para los romanos.

En adelante te presento algunos duros comentarios sobre el


Evangelio de Juan. Debes tener un pensamiento muy abierto si

359
Carlos Caballero

quieres continuar leyendo. Si tu fe es inquebrantable déjalo ahora,


es mejor, te podría impresionar e incluso doler innecesariamente.
Lo que viene ahora es de difícil digestión tanto si eres cristiano
como si eres de cualquier otra religión. No te vayas a sentir
ofendido.

360
El Evangelio de Hermes

TERCERA PARTE: Sobre el papel

Estaban tratando de vender a un cínico como esclavo,


un discípulo de Sócrates.

Obviamente nadie lo quería,


andrajoso y recto como su maestro.

Le preguntaron entonces ¿y tú, qué sabes hacer?

-Sé mandar (contestó), si queréis venderme


averiguad quién quiere un amo.

361
Carlos Caballero

362
El Evangelio de Hermes

El pensamiento cínico es un elemento que es preciso


introducir aquí para tener una idea más clara de lo que era el
cristianismo después de las tres guerras judeo-romanas reconocidas
por la historia oficial. Después del evento de Nicea en el año 325, en
el que los nuevos cristianos romanos se declaraban herederos
únicos de las tradiciones patriarcales hebraicas supuestamente
hermanadas o sincretizadas a la cultura grecolatina, pues
consideraban extinguidos a los esenios (o guardianes de la esencia),
comienzan éstos a calificar a los de la vieja escuela como cínicos en
el sentido más peyorativo de una palabra, y en alusión a los más
puristas discípulos de Sócrates que no encajaban en las escuelas
aristotélicas ni platónicas, y que se negaban a vivir y a vestir al
modo palaciego griego, apareciendo como magnates en contraste a
las enseñanzas de su maestro, el de la raída túnica, Sócrates, de
quien decían tener su máxima referencia.

La palabra cínico, concebida peyorativamente por significar


literalmente “perro”, que era el peor insulto en la vieja Grecia, no
pareció importarles mucho a éstos verdaderos “fieles“ del
pensamiento socrático, ya que la fidelidad que observan a los
principios del derecho natural representados en su maestro y en su
vivir consecuentemente a ellos hasta el punto de morir por ellos si
fuera preciso antes de contravenirlos, como hiciera ya Sócrates

363
Carlos Caballero

ingiriendo voluntariamente cicuta (el veneno mortal), tal fidelidad


era inherente en estos nobles animales, y manifestados igualmente
hacia sus respectivos amos y dueños.

Especialistas en transformar los insultos, agresiones y todo


tipo de agravios, en lecciones de vida y acciones que fueron motivo
de orgullo intelectual y silencioso, los cínicos devolvían cualquier
tipo de hostilidad, en forma de algún sutil ingenio dialéctico
espontáneo que pusiese de manifiesto la supina ignorancia de
quien había esgrimido dicha hostilidad. La ironía que exhibía el
pensador cínico en muchos de sus actos públicos, hizo que
disfrutasen de tan alto reconocimiento en el mundo de las letras y
las ciencias, como de odio entre las instituciones y las castas
privilegiadas precisamente por eso, por exhibir una agudeza mental
y un potencial intelectual sin precedentes para cualquier época.

Avancemos ahora entre 6 y 8 siglos y recordemos que en el


Oriente conquistado por los romanos se seguía hablando en griego
como lengua culta y oficial para todo lo referente a la legislación y
el derecho. Por este motivo, los evangelios que se presentaron al
canon de Nicea estaban escritos en griego, y los doctores de la
moral ecléctica presentaban sus cargos y descargos en base a sus
fundamentos culturales en griego, de manera similar a como se
utiliza el latín actualmente para las nomenclaturas científicas y los
principios del derecho, que es, en esencia, derecho romano.

De este modo se retomó la palabra cínico para denostar a los


fieles de la vieja escuela esenia, y llamarles “perros” con las peores
connotaciones pero además de una manera culta, es decir, en
griego. Pero al igual que en el caso de los socráticos, aquellos

364
El Evangelio de Hermes

cristianos aceptaron el insulto con agrado y se sintieron honrados


de ser considerados “fieles” a la esencia filosófica de la reconquista
pacífica por la vía ecléctica (palabra de la que se deriva “iglesia”, y
que significaba en aquel tiempo, intermediación, reencuentro,
concordia y sincretismo intercultural), “fieles” a la historia, a los
patriarcas, y al maestro Ieshú, al que amaban del mismo modo que
los perros aman a sus amos.

Poco duró este apelativo, pues en el siguiente concilio


ecuménico se establecería un término más de acuerdo al propósito
erosivo y lesivo de la palabra cínico sobre la disidencia del recién
nacido cristianismo romano, conocido vulgarmente como católico.
La palabra que vino a sustituir al cinismo y que supuso el peor delito
que se podía cometer durante los 16 siglos venideros, fue “herejía”.

Y es que el sentido de la comunicación recae en el receptor.


Poco importa el canal ni la intención del emisor, y decirle cínico a un
cínico es lanzar una alabanza que, si el cínico se encuentra lo
suficientemente desperezado como para responder, es capaz de
devolverla de tal modo que en unas horas o días después, si se es lo
suficientemente sagaz, tal vez se dé cuenta el respondido de lo
imbécil que es o ha sido, lo cual, en lugar de hacerle esclarecer le
cabreará mucho por la pura definición de imbecilidad: Imbécil, o
ignorante con largos ribetes de necedad infeliz, es aquel que ante la
luz de una verdad resplandeciente se ofende y ofusca en lugar de
esclarecerse y sentir el calor y el amor del conocimiento regalado.

Debido a los cínicos, o los socráticos de pensamiento perruno


o “cánido”, la palabra adoptaría el significado que actualmente
presenta. Según la Real Academia Española de la Lengua, cínico es

365
Carlos Caballero

aquel que muestra cinismo o desvergüenza, impúdico, procaz y


desaseado. Y, por mirada o sonrisa cínica se entiende la de aquel
que obtiene satisfacción de hacer a otro un mal que podría evitarse.

Oficialmente se denomina escuela cínica (del griego κύων


kyon: ‘perro’, denominación atribuida debido al frugal y primitivo
modo de vivir de este animal) a la escuela fundada en la Antigua
Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a. C. El griego
Antístenes fue su fundador y Diógenes de Sinope uno de sus
filósofos más reconocidos y representativos. Se piensa que
reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la
civilización y su forma de vida eran un mal y que la felicidad venía
dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza.

Curiosamente coincide con el actual pensamiento cuántico al


asegurar que el hombre tiene en sí mismo todos los elementos para
ser feliz y completo, y conquistar su autonomía era el verdadero
bien y la verdadera fuente de la abundancia.

Se dice también que despreciaban las riquezas y cualquier


forma de preocupación material, cuando lo que despreciaban era la
ostentación y la obtención de las mismas de forma ilícita. De lo
material no se preocupaban porque aquel que se conoce a sí mismo
y hace lo que le gusta y mejor sabe hacer, nunca le falta nada
material ni inmaterial. El hombre con menos necesidades era
también el más libre y el más feliz. Figuran en esta escuela, además
de los ya citados, Crates de Tebas, discípulo de Diógenes, su esposa
Hiparquía y Menipo de Gadara.

366
El Evangelio de Hermes

Estos cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las


que cuenta Diógenes Laercio, y por la composición de numerosas
sátiras o diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios
de la sociedad griega de su tiempo, practicando una actitud muchas
veces irreverente, la llamada anaideia.

Esta es la actitud que quiso reflejar el autor del Evangelio de


San Juan, antes de que se le diera este nombre, es decir, cuando
sólo se concebía a esta colección de gestas distorsionadas como un
guion para ser representado bajo un estilo dramático muy concreto
y conocido en los ambientes grecolatinos de la antigüedad, que
podríamos definir ahora como ironía cínica o esperpento cínico, y
que se representaba en los circos y anfiteatros grecolatinos, como
actos previos o de calentamiento antes de culminar el espectáculo
en una carnicería de leones, como era frecuente y además
demandado por el jubiloso público grecorromano.

367
Carlos Caballero

368
El Evangelio de Hermes

30.- En el principio era sólo el Verbo (Jn, 1)

Empezamos mal. Imagino que es una clave romana para


saber si la obra hay que salvarla o echarla al fuego con sólo abrirla.
La versión que manejarían los primeros cristianos o cristianos
gnósticos tendría una presentación muy diferente, que paso a
comentar verso a verso.

Toma un evangelio de Juan, léelo dejando a un lado tus


creencias, y permíteme mientras lo lees proponerte versículo a
versículo, el siguiente análisis que viene a continuación. Puede que
te resulte sorprendente e incluso hiriente de las ideas
preconcebidas que puedas acarrear de tu educación cristiana, pero
aunque a veces resulte un tanto cínico, en el mejor sentido de la
palabra, no es una broma, es el resultado o la consecuencia de todo
lo presentado hasta ahora, lo que permitirá, en primera instancia,
una interpretación muy distinta de la que nos han inculcado. Y
advierto, pues los siguientes capítulos siguen esta misma tónica,
que si sigues leyendo correrás un serio peligro de desevangelización

369
Carlos Caballero

y resquebrajamiento de dogmas. Si luego resulta que no vas al cielo


por falta de fe, no digas que no te lo advertí. Desevangelizo pues34:

1. Por definición, lo infinito no tiene principio (ni final).


2. Dios, Zeus, Thot, no es el todo, es una parte. Es el principio
activo o masculino del Universo, Kosmos o Atn. La omisión
de estas bases desenmascara una cosmología falsificada.
3. El señor feudal metido en la cocina, mal asunto, hoy no
cenamos. Una imbecilidad que en la escena adecuada
pondría al público en clave de humor.
4. Genuino. Habla del mese, como un portador de la gnosis o
conocimiento. Esto pudiera ser un comentario al pie de la
típica foto donde aparece Osiris con el báculo en una mano
y el Ank o la clave de la vida (gnosis) en la otra mano.
5. Genuino. Describe al mese mezclado entre palestinos
(filisteos) como hablando en chino, sin ser comprendido.
Hay que notar que la mayor parte de los judíos ya habían
olvidado las raíces egipcias de su árbol genealógico.
6. al 9. El taxidermista del texto quiere presentar a la autora.
La gnosis reserva una posición equivalente para ella como
mujer-diosa en los mismos términos que el hombre-dios
pero aclara, por si algún gnóstico lo está leyendo, que sólo
vale él. Ella (Juan) no vale nada, es mera acompañante.
10. al 13. El mese explica lo que significa la esencia egipcia, y
cómo debe transmitirse a los de Judea y demás pueblos

34
Recuerda que debes tener al lado un Evangelio de San Juan para ir
observando cada versículo antes de leer aquí su correspondiente análisis
con los ojos herméticamente abiertos. He realizado en esta tercera parte
de mi tesis un capítulo por cada capítulo respectivo del Evangelio de Juan.

370
El Evangelio de Hermes

como hebras todos ellos de un mismo tronco. Algo que


ciertamente a los judíos nacionalistas no les gustaría.
14. Tergiversa lo anterior para colarnos con disimulo que con
un sólo mese es suficiente, no más mese ni antes ni después
de éste (a quien Roma pudo derrotar ejemplarmente), no
hay tal línea rosa, y no toleraremos más revoluciones.
15. Se presenta el tergiversador como profeta, y se queda calvo
“el que estaba antes va primero del que viene después”, ok.
16. Nos reímos porque hay que reconocer que es gracioso.
17. El modo de implementar la revuelta es tomando el ejemplo
de anteriores reconquistas cuyos protagonistas, mese o no,
fueron borrados del texto y recogidos bajo el nombre
genérico de “Moisés”, aunque sus acciones descritas tengan
correspondencia con el personaje historio tratado antes.
18. Otra intrascendente lección de cosmogonía ficticia.
19. al 24. Una entrevista de corte inquisitiva con fariseos. Éstos
conocen las profecías de Isis (o Isaías), y por ello son “faros”
(sabios), pero interesa ir enemistando al público con ellos.
25. al 31. Presenta el sacramento del bautismo. Se trata de un
cambio de escena donde la hilaridad sería desencadenada
sin palabras gesticulando el propio bautista por el hedor de
los que venían sudando por el desierto durante días. El
incrustar aquí este texto justifica incoherencias anteriores e
invita a pensar incluso que el autor del evangelio es
precisamente este “otro” Juan, el “bautista”. Éste es un
punto clave que merece atención especial, ya que
demuestra el “texticidio” del evangelio de Merit y la
intención escénica cómico-cínica de este texto.

371
Carlos Caballero

Paradigma del bautismo

El verbo “bautizar” del griego “baptízein” (baptizare en latín),


significaba simplemente “sumergir”, no tenía otro chiste. Se
convierte en ritual iniciático del cristianismo como consecuencia de
la romanización. Este ritual, no exclusivo del cristianismo, simboliza
un lavado de las impurezas de un estado anterior, y coloca al
individuo en la posición inicial de un camino nuevo. Esto es lo que
significa una iniciación por el agua, por inmersión, concretamente.

También los bautistas del río Jordán y de otros ríos ayudaban


de manera profesional a los viajeros a atravesarlos. Éstos se
presentaban generalmente en caravanas, y, tanto los bautistas
como los barqueros donde había barcas, o los pontífices donde
había puentes, recibían un pago por facilitar el tránsito de una orilla
a la otra. El Jordán se presenta en este evangelio como un río de
gentes salvajes, los puentes eran cosa de los civilizados romanos,
las barcas eran cosa no tan refinada pero que incluía cierto grado
de comodidad y técnica, pero el bautismo, que consistía
básicamente en tirar una cuerda de un lado a otro y asirse a ella
para no ser arrastrado por la corriente, era la forma más torpe e
insensata de hacerlo, la forma propia de los bárbaros, de la gente
incivilizada, como en todo momento presenta este evangelio
satírico a los judíos. En este evangelio los romanos se mofan del
Jordán y de los pueblos que viven en sus proximidades insinuando
además que lo hacían por higiene y que recorrían largas distancias
para bañarse, insinúa que lo hacían por peregrinación y que se
bañaban al menos una vez en la vida. Peregrinaciones higiénicas,
qué ingenioso el cómico.

372
El Evangelio de Hermes

A los bautistas históricos, barqueros y pontífices, los romanos


se dirigían de manera frecuente para inquirir sobre la presencia de
migraciones. En tiempos de Herodes y durante los años previos a la
gran revuelta, los ríos actuaban como fronteras y a los bautistas los
torturaban hasta dejar la profesión desierta. Donde se podía, se
construía un puente, y los honorarios que antes eran para los
bautistas pasaron a cobrarlos los pontífices a modo de peaje.

De hecho la profesión de “pontífice” la ejercía un gremio de


constructores liberal y específico que obtenía la remuneración por
su trabajo de esta manera.

La iniciación de los esenios se hacía con agua, pero también


con los otros tres elementos de la época, el aire, la tierra y el fuego.

También existía un ritual muy romano llamado “lustratio”


que se practicaba sobre los recién nacidos, y que por tradición o por
superstición se practicaba entre todas las gentes romanizadas. Para
ser exactos, se hacía tanto en el momento del nacimiento del bebe
romano como en el de la muerte de la persona, y tenía un sentido
de purificación para el tránsito de un lado al otro de las dos orillas
de la vida. Ésta costumbre de la lustratio romana es la que se ha
perpetuado con el sacramento del bautismo, y no tiene nada que
ver ni con el cristianismo primitivo, ni con el judaísmo, ni con
ninguna otra costumbre conocida.

Para más detalles, en la antigua Roma cuando una criatura


había superado los 8 días de vida si era niña y los 9 días si era varón
(la primera semana de vida era el período en el que la mayor parte
de los recién nacidos morían), se le practicaba una ceremonia de

373
Carlos Caballero

purificación por agua tanto al recién nacido como a la madre. En la


misma participaba toda la familia y era oficiada por la abuela, que
lavaba al bebé y le imponía un nombre. También le colgaban una
“bulla” del cuello con una cadenita que llevaría durante toda su
niñez a modo de amuleto. Con ello se purificaba al bebé de posibles
influencias que pudiera traer del más allá, a la vez que se le admitía
en la familia y en la sociedad.

Con lo que vemos que aun plagiando costumbres por todas


partes, los cristianos romanos las plagian a medias y se dejan por el
camino lo mejor de cada cosa.

El cristianismo romano (católico) que nace en el siglo IV,


injerta este rito en la primera parte del evangelio, y lo identifica con
el bautismo histórico que se hacía con motivo de tránsito. Se
inventa una ridícula iniciación al camino de la constricción mental,
espiritual y material que impone Roma como religión oficial.

¿Dónde queda el supuesto acto voluntario de aceptación de


la fe por parte del bautizado? Este es el primer capítulo de una larga
lista de incoherencias e insensateces que nadie comprende y que
cualquiera debe aceptar por ser dogmas de fe.

32. al 51. El legionario pide al bautista que le explique cómo


identificar al mese entre todos los que allí esperaban para
cruzar, y éste le contesta que es el cetrero, al que se le posan
las aves, y un montón de cosas más.

Aquí encontramos otra de las claves más claras y típicamente


romanas que se pueden identificar desde el punto de vista
hermético, y que se repiten a lo largo de todo el evangelio. El

374
El Evangelio de Hermes

cómico quiere invertir la imagen del mese para ir componiendo al


“cristo” satirizado que todos conocemos. De todos era sabido que
los faraones se adornaban con plumas y con aves enteras, debido al
largo y nutrido conjunto de elementos simbólicos que entrañan las
aves, pero como veremos más adelante, se cambiará el halcón por
palomas que incluso harán sus heces encima del protagonista,
aunque eso entraba dentro de la escena y del arte dramático de los
actores, y por ello no podremos encontrarlo textualizado.

Hacer una parodia sobre la vida de un enemigo no era nuevo


ni ninguna proeza literaria, lo que me sorprende es cómo le hicieron
para convertir esa parodia en texto sagrado y religión. Una religión
muy diferente de todas las demás que lograba poner a la leyenda y
a la religión de los judíos ¡a su nombre, a nombre de Roma!

Cambiaron la amenaza de los siglos anteriores en una sólida


campaña publicitaria del modelo de vida romano, donde los
esclavos eran felices de ser esclavos, donde si se les hacía pupa
ponían la otra mejilla, en lugar del tradicional “ojo por ojo y diente
por diente del judaísmo”, y, donde si tenían secretos los debían
confesar porque el chivatazo se había convertido en sacramento.
Cómo tanta gente, tantos millones de personas se han dejado y se
dejan engañar de esta manera, es lo que me sorprende y no deja de
maravillarme. Homo sapiesns… de qué, hombre!.

El género de la parodia consiste básicamente en transformar


los puntos fuertes del parodiado en puntos de debilidad y escarnio.
Así, donde había un halcón se puso una paloma, donde había
caballos libios se puso un borrico que ni siquiera era adulto, donde
vieron ramas de olivo y acanto, acanto jónico que eran las hojas de

375
Carlos Caballero

la gloria para los hoplitas micénicos tal como las de laurel lo eran
para los romanos, pusieron ramas de palma, que eran las escobas
de la época, y así etc. y etc.

Aquí llaman espíritu al ave, e identifican al mese como el


cetrero de palomas, siendo la cetrería un arte de origen egipcio
muy noble cuando se practicaba con grandes rapaces. El que
supuestamente escribe afirma que así lo vio y que así se lo contaba
a todo el mundo.

Luego sigue relatando cómo el mese intenta reclutar judíos


en aldeas ruinosas, y cómo lo identifican e incluso levantan casi un
acta de nacimiento. Un tal Natanael se extraña de que de un judío
pueda salir un mese (un faraón salvador), pero al verle queda
impactado y reconoce que es verdaderamente el rey de “Israel”.
Sólo falta ver qué aspecto debía traer este Jesús después de estar
recorriendo el desierto y presentándose al bautismo higiénico antes
mencionado. Hitler seguramente se troncharía de la risa.

En las representaciones teatrales se mostraba una figura del


mese al estilo puramente cínico, túnica raída, despeinado, cara de
loco alucinado y mal hablado, aunque diciendo cosas incoherentes
donde se esperaba que un cínico fuera humillantemente incisivo.
Aquí dice sandeces y una paloma se le defeca encima.

Escenas de filósofos cínicos que presuntamente eliminaron


del texto cuando lo pasaron a formato de evangelio:

 Le invitan a una lujosa mansión y aparece el mesías


ataviado como un sadhú. Le advierten de no escupir al suelo
como dicen los cristianos que solían hacer los judíos, ya que

376
El Evangelio de Hermes

estaba todo muy limpio. Acto seguido escupe al anfitrión,


diciendo que, como estaba todo tan inmaculado no había
encontrado nada más sucio.
 En un banquete, al verle maloliente e indecorosamente
ataviado, algunos, para reírse de él, le arrojan unos huesos
como si fuera un perro. Él mesías, acto seguido, se sube
encima de la mesa y les orina encima, como haría un perro.

Cómo me hubiera gustado encontrar esta obra completa. Yo


no sé si sería más entretenida que la propia obra original de Merit.

377
Carlos Caballero

378
El Evangelio de Hermes

31.- Las bodas de Caná (Jn, 2)

Con este título se le conoce al supuesto primer signo, o


primer milagro realizado por Jesús.

El gran maestro esenio terminaba su educación en Tebas,


instrucción que tuvo como aulas los principales mausoleos de los
antiguos faraones, en la universidad del Valle de los Reyes. Luego se
traslada a Menfis para la continuación de sus estudios, y termina un
largo peregrinar por los principales centros del saber del mundo
cananeo, y luego mesopotámico hasta graduarse en Cachemira, sin
obviar en ningún momento la problemática de los hebreos en el
sentido, como he comentado antes, más ampliado del término.

Se acepta vulgarmente que a los treinta años de edad sale de


su mitológico armario para darse un paseo por Palestina (la Filistea,
la región de mayor concentración extranjera) ataviado como un
mendigo y pregonando las exquisiteces del reino de su padre…

Sin embargo, esotéricamente se sabe que salió de la


seguridad de las cuevas del alto Nilo para reunirse en algún punto
de Canaán (ya que Qaná es eso, no una ciudad), con su novia y
familiares, con el objeto de casarse tal como se había pactado en el
momento de su nacimiento.

379
Carlos Caballero

Descarto que fuera Kafr-Kana como proponen algunos


especialistas porque “Kafr-Kana” significa “Kafarnahum de Qaná”,
aunque eso es lo de menos. Lo que interesa resaltar es que se
llevaría a cabo a los 15 años de edad, como era la tradición, y a
salvo de los romanos, pues como dije estaría en busca y captura.

La fiesta se habría programado modestamente para no llamar


la atención de las autoridades romanas, pero se debieron presentar
muchos más invitados de lo previsto.

En mitad de la fiesta, se acabaría no sólo el vino, también los


víveres, y el joven príncipe se sintió con responsabilidad de
remediar la situación. Era costumbre que la familia de la novia se
encargara de los gastos del banquete, pero obviamente se vería
desbordada por la multitudinaria afluencia que allí se daba cita, por
eso es que le susurra a Jesús, su madre: “No tienen vino”. Jesús le
responde: “Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Esto es responsabilidad
de la novia” Pero el que corrompe la parodia para volverla
sacramento cambia la frase por “Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti?
Todavía no ha llegado mi hora”. ¿Qué tendrá que ver el tocino con
la velocidad? Ya lo sé, pero eso es lo que se le ocurrió a algún
erudito obispo. Así, se podía cambiar la cómica insinuación de que
los judíos eran todos una panda de borrachuzos, por una frofecía de
la sangre de la pasión, etc. Después le dice su madre a los
sirvientes: “Haced lo que él os diga”, dando a entender que el novio
se había dispuesto discretamente a solucionar el problema.

Mandaría llevarse los odres y las barricas que hubiera vacías


o con agua, y traerlas de vuelta llenas de vino. Alimentos no

380
El Evangelio de Hermes

mandaría traer pues matando unos animales y cociendo más pan


sería supuestamente suficiente.

Este relato bellamente contado por Merit la novia de esa


boda, se convertiría en la parodia, en el milagro de las bodas de
Qaná, que tan bien supo explotar la Iglesia para que los clérigos se
empinasen un copón de vino con cada eucaristía.

¿O sería al contrario, que celebrasen una eucaristía cada vez


que al cura le apeteciese echarse una copita por cuenta de la
parroquia?

Sea como fuere, en lo que fuera la representación teatral


cómica, a los judíos se los pintaba como excesivamente amiguetes
del orujo, y eso ha quedado en este capítulo 2 de San Juan.

Cabe apostillar que si en la vida real del maestro, era común


verle vistiendo y viviendo también de manera modesta, no quiere
decir que Ieshú fuera un practicante del cinismo filosófico o un
sadhú como los de la India, como también lo describe la doctrina
canónica, sino a la discreción que exigía el momento. Ieshú, o Isha
era un braman, un príncipe faraónico pero prudentemente discreto
y comedido en todos sus actos.

Este breve análisis de la naturaleza del esenio desencriptada


a la luz de la ciencia, habría estado mucho más claro en el evangelio
de Merit, pero sería sustituido por las indigestas demagogias que
nos encontraremos a lo largo de todo el evangelio oficial.

Pero aun así se puede salvar de este segundo capítulo del


evangelio de San Juan, la sorpresa que quiso a dar a los comensales:

381
Carlos Caballero

“… dice Jesús: llenad las tinajas de <<el agua>>. Y las llenaron


hasta arriba”. El texto original en esta parte también está rayado,
por eso viene “el agua” entrecomillado, perfectamente pudiera
haber dicho “llenad las tinajas de nuevo”. Además, literalmente “las
tinajas de <<el agua>>” se presta como primera interpretación
coloquial a unas tinajas destinadas a contener agua normalmente, y
no a que contuvieran agua en ese mismo momento.

Pero sigue el relato: “sacadlo ahora, y llevadlo al


maestresala. Ellos se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el
agua convertida en vino,” (salta a la vista que es el tradutor traditor,
que debería haber puesto “lo que él creía que era agua” en lugar de
simplemente “agua”), y termina: “como ignoraba de dónde venía,
llama al novio y le dice: Todos sirven primero el vino bueno y cuando
ya todos están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino
bueno hasta ahora”. Sabiendo que la responsabilidad del banquete
recaía sobre la novia, por pura lógica este comentario del
maestresala es simplemente un agradecimiento al novio no sólo por
el vino sino también por la calidad del mismo.

Pero bueno, hay que reconocer que producir un milagro con


tan solo borrar una palabra tiene mucho mérito. Además ¿por qué
“bodas de Qaná” y no “boda”, en singular? ¿Será que el
protagonista de la parodia se dedicaba a alejar la sobriedad de los
actos solemnes, y no le importaba gastar milagros en embriagar a
los cananeos? Personalmente, yo creo que dado que al mese se le
relacionaba con Osiris, o Ceres para los romanos, es decir, el dios
verde de las cosechas, el dramaturgo que lo convierte en parodia lo
quiere relacionar con Baco, el dios de las bebidas fermentadas en
sus connotaciones más ofensivas, naturalmente.

382
El Evangelio de Hermes

383
Carlos Caballero

384
El Evangelio de Hermes

32.- Las cuestiones de Nicodemo (Jn, 3)

En éste, no hay milagro por ninguna parte. Es un gen de la


literatura egipcia que consiste en hacer aparecer los mismos
elementos de una narración tanto en la presentación como en el
desenlace. Nicodemo se quedó porque quedaba bonito en el texto.

En los primeros 13 versos se describe una discusión entre


Ieshú y un fariseo de nombre Nicodemo que no se acababa de creer
eso de “nacer de nuevo”. Apliquemos filtros: a los judíos debieron
acabárseles los nombres, ya que a uno de sus sabios se le llama con
un nombre griego que significa “pueblo victorioso”, lo que está
indicando otra incrustación en el texto.

Nicodemo aparece en este capítulo absorbiendo información


(luz) del esenio con tal avidez que aparece el tema de la
condenación por falta de fe, o por exceso de curiosidad, vamos, por
preguntar demasiado, por ser amigo de la ciencia. El dialogo gira en
torno al segundo nacimiento, la iniciación, como paso previo para la
vida eterna.

Al final del libro, en el capítulo 19 vuelve a aparecer


Nicodemo devolviendo el manjar dialéctico recibido del esenio en
forma de un obsequio material consistente en 100 libras de mirra y

385
Carlos Caballero

aloe, necesarios para embalsamar el cadáver del maestro como a


un rey. Aquí se les pasó a los de Nicea un guiño sobre los
embalsamamientos egipcios, menos mal que Nicodemo no trajo
vendas y pinturas para el sarcófago.

La simetría de corte egipcia es doble por su posición en el


texto y también semántica, primero quiere saber qué es eso de la
vida eterna y luego quiere participar en ella cuando se produce la
muerte del maestro triunfalmente, como un faraón. Entre medias
de la simetría estilística de los textos egipcios se debería encontrar
un eje, el núcleo de la narración. Obviamente este núcleo fue
extirpado aunque lógicamente nos ha llegado parodiado.

Este núcleo que pretende ser el bautismo en los términos


insustanciales de la Iglesia, era el rito de iniciación de los que
estaban destinados a ser faraones, o a adquirir la calidad de un dios
o diosa en los términos tradicionales egipcios.

El bautismo como rito de iniciación de cabreros judíos debió


ser un chiste muy gracioso entre griegos y romanos, en alusión al
rito de iniciación que se practicaba en Egipto, eso si fuera conocido
por los romanos.

El genuino rito de iniciación a la vida eterna, el egipcio, ha


permanecido sellado herméticamente por motivos sobradamente
justificados, pero hoy que empezamos a conocerlo, lo que
sorprende es su simpleza.

La iniciación o nacimiento a la nueva vida de un hombre o


mujer dioses, eterna porque se escribiría en el oro y en la piedra
más dura para todas las generaciones del futuro, consistía en la

386
El Evangelio de Hermes

aceptación o asimilación de una perspectiva del Universo que es


imposible de describir con palabras, era una experiencia, era
preciso vivirlo. Pero podemos acercarnos a su forma e implicaciones
a través de la simbología que lo describe.

La iniciación o el segundo nacimiento entra dentro de lo


inefable. Se explica así porque los que irradian, los que han sido
iniciados, describen su estado anterior como el de estar muertos, y
aunque el progreso en el camino iniciático es una regla que no
siempre se cumple, la nueva vida se corresponde a un recorrido
hacia la perfección que nunca se culmina pero que permite anclarse
a la memoria humana por los méritos, por haberse convertido en
un gran benefactor de la humanidad o de la tribu. El camino del
iniciado le hace digno de la memoria de los demás, mientras los
demás lo recuerden seguirá vivo. Porque recordar e invocar es lo
mismo. El cómo no puede saberse, hay un camino diferente para
cada iniciado y sólo él (o ella) puede recorrerlo.

Una de las ciencias que ha ocupado al ser humano desde la


más remota antigüedad ha sido la de estudiar el tránsito que
supone la muerte física.

En el viejo Egipto se embalsamaba y momificaba a los


muertos en un proceso que se encuentra bien detallado en los
textos de las pirámides, y en el registro arqueológico. El juicio de
Osiris en el que sólo los justos avanzaban y, por el contrario, el
cocodrilo Sekmet devoraba el corazón de los injustos, es la versión
original del mito judeo-cristiano del juicio final.

387
Carlos Caballero

Pero para poder salir de la pirámide y ascender al cielo de


Sirio, donde se reunían los dioses, debía primero encontrar la salida.

Para que esto ocurriera una vez que hubiera muerto, recibía
un entrenamiento que era básicamente el rito de iniciación.

La iniciación consistía en un trance doloroso y estresante que


ponía a prueba el deseo de ascender del que se había preparado
para la misma. El trance o tránsito consistía en poner a prueba los
sentidos, la voluntad, la razón y la intuición con objeto de alcanzar
satisfactoriamente la salvación, la luz que estaba en la salida a un
laberinto hostil y oscuro.

El formato físico de ese tránsito ha variado mucho a través de


los tiempos. Cuevas, dólmenes, y templos de muy variada factura
fueron testigos del proceso de iniciación en muchas culturas al
camino de la inmortalidad. También las sustancias psicotrópicas han
intervenido en los viajes iniciáticos aunque no sabría precisar en
qué forma ni cuantía.

El denominador común del viaje iniciático parece ser que ha


sido siempre un estado alterado de conciencia inducido, provocado
con o sin sustancias psicoactivas.

El viaje sólo terminaba con la muerte, y no estaba en


absoluto garantizado que diera frutos. Eso dependía del esfuerzo, la
constancia, la curiosidad, la duda, y un quinto elemento que
permitía trascender y que debía descubrir el iniciado dentro de sí
mismo. Si se reunían esos aspectos se lograba alcanzar el
firmamento de la sabiduría y posicionar en él la propia estrella para
iluminar el camino de los que vinieran detrás.

388
El Evangelio de Hermes

En Egipto, el rito de iniciación se hacía en el interior de las


pirámides. El neófito (de neo-fito, que significa nueva planta) nuevo
brote, o semilla recién germinada, era introducido en la oscuridad
de la pirámide con una ofrenda que debía dejarles a sus
antepasados, que pudiera ser un objeto de valor, artístico o incluso
una comida que les gustaba en vida. Se introducía al iniciado o a la
iniciada en la pirámide y se le sellaba. Si no encontraba la salida
encontraría acomodo ente sus antepasados. Después debía
encender una luz, depositar la ofrenda, recitar los versos que se
encontraban escritos en las paredes, y finalmente, salir por un
estrecho corredor por el que a determinada hora y en determinada
fecha podía verse la constelación de Sirio. Siguiendo este estrecho
corredor que era como la vagina de la pirámide se encontraba la luz
y el aire fresco de una vida nueva y la coronación como rey o reina.

Con el tiempo estas prácticas se perdieron y estos conductos


fueron sellados para que los saqueadores no los utilizaran como
acceso a los tesoros que guardaban las pirámides.

En la pirámide se encontraban los secretos de la vida y de la


muerte, los fenómenos físicos conocidos y los ciclos en que todas
esas fuerzas se manifestaban pudiendo escapar de sus corrientes
para manejar el timón de su propia barca, forjar su propio destino.
Dentro de la pirámide debería hallar el neófito, su proyecto vital.

El maestro Ieshú pasaría por este mismo ritual de iniciación


supuestamente a la edad de 7 u 8 años, que era cuando se
consideraba que la memoria y la razón empezaban a trabajar.

389
Carlos Caballero

La sensación al asomar la cabeza en lo alto de la pirámide era


como de nacer de nuevo pero consciente y después de haber
templado los nervios y haber vencido a los miedos internos. Éste
era el segundo nacimiento al que hacían referencia las respuestas
del mese, y que el parodiador cambió por la broma del bautismo.

En el verso 1, que dice: “Y tal como Moisés levantó la


serpiente en el desierto, así es necesario que el hijo del hombre sea
levantado”, muchos ven una alusión profética a la crucifixión,
suponiendo que la serpiente que levanta Moisés está muerta y con
la cabeza aplastada, pero eso es mucho suponer. La serpiente tiene
un sentido contrario, tiene el sentido de la vida y la salud. Este
verso está expresando el símbolo de la medicina que es un bastón
como el de Moisés por el que asciende una serpiente enroscada.
Éste es el símbolo de la “kundalini” o energía que se enrosca por la
espalda de los santos, los seres de luz. Este verso sirvió en la
parodia para que el actor que representaba a Moisés sacara una
serpiente efectivamente muerta a la que trataba de revivir sin éxito,
algo que para el público debió ser hilarante, un viejete judío
queriendo levantar su cosita muerta.

Este personaje es aludido en este tercer capítulo de San Juan


porque es la fuente de la leyenda que flotaba en la Galilea de los
tiempos de Ieshú. Seguramente el texto original de Merit lo
desarrollaría mucho más explicando la evolución de los hebreos.
Como dato para la curiosidad, la primera referencia que se tiene de
los Judíos es del 926 a. C. y se los clasifica como habitantes de Judá,
en un reino separado y al sur de Israel.

390
El Evangelio de Hermes

Cabe comprobar cómo efectivamente tendría 14 años


aproximadamente, el mese Ieshú en ese momento, dado que el
bautista dice en el verso 30: “es necesario que el crezca, pero que yo
mengue”.

391
Carlos Caballero

392
El Evangelio de Hermes

33.- La tía buena samaritana (Jn, 4)

Este capítulo parece incrustado al completo por el parodiador


greco-romano. No obstante, hay detalles interesantes de resaltar.
Por ejemplo, el verso 2 aparece entre paréntesis. Este es un
carácter que no existe en griego, lo que demuestra que es un
agregado al texto. Este agregado podría ser diferente a los otros en
el sentido de que parece dirigido a un público simpatizante de lo
hebreo que pudiera ser susceptible de ver a su rey trabajando. O
eso, o la ironía greco-romana, como viene demostrándose hasta
ahora, es capaz de volverse fina. Habría que ver la representación
por las dudas.

En el verso 4 nos pone patas arriba la geografía “salió de


Judea y se fue otra vez a Galilea” ¿? Si Judea está dentro de Galilea
¿cómo se puede hacer lo que dice este verso? Parece que gana
nuevamente la fina ironía greco-romana. Aquí se ríe tanto del
sentimiento nacionalista de los judíos como de la ignorancia
geográfica que el comediante atribuye a estos pueblos.

Pasa seguidamente a hacer escarnio de los sicarios de


Samaría, y siguen los desajustes. Desde el 30 a. C. no existe Samaria
porque el territorio se anexa a Siria y la ciudad pasa a llamarse

393
Carlos Caballero

Sebastia, con lo que, o bien, es una cantada garrafal del guionista, o


bien se está pintando a los Judíos como lentos en actualizarse.

Pero lo empeora en el verso 9 cuando afirma que judíos y


samaritanos no se llevan bien, cuando la propia Samaria fue capital
del reino de Judá durante bastante tiempo. En fin.

La dialéctica surge luego entre una paisana samaritana y el


esenio, quien le pide un poco de agua a la chica del pozo de donde
la está sacando, y le ofrece a ella otro tipo de agua “un agua viva
que brota del que la bebe” (o sea de él mismo). De verdad que da
risa hasta a un judío, qué cachondo. Ahora presenta un bautismo
multiusos mediante el cual se echa un ligue. El juego de palabras es
explícito aunque el texto sólo muestra diálogos y omite los detalles.

En los versos del 15 al 19 hay un chascarrillo donde el kristo


se ve tan espléndido que ofrece la iniciación también a otras
mujeres, pero se ve que las mujeres que le siguen son un poco
ligeras de cascos, y le siguen ahí, donde parece. Vamos, y por si hay
dudas describe a la samaritana como una señorita que ha tenido ya
cinco maridos y que no tiene ya ninguno, y es la “buena
samaritana”. El anfiteatro debió levantarse en aplausos cuando la
samaritana exclama ruborizada “Señor, veo que eres profeta”.

En los siguientes versos, discuten sobre la vieja rivalidad


entre Samaria y Jerusalén por la capitalidad de la Judea, y terminan
con un trabalenguas donde la palabra “adorar” aparece once veces.
Ya sabemos dónde se inspiró Cantinflas.

Por hablar tan lioso y por haber adivinado las inclinaciones de


la dama, ésta le habla del mesías y él le dice, yo soy. El vodevil

394
El Evangelio de Hermes

transcurriría con una escena en la que la dama se abalanza sobre el


mesías pero se ve interrumpida por la llegada de los discípulos,
quienes textualmente “se maravillaron de que hablara con una
mujer”, pero no dijeron nada. La mujer deja el cántaro y se va a la
ciudad a contarles a todos: “un hombre me ha dicho todo lo que he
hecho ¿no será este el cristo?” y se van todos a buscarlo. Mientras,
los discípulos le dicen “come rabí”, y él les dice: “yo tengo una
comida que comer”, ¡macho qué profundo! Palabra de dios, seguro.

Pasa luego a explicar en tono solemne lo que es su comida,


porque hay que reconocer que “yo tengo una comida que comer”,
es una frase que acongoja bastante. Pero seguido destroza otro gen
literario egipcio, el mito de la espiga que es el hijo, el que es a la vez
semilla que para ser cosecha primero ha de ser enterrado, y ya
cuando está muy muerto, para renacer erguido lleno de fruto. Este
es el mito de Osiris aplicado a las cosechas, pero aquí el artista lo
que empinaba, te puedes imaginar lo que era.

Los samaritanos que llegan por la ladera, son espigas


maduras, dice el kristo. Explica un poco el mito, y los que llegan, le
confirman su fe por el milagro de haber adivinado los secretillos de
la voluptuosa dama.

Se deshace la situación hilarante recuperando el tono el


samaritano que añade “también creemos porque le hemos oído, y
sabemos que es el cristo, el salvador del mundo”. Y cae el telón.

Ieshú da testimonio de que “el profeta no tiene honra en su


tierra”. Este verso debe ser genuino, pues no tiene chiste, o es
realmente muy fino.

395
Carlos Caballero

Dos días después llega a Galilea ¿? (región de Canaán que


incluye, por supuesto, a Judá, Israel y muchas otras comarcas). Y
los galileos se alegran porque aún recuerdan el fiestón de las bodas
de Qaná. Entonces no se le ocurre al cristo otra cosa que hacer
alarde de sus poderes para que todos crean. Entonces se permite
curar a un príncipe a distancia y sin cables, vía wifi.

Moraleja: si crees, todo puede pasar, y si algo no pasa, es


porque no lo creíste lo suficiente… De no ser por el marco de la
parodia, diría que se trata de programación neurolingüística.

Y bueno, aceptamos que Galilea era otra pequeña comarca


como en el milenio anterior porque, aunque Flavio Josefo, Filón de
Alejandría, Orígenes, Eusebio de Cesarea y Suetonio, se hayan
dejado a piel para que nosotros conozcamos algo de la geografía
oriental de aquel tiempo, tenemos que creernos lo que dice el
evangelio de Juan, si queremos salvarnos.

Debemos poner el énfasis en que lo único que importa en


estos textos canónicos es sacarle musculo a la fe.

396
El Evangelio de Hermes

34.- Una fiesta de judíos (Jn, 5)

No tiene desperdicio el greco-cómico, empieza este capítulo


describiendo el Sábado como “una fiesta”, hilarante sin duda.

Imagínate un público no muy diferente al de la Gestapo pero


greco-latino, cuya máxima era eso de “mens sana in corpore sano”,
un público que adornaba los umbrales de sus casas y sus edificios
institucionales con figuras humanas de cuerpos desnudos perfectos,
una sociedad light digamos, contemplando el siguiente escenario: la
capital de los cabreros, Jerusalén, la puerta del ganado, una fuente
de cinco pórticos que tendría dibujado en su fondo un exagrama, y
rodeada toda ella de lo peor que pudiera haber para una sociedad
como la griega: ciegos, cojos, mancos, paralíticos, leprosos… De
éstos que ni casta tenían, iba a formarse el ejército revolucionario,
o quizás era lo que quedaba de él.

Un ángel además tenía la costumbre de presentarse allí por


sorpresa, hacer un remolino en el agua, y sanar al primero que
llegase. Cabe imaginar la patética escena en que los pobres cojos
nunca llegaban al milagro debido a su problema, pero como tenían
mucha fe, allí aguardaban los años por si les crecían alas. 38 años
dice el cachondo evangelio que llevaba un cojo esperando.

397
Carlos Caballero

En eso llega el cristo, lo ve tendido y le pregunta “¿quieres ser


sanado?”, con qué mirada hubiera querido responder: “No, que va,
llevo 38 años aquí por las vistas y porque me encanta tocarme los…
y que me pasen por encima todos estos gañanes ¿no te joroba?”.
Pero como hay que ser educado delante del señor, responde el
bueno del cojo en el verso 7 con todo detalle explicándole la
situación, y como si fuera un tanto cortito de entendederas.

En el 8 le dice “levántate y anda”, cómo mola, el ángel se


vería ya en paro, pero por suerte para él en el verso 16 deciden los
judíos matarlo porque era ¡sábado! y ese día era para ver el fútbol.
En sábado aquí ni dios trabaja, debieron decir, en sábado nadie se
levanta, ni se anda, porque lo dice la ley, coño. Aquí el dramaturgo
llama a los judíos intransigentes y a su ley una canallada.

En el 17, el cristo les explica que su padre (y señala arriba)


también trabaja en sábado. No… para qué. En el 18, ya sí se han
cabreado de verás y estarían por allí buscando piedras…

Entre el 19 y el 27, el cristo se la pasa cantinfleando con que


el hijo y el padre, el padre y el hijo, etc. hasta que los judíos que lo
quieren linchar ya no saben si reír, llorar, o echar moneda, se le
quedan mirando al kristo y éste salta: “también puede hacer juicio,
por cuanto es hijo del hombre”. A ver quién se atreve con eso…

El verso 29 es explícito describiendo el gran juicio del libro


egipcio de los muertos. En el 30 se presenta él mismo como
Sekmet, el que enjuicia. Cabe suponer que también hubiera aquí
textos en los que se describían procesos medicinales de trauma,
etc. que el comediante aprovechara para su show de la piscina, y

398
El Evangelio de Hermes

quizás tendríamos alguna referencia a las tradiciones que


desembocaron en la fiesta del Sábado. Lástima, y no quisiera
parecer presuntuoso pero creo posible relacionar el descanso del
sábado con una especie de tratamiento social curativo. Pero de
haberlo habido ya no ésta.

En los versos 31 al 38 el núcleo es el testimonio y la verdad,


que se convierte en la pelotita de que el mío sí, el tuyo no, ahora la
tengo yo, y tú no la tienes… Luego pasa de juez a presentarse como
fiscal que acusa a quienes le escuchaban, les dice que sus
mensajeros son antorchas, y mientras, él es la luz del sol. Luego que
a ver quién la tiene más grande, y lo boludos que son por no creerle
a él…

En el 39, el comediante hunde al público aún más en el sopor,


o más bien calcula que la gente quiere ir al baño o a comprar
palomitas, y da el do de pecho asegurando que algo es verdadero
por el hecho de estar escrito, y pone al cristo afirmando ante los
incrédulos que él es de quien hablan las propias escrituras, que él es
la propia iniciación, la segunda vida, etc. y cuidado si no te lo crees.

En el 41 y siguientes aparece en escena una nueva palabra, la


palabra “gloria”, y se repite otra vez lo de que la tengo yo, que tú
no, que te chinchas porque yo la tengo más grande, etc. Para
terminar volviendo a cantinflear con que si Moisés vale pues yo
también, y que si Moisés era mi cuate, que si él, porque si yo…

A decir verdad, la ruptura de ritmo que se observa en este


capítulo, o bien, estaba muy bien escenificada para ser cómica, o
bien no es obra del dramaturgo si no de los mendas de Nicea.

399
Carlos Caballero

400
El Evangelio de Hermes

35.- Tiberiades, el mar de Galilea (Jn, 6)

La estructura de estos capítulos invita a pensar que con cada


uno o varios de ellos se abría y cerraba el telón de una tira cómica
destinada a degradar a los hebreos, a la vez que a elevar la moral de
griegos, romanos y filisteos, y justificar moralmente su posición
privilegiada en función de la supuesta decadencia de los
parodiados.

La perspectiva del que se sentaba en una grada para ver el


evangelio del kristo era la de pertenecer a una cultura y una raza
superior que traía la civilización a un pueblo que sólo conocía la
barbarie y la superstición.

La dinámica de estos capítulos permitiría al público


probablemente tomarse un respiro para orinar o consumir algún
refrigerio en lo que se cambiaban los decorados y la indumentaria
de los actores. Aunque cabe la posibilidad de que se escenificaran
partes cortas del evangelio en los espacios previos y entreactos de
obras clásicas de la tragedia griega, mientras precisamente se
cambiaban decorados y la gente se tomaba un descanso de relax.
Así cada capítulo del evangelio sería un pequeño sainete, previo a
cada uno de los tres actos en que se solían escenificar las grandes

401
Carlos Caballero

tragedias, algo así como los anuncios publicitarios que se emiten


actualmente a lo largo de un filme televisivo.

Es también probable que mientras los actores principales se


preparaban para cada acto un grupo de payasos escenificara un
capítulo del evangelio.

Impresiona ¿verdad?, ciertamente la verdad a veces


sorprende y desgarra. Imaginemos a los tramoyistas escenificando
este capítulo: “Después de estas cosas, se fue Jesús al otro lado del
mar…”, parece un suspense dramático pero no, es un golpe de
humor al especificarse qué clase de mar se trataba: “…del mar de
Galilea, el de Tiberiades”, y la risa invade el recinto porque se trata
de un lago poco profundo y trillado de pescadores hebreos.

Hay que ponerse en la psicología de la época. Una de las


habilidades de mayor orgullo entre los pueblos descendientes de
Fenicia la grande, de los cuales egipcios y hebreos eran integrantes
salvando nacionalismos varios, había sido siempre la navegación.
Los pecios fenicios tenían por orgullo y tradición haber recorrido el
mundo, y tener perfectamente cartografiadas todas sus costas.

Desde que el ser humano tiene memoria, la presencia de


fenicios en un puerto había dado lugar a un próspera civilización
comerciante y cosmopolita, y a la postre, a la formación de una
ciudad donde todos los gremios se congregaban para el intercambio
de bienes y servicios, por lo que hablar de fenicios era hablar de
progreso y, lo más importante, del dominio de las artes marineras.

Se nos ha hecho creer que Egipto ha sido siempre una nación


independiente, y más, se la considera la madre de todas las

402
El Evangelio de Hermes

civilizaciones y culturas del mundo, cuando en realidad, y sin


quitarle mérito a este pueblo, sólo era la especialización del tipo
fenicio en el río Nilo, una adaptación a las condiciones específicas
de su hábitat fluvial que durante varios periodos sería la primera
potencia mundial, pero sin dejar de ser una parte, una hebra más
del gran árbol de civilizaciones del creciente fértil, que se extendió
por el mundo por su destreza en la navegación ultramarina.

En la mente grecorromana existía un profundo resquemor


ante los viejos mitos de mujeres diosas que fueron dueñas de los
mares implacables que circundaban la Tierra.

Para los romanos la Tierra era plana y tenía un mar en el


centro que era de su propiedad, el “mare Nostrum”, en torno al
cual se amontonaban los continentes civilizados o en vías de
domesticación, y finalmente, alrededor de todo el conjunto
suponían que había un enorme río denominado Okeano, que
aunque estaba perfectamente descrito y cartografiado por los
fenicios, ellos tenían por “finisterre” o el final de la Tierra, y creían
al igual que los griegos, que más allá de esta corriente oceánica
estaba solo el continente desparecido de los atlánticos, también
conocido como el occidente eterno o el mundo de los muertos.

Ningún héroe greco-romano había vuelto después de intentar


atravesar este Okeano, a excepción de Odiseo cuyas peripecias en
el continente perdido vendrían descritas en la epopeya homérica
llamada “La Atlántida”, que lleva desaparecida entre 1´7 y 3 mil
años. El orgullo greco-latino consideró desaparecido a este
continente al no poder encontrarlo, en lugar de a la epopeya, y
atribuyó sus constantes fracasos a la hora de alcanzar sus costas, a

403
Carlos Caballero

la presencia de todo tipo de monstruos marinos, y del terrible


tridente de Neptuno, que era la versión romana de Poseidón.

Pues bien, representar al rey de estos intrépidos navegantes


que eran los fenicios, navegando el mar de Tiberio, el emperador
pacífico, era un golpe de gracia fantástico que derribaba la bandera
del principal rival del imperio sobre las aguas.

Medusa, hija de Tifón y Equidna, el terror grecolatino con


sabor egipcio, o su fantasma, aún recorría las olas en las pesadillas
de los hijos de Eneas cuando el caudillo de los judíos recorría las
aguas de un lago tan poco profundo, como para generarse la
caricatura de que se podía atravesar caminando. No hace falta ser
un lince para darse cuenta de que esta escena daba origen en el
pacto de Nicea, a otro signo, otro milagro, el del maestro
caminando sobre las aguas. Esto es reciclaje, y lo demás un cuento.

El Mar de Galilea, era considerado un charco esmirriado


como se consideraba que habían sido las gestas de Tiberio, por lo
que lo llamaron despectivamente el Mar de Tiberiades. Todo el
rencor que le guarda la historia romana al emperador Tiberio se
debe a que mientras vivió se mantuvo la paz pactada con el mese
que abordaremos posteriormente. Tiberio, fue igualmente objeto
de escarnio por habérsele considerado un amigo de los hebreos, y
de alguna manera un traidor a la patria y sus políticas imperialistas,
además de un mal pagador de salarios para los legionarios, que en
vez de dedicarse a saquear, violar, y hacer esclavos, se la pasaron
en vida de Tiberio haciendo puentes y calzadas.

404
El Evangelio de Hermes

El mar Mediterráneo era así el gran mar de los romanos, el


mar de la civilización, el del centro de la Tierra, y el Tiberiades, por
el contrario, era el mar del centro de Galilea, una charca que se
podía cruzar caminando. La simetría era perfectamente denigrante
y jocosa.

Tiberiades es una ciudad que tiene su origen estimado en


torno al 30 de la era vulgar, el 783 de la fundación de Roma. Se
trata de una estimación basada en esta cita de los canónicos, pues
no existe ninguna otra referencia a esta ciudad en ningún otro texto
antiguo. Por supuesto, la arqueología tampoco corrobora la cita
evangélica. En torno al lago galileo sólo había un conjunto de aldeas
de pescadores donde hacían escala caravanas de mercaderes,
pastores y, a veces tropas, un lugar tranquilo como posada y
abrevadero.

Tiempo más tarde, cuando se redactó la tira cómica que


sirvió de proto-evangelio de San Juan, este conjunto de aldeas
pasaron a llamarse Tiberiades en un sentido muy irónico, dado que
a la historia oficial Tiberio pasó como un emperador derrotado y
oscuro que sus compatriotas utilizaron como arquetipo del fracaso
y de la pequeñez, Antítesis de Alejandro, Augusto, Julio césar o
Constantino, todos ellos inmortalizados en grandes urbes.

Tiberio Julio César Augusto, fue elegido emperador en el 14


cuando tenía ya 56 años de edad. Era un sens, un venerable anciano
del Senado, y de los más importantes, un tribuno. Era el segundo de
los emperadores de Roma, recogió un imperio exhausto y fama de
cobarde por pacifista. Su nombre de nacimiento anterior a la
divinización era Tiberio Claudio Nerón, igual que su padre.

405
Carlos Caballero

Era, por tanto, un claudio, es decir, de la familia o gente


(gens) Claudia, de ahí la eterna rivalidad y animadversión por parte
de los iulius, los descendientes del republicano Julio César.

El cambio de dinastía daría para una novela, pero nos


quedamos con que fue adoptado por el emperador Augusto al
casarse con su madre en un enlace de las dos familias más
poderosas de Roma. Por discutir todas las órdenes de su padrastro
tuvo que exiliarse a Rodas. En los últimos días de Augusto, lo manda
llamar para nombrarlo heredero del imperio, al percibirse de su
honestidad y enorme cordura en todos sus consejos.

Un esquema de su trayectoria sería el haber congelado las


conquistas del norte del Mediterráneo (Germania, Recia, Ilírica,
Panonia, Galias…) con el objeto de reclutar tropas con las que
fundar nuevas legiones y restaurar las que estaban maltrechas. Ya
como emperador parece que las envió todas al sur, para doblegar al
continente rojo, pero al contrario de lo que se esperaba de él,
estableció alianzas, y leyes destinadas a apaciguar todo el imperio
suroriental. En esas alianzas es donde los historiadores debieron
buscar al esenio. El dato que no encontraba la historia es que esas
alianzas las había provocado el Rabí, el mese Ieshú.

Según las crónicas, a Tiberio se le recuerda como un hombre


oscuro, recluido en sus estudios, un gobernante sombrío y sobrio
que se apartaba de los excesos y de la vida pública, y que nunca
quiso realmente ser emperador. Plinio el Viejo lo llamó “tristissimus
hominum” (el más triste de los hombres). Es por eso que aquel lago
galileo llevaba su nombre, Tiberiades, en referencia a lo poco que
logró conquistar este emperador, para Roma abúlico, empeñado

406
El Evangelio de Hermes

más en conservar y en legislar, que en expandir el imperio. No hubo


otro pacifista así hasta Federico II de Sicilia doce siglos después.

Murió en el 16 de marzo del año 37, a la edad de 79 años


asesinado por su sucesor Calígula. Esta muerte regocijó a los
romanos expansionistas que querían ante todo volver a poner en
marcha la maquinaria de guerra para reactivar la economía.

No ha parado de correr la sangre al gusto de esta fracción de


Roma, ni con la revolución francesa, y sigue vigente la caricatura del
mese Ieshú que esta misma fracción ha implantado como norma,
como canon inabordable por ningún historiador con apego a la vida.

En definitiva, este capítulo 6 de San Juan aprovecha la mofa y


el escarnio general que se hace del kristo a lo largo de toda la obra
para burlarse también del único gobernante de Roma, pacifista.

A pesar de lo triste y patético que es leer el evangelio desde


el punto de vista hermético, uno no puede dejar de reírse con
golpes tan ingeniosos como el de los panes y los peces. Por
ejemplo, en el verso 10 cuando dice el kristo: “haced recostar a la
gente. Y había mucha hierba en aquel lugar y se recostaron los
varones en número de unos cinco mil”.

Es genial, qué tendrá que ver la hierba ¿será que como tenían
hambre los iba a poner a pastar? Porque si al acabar de pasarse el
pan y los peces, seguía todo intacto, quizás es que preferían el
pasto… Pero no, ya nos aclaran los de Nicea que fue un milagro
porque al acabar la ronda aún había más comida que al principio.

407
Carlos Caballero

Además, se recostaron “los varones”… ¿qué pasó con las


hembras? ¿las dejaron de pie? Es muy gracioso. Y “comieron los que
estaban sentados”, o sea, ellas a guardar la dieta… es genial.

Después otra dosis de cantinfleo con el típico hay que creerlo


porque si no eres feo, etc. que yo supongo que se recitaba durante
los aplausos. Al final, va introduciendo alusiones al destino del
kristo, la muerte y la resurrección, el cual en este prematuro
capítulo denota que se trata de un añadido en Nicea.

Al final del capítulo el dramaturgo presenta al traidor Judas


como diablo para quitarle mérito a la iniciativa del mese. Y lo llama
Judas para identificar al pueblo judío con este traidor diabólico.
Pero no sólo eso sino que lo apellida Iscariote que significa “sicario
grande” para indicar que los sicarios, la propia guardia personal del
mese, eran los que lo habrían de entregar.

Conociendo la personalidad de Tiberio, en el texto original de


Merit seguramente hubiéramos encontrado lo que resulta más
simple y probable a la luz de los datos, que es que el propio Tiberio
ofreciera al mese la posibilidad de una tregua definitiva si se ponía
fin a los alborotos judíos, además, ante una más que probable
desconfianza de los romanos de que los judíos fueran a acatar el
tratado de paz, y a respetar la presencia tributaria de Roma, lo más
probable es que el esenio se entregara a las autoridades romanas
en concepto de aval.

Esto sucedería sin transcurrir mucho tiempo desde la muerte


de Herodes el grande, y con Tiberio como telón de fondo pero
como general, no como emperador aún, y como procurador cabe

408
El Evangelio de Hermes

suponer que estaría alguien de la confianza de Herodes, tal vez un


hijo suyo, quién probablemente se excedería en el trato con el
cautivo, ya que no tendrían pensado cumplir con su parte del trato.
Roma lo quería todo, sobre todo la cabeza del mese.

Finalmente, Tiberio salva al reo y lo libera. Hay guerra civil


entre Romanos, la gana Tiberio que se convierte en emperador, y
mientras él vive habrá paz en la Judea. Eso es lo que dice la
arqueología y la historia, aunque los detalles por supuesto los omite
la propia damnatio memoriae ejercida por Calígula, y por los demás
sumos pontífices posteriores.

Con estos datos podemos, sin embargo, inferir nuevas


premisas tan audaces como la de que Roma debió sentirse entre las
cuerdas para comprometerse en un pacto así. Y lo único que sería
capaz de algo así es, que el mese trajera consigo un ejército de
proporciones incalculables, ya que el general Tiberio había
reconstruido las viejas legiones y creado otras nuevas en Europa, las
cuales, todas ellas se habían congregado en Judea-Canaán con el
objeto de aplastar la reconquista del mese Ieshú. Sólo un ejército
de proporciones nunca vistas sería capaz de frenar la acometida de
esa perfecta maquinaria de guerra que era Roma. Eso, o un milagro,
claro está.

La otra premisa inferible es, o más bien la otra pregunta que


cabe hacerse es, por qué demonios Ieshú, pudiendo acabar con el
imperio romano allí mismo y demolerlo hasta los cimientos, no lo
hizo. ¿Por qué Ieshú se pone a pactar con la bestia traicionera, un
tratado que tenía todas las probabilidades de no cumplirse?

409
Carlos Caballero

Yo no sé la respuesta. Seguramente es lo que hubieran hecho


Ghandi, Mandela, Krishna, el Dalai Lama… de haber estado en el
lugar de Ieshu mese. El corazón de estos faros tiene razones que la
razón más clara no entiende. Así lo querría la gran Conciencia
universal, y su cadena de consecuencias aparentemente nefastas
seguramente es lo que necesitaba la humanidad para crecer.

Según crónicas romanas se calcula que hubiera entre 20 y 30


legiones desplegadas en la región Siria-palestina durante los años
20 en que se estima la inmolación del esenio, dispuestas a no dejar
piedra sobre piedra en la Judea.

Tiberio, como coordinador de esa fuerza, probablemente la


mayor que haya concentrado Roma en toda su historia, se podría
haber reunido con los reyes o generales de las doce tribus de Israel
en torno al mar de Galilea, para pedirles la cabeza del mese, como
llevaba haciendo Herodes toda su vida, y como única vía para
impedir que las legiones actuaran contra la población.

Quizás los detalles de esta situación estuvieran


hermosamente narrados en la biografía original de Merit. Lo que sí
podemos deducir es que los generales hebreos allí reunidos fueron
caricaturizados como los apóstoles que todos conocemos. Y a
Tiberio, el personaje histórico que mayor número de tropas ha
concentrado en la historia de Roma, la propia historia de Roma lo
hizo describir como un viejete cobardón.

410
El Evangelio de Hermes

36.- Juzgad justo juicio (Jn, 7)

Los judíos son lo peor porque querían matar al kristo, aun


después de haberles dado de comer y de beber, tanto de lo
material como de las… cosillas del espíritu. Así empieza un capítulo
que sería nuevamente el desternille del público greco-romano.

Pintan al kristo queriendo ser famoso y haciendo milagros


por doquier para lograrlo. Poco importa lo poco trascendentes que
sean sus “signos”, tiene una misión y debe manifestarse.

Pero no le creían ni sus hermanos, dice el cómico. No le


conocían ni en su casa, no le querían ni regalado, pero ahora era de
nuevo una “fiesta” de los judíos, otra pues.

No pueden faltar los chascarrillos socarreros, y ahora se mofa


del autor (o autora) del evangelio. En el verso 10 dice: “él también
subió a la fiesta, no manifiestamente, sino como en secreto”.
¿Qué carajo (perdón por la expresión) es eso de “como en secreto”?
Algo es secreto, o no lo es, pero no puede ser “como secreto”. Pero
en seguida nos lo aclara en el verso siguiente: “Entonces lo
buscaban los judíos en la fiesta, y decían ¿dónde está aquel?”.

411
Carlos Caballero

Nos aclara que los judíos son un tanto chismosos, lo secreto


es como público, y si no nos hemos dado cuenta, en otros versos
nos dice que “murmuraban”.

En el 18 se pone solemne como diría el kristo: “El que habla


de sí mismo, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del
que lo envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.”. Y digo yo
¿no se pasa hablando de sí mismo el cristo a lo largo de toda la
obra? Entonces al dramaturgo se le ha ido la pinza, o bien, es que
era éste el final del chiste.

Y vuelve a que lo persiguen por curar en sábado. Y luego con


versos tan hermosos como: “No juzguéis según la apariencia, mas
juzgad justo juicio.”. Sólo un hijo de dios podía haber alumbrado tan
magnífica sentencia. Cómo no se lo van a querer trincar los fariseos.

Luego una copla que es para morirse. El 37 acaba: “Si alguno


tiene sed, venga a mí y beba”, si llega a asomar por ahí la
samaritana en ese momento, no sé yo, pero luego el 38 comienza:
“El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán
de su vientre”. Esto a un público familiarizado con las orgías no se
puede decir, porque podría haber infartos de la risa.

En el texto original de Merit es muy posible que hubiera


descripciones del llamado “elixir de la juventud”, que no era otra
cosa que el producto, el jugo, de la eyaculación femenina. Nuestra
cultura no tiene ni idea de qué es eso, con conseguir que la mujer
alcance algún tipo de orgasmo ya se considera una hazaña dentro
de una relación de pareja, pero en otras culturas, y sobre todo en la
antigüedad, se consideraba a esta sustancia que los hindúes llaman

412
El Evangelio de Hermes

“amrita” la esencia de la felicidad, la salud y la longevidad, el


contenido del cáliz sagrado que es el vientre de la mujer vertido
sobre el hombre que la acompañaba en el éxtasis místico sexual.

Parece ser que este conocimiento hermético expresado sin


rodeos ni ambages por la esposa de Ieshú-mese en el texto perdido,
fue sustituido por este demencial capítulo, en el que las técnicas
mediante las cuales se derramaba en el torrente sanguíneo todo el
coctel endocrino de una felicidad absoluta que los místicos de
innumerables religiones y filosofías describen como la fusión con la
divinidad, la vía ascética por antonomasia, el cristianismo lo ha
convertido en el peor pecado, y el islam en el motivo para extirpar
los genitales femeninos a las niñas.

Es tan simple, que resulta asombroso y aplastante cuando se


escucha por primera vez, parece ridículo y es sublime. Lo que en el
gnosticismo o cristianismo esencial y primitivo era la piedra filosofal
o angular de la bóveda celeste, la comunión con la divinidad del ser,
la sublimación del espíritu, la metamorfosis del hombre y la mujer
en el superhombre dual o andrógino, la transmutación del sexo en
divinidad, la parodia del evangelio romano lo ha convertido en nada
y luego en la raíz del pecado, en la puerta del infierno.

Puede que escenificaran el verso anterior como una lluvia


dorada del profeta sobre su audiencia, al estilo cínico, o quizás,
mientras éste hablaba la samaritana derramara sobre él esta lluvia,
real o simulada. En el verso siguiente, el 39, parece que se
empiezan a tranquilizar un poco esos judíos justicieros, quizás
sorprendidos de lo que se les vino encima.

413
Carlos Caballero

Pero, ¿en qué quedamos? ¿Es el hijo de dios o un profeta?


Porque si es profeta es el que vino antes del que vino después… qué
dolor, vaya texto, se debían morir de la risa.

Y luego vuelve con los fariseos, y con que hay que creer, y
con lo de Nicea hasta que ¿a qué no sabes quién vuelve a aparecer
por allí? Sí, vuelve a aparecer ¡Nicodemo!, y nos aclara entre
paréntesis quien era, por si se nos había olvidado, y también agrega
que cuidado, “era uno de ellos”.

Pero ¿de quién ellos, de los fariseos o de los coleguitas?


Quien sabe, pero dice Nico que para juzgar a alguien hay antes que
oírle, y eso es lo justamente justo en justicia. Naturalmente se van a
casa porque el cristo no se calla ni cuando camina solo sobre las
aguas... Permíteme, pero ¿de qué aguas hablamos ahora?

414
El Evangelio de Hermes

37.- Entre olivos, pecadores y piedras (Jn, 8)

En el éxodo se explica claramente como Moisés se encuentra


el decálogo de la virtud judeo-cristiana. Sube al monte Sinaí donde
le estaban esperando una tablas con inscripciones muy
interesantes, que aseguraba provenían de dios. Algo lógico si
estaban escritas en jeroglífico y demótico, y si eran ademásde oro.

Sinaí es una península de 60.000 km2 con millares de montes


altos y escarpados en su mitad sur, por lo que escribir “monte Sinaí”
en el libro del Éxodo es como decir “en alguna parte”, así que
consultemos un poco a la tradición popular.

La asignación actual de Monte Sinaí a un lugar físico se debe


a Santa Helena de Constantinopla, la mamá del bueno de San
Constantino I el Grande. Sí, ese mismito que tragó con lo de Nicea
en el año 325. Esta señora, denominada emperatriz porque metía la
cuchara en la salsa de la nueva iglesia romana más que su hijo el
emperador, se la considera ni más ni menos que “la patrona de la
arqueología” por su obsesión en escarbar bajo los templos de
Egipto y Sinaí en busca, según la iglesia romana, de la “Vera Cruz”.
Otra linda historia ¿no crees?

415
Carlos Caballero

Pero no nos perdamos en detalles, baja Moisés de cualquier


monte de Sinaí que no sea el que indique la santa excavadora, y va
todo emocionado con esas tablas llenas de jeroglíficos, cuando se
encuentra que sus compañeros han encontrado cosas mucho más
interesantes todavía, como un becerro de oro.

Estarían calculando su valor monetario y lo estimarían como


una verdadera salvación capaz de sacarles de aquel desierto, pero
cuando el musa, que es como se dice Moisés en árabe (de la misma
raíz que mese) lo vio, le entró tal enfado que allí mismo dicen que
las rompió, aunque se las fundiría lo mismo que al becerrito. Más
tarde, cuando se le pasó el cabreo, explica el Éxodo que agarró por
allí otra losa de piedra y escribió en ella los mandamientos de la
virtud que todos conocemos.

Lo de las penas por infligir dichos mandamientos es ya un


añadido que se deja a la libre interpretación del poder ejecutivo
nómada hebreo, que en aquellos albores del judeo-cristianismo no
contemplaba la presunción de inocencia, la reinserción social, la
restauración del daño, o beneficios penitenciarios de ninguna clase.
Tirar piedras al reo o la rea era la solución más eficaz e inmediata, y
lo seguiría siendo de no haber castigos más poéticos como los de la
santa inquisición, o los que practica actualmente el Islam, menos
crueles quizás pero igual de sanguinarios, eso sí por amor a dios, y
como medidas precautorias y disuasorias del pecado. Pura limpieza.

La poesía macabra de los intérpretes de la legislación divina


en éstos y en aquellos tiempos, llevan a apedrear a cualquier
señora, por motivos tan surrealistas como la sospecha de haberle

416
El Evangelio de Hermes

puesto los cuernos a su marido, o negarse a ser repudiada cuando


el marido se busca otra esposa.

Así, le piden al cristo que cumpla con la ley del moro musa
del Sinaí, y éste, se levanta del suelo donde jugaba con la arena, y
bajo un rayo de luz dice todo inspirado: “el que de vosotros esté sin
pecado, arroje primero la piedra contra ella”, que era como decir
“¡aquí estoy yo y a ver quién tiene los huevos de tirar la primera
piedra!”. Ojo, éste no es el kristo de la parodia, éste debe ser el
auténtico, pues donde él iba, iban sus generales y unas tropas que
amedrentaban a las mismísimas legiones. Debió ser un momento de
verdadera tensión pronunciar estas palabras en el marco de la
parodia, pero resultaría gracioso que desde el más mayor al más
niño todos tuvieran trapillos sucios que esconder.

El mese auténtico estaría más que hasta las barbas del


machismo dominante en la región, pero en la representación
estaría gracioso ver a su esperpento preguntarle a la samaritana
mientras masticaba chicle y se hacía caracolillos con el pelo: “Mujer,
¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?”.

Para terminar, el cristo, conmovido ante la exuberancia


sensual de la pecadora le diría con una miradilla de arriba a abajo:
“Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”.

En una obra de teatro no se especifican demasiado los


detalles de interpretación, estos suelen ir por cuenta de la calidad y
la imaginación de los actores. Los detalles que he agregado yo en
éste y en otros capítulos son una de las muchas interpretaciones

417
Carlos Caballero

posibles que le caben a esta obra, pero lo que me parece indudable


es, y es bastante, es que esta obra era de carácter satírico y cómico.

Seguidamente, en el verso 12 dice el cristo: “Yo soy la luz del


mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida.”. Nada de especial, lo comento por si alguien había
olvidado aquello sobre el que habla de sí mismo, etc. del verso 18
del capítulo anterior. Y para completar lo del juicio justo, cabe
agregar que cuando un testimonio se contradice debe refutarse. Y
en esta comedia del greco de San Juan todo es contradictorio.

No he contado las veces que aparece la palabra “yo” y “mi”


entre los versos donde el cristo habla en primera persona, pero
sería buena tarea para los niños que se portan mal y aún creen que
el evangelio canónico es la palabra de dios.

En los siguientes versos hasta el 19, el cristo da una


conferencia de derecho en el templo, lo cual debe leerse como una
transgresión de la ley mosaica, según el dramaturgo. Lo que no es
lógico es, que si es así ¿por qué no se le apedrea ahí mismo? ¿O
antes, allí en piscina, o con la samaritana dichosa? ¿Por qué se le va
a aplicar una pena netamente romana? Y, lo más grave ¿por qué
insisto yo en encontrar lógica en este laberinto de insensateces?

Pero hay que salvar muchas almas aún, que se encuentran


perdidas en los tenebrosos mundos de las palabras de dios.

En los versos siguientes nos dice de dónde viene, a dónde va,


lo que pasa si no le crees, lo que pasa si le crees, modelos ultra-
físicos de universos paralelos, y, una profunda conclusión, lo que es
arriba no es abajo. Es la máxima de la cosmología egipcia pero al

418
El Evangelio de Hermes

revés. Y viendo que no se lo llevan preso empieza a amenazar ya no


en sentido metafórico, sino en sentido directo: “moriréis en
vuestros pecados; porque si no creyereis que yo soy, en vuestros
pecados moriréis”. Casi ná. Cada vez que abre la boca sube el pan.

Además de que se pone amenazante, chulesco y redundante


como cualquier sacerdote con dos eucaristías de más ¿es que no
enseñan gramática en el reino de los cielos? La frase “yo soy”, por la
naturaleza del verbo ser, necesita de un complemento directo para
que tenga sentido, es decir, para que sea una frase, para que
transmita alguna información, digamos. “Yo soy” a secas no es
nada. Para ser algo necesita dar respuesta a la pregunta ¿qué es lo
que + “yo soy”? Si fuera la respuesta a una pregunta, la propia
pregunta sería el objeto directo de la frase “yo soy”, pero tal como
se presenta en el evangelio es un jodido cheque en blanco para que
cada quien lo interprete como le dé la realísima gana. Este humilde
“yo soy” sin más, ha mantenido a la humanidad durante 1.700 años
bajo las uñas podridas de Roma. Y el recuento de víctimas no para,
ni va a parar.

En el verso siguiente, el 25, ante la aparente ingenuidad del


kristo, los judíos le preguntan por ese objeto directo: “(pero) tú
¿quién (coño) eres?”. Para qué, ahora amplía la conferencia con una
concatenación de infusiones varias que hace que en el verso 30
muchos opten por creer si es preciso, con tal de que se calle.

Aparece ahora un texto que no tiene mucho que ver con lo


anterior, se trata de una distorsión sobre el original y un pequeño
cambiazo tan sutil como en los capítulos anteriores.

419
Carlos Caballero

En esta parte del original, se debía estar indicando el


fundamento filosófico del mese Ieshú, un pensamiento cuyo eje era
la empatía y la inteligencia emocional, pero que no voy a explicar
más, porque esta obra es un ejercicio de historia, no de filosofía.
Aunque si tienes interés en conocer un poco más sobre el
pensamiento del faraón esenio puedes acceder a uno de los 200
libros upanishads de que consta la biblia hindú, en concreto, el
llamado Isha Upanishad, o “libro de Isha”, que es el nombre con el
que nuestro héroe brahman (u hombre-dios) quedó registrado para
la posteridad por parte de los magos que le acompañaron desde su
concepción en las faldas de los Himalayas, hasta Egipto donde
nació, y le dieron instrucción durante su infancia y adolescencia.

Por cierto, Isha es el término intermedio que va de camino


entre “Isis“ e “Ieshú“, a partir de esto cada quien que extraiga sus
propias conclusiones.

Este pensamiento original tenía que ver con la liberación del


deseo, deseo que nace de la ignorancia, la raíz de todo mal.

Lo que en sánscrito vienen a ser los deseos, se transformaron


en demonios en la literatura evangélica greco-romana. Y para matar
esos deseos, nada de conseguirlos y sublimarlos, sino que no había
otro camino que sufrir. Cuanto más sufrimos más cerca estaremos
de subir al cielo.

Si deseamos fornicar, hay que castrarse, o mejor castrarles a


ellas que son las culpables de que las deseemos tanto, castrarles y
taparles todo el cuerpo para que no nos pongan más cachondos.
Que deseamos comer bien, mejor ayunamos hasta que se nos pase.

420
El Evangelio de Hermes

Que deseamos prosperar y tener dinero para darnos un caprichillo


de vez en cuando, mejor es donárselo a la Iglesia que ella está más
cerca de dios y sabe lo que quiere.

Sufrir y sufrir para ganarse el cielo, haber usted, que ha


sufrido poco golpéese con un látigo en la espalda o sufrirá quizás
durante toda la eternidad, porque soy un dios tan cabrón que a mi
propio hijo el que más quiero lo hago torturar para que quede libre
del deseo. Y vosotros vais a tener más suerte, podéis sufrir lo que
queráis, eso me encanta, pero con que creáis es suficiente, no os
pido más.

Verso 33: “Simiente de Abraham somos, y jamás hemos


servido a nadie; ¿cómo dices tú: Seréis libres?”

Verso 34: Jesús responde: “De cierto, de cierto os digo…”


recurso humorístico que consiste en repetir siempre un chascarrillo
que se identifica con el personaje que recrea el humorista, y sigue
“…que todo aquel que hace pecado, es siervo del pecado”. La forma
es de chiste, pero el fondo es todo un profundo pensamiento de
que el vicio, o el deseo, es lo que impide al ser humano ser libre.

Es difícil reírse llanamente de lo serio, pero el greco lo borda.

Verso 41: “Nosotros no hemos nacido de fornicación; un


padre tenemos, que es Dios”. Según esto la Iglesia ya no puede decir
que el kristo es el único hijo de dios. Todos los descendientes de
Abraham al menos, o son hijos de dios, o no conocen padre. Pero
no te pierdas lo que dice en el siguiente.

421
Carlos Caballero

Verso 44: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los


deseos de vuestro padre queréis hacer”. Con esas cómo no se iban a
cabrear los fariseos…

De vez en cuando nos encontramos con joyas como ésta del


verso 46: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?”. Cuando
vi este verbo por primera vez salté de la silla.

Si de algo en mi autista existencia puedo vanagloriarme es,


de ser pobre por haberme pasado la vida leyendo, sin embargo,
nunca me había topado con la palabra “redargüir” en otro texto que
no fuera el evangélico. Puede ser que la palabra tenga vida propia y
me haya esquivado desde que me enseñaron a leer, pero puedo
asegurar que su significado me sigue esquivando burlonamente.

En la RAEL se nos presenta la definición de “redargüir” como


“convertir el argumento contra quien lo hace”. En primer lugar no se
me ocurre como se puede convertir algo contra alguien, la RAEL
debiera haber puesto, y perdón por la corrección, “dirigir un
argumento contra quien lo hace”, sin embargo, parece que es una
palabra que se ha inventado para traducir del griego élegchos, que
significa “convencer”, “reprobar” y también “amonestar”, y es que
el griego antiguo es complicado de traducir, pero de ahí a que
signifique “rebotar la acusación” hay un trecho. En Timoteo 3,16 se
utiliza como “probar”, “convencer” o “evidenciar”…

Yo te voy a decir, si me lo permites, lo que significa. Significa


que el que lee es siempre un ignorante cateto que debe creer lo
que pone porque está escrito, y ya está, y porque lo escribió alguien

422
El Evangelio de Hermes

tan sabio como dios o tal vez dios mismo en un día nublado. Pero
no se admiten discusiones.

En el verso 48 y siguientes llaman al kristo “demonio” para


poder juzgarlo, y para qué nos vamos a meter en lo que significaba
el daimon para los griegos. Le estaban diciendo guapo y no se
enteraban. Gracias al evangelio el infierno está lleno de guapos
presentando poderosos redarguyimientos para no salir de ahí.

En el 59 lo sacan del templo a pedradas por meterse con


Abraham, pero debían tener mala puntería para poder crucificarlo
luego, qué poema.

423
Carlos Caballero

424
El Evangelio de Hermes

38.- Últimos signos sabáticos (Jn, 9, 10 y 11)

En el capítulo 9 se describe otra señal, otro milagro, el cristo


cura a un ciego. Se trata de pura hechicería, saliva, barro, alguna
hierba antiséptica, y vualá, alguien se cura una conjuntivitis crónica.

A cuántas brujas habrán quemado por cosas parecidas. Pero


eso es lo de menos, lo importante es que le vuelven a llamar Rabí, a
pesar de las pedradas, y regresa también en sábado, el día en que
según el dramaturgo, ni respiran los judíos, si es con esfuerzo.

El ciego sirve de testigo y le marean los fariseos para que les


cuente cómo ha recuperado la vista. El kristo afirma que ha venido
para que los ciegos vean, y que los que ven queden ciegos, y que,
mientras permanezca en el mundo, habrá luz. En eso hay que darle
razón, en cuanto se fue apagaron las luces durante prácticamente
1.700 años. Se trataba en el original de ciegos metafóricos, y que el
maestro los iluminaba mediante instrucción, pero la caricatura sin
quererlo también profetizaba lo que finalmente pasó.

El capítulo 10 comienza con el típico “de cierto, de cierto os


digo…” que preludia alguna nueva viñeta cómica. “El que no entra
por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte,
el tal es ladrón y salteador”. Metáfora muy pastoril, como todo el

425
Carlos Caballero

evangelio. Luego viene un embrollo tremendo para dar a entender


que los buenos son los borregos y los malos los lobos, los que
arrebatan, los que se acechan en la noche. Curiosamente en el
Apocalipsis es el kristo el que regresa “como ladrón en la noche”,
pero ¿verdad que no se lo vamos a tener en cuenta?

Todo este rollo viene para justificar el verso 8 en el que se


presenta el gran pilar del edificio de la Iglesia: “Todos los que antes
de mí vinieron, son ladrones y salteadores”. Toma ya, hasta el
bendito de Abraham, Moisés y David, y ojo que su madre también
vino antes que él… no sé cuántas eucaristías se habría tomado ya.

La frase anterior es una premisa que tiene claramente por


objeto extraer al cristo de la cadena de faraones y de hebreos de la
línea rosa, pero es que la sentencia se las trae.

Con esta lindeza Roma se cargaba de un plumazo 5.000 años


de civilización basada en hombres y mujeres dioses, divinos o
santos, que en realidad es exactamente lo mismo, para implantar la
idea de que su religión, su secta, es la única verdadera, justo el
mantra que repiten todas las religiones y sectas.

Luego, entre rediles, borregos, pastores y ladrones concluye


un capítulo en que el cristo se presenta como “el buen pastor”, y
todos los demás son el lobo malo. Y también lo de siempre, que el
que cree es bueno y el que no qué malo. Los judíos lo peor porque
vuelven a coger piedras y el de la boquita de plata huye hasta el
Jordán donde le pide al bautista que lo regrese por donde vino.

El capítulo 11 es el acabose, kristo resucita a un tal Lázaro,


porque era un coleguita, y para qué, ahora sí, si ya no te crees su

426
El Evangelio de Hermes

rollo, es que eres un fariseo que mereces la pedrea, la crucifixión y


ser flameado para mandarte al infierno bien purificadito.

El empiece es como los demás, un torrente de caluroso


escarnio. “Estaba enfermo, pues, uno llamado Lázaro, de Betania, la
aldea de María y de Marta su hermana”.

El “pues” ahí es elegante, como el de los vascos, vamos bien.


Pero luego te da una referencia acongojante “Betania, la aldea de
María…”. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez porqué casi todas
las mujeres evangélicas se llaman María, y ninguna de ellas tiene
apellidos? Yo creo que cuando el dramaturgo copiaba del texto
original de Merit, los nombres, siendo egipcios, vendrían con la
titulatura real completa, donde uno de los títulos suele ser el
nombre de “Mari”, que es para mí el de la nodriza, y éste señor, sin
saberlo y para abreviar agarraría este “Mari” como nombre de las
citadas. Es que si no, no se explica.

Quizás en este capítulo 11 el dramaturgo es más listo de lo


que parece y se propone dinamitar la costumbre de la vía láctea, y,
de paso, adulterar el significado de la palabra “amor”. Verso 5: “Y
amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro”. Según esto,
Marta sería la esposa del esenio, y ese “su hermana” debió referirse
a la hermana de él, y no de Marta, lo que explicaría el nombre de
María como Merit, o la nodriza de la descendencia de Ieshú. Sin
saberlo, el dramaturgo nos pasó una clave que podría significar que
el maestro Ieshú no tuvo una esposa sino dos. De cualquier modo,
entretenido para el público que a la vuelta de un rato contemplaría
a un par de moritos o moritas siendo devorados en vivo por fieras
hambrientas. Los metasignificados no serían de mucho relieve.

427
Carlos Caballero

Pero hay más carnada. El tal amante Lázaro decían que


andaba dormido, y que estuvo el kristo con él dos días hasta que le
entraron ganas de volver a Jerusalén donde lo acababan de sacar a
pedradas. Cuando le preguntan si sería peligroso, éste dice, verso 9:
“Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? Si alguno anda de
día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo”. Verso 10: “Mas si
alguno anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él”.

Le pintan con melenas, pero con frases así no sé cómo no se


quedó calvo. Después anuncia que Lázaro lleva cuatro días muerto.

Y luego ofrece este verso, el 16, muy peculiar: “Dijo entonces


Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vayamos también
nosotros, para que muramos con él”. La conjunción de estos tres
elementos: “Tomás + Dídimo (gemelo) + condiscípulos” significa dos
cosas, una que Tomás era el hermano gemelo de Ieshú (Tiago sería
entonces menor), y la otra, que el evangelio original le colaba un gol
al censor de Nicea sin tener en cuenta al dramaturgo, quizás un gol
en propia puerta al no darse cuenta de este controvertido detalle.

La parte “muramos con él” es otro guiño al rito de iniciación.

En el verso 23 se lee: “Le dijo Jesús: Tu hermano resucitará”.


Esto junto a lo de que “andaba dos días dormido” implica que había
burundanga35 de por medio. Si no que se lo digan a los de Haití.

35
La burundanga o polvo de escopolamina es un tóxico muy potente que
se utiliza tanto para robar y violar a turistas como para el ritual de
zombificación. Los servicios de inteligencia lo utilizan también como suero
de la verdad, ya que en dosis pequeñas se anula totalmente la voluntad de
las víctimas. En dosis mayores produce una muerte reversible si se aplica

428
El Evangelio de Hermes

Luego un trabalenguas, escarnio del rito de momificación


egipcio y de los judíos que querían imitar pero lo hacían de
cualquier manera, pues salía el muerto caminando… También
cuando en el verso 39 indica que el muerto “hiede”, en el teatro los
actores gesticularían cómicamente, pero a los de Nicea les vino de
perlas para demostrar supuestamente la autenticidad del milagro.

Se mofa también de los cubículos excavados en la roca en


comparación con las grandes estructuras piramidales de los
sepulcros egipcios, describiendo el de Lázaro (verso 38): “vino al
sepulcro. Era una cueva, la cual tenía una piedra puesta encima”.
Una piedra que se mueve con facilidad (verso 41).

Y del embalsamamiento judío en comparación con el egipcio


pues Lázaro era ya una momia (verso 44): “Y el que había estado
muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro
estaba envuelto en un sudario”. Ok, pero ¿cómo salió si tenía las
manos y los pies atados con vendas, a saltitos?

El verso 49 es interesante porque nos presenta a Caifás como


sumo sacerdote del Sanedrín decidiendo de manera arrogante que
muera el cristo en lugar de toda la nación judía. Así el dramaturgo
cree justificar la edad del kristo prevista en 33 años quitándole toda
la nobleza de la inmolación que históricamente pudo tener lugar.

El texto que intercambiaría por el de la caricatura del capítulo


11 describía seguramente algo muy distinto al de un judío
condenando a otro judío.

antídoto antes de 3 días, aunque deja lesiones neuronales proporcionales


al tiempo de intoxicación.

429
Carlos Caballero

El verso 49 oculta lo desarrollado aquí. Éste y el 51 muestran


un gen literario que desprende desprecio “sumo sacerdote de aquel
año”, pues en Roma se consideraba que los mejores personajes
ocupaban cargos vitalicios. Y la caricatura prosigue diciendo que el
kristo tuvo que esconderse en Efraín de los judíos que querían
matarlo. Otro gen en el verso 57 menciona “sumos sacerdotes” en
plural, un indicativo de idéntica factura antisemítica que además
presenta a los judíos como desorganizados y divididos.

Creo que es momento de hacer un inciso para anclar lo que a


partir de este capítulo viene a aportarnos la arqueología y la
historia, para poder hacer un saludable contraste.

En primer lugar, el sumo sacerdote del sanedrín de Jerusalén


era en aquel momento Hannan ben Seth y no Caifás. Este señor era
partidario de la guerra total contra Roma y de coronar al joven
mese como caudillo de todas las naciones. El tercer nombre de Seth
que no dice nada en un contexto judío, en un contexto egipcio dice
mucho, se trata del arquetipo de la mayor fuerza destructiva de la
Naturaleza, el hermano y asesino de Osiris, nombre que acuñaría el
zelote en el momento de su nombramiento para resaltar el
propósito de alzarse contra Roma. Sin embargo, en contra de la
voluntad de éste y de la mayoría del sanedrín, el mese Ieshú eligió
precisamente inmolarse por la paz para evitar la guerra, una guerra
que en aquel momento probablemente la hubieran ganado los
judíos. El hombre-dios también se puede equivocar, es un hombre.
Pero es un hombre especial, un iluminado, y como ya hemos
resaltado en páginas atrás, este tipo de hombres son pacifistas,
entre otras cosas, aunque no entandamos sus razones.

430
El Evangelio de Hermes

Hannan ben Seth se opuso tan frontalmente que amenazó


con renunciar a su cargo si se entregaba al dios a Roma, y además
se firmaba un acuerdo de paz indefinida con la bestia de Roma, a
quien quería definitivamente eliminar para siempre.

El mese Ieshú se encerró con los 70 sacerdotes del sanedrín


para discutir el plan de actuación ante las numerosas legiones que
se encontraban congregadas en la región. Ni de coña para cacarear
lo de que, si me crees no me dejas de creer, como pinta el falso
evangelio. Discutieron sobre el futuro del continente rojo en manos
de Roma, sobre la posible aniquilación total del árbol de la vida, el
árbol del ank, y todas sus hebras.

El mese Ieshú por algún motivo apostó todo a la empatía


humana y creyó que con su persona como garantía judíos y
romanos aprenderían a vivir en paz y armonía. Sin embargo, la
historia indica que una parte de los romanos incumplieron su parte
del trato, en concreto los procuradores y sus simpatizantes, quienes
hubieran desencadenado la mayor contienda conocida de no
haberles declarado la guerra el propio Tiberio, defensor a ultranza y
a la manera socrática de la legalidad, el derecho y los pactos de
estado. Fue anecdótica y temporal la honorabilidad de Roma, pues
sólo mientras vivió Tiberio fue respetada esa paz.

De lo que le ocurrió al mese no sabemos nada, no hay


arqueología, y la historia está completamente sesgada por
influencia del cristianismo romano como para obtener un
seguimiento razonable de sus pasos posteriores a la afrenta. Hay
registros que demuestran que anduvo en India y Paquistán. Los
mormones aseguran que anduvo también en Atlán (América). Los

431
Carlos Caballero

cátaros de Carcasonna en Francia aseguraban haber albergado allí a


la familia del mese, durante generaciones. Hay más rastros en
Florencia, Barcelona y algunas aldeas escocesas, así como en casi
todas las catedrales góticas, pero no dejan de ser indicios
razonables y también esotéricos.

Conociendo cómo se las gastaban los romanos, lo más


probable es que lo empalaran en una rama de olivo como se hacía
con los corderos a la hora de asarlos, aunque también es posible
que Tiberio llegara a tiempo y lograse liberarlo de algún modo que
pudiera dar lugar a la creencia de la resurrección que sirvió para
fundamentar el cristianismo romano.

Al mese le habían enseñado que la vida por la Tierra era un


paseo, sabía que volvería más veces como lo había hecho siempre,
para retomar su andadura, su camino personal de aprendizaje,
años, décadas, siglos quizás más tarde para saborear también una
existencia más placentera que aquella.

Sabía que, como muchos otros avatares antes que él, su


gesto por la paz, el desprendimiento de sí mismo por el bienestar
de la gente judía y romana, aunque fuera temporal merecía la pena,
y además iba a regresar con los dioses y con la mente o conciencia
cósmica, regresaba verdaderamente a casa. Además, si la damnatio
no se ensañaba mucho, seguramente viviría para siempre en la
memoria colectiva, inscribiendo este acto de amor en el código
genético humano, porque todos los gestos altruistas, así como
muchas monstruosidades que realiza una persona quedan grabados
con mallete y cincel en el alma colectiva de la humanidad por
muchas generaciones.

432
El Evangelio de Hermes

Así funciona la naturaleza, hemos sobrevivido durante


millones de años como especie, y hemos logrado adaptarnos a
prácticamente cualquier entorno y cualquier condición gracias
precisamente a que lo que le sucede a los individuos, queda
grabado en el genoma al alcance de toda la especie.

Ieshú mese conocía estos axiomas y estaba feliz de contribuir


a que la humanidad fuese un poco mejor, un poco más consciente,
o un poco más más avanzada, por motivo de su inmolación, y
seguramente concibió su nombre escrito en papiro, pergaminos,
tablas y en la piedra, para inspirar la paz y la concordia durante
generaciones. Cómo imaginar las bestialidades que se iban a
cometer en su nombre, y que la más esperpéntica de sus
caricaturas posibles se fuera a convertir en religión mayoritaria.

Ieshú mese había sido entrenado y educado para eso. Su


casta era la de los hombres y mujeres que se sabían inmolar sin
pestañear desde para evitar una masacre, hasta para enviar un
mensaje a los dioses. Sabían que nada es real salvo la conciencia,
esa conciencia en la que escribían sus nombres. Su cuerpo no les
pertenecía, el cuerpo no era el ser, y, por tanto, no se les podía
hacer ningún daño a través de ese cuerpo, sino todo lo contrario,
trascender el dolor del cuerpo queriendo aferrarse a la vida, los
templaba como espadas al fuego, los hacía más grandes, más
fuertes, más dioses.

De haber sido clavado a un olivo como cualquier otro


rebelde, probablemente habría inhalado ese mismo polvo que
sumió a su cuñado Lázaro en el sueño ese que se parece tanto a la
muerte. Y así, con premeditación y alevosía más que suerte, si el

433
Carlos Caballero

trance no era muy prolongado y si las lesiones no eran demasiado


graves, lo podrían devolver a la vida de nuevo.

Ese era el pensamiento que tendría el mese en la noche que


mandó reunir a sus generales para que firmaran el compromiso de
paz que se proponía sellar con su persona. En la mañana siguiente
entregó su cuerpo como si fuera un cordero con cuya carne saciar el
apetito de guerra de dos bandos enfrentados durante siglos.

Entregó su cuerpo mas no su alma, a la cual se aferró con


todas fuerzas en el momento de inhalar la muerte.

Todos creían que no serviría de nada, que debía actuar como


lo hicieran sus antepasados mese, presentando batalla hasta
eliminar al último de los extranjeros. Era consabida la falta de
escrúpulos y de cualquier tipo honorabilidad en los romanos a la
hora de alcanzar sus objetivos. Y así sería, pero mientras el
emperador Tiberio vivió, el compromiso por parte de Roma contra
todo pronóstico también se cumplió.

Desde muy antiguo, desde que recuerda la memoria, desde


los tiempos en que el norte de África y oriente próximo eran
bosques frondosos y estepas de interminables pastos, la nobleza
implicaba este tipo de inmolaciones, este tipo de esfuerzos por el
amor de un pueblo. Pero nunca había sido como éste, siempre se
habían enfrentado dos nobles o dos dioses, en santa justa. En esta
ocasión se enfrentaba sólo a la muerte, y la única arma que
mostraba era su fe, pero no esa fe del necio que no quiere ver con
sus ojos, sino fe de certeza, fe en el amigo, fe fundamentada en la
experiencia. Tan seguro estaba Ieshú mese de la lealtad y el amor

434
El Evangelio de Hermes

de su pueblo, que quiso ser aval de la paz, es decir, si uno sólo de


sus compatriotas judíos rompía esa tregua, su cabeza rodaría
separada del cuerpo.

De los faraones a los mayas, de los brahmanes a los samuráis,


pasando por los caballeros que dirimían sus diferencias fronterizas
mediante el viejo arte del lance a caballo, de cuyo recuerdo nace el
nombre de un río en Burgos que se llama “Arlanza”, siempre existió
esta casta de hombres y mujeres de una madera especial, inmunes
al dolor y al miedo, cuyo destino era el sacrificio para perpetuar la
justicia en la Tierra, para cocinar leyendas e impeler a las naciones
para que se enciendan de luz y no de guerra.

Tiberio contuvo a la bestia todo lo que pudo. Su predecesor


Julio César Augusto, curiosamente lo había nombrado emperador
bajo la encomienda de pacificar esa zona del mundo donde había
nacido la civilización humana, al considerarse a sí mismo incapaz de
contener la ambición de la maquinaria bélica romana.

Y esa paz fue larga conociendo el ansia de Roma. Duró 20


años, tanto como la vida de Tiberio hasta que Calígula, en el año 37,
lo mata precisamente para culminar el genocidio pendiente.

El corazón de un muchacho-dios tuvo mayor peso en la


balanza de Sekmet que el de todas las gens patricias de las 30 curias
que fundaron Roma 750 años antes del hecho cristiano. Ningún
tribuno de los Junios, los Julios, los Claudios, los Augustos, los
Domicios, los Pinarios, los Postumios, los Valerios, los Sergios, los
Servilios, los Cornelios, etc. fue capaz de acallar la voz del
emperador y sumo pontífice Calígula, en su reclamo por el oro

435
Carlos Caballero

pendiente del oriente con la excusa de darle una jubilación honrosa


a los tantos legionarios que mantuvo en el paro, construyendo
calzadas y puentes, el emperador anterior Tiberio.

Calígula esgrimió con gran elocuencia una ley promulgada


precisamente por Tiberio, en la que se especificaba el tiempo de
servicio militar en la legión, la cuantía de la licencia y los términos
de dicha jubilación, y con ese mismo susurro típico de todos los
pontifiex máximus del futuro, supo conducir al Gran Senado de
Roma hacia la traición y la violación de su compromiso con el joven
dios. Tuvo mayor peso la elocuencia de los políticos que el honor
del imperio romano, un imperio cuyos fundadores habían mamado,
no de una loba como cuenta la tradición, sino de una hiena.

Lo que vendría después ya lo hemos perfilado en los capítulos


precedentes sobre las revueltas judías.

Roma le tomaría en adelante demasiado gusto a la violación


de los derechos humanos y de la palabra escrita, adicción diría yo.

Nos hemos desviado un poco del análisis que estábamos


haciendo sobre el capítulo 11 del Juan oficial, pero era pertinente,
pues pudiera parecer que de tanto drenar la pus de este texto, me
estuviera sumando a la parodia del dramaturgo grecolatino.

Como advertí desde un principio la realidad histórica y


arqueológica es mucho más apasionante, bella y radiante que la
que propone el moribundo evangelio de Roma. Nos asomamos a
una era de luz, a tiempos donde la verdad se va a imponer en todos
los frentes, y este trabajo es sólo mi pequeño granito de arena.

436
El Evangelio de Hermes

39.- Domingo de ramos, un pasillo de escobas (Jn, 12)

En este capítulo la insolencia del dramaturgo greco-romano


va creciendo en vilipendio hasta convertirse en soez.

En el verso 3, María, la hermana de Lázaro embalsama al


cristo estando todavía vivo. Ironía sutil sobre la fama balsámica de
los esenios como descendientes directos de los faraones.

Se presenta el aspecto de Judas, en el 4, agarrado a la bolsa


de los denarios, y regañando a María. Cuando históricamente Judas,
cuyo nombre desconocemos, sería la mano derecha del Kristo y
quien, posiblemente, llevaba el pago para su rescate o quizás su
manutención. De nuevo el mundo al revés.

El kristo, en el 8, reclama un masaje diciendo “a los pobres


siempre los tenéis con vosotros, mas a mí no siempre me tenéis…”.

En el 10, el aroma de tanto ungüento llega a los sacerdotes y


resuelven matar también a Lázaro.

En el 15, la broma es el apogeo del esperpento presentando


por primera vez en el evangelio, la palabra “Sión”, y entre hembras:
“No temas, hija de Sion; he aquí tu Rey viene, sentado sobre un

437
Carlos Caballero

pollino de asna”. Sutil ironía, deja implícito que el kristo fuera tan
flaco como para ser cargado no ya por una burra, sino por una cría.

Si la literatura sánscrita y la tradición gnóstica describen al


mese avanzando con sus tropas a lomos de elefantes, en esta
parodia entra en la escena sobre un bebé de burra, y además
hembra para erosionar la virilidad infinita que se obtenía del Arte
Real, o sexo de los dioses, que le atribuyen al mese otras fuentes.

Y en lugar de un pasillo de lanzas y estandartes, como se


hacían en los recibimientos de la realeza en los antiguos protocolos,
aquí se escenifica un pasillo de ramas de palma, que ahora nos
parece un rito muy curioso, pero que en aquel tiempo era un pasillo
de escobas. Con ese tipo de ramas era como que se barría el polvo
de las calles y de los patios, es decir, eran ¡puras escobas!.

Aún resuenan por el Universo las carcajadas de la gente vip


grecorromana, contemplando esta escena sin diálogos.

En el 20 y sucesivos se presentan ciertos griegos interesados


en conocer al kristo y adorarle. Es en verdad el mundo al revés.

En el 24 se presenta el mito de Ceres u Osiris en el formato


preferido por la agricultura romana, el chascarrillo: “De cierto, de
cierto os digo…”. Aparece de nuevo el tartaja para que el público
tome aire para lo que viene: “que si el grano de trigo que cae en la
tierra no muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.

La idea central de todo el evangelio romano es, que el jefe


debe morir para tener muchos seguidores, seguidores a la muerte,
claro está. En el texto de Merit aparecería descrito el mito de Osiris

438
El Evangelio de Hermes

o Ceres de manera parecida, cabe suponer, pero interpretado como


fruto para la paz, como ejemplo para que surjan más rebeldes que
se sacrifiquen por el bien de su pueblo, y no lo que se entiende
ahora, es decir, el hacerse famoso para fundar una religión como
entendieron los de Nicea.

Para éstos la humanidad y el Ser divino es lo de menos. No


quedó después de Nicea ni rastro de los planteamientos del
cristianismo o mesianismo original, tan sólo una sombra débil, un
fantasma pálida, una vaga impronta de lo que fueron los
planteamientos y los horizontes esenios y judíos. La dogmatización
de Nicea y posteriores concilios dejó una religión muy poderosa
diseñada a la medida de los intereses imperiales romanos, y basada
justamente en lo contrario de los planteamientos primitivos, basada
en el más puro antisemitismo, la fe ciega y el terror.

Después de Nicea el mundo tuvo que padecer un imperio


renovado que ya no buscaba civilizar al mundo sino cristianizarlo,
que significaba atropellarlo igual que antes pero sin las ventajas de
la civilización. Después de Nicea la guerra ya no era de conquista
sino guerra santa, y ya no se perseguía a la resistencia por bárbara y
nacionalista, sino por impía, satánica y hereje. Y se ha hecho tan
profundo y tan repetidamente el genocidio de las ideas y de
cualquier expresión de la libertad del espíritu que la gente sigue
lamiendo sus cadenas y dando gracias a dios por ello. Gracias al dios
del poder, al dios del dinero, al dios del resentimiento, al dios del
castigo y del terror, al dios de la negación de los elementos
fundamentales para la vida. Nunca el ser humano fue tan panteísta
como cuando se volvió católico.

439
Carlos Caballero

En el 27 otro disparate. El cristo se amedrenta al saber que lo


van a matar. Salta a la vista la chistosa contradicción, primero
anuncia su muerte y seguido se acongoja. Esto es simplemente una
broma hacia el espíritu de bravura y arrojo que exhibieron siempre
todos los ejemplares de la realeza esenia, la bravura de los
faraones. Hay numerosos registros egipcios de inmolación y de
auto-circuncisión ritual, tal era la fuerza de esta casta divina. Y
también hay iconografía que sugiere la auto-inmolación y la auto-
amputación de la lengua para no revelar información de llegar a ser
atrapados por el enemigo.

En el verso 29, Zeus tronante en forma de ángel lo reprende


por miedoso, y, en los siguientes versos hasta el final, se reproduce
el cantinfleo ya típico del evangelio, para dar a entender que el
sainete había terminado y que podían empezar a aplaudir.

Que si la luz, que si las tinieblas, que si me crees, si no me


crees… y todo eso tan gracioso, y de fondo las profecías de Isis
(Isaías) que son las culpables de los desperfectos de Roma, motivo
por el cual seguidamente podrían merendar plácidamente los
gatitos del emperador. El evangelio canónico comenzó siendo todo
un suculento y catártico espectáculo sobre las arenas de Roma.

440
El Evangelio de Hermes

40.- Paranoia de la última cena (Jn, 13)

Nada de lo que se relata en este capítulo pudo suceder desde


el punto de vista histórico, y desde el esotérico tampoco. Lo que
contenía esta carpeta se desarrolló en otro escenario, en otros
términos y en un marco inverso al de la absurda parodia romana.

El primer chiste aparece en el verso 5, donde hay que


imaginarse al cristo desnudándose en el postre, y al resto de los
actores cada cual asumiendo el carácter arquetípico atribuido
cómicamente a cada una de las 12 tribus allí representadas de
forma implícita, sin perder de vista a Judas que sería el arquetipo de
la propia Judea, haciendo las delicias del público: “y comenzó a
lavar los pies de los discípulos, y a enjuagarlos con la toalla con que
estaba ceñido”.

Y el desenlace en el 8 y 9 que son una bomba: “Le dijo Pedro,


no me lavarás los pies jamás”, “Señor, no sólo mis pies, sino
también las manos y la cabeza”. Yo tampoco lo creería, pero
puedes ir a tu Biblia y comprobarlo.

En el verso 14 se vuelve a vestir, a sentar a la mesa, y explica


lo sucedido, lo que será el undécimo mandamiento: “si yo, el Señor
y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis

441
Carlos Caballero

lavaros los pies los unos a los otros”. Y por si no quedara claro,
explica más, emborronando y liando a los presentes: “De cierto, de
cierto os digo,”ja, ja, ja, “que el siervo no es mayor que su señor, ni
el enviado es mayor que el que lo envió”. Ahí es na… es el arquetipo
social de la Iglesia, el de señoríos y servidumbres, pero en igualdad.

En el 18 señala a Judas implícitamente. Pero me interesa la


construcción gramatical. Lo que pudiera parecer una horterada
literaria que para decir “me dio una patada”, construye: “levantó
contra mí su calcañar”, resulta que si lo analizamos es
tremendamente erudita, pues al ser el calcañar la parte trasera del
pie, astutamente quiso decir el dramaturgo “me dio un coz”.

No creo que el público supiera lo que era un calcañar, por lo


que me imagino al actor de Judas desplegando una patada giratoria
al estilo de Bruce Lee.

En el 20 se prepara al público para otra sentencia del kristo


tartamudo: “De cierto, de cierto os digo…” y sigue con una especie
de queja contra el servicio postal. Supongo que aquí entraba en el
original de Merit alguna mención a las cartas con fechas en
referencia al nuevo rey esenio interceptadas por las autoridades.

En el 21, por si alguien no se había enterado todavía, y por si


Judas no se hubiera ruborizado suficientemente debajo de la mesa:
“De cierto, de cierto os digo,” … “que uno de vosotros me
entregará”.

El 23 es un verso que me encanta, uno de mis preferidos, un


guiño a la lírica barroca que emana de lo más profundo del
hermetismo cristiano. A pesar de pasar por la dramatización de la

442
El Evangelio de Hermes

parodia, y por la cristalización en sobriedad de Nicea, este verso nos


ha llegado con tal claridad que es uno de los versos que más cismas
y estudios ha desatado dentro y fuera de la iglesia: “Y uno de sus
discípulos, a quien Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús”.

Es una frase lapidaria, si éste era el discípulo que Jesús


amaba, una de dos, a los otros discípulos no les amaba, o bien, este
discípulo era la esposa del maestro. El propio arquitecto del falso
evangelio nos dejó esta preciosa cuña para demolerlo.

El 24 a punto está de costarle la cabeza a Leonardo da Vinci


por pintar en el refectorio del Convento de Santa María de Gracia
en Milán, el fresco donde aparece Simón Pedro amenazando con la
mano sobre el cuello de la esposa del maese Ieshú, además de otros
sutiles detalles como ponerle a Judas la fisionomía del monje
Savonarola, un conocido intrigante del santo oficio de su tiempo.

Cuántas veces estuvo comprometida la vida y el respeto de


este genial historiador, científico y artista del renacimiento, por su
conocimiento hermético. Lo que no sabemos es cómo consiguió
llegar a viejo, el buen Leonardo (o león que arde, luminoso).

Hubiera querido Leonardo (estoy seguro) pintar a este


discípulo a quien el maestro amaba, recostado sobre su pecho, pues
en verso 25 dice literalmente: “recostándose sobre el pecho de
Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?”.

En los siguientes versos, le indica a su amante, el supuesto


Juan, que nosotros sabemos que sería Merit de Éfeso, su anciana
esposa, o acaso su hermana Marta (en cualquier caso la autora de
la biografía original del mese), que es Judas Iscariote el que lo va a

443
Carlos Caballero

traicionar. Nadie más lo sabe, ella es la persona más íntima del


maestro, lo conoce mejor que nadie, siempre se ha sentado a su
lado en lugar de encargarse de las labores serviles y domésticas que
en esa época eran responsabilidad exclusiva de las mujeres.

Por fin el último deseo en el verso 34: “Un mandamiento


nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros; como yo os he
amado, que también os améis los unos a los otros”. Esto es un
fistro36 de mandamiento. Las alteraciones de los de Nicea sobre el
texto dramatúrgico llegan a ser, como en este caso, tan arbitrarias y
apresuradas que el resultado son incoherencias y redundancias tan
garrafales como ésta.

Por un lado, aparece un corte en mitad de la frase al colocar


en el texto un “;” donde no tiene sentido, o bueno, no tiene otro
sentido que indicar que al cristo algo le interrumpe en mitad de la
frase: “Que os améis los unos a los otros”, se ve que ahí en la escena
saldría por la puerta, para asomarla cabeza al instante y añadir:
“como yo os he amado (pícaros)”, y seguidamente, pudiera haberse
dado un típico coscorrón de payaso, por ejemplo, con el canto de la
puerta. Un batacazo tan grande que le produciría cierta amnesia tan
cómica como para repetir lo que acababa de decir exactamente
igual, pero medio tambaleándose: “que también os améis los unos a
los otros”. Chespirito o José Mota hubieran bordado esta escena.

36
“Fistro” es un palabro inventado por el humorista español Chiquito de la
Calzada, que viene a significar “chapuza”, “esperpento”. Este actor sería
un excelente candidato para representar el papel protagonista en la
comedia del evangelio romano.

444
El Evangelio de Hermes

En el verso 39 justifica la escena en la que el mese Ieshú se


entrega a la autoridad romana.

Según la tradición gnóstica fueron varios los que se


presentaron a las autoridades afirmando ser Ieshú con la intención
de salvar al auténtico. El dramaturgo quiere ridiculizar esta actitud
presentando al propio Simón Pedro como uno de ellos, ya que este
general fue capturado posteriormente y conducido a Roma donde
pasaría el resto de vida sirviendo de escarnio para la corte, y de
ejemplo de cobardía para la curia probablemente por haber
perdido la razón ante las atrocidades que vería cometer tanto en la
lucha como en las mazmorras de Roma, donde murió a una edad
avanzada. Por cierto, los restos que se presentan en el Vaticano
como reliquias pertenecientes a Pedro no pueden ser de Pedro,
porque tanto el C14 como el estrato arqueológico donde fueron
hallados son del siglo IV.

Ante tal supuesto urdido por el ingenioso dramaturgo, el


deseo de Pedro de sustituir al kristo en la pasión: “Le respondió
Jesús: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No
cantará el gallo, sin que antes me hayas negado tres veces”.

La distancia entre lo registrado por el greco y lo que ha ardido


encoge el alma y endurece cualquier empatía hacia Roma, a la vez
que da vértigo comprobar en qué se ha convertido lo que empezó
siendo una alegre parodia ejemplar en el género del esperpento.

La arqueología pone de manifiesto que Pedro es considerado


el primer papa de Roma por el mero hecho de encontrarse sus
supuestos huesos conservados allí entre paños de seda y oro. Sin

445
Carlos Caballero

embargo, otras fuentes indican que estuvo allí en calidad de cautivo


y en deplorables condiciones hasta que le llegó la muerte.

Hoy sabemos que para apoyar su proyecto de religión con


reliquias arqueológicas, los de Nicea rebuscaron entre los osarios de
las mazmorras de Roma unos restos de complexión similar a los de
Pedro para empaquetarlos con toda solemnidad y dar a entender
que en Roma fue recibió como el apóstol que decían que fue.

Se trata de otro personaje de longevidad admirable, pues el


carbono 14 da a estos huesos una edad del tercer siglo de la era.

446
El Evangelio de Hermes

41.- Las bases de la fe romana (Jn 14, 15, 16 y 17)

El capítulo 14 parece haber sido diseñado al completo por los


señores de Nicea, pues sienta las bases de la fe cristiana rebozada a
la romana. Parece un contrato de patente con dios, un contrato de
exclusividad, un monopolio de lo divino del que sólo puede haber
un distribuidor posible: el kristo romano.

En este capítulo, el primer mandamiento de “amaros a tope”


que hizo reír tanto al público grecorromano, se transforma en
amenaza y en el título de la oración más católica de todas, nacida
como hija primogénita del primer concilio ecuménico, el credo. En
él se especifica que ni leyes de Moisés ni amoríos de unos a otros ni
ná, aquí el único mandamiento va a ser: “o crees, o te vas a paseo”.

Tomás en el verso 5 pregunta ingenuamente, como para que


nos olvidemos de la idea de que era dídimo, su hermano gemelo.

Felipe, un evangelista apócrifo nos es presentado en el verso


8 como el toca-pelotas que hace perder la paciencia al dios único.

En el 12 vuelve el chiste de tartajas: “De cierto, de cierto os


digo…”, y promete que si crees harás mayores obras que él. Y en
eso hay que darles razón, ya que carniceras más atroces que las que

447
Carlos Caballero

han hecho los creyentes, pocas se han visto. Se podría establecer


una ecuación que relacionase en proporción directa la fe y el daño
en las personas sumando tres variables, daños sobre los creyentes,
daños sobre los no creyentes, y daños sobre terceros o colaterales.

Más promesas a granel y en el verso 15 reconoce al menos


que el mandamiento nuevo, que no lo busquen en las catacumbas
egipcias… es más bien un mandamiento que se desglosa, y define lo
que es amar: amar es literalmente “obedecer”.

En el 16 promete hasta consoladores para todas. Uno diría


que éste sí que sabe de dar amor, a éste no se le acaban las pilas.

Sin embargo, en el 17 vemos que este consolador, en las


manos de los de Nicea es: el Espíritu de la verdad (y cuidado con las
palomas, que luego se ponen agresivas).

Es como el chiste de aquel que va buscando trabajo y le


preguntan: ¿Cuál es tu mayor virtud? –uf, tengo muchas, soy
trabajador, responsable, atento, equilibrado, puntual, sabio y santo,
por mencionar alguna. ¿Y cuál es tu mayor defecto? –bah, uno casi
sin importancia, y es que digo siempre la verdad. Si no te has reído,
tu espíritu, en minúscula, no es grecolatino.

En el 21 del capítulo 14 un edificio de premisas que se sucede


a lo largo del capítulo para no encontrar otra conclusión que lo de
antes, si no obedeces te va a ir muy mal. En el 26 le faltó decir que
el consolador se llamaba Cirilo y que era el obispo de Alejandría con
400 años de edad.

448
El Evangelio de Hermes

El capítulo 15 tiene otro color, aquí reconocemos al


dramaturgo como deslizándose hacia el estilo homérico, igualmente
retorcido que en capítulos anteriores. Me gustaría comentar todo
pero son bucles sin salida que producen alzhéimer.

El título es de agarrarlo con pinzas “yo soy la vid verdadera”,


dan ganas de cantar el himno verbenero ese de “y al que no le
guste el vino es un animal…”. Y al resto de las viñas ¿qué las pasa?
¿son falsas? ¿Se quedaron a la sombra? Lo que hay que hacer para
cargarse la línea rosa de los hombres y mujeres dioses.

Luego nos llama “pámpanos”, y se pone a hacer bucles y más


bucles de palabras encriptadas de estas que se entienden mejor con
un par de eucaristías encima. Y gloria, y amores, y mandamientos, y
el padre y el obispo y los siervos, y la verdad, y más eucaristías para
“que no pare la fiesta…”.

El capítulo 16 empieza así: “estas cosas os he hablado para


que no os escandalicéis”. Ay, mi madre. La dramatización convirtió
un texto histórico, una crónica, en una obra teatral, una parodia. La
segunda corrupción, la de volverlo serio, se llevó a cabo para hacer
prevalecer al cristianismo romano sobre cualquier otra secta y para
justificar la represión de cualquier tipo de disentimiento. Pero como
buenos siervos de la ignorancia, se les pasaron muchas cosas, y es
que en el siglo IV en que se realiza la corrupción definitiva del texto,
muchos de los significados latinos habían mutado del griego.

En griego “scándalon” (σκάνδαλον) era una especie de cepo,


lazo o trampa para animales, por lo que nunca se hubiera utilizado
en el sentido que aquí se observa. En la actualidad, un escándalo se

449
Carlos Caballero

podría definir como ruido por violación de la moral o por algo


bochornoso, pero tampoco es éste el sentido que quiere dar el
evangelio romano, sino el que se tenía precisamente en el siglo IV
de la era. Entre los cristianos romanos de ese momento esta
palabra tenía un sentido muy concreto: “mantener la integridad de
la fe”. El que no aceptaba las reglas y se desviaba peligrosamente
de la verdadera fe, se decía que se había ido por la vía del
escándalo. Esta significación no podía existir en el idioma del
evangelio, el griego, porque en griego la significación, era muy
distinta, un simple cepo.

Por desgracia el segundo verso es tristemente profético.


Muestra el modelo de evangelización ejercido por los cristianos
romanos sobre los demás grupos, cristianos o no, como judíos,
paganos, herejes, islámicos, druidas, nativos americanos, y
cualquier forma de pensamiento científico y d librepensamiento:
“viene la hora, cuando cualquiera que os mate pensará que rinde
servicio a Dios”. Se observa que no son tontos los de Nicea y usan
doble psicología, se ponen de víctimas para justificar su derecho a
defenderse pasando por encima de todo el que se ponga delante.

Así que, por favor, que nadie me los ataque ya más.

En versos como el 7 habla de que se va a marchar, y de que


va a mandar un consolador para sustituirle (debe ser por aquello de
amarse tanto los unos a los otros).

Bajo un prisma gnóstico, se trata de una despedida muy


diferente a la que propone la parodia. Se trata de la despedida que
hace el mese cuando ya se había curado de las heridas físicas de la

450
El Evangelio de Hermes

crucifixión (de las emocionales nunca se recuperaría), y se disponía


a zarpar hacia el occidente huyendo del holocausto para buscar un
lugar tranquilo donde terminar sus días de forma, contemplativa.
Por cierto, la vida contemplativa de un esenio no era pasándose las
horas viendo pasar las nubes o viendo crecer la barba a la sombra
de un bao-bao como se nos presentan a los monjes cristianos y a los
budas, sino estudiando. La vida contemplativa era abandonar los
oficios cotidianos para dedicarse a la investigación, a la búsqueda
de la verdad en cualquier ámbito.

Lo que el evangelio canónico menciona como “consolador” o


“espíritu santo”, es lo que el texto original en jeroglífico mostraba
como un Horus, un ser alado que representa al hijo de la sagrada
familia entre Isis y Osiris, en su faceta de vengador implacable y de
restaurador del equilibrio universal.

A Horus se le representa como un halcón, y como Roma se


veía representada con un águila, el dramaturgo eligió a la paloma, la
menor de las gallináceas, para representar a este particular Horus
esperpéntico que nos quiere presentar como el rey de los tullidos,
los leprosos, las putas, los ladrones, los borregos, etc.

Cuando la parodia dejó de representarse en los teatros y el


cristianismo se hizo oficialmente romano, se asoció la paloma de
este Horus escandaloso con la del episodio de Noé, y al igual que
todo lo demás, el misterio envolvió lo que antes fue ironía y sátira.

Lo grotesco se hizo solemne y dogmático en Nicea.

Gen osiríaco detrás de “redargüirá” y “espíritu de verdad”


que hace un momento se iba a quedar en lugar del kristo cuando

451
Carlos Caballero

éste se fuera, dice que luego vendrá a terminar lo que el kristo no


pudo, y que, como eso podría amenazar a Roma, el dramaturgo
retoma el estilo cantinflesco para admitir en los versos 17 y 18, que
ni los discípulos le entienden.

En el verso 19 pretende aclararlo y lo empeora, es divertido.

En el 20 profetiza que van a poner todo patas arriba, que los


tristes estarán alegres, y tal.

En el 21, utiliza como metáfora el parto de una mujer, para


decir que lo que duele te hará feliz. Por lo tanto aguanta hermano.

En los siguientes, pasa del “gozaréis” al “pedid y se os dará”,


pues esto es como la política, por prometer que no quede.

Entre las promesas múltiples se encuentra la de que no va a


hablar ya más en “alegorías”, sino que va a hablar claro. Pero
después de varios revoltijos de las palabras creer, amar, el padre,
etc. como es de costumbre, se lía bastante, hasta un discípulo le
dice en el verso 29: “He aquí, ahora hablas claramente, y ninguna
alegoría dices”. Se puede ver en cualquiera de los versos anteriores
que de claro, nada. Este verso y el 30 son unos cachondos: “Ahora
entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te
pregunte; por esto creemos que has salido de Dios”. Újule, diría un
mexicano.

En el capítulo 17 se va acercando el final, el kristo, en pleno


anti-éxtasis místico se dirige a la nada y le pide que le glorifique, es
decir, en la jerga cristiana romana, que le machaquen bien (no hay
que olvidar que para todo buen cristiano romano que se precie de

452
El Evangelio de Hermes

serlo la verdadera gloria es, que le machaquen bien duro en este


mundo, sino que le pregunten a los del Opus Dei para qué sirve eso
del látigo y el cilicio).

El resto es un verdadero trabalenguas, una colección de


complementos sin núcleos ni verbos, cuya única interconexión
posible que cabe y denominador común es, una más que evidente
torpeza mental y léxica.

453
Carlos Caballero

454
El Evangelio de Hermes

42.- Judas, el tesorero fatal (Jn, 18)

En el capítulo 18 se presenta la escena en que Judas entrega


al kristo, que desciende del sopor anterior para subirse a la parra
del cachondeo y preguntarle a Judas, a los fariseos, a la compañía
de soldados romanos, a los alguaciles judíos, a un tribuno del
senado, y a un gato que pasaba por allí: “¿A quién buscáis? – Al
nazareno. – Yo soy ”. Se ve que se camuflaba muy bien.

Se caen todos de culo, pero luego se repite la escena con


Simón Pedro, que también andaba por allí de incógnito, y, como
buen pescador, pues llevaba siempre su herramienta de trabajo,
una espada, le corta una oreja al siervo de Caifás, imagino que por
accidente, pues ¿por qué no se la cortaría al propio Caifás? Además
no concuerda esto con la imagen de cobarde con que se nos
presenta a Pedro a lo largo de todo el evangelio.

Pero nos agrega el dramaturgo que este siervo tenía nombre,


y se llamaba Malco (verso 10). El admirador de Van Gogh era pues
una de dos, o un antepasado de Malcom X, o bien, de otro con
apellidos, Malco Aulelio Bluto. Qué balbalidad.

Después del numerito de la espada resulta que, al rato, le


preguntan que quién era porque no le reconocen…

455
Carlos Caballero

En el verso 11 el kristo le pide a Pedro que envaine la espada.


Si lo hizo éste apresuradamente podemos imaginar el resultado.
Puede que por culpa de este verso los sacerdotes católicos disfrutan
de una espiritualidad castrada, al menos en teoría, ya que si a Pedro
se le acabaron las posibilidades de dejar descendencia por envainar
descuidadamente la espada después de lo de la oreja, su fieles
quisieran emular ese gesto mediante el voto de la castidad. Y
puestos a especular sobre esta escena, también puede que las
marías que contemplaban el nuevo corte tan descojonante, fueran
luego animadas a iniciar la sagrada costumbre islámica de la
ablación genital ¿Por qué si no, se le iba a considerar al Islam una de
las religiones judeo-cristianas?

Prenden al cristo, le leen sus derechos y lo llevan ante Anás,


que rima con Caifás y además era su suegro, y no falta el chascarro
final de que: “era el sumo sacerdote aquel año”, y que aconsejaba
ajusticiar al kristo. El título de Nasi era vitalicio, con lo que el
dramaturgo da a entender que los Nasi no duraban dos asaltos, o se
largaban o tendían a tropezarse con puñales, como Tiberio.

De pronto Simón Pedro se nos acongoja y no quiere saber de


kristos ni de orejas en vinagre. En el verso 17 una criada portera le
pregunta si es uno de los discípulos, a lo que Pedro, que no le
gustan los chismes, responde: “no lo soy”.

En los siguientes, Caifás interroga al kristo, y ante la cuestión


del contenido de sus discursos, éste le responde que pregunte a la
audiencia, y un alguacil le mete media hostia por hablarle feo al
sumo sacerdote de aquel año.

456
El Evangelio de Hermes

Estaba ahí al lado nuestro amigo Pedro calentándose en una


chiscarrilla junto con alguaciles y soldados, se ve que hacía rasca esa
tarde, y le preguntan: “¿no eres tú uno de los discípulos?”. Pedro
debió pensar ¿dónde coño estaba este gilipollas cuando le corté la
oreja al otro paisano?, pero prefirió no montarla y contesto: “pues
claro que no”. Y no mentía, fue un accidente.

En el 27, otro de los siervos del sumo sacerdote de aquel año,


y primo del desorejado, también le pregunta lo mismo, y después
de ver que todos por ahí eran bastante imbéciles, debió de
contestar: “pues claro que no, qué ridículo, yo vine nada más a
calentarme las manos un poco, que hace rasca, y a asarme este
choricillo, no te jode…”. Pero el dramaturgo refiere que nada más
negarlo cantó el gallo.

Y menos mal que ahí cantó el gallo. Sino llega a haber pollos
por allí ese año no se hubiera cumplido la profecía...

Creo que se me está contagiando la ironía del dramaturgo.


No, esto del gallo se concibe con el objeto de desplazar la auténtica
profecía, la del mese, que había circulado durante siglos
posiblemente por todo el Mediterráneo. Aquí el gitanillo del
dramaturgo nos da el cambiazo de una profecía milenaria por una
de última hora que tiene que ver con el valiente de Pedrito
escurriendo el bulto, y el cantar de un gallo.

En el 28 llevan al cristo al pretorio, algo así como el cuartelillo


de la guardia civil, un sitio tan guarro, dice la tradición, que si los
judíos entraban allí se contaminaban y no podían “comer la
Pascua”. Los judíos, como sociedad gastronómica, son exigentes.

457
Carlos Caballero

En los siguientes versos aparece por fin Pilatos dice “¿y éste,
qué ha hecho?” Los judíos, desde afuera y cubriéndose la boca
gritarían que era un malhechor, que por eso se lo entregaban.

Pero el verso 31 es la polla records. Pilatos, como buen


romano les indica que no ve delito, que lo juzguen los judíos con las
leyes judías. Pero éstos se hacen los dignos y dicen “a nosotros no
nos es lícito matar a nadie”. Lo que quiere decir que lo de las
piedritas y tal eran muestras de cariño. Qué severos son los judíos y
qué hipócritas, no dice aquí el dramaturgo entre líneas.

En el 33 pregunta Pilatos “¿Eres tú el rey de los judíos?”. El


comediante en el papel de pretor echaría un vistazo de arriba abajo
al harapiento, cubierto con una toga con la que presuntamente
había lavado los pies a doce transeúntes del desierto, hacía un
ratito, y con unas greñas de esas que sirven para que lo den a uno
sombra en esos momentos de retiro por donde no hay un árbol
donde cobijarse del sol.

Para completar la escena cómica, el kristo responde: “¿Dices


tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?”. Pilatos añade
“¿Acaso soy yo judío?”. Y se repite el chiflado trabalenguas: “mi
reino no es de este mundo…”.

Pilatos ha pasado a la historia como el prefecto de la


corrupción y la iniquidad debido a preguntas como “¿Así que tú eres
rey?” (verso 37) o “¿Qué es la verdad?” (verso 38), y, por si fuera
poco en el 39 se le presenta como alguien que respeta las
costumbres judías, y que quiere liberar al Kristo: “Pero es vuestra
costumbre que yo os suelte uno en la Pascua; ¿queréis, pues, que os

458
El Evangelio de Hermes

suelte al Rey de los judíos?”. Y todos, dice que vociferaron:


“barrabás, barrabás” (verso 40).

De que existiera esa costumbre de amnistiar a un reo por


pascua tengo serias dudas, tal vez sea torpe pero no he encontrado
otra referencia a ella salvo en los textos evangélicos romanos. La
gnosis hermética propone que lo que sí hubo es, una reunión en
presencia de Tiberio, entre los prefectos etnarcas y los generales
hebreo-fenicios, con la presencia también de los miembros del
Sanedrín, pero no hay nada de ningún Poncio Pilatos. En esa
reunión se consensuaba, como dije antes, la paz y la convivencia
entre judíos y romanos, así como la entrega del mese como garante
de esa acuerdo.

Tiberio no quería esa garantía, no la consideraba necesaria, y


además respetaba y admiraba al nuevo patriarca de los judíos. Sin
embargo, el etnarca (probablemente Herodes II) quería la cabeza
del mese por encima de todo. De hecho, ni siquiera se le pasó por la
cabeza respetar ningún acuerdo con unas gentes que quería recluir
en reservas y exterminar, como encomienda de su padre.

De Poncio no hay ningún rastro en la historia, ni siquiera una


referencia asincrónica como ocurre en otros casos cuando los
textos se redactan siglos después de los hechos. Y, precisamente
"pilatos" es un apelativo que significa simplemente “el de la pila”
donde se lavaban. Lo que demuestra que estamos ante otra nueva
corrupción en el texto, una especialmente descuidada.

459
Carlos Caballero

460
El Evangelio de Hermes

43.- Roma no fue, que fueron los judíos (Jn, 19)

El capítulo 19 empieza calentito, el invento de Pilato tiene


que azotar al kristo, pero como sin ganas.

Los soldados ya se lo curran un poco más, corona de espinas,


manto púrpura… Lo de púrpura no tiene nada de especial, es el
tinte por antonomasia de toda la fenicia, el color de los navegantes,
hasta las velas eran de color púrpura. Los que sembraron la
civilización por el mundo eran de tez roja, y las damas de todo el
mundo coloreaban con él sus mejillas para aparecer más hermosas.

Unas cuántas salves, una ración de bofetadas, y Pilatos lo


saca del cuartelillo, para decirle al respetable que por más que
rebusca… y que, como que mucho delito no le encuentra, “nulum
crimen sine lege”, le hubiera quedado bien al dramaturgo.

En el verso 6, sacerdotes y alguaciles, todos ellos judíos


(chusma le faltó decir) gritan “¡crucifícalo, crucifícalo! “… y Pilatos
dice “tomadlo vosotros“…

Y así va transcurriendo un interrogatorio en el que el mundo


sigue del revés.

461
Carlos Caballero

El inocente verso 15 dice: “Respondieron los principales


sacerdotes: No tenemos más rey que el César”. Toma ya, no sólo
rompe con todos los esquemas de las guerras judías, sino que
además ¡ya no había César, estamos en época de Tiberio! Al menos
si este hecho se produjo después del año 14, que es lo más
probable. Por ciento, la edad de 33 años de Jesús en la escena es
completamente arbitraria. Históricamente tendría unos 20 años o
menos, suponiendo su nacimiento el mismo día en que muere
Herodes I el grande, entre el 3 y el 6 antes de la era cristiana.

Pues bien, algún erudito en romanología podría esgrimir,


ante semejante patada del evangelio romano a la historia, que uno
de los nombres de Tiberio era también el de César, pero esto choca
frontalmente con toda lógica y con los usos de la época. De
referirse alguien a Tiberio como “César” le estaría confundiendo de
plano con su predecesor, el primer emperador de Roma César
Augusto, o incluso con el predecesor de éste, el dictador
republicano Julio César, su antítesis. Esta posibilidad es tercamente
ridícula porque a Tiberio se le reconoce en todos los registros y
referencias como “Tiberio” a secas, precisamente para distinguirle
de los dos citados anteriores, o, como Tiberio Claudio para resaltar
su pertenencia a la familia o gens Claudia.

Para ser súbditos de Roma (y hacía medio milenio que la


monarquía se había extinguido en Roma), estos judíos eran un poco
desobedientes ¿no? El Pilatos les está diciendo que lo liberen y ellos
que no les da la gana, coño.

Por fin les entrega el kristo a los judíos, quienes le cargan una
cruz, lo conducen al Gólgota y lo crucifican. Roma así no tiene nada

462
El Evangelio de Hermes

que ver en la ejecución del kristo, sólo se cachondea un poco, pero


eso es sano, recuerda que estamos en clave de parodia. Pilato le
coloca un cartel que dice: “Jesús el nazareno, rey de los judíos”.
Nada de “INRI”, con todas las letras, y además en hebreo, en griego
y en latín, por si pasaba por allí algún despistado.

Para rizar el rizo, los horrorosos sacerdotes judíos le piden a


Pilatos que no escriba “rey de los judíos”, sino que ponga “dijo ser
rey de los judíos”. Pilatos se niega, Roma no obedece a judíos. Lo
que Roma escribe está escrito y escrito está (verso 22).

En el verso 24 los soldados se juegan la capa porque estaba


escrito que así sería. El dramaturgo sin saberlo nos describe el
efecto mariposa: Si no se llegan a jugar la capa a los dados, no se
hubiera cumplido otra profecía, y no podrían salvarse todos los
creyentes pecadores bautizados. Qué cosas.

Entre los versos 25 y 26 reside la mayor parte del misterio


que se le ha atribuido al evangelio de San Juan. Hace un tiempo
levantó airadas polémicas, ríos de tinta, y columnas de humo. Los
más reconocidos pintores se inspiraron en estos versos. Varias
órdenes de San Juan fueron prohibidas y sufrieron genocidio por
alimentar la idea que emerge de estos versos. Júzgalo tú mismo:

Verso 25: “Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la


hermana de su madre María mujer de Cleofás, y María Magdalena”.

Verso 26: “Y cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo que él


amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo”.

463
Carlos Caballero

Verso 27: “Luego dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde


aquella hora el discípulo la recibió en su casa”.

El dramaturgo preservó estos versos, y luego los de Nicea


cambiaron alguna “a” por alguna “o”, pero no pudieron evitar el
jaleo que traerían estos inocentes versos. De haber habido santo
oficio en aquel tiempo se los hubieran llevado a ellos por herejes.

Y todo el discurso anterior lo expresó el kristo clavado en la


cruz. De tanto hablar, es natural que tuviera seca la boca (verso 28).
Le dan de beber un hisopo a base de vinagre (verso 29). Qué tendría
el brebaje que acto seguido se durmió (verso 30).

En el verso 31, el dramaturgo se ingenia una excusa: que el


sábado era grande por la pascua, y se veía poco decorativo tener a
unos tíos clavados ahí a la vista de todos, por lo que los judíos, que
para tirarle piedras a la mozas no preguntan a nadie, le ruegan a
Pilatos que por favor, que los quebrasen un poco las piernas para ir
abreviando. El kristo se libró porque lo notaron ya muerto, y eso de
romper cosas en sábado… Sin embargo, a alguien se le ocurrió
drenar sus pulmones con una lanza, pues el verso 34 dice: “Pero
uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al
instante salió sangre y agua”.

Estos versos son tremendamente interesantes. Incluso hay


uno, el 35, que puede considerarse como una rúbrica de la autora:
“Y el que lo vio da testimonio...”, aunque lógicamente, el
dramaturgo debe dejar caer el telón, y para que el público entienda
que ha terminado el sainete y se arranque a aplaudir, suelta el
farfullo de costumbre en el resto del verso.

464
El Evangelio de Hermes

En el 38 aparece José de Arimatea, que ruega a Pilato que le


deje llevarse al muerto. En la representación, este ruego pudo
consistir en un soborno o algo parecido.

En el 39 reaparece Nicodemo, el de las 100 libras de mirra y


aloe para embalsamar, y entre ambos se llevan al muerto para
momificarlo pero al estilo judío, es decir, de forma tan cutre que se
les levantará el muerto.

En los dos últimos versos se describe que lo metieron en el


primer hueco que encontraron, un sepulcro nuevo y vacío, ya que
donde le debían sepultar les pareció lejano, y por no cansarse con
eso de la Pascua... Debió ser cómico y esperpéntico ver cómo dos
judíos regordetes y con la digestión pesada de tanto cordero
pascual trataban de acarrear al presunto muerto.

En el texto original de Merit, según la gnosis hermética,


podría encontrarse descrito el pasaje de cómo Tiberio debe aceptar
a su pesar que el mese se entregue para sellar el acuerdo de paz, y
que después ofreciera posiblemente una fianza para su liberación,
ante la más que probable mala custodia que iban implementar el
etnarca y los suyos. Debía Tiberio evitar a toda costa que éstos
reventasen el proceso de paz no sólo por su simpatía hacia el mese,
sino estratégicamente, pues siempre sería mucho más valioso un
mese vivo que convertido en un mártir, que es lo que consiguieron
hacer finalmente.

Tiberio efectivamente se reunió con los senadores y los


generales congregados allí en Jerusalén desde todos los puntos del
imperio, (nada de sacerdotes y alguaciles como pretende la

465
Carlos Caballero

comedia), y tienen una larga y acalorada discusión que, o bien


Tiberio pierde y se decide algo con lo que no estaba de acuerdo,
como era la muerte del esenio, o bien, habían planeado traicionar la
voluntad de Tiberio y hacer eso mismo pero a sus espaldas. Sea
como fuere, los tetrarcas habían decidido ejecutar al mese y pasar a
la historia con la gloria de haber acabado con la leyenda y la
posibilidad de reconquista y restauración de la vieja Gran Alianza.

Pero Tiberio, viejo miliar estratega y perro viejo, además


emperador, decide salvaguardar la vida del mese y liberarlo.

¿Por qué no lo hace abiertamente a la vista de todos siendo


la máxima autoridad en el imperio? Es un misterio. Tal vez no era el
momento para enfrentar a romanos contra romanos teniendo
enfrente al mítico ejército de la Gran Alianza. Lo que sabemos es
que debió hablar con los más allegados del esenio para urdir un
plan que satisficiera a todos, un plan muy peligroso y también
doloroso, pero el único capaz de sacarlo de allí vivo sin que los
tetrarcas se sintieran sin autoridad en su feudo: sedar al mese con
alguna sustancia, probablemente burundanga, que lo anestesiara y
le diera la apariencia de estar muerto.

Precisamente dicha sustancia, la burundanga, inhibe el


sistema nervioso dando la apariencia de muerte. Es el que utilizan
en Haití para los rituales de zombificación. La dosis ha de ser muy
bien calculada, pues a poco que se superen determinados umbrales
se producen secuelas irreversibles en el sistema nervioso, e incluso
la muerte.

466
El Evangelio de Hermes

El resto es ya pura medicina, es decir, suministro de


antioxidantes, hidratación, drenaje de los pulmones, desclavarlo
prematuramente, o al menos antes de tres días de permanecer en
ese estado vegetativo o de vida latente, y llevar el cuerpo a otro
lugar diferente del que se tenía previsto para aplicarle un antídoto y
restaurar sus constantes vitales.

Por si no lo has notado, todos estos elementos figuran


puntual y escrupulosamente en el episodio de la crucifixión. Sin
saberlo, el dramaturgo nos describió un típico proceso de
zombificación y el retorno a la vida del sujeto zombificado.

La realidad puede que no le guste a nadie, pero para un


historiador o un arqueólogo debe ser el único norte a seguir. Si la
gente es más feliz en la ignorancia debe permanecer en la
ignorancia, pero a muchos nos hace feliz conocer la verdad, por
dura que parezca. El Universo es el que es, nos guste o no, y tener
conciencia es precisamente conocer a este Universo, conocer sus
leyes, conocer la historia, aprender de los errores, y actuar de
acuerdo al escenario que queremos que nos presente este
Universo, porque el Universo nos da todo lo que le pidamos.

Particularmente, me parece mucho más útil y valiosa esta ley,


la de que el que nos vamos a salvar después de muertos por los
motivos y cauces que expresa el evangelio romano. Ahora bien,
cada quien puede escuchar a su corazón o a su miedo, cada quién
decide.

Todos estos elementos que rodean a la supuesta muerte del


mese le vinieron de perlas al dramaturgo para armar otro divertido

467
Carlos Caballero

sainete, que finalmente los obispos de Nicea dieron cuerpo de


dogma de fe como eje central de la doctrina cristiana romana.

468
El Evangelio de Hermes

44.- Buscando al muerto (Jn, 20)

En el capítulo 20, el dramaturgo quiere deshacer la


ambigüedad del capítulo anterior, y presenta a María Magdalena
llegando al sepulcro “el primer día de la semana” tan de mañana
que aún es de noche, y se encuentra que la piedra del sepulcro
había sido removida.

En el segundo verso, excluye a la de María Magdalena de ser


“el discípulo a quien más amaba”, “a quién él besaba en la… ”, y
“quien solía recostarse en su pecho”. Ya que dice que ésta fue “a
Simón Pedro y al otro discípulo, a quién amaba Jesús” a decirles que
el cuerpo del cristo se había extraviado.

Aquí hay un problema que hasta un niño lo vería. Si lo matan


un sábado y el domingo ya ha resucitado (ya que para los judíos el
domingo y no el lunes es el primer día de la semana), según mis
cuentas ha pasado un día y no tres, como se había augurado en los
evangelios sinópticos (en éste de Juan no se dice nada de que “al
tercer día resucitará de entre los muertos”). Por cierto, la gramática
divina andaba un poco justita, no? Ya que dos proposiciones nunca
deben ir juntas en una oración gramaticalmente correcta.

469
Carlos Caballero

Sobre María Magdalena tenían los de Nicea que aclararlo en


algún momento, tanto cachondeo que se trae el señor con el
discípulo éste, había que separar lo de María Magdalena
físicamente o iba pasar como en el jaleo del capítulo anterior, o
peor, que todo el mundo venerase también a la esposa del mese, y
que con el tiempo todos los futuros cristianos venerasen a sus
esposas. Era imperativo separar a la supuesta Magdalena del
supuesto Juan. Era preferible que el maestro pasase por un poco
homosexual que darle importancia a una señora, no fuera que en
adelante a las cristianas se les fuera a ocurrir la indecencia de
abandonar la servidumbre y ponerse a administrar los sacramentos.
¡Qué horror tan grande!

Lo más curioso y misterioso de todo el capítulo y de todo el


evangelio es, que a este discípulo misterioso, el que más amaba el
maestro, nunca es identificado por un nombre, ni siquiera el de
Juan. El dramaturgo se refiere a él o ella como “el otro discípulo”, y
los de Nicea ni se atreven a agregarle un nombre para que la grey
no se haga bolas con María Magdalena.

Tan sencillo hubiera sido en uno de los muchos sitios donde


aparece “el discípulo ese que más amaba” hubieran puesto
“Juanito” y ya lío resuelto. Unas veces añaden capítulos enteros y
ahora no se atrevieron a añadir cuatro letras ¿por qué?

Por temor a meter la pata bien adentro, que luego apareciera


un documento con la verdadera relación de éste con el maestro, y
quedaran como una pareja de gays, ellos mismos como mentirosos
y todo ese maldito evangelio en la basura. Para mí eso es claro.

470
El Evangelio de Hermes

Detrás de Juan está la cronista, quien mejor conocía al


esenio, su esposa y la madre de sus hijos. Pero un pardillo del siglo
IV no sabría si detrás del “otro discípulo” se encontraría un hombre,
una mujer, o qué tipo de santo palomo. Si uno del siglo IV no podía
saberlo mucho menos uno del siglo XXI. No contaban los de Nicea lo
mucho que habría de avanzar la arqueología y la cristología.

En el 3 Pedro y “el otro discípulo” van corriendo al sepulcro.

En el 4 “el otro discípulo” corre más y llega antes que Pedro,


que estaría fondón ¡mira que dejarse ganar por una dama!

En el 5 se acongoja al ver las vendas por el suelo, y no entra.

En el 6 llega Pedro y sí entra observando las vendas. Pocas


escenas son descritas con tanto detalle, es obvio, pues “el otro
discípulo” es finalmente el cronista.

Así, de primera mano, en el 7 nos cuenta que el sudario había


sido envuelto y cuidadosamente apartado para que algún día el
vaticano cobrase 15 euros por entrar a verlo, y 3 euros más por
llevárselo en una postal. A quién importa lo que diga el carbono 14,
ese hereje que lo sitúa en la época de Leonardo. Es un milagro que
la sábana se conserve así de joven, y a callar. Para qué la fe sino.

El 8 sólo para decir que “el otro discípulo” al fin entra, y cree.

El 9 para decir que no entendían la escritura. Según el


dramaturgo, para los judíos todo lo escrito es profético. Eso debe
ser gracioso.

El 10 para decir que se vuelven a casa.

471
Carlos Caballero

Los siguientes versos, por el contrario, son de una carga


informativa y semántica que merecen un análisis específico.

En el 11 empieza el embrollo, el desenlace: “Pero María


estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se
inclinó a mirar dentro del sepulcro;”. Suponemos que habla de
Magdalena, aunque solo sea por lo del dicho ese de “lloraba como
una magdalena”. Yo siempre las había visto nadar en la leche, pero
llorar… Casi mejor no hagamos bromas con esto...

En el 12 hallamos una escena tiernamente ufológica “y vio a


dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la
cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido
puesto”. Lo de “que estaban sentados” ha de ser por la fatiga que
debió suponer reanimar, primeros auxilios, suturar, lavar, y explicar
el plan a seguir para poner los pies en polvorosa 37 . Pero, un
momento, eran ángeles ¿por qué? ¿por ir de blanco?

El 13 sigue la misma senda esotérica: “Y le dijeron: Mujer,


¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé
dónde lo han puesto”. Primer misterio, los ángeles hablan,
perdieron sus facultades telepáticas desde su encuentro con
Moisés. Y son un poco cortitos, la verdad. Si una persona está en un
sepulcro llorando ¿por qué va a ser, por un dolor de muelas?

Pero lo de María es peor, no llora por el muerto sino, porque


no sabe dónde lo han puesto… la gente llora por la pérdida de vidas,
no de cadáveres, a menos que quisiera resucitarlo al estilo Isis.

37
Los pies en polvorosa significa, poéticamente, alejarse muy rápidamente

472
El Evangelio de Hermes

En el 14 había alguien más, pero la llorona no percibe que se


trataba del kristo.

En el 15 el kristo saca su vena más socarrona y le pregunta:


“¿por qué lloras? ¿a quién buscas?”.

La deja un rato hablando hasta que en el 16 le dice:


“¡María!”. El susto que se debió llevar sería de antología poética:
“Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir Maestro)”. Me
imagino la gente cayéndose de la risa, dijo “¡Raboni!” qué errata
tan bonita, querría decir “Rabino” pero escribió lo que tenía en
mente. Me parece fantástico.

Y además nos aclara, poniéndolo entre paréntesis que eso


significa “maestro”. ¿En qué idioma, burro? Al menos tener al
“raboni” en los labios nos aleja de la idea del cristo homosexual.

En el 17 la dice: “no me toques, que aún no he subido a mi


padre…”. Dónde iría a tocarle la rapaciña.

En el 18 la zagala se va con el chisme a los discípulos.

En el 19 éstos se habían trancado en el zulo por miedo a que


los judíos volvieran para trincarse a alguien más. Sin embargo, el
kristo atraviesa la puerta se pone entre ellos y dice: “paz a
vosotros”. Bien hippie el tronco.

En el 20 muestra las manos y el costado, y todos flipan.

En el 21 repite y acongoja un poco. Primero: “Paz a vosotros”,


hasta ahí todo bien. Pero luego: “Como me envió el Padre, así

473
Carlos Caballero

también yo os envío”. -¡No jorobes, a mí no! A Pedro se le quitaría


de repente lo fondón y le saldrían piernas tipo Forest Gump.

En el 22 acongoja aún más: “recibid al espíritu santo”. Ya se


veían con el pelo ardiendo.

En el 23 un poco de cantinfleo tartaja para cambiar de tercio.

En el 24 nos cuenta que Tomás, el llamado dídimo (o gemelo)


no se encontraba ahí con el resto de los discípulos.

En el 25 le pintan a éste tan incrédulo cuando le cuentan la


movida, que quiere meter el dedo en las llagas y la mano en el
costado, porque amenaza con “no creer”.

Con esto el dramaturgo pretende demostrar que el “gemelo”


no estaba en el ajo de los ángeles de la bata blanca. Por cierto, y ¿a
dónde se irían éstos? ¿con Magdalena de after hours?

Ocho días después, según el verso 26, seguían los discípulos


en el mismo sitio y además Tomás. No aclara si ya se les había
pasado el susto. Pero llega el kristo y de nuevo atraviesa la pared
para saludar como ya era costumbre: “Vino Jesús, estando cerradas
las puertas, y se puso en medio, y dijo: Paz a vosotros”.

En el 27 el dramaturgo se pasa, resulta que el gemelo no se


conforma con ver y tocar, sino que tiene que meter la mano en el
costado y saltarle los puntos al jefe.

En el 28 ya sí que cree. Menos mal.

474
El Evangelio de Hermes

En el 29 una bienaventuranza. Bienaventurados los que no


son como este imbécil y creen, viene más o menos a decir.

En el 30 nos cuenta que hizo muchas otras señales que no


cuenta porque no quiere aburrirnos.

Y, finalmente, en el 31 nos descubre el meollo de todo el


evangelio: “éstas se han escrito, para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su
nombre”. Bonito gen egipcio “tener vida en el nombre”, pero ¿todo
el martirio de la cruz es sólo para que no tengamos vida propia?

475
Carlos Caballero

476
El Evangelio de Hermes

45.- El último de la sátira. La despedida (Jn, 21)

El kristo vuelve al Tiberiades donde empezó todo, y el


dramaturgo grecolatino describe la escena presentando a los
actores, dos por su nombre, y el resto por su lugar de procedencia.

Menciona el Tiberiades, como siempre para caricaturizar la


posibilidad de que el mese tomara un pecio fenicio capaz de llevarlo
volando sobre las olas por todo el Mediterráneo hasta el Atlántico,
y, quién sabe si, como dicen los mormones, más allá.

En el verso 3 los apóstoles se van de pesca por allí también y


no pescan ni un catarro.

En el 4 el kristo anda por allí como siempre de incógnito.

En el 5 ya le vuelve la vocación: “Hijos ¿tenéis algo de comer?


Le respondieron: No”.

En el 6 indica que echen la red por el lado derecho de la


barca, y agarran más peces de los que podían levantar. Lo que es la
carnada… un poco de carnada puede hacer “señales”.

El verso 7 lo transcribo íntegro porque no tiene desperdicio:


“Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: Es el

477
Carlos Caballero

Señor. Y Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa,
porque estaba desnudo, y se echó al mar”. ¿Qué? ¿desnudo con
aquel a quien Jesús amaba? Qué golfos… ni una semana de luto. Y
además ¡vestirse para echarse al mar! Lo lógico es quitarse la ropa
cuando uno se quiere dar un baño, o no? Pero ¿qué hay de lógico
en toda esta comedia?

El 8 nos dice que la barca estaba a 200 codos de la orilla. Un


dato muy importante para la salvación de la humanidad.

El 9 para describir la cena del cristo. Muy simbólico, pescado,


pescadores, pan… faltaba el vino, supongo que una de las mayores
tentaciones de este cristo sería convertir el Tiberiades en un
enorme rioja gran reserva del 93 antes de él mismo.

El 10 para mandar traer los peces.

El 11 para traerlos y contarlos, 153 en total. Muy cabalístico.

El 12 llamada para comer. A comer y a misa, una vez se avisa.

El 13 reparte el pan y el pescado.

El 14 cuenta que era la tercera manifestación del agujereado


kristo. Nadie se había atrevido a preguntar quién era aquel chef, es
raro que nadie le reconociera, se habría rapado la melena o llevaría
turbante, pero bueno, lo cierto es que aquella cita es considerada
una de sus últimas apariciones en la Judea.

Por el tamaño del verso 15 se aprecia que es un agregado, o


que le han inflado bastante. Los romanos lo consideran la
institución inalienable del papado, y huele a Nicea que echa para

478
El Evangelio de Hermes

atrás. Huélelo tú mismo: “Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a


Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le
dijo: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis
corderos”.

Si en muchos versos hemos visto al dramaturgo cayendo en


ambigüedades por ahorrar palabras, vemos aquí que al general
Pedro, no sólo le llama por su doble nombre, lo que le identifica
bastante bien, sino que además cita a su ascendiente Jonás para
que investiguemos su linaje con la intención de que el papado sea
hereditario como cualquier otra monarquía

No sabían en Nicea, que dos o tres concilios más tarde se iba


a instaurar el celibato entre los sacerdotes, que es como se define
la falta de reconocimiento legal sobre la descendencia.

El celibato no se inventó porque el cristo fuera célibe ni


ninguno de los personajes mencionados en el evangelio, de hecho
ninguno de los personajes bíblicos es célibe ni se percibe el celibato
como una virtud, sino todo lo contrario. Tanto en la biblia como en
la gran mayoría de la bibliografía antigua la falta de descendencia se
percibe unánimemente como una desgracia y/o un castigo divino.

El celibato es pues un invento maquiavélico perpetrado por la


iglesia romana que tiene el propósito de que los bienes materiales
de sus miembros no se dispersen en herencias, sino que
permanezcan en el seno de la iglesia. Matemáticamente, esta
ecuación tiene como límite que un día la iglesia sea la propietaria de
“todo”. Actualmente, el paraíso que promete la Iglesia ya existe, es
el paraíso fiscal de Suiza con el banco vaticano como telón de

479
Carlos Caballero

fondo, la mayor acumulación de capitales de toda la historia,


escaparate de corrupciones a la carta, y fábrica de todas las crisis
mundiales y grandes guerras. Todo por el poder que otorga el
dinero, dinero que se ha ido acumulando de forma consciente por
medio del celibato y del santo oficio. Lo que debiera ser la mejor
medicina para frenar la marabunta humana de los siglos venideros,
se ha convertido en el eje de su colapso.

El verso 16 es igual que el 15, excepto que donde decía


“apacienta mis corderos”, ahora dice “pastorea mis ovejas”.

En el 17 repite otra vez para terminar “apacienta mis ovejas”.


Este es el triángulo sagrado del papado y todo lo que le
consiguieron sonsacar al general Simón Pedro, el histórico, mientras
permaneció cautivo en Roma como títere de Calígula.

El 18 esconde una profecía que se cumple para todos, una


triste evidencia de la existencia humana. El greco la consideró tan
inofensiva como para dejarla tal como estaba pero poniendo antes
el chascarrillo “de cierto, de cierto os digo” que encabeza las
sentencias solemnes que no tienen ni pies ni cabeza.

“Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías;


pero cuando seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te
llevará a donde no quieras”. A ver cuándo se cumple para la Iglesia.

El 19 no es nada, es la particular interpretación del verso


anterior por parte del dramaturgo.

Los que vienen ahora son los versos que figuran en el último
manuscrito del evangelista esenio, versos que, por algún motivo, el

480
El Evangelio de Hermes

dramaturgo decidió conservar prácticamente íntegros. Los trascribo


aquí porque son una joya, una golosina filológica que merece un
particular análisis, aunque su trascendencia no es difícil de intuir. Se
trata de la firma del libro, la nota de la autora:

Verso 20: “Pedro, volviéndose, vio a aquel discípulo a quien


Jesús amaba, que los seguía, el que también se había recostado a su
pecho en la cena, y le había dicho: Señor ¿quién es el que te ha de
entregar?”. Un recurso literariamente innovador, el autor hace un
feed back para que recordemos al discípulo que no tiene nombre en
todo el evangelio, en su escena más íntima y simbólica.

Verso 21: “Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: Señor ¿y qué de


éste?”. La institución del papado, se sentirá ya para siempre celosa
del amor más íntimo y directo de la personalidad del mese, el que
ha penetrado en una cámara donde nunca nadie más entraremos.

Verso 22: “Le dijo Jesús: Si quiero que se quede hasta que yo
venga ¿qué a ti? Sígueme tú”. Aquí hay una inversión de papeles
típica del dramaturgo en su afán de ofuscar cualquier ventaja para
el sentimiento judío. Históricamente, fue el general Pedro quien se
quedó para verificar el cumplimiento del extraño tratado de paz
firmado con la persona del mese, y que, en caso de que no se
cumpliese (como casi siempre que daba Roma su palabra), tomase
las medidas oportunas al efecto.

La autora del evangelio, ungida igual que Ieshú, la mujer-


diosa cuyo nombre es impronunciable para el dramaturgo, fue
quien acompañó realmente al mese hasta el otro mundo, el mundo
supuestamente de los muertos, donde hasta el sol moría allí cada

481
Carlos Caballero

atardecer, no sin antes hacer una parada en Biblos para dejar una
copia de esta historia en manos de los esenios allí refugiados, la
copia que una vez destruida esta ciudad se trasladaría a Éfeso, para
acabar escondida en una estrecha cueva después de arder para
siempre su enciclopédica biblioteca.

Verso 23: “Se difundió entonces este dicho entre los


hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo: No
morirá; sino: Si quiero que se quede hasta que yo venga ¿qué a ti?”.

Verso 24: “Este es el discípulo que da testimonio de estas


cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es
verdadero”. Una firma bien explícita, pero anónima.

La segunda parte de este verso también debería cambiarse


para que dijera: “y sabemos que su testimonio era verdadero antes
de que cayese en manos del humorista grecolatino, y éste en manos
de los latin king de Nicea”.

Verso 25: “Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús,
que si se escribiesen una por una, pienso que ni el mundo mismo
podría contener los libros que se habrían de escribir. Amén”. Éste
sobra, es la firma del greco que también se despide del público
greco-latino antes de pasar a lo más álgido de una noche de
espectáculo: la merienda de los leones, en la que algún esenio,
algún sicario, algún assa-sin, algún ber-ber, algún nazer, o algún
judío de Menfis de los que transmitían la leyenda del mese, estaría
reservado para el catártico y sangriento final.

Lo de que “ni el mundo mismo podría contener los libros que


se habrían de escribir” es una hipérbole típica del gusto grecolatino,

482
El Evangelio de Hermes

una exageración de genética literaria homérica. Parece que en la


época del imperio romano unos cuarenta manuscritos eran mucha
novela para ser representada en tres actos. Qué dirían de Harry
Potter y de El Señor de los Anillos.

El bonito “Amén” del final, no significa “así sea” en arameo ni


en ninguna otra lengua. Se trata de una reminiscencia de las
invocaciones propias de la cultura de Tebas, en la que Amén o
Amón era el santo patrón de la ciudad y del gnomo. Los santos
padres del concilio de Nicea querían fabricar una religión, una
institución igual de poderosa y duradera que la del clero de Tebas.

Las invocaciones de Amón fueron tremendamente efectivas a


la hora de manipular a las masas durante más de 5.000 años. Es
curioso que siendo la misma palabra que el amén con que se
acaban las oraciones cristianas romanas, nadie haya todavía
advertido el tremendo plagio.

Llevan ya 1.700 años de éxito imperial con esta fórmula, y va


para largo. No han hecho el menor esfuerzo en adaptarse a los
tiempos y a las nuevas necesidades humanas. Tampoco han seguido
las directrices de pobreza, castidad, justicia y libertad que ellos
mismos promueven teóricamente. Y, sin embargo, siguen en plena
vigencia cada día más poderosos, y así parece que seguirán hasta el
final de los tiempos, final apocalíptico que, según indican los
científicos (los profetas de nuestro tiempo), no está nada lejos.

483
Carlos Caballero

484
El Evangelio de Hermes

46.- Otros datos y esencia del pensamiento esenio

Paso a repasar de forma rápida las principales diferencias


entre la figura mitológica romana y el personaje histórico que
estamos diseccionando, así como para mostrar algunas cuestiones
que han quedado todavía pendientes acerca del maestro esenio .

Los que le conocían le llamaban mese, la palabra mesías es


otra cosa, significaba “recopilación de historias acerca del mese”,
parecido a “Isaías” que significaba “recopilación de profecías se Isis
o de las sensuales pitonisas”. Mese significaba “ungido”, “marcado
por los dioses”, “hijo de dioses”, “dios humano que está o estuvo
vivo y metido en la carne” pero también significaba licenciado,
doctor, maese, maestro, iluminado. Viene del título que los
faraones agregaban a sus nombres, por ejemplo, Ra-mese, Ka-
mese, Ah-mese, Tut-mese, etc. y parece que es más antiguo
todavía, pues en Sumeria encontramos a Gilga-mese 2.000 años
antes que en Egipto, y hay estudios que afirman que es un plagio de
otra epopeya anterior (la genética literaria tiene estas sorpresas).

Las vocales se las hemos añadido nosotros porque no


sabíamos cómo pronunciarlo del demótico “ms”. La palabra derivó
en latín a maese, y de maese a maestro, por lo que los que en la

485
Carlos Caballero

Biblia, donde debería haberse traducido como “mese” se ha


traducido como “maestro”.

Mose, mosis, mes, etc. es lo mismo, con otras vocales según


los autores. Incluso Moisés viene de ahí y significa que el autor del
Éxodo sabía que era egipcio pero no se acordaba de su nombre.

A mí me gusta llamarlo mese Ieshú, o el gran maestro esenio,


para diferenciarlo de los que le precedieron y los que vinieron
después, aunque no todos irradiaron o transmitieron debido a las
difíciles circunstancias que ha atravesado esta dinastía secreta.

No todos fueron faros, pues no es una cuestión genética sino


de educación. La irradiación es una cuestión alquímica. Las aureolas
que se pintaban en torno a las cabezas de los santos simbolizaban
esta iluminación. En Egipto se pintaban por encima de las cabezas,
en el sombrero. En la India y en muchas otras culturas también se
pintaban aureolas en las cabezas de las personas radiantes, es decir,
aquellas que tuvieron los chacras de la cabeza encendidos.

Sus enemigos, principalmente griegos y romanos, le llamaban


kristo (xριστός), despectivamente en un principio. Ahora le llaman
kristo también pero por costumbre, por inercia.

Muy pocos le conocen y menos son los que quieren saber de


él, de su persona, de su Ser auténtico al margen del mito. La
mayoría no se atreven a considerar su naturaleza huma, se les
acabaría el mundo si les presentásemos sus huesos y su genoma.
Prefieren no hablar de ello por asepsia y algunos todavía por
instinto de supervivencia.

486
El Evangelio de Hermes

También le llaman señor, pero esto es desde la edad media


en que se tenía en gran estima el feudalismo. Sí, los textos
canónicos son medievales.

La denominación de pastor así como a los fieles de ovejas,


quiero pensar que sea reminiscencia del judaísmo, aunque tiene
toda la pinta de que forme parte de la parodia grecolatina.

Pontius Pilatus o Poncio el limpio, no tiene lugar en esta


trama, o tuvo un papel antagónico al que le adjudica el evangelio.
Éste era un prefecto (virrey) romano de la provincia Judea, al que
Tiberio confió su gobierno, después de la ejecución fallida del mese.

Pontius gobernó desde el año 27, dato que nos sirve de cota
superior en la vida del esenio, hasta el año 37 de la era vulgar, en
que se produce el golpe de estado contra Tiberio, y el asesinato de
éste a manos de Calígula. Nada tuvo que ver con el trance del mese
Ieshú, se le incluye en el evangelio porque se le supone al mese
ejecutado a los 33 años de edad, pero están mal echadas las
cuentas, ya que mese Ieshú nace como muy tarde el 6 a. C.

Ya ves, según la historia a la fecha gregoriana habría que


hacerle una corrección de, al menos, 6 años por encima de la que
se contabiliza. Ni en eso acertaron los obispos de Nicea.

Fue ingenioso el juego de palabras que hizo el dramaturgo


con el nombre de Pontius, ya que escribe que “se lavó las manos” y
que se llamaba Pilatus, “de la pila”, es decir, el del recipiente de
agua para el aseo. Estaba inspirado ese día, se ve, me costó
bastante advertir que el pseudónimo se lo había ganado

487
Carlos Caballero

precisamente por ser un funcionario limpio y honesto, un político


de los que ya no quedan, incorruptible.

De haber estado Pontius al mando en el momento de la


inmolación del mese, lo más probable es que hubiera firmado la paz
con los judíos y lo hubiera liberado. Roma era una institución
perfectamente consolidada en todo el Mediterráneo, no necesitaba
ciertamente acabar con los hebreos para seguir viviendo de ellos.

Poncio es otra víctima del dramaturgo y de los que hicieron


de su comedia un libro sagrado y una colección de dogmas. Ha
pasado a la historia como símbolo de la prostitución institucional
cuando se pasó los últimos años de su vida rompiéndose la cabeza
para hacer cumplir la voluntad de Tiberio, y la del mese Ieshú.

El antisemitismo institucional arranca en el año -40 cuando


Herodes I el grande, el gran genocida, se siente emperador del sur
mediterráneo, y gobierna como uno de los dictadores más crueles y
aberrantes que ha dado la historia, hasta el año -4 en que muere de
rabia y miedo al enterarse de que el niño-dios había nacido sano en
alguna parte, quizás de una de sus esposas, y que estaba mamando
fuertemente para derribar los pilares de Roma y de Grecia como lo
hicieran sus antepasados. Sus esfuerzos por eliminar la profecía
fueron vanos, aunque tuvo tiempo de adiestrar al mayor de sus
cachorros, Herodes Arquelao, el etnarca, a quién dejó en herencia
las artes del terrorismo de estado y de la limpieza étnica.

Con Arquelao la bestialidad del holocausto lejos de remitir se


volvió insoportable, hasta que su demencial comportamiento llega
a oídos del emperador, y lo remueve del cargo. En el año 6, Julio

488
El Evangelio de Hermes

César Augusto lo exilia a las Galias a ver si el fresco europeo le


calmaba la hereditaria psicopatía.

A partir de entonces, parece38 que es Marco Ambíbulo quien


es nombrado nuevo gobernante de la Judea, región que adquiere
calidad de provincia, y que, por primera vez cuenta con un prefecto.

Era el final de una terrible dinastía de déspotas, pero no del


despotismo, ya que los caciques de Roma seguían practicando
atrocidades en todas partes para imponer su supuesta civilización.

En tiempos de Marco Ambíbulo la Galileas se relajan un poco,


y son las Galias las que padecen las mayores atrocidades romanas.
A punto estuvieron las hordas de Herodes Arquelao de no dejar
ningún druida para que la futura Iglesia tuviera a alguien a quien
quemar. En futuros trabajos contaré lo que sé de los druidas, que
no es demasiado pero promete bastante, ya que la filosofía que
subyace en el druidismo es asombrosamente paralela a la del
hinduismo, lo que indica que también en ese caso la historia
académica no nos lo ha contado todo.

El monte de los olivos, era un sitio bien visible en las


proximidades de la puerta este de Jerusalén, un lugar donde se
buscaba impresionar a los viajeros orientales mediante el terrible

38
Digo “parece” porque no hay una sola referencia sobre este primer
hipotético prefecto de la Judea. Ningún historiador romano ni cronista de
la época nos ha dejado una sola palabra sobre Marco Ambíbulo, por lo que
es prácticamente intuitivo tan sólo mencionarlo. Lo que sí es evidente es
una conspiración histórica por hacerlo invisible, sería delito mencionar su
nombre en el imperio romano, como en Inglaterra lo es pronunciar el de
Blas de Lezo, o del General Gutiérrez.

489
Carlos Caballero

sistema judicial y ejecutivo romano. Inicialmente, la morfología del


olivo como árbol retorcido con ramas robustas y accesibles por
podas centenarias, se prestaba a colgar en ellos a los trofeos de
guerra y a los condenados en general como medida disuasoria. No
estaba permitido enterrar a los condenados, sino que los cadáveres
quedaban expuestos a los carroñeros hasta que los huesos se
desprendían con el tiempo.

Los perros solían deshacer todos los huesos excepto las


calaveras, que con el tiempo se fueron acumulando hasta dar al
monte la apariencia de ser una montaña de calaveras, de ahí su
apelativo de “el calvario”. Del latín Calvariae Locus, del griego
Κρανιου Τοπος (Kraniou Topos), o Gólgota en hebreo siriaco o
arameo, todos ellos significan “lugar de las calvas o de las
calaveras”.

Pero antes de Poncio todavía hubo dos prefectos más: Annio


Rufo de los años 12 al 15, y Valerio Grato del 15 al 27.

El mese Ieshú fue colocado en lo más alto del calvario, en el


lugar de mayor acumulación de huesos, o sea, el de los ejecutados
por el delito más común, que era el de alborotadores-
revolucionarios.

Al esenio le colocaron el escarabeo de mese porque era un


caso especial (nada de rey de los judíos como se nos ha hecho
creer), y le pusieron como corona una gran víbora claveteada con
espinas a modo de chinchetas para darle una macabra apariencia
de faraón.

490
El Evangelio de Hermes

Le colgaron allí junto a muchos otros, no tres, que se habían


presentado ante las autoridades diciendo que ellos eran el mese
Ieshú con la esperanza de que el auténtico se escapara. En aquel
tiempo no existían credenciales para asegurarse de quien era el
verdadero, con lo que ejecutaron a todos ellos para salir de dudas.
Tampoco es cierto que hubiera una costumbre de liberar a un reo
por festividad ninguna, los que liberaron fue porque era obvio que
no eran el mese, no podían ser el mese por la edad, o por ser
conocidos, o por cualquier otra circunstancia determinante.

Ni es cierto que Judas lo traicionara por ninguna moneda. Ni


Judas se llamaba Judas, ni se apellidaba Iscariote, Iscariote significa
jefe de los sicarios, la guardia personal del esenio. Las monedas las
arrojó el prefecto Valerio Grato (grato para la chusma romana) al
suelo porque no quiso aceptar un soborrno para liberar al esenio,
es decir, fue el sicario el que quiso sobornar al prefecto y no al
revés. Cómo ha cambiado el cuento ¿verdad? Judas, lejos de ser un
traidor era el más íntimo de sus generales.

Obviamente nada de cierto hay en que golpearan al esenio


antes de ejecutarlo para provocar la compasión de los fariseos que
le estaban acusando. Los fariseos nunca lo acusaron de nada, al
contrario, lo aclamaban como la única opción frente a Roma, el
único que podía acaudillar un ejército internacional. Nunca
hubieran acusado a su mayor esperanza de salvación. Era su
salvador, el esperado durante generaciones, no iban a acusarlo los
más interesados en llevar a cabo la revolución. Si es que los
romanos llegaron a torturarlo sería con objetivos más triviales,
como delatar a sus generales o revelar la ubicación de sus tropas.

491
Carlos Caballero

Por si a alguien le sirve de consuelo, tampoco cargó ninguna


cruz por varias razones. Una es porque de haber sufrido tortura,
habría llegado al Gólgota ya desvanecido, muerto en apariencia. Y
otra, la principal, porque a los reos del Gólgota se los clavaba
directamente sobre los olivos y se los empalaba en ellos. Las cruces
romanas que se han conservado se erigieron en lugares donde no
había árboles, en cruces de caminos principalmente, para ser
visibles por el mayor número posible de viajeros. Además, estos
postes artificiales de los cruces eran reciclados en múltiples
ocasiones, con lo que los reos que iban a ser clavados en los cruces
“de caminos” (no en las cruces), nunca llevaban ningún poste a
cuestas porque éstos ya se encontraban allí plantados desde hacía
años.

De hecho, a los crucificados, es decir, a los clavados en los


cruces, no se les ponía con los brazos perpendiculares a las piernas
como en cualquier crucifijo convencional, sino paralelos a éstas y
por encima de sus cabezas. El crucifijo convencional de dos postes
en ángulo recto es un formato que nunca existió. El cristianismo
romano ha elegido este icono en contraposición al Ank egipcio que
era el icono de los esenios y de los judíos revolucionarios hasta la
última guerra judeo-romana. La cruz convencional es el resultado
de la profanación de dicho Ank egipcio después de amputarle el
círculo superior, que simbolizaba a la divinidad. La parte inferior, es
decir, la cruz propiamente dicha simbolizaba la tierra, lo material, y
todo el conjunto, o sea, el Ank, era así la unión de lo divino y lo
terreno en lo que es la vida, especificada también en el mito de la
resurrección o mito de Osiris, y que los faraones acarreaban a modo
de báculo.

492
El Evangelio de Hermes

Eso de que era costumbre quebrar las piernas de los reos es


otra falacia. En el evangelio se presenta esta acción
presumiblemente para abreviar la agonía con el objeto de colgar a
más gente. Lo de trasladar a los muertos al sepulcro tampoco se
hacía, los cadáveres se quedaban en el sitio como alimento de
alimañas, y como advertencia bien visible para toda la población.

Bien, en el caso del mese Ieshú se nos describe un proceso


completamente anacrónico y diferente al de costumbre, lo cual
debemos entenderlo como consecuencia de una orden explícita de
Tiberio, única autoridad por encima de la figura del procurador, o
bien, de un simple soborno a los guardias.

Probablemente, Valerio Grato había vuelto a las andadas de


Herodes I, y habría comenzado en año 27 a aterrorizar poblaciones
exigiendo tributaciones insoportables para provocar a los judíos con
el fin de que rompieran la paz, y justificar lo que la historia
calificaría después como primera guerra judeo-romana.

El jefe de los sicarios (la guardia personal del mese) quien el


dramaturgo llama Judas, acompañaría al mese en el momento de su
entrega como garantía de paz, probablemente tendría también que
supervisar el trato al maestro. Sin embargo, aparece muerto y
colgado de un olivo como todos los demás, seguramente empalado
por su condición distinguida en la jerarquía militar. En los
evangelios romanos, sin embargo, se especifica que aparece
“ahorcado” para apoyar la invención de que lo traiciona y lo entrega
por unas monedas. Esta ominosa invención se sitúa al final del
evangelio oficial porque sirve para desmontar todo el devenir de los
hechos, toda la biografía del mese y su trascendental desenlace.

493
Carlos Caballero

Supongo que habrán sabido apreciar mis queridos lectores


que el trance y el calado del personaje real de esta historia es
mucho más sublime y meritorio que el que nos dibuja la
falsificación canonizada, por más que se nos vengan abajo los
dogmas y misterios de la fe.

Esta falsificación comenzó siendo una serie de caricaturas


antes de que lo remasterizaran en Nicea como código moral, legal y
dogma de fe, y uno de los peores daños ocasionados a la fidelidad
de los hechos ha quedado reflejado en el deleznable papel de
traidor en la cabeza del más fiel guardián del protagonista, y en las
connotaciones tan peyorativas que arrastran debido a ello palabras
como “judas” que significaba simplemente “de judea”, o “sicario”,
que significaba “espada del rey”, o “iscariote”, que significaba
“primer espada del rey”, o “bárbaro” que significaba simplemente
“no romano”, o “asesino”, que significaba “consumidor de hachís”,
o “mago”, que significaba “ermitaño cavernícola”, y así un largo
etcétera de falsedades que se suceden como cadena de dominó
interminable después de la corrupción que envuelve a este proceso
de la supuesta crucifixión.

Existe una variante alternativa a la versión histórica de este


episodio, y es una versión ya clásica en la órbita del esoterismo, que
gira en torno a la figura de Tomás, el dídimo, o gemelo, quién
asumiría el puesto de Ieshú para sustituirlo o representarlo en
aquellas ocasiones en las que su vida pudiera verse comprometida,
inclusive en este último episodio de la ejecución sumaria del mese.
No hay pruebas de esto, incluso me inclino a pensar que una
personalidad esclarecida de empatía y de entrega total por el bien
común no me parece compatible con la idea de exponer a otra

494
El Evangelio de Hermes

persona para eludir su propio compromiso por temor al dolor, y


más tratándose de su hermano. No me parece congruente, la
verdad.

Tomás, el dídimo, después de este trance desaparece de la


escena política y de las galileas, hasta reaparecer en la escena de las
llagas del supuestamente resucitado. Y es que siendo una figura tan
íntima del mese como su propio hermano, el dramaturgo deberá
ejecutar sobre éste una maniobra tan depaupatoria y tan cómica
sobre su imagen, al igual que con otras figuras como el iscariote o la
magdaleña, de especial proximidad o familiaridad con el esenio.

Esta maniobra de demolición de la imagen de los allegados


del mese se traduce, en el caso de Tomás, en lo que es lo peor de lo
peor para la fe cristiana romana: el no creer. La incredulidad de
Tomás pretende descartar cualquier posibilidad de cercanía al kristo
y a su proyecto de pacificación. Lo bueno es que como no hubo
ninguna traición de Judas, ni prostitución de ninguna María, ni
resurrección de ninguna verdadera muerte, tampoco hay nada en lo
que depositar la fe o la Confianza.

De haber habido monedas en las manos del Iscariote en el


momento de la entrega del esenio a los notarios de Roma, serían
para ser entregadas a éstos con la intención de que recibiera un
trato digno y un correcto suministro de víveres mientras
permaneciera en custodia.

De ser así, puede que el receptor de tales monedas, Herodes


II, u otro, quizás Valerio Grato, pudiera sentirse humillado y arrojar
estas monedas al suelo mientras los testigos sólo vieran a algún

495
Carlos Caballero

otro sicario recogiéndolas del suelo y generando la idea equivocada


que quizás corriera de boca en boca entre los primeros cristianos y
que ayudara a urdir el esperpento que todos conocemos.

La denostada e insípida personalidad que la historia ha


vertido sobre Poncio, apodado “el limpio”, y mano derecha del
emperador Tiberio, se debe al modo de reaccionar de éste último
ante la insolente ejecución del mese que había hecho pedazos un
largo y difícil proceso de paz.

Unas páginas más atrás hablábamos de la bella clave


hermética de “Barrabás”. Haremos un inciso, en este punto, para
observar que este tipo claves las tenemos gracias a que los que
envolvieron a la tragicomedia del kristo en el manto de la sobriedad
sagrada, eran estúpidos, eran sencillamente bastante ineptos.
Partiendo de la premisa de que se puede ser licenciado, ingeniero y
doctor, sin dejar de ser imbécil, y que existen incluso altas cumbres
académicas que exhiben monumentales grados de incompetencia,
podemos detectar el mismo problema entre los doctores de la
iglesia que urdieron el plan de Nicea, o bien, directamente ubicarlos
en el otro extremo, éstos eran quizás destacados letrados en aquel
ambiente, pero culturalmente no creo que tuvieran mayor
perspectiva de discernimiento que un niño de primaria, y
probablemente concibieron su premeditado y alevoso fraude como
una travesura por el bien de la humanidad, como cegar a un ser
querido para que no se conmueva ante el dantesco espectáculo de
una catástrofe.

Esto no es raro, la vida está llena de ejemplos de todo tipo de


castraciones realizadas por amor y/o por exceso de cuidado.

496
El Evangelio de Hermes

Pues bien, aparte de la imbecilidad que supone en sí cometer


una falsificación, un fraude, también fueron aquellos doctores lo
suficientemente tontos como para dejarnos un montón de erratas,
asincronismos y referencias suculentas a lo largo de todo el texto
barnizado como sagrado. Y en hora buena que esto es así, pues
cada una de estas erratas, asincronías y referencias arbitrarias
suponen un caldo de claves herméticas verdaderamente
sustancioso.

Una de ellas es, como decía, el vocablo “Barrabás”, incluido


con el objeto de referirse al reo que supuestamente los judíos
pedían que se liberase según la supuesta costumbre de excarcelar a
alguien cuando la maquinaria romana de ejecuciones trabajaba en
el día de la Pascua judía.

Aparte de lo fantasiosa que resulta la idea de que en aquellos


tiempos de invasión implacable los romanos pudieran hacer alguna
concesión respecto a las festividades judías, a la luz de la ciencia, la
palabra Barrabás sirve para ponernos en conciencia de lo
irónicamente artificiosa que era la comedia que sirvió de plantilla
para construir el evangelio romano.

La palabra Barrabás es una transcripción de la voz “bar


abbas” que significa “hijo del padre” (bar significa hijo, y abba
significa padre), precisamente en arameo, lengua que no hablaban
los artífices del fraude por ser éstos greco-romanos.

Entonces, primeramente nada de ningún ladrón que se


llamara Barrabás, lo que la gente gritaba al procurador era que
soltasen al hombre-dios también conocido como “hijo del padre” en

497
Carlos Caballero

clara alusión al pentateuco o antiguo testamento cuando se refiere


a la casta divina como “hijos de los hombres”.

Sobradamente sabido era que los nativos entre el río León


(Nilo) y el Tigris llamaban así a las personas consideradas dioses, o
hijas de los dioses, asimiladas frecuentemente a casas reales y a
familias nobles.

Debió ser muy gracioso ver una fila de actores interpretando


el papel de los que se habían presentado diciendo ser el mese, con
la esperanza de que liberasen o no atrapasen al auténtico, y que les
preguntase el procurador, que no entendía el arameo, que quien
era “Barrabas”. Todos ellos levantarían la mano y dirían y, yo, yo
con la esperanza de recibir la ejecución y así salvar al salvador “hijo
del padre”. Hilarante debió ser también ver la cara del elegido
cuando en lugar del patíbulo se encontrara en libertad sin haber
cumplido su propósito, y que el verdadero bar abba siguiera en la
fila de los reos.

También es falso que dirigiera palabras agónicas a ningún


padre del cielo, por dos razones, una porque se encontraba
inconsciente en el momento de ser clavado, y la otra porque como
buen cabalista nunca calificaría al Todo como “padre”, como una
parte, por mucho que recibiera el apelativo de “hijo del hombre”.

Parece que ni siquiera anecdóticamente los romanos hicieran


ningún tipo de concesión a los judíos por ser día de Pascua, y menos
hablando de reos bajo la acusación de alborotadores nacionalistas
revolucionarios y sediciosos. Lo que convierte a este episodio en un
ingenioso juego de lógica poniendo de manifiesto que sería

498
El Evangelio de Hermes

demasiado ilógico, incluso para una caricatura dramatúrgica, la idea


de que los judíos quisieran ejecutar a su dirigente.

Lo grotesco empieza a partir de que la comedia deja de


representarse y pasa a convertirse en el Canon de la religión
romana, donde al marcado antisemitismo tradicional de Roma
habría que unírsele la responsabilidad de la ejecución de su líder.
Grotesco y fundamental porque a partir de entonces, durante 17
siglos se perseguiría a los judíos en todo el mundo cristianizado, con
la excusa de haber asesinado al hijo de dios.

Hemos hablado antes de la burundanga como la sustancia


que pudo encontrarse presente en el episodio de la supuesta
muerte del esenio. Pero cierto es que los antiguos curanderos
conocían una variada y nutrida farmacopea natural, por lo que
pudieran existir muchas otras sustancias, o combinaciones, capaces
de producir efectos similares e incluso más apropiados.

Tanto la morfina como la escopolamina (o burundanga) son


sustancias conocidas desde tiempos inmemoriales.

En concreto, la escopolamina tiene unos efectos


sorprendentes y especialmente compatibles con las indicaciones
que hace el evangelio romano en torno a los síntomas la muerte-
resurrección del protagonista. Por eso, considero que es preciso
detallar un poco más en qué consisten sus efectos.

La escopolamina es un alcaloide tropánico que se encuentra


en varias plantas de la familia de las solanáceas como la escopolia,
el beleño, la mandrágora, la brugmansia y la belladona, entre otras,
y es una sustancia muy similar a la atropina del sistema nervioso.

499
Carlos Caballero

Este compuesto deprime las terminaciones sinápticas en todo el


sistema cerebro-espinal, produciendo un efecto anticolinérgico que
bloquea los receptores del sistema central, es decir, el corazón se
ralentiza (se para en mayor dosis), se interrumpe la actividad
intestinal y la de otros órganos, y se dilatan de las pupilas hasta
dejar de reaccionar a la luz. Se contraen los vasos sanguíneos hasta
que se deja de sangrar, se interrumpen las secreciones salival y
estomacal, y no hay respuesta a estímulos como resultado de la
inhibición de todo el sistema nervioso parasimpático. Se produce
insuficiencia respiratoria, colapso vascular, y llega la muerte si no se
interrumpen a tiempo estos efectos.

Encontramos otra clave únicamente percibida con el avance


de la medicina moderna, precisamente en el intervalo de tiempo en
que se hace imperativo revertir los efectos de la escopolamina con
un antídoto químico, para que no se produzcan secuelas
irreversibles. Este plazo es de tres días.

Por si no lo has notado, el cuadro sintomático general que


produce la escopolamina es el de la muerte. Los efectos
secundarios pueden ser muy graves como consecuencia de la
anoxia cerebral. Si la dosis no es muy alta la recuperación puede ser
espontánea, es decir, sin ayuda de antídoto, y no quedan grandes
lesiones cerebrales.

La escopolamina se ha usado como suero de la verdad por los


servicios de inteligencia de todos los países, y también en los
rituales vudús en los llamados procesos de zombificación, o como
sistema para robar a los turistas, y para abusar de las damas, ya que
se suministra con tan sólo inhalar una imperceptible porción de

500
El Evangelio de Hermes

esta sustancia. La porción mínima elimina totalmente la voluntad de


las víctimas, y una sobredosis de 0,02 gr mataría sin dejar rastro.

El clásico cuento de la “Bella Durmiente”, es un ejemplo de la


aplicación de esta vieja conocida botica en la literatura, en el que se
describen los efectos de su administración en una simple manzana,
y de su antídoto suministrado mediante un beso real.

En dosis intermedias se produce una muerte virtual o


temporal, como la de del cuento de Disney o la del episodio final del
mese Ieshú. El antídoto consiste en un inhibidor como la eserina o
la fisostigmina, un alcaloide que se extrae de la “haba de calabar”,
una planta perenne que es además endémica de África occidental, y
que se utilizaba como "veneno de la ordalía" en ciertos ritos de
brujería. Hoy sabemos que esos ritos mágicos ancestrales de
resucitar a los muertos, que tanto impresionaban a los no iniciados
en el mundo de las hierbas, correspondían al suministro ponderado
de este tipo de sustancias, cuyo manejo era perfectamente
conocido entre los curanderos, aunque no compartido con el resto
de la gente en prevención del mal uso que seguro le daría cualquier
perturbado.

La historia está llena de ejemplos de muertes súbitas


inexplicadas como la de Felipe el hermoso de Castilla, que tuvieron
lugar con la escopolamina, o burundanga, de por medio.
Seguramente se debe a este tipo de conocimiento esotérico de los
herbolarios, el hecho de haber sido este sector de la medicina
ancestral perseguido por el santo oficio con tanta vehemencia y
obstinación, bajo la acusación de hechicería, brujería o magia negra.

501
Carlos Caballero

Hoy nos parece un acto grotesco y temerario el proceso de


los viajes espirituales en los que el druida, chamán o brujo
abandonaba el mundo de los vivos para adentrarse en la muerte en
busca de respuestas. Esta suspensión temporal de la vida también
se llevaba a cabo con sustancias a base de escopolamina.

Esto es tan antiguo como la historia de la humanidad. Por


poner un ejemplo encontré este texto grabado en las pirámides:

“En este viaje el espíritu está expuesto a múltiples peligros y,


para evitarlos, depende de la energía y el conocimiento adquiridos
en ésta y en las otras vidas, y de las palabras mágicas que están
aquí contenidas”, dice literalmente el libro egipcio de los muertos.

Los protagonistas de este tipo de viajes y sus testigos afirman


que del otro lado no se percibe el tiempo como algo lineal, lo que
permite adentrarse tanto en el pasado como en el futuro, como
quien rebobina o pasa una cinta, o, dicho en términos digitales,
como quien se posiciona en determinado sector de un disco.

De cumplirse este supuesto y de haber conocido el mese el


modo en que sería recordado, y las muchas fechorías ejecutadas en
su nombre, de seguro hubiera preferido estrellar todos sus ejércitos
contra las legiones de la bestia.

El mese Ieshú despertaría profundamente triste y temeroso.


Las heridas del cuerpo cerrarían pero no las del espíritu, que ya
nunca podrían ser suturadas.

Dicen las lenguas anónimas y algunos libros de caballerías


que tomó un barco con su guardia personal, su esposa y sus hijos, y

502
El Evangelio de Hermes

que se retiró para siempre a algún lugar de occidente. No sabemos


si ese lugar secreto está en el extremo occidente, pudo tratarse de
Barcelona, cuyo nombre viene de bar-zelonia que significa “lugar de
los zelotes”. Otro candidato es Carcasona en Francia. Otras fuentes
aseguran su presencia en Escocia, e incluso hay fuentes que
desarrollan meticulosamente su presencia en el nuevo continente
atlántico. Concretamente, la Iglesia de Jesucristo de los Últimos
Días (mormones) asienta su fundamento religioso en esta premisa
consistente en la presencia física del mese Ieshú en América en los
últimos años de su vida después de haber cicatrizado sus heridas.

También hay bibliografía que escenifica al mese entre la India


y Paquistán, y en algún punto de los Himalayas, en una región que
llamaban la cima del mundo y en la cual existía la creencia de que
en ella habitaban los dioses desde el comienzo del mundo, y donde
presumiblemente los griegos, al menos de oídas, habían establecido
la ubicación del Olimpo, aunque como en muchos otros casos en el
mundo griego, existen otros candidatos para esta apreciación
siempre dispuestos a vender postales y suvenires por el hecho de
poseer algún tipo de yacimiento que probablemente esos mismos
que se vanaglorian de tenerlo, lo expoliaron.

Dejando a un lado el mercantilismo de la arqueología,


decíamos que hay indicios de ubicar al mese esenio aprendiendo
ciencias del espíritu en el triángulo sagrado del universo ario que es
Nepal, Tíbet y Cachemira, durante su pubertad, toda una herejía
para el acervo cristiano romano dado que su versión de Cristo, por
ser el hijo de Dios ya nace ensañado y repartiendo milagros por
doquier (esto no aparece en los evangelios canónicos pero sí en los

503
Carlos Caballero

evangelios apócrifos de la infancia, los cuales no tienen desperdicio


pero evidencian el mismo tufillo a romanización que los primeros, a
pesar de haber sido rechazados en Nicea como auténticos).

En eso no estaban errados los doctores de Nicea, porque las


auténticas referencias de la infancia de Ieshú se encuentran en la
literatura védica y en los Upanishads. No es muy amplia esta
referencia porque se encontraba allí no en calidad de maestro sino
como aprendiz, aunque por proceder de la casta Idumea o similar,
pudo quedar afortunadamente una pequeña huella de su presencia,
pequeña pero enormemente importante dado que sin ella, yo
mismo y muchos otros investigadores nos hubiéramos decantado
por la posibilidad de que el personaje del Nuevo Testamento
hubiera sido completamente ficticio, una entidad puramente
literaria y mitológica que jamás hubiera existido físicamente fuera
de la mente de los cristianos.

Así de simple, igual que una pequeña pista puede poner al


investigador ante la escena de un crimen, así unos discretos
registros de nuestro peculiar personaje en la literatura universal,
nos han puesto de manifiesto al auténtico actor material de los
hechos, y por ende, a desestimar al otro actor, al literario, al
engendrado por la picaresca romana más cómica y esperpéntica, al
menos en primera instancia (antes de Nicea) por puro antagonismo.

Pero parte de esta investigación es que, al igual que ocurre


con la epopeya de la Atlántida, hemos de quedarnos solamente con
el olor de sus contenidos, al haber desaparecido el original, y no
poder degustar los presuntos manjares que debió encerrar su
filosofía y sus acciones detalladas, así como la posibilidad de digerir

504
El Evangelio de Hermes

las auténticas palabras de un personaje que revolucionó el mundo


ideológica, política y mitológicamente, y que puso contra las
cuerdas a las ambiciones de Roma, y que, probablemente, de haber
entablado batalla, el mundo no se parecería en nada al que
conocemos. Por el contrario, la estrategia romana triunfó, al menos
de momento, y el peso de este personaje sabemos hoy con certeza
que se trata del mayor fraude cometido en todos los tiempos, pues
sigue embaucando a incontables millones de almas nobles y
altruistas que se encuentran amordazadas por el dogma de una
élite sacerdotal muy similar a la de Tebas de hace varios miles de
años.

Aun así, muchos de los que hemos llegado a estas mismas


conclusiones, o parecidas (pues nadie tiene la patente de la verdad
absoluta), daríamos todo lo que sabemos y hemos aprendido, por lo
que no sabemos y se nos esconde, pues si hay algo verdaderamente
inmenso en nuestra efímera, fugaz, y, normalmente, intrascendente
existencia, esto es, nuestra propia ignorancia.

Los evangelios canónicos son un verdadero corsé que


imposibilita conocer tanto la esencia de la tradición mesiánica como
la figura del mese esenio. Es preciso abandonar el dogma si se
pretende un acercamiento o un conocimiento de la verdadera
figura del avatar cristiano. De hecho, esta figura y la del cristo
romano son incompatibles en muchos aspectos, y para la mayoría
no sólo de creyentes sino también para la mayoría de los
investigadores de las fuentes del cristianismo, son personas
distintas, separadas, o totalmente irreconciliables.

505
Carlos Caballero

Evidentemente, si no reconciliamos a ambas figuras, y


declaramos perjuras, infieles, heréticas e inspiradas por el diablo a
todas las pesquisas esotéricas ya todo el conocimiento gnóstico y
hermético, podemos asegurar de un modo científico que el cristo
romano nunca existió, no hay ni rastro de él ni de ninguno de sus
milagros y eventos que menciona el evangelio romano. Sería el
cristo romano, por tanto, un personaje inventado, inspirado por
diversos cuentos egipcios pero totalmente ficticio, irreal, un mito
que nunca respiró ni violó las leyes de la naturaleza, que nunca
predicó, que nunca curó a nadie, y que nunca murió en la cruz ni
por nadie, sería una burda estratagema para implantar en occidente
una estrategia de terror con un envoltorio religioso.

Por tanto, si no declaramos impía, infiel, herética y diabólica


también a la propia ciencia y al método científico, no queda más
remedio que identificar al cristo romano con el mese esenio y
despojarle de todos los agregados romanos que ha ido adquiriendo
desde el concilio de Nicea, o bien, desecharlo por completo, porque
de plano, el cristo romano no existió.

Eso lo sabemos. No hay ni rastro histórico ni arqueológico del


personaje que subyace en el evangelio canónico y los sinópticos, así
como tampoco en la mayoría de los reconocidos como apócrifos, y
esto es así por más que haya por ahí repartidas por todo el mundo
varias toneladas de fragmentos de su supuesta cruz. También hay
por ahí reliquias de todo tipo, varias toneladas también de huesos
de apóstoles, cabello de cristo, la sábana santa, leche del pecho de
su madre, incluso hay por ahí algún “himen” intacto de la virgen
María, e incluso el último aliento del cristo en la cruz, embotellado
en un frasco. Como te lo digo lo he encontrado, lo creas o no, este

506
El Evangelio de Hermes

tipo de supuestas reliquias existen. Bueno, si existe la creencia de


que la personificación y arquetipo del mal absoluto del mundo se
puede encerrar en el cuerpo de una niña, como en la película de “El
Exorcista”, entonces todo lo demás es creíble.

Por lo tanto, a la hora de estudiar el origen del cristianismo,


no se puede aceptar ningún dato que provenga de una fuente
cristiana, porque estará corrupto por definición. La fe lo habrá
corrompido y alejado de cualquier objetividad.

Sobre las descripciones de su carácter, entraríamos de lleno


en la esfera esotérica. Este aspecto no lo podemos cubrir a través
de la arqueología y la historia, sino puramente a través de las
fuentes gnósticas y herméticas, que, como parte de la maldición
judeocristiana parece que también hay desacuerdo y gran variedad
de perspectivas.

Si queréis que os indique un poco la que es la mía, mi


perspectiva acerca de la personalidad del maestro esenio, lo más
sensato sería decir que no lo sé, que no tengo ni idea, esta sería la
premisa afirmativa en valor absoluto. Sin embargo, si me he
atrevido a escribir esta tesis, qué demonios temor me puede dar
equivocarme al aventurar el aspecto y dimensiones de la
personalidad de esta luz de oriente y reconquistador que fue el
último Nazer u hombre-dios de los judíos.

Parece ser que hubo un antes y un después del trauma de la


traición de Roma que acabó en ejecución sumaria.

El Ieshú anterior a la muerte era un libertador de los pueblos


levantados en armas en torno a la Judea contra el invasor romano,

507
Carlos Caballero

pero no sólo reivindicaba la libertad física y nacionalista de aquellos


pueblos, no sólo era un restaurador de los derechos, la dignidad y la
autodeterminación de aquellos pueblos profanados por la espada,
sino que también era un libertador del espíritu, un disidente de
Tebas, un discrepante de la religión convertida en negocio, en
sistema de castas, y por tanto alguien especialmente involucrado en
el despertar de la conciencia en la gente.

Este es un tema que han tocado todos los grandes avatares


de las principales religiones, y los pequeños avatares anónimos o
gente iluminada de todos los tiempos, que han permitido con su
comportamiento que la humanidad se encuentre en ciertos
márgenes razonables de sostenibilidad moral, intelectual y
empática. El Dalai Lama no cesa en recalcar la importancia de la
compasión como fuente de conciencia y, por tanto, de felicidad, y
es este rasgo, la empatía o compasión, lo que nos aleja de una vida
de reptil, una vida de decadencia y parasitismo, y nos acerca a una
vida como seres humanos, inteligente, consciente y digna.

Por lo que hemos visto hasta ahora, este paradigma de la


compasión, este punto de partida, se ha tergiversado y retorcido
por los diversos intérpretes de tales avatares hasta límites
insospechados, constituyendo en muchos casos la interpretación
una contradicción o antítesis del mensaje original. En el caso del
cristianismo romano, la inversión de los valores ha sido
especialmente flagrante, dolosa y alevosa, como si toda la
estructura religiosa fuese un insulto intencionado contra la voz de
su creador, toda una patada en la boca del avatar que la creó.

508
El Evangelio de Hermes

Intuyo que el mensaje de liberación espiritual del que hacen


referencia las voces esotéricas, no sería muy diferente del que la
neurociencia actual está redescubriendo bajo el marco del
pensamiento científico. Autores como Enric Corvera, Abraham y
Esther Hicks, Wayne Dyer, Ramtha, etc. (hay muchos) parece que
han sabido desencriptar el mapa de la conciencia humana, bueno,
ellos dicen que no han descubierto nada y que son simples
transmisores de un conocimiento ancestral (y tienen razón), y
explican en sus libros y conferencias, subidas muchas de ellas a
Youtube, cómo llevar a cabo esta revolución del pensamiento que
durante siglos estuvo reservada sólo para unos pocos “iniciados”, y
escondida de a mirada profana por el peligro que suponía la espada
de los que esgrimían la fuerza, es decir, una espada de doble filo
que, por un lado consideraba a este poder una herejía y un
atentado a las instituciones soberanas haciendo rodar cabezas, y,
por otro lado, porque se consideraba que si este conocimiento
sobre el funcionamiento de la realidad y la conciencia caía en malas
manos, éstos lo iban a explotar para hacer mayor mal, es decir, el
viejo mito del poder en manos del mal.

Algo que no es posible primero porque el poder transforma,


cambia la perspectiva del que lo integra a su ser, y segundo, porque
si se utiliza para hacer daño no funciona.

El gran secreto de la alquimia, de la masonería, de los


illuminati, etc. no era otra cosa que la revolución de conciencia que
supone para una persona adoctrinada en lo vulgar, el conocer a su
verdadero Ser, y con ello saber cómo funciona la mente como
generadora o creadora de la propia realidad. Evidentemente,

509
Carlos Caballero

conocer cómo funciona la mente, y saber que la supuesta realidad


que nos rodea es un mero efecto, un subproducto de lo que
pensamos, puede deshacer todas las creencias que nos inculcan
desde que nacemos, y que salten por los aires.

Hoy esto es del dominio público aunque sólo unos pocos


logran dominarlo e integrarlo a sus vidas. Hoy ya no te matan por
ello, ni tiene ningún efecto el que te llamen “brujo” o “bruja”, tal
vez te discriminan un poco pero nada que pueda preocupar a una
mente clara, y bueno, tampoco hay peligro de que caiga en malas
manos principalmente por dos cosas, la primera porque el bien y el
mal no existen, son perspectivas o efectos colaterales de una mente
dual, vulgar y acostumbrada a la lucha de contrarios, y segundo,
porque una conciencia que ha integrado este conocimiento,
anteriormente llamado “El Poder”, deja de estar atraída por cosas
banales como fastidiar a nadie, sino al contrario, se vuelve a la vez
una persona de éxito y una persona empática o compasiva. Lejos
de la imagen sucia y harapienta del típico cristo compasivo que nos
han inculcado, se encuentra la del dios dorado y empático, pues la
compasión y el éxito van de la mano, empatía y abundancia son
causa y efecto, respectiva y simultáneamente.

El hecho de tener como respaldo a los últimos avances en


neurociencia no quiere decir que este fenómeno sea de ahora ni
mucho menos, sino que ha existido siempre. La empatía es
precisamente lo que ha colocado a la especie humana en la cúspide
de la pirámide biotrófica, aun siendo como somos animales con
sentidos poco desarrollados, con poca fuerza, poca velocidad, sin
armas naturales para defendernos o atacar, etc. Un ser inferior en
todos los sentidos al resto de las especies sólo ha podido sobrevivir

510
El Evangelio de Hermes

a través de millones de años a través del poder que otorga la


empatía o compasión, el espíritu gregario o de grupo o de clan, por
el cual la mayor parte de los individuos plantaban cara a las
amenazas y las vencían mientras se comportaban en grupo. El viejo
espíritu de la autoinmolación por la continuidad del grupo. Eso, y
sólo eso, nos ha hecho adaptativos a todos los ecosistemas, e
inteligentes, cualidad esta última que parece ser que es lo que
están cultivando nuestros diseñadores genéticos, que unos llaman
dioses, otros aliens, otros más ángeles, etc. Nuestros hermanos
mayores o tutores cósmicos parece que sólo quieren cultivar
inteligencia adaptada a las condiciones ambientales de este
planeta.

Pues bien, este conocimiento es de siempre, todos los


avateres lo explicaban en los términos de su propia cultura pero era
básicamente eso, religación del Ser humano con su propia
naturaleza consciente o su propio Ser individual, que es a la vez
Conciencia colectiva, porque somos uno.

Este es el pensamiento unificado (no pensamiento único),


frente al pensamiento y comportamiento dual, que nos separa
incluso de nosotros mismos y nos apega a cosas irrelevantes e
intrascendentes, cosas irreales.

Claro, las instituciones privilegiadas que representan el


estamento de la fuerza, se ven amenazas y desplazadas por el
verdadero poder que se ejerce desde el pensamiento. Desde el
punto de vista institucional, desde la fuerza, el librepensamiento
siempre ha sido una amenaza. La mayor amenaza para los
regímenes totalitarios. Por eso querían al esenio muerto, y por eso

511
Carlos Caballero

han acabado asesinadas la mayoría de las personas que han


encendido las luces de la humanidad. Y esto no se ha ocultado
nunca, lucifer significa “el que hace luz” (de lux = luz + facer =
hacer), y había que erradicarlo. Esa era la cualidad de la era pasada,
la era de las sombras, de la oscuridad, llamada kaliyuga en las
culturas arias.

Esta sería, a mi entender, la filosofía también del esenio de


nuestra aventura, de nuestra tesis. Un Ser que estaba
“concienciando” en el sentido más amplio y más puro de la palabra,
a la población del sur y el este del Mediterráneo. Alguien que hacía
exactamente lo contrario a lo que hacía Roma, si Roma instauraba
regímenes de terror como marco dentro del cual consolidar su
fuerza y su jerarquía institucional, la leyenda esenia iba erradicando
el miedo haciendo a la gente tomar conciencia de su realidad, y del
valor de las cosas verdaderamente valiosas, que ésas, no han
cambiado en millones de años.

En la segunda parte de la vida del esenio, después de pasar


por el patíbulo, parece que hubo lesiones neuronales irreversibles
que tuvieron el efecto como de arrastrar tras de sí a todos los
demonios de la Tierra, demonios en el sentido griego de la palabra,
es decir, del “daimón” o genio, es decir, genialidad o carisma para
las artes y las ciencias. Desde muy antiguo se suponía que la
inspiración era consecuencia del diálogo de genio con las musas,
palabra que comparte raíz léxica con mese o maestro, seres
invisibles o descarnados con quienes se le veía dialogar al esenio
unas veces, y otras discutir acaloradamente, por aquello quizás de
que detrás de cada genio hay siempre también un loco.

512
El Evangelio de Hermes

El cuento de Ali Bab y los cuarenta ladrones, así como el de


Simbad el Marino están inspirados también en cuentos egipcios, y
es una delicia leerlos por la cantidad y la calidad de los genes
literarios que exhiben. El episodio de la lámpara maravillosa es una
metáfora perfecta del uso que se le puede dar a este genio, pues
literalmente este genio, el gran subconsciente, el gran desconocido
es el único capaz de concedernos los mayores deseos, por grandes
que estos parezcan, y no sólo tres como en el cuento, sino todos los
que le pidamos. Y ¿por qué lámpara y no un bote de pepinillos?
Porque el gran subconsciente es pura luz, puro conocimiento, pura
conexión con la conciencia universal.

Solitario y taciturno, es presumible que su constante


peregrinar por el mundo se debiera a una posible esquizofrenia
adquirida como consecuencia del trauma de la ejecución y del
tiempo que estuvo fuera de este mundo por efecto de la
escopolamina. Dicen que en presencia de su esposa y de sus hijos,
contenía su desorden interior, y observaba una conducta más
tranquila. Dicen que hablaba todas las lenguas pero prefería la de
los muertos, la jeroglífica, de cuyos manuscritos no se separaba
nunca. Dicen que vivió muchos años, más del centenar, y que sus
huesos y su cráneo corcovado fueron devueltos siglos más tarde a
la tierra de Tebas, a la vieja Gebel-ein quizás, que los vio crecer.

Sus hermanos tomarían su relevo en la línea rosa, tal como


especificaba la ley de los judíos, denominación de origen múltiple
que se extendería a muchas más hebras que las de la Judea.

Cabe la posibilidad de que su hermano gemelo Tomás, el


dídimo, le llamaran también Ishá, y que viviera los años de paz

513
Carlos Caballero

hasta la muerte de Tiberio, siendo asimilado como el nuevo Ieshú,


el resucitado, y como prueba viviente del hombre-dios de la
leyenda. Esto es posible aunque, como dije antes, no hay evidencia.

Grandes fiestas filisteas o “teófilas” se celebraron en el


templo de Jerusalén, de eso sí hay constancia, que sirvieron para
sincretizar cultos romanos a los de la Judea, que eran ya de por sí
un sincretismo entre cultos egipcios y sirios. Estas fiestas parece
que lograron hermanar a ambas culturas al menos durante los diez
años en que vivió Tiberio como emperador de Roma. En ellas se
verían reflejados por igual tanto el Sanedrín con el Nasi,
posiblemente Tomás, el “dídimo” (gemelo) a la cabeza, y el Senado
con el Procurador, ahora sí, Poncio, “el limpio” (Pilatus) a la cabeza.

En su afán de dejar en buen lugar a los etnarcas o tetrarcas, y


al procurador instigador del asesinato del mese, Valerio Grato, los
de Nicea señalaron la ejecución diez años más tarde de la fecha en
que realmente se produjo, y ajustaron el año 0 de su nacimiento
para que coincidiese con los 33 años de edad que los cantares
atribuían a la edad del maestro esenio inmolado.

Por diez años se mantuvo la paz de Tiberio, justo hasta el año


37 en que se produjo su asesinato por Calígula. Esto permite inferir
que la muerte del mese se produce a lo sumo en el año 27 de la era
oficial. Si a esto añadimos el ajuste de entre 3 y 6 años antes del
año cero en que la historia nos sitúa al nacimiento del mismo, se
produce una cosa muy curiosa, al menos a mí me sorprendió
bastante, y es que ambas referencias históricas nos validan la edad
de la ejecución del esenio en 33 años, justamente.

514
El Evangelio de Hermes

Tiberio y su representante en la Judea Poncio, apodado el


limpio por motivos de honestidad al cargo (lo más seguro) se
ganaron el aprecio de los judíos y el posterior desprecio de los
romanos, partidarios de políticas de saqueo.

En concreto Poncio fue del agrado de los judíos por impedir


el ya tradicional saqueo de tumbas y templos por parte de los
filisteos, por permitir el equilibrio entre las dos culturas
tradicionalmente hostiles incluso en el interior del templo de
Jerusalén, y, muy importante también, por entroncar,
presumiblemente con la casta idumea al tomar por esposa a una
princesa de la misma con quien tuvo una peculiar descendencia de
la cual, mil años después según la tradición, nacería uno de los
caballeros que fundaron la orden del Temple.

A la muerte de Tiberio y de Poncio, ambas simultáneas,


volvieron las masacres y el antisemitismo, en lo que la historia
conoce como guerras judeorromanas. Después de éstas la Iglesia
tomó el relevo de Roma y enarboló la cruz para justificar una guerra
santa que hoy es guerra fría, y que no creo que termine jamás. Para
que terminara esta milenaria hostilidad los cristianos deberían
abandonar su egolatría y aceptar la versión histórica acerca del
hecho cristiano, y, por su parte los judíos, deberían abandonar su
antropocentrismo y reconocer su parentesco filial con el resto de
pueblos magrebíes, cosas ambas igualmente improbables.

Los cristianos romanos a partir de Nicea adoptaron como


emblema la cruz, que corresponde a la parte inferior del ank
egipcio. En su exacerbado afán por invertir sistemáticamente
cualquier significado, lo identificaron como símbolo de la vida

515
Carlos Caballero

eterna, mientras conmemoran con él al kristo muerto en la cruz.


Con este símbolo de la cruz, están conmemorando, y lo saben, a su
avatar torturado y asesinado. Y lo dicen abiertamente y sin
ambages, su fiesta es la muerte del cristo, y se llenan de orgullo con
un dios justiciero que manda a su único hijo a que lo torturen y lo
maten, un dios que exige sufrimiento y dolor previo pago para dicha
retorcida y supuesta vida eterna.

Por el contrario, los esenios o cristianos primitivos, así como


los pitagóricos, los alquimistas y un largo rosario de ciencias
positivas o logias que se remontan a los tiempos de Sumeria,
adoptaron como emblema precisamente la parte del ank que los
romanos amputaron, o sea, el círculo, la parte superior del ank
egipcio. Ellos lo eligieron en contraposición a la impostura de Roma
como símbolo de divinidad, y conmemoraban con ello al Pi, a la
relación entre el cielo y la tierra, al mesías triunfante, al que sólo se
accede por refinamientos sucesivos, por aproximaciones, y nunca
de manera exacta, ese círculo que era la corona de un rey.

Algunos grupos, considerados esotéricos e incluso brujeriles,


añadieron a ese círculo espinas para hacer más evidente su
contraposición a la cruz romana. A este círculo con espinas
simuladas le llaman trisquel.

El ank egipcio es el símbolo de la vida. La vida es orgánica y el


único nexo entre lo divino o espiritual que representa el círculo, y la
materia que representan tanto la cruz, como el cuadrado, en
relación a la Tierra con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos
cardinales.

516
El Evangelio de Hermes

La vida ciertamente es eterna por su naturaleza divina, por


ser hija del círculo divino, y además es material y, por tanto,
temporal, aunque sólo en apariencia. La vida es eterna mientras
haya materia en las proporciones elementales adecuadas, y un
espíritu que inhale su orden, patrón o esencia genética. Esto es lo
que significaba el ank egipcio, y es exactamente lo que nos viene
indicando la decodificación del mapa genético de las especies. La
vida no es el individuo sino la cadena biológica, la clave no es el ego
sino el sentimiento de grupo, la empatía que hablábamos antes.

La vida eterna no es un premio ni patrimonio que nadie


pueda administrar. La vida existe desde siempre al margen de los
infelices gusanos que se regocijan en el fango. Y seguirá siendo así,
eterna, por más que nos esforcemos en expulsarla de este planeta.

Con nuestras acciones y pensamientos atraemos todo aquello


que es afín, y si las ejecutamos y los ejercemos de manera
consciente y de acuerdo a nuestro patrón epigenético que es la
empatía, compasión o sentimiento de grupo, obtenemos el éxito en
todo lo que nos propongamos y con ello la felicidad. Este es el único
milagro que existe en nuestra existencia virtual que llamamos vida,
el que podemos implementar la realidad que deseemos a través de
nuestro creador personal de realidades, nuestra divinidad, nuestro
Ser superior, nuestra conciencia, mente, pensamiento y
sentimiento, vibrando todos al unísono como las cuerdas de una
guitarra. Cuando cada uno de estos elementos intelectuales sigue
un camino diferente, cuando hay discordia entre estos elementos
intelectuales es cuando falla la magia, cuando cesa el milagro de la
vida, cuando nos precipitamos en el fracaso, el dolor y la angustia.

517
Carlos Caballero

El infierno es haber olvidado la unificación de nuestros


componentes intelectuales y su dirección hacia propósitos
trascendentales, altruistas o de alter ego.

Podemos ver la vida también como un flujo de eventos


vibratorios o cíclicos elementales. Estos cuantums de energía vital
parecen impregnar todo lo orgánico y acuoso. Podemos así enfocar
hacia lo más pequeño y describir a los elementales del rocío, los
que crean nuestros padres cuando nos conciben y cuando somos
niños, los que nos envía un perro cuando lo acariciamos o un
desconocido cuando lo sorprendemos con un acto de cortesía y
compartimiento. Estos elementales envuelven y protegen al
individuo que los crea, el cual se vuelve así un individuo creativo, un
creador, un hombre dios o mujer diosa, o para los que no aprecian
estas palabras, diremos que dios se expresa a través de este
individuo.

Desde esta perspectiva podríamos también contemplar a


individuos de comportamiento y calidad inversa. Individuos en
calidad de consumidores de energía vital, o productores de
elementales vampíricos que se alimentan de violencia, de
resistencia, de estancamiento, y de degradación.

Estos individuos calificados como vampiros psíquicos también


tienen su función en la Tierra, una función de contaminación o
intoxicación energética que tiene como misión abreviar nuestro
peregrinar por la vida en busca de experiencia.

Estos individuos también conocen a menudo los secretos del


éxito, y se desarrollan como triunfadores natos en todo lo que

518
El Evangelio de Hermes

hacen, logrando manipular a todos a su alrededor como auténticos


dinamizadores de la desgracia. Sin ellos sería mucho más difícil
encontrar nuestros propios fallos y ponernos en el camino de su
solución.

La Naturaleza funciona así a pesar de nosotros, y a pesar de


que no lo entendamos. A muchos psicópatas parece que les va muy
bien en la vida, nadan en la abundancia y en los excesos, se
reproducen más, y con las hembras más simétricas y sanas. No
tengo explicación alguna para este fenómeno ni soy quién para
juzgarlo, tal vez simplemente hay que observar y aprender lo que
nos permitan nuestras precarias capacidades.

La música es un ejemplo gráfico de sintonía, de vibración, los


acordes amplifican y enriquecen el sonido haciéndolo agradable y
movilizando la materia hacia un orden más complejo. El silencio es
el medio que lo hace posible. Deshaciendo la metáfora, la música
sería esa hiperrealidad diseñada por una mente que dirige la
orquesta sinfónica de sus pensamientos y actitudes, una mente
despierta que ha logrado silenciar sus creencias y juicios. Si hay
ruido no es posible percibir la música. Si nuestros pensamientos no
tienen auriga y andan en desbandada alocados por nuestro espacio
mental, no podremos percibir la voz de nuestro subconsciente que
es donde radica nuestro poder declarado milagroso y divino, desde
tiempos inmemoriales.

Importante para el éxito basado en el poder divino,


subconsciente, o espíritu santo si se quiere, es sintonizar con
nuestra emisora interna, hallar nuestros propios acordes. Para el
éxito basado en la fuerza supongo que hay que emprender una

519
Carlos Caballero

carrera militar, aprender a embaucar incautos, dominar el temblor


de manos a la hora de ejecutar víctimas… Este tipo de éxito también
se da pero parte de los más bajos instintos y de una ambición
desenfrenada, y tiene graves consecuencias para el progreso
humano. La fuerza es el medio de las sombras, de la
desnaturalización, de los autómatas, de lo contrario de lo que
significa ser humano, nihilismo de las propias potencialidades y la
propia realidad, en favor de la voluntad de un supuesto
intermediario erigido como sacerdote o líder.

Una forma refinada de la empatía es la comunicación no


verbal, y una forma refinada de comunicación no verbal es la
telepatía. Muchos de los mensajes que reciben nuestras antenitas
invisibles y que nuestro subconsciente sabe interpretar en piloto
automático, cuando llegan a la parte consciente de una mente
esclarecida son atribuidos normalmente a la inspiración, a una
imaginación creativa, e incluso al néctar de nuestro propio intelecto
labrado pacientemente, pero lo que generalmente se ignora es que
a menudo son inducidos a distancia, y son el germen de la
civilización, la mano invisible que ha tutelado al ser humano desde
el origen de los tiempos. Prueba de ello es que muchas de las ideas
geniales se les ocurren a muchas personas a la vez, o que los
´pequeños saltos evolutivos de una sociedad se encuentran
sincronizados en diferentes lugares de planeta, aparentemente
inconexos.

Visto lo visto, a la luz de las revelaciones científicas de las que


estamos siendo testigos en los últimos tiempos de recién estrenada
Sociedad de la Información y del Conocimiento, hay que empezar a
acostumbrarse a la revelación de las grandes mentiras de la historia

520
El Evangelio de Hermes

como la del evangelio canónico que hemos tratado aquí. Wikileaks,


Vatileaks, etc. son una consecuencia natural de esta nueva
ilustración, este nuevo renacimiento del que estamos siendo
partícipes, y la caja de Pandora no ha hecho más que destapar sus
primeras capas de milenios de oscuridad.

Hemos de acostumbrarnos a convivir con los nuevos


descubrimientos que se irán produciendo, y con las “cosas raras”
que nos van a rodear, por una sencilla razón, porque no quieren los
de ahí fuera que les estropeemos un proyecto de millones de años.

Tienen prohibido intervenir directamente en los asuntos


humanos, pero nos van a seguir susurrando al oído como lo han
hecho siempre, hasta que seamos dignos de que entren en nuestra
casa y nosotros en la suya, hasta que podamos mirarlos a la cara y
vernos reflejados en ellos.

Vienen tiempos de mucho cambio. Éste sólo ha sido mi


granito de arena, un granito que seguro se encontraba ya en las
mentes de otros, en muchas más mentes de lo que creemos, pues
realmente somos Uno.

La Verdad es muy hermosa, aunque a veces no nos guste, o


nos espante su desnudez deleitosa.

Feliz viaje.

521
Carlos Caballero

522
El Evangelio de Hermes

47.- Epílogo

Y ahora yo, Hermes, en verdad, en verdad os digo…

Era broma, cómo voy a terminar mi trabajo con más


cachondeo tartaja ¿qué pensabas? pero sí me pondré un poco serio
si me lo permites: Yo Hermes, hablo por muchos, ciertamente
somos legión, he tenido que escribir este evangelio porque tenía
que sacármelo de adentro. Ya no podía guardarlo por más tiempo.
Vivimos tiempos de exoterismo, es decir, de exponer y de publicar
lo que tanto se había guardado antes. Los últimos veinte años de mi
vida me he sentido como una parturienta gestando las conclusiones
que aquí he manifestado, que he parido unas veces y otras…
eyaculado de placer. Ahora por fin, puedo respirar tranquilo por
haber dado a luz a esta obra.

Como hemos visto a lo largo de todo este trabajo, la distancia


entre lo escrito en el evangelio romano y lo acontecido es
infranqueable. La distancia entre el cristo de la fe y el kristo
histórico es irreconciliable. Al primero lo defienden el evangelio
canónico y sus tres fotocopias o sinópticos, al otro todas las demás
fuentes arqueológicas, bibliográficas y la tradición oral.

523
Carlos Caballero

Contra el dogma nada pueden la ciencia y la razón. El


matrimonio entre el fanatismo y la superstición, ha producido más
víctimas que ninguna guerra o epidemia en toda la historia de la
humanidad. Esto no es monopolio de la Iglesia, en todas las
religiones se ha producido este matrimonio. Tampoco es monopolio
de la Iglesia ni de ninguna institución, la relación con los dioses.

El paraíso no es un coto privado de ninguna creencia ni de


ningún profeta. Nadie se salva por pertenecer a una determinada
religión o secta, solamente la conciencia de cada uno le dará su
visto bueno o no, para repetir asignaturas o para pasar de curso con
buena nota. Desde el punto de vista de los jardineros del Universo o
nos salvamos todos o no nos salvamos ninguno. Nos parecemos
mucho a ellos, nos tienen mucho aprecio, pero en nosotros está el
reaccionar a tiempo o el convertir el planeta en un inmenso Sahara,
con nosotros cómo curiosos fósiles para quienes traigan después.

Yo no pretendo convencer a nadie de nada, ni que nadie


cambie su actitud y de manera de ser si no es por su propia
conciencia y su propio convencimiento. Mi trabajo ha sido de
demolición, no de proselitismo (aborrezco esta palabra).
Demolición de un dogma que ha tenido a Europa y a otros muchos
pueblos del mundo sumidos en el abuso, la intolerancia y la
oscuridad durante casi dos milenios.

Tampoco me ha movido el rencor o la náusea a realizar este


trabajo, sino únicamente la curiosidad y el espíritu científico.

Tan sólo he querido presentar los acontecimientos del hecho


cristiano tal como los presenta la arqueología, la literatura

524
El Evangelio de Hermes

exocristiana y la tradición oral, tantas veces reprimida y camuflada


bajo claves criptográficas discretas para sobrevivir a la censura.

Este trabajo no ha terminado, está abierto a cualquier


revisión y a la incorporación de nuevos hallazgos. Como en toda
escuela, la hermética, la tres veces grande, siempre da la
bienvenida a los nuevos Ulises, los buscadores incansables e
insaciables de la verdad, pues sin ellos esta escuela milenaria del
Hermón sería una escuela muerta.

Si este proceso y esta exposición, por su crudeza y a veces


escarnio han llegado a lastimar la sensibilidad de alguien, pido
disculpas a la vez que aviso de un último vaivén antes de
despedirme de ti, paciente lector y hombre o mujer extraño, ya
somos muy pocos los especímenes que aparcamos de vez en
cuando los medios audiovisuales para reencontrarnos con el texto.

Si, por el contrario, te sucede lo que a mí que te apasiona


saber más sobre la persona del mese Ieshú, y ves que la demolición
del falso mito no hace más que agrandar y embellecer su figura más
allá del caramelo de si nos vamos a salvar o no, estás de en hora
buena porque yo sólo soy uno más de la miríada de investigadores
transversales que están por venir y que estamos dispuestos a poner
nuestras cartas sobre la mesa caiga quien caiga, en éste y en
muchas otras asignaturas pendientes de la historia. Quizás no sean
las mejores cartas pero la partida ya ha empezado y no importa
quien gane, los amantes de la verdad saldrán ganando, importa que
entre todos vamos a desenmascarar a los hipócritas.

525
Carlos Caballero

Yo no exijo a nadie creer mis afirmaciones, animo en el mejor


de los caos a verificar los datos que reposan en el texto, y en el
peor, a observar la propia intuición del lector y la lectora pues éste
es un sentido más que nos advierte de si vamos por buen camino o
no, de si estamos en lo cierto o ante un fraude.

Unas veces sobrio y otras macabro, satírico también, y espeso


e incluso soez espero que pocas, he procurado cambiar de tono a
menudo para hacer agradable la lectura y no convertirla en una
enumeración de datos soporífera de olor a tesis doctoral.

No he añadido bibliografía por ser ya bastante extenso este


ladrillo, pero considérese todo el registro arqueológico y la
literatura clásica global como cuerpo bibliográfico, aderezado todo
ello por una tradición oral y secreta que ha ido guiando mis pasos
en la alquimia de esta investigación, y que he querido calificar de
hermética en agradecimiento a todos aquellos que dejaron sutiles
miguitas de pan en sus trabajos para que nosotros cómodamente
lográsemos armar el rompecabezas de la historia.

Somos pocos, lo reconozco, los que nos hemos atrevido a


mirar a la historia a los ojos. Los demás, no por ser muchos y una
escuela muy vieja, van a tener razón. Grecia los duplica en edad,
Egipto los triplica y Sumer los cuadriplica, por lo que no deberían
exhibir tan orgullosos ese plagio descafeinado que presentan como
sagrado. Ya va siendo hora de que escuchen los malvados, me
refiero a los del caperuzo y las filas de color malva, los de la curia.

De la curiosidad nace el ansia por la verdad, y del ansia por la


verdad nace el amor por la sabiduría, aunque ya te avisé lo

526
El Evangelio de Hermes

peligroso que puede resultar el amor, pues del amor también puede
nacer la obsesión. Por amor no sólo se mata sino que también de
amor se muere. Hoy la inmolación se hace en un escritorio, donde
uno se sumerge en el conocimiento hasta olvidarse de sí mismo y
de los suyos.

Toda religión debería retractarse, pedir disculpas y disolverse.


Viendo que el resultado obtenido en cada una de las mismas, en
muchos casos desastrosos ha sido para el progreso de la
humanidad, y antagónicos a las propias enseñanzas de sus avatares
o profetas, lo mejor y más honroso que podrían hacer es,
desaparecer. Esta es la opinión del Dalai Lama, que comparto
plenamente. Le preguntaron los periodistas que recibían esta
sentencia si en estas religiones a derogar incluía a la suya, a lo que
sin pensarlo un momento respondió afirmativamente.

El ser humano ya debe ser adulto y saber discernir el bien del


mal sin necesidad de asistentes morales o sacerdotes. La relación
con la divinidad, con la esencia espiritual debe hacerse en la
intimidad, esa esencia se encuentra observando hacia dentro, y en
ese camino no hay intermediarios ni intercesores posibles, la
relación ha de ser personal y directa. Dios o los dioses dialogan con
nosotros a través de nuestra propia e intransferible consciencia. El
ojo por el que nosotros vemos a los dioses es el mismo por el que
dioses nos ven, por lo que está de más la profesionalización del
sacerdocio. Sólo tú puedes ser el sacerdote de ti mismo. Lo demás
son intereses creados en torno a la manipulación de las masas.

No eres ganado, no necesitas pastor, tan sólo obra de


acuerdo al modo en que deseas que los demás obren contigo, y en

527
Carlos Caballero

los demás no consideres sólo al próximo, sino también al que está


lejos, y con mayor cuidado a aquellos que son de otras especies.

Esto no quiere decir que no te puedas comer un filete,


también matas a una planta cuando te la comes, sino que hay que
devolver la vida digna a las especies que tenemos encarceladas
masivamente y que matamos sin dar oportunidad a un mínimo
ético de libertad, y sin dejar siquiera que se hagan adultas, hay que
devolver la piel verde al planeta y la biodiversidad como sostén de
nuestra propia vida. Y eso sólo es posible con políticas de
contención y sostenibilidad, sólo es posible poniendo cotas a la
ambición humana, cotas al crecimiento, fronteras al ser humano.

Ya no debemos crecer más, multiplicarnos más, ni domeñar a


las bestias como propone la Biblia. La necesidad actual exige que
para poder progresar seamos radicalmente conservadores.

528
El Evangelio de Hermes

Anexo: Ieshú en otras fuentes

Ieshú en el islam

Ieshú o Jesús, llamado en lengua árabe `Īsā o `Īsā ibn Maryam


(Jesús, hijo de María), es uno de los principales profetas del islam.
Según el Corán, fue uno de los profetas más queridos por Dios, y, a
diferencia de lo que ocurre en el cristianismo, para los musulmanes
no tiene carácter divino. Existen notables diferencias entre el relato
de los evangelios y la narración coránica de la historia de Isá.

La virginidad de María es plenamente reconocida (Corán,


3,41; 5,19; 19,22 y ss). Isá es quien anunció la llegada de Mahoma
como último profeta (Corán, 3,75; 61,6), aunque siguen su vida y
predicación a través de los textos de los evangelios apócrifos.

La muerte de Isá es tratada de forma compleja, al no


reconocer explícitamente su sacrificio, sino que antes de la muerte
es sustituido por otro individuo ―del que nada se dice―, mientras
Isá asciende con Dios y burla a los judíos (Corán, 3,48; 4,156).

La muerte ignominiosa de Jesús no se contempla, aunque sí


se afirma su regreso el día del Juicio Final (Corán, 4,157; 43,61) y el
descubrimiento, en ese día, de que la obra de Jesús fue verdadera

529
Carlos Caballero

(en el sentido de enviado por Dios). El Corán rechaza la Trinidad


(según el concepto del tawhid), teniéndola por falsa, y considera a
Isá como «Verbo de Dios», pero no hijo de él.

Ieshú en el budismo

La visión de Jesús para los budistas es diferente. Algunos


budistas, entre ellos el Dalái Lama, consideran que Jesús fue un
bodhisattva que dedicó su vida al bienestar de los seres humanos.
El maestro zen del siglo XIV Gasan Jōseki señaló que las palabras de
Jesús en los evangelios procedían de alguien que no estaba lejos del
estado de buda.

Ieshú en los Upanishads

Isha-Upanishad, con eso está todo dicho.

Cristo en el judaísmo

La teología ortodoxa del judaísmo —y muy especialmente


aquella del judaísmo ultra-ortodoxo— rechaza la idea de que Jesús
sea Dios, o un mediador de Dios, o parte de una Trinidad; tampoco
acepta que Jesús sea el Mesías profetizado por los hebreos.
Considera que Jesús de Nazaret ha influido enormemente en su
pueblo, pero también que le ha causado daño. La creencia en la
llegada del mesías es importante para el judaísmo, pero el judaísmo
no acepta a Jesús como el Mesías, y por ello los judíos aún esperan
su primera llegada (los cristianos aguardan la segunda).

Según la escatología judía, la venida del Mesías se acompaña


de una serie de eventos específicos que no han ocurrido:

530
El Evangelio de Hermes

 el retorno de todos los judíos a la Tierra Prometida


 la reconstrucción del Templo de Jerusalén
 la era de la paz y entendimiento entre todos los hombres
del mundo (Isaías 2:4), en la cual «el conocimiento de
Dios» llenará la Tierra (Isaías 11:9; Habacuc 2:14).

Dado que ninguno de estos eventos tuvo lugar durante la


vida de Jesús, el judaísmo sostiene que Jesús no fue el Mesías, y
que las profecías hebreas aún no se han cumplido. Jesús, por su
parte, afirmaba practicar la religión judía y aseveraba promoverla; y
que realmente reafirmaba haber nacido en su seno.

El judaísmo prohíbe adorar a personas dado que considera tal


acto como una forma de idolatría. Para el judaísmo, la creencia
central es la absoluta unidad o indivisibilidad y singularidad de Dios.
La divinidad judía no presenta rasgos humanos, por lo tanto, su
representación en términos visuales, así como la pronunciación de
su nombre son expresamente prohibidas por el judaísmo.

Sin embargo, existen también posiciones alternativas y hasta


el día de hoy, ellas se hacen sentir dentro del judaísmo. Según Clive
Lawton, esto se debe a que, dentro del judaísmo, "el no estar de
acuerdo no es un crimen" y, a raíz de ello, la polémica es frecuente
en el debate que en él tiene lugar: Lawton describe tal debate como
esencialmente dialéctico, y afirma que una de las bases del
judaísmo es el intercambio de las más diversas ideas y opiniones.

531
Carlos Caballero

Cristo en el protestantismo

Solo Cristo. Este lema que define el origen y el objeto central


de la fe cristiana. Los protestantes desde sus comienzos se
opusieron a exaltar cualquier cosa que no fuera la suficiencia de
Cristo. Ningún ritual religioso, institución o individuo puede ni debe
ser motivo de confianza sino el mismo Cristo. Ningún proyecto,
visión o necesidad debe competir por el lugar primario de Cristo en
la iglesia. Ninguna filosofía, ideal o argumento debe ser predicado
en la iglesia que no exalte a Cristo y su muerte en la cruz por el
pecado de los hombres.

El protestante fundamenta su fe en Cristo, no fe en la fe, o en


las oraciones, o en la iglesia, o en los líderes o en las instituciones.
Solo Cristo es digno de confianza pues Él es el único salvador y el
autor y consumador de nuestra fe. Solo en Él estamos completos.

Este concepto cristo-céntrico va más allá de barreras


religiosas, consiste en un estilo de vida que lo asume (a Cristo)
como el único modelo de vida del hombre, y su objetivo es el
alcanzar el nivel de santidad más cercano a dicho modelo.

Pensamiento cínico

Cuando Diógenes de Sinope llegó a Atenas, quiso ser


discípulo de Antístenes, pero éste no quiso instruirlo y le amenazó
con su cayado, pero Diógenes le dijo: “no hay un bastón lo bastante
duro para apartarme de ti, mientras crea que tienes algo que decir”.

Una vez, al ver al filósofo desaliñado y sucio, le preguntaron


por qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos, a lo

532
El Evangelio de Hermes

que éste respondió: “Porque piensan que pueden un día llegar a ser
pobres, pero, por el contrario, ni por lo más remoto piensan llegar a
ser filósofos”.

Una vez le preguntaron a Antístenes sobre qué había


aprendido de la filosofía; y respondió: “A ser capaz de hablar
conmigo mismo”.

También, que hay que prestar atención a nuestros enemigos,


porque son los primeros en descubrir nuestras debilidades.

Al preguntarle qué era lo mejor para los hombres, dijo:


"Morir felices".

533
Carlos Caballero

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