(T) Enrique Barros, Obligaciones
(T) Enrique Barros, Obligaciones
(T) Enrique Barros, Obligaciones
CAPÍTULO I: INTRODUCCIÓN
A. ASPECTOS GENERALES
El mismo art. 578 vincula la obligación a un derecho. Esto se debe a que no se concibe la una sin
el otro. Pero esta concepción de derecho es relativamente moderna, ya que con anterioridad, en el
Derecho Romano, no existía esta idea abstracta de derecho.
Se dice que el derecho personal es relativo, lo cual significa que tiene eficacia relativa, esto es
que sólo puede exigirse del obligado, y oponibilidad relativa, vale decir, el alcance del deber de respeto a
ese derecho se reduce al deudor. Sin embargo, esta relatividad no es tan absoluta como se suele decir. De
este modo, respecto a la oponibilidad pueden citarse varios artículos que demuestran lo contrario: 1930,
1950 n°3, 1962 y 792. Otros casos claros son la prohibición de enajenar inscrita, y la concurrencia de
acreedores, caso en que deben forzosamente reconocer mutuamente sus derechos sobre los bienes del
ejecutado.
Las obligaciones son transmisibles, lo que proviene de la idea de patrimonialidad. También son
transferibles, a través de la cesión de créditos. Sin embargo, el deudor no puede ceder su obligación,
fundamentalmente debido a su carácter personal, pero también porque supone la creación de una nueva
obligación. La novación sea, quizás, la única excepción.
El estudio de la evolución del derecho de obligaciones exige referirse a cuatro épocas históricas:
1 Abeliuk Manasevich, René, LAS OBLIGACIONES, t. 1, Stg., 1993, Ed. Temis S.A. y Jurídica de Chile, 3ª ed., págs.
22 y sgts.
2 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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El desarrollo económico de los pueblos hace cada vez más frecuente los negocios económicos,
los que, no obstante, conservan en Roma un carácter esencialmente formal. La relación obligatoria es
concebida en un solo sentido, el que va desde deudor a acreedor, de suerte que una obligación era en
aquellas épocas un vínculo jurídico que forzaba al deudor a dar, hacer o no hacer algo para con su
acreedor. El deudor no sólo comprometía su patrimonio para cumplir con la obligación, sino que ataba su
persona a ella, en forma tal que el acreedor insatisfecho tenía derechos sobre la persona del deudor
(manus injectio). Resabio de esta situación es la prisión por deudas, actualmente eliminada en la mayoría
de las legislaciones.
Esta tradición fue recogida por los precursores del derecho moderno francés, principalmente
Pothier y Domat, cuyas ideas se plasmaron en el Código Francés, y a partir de él influenciaron buena
parte de las legislaciones occidentales.
2.- Influencia de los canonistas. El Derecho Canónico busca moralizar las relaciones, intención
que ha sido persistente pero no del todo efectivo. La mayor influencia de los canonistas se advierte en
dos aspectos:
3.- Influencia de las ideas liberales del siglo XIX. Las revoluciones liberales de este siglo
tuvieron por efecto esencial el rescate de la individualidad de la persona. De ahí que las legislaciones
dictadas en le época van a estar marcadas por esa realidad, lo que se apreciará en la consagración del
principio de la autonomía privada, en virtud del cual los particulares son soberanos para normar sus
relaciones intepersonales, sin más limitaciones que las establecidas en la ley.
Además, El desarrollo de los negocios y la industria otorga una revaloración a los bienes
muebles. Así, particular importancia reviste el auge de la circulación de valores mobiliaros
representativos de créditos o derechos personales, que, entre otras cosas, puso acento en el aspecto activo
de la relación obligatoria.
actual, el desarrollo del intervcencionismo estatal, han redundado en una disminución del valor relativo
de la autonomía de la voluntad en los negocios jurídicos, como se verá al tratar los contratos.
i) El abuso de derecho.
ii) Enriquecimiento sin causa.
iii) Ampliación de la responsabilidad extracontractual.
iv) La imprevisión.
v) La lesión.
e) Atenuación de la responsabilidad del deudor. Baste con decir que actualmente no existe la
prisión por deudas.2
El Código no establece una teoría de las obligaciones en general, aplicable a todas éstas,
provengan de la fuente que provengan, sino que las regula en torno del contrato. Incluso, llega a
confundir los términos contrato y obligación.
A. CONCEPTO
Etimológicamente, la palabra obligación proviene del latín “ob-ligare”, “ob-ligatus”, cuya idea
central es la de atadura, ligadura, lo que refleja muy bien la situación del deudor frente al acreedor. 3
2 El art. 11 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala que “nadie será encarcelado por el sólo
hecho de no poder cumplir una obligación contractual”. El pacto fue adoptado por la resolución N.° 2.200 de las naciones
Unidas, el 16 de diciembre de 1966, suscrito por Chile en esa misma fecha, promulgado por curso del Decreto N.° 778 y
publicado en el Diario Oficial el 29 de abril de 1989.
3 Abeliuk, pág. 29.
4 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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haga una cosa”,4 aquélla no puede menos que conceptualizarse como “un vínculo jurídico que coloca a
una persona determinada en la necesidad de dar, hacer o no hacer alguna cosa, respecto de otra, también
determinada”. 5
B. CARACTERÍSTICAS
1.- Es un vínculo, vale decir, una relación entre dos sujetos en virtud de la cual uno limita su
libertad en favor del otro.
2.- Es un vínculo jurídico, con lo que se hace hincapié en que es un vínculo abstracto sancionado
por el ordenamiento jurídico, no, por tanto, ni material ni moral. Este vínculo exhibe, a su vez, dos
características:6
a) Es excepcional, pues no es lo normal que dos personas estén ligadas jurídicamente entre sí,
y esto debido a que el radio económico de acción del individuo es limitado. Además, la concepción
individualista de la persona, en virtud de la cual ésta es plenamente libre para determinar sus actuaciones,
hace que toda limitación a dicha libertad, como lo es una obligación, sea excepcional. En consecuencia,
quien alega la existencia de una obligación debe probarla, como lo reconoce el art. 1698.
b) Es temporal, ya que la obligación nace para cumplirse, para extinguirse. Esto constituye
una diferencia con el derecho real, que es permanente y no transitorio.
3.- Este vínculo jurídico coloca a una persona en la necesidad de dar, hacer, o no hacer una
cosa, de donde fluye que ella no puede desentenderse de esa necesidad por su propia voluntad sino hasta
que cumpla lo debido.
4.- Este vínculo no se concibe sino entre personas determinadas, lo que, entre otras cosas,
diferencia a los derechos personales de los reales, pues en una relación jurídica real el sujeto pasivo es
toda la comunidad, en el sentido de que todos tienen el deber de respetarlo, porque se tiene sobre la cosa,
no con relación a ciertas personas. Así, el art. 578 señala que “Derechos personales o créditos son los
que sólo pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley,
han contraído las obligaciones correlativas (...)”. La ley resalta la idea de que la obligación es un vínculo
jurídico que une a una persona determinada con otra también determinada, al decir que los derechos
personales se pueden exigir sólo de ciertas personas.7
4 Alessandri Rodríguez, Arturo, TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES, Stgo., 1988. Editorial Jurídica Ediar-ConoSur
Ltda., pág 7.
5 Alessandri, TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES, pág. 9. Meza Barros y Abeliuk recogen igual concepto (Meza
Barros, Ramón, MANUAL DE DERECHO CIVIL DE LAS OBLIGACIONES, Stgo., 1994, Ed. Jurídica de Chile, 8ª ed. pág. 13
– 14, y Abeliuk, pág. 29).
Abeliuk llama la atención sobre el punto de que no debe confundirse a la obligación con otros deberes jurídicos
establecidos especialmente por el legislador, como el deber genérico de actuar diligentemente que se obtiene a partir de las
reglas de la responsabilidad contractual o los deberes específicos que se deben dentro de las relaciones familiares. Las
obligaciones se diferencian de los primeros en que dan origen a un vínculo entre personas determinadas, y de los segundos en
que, como derechos personales que son, tienen un valor pecuniario, a diferencia de aquéllos, que no son susceptibles ni de
ejecución forzada ni dan origen a responsabilidad civil en caso de contravención (Abeliuk, pág. 30).
6 Abeliuk, pág. 38.
7 Abeliuk, pág. 31.
INTRODUCCIÓN 5
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C. ELEMENTOS
De la definición recién expresada se obtienen los elementos comunes a todas las obligaciones:
1.- Los sujetos, esto es, el acreedor y deudor. El primero es el sujeto activo de la relación
jurídica,8 el que tiene la facultad de exigir algo de otra persona. Para él la obligación es un derecho. El
segundo, mientras, es el sujeto pasivo de la relación jurídica –y sujeto de la obligación-, el que se
encuentra frente a su acreedor en la necesidad de dar, hacer o no hacer algo.
No obstante que es indiscutible el carácter determinado que deben exhibir las personas ligadas
por la relación jurídica personal, y, precisamente, el deudor, actualmente se puede advertir una merma en
la fuerza de esta conclusión. Dos realidades son antecedentes de esta afirmación: 9
a) La obligación como relación entre patrimonios. Desde el punto de vista pasivo, se sostiene
que el verdadero obligado no es el deudor como persona individual que es, sino su patrimonio. De este
modo, el derecho del acreedor sería una especie de derecho real, cuya particularidad es que se tendría
sobre un patrimonio y no sobre una cosa singular. Desde el punto de vista activo, se advierte esta
“objetivación” en la posibilidad de su indeterminación, que se analizará enseguida.
Estas ideas no han tenido mucha acogida, pero son, sin embargo, base de ciertos cambios que
se han producido en el tiempo. Así, actualmente cada vez es más fácil la sustitución de alguna de las
partes de la relación, observándose una mayor aceptación del traspaso del aspecto activo de ésta, a través
de la cesión de créditos. El traspaso del aspecto pasivo (sin la extinción de la obligación), en cambio, es
más resistido, pues la persona del deudor (su patrimonio, su honradez, sus antecedentes, etc.) sigue
siendo fundamental.
i) Desde el punto de vista pasivo, esta situación se presenta en las obligaciones propter
rem o ambulatorias, en que el sujeto de la obligación resulta ser el dueño de la cosa o su poseedor. Así
sucede con los gastos comunes en la propiedad horizontal.
ii) Desde el punto de vista activo, el sujeto se encuentra indeterminado en todos los casos
en que la declaración unilateral de voluntad da origen a una obligación, como por ejemplo, en los títulos
de créditos al portador. No obstante, al momento de cumplirse la obligación, el sujeto activo debe estar
determinado.
2.- La prestación.10 Es lo que el deudor debe dar, hacer o no hacer (art. 1438). Si este objeto
consiste en la realización de un hecho positivo, como dar o hacer lago, recibe el nombre de prestación; en
cambio, si consiste en la realización de un hecho negativo, toma el nombre de abstención. 11
8 Alessandri
(Alessandri, pág. 10) dice sujeto activo de la “obligación”. Abeliuk utiliza iguales términos (Abeliuk, pág.
31). Meza Barros, en cambio, se refiere al deudor como sujeto pasivo de la “relación jurídica” (Meza Barros, pág. 15).
9 Abeliuk, págs. 31 a 33.
10 Abeliuk añade, como tercer elemento, el “vínculo jurídico” (Abeliuk, pág. 31), que fue abordado en características
de la obligación. Decir que un elemento de la obligación es el vínculo jurídico es un tanto tautológico, pues precisamente por eso
se habla de obligación y no de otra cosa. Es este vínculo jurídico, que recibe la denominación de obligación, el que une a los
sujetos de ella con la prestación. Éstos son, en definitiva, el elemento dinámico de la obligación. Meza Barros, por su parte
(Meza Barros, pág. 14 y 15), no efectúa la distinción entre características y elementos).
11 Alessandri, pág. 11.
6 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Como la obligación en su sentido jurídico debe tener un carácter pecuniario, por ser el correlato
de un crédito, se discute si la prestación puede o no ser un hecho no pecuniario, no avaluable en dinero.
Se distinguen diversas corrientes sobre este punto:12
a) Para la doctrina clásica (Pothier, Aubry et Rau, Georgi, Laurent, Braudry Lacaninirie, tc.),
de origen romano, la prestación debe siempre ser pecuniaria, salvo que sea una condición o modo de una
obligación pecuniaria, o lleva aparejada una pena para el caso de infracción. Si la prestación no es
pecuniaria, no habría protección jurídica, ya que el acreedor carecería de la ejecución forzada y de la
indemnización de perjuicios.13
b) Para Ihering, es suficiente que el acreedor tenga un interés en la prestación, aunque no sea
pecuniario, porque el derecho también ampara los intereses morales de las personas. Para esta doctrina,
la sanción es la indemnización del daño moral. 14 Se le critica a esta doctrina el que amplía en demasiado
el ámbito de las obligaciones, haciéndolo alcanzar situaciones en que las personas no pretenden
obligarse.
c) Finalmente, para los tratadistas italianos Sciojola y Ruggerio, basados en el art. 1174 del
Código Civil italiano, es preciso distinguir entre la prestación misma y el interés del acreedor. La primera
debe ser siempre pecuniaria, mientras el segundo puede tener tal carácter o ser meramente moral o
afectivo.15
Según se vio, la obligación pone al deudor en una necesidad, de carácter jurídico, de dar, hacer o
no hacer una cosa para con su acreedor. El deudor, por tanto, ha de cumplir ese deber, o de lo contrario
debe soportar las consecuencias jurídicas que el derecho señale, y que pueden llegar hasta la invasión de
sus bienes en forma forzada con el auxilio de la autoridad.
En sus orígenes, el deudor respondía de sus obligaciones con su propia persona. Las leyes
marianas de 1837 establecían la prisión por deudas, que se extendía por tanto tiempo cuanto se demorara
el deudor en pagar la deuda. Dichas leyes fueron derogadas el año 1868. Actualmente, sin embargo, se
considera atentatorio contra la dignidad de la persona humana el transformar su integridad física y moral
en objeto del comercio.
12 Abeliuk,
pág. 35 y 36.
Se cita como ejemplo de una prestación que constituye condición o modo de obligación percuniaria “(...) la promesa
13
de pagarle una suma a una persona si estudia derecho durante un año en Orleans (ejemplo de Pothier, citado por Abeliuk, pág.
35), y de una que va acompañada de una pena la promesa de no dedicarse más a los jueagos de azar, sujetándose a una multa
para el caso de infracción (Abeliuk, pág. 35). No se detallan las razones por las cuales el acreedor se vería impedido de ejecutar
forzadamente la obligación o de ser indemnizado.
14 Ejemplo: “(...) una persona enferma da en arrendamiento una de las piezas de su casa a otra imponiéndole la
tenerlo. El interés es meramente estético, pero la prestación tiene valor en dinero /Abeliuk, pág. 36).
16 Abeliuk, págs. 483 a 488.
INTRODUCCIÓN 7
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No obstante, al día de hoy subsisten algunas figuras que pueden asociarse a la prisión por deudas,
pero que en realidad se refieren más propiamente a delitos: la quiebra culpable o fraudulenta; la prisión
derivada del no pago de ciertas multas, y el giro doloso de cheques. 17
Otro resabio se puede encontrar en el art. 1553 n° del Código Civil y 543 del Código de
Procedimiento Civil. Señala el primero de ellos que “Si la obligación es de hacer y el deudor se
constituye en mora, podrá pedir el acreedor, junto con la indemnización de la mora, cualquiera de estas
tres cosas, a elección suya: 1.a “Que se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido.” El
segundo de dichos artículos declara, en su inc. 1º, que “Cuando se pida apremio contra el deudor, podrá
el tribunal imponerle arresto hasta por quince días o multa proporcional, y repetir estas medidas para
obtener el cumplimiento de la obligación”.
En nuestros días la responsabilidad del deudor es patrimonial. Esto significa que todo el
patrimonio del deudor, salvas las excepciones legales, está afecto a responder por el incumplimiento de
sus obligaciones. Por eso se habla de que el acreedor tiene un derecho de garantía general –o derecho de
prenda general- sobre todo el patrimonio del deudor, en virtud de la cual, sea en forma voluntaria o
forzada, aquél puede sustraer del patrimonio de éste bienes suficientes para pagarse el crédito, a lo menos
en equivalencia.
A. CONCEPTO
Fuentes de las obligaciones son “(...) los hechos que las generan o las producen, los antecedentes
de donde emana una obligación, las circunstancias que producen una obligación”.18
B. CLASIFICACIÓN
Los glosadores medievales fueron quienes instituyeron esta clasificación, la que se traspasó al
Código francés y, de éste, al nuestro.20 Según esta doctrina, son fuentes de las obligaciones las siguientes:
1.- El contrato, que ha de ser probablemente la más fecunda, y se define como una convención
que crea derechos y obligaciones
17 Añade Abeliuk el caso de las deudas de los administradores de rentas fiscales, municipales o de establecimientos de
educación o beneficencia creados o sostenidos por el estado, o sujetos a la inmediata inspección del gobierno, y las de
guardadores y albaceas, por la administración de los bienes que les es confiada (Abeliuk, pág. 484).
18 Alessandri, pág. 12.
19 Abeliuk, págs. 44 y 45.
20 Los autores consideran que en Roma la clasificación de las fuentes no correspondía a la clásica, sino que era
distinta, ya que distinguía entre el contrato y los delitos, y sólo excepcionalmente algunas figuras especiales de creación
pretoriana, de donde nacerán después los cuasicontratos y cuasidelitos (Abeliuk, pág. 44).
8 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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2.- El cuasicontrato, que se define como el hecho voluntario, lícito y no convencional que genera
obligaciones.
5.- La ley, que suele ser fuente directa de obligaciones, sin que intervenga la voluntad del
obligado. Es el caso de los alimentos.
El Código Civil adopta esta clasificación, lo que se obtiene de las siguientes normas:
1.- Art. 1437: “Las obligaciones nacen, ya del concurso de las voluntades de dos o más personas,
como en los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la
aceptación de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha
inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley,
como entre los padres y los hijos de familia”.
2.- Art. 2284 incs. 1º, 2º, 3º, y 4º: “Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de
la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella.
Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato.
Si el hecho es ilícito, y cometido con la intención de dañar, constituye un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin la intención de dañar, constituye un cuasidelito.”
Ambos artículos contiene de una u otra manera la clasificación clásica de las fuentes de las
obligaciones, enumerando las cinco de ellas.
Sin embargo, el art. 578 también hace referencia a las fuentes de las obligaciones, pero da a
entender que son sólo dos: el hecho del hombre y la ley. En efecto, dice esta disposición que “Derechos
personales o créditos con los que sólo pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la
sola disposición de la ley, han contraído las obligaciones correlativas (...)”. Con todo, debe hacerse notar
que cuando el Código habla de hecho en el art. 2284 comprende en él a los cuasicontratos, delitos y
cuasidelitos.21
Hay autores que discrepan de la clasificación tradicional de las fuentes de las obligaciones, y
proponen, en su lugar, tres alternativas:
1.- El contrato y la ley. Se dice que cuando no es la voluntad la que crea la obligación, ésta nace
sólo de la ley. Así sucede en los cuasicontratos, como la agencia oficiosa, y en los delitos y cuasidelitos.
Así, Alessandri sostiene que la división clásica es falsa, porque forzosamente se debe concluir que las
fuentes de las obligaciones no son sino dos: el contrato y la ley, debiéndose agrupar en ésta las demás.
Ello se sustenta en que en el contrato la fuente directa es la voluntad de las partes, la que determina el
objeto, alcance y extensión de la obligación, no participando en él la ley sino para sancionar la obra de
aquéllas, o para resguardar que sus acuerdos no atenten contra el orden público o las buenas costumbres.
Pero fuera del contrato no puede haber obligación que no tenga por antecedente la ley. Además, en estos
casos lo que en verdad ocurre no es que el obligado haya deseado convertirse en deudor, sino que la ley
lo transforma en tal, sea porque es necesario reparar un daño injusto, sea porque hay un enriquecimiento
sin causa.23
2.- Las tradicionales más el enriquecimiento sin causa y la declaración unilateral de voluntad.
3.- Fuentes voluntarias, no voluntarias y la ley, esta última en la cual el deudor no tiene
participación alguna:24
c) La ley. Cuando se dice que la ley es fuente de las obligaciones se hace referencia a que ella
crea la obligación sin la intervención del sujeto obligado, en ninguna forma que ésta pudiera adoptar. La
mayor concentración de obligaciones legales se encuentra en el derecho de familia, siendo su expresión
ejemplar el derecho de alimentos.
(i) Contratos
Los contratos son una especie de acto jurídico bilateral que se caracteriza por crear derechos y
obligaciones.
Para el Código Civil, “Contrato o convención es un acto por el cual una persona se obliga con
otra a dar, hacer o no hacer”. La definición ha sido criticada por dos motivos: primero, porque hace
sinónimos los términos convención y contrato, siendo que no lo son, y, segundo, porque más que dar una
definición de contrato, da una de obligación.
La función de los contratos es la de ser el modo a través del cual se realizan los intercambios, los
cuales tienen su origen histórico en la división y especialización del trabajo, porque la dependencia de los
demás se incrementa.
No sólo los intercambios onerosos son contratos, sino también aquellos de tipo altruista, como la
donación.
Este enfoque económico cede frente al fundamento jurídico, pues para éste el contrato en
definitiva obliga porque detrás suyo siempre existe una promesa. Vale decir, se justifica por una razón
23 Alessandri,pág. 13.
24 Abeliuk adhiere a esta clasificación.
25 Clases de E. barros, año 1996.
10 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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moral. Esta concepción tiene un antecedente muy marcado en el medioevo, donde se verificó una fuerte
unión entre el derecho civil y el canónico, a cuya formación aquél aportó la idea de que la promesa
obliga; y éste, por su parte, el principio pacta sunt servanda. Quizás sea a raíz de esta unificación que el
derecho pone tanto interés en proteger la voluntad de los contratantes (arts. 1438, 1445 y 1560).
Sin embargo, esta idea de voluntad muy al estilo romano, donde dos partes, en un mismo plano
de condiciones negociadoras, se ponen de acuerdo en la convención luego de un prudente lapso de
tiempo, ha sido desplazada en el derecho moderno por contratos de tipo uniforme que surgen de
relaciones típicas y cotidianas. En este tipo de convenciones, como se podrá advertir, la voluntad y la
negociación quedan relativamente postergadas. Pero ello no hace desaparecer el elemento voluntad, sino
que lo desplaza de la generación el contrato, pues generalmente existe uno prefijado y típico.
La justificación del contrato no sólo descansa en el aspecto moral que va implícito en la promesa,
sino que también se justifica como una institución social que cumple dos funciones:
2.- Es un mecanismo eficiente para crear riqueza, ya que permite que los recursos se desplacen
hacía donde se produce un beneficio marginal mayor.
De otra parte, desde el punto de vista de los sujetos, el contrato se sustenta en su utilidad, cuando
subjetivamente el sujeto valora menos lo que da que lo que recibe.
El art. 1437, que establece el ordenamiento genérico de las obligaciones, es relativizado en el art.
2284, ya que éste consagra otra clasificación de las fuentes de las obligaciones. En efecto, establece una
doble categoría: aquellas que nacen de un contrato, y aquellas que nacen sin convención; y lo hace
porque toma en consideración que el ordenamiento jurídico atribuye una potestad a los particulares para
autorregularse.
B. CUASICONTRATOS
Según el art. 2284, si el hecho es lícito, se dice que hay un cuasicontrato. Si, por el contrario, es
ilícito, se trata de un delito o cuasi delito. Por eso la noción de cuasi contrato se opone al hecho ilícito.
Bajo la institución del cuasicontrato se recogen una serie de instituciones cuyo origen está en el
derecho romano, y que tenían la particularidad de que no eran asimilables bajo ninguna otra fuente. En la
concepción del Código Civil existe una categoría general de cuasicontratos, que engloba todo hecho
lícito que genere obligaciones. De modo que el hecho que este cuerpo legal trate expresamente tres tipos
de cuasicontratos (agencia oficiosa, pago de lo no debido, comunidad), en nada obsta a que existan otros
tipo de cuasicontratos que formen parte de esta categoría general de la que hablamos, la que, por lo
demás, tiende a ser sustantiva y no formal. Lo anterior se basa en que detrás de los tres cuasicontratos
que el Código Civil regula, subyace la idea del enriquecimiento sin causa. Además, la declaración
unilateral de voluntad puede caer bajo este epígrafe, desde que para su constitución no es necesario
consentimiento alguno.
Recapitulando, se puede afirmar que la institución del cuasi contrato en el derecho chileno, se
sustenta en los tres cuasicontratos nominados que contiene el art. 2285, en el principio de
enriquecimiento sin causa, y en la declaración unilateral de voluntad.
INTRODUCCIÓN 11
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1.- Se dice que el cuasicontrato no surge a raíz de un hecho voluntario de quien se obliga. Así, en
la comunidad el antecedente es la muerte, en la agencia oficiosa el obligado es el beneficiado, y en el
pago de lo no debido se hace un pago a quien no se debe, por lo que malamente podría tipificárselo como
voluntario.
2.- Se dice que no hay un acto lícito. De este modo, el pago de lo no debido debe repetirse
precisamente debido a que no se hizo lícitamente.
3.- Tampoco existe una analogía con el contrato, ya que en éste el contenido de las obligaciones
lo determinan las partes, en cambio en el cuasicontrato dicha labor la realiza la ley.
1.- Agencia Oficiosa (art. 2286). Es el acto de asumir negocios ajenos sin mandato. Si el negocio
fue bien administrado, el interesado debe cubrir los gastos que el agente ha hecho en su beneficio. Por el
contrario, si el agente ha incurrido en ilícitos, deberá responder por ellos, pero extracontractualmente. El
principio que rige detrás de esto es el de enriquecimiento sin causa.
2.- Pago de lo no debido (art. 2295). Es el pago que se hace a un tercero por error. Cabe hacer
notar que el art. 2297 establece la presunción de que los contratos son onerosos. Su antecedente también
es el enriquecimiento sin causa.
3.- Comunidad. De una comunidad constituida sin que medie contrato, emanan dos tipos de
obligaciones: por una parte, aquellas que versan sobre el uso de la cosa, y, por la otra, las que devienen
de gastos que un comunero ha realizado con el fin de conservar la cosa (en este caso se obliga para con el
tercero quien realiza el gasto, ya que la comunidad no es una persona jurídica).
Estas tres instituciones que son del todo diversas entre si, sin embargo tienen un elemento en
común: las obligaciones de las que son fuente son en general restitutorias, por lo que puede advertirse
que subyacente a ellas está el principio de enriquecimiento sin causa. El Código Civil no plantea la
existencia de un principio general de enriquecimiento sin causa, sino que éste se ha generado de manera
autónoma. De este modo, es una institución residual que opera cuando no existe otra que se adapte. El
Código, al decir que "los tres principales cuasicontratos son", induce a pensar que a sus espaldas existe
un principio que los sustenta, que sería el enriquecimiento sin causa.
Según el art. 1437, lo determinante es que se presente un hecho que cause daño de índole diversa
al incumplimiento de un contrato.
En principio, no todo hecho que causa daño genera una obligación, sino sólo aquellos que son
ilícitos. Se requiere culpa en el caso de cuasidelito, o dolo en el caso del delito, vale decir, que el acto sea
reprochable. Por eso es equívoco el art. 1437.
D. LA LEY
El art. 2284 señala que las obligaciones que impone la ley se expresan en ella. En el Derecho
Civil, la ley establece el mayor número de obligaciones en la cede de familia (alimentos, art. 321 y ss.).
Las obligaciones admiten numerosas clasificaciones, porque según sea su naturaleza son también
las reglas a que están sujetas. Estas clasificaciones se agrupan según los siguientes criterios:
a) Contractuales.
b) Extracontractuales, y éstas, a su vez:
i) Cuasicontractuales.
ii) Cuasidelictuales.
iii) Delictuales.
iv) Legales.
ii) Alternativas.
iii) Facultativas.
d) Positivas y negativas. Las primeras son aquellas en que el deudor se ve en la necesidad de
ejecutar una acción, al tiempo que las segundas aquél debe abstenerse de hacer algo.
e) Patrimoniales y extrapatrimoniales.27 Obligación patrimonial es aquella que puede ser
avaluada en dinero, y obligación extrapatrimonial la que no es susceptible de tal apreciación. 28
f) Ordinarias y reales o propter rem.
g) Obligaciones de medios o de resultados.
h) En cuanto a la cosa en que recaen, las hay tantas cuantas hay de éstas. Así, puede ser
muebles o inmuebles, de cosas consumibles o inconsumibles, fungibles o no fungibles, etc.
a) Civiles o naturales. 30
b) Principales o accesorias. 31
c) Puras y simples o sujetas a modalidad.32
d) De ejecución única, instantánea o postergada, y de tracto sucesivo.33
27
Siguientes clasificaciones dentro de este criterio, incluyendo la actual, en Abeliuk, pág. 260.
28
Abeliuk, quien contempla esta clasificación, se remite para su explicación a aquella parte de su texto en que
desarrolla los derecho patrimoniales y extrapatrimoniales, págs. 17 y 18.
29 Meza Barros, pág. 28.
30 Para Allesandri, esta clasificación atiende a si las obligaciones dan o no derecho para exigir su cumplimiento
(Alessandri, pág. 31. Para Abeliuk, mientras, atienden a su eficacia (Abeliuk, pág. 260.)
31 Para Alessandri, esta clasificación atiende a cómo existen las obligaciones (Alessandri, pág. 28).
32 Para Alessandri, esta clasificación atiende a si los efectos de la obligación están o no subordinados a modalidad
basa en si ésta tiene o no causa, ya que de acuerdo con el art. 1467 toda obligación debe tener una causa, sino en si son o no
independientes del contrato de que emanan, en forma tal que éste no pueda ser opuesto al acreedor. Si lo son, se denominan
abstractas o formales. Son ejemplos de éstas las siguientes: la obligación del fiador, pues éste no puede oponer al acreedor las
excepciones que se fundan en el contrato que lo liga con el deudor principal, y las obligaciones contenidas en los títulos de
crédito (Abeliuk, pág. 262).
CAPÍTULO II: LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO
A. ANTECEDENTES LEGALES
La ley otorga mucha importancia a esta clasificación, y la contempla en al menos estos artículos:
1.- Art. 1460: “Toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata
de dar, hacer o no hacer”.
2.- Art. 1438: “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con otra a
dar, hacer o no hacer alguna cosa”.
B. CONCEPTOS
Doctrinariamente, la obligación de dar es la que tiene por objeto la transferencia del dominio o
la constitución de un derecho real. Es la que nace de los títulos traslaticios de dominio, como la
compraventa, y demás derechos reales. Se cumplen, por ende, mediante la tradición. 35
Sin embargo, el Código Civil confundió ambos tipos de obligaciones, en tal forma que debe
concluirse que la obligación de dar -–para el Código Civil- es aquella que tiene por objeto la
transferencia del dominio, la constitución de un derecho real, o traspasar la mera tenencia de una cosa.
Esta conclusión, aceptada por la mayoría de la doctrina, 37 se basa en los siguientes antecedentes:
1.- Según el art. 1548, “La obligación de dar contiene la de entregar (...)”, de suerte que la
obligación de dar involucraría dos operaciones: la entrega jurídica, esto es, la tradición, y la entrega
material, es decir, traspasar la tenencia de la cosa al acreedor. Así, la obligación de entregar, que es para
34 Abeliuk, pág. 282 y sgts, Alessandri, págs. 23 y sgts, y Meza Barros, págs. 28 y sgts.
35 Meza Barros, pág. 29.
36 Abeliuk, pág. 283
37 Según Abeliuk, Claro Solar y María Montenegro en contra (Abeliuk, pág. 283, nota al pie n°327)
16 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
2.- Art. Los arts. 1438 y 1460, porque contraponen los conceptos de dar una cosa con hacer una
cosa.39
3.- El Código Civil utiliza las indistintamente los términos “entregar”, “dar” y “tradición” para
referirse a una misma cosa: La obligación de dar, en la reglamentación de tres contratos:
a) Compraventa. El art. 1793 estatuye que el vendedor se obliga a dar una cosa, pero, en la
sucesiva reglamentación, el Código no utiliza más el vocablo “dar”, sino que se expresa con otros
términos. Así, intitula el párrafo n°6 de la siguiente manera: “De las obligaciones del vendedor y
primeramente de la obligación de entregar”. Luego, en el art. 1824, declara que “Las obligaciones del
vendedor se reducen en general a dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida”. El art.
1817, por último, reglamentando la venta de una misma cosa a dos o más personas, previene que si el
vendedor “(...) ha hecho la entrega a los dos, aquel a quien se haya hecho primero será preferido; si no se
ha entregado a ninguno, el título más antiguo prevalecerá”.
b) Comodato.40 Mientras en el primer inciso del art. 2174 la ley caracteriza a este contrato
como uno en virtud del cual “(...) una de las partes entrega a la otra gratuitamente una especie (...)”, en el
segundo advierte que “Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la cosa”. En este contrato
sólo debe hablarse de entrega.
c) Mutuo.41 En la misma confusión anterior cae aquí el Código Civil, pues señala en el art.
2196 que el mutuo “(...) es un contrato en que una de las partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas
fungibles (...)”, y, luego, en el art. 2197, declara que “No se perfecciona el contrato de mutuo sino por la
tradición, y la tradición transfiere el dominio”. El término correcto es solamente el de tradición.
4.- En los arts. 580 y 581 el Código, o confunde los términos, o derechamente adopta la posición
de que la obligación de dar y la de entregar son una misma cosa. Ambas disposiciones clasifican a los
derechos personales y acciones en muebles o inmuebles, según sea la cosa en que han de ejercitarse. Así,
el primero declara que “(...) la acción del comprador para que se le entregue la finca comprada, es
inmueble (...)”, porque se ejerce sobre un bien raíz. Sin embargo, de acuerdo con el segundo de esos
artículos, los hechos que se deben, como la obligación de entregar, se reputan muebles. Por tanto, si la
obligación de entregar fuera en nuestra legislación una de hacer, se reputaría mueble, y no inmueble
como lo dice el art. 580.
5.- El CPC no hace distinción alguna entre ambos tipos de obligaciones: la de entregar es
asimilada a la de dar. La comisión redactora dejó establecido expresamente que el procedimiento
establecido para ejecutar las obligaciones de dar se aplicaría también a las de entregar. 42
38 Abeliuk, pág. 284. Meza Barros, en tanto, estima que la disposición del art. 1548 se explica por que el acreedor,
además de un poder jurídico sobre la cosa, desea uno material sobre la misma (Meza Barros, pág. 29 y 30).
39 Argumento sólo de Alessandri, quien no da mayores explicaciones (Alessandri, pág. 25).
40 Meza Barros, pág. 30.
41 Meza Barros, pág. 31.
42 Alessandri, pág. 26.
43 Abeliuk, pág. 285
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 17
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
encontrar en:
1.- Los contratos de mera tenencia, como el arrendamiento, comodato, depósito, etc.
2.- En el pago de lo indebido, en que debe restituirse el pago recibido de quien lo hizo sin que
estuviera obligado a hacerlo.
3.- En la acción de rem verso o de repetición, que es aquella que tiene quien se ha empobrecido
injustificadamente para obtener una indemnización de aquel que se ha enriquecido a su costa sin causa. 44
5.- En los derechos reales. Por ejemplo, cuando culmina el usufructo, cuando fructifica la acción
reivindicatoria o de petición de herencia, etc. La diferencia con los casos anteriores es que aquí hay una
acción real para obtener la restitución.
La cosa que debe ser restituida puede ser la misma que se recibió, si no es fungible, u otra
distinta, si lo es. El legislador sentó claramente la diferencia en el art. 764, referente al usufructo: “El
derecho de usufructo es un derecho real que consiste en la facultad de gozar una cosa con cargo a
conservar su forma y substancia, y de restituirla a su dueño, si la cosa no es fungible; o con cargo de
devolver igual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si la cosa es fungible”.
Obligación de hacer es aquella que tiene por objeto la ejecución de un hecho que no consiste en
la entrega de una cosa.
Obligación de no hacer es aquella que tiene por objeto la no ejecución de un hecho por parte del
deudor, aquella que le impone al deudor la abstención de realizar un hecho que sin la obligación le sería
lícito hacer.
Estos tres tipos de obligaciones pueden imponer la obligación al deudor de ejecutar diversos
actos repartidos en el tiempo. En este caso se dice que son sucesivas, esto es, que su objeto impone al
deudor la ejecución de una serie de actos que deben cumplirse en un cierto período de tiempo. La
obligación de no hacer será por lo general sucesiva, ya que impone un deber de abstención al deudor por
cierto lapso de tiempo. Otro ejemplo son las obligaciones del arrendador y el arrendatario, razón que
justifica que al arrendamiento se lo conozca como un contrato de tracto sucesivo.
Esta clasificación, de obligaciones de dar, hacer, y no hacer, tiene importancia para los siguientes
efectos:
1.- Para clasificar las acciones (y derechos) que de ellas emanan, pues, conforme con los arts.
580 y 581, la obligación de dar concede al acreedor una acción mueble o inmueble según la naturaleza de
la cosa que ha de darse o entregarse, mientras que las obligaciones de hacer y no hacer son siempre
muebles.
2.- Para determinar cómo se extinguen. En efecto, sólo las obligaciones de dar pueden
extinguirse por la pérdida de la cosa debida.
3.- La mora. Sólo en las obligaciones de dar y de hacer es preciso que el deudor esté en mora
para que el acreedor tenga derecho a reclamar los perjuicios correspondientes, pues en las de no hacer
éstos se deben desde la contravención.
4.- La ejecución forzada de la obligación, ya que ésta se tramita de acuerdo con reglas diversas
dependiendo de la naturaleza de la obligación. 45
A. GENERALIDADES
Esta clasificación se hace atendiendo al objeto. Toda obligación debe tener un objeto
determinado (arts. 1460 y 1461), de manera que no quede al arbitrio del deudor el con qué cumplir su
obligación y evitar así que el acreedor reciba cualquier cosa distinta de la que necesita y por la cual ha
contratado. La determinación del objeto busca que el deudor cumpla en los términos convenidos, para la
satisfacción del acreedor.
La determinación del objeto no debe ser siempre absoluta; al legislador le basta que se determine
el género y la cantidad. Así, la determinación puede hacerse atendiendo a las cosas mismas, o al género y
la cantidad.
La obligación será de género cuando la determinación del objeto se hace sobre la base de ciertos
caracteres generales y comunes que permiten diferenciar a un cierto grupo de otros, y será de especie o
cuerpo cierto cuando dentro de uno de estos grupos o géneros se han tomado en cuenta los caracteres
propios y peculiares de ciertos individuos. En la primera se determina el género, el conjunto de
individuos con determinados rasgos comunes, por ejemplo un caballo; y en la segunda se ha determinado
el género, y dentro de él, un individuo, como sería, el caballo Lucho. Las palabras especie o cuerpo cierto
son sinónimas en Derecho, a especie no se le da la acepción de las Ciencias Naturales, que corresponde a
lo que en Derecho es un género.
45
Alessandri agrega como otra razón por la que esta clasificación es importante la de que sirven para determinar el
modo en que deben cumplirse, y para precisar los efectos que de su incumplimiento derivan (Alessandri, pág. 27). Meza Barros,
por su parte, añade la de que la obligación de dar produce efectos particulares, ya que contiene la de entregar la cosa y, si ésta es
una especie o cuerpo cierto, la de conservarla hasta su entrega (Meza Barros, pág. 32).
46 Alessandri, págs. 240 a 254.
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 19
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
2.- La obligación de especie o cuerpo cierto se extingue por la pérdida de la cosa debida, pero
no así la de género, ya que es una regla que éste no perece.
B. DESARROLLO EN PARTICULAR
Son obligaciones de especie o cuerpo cierto aquellas en que se debe un individuo determinado de
un género determinado.
1.- El deudor no las cumple sino entregando la cosa que es objeto de ella. El consentimiento de
las partes ha recaído sobre una cosa determinada, de suerte que es ésta y no otra la que satisface la
necesidad del acreedor. Luego, el deudor sólo cumple cuando entrega esa misma cosa, por lo que,
además, debe procurar conservarla y mantenerla intacta hasta cumplir la obligación (arts. 1548 y 1549).
De los arts. 1548 y 1549 se desprende que la obligación de dar una especie o cuerpo cierto
comprende tres obligaciones:
a) Conservar la especie o cuerpo cierto hasta la entrega, es decir, procurar que no perezca, se
deteriore o destruya. Expresa el art. 1548 que “La obligación de dar contiene la de entregar la cosa; y si
ésta es una especie o cuerpo cierto, contiene a demás la de conservarlo hasta la entrega, so pena de pagar
los perjuicios al acreedor que no se ha constituido en mora de recibir.
Según Meza Barros, esta obligación “(...) de conservar la cosa es, a la vez, de hacer y de no
hacer. Debe el deudor hacer lo necesario para que la cosa no se deteriore o menoscabe, debe no hacer
nada que pueda causarle un deterioro o menoscabo”. 48
debido cuidado.
c) Entregar la cosa en el momento oportuno, para que, entre otras cosas, el acreedor adquiera
el dominio de la cosa.
2.- Estas obligaciones se extinguen por la pérdida fortuita de la cosa debida. Además de los
otros modos de extinguir la obligaciones, en las de especie o cuerpo cierto se agrega la extinción por la
pérdida fortuita de la cosa debida, ya que el deudor sólo cumple su obligación con la cosa debida, y el
acreedor no puede pedir una distinta para el cumplimiento. Esta situación nos lleva a la Teoría de los
Riesgos.
Según el art. 1508, son obligaciones de género aquellas en que se deben indeterminadamente un
individuo de una clase o género determinado. Se desprende que el género puede ser determinado o
indeterminado.
Es determinado cuando se refiere a una clase de individuos con ciertos caracteres comunes, por
ejemplo: un caballo. Es indeterminado cuando se refiere a varias clases o géneros, tomando en cuenta
caracteres más amplios, por ejemplo: un animal.
La ley no acepta las obligaciones de género indeterminado. Como se desprende del art. 1508, lo
menos que admite es la determinación del género y la cantidad. En estas obligaciones se debe una
cantidad de individuos no especificados de un género determinado, de lo cual surgen las siguientes
consecuencias, que se desprenden de los arts. 1509 y 1510:
1.- El acreedor no puede exigir una cosa determinada del género (no es suya la elección); sólo
puede exigir la obligación de entregar individuos del género (art. 1509).
2.- El deudor cumple la obligación entregando cualquier individuo del género, siempre que sea a
lo menos de calidad mediana (art. 1509).
3.- La obligación de género no se extingue por la pérdida de la cosa debida, pues el género no
perece. El riesgo es de cargo del deudor (art. 1510).
4.- El acreedor no puede oponerse a que el deudor disponga (destruya, enajene, etc.) de las cosas
comprendidas dentro del género, , con tal que subsistan otras para el cumplimiento de la obligación (art.
1510).
1.- Extinción y riesgos. Las obligaciones de especie o cuerpo cierto se extinguen por la pérdida
de la cosa que se debe, mientras que las de género no. En consecuencia, los riesgos en las obligaciones
de especie o cuerpo cierto son de cargo del acreedor, y en las de género, son de cargo del deudor.
2.- Cumplimiento. En las de especie o cuerpo cierto no se puede pedir sino la cosa debida, y el
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 21
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
deudor sólo cumple entregando la cosa debida y no otra. En cambio, en las de género el acreedor no
puede pedir individuos determinados del género, y el deudor puede cumplir entregando cualquier cosa
del género, que sea a lo menos de mediana calidad.
3.- Efectos. En las de especie o cuerpo cierto, además de la obligación de entregar la cosa, el
deudor tiene la de conservarla con el debido cuidado, mientras que en las de género no tiene esa
obligación.
D. OBLIGACIONES MONETARIAS49
Las obligaciones monetarias son por excelencia genéricas y fungibles. Si hay un género que no
perece, ese es el dinero. Estas características devienen en ciertas reglas particulares referidas a este tipo
de obligaciones:
2.- En el caso de incumplimiento, pues siempre se puede obtener su pago íntegro y en naturaleza,
debido a que su ejecución forzada o la indemnización de los daños se efectúa con el objeto de la
obligación –dinero-, lo que, sumado a la generación de intereses, resulta en un pago total.
4.- Porque la imposibilidad de pagar las obligaciones no en dinero deviene en una obligación de
este tipo: la de indemnizar los daños causados.
1.- El principio nominalista, esto es, que la obligación se cumple entregando al acreedor la
misma suma debida, sea cual haya sido el cambio del valor intrínseco –si lo tiene- o real (valor
adquisitivo) que haya sufrido la moneda en el intertanto. Este principio deriva de las siguientes normas
las reglas del pago en el Código Civil: según el art. 1569 “El pago se hará bajo todos respectos en
conformidad al tenor de la obligación (...)”.
2.- Se aplica algún sistema de reajuste cuando la ley, la convención o la resolución judicial así lo
determinan. En materia de responsabilidad extracontractual la regla general es la reajustabilidad, pues
sólo así se repara totalmente el daño.
Nuestros tribunales han sostenido siempre el carácter de orden público de las leyes monetarias,
en términos tales que imponen su vigencia in actum, afectando aun a las convenciones celebradas antes
de su vigencia. Por otro lado, han aceptado la validez de las estipulaciones privadas que alteren el
principio nominalista, salvas las limitaciones legales. Las más comunes de estas son las siguientes:
1.- Cláusula oro, moneda de oro y valor oro. En la primera se estipula que la obligación se debe
pagar en una moneda de oro determinada (ejemplo: 100 monedas de oro chilenas de $100); en la segunda
y tercera, mientras, se pacta el pago en moneda de curso legal, pero calculado su monto según cierto peso
de oro (en gramos generalmente) o según el valor de cierta moneda de oro (ejemplo: tanto pesos cuantos
valgan tantas monedas de oro chilenas de $100). La Ley ¡5.192, de 8 de mayo de 1963, califica de
operaciones de cambio internacional las transferencias de oro en cualquiera de sus formas (art. 1) y
sometió su comercio al control del Banco Central (art. 2). De ahí su escasa aplicación actual.
2.- Cláusula moneda extranjera y valor moneda extranjera. Por la primera se conviene que la
obligación debe ser pagada en una moneda extranjera especificada, y por la segunda se pacta que ella
debe ser pagada en moneda nacional, pero calculada según sea su paridad con otra moneda extranjera.
3.- Cláusulas en mercadería y valor mercadería. Operan del mismo modo que las anteriores,
pero en relación con mercaderías en lugar de una moneda extranjera.
4.- Cláusulas expresadas en valores sujetos a reajustes. Se trata de una moneda o unidad de
cuenta cuyo valor varía de acuerdo con algún sistema fijado por la ley, y que considera las variaciones
del poder adquisitivo del dinero. Algunas son las siguientes.
a) Sueldo vital. Contemplado por la ley 7.295 de 22 de octubre de 1942, ha dejado de tener
aplicación practica, pues en 1971 dejó de reajustarse en la forma establecida. No obsatante, algunas
multas aún está establecidas en esta unidad,
Para los trabajadores, el ingreso mínimo reemplaza al sueldo vital (art. 8 de la Ley 18.018 de
14 de agosto de 1981, y se encuentra regulado en el art. 40 del DL 97 de 232 de octubre de 1973.
b) IPC. Fue habitual en un época, pero después fue dejado de lado por tres motivos: la
desconfianza general en cuanto a su fidedignidad, el hecho que se manifiesta mensualmente y no
diariamente, y, por último, que se viene a conocer con cierta tardanza.
c) Unidad tributaria. De acuerdo al los arts. 53 y 57 del Código Tributario, toda deuda de
esta naturaleza es reajustable.
d) Unidad de Fomento. Establecida por la legislación que creó los Bancos de Fomento (Leyes
n°16.253 de 19 de mayo de 1965, y 17.318 de 1º de agosto de 1970, DS de Hacienda n°40 de 2 de enero
de 1967), presenta la ventaja de su fijación diaria.
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 23
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
La Ley 18.010, que reemplazó al D.L. 455 y modificada por la Ley 18.840 de 1989, es un
elemento esencial a la hora de analizar la reajustabilidad de las obligaciones de dinero.
1.- Las operaciones de crédito de dinero. De acuerdo con el art. 1º de la Ley 18.010, “Son
operaciones de crédito de dinero aquellas por las cuales una de las partes entrega o se obliga a entregar
una cantidad de dinero y la otra a pagarla en un momento distinto de aquel en que se celebra la
convención”. Se consideran también operaciones de este tipo el descuento de documentos representativos
de dinero, lleven o no envuelta la responsabilidad del cedente (art. 1º inc. 2º). Se excluyen, en cambio,
las operaciones de crédito de dinero correspondientes a contratos aleatorios, arbitrajes de monedas a
futuro, préstamo marítimo o avío minero (art. 1º inc. final). El mutuo de dinero es, por tanto, una
operación de crédito de dinero. Además, “(...) se asimilan al dinero los documentos representativos de
obligaciones de dinero pagaderos a la vista, a un plazo contado desde la vista o a un plazo determinado”
(art. 1º inc. 3º).
Las operaciones de crédito de dinero pueden ser reajustables o no, pero en el primer caso debe
estipularse así, pues la ley no presume la reajustabilidad.
Según el art. 13, “En las operaciones de crédito de dinero sin plazo sólo podrá exigirse el pago
después de diez días contados desde la entrega. Esta regla no es aplicable a los documentos u
obligaciones a la vista o que de cualquiera otra manera expresan ser pagaderos a su presentación”.
Otra norma interesante es la del art. 10, que permite al deudor adelantar el pago de la obligación,
aun contra la voluntad del deudor, con tal que:
“a) Tratándose de operaciones no reajustabes, pague el capital y los intereses estipulados, que
correrían hasta la fecha del vencimiento pactado.
b) Tratándose de operaciones reajustables, pague el capital reajustado hasta el día del pago
efectivo y los intereses estipulados, calculados sobre dicho capital, por todo el plazo pactado para la
50 En virtud de la atribución del Banco Central de autorizar los mecanismos de reajustabilidad, éste fija y publica en el
diario Oficial la Unidad de Fomento, reemplazando en dicha labor a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras
(a quien le correspondía según el D.L. n°455 y la propia Ley 18.010 en su art. 4, hoy derogado).
24 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
obligación.”
Añade el inciso final de esta art. 10 que “El derecho a pagar anticipadamente que establece esta
artículo es irrenunciable”.
2.- Las demás obligaciones de dinero. Entre éstas, a su vez, hay que diferenciar:
a) Los saldos de precios de compraventas de bienes muebles e inmuebles, a las que se aplican
ciertas normas de las operaciones de crédito de dinero. Conforme con el art. 26, “Los dispuesto en los
arts. 2, 8 y 10 será también aplicable a las obligaciones de dinero constituidas por saldos de precio de
compraventa de bienes muebles o inmuebles”.
b) Aquellas que no tienen ningún régimen especial. Éstas se rigen por las disposiciones
legales que les sean aplicables. Así, no se presumen reajustes, salvo que estén expresadas en unidades de
valor reajustables, o que se trate de perjuicios extracontractuales.
Conviene citar aquí la disposición del art. 25, aplicable a toda obligación de dinero: “En los
juicios de cobro de cualquier obligación de dinero reajustable el pago se hará en moneda corriente,
liquidándose el crédito a esa fecha, por el valor que tenga el capital reajustado según el índica pactado o
la unidad de fomento, según corresponda.
Si el juicio fuere ejecutivo, no serán necesaria avaluación previa”.
c) Aquellas que tienen reglamentación especial de la ley que las somete a alguna forma de
reajuste, como por ejemplo las deudas tributarias. Éstas se rigen por su propia ley.
(a) Generalidades
Los intereses son la renta que produce un capital. Esta definición es válida para toda obligación
de dinero que no constituya una operación de crédito de dinero ni saldos de precio de compraventa de
bienes muebles o inmuebles (art. 26 de la Ley 18010), pues para éstas la Ley 18010 contempla una
definición especial, más amplia. El art. 2 de dicha ley distingue, en todo caso, entre operaciones de
crédito de dinero no reajustables y reajustables. En las primeras, “(...) constituye interés toda suma que
recibe o tiene derecho a recibir el acreedor, a cualquier título, por sobre el capital” (inc. 1º). En las
segundas, mientras, “(...) constituye interés toda suma que recibe o tiene derecho a recibir el acreedor por
sobre el capital reajustado” (inc. 2º)
1.- Frutos civiles, y pueden encontrarse pendientes, mientras se deben, o percibidos, una vez que
se cobran (art. 647 del Código Civil). Según el art. 790 del Código Civil, se devengan día por día.
2.- Accesorios de la obligación principal, por lo que nacen con ella, aunque pueden pactarse
después, y se extinguen junto con la extinción del capital. El art. 1595 inc. 2º del Código Civil señala que
“Si el acreedor otorga carta de pago del capital sin mencionar los intereses, se presumen éstos pagados”.
Del mismo modo, el art. 18 de la Ley 18.010 declara que “El recibo por los intereses correspondientes a
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 25
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
tres períodos consecutivos de pago hace presumir que los anteriores han sido cubiertos”. En su inciso
final añade que “Los dispuesto en este artículo se aplicará también a los recibos por el capital cuando
éste se deba pagar en cuotas”.
Además, por ser accesorios se traspasan junto con el traspaso del capital, en caso de sucesión por
causa de muerte, subrogación o cesión de créditos. No sucede así, sin embargo, con la novación, pues
ésta extingue la obligación a la que acceden. Del mismo modo, las cauciones del crédito principal cubren
sus respectivos intereses.
(b) Clasificación
1.- En cuanto a su origen, pueden ser estipulados o fijados por la ley. Lo normal es que los
intereses sean estipulados, pues por regla general no se presumen. Entre los casos de intereses legales se
pueden citar los siguientes:
2.-En cuanto a la forma en que se determina la tasa del interés, pueden ser legales, corrientes y
convencionales:
a) Legales: De acuerdo con el art. 2207 del Código Civil, “Si se estipulan en general intereses
sin determinar la cuota, se entenderán los intereses legales”. 51 Si bien la norma se ubica en la
reglamentación del mutuo, se considera que tiene una aplicación general, de manera que siempre que las
partes o la ley señalen intereses deben aplicarse los legales. Por su parte, el art. 19 de la ley 18010 define
los intereses legales, estatuyendo que “Se aplicará el interés corriente en todos los casos en que las leyes
u otras disposiciones se refieran al interés legal o máximo bancario”. Esta disposición se aplica en todos
los casos, no obstante estar ubicada en título de las operaciones de dinero.
El art. 6 de la Ley 18010 especifica cuál es el interés corriente, con el solo inconveniente de
que lo hace únicamente para las operaciones de crédito de dinero. Por tanto, tratándose de éstas “Interés
corriente es el interés promedio cobrado por los Bancos y las sociedades financieras establecidos en
Chile en las operaciones que realicen en el país. Corresponde a la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras determinar dicho interés corriente, pudiendo distinguir entre operaciones en
moneda nacional reajustables y no reajustables o según los plazos a que se hayan pactado tales
operaciones. La Superintendencia fijará también el interés promedio para las operaciones de una o más
51 Este artículo fue sustituido por el que se lee por la misma ley 18010.
26 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
Para los demás tipos de obligaciones, la ley no ha dado norma alguna. Dos son las
posibilidades que se abren: una, es exigir la prueba de quien alega la tasa del interés corriente, y, dos, es
aplicar por analogía las normas de las operaciones de crédito de dinero.
c) Convencionales. Son los que fijan las partes, y están sujetos a ciertas limitaciones que se
verán a continuación.
3.- Interés por el uso y penales. La distinción busca distinguir entre aquellos intereses que se
devengan durante la vigencia del crédito y aquellos que nacen con la mora del deudor de una obli9gación
de dinero. Unos y otros pueden ser legales o convencionales. Los intereses penales son legales en el caso
del art. 1559, y convencionales cuando se pacta una cláusula penal.
Para estos efectos, el Código Civil distingue entre el interés por el uso y el penal. En cuanto el
primero, de acuerdo con el art. 2206 “El interés convencional no tiene más límites que los que fueren
designados por ley especial; salvo que, no limitándolo la ley, exceda en una mitad al que se probare
haber sido interés corriente al tiempo de la convención, en cuyo caso será reducido por el juez a dicho
interés corriente”. Respecto del interés penal, también en el mutuo, señala el art. 1544 que “(...) se podrá
rebajar la pena en lo que exceda al máximum del interés que es permitido estipular”. En ambos casos,
entonces, el límite es el interés corriente más un 50%, pero la sanción es diversa: en el primer caso se
rebajan al corriente, y en el segundo al máximo estipulable.52
Estas normas han sido interpretadas extensivamente, de manera que se estima que se aplican a
todo tipo de intereses.
Por su parte, el art. 6 inc. final de la Ley 18010 dispone que “No puede estipularse un interés que
exceda en más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya sea que se pacte tasa fija
o variable. Este límite de interés se denomina interés máximo convencional”. En consecuencia, aplicando
el art. 2206 o el recién citado resulta como máximo válido para estipular el interés corriente más un 50%.
Debe destacarse que el interés corriente que rige estos casos es el que estaba vigente al momento de
celebrarse la convención, no del pago.
La sanción establecida para la estipulación de intereses (de uso o penales) que excedan el
máximo legal, es diversa dependiendo de qué obligaciones se trata:
1.- Obligaciones de dinero que constituyen operaciones de crédito de dinero o saldos de precio
de compraventas, o que deriven de convenciones entre proveedores y consumidores (Art. 39 de la Ley
19.496): el art. 8 de la Ley 18010 expresa que “Se tendrá por no escrito todo pacto de intereses que
exceda el máximo convencional, y en tal caso los intereses se reducirán al interés corriente que rija al
momento de la convención.” Agrega el inc. final que “En todo caso, cuando corresponda devolver
52 Se justifica esta diferencia señalando que el deudor siempre puede librarse de los intereses penales cumpliendo su
obligación.
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 27
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intereses en virtud de lo dispuesto en esta ley, las cantidades percibidas en exceso deberán reajustarse en
la forma señalada en el art. 3.°, inciso primero”.
2.- Demás obligaciones de dinero (indemnizaciones): se siguen las reglas del mutuo, de manera
que si el interés es de uso éste se rebaja al interés corriente (art. 2206), y si es penal, se rebaja al máximo
convencional (art. 1544). Como se señaló, se ha entendido que estas normas tienen una aplicación
general.
(d) El Anatocismo
El anatocismo consiste en que los intereses devengados por el crédito y no pagados al acreedor
se capitalicen y devenguen a su vez intereses, o, lo que es lo mismos, cosiste en aplicar intereses sobre
intereses.
El art. 2210 prohibía estipular intereses de intereses. Sin embargo, fue derogado por la Ley
18010. En su tiempo se discutía si esa norma se aplicaba sólo al mutuo o, por el contrario, a todas las
estipulaciones de intereses.
Actualmente, sólo dos disposiciones se refieren a la materia, una del Código Civil y otra de la
Ley 18010:
1.- Art. 1559 regla 3ª: esta norma regula la indemnización de perjuicios orogonada en la mora de
las obligaciones de dinero, y establece que “Los intereses atrasados no producen interés”.
2.- Art. 9 de la Ley 18010: dentro del título de las operaciones de crédito de dinero, dispone que
“Podrá estipularse el pago de intereses sobre intereses, capitalizándolos en cada vencimiento o
renovación. En ningún caso la capitalización podrá hacerse por períodos inferiores a treinta días.
Los intereses capitalizados con infracción de los dispuesto en el inciso anterior se consideran
interés para todos los efectos legales y especialmente para la aplicación del artículo precedente”. Por
tanto, si exceden el máximo convencional, se rebajan a interés corriente.
“Los intereses correspondientes a una operación vencida que no hubiesen sido pagados se
incorporarán a ella, a menos que se establezca expresamente lo contrario”.
1.- Respecto de las operaciones de crédito de dinero, está plenamente autorizada la estipulación
del anatocismo e, incluso, a la inversa de lo que dispone el art. 1559 regla 3ª, los intereses atrasados sí
generan interés, pues se incorporan a la obligación vencida, esto es, se capitalizan.
3.- Respecto de las demás obligaciones de dinero, debe entenderse que el anatocismo es lícito,
pues no hay norma que lo prohiba, como lo hacía antes el art. 2210.
28 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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A. GENERALIDADES
Lo normal es que la obligación tenga un objeto y dos sujetos: acreedor y deudor. Sin embargo,
puede suceder que sean varios tanto los primeros –objetos- cuanto los segundos –sujetos-, en cuyo caso
se habla de obligaciones complejas, de objeto múltiple y de sujeto plural, respectivamente.
En esta sede se desarrollarán las primeras, estos es, las obligaciones complejas de objeto
múltiple.
Cuando se debe más de un objeto, hay tres formas posibles en que se puede cumplir la
obligación:53
1.- Pagando todos ellos, en cuyo caso se está en presencia de obligaciones de simple objeto
múltiple, o, como también se las llama, conjuntas o conjuntivas y acumulativas.
2.- Pagando sólo alguno o algunos de ellos, en cuyo caso se está en presencia de obligaciones
alternativas o facultativas.
Por tanto, las obligaciones complejas de objeto múltiple son tres: las de simple objeto múltiple,
las alternativas y las facultativas.
Obligaciones de simple objeto múltiple son aquellas en que el deudor debe varias cosas, de
manera que se libera obligación sino entregándolas todas. Esta situación pasiva puede presentarse de dos
maneras:
1.- Existen varias obligaciones con un objeto distinto cada una, como si en un mismo contrato se
vende un auto y un caballo, en forma tal que bien podría haberse hecho la misma operación en contratos
diversos.
2.- Existe una sola obligación con varios objetos, como la que adquiere una agencia de viajes al
organizar un viaje por Europa.54 Aquí se puede hablar con más propiedad de obligaciones de objeto
múltiple, ya que hay una sola con un solo objeto, pero que comprende varias cosas.
Estas obligaciones siguen las reglas generales, por lo que no han sido reglamentadas.
De acuerdo con el art. 1499, “Obligación alternativa es aquella por la cual se deben varias cosas,
de tal manera que la ejecución de una de ellas, exonera de la ejecución de las otras”.
El deudor está obligado a una cosa u otra; la obligación comprende varias prestación, pero al
deudor le basta con realizar una de ellas para pagar.
La expresión cosas del art. 1499 se refiere a todo aquello que pueda ser objeto de una obligación,
no sólo, por tanto, a cosas materiales, sino también a hechos. Así se desprende, por lo demás, del art.
1500, según el cual para quedar liberado de la obligación el deudor debe pagar o ejecutar en su totalidad
una de las cosas debidas.
Lo que caracteriza a estas obligaciones es que a pesar de deberse varias cosas, el deudor queda
liberado con la entrega de sólo una de ellas. Tomando en consideración el vínculo jurídico, hay
pluralidad de objetos, pero tomando en consideración el pago, hay unidad de objeto, pues se éste se logra
entregando una sola cosa. Así, son dos los caracteres constitutivos de estas obligaciones:
La ley concede la elección de la cosa (o el hecho que se debe ejecutar o no ejecutar) con la cual
de debe pagar la obligación al deudor (art. 1500), a menos que se estipule lo contrario. Por consiguiente,
salvo pacto en contrario, el deudor puede “(...) a su arbitrio enajenar o destruir cualquiera de las cosas
debidas alternativamente, mientras subsista una de ellas” (art. 1502 inc. 1º). Pero, si la elección es del
acreedor, el deudor adquiere la obligación de conservarlas hasta la elección, si la obligación se refiere a
cuerpos ciertos.
2.- La obligación no se extingue hasta que se extingan todas las cosas todas las cosas debidas
alternativamente, pues todas cuentan con el acuerdo de voluntades y la obligación los contiene también a
todos, según señala el art. 1504, regla también consignada en el art. 1503. Expresa el primero de estos
artículos que “Si una de las cosas alternativamente prometidas no podía ser objeto de la obligación o
llega a destruirse, subsiste la obligación alternativa de las otras, y si una sola resta, el deudor es obligado
30 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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a ella”. El segundo dispone que “Si perecen todas las cosas comprendidas en la obligación alternativa,
sin culpa del deudor, se extingue la obligación”.
3.- El deudor sólo se libera de su obligación entregando cualquiera de las cosas debidas, pero
no puede obligar al acreedor a recibir parte de una y parte de otra, porque las cosas son debidas en su
totalidad. Según el art. 1500 inc. 1º, “Para que el deudor quede libre, debe pagar o ejecutar en su
totalidad una de las cosas que alternativamente deba; y no puede obligar al acreedor a que acepte parte de
una y parte de otra”.
4.- El acreedor no puede pedir determinadamente ninguna de las cosas debidas, a menos que se
haya pactado que la elección fuera suya. “Siendo la elección del deudor, no puede el acreedor demandar
determinadamente una de las cosas debidas, sino bajo la alternativa en que se le deben” (art. 1501).
5.- Cuando hay varios deudores o varios acreedores, la elección debe hacerse de consuno por
quienes tengan la facultad de hacerla, es decir, todos de común acuerdo, para así facilitar el
cumplimiento de la obligación (1526 n°6).
La regla general es que la elección de la cosa con la cual pagar sea del deudor (art. 1500 inc. 2º),
pero ello no obsta a que pueda convenirse lo contrario. Algunos de los efectos que se producen, eso sí,
son distintos . De este modo, si la elección es del deudor, éste puede disponer de todas las cosas debidas
con tal que deje una para el pago, sin que el acreedor pueda oponerse o pedir una determinada (1502). En
cambio, si la elección es del acreedor, el deudor no tendrá estas facultades, quedando sin aplicación las
normas del 1501.
Para determinar quien soporta los riesgos de que la obligación alternativa haya devenido en
imposible, hay que distinguir entre pérdida total o parcial, y, en ambos casos, si es fortuita o culpable:
a) Fortuita: subsiste la obligación, que se cumple con alguna de las cosas restantes.
b) Culpable: hay que distinguir si la elección es del deudor o del acreedor. Si es del primero,
éste pagará con una de las cosas restantes, y si es del segundo, éste podrá exigir, a su arbitrio, el precio de
una de las cosas perdidas más la indemnización de perjuicios procedente, o cualquiera de las cosas
restantes (art. 1502 inc. final).
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 31
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Obligación facultativa es, de acuerdo con el art. 1505, “(...) la que tiene por objeto una cosa
determinada, pero concediéndose al deudor la facultad de pagar con esta cosa o con otra que se designa”.
Es el caso de un testador que impone la obligación a un heredero de entregar un auto a un legatario, pero
facultándolo para cumplir dicha obligación, si lo desea, pagándole $ 3.000.000. 55
Lo que caracteriza a este tipo de obligaciones es que hay sólo una cosa debida. La pluralidad de
objeto se presenta en el momento del pago, ya que el deudor debe elegir para pagar entre la cosa debida,
u otra designada en el contrato.
De ahí que los efectos de este tipo de obligaciones sean los siguientes:
1.- El acreedor no puede pedir una cosa distinta de la debida. Expresa el art. 1506 que “En la
obligación facultativa el acreedor no tiene derecho para pedir otra cosa que aquella a que el deudor es
directamente obligado (...)”.
2.- Si la cosa debida perece por caso fortuito, el acreedor carece de derecho para demandar
cosa alguna. El art. 1506 estatuye que (...) si dicha cosa perece sin culpa del deudor y antes de haberse
éste constituido en mora, no tiene derecho para pedir cosa alguna”.
Ahora, si la cosa perece por hecho o culpa del deudor, la obligación no se extingue, pudiendo
exigirse el precio de la cosa junto con la indemnización de perjuicios que corresponda. 56 Si la cosa perece
por caso fortuito, según Alessandri, el deudor no podría pagar con otra cosa, y si lo hiciera, no habría una
obligación natural.57
Por último, el art. 1507 dispone que “En caso de duda sobre si la obligación es alternativa o
facultativa, se tendrá por alternativa”.
1.- En las alternativas hay pluralidad de objetos, de manera que se deben todos ellos, con la
particularidad de que el deudor se libera de la obligación entregando o ejecutando sólo uno. En las
facultativas, en cambio, hay unidad de objeto, de suerte que se debe uno sólo, pero se concede al deudor
la facultad de pagar con otro diverso que se designa en la convención.
2.- En las facultativas el acreedor debe pedir determinadamente la cosa debida, porque la
facultad de pagar con otra es exclusiva del deudor. Mientas, en las alternativas el acreedor no puede pedir
determinadamente alguna de las cosas, salvo que la elección sea suya.
3.- En las alternativas la elección puede ser del deudor o del acreedor, pues dicha elección; en
cambio, en las facultativas la elección es siempre del deudor.
4.- La obligación alternativa será mueble o inmueble, según sea la naturaleza de la cosa debida
55
Ejemplo en Abeliuk, pág. 319.
56
Para Abeliuk, si la cosa perece por caso fortuito, el deudor, con el fin de evitar el pago de perjuicios, pagará con la
otra cosa con la cual está facultado para pagar (Abeluik, pág. 320).
57 Alessandri, pág. 259.
32 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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con que se paga. En las facultativas, la naturaleza de la obligación será según la cosa debida.
5.- La pérdida de la cosa por caso fortuito o la ilicitud de objeto extinguen la obligación
facultativa, mientras que una alternativa subsiste mientras quede una de las cosas con que pagar.
En la práctica estas obligaciones se confunden, lo que justifica la norma del art. 1507.
Para algunos, obligaciones propter rem –o ambulatorias- son los gravámenes y obligaciones que
se derivan de un derecho real sobre la cosa; las cargas que derivan de éste.
Para otros, en cambio, son aquellas en que el deudor limita su responsabilidad mientras es
poseedor o dueño de la cosa afecta a la deuda, a diferencia de los que sucede en las obligaciones
ordinarias, en que el deudor responde con todos sus activos. Es una obligación propter rem, por ejemplo,
la de un tercero que garantiza una deuda ajena con hipoteca, pues responde sólo hasta el valor de la cosa
y su obligación subsiste en la medida que sea poseedor de la misma.
Característico de este tipo de obligaciones es, por tanto, que el deudor se determina atendiendo a
un título real -dueño o poseedor-, y que su traspaso se verifica con el de la cosa en que incide el título.
Sin embargo, para E. Barros las obligaciones propter rem son obligaciones indemnizatorias,
porque no gravan la cosa. 59 Encuentran su origen en gastos o mejoras en que incurre o el titular del
derecho real, o el dueño.
Se ha intentado ubicar la distinción entre las obligaciones propter rem y las comunes en el
Código Civil. Con tal propósito, se ha dicho que el art. 2465, al hablar de obligaciones personales, revela
que el legislador ha querido referirse a las obligaciones que no son propter rem. Además –se añade-, éstas
estarían caucionadas por el derecho legal de retención.
En verdad, sólo se puede llegar a tales conclusiones por la vía de exigirle al Código una
sistematización que no posee, de modo que no hay razón para pensar que ese artículo excluye las
obligaciones propter rem. Por otro lado, los derechos personales (comodato, depósito) también son
caucionados por el derecho legal de retención.
A. ASPECTOS GENERALES
Una obligación de medios es aquella que no incorpora en su contenido el resultado esperado por
el acreedor, y que, por ende, para ser cumplida exige del deudor una conducta diligente con miras a ese
resultado. En la obligación de resultado, en cambio, el fin esperado por el acreedor está dentro de la
obligación o prestación, de suerte que el deudor sólo la cumple obteniéndolo, resultando irrelevante, por
tanto, si el deudor fue o no diligente.
A menudo resulta difícil definir si una obligación es de medios o de resultados. Para estos
efectos, se han planteado los siguientes criterios:
4.- Según el grado de participación que a la víctima le cabe en el logro del resultado.
Las obligaciones de medio significan modificaciones al régimen legal normal de la teoría general
de las obligaciones. Estas modificaciones se presentan al menos en tres grandes áreas del derecho de
obligaciones, muy relacionadas entre sí:
1.- Determinación del contenido de la obligación o prestación (¿a qué se obligó el deudor?).
2.- Determinación del cumplimiento o incumplimiento (¿cuándo se puede decir que el deudor no
cumplió lo prometido?).
3.- Determinación de la responsabilidad (¿cuándo se puede hacer responsable –indemnizar- al
deudor por el incumplimiento?).
Siguiendo a la doctrina mayoritaria, las obligaciones de medio constituyen una subespecie dentro
de las obligaciones de hacer. También se puede decir que es una clasificación eminentemente doctrinal (y
judicial), y no legal.
En tercer lugar, las obligaciones de medio son un área fronteriza del derecho, en pleno desarrollo,
por lo que existen temas pacíficos y otros en que los autores discrepan fuertemente. A ello se une que en
34 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Chile no hay fallos que hayan reconocido (todavía) las obligaciones de medio. Por estas razones, es
importante destacar que hay temas en que no hay soluciones inequívocas.
Un tema dudoso es la disputa respecto a la diligencia del deudor. Se puede decir que el
“incumplimiento” en obligaciones de medio sólo se produce cuando el acreedor prueba la negligencia del
deudor, porque en estas obligaciones “negligencia” e “incumplimiento” son elementos inseparables (ver
apunte E. Barros). Uno también puede decir (como Jordano o Lobato), que el deudor puede exonerarse
de responsabilidad (indemnizatoria) si prueba que actuó diligentemente (lo que hace desaparecer la idea
misma de “incumplimiento”). La pregunta es, con todo, ¿quién mueve primero, quién debe actuar
primero: el acreedor o el deudor? El debate es complejo y extenso, aunque, sin resolverlo, se pueden
sacar ciertas conclusiones: hay al menos tres modificaciones importantes a las reglas generales de las
obligaciones, cuando hay una obligación de medios: (1) que no puede hablarse de “incumplimiento” sólo
porque el resultado ansiado por el acreedor no se alcanzó; (2) que la presunción de culpa que
generalmente beneficia al acreedor ya no lo beneficia; y, (3) que las posibilidades de exoneración del
deudor son más amplias que en el régimen normal, porque ya no sólo será caso fortuito (como ocurre
siempre), sino que podrá agregar además su propia diligencia como liberación.
En las obligaciones hay movimientos estratégicos entre las partes al menos en dos etapas: (1)
durante la negociación y estructuración de la arquitectura del contrato (o relación contractual
obligatoria); y, (2) durante el juicio, si los conflictos derivados del incumplimiento no han podido
resolverse mediante negociación.
La regla más importante en materia de prueba es, extrañamente, una regla civil y no procesal: el
art. 1698. Debe prevenirse que “carga” y “obligación” no son una misma cosa. Ambos son deberes, de
carácter jurídico, pero su diferencia específica esta en (1) la posibilidad de exigir su cumplimiento en
forma coactiva, y, (2) las consecuencias de no cumplirse. La carga es un deber, pero al cual no está
asociada la posibilidad de que otra persona exija su cumplimiento, sino a cuyo incumplimiento está
asociada la pérdida de un beneficio u otra consecuencia perjudicial.
Así, la carga a que está sujeto el demandante, de probar los hechos en que funda su demanda,
va asociada con la consecuencia que si no la asume, puede perder el juicio.
Así y todo, la categoría de “obligaciones de medio” no ha sido incorporada –aún- por nuestra
jurisprudencia. Como es evidente a esta altura, las dos reglas principales a este respecto son los artículos
1698 y 1547 del Código Civil, cada uno de los cuales tiene ventajas y problemas para incorporar la
categoría de las obligaciones de medio.
LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU OBJETO 35
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Respecto al artículo 1698, uno puede sostener que al establecer que “incumbe probar las
obligaciones ... al que alega aquéllas”, está imponiendo al acreedor la carga de probar todos los
elementos de la obligación que alega. Si alega una obligación indemnizatoria, tendrá que probar cada
elemento de ésta, entre otros, el incumplimiento y la negligencia, porque en obligaciones de medios
conceptualmente no hay “incumplimiento” sino cuando hay, simultáneamente, “negligencia”, porque el
deudor se obligó a ser diligente y no lo fue.
Ello genera un problema con el artículo 1547, que establece que “la prueba del caso fortuito
[incumbe] al que lo alega”. El acreedor podría alegar que esa norma lo exime de tener que probar culpa,
porque hay una presunción de culpa del deudor que lo beneficia, y que debe ser desvirtuada por el
deudor.
Por otra parte, también puede argumentarse, a favor del reconocimiento de la categoría de
obligaciones de medio, a base del inciso tercero del artículo 1547, que establece, más ampliamente: “la
prueba de la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la prueba del caso fortuito al que
lo alega”. No se conocen casos en que nuestros jueces hayan aplicado la primera parte de esa regla (“la
prueba de la diligencia ...”) a obligaciones de resultado. De hecho, si lo hicieran, generaría graves
problemas de certidumbre para el derecho de contratos, porque cualquier deudor de dinero (por ejemplo)
podría exonerarse de cumplir alegando que ha hecho todos sus esfuerzos por cumplir pero no le ha sido
posible (eso significaría el fin del sistema de crédito, algo que al parecer Pablo Rodríguez –que sigue esta
tesis- no ha percibido). Pero volviendo a la regla, menciona caso fortuito, por una parte, y “diligencia o
cuidado”, por la otra. ¿No es razonable pensar que la excusa de caso fortuito se aplica sólo a las
obligaciones de resultado, mientras que a las obligaciones de medio se aplican como excusas tanto el
caso fortuito como la “diligencia o cuidado” del deudor que “ha debido emplearlo”? Creo que el texto del
Código Civil permite incorporar esta categoría interpretando ese artículo de esa manera, al menos con
mucha mayor facilidad que la que tuvieron la doctrina francesa y española para incorporar ese concepto
en sus propios ordenamientos.
CAPÍTULO III: OBLIGACIONES SEGÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O
PLURAL
I. INTRODUCCIÓN
Lo normal es que la relación jurídica de carácter personal contemple un solo acreedor y un solo
deudor. Con todo, bien puede suceder, lo mismo que con el objeto –o prestación- de la obligación, que
los sujetos sean más de uno, tanto activa cuanto pasivamente (como lo previno el art. 1438: “cada parte
puede ser una o muchas personas). Así, una relación jurídica puede tener varios acreedores y un deudor,
varios deudores y un acreedor, o varios acreedores y varios deudores. En cualquiera de estos casos, se
dice que la obligación es compleja –como las de objeto múltiple- y de sujeto múltiple.
A eso debe agregarse que en cada obligación de sujeto múltiple las partes pueden ser acreedoras
o deudoras de diversas maneras. De este modo, puede ser que cada acreedor sólo esté facultados para
exigir su cuota, y cada deudor sólo obligado a pagar la suya; o bien que cada uno de los primeros pueda
exigir el total de la deuda, y cada uno de los segundos obligado a pagar el total de ésta. En el primer caso
se habla de obligaciones simplemente conjuntas o mancomunadas, mientras que en el segundo, de
obligaciones solidarias o indivisibles.
Asimismo, el que cada acreedor pueda exigir el total de la deuda y que cada deudor esté obligado
a pagar el total de ésta, puede deberse a que la ley, el testamento o la convención lo han dispuesto así, o a
que la naturaleza de la cosa impide que sea de otra forma. En la primera hipótesis, la obligación es
solidaria, al tiempo en que en la segunda es indivisible. Cabe tener presente, en todo caso, que la ley, el
testamento o la convención pueden darle el carácter de indivisible a una cosa que no lo tenía.
En consecuencia, todas las obligaciones de sujeto múltiple admiten las siguientes clasificaciones,
que se superponen unas a otras: 61
1.- En cuanto al sujeto en que incide, la pluralidad puede ser pasiva, si hay más de un deudor;
activa, si hay más de un acreedor; y mixta, si hay mas de un deudor o acreedor a la vez.
3.- Originaria o derivativa. 62 Es originaria cuando la obligación nace con varios deudores o
acreedores. Es derivativa cuando la obligación ha sido contraída entre un deudor y un acreedor, y la
pluralidad sobreviene por un hecho posterior, como sería la muerte del deudor dejando varios herederos.
Esto no influye por regla general en los efectos y naturaleza de la obligación, sólo lo hace
excepcionalmente.
A. CONCEPTO
Está conceptualizada por los arts. 1511 inc. 1° y 1526 inc. 1°. El primero de ellos declara que
“En general, cuando se ha contraído por muchas personas o para con muchas la obligación de una cosa
divisible, cada uno de los deudores, en el primer caso, es obligado solamente a su parte o cuota en la
deuda, y cada uno de los acreedores, en el segundo, sólo tiene derecho para demandar su parte o cuota en
el crédito”. El segundo, por su parte, explica que “Si la obligación no es solidaria ni indivisible, cada uno
de los acreedores puede sólo exigir su cuota, y cada uno de los codeudores es solamente obligado al pago
de la suya (...)”.
Por consiguiente, se desprende que las obligaciones con pluralidad de sujetos son, en principio,
simplemente conjuntas. Las obligaciones solidarias e indivisibles son excepcionales, por lo que se les ha
caracterizado como modalidades.
B. CARACTERÍSTICAS
1.- Pluralidad de partes, es decir, no puede haber menos de dos personas en la obligación.
2.- Unidad de prestación, esto es, debe ser una sola cosa la debida.
Como se ha dicho, cada deudor no se obliga a más que su cuota, y cada acreedor no puede exigir
más que la suya. En realidad, la obligación se entiende dividida en tantas partes cuantos sujetos
intervengan por una u otra; hay tantas deudas o créditos cuantos sean los deudores o acreedores. Por esto
algunos tratadistas estiman que deberían llamarse disyuntivas, por cuanto hay una separación, no una
conjunción.
La regla general es que la deuda o el crédito se divida por partes iguales, que se denominan
cuotas o partes viriles. Pero la obligación puede dividirse de formas distintas, por acuerdo de las partes, o
cuando hay una sucesión hereditaria, ya que allí se divide a prorrata de las respectivas cuotas hereditarias
(art. 1354).
C. EFECTOS
Dividida la obligación, pasan a existir tantas deudas o créditos según cuantos sean los deudores o
acreedores, generándose las siguientes consecuencias:
1.- Si un deudor paga más de lo que le corresponde, dicho pago será considerado como pago por
subrogación o como pago indebido, según las circunstancias, teniendo derecho al reembolso de lo
pagado, según las reglas del pago de lo no debido o del pago con exceso. Así también, el acreedor que
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 39
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recibe más de lo correspondiente recibe un pago sin causa, mal hecho, que no extingue la obligación,
autorizando a los otros acreedores que no se pagaron a exigir el pago del deudor, porque el que paga mal,
paga dos veces.
2.- La extinción de la obligación que opere respecto de un deudor o a un acreedor, no afecta los
demás acreedores o deudores. El art. 1690 se preocupó de la nulidad, al prescribir que “Cuando dos o
más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no aprovechará
a la otra”.
3.- La cuota del deudor insolvente no grava a los demás deudores (arts. 1526 y 1355), porque
cada deuda es independiente de las otras. De manera que si un deudor no paga su cuota, esta parte
insoluta del crédito no deben cubrirla los demás deudores.
6.- La mora de un deudor no afecta a los otros, y la mora respecto de un acreedor no aprovecha a
los otros.
7.- La culpa de uno de los deudores no perjudica a los otros ni da acción a los demás para
reclamar perjuicios contra los otros, sino sólo contra el culpable (art. 1540 inc. 1º).
(i) Introducción
Existen casos en que, a pesar de haber varios deudores o acreedores, la obligación no se divide,
estando cada deudor obligado al pago total de ella, y cada acreedor facultado para exigirla completa. Así
ocurre en las obligaciones solidarias y en las indivisibles, categorías que provienen de causas distintas y
producen efectos diferentes.
La solidaridad no proviene del objeto debido, ya que en las obligaciones solidarias éste es
divisible, o sea, susceptible de ser pagado por partes, pero a pesar de ello cada deudor se obliga al pago
total de la deuda, y cada acreedor puede exigirla completa, por disposición de la ley, el testamento o por
acuerdo de las partes; nunca como consecuencia de la naturaleza de la cosa. La indivisibilidad, en
cambio, proviene de la naturaleza del objeto debido, el cual no es susceptible de un pago fraccionado.
Hay casos, eso sí, en que no proviene de la naturaleza de la cosa, sino de la voluntad de las partes o por
disposición de la ley, lo que se denomina indivisibilidad del pago.
La similitud que existe entre las obligaciones solidarias y las indivisibles ha llevado a la ley a
40 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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declarar en el art. 1525 que “El ser solidaria una obligación no le da el carácter de indivisible”.
(ii) Definición
Obligación solidaria es aquella en que hay varios deudores o varios acreedores, y que tiene por
objeto una prestación que, a pesar de ser divisible, puede exigirse totalmente por cada uno de los
acreedores o a cada uno de los deudores, por disponerlo así la ley o las partes, en términos que el pago
efectuado a uno de aquellos, o por uno de éstos, extingue la obligación extingue la obligación respecto de
los demás.63
El art. 1511 inc. 2º las contempla, pues expresa que “(…) en virtud de la convención, del
testamento o de la ley puede exigirse a cada uno de los deudores o por cada uno de los acreedores el total
de la deuda, y entonces las obligación es solidaria o insólidum”.
1.- Doctrina clásica romanista. Según esta doctrina, la solidaridad tiene su justificación en el
hecho que en Roma cada acreedor se entendía dueño del crédito en su totalidad, cuestión que, a su vez,
tenía su antecedente en un factor histórico: en Roma no se admitía sino imperfectamente la cesión de
créditos, de manera que era necesario recurrir a la figura del mandato y de la solidaridad con el fin de que
el cesionario pudiera cobrar el crédito en su totalidad.
Así, desde el punto de vista pasivo, “(…) la solidaridad se fundaba en la noción de que cada
deudor está obligado por el total, lo es de toda la deuda y puede operar con ella como el deudor único
puede hacerlo con la suya, aun cuando tales actos perjudiquen a los demás deudores.” 65 Los demás
efectos se explican recurriendo a la unidad de prestación y pluralidad de vínculos.
2.- Doctrina francesa. Para ésta la solidaridad debe ser entendida de la mano de la institución de
la representación; así, se dice que el acreedor o el deudor que actúa lo hace a nombre de todos los unos y
todos los otros.
Desde el punto de vista activo, cada acreedor puede actuar respecto de la totalidad del crédito en
virtud de un mandato tácito y recíproco que se han conferido todos los acreedores, pero no porque sea
dueño de dicho crédito.
El Código Civil sigue en este aspecto a la doctrina romana, de manera que cada acreedor se
entiende dueño del crédito. Meza Barros expresa que “La disposición del art. 1513 demuestra que
nuestro Código ha adoptado el punto de vista románico. Por otra parte, en nota puesta al art. 1600 del
Proyecto Inédito, dice Bello: ‘El Proyecto se separa aquí de Código francés y sigue al derecho romano’.
En nota puesta a los proyectos de 1841-1846, había escrito: ‘En este punto hay diferencia entre el
derecho romano y el adoptado por los franceses. Entre los romanos, cada acreedor solidario era mirado,
63 Alessandri,pág. 265.
64 Abeliuk, pág. 332-334.
65 Abeliuk, pág. 333.
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 41
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respecto del deudor, como propietario único de la deuda. Entre los franceses, cada acreedor no es, ni aun
respecto del deudor, propietario del crédito sino relativamente a su parte, y en lo demás no se mira sino
como mero mandatario de sus acreedores’”.66-67
2.- Unidad de Prestación. Debe ser una la cosa debida, porque si hay varias, habrá tantas
obligaciones, como sean los objetos debidos. Dice el art. 1512 que “La cosa que se debe solidariamente
por muchos o a muchos, ha de ser una misma (…)”. 69
3.- Prestación divisible. La cosa debe ser divisible, porque si no la característica principal de esta
obligación recaería en la naturaleza de la cosa y no en la voluntad de las partes o la ley.
4.- Pluralidad de vínculos obligatorios.70 Puede decirse que la obligación solidaria está formada
por ramillete de obligaciones, las cuales tienen por objeto una misma y única prestación. De esta
característica se derivan diversas consecuencias:
b) Puede ser diversa la causa de las obligaciones. 71 Por ejemplo, de tres obligados a restituir
una cantidad de dinero en virtud de un mutuo, para el primero la causa puede ser la entrega de dicho
dinero, mientras que para los otros dos puede ser la mera liberalidad.
c) Pueden ser diversos los plazos de prescripción, según la naturaleza del vínculo jurídico.72
d) Puede ser nula la obligación respecto de alguno de los obligados y válida respecto de
otros.73
Así, el hecho de que el acreedor pueda remitir o extinguir la deuda respecto de uno de los
codeudores solidarios no implica que la obligación se extinga para los demás.
66
Meza Barros, pág. 158.
67
Alessandri es también de esta opinión. cabe añadir que para este autor, las doctrinas expuestas buscan dar respuesta
a los efectos de la solidaridad desde el punto de vista activo, pues es con relación a la solidaridad activa que las desarrolla
(Alessandri, pág. 270 – 273).
68 Requisitos según Abeliuk (pág. 328).
69 En virtud de este principio, se ha fallado (Abeliuk, pág. 329):
1.- No hay obligación solidaria cuando una persona se obliga solidariamente a pagar $20.000 si otra no cumple con su
obligación de entregar tres películas.
2.- Si la deuda es de carácter laboral y se persigue la responsabilidad solidaria de un socio colectivo de sociedad
mercantil, el juzgado competente es el del Trabajo, pues el asunto no deviene en civil o comercial.
70 Abeliuk, pág. 329, y E. Barros, clases de 1996, 2º semestre.
71 Abeliuk, pág. 329.
72 Abeliuk, pág. 329, quien señala que así se ha fallado, citando jurisprudencia.
73 Abeliuk, pág. 329.
42 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
El art. 1512 reconoce esta característica de las obligaciones solidarias, pues luego de establecer
el principio de unidad de prestación que las rige, dispone que no obsta que la cosa “(…) se deba de
diversos modos; por ejemplo, pura y simplemente respecto de unos, bajo condición o a plazo respecto de
otros”. 74
6.- Que la obligación se extinga por el pago total efectuado por uno de los deudores a uno de los
acreedores, de manera tal, que si una vez extinguida la obligación uno de los deudores efectúa
nuevamente el pago, éste no tendría causa y, por lo tanto, dicho deudor tendría derecho a repetirlo.
1.- La ley.
2.- El testamento.
3.- La convención.
Aunque se deduce que la solidaridad legal puede ser activa o pasiva, no hay en el Código Civil
ningún caso de solidaridad legal activa.
Por el contrario, sí hay casos de solidaridad pasiva legal, como los siguientes:
a) Art. 201.
b) Art. 419, que establece la responsabilidad solidaria de los tutores y curadores que
administran conjuntamente.
c) Art. 927, que establece la responsabilidad solidaria de los usurpadores o terceros de mala
fe.
d) Art. 2058.
e) Art. 2189, que establece la responsabilidad solidaria de los comodatarios.
f) Art. 2317, que establece la responsabilidad solidaria de los responsables de un mismo
delito o cuasidelito.
g) Art. 1281, que establece la responsabilidad solidaria de los albaceas, si son muchos.
74 Aquí debe anotarse una diferencia con la fianza, pues como ésta es una obligación accesoria, sigue la suerte de la
solidaridad. Así sucede en el Código Alemán, en el art. 427, y en el italiano, en el art. 1924 (Abeliuk, pág. 330).
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 43
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a) La letra de cambio, en que todos los firmantes son solidariamente obligados al pago.
b) Las sociedades colectivas, en que sus socios son solidariamente responsables de las
obligaciones contraídas válidamente bajo la razón social.
Para que exista solidaridad voluntaria no es necesario que se utilicen ciertas fórmulas
sacramentales, sólo se exige que la voluntad conste en forma expresa. No hay solidaridad tácita en la
legislación chilena.
La solidaridad no se presume, porque es una excepción a los principios generales del derecho
(arts. 1511 y 1526), ya que, cuando es activa, es peligrosa para los acreedores, y, cuando es pasiva,
constituye un gravamen oneroso para los deudores. De esto se desprenden 3 conclusiones:
1.- El juez no puede dar por establecida la solidaridad cuando la ley o las partes no la han
consignado.
2.- En caso de duda respecto a la naturaleza de la obligación, debe considerarse que ésta no es
solidaria.
3.- Las disposiciones legales que establecen solidaridad legal no admiten interpretación extensiva
o por analogía.
1.- Puede suceder que el acreedor que cobra el crédito no quiera pagarle a los otros la parte que
les corresponde.
2.- En Chile, el acreedor puede disponer del crédito, novándolo, remitiéndolo y compensándolo,
aun en perjuicio de los demás acreedores.
44 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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3.- La solidaridad activa se transmite a los herederos del acreedor fallecido, por lo que las
facultades que tenía éste respecto del crédito favorecen a todos éstos.
Probablemente el único beneficio que reporta favorezca al deudor, en el sentido de que a éste le
puede bastar entenderse con sólo uno de los acreedores. Con todo, igual efecto se produce con el
mandato o diputación para el pago, con la ventaja adicional de que éste no es transmisible y es
esencialmente revocable.
Según Alessandri, “Existe solidaridad activa cuando hay varios acreedores, y cada uno de ellos
puede demandar la totalidad del crédito, en términos que el pago efectuado a cualquiera de ellos,
extingue la obligación respectiva de los demás”. 76
1.- Pluralidad de acreedores, todos ellos con derecho a exigir la totalidad del crédito.
2.- Una vez efectuado el pago a uno de los acreedores, la obligación se extingue respecto de
todos.
Se deben estudiar desde el punto de vista de los efectos que se producen entre el deudor y los
acreedores solidarios, y desde el de los que se producen entre los coacreedores una vez extinguida la
obligación.
1.- Cada acreedor puede exigir el total de la obligación al deudor, y está facultado para recibir el
total del pago.
2.- “El deudor puede hacer el pago a cualquiera de los acreedores solidarios que elija, a menos
que haya sido demandado por uno de ellos, pues entonces deberá hacer el pago al demandante” (art. 1513
inc. 1º).
3.- El pago hecho por el deudor a uno de los acreedores extingue la obligación respecto de todos.
4.- Lo dicho respecto al pago es extensible a todos los otros modos de extinguir las obligaciones
(arts. 1513 inc. 2 y 1668 respecto de la confusión). El art. 1523 inc. 2º se ocupa de ciertos modos de
extinguir: “La condonación de la deuda, la compensación, la novación que intervenga entre el deudor y
uno cualquiera de los acreedores solidarios, extingue la deuda con respecto a los otros, de la misma
manera que el pago lo haría; con tal que uno de éstos ni haya demandado ya al deudor”. En este último
caso, sólo el cumplimiento de la sentencia podrá extinguir la obligación. Cabe tener presente que este
artículo ha sido base para sostener que el Código Civil sigue a la doctrina romana en cuanto a la
solidaridad activa.
Por su parte, el art. 1668 inc. 2º, relativo a la confusión, dispone que si “(...) hay confusión entre
uno de varios acreedores solidarios y el deudor, será obligado el primero a cada uno de sus coacreedores
por la parte o cuota que respectivamente les corresponda en el crédito”.
5.- La interrupción de la prescripción en favor de uno de los acreedores aprovecha a todos los
demás. Dispone el art. 2519 que “La interrupción que obra en favor de uno o varios coacreedores, no
aprovecha a los otros, ni la que obra en perjuicio de uno de varios codeudores, perjudica a los otros, a
menos que haya solidaridad, y no se haya ésta renunciado en los términos del art. 1516”.
6.- La suspensión en favor de un acreedor no aprovecha a los demás, ya que es un beneficio que
la ley establece en favor de ciertas y determinadas personas.
7.- La constitución en mora del deudor por un solo acreedor, aprovecha a todos los demás.
8.- Las providencias conservativas acordadas o solicitadas por cualquier acreedor, redundan en
beneficio de todos los demás.
Estos efectos se presentan cuando la obligación ha sido extinguida por el pago efectuado a uno
de ellos. Sin embargo, nada dijo al respecto el Código Civil.
Siguiendo la doctrina del mandato tácito, el acreedor que ha recibido el pago debe dar a los
demás la parte del crédito que les corresponde. En nuestro código no está reglamentado, pero siguiendo
los principios generales del derecho se llega a la misma conclusión, pues la solidaridad existe sólo entre
el deudor y los coacreedores, pero no entre estos últimos.
Una vez que el deudor ha pagado su obligación, los otros acreedores tienen derecho a la acción
para el cobro de su cuota, de conformidad con las reglas de las obligaciones simplemente conjuntas, o la
indemnización de perjuicios si alguno de los acreedores ha novado, compensado o remitido la deuda. 77
Así lo confirma el art. 1668 inc. 2º ya citado.
C. SOLIDARIDAD PASIVA
Existe solidaridad pasiva cuando hay varios deudores y cada uno está obligado al pago del total
de la deuda, y el pago efectuado por cualquiera de ellos extingue la obligación para todos.
Es una institución de gran utilidad en la vida comercial, debido a la ventajas que presenta, de las
cuales la principal es que aumenta los patrimonios responsables de la deuda, pues al del deudor han de
sumarse los de los codeudores solidarios. De este modo, poco importa la insolvencia de un deudor si hay
otros dos o tres patrimonios a los que puede exigirse la obligación.
Por este motivo la solidaridad pasiva juega un rol importantísimo como garantía personal, al lado
de la fianza y la cláusula penal. Sin embargo, como garantía es superior a ambas.
1.- La garantía se confunde con la obligación, lo que no sucede en el caso de la cláusula penal, ya
que ésta supone dos obligaciones: la obligación principal, y la de pagar la pena cuando ésta no es
cumplida.
1.- El obligado solidariamente no goza de beneficio de excusión, en virtud del cual el fiador
puede exigirle al acreedor que se dirija primeramente contra el deudor principal.
2.- El obligado solidariamente tampoco goza del beneficio de división, en virtud del cual a los
fiadores –cuando son más de uno- sólo se les puede demandar por su cuota.
Nada obsta, en todo caso, que ambos tipos de garantía se combienen, dando por resultado la
fianza solidaria.
Las ventajas que la solidaridad pasiva reporta al acreedor son, fundamentalmente, las siguientes:
Del mismo modo que en la solidaridad activa, los efectos de la pasiva deben estudiarse desde 2
puntos de vista: (i) en cuanto a los efectos que se producen entre acreedor y deudores solidarios; y (ii) los
efectos entre los codeudores una vez extinguida la obligación. El Código ha seguido en esta parte a la
doctrina romana, por lo que cada uno e los codeudores puede efectuar todos los actos propios del
dominio.
1.- El acreedor puede dirigirse contra todos los deudores, o contra cualquiera de ellos a su
arbitrio. De acuerdo con el art. 1514, “El acreedor podrá dirigirse contra todos los deudores solidarios
conjuntamente, o contra cualquiera de ellos a su arbitrio, sin que por éste pueda oponérsele el beneficio
de división”.80
2.- Si se dirige contra uno de los deudores y éste no soluciona el total de la deuda, puede
dirigirse contra los otros por el remanente. Dispone el art. 1515 que “la demanda intentada por el
acreedor contra alguno de los deudores solidarios, no extingue la obligación solidaria de ninguno de
ellos, sino en la parte en que hubiere sido satisfecha por el demandado”.
En este punto resulta pertinente abordar dos temas que se relacionan directamente con la
demanda que puede entablar el acreedor:81
2.- Crédito privilegiado. En virtud del principio de diversidad de vínculos, puede suceder que el
crédito sea privilegiado respecto de algunos deudores y no de otros. Debe concluirse que la preferencia
de uno de los créditos no se comunica a los otros, pues aquélla es inherente al crédito a que accede.
79
Sistematización de Abeliuk, pág. 339.
80
Se ha resuelto:
1.- Que si el acreedor opta por demandarlos a todos por el total debe hacerlo en un solo juicio, y que sólo puede
hacerlo por cuerda separada si renuncia a la solidaridad y demanda a los deudores sólo por su cuota (Abeliuk, pág. 339, nota al
pie n°295).
2.- Que la prórroga de la competencia realizada por uno de los deudores demandados, surte efectos respecto de todos
(Abeliuk, pág. 340).
3.- Que la solidaridad se comunica a todas las acciones del acreedor que afecten a todos los deudores, a propósito de la
acción resolutoria. Así, esta se rige por la misma regla del art. 1514 (Abeliuk, pág. 340).
81 Abeliuk, pág. 341.
48 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Todos los modos susceptibles de extinguir la obligación lo hacen hasta el monto de la deuda
respecto del cual operan, con independencia de si benefician o no a todos los deudores. (arts. 1514 y
1515).
1.- Pago. El pago total de la obligación, la extingue respecto de todos los demás.
2.- Otros modos de extinguir las obligaciones. Lo dicho respecto del pago es aplicable a la
extinción de la obligación por novación, compensación, y confusión:
a) Novación.82 Si hay novación, los otros deudores se liberan de la obligación, salvo que
accedan a la nueva. Dice el art. 1519 que “La novación entre el acreedor y uno cualquiera de los
deudores solidarios, liberta a los otros, a menos que éstos accedan a la obligación nuevamente
constituida”. Esta solución es plenamente consistente, ya que si la novación extingue una obligación
mediante la sustitución de la que se extingue por una nueva, no pueden ser los codeudores solidarios de
la obligación extinta garantes de la nueva -que por consiguiente les es ajena e inoponible- sin que
consientan en ello.
c) Pérdida de la cosa que se debe. Si la especie o cuerpo cierto debido perece, es necesario
distinguir si la pérdida fue fortuita o culpable (art. 1521):
ii) Pérdida culpable: en este caso se debe separar lo que es la obligación de pagar el
precio de lo que es la indemnización de perjuicios. La solidaridad subsiste respecto de lo primero; en
consecuencia, los codeudores son solidariamente obligados al pago del precio, salva su acción contra el
culpable o moroso. Pero, dicha solidaridad no subsiste respecto de la indemnización, pues ésta sólo
puede exigirse al deudor culpable o moroso.
Si todos los deudores están constituidos en mora, o si la cosa perece por culpa de todos
ellos, responden solidariamente por el precio de la cosa, pero no por los perjuicios, ya que no hay
disposición expresa referente a ello, y se ha dicho que la solidaridad no se presume.
d) Remisión. Si el acreedor remite a todos la deuda, ésta se extingue para todos. Pero si sólo
lo hace respecto de uno o más de ellos, no puede cobrar la deuda a los demás sino restándole a ésta la
cuota que a al o los deudores remitidos les cabía en ella. Dispone el art. 1518 que “Si el acreedor
condona la deuda a cualquiera de los deudores solidarios no podrá después ejercer la acción que le
concede el art. 1514, sino con rebaja de la cuota que correspondía al primero en la deuda”. 83
e) Confusión. La confusión que opere entre uno de los codeudores solidarios y el acreedor
extingue la deuda para todos (lo reconoce implícitamente el art. 1668), pero deja subsistente el derecho
82
Para Abeliuk debe agregarse la dación en pago (Abeliuk, pág. 342).
Abeliuk explica esta norma diciendo que debe tenerse en cuenta que “(...) el deudor que paga la deuda tiene el
83
derecho de repetir contra los demás deudores por su parte o cuota en ella. El acreedor no puede por sí solo eliminar a uno de los
deudores de esta obligación de contribución, y por ello si remite la deuda, pierde la cuota de éste” (Abeliuk, pág. 343).
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 49
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del primero para repetir contra los demás codeudores por la cuota que a éstos tocaba en la deuda (art.
1668).
(4) Mora
1.- Claúsula penal. Si hay establecida una cláusula penal, el acreedor podrá exigir toda la pena
del deudor infractor, o podrá exigir de cada deudor, la cuota correspondiente, sin perjuicio del derecho de
los codeudores de repetir contra el infractor (art. 1540).84
2.- Cesión de Créditos. Basta la notificación a uno de los codeudores para que quede perfecta la
cesión, porque éste representa a los otros.85
El deudor demandado puede oponer excepciones dilatorias o perentorias. 86 Las primeras son
reguladas en el Código de Procedimiento Civil, mientras que las segundas en el Código Civil, de cuyos
84 Alessandri,
pág. 280.
85 Abeliuk,
pág. 344.
86 Dilatoria es la que busca retardar la entrada en el juicio para corregir defectos en el procedimiento, pero no van al
fondo de la acción deducida. Perentorias son las que van al fondo del asunto y tienen por objeto enervar la acción
50 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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arts. 1520 y 2354 se desprende una división de las mismas en reales, personales y mixtas. El primero de
estos artículos estatuye en su inc. 1º que “El deudor solidario demandado puede oponer a la demanda
todas las excepciones que resulten de la naturaleza de la obligación, y además todas las personales
suyas”. El segundo de ellos dispone en el inc. 1º que “El fiador puede oponer al acreedor cualesquiera
excepciones reales (...); pero no las personales del deudor (...)”, agregando en el inc. 2º que “Son
excepciones reales las inherentes a la obligación principal”.
Excepciones personales son las que competen a uno o más deudores en virtud de determinadas
circunstancias o situaciones especiales en que se hallen. No dicen relación con la obligación misma, sino
con determinadas circunstancias en que tales personas se encontraban al momento de contraer la
obligación.
b. Excepciones Reales
1.- La nulidad absoluta, puesto que la puede alegar quien tenga interés en ello.
2.- Las modalidades comunes a todos los deudores, como si la obligación ha sido contraído a
plazo o con condición.
3.- Los modos de extinguir las obligaciones que afectan a éstas en sí mismas, como el pago, la
novación, la prescripción, la dación en pago, la pérdida fortuita de la cosa que se debe, etc.
c. Excepciones Personales
1.- Las causas de nulidad relativa, ya que ésta sólo puede ser impetrada por quienes en cuyo
beneficio ha sido establecida. No obstante curiosamente el art. 2354 califica de real a las excepciones de
nulidad basadas en dolo o violencia, que, en realidad, como vicios del consentimiento, son causales de
nulidad relativa. Para Alessandri, el artículo se refiere al caso en que todos los codeudores han padecido
el mismo vicio,89 mientras que Meza Barros y Abeliuk estiman que la disposición es aplicable
únicamente a la fianza y se explica en razón de ésta, pues –dice- siendo la obligación principal nula, debe
serlo también la accesoria.90
3.- Las causas de extinción que afectan a ciertos deudores, como la condonación parcial de la
87 Abeliuk,pág. 345.
88 Abeliuk,pág. 345.
89 Alessandri, pág. 282.
90 Meza Barros, pág. 166, y Abeliuk, pág. 345 y 346, nota al pie 408.
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 51
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4.- Los privilegios que la ley concede a ciertos deudores, como la cesión de bienes y el beneficio
de competencia;
5.- Aquellas excepciones que requieren ciertas calidades especiales en el que las alega, como la
compensación.
El deudor solidario demandado puede oponer a su acreedor todas las excepciones reales o
comunes y además las personales suyas, pero no las excepciones personales de los otros deudores (art.
1520).
d. Excepciones Mixtas
Pero hay ciertas excepciones personales que pueden ser opuestas por los demás deudores. Son las
llamadas excepciones mixtas: la remisión parcial de la deuda y la compensación
1.- Remisión parcial. La remisión parcial de la deuda es una excepción personal, porque
aprovecha al deudor en cuyo favor el acreedor la ha concedido. Sin embargo, puede ser invocada por los
otros cuando el acreedor se dirija en su contra cobrándoles la totalidad de la deuda, para que les cobre
ésta rebajada en la cuota del o los deudores remitidos. De lo contrario, el beneficio para el deudor
favorecido sería ilusorio, puesto que como los otros deudores tienen derecho a repetir contra los demás
por la parte o cuota correspondiente, lo harían contra el que fue favorecido con la condonación (art.
1518).
Sin embargo, una vez que ha operado la compensación entre alguno de los codeudores y el
acreedor, la deuda se extingue para todos. (Ver 1657).92
La solidaridad pasiva es en el hecho una garantía para el acreedor. Por consiguiente, una vez
91 Abeliuk,
pág. 346, y Meza Barros, pág. 166.
92
Para Alessandri (pág. 285), De esto se desprende que existen 2 tipos de excepciones personales: las excepciones
personales propiamente tales que solo pueden alegarse por aquellos en cuyo favor han sido establecidas, perjudicando a los
demás codeudores que ven u cuota aumentada; y las excepciones personales mixtas, que pueden ser opuestas y alegadas por
todos codeudores en las condiciones señaladas.
52 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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extinguida la deuda que cauciona no tiene sentido su subsistencia. Por eso la solidaridad existe sólo entre
el acreedor y los deudores, y no entre éstos. Una vez satisfecho el crédito, los codeudores deben soportar
lo que efectivamente les correspondía en la deuda; se termina la solidaridad, rigiendo entre ellos las
reglas generales de las obligaciones simplemente conjuntas: la obligación se divide a prorrata de la cuota
que corresponde a cada cual. Para determinar de qué manera contribuyen éstos a la deuda es preciso
distinguir, primero, si la deuda se extinguió o no por pago o algún medio equivalente, 93 y –segundo-, en
la afirmativa, si la solidaridad interesaba a todos los codeudores o sólo a algunos de ellos.
1.- La deuda se extingue por un medio distinto del pago y no equivalente a éste, situación
denominada por algunos como extinción gratuita.94 Como se dijo, en primer lugar debe determinarse si la
obligación se extinguió en virtud del pago o de un medio equivalente a él, o por causa de otro modo de
extinguirla. Existen ciertos medios de extinguir las obligaciones que satisfacen el crédito, como el pago,
la compensación, la novación, la transacción, etc. Existen otros, en cambio, que la extinguen sin
solventarla, por lo que no implican un sacrificio para el deudor o, en este caso, para los deudores
solidarios.
La distinción no es menor, pues si la deuda ha fenecido a causa de alguno de los medios del
segundo grupo no se da lugar a la contribución a la deuda. Si nadie ha desembolsado nada para extinguir
la deuda, no se genera efecto alguno entre los codeudores; todos los efectos de la solidaridad se
extinguen junto con aquélla.
Así se obtiene de lo expresado por el art. 1522: “El deudor solidario que ha pagado la deuda, o la
ha extinguido por alguno de los medios equivalentes al pago, queda subrogado en la acción del acreedor
(...)”. O sea, los efectos de la solidaridad entre los codeudores sólo nacen en la medida en que alguno de
ellos haya pagado la deuda o la haya extinto mediante alguno de los medios equivalentes al pago.
2.- La deuda se extinguió en virtud del pago o algún medio equivalente, situación denominada
como extinción onerosa. En este caso sí se producen efectos entre los codeudores. Para determinar
dichos efectos, es preciso efectuar otra distinción:
a) La solidaridad interesaba a todos los deudores. Dice el art. 1522 que en este caso el
deudor que pagó “(...) queda subrogado en la acción del acreedor (...)”. Sin embargo, esta subrogación es
distinta de la común consagrada en el n°3 del art. 1610, pues el crédito no se traspasa al codeudor que
pagó en las mismas condiciones que lo tenía el acreedor. En efecto, aquél conserva todos los privilegios y
seguridades del crédito menos la solidaridad pasiva, pues el art. 1522 agrega en el inc. 1º que la acción
queda limitada “(...) respecto de cada uno de los codeudores a la parte o cuota que tenga este codeudor en
la deuda”.95 La disposición se justifica por que de esa manera se evita que la contribución a la deuda sea
un proceso sin fin, en que cada codeudor puede cobrar el total a los otros.
Cabe anotar que la deuda se divide entre los codeudores en la forma dispuesta en el contrato,
o , a falta de estipulación, en partes iguales.
93 Alessandri
no efectúa esta distinción más allá de lo que lo hace el art. 1522 inc. 1º. O sea, no lo hace expresamente.
94
Meza Barros, pág. 168, y E. Barros, clases de 1996.
95 Abeliuk anota dos diferencias adicionales:
1.- Normalmente la subrogación opera a favor de un tercero ajeno a la deuda que la ha pagado, en cambio en este caso
opera respecto de uno de los deudores.
2.- La subrogación es una institución priopia del pago, que, sin embargo, opera en este caso con otroas modos de
extinguir, como la confusión, la novación, la compensación y la dación en pago (Abeliuk, págs. 347 y 348).
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 53
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i) La deuda fue extinguida por alguno de los codeudores que no tenía interés en ella. Este
codeudor se subroga en todos los derechos del acreedor, incluida la solidaridad, pues es asimilado por la
ley al fiador, el que, cuando paga, goza de dicha garantía.96
Expresa el art. 2372 que “Si hubiere muchos deudores principales y solidarios, el que los
ha afianzado a todos podrá demandar a cada uno de ellos el total de la deuda, el los términos del art. 2370
[con intereses, gastos e indemnización de perjuiocios]; pero el fiador particular de uno de ellos sólo
contra él podrá repetir por el todo; y no tendrá contra los otros sino las acciones que le corresponda como
subrogado en las del deudor ha quien a afianzado”.
En consecuencia, extinguida la deuda, los codeudores se dividen para los efectos legales
en principales y solidarios, de un lado, y fiadores, de otro, según si tenían o no interés en ella,
respectivamente. Así, respecto de los primeros rige el art. 1522 y respecto de los segundos el art. 2370.
Debe entenderse que el codeudor que antes de ser extinta la obligación era solidario, una vez fenecida
ésta pasa a ser fiador de todos los principales y solidarios, en los términos del art. 2370, siempre que no
haya tenido interés en la deuda.97
ii) La deuda fue extinguida por alguno de los codeudores interesados en la deuda. El art.
1522 inc. 2º declara que en este caso los codeudores interesados “(...) son responsables entre sí, según las
partes o cuotas que les correspondan en la deuda (...)”, de manera que no pueden cobrar nada a los no
interesados en ella. 98 El fiador nada debe cuando la deuda es pagada por el deudor principal.
Si pagada la deuda alguno de los codeudores resulta insolvente, el art. 1522 inc. final
declara que la cuota de éste “(...) se reparte entre todos los otros a prorrata de las suyas, comprendidos
aun aquellos a quienes el acreedor haya exonerado de la solidaridad”. 99 La regla es justa, pues de lo
contrario el que extinguió la obligación se vería forzado a cargar con la cuota del insolvente. Esta norma
afecta aún al codeudor que fue exonerado de la solidaridad, lo que también es justificado, pues ese pacto
entre él y éste no puede perjudicar a los demás codeudores.
En el caso de la remisión parcial, la deuda queda reducida a las cuotas restantes, pero
aunque el deudor remitido ya haya pagado su cuota, la ley no lo exime de soportar su parte en la cuota
del deudor insolvente.100
La cuota del deudor insolvente no grava, naturalmente, a la del que no tenía interés en la
deuda, pues a éste nada se le puede cobrar.
96
Abeliuk no cita artículo alguno (pág. 349), Meza Barros cita el art. 2470 (pág. 170), y Alessandri no contempla que
el deudor no interesado en la deuda que ha pagado disponga de una acción solidaria contra los otros.
97 E. Barros dice que el problema que surge es determinar cuál de estos dos preceptos (art. 1522 o 2370) predomina
(Abeliuk, pág. 348, nota al pie 409, citando el art. 82 inc. 2º de la Ley 18092).
99 En las obligaciones simplemente conjuntas la regla es precisamente la inversa (art. 1526). Meza Barros no se
percata de este artículo y, en su lugar, cita los arts. 1355 y 1366 (Meza Barros, pág. 171).
100 Abeliuk agrega que Somarriva es de la opinión contraria (Abeliuk, pág. 349, nota al pie n°411).
54 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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D. EXTINCIÓN DE LA SOLIDARIDAD
1.- Por muerte de uno de los codeudores dejando varios herederos. De acuerdo con el art. 1523,
“Los herederos de cada uno de los deudores solidarios son, entre todos, obligados al total de la deuda;
pero cada heredero será solamente responsable de aquella cuota de la deuda que corresponda a su
porción hereditaria”.
Por consiguiente, ante la muerte de uno de los codeudores solidarios el acreedor puede adoptar
uno de estos dos caminos:
d) Tácita, cuando se deduce de ciertos actos que revelan el ánimo de renuncia, o, cuando es
individual, se reúnen estas tres circunstancias señaladas en el inc. 2º del art. 1516:
i) Que el acreedor haya exigido o recibido a uno o de uno de los deudores su cuota de la
deuda.
ii) Que el acreedor haya declarado en la demanda o carta de pago que exige o recibe esa
cantidad a título de la parte o cuota correspondiente.
iii) Que el acreedor no haya hecho reserva especial de la solidaridad o reserva general de
sus derechos, como si declara que limita su acción a la parte o cuota del deudor demandado.
101 Se habla de total de la deuda debida por los codeudores, no de la porción que a cada uno de ellos le cabía en
E. LA SOLIDARIDAD IMPERFECTA
Esta teoría se ha formado para llenar los vacíos de la del mandato tácito, que explica
satisfactoriamente los efectos de la solidaridad convencional, pero no los de la legal: ¿cómo se explica
que exista un mandato entre quienes han cometido un delito o cuasidelito civil?. Así, se dice en estos
casos que la solidaridad es imperfecta, pues únicamente otorga el derecho a cobrar el total de la deuda a
todos los codeudores, en la forma que señala en Chile el art. 1514 del Código Civil.
Sin embargo, esta doctrina no ha sido aceptada ni siquiera por los tribunales franceses. Además,
en Chile no tiene ningún valor legal, porque el art. 1511 no hace distinción alguna entre perfecta e
imperfecta, y donde el legislador no distingue, no es lícito al hombre distinguir.
A. ASPECTOS GENERALES
Las obligaciones indivisibles se plantean como un efecto de las obligaciones en que hay varios
acreedores y/o deudores, en la forma de una excepción a la regla de que estas obligaciones son
simplemente conjuntas.
De ahí que sólo tengan sentido cuando la relación jurídica personal contempla más de un deudor
o más de un acreedor, pues en caso contrario, esto es, si los sujetos son sólo singulares, la obligación es
indivisible no ya por disponerlo así estas normas, sino porque, de acuerdo con el art. 1591, el acreedor
tiene derecho a que el pago se le haga en forma total y no en parcialidades (art. 1591)., 102 lo que evita, en
general, toda posibilidad de dividir la obligación.
Pero puede suceder que no sea posible que los deudores cumplan su obligación pagando cada
uno su cuota, ni que cada acreedor pueda demandar sólo la suya. Y esto puede acontecer por dos razones
principales: o bien porque la obligación no es susceptible de fraccionarse, sea lógica o económicamente;
o bien porque las partes le han dado a una obligación divisible la característica de indivisible.
La singularidad de las obligaciones indivisibles está dada, entonces, por que, por un lado,
constituyen una excepción a la regla de que cuando hay más de un deudor y/o más de un acreedor cada
uno de los primeros está obligado a su cuota y cada uno de los segundos tiene derecho nada más que a la
suya; y, por otro, por que su carácter excepcional no proviene del arbitrio de la ley, el testamento o la
convención de las partes –como es el caso de la solidaridad-, sino que de la naturaleza misma del objeto
debido. La regla que sufre modificaciones no es, por ende, la del art. 1591, pues el acreedor siempre tiene
derecho a recibir el pago en forma íntegra, sino la de que, cuando hay pluralidad de sujetos, cada uno de
éstos tiene derechos y obligaciones sólo respecto de su cuota.
Con relación a la solidaridad, las obligaciones indivisibles presentan una ventaja: se transmiten
por sucesión por causa de muerte, cuando nada han dicho las partes. Esto no sucede con la solidaridad, a
menos que el causante la haya dispuesto respecto de sus herederos o se pacte una cláusula que prohiba el
pago parcial de la deuda (art. 1526 n°4).
Las legislaciones modernas tienden, por todo lo dicho, a hacer de las solidarias y las indivisibles
obligaciones una de sola especie.
2.- Originaria o derivativa. Es originaria si la obligación nació con pluralidad de partes y con un
objeto indivisible. Es derivativa, mientras, cuando la obligación nació con sujetos singulares, pero, al
fallecer uno de ellos, la prestación no puede cumplirse dividida, sea por su forma de ser o por
estipulación de las partes.
B. CONCEPTO DE INDIVISIBILIDAD
El art. 1524 inc. 1º señala que “La obligación es divisible o indivisible según tenga o no por
objeto una cosa susceptible de división, se física, sea intelectual o de cuota”.
Así la obligación de conceder una servidumbre de tránsito o la de hacer construir una casa son
indivisibles; la de pagar una suma de dinero, divisible.”
En derecho una cosa es materialmente divisible cuando puede fraccionarse sin dejar de ser lo que
es, sin perder su identidad. Son materialmente indivisibles, por tanto, las cosas que no admiten
fraccionamiento sin que dejen de ser lo que son. Un buen criterio para determinar cuándo una cosa
fraccionada pierde su identidad está dado por si la reunión de todas las fracciones resulta o no en el
mismo valor que la cosa tenía antes de la división. Así, es físicamente indivisible, por ejemplo, un
caballo.
puede dividir, para cuya definición se atiende a si el derecho que en la cosa o con respecto a la cosa ha de
ejercerse es o no susceptible de división o posesión por varias personas.
Así, hay cosas físicamente indivisibles que admiten división intelectual, como cosas que, si bien
son físicamente divisibles, la ley las considera indivisibles, como son los lagos de dominio privado, las
servidumbres y la propiedad fiduciaria (arts. 1317, 751, 827 y 825). Están también en esta situación la
acción de saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios, la denuncia de obra nueva y la de obra
ruinosa.
Según el art. 1524, una obligación es divisible cuando su objeto es una cosa susceptible de
división física o intelectual; y es indivisible cuando el objeto no es susceptible de división. Para que sea
divisible no es necesario que ambas divisiones se presenten en forma copulativa, basta con una de ellas.
Para que sea indivisible es necesario que el objeto no admita ninguna de las dos divisiones.
Analizando el dicho artículo se puede llegar a la conclusión de que en Chile todas las
obligaciones son divisibles, con excepción de los ejemplos, que Alessandri no entiende, pero que les da
valor por estar contenidos en el texto de la ley, ya que todas las cosas son susceptibles de división
intelectual.
La indivisibilidad que se opone a la divisibilidad de un objeto puede ser de dos grandes tipos: 104
1.- Implícita. Este tipo se subentiende aun cuando no se pacte, y corresponde a la indivisibilidad
que la ley contiene en el art. 1524, según el cual una obligación es divisible según la naturaleza de la
prestación o cosa debida, esto es, dependiendo de si ésta es "susceptible de división, sea física, sea
intelectual o de cuota". La indivisibilidad se este tipo se divide en dos, atendiendo a la razón por la cual
la obligación se hace indivisible:
a) Absoluta, necesaria o natural. La prestación, como tal, no puede ser dividida desde el
punto de vista lógico. Por ejemplo, constituir una servidumbre de tránsito, o entregar un cuerpo cierto, en
este caso porque se trata de entregar una cosa que tiene una cierta organicidad que no puede ser alterada
(se trata de la entrega, no de la transferencia). La obligación es de tal modo indivisible, que las partes no
pueden derogarla.105
104 Barros, clases de 1996. Esta clasificación es muy similar a la que hace Planiol de la indivisibilidad, reseñada por
la obligación es lógicamente divisible, las partes pueden dejar sin efecto la indivisibilidad. 106
1.- Obligaciones de dar. Es normalmente divisible (no la de entregar, que para estos efectos es
una obligación de hacer), pues cada deudor puede transferir su cuota en el dominio o derecho de que se
trate, y cada acreedor puede demandar la suya. La excepción la constituye la obligación de constituir una
servidumbre.
(i) Generalidades
Este artículo contiene una serie de casos prácticos que no plantean situaciones de indivisibilidad
implícita, que, en su ausencia, se regirían por las reglas generales correspondientes a las obligaciones
simplemente conjuntas. Por consiguiente, son en verdad excepciones a la divisibilidad de las
obligaciones. Así lo señala el encabezado del mismo art. 1526: "Si la obligación no es solidaria ni
indivisible, cada uno de los acreedores puede sólo exigir su cuota, y cada uno de los codeudores es
solamente obligado al pago de la suya; y la cuota del deudor insolvente no gravará a sus codeudores.
Exceptúanse los casos siguientes”.
Los casos establecidos en este artículo generan sólo los efectos que en éste se señalan. No serían
aplicables a ellos las disposiciones de los arts. 1527 y sgts., ya que éstos reglamentan las obligaciones
indivisibles; y ni siquiera pueden aplicarse por analogía, ya que estos casos son de obligaciones
divisibles, en que la indivisibilidad sólo existe en el momento del pago.
Las situaciones del art. 1526 son, a grandes rasgos, las siguientes: 110
106 Abeliuk,
pág. 353.
107 Abeliuk,
pág. 353.
108 Abeliuk, pág. 354.
109 Así, se ha fallado que es indivisible la obligación de los promitentes vendedores para otorgar el contrato definitivo,
1.- El objeto dado en prenda o hipoteca.111 Si son más de una las cosas que garantizan una deuda
con prenda o hipoteca, el acreedor puede dirigirse contra alguna o todas ellos por el total de la deuda. Así
lo señala el art. 2408 inc. 2º: “En consecuencia, cada una de las cosas hipotecadas a una deuda y cada
parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda y de cada parte de ella”.
2.- En cuanto al crédito garantizado.112 El o los objetos dados en prenda o hipoteca garantizan la
deuda hasta que ésta se extinga completamente. El art. 2408 inc. 2º establece esta regla, al decir que las
cosas dadas en prenda o hipotecadas son obligadas al pago de “cada parte de ella”.
3.- En cuanto a la acción hipotecaria o prendaria. Las acciones también son indivisibles, porque
puede exigirse el pago total de la deuda a cualquiera de los codeudores que posea la cosa empeñada o
hipotecada. Cuando son varios los poseedores, la acción prendaria o la hipotecaria debe dirigirse contra
todos ellos. Establece el art. 1526 n°1 inc. 1º que “La acción hipotecaria o prendaria se dirige contra
aquel de los codeudores que posea, en todo o en parte, la cosa hipotecada o empeñada" (art. 1526 n°1
inc. 1º).113
a) "El codeudor que ha pagado su parte de la deuda, no puede recobrar la prenda u obtener la
cancelación de la hipoteca, ni aun en parte, mientras no se extinga el total de la deuda (...)”.
b) “(...) el acreedor a quien se ha satisfecho su parte del crédito, no puede remitir la prenda o
cancelar la hipoteca, ni aun en parte, mientras no hayan sido enteramente satisfechos sus coacreedores."
111 Abeliuk,
pág. 359.
112
Baliuk, pág. 359.
113 Meza Barros señala que el acreedor “(...) tiene dos caminos a seguir: a) ejercitar la acción personal y cobrar a cada
deudor su cuota; y b) ejercitar la acción real y cobrar la totalidad de la deuda, pero únicamente al poseedor.
A es deudor hipotecario por $ 120.000,-; fallece y le suceden B, C y D; la finca se adjudica a B. El acreedor puede
cobrar a B $ 120.000,-, pero a C y a D únicamente $ 40.000,- que sería su cuota en la deuda” Meza Barros, pág. 179.
60 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Se reitera, así, que la prenda y la hipoteca garantizan indivisiblemente la obligación, por lo que a
su respecto no habrá cancelación parcial, ni posibilidad de remisión parcial de parte del acreedor
satisfecho (arts. 2405 y 2408). Sin esta norma, se podría justificar el carácter de simplemente conjunta de
estas garantías, por cuanto siendo accesorias siguen la suerte de la principal.
Estos principios son también recogidos en los arts. 2405 y 2408. El primero 2405 señala que “La
prenda es indivisible. En consecuencia, el heredero que ha pagado su cuota de la deuda, no podrá pedir la
restitución de una parte de la prenda, mientras exista una parte cualquiera de la deuda; y recíprocamente,
el heredero que ha recibido su cuota del crédito, no puede remitir la prenda, ni aun en parte, mientras sus
coherederos no hayan sido pagados”. Lo mismo se aplica a la hipoteca, según dispone el segundo de
dichos artículos: “La hipoteca es indivisible”. Agrega el inc. 2º que “En consecuencia, cada una de las
cosas hipotecadas a una deuda y cada parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda y de cada
parte de ella”.
"Si la deuda es de una especie o cuerpo cierto, aquel de los codeudores que lo posee es obligado
a entregarlo" (art. 1526 n°2).
La noción de cuerpo cierto no debe entenderse en oposición a género, pues puede haber una
obligación de este tipo que sea indivisible (entregar un caballo). En general, las cosas que se pueden
medir, pesar o contar se pueden entregar divididamente; las demás no.114
Debe tenerse presente que cuando la obligación de dar transfiere el dominio, es divisible, porque
el objeto es el derecho de dominio, el cual es susceptible de división intelectual, por lo cada uno de los
propietarios puede transferir su parte o cuota en el dominio. Pero el legislador comprendió que en la
práctica esto era absurdo, porque se podía dar el caso de que las obligaciones de especie o cuerpo cierto
se cumplieran fraccionadamente, lo que va contra la lógica, contra el fin que persigue el acreedor al
establecer una obligación de especie o cuerpo cierto, y por tanto consignó esta excepción.
Por esto lo que la ley declara indivisible es el hecho material de la entrega, no el acto jurídico de
la transferencia del dominio.
"Aquel de los codeudores por cuyo hecho o culpa se ha hecho imposible el cumplimiento de la
obligación, es exclusiva y solidariamente responsable de todo perjuicio al acreedor" (art. 1526 n°3).
Todos los deudores son obligados al cuidado de la cosa, y esta es una obligación indivisible, que
pesa por igual sobre todos ellos, de manera que si uno falta a ella, es exclusivamente responsable de los
perjuicios causados. La expresión solidariamente que usa esta disposición es impropia, porque hay un
solo deudor. Si son varios los deudores responsables, no responden solidariamente, sino que cada uno
La regla general es que las deudas hereditarias se dividen entre los herederos a prorrata de sus
cuotas, lo que se produce de pleno derecho al fallecimiento del causante, a diferencia de los que sucede
con el activo, que permanece en indivisión.116
1.- Los herederos, el testador o la partición establecen una división diferente del pasivo
hereditario. Expresa el inc. 1º de este número que “Cuando por testamento o por convención entre los
herederos, o por la partición de la herencia, se ha impuesto a uno de los herederos la obligación de pagar
el total de una deuda, el acreedor podrá dirigirse o contra este heredero por el total de la deuda, o contra
cada uno de los herederos por la parte que le corresponda a prorrata." El precepto aplica las mismas
normas que los arts. 1358 y 1359.
En este caso el acreedor puede optar entre darle validez al pacto de indivisibilidad, o actuar a
prorrata contra cada uno de los herederos. La lógica que sustenta esta norma se basa en que el acreedor
no concurre al pacto, por lo que le es inoponible. Este inciso se refiere a las deudas hereditarias, no a las
testamentarias.
2.- El causante y el acreedor estipulan indivisibilidad. Dispone el inc. 2º que "Si expresamente
se hubiere estipulado con el difunto que el pago no pudiese hacerse por partes, ni aun por los herederos
del deudor, cada uno de éstos podrá ser obligado a entenderse con sus coherederos para pagar el total de
la deuda, o a pagarla él mismo, salva su acción se saneamiento."
Aquí el acreedor sí concurre al pacto, de modo que le es oponible. Se produce una diferencia
sustancial con la solidaridad, ya que en la indivisibilidad el heredero puede interponer una excepción
dilatoria mientras se entiende con los demás.
Este caso consagra una indivisibilidad pasiva, pues el inc. 3º declara que “(...) los herederos del
acreedor, si no entablan conjuntamente su acción, no podrán exigir el pago de la deuda, sino a prorrata de
sus cuotas”.
1.- En el caso del inc. 1º se pone una deuda a cargo de un sólo heredero, mientras que en el caso
del inc. 2° no se individualiza a ningún heredero en especial.
3.- En el primer caso el acreedor sólo puede dirigirse por el total de la deuda contra el heredero
115 Para E. Barros (clases de 1996), este número reitera el principio de que la responsabilidad civil es individual, es
decir, que la culpa no se comparte. Agrega que el codeudor responsable lo es exclusiva y solidariamente, debiéndose vincular
esta disposición con el art. 2317, de manera que si el incumplimiento es imputable a muchos, sean todos ellos responsables
solidariamente.
116 Abeliuk, pág. 361.
62 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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que tiene a su cargo la obligación, y contra el resto sólo por sus cuotas, mientras que en el segundo caso
puede dirigirse por el total contra cualquiera de ellos;
4.- En el primer caso el heredero que paga el total de la deuda no tiene derecho a repetir contra
los otros, mientras que en el segundo sí tiene acción por la cuota que respectivamente le correspondía a
cada uno.
“Si se debe un terreno, o cualquier otra cosa indeterminada, cuya división ocasionare grave
perjuicio al acreedor, cada uno de los codeudores podrá ser obligado a entenderse con los otros para el
pago de la cosa entera, o pagarla él mismo, salva su acción para ser indemnizado por los otros."
Lo primero que hay que resolver es si la división provoca un perjuicio al acreedor, porque si no
resulta perjudicado, la obligación es divisible y cada deudor es obligado al pago de la cuota. Pero si hay
un grave perjuicio, se debe aplicar el n°5 de este art. 1526, y el codeudor demandado deberá entenderse
con los demás para el pago total, o pagar él mismo, con derecho a pedir indemnización de los otros.
Para Abeliuk, no debe tratarse de una especie o cuerpo cierto, pues en tal caso opera la regla del
n°3 de este mismo artículo.117
Esta es, también, una indivisibilidad sólo pasiva, pues el inc. final del número señala que “(...)
los herederos del acreedor no podrán exigir el pago de la cosa entera sino intentando conjuntamente su
acción." Se hace una excepción, de este modo, al principio del art. 1527, según el cual los acreedores de
una obligación indivisible tienen derecho cada uno a exigir el total del crédito.
D. EFECTOS DE LA INDIVISIBILIDAD
Atendiendo a lo que preceptúa el art. 1527, produce efectos análogos a los de la solidaridad. Los
artículos subsiguientes contienen algunas excepciones:
1.- Cada deudor está obligado al pago total de la deuda. Expresa el art. 1527 que “Cada uno de
los que han contraído unidamente una obligación indivisible, es obligado a a satisfacerla en el todo,
117 Abeliuk, pág. 363.
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 63
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El art. 1530 consagra una excepción dilatoria que habilita al codeudor para entenderse con los
demás. Este derecho está contemplado en el art. 1530: “Demandado uno de los deudores de la obligación
indivisible, podrá pedir un plazo para entenderse con los demás deudores a fin de cumplirla entre todos
(...)”. Hay dos casos, sin embargo, en que no opera:
2.- La interrupción de la prescripción respecto de un deudor, perjudica a todos los demás. Dice
el art. 1529 que “La prescripción interrumpida respecto de uno de los deudores de la obligación
indivisible, lo es igualmente respecto de los otros”.
3.- El pago efectuado por cualquiera de los deudores extingue totalmente la obligación.
Establece el art. 1531 que “El cumplimiento de la obligación indivisible por cualquiera de los obligados,
la extingue respecto de todos”.
4.- La indivisibilidad pasa a los herederos del deudor. Así lo establece el art. 1528: “cada uno de
los herederos del que ha contraído una obligación indivisible es obligado a satisfacerla en el todo, y cada
uno de los herederos del acreedor puede exigir su ejecución total”.
5.- La indemnización de perjuicios que se sigue del incumplimiento de una obligación indivisible
es siempre personal, es decir, divisible. Los arts. 1533 y 1534 establecen las siguientes reglas en el caso
de las obligaciones indivisibles:
b) Si la obligación indivisible se hace imposible de cumplir por hecho o culpa de uno o más
deudores, responden todos éstos, pero en forma simplemente conjunta. Estatuye el art. 1533 inc. 1º que
“Es divisible la acción de perjuicios que resulta de no haberse cumplido o de haberse retardado la
obligación indivisible: ninguno de los acreedores puede intentarla y ninguno de los deudores está sujetos
118 Alessandri, pág. 316, Abeliuk, pág. 357, y Meza Barros, pág. 185.
64 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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c) “Si de dos codeudores de un hecho que deba ejecutarse en común, el uno está pronto a
cumplirlo, y el otro lo rehúsa o retarda, éste sólo será responsable de los perjuicios que de la inejecución
o retardo del hecho resultaren al acreedor” (art. 1434).
1.- Cada uno de los acreedores tiene derecho a exigir el total de la obligación. La parte final del
art. 1527 prescribe que “(...) cada uno de los acreedores de una obligación indivisible tiene igualmente
derecho a exigir el total”.
En esto las obligaciones indivisibles no se diferencian en nada de las solidarias. En lo que sí son
distintas es en que respecto de los demás modos de extinguir las obligaciones, los acreedores de una
obligación indivisible no se entienden dueños del crédito, por lo que “(...) ninguno de ellos puede, sin el
consentimiento de los otros, remitir la deuda o recibir el precio de la cosa debida. Si alguno de los
acreedores remite la deuda o recibe el precio de la cosa, sus coacreedores podrán todavía demandar la
cosa misma, abonando al deudor la parte o cuota del acreedor que haya remitido la deuda o recibido el
precio de la cosa”. Lo mismo se aplica a los demás modos de extinguir las obligaciones. 119
2.- La indivisibilidad activa pasa a los herederos del acreedor, por lo que cada uno de ellos
puede demandar el pago total. De acuerdo con el art. 1528, “(...) cada uno de los herederos del acreedor
puede exigir la ejecución total”.
3.- El pago efectuado a cualquiera de los acreedores, extingue la obligación respecto de todos,
pero como cada acreedor no es dueño sino sólo de su parte, sólo puede ejecutar actos de dominio
respecto de ésta.
4.- El acreedor que ha recibido el pago total de la cosa deberá entregar a cada uno de sus
coacreedores la parte que a ellos corresponda, según establezca el contrato, o en partes iguales si no hay
uno.
5.- La interrupción de la prescripción que es obra de uno de los coacreedores beneficia a todos.
No lo dice la ley, pero se desprende del hecho que cada acreedor puede exigir el total, y de que, para el
caso de los codeudores, sí hay regla expresa en el art. 1529, según el cual la interrupción de la
prescripción respecto de uno de los codeudores opera con relación a todos. 120
A. SEMEJANZAS
119 Abeliuk,
pág. 355.
120
Abeliuk, pág. 355. Agrega que en cuanto a la suspensión la solución debe ser la contraria, pues ella es un beneficio
establecido a favor de ciertas personas.
OBLIGACIONES SEÚN EL SUJETO: DE SUJETO SINGULAR O PLURAL 65
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
3.- En ambas, cada uno de los deudores puede ser obligado a satisfacer la obligación en su
totalidad, y cada acreedor tiene la facultad de exigirla íntegra.
4.- En las dos, el pago efectuado a uno de los acreedores por cualquiera de los deudores extingue
la obligación respecto de todos los demás.
5.- Tanto en unas como en otras una vez extinguida la obligación por pago o algún medio
equivalente, debe procederse a la distribución en cuotas.
B. DIFERENCIAS
1.- En la solidaria cada deudor lo es del total, y cada acreedor es acreedor del total; en la
indivisible, cada deudor y cada acreedor lo son sólo respecto de su cuota, pero dado que la naturaleza
misma de la cosa impide fraccionar el pago, algunos efectos de unas y otras son similares.
2.- La solidaridad tiene como fuente a la ley, el testamento o la convención, mientras que la
indivisibilidad sólo la naturaleza misma de la prestación debida.
3.- Cada vez que el objeto de la obligación indivisible deje de serlo, la obligación se transforma
en divisible (art. 1533). Por eso, si la cosa perece, la obligación de pagar perjuicios es divisible, mientras
que en la solidaridad la solidaridad subsiste por el precio (art. 1521).
4.- La solidaridad no pasa a los herederos del deudor (art. 1523), mientras que la indivisibilidad
sí (art. 1528).
5.- La solidaridad puede ser pasiva o activa, y podrá existir sólo para los deudores, o sólo para
los acreedores, según lo establezcan las partes; la indivisibilidad debe serlo para todos.
6.- En la obligación solidaria cada acreedor es propietario de todo el crédito y, por consiguiente,
puede ejecutar actos de dominio respecto de todo él (arts. 1518 y 1519); en cambio, en las indivisibles,
cada acreedor es dueño sólo de su parte, por lo que sólo puede realizar actos referentes a ella (art. 1532).
7.- En las obligaciones solidarias, cuando el acreedor demanda a un deudor para que pague
totalmente, éste no puede oponer la excepción destinada a obtener un plazo para entenderse con los
demás deudores (art. 1530), que sí tiene si la obligación es indivisible.
CAPÍTULO IV: OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS
I. OBLIGACIONES NATURALES
A. ASPECTOS GENERALES
Obligaciones naturales son aquellas que no confieren derecho para exigir su cumplimiento, pero
que cumplidas autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en razón de ellas. Constituyen
verdaderas obligaciones, ya que los tres elementos de toda obligación se encuentran determinados:
acreedor, deudor y cosa debida.
El fundamento de las obligaciones naturales está dado por el hecho que la ley observa que con el
transcurso del tiempo o la insuficiencia de la prueba, el acreedor se puede ver en la imposibilidad de
obtener que el deudor cumpla su obligación. Y así, no obstante que ante la ley no sean vínculos que
generen derechos exigibles, existen en la conciencia del deudor y el acreedor, de manera que aquélla no
ve el inconveniente de que el deudor satisfaga de todas maneras su consciencia y cumpla su deber. Es el
caso de un incapaz relativo al cual se le ha prestado dinero, que, cuando cesa su incapacidad, lo
devuelve. Por otro lado, las obligaciones naturales responden al principio básico de que nadie puede
actuar incoherentemente con sus propios actos.
El art. 1470 establece la diferencia esencial que existe entre una obligación civil y una natural al
señalar: "Civiles son aquellas que dan derecho para exigir su cumplimiento. Naturales las que no
confieren derecho para exigir su cumplimiento, pero que cumplidas, autorizan para retener lo que se ha
dado o pagado en razón de ellas". Por consiguiente, el acreedor no tiene acción para exigir el
cumplimiento de la obligación natural, pero si el deudor se la paga, sí dispone de una excepción para
retener ese pago en caso que éste quisiera repetirlo. Así lo estatuye el art. 2296.
Debe consignarse que sólo existe obligación natural donde pudo existir una obligación civil; en
verdad, puede decirse que la obligación natural es una obligación que existió o pudo existir como civil y
que por el transcurso del tiempo, por la falta de prueba, o por otra circunstancia, se fue desvirtuando. Por
lo tanto, donde no hubo obligación civil, o donde fue ilícita, no hubo ni puede haber obligación natural.
Teniendo en cuenta lo anterior, la obligación natural se puede definir como un vínculo entre
personas determinadas en virtud del cual una de ellas está colocada en la necesidad de dar, hacer o no
hacer una cosa, con respecto a otra persona también determinada, pero cuyo cumplimiento no está
sancionado por una acción (Baudry Lacantinerie). Algunos autores las llaman imperfectas.
Como las obligaciones son una excepción, no pueden existir más de las que la ley señala. El art.
1470 contiene una enumeración de ellas, pero que en todo caso no es taxativa. De este artículo se derivan
dos grupos de obligaciones: las denominadas obligaciones civiles degeneradas (n°2 y 4° del art. 1470), y
las obligaciones nulas o rescindibles (n°1 y 3° del art. 1470).
68 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Son aquellas obligaciones que nacieron como civiles, con toda la fuerza que la ley les otorga,
pero que el transcurso del tiempo, o la falta de prueba, les ha quitado su eficacia. Son, en consecuencia,
las siguientes:
1.- "Las obligaciones civiles extinguidas por la prescripción" (n°2). Se suscita a su respecto la
duda de si se requiere sentencia que la declare para que la obligación civil se transforme en natural. Una
postura dice que no, puesto que el art. 2514 es claro al disponer que la prescripción opera por el sólo
transcurso del tiempo.
La otra postura, sustentada por Alessandri, considera que sí es necesaria una sentencia judicial
que la declare, por las siguientes razones:
a) Todas las obligaciones naturales contempladas en el art. 1470 surten efectos después de
que han sido declaradas judicialmente.
b) La prescripción debe ser alegada, y no puede ser declarada de oficio (art. 2493).
2.- "Las que no han sido reconocidas en juicio por falta de prueba" (n°4). En este caso en
necesaria que la demanda del acreedor sea rechazada por falta de prueba, no por otro motivo o excepción
del deudor. Además, la obligación debe haber existido como civil, de modo que el documento en que
conste debe ser exigido por vía de prueba y no de solemnidad. Un caso claro es el del art. 1709, referente
a los actos que deben constar por escrito.
Por consiguiente, para que exista este tipo de obligaciones naturales es preciso que haya habido
un juicio, que el deudor haya sido absuelto, y que la absolución se haya fundado exclusivamente en que
el acreedor no pudo probar la existencia de la obligación.
Son aquellas obligaciones civiles que reúnen los requisitos de fondo que exige la ley, pero no los
de forma, de manera que son anulables o rescindibles. Se trata de los siguientes casos:
1.- "Las contraídas por personas que teniendo suficiente juicio y discernimiento, son, sin
embargo, incapaces de obligarse según las leyes, como los menores adultos" (n°1). Se refiere este
número a aquellos casos en que la obligación es anulable relativamente por incapacidad relativa de las
partes, excluyéndose los vicios del consentimiento y los actos de los incapaces absolutos; esto último en
conformidad con artículo 1447, que los sanciona con nulidad absoluta y declara, específicamente, que no
producen ni aun obligaciones naturales (inc. 2°).
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 69
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
No obstante, tampoco todos los incapaces relativos pueden generar obligaciones naturales,
puesto que, en primer término, dado que el artículo habla de personas con suficiente juicio y
discernimiento, se debe descartar al pródigo en interdicción, y, en segundo término, por lo mismo deben
excluirse las personas jurídicas. Finalmente, las incapacidades especiales tampoco caen en este número,
por cuanto generan nulidad absoluta (art. 10 y 1466).
La doctrina está dividida en cuanto al momento en que nace este tipo de obligaciones naturales:
a) Unos sotienen que es necesario que la nulidad sea declarada judicialmente, y se apoyan en
los arts. 1684 y 1687, según los cuales la nulidad no produce efectos mientras no sea declarada por
sentencia judicial. 121
b) Otros consideran que la obligación natural existe desde la fecha del acto o contrato, para lo
cual se apoyan en los siguientes antecedentes: 122
i) El mismo art. 1470 n°1 declara que son obligaciones naturales las “contraídas”.
ii) El art. 1375 n°1 niega la acción de reembolso que tiene contra el deudor principal el
fiador que ha pagado la deuda, “Cuando la obligación del principal deudor es puramente natural, y no se
ha validado por la ratificación o por el lapso de tiempo”. Estas dos vías son las únicas que pueden sanear
la nulidad relativa, por lo que la ley supone en este caso que la nulidad no ha sido judicialmente
declarada y, aun así, le otorga a la obligación rescindible el carácter de natural.
2.- "Las que proceden de actos a que faltan las solemnidades que la ley exige para que
produzcan efectos civiles, como la de pagar un legado, impuesto por un testamento que no se ha
otorgado en la forma debida" (n°3). Este número hace mención a las obligaciones civiles nulas
absolutamente cuyo vicio proviene de una omisión en las solemnidades legales que se exigen para que
produzcan efectos jurídicos. Luego la falta de consentimiento, o la ilicitud del objeto o causa, no
producen obligaciones naturales.
La ley ha dado en este número a la expresión "acto" el sentido que generalmente le da, esto es, de
acto jurídico unilateral. Alessandri esgrime las siguientes razones para afirmar lo dicho:
a) El ejemplo que otorga la ley en el n°3 del art. 1470, ya que ha tenido por objeto esclarecer el
sentido de la norma.
b) La historia fidedigna del establecimiento de la ley, por cuanto ésta se redactó en base a las
doctrinas romanas y francesas imperantes en la época, ambas de esta opinión.
c) Porque si se aplicara esa norma a los actos bilaterales se llegaría a considerables absurdos
jurídicos. Por ejemplo, si se realizara la venta de un bien inmueble mediante escritura privada (art. 1801),
una vez efectuado el pago correspondiente por el comprador no podría éste ser repetido. Ahora, como la
tradición se efectúa a través de la inscripción en el Conservador, el acreedor (comprador) tendría sólo la
tenencia material de la cosa, por lo que probablemente exigiría que se le hiciera la transferencia válida
del bien. Para ello se tienen, según Alessandri, dos caminos: o que se verifique la inscripción a instancias
de la escritura privada, lo cual es improcedente, o que se otorgue la correspondiente escritura pública y
luego se realice la inscripción; pero, en este último caso la venta sería perfecta, de modo que no tendría
1.- Dan derecho al acreedor para retener lo pagado, porque el pago que se ha realizado no es
indebido, y no lo es porque es causado (art. 1470 en relación con el 2296). Para que este pago sea válido,
debe reunir los siguientes tres requisitos que si faltan dan derecho para repetir lo pagado:
a) Debe ser hecho voluntariamente. Esto significa, además, que el deudor debe pagar en
conocimiento de que el acreedor no tiene medios para exigirle el pago, vale decir, debe estar consciente
de que paga una obligación natural. El art. 2296 señala que "no se podrá repetir lo que se ha pagado para
cumplir una obligación puramente natural de las enumeradas en el art. 1470", indicando con ello que no
se puede repetir aquel pago que se hace con la intención de extinguir en virtud de un vínculo jurídico que
no otorga medios al acreedor para exigir su derecho.
Otra postura plantea que la referencia a "voluntariamente" sólo implica que el deudor natural
debe pagar con la conciencia de que cumple una obligación, no necesariamente natural.
b) Debe ser hecho por una persona que tenga la libre administración de sus bienes. La
expresión "libre administración de sus bienes" está tomada en el sentido de libre disposición, esto es, de
facultad para enajenar sus bienes. Cabe señalar que no obstante ambas ideas son diversas (libre
administración corresponde a lo preceptuado en el art. 2132), el Código las ha hecho sinónimas en
muchos de sus artículos, como por ejemplo en los arts. 173, 447, 1578, 1388, 1686, 1766. Es lógico,
entonces, que se haya tomado en ese sentido la frase aludida, ya que las más de las veces el pago busca
transferir el dominio, siendo por ello válido tanto como el que paga tiene la facultad para disponer del
bien dado en pago. Por consiguiente, el deudor debe ser plenamente capaz.
c) Que se haga con arreglo a la ley. Este requisito no es propio de las obligaciones naturales,
sino que por el contrario, es consecuencia de la aplicación de los principios generales del derecho, de
manera que todas aquellas normas que regulan el pago se aplican a las obligaciones naturales en todo
aquello en que las reglas específicas de éstas no modifiquen aquéllas.
2.- Las obligaciones naturales pueden ser novadas, puesto que existen y la ley las reconoce (art.
1630), y, además, porque la novación no es sino el pago de una obligación con otra nueva, constituyendo
en ese sentido una forma de pago. En puede operar, eso sí, la compensación legal, ya que para ello es
necesario que las obligaciones sean actualmente exigibles (art. 1656 n°3).
3.- Las obligaciones naturales pueden ser caucionadas. El art. 1472 estatuye que "las fianzas,
hipotecas, prendas y las cláusulas penales constituidas por terceros para seguridad de estas obligaciones
valdrán". Reitera la regla el art. 2338 al hablar de la fianza.
Ahora, para que dichas cauciones sean válidas deben cumplirse dos condiciones:
123 Abeliuk
agrega que la obligación natural nace en este caso con el acto, no con la sentencia. Dice que la ley habla en
el n°3 del art. 1470 de obligaciones que “procedan” de un acto nulo, y que el art. 2375 es argumento válido también en este caso
(Abeliuk, pág. 270).
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 71
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b) Es necesario que la obligación sea ya natural al constituirse la caución, es decir, que una
sentencia judicial haya declarado prescrita o nula la obligación civil, o que la demanda del acreedor haya
sido desechada por falta de prueba.
Con respecto a la fianza, debemos tener presente que existen reglas especiales cuando ella se
celebra en torno a una obligación natural, que son las siguientes:
a) El fiador no goza de beneficio de excusión (art. 2358 n°3), que es la facultad que la ley da
al fiador a quien el acreedor le exige el cumplimiento de la obligación, de excusarse de pagarle mientras
el acreedor no haya agotado sus recursos contra el deudor principal (art. 2357). La disposición referida es
del todo lógica, pues este beneficio supone que el acreedor dispone de medios para exigir su crédito
contra el deudor, lo cual no es efectivo en el caso de las obligaciones naturales.
b) El fiador no goza del derecho de reembolso (art. 2375 n°1). Según el art. 1610, el fiador
que paga es objeto de una subrogación real en virtud de la cual puede ejercer todos los derechos que al
acreedor correspondían frente al deudor principal. Por consiguiente, como al acreedor originario no le
correspondía el derecho de exigir el crédito, mal podría el fiador subrogarse en éste.
4.- No hay a su respecto cosa juzgada. En efecto, el art. 1471 señala que "la sentencia judicial
que rechaza la acción intentada contra el naturalmente obligado, no extingue la obligación natural". En
otras palabras, la sentencia que da origen a la obligación natural por razones obvias no sirve de
fundamento al deudor para repetir lo pagado con posterioridad.
1.- Las que provienen del juego y de la apuesta lícita. La ley distingue tres tipos de juegos:
a) Aquellos en que predomina la destreza física (caballos, peleas). Estos juegos dan lugar a
obligaciones civiles plenas, pero entre los que compiten en ellos, porque aquellos que concurren a los
juegos únicamente a apostar realizan un juego de azar.
b) Aquellos en que predomina el intelecto. En este caso lo pagado no puede ser repetido, pero
tampoco hay acción para exigir el pago. Es un verdadero caso de obligación natural.
124
Se discute la taxatividad del art. 1470. La mayoría de la doctrina considera que la enunciación que contiene es
meramente ejemplar, lo que se desprende de la frase “tales son”. Pero no haya cuerdo en cuáles son los demás casos de
obligaciones naturales que contiene el Código Civil. Somarriva hacía notar que el precepto quiso ser taxativo, por las siguientes
razones: primero, “tales son equivale a decir “ellas son”, lo que no es ejemplificar; segundo, el art. 2296 señala que no se puede
repetir lo dado en cumplimiento de una obligación “(...) puramente natural de las enumeradas en el art. 1470”, o sea, el efecto
propio de dichas obligaciones se produce, según este artículo, sólo respecto de las enumeradas en el art. 1470; y, tercero, a través
de los distintos proyectos se fueron concentrando en este artículo todos los casos de obligaciones naturales. El punto es que al
Código Civil se le escapó de esa enumeración al menos un caso de obligación natural: el de las obligaciones nacidas de aquellos
juegos en que predomina el intelecto.
Por otro lado, Abeliuk, agrega que para estar en presencia de una obligación natural no es suficiente con que lo dado
en pago de ella no pueda repetirse, sino que además es necesario que exista alguna razón de euidad (Abeliuk, págs. 272 y 273).
72 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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c) Juegos de azar, que son aquellos donde predomina la fortuna, o se apuesta sobre lo que
otros hacen. Estos juegos adolecen de objeto ilícito, salvo aquellos autorizados por leyes especiales.
2.- El pago de intereses no estipulados en el mutuo. Dice el art. 2208 que "si se han pagado
intereses, aunque no estipulados, no podrán repetirse ni imputarse al capital". Si bien concurre tanto el
efecto propio de éstas cuanto su fundamento moral, es dudoso que se trate de un caso de obligación
natural, pues no hay una obligación civil previa ni e posible la novación o la caución.125
3.- El pago de la multa en el caso de los esponsales no cumplidos (art. 99). "Los esponsales o
desposorios, o sea la promesa de matrimonio mutuamente aceptada, es un hecho privado, que las leyes
someten enteramente al honor y conciencia del individuo, y que no produce obligación alguna ante la ley
civil" (art. 98). Según Alessandri, en este caso no estamos frente a un obligación natural, porque no hay
ni ha habido obligación civil, como se desprende del artículo citado. Además, no se podrían producir
efectos secundarios respecto de ellas como una novación o el que sean caucionadas, ya que no producen
obligación alguna ante la ley civil. No puede decirse que sean obligaciones civiles imperfectas o
desvirtuadas.126
4.- El pago que tiene un objeto o causa ilícitos, hecho con conocimiento de la ilicitud (art. 1468).
Aquí tampoco hay obligación natural, ya que no hay ni hubo obligación civil, sino que más bien existe
una sanción.
5.- También se citan como casos de obligaciones naturales el del deudor concursado, el del
deudor que goza de beneficio de competencia, y el del deudor que posee beneficio de inventario, cuando
paga más de a lo que estaba obligado según el convenio, el beneficio de competencia o el beneficio
inventario, respectivamente. En estos casos tampoco hay obligaciones naturales, pues lo que
verdaderamente existe es un beneficio al cual el deudor renuncia al pagar el excedente. Por lo tanto, paga
una verdadera obligación civil. Por lo demás, no hay artículo alguno que diga que estos casos constituyen
obligaciones naturales, y como sabemos, no hay más obligaciones naturales que las que señala la ley.
A. GENERALIDADES127
Las modalidades son las cláusulas particulares que pueden insertarse en una obligación para
modificar sus efectos, sea en cuanto a su existencia, a su ejercicio o a su extinción. Las modalidades son
tres: la condición, el plazo, y el modo.
Las modales son, por regla general y dentro de los términos del art. 1444, elementos accidentales
de los actos jurídicos, es decir, de aquellos que se entienden incorporados en éstos sólo mediante
estipulación de las partes. Por consiguiente, únicamente por excepción son elementos esenciales o de la
naturaleza.
Así por ejemplo, la modalidad es un elemento esencial del contrato de promesa, pues el art. 1554
establece que “La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna, salvo que concurran las
circunstancias siguientes: (...) 3.a Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la
celebración del contrato”.
Son casos de modalidades naturales, mientras, la condición resolutoria tácita, propia de los
contratos bilaterales, la condición meramente potestativa del acreedor envuelta en la venta de las cosas
que se acostumbra vender a prueba (art. 1823 inc. 2º), y el plazo tácito establecido en el art. 1494 inc. 1º,
esto es, aquel indispensable para cumplir la obligación.
De esta constatación de que las modalidades son accidentales se obtienen las siguientes
consecuencias:
2.- No se presumen, por lo que quien la alega debe probarla. Hacen excepción a esta regla la
condición resolutoria tácita, y, en el fideicomiso, la que exista el fideicomiso al tiempo de cumplirse la
condición
B. LA CONDICIÓN129
El art. 1473 define la obligación condicional diciendo que es "(...) la que depende de una
condición, esto es, de un acontecimiento futuro que puede suceder o no". Añadiendo los efectos que
producen, suele definírselas como “(...) el hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o
extinción de un derecho y su obligación correlativa”. 130
La regla general es que todo acto jurídico pueda ser condicional, confirmando dicha regla las
siguientes excepciones:
Con todo, las condiciones son una excepción en el derecho, y por lo tanto no se presumen ni se
subentienden, cualquiera que sea su fuente. Toda condición, para ser tal, debe estar señalada
expresamente, salvo el caso del art. 1489, o cuando se desprenda de la naturaleza de la obligación, como
en las ventas de cosa futura.
1.- En el título IV del Libro IV: De las Obligaciones Condicionales y Modales, arts. 1473 a 1493.
2.- En el Título IV del Libro III: De las Asignaciones Testamentarias, arts. 1056 a 1165. Rigen,
según el art. 1493, todas aquellas disposiciones acerca de las asignaciones testamentarias condicionales o
modales, en lo que no pugnen con el grupo de normas contenido en el título IV del Libro IV.
1.- Hecho futuro. Es el elemento común a toda modalidad. Puede suceder que las partes señalen
como condición un hecho presente o pasado. Al respecto dispone el art. 1071 que “La condición que
consiste en un hecho presente o pasado, no suspende el cumplimiento de la disposición. Si existe o ha
existido, se mira como no escrita; si no existe o no ha existido, no vale la disposición. Lo pasado,
presente y futuro se entenderá con relación al momento de testar, a menos que se exprese otra cosa”.
Vale decir, si el hecho existe o ha existido, se mira como no escrita y el acto es puro y simple,
porque no hay nada que detenga sus efectos. En cambio, si el hecho no existe o no ha existido, no vale la
disposición, puesto que desde el comienzo ha habido un hecho que ha impedido que el vínculo se forme.
Por ejemplo, Juan le dice a Pedro: "le doy 1000 pesos si su hijo se recibió ayer de abogado". Si el hijo de
Pedro se recibió de abogado, la obligación es pura y simple, pero si no se recibió, no hay obligación.
Es irrelevante que las partes hayan o no tenido conocimiento del acaecimiento o no acaecimiento
del hecho.
2.- Incertidumbre. Este es el elemento que distingue a las condiciones de las demás modalidades,
y consiste en que, para que haya una condición, es preciso que la ocurrencia o no ocurrencia –según
corresponda- del hecho futuro del cual pende sea incierta.
La incertidumbre que la ley toma en cuenta es la objetiva, esto es, la que depende de la
naturaleza misma del hecho, mas no de los conceptos que las partes tengan de la realización del hecho.
Lo cual se traduce en que la incertidumbre que la ley considera es aquella que es conocida de todas las
partes. No cumple esta exigencia, por ejemplo, la condición que consiste en darle a una persona 1000 si
va a Júpiter, contando con que ésta ignora la imposibilidad actual de ir a Júpiter.
La determinación o indeterminación del hecho futuro, esto es, la época en que debe verificarse,
no califica la existencia de una condición. Así, la condición será determinada cuando en el supuesto de
que el hecho incierto suceda, se sabrá cuando, e indeterminada, cuando no se sabrá cuando.
(a) Enunciación
Es expresa cuando las partes la estipulan o el testador la señala en términos explícitos (le vendo
mi casa en 10000, pero si Ud. va a Europa, la venta se resuelve). Es tácita la condición que se
subentiende en la obligación sin necesidad de que las partes la estipulen o el testador la señale. El caso
más relevante está dado, sin duda, por la condición resolutoria táctica que envuelve todo contrato
bilateral.
De acuerdo con el art. 1474, Es positiva la que “(...) consiste en acontecer una cosa (...)” (si
llueve mañana, si Ud. se casa). Es negativa si consiste “(...) en que una cosa no acontezca” (si no va a
París).
1.- Potestativa: es la que depende de la voluntad del deudor, o del acreedor, o de la de ambos
(art. 1477). Por ejemplo, "le doy 1000 pesos si yo voy a París", que sería potestativa del deudor. La
condición potestativa puede ser:
ii) Si consiste en la mera voluntad de la persona que se obliga, debe hacerse una nueva
diferenciación:
B) Si es suspensiva (le doy 1000 pesos si yo quiero), es nula (art. 1478), puesto que
no hay nadie en la necesidad de dar, hacer o no hacer; la voluntariedad en este caso acaba con toda
posibilidad de obligación. Esta es la única condición potestativa que no es válida. 132
2.- Causal: cuando depende de la voluntad de un tercero o de un acaso. Por ejemplo, "le doy
1000 pesos si Juan va a París", o "le doy 1000 pesos si llueve mañana".
131 Abeliuk,
pág. 393.
Abeliuk discrepa de esta conclusión, “(...) porque nada autoriza a sostenerla. Desde luego, no sólo el precepto no
132
efectúa la distinción , sino que es anterior al que clasifica las condiciones en suspensivas y resolutorias (art. 1479). En seguida,
es nula la obligación que depende de la mera voluntad de la persona que se obliga, y tanto en la suspensiva como en la
resolutoria ocurre así, porque si por ejemplo digo: te presto mi casa y me la devuelves si quieres, no hay obligación del
comodatario. Este a nada se obliga. Finalmente, la donación revocable no depende de la voluntad del que se obliga bajo
condición, el donatario, sino del acreedor condicional, el donante. El derecho es de éste: solicitar la devolución; la obligación del
donatario: restituir a la sola voluntad del acreedor” (pág. 394). Alessandri había citado este ejemplo para defender su postura
(Alessandri, págs. 170 y 171).
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 77
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
El art. 1479 define ambos tipos de condiciones, señalando que “La condición se llama suspensiva
si, mientras no se cumple, suspende la adquisición de un derecho; y resolutoria, cuando por su
cumplimiento se extingue un derecho”.
En estricto rigor, el único tipo de condición que existe es la suspensiva, porque, sea ella
suspensiva o resolutoria, su efecto es siempre suspender: en un caso el nacimiento de un derecho, en el
otro su extinción. Por ello se puede afirmar que lo que para una persona es condición resolutoria, para la
otra es siempre suspensiva, ya que el derecho que para la una se extingue bajo condición resolutoria,
nace o se adquiere por la otra bajo condición suspensiva. Así, en el ejemplo del abogado, la condición es
suspensiva para quien debe recibirse de tal, y resolutoria para quien formuló la oferta, pues de cumplirse
la condición se extingue su derecho sobre el auto.
De ahí que pueda afirmarse que las cosas se tienen o poseen bajo condición resolutorias, y se
deben bajo condición suspensiva, lo que es consecuencia de que la primera extingue un derecho
existente, mientras la segunda suspende su nacimiento. Esta precisión es importante porque de ella
depende en buena media el real alcance que tienen los efectos del cumplimiento de la condición
resolutoria, según se verá más adelante.
1.- Posibles e Imposibles. Es posible la condición que físicamente puede realizarse, imposible la
contraria a las leyes de la naturaleza.
2.- Lícitas e Ilícitas. Es lícita la condición que no es contraria a las leyes, ni al orden público, ni a
133 Abeliuk (pág. 391) ve aquí un error del Código, pues dice que “(...) también es mixta la que en parte depende de la
las buenas costumbres; ilícita la que consiste en un hecho prohibido por las leyes, opuesto al orden
público o a las buenas costumbres (le doy 1000 pesos si mata a Pedro, si va a Luna). En nuestro Código
esta clasificación queda contenida en la de posible e imposible, al modo de posibilidad e imposibilidad
moral.
En las condiciones el hecho futuro es incierto, lo que no obsta a que su acontecimiento pueda ser
determinado o indeterminado, dependiendo de si se sabe cuándo sucederá. Así, condición indeterminada
es aquella que no tiene plazo ni época para su cumplimiento (por ejemplo, te daré $1000 el día que te
recibas de abogado). Condición determinada, en tanto, es la que, si bien no se sabe si ocurrirá o no –
como toda condición-, de hacerlo se sabe cuándo. Este último tipo de condiciones tiene la particularidad
de que queda prefijado el momento en que debe estimarse fallida.
Parte de la doctrina sostiene que el art. 739, ubicado dentro del articulado referente al
fideicomiso, es de aplicación general a todas las situaciones condicionales. Expresa dicha norma en su
inc. 1º que “Toda condición de que penda la restitución de un fideicomiso, y que tarde más de cinco años
en cumplirse, se tendrá por fallida, a menos que la muerte del fiduciario sea el evento de que penda la
restitución”. Los argumentos que basaban esta opinión eran los siguientes:
1.- El deseo del legislador de obtener la estabilidad en todas las situaciones jurídicas. En el
tiempo que se inicia la discusión, el plazo establecido en el art. 739 era de 15 años, igual que el de la
nulidad absoluta.
2.- El mensaje del Código así lo señalaría: “(...) Otra [regla fundamental] es la que tiende al
mismo fin [circulación de los bienes] es la que limita la duración de las condiciones suspensivas y
resolutorias, que en general se reputan fallidas si tardan más de treinta años en cumplirse”.
3.- El art. 962 inc. 3º, que establecía, hasta la Ley 16.962, un plazo de 15 años para la duración
máxima de las asignaciones a personas que no existen pero que se espera que existan. Dicha Ley 16.962
modificó la duración de ese plazo y la fijó en 10 años, con lo que buena parte del sistema argumentativo
se desplomó, porque se volvió inconsistente. En efecto, el art. 739 es el único que actualmente contempla
como plazo de consolidación de situaciones el de cinco años; todos los demás que contienen plazos de tal
carácter lo fijan en 10 años.
Por eso, actualmente resulta insostenible tal postura sobre la base del argumento basado en el art.
739, que por lo demás es todavía discutible por el solo hecho de ser notablemente especial, relativo
únicamente a los fideicomisos.
1.- Resaltar la idea expresada por Bello en el mensaje, que no es especial o relativa sólo a los
2.- En virtud de una razón histórica, se puede afirmar que Bello no siguió en esto al Código
Francés -como sostienen algunos-,136 que, en su equivalente de nuestro art. 1482 (según el cual la
condición se reputa fallida si no se verifica dentro del plazo señalado), expresa que si no se indica plazo
el hecho puede producirse en cualquier momento, pues resulta extraño que de estar inspirado en la misma
norma no la hubiese reproducido en Chile. El mensaje también llama la atención sobre este cambio de
opinión.
3.- No es efectiva la idea de que si no existiera límite no tendría sentido la distinción entre
condiciones determinadas e indeterminadas, que el mismo Código hace a veces. Y no es efectiva,
primero, porque la distinción es más doctrinaria que legal, y, segundo, porque de todas maneras
subsistiría, al modo de que sería indeterminada la que puede verificarse dentro del plazo fijado por la ley.
Así, se puede concluir que toda condición debe verificarse en un plazo máximo de 10 años, o de
lo contrario debe entenderse fallida.137
Las condiciones positivas deben ser física y moralmente posibles, e inteligibles, o de lo contrario
se mirarán como imposibles (art. 1475).
Por su parte, las condiciones negativas deben ser asimismo física y moralmente posibles, e
inteligibles.
La falta de algunos de los requisitos anteriores produce los siguientes efectos, dependiendo de si
se trata de una condición suspensiva o resolutoria.
a) Si la abstención consiste en un hecho físicamente imposible (le doy mil pesos si Juan no
toma una estrella), la obligación es pura y simple, pues la condición se encuentra irrefutablemente
cumplida (art. 1476).
c) Si la condición es ininteligible, se aplica la regla del art. 1480, según la cual se tiene por no
escrita, de manera que no hay cargo de restituir.
1.- Pendiente. En este caso sólo hay un germen de derecho, lo cual redunda en las siguientes
consecuencias:
c) No hay novación pendiente la condición. El art. 1633 prescribe que “Si la antigua
obligación es pura y la nueva pende de una condición suspensiva, o si, por el contrario, la antigua pende
de una condición suspensiva y la nueva es pura, no hay novación, mientras esté pendiente la condición; y
si la condición llega a fallar, o si antes de su cumplimiento se extingue la obligación antigua, no habrá
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 81
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
novación”.138
d) No puede operar la compensación legal, pues para ello es preciso, de acuerdo con el art.
1656 inc. 1º regla 3ª, que las obligaciones sean actualmente exigibles. 139
d) Este derecho en germen es transmisible a los herederos del acreedor (art. 1492 inc. 1°), lo
cual, con todo, no es aplicable a las asignaciones testamentarias, ni a las donaciones entre vivos (art.
1492 inc. 2°). Con respecto a las obligaciones condicionales emanadas de un testamento o de una
donación, se aplican las reglas generales, es decir, ellas se transmiten a los herederos (el art. 1492 no
distingue).
3.- Cumplida. Aquí el derecho nace, por lo que el acreedor está en condiciones de exigir el
cumplimiento de la obligación, que si versa sobre una cosa le da derecho además para exigir sus
aumentos y mejoras. Por otra parte, si el deudor se había anticipado al pago, no podrá ahora repetirlo.
Condición resolutoria ordinaria es toda condición resolutoria estipulada por las partes en un
contrato, siempre que el hecho que la constituye no sea la infracción de alguna de las obligaciones
contraídas, pues en caso contrario, o es una condición resolutoria tácita, o es un pacto comisorio; y será
lo segundo si la condición estipulada es la resolutoria tácita hecha expresa por las partes en la
convención.
1.- Pendiente. En este caso, mientras pende, la obligación condicional se considera pura y
simple, de modo que produce todos sus efectos. El deudor se encuentra obligado a cumplirla.
2.- Fallida. Aquí se consolidan definitivamente los efectos del contrato y, por ende, también las
enajenaciones y gravámenes que se hayan constituido pendiente la condición. En otras palabras, ésta se
considera como no escrita.
El principio de retroactividad no opera, sin embargo, con absoluto vigor, sino que admite ciertas
excepciones:
1.- Los frutos percibidos en el intertanto no deben restituirse, puesto que han sido obtenidos por
quien era dueño, a menos que se haya pactado algo distinto, o la ley (art. 1875) o el testador así lo
dispongan. Dispone el art. 1488 que “Verificada una condición resolutoria, no se deberán los frutos
percibidos en el tiempo intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o los contratantes, según los
varios casos, hayan dispuesto lo contrario”. 142
2.- Sólo se resuelven las enajenaciones y los gravámenes constituidos por quien tenía la cosa
bajo condición resolutoria a favor de terceros de mala fe (art. 1490 y 1491). Este efecto será abordado en
un capítulo especial.
3.- En los contratos de tracto sucesivo, simplemente no opera el efecto señalado, pues es
imposible restituir a las partes al estado anterior a la contratación. la resolución en estos casos adopta el
nombre de terminación.143
La condición resolutoria opera de pleno derecho, sin necesidad de declaración judicial alguna.
Así se obtiene del art. 1479: condición resolutoria es aquella que "por su cumplimiento se extingue un
derecho", y del art. 1487: “Cumplida la condición resolutoria, deberá restituirse lo que se hubiere
recibido bajo tal condición (...)”. Además, la resolución que proviene de una condición resolutoria
ordinaria puede ser alegada por toda persona que tenga interés en ella, porque o se resuelve para todos, o
no se resuelva para nadie, lo que proviene en gran medidas de que no requiere resolución judicial alguna
que pudiere producir efectos relativos. 144
Al juez compete en esto un papel pasivo, porque simplemente debe "constatar la defunción" del
derecho, comprobando que se ha producido el hecho constitutivo de la condición, que se ha resuelto la
obligación y se han producido sus efectos. Como consecuencia, la resolución puede ser alegada por todo
el que tenga interés en ello, porque el contrato se resuelve para todos o no se resuelve para nadie.
141
Meza Barros, pág. 101.
142
El art. 1078 corrobora lo establecido en esta disposición, mientras que el art. 1875 establece una contra excepción:
"“a resolución de la venta por no haberse pagado el precio, dará derecho al vendedor para (...) que se le restituyan los frutos, ya
en su totalidad si ninguna parte del precio se le hubiere pagado, ya en la proporción que corresponda a la parte del precio que no
hubiere sido pagada” (Meza Barros, pág. 102).
143 Meza Barros, pág. 100 y 101.
144 Abeliuk, pág. 411.
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 83
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a. Aspectos Generales
Como señala el art. 1487, cumplida la condición resolutoria debe restituirse lo que se hubiere
recibido en virtud de ella. Esto no ofrece problemas cuando la cosa está en manos del deudor, pero si éste
la ha enajenado en el intertanto o ha constituido gravámenes sobre ella, como hipotecas o servidumbres,
el asunto ya no es el mismo. Se genera un conflicto entre el acreedor y los terceros adquirentes o que se
beneficien de dichos gravámenes. Los primeros pueden defender su interés señalando que el deudor no
ha podido transferir más derechos que los que tenía; y que no tenía ninguno, pues una vez cumplida la
condición ésta opera retroactivamente, de manera que se entiende que nunca tuvo derechos sobre la cosa.
Los segundos, mientras, pueden proteger el suyo señalando que el contrato que celebraron con el deudor
es plenamente válido y, además y especialmente, que ellos son los poseedores de la cosa. 145
La ley intenta resolver este conflicto de intereses, y lo hace inclinándose por el interés de los
terceros, siempre que éstos cumplan una condición: se encuentren de buena fe. De este modo, la regla
general es que las enajenaciones y gravámenes constituidos antes del cumplimiento de la condición, por
el que poseía la cosa bajo ésta, no pueden resolverse, sino en la medida que los terceros adquirentes o
beneficiarios hayan estado de mala fe. La ley adopta este criterio debido a que los terceros han
contratado con quien tenía la facultad de gravar o enajenar, aunque la tuviera bajo condición de perderla,
por lo que el contrato que celebraron con el deudor condicional fue válido.
De las disposiciones de los arts. 1490 y 1491 se obtiene que dos son las circunstancias que
merecen atención especial: los actos que pueden resolverse, de un lado, y la mala o buena fe del tercero,
por el otro.
Tanto el art. 1490 cuanto el art. 1491 se refieren a las enajenaciones de la cosa, pero el segundo
de ellos, referente a los bienes inmuebles, agrega la hipoteca, el censo y la servidumbre. La solución no
es la misma para los bienes muebles y los inmuebles:
a) Los bienes muebles sólo son susceptibles de ser objeto de los siguientes derechos reales,
además del dominio: prenda, usufructo y uso. Se excluyen, por tanto, la servidumbre, la hipoteca, censo
y habitación.
b) La prenda se excluye en virtud del art. 2406 inc. 3º, porque se extingue “(...) cuando en
virtud de una condición resolutoria se pierde el dominio que el que dio la cosa en prenda tenía sobre ella;
pero el acreedor de buena fe tendrá contra el deudor que no le hizo saber la condición el mismo derecho
que en el caso del art. 239”, esto es, que se le entregue en prenda otra cosa de igual o superior valor, u
otra caución competente, o, en defecto de una y otra, que se cumpla de inmediato la obligación, aunque
haya plazo pendiente para el pago.
c) El usufructo y el uso se excluyen porque se extinguen por la resolución del derecho del
constituyente (arts. 806 y 812).
2.- Bienes Inmuebles. La ley sólo se refiere, además de la enajenaciones totales, a las hipotecas,
censos y servidumbres. Como estas normas constituyen una excepción al principio de que las
enajenaciones que favorezcan a terceros sólo pueden resolverse cuando éstos estaban de mala fe, deben
interpretarse estrictamente; por lo tanto, debe entenderse que se aplican sólo a los casos señalados.
Además, en sus proyectos, A. Bello hacía extensiva la disposición a los derechos de usufructo, uso y
habitación o aludía a los gravámenes en general, lo que en definitiva no prosperó. 146-147
La buena fe consiste en haber recibido la cosa desconociendo que la persona de quien la adquiría
la poseía bajo condición resolutoria: a la inversa, la mala fe consiste en haberlo hecho a sabiendas de que
la persona de la que adquiría poseía la cosa bajo tal condición.
Para juzgar la buena o mala fe de los terceros, se distingue entre las cosas muebles e inmuebles:
1.- Cosas muebles (art. 1490). Como para determinar la buena o mala fe se atiende al momento
de adquirir la posesión, para saber si el tercero estaba de mala fe se verá si sabía o no de la condición al
adquirir la cosa. La mala fe la prueba el demandante, el que intenta la acción reivindicatoria, porque, de
acuerdo con el art. 707, la buena fe se presume.
2.- Cosas inmuebles (art.1491). Rige la misma regla que la del art. 1490, sólo que la ley ha
sustraído de las reglas generales de la prueba la cuestión de la buena o mala fe. Y así, ha establecido que
se procede la resolución si la condición constaba en el título y éste fue inscrito u otorgado por escritura
pública.148
Una cosa "consta" cada vez que es manifiesta, sin necesidad de ser expresa; consta tanto cuando
se expresa en virtud de una estipulación de las partes, como cuando es tácita. Por su parte, título
respectivo es aquel del cual arranca el derecho bajo condición resolutoria del enajenante. Ahora, cuando
se dice inscrito u otorgado por escritura pública, lo que debe constar en la escritura pública no es la
condición, sino el contrato (o si no se diría: la inscrita u otorgada...).
146 Todo lo anterior en cuanto a los actos afectos a la resolución corresponde a la opinión de Meza Barros (págs. 108-
113). Para Abeliuk, mientras, la solución es mucho más amplia: sin fundamentar expresa que “(...) la verdad es que en ambos
[casos] deben considerarse comprendidos todos los gravámenes, como usufructo, uso, habitación, est., todos ellos quedarán sin
efecto cumpliéndose los respectivos requisitos” (Abeliuk, pág. 443).
147 Alessandri (Pág. 221) y Meza Barros (pág. 113) concluyen que, no obstante su generalidad, las disposiciones de los
arts. 1490 y 149 son únicamente aplicables a la compraventa, la permuta y el pacto de retroventa. El fundamento es, al parecer,
que los arts. 1873, 1876 y 1882 así lo expresan.
148 Meza Barros estima que en este caso la ley presume de derecho la mala fe (Meza Barros, pág 106). Alessandri
La exigencia de que el contrato esté inscrito u otorgado por escritura pública, no es copulativa
sino disyuntiva: basta una o la otra. No son necesarias las dos.
La jurisprudencia ha fallado que el hecho que la condición conste en el título respectivo, inscrito
u otorgado por escritura pública, no implica necesariamente que el tercero adquierente esté de mala fe
para los efectos de ganar por prescripción ordinaria el dominio de la cosa y, de ese modo, oponerla como
excepción al reivindicante. En consecuencia, la buena fe necesaria para poseer regularmente una cosa
(art. 702) se rige por el art. 706 inc. 1º, según el cual “La buena fe es la concienca de haberse adquirido el
dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio”. 149
De acuerdo con el art. 1432, “La resolución, rescisión y revocación de que hablan los artículos
anteriores, no dará acción contra terceros poseedores, ni para la extinción de las hipotecas, servidumbres
u otros derechos constituidos sobre las cosas donadas, sino en los siguientes casos:
1.° Cuando en escritura pública de la donación (inscrita en el competente registro, si la calidad de
las cosas donadas lo hubiere exigido) se ha prohibido al donatario enajenarlas, o se ha expresado la
condición”.
Así, la condición debe constar y expresarse siempre, se trate de bienes muebles o inmuebles, en
un escritura pública.
El art. 1490 estatuye que “Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o
resolutoria, la enajena, no habrá derecho a reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe”. Por su
parte, el art. 1491 declara que “Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con
hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición
constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública”.
A la primera disposición se la critica, al igual que a la segunda, por sugerir que el acreedor a
plazo o condición de una cosa mueble puede reivindicarla del tercero adquirente una vez cumplida la
condición, lo que no es posible. En efecto, la acción reivindicatoria compete sólo al dueño, y el acreedor
nunca lo ha sido, ya que respecto de él no ha operado el modo de adquirir tradición. 150 La cosa estuvo en
149 Abeliuk,
pág. 446.
150
Por ejemplo, A dona a B un automóvil, si se recibe de abogado. Antes de cumplirse la condición, A enajena a C el
automóvil. Cumplida la condición, y supuesto que C está de mala fe, ¿puede B reivindicar? No, porque no ha sido ni es dueño de
la cosa (Meza Barros, pág. 108).
86 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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poder del deudor condicional o a plazo, aquel que debía entregarla al acreedor condicional una vez
cumplida la condición, y antes de que esto aconteciera, la enajenó a un tercero. 151
En realidad, si quien debe una cosa a plazo o a condición la enajena antes de que llegue el
primero o se cumpla la segunda, cuando acontezca el uno y la otra se encontrará en una situación de
incumplimiento contractual, pues no podrá entregarla, y el acreedor no tendrá más opción que solicitar la
indemnización de perjuicios correspondiente.
La acción puede nacer contra el tercero sólo en la medida que el derecho que el enajenante tenía
sobre la cosa haya estado sometido a alguna limitación a favor del acreedor condicional, de manera tal
que el derecho que el enajenante podía enajenar no era completo o íntegro, cumpliéndose la regla de que
nadie puede enajenar más derechos de los que tiene. Y el derecho sobre la cosa nace únicamente
mediante un modo de adquirir, en estos casos la tradición.
La ley ha querido, por tanto, referirse al que tiene un derecho de dominio, pero limitado por una
condición; ha querido aplicar el principio de que resuelto el derecho del causante, se resuelve también el
del causahabiente. Por eso, la frase correcta hubiese sido “si el que tiene o posee” la cosa a plazo o a
condición, que, dicho sea de paso, es justo lo inverso de deber una cosa bajo condición suspensiva.152
Para Alessandri, 153 tal sería la solución correcta porque así ese individuo tiene un derecho eventual,
resoluble, que, al enajenarlo, se transfiere en iguales condiciones, esto es, también con el carácter de
eventual y resoluble. Para Meza Barros, en tanto, de ese modo, producto de la ficción retroactiva que
genera el cumplimiento de la condición, se supone que el que tenía la cosa nunca fue dueño, y que este
dominio le pertenecía a quien le corresponde la cosa en virtud del cumplimiento de la condición.154
Por este motivo, las cosas que se reciben bajo condición resolutoria no se ”deben”, sino que se
tienen o se poseen o se es dueño de ellas con el límite de que termine ese derecho una vez que se cumpla
la condición. Sólo una vez que se cumpla ésta se puede decir que el que tenía la cosa bajo condición
resolutoria deviene en deudor resolutorio, en el sentido de que la debe restituir por haberla recibido bajo
tal condición. En todo caso, que devenga en deudor resolutorio no modifica en ningún caso la situación
de estos artículos, ya que el problema se presenta cuando la cosa es enajenada antes de cumplirse la
condición, instante en el cual el individuo sólo tiene, posee o es dueño de la cosa bajo condición
resolutoria, y no es, por ende, deudor resolutorio. Y aún más, si llegase a suceder que quien tenía la cosa
en tal carácter la enajenare luego de cumplida la condición, tampoco habría problema, ya que tal
enajenación sería hecha por una persona que no tiene ningún derecho sobre la cosa, y que sería un deudor
puro y simple.
De lo dicho se concluye que la posibilidad de resolver las enajenaciones a favor de terceros debe
descartarse en el caso de la condición suspensiva y del plazo, sea este último suspensivo o extintivo. Si el
151 Más todavía, de aceptar las palabras de la ley tal como están, se llegaría al absurdo de que el acreedor puro y
simple estaría en un peor nivel que el condicional, pues mientras éste podría reivindicar, aquél no. A eso se agrega que el mismo
art. 1817 priva al acreedor puro y simple de la acción reivindicatoria, porque, en una venta separada de una misma cosa a dos
personas, prefiere al que entró primero en la posesión de ella. Por último, las palabras de la ley darían para sostener que las
obligaciones son limitaciones al dominio, pues todo aquel que se constituyera en deudor condicional, limitaría su derecho de
propiedad, lo que es absurdo. Las obligaciones limitan las actividades personales, pero no el derecho de dominio (Alessandri,
pág. 220).
152 “Lo que se debe bajo condición suspensiva, se posee bajo condición resolutoria y viceversa” (Meza Barros, pág.
110). El proyecto de Bello de 1853, art. 1666, recogía esta diferencia entre deber a condición y poseer bajo condición: “Si el que
debe una cosa bao condición suspensiva la enajena o grava con hipoteca, prenda, censo o servidumbre, la enajenación o
gravamen se resuelve cumplida que sea la condición. Si el que posee cualquiera cosa bajo condición resolutoria la enajena o la
grava, se seguirán las mismas reglas” (Gonzélez von Marés, citado por Meza Barros, pág. 110).
153 Alessandri, pág. 221.
154 Meza Barros, pág. 109.
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 87
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plazo es suspensivo, se razona del mismo modo que con las condiciones suspensivas. Si es extintivo, el
que tiene la cosa es un mero tenedor, como se desprende del art. 1087, según el cual las asignaciones
hasta día cierto, determinado o no, constituyen un usufructo, y como mero tenedor no puede enajenar
más que su derecho de usufructo, o de lo contrario la enajenación es inoponible el dueño. 155
En consecuencia, los art.1490 y 1491 se refieren únicamente al caso en que el que posee una cosa
bajo condición resolutoria, la enajena en el tiempo que corre desde que la recibe hasta que se cumple la
condición.156
El art. 1482 establece reglas precisas para determinar cuándo una de estas condiciones se
encuentra fallida y cuándo cumplida: "Se reputa haber fallado la condición positiva o haberse cumplido
la negativa, cuando ha llegado a ser cierto que no sucederá el acontecimiento contemplado en ella, o
cuando ha expirado el tiempo dentro del cual el acontecimiento ha debido verificarse, y no se ha
verificado". De lo anterior se desprende que son cuatro las situaciones posibles:
1.- Si la condición es positiva y no se ha señalado plazo o época dentro del cual deba verificarse
el suceso en que consiste, se reputará haber fallado cuando llegue a ser cierto que el acontecimiento no se
verificará (le doy 1000 pesos a Juan si se casa, y Juan muere antes de casarse.)
3.- Si la condición es negativa y no se ha señalado plazo dentro del cual deba cumplirse, se tiene
por cumplida si llega a ser cierto que no se verificará el acontecimiento (le doy 1000 pesos a Juan si no
se casa. Juan fallece).
4.- Si la condición es negativa y se ha señalado tiempo dentro del cual deba verificarse, se
reputará cumplida si el hecho no se verifica dentro del plazo señalado (le doy 1000 pesos a Juan si no se
casa en 2 años).
Pero, para que la condición se repute fallida, es menester que su incumplimiento provenga de
circunstancias fortuitas, o, al menos, extrañas a la voluntad del que se obliga, porque de lo contrario, esto
es, si el deudor se vale de medios ilícitos para impedir el cumplimiento de la obligación, la ley sanciona
su mala fe dando la condición por cumplida. Lo anterior proviene de una aplicación extensiva del art.
1481.
El art. 1483 dispone que "La condición debe ser cumplida del modo que las partes han
probablemente entendido que lo fuese, y se presumirá que el modo más racional de cumplirla es el que
han entendido las partes". La aplicación de este artículo conduce a la averiguación de la manera cómo
debe cumplirse la condición, para lo cual ha de estarse a la voluntad de las partes, del mismo modo como
sucede en el los contratos (art. 1560).
Acto seguido, debe aplicarse el art. 1484, según el cual "Las condiciones deben cumplirse
literalmente, en la forma convenida". Parece haber aquí una contradicción, pero ello no es tal. Lo que
quiere decir este artículo es que queda descartado cualquier cumplimiento por equivalencia de ellas, bien
que aproveche al acreedor.157
La condición, por último, debe cumplirse íntegramente. Así lo expresa el art. 1485 inc. 1º: “No
puede exigirse el cumplimiento de la obligación condicional, sino verificada la condición totalmente”. 158
El Código Civil, a diferencia del francés, no establece de modo expreso la retroactividad de las
condiciones. Sin embargo, sigue las consecuencias de dicho principio y , en general, los efectos del
cumplimiento de una condición se remontan al tiempo que la obligación se contrajo.
Que una condición opere con efecto retroactivo significa, en el caso de la suspensiva, que el
derecho del acreedor existe en su patrimonio desde que nació la obligación, cuando se cumple, y que el
acreedor no habrá tenido jamás un derecho ni el deudor una obligación, si falla. En el caso de la
condición resolutoria, mientras, ello significa que se reputa que el que tenía la cosa bajo dicha condición
nunca tuvo derechos en ella, si se cumple, y que el derecho no ha estado jamás expuesto a perderse, si
falla.159
Esta ficción de la ley es una ventaja para el acreedor condicional, que no ve perjudicado su
derecho por los actos que el deudor condicional haya efectuado mientras pendía la condición, ya que
éstos desaparecen. Sin embargo, es una gran riesgo para los terceros que han contratado con el deudor
condicional, pues estos actos pueden verse expuestos a perder vigor.160
La falta de una mención expresa de este principio de retroactividad ha generado una disputa
doctrinaria acerca de su efectividad. Claro Solar, 161 Meza Barros162 y Alessandri163 se muestran a favor de
la existencia de tal principio. Estos dos últimos autores citan los siguientes efectos como argumentos que
demuestran el acogimiento del principio de retroactividad de las condiciones:
157
Abeliuk (pág. 397) anota que esta norma tiene una justificación histórica, ya que en Roma se permitía el
cumplimiento por equivalencia de las condiciones. Así, si una persona ofrecía a otra una recompensa si se recibía de ingeniero
civil, se entendía cumplida si esta persona se recibía de ingeniero agrícola.
158 Abeliuk, pág. 397.
159 Meza Barros, pág. 82 y 83.
160 Abeliuk, pág. 397. Agrega el autor que este efecto entraba la circulación de la riqueza, que es un anhelo del
legislador.
161 Mencionado por Abeliuk, pág. 399, nota al pie 454
162 Meza Barros, págs. 83 y 84.
163 Alessandri, págs. 183 a 191.
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 89
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1.- Si no se acoge esta postura no podría explicarse la transmisión de los derecho y obligaciones
condicionales (art. 1492), pues si el derecho y obligación sólo nacen una vez cumplida la obligación,
pendiente ésta, a la muerte de una de las partes no hay vínculo jurídico que transmitir.
2.- Tampoco podría explicarse el derecho del acreedor condicional a solicitar medidas
conservativas mientras pende la condición, porque quien no tiene derechos sobre una cosa, no puede
solicitar sobre ella medidas conservativas.
3.- La posibilidad de resolver las enajenaciones efectuadas por el deudor pendiente la condición
pueden da un indicio de que el acreedor tenía derechos sobre la cosa mientras la condición no se cumplía.
5.- Se observa que cada vez que la ley subordina los efectos de un acto a circunstancias
posteriores, les atribuye a éstas un efecto retroactivo. Así por ejemplo, el caso del art. 77, que mantiene
en suspenso los derechos del que está por nacer, pero una vez que acontece el nacimiento, el recién
nacido entra en el goce de dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo que se defirieron. Igual
solución emplea el art. 2413, pues declara que la fecha de la hipoteca constituida bajo condición
suspensiva o desde cierto día, es, cumplida la condición, la de su inscripción, y no la del cumplimiento
de ella.164
6.- Pertenecen al acreedor los aumentos, mejoras y deterioros, y es de su cargo la pérdida fortuita
de la cosa debida, ocurridos pendiente la condición. No podrían pertenecer a ni soportar este último
riesgo quien no tiene ningún derecho sobre la cosa sino hasta que se cumple la condición. 165
Sin embargo, hay ciertos casos en que se advierte que la ley no adoptó un criterio de
retroactividad, tales como los siguientes: 166
1.- “(...) no se deben los frutos percibidos en el intermedio, salvo que la ley, el testador, el
donante o los contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo contrario” (art. 1488). Igual regla
siguen los arts. 1078 inc. final y 1338 regla 1ª. Si el acreedor tuviera su derecho desde el nacimiento de la
obligación, debería tender derecho a los frutos.
2.- Las enajenaciones que se resuelven son aquellas en que el tercero estaba de mala fe, lo indica
que la condición no opera con efecto retroactivo respecto de los terceros de buena fe.
3.- Los actos de administración efectuados por el deudor condicional, como los arrendamientos,
quedan a firme. Este criterio sigue el art. 758 para el fideicomiso.167
164
Meza Barros, págs. 83 y 84.
165 Abeliuk,
pág. 399.
166 Según Meza Barros, esta circunstancia no es más que consecuencia de la constatación de que la aplicación rigurosa
Si la obligación es de género, los problemas que pueden presentarse son escasos, por no decir
inexistentes, ya que el género no perece, ni aumenta ni se deteriora.
Distinto es el caso de las obligaciones de especie, que sí pueden sufrir alguno de esos
acontecimientos. Por eso corresponde tratar con detención las siguientes eventualidades que pueden
acontecer mientras pende la condición.
1.- Aumentos y mejoras. El art. 1486 inc. 2º señala que “(...) la cosa se debe en el estado en que
se encuentre, aprovechándose el acreedor de los aumentos y mejoras, sin estar obligado a dar más por
ella (...)”. Esta solución es contraria a los principios generales del derecho, pues el acreedor al verse
desligado de la obligación de indemnizar mejoras de cualquier clase, incluso las necesarias, obtiene un
enriquecimiento injusto que la misma ley rechaza en los arts. 904 y sgts, donde obliga al dueño a
indemnizar las mejoras necesarias aun al poseedor de mala fe.168
2.- Deterioros. El mismo art. 1486 inc. 2º señala que el acreedor debe sufrir el deterioro o
disminución que haya experimentado la cosa, “(...) sin derecho alguno a que se le rebaje el precio (...)”.
Se siguen el mismo principio establecido en el art. 1550: el riesgo de la especie o cuerpo cierto cuya
entrega se deba es del acreedor.
Sin embargo, si la pérdida es culpable, “(...) el acreedor podrá pedir o que se rescinda el contrato
o que se le entregue la cosa, y además de lo uno y de lo otro tendrá derecho a indemnización de
perjuicios” (art. 1486 inc. 2º).
3.- Frutos. A menos que la ley, el testador o las partes, según los casos, establezcan lo contrario,
se siguen las siguientes reglas:
b) Condición suspensiva. El acreedor no tiene derecho a los frutos que el deudor condicional
hubiere percibido en el intermedio. El art. 1078, aplicable a las condiciones en general en virtud de la
remisión que hace el art. 1493, establece que “Las asignaciones testamentarias bajo condición
suspensiva, no confieren al asignatario derecho alguno, mientras pende la condición, sino el de implorar
las providencias conservativas necesarias”.
4.- Pérdida de la cosa debida bajo condición. Conforme con el art. 1486 inc. final, una cosa se
entiende perdida o destruida no sólo cuando materialmente se destruye o pierde, sino también cuando se
destruye “(...) la aptitud de la cosa para el objeto a que según su naturaleza o según la convención se
destina” (por ejemplo, cuando a un caballo se le fractura una pata).
Para determinar los efectos de la pérdida de la cosa, el art. 1486 distingue dos situaciones:
a) La pérdida total o parcial se produce sin culpa del deudor. Si es total se extingue la
obligación; si es parcial, el riesgo lo asume el acreedor, a quien la ley, a modo de compensación, le
otorga todos los aumentos y mejoras que la cosa reciba, sin que deba dar más por ella.
b) La pérdida total o parcial se produce por culpa del deudor. Si es total, el acreedor tiene
derecho a exigir el precio e indemnización de perjuicios; si es parcial, el acreedor tiene derecho a pedir a
su arbitrio o la resolución del contrato (el Código dice rescisión), o la entrega de la cosa, en ambos casos
con indemnización de perjuicios.
5.- Enajenaciones y gravámenes del deudor condicional. Se hace referencia a lo visto respecto
de los efectos de la condición resolutoria.
A. CONCEPTO
El plazo consiste en un espacio de tiempo más o menos largo, dentro del cual puede ejecutarse
un derecho, o transcurrido el cual puede comenzarse el ejercicio de un derecho. Comparándolo con la
condición, puede decirse que es un hecho futuro y cierto del cual depende el ejercicio o la extinción de
un derecho.
2.- Que la ocurrencia del hecho sea cierta. El elemento que distingue al plazo de la condición es
la certeza que se tiene respecto del acontecimiento que constituye el plazo. Si hay incertidumbre con
relación a si el hecho ocurrirá o no, hay una condición; si no hay dicha incertidumbre, sino todo lo
contrario, hay un plazo.
De ahí que no existan plazos fallidos,169 y que las fechas sean siempre plazos.
Al igual que la condición, el plazo puede ser determinado, cuando se sabe la época en que ha de
llegar (día, mes, año), o indeterminado, si se sabe que llegará, pero no se sabe cuando (muerte).
Toda obligación puede ser sometida a plazo, a excepción del matrimonio, las legítimas rigurosas,
y la repudiación o aceptación de una herencia.
Las obligaciones, del mismo modo que las asignaciones testamentarias, pueden ser a plazos o
días, y el día ser cierto o incierto, determinado o indeterminado.
Cualquiera que sea la naturaleza de los plazos, éstos se computan siempre de una misma manera
y según las mismas reglas: Los plazos son completos y corren hasta las doce de la noche del ultimo día
del plazo, y no se descuentan durante los días feriados, a menos que la ley disponga que el plazo de días
es de días útiles.
Por último, cabe señalar que las obligaciones a plazo se encuentran reguladas en las siguientes
disposiciones:
Legal es el señalado por la ley. En materia civil los plazos legales son escasos, no así en materia
procesal. Ejemplos:
a) Art. 1879, sobre el pacto comisorio: “Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo
convenido, se resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo
subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial
de la demanda”.
b) Art. 2200, sobre el mutuo: “Si no se hubiere fijado término para el pago, no habrá derecho
de exigirlo dentro de los diez días subsiguientes a la entrega”.
Judicial, por último, es el señalado por el juez. El art. 1494 inc. 2º regula los plazos judiciales:
“No podrá el juez, sino en casos especiales que las leyes designen, señalar plazo para el cumplimiento de
una obligación: sólo podrá interpretar el concebido en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia
y aplicación discuerden las partes”. Son ejemplos de plazos judiciales:
a) Art. 904, sobre prestaciones mutuas. El poseedor vencido “(...) restituirá la cosa en el plazo
que el juez señalare (...)”.
b) Art. 2201, sobre el mutuo. “Si se hubiere pactado que el mutuario pague cuando l sea
posible, podrá el juez, atendidas las circunstancias, fijar un término”.
2.- Plazos fatales y no fatales. Fatal es aquel que una vez transcurrido extingue el derecho por el
sólo ministerio de la ley. El acto debe ejecutarse en él (ej: art.1879). Plazo no fatal es aquel a cuyo
vencimiento no se extingue el derecho, el que, no obstante haber vencido el plazo, puede aún ejercitarse
útil y eficazmente.
Según el art. 49, “Cuando se dice que un acto debe ejecutarse en o dentro de cierto plazo, se
entenderá que vale si se ejecuta antes de la medianoche en que termina el último día del plazo (...).
Son plazos fatales los que la ley designa llamándolos tales, o bien aquellos que se dan a conocer
por el empleo de las expresiones "en", o "dentro de".
3.- Plazos suspensivos y extintivos. Plazo suspensivo es aquel que mientras pende, suspende el
ejercicio de un derecho o el cumplimiento de una obligación. No afecta la existencia de la obligación ni
del derecho; sólo suspende su ejercicio.
Plazo extintivo, por su parte, es aquel que por su vencimiento extingue un derecho. Este plazo se
designa empleando la expresión "hasta". En el Código Civil sólo se reglamenta el plazo suspensivo,
definiéndolo como "la época que se fija para el cumplimento de la obligación". Si bien en nuestro
Código no existe un conjunto de disposiciones que reglamenten este plazo, hay diversas disposiciones
aisladas que lo señalan.
Cuando la obligación está subordinada a un término extintivo, ella produce sus efectos desde un
principio tal como si el acto fuera puro y simple. Los efectos del plazo extintivo son los mismos de la
condición resolutoria, pero con dos diferencias: (i) el plazo opera de pleno derecho, sin necesidad de
sentencia judicial, y (ii) el derecho se extingue sólo para el futuro, ya que el plazo no opera con efecto
retroactivo.
5.- Plazos expresos y plazos tácitos (art. 1494). El plazo es expreso cuando se establece en
términos formales y explícitos. Es tácito cuando es indispensable para cumplir la obligación, lo que
puede darse, por ejemplo, por razones de cosecha, de distancia, etc. 172
171
Meza Barros, pág. 127, y Abeliuk, págs. 370 y 371.
172 Abeliuk,
pág. 372. Este autor (pág. 374) agrega la clasificación de plazos continuos y discontinuos, siendo de uno u
otro tipo dependiendo de si se suspenden o no durante los días feriados
94 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
Respecto del plazo suspensivo, a diferencia de lo que sucede con la condición suspensiva, hay
certeza acerca de la llegada de su vencimiento. Por eso, no está comprometida la existencia del derecho,
sino sólo su exigibilidad. El art. 1084 recoge esta idea: “La asignación desde día cierto y determinado da
al asignatario, desde el momento de la muerte del testador, la propiedad de la cosa asignada y el derecho
de enajenarla y transmitirla; pero no el de reclamarla antes de que llegue el día”.
1.- “Lo que se paga antes de cumplirse el plazo, no está sujeto a restitución” (art. 1495 inc. 1º).
Lo que ha operado en este caso es, simplemente, una renuncia al plazo.
Esta norma encuentra una excepción en el art. 1495 inc. 2º: “Esta regla no se aplica a los plazos
que tienen el valor de condiciones”. La ley, errando en el lenguaje, se ha referido a la situación del art.
1085, en que hay una “(...) condición impuesta por la ley; en consecuencia el derecho y la obligación
están sujetos a condición suspensiva y por ello procede la repetición de lo dado o pagado antes de
cumplirse”.174 Dispone el art. 1085 inc. 1º que “La asignación desde día cierto pero indeterminado, es
condicional y envuelve la condición de existir el asignatario ese día”.
2.- El acreedor a plazo puede impetrar medidas conservativas. Si puede hacerlo el acreedor
condicional, que no tiene derecho alguno, con mayor razón puede el acreedor a plazo.
4.- No puede exigirse el cumplimiento de la obligación. El art. 1496 inc. 1º declara que “El pago
de la obligación no puede exigirse antes de expirar el plazo (...)”.
6.- No puede operar la compensación legal, pues no son actualmente exigibles (art. 1656 n°3). 176
173 Abeliuk,
págs. 375–377.
174 Abeliuk,
pág. 376.
175 Meza Barros, pág. 130.
176 Meza Barros, pág. 130.
177 Meza Barros, pág. 130.
OBLIGACIONES SEGÚN SUS EFECTOS 95
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
Mientras el plazo está pendiente, el acto o contrato que a su término ha de acabar, produce todos
sus efectos, como si fuera puro y simple. Cuando vence el plazo, se extinguen el derecho y la obligación
correlativa, pero con la particularidad de que no se genera ningún efecto retroactivo.
1.- Por su cumplimiento, que toma el nombre de vencimiento. Es la forma más usual, y para
determinarla ha de recurrirse a las normas sobre cómputo de los plazos contenidas en los arts. 48 a 50.
2.- Por la renuncia.
3.- Por la caducidad.
El plazo es perfectamente renunciable, con tal que la renuncia mire al interés del renunciante y
no esté prohibida su renuncia. Por consiguiente, puede renunciar el plazo aquella de las partes en cuyo
beneficio se ha establecido.
Por regla general, la ley presume que el plazo se entiende estipulado en beneficio del deudor, lo
que se obtiene del art. 1496 n°2, según el cual el deudor cuyas cauciones se han extinguido o disminuido
considerablemente puede reclamar el “beneficio” del plazo renovando o mejorando las cauciones, y del
art. 1497, que consagra el principio de que el deudor puede renunciar el plazo, salvo las excepciones. 178
1.- Le es prohibido, por el testador o las partes. Expresa el art. 1547 inc. 1º que “El deudor puede
renunciar el plazo a menos que el testador haya dispuesto o las partes estipulado lo contrario (...)”.
2.- No está establecido a su favor, lo que sucede, en general, toda vez que “(...) la anticipación
del pago acaree al deudor un perjuicio que por medio del plazo se propuso manifiestamente evitar” (art.
1547 inc. 1º), esto es, cuando el plazo no esté establecido a su favor.
Como se advierte, nada obsta a que el plazo pueda estipularse en beneficio de ambos contratantes
o en beneficio del acreedor. Así por ejemplo, se entiende estipulado a favor de ambos contratantes en el
mutuo con interés, 179 y a favor del acreedor en el depósito y en todos los casos que caigan dentro de la
hipótesis del art. 1497.
Cundo el plazo está establecido a favor de ambos contratantes, sólo pueden renunciarlo de
común acuerdo, y cuando lo es a favor del acreedor, sólo éste podrá hacerlo.
La caducidad del plazo es su vencimiento anticipado en los casos señalados por la ley o las
partes. Es una institución que beneficia al acreedor y resguarda su acreencia.
La caducidad legal, por su parte, es de excepción, tal como se obtiene del encabezado del art.
1496: “El pago de la obligación no puede exigirse antes de expirar el plazo, si no es (...)”. En
consecuencia, no hay más caducidad legal que la que proviene de estas dos eventualidades:
La declaración de quiebra produce de pleno derecho la caducidad de todas los plazos que el
deudor tiene para pagar. Todas las obligaciones del fallido se hacen exigibles de inmediato.
También hay caducidad de los plazos cuando el deudor se halla en notoria insolvencia, que es
una situación económica de agravación del pasivo que impide al deudor pagar sus deudas. La insolvencia
ha de ser notoria, y corresponde al acreedor probar esta circunstancia.
2.- Cuando las cauciones dadas por el deudor se han extinguido o han disminuido
considerablemente de valor por su hecho o culpa. Generalmente el plazo se concede en consideración a
las cauciones que otorga el deudor, a la garantía que recibe el acreedor con respecto al cumplimiento de
la obligación. Por eso, al desaparecer el motivo que lo llevó a otorgar el plazo, es justo que éste reclame
la caducidad del mismo.
Para que la caducidad opere por esta causal, deben reunirse dos requisitos:
1.- Que el deudor haya dado caución a su acreedor (es decir, que haya garantizado su obligación
con cualquiera de aquellas obligaciones accesorias destinadas a asegurar el cumplimiento de una
obligación principal).
179 Debe tenerse presente, en todo caso, que el art. 10 de la Ley 18.010 establece la irrenunciabilidad del derecho del
2.- Que estas cauciones hayan desaparecido o disminuido considerablemente por culpa del
deudor. El juez determinará si las cauciones se han extinguido o disminuido considerablemente de valor.
Si han desaparecido o disminuido por caso fortuito, no procede la caducidad del plazo. Hace
excepción a esta regla el caso de la hipoteca, porque el art. 2472 consagra una regla similar que no exige
que la cosa se haya perdido o deteriorado por hecho o culpa del deudor. 180
ASPECTOS GENERALES181
Para los Códigos y doctrina basados en el francés, las obligaciones son los efectos de las fuentes
que las generan: el contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito y la ley. A su vez, las obligaciones
generan también sus efectos, a saber: desde el punto de vista activo, el derecho del acreedor para exigir
su cumplimiento y los derechos auxiliares destinados a auxiliarlo a obtenerlo; y, desde el punto de vista
pasivo, la necesidad jurídica de soportar el ejercicio de tales acciones del acreedor.
Para la doctrina cercana a esta forma de analizar los efectos de las obligaciones, éstos se asocian
al incumplimiento, esto es, se miran como una consecuencia de éste. Es por eso que Alessandri, por
ejemplo, los define como “(...) los derechos que la ley confiere al acreedor, para exigir del deudor su
cumplimiento exacto, íntegro y oportuno de la obligación, cuando éste no la cumpla en todo o en parte, o
está en mora de cumplirla.
En particular, bajo este modelo los efectos de las obligaciones son los siguientes: 182
3.- Un conjunto de derechos destinados a mantener la integridad del patrimonio del deudor en
forma tal que éste pueda afrontar las obligaciones que ha contraído: los derechos auxiliares.
Sin embargo, la doctrina actual entiende que el cumplimiento de la obligación es el efecto natural
de ésta. El acreedor tiene, antes que todo, un derecho a la prestación, de modo que cuando ésta es
cumplida por el deudor, la obligación se extingue agotando sus efectos naturales. Sólo cuando ella no es
satisfecha nacen para el acreedor lo que la doctrina tradicional denomina efectos de las obligaciones. En
una etapa intermedia quedan, sin embargo, los denominados derechos auxiliares, pues buscan conservar
la integridad del patrimonio del deudor, antes o después del incumplimiento.
Dentro de la estructura del Código Civil, los efectos de las obligaciones están tratados en el
Título XII del Libro IV, arts. 1545 a 1559, disposiciones en las que desarrolla indistintamente los efectos
de los contratos y de las obligaciones.
El pago, por su parte, está regulado en el Título XIV del Libro IV: De los Modos de Extinguir las
Obligaciones y Primeramente de la Solución o Pago Efectivo, arts. 1568 a 1626.
acreedores frente a sus deudores; y, finalmente, se tratarán lo que clásicamente se entiende por efectos de
las obligaciones.
CAPÍTULO I: CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO
I. ASPECTOS GENERALES
A. EL CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN
Es voluntario el cumplimiento cuando el deudor realiza la prestación debida sin que el deudor
deba recurrir a los medios que la ley le franquea para constreñirlo a ello; y forzado, cuando ha existido
incumplimiento de parte del deudor, y el acreedor, mediante los derechos que posee, lo obliga a cumplir.
El pago es el modo ordinario y normal de extinguir las obligaciones. De acuerdo con el art. 1568,
“El pago efectivo es la prestación de lo que se debe”, es decir, es el cumplimiento de la obligación, la
realización de la prestación o abstención debida tal como estaba especificado en la obligación.
La ley habla de pago efectivo porque este modo de extinguir las obligaciones no produce sus
efectos sino mediante la realización material de aquello sobre lo que la obligación recae (es menester que
el deudor cumpla efectiva, real o materialmente aquello a que se obligó).
El pago supone la existencia de una obligación previa destinada a extinguirse mediante él. Si no
existe una obligación civil o natural destinada a extinguirse por el pago, el deudor que paga lo que no
debe hace un pago que carece de causa, y el que paga tiene derecho a repetir lo pagado.
102 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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El pago es sin duda una convención, esto es, un acto jurídico bilateral. No es, en caso alguno, un
contrato, pues no tiene por efecto la creación de derechos y obligaciones, sino, por el contrario, su
extinción. Con todo, se ha discutido el carácter convencional del pago, pues el deudor puede pagar
incluso contra la voluntad del acreedor. Lo que sucede, en verdad, es que junto con el deber de pagar, el
deudor tiene el derecho de liberarse de la obligación, razón por la cual la voluntad del acreedor puede ser
suplida bajo ciertas condiciones.183
Por último, debe tenerse presente que en las obligaciones de dar el pago equivale a la tradición. 184
El pago puede clasificarse en voluntario y forzado; que tiene causa, civil o natural, y que no tiene
causa; y normal, que es el efectuado por el deudor voluntariamente y recibido en igual forma por el
acreedor, y el efectuado con modalidades. 185
Lo natural es que pague el deudor, y por éste se entiende no sólo la persona que contrajo la
obligación, sino todas aquellas que en concepto de ley sean, jurídicamente hablando, la persona del
deudor. Quedan comprendidos en esta expresión "el deudor", por tanto:
1.- Sus herederos, pues son continuadores de la persona del difunto, representándolo, de manera
que cuando paga un heredero, por una ficción legal se entiende que paga el difunto.
2.- Sus legatarios, que pueden ser gravados por el deudor con el pago de una deuda suya, y que,
al pagar, lo hacen por cuenta del deudor.
3.- Sus mandatarios o representantes legales, pues, tal como lo señala el art. “Lo que una
persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce
respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo”.
El pago efectuado por el deudor es el más simple de todos, y no supone, generalmente, efectos
ulteriores; se extingue la obligación sin que subsistan relaciones jurídicas. Por excepción puede haberlas,
por ejemplo, cuando el mandatario ha pagado con dineros propios, o el heredero ha pagado más de lo que
le correspondía, casos en que se deben ciertas compensaciones.
183 Abeliu,
pág. 490.
184 Aquí
se aprecia claramente el carácter convencional del pago, pues el art. 670 inc. 1º define la tradición como “(...)
un modo de adquirir el dominio de las cosas y consiste en la entrega que el dueño hace de ellas a otro, habiendo por una parte la
facultad e intención de transferir el dominio, y por otra la capacidad e intención de adquirirlo”.
185 Abeliuk, pág. 491.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 103
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
El art. 1572 inc. 1º señala que “Puede pagar por el deudor cualquiera persona a nombre del
deudor, aun sin su consentimiento o contra su voluntad, y aun a pesar del acreedor”. Esta regla tiene una
excepción: las obligaciones intuito personae. En efecto, estatuye el art. 1572 inc. 2°: “Pero si la
obligación es de hacer, y si para la obra de que se trata se ha tomado en consideración la aptitud o talento
del deudor, no podrá ejecutarse la obra por otra persona contra la voluntad del acreedor”. En este evento,
sólo podría un tercero efectuar el pago si el acreedor consintiese en ello, pero no se podría obligar al
acreedor a aceptarlo si éste se opusiera. Salvo esta excepción, en todas las demás obligaciones, incluso en
las de hacer, puede hacerse el pago por otra persona, y el acreedor está obligado a recibirlo.
El pago hecho por el tercero a nombre del deudor, en los casos en que la ley lo admite, no está
sometido a ninguna formalidad y debe hacerse en las mismas condiciones en que debe efectuarlo el
deudor. Lo importante es que el paga lo haga con la conciencia de que paga una deuda ajena, pues de lo
contrario paga lo que no debe, pudiendo repetir ese pago.
En consecuencia, además del el deudor mismo y todos aquellos que pagan por su cuenta, pueden
pagar válidamente la deuda:
1.- Quienes tienen un interés evidente y manifiesto en extinguir la obligación. Ciertas personas
pueden ser perseguidas por el pago de la deuda, no obstante que carezcan de la calidad de deudor directo,
por lo que pueden tener mucho interés en extinguirla. Si lo hacen, se subrogan en los derechos del
acreedor para cobrar al auténtico deudor (art. 1610). Estos casos son tres:
a) Codeudor solidario. El caso del codeudor solidario es en cierto sentido especial, porque él
sí es deudor. Sin embargo, puede suceder que no tenga interés alguno en la deuda y sólo la esté
garantizando, caso en cual es un tercero interesado en la extinción de la deuda y al pagarla se subroga en
los derechos del acreedor.
Como ya se adelantó, pagada la obligación por cualquiera de estas personas, si bien desaparece el
vinculo jurídico que existía entre el deudor primitivo y el acreedor, la obligación queda subsistente entre
el deudor primitivo y el codeudor solidario, o fiador, o poseedor del inmueble hipotecario, quienes
quedan subrogados por el ministerio de la ley en los derechos, prendas, privilegios, hipotecas, etc. del
acreedor, para poder obtener del deudor principal el reembolso de lo que pagaron en la totalidad o en la
cuota que les corresponda, según el caso.
2.- Una persona enteramente extraña a la obligación: un tercero, con tal que lo haga a nombre
del deudor. El acreedor no puede negarse a recibir el pago aludiendo que quien paga no es el deudor (art.
1572 inc. 1°), porque el pago no irroga perjuicios a nadie; por el contrario, beneficia a todos. Por eso
puede pagar un tercero aun contra la voluntad del acreedor y puede recurrirse a la consignación cuando el
acreedor no quiere recibir el pago.
El tercero extraño que paga a nombre del deudor, puede pagar con consentimiento del deudor, sin
consentimiento del deudor e incluso contra la voluntad de éste:
a) El tercero paga con consentimiento del deudor. El consentimiento puede ser expreso o
tácito. Es expreso si el deudor ha manifestado en términos explícitos o formales su voluntad de que otro
pague por él, y es tácito si, conociendo de este pago, no manifiesta ninguna voluntad contraria a él ni
rechaza lo que el tercero va a hacer. Del hecho que puede ser tácito, se ha resuelto que el consentimiento
no debe observar ningún tipo de formalidades. 187
Como hay consentimiento, se produce entre el deudor y el tercero un verdadero mandato. Por
consiguiente, el tercero que paga en estas condiciones tiene contra el verdadero deudor dos acciones, a su
elección:
i) La que proviene de la subrogación legal establecida en el art. 1610 n°5: “Del que paga
una deuda ajena, consintiéndolo expresa o tácitamente el deudor”. Para que proceda esta acción, la
jurisprudencia ha dicho que es necesario que el tercero pague con dineros propios, ya que en caso
contrario, habría pago del deudor mismo.188
2.- El tercero que paga sin conocimiento del deudor. Aquí hay una agencia oficiosa, una gestión
de negocios ajenos, porque el tercero ha ejecutado el pago sin que haya mediado mandato entre él y el
deudor. El efecto que se produce es que la obligación entre deudor y acreedor se extingue, y el tercero
que pagó tiene derecho al reembolso de lo pagado.
Como se puede advertir, el tercero no queda subrogado en los derechos del acreedor. Por lo tanto,
queda en una situación desmejorada frente al deudor que paga con consentimiento, pues pierde las
garantías que aquél pudiere haber tenido.
Así lo establece el art. 1573: “El que paga sin el consentimiento del deudor no tendrá acción sino
para que éste le reembolse lo pagado; y no se entenderá subrogado por la ley en el lugar y derechos del
acreedor, ni podrá compeler al acreedor a que le subrogue.
Pero nada obsta a que el tercero quede subrogado en los derechos del acreedor si éste
voluntariamente se los cede.
Hay en todo esto una razón de moralidad, pues si fuese de otra manera, se habría establecido una
industria de pagar deudas ajenas, y mediante convenios entre tercero y acreedor se habría obtenido el
pago de una cantidad inferior, para ir más tarde a cobrar al deudor la totalidad del pago de su obligación.
3.- Se puede pagar contra la voluntad del deudor. Puede suceder que el deudor no quiera pagar
la obligación porque no le conviene (Ej. un contrato bilateral en que la otra parte no ha cumplido). Pero
aparece un tercero que quiere pagar y el deudor, sin embargo, le prohíbe hacerlo. Si el tercero paga, la
obligación se extingue, pero la ley le niega la posibilidad de exigir el reembolso de lo que pagó, a menos
que el acreedor le ceda voluntariamente la acción que tenga en contra del deudor (art. 1574).
Hay una contradicción entre el art. 1574 y el art. 2291. Este último dispone que el que administra
una negocio ajeno “(...) contra la expresa prohibición del interesado, no tiene demanda contra él, sino en
cuanto esa gestión le hubiere sido efectivamente útil, y existiere la utilidad al tiempo de la demanda; por
ejemplo, si de la gestión ha resultado la extinción de una deuda, que sin ella hubiere debido pagar el
interesado”. Como se ve, la solución es la inversa. Entre los tratadistas hay dos opiniones al respecto:
a) Según L. Urrutia, el art. 1574 se refiere a los casos en que el pago no es útil al deudor y el
art. 2291 se refiere a los casos en que sí le es útil. Así por ejemplo, si el deudor lo es en virtud de un
contrato bilateral y no tiene interés en extinguir la obligación porque la otra parte no ha cumplido la suya,
o porque puede oponer una excepción de nulidad, el pago del tercero no le sería útil. En cambio, si el
pago ha sido útil al acreedor se aplica el art. 2291.
Esta interpretación tiene el inconveniente de que incorpora al art. 1574 un distingo que no
efectúa.
b) Otros, y esta es la opinión mayoritaria, creen que el art. 1574 reglamenta la situación de los
pagos aislados, es decir, de aquellos en que el tercero se limita exclusivamente a efectuar un pago por el
deudor contra la voluntad de éste. En cambio, el art. 2291 se refiere a aquellos casos en que se está
administrando los negocios ajenos (agencia oficiosa o gestión de negocios) y el pago no es sino uno de
los tantos actos que el gerente o gestor oficioso está llevando a cabo en la administración de negocios
ajenos.
Para Abeliuk, siendo que ninguna de las dos interpretaciones es satisfactorias, lo correcto sería
conceder acción al tercero siempre que el pago le haya sido útil al deudor, para evitar un enriquecimiento
injusto.189
El art. 1575 reglamenta especialmente los requisitos que deben llenarse en una obligación de dar
que tuviere por objeto transferir el dominio de la cosa debida. En este caso el pago deberá efectuarse
mediante la tradición. Para que el pago de una obligación de dar, en que el objeto de la obligación es la
transferencia del dominio sea válido, deben concurrir los siguientes requisitos en conformidad con el art.
1575 en concordancia con el art. 679:
1.- Que el que paga sea dueño de la cosa pagada o al menos pague con consentimiento del
dueño. Dispone el art. 1575 inc. 1º que “El pago en que se debe transferir la propiedad no es válido, sino
en cuanto el que paga es dueño de la cosa pagada, o la paga con el consentimiento del dueño”.
La expresión “no es válido” empleada por el Código es dudosa, porque da a entender que el pago
efectuado en esas condiciones es nulo de nulidad absoluta, lo que no se condice con los principios que ha
seguido el Código en otras situaciones:
i) Art. 1815, según el cual “La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo”. Si la venta de cosa ajena es
válida, no puede menos que serlo el pago por el cual el vendedor entrega la cosa ajena vendida.
ii) Art. 1824 inc. 1º, de acuerdo con el cual “Las obligaciones del vendedor se reducen en
general a dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida”. Vale decir, el vendedor, quien
debe pagar una obligación de dar, no se obliga a transferir el dominio, sino a efectuar la tradición. Ello es
amparado por el hecho de que la ley le impone además la obligación de sanear la evicción, esto es, de
“(...) amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida (...)” (art. 1837). O sea,
la ley reconoce, prevé y regula la posibilidad de que el vendedor pague con una cosa que no le pertenece.
Además, dada la importancia que reviste la compraventa en la normativa del Código Civil,
sus disposiciones pueden extenderse a los demás títulos traslaticios. 190
b) Art. 682, con arreglo al cual “Si el tradente no es el verdadero dueño de la cosa que se
entrega por él o a su nombre, no se adquieren por medio de la tradición otros derechos que los
transmisibles del mismo tradente sobre la cosa.
Pero si el tradente adquiere después el dominio, se entenderá haberse éste transferido desde el
momento de la tradición”. En otras palabras, si el tradente no es dueño, no es nula la tradición, sino que
no transfiere el dominio y no da más derecho al adquirente que el de ganar la cosa por prescripción
adquisitiva. Y como ya se vio, el pago adopta la forma de tradición en las obligaciones de dar, por lo que
se rige por las reglas de ésta.
a) La primera, es que sí lo hace, y se basa en que los arts. 682, 1815 y 1824 primarían sobre
el tenor literal del art. 1575. A esta postura adhiere Abeliuk, quien señala que “(...) si paga quien no es el
dueño, el pago es válido, pero deja a salvo los derechos del verdadero propietario mientras no se extingan
por la prescripción”.191
i) El acreedor puede demandar del deudor un nuevo pago, restituyendo, claro está, el que
ya recibió.
ii) El deudor puede repetir la cosa que ha pagado, ofreciendo pagar otra de que sea
verdaderamente dueño.
iii) El verdadero dueño conserva el dominio de la cosa y, por ende, puede reivindicarla.
2.- Que el que paga tenga facultad de enajenar la cosa, sea capaz de enajenar. La tradición no
es válida sino cuando el tradente es capaz de transferir el dominio, o sea, tiene la máxima capacidad, la
exigida para los actos de disposición. De ahí que la persona que carece de esta capacidad no pueda pagar
sino cumpliendo las formalidades que exige la ley (por ejemplo, incapaces relativos). Si se efectúa un
pago por una persona incapaz, este pago sería rescindible (art. 1575).
Hay una excepción en el art. 1575 inc. 2º en que el pago, no obstante ser hecho por quien no es
dueño o por quien no tiene la facultad de enajenar, es válido. Este caso de excepción se presenta cuando:
190 Abeliuk,
pág. 498.
191
Abeliuk, pág. 498. El problema aquí puede surgir si la cosa dada en pago es reivindicada por su legítimo dueño,
porque si la obligación se entiende extinta, el deudor, al ser demandado por su acreedor (que ha sido privado de la cosa), podría
oponer la excepción de pago, y éste vería frustrado su crédito.
192 Alessandri, pág. 339, y Meza Barros, págs. 355 y 356.
193 Meza Barros, pág. 356.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 107
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
3.- Que el pago se haga con las solemnidades legales. Por hacerse el pago mediante la tradición,
es indispensable que concurran en él los requisitos prescritos por ley para la validez de este acto jurídico.
Y si la ley exige solemnidades especiales para la enajenación, no se transfiere el dominio sin ellas (art.
679).
(i) Generalidades
El tema es de mucha importancia, pues de aquí emana el aforismo de que quien paga mal, paga
dos veces, que, en términos jurídicos, significa que no puede oponerse a la demanda la excepción de
haberse pagado a quien no tenía facultades para recibirlo.196
Conforme con el art. 1576, “Para que el pago sea válido, debe hacerse o al acreedor mismo (bajo
cuyo nombre se entienden todos los que le hayan sucedido en el crédito, a un a título singular), o a la
persona que la ley o el juez autoricen a recibir por él, o a la persona diputada por el acreedor para el
cobro.
El pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en posesión del crédito, es válido,
aunque después aparezca que el crédito no le pertenecía”.
En primer lugar, el pago debe hacerse al acreedor, pues a su favor se ha contraído la obligación.
Pero no es necesario que el pago se haga personalmente al acreedor, ya que es suficiente con que se haga
a cualquiera otra persona que tenga la calidad suficiente para recibirlo a su nombre o en su lugar.
Del art. 1576 se desprende que el pago puede hacerse al acreedor, a su representante y al
poseedor del crédito.
194 Abeliuk,
pág. 496, y Alessandri, pág. 341.
195
Abeliuk, pág. 499. Alessandri dice que los dos presupuestos deben concurrir juntos y deben presentarse pruebas,
pues si no el pago sería inválido y podría pedirse su nulidad (Alessandri, pág. 340).
196 Abeliuk, pág. 499.
108 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
Que se pague al acreedor es lo normal, entendiéndose por éste no sólo a quien es el sujeto activo
de la obligación, sino a todos aquellos que le suceden en el crédito, esto es, el heredero, el legatario y el
cesionario del crédito.
Sin embargo, hay casos, enumerados taxativamente en el 1578, en que el pago hecho al acreedor
mismo que contrajo la obligación es inválido y no extingue la obligación:
a) “Si el acreedor no tiene la administración de sus bienes; salvo en cuanto se probare que la
cosa pagada se ha empleado en provecho del acreedor, y en cuanto este provecho se justifique con
arreglo al artículo 1688” (n°1), que establece que se considerará que el acreedor se ha hecho más rico
cuando las cosas pagadas le hubieran sido necesarias o, no siéndolo, subsistan y se quisiera retenerlas (lo
que responde al principio de que nadie puede enriquecerse a costa ajena).
b) “Si por el juez se ha embargado la deuda o mandado retener su pago” (n°2). Los créditos
son bienes que integran el patrimonio de una persona; son cosas incorporales, de manera que pueden ser
embargados en un juicio ejecutivo o ser objeto de una medida precautoria, como la retención o la
prohibición de celebrar actos o contratos. Decretado el embargo o la medida, debe notificarse
judicialmente al deudor y, desde ese momento, el pago deja de ser válido si se hace a este individuo.
El embargo de un crédito o la retención de su pago (en poder del deudor, del demandante o de
un tercero) por orden del juez produce tres efectos:
ii) En virtud del art. 1661, no puede el acreedor a quien se le ha embargado el crédito o
mandado retener su pago por el juez, oponer este crédito en compensación a otro crédito suyo en
perjuicio del tercero que le ha embargado el crédito.
iii) Este tipo de crédito se convierte en objeto ilícito si se enajena (1464 n°3).
c) “Si se paga al deudor insolvente en fraude de los acreedores a cuyo favor se ha abierto
concurso [quiebra]” (n°3). Este número no aplica sino el principio sentado en el art. 2467, en virtud del
cual los actos celebrados o ejecutados por el fallido son nulos.
ii) Que el pago haya sido hecho a él en fraude de los acreedores en cuyo favor se ha
declarado la quiebra. Para que este pago sea nulo, es menester que el deudor del fallido haya pagado en
fraude a los acreedores del concursado (conociendo del estado de quiebra, o el mal estado de los
negocios en que el acreedor se encontraba).
El pago también puede efectuarse al representante del acreedor, quien puede detentar esta calidad
por virtud de la ley, el juez o del propio acreedor:
1.- Representantes legales. Son todas las personas que la ley autoriza para ello. Así, el art. 1579
expresa que “reciben legítimamente los tutores y curadores por sus respectivos representados; los
albaceas que tuvieren este encargo especial o la tenencia de los bienes del difunto; los maridos por sus
mujeres en cuanto tengan la administración de los bienes de éstas; los padres o madres de familia por sus
hijos, en iguales términos; los recaudadores fiscales o de comunidades o establecimientos públicos, por e
Fisco o las respectivas comunidades o establecimientos; y las demás personas que por ley especial (...)
estén autorizadas para ello”.
2.- Respresentantes judiciales. Son todas las personas autorizadas por el juez para recibir el pago
a nombre del acreedor. Dice el art. 1579 que “Reciben legítimamente (...) las demás personas que por ley
especial o por decreto judicial estén autorizadas para ello” (por ejemplo, el secuestre, el depositario, o
cualquier persona nombrada por el juez).
3.- Representantes voluntarios. Son todas las personas autorizadas por el acreedor para recibir el
pago a su nombre, sea en virtud de su sola voluntad, sea en virtud de un acuerdo de voluntades entre él y
el deudor.
El mandato puede ser expreso o tácito. Si es expreso se llama diputación, y a él se refieren los
arts. 1580 a 1586, que se limitan a reproducir las reglas del mandato. De acuerdo con el art. 1580, la
diputación para el pago puede conferirse de tres maneras:
a) Por un poder general de administración de todos los negocios del acreedor, caso en el
cual el diputado solo está autorizado para cobrar el pago de las obligaciones que quedan comprendidas
dentro del giro ordinario del mandante (arts. 2132 y 2133).
b) Por un poder especial para la administración del negocio o negocios en que quede
comprendido el pago, caso en que sólo puede percibir legítimamente el pago relativo a dichos negocios.
Puede ser diputado para el pago toda persona a quien el acreedor confiera este cargo, aunque al
tiempo de conferírselo no tenga la libre administración de sus bienes ni sea capaz de tenerla (art. 1581,
que es la aplicación del principio que también contiene el art. 2128, en orden a que pueden ser
mandatarios las personas relativamente incapaces, porque el mandatario obra con la capacidad del
mandante).
a) Por la muerte del mandatario o diputado: por ser este un contrato intuito personae, no se
transmite la diputación a los herederos, a menos que las partes expresamente lo hayan establecido en el
contrato (art. 1583).
b) Por revocación del mandato: por ser un contrato basado exclusivamente en la confianza
reciproca de las partes, puede cesar por la voluntad del acreedor, lo que hace excepción a la regla de que
los contratos sólo pueden terminar por causa legal o mutuo consentimiento (art. 1545).
Hay dos casos en que no puede el acreedor que ha conferido una diputación para el cobro
revocarla por su sola voluntad, porque está en juego, además, la del deudor:
ii) Cuando se ha estipulado en el contrato que el pago puede hacerse tanto al acreedor
como a un tercero, pues en tal caso el pago efectuado a cualquiera de los dos es igualmente válido. Por
eso “(...) no puede el acreedor prohibir que se haga el pago al tercero, a menos que antes de la
prohibición haya demandado en juicio al deudor, o que pruebe justo motivo para ello”.
c) También termina la diputación en todos los casos en que la persona diputada para el
cobro se haga inhábil y en que termina el mandato (art. 1586). Así, según el mismo art. 1586, la
demencia o interdicción, la cesión de bienes o que se haya trabado ejecución en todos ellos.
Prescribe el art. 1576 inc. 2º que “El pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en
posesión del crédito, es válido, aunque después aparezca que el crédito no le pertenecía”.
Para que este pago sea válido, debe reunir dos condiciones:
1.- Que la persona a quien se hace el pago, tenga al tiempo de efectuarse éste la calidad de
poseedor del crédito. Es poseedora del crédito la persona que a pesar de no ser realmente el acreedor,
tiene ante todos las apariencias de tal, como, por ejemplo, el heredero putativo, quien a pesar de no ser
heredero, es poseedor de la herencia y, por lo tanto, lo es del crédito, de manera que puede válidamente
recibir el pago de lo que se le adeuda por sucesión.197
2.- Que el pago sea hecho de buena fe. Ésta consiste en ignorar la situación de que la persona a
quien se está efectuando el pago no es el acreedor. De este modo, si el deudor conoce la verdadera
situación del poseedor del crédito, está de mala fe y el pago es, en consecuencia, nulo. Como la buena fe
se presume, al verdadero acreedor compete probar la mala fe.
Dentro del art. 1576, además, no se comprende el que ha llegado a ser poseedor en virtud de un
197
Abeliuk cita también el ejemplo del que paga al cesionario y posteriormente la cesión es dejada sin efecto, por
ejemplo, por nulidad (pág. 507).
198 Abeliuk, pág. 508.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 111
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robo, de una falsificación o de un hurto, o de cualquier acto delictual; y el pago hecho a estos poseedores
no es válido, salvo que haya habido negligencia por parte del acreedor. Solo en un caso el pago hecho al
ladrón sería válido, y es el hecho a quien presente un título al portador, porque este título se transfiere por
la simple entrega material de él, y es reputado poseedor del crédito la persona que muestre el título.
En cuanto a los títulos de crédito, debe tenerse presente que no toda presentación de uno de ellos
al cobro implica la posesión del crédito de parte de quien hace la presentación. Ello depende de las
circunstancias particulares. Y así, bien puede ser el portador del título un mero tenedor del mismo, o estar
el título librado nominativamente o a la orden y ser otra que la indicada la persona que lo cobra. 199
Desde otro punto de vista, esta norma reviste interés por dos razones: primero, porque recoge la
teoría de la apariencia y del error común; y, segundo, porque es la única que se refiere a la posesión de
los derechos personales, posesión que, en todo caso, no habilita para adquirir por prescripción.
Si el pago es efectuado a personas diversas que las señaladas por la ley o sin cumplir los
requisitos, la obligación no se extingue y el verdadero acreedor puede exigir el pago, aunque ello
implique un desembolso adicional para el deudor. Solo por excepción es válido el pago hecho a quien no
es acreedor o no tiene calidad bastante para recibir a nombre del acreedor (art. 1577):
1.- Cuando el acreedor con posterioridad lo ratifica expresa o tácitamente, teniendo capacidad
suficiente para ello, en cuyo caso la ratificación opera retroactivamente. (El pago se reputa válido desde
el momento en que se hizo).
2.- Cuando la persona a quien se hizo el pago llega a suceder al acreedor en sus derechos. Por
ejemplo, la persona a quien el pago se ha ejecutado llega a ser heredero, legatario o cesionario del
acreedor.
Es importante determinar el lugar del pago porque de él depende la competencia del tribunal en
que el acreedor debe demandar al deudor en caso que éste no cumpla su obligación. La ley se ha referido
únicamente a las obligaciones contractuales de dar, pero no hay inconveniente en aplicar extensivamente
estas normas a las obligaciones de hacer y no hacer, y a las extracontractuales, en la medida que éstas lo
admitan.200
1.- Si se ha estipulado el lugar en el contrato, el pago deberá hacerse en el lugar señalado. “El
El pago debe hacerse cuando la obligación se hace exigible. Esto es, inmediatamente después de
contraída, si es pura y simple (sin perjuicio de la existencia de un plazo tácito); vencido el término o
cumplida la condición, si es a plazo o condicional.201
Conforme con el art. 1571, “Los gastos que ocasionare el pago serán de cuenta del deudor; sin
perjuicio de los estipulado y de lo que el juez ordenare acerca de las costas judiciales”. La ley se refiere a
los gastos necesarios para el cumplimiento de la obligación. Por eso, todos los gastos posteriores al pago
(transporte), corren a cargo del acreedor.
La regla de que los gastos que demande el cumplimiento del pago son de cuenta del deudor (art.
1571), tiene 3 excepciones:
El principio fundante está establecido en el art. 1569 inc. 1º, según el cual “El pago se hará en
todos respectos en conformidad al tenor de la obligación; sin perjuicio de lo que en casos especiales
dispongan las leyes”.
De este principio emanan las reglas que regulan esta materia, en cuanto a la cosa que debe
pagarse y las condiciones en que esta cosa debe entregarse. Dichas reglas son esencialmente dos:
1.- Identidad del pago. El pago debe hacerse con la misma cosa que se debe (art. 1569), por lo
que “El acreedor no podrá ser obligado a recibir otra cosa que lo que se le deba ni aun a pretexto de ser
de igual o mayor valor que la ofrecida” (art. 1569 inc. final), y el deudor no puede ser obligado a entregar
algo distinto de lo que adeuda. Este articulo 1569 tiene dos excepciones:
a) Las obligaciones modales, en que la ley autoriza el cumplimiento por equivalencia (art.
1093).
b) Las obligaciones facultativas, en que el deudor tiene, precisamente, el derecho a pagar con
una cosa diversa de la debida. En cierto sentido, se trata sólo de una excepción aparente, pues la
obligación siempre contempló esa alternativa.202
No obstante lo anterior, no hay ningún inconveniente para que si el acreedor quiere, acepte en
pago una cosa distinta de la que el deudor debe pagarle . En este caso, habrá una dación en pago, que en
el fondo constituye una verdadera novación por cambio de objeto.
Para determinar la cosa que debe darse en pago y el estado en que ésta debe entregarse, hay que
estudiar separadamente los distintos tipos de obligaciones:
a) Si la obligación es de cuerpo cierto (art. 1590 inc. 1º), el cuerpo cierto debe ser entregado
en el estado en que se encuentre, asumiendo los deterioros y beneficiándose de las mejoras el acreedor
(los riesgos del cuerpo cierto cuya entrega se deba son de cargo del acreedor). Esta regla reconoce las
siguientes excepciones, en que el deudor puede ser hecho responsable (art. 1590 inc. 1º):
i) El deterioro o la pérdida de la especie se produce por hecho o culpa del deudor o de las
personas por cuyos actos él responda.
ii) El deterioro o la pérdida de la especie sobreviene durante la mora del deudor por un
caso fortuito en virtud del cual la cosa no hubiere estado expuesta a perderse en manos del acreedor.
iii) El deterioro o la pérdida de la especie proviene del hecho o culpa de terceros por los
cuales el deudor es responsable.
En estos casos hay que atender a la magnitud del deterioro (art. 1590 inc.2º):
añade la dación en pago, que –como él mismo lo dice- por razones obvias no es una excepción, y todos los
202 Abeliuk
siguientes casos:
1.- Cuando los deterioros o la pérdida provienen de un caso fortuito, salvo las excepciones legales.
2.- Cuando el deudor está en mora, pero los deterioros o la pérdida sobrevienen por un caso fortuito que hubiere
afectado a la cosa de igual manera en poder del acreedor.
3.- Cuando los deterioros o la pérdida se deriva del hecho o culpa de un tercero por el cual el deudor no es civilmente
responsable.
4.- Si el acreedor está en mora de recibir, pues en tal caso –de acuerdo con el art. 1680- el deudor no responde sino del
dolo y la culpa grave (Abeliuk, pág. 511.)
114 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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optar entre la entrega de la cosa o la resolución del contrato, y en ambos casos con indemnización de
perjuicios.
Por último, previene el inc. final del art. 1590 que “Si el deterioro ha sobrevenido antes de
constituirse el deudor en mora, pero no por hecho o culpa suya, sino de otra persona por quien no es
responsable, es válido el pago de la cosa en el estado en que se encuentre; pero el acreedor podrá exigir
que se le ceda la acción que tenga su deudor contra el tercero, autor del daño”.
b) Si la obligación es de género, rige el art. 1509, según el cual el acreedor no puede pedir
determinadamente ningún individuo del género determinado, y el deudor queda libre de la obligación
entregando cualquier individuo del género, con tal que sea de una calidad a lo menos mediana. El deudor
no puede obligar al acreedor a recibir una cosa de calidad inferior ni el acreedor puede exigir una de
calidad superior.
2.- Integridad del pago. El pago debe hacerse totalmente y no por parcialidades. Esta regla se
encuentra en el art. 1591 inc. 1º, que estatuye que “El deudor no puede obligar al acreedor a que reciba
por partes lo que se le debe, salvo el caso de convención contraria; y sin perjuicio de lo que dispongan las
leyes en casos especiales". El acreedor tiene un crédito por la totalidad de la cosa, el cual no puede ser
fraccionado. Además, la ley cree que las partes tienen interés en que la obligación se cumpla de una sola
vez.204
Por lo tanto, el deudor debe, si quiere cumplir su obligación, pagar íntegramente la obligación
principal con todos sus accesorios; es decir, el capital, los intereses e indemnizaciones que le deba al
deudor. Así lo dice el art. 1591 inc. 2º: “El pago total de la deuda comprende el de los intereses e
indemnizaciones que se deban”.
a) A las obligaciones de sujeto singular, pues las de sujeto plural se rigen por lo establecido
en el art. 1526 inc. 2º; y así, en éstas cada acreedor sólo puede cobrar su cuota y cada deudor no está más
obligado que a la suya, a menos que se haya pacato solidaridad o la prestación debida sea indivisible.
b) La sucesión hereditaria, ya que las deudas hereditarias se dividen entre los herederos a
prorrata de sus cuotas.
204
Abeliuk desglosa este principio en dos: el de integridad del pago y el de indivisibilidad del pago. Sin embargo, él
mismo señala que el segundo es una consecuencia del primero (pág. 512).
205 Meza Barros, pág. 371.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 115
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d) Los beneficios de división y de excusión: por el primero, si los fiadores son más de uno,
pueden oponerle al acreedor la división de la deuda, con el fin de pagarle sólo la cuota que les
corresponde; al tiempo que por el segundo, el fiador puede exigirle al acreedor que se dirija
primeramente contra el deudor, y que sólo lo haga contra él por el remanente, debiendo aquél en tal
evento recibir el pago parcializado, esto es, del uno y del otro (art. 2364).206
e) La cesión de bienes (art. 1619 n°2), porque extingue las deudas hasta el valor de los bienes
objeto de la cesión.
f) El beneficio de competencia (art. 1625), ya que permite que ciertos deudores paguen sólo
hasta lo que buenamente puedan.
g) La facultad que el art. 1592 concede al juez. Cuando en un juicio hay disputa sobre la
cantidad de la deuda, el juez puede ordenar que se pague no disputada mientras se decide la cuestión (art.
1592).
h) Las obligaciones a plazo, puesto que, con arreglo al art. 1593, se entenderá dividido el
pago en partes iguales, a menos que en el contrato se haya determinado la parte o cuota que haya de
pagarse en cada plazo.
Es la adjudicación o atribución del pago a una deuda, y está regulada en el Párrafo 6º del Título
XIV del Libro IV, arts. 1595 a 1597.
La imputación del pago presenta interés tanto para el deudor cuanto para el acreedor, pues a
ninguno le es indiferente cuál deuda se va a extinguir con el pago efectuado.
1.- Que entre unos mismos, deudor y acreedor, existan varias obligaciones de la misma
naturaleza, o de una que produzca intereses.
2.- Que lo que el deudor paga no sea suficiente para extinguir todas las obligaciones.
206 Abeliuk, pág. 515. meza Barros dice que el beneficio de división no es una excepción, puesto que hay pluralidad de
deudores y, por ende, la regla del art. 1591 no es aplicable (Pág. 373).
116 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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perjudica al acreedor, porque los atrasados no devengan más intereses, a menos que se haya estipulado.
Dice el art. 1595 inc. 1º: “Si se deben capital e intereses, el pago se imputará primeramente a los
intereses, salvo que el acreedor consienta expresamente en que se impute a capital”.
b) Si una de las deudas es a plazo, no puede imputar el pago a la deuda aún no vencida,
porque el acreedor no puede ser obligado a recibir el pago antes del vencimiento del plazo (art. 1596).
c) Si el pago que hace es suficiente para extinguir una de las obligaciones pero no en su
totalidad otra de las mismas, no puede imputarlo a alguna de éstas, porque ello sería obligar al acreedor a
recibir un pago parcial. Esta regla se deduce del principio de integridad del pago establecido en el art.
1591.
2.- El acreedor, cuando el deudor no hace la imputación. La imputación la debe hacer en la carta
de pago, es decir, en el recibo que debe dar. Y si el deudor no reclama de la imputación en el momento de
recibir esta carta de pago, no puede hacerlo posteriormente (art. 1596).
3.- La ley. Si ni el deudor ni el acreedor han hecho la imputación, la hace la ley en la forma
siguiente:
a) El pago se imputa en primer lugar a la deuda que al tiempo del pago estaba devengada (art.
1597).
En el caso de la sociedad, hay una excepción a estas reglas (art. 2092 C.C ). Si un socio
administrador es acreedor de una persona de la que la sociedad también es acreedora, siendo ambas
obligaciones exigibles, lo que dicho socio reciba en pago se imputará a ambos créditos a prorrata, con
perjuicio de cualquiera otra estipulación efectuada en la carta de pago que perjudique a la sociedad. En
consecuencia, si esta estipulación la beneficia, es válida. Todo lo anterior se entiende sin perjuicio del
derecho del deudor de imputar el pago según las reglas generales.
1.- Corresponde al deudor hacerla, pues, de acuerdo con el art. 1698, “Incumbre probar las
obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta”.
2.- Puede hacerse por todos los medios probatorios establecidos por ley, a excepción de la prueba
testimonial (salvo los casos del art. 1711) cuando el pago sea superior a dos UTM (art. 1709 en relación
con el art. 1708).
3.- Hay tres presunciones simplemente legales a favor del deudor que alega el pago:
a) Art. 1595 inc. 2°: "Si el acreedor otorga carta del pago sin mencionar los intereses, se
207 Así lo dicen Alessandri (pág. 363) y Meza Barros, pág. 385, pero no Abeliuk (pág. 521).
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 117
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b) Art. 1570: "En los pagos periódicos, la carta de pago de tres períodos determinados y
consecutivos, hará presumir los pagos de los anteriores períodos, siempre que hayan debido efectuarse
entre los mismos acreedor y deudor (por eso basta con guardar los tres últimos recibos del pago de la luz,
etc.).
c) Art. 120 del Código de Comercio: "El finiquito de una cuenta hará presumir el de las
anteriores, cuando el comerciante que lo ha dado arregla sus cuentas en períodos fijos".
4.- El Código Civil no obliga al acreedor a darle un recibo o carta de pago al deudor. El Código
de Comercio (art. 119) autoriza al deudor para exigir un recibo, el que probará la liberación de la deuda.
Son modalidades del pago aquellas en que se alteran las reglas generales que se han tratado
anteriormente. Son tales las siguientes:
De los anteriores, no se tratará del pago por quiebra, por ser una materia propia del Derecho
Comercial.
(a) Concepto
El deudor no sólo tiene la obligación de pagar, sino también el derecho de hacerlo, porque la ley
reconoce que puede tener gran interés en extinguir la obligación; por ejemplo, para evitar la resolución
del contrato, recobrar una cosa dada en prenda, no incurrir en una pena, sustraerse de intereses gravosos,
liberarse de los riesgos de la cosa, etc.
208 Abeliuk,
pág. 522.
209 Algunosagregan la dación en pago y la compensación, con lo que Abeliuk no concuerda (pág. 522).
210 Meza Barros, págs. 387-397.
118 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Por eso, el art. 1598 declara que “Para que el pago sea válido, no es menester que se haga con el
consentimiento del acreedor(...)”.
Pero puede suceder que el acreedor se niegue a recibir el pago, por mero capricho o porque no
está de acuerdo con lo que el deudor pretende pagarle. O, también, puede suceder que éste no pueda
determinar con precisión quién es el acreedor, lo que puede producirse, por ejemplo, en el caso de una
sucesión.
El procedimiento del pago por consignación consta de dos etapas: la oferta y la consignación.
(b) La Oferta
(1) Concepto
“La oferta es el acto por el cual el deudor manifiesta su intención de cumplir la obligación”. 212 El
art. 1600 declara que “La consignación debe ser precedida de oferta (...)”.
(2) Requisitos
Para determinar los requisitos de la oferta, debe distinguirse entre la situación en que el acreedor
está presente de aquella en que no lo está, y, en ambos casos, entre los de forma y los de fondo, señalados
en el art. 1600.
a) Requisitos de fondo:
ii) “Que sea hecha al acreedor, siendo éste capaz de recibir el pago, o a su legítimo
representante” (n°2).
iii) Que la obligación sea exigible. El n°3 del art. 1600 señala que para hacer la oferta es
necesario que, “(...) si la obligación es a plazo o bajo condición suspensiva, haya expirado el plazo o se
211 Alessandri, págs. 265 y 366.
212 Meza Barros, pág. 389.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 119
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haya cumplido la condición. Con todo, si la obligación es a plazo, la oferta podrá también hacerse en los
dos últimos días hábiles del plazo”. Por tanto, la oferta de pago de una obligación a plazo puede hacerse
válidamente en los dos últimos días hábiles antes de su vencimiento y al día hábil siguiente de éste (art.
1605 inc. 2º).213
b) Requisitos de forma:
i) La oferta debe hacerse por un funcionario público, sin previa orden del tribunal. Son
funcionarios competentes el notario, el receptor, y, en las comunas en que no haya notario, el oficial del
Registro Civil del lugar donde debe hacerse el pago. Para estos efectos, “(...) el deudor pondrá en sus
manos una minuta de lo que debe, con los intereses vencidos, si los hay, y los demás cargos líquidos,
comprendiendo en ella una descripción individual de la cosa ofrecida. para la validez de la oferta no será
menester la presentación material de la cosa ofrecida” (n°5). Si la obligación es en moneda extranjera,
“(...9 el deudor acompañará a la minuta exigida (...) un certificado de un banco de la plaza otorgado con
no más de dos días de anterioridad a aquel en que se efectúe la oferta, en el cual conste la equivalencia
en moneda nacional, al tipo de cambio vendedor, de la moneda extranjera adeudada, a la fecha del
certificado. El deudor podrá, en todo caso, consignar en la moneda extranjera adeudada” (art. 23 de la
Ley 18.010).
2.- Acreedor (o su representante) que no tiene domicilio en el lugar en que deba efectuarse el
pago, o no es habido, o hay incertidumbre acerca de su persona (art. 1602 inc. 1º). “La oferta se hará en
este caso al tesorero municipal respectivo, quien se limitará a tomar conocimiento de ella y el deudor
podrá proceder a la consignación (...)” (art. 1602 inc. 2º):
a) Requisitos de fondo:
i) “Que sea hecha por una persona capaz de pagar” (art. 1600 n°1).
ii) Que la obligación sea exigible, en los términos del art. 1600 n°3.
iii) “Que se ofrezca ejecutar el pago en el lugar convenido” (art. 1600 n°4).
b) Requisitos de forma:
i) La oferta debe hacerse por un funcionario público, en la forma establecida en el n°5 del
art. 1600.
ii) Que el funcionario extienda acta de la oferta, copiando en ella la minuta de que trata el
n°5 del art. 1600 (art. 1600 n°6).
1.- Si el acreedor demanda judicialmente el cumplimiento de la obligación (art. 1600 n°3 inc. 2º).
2.- Si el acreedor deduce cualquiera otra acción que pueda enervarse con el pago de la deuda,
como una acción resolutoria (art. 1600 n°7 inc. 2º).
3.- Si se trata del pago periódico de sumas de dinero provenientes de una misma obligación, pues
en tal caso basta la oferta de la primera cuota (art. 1601 inc. 5º).
1.- Rentas de arrendamiento de predios urbanos. De acuerdo con el art. 23 de la Ley 18.101, “En
caso de negativa del arrendador a recibir la renta de arrendamiento o a otorgar el correspondiente recibo
al arrendatario que no deseare recurrir al procedimiento de pago por consignación establecido en el
Párrafo 7.° del Título XIV del Libro IV del Código Civil, podrá depositar aquélla en la unidad del
Servicio de Tesorerías que corresponda a la ubicación del inmueble, indicando el nombre, apellidos y la
residencia del arrendador. Dicha unidad le otorgará el respectivo recibo y comunicará al arrendador, por
carta certificada, la existencia del depósito. Este pago se considerará hecho al arrendador para todos los
efectos legales; pero su suficiencia será calificada en el juicio que corresponda.
El retiro del depósito por el arrendador no significará renuncia a sus derechos ni producirá los
efectos previstos en el inciso tercero del artículo 1956 del Código Civil.
Si transcurridos tres años desde la fecha del ingreso del depósito en el Servicio de tesorerías, el
arrendador no hubiere efectuado su retiro, los fondos correspondientes pasarán a rentas generales de la
Nación”.214
2.- Letras de cambio. Abeliuk señala que “De acuerdo al Art. 70 de la Ley 18.092 de 14 de enero
de 1982 (...) y al DFL N° 2.437 de 8 de noviembre de 1927, Ley Orgánica de Tesorerías, tratándose de
una letra de cambio basta para su pago el depósito de su valor en la tesorería comunal respectiva el día de
su vencimiento, pero siempre que el documento señale la comuna correspondiente al lugar del pago”. 215
(c) La Consignación
(1) Concepto
Debe tenerse presente que, de acuerdo con el art. 1° transitorio inc. 1º de esta ley, “Los contratos de arrendamiento
214
de bienes raíces urbanos celebrados con anterioridad a la vigencia de esta ley continuarán regidos por las disposiciones del
Decreto Ley N.° 946, de 1975, el que se entenderá subsistente en todas sus partes para tal fin”. El procedimiento está descrito en
el texto de Abeliuk, pág. 530.
215 Abeliuk, pág. 532.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 121
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oferta, o la consignación. Por consiguiente, no se dará curso a ninguna oposición o solicitud del
acreedor”.216
En conformidad con el art. 1599, “La consignación es el depósito de la cosa que se debe, hecho a
virtud de la repugnancia o no comparecencia del acreedor a recibirla, o de la incertidumbre acerca de la
persona de éste, y con las formalidades necesarias, en manos de una tercera persona”.
El art. 1601 inc. 3º insiste sobre algo que ya había señalado la ley en el art. 1600 n°5: “No será
necesario decreto judicial previo para efectuar la oferta ni para hacer la consignación”.
1.- Si la obligación es dinero, éste puede consignarse (o depositarse) (art. 1601 inc. 1º):217
a) En la cuenta corriente del tribunal competente, que es el de Letras de Mayor Cuantía del
lugar donde deba efectuarse el pago.
b) En la tesorería comunal.
c) En un banco cualquiera.218
2.- Si la obligación es de cualquiera otra cosa, ésta puede consignarse de la siguiente manera:
Por efectuarse mediante una consignación, el pago no deja de ser tal ni de exigir para su validez
los requisitos que exige normalmente. Por eso, una vez efectuada aquélla, se desarrolla un procedimiento
destinado a determinar si el pago cumple o no con las condiciones legales. Este procedimiento consta de
las siguientes etapas:
1.- Notificación de la consignación al acreedor. Según el art. 1603 inc. 1º, “Hecha la
consignación el deudor pedirá al juez indicado en el inciso final del artículo 1601 que ordene ponerla en
conocimiento del acreedor, con intimación de recibir la cosa consignada”. Esta notificación debe
efectuarse en conformidad con las reglas de los arts. 40 y sgts. del Código de Procedimiento Civil. Frente
216 Abeliuk,
pág. 532.
217 Abeliuk,
pág. 533.
218 El art. 1601 se refiere “(...) un banco u oficina de la Caja nacional de Ahorros, de la Caja de Crédito Agrario (...)”,
las que se refundieron en el Banco del Estado, que cae dentro de la expresión “banco” (Abeliuk, pág. 533, nota al pie n°608).
122 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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a esta intimación, el acreedor puede aceptar la consignación, en cuyo caso se extingue la obligación,
aceptarla parcialmente y demandar por el resto, o rechazarla totalmente. 219
2.- El juicio en que se define la suficiencia del pago. De acuerdo con el art. 1603 inc. 2º, “La
suficiencia del pago por consignación será calificada en el juicio que corresponda promovido por el
deudor o por el acreedor ante el tribunal que sea competente según las reglas generales”.
El juicio lo puede iniciar tanto el deudor cuanto el acreedor. Lo hará el primero cuando, una vez
intimada la consignación, el acreedor la rechazare o guardare silencio, ocasión en la cual debe pedir que
el juez declare la suficiencia de la consignación. Por su parte, iniciará el juicio el acreedor cuando ejerza
cualquiera acción basada en el incumplimiento y a la cual el deudor pueda oponer la excepción de pago,
momento en el cual el juez deberá calificar la consignación. Esta última será la situación más frecuente,
ya que el art. 1603 inc. 3º preceptúa que “(...) si el acreedor no prueba, dentro del plazo de treinta días
hábiles contados desde la fecha en que haya sido notificado de la consignación, la circunstancia de existir
juicio en el cual deba calificarse la suficiencia del pago, el juez que ordenó dicha notificación lo
declarará suficiente, a petición del deudor, y ordenará alzar las cauciones, sin más trámite. Las
resoluciones que se dicten en virtud de este inciso serán apelables sólo en el efecto devolutivo”. Agrega
el inciso siguiente que “(...) el juez podrá prorrogar hasta por treinta días el plazo establecido en el inciso
anterior si por causas ajenas a la voluntad del acreedor no ha sido posible notificar al deudor”.
Por lo tanto, lo común es que el deudor espere el transcurso de dicho término con el fin de
solicitar del tribunal la declaración de suficiencia del pago. Ahora, si el acreedor lo demanda en el
intertanto, simplemente opone la excepción de pago y será el tribunal respectivo el que calificará la
suficiencia del pago.
En conformidad con lo estatuido por el art. 1605, “El efecto de la consignación suficiente es
extinguir la obligación, hacer cesar, en consecuencia, los intereses y eximir del peligro de la cosa al
deudor, todo ello desde el día de la consignación.
Sin embargo, si se trata de una obligación a plazo o bajo condición, aceptada la consignación por
el acreedor, o declarado suficiente el pago por resolución ejecutoriada, la obligación se considerará
cumplida en tiempo oportuno siempre que la oferta se haya efectuado a más tardar el día siguiente hábil
al vencimiento de la obligación; pero el deudor quedará obligado en todo caso al pago de los intereses
que se deban y al cuidado de la cosa hasta la consignación”. O sea, en este caso, a diferencia del reglado
en el inc. 1º, la obligación se entiende cumplida el día de su vencimiento.
Según el art. 1604, “Las expensas de toda oferta y consignación válidas serán de cargo del
acreedor”. Consignación y oferta válidas son las que han sido aceptadas por el acreedor o declaradas
suficientes por el tribunal.
Subrogación es la sustitución o reemplazo de una cosa por otra, o de una persona por otra. Por
tanto, la subrogación puede ser de dos clases:
1.- Real. La subrogación real no está regulada sistemáticamente en el Código Civil, y se la puede
encontrar fundamentalmente a propósito de la sociedad conyugal, por ejemplo, como una vía de evitar
que un bien raíz comprado con el dinero proveniente de la venta de uno propio de la mujer, ingrese a la
sociedad conyugal.
Otro caso se puede encontrar en el art. 1672, en que el precio y la indemnización sustituyen a la
especie que pereció por hecho o culpa del deudor.221
Por último, hay también subrogación real en el Código de Comercio, art. 555: “La cosa que es
materia del seguro es subrogada por la cantidad asegurada para el efecto de ejercitar sobre ésta los
privilegios e hipotecas constituidos sobre aquéllos”. 222
2.- Personal. La subrogación personal es la sustitución jurídica de una persona por otra, en que la
persona que entra a sustituir a la otra pasa a tener las mismas calidades y las mismas condiciones
jurídicas de la persona a quien sustituye. Por ejemplo, el heredero, el cesionario, y, por supuesto, el pago
con subrogación, que es, en general, la sustitución de un acreedor por otro en virtud del pago.
Lo normal en materia de obligaciones es que éstas sean satisfechas por el deudor. Pero puede
suceder que éste no esté en condiciones de pagar su obligación y que lo haga un tercero a su cuenta. Una
vez extinguida la deuda, si no existiera esta institución del pago con subrogación, para obtener el
reembolso el tercero sólo tendría las acciones personales del mandato, de la agencia oficiosa o del mutuo,
según si pagó por encargo, de iniciativa propia, o prestó dinero al deudor para efectuar el pago,
respectivamente. Pero en virtud del pago con subrogación, además de dichas acciones, dispone de todas
las que emanen de las garantías con que el primitivo acreedor había asegurado la satisfacción de su
crédito.
El pago con subrogación es, entonces, una "(...) ficción jurídica en virtud de la cual un crédito
que ha sido pagado con el dinero suministrado por un tercero, y que queda por tanto extinguido respecto
del acreedor, se reputa subsistir íntegramente, con todos sus accesorios, en manos de ese tercero para
asegurarle el reembolso de lo que pagó".223 Ésta no es, sin embargo, la definición que da el Código Civil
en el art. 1608: "La subrogación es la transmisión de los derechos del acreedor a un tercero, que le paga".
Esta definición ha sido criticada por ser incompleta, pues se limita a definirla por los efectos que ella
produce.
En la primera definición se habla de ficción jurídica. Ésta consiste en suponer que un crédito que
ha sido pagado o extinguido con respecto al acreedor, subsiste en manos de éste tercero que paga, para el
efecto de obtener el reembolso de lo que pagó por el deudor. Lo único que ha cambiado es la persona
material del acreedor, pues jurídicamente hablando el acreedor es el mismo.
De lo dicho se desprende que los requisitos necesarios para que se pueda hablar de subrogación
son los siguientes:224
2.- Que el pago sea voluntario, esto es, con la conciencia de que se paga una deuda ajena, o de lo
contrario lo que hay es un pago de lo no debido.
3.- El tercero debe pagar con fondos propios, puesto que si lo hace con los del deudor, la deuda
se extingue definitivamente. Por eso el mandatario no se subroga en los derechos del acreedor, a menos
que haya pagado con fondos propios.
4.- Que sea posible que el tercero quede en la misma situación jurídica del acreedor.; si no no hay
subrogación.
tanto en la novación por cambio de acreedor cuanto en el pago con subrogación hay cambio en la
persona del acreedor, pero los efectos son opuestos, porque mientras en la primera ese cambio extingue
Más semejanzas tiene la subrogación con la cesión de créditos, porque en ambas instituciones
hay cambio de acreedor y el crédito subsiste. Sin embargo, estas dos instituciones no pueden
confundirse, toda vez que la cesión de créditos es el resultado de un contrato, es un acto de especulación
en que el cedente obtiene el pago del crédito antes de que venza, en cambio la subrogación es un simple
acto jurídico destinado a extinguir una obligación y el acreedor que recibe el pago no lo hace con un fin
de lucro. El tercero que viene a subrogarse lo hace con un fin de beneficencia.
1.- La cesión nace de un acuerdo de voluntades entre el primitivo acreedor y el nuevo, mientras
que el pago con subrogación (por el ministerio de la ley) opera sin dicho acuerdo; incluso, puede hacerlo
incluso contra la voluntad del acreedor.
2.- El cesionario sólo tiene los derechos que el cedente le haya otorgado por la cesión, en tanto el
subrogante dispone de los que competían al primitivo acreedor y de los que emanan de la relación
jurídica que lo ligan con el deudor (agencia oficiosa, mutuo, y mandato).
4.- Siendo la cesión un acto especulativo, autoriza al cesionario para cobrar la totalidad del
crédito aunque haya pagado menos por él. En el caso del pago con subrogación, el individuo que ha
subrogado sólo puede reclamar del deudor la cantidad que efectivamente pagó al acreedor, por lo que si
se extinguió la obligación por un pago inferior al valor del crédito, esto aprovecha al deudor.
5.- La cesión es un acto solemne, ya que se perfecciona respecto de terceros y del deudor por el
cumplimiento de las formalidades prescritas por la ley. Por su parte, el pago con subrogación no requiere
formalidad alguna; basta el hecho del pago para que se produzcan sus efectos, con dos excepciones: la
subrogación convencional y la subrogación legal de Art 1610 nº6.
7.- El cedente traspasa al cesionario sus derechos, acciones, privilegios, prendas e hipotecas, pero
en ningún caso las acciones personales. En tanto el subrogante adquiere todas las acciones, garantías y
calidades del acreedor, aún las acciones personales.
El pago hecho por el deudor extingue la obligación respecto de todo individuo. En cambio, el
pago que hace el tercero (con subrogación) sólo la extingue con respecto al acreedor, pues subsiste entre
el deudor y el subrogado que ha pagado al acreedor.
126 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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En cuanto a su fuente, la subrogación puede ser legal o convencional, según si opera por el solo
ministerio de la ley o lo hace en virtud de un acuerdo entre el acreedor y el que paga. Dice el art. 1609:
“Se subroga un tercero en los derechos del acreedor, o en virtud de la ley o en virtud de una convención
del acreedor”.
Sin embargo, en cuanto a los efectos que producen una y otra, no hay diferencia alguna, como se
desprende del art. 1612 inc. 1º.
Este tipo de subrogación cobra interés, como es obvio, cuando no puede operar la legal. Así por
ejemplo, puede subrogarse convencionalmente el tercero que paga la deuda contra la voluntad del
deudor, como lo reconoce el art. 1575: “El que paga contra la voluntad del deudor, no tiene derecho para
que el deudor le reembolse lo pagado; a no ser que el acreedor le ceda voluntariamente su acción”.
1.- Que un tercero, con fondos propios (o de lo contrario hay un diputado para el pago), pague la
deuda al acreedor. Por eso se ha fallado que el acreedor no puede subrogar a un tercero que no le ha
pagado.225
2.- Voluntad del acreedor, que debe ser expresada en términos claros, precisos e inequívocos.
Puede la subrogación ser total o parcial, produciendo los efectos que las partes le atribuyan, dado que el
art. 1612, que establece los efectos de la subrogación, no es una norma de orden público. No es necesaria
la voluntad del deudor, pues la subrogación referida se produce entre el tercero que paga y el acreedor.
3.- La subrogación debe hacerse en y en el momento de extenderse la carta del pago (art. 1611).
No podría hacerse antes, porque no hay pago, ni después, porque el acreedor no tendría derechos en los
cuales subrogar al tercero, lo que se habrían extinto al momento del pago.
4.- Deben cumplirse iguales formalidades que las establecidas para la cesión de créditos: entrega
del título del subrogado al subrogante; entre el deudor y el tercero debe operar la notificación del deudor
o la aceptación de parte de éste. La asimilación de estas instituciones se produce sólo respecto de las
solemnidades requeridas produciendo efectos diversos.
a. Aspectos Generales
La subrogación es legal cuando opera en virtud de la ley, por su solo ministerio, en todos los
casos señalados en ella y aún contra la voluntad del acreedor. La transferencia de los derechos del
acreedor opera ipso iure.
Esta subrogación es de derecho estricto, por ser una excepción al derecho común, en que la regla
general es la extinción de una obligación surta efectos respecto de todos. Por eso estos casos deben
interpretarse estrictamente.
No puede haber subrogación legal sin un texto expreso de la ley, lo que no significa que el Art.
1610 del C. Civil sea taxativo, como él mismo lo reconoce: la subrogación opera “(...) en todos los casos
señalados pro las leyes, y especialmente a beneficio (...)”.
La subrogación legal es una especie de protección establecida por la ley en favor de ciertas
personas que se ven compelidas a pagar deudas ajenas.
De acuerdo con el art. 1610, “Se efectúa la subrogación por el ministerio de la ley y aun contra la
voluntad del acreedor, en todos los casos señalados por las leyes, y especialmente a beneficio”:
1.- “Del acreedor que paga a otro acreedor de mejor derecho en razón de un privilegio o
hipoteca” (n°1). Para que opere esta subrogación, en consecuencia, es necesario:
El objeto de esta subrogación es proteger a los acreedores de grado inferior cuyo crédito concurre
a concurso con posterioridad, evitando la realización de los bienes del deudor en condiciones
desfavorables, tales como que, por razones de mercado o de otra índole, no alcance en ese momento el
producto de los bienes para pagar a todos los acreedores.
El acreedor que paga queda, en consecuencia, en las mismas condiciones en que estaba el
pagado.
2.- “Del que habiendo comprado un inmueble, es obligado a pagar a los acreedores a quienes el
inmueble es hipotecado” (n°2). En este caso, el comprador que paga el crédito hipotecario se encuentra
en una situación bastante particular: es acreedor de una o más deudas garantizadas con una hipoteca
constituida en un bien de su propiedad. La utilidad de la disposición está en que si un tercero acreedor
hipotecario del mismo bien, lo realiza, con el producto el comprador se paga primero que este tercero.
Además, se aplica a las vetas forzadas, si por alguna razón no se purgan las hipotecas que no
fueron cubiertas con el producto de la realización. En este caso, si la propiedad sale a remate en virtud de
la acción de alguno de esos acreedores hipotecarios cuya hipoteca no se extinguió, el comprador de la
propiedad y actual poseedor tendrá preferencia para pagarse con el dinero del remate, pues se entiende
que ocupa la posición de los acreedores que se pagaron con el precio que él pagó, que fueron preferentes
en la primera subasta.
Para que se produzca esta subrogación es necesario que la propiedad se haya producido por
compra y, según Alessandri,227 que el precio de la compra se haya invertido en la cancelación de las
hipotecas que gravan al inmueble. Este último requisito es controvertido por Meza Barros, quien señala
que el la ley sólo exigió que el titulo fuera la compraventa, sin más, apartándose del Código Civil
francés, que sí contempla dicha exigencia en su art. 1251.228
3.- "Del que paga una deuda a que se haya obligado solidaria o subsidiariamente" (n°3). La
norma comprende dos casos:
a) Codeudor solidario. El codeudor solidario que extingue la deuda por pago o por algún
medio equivalente a él, se subroga en todos los derechos del acreedor excluida la solidaridad, ya que,
conforme con el art. 1522 inc. 1º esta subrogación es limitada a la parte o cuota que quepa a cada
codeudor.
b) El fiador. El fiador que paga la deuda se subroga en los derechos del acreedor en iguales
condiciones que éste (por el total de la deuda); tiene, por tanto, la acción subrogatoria del art. 1610 n° y
la de reembolso que le concede el art. 2370.229 Si son varios los fiadores, y uno de ellos paga
íntegramente la deuda, se subroga en los derechos del acreedor contra el deudor, por el total de la deuda
(disponiendo de iguales acciones que el fiador único), y contra los demás cofiadores, por el exceso que
pagó (art. 2378, que consagra una subrogación). 230
Cabe destacar que en la subrogación de este número no queda comprendido el codeudor de una
obligación indivisible, ya que la indivisibilidad no es solidaridad y que quien es deudor de una
obligación indivisible no es deudor subsidiario sino codeudor principal.
4.- "Del heredero beneficiario que paga con su propio dinero las deudas de la herencia" (n°4).
Heredero beneficiario es quien acepta la herencia con beneficio de inventario, esto es, con el de no pagar
las deudas hereditarias y testamentarias sino hasta el monto de los bienes que recibe a título de herencia.
Puede suceder, sin embrago, que este heredero beneficiario, en el deseo de evitar una liquidación
precipitada de los bienes de la herencia que pueda redundar en malos resultados, pague a uno o a varios
227 Alessandri,
pág. 391.
228
Meza Barros, pág. 404.
229 Abeliuk, pág. 547.
230 Alessandri (pág. 392) añade que como obligados subsidiarios se subrogan también: (i) quien ha hipotecado un
inmueble propio en garantía de una deuda ajena sin obligarse personalmente (caución real), y (ii) el poseedor del inmueble
hipotecado que se ha obligado a pagar al acreedor hipotecario (arts. 1610 nº3 y 1429).
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 129
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de los acreedores testamentarios o hereditarios. La ley ha establecido que este heredero puede subrogarse
en los derechos del acreedor o acreedores a los que pagó, concurriendo a la sucesión del difunto, por
ende, como heredero y como acreedor subrogado.
5.- “Del que paga una deuda ajena, consintiéndolo expresa o tácitamente el deudor” (n°5).
Cuando el tercero paga con consentimiento, expreso o tácito del deudor, se produce a favor de aquél una
subrogación que, con arreglo al n°5 del art. 1610, lo inviste de todos los derechos de que disponía el
acreedor pagado para obtener el reembolso de lo que pagó por el deudor. El tercero dispone, además, de
la acción derivada del mandato.
La subrogación no opera, como se ha dicho, si el tercero paga con dineros del deudor, pues en tal
caso se entiende que paga el mismo deudor.
6.- “Del que ha prestado dinero al deudor para el pago; constando así en escritura pública del
préstamo, y constando además en escritura pública del pago haberse satisfecho la deuda con el mismo
dinero" (n°6).
Esta caso se diferencia de los otros no sólo en que para éste se requieren ciertas formalidades
especiales, sino además en que quien le paga al acreedor no es el tercero que va a quedar subrogado, sino
el propio deudor, pero con el dinero prestado por el subrogado. Para ello son precisos dos actos
sucesivos: el préstamo y el pago de la deuda hecho por el propio deudor.
Deben cumplirse los siguientes requisitos para que opere esta subrogación:
a) Que un tercero preste dinero (sólo dinero) al deudor para que pague una deuda.
b) Que el mutuo y la destinación del dinero conste en escritura pública.
c) Que el deudor pague la deuda con el dinero que recibió del tercero.
d) Que el pago y el hecho de haberse efectuado con el dinero prestado consten en escritura
pública.
Esta subrogación facilita que el deudor obtenga dinero para pagar sus deudas, pues concede al
prestamista los mismos derechos que el crédito que se paga con su préstamo.
Debe tenerse presente a este respecto lo que señala el art. 1613: “Si varias personas han prestado
dinero al deudor para el pago de una deuda, no habrá preferencia entre ellas, cualesquiera que hayan sido
las fechas de los diferentes préstamos o subrogaciones”.
Sea legal o convencional, el art 1612 inc. 1º dispone iguales efectos: “La subrogación, tanto lega
como convencional, traspasa al nuevo acreedor todos los derechos, acciones, privilegios, prendas e
hipotecas del antiguo, así contra el deudor principal, como contra cualesquiera terceros, obligados
130 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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Algunos sostienen que se traspasan todos esos derechos, porque los arts. 1611 y 1612 son
bastante explícitos en eses sentido y no hacen distingos.232
Otros, en cambio, señalan que se traspasan sólo los derechos inherentes al crédito, mas no
aquellos que se confieren en atención a la calidad de las personas. Dicen que si bien el art. 1612 es
amplísimo, no contempla este tipo de derechos, pero no porque quisiera incluirlos, sino que debido a su
naturaleza persona es l suficientemente obvia como para hacerlo. Además, la doctrina contraria lleva a
condiciones absurdas: así, si la prescripción estaba suspendida para el acreedor, podría seguir estándolo
para el subrogado no obstante que éste sea capaz.
Abeliuk concluye que debe hacerse una distinción: aquellos derecho atribuidos al crédito en
razón de la calidad de la persona del acreedor (como los intereses), sí se traspasan; en cambio, los que se
atribuyen no al crédito sino a la persona del acreedor (la suspensión de prescripción, el fuero), no se
traspasan.233
Como se dijo anteriormente, el que pagó conserva sus propias acciones personales contra el
deudor; y así, puede optar entre éstas o las del acreedor a quien subroga, dependiendo, entre otras cosas,
de cuáles están prescritas, cuáles garantizadas, cuáles devengan o intereses, etc.
De acuerdo con el art. 1612 inc. 2º, “Si el acreedor ha sido solamente pagado en parte, podrá
ejercer sus derechos, relativamente a lo que se le reste debiendo, con preferencia al que sólo ha pagado
una parte del crédito”. La preferencia de que goza el primitivo acreedor no se traspasa, sin embargo, a un
nuevo subrogado que le haya pagado el resto del crédito. 234
Aquí se advierte la diferencia principal entre la subrogación y la cesión: como ésta es un negocio
especulativo, si el adquirente paga por el crédito menos que el valor de éste, puede todavía cobrar al
deudor el crédito completo, salvo estipulación en contrario.
231 Meza Barros (pág. 411) señala que la hipoteca no debe inscribirse nuevamente, ya que el que pagó no adquiere la
hipoteca por tradición, sino en virtud de la ley, y, además, las formalidades son de derecho estricto, de manera que si no lo ha
establecido así la ley, no hay obligación de hacerlo, aunque ello vaya en contra de la publicidad que buscan las normas sobre
registros. Abeliuk es de la misma opinión (págs. 559 y 560).
232 Entre ellos, Meza Barros, pág. 410. Este autor fundamenta su postura, además, en que las normas de la prelación de
créditos le dan la razón, ya que, de un lado, según el art. 2470, las preferencias son inherentes a los créditos y pasan a los que los
adquieran por cesión, subrogación o de otra manera; y, de otro, ciertos privilegios, como los de cuarta clase, se establecen
precisamente en atención a la persona. Entonces, es evidente que la ley admite el traspaso de derechos de una persona a otra aun
cuando éstos se hayan establecido sólo en atención a la calidad de la primera.
233 Abeliuk, pág. 561.
234 Abeliuk, pág. 563.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 131
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La ley ha necesitado dotar al acreedor de los medios necesarios para obtener la ejecución de la
obligación en todos aquellos casos en que el deudor no está en situación de hacerlo o no se allana a
cumplirla. Esos medios están dados por el procedimiento ejecutivo.
La ley también regula la forma en que deben concurrir los acreedores a pagarse sus créditos
cuando el patrimonio del deudor no puede solventarlos todo. Esta situación se denomina en general
“concurso”, y se justifica por que las ejecuciones particulares en esa condición antentan contra el
principio de igualdad entre los acreedores y son manifiestamente ineficientes. Este concurso será
voluntario cuando es el propio deudor quien optar por realizar una cesión de bienes.
Originariamente, el beneficio que esta institución reportaba al deudor, era que lo eximía del
apremio personal, sanción que ha sido derogada. Hoy en día produce sólo un efecto importante: otorga
beneficio de competencia sobre los bienes venideros del deudor, constituyéndolo en un régimen de
alimentos.
El art. 1614 dispone que "La cesión de bienes es el abandono voluntario que el deudor hace de
todos los suyos a su acreedor o acreedores, cuando, a consecuencia de accidentes inevitables, no se haya
en estado de pagar las deudas".
La cesión reglamentada en los arts. 1614 y tiene carácter judicial, siempre podrá realizarse
extrajudicialmente. Históricamente su relevancia se debe a que por la cesión de bienes el deudor se
libraba del apremio personal, pero desaparecida la prisión por deudas esta institución ha perdido
importancia.
Se caracteriza por:
1.- Es un privilegio personalísimo (art. 1623), por lo que no aprovecha a codeudores subsidiarios
o solidarios ni al que aceptó la herencia del deudor sin beneficio de inventario.
2.- Es un privilegio irrenunciable, o de otro modo los acreedores exigirían su renuncia para
contratar (art. 1615).
132 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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3.- Comprende todos los bienes, derechos y acciones del deudor, excepto los inembargables (art.
1618).
4.- Solo puede hacer cesión de bienes el deudor que llegó al estado de insolvencia por accidentes
inevitables que no le son imputables, es decir por causales fortuitas se encuentra imposibilitado de pagar
sus deudas, la ley presume que el deudor no es culpable del mal estado de sus negocios.
No pueden hacer cesión de bienes los deudores que ejerzan una actividad comercial, industrial,
minera o agrícola, ya que cuando cesan en el pago están obligados a solicitar la declaración de su propia
quiebra.
Los acreedores no pueden negarse a aceptar el ejercicio de la cesión de bienes por el deudor,
salvo las excepciones consideradas taxativamente en el art. 1617:
1.- "Si el deudor ha enajenado, empeñado o hipotecado, como propios, bienes ajenos a
sabiendas"
2.- "Si el deudor ha sido condenado por hurto o robo, falsificaciones o quiebras fraudulentas"
3.- "Si ha tenido quitas o esperas de sus acreedores" Quita: Rebajas de deuda. Espera: Prórroga
de plazo
4.- "Si ha dilapidado sus bienes", cuestión de hecho que aprecia el juez.
5.- "Si no ha hecho una exposición circunstanciada y verídica del estado de sus negocios, o se ha
valido de cualquier otro medio fraudulento para perjudicar a sus acreedores".
1.- El deudor queda privado de la administración de sus bienes, que pasa a manos de un síndico
nombrado por el tribunal o por los acreedores. Sin embargo, pueden éstos permitir al deudor conservar
la administración.
2.- Es nulo el pago hecho al deudor insolvente en fraude a los acreedores en cuyo favor se ha
abierto el concurso (art. 1578 nº3).
3.- El deudor queda privado de la disposición de sus bienes y, en virtud del art. 2476, son nulos
respecto de los acreedores los actos de disposición hechos respecto de los bienes comprendidos en la
cesión.
4.- Los acreedores pueden ejercitar la acción pauliana o revocatoria (art. 2468)
5.- Caducan los plazos y se hacen exigibles los créditos a plazo que podrán sus acreedores hacer
valer en el concurso.
6.- Se produce la acumulación de autos respecto de las causas conocidas por todos los Tribunales
Chilenos respecto del fallido.
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 133
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
7.- Art. 1619 nº2: Se extinguen las deudas solo hasta la concurrencia de la cantidad en que hayan
sido satisfechas con el producto de la subasta de los bienes, quedando subsistentes en el saldo con todos
sus accesorios: prendas, hipotecas e intereses. Los acreedores podrán exigir que se les cancele el saldo
adeudado cuando el fallido adquiera nuevos bienes, pudiendo el deudor invocar respecto de ellos el
beneficio de competencia.
La cesión no transfiere el dominio de los bienes a los acreedores, sino sólo la facultad de
disponer de ellos y de sus frutos hasta pagarse de sus créditos.
No constituye un modo de adquirir el dominio, pues estos están establecidos taxativamente por la
ley. El dominio sale de manos del deudor cuando es adquirido por un tercero en el remate que se produce
a consecuencia de la cesión de bienes. Consecuencias de ello son que:
2.- El deudor podrá arrepentirse de la cesión y rescatar sus bienes en todo o en parte, pagando a
los acreedores el capital adeudado, los intereses y costas. (art. 1620).
1.- Por sentencia de término en que el juez resuelve las impugnaciones hechas a los créditos y
establece el orden en que los acreedores deben ser pagados con los bienes del deudor.
2.- Por sobreseimiento, que puede ser temporal o definitivo, y cuyos efectos los determina el
Código de Procedimiento Civil.
3.- Por convenio celebrado entre el deudor y sus acreedores acerca de la forma en que se pagarán
las deudas, o acerca de cualquier otro particular que diga relación con el pago de las obligaciones que los
acreedores opongan (art. 1621). El convenio puede hacerse en cualquier estado del juicio, pudiendo este
partir tanto a iniciativa del deudor como de los acreedores. Solo por excepción hay ciertos deudores
según el Código de Procedimiento Civil que no pueden hacer proposiciones de convenios (Art. 666
Código de Procedimiento Civil :
a) Los deudores procesados por alguno de los delitos del 466 del Código Penal (contratos
simulados, insolvencia por ocultación, dilapidación o enajenación maliciosa, o alzamiento del deudor de
con sus bienes, todo en perjuicio de los acreedores
b) Los que hubieren sido condenados por estos mismos delitos, a no ser que ya haya
cumplido la pena.
La característica principal de este convenio es que afecta a todos los acreedores, aún a los no
concurrentes; pero los acreedores privilegiados, prendarios o hipotecarios no serán perjudicados con el
acuerdo de la mayoría si se hubieren abstenido de votar. (art. 1622).
134 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
No hay que confundir este convenio con el arreglo que el deudor y sus acreedores pueden
celebrar extrajudicialmente de acuerdo con el principio de la autonomía de la voluntad, lo que vendría a
ser un verdadero contrato.
Ambos se diferencian:
a) El convenio judicial es obligatorio para todos los acreedores, siempre que concurra la
doble mayoría exigida por la ley procesal, en cambio el convenio extrajudicial obliga solamente a los que
lo han celebrado, la mayoría no puede obligar a la minoría.
b) El convenio judicial puede celebrarlo todo deudor que no se halle en alguno de los casos
del 666 del CPC, a su vez el convenio extrajudicial puede celebrarlo aún el deudor que se encuentre en
éstos casos.
c) El convenio judicial está sometido a las formalidades que determina el CPC mientras que
el convenio extrajudicial no está sometido a más formalidad que las señaladas por la ley para la
celebración de un acto o contrato.
El art. 1625 señala que "Es el que se concede a ciertos deudores para no ser obligados a pagar
más de lo que buenamente puedan, dejándoseles lo indispensable (lo competente) para una modesta
subsistencia , según su clase y circunstancias y con cargo de devolución, cuando mejoren de fortuna".
1.- Implica una limitación o restricción del derecho del acreedor para exigir un pago íntegro al
deudor.
2.- Este beneficio tiene carácter alimenticio: protege la subsistencia del deudor. Tanto así, que, de
acuerdo con el art. 1627, “No se pueden pedir alimentos y beneficio de competencia a un mismo tiempo.
El deudor elegirá”.
4.- Tiene carácter personalísimo: sólo corresponde al deudor en cuyo favor la ley lo ha
establecido. Por tanto, no puede cederse ni transmitirse.
5.- Puede oponerse como excepción al juicio ejecutivo sin necesidad de declaración previa de su
existencia en juicio de lato conocimiento (art. 464 nº7 CPC).
1.° A sus descendientes o ascendientes; no habiendo éstos irrogado al acreedor ofensa alguna de
las clasificadas entre las causas de desheredación;
2.° A su cónyuge; no estando divorciado por su culpa;
3.° A sus hermanos; con tal que no se hayan hecho culpables para con el acreedor de una ofensa
igualmente grave que las indicadas como causa de desheredación respecto de los descendientes o
ascendientes;
CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN: EL PAGO 135
_____________________________________________________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________
4.° A sus consocios en el mismo caso; pero sólo en las acciones recíprocas que nazcan del
contrato de sociedad;
5.° Al donante; pero sólo en cuanto se trata de hacerle cumplir la donación prometida;
6.° Al deudor de buena fe que hizo cesión de bienes y es perseguido en los que después ha
adquirido para el pago completo de las deudas anteriores a la cesión; pero sólo le deben este beneficio
los acreedores a cuyo favor se hizo”.
El deudor de buena fe que ha hecho cesión de bienes puede impetrar este beneficio cuando:
1.- Se persigan bienes adquiridos por éste después de la cesión. En virtud del art. 1619, el
acreedor puede exigir el saldo impago respecto de éstos bienes sin perjuicio del beneficio de competencia
del deudor.
2.- Se exige el pago de deudas contraídas antes de la cesión y que queden comprendidas en ésta
para que se produzcan los efectos legales correspondientes respecto de estas obligaciones.
3.- Sea reclamado por quienes eran acreedores del deudor al tiempo de la cesión, y puesto que el
juicio de concurso es universal, dichos acreedores son todos los existentes a ese instante, hayan o no
concurrido al concurso.
CAPÍTULO II: POSICIÓN JURÍDICA DE LOS ACREEDORES
I. INTRODUCCIÓN
Normalmente toda persona participa como deudor en muchas “relaciones obligatorias” distintas
al mismo tiempo (esto es especialmente claro en comerciantes, empresarios, etc., pero también se da en
personas naturales). Por eso, el “riesgo” es un elemento consubstancial al concepto de “obligación”. Y se
trata de un tipo muy concreto de riesgo: el que asumen los acreedores de que sus deudores no les paguen
(sea que no les paguen nada, que no les paguen todo o que no les paguen en la oportunidad pactada).
Ante esto el derecho confiere distintos derechos y mecanismos a los acreedores para cautelar sus
derechos. Hay resguardos que los acreedores pueden tomar al momento en que se negocia y acuerda el
contrato, esto es, cuando nace la obligación, y otros que pueden adoptarse durante la vigencia de la
obligación, o sea, después del nacimiento de ésta.
El primer tipo de resguardos agrupa a las diversas garantías. Todo acreedor (literalmente, “el que
cree”, “el que confía”, de creditore) puede pedir a su deudor, en principio, que le garantice que su
palabra será cumplida. Para ello, puede pedirle que otorgue una hipoteca, una prenda, que consiga un
fiador, o un codeudor solidario, etc. No obstante, como es de suponer, en ciertas ocasiones el deudor no
puede conceder garantías, ya se deba a que no tiene bienes específicos que dar en hipoteca, o en prenda,
o a que no tenga familiares o amigos que estén dispuestos a pagar por él si él no lo hace; lo que, en
definitiva, es un riesgo que debe asumir el acreedor que de todos modos decide contratar con ese deudor.
Las medidas conservativas tienen que ver con reglas procesales y, eventualmente, del derecho de
quiebras. Pero lo importante es que cuando el deudor está en problemas los acreedores tienen
mecanismos para evitar que las cosas empeoren, o que su riesgo aumente. Entre estos mecanismos están
la acción pauliana y la oblicua. La primera persigue “revocar” ciertos contratos, para devolver bienes al
patrimonio del deudor que han salido fraudulentamente, y la segunda permite que los acreedores puedan
“subrogarse” u ocupar la posición del deudor para hacer ingresar bienes al patrimonio del deudor, que
no están en ese patrimonio por pasividad o desidia del deudor.
Todos los acreedores están, en principio, en igualdad de condiciones para pagarse, porque, si el
deudor no cumple su obligación, todos ellos tienen el derecho de embargar y vender forzadamente bienes
suficientes para cubrir el capital y las costas, y pagarse con el producto de la venta (arts. 2465 y 2469).
Lo cual no es sino una consecuencia del principio de igualdad, como dice Diez-Picazo (pág. 749). Esto
significa que un acreedor no se paga primero porque su crédito sea más grande, ni porque sea más
antiguo, ni porque la persona del acreedor se más relevante: todos los acreedores se pagan, en principio,
al tenor de las respectivas obligaciones.
138 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ _____________________
Esta igualdad se rompe, sin embargo, cuando se dan estas dos circunstancias: primero, cuando
los bienes del deudor no alcanzan para cubrir todas sus deudas, y, segundo, cuando algunos de los
créditos son preferentes por disponerlo así la ley. Faltando cualquiera de estas dos condiciones, todos los
acreedores se pagan en forma totalmente igualitaria. Si los bienes del deudor son suficientes para
absolver todas sus deudas, no hay necesidad de establecer ningún orden de prelación de los créditos, y
todos éstos, por consiguiente, se pagan íntegramente en la forma y tiempo que corresponda según la
obligación contraída por el deudor. Del mismos modo, si los bienes son insuficientes, pero no hay
créditos que según la ley deban preferir a otros, si bien los créditos no se van a pagar en forma íntegra, sí
en forma igualitaria, pues en este caso han de pagarse todos a prorrata. La ruptura de este principio de
igualdad es, sin embargo, sólo parcial, pues los créditos que prefieran de igual manera siguen teniendo un
tratamiento igualitario entre ellos.
Las excepciones legales a la igualdad de los créditos, es decir, las preferencias, se justifican sólo
por dos razones: porque hay un derecho real de prenda o hipoteca (preferencias de 2ª y 3ª clase,
respectivamente), o porque hay razones de interés público (trabajadores, impuestos, gastos de última
enfermedad, etc.: 1ª clase; o administradores de bienes ajenos, públicos o privados: 4ª clase). Si el
acreedor no se encuentra en una situación de preferencia (o porque no tiene un derecho real, o porque no
está enumerado en la ley como de 1ª o de 4ª clase), es un acreedor valista o quirografario, y se encuentra
en una situación muy desaventajada en comparación con los que sí disponen de alguna preferencia. Es el
acreedor “valista” el que sufre más claramente lo que significa el riesgo de las obligaciones: por ejemplo,
puede haber prestado $1.000 a su deudor (sin pedir garantías), confiando en éste, pero, llegado el día
pactado para el pago, el deudor no paga, y hay muchos acreedores que están en la misma situación.
Como los acreedores valistas se pagan a prorrata del monto de sus créditos (y no por antigüedad ni por
ningún otro criterio), puede resultar que del crédito original de $1.000, sólo se paguen $200 (o $50, o
nada).
Se decía que, para precaver los efectos nocivos del incumplimiento, el acreedor puede solicitarle
al deudor que dé garantías que aseguren el pago de la obligación. Estas garantías pueden ser de dos tipos:
reales o personales. Son garantías reales las estipulaciones convencionales o disposiciones legales que
adscriben bienes concretos y determinados a asegurar la satisfacción del crédito del acreedor: la prenda y
la hipoteca. Son personales, en tanto, las estipulaciones convencionales o disposiciones legales que
asignan patrimonios adicionales al del deudor a asegurar la satisfacción del crédito del acreedor: la
solidaridad, la indivisibilidad, la fianza y la cláusula penal.
La garantía real presenta, a lo menos, dos ventajas: (i) El bien o bienes respectivos permanecen
adscritos al fin señalado no obstante que cambien de poseedor o de dueño. Son reales, por lo que se
pueden exigir erga omnes, lo que se traduce en el derecho de persecución. (ii) La garantía real concede
una preferencia al crédito que garantiza, que puede ser de segunda clase (privilegio según la ley, art.
2470 inc. 1º), si es una prenda (art. 2474 n°3), o de tercera, si es una hipoteca. La preferencia es especial,
de modo que sólo se puede hacer valer respecto de los bienes dados en prenda o hipotecados, y se
extiende sólo hasta el valor de éstos. 235
Presenta el inconveniente, sólo eventual, de que, precisamente por su carácter real, se agota en el
bien que la constituye, de manera que si su valor no alcanza a cubrir el monto del crédito, por el
remanente éste no está garantizado ni tiene preferencia, salvo que exista otra garantía (Ej: un crédito por
$1.000, garantizado con un inmueble que vale $800, la preferencia sólo se extiende al valor del bienes
($800), y por los restantes $200 es un crédito valista, sin preferencia).
La garantía personal, por su parte, presenta la ventaja de que agrega más patrimonios a la
seguridad del crédito, disminuyendo importantemente la posibilidad de insolvencia. Las desventajas se
derivan de esta misma característica: al recaer sobre patrimonios, no da derecho de persecución; recae
sobre un “continente” y no sobre un “contenido”, a diferencia de la garantía real. Por eso, si el segundo
(o tercer) patrimonio está recargado de deudas, esta garantía no será muy eficaz. Además, no otorga
preferencia.
No debe olvidarse que en un sentido tradicional los efectos de las obligaciones consisten sólo en
los caminos que tiene el acreedor de una obligación para satisfacer su interés cuando ésta no presenta un
desarrollo normal, con la particularidad de que se pueden imponerse por vía coactiva. Tales efectos son,
en este sentido, el derecho principal a la ejecución forzada de la obligación, el subsidiario a la
indemnización de perjuicios y los derechos auxiliares destinados a conservar la integridad del patrimonio
del deudor.
muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose los no embargables, designados en el art.
1618”. El efecto práctico de esta norma se encuentra en el art. 2469, de acuerdo con el cual “Los
acreedores, con las excepciones indicadas en el art. 1618, podrán exigir que se vendan todos los bienes
del deudor hasta concurrencia de sus créditos, incluso los intereses y los costos de la cobranza, para que
con el producto se les satisfaga íntegramente si fueren suficientes los bienes, y en caso de no serlo, a
prorrata, cuando no haya causas especiales para preferir ciertos créditos, según la clasificación que
sigue”.
El término prenda no se encuentra utilizado en su sentido técnico y propio (de garantía real cuyo
objeto es un bien mueble). Lo que la ley desea enfatizar es que el acreedor siempre tiene una garantía
para el cumplimiento de su obligación: todo el patrimonio del deudor. Es una garantía porque consiste en
una disposición legal que agrega bienes distintos de los que comprende la obligación al fin de asegurar el
interés del acreedor.
Existe sí una condición imprescindible para que la garantía general pueda operar: debe tratarse,
como dice el art. 2465, de una obligación personal. Con ello el Código Civil no dice que existan
obligaciones que no sean personales, pues todas lo son, sino que hace hincapié en que el acreedor sólo
puede valerse de esta garantía con los bienes del deudor que se ha obligado personalmente con él. Se
descartan, de este modo, los demás bienes de aquellas personas que, sin haber contraído la obligación
principal, han, sin embargo, adscrito bienes específicos a la satisfacción del interés del acreedor. Es el
caso del tercero poseedor, esto es, de quien ha adquirido una cosa gravada con prenda o hipoteca, y del
tercero que da en prenda o hipoteca bienes suyos en garantía de una deuda ajena sin obligarse
personalmente. La obligación de estas personas cesa cuando lo hace la causa de ella: la posesión de un
bien dado en prenda o en garantía. Por todo esto se dice que quienes se encuentran en la situación
descrita están obligados propter rem et occasione rei.
Los arts. 2397 inc. 1° y 2425, tocantes a la prenda y la hipoteca, respectivamente, contemplan
más claramente esta distinción. Prescribe el primero que “El acreedor prendario tendrá derecho de pedir
que la prenda del deudor moroso se venda en pública subasta para que con el producido se le pague; o
que, a falta de postura admisible, sea apreciada por peritos y se le adjudique en pago, hasta concurrencia
de su crédito; sin que valga estipulación alguna en contrario, y sin perjuicio de su derecho para perseguir
la obligación principal por otros medios”. Y el segundo señala que “El ejercicio de la acción hipotecaria
no perjudica a la acción personal del acreedor para hacerse pagar sobre los bienes del deudor que no le
han sido hipotecados; pero aquélla no comunica a ésta el derecho de preferencia que corresponde a la
primera”.
1.- Es universal. Opera cualquiera que sea la fuente de la obligación. Así lo da a entender el art.
2465 cuando se refiere a “toda obligación personal”.
2.- Es ilimitada. Recae sobre el patrimonio del deudor, esto es, sobre una universalidad y no
sobre bienes determinados, porque los bienes afectos a la responsabilidad del deudor son los existentes al
momento del incumplimiento, y no los que existían al momento en que se contrajo la obligación. Por este
mismo motivo, el deudor conserva la administración de sus bienes, y puede enajenarlos y gravarlos.
3.- Es igualitaria. En principio, todos los acreedores gozan de esta garantía. la excepción la
constituyen los créditos que tienen preferencia. Las preferencias son el privilegio y la hipoteca.
CAPÍTULO III: LA EJECUCIÓN FORZADA
I. ASPECTOS GENERALES
A. CONCEPTO
La obligación es un vínculo jurídico, razón por la cual no queda al arbitrio del deudor el
cumplirla o no. El derecho concede al acreedor la posibilidad de ejecutar forzadamente la obligación
debida, es decir, de compeler al deudor, con el apoyo de la fuerza estatal, para que cumpla su obligación.
Esta medida de protección de que dispone el acreedor es lo que se conoce como ejecución forzada, y a lo
que el párrafo n°9 del Título XIV del Libro IV se refiere con el concepto de “pago por acción ejecutiva”,
que repite el art. 1624.
Esta ejecución se hace valer sobre todos los bienes del deudor, según lo dispone el art. 2465:
"Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los bienes
raíces o muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables,
designados en el art. 1618".
La ejecución forzada se vale de los medios procesales del juicio ejecutivo, pero no se agota ahí,
ya que ante todo es una institución del Derecho Civil, por cuanto éste determina las pretensiones que se
pueden hacer valer en juicio. Para Meza Barros, la ejecución forzada es posible siempre “(...) que resulte
procedente entablar un juicio ejecutivo”.237
B. PROCEDENCIA
1.- De acuerdo con el art. 1489, todo contrato bilateral lleva envuelta una condición resolutoria
de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado, que, cumplida, concede al otro el derecho de
escoger entre la ejecución o la resolución del contrato, en ambos casos con indemnización de perjuicios.
O sea, el contratante insatisfecho puede ponerle fin al contrato (pedir su resolución) y exigir la
indemnización de los perjuicios como acción principal.
2.- Con arreglo al art. 1553, el acreedor de una obligación de hacer puede pedir, a su elección,
estando el deudor en mora, apremios, la ejecución del hecho por un tercero a cuenta del deudor, o la
indemnización de los perjuicios. Por consiguiente, nuevamente la acción de indemnización es principal.
3.- Conforme con el art. 1555, la infracción de una obligación de no hacer se traduce en la
indemnización de perjuicios, y sólo si el hecho puede deshacerse se siguen efectos distintos. El inciso
tercero del citado artículo permite que, aun cuando se pueda destruir lo hecho, se escuche las
proposiciones de reparación que realice el deudor, entre las cuales se puede encontrar una indemnización.
De este modo, la realidad muestra que la indemnización de perjuicios tiene una aplicación
general y, en cierta forma, igualitaria en comparación con la ejecución forzada y, en general, con otros
medios de que dispone el acreedor insatisfecho, para el restablecimiento del equilibrio jurídico. La idea
tradicionalmente sostenida sólo rige, en consecuencia, para las obligaciones de dar que nacen de
contratos unilaterales, pues para los demás –bilaterales, de hacer y de no hacer-, o hay una opción, o la
acción principal es no la de ejecución forzada, sino la indemnizatoria. Y ello se fundamenta en que el
deudor se ha obligado a la prestación convenida, no a otra cosa, como dar una cantidad de dinero (salvo
que éste sea el caso). Además, lo contrario daría pie para pensar que las obligaciones son alternativas, lo
cual atentaría contra el principio de que las obligaciones son puras y simples, sin anormalidades.
Alessandri considera que el hecho que la ley haya debido consagrar normas especiales (arts. 1555, 1489
y 1537) para la procedencia de un derecho alternativo en este caso, corrobora lo expuesto.238
C. OBJETO
El objeto de la ejecución forzada es que la obligación se cumpla en naturaleza, vale decir, que el
acreedor sea satisfecho por la prestación a la que tiene derecho; en el fondo, que se cumpla la expectativa
que depositó en manos del deudor.
Sin embargo, hay un caso, como se verá más adelante, en que subsiste la acción de ejecución
forzada no obstante que la prestación se ha hecho imposible en naturaleza: es lo que sucede con las
obligaciones de especie, cuando el cuerpo cierto no se encuentra ya en poder del deudor o ha perecido
por culpa de éste. En estos eventos, la ejecución forzada tiene por objeto el valor de dicha especie,
operando un subrogación de la cosa debida por el valor de la misma. Así se obtiene del art. 438 del
Código de Procedimiento Civil, de acuerdo con el cual el juicio ejecutivo consiste, en este caso, en una
avaluación de la cosa y, posteriormente, en la ejecución forzada sobre ese valor.
Es importante tener claro que ello no la transforma en una indemnización de perjuicios. Entre
otras cosas, con esto se busca evitar desmejorar la posición del acreedor, porque si en dicha hipótesis la
acción deviniera en una de perjuicios, éste tendría que ejercer su pretensión en un juicio ordinario y no en
uno ejecutivo. Además, la indemnización de perjuicios es el resultado de un juicio de responsabilidad,
que tiene su antecedente en la culpa o en el dolo, y que se tramita en procedimiento ordinario. La
ejecución forzada por el valor de la cosa, en cambio, no sigue los trámites de dicho procedimiento, sino
los del ejecutivo, no exige la prueba de perjuicios, y la única compensación que admite es la
correspondiente al valor de la prestación. Es como si el acreedor hubiera obtenido lo debido en
naturaleza. Este tipo de ejecución es más restringida que la indemnización de perjuicios, y busca dejar al
acreedor en la misma posición patrimonial en que hubiera estado si se hubiera cumplido la obligación.
Con todo, hay dos casos en que la ejecución forzada y la indemnización de perjuicios comparten
1.- En las obligaciones de dinero, en las cuales los perjuicios corresponden a los intereses (art.
1559).
2.- Cuando se pacta la cláusula penal, caso en el cual lo usual es que el acreedor deba elegir entre
la obligación principal y la pena, sin perjuicio de que pueda pactarse que el acreedor, en caso de
incumplimiento, tenga derecho a ambas (art. 1537).
La buena o mala fe sirven únicamente, a este respecto, para determinar a qué se estaba obligado.
Por eso más importante es la culpa. Por regla general en una ejecución forzada la diligencia no es excusa,
como la culpa no es un agravante, cuestión del todo diversa cuando se trata de la indemnización de
perjuicios, pues ahí es considerablemente trascendente para hacer responsable a una persona.
El Código de Procedimiento Civil contiene dos títulos que regulan las obligaciones de dar y las
de hacer y no hacer, respectivamente. En ellos establece los requisitos que han de cumplirse con el fin de
obtener el cumplimiento forzado de la obligación en un procedimiento ejecutivo:
1.- Disponer de un título ejecutivo (art. 434 del CPC), que es aquel que da cuenta
fehacientemente de la existencia de una obligación, como una sentencia, una escritura pública, etc.
2.- Que la obligación sea actualmente exigible, lo cual supone que no exista plazo pendiente y
que no haya prescrito.
3.- Que la obligación sea líquida, es decir, que la suma de dinero, la cosa o el género, sea
precisa. No solamente se entiende líquida cuando se señala en el contrato la suma, sino también cuando
ésta se puede obtener por medio de operaciones aritméticas simples (art. 438 del Código de
Procedimiento Civil) a base del título. Si éste está expresado en moneda extranjera o en una unidad
reajustable, igualmente se considera líquida la obligación. Las obligaciones indemnizatorias no son
líquidas, salvo que sean de dinero o se haya pactado cláusula penal.
A. OBLIGACIONES DE DAR
Luego de examinar el título y cumplidas las condiciones, el tribunal requiere de pago al deudor,
y, si éste no paga, se le embargan sus bienes. El embargo consiste en poner los bienes del deudor en
manos de un depositario, a quien se entrega su tenencia y administración, para que los ponga a
disposición del tribunal mientras se procede al remate de ellos. El embargo de inmuebles debe ser
inscrito. El deudor sólo podrá oponer las excepciones que señala el art. 464 del Código de Procedimiento
Civil. Falladas en su contra o no opuestas, se produce el pago, que es diverso según el tipo de obligación
de que se trate:
146 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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1.- Obligaciones de especie o de dinero cuando se ha embargado aquélla o éste. Se hace entrega
al acreedor de la una o el otro.
Sla especie no existe ya en poder del deudor, el acreedor usualmente no podrá actuar sobre el
tercero poseedor, porque el vínculo es personal, y tendrá dos acciones, no compatibles: la acción de
perjuicios, que supone desde luego que la responsabilidad del incumplimiento sea imputable al deudor y
un procedimiento ordinario (no es una ejecución forzada); o la acción por el valor de la cosa, que
corresponde a la ejecución forzada.
Además, una vez que el embargo ha sido trabado, los bienes del deudor quedan fuera del
comercio (art. 1464 n°3).
1.- "Que se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido”. En este caso el juez
puede decretar multas y arrestos de hasta 15 días. Lo usual es que se proceda a aplicar multas al deudor.
El deudor, por su parte, puede pagar las multas o caucionar una indemnización al acreedor. Esta
alternativa concedida al deudor provoca, en definitiva, el fracaso del procedimiento de ejecución, porque
lo que originariamente era un procedimiento destinado a obtener el cumplimiento en naturaleza de la
obligación, deviene en una obligación indemnizatoria (art. 543 del CPC), quedando el acreedor sin
control alguno de la ejecución.
De las opciones a las que ofrece la ley, esta es la única que busca obtener el cumplimiento en
naturaleza, pero es absolutamente posible que fracase, ya que en definitiva el cumplimiento de la
obligación depende de la voluntad del deudor. Por lo demás, tratándose de ciertas actividades, no es lo
mismo obtener el cumplimiento de la obligación de manera forzada que obtenerlo con la voluntad del
deudor.
2.- "Que se autorice a él mismo [el acreedor] para hacerlo ejecutar por un tercero a expensas del
deudor". En este caso se solicita un presupuesto y se encarga la labor a un tercero.
LA EJECUCIÓN FORZADA 147
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3.- "Que el deudor le indemnice de los perjuicios resultantes de la infracción del contrato." Esta
alternativa supone un juicio ordinario salvo que se haya pactado una cláusula penal.
Según Alessandri, el deudor puede incluso recurrir sucesivamente a cada uno de estos tres
medios, en términos tales que si el primero no brinda resultados, puede recurrir al segundo y, si éste falla
asimismo, puede solicitar indemnización de perjuicios. 239
Lo anterior rige siempre que la obligación consista en realizar un servicio u obra material, porque
cuando el hecho debido consiste en la suscripción de un documento (promesa de celebrar un contrato) o
en la constitución de una obligación, la acción ejecutiva se reducirá a pedir al tribunal que le señale un
plazo al deudor para que proceda a la suscripción del documento o constitución de la obligación, y si el
deudor no lo ha, que proceda el juez a nombre y por cuenta de éste (art. 559 CPC).
La obligación de no hacer se incumple por el sólo hecho de ejecutar el hecho prohibido. Con
respecto a la ejecución cabe anotar que existe una excepción al régimen ordinario de incumplimiento, por
cuanto no siempre el acreedor tendrá derecho a que se satisfaga naturalmente su expectativa. El art. 1555
señala los efectos de la obligación en este caso, y de su lectura lo primero que se obtiene es que hay que
distinguir si el hecho se puede destruir o no:
1.- Si el hecho se puede destruir o se puede paralizar lo que se está haciendo (por ejemplo en una
obligación de no competir), la ley no da automáticamente una acción al acreedor para que se deshaga lo
hecho. Esto es lo excepcional. En razón de esto deben diferenciarse dos situaciones:
2.- Si no es posible destruir lo hecho, al acreedor no le queda otro camino que la indemnización
de perjuicios.
La indemnización de perjuicios es el derecho que tiene el acreedor para exigir del deudor el pago
de una cantidad de dinero equivalente a la ventaja o beneficio que le habría procurado el cumplimiento
efectivo y oportuno de la obligación. Los fundamentos de esta institución descansan en el principio de
que nadie puede ser lesionado por un acto ajeno, y en la sanción que desea imponer el ordenamiento
jurídico a quienes incumplan sus obligaciones. Es la típica institución que hace valer la responsabilidad
civil, a diferencia de lo que sucede en derecho penal, donde la responsabilidad se hace valer con la pena.
La idea de responsabilidad civil supone un comportamiento reprochable, vale decir, que el daño
que sufre el acreedor provenga del incumplimiento de un deber de conducta por parte del deudor. Este
deber de conducta se puede situar en dos grandes sedes:
2.- Deberes de conducta que impone la sociedad en virtud de las relaciones recíprocas del tráfico.
En este caso, los deberes no se encuentran preconfigurados, como sucede con los contractuales, sino que
unos están en la ley mientras que otros se encuentran implícitos y se generan por vía jurisprudencial.
Pero en ambos tipos de ilícitos civiles, el antecedente de la responsabilidad civil es que la acción
que genera el daño es culpable.
El concepto civil de culpa tiene que ver con la comparación de una conducta efectiva con un
patrón de conducta abstracto. El Código Civil, en su art. 44, distingue tres tipos de culpa, para lo cual
utiliza asimismo tres patrones de conducta: el hombre diligente, el medianamente diligente, y el poco
diligente. De lo dicho se sigue que la responsabilidad por culpa equivale más bien a un reproche objetivo
-dado por la comparación- a la conducta, y no subjetivo, en reproche al sujeto, aspecto en el cual el
derecho civil difiere del penal.
ser el equivalente pecuniario del beneficio que el acreedor hubiera obtenido con el cumplimiento en
naturaleza de la obligación.
Las reglas que al respecto contiene el título en estudio se aplican únicamente a las obligaciones
cuya fuente sea contractual, cuasicontractual o legal, ya que las obligaciones derivadas de otras fuentes
se rigen por los artículos 2314 y sgtes. Aunque la ley no lo dice, los perjuicios se indemnizan en dinero.
El primer requisito genérico es la culpa, salvo en la responsabilidad estricta. Pero además son
antecedentes el daño y la causalidad.
(i) Daño
El principio general es que sin daño no hay indemnización, porque lo que busca la
indemnización es precisamente reparar el daño causado. En este sentido no es meramente una retribución
a causa de una determinada acción de un tercero.
Se suscitó la discusión en torno a qué daño era reparable. En principio se consideró que el daño
patrimonial era el único reparable, fundamentalmente debido a que se consideraba que el daño moral no
era susceptible de avaluación. De hecho, el único artículo del Código Civil que se refiere al daño moral,
art. 2331, lo hace para excluirlo. Con todo, actualmente se indemniza el daño moral, tanto por vía
contractual como extracontractual.
1.- Daño emergente. Involucra la disminución del patrimonio, o aumento de los pasivos, y la
pérdida de valor de los activos.
2.- Lucro cesante, que corresponde a lo que en razón del incumplimiento se deja de ganar (art.
1556).
Según el art. 1556 la indemnización de perjuicios se presenta en tres casos: cuando el deudor no
cumple su obligación, cuando la cumple imperfectamente, o cuando la cumple retardadamente. De esto
se deduce que la indemnización de perjuicios es de dos tipos (esta clasificación es contractual):
1.- Compensatoria, que consiste en la cantidad de dinero que el acreedor tiene derecho a exigir
del deudor cuando éste no cumple su obligación o sólo la cumple en parte (los dos primeros casos). En
este caso subsiste la obligación, mas ha variado su objeto. Ahora, con respecto a las obligaciones de
hacer y no hacer, el acreedor puede pedir alternativamente la indemnización de perjuicios o el
cumplimiento de la obligación (arts. 1553 y 1555).
2.- Moratoria, que consiste en la cantidad de dinero que el acreedor puede exigir del deudor
cuando éste no cumple oportunamente su obligación (corresponde al último de los tres casos de
procedencia de la indemnización). En este caso el objeto de la obligación subsiste, y el acreedor la
obtiene, bien que tardíamente, lo cual da origen a la indemnización moratoria, que representa el beneficio
perdido con el atraso. En este sentido la indemnización moratoria se aplica también al caso
150 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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El art. 1558 clasifica los daños en previsibles e imprevisibles, estableciendo una consideración de
la conducta del individuo para determinar el monto de la indemnización, lo cual es una excepción en el
derecho civil. Así, si el sujeto actuó dolosamente, responderá de los daños previsibles y los
imprevisibles, en cambio se actuó culposamente, responderá sólo de los previsibles. El fundamento de
esta norma se puede encontrar en el hecho que una de las características de la culpa es no prever lo
previsible, radicándose ahí la negligencia, a diferencia de lo que ocurre cuando se actúa dolosamente,
caso en que de alguna forma el sujeto asume las consecuencias o resultados de su actuar doloso, por lo
que se lo hace responsable de lo previsible y de lo imprevisible. El artículo que consagra esta distinción,
art. 1558, se refiere a una situación contractual, debido a lo cual han surgido dudas respecto de su
aplicación en el ámbito extracontractual. Barros plantea que debería aplicarse a ambos tipos, ya que las
características de la culpa son idénticas ambas sedes.
El daño moral es aquel que no significa una disminución del patrimonio, sino un prejuicio que se
traduce en dolor físico o afectivo, en pérdida de autoestima, o en general en una alteración desde el punto
de vista psíquico a una persona. La indemnización moral es importante porque existen numerosos casos
en que si no hay indemnización de este tipo no hay tampoco reparación alguna. Su problema más serio es
de la avaluación, pero no es el único, ya que los tribunales no sólo otorgan indemnizaciones por daño
moral, sino que también a causa de un agravio, adquiriendo en ese sentido un matiz penal que porque
utiliza como castigo. Por eso se dice que la indemnización moral tiene una finalidad reparatoria y
compensatoria.
(ii) Causalidad
Entre el daño y el hecho culpable es necesario que exista un vínculo causal, o, lo que es lo
mismo, para que se responda de un hecho es necesario que este hecho sea condición imprescindible para
que se verifique el daño. El problema se presenta a la hora de determinar hasta dónde se puede estirar
esta causalidad, vale decir, qué daños son atribuibles a ese hecho.
Por otro lado, es necesario que el daño sea atribuible normativamente al sujeto, de donde se sigue
que la causalidad en materia jurídica no es únicamente una institución lógica. El Código señala que se
responde sólo de los daños directos, que son aquellos que surgen inmediatamente del hecho ilícito.
CAPÍTULO V: DERECHOS AUXILIARES DE LOS ACREEDORES
I. ASPECTOS GENERALES
Los derechos auxiliares miran a conservar el patrimonio del deudor con el fin de posibilitar el
cumplimiento efectivo de la obligación, y lo hacen de dos maneras: conservando intacto el patrimonio
del deudor, esto es, evitando que salgan bienes de éste, e incrementando el patrimonio del deudor,
haciendo entrar bienes a éste. Estos derechos auxiliares son cuatro:
Son aquellas que tienen por objeto mantener intacto el patrimonio del deudor, evitando que
salgan de su poder lo bienes que lo forman a fin de hacer posible el cumplimiento de la obligación.
Ejemplos:
1.- Arts. 1222 y 1223, que autorizan a los acreedores del difunto para solicitar y para intervenir
en la guarda de los papeles y en la aposición de los sellos.
2.- Art. 1255, que reconoce el derecho del acreedor para, en la confección del inventario,
intervenir en los bienes del difunto.
3.- Arts. 1766, 1492, 1078 y 761, que consagran el derecho legal de retención.
4.- Art. 280 del CPC, que contiene las siguientes medidas, también llamadas precautorias (en
cualquier etapa del juicio, aún cuando no estuviere contestada la demanda):
distingue al respecto (arts. 2465 y 2469). Puede suceder que el deudor no quiera ejercer ciertas acciones
o derechos, porque considera que todo su esfuerzo será en beneficio de los acreedores, o simplemente
porque desea perjudicarlos. En estas circunstancias, la ley da derecho a los acreedores para subrogarse en
estos derechos y acciones de que dispone el deudor. Es el caso de una donación que no quiere aceptar, o
una herencia o legado que intenta repudiar. Pero este derecho sólo autoriza a los acreedores para
subrogarse en ciertos derechos y acciones, mas no para obtener la administración de sus bienes.
1.- En los derechos reales de usufructo, prenda, hipoteca, y demás análogos (no uso y
habitación).
4.- En los derechos del deudor sobre quien por su hecho o culpa hubiere perecido la cosa, no
obstante se extinga la obligación (art. 1677). Según Andrés Jana, en este caso no habría una subrogación,
puesto que el derecho entraría directamente al patrimonio del acreedor, verificándose en realidad una
cesión de derechos.
5.- En el caso de la repudiación de un herencia, legado, o donación (arts. 1238 y 1349). En estas
circunstancias el ejercicio de la acción beneficia a los acreedores únicamente hasta la concurrencia de sus
créditos, lo cual constituye una excepción al hecho que el crédito se integra en su totalidad al patrimonio
del deudor.
Las condiciones o requisitos para que los acreedores puedan subrogarse o substituirse son las
siguientes:
1.- Que el crédito sea cierto, es decir, que el deudor tenga la calidad de acreedor.
2.- El acreedor no puede ser condicional. Sí puede el acreedor a plazo.
3.- Es necesario que el deudor no quiera ejercer las acciones o derechos de que se trata. Para ello
es necesario que el acreedor pruebe la negligencia del deudor, negligencia que se prueba demostrando
que la actitud del deudor compromete su solvencia (no implica que sea insolvente).
No es necesario que el acreedor sea autorizado judicialmente para ejercer estos derechos y
acciones, porque es un derecho que la ley reconoce al acreedor, salvo los casos de los arts. 1238 y 1349.
Cuando los acreedores ejercen este derecho, lo hacen en nombre y en representación del deudor,
consecuencia de lo cual es que lo que adquieren por esta vía ingresa al patrimonio del deudor
aprovechando a todos los demás acreedores. Debido a esta falta de incentivo, la acción oblicua presenta
una reducida aplicación en la práctica.
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A. CONCEPTO Y REQUISITOS
Todas estas acciones se inspiran en la acción pauliana civil del art. 2468 del código del ramo, que
puede definirse como aquella acción que tienen los acreedores para obtener la revocación de los actos
realizados por el deudor en fraude de sus derechos.
Como se ve, tiene por fundamento el acto fraudulento ejecutado por el deudor, y por objeto la
revocación del mismo. Por consiguiente, el fundamento jurídico de la acción es el ilícito cometido por el
deudor, consistente en violar la garantía en virtud de la cual el acreedor ha contratado con él, que no es
otra que el derecho de prenda general.
La mayoría de la doctrina considera que no es necesario que el deudor haya sido declarado en
quiebra o que haya hecho cesión de bienes para que pueda ejercitarse la acción pauliana. Arguye que el
art. 2468 al decir “En cuanto a los actos ejecutados antes de la cesión de bienes o la apertura del concurso
(...)” no hace más que poner en evidencia la distinta situación en que estos últimos se encuentran
respecto de los celebrados o ejecutado después de la quiebra o cesión. Así, según el art. 2468, los
primeros pueden ser revocados mediante la acción pauliana, al tiempo que, según el art. 2467, los
segundos son nulos (en verdad inoponibles). 240
Comúnmente se dice que para que proceda la acción pauliana civil deben reunirse los siguientes
cuatro requisitos:241
1.- Que la acción sea ejercida por un acreedor. Los únicos que pueden participar del interés que
genera la acción pauliana son los acreedores, pues son sólo ellos los que se benefician del incremento
que experimenta el patrimonio del deudor con ocasión del éxito de la acción pauliana. La dudas se
plantea en cuanto a si disponen de esta acción los acreedores condicionales y a plazo, de un lado, y los
hipotecarios o con preferencia de segunda clase, de otro:
240
PUGA acepta esta interpretación, pero no sin dudas. Menciona como argumentos a favor de la tesis contraria los
siguientes:
1.- La misma redacción del artículo 2468 en relación con el art. 2467.
2.- El espíritu de la legislación es el de evitar que ciertos acreedores logren ventajas frente a otros una vez que el
estado patrimonial del deudor no permite satisfacerlos a todos. Desde este punto de vista, aparece injusta la posibilidad de que la
sagacidad de algunos perjudique a otros.
3.- Si fuera posible ejercer la acción antes de la quiebra, el enunciado del art. 2468 sería redundante, sobre todo
considerando que la norma se ubica precisamente en la prelación de créditos, etapa a la que se llega mediante la insolvencia del
deudor.
4.- El proyecto inédito de Bello señalaba que la acción pauliana prescribía en un año contado desde la apertura o la
cesión, lo que refuerza la unión entre ellas. Hay constancia, además, de que la norma fue alterada porque no guardaba relación
con la tradición romana y las Partidas.
Por otra parte, la Corte de Apelaciones de Santiago ha resuelto lo siguiente (en extracto): “La acción pauliana o
revocatoria, que se fundamenta en el art. 2468 del Código Civil, permite a los acreedores solicitar que se rescindan los contratos
onerosos y las hipotecas, prendas y anticresis que el deudor haya otorgado en perjuicio de los acreedores, estando de mala fe el
otorgante y l adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del primero, celebrado antes de la cesión de
bienes o apertura del concurso.
Procede rechazar la demanda en que se ejerce la acción pauliana, a fin de obtener la nulidad del contrato de
compraventa de un inmueble, si no existió una cesión de bienes o apertura del concurso” (Corte de Apelaciones de Santiago,
año 1991, rol 6933-90, Gaceta, n°135, 1991, pág. 63).
241 PUELMA, págs. 115-122, y PUGA, págs 294-299.
154 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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2.- Que se trate de un acto jurídico anterior a la declaración de quiebra o cesión de bienes. 243
Tres temas merecen desarrollo especial:
a) Validez de los actos objeto de la acción. La duda es si los actos que padecen de un vicio de
nulidad deben ser o no atacados preferencialmente por esta última vía. PUGA y PUELMA concuerdan en
que debe distinguirse entre los declarados nulos y los anulabes. Los primeros no pueden ni hay interés en
revocarlos, pues no producen efectos. Los segundos, en tanto, sí pueden ser perseguidos por vía de la
revocación, ya que todo acto es válido y produce efectos mientras no sea declarado nulo, y, además, la
ley no exige que el acto a revocar sea válido.
En todo caso, según PUELMA la acción de nulidad es incompatible con la pauliana, de manera
que de intentarse ambas deben serlo una en subsidio de la otra.
i) Simulación absoluta. Pueden optar entre revocar el acto dándolo por válido, o iniciar la
acción de nulidad absoluta correspondiente por falta de causa.
ii) Simulación relativa. Pueden optar entre valerse del acto aparente y revocarlo, o
apoyarse en la acción de simulación y luego revocar el acto simulado. En esta última hipótesis ambas
acciones son compatibles.
242
Para PUGA es necesario que el acreedor esté premunido de un título ejecutivo. No lo dice la ley expresamente, pero
se desprende del hecho que sí exige que los negocios del deudor se encuentren en mal estado, situación que debe ser efectiva al
momento del cobro, no al del nacimiento de la obligación, cobro que se verifica de la mano de un juicio ejecutivo.
243 La idea de acto jurídico es opuesta a la de acto material, por lo que todas las modificaciones de hecho que sufran
los bienes del deudor no son revocables. Por ejemplo, es el caso de la especificación, construcción, demoliciones, etc.
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El acto debe haberse celebrado o ejecutado con anterioridad a la quiebra, esto es, hasta el día en
que ésta se declara, porque son inoponibles a la masa todos los actos y contratos que “(...) el fallido
ejecute o celebre después de dictada la sentencia que declara la quiebra, con relación a los bienes de la
masa, aun cuando no se hayan practicado las inscripciones en los registros respectivos del Conservador
de Bienes Raíces” (art. 72). Esta es una sanción especial que establece la Ley de Quiebras, en plena
concordancia con lo estatuido por el art. 10 del Código Civil. De no existir ella habría que pensar en la
nulidad absoluta por objeto ilícito de los respectivos actos, en razón de los preceptuado por los arts. 1464
n°3, 1466 parte final y 2467 del Código Civil.
Que el acto sea inoponible y no nulo implica algunas ventajas: desde luego, aquél es válido, de
modo que puede pedirse su cumplimiento, pero una vez que se alce la quiebra o respecto de bienes no
comprendidos en ella. Además, puede suceder que el deudor no sea insolvente y, en consideración a ello,
el acto respectivo serle indiferente a la masa.
3.- El acto debe ser perjudicial para los acreedores. La idea de perjuicio se traduce en una “(...)
creación o agravación de la insolvencia del deudor, entendiéndose por insolvencia la incapacidad de pago
derivada del desequilibrio entre el activo y el pasivo (...).244 Da igual que el acto sea ruinoso, o sea,
notablemente desproporcionadas las respectivas prestaciones, si no genera un acrecentamiento del déficit
patrimonial.
Sin embargo, no son pocos los casos en que se aprecia un perjuicio sin que se genere un aumento
negativo en el desequilibrio entre activos y pasivos. Es el caso que se presenta, por ejemplo, cuando el
deudor permuta bienes de muy fácil realización (como valores mobiliarios transables en bolsa) por otros
de mayor valor pero de difícil realización (derechos en sociedades de personas). Por eso, también existe
perjuicio cuando el deudor disminuye la liquidez de su patrimonio.
Los terceros afectados por la acción de revocación pueden oponer lo que se denomina beneficio
de discusión, en virtud del cual los acreedores demandantes deben probar que el pasivo del deudor es
superior a su activo.
a) El crédito del acreedor debe ser anterior al acto, pues si es posterior no le produce
perjuicio; más bien se aprecia una negligencia de su parte. Para éste el bien nunca existió en el
patrimonio del deudorEl derecho de prenda general abarca a los bienes presentes y futuros del deudor a
contar del momento en que éste contrae la obligación; no comprende, por consiguiente, a los bienes
pasados (art. 2465).
4.- Que exista fraude pauliano. Éste consiste en el conocimiento del mal estado de los negocios
del deudor. La ley distingue entre los actos onerosos y los demás actos para establecer de parte de quién
debe existir tal fraude. Así, en los primeros deben conocer el mal estado de los negocios del deudor tanto
éste cuanto el tercero (participatio fraudis), mientras que en los segundos (gratuitos) sólo el primero
(concilum fraudis). El conocimiento de ambos o del deudor, en su caso, debe haber existido al momento
de la celebración o ejecución del acto.
El antecedente de la distinción entre ambos tipos de actos se encuentra en el hecho que el tercero
que celebra un acto oneroso ha dado a cambio algo que le pertenece, de modo que desde ese punto de
vista su situación es idéntica a la de los acreedores, pues ambos se perjudican por igual tanto si el acto es
revocado como si no lo es, ya que el bien queda para el uno o para los otros dependiendo del éxito de las
acciones Por el contrario, en el caso de un acto gratuito, el tercero beneficiado por él no se ha
desprendido de nada a cambio, por lo que ningún perjuicio sufre con la revocación.
En síntesis, entonces, respecto de todos los actos deben reunirse la mala fe del deudor y el
perjuicio a los acreedores, y con relación a los onerosos debe sumarse la mala fe del tercero adquirente.
En la acción pauliana civil son sujetos pasivos el deudor, su contratante y los subadquirentes
según los casos
1.- Su ámbito natural de aplicación, según PUELMA, es aquel en que se busca revocar actos
celebrados o ejecutados por deudores no declarados en quiebra.
2.- Dentro de la quiebra es la acción residual; la que se debe entablar a falta de otra mejor y más
específica.246 El art. 75 expresa que “Con respecto a los demás actos o contratos ejecutados o celebrados
por el deudor en cualquier tiempo, con anterioridad a la fecha de la declaración de quiebra, se observará
lo prevenido en el art. 2468 del Código Civil”. Esta subsidiariedad que exhibe al interior del
procedimiento de quiebra deriva en tres conclusiones:
a) Es la acción que se debe intentar dentro del período sospechoso siempre que no exista una
especial para impugnar el acto respectivo.
b) Es la acción que se debe intentar para revocar los actos que dispongan de una revocatoria
especial pero que, sin embargo, se hayan verificado fuera del período sospechoso, pues es la que procede
respecto de actos a título oneroso celebrados o ejecutados por el deudor en cualquier tiempo.
c) Es la única acción que puede intentar el acreedor del deudor no calificado para revocar los
actos a título oneroso celebrados dentro del período sospechoso y aquellos que contemplan acciones
revocatorias concursales contra deudores calificados.
C. NATURALEZA JURÍDICA
El art. 2468 del Código Civil da a entender que son acciones de nulidad, pues habla de
“rescindir”. Sin embargo, incurre dicha disposición en un error, pues la auténtica naturaleza jurídica de
estas acciones es la propia de aquellas de inoponibilidad. Así se obtiene de las características y
1.- La nulidad es una institución que se relaciona propiamente con actos que están intrínseca o
congénitamente viciados por haberse faltado a los requisitos que establece la ley para su próspero
nacimiento, más allá de otras consideraciones. La inoponibilidad, en tanto, opera respecto de actos
válidos en sí mismos, pero que por otras circunstancias –en la especie el estado de cesación de pagos- se
los estima atentatorios contra el orden público representado por el interés de los acreedores.
2.- La inoponibilidad concede acción sólo a aquellos respecto de quienes el acto es ineficaz, en
este caso los acreedores. De ahí que el deudor y el cocontratante no puedan amparándose en esta acción
revocar el acto que celebraron. Para ellos éste sigue siendo plenamente válido. Declarada la
inoponibilidad el acto puede ser desconocido por los terceros afectados, pero no por los contratantes. El
acto es válido, sólo que padece de ineficacia y, todavía más, únicamente con relación a los acreedores del
deudor; en lo demás queda subsistente.
3.- Toda nulidad ataca al acto, lo destruye erga omnes, concediendo incluso y por eso mismo
acción reivindicatoria contra terceros poseedores, aun los de buena fe. La inoponibilidad, en cambio, no
destruye al acto, sino que le resta eficacia a sus efectos, y sólo en la medida en que éstos perjudican a los
acreedores. 247
4.- No podría ser otra la conclusión si se considera que la aceptación o rechazo de la acción es en
ciertos casos facultativa para el juez, porque ésta libertad es absolutamente incompatible con la
institución de la nulidad, que se basa por definición en criterios objetivos: un acto sólo puede ser nulo o
válido, con independencia de los beneficios que acarrea o no la declaración de su nulidad. 248
Se podría decir, en síntesis, que la nulidad ataca a la causa, en tanto la inoponibilidad a los
efectos. “(...) la inoponibilidad concursal, entonces, significa que el acto celebrado por el fallido no
puede ser opuesto a los acreedores congregados en la colectividad de la masa falencial, sin perjuicio de la
validez interpartes”. 249
La Ley de Quiebras así también lo entiende, pues los arts. 74 y 76 comienzan con la expresión
“son inoponibles a la masa”, y el art. 80 lo hace con la frase “las acciones de inoponibilidad a que se
refieren los dos párrafos precedentes”. Sin embargo, de todos modos yerra en los arts. 77 y 79, pues
declara, en el primero, que “Podrán ser anulados los pagos (...)”, y, en el segundo, que “(...) podrán ser
anuladas (...)”, todo ello en abierta contradicción con lo que se ha dicho en cuanto a la naturaleza jurídica
de esta acción.250
247 PUGA Vial, Juan Esteban, Derecho Concursal. El Juicio de Quiebras, Ed. Jurídica, 1ª ed., Santiago, 1989, págs. 322-
324.
248
La cátedra, en otra sede a raíz de una acción revocatoria en particular.
249
Miquel, citado por PUGA, pág. 324.
250 La antigua ley 4.558 hablaba de acciones de nulidad, probablemente en concordancia con la idea expresada en el
Código Civil (rescisión). Con todo, agregaba que dicha nulidad era relativa a la masa, denotando que en definitiva su espíritu era
el de sancionar acciones de inoponibilidad.
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Alguna vez se pensó que las acciones revocatorias eran reales, pues perseguían la restitución de
un bien, restitución que podían solicitar los acreedores a un tercero e incluso a un subadquirente. En otras
palabras, la acción se desenvolvía entre partes no ligadas por una relación jurídica personal.
Pero es actualmente bastante claro que la acción de inoponibilidad es personal. Los siguientes
antecedentes apoyan esta conclusión:
3.- Si bien en virtud de la declaración de inoponibilidad del acto el bien en cuestión sigue siendo
propiedad del fallido, ello es sólo para los efectos del concurso. Fuera de éste debe entenderse que el bien
sigue en propiedad del tercero.
4.- Si bien luego de acogida la acción revocatoria puede ser menester ejercer una acción
reivindicatoria o posesoria, tal situación tiene por único objeto reincorporar materialmente el bien al
patrimonio del fallido. El ejercicio de estas últimas trae consigo la aplicación de las reglas sobre
prestaciones mutuas, aunque debe hacerse presente que la mala fe concursal no es la misma que aquella a
que se refieren los preceptos del Código Civil.
D. EFECTOS DE LA REVOCACIÓN
El efecto propio del éxito las acciones revocatorias es hacer inoponible el acto revocado a la
masa de acreedores e ingresar a la de bienes los que hayan salido por curso de aquél. Pero, mas
puntualmente y en la práctica, el tema de los efectos de la revocación estriba en dilucidar dos puntos:
1.- Qué suerte corren los subadquirentes, entendiéndose por tales a los que hayan adquirido del
tercero que contrató con el deudor o fallido la cosa materia de la revocación. Sobre este punto destacan
dos corrientes:
b) Aquellos que consideran que la acción revocatoria genera efectos propios (entre ellos
Claro Solar y Vargas), quienes creen que hay que aplicar al subadquirente las mismas reglas que rigen
para el tercero; en consecuencia, hay que distinguir entre actos a título gratuito y a título oneroso como
asimismo entre el subadquirente de buena y el de mala fe. Concluyen que el primero (el de buena fe)
debe restituir hasta el monto del enriquecimiento injusto, y el segundo (el de mala fe) hasta la
concurrencia del daño causado.252
2.- Las prestaciones mutuas que se deben las partes una vez que se revoca el acto, en especial si
el tercero tiene o no derecho a la restitución de lo que él ha dado al deudor o fallido en pago de su propia
obligación. Sobre este asunto hay varias posiciones:
Pero esta solución no concuerda con nuestra legislación, por los siguientes motivos:
i) No hay norma legal alguna que siquiera insinúe la idea de que la revocación declarada
resucite el crédito del tercero.
252 PUGA cree que la solución correcta es acoger sin indecisión la idea de que la inoponibilidad del acto del tercero a la
masa es absoluta, de donde se sigue que éste no pudo transferir más sas el problema se resuelve mediante el ejercicio de las
correspondientes acciones de dominio, comúnmente la reivindicatoria, por parte del síndico (PUGA, pág. 345 y 346).
160 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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iii) Para que el acto pueda ser revocado el fallido debe haber cumplido con su prestación,
de donde se sigue que el tercero es un acreedor pagado. Por eso la masa puede oponer a la verificación de
éste la excepción de pago.
Además, hay una norma que puede apoyar esta idea, que es la del art. 1468 del Código Civil,
según la cual “No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas”.
La lógica de esta argumentación se basa en que para que la acción prospere el deudor debe haber estado
en conocimiento de que el acto atentaba contra la par condictio y, por esta vía, también contra el orden
público. La contraprestación del tercero adolecería, en consecuencia, de causa ilícita, y no podría ser
repetida.
E. PRESCRIPCIÓN
Según el n°3 del art. 2468, esta acción prescribe en un año contado desde la fecha del acto o
contrato. Como se trata de un prescripción de corto tiempo especialmente regulada por la ley, no opera
respecto de ella la suspensión (art. 2524).
1.- En este caso estamos en frente de una actitud activa del deudor, por la cual ha hecho salir
bienes de su patrimonio, en cambio en la acción oblicua la actitud del deudor es pasiva, negligente.
2.- La acción pauliana persigue la incorporación de bienes que ya formaban parte del patrimonio
del deudor, y que éste fraudulentamente hizo salir.
3.- La acción pauliana es una acción directa que pertenece a los acreedores, quienes la ejercen a
su propio nombre, en tanto la oblicua es una acción que compete al deudor.
4.- La acción pauliana sólo aprovecha a los acreedores que la han ejercido.
El beneficio de separación es el que tienen los acreedores hereditarios y testamentarios para pedir
que no se confundan los bienes del difunto con los del heredero, para los que de aquel cumplan las
obligaciones testamentarias y hereditarias con preferencia a las deudas propias del heredero.
Esto puede perjudicar a los acreedores del difunto cuando el heredero está cargado de deudas y
sus bienes, sin tomar en cuenta los del difunto, no alcancen a cubrirlas, y al confundirse los patrimonios
no se pueden pagar todas las deudas conjuntas. Entonces las leyes autorizan a los acreedores
testamentarios (del testamento) y hereditarios (los que el difunto tenía en vida) a pedir que los
patrimonios se separen. Así, cada grupo de bienes sirve para pagar a los acreedores respectivos.
CAPÍTULO VI: DERECHO DE PRENDA GENERAL Y PRELACIÓN DE CRÉDITOS
I. ASPECTOS GENERALES
Cuando el acreedor es uno, normalmente no habrá problema para determinar quién se paga y
hasta qué parte de su crédito, pues sólo él se pagará con la subasta. En cambio, si son más de uno los
acreedores, y la liquidación de los bienes del deudor es menor que el monto de los créditos, aquéllos se
pagarán a prorrata de su interés (art. 2469). En otras palabras, el principio es que todos los acreedores
concurran con igual preferencia.
En principio una persona natural no puede limitar su responsabilidad (en otras legislaciones
existe la empresa unipersonal de responsabilidad limitada). Por tanto, las formas para limitar ésta son, en
general, la sociedades no colectivas. Pero en este caso nace una persona jurídica distinta a la de los
socios, que, al igual que la persona natural, responde con todo su patrimonio. Por consiguiente, no
estamos en este caso, en verdad, frente a una excepción al antedicho principio, sino más bien frente a una
reafirmación de él.
II. PREFERENCIAS
En el derecho chileno, las preferencias son atributo de los créditos, por lo que la preferencia la
goza el éste, mas no el acreedor. De allí que si el crédito se transfiere o transmite, ella subsista (art. 2470
inc. 2°).
1.- Preferencias que se hacen valer sobre todos los bienes del deudor, vale decir, personales, que
son las de primera y cuarta clase:
164 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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a) Primera clase (art. 2472). Estas preferencias prevalecen sobre las otras, y si alcanzan para
pagarse únicamente ellas, las demás no se pagan. Un primer fundamento de su establecimiento es
humanitario, pagándose las funerarias (n°2), y las enfermedades (n°3). En el caso de los trabajadores
(n°5, 6 y 8) hay una clara justicia distributiva, basada en que éstos se encuentran en una situación
desventajosa frente a los demás acreedores en cuanto al conocimiento de la situación de la empresa. Los
números 1 y 4 establecen preferencias para el pago de aquellas obligaciones que benefician a todo los
acreedores. Finalmente, se encuentra el fisco (n°9) por el cobro de los impuestos de retención y recargo,
esto es, aquellos que no consisten en un pago directo, como el IVA.
Según el art. 2473, "los créditos enumerados en el artículo precedente afectan a todos los
bienes del deudor, y no habiendo lo necesario para cubrirlos íntegramente, preferirán unos a otros en el
orden de su numeración, cualquiera que sea su fecha, y los comprendidos en cada número concurrirán a
prorrata.
Los créditos enumerados en el artículo precedente no pasarán en caso alguno contra terceros
poseedores".
2.- Preferencias que se hacen valer sobre ciertos bienes, que son las de segunda y tercera clase.
Si estos bienes no alcanzan a cubrir el monto de las obligaciones, sobre el remanente los acreedores serán
valistas.
a) Segunda clase (art. 2474). En este caso hay un género implícito: la prenda. Hay algunos
presupuestos del artículo en los cuales se hace referencia al derecho legal de retención, que no hacen sino
consagrar que dicho derecho se asocia a la prenda o a la hipoteca según el bien sobre el que recaiga.
El art. 2476 preceptúa que "Afectando a una misma especie créditos de la primera clase y
créditos de la segunda, excluirán éstos a aquéllos; pero si fueren insuficientes los demás bienes para
cubrir los créditos de la primera clase, tendrán éstos la preferencia en cuanto al déficit y concurrirán en
dicha especie en el orden y forma que se expresa en el inc. 1° del art. 2472". Hace excepción a la regla
anterior la prenda industrial, puesto que la jurisprudencia ha entendido que prefiere incluso a los créditos
de la primera clase (art. 25 de la Ley de Prenda Industrial).
b) Tercera Clase (arts. 2477, 2478, y 2479). Se trata de los créditos hipotecarios. Si una cosa
fue hipotecada varias veces, se paga en el orden de las fechas de dichas hipotecas, y si varias de ellas se
hubieren constituido en la misma fecha, preferirán en el orden de sus inscripciones. La hipoteca es
atractiva como garantía, no obstante ser una preferencia de tercera clase, porque las preferencias de
primera clase se deben hacer valer en primer término sobre los bienes no hipotecados, y los acreedores
hipotecarios no deben esperar que se paguen las preferencias de primera clase para pagarse ellos con la
hipoteca.
I. ASPECTOS GENERALES
Las obligaciones con pluralidad de sujetos cumplen, esencialmente, una función de garantía
personal. En efecto, tanto así que incluso la mejor garantía de que puede disponer el acreedor, es la
afectación de dos o más patrimonios al cumplimiento de la obligación. Esta afectación puede tomar dos
formas:
1.- Fianza. El fiador se ve obligado a cumplir la obligación sólo subsidiariamente, esto es, sólo
cuando se han agotado los medios contra el deudor principal, porque dispone del beneficio de excusión.
Cabe señalar que la fianza simple no es considerada un tipo de obligación con pluralidad de sujetos, ya
que, en estricto rigor, sólo hay en ese caso una obligación.
Además de estos tipos de garantías, hay otros de obligaciones que se utilizan con tales fines: las
obligaciones indivisibles. Aquí la afectación de otro patrimonio al cumplimiento de la deuda se debe a
que la prestación, por su naturaleza, no puede dividirse (constituir una servidumbre). Su carácter de
garantía viene dado por el hecho que la indivisibilidad puede pactarse, con la ventaja de que, a diferencia
de la solidaridad, pasa a los herederos.
En nuestro sistema jurídico se consagra como garantía personal la cláusula penal, que presenta 2
ventajas: no es necesario probar los perjuicios, y no se requiere juicio ordinario.
Se agrega a las anteriores la anticresis (art. 2435), que es un contrato (no un derecho real) en
virtud de cual el deudor entrega al acreedor un bien raíz para que se pague con sus frutos. No otorga
preferencia. En el derecho procesal existe una figura similar, pero respecto de muebles: la prenda
pretoria.
En la fianza la relación más personal que se presenta es la que sostienen el deudor con el fiador,
pero el contrato de fianza lo suscriben el acreedor y el fiador. Se trata de un contrato gratuito, que se
166 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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El Código trata básicamente la fianza simple, en virtud de la cual el fiador dispone de tres
beneficios de que no dispone el fiador solidario:
3.- Tiene la excepción de subrogación (art. 2355), que procede cuando el acreedor ha sido
negligente o renuncia a ciertos beneficios (por ejemplo, si pierde una acción por caducidad), para
subrogarse en las acciones respectivas.
La relación que existe entre el deudor y el fiador no emana, por lo general, de la fianza, sino de
otros contratos, como el mandato. Así, como lo mínimo que podría existir entre ellos es una agencia
oficiosa, claro que las reglas particulares de la fianza benefician más al fiador. En efecto, si el fiador fia
en contra de la voluntad del deudor y extingue la deuda, tendrá acción contra el deudor conforme al n°2
del art. 2375. Además, el fiador tiene un derecho llamado "relevo de la fianza", por el cual, en ciertas
circunstancias, puede exigir del deudor que éste consiga que el acreedor lo releve de la fianza (art. 2369).
El fiador que paga se encuentra en una condición análoga a la de los codeudores solidarios: se
subroga solidariamente y tiene acción de reembolso (art. 1610).
I. ASPECTOS GENERALES
Desde el punto de vista activo, los créditos son transferibles, a excepción de los derechos
personalísimos y aquellos que se extinguen con la muerte (usufructo), pero jamás desde el punto de vista
pasivo. Esta situación se salva por medio de la novación, aunque aquí en verdad surge una nueva
obligación.
Los créditos se pueden transmitir a título universal o singular. Por su parte, las obligaciones se
transmiten a los herederos a prorrata de sus cuotas (art. 1097). Al respecto, el heredero es el sucesor de
las deudas del causante; no así el legatario, quien únicamente tiene una obligación subsidiaria, que se
hace exigible sólo cuando los herederos no pueden cumplir con las deudas hereditarias.
3.- Novación por cambio de acreedor. Con esta figura se extingue el crédito anterior, con todas
sus preferencias y garantías, razón que la ha convertido en un método de rara aplicación práctica.
A. GENERALIDADES
Detrás de la cesión de derechos hay tres requisitos que constituyen actos separados:
Una de las características de los títulos de crédito es que son circulatorios, o sea, están destinados
al tráfico jurídico. Por eso son esencialmente cedibles.
Algunas ideas preliminares. Hay un requisito que singulariza a toda cesión de créditos, cual es la
entrega del título. El crédito es un derecho incorporal, cuya tradición (que adquiere el nombre de cesión)
se verifica a través de la entrega del título en el cual consta (art. 699 del Código Civil).
Pero tratándose de un crédito nominativo se exige que concurra además otro requisito, cual es el
traspaso. El traspaso es un acto escrito en que, bajo la firma del cedente, se designa a la persona del
cesionario.
Además, para que el deudor de un crédito nominativo sepa que el crédito ya no está en manos del
cedente y, en consecuencia, le sea oponible la cesión, es menester o que se le notifique el acto de la
cesión o que lo acepte. Faltando estas condiciones, la cesión no se perfecciona ni respecto del deudor ni
de terceros.
De los arts. 162 y 164 se puede apreciar que antes de tratar el tema la cesión de los títulos de
crédito mercantiles, debemos estudiar la cesión de crédito en materia civil, que tiene particular aplicación
a propósito de los títulos mercantiles nominativos, porque precisamente, en general, la cesión de títulos
de crédito nominativos aún está reglamentada por el Código Civil.
Para analizar la cesión de derecho en materia civil, a la luz de las normas de los artículos 1901 a
1907 del Código Civil, distingamos entre las distintas partes de la cesión al cedente y cesionario, por un
lado, y al deudor y terceros, por el otro.
Es preciso diferenciar:
1.- Entre las partes, el Código Civil señala en el artículo 1.901 que la cesión (tradición) se
perfecciona a través de dos actos:
a) La entrega del título, porque dice: "La cesión de un crédito personal, a cualquier título que
se haga, no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario sino en virtud de la entrega del título".
b) El traspaso, que es, como se dijo, un acto escrito en que, bajo la firma del cedente, se
designa a la persona del cesionario (art. 1903 del Código civil).
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 169
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2.- Respecto del deudor cedido y terceros, la cesión se perfecciona alternativamente mediante
uno de los siguientes actos:
Se requiere una resolución judicial para que el receptor concurra y notifique. Asimismo, el
receptor debe ocuparse de practicar notificación al cesionario. En todo caso, de la notificación se
preocupa el cesionario. Pero el Código Civil nada dice respecto de la "forma" de notificación.
Algunos sostienen que se aplica el artículo 47 del Código de Procedimiento Civil, que al
efecto señala: "La forma de notificación de que tratan los artículos precedentes (se refieren a la
notificación personal y a la llamada notificación personal subsidiaria del artículo 44 del citado cuerpo
legal) se empleará siempre que la ley disponga que se notifique a alguna persona para la validez de
ciertos actos, o cuando los tribunales lo ordenen expresamente". Entonces, para esta postura, el acto de
cesión debe notificarse personalmente. 254
La misma norma del artículo 47 del Código de Procedimiento Civil, en su texto, ha dado pie
para que otra postura deseche la necesidad de notificación personal en el caso de la cesión de derechos,
por cuanto la norma señala que se aplica esta forma de notificación cuando la ley lo disponga para la
validez de ciertos actos, y aquí la cuestión se refiere a la oponibilidad de la cesión, no a su validez.255
ii) Pura y simple o con reservas. Si es del primer tipo, se generan dos efectos:
B. Pierde las excepciones personales. Dispone el art. 1906 del Código Civil que "La
cesión de un crédito comprende sus fianzas, privilegios e hipotecas; pero no traspasa las excepciones
personales del cedente".
Las excepciones personales son las que emanan de la relación personal que el cedente
tiene con el deudor, v.gr. compensación, transacción y remisión y, en general, todos los modos de
extinguir las obligaciones. Son reales las excepciones que tiene el deudor y que emanan del título en el
cual consta su obligación, v.gr. el pago, la prescripción, la nulidad a causa de falta de requisitos
esenciales exigidos por la ley. Esta distinción nace del Código Civil, como estamos viendo256.
No concurriendo estos requisitos, según el art. 1905 “(...) se considerará existir el crédito en
manos del cedente respecto del deudor y tercero”, de suerte que podrá el primero pagar al cedente como
también los acreedores de éste embargarle su crédito.
En materia civil rige el artículo 1907 del Código Civil. Diversas reglas rigen dependiendo de si la
cesión es a título oneroso o gratuito:
Sólo en virtud de una cláusula accidental se puede responder de las garantías de hecho. Pactada,
a menos de expresarse otra cosa, se entiende que el cedente se hace responsable de solvencia presente del
deudor y hasta el monto de la cesión. El beneficio del cedente es el límite natural de su responsabilidad.
2.- Título gratuito. La responsabilidad del cedente se limita a la existencia del título.
2.- Si hay aceptación pura y simple, se pierden. Si se hace reserva de ellas, no se purgan.
1.- La cesión nace de un acuerdo de voluntades, mientras que en el pago con subrogación no hay
acuerdo de voluntades, salvo el caso de una subrogación convencional. Además, éste puede realizarse
incluso contra la voluntad del acreedor.
2.- El cesionario sólo tiene los derechos que el cedente le haya otorgado por la cesión, en tanto el
subrogante podrá ejercer no sólo los derechos que competen al acreedor sino también los que emanan de
256 Queda visto entonces en materia civil, a propósito de la notificación y aceptación, el tema del traspaso de
excepciones.
257 Los autores distinguen entre: a) garantías de derecho: que se refieren a la existencia de un crédito y el dominio que
sobre él tenga el cedente; b) garantías de hecho: solvencia presente y futura del deudor.
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 171
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la relación jurídica que lo ligan al deudor. Ej: Agencia oficiosa, Mutuo, Mandato
4.- Siendo la cesión un acto especulativo autoriza al cesionario para cobrar la totalidad del
crédito aunque haya pagado menos por él. En el caso del pago con subrogación, el individuo que ha
subrogado sólo puede reclamar del deudor la cantidad que efectivamente pagó al acreedor, por lo que si
se extinguió la obligación por un pago inferior al valor del crédito esto aprovecha al deudor.
5.- La cesión es un acto solemne, se perfecciona respecto de terceros y del deudor por el
cumplimiento de las formalidades prescritas por la ley. Por su parte, el pago con subrogación no requiere
formalidad alguna, basta el hecho del pago para que se produzcan sus efectos, con una excepción: la
subrogación convencional, y la subrogación legal de Art 1610 nº6.
7.- El cedente traspasa al cesionario sus derechos, acciones, privilegios, prendas e hipotecas pero
en ningún caso las acciones personales. En tanto el subrogante adquiere todas las acciones, garantías y
calidades del acreedor, aún las acciones personales.
El pago hecho por el deudor extingue la obligación respecto de todo individuo, en cambio el
pago con subrogación si bien extingue el crédito con respecto al acreedor éste queda subsistente con
respecto al deudor y con respecto al subrogado que ha pagado al acreedor.
A. NOVACIÓN
En la novación se produce una relación entre dos actos jurídicos conexos, uno extintivo y otro
creativo, en virtud de la cual se extingue una obligación con la consecuencia de que nace una nueva. Esta
relación que se da entre estos dos actos, acaece, eso si, en un solo acto, de tal manera que el acto
extintivo de la obligación primitiva es la causa del acto creativo de la nueva. Con todo, esta explicación
queda en duda dadas las normas que contienen los arts. 1638 y 1639. El primero preceptúa que no carece
de causa, pues debe hacerse de todas formas, el pago hecho por el delegado (nuevo deudor) que paga al
acreedor creyendo que con eso se liberta de la obligación que tenía para con el delegante (primitivo
deudor), en circunstancias que el acto extintivo sí carece de causa. Por su parte, el art. 1639 dispone algo
similar, pero para el caso de que el delegante haya supuesto una deuda que no existía para con el
acreedor al cual paga el delegado.
La novación es una institución que presenta utilidad en situaciones extremas de crisis (novación
de deudas bancarias). Presenta asimismo utilidad para ceder un contrato, ya que, como en Chile no existe
una figura que regule la cesión de contratos, se hace una cesión de derechos en cuanto al aspecto activo,
172 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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La novación extingue la obligación primitiva con todas sus cualidades, esto es, con todas sus
preferencias y garantías, lo que convierte a la novación por cambio de acreedor en una institución
muerta, puesto que la cesión y la subrogación la superan con creces.
1.- Es un contrato, y como tal está sujeto a todos los requisitos de validez que al efecto se
contemplan. Característico de la novación es la sucesión de obligaciones, donde una sucede a la otra, de
modo tal que al extinguirse la una, acto seguido nace la otra, lo cual exige que ambas obligaciones sean
válidas, al menos naturalmente (art. 1630). Esto sustenta la posible relación causal entre una y otra.
La obligación primitiva puede ser condicional, en cuyo caso la novación operará al momento de
cumplirse la condición (Art. 1633), si la condición falla no hay novación. Nada obsta a que las partes
convengan en dar por extinguida la obligación antes de cumplirse la condición, dando pleno valor a la
nueva obligación .
2.- La sucesión supone que entre una y otra obligación debe haber una diferencia sustancial, la
que puede consistir en:
b) Cambio objetivo, vale decir, que cambie el objeto de la obligación (por ej. en vez de pagar,
se conviene la realización de un servicio). El problema con el cambio objetivo se presenta cuando se
introducen modificaciones circunstanciales en la obligación, como un aumento de plazo o la introducción
de una condición o de una pena, pues ahí resulta difícil determinar si hay o no efectivamente una
novación. Agrava lo anterior el hecho que la ley, en ciertos casos, declara que no hay novación no
obstante disponga la extinción de las garantías. Es lo que ocurre con la extensión del plazo (art. 1649).
3.- Animus novandi (art. 1434). Cuando nada se dice, la intención se manifiesta en que la razón
de ser de la nueva obligación es que por su medio se extingue la obligación primitiva. La ley exige que
los medios de prueba conduzcan inequívocamente a establecer la intención de novar. Incluso, en el
cambio de deudor se exige, como se vio, que sea expresa.
El efecto fundamental es que se extingue la obligación antigua, con todas sus garantías, sean
reales o personales (arts. 1642 y 1645).
Sin embargo, respecto de las prendas e hipotecas existe la institución de la reserva, la cual no
opera jamás ipso iure, y requiere el consentimiento del garante. Debe recaer, naturalmente, sobre los
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 173
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bienes que garantizaban la obligación primitiva. La importancia de la reserva radica en el hecho que a su
virtud se mantienen las fechas de dichas garantías, las cuales muchas veces prefieren en razón de ellas.
Con todo, el art. 1642 contempla un límite a la reserva, que consiste en que el monto que de la nueva
obligación cubren las garantías reservadas, no puede exceder al monto que de la obligación primitiva
cubrían, demasía sobre la cual se entienden novadas.
Las garantías personales también se extinguen, aunque nada obsta a que se pacte lo contrario.
Claro que aquí no son relevantes las fechas.
Las preferencias legales no pueden ser objeto de reservas, por cuanto ella perjudicaría a muchos
acreedores, en la medida que no pueden concurrir.
1.- En primer término el consentimiento del acreedor, pudiendo novarse una obligación aun en
contra de la voluntad del primitivo deudor.
2.- Consentimiento del nuevo deudor que queda obligado. Siendo el deudor primitivo a su vez
acreedor de éste tercero podrá compelerlo a pagar un crédito al que él se había obligado originalmente,
pero no se produce por ello una novación, sino que el nuevo deudor se ve obligado aún contra su
voluntad en virtud de una cesión de acciones o créditos hecha por el deudor en su favor.
Por consiguiente, no pueden faltar a la novación el consentimiento del acreedor y el del nuevo
deudor (arts. 1631 n°3 y 1635, más principios generales del pago). Lo anterior no significa que el antiguo
deudor quede fuera de la novación; sino que por el contrario, normalmente será parte de las
negociaciones, aun cuando en estricto rigor no es parte de la novación, sino del acto extintivo, esto es, de
la delegación.
El que sean actos independientes pero conexos se sigue del art. 1638, que se pone en el caso de
que la delegación carezca de causa. Por otra parte, el art. 1639 dispone que si entre el deudor y el
acreedor no existía obligación, no hay novación, porque en este caso la obligación antigua es causa de la
nueva.
Si la novación se produce sin que haya delegación, se dice que hay expromisión. Finalmente, si
sólo concurren deudor y acreedor, no hay delegación, ni novación. Usualmente habrá cesión de derechos,
donde el título de la cesión será la renuncia del acreedor cedente a accionar contra su deudor cedente.
(a) Formalidades
La novación se produce cuando expresamente el acreedor libra al deudor. Para que haya
liberación expresa, será necesario que se haga por medio de palabras. La novación tácita procede en los
otros tipos de novación (art. 1634 y 1635).
Cuando hay una sustitución radical de la obligación, se presume la intención de novar (art.
1634). La duda se presenta cuando se introducen pequeñas modificaciones en cuanto a las circunstancias
y calidades de la obligación, duda que deberán aclarar el juez o las partes. Así, no constituye novación:
En todo caso, los terceros no pueden verse afectados por negociaciones en este sentido entre el
deudor y el acreedor. Algunos casos límites han sido resueltos por la ley:
1.- Si la nueva obligación pende de una condición, o si, por el contrario, ella es pura, no hay
novación mientras pende la condición, si falla, o si antes de su cumplimiento se extingue la antigua
obligación (art. 1633).
2.- La ampliación del plazo no constituye novación, pero extingue las garantías reales y
personales, salvo que los fiadores o los dueños de los bienes empeñados o hipotecados accedan a la
ampliación (art. 1649).
3.- La reducción del plazo tampoco constituye novación, pero no podrá accionarse frente a los
codeudores solidarios o subsidiarios sino una vez que expire el plazo primitivo (art. 1650).
1.- Consentimiento del deudor que contrae la obligación, si éste no manifiesta voluntad de
obligarse con el tercero el cobro del crédito que éste realiza se hace en virtud de subrogación o cesión de
bienes hecha por el primer acreedor, pero no ha operado la novación.
2.- Consentimiento del primer acreedor que acepta dar por libre al deudor renunciando a exigir
personalmente el pago del crédito, pues de otro modo no hay novación y el tercero que lo exige es un
simple subrogante o persona diputada para recibir el pago.
En la novación por cambio de acreedor y en el pago con subrogación hay cambio en la persona
del acreedor pero los efectos son opuestos porque mientras en la novación ese cambio extingue la
obligación primitiva, en el pago con subrogación no la extingue, permanece la misma obligación.
Más semejanzas tiene la subrogación con la cesión de créditos, porque en ambas instituciones
hay cambio de acreedor y el crédito subsiste. Sin embargo, éstas dos instituciones no pueden
confundirse, porque la cesión de créditos es el resultado de un contrato, es un acto de especulación en
que el cedente obtiene el pago del crédito antes de que venza, en cambio la subrogación es un simple
acto jurídico destinado a extinguir una obligación y el acreedor que recibe el pago no lo hace con un fin
de lucro. El tercero que viene a subrogarse lo hace con un fin de beneficencia.
Dación en Pago
La dación en pago colinda con la novación por cambio de objeto, puesto que el crédito se
satisface igualmente con una cosa distinta. Por regla general, se presenta cuando una obligación de
dinero es pagada con una especie.
Se diferencia de la novación en que mientras en ésta surge una nueva obligación a futuro, con la
dación se extingue la obligación sin que nazca una nueva.
En cuanto a las garantías, vicios ocultos, evicción, etc., se aplican por analogía las reglas de la
compraventa, puesto que hay igual interés que cautelar (art. 24).
B. COMPENSACIÓN
Según el art. 1655 "Cuando dos personas son deudoras una de otra, se opera entre ellas una
compensación que extingue ambas deudas, del modo y en los casos que van a explicarse". Se define la
compensación como la extinción de dos obligaciones recíprocas, entre unas mismas personas, hasta la
176 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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concurrencia de la de menor valor, de manera que hace inútil el pago efectivo que una tendría que
hacerle a la otra. La justificación de ésta institución reside en la conveniencia y utilidad social que
presta en tanto hace innecesario el envío de dinero y bienes entre los deudores recíprocos, significa
además una garantía para cada uno de los acreedores ya que en caso de ser su deudor declarado en
quiebra o concurso la extinción del crédito se produce con preferencia a la concurrencia de todos los
acreedores.
(a) Legal
Es legal la compensación que opera por el sólo ministerio de la ley cuando las obligaciones
cumplen los requisitos establecidos por ésta.
1.- Ambas personas deben ser personal y recíprocamente deudoras y acreedoras. Las
obligaciones a extinguirse deben ser propias de las personas, así por ejemplo, no podrá el deudor
principal oponer por vía de compensación lo que el acreedor deba al fiador, ni el deudor de un pupilo
podrá oponer lo que el tutor de éste le deba a él, no podrá un deudor solidario compensar su deuda con
los créditos de sus codeudores contra el mismo acreedor. Excepcionalmente podrá el mandatario alegar
compensación al acreedor del mandante, siempre que sea en beneficio del mandante.
Art. 1658: "El mandatario no puede oponer al acreedor del mandante no sólo los créditos de éste,
sino sus propios créditos contra el mismo acreedor, prestando caución de que el mandante dará por firme
la compensación. Pero no puede compensar con lo que el mismo mandatario debe a un tercero lo que éste
debe al mandante, sino con voluntad del mandante" En éste segundo caso se contempla la situación en
que el mandatario pretende compensar un crédito que el adeuda a un tercero, con lo que éste individuo
debe a su vez al mandante, esta compensación requiere del consentimiento del mandante.
En el Art. 1659 se establece otra excepción relativa a la cesión de créditos, que por regla general
impiden al deudor oponer al cesionario los créditos que tiene contra el cedente, pero en éste caso se debe
distinguir:
a) "El deudor que acepta sin reservas la cesión que el acreedor haya hecho de sus derechos a
un tercero, no podrá oponer en compensación al cesionario lo que pudiera haber opuesto al cedente".
b) "Si la cesión no ha sido aceptada por el deudor, sino simplemente notificada, podrá oponer
al cesionario todos los créditos que antes de notificársele la cesión haya adquirido contra el cedente, aun
cuando no hubieren llegado a ser exigibles sino después de la notificación".
2.- Ambas deudas deben ser análogas, es decir que "ambas deudas sean de dinero o de cosas
fungibles o indeterminadas de igual género y calidad" (Art 1656 nº1).
Esto porque sin su consentimiento el acreedor no puede ser obligado a recibir una cosa distinta
de la que se le debe, tratándose de dinero no hay dificultad, si la obligaciones recaen sobre otra cosa,
éstas deberán ser de igual género y calidad, no podrá haber compensación por tanto tratándose de
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 177
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3.- Ambas obligaciones deben ser líquidas (Art 1656 nº2). Una obligación es líquida cuando se
conoce con exactitud su existencia y monto o cuando por simples datos aritméticos o por datos que
consten en el título éste puede ser determinado.
4.- Ambas deudas deben ser actualmente exigibles. El acreedor debe encontrarse en la situación
jurídica de poder exigir el cumplimiento de la obligación, por ello no cabe compensación respecto de
obligaciones naturales que carecen de acción para hacer efectiva la prestación debida, ni de obligaciones
bajo condición suspensiva cuando ésta esté pendiente, o en el caso de una obligación a plazo mientras
éste no se cumpla.
5.- Se trate de créditos embargables. Respecto de bienes inembargables no puede ejércese acción
para exigir el cumplimiento de una obligación, no pudiendo los acreedores servirse de ellos para hacerse
pagar, constituyendo la compensación un pago doble no opera respecto de créditos que recaigan sobre
bienes corporales inembargables o sobre derechos personalísimos que tengan tal calidad.
6.- Ambas deudas deben ser pagaderas en el mismo lugar. No se puede obligar al acreedor a
recibir el pago en lugar distinto del convenido en el contrato o el establecido por la ley, sólo respecto de
las obligaciones de dinero operará la compensación en un lugar diverso cuando, como dispone el Art
1664, el que opone u ofrece la compensación asuma los costos de las remesas o transporte.
El Art 1662 establece casos en que no se admite la compensación pese a concurrir los
circunstancias prescritas por la ley:
1.- No puede oponerse compensación a "la demanda de restitución de una cosa de la que su
dueño ha sido injustamente despojado", esta restricción se impone como sanción a la autotutela .
Jurídicamente se considera a las obligaciones restitutorias como de especie o cuerpo cierto por lo que de
ningún modo cabria compensación.
3.- No puede oponerse compensación a "la demanda de indemnización por un acto de violencia o
fraude". En ningún caso sería admisible en tanto el monto de la indemnización debe fijarlo el juez en
juicio ordinario se trataría de una deuda ilíquida.
5.- No podrán oponerse en compensación los créditos que se tengan contra el Estado ante las
demandas de éste por el pago de contribuciones. Ej: No podrá el empleado fiscal cuyo sueldo está
impago oponer este crédito al pago de contribuciones fiscales.
El Art 1661 señala expresamente que "no puede tener lugar la compensación hecha en perjuicio
de los derechos de un tercero", por ello:
prelación de créditos es el único medio por el que la ley prefiere unos créditos a otros.
1.- Es un modo de extinguir las obligaciones que opera automáticamente por disposición de la
ley.
3.- No requiere de acto alguno de los deudores, pudiendo producirse aun sin su consentimiento.
5.- Opera con efecto retroactivo: una vez que se declara la procedencia de la excepción de
compensación alegada por el deudor ésta produce sus efectos desde que concurrieron los requisitos
legales.
7.- Existiendo varias obligaciones entre deudores y acreedores recíprocos, para determinar cuales
de ellas se extinguen por compensación se procede según las reglas relativas a la imputación del pago.
Para que produzca sus efectos naturales la compensación debe ser alegada por el deudor
interesado y declarada judicialmente (Art 1660). El juez en ningún caso podrá declararla de oficio, pues
estaría fallando "ultra petita" e incurriendo por tanto en causal de casación.
Siendo un beneficio establecido en favor de los acreedores, éstos pueden renunciar a un derecho
que mira a su interés individual, pudiendo renunciarse expresamente al manifestar esta voluntad en
términos formales y explícitos, pero se entenderá renunciada tácitamente cuando ésta intención se
desprenda de la ejecución de ciertos actos del deudor.
Podrá renunciarse anticipadamente, antes de que concurran los requisitos legales; o una vez que
la compensación ya se ha producido, como cuando el deudor acepta sin reservas hacer cesión de bienes,
o cuando el deudor no alega compensación en el juicio en que el acreedor cobra su crédito, así mismo se
entiende renunciada la compensación cuando pese a cumplirse los requisitos establecidos por la ley el
deudor paga su crédito.
El Art 1660 regula los efectos de la renuncia de la compensación distinguiendo: 1.- Si el deudor
no alega la compensación ignorando el crédito que tenía contra su deudor, subsiste su crédito
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 179
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2.- Si el deudor no alega compensación conociendo la existencia del crédito que posee contra su
acreedor, subsiste el crédito que él tiene contra éste, pero no conserva ninguno de los accesorios
constituídos para la seguridad del crédito pues al renunciar a la compensación estaría perjudicando x ej a
sus codeudores solidarios o subsidiarios.
Será voluntaria la compensación cuando ésta deba ser convenida por las partes en aquellos casos
en que, por faltar alguno de los requisitos legales, no se produzca la compensación legal.
Las partes podrán voluntariamente pactar una compensación en aquellos casos en que por faltar
una de las condiciones prescritas por la ley, no puede operarse una compensación legal. Ej: deuda
ilíquida.
Producirá únicamente los efectos que las partes le atribuyan, y estos tendrán lugar no desde el
momento en que concurrieron los requisitos legales, sino desde que se realizó la convención en que se
acuerda la compensación.
(c) Judicial
Es judicial la compensación que opera en virtud de una sentencia judicial que admite la
reconvención hecha por el demandado cobrándole una obligación al demandante.
No opera con efecto retroactivo y produce sus efectos desde la notificación de la resolución
judicial.
C. CONFUSIÓN
Art. 1665: "Cuando concurren en una misma persona las calidades de acreedor y deudor se
verifica de derecho una confusión que extingue la deuda y produce iguales efectos que el pago".
La confusión puede provenir de una sucesión por causa de muerte, siendo ésta a título singular o
universal; podrá causarse igualmente por un acto ente vivos, en cuyo caso necesariamente se producirá a
título singular.
180 TEORÍA DE LAS OBLIGACIONES
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1.- Extinción de la obligación. El Art 1665 asimila los efectos de la confusión a los del pago.
2.- Extinción de los accesorios de la obligación. En virtud del Art 1666 la confusión extingue la
fianza.
4.- La confusión extingue la obligación solidaria con respecto a todos. El Art 1688 establece que
la confusión que afecta a un codeudor solidario le da derecho a repetición contra los restantes codeudores
por la cuota que les corresponda en la deuda; en caso contrario si la confusión de las calidades de deudor
y acreedor recae sobre un acreedor solidario éste está obligado a reembolsar a los restantes acreedores
solidarios por la cuota que les corresponda en el crédito.
5.- El Art 1669 establece que los créditos y deudas que el heredero aceptó con beneficio de
inventario no se confunden con las deudas y créditos hereditarios, pues mediante este beneficio se opera
la separación de los patrimonios del causante y el heredero manteniéndose la distinción entre ambas
personalidades jurídicas, pero el heredero beneficiario necesariamente deberá pagar a la sucesión si algo
adeudaba al causante y a la inversa, tiene derecho a exigir de la sucesión los créditos que contra ella
tenga.
A. REMISIÓN
Esta pérdida o abandono del derecho del acreedor es el resultado del acuerdo de voluntades entre
éste y el deudor, cumpliéndose los siguientes requisitos:
1.- El acreedor que remite la deuda debe tener capacidad para disponer de la cosa objeto de la
obligación (Art. 1652) o cumplir con las formalidades exigidas por la ley a los incapaces.
2.- No pueden ser remitidas las deudas que engendran derechos cuya renuncia está prohibida por
la ley. Ej: Derecho de Alimentos.
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 181
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Se produce en caso de concurso o quiebra en que la mayoría de los acreedores acuerdan remitir
parcialmente los créditos del deudor, imponiéndose esta voluntad colectiva aún a lo acreedores que se
hubiesen opuesto a la remisión . Tratándose de remisión total de la deuda se exige la unanimidad de los
acreedores para aceptar la remisión.
La regla general es la voluntariedad de la remisión pues implica una renuncia por parte del
acreedor a sus derechos. Opera por el acuerdo de voluntades entre deudor y acreedor, el carácter bilateral
de éste acto se manifiesta en que si el deudor no acepta el abandono que el acreedor hace de su derecho,
la remisión no se perfecciona y puede el acreedor retractarse y darla por no ejecutada.
4.- A título gratuito u oneroso. En el caso de la remisión a título gratuito la ley la asimila a la
donación entre vivos disponiendo en el Art. 1653: "La remisión que procede de mera liberalidad está en
todo sujeta a las reglas de la donación entre vivos; y necesita de insinuación en los casos para ellas
requeridas", por tanto no se perfecciona sino mediante la aceptación de la remisión por el deudor y la
notificación de la aceptación al acreedor, mientras ello no sucede podrá el acreedor revocarla a su
arbitrio. La remisión a título gratuito importa una verdadera donación, por tanto:
La remisión a título oneroso se produce cuando el acreedor consiente a cambio de una prestación
que le hace el deudor, podría entenderse que jurídicamente se produce una novación por cambio de
objeto o un contrato de transacción.
Dado que el art. 1654 constituye una excepción en tanto hace recaer el peso de la prueba en el
acreedor que no alega la obligación, y en la medida que presume la remisión siendo la regla general que
el ánimo de donar no se presume, esta norma no puede aplicarse por analogía o extensión, debe
interpretarse restrictivamente. En todos los otros casos de remisión tácita deberá el deudor probar los
actos ejecutados por el acreedor que en su concepto importan la remisión de la deuda, debiendo el juez
resolver sobre la procedencia de la condonación del crédito.
Destruida la cosa, la obligación se extingue sin que el acreedor sea satisfecho en su crédito, como
consecuencia de la pérdida de su derecho, resultado de la destrucción de la cosa sobre la que ese derecho
recae.
Siendo una obligación de especie o cuerpo cierto, pereciendo la cosa debida , la obligación se
extingue cuando éste, según el Art 1670: "se destruye, o deja de estar en el comercio, o cuando
desaparece y se ignora si existe".
La perdida debe ser total, siendo simplemente parcial la obligación subsiste y el acreedor se ve
obligado a recibirla en el estado en que se encuentre.
Siendo una obligación de género, ordinariamente se entiende que no se extingue por la perdida
de la cosa que se debe, pues el deudor está obligado a entregar un individuo indeterminado del genero
que se trate, por lo tanto sólo podrá haber extinción de la obligación cuando se extingan todos los
individuos del genero, pereciendo éste.
Será igualmente imputable al deudor la perdida de la cosa cuando esta sobreviene durante la
mora del deudor, se hace necesario distinguir:
1.- Si la cosa no habría perecido habiendo sido entregada oportunamente al acreedor, el deudor
está obligado al precio de la cosa y al perjuicio causado por su mora.
2.- Si el cuerpo cierto hubiera perecido igualmente en manos del acreedor, a consecuencia de
caso fortuito, el deudor estará obligado sólo a la indemnización de los perjuicios de la mora.
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 183
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En todo caso, la mora del acreedor aminora la responsabilidad del deudor, porque si el cuerpo
cierto perece en éste caso, el deudor sólo es responsable de su culpa grave o dolo, de conformidad con lo
dispuesto en Art 1680.
El Art 1676 castiga indistintamente al que hurta o roba, impidiéndole alegar el caso fortuito de la
perdida de la cosa.
Podrá el deudor tomar a su cargo el riesgo del caso fortuito, en cuyo caso la perdida de la cosa
por esta causal transforma su obligación en la de indemnizar los perjuicios acaecidos.
Cuando un individuo se obliga a ejecuta un hecho y no puede realizarlo por cualquier causa, la
obligación necesariamente se extingue por imposibilidad de ejecución. Esta imposibilidad material debe
ser de carácter absoluto, y el hecho debido sea de aquellos que no pueden ser ejecutados sino por la
persona del deudor.
Incumbe probar la extinción de la obligación al que la alega, porque la perdida de la cosa debida
producida en poder del deudor, se presume siempre culpable. El deudor es obligado a probar el caso
fortuito, así mismo para eximirse de la responsabilidad por culpa deberá probar los actos diligentes
realizados en el cuidado de la cosa.
2.- Por regla general el deudor queda relevado de toda responsabilidad, salvo los casos señalados.
3.- Si la obligación se ha extinguido por la desaparición del cuerpo cierto, y este aparece
posteriormente, al desaparecer la causa de extinción, la obligación revive. (Art 1675).
4.- El acreedor tiene derecho a exigir al deudor que le haga cesión de todo derecho o acción que
tenga contra aquellos por cuyo hecho o culpa haya desaparecido la cosa. (Art 1677).
C. PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA
servidumbres. Su único requisito es el lapso de tiempo, de forma que opera por la abstinencia del
acreedor desde que se hace exigible la obligación (art. 2514).
En cierto sentido la idea de justicia cede frente a la de seguridad jurídica, porque si alguien no
ejerce durante cierto lapso de tiempo sus acciones, debe presumirse que no las ejercerá. Ahora, la
prescripción extintiva también adquiere una carácter de sanción, castigando la inactividad o abandono
que el acreedor hace de sus acciones.
La prescripción extintiva en estricto rigor no extingue las obligaciones, sino las acciones, pues
aquéllas subsisten como naturales.
En nuestra tradición jurídica se trata de una institución sustantiva del derecho civil, ya que se
extingue el derecho. En cambio, en el derecho anglosajón es una institución procesal. Las consecuencias
que de ello derivan no dejan de ser importantes, dentro de las cuales la más relevante es que en esos
países la prescripción no se rige por la ley del lugar donde se celebró el contrato, sino que por la del lugar
donde se conoce el asunto.
Como ya se dijo, el único requisito es el transcurso del tiempo, el cual debe ser continuo, es
decir, sin interrupción. En caso de producirse interrupción, se pierde el plazo anterior, y cesada ésta,
comienza a correr uno nuevo. La interrupción puede ser:
1.- Civil, que la produce el acreedor interponiendo acciones, desde la notificación de la demanda.
A este respecto se aplican las normas de la prescripción adquisitiva (art. 2518). Mientras dura el juicio, se
interrumpe la prescripción hasta que se dicte sentencia.
Según el art. 2515, "Este tiempo es en general de 3 años para las aciones ejecutivas y de 5 para
las ordinarias. La acción ejecutiva se convierte en ordinaria por el lapso de 3 años, y convertida en
ordinaria durará solamente otros dos."
El plazo se suspende en favor de quienes no pueden administrar lo suyo, los que están bajo
representación legal, y la mujer casada en sociedad conyugal (arts. 2520 y 2509).
MODOS DE EXTINGUIR DISTINTOS DEL PAGO 185
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Las prescripciones que no son de 5 años, esto es, las de corto tiempo a que están sujetas ciertas
acciones especiales, no se suspenden, puesto que, según el art. 2524, corren contra toda persona, salvo
que se establezca otra cosa (nulidad relativa, art. 1692, y acción de reforma de testamento, art. 1216).
El plazo comienza a contarse desde el día que se hace exigible la obligación, desde que se
contrae o se cumple el plazo. Sin embargo, hay dos casos que están en el límite, en el corazón del
derecho:
1.- Art. 2332. Las acciones destinadas a hacer valer la responsabilidad extracontractual
prescriben en 4 años contados desde la perpetración del acto. El problema radica en que no siempre en el
momento en que cesa el ilícito surge la acción de responsabilidad, como sucede con una mala instalación
de gas que provoca una explosión seis años después de instalada. La jurisprudencia ha dicho que en estos
casos la acción nace desde que se verifica el daño. Así, no podría extinguirse una acción que no ha
nacido, y además, la prescripción busca sancionar la inactividad del acreedor, inactividad que no puede
surgir si no hay acción.
La que se encuentran en el título de la prescripción, son sólo algunas de las que existen en el
Código Civil. Son las siguientes:
1.- Las acciones a favor o en contra del fisco y de las municipalidades provenientes de toda clase
de impuestos, en 3 años (art. 2521 inc. 1°).
2.- Los honorarios de jueces, abogados, procuradores, los de médicos y cirujanos, los de
directores o profesores de colegios y escuelas, los de ingenieros y agrimensores, y en general, de los que
ejercen cualquiera profesión liberal, en 2 años (art. 2521 n°2).
3.- La acción de los mercaderes, proveedores y artesanos por el precio de los artículos que
despachan al menudeo, en 1 año (art. 2522 inc. 1°).
4.- La de toda clase de personas por el precio de servicios que se prestan periódica o
accidentalmente, como posaderos, acarreaderos, mensajeros, barberos, etc., en 1 año (art. 2522 inc. 2°).
1.- Desde que interviene pagaré u obligación escrita, o concesión de plazo por el acreedor. No
hay reconocimiento tácito.