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DISCAPACIDAD INTELECTUAL Y SUBJETIVIDAD - Trabajo Final.

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - FACULTAD DE

PSICOLOGIA

CARRERA DE ESPECIALIZACION EN PSICOLOGIA CLINICA DE LA


DISCAPACIDAD

CURSO: DISCAPACIDAD INTELECTUAL Y SUBJETIVIDAD

DIRECTORA: Schorn, Marta.

DOCENTE: Schorn, Marta.

ALUMNO: Franco Cambriglia.

TRABAJO DE ARTICULACION FINAL


“La tensión en la conjunción”. Clínica y discapacidad.

NOVIEMBRE DE 2023

1
INTRODUCCION

El presente trabajo final pertenece al curso “Discapacidad intelectual y subjetividad”,


el cual forma parte de la carrera de especialización en Psicología clínica de la
discapacidad de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Psicología.

Puedo destacar dos momentos de mi proceso personal dentro del recorrido por el curso
los cuales me permitieron hacer dos lecturas diferentes del mismo título, “Discapacidad
Intelectual y subjetividad”.

Al inicio del curso leía allí una conjunción que me invitaba a combinar ambos términos
en una suerte de causa - consecuencia como sistema cerrado, donde el primero de los
dos negativizaba al segundo.

Al culminar el curso no puedo dejar de leer en esa conjunción una continua puesta en
tensión de ambos términos que no responde a una enemistad conceptual u oposiciones
radicales, tampoco a un derrotero de términos hacia un futuro claudicado por el prefijo
“dis”, sino, por el contrario, a la posibilidad de complejizar el enfoque clínico al momento
de pensar un sujeto dentro del ámbito de la discapacidad, y cuando me refiero a pensar
a un sujeto, inmediatamente debo tomar distancia de prejuicios patologizantes, evitando
caer en simples puntuaciones, estandarizaciones, y en aspectos meramente funcionales
de la persona, para no dejar morir esa fuerza deseante que muchas veces queda
atrapada detrás del diagnóstico médico.

Esta tensión permite indagar más allá de la marca corporal, aunque sin negarla, para
integrar lo específicamente singular en cada sujeto dando cuenta de las vicisitudes en
la estructuración de su subjetividad.

Mi propuesta de este trabajo es justamente mantener la tensión conceptual mencionada


a fin de abrir preguntas y, por sobre todas las cosas, exponer una forma de comprender
el trabajo en el ámbito de la discapacidad, que este recorrido por el curso me enseñó, y
de la cual considero favorece una actitud humanística frente a la diferencia.

2
DESARROLLO

A la luz de la propuesta que conlleva el presente trabajo final me veo en la obligación


de precisar los términos puestos en tensión. Para ello nos apoyaremos en el DSM-V,
manual que define la discapacidad intelectual incluyéndola dentro de los trastornos del
neurodesarrollo. Allí queda definida como un trastorno que se caracteriza por un déficit
de las capacidades mentales generales, como el razonamiento, la resolución de
problemas, la planificación, el pensamiento abstracto, el juicio, el aprendizaje académico
y el aprendizaje de la experiencia. Éstos producen deficiencias del funcionamiento
adaptativo, de tal manera que el individuo no alcanza los estándares de independencia
personal y de responsabilidad social en uno o más aspectos de la vida cotidiana,
incluidos la comunicación, la participación social, el funcionamiento académico u
ocupacional y la independencia personal en casa o en la comunidad.

Si rastreamos la definición que nos aporta la Asociación Americana de Retraso Mental


(AARM), esta dirá que es una dificultad básica en el aprendizaje y ejecución de
determinadas habilidades de la vida diaria, relacionadas no solo con la inteligencia
conceptual sino con la inteligencia práctica y emocional.

Del otro lado de la conjunción tenemos el termino Subjetividad. De los tantos autores
que definen este concepto tomaremos la definición de Ana Karina Hormigo (2006) quien
lo define como una construcción que va a ir moldeando la estructuración psíquica
suscitada desde los orígenes con relación a los otros insertos en el campo social. La
autora aclara que en esta estructuración el sujeto atravesará diversos avatares que
condicionarán su existencia.

En las dos primeras definiciones, (DSM-V)- (AARM), podemos dar cuenta del uso de
palabras como déficit, dificultad, aprendizaje, habilidades, funcionamiento, capacidades
mentales, entre otras, las cuales dan cuenta de un aspecto de la persona ligado a la
esfera cognitiva y adaptativa desde las funciones superiores. Acaso nuestro paciente,
una persona ¿Quedaría definido solo en términos de tener/poder o no tener/poder
ciertas habilidades? Esta visión dejaría por fuera muchas otras variables que son

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directamente intervinientes a la hora de pensar una persona dentro de la clínica de la
discapacidad.

Marta Schorn (2009) nos dice en relación a este tipo de definiciones que las mismas
dan cuenta de lo que una persona puede o no puede hacer con su inteligencia; pero que
descubrir a un sujeto es otra cosa, implica profundizar en su estructuración psíquica y
en las características de los primeros encuentros entre el niño y su madre.

Esta posición de la autora abre una ventana hacia el terreno de lo subjetivo que nos
planteaba Hormigo y que podríamos relacionarlo con el nuevo paradigma para entender
la discapacidad que nos plantean M. Ángel Verdugo Alonso y F. de Borja Jordán de
Urríes Vega (1999) quienes conciben a la discapacidad ya no centrada en la persona
sino en la interacción entre la persona y el ambiente en el que aquella se desarrolla.

Acaso poner en tensión el termino de discapacidad intelectual con lo ateniente a lo


subjetivo ¿No implica incorporar una mirada que ve más allá de la marca orgánica para
poder situar los componentes contextuales donde se gestan las primeras experiencias
singulares que se dan en la relación con un otro primordial y que ponen en marcha la
estructuración psíquica? El cuerpo de la madre, su voz y mirada, son el primer ambiente
de ese niño y es allí de donde este se sujeta para ser un sujeto a posteriori. Muchos son
los autores que nos pueden aportar conceptos que podríamos ubicar producto de esta
tensión conceptual. Entre ellos me parece interesante pensar los aportes de Hormigo
quien realiza una lectura de Piera, Aulagnier, y trae al ámbito de la discapacidad el
concepto de violencia primaria, denominada como riesgo del exceso cuando se
perpetúa en ese vínculo madre-hijo. Esta violencia primaria, que en principio es
necesaria para la constitución de un yo, dado que la madre ofrece significaciones que
lo anticipan ubicándolo en la cultura como un sujeto de deseo, en el niño con
discapacidad esta violencia se suele extender a fin de que nada cambie. Una
sobreprotección de la madre hacia el niño, convierte a este en objeto de goce de aquella
quien solo lo concibe y le brinda atención en el plano de la necesidad. A su vez, esta
madre resigna su proyecto para volverse una figura omnipresente obstaculizando así la
salida exogámica de su hijo. Marta Schorn, en su libro “La capacidad en la discapacidad”
(2009) cita a Bowly para incorporar al ámbito mencionado la teoría del apego que el
autor desarrolla. Este le da gran importancia al primer encuentro entre infans-madre
como fundamental en el desarrollo del yo y del si-mismo, caracterizado por no limitarse
al cuidado nutricio, sino que se amplifica hacia la vinculación afectiva, donde existen
intercambios de amor. Marta se sirve de estos aportes para pensar los tipos de apegos
que se dan entre padres e hijos con discapacidad. Es interesante como la autora

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relaciona los tipos de apego más característicos en este ámbito articulando a estos con
el concepto de riesgo relacional de Piera Aulagnier donde se evidencia la puesta en
juego de lo esperado por la madre en relación a lo que será su hijo, con lo efectivamente
acontecido. Para Schorn, un apego seguro, o sea la modalidad sana para Bowly,
radicaría en la capacidad de los padres de poder superar el dolor de lo no esperado y
disfrutar del placer de encontrarse.

En este grupo de teóricos no podemos dejar de nombrar a Maud Mannoni (1964) quien
ha realizado interesantes aportes a nuestro ámbito en relación a lo vincular-subjetivo y
la discapacidad. Para la autora la debilidad mental se relaciona con el lugar al que el
niño adviene en la fantasmatica de la madre y en la estructura familiar. Este hijo pondrá
en cuestión a la madre (nivel fantasmatico) como generadora de un producto fallido.
Esto puede despertar diversos afectos que perturban la función materna pudiendo
desembocar en efectos que provoquen el aniquilamiento del psiquismo del niño. Esto
podría agravarse si el padre no funciona como interdictor en ese vínculo madre-hijo y
no logra ofrecer emblemas identificatorios a este hijo que le permitan un viraje al campo
social. Siguiendo a Rudolfo, Ricardo (1990) podríamos sumar a los aportes de Manonni
el concepto de mito familiar que este autor rescata de Freud desde una lectura
Lacaniana e invita a pensar al mito como un grupo de significantes dispuestos de cierta
manera. El niño es posicionado dentro de un mito y para poder ser debe adherirse a un
significante el cual no lleva un significado fijo como marca sino que arrastra efectos de
significación, el niño va siendo en la medida que va encontrándose y trazándose en
ellos. El problema ocurre cuando el niño se queda ahí donde esos significantes de la
prehistoria lo dejaron, señala Rodulfo. Esta inmovilidad, podemos hipotetizar, es
producto de lo que el niño hace con eso que viene de ese entorno, y de las
características de ese ambiente ya sea a nivel inconsciente como el mito familiar, la
fantasmatica parental, los efectos de los mandatos, como también los prejuicios del
propio grupo familiar como social que impactan en la posibilidades de ese sujeto. En
esta misma línea podemos pensar el concepto de Falso-yo que nos enseña D. Winnicott,
el cual está íntimamente relacionado con las primeras experiencias entre el niño y el
otro, y del cual podemos hacer uso dentro de la caja de herramientas teóricas en el
ámbito de la discapacidad.

Sin entrar en desarrollos profundos podemos comprender el valor de la marca relacional


en la constitución de un sujeto y en su proyección vital, incluyendo aquí sus posibilidades
de subjetivar el mundo. Marca que se desmarca del déficit orgánico y tiene su impronta
y matices cuando la pensamos en el ámbito de la discapacidad; pero que a su vez, la
definición de discapacidad por sí misma no la incluye.

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Vamos a separarnos de los aportes teóricos para exponer una viñeta clínica a la luz de
la propuesta del escrito.

Simón es un niño de 10 años de edad cronológica. Asiste al centro terapéutico donde


desempeño mi labor como psicólogo conformando un grupo interdisciplinario de trabajo.

Los demás profesionales concuerdan en abrir el espacio de psicología para el niño quien
comenzó hace 1 año con fatiga, desgano, y conducta negativista hacia sus padres.
Asimismo presenta dificultades cognitivas a la hora de retener información nueva y de
comprensión. Tanto sus padres como el equipo lo describen como un niño distraído. Su
diagnóstico médico es Discapacidad intelectual y hemiplejia.

En la primera entrevista con los padres ellos relatan que lo tuvieron ya siendo grandes
y que no fue esperado.

En un pasaje de la entrevista me comentan que asiste al médico neurólogo y al fisiatra.


Aquel en una oportunidad le modificó el esquema farmacológico, a lo que les pregunto
a estos padres si el niño también presenciaba las visitas médica. El papá responde que
no tenía sentido, acompañado de un tono que denotaba obviedad, dado que Simón no
entiende. La madre acompaña esa postura y relata que en la casa trata de hacer las
cosas que ella considera que podría realizar el hijo pero que por las dudas de que este
no corra riesgo prefiere no delegárselas como por ejemplo el uso de las hornallas de la
cocina.

En el primer periodo de tratamiento, Simón manifestaba notoria dificultad para realizar


dibujos libres, no obstante, se podía observar una gran facilidad para copiar dibujos y
con notoria precisión. Conforme fueron pasando las sesiones el niño comenzó a elegir
algunos dibujos para inventarles algún detalle o jugar con algún otro agregado que
íbamos pensando los cuales le causaban risa o le brindaban la incursión de otra posible
idea. En este último periodo empezó a expresar sentimientos. Decía aburrirse de las
otras terapias que le daban tareas como al igual que en su casa donde siempre le dicen
lo que tiene que hacer.

Hasta acá la viñeta.

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Si mis intervenciones dentro del equipo terapéutico apuntaran a estimular las
habilidades no desarrolladas, ¿Qué me diferenciaría de otras disciplinas? El niño copia,
repite, sigue patrones, pero cuando se le da una hoja en blanco no tiene con qué. ¿Esto
es producto exclusivo de la discapacidad intelectual? ¿Cómo leemos en este caso
particular las dificultades en comprensión e incorporación de nueva información y la
distracción? Por otro lado, la respuesta que el padre del niño manifiesta ante mi
pregunta, ¿Responde a especificidades del diagnóstico del hijo o al lugar que el padre
le da a un hijo con un diagnostico?

Más que dar respuestas a estas preguntas, me interesa con ellas marcar una posición
clínica. Parafraseando a Marta, Schorn, diré que un lugar esencial es aquel espacio
construido donde los medios allí ofrecidos, siempre dentro de las posibilidades del
sujeto, habiliten a este a ser dueño de sus actos.

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BIBLIOGRAFÍA

Asociación Americana sobre retraso mental. AAMR. (2002). Definición, clasificación y


sistemas de apoyo. Editorial Alianza.

Hormigo, Ana Karina. (2006). Retraso mental en niños y adolescentes. Aspectos


biológicos, subjetivos, cognitivos y educativos. Ediciones Novedades Educativas,
Buenos aires.

M. Ángel Verdugo Alonso y F. de Borja Jordán de Urríes Vega (1999). Hacia una nueva
concepción de la discapacidad. Editorial Amarú, España.

Asociación Americana de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos


mentales (DSM-5®) (2014.) 5a Ed. Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría.

Maud, Mannoni. (1964). El niño retardado y su madre. Biblioteca de psicología Profunda,


Buenos Aires.

Rodulfo, R. (1990). El niño y el significante, Paidós, Biblioteca de psicología Profunda,


Buenos Aires.

Schorn, M. (2009). La capacidad en la discapacidad: sordera, discapacidad intelectual,


sexualidad y autismo, Lugar Editorial, Buenos Aires.

Winnicott, D. (1958), Escritos de pediatría. Editorial Laia, Barcelona.

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