Iglesia, Jesucristo y Misión - Neil Cole
Iglesia, Jesucristo y Misión - Neil Cole
Iglesia, Jesucristo y Misión - Neil Cole
¿Qué preguntas le plantea la gente acerca de su iglesia? «¿Cuán grande es?» «¿Dónde está ubicada?»
«¿Qué clase de música tienen?» «¿A qué denominación pertenece?» Estas solo buscan características
de las iglesias. Pero ¿la respuesta a alguna de ellas define qué es una iglesia?
Después de haber trabajado en la fundación de iglesias, un día pregunté: «Señor, ¿qué es una iglesia?»
Me había ocupado en sembrar y hacer crecer algo sin saber lo que era. Esa pregunta me condujo a una
precaria comprensión que ha dejado en duda casi todo lo que una vez acepté como propio de una
iglesia.
Pregunté a mis compañeros y a los líderes: «¿Qué es la iglesia?» Ellos tampoco consiguieron definir lo
que la iglesia es en realidad.
Sabemos cuál ha sido nuestra experiencia. Conocemos nuestras tradiciones. Hablamos como si
supiéramos la respuesta a tan inquietante pregunta. Pero en realidad nos dimos cuenta de que muchos
ni siquiera se habían planteado tal interrogante. En vez de meditar sobre la naturaleza de la iglesia, nos
hemos preguntado cómo lograr que estas sean más grandes o mejores o cómo fundar otras
congregaciones.
La tentación es definir a la iglesia según nuestra experiencia. Pensamos que sabemos algo por estar
familiarizados con el tema. Al definir a la iglesia desde esa perspectiva, estamos seguros de que siempre
estaremos en la razón. Pero esa ruta para la solución solo perpetúa los problemas que hoy enfrentamos.
En nuestro esfuerzo por definir a la iglesia resulta crucial que con sinceridad y valor busquemos la
repuesta en la Biblia. Así que, una vez que planteemos la pregunta, debemos estar preparados para lo
inesperado.
En mis años de estudiante de seminario, los maestros me dieron una definición de la iglesia que es más
que una descripción. Explica que la iglesia incluye cinco características:
Falta Jesucristo.
Uno de mis respetables consejeros, teólogo y misionero de carrera, me explicó que suponemos que
Jesucristo está en la definición porque son los creyentes los que se reúnen. Mi respuesta: ¿Por qué se
menciona explícitamente la presencia de ancianos competentes, y simplemente se supone que
Jesucristo está presente?
Esta suposición expone un serio problema. A veces definimos a la iglesia mayormente por las personas y
las instituciones que se reúnen en el nombre de Jesús, en vez de señalar la centralidad del Cristo
resucitado, quien vive y actúa en su pueblo. Si dejamos a Jesucristo fuera de nuestra definición de la
iglesia, entonces confesamos que conseguiremos ser iglesia sin él.
Veamos a Jesucristo
Cuando el mundo observa a nuestras iglesias, sobre todo en occidente, solo ve lo que las personas han
logrado o los programas que llevan a cabo. Bosquejamos, estructuramos, y planeamos. ¿Cómo
conseguimos acercar a la iglesia a la gente de nuestra comunidad? Esta es, una vez más, la pregunta
equivocada. Es como si nuestro esfuerzo se enfocara en mejorar el nivel de aceptación de Dios. Estamos
hablando del nombre de Dios, no del nuestro, además, no somos responsables de proteger su
reputación. Él solo puede resolver esta situación.
Una mejor pregunta sería: ¿En qué aspecto se logra ver la obra de Cristo entre nosotros? ¿Dónde vemos
vidas cambiadas y comunidades transformadas por el poder del evangelio? ¿Dónde vemos padres
restaurados a una vida de santidad y responsabilidad? ¿Dónde vemos a hijas que se reconcilian con su
padre? ¿Dónde vemos a quien una vez vivió sometido bajo una adicción ya no ser esclavo de productos
químicos? ¿Dónde encontramos comerciantes adinerados que han restituido lo que robaron en el
fraude que nadie notó? Esas son las preguntas que llevan a las personas a reconocer la presencia de
Jesucristo, que nos ama y guía como Rey. Cuando la gente se encuentra personalmente con Jesucristo,
vivo y presente como Rey, pueden experimentar el reino de Dios en la tierra como en el cielo.
Si excluimos a Jesucristo de nuestro concepto de iglesia, es muy probable que tampoco lo tomaremos
en cuenta en nuestra expresión de la iglesia.
Entiendo a la iglesia como «la presencia de Jesucristo en medio de su pueblo, al cual Dios ha llamado
como familia espiritual para cumplir su misión en este mundo».
Admito que este concepto es muy amplio, pero prefiero una definición amplia de la iglesia, pues la Biblia
no da una definición precisa, por eso no ofreceré lo que Dios tampoco. Quiero una declaración que
exprese lo que afirma la Biblia acerca del reino de Dios. En uno de los dos pasajes de los evangelios en
los que Jesús menciona a la iglesia, explica: «Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18.20). Su presencia debe ser un elemento importante en el
concepto de la iglesia.
A la iglesia que había perdido de vista su verdadero amor, el Señor le habla con severidad: «El que tiene
las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré
pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido" (Apocalipsis 2: 1,5). A la
iglesia desobediente, le advierte el Señor que le quitará el candelero (símbolo de la iglesia) de su
presencia. La presencia de Cristo es vital para la iglesia y su naturaleza. Su presencia expresa vida; su
ausencia denuncia muerte. El Señor es la esencia de quienes somos y de lo que somos. Es él a quien el
mundo debe reconocer.
En el seminario aprendí los cinco ingredientes que ya he mencionado y que caracterizan a una iglesia
neotestamentaria de acuerdo con Hechos 1. Pero en ese pasaje todavía no existe la iglesia. La iglesia
nace en Hechos 2. ¿Cuál es la diferencia entre Hechos 1 y Hechos 2?, el Espíritu Santo, a quien Dios
derrama sobre los discípulos, él los llenó y así nació la iglesia. La activa presencia del Señor es el
elemento más importante que nos distingue de un club social. Dejarla fuera de nuestro concepto de
iglesia no solo es una decisión insensata, sino que también obedece a una maniobra diabólica que busca
nuestra destrucción.
En muchas iglesias de occidente, el ministerio se lleva a cabo para Jesucristo, pero no lo realiza
Jesucristo. La diferencia es grande. Si evaluamos a nuestras iglesias no por la asistencia o por los
edificios sino por cuán visible es Jesucristo entre nosotros, el radio de nuestra influencia se ampliará aún
más y nuestras estrategias resultarán mucho más dinámicas. Lamentablemente, es posible cubrir todo lo
que indican las cinco cualidades de las iglesias tradicionales y no mostrar a la persona de Jesucristo o a
su obra en la comunidad. Pero, si nuestro concepto de la iglesia se fundamenta en la presencia de Cristo
mismo y en su obra entre nosotros, con toda seguridad veremos muchísimo más.
La iglesia orgánica
Uno de los ideales de los movimientos fundadores de iglesias es lo que conocemos como iglesia
orgánica. El adjetivo «orgánica» no significa que la iglesia está libre de pesticidas. Señala más bien a una
iglesia viva y dinámica, como un organismo vivo. La realidad esencial no consiste en la manera en que
los seguidores se organizan o reciben ayuda o disciplina. La realidad esencial es que las personas aman,
siguen y obedecen a Jesucristo.
La realidad vital de la iglesia orgánica es el Cristo vivo, que forma familias espirituales y actúa con ellas
para cumplir su misión. La iglesia es una personificación del Cristo resucitado. No nos debe extrañar,
entonces, que la Biblia se refiera a la iglesia como el cuerpo de Cristo.
Cristo primero
Mike Frost y Alan Hirsch, en La forma de las cosas por venir, han cambiado la manera en que ordenamos
nuestra manera de pensar acerca de Jesucristo y de la iglesia. Como de costumbre, pensamos en la
iglesia como un agente que moviliza a las personas para que acudan a Cristo. En vez de eso, Jesucristo
guía a las personas en la obra misionera, y ellas a su vez producen iglesias fructíferas. Frost y Hirsch
muestran la debida secuencia, comenzando con Cristo. Ellos afirman que una clara cristología proveerá
la información adecuada para que construyamos una mejor misiología, la cual, a su vez, conduce a la
más fructífera eclesiología.
Cristo está en primer lugar. Después él nos envía a cumplir su obra misionera. La iglesia es el resultado.
A veces actuamos al revés. Pensamos que la mejor manera de llevar a cabo la obra misionera es
fundando iglesias, pero es a la inversa. La mejor manera de fundar iglesias es cumplir nuestra misión.
Pensamos que, si comenzamos una iglesia, el producto serán los discípulos. Pero si formamos discípulos
y Jesucristo es prioridad en la vida de las personas, comenzaremos una iglesia. Infortunadamente, es
fácil comenzar una iglesia y nunca formar discípulos. Jesucristo no nos mandó a fundar una iglesia; él
nos mandó a hacer discípulos. A veces exhorto: «No funden iglesias. Presenten a Jesucristo. Siembren el
evangelio de su reino y dejen que de ahí crezca la iglesia.» El resultado de nuestra misión es su reino
extendido en la tierra por medio de la edificación de su iglesia.
Tenemos que concentrarnos en predicar a Jesucristo y dejar que él edifique su iglesia y actúe a través de
ella. Jesús nos ordenó que relacionáramos a las personas con Él como su Rey. Debemos extender el
reino de Cristo en la tierra. El resultado de ese trabajo es la iglesia.
Confundimos los frutos con la semilla. Debemos sembrar la semilla del evangelio del reino y los frutos
serán las personas transformadas que viven su fe en unidad.
El verdadero fruto de un manzano no es una manzana, sino más manzanos. Dentro del fruto está la
semilla de la próxima generación. Cristo en nosotros es la semilla de la próxima generación. Es muy
importante el fruto que esa semilla consiga dar en un grupo de personas. Todos llevamos dentro la
semilla de las futuras generaciones de la iglesia. Tenemos que llevar esa semilla y sembrarla en cada
grupo de personas con la autoridad de nuestro Rey.
Nuestra misión es buscar y desarrollar seguidores de Cristo en vez de miembros de la iglesia. Ambas
misiones son notablemente diferentes. La diferencia está en las vidas transformadas que propician
cambios en comunidades y naciones. La simple reunión de un grupo de personas que están de acuerdo
con una serie de creencias comunes no es digna de Jesucristo ni de su sacrificio a favor de nosotros.
Hemos fundado organizaciones religiosas en vez de establecer la poderosa presencia de Cristo. Nos urge
reconsiderar nuestra comprensión de la iglesia y de las misiones y dejar el primer lugar a Jesucristo.
Preguntas para estudiar el texto en grupo
del autor, ¿qué debería corregir en esa definición o qué debería incorporar en ella?
2. A la luz del artículo, ¿cuáles preguntas equivocadas se ha planteado su iglesia? ¿Cuáles serían algunas
preguntas acertadas?
3. Explique la gran diferencia entre «hacer el ministerio para Jesucristo» y «hacer el ministerio con
4. ¿Qué convierte a una iglesia en orgánica? ¿Qué característica presenta su propia iglesia para afirmar
que es orgánica? ¿En qué requiere trabajar para que sea orgánica?
NEIL COLE, Signal Hill, California, es fundador y director ejecutivo de Church Multiplication Associates
{www.cmaresources.org) y autor de Organic Church, Cultivating a Life for God {La iglesia orgánica: cómo
cultivar una vida para Dios), y Search & Rescue: Becoming a Disciple Who Makes a Difference {Búsqueda
y rescate: Cómo ser un discípulo que influya en los demás).
Se tomó de Enrichement Journal, Otoño 2009. Se usa con permiso del autor. Todos los derechos
reservados por el autor.