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UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS

FACULTAD DE DERECHO

ACCIONES CONSTITUCIONALES

PROFESOR: JAVIER RAMÍREZ GONZÁLEZ


Universidad de las Américas Acciones Constitucionales

UNIDAD 1: ACCIONES PROTECTORAS DE DERECHOS


I. JURISDICCION CONSTITUCIONAL.
En este capítulo analizaremos el surgimiento del derecho procesal constitucional y
especialmente el contexto en que surge y se desarrolla, las características que han
permitido su evolución hasta alcanzar su autonomía, abordaremos también los
presupuestos que sostienen su formulación como ocurre con la supremacía
constitucional y el control de la constitucionalidad, mencionaremos además como hito
relevante el surgimiento de la justicia constitucional.
En estas últimas décadas se ha desarrollado la tendencia al surgimiento de nuevas
especializaciones del derecho procesal, que se han escindido formando nuevas ramas
autónomas, entre ellas el derecho procesal constitucional, cuya evolución surge desde
el derecho constitucional, del derecho procesal civil y también del derecho procesal
penal.
Si bien, en un primer análisis, podría advertirse que procedimiento constitucional es
más cercano al procedimiento civil, sin embargo, es necesario recordar que uno de los
primeros procedimientos constitucionales se vincularon con el habeas corpus o
amparo, para la protección de la libertad personal, intrínsecamente ligado al
procedimiento penal, de ello es posible advertir la naturaleza autónoma y particular
del procedimiento constitucional.
Ahora bien, el origen del procedimiento constitucional es difícil de precisar, puesto
que los sistemas del derecho no se generan por un acto único, pero su surgimiento se
encuentra íntimamente ligado a la evolución del constitucionalismo, por ello un hito
referencial es la Carta Magna de 1215, mediante la cual los barones ingleses
impusieron al rey Juan sin Tierras los primeros derechos fundamentales.
Por su parte, el surgimiento de la jurisdicción constitucional es producto al desarrollo
del constitucionalismo, especialmente al establecimiento de la fuerza normativa de la
Constitución y el establecimiento de los tribunales constitucionales.

1. EL CONSTITUCIONALISMO.
El Constitucionalismo es un fenómeno relativamente reciente que se refiere al proceso
que tiende a consagrar en textos escritos y solemnes, los aspectos básicos de la
organización superior de la sociedad y de la garantía de los derechos de las personas,
contenido en una norma superior, calificada como la norma más importante y
obligatoria. El movimiento Constitucional surge en Inglaterra, caracterizado por la
lucha desarrollada para limitar los poderes del rey, imponiéndole la soberanía del
Parlamento.

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2. LA FUERZA NORMATIVA DE LA CONSTITUCION.


La fuerza normativa de la Constitución es una tesis que se ha impuesto en el mundo y
que tiene como antecedente el constitucionalismo norteamericano:
ARTICULO SEIS
2. Esta Constitución, y las leyes de los Estados Unidos que se expidan con arreglo
a ella, y todos los tratados celebrados o que se celebren bajo la autoridad de
los Estados Unidos, serán la suprema ley del país y los jueces de cada Estado
estarán obligados a observarlos, a pesar de cualquier cosa en contrario que se
encuentre en la Constitución o las leyes de cualquier Estado.
El artículo nos permite establecer que el constituyente al consagrarla, entendía que
realizaba un mandato directo y operativo, en consecuencia toda la Constitución de los
Estados Unidos obliga y para velar por el ello es necesario advertir el lugar
protagónico que le otorga a los jueces para hacer efectivo el principio de la
supremacía constitucional.
La Constitución como norma posee características especiales que la particularizan,
como ocurre con la Supremacía Constitucional ya anotada y también la concepción de
la Constitución como un Orden de Valores, en este último punto debemos citar la
Sentencia del Tribunal Constitucional Español del 31 de marzo de 1981 que señala:
“La constitución es una norma, pero una norma cualitativamente distinta de las
demás, por cuanto incorpora el sistema de valores esenciales que ha de constituir
el orden de convivencia política y de informar todo el ordenamiento jurídico”, en
forma similar se ha pronunciado nuestro Tribunal constitucional en la sentencia
Rol N°167, 6 de abril de 1993, considerando 10°.
Que, las normas del Capítulo I de nuestra Constitución constituyen un marco de
carácter valórico y conceptual que vienen a limitar la acción del Estado dentro de
la sociedad, abriendo el mayor campo posible a la iniciativa de los particulares;"
Por regla general, las normas Constitucionales no se encuentran redactadas en una
estructura lógica que establezca con precisión la conducta que debe realizarse u
omitirse, los presupuestos de hecho que deben verificarse para que surja su
imperatividad, y por último los sujetos a quienes va dirigida la norma.
La Constitución contiene normas con una estructura distinta a los demás cuerpos
normativos, precisamente atendido su importante contenido axiológico, ello hace que
sea más difícil enfrentar su interpretación, “...cuando la norma a interpretar es la
constitución, sus preceptos contienen conceptos absolutamente indeterminados...”
Ahora bien, la interpretación jurídica debe tener presente todo el ordenamiento
jurídico y especialmente aquellas normas de rango superior, de modo tal que la

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Constitución con su jerarquía superior y con su contenido valórico es el referente


imprescindible en la determinación del alcance de una norma.
3. EL SURGIMIENTO DE LA JURISDICCION CONSTITUCIONAL.
Asociado al procedimiento constitucional se encuentra la jurisdicción constitucional,
que surge con la creación del tribunal constitucional, órgano que es producto del
constitucionalismo norteamericano y reelaborado por Hans Kelsen a principios del
siglo pasado, cuyo fundamento se encuentra en concebir a la Constitución
verdaderamente como una norma jurídica, pero no una norma cualquiera, sino como
una norma superior “lex superior”.
Como consecuencia de ello, surge la necesidad de la existencia de un sistema de
control judicial de las leyes, de modo que se ajusten a la ley suprema.
El autor alemán Hans Kelsen introduce una idea fundamental que es el
establecimiento de la jurisdicción de control de constitucionalidad de las leyes
radicada en un solo Tribunal, esto es una jurisdicción concentrada, a diferencia del
sistema norteamericano con un sistema de control judicial de constitucionalidad
radicado en todos los tribunales, se trata de una jurisdicción difusa, la que sin
embargo se encuentra sometida a la jurisdicción de la Corte Suprema.
Para Hans Kelsen el Tribunal Constitucional no es propiamente un Tribunal, porque
este aplica una norma a hechos concretos, en cambio el Tribunal Constitucional no
examina hechos concretos, sino que se limita a controlar la compatibilidad entre dos
normas igualmente abstractas, la Constitución y la Ley, eliminando la norma
incompatible con la norma constitucional. Pero el vicio de la norma inferior no genera
la nulidad de pleno derecho sino que la anulabilidad.
Por su parte el profesor Eduardo García de Enterría señala que el Tribunal
Constitucional al eliminar la norma incompatible se convierte en un órgano
legislativo, que elimina del ordenamiento jurídico normas legales vigentes y eficaces,
se trata entonces de un “legislador negativo”.
La introducción del Tribunal Constitucional constituye una innovación profunda en
los sistemas jurídicos un fenómeno de la mayor relevancia en la historia del derecho.
Uno de los aspectos más significativos de la jurisdicción constitucional se encuentra
en la protección de los derechos fundamentales y uno de sus riesgos, la creación del
derecho por los jueces y su falta de legitimación democrática, por ello esta clase de
órganos han sido denominados como “contra mayoritarios”.
El profesor español Tomás Ramón Fernández señala que la justicia constitucional
forma parte hoy del corazón mismo de la estructura de un sistema democrático.

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En tanto que Louis Favoreu, señala que: “Un Tribunal Constitucional es una
jurisdicción creada para conocer especial y exclusivamente en materia de lo
contencioso constitucional.”
Hoy día como señala García Pelayo, el Tribunal Constitucional es un regulador de la
constitucionalidad de la acción estatal, está destinado a dar plena existencia al Estado
de Derecho y asegurar la vigencia de la distribución de poderes, ambos componentes
inexcusables, en nuestro tiempo, del verdadero “Estado Constitucional”.
Este sistema es adoptado por la Constitución Austriaca de 1920 que sirve de modelo
para las constituciones europeas de posguerra.

4. LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL.
La Supremacía Constitucional es un principio ya universalmente aceptado y
reconocido por la mayor parte de las Constituciones del mundo. Su protección, a
través de la jurisdicción, constituye un elemento esencial para garantizar su eficacia.
La supremacía constitucional es producto del constitucionalismo norteamericano y
especialmente en la construcción del sistema federal. El pacto federal conservaba para
los Estados suscriptores importantes facultades y contenía exiguas potestades para el
gobierno federal, sin embargo a través de la teoría de las potestades implícitas, que
son aquellas potestades que no se encontraban establecidas expresamente como
facultades del gobierno federal pero que se entendían racionalmente incorporadas a
través de una interpretación racional y finalista.
De este modo, se fue fortaleciendo sistemáticamente las facultades del gobierno
federal en desmedro del las potestades de los Estados. Con este fenómeno el
constitucionalismo norteamericano permitió concebir la existencia de una norma
jurídica superior (el pacto federal) por encima de las normas legales de los Estados
suscriptores del pacto.
Un importante hito en el establecimiento de la supremacía constitucional se encuentra
en el fallo del caso Marbury vs. Madison, el cual el Juez John Marshall de la Suprema
Corte de Justicia de los Estados Unidos, que señala:
"O la Constitución es la Ley Suprema, inmutable por medios ordinarios, o está en
el nivel de las leyes ordinarias, y como otra, puede ser alterada cuando la
legislatura se proponga hacerlo. Si la primera parte de la alternativa es cierta,
entonces un acto legislativo contrario a la Constitución no es ley; si la última
parte es exacta, entonces las constituciones escritas son absurdos proyectos por
parte del pueblo para limitar un poder ilimitable por su propia naturaleza.
Ciertamente, todos los que han sancionado Constituciones escritas, las

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consideraban como ley fundamental y suprema de la nación y por consiguiente, la


teoría de cada uno de los gobiernos debe ser que una ley de la legislatura que
impugna a la Constitución es nula”.
Pero no es el único antecedente, ya había sido formulado originariamente por Sir
Edwards Coke, como la más efectiva garantía de la libertad y dignidad del hombre,
puesto que impone a los poderes constitucionales la obligación de ceñirse a los límites
que la Constitución -como Ley Superior- establece, y a respetar los derechos
fundamentales que ella reconoce y asegura a todas las personas.
La idea de la supremacía de la Constitución fue desarrollada por primera vez en 1788
por Alexander Hamilton, cuando al referirse al papel de los jueces como intérpretes de
la ley afirmó “que una Constitución es de hecho, y así debe ser considerada por los
jueces, como una ley fundamental. Si se produce una situación irreconciliable entre la
Constitución y la ley, por supuesto la Constitución debe prevalecer por sobre las leyes.
Por consiguiente ningún acto contrario a la Constitución puede ser válido”.
Al indicar las Cartas Fundamentales, como principio básico que todos los órganos del
Estado y los particulares quedan sometidos a la Constitución, se establece la primera
gran regla en que se consagra la Supremacía, siendo, en consecuencia, obligatoria para
todos ellos.
Al respecto, cabe señalar que quedan comprendidos todos los órganos estatales, de
gobierno, legislativos o jurisdiccionales, como todos los servicios administrativos
encargados de la satisfacción de las necesidades públicas y que se encuentran
vinculados orgánicamente al Estado.
El sólo hecho que el ordenamiento constitucional haya establecido esta amplia batería
de instituciones para el resguardo de la Supremacía Constitucional y la protección de
los particulares, frente a los poderes del Ejecutivo para administrar el país, es el claro
reconocimiento que el poder del Presidente de la República en esta materia es amplio
y requiere tener variados mecanismos de contención en resguardo de los derechos de
los ciudadanos.
Sin embargo, no basta con proclamar que las normas contenidas en la Constitución
son las de mayor jerarquía dentro del ordenamiento jurídico de un Estado, para que
éstas sean respetadas por los poderes constituidos y constituyan un límite de sus
atribuciones y eficaz salvaguardia de los derechos de las personas, puesto que
siempre subsistiría la posibilidad que los órganos que ejercen los poderes instituidos
sobrepasen las disposiciones de la Carta Fundamental y, extralimitándose en el
ejercicio de sus atribuciones, pongan en peligro la institucionalidad. Por ello, la sola
declaración de la Supremacía Constitucional resulta insuficiente.

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En consecuencia, al hablar de este principio debe incluirse, necesariamente, tanto la


protección de las disposiciones escritas en la Constitución, como también y,
especialmente, los valores fundamentales que están en la base de la misma, los que,
por la vía de la decisión jurisdiccional, deben cobrar plena vigencia.

II. EL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL.


Algunos autores consideran que el profesor austriaco Hans Kelsen es el fundador del
derecho procesal constitucional actual, aun cuando esta rama del derecho ya se había
desarrollado antes de Kelsen, sin embargo fue este autor estructuró el sistema
constitucional en base al positivismo jurídico, en el cual el derecho procesal es un
apéndice del derecho constitucional apoyado en la creación del Tribunal
Constitucional como órgano especializado del control de constitucionalidad. Sin
embargo, no fue el Tribunal Constitucional el que produjo consecuencialmente el
surgimiento del derecho procesal constitucional, sino que la existencia de un proceso
donde se abordaran conflictos o cuestiones constitucionales.
El derecho procesal constitucional más que tratarse de una simple separación de una
rama del derecho, es un reordenamiento del sistema estableciéndose una estructura
más acorde con la pirámide normativa en cuya cúspide se encuentra la Constitución.
El Derecho Procesal Constitucional es aquella rama del derecho público que
establece las normas procesales orgánicas y funcionales necesarias para dar
eficacia real a la normativa constitucional, cuando surja un conflicto entre un
acto de la autoridad o de un particular y sus disposiciones.
El derecho procesal constitucional comprende la organización y atribuciones de los
Tribunales Constitucionales y la forma en que éstos ejercen su jurisdicción al resolver
conflictos constitucionales por medio del proceso y con efectos permanentes.
El profesor Néstor Pedro Sagü és, en su obra Derecho Procesal Constitucional, nos dice
que esta rama del derecho “es principalmente, el derecho de la jurisdicción
constitucional”, y tiene dos áreas:
- La magistratura constitucional.
- Los procesos constitucionales.
El profesor Piero Calamandrei señala que todas las declaraciones constitucionales son
fútiles, si no existen remedios jurídicos procesales que aseguren su funcionamiento
real.
Por lo tanto, le corresponde al derecho procesal constitucional la función de aportar al
sistema jurídico nacional, los elementos orgánicos y funcionales necesarios y
apropiados para que un conflicto constitucional pueda ser decidido por medio de una

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decisión jurisdiccional, lográndose así la plena vigencia de la Supremacía


Constitucional.
La obra de Hans Kelsen "Las Garantías de la Jurisdicción Constitucional", escrita en
1928, constituye el inicio de las formulaciones teóricas del derecho procesal
constitucional (Carlos Mesia), a partir de entonces, esta disciplina surge con fuerza,
independizándose del Derecho Constitucional.
Ahora bien, el año 1955 el autor italiano Mauro Cappelletti, publica su monografía
titulada “Jurisdicción Constitucional de la Libertad”, trabajo en el que se desarrolla un
conjunto de instituciones procesales tutelares de los derechos consagrados
constitucionalmente.
Al entrar en funcionamiento Tribunales Constitucionales en la mayor parte de las
naciones jurídicamente organizadas, se produce un veloz desarrollo del derecho
procesal constitucional y en las últimas décadas comienza a enseñarse como una
disciplina del derecho autónoma.
Por su parte, Luigi Ferrajoli ha calificado el establecimiento del Tribunal
Constitucional como la conquista más importante del derecho contemporáneo para el
logro de la protección jurisdiccional de la dignidad de las personas y de los derechos
fundamentales frente a la ley, los que no podrían sobrevivir si carecen de una tutela
eficaz a través del proceso.
1. FUNCIONES QUE CUMPLE EL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL.
Las funciones que cumple el derecho procesal constitucional son las siguientes:
a) Incorpora al Derecho normas destinadas a proporcionar una protección efectiva de
la Constitución por medio del proceso jurisdiccional.
En otros términos, cuando surgen conflictos constitucionales y la norma básica queda
indefensa, le corresponde al derecho procesal constitucional poner a su disposición
las herramientas procesales adecuadas, que le permitan recuperar su vigencia real.
Siendo así, la solución del conflicto constitucional es el primer gran tema que
corresponde a esta rama del derecho procesal.
El derecho constitucional analiza la Constitución, sus normas y valores, desde un
punto de vista más estático. Pero, cuando su preceptiva es violentada y surge un
conflicto de intereses de relevancia constitucional que debe ser resuelto, éste escapa
del ámbito del derecho constitucional, que carece per se del poder indispensable para
restablecer la supremacía de la Constitución. Ésta sólo puede obtenerse por medio de
una sentencia jurisdiccional. De este modo, cuando el sistema crea tribunales
constitucionales con competencia para dar solución al conflicto constitucional, se
ingresa, a través del proceso, al ámbito del derecho procesal, que pone a disposición

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de los afectados por la infracción constitucional un tribunal competente e idóneo y las


normas funcionales necesarias para tramitarlo y decidirlo en un debido proceso.
Como sostiene Allan Brewer-Carías, el juez constitucional siempre tiene un deber
adicional al juez ordinario: debe defender la Constitución y, en especial, los valores
que en un momento dado estuvieron en la base de su creación con miras a
"mantenerla viva".
b) El derecho procesal constitucional se pone en movimiento cuando surge el conflicto
constitucional que se produce, cuando la autoridad o los particulares infringen la
Constitución, lo que impulsa el ejercicio de su jurisdicción, salvo en los casos en que se
exija que dicha violación sea denunciada por un sujeto legitimado al Tribunal
Constitucional competente.
La forma que contempla el Derecho Procesal Constitucional para resolver dichos
conflictos, es el proceso jurisdiccional, en el cual un tribunal con jurisdicción y
competencia aplicará e interpretará la norma constitucional, en el caso concreto,
decidiéndolo con su mérito. El tribunal aplica la Constitución directamente como
norma decisoria litis.
c) El sistema procesal, destinado a dar protección a la Constitución, puede contemplar
uno o más Tribunales Constitucionales competentes o dárselos a todos los del sistema
común.
El ordenamiento en cada país establecerá el tipo de control jurisdiccional de
constitucionalidad que estime más adecuado. Si considera mejor el concentrado,
deberá entregarle competencia a un Tribunal Constitucional, a una Sala Constitucional
de la Corte Suprema o si estima más adecuado un sistema difuso entregándole
competencia a todos los tribunales.
En cualquier evento ello implica ampliar el radio de la jurisdicción a la solución de los
conflictos constitucionales.
d) El conflicto se traspasará, para su decisión, al sistema de Tribunales
Constitucionales a través de una acción, cuyos titulares deben ser precisados y
legitimados; se establecerá un procedimiento al cual deberá someterse el proceso, el
que terminará con la sentencia decisoria, cuyos efectos siempre serán trascendentes
y, en especial, cuando declare la inconstitucionalidad de leyes o decretos.
Analizada su definición, cabe destacar, a continuación, que esta disciplina surge con
fuerza e independencia cuando se crean en Europa los Tribunales Constitucionales, a
los que se les otorga jurisdicción y competencia exclusiva y excluyente para decidir
conflictos aplicando directamente, como se dijo, la Constitución como norma decisoria
litis.

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La nueva dimensión de esta disciplina se encuentra estrechamente vinculada a la


consagración del sistema del control concentrado de constitucionalidad, toda vez que
los países que han elegido el modelo del control difuso, no requieren más normas que
las procesales que ya tienen. Siendo así, en este último caso, el derecho procesal
interno, con las adecuaciones necesarias, resulta suficiente para obtener el control
jurisdiccional de constitucionalidad.
En cambio, en el sistema concentrado se requiere, a lo menos, una normativa que
considere los siguientes aspectos:
a) La ampliación del ámbito de la jurisdicción para incluir en su esfera de poder la
solución de los conflictos constitucionales que, por producirse en su mayoría entre
poderes públicos, por aplicación del principio de separación de funciones, antes, o no
tenían solución o se autotutelaban.
Esta confrontación entre la necesidad de instaurar un control jurisdiccional de la
Constitución y conservar el principio de la separación de poderes, fue precisamente, lo
que llevó a la creación de Tribunales Constitucionales en Europa continental, con la
atribución jurisdiccional particular y específica de velar por la constitucionalidad de
las leyes, la que no podría atribuirse al orden judicial tradicional, cuya misión,
precisamente, es la de aplicar la ley, sin que le sea lícito cuestionarla.
b) Creación de un Tribunal Constitucional o su equivalente y dictación de las normas
orgánicas que regulen su organización, atribuciones y funcionamiento.
c) Establecer la acción, sus presupuestos procesales y procedimientos adecuados para
operar su competencia a través de un debido proceso jurisdiccional.
Constituye una función básica que cumple el derecho procesal constitucional es la
Justicia Constitucional, la Supremacía Constitucional y los sistemas para el control de
la constitucionalidad de las leyes y otros actos públicos.

2. PRINCIPALES MATERIAL QUE COMPRENDE EL DERECHO PROCESAL


CONSTITUCIONAL.
El contenido del derecho procesal constitucional se refiere a la competencia
jurisdiccional constitucional y al proceso que debe seguirse para decidir sobre las
garantías y no a preceptos constitucionales que se encuadran en el marco de la
Constitución en forma estática.
El derecho procesal constitucional comprende el desarrollo de las siguientes áreas
temáticas:
a) El conflicto constitucional y sus formas de solución.

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b) El derecho procesal constitucional orgánico.


c) El derecho procesal constitucional funcional.
Pertenecen al derecho procesal constitucional las siguientes materias:
§ La supremacía constitucional.
§ La Justicia Constitucional.
§ Los sistemas de control de constitucionalidad de las leyes, decretos y otros
actos públicos.
§ El amparo efectivo de las garantías que la Constitución asegura a las personas.
En síntesis, esta rama del derecho está destinada a proporcionar normas eficaces para
la protección jurisdiccional de la Constitución.

3. EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD.
La evolución del derecho constitucional hace surgir la necesidad de la existencia de
mecanismos, sistemas o procedimientos destinados a preservar, la Supremacía
Constitucional establecida en el orden de las normas.
El control de constitucionalidad, implica la configuración de un mecanismo de defensa
jurisdiccional de un orden constitucional concreto, establecido en una Constitución y
que se caracteriza por ser asumido por sujetos ajenos al proceso de producción
normativa y, por recaer, salvo excepciones, sobre normas vigentes, se articula
formalmente como la garantía de la primacía de la Constitución sobre las demás
normas del ordenamiento jurídico positivo.
De este modo el TC. desarrolla una decisiva función integradora, que se expresa en la
consagración de valores que orientan y dan contenido a las normas constitucionales.
Por ello que el TC. como órgano encargado de salvaguardar la supremacía de la
Constitución, está protegiendo los principios que permiten tal integración.
Teniendo presente, que el mayor riesgo para la integridad del orden constitucional, es
la eventual vigencia de leyes inconstitucionales, por el carácter general que
normalmente tienen, entrañan la posibilidad permanente de continuas violaciones de
la Ley Fundamental cada vez que sean aplicadas, debe buscarse un camino para que
ellas sean eliminadas.
Su aplicación evita la alternativa, de usar la autotutela para resolver un conflicto
constitucional. La historia está llena de ejemplos de conflictos entre poderes públicos
que se han resuelto por la fuerza, llámese ésta revolución o golpe de Estado.

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Los habitantes de la Nación lograrán, como consecuencia de lo anterior, el pleno


respeto de sus derechos constitucionales sólo cuando cuenten con el proceso como
forma de hacer efectiva la supremacía constitucional.
La Constitución se plantea así, definitivamente, como una norma decisoria litis, de
aplicación directa para el juez en la solución de todo conflicto constitucional, por ello
actualmente presenciamos una nueva legitimidad, la legitimidad constitucional.

III. ACCIONES CONSTITUCIONALES.


A) ACCION DE AMPARO.
i. NATURALEZA JURIDICA Y CARACTERISTICAS.
Lo que en Chile se denomina “Amparo” es en verdad lo que en los demás Estados
recibe el nombre de Hábeas Corpus, países en los cuales, la denominación “amparo” se
utiliza para denominar a lo que nosotros conocemos como “Acción de Protección”.
HÁBEAS CORPUS
Este sintagma del lenguaje jurídico proviene de la expresión latina habeas corpus
ad subiiciendum ("que tengas tu cuerpo para mostrar" o que "tu cuerpo sea
mostrado"), y se emplea para denominar el derecho de un ciudadano que preso
ha de comparecer en forma pública e inmediata ante un juez, para que éste
resuelva si su detención fue legal y si debe ser puesto o no en libertad.
La primera vez que se empleó esta expresión fue en la Carta Magna, arrancada
por los nobles ingleses al rey Juan Sin Tierra en 1215, por la cual la soberanía
pasó del monarca a la nobleza, que se organizó en una organización que perdura
hasta nuestros días con el nombre de Cámara de los Lores.
En la Carta Magna se establecía que ningún hombre libre podría ser detenido,
preso, ni desposeído de sus propiedades sin una ley previa que justificase tales
actos. Según el texto de la Carta Magna, "Nadie puede ser castigado de ninguna
manera sino por sentencia legalmente pronunciada contra él, por sus iguales o
pares, según la ley del país. A nadie debe rehusar el Rey pronta justicia, la que no
podrá ser vendida a persona alguna".
A pesar de que todo indica que la expresión hábeas corpus nació allí, el principio
jurídico en el cual se basa ya existía en el derecho romano, en el recurso conocido
como Interdicto de homine libero exhibendo (recurso de mostrar al hombre
libre), expresado en la fórmula Quem liberum dolo malo retines, exhibeas, que se
aplicaba a todo particular que restringiera la libertad de un hombre que tuviera
derecho a ella, para que lo presentara de inmediato ante el pretor, quien
decidiría al respecto.

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La locución hábeas corpus ha sido castellanizada e incluida en el Diccionario de


la Real Academia, por lo que se debe escribir con tilde, de acuerdo con las normas
de nuestra lengua.
A continuación revisaremos los aspectos fundamentales de la acción de amparo:
1. NATURALEZA JURIDICA.
a) El Amparo es una Acción.
Aunque tradicionalmente, se ha aludido a él como “recurso” (y la propia Constitución
así lo hace, en su artículo 21 inciso 3º), en verdad se trata de una acción, y no de un
recurso. Esto, porque la finalidad del Amparo Constitucional no es, necesariamente,
impugnar una resolución judicial, sino que proteger, jurisdiccionalmente, el derecho a
la libertad personal y seguridad individual, respecto de todo tipo de atentado ejercido
por cualquier sujeto. Por lo tanto, el Amparo Constitucional no se encuentra
supeditado a ningún proceso judicial preexistente, sino que se trata de una figura
autónoma e independiente. Al respecto, Paulino Varas insiste en que el amparo sería
un recurso (“El recurso constitucional de Amparo” de 1983, en el libro colectivo
“Recursos de Rango Constitucional”); cuestión que autores como Nogueira rebate:
“Tal posición nos parece insostenible, desde la perspectiva de que un recurso es un
acto del proceso, con lo cual no cabe sino descartar tal vocablo cuando se trata de un
nuevo proceso o procedimiento jurisdiccional, el que no tiene por objeto impugnar
determinadas resoluciones de un proceso ya existente”
b) El Amparo Constitucional chileno constituye una Garantía Jurisdiccional de
Derechos.
Los derechos fundamentales no sólo deben ser consagrados o enumerados por las
legislaciones nacionales, sino que además deben ser protegidos por diferentes
mecanismos apropiados, ya que en caso contrario, no serían más que simples
declaraciones de principios, sin aplicación real. El amparo, pues, es -junto a la acción
de protección, a la de reclamación de nacionalidad y a la de indemnización por error
judicial- lo que en Doctrina se conoce como una Garantía Jurisdiccional de Derechos
Fundamentales (en este caso, de la Libertad Personal y Seguridad Individual del
artículo 19 Nº 7 de la CPR), las que se caracterizan por la intervención de un Órgano
Jurisdiccional, el que, a través normalmente de un proceso, procede a resguardar los
derechos de los afectados. Ello nos lleva a tener que otorgarle a las regulaciones
específicas de esta Acción, un estándar superior de protección, por cuanto se
encuentran conectadas íntimamente con un Derecho Fundamental, como es el de la
Libertad Personal y Seguridad Individual, y por lo tanto, a un límite del ejercicio de la
Soberanía Nacional de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 5º inciso 2º de la carta
Fundamental.

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c) El Amparo Constitucional (Hábeas Corpus) es un Derecho Fundamental.


Cabe señalar, que no sólo es una garantía de derechos fundamentales, sino que es, en
sí mismo, un derecho fundamental, ello debido a que si una persona que se encuentra,
privada ilegalmente de libertad, puede recurrir a un Tribunal para que le proteja, ello
constituye por sí mismo una prerrogativa independiente, que también se vincula con
el legítimo “Derecho a la Acción” o “Derecho a la Jurisdicción”, con la dignidad
intrínseca del sujeto y que, por lo mismo, debe ser protegida como tal.
Del mismo modo que la acción protección, el amparo es un derecho que tiene
configuración legal, toda vez que la regulación Constitucional es meramente
enunciativa y requiere de desarrollo en la Ley.

2. CARACTERISTICAS DE LA ACCIÓN DE AMPARO.


La acción constitucional de amparo, tiene las siguientes características:
§ Implica el ejercicio de atribuciones conservadoras de los Tribunales.
§ Ello debido que estamos en presencia de ser un “procedimiento no
contradictorio”, por lo que lo que se busca no es resolver un conflicto jurídico
entre partes, sino resolver un conflicto jurídico constitucional.
§ No conlleva pretensión contra persona determinada.
§ No persigue responsabilidad civil ni penal del ofensor.
§ Es un procedimiento inquisitivo. El juez cuenta con amplias facultades para
realizar diligencias y estimar la prueba.

3. FUENTES FORMALES DE LA ACCION DE AMPARO.


El amparo tiene también una regulación compuesta por fuentes constitucionales,
internacionales, y judiciales administrativas, discutiéndose en la doctrina si en la
actualidad, existe o no regulación legal del mismo.
a) Regulación Constitucional:
El artículo 21 de la CPR. establece:
“Artículo 21: Todo individuo que se hallare arrestado, detenido o preso con
infracción de lo dispuesto en la Constitución o las leyes, podrá ocurrir por si, o por
cualquiera a su nombre, a la magistratura que señala la ley, a fin de que ésta
ordene se guarden las formalidades legales y adopte de inmediato las
providencias que juzgue necesarias para restablecer el imperio del derecho y
asegurar la debida protección del afectado.

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Esta magistratura podrá ordenar que el individuo sea traído a su presencia y su


decreto será precisamente obedecido por todos los encargados de las cárceles o
lugares de detención. Instruida de los antecedentes, decretará su libertad
inmediata o hará que se reparen los defectos legales o pondrá al individuo a
disposición del juez competente, procediendo en todo breve y sumariamente, y
corrigiendo por sí esos defectos o dando cuenta a quien corresponda para que los
corrija.
El mismo recurso, y en igual forma, podrá ser deducido a favor de toda persona
que ilegalmente sufra cualquier otra privación, perturbación o amenaza en su
derecho a la libertad personal y seguridad individual. La respectiva magistratura
dictará en tal caso las medidas indicadas en los incisos anteriores que estime
conducentes para reestablecer el imperio del derecho y asegurar la debida
protección del afectado”
b) Regulación internacional.
Diversos instrumentos internacionales establecen la obligación de los Estados de
establecer esta clase de protecciones. Así, el artículo 7° de la Convención Americana
de Derechos Humanos consagra, en sus numerales 5° y 6°, el derecho del detenido a
ser conducido sin demora ante funcionario con competencias jurisdiccionales, y el
derecho a recurrir a un Tribunal para que conozca de la presunta ilegalidad de un
arresto o detención y para que ordene su libertad si fuese procedente.
En efecto, la citada norma dispone:
Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u
otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá
derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin
perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a
garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o
tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su
arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran
ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera
amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o
tribunal competente a fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza,
dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán
interponerse por sí o por otra persona”.

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c) Regulación administrativa:
Se encuentra en el Auto Acordado de la Corte Suprema, de 1932, el cual
complementaba la regulación del procedimiento de amparo, regulado originalmente
en el Código de Procedimiento Penal de 1906.
d) Regulación legal.
Con la entrada en vigencia del Código Procesal Penal, el cual no regula el amparo
constitucional, sino sólo el amparo legal ante el juez de garantía, se ha discutido en
doctrina si ha provocado la desaparición de toda regulación legal a esta acción
constitucional, o no.
- No existe regulación legal de la Acción de Amparo.
La mayor parte de la doctrina y la jurisprudencia es de la opinión que no hay
regulación legal del amparo constitucional, sino que su procedimiento aplicable es
sólo el establecido en el auto acordado antes indicado, para lo cual señalan:
- Con la dictación del Código Procesal Penal, el Código de Procedimiento Penal ha
quedado derogado in integrum, mediante lo que se conoce como “derogación
orgánica”;
- El amparo constitucional no queda desprovisto de regulación, ya que ella se
encuentra en el auto acordado;
- Es correcto que se entienda derogado el Código de Procedimiento Penal en lo
relativo al Recurso de Amparo, ya que lo que corresponde es “que dicha materia deba
regularse en un código o ley de procesos constitucionales como ocurre en el derecho
comparado” (Nogueira, Derechos Fundamentales y Garantías Constitucionales, Tomo
I, pág 345)
Existe regulación legal de la Acción de Amparo.
Otra parte de la doctrina minoritaria señala que el procedimiento del Amparo
Constitucional sigue encontrándose en el Código de Procedimiento Penal, el cual para
estos efectos no se encuentra derogado, y sus argumentos son:
- No es cierto que el nuevo Código Procesal Penal haya derogado el antiguo Código de
Procedimiento Penal. En efecto, el artículo 483 del Código Procesal Penal establece
una norma de irretroactividad de sus disposiciones: Artículo 483.- Aplicación de las
disposiciones del Código. Las disposiciones de este Código sólo se aplicarán a los
hechos acaecidos con posterioridad a su entrada en vigencia); Por su parte, el artículo
484 del mismo cuerpo legal establece un sistema progresivo para su entrada en
vigencia, pero en ningún caso ello debe significar una derogación orgánica del antiguo
Código de Procedimiento Penal;

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- No puede establecerse que la regulación vía auto acordado sea la única válida, puesto
que ella, en muchos casos es más restrictiva que la que establecía el Código de
Procedimiento Penal, por lo que dicha decisión atentaría en contra del principio de
progresividad de los derechos fundamentales;
- Los procedimientos judiciales sólo pueden ser regulados por ley y no por normas de
inferior jerarquía, como sucede con los autos acordados (19 Nº 3 inciso 5º, y 63 Nº 3
de la CPR); y

4. CLASIFICACIÓN DEL AMPARO CONSTITUCIONAL.


Según la finalidad perseguida por la acción de amparo, éste puede ser clasificado en
las siguientes categorías:
a) Amparo Reparador.
Corresponde a la modalidad “clásica”, esto es, aquél amparo que busca obtener la
libertad del individuo cuando ha sido víctima de una detención ilegal o arbitraria.
Opera principalmente por retenciones, arrestos o detenciones que no se ajusten a la
Constitución y las leyes.
b) Amparo Correctivo.
Tiene por finalidad obtener que se adopten las medidas necesarias para remediar las
irregularidades ocurridas durante la detención; especialmente cuando se refieran a
tratamientos inhumanos respecto del privado de libertad, como ocurre en el caso de
mantener en un mismo lugar a reos rematados con procesados o a menores con
adultos; aislamiento ilegal o arbitrario; detención en lugares no especialmente
habilitados para ello.
c) Amparo Preventivo.
Tiene por objeto, proteger a las personas respecto de amenazas a su libertad personal
o seguridad individual, y busca evitar que tal amenaza se materialice y se configure en
verdad un atentado ilegal o arbitrario en contra de aquellos derechos. Este era el caso,
por ejemplo, de los sometimientos a proceso del antiguo régimen procesal penal, los
cuales podían llegar a derivar en una medida cautelar privativa de libertad.

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ii. ASPECTOS PROCESALES GENERALES.


Veamos a continuación algunos aspectos procesales relevantes:
1. TITULARIDAD DE LA ACCION CONSTITUCIONAL DE AMPARO
En este punto, hay que distinguir la norma del inciso 1° y la del inciso 3° del artículo
21 de la CPR.
A) PRIMERA HIPÓTESIS. Situación del inciso 1° del artículo 21.
“El arrestado, detenido o preso”. En términos generales, entenderemos por:
- Arrestado:
El arresto la pérdida de libertad decretada por autoridad competente como apremio
para el cumplimiento de un determinado deber. No sólo la autoridad judicial podría
ordenar el arresto de alguien, también podría ordenarlo una autoridad administrativa.
- Detenido:
La detención es una medida cautelar que decreta un juez del crimen (salvo en caso de
flagrancia) cuando resulte indispensable para asegurar la acción de la justicia; y
- Preso:
Puede asumir la forma de prisión preventiva, vale decir, una medida cautelar que
decreta el juez de garantía, a solicitud del Ministerio Público o del querellante, cuando
se hubiere formalizado la investigación. Por extensión, en algunos casos, el término
“preso” podría extenderse a personas cumpliendo alguna condena privativa de
libertad, cuando la naturaleza del asunto así lo amerite, por ejemplo, en el caso de un
amparo correctivo, aun cuando se trate de una sanción diferente a la prisión, esto es,
la privación de libertad de entre uno a sesenta días, según el artículo 25 del Código
Penal..
B) SEGUNDA HIPÓTESIS. Situación del inciso 3° del artículo 21.
Este inciso señala la expresión “toda persona”. Por lo mismo, se extiende a cualquier
individuo (persona natural) que se encuentre en las hipótesis de vulneración que
establece la misma norma, y que analizaremos más adelante (“toda persona que
ilegalmente sufra cualquiera otra privación, perturbación o amenaza en su derecho a
la libertad personal y seguridad individual”)
2. COMPARECENCIA DE LA ACCIÓN CONSTITUCIONAL DE AMPARO.
Podrá comparecer personalmente el afectado, “o cualquiera a su nombre”.
Así lo establece el inciso primero del artículo 21, primera hipótesis, en tanto que el
inciso tercero, que regula la llamada segunda hipótesis, establece que el mismo

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recurso podrá ser deducido “en la misma forma”, por lo que podrá ser deducido por el
afectado o por cualquiera a su nombre, por aplicación del inciso anterior.
No será necesario exhibir el mandato para actuar a nombre de otro, y ello porque
naturalmente el privado de libertad no se encuentra en condiciones físicas de
concederlo.
3. MATERIALIDAD.
Como la acción de protección, el amparo constitucional no requiere mayores
formalidades, incluso ni siquiera se exige escrituración.
Por este motivo, podrá ser deducido por escrito en soporte papel o electrónico.
Tal como se expresó en la Unidad anterior con la vigencia de la ley N° 20.886 que
establece la tramitación digital de los procedimientos judiciales, se podrá presentar la
acción de amparo en la oficina judicial virtual. Acción que se entenderá suscrita por el
recurrente sin necesidad de contener su firma manuscrita, entendiéndose la clave
única electrónica como firma electrónica simple.
4. TRIBUNAL COMPETENTE.
La CPR. no establece el tribunal competente para conocer de este recurso, sino que lo
delega en la ley, al señalar: “a la magistratura que señala la ley”.
Es, sin embargo, el Código Orgánico de Tribunales el que establece que el amparo
constitucional será conocido en primera instancia por las Cortes de Apelaciones
(artículo 63 Nº 2, letra b) y en segunda instancia por la Corte Suprema (artículo 98 Nº
4).
En relación con la competencia relativa, se ha discutido, si es competente la Corte
correspondiente al lugar donde se dictó la orden, o donde se encuentra el detenido, o
donde tiene domicilio el afectado, ya que no está resuelto por las normas señaladas.
En la práctica, la situación funciona así:
a) Si el acto ilegal ha emanado de un tribunal ordinario será competente la Corte de
Apelaciones jerárquicamente superior (por aplicación del artículo 110 del COT. (Regla
del grado).
b) Si el acto es de diferente naturaleza: será competente la Corte de Apelaciones del
domicilio del afectado.
5. CAUSALES.
Nuevamente, debemos hacer la necesaria distinción entre las llamadas dos Hipótesis:
a) Causal en la Primera Hipótesis: “El hallarse arrestado, detenido o preso con
infracción de lo dispuesto en la Constitución o en las leyes” (inciso 1°).

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Esta infracción puede deberse a vicios de forma (orden emana de autoridad


incompetente, o que no haya cumplido con los requisitos legales, o si el detenido no es
puesto a disposición del juez dentro de las 24 horas siguientes a la detención), o de
fondo (orden expedida fuera de los casos contemplados en la ley, o sin mérito
suficiente). Esta causal puede dar origen a un hábeas corpus reparador o correctivo,
pero no preventivo.
b) Causal en la Segunda Hipótesis: “El haber ilegalmente sufrido cualquier otra
privación, perturbación o amenaza en su derecho a la libertad personal y seguridad
individual” (inciso 3°).
Respecto a la definición de privación, perturbación o amenaza, estaremos a lo
explicado a propósito de la acción de protección. Esta causal puede dar origen a un
habeas corpus reparador, correctivo, o preventivo, ya que se extiende también a las
amenazas.
6. DE QUIÉN PUEDE PROVENIR EL AGRAVIO. LEGITIMACIÓN PASIVA.
El amparo constitucional puede ser deducido por actos arbitrarios o ilegales,
provenientes de cualquier origen, y no solo respecto de actuaciones judiciales.
Desde ese punto de vista, podría provenir por ejemplo de una autoridad
administrativa, del poder judicial, o incluso de sujetos privados.
7. DERECHOS PROTEGIDOS.
a) Primera Hipótesis, artículo 21 inciso 1°.
Protege la Libertad Personal y Seguridad Individual, pero sólo en lo relativo a la
legalidad del arresto, detención o prisión de una persona. No ampara los demás
derechos comprendidos dentro de la Libertad Personal y Seguridad Individual.
b) Segunda Hipótesis, artículo 21 inciso 3°.
A diferencia del caso anterior, el Amparo Constitucional protege el derecho a la
libertad personal y seguridad individual íntegramente, puesto que el texto
constitucional no distingue.
8. COMPATIBILIDAD CON OTRAS ACCIONES.
El amparo constitucional es compatible, al igual que la acción de protección, con otros
tipos de acciones o recursos legales dirigidos al mismo efecto.
No obstante ello, debemos dejar constancia que el artículo 306 del Código de
Procedimiento Penal, (que como vimos, se discute si se aplica hoy, o no) establece que
el amparo procederá “si no se hubiere deducido los otros recursos legales”.
Por lo tanto, esta norma establecería una especie de incompatibilidad con otras
acciones: si ya se ha intentado otro tipo de recurso, entonces no procedería el amparo.

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Esta excepción es, inconstitucional, puesto que restringe la posibilidad de hacer valer
el amparo constitucional en términos que la CPR. no acepta.
9. FINALIDAD DEL AMPARO CONSTITUCIONAL.
Tal como en la Protección, el Amparo Constitucional busca, en términos generales:
§ Que se restablezca el imperio del derecho;
§ Que se asegure la debida protección del afectado.
Estas finalidades genéricas, sin embargo, se pueden concretar mediante la adopción,
por parte del Tribunal, de las siguientes medidas:
§ Ordenar que se guarden las formalidades legales que no se hayan cumplido;
§ Ordenar que el individuo sea traído a su presencia (“hábeas corpus” en sentido
estricto)
§ Orden que será precisa o ineludiblemente obedecida, por todos los encargados
de privación de libertad;
§ Decretar, después de oír al recurrente, su libertad inmediata;
§ Hacer que se reparen los defectos legales; y/o
§ Poner al afectado a disposición del juez competente.

iii. ANÁLISIS DEL PROCEDIMIENTO DEL AMPARO.


A continuación analizaremos los aspectos esenciales del procedimiento de amparo:
1. PLAZO PARA INTERPONER EL RECURSO.
El amparo constitucional no reconoce plazo alguno, por lo que podrá interponerse
mientras esté vigente la situación que cause agravio o amenaza en el afectado.
2. TRAMITACIÓN ANTE LA CORTE DE APELACIONES (PRIMERA INSTANCIA).
De acuerdo al artículo 21 de la CPR, la magistratura deberá proceder “breve y
sumariamente”, lo que se ve reforzado por lo dispuesto en el artículo 308 del Código
de Procedimiento Penal, el que establece que “el tribunal fallará el recurso en el
término de veinticuatro horas” Sin embargo, si procediese decretar alguna diligencia
de investigación, este plazo podrá ampliarse hasta por seis días.
3. APELACIÓN.
De acuerdo con el artículo 316 del Código de Procedimiento Penal, la resolución de la
Corte de Apelaciones, será apelable para ante la Corte Suprema, dentro de un plazo
“perentorio” de 24 horas.

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La apelación se concederá en ambos efectos, pero sólo en el efecto devolutivo cuando


sea favorable al recurrente de amparo.
4. PARALELO ENTRE AMPARO CONSTITUCIONAL Y AMPARO LEGAL.
El código Procesal Penal contempla una acción de amparo, la cual tiene rango legal,
que se tramita ante el Juez de Garantía, y que está consagrada en el artículo 95 del
referido Código, el cual establece:
“Artículo 95: Amparo ante el juez de garantía. Toda persona privada de libertad
tendrá derecho a ser conducida sin demora ante un juez de garantía, con el
objeto de que examine la legalidad de su privación de libertad y, en todo caso,
para que examine las condiciones en que se encontrare, constituyéndose, si fuere
necesario, en el lugar en que ella estuviere. El juez podrá ordenar la libertad del
afectado o adoptar las medidas que fueren procedentes.
El abogado de la persona privada de libertad, sus parientes o cualquier persona
en su nombre podrán siempre ocurrir ante el juez que conociere del caso o aquel
del lugar donde aquélla se encontrare, para solicitar que ordene que sea
conducida a su presencia y se ejerzan las facultades establecidas en el inciso
anterior.
Con todo, si la privación de libertad hubiere sido ordenada por resolución
judicial, su legalidad sólo podrá impugnarse por los medios procesales que
correspondan ante el tribunal que la hubiere dictado, sin perjuicio de lo
establecido en el artículo 21 de la Constitución Política”
5. DIFERENCIAS ENTRE AMBOS AMPAROS.
De acuerdo con artículo 316 del Código de Procedimiento Penal, la resolución de la
Corte de Apelaciones, será apelable.
Las principales diferencias entre el Amparo Constitucional y el Legal son:
a) Carácter del Amparo.
El amparo constitucional (artículo 21 de la CPR.) tiene carácter reparador, correctivo
y preventivo; el legal (artículo 95 del Código Procesal Penal) en cambio, es sólo
reparador y correctivo, mas no preventivo.
b) Fuente formal.
El Amparo Constitucional se encuentra regulado en la Constitución, en el respectivo
auto acordado, y se discute si lo está también en el antiguo Código de Procedimiento
Penal. El Amparo legal, se encuentra regulado en el Código Procesal Penal. Ambos, sin
embargo, obedecen a mandatos de los Tratados Internacionales, según ya vimos.

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c) Objeto protegido.
El amparo constitucional resguarda la Libertad Ambulatoria (o libertad personal) y la
Seguridad Individual; el amparo legal preserva la Libertad Ambulatoria y la fiel
observancia de las normas que regulan la privación de libertad.
d) Fuente del agravio contra el que se recurre.
El amparo constitucional procede contra actos de cualquier origen; el legal no procede
en contra de resoluciones judiciales (artículo 95 inciso 3º). Se estima, que no obstante
lo señalado, el acto en contra del cual se accione vía amparo legal, debe estar
originado en la tramitación de un proceso penal específico, ya sea por actos del
Ministerio Público, de la Policía, o de particulares, pero que no procedería respecto de
conductas externas o ajenas a un juicio o investigación de carácter penal, respecto de
los cuales, sí puede intentarse el Amparo Constitucional.
e) Tribunal competente.
El amparo constitucional se tramita ante las Cortes de Apelaciones y Suprema, en
primera y segunda instancia respectivamente (según lo dispuesto en el COT.); en
cambio el amparo legal tiene al juez de garantía como el tribunal competente para
conocerlo, quien lo hace además en única instancia.

B) ACCION DE PROTECCION
i) LA ACCION PROPIAMENTE TAL
Tal como se ha señalado, los derechos fundamentales no tendrían un sustento jurídico
no establecieran los mecanismos jurídicos de defensa, por ello la CPR. establece la
Acción de Protección en el artículo 20.
1. ANTECEDENTES.
La acción que consagra el artículo 20 de la CPR. y que en nuestra doctrina se le conoce
como “Recurso o Acción de Protección”, corresponde en verdad a lo que en derecho
comparado es conocido como “Recurso de Amparo”, en tanto que nuestro “Recurso o
Acción de Amparo” recibe en otros países la denominación de “Hábeas Corpus”.
El Recurso de Protección tuvo como antecedente directo un proyecto de ley
presentado en 1973, que fue recogido posteriormente por el artículo 2° del Acta
Constitucional Nº3, DL. N° 1.552 de 1976, en el que se señala como fundamento de su
creación “…que por muy perfecta que sea una declaración de derechos, estos resultan
ilusorios sino se consignan los recursos para su debida protección...” fue concebido en
principio como una ampliación de la acción de amparo.
El Acta Constitucional Nº 3 en su artículo 2º indicaba:

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“El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías establecidas en
el artículo 1, Nºs. (…), podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre a la
Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará las providencias necesarias
para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del
afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la
autoridad o los tribunales correspondientes.
La Corte Suprema dictará un auto acordado que regule la tramitación de este
recurso”
Finalmente, la CPR. de 1980 establece en su artículo 20, la acción constitucional que se
analiza, norma que se mantiene sin más modificaciones que la introducida en virtud
de la reforma constitucional Nº 20.050 de 2005 que altera, como veremos, el inciso 2°
relativo a la protección del derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación.

2. NATURALEZA JURIDICA.
Como señalamos anteriormente, la Protección Constitucional, se trata de una acción y
no de un recurso, puesto que no es su finalidad impugnar resoluciones judiciales.
Además, es una acción protectora, vale decir, una garantía judicial de los derechos,
puesto que se constituye como un mecanismo de protección apto para el debido
ejercicio de ciertos derechos fundamentales.
Sin embargo, adicionalmente a ello, debemos indicar que de acuerdo con el artículo
25.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, la acción de protección debe
ser considerada en sí misma como un derecho fundamental, el derecho a la protección
judicial de los derechos o a la tutela efectiva de los derechos. Por este motivo,
debemos aplicar las normas generales en materia de derecho fundamentales, así como
sus especiales reglas de interpretación.
Por último, es un Derecho que tiene una configuración legal, toda vez que la
regulación Constitucional es meramente enunciativa y requiere de desarrollo en la
Ley.

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3. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA ACCION DE PROTECCION.


Las características de la acción constitucional de protección son las siguientes:
a) Es una acción cautelar.
Ello quiere decir que es un mecanismo de protección de derechos, pero no constituye
una vía apta para discutir ni declarar la existencia de los derechos, cuya existencia
está en discusión. Así por ejemplo, lo ha resuelto la Corte Suprema, cuando ha
establecido: “Que de lo expresado puede concluirse que la materia planteada no es
susceptible de ser solucionada por la presente vía, esto es, la acción cautelar de derechos
constitucionales, particularmente porque la recurrente no es titular de un derecho
indiscutido o indubitado”, y “Que, efectivamente, el recurso de protección de garantías
constitucionales tiene por objeto proteger el legítimo ejercicio de derechos que estén
indubitados, y no de aquellos que se encuentran en discusión o que constituyan una mera
expectativa. Esto es, no se trata de un juicio declarativo de derechos, como parece
entenderlo el recurrente de autos, postura de la que erradamente se hizo eco el tribunal
de primer grado, cuando entró a analizar las actuaciones de la empresa recurrida”
(Salfatte con Compañía de Telecomunicaciones de Chile, Rol N°3554-07, en Recurso
de Protección, José Luis Zavala, Tomo I)
b) Implica el ejercicio de las facultades conservadoras de los tribunales.
El conocimiento de la acción de protección por parte de los Tribunales Superiores de
Justicia representa el ejercicio de Funciones Conservadoras que son aquellas
destinadas a la defensa de la Constitución, más precisamente que todos los órganos
del Estado actúen dentro del ámbito de sus competencias y respetando las garantías
individuales. El artículo 3° del COT. señala que: "...los tribunales tienen además, las
facultades conservadoras..."
Si bien esta opción está bastante difundida en los autores, lo que claramente no lo está
es la afirmación de que estas acciones no representarían el ejercicio de la jurisdicción.
Esta última opinión, sin embargo, no es aceptada por toda la doctrina, puesto que
existe un número importante de autores que estima que la tramitación del recurso o
acción de protección representa un método de solución de conflictos constitucionales
y por lo tanto, habría ejercicio de funciones jurisdiccionales en sentido estricto.
c) No conlleva pretensión contra persona determinada.
Ello, por cuanto la acción no es una demanda, sino sólo una herramienta procesal que
permite obtener la protección de un derecho determinado.
d) No persigue responsabilidad civil ni penal del ofensor.
Por las mismas razones antes expuestas, la acción de protección tampoco es de
naturaleza penal, por lo que no procede declarar responsabilidad criminal de los

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infractores. Tampoco es el medio hábil para perseguir responsabilidades civiles, las


cuales, sin embargo, podrán determinarse mediante las acciones civiles que queden
pendientes.
4. FUENTES FORMALES DE LA ACCIÓN DE PROTECCIÓN.
La acción de protección cuenta con una triple regulación: una constitucional, una
internacional y una administrativa.
a) Fuente Constitucional de la acción de Protección:
“Artículo 20: El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra
privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y
garantías establecidos en el artículo 19, números 1°, 2°, 3° inciso quinto, 4°, 5°, 6°, 9°
inciso final, 11°, 12°, 13°, 15°, 16° en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a
su libre elección y libre contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto, 19°, 21°,
22°, 23°, 24° y 25° podrá ocurrir por sí o por cualquier a su nombre, a la Corte de
Apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue
necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección
del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la
autoridad a los tribunales correspondientes.
Procederá, también, el recurso de protección en el caso del N° 8° del artículo 19,
cuando el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación sea afectado
por un acto u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona determinada”.
b) Fuente Internacional.
Se relaciona con aquél conjunto de normas internacionales que garantizan la Tutela
Efectiva de los Derechos.
Así, mencionamos al artículo 25.1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos:
“Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la
ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas
que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”
Ahora bien, el artículo 3.a. del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
dispone:
“Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a garantizar
que:

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a) Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el presente Pacto


hayan sido violados podrá interponer un recurso efectivo, aun cuando tal
violación hubiera sido cometida por personas que actuaban en ejercicio de sus
funciones oficiales”
c) Fuente Administrativa Judicial.
Auto acordado de la Excma. Corte Suprema sobre Tramitación y Fallo del Recurso de
Protección de Garantías Constitucionales publicado en el Diario oficial el 27 de junio
de 1992 y modificado también por autos acordados, publicados el 4 de junio de 1998,
el 8 de junio de 2007 y el 28 de agosto de 2015.
Sobre este particular, es necesario señalar que se ha discutido en la doctrina acerca de
la inconstitucionalidad de este auto acordado, que analizaremos más adelante.
d) El Auto Acordado de la Corte Suprema sobre la Acción de Protección.
El procedimiento de la acción constitucional de protección del artículo 20 de la Carta
Fundamental, no se encuentra regulado por la ley. Frente a este vacío legal, fue la
Excma. Corte Suprema quien dictó el llamado “Auto acordado sobre Tramitación y
Fallo del Recurso de Protección de Garantías Constitucionales.”
La doctrina ha sido recurrente en el sentido de estimar inconstitucional el auto
acordado por diversos motivos, dentro de los cuales destacamos:
§ Vulneración de la reserva legal. Los procedimientos judiciales han de ser
regulados por ley, de acuerdo a lo establecido en los artículos 19 N° 3 y 63
números 3 y 20 de la CPR., y no por autos acordados.
§ Extemporaneidad de la regulación (extinción de la habilitación constitucional).
Es cierto que la Corte Suprema estuvo habilitada para regular el procedimiento
de la acción de protección. Así consta en el artículo 2º del Acta Constitucional
Nº3 del 13 de septiembre de 1976, el que indicaba, en lo pertinente que “La
Corte Suprema dictará un auto acordado que regule la tramitación de este
recurso”. Dicho Auto Acordado fue dictado el 29 de marzo de 1977.
Sin embargo, en estricto rigor, dicha autorización constitucional se extinguió
con la vigencia de la Constitución de 1980, puesto que ésta no contempla dicho
mandato. No obstante ello, no sólo se mantiene la regulación de la Corte
Suprema, sino que además, bajo la vigencia de la actual CPR. en 1992 se dicta
un nuevo auto acordado, el cual además es modificado en 1998, 2007 y 2015.
Todas estas últimas actuaciones de la Corte Suprema tuvieron lugar cuando la
habilitación original del acta constitucional ya citada.
§ Limitación ilegítima de derechos constitucionales. De acuerdo al artículo 19 N°
26 de la CPR., los derechos y garantías constitucionales, sólo pueden ser

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limitados por preceptos legales, y éste no es el caso. Al respecto, el auto


acordado efectivamente limita el derecho constitucional a la acción o “a la
protección judicial de los derechos”, que se manifiesta en el mismo artículo 20
de la CPR.
§ Establecimiento de plazos y requisitos no establecidos expresamente en la
Constitución. El auto acordado, más allá de los vicios de forma antes indicados,
también contiene vicios de fondo, por cuanto establece un plazo de 30 días
para interponer el recurso, en circunstancias que la Constitución no prevé
plazo alguno. Al respecto, el Tribunal Constitucional ya estimó que era
inconstitucional la norma del proyecto de ley modificatorio de la LOC. del
Tribunal Constitucional Nº17.997, que establecía un plazo de seis meses para
deducir la acción popular de inconstitucionalidad vulnera la Constitución, ya
que impone un término de caducidad o extinción de una acción que de acuerdo
al Código Político, no tiene plazo.
§ El auto acordado establece un examen de admisibilidad tampoco previsto en la
Constitución, la que se realizará en cuenta por la Corte de Apelaciones, y que
revisará si el recurso de refiere a alguna de las garantías mencionadas en el
artículo 20 de la CPR., y dentro de los plazos antes indicados.
§ El auto acordado establece una preferencia en el conocimiento de las causas y
en la colocación en tabla, no prevista en la ley. Por lo tanto, afecta preferencias
legales.
§ El auto acordado impide la interposición de la Casación.
§ El auto acordado permite imponer sanciones a quien no evacue los informes o
no cumpla las diligencias y resoluciones dictadas por las Cortes de Apelaciones
y Suprema, sanciones que implican restricción a derechos constitucionales
(multas, suspensión de funciones, reducción de sueldos, etc.)
Con todos estos vicios, claramente se debe llegar a la conclusión que este auto
acordado vulnera el Texto Constitucional, sin embargo, hasta el momento, el Tribunal
Constitucional no ha tenido la oportunidad de pronunciarse, sobre el fondo.
Si bien ha habido algunos requerimientos de particulares, estos han sido declarados
inadmisibles por problemas formales. Tampoco los órganos habilitados (y
colegisladores) han deducido requerimiento. En tales condiciones, será imposible que
el TC. se pronuncie, toda vez que sobre este particular, no tiene atribuciones para
actuar de oficio.

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5. ASPECTOS PROCESALES GENERALES.


A continuación analizaremos los aspectos procesales más distintivos de la acción de
protección.
a) TITULARIDAD DE LA ACCIÓN DE PROTECCIÓN.
Para referirse al titular de la acción de protección, el artículo 20 de la Constitución
utiliza el vocablo “el que”, esto es la persona agraviada a quien se han vulnerado sus
derechos, se trata de un término genérico, cuya interpretación tiene ciertas
complejidades.
Sin embargo, de acuerdo con la doctrina mayoritaria, la Carta Fundamental establece
una absoluta amplitud en lo que a titularidad se refiere, y lo demuestran indicando
que así lo quiso diseñar expresamente la Comisión de Estudios de la Nueva
Constitución, según consta en el Acta Nº 215.
En efecto, la mencionada acta señaló: “no hay inconveniente alguno en dejar
constancia en el Acta de su alcance e interpretación, porque es evidente que el
precepto favorece o resguarda los derechos no sólo de una persona natural, sino
también de un grupo de personas naturales”.
Por lo mismo, la acción podría ser interpuesta por:
- Una persona natural;
- Una persona jurídica; o
- Un grupo de personas aun cuando no tengan personalidad jurídica.
En otras palabras, la titularidad de la acción de protección dependerá de definir cuál
es la titularidad de los derechos fundamentales.
Ello, por cuanto, “el que” es una persona que ha sufrido una aparente privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de sus derechos. Por lo tanto, quien no
sea titular de derechos, mal podría ser titular de la acción. Ello, por cuanto la acción de
protección no debe ser entendida como “una acción popular”. Así, por lo demás, lo
señala el profesor Emilio Pfeffer cuando afirma “Transformar el recurso de protección
en una acción popular conllevaría a desnaturalizar su sentido y alcance e implicaría
atribuirle un fin o propósito que el constituyente jamás consideró”.
Por lo demás, una circunstancia que suele confundir a algunos autores es el tema de la
comparecencia, que analizaremos más adelante. Una persona jurídica podría
comparecer en resguardo de los derechos de un individuo, por cuanto éste puede
comparecer personalmente o representado, pero ello no quiere decir que la persona
jurídica actora, sea la titular de la acción, y mucho menos del derecho fundamental
protegido.

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b) COMPARECENCIA.
De conformidad al mismo artículo 20 de la CPR, sólo podrá comparecer el afectado,
personalmente, “o por cualquiera a su nombre”.
El auto acordado agrega que el tercero que actúe a nombre del afectado deberá tener
capacidad suficiente para actuar en juicio, el artículo 2° del Auto Acordado señala que:
“El recurso se interpondrá por el afectado o por cualquiera otra persona en su
nombre, capaz de parecer en juicio...” No se requiere, por tanto, patrocinio de
abogado.
c) MATERIALIDAD.
Aunque la Carta Fundamental no lo indica, el inciso primero del artículo 2° del Auto
Acordado dispone que la acción deberá interponerse por escrito, en papel simple o
por cualquier medio electrónico.
Cabe señalar que la ley N° 20.886 que establece la tramitación digital de los
procedimientos judiciales. De acuerdo con la ley el 18 de junio de 2016 comenzó a
operar el sistema de ingresos digitales en las jurisdicciones de Arica, Iquique,
Antofagasta, Copiapó, La Serena, Rancagua, Talca, Chillán, Temuco, Valdivia, Puerto
Montt, Coyhaique y Punta Arenas. En tanto, el 18 de diciembre de 2016 se
implementará en las jurisdicciones de Santiago, San Miguel, Concepción y Valparaíso.
Para ello la Corporación Administrativa del Poder Judicial ha dispuesto del
funcionamiento de una oficina judicial virtual. Las presentaciones efectuadas a través
de la oficina se entenderán suscritas por el usuario que las remite, sin necesidad de
contener su firma manuscrita, entendiéndose la clave única electrónica como firma
electrónica simple.
d) TRIBUNAL COMPETENTE.
La CPR. dispone que el Tribunal Competente para conocer de la protección es la Corte
de Apelaciones respectiva, vale decir la competencia absoluta queda fijada a nivel
constitucional, no así la competencia relativa.
El Auto Acordado en el artículo 1° señala:
El recurso o acción de protección se interpondrá ante la Corte de Apelaciones en
cuya jurisdicción se hubiere cometido el acto o incurrido en la omisión arbitraria
o ilegal que ocasionen privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio
de las garantías constitucionales respectivas, o donde éstos hubieren producido
sus efectos, a elección del recurrente, dentro del plazo fatal de treinta días
corridos contados desde la ejecución del acto o la ocurrencia de la omisión o,
según la naturaleza de éstos, desde que se haya tenido noticias o conocimiento
cierto de los mismos, lo que se hará constar en autos.

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El artículo fija la competencia relativa al indicar que el recurso o acción se presentará


en la Corte de Apelaciones en cuya jurisdicción se hubiere cometido el acto o incurrido
en la omisión arbitraria o ilegal que ocasionen privación, perturbación o amenaza en
el legítimo ejercicio de las garantías constitucionales respectivas, o donde éstos
hubieren producido sus efectos, a elección del recurrente.
e) LA CAUSAL.
Según la Constitución Política, la causal será la existencia de un acto u omisión,
arbitrario o ilegal que provoque privación, perturbación o amenaza en el legítimo
ejercicio de los derechos que se señalan.
Esta expresión también es amplia, y exige revisar en qué consiste cada una de sus
partes:
a) “Acto u Omisión”.
a.1) La expresión “acto” se refiere a conductas positivas, a un “hacer algo”.
Esta conducta humana necesariamente ha de ser un comportamiento humano, y no un
hecho de las cosas, es en ese sentido en el que ha de entenderse la palabra “acto”.
a.2) La expresión “omisión”, en tanto, se refiere a conductas negativas, a un “no
hacer” o “una abstención”.
Sobre estas omisiones, algunos profesores sostienen que ellas implican que la
conducta que se deja de ejecutar ha de ser jurídicamente obligatoria. Sin embargo
otros autores señalan que el término “omisión” sólo se refiere al elemento conductual
de la causal, mientras que la antijuridicidad de la misma está presente en la expresión
“arbitraria o ilegal”, que figura en el mismo artículo 20 de la CPR.
b) “Arbitrarios o Ilegales.”
b.1) El término “arbitrario”, en principio, ha de entenderse como una decisión
antojadiza, caprichosa, alejada a la razón o injusta.
La Corte de Apelaciones de Concepción ha dicho “un acto u omisión es arbitrario
cuando no existe razón que lo fundamente, cuando quien actúa o se abstiene de
actuar, lo hace por mero capricho, sin una razón legal, lógica o, al menos, moral que le
sirva de fundamento y que justifique su actuar u omitir”.
Sobre este punto, el profesor José Luis Cea ha dicho:” El término arbitrario quiere decir
contrario a la justicia, injusto, irracional, prejuiciado, desproporcionado para el fin
requerido, guiado o movido por el capricho o la inquina, el favoritismo o la odiosidad,
todo en desmedro del valor y la equidad. Lo arbitrario se refiere, principalmente, a los
actos discrecionales de los órganos públicos, en los cuales la facultad de apreciar la

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oportunidad y el mérito para obrar o no se le entrega con amplia libertad, aunque


siempre exista un margen que esta sustraído de ella”.
Como se aprecia, la arbitrariedad es algo que se puede predicar con especial énfasis
respecto de aquellas facultades llamadas “discrecionales” de los órganos públicos, las
cuales se caracterizan por no tener una regulación específica, quedando a la decisión
del titular del órgano, definir el momento, y el contenido del acto.
En términos similares se ha pronunciado el profesor Eduardo Soto Kloss, cuando ha
tratado de responder la interrogante acerca de dónde se produce la arbitrariedad,
cuando se trata de la actividad pública estatal. El autor señala: “Utilizando como
ejemplo la actividad del Estado administrador cabe señalar que precisamente se da ella
respecto de los llamados ‘elementos discrecionales’ de la potestad administrativa, esto es
allí donde el titular de un órgano administrativo ha sido habilitado con un margen de
libertad de apreciación para actuar en su función e satisfacer las necesidades públicas
(…) Resumiendo, podría decirse que o arbitrario se daría en los elementos discrecionales
con que suele el legislador habilitar a la administración en el ejercicio de las potestades
jurídicas tendientes a satisfacer las necesidades públicas. Y ello es así por cuanto es en la
actualización de tales elementos donde se da la posibilidad de ejercer una voluntad no
guiada ya por la razón (…) Es en lo discrecional donde puede darse el arbitrio, esto es
voluntad no gobernada por la razón, donde puede darse la carencia de razonabilidad, es
allí donde cabe la arbitrariedad, es allí donde –por un uso carente de racionalidad-
puede dictarse un acto arbitrario o donde puede dejarse de actuar (existiendo el deber
jurídico de actuar) e incurrir en una omisión arbitraria”.
De esta forma, se pueden distinguir los actos u omisiones arbitrarios, de los ilegales.
Por esta razón, no resulta válido para el Tribunal de Protección revisar
exclusivamente el apego de la conducta impugnada a la ley, ni tampoco constatar si el
comportamiento de una autoridad queda dentro de sus facultades discrecionales,
como si con ello quedara agotado el juicio de reproche sobre su constitucionalidad.
Las Cortes por lo tanto, por expreso mandato constitucional se encuentran obligadas a
revisar la razonabilidad del acto impugnado, para detectar una eventual arbitrariedad,
aun cuando dicho comportamiento se ajuste al ordenamiento positivo y se ubique
dentro de las facultades discrecionales del órgano respectivo.
Si bien el profesor Soto Kloss sólo alude a la arbitrariedad proveniente de los órganos
de la Administración, sin embargo el artículo 20 de la CPR. no hace distingo entre
dichas entidades y otros organismos provenientes de poderes públicos diferentes. Por
lo mismo, los Tribunales Superiores deberán analizar la legalidad o ilegalidad, así
como, la razonabilidad o arbitrariedad de todo tipo de acto lesivo de las garantías
constitucionales supuestamente vulneradas.

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b.2) Por ilegal se entiende contraria al ordenamiento jurídico, por lo tanto no


sólo se extiende a los actos u omisiones contrarios “a la ley”, también pueden
ser contrarios a los reglamentos, los contratos, los tratados internacionales, etc.
Sobre el particular, el profesor José Luis Cea señala que: “al referirse a la conducta
ilegal, el texto constitucional alude a lo que es contrario al Derecho en sentido estricto o
positivo, al ordenamiento jurídico oficial y vigente”
El autor Emilio Pfeffer, a su vez, indica que “un acto es ilegal cuando no se atiene a la
normativa por la que debe regirse. Lo cual implica que la expresión ilegal no sólo atiende
a lo contrario a la ley en sentido formal, sino que también es comprensiva de todos los
restantes órdenes normativos, incluso la denominada ley del contrato”.
No obstante lo señalado por el profesor Pfeffer, y la aparente amplitud del término
ilegalidad, los Tribunales han ido estimando que dicha expresión se entiende como
aquello que es contrario a “la ley” en el sentido de la definición del artículo 1° del CC.
(ESTRATEC Limitada con Sociedad Informática Humano Chile S.A., del 16 de mayo de
2006, Rol 969-2006 de la C. de Apelaciones de Santiago, en José Luis Zavala “Recurso
de Protección”, Tomo I, página 140.
c) El agravio.
El agravio que justifica la interposición de la acción implica la privación, perturbación
o amenaza en el legítimo ejercicio de determinados derechos.
Ello nos obliga a definir en qué consiste cada uno de estos tres términos.
c.1) “Privación”.
Significa la imposibilidad material total del ejercicio del derecho. Lo que se elimina no
es el derecho, sino solo su ejercicio. Este ejercicio se vuelve imposible de ejecutar.
Como dice el profesor Eduardo Soto Kloss “privar no es sino despojar, cercenar,
quitar, impedir de modo entero y total, el ejercicio de uno de los derechos amparados
por el recurso de protección”.
Es el caso, que a vía de ejemplo cita el propio profesor Soto, de un comiso o retiro de
una partida de vino supuestamente falsificado, delito que no había sido cometido. En
este caso, el ejercicio del derecho de propiedad no había sido restringido o
perturbado, sino derechamente la sanción provocaba su privación “en todos sus
extremos”, ya que no sólo se afecta el derecho en dominio como tal, esto es, como cosa
incorporal, sino que además, sobre los objetos concretos sobre los cuales recae dicho
derecho, vale decir, los vinos y sus envases.

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c.2) “Perturbación”.
La perturbación se refiere a un trastorno en el ejercicio del derecho, a una grave
dificultad. Es “un trastorno del orden y concierto de las cosas, o bien, un trastorno de
su quietud o sosiego, la alteración de una situación pacífica, tranquila y cuyo goce
satisface. Esta alteración de una situación de goce tranquilo, quieto, sosegado y ese
trastorno del orden en que se inserta, viene a ser el fruto de una acción u omisión de
un tercero –particular o autoridad- que siendo ilegal o arbitraria, va a hacer
susceptible de interponer el recurso de protección y que sea acogido, acogimiento que
se traducirá en la orden del Tribunal de hacer cesar la susodicha perturbación”.
Es, por tanto, el ejercicio anormal del derecho, que impiden parcial y materialmente el
goce o ejercicio del derecho.
c.3) “Amenaza”.
La amenaza implica un riesgo, una inminencia, una posibilidad de que se afecte un
derecho, ya sea en grado de perturbación o de privación. El daño previsto debe ser
arbitrario o ilegal, en los términos ya planteados, por lo que la mera advertencia
jurídica que se le hace a alguien por el incumplimiento de un deber jurídico, no
constituye amenaza.
La Corte de Apelaciones de Concepción señaló que “debemos entender por amenaza
toda conducta que haga temer un daño inminente, al interesado que lo hace valer, en
términos de constituir una verdadera intimidación constitutiva de un perjuicio cierto,
actual, preciso y concreto en sus resultados y efectos” (Municipalidad de Tirúa con
Bastías Zúñiga, Rol 4245- 2006, José Luis Zavala, “Recurso de Protección”, pág. 175)
6. DERECHOS Y GARANTÍAS PROTEGIDAS.
Sobre este particular, es necesario señalar varios asuntos:
a) ¿Por qué la Constitución habla de vulneración de “derechos y garantías”?
Recordemos que derecho fundamental y garantía no es lo mismo.
El derecho fundamental es una facultad, una prerrogativa que emana de la dignidad
humana;
en cambio la garantía es un mecanismo de protección de los derechos.
Desde esa perspectiva, no todos los derechos fundamentales cuentan con garantía
constitucional, como por ejemplo, los derechos que se encuentran consagrados sólo a
nivel internacional o que revisten la calidad de “derecho implícito”.
Y a su vez, no todas las garantías constitucionales son derechos fundamentales. Y es
éste el caso importante.

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Puede ocurrir que la Carta Magna asegure o garantice determinados derechos que no
tengan la calidad de “derecho fundamental”. Hablamos por ejemplo, de derechos
consagrados en favor de personas jurídicas, o garantías que pueden tener que ver con
modelos económicos determinados. Para algunos, también la protección de la persona
que está por nacer, o de las reglas relativas al Estado empresario.
En estos casos, ¿estamos en presencia de un derecho fundamental? Posiblemente para
algunos, estos derechos no tendrían el carácter de “fundamental”, pero no obstante
ello, es imposible desmentir que sea una “garantía constitucional”, ya que se
encuentran protegidos por CPR.
Por lo mismo, el Constituyente no habría reservado esta acción a la protección sólo de
derechos, sino además de garantías, salvando de ese modo eventuales discusiones
acerca de si lo protegido es o no un derecho, y por lo tanto, si procede o no el recurso.
b) ¿Cuáles son los derechos y garantías protegidos?
Revisado el artículo 20, sólo se encuentran protegidos por esta acción constitucional,
los siguientes derechos, del artículo 19:
N° 1: Derecho a la vida y a la integridad física y psíquica.
N° 2: Igualdad ante la ley.
N° 3 inciso quinto: Garantía a no ser juzgado por comisiones especiales, sino que por
un tribunal que señale la ley, establecido con anterioridad por ésta.
N° 4: Protección a la vida privada y pública y a la honra de la persona y su familia.
N° 5: Inviolabilidad del hogar y toda forma de comunicación privada.
N° 6: Libertad de conciencia.
N° 9, inciso final: Derecho a elegir el sistema de salud.
N° 11: Libertad de enseñanza.
N° 12: Libertad de opinión e información.
N° 13: Derecho de reunión.
N° 15: Derecho de asociación.
N° 16, sólo en lo relativo a la libertad de trabajo, en cuento su libre elección y
contratación.
N° 19: Derecho de sindicación.
N° 21: Libertad económica.
N° 22: No discriminación del Estado en materia económica.

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N° 23: Libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes.


N° 24: Derecho de propiedad.
N° 25: Derecho de propiedad intelectual e industrial.
Además, el inciso segundo del mismo artículo, agrega:
N° 8: Derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
7. DERECHOS NO PROTEGIDOS.
En principio, la Acción de Protección garantiza todos los derechos del artículo 19 de la
CPR, salvo los establecidos en los siguientes numerales:
Nº 3: igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos, menos el derecho a un
juez natural (inciso quinto);
Nº 7: libertad personal y seguridad individual (ya que cuenta con el recurso de
amparo);
Nº 9: derecho a la protección de la salud, salvo el derecho a elegir el sistema de salud
(inciso final);
Nº 10: derecho a la educación;
Nº 14: derecho de petición;
Nº 16, a excepción de la libertad de trabajo, el derecho a su libre elección y a la libre
contratación;
Nº 18: derecho a la seguridad social;
Nº 20: igualdad ante las cargas públicas; y
Nº 26: protección del núcleo esencial de los derechos.
Como se aprecia, muchos de estos derechos tienen la condición de derecho
“prestacional” o de segunda generación (educación, protección de la salud, seguridad
social), por lo que el Estado no se compromete a satisfacerlos íntegramente. Otros han
quedado excluidos por tratarse de garantías dirigidas especialmente contra del
legislador, como es el caso del numeral 26 del artículo 19. Finalmente, la libertad
personal y seguridad individual no está cubierta por la protección por cuanto cuenta
con otra garantía jurisdiccional, como es el amparo constitucional.
Sin embargo, hay otros derechos, donde tales razones no operan, y donde su exclusión
del recurso de protección es digna de crítica. Así ocurre por ejemplo, a la igual
protección de la ley en el ejercicio de los derechos, la igualdad ante las cargas públicas
o el derecho de petición.

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8. DE QUIÉN PUEDE PROVENIR EL AGRAVIO (LEGITIMIDAD PASIVA)


En relación con el tópico relativo a la legitimación pasiva, vale decir de quién puede
provenir el agravio, en estricto rigor, la CPR. no distingue, por lo que sería posible
sostener que se puede interponer en contra de cualquier sujeto, público o privado que
con su conducta arbitraria o ilegal, cause privación, perturbación o amenaza en el
legítimo ejercicio de los derechos.
El precepto constitucional ni el auto acordado no proporcionan mayores antecedentes
respecto del vulnerador, por lo que cobra especial interés el estudio de las actas de la
Comisión. En tal sentido, y tomando como referencia el debate originado en la Sesión
N° 214, se puede inferir que el autor del agravio recurrible de protección puede ser la
autoridad política o administrativa, una persona natural o jurídica. Al respecto, son
ilustrativas las siguientes intervenciones. Don Enrique Evans expresó: "Toda persona
puede ser perturbada en el legítimo ejercicio de los derechos tales y cuáles. ¿Por
quién? La Constitución no dice nada, porque el perturbador puede ser cualquiera
autoridad o particular". Don Enrique Ortúzar agregó: "Si no se dice nada, se entiende
que naturalmente puede tener lugar cualquiera que sea el origen de la perturbación o
de la prohibición”.
Para el análisis es necesario realizar las siguientes distinciones:
a) Acciones dirigidas contra particulares.
Esta cuestión se liga íntimamente con la cuestión relativa al llamado “efecto horizontal
de los derechos fundamentales”. De acuerdo con este principio, los derechos no sólo
son obligatorios para los sujetos públicos (el Estado) sino también vinculan u obligan
a los particulares.
La tesis del efecto horizontal de los derechos en Chile se sostiene básicamente sobre la
conjunción de dos importantes normas constitucionales.
La primera es la del inciso segundo del artículo 6° que convierte a la CPR., en norma
obligatoria para los órganos del Estado y para sus titulares, pero también para toda
persona, institución o grupo.
La segunda, en tanto, es precisamente, la norma del artículo 20, por cuanto permite
(por no prohibirlo expresamente), la interposición de recursos en contra de sujetos
privados.
La teoría del efecto horizontal, por tanto, se ve reforzada por la posibilidad de deducir
acciones de protección en contra de sujetos privados.
Esto, por cierto, ha sido un antecedente importante para lo que se ha denominado la
“Constitucionalización del Derecho Común”, transformando a la Constitución en una
norma viva, aplicable a las relaciones privadas, limitando la autonomía de la voluntad

Profesor: Javier Ramírez González 37


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en contratos, e imponiendo deberes directos, por cuanto la Carta goza de Fuerza


Normativa inmediata para todos. El derecho privado, pues, se comienza a nutrir, tanto
en interpretación, como en contenido de normas relativas a la protección del derecho
de las personas.
b) Acciones dirigidas contra órganos administrativos.
Hoy por hoy, esta alternativa está constituyendo la mayor parte de los recursos
deducidos ante Tribunales, destacando especialmente las acciones presentadas contra
Municipalidades en primer término, como también la Dirección del Trabajo, Servicio
de Impuestos Internos, Gendarmería, Carabineros y Ministerios.
Esto ha llevado a que, en muchos casos, el Recurso de Protección haya asumido
derechamente la calidad de un verdadero contencioso administrativo, que permita
resolver en sede judicial, los reclamos de los particulares en contra de las autoridades
ejecutivas.
Ello, con mucho mayor fuerza si la Constitución permite deducir acciones en contra de
actos u omisiones “arbitrarias”, por lo que en muchos casos, se convierte en el único
medio apto para defender a las personas por decisiones de la autoridad vinculadas al
ejercicio de sus facultades discrecionales.
c) Acciones dirigidas contra órganos judiciales (Tribunales de Justicia).
Sobre este particular, ha existido una lenta pero interesante evolución jurisprudencial
que ha transitado, desde una reticencia a acoger acciones deducidas en contra de
resoluciones, hacia la aceptación.
En un estudio del profesor Gastón Gómez, que se extiende hasta el año 2001, nos
muestra cómo, hasta ese año, el número de recursos declarados inadmisibles (en
etapa de examen de admisibilidad) decrecía notablemente durante los últimos años.
No obstante ello, el número de recursos finalmente acogidos por sentencia definitiva,
no crece, por cuanto muchos de estos recursos, declarados admisibles, fueron
rechazados en su fondo. De acuerdo con la lectura de fallos recientes (estadística que
no ingresó en el estudio de Gómez), nos demuestra que, efectivamente en el último
decenio, las acciones de protección dirigidas en contra de resoluciones judiciales son
cada vez mayores.
Una primera línea sensible de casos es aquella referida a tenencia y cuidado de
menores, en casos donde sus padres o tutores han sido despojados ilegal o
arbitrariamente de la tuición de niños, o bien, por el contrario, donde los Tribunales
han ordenado el egreso de niños en situación de riesgo desde Hogares de Menores, y
su entrega a los padres, poniendo en peligro la integridad de los menores de edad. Así,
por ejemplo, la Corte de Apelaciones de Valparaíso resolvió en un caso, que la entrega
de unas niñas desde un Hogar de la Fundación Mi Casa a sus padres biológicos, así

Profesor: Javier Ramírez González 38


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ordenada por el Juez de Casablanca se trataba de una “resolución arbitraria e ilegal y


afecta a sus derechos establecidos en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de
la República”, puesto que no existía antecedente alguno que permitiera establecer que
haya cesado el riesgo social que motivó las internaciones de las dos infantes, razón
por la cual procedió a acoger el recurso en cuestión, dejando sin efecto la resolución
dictada por el Juez de Casablanca, y ordenando a dicho magistrado, decretar a la
brevedad, las medidas pertinentes para el reingreso de las menores al Hogar ya
indicado. Cabe destacar que no ordena al Juez de la instancia dejar sin efecto su
resolución, sino que lo hace directamente la Corte.
Otros casos que merecen atención son los que se generan en procesos penales. Al
respecto, por ejemplo, si bien el recurso fue rechazado en su fondo (referido a la
autorización del Juez de Garantía para interrogar a una menor de edad,
supuestamente víctima de un delito de violación, lo que consideró Fiscalía como
atentatorio en contra de su derecho a la integridad síquica), destaca un fallo de la
Corte de Apelaciones de Chillán que señaló que “como se ha resuelto reiteradamente
por la jurisprudencia, no existe ninguna limitación en cuanto a la procedencia del
recurso de protección de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución
Política”.
Por último, podemos destacar algunas Protecciones deducidas en contra de
resoluciones judiciales dictadas en causas no contenciosas que han ordenado la
cancelación de inscripciones de dominio de terceros, no intervinientes en dichos
autos. Estas resoluciones han sido consideradas como arbitrarias e/o ilegales por las
Cortes, y atentatorias contra el derecho de propiedad.
d) Acciones dirigidas en contra del órgano legislativo (Congreso Nacional).
Este último es mucho más escaso. Ello, por cuanto, especialmente a partir del año
2005, se ha entendido que en Chile, el control de constitucionalidad está radicado en
el Tribunal Constitucional, quien desarrolla este examen de constitucionalidad. Por lo
mismo, al menos en principio, el recurso de protección no debiera ser un medio eficaz
para actuar en contra de actos provenientes de la autoridad legislativa.
Revisada la jurisprudencia sobre acciones deducidas en contra de actos del legislativo,
destacamos, dos resoluciones, en principio contradictorias.
La primera se refiere a una acción deducida ante la Corte de Apelaciones de
Valparaíso, interpuesta por el Juez Hernán Cereceda luego del juicio político
desarrollado ante el Senado y que lo destituyó de su cargo el año 1993. En esa
oportunidad, si bien la Corte desechó en su fondo el Recurso incoado, lo declaró
admisible, sometiéndolo a tramitación, a pesar de tratarse de una acción dirigida en
contra de la Cámara Alta. Al respecto, este Tribunal estableció:

Profesor: Javier Ramírez González 39


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“Que, para determinar si es posible que el causante del acto arbitrario o ilegal,
que conculca un derecho o garantía constitucional de los que caen bajo el
resguardo del recurso de protección sea el Honorable Senado de la República
cuando ejecuta un acto de aquellos que la Carta Fundamental ha señalado como
atribución exclusiva de dicho Organismo, como es el caso de autos, en que de
conformidad con lo preceptuado por el artículo 49 Nº 1 de la Constitución decidió
encontrar culpable de notable abandono de sus deberes de Ministro de la Excma.
Corte Suprema a don Hernán Cereceda Bravo, en cuyo favor se ha recurrido de
protección, acogiendo así la acusación constitucional que también en uso de
facultades constitucionales exclusivas, aprobara la Cámara de Diputados y
sometiera al conocimiento del Honorable Senado, debe precisarse la amplitud
que la disposición constitucional tiene en este sentido. Del escueto análisis literal
de la disposición en comento, resulta obvio que en ella no se señala al posible
sujeto causante del agravio, por lo que desde el punto de vista de hermenéutica
legal, en materia de derecho constitucional, parece evidente que no existe límite
alguno, y por ende, cualquiera, en el sentido más amplio de la expresión puede ser
autor del acto u omisión arbitrario o ilegal, ya sea persona o personas, naturales
o jurídicas, particulares o autoridades, y éstas de cualquier rango que sean, pues
la Constitución no hace distingos. Que, como se ha visto, la disposición en
comento, literalmente no ha puesto límite alguno ni ha determinado quiénes
pueden ser autores del acto u omisión arbitraria o ilegal, como asimismo no
señaló a persona o autoridad alguna que pudiera estar exenta de verse recurrida
de protección, y ello es lógico, pues si se piensa, como sin duda lo hizo el
constituyente, no existe persona alguna que pueda decir yo estoy exenta de
cometer un acto arbitrario o ilegal o incurrir en omisión del mismo tipo, que
conculque un derecho esencial garantizado por el recurso de protección, pues ello
sería desconocer la propia naturaleza humana capaz de grandes virtudes como
también de atroces bajezas, y lo que se dice de las personas puede sostenerse de
los órganos constituidos en autoridad soberana, pues, quiérase o no, están al fin y
al cabo conformados por seres humanos”.
Por lo tanto, en este primer caso (aunque finalmente se desechó el recurso en el fondo,
se admitió a tramitación, declarándose la Corte “competente” para conocer de este
asunto).
Un segundo caso se trata de una acción de protección presentada por un grupo de
chilenos residentes en el extranjero, en contra de 43 diputados que el 16 de mayo de
2007, que votaron en contra o se abstuvieron respecto de un proyecto de ley que
promovía la votación de chilenos en el extranjero.
Frente a ello, la Corte de Apelaciones de Valparaíso señala: “que resulta del todo
evidente que los parlamentarios son absolutamente libres en el ejercicio de la función

Profesor: Javier Ramírez González 40


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legislativa que la Constitución les encomienda y por ende de las motivaciones que les
impulsan en tal ejercicio sólo responden frente al escrutinio ciudadano y en
consecuencia la presente acción de protección deberá rechazarse por falta de
fundamento” (Causa Rol N° 294-2007)
Como se advierte en este segundo caso, la Corte termina rechazando el recurso bajo el
argumento que no se puede controlar judicialmente a la actividad legislativa.
Entre el primer y segundo caso se advierte un resultado distinto, pero es
comprensible en el sentido que la actividad legislativa no puede ser revisada a través
del recurso de protección, no así otras actividades que desarrollen las Cámaras del
Congreso. De allí que, por ejemplo, se haya rechazado el recurso en contra de la ley de
voto en extranjero, pero se haya acogido a tramitación el recurso dirigido al fallo del
Senado en juicio político.
Existe un tercer caso que es la causa Rol N°1251 de 2013, de la Corte de Apelaciones
de Valparaíso mediante la cual se interpuso un recurso de protección en favor del ex
Ministro de Educación Harald Beyer Burgos, y en contra del Senado, que acogió la
acusación constitucional en su contra y lo destituyó de su cargo.
La acción de protección fue declarada admisible, pero finalmente fue rechazada por
las siguientes consideraciones:
Cuarto: Que del análisis del art. 20 de la Constitución Política de la República,
fluye que la finalidad del recurso de protección es la de reaccionar contra una
situación de acto anormal, que de manera evidente vulnere garantías
constitucionales, no encontrándose destinada a resolver conflictos o dificultades
de interpretación de normas constitucionales, cuyo es el caso de autos.
Quinto: Que establecido que el procedimiento que se pretende impugnar se
adoptó conforme a las normas constitucionales y por la autoridad facultada por
la misma, no es posible calificarla de arbitraria e ilegal como lo solicita el
recurrente, calificación que por lo demás no corresponde hacer a esta Corte en el
ámbito de sus atribuciones conociendo de éste recurso de protección.
Por último, nos parece que si bien es razonable que la función legislativa quede exenta
de control vía acción de protección, por cuanto las leyes sólo pueden ser controladas,
el problema se mantiene en relación con las omisiones legislativas. Ellas operan
cuando el legislador, debiendo regular una determinada materia por mandato
constitucional, no lo hace. En tal circunstancias, el Tribunal Constitucional no puede
intervenir, puesto que éste no le corresponde realizar el control de constitucionalidad
sobre una norma inexistente. En tales condiciones, se estima que podría proceder la
posibilidad de una acción de protección, cuando producto de dicha inactividad derive

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una vulneración a derechos protegidos, en contra de omisiones legislativas, siempre


que dicha abstención sea ilegal o arbitraria.
9. COMPATIBILIDAD CON OTRAS ACCIONES.
La acción de protección es compatible con el ejercicio de otras acciones, toda vez que
la frase final del inciso primero del artículo 20 establece “sin perjuicio de los derechos
que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes”.
Al respecto, Emilio Pfeffer señala, por ejemplo:
“...aunque el ordenamiento jurídico otorgue otros recursos o acciones especiales
para la resolución de determinadas situaciones, cuando el acto u omisión
estimados ilegal o arbitrario afecte además alguna de las garantías señaladas en
el artículo 20 de la Constitución, es plenamente procedente la acción de
protección. La interposición del recurso de protección es independiente de la
existencia de un procedimiento de reclamo jurisdiccional diverso. El recurso de
protección no tiene una finalidad residual y solo a falta de otros mecanismos”.
Además, nada obsta a que, resuelta que sea una acción de protección, pueda discutirse
el asunto de fondo en un procedimiento ordinario “para el acabado y lato
conocimiento y resolución del asunto”, lo que demuestra que esta acción y las acciones
ordinarias no se obstruyen entre sí, sino que muchas veces, incluso se complementan.
La circunstancia de ser el recurso de protección, una acción independiente, y
compatible con otros procedimientos judiciales no hace más que ratificar que su
objeto no es la resolución de un conflicto, sino que restablecer el imperio del derecho,
mediante el amparo de los sujetos ofendidos.
A costa de parecer obstinados, debemos insistir que los Tribunales cuando conocen de
una acción de protección, no ejercen jurisdicción, por lo que lo resuelto en esta sede
no es óbice para que los órganos judiciales cuando, en otro plano sí ejerzan funciones
jurisdiccionales, fallen conforme al mérito de ese proceso.
10. FINALIDAD DEL RECURSO O ACCIÓN DE PROTECCIÓN.
Debemos recordar que, en general, los derechos fundamentales cumplen un doble rol
en el ordenamiento jurídico. Primero, se trata de derechos subjetivos, que pertenecen
a su titular, quien queda facultado para defenderlos, dentro del marco jurídico. Pero a
su vez, se tratan de exigencias jurídicas y éticas, convirtiéndose por tanto, en parte de
un ordenamiento positivo y natural, que permite medir la legitimidad de un modelo
jurídico o político, de modo que éstos serán más o menos justos, según si protegen (o
no) los derechos fundamentales.
Así, pues, se habla de una naturaleza subjetiva y objetiva de los derechos
fundamentales.

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Por lo mismo, cada vez que se vulnera uno de estos derechos, no sólo se vulnera a la
persona directamente afectada, sino que además se afecta a todo el ordenamiento
jurídico, por cuanto una de sus bases más importantes, se ve dañada por la conducta
arbitraria o ilegal.
Es en este contexto, el Constituyente entrega atribuciones amplísimas al Tribunal de
Protección, quien podrá adoptar las providencias que juzgue necesarias para:
§ Restablecer el imperio del derecho: se refiere a una protección objetiva del
ordenamiento jurídico y de la supremacía constitucional, vale decir, que se
respete el Derecho en su sentido objetivo;
§ Asegurar la debida protección del afectado: o sea, realizar una protección
subjetiva, esto es, protección al sujeto afectado, con el fin de permitirle el
legítimo ejercicio del derecho vulnerado.
La CPR. habla de “las providencias que juzgue necesarias”. Ello implica que el Tribunal
no queda sometido a lo que el recurrente le haya solicitado, vale decir, no queda
restringido por el mérito del proceso, ni por un eventual vicio de ultra petita. Por lo
tanto, la Corte podría incluso conceder más beneficios de los que solicite el actor, por
cuanto será ella y no él quien determinará cuáles son las medidas necesarias para la
protección del derecho.
11. ANÁLISIS DEL PROCEDIMIENTO DE PROTECCIÓN.
A continuación se analizarán los aspectos más relevantes del procedimiento de la
acción de protección.
a) PLAZO PARA INTERPONER EL RECURSO.
La CPR. no señala un plazo para interponerla, pero el artículo 1° del auto acordado
indica que deberá interponerse dentro de un plazo de treinta días corridos, contados
desde:
§ La ejecución del acto o la ocurrencia de la omisión, o
§ Según su naturaleza de éstos, desde que se haya tenido conocimiento de los
mismos.
Las características de este plazo son:
§ Se trata de un plazo de días, lo que significa que se cuentan los días feriados,
vale decir, es un plazo de días “corridos” (artículo 50 del CC.)
§ La regla general es que el inicio del plazo sea desde el momento en que se
ejecutó el acto, o desde la ocurrencia de la omisión.
Sólo excepcionalmente, se podrá contar desde que se haya tenido conocimiento de los
mismos, pero para ello:

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§ Debe tratarse de una circunstancia que según la naturaleza del acto u omisión,
impida que se cuente desde su ocurrencia; y
§ Deberá dejarse constancia en los autos del momento en el que se tomó
conocimiento del acto u omisión. Es el caso, por ejemplo, de actos
administrativos que se dictan pero cuyos efectos comienzan a correr a partir
de cierta fecha. A su vez, como hay que dejar constancia de esta circunstancia
“en los autos”, es absolutamente recomendable que el actor así lo argumente
en su escrito, fundamentando y acreditando esta circunstancia.
§ Es un plazo único, que no se suspende por la interposición de otras acciones o
recursos. Por lo mismo, y en atención a que siempre quedan “a salvo” otras
acciones y derechos, es recomendable que aunque estén pendientes recursos
administrativos, se presente igualmente la acción de protección, y no esperar el
resultado de los mismos, ya que de hacerlo, podría quedar caduco el plazo para
interponer esta acción cautelar.
§ Cuando el acto positivo es una conducta permanente, que se mantiene en el
tiempo, o cuando la omisión es permanente, se entiende que el plazo se
mantiene vigente, y que recién comienza a correr cuando dicho acto u omisión
hayan cesado.
Cabe señalar, por último, que el referido plazo fue ampliado por el Auto Acordado de
la Corte Suprema del año 2007 previamente citado, ya que hasta entonces, el plazo era
de quince días.
ii) EXAMEN DE ADMISIBILIDAD.
Una vez ingresado el recurso, será examinado en cuenta por la sala respectiva de la
Corte de Apelaciones competente.
El auto acordado en el artículo 2° inciso 2° dispone:
“Presentado el recurso, el Tribunal examinará en cuenta si ha sido interpuesto en
tiempo y si se mencionan hechos que puedan constituir la vulneración de
garantías de las indicadas en el artículo 20 de la Constitución Política de la
República. Si su presentación es extemporánea o no se señalan hechos que
puedan constituir vulneración a garantías de las mencionadas en la referida
disposición constitucional, lo declarará inadmisible desde luego por resolución
fundada, la que será susceptible del recurso de reposición ante el mismo tribunal,
el que deberá interponerse dentro de tercero día. En carácter de subsidiario de la
reposición, procederá la apelación para ante la Corte Suprema, recurso que será
resuelto en cuenta.”

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La Corte de Apelaciones solo puede declarar inadmisible la acción de acuerdo con las
siguientes consideraciones:
§ Si fue interpuesto fuera de plazo; o
§ Si los hechos que se mencionan no pueden significar vulneración a las garantías
indicadas en el artículo 20 de la CPR.
El segundo de los requisitos se referirá a la exigencia que el derecho supuestamente
infringido sea de aquellos que menciona el artículo 20 de la CPR., por lo que a partir
del año 2007, ya no es posible declarar inadmisible un recurso por el sólo hecho que
tenga insuficiencia en su fundamentación. El problema de los fundamentos será un
tema que tendrá que resolver la Corte, mediante un estudio mayor, que escapa a la
mera admisibilidad del recurso, y deberá quedar zanjado en la sentencia definitiva.
La admisibilidad de la acción se aprueba o se rechaza por la mayoría de los miembros,
de acuerdo con las reglas generales.
Por último, la resolución que declara inadmisible es susceptible del recurso de
reposición dentro de tercero día y además procederá el recurso de apelación en
carácter de subsidiario para ante la Corte Suprema, el que será resuelto en cuenta.
iii) LA POSIBILIDAD DE HACERSE PARTE.
En conformidad al artículo 4° del auto acordado, “las personas, funcionarios u
Órganos del Estado afectados o recurridos, podrán hacerse parte en el recurso”.
De este modo, los recurridos no son, por sí solos, partes, sino que requieren
necesariamente que formulen esta expresión de voluntad.
No obstante que el auto acordado no lo indica, se entiende que el plazo para hacerse
parte es “antes de la Vista de la Causa”, ya que luego de ella, “queda cerrado el debate”
(artículo 227 del CPC).
Se ha entendido que esta misma norma permite a un tercero “adherirse al recurso”. El
problema sin embargo se suscita en torno a si el tercero dispone de “todo el plazo”,
hasta la vista de la causa o no. Por ejemplo, en el fallo "COPAGRO" (Corte Suprema, 15
de enero de 1981, Fallos del Mes N° 266, 485, 488), se acepta una adhesión por cuanto
ella ha sido presentada no sólo antes de la Vista de la Causa, sino además dentro del
plazo para interponer la acción de protección (de entonces, 15 días), contados desde
la fecha del acto lesivo.
iv) ACUMULACIÓN DE AUTOS.
Según el artículo 13 del auto acordado: “Si respecto de un mismo acto u omisión se
dedujeren dos o más recursos, aún por distintos afectados, y de los que corresponda
conocer a una determinada Corte de Apelaciones, de acuerdo con lo establecido en el

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punto primero del presente auto, se acumularán todos los recursos al que hubiere
ingresado primero en el respectivo libro de la Secretaría del Tribunal formándose un
solo expediente, para ser resueltos en una misma sentencia”.
Por lo tanto, de acuerdo con la disposición, los requisitos para que opere la
acumulación de autos son tres:
§ Que se hubiere presentado dos o más recursos respecto de un mismo acto u
omisión (no es necesario que los diferentes recursos hayan sido presentado
por las mismas personas);
§ Que los distintos recursos deban ser conocidos por la misma Corte de
Apelaciones; y
§ Que sea decretado por el Tribunal.
Por su parte, una vez decretada la acumulación:
§ Todas las acciones deberán acumularse a la primera ingresada a la Secretaría
del Tribunal;
§ Deberá formarse un solo expediente; y
§ Deberán fallarse en una sola sentencia.
v) ORDEN DE NO INNOVAR.
Según el artículo 2° inciso final del auto acordado respectivo “El Tribunal cuando lo
juzgue conveniente para los fines del recurso, podrá decretar orden de no innovar”.
Esta norma es importante por cuanto la sola interposición de la acción de protección
no suspende los efectos de las acciones o resoluciones recurridas.
Producto de lo mismo, es muy aconsejable que, conjuntamente con la acción, el actor
deduzca desde ya una orden de no innovar, debidamente fundamentada. Con ello, se
podría obtener que el acto lesivo sea suspendido en cuanto a sus efectos.
vi) INFORME.
Si el recurso fuera declarado admisible, el Tribunal ordenará “por la vía que estime
más rápida y efectiva” a la persona o autoridad que, según el recurso o la propia Corte
fueren los causantes del acto u omisión que motiva el recurso, que informe.
Este informe deberá evacuarse dentro de un plazo breve y perentorio que fije el
Tribunal.
La Corte podrá, además de este informe, ordenar que se acompañen otros
antecedentes.
De lo señalado, debemos destacar lo siguiente:

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§ La requisitoria del informe sólo procede cuando la Corte hubiese declarado el


recurso, admisible. Excepcionalmente se han acogido recursos, incluso sin
solicitar el informe. Citamos el caso de una menor de 9 años, de iniciales D.C.G.,
cuya madre se negaba a que el Hospital le hiciera una transfusión de sangre, en
atención a que ambas eran Testigos de Jehová. Aquí, la Corte de Apelaciones de
Santiago acoge el recurso, sin pedir el informe de la madre, ello “en razón de la
urgencia de la acción formulada”, puesto que la vida de la niña corría serio
peligro.
§ No es necesario que la Corte solicite informes sólo a las personas o autoridades
que determine el actor en su escrito. También puede solicitarse a quienes, en
concepto de la Corte, sean los causantes del acto u omisión que motivan el
recurso.
§ El auto acordado no fija el modo de comunicación ante el recurrido. Podrá ser,
por lo tanto, a través de notificación personal, por cédula, o simplemente, por
oficio. Lo importante es que se trate de una vía rápida y efectiva.
§ El plazo para remitir el informe debe ser dentro de un “plazo breve y
perentorio” que fijará el Tribunal. Este plazo, si es de días, como suele ocurrir,
al ser de naturaleza procesal, será de días hábiles, puesto que esa es la regla en
materia procesal (Artículo 66 del CPC.).
§ Además del informe, el Tribunal puede pedir que sean remitidos a la Corte,
todos los antecedentes que existan en su poder sobre el asunto motivo del
recurso.
vii) VISTA DE LA CAUSA.
Recibido el informe y demás antecedentes, o sin ellos, el Tribunal ordenará traer los
autos en relación y dispondrá agregar extraordinariamente la causa a la tabla del día
subsiguiente, previo sorteo, en las Cortes de Apelaciones de más de una sala (artículo
3° inciso segundo del auto acordado)
Los antecedentes se apreciarán de acuerdo a las reglas de la sana crítica (artículo 5°
inciso segundo). Esto libera al Tribunal someterse al sistema de prueba legal o tasada,
entendiendo por reglas de la sana crítica, "las reglas del correcto entendimiento
humano; contingentes y variables con relación a la experiencia del tiempo y del lugar;
pero estables y permanentes en cuanto a los principios lógicos en que debe apoyarse
la sentencia" Nuestros tribunales la han definido diciendo “Que, según la doctrina, la
`sana crítica', es aquella que nos conduce al descubrimiento de la verdad por los
medios que aconseja la razón y el criterio racional, puesto en juicio. De acuerdo con su
acepción gramatical puede decirse que es el analizar sinceramente y sin malicia las
opiniones expuestas acerca de cualquier asunto"

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viii) SENTENCIA.
En relación con la sentencia de protección, debemos acotar lo siguiente:
a) Plazo para dictarla.
La Corte de Apelaciones deberá pronunciar su fallo dentro del 5º día hábil siguiente a
aquél en que el asunto quedó en situación de ser sentenciado.
Este plazo se reduce a 2 días hábiles si se trata de la protección de los derechos
establecidos en el artículo 19 números: 1° (derecho a la vida y a la integridad física y
síquica de las personas); 3° inciso cuarto (derecho a un juez natural); 12° (libertad de
expresión) y 13° (libertad de reunión).
b) Medidas para mejor resolver.
De conformidad con el artículo 5° inciso primero del auto acordado, “para mejor
acierto del fallo se podrán decretar todas las diligencias que el Tribunal estime
necesarias”.
c) Notificación de la sentencia.
De acuerdo al artículo 6° del auto acordado, la sentencia se notificará personalmente o
por el estado a la persona que hubiere deducido el recurso y a los recurridos que se
hubieren hecho parte en él.
Por cierto que la determinación si se notifica de un modo o del otro, es una decisión
que debe adoptar la Corte respectiva.
d) Recursos que proceden.
La sentencia de primera instancia será apelable para ante la Corte Suprema. El recurso
de apelación deberá deducirse dentro del plazo de 5 días contados desde la
notificación de la sentencia de primera instancia, por el estado diario. (artículo 6°
inciso segundo del auto acordado)
A su vez, de acuerdo al artículo 12 del auto acordado, no procede en contra de la
sentencia de la Corte de Apelaciones, el recurso de casación.
Para el conocimiento del recurso de protección en segunda instancia, “la Corte
Suprema podrá solicitar de cualquier autoridad o persona los antecedentes que
considere necesarios para la resolución del asunto.” (Artículo 8° inciso 1º). En
segunda instancia “Todas las notificaciones que deban practicarse se harán por el
estado diario” (artículo 8° inciso segundo).
e) Condena en Costas.
Como bien sabemos, de acuerdo al artículo 144 del CPC., “La parte que sea vencida
totalmente en un juicio o en un incidente, será condenada al pago de las costas. Podrá

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con todo el tribunal eximirla de ellas, cuando aparezca que ha tenido motivos plausibles
para litigar, sobre lo cual hará declaración expresa en la resolución”.
Esta regla, sin embargo, cambia en materia de protección, puesto que de acuerdo al
artículo 11 del auto acordado, “Tanto la Corte de Apelaciones como la Corte Suprema,
cuando lo estimen procedente, podrán imponer la condenación en costas”.
Por lo tanto, no depende de una regla exacta como la que se aplica en materia civil
ordinaria, sino que queda a criterio del Tribunal, transformándose en una atribución
puramente discrecional de dicho órgano.
f) Cumplimiento de la sentencia ejecutoriada
Una vez que la sentencia queda ejecutoriada, se oficiará directamente a la autoridad o
persona cuyas actuaciones hubieren motivado el recurso. En efecto, el artículo 14 del
auto acordado dispone: “Firme el fallo de primera instancia por haber transcurrido el
plazo para interponer el recurso de apelación, sin que éste se hubiere deducido, o
dictado sentencia por la Corte Suprema cuando fuere procedente, se transcribirá lo
resuelto a la persona, funcionario o autoridad cuyas actuaciones hubieren motivado el
recurso de protección, por oficio directo, o telegráficamente si el caso así lo requiere”.
Contra la persona no diera cumplimiento a lo ordenado, podrán aplicarse las
siguientes medidas:
§ Amonestación privada.
§ Censura por escrito,
§ Multa a beneficio fiscal de una a cinco UTM.
§ Suspensión de funciones hasta por 4 meses, gozando de medio sueldo durante
este período.

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C) RECLAMACION ESPECIAL POR PERDIDA DE NACIONALIDAD.


ix) LA ACCION DE AFECTACION DE LA NACIONALIDAD.
Se trata de una acción constitucional que corresponde a las personas naturales a las
que se les ha privado o desconocido la nacionalidad por actos de la Administración. En
consecuencia, se trata de un contencioso administrativo especial.
Esta garantía protege la privación arbitraria de la nacionalidad por la autoridad
administrativa, estableciendo una acción rápida y ante el máximo tribunal del país,
reforzando la relevancia de la nacionalidad en nuestra Constitución.

1. ANTECEDENTES.
El derecho internacional establece la protección de la nacionalidad, así el artículo 20
N° 3 de la Convención Americana de Derechos Humanos dispone:
Artículo 20. Derecho a la Nacionalidad
3. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla.
En nuestro país el artículo 12 de la CPR. señala:
Art. 12 .- La persona afectada por acto o resolución de autoridad administrativa
que la prive de su nacionalidad chilena o se la desconozca, podrá recurrir, por sí o
por cualquiera a su nombre, dentro del plazo de treinta días, ante la Corte
Suprema, la que conocerá como jurado y en tribunal pleno. La interposición del
recurso suspenderá los efectos del acto o resolución recurridos.
El fundamento de la acción se encuentra enraizado en la historia de nuestras
instituciones como lo explica el profesor Alejandro Silva Bascuñán:
“Esta disposición tiene un origen muy profundo en nuestra historia cívica. Las
garantías de que la cancelación fuera dispuesta por decreto fundado del Presidente y
previo acuerdo del Consejo de Ministros –que ya se consagraran en el DFL Nº 747, de
1925– se mostraron insuficientes, a juicio de la opinión pública. Se estimó en
numerosas ocasiones injusta la acción del Ejecutivo inspirada en el propósito de
transformar en extranjeros a quienes se quería expulsar, ya por el procedimiento de la
Ley Nº 3.446, de 1918, que establecía recurso ante la Corte Suprema, ya por el sistema
mucho más expedito que rigió durante la Ley Nº 8.987, de 1948, llamada de Defensa
Permanente de la Democracia, cuyo artículo 26º permitía el arresto y la expulsión, sin
más trámites, previo decreto del Ministerio del Interior.
El país se conmovió en algunas ocasiones cuando la cancelación de la carta de
nacionalización, en medio de las agitaciones cívicas o de las dificultades económicas
recayó en personas que habían prestado efectivos servicios a Chile o, por lo menos,

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honesta y dignamente desarrollaban sus actividades o se habían incorporado


hondamente, ellas y sus descendientes, a la colectividad nacional.
Resultado de la convicción producida acerca de que era indispensable consagrar una
garantía más eficaz para impedir todo ejercicio abusivo de la medida de cancelación,
es el recurso que se contempló en la Ley Nº 12.548 (...)”
2. CARACTERÍSTICAS.
Las características de la acción de afectación de la nacionalidad son los siguientes:
a) Se trata de una acción y no de un recurso.
Ello puesto que no es su finalidad impugnar resoluciones judiciales, el profesor José
Luis Cea señala que: "la denominación técnica correcta es de acción y no de recurso,
porque el objetivo es dejar sin efecto los actos o resoluciones administrativas
mencionadas, y no invalidar una sentencia judicial."
Sin embargo, es necesario tener presente que el precepto constitucional se refiere a la
"resolución de autoridad administrativa" y en este caso se encuentra precedida de un
procedimiento administrativo y en ese ámbito si adopta la estructura de un verdadero
recurso contencioso administrativo.
No ocurre lo mismo con el "acto" de la autoridad administrativa donde efectivamente
la reclamación es una acción.
b) Procede sólo contra actos o resoluciones administrativas.
En relación con los actos se refiere a los actos administrativos, o sea resoluciones
unilaterales de la administración en ejercicio de una potestad pública y sometida a un
procedimiento.
Por su parte, la disposición constitucional cuando se refiere a los actos alude a la
actividad material de la Administración.
Debe incluirse en esta expresión también las omisiones, siempre que ella haya
desconocido o privado de la nacionalidad chilena.
Se excluyen a la pérdida de la nacionalidad que proviene del legislador o de sentencia
judicial.
c) Procede cuando la nacionalidad ha sido privada o desconocida.
El profesor Silva Bascuñán señala los casos en que la nacionalidad chilena puede ser
privada y los casos en que puede ser desconocida.
“La privación de la nacionalidad puede producirse, respecto del que es chileno
por haber obtenido la carta, mediante- la cancelación de esta, y en relación a
quien es chileno por ius solis o ius sanguinis o al extranjero nacionalizado por

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carta, mediante el decreto supremo a que se refiere el Nº 2 del artículo 11. Los
actos o resoluciones que importen alguna forma de desconocimiento de la
nacionalidad por parte de una autoridad administrativa pueden ser
innumerables."
d) El objeto del recurso es restablecer la nacionalidad.
Existe amplia libertad para solicitar que se deje sin efecto el acto o resolución que
prive o desconozca la nacionalidad, que al recurrente se le reconozca su nacionalidad,
que se le mantenga la nacionalidad chilena, que se haga constar en la partida de
nacimiento la calidad de chileno, etc...
3. LA SITUACIÓN DE LOS HIJOS DE EXTRANJEROS TRANSEÚNTES.
Es necesario recordar que el artículo 10 de la Constitución Política de la República
señala que:
“Son chilenos: 1° Los nacidos en el territorio de Chile, excepción de los hijos de
extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de
extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar por la
nacionalidad chilena.”
En materia de nacionalidad, el único Organismo competente, en el ámbito
administrativo, para pronunciarse, en caso de duda, si una persona es o no extranjera,
es el Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior y Seguridad
Pública, de acuerdo con lo prescrito en el artículo 91 N° 11 del Decreto Ley N° 1094,
de 1975, que Establece Normas sobre Extranjeros en Chile.
Los únicos que caben en la expresión de extranjero transeúnte, son “las personas que
se encuentran de paso por Chile, esto es, quienes no tienen ánimo de residencia en el
territorio nacional, como son los que tiene la calidad migratoria de turistas y
tripulantes”.
Lo anterior implica que solo los hijos de los turistas y tripulantes, se inscribirán en
Chile con la anotación: “Hijo de Extranjero Transeúnte, artículo 10 N° 1 de la
constitución Política del Estado”.
La excepción lo constituye el quedar inscrito como hijo de extranjeros transeúntes y,
por ende, en calidad de extranjero/a, situación que solo tiene lugar respecto de los/as
hijos/as de padres que posean visa de turistas o de tripulantes.
ii) ASPECTOS PROCESALES GENERALES.
1. TRIBUNAL COMPETENTE.
De acuerdo con el artículo 12 de la CPR., el tribunal competente para conocer de la
acción de reclamación de la nacionalidad es la Corte Suprema.

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Además, la Corte Suprema deberá constituirse, para el conocimiento de esta acción, en


“tribunal pleno”.
En cuanto a la forma de conocer la acción, el ya mencionado artículo (artículo 12 de la
Constitución), señala que la Corte Suprema deberá conocer el recurso (acción) como
jurado, es decir deberá apreciar en conciencia los hechos y fallar de igual forma.
Corte conocerá como jurado, es decir, apreciando los hechos y resolviendo en
conciencia, y en tribunal pleno. En nexo con la autorización a la Corte para que obre en
conciencia, se ha resuelto que:
“La circunstancia de conocer la Corte Suprema como jurado de la acción,
establecida en el artículo 12 de la Constitución, sobre pérdida o desconocimiento
de la nacionalidad –lo que implica emitir un veredicto en conciencia–, no
consiente evadir o sobrepasar los preceptos constitucionales aplicables al
asunto”.
Precisamente, esa posibilidad de actuar en conciencia, le permite obrar con mayor
flexibilidad a la hora de ponderar los argumentos y antecedentes aportados por las
partes:
“Procede acoger el recurso si de las actuaciones que se imputan al reclamante en
el decreto supremo que lo priva de su nacionalidad chilena por haber atentado
gravemente contra los intereses esenciales del Estado, no aparecen comprobadas
con informaciones oficiales que haya obtenido el señor Ministro de Relaciones
Exteriores de las misiones diplomáticas u oficinas consulares chilenas en el
extranjero o de otras fuentes fidedignas”.
En el mismo sentido, la Corte Suprema ha señalado:
“Que la Ley de Extranjería exige –sin duda por la gravedad de sus consecuencias–
que la Resolución que cancela la Carta de Nacionalización de un ciudadano debe
ser fundada y, aún más, señala cuáles han de ser los fundamentos que la
justifican, por lo que éstos deben expresarse precisa y determinadamente en el
instrumento que la contiene, esto es, el Decreto Supremo respectivo, el que, a su
vez, en sus razones o Motivos, ha debido ser materia de Acuerdo del Consejo de
Ministros.
Que de los antecedentes de que ha conocido esta Corte Suprema en la presente
reclamación –apreciados en la forma que lo autoriza la Carta Fundamental– se
desprende que las motivaciones de hecho y la conclusión jurídica contenidas en el
Decreto Supremo reclamado no justifican una determinación administrativa
como aquella de que se viene hablando, no siendo posible extender, por la vía de
la interpretación, sus razones a otras distintas y que, en definitiva, hacen variar
los fundamentos que lo sostienen.

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Que, en el caso de autos, esta Corte, actuando como jurado y apreciando en tal
calidad los antecedentes de que ha conocido, llega a la convicción de que el
Decreto Supremo Nº 926, de 27 de septiembre de 1991 dictado por el señor
Presidente de la República, importa la privación injustificada de la nacionalidad
chilena concedida por gracia (sic) al recurrente con anterioridad, dado que las
razones de hecho y de derecho que lo sustentan no son suficientes para justificar
la medida.
En consecuencia, el Decreto Supremo que así lo declara deberá dejarse sin
efecto”.
En suma, la Corte obra como jurado, pero dentro de los principios y normas
constitucionales, en cumplimiento de lo preceptuado en el artículo 6° inciso 2° de la
Carta Fundamental:
“Todo se concilia teniendo presente que el cometido esencial de un jurado es
determinar y apreciar en conciencia los hechos que servirán para la aplicación de
la ley. En consecuencia, en la hipótesis concreta que se analiza la Corte Suprema,
en el carácter de jurado, determina y aprecia en conciencia los hechos que
pueden dar margen a la adquisición o pérdida de la nacionalidad; tales hechos,
así determinados y apreciadas, sirven de base para resolver la cuestión, ahora no
según la conciencia, sino ateniéndose a las disposiciones constitucionales”.
2. EL PLAZO.
La acción de reclamación de la nacionalidad deberá entablarse dentro del plazo de 30
días, desde que el afectado toma conocimiento del acto o resolución de carácter
administrativa que lo priva o le desconoce su nacionalidad. Se trata de un plazo fatal y
de días corridos.
3. QUIEN PUEDE INTERPONERLO.
Puede interponerlo el afectado o cualquiera persona a su nombre, sin que sea
necesario que exhiba un mandato o poder, del mismo modo que la acción de
protección y amparo.
4. EFECTOS DE LA INTERPOSICIÓN.
La sola presentación del reclamo suspende los efectos del acto administrativo.
Constituye una excepción en nuestro derecho, por cuanto la sola presentación
produce un efecto jurídico de suspensión de los efectos del acto administrativo.
En cuanto a los efectos del fallo, en caso de que la acción sea acogida, me remitiré a lo
que señala acertadamente Cea Egaña. El tratadista indica: “Si la Corte Suprema acoge
el recurso, su sentencia tiene efecto retroactivo, anulando la resolución o acto

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administrativo impugnados desde la fecha misma de su dictación, dejando al


beneficiario tal como si jamás hubiera sido afectado por ellos”
5. PROCEDIMIENTO.
El artículo 12 de la CPR, respecto de la tramitación señala que la Corte Suprema
conocerá como jurado y en Tribunal Pleno.
Sin perjuicio de la disposición constitucional, existe un auto acordado de fecha 26 de
octubre de 1976, que reglamenta la forma de interposición, tramitación y plazos de la
acción.
El procedimiento es el siguiente:
a) Junto con la resolución que somete a tramitación la acción, se concede un plazo
a la autoridad administrativa recurrida con el objeto de que informe respecto
del acto o resolución a la cual se le atribuye que priva o desconoce la
nacionalidad.
b) Vencido el plazo que se le otorga a la autoridad administrativa, o recibidos los
antecedentes, se remiten los autos al Fiscal de la Corte Suprema a fin de que
evacué su informe.
c) Evacuado el informe del Fiscal la causa queda en estado de “autos, en relación”.
d) La sentencia debe dictarse en el plazo de 10 días una vez producido el acuerdo.
6. RECURSOS.
De la resolución de la Corte Suprema no procede recurso alguno.

D) ACCION POR ERROR JUDICIAL.


i) ANTECEDENTES.
Para adentrarnos en el tema analizaremos el principio de responsabilidad del Estado
y su incorporación en la Constitución de 1925.
1. LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO.
La responsabilidad por los daños causados por el Estado se denomina responsabilidad
patrimonial y también puede ser contractual o extracontractual, del mismo modo que
en el caso de los particulares.
Ahora bien, la incorporación del principio de responsabilidad al derecho público no
fue sencillo, debió superar durante el siglo XIX, las tesis de la soberanía absoluta, que
no concebía que el Estado pudiere causar daños y se sostenía que lo propio de la
soberanía era la cualidad de imponerse a todos.

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La primera etapa de evolución hacia un sistema de responsabilidad del Estado, se


encuentra en ratificar la irresponsabilidad el Estado por un lado, pero admitir la
responsabilidad de los agentes públicos, hasta reconocer finalmente la
responsabilidad directa del Estado por los perjuicios causados en el desarrollo de su
actividad.
El Derecho Público en los distintos países de occidente, comparten un su génesis el
unánime rechazo a la responsabilidad de la autoridad, especialmente en la época
medieval, ello fue expresado notablemente por los juristas ingleses con la frase: “the
king can do not wrong”, esto es, el rey no puede cometer ilícito.
La responsabilidad patrimonial del Estado es consecuencia natural del
reconocimiento de la personalidad jurídica del Estado que permite acciones por
responsabilidad contractual y extracontractual y su consecuente deber reparatorio.
En nuestro ordenamiento jurídico la Responsabilidad del Estado se encuentra
contemplada en primer lugar los artículos 6° y 7° de la CPR., interpretados
conjuntamente con los artículos 1º inciso 4°, artículo 4º, 5º inciso 2° de la CPR.,
constituyen las normas fundamentales de esta institución.
Los artículos 6° y 7° de la CPR. establecen, en sus incisos finales, la responsabilidad del
Estado.
Artículo 6º.- Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a
las normas dictadas conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la
República.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de
dichos órganos como a toda persona, institución o grupo.
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley.
Artículo 7º.- Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba
la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse,
ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos
que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las
leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las
responsabilidades y sanciones que la ley señale.
El constituyente de 1980 quiso establecer un sistema de responsabilidad estatal que
pudiera compatibilizar los intereses del nuevo régimen jurídico con el bien común y
lograr el establecimiento de un límite a la actividad del Estado.

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Ahora bien, la responsabilidad del Estado se divide en responsabilidad administrativa,


legislativa y judicial, en el capítulo siguiente analizaremos específicamente la
responsabilidad del Estado Juez.
La CPR. contempla especialmente la responsabilidad del Estado Juez en el artículo 19
N° 7 letra i) para un caso preciso el del error judicial y en el marco de un proceso
penal. Excluye entonces las restantes hipótesis de los procesos civiles o de otra
naturaleza por actos judiciales que hayan causado perjuicio. En estos casos no
incluidos en la hipótesis del artículo 19 N° 7 letra i) el profesor Hugo Caldera estima
que existe igualmente responsabilidad del Estado Juez para lo cual se aplican las
normas generales de los artículos 6° y 7° de la CPR.
El profesor Hernán García Mendoza señala que el error judicial es:
“aquel cometido durante el proceso criminal como consecuencia de un
procesamiento o condena injusta, en perjuicio de una persona cuya inocencia se
comprueba con posterioridad, dictándose el correspondiente sobreseimiento
definitivo o sentencia absolutoria.”
En el contexto reseñado, la indemnización por el error judicial institución claramente
coherente con los nuevos principios que han de regir en todo ordenamiento penal
moderno. Pero no es suficiente su simple consagración legislativa, la sociedad ha de
tomar conciencia de la justicia del derecho a ser indemnizado, y de las limitaciones
que deben rodear a ese derecho, con el fin de que se ejerza cuando realmente
corresponda.
2. ANTECEDENTES CONSTITUCIONALES.
La indemnización por el error judicial fue consagrada por primera vez en la
Constitución de 1925 en el artículo 20, que señalaba: "Todo individuo en favor de quien
se declare sentencia absolutoria o se sobreseyere definitivamente, tendrá derecho a
indemnización..."
La norma no requería declaración previa de la Corte Suprema, era suficiente una
sentencia absolutoria o un sobreseimiento definitivo, y nada más, el derecho nacía.
Tampoco se exigía que la sentencia condenatoria o el auto de procesamiento fueran
declarados injustos o arbitrarios.
La particular amplitud del artículo 20 de la primitiva Constitución hizo que la
disposición se mantuviera por aproximadamente medio siglo sin que el legislador
dictara la normativa necesaria para hacerla efectiva, y con tal pretexto se convirtió en
una mera aspiración.
El texto debió modificarse en su redacción por la Constitución de 1980, con el preciso
objeto de establecer hipótesis en que pudiera efectivamente aplicarse.

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ii) CONSAGRACIÓN CONSTITUCIONAL.


En nuestra CPR. esta acción se encuentra consagrada en el artículo 19 N° 7 letra i) que
señala:
i) Una vez dictado sobreseimiento definitivo o sentencia absolutoria, el que hubiere
sido sometido a proceso o condenado en cualquier instancia por resolución que la
Corte Suprema declare Injustificadamente errónea o arbitraria, tendrá derecho a ser
indemnizado por el Estado de los perjuicios patrimoniales y morales que haya sufrido.
La indemnización será determinada judicialmente en procedimiento breve y sumario
y en él la prueba se apreciará en conciencia;
1. LA RESOLUCIÓN QUE SOMETE A PROCESO EN EL NUEVO SISTEMA
PROCESAL PENAL.
La norma de la letra i) del N° 7 del artículo 19 de la CPR. se refiere al "que hubiere sido
sometido a proceso o condenado en cualquier instancia..." , y en el ordenamiento
establecido en el nuevo Código de Procedimiento Penal, ha desaparecido el llamado
"auto de procesamiento" -en realidad la sentencia interlocutoria- por el cual se somete
a proceso al inculpado.
Cuando se tramitaba la reforma constitucional del año 2005, Ley N° 20.050, en la
Cámara de Diputados en el segundo trámite de la reforma constitucional, se propuso
reemplazar en la letra i) del número 7 del artículo 19 la frase "el que hubiere sido
sometido a proceso" por "el que hubiere sido privado de libertad, acusado", fórmula
amplia quedando comprendidas en ella todas la medidas cautelares personales
privativas de libertad del Código Procesal Penal y la acusación que en nuestro sistema
procesal penal corresponde al Ministerio Público. En la tramitación hubo dos
indicaciones rechazadas que apuntaban al fondo de la responsabilidad patrimonial del
Estado Juzgador, sea a las hipótesis base, calificación del injusto (error judicial) o al
método de apreciación y valoración de la prueba.
Sin embargo, finalmente la moción no prosperó por el veto del Presidente.
Es necesario tener presente que la acusación es un acto privativo del Ministerio
Público. Para tal efecto, la Ley Orgánica Constitucional de dicho órgano contempla un
régimen de responsabilidad distinto al denominado "error judicial". El artículo 5° de la
ley N° 19.640 establece lo siguiente:
"Artículo 5°. El Estado será responsable por las conductas injustificadamente
erróneas o arbitrarias del Ministerio Público.
La acción para perseguir esta responsabilidad patrimonial prescribirá en cuatro
años, contados desde la fecha de la actuación dañina.

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En todo caso, no obstará a la responsabilidad que pudiese afectar al fiscal o


funcionario que produjo el daño, y, cuando haya mediado culpa grave o dolo de
su parte, al derecho del Estado para repetir en su contra".
Esta norma orgánica constitucional debía ser conciliable con la reforma constitucional
regulando aspectos diversos de un mismo problema.
En efecto, desde la Reforma Procesal Penal, existen dos momentos dentro de los
cuales se pueden cometer perjuicios por conductas injustificadamente erróneas o
arbitrarias de órganos del Estado: por parte del Ministerio Público y por el
juzgamiento por los órganos del Poder Judicial. En el primer caso, el ámbito de
regulación es el orgánico constitucional y en el segundo el de la norma constitucional
propiamente tal.
Por la sola acusación, responde el Ministerio Público, o sea, el Fisco, si ésta es
injustificadamente errónea o arbitraria. Si, en cambio, hay un acto jurisdiccional en
base a ello, como el auto de apertura del juicio oral, estamos frente a un error judicial
si dicha decisión fue también injustificadamente errónea o arbitraria.
2. REQUISITOS DE LA ACCIÓN.
A continuación se analizarán los requisitos para que proceda la indemnización por el
error judicial:
a) Que haya una persona haya sido sometida a proceso.
Cuando el constituyente se refiere al afectado que haya sido sometido a proceso hace
referencia a la resolución que se dicta conforme al antiguo artículo 274 del código de
procedimiento penal, que se conocía primitivamente con la denominación de
encargatoria de reo, y que exige que el juez constate que en el sumario criminal se
cumplan dos circunstancias:
§ Que esté justificada la existencia del delito
§ Que aparezcan presunciones fundadas de que el inculpado ha tenido
participación en ese hecho como autor, cómplice o encubridor.
Esta hipótesis sigue vigente respecto de los hechos ocurridos antes de la reforma
procesal penal y que se rigen por el código de procedimiento penal.
b) Sentencia absolutoria o sobreseimiento definitivo.
Para que el afectado esté en condiciones de ejercer el derecho, se requiere que se dicte
a su favor sentencia absolutoria o sobreseimiento definitivo, lo que puede hacer
tribunal de primera instancia, la Corte de Apelaciones o la Corte Suprema en la
sentencia de reemplazo al acoger un recurso de casación.

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El sobreseimiento definitivo consiste en una resolución judicial que declara terminado


el proceso penal, respecto de una o diversas personas imputadas, con anterioridad al
momento en que la sentencia definitiva tenga efecto de cosa juzgada, debido a la
existencia de una causal que impide en forma concluyente continuar la persecución
penal, y que produce cosa juzgada.
La sentencia absolutoria es aquélla que falla un juicio, resolviendo el hecho
controvertido liberando al imputado de los cargos formulados en su contra.
Ahora bien, la sentencia de la Corte Suprema del 3 de septiembre del 2009, sobre una
acción de indemnización por error judicial señala en su considerando 9°:
El mero hecho de un laudo absolutorio no transforma automáticamente al auto de
procesamiento en injustificadamente erróneo o arbitrario, por cuanto son dos
momentos procesales diferentes que requieren de grados de convicción distintos, con
procesos valorativos e interpretativos diversos y, por consiguiente, ambas fases
perfectamente válidas y jurídicamente correctas.
c) Declaración de la Corte Suprema del auto de procesamiento o sentencia como
injustificadamente errónea o arbitraria,
El cobro de la indemnización se puede hacer efectivo una vez que la Corte Suprema ha
declarado que el auto de procesamiento o la sentencia condenatoria (dictada por el
Juzgado del Crimen en primera instancia o por la Corte de Apelaciones en consulta o
en apelación) son injustificadamente erróneos o arbitrarios.
Las resoluciones que causaron el perjuicio han de ser erróneas o arbitrarias y han de
carecer de justificación.
- Errónea.
Incurre en error aquel que tiene un equivocado concepto de la verdad o de aquel que
tiene un equivocado concepto de la verdad o de la realidad. Cuando la sentencia se ha
sustentado en una mala apreciación de la realidad.
- Arbitraria.
Pero la resolución abusiva también puede ser arbitraria, o sea sin razón
absolutamente improcedente, defecto que da lugar a la declaración sobre el derecho al
pago de una indemnización. Es insuficiente -en todo caso- la existencia de un simple
error o de una arbitrariedad en la resolución que somete a proceso o condena a una
persona, en ambas alternativas debe concurrir otra condición, que ese error o esa
arbitrariedad carezca de toda justificación. La Constitución exige que la resolución sea
injustificadamente errónea o arbitraria, de modo que en ella tiene que cometerse un
error inexcusable e inaceptable, noción que podría precisarse relacionándola con la

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prevaricación reglada en los artículos 223 y siguientes del CP., criterio que haría
factible extenderla también a la ignorancia extrema del tribunal.
Los presupuestos indicados por el constituyente han limitado -de hecho- la
posibilidad de cobrar indemnización por los perjuicios sufridos con motivo de la
equivocada actividad judicial a casos muy excepcionales. Lo normal será que al
cometer el error o al caer en arbitrariedad en un sobreseimiento o en una sentencia,
esos defectos sean corregidos por los tribunales superiores, y que las anomalías que
se observen en esa clase de resoluciones no sean fuente de esta indemnización.
Únicamente serán indemnizables los perjuicios causados cuando el error o la
arbitrariedad que los han provocado puedan calificarse de injustificables.
El artículo 19 Nº 7 letra i) de la Constitución consagró el derecho a indemnización
pero lo restringió en demasía, desde una posición amplia de la Constitución de 1925 el
constituyente de 1980 pasó a la otra, con la agravante de que en estas décadas la
concepción del proceso penal ha variado ampliamente. Al respecto, cabe señalar dos
aspectos importantes:
a) El proceso penal en la concepción moderna tiene por objetivo la constatación de
una sospecha conformada por la imputación que se hace a una persona de haber
participado en la comisión de un hecho delictivo, y
b) El imputado goza durante todo el proceso de la presunción de inocencia artículo 42
del CP. De manera que si, en definitiva, es absuelto de la acusación o es sobreseído, su
inocencia queda confirmada, y resulta legítimo que exija se le indemnicen los
perjuicios que sufrió a consecuencia del proceso, a menos que por un acto propio se
haya expuesto a tal situación.
Esta primera etapa o fase -o sea el recurso ante el Tribunal Supremo-, tiene como
único fin obtener la declaración de la Corte Suprema en el sentido que la sentencia
condenatoria o la resolución que sometió a proceso al afectado -no el proceso en sí
mismo- fueron injustificadamente erróneos o arbitrarios. La resolución de la Corte
Suprema es declarativa, e importa el reconocimiento del derecho del requirente a ser
indemnizado tanto por los perjuicios morales y materiales que la resolución abusiva le
infirió y, de consiguiente, la obligación que pesa sobre el Estado de asumir esa
indemnización. Los perjuicios deben ser acreditados con posterioridad.
La existencia de esos perjuicios como la naturaleza y monto de su reparación tienen
que ser establecidos después, en el juicio sumario correspondiente, ante el tribunal
ordinario competente, conforme a las reglas generales.
3. PROCEDIMIENTO.
Este juicio constituye el procedimiento contradictorio propiamente tal, en el que la
prueba se aprecia en conciencia.

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La Corte Suprema por auto acordado de 10 de abril de 1996, (que reemplazó el


dictado el 3 de agosto de 1983), señaló algunas reglas para precisar la tramitación de
la petición que debe hacer el afectado para que se reconozca su derecho a ser
indemnizado
a) La presentación se hace ante la Corte Suprema.
b) Debe plantearse dentro del plazo de 6 meses contados desde que quede
ejecutoriada la sentencia absolutoria o el sobreseimiento. Es un término de caducidad.
c) Cumplir con la obligación de comparecencia patrocinado por abogado (Ley N°
18.120).
d) Acompañar copia autorizada con certificado de ejecutoria de las resoluciones
respectivas: condenatoria o de procesamiento, de absolución o de sobreseimiento, y
demás documentos que se estimen adecuados.
Si no se cumplen estas condiciones, la solicitud será declarada de plano por el
Presidente como inadmisible.
4. TRAMITACIÓN DE LA SOLICITUD EN LA CORTE SUPREMA.
De la presentación se confiere traslado al Fisco por el término de 20 días.
Con o sin respuesta, vencido el plazo se envían los antecedentes al Fiscal para su
dictamen.
Evacuado el dictamen se ordena dar cuenta de la presentación a la sala penal lo que se
hará en el plazo de 15 días siguientes, ésta puede disponer traer los autos en relación
si lo estima oportuno y oír a los abogados de las partes, agregándola con preferencia
en la tabla ordinaria de la misma Sala.
Se pueden disponer medidas o diligencias para mejor resolver o para entrar a la vista.
Se puede condenar en costas a la parte vencida
Si el peticionario obtiene sentencia favorable, una vez ejecutoriada, puede deducir
ante el Juzgado Civil competente conforme a las reglas generales, la correspondiente
demanda en juicio sumario para obtener la determinación de la naturaleza y monto de
los perjuicios que deberán ser indemnizados. No se ha señalado plazo para deducir la
demanda, de modo que podrá plantearse en tanto no prescriba el derecho según los
principios de la prescripción extintiva regladas por el Código Civil.
5. RESULTADOS DE LA CONSAGRACIÓN DE ESTE DERECHO.
Parece ser que durante la vigencia de la Constitución del año 1925, nunca tuvo
aplicación el precepto que consagró el derecho a ser indemnizado. Sólo se hizo uso de
la acción con posterioridad a la vigencia de la Constitución Política de 1980, pero es
conveniente distinguir entre dos períodos, la situación que se dio antes y después de

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que se dictó el Auto Acordado de la Corte Suprema reglando el ejercicio de la acción


dirigida a obtener la declaración de haber sido injustificadamente errónea o
arbitraria.
En el primer periodo que entró en vigencia la Constitución de 1980 y se dictó el Auto
Acordado que regló su ejercicio, se conoció un solo caso, que terminó con un
interesante fallo dictado por la Corte de Apelaciones de Santiago, el 2 de junio de
1983, que revocó la sentencia dictada por un Juzgado Civil de Santiago, de fecha 11 de
mayo de 1982, que acogía una demanda deducida en contra del Fisco de Chile, para
cobrar indemnización por los perjuicios causados por una resolución dictada en un
procedimiento infraccional seguido ante un Juez de Policía Local, que dispuso la
detención del presunto infractor de una norma de tránsito, el que estuvo privado de
libertad por el lapso de 15 días. La Corte de Apelaciones de Santiago dejó establecido,
entre otros, dos principios fundamentales en relación a esta acción.
El primero consiste en que el derecho a la indemnización queda limitado a "las
equivocaciones cometidas con motivo de un juicio criminal o penal" y no se extiende a
los procedimientos infraccionales conocidos por los Juzgados de Policía Local;
textualmente expresa:
"el precepto constitucional recién citado no podrá tener aplicación después de
finalizados juicios que no revistan el carácter de procesos criminales, no obstante
que en el curso de ellos se hayan producido privaciones de libertad como
consecuencia de resoluciones que, eventualmente, puedan considerarse como
injustificadamente erróneas o arbitrarias".
El segundo principio se consagra en los siguientes términos:
"ninguna duda cabe que la atribución de formular esta declaración (la de ser
injustificadamente errónea o arbitraria la resolución) es privativa de la Corte
Suprema y que ella no podría ser ejercitada por ningún otro tribunal de la
República".
Con posterioridad a la fecha en que se dictó el Auto Acordado por la Corte Suprema, se
ha pretendido en más de cuarenta oportunidades obtener que el referido tribunal
haga la declaración antes aludida, sin embargo ellas generalmente han sido denegadas
por no merecer las resoluciones, el calificativo de injustificadamente erróneas o
arbitrarias.
Ahora bien, mediante la sentencia del 11 de mayo de 2015 de la Corte Suprema causa
Rol N° 25.658-2014, se acogió la declaración previa de error judicial respecto del auto
de procesamiento y posterior sentencia condenatoria de primera instancia dictados
en los autos N° 186.495-1999 del ex Tercer Juzgado del Crimen de Santiago, donde se
le imputó a un abogado la participación como autor del delito de estafa previsto en el

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artículo 470, N°8°, del Código Penal, referido al fraude de subvenciones, por haber
solicitado al Tribunal que oficiará a la Tesorería para la devolución del IVA respecto
de dos contribuyentes. A esta solicitud el Servicio de Impuestos Internos le atribuyó
malicia al invocar una ley vigente que permitía la devolución de impuestos, pero que
sin embargo correspondía aplicar en este caso la ley de la época en que ocurrieron los
hechos, precepto que no permitían la devolución. Señaló el Servicio que el abogado
invocó como fundamento una causa que señaló ser idéntica pero que no era tal y que
ello movió a error al juez.

IV. ACCIONES LEGALES.


A. RECURSO DE AMPARO ECONOMICO.
i) Antecedentes.
Dada la importancia que tiene el orden público económico y, particularmente, las
normas que se refieren a la libertad empresarial y al Estado Empresario, es que se
consideró conveniente reforzar este derecho con una garantía especial: el recurso de
amparo económico.
El artículo único de la ley Nº 18.971 (publicada en el Diario Oficial con fecha 10 de
marzo de 1990) que consagra el recurso de amparo económico señala textualmente:
“Cualquier persona podrá denunciar las infracciones al artículo 19 número 21 de
la Constitución Política de la República de Chile. El autor no necesitará tener
interés actual en los hechos denunciados.
La acción podrá intentarse dentro de seis meses contados desde que se hubiere
producido la infracción, sin más formalidad ni procedimiento que el establecido
para el recurso de amparo, ante la Corte de Apelaciones respectiva, que conocerá
de ella en primera instancia. Deducida la acción, el tribunal deberá investigar la
infracción denunciada y dar curso progresivo a los autos hasta el fallo respectivo.
Contra la sentencia definitiva, procederá el recurso de apelación, que deberá
inter-ponerse en el plazo de cinco días, para ante la Corte Suprema y que, en caso
de no serlo, deberá ser consultada. Este tribunal conocerá del negocio en una de
sus Salas.
Si la sentencia estableciere fundadamente que la denuncia carece de toda base, el
actor será responsable de los perjuicios que hubiere causado”

Según se dejó constancia en el mensaje del Presidente de la República, el propósito de


dicha acción fue “hacer efectiva la garantía constitucional de la libertad económica”.

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Por otra parte, no debe olvidarse la circunstancia que el artículo único de la ley Nº
18.971 formaba parte de un proyecto de ley que, entre otras materias, regulaba la
actividad y participación productiva del Estado y sus organismos; consignándose en el
aludido mensaje de la ley –lo que clarifica la evidente intención del legislador en esta
materia– que “la iniciativa tiene por finalidad determinar cuál es la dimensión adecuada
para el Estado productor. Por ello sus normas significan una definición, en cuanto
considera que una presencia empresarial pública gravitante hace difícil, si no imposible,
la consolidación de una sociedad libre, por el control creciente que otorga a los
funcionarios sobre las personas...”

ii) Características.
a. Acción popular.
Se trata de una acción popular, en la cual el actor no necesita tener un interés actual
en los hechos denunciados. Al efecto, nuestros tribunales han señalado que “se trata
de una acción jurisdiccional de carácter conservadora, especial y popular, en que el
actor no necesita tener interés actual en el recurso”.
En el mismo sentido, la Excma. Corte Suprema ha sentenciado que “el análisis del
artículo único de la ley ya referida, puede advertirse que en él se consagra una acción
popular, que no exige interés actual comprometido por el actor en los hechos que
denuncia”
b. Bien jurídico protegido.
Es el orden público económico.
La jurisprudencia de nuestros tribunales, siguiendo a la doctrina, ha señalado que el
orden público económico es el “conjunto de principios y normas jurídicas que
organizan la economía de un país y facultan a la autoridad para regularla en armonía
con los valores de la sociedad nacional que formula la Constitución Política”
c. Plazo para su interposición.
Seis meses contados desde que se hubiere producido la infracción. Al respecto, existe
jurisprudencia que ha afirmado que, en el caso que se impugne un acto administrativo
y, a su vez, se hubiere solicitado su reconsideración administrativa, el plazo debe
contarse desde la fecha del acto primitivo, lo que no es concordante con algunos
razonamientos jurisprudenciales pronunciados –particularmente en la década de los
ochenta y noventa– respecto del recurso de protección.

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d. Órgano jurisdiccional competente.


La Corte de Apelaciones respectiva, esto es, aquella donde se han producido los
hechos que motivan la denuncia.
e. Normas procesales.
Se aplican las disposiciones del habeas corpus, salvo en dos aspectos: el plazo para
apelar la sentencia, ya que es de 5 días y, adicionalmente, resulta procedente el
trámite de la consulta, si no se hubiere apelado.
Cabe señalar que cierta jurisprudencia ha señalado que si el recurso se declaraba
inadmisible en cuenta, ello es inapelable; incluso aun conociendo el fondo del recurso.
Sin embargo, la Sala Constitucional ha acogido un recurso de hecho alno concederse el
respectivo recurso.
f. Principio Formativo del procedimiento.
Rige el principio inquisitivo, desde el momento que el tribunal debe investigar la
infracción y dar curso progresivo a los autos hasta la dictación del fallo.
g. Sanción al abuso procesal.
Si la sentencia que rechaza el recurso establece fundamentalmente que la denuncia
carece de toda base, el actor será responsable de los perjuicios que hubiere causado.

iii) Aspectos Jurisprudenciales más relevantes.


a. Ámbito de protección.
a.1. Tesis histórica.
Durante los primeros cinco años de aplicación, los tribunales tendieron a
restringir la órbita de aplicación de esta acción exclusivamente al inciso 2ºdel
artículo 19 Nº 21, esto es, a las limitaciones impuestas al Estado empresario. Como
se sabe, la aludida disposición señala que: “El Estado y sus organismos podrán
desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum
calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán sometidas a la
legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de las excepciones que
por motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser asimismo de quórum
calificado”.
El anterior raciocinio tiene como fundamento el origen histórico de la norma legal
que primitivamente contemplaba la acción.

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a.2. Tesis Literalista.


Sin embargo, a partir de 1995, la Corte Suprema modifica su criterio, considerando
que la aludida acción comprende también la protección del primer inciso que
reconoce a todas las personas “el derecho a desarrollar cualquier actividad
económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad
nacional, respetando las normas legales que la regulen”
b. Formas de Infracción.
Si bien en un principio se señaló por los tribunales que la infracción debía
“fundarse en hechos reales, efectivos, concretos y determinados y no en simples
amenazas de perturbación”; la Sala Constitucional ha extendido lo anterior, en
términos tales que “las infracciones al 19 Nº 21 de la disposición constitucional
citada pueden consistir en privaciones del derecho, perturbaciones o amenazas o
cualquier otra forma de vulneración de cualquier elemento constitutivo del precepto
citado”
Respecto de las amenazas, éstas deben basarse en “hechos concretos que con-
figuren una amenaza seria”. Del mismo modo, se ha señalado que la conducta debe
tener cierta gravedad, de modo que impida efectivamente el ejercicio de las
actividades que constituyen el giro de la empresa.
Del mismo modo, se ha sentenciado que “excede el ámbito natural del recurso de
amparo económico, la pretensión de los recurrentes (…) de extenderlo a actuaciones
de los recurridos que consideran contrarias a disposiciones legales de orden público
económico, y por esta sola circunstancia, obtener mediante tal arbitrio jurisdiccional
su declaración de ineficacia, sin señalar a la vez de manera concreta el modo como
real y efectivamente, no en forma conjetural o eventual, se habría incurrido en
infracción a la garantía constitucional consagrada en el artículo 19 Nº 21 de nuestra
Carta Fundamental, atentando en contra de la libertad económica que dicho
precepto asegura a todas las personas”.
En términos similares, se ha resuelto que si bien se trata en la especie de una
acción popular “para que la acción prospere, se requiere justificar el
entorpecimiento al ejercicio legítimo de la actividad económica de que se trata”.
En cuanto a la naturaleza de las materias sujetas a amparo cierta jurisprudencia
ha precisado que “no resulta razonable deba estimarse que el recurso de amparo
económico haya de servir para forzar reclamaciones comerciales reguladas por el
común acuerdo de las partes, poniendo en peligro con tal pretensión el principio que
en materia económica rige en nuestro ordenamiento jurídico, cual es el de la
autonomía de la voluntad”.

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c. Compatibilidad con el recurso de protección.


c.1. Primera Jurisprudencia: incompatibilidad entre ambas acciones.
Por aplicación del artículo 306 del antiguo Código de Procedimiento Penal la
primitiva jurisprudencia señaló que esta acción no era compatible con otros recursos.
Así, se sentenció que “corresponde declarar inadmisible aquel recurso interpuesto
contra los recurridos en un recurso de protección previo y ya resuelto
desfavorablemente, en razón de que la ley se remite a la tramitación del recurso de
amparo”. Igual criterio se sostuvo en 1995.

c.2. Jurisprudencia de la Sala Constitucional: compatibilidad. Sin embargo, tal doctrina


cambió a partir de 1995, cuando se crea la Sala Constitucional de la Corte Suprema.
Así, por ejemplo, en fallo dictado el 3 de septiembre de 1998, la Sala Constitucional
señala sobre la materia:

“Que no obstante que la garantía constitucional en comento se encuentra


ampara-da por el recurso de protección, nada obsta a que también se halla
resguardada por el recurso de amparo económico, puesto que ambas acciones
son perfectamente compatibles y pueden interponerse conjunta o
simultáneamente. Ambos cautelan la libertad económica; pero ellas pueden tener
actores diferentes, ya que la contemplada en la ley Nº 18.971 es una acción
popular y en la protección, en cambio, sólo actúa el que sufre privación,
perturbación o amenaza por actos u omisiones ilegales o arbitrarias, lo que no
exige la ley ya mencionada. Y, finalmente, no puede olvidarse que el amparo
económico se dirige en contra de la infracción a la garantía constitucional ya
mencionada; en cambio, el recurso de protección se interpone en contra de actos
u omisiones ilegales o arbitrarios a causa de los cuales el actor sufre privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de sus derechos y garantías
constitucionales, de lo cual se desprende que esta última acción constitucional es
mucho más estricta;

Que la parte final de inciso 1º del artículo 20 de la Constitución Política de la


República establece que el ejercicio de la acción de protección es sin perjuicio de
los demás derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales
correspondientes, lo que abunda las consideraciones anteriores y hace que ambas
acciones sean perfecta-mente compatibles”.

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Especialmente claro sobre este punto ha sido un fallo dictado por la Corte de
Apelaciones de Santiago en cuanto a que si bien es cierto que el artículo 306 del
Código de Procedimiento Penal establece la improcedencia del hábeas corpus si se
han deducido otros recursos “tal exigencia es un requisito de procedencia que nada
tiene que ver con la formalidad y procedimiento de este recurso, a los que se remite el
citado artículo único de la ley 18.971”.

Ciertamente, sobre la materia, debe señalarse que las acciones de protección y amparo
tienen un objeto distinto.
En efecto, tratándose del recurso de protección, ésta cautela la casi totalidad de los
derechos individuales consagrados en nuestra carta fundamental y que pudieran ver-
se afectados por actos u omisiones arbitrarios o ilegales.
La acción de amparo económico, en cambio, sólo tiene por propósito garantizar el
derecho a desarrollar una actividad económica y, adicionalmente, el estricto
cumplimiento de las limitaciones impuestas al Estado para realizar actividades
empresariales al tenor de lo preceptuado en el artículo 19 Nº 21 inciso 2º de la
Constitución Política de la República.
Por su lado, el informe técnico que forma parte del mensaje de la ley 18.971 pre-cisa
con absoluta claridad los distintos intereses tutelados por los recursos de protección y
amparo económico. Señala textualmente el Informe en cuestión en relación a la
finalidad de la acción establecida en la ley 18.971:

“Las posibles vías de defensa de los particulares frente a estas situaciones se en-
contrarían en el recurso de inaplicabilidad y en el de protección. Sin embargo
ambas acciones están concebidas para situaciones que, por su naturaleza, no se
ajustan en toda su magnitud a las necesidades de protección de los derechos de
los particulares en materia empresarial. Por tanto, se ha considerado como una
solución adecuada a la posible indefensión efectiva de los particulares, la
creación de una nueva acción específica, que reuniendo características
semejantes al recurso de protección, haga más efectivo el resguardo de los
derechos empresariales...
...La insuficiencia de los actuales recursos que la Constitución contempla para la
defensa de esos intereses cuando sean injustamente amagados, ha llevado a la
concepción de una acción que puede interponer cualquier persona, dentro del
plazo de seis meses contados desde que se produjo la infracción, sin posibilidades
de ser desistida.

Profesor: Javier Ramírez González 69


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La descripción de la acción propuesta permite afirmar que se está en presencia de


una herramienta jurídica útil, de fácil implementación, que entrega la
investigación de la infracción y el fallo a la Corte de Apelaciones respectiva... En
todo caso no se impide al afectado su derecho de interponer las demás acciones
que correspondan conforme a derecho...”.

Como puede apreciarse se trata de una acción adicional establecida para resguardar la
garantía constitucional consagrada en el artículo 19 Nº 21 de la carta fundamental,
que obviamente puede interponerse sin perjuicio de las demás acciones que establece
al efecto el ordenamiento jurídico.
Por lo demás, la misma opinión ha sustentado la doctrina. Enrique Evans sobre el
punto es claro en cuanto a señalar la acción de amparo económico es “perfectamente
compatible con el recurso de protección y pueden interponerse conjunta o sucesiva-
mente. Ambas cautelan la libertad económica; pero ellas pueden tener actores
diferentes, dado que la ley 18.971 es una acción popular y en la protección actúa sólo el
que sufre privación, perturbación o amenaza por actos u omisiones ilegales o
arbitrarias, lo que no exige la ley citada”.

En un fallo dictado en la segunda mitad del 2005, se vuelve a analizar este punto:
“7º) Que, reiterando lo ya expresado, el artículo único de la Ley Nº 18.971 dispone
que aquélla que califica como acción especial podrá intentarse ...sin más
formalidad ni procedimiento que el establecido para el recurso de amparo....
Como es de toda evidencia, dicha preceptiva persigue únicamente permitir a
quienes deseen formular una denuncia de esta especie, hacerlo del modo más
simple y rápido No obstante, tales expresiones no pueden entenderse del modo
como ha sido percibido por la Corte de Apelaciones, en cuanto a que por el hecho
de haberse impugnado por vía del recurso de protección...el mismo decreto
alcaldicio..., el presente denuncio sería improcedente, bajo la premisa de hacer
aplicable el artículo 306 del Código de Procedimiento Penal;

8º) Que al resolver de tal manera admitiendo, para el solo efecto de la


argumentación, que el artículo 306 del Código de Enjuiciamiento en lo Criminal
pudiera considerarse vigente precisamente por la referencia que hace la Ley Nº
18.971 al recurso de amparo –se ha decidido lo contrario de todo lo que se ha
señalado por esta Corte Suprema, en el sentido de que la referida acción especial

Profesor: Javier Ramírez González 70


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configura una denuncia y no constituye– y por lo tanto no puede ser utilizada


como tal, un recurso procesal de orden general, destinado a impugnar toda clase
de resoluciones de autoridades administrativas especializadas e incluso
jurisdiccionales, que éstas pudieran adoptar en el ámbito de sus respectivas
atribuciones, contando generalmente con los antecedentes del caso, cual es la
pretensión formulada en el escrito de fs.12. Menos admisible resulta que los
propios tribunales confundan instituciones de derecho tan diferentes, haciendo
aplicación de un precepto legal que, por la propia naturaleza jurídica de la
denuncia en cuestión de que se trata, no admite dicha utilización. Lo anterior,
como se previno, sin perjuicio de que pudiera ser discutible su actual vigencia;

9º) Que como conclusión de lo anteriormente señalado, corresponde manifestar


que el artículo 306 del Código indicado no resulta aplicable en estas cuestiones,
por lo que no puede ser invocado como argumento para desechar la denuncia
presentada, en lo que puede considerarse un verdadero examen de admisibilidad
hecho luego de que se procediera a la vista de la causa, por la Corte de
Apelaciones de esta ciudad”.

d. Carácter declarativo. En algunos fallos pronunciados a partir del año 2002


la Corte Suprema ha señalado que la denuncia de amparo presentaría el
carácter de declarativo.
Así, se ha fallado:
“Que debe agregarse a lo ya expresado, que a través de este medio se constata la
violación de las garantías plasmadas en los dos incisos del número 21 del artículo
19 de la Constitución Política de la República, sin que resulte procedente la
adopción de medida alguna en el caso de acogimiento, ya que la ley que
estableció dicho recurso no lo dispuso así y, de conformidad con el artículo 6º de
la Carta Fundamental, ‘Los órganos del Estado deben someter su acción a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella’. Y de acuerdo con su inciso
segundo ‘Los preceptos de esta constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo’, por lo
que el tribunal no puede en la presente materia, ir más allá de lo que la ley y la
Constitución han establecido. Resulta también pertinente recordar, en relación
con el mismo asunto, que el artículo 7º del texto Constitucional dispone que ‘Los
órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus
integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescribe la ley’. El inciso
segundo agrega que ‘Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de
personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias,

Profesor: Javier Ramírez González 71


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otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en
virtud de la Constitución o las leyes’, y el inciso final estatuye que ‘Todo acto en
contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y
sanciones que la ley señale’. Todo lo anterior corrobora que los tribunales deben
limitarse a actuar dentro del ámbito de sus facultades”.
e. No existe análisis de ilegalidad y arbitrariedad. Contrariamente a lo que
sucede con la acción de protección, en el amparo económico no se hace
referencia a criterios de ilegalidad o arbitrariedad.

En efecto, se ha expresado:

“Que cabe además puntualizar que, para el acogimiento de la denuncia, en los


términos de la Ley Nº 18.971, es necesario que el tribunal investigue y constate la
o las infracciones denunciadas, lo que en el presente caso se traduce en averiguar
si existen los hechos que la constituirían, si son o no susceptibles de plantearse
por la presente vía, y si ellos importan una alteración de la actividad económica
de la recurrente –debiendo existir, en relación con esto último, una relación o
nexo causal–, que es lo que se ha invocado en la especie, sin que deba indagarse,
necesariamente, res-pecto de la arbitrariedad o ilegalidad de la conducta
reprochada pues esto es más propio del recurso de protección, establecido
precisamente para dicho objeto y que constituye el matiz que lo diferencia con el
presente denuncio, ya que lo que se debe determinar es si ésta perturba o no la
actividad económica ejercida conforme a las normas legales que la regulen, de
quien formula la denuncia o de aquélla en cuyo interés se efectúa la misma. Por
legales ha de entenderse, ciertamente, que se ejercen conforme a la ley, según la
definición que el Código Civil contiene en su primer artículo de dicha clase de
norma jurídica”.

f. Nexo causal. Sobre la materia se ha expresado que “para el acogimiento de


la denuncia, en los términos de la Ley Nº 18.971, es necesario que el tribunal
investigue y constate la o las infracciones denunciadas, lo que en el presente caso
se traduce en averiguar si existen los hechos que la constituirían, si son o no
susceptibles de plantearse por la presente vía, y si ellos importan una alteración
de la actividad económica de la recurrente –debiendo existir, en relación con esto
último, una relación o nexo causal–, que es lo que se ha invocado en la especie, sin
que deba indagarse, necesariamente, respecto de la arbitrariedad o ilegalidad de
la conducta reprochada pues esto es más propio del recurso de protección,

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establecido precisamente para dicho objeto y que constituye el matiz que lo


diferencia con el presente denuncio, ya que lo que se debe determinar es si ésta
perturba o no la actividad económica ejercida con-forme a las normas legales
que la regulen, de quién formula la denuncia o de aquélla en cuyo interés se
efectúa la misma. Por legales ha de entenderse, ciertamente, que se ejercen
conforme a la ley, según la definición que el Código Civil contiene en su primer
artículo de dicha clase de norma jurídica”.

g. No debe transformarse en un medio para impugnar decisiones


judiciales. En cuanto a la posibilidad de que la infracción esté contenida en
una resolución judicial, la Sala Constitucional ha sentenciado que “la propia
naturaleza del recurso de amparo económico y sus finalidades específicas (…)
permite sostener que él no puede ser invocado para impugnar una resolución
judicial, salvo para casos excepcionalísimos, como si el afectado no hubiese
sido parte en el juicio o no estuviese emplazado en el mismo; que por lo mismo,
no puede transformarse esta acción constitucional en un arbitrio subsidiario o
supletorio de aquellos recursos que la ley ha establecido para conocerlos y
fallar los asuntos de la competencia de los tribunales correspondientes”.

Del mismo modo se ha fallado:

“Que, además, resulta pertinente también reiterar lo expuesto por esta Corte
Suprema con ocasión de haber conocido de innumerables recursos como el de
autos, respecto de la impropiedad que implica la utilización del presente
denuncio, como una forma de impugnar toda suerte de resoluciones o
decisiones de autoridades administrativas especializadas e incluso judiciales,
que éstas han tomado en el ámbito propio de sus respectivos quehaceres y
contando con antecedentes suficientes”.

También se ha precisado que “resulta totalmente impropia la utilización de la


presente vía jurídica, como una forma de solucionar un diferendo que, a todas
luces, implica tan sólo un conflicto de orden laboral, que debe ser resuelto por la
vía y ante las autoridades judiciales pertinentes”.

No debe ser un medio para garantizar lucro. Finalmente, se ha señalado que “el
denuncio previsto en la señalada ley 18.971 no tiene como objetivo el de asegurar

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un determinado nivel de lucro o ganancia al denunciante, pues en un sistema


económico como el que existe en el país, ello dependería de múltiples factores,
cuyo análisis resulta extraño a este procedimiento jurisdiccional”.
En el mismo sentido se ha precisado que “la ganancia o pérdida en cualquier
giro económico es esencialmente incierta y ninguna disposición legal ni sentencia
judicial pueden asegurar los resultados económicos financieros”.
Finalmente, cabe señalar la tendencia de cierta jurisprudencia a entender que
la actividad económica que tutela Carta Fundamental es sólo aquélla de
carácter lucrativa, lo que sin embargo ha sido desvirtuado en recientes fallos
pronunciados no sólo por la Corte Suprema sino que por el Tribunal
Constitucional.

B. ACCIÓN DE NO DISCRIMINACION ARBITRARIA (LEY 20.609)


i) Regulación.
Ley N° 20.609, Establece medidas contra la discriminación, Artículo 19 de la
Constitución Política de la República, Código de Procedimiento Civil, y modifica el
Artículo 12 N°21 del Código Penal, Artículos 84 y 125 Ley 18.834 Estatuto
Administrativo.

ii) Descripción.
El objetivo fundamental del procedimiento contemplado en la Ley N° 20.609, conocida
popularmente como “Ley Zamudio” es instaurar un mecanismo judicial eficaz que
permita restablecer el imperio del derecho cuando estamos frente a un acto de
discriminación arbitraria. Para los efectos de esta ley, se entiende por discriminación
arbitraria toda distinción, exclusión o restricción que carezca de justificación
razonable, efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause privación,
perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales
establecidos en la Constitución Política de la República o en los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes, en particular cuando se funden en motivos tales como la raza o etnia, la
nacionalidad, la situación socioeconómica, el idioma, la ideología u opinión política, la
religión o creencia, la sindicación o participación en organizaciones gremiales o la
falta de ellas, el sexo, la orientación sexual, la identidad de género, el estado civil, la
edad, la filiación, la apariencia personal y la enfermedad o discapacidad. Palabras
claves: Igualdad, inclusión, discriminación, arbitrariedad, distinción, exclusión,

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restricción, privación, perturbación, amenaza, ejercicio legítimo de un derecho,


justificación razonable, Derechos Humanos.

iii) Instituciones Relacionadas.


Juzgados en lo Civil.

Requisitos:
a) Que exista una distinción, exclusión o restricción.
b) Que la acción u omisión anterior carezca de justificación razonable.
c) Que lo anterior cause privación perturbación o amenaza en el ejercicio
legítimo de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución o en los
tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes.

iv) Procedimiento.
Aquel directamente afectado por una acción u omisión que importe discriminación
arbitraria podrá interponer la acción, a su elección, ante el juez de letras de su
domicilio o ante el del domicilio del responsable de dicha acción u omisión.
También podrá interponerse la acción por su representante legal o por quien tenga de
hecho el cuidado personal o la educación del afectado, circunstancia esta última que
deberá señalarse en la presentación y cualquier persona a favor de quien ha sido
objeto de discriminación arbitraria, cuando este último se encuentre imposibilitado de
ejercerla y carezca de representantes legales o personas que lo tengan bajo su cuidado
o educación, o cuando, aun teniéndolos, éstos se encuentren también impedidos de
deducirla.
Respecto a la forma de interposición de la acción, se debe realizar por escrito,
pudiendo, en casos urgentes, interponerse verbalmente, levantándose acta por la
secretaría del tribunal competente.
Requiere de patrocinio de abogado habilitado para el ejercicio de la profesión y
constituir mandato judicial.
v) Consideraciones.
Acción especial que puede ser interpuesta por cualquier persona que sea objeto de
una discriminación arbitraria por parte de agentes del Estado o de particulares, y que
le cause privación, perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos

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fundamentales establecidos en la Constitución Política de la República o en los


tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se
encuentren vigentes.
vi) Plazo.
La acción deberá interponerse dentro de 90 días corridos contados desde la
ocurrencia de la acción u omisión discriminatoria, o desde el momento en que el
afectado adquirió conocimiento cierto de ella. En ningún caso podrá ser deducida
luego de un año de acontecida dicha acción u omisión.

C. ACCIÓN DE AMPARO INFORMÁTICO O HABEAS DATAE. (LEY 19.628)


Partiremos señalando que nuestra legislación desconoce una instancia administrativa
ante la cual recurrir frente a la vulneración de los derechos que la ley asigna al titular
de los datos personales al optar por la no inclusión en la ley 19.628 de una autoridad
de control, a diferencia de otros países en donde sí existe tal autoridad.

En nuestro país el control de la legalidad en el tratamiento de datos, se efectúa a


posteriori por parte del titular de los datos ejerciendo los derechos que le concede la
ley ante los responsables de los bancos de datos ya sean estos privados o públicos, o
bien, ante los Tribunales de Justicia mediante el ejercicio por parte del afectado de la
acción de habeas data que ha sido consagrada con rango legal en el artículo 16 de la
Ley de Protección a la Vida Privada, a diferencia de la generalidad de los
ordenamientos a nivel latinoamericano que tienen legislaciones protectoras de datos
en donde se recibe reconocimiento constitucional a esta, como por ejemplo, Colombia,
Perú, Paraguay, Argentina.

Ahora bien, la otra alternativa que ha sido utilizada en la práctica por los titulares de
datos para proteger sus derechos ha sido la interposición de otras vías o acciones
jurisdiccionales como por ejemplo: el recurso de protección, invocando como
conculcados el derecho a la honra y a la vida privada, el derecho de propiedad (esto
por la conocida propietarización de los derechos), o bien, el derecho al libre desarrollo
de actividad económica. También, aun cuando con menor frecuencia, se han
interpuesto recursos de amparo económico, por vulnerar la garantía constitucional
que asegura el libre desarrollo de la actividad económica. Y finalmente, también se
han interpuesto demandas de indemnización de perjuicios por los daños causados por
el tratamiento indebido de los datos.

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Ya con respecto al habeas data, podemos señalar que éste es a la autodeterminación


informativa lo que el habeas corpus es a la libertad personal. El habeas data se
presenta como un subtipo de la acción de amparo o habeas corpus, que como todos
sabemos significa “traer el cuerpo” o “dadnos el cuerpo”, de manera que el habeas data
se traduce en “traer el dato” o “dadnos el dato”.

Constituye el derecho de toda persona de solicitar extrajudicialmente (asumiendo la


forma de ejercicio de derecho de acceso), o bien judicialmente (a través de la acción
de habeas data), la exhibición de registros o bases de datos -públicos o privados- en
los cuales están incluidos sus datos personales, para tomar conocimiento de su
exactitud y veracidad, como también solicitar, en su caso, su rectificación, eliminación,
complementación o reserva; es así como este habeas data puede revestir dos
modalidades: una preventiva, cuando tenga por objeto permitir al titular de los datos
personales ser informado sobre la existencia de bancos o registros de datos que
contengan información que le concierne y si así fuese, acceder a los mismos; y una
correctiva, cuando a través de él se exige que determinados datos personales sean
corregidos, bloqueados, cancelados, pues el tratamiento que se hace de ellos es
indebido, en el sentido que vulnera o conculca sus derechos.

De esta manera el habeas data se configura como el instrumento a través del cual, los
titulares de datos pueden ver protegidos sus derechos frente a acciones que resulten
ilegales o arbitrarias o que importen un uso indebido de información de carácter
personal que le concierne por parte del responsable del fichero o banco de datos.

El bien jurídico protegido con esta acción es la salvaguardia inmediata del derecho a la
autodeterminación informativa o libertad informática, pero también se amparan una
diversidad de derechos o garantías como por ejemplo, la intimidad, la privacidad, el
honor, el patrimonio, la libertad de trabajo, la igualdad ante la ley, entre otros. Sin
perjuicio de ello, debemos encuadrar esta acción de habeas data en un marco general
de protección de la libertad y de la dignidad humana.
i) Causales o presupuestos facticos de procedencia del habeas datae.
a) Si el responsable del registro o banco de datos no se pronunciare sobre una
solicitud de información, modificación, bloqueo, cancelación o eliminación de
datos personales dentro de dos días hábiles. (Art. 16 inc. 1°).

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b) Si el responsable del registro o banco de datos denegare una solicitud de


información, modificación, bloqueo, cancelación o eliminación de datos
personales por una causa distinta de la seguridad de la Nación o el interés
nacional. (Art. 16 inc. 1°).

c) Si el responsable del registro o banco de datos denegare una solicitud de


información, modificación, bloqueo, cancelación o eliminación de datos
personales por motivos de seguridad de la Nación o el interés nacional. (Art. 16
inc. 3°).

d) Con la modificación introducida por la Ley 19.812 (13), también se puede


reclamar a través de este procedimiento por infracción a los artículos 17 y 18
de la Ley 19.628, que regulan la forma y los plazos en que pueden comunicarse
a terceros por los responsables de los registros o bancos de datos de carácter
económico, financiero, bancario o comercial. (Art. 16 inc. 5°).

e) Infracciones no contempladas en los artículos 16 y 19. (Art. 23 inc. 2°).

ii) Tribunal Competente.


La ley entrega la competencia al Juez Civil de Turno correspondiente del domicilio del
responsable del banco de datos de que se trate, o sea, sigue la regla general en materia
de competencia relativa existente en nuestro ordenamiento jurídico: el domicilio del
demandado.

iii) Legitimación Activa y Pasiva.


El legitimado para interponer el reclamo es el afectado, esto es, el titular de datos que
ha visto vulnerados sus derechos reconocidos en la Ley, con el objeto de solicitar
amparo de ellos al Tribunal.

Luego, el legitimado pasivo de este reclamo es el responsable del banco de datos, ya


sea particular u organismo público. Se establece una regla especial en el artículo 14 de
la ley que señala que en el evento en que los datos personales estén en un banco de
datos al cual tienen acceso diversos organismos, el titular puede requerir información
a cualquiera de ellos, de esta manera en el evento de que así lo hiciese, podrán ser
sujetos pasivos de la acción dos ó más organismos públicos.

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iv) Procedimiento.
Ya claras las causales por las que procede el recurso, cuál es el tribunal competente,
quién puede interponerlo y en contra de quién, y finalmente debemos proceder ahora,
a analizar el procedimiento de reclamo.

Dado que la ley establece tres tipos de procedimientos, según sean las causales
invocadas, para efectuar un análisis de ellos lo correcto metodológicamente hablando
es estudiar tales procedimientos desde el enfoque de las causales esgrimidas para la
interposición del habeas data.

Procedimiento General del Reclamo.


Distingue el artículo 16 de la Ley, que es el que establece el procedimiento de
reclamación, dos hipótesis y dos procedimientos distintos, según sea la causal que dio
origen al reclamo. Veamos el primero de ellos que se aplica a las causales que siguen:

Si se trata de la falta de pronunciamiento por parte del responsable del banco de datos
dentro de los dos días hábiles siguientes al requerimiento presentado por el titular de
los datos, o bien denegase la información por una causal distinta de la seguridad de la
nación o el interés nacional.
Infracción a los artículos 17 y 18 de la Ley 19.628, se procede de la siguiente manera:
a) Se debe presentar una reclamación, ante el Tribunal Civil de Turno, esta
reclamación debe contener, según la Ley, a los menos:
- Indicación clara de la infracción cometida y los hechos que la configuran.
- Acompañar los medios de prueba que los acrediten, en su caso.

b) Este reclamo se notifica por cédula en el domicilio del responsable del banco de
datos correspondiente.

c) El responsable del banco de datos deberá en al contestar al traslado dentro de


quinto día hábil, señalando:
- Sus descargos.

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- Adjuntar los medios de prueba que acrediten los hechos en que funda estos
descargos. En el evento de que no disponga de los medios de prueba deberá señalarlo
así, ahora bien, si ofrece prueba el tribunal fijará una audiencia, para dentro de quinto
día hábil a fin de recibir la prueba ofrecida y no acompañada.
Esta facultad que se le entrega al demandado, facultad de la cual está desprovisto el
reclamante o afectado, constituye esto uno de los puntos más criticables de este
procedimiento pues vulnera uno de los principios fundamentales de todo
procedimiento cual es el de la bilateralidad de la audiencia, al dejar en manos del
responsable del banco de datos, la posibilidad de que exista una audiencia de prueba,
ya que si no ofrece prueba, no existirá tal audiencia.

d) La sentencia definitiva se dictará dentro de tercero día de vencido el plazo para


presentar descargos, sea hayan o no presentado descargos. Ahora bien, si el tribunal
decretó una audiencia de prueba, este plazo correrá una vez vencido el plazo fijado
para ésta.

e) La sentencia definitiva se notifica por cédula y es apelable en ambos efectos. El


recurso deberá interponerse en el término fatal de cinco días, contado desde la
notificación de la parte que lo entabla, deberá contener los fundamentos de hecho y de
derecho en que se apoya y las peticiones concretas que se formulan.

f) Deducida la apelación, el tribunal elevará de inmediato los autos a la Corte de


Apelaciones respectiva. Recibidos los autos en la Secretaría de la Corte, el Presidente
ordenará dar cuenta preferente del recurso, sin esperar la comparecencia de ninguna
de las partes. En todo caso, si la Corte lo estima conveniente o se le solicita con
fundamento plausible, podrá ordenar traer los autos en relación para oír a los
abogados de las partes, caso en el cual la causa se agregará extraordinariamente a la
tabla respectiva de la misma sala.

g) El fallo que se pronuncie sobre la apelación no será susceptible de los recursos de


casación.

h) Todas las resoluciones, con excepción de la indicada en la letra f) de este inciso, se


dictarán en única instancia y se notificarán por el estado diario

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Procedimiento Especial del Reclamo.


A este segundo procedimiento lo he denominado especial, frente al general que ya
revisáramos. Es especial pues sólo se aplica en el evento que la causal invocada para
denegar la solicitud del requirente por parte del responsable del banco de datos fuera
la seguridad de la Nación o el interés nacional, y especial, en segundo lugar, porque
sólo puede dirigirse en contra de organismos públicos, ya que ellos son los únicos
legitimados para invocar la causal indicada. Afirmo esto, pues no cabe que un
“privado” fundamente su negativa a acceder a una determinada solicitud de un titular
en causales que dada su entidad sólo pueden ser invocadas por el Estado y sus
organismos, y también porque así se concluye de la historia fidedigna de la ley, cuando
por ejemplo se señala: “...las circunstancias que habilitan a los organismos públicos
para negarse a proporcionar información, o a modificar, cancelar o bloquear datos
personales, no están adecuadamente configuradas, por ejemplo, el emplear el
concepto de “seguridad pública”, que tiene un alcance más restringido que el de
“seguridad de la nación” o el de “interés nacional”...”.

En este caso, las reglas procedimentales son las que siguen, según lo estatuido en la
propia ley:

a) La reclamación deberá deducirse ante la Corte Suprema, la que solicitará informe


de la autoridad de que se trate por la vía que considere más rápida, fijándole plazo al
efecto, transcurrido el cual resolverá en cuenta la controversia. La competencia radica
en nuestro más alto Tribunal de Justicia, dada la entidad de la causal invocada para el
rechazo de la solicitud, y dado también, que una de las partes será un órgano del
Estado.

b) De recibirse prueba, se consignará en un cuaderno separado y reservado, que


conservará ese carácter aun después de afinada la causa si por sentencia ejecutoriada
se denegare la solicitud del requirente.

c) La sala de la Corte Suprema que conozca la reclamación, si lo estima conveniente o


se le solicita con fundamento plausible, podrá ordenar traer los autos en relación para
oír a los abogados de las partes, caso en el cual la causa se agregará
extraordinariamente a la tabla respectiva de la misma sala. El Presidente del Tribunal
dispondrá que la audiencia no sea pública.

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Procedimiento Residual.
Finalmente, si estamos en presencia de una cualquier otra infracción que no sea de las
contempladas en el artículo 12 y 19, se aplica el procedimiento sumario, según lo
establecido en el artículo 23 de la Ley.
Por ejemplo, si el órgano público trata datos fuera del ámbito de su competencia, ó si
el responsable de datos no cumple con la obligación de avisar a terceros que los datos
han sido modificados o eliminados, etc.

v) Sanciones.
En caso de acogerse la reclamación, la misma sentencia fijará un plazo prudencial para
dar cumplimiento a lo resuelto y podrá aplicar una multa de 1 a 10 unidades
tributarias mensuales o de 10 a 50 unidades tributarias mensuales, si se tratare de
una infracción a lo dispuesto a los artículos 17 y 18 de la Ley. Esta última multa fue
agregada por la Ley 19.128, y, como ya señaláramos, se refiere al caso de infracciones
a la ley en la comunicación de datos personales de carácter económico, financiero,
comercial o bancario.

Finalmente, indica la ley, que la falta de entrega oportuna de la información o el


retardo en efectuar la modificación, en la forma que decrete el Tribunal, serán
castigados con multa de 2 a 50 unidades tributarias mensuales y, si el responsable del
banco de datos requerido fuere un organismo público, el tribunal podrá sancionar al
jefe del servicio con la suspensión de su cargo, por un lapso de cinco a quince días.

vi) Responsabilidad.
En relación al tema de la responsabilidad tenemos que tener en consideración dos
artículos, el 11 que indica que el responsable de los registros o bancos donde se
almacenen datos personales con posterioridad a su recolección deberá cuidar de ellos
con la debida diligencia, haciéndose responsable de los daños. Y el artículo 23, que
indica que el responsable del tratamiento de datos, ya sea un particular o un
organismo público, debe indemnizar el daño patrimonial y moral que causare por el
tratamiento indebido de los datos.

Profesor: Javier Ramírez González 82


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De estos artículos señalamos algunos puntos de importancia:


Al hablar la ley de “tratamiento indebido de los datos”, de “debida diligencia”, se
concluye que: se exige culpa o negligencia en el actuar del responsable de datos,
desechando de esta manera la inclusión de responsabilidad de tipo objetivo o estricto,
siguiendo las reglas generales en materia de responsabilidad civil existentes en
nuestro ordenamiento.
Utiliza por única vez en la ley la frase y concepto “tratamiento indebido de datos”, que
abarca, según el proyecto de modificación de la Ley 19.628 que se tramita
actualmente en el Parlamento, (19) cualquier conculcación al legítimo ejercicio de los
derechos garantizados por la Constitución o las leyes, que se produzca como
consecuencia del tratamiento de datos, aun cuando haya autorización por parte de su
titular, y el tratamiento se efectúe en las hipótesis autorizadas por la Ley 19.628 u
otras disposiciones legales lo autoricen
Esta acción de indemnización de perjuicios de que habla la ley, puede ser conocida a
través de tres procedimientos, veamos:
1.- La regla general es que lo sea a través del procedimiento que establece el mismo
artículo 23, que permite que se interponga la acción indemnizatoria en forma
conjunta con la reclamación destinada a establecer la infracción (la del artículo 16),
sin perjuicio de lo establecido en el artículo 173 del Código de Procedimiento Civil,
esto es, que en el evento en que no se discuta sobre el monto de los perjuicios en el
juicio infraccional o de reclamo, se reserva el derecho de discutir esta cuestión, en la
ejecución del fallo o en otro juicio diverso.
2.- De manera, que la segunda opción es interponer la acción de indemnización de
perjuicios en procedimiento ordinario, según las reglas procedimentales generales.
3.- Finalmente en juicio sumario, ya que se establece una regla residual, que ya vimos
y en razón de la cual, todas las infracciones no contempladas en los artículos 16 y 19,
incluida la indemnización de los perjuicios, se sujetarán al procedimiento sumario.
Por ejemplo, si se cobra por la entrega de copias de los registros modificados, cuando
tal cobro no procede.
Se indican, ya al final del artículo en cuestión tres reglas que el juez debe seguir,
entendiendo que éstas se aplican a todos los procedimientos reglados en esta ley.
a) El juez tomará todas las providencias que estime convenientes para hacer efectiva
la protección de los derechos que esta ley establece.
b) La prueba se apreciará en conciencia por el juez.
c) El monto de la indemnización será establecido prudencialmente por el juez,
considerando las circunstancias del caso y la gravedad de los hechos.

Profesor: Javier Ramírez González 83


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D. PROCEDIMIENTO ESPECIAL POR RECLAMACION DE VULNERACION DE


DERECHOS (TRIBUNALES TRIBUTARIOS Y ADUANEROS(TTA))

El procedimiento especial de reclamo por vulneración de derechos creado por la Ley


Nº 20.322, es un procedimiento breve y que es procedente en caso de acciones u
omisiones de la administración aduanera que, a juicio del afectado, perturben o
imposibiliten ilegítimamente el ejercicio de sus derechos consagrados en los números
21°, 22° y 24° del artículo 19 de la Constitución Política.
Estos derechos constitucionales protegidos por este procedimiento son los siguientes:
21º El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea contraria a la
moral, al orden público o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la
regulen;
22º La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus
organismos en materia económica y;
24º El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes
corporales o incorporales).
Estos procesos no tienen la naturaleza de ser declarativos de derechos, sino que sólo
cautelares o de tutela de aquellas garantías constitucionales preexistentes cuya
titularidad corresponde al reclamante.
La finalidad de este procedimiento es restablecer el imperio del derecho y asegurar la
debida protección del solicitante en caso de vulneración.

i) Plazo.
El reclamo por vulneración de derechos debe ser presentado por escrito ante el TTA
dentro del plazo de 15 días hábiles judiciales (de lunes a sábado excluyendo domingos
y feriados) contados desde la ocurrencia de la acción u omisión que el reclamante
“considere” que ilegítimamente perturban o impiden el ejercicio de sus derechos
garantizados en los numerales 21º, 22º y 24º, del artículo 19 de la Constitución
Política de la República.

Este plazo de 15 días también puede computarse desde que se haya tomado
conocimiento cierto del mismo acto u omisión, debiendo constar dicha situación en el
expediente.

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ii) Tribunal Competente.


El Tribunal Tributario y Aduanero competente para conocer de este procedimiento es
aquel en cuya jurisdicción se hubiere producido acto u omisión, es decir, aquel
Tribunal con competencia en el territorio de la Aduana respectiva que dictó el acto o
la que estaba llamada a decretarlo y no lo hizo.
iii) Requisitos formales del reclamo.
1) Debe presentarse por escrito
2) Ante el Tribunal Tributario y Aduanero en cuya jurisdicción se hubiere
producido el acto u omisión
3) Debe presentarse dentro del plazo de 15 días
4) Con fundamentos suficientes
5) Realizar exposición precisa y clara de los hechos y explicar cómo se
produce el agravio del derecho garantizado constitucionalmente
6) No debe tratarse de materias sometidas por la ley a un procedimiento
diferente ante estos mismos TTA
7) No debe haberse interpuesto el recurso protección contemplado en el
artículo 20 de la Constitución Política por los mismos actos u omisiones
iv) Comparecencia.
En cuanto a la forma mediante la que la parte reclamante se presenta y actúa ante el
Tribunal, en este Procedimiento el reclamante está facultado por la ley para
comparecer personalmente sin el patrocinio de un abogado.

v) Interposición del reclamo.


Una vez presentado el reclamo, el TTA procede a realizar un examen previo de
admisibilidad para determinar si se acoge a tramitación o no, verificando si la acción:

1) Ha sido interpuesta en tiempo y


2) Si tiene fundamentos suficientes para acogerla a tramitación
En caso que el reclamo sea extemporáneo o adolezca de manifiesta falta de
fundamento, el Tribunal dictara una resolución fundada que declarará inadmisible la
acción, la que será notificada al reclamante por carta certificada.

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Eventualmente, en este caso el TTA podrá ordenar al reclamante que cumpla con
dichos requisitos dentro del plazo que le confiera el mismo Tribunal y bajo
apercibimiento de tener por no presentado el reclamo.

vi) Orden de no innovar.


En caso de acoger a tramitación el reclamo, a partir de este momento y hasta que
exista sentencia definitiva que falle el reclamo o una resolución que lo declare
inadmisible o haga imposible su continuación, el Tribunal puede decretar orden de no
innovar.

vii) Tramitación.
Presentado el reclamo y finalizado con éxito el examen previo de admisibilidad, el
Tribunal lo proveerá y dará traslado al Servicio Nacional de Aduanas por 10 días con
el fin de que conteste por escrito el reclamo, siendo Aduanas notificado de ello a
través de correo electrónico.

Vencido el plazo de 10 días, haya o no contestado el Servicio Nacional de Aduanas y


existiendo hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos, se abrirá un término
probatorio de 10 días en el que las partes deberán rendir todas sus pruebas.

La resolución del Juez TTA, que recibe la causa a prueba, será notificada al reclamante
a través de carta certificada y al servicio Nacional de Aduanas mediante su publicación
en el portal web del TTA.

Este término probatorio comienza a correr el mismo día para ambas partes desde la
última notificación de la resolución que recibió la causa a prueba.

viii) Etapa de prueba.


En este procedimiento existe una admisibilidad general de prueba y por tanto se
acepta cualquier medio que sea apto para producir fe y convicción del Tribunal.

El TTA apreciará la prueba rendida conforme a las reglas de la sana crítica, y vencido
el término probatorio el Juez TTA dictará sentencia en un plazo de 10 días.

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El fallo contendrá todas las providencias que el TTA juzgue necesarias para
restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del solicitante, sin
perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los otros
tribunales correspondientes.

La sentencia será notificada al reclamante por medio de carta certificada y a Aduanas


a través de su publicación en el portal web del TTA.

ix) Recursos Judiciales.


Contra la Sentencia Definitiva sólo procede el Recurso de Apelación, el que debe ser
presentado en el plazo de 15 días contado desde su notificación a las partes.

La interposición del recurso implica que el TTA debe elevar los autos a la Corte de
Apelaciones respectiva en 15 días, plazo contado desde que se notificó la concesión
del recurso.

El recurso de apelación es conocido de manera preferente y en cuenta por la Corte de


Apelaciones, a menos que dentro del plazo de 5 días contados desde el ingreso de los
autos en la secretaría de la Corte de Apelaciones, cualquiera de las partes solicite la
realización de alegatos.

La Resolución que declare Inadmisible el reclamo por extemporáneo o manifiesta falta


de fundamento, es susceptible del Recurso de Reposición y Apelación en subsidio, los
que deberán deducirse en el plazo de 15 días desde la respectiva notificación. De
interponerse apelación, deberá hacerse siempre en subsidio de la reposición y
procederá en el sólo efecto devolutivo.

x) Particularidades procedimentales.
Son aplicables las normas del procedimiento general de reclamación en todo aquello
que no está regulado en el procedimiento especial de reclamo por vulneración de
derechos, y cuando la naturaleza de su tramitación lo permita (Título II, Libro III, del
Código Tributario). Las notificaciones son realizadas de la misma manera que en el
procedimiento general de reclamación.

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UNIDAD 2: TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

El Tribunal Constitucional se incorpora a nuestro ordenamiento constitucional con la


Ley Nº 17.284, de fecha 23 de enero de 1970, mediante la cual se creó un TC. que en
varios aspectos, seguía los modelos del Consejo Constitucional de la V República
Francesa. Al nuevo Tribunal se asignaron facultades de control de constitucionalidad
preventiva de la ley; facultades de control sobre decretos con fuerza de ley, además de
la posibilidad de pronunciarse sobre las inhabilidades de ministros y otras facultades.
El Tribunal Constitucional fue suprimido mediante Decreto Ley Nº 119, de 5 de
noviembre de 1973, que invoca como motivos el no estar en funcionamiento el
Congreso Nacional y por considerarlo un órgano “innecesario.”
El constituyente de 1980 restableció el Tribunal Constitucional creado, originalmente,
en el año 1970 en el entendido que este órgano constituye de acuerdo con la CENC.
“un soporte esencial de la integridad del ordenamiento jurídico fundamental”. Por
ello, se sostuvo que la naturaleza y trascendencia de la función que está llamado a
cumplir el Tribunal Constitucional, exigían que su composición tuviera un carácter
eminentemente jurídico y no político dotándolo de magistrados de gran solvencia
moral e idoneidad que constituyeran, por lo mismo, la máxima garantía para el país.
La reforma constitucional de 2005 de la Ley Nº 20.050 conservó el control ex ante o
preventivo,con carácter imperativo u obligatorio, de las normas orgánico
constitucionales, incluidas en proyectos de ley en trámite parlamentario, así como la
facultad, circunscrita a determinados órganos constitucionales, de requerir el
pronunciamiento del Tribunal en punto al mérito constitucional, de forma o de fondo,
de disposiciones, cualquiera sea su naturaleza, contempladas en proyectos de ley
pendientes de aprobación en el Congreso Nacional. Pero esa reforma, además,
aumentó la competencia del Tribunal en numerosos aspectos.
El TC. es el órgano al que la Constitución le confiere la jurisdicción para resolver los
conflictos constitucionales y se encuentra regulado además por la Ley N° 17.997
LOCTC.
1. EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD EN CHILE.
De acuerdo con lo sostenido por el profesor José Luis Cea, el Tribunal Constitucional
ejerce el control de supremacía con alcance sólo relativamente concentrado, porque
también incumbe servirlo a los Tribunales Superiores en los recursos de habeas
corpus y de protección, a la Contraloría General de la República a través del control de
juridicidad de ciertos actos administrativos, y al Senado junto con la Cámara de
Diputados mediante la acusación en juicio político.

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Consiguientemente, se alude al asunto en términos de control concentrado pero


compartido, porque las instituciones y órganos aludidos deben velar por la
supremacía. Ahora bien, incumbe sólo al Tribunal Constitucional dirimir, en sus
sentencias, los conflictos suscitados por la interpretación y aplicación de la Carta
Fundamental, en casos judiciales concretos y, después, eventualmente pronunciar la
inconstitucionalidad del precepto legal impugnado. La última palabra, en
consecuencia, la pronuncia esa Magistratura, erigiéndose así en el guardián máximo
del espíritu y la integridad, el contexto y el enunciado lingü ístico del Código Político.

A) INTEGRACION DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.


El TC. es un Tribunal colegiado, letrado, puesto que sus miembros son abogados, es un
tribunal de derecho puesto que falla de acuerdo con la Constitución y la ley, aun
cuando en algunos casos del artículo 93, puede apreciar los hechos en conciencia,
como ocurre con la cesación del cargo de un parlamentario, la declaración de
inconstitucionalidad de organizaciones, movimientos o partidos políticos, respecto de
la inhabilidad del Presidente de la República, o del Presidente electo y respecto de las
inhabilidades de una persona para ser designada ministro.
De acuerdo con el artículo 92 el TC. está integrado por 10 miembros designados de la
siguiente forma:
a) Tres miembros designados por el Presidente de la República.
b) Cuatro elegidos por el Congreso Nacional, dos nombrados por el Senado
directamente y dos propuestos por la Cámara de Diputados y designados por el
Senado, por los 2/3 tercios de sus miembros en ejercicios.
c) Tres miembros elegidos por la Corte Suprema elegidos por mayoría absoluta de sus
miembros en votaciones secretas y sucesivas.
Durarán en sus cargos 9 años en sus funciones, renovándose parcialmente cada 3
años.
Para ser miembro del TC. se requiere estar en posesión del título de abogado por un
tiempo mínimo de 15 años, haberse destacado en la vida profesional, universitaria o
pública. Asimismo, no debe tener ningún impedimento para ser juez, y les afectan las
incompatibilidades parlamentarias.
Los miembros del TC. son inamovibles en sus cargos y no pueden ser reelegidos, salvo
respecto del miembro reemplazante, con todo los miembros del TC. cesan en sus
cargos al cumplir los 75 años de edad.
De acuerdo con el artículo 21 de la LOCTC., los miembros de este tribunal no pueden
ser detenidos por orden alguna de autoridad administrativa, ni aún en los estados de

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excepción constitucional, salvo que se los sorprenda en delito flagrante. Sólo pueden
ser detenidos por orden del tribunal competente. Además gozan de fuero especial, al
igual que los parlamentarios, por lo que no pueden ser privados de libertad o
procesados por algún delito, si la Corte de Apelaciones de Santiago no autoriza la
acusación. De autorizarla, los miembros del TC. quedan suspendidos de sus cargos.
B) FUNCIONAMIENTO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
El TC. sesiona en pleno o dividido en dos salas.
En pleno el quórum para sesionar es de 8 miembros, y en sala a lo menos 4 miembros.
Los acuerdos del TC. son adoptados por simple mayoría salvo en los casos que se exija
un quórum especial. El TC. falla conforme a derecho salvo las excepciones señaladas
precedentemente.
Respecto de las atribuciones del artículo 93 N°1, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 11, el TC. resolverá
en Pleno, en las restantes atribuciones podrá sesionar en pleno o en sala de acuerdo
con la LOCTC.
C) COMPETENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
Aun cuando la competencia clásica de los Tribunales Constitucionales es ejercer el
control de constitucionalidad de la ley, en nuestro sistema constitucional se entrega
una competencia más amplia, que genéricamente podemos denominar de garante
máximo de la Constitución. Para una mayor precisión es necesario tener presente lo
siguiente:
Su competencia es específica respecto de las materias que la Constitución y la ley le
entrega, se excluye entonces una competencia genérica.
El TC. no aprecia el mérito del acto o de la norma controlada, no administra ni legisla,
no se pronuncia por la bondad de la norma sino por su compatibilidad con la
Constitución.
El artículo 93 señala las atribuciones del TC. en 16 numerandos.
a) Control Preventivo obligatorio de la constitucionalidad de la ley artículo 93
N°1 de la CPR.
El TC. tiene competencia para controlar la constitucionalidad preventiva, a priori,
antes de su promulgación, de las Leyes Orgánicas Constitucionales y las Leyes
Interpretativas de la Constitución.
De acuerdo con el artículo 34 de la LOCTC. corresponde al Presidente de la Cámara de
origen envía al TC. los proyectos de ley orgánica constitucionales o interpretativas de
la Constitución aprobados, dentro de los cinco días después que haya quedado
totalmente tramitado.

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Si se declara el proyecto o alguna de sus normas inconstitucionales, no puede ingresar


al ordenamiento jurídico.
b) Resolución de las cuestiones de constitucionalidad de los autos acordados
dictados por la Corte Suprema, Corte de Apelaciones y el TRICEL. artículo 93 N°2
de la CPR.
Se trata de una competencia eventual que debe ser requerida por:
- El Presidente de la República, requerimiento que debe ser firmado por el Ministro
correspondiente.
- Cualquiera de las Cámaras, el requerimiento debe ser firmado por el Presidente de la
Cámara y el Secretario.
- Por 10 miembros de una de las Cámaras.
- Una persona que sea parte en un juicio o gestión pendiente, ante un tribunal o en la
primera actuación de un juicio penal, cuando se afectada en sus derechos
fundamentales
c) Resolución de las cuestiones de constitucionalidad en la tramitación de
proyectos de ley, de reformas de la constitución y de tratados artículo 93 N°3 de
la CPR.
Se trata de una competencia contenciosa constitucional, y la referencia a “proyecto de
ley” es amplía y se refiere a cualquier especie de norma legal.
Para que intervenga el TC. deben concurrir las siguientes condiciones:
- Que se suscite una cuestión de constitucionalidad, esto es, un desacuerdo respecto de
las normas constitucionales en los órganos colegisladores.
- Que la discrepancia se refiera a una norma constitucional con una norma del
proyecto de ley precisa y concreta.
- Debe ser requerido antes de la promulgación o antes de la comunicación de la
aprobación del tratado por el Congreso.
Se trata de un control eventual puesto que necesita que sea requerido por:
- El Presidente de la República, requerimiento que debe ser firmado por el Ministro
correspondiente.
- Cualquiera de las Cámaras, el requerimiento debe ser firmado por el Presidente de la
Cámara y el Secretario.
- La cuarta parte de los miembros en ejercicio de una de las Cámaras.
El TC. tiene 10 días para resolver la cuestión de constitucionalidad, plazo prorrogable
por otros 10 días más. Durante este tiempo el proyecto no podrá ser promulgado, no

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obstante que la presentación del requerimiento no detiene la tramitación del proyecto


en el Congreso. Existen sin embargo dos casos de excepción en que el proyecto podrá
ser promulgado aunque el plazo aún se encuentre pendiente. Se trata del proyecto de
ley que autoriza la declaración de guerra, y del proyecto de la Ley General de
Presupuesto.

d) Resolución de las cuestiones que se susciten sobre la constitucionalidad de


un DFL. artículo 93 N°4 de la CPR.
Es necesario recordar que el DFL. se encuentra sometido al control de la toma de
razón que realiza la Contraloría, el conflicto se produce cuando el DFL. es rechazado
por inconstitucional por la Contraloría, en este caso el TC. controla si el DFL. se ajusta
a la ley delegatoria.
Puede requerirlo:
- El Presidente de la República, tiene 10 días para recurrir al TC.
- Cualquiera de las Cámaras.
- La cuarta parte de los miembros en ejercicio de una de las Cámaras.
En el caso del requerimiento de las Cámaras, debe realizarse dentro de los 30 días de
la publicación del DFL.

e) Resolución de las cuestiones que se susciten sobre la constitucionalidad de la


convocatoria a plebiscito artículo 93 N°5 de la CPR.
El conflicto se refiere a la procedencia de la consulta, oportunidad y los términos de
ella.
Se trata de una competencia eventual que debe ser requerida por cualquiera de las
Cámaras, dentro de 10 días de publicado el decreto que fija la fecha del plebiscito.
f) Resolver acerca de la Inaplicabilidad de un precepto legal artículo 93 N°6 de
la CPR.
La reforma constitucional de la Ley N° 20.050 entrega la competencia para la
declaración de la inaplicabilidad de un precepto legal al TC., lo que constituye una
acentuación del control de constitucionalidad concentrado cuyo objeto es la aplicación
directa de la Constitución.
Se trata de un recurso extraordinario, un contencioso constitucional, en un juicio
incidental, de un control represivo y a petición de parte, se trata de un control
concreto.

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La acción de inaplicabilidad permite el control de la ley por vicios de forma, de fondo o


de competencia y se analizará en detalle en este curso.
g) Resolver acerca de la Inconstitucionalidad de un precepto legal artículo 93
N°7 de la CPR.
El TC. puede declarar inconstitucional un precepto legal que previamente haya sido
declarado inaplicable.
Se trata de un control represivo y facultativo, ya que una vez declarada la
inaplicabilidad de un precepto legal se activa de oficio o a petición de parte, una acción
pública la cuestión de inconstitucionalidad.
En el caso de la declaración de inconstitucionalidad, los quórums son más exigentes
los 4/5 de los miembros en ejercicio.
La acción de inconstitucionalidad al igual que la inaplicabilidad, permite el control de
la ley por vicios de forma, de fondo o de competencia y se analizará en detalle en este
curso.
h) Control del Decreto Promulgatorio artículo 93 N°8 de la CPR.
El Tribunal Constitucional resuelve los reclamos relativos a los decretos
promulgatorios de la ley, por no haber dictado dicho decreto o promulgar un texto
distinto al aprobado.
Estas cuestiones se deben promover por cualquiera de las Cámaras o por una cuarta
parte de sus miembros en ejercicio, dentro de los 30 días de la publicación del texto
impugnado o dentro de 60 días de la fecha en que debió promulgarse la ley.
i) Control del Decreto o Resolución del Presidente de la República rechazado
por inconstitucional por la Contraloría artículos 93 N°9 y 99 de la CPR.
Es necesario tener presente, que en el caso que la Contraloría no tome razón de un
decreto por causa de inconstitucionalidad no procede la insistencia. En este caso el
Presidente de la República tiene un plazo de 10 días para requerir al Tribunal
Constitucional que se pronuncie.
j) Declarar la inconstitucionalidad de Organizaciones, Partidos Políticos y la
responsabilidad de personas en los hechos referidos a la declaración de
inconstitucionalidad artículo 93 N°10 de la CPR.
Se trata de la declaración de inconstitucionalidad de organizaciones o partidos
políticos y la determinación de la responsabilidad de las personas que participaron en
esos hechos.

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Cuando la persona afectada sea el Presidente de la República o el Presidente Electo,


debe ser requerida por la Cámara de Diputados o por la cuarta parte de los miembros
ejercicio, requiere además el acuerdo del Senado por la mayoría de sus miembros.
En este caso el TC. podrá apreciar los hechos en conciencia.
k) Informar al Senado acerca de la inhabilidad del Presidente de la República
artículo 93 N°11 de la CPR.
En este caso el TC. sólo puede conocer a requerimiento del Senado y podrá apreciar
los hechos en conciencia. Se trata de pronunciarse acerca de la inhabilidad del
Presidente de la República por un impedimento físico o mental, o de los motivos
señalados por el Presidente para fundar su dimisión.
l) Resolver las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades
políticas administrativas y los Tribunales de Justicia artículo 93 N°12 de la CPR.
Se trata de los conflictos que no conoce el Senado de acuerdo con el artículo 53 N°3 de
la CPR., que se refieren a los conflictos entre autoridades políticas o administrativas y
los Tribunales Superiores de Justicia. El conflicto debe ser deducido por cualquiera de
las autoridades o tribunales en conflicto.
m) Resolver acerca de las inhabilidades para ser designado Ministro artículo 93
N°13 de la CPR.
Se refiere a aquellas inhabilidades constitucionales y legales, y en este caso el TC.
podrá apreciar los hechos en conciencia.
n) Pronunciarse acerca de las inhabilidades incompatibilidades y causales de
cesación en el cargo de los parlamentarios artículo 93 N°14 de la CPR.
En este caso el TC. podrá actuar a requerimiento del Presidente de la República o de a
lo menos 10 parlamentarios en ejercicio.
o) Calificar la inhabilidad invocada por un parlamentario de acuerdo con el
artículo 60 de la CPR. y su renuncia al cargo artículo 93 N°15 de la CPR.
El artículo 60 de la CPR. se refiere al parlamentario que se ausente por más de 30 días
del país sin autorización, el parlamentario que celebre o caucione contratos con el
Estado, el que actúe en juicios contra el Fisco entre otros.
p) Control de los Decretos Supremos artículo 93 N°16 de la CPR.
Se trata de una potestad amplia “cualquiera sea el vicio invocado”, y el precepto
constitucional cita especialmente el relativo al vicio relativo al ejercicio de la potestad
reglamentaria, cuando excede la reserva legal establecida por el artículo 63 de la CPR.
El tribunal sólo puede conocer a requerimiento de cualquiera de las Cámaras dentro
de los 30 días de la publicación o notificación del Decreto Supremo. También pueden

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solicitarla la cuarta parte de sus miembros en ejercicio, salvo en aquellos casos que no
se refiera al ejercicio excesivo de la potestad reglamentaria autónoma.
Especial importancia ha tenido en esta materia la causa Rol N° 591 del 11 de enero de
2007, acerca de la inconstitucionalidad de la Resolución Exenta N° 584 del Ministerio
de Salud, del 1º de septiembre de 2006, la que aprobaba Normas Nacionales sobre
Regulación de la Fertilidad. En este caso el TC. ejerció el control de constitucionalidad
de una Resolución Exenta, expresando que ella había abordado materias propias de
un Decreto Supremo, recurriendo para ello a una interpretación finalista, alejándose
de una interpretación literal (Considerando 25°) y aplicando el principio de la
primacía de la realidad por sobre el nominalismo (Considerando 26°).
Sin duda, que esta interpretación amplía las potestades de control sobre la
Administración lo que constituye un avance histórico en esta materia, en la medida
que este criterio jurisprudencial se consolide.

I. TIPOS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD.

1.- CONTROL CONCENTRADO Y DIFUSO.


a) El control concentrado.
Como señalamos precedentemente el control concentrado es aquel que entrega la
competencia para resolver los conflictos de constitucionalidad a un tribunal
específico. Este sistema posee las siguientes características:
- Existe un tribunal especial que se encarga de este control: el Tribunal de
Constitucionalidad;
- No es necesario que exista un caso concreto puesto que se trata de un control
abstracto directo.
- Tiene un efecto “erga omnes” (contra todos), es decir que, cuando se declara una
norma inconstitucional, no se aplica la sentencia únicamente en el caso resuelto, sino
que se hace en un sentido amplio: o bien con la automática derogación de la norma; o
bien con la determinación de la obligación de derogar la norma inconstitucional por
parte del órgano que la dictó.
b) El control difuso.
El control difuso en cambio entrega el control de constitucionalidad a todos los
tribunales y se caracteriza por lo siguiente:
- Tener multiplicidad de actores (todos los jueces y tribunales) que son los que velan
por la supralegalidad constitucional (la constitución al ser una norma, tiene que ser

Profesor: Javier Ramírez González 95


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superior a la ley, por lo que ningún acto, ni norma contrarios a la Constitución pueden
ser válidos y permanecer en esta, es para eso que se establecen controles jurídicos y
son los jueces y tribunales quienes tienen que tener competencia para garantizar esta
Constitución);
- El reclamo de control de constitucionalidad solo se realiza a pedido de parte, es decir
con la existencia de un caso concreto (contraposición de dos intereses, tiene que
haber un daño)
- Es un sistema de casos y controversias; no se deroga una ley directamente, sino que
se examina la constitucionalidad de la ley en su aplicación a un caso concreto;
- Tiene un efecto Inter-partes (entre partes), cuando la sentencia declarativa de
inconstitucionalidad, solo implica la inaplicación de la norma en el caso resuelto,
dejando subsistente la vigencia de la norma fuera de ese caso; es decir que el efecto es
limitado, restringido.

2.- CONTROL ABSTRACTO Y CONTROL CONCRETO


a) El control Abstracto.
Se trata de un control sin vinculación a la aplicación de la norma a un caso específico.
La impugnación directa no requiere ningún tipo de relación subjetiva entre los
legitimados y la norma. El objeto de este recurso de inconstitucionalidad es la ley,
entendida en términos genéricos, es decir, en relación con su rango normativo. Por
ello es que la resolución del Tribunal que revise la constitucionalidad de la norma será
de nulidad.
b) El control Concreto.
Se refiere a una consulta que el juez o tribunal puede presentar, para determinar si se
aplica o no la ley dependiendo de su constitucionalidad, es decir, no es necesario que
la parte agraviada accione, sino que basta con que la autoridad que debe aplicar la
norma se percate de la inconstitucionalidad de la misma, para que inicie el
procedimiento de declaración de constitucionalidad de la norma en cuestión. En este
caso se trata de un control concreto, relacionado con el aspecto material de la ley.
3.- CONTROL PREVIO, A PRIORI O PREVENTIVO Y CONTROL POSTERIOR, A
POSTERIORI O REPRESIVO.
a) El control previo, a priori o preventivo.
El control previo es aquel que se realiza antes de la vigencia de la ley, mientras se
encuentra en el proceso de formación, se trata en consecuencia un control abstracto.

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En el caso que el tribunal estime que el proyecto de norma es incompatible con la CPR.
ello impide que continúe su tramitación y en consecuencia su vigencia.
b) El control posterior, a posteriori o represivo.
Es aquél que se concreta cuando las normas ya forman parte del ordenamiento
jurídico y son obligatorias, se trata de un control concreto, respecto de su
compatibilidad con la Constitución en un caso concreto específico.

II. EFECTOS DE LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.

Se debe revisar el articulo 94 de la Carta Fundamental donde se señala:


Contra las resoluciones del Tribunal Constitucional no procederá recurso alguno, sin
perjuicio de que puede, el mismo Tribunal, conforme a la ley, rectificar los errores de
hecho en que hubiere incurrido.
Las disposiciones que el Tribunal declare inconstitucionales no podrán convertirse en ley
en el proyecto o decreto con fuerza de ley de que se trate.
En el caso del Nº 16º del artículo 93, el decreto supremo impugnado quedará sin efecto
de pleno derecho, con el solo mérito de la sentencia del Tribunal que acoja el reclamo. No
obstante, el precepto declarado inconstitucional en conformidad a lo dispuesto en los
numerales 2, 4 ó 7 del artículo 93, se entenderá derogado desde la publicación en el
Diario Oficial de la sentencia que acoja el reclamo, la que no producirá efecto
retroactivo.
Las sentencias que declaren la inconstitucionalidad de todo o parte de una ley, de un
decreto con fuerza de ley, de un decreto supremo o auto acordado, en su caso, se
publicarán en el Diario Oficial dentro de los tres días siguientes a su dictación.
Los efectos de la sentencia constitucional se refieren a la modificación en el
ordenamiento jurídico producto de la nulidad (expulsión de la norma jurídica
inconstitucional del ordenamiento) y en las situaciones de los destinatarios que
produce la parte resolutiva de las sentencias que determina la inconstitucionalidad y
nulidad del precepto jurídico hasta entones eficaz (efectos erga omnes o inter partes y
efectos ex nunc o ex tunc).

Profesor: Javier Ramírez González 97

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