Convenios Internacionales Sobre Corrupcion y La Necesidad Ética de Cumplimiento Global

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CONVENIOS INTERNACIONALES SOBRE CORRUPCIÓN Y LA

NECESIDAD ÉTICA DE CUMPLIMIENTO GLOBAL

Área de investigación: Ética y organizaciones

Carlos Mauricio de la Torre Lascano


Facultad de Ciencias Administrativas
Universidad Central del Ecuador
Ecuador
[email protected], [email protected]
CONVENIOS INTERNACIONALES SOBRE CORRUPCIÓN Y
LA NECESIDAD ÉTICA DE CUMPLIMIENTO GLOBAL

Resumen

Los permanentes hechos mundiales de corrupción que se generan en los


sectores público y privado, merman la credibilidad de las instituciones,
descomponen el sistema social y económico, socavan la democracia afectando
gravemente al Estado de Derecho en las naciones. El objetivo de la presente
investigación se basó en el análisis cualitativo del marco jurídico supranacional
en la búsqueda de cooperación internacional y las medidas de ejecución
obligatoria para los países suscriptores de diferentes convenios internacionales
cuyo fin es la lucha contra la corrupción, el rol preponderante que juega el
sistema de prevención con el propósito de armonizar derechos que fortalezcan
la seguridad jurídica, incluyendo la reflexión sobre la importancia del
cumplimiento ético a nivel global de dichos convenios internacionales de lucha
contra este flagelo que azota a las naciones. También ha sido analizado el rol
que desempeñan empresa privada, sociedad civil y academia para poner un
freno a la descomposición social actual, así como la necesidad de contar con
información vigente que permita tomar acciones correctivas al referente,
mediante la continua rendición de cuentas.

Palabras Clave: Corrupción, convenios internacionales, globalización,


transparencia.

Introducción

“Históricamente, todas las sociedades han acogido un elemento de corrupción”


(Roy y Singer, 2006, p. 3). Los actos de corrupción no son recientes, de hecho,
se señala que la corrupción nace con el ser humano o es tan antigua como la
civilización misma, por tanto, su ámbito de aplicación es universal ya que no
disgrega o selecciona una determinada ubicación geográfica, etnia o país, es
decir se encuentra omnipresente en la humanidad. “Desde la antigua China
hasta Europa y Estados Unidos en la edad moderna, los gobiernos y las
sociedades han luchado para contener este cáncer. Miles de años de literatura
documentan la presencia de la corrupción” (Banco Mundial, 2009, p. xxxvi).

Avanzando dentro del cauce histórico, se encuentra que los acuerdos mundiales
a los que se llegaron posterior a la finalización de la segunda guerra mundial,
las crisis básicamente de orden económico por las que han atravesado las
naciones debido al auge del capitalismo, entre otras, son motivos que han
llevado a redefinir el rol que venía desempeñando el Estado, con la finalidad de
satisfacer las necesidades básicas requeridas por la sociedad. Por lo tanto, para
que dicho fin se cumpla, los Estados necesitan enormes cantidades de dinero,
generándose a la postre crisis presupuestarias nacionales, mermando
notablemente el cumplimiento eficiente de sus funciones, disminuyendo su
capacidad de respuesta para con la sociedad, incrementándose el nivel de
riesgos, así por ejemplo que los flujos económicos sean “desviados para uso
privado, que los gobiernos no reciban los recursos que les adeudan, que los
recursos recaudados se pierdan antes de tener un uso adecuado o que, después
de aprobar su destinación, no se utilicen como se pretendía” (Banco Mundial,
2009, p. 267). Al mismo tiempo, nunca ha existido una duda seria de que la
corrupción es uno de los principales obstáculos al desarrollo, que pone en
peligro el Estado de Derecho, los derechos humanos y la democracia, así como
las perspectivas económicas de una sociedad. (Pieth, 1999, p. 2).

Transparencia Internacional (TI), señala que la corrupción “Consiste en el


abuso del poder para beneficio propio. Puede clasificarse en corrupción a gran
escala, menor y política, según la cantidad de fondos perdidos y el sector en el
que se produzca” (TI, 2009, p. 14), la corrupción a gran escala llega incluso a
ocasionar opacidad en las naciones, acotando también que estos beneficios no
se limitan a réditos financieros, sino incluyen a ventajas no financieras,
entendiendo que existen diferentes niveles de penetración o contaminación en
las sociedades. Rose-Ackerman y Søreide (2011) especifican que “la
corrupción se produce cuando la búsqueda privada de ventajas económicas y de
avances personales se opone a leyes y normas que condenan tal
comportamiento” (p. xiv). Esas prácticas ilegales y corruptas podrían ajustarse
a normas sociales tendiendo a buscar beneficios personales principalmente,
pero también familiares, de amistades, grupo étnico o para el partido político.

La afectación monetaria generada por el fenómeno de la corrupción alcanza


cifras inimaginables, pero los daños no solamente se circunscriben a pérdidas
económicas, existe una afectación latente dentro de este fenómeno, el deterioro
de la sociedad misma con los efectos que ello implica, al referente TI (2011)
afirma que “la corrupción jugó un papel importante en debilitar el desarrollo
social, económico y ambiental. Se desvió por el mal camino los recursos y se
comprometió la calidad de los servicios y materiales utilizados para el
desarrollo” (p. 5), y es que resulta totalmente lógico pensar que si existen
desviaciones de capitales esto afectará a los usuarios de los servicios públicos
o privados dependiendo del sector donde se origine la anomalía. Ejemplos
sobran en todo el mundo, pero con mayor énfasis en aquellas regiones o países
donde existe un menor grado de desarrollo, basta con apenas mirar a países
africanos o latinoamericanos, que a pesar de poseer recursos naturales sus
habitantes, en la mayoría de casos famélicos, padecen muchas otras necesidades
como las de salud, vivienda, alimentación, es decir, ni siquiera las necesidades
básicas son satisfechas.

En referencia al debilitamiento constante del sistema jurídico en general de las


naciones, Fabián (2000) critica “se ha pensado que el número de leyes o la cifra
de pronunciamientos judiciales o administrativos relacionados con el abuso del
poder son factores idóneos a partir de los cuales se puede deducir el índice de
corrupción de un Estado” (p. 17). Este precepto si es adoptado por las naciones
constituiría un craso error, toda vez que difícilmente se puede conocer con una
mínima tasa de confiabilidad el nivel de integridad de los poderes públicos
tomando en consideración sus propias apreciaciones o publicaciones, aún más
cuando el Estado de Derecho se encuentre viciado y las funciones que lo
conforman no cuenten con plena independencia. El Estado de Derecho
comprende la protección de los derechos de propiedad, independencia judicial,
entre otros, incluidos elementos de orden público (Kaufmann, 2004, p. 8).

Para poder llevar a cabo transacciones de tan alto nivel, los grupos delictivos
necesitan redes muy bien constituidas dentro de las esferas gubernamentales,
Zúñiga, (2007) afirma:

La criminalidad organizada necesita del poder político para asegurar la impunidad de


sus servidores y para aumentar su capacidad de influencia en la sociedad. Muchos países
han visto comprometidos en los últimos años al propio poder político. Casos como la
Italia de la democracia cristiana de los años ochenta, o el gobierno de Fujimori en Perú,
han sido evidentes muestras del poder corruptor del dinero proveniente del crimen
organizado, en los que todas las esferas sociales, económicas y políticas se encuentran
contaminadas (p. 185).

Malem (2000) identificó cinco causas del fenómeno mundial de la corrupción,


que sin lugar a dudas han incidido en su proliferación y que hoy en día, luego
de más de quince años de ser emitidas siguen manteniendo vigencia, de manera
general son:

a) Las empresas transnacionales cuentan con un potencial económico mayor


que muchos Estados,
b) Los negocios internacionales cada día crecen más.
c) En los países subdesarrollados los salarios de la burocracia suelen ser muy
bajos y las condiciones del trabajo no son buenas.
d) Las asimetrías económicas, jurídicas, sociales y políticas.
e) Las transacciones de divisas a través de sistemas informáticos (pp. 39-74).

Para desarrollar los actos ilegales es usual que los delincuentes aúnen esfuerzos
para conseguir sus diferentes objetivos, (Buscaglia, González, Cruz, y Prieto,
2002, p. 57) afirman “El trípode en el que se sostienen las organizaciones
delictivas es la violencia, la corrupción y la obstrucción a la justicia. Las
organizaciones criminales recurren a la violencia como medio para establecer
su control sobre sus propios miembros”. En su accionar, es lógico que atenten
también contra las autoridades estatales, particularmente las de policía,
procuraduría y administración de justicia. La búsqueda de poder no solo se
limita dentro de la organización delictiva, sino que se expande cada vez más de
manera progresiva, considerando la cantidad de flujos económicos que se tratan
de esconder e insertar en la economía formal, “los recicladores de capitales
ilegales, lejos de colaborar en el progreso del sistema económico, atentan contra
el mismo a través del uso anormal que hacen de los instrumentos al servicio de
las relaciones de mercado” (Fabián, 2014, p. 41).
La injerencia empresarial corrupta en el aparato estatal es nociva, Black (2007)
afirma “la economía predice que son las empresas e industrias más ineficientes
(que deberían cerrar) las que tendrán el mayor incentivo para sobornar a los
funcionarios para asegurar tarifas protectoras” (p. 442), estas desviaciones
como los sobornos son los que entre otros múltiples factores negativos afectan
la libre competencia y reglas del juego entre las organizaciones. “El soborno es
la forma más común de corrupción pública” (Baker, 2005, p. 50). Uno de los
escándalos de corrupción que ha causado revuelo en el 2016 a nivel mundial
han sido los casos de soborno realizados por la constructora brasileña Odebrecht
a funcionarios gubernamentales de doce países por más de USD 785 millones
mediante una extensa red de corrupción, el Departamento de Justicia de Estados
Unidos emitió un informe al referente. En dicho informe, por ejemplo,
Odebrecht habría pagado sobornos en el Ecuador por más de USD 33,5
millones, obteniendo beneficios de USD 116 millones. Por lo que a nivel de la
micro economía y dentro de ello en el sector empresarial, la necesidad de
factores de orden ético-moral referentes al ejercicio de las competencias
profesionales requiere un esfuerzo mancomunado (Mora, 2013, p. 27). En el
cuadro 1 se observan los escándalos de corrupción corporativos con mayores
pérdidas estimadas a nivel mundial.
Cuadro 1
Pérdidas reportadas en escándalos de corrupción
en empresas multinacionales

Pérdidas
Compañía Estimadas Año Escándalo Impacto
USD
• La mayor bancarrota en la
historia corporativa de Estados
107 mil Unidos
WorldCom 2002 Fraude Contable
millones
• 20 mil trabajadores perdieron
sus empleos
11 millones de autos en • Impacto de este escándalo de
todo el mundo corrupción aún se está
equipados con un investigando
denominado
“dispositivo de
87 mil anulación”, que usaba
Volkswagen 2015
millones el coche por debajo de • Daños significativos a la marca
la potencia y el Volkswagen y al sector
rendimiento normal automovilístico en general
cuando se estaba
realizando un test de
emisión
• Bancarrota más grande de la
historia de Estados Unidos hasta
la quiebra de WorldCom
Enron
74 mil
2001 Fraude Contable • 5 mil trabajadores perdieron sus
millones empleos y la mayoría de sus
pensiones que se invirtieron en
acciones de Enron

Fuente: “Engaging on anti-bribery and corruption,”


UN Global Compact. PRI y UN, 2016, p. 5.

Presentado el contexto general, se entiende entonces que las naciones adoptaron


como estrategia para enfrentar las actividades corruptas y delictivas
transnacionales que las afectan, la creación de instrumentos jurídicos
supranacionales, como la suscripción de convenios internacionales, directivas
o reglamentos modelos, con objetivos claramente estipulados para enfrentar de
manera global un determinado problema y dentro de este gran problema el rol
que juega la sociedad civil, en el caso de la presente investigación se ha
realizado el análisis de aquellos instrumentos jurídicos mundiales que atañen a
la corrupción.
Convenios internacionales, cooperación internacional y ética

La globalización ha traído muchos beneficios para las sociedades, pero también


ha sido aprovechada por seres sin escrúpulos, UNODC (2004) anota:

A medida que crece la inquietud en torno a los grupos delictivos organizados y


las operaciones delictivas transfronterizas, un número cada vez mayor de países
ha elaborado y promulgado nuevas leyes, medidas y estrategias para hacer
frente al problema. El hecho de que los autores de delitos, las víctimas, los
instrumentos y el producto del delito se sitúen en varias jurisdicciones o
circulen a través de ellas, hace que el enfoque tradicional de aplicación
coercitiva de la ley, centrado en el nivel local, resulte infructuoso (p. xiv).

Benito (2010) determina que existen causas de la corrupción de orden social,


económico o político que tradicionalmente realizan los funcionarios de cada
país, pero desde hace décadas han aparecido varias causas que han favorecido
la expansión de la corrupción en el entorno externo de los países. Sin duda, el
proceso globalizador ha contribuido a esta internacionalización de la corrupción
(pp. 240-241). Justamente en ese contexto global es que la corrupción ha
proliferado hasta llegar a provocar efectos nocivos en todas las jurisdicciones.
“Si bien las naciones han respondido a algunas formas de delincuencia
organizada, lo han hecho de manera muy selectiva. Ahora se necesitan nuevas
normas internacionales y nuevas iniciativas reguladoras mundiales”
(Friedrichs, 2007, p. 164). Con esa intencionalidad son varios los esquemas
utilizados, por ejemplo, Rodríguez (2002) describe que se recurre a mercados
legales para hacer circular y negociar con bienes ilícitos, posteriormente los
beneficios de origen delictivo obtenidos son canalizados mediante un sistema
financiero global que, con la eliminación de controles, hace cada vez más difícil
seguir el rastro de los mismos, dentro de su análisis se enmarcan los
denominados paraísos fiscales que coadyuvan para que simplemente la
trazabilidad de las operaciones se diluya.

La multiplicidad de países de forma simultánea para el cometimiento del delito


en la actualidad es muy común, Schott (2007) considera que se puede abusar de
las operaciones internacionales complejas para facilitar actividades criminales
como el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo, las distintas etapas
de estas actividades ilícitas pueden tener lugar dentro de una multitud de países
diferentes, pudiendo ejecutarse una, varias o todas las fases de esos delitos en
países diferentes y estar alejadas de la escena original donde se perpetraron.

La adopción de instrumentos jurídicos tanto preventivos como represivos que


devienen de convenios internacionales no solo han tenido acogimiento global,
sino que también han tenido resistencia y son objeto de polémica. “Se mantiene
todavía una línea de resistencia a la incorporación de normas penales generadas
en el exterior, como si todavía fuese siendo cierto que el Derecho penal es junto
a la moneda lo más propiamente y exclusivamente nacional de un país”
(Arroyo, 2013, p. 14), no obstante, se torna necesario un examen cuidadoso de
lo que hoy son los códigos y sistemas penales de cada nación, advirtiendo que
la existencia de instituciones cuyo origen son los compromisos internacionales
y ello no es algo excepcional, constituye una parte especial de un campo nuevo,
generando un importante grado de armonización entre las naciones. Dentro de
este contexto se debe entender que “la autorregulación es especialmente visible
en ámbitos dominados por una complejidad, técnica y/o ética, que solamente
los subsistemas sociales expertos, organizados en muchos casos en forma de
asociaciones profesionales de ámbito mundial, son capaces de descifrar”
(Darnaculleta, 2002, p. 76). Bautista (2005) asevera que la ética al orientarse al
estudio de las acciones humanas, es el mejor instrumento porque conlleva el
autocontrol mediante el uso correcto de la razón a partir de la idea del servicio
colectivo. La moral también es un término referido al ser humano y su conducta,
pero en tanto ésta se ajusta a la costumbre, pasando a referirse al carácter en
tanto modo de ser recibido o estilo de vida consuetudinario que el ser humano
se va apropiando a lo largo de su vida (Mora, 2013, p. 31). “El deber de la
voluntad moral es la aceptación de las mediaciones exigidas por nuestro más
radical y mejor querer. La voluntad moral es el descubrimiento de la Ley”
(Savater, 1995, p. 58). Rose-Ackerman (2001) determina que el mal uso debe
definirse en términos de algún estándar, por lo que todos los sistemas políticos
deben regular la relación entre la riqueza privada y el poder público.
Entendiendo que la corrupción en el sentido de sobornos, recompensas y
cohechos, es sólo un tipo de fracaso del gobierno. Uno de los debates más
importantes gira en torno al tema de la captura del Estado.

La armonía que debe existir en la Administración Pública enfocada en el ámbito


de las relaciones internacionales, se torna importante dado los nuevos nexos a
las que se ven exteriorizadas las naciones, Braithwaite (2000) afirma “Debemos
también aprender de la disciplina de las relaciones internacionales, dados los
riesgos que la nueva regulación abarca siendo éstos frecuentemente mundiales”
(p. 235). Por esta razón, se podrá evitar hipótesis erróneas de teóricos de las
relaciones internacionales que afirman que los Estados son actores importantes
y pueden ser entendidos como intérpretes unitarios, fortaleciendo la sinergia
buscada en el caso de la cooperación internacional.

Marco jurídico supranacional

La corrupción, tiene un carácter transnacional pues la afectación ética,


económica, social y política, no solamente se da en un Estado, sino que puede
realizarse indistintamente en varias naciones y por lo tanto tiene efectos
globales, a lo que debe agregársele que en la mayoría de ocasiones no se trata
de un delito perpetrado por una persona, sino que “requiere la actuación
conjunta de forma simultánea o sucesiva de una pluralidad de personas” (Del
Carpio, 2015, p. 659) y es que dados los montos que se trasladan de un territorio
a otro, convirtiendo una moneda en otra, utilizando el sistema financiero global
todo esto simultáneamente, requiere de equipos especializados en este tipo de
operaciones financieras de origen ilegal que buscan anidarse en jurisdicciones
con normativas laxas o permisivas, o en aquellos países que aun contando con
normativa preventiva y represiva debido a ciertos factores políticos, ubicación
geográfica, circunstancias sociales, situación económica, les imposibilitan crear
una estructura preventiva, policial o judicial, que realmente funcione, con lo
que los esfuerzos emprendidos de manera aislada por una determinada nación
simplemente se diluyen ante la fortaleza o magnitud de los hechos, es lógico
entonces bajo este contexto que las naciones busquen unificar esfuerzos
mediante la adopción de estándares internacionales contra la corrupción y
creación de organismos regionales o mundiales.

Ante la evidencia de la insuficiencia de las medidas estrictamente nacionales se hizo


patente la necesidad de adoptar medidas internacionales de tipo multilateral obligatorias
que llevaran a una armonización de los derechos internos de la materia, a una mayor
cooperación internacional, a la extensión del ámbito de aplicación espacial de los ilícitos
sancionados por las normas nacionales también para actos cometidos fuera de los
territorios de los países parte, y al intento para ampliar la base jurídica para la extradición
en caso de delitos relacionados con la corrupción (Rojas, 2010, p. 167).

Referente a la internacionalización Restrepo (2007) asevera “La inserción de


los Estados en la comunidad internacional y el acceso a los recursos de la
cooperación técnica vuelven imperativa la adopción y aplicación interna de los
tratados de derechos humanos” (p. 5), es que la búsqueda de la seguridad
jurídica global se torna muy importante dentro de las relaciones entre las
naciones y dentro de ello el respeto de los derechos fundamentales, avalaría la
razón de ser o creación de estos organismos y por tanto las regulaciones
expedidas por éstos. Saltos (1999) determina que la actual crisis que atraviesa
la sociedad por falta de ética no es un acontecimiento meramente coyuntural o
de una problemática que afecta sólo a un país. Es, ante todo, un problema
civilizatorio ligado al cambio de época. Bautista (2014) señala que una
conducta positiva orientada a la ejecución efectiva del cumplimiento del deber
en el ámbito público, es el resultado del rescate y fortalecimiento de valores
éticos, ya que fortalecen, motivan y dan integridad y dignidad a los funcionarios
públicos. Por el contrario, cuando dichos valores se debilitan o no están
presentes, los antivalores y las prácticas corruptas aparecen inmediatamente.

La internacionalización no se ha circunscrito solamente al campo económico,


Naciones Unidas en el ámbito internacional; la Organización de Estados
Americanos y la Unión Europea en el ámbito regional, son claros ejemplos de
instituciones supranacionales que han venido supeditando la interacción entre
las naciones, en este sentido Berdugo y Cerina (2012) afirman “hay que aceptar
la presencia de conductas que deben ser reguladas para garantizar el
mantenimiento de los distintos modelos constitucionalmente contemplados” (p.
26), y justamente esa regulación es necesaria, ya que en la sociedad siempre
han existido conductas que no contemplan dichos parámetros legales.

El establecimiento cada vez más asiduo de economías globalizadas que se han


venido integrando paulatinamente, así como la perpetración de “prácticas
corruptas en las transacciones internacionales, enfrentó a la comunidad
internacional a una nueva realidad que exige a los Estados tomar medidas
basados en la unión de esfuerzos y la cooperación en materia de prevención y
sanción de la corrupción” (Secretaría de Transparencia, 2014, p. 2) posición que
abarca una visión incluyente con énfasis en la integración internacional y
regulación de las actividades comerciales entre naciones. En referencia a la
prevención de los delitos, Etcheverry (2015) señala lo que parece existir de
trasfondo, es, en realidad un intento de prevención de la generación de una
criminalidad organizada que sea económicamente solvente y, por tanto,
represente una amenaza para la estabilidad del sistema de democrático.

En cuanto a la efectividad de la normativa emitida de manera global y su


aplicación específica en cada jurisdicción, se ha podido determinar que las
normas contra la corrupción no siempre se aplican de una manera enérgica y
eficiente, los problemas globales no se abordan con la suficiente entereza y las
instituciones públicas a cargo no siempre tienen suficiente capacidad para hacer
cumplir las normas. “Las intenciones declaradas siguen estando demasiado
alejadas de los resultados concretos, y a menudo parece faltar una verdadera
voluntad política para erradicar la corrupción” (Jiménez, 2015, p. 91). La
implementación de políticas públicas entre otras cosas busca la seguridad como
tal, ya sea de orden económico o social, Herrera (2002) considera que la
seguridad es una necesidad en todos los órdenes, si no existe un sustento de paz
y orden, ningún plan o programa tendrá éxito, pues si no existe orden,
tranquilidad y seguridad, no se puede hacer planes, de manera que la seguridad
es un presupuesto de casi todo. “Las políticas públicas corresponden a
soluciones específicas de cómo manejar los asuntos públicos” (Lahera, 2004, p.
7), y si bien el ámbito en donde se desarrolla la corrupción es tanto público
como privado, las normativas correspondientes a identificación, prevención y
sanción son emitidas por el Estado.

Se debe entender que existe una relación directamente proporcional entre las
medidas o adopción de políticas que establezca el sector público y su afectación
en el sector privado. A nivel latinoamericano se han venido gestando varios
cambios debido a los hechos acaecidos, así por ejemplo en Brasil se ha
convertido en un torbellino la actividad de cumplimiento y fiscalización,
México ha adoptado una enmienda constitucional para establecer un Sistema
Nacional Anticorrupción y Argentina impulsa los procesos de lavado de dinero
y evasión fiscal. Las compañías multinacionales que operan en América Latina
deben mirar con detenimiento lo que están haciendo para prevenir, detectar y
responder a la mala conducta corporativa. En Colombia y Perú, los gobiernos
están adoptando medidas para promulgar leyes encaminadas a combatir la
corrupción, conseguir la adhesión a la OCDE y lograr que el cumplimiento de
las normas empresariales se ajuste más a los requisitos y prácticas de las
jurisdicciones de los países miembros (Baker y McKenzie, 2015).

Convención de las naciones unidas contra la corrupción de 2003

Firmada en Mérida en 2003, los ejes principales en los que centra su ámbito de
aplicación son la prevención, penalización de las actividades ilícitas,
recuperación de bienes objeto de estos delitos y el desarrollo de mecanismos de
cooperación entre los diferentes países. En cuanto a las medidas de carácter
preventivo adoptadas por este cuerpo jurídico, Rojas (2010) señala “resultan
fundamentales en los logros de los objetivos de la Convención, toda vez que los
instrumentos vinculantes y que contienen sanciones deben adquirir un carácter
complementario, sólo para aquellos casos en que las políticas preventivas no
han funcionado adecuadamente” (p. 171).

De acuerdo a la opinión del autor, es el más completo de los instrumentos


jurídicos internacionales emitidos por Naciones Unidas, toda vez que ya no se
focaliza solamente en el sector público, sino que también incluye al sector
privado y a la ciudadanía, todo dentro de un círculo bastante bien definido
expuesto en el artículo 1, estableciendo su “Finalidad” en tres literales, los
cuales a su vez están en línea con los puntos señalados en el Preámbulo, ya que
busca el fortalecimiento de la prevención, mediante la cooperación
internacional para promover la integridad del sistema global mediante el
esfuerzo de todos los estamentos de la sociedad, con la obvia limitación que la
corrupción es apenas una de las tantas afectaciones que genera el crimen
organizado transnacional.

Uno de los avances de la Convención que merece ser destacado está


conformado por los artículos 12 y 13, que tratan sobre el sector privado y la
participación de la sociedad respectivamente, se debe tomar en consideración
que el ámbito de aplicación de estos dos elementos es muy vasto y complejo,
ya que por un lado el poder económico que manejan las compañías
transnacionales y la participación de la sociedad por otro, son factores que están
en proceso de construcción en muchos casos y merecen ser destacados dentro
de esta desigual lucha. Vlassis (2004) afirma “no hay que subestimar el rol que
la sociedad civil y el sector privado pueden y deben desempeñar. Los gobiernos
deberán solicitar, alentar, apoyarse en la rendición de cuentas” (p. 124).
Kaufmann (2015) considera que el sector privado se ve afectado por compañías
que participan en actos de corrupción o ejercen una influencia indebida, por lo
que pueden ser un aliado importante en la promoción de la buena
gobernabilidad y la lucha contra la corrupción, pueden apoyar una aplicación
más estricta de medidas contra sobornos y apoyar políticas relativas a conflictos
de intereses entre los sectores público y privado. Por tanto, la sociedad civil y
el sector privado pueden ayudar en todos los esfuerzos realizados, pero éstas
iniciativas como se ha analizado no pueden ser individuales, deben tener una
visión totalmente incluyente, de individuos y Estados, “la convicción de que el
punto de quiebre para enfrentar la corrupción se encuentra más allá de los temas
de investigación y sanción y requiere de un cambio de mentalidad de toda la
sociedad en su conjunto” (Secretaría de Transparencia, 2014, p. 8), no todo es
fortaleza ni se han cosechado éxitos solamente, debido a su naturaleza compleja
y connotación mundial, existe aún mucho análisis por realizar para que se
concreten los utópicos anhelos de bienestar común.
De una manera general sobre la convención suscrita por las naciones contra la
corrupción, Argandoña (2006) concluye:

La Convención tiene algunos aciertos indudables, como la condena de la corrupción


tanto activa como pasiva, y tanto pública como privada; la combinación de prevención
y penalización; el énfasis en la cooperación internacional y en la ayuda técnica para que
todos los países estén en condiciones de aplicar la Convención de un modo homogéneo
y exigente, y un mecanismo viable para la devolución de los productos de la corrupción
a su legítimo propietario (p. 12).

Conclusiones

Existe una desigual lucha que viene gestándose para combatir este mal, toda
vez que el poder político y económico de verdaderas mafias transnacionales
públicas o privadas afectan el desarrollo de las naciones con un agravante que
cada vez es más asiduo y nocivo denominado impunidad, ésta socava los
valores del ser humano, merma su afán de progreso y contamina la misión de
bienestar que buscan las sociedades organizadas. La suscripción de convenios
internacionales más allá de un mero acto protocolario o diplomático, requiere
que exista la férrea voluntad política para que exista coherencia entre ese
discurso político de los gobernantes de turno, con la ejecución efectiva de lo
dispuesto en los cuerpos jurídicos suscritos y que en muchos casos están ya
determinados en la legislación preventiva y la serie de delitos que devienen de
la corrupción tipificados penalmente, por lo que se demanda que la
transparencia y la lucha contra la corrupción sean prioridades en las agendas de
desarrollo de las naciones. Guatemala es un claro ejemplo de esa voluntad
política que se requiere frente al debilitamiento ético del Estado para mitigar
éstas amenazas crecientes, la Comisión Internacional contra la Impunidad en
Guatemala (CICIG) es una novedosa herramienta de cooperación con Naciones
Unidas, “diseñada para perseguir penalmente a redes criminales y de corrupción
que anidan en las instituciones estatales” (Gutiérrez, 2016, p.81).

El rol de la Academia no debe ser pasivo ante los hechos acaecidos, el


fortalecimiento de la necesidad de la ética aplicada al mundo de las profesiones
se torna en un verdadero desafío y una exigencia ante la cual la única salida es
abordar el problema frontalmente dotando a los futuros profesionales de
conocimientos sobre esta problemática y su responsabilidad ética en el ejercicio
profesional, una universidad con valores depende de todos quienes la
conforman, para lo cual deben implementar un modelo eficiente y transparente
que rija todos los procesos universitarios, es decir a nivel administrativo,
académico, de investigación, incluyendo su gestión financiera, con la finalidad
que sea un proceso sostenible. El establecimiento de indicadores de orden tanto
cuantitativo como cualitativo debe tornarse en una asidua cultura en la rendición
de cuentas permanente que no solo la academia con su ejemplo debe realizar,
sino todas las instituciones públicas. Debe incluirse a a otros actores que han
permanecido inmutables y que se requiere de su presencia (sociedad y
empresa), formando un círculo donde academia, sociedad y empresa alcancen
la transparencia requerida en su diario accionar.
Los países de manera individual, dentro del numeroso espectro de instituciones
públicas que lo conforman, como política de Estado deben fomentar, robustecer
e incrementar las estadísticas en materia de corrupción que presentan como
parte de su rendición de cuentas, con un histórico de fácil acceso que permita
por un lado realizar un diagnóstico interno de la situación de cada país frente a
éste delito y por otro, un análisis externo en comparación con otros países para
conocer la situación actual real de dicho país frente al resto de naciones,
instrumentos, parámetros o estándares que permitan cuantificar los verdaderos
avances sobre la materia, pero sobre todo tomar acciones correctivas oportunas
que ayudarán a transparentar información que la sociedad requiere conocer
como mandantes, haciendo énfasis en el ejercicio del derecho fundamental de
las personas al libre acceso a la información como un precepto básico
constitucional.

Referencias bibliográficas

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