López Villanueva, El Cuerpo en Nuestra Cultura
López Villanueva, El Cuerpo en Nuestra Cultura
López Villanueva, El Cuerpo en Nuestra Cultura
Lo que vemos, lo que oímos, lo que tocan nuestras manos (1° Jn 1) es aquello que conforma
la realidad para nosotros y que nos hace existir de un modo único y concreto. Nadie tiene
nuestro mismo modo de sonreír, de enfadarnos, o de besar, y es a través del cuerpo como el
cauce afectivo de nuestra vida toma forma y se despliega. No tenemos otro lugar ni otro
acceso a la experiencia de lo humano, a ese lugar único de Dios que somos cada uno de
nosotros.
1
Religiosa del Sagrado Corazón. Artículo publicado en Revista Manresa 83 (2011), pág. 5-14
2
"El cuerpo no es solamente aquello que el hombre tiene delante suyo, sino que es sobre todo aquello que es
el mismo en la multiplicidad de sus relaciones históricas... y el mundo es nuestra prolongación que, para bien
o para mal, vamos actualizando en todos los instantes de nuestro trayecto biográfico". L. DUCH y J-C.
MELICH, Escenarios de la corporeidad. Antropología de la vida cotidiana 2/1, Trotta, Madrid 2005, p. 238.
3
o.c, p. 250.
Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
Pero la cultura en la que estamos inmersos no nos conduce a habitar nuestro cuerpo, sino
más bien a vivir extrovertidos en él, a usarlo, a someterlo, a condicionarlo estéticamente…
a convertirlo en un ídolo. Hoy disponemos de medios para ejercer un grado de control sin
precedentes sobre los cuerpos. Se han globalizado los hábitos de comportamiento y es
sorprendente el gran número de ofertas sobre la reconstrucción del propio cuerpo y su
recreación. Los cuerpos que nos muestran los medios aparecen desprovistos de todas las
señales que asociamos con la experiencia vital y el paso del tiempo. La otra cara de este
deseo de diseñar el cuerpo, de querer detener los signos visibles del tiempo sobre nosotros,
esconde el anhelo de una identidad lograda, de una aceptación de la propia realidad, de una
sed por coincidir al fin con nosotros mismos. El cuerpo es el soporte único y precioso de
nuestra historia limitada en el tiempo y de nuestra vida abierta a la Plenitud.
Vamos a recorrer diversos registros sobre esta presencia del cuerpo en la cultura actual, sus
aspectos preocupantes y peligrosos, y aquellos que nos ayudan a habitar sabiamente y con
otros el propio cuerpo. Pero antes de adentrarnos necesitamos recordar y tener presente que
"la mayoría de los cuerpos de nuestro mundo no son cuerpos occidentales bien alimentados,
con acceso a agua limpia, cuidados sanitarios y una vivienda digna, y cuyas inquietudes
principales son alcanzar el bienestar psicológico, sexual y espiritual. Son cuerpos pobres,
abandonados y enfermos que gritan pidiendo justicia a un mundo ensordecido por el poder,
el militarismo y la riqueza4."
1. CUERPOS REMODELADOS
Vivimos en una cultura obsesionada por el cuerpo, que valora la juventud, el erotismo y la
belleza. La presión mediática de la sociedad de consumo nos lleva a desear conseguir "un
cuerpo sano, en buena forma física, más o menos narcisista, volcado al exterior, dentro del
canon estético dominante en el que se retrase lo más posible o se disimule su deterioro
biológico5". ¿Quién se siente inmunizado ante el virus de querer permanecer el mayor
tiempo posible joven y sano? Se nos cuela silenciosamente por todos los poros.
4
T. BEATTIE, Reflexiones teológicas, corporalidad y misticismo, en Concilium 295, Cuerpo y religión.
Abril 2002, pp.85-97.
5
C. PERA, "Pensar desde el cuerpo. Ensayo sobre la corporeidad humana", Triacastela, Madrid 2006, p. 24
6
"Combate la celulitis", "ataca las zonas rebeldes", "elimina las arrugas", "lucha contra esos kilos de más",
"stop a las grasas", "desafía a la flacidez".
2
Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
las personas para que transformen y mejoren todos y cada uno de los aspectos de sí mismos7.
Desde lo más externo (hábitos de vida) a lo más interno (prácticas de ingeniería genética) el
cuerpo humano está sometido a múltiples prácticas de modulación.
El cuerpo se nos muestra así como una extensión de la imagen del ego, pierde su valor ético
y sus dimensiones más gratuitas y aumenta su valor técnico y comercial. Su culto provoca
una sacralización de la figura exterior del cuerpo, un narcisismo de la apariencia, como si los
poderes del cuerpo cultivado propiciaran una mayor felicidad personal, mayor consideración
y éxito sociales, liderazgo sobre los demás y mayor capacidad de atracción sexual.
Se da una sobreestimación del cuerpo como si éste fuera la esencial realidad humana y se
asume la cultura de la modificación del cuerpo (body-building) como un proyecto personal.
Se dedican horas y horas, dinero, sacrificios ... En bastantes ocasiones llevados a sus últimas
consecuencias8. Hasta en las ofertas de viajes podemos encontrar paquetes turísticos con
“escapadas para remodelarse”9.
Este excesivo cuidado externo conlleva una disminución del contacto con la propia hondura
de los cuerpos, con su belleza interior, con su capacidad para evocar, en cualquier etapa de
su limitada existencia, la trascendencia que los habita.
Frente a estos cuerpos modelables, "radiantes y bellos", preocupados por el más leve indicio
de caducidad y de disfunción, emergen otros cuerpos carentes, invisibles y no respetados,
que buscan espacios donde poder afirmarse y sencillamente respirar y vivir.
7
"Hay una generación emergente de consumidores a la que podría denominarse Generación Plástica, que
equipara la cirugía estética con las compras, se consume rápidamente y con resultados inmediatos". A.
ELLOT, Dar la talla. Cómo la cirugía estética transforma nuestras vidas, Ed. 45, p. 172.
8
Desde el adelgazamiento obsesivo en la mujer joven que puede abocar en una anorexia y el excesivo
remodelado muscular de los gimnasios, hasta las restauraciones, las correcciones y las transformaciones, que
afectan a la imagen estética y que en algunos casos llegan a costar la vida.
9
"Los países de todo el mundo compiten para ofrecer una infraestructura médica y tecnológica que facilite a
los occidentales ricos las oportunidades de someterse a operaciones de cirugía... En lugares como Malasia,
Thailandia y Dubai se ofertan paquetes turísticos quirúrgicos: una combinación de tratamientos quirúrgicos,
playas soleadas y compras... Esto conlleva "sacar" la cultura de la cirugía estética de su inserción y visibilidad
en las grandes urbes de Occidente y trasladarla a otros lugares del planeta con salarios inferiores", O.c, pp.
138-148.
10
O.c. pp. 127-128
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Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
Son cuerpos anónimos para los medios que se presentan ante nuestros ojos hacinados, en
una búsqueda desesperada de un territorio, de otros espacios donde poder coexistir.
Muchos son cuerpos de color y cuerpos envejecidos antes de tiempo, rostros de mujeres y
de niños, que nos ayudan a tomar conciencia de su presencia aquí y ahora y a ensanchar
nuestra capacidad de humanidad. Reclaman un mundo que debería ser compartido y
cohabitado, y que se va haciendo cada vez más exclusivo y privado.
El escritor Amin Maalouf señalaba en una entrevista: “Hay una crisis del vivir juntos que se
manifiesta en todas partes... la experiencia del multiculturalismo en Alemania ha sido un
fracaso... pero no es el único país en el que la experiencia ha fracasado. Eso no quiere decir
que no intentemos vivir juntos, porque no queda otra opción, pero hay que ver de qué
manera… La tarea de este siglo es enseñarle a la gente cómo vivir juntos”12.
Otros cuerpos que aparecen como desechables en nuestras sociedades son los cuerpos
envejecidos. La cultura occidental devalúa activamente a las personas mayores y sobre todo
el cuerpo de las mujeres mayores. El binomio cuerpo/envejecer evoca desencuentro,
conflicto, y malestar. La vejez ha dejado de ser la época de la sabiduría, para convertirse en
la época de la impotencia.
11
"Más de 27 millones de cuerpos humanos, hombres, mujeres y niños, son esclavos ilegales del siglo XXI:
cuerpos esclavos para el mercado de trabajo o para el mercado del sexo... Cuerpos humanos vergonzosamente
rentables desde el punto de vista económico dada su indefensión total... comprados y vendidos al mejor postor
por circuitos mañosos globales; cuerpos alejados de toda legislación sobre sus derechos como trabajadores y
tratados por quienes de ellos se han adueñado como si fueran desechables". C. PERA, O.C, p. 79.
12
Entrevista en el diario EL PAÍS, 20-10-2010
4
Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
todos parecemos temer es el abandono, la exclusión, el que nos rechacen… nos despojen de
lo que somos, nos nieguen aquello que deseamos ser. Tememos que nos dejen solos,
indefensos y desgraciados. Privados de compañía, de corazones que aman y de manos que
ayudan... Tememos que se deshagan de nosotros''13
En cualquier etapa de la vida, nuestro cuerpo busca relación. Esos cuerpos invisibles y
desechables llaman a nuestras puertas como catalizadores de lo más valioso del ser: su
profunda dignidad y gratuidad. Son cuerpos que sufren, resisten y sanan, nos sanan cuando
nos volvemos permeables a sus presencias y a sus historias, y toman rostros y nombres
concretos para nosotros. ¿Podremos ayudarnos a reconocer en nuestra cultura de la
apariencia y de la eficacia el valor escondido de estos cuerpos y todo su potencial de
humanidad?
Mantener una relación saludable con nuestro cuerpo y restablecer el espacio digno y el
respeto hacia el cuerpo de los otros, tiene que ver también con recuperar el contacto con la
tierra. Una compañera comenzaba así hablando de ella: "Soy tierra, agua, fuego, aire,
minerales, fragilidad y posibilidad de plenitud . . . La conciencia de nuestra propia
corporeidad se convierte en la gran maestra de la vida porque a la vez que nos lanza a la
creatividad y al futuro, nos hace tocar el límite y la vulnerabilidad que nos hermana con
todo y con todos ... Te alegras con la belleza de las palmeras y te dueles con el humo
contaminante del cobre o del dióxido de carbono..."14. Somos con la creación y el daño que
le infligimos a ella, recae sobre nosotros. La violencia que hacemos al cuerpo de la tierra se
multiplica en los cuerpos humanos. Necesitamos recuperar la tierra para sanarnos,
necesitamos dejar que pueda armonizar sus dimensiones, respetar sus ritmos y ciclos,
honrarla en su misterio.
Constatamos con dolor que la actual destrucción del medio ambiente en todo el planeta
incide de lleno y de manera negativa en las personas. Cuando nuestro entorno natural ya
no remite a un cosmos de belleza y armonía, sino que se convierte en caos, este desequilibrio
resulta desestructurador para la misma corporeidad humana. La degradación de la
naturaleza promueve la incomunicación, y "sirve de válvula de escape a la violencia ...La
actual crisis ecológica es un grito de alarma ante el posible trastocamiento, e incluso
13
Z. BAUMAN, Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias, Paidós, Barcelona 2006, p. 164.
14
"Pegados a la tierra que tocan nuestros pies nos hacemos barro con el barro, agua con el agua, viento con el
viento, fuego con el fuego, humano y humana con el olor de los humanos y sus luchas cotidianas", C.M.
FAGOT, en www.rscjinternational.org/es/profiles/2948-carmen-margarita-fagot-rscj-provinces-of-puerto-
rico-haiti-and-cuba.html
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Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
destrucción del cuerpo humano, en medio de una sociedad que ha aplicado hasta el
paroxismo el mortal esquema economicista de la oferta y la demanda"15. Sin un verdadero
cuidado de la tierra, del respeto por su biodiversidad, de tomar de ella sin avaricia ...no
podrá darse un cuidado esencial de los cuerpos. Una tierra herida es una de las mayores
amenazas para las poblaciones más vulnerables.
¿Aprenderemos a dejar respirar a la tierra, a dejarla ser, para poder recuperar con ella
nuestra respiración profunda? Practicar con la tierra esa voluntad de no dañar, de no herir,
de no violentar nada de lo que vive porque todo está interconectado con todo y todo
repercute en todo. Le decía una abuela indígena a su pequeña nieta en una novela de Laura
Esquivel: “Somos como las cuentas del collar de la creación y estamos unidos unos con otros,
cada uno ocupando el lugar y el espacio que le corresponde... El movimiento de los astros
es sagrado y el nuestro también. Nos une el mismo lnvisible”16.
4. APRENDER DE ORIENTE
Un rasgo de la cultura actual que repercute en nuestros cuerpos es la rapidez, la velocidad,
la aceleración de la vida. También las redes provocan una “multipresencia” que tiene sus
costos físicos y psíquicos. Nos sentimos fragmentados y divididos y necesitamos conectar
con la sabiduría del cuerpo, recuperar su unidad esencial.
Las tradiciones espirituales de Oriente conceden una gran importancia al cuerpo. Es con el
cuerpo que todas las cosas comienzan y la meditación es un arte que enseña el uso de los
pulmones, el abdomen, la espina dorsal, los ojos ... "El cuerpo es lo primero, Dios viene al final"
(W. Johnston).
En las prácticas del hinduismo, el budismo o el taoísmo, el cultivo espiritual es, ante todo,
corporal. Se cuida el crecimiento e integración espiritual de la persona comenzando por
prácticas de entrenamiento físico: "la espiritualidad, en Oriente, es corporalidad… Al monje
que va a meditar se le recomienda que cuide primero la higiene de garganta, nariz y oídos;
que haga gárgaras, limpie bien sus cavidades nasales y se ejercite en respirar bien; que no
se precipite a sumergirse en el mundo del espíritu sin dar antes importancia a los
preparativos del cuerpo. También así lo hacía san Ignacio de Loyola en las adiciones y
anotaciones de sus Ejercicios espirituales”17.
Desde las artes marciales a la meditación, pasando por la estética del adorno floral, de servir
un té, o de esmerarse en la caligrafía, en Oriente se le da una gran importancia a la
respiración para que el cuerpo pueda retornar a su equilibrio primordial. Aprender a
respirar bien tiene que ver con aprender a vivir hondamente porque en ese ritmo básico de
la respiración está contenido el latido profundo de nuestra vida: recibir y entregar, anhelar
y abandonarse, nacer y morir. A través del contacto con la respiración nos hacemos
15
L. DUCH y J-C. MELICH, O.C. p. 215.
16
LAURA ESQUIVEL, Malinche, Ed. Suma, 2006
17
J. MASIA, Cuerpo, mente y salud en el budismo de CHIH-I , THÉMATA. Revista de filosofía. Núm. 39,
2007.
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Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
presentes a nosotros mismos, a esa Vida Única que nos trasciende, a las presencias que
acontecen cada día: "A través de esta conexión con lo más elemental de la existencia,
accedemos al mismo tiempo a las mayores profundidades de la experiencia interior…
Tenemos la sensación, cuando estamos atentos al flujo y reflujo del aire en nosotros que
experimentamos una extraña plenitud ...reencontramos el contacto perdido con el cuerpo y
con su ritmo sanador (. . .) Es también el camino de vuelta a casa”18.
En las grandes ciudades ha crecido la oferta de centros de salud integral relacionados con el
cuidado del cuerpo que adoptan prácticas de Oriente. Las imágenes occidentales, más
dualistas, se encuentran sometidas a distintas influencias de regulación del propio cuerpo:
las prácticas del yoga, el Tai-Qi ("energía fundamental''), el Qi-Gong ("trabajo sobre la
energía") y las artes marciales japonesas, entre otras. Son herramientas que promueven la
armonía y el equilibrio psicosomático de la persona y que aportan enormes beneficios
cuando las incluimos en nuestras prácticas meditativas.
Porque respiramos y late nuestro corazón estamos vivos, y vamos descubriendo que nuestro
cuerpo, hecho para la palabra, necesita el silencio. Silenciar el cuerpo para poder reconciliar
en él, la exterioridad y la interioridad, que constantemente necesita ser rehecha. Y en este
cuerpo nuestro que va poco a poco envejeciendo, en este cuerpo frágil y caduco, poder
experimentar algo tan sencillo y gratuito como respirar, acallar los miedos, entregarnos a la
sabiduría profunda de nuestro cuerpo y gustar con él y en él toda la realidad. Dejarlo
erguirse desde dentro, buscando la verticalidad, como la buscan los árboles y las flores,
brotando desde el interior. Receptivo y presente, abierto sin rechazar nada, ofrecido sin
retener nada.
18
J. MELLONI, El deseo esencial, Sal Terrae, Santander 2009. Recomiendo la lectura del capítulo 1:
"Respiración y deseo esencial".
19
B.J. SAMAIN, "El Zen me ha encontrado", Collectanea Cisterciensia 62 (2000) 287-290
20
M . DELBRÉL, La sainteté des gens ordinaires, Nous autres gens des rúes, Missionnaires sans bateaux,
Tome VII, Nouvelle Cité, 2009
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Mariola López – El cuerpo en nuestra cultura
Cuando venimos al mundo lo primero que experimentamos es que alguien tiende sus
manos para recibir ese cuerpo único y precioso que nos acompañará toda nuestra vida.
Alguien nos toca al comenzar a existir y también seremos tocados por última vez algún día.
Recibimos un cuerpo para permanecer en él mientras dure nuestro viaje y para establecer
con él contactos hurnanizadores, transmitir con nuestra piel, y con todos nuestros sentidos, el
afecto, la calidez y la presencia que necesitamos para desplegar este anhelo de amar que nos
habita. El tiempo pasa por nuestro cuerpo y deja en nosotros sus profundas huellas, y en
cada arruga del rostro de un hombre o una mujer ancianos, en sus cuerpos vacilantes y
temblorosos, si miramos con detenimiento podremos descubrir aquel reflejo de su niñez,
aquel cuerpo que recién estaba siendo, en toda su inocencia y su belleza.
Saber que algún día tendremos que despedimos de este cuerpo, quizás con dificultad o con
la misma naturalidad con la que acontecimos en él, emergiendo de la carne de tantas
generaciones. Nuestro cuerpo nos ha regalado cuanto somos, desde aquel primer gesto de
amor de los que nos engendraron, hasta el último aliento que nos contendrá. Todo lo que
vivimos se habrá grabado en su memoria, toda caricia y todo dolor quedarán final- mente
guardados en su secreto y su ausencia nos devolverá esa Vida Profunda que no se pierde.
21
O. MANDELSIAM, poemas en http://amediavoz.com/mandelstam.htm