Bidart Campos J - Manual de La CN Reformada - Tomo 1
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24, las
normas que son consecuencia de un tratado de integración a
organizaciones supraestatales, que suelen llamarse “derecho
comunitario”.
b) La excepción al principio de infraconstitucionalidad de los tratados
y de la prelación sobre las leyes aparece en el mismo art. 75 inc. 22. En él
se reconoce jerarquía constitucional a once instrumentos internacionales
de derechos humanos, que se enumeran, y se habilita mediante un
procedimiento especial a que en el futuro otros tratados de derechos
humanos adquieran también dicha jerarquía constitucional. O sea que se
los coloca al lado de la cons-titución, en su mismo nivel, dentro del
denominado bloque de cons-titucionalidad federal (ver nos. 19 a 25).
CAPÍTULO VI
EL PODER CONSTITUYENTE
I. EL PODER CONSTITUYENTE “ORIGINARIO” Y “DERIVADO”. - Su caracterización
general. - El poder constituyente en el derecho constitucional argentino. - II. LA
REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN EN EL ART. 30. - La duda sobre la rigidez. - La
rigidez clásica: los requisitos formales y los contenidos pétreos. - Las etapas de
la reforma, y sus requisitos y alcances. Algunos efectos de la reforma. - La
fijación del temario que el congreso deriva a la convención para su reforma, y el
caso de la reforma de 1994. Nuestra opinión frente a la ley 24.309. - Las
principales reformas: casos de 1949, 1957, 1972 y 1994. - III. EL PODER
CONSTITUYENTE DE LAS PROVINCIAS. - Su encuadre. - El novísimo ciclo
constituyente provincial a partir de 1985. IV. EL CASO Y LA SITUACIÓN DE LA
CIUDAD DE BUENOS AIRES. - La reforma de 1994. - APÉNDICE:
Ley 24.309.
Su caracterización general
Esta dicotomía doctrinaria necesita algún retoque, porque también cabe reputar
poder constituyente originario al que se ejerce en un estado ya existente (o sea,
después de su etapa fundacional o primigenia) cuando se cambia y sustituye
totalmente una constitución anterior con innovaciones fundamentales en su contenido.
Queda la duda de si una “reforma total” que no altera esa sustancialidad de los
contenidos vertebrales es o no una constitución nueva emanada de poder
constituyente originario. Diríamos que no, con lo que la cuestión ha de atender más
bien a la sustitución de los contenidos básicos que al carácter de totalidad que pueda
tener la innovación respecto del texto nor-mativo que se reemplaza.
Entendemos que el concepto de poder constituyente no puede limitarse al que
formalmente se ejercita para dictar una constitución escrita; si todo estado tiene
constitución en sentido material (aunque acaso no la tenga escrita), tal constitución
material también es producto de un poder constituyente.
No obstante, la teoría del poder constituyente es casi tan reciente como las
constituciones escritas. Ello significa que se lo “vio” a través de su producto más
patente, que es la codificación constitucional.
Parte de la doctrina admite, con buen criterio, que las convenciones refor-
madoras tienen poderes “implícitos”, sobre todo en materia financiera (para sancionar
su presupuesto, remunerar a sus integrantes, etc.).
Su encuadre
25. — Estamos ciertos que el estado federal no puede, ni siquiera a través de una
convención reformadora de la constitución federal, alterar lo que las constituciones
provinciales disponen para su propia reforma.
La reforma de 1994
29. — No aparece, en cambio, ninguna limitación que pueda derivar de la ley del
congreso convocando a elecciones para integrar la Estatuyente y para designar jefe y
vicejefe de gobierno. Dicha ley, nº 24.620, del 28 de diciembre de 1995, estableció
una serie de pautas que nada tienen que ver con la ley de garantía ni con los intereses
del estado federal (nº 24.588, del 27 de noviembre de 1995). Por ende, las
limitaciones excesivas que innecesariamente fijó la ley 24.620 invadieron
competencias que por el art. 129 de la constitución están discernidas a la Estatuyente
de la ciudad de Buenos Aires.
Apéndice al capítulo VI
LEY 24.309