Conceptos - Introductorios de La Investigacion Documental Moreiro - 2006
Conceptos - Introductorios de La Investigacion Documental Moreiro - 2006
Conceptos - Introductorios de La Investigacion Documental Moreiro - 2006
Conceptos introductorios al
estudio de la información documental. Edufba, Fondo
editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú
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EDITORIAL
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Conceptos introductorios
al estudio de la información documental
Conceptos introductorios
al estudio de la información
documental
José Antonio Moreiro González
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• FONDO
EDITORIAL
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EDUFBA
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ISBN 85-232-0353-2
Hecho el depósito legal 2006-9015 en la Biblioteca Nocional del Perú
Planteamiento general 11
l. La sociedad de la información 15
13 I
Puede apreciarse como mayor valor de estas páginas su interés
por contextualizar las diversas actividades que los profesionales desa-
rrollan, así como los contenidos que los estudiantes reciben a lo
largo de su formación en las d iversas d isciplinas que cursan. En
especial, se busca orientar y articu lar, desde va loraciones epistemoló-
gicas, el resto de campos de actividad y de estudio en que la Ciencia
de la Información se parcela, a pesar de que la presentación de
esta obra se proponga otros fines subsidiarios como son:
Así, pues, planteamos un cam ino a la vez evo lutivo y de anál isis
conceptual hacia la comprensión del concepto y de la naturaleza
de la C iencia de la Información o Documentación.
l t4
1. La sociedad de la información
11s
mundial. La complejidad de estos intercambios ha generado nuevas
palabras para denominar de manera pertinente a los nuevos con-
ceptos y productos, y la necesidad de administrar los documentos
que las contienen se han convertido en un factor de riqueza clave.
Nuestra sociedad, por tanto, es de la información tanto desde la
perspectiva económica como desde la cultura l.
El significado de la información y su procesamiento tecnológico
se ha establecido como un recurso fundamenta l en nuestra sociedad.
Incluso desde una óptica político-económica, los países predomi -
nantes han convertido la información en un instrumento de su poder.
Son los que más información poseen, y la más avanzada, con la
que pueden mantener su hegemonía en los mercados mundiales.
La posesión de estos medios y tecno logías de la información permite
a unos países contro lar el desarrollo de otros, por lo que su transfe-
rencia resulta necesaria si se desea la sal id a del subdesarrollo para
muchos países. En un contexto, por tanto, en el que se quiere posibi-
litar la transformación del medio, de la sociedad -en lo científico y
en lo común-, la información documental se ha configurado como
una actividad con individualidad y características científicas propias.
Recordemos cómo en los años sesenta aparecía una nueva
categoría de científico, el especialista en información, para actuar
como intermediario entre los productores y los consum idores de
información. Desde entonces, su actividad se ha extendido a otros
sectores informativos (la cultura y la comunicación de masas) e incluso
ha alcanzado rasgos de uso en la vida diaria. La dedicación de
estas personas, sus funciones, el ob jeto que manejan y transforman,
su valor social, la organización de sus sistemas de actuación y lo
que producen y difunden reflejan la pujanza de actividades no mate-
ria les y la diferenciación bruta l con los anteriores modos de produc-
ción. En este comple jo universalizado de comun icación, conoci-
miento e inteligencia debemos entender la Documentación-Ciencia
de la Información. 6
La información es un hecho socia l en nuestra civilización . Lo ha
sido siempre, pues toda sociedad lo es porque se comunica. La
11 1
sociabi lidad basada en la palabra ha ido en aumento a lo largo de
la historia humana. Si la información ha alcanzado una categoría
tan alta en el mundo actua l, se debe a la apl icación tecnológica del
lenguaje, es decir, a la información. Gracias a l concurso de la tecno-
logía, podemos emplear hoy la información para resolver todo tipo
de problemas y para tomar decisiones en la vida diaria, por lo que,
cuanto mejor se transfiera de unas personas a otras, mayor efectividad
alcanzará su uso. La seguridad, el contro l y la recuperación de la
información se rea lizan por intermedio de personas y a través de la
utilización de todo tipo de tecnología y de máquinas. La actua l cu ltura
de la imagen manifiesta el predominio de las actividades no mate-
ria les, y no solo por lo que respecta al mundo científico. En especia l,
incide sobre el mundo económico y la productividad laboral, por lo
que la información con apoyo tecnológico se determina como un
aspecto clave para el éxito económ ico y el acceso a la cultura.
En este momento, de continuidad y cambio, se le ha querido
buscar una denominación que la defina frente a los momentos his-
tóricos anteriores. En cualquiera de las opciones alcanzadas, la tec-
nología tiene una fuerte presencia. Se debe a que su intervención
en el mundo de la información ha sido tan decisiva que ha roto, por
colisión, los métodos y los sistemas de consumo y producción docu -
mentales subsiguientes a la imprenta. Y, cuando no lo ha hecho, ha
potenciado de ta l forma las técnicas preexistentes, que podemos
hablar, como en el caso de los impresos, de un sistema de edición
radica lmente nuevo. Si cuando apareció la imprenta revolucionó
las formas de comunicar el conocimiento humano, las nuevas tec-
nologías de la información inauguran una nueva época. La ruptura
es tan grande que se hace d ifícil adecuar una denominación para
abarcar el fenómeno desde nuestra perspectiva. El término general
de cultura de la pantalla presenta connotaciones a lejadas de nues-
tro interés, aunque simbol iza la comunicación tanto informática como
audiovisual, del mismo modo en que antes lo hiciera la imprenta
con la cultura de la escritura. No podemos olvidar que la televisión
es el medio con mayor atractivo para comunicarse con los usuarios,
está presente en todos los hogares y es la vía más común para
informarse y para entretenerse. Ta l vez sea más acorde con nuestras
actividades el nombre de ingeniería o industrias de fa información,
que recoge los conceptos y productos generados por el desarrollo
tecno lóg ico en relación con la información (comunicación-conoci -
miento -i nteligencia), y que resalta la dimensión q ue han tomado,
en la vida actua l, las actividades no materiales. Es el origen de una
cultura mosaico desde el punto de vista sociológico 7 y de la cibercuf-
tura desde la perspectiva técn ica, un nuevo escenario tecnológ ico
que exige una nueva competencia comun icativa capaz de referirse
a diferentes semióticas. 8 La intervención tecno lógica en la capaci-
dad y en la cantidad de cosas que se deben aprender ha generado,
también, la denominación de era del aprendiza¡e, es decir, de la
cesión y asimilación de contenidos por las personas. Sin duda, todas
estas denominaciones vienen a destacar las extraordinarias faculta-
des del procesamiento de la información mediante las herramientas
informáticas, por más que no todas las aplicaciones sean referibles
a la Ciencia de la Información.
Los cambios por los que atraviesa la humanidad, respecto a la
información documentada, pueden compararse con los habidos
cuando se organ izó el lenguaje articulado o cuando empezó a uti-
lizarse la imprenta:
19 1
vivencias, el conocimiento, el control fiscal, la creación lite-
raria y las epopeyas de los pueblos, entre otros, se transmi-
tían hasta entonces mediante el lenguaje. Ahora pasaban
a incorporarse con valor intemporal a unos objetos informa-
tivos, los documentos, que aparecían precisamente como
ta les mediante la escritura. La primera tecnología documen-
tal, la escritura, supuso ya un cambio cua litativo para la
humanidad, pues los mensa jes registrados superaban de
esta forma las barreras impuestas por el espacio y el tiempo.
No puede concebirse la progresión posterior de la escritura
sin considerar el papel jugado por el alfabeto y los códices.
La aparición del alfabeto en las costas fen icias, cuando
acababa la primera mitad del segundo milenio, facil itó,
mediante la combinación de un número de signos limitado,
la expresión y el uso de la lengua escrita. Posteriormente,
entre los siglos v y ,v d. C., se dio el tránsito desde el uso
del papiro y del formato rollo hacia el soporte de pergamino
y el formato códice, hecho que facilitó usar el documento
y acceder a él.
El tercer paso se dio cuando todas las manifestaciones del
pensamiento abstracto pudieron ponerse a l alcance de
muchos más lectores al utilizarse la imprenta en la produc-
ción seriada de documentos. Se encuentra aquí la causa
de una, hasta entonces insospechada, propagación de la
lectura y del comienzo del comercio del libro. La aparición
y difusión de la imprenta en la segunda mitad del sig lo~
significó un gran avance en el proceso de secularización y
en la expansión de la cu ltura. El Humanismo llegaba también
de su mano y, con él, sucesivamente el triunfo de la razón
y la familiaridad con la lectura de la Biblia, que favorecería
su libre interpretación, el impulso de las lenguas nacionales,
la revolución científica, la Ilustración y, en fin, las revolucio-
nes liberales y la llegada de la razón, del Humanismo al
poder social. Podemos, pues, decir que la imprenta cambió
al mundo. Entonces se hicieron inseparables la fijación de
las técnicas profesionales, la expresión científica, la repre-
sentación de las normas lingüísticas y la Bibliografía, como
control de los impresos existentes. En dos sig los, la propia
imprenta estaría en capacidad de ofrecer productos diferen-
ciados para atender las múltiples características de los usua-
rios. El conocimiento rompía los lím ites de minorías socia-
les a las que se circunscribió en los siglos precedentes, y la
información impresa, primero de carácter científico y luego
con fines de comunicación socia l, llegaba periód icamente.
• Otro hito fundamental para el crecimiento de la demanda
de información se produjo a la par que el desarrollo urbano
del sig lo XIX. La industria y sus productos constituyeron el
motor que obligó a un desarrollo de la ciencia hasta enton-
ces sin igual. Además, los libros se abarataron al disminuir
los costos de producción y crecer la oferta creativa de lite-
ratos y científicos. Asimismo, el triunfo de la mentalidad
liberal en las revoluciones políticas fomentó la edición de
libros. Por otra parte, los adelantos técnicos del siglo x1x
fueron la base de otros documentos nuevos; es el caso de
la comunicación y almacenam iento de imágenes y de soni-
dos que posibilitaron la fotografía, el cinematógrafo y el
gramófono, sin olvidarnos de la incidencia que luego ten-
drían en la difusión informativa otros ade lantos como el
teléfono, la telegrafía sin hilos y la rad io.
La última etapa sería la de revo lución de la información,
producida a partir de la integra ción, en la década de los
sesenta, de las telecomunicaciones con los ordenadores.
Desde entonces parece que todo cuanto se refiere a la in-
formación cambia muy deprisa y tiene una implicación de-
finitiva en el rendimiento económico y en el reparto mundial
del trabajo. La información se vincula estrechamente a la
potencia económica y social de lo inmaterial, apoyada por
un desarrollo industrial sin precedentes en torno a ella.
21 1
Desde hace unos años, la digitalización y la Internet han
suprimido las distancias y las esperas para acceder a la
información. Así, pues, el último de los impulsos de la infor-
mación ha sido la dotación de Internet, que se ha conver-
tido en la infraestructura básica. Mediante ella, cualquier
demanda de información se supone que podrá ser atendida,
con lo cual se aspira a lograr la sociedad mundial de la
información. Estos mismos fundamentos tecnológicos han
determinado la aparición de un nuevo tipo de documento,
el digital multimedia, que mezcla características físicas de
los preexistentes y que unifica tecnológicamente los dife-
rentes cana les de expresión informativa. En este contexto,
el libro coexiste e incluso ofrece mayor cal idad y garantía
en sus contenidos, y hasta ha sacado provecho de lo digital
para mejorar su proceso de edición y d ifu sión. De esta
manera, la información grabada, con el impacto añadido
de los registros sonoros y visuales, ha adquirido presencia
general en la vida diaria de nuestra sociedad y ha repercu-
tido en la opinión públ ica, los hábitos de vida, las ideas y
la concepción que tenemos del mundo. La transferencia
de información empieza a romper los límites impuestos por
la distancia y el tiempo.
12s
Notas
1
BAITELLO JUNIOR, N. «A sociedade da informac;áo». Sóo Paulo em Perspectiva,
vol. 8, n.º 4, 1994, pp. 19-21.
2
MACHLUP, F. The Production ond Oistribution of Knowledge in the United
Stotes. Princeton: Princeton University, 1962.
3
PoRAT, M. The lnformotion Economy: Definition ond Meosurement. Vol. 1.
Washington, D. C.: Oficina del Gobierno de los EE.UU., 1977.
MoORE, N. «The lnformation Society». World lnformotion Report 1997-
¡ 998 . París: UNESCO, 1999, p. 271.
5
ÜRUCKER, P F. Post-Capitolist Society. Nueva York: Butterworth-Heinemenn,
1993, p. 13.
6
BouGNOUX, D. lntroduqóo os ciencias do informa<;óo e do comunica<;óo
Petrópolis: Vozes, 1994.
MOLES, A Teoría estructuro/ de lo comunicación y sociedad. México, D. F.:
Trillas, 1983.
8
Sobre este aspecto resu lta muy atractivo estudio de ÜERY, M. Velocidad
escape: la ciberculturo en el final de siglo. Madrid: Sírvela, 1998.
9
Comenta la descripción que hace CEBRIÁN, J. L. «Algunas certezas sobre la
sociedad digital». En M. Caridad (coord.). Lo sociedad de lo información:
político, tecnología e industrio de los contenidos. Madrid: CEURA, 1999,
pp. XVII-XVIII.
10
McHALE, B. Postmodernist Fiction. Nueva York- Londres: Methuen, 1987; y
Constructing Postmodernism. Londres: Rutledge, 1992.
11
PÉREZ TORNERO, J. M. «Los nuevos procesos de mediación : del texto al
hipermedia». En Comunicación y educación en la sociedad de lo informa-
ción . Barcelona: Paidós, 2000, pp. 78-80.
12
FEATHER, J. The lnformotion Society. 2.º ed. Londres: Library Association
Publishing, 1998.
13
LINDQUIST, M. G. «Long Term Strotegies for Electronic Documents». Journol
of the lnternotionol Associotion of Sound Archives, n.º 6, 1995, pp. 33-
39.
21 1
2. La información. objeto de estudio
en Ciencia de la Información
130
2.1. El concepto de información explicado
desde el modelo matemático
[... ] un trabajo que ha sido citado muchos veces es más fácil que seo
citado de nuevo que uno que lo hoyo sido raramente. Un autor de
muchos traba jos tiene más posibi lidades de publicar nuevamente que
uno que haya sido poco prolífico. Uno publ icación periódica que
haya sido consultada con frecuencia, es más fáci l que sea consu lta-
da de nuevo que una de uso menos frecuente.
33 1
de la información. Si las más clásicas son las fijadas sobre la teoría
del álgebra de Boole que establece un sistema binario { 1,0} en el
que se que utilizan los conectores {Y, NO, O}, tras la intervención
de métodos estadísticos y probabi lísticos se ha afianzado la actuación
de métodos vectoria les, en los que los documentos se representan a
través de vectores: en una colección de N documentos, en la que
existe un total de n términos, representamos cada documento por
un vector den componentes. 16 Se actúa por el grado de similitud de
la ecuación de búsqueda mediante la simi litud geométrica del coseno.
El más representativo es el método IDF, que se sirve de la ponderación
de los térm inos.
Se utilizan también métodos derivados de los conjuntos borrosos
con la idea de representar, para una combinación de dos términos,
el número de veces que estos coinciden en un documento. Median-
te matrices sin normalizar o mediante matrices de correlación nor-
malizada, se obtiene el va lor de la pertinencia de un documento
sobre un término.
2.2. La contrapropuesta
hecha desde las ciencias sociales
35 1
Para la Ciencia de la Información es irrelevante lo que sea el
concepto de información con ta l de que su posesión signifique una
ayuda para la solución de problemas y la toma de decisiones.
Esta opinión de Yovits, Fou lk y Rose se plasmaría en la necesidad de
definir qué es la información excl usivamente en las especia lidades
en que, definiendo conceptos básicos apropiados, puede una ciencia
hacerse efectiva. Así sucede en la Fís ica, en la que conceptos como
masa o fuerza permiten limitar el contexto y el poder conceptual de
la discipl ina .20 Por su parte, Artand i piensa que el concepto tiene
que integrar las d ive rsas actividades de la Ciencia de la Informa-
ción, con lo que lo aproxima a l va lor de un artículo de consumo. 21
Fue Brookes quien formu ló la ecuación fundamental de esta cien-
cia:22 «dado un estado del conocimiento, que se ve afectado por
algún incremento de información, se tiene como resu ltado un nue-
vo estado del conocimiento».
A la hora de hacer las investigaciones para su tesis doctoral,
Belkin revisó sus aportaciones anteriores. 23 Constató que la finalidad
intermediadora permanente que caracterizó a esta ciencia desde su
nacimiento hace que el concepto de información pueda fi jarse me-
d iante la observación de la conducta de los usuarios respecto de la
propia información. Por lo que concluyó que la información se asocia
generalmente más con el sign ificado de un mensaje que con la
probabil idad de recib irlo. De este modo, Belkin relacionó el con-
cepto de información más comúnmente propuesto, a partir del para -
digma de Shannon, con la importancia apl icativo -teórica de algunas
funciones documentales como la selección de descriptores perti -
nentes o los productos del aná lisis documental. La teoría de Shannon
y Weaver, de esta forma, no solo tuvo continuidad en el aspecto
formal sino, también, en el semántico. Esta combinación de ele-
mentos no debe extrañarnos, pues ya Shannon había considerado
la posibilidad de comprender la información desde el significado. 24
Desde luego, el cambio de orientación se notó en aportaciones
como las de Belzer, al encontrar una aplicación directa de la medida
de Shannon a la carga semántica contenida en los textos y en los
136
sustitutos de estos. 25 Curiosamente, en esa misma circunstancia basó
Schreider su razonamiento opuesto, según el cual no había sido com-
pletamente apl icable, a la Ciencia de la Información, la medida de
la información de Shannon, pues esta teoría no consideraba la
importancia proporcional de la información semántica, que para
Schreider suponía el tipo de información con la que debe relacionarse
la Ciencia de la Información. Dadas así las cosas, se propuso desa-
rro llar un concepto de información semántica, para lo que trató en
particular la idea de la metainformación, es decir, la información de
acuerdo con lo que está organizado el texto o mensaje. Solo desde
ella, y contando con una preparación adecuada, sería capaz un
analista de interpretar los mensa jes. Este es el tipo de información a
que se refiere la Ciencia de la Información, que tratará, por tanto,
sobre el modo en que se dispone y estructura la información semán-
tica en un documento. 26
La posibi lidad de aceptar las descripciones provenientes de las
ciencias socia les fue defendida por Jean de Bonville. 27 Para este
autor, la función social del documentalista no se limita a crear y
organizar centros de información, sino que debe de establecerse
como motor del desarrollo social, transmitiendo el conoci miento
mediante la d ifusión libre de toda información utilizable. Su actua-
ción se estab lece como puente entre los emisores y los usuarios.
Esta postura, que destaca el comprom iso social del informador, solo
puede encauzarse por medio de un paradigma de comun icación.
138
Destaca de manera especial, por su interés para otras disciplinas,
el problema de la representación de los procesos de información tanto
en memoria humana como en memoria automática. Comprendemos
así el lugar de privilegio ocupado por las nuevas tecnologías de la
información. Estas, generalmente consideradas como posibilidad
liberatoria, ofrecen un acceso más amp lio e inmediato a la informa-
ción que los canales tradiciona les; pero desde esa idea a la realidad
sigue existiendo un vacío debido a la fragmentación con que el
conocim iento nos es transmitido, por lo que la parcial idad informa-
tiva cont inúa siendo una situación generalizada tanto en las activi-
dades científicas como en las más comunes de la actual idad. 30
Paro entender una información, el usuario tiene que estar prepa-
rado intelectualmente para poder acceder a los conocimientos que
portan los documentos. 31 Para alcanzar la información de un docu -
mento, partimos de la activación de un marco cognoscitivo junto a
la memoria dejada en nosotros por anteriores situaciones del mis-
mo modelo. 32 Nos movemos, pues, en unos estratos de cono-
cimiento, los usados en la comprensión de un discurso, que mani-
fiestan una elevada complejidad: los más generales se ocupan de
la información temática, aquel la que poseemos sobre hechos, actos,
causas y fines desde las experiencias previas; a ella se añade la
información nueva (remática) que nos llega y que solo se entiende
desde la preexistente.
Lo que un usuario necesita conocer se plantea como demanda
a l sistema de información, que puede ser sobre asuntos de interés
profes ional, científico o particu lar. La petición será mane jada por el
sistema y respondida mediante el proceso de recuperación, cuya
culm inación es precisamente la comprensión de la información una
vez que ha sido identificada y localizada. Una petición requiere, del
sistema, una provisión de datos que comienza en la identificación
de los documentos adquiridos y después, de acuerdo con la peti-
ción, en la localización de aquellos documentos que responden a lo
que se ha solicitado. 33 La localización se rea liza por homomorfismo
con los conocimientos que los documentos soportan. Este consiste
391
en marcar los elementos de acceso a la información (índices,
colecciones de resúmenes, etc.) con las líneas d irectrices de determi-
nado agrupamiento de información, con lo que preservan los aspec-
tos más significativos del conten ido informativo. Los homomorfismos
se alcanzan mediante la representación temática de la información
de los documentos. Esta caracterización semántica se establece a
través de los lengua jes documentales. Su misión es crear represen-
taciones tanto de las demandas como de los conten idos documen-
tales que por afinidad las responden.
Para completar la visión teórica de Shera, de la que partíamos,
nos falta considerar las aportaciones de Vickery, quien ofreció un
planteam iento conceptua l general de la Ciencia de la Información.
Desde una va loración del uso simultáneo de métodos tradicionales
y novedosos, destacó la importancia de los métodos de recupera-
ción de la información al momento de especificar las necesidades
informotivas: 34
41 1
posible, tras la recuperación, reconstruir un texto con tal relevancia
que se pud iese tomar una decisión acerca de la conveniencia de su
uso. Surge así un concepto de información próximo a los conten idos
específicos del conocimiento humano transferidos por significaciones
lingüísticas a unos dispositivos portadores. Este sería el modelo sim -
pl ificado que usó Jiri Fogl para representar las teorías del origen,
transferencia y utilización de información. 36 Así se demostraba que
la transformación de la información no se podía comprender aisla-
damente, pues estaba inmersa en los procesos del conocimiento y
de la transformación del mundo que los hombres realizan mediante
su actividad social e histórica. De este modo, la información se
caracteriza como significado de la comun icación humana. Ya que
el conocimiento, la memoria y el pensam iento producen información
tanto en la emisión como en la recepción del usuario. Comprendi-
do esto, vendrían los planteamientos referentes a la transformación
informativa en los procesos más propios del tratamiento documental.
Tal variedad de definiciones y conceptos sobre la información
movió a Buckland a disponerlos en tres grupos, de acuerdo con los
diferentes aspectos más relevantes de lo que debe ser la información
para nuestra especialidad. Cada uno de los tres encabezamientos
refleja un uso, realmente práctico, del término «información» para
la Ciencia de la lnformación: 37
142
cuando se combinan en la memoria, transforman las estructuras de
conocimiento. En función del estado de conocimiento anterior y de
la información que se ha recibido se originarán acciones, cambios
de valores, decisiones, intenciones, etc. De acuerdo con esta pro-
puesta, la información es «algo que cuando se percibe puede afectar
y cambiar el estado de conocimiento del receptor». 38 Precisamente
en esta transformación del estado de conocim iento del receptor se
sitúa el cambio de la información en conocimiento.
Esta concepción valora, por encima de todo, los factores per-
sonales del conocimiento. En los años setenta, el usuario había
pasado a ocupar el centro del fenómeno de la información, por lo
que esta se enfocó hacia el conocimiento. El sentido de la informa-
ción se logra desde el conocimiento y el con junto de factores indivi-
duales que lo interpretan. Desde luego, el receptor constituye el fin
último del proceso comunicativo, el cliente o destinatario de todo el
proceso. Sin su presencia, los sistemas de información quedarían
limitados a los documentos y datos; por tanto, no irían más allá de
la potencia lidad de uso. Cuando se interroga a un sistema, este
transmite los datos, pero no llegarán a ser información hasta que no
sean percib idos por el receptor. Una vez que se integren en el cono-
cimiento ya poseído por el receptor, y tras haber solucionado su
incertidumbre, se convertirán en conocimiento. 39
La información se alcanza realmente desde el conocimiento,
que no puede entenderse sin la intervención de los factores subjetivos.
La persona interpreta la situación que da sentido al conocimiento a
través de sus creencias, intuiciones, valores, suposiciones, etc. Es
este un concepto de información protagonizado por el usuario, que
orienta su conocimiento dentro de una realidad científica y vita l en
proceso de cambio continuo. La información que le llega le sirve
para situarse mejor y matizar el conocimiento sobre la rea lidad que
le rodea. El conocim iento es información d igerida, que puede usarse
en la vida, para investigar, para el ocio, personalmente o en los
negocios. Por ello, su valor es persona l de acuerdo con lo captado
y sentido en un lugar y momento determinados.
43 1
Esta conceptua lización parece ganar terreno en los estudios de
nuestra especia lidad, en los que ya han empezado a desarrollarse
aplicaciones experimentales. Este hecho no impide que continuemos
preguntándonos, junto a Vickery, cuánto tiempo transcurrirá antes
de que podamos hacer aplicaciones realistas en sistemas de recupe-
ración de la información. 40 Mientras tanto, ir comprendiendo cuá l es
el objeto al que nuestras disciplinas atienden es dar un paso adelante.
Las propuestas teóricas sobre información muestran posiciona-
mientos muy distintos. Tras esta breve revisión, alcanza mos unas con-
clusiones de carácter general que las sistematizan en cuatro grados:
45 1
indispensable para almacenar, tratar y difund ir los discursos humanos
por encima del tiempo y de la distancia.
Históricamente, los documentos han sido preferentemente de
tipo textual. Los registros escritos han sido desde la antigüedad los
documentos más fami li ares: libros, manuscritos, diarios, revistas y
miles de papeles de carácter público o privado. Hasta ta l punto se
había convertido el original docere en prueba escrita de algo, que
el concepto de 'texto' monopolizó la descripción física de la infor-
mación; y eso que el término «documento» había ten ido, curiosa-
mente, un origen etimológico que significaba tan solo información
moral, conceptualización enseñada y aprendida.
La unicidad del concepto diplomático de documento empezó a
romperse en el siglo x1x. Entonces, la tecnología de la Revolución
Industrial generó múltiples formas informativas. Si los bibliógrafos
fueron conscientes de los límites estrechos de la información fijada
solo en impresos, sus sucesores documentalistas entendían como
documento cua lquier modo de información registrada y apta para
la recuperación. Otlet consideraba . documento a cua lquier fuente
de información física que comunicase inscripciones, imágenes, soni -
do, texto, objetos con indicios de intervención humana, creaciones
artísticas, inclusive materiales naturales. 45 De inmediato, la amplitud
del concepto pasó a limitarse contextua lmente en dependencia de
una observación voluntaria y metódica, tal como proponía Suzanne
Briet al comparar como ejemplo de documento un an imal libre en
su hábitat y el mismo anima l cautivo en un zoo lógico. De esta forma
se consideró como portadores de información documental incluso
a los seres vivos, con la condición de que fuesen objeto de descripción
y de estudio. Pasó así a entenderse por documento toda indicación
concreta o simbó lica, preservada o grabada, para reconstruir o pro-
bar un fenómeno, ya sea físico o mental. 46
Hasta que aparecieron los documentos electrónicos y digitales,
que supusieron una nueva revolución en el concepto y la variedad
de significantes, ha sido común definir el documento mediante estas
características:47
146
• objeto que contiene información;
información registrada en forma permanente; e
• información accesible, comunicable y que puede tratarse.
471
que maneja, va efectuando constantes saltos desde los indicios al-
macenados en la memoria, a l modelo de situación y al documento.
De este modo, la información se hace auténticamente accesible.
148
La primera gran revolución tecnológica de la información, tras
la escritura y la imprenta, consistió en microfotografiar los textos. La
utilización masiva de la microfotografía se dio en torno a la segunda
guerra mundial. Se pensó que por su bajo costo de producción,
difusión y almacenamiento era la solución ideal para frenar el cre-
cimiento desmesurado de la información. Desde una perspectiva de
ap licación de esta técnica, nos encontramos con que para acceder
la lectura de textos microfotografiados se requiere de un equ ipo
especial. Son muy difíciles de enmendar y solo son consultables
cómodamente por un lector. Su aparición realmente solucionó pro-
blemas de almacenamiento, pero no de acceso a la información
conten ida en los documentos.
Los ordenadores han introducido en los sistemas de información
una perspectiva totalmente nueva en sus funciones y procesos. Esto
se produce gracias a que los ordenadores son máquinas de proce-
sar la información, cuyas operaciones lógicas tienen en la sociedad
actua l el valor que en épocas anteriores tenían los productos gene-
rados por las máquinas cuya finalidad era el movimiento y la ener-
gía. Si aquellas máquinas transformaban la energía a lmacenada en
movimiento o transferían la energía desde una forma a otra, los
ordenadores transforman las entradas de información en sa lidas de
información mediante operaciones lógicas. Aque ll as servía n a una
sociedad cuya riqueza principal venía del sector productivo industria l,
pero ahora los ordenadores mueven un mundo en el que la infor-
mación se ha vuelto el sector preferente, hasta el punto de determinar
la denominación de nuestra época como sociedad de la información.
Desde la Antigüedad, la escritura ha sido el canal común por el
que se han representado los documentos. La escritura y el resto de
canales empleados para transm itir información registrada tienen que
ser incluidos en la categoría del sign ificante, pues materializan el
conten ido, el significado de los documentos. 50 El ordenador, con su
software y los datos que procesa, es otro modo de representar mate-
rialmente la información. Por eso, su intervención se encuadra dentro
de la categoría del significante y, por ello, de las tecnologías que
48 1
hacen posible los procesos mediante los que nos informamos. Los
ordenadores perm iten a los sistemas de información procesar los
documentos y los datos destinados a informar a los usuarios.
El ordenador ha modificado la producción de documentos, ha
creado nuevos tipos de documentos y nos ha conced ido nuevas
posibi lidades de acceso. Su participación es definitiva en los métodos
de aná lisis documental, tanto físico como de contenido, y en la
gestión de los sistemas de información. El ordenador es eficaz en
extremo para la gestión exacta y rápida de grandes magnitudes de
información, así como para implantar nuevos sistemas de organ iza-
ción y gestión de la información, bases de datos y bases de conoci-
mientos. Es el apoyo permanente del profesiona l para a lmacenar y
recuperar la información. N inguno de los procesos técnicos o pro-
fesionales pueden considerarse en la actualidad sin la participación
intermediadora de las tecnologías automatizadas.
Los ordenadores han generado incluso una tipología documental
nueva. Se trata de los datos, registros procesados que conforman el
soporte más común de algunos sistemas de información. Este objeto
es tan portador de información como las piezas de un museo, pues
ambos son una base para informarse y se someten a recepción
sensorial; son seleccionados, a lmacenados y recuperados. Junto a
los datos, las tecnologías informáticas y de las telecomunicaciones
han permitido la aparición de los documentos en soporte multimed ia.
La rea lidad de ambos ha cobrado ta l fuerza que las tecnologías que
los generan y transm iten parecen poner al alcance de la mano la
aspiración de controlar la información existente de manera exhaus-
tiva, pertinente y rápida. La intervención de las tecnologías informá-
ticas se ha hecho imprescindible a la hora de cumplir las funciones
de cualquier organización documental:
lso
(5) con rapidez de uso, y
(6) para aud iencias masivas.
511
electrónicos puedan ser impresos, películas, sonido y grá-
f icos al mismo tiempo. 52
• Los documentos multimedia se graban mediante codificación
binaria: cadenas de ceros y unos, sea cual sea su soporte
físico.
• Se difunden por las redes al instante, con lo que habilitan
audiencias dispersas y múltiples para acceder a ellas simul-
táneamente y a distancia, superando así los límites espacio-
temporales.
• Acceso y posesión, préstamo y venta se convierten en sinó-
nimos con los documentos electrónicos.
• Su alta recuperabilidad perm ite búsquedas aleatorias e
interactivas, con una velocidad de respuesta independiente
de la cantidad de información del espacio de búsqueda.
• Al no tener existencia física propia fuera de la máquina
que los recupera, se hacen fehacientes en la panta lla donde
se imprime.
• Ofrecen alta densidad de a lmacenamiento en relación con
el volumen o espacio.
• La circu lación de los documentos no implica necesariamente
desplazamiento de objetos físicos sino, tan solo, movimientos
de bits.
• El costo de producción es muy bajo e independiente del
número de consumidores.
'
En un contexto bibliotecario en el que el interés se cifra en el
acceso a los conten idos, el documento digital, su posible acceso
remoto y fáci l transferencia, presenta unas evidentes venta jas. Las
bib liotecas seleccionan una o varias copias entre las tiradas de co-
pias idénticas de cada edición. Cada copia goza del mismo valor
informativo. La identidad de las copias se asegura desde la ap lica -
ción tecnológica de la imprenta, primero, y de la fotocopia, des-
pués. Antes de la imprenta, los copistas dejaban su impronta parti-
cular en los manuscritos. Buckland piensa que la llegada de las
cop ias electrónicas puede hacer regresar la situación hacia la era
del manuscrito, pues puede haber múltiples copias que no sean
idénticas y cuya relación se vuelva poco clara. 56 Ahora bien, desde
el punto de vista del documento de archivo, la prob lemática se
complica, ya que, en el documento administrativo, la fiabilidad e
integridad formal y de conten ido son fundamentales.
En un proceso documental en el que toman parte documentos
digitales, no solo cambia el soporte sino, también, lo hacen el cana l,
el cód igo y la organización de la información. La nueva situación
tecnológica ha aportado cambios no so lo en la producción y en la
tipología de los documentos, también en las posibilidades de acceder
a la información de forma más eficaz y adaptada al usuario concreto,
y en la distribución de funciones entre creadores y usuarios de esos
contenidos.57 Por lo tanto, la naturaleza del mensa je se modifica, y
al variar estos elementos también se transforman la actividad y acti-
tud del emisor y del receptor. De forma que estos documentos supo-
nen mucho más que un nuevo soporte: generan una nueva manera
de organizar y transmitir la información, e implican un tipo de interre-
lación diferente con el usuario. Desde una perspectiva social y polí-
tica podemos percibir la preferencia por los discursos plurales y su
J54
interconexión, admitiendo que todos los discursos son abiertos y
cambiantes, y que la autoridad fija de un único discurso debe irse
olvidando. Fuera del ámbito científico-técnico, cada lector tiene a
su alcance la reformulación de cualqu ier discurso desde sus valores
y preferencias.
2.7. Recapitulación
Hemos podido observar hasta aquí el amplio uso del término «infor-
mación», principalmente para referirse a l proceso a través del cual
los hombres y sus sistemas se interfieren. La información está pre-
sente en toda actividad humana. Las personas, durante la vida, con-
tinuamente adquieren y procesan información. A lo largo del pasado
siglo, d iversas razones llevaron a los científicos a profundizar en el
concepto de información. Entre ellas, el propio incremento de la
actividad científica, el desarrollo rápido de la tecnología y el largo
periodo de paz que ha elevado el consumo de información. De tal
forma que la comprensión de la información ofrece diferentes puntos
de vista: 58
47
Coinciden de manero aproximado en señalar estos rasgos lo propio defi-
nición antes comentada de Briet, junto o las de MIHAILOV, A l.; A l. CHERNII
y R. S. Gu1L1AREWSKY. Fundamentos de lo Informático. 2 vols. Moscú-lo
5SI
Habano: Nouko- lnstituto de Documentación e Información Científico y
Técnico, 1973, p. 79.
48
Se corresponde con lo estructuro profundo de Chomsky, cuyo representa-
ción superficial está en los rasgos de expresión y los materiales en que
estos se fijan. Véase CHOMSKY, N. Estructuras sintácticos. México, D. F.:
Editorial Sig lo XXI, 1975, pp. 162- 163.
49
Véase BuCKLAND, M. lnformotion ond lnformotion Systems. Nuevo York:
Greenwood Press, 199 1, p. 73 .
50
WARNER, J. «Sem iotics, Informo/ion Science, Documents ond Computers».
Journol of Documentotion, vol. 46, n.º 1, 1990, pp. 16-32. Desde uno
perspectivo semántico, pienso que un documento es lo expresión de un
contenido, que solo lo actividad mental de un intérprete es capaz de
relacionar y de concederle, por tonto, un significado. Lo escrituro apare-
ce así como un sistema de signos incluido en la categoría del significante.
Este se soporta sobre alguno formo material.
51
NEGROPONTE, N. El mundo digital . Barcelona: Ediciones B, 1995, pp. 27-
28 .
52
Lo accesibilidad consiste en lo inmediatez del acceso, en la falto de nece-
sidad de aparatos intermediarios para la lectura de los documentos. Es lo
cualidad del impacto directo que posee el soporte impreso comparado
con el soporte digital. J. HAGEN. «The Electronic Journa l: is the Future with
us?». En B. Cook (ed.). The Electronic Journol: the Future of Seriols-Bosed
lnformotion. Nueva York: The Haworth Press, vol. 3, 1992, pp. 14- 15.
53
Amplían lo expuesto en MOREIRO, J. A. «La industrio de los contenidos en
la Sociedad de lo Información: ventajas e inconvenientes paro su difusión
y control». Fénix. Revisto de lo Biblioteca Nocional del Perú, vol. 42, 2000,
pp. 7-8.
54
SCHAMBER, L. «What is o Document? Rethinking the Concept in Uneasy
Times». Journol of the American Society for lnformotion Science, vol. 47,
n. 0 9, 1996, pp. 669-67 1.
55
Su permanencia es imprevisible, pues dependen en tal manera de la tec-
nología utilizado paro su creación, que el envejecim iento de esta se con-
vierte en un grave problema poro su preservación y mantenimiento. La
vida del soporte, su durabilidad, no depende tonto en los documentos
digitales de lo conservación de su soporte físico como de lo duración
lógica o posibilidad de acceso a la información digital.
56
BuCKLAND, M. Library Services in Theory ond Context. 2.º ed. Nuevo York:
Pergomon, 1988, p. 22.
57
Véase, en el capítulo 4 .5.5, «Los enloces hipertextuoles».
58
DEBONS, A.: E. HORNE y S. GRONENWETH. lnformotion Science: An lntegroted
View. Boston: Hall, 1988, p. 1.
¡so
3. Los sistemas de acceso
y recuperación de la información
I B2
de la Información se aprecia, entonces, como procesamiento y re-
presentación de la información.
En este proceso comunicativo, la figura del profesional de la
información se yergue como eje esquemático. Su misión es poner
en disposición de consulta los recursos informativos existentes: tiene
que controlar las existencias documentales bajo la perspectiva del
análisis y la preparación de los documentos hacia su comunicación
real. Para ello dispone de un instrumental teórico (los modelos ana-
líti cos y lingüísticos) y de unas herramientas tecnológ icas que le per-
miten convertirse en un intermediario de la información, de presencia
necesaria para que el mensaje llegue a su destino. Pero, general-
mente, no actúa como autor de contenidos sino como un viabilizador
práctico de la comun icación científica.
Los sistemas de información son, precisamente, las organiza-
ciones encargadas de proveer la información y de hacerla utilizable.
Desde que la información se genera hasta que se alcanza su uso se
dan muchos pasos. Un sistema de información es la intervención
artificial que permite a los usuarios acceder a la información, reali-
zando cada uno de esos pasos. Pri mero, los autores elaboran docu -
mentos que se publican, distribuyen, almacenan y recuperan . Lue-
go, sobre los contenidos de los documentos se efectúa un análisis
(ind ización, resumen, cata logación, etc.) que, a su vez, se almacena,
prepara, pub lica, difunde y recupera. Los sistemas cana lizan la in-
formación desde las fuentes a los usuarios facilitando los originales:
libros, artícu los, cartas, conversaciones, lecturas, películas, discos,
etc.; y solo estará n en condiciones de hacerlo si cuenta n con medios
de produci r o recibir, distribuir, almacenar, analizar, procesar, referen-
ciar y recuperar los mensa jes que los originales contienen. Esta fun-
ción intermediadora y de acceso es la que mayoritariamente cumplen
los asesores, bibliotecarios, archiveros, consultores, documentalistas
y traductores. Todo sistema es, pues, una organización (por tanto,
constituida por personas, procedimientos, materiales y equ ipo) que
tiene re lación con alguna o varias de las funciones anteriores.
3.1. Fundamentos de los sistemas de acceso
y recuperación de la información
En la actuación de los sistemas hay siempre una intención de control
y acceso a la información, y unas tareas de procesamiento. De la
información existente se derivan nuevas formas de información y su
forma de representarla. El trabajo profesiona l tiene que ver con el
desarrollo, operatividad y gestión de sistemas de información de
cualquier tipo, mediante el empleo de toda clase de técn icas y tecno-
logías por las cuales puede transferirse la información. Si miramos
los sistemas desde el punto de vista de quien quiere informarse, solo
es de nuestro interés la búsqueda y recuperación intencional de
información a lmacenada. En su obtención, intervienen procesos de
selección, adquisición, preparación y recuperación de la información,
que se plasman en cada uno de los sistemas concretos: archivos,
bases de datos, bib liotecas, documentación administrativa, media-
tecas, museos y sistemas de gestión de la información. Todos ellos
persiguen facilitar la difusión de la información y ponerla al servicio
de quien desee alcanzarla.
Los sistemas basados en la recuperación coleccionan ordena-
damente significantes informativos, documentos muy variados en
forma y contenido. Los documentos son los objetos materiales a
manejar, procesar y gestionar, por lo que cualquier sistema implica
uno organización, unas aplicaciones técnicas y una política de de-
sarrollo, con las siguientes funciones principales:
164
Las propuestas de Otlet sobre organización documental fueron
aceptadas primero por Gerard y, desde él, llegaron, mucho tiempo
después, a Vickery mediante los trabajos de Besterman y Taube. Jean
Gérard propuso que el ciclo documental acoge «en una mano la
producción, clas ificación y conservación de los documentos, y en la
otra la elaboración, difusión y utilización de esa documentación». 1
Este ciclo concierne por igual a los autores, editores, archiveros,
bibl iotecarios, conservadores de museos y colecciones, y documenta -
listas. La Documentación se interesa por todo tipo de documentos:
manuscritos, libros, revistas, patentes, impresos, fotografías, películas,
discos y materiales de colecciones y museos, poniéndolos al servicio
de la vida artística, literaria, científica y académ ica, técnica, econó-
mica y social.
Creemos que Besterman y Taube recogieron esta propuesta y la
revital izaron con miras más amplias. 2 Hubo un gran sa lto en el tiempo
hasta que Vickery retomó el concepto en 1978, sin grandes variacio-
nes sobre los términos emp leados por Besterman. Vickery se situaba
en la línea del Journal of Documentation, orientada a dar a la transfe-
rencia de la información documental un valor cada vez más impor-
tante en todos los procesos sociales de comunicación. Tomemos en
cuenta que la transferencia de información documental juega un
papel cada vez más importante en todos los procesos sociales de
comunicación. De allí que el planteamiento de Vickery acoge concep-
tos fronterizos, proven ientes del mundo de la Biblioteconomía (Ranga-
nathan), de la información científica (Line y Fairthone) y de teoría de
la comun icación social. 3 Puesto que Vickery deseaba llevar a los
especialistas a comprender los principios teóricos antes que la práctica
de ap licación, se dispuso a expl icar esos principios por comparación
con la Biblioteconomía, a la que consideraba superada. De este modo,
la práctica documental se atiene, para Vickery, a tres principios: 4
(1) Normas de buen arte, que expresen los fines hacia los que
tenderán los procedimientos;
65 1
(2) conceptos claves de significación para el sistema , que
nos ayudarán a anal izarlo y comprenderlo (acceso a la
información); y
(3) generalizaciones sobre el comportamiento de los elementos
del sistema (factores estructurales) .
[ss
(4) Hay que evaluar la ejecución de los servicios. Otro ele-
mento de capital importancia es el tiempo que dura el pro-
ceso seguido por un documento hasta que llega al usuario,
que obtiene los documentos publicados, difundidos, pro-
cesados, localizados y encargados. Un servicio rápido exige
mayor esfuerzo de los elementos del sistema.
(5) Los principios y prácticas de la Documentación y de la
C iencia de la Información se han transformado debido a
que la biblioteca es un organismo en crecim iento, y esto
está más que demostrado en especia l desde la explosión
informativa. Esta transformación se ha dado, sobre todo,
tras la potencia creadora y difusora de Internet. Ningún
servicio de información puede descuidarse ante esta ex-
pansión. Tampoco puede enfrentarse individualmente al
crecimiento informativo, por lo que está obl igado a tener
una actitud de cooperación, dentro de algún proyecto de
acción coordinado.
Si queremos emp lear técn icas a tono con los contextos de uso,
necesitamos entender profundamente las características de la trans-
ferencia de información. El acceso a la información necesita deter-
minarse de forma distintiva, tal como planteó Maurice Line en su
declaración de principios, formu lada mediante el conocido: «need,
want, demand and use», 6 en el que:
IBB
3.2. A soportes variados. diferente tipo
de sistema
ss l
(1) materialidad del mensaje: grabado o fugaz;
(2) tipo de audiencia: individual o colectiva;
(3) distribución de los usuarios: concentrados o dispersos;
(4) distribución de las fuentes: concentradas o dispersas;
(5) estructura de la adquisición, a lmacenamiento y acceso:
centralizadas o descentral izadas;
(6) orientación, gustos, deseos y tendencias de los receptores;
(7) tipología de los documentos suministrados de acuerdo con
su contenido: documentos originales, referencias, datos,
directorios;
(8) medio util izado para la difusión: oral, grabado, en línea; y,
además,
(9) la función, como criterio múltiple consistente en :
(9.1) registrar la información que identifica a los documentos
o a los datos en algún tipo de testimonio documental;
(9.2) adquirir y coleccionar los recursos de información;
(9 .3) analizar, describir e indizar los documentos;
(9.4) almacenar los documentos o los análisis;
(9.5) recuperar los documentos o los análisis;
(9.6) procesar los documentos adquiridos o recuperados:
traducirlos, evaluarlos, entre otros; y
(9. 7) difundir y distribuir los productos de información .
11 1
El tratamiento por el que se representa la información re levante
de un documento aparece como el principa l factor del acceso a la
información. Las actividades que derivan representaciones de la in-
formación del original de partida incluyen todo tipo de sumarios y
descripciones de conten ido, sobre todo med iante los índices y los
resúmenes. Pero dentro de la derivación de información se incluyen,
tam bién, actividades de acceso físico, como la reprografía y la me-
diación de telecomunicaciones, que faci litan llegar hasta el original
o hasta copias suyas, así como aquellas de acceso fís ico que nece-
sitan del procesamiento intelectual, como la transliteración y, espe-
cialmente, la traducción .
Los archivos, las bibliotecas, los museos y el resto de sistemas
tienen como función social servir la memoria de los hechos y activi-
dades humanas. La Ciencia de la Información actuaría como función
de acceso y de uti lización, tendente siempre a la sa lida conveniente
de la información de acuerdo con las necesidades de utilización de
esta. La función documental se entiende como método resolutivo
entre las demandas propuestas y el contenido de los documentos
que pueda satisfacerlas. La Ciencia de la Información supone una
serie de actividades entre la producción del documento y el uso que
se haga de él. Esas actividades están destinadas a colocar cada
documento en contacto directo con el interesado, a través de su
inmediata identificación, resumen, aná lisis, correlación e, inlcuso,
el ofrecimiento del texto íntegro. La información puede estar conte-
nida en material manuscrito, impreso o audiovisua l, depositada en
una biblioteca, archivo o centro de documentación: la tarea del
documentalista consiste en saber emplear técnicas paro rac ionali-
zar ese flujo, reun ir informaciones afines y hacerlas lo más accesibles
posible. Ahí queda definida la función documental: re unir, conser-
var, ind izar, resumir, posibi litar la consulta y d ivu lgar las fu entes de
investigación.
112
3.3. Biblioteca y acceso digitalizado
a la información
176
o modelo sobre el que se sustentaba el funcionamiento de la biblio-
teca. Es inútil pretender definir la biblioteca a partir del soporte de
los materiales que colecciona, pues, desde las tablas de arcilla has-
ta los discos DVD (pasando por papiros, pergaminos, impresos, ce-
luloide, cintas magnéticas, etc.), las bibliotecas no han rechazado
ningún medio portador de documentos, ni se han aferrado a uno de
ellos como único objeto de su atención.
Ahora, si a lgún organ ismo se ha adaptado a la situación digital,
no cabe duda de que ha sido la biblioteca junto a l resto de sistemas
de información que podemos acoger bajo este nombre generalizador.
Con sus procesos, perfectamente estructurados durante sig los, han
sabido sacar ventaja de lo favorable y superar los inconvenientes
que la red plantea. Podemos sentir que hemos pasado del «todo
está en los libros» al «todo está en la red», pues mediante su concur-
so estamos alcanzando el viejo mito de los bib liotecarios de llevar
hasta los usuarios todo el conocimiento documentado. 15 Se está
haciendo rea lidad la aspiración manifestada por Theodore Nelson
en Xanadú: disponer de una ilimitada red de información, accesible
a l instante, donde se guarden y desde donde se difundan todos los
contenidos del saber humano. 16
Como recurso informativo, Internet es similar a una bib lioteca
sin libros que recoge la más variopinta información de todo el mundo.
Es la nueva biblioteca de Alejandría. Estamos en el camino de co-
leccionar digitalmente todo el conocimiento humano y de hacerlo
llegar a todo tipo de personas. En esta biblioteca universal, caben
también los documentos preexistentes. Para poder usar esta mezcla
de recursos, las bib liotecas deberán o lvidar la dependencia de cual-
quier soporte, pues lo que les interesa es satisfacer las demandas, y
esto se logra con la selección y d ifusión adecuadas de los recursos
de acuerdo con sus contenidos. Se alcanza así la auténtica coope-
ración internacional a l momento de crear y de intercambiar tanto
los registros bibliográficos como los origina les multimedia . La aper-
tura de los depósitos de información a la web ha facilitado el acce-
so a los documentos comp letos y a todo tipo de información:17
• las puertas de la ciencia son mayores para los especialistas
pero, tamb ién, para el públ ico en general, pues resulta
relativamente sencillo y barato acceder a toda información
situada en la red;
• el conocim iento y los datos se comunican con mayor
rapidez; y
• el intercambio de ideas y el flujo de información entre los
especia listas es más fácil. Además, no existen restricciones
para que cualquier persona coloque toda la información
que estime conveniente en la red.
178
un sistema de catalogación automática, que una década después
pasó a gestionar automáticamente las colecciones, en especial la
adquisición y el préstamo, y que en la última década del siglo pasado
empezó a gestionar propiamente la información: bases de datos,
recursos web, OPAC y revistas, entre otros.
El fin de las bibliotecas continúa siendo el acceso referencial y
el uso material de los documentos. Y así debe ser, por más que a la
nueva situación se le haya buscado definir con nombres como biblio-
teca digital, biblioteca electrónica, biblioteca sin paredes, biblioteca
virtual, e incluso con el nombre más adecuado de biblioteca híbrida,
en alusión a la colección mixta que manejan. 20 En ella encuentran
para lelismo las rutinas propias de una biblioteca tradicional: la adqui-
sición de los materiales previa a las demandas de los lectores; la
custodia; el préstamo interbibliotecario; y la creación de instrumentos
que identifiquen y loca licen las diferentes materias y temas. Por el lo,
se continúa necesitando la ayuda de un profesional y de herramientas
que guíen a los usuarios hacia las existencias que buscan, así como
de un orden lógico en la disposición de los fondos. 21 Los documentos
en papel y las publicaciones digitales deberán cohabitar por largo
tiempo, por lo que están llamados a seguir los mismos ob jetivos. Sin
embargo, algo está cambiando desde hace más de una década. Las
bibliotecas, valiéndose de las redes, han roto las amarras con la anterior
tarea principa l de conservar la información y, sin duda, se dirigen
hacia la difusión y la cooperación. Los nuevos depósitos (servidores)
facilitan la ubicuidad ilimitada en el acceso y la difusión, en función
del lugar en el que esté el usuario. Debe destacarse la integración de
recursos informativos en soporte electrónico a la que cada vez más
tienden las bib liotecas. Es algo que viene de le jos, pues las bibliote-
cas en el sig lo XIX adquirieron, además de las revistas científicas con
información original, las revistas de referencias con información se-
cundaria, que permitía identificar los artículos de interés para el
usuario y luego localizarlos en las colecciones de la propia biblioteca.
La diferencia es que hoy ambas operaciones se realizan casi simul-
táneamente y la colección de acceso es prácticamente ilimitada.
78 1
Vemos como la biblioteca ha pasado a ser un ente híbrido, sin
o lvida rse de sus funciones tradiciona les:
lso
tiende al acceso a los recursos en red, más que a los
materiales almacenados en el centro. El mismo catálogo
de biblioteca se ha vuelto una herramienta para descu -
brir recursos en línea. En consecuencia, las referencias
bib liográficas se están ampliando hacia recursos no bi -
bliográficos como referencias a personas, organizaciones
y conjuntos de datos.
(4) Para mantener la competitividad, la cooperación resu lta
primordial. Con un solo ejemplar se pueden satisfacer nece-
sidades de información de origen disperso, gracias a que
la red difunde los recursos por todas partes.
(5) Se observa que, con frecuencia creciente, la interactividad
con el usuario se suele establecer a distancia (desde el
ordenador), en preferencia sobre el acceso persona l.
184
Es muy próxima y grande la relación existente entre la Archivística
y la Ciencia de la lnformación. 35 Archivo y biblioteca, por encima
de los tipos de documentos manejados, coinciden en adquirir, con-
servar y difundir información documentada, y en hacerlo de forma
ordenada, efectiva y rápida. Desde luego que la administración de
los arch ivos, por su origen, su carácter básico y el uso primario de la
información, exige que apli quemos principios y técnicas diferentes
de aquellos que se han desarrollado para la gestión de otros mate-
riales documentales. Si comparamos las funciones documentales
propias de una biblioteca y de un archivo, sin duda, las mayores
diferencias las encontraremos en el proceso de selección: los archi-
vos, que tienen su origen inmediato en actividades administrativas,
son creados y desarrollados como consecuencia del comportamiento
en las actividades propias de una institución, en la cual aparecen
como acumulación natural de materiales documentales. Los fines
de la bibl ioteca son culturales y científicos, mientras que, en el ar-
chivo, son administrativos y jurídicos y, a largo plazo, históricos. El
documento de la bibl ioteca instruye; el del archivo, además de in-
formar, prueba. 36 Arch ivo y biblioteca tienen en común la finalidad
informativa (al propio autor de los documentos, a los ciudadanos, a
los organ ismos de la adm inistración, a los investigadores) y los tipos
de documentos que manejan, a veces muy parecidos. Esta compa-
ración puede cerrarse diciendo que:
85 1
A causa de su origen, los fondos reun idos en los archivos se carac-
terizan por mantener el orden original en que fueron compilados.
La procedencia condiciona también la actividad de los archiveros,
pues, al no poder controlar los materiales que eligen, centran su
responsabil idad en la valoración, la selección y el expurgo.38 El ca-
rácter de los archivos es orgánico, ya que la identificación de los
temas que pueden contener muestra dependencia directa de las
relaciones fu nciona les y organizativas con el cuerpo total de la do-
cumentación custod iada . Los materiales que conforman sus fondos
suelen ser inéditos y se dirigieron, en primera instancia, al cump li-
miento de propósitos funcionales. El origen-adquisición de los fon-
dos de un archivo presenta las siguientes ca racterísticas:
IBB
carácter propio de los archivos, los principios y técnicas que marcan
su ordenación y descripción son necesariamente diferentes de aque-
llos otros empleados, por ejemplo, en la clasificación y cataloga-
ción de los materiales bibl ioteca rios. Los archivos contienen infor-
maciones de diversos valores y, si no son adecuadamente tratadas,
no serán capaces de responder a las indagaciones formuladas por
los usuarios. El crecim iento de la producción documental imposibi-
lita al investigador el conocimiento directo de todo su universo in-
vestigado. Precisa mente, la dificultad que supone el incremento co ns-
tante de información en algunos arch ivos puede llevar a la pérd ida
de visión de estos como medio de comunicación, con lo cual el
archivo estará muerto, pues no tendría valor. La distancia que separa
esa situación del proceso de eliminar físicamente los documentos es
mínima.
Resulta básico para la preservación del carácter oficial y legal
de los archivos, y de sus relaciones internas como cuerpo orgánico
de documentación, el principio según el origen, es decir, mantener
los cuerpos naturales de arch ivo de acuerdo con la d ivisión admi-
nistrativo-fun cional del organismo a l que pertenecen, y dentro de
cada división grupal preservar el orden origina l. Este principio bási -
co y las técnicas desarrolladas para su aplicación ponen orden en
todos los niveles del archivo: en el repositorio, los g rupos de docu-
mentos, los subgrupos, las series, las unidades de archivo y, dentro
de estas, en el nivel temático. Son productos de este proceso descrip-
tivo, como ayudas para la local ización genera l, las guías que des-
criben todo el archivo o algún sector del mismo; los inventarios o
índices, listas descriptivas de los documentos por series o, por parte
de estas, dentro de un sector especial; y los extractos o resúmenes
individuales de documentos ordenados cronológicamente (razón por
la cua l en el mundo sa jón aceptan el nombre de calendarios). En
este sentido, actúan también como ayuda los catálogos, listas espe-
cia les y registros de localización .
Los arch iveros cumplen una misión esencial: custodiar los docu-
mentos pertinentes y hacerlos accesibles para cualquier consu lta .
87 1
De allí que la principal actividad de un archivero es facilitar la difusión
de los documentos en condiciones que satisfagan a los usuarios.
Además se supeditan a esta actividad la custodia, restauración y
organización de documentos.
Las empresas y el Estado producen cada vez más documentos,
variados por su especie y por su conten ido, cuya información es
vál ida para solucionar cuestiones técnicas, científicas, industriales,
económicas o lega les. El problema de muchas instituciones es saber
qué documentos necesitan y cómo consultarlos. Ante el volumen
creciente de documentos se han buscado soluciones para orientar
los servicios documentales de las instituciones o para reestructurarlos.
Así, se ha vue lto frecuente mencionar la «burótica» o la «ofimática»,
o hablar de «oficina inteligente», términos todos que destacan la
mecanización de los procesos en las áreas de gestión y de oficina.
I BB
Los lenguajes de marcado y de representación del contenido
de los documentos también han llegado a los archivos. Existe un
grupo de trabajo sobre EAD (Encoded Archiva/ Description), utilizado
especialmente para representar la información de los documentos
de archivo con la final idad de garantizar su intercambio electrónico
normalizado. 42 EAD es en real id ad una DTD de XML. 43 Lo más no-
vedoso consiste en definir las DTD de XML para representar una
estructura de campos a fin de poder definir un tipo documental de
archivo en un formato compati ble con la web.44
Finalmente, deberíamos considerar la nueva realidad de los
archivos electrónicos, es decir, los generados directamente sobre
soporte electrónico, la oficina sin papeles. 45 El mejor medio para
asegurar la fiabilidad y la autenticidad de los documentos infor-
máticos es incorporar reglas de procedim iento al sistema documen-
tal que existe en una organización. Estas reglas deben reforzar las
relaciones entre los documentos que forman un fondo documental y
que permiten agruparlos en exped ientes. Resulta fundamenta l basar
e~ el concepto de exped iente o dossier temático la gestión de los
documentos informáticos. Asimismo, es necesario que la gestión de
los componentes informáticos y no informáticos del sistema sea inte-
grada. Esto sign ifica que se deben aplicar las mismas reglas y pro-
cedimientos a toda la documentación, esté en soporte informático
o en cualqu ier otro soporte, y que es necesario que se disponga de
herramientas de descripción y de control comunes a todos los so-
portes documentales.
La localización física de los documentos informáticos es aleatoria,
de modo que la clasificación es la única forma de relacionar dichos
documentos. Los documentos d igitales (compuestos, distribu idos y
dinámicos) no pueden ser conservados como ta les más que a partir
de la clasificación, que permite relacionar intelectualmente las dis-
tintas partes del documento. Esta clasificación debe ser automática,
a partir del cuadro de clas ificación corporativo introducido en las
reglas de procedimiento del siste ma. El segundo paso para facilitar
la localización de los documentos informáticos es incorporarles la
ss l
descripción de su contenido, estructura y contexto. Pero, puesto que
el soporte físico se puede disociar del documento informático, para
incluir la descripción no basta con identificar el soporte: debemos
añadir la descripción al código del documento. Mediante los
metadatos se puede recoger el contexto completo de creación y de
utilización de los documentos informáticos, que incluye:
Isa
lnformation Analysis, que permite identificar los factores críticos de
los que depende el éxito organizativo y su plasmación en la planifi-
cación de los sistemas de negocio corporativos. 50
Los responsables de d irigir organizaciones grandes y complejas
dependen de la información para conocer qué pasa, cómo y hacia
dónde caminan las cosas. Dentro de las actividades profesionales
del documentalista se encuentran aquellas ejercidas dentro de un
«sistema integrado y automatizado para proveer la información que
sostenga las funciones de operatividad, gestión y toma de decisiones
en una organ ización». 51 Los datos que se manejan son sobre todo
fechas, nombres, códigos, cuentas-cálculos y números de identifi-
cación. Estos, a la vez, se mezclan con datos y documentos propios
de cualquiera de los otros sistemas de información.
La información se comprende como un factor económico deci-
sivo. Desde esta perspectiva, debemos contemplar los sistemas de
gestión de la información como una superación de la tradiciona l
orientación al suministro de información exclusiva para las necesi-
dades científicas, pasando .ahora a ofrecer información científica,
tecno lógica y económica útil para las sociedades, sin duda, como
reflejo de la importancia primordia l que la información tiene en el
desarrollo científico, técnico y económico. La C iencia de la Informa-
ción se ve así implicada en los problemas de transmisión del cono-
cim iento y de decisión que «se plantean para todo tipo de organiza -
c ión, tanto privadas como púb li cas, grandes, med ianas o
pequeñas». 52 Con esta trascendencia informativa, la documentación
se ha comprometido con la respuesta a las necesidades de informa-
ción de la gente que trabaja en una empresa o compañía, e incluso
a exp licar cómo funciona esa entidad. El servicio de información de
una empresa actúa como puente entre el mundo de la información
y las necesidades de los usuarios de documentación en la empresa .
Desde los años ochenta, la importancia dada a la gestión de la
información ha ido determinando la consolidación de la figura del
oficia l principal de información (OPI) en los departamentos de gobier-
no y en las grandes organizaciones de los países occidentales, figura
mi
que ha venido dando paso, como puesto de alta gestión, al oficial
principal de conocim iento (OPC), a medida que se ha producido la
transición desde la gestión de recursos de la información hacia la
gestión del conocimiento, hecho que ha coincidido con el creciente
reconocimiento de este como fuerza conductora para el desarrollo
social. 53
El reto que se plantea a los profesiona les de la información es
gestionar el llamado archipiélago de los servicios de información,
frase que sintetiza la frecuente dispersión que presentan las activida-
des de información en las organizaciones y que causa problemas
administrativos y de gestión. 54 De forma para lela, el profesional de
la información deberá desarrollar habilidades de gestión relacionadas
con la definición de objetivos del propio sistema de información del
que es responsable, con la aplicación eficiente de la tota lidad de
recursos puestos a su disposición, con la coord inación de las activi-
dades necesarias para alcanzar los objetivos establecidos y con la
evaluación del rendimiento de los servicios que ofrece, a fin de con-
tribuir a la generación de valor para la organización a la que sirve .
Además, deberá incorporar habilidades y competencias de gestión
(management) que aparecen cada vez más reseñadas como necesa-
rias en el ámbito profesional 55 y acordes con el cambio observado
en los fundamentos que sustentan la profesión desde la provisión
pasiva de información a la gestión activa del conocimiento.56 Estas
deben apoyar y coordinar las labores propias al ejercicio profesional
y responder, a la vez y de forma proactiva, a los retos que imponen
los cambios registrados en las organizaciones actuales para hacer
frente al entorno en el que operan . También deberán adopta r, en
definitiva, una nueva cultura de funcionamiento que no solo favorezca
en la o rganización su capacitación informativa 5 7 y su aprendizaje
como Learning Organization,58 sino, también, que contribuya a incre-
mentar su capital intelectual.59 Sin dudo, lo preparación del profe-
sional de la información en la empresa debe superar con mucho la
meramente técnica informativo-documenta l. Además de todo eso,
necesitará saber cómo funciona el mundo de la empresa y ser un
experto en los productos y servicios que esta rea liza. Estará a l día en
el mane¡o del softvvare y de los multimedia, en el conocim iento de
las nuevas tecnologías de almacenam iento, además de estar
capacitado para formar a los usuarios y posibilitarles que busquen
por sí mismos la información que necesitan .
A partir de las tendencias observadas en diferentes organ iza-
ciones se han descrito las siguientes características de los sistemas
de gestión de la información: 60
85 1
• meno r costo en la toma de decisiones,
mayor flexibilidad en el análisis del entorno,
mejor servicio al cliente,
ideas renovadoras para el rediseño de procesos y
a lineamiento con los objetivos de rightsizing.
lss
3.8. El museo en función informativa
«Es una suerte de museo muy pobre aquel cuya única información
se puede obtener en sus colecciones y registros, pues resulta imposible
obtenerla ya que no tiene métodos organizados poro recuperorla». 65
Hasta la década de los sesenta, nadie se propuso manejar, tal como
se hacía con los documentos impresos, la información contenida en
los objetos depositados en museos. Las tendencias de la información
científica y la comprensión del museo como elemento de conoci-
miento e investigación posibilitaron tratar sus materiales con indepen -
dencia de la forma física que les objetivaba. Las dificultades docu-
mentales del museo se originaban en las diferentes personas que
intervienen en el trabajo que consideramos informativo: registra-
dores, admin istradores, conservadores, etc., cada uno llevado por
una concepción derivada de sus intereses profesionales. La integra -
ción de la Museologío como Ciencia de la Información no ha hecho
sino acentuar los problemas de la gestión documental de un museo.
El principal de ellos continúa siendo cómo encontrar caminos para
manejar la información de forma activa. 66 El trabajo práctico y teó-
rico del IRGMM (/nformation Retrieval Group of the Museums
Associafion-1967) y el del MDAU (Museum Documentation Advisory
Unit), para desarrollar normalizaciones documentales aplicables a
los datos refle jados en los objetos museísticos y para viabilizar los
análisis que incorporen estas normalizaciones, despertaron la con-
ciencia de las plantillas de los museos sobre la necesidad de raciona-
lizar y de registrar meticulosamente la información.
El museo es principa lmente un centro en el que se coleccionan
y conservan cosas. Los museos contienen los objetos mismos, testi-
monio directo de la vida, pero siempre relacionados con su contexto
histórico, natural o socia l. El auténtico concepto de lo que es un
museo solo puede entenderse desde su función satisfactoria de todo
tipo de necesidades intelectuales. El propósito de un museo es infor-
mar. Se demuestra en la cadena de actuaciones que forma liza sobre
los objetos, mediante los que difunde y crece el conocim iento:
97 1
selección, almacenamiento, ordenación clasificada, descripción,
recuperac ión, exhibición y ayuda a la interpretación.
El museo es, por tanto, un sistema de información cuyo material
informativo no son documentos ni datos, sino objetos. 67 Los mate-
riales se tratan y muestran como auténticos documentos, y como
tales se ofrecen para el estudio, la enseñanza y la investigación. El
museo confronta la cultura propia de los investigadores con el saber
popu lar de los usuarios y el saber técnico de los profesiona les. El
museo de hoy, lugar de exposición, pero también centro de traba jo
e investigación, se conforma como depósito de los materiales que
constituyen la propiedad cultural con tres objetivos principales:
¡ss
son centros de investigación sobre esos objetos y su contexto. No se
limitan a facilitar su consulta directa, buscan conceder a los intere-
sados información sobre ellos. No hay adquisición, exposición o
restauración vá lidas que no tengan detrás un trabajo de investiga-
ción sobre los materiales expuestos. Corroboramos así que la interme-
diación documental es una obligación científica del museo, que
está ob ligado a pasar todo tipo de información hacia los usuarios,
pero a la vez tiene que coleccionar datos de hoy para mañana. El
museo colecciona y conserva un tipo de documentación material,
pero funciona, controla y es eficaz por otro tipo de documentación,
de carácter informativo, testimonial y probatorio. En el museo, la
documentación no solo se contempla en re lación con los objetos,
sino que acepta encargos suplementarios que tienden a informar
sobre la gente, los lugares, los sucesos y la bibliografía tocantes a
sus materias y objetos. Los grandes museos reúnen más de medio
millón de ejemplares; cualquier museo, por pequeño que sea, tiene
miles de ellos. Cada uno de estos objetos requiere un tratamiento
documental particu lar, comprensivo tanto de los datos que se originan
fuera del museo y que acompañan al objeto una vez seleccionado,
como de los que genera dentro de la institución para su control e
información. La documentación inicial, sobre la biografía del objeto
y el modo de adquisición, asegura la propiedad y el origen adecuados
de los ob jetos. Contempla las formalidades de ingreso: fecha de
recepción, origen, propósito, identificación y breve descripción, al-
macenamiento provisional y cond iciones de propiedad y depósito.
Ha sido frecuente que la documentación de los objetos colec-
cionados por un museo haya carecido de un tratam iento sistemático.
La especialización necesaria en todas las facetas informativas de un
museo (conservación, exposición, educación y recuperación) obligan
a una normalización si se busca un proceso de transm isión eficaz a
los usuarios. 69 La informatización ha ob ligado a hacer previsiones,
lo que quiere decir normalización descriptiva, en especia l en todo lo
referente a la cata logación, clasificación y descripción de los objetos.
A partir de unas normas de información museológica de estructura
ss l
teórica única se trata de llegar a estándares de reg istros. Se forma
así una categoría de datos que se incorporan a cada ficha del inven-
tario; además, se incluye un resumen sobre la descripción del obje-
to y la historia de la propiedad del mismo. Con este reg istro cada
objeto queda identificado y se convierte en la fuente de referencia
sobre la que elaborar otros documentos de traba jo. Especialmente,
la normalización deseable en la documentación de los objetos de
arte permite homogeneizar los reg istros de inventario y unificar la
ficha documental descriptiva. Es la base referencia l mínima de los
ob jetos de un museo, que alimenta el fondo de un sistema docu-
mental. 70 Todo museo que desee eficacia informativa debe respetar
reglas objetivas de información, si quiere precisión y fiab ilidad. No
es posib le el intercambio de información entre museos y entre estos
y otros centros intelectuales si no existen normas de registro. 71
El ICOM fomenta desde 1978 comités nacionales de docu -
mentación que persiguen introducir, en cada país, la normalización
del registro de las informaciones sobre las colecciones de los museos.
Las necesidades de información en un museo, en cuanto a los obje-
tos que custod ia, se cubren a través del inventario, fichero sistemá-
tico y topográfico, fichero de personas relacionadas con esos objetos,
fichero de materias, fichero cronológico de préstamos, etc. Las
informaciones bibliográficas sobre los fondos y asuntos relativos a
la actividad del museo exigen a la vez: ficheros de autores, de títu los,
analíticos y de bibliografía relacionada. Además de todo lo anterior,
debe tenerse un fichero iconográfico y de negativos. 72 La documenta-
ción permanente de los museos necesita una indización de los obje-
tos que permita las entradas en los diversos índices de la colección:
índice de modos de adquisición, de nombres de objetos, de ubica -
ción, de autor, de descriptores, de materiales y de fechas o períodos,
de ta l forma que el usuario pueda acceder a ellos. La coordinación
de los sistemas de información bibliográfica con los objetos, espe-
cialmente en lo que al análisis de contenido se refiere, necesita la
existencia de tesauros específicos, y aun así se tendrán problemas
para efectuar los intercambios internacionales de información.
1100
La documentación sobre las localidades y lugares de proximidad
significativa, social y ambiental ti ene cada vez mayor importancia. A
través de ella, el museo sale de sus muros y consigue efectividad
social. La información sobre lugares y ambiente natural puede acom-
pañar a cuanto se refiera a arqueología, biología, geología, historia
social, historia de la arquitectura y medio amb iente.
La descripción formal de las características científicas es más
difícil de hacer; sin embargo, igual que el aparato crítico en obras
de arte o históricas, tiene cabida en el espacio del resumen. La
búsqueda se formaliza en lenguaje controlado y el acceso puede
ser directo (usuario) o a través del documentalista. Lógicamente, el
persona l de este servicio estará obligado a conocer profundamente
la temática y colecciones del museo, así como las técnicas de búsque-
da, tratamiento y difusión de la información, teniendo en cuenta
que estas, a veces, cu lminan en las exposiciones del propio museo,
por lo que este servicio se vería destinado a la oferta de la información
más detal lada y conveniente sobre ella. Cuanto mayor sea el rango
de un museo, cada sección será llevada por un especialista. Se
necesitará un coordinador documental. Igual que los fondos de una
biblioteca, el ordenador permite hacer los inventarios y soportar la
catalogación; controlar adquisiciones y préstamos, y soportar la cata-
logación; controlar adquisiciones y préstamos sin contar con los
dispositivos de seguridad, climatización, contabilidad y gastos.
Atendiendo a su difusión, el museo, además, deberá hacer publi-
caciones que completen la información referencial de los usuarios: pros-
pectos, guías generales, guías por sectores, catálogos de exposiciones y
publicaciones periódicas. En cuanto a sus materiales, se podrán incluir
aportaciones audiovisuales, visitas comentadas, conferencias, talleres y
exposiciones itinerantes que permitan a los visitantes una participación
activa, eliminando progresivamente la visión que de depósito estático
se ha tenido hasta ahora del museo; sin olvidar la cada vez más
frecuente representación del museo y su colección mediante recreacio-
nes virtuales, que exigen un poderoso sistema de información subya-
cente con finalidad orientadora, explicativa y caracterizadora.
Todos estos requerim ientos que se necesita cubrir requieren,
para su adecuada gestión e integración, de un sistema de informa-
ción automatizado. Todo el proceso de almacenamiento en el sistema
informático elegido requerirá, además, de un estricto planteamiento
de normalización que debe segu ir las d irectrices internacionales de
la Museum Documentation Association. 73 El ordenador se aplica en
la recuperación documental de los museos para la selección de un
grupo de ob jetos interesantes, para relacionarlos con el entorno en
que fueron obtenidos y para presentar la información. Se busca una
información concreta sobre las descripciones (documentos referen-
ciales) de los bienes históricos y cultura les, de obras de arte y de
cuanto se exprese a través de los objetos expuestos en los museos.
Sin duda, la automatización de la información de los museos les ha
ayudado a lograr un uso activo y económ ico de sus colecciones.
1102
al usuario, de acuerdo con sus perfiles de interés, información
adecuada contenida en bases de datos en las que la recuperación
de la información responde a una consulta puntual. Así, el ob¡eto
de las demás actividades termina en la difusión. Desde esta pers-
pectiva, los rasgos diferenciadores de un centro de documentación
respecto a otros sistemas informativos son los siguientes:
1104
la conservac1on de los documentos es solo un medio y que el
tratamiento documental tiene como resultado la difusión mediante
la que se da el servicio adecuado a los usuarios, vemos que esta
es la razón por la que los sistemas de información existen. La
difusión unifica la diversidad de depósitos documenta les en su
aspiración de que el usuario acceda a la información que existe.
De esta manera, los recursos de información cump len su fin, con
independencia del tipo de documento o producto documental ge-
nerado en el tratamiento. Una biblioteca que solo disponga el
acceso a los originales de su co lección estaría dando un servicio
muy limitado, frente a otra que facilite al usuario la información o
los documentos que necesite allí donde estén. En este último caso,
estaría actuando prácticamente como un centro de documenta-
ción. De esta manera, los modos de d ifusión se establecen como
el verdadero valor que diferencia la actuación de los diversos
sistemas de información.
Por más que este esquema funcional que ven imos describiendo
sea el ideal, la rea lidad nos confirma que muchos centros y servicios
de documentación han particu larizado sus actividades en a lguna
de las operaciones comentadas. De forma que a lgunos centros tan
solo seleccionan y tratan la información (los grandes centros creado-
res de bases de datos), mientras que otros la difunden automática-
mente (los distribuidores de bases de datos y de CD -ROM). Por fin,
otros la recupera n y entregan d irectamente a l usuario (una term i-
nal o centro periférico de cualquier red) .
Sea como sea, el concepto de centro involucra la idea de
sistema, de o rganización, de cooperación, donde intervienen mu-
chos elementos y donde juegan un papel decisivo el contexto inter-
no y externo, la integración de los procesos, la distribución de los
recursos, las relaciones humanas, las solicitudes de información,
los cana les de comun icación y los servicios creados para satisfacer
d ichas solicitudes pronta y plenamente. 75
Los centros de documentación manejan referencias, tratan ana lí-
ticamente los originales y graban su referencia en soportes informáticos
1051
(bases de datos); y de manera exacta, rápida y eficaz, responden a
las demandas de información con recuperaciones pertinentes e,
incluso, buscando originales recuperados. Es cada vez más frecuente
que estos centros oferten, en integración, los recursos científicos
sobre soporte electrónico. Además, d isponen de bases de datos
referenciales de acceso sobre las que operan las búsquedas. Estas
bases, una vez recuperados los reg istros pertinentes, ofrecen co-
nexión inmediata con los documentos íntegros correspondientes a
esas referencias seleccionadas. En el mantenimiento de la informa-
ción que brindan cabe destacar las señas de disponibil idad y de
validez (información actua l, no enve jecida). 76
Tras estas reflexiones, conviene plantearse ¿qué diferencia en-
contramos entre la actuación de una bibl ioteca que vacíe sus publ ica-
ciones periódicas, registre sus anál isis en memori a de computador y
facilite recuperaciones lógicas de los contenidos con el modelo que
aquí describimos, y un archivo que ponga sus fondos a d isposición
del usuario mediante un sistema que les haga accesibles automática-
mente, a distancia y en exhaustividad, los conceptos contenidos en
sus manuscritos? Debemos convenir que, en ambos casos, actúan
como auténticos centros de documentación, por más que su finalidad
sea ofertar los o riginales que co leccionan; podemos afi rmar que un
servicio de información ofrece ta l variedad de aplicaciones y realida -
des que resulta difícil de encuadrar en una estructuración tipológica.
¡1os
sistematización científica, dio primacía a la comunicac1on de la
información sobre la conservación de los fondos. 77 Bien es cierto
que cualquier actividad informativa, realizada mediante cua lquier
tipo de documento, es propia del estudio documental pero, hasta la
llegada de la Ciencia de la Información y su intervención automáti-
ca en el procesam iento, no se pudieron aplicar las técn icas de control
y gestión de la información de manera concreta en centros custod ios
de documentos no librarías: todo tipo de archivos e instituciones
generadoras o uti lizadoras de información. Va lorar la gestión y el
control de la información por encima de los soportes permitió a la
Documentación tratar la universalidad de las fuentes de informa-
ción, tanto las procesadas en archivos y bibliotecas, como las que
tienen que ver con museos, sistemas de informac ión empresarial o
institucional, y servicios de referencia e información.
Se añade la voluntad de respuesta a las continuas modifica-
ciones de las características informativas de la sociedad y de la cien-
cia. Se comprende así que la Documentación sea una red de servi-
cios mú ltiples en la que cada nudo busca conceder una respuesta
específica de acuerdo con criterios de actuación diferentes. A la
Ciencia de la Información le interesa todo ti po de recursos informa-
tivos, cuyo a lmacenamiento y recuperación atiende con aproxima-
ciones teóricas particulares y dentro de sistemas acordes con las
características concretas de cada tipo de documento.
Desde que aparecieron los soportes electrónicos y multimedia,
bibliotecas, museos, arch ivos y los distintos servicios y cen tros de
documentación se alejaron de su anterior atención especial izada a
un tipo de soporte : impresos, ob jetos, manuscritos, etc., y se convir-
tieron en sistemas de acceso y recuperación de informoción. 78 Es
evidente que entre las bibliotecas y el resto de sistemas de informa-
ción se comporten muchas de sus características esenciales :
101 1
con lo que se ha roto, desde hace mucho tiempo, el
concepto estricto de biblioteca y ha adquirido lím ites que
desdibujan por completo su origen etimológico. Por otra
parte, en su funcionamiento son tan fundamentales, como
en los centros de documentación , los equipos informáticos,
los programas aplicados y la conexión a redes. El acceso
de los usuarios a bases remotas y la facilidad para que
usuarios alejados entren en las propias de una biblioteca
han llevado a que sea fami liar la presencia de sistemas
avanzados de comunicación: fax, correo electrónico e
Internet, entre otros. El tiempo de acceso a la información
es cada vez menor para el usuario de una biblioteca. A su
vez, la biblioteca debe responder cada vez más a consul-
tas que no tienen relación con los fondos que custod ia. Su
evolución hacia el sistema de información global la lleva
a introducir la tecnología más innovadora (grandes redes
de información, hipertexto, formac ión interactiva), y eso
le concede la capacidad de estar preparada pa ra las
necesidades presentes y para los cambios inmediatos. 79
• Servicios. Es incomprensible que una biblioteca siga ofre-
ciendo los mismos servicios de siempre. La biblioteca activa
debe atender a todas las necesidades de información de
los usuarios: viéndose, así, destinada a producir y gestionar
bases de datos, a elaborar índices y resúmenes, a actuar
como centro de información especializado y a satisfacer
objetivos de investigación; tampoco le serán ajenas las ca-
pacidades de autoedición y de conversión de ficheros.
Gestión. Son comunes también los efectos que sobre un
centro determinado tiene la po lítica de información dise-
ñada por el organismo, empresa o institución de la que se
dependa, así como los problemas que se refieren a la segu-
ridad de inmuebles, muebles y fondos. Partici pan del acceso
a catá logos en línea y deben fo rma lizar lo s contratos de
captura de reg istros . Se preocupan por preservar y conservar
¡,os
el material que a lmacenan. Evalúan· sus colecciones y
servicios, y el grado de satisfacción de sus usuarios. De-
ben llevar una contabilidad ajustada de sus ingresos y
gastos. Se preocupan por reducir los costes mediante la
división de las actividades con centros colaboradores. La
cooperación es fundamental para obtener beneficios co-
munes, siempre desde la perspectiva de negocio en la
gestión económ ica y de servicio e interés en la cultural.
ms l
Por otra parte, los sistemas de información han pasado, des-
de su orig inal ap licación a lo científico y técn ico, a trascender a l
ámb ito doméstico, laboral e institucional. 80 Y lo han hecho desde
una doble perspectiva de generalización, tanto desde los soportes
como desde la información. Se acercan a la información en acti-
tud de intermed iación con independencia de que los fondos sean
de biblioteca, de museo o de cua lquier tipo de arch ivo, tradicio-
nal o multimedia. Su servicio se presta a llí donde las necesidades
de información se manifiestan: en casa, en el ocio, en la empresa,
en el despacho, en la investigación o en la docencia. Los sistemas
de información están presentes en las diferentes valoraciones que
de la información pueden hacerse en la sociedad actua l:
1110
Conocimiento, la Cibernética, las Matemáticas, la Estadística, la
Economía o el Derecho. Por ello, estas ap licaciones se tienen que
realizar siempre mediante equ ipos, la mayoría de veces multipro-
fesionales. No puede entenderse la eva luación de las necesidades
de información o el diseño de un centro de información sin la con-
tribución de un informático, un gestor, un especial ista en la materia
manejada y un documentalista. Incluso este deberá pertenecer a un
grupo que entienda de cuestiones tan variadas como el análisis de
contenido, los estudios de usuarios y las consultas en red. No hay
duda de que la práctica de la Ciencia de la Información es una
actividad colectiva, con profesionales de miras ampl ias y habilidades
polivalentes y cambiantes. La cooperación entre quienes co laboran
en el proceso analítico-representativo y en la difusión, o en cua lquier
otra tarea profesiona l, se establece desde acciones armónicas. La
ciencia es conocimiento organ izado; la de la Información lo es do-
blemente, en cuanto ciencia que se aplica a la ciencia. Se real iza,
por tanto, desde un sistema cooperativo en el que la racionalización
y normalización de los procesos adqui ere carta de naturaleza.
La g lobalidad de documentos, intermediaciones y campos a
los que se ap lica la información ha va riado los modos de mane jo y
almacenamiento. Este hecho ha faci lita do que la recuperación se
coord ine por el prop io usuario de acuerdo con sus características y
necesidades. Parece hacerse realidad la vieja aspiración que persi-
gue alcanzar el documento sinóptico: aque l que sintetiza la infor-
mación existente sobre una materia determinada y perm ite una vi-
sión panorámica de la situación prese nte de un problema de
información. La base ep istemológica se sitúa en la posibi lidad de
descubrir nuevo conocimiento en la conexión de parágrafos de-
mostrativos de cam inos nuevos, pero que se publicaron en textos
d iversos. Se pretende contrarrestar con síntesis la fragmentación a
la que tiende la ciencia. Es una idea pretendida por Wells cuando
habló de la enciclopedia mundia l, integración del conocimiento frag-
mentado de los especial istas individuales. 81
ml
Desde sus principios, la recuperación de la información tuvo
como fin ofrecer en conjunto, a l usuario, los documentos que trataban
sobre un asunto de su interés. La respuesta buscaba satisfacer una
demanda cada vez distinta y, por tanto, nueva y única en su conjun-
ción. El fin último era ofrecer en consulta, al usuario, las obras que
para su interés se seleccíonaban. 82 Un paso más era ofrecérselas
agrupada en un conjunto documental coordinado. Sí la Ciencia de
la Información pretende recuperar informaciones, tiene que pre-
ocuparse por ofertarlas en agrupaciones coherentes, estableciendo
conexiones entre fragmentos de conocimiento publicados por se-
parado. Desde esta perspectiva, el problema mayor de la información
no es la exp losión sino las conexiones implícitas entre documentos
con las mismas materias, cuya evidencia es difícil de mostrar. El
resultado sería próximo a una estructura de conocimiento que captase
lo esencia l mediante combinación, composición y correspondencia.
Si juntamos las piezas, las integramos y sintetizamos. Así, mediante
los mensajes que comparten documentos dispersos, logramos re-
solver el problema de representar los nuevos conocimientos. 83
De cuando en cuando, las utopías del Renacimiento se han
revisado desde el ámbito de la información. Con el paso del tiem po,
aquellas teorías visionarias han servido para soportar a lguna apli-
cación, para definir nuevas aspiraciones o, a l menos, para transfor-
marse en referencias ideales. En ese rebrote periódico cabe acor-
darse de Leibniz, Otlet, Bush o Wells. Más cerca de nosotros en el
tiempo y más certero en apuntar hacía nuestros propósitos está
Theodore Nelson, quien nos invitó a l Xanadú: una red de informa-
ción infinita, accesible en tiem po real, en la que se guardan y desde
donde se d ifunden todos los bienes del conocimiento hu mano.84 El
sueño está cerca de volverse realidad, pues la tecnolog ía de los
actuales soportes y de los sistemas de comunicación así lo permite.
Su pretensión no queda muy lejos de la aspiración de Otlet a una
bibliotheca universa/is, pues refleja el mismo empeño por el im inar
las dificultades de acceso a la información, al situarse por encima
de la distancia, la disponibilidad de datos e informaciones, y la
atención simultánea a usuarios y conocim ientos dispersos .
1112
Notas
l 114
25
THAYER, L. Comunico,;óo e Teoría do Comunico,;óo humano. Sóo Paulo:
Cultrix, 1973, p. 123.
26
ÜUCHEIN, M. «Respect des fonds». Revisto del A.rchivo Genero/ de lo Noción,
n.0 5, 1976, p. 8.
27
MARTÍN POZUELO, M º . P. Lo construcción teórico en orchivístico: el principio
de procedencia. Madrid: Un iversidad Carl os 111 de Madrid: Boletín Ofi-
cial del Estado, 1996.
28
LLANSÓ, J. Gestión de documentos, definición y análisis de modelos.
Bergoro: lrorgi, Centro de Patrimonio Documental de Euskadi, 1993.
29
FAVIER, J. Les archives. París: P. Bolly, 1959, p. 5.
30
Hoy un por de obras que pueden guiar lo vincu lación entre archivo y
civilización: N1ssEN, H., ÜAMEROW, P. Y R. ENGLUND. Archoic Bookkeeping:
Eorly Writing ond Techniques of Economic Administrotion in the Ancient
Neor Eost. Chicogo: University of Chicogo Press, 1993; y MARTÍN, H. J.
Historio y poderes de lo escrito. Gijón: Treo, 1999.
31
SILVA, A M. DA et o/. Arquivístico: teorio e prótico de umo Ciencia do
informo,;óo . Porto: Afrontomento, 1998.
32
Esto ideo de que los operaciones de gestión del conocimiento con docu-
mentos de archivo en realidad no distan tonto de lo operado en cualquier
otro sistema de información fue defendido por ESTEBAN, M. A «lo repre -
sentación y lo organización del conocim iento en los archivos». En Orga-
nización del conocimiento en sistemas de información y documentación:
Primer Encuentro de /SKO Espoño ( 1993). Zaragoza : Universidad, 1995,
pp. 65-90.
33
Bueno porte de los experiencias publicados en Congreso lnternocionol
sobre sistemas de información histórico (6, 7 y 8 de noviembre de 1997,
Palacio de Congresos de Europa, Vitorio-Gosteiz), Álovo: Juntos Genera-
les de Álovo, 1998, vinieron o poner el acento en lo necesidad de gestio-
nar documentos de archivo con técnicos modernos de indización, recu-
peración, representación del conocimiento, utilización intensivo de tesauros
poro documentos de archivo, etc.
34
CHARNIER, E. «Définition de lo Documentotion, en Les archives et lo Docu-
mentotion». Gozette des Archives, n.º 88, 1975, p. 13.
35
Sobre lo integración de lo Archivístico (seme janzas y diferencias) con el
resto de los C iencias de lo Información y Documentación véase JARDIM, J.
M . y M. O. FONSECA. «As relo<;óes entre o Arquivístico e o Ciencia do
informa<;áo». Codernos BAD, n.º 2, 1992, pp . 29-45; y HEREDIA, A
Archivístico genero/: teoría y práctico. 6. 0 ed. Sevilla: Diputación Provin-
cial, 1993: capítu lo 5, pp. 155-170.
36
Respecto al temo de acceso o lo información y o los registros administrati-
vos POMED, L. A El derecho de acceso de los ciudodonos o los archivos y
115 I
registros administrativos. Madrid: Instituto Nacional de Administración Pú-
blica, 1989; y FERNÁNDEZ RAMOS, S. El derecho de acceso a /os documentos
administrativos. Madrid: Marcial Pons, 1997.
37
GÉRARD, P « Les archives et la documentation ou niveou des odministrotions
déportementoles». Gazette des Archives, n.º 88, 1975, p. 29.
38
DuCHEIN, M. «El respeto de los fondos en Archivístico: principios teóricos y
problemas prácticos». En P Wolne (ed.). La administración moderna de
archivos y lo gestión de documentos. París: UNESCO, 1985, p. 69.
39
P1AZZALI, L. F. «Innovaciones tecnológicas paro los archivos del futuro». En
OEA. De archivos y orchivistos. Homenaje o Aurelio Tonodi. Washington,
D. C.: OEA, 1987, p.129.
40
Estos traba jos, entre otros, recogen experiencias, programas y caracterís-
ticas de los diferentes softwares aplicados o lo gestión automático de los
archivos: Criterio for Software Evaluotion: o Checklist for Archivists. Londres:
Society of Archivists, 1993; MARK, T. J. y J. M. OwENS . «Comporing Apples
to Oronges: Methods for Evoluoting ond Selecting RM Software». Armo,
vol. 30, n.º 1, 1996, pp. 30-36; PHILUPS, J. T. Software Directory for Records
Monagement Systems. 1O.º ed. Konsos: Armo lnternotionol, 1999; y MAFTEI,
N. «Software Requ irements of Multilevel Descriptions ond Context Presen-
totion». Archivi e computer, n.º 4, 1994, pp. 324-338.
41
Software de automatización orchivístico se encuentro en <http://www.
iod.es/> (el producto se llama IADOC y se encuentro en su versión inte-
gral); en <http://www.borotz.es/borotz/> (el producto se llamo ALBALÁ y
se encuentro en su versión integral); en <http://www.3000info.es/orchivo/>
(el producto se llamo ARCHIV03000 y se encuentro de manero parcial);
y, finalmente, en < http://www.ieci.es > (el producto se llama ARCH IDOC
y se encuentra de manero parcial y especia lmente en lo referido al trata-
miento de lo imagen). Es el software que se empleó en el archivo de
Indios, desarrollado por El Corte Inglés.
42
<http://www. loc.gov/eod/)>.
< http://www.dur.ac. uk/Librory/osc/eodorticle.html >.
< http://www.dur.ac.uk/Librory/osc/eodarticle.html > .
43
SANTAMARiA, A «Uno norma paro facilitar lo distribución e intercambio de
instrumentos de descripción en lo Red». Boletín ACAL, n.0 33, 1999, pp.
28-30.
44
Hoy varios experiencias al respecto:
< http://www.orchives.glo .oc. uk/orcbrc/eod/popers/motters.html > .
< http://lcweb.loc.gov/eod/og/ogconc.html >.
Véase ROLE, F. «Représentotion et exploitotion de métodonnes complexes:
le cos des documents onciens». Document numérique, vol. 3: n.º' 1-2,
1999, pp. 135- 150.
j ns
45
< http ://www.orchivesdefronce.cu1ture .gouv. fr/fr/pu blicotions/
DAFbulelectronique.html >.
< http://sunsite.berkeley.edu/FindingAids/EAD/diop.html >.
46 Proceedings of the DLM-Forum on Electronic records: Europeon Citizens
ond Electronic lnformotion: The Memory of the lnformotion Society, Brussels,
18-19 October 1999. Luxemburgo : Office for Officiol Publicotions of the
Europeon Communities, 2000. Véase en <www.dlmforum.eu.org>.
47
<http ://www.interPARES.org/>.
46 < http://www. rct .com/coyeta no/Princi pal. htm > .
49
NAVAS LóPEZ, J. E. y L. A. GUERRAS MARTÍN. Lo Dirección Estratégico de la
empresa: teoría y aplicaciones. Madrid : Civitos, 1996, pp. 34 -35 .
50
5RIKANTAIAH, T. K. y M. E. KOENIG. (eds.). Knowledge Manogemenf for the
Informa/ion Professiono/. Medford (Nuevo Jersey): lnformotion Today, 1999,
pp. 3-20.
51
ÜAVIS, G. y M. ÜLSON. Monogement /nformotion Syslems: Conceptual
Foundations, Structure and Development. 2.º ed . Nuevo York: McGrow
Hill, 1985, p. 6.
52 (AUXTE, J. y J. C. MORIN. Monogement d'un service d'informotion documen-
toire . París: Les éditions d'organisation, 1985, p. 15.
53 ABELL, A. y N. ÜXBROW. Competing with Knowledge . The lnformotion
Professiono/ in the Knowledge Monogement Age. Londres: Librory Associo -
tion Publishing, 2001 .
54
McKENNY, J. L. y F. W. McFARLAN. «The lnformotion Archipelogo Mops ond
Bridges». Harvard Business Review, 1982, 60, 5, pp. l 09-1 14 .
55
Véase, por ejemplo, VALENTIM, M. «lntrodu<;óo. Profissional da lnforma<;áo:
forma<;óo, perfil e otuo<;óo profissionol» . En M . Valentim (coord.).
Profissionais da lnforma<;óo : formo<;óo, perfil e atua<;áo profissiono/. Sáo
Paulo: Editora Polis, 2000, p. 17; o ECIA. Euroréférentiel de /'info rma /ion
et documentation/Euro guide in Library and informa/ion services!Relación
de Eurocompetencios en información y documentación. Bruselas: ECIA,
mayo, 2000.
56
KoH, G. «Knowledge Access Management: The Redefinition and Renoming
of Technicol Services». Libri, vol. 50, p. 163.
57
La capacitación informativo, habilidad poro identificar, evaluar y utilizar
la información eficazmente, aparece en lo actualidad como factor decisi-
vo para lograr el éxito organizativo, ya que la organización y explotación
de los activos intangibles se convierte en algo más decisivo que invertir en
los activos físicos. Véase GoNZÁLEZ LLORENTE, S.; B. M. HERNÁNDEZ FARIÑAS, y
R. RODRÍGUEZ TAMAYO. «La sociedad de la información: retos y perspectivas».
En INFO '97: Congreso Internacional de Información, La Habana, 13-1 7
octubre, 1997, p. 6.
58
La conceptualización de una organización como Leorning Orgonizotion
conlleva considera rlo como una entidad que concibe su disposición a
aprender como condición necesaria para su desarrollo y rendimiento.
GALLEGO G1L, D. J. y C. ALONSO. «La organización que aprende: un enfo-
que proactivo poro un contexto de calidad y competitividad». Capital
Humano, vol. 84, 1995, pp. 40-48.
59
El capital intelectual está constituido por el conjunto de activos intangibles
que generan valor para la organización: capital relacional (generado por
el conocimiento del entorno), capital estructural (generado por el conoci-
miento explicitado, sistematizado e interna lizado por la organización) y
capital humano (derivado del conocimiento que poseen sus RR. HH.).
Véase, al respecto, RODRÍGUEZ JERICÓ, P. «Capital intelectual: concepto y
componentes: capital humano, capital estructural, capital relaciona l». En
Jornodos prácticas sobre gestión del conocimiento en los orgonizociones.
SEDIC, 25-26 octubre, 1999.
60
V1CKERS, P. «lnformation Management: Selling a Concept». En B. Cron in
(ed.). lnformation Manogement. From Strotegies toAction. Londres: ASLIB,
1985, p. 15 1.
61
NOHRIA, N. y J. BERKLEY. «An Action Perspeclive : The Crux of the New Manage-
ment». Californio Monogement Review, n. 0 2, 1994, p. 54 .
62
INMON, B. Building the Doto Worehouse. Nueva York: John Wiley & Sons,
1996.
63
LAwtER, l. y E. EowARD. Lo vento¡o definitivo. Madrid: Ediciones Gránica,
1996.
64
McMORLAND, A Doto Worehousing ond Decision Support Environment.
Véase en <http://www. pmp.co.uk/97feb l .htm>.
65
S1NGLETON, R. «What Should We Train Our Curators to Do?». Museums
Journol, vol. 69, n.º 3, 1969, p. 133.
66
ÜRNA, E. y C. PETm. lnformotion Handling in Museums. Nueva York: Saur
y C. Bingley, 1980, p. 5.
67
BuCKLAND, M. lnformotion ond lnformotion Systems . Westport: Greenwood
Press, 1991, p. 36.
68
MAROEVIC, l. «La museología en el morco de los ciencias de la información».
Informático museológico, n.º' 1-3, 1984, pp. 47-59. Zagreb.
69
De ahí la organización de sistemas nacionales normalizados poro lo do-
cumentación museológica. En este sentido es prototípica la organización
del IRGMA británico: LEw1s, G. D. «Ten years of IRGMA (1967-1977)».
Museums Journol, vol. 77, n. 0 1, 1977, 11-14. PORTER, Martín F.
«l:'Elaboration d'un systeme de documentation muséologique au Royaume-
Uni». Museum, vol. 30, n.º' 3-4, 1978, pp. 169-178.
l ns
7
° CHENDAll, R. y P. HOMULOS. «Normes d'informotion muséologique». Museum,
vol. 30, n.º' 3-4, 1978, pp. 205-212.
71
Un enunciado de normas deberá llevar uno definición muy estudiado de
codo categoría de datos que se registrará en codo tipo de objeto, ade-
más de un manual de utilización de los lenguajes, del vocabulario y del
control del tiempo para el registro de las informaciones en cado catego-
ría de datos. Véase CHENDALL, R. Museum cotologing in the computer oge.
Nashville: American Association for Stote ond local History, 1985, p.
200.
72
ÜRTA, G. DE LA. Manual poro lo catalogación y codificación de documentos.
México, D. F.: Dirección del Patrimonio Universitario, Departamento de
Bienes Artísticos y Cu lturales, 197 6.
73
MuSEUM DocuMENTATION ASSOCIATION. Guide to the Documentotion System.
Duxford: MDA, 1981, VIII ; 188: 36.
74
ATHERTON, P. Manual poro sistemas y servicios de información. París:
UNESCO, 1978, p. 118.
75
CHAUMIER, J. Les Techniques documentoires. 3. 0 ed. París: PUF, 1979, p . 34 .
76
StYPE, G. VAN. Conception et gestion des systemes documentoires. París:
les éditions d'orgonisotion, 1977, p. 11 O.
77
ÜTLET, P. Troité de Documentotion. Le livre sur le livre. Théorie et protique.
Bruselas: Mundaneum, 1934. En español: El trotado de documentación .
El libro sobre el libro. Teoría y práctico. Traducción de M. 0 Dolores Ayuso.
Murcia: Universidad de Murcia, 1996, p. 4.
78
TENNANT, R. «Digita l Libraries: Skills forthe New Millenium». Librory Journol,
vol. 124, n.0 1, 1999, p. 39.
79
DESCHAMPS, M. CH. «The Electronic Librory». Libri, vol. 44, n.º 4, 1994, pp.
304-3 l O.
80
CASTELLS, M. A ero do lnformoi;áo: economía, sociedode e culturo: o
sociedode en rede. Sáo Paulo: Paz e Terro, 1999.
81
Wms, H. World Broin. Freeport: Books for Librories Press, 1938, pp. 16-
17.
82
V1cKERY, B. C. Techniques of lnformotion Retrievol. Londres: Butterworths,
1970, p. 154.
83
SwANSON, D. «lntegrotive Mechanisms in The Growth of Knowledge».
lnformotion Processing & Monogement, vol. 26, n.º l , 1990, p . 16.
84
NELSON, T. The Xonodu Porodigm . Son Antonio, Texas: Theodor H. Nelson,
1987.
ns l
4. Evolución histórica del acceso
y_ control a la información
tlocumental
1124
el iniciador de la Biblioteconomía, estableció un repertorio disciplinar
dividido en 127 conjuntos, a los que llamó los pinakes, que permitían
buscar la información científica por especialidades. Los métodos
lógicos que empleó para contro lar los documentos refle jaban las
materias que estos contenían. Los pinakes sirvieron para catalogar,
condensar y clasifi car los rollos de acuerdo con su mensa je. De esa
manera, el más remoto intento por establecer repertorios partía de
los contenidos, si bien relacionados con las áreas científicas en las
que sus autores eran expertos. A la vez aparecieron los sy//obus,
antecedentes de nuestros registros de identificación y, al mismo tiem -
po, elementos distribuidores de materias, auténticos instrumentos
de búsqueda bibliográfica. Puede afirmarse que «en la bibl ioteca
del Museo nació la erud ición propiamente dicha y se redactó el
canon, que no era una clasificación bibl iográfica, sino una nómina
de los escritores que podrían considerarse como modelos en cada
uno de los géneros literarios». 2 En Alejandría se usaba también el
orden alfabético en la disposición de los listados.
Pero Ale jandría no fue un caso a islado, pues otras ciudades
griegas fomentaron la recolección de manuscritos y establecieron
depósitos bibliotecarios. En Pérgamo, Galeno fue el impulsor de los
estud ios anatómicos y médicos. A él le corresponde la primera idea
sobre una bib liografía a partir de la doble elaboración que hizo en
torno a su propia colección particular, una de carácter bibliográfico,
el De libris propiis /iber, y la otra de sentido clasificatorio, el De
ordine librorum suorum liber. Por su parte, Hermipa, alumno de
Calímaco, preparó el índice del texto griego con los versos atribu i-
dos a Zoroastro. Otra técnica utilizada en las grandes bibliotecas
helenísticas era la de abreviar mediante resúmenes los volúmenes
de mayor tamaño, debido a la dificultad de su manejo.
En China, Confucio se había adelantado a Galeno en la idea
de organizar la elaboración de repertorios mediante la clasificación
de sus entradas. Desde luego, China dispuso de clasificaciones biblio-
gráficas gracias a un discípulo de Confucio, que organizó en el
siglo I antes de Cristo un sistema basado en siete divisiones, que
125 I
tuvo una vigencia de cuatro siglos. Por su parte, los romanos, siguien-
do la practicidad acostumbrada en su cultura, se acercaron a la
Biblioteconomía con técnicas y consejos para la buena conservación
de los libros, como los insertos en las obras de Varrón y Vitrubio.
Además de otras virtudes, los romanos contribuyeron a la transmisión
de la información con el alfabeto latino, pero también organ izaron
la presentación de los textos en los códices en forma de columna,
utilizaron los tituli en cabeza de cada capítu lo, repitiéndolos en la
tabla de contenidos, así como presentaron la capitulotio o tabla
analítica por materias. El ob jetivo era encontrar un punto informati -
vo con precisión. En el siglo 1v, Plin io el Vie jo no so lo intentó una
clasificación sistemática del conocimiento con su Historia natural,
sino que utilizó las citas para apoyar un argumento sobre la autoridad
científica del citado y la obra en que se encuentra la fuente aludida.
Asimismo, manejó las sinopsis como reenvíos cuyo fin era ayudar a
encontrar pasa jes correspondientes en los cuatro evangelios.
Los hombres de la Edad Media se preocuparon por conservar
fragmentos del saber clásico y comentarlos. Este carácter lo tienen
la obra de Boecio, la de Isidoro de Sevilla, las de Seda el Venerable,
Alcuíno de York y Rábano Mauro, recopi laciones del conocimiento
anterior. Se hizo común coleccionar las fuentes universales de sabi-
duría, de las que son un buen ejemplo las Etimologías de S. Isidoro,
o un sinnúmero de obras de carácter enciclopéd ico (imogo mundi)
que querían explicar la naturaleza de las cosas. Por su parte, el
derecho romano se transmitió util izando epítomes, como los que
conformaron la Lex romana curiensis.
En gran parte de la Edad Media, el libro tuvo escasa re levan-
cia, ya que su utilización estuvo prácticamente restringida a la vida
conventual, para cubrir las necesidades devocionales y de culto. 3
Este hecho no impidió que la presentación de los textos conociese
un progresivo cuidado y procurase marcar diferencias representati-
vas de la superestructura de los textos de acuerdo con la función
que cada texto debía cumplir. Para tal efecto, los manuscritos pasaron
a d isponer ordenadamente su información mediante subdivisiones y
l12s
menciones del contenido. Se introdujeron sinopsis, títulos diferencia-
dos, epítomes, separación por capítulos, variaciones en los tipos de
letra, diferentes tipos de índices y distinctiones (glosarios para expl icar
el sentido de las pa labras), todo ello con el fin de encontrar con
rapidez la información que interesaba. Como precedente de los índices,
tal como los entendemos ahora, debemos ver los que se hicieron
por orden alfabético y de materias en el siglo v11, los Apothegmata
que eran enunciados teológicos de los padres de la iglesia griega.
También las señales de referencia que aparecen en las lnstitutiones
de Casiodoro. Incluso merece esta consideración, en mayor medi-
da, la clasificación alfabética de contenidos por palabras clave que
muestran las Sacra Para/le/a de San Juan Damasceno (s. v111). Apare-
cen, por necesidad de las órdenes mendicantes, indizaciones de
concordancias por pa labras en los exemp/a, con reenvíos a la doc-
trina pertinente en forma de índices. De vigencia actual son los índices
de concordancias de la Biblia, en los que cada pa labra de entrada
en orden alfabético se muestra seguida del texto de referencia cer-
cano dentro del que aparece en la Biblia, indicando su referencia
de ubicación (libro, capítulo, versícu los). Su confección requería de
cientos de monjes que traba jaban en coordinación, lo que nos re-
cuerda las técnicas de traba jo colectivo actua les. Los índices de
materias aparecen en el siglo x1v para guiar hacia los contenidos de
la obra de Vincent de Beauvais Espe¡o histórico, también de carácter
enciclopédico. Pensemos, asimismo, en la Materia médica de Dioscó-
rides, un diccionario enciclopédico sobre hierbas medicinales con
capitulatio o tabla de contenido por orden a lfabético referente a las
hierbas. Finalmente, mencionemos la costumbre de los amanuenses
de anotar, a manera de indicación, en los márgenes de sus manus-
critos (marginalia), una especie de resúmenes que ahorraban a los
lectores las d ificu ltades de manejar los voluminosos manuscritos;
este espacio también se aprovechaba para contar los hechos desta -
cados que acaecían en su convento o en la región circundante. Esta
tarea también era parte del acontecer de los abogados y médicos,
con mayor carácter de comentario, en los repertorios que manejaban.
121 1
Como la posibilidad de consu lta se limitaba a las bibliotecas
episcopa les y monacales, unos simples sistemas de control catalo-
gráfico satisfacían las necesidades de información. La función de
conservación se destacó aún más: las bibl iotecas monásticas tenían
como principal objetivo custodiar los fondos, de ahí que no d ispu-
siesen de sala de consulta. Desde luego, esas bibliotecas tenían que
someterse a un ordenam iento. En el sig lo XIII eran frecuentes los
catálogos de bibliotecas, tanto con clasificación sistemática como
sin ella. Este hecho nos demuestra que la manera de organizar una
bib lioteca se anticipó en mucho tiempo a la conceptualización de la
Bibl ioteconomía. En ese mismo sig lo se conoció el primer catá logo
colectivo que comprend ía casi 200 bibliotecas eclesiásticas: Regis-
trum librorum Angliae. En algunas obras, como en el apartado de
las Etimologías «De librarii s et eorum instrumenti s», aparecen proce-
dimientos relativos a la profesión del bibliotecario y descripciones
de los instrumentos y materia les necesarios para elaborar libros. 4
Algo parecido sucede en los «XII canones sive regu las informativas
officii sui», del lnformaforium bibliothecarii de Gregorius Carpentarius;
y en el capítulo «Librarius» de la lnstructio officialium de Umberto de
Romanis o en el Philobiblon de Richard de Bury del año 1473.
En estos sig los, los repertorios tenían una clara orientación hacia
la persona autor. Nos lo confirma la elaboración preferente de
biobibliografías, que ba jo los nombres de catá logo, nomenclatura,
index, etc., recogían los datos biográficos de los escritores con la
nómina de sus obras. Eran principalmente obras de tipo eclesiástico,
y siguieron la línea marcada por San Jerónimo en De viris illustribus
y por Isidoro de Sevilla en su De scriptoribus ecclesiasticis, en el que
diserta acerca de las lecturas convenientes para los monjes. Otro
ejemplo nos lo dio Beda el Venerable, a l añad ir en la parte fina l de
su Historia eclesiástica, una lista autobiob ibliográfica con el nombre
de «Notitia de se ipso et de libris suis». Desde luego, la elaboración
de estos repertorios se basaba en el esfuerzo individual, y las des-
cripciones de las entradas se originaban más en el sentido común
que en cualquier normalización analítica.
1128
La vida europea conoció cambios profundos en el siglo XIII. A
partir de una agricultura con rendimie nto mejorado, gracias a la
invención del arado de ruedas y el uso de molinos de agua y de
viento, los excedentes alimentarios pasaron a comerciarse con los
productos manufacturados por los artesanos que, independientes
de los poderes señoria les, se estab lecieron junto con los comercian-
tes en las ciudades, que alcanzaron con rapidez un crecimiento
notable y se independizaron de los señoríos. En medio de esta cu l-
tura, marcadamente urbana, nació una nueva visión artística defini-
da como el gótico, y se organizaron las universidades, asociaciones
de alumnos y de profesores que buscaban independizar su ense-
ñanza de la rigidez de las escuelas episcopales:
El rasgo dominante del nuevo período que se inicia en los com ienzos
del siglo XIII es que los monasterios dejan de ser los únicos producto-
res del libro [... ]. Los centros de la vida intelectua l se desplazan, y
serán las universidades donde los sabios, los profesores y los estu-
diantes organicen, de acuerdo con artistas especializados, un activo
comercio de libros [... ]. Los profesores, para preparar sus clases, te-
nían necesidad de textos. 5
129 1
4.1.2. La producción mecánica de impresos
y la necesidad de bibliografías
A mitad del siglo x1v existían grandes tal leres con numerosos copistas
para responder a una demanda en constante crecimiento. Sin em-
bargo, se precisaba abaratar los costos si se quería alcanzar una
propagación cultural mayor, y esta respuesta no podían darla los
scríptoria, por lo que había que intentar una producción documental
en serie. Desde luego, existía una notable demanda de textos por
parte de los científicos, los coleccionistas, los estudiantes universitarios
y los propios religiosos.
Al mismo tiempo en que aparecían los Estados modernos, se
consiguió aplicar una nueva tecno logía a la escritura, la imprenta,
a la que debemos ver, ante todo, como una innovación de carácter
tecnológico, pero que tuvo enormes consecuencias en las mentalida-
des y en la visión del mundo. La tipografía se establecería como la
principa l causa del proceso que desde la Edad Media condujo al
Renacimiento. Mediante la tipografía, el conocimiento empezaba a
romper los límites sociales minoritarios por los que había circu lado
en los siglos precedentes. Con el paso del tiempo se convertiría en
el más importante y eficaz medio de comunicación social hasta nues-
tros días.
La imprenta hizo posible que se lograsen copias idénticas de
textos con ilustraciones. Su proceso de elaboración, mecánico y
artificia l, tenía grandes venta j~s comparado con el de los manuscritos.
Frente a la producción pausada y grave de aquellos, el nuevo método
de escribir ahorraba esfuerzo y tiempo, hecho que se tradujo d_~
inmediato en un abaratamiento de los costos en los productos impre-
sos. En el logro de este proceso intervinieron una serie de progresos
precedentes, como el papel, las tintas grasas, la grabación sobre
madera y, desde luego, la aplicación de las prensas a trabajos de
impresión mediante el uso de tipos móviles. 7 No podemos olvidar,
para entender el rápido éxito de la imprenta que, detrás de todo,
había intereses comerciales e industriales para lograr un sistema
1130
que hiciese libros en menos tiempo y, consecuentemente, con un
costo más reducido. Fabricar un producto, aunque sea para difundir
contenidos informativos, se sitúa plenamente dentro de un proceso
industrial con afán empresaria l. El impresor dedicaba su esfuerzo,
su capital y su negocio al fin de conseguir un resultado competitivo,
lo que no se hubiese conseguido sin unos artesanos preparados
para hacer y manejar el papel y las tintas, y, sobre todo, si no se
contaba con las prensas y la encuadernación. Había que tener tam-
bién el capital suficiente para perm itir esta producción y una organi-
zación comercial que asegurase la distribución y las ventas. 8
Como producto de mercado, las tiradas debían esta r bien con -
feccionadas, pues se iban a ver inmersas en un proceso de riva li-
dad; por ell o, la imprenta estaba obligada a componer objetos de
calidad . Desde los orígenes, los productos impresos obedecieron a
un plan editoria l premeditado y estuvieron sometidos a un estricto
proceso. La excelencia de lo fabricado fue una aspiración que se
extendió hacia todos los componentes materiales, pero tamb ién a
los va lores estéticos de los impresos, con cua lidades tácti les, olfativos
y visua les que han permanecido hasta nuestros días, aun cuando la
tecno logía tanto ha modificado los modos de componer y editar.
Era lógico que la imprenta surg iese en una ciudad comercial,
Maguncia, y dentro de una fam ilia de orfebres. Gutenberg conta ba
con un ta ller donde, en 1456, confeccionó la Biblia, primer libro
impreso. Esto fue posible gracias a una fuerte inversión cap italista,
que asegu ró Juan Fust. No es casua l que el primer traba jo de Guten-
berg y Peter Schofer fuera la Biblia, pues con ell a los inversores
aseguraban las ventas al tratarse del libro por exce lencia de los
cristianos. En la Biblia intentaron imitar el estilo de los manuscritos
tanto en la bell eza de su impresión como en el acabado. La idea de
fabricar libros usando la prensa debió de surgi r en Gutenberg después
de observar cómo se trabajaba con las planchas xilográficas, por
más que se tratase de una empresa más complicada. Para empren-
derl a, Gutenberg reun ió técnicas que provenían de los copistas, de
los grabadores en madera y de los fundidores de metal, y adaptó
131 I
materiales preexistentes a la producción de libros en serie. Solo le
faltaba darles movilidad e independencia a los tipos. Si las letras del
a lfabeto aportan la base elementa l de la expresión lingüística ¿por
qué no también de la máquina a la hora de componer las distintas
páginas de un texto?
Fust ideó, además, un sistema publicitario de lo que se había
compuesto en su taller. Anticipó con ello lo que acabarían siendo
catálogos de ed itorial, que hacían pub li cidad de los productos de
una imprenta o casa ed itoria l mediante su identificación. 9 Fue tam-
bién considerable la aportación de Aldo Manucio, quien se anticipó
a lo que serían los libros de bolsillo de gran ti rada. Para abaratarlos
decidió escribirlos en tipos pequeños de cursiva redonda. 10
Como objetos que contenían conocim ientos, los impresos sur-
gieron con unas ventajas que han mantenido hasta hoy: 11
1132
resultó imprescindible para que los lectores se familiarizasen con la
lectura de la Biblia, que acabaría favoreciendo su libre interpretación;
impulsó el uso y el estudio de las lenguas nacionales, fijando sus
normas mediante las gramáticas; fusionó la tradición gremial con
las investigaciones científicas, posibil itando los métodos y teorías de
las ciencias experimentales; refle jó los descubrimientos geográficos
y la ampliación del mundo conocido; impulsó, en fin, la revolución
científica, la Ilustración y, consecuentemente, las revoluciones liberales
y la llegada de la razón, del humanismo a l poder social. Podemos·
afirmar, sin caer en ninguna exageración, que la imprenta cambió
a l mundo. 14
Respecto a las técnicas descriptivas posteriores, una de las no-
vedades más importantes traídas por la imprenta fue la generaliza-
ción de las portadas completas a partir de la segunda mitad del
siglo XVI. En ellas no solo constaban los datos básicos para la iden-
tificación bib liográfica y tipográfica de la obra -título, nombre del
autor, lugar y año de publ icación, y nombre del impresor-, sino
que aparecían relacionados también otros textos como dedicato-
rias, junto a los títu los y d ignidades del autor.
La llegada de la imprenta tuvo también consecuencias directas
en el control de las tiradas y en la organización de las bibli otecas,
desde ahora más numerosas y con colecciones mayores. La abundan-
cia de libros, reconocidos ahora por el nombre del autor y del impre-
sor, exigía su inclusión en repertorios que abarcasen los títulos produ-
cidos. Ese testimonio de existencias fue fomentado, además, por el
afán cultura l humanístico. Las listas eran confeccionadas por eruditos,
que continuaban así la forma de actuar en los tiempos antiguos y
medievales, y que hicieron suya la preocupación de saber qué nuevos
títu los habían salido a la luz. De esta manera, comenzó la auténtica
vocación bibl iográfica al servicio de la información de existencias.
Efectivamente, hasta la llegada de los impresos no puede hablar-
se de la existencia auténtica de la bibliografía: «De acuerdo con la
etimología y dado que un libro se forma por la unión de hojas impresas,
debe deducirse que la bib liografía se interesa exclusivamente por
133 I
los impresos». 15 Ciertamente podemos hablar de bibliografías antes
de la imprenta, pero su existencia es ta n red ucida como lo era el
circuito bibliográfico al que iban dirigidas. La imprenta y la subsi-
guiente multiplicación de productos científicos condu jeron al au-
mento del número de lectores, encontrándose aquí la verdadera
causa del desarrol lo de la Bibl iografía, ya que de la misma manera
habían crecido las necesidades de información. A lo largo de los
siglos XVI y XVII aparecieron las bibliografías universales generales,
luego las especia lizadas, y se esbozaron las bi bliografías nacionales.
Por el lo, hasta el Renacimiento no se puede hablar con propiedad
del inicio de la bi bl iografía científica . En el origen de la constitución
de la Bibliografía en el siglo XVI está ta mbién el deseo de las distintas
naciones europeas, políticamente recién organizadas, de conocer
su producción intelectual y de describirla .
Johannes Tritheim es considerado el fundador de la Bibliografía.
Reseñó, en 1494, las obras conocidas, junto a la biografía de los
autores en su Liber de scriptoribus ecc/esiasticis. Pero podemos consi-
derar con mérito superior las aportaciones que en este sentido hicie-
ron Gessner y Colón. La Bibliotheca Universa/is de Gessner se consi -
dera como el primer intento de establecer una bibliografía científica,
general, internacional y retrospectiva en 1545. Reunió en ella docu-
mentos de todas las materias, con el fin de llegar a conocer el nivel
de la ciencia en su tiempo. 16 Para los españoles muestra un interés
especial la figura de Hernando Colón como pionero en la elabora-
ción de bibliografías, 17 por más que su repertorio no llegara a impri-
mirse. El hijo de Cristóbal Colón reunió una bib lioteca con más de
12.000 mil volúmenes que ordenó técnicamente con registro, índi -
ces y epítomes (antecesores de influj o en la organización de las
grandes bibliotecas públicas españolas del siglo xv1). Vemos así como
el desarrollo de las clasificaciones bibliográficas iba parejo a la
elaboración de listados de existencias, acogiéndose ambas bajo la
descripción de la Bibliografía. A la hora de organizar los fondos
nacidos de la imprenta nos encontramos con dos posibilidades: esta-
blecer una clasificación práctica de acuerdo con las circu nstancias
1134
de cada biblioteca, o pensar un orden ideal derivado de las concep-
ciones metafísicas entonces imperantes. Este fue el caso de Gessner,
que quiso agrupar las entradas de su Bibliotheca por materias
basándose en las Pandectas; mientras que Colón representa la visión
pragmática, segu ida también por Aldo Manucio que inició el siste-
ma llamado francés, luego continuado por Garnier y Naudé en el
siglo XVII.
La Bibliografía puede considerarse plenamente constituida en
su misión informativo-científica a finales del siglo XVI. Ya entonces
And rew Maunsell había definido las exigencias técnicas de los regis-
tros bi bliográficos en su Catalogue of English Printed books, primera
bi bl iografía escrita en lengua vernácula y en la que se intentó norma -
lizar los campos de descri pción bib li ográfica : autor de la obra (al
que por vez primera dio entrada por el apellido frente a la costumbre
anterior de hacerlo por el nombre, lo que supuso un cambio conside-
rable en la ordenación de los registros), título completo, lugar y
fecha de pub licación, ed itor, impresor y formato. Comenzábamos
este apartado hablando del impulso dado a las bibliografías gene-
ra les nacionales por los países europeos recién formados o en pro-
ceso de identificación cultura l. Desde el fin de la Edad Media hasta
fines del siglo xv111 se llama «literatura nacional» a todo lo que se
escribe o publi ca en las lenguas nacionales, cualquiera que sea su
tema. Durante los siglos XVI y XVII hubo, en todos los países, una
fuerte tendencia a elaborar d iccionarios biobibl iográficos (auténticas
bibliografías nacionales) que daban a conocer la producción de
todo ti po de o bras por los nacidos en un país. Junto a Johan Tritheim
y su Catalogus illustrium virorum Germaniae (1496), se situarían la
obra llfustrium maioris Britanniae scriptorum sumarium (1548) de
John Bale, y las Biblioteques franc;aises de Franc;ois La Croix (1584)
y Antoine du Verd ier (1585). Itali a y España no tuvieron sus primeras
bibliografías nacionales sino hasta el siglo XVII, mientras que, en
América, León Pinelo daba, en 1629, la primera bibl iografía de
carácter continental en su Epítome de la Biblioteca oriental i Occi-
dental, Náutica i Geográfica, origen de la bibliografía americanista. 18
135 1
Si la aparición del libro impreso y su proceso de su emancipación
respecto al manuscrito trajeron cambios en la organización y difusión
documenta les, en la segunda mitad del siglo XVII se alcanzaría otro
momento de inflexión cuando el libro dejó de ser el único producto
de la imprenta . Desde la irrupción de la tipografía hasta bien entrado
el siglo xv11 1 hablar de productos impresos era nombra r un sinón imo
de libro. Nos lo corrobora el que toda la leg islación emanada de
los poderes públicos respecto a la imprenta se refiriese exclusivamente
a libros. Y lo es también, desde la visión opuesta, que los primeros
alegatos en favor de la libertad de imprenta no contemplen otro
tipo de pub licaciones que no sean los libros. 19
Lo llegada de la ciencia moderna tra jo consigo modificaciones
de hondo ca lado en las formas de comunicarse de los científicos y,
por tonto, de circu lar el conocimiento. El mundo de lo información
científica alcanzó gran dinamismo y comenzó o regularse su transfe-
rencia. Bacon en la Nueva Atlántida, uno de los utopías del Rena-
cimiento, quiso darnos una organización ideal de las actividades
básicas de la ciencia en la Casa de Solomón .20 En ella, la d ispon ibi-
lidad de las publicaciones posaba por las adquisiciones de los comer-
ciantes de la luz de cualquier libro o información aparecida en el
mundo. Otros organizarían la colección así formado, lo del saber
universal; otros, por fin, recopilarían y difundirían lo que los investi-
gadores de la ciudad hubiesen experimentado. Bacon dejaba, de
este modo, simbólicamente representadas los actividades que de -
sarrollaban los ed itores y libreros, los bibliotecarios encargados de
sistematizar el acervo existente, y los bibliógrafos que debían aten-
der a las funciones de acceso, control y difusión de las existencias.
Finalizando el siglo XVII comenzaría la segundo etapa de la Bi-
bliografía, que se abría a la auténtica información científica, preci-
samente en el momento en que el método experimenta l se había
convertido en una necesidad para el desarrol lo de la ciencia mo-
derna. El núcleo básico de la Bibliografía y documentación científicas,
las revistas, saltaba a la palestra para cubrir las necesidades infor-
mativas de los científicos y, con ello, la superación del libro como
1136
soporte único. Las publicaciones periódicas llegaban como conse-
cuencia de la necesidad de un nuevo vehícu lo para comunicar las
aportaciones científicas. Se requería un medio de expresión más
ágil que los libros y más metódico que los coloquios de las reuniones
en las sociedades científicas. Si la primera de ellas, el Journa/ des
S<;avants (1665) fue obra principal de Denis de Sal lo, otras estuvieron
claramente en la órbita de las sociedades científicas, como voz d ifu-
sora de los nuevos conocim ientos y descubrim ientos. Recordemos
que la Roya l Society lond inense publicó tan solo un año después, en
1666, sus Philosophical Transactions; y en Alemania, la Academia
Naturae Curiosorum ed itó desde 1670 la Miscellanea Curiosa, es-
pecializada en cuestiones médicas. Las publicaciones periódicas se
convirtieron desde su aparición en el mejor medio para difundir los
conocimientos científicos. Se debió a una doble razón . Desde su
aparición, las revistas contenían información origina l formada por
trabajos científicos más breves que los libros y, por tanto, de elabo-
ración y publicación más rápidas. Pero es que, además, ofrecían
información referencial de otros documentos cuya existencia expli-
caban. Se anticiparon, así, a la función que cumplen en la actuali-
dad las bases de datos o las revistas de resúmenes. Requisitos am-
bos, el ser a la vez vehículo y depósito de información, de una
comunidad científica que se amplió y que necesitó de nuevos cana -
les de transmisión de conocimientos a lo largo del sig lo XVII. Queda-
ban así establecidas las revistas científicas como el medio principal
de transmisión del conocim iento, a las que seguirían los periódicos
diarios por los que la información iría llegando de manera progre-
siva a todos los sectores de la población a partir del siglo xv111 : perio-
dismo e imprenta serán desde entonces dos rea lidades insepara-
bles, a ta l punto que las innovaciones tecnológicas, que desde fi na les
de dicha centuria revolucionaron el mundo de la imprenta, se han
explicado como la respuesta a las nuevas necesidades derivadas de
la consolidación de la prensa d iaria .
Fue entonces, también, cuando se pusieron las bases de la Biblio-
teconomía moderna con el tratado Advis pour dresser une bibliothéque
137 1
(1627) de Gabriel Naudé, que ha sido considerado el primero en
analizar específicamente las técnicas para coleccionar, controlar y
organizar libros. Llegó incluso a describir los métodos de traba jo en
la biblioteca y los competencias que debían poseer los bibl iotecarios.
Noudé, director de la Biblioteca Mozarino en París, se apo rtó deci -
didamente del tipo de biblioteca-museo y abogó por una bibl ioteca
de acceso general, gestionado con eficacia y en lo que los usuarios
tuviesen comodidad paro hacer sus consultas. A esto obro le suce-
dieron, pocos años después, el Musei sive bibliothecae instructio de
Charles Cloude, el Traité des plus bel/es bibliothéques publiques et
particuliéres de Louis Jacob y el Hypotysis bibliothecae pubblicae de
Giovanni Rode. Incluso puede considerarse conti nuadora, ya en
17 4 7, la Bibliotheca instituenda ordinanda de G . C. Becell i.
La necesidad evidente que tenían los científicos de fijar la termi -
nología propia de sus campos de especialización corrió en paralelo
a la búsqueda de sistemas clasificatorios capaces de organizar los
conten idos de sus ciencias. Con ello se sentaron los precedentes de
los lengua jes documentales: Kinner desarrolló un sistema de nota-
ciones alfabéticas para clasificar taxonómica mente la Botánica, que
se estableció como precedente de las clasificaciones sistemáticas
que se desenvolverían en el siglo XIX; respecto al control terminológico,
John Wilkins promovió la identificación de los problemas semánticos
(sinonimia, homonimia, polisemia, antonim ia} dentro de los lenguajes
especial izados para obtener uno correcto comunicación y a portó,
asimismo, la ideo de un catálogo dicciona rio como índice de acce-
so del usuario al lenguaje de clasificación; finalmente, Boillet, en su
introducción al catálogo de lo biblioteca jurídico de Lomoig non,
expuso los principios de los encabezamientos de materia, antici-
pándose a las teorías de Cutter.
Lo función indicio! sobre los impresos, que ha bía tomado su
carta de naturaleza en el siglo XVI, multiplicó su presencio al llegar el
siglo xv111: los nombres de bibliotheca, inventarium, repertorium e
index, entre otros, fueron algunos de los sinónimos utilizados para
denominar a los bibliografías. Gracias a los reg istros de las obras se
1138
barrió totalmente con la producción para someterla a la censura.
También se dio comienzo al registro del depósito legal.
En lo bibliográfico, este siglo fue un periodo de gran intensidad
creativa, pues el interés por los libros estaba lógicamente en plena
expansión. Entonces se estableció, definitivamente, la bibliografía
nacional general y creció enormemente la bibliografía general inter-
nacional, cuyo títu lo cumbre fue el Aflgemeines europóisches Bücher-
lexicon de Theophi lus Georgi. Para controlar el aumento de pro-
ducción se multiplicaron las bibl iografías que parcializaron su campo
de estudio. Las bibliografías sobre asuntos particulares pasaron a
marcar la línea de elaboración de repertorios más común. A la par
se implantaba la tendencia de real izar bibliografías corrientes frente
a la anterior preferencia por las retrospectivas. Estos criterios no se
alcanzaron de repente sino de modo progresivo. El notable aumento
del número de libros obligó a la Bibliografía a reducir su campo de
acción: si se quería preservar el saber humano en su totalidad, había
que reducir el espacio geográfico y el tiempo a cubrir. Son representa-
tivos de los catálogos cor~ientes que informaban sobre la producción
impresa: Liste des livres que sont mis en vente choque semaine tant
en France qu'en pays étrangers y, en Alemania, los Messkatalogue.
Mientras que como ejemplos de la bibliografía científica especializada
de carácter retrospectivo debemos nombrar las bibliotecas del suizo
Albert von Haller: Bibliotheca botanica (l 771- l 772), Bibliotheca
chirurgica (1774-1775), Bibliotheca anatomica (1774-1777) y
Bibliotheca medicinae practicae (l 77 6- l 778). Estas bib liografías
especializadas se extendieron a todos los continentes colonizados
intelectualmente por Europa. A medida que la imprenta se desarro-
llaba en ellos, aparecieron las bibliografías nacionales corrientes.
Las publicaciones periódicas se dividieron definitivamente en
dos grupos a lo largo del sig lo XVIII. Kronick las denominó revistas
primarias (u originales), por contener información independiente y
principa l; y secundarias o derivadas, por posibi litar el acceso a los
materiales primarios no disponibles (en este grupo se situarían las
revistas de reseñas y las de resúmenes). Por otra parte, nuevos
139 1
impresos vinieron a mezclarse con los materiales científicos como
consecuencia de los avances técn icos: así aparecieron la rotativa y
los periód icos diarios. Sin embargo, la descripción del contenido de
los libros no había a lcanzado un nivel que resultase satisfactorio. La
irregularidad y la subjetividad eran constantes. Dependía aún fuer-
temente lo bib li ográfico de lo biográfico.
1140
puesto que se liberó de estas funciones prácticas y se centró más en
aspectos científicos. La intervención de los Estados liberales en favor
de atender a las necesidades de la ciencia se refle jó, en nuestro
campo, en las bib liografías cuya elaboración se nacionalizó, puesto
que el Estado estaba obl igado a cubrir las necesidades informativas
de los ciudadanos.
Las teorías sobre la libre competencia establecidas en el siglo
anterior, se llevaron a la práctica en el sig lo XIX mediante la lucha
por los mercados, de la que fueron trasunto inmediato la expansión
colonial y las riva li dades imperialistas entre las potencias mundiales.
Si se querían producir bienes de calidad, había que fomentar la
industria, que requería concentración de mano de obra, de centros
de trabajo y de capitales, hecho que tuvo como consecuencia la
mayor concentración urbana conocida hasta entonces. Por exigencias
de la industria se necesitaban investigaciones en cadena, que a la
vez perfeccionaban los sistemas de producción y originaban sucesivas
investigaciones. En ese contexto surgió un hombre nuevo, consciente
del desarrollo económico alcanzado, del triunfo de la técnica y de
la victoria sobre lo natural. Se imponía una nueva mentalidad. Era
el momento del Positivismo, de excesiva confianza practicista en el
progreso, en el que se depositaba la solución a los problemas so-
cia les, en el convencimiento de que traía una sucesión de cambios
irreversibles para la humanidad.
Debe ser resaltado el apoyo que la institucionalización educa-
tiva de la enseñanza superior supuso para el desarrollo de la ciencia.
Hasta ese momento, la investigación se concebía como Little Science,
en denominación de Price, que implicaba un aprendizaje artesanal
y un tiempo cercano a los cien años para duplicar los textos científicos
existentes. La generalización observable desde el siglo XVII en Europa
culminó en el x1x. Cuando se instituyó la enseñanza para hacer ciencia,
y la producción de documentos alcanzó un vértigo ta l que se la
describe como crecimiento exponencia l o, más exageradamente,
como explos ión informativa. Se entraba así en la Big Science, o
crecimiento y actividad científicos ob ligados por la producción
141I
industrial, que directamente produjo la aparición de nuevos docu-
mentos, a un ritmo hasta entonces desconocido.
Para estar a l día, los científicos se interesaban tan solo por lo
último aparecido sobre su ámbito de interés e ignoraban las pub lica-
ciones que contuviesen información en desuso. Fue el momento en
que se d iferenciaron la documentación, como respuesta a las necesi-
dades de literatura reciente, y la historia de cada ciencia que se pre-
ocuparía, en adelante, de la literatura obsoleta como momentos del
desarrollo diacrónico de una especialidad por más que hubiesen sido
de gran importancia, pero que ya se encontraban claramente sobre-
pasados. En muchas ciencias aplicadas, hacia la mitad del siglo
(1848) se asistió a la separación entre la historia de esa ciencia y la
Documentación. De nuevo, la exigencia rea l de información en uso,
de actualidad, por parte de los científicos producirá la llegada de
unas técnicas y unos modos de informar que fundamentarán la cien-
cia de nuestro interés, la Documentación. Como había sucedido al
aparecer la imprenta y las revistas de resúmenes, se volvía a reque-
rir ahora una solución a las necesidades del acceso informativo.
A lo largo del siglo XIX, los impresos se fueron haciendo más
asequib les, debido al abaratamiento de los costos de producción y
al crecimiento de la oferta creativa por parte de científicos y literatos.
El proceso de imprimir había variado poco desde el Renacim iento
hasta la revolución industrial a fina les del sig lo XVIII. Se conoció en-
tonces una creciente mecanización de los procesos de composición
e impresión, con lo que se a lcanzó la fase evolutiva denominada de
la imprenta mecánica, jalonada por un importante número de in-
ventos y mejoras técnicas e industriales que revital izaron el panora-
ma de la impresión y las artes gráficas. Se produjeron elementos de
cambio fundamentales en la revolución de la comunicación escrita
y se sentó la base para el desarrollo de la imprenta contemporánea
y la aplicación de nuevas tecnologías a la edición. 21 Los avances en
la composición tipográfica comenzaron con la introducción de la
linotipia por Mergenthaler en 1884, que obtenía una línea de tipos
(linotipia) compuesta a una mayor velocidad que la proporcionada
1142
por el operario componedor. Casi a la vez, en 1887, Lanston pro-
dujo la monotipia, máquina componedora-fundidora con tipos
móviles que ofrecía la ventaja de poder correg ir errores en la com -
posición de cada uno de los tipos, mientras que en la linotipia se
obl iga a corregir toda la línea. Además, permitía la conservación de
las composiciones almacenadas en la bobina para posteriores im-
presiones. Linotipias y monotipias proporcionaron una velocidad de
composición notablemente superior a la composición manual. Des-
pués, la fotocomposición desplazó definitivamente a la linotipia y
supuso el primer logro a la hora de apl icar los avances nacidos de
la fotografía a la fabricación de superficies impresoras. Por razones
técn icas, pero más por razones investigadoras, los materiales se
volvieron tan abundantes que se hizo necesario un control más es-
tricto. Junto a la necesidad socia l de instituir las bibliotecas, creció
la necesidad científica de una información de mayor calidad. Esta -
ban para madurar las Ciencias de la Información científica, bajo su
acepción de Documentación.
No fue ajeno a este proceso el desarrollo de inventos o adelan-
tos técnicos del siglo XIX, que orig inaron muchos documentos de
soporte físico no g ráfico y que han llegado hasta hoy como modos
fundamentales de transm isión de los conocimientos y de las infor-
maciones. La fotografía, el teléfono, la telegrafía sin hilos, el gra-
mófono, el cinematógrafo y la rad io tuvieron su origen entre 1876
y 1905. Su importancia social es ta l que su estud io ha alcanzado
nivel universitario y sus productos en diversos soportes han origina-
do archivos de información de una riqueza extraordinaria. Cuando
estos nuevos soportes aparecieron se romp ió el monopolio expresi-
vo que ostentaba la escritura, por lo que el térm ino «documento»
pasó a ser el denominador común de los soportes que contenían
información. Era también evidente que nuevos problemas se aña-
dían al acceso a la información.
Como exp licaremos en el capítu lo siguiente, debemos entender
que fue en el sig lo XIX cuando la Biblioteconomía alcanzó su madurez
científica. Así lo manifiestan las aportaciones del francés Constantin
y del alemán Schrettinger. Profesionalmente, supuso el perfecciona-
miento de las técn icas bibliotecarias, a l resaltarse la importancia
que tenían los catá logos, a l crearse 'normas de catalogación (Pan izzi
1841 y Cutter 1876) y a l desarrollarse los lenguajes documentales
sistemáticos (Dewey 1876). La biblioteca no solo tenía que ordenar
sus fondos, sino que debía facilitar el acceso físico y por materias al
acervo custod iado en ella. Por el lo, el tratam iento y la organ ización
de los contenidos documentales alcanzaron gran relevancia. Desde
principio de siglo hubo preocupación por organ izar la información
a partir de lenguajes documentales que guiasen a los usuarios al
conten ido de los documentos. Andrea Crestadoro puede ser
considerado como precursor de los encabezamientos de materia y
de los índices modernos. Su idea era que el catalogador debía ofre-
cer, al usuario, una guía de fácil consulta donde se representase
sistemáticamente el contenido de los libros. Mayor trascendencia
tuvo la bibliografía internacional de Brunet titulada Manuel du libraire
et du amateur des livres, precedente claro de las teorías de Otlet,
por incluir, en los índices, una clasificación bib liográfica, luego ap li-
cada a la organización de la Biblioteca Naciona l Francesa, y ello
por más que fuese en los Estados Unidos donde apareció, a mitad
de sig lo, una corriente conceptua l que fraguó la entrega de las
primeras obras teóricas sobre lengua jes documentales, sin duda in-
tentando llevar las taxonomías que jerarqu izaban los hechos cientí-
ficos a los propios conceptos, con lo que aparecen los sistemas de
clasificación universal.
A lo largo del siglo, las diferentes vicisitudes políticas y económi-
cas apoyaron el desarrollo de tendencias conceptua les de recorrido
breve. Fue el caso de Francia durante el Imperio. Había acumu lado
durante la Revolución grandes depósitos documentales provenientes
de las expropiaciones eclesiásticas y nobiliarias. Para su tratamiento
se creó el Bureau Central Bibliographique en París, que influyó po-
derosamente en la aproximación de la Bibliografía al concepto de
ciencia de las bibliotecas, dado el trabajo a efectuar y su valoración
como ciencia auxiliar de la Historia.
1144
En el aspecto bibliográfico, casi todos los países se propusie-
ron, durante el siglo XIX, elaborar su bibliografía retrospectiva, hasta
llegar al primer libro impreso. Al mismo tiempo que se manifestaba
esta preocupación por salvar del olvido las obras del pasado, se
daban a conocer las de reciente aparición mediante la publicación
de las ya comentadas current bibliogrophies. El rápido desarroll o
tecnológ ico y científico causado por la revolución industrial obligaba
a actuar sobre una información en desbordado crecimiento para
controlarla. Los documentos eran la manifestación del dominio huma-
no sobre los sistemas productivos. Para referenciarlos, las asociacio-
nes científicas y culturales llegaron a producir más de 70 bibliogra-
fías especializadas en Europa y los Estados Unidos. Las referencias
analíticas a los artícu los de revistas fueron las que ocasionaron mayor
preocupación pa ra estas bibl iografías. En paralelo, y desde los orga-
nismos internacionales, se fomentó el establecimiento de bibliogra-
fías especial izadas de novedades, sin duda porque estaba solo a su
alcance la posibil idad de enfrentarse a los elevados costos económ i-
cos generados en la creciente masa editada por ana lizar y las consi-
guientes a mplias plantil las para ell o precisadas. Para ello se exigía,
evidentemente, una o rganización de servicios independientes con
recursos suficientes y precisión técnica.
Precisamente del desarrollo de estos repertorios especializados
surg ió, a fines de siglo el concepto de documentación científica. La
transición se hizo de forma natural, como un paso adelante, al que-
rer adaptar, a las nuevas circunstancias, el proyecto de una bib lio-
grafía universal. Cua ndo se planteó una visión retrospectiva de las
ciencias, que ana lizase en especial el crecim iento expansivo del siglo
XIX, apareció la figura de Otlet y la fundación del Instituto Internacional
de Bibliografía, presupuestos fundamenta les en la sistematización
de la ciencia documental.
Así, pues, a las puertas del sig lo xx, la bibliografía había alcan-
zado su madurez. Sus objetivos estaban bien marcados, sus pautas
dispuestas y su metodología fijada. En el sentido tradicional, por el
que se muestra antecedente de la intermediación documental, la
145 1
Bibliografía había llegado a ser conocimiento de la producción inte-
lectual a través de los repertorios, tarea reconocida por la comunidad
científica debido a su creciente utilidad.
La elaboración de los repertorios pasó del individualismo anterior
a emplear técnicas de traba jo cooperativo. Los propios usos de la
Bibliografía apuntaban hacia modos de hacer de la documentación:
ofertar visiones globales, elaborar repertorios exhaustivos, valorar
la función informativo-científica por encima de otros factores. Mien-
tras que la bibl iografía especia lizada ofrecía una visión última de
cada problema científico y se esforzaba en dar panorám icas retros-
pectivas, se hizo común ofrecer a los investigadores unas reseñas
sintéticas en las que se incluían los textos fundamenta les (l ibros o
artículos de revista) sobre una materia. Todo lo cual implicaba una
renovación de los contenidos informativos conforme las aportacio-
nes científicas últimas iban modificando la situación del problema y
ofreciendo una co lecta de las aportaciones más notables según se
remontaba alguna cuestión científica hasta sus orígenes. Si se querían
establecer bib liografías especia lizadas internacionales, había que
coordinar la actuación de diferentes instituciones y concretar sus
áreas y objetivos, ya que, a lo largo del sig lo XIX, la Bibliografía
aspiraba a hacer repertorios que contuviesen todos los artículos cien-
tíficos publicados en cua lquier parte del mundo (recordemos la mi-
sión del Catalogue of Scientific Papers). Precisamente, cuando la
Bibliografía más se internacionaliza y sistematiza, ve mezclarse sus
conceptos y procedimientos con los de una nueva corriente al servicio
de la información científica.
Ortega no duda en atribuir, en gran medida, a la facilidad de
transmisión de las ideas a través de los libros, el movimiento constan-
temente acelerado que ha afectado a todos los aspectos de la vida
del hombre actual. 22 Esa ventaja se volvió un inconveniente, pues,
debido al rápido crecimiento de las ciencias, los productos docu -
mentales se volvían incontrolables. Entonces llegó la documentación
basada, como veremos, en los fundamentos teórico-prácticos desa-
rrollados a lo largo del siglo x1x por la Bibliología y gracias a que la
jl48
Bibliografía funcionaba de forma madura. Si parece más propio
identificar Documentación con Bibliografía, a causa de la importa ncia
que concedemos a los contenidos de los documentos, no podemos
olvidarnos de que en la Bibliología estaban ya muchas de las pre-
ocupaciones de la Documentación, como la sistematización por
medio de la normalización, la bib liometría, la conservación y la
superación de los problemas de descripción, entre otras.
Cuando llegaba el siglo xx, comenzaba el periodo documental
al servicio de las nuevas necesidades científico-técnicas y sociales:
el crecimiento incesante de los documentos, la variedad de formas
de estos y los propios avances y consumos científicos. Este contexto
planteaba unos problemas nuevos que la Bibliografía no alcanzaba
a resolver. Por otra parte, los documentos generados por los medios
técnicos de información aparecidos en el siglo XIX hacían que el
problema del acceso a la información de los impresos se viese su-
perado. Para dar respuesta a los nuevos planteamientos y para am -
pliar el concepto de Bibliografía llegó la Documentación. Ahora
debía facilitarse el acceso no solo a los impresos sino a cualquier
otro tipo de documento según el soporte. El cambio fue más a ll á de
un nuevo concepto referido a los materiales sobre los que se grava
la producción intelectual, pues afectó sobre todo a la filosofía de
uso de esos materiales, al situar su objetivo entre esos documentos
portadores de información y la comun icación de los científicos, ne-
cesaria para que la ciencia crezca, y dentro de la intención de evitar
la rápida puesta en destiempo de los repertorios y el particularismo
que impedía llegar a cubrir la producción internacional. Desde esta
perspectiva, las necesidades de información serán la causa e inicio
del proceso documental. La Documentación nació, pues, con una
función informativa desde la que se considera al documento como
fuente de conocimiento nuevo.
147 I
4.3. Sistematización teórica e implantación
metodológica de la Documentación
1148
momento de la Documentología o Bibliología, con las que, pese a
la indecisión terminológica, se buscaba determ inar una ciencia global
que, sobre el libro y el resto de documentos, agrupase las aporta-
ciones de la Biblioteconomía, Bibliografía e, incluso, de la Retórica,
para explicar el acceso universal a los contenidos informativos. Su
cuestionam iento surgió al ver los problemas causados por el incre-
mento acumulado de información, que se acentuaban tanto por las
duplicaciones como por los vacíos en el tratamiento. Puestos a procesar
tantos documentos, había que determ inar un orden en las referencias
derivadas de ellos, un sistema de acceso y difusión de acuerdo con
las necesidades de usuarios concretos, y hacerlo sin retrasos y con
facil idad. Partía, pues, de valorar más el contenido temático de los
documentos, en especial desde la perspectiva psicológica del re-
ceptor, que el soporte físico. Tiempo después, entre las dos guerras
mundiales, añadió a esta valoración el porqué, con lo que también
la Sociología pasó a formar parte contributiva en la explicación de
lo que era nuestra área, en una aspiración siempre global y preocu-
pada con el retorno de la información para la sociedad.
Terminados los estudios en la Sorbona, O tl et regresó a Bruselas
en la convicción de que el mejor cam ino para llegar a la verdad de
las cosas se lo ofrecían las teorías positivistas, así que no dudó en
adentrarse en el estud io de la Historia de las ciencias en general y,
muy particularmente, de la Sociología. Augusto Comte se había
revelado como el autor más innovador, el que mayor influencia ejer-
ció en el terreno de la Biología y de la Filosofía positivista. 27 Él había
desarrollado, a mitad de siglo, lo esencial del positivismo. En la «Cla-
sificación de las ciencias», Comte planteó un orden explicativo del
crecimiento de estas de modo interdependiente y complejo: 28 en el
primer nivel se situarían las Matemáticas, la Física, la Química; luego,
la Biología; y queda todo culminado por Psicología y la Sociología.
El positivismo ponía el énfasis de su pensamiento en el método
científico y en el utilitarismo ético que perseguía. Sin embargo, no
fue una ideología compacta. Spencer, aun estando de acuerdo con
la posibilidad de llegar a un conocimiento positivo, no veía claro
1481
que este fuese unificado por completo. De acuerdo con Rayward, 29
su biógrafo, Otlet tuvo contacto con ambos y se inclinó más hacia
las teorías de este último, al reconocer que el conocim iento era
re lativo, 30 y más en tota l acuerdo aún con la idée-force de Alfred
Foui llée, 31 ll amado también concepto verbal, que se sitúa entre los
procesos mentales internos y las acciones físicas. Con el desarroll o
de ese concepto se trataba de sintetizar y completar las teorías
evolucionistas del desarrollo gnoseológico. Incluso la perspectiva de
la Bibliología surgía desde esta posición, al verla como ciencia gene-
ral que recoge y clasifica sistemáticamente el conjunto de los datos
relativos a la producción, la conservación, la circulación y la utilización
de los escritos y de los documentos de toda especie, dentro de la
cual, la Bibl iografía tenía como última razón identificar la contribución
de cada trabajo a l conocim iento. 32 Hay que resa ltar que Documen-
tología y Bibliología actuaban para Otlet como términos homónimos,
ya que dentro del concepto de Bibliología incluía no solo los libros,
sino todo tipo de documentos: «libro, biblion, o documento, o grama,
son términos convencionales para expresar todo tipo de documen-
tos».33 Precisamente, en su afán sistemático está la razón de preferir
el término documento sobre las otras opciones. El momento históri-
co le llevó a d istinguir entre d iscurso y texto, pues si aún la mayor
parte de la información se fijaba sobre textos, los discursos se fija-
ban también sobre la fotografía, el cine y los discos sonoros.
La misma adscripción al Positivismo lo llevó a relacionar poligrá-
fica mente los fundamentos de la Biblio logía respecto de las ciencias
fundamentales, pues desde la teoría del conocimiento veía a la Bibliolo-
gía en el cruce de las ciencias básicas con los modos de comunicación,
al sustentar, los documentos, información referida a todas las materias
y gozar por ello de carácter aplicativo al conocimiento enciclopédico
universal. La Bibliología la relacionó también con el resto de las
ciencias bibliológicas, en relación que debe entenderse partiendo
de la diferenciación del contenido enciclopédico del libro, de la
conexión del libro con otras ciencias que directa o indirectamente
se ocupan de él. Esta diferenciación anticipa las raíces multidisciplinares
l150
que tendrá luego la Documentación, pues hay que considerar la
Lógica, Psicología, Tecnología y Sociología biblio lógicas, y correla-
tiva mente la Bibliología lógica, la Bibliología psicológica, la
Bibliología tecnológica y la Bibl iología sociológica.
Mientras que el estudio del libro fue abordado a su vez desde
tres niveles:
1511
hizo de este objetivo el fin de su obra, convencido además desde el
internacionalismo de que la comprensión entre los hombres podía
darse por medio de la participación común en la informaci ón, en
un mundo muy dividido. Precisamente, la circulación e intercambio
de saberes que pretendía acabaría descri biéndola bajo el térm ino
«documentación». De este modo, la información, multiplicada y po-
tenciada por la revolución industrial, encontra ba una final idad ética
y una justificación social . Se han señalado tres momentos en la
evolución del pensamiento otletiano hasta a lcanzar los criterios que
dieron independencia conceptual a la Documentación :34
1,s2
Además, era primordial para la satisfacción de su proyecto alcanzar
una representación del conocimiento detallada y sistemática. Sobre
estos dos presupuestos elaboraron su trabajo previo al Traité de
Otlet, obra de síntesis y de sistematización global, basada precisa-
mente en unos antecedentes que marcaban las futuras aplicaciones
documentales y que enumeramos descriptivamente a continuación:
153 1
• se amplió el concepto de documento a cualqu ier ti po de
soporte, superando los límites del libro;
• fue el primer intento global por sistematizar el almace-
namiento y la recuperación de la información;
• las tareas técn icas sobre la información deberían reali-
zarse organ izada y cooperativamente; y, por último,
• se retomaron los presupuestos bib liométricos planteados
por Peignot y se aplicaron por vez primera a la producción
y consumo de la información científica.
(2) Para organizar sistemáticamente los contenidos del RBU,
Otlet y La Fontaine d iseñaron un leng uaje de representa-
ción clasificada del conocim iento, de aplicación universal.
Adaptaron la Dewey Decimal Classification y lograron la
Clasificación Decimal Universal (CDU), sistema que faci li-
taba la organización y representación codificada de cua l-
quier tipo de información. La CDU fue la herramienta
metodológica que estableció los enlaces semánticos entre
los conceptos del RBU, relacionándolos por jerarquía, si-
militud o diferencia. En este lenguaje, los números expre-
saban abstracciones científicas y permitían circular entre
los conceptos extraídos del contenido de los origina les para
responder a búsq uedas concretas, con lo que se anticipa-
ba a la idea de hipertexto.35
Con el RBU y su organización mediante la CDU, el 118
protagonizó los primeros hechos de la nueva corriente do-
cumental. Cometió, sin embargo, el error de empeñarse,
como primer objetivo, en adaptar y mantener la Clasifica-
ción Decimal Universal. M ientras que en los Estados Uni-
dos, como luego veremos, el American Documentation
lnstitute escogería el cam ino de las aplicaciones tecnológi-
cas a la reproducción documental, en un entusiasmo por
el uso de la microfotografía del que participaría también la
American Library Association. Precisamente la búsqueda
de la disponibilidad general de información que subyacía
1154
al uso de esta tecnología terminaría estableciéndose como
el auténtico fin de nuestra especialidad.
(3) El Instituto Internacional de Bibliografía se volvió, en 1931,
Federación Internacional de Documentación y, en lo actua-
lidad, Federación Internacional de Información y Documen-
tación. Su labor normolizodora y metodológica ha contri-
buido decisivamente o conformar lo teoría y práctico básicos
de nuestra especialización, así como o fomentar los activi-
dades asociativos, formativos, y profesiona les en torno a la
información científico. Su función fundacional se mantie-
ne, en lo persecución de que los traba jos documentales
continúen realizándose en coloboración. 36
155 J
(4) acceso sencillo;
(5) información actual izada, sin interés por la envejecida, que
pasó a ser ob jeto de la historia de cada ciencia; y
(6) un distanciamiento tolerable, desde la aparición del original
hasta la d ifusión de las referencias.
¡,ss
Pasado el tiempo, la universalidad continúa siendo el rasgo
más destacable del Traité, en el que se aplicó constantemente:
157 1
(1) Como ciencia, abarcó el estudio de todos los aspectos
desde los que puede ana lizarse el documento.
(2) Como técnica, atendió al estudio de todas las normas y
proced imientos relativos a las operaciones de producción,
circulación, conservación y utilización de documentos.
(3) Como organización, se ocupó del estudio de los proyectos
individuales e institucionales en el trabajo intelectual, y la
cooperación documental en todos los campos.
1158
(7) federación de centros y sistemas, hasta lograr una amplia
red documental.
158 1
hipertextua l de los conocim ientos de todo el mundo. Sigue utilizándo-
se en muchas bibl iotecas de todo el mundo. Incluso es el origen de la
CDU, tras la adaptación que de ella hicieron Otlet y La Fontaine. Y
anticipó sus propuestas a la clasificación de la Biblioteca del Congreso.
Las teorías de Cutter siguen vigentes en la actualidad en los
encabezam ientos de materia, que definió entonces como de carácter
precoordinado, estructura asociativa y contro l de vocabulario de
apl icación específica a los conceptos a indizar. Sin duda, la amiga-
bilidad de uso para el usuario frente a la rigidez arbórea de los
sistemas clasificatorios dio, a los enca~ezamientos, una proyecc ión
hacia los lenguajes controlados, superior a la que tendrían las cla-
sificaciones. Los conceptos defendidos por Cutter fueron llevados a
Europa por Fumagal li. 42
Vimos también como una de las tareas fundamenta les de La
Fontaine y Otlet consistió en el desarrollo de la clasificación decimal
universa l (CDU), precisamente en estrecha relación con el RBU, pues
ambos hechos no pueden conceb irse de formo independiente. Sin
CDU no habría posibilidad de cooperación bibliográfica interna-
ciona l y, por supuesto, no cabría la elaboración del RBU. A finales
de 1895 y principios de 1896, La Fontaine y Otlet ya habían tradu-
cido y adecuado alguna parte de la clasificación, en concreto las
referentes a Derecho y Sociología, con un índice alfabético en inglés,
francés y alemán. Se preocuparon también por explicar la naturale-
za de esta clasificación. 43 Siguieron pub licando tab las referentes a
otras d iscipl inas científicas o simplemente ofrecían la traducción de
la edición americana de 1894.
La clasificación había sido ideada por Melvin Dewey, nacido en
1851 en Adams Center (Watertown, Nueva York). Durante sus estu-
dios universitarios trabajó como asistente en la biblioteca del Amherst
Col/ege. Allí comprendió que se precisaba una organización más
adecuada para la cual había que cambiar los métodos empleados.
Decidió estudiar d iversas bibliotecas y también que era necesario
establecer un sistema de clasificación que pudiera tener aplicación
universal y que no tuviera que cambiar constantemente. 44 La idea
lmo
tomó cuerpo: «Era muy simple usando los símbolos conocidos más
sencillos: los números árabes con decimales para numerar una cla-
sificación de todo el conocimiento». 45
En la introducción a la clasificación situó el plan básico, que
consistía en ana lizar la totalidad de conocim ientos humanos fi jados
sobre cua lqu ier soporte e incluirlos dentro de unas divisiones deci-
males, así como en unir los diversos aspectos de cada tema a través
de un índice alfabético relativo. 46
En abri l de 1876, Dewey se estableció en Boston . Siguió visi-
tando bibli otecas, hablando de clasificación y se involucró en tenta -
tivas para editar una revista sobre bibliotecas y para formar una
asociación de bibliotecarios. Durante la Centennial Exposition de
Nueva York, y gracias a la colaboración de Leupoldt, editor del
Publishers' Weekly, logró reun ir a los bibliotecarios y fundar la
American Li brary Assoc iation (ALA), en 187 6. Fue él su primer
secretario. Un año después se publicaba el American Library Journal
como órgano oficia l de la ALA.
Desde entonces se preocupó por saber qué necesidades y
equipam ientos tenían las bibl iotecas y para ello organizó, con Cutter
y otros colaboradores, la Readers and W riters Economy Company,
para centralizar y distribu ir los resultados de las mediciones y de la
experiencia. El proyecto fracasó en 1882, pero entonces surg ió el
Library Bureau dentro de la fi rma Rem ington Rand, de cuyo depar-
tamento Dewey fue presidente durante 25 años. 47
Al construirse la nueva biblioteca de la Universidad de Colu mbia,
Dewey tuvo ocasión de demostrar sus teorías . Se pretendía que las
colecciones de la misma fuesen organizadas de tal manera que sirvie-
sen rea lmente a los programas de estudio. Dewey acudió para organi-
zarla, a la vez que proponía la fundación de una escuela que pre-
parase a los biblioteca rios. Se le acepta y nombra director de la
bib lioteca y profesor de Economía Bib li otecaria. En la organ ización
de la Biblioteca, estructurada en bibl iotecas menores de acuerdo
con colecciones específicas, apareció por vez primera el triple catá-
logo: de autor, títu lo y tema. A la vez se articuló un sistema de
181 I
adquisiciones más racional en cooperacion con las facultades y
demás bibliotecas universitarias.
Luego sería secretario de la Cámara de Regentes de la Univer-
sidad de Nueva York y director de la Biblioteca del Estado de Nueva
York, así como de la New York State Library School, para fina lmente
acudir a Lake Placid en 1905. Allí se incorporó como miembro al
Lake Placid C lub, último centro en el que desarrolló sus ideas y
trabajos. Murió en l 931.
Sin duda el trabajo más destacable de Dewey, por su contribu-
ción a la formación de la Documentación, fue la clasificación deci-
mal. Se trata de una graduación de disciplinas científicas, con temas
específicos que se pueden repetir cuantas veces se requiera. Su se-
cuencia se basa en el nivel más ampl io de la clasificación del saber
humano de Francis Bacon y en niveles medios según los conceptos
del siglo XIX, pero a niveles muy específicos. 48 Sus características
más notables son la simplicidad, ingenuidad y ada ptabilidad de sus
anotaciones. El sistema comienza por encuadrar todo el conocimiento
fijado en materiales librarios en diez clases (del O al 9), con los
símbolos gráficos más universalmente reconocidos. Cada clase de
contenido se subdivide en diez subclases o divisiones. Así se forman,
por subdivisiones, los índices que se desarrollan en línea jerárquica,en
la que cada sucesiva división de un tema corresponde a una subsi-
guiente anotación con un nuevo dígito. La CDU se formó como una
versión bibl iográfica de la clasificación decima l de Dewey para las
bibliotecas. Fundamentalmente, su sistema es el mismo. Las mod ifi-
caciones, hechas tras experiencias bien evaluadas, tenían como
objeto la clasificación del RBU si se pretendía que este fuese práctico.
La CDU fue publicada en 1907, de acuerdo con el sistema de Dewey,
al que se añadieron facetas y auxiliares. Ha llegado a ser la más
popular de las clasificaciones y se emplea en unas 300.000 biblio-
tecas, centros de información y oficinas de más de 50 países. Res-
pecto a los trabajos de adecuación de la clasificación de Dewey
hasta su consolidación como CDU, un autor de la talla de Guil iareski
piensa que «Otlet y La Fontaine realizaron un esfuerzo tremendo a
l1s2
lo largo de varias décadas para normalizar la clasificación decimal
de Dewey. Solo hay que recordar que cuando la CDU empezó a
desarrollarse, Otlet contaba 30 años, y todos le vimos, ya viejo,
seguir revisando los textos». 49 Debemos hacer constar otra gran con -
tribución de Dewey al introducir la ficha de 7,5 x 12,5 cm como
padrón normalizado de control cata lográfico en las bib liotecas.
1631
En sus primeros momentos, la FID limitó su actividad a tareas
como el desarrollo y contraste de la CDU, la elaboración de bibl io-
grafías y la organ ización de conferencias internacionales. El programa
básico revisado proponía estos ob jetivos:
1184
dedicados a los servicios de información científica, como el IFLA,
ICA, ICSU AB e ICR, entre otros; otra razón son las crecientes difi-
cultades para dotar de servicios de información a los países
industrializados y, a la vez, a los que están en vías de desarrollo. La
FID continúa en la línea de colaboración internacional que sus fun-
dadores promovieron, siempre al servicio de la información científi-
ca y de la ciencia en general. 54
A fina les del sig lo x,x, la bibliografía se centró en una doble
tarea: controlar la literatura publicada en revistas científicas y técnicas;
y, a la vez, organ izar la bibliografía internacional desde los repertorios
nacionales. Se daban, así, los primeros pasos que llevarían a la
Documentación. Tras algunos intentos testimon iales esta empezó a
fundamentarse como ciencia al principio del siglo xx y, en especial,
gracias a las aportaciones de los personajes antes estudiados: Otlet,
la Fontaine y Dewey, principalmente. La Biblioteconomía tradicional
quedaba atrás. Melvin Dewey la había revolucionado tanto en los
aspectos teórico-prácticos como en los referentes a la formación de
los bibliotecarios, desde él parten las técn icas bibliotecarias moder-
nas,55 que a partir de entonces comenzaron a correr caminos para-
lelos a la Documentación. Nació entonces el primer centro de
documentación bibliográfica, el utópico y revolucionario 118, en el
que se ap li caron las primeras actividades técnicas documentales.
Su historia, llena de aciertos y equivocaciones, mostraba emp~ro la
vital idad que concede el convencimiento de realizar una labor ne-
cesaria en el momento preciso. Su desarrollo desembocó en la pri-
mera institución de carácter internacional preocupada por la
unificación conceptual y la normalización de los procesos, la FID,
ya antes estudiada. 56
Otro caso de enorme interés es el de la Federación Internacional
de Asociaciones de Bibl iotecarios (IFLA). En 1926, el presidente de
la Asociación Francesa de Bibl iotecarios, Gabriel Henriot, había
propuesto en Praga la creación de una Organización Internacional
de Bibliotecas que se ocupara de preparar los congresos internacio-
nales de bibliotecarios. La organ ización se aprobó en Edimburgo,
185 1
en 1927; y en Estocolmo, en 1930, y aceptó el nombre de Federación
Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios (I FLA). La colabora-
ción con la FID se fijó en 1935, en el 111 Congreso Internacional de
Madrid. La principal finalidad de la IFLA fue descrita por Murra:57
«La contribución cap ital de la IFLA a la organ ización internacional
de la bibliografía ha sido fomentar una reunión internacional a la
que asisten bibl iotecarios formados en trad iciones diferentes,
documentalistas y bibliógrafos». La influencia de la FID y de IFLA,
originariamente europeas, empezó a trascender a los demás conti -
nentes después de la segunda guerra mundial. La IFLA admite como
miembros tanto a las asociaciones nacionales como internacionales
de bib liotecarios. Cada año se reúnen en consejo, en el que se
presentan memorias sobre los avances de cada país miembro en las
cuestiones biblioteconómicas. Destacan por s~ interés para la Cien-
cia de la Información aquell as comis iones que atienden al présta -
mo internaciona l, intercambio de publicaciones universitarias y cien-
tíficas, revistas y publicaciones en serie, así como las que atienden a
la formación profesional.
Sin embargo, si no hay una normalización de procesos y
medidas, la organización de la documentación no tiene lugar. Sin
duda, ha sido una de las tareas más difíciles de lograr, pues se trata
de poner de acuerdo a muchos países con intereses dispares. En
1926 se fundó, en Nueva York, la Asociac ión Internacional de
Normalización (ISA, después ISO). De los 7 6 com ités técnicos en
que se dividió su trabajo, el com ité técnico 46 tiende a la normali-
zación documental: los trabajos primeros versaron sobre la unifica-
ción en las transliteraciones, técn icas bibl iográficas y reproducción
de documentos. Otro de los grandes empeños de los primeros años
trató de fi jar un código por el que se abreviasen los títulos de las
revistas científicas. Al com ienzo de los años cincuenta se estudiaron
los proyectos sobre las citas bib liográficas y la organización de las
bibliografías. También se comenzaban las normalizaciones acerca
de las fotografías y otros procesos de imágenes, así como sobre las
microcopias y las máquinas lectoras de microfilmes.
1,ss
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) merece entrar en este listado, en
especial por sus proyectos para universalizar la información. Recién
finalizada la segunda guerra mundial surgió esta organización, cuyo
fin era la colaboración internacional en lo referente a educación,
ciencia y cu ltura. 58 Su fin principal, expresado en el acta fundacional,
consistía en fomentar el libre acceso a los recursos bibliográficos
universales y la creación de múltiples bibliotecas públ icas, formando
una red de servicios cooperativos perfectamente ligados entre sí en
todo el mundo, así como el intercambio de la documentación biblio-
gráfica entre todos los países. La UNESCO ha fomentado la descen-
tra lización por naciones; cada una de ellas organizaría su sistema
bibliográfico y mediante la cooperación se lograría el servicio exhaus-
tivo de información bibliográfica universal. Separándose de cuanto
significase imponer sus puntos de vista, la UNESCO dejó libertad a
los miembros en cuanto se refiriese a arte o literatura, catalogación
o principios bibliográficos. Además, desde ella se potenció la cola-
boración con las otras organizaciones internacionales mediante el
apoyo económ ico. Igualmente, fomentó la formación profesional
en los países menos desarrollados enviando sus propios técn icos,
con el fin de que los países más poderosos no predominasen en las
prácticas a adoptar y su aplicación.
Respecto a la Documentación, se estructuraron tres com ités: el
Comité Orientador Internacional de Bib liografía y los Comités de
Documentación en Ciencias Naturales y en Ciencias Socia les. El prime-
ro convocó, en 1949, una reunión para estudiar internacionalmente
los resúmenes ana líticos; se discutió su presentación formal, la lengua
de redacción, sus relaciones con los derechos de autor y la clasificación,
indización y el empleo de medios mecánicos para el almacenaje y
la selección de información. El comité de bibliografía se encarga de
la relación con las demás instituciones internacionales del sector; la
constitución de los comités por personal técnico asegura la repre-
sentación de los principales intereses de la profesión y procura el
equi librio obtenido al combinar las distintas posiciones nacionales.
IS7 1
En lo relativo a la bibliografía internacional y a las actividades
que a propósito realiza la UNESCO, cabe destacar que :59
1168
por estos centros de documentación fueron atendidas por las orga-
nizaciones internacionales, principalmente por la UNESCO, que,
auxiliada por organismos especializados en el sector y por sus miem-
bros en varias naciones, generó publ icaciones como el lnternational
Political Sciences Abstracts 6 1 y el Current Sociology. 62
El prob lema de cubrir con resúmenes ana líticos toda la informa-
ción internacional sobre un ámbito científico se vo lvió más preocu-
pante en la década de los años cincuenta. El aumento de la cantidad
de traba jos producidos fue tan exagerado que el Chemical Abstracts
de 1952 tenía mayor vo lumen de datos que los referidos a toda la
década 1907- 1916.63 Para cubrir tal cantidad de actuaciones, la
institución precisaba de una plantilla de anal istas superior a las 7.000
personas, con lo que el déficit de la casa era insalvable. La solución
tenía que venir de la mano de la mecanización, sobre todo respecto
a la compilación de índices acumu lados; en ese entonces se utiliza -
ban las fichas perforadas.
A la vez se plantaba el problema de establecer una indización
completa de las revistas existentes, sin que el costo se volviese insu-
perable. La solución la propone Bradford 64 al explicar el concepto
de 'documentación completa': como los servicios de resúmenes ana-
líticos cubren la mayoría de las revistas importantes, estas podrían
parcelarse en conjuntos de acuerdo con los temas de su especial i-
dad; así, cada centro documental quedaba encargado de indizar
temáticamente los artícu los destacados para las ciencias publicadas
en un determinado grupo de revistas e inmediatamente se hacía el
resumen de los artícu los de su ramo. Los artículos restantes una vez
indizados pasaban a otros centros. De esta manera, los artículos
valiosos tenían asegurado su tratamiento documental. Para ello se
requería una gran colaboración internaciona l, preconizada entonces
por la UNESCO.
Protegidos por los respectivos gobiernos, aparecieron organis-
mos nacionales que trataron de crear sistemas generales de informa-
ción científica, ante la posibilidad de caer en un monopolio bajo el
crecim iento experimentado por los centros norteamericanos. Sería
1ss l
el caso del francés CNRS, del soviético VINITI e incluso de otros de
menor impacto. El Centre National de la Recherche Scientifique
(CNRS) se fundó en 1939. Al año siguiente ofrecía un repertorio
mensual, el Bulletin Analytique (desde 1956, Bulletin Signalétique y
desde 1978, Pasea/ Thema), dedicado a organizar las referencias
tanto en las ciencias apli cadas y puras, como en las comprendidas
ba jo el epígrafe de Letras-Human idades-Ciencias Sociales. El proyec-
to era conceder resúmenes analíticos, aunque se quedó en la oferta
de unas escasas notas informativas. Siguiendo la línea más directa,
marcada por Otlet, surgió también el VINITI (Instituto Federal de
Información Científica y Técnica de Moscú), que asimismo, con as-
piración un poco utópica, comenzó a publicar, en 1953, el Referativny
Zhurnal. De los traba jos emprendidos por estas entidades se desta-
can aquellos relacionados con la aceptación de unas normas de
apl icación genera l en la redacción de artícu los, informes, actas y
demás tipos de documentos mediante los cua les se editan los frutos
de la actividad científica y literaria. 65 En esta actividad se incluyó la
elaboración de resúmenes científicos, principalmente informativos.
Surgieron muchos servicios de resumen e indización, 66 y muchos de
ellos editaron su propio manual metodológ ico. Los servicios de re-
súmenes fueron fomentados por la UNESCO en colaboración con
la FID, instituciones que velaron por evitar las duplicaciones de aná-
lisis y la invasión, por parte de alguno de ell os, del campo abarcado
ya por otro servicio. La producción internacional de resúmenes pre-
ocupaba considerablemente a las instituciones internacionales, pues
se ligaba íntimamente con el avance de la ciencia.
1110
hecho fundamental de la Documentación. Los conceptos y los prin-
cipios de trabajo empezaban a ser distintos. Podemos tomar la des-
cripción de Saracevic, profesor de la Universidad de Rutgers, como
planteamiento inicial de la Ciencia de la Información, pues aquí
estaban los pautas de lo que actua lmente es nuestra especia lidad: 67
171'
• La primera etapa, entre 1948 y 1980, se preocupó por la
administración y recuperación de la información. Su gestión
no generaba aún conocimiento; se centraba en el almace-
namiento estático de los documentos: los sistemas tenían
una ideología interna orientada hacia técnicas reductoras
del contenido, como lo demuestran las prácticas que carac-
terizan el procesamiento de la información mediante la
construcción de tesauros, la preocupación por la indización
coord inada y automática, y la evaluación de los resu ltados
mediante pruebas de relevancia y precisión. En los años
sesenta, era común que en los industrias y empresas norte -
americanas hubiese algu ien encargado de ofertar informa-
ción a los demás investigadores. Se trataba de los científicos
de la información, quienes desde su oficio y competencia
encontraban la información existente y la preparaban para
el mejor aprovechamiento de las demandas del centro en
que trabajaban. Para organizar las fuentes y tratar las con -
sultas se servían de las tecnologías de la información, es
decir, los ordenadores junto con las telecomunicaciones,
que transformaron los conceptos de tiempo y espacio de la
información y dieron eficacia al acceso, control y trata-
miento de la misma. Lo que hacían sería denominado Cien-
cia de la Información, en un claro deseo por diferenciar
una conceptualización y aplicación distintas de las que había
tenido la Documentación.
• La segunda etapa, entre 1980 y 1995, aproximó la infor-
mación al conocimiento. Se pasó de la organización a la
apropiación y asimilación de la información por las perso-
nas, hecho que se facilitó por el descenso en el precio de
los bits en que la información se almacena. Esta fue una
etapa en la que decididamente los usuarios accedieron a
la información con el convencimiento de que la información
genera conocimiento. El interés por los flujos de información
llevó a una clara separación del concepto de Biblioteco -
nomía clásica y la Ciencia de la Información.
J112
• La tercera etapa se considera a partir de la mitad de los
años noventa; es el momento de conocimiento interactivo
que responde al nombre genérico de Sociedad de la Infor-
mación. Sin duda, el desarrollo de las tecnologías de la
información a partir de 1990 tiene consecuencias tan ra-
dicales como la configuración gráfica de Internet o la apa-
rición de los documentos digitales multimedia, lo que redun-
da en la apropiación del conocimiento por unos individuos
que ahora interaccionan con la información, con el consi-
guiente desarrollo del bienestar socia l.
A finales del sig lo x,x, y en la primera década del xx, se había alcanza-
do un cuerpo teórico que permitió la identificación de unas funciones
sociales, de unos métodos de trabajo y de unas técnicas concretas.
Después, la FID se comprometió a lograr que los procesos docu-
mentales se normalizasen internacionalmente. La irrupción de técnicas
y sistemas nuevos con que tratar los documentos no impresos inco-
modó a los bibliotecarios, sin duda porque ellos venían usando,
desde hacía tiempo, procesamientos simi lares en las bibliotecas y
porque, en realidad, se trataba de hacer lo mismo, pero sobre sopor-
tes distintos. Principalmente, ello se dio cuando algunos de los bibl io-
tecarios, los que atendían en centros especializados, tenían una
función informadora y algunos usuarios les exigían actuar como
documentalistas. De este modo, nacían las divergencias tanto respec-
to a los conceptos como a las técnicas. La necesaria integración,
exigida por la coincidencia de objetivos, no se a lcanzará hasta la
llegada de la C iencia de la Información y el estudio subsiguiente de
la información grabada y del proceso intermediador. 68
Sus precedentes conceptuales y aplicativos se notan ya en la
década de 1930, a pesar de que sus pretensiones no se estabi licen
173 1
hasta los años setenta. Uno de los factores que adelantó las posibi -
lidades de manejo automático de los documentos vino de la mano
de la tecnología microfotográfica. Esta técn ica se aplicó al almacena-
miento masivo de la información, hecho que supuso el pri mer gran
camb io en los soportes de información, hasta entonces monopoliza-
dos por el papel. Ante la cantidad de información existente se pensó
en reducir su tamaño de a lmacenamiento como so lución inmediata.
Para el lo se venía utilizando el microfilme desde 191 O. El desarrollo
de la industria del cine tuvo directa relación con los avances técnicos
de la microfotografía en los años siguientes (emulsiones fílm icas de
grano fino). Además, las nuevas máquinas fotográficas de las marcas
Kodak y Leica contribuyeron a permitir la microcopia del material
documental a gran esca la. En los años treinta se fundó un laboratorio
de microfotografía en la Universidad de Chicago y, en paralelo, sus
técnicas comenzaron a enseñarse en los cursos de Biblioteconomía.
La util idad de esta aplicación fue asumida tanto por la American
Library Association69 como por el American Documentation lnstitute.
Este último centro había nacido en 1937 y en estrecha relación con
la utilización del microfilme. Las microcopias permitieron a las bibl io -
tecas y a otros centros de información de los Estados Unidos empezar
a actuar con ventaja sobre los modos tradiciona les de distribución y
recuperación, dado que las microformas aseguraban la preservación
y miniat urización de los materiales. Si consideramos que, además,
la reproducción documental se vio favorecida con la aparición de
las fotocopias, vemos que la transferencia de información conoció
un impulso decisivo. Sin embargo, surgieron nuevos prob lemas que
aún hoy no tienen solución, como los relacionados con el respeto a
los derechos de autor.
La preocupación por la reproducción documental venía a romper
los límites de las bibliotecas como centros conservadores, pues busca-
ba poner los conocimientos en disposición de uso universal. Gracias
al desarrollo tecnológico se veía posible, por primera vez desde
Otlet, registrar todo el conocimiento existente, incluso el no publicado
y realizar un índice universal de la ciencia. Disponer de los textos
1174
enteros con imágenes mediante copias en microfilme sugi rió incluso
la telelectura y la teleescritura. Era, desde luego, un anticipo de la
intervención de las computadoras para manejar la información en
su variedad de contenidos y soportes. El concepto de recuperación
de la información se hizo sinón imo de investigación y desarrollo
técnico hacia la adecuada explotación y difusión de los documentos.
De esta manera, la microcopia fue la primera de una serie de adelan-
tos técn icos distintos de los apl icados a la escritura tradicional que
intervino en el manejo de los soportes. Esta desembocaría dos déca-
das después en las aplicaciones informáticas que modificarían radi-
calmente los presupuestos teóricos y apl icativos de nuestro campo.
En las publ icaciones que se dieron a conocer durante los años
cincuenta y sesenta puede verse la progresión terminológica que
desde el viejo térm ino «documentación» pasa al de «Ciencia de la
Información». Hizo de puente entre ambos conceptos y denominacio-
nes la recuperación de la información, 70 debido a que los sistemas
de información se habían hecho realmente «de recuperación» ante
el número de informes técnicos prod ucidos durante la segunda guerra
mundial. El valor estratégico de estos informes obligó a los servicios
de documentación a gestionar con eficacia la ingente cantidad de
datos que contenían. Para hacer frente al crecimiento vertiginoso de
la información se precisó introducir innovaciones técn icas que per-
mitiesen su control adecuado. Los sistemas de información empezaron
a caracterizarse por utilizar unos métodos de gestión que han llega-
do hasta la actua lidad, desde la premisa de que la información
grabada debe custodiarse de acuerdo con el contenido, para loca-
lizarla y hacerla accesible cuando sea relevante para un asunto o
situación concreta. 71 A esta nueva fi losofía de actuación se añad ió
que durante la década de los años cincuenta empezó a utilizarse el
ordenador para la gestión de la información. Su utilización era en -
tonces restringida y costosa, y empezó por apl icarse en la traducción
automática. Desde la Lingüística pasó a la Biblioteconomía y Docu-
mentación, en la que confirmó la indización por métodos coordina-
dos que permitieron, a la postre, la aparición de las bases de datos
175 1
mediante búsquedas lógicas de documentos. Nacían los sistemas
automatizados y se hacía así posible interrogar a un fondo docu-
mental por el contenido de varios documentos a la vez.
Pero eran dos los problemas principa les que se tenían que su-
perar si se quería asegurar el acceso a los documentos pertinentes:
1176
académica y social de la información. El nombre de recuperación
de la información refleja, por tanto, las nuevas técnicas de trata-
miento que se introdujeron en los procesos documentales, siempre
mediante la intermediación mecánica.
Durante los años treinta y cuarenta hubo mayor preocupación
por manejar físicamente los documentos que por recuperar los conte-
nidos informativos. Las nuevas técn icas de manejo documental fueron
la preocupación de esas dos décadas que podemos considerar de
transición. Entonces coincid ieron temporalmente las tecnologías
microfotog ráficas con las máquinas selectoras de fichas perforadas
o de selección visua l. Se apl icaron selectores fotográficos como Kodak
Minicard System o Rapid Selector a la documentación militar, para
obtener documentos mediante cod ificaciones simples. Mientras que
Europa continuaba metida en desarrollos de la CDU y aparecían,
en otras pa rtes del mundo, nuevos sistemas clasificatorios como la
Colon C lassification o Bliss, el afán norteamericano definido por
«recuperación de la información» pasaba por obtener nuevas técni -
cas y métodos para ana lizar los reg istros.
La consecuencia inmediata sería la su peración de un periodo
más en la historia de la Documentación. El cam ino iniciado en la
búsqueda de significantes de origen tecnológico-electrónico suponía
el abandono progresivo de la dependencia que desde la imprenta
tenía la comunicación del conocim iento de las tecnologías aplicadas
al papel. Ayudaron a llegar a esta nueva situación, decididamente,
las agencias gubernamentales norteamericanas, que fomentaron el
aná lisis de los documentos mediante tarjetas perforadas sobre equi-
pos IBM y apoyaron la intervención de grandes profesiona les que,
como Shera, Show y Davis, hicieron progresar la recuperación de
los contenidos utilizando lengua jes naturales controlados. 73 Sería
esta uno de los rasgos de los años de transición, pues supuso la
progresiva superación de los lenguajes codificados para representar
la información. No cabe duda de que, junto a las actividades del
ADI, fueron las agencias gubernamentales norteamericanas las que
se mostraron más activas en la renovación de las perspectivas de
177 1
nuestra d iscipl ina. El requerimiento de análisis de documentos, su b-
siguiente a las necesidades de información de la guerra y posguerra
mundiales, implicó a la firma IBM en experi encias aplicadas a la
recuperación de la información con tarjetas perforadas. 74 En el caso
alemán y durante la segunda guerra mundial, esta misma observa-
ción sobre la importancia que para vencer tenía la actividad docu-
mental llevó a su gobierno a crear, en 194 1, la Deutsche Gesel lschaft
für Dokumentation .
Durante los años cincuenta se establecieron los principios de
trabajo que la recuperación de la información aplicaría en los siste-
mas para el acceso y transferencia de la información . No puede
entenderse la implantación de estos métodos de trabajo lejos de la
introducción de tareas automatizadas. Las operaciones de custod ia
y recuperación de la información no hubiesen existido sin las tecno-
logías computacionales. Charles Bourne reflexionaba así acerca de
aquel estado de cosas: 75
l t78
En los inicios, la mayoría de los sistemas de recuperación de la
información estaban pensados para ser utilizados con bases de da-
tos bibliográficas y facilitar el acceso a información referencia l. Sin
embargo, la progresiva caída de los costos de almacenam iento y
digitalización favorecieron la proliferación de bases de datos de
texto completo y provocaron un cambio de enfoque que ha marca-
do la diferencia entre la recuperación de los datos y la del objeto
informativo concreto. 76
El crecim iento jerárquico del papel que el tratamiento de la
información jugaba en los años sesenta se reflejó directamente en
las actividades del AD I. Hasta entonces, los miembros del AD I pro-
cedían en gran medida de las bibliotecas. Mientras que se sucedían
los cambios aquí descritos, el AD I vio aumentar el número de sus
asociados¡ organizó comisiones de estudios específicas; buscó y logró
patrocinadores externos. Pero la asociación se alejó de sus activida-
des y actitudes realizadas hasta entonces. El concepto de 'docu-
mentación' empezó a quedarse corto para describir las ocupaciones
de los analistas, los gestores de bibliotecas, los investigadores, los
coordinadores o los tecnólogos de la información. Los cambios en
las tareas profesionales reflejaban mudanzas en el propio objeto de
trabajo y en las funciones desempeñadas. Era necesario un nuevo
nombre que reflejase con mayor exactitud la realidad del campo de
trabajo. La inclusión del término «información», aunque no gozase
aún de la relevancia que tendría después, era ya representativa de
la necesidad de un nuevo nombre para defini r un cambio de pers-
pectiva conceptual . Poco a poco la Ciencia de la Información iría
desplazando a la Documentación . Precisamente, la necesidad de
alcanzar una normalización técnica y terminológica llevó, en 1958,
a fundar, en Londres, el Instituto de los C ientíficos de la Informa -
ción. En coincidencia, el American Documentation lnstitute se trans-
formó en la American Society for lnformation Science {AS/S). 77
Las revistas que se publicaban en el ADI sirvieron para difundir
cuantos cambios acontecían en lo teórico y en lo aplicativo-técnico.
Si queremos hacer un seguimiento de la sucesión de transformaciones
178 1
teóricas y metodológicas, estaremos obligados a consu ltar los núme-
ros sucesivos de American Documentation, voz institucional que cam-
bió de nombre en l 968 por el de Journal of the American Society
for lnformation Science, reflejando así el cambio de paradigma.
También el ADI, junto con la National Science Foundation, publ icó,
a partir de 1966, la Annual Review of lnformation Science and
Technology. Ambas pub licaciones se propusieron abarcar el estudio
de la Ciencia de la Información, especia lizándose en el estudio de su
naturaleza, complejidad y variaciones. Desde entonces, han continua-
do dando testimonio de la progresión de esta especial idad científica.
jJBO
de la Documentación que había generado el propio concepto de
información y su estudio científico (Bibliometría, Lingüística Docu-
mental). A ello contribuyó la renovación tecnológica (ordenadores y
aparatos de comunicación), en la que tuvo mucho que ver el compro-
miso gubernamental de los Estados Unidos, por la pugna de pres-
tig io con la Unión Soviética, que llevó a potenciar oficia lmente ac-
tividades ya ejercitadas en la segunda guerra mundial. Es el momento
en que surgen firmas comerciales dedicadas a la consu ltoría y recu-
peración de la información y de la primacía en el desarrollo de
técnicas para recuperar la información y la difusión selectiva, del
estudio y confección de tesauros, de la automatización y la consulta
on line y de la composición documental automática. 78
181J
computacionales hasta pasados casi 30 años. Estaba convencido
de que el crecimiento de la información obligaba a aplicar disposi -
tivos más eficaces sobre la documentación almacenada y sus capaci -
dades de transferencia y conexión. Bush influyó decisivamente en
los investigadores para que desarrollasen tecnologías aplicables al
control informativo. En este sentido se adelantó a la importancia
que en el futuro tendrían para los bibliotecas y otros sistemas de
información la fotografío, el microfilme, lo intel igencia artificial y lo
recuperación mediante combinaciones lógicas de códigos correspon-
dientes a los temas de los documentos. Daba así, por superados,
los sistemas jerárquicos y abogaba por la asociación de conceptos,
imitando el modo en que lo gente piensa.
La escrituro, en su origen, cumplía con la finalidad de fijar la
memoria humana . Esa memoria, ahora con la necesidad de retener
tantas asociaciones entre datos e informaciones, requería de un
sistema de búsqueda más complejo. En ese contexto se sitúa la segun-
da gran aportación de Bush, el diseño de un sistema hipotético de
almacenamiento de amplísimo capacidad con un mecanismo de
recuperación rápida de los documentos. La máquina Memex (Memory
Extender) nunca llegó o material izarse; sin embargo, fue impulsora
de investigaciones tecnológicas aplicables o lo recuperación y almace-
namiento de documentos. Su mismo diseño indicaba que el resto de
aparatos dedicados al procesamiento informativo estaban desfasados.
En esta propuesta, Bush fue también el introductor de los índices
asociativos y quien predijo, desde la lejanía temporal, la implantación
de los sistemas de bases de datos, hipertextos e hipermedia. 81 Incluso
alcanzó a juzgar con dureza la formación conservadora que recibían
los profesionales de lo información, o los que consideró como no
preparados poro el retorno de la información a la sociedad .
Lo aportación hecha por Bush debe valorarse desde lo importan-
cia que su pensamiento y aplicaciones dieron a un campo científico
que empezaba o nacer. Supo describir los problemas de lo informa-
ción y perfilar los razonamientos teóricos que solucionasen su trata-
miento, pese a no alcanzar la solución técnico adecuado.
l tB2
4.4.2.2. La conferencia de la Royal Society Scientific
Information
Las actas de la reunión universal de especialistas convocada en
1948 por la Royal Society Scientific lnformation constituyen una publi-
cación básica para entender los inicios de la Ciencia de la Informa-
ción. Se discutió, en esa conferencia, sobre cua lquier asunto re lati-
vo al papel que las bibliotecas y la información jugaban en la ciencia
y la tecnología. De entre las distintas contribuciones se ha hecho
muy conocido el traba jo que entregó Bemol sobre la manera en
que los científicos obtienen información y por qué medios. 82 Asimis-
mo, se estableció la exigencia de incluir resúmenes ana líticos en
todos los artículos de las publicaciones periódicas técnicas y cientí-
ficas. De esta conferencia sa lió también un nuevo concepto del pro-
fesiona l de la información, que pasó a ser visto como intermediador,
con habilidades tanto para manejar la información como para aplicar
las técnicas bibliotecarias.
j184
incluso, la coordinación bibliográfica como antecedente
de la indización coordinada.
(2) la de Robert Show sobre la necesidad de acortar la distancia
existente entre los elementos de memoria y las unidades de
control (ficheros perforados, formas codificadas en m icrofil-
me, microfichas, etc.). 85 Partía del convencimiento de que
no había ningún mecanismo que fuese capaz de responder
a las exigencias de la recuperación bibl iográfica. Había que
trabajar en la obtención de instrumentos de mayor capacidad
y rapidez, lo que demoraría en obtenerse unos 15 años.
Hasta entonces, los ordenadores no tendrían un uso notorio
en las tareas de organ ización y recuperación bibl iog ráficas.
FóRM ULA
o 1 2 3 4 5 6 7 8 9
10 21 32 13 54 15 46 17 108 109
30 51 42 23 104 25 56 27 308 339
50 91 122 53 114 65 576 57 548 459
120 131 852 83 164 85 386 807 679
250 241 93 905
601 153
Jms
los primeros cursos impartidos sobre Ciencia de la Información en
la Universidad de Ca lifornia-Los Ángeles. Su objetivo principal con-
sistió en organizar los contenidos aparecidos en los diversos títulos
que se habían editado para estudiar los diferentes aspectos de esta
ciencia. Recogió también la multidisciplinariedad sobre la que se
construyó la C iencia de la Información al describir los campos que
la fundamentaron en sus orígenes conceptuales y la evolución sufrida
desde el momento de su diferenciación de la Documentación y a lo
largo de las décadas de 1950 y 1960. Demostró, en fin, que la
recuperación de la información era la auténtica protagon ista de la
actividad informativo-documenta 1.
j JBB
emitido en 1963, que reunió las ideas que sobre el valor y el apoyo
a la información tenían destacadas figuras gubernamentales y em-
presariales.93 El informe planteó sus recomendaciones en dos senti-
dos: las destinadas a la comunidad científica y las que lo fueron a
las agencias estatales. Las recomendaciones se aplicaron a los pro-
gramas federales de información durante casi 25 años. Más impor-
tante es comprobar, con el paso de los años, que sus pautas de
actuación para el progreso de las actividades documentales han
mantenido su vigencia, por lo que debemos incluirlas como testi-
monio de su trascendencia:
188 1
(11) Deben promoverse centros de información especializados
(centros de análisis de la información) .
(12) La mecanización puede ser importante, pero no lo es todo.
(13) Deben promoverse los índices de citas (especialmente en
combinación con índices permutados) .
(14) Se debe lograr la compatibilidad de los lengua jes de indi-
zación y de sus formatos, procesos y convenios, particu lar-
mente cuando se contempla el factor de la mecanización.
(15) El gobierno confirma la necesidad de las publicaciones
técn icas del sector privado.
191 1
recuperan. Los datos o informaciones propias de los ordenadores
presentan límites difíci les de fijarse, al conformarse como documentos
siempre abiertos, fáci lmente modificables, difícilmente control ables
y normalizables; pero, sin duda, causantes de la comun icación in-
formativa por encima de las distancias y en tiempo rea l.
Las unidades de información han sido clásicamente más usuarias
que creadoras de representaciones. Sin embargo, la llegada de los
ordenadores las ha convertido también en creadoras, en especial
tras la generalización de la digitalización de los soportes. La recu-
peración documental desde los contenidos se impondría al emplearse
los ordenadores en el procesam iento de la información. En la actua -
lidad, informarse exige una combinación de esfuerzo mental y proce-
samiento tecnológico. Por ello, si rea lmente queremos considerar
una máquina dedicada a procesar la información, los ordenadores
nos explicarán por qué han supuesto una visión radicalmente distinta
de los sistemas de información. La puesta en marcha y posterior
implantación general de esta tecnología ha favorecido que se confun-
dan los perfiles entre crear, recuperar y usar la información; el hecho
de que se gestionen de manera digitalizada ha hecho comunes los
procesos de tratar las imágenes, los textos y los sonidos y, por si
fuera poco, ha abaratado los precios.
No existe duda alguna de que el ordenador trajo consigo nuevos
tipos de documentos y nuevas posibilidades de acceso a la informa-
ción. Su aparición supuso el inicio de intervenciones decisivas en el
análisis y en la gestión exacta y rápida de enormes cantidades de
información, así como el impu lso de nuevos sistemas (sistemas de
gestión de la información, bases de datos, redes). Aparece claramente
el paralelismo que existe entre la universal idad de aplicaciones que
tiene la Ciencia de la Información y el ordenador como máquina de
información un iversal. Nunca antes ninguna tecnología supuso una
revolución informativa tan extensa, enciclopédica, universal y variada.
11s2
4.4.4. La información como negocio
IS3 I
acercamiento a la información desde una perspectiva empresarial
venía de 1948, año en que fundó la Zator Company.
Podemos considerar a Hans Peter Luhn como uno de los más
prolíficos participantes en la innovación técnica y tecnológica. Su
actividad estuvo muy vinculada a la investigación y desarrollo de los
sistemas SOi o a la difusión selectiva de la información por perfiles
de demanda; participó en la creación de los índices permutados tipo
KWIC; fomentó la construcción automatizada de tesauros de términos
de indización y recuperación; intervino en proyectos de autocodifica-
ción y autoresumen, en determinar perfiles de usuario, etc. En todas
estas aplicaciones utilizó la capacidad electrónica de los ordenadores.
Sus ideas han sido fundamentales en la gestión de la Ciencia de la
Información y de las bibliotecas. El objetivo básico de esta se centra
en la representación del conocimiento humano para obtener unas
zonas indexadas, como rasgos desde los que poder localizar informa-
ciones relevantes para las peticiones de los usuarios: la dificu ltad
fundamental de las transformaciones semánticas mediante indización
y resumen consiste en aclarar las reducciones homomórficas, de tal
manera que el documento pueda reestructurarse desde su serie de
descriptores o desde las frases de un resumen . Los traba jos pioneros
de Luhn animaron la temprana esperanza de que el manejo automá-
tico de textos concedería no solo la requerida transformación, sino
que llegaría a mostrar las huellas peculiares de un autor determina-
do.98 A partir de sus contribuciones, se consideró que los ordenadores
tenían la suficiente capacidad intelectual como para aplicarse al
anál isis documental de contenido. Otra de las características más
sobresa lientes del ámbito de la naciente Ciencia de la Información
estuvo en dar inicio a la difusión selectiva de la información, o distri-
bución por perfiles de interés. Se atendían así las necesidades parti-
culares de información, gracias a que los ordenadores podían exa-
minar con rapidez los documentos según se almacenaban y extraían
aquellos que coincidían con el perfil de necesidades de un usuario.
Fue una ventaja más entre las posibilidades que trajeron los orde -
nadores a l a lmacenamiento e interrogación de la información.
l t94
Eugene Garfield confió plenamente en la conveniencia de aplicar
las técnicas de las tarjetas perforadas a la gestión automática de los
documentos,99 por más que su aportación más conocida sean los
Current Contents, Science Citation lndex y Social Science Citation lndex,
aplicaciones de carácter bibliométrico realizadas a través de su empresa
Garfield Associates, luego lnstitute for Scientific lnformation. A partir
de estos repertorios promovió la creación de nuevos servicios de refe-
rencia, que ampl iaron enormemente las posibil idades de acceso y
recuperación de los registros. Todas estas tareas de redistribución y
redifusión de archivos existentes hacen que sea considerado uno de
los promotores de la industria de la información. Nos entregó también
los Essays of an lnformation Scientist, 100 que podemos va lorar como
una de las bases teóricas de la Ciencia de la Información.
El traba jo de Roger Summit para posibilitar los archivos legibles
y recuperab les por computador le convirtieron en promotor de los
sistemas en línea. Su figura es representativa del grupo de ingenieros
de la información que trabajaban en la empresa Lookheed y que,
en 1967, pusieron en marcha el sistema DIALOG, que unió en línea
todos los centros de la NASA con el propósito de recuperar las
informaciones contenidas en los archivos de la propia Lookheed.
Por su parte, Frank B. Rogers supervisó, en la National Library
of Medicine, el desarrollo del Medical Literature Analysis and Retrieval
System (MEDLARS), primer sistema sobre ordenador que combinaba
la composición de páginas con el almacenamiento y recuperación
de referencias.
La posibilidad de que todos los ciudadanos accediesen a cual-
quier tipo de información llegó con los centros de aná lisis de la
información. Fueron el resultado de juntar todos los esfuerzos antes
descritos a obtener cualquier tipo de datos del conten ido de todo
tipo de documentos. Los centros de aná lisis se aplicaron a las más
variadas ocupaciones de la sociedad, desde la predicción de activida-
des ilegales a la meteorología. Iniciaron su actividad en ese momento
el National Technica l lnformation System (NTIS) o el Educational
Resources lnformation Management (ERIC).
Desde la mitad de los años setenta se hizo palpable la capacidad
de nuestra ciencia para modificar la manera de producir, utilizar y
comunicar los conocimientos, pues la sociedad exigía, para colmar
sus necesidades, nuevos modos en su relación con los documentos
que contenían los conocimientos. Las claves que determinaron el com-
portam iento de la Ciencia de la Información fueron las siguientes: 10 1
l1ss
4.4.5. La utilización de métodos lingüísticos
para el tratamiento de la información
187 1
Desde sus primeras aplicaciones, los computadores atend ieron
a experimentos lingüísticos: lo que en contrapartida exigió la sistemati-
zación de las estructuras y normas lingüísticas si se quería su informatiza-
ción. En este sentido, hemos visto, antes, el proyecto de los unitérminos
ideado por Taube para formar índices coord inados. Este sistema
tenía su talón de Aquiles en el origen extractivo de los términos y en su
representación simple. Mooers, al diseñar el Zatocoding, proponía el
uso de términos normalizados (los descriptores). De esta forma, las
relaciones con la Lingüística aparecieron de inmediato. Y así se consti-
tuyeron en una de las características básicas del concepto de lnfor-
mation Science desde su establecimiento. Ciencia de la Información
y Lingüística se relacionan tanto desde la perspectiva comunicativa,
en la que ambas participan, como desde su común aportación a la
comprensión de los procesos de transferencia de información. 104
Resulta evidente que en los años sesenta se impuso la indización
desde conceptos lingüísticos. Las principales investigaciones del mo-
mento se dirigieron a recuperar la información con apoyo informá-
tico. El computador permitía la búsqueda de información por ficheros,
de manera rápida y sin ambigüedades. Para mediar en ese tipo de
comunicación aparecieron los /engua;es documentales, que reciben
también el nombre de vocabularios controlados por utilizar solo una
parte de los lenguajes naturales. Los descriptores de la información
se extraen del lenguaje natural mediante un proceso de caracteriza-
ción terminológica (término preferente para describir alguna materia)
y de normalización (su presencia en el tesauro) . 105 La elección de los
términos más pertinentes para representar el contenido de los docu-
mentos significa que primero se han extraído los conceptos mediante
el análisis de los documentos y que, después, se transcriben esos
conceptos a los lenguajes documentales. Esta interpretación de los
mensajes sitúa a la mayoría de las investigaciones de este campo
en la Lingüística .
Desde sus primeras apl icaciones, los computadores atendie-
ron a experimentos lingüísticos de los que surgieron las llamadas
industrias de la lengua . La progresión habida en sus productos ha
1188
ofrecido fácilmente una vertiente aplicativa a la actividad documental.
A su vez, ha exigido la sistematización de las estructuras y normas
lingüísticas para poderlas informatizar. La contribución lingüística a
la Documentación se ha beneficiado directamente del procesamiento
automático del lenguaje y, desde entonces, ha producido elementos
de gran provecho para la gestión del contenido documental.
En la década de los sesenta aparecía la corriente de la lingüística
textual, en coincidencia con las aplicaciones lingüísticas a la Docu-
mentación. Se reconsideró entonces la naturaleza de la lengua, en
el convencimiento de que solo había una posibilidad de estudio: la
que partía de su unidad máxima, el texto. 106 Desde sus propuestas,
el ordenador se vio obligado a distinguir las estructuras gramaticales
de una lengua, solucionar las situaciones de sinonimia, hacer infe-
rencias desde el conocimiento del mundo y diferenciar la disposición
y orden de los textos. El procesamiento automático de los textos
requiere conocer sus estructuras y explicar las múltiples operaciones
que intervienen en su conformación y comprensión . Se hizo así objeto
propio de la Documentación entender los mecanismos lógico-semánti-
cos inherentes a todo texto, en especial para identificar su carga de
información substantiva. Si, además, se considera que los funda men-
tos semánticos denotan el campo al que pertenecen los conocim ien-
tos que todo documento se encarga de trasmitir, apreciaremos decidi-
damente la intervención de los métodos lingüísticos en el tratam iento
documental. Los documentos, ya de por sí objetos de comunicación,
presentan una estructura característica, una terminología propia y
una particular construcción de las frases. Por ello, resulta imposible
su procesamiento, humano o automático, desde categorías a jenas
a la semántica .
1ss l
modelos que hacían un análisis automático del texto para tratar de
averiguar cuáles eran los términos relevantes de un documento;
partiendo de la comprobación hecha por Zipf en 1935, que demos-
traba que la frecuencia de aparición de una palabra en un texto es
inversamente proporcional a la posición que ocupa en el ranking
de frecuencias de pa labras de un texto. Se estableció, así, que el
producto de ambas variables es una cantidad que se puede aproximar
por la constante: 107
FX r =e
1200
semántico de un documento se encontrarían en la zona de transición
entre las palabras de frecuencia muy alta (artículos, conjunciones,
preposiciones, etc.) y las de muy baja (las que denotan el estilo de
vocabulario del autor). 1 1º
Otros procesos a lgorítmicos han sido pensados también para
discriminar los términos que se consideran representativos de un
texto:
201 1
Métodos de agrupación y clasificación
El clustering agrupa, mediante el aná lisis de las pa labras que con-
tienen, aque llos documentos entre los que existe una asociación
notable y que son aproximadamente relevantes para las mismas
consultas. 114 Operan de dos maneras fundamentales: 115
203 1
su término canón ico. Corresponde también a este nivel de
análisis la eliminación de las palabras vacías que hemos
tratado antes. Los procesos de fi ltrado, con sus correspon-
dientes cálculos estadísticos, actúan eliminando los términos
vacíos mediante su confrontación con una lista de pa labras
vacías (antidiccionario). La lematización se logra mediante
los algoritmos de stemming: programas que buscan varian-
tes sintácticas de una palabra dada y eligen una única pa la-
bra representante del concepto expresado por todas el las. 124
La intervención de los ana lizadores morfológicos ll eva a
aplicar el análisis estadístico de frecuencias en datos desam-
biguados y formal izados.
(2) Análisis sintáctico: mediante la utilización de gramáticas se
busca definir las relaciones que se dan entre las unidades
léxicas: determinar la función que cumple cada una de las
palabras en una oración, así como entender la combinación
que se da entre las palabras para obtener oraciones gramati-
calmente correctas. Al discriminar la función de las pa labras,
los parsers sintácticos son capaces de saber si se correspon-
den con una compuesta, aunque se presentan separados
los elementos que las forman. Para lograrlo es necesario
diseñar algoritmos que perm itan inclu ir palabras compuestas
como componentes del dominio, partiendo de la función
sintáctica idéntica que tienen las palabras que conforman
un término compuesto.
(3) Análisis semántico: su objetivo es lograr que el ordenador
sea capaz de hacer inferencias, que extraiga conocimiento
de los documentos y los represente en forma de pa labras o
térm inos. El significado intenta a lcanzarse usando la lógica
extensional de las palabras del discurso, y la lógica inten-
sional de las palabras de la lengua. El análisis semántico
tiene como objetivos:
- descubrir el significado de las palabras (semántica léxica);
- reconocer los sinónimos;
1204
- situar el significado de las palabras dentro de las oracio-
nes (semántica gramatical);
- establecer el conjunto de palabras que se relacionan
con un mismo marco o campo semántico (semántica
contextua 1);
- determinar los genéricos y específicos de los térm inos; y
- establecer enlaces con los antónimos.
(4) Análisis pragmático: el estud io pragmático del discurso
com pl eta al semántico desde el punto de vista de que la
pragmática es la «semántica del mundo», el conocim iento
del mundo real que relaciona al lengua je con sus usuarios
y con las circu nstancias de comun icación. Conocimiento
externo al documento, pero necesario para su correcta
comprensión. Sin duda, es el nivel de aná lisis más difíci l,
pues implica factores subjetivos, ocasiona les y situacionales
en la comprensión del mensaje de un texto.
2051
binarios (B-trees), en una doble actuación: reglas simples
(como reglas de identidad, para deshacer la polisem ia y
especificar el significado de un térm ino, y de equivalencia,
para evita r la sinonimia} y reglas complejas, basadas en
métodos lógicos y formales, que permiten la transforma-
ción del texto en descriptores del tesauro de acuerdo con
cond iciones de proximidad, localización y formato.
120s
una especie de competencia lingüística y cognitiva. Las bases de
datos que denominamos bases de conocimientos presentan una clara
utilidad para nosotros, ya que en la recuperación documental nos
ayudan a responder a cua lquier pregunta planteada por los usuarios,
limitando el ru[do y el silencio, e, incluso, ayudando a reformu lar
las preguntas. Podemos considerar a las bases de conocimientos
como sistemas expertos que contienen las normas gramatica les, las
irregularidades que existen dentro de ellas e incluso las figuras retó-
ricas. En las bases de conocimientos se con juga:
1208
académico norteamericano mediante el protocolo TCP/IP Dos años
después, el sistema se subdividió entre la rama destinada al uso mili-
tar (MILNET) y la propiamente académica de ARPANET. Sin embargo,
esta iba a quedar superada pronto por la NSFNET, más veloz, y por
el desarrollo de redes de ordenadores en muchos países occidentales.
Podemos fijar, en 1989, el momento en que la red se abrió a
una documentación mayor con irrupción de centros administrativos
y de todo tipo de información especializada gracias a nuevas inter-
faces como Archie, WAIS y Gopher que, pese a su aceptación y
buen desempeño, quedaron de inmediato superados por la World
Wide Web ideada en el CERN para disem inar artículos y pre-prints
científico-técnicos. 127 La fusión de Internet con los hipertextos y el
lenguaje SGML lo hacían posible. El protocolo utilizado era el http,
con el que aparecían los conceptos de browser y servidor. 128 Con
Internet y la web converg ieron distintos tipos de sistemas de infor-
mación y d iferentes disciplinas, las que usan esas tecnologías o las
que tratan el fenómeno subyacente de la comunicación.
2osl
las conexiones telnet, en que el teclado y pantalla loca les emulan
los de un ordenador lejano; o los servicios conversaciona les y los
entornos multiusuario.
Si la creación de lo escrito se ha potenciado y se ha faci litado
crear en otros soportes y, en especia l, en combinación de estos, ¿cómo
encontrar lo que buscamos en un almacén tan repleto de informa-
ciones? Los entornos multimedia, mediante apl icaciones de inteligen-
cia artificial, intentan responder a las necesidades informativas de
los usuarios cuyas tendencias y preferencias conocen. Coincidente-
mente, surgen nuevas apl icaciones al anál isis de las imágenes 129 y
del lengua je natural que buscan recuperaciones más eficaces en la
difícil indización de los son idos, textos e imágenes ofertados de forma
conjunta e inestable por la red.
La información se recupera mediante motores de búsqueda y
robots automatizados. Aquellos indizan los documentos existentes en
la red y aportan punteros con un ranking de relevancia sobre la ade-
cuación de la respuesta a la pregunta hecha. Estos seña lan las URL
en las que se encuentran los contenidos pedidos. No podemos olvidar
que esta búsqueda textual sigue un criterio básicamente morfológico,
por lo que se suelen recuperar recu rsos de información val iosos junto
a otros de baja cal idad o de ninguna relevancia. Como motores de
búsqueda generales debemos citar a Altavista, AOL, Excite, HotBot,
lnfoseek, LookSmart, Lycos y Web Crawler; junto a otros especia liza-
dos como NewsBot (buscador de noticias de HotBot) o su para lelo
NewsTracker de Excite, Hiperlink (textos en páginas web), StudyWEB
(centros académicos y de investigación), WeebSeer o Altavista lmage
(para imágenes), ForumOne (para grupos de discusión), y muchos
más, ya que cada cierto tiempo aparecen más buscadores temáticos
que tratan de paliar el enciclopedismo que caracteriza a la red.
Las herramientas de búsqueda por conceptos se pararon en los
sistemas diseñados para hacer combinaciones de términos mediante
álgebra de Boole. Ahora son necesarias nuevas técnicas de indización
y resumen para poder hacer búsquedas más exactas. Entre estas, la
más conocida es la de los metadatos, un tipo de datos que se utilizan
con objeto de describir el contenido, estructura, representación y
contexto de algún conjunto de datos específicos y que se aplican
tanto a textos enteros como a imágenes u otros objetos multimedia.
Sirven para identificar los recursos existentes y describirlos de modo
similar a como lo hace la catalogación tradicional: 130 su naturaleza,
quién los hizo, cómo, qué enlaces tienen con otros recursos, cuál es
su contenido, a quién pertenecen los derechos de propiedad y la
posible reutilización, si su acceso es libre e, incluso, si está restring i-
do por asunto o por algún tipo de censura. Sin embargo, la mayoría
de los motores de búsqueda no utilizan modelos de metadatos. 131
Es cierto que la red permite acceder a millones de pág inas con
datos de interés, pero si no cuentan con modelos que especifiquen,
en cada documento, la información precisa para recuperar correcta-
mente es como si esas páginas no existieran. Los motores de búsqueda
responden a nuestras demandas con materiales de muy diferente
calidad y sentido. No es fácil organizar el ciberespacio. 132 Sin embargo,
ese conocimiento distribuido por la red debe ser ordenado. Es una
tarea que afecta, sobre todo, a los editores y al mundo académ ico,
quienes se verán ob ligados a ofertar al usuario diversos cam inos
para orientarse sobre los recursos y la calidad de los mismos. Sin
embargo, esta imperfección de la red es también una fuente de
trabajo para los profesiona les, llamados ahora a desempeñar nue-
vas tareas y perfiles profesiona les. Algunas de las funciones tradicio-
nales (organización, clasificación, validación, etc.) serán fundamen-
tales en la creación de información distribuida y de espacios de
comunicación. 133 Internet necesitará sitios de calidad informativa,
en los cuales la información esté validada para el usuario. Al fin y al
cabo, Internet es otro canal de d istribución de información y lo im -
portante siguen siendo los contenidos, que sean correctos y que se
usen eficazmente.
Debemos considerar, asim ismo, que fue decisiva la participación
de los ordenadores personales en el tratamiento informativo. Mediante
ellos, todas las personas pasaron a tener la posibilidad de generar y
modificar documentos. En el caso de los profesiona les de la información,
se fue haciendo habitual que contasen con el los como herramientas
de trabajo. Creció la oferta de software para uso de las bibliotecas
y centros de documentación, si bien en un principio era aún dema-
siado personalizado y difícil de compatib ilizar en sus posib ili dades
de comunicación e intercambio.
Se entraba en una era de nuevas formas en la publicación y en
la com unicación entre el aparato de la información y el usuario. El
video y el disco óptico irrumpían en el mercado, y rápidamente
conseguían el abaratamiento de costos de producción y lectura. El
computador se consagraba como el instrumento ideal para la rápi-
da comunicación de los productos y servicios informativos. La apa-
rición del video en los años ochenta supuso que las bibliotecas y
otros centros (cuando no específicamente videotecas) pasasen a
custodiar muchas pelícu las con fines educativos y de diversión. Al
mismo tiempo se contaba con la necesaria dotación de equipos
reproductores. Desde luego, en el caso de las bibliotecas, han sido
los videos la principal causa de la ruptura con la tradición bibliotecaria
de ser sistemas que atendían casi exclusivamente a los documentos
impresos. Por su parte, las bases de datos en d iscos (CD-ROM) han
permitido a los sistemas de información y, en especia l, a las secciones
de referencia de las bibliotecas, ofrecer una amp lísima variedad de
informaciones sin depender de las telecomunicaciones. Si la compra
de los reproductores y el inicio de la suscripción es costosa, con el
tiempo se alcanza una oferta de información casi gratis. Estas bases
de datos vienen cerradas en el momento de la adquis ición, por lo
que se hace ob ligatoria la renovación periódica de los contenidos
mediante una suscripción mantenida.
Aprovechando los avances tecnológicos en el campo de las comu-
nicaciones, cabe notar la presencia de las trasmisiones mediante
telecopia. El popular fax ha venido a abreviar el envío y la respuesta
de mensajes entre unidades alejadas hasta límites de tiempo inexisten-
tes, con la ventaja de dejar testimonio de la comunicación y hacerlo
con bajo costo, por lo que la resolución común de problemas profe-
sionales y técnicos se ha visto muy potenciada. Reseñemos solo la
1212
ventaja que ofrece al servicio de adquisiciones o al de préstamo
interbibliotecario para cursar sus demandas.
213 1
programa profesiona l de edición, y, por último, se imprima, ya di-
rectamente en fotol itos, con una impresora láser de alta resolución.
La asociación de los ordenadores con la edición se manifiesta
de inmediato, pues los documentos son soportes de información y
aquellos, máqu inas apli cadas al manejo de esta. Cuando en la
década de los sesenta se integraron las te lecomunicaciones con los
ordenadores, aparecieron los documentos multimedia, en los que
se mezclaron tecnológicamente los diferentes cana les de expresión
informativa y, desde luego, la industria de artes gráficas. 136 Los do-
cumentos creados con el ordenador pasaron a transm itirse directa-
mente a la plancha de impresión. Previamente, habían seguido un
proceso determ inado por la intervención dinámica de archivos elec-
trónicos. El producto fina l es susceptib le de editarse en soportes
distintos. Por ello, la digitalización ha uniformado las diferencias
entre los soportes existentes y ha hecho que los documentos electró-
nicos pueda n ser impresos, pe lículas, sonido y gráficos al mismo
tiempo, de forma que, a l digitalizarse el contenido, su creación y
comunicación resu lta de manejo más fácil, con la posibil idad de
que mensajes y diseño se manipulen y recompongan cuantas veces
sea necesario, con lo cua l se abaratan los costos de composición y
se generan documentos a la medida del receptor. 137
La incorporación de color e im ágenes a los documentos ha
hecho que los archivos que se transmiten tengan cada vez mayor
capacidad. Precisamente en la actual idad, el manejo del color en
los documentos, cualqu iera que sea su soporte de edición, se ha
vuelto esencial en las artes gráficas. La atracción mediante los formatos
y el color es, sin duda, uno de los elementos que considera cualqu ier
lector a la hora de adqu irir o consultar un documento. Alcanzar el
matiz correcto del color en la impresión y controlar todo el proceso
desde la creación a la edición se hace mediante la intervención de
potentes equipos informáticos. En su procesamiento, los profesio-
nales de las artes gráficas deben saber manejar con destreza pro-
gramas de edición muy complejos.
1214
El negocio de la imprenta acumula a estas alturas mucha expe-
riencia en el desarrollo del comple¡o proceso administrativo y técnico
que ha utilizado el conocimiento como mercancía, tratando a la
palabra como un producto de consumo dirigido a los lectores. Ahora,
ese contenido se genera y almacena de una forma nueva, mediante
las tecnologías digitales integradas e Internet. En la edición tradicio-
nal, el sistema de valoración de los contenidos que se iban a publi-
car estaba totalmente fi¡ado. Los nuevos procesos exigen la perma-
nencia de estos sistemas para ayudar a incrementar la calidad de
los documentos editados tanto en el contenido como en su expre-
sión y presentación, así como para determinar la conveniencia de
editarlos y decidir su forma de presentación.
Internet es una vía que favorece la publicación, no es un proceso
de publicación en sí, pero estimula fa publicación abierta de ideas y
resultados. 138 Su forma de hacer no puede considerarse como una
extensión de lo que ha sido habitual en las ed itoriales. Es un medio
nuevo que ofrece nuevas oportunidades a la edición, pues fomenta
el intercambio dinámico de contenidos a l favorecer la comunica-
ción entre los creadores y los receptores; posibil ita y promociona a
la vez los productos, en los que incluye con facilidad componentes
multimedia, todo tipo de presentaciones -gráficas y esquemas-,
así como las más variadas anotaciones. La creación de los contenidos
está sufriendo un cambio radical. La versatilidad de las herramientas
informáticas que intervienen en el proceso editorial empuja a esta
industria hacia un proceso expansivo.
2151
distribución del conocim iento que, precisamente, han sido regu lados
siempre por la industria editoria l. Este fenómeno se da tanto en la
ed ición trad icional como en la digital. Siempre que continúen tenien-
do gran demanda, se mantendrá el pago por el acceso a las versio-
nes electrón icas de las revistas científicas. Se imponen las leyes del
mercado: el trabajo de los autores se vende porque hay algu ien
dispuesto a pagar. Cualqu ier intento de introducir un poco de seriedad
en el proceso de edición electrónica pasará por una comparación
con la ed ición trad icional, que ten ía ya un sistema de eva luación
plenamente esta blecido. Ese sistema, aunque en procesos bien dife-
rentes, debe apli carse también para las publicaciones electrónicas,
si queremos acceder a contenidos de calidad, 139 así se puede:
1216
se calcula que 700 millones de páginas web contenían
dark information;
• había un crecimiento del tráfico entre un l 00 y un l 000
por ciento anual; y,
• por la red principa l de fibra, circu lan un 20 por ciento de
contenidos en voz y un ·SO por ciento de datos.
2111
• favorece el tra bajo en red, sobre todo en el mundo de la
enseñanza.
218 1
4.5.5. Los enlaces hipertextuales
1220
• La de Halasz: el hipermedia es una modalidad para la
construcción de sistemas de gestión y representación de la
información a través una red de nodos conectados entre sí
por enlaces. 146
• La de Smith y Weiss: el hipertexto es un tipo de documento
electrónico; un enfoque de la gestión de la información en
que los datos son almacenados en una red de nodos y
en laces. Se visualiza mediante browser interactivo y se mani-
pula con un editor. 147
• La de Weiland y Shneiderman: 148 el hipertexto implica una
técn ica para organizar la información textual en una com-
pleja manera no lineal cuyo fin es facilitar la exploración
rápida de grandes cuerpos de conocimiento. Conceptual-
mente, una base de datos hipertextual puede ser imaginada
como un grafo dirigido, donde cada nodo del diagrama
es una parte del texto y cuyas aristas conectan las diversas
partes. Tal base de datos esta provista de un interfaz para
permitir a l usuario visual izar el texto, explorar nuevas áreas
de interés a través de los en laces y verificar la información
no prioritaria, entre otras.
221 1
• Heterogeneidad: los nodos y los en laces de una red hiper-
textua l son heterogéneos. El hipertexto puede unir con rela-
ciones varios objetos diferentes. También en nuestro cerebro
los objetos del conocim iento son el producto de la unión
de imágenes o sensaciones procedentes de d iferentes cam-
pos sensoria les.
• Multiplicidad: el hipertexto se organiza siguiendo un modelo
fractual, según el cual cada nodo o enlace puede ser reticu lar.
Un hipertexto puede ser considerado el nodo de otro hiper-
texto. Puede resultar difícil distinguir dónde term ina un hiper-
texto conectado en red. También nuestra actividad cognitiva
funciona de manera aná loga. Una palabra en mi mente
activa una red de palabras, conceptos, imágenes, etc.
• Exterioridad: la red no posee una unidad orgánica ni un
motor interno. Es imposible saber con antelación cómo se
desarrollará la red. Los desarrollos de un hipertexto son
provocados por la interacción con fenómenos externos que
no se pueden determinar internamente.
• Topología: en los hipertextos todo funciona según el principio
de proximidad, de cercanía. La experiencia hipertextual tiene
aspectos próximos a la exploración; la lectura hipertextual
se aproxima a la experiencia de la interpretación de un mapa.
Movilidad de los centros: la red no tiene centro, más bien
posee muchos perpetuamente en movimiento.
223 1
(1) cada tirada es muy corta, pues son pocos los lectores que
están interesados en sus contenidos o tienen capacidad
para acceder a el los;
(2) manejan contenidos muy especializados, que rápidamente
se desfasan; además,
(3) la comunidad científica a la que se dirigen está dispersa
i nternaciona Imente;
(4) por lo común, los autores no cobran, encuentran compensa-
ción en contribuir al avance de su especia lidad y en el pres -
tig io profes iona l; 152
(5) su ciclo de composición ha sido demasiado formal y lento,
puesto que al exigir gran meticulosidad tipográfica se d ila-
taba mucho el tiempo entre la entrega de los manuscritos
hasta su publ icación; y
(6) su publicación no deja de ser muy limitada, ya que algunas
revistas rechazan más del 50 por ciento de originales.
225 1
4.5.7. Suministro integrado del conocimiento científico
1228
LINK. Es común que los usuarios de LINKService tengan
acceso o lo versión electrónico antes de que su corres-
pondiente versión impreso esté publicado.
(2) IDEAL 158 de Acodemic Press facil ito el acceso a aproxima-
damente 200 revistos científicos, médicos y técnicos en texto
completo. La consulta de las tablas de contenido y resú -
menes de los artícu los puede hacerse libremente, mientras
que el acceso o los textos completos solo está perm itido
para aque llos usuarios que cuenten con la licencio APPEAL.
(3) ScienceDirect™ de Elsevier oferto más de 1 .000 de revistas
en lengua ingleso. 159 Elsevier ofrece también LEXIS -N EXIS,
megobose en la web de tarifo piona.
(4) Kluwer Acodemic Publishers edita y distribuye información
impresa y electrónica de libros y revistos científico-técnicos
en inglés. 160 Mediante el servicio printing-on-demond impri-
me un libro o revista solo cuando es pedido, ahorrándose
así los gastos de a lmacenamiento.
(5) Por su porte, Si lverPlatter publica 250 bases de datos refe-
rencia les en formato electrónico que permiten en laces con
los textos completos. 161 Facilito el acceso a los recursos de
información científica mediante los programas Silver Li nker
y KnowledgeCite Library. El acceso bases de datos vía
Internet se hace por medio de Internet Subscripti on
ServiceSWETS, uno de los mayores proveedores de publi-
caciones paro los bib liotecas de investigación, académicos
y corporativas, y, sobre todo, de revistas; además, es ed itor
de revistas y de libros. 162
(6) El OCLC FirstSearch service facilita el acceso y sum inistro
de documentos desde una red bibliotecaria informatizada
para fomentar la utilización de las colecciones bibliográfi-
cas. Parte de 85 bases de datos en líneo que perm iten
acceder a cinco mil lones de artículos en texto completo. 163
(7) La doble caracterización de productora y distribuidora de
información define también a EBSCO lnformotion Services 164
221 1
(Elton B. Stephens Company), que gestiona integralmente
la información mediante servicios de suscripción a revis-
tas, referencia, gestión de la información, desarroll o y
producción de bases de datos, edición a pedido de los
usuarios y acceso a bases de datos multimedia.
1228
limitarse a una sola fuente de información;
ofrecer menor número de años; y
presentar menor actualización, ya que los sistemas en lí-
nea renuevan los contenidos constantemente .
22sl
Notas
MOREIRO, J. «El resumen científico en el contexto de lo teoría de lo Docu-
mentación. Texto y descripción sustancia l». Documentación de /os Cien-
cias de la Información, n.º 12, 1989, p. 149.
2
MILLARES CARLO, A Introducción a lo historio del libro y de los bibliotecas.
México, D. F.: FCE, 1971, p. 229.
3
ORTEGA Y GASSET, J. «Lo misión del bibliotecario». En su El libro de las
misiones. l 0. 0 ed. Madrid : Esposo-Colpe, 1984, p. 28.
Madrid: BAC, 1951, libro VI.
5
THOMAS, M. Introducción. En L. Febure y H. J. Martín. La aparición del
libro. Traducción al español por A Millares Cario. México, D. F.: UTEHA,
1962, p. 5.
6
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USHER, A History of Mechanicol lnvention. Cambridge, Moss.: Horvord
University Press, 1966, p. 239.
8
ESCOLAR, H. Historia del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez
Ruipérez, 1988, p. 295.
9
MILLARES (ARLO, A Introducción o /a historio del libro y de las bibliotecas.
México, D. F.: FCE, 1971, p. 64.
10
JURADO, A Lo imprenta. Orígenes y evolución. Vol. 1. Madrid: Copto, 1998,
p. 83.
11
BucKLAND, M. lnformotion & lnformotion Systems. Nuevo York: Greenwood
Press, 1991, p. 76.
12
STEINBERG, S. 500 años de imprenta. Barcelona: Zeus, 1963, p. 13.
13
McluHAN, M. Lo galaxia Gutenberg. Génesis del homo typographicus .
Barcelona: Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 1993.
14
foENSTEIN, E. Lo revolución de la imprenta en lo Edad Moderno europea.
Madrid: Akol, 1994.
15
MALCLES, L. N. Manuel de Bibliogrophie. 2. 0 ed. París: PUF, 1969.
16
MILLARES CARLO, A Prontuario de Bibliografía General. Caracas: Universi-
dad Católico Andrés Bello, 1973, p. 38.
17
MARÍN MARTÍNEZ, T.«Memoria de /os obras y libros de Hernondo Colón» del
bachiller Juan Pérez». Madrid-Sevilla: CSIC, 1970.
18
MILLARES ÚRLO, A «Don Antonio de León Pinelo y su Epítome, estudio
preliminar de ... ». En El Epítome de Pinelo, primero bibliografía del nuevo
mundo. Washington, D. C.: OEA, 1958, pp. 1-xu1.
19
PtZARROSO Qu1NTERO, A. Información y poder: el mundo después de lo im-
prenta. Madrid: Eudema, 1993, p. 45.
1230
20 BACON, F. «Lo nuevo Atlántido». En Utopías del Renacim iento . Traducción
de Agustín M illares Ca ri o. México, D. F.: FCE, 194 1, pp. 1-134.
21
JOHN DREYFUS, J. y F. RICHAUDEAU (dirs .). Diccionario de lo edición y de los
artes gráfico s. Madrid : Fundación Germán Sánchez Ruipérez-Pirámide,
1990.
22
ÜRTEGA Y GASSET, J. El libro de los misiones. 1O. º ed. Madrid : Espaso -
Co lpe, 1984, p. 37.
23
PEIGNOT, G . Réperfoire bibliogrophique un iversel, confenont lo notice
raisonnée des bib/iogrophies spéciales pub/iées jusqu'ou ce jour, et d'un
grand nombre d'ouvroges de Bibliogrophie relofifs ó /'histoire littéroire et
ó toules les porties de lo Bibliologie . París: A Renouord, 1812.
24
MILLARES, A. Prontuario de Bibliografía Genera/. Carocas: Universidad .
Cató lica And rés Bello, 1973, p. 24.
25
RAYWARD, W. B. «Visions of Xonodu: Poul Otlet (1868 -1944) and H ipertext».
Journol of the AS/5, vol. 45, n.º 4, 1994, p. 235 .
26
A lo largo de toda esta obra aparece, re iterativamente, el inconveniente
de la denom inación actua l de Biblioleconomía y Documentación que se
sigue util izando en muchos países latinos para denom inar a nuestra área
y que, desde una perspectiva un iversal, está a todas luces sobrepasado y
es muy confusa en su referencia conceptua l y apl icativa.
27
TANNERY, P. «Auguste Comte el l'histoire des Sciences». Revue Générole
des Sciences, 1905, p. 4 12.
28 Para profundizar en el papel desarrollado por Comte y Spencer dentro
d el po sitivismo, véase DuCASÉE, P. «La synthese positiviste: Co mte et
Spencern. Revue de Synthese, n. 0 26, 1950, pp. 154 -163.
29
RAYWARD, W. B. The Universe of Informo/ion. The Work of Poul Otlet for
Documentotion ond lnternotionol Orgonizotion . Moscú : FID, 1975, p. 27 .
30
SPENCER, H . First Principies (foro new sysfem of Philosophy). Nuevo York:
De Witt Revolving Foundation, 1958.
31
Fou1LLÉE, A. Esquisse d'une interprétotion du monde . París: Alean, 1913.
32
ÜTLET, P. «Something obout Bibliography». En W. J. Rayword . lnternofionol
Orgonisotion ond Communicofion of Knowledge: Selected Essoys of Poul
Otlet. FID Publicolion 684 . Amsterdam: Elsevier, 1990, p. 58.
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Bruselas: Mundaneum, 1934 [En español: El Trotado de Documentación.
El libro sobre el libro. Teoría y práctico . Traducción de M.º Dolores Ayuso .
Murcio: Un iversidad de Murcia, 1996, p. 8].
34
BLANQUET, M . F. «La fo nction documentaire. Etude dons une perspective
historique». Documento/is/e. Sciences de /'lnformofion, vol. 30, n. 0 ' 4-5,
l 993, p. 200.
35
~YWARD considero o ambos como los funciones básicos de los ordenadores,
en su «Reestructuring ... ». En FID. lnternotionol Orgonisotion ond
Communicofion of Knowledge: Selected Essoys of Poul Otlet. Amsterdom:
Elsevier, 1990, p. 61.
36
FID. «lnternotionol Federotion for Documentotion: Foundotion ond Develop-
ment». /nternotiono/ Forum on lnformotion ond Documentotion, n.0 3, 1976,
pp. 2-7.
37
Destocan los repertorios que sobre lo obro de Otlet hicieron LoRPHEVRE,
CH. «Bibliogrophie des trovoux de Poul Otlet relotifs o lo documentotion et
ó lo bibliothéconomie». Revue de lo Documenfotion, n.0 21, 1954, pp.
99- 102; ~YWARD, W B. «Bibliogrophy of The Writings o f Paul O tlet». En su
lnternotionol Orgonisotion ond Communicotion of Knowledge : Selected
Essoys of Poul Otlet. Amsterdom: Elsevier, 1990, pp. 364-373; y Avuso
GARCÍA, M.0 D. Conceptos fundamento/es de lo teoría de lo documentación .
Estudio terminológico y versión españolo del «Troité de Documentotion»
de Poul Otlet. Barcelona: PPU, 1996.
38
ÜTLET, P. Troité de Documentotion. Le livre sur fe livre. Théorie et protique .
Bruselas: Mundoneum, 1934 [En español: El Trotado de Documentación.
El libro sobre el libro. Teoría y práctico. Traducción de M. 0 Dolores Ayuso.
Murcio: Universidad de Murcio, 1996, p. 4].
39
ÜTLET, P. «~orgonisotion rotionnelle de l'informotion et de lo documentotion
en motiére économique». Bulletin de l'/18, n.º' 1-6, 1905, p. 18.
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42
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43
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46
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47
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1232
48
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55
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1954, p. 22.
56
Sobre la extensión de la CDU por diversos países de Europa y su patronaz-
go por la FID, véase 8JóRKKB0M, C. «The History o f the Word Documen-
tation within the FID». Revue de Documentotion, n.0 3, 1959, p. 68.
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Educotion». l. Historicol Overview. lnformation Processing ond Manoge -
ment, n.º 5, 1979, pp . 2-3. Yo antes se había acercado al estudio de las
característicos esenciales de la Ciencia de la Información en su lntroduction
to lnformation Science. Nueva York: Bowker, 1970.
68
El primero en denominarlo así fue Colvin N. Mooers en su programo
docente de lo MOORE SCHOOL OF ElECTRICAL ENGINEERING. Computer and
/nformotion Science Program. Fi ladelfia : University of Pennsylvonio, 1959 .
69
SHERA, J. y D. CLEVELAND. «History ond Foundotions of lnformotion Science».
Annuol Review of lnformation Science ond Technology, n.º 12, 1977, p.
256 .
70
Lo expresión Jnformation Retrieval fue utilizado por vez primero en 1952
por MOOERS, C. N. «lnformotion retrievol viewed os tempora l signoling».
En Proceeding of the /nternationa/ Conference of Mathematicions
Cambridge, Massochusetts August 30 - September 6, 1950. Providence,
8Rhode lsland): American Mothematicol Society, 1952, pp. 572-573.
71
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72
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Nuevo York: John Wiley, 1963; y BORKO, H. y L. B. Dom. «The Changing
Horizon of lnformotion Retrieval». American Behavíoral Scientist, vol. 7,
n.º 10, 1964, pp. 3-8.
73
Me refiero al método Zatocoding de Mooers y al de los unitérm inos de
Tau be. Véase MooERS, C. «Zotocoding Applied to Mechanicol Orgonizotion
on Knowledge». American Documentation, vol. 2, n.º l, 195 1, y TAUBE,
M. eta/. Studies in Coordínate lndexíng. Washington, D. C.: Documentation
lnc., 1953-1959.
74
A ellas contribuyeron entre otros F. J. Keppel y J. H. Shera. Véase, SHERA,
J. H. y D. B. CLEVELAND. «History and Foundations of lnformotion Science».
Annual Review of Jnformation Science and Technology, n.º 12, 1977,
p . 252 .
75
BouRNE, C. P. (<The Historicol Development ond Present State of Mechonized
lnformation Retrieva l Systems». American Documentatíon, vol. 12, n.º 2,
1961, p. l 09.
1234
76
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1979; y BLAtR, D. C. Longuoge ond Representotion in lnformotion Retrievol.
Amsterdom: Elsevier Science Publishers, 1990, pp. 2-5.
77
ScHULTZ, C. K. <<ASIS, Notes on its Founding ond Development». Bulfetin of
the ASIS, vol. 2, n.º 8, 197 6, pp. 49-51.
78
Los contribuciones específicos de coda uno de estos apartados fueron
recogidas por Saul Herner a través de uno bibliografía crítica de los pu-
blicaciones en que se refle jaba, analizaba o predecía la nueva situación,
así como los acontecimientos que desembocarían en lo aparición de lo
Ciencia de la Información. HERNER, S.« Brief History of lnformotion Science».
Journol of the American Sociefy for lnformotion Science, vol. 35, n.º 3,
1984, pp. 157-163.
79
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80
BusH, V. <<As We May Think». Atlontic Monthly, 1945, 17 6, pp. 1O1- 108.
81
ROBERT, N. «The Pre-History of the lnformotion Retrievol Thesourus». Journol
of Documentofion, vol. 40, n.º 4, 1984, p. 273. Véase, también, SMITH, L.
«Memex os on lmoge of Potentiolity in lnformotion Retrievol Reseorch ond
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Londres: Butterworths, 1981, pp. 345-369; y BuCKlAND, M. «Emonuel
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82 •
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Science ond lndustry. 2. 0 ed. Nuevo York: Reinhold Publishing Corporation,
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Orgonizotion. Chicogo: University of Chicogo Press, 1951, pp. 200-225.
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de BECKER, J. The First Book of lnformotion Science. Washington, D. C.:
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88 SPARCK JONES, K (ed.). lnformotion Retrievol Experimenf. Londres: Butter-
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University, 1963, pp . 21 -36 .
103
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automati zado. PERRY, J.; A. KENT, y M. BERRY. Mochine Literoture Seorching .
C levelond : Western Reserve Un iversity Press, 1956. Perry y Kent crearon
un sistema de búsqueda aplicable o bases de datos sobre metales en
1958.
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106
Véonse lo Introducción y los dos primeros capítulos en M OREIRO, J. Aplica-
ción de los ciencias del texto al resumen documental . Madrid : Universi-
dad Carlos 11 1- BOE, 1993 .
10 7
Z1PF, G . K. Human Behavior and the Principie of Least Effort: An lntroduction
to Human Ecology. Nuevo York: Haffner, 1948: «Si se preparo uno tab lo
del conjunto de palabras de un texto cualquiera, clasifica d os por o rden
de frecue ncia decreciente, se constato que el producto que resu lto de
multipl icar los frecuencias (ij de observación de los palabras de los textos
por el va lor numérico (r) del rango que ocupan estos palabras en una
distribución de frecuencias de observación, es consta nte. F x r == C».
108
VAN RusBERGEN, C. J. lnformation Retrieval. 2. 0 ed. Londres: Butterworth,
1981, p. 23.
10 9
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ceptuel humoine a I' onolyse outomatique morphosyntaxique» . Docu-
mentolisfe - Sciences de l'information, vol. 27, n. 0 6, 1990, p. 277.
110
BLAIR, D. C. Longuoge and Representa/ion in lnformation Retrievol. Amster-
dam: Elsevier Science Pub lishers, 1990.
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Press, 1992; MEADOW, C. T.; B. R. BovcE, y D. H. KRAFT. Text lnformotion
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11 4
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115
JARDINE, N. y R. S1SSON . Mathematical Taxonomy. Londres-Nueva York: W iley,
1971.
116
Parte del concepto de recuperación de la información fue propuesto por
SAlTON, G. Automatic Text Processing: The Transformotion, Anolysis and
Retrievol of lnformotion by Computer. Boston: Addison-Wesley, 1989.
11 7
También sucesivo o la frecuencia de aparición de los palabras y o los
aportaciones teóricos de Saltan. Véase SALTON, G. y M . J. McG1u .
fntroduction to Modern Jnformation Retrieval. Nuevo York: McGrow-H ill,
1983.
11 8
CARPENTER, A y S. GROSSBERG. «ART-2: Stoble Self-orgonization of Pottern
Recognition Code for Anolog Input Potterns». Applied Optics, vol. 26,
1987, pp. 4919-4930.
119
Estos métodos han sido aplicados o lo dosificación mediante palabras
clave por SPARCK JONES, K. y D. M. JACKSON. «The Use of Automoticolly-
Obtoined Key-Word Clossifications for lnformotion Retrieval. lnformotion
Storoge and Retrievo/, vol. 5, 1970, pp. 175-201 ¡ AUGUTSON, J. G. y J.
MINKER. «An Anolysis of Sorne Groph-Theoretic Cluster Techniques». Journol
of the ACM, vol. 17, 1970, p. 97; VASWANI, P K. T. y J. B. CAMERON. The
Notionol Physicol Loborotory Experiments in Stotisticol Word Associotions
ond their use in Document lndexing ond Retrievol. Publicación 4 2. Notionol
Physicol Loboratory, Division of Computer Science, 1970.
120
Hoy muchos variantes del algoritmo. Uno de los más eficientes es el algo-
ritmo convergente de los k-medios de ANDERBERG, M. R. Cluster Anolysis
for Applications. Nuevo York: Acodemic Press, 1973.
121
Su propósito es establecer un peso o lo relación que existe entre dos
descriptores. Se ca lculo un peso poro codo término basado en el modelo
de espacio vectorial y en una función de semejanza asimétrico. Mediante
esto técnica se consiguen relaciones de equiva lencia (sinonimia) y aso-
ciaciones. CHEN, H y K. J. LYNCH. «Automotic Construction of Networks of
Concepts Chorocterizing Document Datobases». En IEEE. Tronsoctions on
Systems, Mon ond Cybernetics, n.º 22, 1992, pp. 885 -902.
122
HEBB, D. Orgonization of Behovior. Nuevo York: Wiley & Sons, 1949.
123
Sin embargo, no se publicó hasta muchos años después. GARFIELD, E. «The
Relotionsh ip between Mechonicol lndexing, Structurol Linguistics ond lnfor-
motion Retrievol». Joumo/ of Jnformotion Science, n.º 18, 1992, pp. 344-
350.
124
FRAKES, W y R. BAEZA-YATES. lnformotion Retrievol: Doto Structures ond
Algorithms. Upper Soddle River: Prentice-Holl, 1992. Existen diferentes
algoritmos de Stemming dependiendo del modo en el que se traten los
afijos. Los algoritmos de eliminación de afijos extraen los sufijos y prefijos
de términos conservando solo lo raíz. Los Stemmers utilizan lo frecuencia
de secuencias de letras en el cuerpo de un texto.
125
HAFNER, K. y M. LYON. Where Wizord Stoy Up: The Origins of the Internet.
Nueva York: Touchstone Books, 1998.
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Este aportado recoge uno porte del trabajo publicado por MOREIRO, J.; P.
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el siglo xx. Madrid: Asociación G remial de Empresarios de los Artes G rá-
ficos y Manipu lados del Papel, 2000, pp. 17 -40.
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Puede entrarse, sin cargo alguno, o un número de codo uno de los revis-
tos guardados: < http://www. ideolibrory.com/somlogin.htm > .
159
Disponible en < http://www.sciencedi rect .com/> .
160
Disponible en < http://www.wkop .nl/kopis/CGI-BIN/WORLD/kophtml.
htm?ABOUTKAP > .
16 1
< http://www.silverplotter.com/product. htm > .
162
< http://www.swets.nl/> .
163
< http://www.oclc.org/oclc/menu/home 1.htm > . En los bases de datos
de OCLC se incluyen: WorldCot, OCLC FirstSeorch Electronic Collections
On line, OCLC NetFirst, OCLC ArticleFirst, OCLC ContentsFirst, OCLC
FostDoc, OCLC PopersFirst, OCLC ProceedingsFirst y OCLC Union Lists
of Periodicols.
164
< http://www.ebsco.com/home/> .
165
BEVAN, N. «Tronsient Technology? The Future of CD-ROM$ in Librories».
Program, 28, n. 1, 1994, pp. 1-13.
0
241 1
5. Los términos y los conceptos
1244
5.1. Bibliografía y Biblioteconomía. primeras
disciplinas del acceso y control informativos
2451
y tiene como fin recolectar y organizar los documentos impresos, así
como ofrecerlos en repertorios para facilitar su consu lta. Lo justificó,
así, la profesora Malcles: 3 «La Bibliografía investiga, transcribe, des-
cribe y clasifica los documentos impresos, para constituir instrumen-
tos de traba jo intelectual, que llamamos repertorios bibliográficos o
bibliografías». Desde esta perspectiva, la Bibliografía se sitúa entre
la producción y el consumo intelectuales, uniendo el pensamiento
del emisor y el del usuario. En una función intermediadora coinci-
dente con la que ofrecen los posteriores movimientos conceptuales
como principal línea de trabajo: 4 «la Bibliografía se presenta como
una respuesta a la necesidad de información rápida del lector frente
a la masa de documentos escritos por medio de la apl icación de un
esquema que permita la clasificación de los documentos».
La voz «bibliografía» presenta en los diccionarios la polisemia
que su uso ha tenido a lo largo de la historia. El Diccionario Geral
Luso brasileiro ofrece las diversas acepciones que el término ha te-
nido, como estudio general del libro, técnica de traba jo con los
libros y relación o catálogo de libros: 5 ~<Estudo do livro como entidade
autónoma, sob o ponto de vista intrínseco ou do seu conteúdo;
processo de traba lho bib liográfico e objeto resultante».
1246
parcialmente con el campo de estudio de la Paleografía y Diplomá -
tica, pese a que esta acepción convivía co n otra más próxima a
nuestros intereses que la entendía como la técn ica de describir y
ordenar los impresos, técnica en la que aún los libreros seguían
jugando un pape l destacado con sus catálogos de existencias.
Pasado un siglo desde la revolución científica, era evidente que
se debía alcanzar la información de manera rápida en medio de
recursos ya muy abundantes. Para gestionar un legado científico-
literario de dimensiones ya difíciles de manejar, la Bibliografía re-
quería de un planteamiento conceptual autónomo y una respuesta
técnica adecuada.
Fue así como el concepto de 'Bibliografía' alcanzó una fuerza
considerable dentro de la ciencia del libro, concepto que luego se
desecharía por los bibliógrafos, pero que acabaría por dar sol idez y
sign ificado a la Bibliología como expresión enciclopédica de los
estud ios sobre el libro. La identificación teórica de la Bibliografía
como ciencia, que estudiaba globalmente el libro, puede deducirse
de la definición de Robinson: «todo el campo de la ciencia de los
libros como entidades fís icas, su historia y formas cambiantes, los
materiales y métodos de su elaboración, su descripción y reg istro en
listas». 6 Desde esta perspectiva podemos considerar que la Biblio-
grafía se organizaba en tres sectores:
2471
Por otra parte, una de las acepciones de Bibliografía, durante
el siglo XVIII, y hasta princip ios del XIX, fue la de ciencia de las biblio-
tecas/ pues asumía funciones que luego se considerarían propias
de la Biblioteconomía. La Bibliografía estudiaba el libro desde va-
rios puntos de vista: historia de la imprenta, reg las de catalogación,
medidas de conservación e, incluso, materia (papel) y aspectos éti-
cos (deberes del bibl iotecario). En esta mezcla de conocim ientos se
confundían la Bibliografía y la Bibl ioteconomía, que con el paso del
tiempo definirían con propiedad sus sectores respectivos.
Durante la Edad Moderna, la erudición fue el baga je principal
con que los bibliotecarios se enfrentaban a sus tareas. No podía ser
de otro modo si querían responder a las preguntas que les planteaban
los intelectuales que acudían a sus centros. La bibliofilia caracterizaba
su actividad; obl igados a ser los mejores guardianes de la informa-
ción, protegían con mimo su tesoro. Las cosas camb iaron después
de la Revolución fra ncesa, pues durante su proceso se desamortiza-
ron muchas colecciones pertenecientes al clero, a la nobleza y a
otras corporaciones. El Estado se adueñó de un enorme volumen de
impresos, con lo que cobró fuerza otra variante conceptua l de la
Bibliografía, aquella que la convirtió en ciencia de las bibliotecas.
Estaban tan preocupados los poderes públicos por los fondos que
debían tratar que crearon la profesión del bibliotecario, como fu n-
cionario que atendiese sus necesidades. Este concepto se diluyó a
lo largo del siglo, cuando la Biblioteconomía se desarrolló como
ciencia independiente. 8 Sin embargo, no lo hizo sin dejar una muestra
de su paso, ya que impulsó al bib liotecario frente al librero a l mo-
mento de determinar el valor y la idoneidad de los libros para res-
ponder a una necesidad científica o instructiva.
En coincidencia con el inicio del siglo x1x, y debido en parte a
las razones que hemos comentando, apareció el térm ino Biblioteco -
nomía. L. A Constantin fue el primero en usarlo, en su obra publicada
en 1839, para denominar las tareas organizativas y gestoras de las
bibliotecas, con el propósito de desplazar el término «bibliografía»
de su acepción como ciencia de las bibliotecas y del bibl iotecario. 9
j248
En su obra, el autor separa la Biblioteconomía de la Bibliografía y
pone el acento en los conocimientos técnicos que, según él, habían
sido infravalorados hasta entonces. Atendió también tres problemas
que hoy todavía constituyen la base de la Biblioteconomía:
24S I
En el nivel de preparación técn ica quedó aún más resa ltado el
concepto de Biblioteconomía que propuso Ebert para la Encyclopedia
de Ersch y Grüber, pues la consideró como el con junto de habilidades
y conocim ientos necesarios para la gestión de una bibl ioteca. Esta pers-
pectiva la alejaba de toda condición científico-técnica. También Ebert
dividió el estudio de la Biblioteconomía en dos partes inseparables: 12
1250
Sin embargo, a lo largo del siglo XIX se fue perfilando el sentido
de la Bibliografía que nos interesa, en cuanto descripción del conte-
nido de los libros y conocimiento de las existencias sobre una materia
determinada. Cuando finalizaba el siglo x1x, la Bibliografía iba a
jugar un papel destacado en la organización disciplinar de la Bibliote-
conomía (y de la propia Documentación). La relación de diferencia-
ción-similitud entre ellas sería fomentada por los propios biblioteca-
rios, quienes potenciaban el desarrollo de la Bibliografía, pues no
solo la consideraban útil en su ejercicio profesional, sino, que veían,
en ella, una contribución teórica esencia l para fundamentar la
Biblioteconomía. Fue, sin embargo, en esta dialéctica de proximidad-
separación cuando ambas disciplinas definieron sus límites y alcan-
zaron su madurez durante ese siglo.
La relación entre Bibliografía y Biblioteconomía se ha carac-
terizado siempre por una extrema proximidad. Este intenso enlace
lo describió Shera a l comprobar que, a lo largo de cuatro siglos, los
términos «biblioteconomía» y «bibliografía» habían sido utilizados
como sinón imos. Además, los precursores de las actuales bibliote-
cas públicas comprend ieron que cua lquier medida tomada para
mejorar las técnicas de organización bibliográfica resultaba funda-
mental para la práctica de la propia Biblioteconomía. Según esta
reflexión, en los orígenes de la Biblioteconomía aparece, como uno
de sus fundamentos más sól idos, la misión de intermediar entre li-
bros y lectores, función que era compartida también por la Biblio-
grafía en sus orígenes y que explica la simil itud conceptual durante
esos sig los. Así, Shera concibe que el verdadero núcleo de la
Biblioteconomía está constituido por la relación entre los conoci-
mientos reg istrados, de una parte, y el usuario que los emplea, por
la otra, de ahí la importancia que este autor otorga al catá logo. 16
Serrai afirma que la Biblioteconomía tiene como objeto el estud io
de la estructura y el funcionamiento del sistema al que se le ha
confiado recoger y poner en relación la producción intelectual y de
información con la necesidad intelectual y de información, sa lvan-
do las distancias del tiempo y espacio entre creadores y usuarios. 17
La incorporación creciente de tareas relacionadas con la d ifusión
de la información en las bib li otecas ha consol idado la relación en-
tre Bibli ografía y Biblioteconomía. Cada vez más las bibliotecas son
centros cuya primera ocupación consiste en poner los fondos a dispo-
sición de los usuarios y en difundir y esti mular su uso. De ahí la
importancia adquirida por las actividades de los servicios de informa-
ción y referencia, o por la formación de usuarios en el acceso a las
colecciones. La Bibliografía sirve, de este modo, para que los profe-
sionales estén al día respecto a los repertorios bibl iográficos y a las
obras de referencia. De esta manera, los bibliotecarios estarán capa-
citados para satisfacer las demandas de información que les solicitan,
con lo que se sitúan por encima de las barreras físicas de su centro
y de los límites de la co lección que custod ian para acercarse al
deseable acceso universa l de los recursos.
1252
que puedan dársele, ninguno deja de establecer la relación esen-
cial de la información con la biblioteca, al tiempo que en la mayoría
de el los está presente la función mediadora de la biblioteca entre
documentos y usuarios. En todas las aportaciones teóricas subyace
la idea de que la organización es el elemento fundamental para
conceptual izar la Biblioteconomía, que se entiende como conjunto
de operaciones que hacen de puente entre la colección y el uso,
que convierten la colección de una biblioteca en depósito utilizable
de conocim ientos y, consecuentemente, permiten el acceso de los
usuarios a ese depósito y posibil itan el cump limiento de la función
mediadora de la biblioteca.
Recordemos cómo la Bibl ioteconomía había adquirido su cuerpo
disciplinar en Alemania, a principios del sig lo x1x, pero no fue sino
hasta el siglo xx cuando la oposición entre la concepción científica y
la técnica llegó a sus mayores cotas. Durante los años treinta , en
Chicago, la Library Science logró caracterizarse científicamente,
gracias, en gran parte, a los trabajos de Butler y Shera. El primero
consideraba que la misión, servicios y principios de la bibl ioteca
tenían que ser razonados a partir de un punto de vista científico, pues
solo desde esta explicación alcanzarían el rango necesario tanto la
profesión como los problemas técnicos y estud ios bibl iotecológicos. 18
En los años sesenta, la Escuela de Ch icago profund izó en la
visión científica por medio de las aportaciones de Shera, en la idea
de que, si se quería que los conocim ientos sobre los impresos fue-
sen activos, la Biblioteconomía debía contar con una base teórica
firme que sustentase la organización práctica. Sus aportaciones fun-
damentales buscaron crear los mecanismos que conectasen eficaz-
mente la custod ia de los conocimientos registrados con los usuarios
que los emplean . 19 Junto a Shera, Nitecki defendió la perspectiva
científica de la Biblioteconomía, cuyo campo venía definido por la
relación entre el libro, los usuarios y los sectores clásicos del estudio
bib lioteconómico. 20
El italiano Serrai tituló su obra más representativa La Biblioteco-
nomía como ciencia. Se basó en el componente léxico nomos que
aparece en el térm ino «biblioteconomía» y diferenció los dos sentidos
fundamentales de la disciplina: el primero relativo a la determinación
de las leyes de funcionamiento de las que luego derivarían los
procedimientos más eficaces, y el segundo referido a las prácticas
bibl iotecarias. Serrai considera que el componente nomos del término
«biblioteconomía» funde los significados de uso y ley, de modo que
en él están etimológicamente unidas las dos d irecciones principales
de la disciplina bibliotecaria: la primera relativa a la determinación
de leyes de funcionamiento, para después derivar de estas los pro-
cedimientos más eficientes; la segunda referida a la especificación
y, por consigu iente, a la repetición de las prácticas bibliotecarias. 21
El españo l Cerrión propone que existen criterios generales para
determinar si los conocimientos que incluye la Biblioteconomía son
científicos o no:
1254
de las bibliotecas ha mantenido una enorme diversidad conceptual
y denominativa. En cualquier caso, como afirma Schneider, el que
la Biblioteconomía revista o no el carácter de ciencia no es relevante,
ya que «el valor de un trabajo intelectual no depende del hecho de
que el mismo ostente la etiqueta de ciencia». 23 Aún hoy nos encontra-
mos ante una fa lta de acuerdo en torno al concepto de 'biblioteco-
nomía', tanto en lo referente a su carácter científico como en lo
relativo a la denom inación. La polém ica mayor en los países de
lengua romance se sitúa en torno a la utilización de los térmi nos
«bibliotecología» y «biblioteconomía». Si se atiende a la etimología
de su denominación, la Bibliotecología es considerada como la cien -
cia que atiende al estudio de la biblioteca. 24 Para Domingo Buono-
cuore se trata del «con junto sistemático de conocimientos relativos
al libro y a la bi blioteca». Su estudio comprende una serie de d isci-
plinas agrupadas en torno a: 25
[... ] esta term inología nos parece exagerado y, en cierto modo, pedan-
te. En efecto, uno ciencia es un conj unto de verdades generales siste-
matizados y fundados. No hoy ciencia de lo particular, de lo individual.
2551
Además, estas verdades persiguen siempre un ob jeto abstracto, esto
es, leyes o principios. Nada de esto ocurre con la ma l llamada Cien-
cia bibliotecaria. Ella forma un con junto de conocim ientos, pero es-
tos conocimientos están enlazados entre sí, no por su dependencia
lógica o relaciones sistemáticas, sino por lo un idad del fin al cual
concurren. Y este fin no es teórico como en la ciencia pura, sino
práctico, eminentemente utilitario [...] . Por tanto, si se quiere emplear
una denominación genérica, para referirse o las discipl inas biblioteca-
rias, ella no podrá ser nunca lo de ciencia, sino lo de tecnología». 26
1256
conservación, organización y administración de una biblioteca», reser-
vando el término Bibliotecología para la ciencia de las bibliotecas. 28
Asimismo, la propuesta de Berta Becerra sigue de cerca la estruc-
tura presentada por Buonocuore, a l aceptar dos subd ivis iones para
las materias que estudian el libro y sus depósitos: la Bibliología, que
se preocupa del libro g loba lmente; y la Bibliotecología, que se de-
sarrolla en ocho secciones: biblioteconomía, clasificación de biblio-
tecas, bibliotecografía, bibliogeografía, historia, extensión biblioteca-
ria, acción bib liotecaria y varia. 29
En estas propuestas, la Biblioteconomía depende claramente
de la Bibliotecología, bien lejos de la propuesta de equivalencia
conceptua l que hacía Fumagalli al utilizar los términos «bibliotecono-
mía» y«bibliotecología» como sinón imos. 30 Esta relación de equivalen-
cia se da entre el uso genérico del término «bibliotecología» en países
latinoamericanos de habla española, y el uso de «bibli oteconomía»
en Brasil o España, que, sin duda, supera ampl iamente la referencia
a la administración y gestión de bibl iotecas.
La cuestión de la cientificidad de los térm inos se reavivó a partir
de la aparición de Toward a Theory of Librarianship: Papers in Honor
of J. H. Shera. 31 Fue relevante la postura crítica tomada entonces
por Line respecto de la opción de inclinación teórica, al ped ir que se
desmitificase la Biblioteconomía e, incluso, la Ciencia de la Infor-
mación, ya que para él tenían un carácter eminentemente prácti-
co.32 Los alemanes Petzhold y Leyh representan tamb ién el despla-
zam iento de la teoría hacia la práctica durante las décadas de los
sesenta y setenta. En Aleman ia ha sido lo común valorar la d iscip li-
na desde la perspectiva del libro y no de las bib liotecas, incluso por
quienes apoyan la conceptual ización científica, de ta l forma que las
actividades técnicas se comprendían desde un nivel meramente
artesanal. Reconocer el carácter de ciencia de la Bibl ioteconomía
so lo tendrá validez en la medida en que esta sustantivación sea
asumida como necesaria por todo el colectivo profesiona l que la
practica, de modo que se afirme en sus funciones, consolide sus
competencias y siga demostrando su imprescindible utili dad.
257 1
Vemos que en lo actual idad y en el espacio anglosajón siguen
conviviendo los térm inos «Librarianship» y «Library Science». El glosario
de la American Library Association d iferencio el térm ino «Librorion-
sh ip», cuyo sentido es de aplicación profesiona l, del de «Library Science»
(B iblioteconomío}, que se refiere o los conocimientos requeridos paro
ejercitarlo. En inglés se prefiere un término poro Europa, «Librorionship»,
y otro para Américo, «Li brary Science», cuya determinación disciplinar
es práctica mente equ iva lente. Debe, empero, destacarse lo opción
de la defensa científica por los norteamericanos (Librory-and lnforma-
tion-Science) frente o lo inclinación inglesa por la práctica profesional
y los competencias necesarias para ejercerla. Algo parecido sucede
en el coso del español, entre Biblioteconomía y Bibliotecología . Según
la diversidad de términos utilizados para referirse o esta disciplina,
puede establecerse el siguiente esquema denominativo:
Alemania: Bibliothewissenschaft
Brasil/España/Francia/Italia/Portugal: Biblioteconomía/
Bibliothéconomie
Estados Unidos: Librory Science (Library and lnformation Science)
Latinoamérica de habla española: Bibliotecología
Reino Unido: Librarianship
1258
científico-económica, hecho que dio base a la medición cuantitativa
del libro. 33 Esta reaparición al final del zarismo significará, en Rusia,
el punto de partida de la ciencia bibliológica y a la larga de la
Escuela informatika soviética. El térm ino llegó a Otlet como sinónimo
de Documentación, sin embargo; y pese a este intento por equilibrar
ambos conceptos, fue a raíz de su obra cuando dio comienzo la
búsqueda diferenciadora entre la Biblio logía y la Documentación.
Estivals fue el teó ri co más preocupado por caracterizar a la
Bib liología como ciencia de los documentos escritos, si bien reconocía
que la Ciencia de la Información engloba el concepto de Bibliología,
de uso más específico y limitado. 34 Coincidiendo en gran parte con
la opin ión de Estivals, Breton ve a la Biblio log ía como
2581
de Biblioteconomía, como es usado en Brasil o España, cubre todos
los aspectos de estudio del libro y de las bibl iotecas.
12so
largo recorrido. Utilizamos en este caso, como punto de partida, la
afirmación de Besterman sobre «documentación», por su claridad y
univocidad, para hacer una revisión diacrónica del concepto:
12s2
Además, Otlet lo usaba para referirse al método usado para formar
catálogos documentales clasificados mediante la CDU.
Los mismos conceptos de 1903 reaparecen en 1908, ahora en
un artículo de colaboración entre La Fontaine y O tlet. 43 Pese a la
reiteración que parece confirmar una postura firme, era notable la
falta de exactitud del térm ino, como lo demuestra la utilización, en
1905, de la variante Información-Documentación en dualidad com-
plementaria, dentro el títu lo de un informe presentado por Otlet al
Congreso de Economía de Mons.44
Esta va ri edad de definiciones nos confirma que La Fontaine y
O tlet utilizaban el término «documentación» con mucha ambigüedad,
ya que en sus escritos tanto lo comparan con la Bibliografía como
defienden que esta es tan solo una parte de la Documentación. Sin
duda, el momento en que mayor claridad se dio a una referencia
sobre nuestra disciplina fue después de la Gran Guerra europea:
«en cuanto medios apropiados para la transmisión, comunicación y
difusión de información académica y datos (libros, revistas, periódi-
cos, catálogos, etc.), en una palabra, de documentos de todo tipo
que contengan textos o imágenes». 45 De tal manera que, hacia 1920,
podía hablarse de un claro avance conceptua l en la utilización del
térm ino «documentación».
Aunq ue en Francia, desde 1920, era común ll amar centros de
documentación a los establecimientos dedicados a la información
especial izada, la consagración del nombre no tuvo lugar hasta después
de la reunión de 1924 en La Haya del Instituto Internaciona l de Biblio-
grafía. Esta primera decis ión de carácter institucional fue seguida
después por Otlet y La Fontaine, quienes en l 93 1 se decidieron a
proponer el cambio de denom inación a favor del Instituto Internacional
de Documentación. En 1932 se fundó la Union Franc;aise d'Organis-
mes de Documentation, que aceptó de inmediato una definición
muy simi lar a la holandesa y, desde luego, fundamentada en un
referente práctico: «El aná lisis de documentos con información útil,
la reun ión de expedientes incluso transitorios, el servicio elaborado y
detallado para usuarios individuales, y una plantilla con conocimiento
283 1
especializado en determinado asunto». 46 Solo unos pocos años des-
pués, en 1938, el Instituto Internacional de Documentación acepta ría
el nombre definitivo de Federación Internacional de Documentación.
A la conso lidación terminológ ica y conceptual contribuyó, de
manera notable, Donker Duyvis, al fundar el Nederlands lnstituut
voor Documentatie en Registratuur. Como primer organismo nacional
de carácter documental se había propuesto comenzar a completar,
en un proyecto que quería extender de país a país, el Repertorio
Bibliográfico Universal en el que Otlet y La Fontaine habían empe-
ñado su vida. De esta institución holandesa partió una definición
que simplificó mucho la serie de operaciones técnicas consideradas
por La Fontaine y Otlet. Curiosamente, al intentar objetivar el térm ino,
se hizo en el sentido de control e intermediación informativa, al
entender la Documentación como la compilación, a lmacenamiento
y difusión de todo tipo de información, propuesta después corrobora-
da y ampl iada por la parte francesa, a l defender que documentar es
reunir, clasificar y distribuir los datos de todo tipo en todos los domi -
nios de la actividad humana.
Considerando al Traité de Documentation de Otlet como el punto
de arranque científico de la documentación, que además llevaba el
término «documentación» incluido en el mismo título, y de conformar
la raíz document- el nudo terminológ ico, a lo largo de todo su conte-
nido, en el texto podemos encontrar referencias a términos tan poco
conso lidados como Bibliología o Documentología, e, incluso, al de
ciencias del libro (y de la Documentación) para nombrar a l nuevo
campo. No aumenta la concisión el que, cuando se refiere a la
definición de Documentación, se opte por la doble asignación recogi-
da en los diccionarios, como acción de documentar y como conjunto
de documentos. La variedad terminológica es permanente a lo largo
de la obra clave de Otlet. Incluso podemos llegar a ver como, curio-
samente, aporta en el la dos definiciones de la disciplina aún bajo la
denominación de Bibliología:47 «Ciencia general que abarca el con-
junto sistemático clasificado de datos relativos a la producción, la
conservación, la circulación y la utilización de escritos y de todo tipo
1264
de documentos [ ... ]», y «Ciencia general, auxiliar de todas las
demás, a las que impone sus normas desde que ellas presentan
sus resu ltados en forma de documento».
De todas formas, la denominación de nuestra especial idad pasó,
mediante los traba jos de Otlet, de forma natural desde Bibliografía
a Documentación. Si la primera significaba, entonces, la desembo-
cadura de una larga trayectoria histórica que había alcanzado a dar
una concepción científica globa l del libro, la segunda nacía desde
una concepción científica globa l del documento. A pesar de que, en
su Traité, 48 Otlet se acercó al término «documentación» con una
actitud variable, que osciló desde un concepto próximo al de
Bibliología, que abarcaba con amplitud en cuanto al libro se refe-
ría, hasta el marco de conocimientos enciclopédicos atend idos por
la Bibl ioteconomía, la Bibliografía, la Arch ivística, la Museología,
etc.¡ o, como vimos antes, incluso hizo referencia a ella también con
el término «documentología» o ciencia general del documento. Había
que buscar un nombre que recog iese, sin contradicciones, los soportes
informativos que surgieron por la expansión industrial. Por lo que
respecta a la transferencia de información, la Documentación es
deuda de la Bibliografía, ya que al sistematizarse no hizo sino acen-
tuar la actuación analítica e intermediadora de esta sobre los docu-
mentos. También es cierto que, desde un primer momento, demostró
un interés inequívoco por apoyar este fin mediante el uso de las
técnologías más avanzadas. El objetivo era utilizar el conocimiento
humano reg istrado por encima de las preocupaciones por la con-
servación de los fondos y con la circunstancia de que la dotación de
documentos había crecido con inusitada ferti lidad. El nexo lógico en .
el que origen y consecuencia coinciden se asienta en el mensa je
científico y su medio de difusión. El hecho que en verdad importa es
lo que nos cuentan los documentos o, dicho de otro modo, los
documentos son importantes por lo que cuentan. De este modo,
resu ltan secundarios el material y la forma sobre los que se soportan
los mensajes. Ese material se hace objeto de estudio precisamente
por contener mensajes científicos o literarios.
2651
Por su parte, la Bibliografía no solo ha seguido existiendo, sino
que ha introducido en la Documentación el espíritu universal y enci-
clopédico que anima y orienta la organ ización de su traba jo. Cuando
la Revolución soviética modificó la visión de los costos orig inados
por la elaboración y puesta al día de las bibliografías, pensando
que no era asunto de rentabili dad económica sino de utilidad social
para los lectores, afectó también a los criterios que luego adoptarían
algunas instituciones al aproximarse a los productos documentales.
Si la Documentación ha sabido aprovechar la experiencia de la
Bibliografía, en reciprocidad le ha imbuido su practicidad, en espe-
cial la tendencia a ser gestionada tecnológicamente. El ritmo acele-
rado de la vida urbana en los países desarrollados exige que los
lectores obtengan, en el tiempo mínimo, la información que necesi-
tan. Para informar con rapidez y exactitud sobre las necesidades de
los lectores, hay que multiplicar los medios de ráp ido acceso, hecho
que se ha facilitado por la aplicación de los ordenadores.
Por lo que respecta a la extensión del térm ino «documentación»,
y a pesar de los primeros balbuceos, tuvo una aceptable acogida
en Francia, así como en los países de habla francesa, y su eco se
extendió rápidamente en las comunidades científicas avanzadas de
habla española, portuguesa, inglesa, italiana y a lemana. En ellas
permaneció como nombre de la especial idad hasta las transforma-
ciones habidas en los años cincuenta del siglo xx. No podemos
ocu ltar que, durante todo este tiempo, sobrevivió dentro de una
clara ambigüedad designativa, que luego sería superada por el sen-
tido más unívoco y compacto del nombre de Ciencia de la Informa-
ción, o del complementario Información-Documentación. Desde
luego, las cuestiones terminológicas no fueron ajenas a las contro-
versias entre la Documentación y la Biblioteconomía, y a los enfrenta-
mientos entre los documentalistas y los bibliotecarios. En el ámbito
francés se asimiló, con mayor lentitud, el térm ino «documentalista»
que el término «documentación», sin duda como reflejo de la inconsis-
tencia que acabamos de mencionar y de la reacción ante el intrusismo
profesional de quienes eran vistos como recién llegados a un campo
que otros consideraban propio. Debemos resaltar que desde lo pers-
pectiva de la denominación profesional, la raíz docere ha mantenido
con total vigencia su significación de enseñar, pues no es otra cosa
que orientar al usuario a través de los servicios que son propios de
los expertos en información.
Tras la segunda guerra mundial, en los Estados Unidos, la
información impresa tuvo un crecimiento sin comparación con ningún
otro momento de la historia humana. Y lo fue tanto en lo tocante a
la información especializado como en lo relativo o los bibliotecas.
Cualquiera de los diferentes sistemas que atendía a los necesidades
de los usuarios - los archivos, las bibl iotecas o los servicios docu-
mentales- intermediaba en lo información de forma similar a como
en Europa lo hacían los documentalistas. Sin embargo, carecían del
convencimiento de que su profesión debía encuadrarse en ese térmi-
no, por lo que Documentación y documentalista fueron denominacio-
nes apenas usados en el mundo anglosajón, por más que el American
Documentotion lnstitute y su revisto American Documentation lo in-
dicasen en su nombre. Desde esto posición, debemos considerar
como una auténtica excepción la obra de Brodford Documentation,
cuyo nombre debemos ver como uno referencia a los problemas
conceptuales a llí tratados, entre los que destaca un estudio del trata-
miento documental de los publicaciones periódicas. 49 Los profesiona-
les mantuvieron, incluso hasta la llegada de la lnformation Science,
el nombre de librarian.
En grandes líneas, podemos decir que el movimiento documental
originado en Otlet y La Fontoine se había consolidado doctrinal mente
en Europa antes de la segunda guerra mundial, mientras que, des-
pués de el lo, los Estados Unidos se d irigía hacia el desarrollo de su
papel hegemónico en el mundo de la información, preocupado por
solucionar los problemas planteados por la desbordante información
que lo propia guerra había generado. La escasa aceptación que
tuvo allí el término «documentación» se pone de manifiesto en los
trabajos de Shera. Este autor utilizaba con frecuencia el nombre de
Documentación, pero nunca perdió de vista que dependía del de
2B7 I
Biblioteconomía, exactamente incluido dentro de las operaciones
del control bibliográfico general, en las que la Documentación
atendía específicamente a la información especializada. 50 No ha-
cía otra cosa que continuar, eso sí parc ia lmente, la propuesta
hecha por Otlet a l proyectar el Repertorio Bibliográfico Universal. El
control y organización de la Bibliografía debían verse como el
primer objetivo, mientras que la Documentación sería la parte de
ese control que se dedicaría a la comunicación diferida o referencia l
entre los especialistas de un campo.
Vemos a lo largo de estas líneas cómo el concepto de Documen-
tación se abordó en los diferentes países de forma muy variada y
siempre mantuvo una relación próxima con la Bibliografía, con al-
gunos aspectos de la Biblioteconomía y con las técn icas de archivo.
No cabe duda de que, aun en la actualidad, el término muestra
una clara polisemia:
1268
hizo si no avivar, desde entonces, una larga divergencia conceptual.
La Documentación había nacido con afán globalizador y enciclopé-
dico, al recoger todos los aspectos técnico-aplicativos de la gestión
de los documentos y de los sistemas, por lo que en ella se englobaba,
como un aspecto documental más, la Biblioteconomía. Lógicamente,
los bibli otecarios vieron a la Documentación recién llegada como
un concepto arribista y en desleal competencia. Empezó, así, un
debate que puede considerarse como una extensión del que mante-
nía en su interior la misma Biblioteconomía y que protagonizaron,
precisamente, quienes consideraban que la natura leza de la
Biblioteconomía era científica, frente a los que defendían que se
trataba de una actividad apl icativa.
Estamos convencidos de que, desde finales del siglo x1x, el tra-
bajo que se desarrollaba en las Bibl iotecas especializadas no difería
en absoluto del que se hacía en los centros de documentación. Las
bibliotecas especializadas habían aparecido para responder a las
necesidades de información cada vez más especializada que tenían
los científicos. Cuando las informaciones que estas bibliotecas pro-
porcionaban rebasaron el ámbito de los libros, se hizo preciso ofrecer
a los usuarios todo tipo de material analizado referente a su campo
de especialización, y hacerlo con prontitud y exactitud; así, llegó el
tiempo de la Documentación. La bibl ioteca especializada orig inó la
actividad documental. Sin embargo, cuando empezaba la década
de los sesenta, «la Documentación abarcaba una extensión tan in-
mensa, comprendía fuentes tan diversas y necesitaba de una espe-
cial ización ta l, que ya se salía completamente del ámbito de las
actividades propias de toda bib lioteca». 51
Por otra parte, es indiscutible que la Bibliografía fue el antece-
dente teórico y metodológico de la Documentación. Precisamente
porque la Bibliografía fue siempre considerada ciencia auxi liar de las
demás ciencias y no como un sector de la Biblioteconomía. 52 La Docu-
mentación y sus técn icas de tratamiento les resultaron también extrañas
a los bibliotecarios. De todas formas, debemos relativizar el antago-
nismo entre las dos disciplinas. Si miramos al mundo anglosajón,
2ssl
en el que la lectura se consideró siempre un medio para formar a
los ciudadanos, percibimos que los bibliotecarios siempre estuvieron
activos ente las innovaciones. No es de extrañar que cuando surg ió
la ASLIB, sus componentes se comportasen, ya en 1908, de forma
semejante a como lo iban a hacer, de inmediato, los documentalistas.
Meyriat da a la palabra «librarian» un alcance de mayor amplitud y
apertura que a «bibliotecario». Lo demuestra el hecho de que todos
los autores de las grandes clasificaciones bib liográficas de vocación
enciclopédica en el mundo anglosajón eran librarians: Dewey,
Ranganathan, Bliss, etc.; mientras que aquell os bibliotecarios que
preferían atender a la conservación de los fondos, más que a la
comunicación y al acceso a la información, fueron los que, al cons-
tituirse la Documentación, tuvieron que diferenciarse e, incluso, en-
frentarse a los nuevos presupuestos. 53
La abundancia de definiciones aparecidas en los libros y artículos
científicos sobre Documentación llevó al holandés Loosjes a preocu-
parse por la esquematización de estas definiciones, con la intención
de ofrecer una visión integradora de las distintas posturas. Su obra
conoció un relanza miento en la década pasada después de ser tra-
ducida al inglés. 54 Para representarlas, Loosjes organizó las defini-
ciones en tres grupos:
1210
(A. l) La contribución de Bradford con su obra Documentation56
puede considerarse como la continuación teórica del Tra-
tado de Otlet. 57 De opinión parecida a la de los fundadores
belgas, quiso, sin embargo, aclarar que no estaba hablando
de una ciencia sino del proceso técnico heredado del que-
hacer bib liotecario para reunir, clasificar y hacer fácilmente
accesibles los documentos relativos a todas las formas de
la actividad intelectua l.
(A.2)Podemos calificar a Shera como el representante más
genuino de la corriente que explica la Documentación
desde una visión biblioteconómica. Su defensa de esta
preem inencia se justificaba desde la propia obra de O tlet:
¿por qué este había dado una base bibliológ ica a la
Documentación cuando ya había aparecido una enorme
variedad de soportes documentales a lo largo del siglo
x1x? Sin duda, porque los recursos adecuados tenían su
o rigen en las técnicas bib lioteconómicas.58
2111
Aquí se encuentra la raíz de la sepa ración entre bibl iotecarios y
documenta listas. 60
Para Shera, la Documentación no era sino un aspecto de la
Biblioteconomía, por mantener la actitud de servicio hacia el que
necesite información, propia de esta. 61 Por el lo, no veía preciso
cambiar su nombre, pues seguiría siendo Biblioteconomía por más
que las necesidades de información especializadas hubiesen au-
mentado. Shera continuó con sus planteamientos incluso cuando se
pasó del concepto 'Documentación' al de 'Ciencia de la Informa-
ción'. Defendía la especialización del bibli otecario y la necesidad
de adecuación a las nuevas situaciones mediante la utilización de
nuevas técnicas y procedim ientos. Volvía aun a superponer la
Biblioteconomía a las técnicas documentales, a las que ni siqu iera
otorgaba la categoría de ciencia. Documentación no sugiere una
nueva ciencia que sobrepase a los bibliotecarios: sign ifica, más bien,
un nuevo punto de vista, una nueva aproximación a una muy vie ja
y respetada profesión, y el documentalista no intenta desacreditar al
bib liotecario, sino darle nuevas herramientas y métodos que mejo-
ren su valor social, facilitándole poder efectuar una gran contribu-
ción intelectual. 62 Respondía esta pos ición a la teoría de la informa-
ción de Shanon y Weaver, que Shera juzgaba inadecuada en su
formulación, pues no hablaba de información, sino de señales de
esta. Sin embargo, esta teoría había posibi litado la uti lización del
nuevo nombre, que pronto sería adoptado por quienes se dedica-
ban a facilitar el acceso al saber registrado. 63
Partiendo de la consideración de que la Biblioteconomía espe-
cializada y la Documentación comparten estrechamente muchos de
sus rasgos de actuación, Shera consideraba que el nexo de unión
histórica entre ambas disciplinas era la Biblioteconomía general. Para
él, difícilmente puede afirmarse que la Documentación haya existido
siempre en estado puro, mientras que la especialización de la función
bibliotecaria estaba implícita desde el principio. Se puede decir que
la Biblioteconomía especializada es la documentación de una idea.
Esta idea puede sertan amplia o tan estrecha como la mente humana
pueda concebir, puede ser espiritual, humanística, pedagógica, cien-
tífica, sociológica o tecnológica¡ pero sea cual fuere su naturaleza y
propósito, la biblioteca debe ser especial para tal propósito.64
2731
(l) teoría de la comunicación;
(2) ciencia de la información ;
(3) clasificación: (a) Investigación, (b) Teoría, (c) Universa l;
(d) Por temas especiales;
(4) automatización y meca nización de la información;
(5) comunicación oral;
(6) técnicas de resumen, indización y reseñas de status
quoestionis;
(7) problemas de lingüístico y traducción;
(8) sistema de información y redes;
(9) formación en Documentación;
(l O) información para la industria;
( 11) teoría del computador aplicado a l manejo de datos;
(12) reprografía;
(13) centros y bancos de datos;
(14) Report Literoture; y
(15) publicaciones, ed iciones y distribución inicial de la
información .
1274
el mismo campo». 69 La ficción debe abolirse y los proble-
mas de las bibliotecas deben situarse en su propio ámbito,
ya que están considerados como entidades que participan
simultáneamente en el progreso de la educación, de la
información y de la documentación. Se concluiría que Docu-
mentación y Bibli oteconomía deben adaptarse mutuamen-
te, pues sus conceptos son sinónimos, hecho que implica-
ría una correspondiente unificación institucional entre la
FID y la FIAB.
2751
solucionarlo se idearon, en el sig lo x1x, los servicios de
resúmenes, la reproducción documental y la adaptación
de máquinas a la gestión de la información. Hacia la dé-
cada de los cincuenta, la mayor d ificultad se encontraba
en la fa lta de automatización y en la ausencia de lenguajes
de representación que permitiesen el acceso a los conten i-
dos deseados. Las aportaciones conceptuales de Verhoef y
Pietsch coincidieron en resaltar el carácter dinámico de la
Documentación. 72
1276
[... ] es una unidad, pues el propósito común de comunicación penetra
todo el complejo de actividades, cada una de las cuales cumple su
contribución a ese propósito y es dependiente funciona lmente de otras
actividades, necesarias para la comunicación de informaciones es-
pecializa.das, incluyendo la preparación, la recolección, el análisis,
la organización y la distribución de los registros gráficos del conoci-
miento humano. 74
277 1
Información, la Lógica y la Cibernética. 75 Por encima de estas discipl i-
nas, manifestó una profunda relación con la Bibl ioteconomía y la
Informáti ca, y, desde luego, con la Documentac ión, por más que
esta debamos verla de manera especial, dado que no es solo el
antecedente cuya evolución desembocó en la Ciencia de la Informa-
ción. Vimos líneas atrás que el término «documentación» había pre -
sentado una significación polisémica que le daba amb igüedad. La
insatisfacción que se derivaba de su uso fac il itó la aparición de la
C iencia de la Información, que aprovechó precisamente un momento
de cambio en el contexto comunicativo y tecnológico. Para solucio-
narlo se buscó conformar una nueva conceptualización del estudio
de los documentos y la transferencia de su información. De a hí que
la Ciencia de la Información se haya conformado también con unas
discipli nas que, por primera vez, se acercaban al estud io de la infor-
mación o, si preexistentes, lo hacían con un enfoque diferenciado
en esencia. Es el caso de las bases de datos, las apl icaciones bib lio-
métricas a l control de la información científica, las redes y sistemas
de información, la representación semántica de los contenidos, el
apoyo tecno lógico o la gestión empresarial de la información. La
nueva situación tuvo de inmed iato un respaldo term inológico diferen-
ciado como prueba de que el referente era un hecho nuevo. Expre-
siones como «álgebra de Boole», «descriptores», «tesauros», «difusión
selectiva de la información», «estrategia de búsqueda», «recursos
inform ativos» e «índices automáticos», entre otras, comenzaron a
hacerse de uso común en los centros de trabajo y en las publicaciones.
La relación con otros campos discip linares quedó patente des-
de los primeros intentos de fundamentación conceptua l. Ya la pri-
mera definición de la disciplina la relacionaba con métodos y con-
tenidos provenientes de «las Matemáticas, la Lógica, la Lingüística,
la Psicología, la Tecnología de los Computadores, la Investigación
Operativa, las Artes Gráficas, la Comunicación, la Biblioteconomía,
la Gestión y algunos otros campos». 76
Uno de los primeros planteamientos teóricos fue el que propuso
Taylor, quien frente a la preponderancia de lo aplicativo, como hemos
1278
visto hasta entonces tan común, optó por acercarse al estud io desde
una propuesta doble: la principal constituyó una propuesta teórica de-
terminada por el conocimiento especializado de Ciencia de la Informa-
ción, relacionado con las Matemáticas, la Lógica, la Psicología y la
Lingüística; y la segunda constituyó una propuesta operativa que, a
partir de la metodología científica, la Biblioteconomía y la Informática,
tendría que explicar las tareas de recuperación, organización y difu-
sión .77 La propuesta de Taylor se hizo inmediatamente de seguidores.
Cuando el American Documentation lnstitute cambió su nombre a
American Society for lnformation Science, Borko propuso definir los
rasgos esencia les de la nueva disciplina y, para hacerlo, retomó la
propuesta de Taylor. Si bien reformuló el componente teórico, al situar,
como objetivo primero de la lnformation Science, el de investigar las
propiedades y el comportamiento de la información, y las fuerzas que
dirigen su flujo. Su análisis no dio a la Documentación por acabada,
pues la reservó para la misión de atender varios aspectos de la Ciencia
de la Información como: «Adquirir, custodiar, recuperar, y difundir la
información fijada sobre documentos, principalmente mediante literatura
de informes y periódica», mientras que completaba el componente
práctico con «los medios de tratar la información para su mejor acceso
y utilidad». Consideró la interdisciplinariedad como el cuerpo de
conocimientos que tuviesen relación con el «origen, colección, organi-
zación, almacenamiento, recuperación, interpretación, transmisión, trans-
formación y utilización de la información». 78
Desde los momentos iniciales, la C iencia de la Información se
consideró ¿orno pragmática del sign ificado y de la comunicación
de los escritos, lo que destaca su ap licación preferente al mundo
académico. El conocimiento humano que estaba fijado en mensajes
debía llegar a comunicarse. Por esta razón, Hei lprin describió los
principios del nuevo campo desde factores psicológico-menta les en
torno al significado y desde factores sensibles en torno a la noción
de mensaje. Su propuesta resalta la importancia de la fi jación y el
depósito de la información para asegurar que los mensajes puedan
ser enviados y recibidos. 79
2781
Hemos de considerar, igua l que lo hicimos antes con la
Documentación, la relación que se ha dado entre la Ciencia de la
Información y la Biblioteconomía, producida de forma especia l por
los problemas subsigu ientes a la profileración documental que, jun-
to al veloz crecimiento de las ciencias, dificultaban a los investiga-
dores el acceso a la información. Shera abordó el problema desde
la zona de contacto entre la C iencia de la Información y la profesión
de bibliotecario, y partió de la definición de la Conferencia de
Georgia, en la que se considera como especia lista en Ciencia de la
Información a la «persona que estudia y desarrolla la ciencia del
almacenamiento y recuperación de la información, que idea nuevos
métodos para abordar el problema de la información, y que se
interesa por la información en sí misma y por sí misma». 80
Los sectores donde se mezclan las actividades de la Biblioteco-
nomía con la C iencia de la Información se anal izaron desde los
años sesenta, recién conformado el concepto de esta última. Robert
Taylor veía a ambas disciplinas como a liadas naturales, por lo que
los bibliotecarios debían aprovecharse de las posibilidades de infor-
mación que les ofrecía la Ciencia de la Información para procesar
la información en su desbordamiento. Sin duda, el principal punto
de coincidencia estaba en el crecim iento de las colecciones y el
acceso, tanto físico como intelectual, al conocimiento contenido en
los documentos. Co incidían, por tanto, en su preocupación por
ofertar los contenidos a los usuarios y en lograr el mejor servicio de
acceso a través de una planificación de los sistemas. 81
Debido al desarrollo de los sistemas de información se ampliaron
los servicios de algunas bibliotecas, que pasaron a ofertar anál isis
de la información e información especializada. La ampliación de
las funciones de recuperación exigía tal combinación de materiales,
servicios y profesiona les que era imposible para cua lquier unidad
real izarlas aisladamente, por lo que se volvió necesario coordinar
los sistemas de información, así como traba jar en las bibliotecas y
otros centros con una exacta planificación. 82 Había pasado el tiempo
en el que una biblioteca podía aspirar a constituir aisladamente
1280
colecciones autosuficientes, sobre todo en campos de recuperación
especia lizados. Los problemas de acceso a los recursos informativos
no podían resolverse tampoco por medio del préstamo interbibliote-
cario. La eficacia vendría tan solo de la cooperación y con el apoyo
de las máquinas de transferencia electrónica de la información que
uniesen las bibliotecas de los Estados Unidos. Las redes de servicios
informativos se construirían sobre redes regionales para atender de
preferencia a las áreas de investigación y, desde ellas, proyectar
hacia el futuro el deseable sistema de información internaciona l.83
Las posibil idades ofrecidas por los ordenadores se aprovecharon
tanto por las bibliotecas como por los centros de documentación. La
intervención tecno lóg ica a lcanzó tal dimensión que tra jo consigo
nuevas maneras de trabajar. Y con ellas se difuminaban los límites
de muchas actuaciones profesionales, hasta entonces consideradas
específicas de algunos de los sistemas de información. En ellos, la
intervención de las tecnologías causó esta nueva situación:
2811
Los objetivos básicos y las soluciones coincidentes en la atención
a los usuarios aproximaron mucho a las bib liotecas con los demás
sistemas de información y, por ello, se volvieron, más que nunca
antes, objeto de estudio de la C iencia de la Información, sin perder,
por el lo, su cual idad de ser los sistemas de información más clásicos. 84
La Ciencia de la Información y su variable Ciencia de la Información
y de las bibliotecas (Library and lnformation Science -LIS-) integran,
en el concepto de sistema de información, las disti ntas actividades y
principios del mundo documental. Los nombres que reci ben los d is-
tintos sistemas no deben engañarnos. Puede haber mayor d iferen-
cia entre los métodos y operaciones propios de una bibl ioteca pú -
blica y los de una especia lizada, o entre una biblioteca gestionada
automáticamente y una que aún lo es manualmente, que entre los
de un arch ivo y los de una biblioteca.
Los especial istas reconocían ya, en los años ochenta, que las
bibliotecas debían desarrollar cuerpos teóricos con juntos con la Lin-
güística: el aná lisis lingüístico de los documentos pasó a considerarse
actividad fundamenta l en el proceso técn ico. Además, debían adap-
tarse al uso creciente de los sistemas automatizados, en especial
para abastecer los servicios de referencia. 85 Las bibliotecas debían
rea lizar un esfuerzo para aprovechar la tecnología ofrecida por los
ordenadores y las telecomunicaciones. 86 Sin el la, no había posibi lidad
de aprovechar el cauda l informativo.
Las preocupaciones de los bibliotecarios coincidían con las propias
de los profesiona les de otros servicios de información. En el mo -
mento de responderlas procuraron la intervención de múltiples disci-
plinas como la Teoría de la Comunicación, el Anál isis del Discurso,
la Psicología, la Inteligencia Artificial, la Filosofía, la Lingüística y la
Sociología. De manera que, tanto por el camino teórico como por
el práctico, hay un paralelismo cierto y hasta una asimi lación de
métodos y de las técnicas entre la Ciencia de la Información y la
Biblioteconomía, apareciendo estructuras de conceptos que se apli-
can simultáneamente a la investigación en ambos campos, con las
mismas metodologías, en especial a la hora de reunir datos sobre
las necesidades de .i nformación y el comportamiento de los
usuarios. 87
Acerca de los sistemas y disciplinas precedentes, la perspectiva
globalizadora de la Ciencia de la Información tiene un punto de
origen bien definido. Cuando se consideró que era preferente la
explotación de la información conservada a l almacenamiento físico,
se empezaron a borrar los límites precisos que definían las técnicas
y modos de actuación de las viejas bibl iotecas y archivos. «lnformation
Science» o «Library and lnformation Science» pasaron, entonces, a
ser las denominaciones comúnmente aceptadas para designar a las
disciplinas preexistentes que entendían de los diferentes sistemas de
información. El acceso a la información las unía por encima de las
tareas técnicas que hasta entonces las separaban. 88 La aplicación
tecnológ ica facilitaba el acceso, la disponibili dad y el contenido
informativo de los documentos. Lógicamente, los componentes físi-
cos sobre los que actúa la custodia y preservación no han desapa-
recido, pero, por encima de ellos, las máquinas de información han
permitido que se analice, recupere y difunda el contenido que justi-
fica su existencia. La diversidad ilimitada de textos, imágenes y son idos
que pueden versar sobre el mismo conten ido ha resa ltado la impor-
tancia de este y ha desdibujado en para lelo las características por
las que identificábamos los distintos centros de información. Así,
pues, la intervención de la tecnología electrónica y digital en los
procesos informativos ha causado en gran parte esta integración.
Su utilización ha minimizado la separación causada por la materia
en la que los mensajes estaban grabados. La Ciencia de la Informa-
ción ve así más realizable la aspiración de la interconexión de siste-
mas, por la cua l la tota lidad del conocim iento estaría disponible
para su utilización en cualqu ier parte y por cualqu ier persona. 89
2831
5.5.1. La compos1c1on interdisciplinar de Ciencia
de la Información
1284
correspondiente a las cuestiones que relacionaban el mundo de las
bibliotecas y de la información con la ciencia y la tecnología del
momento. Nada menos que 15 asuntos perfectamente definidos
atendieron.93 El célebre Informe Weinberg sobre la información cien-
tífica y técn ica, y su apoyo por el gobierno norteamericano dio un
amplio muestrario de profesiones, actividades y técn icas relaciona-
das con su asunto de interés. Para promocionar la información y el
nivel de conoci mientos de la comunidad técn ica había que infl uir en
el desarrollo de todos ellos, pues se comprendía que la información
era el resu ltado e influencia de una suma de diversos sectores. 94
Cuando Borko a bordó el problema de definir esta ciencia
desde un sentido nuevo, aclaró la dificultad que se le presenta ba
como proven iente de una materia compleja y de muy diversas
d imensiones, que precisaba de una conceptua lización comp lica-
da, irreducible a síntesis extremas:95
2851
Matemática, Teoría y Apl icación de Sistemas, Teoría de la Comu-
nicación, Sociología, Psicología. 96
Wers ig y Neverling se acercaron a una revisión histórica de las
defi niciones, tanto de información como de Ciencia de la Informa-
ción, para demostrar que los diferentes puntos de vista sobre esta
siempre tocaban con otras disciplinas. Los autores hacen una pro-
puesta de comb inación de las necesidades sociales de información
con las metodologías y técnicas de esta ciencia, formando un es-
quema clasificador acerca del sistema de las ciencias de la informa-
ción. 97 La exp licación teórica de esta ciencia la sitúa Be lzer en otras
teorías científicas proven ientes de disciplinas como la Matemática,
la Lingüística y la Teoría de la lnformación. 98 Kobl itz se preocupó
por encontrar el sitio de nuestra discipl ina dentro del sistema de
ciencias que estudian los procesos de información socia l. Nos con-
cedió, así, otro esquema enriquecedor. 99 Vickery también insistió en
factores estructurales, destacó las interaccio nes entre los factores de
la comun icación y preparó las visiones actua les del problema. 100
La Matemática y la Estadística
A través de ellas se puede cuantificar la experiencia, que a su vez es
el fundamento de la ciencia. Los instrumentos que la Matemática y
la Estadística ponen en manos de los profesionales de la información
la medida de esta. Las investigaciones establecidas en la información
1288
científica y técnica se hacen sobre leyes y análisis bibliométricos
(leyes de Zipf, de Bradford, análisis de citas, etc.), además de otras
teorías y sistemas.
La Lingüística
El lenguaje es el recurso de la comunicación, base de toda informa-
ción y conocimiento. Por ello, la Documentación que es informa-
ción es «fundamentalmente un dispositivo lingüístico, y lingüísticas
han de ser las soluciones a sus problemas». 103 No puede haber
análisis documental sin un dominio del lenguaje por parte del
analista. Este está inmerso en un sistema de habla y, a la vez, en un
campo científico cuyos tecnicismos es ob ligado conocer. El anál isis
de los documentos se rea liza, además, con unos instrumentos, los
llamados lengua jes documentales, cuya base son las disciplinas
lingüísti cas, en especial la semántica. Este mismo lenguaje, en sus
características discursivo-textua les, conforma directamente algún nivel
del análisis documental. Sería el caso de la relación texto -descripción
sustancial. 104
287 1
para referirse a la C iencia de la Información, en la mayoría de los
contextos rem ite al estudio de la automatización y de las tecnolo-
gías automatizadas para la recuperación de los documentos.
Ingeniería del conocimiento
Concepto relativamente nuevo, usado sobre todo por aque llos que
tienen intereses puestos en la inteligencia artificial y en los sistemas
expertos. Estos representan la fusión del procesamiento de datos y
la utilización de sistemas de información. Hayes-Roth, Watterman y
Lenat afirman sobre ellos: 1º5
1288
punto los sistemas de información son sistemas
cibernéticos.
Biónica
La Biónica atiende a adaptar una comprensión de la función y ca-
racterísticas de los sistemas vivientes al desarrollo de sistemas
biomecánicos.
288 1
(2) la capacidad de entender el aspecto conceptua l del len -
gua je empleado y la manera de enfocar los prob lemas de
la disciplina en cuestión; y
(3) la habilidad para extender e intercalar los métodos de varías
disciplinas para problemas concretos que se encuentran
dentro de un gran número de d isciplinas.
12so
(5) la explosión informativa continua.
j2s2
dentro de un campo aplicado que siempre utilizó las tecnologías de
grabación y reproducción de los documentos, y que en la actualidad
necesita cada vez más del apoyo de esa tecnología. Pero ¿a qué
tipo de ciencia nos podemos referir? Sin duda, a una ciencia cuyo
origen, fin e intermediación se realiza dentro de un contexto social, y
que es el resu ltado de acciones posteriores a la satisfacción de las
necesidades básicas. La actuación de la Ciencia de la Información
tiene su origen en procesos humanos, pero entre sus objetivos nunca
está el transformar la realidad y tiene como propios un objeto y
diseño de índole artificial. Así pues, se trata de una ciencia social de
lo artificial, que se presenta como ciencia de diseño y surge de un
proceso por volver científica una práctica profesional. 114
De las propuestas que han intentado situar a nuestro campo
dentro de alguna de las clasificaciones de la ciencia, deducimos que: 115
1284
como por sus factores externos, pues no se propone con-
seguir el objetivo tecnológico de transformar creativamente
la realidad, ya que tan solo intenta poner la información
en disposición de consulta, sin alterar la realidad misma
estudiada. Así, pues, la Ciencia de la Información no se
propone modificar la realidad (aunque sí el estado delco-
nocimiento) sino hacerla más operativa para los usuarios.
• Considerada la Ciencia de la Información, como ciencia de
lo artificial, vemos que estamos ante una ciencia de diseño: 117
- empírica, ya que sus ob jetivos, medios y resu ltados son
evaluables empíricamente¡ y
- prescriptiva, por las normas que usa para la organiza-
ción de los sistemas de información, que son normas
artificia les, elaboradas por los seres humanos según di-
seños artificiales.
Para solucionar los problemas relacionados con la dualidad
Ciencia de la Información - Biblioteconomía, cabe plantear
que se trata de una materia interdiscipl inar que incluye cuatro
campos: 118
- Biblioteconomía,
- Tecnologías de la información,
- Ciencia del Conocimiento, por su relación con el cono-
cim iento de los individuos, y
- Ciencias de la Comunicación Social.
285 1
Notas
14
PETZHOLD, J. Kotechismus de bibliothekenwhere. Leipzig, 1856.
15
Esr rvAtS, R. Lo Bibliologie: introduction historique ó une Science de l'ecrit.
París: SBS, 1978, p. 56.
16
SHERA,J. H. «Putting Knowledge to Work». En su Librories ond the
Orgonizotion of Knowledge. Londres: Bringley, 1965, pp. 51-62.
j2ss
17
SERRAI, A Biblioteconomío come scienzo: introduzione oí problemi e o/lo
metodología. Florencia: Leo Olschki, 1973, p. 5.
18
BuTLER, P. «An lntroduction to Library Science». Librory Quoterly, 1933, pp.
25-36.
19
SHERA, J. «Social Epistemology, General Semantics, and Librarianship».
Wilson Librory Bulletin , n.º 35, 1961, pp. 767 -770; y «Putting Knowledge
to Work». En Librories ond the Organizotion of Knowledge. Londres:
Bringley, 1965, pp. 51-62.
20
N1TECK1, J. «Reflection on the Nature and Limits of Library Science». The
Journol of Librory History, n.º 3, 1968, pp. l 03-119.
21
In difeso dello biblioteconomía: indogine su/lo identitó, lo competenze e
le ospirozioni di uno disciplino in cerco di polingenesi. Florencia: Giunta
Regionale Toscana, 198 1, pp. 1-2. Al primer sentido le atribuye un ca-
rácter teórico y al segundo, un carácter técnico. SERRAI, A Biblioteconomío
come scienza: introduzione oi problemi e o/lo metodología. Florencia :
Leo Olschki, 1973, p . 5.
22
CARRIÓN, M. Manual de bibliotecas. 2 .0 ed. Madrid-Salamanca: Fundación
Germán Sánchez Ruipérez, 1993, p. 43.
23
SCHNEIDER, G. Hondbuch der Bibliogrophie. Leipzig: K. W. Hiersemann,
1926.
24
Deriva de tres vocablos griegos: Biblion (libro), Theke (armario-contenedor)
y Logos (ciencia). El térm ino fue propuesto por G1m, E. G. Bibliotecas y
elementos bibliográficos. Buenos Aires: Universidad, 1940.
25
BuoNOCUORE, D. Diccionario de bibliotecologío. 2. 0 ed. Buenos Aires:
Marymar, 1976, p. 89.
26
/bid., p . 124 .
27
EROLES, E. Diccionario histórico del libro . Barcelona: Milló, 1981, p. 51.
28
MARTÍNEZ DE SousA, J. Diccionario de Bibliologío y ciencias afines. Madrid-
Sa lamanca: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1989, p. 89.
29
BECERRA, B. «Nuestra ciencia». Boletín de lo Asociación Cubano de Biblio-
tecarios, vol. l, n.º l , 1949, pp. 9- 19.
30
FuMAGALLI, G. Vocobolorio bibliográfico. Florencia: Leo S. Olschki, 1940.
Este autor utilizaba los términos «biblioteconomía» y «bibliotecología» como
sinónimos.
31
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c;óo». En H. E. Gomes (org.). Ciencia do informoc;oo ou informático? Río
de Janeiro: Calunga, 1980, p. 104. Cito lo definición que lo Conferencio
de Georgia dio o los actividades de los especialistas en Ciencia de lo
Información: una persono que estudio y desarrolla la ciencia del almace-
namiento y recuperación de la información, que ideo nuevos métodos
poro abordar el problema de lo información y que se interesa por la
información en sí misma y por sí misma.
2ss l
64
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cumentación es el con junto de técnicas necesarias para la presentación,
organización y comunicación de la investigación especializada y registrada
con distintos métodos, a fi n de asegurar la máxima accesibilidad y utilidad
en la información expresada».
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Es considerada como primera definición de Ciencia de la Información la
ofrecida por el GEORGIA INSTITUTE OF TECHNOLOGY. Proceedings of the Confe-
rences on Troining Science lnformotion Speciolist. Atlanta: GIT, 1962, p.
115. La bibliografía tocante con los fundamentos teóricos de Ciencia de
la Información es abundante . Como obras recapitulodoros podemos
aportar las de Hans Wellisch, que analizó, en 1972, 39 definiciones apa-
recidos desde 1959 («From lnformation Science to lnformatics: A
Terminological lnvestigation». Joumal of Librorionship, n.0 4, n.0 3, 1972,
pp. 157-187). De la variedad de conceptos y términos manejados en
ellas concluye que su única coincidencia se dobo en torno o lo palabra
Información. Alvin Schroder analizó comporotivomente en su tesis doctoral
más de 700 definiciones sobre Ciencia de lo Información: Toword o Theory
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88
A partir de lo intervención de lo tecnología, los diversos tratamientos pro -
fesionales son concebidos como uno mismo área de actividad por lo
propio UNESCO. COOK, J. Guidelines on Currículum Development in
lnformotion Technology for Librorions, Documentolists ond Archivists. París:
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desarrollo y lo aplicación de un pion nocional de formación y educación
en el empleo de lo información . París: UNESCO, 1980 .
89
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3ml
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91
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ofrece HARMON, G. «The lnterdisciplinory Study of lnformotion. A Review
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Esta descripción está tomada de Bmuo, A. Bases teóricos del onólisis
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versidad Carlos 111 de Modrid-BOE, 2002, p. 34.
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Bibliografía analítica básica
BABA, S. Union lndex of Books in the Field of Documentation. Tokyo: Gaku jitsu
Bunken Fukyu Kai, 1970.
Los libros y revistas más relevantes sobre la teoría y práctico de la Do-
cumentación son analizados exhaustivamente a través de un índice de
casi 600 páginas en el que aparecen entradas por definiciones (citados
in extenso), nombres propios, conceptos, y funciones documentales.
Su mayor venta ja es lo concordancia entre las materias que analizo y
que dispone poro ser comparados desde la enorme cantidad de fuen-
tes que aporto. Contribuye, entre otros, las obras fundamentales de
Atherton, Arta ndi, Bourne, Becker, Brodford, Cuadro, Casey, Foskett,
Kent, Loncoster, Loos jes, Perry, Luhn, Schroder, Shera y Vickery. Por ello,
se establece como un estado idea l del conocimiento documental, en el
que se compendia n los decisivos años sesenta.
BucKLAND, M. lnformotion & lnformotion Systems. Westport: Greenwood
Publishing Group, 1991.
1320
CARRIÓN, M. Manual de bibliotecas. Madrid: Fund. G. Sánchez Ruipérez,
1987.
Manual imprescindible que plantea la estructura tradicional de los
trabajos bibliotecarios agrupados en los tres pilares básicos de adqui-
sición, procesamiento técnico y circulación de lo colección. Dentro
de este último concepto desarrol lo extensamente los servicios de infor-
mación y referencia, es decir, lo biblioteca como centro de documen-
tación, y lo extensión bibliotecario. Lo introducción, amplia y magistral,
desarrollo el concepto de biblioteca, en uno exposición que por sí
solo merece darse o los prensas. Como conclusión, dedico dos gran-
des capítulos a los sistemas naciona les y lo cooperació n biblioteca-
rio, y o lo utilización del computador en lo automatización de los
procesos bibliotecarios. Hablo, pues, del futuro de los bibl iotecas y
del traba jo bibliotecario. Lo bibliografía, bien seleccionado y contras-
tado, viene clasificado por temas y se presento al fin de codo capítu lo.
Como apéndice, incluye un glosario de conceptos y sig los, y un índi-
ce de acrónimos, nombres y materias. Lejos de otros manuales, su-
perficiales e introductorios, aúno practicidod y uti lidad tanto pa ra los
ya profesionales como para los estudiantes que se inician en lo pre-
paración poro el oficio de documenta listas.
3211
CoADJC, Y. f Le. A Ciencia do Jnformoc;áo. Brasilia: Briquet de Lemos, 1996.
Breve manual introductorio al estudio de lo C iencia de lo Información.
Describe lo natura leza de lo información, su fl uj o y crecimiento, y sus
relaciones con el conocim iento y lo comunicación. Sitúo o lo Ciencia
de lo Información precedido por lo Biblioteconomío, Museonomío,
Documentación y Periodismo, ámbitos que, si bien atienden o dife-
rentes sistemas de información, no han logrado vincular o lo totali-
dad de los sistemas. Ana lizo los componentes del modelo científico
de lo C iencia de lo Información: los procesos y elementos de lo
información, sus necesidades y usos. Estudio también los aspectos
epistemológicos e históricos de lo Ciencia de lo Información, alcan-
zando o los leyes, modelos y teorías que le son propios. Se aproximo
al anál isis documental, los leyes bi bliométricos y los modelos mate-
máticos. Lo revisión histórico lo planteo desde uno postura integradora
de los instituciones, técnicos e individuos. Real izo también uno incur-
sió n en el inmediato porvenir desde los pla nteamientos de lo evol u-
ción tecnológ ico de los últimos años y uno aproximación o los profe -
sio nales de lo información.
1322
ESTIVALS, R. La Bibliologie. lntroduction historique ó une Science de l'ecrit.
Tomo 1 : La Bibliométrie. París: Société de Bibliologie et Schematisation, 1978.
Excelente propuesta sobre la Bibliología y su evolución, especialmente
en el siglo x1x. Es particu larmente interesante la explicación de la
sistematización bibliológica de Brunet, posterior a la Revolución fran-
cesa, y el desarrollo de las propuestas de este por Otlet cuando fina-
lizaba el siglo. Enlaza así la estructuración científica de la Ciencia del
Libro con la propia de la Documentación. Desarrolla tam bién exten-
samente los fundamentos de la Bibliometría. Entendemos, en su lec-
tura, la importancia que en nuestro siglo tendrá la corriente soviética
de la lnformatika sobre la preparación metodológica de los biblió-
metras rusos del siglo x1x. Su consulta se hace necesaria por la claridad
y firmeza de sus argumentaciones teóricas y por el enriquecimiento
cognitivo que supone la visión histórica de nuestras ciencias.
1324
MEADOWS, A J. (ed). The Origins of lnformation Science. Londres: Toylor
Groham, 1987.
Compuesto por un capítulo introductorio y cinco secciones, cada una
de ellos en torno a un tema específico. Cada sección está formada
por un grupo de textos, precedidos de comentarios del editor. La
introducción reflexiona sobre la naturaleza de la C iencia de la Infor-
mación, mientras que las secciones se dedican al crecimiento de la
literatura científica; las citas y su utilización; las regularidades esta-
dísticas en la comunicación de los resu ltados de la investigación (le-
yes de Lotka, Zipf y Bradford); la comun icación científica entre la
fuente y los lectores, con especial atención a los escritos de Bernal; y,
fina lmente, el papel renovado del As we may think de Vannevar Bush.
3251
de 'información', a la evolución de los términos que denomi naron a
la discipli na y a los sistemas en que la información es tratada. Real iza
una aproximación al desarrollo histórico de los fenómenos informativos,
sus cambios y la repercusión socia l de los mismos siguiendo estos
pasos: mundo clásico y medieval; edad huma nística y revolución cien-
tífica (revolucio nes agrarias e industriales, Revolución francesa y posi -
tivismo) ; la era documental, en la que distingue los períodos de conso-
lidación (desde Otlet hasta la segunda guerra mund ial) y de evol ución
(la segunda g uerra mundial, los años cincuenta y el lnformotion
Science, la recuperación automatizada y las tendencias actuales).
1326
todas las normas e instrumentaciones relativas a las operaciones de
producción, circu lación, conservación y utilización de documentos.
(3) Como organización: el estudio de los esfuerzos individuales e
institucionales en el trabajo intelectual y la cooperación documental
en todos los campos.
Guarda relación directa con el cuerpo teórico expuesto en el Traité la obra
de Ayuso García, M. 0 D. Conceptos fundamentales de la teoría de la docu-
mentación. Estudio terminológico y versión española del «Traité de
Documentation» de Paul Otlet. Barcelona: PPU, 1996.
3271
siguientes aspectos: lo evolución reciente de lo Ciencia de lo infor-
mación y de los bibl iotecas, poro mostrar cómo lo profesión ha al-
canzado su actual posición social; lo finalidad de los diferentes tipos
de bibl iotecas y sistemas de información en lo sociedad; y los objeti-
vos, recursos, destinatarios, servicios, y colecciones que ofrecen esos
diversos centros. Además, indico las posibles direcciones prospectivos
a seguir por coda uno de los tipos.
SMIT, J. O que é Documentac;óo. 2. 0 ed. Sáo Pau lo: Edit. Brosi liense, 1987.
Libro de bolsillo, que aúno concisión y claridad en lo líneo morcado
por lo colección francesa Que sois je? Lo ideo de partida es que el
mundo giro en torno o la información. Los países actuales se dividen
en desarrollados, que producen conocimientos, y subdesarrol lados,
que importan esos conocim ientos. Lo Documentación es visto como el
instrumento que haga accesible lo información paro todos, tras seleccio-
narlo, organiza rlo, tratarla y difundirlo. La colección en que se integro
esta obro se llama Primeiros possos, con lo que deja caracterizados o
los destinatarios de su mensaje. Se destoco la importancia que concede
a lo consideración de lo información como materia primo y como pro-
ducto elaborado y, consecuentemente, a los productores y consumidores
de información.
1328
social: es la transferencia de los mensajes de una persono o otro,
utilizando cualquier tipo de tecnología. Poro dar o entender los pro-
cesos de transferencia troto ampliamente los cuestiones que afectan
o lo Ciencia de lo Información como disciplino académica. El título
menciona los términos de teoría y práctico: es una aportación extenso
al desarrollo y la discusión teóricos, que o lo vez se relaciono con el
estudio experimental de los procesos de información y con el entorno
práctico del ámbito de la información. Destoco lo atención que pres-
to al estudio de lo recuperación de información y sus implicaciones
semánticos, a los sistemas de información y su eva luación.
3291
Conceptos introductorios
al estudio de la información documental
se terminó de imprimir en los talleres gráficos de
TAREA ASOCIACIÓN GRÁFICA EDUCATIVA
Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña
Correo electrónico: [email protected]. pe
Telf.: 332-3229 Fax: 424-1582
Noviembre de 2006 Lima - Perú