Xirau Aristoteles

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74 Introducción a la historia de la filo so fía G recia 75

qué heredar necesariam ente la sabiduría de su padre. Para que dos posibles, tendrá que som eterse a las leyes de su pueblo y de
alguien pueda llegar a ser gobernante habrá de realizarse una se­ su nación. El Estado que se nos presenta en las Leyes tiene m ucho
lección. Y este proceso de selección, que es el m otor m ism o del en com ún con la República que sigue siendo el m odelo del Esta­
Estado platónico, es la educación. La educación de los guardia­ do platónico. Pero son im portantes las diferencias. A sí en las L e­
nes habrá de basarse en la m úsica y la gim nasia. Estos térm inos yes, Platón restituye a sus ciudadanos una propiedad lim itada y
hay que tom arlos en el sentido que tenían en la época de Platón. hace obligatoria la fam ilia -s i bien m antiene la com unidad entre
N otem os, ante todo, que am bos im plican una arm onía: la arm o­ los guardianes. Basado en la unidad de gobierno, pero tam bién
nía del cuerpo en la gim nasia, la del alm a en la m úsica. Pero si la en la elección de los gobernantes, el Estado de las Leyes m ezcla
gim nasia se reduce, com o lo indica la palabra, a los ejercicios cor­ m onarquía y dem ocracia, unidad y elección. En la descripción
porales. la m úsica en cam bio es una form ación espiritual que porm enorizada hasta los últim os detalles de las leyes y de su fun­
com prende las letras, las artes y las ciencias. La m úsica consiste cionam iento, el últim o diálogo platónico anuncia ya los análisis
así, en la enseñanza de lo verdadero para que se alcance a equi­ políticos de Aristóteles.
librar el espíritu del hom bre. De ahí que Platón, tan am igo de la P latón, filó so fo del am o r y del ser, es tam bién el prim er
poesía en sus prim eros diálogos, diga en la República que a Ho­ ideólogo de O ccidente. Su ideología social habrá de influir, va­
mero debe ponérsele una corona de laureles y echarlo de la ciu­ riada y a veces totalm ente transform ada, en el pen sam ien to
dad. Y es que el poeta, para Platón y, en nuestros días, para los político de la Edad M edia, del R enacim iento y de los tiem pos
Estados totalitarios, lleva consigo el peligro que entraña toda li­ m odernos.
bertad. Los poetas, im itadores de esta im itación que es nuestro
mundo, no pueden sino decir falsedades y entorpecer el ánim o de
los que los escuchan. Platón idealista es tam bién Platón censor. Obras de consulta
M uy especial es la educación que se reserva al gobernante. Se­
rá, a grandes rasgos, la de los guardianes. Pero no podrá lim itarse C o p l e s t o n , Frederick, History o f Philosophy, vol. I, Newman,
a ella. C onsistirá en una elevación constante hacia el ser. Según Westminster, 1948, pp. 127-265.
Platón las ciencias que form arán el rey filósofo y darán arm onía D e m o s , Raphael, The Philosophy o f Plato, Scribner’s, Nueva York, 1939.
a su alm a serán, gradualm ente, las m atem áticas y especialm ente D iè s , Auguste, Platon, Flammarion, París, 1930.
la geom etría, la astronom ía, que enseña la perfecta ordenación J a e g e r , Werner, Paideia, trad, de Joaquín Xirau y Wenceslaco Roces,
del universo y por fin, la dialéctica, es decir, la filosofía propia­ Fondo de Cultura Económica, México, 1957, pp. 458-778.
mente dicha. Es ella precisam ente la que perm ite esta “elevación R o b in , Léon, El pensamiento griego, trad, de Joaquín Xirau, Cervantes,
hasta el ser” de que se habla en la República. Barcelona, 1935.
T a y lo r, A. E., Plato. The Man and His Work, Methuen, Londres, 1926.

Las Leyes

Ya el título m ism o del últim o diálogo platónico indica a las claras V. L a m a d u r e z d e l a f il o s o f ía g r i e g a . A r is t ó t e l e s


un cam bio profundo. El rey filósofo de la República estaba por
encim a de todas las leyes y era él m ism o la ley. Platón, en sus
años viejos, ya no cree com o creyó en su juventud y en su m adu­ La batalla de M antinea (362), donde lucharon los tebanos contra
rez, en la perfección total del hombre. De ahí que en el último la coalición form ada por espartanos, atenienses y arcádicos pre­
diálogo piense que el filósofo, gobernante del m ejor de los Esta­ cisa, con bastante exactitud, el fin del Estado-ciudad.
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La batalla de Mantinea produjo el resultado de que ningún poder do helénico. Al separarse de A lejandro, cuando éste decidió em ­
quedara en situación dominante. La hegemonía de Grecia iba ahora prender la conquista de las tierras de Asia, A ristóteles se dedicó a
a trasladarse al norte, y caer en manos de un poder que hasta enton­
la enseñanza. Fundó en Atenas el Liceo, segunda gran escuela en el
ces había vivido prácticamente fuera del campo de la política
m undo occidental, donde enseñaba a medida que cam inaba por los
helénica. Tal era Macedonia, donde aún se conservaba la monarquía
de tipo antiguo, y donde el pueblo, vigoroso, se prestaba para edificar jardines (de ahí el nombre de peripatéticos o paseantes que se sue­
un Estado guerrero. Allí Filipo ni acababa de subir al trono en 359.64 le dar a los discípulos de Aristóteles). Murió en el año 322 en Caléis.
La obra de Aristóteles es -aparte algunos diálogos fragmentarios
A partir del reino de Filipo y, sobre todo, de la política im pe­ escritos en plena ju v e n tu d - muy distinta de la de Platón. Escrita
rial de A lejandro, Grecia va a ser gobernada por el poder semi- en form a sistem ática, constituye una serie de verdaderos tratados
extranjero. A cabó la era de las ciudades libres y soberanas. Al que son. al m ism o tiem po, una verdadera enciclopedia del saber
im perialism o m acedonio sucederá m ás tarde el im perialism o antiguo. A sí en A ristóteles se realiza, cuando ya Grecia entra en
rom ano. A punta Toynbee que tanto los m acedonios com o los ro­ plena crisis política, una de estas grandes sum m ae que, en el cur­
m anos tuvieron en com ún un deseo de conquista y de explotación so de la historia, suelen servir de últim a m anifestación de una
de las tierras griegas. Pero apunta igualm ente que am bos im pe­ época y de m aterial para que nuevos filósofos vengan a entresa­
rios fueron transm isores de las ideas griegas y divulgadores de la car de ellas sus propias ideas.65
civilización helénica. Grecia, políticam ente vencida, se perpetúa A ristóteles es, en verdad, el fu n d ad o r de la lógica. A las
en M acedonia y en Roma. ciencias naturales dedica una abundantísim a parte de su pro­
En Estagira. pequeña ciudad dom inada por los m acedonios. ducción, entre la cual deben destacarse el Tratado del Cielo,
nació A ristóteles en el año 384. Se interesó desde joven por las De la generación y de la destrucción, y, adem ás un núm ero muy
ciencias naturales. Uno de sus antepasados, E sculapio Nicó- considerable de pequeños tratados, el de Física, donde se discute
m aco, había sido uno de los grandes m édicos del m undo antiguo tanto cuestiones de ciencia natural com o de m etafísica. En el
en tanto que su padre era el m édico de Filipo II de M acedonia. cam po de la especulación pura escribió A ristóteles un segundo
Aun en sus especulaciones m ás abstractas A ristóteles, a diferen­ libro de la física que dejó sin título. Sus com entadores y editores
cia de Platón, tendrá siem pre en cuenta los acontecim ientos del del siglo i a. C. lo bautizaron con el nom bre de M etafísica, o
m undo físico, hasta el punto de que muchas de sus obras perte­ libro que sigue a la física. Este título pasó a la historia para de­
necen m ás estrictam ente a la ciencia que a la filosofía. Este su signar una de las partes de la filosofía. A la moral dedica dos
interés por los fenóm enos naturales contribuyó sin duda a fo­ libros: La Ética nicom aquea y la Etica endem ia y a la teoría de
m entaren su espíritu una filosofía realista, bien diferente del idea­ la ciudad el libro que precisam ente lleva el título de Política.
lism o platónico. Desde muy joven Aristóteles se integró a la ci­ En la Retórica precisa las leyes del arte de convencer y con la
vilización ateniense. Estudió en la Academ ia, guardó toda su vida Poética inicia una serie de estudios sobre el sentido de la trage­
una adm iración profunda por Platón y afirm aba que su am or por dia y la épica cuya influencia es poderosa hasta el siglo x v m y
Platón sólo era inferior a su am or por la verdad. A pasionado co ­ no deja de estar presente en las discusiones que en nuestros días
mo todos los griegos por la vida pública, a instancias de Filipo. se sostienen sobre el tem a de las artes. En conjunto, la obra de
aceptó el puesto de tutor de A lejandro. Gracias a la ayuda de éste A ristóteles sólo puede com pararse, por su calidad, con la de Pla­
pudo escribir sus libros de historia natural, obra en la cual le tón. En cantidad, es la obra más vasta de cuanto escribieron los
ayudaron los inform es que recibía de todas las latitudes del m un­ griegos, en el terreno de la ciencia y la filosofía.

64 A. Pctric. Introducción al estudio de Grecia, trad. de Alfonso Reyes, Fondo de 65 Cf. “Introducción” , supra (el conjunto de sus obras lógicas será conocido en la
Cultura E conóm ica, M éxico, 1956. p. 62. [Breviarios, 121.] Edad M edia con el título general de Organum ).
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Teoría del conocim iento y lógica a los m ás particulares, de los que poseen m ayor extensión a los
que poseen m enor extensión. En la cum bre de la clasificación de
No es éste el lugar para dar un resum en de toda la lógica de todos los térm inos, tendrem os el concepto de ser. siem pre el más
A ristóteles. Para ello encontrará el lector tratados especiales. Lo general de todos, ya que el ser puede decirse de todas las cosas.
que es conveniente, sin duda, es tratar de precisar aquellos ele­ En la base de nuestra clasificación tendrem os a los individuos
mentos de su lógica que m ás contribuyen a fundam entar su filo­ cuya extensión es la unidad: Pedro, este triángulo, este árbol o
sofía. Y es que la lógica aristotélica constituye en buena parte el esta idea. Entre el ser, que siendo lo m ás general, no puede ser
arm azón de todas sus especulaciones. especie de nada, y los individuos, que por su extensión lim itada a
“Todos los hom bres tienden por la naturaleza al conocer.” la unidad no pueden ya ser géneros de nada más, estará toda la
C on estas palabras se inicia la M etafísica de A ristóteles. Pe­ relación dinám ica de los géneros y las especies.
ro el conocim iento será tan sólo posible si nuestras ideas son La teoría de la clasificación conduce, com o de la m ano, a la
claras y definidas. P ara co n o cer es necesario definir y para d e ­ teoría aristotélica de la definición. Para definir un térm ino ha­
finir es ante todo necesario saber clasificar nuestros conceptos. brá que tom ar en cuenta, en prim er lugar, el género próxim o y
Una de las grandes aportaciones de A ristóteles a la historia de después p recisar su d iferen cia esp ecífica. S up o n g am o s que
las ideas es, precisam ente, su teoría de la clasificación y de la querem os definir el térm ino “hom bre”. El género próxim o es “ani­
definición. m al” . Pero si decim os que el “hom bre es un anim al” , no hemos
C onsiderem os los térm inos “hom bre” y “anim al” . Es induda­ acabado de definir al hom bre puesto que existen m uchos anim a­
ble que el segundo es m ás general que el prim ero. En efecto, exis­ les que no son hom bres. H asta aquí nuestra definición es de­
ten m enos hom bres que anim ales. Si pudiéram os contar el núm e­ m asiado general e im perfecta. Para acabar de definir el térm i­
ro de individuos que form a el reino anim al, veríam os que son no. debem os buscar qué es aquello que le distingue de los otros
m ás que los que form an la especie hum ana. Considerem os ahora anim ales. Esta cualidad es la de poseer una razón. Si ahora uni­
los dos térm inos “seres vivos” y “anim al” . De nuevo resulta claro m os el género próxim o a la diferencia específica podrem os decir,
que existen más seres vivos que anim ales. Así, hay térm inos más con todo rigor: el hom bre es un anim al racional. De m odo sem e­
generales que otros, térm inos que tienen un m ayor núm ero de jante, si querem os definir un “triángulo” no bastará con el género
individuos que otros. En cualquier relación de dos térm inos dire­ próxim o “figura geom étrica” , puesto que existen m uchas figuras
mos que tiene m ayor extensión el que contiene m ayor número geom étricas que no son triángulos. Para precisar la definición de
de individuos y que tiene una extensión m enor el que contiene un triángulo habrá que buscar, aquí com o en el caso del “hom bre” ,
núm ero m enor de individuos. A nim al es un térm ino más extenso la diferencia específica.
que hom bre y ser vivo es un térm ino más extenso que animal. Este procedim iento de definición se aplica a todos los térm i­
Llam em os ahora género al térm ino que posee m ayor extensión y nos salvo uno: el ser. Y esto, por dos razones. La prim era es que
especie al térm ino que posee m enor extensión. R esulta claro que el ser, térm ino absolutam ente general, no puede referirse a nin­
“ser vivo” es un género para la especie “anim al” , el cual, a su vez gún género superior a él; la segunda es que siem pre que quisiéra­
es género para la especie “hom bre” . De la m ism a m anera “figura m os definir el ser y tratáram os de decir que el ser es esto o aque­
geom étrica” es un género en relación con la especie triángulo y llo. tendríam os que definir al ser m ediante el uso del verbo ser en
éste, a su vez, un género en relación a la especie isósceles, escale­ la definición misma, lo cual está contra todas las leyes de una
no o rectángulo. buena definición.
Si consideram os las diversas extensiones de los térm inos y de Gracias a su m étodo para clasificar y definir, A ristóteles alcan­
las ideas que estos térm inos expresan, podrem os clasificar térm i­ za a precisar, m ucho m ás que Platón, una teoría de la verdad.
nos y conceptos en una gradación que vaya de los más generales Siem pre que encontrem os un térm ino poco claro habrá la posibi­
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lidad de precisarlo, clasificarlo y definirlo, y darle de esta m anera cesario que entre ellos exista alguna sem ejanza. Así, el hom bre
una validez universal.66 concreto y el hom bre ideal presuponen la existencia de una se­
gunda idea (la de una relación entre los dos) y esta idea, a su vez
presupondría una sem ejanza entre ella y la idea correspondiente.
M etafísica Así, acl infinitum. Entre estos hom bres concretos que se pasean
por una calle im aginaria de Atenas y su esencia, debería existir
A ristóteles, principalm ente físico, estudioso de la naturaleza, no una infinidad de relaciones y de ideas de estas relaciones. Lo cual
podía aceptar la teoría platónica de las ideas. De aceptarla hubie­ en lugar de explicar, m ediante la reducción de la pluralidad a la
ra tenido que concluir que el m undo que nos rodea es una “im ita­ unidad, de hecho agrava el problem a y lo hace infinitam ente in­
ción” . una “copia” o incluso un sueño de otro m undo absoluta­ soluble.“ Si además tenem os en cuenta que la idea es general y
m ente real. Pero A ristóteles tenía un profundo apego a la realidad aquello de que es idea es siem pre particular, tendrem os que la
concreta de los seres. Por debajo de todas sus objeciones a la “anim alidad” será la idea del hom bre, el cual a su vez será la idea
teoría platónica y com o subrayándolas es siem pre perceptible el del griego el cual, a su vez, será la idea del ateniense. D e seguir el
am or al m undo vivo que nos rodea: “en general los argum entos sistem a aristotélico de clasificación de los seres, resultaría que
en pro de las form as destruyen aquellas cosas por cuya existencia cada género es la idea de las especies correspondientes: pero co ­
más entusiasm o sentim os” .67 m o toda especie es a su vez un género, resultará tam bién, contra­
Sin em bargo, Aristóteles no se lim ita a afirm ar la existencia de dictoriam ente, que cualquier ser es al m ism o tiem po, idea y co ­
los seres concretos, sino que trata de dar argum entos para probar pia. realidad e im itación, lo cual es, nuevamente, im posible por
que el m undo de las ideas no existe, y es una hipótesis inútil. Estos contradictorio.
argum entos pueden dividirse en dos grupos: los que sostienen Si consideram os ahora la ineficacia del m undo que inventa
que el m undo de las ideas es lisa y llanam ente ilógico y contra­ Platón -ineficacia, por lo dem ás, que estaba ya presente en los
dictorio; y los que declaran que la hipótesis platónica es ineficaz argum entos an te rio re s-, deberem os d ecir que la hip ó tesis pla­
para explicar el mundo. tónica es inútil. En efecto, si hay un m undo de ideas o esencias,
Tom em os el ejem plo del hom bre, teniendo en cuenta que el este m undo debe explicar todos los elem entos de nuestro mundo.
argum ento podría aplicarse a cualquier ente. De acuerdo con la Así, habría ideas para lo herm oso, lo bueno, lo justo; pero habría
hipótesis de Platón tenem os en este m undo del devenir una m ul­ tam bién ideas para lo feo, lo m alo y lo injusto. De ser totalm ente
tiplicidad de hom bres cuya existencia se explica, en el m ás allá, congruente. Platón debería aceptar la existencia de ideas para co­
por una sola idea o esencia del hom bre en general. A hora bien sas negativas, lo cual va contra la perfección m ism a que Platón
para poder com parar dos objetos (los hom bres y su idea), es ne­ encontraba en su m undo ideal; de no ser así, de explicar tan sólo
las partes positivas del m undo, es claro que Platón no explica las
66 L a filosofía aristotélica es, principalm ente, una filosofía del ser y de las distintas cosas en su totalidad y se lim ita a discernir y encontrar una esen­
m aneras, géneros y especies del ser. La estructura lógica que A ristóteles describe se
adapta con m ucha precisión al m undo aristotélico y nos da la estructura interna de su cia tan sólo para aquellas que considera positivas. En suma: el
realidad. Cuando A ristóteles afirm a que los individuos son las sustancias prim arias, m undo platónico de las ideas es ineficaz y, en realidad, inexisten­
se refiere a los objetos (esta m esa, esta estrella o este hom bre) que encontram os en la te, porque, o bien explica el m undo en su totalidad y deja entonces
base m ism a de su teoría de la clasificación. Cuando dice que h s palabras generales
(m esa, estrella, hom bre, en general) son sustancias secundarias, ;,m existencia física a de ser perfecto o sigue siendo un m undo perfecto, pero explica
las cuales llegam os por un proceso de abstracción y analogía, se refiere a los pensa­ tan sólo la m itad de la realidad.
m ientos generales (género o especies). C uando por fin se refiere a la prim era causa, al
prim er acto o al prim er m otor que es Dios, se está refiriendo al ser. E stos tem as pertene­
cen ya a la m etafísica de A ristóteles. 68 Este es el argumento que generalm ente se conoce con el nom bre de “argum ento del
67 A ristóteles, M etafísica, A 990 b. tercer hom bre” .
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El m undo paradisiaco de las ideas platónicas parece derrum ­ estatura, la belleza o la form a de la nariz. Los prim eros son nece­
barse ante la crítica de Aristóteles. sarios. es decir, son de m odo que no podrían concebirse diferentes
Q ué desnudo el cielo de esencias perfectas. Con Aristóteles a com o son: los segundos son contingentes, es decir, co n ceb i­
entram os de lleno a la realidad inm ediata e individual de los se­ bles de m anera distinta a com o son. Es necesario que un hom bre
res que nos rodean. En ellos y a partir de ellos habrem os de des­ sea racional o viva en sociedad: es contingente que tenga el pelo
cubrir la sustancia del universo.69 rubio, negro o castaño. En el prim er caso hablam os de la sustan­
cia del hom bre; en el segundo, de sus accidentes.
A sem ejanza de Platón. A ristóteles edificó su m etafísica sobre
La sustancia la base de los elem entos necesarios de la realidad. A diferencia de
su maestro pensó que estos elementos necesarios son singulares y
La filosofía prim era, nom bre que Aristóteles daba a lo que se se encuentran en las cosas mismas. La sustancia cuyo análisis es
llam ará m as tarde m etafísica,70 se ocupa de los prim eros princi­ el requisito indispensable para entrar en la m etafísica aristotélica,
pios y las prim eras causas de las cosas. En ella, A ristóteles, no se divide en tres clases: la sustancia “sensible y perecedera” , la
trata sólo de explicar el cóm o del universo, sino el porqué de las sustancia “sensible y eterna” y la sustancia “inm óvil” .71
cosas y de los hom bres. En efecto, la palabra “causa” no sólo se
refiere al agente capaz de producir un efecto, sino que signifi­
ca tam bién la razón de ser. el porqué de una cosa. La m etafísica La sustancia sensible perecedera
aristotélica es una teoría del ser. una ontología. A hora bien, en
rigor, preguntarse sobre el sentido del ser equivale a tratar de ex­ Con los térm inos de “sustancia sensible perecedera” Aristóteles
plicar la sustancia del universo, siem pre que entendam os por sus­ se refiere a las cosas del m undo cam biable e individual que nos
tancia el sustrato último, la base o punto de apoyo de la realidad. rodea. Todas ellas tienen un principio, un desarrollo y un fin y a
A sí, A ristóteles no se ocupa de aquellos elem entos del ser que todas ellas puede atribuirse el venir a ser y el dejar de ser, el
pueden ser variables y contingentes, sino de aquellos que son generarse y el corrom perse, es decir, el cambio.
constantes y com unes a todos los individuos. Aristóteles no trata A ristóteles, com o antes Heráclito o Parm énides. Em pédocles
de definir los accidentes, sino las sustancias. ¿Q ué significado o Platón y por las m ism as razones que ellos, quiere explicar el
tiene esto en un caso concreto? Si consideram os a los hom bres, cam bio. Y tam bién com o para Heráclito y Platón el cam bio es, en
verem os que tienen aspectos com unes que pertenecen a su defi­ A ristóteles, paso entre estados contrarios. Sin em bargo. A ristóte­
nición misma: la inteligencia, la razón, el hecho de vivir en socie­ les es más preciso que sus antecesores. No se contenta con afir­
dad. O tros elem entos, en cam bio, son variables: com o el color, la m ar que el cam bio proviene de la existencia de los contrarios
(alto y bajo, vida y m uerte, luz y tinieblas), sino que explica muy
69 Hay que notar, por una parle, que la contraposición entre Platón y A ristóteles 110
es tan radical ni tan absoluta com o aparece a prim era vista: tam bién Platón se interesa
a las claras: 1. que el cam bio sólo puede existir entre seres de una
por el m undo sensible: tam bién A ristóteles acabará por tratar de probar la existencia de m ism a especie: 2. que el cam bio no sólo existe entre los contra­
un m undo p erfecto en el ser que es Dios. Por otra parte es interesante notar que la rios, sino tam bién entre los interm edios.
m ayoría de las objeciones que A ristóteles desarrolla contra Platón se encuentran ya en
uno de los diálogos platónicos, el Parménides. Para el lector que se interesa en el detalle
Es evidente que ningún tipo de cam bio puede surgir si consi­
del desarrollo del pensam iento platónico recom endam os la lectura lanto de este diálogo deram os seres de especies diferentes: una piedra no se trueca en
com o del Sofista y el Filebo que son la respuesta platónica, avant la le ttr e .d la s objecio­
nes de A ristóteles. 71 Nos ocupam os en lo que sigue de la prim era y la tercera sustancia. La sustancia
10 De hecho A ristóteles distingue entre "filosofía prim era” , “teología" y “ciencia del sensible eterna es la de los astros y de las esferas celestes que Aristóteles consideraba, al
ser en cuanto ser” . La ecuación aquí expresada es, de todos m odos, la m ás clásicam ente m ism o tiem po, com o seres del m undo sensible y com o entidades eternam ente idénticas a
aceptada. sí m ism as en su m ovim iento circular.
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árbol ni un elefante en horm iga. Si el cam bio significa genera­ árbol, acto en cuanto vive, es también potencia si pensam os en las
ción y desarrollo, el árbol sólo podrá producir árboles y el “hom ­ sem illas, las ramas, o los frutos q u e puecle producir. Por otro lado,
bre dar nacim iento al hom bre” . A sí el cam bio se realiza entre el acto no es tan sólo un hecho com pleto: es, m ás bien, un m ovi­
seres de una m ism a especie. Por otra parte, el cam bio no se reali­ miento. Lo cual equivale a decir que cuando A ristóteles habla de
za únicam ente entre contrarios absolutos: de ser así el cam bio en los seres de la naturaleza los ve, no com o seres definidos, inm ó­
la vida hum ana o en el desarrollo de una planta provendría tan viles y hieráticos, sino m ás precisam ente, tal com o son en su
sólo de su principio y de su fin. El cam bio real, el cam bio concre­ m ovim iento. El acto, si por una parte es realización, es, por otra
to y vivo se hace no sólo entre los contrarios extrem os sino entre parte y fundam entalm ente, actividad, dinam icidad, m ovim iento.
los estados interm edios: no sólo cam bia el hom bre entre nacer y Queda así sucintam ente descrito el cóm o del cam bio. En resu­
m orir, sino que cam b ia tam bién entre los dos años y los tres midas cuentas el cam bio es el proceso que va de la potencia al
años de edad o entre este instante en que se escribe o se lee y el acto entre dos contrarios o dos o más interm edios entre estos co n ­
instante inm ediatam ente posterior. trarios. Pero esta explicación del cam bio es todavía m ás física
H asta este punto hem os podido tener la im presión de que ex­ que m etafísica. En ella A ristóteles ofrece una descripción de los
plicábam os las causas del cam bio. Sin em bargo, la explicación hechos pero no acaba de explicar, en rigor, por qué suceden es­
es incom pleta. Y lo es porque los contrarios, considerados en sí tos hechos; es decir, explica el cam bio, pero no las causas del
m ism os no cam bian (¿cóm o pensar que cam bia el hecho de cambio. ¿Cuáles son estas causas? Antes de entrar en la descrip­
nacer o el hecho de m orir?) y así, al explicar el cam bio por los ción de las m ism as es necesario definir con m ayor precisión
contrarios tan sólo tenem os en cuenta sus condiciones de princi­ la palabra “causa” y es útil, una vez definido el térm ino, em pezar
pio y fin, pero no el cam bio mismo. Hemos podido establecer los por un ejemplo.
extrem os de un cam bio, com o si consideráram os únicam ente el La palabra “causa” puede em plearse principalm ente en dos
principio y el fin de una línea, pero no la línea m ism a. D ebem os sentidos. El primero, y el m ás com ún de todos, es el de un en­
buscar, com o dice A ristóteles, algo en la base que cam bie adem ás te que es capaz de producir el m ovim iento de otro ente. En este
de los contrarios. Para explicar, no ya las condiciones lím ites del sentido podrem os decir que el m ovim iento de la m ano es la causa
cam bio, sino el sentido del cam bio m ism o, A ristóteles introduce del m ovim iento del vaso o que los padres son la causa de sus
las nociones de potencia y acto, y precisa el sentido de las causas. hijos. El segundo indica que alguna cosa o alguna idea es la “ra­
zón de ser” de alguna otra cosa o idea. En este sentido podrem os
decir que un axiom a es la causa de un sistem a geom étrico o que
La potencia, el acto y las cuatro causas la ley de la gravedad es la causa de la caída de los cuerpos. Así
entendida, la causa es la explicación última de un hecho, su condi­
La potencia es, en térm inos generales, la capacidad de una cosa ción de ser. su principio. Pues bien, es en este segundo sentido de la
para m odificarse; el acto es la realización de esta capacidad. En palabra que debemos entender ahora el término que usa Aristóte­
una sem illa está inscrita la posibilidad de que la sem illa se trans­ les. La causa será. así. la condición de posibilidad del ser.
form e en árbol; no está en ella, sin em bargo, el árbol. Así, pode­ Supongam os que querem os construir un barco y que, prim e­
mos decir que la sem illa contiene al árbol en potencia. El árbol, ro, querem os saber qué es lo que necesitam os para su construc­
ya nacido y en m ovim iento de vida, será el acto o la realización ción. Será necesario, en prim er lugar, disponer de una serie de
de esta potencia. Es im portante señalar que todos los seres son, al m ateriales (m adera, m etales, tela para las velas). Estos m ateriales
m ism o tiem po, potencia y acto, si bien no lo son en el m ismo no podrán, por arte de magia, construir el barco. Su construcción
sentido. La sem illa, en efecto, es potencia en cuanto al árbol po­ requerirá el esfuerzo de un grupo de trabajadores. Con éstos y el
sible que pueda nacer de ella, pero es acto en cuanto sem illa; el m aterial, tendrem os ya dos elem entos im portantes para llevar a
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buen fin nuestro plan; im portantes, pero tam bién insuficientes. form a la realización plenaria de su acto de ser. Así. la m ateria y
Los trabajadores, ante los m ateriales, podrían hacer un barco, una la form a son inseparables y si las separam os es tan sólo gracias a
m esa o un perchero. Para que de veras construyan un barco será un esfuerzo de análisis intelectual, com o el que realizam os para
necesario un plano y una idea general de lo que es un barco. Pero entender las partes que com ponen un organism o. Pero el organis­
aun así. los elem entos con que contam os siguen siendo insufi­ mo es uno. Como, por otra parte, no podem os conocer un orga­
cientes. Para que se construya este barco, el único barco que nos nism o sólo por sus posibilidades, es decir, por su m ateria, es
interesa construir, será por fin necesario tener un plan específico necesario conocerlo por su ser, es decir, por su forma. La form a
y preciso de la clase de barco que querem os, de sus m edidas, de es, así. lo que en un organism o dado define y precisa los contor­
su uso y de su finalidad. nos del organism o. Es. en otras palabras, su esencia.
Son así necesarias cuatro causas, cuatro razones que perm iten Platón, al tratar de explicar el universo, tuvo que salirse de él y
que el barco llegue a ser este barco preciso y no un ser a medias. buscar las esencias de las cosas en ideas o form as universales de
Llam am os a la prim era causa (m adera, m etales, velas) la causa las cuales el m undo sensible era un m ero reflejo. A ristóteles, en
m a terial; a la segunda (trabajadores), causa eficiente; a la tercera cam bio, ha hecho bajar a las ideas de su cielo, las ha querido ver
(esencia del barco), causa form al: a la cuarta (plan específico en las cosas m ismas, y allí, en las cosas m ism as, las ha situado
para este barco), causa fin a l.12 com o entes dinám icos e individuales. La esencia de un ser es tan
Si generalizam os lo que acabam os de ver en estos dos ejem ­ sólo universal cuando hablam os de ella, puesto que nuestro len­
plos podrem os llegar a la conclusión de que cualquier ente sen­ guaje tiende a unlversalizar y a expresarse en térm inos generales.
sible y perecedero necesita estas cuatro razones o causas para En sí m ism a, la esencia de un objeto es siem pre esta esencia. Tal
existir. L legarem os tam bién a la conclusión de que por lo m e­ es el realism o de Aristóteles. Para él hay que encontrar el dina­
nos en el caso de los entes naturales estas cuatro causas pueden m ism o de la realidad en este m undo eterno, herm oso, variable y
reducirse a d o s .'3 sensible. ¿N o era ésta su intención cuando hablaba, con amor, de
La causa material, sin llegar a tener una existencia (por sí m is­ “aquellas cosas por cuya existencia más entusiasm o sentim os” ?
ma), puede considerarse aparte en el m om ento en que la analiza­
mos. E lla es la posibilidad de cualquier ser sensible y, en cuanto
tal no tiene verdadero ser. Las otras tres causas (eficiente, formal La sustancia inmóvil
y final) pueden fácilm ente reducirse a una sola. Este pino es, en
efecto y al m ismo tiempo, energía y m ovim iento, form a o esen­ Ya hem os visto que, desde H eráclito y P arm énides, el tem a
cia y fin en sí mismo: o si se quiere, en este pino concreto, la central de la filosofía griega es el de la explicación del devenir.
energía y la form a tienden precisam ente a realizar este fin con­ Por tratar de explicarlo, lo afirm aba Heráclito com o único fun­
creto. C uando querem os hablar de las causas de los seres sensi­ dam ento de la realidad y lo negaba Parm énides. Para explicarlo.
bles y perecederos será suficiente decir que están com puestos de Platón tenía que edificar toda su teoría de las ideas. No escapa
form a y materia. La m ateria constituye su posibilidad de ser: la A ristóteles a esta tentativa de explicación.74 ¿Q ué es lo que pro­
duce el m ovimiento cuyo sentido hemos tratado de precisar? ¿Cuál
; Los térm inos aquí em pleados son de origen medieval, pero responden cabalm ente
a los térm inos griegos que em pleaba Aristóteles. 74 Problem a que no es exclusivo de los griegos. La ciencia de todas las épocas ha
73 En el caso de seres artificiales, com o el barco, las cuatro causas son distintas y tratado de explicar: a) el m ovim iento por leyes constantes, y b) la m ultiplicidad de los
pueden decirse que son, en varios casos, extrínsecas al objeto. Así, los trabajadores, la hechos naturales m ediante la unidad de una ley. Por lo dem ás, en nuestros días el p ro ­
esencia y el fin del barco no son el barco. No sucede lo m ism o en el caso de los seres blem a del m ovim iento persiste, si bien bajo una nueva forma: la del tiem po. Preocupa­
naturales. En ellos las razones o causas son intrínsecas. E ntran, por así decirlo, en el da por el acontecer hum ano, por el tiem po que nos lleva de vida a m uerte, la filosofía
plan de la naturaleza. El agua, la savia, la esencia o especie de árbol viene a realizarse y m oderna ve principalm ente el problem a del m ovim iento en cuanto éste se refiere a la
a com ponerse en este pino; no eslá fuera de él, sino en él. existencia hum ana, a su sentido y a su finalidad.
88 Introducción a la historia de la filo so fia Grecia 89

es la causa de todo m ovim iento? ¿C uál es, igualm ente, el sentido El m undo real está en acto y la potencia requiere siem pre la pre­
y el fin de cuanto se mueve ? sencia de un acto. Para que no se prolongue al infinito la relación
A estas preguntas quiere responder A ristóteles en repetidas acto-potencia, hay que pensar que existe un prim er acto.75
ocasiones, tanto en la Física com o en la M etafísica. Veamos su ¿Cuál es la naturaleza de este prim er motor, de este prim er
razonam iento. acto? Si el prim er m otor se m oviera, requeriría, a su vez de otro
Todo m ovim iento requiere la existencia de un móvil y de un m otor que lo pusiera en m ovim iento y volvería a plantearse el
motor. El hijo no existiría sin los padres que le dan m ovim iento y problem a de una infinita serie de m otores. Si querem os evitar la
vida, ni el árbol sin la sem illa, ni la velocidad de una flecha sin el contradicción a que conduce esta infinidad debem os aceptar que
im pulso de brazo y arco. A hora bien, el m otor, el ser que otorga el prim er m otor es inmóvil. Debemos aceptar, igualmente, que este
el m ovim iento a otro ser es a su vez un ser en m ovim iento que prim er m otor no puede m over nada. Si el prim er m otor fuera cau­
requiere de la existencia de otro motor. A sí el árbol, m otor de la sa activa de otros movimientos debería él mismo estar en movi­
sem illa, es m ovido por la sem illa que lo produce. El tipo de rela­ miento. Pero si suponemos que el prim er m otor está en m ovimien­
ción m óvil-m otor, sem illa-planta, padre-hijo, parece llevarnos a to suponem os tam bién que algo debe ponerlo en m ovim iento y
una serie infinita previa a cualquier ser. Y es precisam ente esta volvemos a caer en el problema de la infinidad de causas. Para evi­
infinita regresión lo que hace decir a Aristóteles que debem os tar la contradicción llegam os a esta doble afirm ación de aparien­
detenernos. Pues en efecto ¿qué sucede si decimos que la causa de cia paradójica: el prim er m otor es inm óvil y, al m ism o tiem po,
los m ovim ientos actuales, cualquiera que ellos sean, es en reali­ incapaz de producir activamente movimiento alguno. Tal es la idea
dad una serie infinita de causas? La serie infinita es inconcebible, aristotélica de un Dios inm óvil, indiferente al m undo, pura pre­
porque de aceptar su existencia, negaríam os la existencia del sencia ordenada ante un m undo en eterno m ovim iento. Dios es
m undo real que nos rodea. Si dijéram os que lo que se mueve, es concebido por A ristóteles com o acto puro y com o este m otor in­
decir, la naturaleza toda, tiene una infinidad de m otores, ello que­ móvil al cual nos conduce el análisis de todos los m ovim ientos
rría decir que el m undo en que vivim os habría debido recorrer de esta Tierra. Pero concebir a este Dios en su indiferencia y su
una infinidad de form as de ser antes de llegar a ser lo que ahora inm ovilidad, es todavía insuficiente. A ristóteles piensa que Dios,
es. Si así fuera, si el m undo hubiera tenido que venir de una serie debe ser puro pensam iento. ¿N o es acaso el pensam iento el ú n i­
infinita, nunca habría podido llegar a ser com o es ahora, puesto co tipo de actividad que no requiere m ovim iento físico? Pero
que el infinito no puede recorrerse. Y llegaríam os a esta extraña este Dios piensa, no puede ser pensam iento de algo exterior a él.
contradicción: este m undo que nos rodea estaría al m ism o tiem po Si pensara, fuera de sí, las cosas de este m undo, estaría vincula­
aquí e infinitam ente lejos de donde está. C ualquiera de nosotros, do al cam bio y de estarlo, habría que concebirlo, nuevamente,
cualquiera de las cosas que nos rodean y todas ellas en su co n ju n ­ com o un ser que no sólo m ueve a los dem ás seres sino que es a
to. serían una presencia infinitam ente ausente, infinitam ente su vez m ovido por un m otor que requeriría la m ism a serie infi­
alejada de llegar a ser. Lo cual equivaldría a afirm ar que el m undo nita y contradictoria de los seres. ¿Q ué tipo de pensam iento po­
real es a la vez irreal. Para no tener que llegar a tam aña contradic­ dem os atribuir a este Dios de A ristóteles? Ú nicam ente un pensa­
ción debem os adm itir que existe un prim er motor. m iento que se piensa a sí mismo. Si creem os, en efecto, que Dios
En otras palabras, puesto que todo m óvil está en potencia en es “la m ejor sustancia”, “piensa acerca de aquello que es más divi­
relación con su m otor (lo está la sem illa en relación con el árbol, no y precioso” de tal m anera que su “pensamiento es pensamiento
lo está el universo entero en los m ovim ientos anteriores que lo del pensam iento” .76
producen), habría que aceptar, de aceptar la existencia de una
75 El m ism o argum ento puede aplicarse a la noción de causa para llegar a la prim era
serie previa infinita, que todo lo que vem os está en potencia. causa.
Lo cual es contrario a lo que nos han dictado los hechos mismo. 76 A ristóteles, M etafísica, XII, 1074. b.
90 Introducción a la historia de la filo so fía G recia 91

Parece que hem os llegado al m áxim o de la paradoja. Tratába­ El hombre


mos de encontrar un ser que explicara el m ovim iento de las co ­
sas. Pero ¿cóm o explicar este m ovim iento m ediante la existencia Todos los seres vivos tienen un alm a, si por alm a entendem os
de este Dios inm óvil, perfecto y al m ism o tiem po lejano de toda aquel acto primitivo de un cuerpo natural que tiene la vida en
intervención en el orden del m undo? La explicación de esta para­ potencia. No todos los seres vivos, em pero, tienen alm as idénti­
doja es más sencilla si recordam os que las tres causas -eficiente, cas. La descripción del alm a hum ana nos perm itirá ver lo que
form al y fin a l- pueden reducirse a una sola causa. Lo que hem os tiene en com ún con los dem ás seres naturales y aquello que la
afirm ado hasta ahora es que Dios no es causa de este m undo si distingue de los dem ás seres, es decir su diferencia específica.
por causa entendem os tan sólo la causa eficiente, la que provoca En el nivel más elem ental de nuestra vida encontram os un as­
activam ente un m ovim iento y un cam bio. Pero Dios se puede pecto del alm a que A ristóteles designa com o el alma nutritiva.
concebir igualm ente com o causa final. Si así lo concebim os, en En ella se encuentra la capacidad de asim ilar para vivir, y esta
toda su perfección, entenderem os m ás claram ente lo que A ristó­ capacidad es com ún no sólo al hom bre y a los anim ales, sino a
teles quería decir cuando trataba de explicar el m undo m ediante todos los seres vivos. En un nivel m ás alto, encontram os el alma
la existencia de este prim er m otor inm óvil. Dios, ser absoluta­ m otriz capaz de darnos m ovim iento, que nos es común con los
m ente perfecto, es una suerte de m odelo para todas las cosas. Y anim ales. El alm a sensible, si bien com ún a hom bres y anim ales
com o m odelo que es, todas las cosas se m ueven com o por una superiores en cuanto a capacidad de recibir sensaciones, es tam ­
tendencia a seguir la perfección del m odelo del mundo. Así, el bién, en cuanto a capacidad de tener una conciencia primitiva,
D ios aristotélico, que no puede ser la causa eficiente de cosa al­ más típicam ente hum ana. Pero lo que distingue al hom bre de
guna. es aquello por lo que todas las cosas se mueven cuando los anim ales es el pensam iento que Aristóteles considera bajo dos
quieren, conscientem ente o no, realizar su propio fin y su propia aspectos: el intelecto pasivo y el intelecto activo. El intelecto pa­
perfección.77 Tal es el llam ado finalism o de Aristóteles: la ten­ sivo es la capacidad de recibir las form as o las esencias de cosas,
dencia de todas las cosas a realizarse de la m ism a m anera en que, es com o la capa de cera donde vienen a inscribirse las form as de
suprem am ente, es Dios una realidad. Lo cual no quiere decir que las cosas sensibles. El intelecto activo es, en cambio, la actividad
las cosas vayan a ser Dios o sem ejantes a Dios. Quiere decir sen­ que reflexiona sobre estos datos, la actividad que los reduce a
cillam ente. que por la existencia de este Dios, m odelo de to­ pensam iento abstracto y conceptual. Es esta form a del intelec­
dos los seres, cada cosa se realizará de acuerdo con sus propias to la que nos distingue de los anim ales y la que nos define co ­
perfecciones más o menos lim itadas.78 m o hom bres. Decir que el intelecto activo es aquello que nos
define, equivale a decir que el intelecto activo es nuestra form a
77 Es difícil entender esta noción aristotélica de la divinidad, y lo es principalm ente
porque estam os definitivam ente influidos por el concepto cristiano de un Dios que es a
la vez infinito y perfecto, ser suprem o y tam bién suprem o creador. Creo que es este un R enacim iento y aun en la filosofía del siglo x v n . Pero m ás allá de este concepto de
caso claro en que debem os pensar más allá de lo que nos lia enseñado nuestra tradición. D ios, está presente en A ristóteles el sentim iento hacia Dios. Además del D ios de la ra­
Para los griegos, las dos nociones de infinitud y perfección, que están para nosotros zón, A ristóteles piensa en el "D ios sensible al corazón" de que hablará en el siglo x v n
íntim am ente ligadas, eran no sólo distintas sino irreductibles. Lo perfecto -p o em a, es­ Pascal. Así, al finalizar sus dem ostraciones, en el libro X I I de la M etafísica. A ristóteles,
tatua o D io s- era para los griegos precisam ente aquello que tenía lím ite. Por otra parle, pensando en esta divinidad perfecta, canta u n a suerte de him no al Dios vivo: "Si Dios
y salvo en algunos escritos de Platón -principalm ente el Tínico-, es difícil encontrar entre está siem pre en este estado de bondad en que nosotros estam os a veces, ello nos mueve
los griegos la noción de un Dios creador. Así, el Dios aristotélico es com o el últim o a la adm iración: y si esta bondad suya es mayor, ello nos mueve más aún a adm iración.
refinam iento de una tradición m onoteísta que vim os em pezar con los prim eros filóso­ Y Dios está en un estado mejor. Y la vida pertenece tam bién a Dios; pues la actualidad
fos, agudizarse en Jenólanes y perfilarse en Platón. del pensam iento es vida, y Dios es esta actualidad; y la actualidad divina que sólo d e ­
7i No se crea, sin em bargo, que A ristóteles habla de Dios siem pre en estos m ism os pende de sí m ism a es una vida absolutam ente buena y eterna. Decim os, pues, que Dios
térm inos abstractos y en verdad fríos. Aristóteles trató de dem ostrar la existencia de es un ser vivo, eterno, absolutam ente bueno, de tal m odo que la vida y la duración
Dios. El argum ento que em plea será de una influencia definitiva en la Edad M edia, en el continua y eterna pertenece a D ios, porque esto es D ios". (M etafísica. X I I , 1072-b.)
92 Introducción a la historia de la filosofia G recia 93

o nuestra esencia. Y es que el alm a es, para A ristóteles, p reci­ Todos los hom bres buscan la felicidad y la felicidad es “una
sam ente la esencia del cuerpo, su form a m ism a. En el alm a actividad del alma en concordancia con la virtud perfecta”.79 C uan­
hum ana, en el intelecto activo, encontram os la m ás alta realiza­ do tratam os de averiguar cuál es el sentido de la vida moral es
ción de la naturaleza, porque el intelecto activo es. precisam en­ indudable que lo que debem os precisar prim ero es el sentido de
te el intelecto que está siem pre en acto, que es siem pre idéntico la virtud.
a sí m ism o, aquel aspecto de los seres vivos que más se asem e­ Es de notarse que en este punto, com o en todos los an terio ­
ja al m odelo de todas las cosas que es el prim er motor. Por ser res A ristóteles se m uestra m ucho m ás realista que Platón. A ris­
un acto, este intelecto activo debe ser inm ortal, ya que todo lo tóteles afirm a que la felicidad es siem pre una form a de placer
que perece es siem pre com binación de potencia y acto, cap aci­ siem pre que no se en tien d a por placer la búsqueda de todas las
dad de vida y de m uerte, de generación y corrupción. El alm a satisfacciones aparentes. El placer verdadero reside en la reali­
hum ana, en su aspecto m ás alto es inm ortal. Pero com o este zación de la esencia propia, en el perfecto funcionam iento de
intelecto activo es el que tenem os todos por igual, puesto que aquello que nos distingue de los otros seres: es decir, el placer es,
nos define a todos igualm ente com o seres racionales, esta in­ para el hom bre, el ejercicio de la razón. Así, la virtud será siem ­
m ortalidad de que habla A ristóteles no es una inm ortalidad per­ pre de orden racional.
sonal. Sólo la razón pura, idéntica en todos los individuos, es En efecto, la virtud no puede ser una pasión. La pasión, en el
capaz de una perm anencia m ás allá de la vida separada de ca ­ sentido estricto de la palabra, es aquello que padecem os. La pa­
da persona. sión no depende de nosotros: se nos impone. La virtud m erece
Tal es el puesto del hom bre en el universo. Su alm a, la más elogios y el vicio merece condena. La virtud no es por lo tanto algo
alta de cuantas existen en la naturaleza, es tam bién el aspecto por que se nos im pone, sino algo que podem os aprender y desarrollar
el cual el m undo, a través del hom bre, más claram ente se aproxi­ m ediante nuestra actividad racional. La virtud no es tam poco una
m a a Dios. potencia ya que las potencias -c o m o las diferentes facultades del
a lm a - son innatas y la virtud se adquiere m ediante el esfuerzo.
Hasta aquí el género próxim o de la virtud. En cuanto a su dife­
rencia específica, es decir su esencia misma, cabe decir que la
M oral y política virtud es la aptitud que podem os adquirir para ejercer una acción
deliberada y libre. En otras palabras: no som os responsables de
Explicar lo que som os, no explica todavía lo que debem os ser ni nuestras pasiones ni de nuestras facultades. La virtud, en cam bio,
en lo individual ni en lo social. La moral y la teoría del Estado es nuestra responsabilidad misma.
vienen a responder a este problem a central de toda filosofía: ¿qué Ahora bien, si la virtud, fin de toda felicidad, sigue nuestra
debem os hacer?, ¿cuál es nuestra obligación moral com o indivi­ esencia de seres racionales, es indudable que la virtud excluye
duos y com o ciudadanos? todos los actos exentos de razón, dom inados por la pasión, las
Hay que notar, en prim er lugar, que el hombre es un anim al em ociones o. en general, nuestra vida irracional. Esta irracionali­
social, y no a la m anera de las abejas o de las horm igas, que viven dad puede presentarse tanto por exceso com o por defecto. Es tan
en sociedad tan sólo por seguir su instinto, sino a la m anera espe­ irracional proceder por defecto de valor, es decir, por cobardía,
cífica de los hom bres, que es siem pre un m odo de vivir de acuer­ com o por exceso, es decir, por tem eridad: tan irracional es tam ­
do con la razón. La m oral individual es para Aristóteles, com o bién el exceso a que lleva la riqueza com o su defecto, la avaricia.
antes lo fue ya para Platón, inseparable de la vida política, de la La virtud, racional y voluntaria, debe residir en un ju sto m edio
vida de la ciudad. Es en este sentido que la Etica nicom aquea
tiene su segunda parte en la Política. 79 A ristóteles, Ética nicomaquea, I, 1102. a.
94 Introducción a la historia de la filoso fía Grecia 95

entre los extrem os siem pre irracionales. Si aceptam os estas A ristóteles dirige a Platón es repetidam ente la m isma: la R epú­
prem isas será necesario realizar un cálculo de las virtudes puesto blica es falsa, no tanto porque haya en ella contradicciones lógi­
que la virtud de un acto estará siempre garantizada por la renun­ cas. sino porque es irrealizable. ¿C óm o concebir una sociedad
cia a los extrem os posibles a que puede conducir la sinrazón. Y donde los hijos pertenecen a la com unidad sin ir contra la natura­
si decim os que es posible, y tan sólo posible, es que sem ejante leza m ism a de la fam ilia? ¿Cóm o im aginar que si un individuo
cálculo no es siem pre fácil en nuestra vida. El justo m edio no dentro del Estado puede decir “todo es m ío” , esta com unidad lle­
es el acto m ediocre entre dos extrem os m ás o menos atractivos. vará a la felicidad? ¿N o sería más exacto pensar todo lo contrario?
Por el contrario, puede ser y suele ser el acto más difícil. El valor ¿C óm o no ver que si decim os que “todo es m ío” esta afirm ación
es más difícil que la cobardía o la tem eridad. ¿No es acaso más nos pone en guerra contra todos nuestros vecinos cuando ellos
fácil actuar frente a la m uerte m ediante la huida o m ediante la tam bién afirm an esta totalidad de sus propiedades?
tem eridad que em biste al peligro sin reflexión de ninguna clase? Ante la im posibilidad del Estado platónico. Aristóteles prefie­
¿N o es. en efecto, difícil arrostrar un peligro con clara conciencia re dar los resultados de sus investigaciones concretas. A ristóteles
del peligro y con una decisión reflexiva y voluntaria ante sus am e­ estudió ciento cincuenta y ocho constituciones de otras tantas ciu ­
nazas? El ideal aristotélico del justo m edio es acaso más inteligi­ dades griegas. Su análisis, aquí com o en la m etafísica o en la
ble si se lo com para con lo que los ingleses llaman self-control. La teoría del alma, em pieza por los hechos. Su teoría de la sociedad
virtud de que hablan los griegos se sem eja a la virtud aristocráti­ procede m ediante inducción y no por deducción. La Política de
ca del gentleman inglés, o a la virtud igualm ente aristocrática, del A ristóteles es m enos una teoría que una exposición razonable
hijodalgo de la tradición española. Virtud para los griegos del siglo de los hechos. Estos hechos indican que existen tres tipos de so­
IV . los españoles del siglo X V I o los ingleses del siglo X V III, es ciedades y tres tipos de corrupción de las m ismas. Las sociedades
precisam ente una suerte de “nobleza que obliga”, que nos obliga son: la m onarquía o gobierno m ediante el poder de uno solo; la
a com portarnos según la esencia definida por la razón, el buen aristocracia, o gobierno de los que son superiores por nacim iento
sentido, no por bueno com ún. y la tim ocracia o gobierno por la excelencia de las personas. Las
Si la felicidad es el fin de los individuos no lo es menos de la so­ tres form as negativas son, respectivam ente, la tiranía, la oligar­
ciedad que los individuos integran. La preem inencia de la socie­ quía -g o b iern o de los ric o s- y la dem ocracia, gobierno del ciuda­
dad sobre el individuo es clara en Aristóteles. ¿Cóm o pensar que dano com ún. Los defectos de estas tres form as negativas de la
la parte es anterior al todo? ¿C óm o pensar que esta parte que cada sociedad son bien claros si nos dam os cuenta de que la fuerza por
individuo constituye es anterior en su validez, a la sociedad don­ la fuerza m ism a de la tiranía, el gobierno por el poder del dinero
de este individuo vive? Cuando preguntamos cuál es la condición de de la oligarquía, o la reacción dem ocrática contra la oligarquía
la felicidad individual, debemos encontrarla en la vida común, en la conduce fácilm ente a la revolución. De hecho estos tres Estados
sociedad y en el Estado. A sí lo afirm a A ristóteles al principio de negativos son Estados que se alejan del justo m edio que en un
su Política: “Todo Estado es una com unidad de algún tipo y toda Estado se reduce siem pre a la obediencia de la ley y al servicio
com unidad se establece con vistas a algún bien, porque los hom ­ del Estado hacia la totalidad de sus ciudadanos.
bres siempre actúan para obtener aquello que consideran bueno” .80 Q ueda la posibilidad de preguntar cuál es el m ejor de los
Así. la Política no es sólo la segunda parte de la Ética nicom aquea E stados positivos. A ristóteles, en lo personal, se inclina por la
sino m ás exactam ente su condición de posibilidad misma. tim ocracia. Por tim ocracia entiende una form a de constitución
De nuevo aquí. A ristóteles es m ás realista que Platón y buena m ixta, m ezcla de aristocracia y de dem ocracia donde las eleccio­
parte de la Política es una crítica de la República. La crítica que nes están a cargo de las clases altas y donde éstas estarán sosteni­
das por una fuerte clase de propietarios. Sin em bargo, fiel a su
80 A ristóteles, Política, i. espíritu experim ental, fiel a su contacto con los hechos. A ristóte­
96 Introducción a la historia de la filo so fía Grecia 97

les ve claram ente que no pueden darse preferencias absolutas. Y cultura griega se extiende no sólo por el M editerráneo, donde la
así escribe: “A unque una form a de gobierno puede ser m ejor que prolonga el Im perio Rom ano, sino por tierras del antiguo Egipto
otras: no hay razón para im pedir que otra form a sea m ejor y, hacia el Este, hasta el borde m ism o de la India. Entre el siglo
que ella en circunstancias especiales” .81 III a. C. y el siglo I de nuestra era la cultura griega, unida en los
D espués de dos siglos y m edio de acarreos parciales. Platón y últim os siglos a la rom ana, se extiende por todo el m undo enton­
A ristóteles realizan la sum m a verdadera, la síntesis últim a del ces conocido: de España a la India, de Egipto a Persia. Pero al
pensam iento de Grecia. Los filósofos griegos y rom anos a partir m ism o tiem po que la cultura se difunde, tam bién se asim ila. Poco
del siglo III a. C. y hasta el siglo II de nuestra era, tom arán par­ a poco penetran en G recia las ideas religiosas, las tendencias ar­
tes de estas síntesis, aspectos de estas filosofías que son un todo, tísticas y aun el pensam iento filosófico de otros pueblos. La G re­
para erigir estas partes en el todo. La presentación de las filoso­ cia que Alejandro engrandece deja de ser la G recia clásica. El
fías escépticas, estoicas, epicúreas y neoplatónicas, m ostrará a m undo griego está en crisis y “en esta crisis hay un aspecto polí­
las claras este espíritu de reducción, esta necesidad de lim itarse tico [...] el paso del nacionalism o al cosm opolitism o”.82
a un aspecto de la vida que si bien no carece de im portancia care­ Ha hecho notar A rnold Toynbee que la nueva G recia, la G re­
ce, sin duda, del carácter orgánico y absoluto de los dos grandes cia del periodo helenístico, tiene características sem ejantes a la
sistem as descritos. Europa del Renacim iento. A los descubrim ientos geográficos se
unen, principalm ente en el siglo III, los descubrim ientos científi­
cos una vez que las ciencias particulares se han desgajado de la
Obras de consulta filosofía. Euclides escribe su geom etría, A ristarco de Sam os es­
tudia el sistem a planetario y establece, por prim era vez, la hipó­
A ubenque ,Pierre, Le Problème de l ’être chez Aristote, Presses tesis del heliocentrism o (un siglo más tarde Ptolom eo desarrollará
Universitaires de France, Pans, 1962. el sistem a geocéntrico que habrá de prevalecer hasta la época de
G a o s , José, Orígenes de la filosofía y de su historia, Universidad G alileo y Copérnico), A rquím edes establece los principios de la
Veracruzana, Jalapa, I960. hidrostática y da un im pulso definitivo a las m atem áticas, Apolo-
J a e g e r , Wemer, Aristóteles, trad. de José Gaos, Fondo de Cultura Eco­ nio estudia la parábola, la elipse y la hipérbola, H eráfilo lleva
nómica, México, 1946. a cabo exactas disecciones del ojo y precisa el papel de la reti­
P i a t , Claudius, Aristote, París, 1912. na y del nervio óptico, Eristrato describe la circulación de la
Ross, W. D., Aristotle, Methuen, Londres, 1930. sangre y estudia el sistem a nervioso. En A lejandría, centro cul­
T a y l o r , A . E., Aristotle, Nelson, Londres, 1943. tural del Egipto helenizado, funda Ptolom eo Filadelfo un m useo
y la m ás grande de las bibliotecas de la antigüedad.
Pero si las ciencias progresan, si el m undo físico se ensancha,
no sucede lo m ism o con el m undo espiritual. La nueva com edia,
VI. L a c a íd a d e l a f il o s o f ía g r ie g a que se difunde por las m enores ciudades griegas, carece de la
fuerza de la com edia y la tragedia clásica. En la poesía sólo pode­
mos encontrar el nom bre de un poeta de prim era fila: Teócrito.
A la edad de treinta y tres años, soñando todavía con nuevas con­ Las artes plásticas tienden a convertirse en form as cada vez más
quistas, A lejandro m uere en B abilonia (323). Su im perio se divi­ barrocas, com o puede m ostrarlo la Victoria de Sam otracia si se la
de en tres grandes m onarquías: M acedonia, Egipto y Seleucia. La
82 A lfonso Reyes, La filosofía helenística. Fondo de C ultura E conóm ica, M éxico,
81 Ibid., 1296, b. 1959, p. 89,

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