La Revolución Contra El Facha
La Revolución Contra El Facha
La Revolución Contra El Facha
Con todo, lo más influyente dentro de este fenómeno que describe Orwell fue
el despliegue propagandístico impulsado por el gobierno. Es cierto que en
cierta medida esto se llevó a cabo a través de periódicos filiales y otros medios
de comunicación accesibles a la masa. Sin embargo, la forma más efectiva
que encontró el gobierno para lograr sus objetivos fue la de capitalizar
máximas éticas, percepciones y expresiones que los caracterizasen como “los
buenos de la película”. Este método era válido para los dos frentes a los que se
enfrentaban: los fascistas y los revolucionarios de izquierda.
Habiendo establecido estas premisas, nos será más fácil entender el fenómeno
que nos señala Orwell tocante al calificativo “trotskista”. El novelista británico
señala que el uso de esta palabra por parte de los miembros del Frente
Popular tiene como consecuencia la capitalización de una máxima ética
implícita. Me explico, la izquierda española ya había conseguido que el
calificativo fascista fuese entendido por la masa como aquel que va en contra
de toda libertad, por lo tanto, la máxima ética ya estaba conquistada y gran
parte del pueblo identificaba al fascista (sólo tenía que ser calificado así, no
tenía por qué serlo de facto) con el malo de la película: Frente Nacional. Con
todo, al colectivo republicano estalinista sólo le hizo falta convertir trotskista en
sinónimo de fascista; para esto sólo hizo falta dar entender que todo aquel
que intente dividir la izquierda en favor del enemigo común (con una
revolución, por ejemplo) es fascista.
El caso es que hoy en día solo hace falta que te llamen facha para serlo. ¿Y
por qué motivos pueden llamar a alguien facha en España? Normalmente
responde a declaraciones sacadas de contexto a propósito. Véase, al opinar
acerca de las diferencias étnicas o la inmigración (=racista=facha), opinar
sobre políticas tocantes a la homosexualidad o a las reivindicaciones LGTBI
(=homófobo=facha), defender la familia “tradicional” (=machista=facha) o,
incluso, equivocarte por no haber actualizado tu forma de expresarte
“correctamente” (=x=facha). En definitiva, da la sensación de que los
colectivos revolucionarios de izquierdas han heredado los métodos autoritarios
del gobierno de la II República para llevar a cabo una revolución violenta al
estilo siglo XXI. Y es que, a la hora de establecer barreras ideológicas, no hay
quien gane al español.