05 Etched in Bone - Anne Bishop
05 Etched in Bone - Anne Bishop
05 Etched in Bone - Anne Bishop
en el
Hueso
Una novela de Anne Bishop
Los Otros - Libro 05
Serie: Los Otros
Título original: Etched in Bone
Autora: Anne Bishop
Año: 2017
Traducción oficial: No publicado en español
Traducción libre: Grupo Dark Wolf
Índice
Nota de las traductoras: 6
Resumen: 7
Prólogo 8
Capítulo 1 11
Capítulo 2 35
Capítulo 3 48
Capítulo 4 74
Capítulo 5 95
Capítulo 6 116
Capítulo 7 128
Capítulo 8 152
Capítulo 9 176
Capítulo 10 202
Capítulo 11 224
Capítulo 12 239
Capítulo 13 269
Capítulo 14 301
Capítulo 15 312
Capítulo 16 320
Capítulo 17 344
Capítulo 18 354
Capítulo 19 363
Capítulo 20 384
Capítulo 21 410
Capítulo 22 420
Capítulo 23 436
Capítulo 24 445
Capítulo 25 451
Capítulo 26 472
Capítulo 27 484
Capítulo 28 499
Capítulo 29 502
Capítulo 30 503
Capítulo 31 507
Capítulo 32 508
Capítulo 33 515
Geografía 525
Sobre la Autora Anne Bishop 530
Nota de las traductoras:
Esta traducción fue realizada por lectoras de la saga, sin ánimo de lucro, con
el único objetivo de compartir una maravillosa historia que no se ha publicado
en español y que además no hay intención por parte de las editoriales de que esta
situación cambie.
Sin más les dejamos con esta maravillosa historia deseando que disfruten la
lectura tanto como nosotras disfrutamos la traducción.
Dark Wolf
Resumen:
Después que el levantamiento humano fuera brutalmente aplacado por los
Antiguos, -una forma primitiva y letal de los Otros- las pocas ciudades que
quedan bajo el control humano están muy aisladas. Y la gente dentro de ellas
ahora conoce lo que es temer a lo que está más allá de sus fronteras... y a la
oscuridad...
Con los humanos en guardia contra uno de los suyos, las tensiones se
levantan, llamando la atención de los Antiguos, que sienten curiosidad acerca del
efecto que un depredador insignificante puede tener en una manada. Pero Meg
conoce los peligros, porque ha visto en las cartas como todo va a terminar... con
ella de pie junto a una tumba.
Prólogo
Finales de Sumor
Mientras se reunían en la zona del país salvaje entre Tala y Etu, dos de los
Grandes Lagos, sus pasos llenaron la tierra de un terrible silencio.
Como uno sólo, los Antiguos se volvieron hacia el norte y hacia el este,
mirando en dirección de Lakeside.
«Ese Courtyard no fue abandonado, y tiene una manada humana», dijo el
mayor.
Todos ellos tenían curiosidad, pero sólo dos Antiguos -un macho y una
hembra- fueron elegidos para pasar tiempo en un pequeño pedazo de tierra
rodeada de seres humanos. Habían estado en Lakeside antes, cuando, como los
dientes y las garras de Namid, vagaron por las calles llenas de niebla, cazando
presas humanas.
«Le dimos permiso para montar por los caminos pavimentados», dijo
Simon, un poco preocupado por su atención enfocada en un humano que
conocían bastante bien.
Karl Kowalski era uno de los oficiales de policía humanos que trabajaban
directamente con los Terráneos para minimizar los conflictos entre humanos y
Otros. Debido a eso, él fue etiquetado como un amante de Lobo y obtuvo una
cuota de conflictos con otros humanos. El último incidente ocurrió la semana
anterior, cuando un automóvil "accidentalmente" se desvió y casi golpeó a
Kowalski mientras daba un paseo en bicicleta antes de trabajar. Viendo eso como
una amenaza hacia un miembro de su manada humana, Simon, Vladimir
Sanguinati y Henry Beargard, miembros de la Asociación Empresarial del
Courtyard, decidieron permitir que la manada humana montara en los caminos
pavimentados del Courtyard.
Simon pensaba que todos los Lobos habían sido informados sobre la
decisión de la Asociación Empresarial -especialmente Nathan, que era Lobo
guardián de la Oficina del Enlace y Blair, que era el ejecutor dominante del
Courtyard-, pero esta era la primera vez que alguno de los humanos se había
aventurado a manejar en una carretera que aún tenía carteles de "Los intrusos
serán comidos" como advertencia.
«Bicicleta, Simon». El gruñido de Blair no fue tan suave esta vez.
Debió haber sido lo suficientemente fuerte para los oídos humanos, porque
Kowalski comenzó a pedalear un poco más rápido.
Ah. Bicicleta. Ahora Simon comprendió el verdadero enfoque de la
atención de los Lobos, la razón de su entusiasmo. Los humanos habían montado
bicicletas hasta el Complejo Verde, así como a algunos otros lugares del
Courtyard, y los Lobos se habían sentido intrigados por los vehículos de dos
ruedas. Pero esos casos se centraron en el transporte hacia algún lugar o por
alguna tarea. Esto podría ser otra cosa.
«Yo estaba escuchando cuando el oficial Karl le habló a los cachorros sobre
los peligros de morder las ruedas», respondió Jane, claramente ofendida por la
no deseada advertencia de Nathan. Se levantó un poco más, ahora en posición de
jugar a morder la pantorrilla de Kowalski.
Kowalski miró a Jane y pedaleó más rápido. En lugar de pasar por el puente
que los llevaría a la sección de los Hawkgard, y encerraría al humano en el gran
círculo dentro de los trescientos acres del Courtyard, Kowalski volvió hacia la
carretera que corría junto al lago de los Elementales y se dirigía hacia el
Complejo Verde.
—La manada femenina. Cada vez que las hemos invitado a jugar, dejan de
montar sus bicicletas y preguntan si pueden ayudarnos en algo. —Simon
extendió los brazos en un gesto de "¿de qué va todo esto?”. Luego señaló a
Kowalski—. Pero tú nos invitaste a jugar, y todos tuvimos una buena carrera.
Simon caminó alrededor del canal, luego se detuvo de repente cuando se dio
cuenta de que estaba desnudo en su forma humana. Nunca había importado hasta
que Meg vino a vivir al Courtyard. Pero los humanos reaccionaban de varias
maneras al ver a los Otros sin ropa, incluso cuando la ropa no era necesaria para
la protección o el calor. Meg se había ajustado bastante bien a los amigos
cambiando a la forma humana para darle un mensaje o responder a una pregunta
antes de cambiar de nuevo a su forma preferida de pieles o plumas, pero era
diferente con él, tal vez porque su amistad era diferente de cualquier otra que
tenía con humanos o Terráneos.
La mayoría de las noches, dormía con ella en su forma de Lobo. Tenían sus
propios apartamentos, pero esos lugares estaban conectados por la sala de verano
y un descansillo, y cada vez más se estaba convirtiendo en una única guarida en
lugar de dos. Pero no eran pareja de la misma manera en que Kowalski y Ruthie
lo eran. Por otra parte, los Lobos Terráneos se apareaban sólo una vez al año,
cuando las hembras entraban en temporada. Meg tenía el sangrado típico de las
hembras humanas, pero no había mostrado ningún interés físico en tener una
pareja. Salvo...
Un par de semanas atrás le pidió que nadara con ella. Ambos desnudos, en
forma humana. Estuvo nerviosa por estar en el agua con él y pareció asustada
después de que le besara la cicatriz en el lado derecho de su mandíbula, una
cicatriz hecha por el corte que salvó a los Wolfgard en Lakeside, así como a
muchos otros Lobos en toda la región noreste e incluso más allá.
La había besado antes... en la frente una o dos veces. Pero cuando besó esa
cicatriz, sintió un revoloteo de cambio dentro de sí, y en los días que siguieron
empezó a entender en algún nivel instintivo que no era exactamente igual que el
resto de Wolfgard de Lakeside. Ya no.
Quizás no fue sólo en beneficio de Meg que, después del beso, la invitara a
jugar un juego de Lobo a pesar de que ambos se veían humanos. Entonces ya no
tuvo miedo. Y desde entonces... Bueno, no se le escapaba que, en un clima de
verano como este, los machos humanos vestían con casi nada en y alrededor de
sus propias guaridas y a nadie le preocupaba mucho eso.
—Hace calor arriba —dijo Meg, sin levantar la voz porque no lo necesitaba.
Sus oídos parecían humanos, pero seguía siendo un Lobo y podía oírla bien—.
Traje algo de comida aquí para desayunar.
—Tomaré una ducha rápida y me reuniré contigo.
Sonaba sencillo pero no lo era. Nada acerca de Meg era simple. Era el
guijarro que caía en un estanque que era el Courtyard de Lakeside, y las
ondulaciones de su presencia habían cambiado tantas cosas, incluyendo a los
Terráneos que se hicieron amigos de ella. Debido a Meg, los residentes del
Courtyard interactuaban con humanos de una forma sin precedentes, o que, al
menos, no se había considerado en siglos. Debido a Meg, los Terráneos en toda
Thaisia trataron de salvar al resto de las profetas de la sangre que fueron
arrojadas como cachorros indeseados por los humanos que las habían mantenido.
Debido a Meg, el Courtyard de Lakeside tenía una manada humana que
proporcionaba una experiencia de aprendizaje adicional a los Terráneos que tenía
una educación centrada en el ser humano y necesitaban practicar sus habilidades
con humanos que no tomarían ventaja de los errores.
Debido a Meg, tenía la incómoda sensación de que un poco de lo humano se
había apegado inseparablemente a su forma de Lobo.
Un montón de hembras humanas a lo largo de los años quisieron tomar un
lujurioso paseo por el lado salvaje y tener relaciones sexuales con algún
Terráneo. Y a su vez, un montón de Terráneos sintieron curiosidad acerca de
tener sexo en su forma humana. Pero eso era agradar al cuerpo por una noche y
alejarse. O, para los Sanguinati, se trataba de usar la lujuria como señuelo para
alimentarse de la sangre de su presa preferida.
Ella había sido herida por los humanos que la habían enjaulado y usado.
Herida de maneras que le hacían temer a la forma masculina humana. Mientras
que ocasionalmente se preguntaba si tener relaciones sexuales con una humana
se sentiría diferente si la humana fuera Meg, él no estaba dispuesto a arriesgar su
amistad, no estaba dispuesto a romper el vínculo que ya tenían. Así que
necesitaba ser muy cuidadoso ahora por el bien de ella, por él, por el bien de
todos. ¿Cuánto de lo humano mantendrían los Terráneos? Los Antiguos hicieron
esa pregunta sin especificar si se referían a la población humana, a las
invenciones humanas o a los aspectos intangibles de una forma que eran
absorbidos junto con la forma física si uno vivía demasiado tiempo en una piel
en particular.
*****
Meg se agitó con los platos en la pequeña mesa de la sala de verano, pero su
mente seguía repitiendo la imagen de Simon y Karl Kowalski de pie junto al
abrevadero, hablando. Simon se veía feliz. Karl había estado de espaldas a la
sala de verano, por lo que no pudo ver su rostro, pero parecía tenso. Se preguntó
por qué Karl se sentiría tenso por algo que tanto agradaba a Simon. De nuevo, un
Lobo y un humano no veían las cosas de la misma manera.
Y cuando Karl se fue, notó las partes de Simon que estaban ocultas. Lo
notó, pero no estaba segura de cómo se sentía. Asustada, sí, pero también un
poco curiosa. Ella y Simon eran amigos, y ella adoraba a su sobrino Sam. Pero
más que eso, se habían convertido en compañeros comprometidos a mantener
intacto el Courtyard, y la ciudad de Lakeside. Y eran compañeros
comprometidos en ayudar a las Casandras de sangre a sobrevivir en un mundo
que estaba demasiado lleno de sensaciones.
En las historias que había leído, las personas que se atraían el uno al otro
parecían pelear mucho o tener malentendidos o tener relaciones sexuales y luego
rompían antes de eventualmente reunirse. Pero esos eran humanos, no una
profeta de la sangre y un Lobo. Había cosas que le hicieron en el recinto que su
cuerpo recordaba pero que estaban veladas en su mente, cosas que hacían que le
fuera mucho más fácil estar cerca de Simon cuando estaba en forma de Lobo.
Sabía en su corazón que Simon nunca le haría cosas malas como los hombres del
recinto, pero el Lobo peludo todavía se sentía como un compañero más seguro, a
pesar de los dientes y las garras.
Y sin embargo, esta vez, viendo a Simon sin ropa. . . Asustada, sí, pero
pensar en ello hizo que algo flotara dentro de sí, algo que la hizo preguntarse
cómo sería si ellos...
—Estás molesta.
Ella lo estaba pidiendo. Meg no podía recordar si había leído esa frase en
una historia o si formaba parte de un remembranza, una imagen de una vieja
profecía. Pero sabía que era la excusa que usaba un hombre para culpar a una
chica cuando la obligaba a tener relaciones sexuales con él.
No había pensado en lo poco que llevaba puesto, pero si tomaba nota del
cuerpo de Simon, ¿él también se daba cuenta del suyo? Y si así fuera...
—No podía decidir qué comer, así que traje un montón de cosas, incluyendo
esto. — Tomó un recipiente y una cuchara, luego dudó.
— ¿Qué es?
—Yogur. —Ella tragó una cucharada y se preguntó por qué Merri Lee y
Ruth dijeron que era delicioso. ¿Sería un gusto adquirido?—. Prueba. —Llenó la
cuchara y se la tendió a Simon, preguntándose qué haría.
Como no podía decir con sinceridad que le gustaba el sabor del bisonte, no
veía mucha diferencia.
—Merri Lee y Ruth dijeron que el yogur es bueno para las entrañas de una
persona, especialmente las entrañas de una chica.
—Me alegro de no ser una chica —murmuró mientras colocaba un par de
rodajas de bisonte en un plato antes de considerar el resto de la comida
disponible.
Meg tomó otra cucharada de yogur antes de cerrar el recipiente. Ya. Se
había ocupado de sus entrañas por el día. Comió la mitad de las bayas, luego
empujó el recipiente hacia Simon. Casi esperaba que rechazara la oferta,
diciendo que tenía mucho bisonte para comer, pero aceptó felizmente su parte de
las bayas sin decir una palabra, dejándola mordisquear una rebanada de queso.
—No estás comiendo —dijo Simon unos minutos después.
—Tuve suficiente por ahora. —Lo cual era cierto, ya que tenía la intención
de ir a Un Pequeño Bocado antes de trabajar y ver lo que Nadine Fallacaro y
Tess tenían disponible en la cafetería del Courtyard.
Llevaron el resto de la comida a su apartamento y lavaron los platos antes
de que Simon fuera a su apartamento a vestirse para el trabajo.
Meg miró fijamente las ropas en su armario y consideró qué podría ser
apropiado para quien era el Enlace Humano y qué sería algo práctico para vestir
en un día caliente y húmedo. Escogió un par de pantalones cortos de color verde
oscuro, una blusa de manga corta de un tono melocotón y rosa, y un par de
sandalias que parecían agradables y se sentían muy bien.
*****
Por el rabillo del ojo, Monty vio a O'Sullivan cubrir el reloj de su muñeca
izquierda, un mensaje silencioso: podemos llegar tarde a la reunión.
Monty, por otra parte, era el más viejo de los tres hombres, aunque todavía
no tenía cuarenta. Tenía la piel oscura, los ojos castaños, y el pelo negro corto y
rizado que ya mostraba un poco de gris, y no todas las líneas en su rostro
provenían de la risa. Ya no.
—Miramos las mismas cosas, pero no vemos las mismas cosas. Me hizo
darme cuenta de lo fácil que puede ser joderla y enviar la señal equivocada.
Monty miró por la ventana y se preguntó qué tipo de señal iban a enviar el
nuevo Alcalde y el Comisionado de policía.
*****
Meg abrió la Oficina del Enlace, luego miró el reloj. Nathan llegaba tarde,
pero Jake Crowgard estaba en su sitio en la pared de ladrillo que separaba el área
de entrega del patio detrás del estudio de Henry.
Muy bien, iba a tener la oficina para sí misma durante un minuto más o
menos.
Meg cerró los ojos y volvió a colocar los dedos en las cartas. Cuando
comenzó a trabajar con los mazos, decidió que una selección al azar de tres
cartas representaría el sujeto, la acción y el resultado. No sabía si esa era la
forma en que otras personas usaban las cartas para leer la fortuna, pero parecía
estar funcionando para ella.
La primera carta tenía tres imágenes: tren, autobús, coche. La segunda carta
tenía una explosión. La tercera carta... El signo de interrogación. Futuro incierto.
Sacó una libreta de un cajón, la abrió en una nueva página, luego anotó sus
preguntas y las cartas que había escogido como respuestas.
Se sentía reacia a guardar las cartas antes de llamar a alguien para que las
mirara y se sentía igualmente reacia a decirle a alguien de la Asociación
Empresarial sobre esta respuesta en particular. ¿Tal vez a alguna de sus amigas
humanas? Ruth Stuart vivía al otro lado de la calle en la casa dúo familiar en la
avenida Crowfield, y Merri Lee se estaba mudando a un apartamento en uno de
los edificios de piedra adyacentes que el Courtyard recientemente había
adquirido para proporcionar un lugar para que sus empleados pudieran vivir si
eran rechazados de los alquileres de propiedad humana.
—Buenos días, señorita Meg. —Twyla cruzó la habitación y puso una taza
para llevar y un recipiente en la mesa de clasificación—. Y buenos días a usted,
señor Nathan. Va a ser un día pegajoso, y no lo envidio por tener que usar un
abrigo de pieles, no importa lo bien que se vea.
Twyla posó un dedo justo encima de las tres cartas sobre la mesa.
— ¿De qué se trata esto? ¿O no me lo puedes decir?
—Estas son cartas para leer la fortuna, pero las llamo cartas proféticas.
Estoy tratando de ver si algunas de las Casandras de sangre puede usarlas para
revelar profecías en lugar de cortarse. —Mil cortes. Se decía que era todo lo que
una profeta de la sangre podía soportar antes del corte que la matara o la volviera
loca. Como la mayoría de las profetas no sobrevivían más allá de su trigésimo
quinto cumpleaños, Meg, a los veinticuatro años, se sentía muy motivada para
encontrar una alternativa a la navaja.
—Podría significar ambas. Fue elegida como el sujeto, por lo que debería
significar la cosa en sí, pero podría significar que una de estas formas de
transporte está trayendo a alguien o algo a Lakeside. La explosión, que es la
carta de acción, podría significar algo así como "llamar al escuadrón de
bombas" o un conflicto emocionalmente explosivo entre un grupos de personas.
Así que tal vez un grupo de personas que viajan a Lakeside va a causar algún
tipo de problemas para el Courtyard. Me va bastante bien en lo de encontrar las
cartas que responden a la pregunta, pero Merri Lee y yo seguimos trabajando en
la interpretación correcta de las mismas.
Mientras observaba a Twyla estudiar las cartas, la piel entre sus omoplatos
comenzó a pinchar.
*****
Twyla pulió los escritorios del consulado, el edificio del Courtyard que era
el dominio de Elliot Wolfgard. Era la cara pública del Courtyard, el Terráneo que
hablaba con el Alcalde y con los concejales, que asistían a eventos políticos y
que hablaba con la prensa. No le había llevado mucho tiempo darse cuenta de
que Elliot podría ser el sofisticado Lobo portavoz del Courtyard, pero Simon era
el verdadero líder.
—Nunca le tomó a los otros humanos tanto tiempo limpiar los escritorios —
dijo Elliot.
Twyla se levantó de un salto y se volvió hacia él. No lo había oído bajar de
su oficina en el segundo piso.
—Significa que quienquiera que hizo esto tenía su propio sistema para
encontrar las cosas pero hizo casi imposible que cualquier persona pusiera su
mano en el archivo apropiado, o el tonto apenas empujó cosas en los cajones y
esperó que nunca le pidieran encontrar nada. —Ella se adelantó para dejar caer
la carpeta en la pila oscilante y Elliot dio un paso atrás, mirándola de una manera
que la hacía pensar que él quería desgarrar la carne de alguien y la suya serviría.
Twyla reflexionó sobre lo que decía Elliot. Sería un cambio a fregar los
pisos y los baños, aunque necesitaban a alguien para hacer eso también. No creía
que muchas personas molestaran a Elliot, por lo que sería más tranquilo que
trabajar en una de las tiendas de la Plaza Comercial, y podría aprovechar un
poco de calma en su día si iba a ayudar a cuidar a los niños en las tardes.
—Nunca aprendí mecanografía, ni computadoras y cosas así —dijo
finalmente—. Contestar el teléfono y archivar es lo que puedo hacer por usted.
Pero sólo en las mañanas cuando los niños están teniendo sus lecciones. Vine a
Lakeside para ayudar a Crispin a cuidar a Lizzy, y eso tiene que ser lo primero.
—Por supuesto —dijo Elliot con calma, su pronunciación una vez más
crujiente—. Nos ocupamos de nuestros jóvenes. —Hizo una pausa antes de
aportar—. Sam es mi nieto.
Twyla sonrió. Había visto a Sam en la Plaza Comercial, a veces pasando
tiempo con los otros niños, pero más a menudo en compañía de Meg Corbyn y
un joven Lobo llamado Saltarín. La primera vez que lo vio y notó sus ojos
grises, había pensado que era un niño humano con el pelo que era una extraña
mezcla de oro y gris. Y había pensado que era el hermano menor de Meg o un
primo. Entonces vio a Meg con un cachorro Lobo que tenía esa misma
coloración.
Twyla miró a Elliot. No era el líder real, pero tenía una posición
significativa en el Courtyard y entre los Lobos. No podía pedir ayuda a Crispin
para confirmar lo que sospechaba. Como oficial de policía, tenía los medios para
averiguarlo, pero crearía problemas entre él y su hermana menor una vez que se
diera cuenta de que Sierra estaba en contacto con Cyrus.
—Creo que podría estar en camino. —Fue a uno de los escritorios y anotó
el número de teléfono de Aullidos, Buena Lectura. Arrancó la hoja y se la
entregó a Elliot. Sierra nos dijo a mí y a Crispin que Cyrus no había dejado un
número en el que pudiéramos contactarlo. Creo que mintió. Creo que lo llamó un
par de veces desde que llegamos. No puedo decir si hizo llamadas a otros
teléfonos sin permiso, pero cuando la vi usar el teléfono cerca de la caja
registradora en un día en que el Sr. Simon y el Sr. Vlad no estaban en la parte
delantera de la tienda, se puso nerviosa y afirmó que estaba pidiendo pizza.
Puedo decirle que las niñas no tuvieron pizza para el almuerzo ese día. —Ella
vaciló—. La policía tiene maneras de verificar llamadas hechas desde un
teléfono particular, pero no puedo pedirle a Crispin que compruebe esto. Incluso
si estoy equivocada sobre ella llamando a Cyrus desde que llegamos a Lakeside,
la mentira que dijo antes de que saliéramos de Toland creará tensión entre ella y
Crispin.
Cyrus siempre había logrado crear tensión entre sus hermanos, incluso
cuando Crispin estaba velando por Sierra.
—Lo más probable es que sea un número de teléfono de Toland. Uno que el
señor Simon y el señor Vlad no reconocerían.
Windsday, 1 de Messis
—Gracias por dejar a un lado sus importantes deberes para hablar conmigo.
Walter Chen, el nuevo Alcalde en funciones, sonrió a cada uno por vez. Era
una sonrisa suave, acorde con la pequeña estatura del hombre y su voz era
sosegada. Las profundas líneas se extendían desde las esquinas de sus ojos
castaños, y su cabello negro estaba cuidadosamente peinado hacia atrás
despejando su rostro.
Pero Chen parecía reacio a comenzar. Él les dio otra sonrisa gentil.
Greg O'Sullivan se inclinó hacia delante.
— ¿Puedo hacer una pregunta?
Álvarez sonrió.
—Con los Terráneos del Courtyard de Lakeside...y más allá.
O'Sullivan se estremeció.
—Ella -por lo menos yo tuve la impresión de que era una fémina- permitirá
que los barcos de Thaisia viajen a Brittania, Felidae, las Islas Tormenta, y
Afrikah, pero si intentamos ir a lo que queda de la Alianza de Naciones del
Bloque Romano, destruirá cualquier embarcación de Thaisia que toque su
dominio. Eso incluye a los buques pesqueros.
—El Elemental que cuida al Pacifik decide sobre los viajes entre Thaisia y
Tokhar-Chin, pero no tenemos ninguna razón para creer que hay un conflicto
entre la gente allí y los Terráneos.
Chen asintió con la cabeza.
—Así que vivimos en una casa de papel, ¿no? Tenemos una ciudad todavía
gobernada por humanos y tierra todavía bajo control humano incluso si es
arrendada a los Terráneos.
—Quienes pueden negarse a renovar un contrato de arrendamiento y
desalojar a los humanos que viven en esa tierra —dijo Burke—. Los Otros en la
costa oeste lo hicieron cuando hubo problemas en Jerzy; ellos pueden hacerlo
aquí.
—Pero no de una sola vez—dijo Chen—. Los límites de la ciudad no fueron
establecidos por un solo acuerdo. Los barrios fueron agregados a medida que la
gente vino instalarse aquí. Cuando empezaron los problemas entre humanos y
Otros, revisé los arrendamientos de tierras para mi distrito. Quedé consternado al
descubrir cómo quedan pocos años en el actual contrato de arrendamiento, y... —
Se detuvo y pareció luchar con lo que iba a decir—. Lakeside es una ciudad
compuesta de barrios, y los barrios a menudo contienen familias que vinieron de
una parte específica del mundo. La mayoría de las familias de mi distrito
vinieron de Tokhar-Chin. Hay vecindarios de personas de Felidae y Afrikah.
Creo que los que vinieron de Brittania se esparcen entre los barrios formados por
personas cuyos antepasados vinieron de la Alianza de Naciones del Bloque
Romano.
Monty miró fijamente a Chen. Burke juró en voz baja. O'Sullivan se echó
hacia atrás y dijo:
—Dioses encima y por debajo. ¿Fue eso considerado seriamente?
—Dentro de los límites de la ciudad, creo que la gente que vaya al cine o al
teatro o a cenar no estará más en riesgo de lo que lo habrían estado antes cuando
los únicos depredadores que vagaban por las calles no sólo parecían humanos
sino que eran humanos —dijo Burke—. ¿Pero alguien tan tonto como para
abandonar los límites de la ciudad después de oscurecer? Eso es sólo una forma
espantosa de cometer suicidio.
—He estado revisando los informes presentados por los jefes de las
estaciones, incluyendo las facturas mensuales de suministros y servicios
públicos, —dijo Álvarez—. ¿La estación de la calle Chestnut ya no paga el
impuesto sobre el agua que todos los demás de Lakeside tienen que pagar?
—El impuesto sobre el agua fue levantado en esa estación y en el Hospital
de Lakeside como agradecimiento por nuestra asistencia cuando quien hacía de
Enlace Humano del Courtyard resultó herida, —respondió Burke.
Álvarez y Chen miraron a Burke, luego a Monty, pero ninguno de los dos
preguntó por Meg Corbyn. ¿Sabrían lo que era?
—En ese caso, una cortesía por otra cortesía —dijo Álvarez—. Esperamos
que haya una escasez de gasolina, ya que conseguir algo a través de las fronteras
regionales es un ejercicio de diplomacia en estos días, pero ya he recibido una
directiva del gobernador de que las bombas de gas conectadas a los garajes
municipales tendrán los primeros derechos a cualquier gasolina que llega a la
ciudad ya que es donde los patrulleros, camiones de bomberos y ambulancias se
llenan. Capitán Burke, ¿por qué no se acercan usted y el Teniente Montgomery a
los líderes del Courtyard y les ofrecen que llenen sus vehículos de esa fuente?
Álvarez sonrió.
—También es práctico. Nuestra supervivencia depende de la buena voluntad
que podamos generar. —Su sonrisa se desvaneció—. No creo que la gente haya
aceptado realmente cuánto se perdió en las últimas semanas, o cuánto más
podríamos perder si no tenemos mucho cuidado ahora. — Se concentró en
Burke—. Cuando era un joven policía, también pasé algún tiempo en una aldea
situada en el país salvaje. Había otro pueblo a una hora en coche. Una noche
hubo problemas entre humanos y Otros, y nos llamaron para ayudar. Todavía me
despierto algunas noches con mi corazón latiendo y mis manos temblando por lo
que vi en ese pueblo después de que las formas más agresivas de Terráneos
tomaran represalias. Cualquier ayuda que necesiten para evitar que eso ocurra
aquí... —Él se detuvo—. O que suceda de nuevo, ya que entiendo que algunos
oficiales aprendieron las mismas lecciones que usted y yo.
O'Sullivan soltó un suspiro.
—Al Gobernador Hannigan le gustaría que estableciera una oficina oficial
para el Grupo de Trabajo de Investigación aquí en el edificio del gobierno.
—Nuestro nuevo Alcalde quiere reunirse con los líderes del Courtyard.
Querido Michael:
Barb
Para: Vladimir Sanguinati y Simon Wolfgard,
Urgente
Tolya
Thaisday, 2 de Messis
—Sí, se trata de eso. Estoy pensando más en una hoja de inscripción para
reservar las lavadoras y secadoras si alguien quiere o necesita un tiempo o un día
en particular. Además, hay máquinas que funcionan con monedas en el centro
social del Courtyard, así como una lavandería en la Plaza del Parque Bird. Los
inquilinos pueden disfrutar de la cooperación y conveniencia, o pueden llevar su
ropa a otro lugar.
Simon pensó que sonaba justo. Una jerarquía de orden para el lavado. No
era tan diferente a alimentarse de un ciervo, los miembros dominantes de la
manada tenían la primera opción. Sería interesante ver cómo las mujeres que
residían en los apartamentos resolvían su dominio.
Mientras que esta charla sobre el lavado de ropa era interesante, hasta cierto
punto, tenía una razón para ir al edificio de apartamentos antes de ir a la reunión
para hablar del correo electrónico que él y Vlad habían recibido de Tolya
Sanguinati.
Entró en el apartamento y esperó a que las dos mujeres lo notaran.
—La cocina está limpia, los armarios, el piso, los platos y el resto están
guardados — agregó Twyla—. Pensaron bien en ofrecer lo básico.
Eso de no vivir aún con la hembra estaba siendo observado con gran interés
por la mayoría de los residentes del Courtyard. Hasta ahora, los Otros nunca
habían interactuado tan estrechamente con humanos como para poder observar
los rituales de apareamiento.
Y Simon tenía más razón que el resto para observar esos rituales. Le pareció
alentador que su acuerdo de vida con Meg fuera tan similar al arreglo de Debany
con Merri Lee porque significaba que un comportamiento de Lobo no tenía que
cambiar para ser visto como humano.
Podía hacer todas esas cosas si vivía en uno de estos apartamentos, pero se
veía segura de querer una pequeña guarida.
Eso significaba que todos los monoambientes estarían ocupados, ya que uno
iba a ser el aula para los cachorros humanos, Henry todavía quería mantener el
que utilizaba cuando trabajaba hasta tarde en su estudio y no quería volver al
Complejo Verde, y habían aceptado que Chris Fallacaro tuviera uno ya que no
quería vivir con Nadine, a pesar de ser parientes.
Lo que le dejaba con el problema de qué hacer con Emily Faire, la joven
mujer Intuye que contrataron para trabajar a tiempo parcial como enfermera
practicante en la oficina médica de la Plaza Comercial. Ahora que el Dr. Lorenzo
pasaba lejos de Lakeside tanto tiempo, haciendo su trabajo para el grupo de
trabajo que estaba recopilando información sobre las Casandras de sangre,
necesitaban a alguien confiable para cuidar a Meg cuando se cortaba. La
Asociación Empresarial tenía la intención de dejar que la Emily utilizara uno de
los monoambientes; ahora tendrían que encontrarle otro lugar donde vivir. Había
habitaciones por encima del centro social, pero aquellas habían sido utilizadas
para relaciones sexuales y no tenían nada más allá de una cama, una lámpara y
una mesa. Los Terráneos habían limpiado esas habitaciones, usando las
estructuras de las camas individuales para proporcionar camas para los niños
humanos, aunque los padres de esos niños insistieron en comprar nuevos resortes
y colchones. Ya que cualquier olor en los colchones se había desvanecido hasta
el punto de que ni siquiera los Lobos podían recoger nada, era dudoso que las
narices humanas pudieran, pero había sido importante para los humanos adultos,
por lo que la Asociación Empresarial hizo las compras adicionales.
«Parece que sí. El oficial Debany está molesto. Algo sobre una carta de su
hermana».
—Tengo que irme —le dijo Simon a Twyla. —Puede usar el monoambiente
que Meg tenía cuando llegó al Courtyard. ¿Sabe cuál es?
—Sí. —Se apresuró a bajar las escaleras y salió por la puerta. Vaciló en la
acera y pensó si debía acercarse al semáforo de la esquina o simplemente cruzar
la calle. La Avenida Crowfield tenía suficiente tráfico a esta hora del día como
para que fuera prudente usar el semáforo, así que lo hizo. Luego se apresuró a
Aullidos, Buena Lectura para encontrar a Blair y Vlad frente a Michael Debany.
Vlad miró a Simon, y luego señaló a Debany.
—Hay una preocupación.
—Ella ha estado fuera de casa apenas un mes, y dice que se está mudando
con un tipo llamado Buddy —dijo Debany. Normalmente un hombre de
temperamento tranquilo, sonaba ronco.
Simon reflexionó sobre la información, tratando de resolver por qué esto era
un problema.
— ¿No quieres que tu hermana encuentre una pareja y tenga cachorros?
—Eso es diferente.
—¿Por qué? ¿Por qué Merri Lee no tiene un hermano para gruñir y
morderte cuando vas a su guarida a aparearte?
Tess atravesó el arco que unía Un pequeño Bocado con Aullidos, Buena
Lectura. Tenía el cabello aún marrón pero empezaba a encresparse, un signo de
que aún no estaba molesta... pero no estaba tranquila.
—Steve Barquero acababa de llegar a la reunión.
—Para un pueblo tan lejano, los ciudadanos de Bennett ciertamente nos dan
mucho que hacer —dijo Vlad.
*****
Podía ver por la expresión de Sierra que la muchacha no había aceptado esa
diferencia entre trabajar para los Otros y trabajar para una compañía humana.
—Eso no tiene sentido —dijo Sierra, renegando—. ¿Por qué le dijiste que
no me contratara?
— ¡No lo hice!
—Me dijiste que no sabías cómo contactar con Cyrus, que no dejó un
número de teléfono. Le dijiste a Crispin lo mismo. El Sr. Simon y el Sr. Vlad
fueron muy claros sobre que las llamadas locales se podían hacer en los
teléfonos de las tiendas, pero se esperaba que hiciéramos llamadas de larga
distancia en nuestros teléfonos móviles o que usáramos teléfonos públicos o que
recibiéramos permiso antes de hacer una llamada. Te oí llamar, hija. Escuché
cuántos números presionaste y eras consciente de que no era una llamada local.
—No puedo permitirme el lujo de comprar tiempo en mi teléfono móvil en
este momento —dijo Sierra—. Y fue sólo una llamada telefónica. Los Otros
pueden permitírselo.
—Y ese es el tipo de cosas que Cyrus dice para justificar tomar lo que no es
suyo —replicó Twyla—. Y escucharte decir lo que él diría es exactamente la
razón por la que le dije al señor Elliot que no te contratara. ¿Crees que no sé por
qué perdiste al menos dos buenos trabajos? ¿Crees que no sé que Cyrus fue y te
habló sobre hacer algo que sabías que estaba mal? Quizás dijiste que no la
primera vez que te lo pidió. Tal vez incluso la segunda. Pero siempre le has
escuchado más de lo que nos has escuchado a tu papá y a mí. Es como un
veneno para ti, consiguiendo lo que quiere y dejándote con las consecuencias.
Cyrus no sufre cuando pierdes un buen trabajo. Puede ser incomodado porque
una de sus fuentes se seca temporalmente, pero no sufre. Las que pagan son tú y
tus hijas. ¿Alguna vez piensas en tus chicas cuando él viene llamando, queriendo
robar provisiones o sacarte alguna información confidencial que él puede usar
para su beneficio? Está comprando drogas y bebidas alcohólicas e ignorando a
su propia esposa e hijos mientras luchas para conseguir dinero suficiente para
poner una comida delante de tus chicas.
—¿No son tus propias hijas también familia, Sierra? —Preguntó Twyla en
voz baja—. ¿No les debes al menos tanta lealtad como le muestras al hermano
que nunca ha hecho una sola cosa por ti?
Había luchado esa batalla durante todos los años en que Sierra estaba
creciendo, había sentido la frustración de saber que Cyrus caló de alguna manera
tan hondo bajo la piel de Sierra, que ni ella, ni James ni Crispin fueron capaces
de hacer o decir nada que pudiera desalojar la influencia de Cyrus. Lejos de él, la
muchacha era brillante, cariñosa, una buena madre y una empleada estable. Pero
todo lo que Sierra sabía sobre el bien y el mal se derrumbaba cuando Cyrus
aparecía.
—CJ no fue justo —dijo Sierra—. Podría haber enviado a Jimmy la tarifa
del tren si lo hubiera querido, pero Jimmy tuvo que huir de Toland por su cuenta.
Twyla notó que no había ninguna mención de la esposa o los hijos de Cyrus.
— ¿Está de camino aquí?
—No te están dando esas cosas. Están proporcionando algunos muebles que
se quedan con el apartamento. Esas cosas no son para que hagas lo que quieras.
Y vivir en esos edificios no es gratis. Crispin no trabaja en el Courtyard, por lo
que paga el alquiler como lo haría con cualquier otro propietario. Para las
personas que trabajan en el Courtyard, el alquiler se deduce del pago por
adelantado, algo en lo que deberías pensar si vas a vivir aquí.
Y no necesitaba oír a Meg Corbyn liberar profecías para saber qué pasaría
con los humanos en esta ciudad si los Lobos dejaban de aullar.
Necesitaba decírselo lo más pronto posible a Crispin. Y necesitaba advertir
a Meg sobre Cyrus. Mucha gente ahora era consciente de lo que significaba que
una chica tuviera cicatrices uniformemente espaciadas. Cyrus miraría a Meg y
vería su billete a la riqueza más allá de toda medida. No consideraría que podría
ser atesorada por otros por razones muy diferentes.
—La gente de Vida Simple. —Steve miró a Henry, Tess, Vlad y Elliot antes
de concentrarse en Simon—. No me había dado cuenta de que estaban siguiendo
de cerca lo que estaba sucediendo en el Medio Oeste hasta que James Gardner
preguntó a Roger Czerneda a quién iban a reubicar en las ciudades vacías. Las
familias de Vida Simple tienen los mismos desafíos que cualquier grupo
humano, espacio limitado y oportunidades para sus hijos. Hay gente en Isla
Grande que está interesada en reasentarse. Unos cuantos jóvenes de Vida Simple
se van a reasentar en la comunidad River Road y están felices de tener su propio
lugar que además no está lejos de su hogar y su familia. Pero otros... —Se
reclinó hacia atrás—. Tengo la sensación de que algunos de la gente de Vida
Simple no quieren abandonar completamente su estilo de vida, pero están
buscando expandir lo que está disponible para ellos. La forma de vida Intuye
está en algún lugar entre Vida Simple y lo que la mayoría de la gente que vive en
Lakeside consideraría las necesidades básicas.
—¿Alguno de los jóvenes de Vida Simple sabe sobre ganado vacuno?
¿Acerca del ganado bovino? —preguntó Henry.
Steve asintió.
—Vacas lecheras. Caballos. Algunas ovejas y cabras. Pollos.
Simon se rascó detrás de una oreja. Ninguno de los humanos de los ranchos
entre Pradera de Oro y Bennett sobrevivieron a la ira de los Antiguos. Pero no
todas las casas y dependencias fueron destruidas, y los animales todavía estaban
allí afuera. Los Intuye que trabajaban en el rancho de Pradera de Oro no podían
manejar todo el ganado, además los humanos de Vida Simple que ocuparan los
ranchos vacíos no podían provocar a los Antiguos a otro ataque.
—Lo consideraremos.
Steve se estremeció.
—No exactamente. Algo por el estilo. Si puedo tener una copia de la lista de
habilidades deseadas, le pediré a Lois Greene, la editora del Periódico de Isla
Grande, que imprima una página especial con la información, y veré que se
distribuya a la gente de Vida Simple así como a los Intuye en Desembarco del
Ferry. —Soltó un suspiro—. Deberías saber que he estado recibiendo algunas
preguntas de los asentamientos Intuye en el Medio Oeste preguntando si los
Terráneos van a permitir que las ciudades vacías sean reasentadas. Obviamente
no pueden venir aquí para una entrevista personal, pero es algo que los líderes
Terráneos deben tener en cuenta.
—Quiero saber más sobre esta feria de trabajo —dijo Tess—. Decirle a los
Intuye y a la gente de Vida Simple sobre el trabajo potencial en Bennett es una
cosa, pero la noticia se extenderá a los humanos por ahí, y ¿qué haremos con los
indeseables que piensan que tienen derecho a trabajar sin importarles si están
cualificados o no...? ¿O sin importarles si los Terráneos los quieren?
—No vamos a difundirlo más allá de Isla Grande —dijo Steve.
—Puede que no. O tal vez se dio cuenta de que el hermano era un peligro
para el grupo entero.
*****
Teniendo en cuenta el número de Halcones que se habían instalado en la
barandilla del porche del apartamento y los Cuervos que se habían instalado en
el techo o en los árboles cercanos, Monty no estaba seguro de lo privada que fue
su charla con su madre, pero no le importaba. Lo más probable es que Jimmy
estuviera de camino a Lakeside en este momento, pensando que el Courtyard le
proporcionaría alojamiento y comida gratis. Pero a no ser que desperdiciara
recursos policiales para localizar a un hombre que, a los ojos de la ley, no había
cometido un crimen -al menos recientemente-, no había manera de encontrar a
Jimmy antes de que llegara a la ciudad.
Dioses. No sabía si Simon o Vlad tenían alguna experiencia con ese tipo de
personalidad manipuladora, alguien que no hacía nada por nadie a menos que
fuera la única manera de conseguir algo para sí mismo. No sabía si tenían alguna
experiencia con un humano que tenía una astuta inteligencia callejera y una
absoluta convicción de que ninguna acción suya tendría consecuencias para él. Y
si hubiera consecuencias, ese humano las desecharía como insignificantes en el
momento en que se hubiera escapado o el siguiente plan apareciera en su cabeza.
Pero parecía que iba a tener que tratar con su hermano. Su madre no iba a
soportar tonterías, pero pararse firme contra las adulaciones de Jimmy, los planes
y las mentiras flagrantes le costaría mucho trabajo; siempre fue así, incluso
cuando Jimmy era pequeño y sus mentiras y planes no tenían graves
repercusiones. Y a diferencia de Sierra, su madre comprendía que no podía ser
descuidada con los Otros.
—Hay algo que necesito saber —dijo Monty. Levantó una mano como si
ella hubiera buscado su navaja de plata—. No es lo suficientemente crucial como
para pedir un corte. Tenía la esperanza de que las cartas pudieran proporcionar
alguna orientación.
Meg lo estudió y él la estudió. Él vio su deseo de agarrar la excusa para
hacerse un corte, para sentir la euforia que provenía de la profecía hablada. Él la
vio luchar con el conocimiento de cómo Simon Wolfgard y sus amigos, tanto
Terráneos como humanos, reaccionarían ante ella haciéndose un corte cuando
había logrado mantener su adicción a raya durante varias semanas.
—Podría probar las cartas —dijo Meg finalmente. Abrió un cajón y sacó
una caja de madera tallada. Abrió la caja, sacó los mazos de cartas y las extendió
sobre la mesa de clasificación. Luego colocó las manos justo encima de las
cartas—. ¿Cuál es tu pregunta?
Meg cerró los ojos. Monty esperó. Entonces sus manos se movieron como si
estuviera buscando algo por el tacto. Ella eligió una carta, pero frunció el ceño y
su mano derecha siguió moviéndose sobre las cartas esparcidas sobre la mesa.
Finalmente escogió una segunda carta y suspiró, como si se liberara de un
malestar.
Meg giró las cartas para que pudieran ver la respuesta.
La primera carta mostraba una explosión. La segunda carta era una figura
con capucha sosteniendo una guadaña.
—Ayer saqué esa carta. —Meg señaló la explosión—. Hice una pregunta
sobre Lakeside, y esa fue la carta de acción.
Monty había aprendido bastante sobre cómo Meg usaba las cartas
proféticas para saber que usualmente seleccionaba una carta para una respuesta
simple a una pregunta y tres cartas para una respuesta compleja que requería
sujeto, acción y resultado. Sospechó que sacar dos cartas era inusual.
—Cuando seleccionaste las cartas ayer, ¿cuál fue la carta de asunto que
precedió a la explosión?
—Una carta de viaje, tren / autobús / coche. La carta de acción fue la
explosión.
— ¿Y el resultado?
—La señora Twyla llegó esta mañana. Ella lo mencionó también. Cyrus
James. Dijo que debía alejarme de él por lo que soy.
—Sí, así es. —Jimmy tenía un don para comenzar algo, apretando lo que
podía de él, y luego alejándose antes de que las cosas se estropearan y se
convirtieran en un verdadero problema. Empezar algo que implicaba a Meg no
sería un problema; sería letal.
Meg volvió a poner las cartas en la caja, formando pilas que encajaban en el
espacio, pero sin intentar poner las cubiertas juntas.
—Será mejor que cierre. Me reuniré con Simon para almorzar.
Monty esperó a que ella cerrara, y luego caminó con ella a la puerta de atrás
de Un pequeño Bocado. Simon no estaba allí todavía y Monty se sintió aliviado.
Todavía no estaba listo para charlar con Wolfgard.
Primero hablaría con Kowalski y Debany, sería honesto con ellos sobre el
daño potencial que su hermano Jimmy podría hacer si llegara a Lakeside. Luego
hablaría con el Capitán Burke y el Agente O'Sullivan, les hablaría de las cartas
que Meg había sacado como respuesta a su pregunta. Y finalmente hablaría con
Simon sobre el hermano que obedecía la ley sólo cuando le convenía. Por
supuesto, la ley humana no se aplicaba en el Courtyard, y Monty ya sabía la dura
elección que tendría que hacer, si los Lobos perseguían a Jimmy.
Para: Tolya Sanguinati.
Urgente
Vlad
Para: Vladimir Sanguinati.
Urgente
Tolya
Querida Meg,
Tu amiga,
Esperanza Wolfsong
Capítulo 4
Moonsday, 6 de Messis
*****
—Ya. —Ella les dio otra sonrisa radiante—. Esto es genial. Realmente
grandioso. ¿Cuándo empiezo? ¿Puedo pedir libros?
Por otro lado, el color de su cabello y la cantidad de rizo eran claros indicios
del estado de ánimo de Tess. Si era de cualquier color, excepto marrón cuando se
enterara de la promoción de Merri Lee, él y Simon encontrarían trabajo para
hacer en alguna otra parte del Courtyard hasta que se calmara.
—Todavía tendrá Julia Hawkgard trabajando con ella, así como a Nadine
Fallacaro —dijo Simon—. Y tendrá a la Sierra para atender a los clientes y hacer
otros trabajos.
—No es lo mismo.
Simon no quería estar de acuerdo, pero finalmente, a regañadientes, dijo:
—No, no lo es.
Se tensaron cuando Tess apareció de repente en el arco, con el pelo verde y
encrespado.
—No tendrán a Merri Lee hasta que termine la feria de trabajo. Después de
eso, toda la Asociación Empresarial discutirá la reasignación de empleados
humanos. —Se fue tan repentinamente como apareció.
Vlad miró el arco vacío. Durante años habían trabajado con Tess sin saber
lo que era, más allá de que era una forma mortal de Terráneo. Saber que era una
de las formas raras -una Cosechadora, una Jinete de la plaga- no hacía que
trabajar con ella fuese más fácil. Era uno de los depredadores más feroces de
Namid, no tan letal como los Elementales o los Antiguos, pero más que una
contendiente para la mayoría de las formas cambiantes.
—Eso fue bastante bien —dijo Simon. Miró las grandes ventanas delanteras
de ABL—. Venga. Será mejor que nos preparemos para los humanos. Empiezan
a llegar.
—Creo que esto podría ser ventajoso para las dos. —Nadine extendió una
carta.
Eso sería bueno si fuera cierto, pensó Tess mientras leía la carta.
—No entiendo. Conseguimos nuestros suministros de las granjas Intuye y
Terráneas.
—Eso hace el Courtyard; es verdad. Pero esos lugares envían una cantidad
acordada para proveer a los Terráneos que están aquí, no para todos los humanos
que ustedes ahora están permitiendo comprar en las tiendas de la Plaza
Comercial. Si usas los suministros para que yo pueda hacer cosas para Un
pequeño Bocado, no tendrás nada para usar en ningún otro lugar.
Eso era cierto. Más restricciones de cantidad estaban entrando en vigor en
toda la Región Nordeste -probablemente en toda Thaisia- debido a retrasos en el
envío de alimentos de una región a otra. Las tiendas recibían una cantidad
garantizada de artículos racionados basados en el número de hogares que estaban
registrados en esas tiendas. Puesto que los residentes del Courtyard no recibían
libretas de racionamiento, no estaba claro si podrían comprar alguna cosa en
almacenes humanos.
—Fui a la sucursal de correos que solía entregar mi correo —dijo Nadine—.
Marqué el Courtyard como la nueva dirección para mi panadería así como mi
dirección personal. Debido a que muchas de las panaderías en Lakeside se
quemaron la noche que fue incendiada la mía, una panadería que existía
anteriormente todavía se considera un negocio comercial viable, incluso si el
propietario lo está ejecutando fuera de su cocina casera. Como parte de las
restricciones de distribución justa, los suministros se están reduciendo en un
tercio del uso previo de una panadería. Para la mayoría de la gente, eso va a
significar que una barra de pan va a costar lo mismo, pero será un pan más
pequeño con el fin de abastecer a todos los clientes registrados. Y eso significa
que familias como los MacDonald y Debany y sus inquilinos de los
apartamentos, querrán comprar lo que puedan en el Courtyard. Los suministros
que recibiré manejarán cualquier tipo de productos horneados que esas familias
deseen, así como también poder suministrar a Un pequeño Bocado.
— ¿Así que vas a usar la cocina aquí, pero compraré los productos
horneados como lo hacía cuando estuviste en un lugar aparte?
Sonaba como una forma de complicar algo que debía ser un intercambio
directo, pero si Nadine necesitaba hacer eso para seguir reglas humanas y
mantener su negocio, Tess podría trabajar con eso.
Tess consideró todo lo que se había dicho. Nadine había pensado en esto.
¿Eva Denby o Twyla Montgomery habían estado pensando en esto también?
¿Qué pasaba con la manada femenina de Meg?
—Está bien, lo intentaremos. ¿Necesitas poner un cartel o algo así?
—He oído que Twyla Montgomery quiere usar uno de los monoambientes.
Dado que los otros tres ya han sido tomados, no queda lugar para que Emily
Faire viva cuando comience a trabajar en la oficina médica de aquí. Tendré un
dormitorio extra cuando me mude a mi apartamento. Emily es bienvenida a
usarlo.
Tess asintió con la cabeza. Caras frescas, aquí sólo por un día. Mientras les
servía comida y bebida, podía beber un poco de energía vital de cada uno de
ellos.
*****
*****
Simon se preguntó cómo la gente de Vida Simple en Isla Grande pudo hacer
correr la voz a otras comunidades tan rápido. Quizás las comunidades de Vida
Simple tenían un teléfono para emergencias y alguien había llamado a otras
comunidades en la Región Nordeste para decirles que había trabajo potencial
para cualquiera que quisiera reasentarse en el Medio Oeste. Como fuera que lo
hubieran hecho, los jóvenes que hicieron el viaje a Isla Grande y luego viajaron
en un autobús a Lakeside para estas entrevistas, provenían de varias
comunidades de alrededor de los Lagos Feather y de las montañas de
Addirondak. Había incluso algunos de una comunidad en el Alto Norte en el otro
lado del lago Tahki.
Nada olía mal en ninguno de estos hombres. Nada le erizaba la piel del
lomo. Nada de ellos tampoco le preocupaba a Vlad. Estaban dispuestos, incluso
ansiosos, a trabajar y a tener una aventura.
No había nada de malo con las cinco mujeres que también se anotaron para
trabajar en ranchos, aunque, a diferencia de los hombres, tenían preguntas.
¿Tenían las granjas una vaca lechera para suministrar leche? ¿Había pollos para
huevos y carne? ¿Había ovejas para suministrar lana para hilar y tejer? ¿Qué
pasaba con las cabras?
¿Cómo iba a saberlo? Lo que había estado allí que no huyó o fue comido,
estaría allí cuando llegaran. En cuanto a los suministros y cualquier otra cosa que
se requería, tenían que arreglarlo con los residentes de Bennett y Pradera de Oro.
—No está mal para nuestro primer día —dijo Vlad cuando todos los
humanos felices subieron al autobús para regresar a Isla Grande y empacar sus
pertenencias e informar a sus familias que se dirigían al borde occidental del
Medio Oeste—. Veinticuatro hombres trabajarán en los ranchos y se ocuparán de
los caballos y el ganado, y cinco mujeres atenderán las casas del rancho y
cocinarán.
Simon pensó en la sonrisa que Merri Lee les había dado antes -el día en que
le contaron acerca de su promoción- y la sonrisa que iluminó el rostro de la
mujer de Vida Simple cuando le dijo que podía viajar a Bennett para la entrevista
final. Sí. Peluche explosivo—. Esa va a arrear algo, ya sea que tenga dos patas o
cuatro. Mejor para Tolya y todos los demás si le dan algunas vacas para
mantenerla ocupada y feliz.
*****
Meg mordió su hamburguesa de ternera y masticó lentamente, disfrutando
del sabor junto con la novedad de comer en La Carne no es Verde con Simon y
Sam en sus formas humanas. Comían un montón de comidas juntos, pero por lo
general en su apartamento o en la sala de verano, no en lo más cercano que el
Courtyard tenía a un restaurante de estilo humano. Esto era nuevo, y Simon no
era el único que la observaba por cualquier señal de que esta nueva experiencia -
y el número de humanos que también se aventuraban a comer- no causara
angustia.
Había estado angustiada más temprano en el día. Había soportado la
sensación de alfileres y agujas que venían en olas junto con la gente que llegaba
a la feria de trabajo con la esperanza de construir un futuro para sí mismos en
otra parte de Thaisia. Había tenido la tentación de ir al baño y hacerse un
pequeño corte en un dedo del pie, pero Nathan olería incluso esa cantidad de
sangre y levantaría una protesta aullante. Eso traería a Simon, que se sentiría
enojado con los extraños y cerraría la feria.
Fue suficiente -junto con los ojos de Lobo que observaba cada movimiento
que hacía y cada respiro que tomaba- para aguantar el día. Había salido de la
oficina temprano para hacer sus entregas, volviendo al Complejo Verde mucho
antes de que el resto de los residentes terminaran su jornada laboral. Se había
sentado en la sala de verano, sin hacer nada más que escuchar a los pájaros
gorjeando mientras viajaban por su propio día en una parte del Courtyard que,
por el momento, estaba libre de Halcones.
La mano de Simon bajó sobre la cabeza de Sam tan rápido, que el chico no
tuvo tiempo de vacilar, y mucho menos de evitar a su tío. No fue una bofetada o
un agarre, sólo el peso de la mano del líder que daba una advertencia,
manteniendo a un joven lejos de causar problemas.
Meg no oyó nada, pero estaba segura de que se estaba diciendo mucho entre
ellos usando la forma Terránea de comunicación. Entonces Simon quitó la mano,
la disciplina terminada.
Sam estaba sentado con la cabeza inclinada, el labio inferior temblando y
las manos en el regazo.
Meg miró a Simon, que volvió a comer su comida como si nada hubiera
pasado. Quería imitar el movimiento de Simon, poner su propia mano en la
cabeza de Sam, pasar los dedos por el pelo que era una mezcla de oro y gris de
Lobo. Si era piel o pelo, la coloración lo hacía peculiar. Según Jane, la sanadora
Wolfgard, la piel cambiaría a medida que Sam madurara, convirtiéndose más en
un disparo gris con color dorado, mejor para un cazador.
En privado, Meg esperaba que Sam conservara más del color dorado en su
forma humana. Todas las chicas se le abalanzarían, siempre y cuando no hablara
de sus preferencias de carne.
Como ella no quería que ésta fuera la única vez que comían juntos así,
recogió su hamburguesa y tomó otro bocado, esperando que su estómago se
hubiera asentado. Tragó saliva y codeó a Sam.
*****
Pero Simon se preguntó si sería el único Lobo que tendría una palabra
tranquila con Boone Hawkgard para asegurarse de que Meg recibía su parte de
cualquier carne de vaca que entrara en la carnicería.
— ¿Comes corazones? —preguntó Meg mientras recorrían la Plaza
Comercial mirando las tiendas.
—Si te lo digo, ¿vas a vomitar?
—No.
La estudió y finalmente decidió que no lo haría.
—Soy el líder del Courtyard y el Lobo dominante de la manada de aquí.
Cuando derribamos la presa, tengo la primera opción del corazón y el hígado.
Cuando he tenido todo lo que quiero de esas carnes, Elliot y Blair toman el resto.
— ¿Y los pulmones?
Ella no lo miraba, pero parecía interesada de una "Acabo de encontrar una
gran araña en mi zapato" manera.
—Somos Lobos, Meg. Comemos casi todo en un ciervo. Incluso los huesos.
Aunque muchas veces no nos comemos los más pequeños, porque podrían
astillarse y quedar atrapados en la garganta de alguno. Así que los trituramos con
una roca antes de comerlos.
— ¿Me lo prometes?
—Una cosa no tiene nada que ver con la otra — murmuró Meg.
Pero no parecía segura, lo que le hizo reír de nuevo. Él elegiría comer sesos
sobre yogur cualquier día.
—No. Ya que tienen permiso para estar en la Plaza Comercial, los padres de
Michael se unirán a ellos y celebrarán la promoción de Merri Lee. —Meg miró a
su alrededor—. Vamos a tener algunas restricciones de comida, ¿verdad?
—Nada por lo que alguien tenga que aullar. —No tendrás hambre. Tampoco
Sam—. Es posible que no siempre tengamos alimentos que vengan de fuera del
Courtyard, y habrá límites en cuanto a lo que los humanos pueden comprar en
las tiendas aquí, pero estaremos bien.
Sam corrió hacia ellos.
— ¿Podemos tener helado ahora?
—Cuando Meg y yo lleguemos a Chocolates y Crema, tendremos conos de
helado.
Sam consiguió una bola de chocolate; Simon eligió la de fresa. Meg quería
vainilla, y Saltarín recibió una cucharada de vainilla en un tazón, que Simon
llevó afuera, ya que era el único entre ellos al que el Lobato no se atrevería a
tratar de golpear con el fin de obtener la golosina.
Eligieron un banco donde podían observar las idas y venidas de todos los
demás que se habían aventurado a la Plaza Comercial. Simon puso el plato en el
suelo y observó cómo se escapaba por el camino y eso era en respuesta a la
entusiasta lamida de Saltarín.
Entonces el tazón se dirigió hacia ellos. Meg hizo una V con los pies y el
cuenco se metió en el espacio.
Saltarín miró hacia arriba, gruñendo porque alguien más estaba reclamando
su golosina. Simon mostró sus dientes y notó que Sam hacía lo mismo. Pero
Saltarín no les prestó atención; sus ojos se centraron en Meg.
Simon volvió su atención hacia su propio cono, atrapando los goteos. Sam
también se centró en su cono. Entonces Meg aspiró un suspiro y la miraron.
Sam miró a Saltarín, quien le dio una lamida al tobillo de Meg antes de
regresar al último trozo de helado. Miró a Simon y sonrió.
Simon le dirigió una sonrisa al cachorro y luego apartó la vista antes de que
Meg se diera cuenta. Ella tenía una relación especial con Sam. Porque era una
Casandra de sangre, no se sentía como presa, no olía a presa. Eso les había
confundido a todos cuando apareció para trabajar en el Courtyard, especialmente
a él. Pero esa diferencia había despertado la curiosidad de Sam, sacando al
cachorro del trauma de la muerte de su madre. Meg era como una hermana
mayor que era sabia y sin cerebro al mismo tiempo.
Cuando Simon regresó con Meg, Vlad se había unido a ellos, pero Sam y
Saltarín se habían escapado para olfatear todos los olores nuevos e interesantes.
—Meg y yo caminaremos a casa, así que puedes usar su Bow —dijo Simon.
— ¿Vamos a caminar? —preguntó Meg.
Con eso resuelto, Simon sonrió y se volvió a Meg, esperando pasar algún
tiempo a solas con ella después de un día ocupado con tantos extraños humanos.
Entonces su sonrisa se desvaneció y él miró para ver quién había captado su
atención.
Jenni Crowgard voló sobre él, luego se giró y voló hacia él.
«¿Qué hay de malo con nuestra Meg?»
«Tenemos que detenerla antes de que se lastime». Corriendo cegada por el
pánico, ella podría tropezar y caer.
—Lo sé —le respondió, sujetándola contra él, el único consuelo que sabía
dar ahora mismo—. Lo sé.
Oyó que Jenni seguía gritando una advertencia, escuchó a Cuervos
responder y oyó a un par de Lobos responder también.
«Estamos bien» le dijo a Jenni. Luego miró a su alrededor y trató de no
tensarse, trató de no demostrar que sabía que estaba en medio de una potencial
peligrosa explosión. Los ponis los rodeaban, algunos de ellos tan cerca que
Simon podían sentir su aliento... y preocuparse de que esas pezuñas de poni
estuvieran tan cerca de los pies de Meg.
—¿De qué se trata todo esto? —preguntó Jester. Tenía manchas de piel en el
torso y los brazos, indicando su prisa en cambiar a su forma humana después de
correr hacia arriba desde el Establo Poni. Afortunadamente, el Coyote estaba
oculto por el cuerpo de Niebla, por lo que Meg no se daría cuenta de que estaba
desnudo—. ¿Meg, no quieres pasar la mañana con nosotros en el Establo Poni?
—Tú. Yo. Los ponis. Todos sensatos y alejados del caos de la Plaza
Comercial —dijo Jester—. Simon ya hizo arreglos para que el correo se trajera
aquí para que puedas ordenarlo y los ponis pueden hacer las entregas. —Miró a
Simon—. ¿No se lo dijiste?
Meg se retorció en los brazos de Simon para mirarlo.
—¿Qué?
—Estúpidos libros humanos —gruñó—. Se suponía que sería una agradable
sorpresa. Se supone que a las hembras humanas les gustan las sorpresas
agradables. —Por otro lado, él se había preocupado por la reacción de Meg ante
la feria de trabajo y sólo echó un vistazo a un par de los libros de besos que
todavía tenían en stock, por lo que podría haberse perdido la parte que le habría
dicho que esto era lo que solía suceder cuando un hombre trataba de darle a una
mujer una agradable sorpresa.
—Oh. —Meg acarició la nariz de Rayo—. ¿Vamos al Establo Poni?
—Sí. Iba a dejarte antes de ir a Aullidos, Buena Lectura para tratar con el
último grupo de humanos—. Realmente quería que alguien fuera inapropiado
hoy y darle una excusa para tomar un bocado o dos.
—¿Caw?
«Meg está bien», dijo. Esperaba que Jenni pasara ese mensaje.
Ella parpadeó. Sus ojos se abrieron de par en par cuando finalmente tomó
conciencia de cómo habían reaccionado a su ataque de pánico. Ella asintió.
Le dio un ligero apretón en la cintura para decirle que la había oído. Luego
la dejó ir y miró como los Elementales, encabezados por el Fuego y Verano, más
los ponis escoltaban a Meg al Bow y luego al Establo Poni.
Jester miró a Simon.
«Meg estará bien». Corrió, pasando a Meg ya sus acompañantes para llegar
primero al Establo Poni.
Simon se volvió hacia Erebus y notó que Blair estaba al lado de la carretera,
observando a Meg. Entonces el ejecutor dominante cambió a humano y se unió a
Simon y a los Sanguinati.
— ¿Por qué la sangre dulce está tan trastornada hoy? —preguntó Erebus.
Vlad no se lo había dicho. Pero eso explicaba por qué el co-gestor de ABL
quería que la puerta trasera de la tienda estuviera cerrada durante el día. Los
humanos podían ser tan curiosos como los Cuervos, así que una puerta
desbloqueada podría ser la mejor cosa siguiente a una invitación para entrar y
mirar alrededor.
Maldita sea. Necesitaba algo de comer antes de que empezara a hablar con
todos esos humanos.
Simon pensó en Meg y en las cartas proféticas que indicaban que los
problemas venían. Pero ¿y si el problema ya estaba ahí y no tenía ninguna
relación con la manada del Teniente Montgomery, a pesar de las preocupaciones
de Montgomery sobre su hermano?
—¿Crees que ese Jack Fillmore podría intentar ir a por Theral? —preguntó
Blair, un parpadeo de rojo en sus ojos ámbar.
—Es posible que él fuera el humano que Nathan acechó ayer —respondió
Simon—. Con tantos humanos desconocidos moviéndose alrededor, sería un
buen momento para ello.
*****
Meg vio a Jester mientras hacía una almohadilla para cubrir un fardo de
heno. Una vez satisfecho, la invitó a sentarse.
Sintiéndose avergonzada por causar una escena, y preguntándose cuántos
problemas había causado a los humanos que acudían al Courtyard hoy, le dio a
Jester una sonrisa vacilante cuando se agachó frente a ella.
Sacudió la cabeza.
—Saltarín.
—No quiero ser la que no puede hacer frente a algo que es fácil para todos
los demás.
—No se van a cortar para liberar algunos de los nidos de profecías que estén
zumbando bajo la piel. Pueden preguntarse qué les deparar el futuro a esos
humanos, pero no se van a lastimar a sí mismos para averiguarlo. —Jester se
echó hacia atrás un poco—. ¿No quieres ser diferente? Entiendo eso. Soy el
único Coyote aquí en un Courtyard controlado por Lobos. No es peligroso para
mí estar aquí como si fuera un coyote regular enredado con una manada de
lobos, pero estoy solo aquí.
— ¿Querrías que fuera diferente, que hubiera alguien más como tú? ¿O te
gustaría ser como otro grupo de Terráneos, que encajara mejor con ellos?
—Ser único puede tener ventajas. Cuidar de los ponis y tratar con las chicas
del lago no está exento de riesgo, y no podría haber tomado ese riesgo si hubiera
habido otro Coyotegard aquí para trabajar con él como parte de una manada.
Probablemente no habría vivido en el Complejo Verde con Lobos y Sanguinati y
un Oso Pardo, por no hablar de Tess. Pero yo soy el único Coyote en este
Courtyard, y he podido meter la nariz en todo tipo de cosas que mi tipo
normalmente no ve.
—Eres aún más curioso que los Crowgard —dijo Meg.
—Dices eso como si fuera algo malo.
Ella rió.
¿Había estado tratando de probar que podía ser diferente y, sin embargo,
igual que los demás humanos?
Está bien, así que no podía volar. Pero era la que podía decirle a sus amigos
cuándo permanecer en el suelo porque había una tormenta en camino.
*****
Simon leyó el currículum de Jana Paniccia por segunda vez y decidió no
preguntar cómo había oído hablar de la feria de empleo.
Apartó el currículum y estudió a la Jana. Más alta que la mayoría de las
mujeres, pero no tan alta como los hombres de la policía. Cabello castaño, ojos
marrones. Parecía vigorosa y saludable. Olía a limpio.
No fue otra cosa más que educada desde que se sentó frente al escritorio
para la última parte de la entrevista de trabajo, pero le recordó a un pequeño
depredador que creía que era más grande y más feroz que cualquier otra cosa y
lograba que los depredadores más grandes también lo creyeran.
— ¿Quieres trabajar para la policía? —preguntó.
Una de sus manos alisó la falda, el primer signo de nervios que mostraba.
Pero sus ojos mostraban una pizca de ira, no nervios.
—No quiero ser un despachador o una secretaria. No quiero trabajar para la
policía; quiero ser un oficial de policía. Me dejaron asistir a la academia, me
dejaron pagar todas las clases y el entrenamiento, me dejaron creer que podría
ser contratada para el trabajo. Aguanté todos los comentarios crudos sobre
querer que me crezcan un par de bolas. Pasé horas en el campo de tiro para
aprender a ser competente con armas de fuego. Tomé más clases de autodefensa
que cualquiera de mis compañeros de clase. Compré libros adicionales sobre la
ley y la aplicación de la ley y los estudié por mi cuenta. Pasé todos mis cursos y
me gradué en el cinco por ciento más alto de mi clase, pero aún así no puedo ser
una oficial de servicio porque tengo pechos en vez de pelotas.
Él y Vlad habían acordado que era mejor enviar a todos los candidatos de
trabajo en dos trenes para que nadie viajara solo. Tendría que pellizcar a unas
pocas personas para que la Jana llegara al segundo tren.
*****
—Puede ser, pero aún así no puedo contratarla. —Aunque si los Otros
estaban tan dispuestos a tener a una oficial de policía trabajando con ellos, tal
vez el nuevo Alcalde y el Comisionado de policía estarían dispuestos a flexionar
las reglas, lo que sentaría un precedente para otras mujeres que quisieran entrar
en el trabajo policial activo. La contratación de la Sra. Paniccia también
resolvería el problema de encontrar un socio para el Oficial Debany.
Joder.
—Déjeme ver esa transcripción de nuevo. —Si ella fuera un hombre,
definitivamente la querría como uno de sus oficiales de patrulla—. ¿Y el sheriff?
¿Tendrá algún problema con una mujer?
—Virgil tendrá más problemas con que sea humana, pero Tolya piensa que
necesitan a un humano para ayudar a mantener la paz.
De repente, pudo ver el valor de tener a una oficial de policía humana para
equilibrar la reacción agresiva de un Lobo macho cuando se trataba de humanos
que perturbaban la paz.
—¿Cuándo necesita saberlo? —preguntó Burke.
—¿Puede probarla mañana? Si ella califica, puede ir con los otros que están
saliendo en el tren al día siguiente.
Burke leyó el mensaje y se echó a reír. Bueno, eso explicaba por qué
Debany parecía un poco avergonzado estos últimos días cuando alguien le
preguntaba por su hermana.
—Una vez que la Jana llegue a Bennett, Barbara Ellen tendrá una
compañera de habitación con un arma. Ella estará a salvo de los machos no
deseados, así que el oficial Debany ya no necesita preocuparse.
*****
Era una sola voz, pero sería suficiente para despertar al grupo. A ambas
manadas.
Quedaron decepcionados por no haber encontrado las delicias, pero aún así
satisfechos por la reacción de ambos tipos de cazadores a una amenaza
potencial. Retirándose al lugar del Courtyard que habían elegido para su
descanso, consideraron lo que habían aprendido y decidieron que era hora de que
el Lobo y el Oso Pardo supieran que estaban allí.
Querido Douglas:
Shady
Capítulo 6
Thaisday, 9 de Messis
Meg puso su bolsa en la parte posterior del Bow, luego dio un paso atrás y
sonrió a Simon.
—Quiero caminar al trabajo.
—Es por eso que necesitas conducir el Bow. —Bueno, eso no era del todo
cierto. Incluso en forma humana, Simon fácilmente podía caminar a la Plaza
Comercial y llegar a Aullidos, Buena Lectura con mucho tiempo para sus
reuniones tempranas. Pero no podría llegar a tiempo si mantenía el paso de ella
—. Quiero ver la huerta y ver qué verduras podemos recoger, y quiero moverme
sola esta mañana.
Suspiró, un sonido que contenía tanta decepción que Meg casi cedió. Le
gustaba ir a trabajar con Simon, le gustaba el compañerismo. Pero no quería
llegar temprano a la Oficina del Enlace y no quería a nadie con ella cuando se
acercara a la Plaza Comercial, por si acaso todo lo que había provocado su
angustia ayer todavía estuviera allí. La feria de trabajo había terminado, por lo
que debería estar bien, pero Simon estaría descontento si tuviera otro ataque de
pánico, y no quería que se distrajera de ayudar a los demás que esperaban una
decisión sobre si iban a ir a Bennett.
—Estaré bien, Simon. —Como él continuaba de pie al lado del Bow, agregó
—. Te haré saber tan pronto como llegue a la oficina.
¿Qué harían Merri Lee o Ruth para convencer a un varón de que siguiera
con sus planes?
Un par de días atrás, había asustado a un conejo joven que pastoreaba cerca
del huerto. No quiso hacerlo; no lo había visto. Pero cuando se movió, arrastraba
una pata trasera. ¿Habría sido golpeado por un coche? Los complejos no estaban
construidos cerca de las calles de la ciudad, pero los animales cruzaban las calles
buscando comida. Julia Hawkgard dijo que su presa muerta se encontraba a
menudo en la hierba junto a la Avenida del Parque: animales que se movían del
parque al Courtyard o del Courtyard al parque. Pero la Avenida del Parque
estaba al otro lado del Courtyard. Un conejo lesionado no cruzaría toda esa
tierra.
— ¿Crees que Simon...? — Él comía conejitos. Igual que Sam. Igual que
todos sus vecinos, excepto Tess y Vlad, y no estaba segura de que no lo hubieran
hecho. Hasta ella había comido conejo unas cuantas veces. Pero estaba
preparado. Y nada en su plato se parecía a eso.
—Ninguno de tus amigos se comió el conejo —dijo Henry.
— ¿Cómo lo sabes?
—Tenía una pata herida —dijo Meg cuando llegaron a la carretera principal
del Courtyard y empezaron a caminar hacia la Plaza Comercial.
Ella asintió. Esa era la ley de la vida. Pero la verdad en bruto era un poco
más difícil de aceptar.
*****
—Ya lo hice —dijo Henry—. Pero eso parece que fue comido donde fue
atrapado.
Cuando vio a un conejito herido, los sentimientos de Meg se habían vuelto
empalagosos. Un Lobo, al ver lo mismo, habría agarrado la comida rápida y la
habría llevado al Complejo Wolfgard para los cachorros o lo habría comido él
mismo.
La puerta trasera de la Oficina del Enlace estaba cerrada con llave. Había
esperado eso. Lo que no esperaba era oír un paso en la escalera por encima de él
y ver a Greg O'Sullivan mirándole, con una mano en el arma de servicio que
llevaba el agente de la GTI.
—Señor Wolfgard. —La mano de O'Sullivan se alejó del arma. Bajó las
escaleras, sus pasos rápidos y ligeros—. No sabía que era usted.
—No, pero escuche decir que durante la feria de trabajo, unas cuantas
personas estuvieron husmeando por donde no debían... y creí escuchar a alguien
maniobrar la puerta trasera anoche. Sólo quería asegurarme de que nadie tratara
de molestar a la Sra. Corbyn.
Un tipo diferente de Lobo guardián, Simon decidió mientras estudiaba a
O'Sullivan. No un macho desapegado husmeando alrededor de su Meg, sino un
miembro de la manada más grande que se había comprometido a proteger el
territorio que los protegía a todos ellos, lo que significaba que O'Sullivan
necesitaba ser advertido de los invitados del Courtyard.
Simon no los había visto, había estado demasiado ocupado tratando con
seres humanos para siquiera sentir su presencia o capturar su olor. Pero
Kowalski llamó a Blair ayer por la noche, y después de que el ejecutor
dominante hubiera olfateado la tierra alrededor de la guarida de Kowalski y de
Ruthie esta mañana, Blair le dijo a Simon que dos Antiguos habían regresado a
Lakeside. Ésa era la razón por la que le pidió a Henry que se demorase en ir a la
Plaza Comercial, para que Meg no estuviera caminando sola. Y era por eso que
Henry estaba allí cuando Meg encontró la columna vertebral del conejo.
No estaba listo para discutir eso con los humanos, así que cambió de tema.
—Katherine Debany está comenzando su nuevo trabajo en el consulado.
—La conocí ayer —dijo O'Sullivan—. Y la señora Twyla —se frotó la nuca
—. Me hizo sentir como si estuviera siendo escudriñado por dos tías estrictas
pero cariñosas. Revisé todos los cajones en el escritorio que estoy usando para
asegurarme de que no había nada que me pudiera meter en problemas. Tengo la
sensación de que esas dos han oído la defensa de "no es mío" muchas veces para
creerlo.
Simon abrió la puerta trasera de la Oficina del Enlace, entró y oyó que algo
hacía un rítmico sonido de golpe, golpe, golpe en la madera.
— ¿Meg?
«Ella está inquieta» informó Nathan desde su lugar en la sala delantera. «Y
está enojada con el correo».
Ella le gruñó. Parecía tan feroz como un cachorro. Quería darle un par de
lamidas y encontrar un juguete. Si pudieran jugar durante unos minutos, se
olvidaría del conejito.
No le gustó ese pensamiento, así que tomó la caja y la puso delante de ella.
—Cuando termines con el correo, necesito un favor.
Meg frunció el ceño ante la caja.
—¿Un favor?
Era una lástima que Meg no pudiera mover sus orejas para mostrar interés.
Sin duda parecía que ella quería hacerlo.
1
—¿Estilo cozy Crowgard? —Preguntó.
—Más bien thrillers, creo. —Simon dio golpecitos en la caja—. Jesse
Walker dice que a los Intuye les gustan estas historias, pero quiero saber si crees
que las historias atraerían a los Terráneos y a la manada humana.
—¿Así que soy como una crítica de libros para la tienda?
*****
—Es brutal. —Jana miró hacia el arco que conducía a Aullidos, Buena
Lectura.
—Ir a Bennett es una gran decisión. No será como cualquier cosa que hayas
conocido. Ciertamente, no será como vivir en Lakeside. —Aunque eso era
cierto, Monty se preguntó si la ciudad sería dirigida como un Courtyard con un
distrito de negocios más grande.
—Lo haré.
Burke se alejó de la mesa. Monty empujó su silla hacia atrás, listo para
volver a sus deberes. Cuando Jenni Crowgard corrió hacia la mesa, ambos
dudaron.
Mucha emoción invertida en esto, pensó Monty mientras veía las plumas
aparecer en el pelo largo y negro de Jenni.
—Lo haré.
Tess se unió a ellos, dándole a Monty y a Burke nada más que una mirada
antes de concentrarse en Jana.
—¿Estás lista para ir?
—Lo estoy.
Monty miró a Tess y sintió una oleada de mareo. Algo mal con su rostro.
Algo...
Frunciendo el ceño, Meg se frotó la piel con cuidado y luego miró más de
cerca. No había cortes ni lesiones de ningún tipo. No que ella pudiera ver de
todos modos. La piel no le dolía cuando la frotaba. Pero el codo le dolía,
débilmente. Y la piel palpitaba, débilmente.
Dejó el cuarto de baño, pasó por la sala de clasificación, miró la caja y casi
se encogió de hombros ante la extraña sensación en su codo. ¿Si ella decía algo,
cuánto trastorno podría causar? Pero si no decía nada y la extraña sensación era
una advertencia de problemas...
Abrió el cajón que contenía la caja de madera de las cartas proféticas. Puso
la caja en el mostrador, abrió la tapa y colocó las yemas de los dedos en las
cartas. Probablemente no obtendría una respuesta precisa si no extendía las
cartas en la mesa. Si las dejaba en la caja, sería más difícil encontrar la correcta.
Era el momento de mirar todas y empezar a descartar las que tenían imágenes
que podrían ser representadas por una sola carta cuando el mazo Trailblazer
fuera creado.
¿Y cuántas veces iba a decir que debía hacerlo antes de que empezara a
hacerlo?
¿Por qué me duele el codo? ¿Por qué me duele el codo? ¿Por qué...?
Su mano izquierda hormigueó. Los dedos zumbaban. No tuvo que buscar
mucho para encontrar la carta. La sostuvo, la volteó.
Explosión. Había sacado esa carta cuando preguntó por sus amigos en el
Courtyard y cuando el Teniente Montgomery preguntó por su hermano Cyrus,
también conocido como Jimmy.
Meg guardó las cartas, luego apretó su mano contra el bolsillo de sus capris,
sintiendo la forma de la navaja de plata. Pero el zumbido, la punzante sensación
de hormigueo se había ido, sin darle indicación de dónde debía cortar para
encontrar esta profecía en particular.
Su codo dolía otra vez, pero no de una manera que indicara profecía.
No sabía por qué le dolía el codo, pero sabía que sería inútil hacerse un
corte ahora. Los acontecimientos que había visto profetizados en las cartas ya
habían comenzado.
*****
Esta era la razón por la que habían llegado a Lakeside. Éste era el tipo de
ser humano que necesitaban observar antes de que los humanos emigrantes
volvieran a los lugares que los dientes y las garras de Namid recuperaron para
los Terráneos. Y necesitaban asegurarse de que el macho permaneciera al
alcance del Courtyard.
«Lobo»
*****
Tal vez eso no era tan extraño. La llegada de Meg al Courtyard había
cambiado todo tipo de cosas, incluyendo el cambio de empleadas femeninas,
presas no comibles, a una manada femenina que fue acogida con cierto grado de
precaución. Y con la manada femenina vino la conexión con la manada de la
policía. Así que una sola persona podría crear muchos cambios.
Nicholas Scratch, el portavoz del movimiento Humanos Primeros y
Últimos, era otro ejemplo de un humano que había puesto muchas cosas en
movimiento. Pero las ondulaciones creadas por Scratch terminaron con muchos
Lobos y humanos muertos y Thaisia rota en pedazos para mantener a los
humanos más aislados.
Ahora estaba mirando a otro humano que instintivamente sabía que tenía el
potencial de causar problemas para los Terráneos. ¿Pero cómo? Este hombre
estaba relacionado con la señora Twyla y el Teniente Montgomery, que eran
buenos humanos, pero ambos se habían preocupado por lo que podría suceder si
este miembro de su familia llegara a Lakeside. Y Meg había visto problemas
cuando sacó las cartas proféticas. No sólo problemas; una explosión, que no era
una cosa pequeña.
Y sin embargo, no podía ver la amenaza, no podía explicar por qué quería
alejar a este hombre de Meg, Sam y todos los demás del Courtyard. Así que
observó cómo la señora Twyla y la Sierra entraban en la cafetería, seguidas por
Kowalski y Debany, que estaban en uniforme. La señora Twyla parecía severa,
lista para chasquear a un cachorro con mal comportamiento. La Sierra, por otra
parte, parecía lista para volverse y ofrecer su vientre en sumisión.
Había estado esperando esta convocatoria desde que Blair le dijo que habían
regresado, pero aún así Simon se encogió ante el sonido de esa voz.
«Ahora regreso» le dijo a Vlad. «No dejes que ese Cyrus se vaya»
¿Eran éstos los Antiguos que habían estado aquí durante la tormenta que
atravesó Lakeside? ¿Eran ellos los que habían consumido las galletas de Lobo
que Meg guardaba en la oficina para Nathan y Saltarín?
«Vimos la migración de los humanos en la feria de trabajo» dijo el macho.
«¿Cómo supieron de la feria de trabajo?» Preguntó Simon. Los Antiguos
preferían tener poco o ningún contacto con cualquier cosa relacionada con la
especie humana. Y cuando tenían contacto, sus intenciones usualmente no eran
benévolas.
Simon no podía verla, -no había elegido tomar una forma visible- pero la
oía muy bien. Y se preguntó qué significaba que las chicas del lago conocieran la
feria del trabajo. Bajo las mejores circunstancias, que los humanos llamaran la
atención de los Antiguos o los Elementales era una mala idea. O una buena idea,
ya que los humanos rara vez sobrevivían.
Había algo mal con el hermano del Teniente Montgomery. Él lo sabía. Vlad
lo sabía. Henry y Tess lo sabían. Pero ¿podría alguno de ellos explicarlo?
«Los nativos de la tierra más pequeños han dejado muchos lugares humanos
sin vigilancia» el macho dijo. «Ahora algunos de los dientes y las garras de
Namid deben permanecer lo suficientemente cerca de esos lugares para vigilar.
Debemos reconocer la diferencia entre un humano bueno y un humano malo.
Debemos saber lo que es una amenaza para los Terráneos y no se le puede
permitir sobrevivir»
«Si este macho es una amenaza para tu manada, entonces su tipo de humano
será una amenaza para los Terráneos en otros lugares», dijo la hembra. «Los
Antiguos no permitirán que los humanos emigren a través del país salvaje y
hagan guarida en los lugares recuperados si no podemos reconocer los que son
peligrosos. Acá vieron muchos humanos que no son miembros de tu grupo y no
aullaron la Canción de la Batalla. Debemos saber por qué este es malo, por qué
debe ser expulsado»
«¿Y si no está cerca para que lo vean?» preguntó Simon, sintiendo una
trampa cerca de él.
«No hemos disminuido los rebaños humanos» respondió el macho. «Si no
podemos reconocer a los humanos buenos de los malos, mataremos a todos los
humanos que traten de emigrar a través del país salvaje. Lo haremos para
proteger la tierra y a los nativos de la tierra que sobrevivieron a los ataques
humanos»
Pero él seguía siendo el líder de este Courtyard. Si iba a hacer esto por los
Antiguos, sería en sus términos. No iba a tomar riesgos innecesarios con Meg o
Sam o el resto de su manada. De su manada entera.
Sintió que los Antiguos se hinchaban de ira. Eran los dientes y las garras de
Namid. No estaban acostumbrados a tener a nadie salvo el mundo diciéndoles
qué hacer.
«Otra cosa» dijo Simon. «Algunos de los humanos que emigran a Bennett
salieron de Lakeside esta mañana. Algunos se van mañana. Tienen que decirle al
resto de los Antiguos que estos humanos están migrando con nuestro permiso y
no serán dañados. El Courtyard de Lakeside no ayudará a menos que ustedes lo
prometan»
*****
—¿Qué haces aquí, Jimmy? —preguntó Monty. Dioses, este era el peor
lugar posible para tener una reunión familiar. Lo suficientemente malo como
para que además sus hombres presenciaran este contratiempo, pero no quería
especular sobre lo que pensaba Burke. Y no quiso considerar lo que los
Terráneos pensaban de Jimmy apareciendo aquí con Sandee y los niños,
Clarence y Fanny.
Jimmy nunca tuvo un día honesto en su vida, prefería los negocios turbios y
manipular a la gente, pero había logrado mantenerse fuera de la cárcel en su
mayor parte. La comunicación con Toland era irregular en el mejor de los casos,
y no creía que ningún policía de Lakeside recibiera mucha ayuda de la policía de
Toland. A pesar de eso, Monty no pensaba que le llevaría a Burke más de un día
tender suficientes redes para conseguir una copia del expediente de Jimmy. Y si
Burke no podía tocar esas cuerdas, el agente de la GTI Greg O'Sullivan, sobrino
del Gobernador Hannigan, ciertamente podría.
—Hoy no hay pastel —dijo Nadine—. Hay tartas de cereza y una tarta de
frambuesa. No hay refrescos de ningún tipo. No hay alimentos dietéticos de
ninguna clase.
—¿Qué tal una galleta y una porción de leche para los niños? —sugirió
Monty.
—Quiero... —empezó a decir Clarence.
No hubo respuesta.
La mirada en los ojos de Jimmy fue tan fea, que Monty se preguntó si
habría escalado al abuso físico una vez que Sissy se fue de casa. Elayne no quiso
pasar tiempo con su familia, por lo que su tiempo con Sissy se había limitado a
un almuerzo ocasional o momentos en que Lizzy visitaba a la abuela Twyla y
Sissy estaba allí con sus chicas. Cuando estaba con su madre o con él, Sissy era
la chica fuerte y brillante que recordaba. Pero su respuesta a la presencia de
Jimmy no era saludable.
—¿Qué hay de ti, mamá? —Jimmy se volvió hacia Twyla.
—Tengo un monoambiente. Una habitación con una cama individual.
Ahora Jimmy se volvió hacia Monty, con furia en sus ojos.
Ahora sin pretensiones de querer visitar a la familia. Lo más probable era
que la tormenta que golpeó a Toland no fuera la única razón por la que Jimmy
necesitaba salir de esa ciudad. Pero había venido a Lakeside esperando
habitación y comida gratis. No había pensado en la poca ayuda que Sissy podría
darle.
Ninguno de los congregados que escuchaban este pequeño drama dijo algo
hasta que el Capitán Burke rompió el silencio.
—Teniente. Su hermano...
Dioses, Jimmy, deja de discutir con él. No es un ser humano que puedas
intimidar.
—Te cazaremos y te mataremos. Y luego dejaremos que tu pareja se vaya
con sus cachorros.
—Eso no es cierto.
—Bueno, gracias a Sissy, traje a mi esposa y a mis hijos aquí, dejando pasar
mejores oportunidades. Ahora estoy atascado, así que supongo que tendré que
quedarme hasta que pueda arreglar las cosas.
—No estoy segura de lo que está pasando, pero los niños están más seguros
donde están. No, es mejor que mantengas un ojo en lo que pasa allá.
Vlad miró hacia el mostrador de la caja mientras seguía a Simon, Henry y
Tess hacia las escaleras que conducían a la oficina de ABL. Merri Lee se
congeló, el teléfono de la tienda se presionó a una oreja y su teléfono móvil
presionó a la otra. Debía estar hablando con Ruthie y Eva Denby.
Simon le gruñó.
—No, no estoy seguro. Sé que hay una pelea por el dominio, pero no creo
que Montgomery lo entienda.
—Las familias se dividen a veces durante una pelea por el dominio —dijo
Vlad—. Pero cuando eso sucede, no permanecen ambos en el mismo territorio.
—Montgomery y la Lizzy serán los que se quedarán —dijo Henry—. Si
Montgomery es expulsado de esa manada familiar, el resto de ellos serán
prohibidos en el Courtyard.
Las ciudades humanas eran campos de caza ideales para los Sanguinati, así
que rara vez se acercaban a los Antiguos. Pero comprendió ahora la elección que
había hecho de dejar que ese Cyrus permaneciera; salvar al Courtyard de
Lakeside, de lo que esperanzadamente no sería más que un molesto
inconveniente, o que Tolya y la ciudad de Bennett cayeran junto con Pradera de
Oro, la aldea Intuye que dependía de la estación de tren para sus suministros. ¿Y
cuántos otros lugares, otras personas, podrían haber caído si Simon no hubiera
hecho esa elección?
—Bueno —dijo Vlad—. Si ese Cyrus atrae a otros como él, puede ser útil
para nosotros.
—Bien —dijo Simon—. Dile que eso incluye a la Sierra y a esa pareja de
Cyrus.
—Me gustaría que las oficinas de arriba también estuvieran fuera de los
límites.
Simon asintió.
—No quiero que ese Cyrus o su pareja trabajen en ninguna de nuestras
tiendas. Y deben ser vigilados cada vez que estén en la Plaza Comercial.
—¿Esperas que ese Cyrus haga algo para que puedas justificar matarlo sin
causar problemas con la policía o los Antiguos? —preguntó Tess.
*****
Exhausto por la bomba emocional de la llegada de Jimmy, Monty se detuvo
en la oficina del Capitán Burke antes de salir y regresar a casa. Quería pasar
tiempo con Lizzy, tal vez dar un paseo mientras escuchaba su charla acerca de su
día, lo cual era más entretenido ahora que había menos quejas acerca de tener
que pasar las mañanas en la escuela a pesar de ser verano. Ella y Sarah Denby
estaban enseñando a algunos de los Terráneos cómo jugar juegos humanos tales
como la rayuela, y no sólo los jóvenes querían aprender. Al parecer, Jenni y Starr
Crowgard estaban fascinadas por el juego y jugaban con las niñas siempre que
podían.
—Estoy seguro. —Burke cruzó las manos sobre su escritorio—. Sabe que
voy a hacer algunas llamadas sobre él, averiguar si es sólo una molestia o una
amenaza potencial.
—Un día va a ir demasiado lejos y le costará más que unos días en la cárcel.
—Lo sé.
Firesday, 10 de Messis
Un poco de hierba suave habría alisado las cosas, pero los malditos
fenómenos de los Otros encontraron no sólo el paquete de píldoras de Sandee,
sino la hierba que había escondido cuidadosamente en un compartimiento
secreto de la maleta. Nadie debería haber encontrado ese escondite. Pero lo
escondido ya no estaba y el compartimiento fue cortado por una garra o algo.
Todo esto era culpa de Sissy. Perra estúpida. Ya, ella le había contado que se
iba con su madre y sus chicas a visitar a CJ en Lakeside. Pero no insistió lo
suficiente para incluirlo y no pudo sacarle nada, no con su madre guardando los
billetes de tren y el dinero disponible. Y, sí, una vez que llegó a Lakeside, Sissy
le llamó para advertirle de que se fuera de Toland, que algo malo iba a caer. Y tal
vez ella lo había llamado a tiempo para poder conseguir uno de los últimos
trenes de Toland antes de que la tormenta lo cerrara todo. Pero tuvo que pagar
sus propios pasajes, con Sandee aferrada a él tan fuerte que no pudo sacudirla.
Cargándole con sus mocosos mimados. Dios. Por la manera en que ella se abría
de piernas cuando necesitaba algo, no era seguro que esos niños fueran suyos,
así que ¿por qué debía usar la reserva de dinero que necesitaba para comprar
ropa y comida en ellos?
Después de salir de Toland, oyó en las noticias que bloques enteros en
algunos vecindarios no eran más que escombros, quedó atascado en Hubbney,
incapaz de encontrar transporte a una ciudad lo suficientemente grande como
para tener el tipo de oportunidades en el negocio que prefería. Al final, Lakeside
era la ciudad más grande que podía alcanzar. Habría preferido Shikago, incluso
conocía a algunas personas allí, pero no podía permitirse el pasaje de tren o,
dioses, ni siquiera el precio del autobús, ya que los precios de los boletos se
habían duplicado después de que se aplicaran las restricciones de viaje. Como
estaban las cosas, tuvo que ahorrar y ahorrar durante semanas antes de poder
comprar los boletos de autobús a Lakeside y luego tuvo que esperar un poco más
para llegar a la parte superior de la lista de viajes. Y durante ese tiempo había
tenido que sonreír y fingir estar agradecido por el trabajo que le permitía comer
sopa acuosa y pan duro.
Al principio pensó que podría establecerse en Hubbney, tal vez reunirse con
conocidos y hacer algún pequeño negocio, pero la ayuda financiera terminó
después de la primera semana. Con todo el daño de la tormenta, había un montón
de trabajo de obrero para hacer, y cada adulto físicamente capaz tenía que
demostrar un vale del trabajo para conseguir una comida a precio reducido para
las personas desplazadas. Los vales también podían ser usados para comprar
comida de la tienda de comestibles más cercana, y podían ser cambiados por
dinero. Pero Sandee devoraba tanto alimento como los dos niños juntos y luego
se quejó de que no había nadie para cuidar a los niños cuando le dijo que no la
iba a alimentar más. Si quería comer, también podía trabajar.
Dado que regresaba desplomada con dinero en lugar de vales, tenía una
buena idea de qué tipo de trabajo estaba haciendo. Estaba bien con él. Esos días,
ella era el cuerpo que follaba cuando no podía encontrar algo mejor.
Debería haber vuelto a Toland, donde conocía a los jugadores, conocía los
juegos, sabía qué espalda rascar y quiénes eran lo suficientemente débiles como
para apoyarse en ellos para conseguir algo. Pero estaba en Lakeside porque Sissy
lo llevó ahí, le dejó creer que CJ había engrasado de alguna manera algunas
ruedas y les puso a ella y a su mamá arriba con un lugar para quedarse y comida
para tomar. Pero no había comida para tomar, y aunque él no estaba pagando
nada para quedarse allí, el apartamento no era mejor que el fiasco que tuvo en
Hubbney. Los monstruos encontraron otra cama y la trajeron ayer por la tarde.
Camas individuales para un hombre que tenía una mujer. Y los muelles
chirriaban cada vez que se movía. ¿Cómo se suponía que iba a follar a su mujer,
sabiendo que había policías y, peor aún, escuchando?
Era la culpa de Sissy. Todo. Bueno, ella podría hacer algo para
compensárselo. Seguramente podría.
Jimmy entró, dejando caer la puerta de la pantalla. El sonido despertó a
Sandee, que se levantó de la cama.
Salió del apartamento mientras ella seguía luchando para encontrar algo que
usar que no apestara ya que había estado "demasiado ocupada" para lavar
cualquier ropa. No estaba preocupado por su propia ropa. Si Sandee no se
ocupaba de él adecuadamente, le arrancaría el culo y dejaría que Sissy cuidara de
él.
Cuando llegó un alto del tráfico en la mañana, Jimmy pasó por la Avenida
Crowfield y entró en Un Pequeño Bocado para dejar que Sissy le proporcionara
un desayuno decente.
*****
Tess sonrió.
—Simon no sabe cómo quejarse porque le pidió que revisara el libro.
Tess miró a la Sierra, que estaba moviendo una escoba, pero no parecía estar
haciendo mucho trabajo real. Su sonrisa se desvaneció.
—Espera unos minutos. Vuelvo enseguida.
Cuando la señora Twyla llegó con la Sierra y las cachorras, Simon y el resto
de la Asociación Empresarial se habían preparado para darles comida y refugio
por unos días simplemente porque eran la familia del Teniente Montgomery, y el
Courtyard ofrecía la mejor protección contra la Tormenta y la ira de los
Antiguos. Pero la señora Twyla insistió en trabajar por su guardia e insistió en
que la Sierra hiciera lo mismo. No se les pagó nada. Pero después de que quedó
claro que su visita era en realidad una mudanza permanente, Simon se ciñó por
la regla básica del Courtyard: cualquier persona que vivía de la recompensa de la
tierra, tenía que hacer un trabajo que apoyara al Courtyard. Los humanos como
la manada policial no trabajaban oficialmente en el Courtyard, no recibían un
sobre de pago como un empleado, pero la interacción que proporcionaban era
valorada, por lo que la policía directamente involucrada con el Courtyard podía
comprar cosas en las tiendas.
—Banco Plaza Comercial —dijo una voz masculina.
—Soy Tess. ¿Cuánto crédito tiene la Sierra Montgomery?
—No voy a comer esa mierda —respondió ese Cyrus—. Tomaré tocino con
huevos revueltos y papas fritas y tostadas con mantequilla. Y café.
—No hacemos ese tipo de desayuno —gimió la Sierra—. Es una cafetería,
Jimmy.
—Tienes los arreglos aquí. Puedes ir a la cocina y hacerlo para mí. — Ese
Cyrus se inclinó hacia la Sierra, que se encorvó, pero no tuvo suficiente sentido
para alejarse—. Me lo debes, Sissy. Me mentiste sobre la situación aquí, así que
me debes. Ahora, pon tu culo en la cocina y me preparas un poco de desayuno.
Mierda.
«Henry, te necesito aquí ahora»
—Ella está sin fondos —Tess chasqueó—. Así que a menos que tengas
dinero para la comida, sal de aquí.
—¿Tess? —La voz de Merri Lee desde el arco—. ¿Debo llamar a la policía?
Ese Cyrus los miró a todos, luego se dirigió a la puerta principal. Haciendo
una pausa mientras empujaba la puerta abierta, y escupió en el suelo de la
cafetería.
«Vlad sacó a Merri Lee hacia ABL para que no viera, y bloqueé a Nadine y
a la Sierra» respondió.
«Terminaremos esto» dijo Simon. «Necesitas un momento tranquilo»
Sorprendida, Tess casi levantó la vista. ¿Cuándo llegó el Wolfgard?
Manteniendo los ojos bajos, Tess subió las escaleras. Una vez que estuvo
sola, se miró en el espejo que colgaba de una pared. El pelo negro rayado de
rojo, las ondas que comenzaban a relajarse. Una cara que, una vez más, parecía
humana.
Había logrado contener su verdadera naturaleza...o lo suficiente.
*****
Simon había llegado demasiado tarde para ver el comienzo de la pelea, pero
iba a poner fin a esta parte de la molestia.
Al oír el furioso siseo de Vlad, miró hacia la arcada a tiempo para ver a
Merri Lee dar un codazo al Sanguinati en las costillas y liberarse.
Estupendo. Ahora tenían que lidiar con uno de los peluches explosivos, así
como con...
—Por todos los dioses, ¿qué te pasa? —gruñó Nadine mientras se volvía
hacia la Sierra, apretando la mano en el mango del cuchillo.
…Eso
«Llama al Teniente Montgomery» le dijo a Vlad.
—¿Él quiere un desayuno completo, así que vas a usar los suministros aquí?
¿Incluso te ibas a ofrecer a pagar por ellos, o esperabas que nadie se diera cuenta
de los suministros que faltaban cuando seguimos la pista de cada huevo y
paquete de mantequilla? Y después de haber comido aquí, ¿te habría convencido
de llenar una bolsa de comida para llevarla consigo? ¿Lo habrías pagado o
pretendido que no sabías quién tomó los bocadillos y los pasteles del desayuno?
Simon oyó un suspiro suave y dolorido. Mirando por encima del hombro,
vio a la señora Twyla, vio lágrimas corriendo por su rostro.
—¿Se lo debes porque los recursos para dos niños tuvieron que ser
divididos en tres? —Dijo Nadine—. Bueno, si eso es lo que quieres contar,
Jimmy le debe a su hermano la mitad de todo lo que consiguió porque Monty es
el hijo mayor, ¿verdad? Así que cuando Jimmy llegó, Monty sólo consiguió la
mitad de lo que habría tenido si Jimmy no hubiera nacido. Y de alguna manera
se las arregló para sobrevivir muy bien sin tomar y tomar y tomar.
—¿Cyrus te dijo eso? —La señora Twyla dio un paso adelante—. ¿Dijo que
eras basura? ¿Y nunca nos dijiste nada a tu papá o a mí? Niña, te protegimos lo
mejor que pudimos de la mezquindad infantil de Cyrus, pero no pudimos evitar
lo que guardabas en secreto.
—Lo hiciste irse y me culpó —dijo la Sierra, llorando.
—Cuando tenía dieciocho años, le dijimos que tenía que encontrar otro
lugar para vivir.
—Por mí.
—Te lastimó el corazón, te intimidó para que hicieras cosas por él como lo
intentó hacer ahora, y sigues volviendo por otra porción de daño en vez de
golpearle con la puerta en la cara —dijo Nadine.
Simon estudió a la Sierra. Había visto esa conducta una vez antes, cuando
asistió a la universidad Terránea para aprender a trabajar y dirigir un Courtyard.
Una hembra Lobo estaba enamorada de uno de los machos. Hizo todo lo que
pudo para obtener su aprobación, le llevó comida, le llevó regalos. El macho le
prestaba atención cuando quería algo, hizo promesas de convertirse en su pareja
si podía hacer sólo una cosa más. Otros machos, incluido Simon, intentaron ser
sus amigos, pero ella los ignoró, justo como la Sierra ignoraba al hermano que
no había puesto precio a su amor.
La joven murió intentando derribar presas que eran demasiado grandes para
que un Lobo solitario pudiera manejarlas porque el macho le había dicho que
demostrara su amor por él. El macho fue expulsado de la universidad pero
permaneció en las orillas de la tierra de la universidad, esperando que le
permitieran volver. Luego desapareció y nunca más se lo volvió a ver.
Simon nunca olió el olor primario de un Antiguo, un olor que recordaba
desde el momento en que había corrido con la manada de jóvenes Lobos en el
Noroeste, pero se preguntó si los instructores habían matado al macho para
evitar más problemas o si algo más grande y menos misericordioso había
impartido sentencia.
Ahora comparando a la Sierra con esa joven hembra, Simon tenía una mejor
apreciación de por qué los Antiguos querían ver lo que pasaba cuando un hombre
como ese Cyrus entraba en un próspero grupo de humanos. El hombre no había
estado en Lakeside un día entero y la manada ya estaba peleando entre ellos.
Ella lo miró fijamente, las lágrimas todavía fluían. Luego sacó unos
pañuelos del bolsillo y se enjugó los ojos y la nariz.
—Supongo que siempre supe que llegaría esto, pero no puedo elegir entre
mis hijos. No así. —La señora Twyla enderezó sus hombros—. Crispin me pidió
que viniera aquí y le ayudara con Lizzy y me gustaría seguir haciendo eso. Pero
incluso si tengo que alejarme de uno de mis hijos, no quiero alejarme de ninguno
de mis nietos.
Ella asintió.
—Elijo a su manada, Sr. Simon.
—¿Qué? —Simon le dio a Montgomery una mirada que decía: ¿Sabe lo que
está haciendo?
—¿Mamá? —La mirada de Montgomery a Simon dijo, ella lo sabe.
—He tenido diferentes tipos de trabajo a lo largo de los años, Crispin —dijo
la señora Twyla en voz baja—. Hay mucho trabajo por hacer, y podría encontrar
un trabajo en esta ciudad. Pero este Courtyard se siente más como los
vecindarios en los que vivíamos tu papá y yo cuando éramos recién casados y
cuando tú y Cyrus eran jóvenes, un lugar donde la gente se miraba la una a la
otra. No he vivido en un lugar como ese en los últimos años, y he perdido eso.
He hecho lo que pude por todos ustedes, pero mis hijos han crecido, así que
estoy haciendo una elección para mí primero.
—Muy bien, mamá. —Montgomery no parecía contento—. Si esto es lo que
quieres.
Oyó varios jadeos. Sospechaba que habían salido de todas las hembras de la
habitación, incluyendo a la hembra que seguía de pie justo en el interior de la
puerta.
—Para ti, estar cerca de ese hombre es como beber un vaso de veneno todos
los días —dijo Nadine—. Tal vez sólo te hace enfermar, te hace débil, te hace
olvidar quién eres realmente y lo que realmente quieres. Pero si sigues bebiendo,
tarde o temprano, el veneno te matará.
Simon se preguntó si Nadine había bebido ese tipo de veneno cuando era
joven. Si lo había hecho, también dejó de beberlo. También lo hizo Theral
MacDonald. Se había escapado de una pareja abusiva. Ese Jack Fillmore todavía
estaba husmeando, todavía era una amenaza, pero Theral no se arrastraba hacia
él. Así que había una posibilidad de que la Sierra hiciera una buena elección para
ella y sus cachorras si tuviera un poco de tiempo para pensar.
—Todos nos reuniremos aquí dentro de una hora —dijo Simon—. Entonces
nos darás tu respuesta.
La Sierra salió corriendo de la cafetería, pasando por encima de una
hembra, que los miró con grandes ojos y dijo:
—¿Siempre es tan dramático por aquí?
—Emily Faire. ¿La enfermera practicante que va a trabajar aquí? Tengo una
carta del señor Barquero para el señor Wolfgard.
Simon asintió, recordando dónde la había visto antes. Había estado presente
como curandera cuando Meg se hizo el corte y vio el posible futuro de la
comunidad River Road.
Miró a Vlad.
«No fuiste de mucha ayuda»
«¿Por qué deberíamos ambos pintarnos una diana?» respondió Vlad.
«Además, estaba siguiendo la pista del peluche para asegurarme de que no
agarrara una tetera y golpeara a alguien.»
Para los Terráneos, Merri Lee siempre sería la Mujer Tetera de la canción de
Charlie Crowgard sobre la Mujer Tetera y Chica Palo de escoba.
—Yo me ocupé de ellos —dijo Tess, entrando desde el pasillo. Tenía el pelo
verde y ondulado. No estaba tranquila, pero estaba lo suficientemente segura
como para estar alrededor del resto de ellos.
Simon y Vlad subieron a hablar con Emily Faire sobre los términos de su
empleo. Como su idea original era que dividiera su tiempo entre el Courtyard y
la Comunidad de River Road, le ofrecieron uno de los dúplex de la comunidad,
pensando que, siendo una Intuye de Isla Grande, querría vivir tan cerca como le
fuera posible. Pero los sorprendió preguntando si había algún apartamento barato
en Lakeside que pudiera alquilar porque tenía la sensación de que era necesaria
ahí a tiempo completo y que alguien más sería más adecuado para dirigir la
pequeña clínica en la Comunidad River Road.
Tal vez podría molestar a Meg durante unos minutos antes de ir a correr. El
juego de molestar no podría durar más de un par de minutos antes de que dejara
de ser divertido para Meg. Si seguía leyendo ese libro, le gruñiría por
interrumpirla. Le llevaría un bocadillo de Un Pequeño Bocado para distraerla.
Ella debía de tener hambre ahora.
Se quitó la ropa, cambió a Lobo, bajó las escaleras y atravesó el arco hasta
la cafetería. Luego pensó en quién podía acercarse y decidió que Tess, aunque
más peligrosa que Nadine, era la amenaza más conocida.
Nadine le dirigió una mirada que le hizo sentirse muy contento de poder
correr más rápido de lo que ella podía.
Tess le dio una de las bolsas térmicas que se usaba para llevar comida en la
Plaza Comercial y le abrió la puerta trasera. Cuando miró hacia atrás, notó que
su pelo era marrón y ondulado.
—¡Arrooooo!
Meg corrió hacia la habitación de atrás y miró a su alrededor hasta que lo
vio en la ventana.
—¿Simon?
Cuando Meg se unió a él, se acercó y le dio una rascadita detrás de una
oreja. Casi le hizo olvidarse de jugar al juego de molestar.
—Mira lo que Jenni me trajo para usar como pisapapeles. —Meg levantó la
roca—. Es una amatista. ¿No es bonita?
—Me mostró una geoda partida que también serviría como un buen
pisapapeles. Estoy negociando con ella para comprar la geoda y la amatista.
Los Cuervos tenían esa mirada en sus ojos cuando veían un codiciado
brillante. Para distraer a Meg antes de que terminaran con una guarida llena de
piedras, Simon le dio un codazo a la bolsa con la nariz.
Él le lamió la barbilla. Sabía mejor que la galleta, así que la lamió de nuevo.
Estuvo fuera mirando la puerta cerrada antes de darse cuenta de que Meg no
le había dado la oportunidad de jugar el juego de molestar. Eso fue tan injusto,
pero al menos había conseguido una galleta, una rascadita, un abrazo, y un par
de lamidas.
Podía vivir con ese tipo de injusticias.
*****
Pete sirvió dos vasos y le entregó uno a Monty antes de sentarse detrás del
escritorio.
—¿Sabes lo que está pasando?
Monty le contó a Pete lo que había visto y lo que había reconstruido, y la
elección que su hermana menor tenía que hacer en una hora.
—No puedo imaginar los motivos de Simon, pero Jimmy se queda porque
el uso del apartamento es gratis, y vino aquí esperando un beneficio. Pero los
Sanguinati custodian la puerta exterior del edificio y se mantienen al tanto de
todo y de todos.
Monty se incorporó.
—No mencionó eso. —Él y Kowalski habían recogido pizzas de Corteza
Caliente, y le llevó una para la familia de Jimmy y otra para Sissy y las chicas,
mientras él, Lizzy y su madre se quedaron con la tercera. Pero si había entendido
la acusación de Nadine, Sissy también había llevado a casa la cena de anoche y
compartió la comida con la familia de Jimmy. ¿Se habría quedado con la pizza, o
también terminó en la despensa de Jimmy?
—Si fueras yo, ¿qué harías? —preguntó Monty.
—Puede que no tenga zumo de naranja la próxima vez, pero como abogado
o amigo, estoy aquí si necesitas hablar.
Mientras Monty bajaba por las escaleras exteriores, oyó un coche que subía
por el acceso al estacionamiento de empleados. El sedán negro del Capitán
Burke. Debería haber llamado a su Capitán, porque Pete tenía razón: Jimmy era
un barril de pólvora a la espera de un fósforo. Aparentemente alguien más había
hecho la llamada.
Manadas y lealtad. Policía y familia. Y habría consecuencias sin importa
qué elección tomaba él.
Firesday, 10 de Messis
—¿Meg?
Merri Lee entró. Habló con tanta calma que Meg apenas pudo oírla.
— ¿Podrías usar las cartas para contestar un par de preguntas?
—Simon dice que Sierra tiene que elegir entre sus hijas y su hermano
Cyrus. Nos ha preguntado a todos, excepto a Ruth, que todavía está en la sala de
clase con los niños, y todos le hemos dicho lo mismo: Simon le sacará a sus
chicas, las llevará fuera del Courtyard si ella decide ser parte de la manada de
Cyrus. Pero es como si hubiera perdido su cerebro y no cree que esto pueda
suceder. Finalmente le dije que te pediríamos que miraras las cartas como el
insumo final antes de tomar su decisión.
Meg asintió con la cabeza. Merri Lee le hizo un gesto a Sierra, y las tres
entraron en la sala de clasificación.
—El que alguien más maneje las cartas interfiere con la capacidad de Meg
de encontrar las respuestas a las preguntas de la gente —explicó Merri Lee,
apartando la mano de Sierra de las cartas.
—Es absurdo —dijo Sierra con enojo—. No tiene derecho a decir que soy
incapaz de cuidar a mis hijas.
Meg cerró los ojos y silenciosamente repitió la pregunta. Sus dedos rozaron
las cartas hasta que una produjo un zumbido doloroso en su mano izquierda.
Abrió los ojos y giró la carta para que todas pudieran ver la respuesta.
—Significa que podrían estar bien y tener una buena vida, o las cosas
podrían salir mal para ellas —respondió Merri Lee—. Pero ahora mismo, no hay
una respuesta clara.
Meg respiró hondo. Podría haber jurado que acababa de sentir el beso de la
navaja de plata contra su piel. Ella siguió el zumbido, parcialmente distraída por
las heladas agujas que sentía en su muñeca izquierda, el lugar exacto donde
pensaba que había sentido la navaja.
Esperó hasta estar segura de que Merri Lee se había ido. Luego pasó los
dedos por las cartas e hizo una pregunta.
Meg miró la carta. Miró fijamente, la miró y miró mientras que pensaba en
niños y madres y lugares seguros para construir una vida.
Tomó el teléfono y llamó a Steve Barquero. Y luego llamó a Simon.
*****
—La otra razón es porque quería presentar unas ideas —dijo Burke—. Me
pregunto si un Intuye de Isla Grande estaría interesado en manejar la taberna. Me
pregunto si uno de los Sanguinati estaría interesado en aprender a atender un bar.
Algunos de los camareros se quedan porque quieren los puestos de trabajo. Creo
que el cocinero se quedará por la misma razón. Hay un apartamento, así como
una pequeña oficina en el segundo piso. El apartamento sería parte del sueldo del
gerente si quiere vivir allí.
—Sí.
—Ya llamé a Steve Barquero —dijo Meg cuando Simon entró corriendo en
la sala de clasificación.
«¿Simon?» Nathan plantó las patas delanteras en el mostrador y miró al
líder Wolfgard por la puerta privada.
La caja de madera con la tapa tallada que Henry hizo para guardar las cartas
proféticas estaba sobre la mesa. Tres cartas estaban sobre la mesa, boca abajo.
—Observar. Aprender.
—¿No quieren que eches a Cyrus?
—Todavía no. — Vaciló, tratando de pensar en cómo explicarlo—. La
manada humana conectada con el Courtyard es tan grande ahora como en
algunos de los asentamientos humanos en el país salvaje. Los humanos aquí
estaban trabajando bien juntos y trabajando bien con nosotros. Entonces, Cyrus
entra y los humanos de repente se pelean entre sí. Los Antiguos quieren saber
por qué un humano puede agriar una manada completa. Si no pueden aprender la
razón observando a los humanos conectados al Courtyard, no permitirán que los
humanos emigren a ninguno de los lugares recuperados. No permitirán que los
humanos emigren en absoluto.
El asintió.
—Si tenemos que dejar que Cyrus se quede, quiero que tú y Steve Barquero
encuentren una manera de trasladar a Sierra y a sus hijas a Isla Grande.
—He estado pensando en mi amiga Jean, que fue llevada al recinto cuando
era pequeña —dijo Meg—. Tenía una madre, un padre y un hermano. Nunca
olvidó que tuvo una familia una vez o que la alejaron de ellos. Si empezamos a
dividir a las familias porque decidimos que algo malo podría suceder a los niños,
¿somos mejores que el Controlador o los otros hombres como él? Al principio,
afirmaron que se llevaban a las niñas lejos de sus familias por el bien de las
niñas. —Hizo una pausa y añadió—: Dale a Sierra una segunda oportunidad.
—Has llegado aquí a toda prisa —sonrió mientras caminaba hasta donde el
Intuye esperaba junto al patrullero—. La mirada aguda que recibió de Steve
Barquero le dijo que sus orejas no habían vuelto del todo a humanas todavía.
—Meg dijo que era urgente —respondió Steve—. ¿Qué pasó? No sueles
parecer tan contento de verme.
Meg dijo "nosotros". Estábamos hablando y estábamos decidiendo.
Compañeros sacando adelante un Courtyard. Y eso significa que ya no eres un
rival serio.
No es que Steve Barquero se hubiera presentado a Meg como una pareja
potencial. Pero Barquero era humano y no tenía que adaptarse a cosas que no
eran una parte natural de sí mismo.
—Sí.
No había equiparado a las niñas con su sobrino Sam. ¿Qué le habría pasado
a Sam si Daphne hubiera muerto en cualquier otro sitio que no fuera el
Courtyard de Lakeside? Simon había llegado a su hermana momentos después
de su muerte, había estado allí para llevar al cachorro traumatizado al Complejo
Wolfgard, donde él y Elliot hicieron todo lo posible por cuidar de Sam.
La cafetería estaba tan llena de testigos, que casi sintió lástima por la Sierra.
El cabello de Tess estaba rojo y verde, pero no vio hebras negras. El cabello de
Nadine no daba ninguna advertencia sobre su estado de ánimo, pero Simon notó
que Henry estaba detrás de la mujer, dispuesto a agarrarla si trataba de saltar
sobre la Sierra. Vlad estaba en el arco, manteniendo un ojo en Merri Lee y el
resto de la manada femenina. La manada policial estaba allí. También Elliot y la
señora Twyla, así como el agente O'Sullivan. De hecho, las únicas humanas que
no estaban allí para presenciar la decisión de la Sierra eran Ruthie, que estaba
cuidando a los cachorros humanos, Meg, y...
Ya que fue Vlad quien dejó dos cachorros extra con Ruthie en medio del
horario escolar, Simon esperaba que ella no le gruñera a él.
— ¿Fue tu idea?
Simon sacudió la cabeza, desconcertado por el olor a ira que rodeaba al
hombre.
—Fue de Meg.
—Entonces hablaremos con Meg. —Steve se dirigió a la puerta trasera y
miró a Burke por encima del hombro—. ¿Entiendo que quiere hablar conmigo
antes de que me vaya?
—Si es conveniente —Burke respondió, sin hacer movimiento para irse.
Steve miró a Simon.
—Nos vemos en la Oficina del Enlace.
Preguntándose dónde estaban Tess y Nadine, Simon se centró en el Capitán
de la policía.
Burke palideció.
—No. Convencí al jefe de la estación de que era un valioso recordatorio de
por qué la policía y el gobierno local necesitan trabajar con el Courtyard de
Lakeside.
Dejando a Burke lidiar con Merri Lee, su empuña tetera, peluche explosivo
y Subdirectora, Simon salió por la puerta trasera de Un Pequeño Bocado y se
preguntó qué quería decirle Steve Barquero a Meg.
*****
Steve asintió.
—Esa fue mi impresión.
—¿Meg?
La mano de Simon, cálida en su nuca.
Sacó la caja de madera del cajón y extendió las cartas proféticas sobre la
mesa de la sala de clasificación.
—Haz la pregunta.
Steve parecía confundido, o tal vez no estaba dispuesto a hacerlo.
Meg cerró los ojos y dejó que sus dedos se deslizaran sobre las cartas hasta
que encontró la que hizo que sus dedos ardieran, hizo que su espina dorsal
zumbara y la piel alrededor de su clavícula pinchara. Giró la carta antes de abrir
los ojos.
*****
Simon esperó. No podía obligar a ese Cyrus a alejarse del Courtyard, pero
los Antiguos no dijeron nada acerca de que Montgomery enviara al otro humano
lejos.
—Eva Denby me llamó desde el Hospital Lakeside. Parece que Jimmy tuvo
algún tipo de ataque: dificultad para respirar, sensación de debilidad del corazón.
—Monty miró fijamente el plato de requesón—. Alguien aquí ha expresado...
¿disgusto?
—Sí. —No había punto en negarlo, incluso si no confirmara que Tess, una
Cosechadora, Jinete de la plaga, fue quien había tomado parte de la energía vital
de ese Cyrus.
—No. —Él sabía lo que querría como Lobo, pero no estaba seguro de lo
que un humano querría. —Podríamos trasladar a la Sierra y sus cachorras al otro
edificio de apartamentos. No moveré a ese Cyrus allí, no con tres mujeres
viviendo allí solas. —Bueno, el oficial Debany estaba casi viviendo con Merri
Lee en su guarida, pero él no estaba allí todo el tiempo para desalentar cualquier
cosa que ese Cyrus pudiera decidir hacer.
—No puede volar. No creemos que él esté inclinado a usar el porche para
escaparse o meterse si tiene que subir al segundo piso. Y aunque lo intentara, lo
veríamos antes de que llegara al suelo.
La sonrisa de Monty fue efímera pero genuina.
—Tienes razón. Pero tendría menos contacto con Sissy... con Sierra, si no
tuviera motivos para estar en el segundo piso.
—Gracias. Voy a hablar con el Capitán Burke acerca de tomar algún tiempo
personal para esto.
Miró los libros de la mesa. Quería arreglar algunas cosas como sustituto a
levantar una pierna y marcar un territorio. Él y Vlad hicieron de Merri Lee su
Subdirectora para liberar su tiempo para ocuparse de mayores preocupaciones y
hacerse cargo de los deberes de John Wolfgard, ahora que John se había ido a
dirigir la librería en Bennett, pero no esperaba que ella marcara la tienda como
su territorio tan rápidamente.
—¿También lo hueles?
—Rodamos con peces muertos. —Simon bajó la mano y dio una rápida
palmada al aire—. Esto es mucho más picante. Más como la rociada de un
zorrillo.
Montgomery se echó a reír, con un rápido sonido amordazado hasta una
risita.
—Vamos a tirar todo en las maletas y dejarlas en el porche. Hablaré con
Eva y mi madre sobre cómo fumigar este apartamento.
*****
Nadie creía en las excusas solícitas que Simon y Monty habían dado para
trasladar a Cyrus y a su familia al apartamento frente de Monty, especialmente
después de que a Cyrus se le impidiera subir a hablar con Sierra. Cuando Simon
le dijo a Sandee que no podía entrar en el Courtyard hasta que se lavara la ropa y
dejara de oler a jabalí, gritó tan alto como para ser escuchada por la gente al final
de la siguiente cuadra. Combinado con el drama de Sierra y la oposición de
Steve Barquero a que Sierra viva en Isla Grande, la reacción de Sandee se
convirtió en la cosa que fue demasiado, agotando la capacidad de Meg para
hacer frente a los sentimientos y futuros de la gente que la rodeaba.
Ella haría un poco más de quita de maleza, luego tomaría una ducha fría.
Simon y Sam estarían en casa para entonces, y harían una ensalada y calentarían
el pan de carne ya cocinado que habían recogido en La Carne no es Verde como
bocadillos. Entonces intentaría no hacer nada más que sentarse en la sala de
verano y leer. Tal vez incluso dormir allí esa noche.
—¡Arroo!
Meg saludó mientras Sam corría hacia ella, luciendo caliente y polvoriento
pero feliz. Por supuesto que estaba feliz. No había sido tocado por todos los
problemas causados por los molestos humanos, y tenía una copia del nuevo libro
de La Brigada Lobo para él.
—Dame unos minutos más para terminar esta sección; luego nos iremos a
casa y cenaremos —dijo.
*****
Simon oyó el grito de Meg y vio a Sam arrebatar algo del extremo de su
herramienta de deshierbe. El cachorro saltó hacia adelante, luego se lanzó hacia
atrás, claramente invitándola a jugar. Meg no parecía que quisiera jugar, pero
Sam no estaba captando la pista.
«Vamos, cachorro, voy a jugar contigo» dijo.
«Pero Meg encontró el juguete. Ella debería jugar también» Sam protestó,
el pedacito de piel blanca colgando de su boca.
«En realidad, no. Actuar enojada por mojarse es parte del juego de la danza
chillona» respondió Simon.
Largó un poco más de agua, que parecía mucho más fría que el aire caliente
y húmedo. Asegurándose de que sus patas delanteras volvieran adecuadamente a
la forma de Lobo, en caso de que tuviera que correr, atrapó a Meg, calculando su
movimiento y pasó la lengua por la parte posterior de su rodilla.
—Lo sé, lo sé. — Eva sacó más suministros de arte de las bolsas que había
traído a la sala de clasificación—. Me dejé llevar. Pero no estaba segura de lo
que querías, y puedo devolver todo lo que no se haya abierto ni usado.
Meg miró todos los objetos apilados sobre la mesa. Le había pedido a Eva
que buscara un libro de cómo dibujar y un juego de lápices para la amiga de
Esperanza, Amy Wolfgard. Parecía que Eva hizo eso, pero ¿qué se suponía que
debía hacer con el resto de los suministros?
Eva estudió a Meg, luego devolvió un par de artículos a las bolsas.
—¿Demasiado?
Eva se estremeció.
—Usé el dinero de mi casa. No se me ocurrió que no me reembolsaran los
suministros que querías mantener.
Eva puso una caja de madera sobre la mesa. Tenía una cerradura simple de
gancho y una manija.
—Pensé que querrías algo para guardar los lápices y otros suministros. Esta
fue la caja de artista menos costosa disponible.
Meg lo puso con el resto de sus artículos seleccionados y lo añadió a la
cuenta.
—Voy a ir al banco de la Plaza Comercial durante mi descanso del mediodía
y conseguiré el dinero para pagar estos artículos. Y hablaré con Simon sobre
cómo pagarte por el resto.
Harry solía trabajar para Entregas en cualquier parte, hasta que la compañía
cambió su nombre a Entregas en cualquier parte humana. Ahora trabajaba para
el Courtyard, recogiendo todo lo que los Terráneos ordenaban a los negocios de
Lakeside. No había un montón de cosas para ser recogidas, y no había un
montón de otras entregas que hacer. Algunas de ellas eran simplemente porque
la Asociación Empresarial había ordenado y almacenado todo lo que pudo antes
de que los Elementales y Antiguos sacudieran el continente. Y algo de eso era
porque todo el mundo, humanos y Otros, estaban tratando de averiguar qué
empresas todavía existían y tenían mercancía para vender. No se podía llamar a
una empresa fuera de la región donde se vivía, y no recibir respuesta a una carta
podría significar que un saco de correo estaba varado en alguna estación de
ferrocarril en alguna parte y una respuesta llegaría eventualmente, o podría
significar que no había nadie en esa ciudad para enviar una respuesta.
*****
Meg llamaría a Henry, calculando que, como escultor, sería el miembro más
interesado de la Asociación Empresarial en lo que a suministros de arte se
refería. Y estaba interesado. Simplemente no esperaba que él saliera de la
Oficina del Enlace con palos de carbón, lápices de grafito, el otro sacapuntas y
un borrador, un cuaderno de dibujo, y un trozo de papel que decía lo que le debía
a Eva Denby.
Cuando Meg cerró la oficina para su descanso del mediodía, todos los
suministros de arte habían desaparecido y se sentía agotada y abrumada, en parte
porque tuvo que terminar advirtiendo a todos que se alejaran de los suministros
que había elegido para Esperanza. Incluso se inclinó sobre ellos y gruñó un par
de veces, lo que divirtió a Vlad más que a Simon.
No podría decir cuánto tiempo duraría el interés por este tipo de arte, pero
por el momento, los Otros estaban entusiasmados por explorar algo nuevo.
*****
Monty se enderezó.
—¿Por qué necesito hablar con el comandante del escuadrón de explosivos?
—Él y su familia están entre los humanos que Simon Wolfgard está
permitiendo ir a la Plaza Comercial y comprar alimentos, así como otros bienes.
—El Capitán Burke también está incluido entre esos humanos. ¿Eso un
problema?
Monty suspiró.
—¿Esto es por Jimmy?
—Es por todos nosotros. En cuanto a la familia... —Kowalski soltó una risa
amarga—. La madre de Ruthie, la mujer que en voz alta declaró que su hija
estaba muerta y llamó a mi Ruthie basura, la llamó esta mañana y quiso que
Ruthie le comprara un jamón -cinco o seis libras le bastaban-. Después de todo,
los monstruos tienen un montón de carne y siempre pueden cazar más si se les
acaba. Cuando Ruthie dijo que no podía comprar esa carne, incluso si el jamón
estuviera disponible... —Él condujo un minuto en silencio—. Pude oírla gritar a
Ruthie desde la habitación, así que tomé el teléfono y le colgué a la perra.
¿Vender comida por debajo de la mesa sería una de esas opciones que
Jimmy estaba explorando? Dioses.
—Estoy juntando esto con cosas que las chicas escucharon o fueron
contadas por Nadine, que tiene más información sobre los suministros de
alimentos crudos que el resto de nosotros, ya que su panadería está operando en
Un Pequeño Bocado —continuó Kowalski—. Cuando Simon Wolfgard hizo que
los residentes de los apartamentos fueran parte del Courtyard y, por lo tanto, que
estuvieran entre los seres que pueden comer los alimentos producidos dentro del
Courtyard o traídos de las granjas que abastecen al Courtyard, los Otros
pensaron que necesitarían un extra de cincuenta libras de carne por semana para
proporcionar a sus inquilinos. Alguien se dio cuenta de que ascendía a
veinticuatro onzas de carne para cada humano, aproximadamente cuatro
hamburguesas de buen tamaño o un pequeño asado o carne para un estofado. Y
eso significa que los Lobos ahora tienen que derribar dos ciervos cada semana en
lugar de uno, porque la cantidad de carne vacuna y de cerdo que se envía al
Courtyard de las granjas Nativos de la tierra no ha cambiado.
Y una manada no tiene éxito en cada cacería.
—El rebaño de ciervos ha sido auto sostenido porque los Lobos no matarán
a un cervatillo a menos que ya esté herido. Pero ¿cuánto tiempo seguirá así si
son más los venados que mueren que los que se reproducen?
Ahora Monty comprendió por qué tendría que hablar con Louis Gresh. Cada
compra de carne de la carnicería de la Plaza Comercial ejercía presión sobre los
Wolfgard. Independientemente de si los Lobos preferían comer ciervos o alces a
la carne vacuna, algunos miembros de su grupo, principalmente Meg Corbyn,
preferían la carne de vaca y el cerdo. El día en que Meg pasara hambre porque
algún otro humano hubiera comprado la última libra de carne o la última docena
de huevos sería el día en que habría un cambio significativo en la relación entre
los humanos en Lakeside y los Terráneos y ese cambio no sería bueno.
—¿Tienes alguna idea sobre esto? — Preguntó.
—Un cambio significativo para la mayoría de los hogares, excepto para los
pocos de nosotros que podemos comprar esa cantidad de dos fuentes.
—Las chicas hablaron sobre eso, y van a comprar lo que puedan de las
tiendas humanas porque podemos comprar bienes racionados y los Otros no
pueden. Los Terráneos pueden comprar pizzas en Corteza Caliente o comer en
Un pícaro plato, pero no pueden ir a una carnicería y comprar un asado. Así que
las chicas están pensando que si vendemos la mitad de la ración de carne al
Courtyard cada semana, y por "vender" quiero decir recibir un crédito igual a la
cantidad que pagamos por la carne- podemos comprar un sándwich en Un
Pequeño Bocado o tener una comida en La Carne no es Verde sin poner en
apuros a los Otros. Nadine va a llevar la idea a Tess.
—Hablaré con mi madre. Ella puede tener algunas ideas. Incluso durante
los momentos de escasez, se aseguró de que comiéramos bastante bien. —Monty
pensó un momento, luego miró a Kowalski, luchando por no sonreír—. ¿O es mi
madre una de las chicas?
—No con ellos, no. No soy un Intuye, pero soy un policía. Michael y yo
tenemos la sensación de que hay otros invitados en el Courtyard ahora mismo, a
los que nadie menciona, al menos no a ninguno de nosotros.
—El Alcalde dice que está trabajando con el Gobernador para mantener las
líneas de transporte abiertas en el Noreste.
—Necesitamos las líneas abiertas para el resto de las regiones. Eso es lo que
necesitamos.
—Están abiertas para aquellos que tienen el dinero para engrasar las palmas
correctas. Apuesto a que el Alcalde y el Gobernador no están alimentando a sus
hijos con una sopa acuosa hecha de cortes de carne baratos.
—Apuesto a que los malditos Otros no tienen hambre tampoco.
Todo el mundo miró a O'Sullivan, luego a Burke, pero fue Álvarez quien
respondió.
—Envié hombres a cada granja humana que suministra comida a Lakeside
para averiguar la situación de la familia y la granja. El salvajismo de las
tormentas que azotaron la ciudad no llegó mucho más allá de los límites de la
ciudad, por lo que las granjas trataron con daños menores en los cultivos y
edificios, pero no hubo pérdidas ni de vida ni de ganado. El grupo de tiendas que
abastece a las granjas informó de que están escasos de cosas como el azúcar y el
café, y esperan obtener reabastecimiento antes de que se agoten, pero es casi lo
normal para ellos. Lo mismo ocurre con los agricultores. Siguen trayendo carne,
productos lácteos, huevos y productos al mercado.
—Mi impresión es que los animales de la Región del Medio Oeste son los
que más demoran en llegar a ciudades como Shikago, cuyas plantas de
procesamiento de carne suministran gran parte de la carne para la Región
Nordeste —dijo Burke—. El grano también está llegando en cantidades
menores, pero esas cosas están cruzando los límites regionales. Lo mismo ocurre
con los alimentos cultivados en la Región Sudeste. Los agricultores pueden no
exportar tanto fuera de su región porque se les anima a vender primero en su
región.
—Lo que trae a colación un punto que Elliot Wolfgard pidió que le
respondieran. —O'Sullivan sacó un papel doblado de su bolsillo interior y se lo
entregó a Walter Chen—. Para inscribirse como usuario de libretas de
racionamiento, una persona tiene que ir a la oficina del gobierno que está
manejando la distribución y mostrar un lugar de residencia y empleo, así como
proporcionar una lista de las personas que se incluirán si es una libreta de
racionamiento familiar... y demostrar pruebas para que alguien no pueda decir
que tiene cuatro hijos cuando realmente tiene dos.
Monty se puso tenso. ¿Elliot había agregado el nombre de Meg a una lista
que se convertiría en un registro en la oficina del Alcalde?
—Saber dónde está no implica ser capaz de alcanzarla —dijo Burke tan
suavemente que su voz apenas se escuchó—. Su inclusión establece un
precedente para las otras chicas. Todas ellas enfrentan suficientes desafíos sin
verse obligadas a depender de otra persona para obtener alimentos.
—Hablaré con todos los jefes de las estaciones y me aseguraré de que sean
conscientes de que se debe reportar el aumento abusivo de precios —dijo
Álvarez—. Dado que la gente tiene que registrarse en las tiendas, no se debe
permitir que los propietarios se aprovechen de ello, esperemos que sea una
situación temporal.
—Una última cosa, Teniente. —Chen cogió una bolsa con asas del suelo
junto a su silla y la puso delante de Monty con una suave sonrisa—. Arroz. Es un
alimento básico en mi vecindario. Lo ofrezco como una pequeña muestra de
buena voluntad a nuestros vecinos en el Courtyard de Lakeside.
—Me aseguraré de que lo reciban —dijo Monty.
Él, Burke y O'Sullivan salieron juntos. O'Sullivan los detuvo antes de llegar
a sus coches.
—No, pero gracias. Aún tengo trabajo que hacer en la oficina aquí. Sólo
quería un momento privado para informarles sobre Cyrus.
—Me llevaré una de esas lasañas —dijo Jimmy. No estaba seguro de qué
tipo de monstruo atendía la carnicería de la Plaza Comercial. No era uno de los
Lobos, porque el monstruo tenía plumas marrones en el pelo.
Jimmy sonrió, contento de que ella vacilara al verlo. La perra debía vacilar.
La perra tenía mucho que compensar.
Jimmy echó un vistazo a Sissy. No sería tan difícil, con un poco de ayuda de
alguien que le debía.
La esperó, salió de la tienda con ella. Una vez que estaban afuera, donde
había algo que los vigilaba, cerró la mano en bolsa. Déjame llevar eso por ti.
—Está bien —dijo ella apresuradamente—. Puedo...
La puerta exterior del edificio no estaba cerrada a esa hora del día, pero la
chupadora de sangre de guardia estaría cerca. Mientras Sissy abría la puerta y
bloqueaba la vista de alguien dentro, Jimmy metió la bolsa de ella en la suya. No
había nada sospechoso acerca de la unificación de bandejas.
—Jimmy...
—Está bien, Sissy. —Su sonrisa y voz amistosa estaban en desacuerdo con
la mirada en sus ojos. La mirada era una advertencia para Sissy. El resto estaba
destinado a la audiencia invisible. Aquí estaba el hermano bondadoso rescatando
a su pequeña hermana otra vez, y proporcionando una razón para cualquier
sorbida y lloriqueo que la perra pudiera hacer—. Puedes pagarme cuando recibas
el dinero. —La próxima vez que la apretara por un poco de dinero, la cabrona
chupasangre confirmaría que le debía dinero. ¿Podría ser mejor?
Satisfecho consigo mismo, Jimmy entró en su apartamento y cerró la puerta
en la cara de Sissy.
Sandee lo encontró en la cocina, estaba desaliñada y haciendo un mohín.
Dioses, ¿qué había visto en ella?
—Aquí. — Sacó una de las bandejas de lasaña de la bolsa—. Cena. Me
quedo con la mitad. Tú y los mocosos pueden tener el resto.
—Eso no es suficiente —gimió Sandee. Sus ojos fijos en la segunda
bandeja de lasaña cuando la puso en la nevera—. Y tienes otra.
—Es un negocio —dijo bruscamente—. Si veo que le falta una cucharada,
acabarás con los dedos rotos y unos dientes perdidos. —Se acercó a Clarence y a
Fanny, que estaba en la puerta de la cocina—. Y eso también va para ustedes.
—Si quieres hacer esa mierda, hazlo en otro sitio —le espetó—. Si quieres
comer, haz que se caliente.
Sandee sorbió y se frotó los ojos, luego recogió la lasaña, que estaba en el
mostrador. Los chicos se escabulleron lejos, lo que estaba bien con él. Se sentó
en la mesa de la cocina y observó cómo Sandee luchaba por quitar los simples
clips que sostenían la tapa del plato. No confiaba en ella. Se había engullido algo
de la comida fría y luego trató de dividir el resto.
Ese libro en la carnicería iba a ser un problema. Pero encontraría una forma
de evitarlo.
*****
—No tengo más —insistió Boone—. Las bandejas que me quedan están
reservadas.
Twyla escuchó a su hija, pero observó a Vladimir y supo por su mirada que
Sierra mentía sobre lo que había sucedido con la comida que había comprado.
Sabía que él se puso en contacto con quien custodiaba el edificio de
apartamentos. Podía adivinar lo que había sucedido.
Y ella sabía lo que tenía que hacer para tratar de proteger a Bonnie y Carrie.
—Señor Simon —dijo Twyla, corriendo hacia él—. ¿Puedo hablar con
usted en privado?
Algo cambió en él, como si sintiera que la forma humana no iba a ser
suficiente. Miró hacia la Oficina del Enlace y levantó una mano.
Meg saludó a Twyla, luego sonrió a Simon y señaló hacia la Plaza
Comercial.
*****
«La Sierra intentó mentirle a Boone Hawkgard para comprar una segunda
bandeja de lasaña.» Vlad hizo una pausa. «La Sierra salió corriendo de la tienda.
El Teniente Montgomery no está en casa todavía, así que espero que esté
corriendo a por su madre para pedir ayuda. ¿Qué quieres que haga?»
Simon suspiró.
—La manada femenina será infeliz. —Y tenía la sensación de que nadie -
excepto ese Cyrus y su pareja- iba a disfrutar de la lasaña esa noche.
Monty miró a Kowalski, que estaba hablando por su teléfono móvil, con la
cara marcada en líneas duras.
Burke sonrió.
—Debería ser interesante.
Twyla no dijo nada, sólo caminó por los garajes que formaban un lado de la
zona abierta detrás de algunas de las tiendas y lo condujo a las escaleras traseras
de los monoambientes. Se detuvo al pie de la escalera.
—Podemos subir si sientes la necesidad —dijo Twyla.
—El señor Simon está haciendo lo que se necesita hacer, haciendo lo que le
pedí que hiciera. Así que quiero que lo apoyes.
—¿Qué podía haber hecho en Toland sola con dos pequeñas niñas, sobre
todo después de la tormenta? No, Crispin. Estuviste bien con ella y conmigo al
ayudarnos a venir a Lakeside. Ahora dale a tu hermana un tipo de ayuda que es
más difícil de dar.
Simon se volvió hacia ella. Por un momento, el Lobo parecía asustado, pero
Monty no podía decir si el miedo era por él o por Sissy.
Dioses, Sissy, pensó Monty. Sus palabras fueron estúpidas e infantiles bajo
las mejores condiciones. Un jefe humano la habría despedido también. No
valoraba lo afortunada que era de que Simon no hiciera más que eso.
Monty tocó el hombro de su madre.
—Llevaré a Sissy de vuelta a su casa. ¿Por qué no vas a La Carne no es
Verde? Me reuniré contigo tan pronto como pueda.
La Sanguinati en guardia les dirigió una mirada curiosa, pero no dijo nada
mientras Monty llevaba a su hermana arriba a su apartamento. Las chicas
estaban en casa, sin supervisión, lo que produjo un parpadeo de molestia hasta
que se dio cuenta de que los Otros no verían nada extraño acerca de dejar a las
jóvenes solas en la guarida cuando había adultos cerca.
—No puedo hacer eso. Si te ayudo, los Otros se llevarán a las niñas. —Si él
la ayudaba después de que Simon le hubiera advertido de que no lo hiciera, ¿los
Terráneos le dirían siquiera dónde trasladarían a las niñas?—. No es un farol,
Sissy. Tú actúas como si lo fuera, pero ellos hablan en serio.
—CJ...
*****
—¡Sí!
Estrechó los ojos y se echó hacia atrás un poco, como si le preocupara que
pudiera morderlo, y eso la hizo sonreír.
—No de verdad —aclaró. Luego apretó las manos. Durante las últimas dos
semanas, había guardado la navaja en un cajón cuando llegaba a casa. Eso hacía
que fuera fácil encontrarla si realmente necesitaba cortarse para ver una profecía,
pero ya no la llevaba consigo todo el tiempo. En ese momento, sentada en la sala
de verano con Simon, la navaja se sentía demasiado lejos. Y sin embargo,
realmente no quería hacerse un corte. No por Sierra.
Pero, ¿qué pasaría si algo malo ocurriera, algo que su advertencia podría
detener?
Ella lo hizo. Y debido a que sus dientes rasparon uno de sus dedos cuando
mordió, tuvo que sostener su propio bocadillo el resto de la cena.
*****
«¿Pasó algo?» preguntó cuando se unió a Blair y Elliot en las sombras del
estacionamiento para clientes.
«¿Simon?»
«Prometí a Meg que vigilaríamos a la Sierra esta noche, pero ella se estaba
rascando y no quería que estuviera sola» le dijo a Jester.
*****
«¿Por qué?»
«Así puedo decirle a Meg lo que le pasó a la Sierra. Así ella sabrá por qué
tenía picazón». Y para decirle a Montgomery y a la señora Twyla, pero eso no
sería importante para los Elementales.
«La seguiré»
Era hora de ir a casa y tomar una siesta rápida. Tenía la sensación de que ese
día habría muchos aullidos de los humanos.
Estimado Douglas:
Shady
Capítulo 12
Moonsday, 13 de Messis
Mientras subía las escaleras hacia el apartamento de Sissy, Monty asintió
con la cabeza a los Sanguinati que vigilaban en el vestíbulo del edificio.
Una mujer adulta que se va con sus propias hijas. No había razón para que
nadie la detuviera. Después de todo, los Sanguinati estaban allí para impedir que
alguien que no estaba autorizado ingresara al edificio, no para detener a alguien
que vivía allí.
Pero su hermana había empacado y se había ido sin decir una palabra a
nadie.
No tenía tiempo para luchas de poder esa mañana. Lizzy no había tocado las
dos rebanadas de melón que cortó para que la compartiera, y la media rebanada
de tostada tenía un solo mordisco en el centro blando.
Esta mañana no iba a persuadirla ni regañarle.
Tomó el plato de Lizzy, puso las rodajas de melón en un recipiente, que
entraba en la nevera y dejó la tostada en el cubo sellado que contenía restos que
se utilizarían como alimento para las criaturas que comían los Terráneos.
—Vámonos. Tienes que quedarte con la señora Eva hasta que llegue la hora
de ir a la escuela.
—Estás fuera de tiempo, así que tendrás que ir a la escuela con el aliento
apestoso y los dientes borrosos. —Monty se acercó a la puerta y la abrió—.
Vamos.
Lizzy se deslizó de la silla y agarró a Oso Grr mientras una columna de
humo fluía a través de la puerta abierta. La cabeza, el pecho y los brazos del
Sanguinati se desplazaron a la forma humana; el resto de él seguía siendo humo.
—Karl, debes ir a la estación, ver si hay algo que tengamos que saber antes
de empezar el turno del día.
—Sí, Simon podría estar molesto con Sissy, pero no habría permitido que la
llevasen contra su voluntad.
*****
Simon no dio vuelta el cartel de cerrado, pero abrió la puerta principal de
ABL antes de regresar al mostrador donde había empezado a ordenar las
solicitudes de libros de los asentamientos Terráneos que el Courtyard
proporcionaba con bienes humanos. Según los editores de Toland, un almacén
entero con stock fue destruido en la tormenta, y los envíos de papel habían sido
reducidos a la mitad.
No había razón para dudar de las declaraciones, y no estaba a favor de
aceptar bienes dañados. Lo que significaba que realmente necesitaba ver lo que
los Intuyes y las editoriales Terráneas podrían tener disponible. Levantó la vista
cuando el Teniente Montgomery entró en la tienda.
Antes de ocuparse de los libros, tenía que lidiar con la manada de
Montgomery.
—Mi hermana se marchó ayer por la mañana —dijo Montgomery. La mano
que puso en el mostrador se mantuvo tratando de enrollarse en un puño.
Tensión, no agresión, decidió Simon.
—Sí. Ella y sus cachorras se fueron en un taxi.
—Lo sé.
Montgomery sonó triste, así que Simon añadió:
—Yo te diré dónde se refugia.
*****
—Mira, perra. —Jimmy usó la voz y actitud que intimidaba a casi todo el
mundo, especialmente a las mujeres que él no estaba tratando de encantar para ir
a la cama o por algo de dinero—. Estoy aquí para ver a mi mamá, así que quita
tu culo asqueroso de mi camino.
—¿Algo que pueda hacer por usted, señor Montgomery? —dijo el agente.
Conocía ese tono cuando provenía de un hombre del gobierno.
—Ninguna maldita cosa —dijo bruscamente.
—No tienes permiso para estar aquí —dijo la vampira. Su sonrisa se
ensanchó—. A menos que quieras quedarte para el desayuno.
Miró a la vampira y estuvo a punto de decir algo, sólo para ver cómo
reaccionaría, cuando Twyla bajó las escaleras, seguida por un hombre con
cabello fino, ojos de color ámbar y un traje que debió costar lo suficiente para
comprar un mes de hierba dulce.
—No tienes ningún asunto en el consulado, Cyrus —dijo Twyla en voz
baja, pero con firmeza—. Esta no es una de las tiendas donde tienes permiso
para comprar.
—No puedes entrar. Puedes decir lo que quieres aquí mismo o podemos
salir.
—Su elección —dijo Jimmy. Sissy había dejado de ser útil, así que no tenía
sentido pensar en ella a menos que las cosas se agriaran tanto ahí que realmente
necesitara encontrarla. Mientras se alejaba, agregó—. Ella nunca fue de la
familia de todos modos.
*****
Meg cerró con llave la Oficina del Enlace y se dirigió a la Plaza Comercial
para pasar su descanso del mediodía con Sam. Quería saber lo que había
aprendido en la escuela y del nuevo libro de La Brigada Lobo. Quería pensar en
algo más que en Sierra Montgomery y en cómo todo el mundo se había agitado
por su partida.
—Es una larga caminata para las piernas humanas —asintió Sam. La miró a
través de las pestañas—. Pero no tanto para las piernas de un Lobo.
Ella apoyó sus manos en sus muslos para que estuvieran frente a frente.
—¿Me veo como una mula de carga? —Viendo la chispa de travesura en
los ojos de Sam, añadió—: Antes de responder, recuerda que soy la que tiene
dinero para comprar golosinas.
El Lobato la miró por un momento, luego se alejó para explorar todos los
olores dejados por los otros residentes del Courtyard, y para buscar cualquier
cosa comestible que a alguien se le pudiera haber caído o dejado en una mesa sin
vigilancia.
Saltarín parecía que realmente quería dejar una marca de "Saltarín estuvo
aquí" en la maceta, pero obedeció a Sam y siguió adelante.
Meg no podía decir por qué le agradaba tanto que Sam fuese el líder de la
manada de cachorros -que incluía a Saltarín, así como a los niños humanos-,
pero la llenaba de orgullo. Sam y Robert tuvieron un par de disputas para
resolver quién era el líder, pero ahora eran amigos que a menudo se iban a
explorar por su cuenta -al menos hasta donde se les permitía ir dentro del
Courtyard- dejando a las niñas jugar juegos que no incluyeran barro, suciedad,
escalar árboles o examinar restos parcialmente comidos de varios tipos de
presas.
Meg deseaba haber estado allí cuando Simon y Pete Denby establecieron la
regla de que nadie que estuviera en forma humana podía comer restos de presas,
y ningún cachorro de ningún tipo podría tratar de encender un fuego como lo
hacían los humanos en las historias fronterizas para cocinar restos de carne que
habían estado expuestos al ardiente sol por quien sabía cuántos días y no eran
aptos para ser comidos por humanos o Lobos.
Por supuesto, los Terráneos nunca habían interactuado con los niños
humanos hasta ahora, por lo que el interés de Robert en lo "repulsivo" y su
conocimiento algo defectuoso de la vida en la frontera eran una educación para
todos. Razón por la cual Ruth estaba investigando la vida de la frontera según lo
representado en relatos verídicos más que en las -que admitía como más
divertidas- novelas de ficción escritas sobre una época pasada. Bueno, tal vez no
muy pasada si se estuviera entre las personas que se estaban reasentando en
Bennett o las otras ciudades de la región del Medio Oeste.
El chico parecía mayor y más grande que Sam, pero el líder de la manada de
cachorros se colocó delante de la puerta, bloqueándolo en lo que era un claro
desafío.
—No pagaste por eso —dijo Sam—. No puedes tomar las cosas de la tienda
hasta que pagues por ellas.
Sam fue tras él, agarró la parte de atrás de la camisa del chico.
Lo siguiente que Meg supo, fue que estaban dando vueltas alrededor,
golpeándose el uno al otro. Ella corrió hacia la puerta, pero la chica estaba allí,
empujándola, poniéndose en el camino mientras intentaba salir y detener la
pelea.
Los adultos salían de las tiendas alrededor de la plaza, pero ninguno parecía
tener prisa por llegar a la pelea. El Halcón del Almacén General tenía a la chica
por el brazo, impidiéndole huir o ayudar al niño.
Ella vio un destello de metal en un par de dedos del muchacho justo antes
de golpear a Sam de nuevo, separando la piel a lo largo de la mejilla de Sam.
Así que ella habló, describiendo las visiones. Y mientras hablaba, se alejaba
en la euforia que provenía de la profecía hablada, velada por las visiones que
había visto... Y la agitación que la rodeaba.
*****
Simon soltó la garganta de Sam, pero mantuvo su otro brazo alrededor del
cachorro. Nathan se aferró al chico humano, que estaba llorando como si hubiera
recibido más de un moretón y unas pocas gotas de sangre en su piel.
Ahora que los combatientes estaban asegurados, Simon buscó a Meg, que
estaba sentada en el pavimento a pocos metros de distancia. La sangre goteaba
de su labio partido, manchando su blusa de verano. Sus labios se movieron. No
podía oírla, pero sabía lo que estaba pasando porque Starr escribía en el
pavimento mientras Jenni sostenía la mano de Meg y la miraba fijamente.
Emily Faire salió corriendo de la oficina médica. Sus ojos se fueron de Sam,
que todavía estaba a medio cambio, a Meg, y al muchacho. Entonces miró a
Simon y él comprendió: ¿a quién debería ayudar primero?
Al ver a Jane Wolfgard corriendo hacia ellos, Simon inclinó la cabeza para
indicar al muchacho.
—Trata con él.
La niña se separó del Halcón e intentó huir. Blair saltó en su búsqueda, y
luego se detuvo cuando la niña fue enterrada de repente bajo varios pies de nieve
esponjosa.
Simon miró fijamente al poni blanco que estaba parado cerca de la nieve.
Avalancha miró hacia atrás y resopló.
Podría haber sido peor, pensó. Las chicas del lago podrían haber enviado a
Arenales para averiguar qué estaba pasando. Pero le pareció reconfortante que
los Elementales mantuvieran su promesa de vigilar la Plaza Comercial mientras
los Antiguos observaban a ese Cyrus y a los otros humanos.
«Blair, desentiérrala» dijo Simon. «Que te ayude Saltarín. Eso evitará que
trate de lamer a Meg». No comentó lo que habría sucedido si el joven Lobo se
hubiera lanzado a la lucha. Ahora parecía dispuesto a lamer la herida de Meg y
gruñirle a Vlad, que seguía arrastrándolo lejos de donde Meg ahora yacía en el
pavimento.
—¡Mira lo que ese maldito monstruo le hizo a mi chico! —Ese Cyrus gritó
a Montgomery—. ¡Tienes que dispararle a ese hijo de puta!
—¿A quién mierda le importa dónde estoy? ¿Viste esa cosa? ¡Tienes que
dispararle por lo que le hizo a mi hijo!
—Lo mordió bien —dijo Emily Faire en voz alta mientras examinaba las
marcas de los dientes en la mano del niño—. Perdió un poco de piel, y va a
tener un bonito moretón, pero no veo nada de qué preocuparse.
—Necesito llevar a mi hijo al hospital —dijo ese Cyrus.
Simon lo miró con incredulidad. ¿Hospital? Fue un mordisco. De un
cachorro usando principalmente dientes humanos. Solo había que lamer la herida
y dejarla curar.
Emily resopló.
—Solía recibir mordidas más duras de mi hermanito.
Quería objetar. Incluso en forma humana, la mandíbula de un Lobo tenía
más poder que la de un humano común, por lo que el hermano de Emily no
podía morder más fuerte que Sam. Entonces se dio cuenta de que, como Intuye,
Emily estaba tratando de desactivar la ira en la Plaza Comercial. Tal vez no
pudiera saber de dónde provenía toda la ira, pero probablemente tenía la
sensación de que las emociones humanas no eran tan importantes en ese
momento comparadas con el resto de los seres que estaban involucrados en, u
observando, ese alboroto.
Simon estudió el odio en los ojos de ese Cyrus. Odio, sí, pero también
miedo. Y no había ninguna preocupación por la cachorra que estuvo enterrada
bajo la nieve y que había corrido hacia la manada femenina al otro extremo de la
plaza en vez de buscar consuelo en su padre.
Cuando la policía y ese Cyrus se fueron, Simon se volvió hacia Emily Faire.
—Tu hermano no puede morder tan fuerte como un Lobo.
Se encogió de hombros.
—Voy a cuidar de mis otros pacientes ahora.
Meg. Había dado un paso hacia el consultorio médico cuando Vlad lo llamó.
Dudó, pero Jane sabía que no debía lamer la sangre de Meg y sabía cómo cuidar
a Sam. Y Theral y Jenni estaban dentro para ayudar también. Así que Emily
Faire no necesitaba que nadie más se amontonara en la oficina.
Caminó hasta donde Vlad y Henry estaban junto a Starr Crowgard. Henry
señaló las palabras escritas con tiza en el pavimento.
Coche blanco. Hombre. Cara de dolor. Bala. Números y letras que Simon
comprendió debían ser de una matrícula.
Burke juró entre dientes al ver al agente O'Sullivan esperándole fuera del
consulado.
—Oí hablar de la pelea. Una tempestad en un vaso de agua.
—Si Cyrus Montgomery pone las manos en un arma, se convertirá en
mucho más que eso —dijo O'Sullivan, alcanzando la puerta.
—El médico debía pasar algún tiempo en nuestro consultorio médico cada
semana, pero no ha estado aquí en un tiempo —dijo Simon—. Es por eso que
contratamos a Emily Faire para que sea la sanadora humana en el Courtyard.
—Yo haré lo que pueda para localizarlo. —Burke dobló el papel y lo guardó
en el bolsillo. Puesto que la profecía era sobre el futuro, tal vez podrían
encontrar a Lorenzo a tiempo para detener el dolor y la bala. Tal vez Steve
Barquero podría ayudar con eso, ya que la mayoría de las chicas liberadas de los
recintos se escondían en las comunidades de Intuye—. ¿Su sobrino y la Sra.
Corbyn están bien? —Le preguntó a Simon.
—Lo van a estar —Simon sacó otro papel del bolsillo trasero de sus
vaqueros y se lo dio a Burke.
—Me mudaré oficialmente a Lakeside, pero por ahora todavía tengo una
residencia en Hubbney y trato de regresar un par de veces cada mes —dijo
O'Sullivan—. Podría encontrar una excusa para visitar la zona del Lago Senneca
si alguien quisiera enviar algo a la Sra. Montgomery.
—Lo tendré en cuenta —dijo Burke. Sin nada más para decir, O'Sullivan se
fue, pero Burke se detuvo—. Si Clarence estaba robando, ¿por qué no lo detuvo
el comerciante?
—El Halcón le habría dejado salir, así no hubiera podido decir que
pretendía pagar. —Simon se encogió de hombros—. Como todos los Terráneos,
los Hawkgard son más grandes que los halcones ordinarios. No es lo
suficientemente grande para levantar a un niño humano de ese tamaño, pero las
garras hubieran hecho mucho daño. Eso es lo que habría sucedido, pero Sam, y
Meg, intervinieron.
2
—Clarence llevaba un par de anillos, una versión infantil de una nudillera .
Podría haber causado un grave daño a otro niño.
—Sam obtuvo un golpe que sangró. —Simon sonrió con sequedad—. Hace
unos meses, le habría lamido el corte hasta dejarlo limpio y eso habría bastado.
Hoy, la mejilla cortada de Sam y el labio partido de Meg justifican ir a la Plaza
Comercial antes de la cena por helado, seguido de una maratón de películas de
La Brigada Lobo.
—Estoy sorprendido de que Sam y Meg no hicieran campaña para tener
helado también en la cena como postre. —Dijo Burke.
—Lo hicieron. Pero Katherine Debany adopto el rol de madre y dijo que el
helado no era suficiente para la cena y recomendó huevos revueltos porque
serían suaves para comer. Todo el mundo en la manada femenina está llevando
un huevo a Un Pequeño Bocado para que lo lleve a casa.
Parecía que Simon todavía estaba tratando de averiguar el estatus de la
madre del oficial Debany en la manada. Afortunadamente, el Lobo no pidió una
descripción del rol de la madre.
—Podría ser peor.
—No lo sé. Si fuera por mí, ese Cyrus se hubiera ido el día que llegó.
Tenía que hacer algunas conexiones. Tenía que encontrar algo que pudiera
convertirse en efectivo. Había vendido la bandeja extra de lasaña con bastante
facilidad, y los hombres a los que se acercó estaban interesados en cualquier otra
cosa que pudiera tener para vender. Pero con restricciones en todo sobre cuánto
los humanos podían comprar en el Courtyard, y los monstruos irritados por
Clarence manoteando un par de cosas estúpidas que no eran nada, no pensaba
que sería capaz de obtener suficiente comida para vender, a menos que vendiera
la mitad de lo que pudiera sacar del Courtyard y le dijera a Sandee que pagara
por su comida de otra manera.
En la sonrisa del hombre había ahora algo más que un toque de malicia... y
también en sus ojos azules.
—Me aseguraré de que el dinero te llegue.
Tolya
Messis 14
Estimada Jenni:
Jana
Capítulo 13
Sunsday, 14 de Messis
Intercambio, después de todo, era diferente de robar. Robar era malo, pero
el intercambio era algo que los humanos hacían.
*****
—Duele, pero no está mal. —Ella resopló—. Tienes que hablar con
Saltarín. No puede seguir empujando los pies de las personas para conseguir que
contengan su plato cuando come helado.
—Él no estaba empujando a las personas; estaba acomodando tus pies para
sostener su plato.
—¡Bueno, soy una persona!
*****
Querer gayetas
—Puede que quieras galletas, pero lo que necesitas son más lecciones de
ortografía —murmuró. Y había algo en los gruesos golpes del lápiz que la hacían
pensar que era una exigencia, no una petición.
Tal vez la decisión de Sissy fue la acertada: largarse sin decir una palabra.
Con quinientos en el bolsillo, podía coger un tren de regreso a Toland o ir a
Shikago. Tal vez incluso ir a una ciudad controlada por humanos en la Región
Sudeste. Sacarse a la perra y a los mocosos y empezar de nuevo.
*****
Meg abrió la puerta trasera, luego pisó el trozo de papel que casi se le
escapa. Ella lo recogió.
¡Querer gayetas!
— ¿Meg?
Se sentía como si hubiera esperado una semana, pero estaba bastante segura
de que sólo pasó un minuto antes de que regresara y le entregara otro pedazo de
papel.
Meg aspiró aire, sólo entonces se dio cuenta de que había estado
conteniendo la respiración mientras esperaba a Nathan.
Meg se levantó del suelo cuando oyó que alguien la llamaba desde la
habitación de enfrente.
—Ese es el cartero. Será mejor que vaya a trabajar.
*****
Simon se rascó detrás de una oreja que ahora estaba en forma de Lobo y
peluda.
—Está bien. Meg dijo mucho por todos nosotros.
*****
—¿CJ? Soy Jimmy. Te necesito de vuelta aquí. Tengo algunas cosas que
decirte.
—Jimmy...
Una pausa.
—Estaré allí en media hora.
Jimmy colgó y sonrió. Siempre podía contar con CJ. Sólo tenía que
presionar la tecla correcta.
*****
Meg se estremeció. La sensación de alfileres y agujas llenó un lado de su
cuello. Metió la mano en el bolsillo de sus capris y apretó sus dedos contra la
navaja de plata.
Las puso en la mesa en el orden en que fueron elegidas, luego miró el reloj.
Tenía un poco de tiempo antes de que llegaran los ponis para entregar el correo
por el Courtyard.
Volvió las cartas. Luego llamó a Aullidos, Buena Lectura.
—¿Vlad? Soy Meg. Necesito ver a Merri Lee por unos minutos. Estoy bien.
Sólo... perpleja.
Meg señaló las cartas. La carta de explosión. Una persona que apuntaba en
una dirección, pero había colocado la carta al revés. Y la última carta, el
resultado, era la figura encapuchada sosteniendo una guadaña.
—Eso es lo que quería que vieras. —Meg señaló la segunda carta—. Está al
revés. Eso nunca ha ocurrido antes.
—¿Nunca? Pero las cartas están todas revueltas en la caja. Tal vez les hayas
dado vuelta sin pensarlo, y esta vez te has distraído.
El Lobo guardián se volvió hacia ella, distraído. En ese momento, Meg vio
a un hombre de pelo rubio correr a través de la zona de entrega y dirigirse a la
vía de acceso.
*****
«Merri Lee también», dijo Nathan. «No podemos ver la ventana trasera de
la oficina, pero no hay niebla en el área de entrega. Pete Denby está arriba. Le
grité que se quedara adentro».
Con eso resuelto, Simon se volvió hacia el siguiente grupo.
«¡Elliot!»
«Déjame», dijo Vlad cuando Simon abrió la puerta para echar un vistazo al
exterior. «Yo debería estar a salvo en mi forma de humo».
Simon vaciló.
«¿Ves algún macho cerca de Theral?»
«No, pero el pavimento está oscuro cerca de ella. Podría ser sangre».
«Hecho».
Simón corrió escaleras abajo, con Vlad fluyendo a su lado. En su forma de
poni, los corceles de los Elementales eran tan vulnerables a los dientes y las
garras -y las balas- como cualquier otra criatura. No creía que los ponis hubieran
ido a por el correo y las golosinas si los Antiguos todavía estuvieran en la Plaza
Comercial.
Nathan se encontró con ellos en el arco de la plaza, y los tres se lanzaron a
través del espacio abierto hasta el lugar donde Theral estaba sentada en el suelo
con Jenni acuclillada a su lado.
«Welby Owlgard es el sanador más cercano» dijo Simon. «Y volar será más
seguro que viajar por tierra». Al menos esperaba que los Antiguos no bajaran a
un Búho del aire.
«De acuerdo», Vlad dijo. «Le pediré a Henry que transmita la información
al Teniente Montgomery y al Oficial Kowalski. Pueden venir aquí para hablar
con Theral o llevarla a un médico humano».
Después de dar a Theral un olfateo educado por el olor de ese Jack
Fillmore, Simon y Nathan se volvieron hacia la sangre cercana. Una parte era de
Theral; la mayoría pertenecía a otro humano. Siguieron el rastro de sangre a la
vista del huerto del Complejo Verde, donde se encontraron con Blair, que estaba
husmeando...
Tenían una forma diferente, pero un macho humano adulto tendría tanta
carne como un ciervo. Pero eso no era mucha comida para ninguna de las formas
de Antiguos cuando había dos de ellos consumiendo la carne.
Los huesos, lo que quedaba de ellos, fueron despojados. Todos los órganos
habían desaparecido, y los huesos largos de una pierna se habían roto por la
médula. Lo único que quedó intacto era el pie en el zapato y...
«¿Qué estás haciendo?» gritó Simon mientras Blair comía la carne del
pedazo de la pierna todavía conectada al pie.
«Encontré el otro pie pero no la otra pierna», dijo Nathan. Trotó hacia
Simon, llevando el pie por el talón.
«Tenemos que enterrar esto». Simon miró algunos arbustos a varios metros
de la huerta. Alguien que trabajara en la huerta no notaría la tierra recién
excavada detrás de los arbustos. «Ver una columna vertebral de conejo alteró a
Meg. Esto...».
Tierra rio.
—Nuestra Meg está repartiendo trozos de azúcar como un regalo extra-
especial. Arenales quiere conseguir su parte. —La Elemental dio la vuelta a su
corcel, y galoparon hacia la Plaza Comercial y a la Oficina del Enlace.
«Encontré esto», dijo Nathan un minuto después. Dejó caer una gran bolsa
de papel y una pequeña manta cerca del montón de ropas rasgadas.
Simon agarró la bolsa y abrió la puerta. Nathan bajó corriendo las escaleras
y pasó junto a Montgomery. Simon bajó más despacio y le tendió la bolsa.
—Eso es lo que encontramos.
—No queda nada, Teniente. —Lo cual no respondió la pregunta, pero era la
verdad.
Había cosas que decir, preguntas que hacer. Pero ninguno de los dos quería
decir o preguntar.
Mientras se volvía hacia la mesa para recoger las pilas de correo de las
cestas de Trueno, se dio cuenta de qué más debería estar sobre la mesa. Haciendo
señas a Merri Lee para que se uniera a ella, susurró:
—No preparé ninguna golosina. Ve lo que puedes encontrar en la habitación
trasera.
Mientras Merri Lee rebuscaba en la nevera y los armarios, Meg llenó las
cestas con el correo que iba a los diferentes complejos en el Courtyard. Recogía
la pila del Complejo Wolfgard cuando Merri Lee regresó, sosteniendo algo
detrás de su espalda.
—Todo lo que pude encontrar fue la caja de terrones de azúcar —susurró
Merri Lee.
Cuando Trueno volvió a estar en la línea, Meg entregó los trozos de azúcar,
para deleite de todos los ponis. No todos. Faltaban tres ponis. El resto trotó para
entregar el correo, pareciendo muy satisfechos consigo mismos.
Tan pronto como Meg cerró la puerta de la sala de clasificación, ella y Merri
Lee se apresuraron a la habitación de atrás y miraron por la ventana.
—Theral está en la Plaza Comercial —dijo Merri Lee—. Tal vez pueda ver
qué...
—Vi a un hombre corriendo por el camino de acceso —dijo Meg,
frotándose la garganta—. Simon iba por el camino equivocado, yendo a lidiar
con la discusión en los apartamentos.
Una disputa familiar, sin cargos presentados. Por lo que a Simon se refería,
la pelea venía con retraso. Desafortunadamente, el problema en la Plaza
Comercial detuvo la contienda entre Montgomery y ese Cyrus antes de que
Montgomery pudiera resolver la cuestión de la dominación de una vez por todas.
Igualmente desafortunado, pensó Simon, era que probablemente Montgomery
recibiera un vapuleo de los líderes de la policía por pelear donde había sido visto
por todos los humanos que conducían por la Avenida Crowfield.
—¿Simon?
No preguntes, Meg. No te mentiré, así que no preguntes.
—Tess nos dijo hace un tiempo que hay algo de menta en el Courtyard, así
que me preguntaba... ¿Los Lobos suelen masticar menta?
—No. ¿Por qué? —Antes de ir a ver a Meg, había entrado en el baño de
ABL para usar un enjuague bucal. También se había examinado los dos
conjuntos de dientes para asegurarse de que no hubiera trozos de carne humana
atrapados entre ellos por llevar la columna vertebral.
«Es más fuerte de lo que esperaba. Y no estaba seguro de que masticar una
hoja fuera suficiente para ocultar el olor de ese Jack»
Nathan tenía razón, sobre todo porque todavía estaba en forma de Lobo.
Ella asintió y salió de la oficina sin pedir más detalles. No creía que nadie
pidiera detalles sobre ese Jack Fillmore.
Bueno, casi nadie.
*****
—Usted no vio nada malo en tener una discusión con su hermano donde
todo el mundo podía verlo, así que no veo ninguna razón por la que usted y yo
no podamos tener una charla aquí.
—Eso fue un asunto familiar.
—¿Conoce a Jack Fillmore? —preguntó Burke.
—No lo sé... Ah, Jack. Sí. Sé a quién te refieres. Me debía algo de dinero y
me pagó un poco ayer.
Una vacilación.
—Quinientos.
—Eso es mucho dinero para prestarle a un conocido cuando sigue
diciéndole a su madre y hermano que está demasiado quebrado para comprar
comida para su familia y espera que lo ayuden.
Otra vacilación.
—Tenía un efectivo de emergencia escondido. Si mi mujer se enterara, lo
gastaría todo en una mierda estúpida. Ya sabes cómo son. —Cyrus sacudió su
peso de un pie al otro—. ¿Por qué preguntas sobre Jack?
—Las discusiones familiares deben ser hechas después del trabajo a partir
de ahora —dijo Burke—. Cualquier discusión que se lleve a cabo durante el
turno del Teniente Montgomery será considerada como asunto policial. ¿He sido
claro?
—Bastante claro.
Resentimiento. Astucia. ¿Cómo creció un hombre hasta llegar a ser esto,
viviendo en la misma casa que Monty, con una mujer como Twyla de madre?
Sin movimiento. Sin sonido. Henry le comentó que los Antiguos rara vez se
veían en alguna forma, así que en realidad no esperaba que llegaran corriendo
como lo harían los Lobos cuando entregaba las galletas.
Empezó a retirarse a la oficina, pero tenía algo más que decirles, si alguno
de ellos escuchaba.
—Gracias por salvar a Theral hoy.
Una hora más tarde, cuando cerró la oficina durante el día y salió a esperar a
Simon, notó que el recipiente de galletas había desaparecido.
*****
—¿Trampa?
—No.
Intuye. Podrían tener que esconder lo que eran para mantenerse seguros
entre otros tipos de humanos, pero su gente todavía necesitaba las mismas
habilidades que cualquier otra comunidad, y eso incluía la aplicación de la ley.
—¿Color de pelo?
—Marrón claro. Corto.
—Podría haber sido mejor para él si lo fuera. —El oficial señaló hacia la
pista en el bosque—. Por aquí.
—No señor. Ya estamos más allá del derecho de paso aquí. Si ya ha visto lo
suficiente, deberíamos volver a la carretera.
Si Steve Barquero no hubiera estado con él, podría haber empujado para ir
un poco más lejos por el camino, sin importar el riesgo. Pero sabía que no
encontraría a Dominic Lorenzo por ahí.
El coche sería remolcado hasta el asentamiento humano más cercano, pero
el oficial entregó la bolsa médica y la bolsa de viaje de Lorenzo. No había razón
para no hacerlo ya que no había nadie para arrestar, y la patrulla de caminos y el
equipo de investigación criminal no creían que hubiera un cadáver que quedara.
De vuelta en el coche, Burke siguió las instrucciones de Steve mientras
continuaban hacia el norte hacia el lago Tahki hasta llegar a un pequeño pueblo.
Ningún cartel de bienvenida con el nombre del pueblo. Las casas parecían un
poco gastadas, necesitaban pintura, pero los patios estaban bien cuidados y cada
casa tenía parterres o plantadores. El distrito de negocios era la misma mezcla de
pulcritud y mal estado. Un lugar más viejo con no mucho dinero para ahorrar en
suplementos, ya fuera si se referían al cuerpo gobernante o las familias
individuales.
Monty le devolvió el saludo. Entonces Lizzy subió los escalones del porche
de los Denby, tocó la campana y entró, sin esperar a que Eva o Pete llegaran a la
puerta.
Ver a su niña cruzar esa corta distancia era simplemente la precaución de un
padre. No era que él fuera el único que observaba a Lizzy caminar de un patio a
otro. A estas alturas, uno de los Hawkgard estaba encaramado en el porche del
apartamento sobre el suyo, otro corría por las corrientes de aire y vigilaba los
apartamentos y la zona de negocios del Courtyard, y un par de Cuervos estaban
en el porche de Kowalski y Ruthie, disfrutando de la comida que les habían
dejado. No creía que Jenni y Starr se aventuraran fuera del Courtyard, pero por
lo que Kowalski le comentó, Jake Crowgard se pasaba para el desayuno la
mayoría de las mañanas antes de tomar su posición en la pared de ladrillo que
separaba el patio de Henry de la zona de entrega. Lugar para observar a los
humanos que iban y venían, y para cuidar de Meg.
Así que los papeles que Pete había preparado ya estaban firmados, liberando
a Monty del contrato de alquiler. Apostaría una semana de paga a que la edición
de esa mañana del Lakeside Noticias tendría un anuncio del apartamento en dos
veces lo que Monty estuvo pagando.
—La cosa es —dijo Jimmy—, que hay dos apartamentos vacíos en este
edificio y otro más en el otro edificio. Es un desperdicio cuando alguien podría
estar viviendo allí.
—No creo que los Terráneos estén planeando contratar a nadie más para
trabajar en el Courtyard. No por un tiempo.
—No tendrían que trabajar para esos... para ellos. La gente podría alquilar
esos lugares por semana o por mes. Yo podría encargarme de eso, ser una
especie de supervisor.
—Cualquiera que venga aquí sin el permiso de los Otros es un intruso. Ellos
tratan duramente a los intrusos. Estos apartamentos no están en el mercado para
alquilar. Sólo se ofrecen a los empleados del Courtyard. Y no vayas imaginando
que vas a poder tener invitados de la noche a la mañana. Eres un invitado, y la
única razón por la que no te han echado es porque a Simon, Vlad y Tess les gusta
mamá. Y si crees que puedes meter a escondidas a alguien y obtener la llave de
uno de los apartamentos de arriba para que tus amigos puedan escabullirse antes
de ser atrapados, vuelve a pensar. Serán atrapados antes de que puedan
parpadear. Ellos desaparecerán y tú estarás en la acera con Sandee y los niños, y
tus elecciones te sacarán de Lakeside o te llevaran a la cárcel. —O peor aún—.
Jimmy, tu paseo gratis como invitado está casi terminado. Si te vas a quedar en
Lakeside, deberías encontrar trabajo y otro lugar para vivir mientras aún tienes la
opción.
—Mierda. —Había ira en los ojos de Jimmy ahora—. No trabajas para los
monstruos. ¿Cómo es que vives aquí?
—Porque Elayne fue asesinada en la estación de Toland, y la gente
responsable vino tras de Lizzy, pensando que sabía más de lo que en realidad
sabía. Quedarme aquí fue la única manera de mantenerla a salvo.
*****
Generalmente.
Mayormente.
A veces.
—No recuerdo haber acordado ser un centro de distribución.
—Sí, así fue. Algo por el estilo. Bueno, tal vez Simon fue el que estuvo de
acuerdo, pero uno de ustedes lo hizo. De todos modos, los editores de Toland ya
no quieren fraccionar empaques de libros, y no podemos vender cuatro docenas
del mismo libro en Aullidos, Buena Lectura. Y tenemos un acceso más fácil a los
editores Intuye y Terráneos en la parte este del Alto Norte porque pueden
enviarnos los libros a través del lago Tahki. Pero los libros que se venderán aquí
también se venderán en las librerías de Desembarco del Ferry, así como en las
bibliotecas de la isla y la parte continental. Luego enviaremos más libros a John
Wolfgard en Bennett, así como a Shelley Bookman y Jesse Walker en Pradera de
Oro. Meg no estaba segura de si la aldea Intuye en Aguas Dulces tenía una
biblioteca. Iba a redactar una carta para que tú y Simon la revisaran antes de
enviarla a Jackson Wolfgard para ver si alguien allí quisiera participar. A su vez,
John Wolfgard ordenará libros de editores en el Medio Oeste o en la Costa Oeste
si puede llegar a ellos y nos enviaría algunas copias.
—Los libros todavía tienen que viajar en camión desde el puerto del lago
Tahki hasta nosotros. —Vlad frunció el ceño—. ¿Vamos a ganar dinero con
esto?
—¿Y si hubiera?
—Pensamos que los humanos preferirían que fuéramos más discretos sobre
nuestra presencia.
—Son agentes que vigilan las carreteras que conectan las ciudades —
respondió Vlad—. Tienen territorios como las manadas policiales dentro de una
ciudad. Algunos son humanos, algunos son Intuye, dependiendo de qué tipo de
comunidades están conectadas por las carreteras. Los Terráneos no se consideran
parte de la patrulla, aunque sí vigilan todo lo que pasa por el país salvaje.
—Incluso los lugares que no están bajo control humano todavía tienen
agentes de ley.
—¿Ha hecho ese tipo de trabajo? —preguntó Vlad, curioso por las cosas
que Burke parecía saber que otros humanos no.
—En mis días de juventud. —Burke hizo una pausa—. Hace dos días, la
patrulla de caminos encontró un coche blanco que tenía agujeros de bala y
sangre. La matrícula coincidía con los números que vio la Sra. Corbyn en su
visión, y el coche está registrado a nombre del Dr. Dominic Lorenzo.
—¿Ha encontrado al doctor Lorenzo? —preguntó Montgomery.
—Lo encontré. Él fue herido, pero estará bien. —Otra pausa—. Se está
quedando en Isla Grande por el momento.
—Emily Faire nos dijo a Simon y a mí que ella era necesaria aquí a tiempo
completo porque alguien más se encargaría de la Comunidad River Road —dijo
Vlad.
Burke sonrió, pero la sonrisa se desvaneció rápidamente.
—El agente O'Sullivan habló con el Gobernador Hannigan anoche. Varios
de los médicos que participaron en el grupo de trabajo han desaparecido.
—Quizá se hayan adentrado en tierras de aldeas apartadas. —dijo
Montgomery.
—Circunstancias especiales.
Vlad esperó a que Montgomery saliera de la librería antes de llamar a Eva
Denby para decirle que estuviera vigilante acerca de cualquier persona que
pudiera estar tratando de quedarse en los apartamentos sin permiso y para
hacerle saber que unos Sanguinati se instalarían en uno de los apartamentos de
ahora en adelante.
*****
—¿Algún problema?
—No —respondió ella—. Es sólo... Hemos estado comiendo tanta carne
roja. La cual es muy buena carne, pero de vez en cuando uno tiene ganas de algo
diferente.
—Henry a veces captura más pescado del que quiere comer —dijo Simon.
—¿Quieres un pato mañana? —Preguntó Boone—. Los Hawkgard podrían
cazar uno si hay patos alrededor.
—No, eso está bien. —Eva les dio una sonrisa—. ¿Hay carne disponible?
Entonces me llevare una libra y media de carne molida. Con eso haré un buen
pastel de carne.
Con ello resuelto, Simon tomó sus paquetes de bisonte y carne vacuna y se
dirigió a casa para cenar y jugar con Sam y Meg.
Capítulo 15
Firesday, 17 de Messis
«Listos» contestaron.
«¿Listos?» preguntó a los Halcones.
«Listos».
Los Lobos cargaron contra su presa, enviando a los pavos hacia el cielo. Los
Hawkgard golpearon a tres de los pavos con suficiente fuerza para conducir a los
pájaros al suelo, donde los Lobos terminaron la matanza.
Blair tomó el pavo más grande -un macho de plumas negras- y trotó para
entregar la orden especial. Nathan y Simon llevaron los otros dos pavos al
Complejo Hawkgard. Uno proporcionaría alimento para los Halcones. Boone
desmembraría al otro y llevaría las piezas a la carnicería para vender a otros
humanos que pudieran querer algunas aves de corral, una vez que descubriera
qué partes del pájaro los humanos querían y no querían comer.
«La caza de los pavos es más fácil cuando los Halcones nos ayudan», dijo
Nathan.
«Más divertido también», dijo Simon. Esta cacería le recordó a jugar con el
volante de bádminton, enviándolo al aire para que los Halcones lo atraparan.
«Pero no hay suficiente carne para alimentar una manada».
¿Qué pasaría con una manada con sólo tres o cuatro miembros? Algo para
pensar, junto con la decisión de qué miembro de la manada tendría que aprender
a cocinar la carne. Esperaría a ver si Meg arrugaba la nariz frente a este tipo de
pavo como lo hacía cuando llevaba a casa un trozo de bisonte.
*****
Meg sacó punta a los lápices, alineó las plumas según el color, arregló el
orden de los CD que ella ponía como selecciones musicales de esa semana.
Consultó la puerta trasera, la puerta lateral de la sala de clasificación y la puerta
principal de la oficina.
Incluso miró debajo de la cama de Lobo en la habitación de enfrente, lo que
sabía que era ridículo porque habría un bulto tamaño Nathan debajo si el Lobo
estuviera jugando a tratar de esconderse de ella.
Nathan no estaba allí, y nunca llegaba tarde.
Pero Simon se había ido temprano para hacer algo Lobuno con Blair esta
mañana. Tal vez Nathan fue con ellos. ¿No debería haber llamado? Si iba a
llegar tarde al trabajo, debería haber llamado para que no se preocupara por él.
No estaba segura de que recibiera ningún pago por ser el Lobo guardián de
la Oficina del Enlace, pero tenía que haber alguna manera de inculcarle que no
aparecer no era aceptable. Y entonces supo exactamente qué hacer. Ella le diría
que la próxima vez que llegara tarde y no llamara, sacaría un par de galletas de
Lobo de su cuota de golosinas semanales. Toma ya.
Blair alcanzó la esquina. Miró a una mujer de pie cerca del paso de
peatones, luego señaló con una pata delantera el botón de "caminar" en el poste y
emitió un sonido. Meg no estaba segura de qué significaba el sonido, ya que
Blair tenía un bocado de cuello de pavo, pero la mujer empujó el botón de paso
de peatones y recibió un sonido más suave en respuesta.
El semáforo cambió. El cruce peatonal se iluminó y Blair y el pavo trotaron
por la calle y bajaron por la Avenida Crowfield.
Meg le siguió el ritmo en su lado de la calle, y luego se detuvo cuando trotó
hasta el paseo a la residencia de los Denby. Arrastró el pavo por los escalones
del porche y presionó una pata contra el timbre de la puerta, luego se apartó para
evitar ser golpeado en la nariz cuando alguien finalmente respondió a la puerta.
—¿Meg? — Merri Lee asomó la cabeza por la puerta de Aullidos, Buena
Lectura—. ¿Qué sucede...? Ay Dios. ¿Eso es...?
Eva abrió la mosquitera de la puerta después de que Blair tocara el timbre
un par de veces más. Cuando ella no dijo nada -probablemente no podría con la
boca abierta como la tenía- Blair dejó el pavo en su porche antes de volver su
camino de regreso al Courtyard.
—Me tengo que ir. —Meg le dio una amplia sonrisa mientras abría la puerta
—. Una entrega acaba de llegar.
—No he oído...
—Puedes contármelo todo después del trabajo.
—¿Contarte qué?
Ella corrió a la Oficina del Enlace y se escabulló dentro a tiempo para que
su entrega imaginaria se convirtiera en una verdadera.
*****
—Ven entra —dijo Eva, abriendo la puerta tan pronto como Twyla entró en
el porche—. Hay gatos en el vecindario, así que no quiero dejar... eso... sin
vigilancia, pero no quiero estar a la vista del público en este momento.
Twyla entró.
—¿Cómo terminaste con un pavo muerto en tu porche?
—Un Lobo lo trajo hace unos minutos. —Eva se pasó una mano por su
cabello corto.
—¿Por qué? —Ella habría pensado que él o ella querría la comida para sí
mismo.
—Boone sólo recibe envíos de cerdo y carne dos veces al mes, y todos nos
estamos cansando de venado y conejo. Incluso nos estamos cansando de la carne
vacuna. Así que le pregunté a Boone si tenía alguna gallina para la venta. Dijo
que trataría de conseguir algo.
—Y lo hizo —dijo Twyla, mirando por la puerta mosquitera.
—¡Ya sé eso!
Un gato del vecindario debió haber captado el olor a carne de un gran pavo
a la vista. Twyla no estaba segura de si el animal no la veía por la mosquitera o
no le importaba su presencia. Se dirigió hacia el porche, demasiado concentrado
en la comida disponible para observar a los Cuervos hasta que atacaron. Twyla
no estaba segura de cuál de los Crowgard disfrutó más; el que al vuelo agarró la
cola del gato, dándole un tirón antes de soltarlo y volar fuera de su alcance, o el
que voló y dejó caer un tomate podrido en la cabeza del gato. De cualquier
manera, no pensaba que ese gato volviera a buscar una comida en la casa de Eva
en algún momento próximo.
Twyla asintió.
—Tienen cazuelas grandes en La Carne no es Verde, y grandes hornos
también. Así que esto es lo que vamos a hacer. Después del trabajo, haremos que
uno de los chicos nos ayude a llevar el pájaro al Courtyard. Debe haber un lugar
donde preparen parte de la caza que venden en la carnicería. Ese sería el mejor
lugar para tratar con el pavo. Y cualquier cosa que desperdiciemos, los Otros
podrían ser capaces de usarla. Mientras tanto, pongamos algunos periódicos o
cartón debajo de ese pájaro para que no tengas que hacer más que pasar una
manguera en tu porche.
Ella sonrió.
—Lo bueno para todos nosotros es que sé un poco sobre eso. Lo mejor es
que Ruth y Merri Lee se unan a nosotras para esto. Deben aprender también.
—Ni uno ni lo otro —replicó Monty—. Desembarco del Ferry no está bajo
control humano. Los carniceros y los tenderos pueden poner limitaciones cuando
se trata de la venta de alimentos que se cultivan fuera de nuestra zona, pero no
hay límites de compra para cualquier cosa cultivada o producida en Isla Grande
o la tierra utilizada por los Intuye que cultivan alrededor de la parte continental
de la aldea.
*****
—¿Por qué?
Si las chicas ponían suficiente tocino y grasa en las hojas, la espinaca podía
ser lo suficientemente sabrosa como para que un Lobo comiera.
Estudió a Meg, que parecía concentrarse terriblemente sólo para lavar
algunas hojas.
—¿Qué pasa? ¿No quieres ir a esta cosa de la cena compartida?
—Sí quiero. Ruth, Merri y yo hemos hablado de ello, de qué puedo esperar.
Están emocionadas. Y yo también. Lo mismo Sam. —Cerró el agua y se paró
con las manos apoyadas sobre el fregadero, gotas de agua cayendo de la punta de
sus dedos.
Simon esperó.
—No puede unirse a nosotros para esta comida —dijo en voz baja—. Todos
vamos a estar en forma humana, y esto es diferente. Ninguno de nosotros ha
compartido comida con humanos de esta manera antes.
Parecía triste, pero sacudió la cabeza y volvió a secar las hojas de espinaca.
*****
Oso Grr estaba sentado en una silla que había sido girada para mirar hacia la
Avenida Crowfield, lo que hizo que Monty se preguntara si el oso de peluche
había sido puesto en un aislamiento por alguna razón. Tomando la otra silla en el
porche, no se sorprendió cuando Lizzy se acercó y se apoyó en él. La abrazó y
ella le regresó el abrazo.
—¿Oso Grr hizo algo que yo deba saber? —Había regresado a casa para
encontrar a Lizzy, Fanny y Sarah en su porche jugando a las canicas, vigiladas
por tres Cuervos y una hembra Sanguinati que él no conocía. Bueno, la
Sanguinati estaba observando a las niñas; los Cuervos estaban mirando el juego
o esperando una oportunidad de "pedir prestado" algunas de las bolitas
brillantes.
Lizzy sacudió la cabeza y dijo en voz baja:
—Pero él quería que te preguntara si Frances puede venir a vivir con
nosotros.
Tal vez Jimmy lo había intentado, de la misma manera que Clarence ahora
estaba tratando de presionar a Fanny, pero no tuvo éxito. Su madre y padre
habrían sabido si algo estaba mal. Tal vez no se habían dado cuenta de cuánto
daño Jimmy estaba infligiendo con sus palabras cuando no estaban cerca para
detenerlo, pero si se hubiera hecho físico de alguna manera, no les habría
importado que él fuera su hijo de sangre y Sissy fuera su hija adoptiva. Habrían
llamado a la policía y denunciado a Jimmy. Ellos hubieran hecho lo correcto por
Sissy.
—¿Papi?
Monty estudió a su hija, quería preguntarle si Clarence había tratado de
mostrarle... Bueno, ella había visto las cosas de los chicos en Sam Wolfgard,
pero Sam había cambiado de Lobo a un niño desnudo después de rescatar la
mayor parte de Oso Boo, el mejor amigo de peluche de Lizzy. Y Sam había
estado en una habitación llena de adultos, muchos de los cuales no veían
diferencia entre ver un pene humano y ver a un macho levantar una pierna para
regar un árbol.
—Lizzy, ¿ha intentado Clarence hacerte daño? —Su vacilación hizo que su
pecho se apretara hasta que le resultara difícil respirar.
—Un día me llamó con nombres -uso las malas palabras- porque dije que
no jugaría con él, sólo nosotros dos, y me sentí muy triste. Pero Sarah y yo le
prometimos a Oso Grr que jugaríamos afuera solas y que iríamos a la casa de
Sarah si Clarence salía. Y prometimos incluir a Frances siempre que se le
permitiera jugar con nosotras.
Los Otros podrían no entender el daño que se podía hacer con las palabras,
pero reconocerían y responderían a cualquier amenaza física dirigida a
cualquiera que fuera considerado parte del Courtyard.
—Es complicado, Lizzy —dijo. Para los humanos de todos modos—. Pero
Fan... Frances puede jugar aquí contigo todo lo que quiera. Y hablaré con la
señora Eva sobre dejarla jugar en la casa de los Denby también.
—Pero no a Clarence. —No era una pregunta. Sonaba más como una
súplica.
—No, Clarence no. —Él la dejó en el suelo—. ¿Pueden tú y Oso Grr
quedarse aquí un poco? ¿Por aquí en el porche? —Le pediría a Kowalski que
vigilara las cosas durante unos minutos.
—¿Solos? —Ella lo miró con esos grandes ojos marrones—. ¿No podría la
señorita Leetha quedarse con nosotros?
—¿Leetha? ¿Quién es? —Tenía la sensación de que ya conocía la respuesta.
Monty estudió a Lizzy como si nunca la hubiera visto antes. Unos meses
atrás, había vivido en un edificio de apartamentos donde los adultos habrían
sentido pánico al ver a una de las Terráneas. Ahora, tener a una Sanguinati como
vecina de arriba no valía la pena pensarlo dos veces... era, de hecho, un extraño
tipo de consuelo.
—Lo prometemos.
—Alguien viene a ver a Lizzy. —Lo que significaba que Robert y Sarah
eran bienvenidos a venir si Pete necesitaba a alguien que los cuidara.
La mujer que abrió la puerta era la misma Sanguinati que había estado en su
porche hacía un rato. Si hubiera sido humana, le habría echado unos cuarenta y
poco. No tenía ni idea de su edad, pero algo en la mirada de aquellos oscuros
ojos le decía que había visto y hecho mucho en su vida.
—¿Le importaría quedarse con Lizzy por unos minutos? Necesito ocuparme
de algunos asuntos.
—Puedo vigilar.
—No. Pero él aprendió a evitar ser atrapado con demasiada frecuencia por
mala conducta, y cuando era atrapado, siempre trató de transferir la culpa a otra
persona, o de persuadir a la otra persona para que negara que hubiera algún mal.
—Monty puso la botella en un posavasos que Pete le dio—. Ciertamente,
entrenó a Sissy para que fuera complaciente en lo que él tomaba de ella cuando
éramos niños, y nada de lo que les decía a ninguno de ellos parecía hacer la
diferencia.
Monty vaciló, luego se preguntó por qué, ya que él había pedido esta
reunión. Pete ya tenía formada una opinión sobre los miembros de su familia.
Dudaba que cualquier cosa que dijera ahora alterara esas opiniones, o
sorprendiera a un abogado.
—El hombre con el que Sissy estaba involucrada, el padre de las niñas. Era
un tipo agradable, firme. Y él realmente la amaba. Sólo lo vi un par de veces,
pero me gustaba. Estaba feliz cuando quedó embarazada de Carrie, y él y Sissy
hablaron de casarse. Entonces sucedió algo, y ya no hablaban de matrimonio.
Pero permanecieron juntos, y a pesar de que se alejó un poco, las cosas
parecieron tranquilizarse.
—No te casaste con la madre de Lizzy —dijo Pete con ligereza.
Sacudió la cabeza.
—Mamá podría saberlo. No importa ahora. Sissy está fuera del alcance de
Jimmy. Pero Frances...
—No puedes sacar a un niño de sus padres porque te dijeron algo que pasó
en otra ciudad —dijo Pete—. No hay pruebas de que Clarence haya obligado a
Frances a hacer nada, y sería su palabra contra la suya.
—Lo sé. —Podía ser nada más que Frances siendo infeliz y solitaria. Había
sido arrancada de su casa en Toland y se le había limitado el contacto aquí con
los niños con los que podía jugar. Incluso ahora, el apartamento era un hogar
temporal, uno que su familia podría perder en cualquier momento. Esto podría
ser nada más que una niña algo introvertida que quería sentirse estable. O podría
estar en peligro real de tener de proxeneta a su propio hermano.
Monty cogió la cerveza y vació la botella.
—Hablar con Eva y Ruth para que sean conscientes de un peligro potencial.
Hablar con Karl y Michael para una tarea no oficial. —Monty soltó su aliento
lentamente—. Y hablar con Simon y Vlad sobre cuándo el comportamiento
humano requiere intervención independientemente de la edad de los humanos.
—Después. No hay por qué enardecer a todo el mundo antes de que nos
sentemos juntos para lo que supone una cena compartida. —Pero le pediría a
Leetha Sanguinati que le informara si Jimmy, o Clarence, tenían algún visitante.
*****
—Nos quedaremos aquí hasta que todos los demás estén dentro —dijo
Blair.
—La manada femenina y el resto de la comida ya están aquí —dijo Nathan
—. Los hombres están llegando. ¿Eso es normal? Pensé que los hombres
ayudaban con la comida.
Pero Sam miraba fijamente a Saltarín, cuyos ojos ámbar mantenían una
perpleja seriedad.
—No puedes entrar —dijo Sam con calmada autoridad—. Tienes que ser
capaz de cambiar a la forma humana para comer aquí hoy.
Las mesas habían sido movidas juntas para formar una larga mesa en el
centro de la habitación. Otras mesas habían sido agrupadas para contener
cuencos y platos de una variedad de alimentos.
—Hay tantas cosas —dijo Meg, dando lentos pasos hacia las mesas de
comida.
«Demasiado tarde», dijo Simon mientras Michael Debany traía una gran
bandeja con carne apilada, incluyendo las piernas del pavo, que eran las únicas
partes intactas -y reconocibles- del ave.
Eso trajo más risas. Todavía no sabía por qué eso era divertido, pero Meg y
Merri Lee, con Sam entre ellas, fueron los primeros en elegir la comida, así que
no gruñó a nadie. Nathan regresó, le hizo un gesto con la cabeza para indicar que
Kowalski -y la comida- había escapado a Saltarín, y se unió a la fila.
Cazuela de frijoles verdes, brócoli y cazuela de queso, ensalada de patatas,
ensalada de macarrones y ensalada de espinacas; muffins, panecillos y pan de
calabacín; puré de patatas, relleno, pavo y salsa; mazorcas de maíz y mantequilla
derretida. Dejó de intentar identificar el resto de la comida que la manada
femenina había hecho para esta comida.
Meg no tomó más de una cucharada de cualquier cosa, pero tampoco lo
hicieron el resto de las hembras. Aún así tenían los platos llenos de comida. A
los cachorros no se les dio tantos alimentos diferentes, pero la cantidad era
suficiente, incluso para Sam. Cuando tomaron asiento en la mesa, Kowalski
regresó, y algo sobre la compasión en los ojos oscuros del hombre hizo brotar la
piel sobre los hombros y la espalda de Simon.
—Tienes que venir —dijo Kowalski en voz baja cuando llegó a Simon.
Oyó los gemidos antes de llegar a la puerta. Lobo pero no Lobo. Cuando
salió, comprendió la lástima en los ojos de Kowalski, supo por qué Montgomery
contuvo el aliento.
Antes de que pudiera decidir qué hacer con Saltarín, la señora Twyla salió y
miró al joven lloriqueante.
—No voy a tener un chico desnudo sentado a la mesa, así que es mejor que
le traigan algo de ropa —dijo.
—Señora Twyla... —empezó Simon al mismo tiempo que Montgomery
decía:
—Mamá.
—No.
La palabra fue pronunciada en voz baja y cortés, y dejó claro que no habría
argumentaciones ni discusiones.
Kowalski regresó.
—Adiviné los tamaños. Pensé que estaría bien si la camiseta fuera un poco
grande. Hace calor y el resto de los niños llevan pantalones cortos, así que traje
estos.
Había visto a Kowalski y Debany usar pantalones cortos como aquellos
cuando ejercitaban en Correr y Golpear, el gimnasio del Courtyard.
¿Habían ocultado sus sentimientos de esa manera la primera vez que habían
visto las cicatrices de Meg?
—Necesito un cortador o un par de tijeras —dijo la señora Twyla.
—Tengo tijeras en el mini kit de costura que guardo en mi bolso —dijo Eva
—. Yo los traeré.
No estaba seguro de quiénes eran los chicos hasta que Kowalski se movió
para pararse en un lado de Saltarín y le dio a Simon una mirada expectante.
Después de levantar a Saltarín en posición vertical, el joven necesitó un minuto
para encontrar su equilibrio, algo que no era fácil cuando estaba de pie sobre dos
pies de forma diferente. Nadine les ayudó a ponerle la camiseta, mientras que la
señora Twyla sujetó los pantalones cortos a la cintura de Saltarín y decidió dónde
rasgar la costura para proporcionar una abertura para la cola.
Cuando Eva volvió con su kit, no sólo abrió la costura, sino que también
añadió un par de puntadas para mantener la costura sin que se abriera más.
Luego metieron dentro a Saltarín.
Ruth trajo un plato que contenía puré de patatas, relleno, pavo y una
cucharada de brócoli y cazuela de queso.
—No estaba segura de si podía manejar mazorcas de maíz.
—Espera hasta que te lo corte. —La señora Twyla cortó el pavo y luego
puso el plato frente a Saltarín. Cogió un tenedor y dio unos golpecitos en el
extremo de los dientes—. Esto es puntiagudo y te dolerá si lo empujas en tu
lengua o en el interior de tu boca. Supongo que te lo vas a clavar una o dos
veces, todos los niños lo hacen, pero intenta tener cuidado. —Ella puso el
tenedor en su mano y lo guio hasta que él pinchó un trozo de pavo, luego lo soltó
—. Ahí tienes.
Era curioso que el cachorro le preguntara eso dado que había empujado su
plato a Meg para que le cortara el pavo a él.
—Lo hice por todos mis hijos y nietos cuando eran pequeños —respondió la
señora Twyla.
—La abuela Twyla solía cortar mi comida, pero ya no tiene que hacerlo —
dijo Lizzy.
«Eso es porque Pete Denby cortó su comida cuando cortó la de Sarah» dijo
Henry, sonando divertido.
Merri Lee mencionó el nuevo Estilo cozy Crowgard que estaba leyendo.
Kowalski preguntó si Alan Wolfgard tenía un nuevo libro editado. Michael
Debany preguntó si los Lobos habían jugado alguna vez un partido de
baloncesto.
Poco a poco todos se relajaron, hablando de libros y juegos que
involucraban pelotas de un tipo u otro, hablando de los alimentos que eran una
nueva experiencia para Meg, así como para los Terráneos.
—La mazorca de maíz es maravillosa —dijo Meg—. Tendremos que
conseguir que Jenni, Starr y Jake lo prueben de esta manera.
Merri Lee se echó a reír.
—Sí. No creo que la mantequilla derretida en el maíz crudo tenga el mismo
gusto.
Hablaron y se rieron y le preguntaron a Henry sobre sus esculturas. Nathan
gruñó una protesta cuando Meg dijo que le confiscaría galletas la próxima vez
que llegara tarde al trabajo, y eso hizo reír a la manada femenina, especialmente
cuando Meg confesó haber mirado debajo de la cama de Lobo para ver si Nathan
se estaba ocultando de ella.
A través de todo esto, Saltarín se sentó entre ellos, bienvenido y aceptado.
*****
Cortó los panecillos, los cubrió de mayonesa y luego metió todo el pavo que
pudo en cada uno. Sentado en la pequeña mesa, mordió un sándwich,
degustando resentimiento junto con la carne.
Lo que significaba que tenía que ser capaz de vender algo más, algo que los
otros hombres no tenían.
Las presas fáciles se conformaban con lo que estaba disponible, pero los
verdaderos hombres querían algo mejor. ¿Cómo se suponía que debían hacer
negocios sólo comiendo verduras y unas pocas onzas de carne cada día?
Los malditos Otros comían ratas y ratones y todo tipo de mierda no apta
para los humanos, y su carnicería siempre tenía mucho cerdo y carne. Los
buenos perros incluso salieron y trajeron un jodido pavo para esa perra Eva sólo
porque ella quería uno. Si la carne de la carnicería desaparecía una noche,
podrían cazar un poco más. Al menos entonces serían buenos para algo.
Pero había conocido a algunos hombres que podían hacer el trabajo y serían
lo suficientemente inteligentes como para darle su parte del transporte.
Debería haberles recordado que era su jefe y que no debían hablarle de esa
manera, pero había estado hambriento y superado en número y había demasiados
cuchillos afilados y utensilios puntiagudos al alcance de ellas.
—Tú puedes, dime Abuela todo lo que quieras. No cambia el hecho de que
puedes sostener ese cuenco por ti mismo. La señorita Meg te mostró cómo.
—Ella no está aquí. —La señora Twyla lamió su helado—. Solo siéntate y
pon tus propias patas alrededor del cuenco.
—Podrías hacer eso. Por supuesto, tendrás que rodear a mamá ahora que ha
decidido que Saltarín puede hacerlo él mismo.
—Pero cuando todos cenamos la otra noche, ella cortó su comida, lo ayudó
a comer.
—La otra noche, necesitaba ayuda. Esto lo puede hacer por sí mismo. —
Montgomery lo observó con curiosidad—. ¿Sigues alimentando a tus cachorros
una vez que tienen la edad suficiente para hacerlo por sí mismos?
—Por supuesto que no. Tienen que aprender a cazar, así como aprender a
proteger su parte de la comida. —Simon consideró lo que Montgomery estaba
preguntando—. No significa que los jóvenes no actuarán como cachorros a veces
e intentarán convencer a un adulto para que les dé una comida fácil.
—No muy diferente de los humanos a esa edad. ¿Con qué frecuencia sus
adultos se rinden?
Cuando Simon no respondió, Montgomery sonrió.
—Eso es lo que pensé. Supongo que los Lobos y mi mamá tienen algunas
cosas en común cuando se trata de criar a los niños.
Dicho de esa manera, explicaba por qué los Lobos trataban a la señora
Twyla más como una de los suyos que como una humana.
Vieron a Saltarín caer y colocar sus patas delanteras alrededor del cuenco.
Dejó el resto del helado, luego miró a la señora Twyla.
Simon salió a la Plaza Comercial con Montgomery, pero no dijo nada hasta
que quedaron fuera de la vista.
—Simon estará aquí en unos minutos —les dijo. El Lobo había estado un
poco confundido, por no hablar de cauteloso, de que se le pidiera tener esta
discusión en las Cámaras. Después de todo, era sólo la segunda vez, desde que
Simon se hizo cargo del Courtyard de Lakeside hace años, que era invitado a
traspasar las vallas de hierro forjado negro que marcaban los límites de la parte
Sanguinati del Courtyard.
Vlad estudió a la hembra que se había reubicado ahí cuando los Terráneos
abandonaron el Courtyard de Toland. Era una cazadora inteligente y hermosa.
No en la misma liga de Stavros como depredador, o de la suya, o incluso de la de
Nyx, pero aún así mortal.
—Simon Wolfgard es el líder de este Courtyard —respondió Vlad.
—¿Y por qué lo es con el abuelo residiendo aquí? —preguntó ella—. Los
Sanguinati gobiernan siempre los Courtyard en ciudades humanas prominentes.
Si bien esta ciudad no es tan importante como algunas de las ciudades que
gobernamos en la costa este, sigue siendo un puerto importante en los Grandes
Lagos.
La otra razón era que, en las grandes ciudades humanas, su tipo no solía
tratar directamente con Terráneos como los Antiguos.
—Si no puedes aceptar a Simon como líder, tal vez preferirías vivir en
Cataratas de Talulah —continuó Erebus—. Está bajo el gobierno de Stavros
ahora.
—No. —El tono de Leetha dejó en claro que no quería responder a Stavros.
«No es necesario». Vlad sonrió, casi sintiendo esa mirada ámbar a pesar de
estar fuera de la vista. «Estar en forma humana, quiero decir. ¿Debo abrir la
puerta?».
«No es necesario».
—No es necesario.
La cerca que limitaba las Cámaras no era alta, no trataba de mantener a
nadie afuera. Cualquiera que entrara sin ser invitado no se iría. Pero tal vez saltar
sobre la valla para unirse a ellos era la manera de Simon de decirle a Leetha, y
cualquier otro Sanguinati que podría tener dudas, que él era, de hecho, el líder
del Courtyard y que respetaba sus límites por elección.
«Abuelo Erebus», dijo Simon cortésmente una vez que se unió a ellos.
—Wolfgard. —Erebus inclinó su cabeza en el más mínimo arco.
«Meg quería que te dijera que hoy recibió un catálogo con un montón de
películas a la venta. Lo traerá mañana cuando haga sus entregas».
Erebus sonrió.
—La sangre dulce sabe cuánto me gusta ver mis viejas películas.
Leetha miró al abuelo, luego a Simon.
Sí, pensó Vlad. La sangre dulce es el vínculo entre los de nuestra clase y la
de Simon. No habríamos llegado tan lejos -en tan poco tiempo- si ella no
hubiera tropezado con el Courtyard. Algunos de nosotros no habríamos
sobrevivido a los recientes conflictos con los humanos. Incluso con sus
advertencias, algunos de los nuestros no sobrevivieron.
—Un par de nosotros siguió a Cyrus Montgomery esta noche — dijo Leetha
—. La estación de autobuses y las paradas del centro son buenos cotos de caza,
especialmente después del anochecer. Y las empresas que permanecen abiertas
más tarde de lo que la policía recomienda también son excelentes cotos de caza.
Las luces se bajan y la puerta se cierra, pero a los visitantes que entran antes del
cierre oficial no se les pide que se vayan. —Sonrió, mostrando un toque de
colmillos—. Los propietarios tienden a vivir arriba de su negocio y realmente no
les importa lo que les pasa a los clientes cuando llegan a su casa.
—¿Leetha? —La voz del abuelo Erebus era tranquila y más amenazadora
por ello—. El Wolfgard te hizo una pregunta.
Una vacilación, pero todos sabían que su respuesta determinaría si se le
permitiría permanecer en Lakeside.
«No vamos a detenerlos. Les vamos a dar más incentivos para robarnos
mañana».
De repente, Vlad se dio cuenta de por qué Leetha estaba teniendo problemas
para aceptar a un Lobo como líder del Courtyard. Había observado a Simon
tratando con la manada femenina y la policial. Lo había visto con Meg, quien
sacaba su lado juguetón. Pero ella no había tomado en cuenta que había una
razón por la que él era el dominante sobre Lobos fuertes como Blair y Nathan,
no había tomado en cuenta lo que significaba tener a una Cosechadora como
Tess viviendo entre ellos. Aún no había visto a Simon realmente.
—¿Qué razón? — preguntó.
«Vamos a asegurarnos de que ese Cyrus oiga hablar de una entrega de carne
especial».
Capítulo 18
Sunsday, 21 de Messis
Jimmy esperó hasta que el grueso de los que estaban almorzando mermara
antes de dirigirse a la Plaza Comercial. No quería encontrarse con su madre o
con CJ. No quería encontrarse con ninguna de las perras que espiaban para los
monstruos. Pero tres de ellas estaban sentadas en una de esas mesas con
sombrilla, comiendo ensaladas como si esa basura fuera comida de verdad.
Reconoció a las dos mujeres que vivían con policías en los apartamentos, Ruth y
Merri, pero no reconoció a la tercera, una chica de pelo negro que llevaba una
camisa de gasa grande a pesar del calor.
—No es seguro. Es por eso que no puedo garantizar que se pueda obtener
un corte en particular, pero estoy haciendo una lista de cualquiera que esté
interesado en recibir un poco.
El vampiro miró a Jimmy, luego se giró pero no bajó la voz lo suficiente.
—¿Vas a dejar que los humanos reserven parte de la carne especial?
El vampiro asintió.
—Resérvame una porción. No quiero perderme ese manjar.
—Voy a llevar tres rebanadas —dijo. Cuando el tendero levantó las cejas
que tenían más plumas marrones que pelo, añadió—: Los niños no podrán comer
más de media rebanada cada uno, no cuando van a tener sus verduras también.
Tres rebanadas entraron en uno de esos recipientes que se esperaba que los
clientes lavaran y trajeran. Jimmy hizo la compra y salió. Mantuvo un paso
tranquilo, incluso saludó a las tres perras que estaban terminando sus comidas.
Sandee estaba fuera cuando regresó al apartamento, y los mocosos también
estaban fuera, así que calentó una rebanada de pastel de carne, y luego la otra
mitad para su propia comida. Habiendo puesto el resto en el refrigerador, pasó la
tarde sentado en el porche esperando el anochecer.
*****
Meg colgó su camisa de gasa en la habitación trasera de la Oficina del
Enlace, luego fue al baño para echarse agua en la cara, cepillarse los dientes y
hacer pis. Los eufemismos, había aprendido, eran inútiles con los Lobos. Tan
pronto como Nathan regresaba de su propio descanso del mediodía, olfateaba
por la habitación de atrás y podía reportar exactamente lo que había hecho, así
que ¿qué sentido tenía decir algo más? Había intentado una vez usar el pretexto
de "Voy a empolvarme la nariz", pero cada Lobo que conocía había intentado
olfatear su rostro para poder identificar el olor de ese polvo.
Incluso con la ayuda de Merri Lee y Ruth, no pudo convencer a los Lobos
de que no había polvo hasta que Simon confirmó que, en algunas historias,
"empolvar la nariz" significaba hacer pis. Entonces Katherine Debany lo arruinó
más tarde, ese mismo día, al sacar un neceser y realmente empolvarse la nariz a
la vista de Elliot. Naturalmente, Elliot informó de ello a Blair y Nathan -y a
Simon- y la rutina de “déjame oler tu rostro” empezó de nuevo.
Meg dejó escapar un suspiro. Podía escribir una nota a Jean o a Hope o a
Barb Debany, o incluso a Jesse Walker en Pradera de Oro. Podía leer uno de los
libros que había sacado de la biblioteca. Normalmente, la idea de hacer esas
cosas le daba placer, pero ahora se sentía inquieta, molesta. No había picor,
ninguna sensación de alfileres y agujas advirtiéndole de algo a punto de suceder.
Era más sutil que eso, pero le revolvía un poco.
Sacando su caja de cartas proféticas del cajón, la abrió y apoyó ligeramente
las yemas de los dedos en las cartas. Pero no tenía una pregunta, ni siquiera tenía
idea de qué preguntar. Le había contado a Nathan lo de su almuerzo, él le contó
del suyo, y...
Agudas punzadas llenaron las yemas de sus dedos. Cerró los ojos y eligió
las cartas que le producían las punzadas más agudas. Con los ojos todavía
cerrados, dio vuelta a las cartas en el orden en que fueron elegidas.
Unos minutos después, ambas estaban mirando las tres cartas en la mesa de
clasificación.
—Las tres son cartas de comida. Bueno, una muestra una mesa llena de
panes, productos lácteos y cuencos de fruta; otra muestra un banquete con carnes
y verduras cocidas; y la última muestra animales que se consideran alimentos. —
Merri Lee frunció el ceño—. ¿Sigues sintiendo las punzadas?
Meg negó con la cabeza.
—Pero va a suceder algo relacionado con la comida.
—No parece que se trate de una escasez.
Frustrada, Meg soltó un suspiro.
—¿Tienes antojos de S.P.M? Tal vez por eso tienes fijación con la comida.
Tiendo a querer chocolate, pizza y aperitivos salados. Por supuesto, entonces
bebo mucha agua, y retengo mucho líquido, y me hincho, lo que me pone de mal
humor. —Merri Lee la miró expectante.
*****
Le comentó el tema a Simon cuando regresaron del trabajo, y pudo ver que
tenía sentido para él. Lo que la preocupó fue la expresión de sus ojos ámbar, y el
hecho de que no le dijera lo que significaba. Y por primera vez, le gruñó cuando
ella pidió una explicación. Le dijo que no era asunto suyo.
*****
Jimmy Montgomery era un jodido arrogante que pensaba que era una
mierda caliente sólo porque había vivido en Toland, como si birlar una cerradura
allí requiriera mayor destreza que ahí, en Lakeside. Había entrado en el bar, se
había comprado un trago y se había sentado en su mesa, como si lo hubieran
invitado. Comenzó a hablar de la necesidad de un equipo para un trabajo fácil,
uno que garantizaba poner comida en la mesa. ¿Ilegal? Por supuesto que no. La
ley humana no se aplicaba en el Courtyard, así que ¿cómo podía ser ilegal algo
hecho allí?
Llenaron sus mochilas con los mejores cortes de carne, dejando las
salchichas y el tocino, junto con los asados y jamones que no podían caber en
sus mochilas. No pudieron encontrar la carne especial que Jimmy dijo que
estaría allí, pero eso no importaba. Tenían todo por lo que habían ido y más.
Sí, todo había ido como un reloj. Justo hasta el momento en que salieron de
la carnicería y encontraron a los vampiros y a los Lobos esperándolos.
*****
En esa quietud, Monty oyó otra puerta abrirse. Apoyando su mano libre en
la barandilla, se inclinó hacia adelante y miró hacia el porche del segundo piso
de la casa vecina.
Kowalski, vestido sólo con pantalones del pijama. Algo sobre la forma en
que estaba parado le dijo Monty que su compañero también había agarrado un
arma en respuesta a... ¿Qué?
Otra puerta se abrió, más abajo. No podía ver, pero Monty sabía que era
Debany. Así que, todos habían oído algo.
Monty silbó, un sonido suave, pero fue suficiente para que Kowalski girara
en su dirección. Entonces el hombre más joven desapareció. Un minuto después,
reapareció, pasando por los patios delanteros hasta llegar al porche de Monty.
Si Jimmy contestaba.
—No —dijo de nuevo—. No fuimos llamados para ayudar. Mantén los ojos
abiertos mañana.
Meg bajó las escaleras de su apartamento y giró hacia el lado del Complejo
Verde que contenía el correo, la lavandería y las habitaciones sociales, así como
el arco que conducía a los garajes. Luego se volvió en la dirección opuesta y dio
unos pasos hacia la puerta principal del apartamento de Simon.
No había vuelto anoche. Bueno, lo había hecho. Había dejado una nota en la
mesa de la cocina, diciendo que tenía que ir a trabajar temprano, así que debería
manejar ella hacia la Oficina del Enlace. Pero se despertó sola esa mañana. Si
había regresado anoche para dormir un poco, no había vuelto a ella.
¿Había hecho algo que le molestó? ¿Podría preguntarle? ¿Se lo diría? Así
era como se sentía cuando se rompía con alguien... ¿Qué? ¿Que te importa?
¿Amado? ¿Cómo podía saber lo que sentía por Simon? Nunca había tenido esos
sentimientos antes. En ese momento, se sentía perdida, sola y asustada.
La forma como estaban las cosas entre ella y Simon no era igual a como se
daban las cosas entre Merri y Michael, por ejemplo. Su relación no era como las
que había leído en lo que Simon y Vlad llamaban los libros de besos. No era una
relación sin complicaciones, pero no estaba plagada de malentendidos -que,
según Merri y Ruth, eran mucho más divertidos al leer que al experimentar. No
todas las relaciones funcionaban. Y a veces la gente estaba confundida e
insegura de lo que sentía y de lo que quería tener y darle a alguien más.
Tal vez esto era normal. Tal vez Simon sólo necesitaba una noche para salir
y hacer cosas Lobunas con otros Lobos. Cosas que ella no podía hacer.
—Estás mirando algo, pero estoy bastante seguro de que no es a mí.
Meg soltó un sonido que podría haber sido un ladrido, tendría que haber
sido un grito, pero no fue ninguno, ya que apenas emitió un sonido.
—¡No te me acerques sigilosamente! —reprendió a Jester.
El Coyote la miró fijamente.
—No hubo ningún sigilo. Solo me acerqué a ti. Pensé que me habías visto.
No es mi culpa que estuvieras mirando algo que no estaba aquí. —Estudió la
puerta cerrada de Simon, luego la miró con atención—. ¿Qué estabas mirando?
Algo sobre el brillo en los ojos de Jester, algo sobre la manera en que se
lamió los labios cuando dijo que ya había desayunado, incomodó a Meg.
—¿Comiste conejo? —¿O una rata? Sabía que, para la mayoría de los
residentes del Courtyard, los conejos y las ratas eran carne intercambiable, y lo
que se consumía dependía de lo que pudiesen atrapar. Pero ella era humana, y
aunque comía la carne de una criatura, no tenía ganas de probar la carne de la
otra.
—No, no un conejo.
Esa mirada en los ojos del Coyote, un recordatorio agudo de que era tan
depredador como el resto de los Terráneos que vivían el Courtyard.
—¿Vas a ir manejando al trabajo? —preguntó, sonando... y pareciéndose
más al Jester que conocía.
Puesto que la tenía agarrada del codo y la conducía hacia el pasaje y a los
garajes, no parecía necesitar una respuesta. De hecho, ninguno de los dos dijo
nada hasta que pasaron por la Plaza Comercial y vio los carteles de Cerrado
pegados a los caballetes que bloqueaban todos los arcos que daban acceso a los
negocios.
—¿Pasó algo anoche? —Vio a Nathan, Blair, y Vlad -y a Simon- saliendo
de la carnicería.
—Ah, alguien hizo un poco de lío —respondió Jester—. Supongo que la
Asociación Empresarial decidió cerrar todos los negocios por un par de horas
para hacer una limpieza a fondo.
—¿Qué clase de lío?
Cuando llegaron a los garajes detrás de la Oficina del Enlace, Jester salió
del Bow y le abrió la puerta del garaje. Luego se apresuró a entrar en Un
Pequeño Bocado, sin esperarla.
Ya no tenía apetito, no es que hubiera querido comida alguna desde que vio
la nota de Simon en la mesa de la cocina. Meg tomó su bolso y sacó la bolsa
térmica del Bow y se dirigió a la puerta trasera de la Oficina del Enlace.
Acababa de abrir la puerta cuando Kowalski caminó por el camino de acceso,
vestido para trabajar.
—Hola, Meg. —Kowalski sonrió, pero parecía distraído por los caballetes y
el cartel que bloqueaba el tercer arco que conducía a la Plaza Comercial. Luego
miró el segundo piso de su edificio—. ¿Sabes si el agente O'Sullivan está aquí?
¿O si tiene compañía?
Él sonrió.
—Algo que a ti ya Simon les va a gustar probar en algún momento.
No podía decirle si sería así o no hasta que descubriera lo que significaba la
palabra.
—Algo así.
*****
—Entonces Boone no tendrá nada que vender hasta que llegue el próximo
cargamento de carne de las granjas —dijo Henry. Él esperó un golpe—. No hay
nada malo con la carne que fue tomada. No estuvo fuera de la nevera lo
suficiente para empezar a echarse a perder.
—La carne está bien para nosotros, pero no para los humanos.
—La carne estuvo fuera el mismo tiempo que cuando los humanos la
compran en una carnicería y la llevan a casa.
Pensar en Meg y en la razón por la que estaba tan lleno lo hizo gruñir.
—Eran invasores. Ladrones. Malos humanos. No fue como si nos
hubiéramos comido a una de sus amigas.
—No eres humano, Simon —dijo Henry en un bajo rumor—. Nunca serás
humano. Y los que son humanos, siempre serán carne.
—No todos ellos. No más. —Y ahí estaba el tema, la forma que él, con el
acuerdo de Vlad, Henry y Tess, habían elegido para castigar al ladrón restante
iba a causar todo tipo de disgustos entre los humanos.
Sintió que algo se movía dentro de él, un alboroto de cambio que estuvo y
se fue.
No era humano. Nunca sería humano. Pero, en realidad, ¿aún era un Lobo
Terráneo?
*****
Una vez que Lizzy entró en la casa de los Denby para desayunar con Sarah
y Robert, Monty y Pete Denby se unieron a Kowalski y Debany entre el frente
del dúplex y la acera pública.
—Karl, quiero que te quedes cerca del Courtyard durante un rato y vigiles
las cosas. —Monty miró a su propio edificio de apartamentos y esperó la señal
que indicaba que Kowalski sabía exactamente a quién necesitaba vigilar—.
Michael, te vas de servicio a tu hora habitual, pero mantén tu teléfono móvil a
mano en caso de que Karl necesite respaldo por cualquier razón. —Miró a Pete
—. El resto debe hacer su trabajo como de costumbre.
—¿Crees que es seguro que los niños vayan a la escuela? —preguntó Pete.
—Creo que hoy es el lugar más seguro para ellos —respondió Monty.
Sacó su teléfono móvil y llamó a la estación de la calle Chestnut, pidiendo
un coche y un chofer para recogerlo. También habló con el Capitán Burke,
informando de lo que sabía.
Pero no había nada en el lugar donde habían estado los cazadores la noche
en que mataron a Daphne Wolfgard y trataron de disparar a Sam. Nada
escondido entre las piedras. Sin billetera, sin llaves, sin libreta de racionamiento
o licencia de conducir. Nada.
Volviendo al patrullero, Monty llamó a Kowalski.
—Sí, señor.
Monty terminó la llamada. Al cabo de un minuto, se dio cuenta de que el
Oficial Hilborn lo observaba.
—Sí, señor.
Los humanos conectados al Courtyard necesitaban mantener la ilusión de
trabajar como siempre, hasta el momento en que no fuera posible.
*****
Meg cerró la puerta privada casi del todo. La puerta de entrada todavía
estaba cerrada. No era hora de abrir la oficina todavía, así que Nathan no estaba
allí para mantener un ojo en las cosas, incluida ella. Especialmente ella.
Volviendo a la mesa de la sala de clasificación, cogió la navaja plateada. Un
lado del mango tenía algunas hojas y flores. El otro lado estaba llano y tenía un
grabado en él. Lo que fue su designación; lo más cercano que tuvo a un nombre
durante veinticuatro años.
Nadie quería contarle lo que estaba pasando, pero la navaja se lo diría.
Salvo que ella no sentía ningún pinchazo que guiara a la parte correcta de su
cuerpo para hacerse el corte.
Frustrada, Meg metió la navaja en el bolsillo, abrió un cajón y sacó la caja
de las cartas proféticas. Extendió todas las cartas sobre la mesa, incluyendo las
nuevas que eran en realidad un juego de niños con ilustraciones simples. Pasó
los dedos sobre todas ellas, moviéndose hacia adelante y hacia atrás.
Pero había tres cartas más volteadas boca arriba sobre la mesa.
Sacó el cuaderno que usaba para registrar cualquier cosa revelada usando
las cartas, fechó una página limpia y escribió:
Figura encapuchada con guadaña + patrullero + hombre en la cárcel
Señal de peligro
—¡Arroo!
Quería mostrarle a Simon, pero ¿y si quería una excusa para alejarse, para
evitar seguir siendo amigos? Los Lobos no se alejaban de los miembros de la
manada que tenían cerebros vacilantes. Saltarín era prueba de ello. Pero ella no
era un Lobo, no era realmente de la manada.
*****
Simon abrió la cerradura de la puerta principal de Aullidos, Buena Lectura y
sacó la cabeza mientras Kowalski se acercaba a la tienda por segunda vez.
—¿Estás buscando algo? —preguntó.
Kowalski sonrió y sacudió la cabeza.
—Estoy haciendo una patrulla a pie mientras que el Teniente Montgomery
se ocupa de algunas cosas en la estación.
Marie Hawkgard había observado a Kowalski ver a otro policía remolcar el
vehículo que había quedado en el estacionamiento de El Ciervo y la Liebre. Los
Cuervos lo habían visto revisar el estacionamiento para clientes del Courtyard y
probar la puerta de madera en la pared que dividía el lote para clientes del
estacionamiento para empleados. El oficial de policía pareció complacido al
encontrar la puerta cerrada con llave y había seguido caminando por el perímetro
de la valla del Courtyard, cruzando la calle durante una pausa en el tráfico para
regresar a la Calle Principal. Miró todos los coches estacionados en la calle,
luego condujo a los niños Denby, a Lizzy y a Ruthie hasta la esquina cuando
llegó la hora de que subieran a la escuela para las clases de la mañana.
—¿Por qué?
*****
Pero nadie lo había llamado para decirle a qué hora debía reunirse con ellos
para recoger su parte de la carne. Y nadie respondía a sus llamadas.
Tal vez habían perdido la paciencia y no hicieron el trabajo. Tal vez por eso
no querían hablar con él. Era bastante fácil confirmarlo.
—¿Adónde vas? —preguntó Sandee cuando se dirigió a la puerta.
—¿Qué clase de negocio? —se apresuró tras él, usando esas estúpidas
zapatillas de tacón alto. ¿Qué clase de mujer llevaba una mierda así?
Antes de casarse con ella, solía pensar que cosas así la hacían parecer sexy.
Pero eso fue cuando con sólo mirar su cuerpo se excitaba. Y lo que parecía
atractivo durante un par de horas, se veía bastante estúpido cuando tenías que
vivir con ello.
—Jimmy, los niños tienen hambre y no hay nada que comer —dijo Sandee
mientras se agarraba a su brazo.
—Toma —Merri Lee sostuvo una de las tazas para llevar de Un Pequeño
Bocado—. Nadine le enseñó a Tess cómo hacer un moca helado, y me ofrecí
para tomar un descanso rápido y traerte uno para que lo pruebes.
—Vlad está allí ahora. —Merri Lee vaciló—. Hay algo extraño en el cierre
de la Plaza Comercial. Normalmente, Vlad se quejaría un poco de que yo tomara
un descanso antes de lo habitual -aunque creo que lo hace porque piensa que un
empleador humano lo haría- pero cuando le dije que me iba a verte, me dirigió
esa extraña mirada, como si estuviera tratando de decidir si yo sabía algo. Lo que
me hizo pensar que hay algo que saber.
—Karl está patrullando a pie —dijo Meg. Tomó un sorbo del moca helado
—. Hum, esto es bueno.
Merri Lee asintió con la cabeza.
—Frío y con cafeína. Definitivamente un premio en este calor.
—Diez dólares.
Pensó en tratar de negociar por un precio mejor, pero se dio cuenta de que
era inútil. Si esa era la única pieza de carne disponible, el macho podía venderla
por el doble de ese precio a la siguiente persona que entrara en la tienda. Lo que
significaba que Jimmy podría venderlo por lo menos por lo mismo fuera del
Courtyard.
—Vendido.
—Siendo la última pieza, ya está envuelta —dijo el macho. Volvió en
menos de un minuto con lo que parecía un largo asado envuelto en pesado papel
de carnicero y atado con cuerdas.
Se sacó la funda por su cabeza y la dejó caer. Cuerpo bonito, pensó Jimmy,
momentáneamente distraído del loco policía. Bonita y desnuda y... Vio plumas
suaves cubriendo su coño en vez de pelo normal. Ver su cambio a un Cuervo
grande y volar lo asustó aún más.
No sabía cuánto tiempo permaneció sentado en el suelo. Se sintió como una
eternidad, pero no podría haber sido más de un minuto o dos antes de que
Debany llegara corriendo y dijera que un patrullero estaba en el camino, antes de
Kowalski y Debany lo levantaran y colocaran cuidadosamente el asado en una
bolsa de pruebas.
*****
Meg observó al patrullero salir a la Calle Principal con el hermano del
Teniente Montgomery en la parte de atrás. Ser llevado a la estación no era lo
mismo que ser arrestado. Pero dado el número limitado de imágenes que podrían
usarse para transmitir una visión, ¿las cartas proféticas harían tal distinción? ¿O
era suficiente que alguien fuera a la cárcel, aunque la estancia fuera temporal?
Si ese era el caso, si esta era la primera parte de lo que las cartas habían
revelado, también había habido una muerte. ¿De quién fue la muerte?
Miró a Nathan, que la observaba con una intensidad que la hacía sentirse
pequeña y sabrosa, y se alegró de ser profeta de la sangre, porque la hacía
incomible.
—Lo que sea que hiciste esta vez, tal vez no puedas sobrevivir a ello.
—No hice...
El Capitán Burke entró en la habitación. Cerró la puerta, se acercó a la mesa
y apretó las manos contra la superficie, toda su atención en Jimmy.
—Su hermano no debería hacer este interrogatorio —dijo Burke—. Pero
pensé que nos iba a mentir, retrasar, adular y desperdiciar el tiempo de todos si
tuviera a alguien más haciendo las preguntas. No estoy dispuesto a perder el
tiempo de nadie, especialmente el mío. Así que esto es lo que va a suceder. El
Teniente Montgomery va a tener diez minutos para sacarle información sobre un
incidente que ocurrió anoche. Voy a estar parado en el otro lado de ese vidrio,
escuchando. Si estoy convencido de que ha proporcionado información exacta,
será libre de irse. Si no estoy convencido, será acusado de profanar restos
humanos, cómplice de asesinato y canibalismo. Y será trasladado a un lugar
seguro, no revelado al caer la noche, el tipo de lugar del que la gente como usted
nunca se va. Puedo y voy a hacer que eso suceda. —Se enderezó y se alejó de la
mesa, finalmente miró a Monty—. Sus diez minutos empiezan ahora.
Jimmy sonaba como siempre, seguro de que iba a marcharse indemne para
empezar a pensar en su próximo plan. Pero no esta vez.
Jimmy no pensaría dos veces en algo así. Monty lo vio en sus ojos, en su
rostro. Dejaría a Sandee con la duda y no le importaría.
—Lo conocías, Jimmy.
—Estás mintiendo. Conozco las señales. —Sí, él conocía las señales. Jimmy
era astuto, malicioso. Él nunca diría la verdad si una mentira funcionaba. Y le
gustaba golpear a la gente con palabras e intimidarlos con un cuerpo grande y
una gran voz. Como Jimmy había hecho con Sierra. Como le estaba haciendo a
la joven Frances, dándole a su hijo un gesto de aprobación para hacer lo mismo.
—No creo que ella diga nada cuando le diga que tuviste la oportunidad de
cooperar, pero te negaste a cumplir con las condiciones de tu liberación y fuiste
enviado al lugar donde se lleva a los criminales peligrosos mientras esperan el
juicio.
Monty se sentó.
—No creo que fueran seis —informó Jimmy—. Y tal vez fue un poco mi
culpa, pero no como tú piensas.
Él esperó. Monty no dijo nada.
Al final, Monty obtuvo el nombre del bar y los nombres de los cuatro
hombres que eran conocidos en un lugar como ese. Ojalá fuera suficiente para
que la policía pudiera llenar formularios DUD para los familiares.
—¿Puedo irme ahora? —preguntó Jimmy cuando Monty volvió a ponerse
de pie.
Louis suspiró.
—Podría haber sido peor.
—¿Cómo?
Pero los Otros sabían que el robo iba a suceder y no habían pedido ayuda a
la policía, así que tuvo que preguntarse si Jimmy había creado una cuña entre él
y Simon Wolfgard, si había roto la confianza que se estaba construyendo.
Y tenía que preguntarse qué significaba eso para las comunidades mixtas
que se estaban creando y para las personas que ahora vivían entre los
depredadores dominantes del mundo sin siquiera el pretexto de una barrera entre
ellos.
*****
Burke estudió a Kowalski, que estaba sentado en su oficina con la mirada
perdida y todavía un poco tembloroso. Pero los ojos oscuros del oficial ya no
tenían la mirada salvaje, así que ahora era el momento de hablar.
—Una cosa es tomar una billetera que se dejó para que uno la encuentre y
sepa que la persona que la poseía cruzó alguna línea y fue asesinada y comida
debido a ello. Otra cosa es ver la prueba.
—Siempre que salía la noticia de que los Lobos habían mordido la mano de
un ladrón, Aullidos, Buena Lectura se llenaba de clientes durante los días
posteriores —dijo Kowalski.
Burke sonrió.
—La perversidad de la naturaleza humana. Pero una mano cortada no es lo
mismo que un cadáver. Los Terráneos en el Courtyard son fieles a su naturaleza,
Karl, y eso los hace muy peligroso. Pero siguen siendo la única posibilidad de
supervivencia que tenemos, porque no importa lo peligroso que sean Simon y
Vlad y el resto de ellos, no son ni mucho menos una amenaza para nosotros
como los Otros que viven en el país salvaje.
Kowalski se echó hacia atrás.
—Lo sé. —Suspiró—. Lo sé. ¿Qué pasará ahora?
—No quiero que vayas a la calle, así que te quedas en tu escritorio durante
el resto del día, date tiempo para arreglarte. Si el Teniente necesita un conductor,
Debany o Hilborn pueden hacerlo.
La sonrisa se desvaneció.
—Me está dando mucho crédito por unos segundos que no recuerdo.
—Sí, señor.
—Habla O'Sullivan.
Una vacilación.
—¿Has chequeado los hospitales y el depósito de cadáveres por algún NN?
—No es necesario.
—¿Has llenado un DUD?
—No es necesario. —¿O'Sullivan entendía el mensaje de que Lorenzo
estaba vivo y su paradero era conocido?
— ¿Podrías revisar los hospitales y la morgue de todos modos?
Burke se enderezó.
—¿Problemas?
—La mitad de los médicos que estaban recopilando información sobre las
Casandras de sangre renunciaron al grupo de trabajo después de haber sido
amenazados por miembros del movimiento Humanos Primeros y Últimos.
Durante mi conversación con el Gobernador, confirmé que varios médicos
además de Lorenzo han desaparecido.
—Gracias.
*****
—¿Qué? —exclamó Simon cuando Vlad, que estaba detrás del mostrador
de salida de ABL, sin hacer nada útil, continuaba mirándolo.
—Estoy viendo que todos los libros que estás poniendo en la mesa de
exhibición son thrillers de autores Terráneos y son del tipo que podría ser
descrito como rasgar y romper.
—¿Y?
—¿Hay algo que podamos hacer por usted, señora Twyla? —preguntó Vlad.
—Entiendo que toda la carne que fue entregada ayer fue robada.
—Ya veo.
Simon no podía soportar que ella pensara que no había carne, que la manada
femenina no tendría nada más que verduras.
—La carne que los ladrones no tomaron se la dimos a La Carne no es Verde
para usar. Y podemos descongelar un par de paquetes de carne de bisonte.
La señora Twyla asintió.
—Ese es un buen plan. Y los humanos no necesitan tanta carne como
ustedes, así que un poco puede servir para mucho.
—Henry lo hace.
La señora Twyla miró a Simon de una manera que le hacía querer dar un
paso atrás, o mostrarle sus mejores dientes en advertencia.
—Mi James era un buen hombre, y lo amé durante todos los años que
estuvimos casados. Todavía lo hago, aunque hace algunos años que ya no está.
Pero le gustaba comer un queso que dejaba un olor en la casa peor que un mal
caso de pedos.
—Lo era. Pero era parte de quién era. No me pidió que lo comiera, y no le
pedí que renunciara a comerlo. Así es como funciona cuando dos personas son
compañeros.
Dio un paso adelante. Simon se mantuvo firme todo el tiempo que pudo
antes de dar un paso atrás.
—Tiene más valor del que está mostrando en este momento, y evitar a la
chica no les hace ningún favor a ninguno de los dos. Háblenlo, dejen las cosas
claras, decidan con lo que cada uno puede vivir.
*****
Meg se paró en un extremo de la huerta del Complejo Verde y miró las
cestas tejidas llenas de calabacín.
— ¿Esto es normal?
Bueno. Una comida sin calabacín. Por supuesto, no estaba segura de qué
comerían, o si iba a comer sola.
Entonces vio al Lobo moviéndose hacia ella. Simon, con su pelaje oscuro
moteado con un gris más claro. Había pasado un tiempo desde que tuvo esa
extraña sensación de no poder verlo claramente cuando se movía, como si
estuviera viendo una imagen superpuesta de algo aún más grande atravesando la
piel de un Lobo, haciendo el contorno indistinto. Tal vez era un poco de su
verdadera forma, lo que él era, que se mostraba cuando estaba estresado, como
cuando estaba en forma humana y las cosas cambiaban involuntariamente
porque estaba enojado o molesto.
¿Alguien más experimentaba esto cuando veía a los Otros? ¿O al ver las
visiones de la profecía sesgaba la forma en que veía el mundo mundano? Si es
que se pudiera llamar a cualquier Terráneo mundano.
Observó a sus amigas poner las cestas tejidas en las cestas de alambre en la
parte delantera de sus bicicletas. Ella las vio alejarse. Luego miró a Simon, que
se había acercado más a la huerta mientras Merri Lee y Ruth se alejaban.
—Eran malos humanos. — La voz de Simon era áspera, pero sus ojos
ámbar no tenían los destellos de rojo que indicaban ira.
—Sí.
Por supuesto, habría sido más inteligente que esos hombres robaran una
tienda humana. La policía los habría arrestado en lugar de comerlos.
—¿Cuántos eran?
—Cuatro.
No conocía a todos los Lobos personalmente, pero entre los que cuidaban
de los cachorros y el Complejo Wolfgard y los que, como Simon y Nathan,
trabajaban en las partes más visibles del Courtyard, tenía una idea bastante
buena de cuantos Lobos vivían en Lakeside.
—¿Eran hombres escuálidos? —preguntó.
Ella intentó visualizar ilustraciones en una carta profética que clasificara los
gustos de la carne. En una escala de uno al diez, ¿los ciervos serían un diez y el
pollo uno? ¿Las vacas y los cerdos serían siete u ocho y los humanos serían
cuatro o cinco?
—¿Meg? ¿Qué estás pensando?
Ella le dijo.
Él la miró antes de decir lentamente.
—No necesitas una carta profética como esa.
No, no necesitaba. Pero...
—¿Qué tan exacta sería la carta ilustrada de esa manera?
—Suficientemente cerca.
—Así que la carne especial no es especial porque sabe mucho mejor que la
otra carne. Es especial porque no se come a menudo.
Meg empezó a levantarse pero se dio cuenta de que tenía una pregunta más.
—Si esos hombres hubieran intentado robar algo que no fuera comida, ¿los
habrías matado?
—¿El verano pasado? Sí, lo habríamos hecho. ¿Ahora? —Él la miró a los
ojos—. Los habríamos desgarrado como una advertencia para otros humanos,
pero probablemente habríamos aullado por Montgomery y hubiéramos dejado
que la manada policial tratara con los intrusos.
*****
Cuanto más tiempo pasaba alrededor de los humanos, más confuso se
sentía. Todos los otros depredadores que los Terráneos habían absorbido tenían
una estructura social que tenía sentido. ¡Pero los humanos no!
Podían no comerse entre ellos, pero los humanos mataban a otros humanos
todo el tiempo. Lo había visto con sus propios ojos cuando Lawrence
MacDonald fue baleado y asesinado en los puestos de la feria, cuando hombres
del movimiento HPU atacaron a su grupo. Aunque el grupo humano se vio
entristecido, su comportamiento no cambió hacia los Terráneos. De hecho, las
muertes de MacDonald y Crystal Crowgard hicieron aún más fuerte el vínculo
entre el grupo humano y los Otros.
¿Sería que ellos aceptaban que los Terráneos vieran a los humanos como
carne porque se daban cuenta de que a aquellos que vivían en el Courtyard ya no
se los veía así? ¿O la aceptación venía porque entendían que ellos también serían
vistos como carne por los Terráneos que vivía más allá de Lakeside y los lugares
conectados como Isla Grande, Cataratas de Talulah y la Comunidad River Road?
—Piezas de bisonte.
—Ruthie hizo un estofado de carne el otro día. Carne de vaca. Congelamos
una parte en un par de contenedores. Un recipiente probablemente no sería
suficiente para grandes apetitos como los nuestros, pero para las chicas, para
Meg...
Jimmy se tiró de la silla y entró para detener la mierda que hacían los
mocosos, pero se detuvo en la puerta del dormitorio.
Había oído algo sobre cicatrices y chicas, pero ¿cómo se suponía que iba a
recordar con Fanny gritando así? Y si seguía así, ¿cuánto tiempo pasaría antes de
que uno de los malditos policías empezara a golpear la puerta?
Los platos estaban todavía en el lavabo, así que Sandee sacó un trozo de
toallas de papel del rollo para usar en su lugar. Cuando abrió la caja, Jimmy
sintió que la ira le quemaba el estómago.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—CJ compró una pizza grande para dividir con nosotros —dijo Sandee, un
poco asustada por su tono.
Así que masticó, tragó y pensó. Cuando el sol se había puesto y las luces de
la calle se encendieron, Cyrus James Montgomery tenía un plan.
Capítulo 21
Thaisday, 23 de Messis
Con la esperanza de encontrar una salida, Meg se dio vuelta, dio un paso y
tropezó. Cayó. Un montón de hojas delante de ella. Sus manos extendiéndose
para contener su caída. Sus manos desaparecieron en las hojas, resbalando en
algo debajo.
Ella miró su rostro, sin saber qué había pasado o por qué estaba enojado.
Meg saltó, envolvió sus brazos alrededor del cuello de Simon y sus piernas
alrededor de su cintura. Sus brazos la rodearon, conteniéndola, protegiéndola.
—Dejaré que Henry entre antes de que derribe la puerta, —dijo Vlad—.
Entonces todos tenemos que discutir lo que pasó.
Una vez que Vlad salió del dormitorio, Simon suspiró, su aliento caliente
contra su cuello.
— ¿Mal sueño? —Preguntó.
Fue un sueño, pero ¿era un sueño?
—No lo sé. Yo vi... sentí... cosas.
Sus brazos se tensaron alrededor de ella.
—Entonces es mejor que nos digas lo que recuerdes.
*****
Simon sacó la jarra de agua del refrigerador y llenó un vaso. Bebió la mitad
del agua, volvió a llenar el vaso y dejó la jarra antes de entrar en la sala de Meg.
Meg estaba sentada en el sofá junto a Henry, con las rodillas arriba y los
brazos alrededor de sus piernas, una pequeña y aterrada bola humana. Tess
estaba sentada en la mesa de café, Vlad inclinado sobre el respaldo del sofá, y
Jester agachado a un lado de la mesa, donde podía ver y oír todo sin estorbar.
Los residentes emplumados del Complejo Verde estaban sentados en el porche,
donde podían oír todo a través de la ventana abierta.
No tomó el agua, así que se sentó al otro lado de ella y puso el vaso en el
suelo. Su cerebro no funcionaba bien, y eso le preocupaba. Era como si estuviera
atrapada entre ver las imágenes de la profecía y ver el mundo físico y no podía
liberarse.
Entonces Tess dijo:
—Habla, profeta, y vamos a escuchar.
¿Meg siempre habría visto así de detallado, pero fue entrenada para
comprimir lo que veía en una serie de imágenes que alguien más interpretara?
¿O era esto como lo que pasaba con la cachorra profeta de Jackson, Esperanza,
quien podía dibujar algunos trazos que podían ser vistos como un Lobo aullando,
pero también podía hacer un dibujo detallado que revelara a un Lobo específico?
Tal vez este tipo de sueños eran la única manera en que el cerebro de Meg podía
decirle más cuando no se estaba cortando.
La voz de Vlad. Calmante, casi seductora, preguntó por detalles. ¿Algún
anillo en la mano? ¿Color de la piel? ¿Podía ver el color de la ropa a la luz de la
luna?
Ella respondió a sus preguntas. No olía a lujuria como cuando se cortaba y
luego decía la profecía, pero su voz tenía la misma cualidad de ensueño que
tenía durante esos momentos.
Meg cerró los ojos y se hundió contra Henry. Entonces abrió los ojos,
parpadeó ante todos y dijo:
— ¿Hay agua? Estoy sedienta.
Simon esperó hasta que oyó a Meg y Jester hablar en la cocina. Luego miró
a los otros en la habitación.
— ¿Creen que está enferma?
—Tal vez nuestra Meg debería pasar unos días en Isla Grande, —dijo Henry
—. Merri Lee podría ir con ella. Steve Barquero y Ming Beargard las vigilarían.
Tess había logrado controlar sus emociones mientras Meg la miraba a los
ojos, pero ahora su pelo tenía largas franjas de rojo y empezaba a girar mientras
se concentraba en el Oso Pardo.
— ¿Por qué? Eso sería turbador.
—Sí, — Henry le dio la razón—. Pero estaría fuera del alcance de posibles
enemigos.
—Vlad insistió con las preguntas sobre qué había visto con la luz de la luna.
No lo corrigió, no dijo que tenía una linterna o había una fogata que le permitía
ver en el bosque por la noche.
¿Por qué buscaría un arroyo? Eso no tenía sentido, y eso no era lo único que
no tenía sentido.
— ¿Me golpeó Simon con un ganso?
Jester se rió.
—Te golpeó con una almohada. Pero algunas de las almohadas están
rellenas de plumón, así que puedo ver cómo llegaste a confundirte.
Meg oyó una voz retumbante que provenía de la sala de estar. Conocía esa
voz, pero preguntó:
— ¿Quién más está aquí?
—Henry, Tess y Vlad.
Suspiró.
—Supongo que fue un gran sueño.
—De la clase más entretenida, aunque todos vamos a necesitar una siesta
por eso.
Dado que su vejiga estuvo de acuerdo con él, siguió el consejo de Jester. Y
admitió para sí misma que era un poco cobarde de su parte volver a su
dormitorio y no decir nada a los amigos que todavía estaban hablando en su sala
de estar.
*****
Jester entró en la sala de estar y les dio a todos una sonrisa alegre.
—Ahora que estamos despiertos, Meg ha vuelto a la cama.
Simon miró por la ventana.
— ¿Por qué? Es casi la hora de levantarse de todos modos.
—No hay nada que podamos hacer ahora mismo, —dijo Vlad—. Nos han
advertido que el peligro está llegando, y sabemos el resultado cuando golpee.
—Pero no el peligro en sí, —dijo Henry antes de mirar a Simon—.
¿Hablarás con Meg acerca de pasar unos días en Isla Grande?
*****
Habría apostado sus zapatos a que Sissy y su madre no habían pagado por
tener un teléfono en sus lugares.
Ella podía, y lo ayudaría, con muchas cosas una vez que entendiera quién
estaba a cargo.
Capítulo 22
Thaisday, 23 de Messis
Jimmy pasó la mañana seleccionando las cosas que iba a necesitar, siempre
consciente de que la mejor oportunidad que tenía de triunfar sería ese día al
comienzo de la pausa del mediodía. Los policías y los Otros no esperaban que
hiciera un movimiento tan pronto después de que aquellos hombres estropearan
el robo de unas pocas libras de carne. No estarían listos para que alguien hiciera
algo atrevido.
Esperaba que ella le llevara una guía telefónica y lo dirigiera a los lugares
de alquiler que ya conocía. En cambio, le señaló el gran vestíbulo de la tienda,
donde un tablón de anuncios estaba situado junto al teléfono público. Los
estudiantes universitarios alquilaban a veces sus coches por un día para ayudar
con los costes de poseer un coche. Por lo general, se los alquilaban a otros
estudiantes, pero parecía un buen tipo y un viaje de un día a Isla Grande en esta
época del año no suponía un desgaste para un coche. Podía echarle un vistazo a
los coches que estaban disponibles ese día.
Él le dio las gracias de nuevo y salió a mirar los avisos pegados en el tablón
de anuncios. Encontró unos cuantos coches que sonaban como si fueran
adecuados, lo suficientemente nuevos como para que no tuviera que preocuparse
de que se averiarán en el país salvaje, pero no tan nuevos que atrajeran la
atención de los policías.
Los dos primeros números que llamó fallaron. Los coches ya estaban
alquilados para el día. Pero el tercer coche estaba todavía disponible y el tipo
que lo poseía vivía a pocas cuadras de la librería.
Jimmy dobló los mapas, terminó su café y dejó la cafetería sonriendo. Una
vez que sacara al activo lejos de Lakeside, sabría qué caminos utilizar para eludir
a los policías y los monstruos.
Volvió al barrio que rodeaba el Courtyard. Es hora de poner en marcha la
última parte de su plan.
*****
— ¿Cita de juego?
Dejando a un lado la orden de libros que estaba tratando de llenar para uno
de los asentamientos Terráneos, Simon miró a Vlad, quien se encogió de
hombros. Luego se concentró en Eva Denby, quien había combinado palabras
comunes de una manera que no tenía sentido.
Sus ojos tenían una cualidad salvaje que le hizo pensar que no eran los
cachorros los que serían mordidos.
Simon respiró su aroma y pensó que podría estar en temporada. Eso
explicaría su irritabilidad, especialmente si ella era una de esas hembras que un
minuto daban señales de "ven aquí, ven aquí, ven aquí" y al siguiente querían
morder la cara de su pareja.
¿Debería advertir a Pete Denby? Por otra parte, el hombre se había apareado
con Eva suficientes años como para reconocer las señales de advertencia.
—Sam... —Él se detuvo. ¿Dejar que Sam salga solo entre los humanos?—.
Sam nunca ha salido del Courtyard. Mi hermana estaba embarazada cuando
llegó a Lakeside. Él nunca...
Riéndose, Vlad entró en la parte de atrás para sacar más stock para las
órdenes de fuera de la ciudad.
—Ruth necesitaba un día de salud mental, por lo que los niños no tienen
escuela.
Ya. No está enferma. Tranquila a menos que se le irrite, entonces hay que
vigilar los dientes. Él entendía eso. Pero le hizo preguntarse por otra cosa.
— ¿Una hembra humana se pone tan irritable cuando un macho pregunta
acerca de un día de salud mental como lo hace cuando se le pregunta si es esa
época del mes?
Eva mostró sus dientes. Podría ser una sonrisa. Probablemente no.
—De acuerdo, —dijo Simon—. Pueden jugar en el porche de tu casa.
Eva palpó su mano otra vez.
—Les daré de comer si no han perdido interés en el juego para entonces y
hayan regresado al Courtyard a jugar.
—Meg vio peligro. —No vio nada que indicara que alguno de los cachorros
estuviera en peligro, pero eso no era motivo para ser descuidado.
—Lo sé, —dijo Vlad—. Por eso le pedí a Leetha que vigile a los niños.
Podrías pedirle a Jake Crowgard.
—Probablemente.
*****
Meg arrugó la nariz ante la imagen de un bisonte en la parte delantera de la
postal y luego sonrió cuando la dio vuelta. No estaba dirigida a ella, pero pensó
que cada persona que había manejado la postal en su viaje, había leído el
mensaje que Jana Paniccia le envió a Jenni Crowgard.
Ella suspiró. Había sido una idiota al rechazar la oferta de Simon de ir hasta
Desembarco del Ferry para comprarle carne para ella. Pero no quiso un
tratamiento especial y lamentó esa decisión cuando Merri Lee y Ruth le dijeron
que no hubieran rechazado la oferta; Que por ser un Lobo, darle a elegir recortes
de su carne preferida, era probablemente el equivalente de Simon a darle flores y
chocolate. Dicho de esa manera, sonaba como si estuviera rechazando a un
pretendiente en lugar de dejar pasar un estofado.
Lo que le dejaba con una opción de bisontes, bisontes o bisontes para el
almuerzo. Mmmm.
Caminó hasta el mostrador de la sala, retiró el perno del pasador y se dirigió
a la puerta, diciendo:
—Llegó el momento de cerrar para el descanso del mediodía.
—Estoy bien con cualquiera de las carnes comunes que la gente come, —
dijo Meg.
—Voy a elegir un par de cosas y tú escoges.
Saltarín no hizo ningún movimiento para irse. Sólo miraba a Meg con un
entusiasmo de ojos brillantes.
Miró a O'Sullivan, luego asintió con la cabeza cuando levantó tres dedos
para mostrar que entendía que iba a comprar un bocadillo para Saltarín. El
agente de la GTI salió por la puerta delantera, sosteniéndola para Nathan. El
Lobo miró hacia la Calle Principal, luego se volvió bruscamente y trotó por el
acceso. Observó a O'Sullivan mirar hacia la intersección de la Calle Principal y
la Avenida Crowfield. Ella lo observó calibrar el tráfico y cruzar la calle a la
altura de El Ciervo y la Liebre en lugar de subir al paso de peatones.
— ¿Roo?
Meg parpadeó. Se centró en Saltarín.
Por otra parte, quizás él era la razón por la que comenzaba a sentir la
profecía picar y quemar debajo de su piel. Tal vez algo le iba a pasar.
*****
—Leetha dice que es un juego típico entre ese Clarence y la Frances. —dijo
Vlad.
—Eso no es jugar, —replicó Merri Lee, rodeando a Vlad—. Eso está mal.
Maldita sea, Eva, contesta.
Excepto que algo sobre esto le recordaba a la burda pelea que Montgomery
y ese Cyrus tuvieron la semana pasada.
«En la oficina con Saltarín. Cerró la puerta hasta que O'Sullivan regrese con
la comida.»
Todavía observando el alboroto al otro lado de la calle, Simon comenzó a
moverse hacia la intersección. Estaban a plena luz del día, no el momento que
Meg vio en el sueño profético, pero aún así quería estar en la esquina donde
podría ver la entrada a la zona de entrega y ver a alguien que se dirigiera a la
Oficina del Enlace.
— ¡Chicas! —Leetha gritó—. Vengan.
Tal vez porque estaba más familiarizada con los Sanguinati que vivían en su
edificio, Lizzy fue la primera en obedecer, arrastrando a Oso Grr por un brazo.
La Frances, esquivando un golpe de la mano de ese Clarence, corrió tras Lizzy.
Pero Sarah se había mantenido cerca de la acera y ahora estaba más alejada de la
protección, y era la más inocente de las tres chicas. En su esfuerzo por escapar,
corrió demasiado cerca del depredador, y ese Clarence la agarró. Cerró un brazo
alrededor de ella, doblándola por la cintura y le quitó los pantalones cortos y las
bragas, gritando:
— ¡Muéstrales tu coño calvo, perra!
Robert gritó:
— ¡Sarah! —Y saltó del porche para defender a su hermana, con Sam justo
allí con él.
Cambiando de dirección, Simon agarró a Merri Lee para evitar que saltara
entre un coche que se había detenido y el de atrás que no se detuvo a tiempo,
añadiendo el crujido de metal a los gritos y los gruñidos de una pelea y el sonido
de golpes, bocinazos y neumáticos chillando en la Calle Principal. A pesar de
que Merri Lee le estaba jurando y clavando sus cortas uñas en sus brazos
mientras él la tiraba de la acera, notó cómo Sam y Robert se movían como un
equipo para acosar al depredador algo mayor. Clarence arrojó a Sarah al suelo y
volvió su atención hacia los otros jóvenes.
Al liberar a Merri Lee, Simon corrió hacia el espacio frente a los coches que
crujían y se preparó para saltar al otro carril de tráfico. La maldita luz no había
cambiado todavía y los conductores de ese lado habían acelerado, tratando de
huir. Luego, dos caballos salieron galopando del estacionamiento para clientes y
un pequeño tornado de nieve se estrelló contra algunos de los coches,
golpeándolos de lado y convirtiéndolos en una barricada que detuvo toda
esperanza de huir. En unos instantes, el tornado se expandió, enterrando varios
coches de la calle bajo una furiosa nevada.
Simon saltó en el blanco para llegar al otro lado de la calle, chocando con
coches atrapados y empujando a través de la nieve hasta sus muslos. Oyó a
Merri Lee gritar:
—Hay un tornado de nieve que bloquea la Avenida Crowfield. Tendrás que
venir de otra manera.
« ¡Sam! » Gritó tan pronto como tropezó con el sol y el calor de una
mañana de Messis.
Sam saltó fuera del alcance del cuchillo de ese Clarence. Simon habría
tratado con el enemigo, pero ese fue el momento en que Eva Denby rodeó la
parte de atrás de la casa y corrió a proteger a su cría. No estaba seguro de qué
pretendía hacer con la gran llave en la mano, Simon corrió para bloquearla antes
de que aplastara la cabeza de alguien. Mientras luchaba con Eva, Marie
Hawkgard se zambulló y golpeó a ese Clarence en la espalda, dejando al niño
apoyado en sus manos y rodillas. Sus garras dejaron profundos surcos en sus
hombros mientras se lanzaba hacia el pasillo del porche del apartamento sobre el
del Teniente Montgomery.
—Está herido, —dijo O'Sullivan—. La pierna podría estar rota. Tal vez
algunas costillas. Parece que también recibió un duro golpe en la cabeza.
—Puede que esté en la Plaza Comercial, —dijo Monty, esperando una razón
benigna para la ausencia de Meg. Se estremeció cuando Nathan hizo uno de esos
cambios parciales inquietantes, sin verse ni humano ni Lobo, para abrir la puerta
de la oficina. En el momento en que estuvo dentro, cambió a Lobo, saltó sobre el
mostrador y entró en la sala de clasificación.
Monty no necesitó ver las reacciones de Simon y Blair para saber que era un
grito de guerra.
—No está, ¿verdad? —preguntó O'Sullivan con aplomo, poniéndose de pie
y apartándose del Lobo herido.
No. Jimmy no podía ser tan egoísta, tan estúpido. Lo que O'Sullivan estaba
insinuando... Dioses encima y por debajo. ¿La ciudad sería destrozada por
Jimmy?
¿Un crimen de oportunidad? Pensó en el alboroto en el apartamento y se
sintió enfermo de que pudieran haber caído por una distracción una segunda vez.
—Vamos a asegurarnos, — comenzó cuando Simon salió de la oficina.
Elliot vaciló.
—Está demasiado molesto para estar cerca de humanos ahora mismo.
Chen asintió con la cabeza como si esa fuera la respuesta esperada. Miró a
Álvarez, luego a Burke.
—¿Qué estamos haciendo para encontrar a esta joven y devolverla a su
familia?
Interesante elección de palabras, pensó Vlad. Pero no detectó hipocresía en
la voz de Chen.
—Estamos haciendo todo lo que haríamos por cualquier secuestro —
respondió Burke. Miró a Vlad a los ojos—. Con algo de ayuda, podemos hacer
más.
—Podría conducir al norte hasta una ciudad y tomar un bote a través del
lago Tahki —dijo Álvarez.
—Es posible —concluyó Burke—, pero todos los pueblos del lado Noreste
del lago Tahki son Intuye, Terráneos o asentamientos humanos controlados por
Otros. Hablé con Steve Barquero, el alcalde de Desembarco del Ferry. Está
enviando una alerta por correo electrónico a todas las aldeas Intuye a las que
puede llegar, informándoles de que Meg Corbyn fue secuestrada.
Burke se inclinó hacia Vlad. Movió un dedo para indicar a los humanos en
la mesa.
—Primero tenemos que identificar el coche. Entonces necesitamos saber
qué ayuda nos puede dar. Es posible que Cyrus haya encontrado un escondite en
la ciudad y esté esperando, pensando que la búsqueda no se mantendrá tan
caliente.
—La Sra. Lee recordó que los estudiantes a veces alquilan sus coches a
otros estudiantes por un día o dos. Algunas tiendas cercanas a la universidad
tienen tableros de anuncios donde se publican avisos. Podría haber lugares como
ese alrededor de la escuela tecnológica también. Si bien es poco probable que un
estudiante alquile su coche a un extraño que claramente no es un compañero de
estudio, sería otro lugar para mirar si las empresas de alquiler de coches no dan
resultado.
Burke se apartó de la mesa.
—Si no hay nada más, pongamos manos a la obra.
—No hay nada más —dijo Vlad. Esperó a que los humanos abandonaran el
edificio antes de dirigirse a Elliot—. La reunión con el Alcalde, la razón por la
que no estuviste en el consulado, donde pudiste haber visto u oído una lucha.
—No era una excusa o parte de un complot, si eso es lo que te estás
preguntando. —Elliot le dio una larga mirada—. Katherine Debany tenía una
cita con el dentista: chequeo de rutina. Ella hizo la cita hace meses y me lo contó
la semana pasada. Incluso lo escribí en el planificador del día en mi oficina en
caso de que se me olvidara que no estaría. Y le di a la señora Twyla la mañana
libre porque las mujeres habían adelantado todo el trabajo.
—Caímos con la distracción el día en que ese Cyrus comenzó una pelea con
Montgomery para darle a ese Jack Fillmore la oportunidad de encontrar a Theral.
Vlad pensó en eso y sacudió la cabeza. Los Terráneos protegían a sus crías.
—Todo sucedió en el tiempo que le tomó a un semáforo cambiar de luz.
Simon creyó que Meg estaba a salvo a la luz del día. Todos lo hicimos. Y tantas
cosas podrían haber salido mal con el plan de ese Cyrus, Nathan podría haberse
quedado hasta que O'Sullivan volviera con la comida; los coches podrían
haberse atascado, bloqueando la salida de ese Cyrus de la zona de entrega o
incluso retrasando el tiempo en que podría ser capaz de estar en el área de
entrega; Meg podría haber insistido en que Saltarín esperara para orinar hasta
que O'Sullivan regresara. Si lo hubiera hecho, la puerta estaría cerrada con llave
y habría tenido tiempo de pedir ayuda. —Ésa era la única información que
habían obtenido de Saltarín: que Meg había abierto la puerta y salieron justo
antes de que el coche se fuera contra él y le mordiera la pierna.
Si Simon hubiera corrido a la Oficina del Enlace en lugar de impedir que
Merri Lee fuera aplastada entre dos coches, habría llegado a Meg a tiempo para
impedir que ese Cyrus se la llevara. Pero había protegido al miembro del grupo
que estaba en peligro inmediato, una verdad que podría dificultarle estar cerca de
Merri Lee en el futuro, dependiendo del resultado de esta cacería.
*****
Los humanos no podían ver a los Antiguos, pero Henry sí. Los observó
mirar fijamente los edificios del otro lado de la calle, donde ese cachorro
humano había causado problemas convenientemente. Observó cómo se les
erizaba la piel. Vio que sus labios se curvaban separándose de los dientes que
podían desgarrar algo de su tamaño, y ni que hablar de a un humano.
Los Antiguos se habían sentido bastante intrigados por Meg y Simon como
para regresar al Courtyard y observar. Pero estaban tan acostumbrados a ser los
que sabían lo que el mundo necesitaba, que no escucharon a Simon porque ese
Cyrus no era una amenaza para ellos.
Cambió del espíritu del Oso a su forma de Oso Pardo. Luego abandonó el
Complejo Verde y su aroma de tristeza.
*****
La no-Lobo los divertía, incluso cuando sonaba como una ardilla regañona.
Tal vez sobre todo en esos momentos. Y las historias de lo que ella y los nativos
de la tierra hacían aquí habían viajado hasta el país salvaje. Pero si
desapareciera, habría una última y triste historia, porque ellos, los Antiguos, no
habían comprendido que el hombre problemático era verdaderamente peligroso.
Ahora lo arreglarían.
Capítulo 24
Thaisday, 23 de Messis
Jimmy apagó la radio del coche y siguió conduciendo. Las noticias seguían
hablando de las extrañas nevadas que habían azotado el tráfico en la Avenida
Crowfield en Lakeside. Pero no había oído nada de lo que necesitara
preocuparse.
Había estado en la carretera menos de una hora cuando vio una zona de
descanso y un rótulo que indicaba que la siguiente aldea estaba a más de treinta
millas de distancia. La zona de descanso parecía rústica. Los inodoros eran
probablemente nada más que asientos colocados sobre agujeros en la tierra, pero
si no había nadie allí, el lugar serviría muy bien.
Se detuvo en el área de descanso, luego retrocedió tan cerca como pudo al
lado del pequeño edificio que estaba designado para las mujeres. No había otros
coches por ahí, pero aún así comprobó el lado masculino así como el de las
mujeres antes de abrir el baúl.
Pero, ¿dónde cortar? Pensó que podría obtener un centenar, tal vez incluso
doscientos dólares por un corte, pero los clientes querrían piel fresca. Estudió el
cruce de cicatrices en la parte superior de su brazo izquierdo, luego miró las
cicatrices uniformemente espaciadas en su brazo derecho.
Todavía parecía aturdida por la bofetada, pero cuando lo vio acercar la
navaja al brazo derecho, comenzó a luchar.
—No, no lo hagas —dijo.
Jimmy dejó caer la navaja y metió una mano en sus pantalones. ¡Dioses!
Ella estaba caliente y húmeda y sólo pidiendo una mierda rápida. Él cogió la
cremallera y luego se quedó inmóvil al oír puertas de automóviles.
¡Mierda!
*****
Sacudida por una nube de imágenes colisionando, Meg vio una franja de luz
del día y agarró la tapa del maletero antes de que pudiera ser notado. No
recordaba nada de lo que le había contado a Cyrus cuando le cortó el brazo, pero
se tragó la sangre, el dolor y las palabras cuando él la abofeteó y le partió el
labio.
Había visto sólo un par de imágenes cuando recorrió las cicatrices de viejas
profecías y formuló su pregunta, pero combinado con lo que había visto después
de que él la abofeteara, esas imágenes eran un comienzo. Había estado haciendo
preguntas propias desde que su cabeza se aclaró del golpe que Cyrus le dio
cuando la sacó de la Oficina del Enlace: ¿Cómo podía escapar de este hombre?
¿Dónde podría esconderse hasta que Simon la encontrara?
Había visto una imagen de la tapa del maletero parcialmente abierta y vio...
¿O era un recuerdo?
Moviéndose con cuidado, Meg agarró la pestaña de la tapa del maletero con
la mano derecha y dobló la pierna izquierda hacia el vientre hasta que pudo
deshacer el cordón de su zapatilla. Utilizó el cordón para asegurar la tapa del
maletero, dejando sólo el espacio suficiente para proporcionar aire fresco y luz.
Luego se echó hacia atrás, consciente de que su brazo todavía estaba goteando
sangre. No era bueno. Cyrus debió haber hecho el corte un poco demasiado
profundo. Pero al final coagularía. Eso esperaba.
Tenía que estar despierta y consciente. Si Cyrus detenía el coche, necesitaba
desatar la tapa y ocultar el cordón. No había garantía de que la tapa no se cerrara
por sí sola si el coche se golpeaba o de que Cyrus fuera tan descuidado la
siguiente vez que se detuviera. Pero...
Sí. Ella recordó algo. Los maleteros tenían un mecanismo de seguridad.
Después de que Karl Kowalski leyó la nueva historia de La Brigada Lobo, en la
que uno de los Lobos quedó atrapado en un maletero, les dijo que todos los
coches fabricados por humanos tenían un mecanismo de seguridad, incluso les
había mostrado en su coche. Así que ella podría salir de ese maletero incluso si
la tapa estuviera cerrada. Pero no mientras el coche se moviera. Eso sería
peligroso para cualquiera, y los cortes y raspaduras en la piel de alguien como
ella serían devastadores, dejándola indefensa a las profecías liberadas con cada
corte y raspadura.
Y luego estaban las otras imágenes que vio cuando Cyrus le partió el labio.
Imágenes como instantáneas de lugares que nunca había visto. Y señales de
tráfico. ¡PARAR! ¡REGRESA! ¡SENTIDO CONTRARIO!
¿Estaba viendo oportunidades para escapar, junto con advertencias de que
esos lugares no eran el lugar correcto?
Cuando escapó del Controlador, siguió las visiones. Hubo otras paradas,
otras ciudades donde podía haber dejado el tren. Pero se mantuvo en libertad
porque siguió hasta llegar a Lakeside y al Courtyard de Lakeside, un lugar que la
había sacado del alcance del Controlador. Ahora, como entonces, tenía que hacer
todo el viaje, seguir todas las visiones. Si no lo hacía, podría escapar de Cyrus
pero nunca volver a casa.
Así que esperaría. Por ahora tenía luz y aire y el conocimiento de que,
cuando llegara el momento, escaparía. Habría más imágenes para marcar el
rastro. Cyrus tenía su navaja, pero había otras maneras de cortar la piel. Las
encontraría, las usaría si tenía que hacerlo.
*****
—Pero es poco probable que ocurra porque o la arrestarás por las drogas
que acabas de encontrar y ella irá a la cárcel, o estará en el primer tren de
Lakeside mañana por la mañana.
—No creo que la señora Twyla tarde mucho en empacar las maletas.
Deberías esperar unos minutos y tomar lo que pertenece a esa Sandee ya ese
Clarence.
—Bien. Estaré cerca. —Debany salió con las bolsas de evidencia.
Vlad sabía que el patrullero estaba estacionado en el estacionamiento para
empleados del Courtyard. El otro oficial, Hilborn, seguía ayudando a liberar a
los automovilistas que habían quedado enterrados bajo varios pies de nieve, en
los que cada vez era más difícil moverse a medida que el sol de Messis los
derribaba, compactaba y los hacía pesados por el agua.
Esta vez ningún Lobo fue a ayudar a excavar los coches. Esta vez fueron los
humanos con palas.
—Sí.
*****
No había nada que rastrear, ni olor que seguir para encontrar a Meg. Incapaz
de soportar estar cerca de los humanos, fue al Complejo Verde y se acostó en la
cama de ella por un tiempo, respirando su aroma. Como siempre, su olor lo
tranquilizó como para empezar a pensar más allá de la ira y el miedo.
Meg había soñado con tener sed. Había soñado con encontrar un cuerpo, o
al menos una mano fría. ¿Detalles de algo que había visto en las cartas
proféticas? Tal vez, antes de ser raptada, había hecho otra pregunta, había
seleccionado más cartas. Saltarín resultó herido y necesitaba ayuda, por lo que
Simon no buscó cartas una vez que los Lobos confirmaron que Meg había
desaparecido.
Había visto dónde terminaba su viaje. Sólo necesitaba averiguar cómo
encontrar ese lugar específico. Cuando lo hiciera, también la encontraría.
Entró en la sala de clasificación y se detuvo, sin saber qué pensar cuando
vio a Merri Lee, Ruthie, Theral y el agente O'Sullivan ya de pie alrededor de un
mapa de la región Noreste que estaba extendido sobre la gran mesa de madera.
Junto al mapa estaba el cuaderno que Meg usaba para escribir las imágenes de
las cartas proféticas.
—Podría servirnos su opinión si se siente capaz —dijo O'Sullivan.
Simon se acercó a la mesa con reticencia. Había querido mirar las notas que
Meg hizo de la última visión; no quería tratar con ningún humano. Pero aquí
estaba parte de la manada humana olfateando por pistas.
—Sí, pero formar parte de la GTI significa que darán a todas mis peticiones
o de los otros agentes una máxima prioridad. —O'Sullivan miró a Simon—.
¿Meg tuvo alguna sensación de si el cuerpo era de un adulto? ¿Masculino o
femenino?
—¿Por qué no hace una hora? —preguntó Merri Lee—. Meg es inteligente.
Simon se retiró a ABL. Sí, Meg era inteligente y había escapado de un
humano malo una vez antes. Pero también sabía mejor que la manada femenina
cuántas "inteligentes" profetas de la sangre habían muerto en las últimas
semanas cuando ya no podían hacer frente al mundo exterior.
*****
El enojo de los Antiguos se agitó bajo la piel del mundo, haciendo temblar
los árboles grandes, asustando a las bandadas de pájaros en vuelo. La furia de los
Elementales era un olor en el aire, un gusto en todos los arroyos y riachuelos que
fluían en el Noreste.
Ese enojo, esa furia, se convirtió en un mensaje para todos los Terráneos.
La sangre dulce. La aulladora no-Lobo. La Chica Palo de escoba. Fue
robada de los Terráneos por un ser humano.
Encontrar al humano.
*****
Jimmy retrocedió en lo que parecía una carretera de tierra de una granja sin
señal de tráfico o marcador en absoluto. Tomando una botella de agua, se dirigió
a la parte trasera del coche y abrió el baúl.
—Ahora cambió. ¿Sabes por qué? Porque ese es el sonido del dinero. —
Abrió la botella de agua y la inclinó para que el agua empezara a caer al suelo.
—N-no.
—Entonces haz lo que te digo. —Recordando la forma en que se convirtió
en un coño caliente después de decir la profecía, añadió—. Y tal vez te daré algo
agradable.
Sí, podía sacarla del baúl y ponerla en el asiento trasero durante unos
minutos. Tal vez incluso dejarla permanecer allí por un tiempo como una
recompensa.
Él agarró su brazo derecho, lo colocó en posición, e hizo otro corte a través
de las viejas cicatrices.
—¿Dónde voy a estar por delante de los policías? ¡Habla!
Escuchó con dificultad, demasiado asustado para ser distraído por la lujuria
mientras hablaba de números de ruta y un nombre. Escuchó, miró su reloj de
pulsera.
Cerró el baúl, volvió al coche y se alejó tan rápido como se atrevió. Tenía
que encontrar el restaurante en el borde del camino donde podía mezclarse. Si
los policías colocaban un obstáculo antes de llegar a él, no conocía nombres de
ningún lugar donde vivieran humanos por ahí, si es que había algún lugar. Pero
tan seguro como la mierda, la policía lo sabría. No había razón para pensar que
ya sabían del coche, así que sólo necesitaba encontrar un lugar para recuperar el
aliento. Necesario para adelantarse a los pájaros y los malditos policías.
*****
—No necesito supervisión, Crispin. —Dijo Twyla mientras doblaba otro top
pequeño y lo ponía en la cama—. Ya he llenado una maleta.
—No creo que Cyrus vaya a llamar y pedirnos a ninguno de nosotros que
entreguemos su ropa, ¿verdad? —Twyla examinó el armario y la cómoda. Se
puso de rodillas y una mano, levantó la sábana y la manta ligera, y comprobó
debajo de la cama—. Este lugar necesita una buena limpieza. La única cosa que
la mujer siempre trató de mantener limpio fue a ella misma, e incluso eso...
Monty ayudó a su madre a ponerse en pie.
—Ahora mismo este apartamento es parte de la investigación. Después...
Bueno, creo que Eva apreciará algo de ayuda para limpiarlo.
Monty la rodeó con los brazos y se quedó inmóvil durante un largo rato.
—Tienes razón, mamá. Tienes razón. —Él la soltó y retrocedió—. Dos de
estas maletas necesitan ir a la estación, así que esperaré hasta que tengas todo
embalado. Luego iré a la estación y veré qué puedo hacer para localizar a Jimmy.
La ropa de Clarence estaba en su mayoría en una pila en el suelo. Twyla
cogió un trozo, lo olisqueó, e hizo una mueca.
—Lo lavaré primero. A ver si puedes encontrar algo limpio para él ahora
mismo.
Monty encontró una camiseta que parecía haber sido atropellada por una
cortadora de césped, pero olía lo suficientemente limpia.
—¿La ropa hecha jirones es la nueva moda en Toland?
Twyla le tendió un tarro de cristal lleno con una especie de crema blanca
dentro.
—Cuidado. Parece crema para la piel pero tiene un olor fuerte, como algo
que usaría para la limpieza. ¿Podría ser esto lo que hirió a la señorita Leetha?
Monty abrió el frasco y lo olió con cautela. Luego cerró el tarro. ¿Alguien
había desarrollado algo que no dañaría a un ser humano, pero sería tóxico para
los Sanguinati? ¿O la sustancia había sido dirigida a cualquier persona que
viviera en los apartamentos -especialmente las mujeres, que serían más
propensas a usar una crema hidratante- y Leetha había resultado herida por
accidente?
—Tengo que tomar esto y ponerlo a prueba. —dijo. Miró el maquillaje, los
polvos y las lociones—. Voy a tomar todo esto como evidencia. No toques más,
¿de acuerdo, mamá?
Twyla asintió.
—Voy a preparar la ropa.
Se dio cuenta de que no se ofreció a lavar nada para Sandee, ni para Jimmy.
Monty llamó a Vlad y le comentó sus sospechas sobre la crema para la piel
y sugirió que el sanador Sanguinati hablara con un médico en el Hospital
Lakeside si el sanador no tenía ninguna experiencia con el tratamiento de alguien
que hubiera ingerido un tóxico humano hecho sustancia. Luego llamó a Burke en
caso de que la sustancia estuviera destinada a dañar a cualquier humano que lo
pusiera en su piel. Finalmente llamó a Debany, ya que Kowalski escoltaba a
Clarence desde el hospital hasta la estación. El chico tenía puntadas en la espalda
y los hombros por las garras del Halcón, pero ella no lo había rastrillado tan
profundamente como pudo hacerlo, como lo habría hecho si hubiera sabido que
Meg había sido secuestrada.
—Oficial Debany, necesito bolsas de evidencia para el apartamento.
—Pero comprobamos todo. —protestó Debany.
*****
Jimmy se sentó al final del mostrador, a engullir una hamburguesa y patatas
fritas. Había encontrado el restaurante con el nombre que le dio la clinc-clinc.
Hasta ahora estaba por delante de los policías y los monstruos, y tenía la
intención de permanecer así.
—Lo más raro que he visto —dijo uno de los adolescentes—. Mantenían el
ritmo de los coches.
Los dos grupos se separaron cuando la camarera les mostró sus asientos.
Pero otros hombres que comían en el mostrador se volvieron a preguntarles
sobre los bloqueos y los Cuervos que estaban paseando por los coches.
Los hombres del mostrador sacudieron la cabeza y acordaron que este era
un mal lugar para estar si los Otros te buscaban. Los Cuervos y los Halcones se
veían a menudo alrededor de las paradas o de los lugares pequeños como este.
Los hombres que conducían camiones de reparto y hacían recorridos regulares
por esta ruta juraron que los Otros conocían sus camiones y sus caras. Ninguno
los molestaba. De hecho, era ventajoso cuando algunas de sus entregas se hacían
a pequeños pueblos que parecían humanos pero no lo eran.
Cerró el maletero, se puso detrás del volante y dejó caer el contenedor sobre
el asiento del pasajero. Luego se dirigió al sur. Había pasado por carreteras de
tierra sin señales que se cruzaban con los caminos pavimentados. Tomaría una de
ellas tan pronto como pudiera.
*****
Meg se esforzó por abrir la botella de agua. Después de que se abrió y logró
un par de sorbos, sintió el borde áspero de la tapa de plástico de rosca. Nada que
una persona normal pudiera considerar siquiera, pero podría ser lo
suficientemente afilada para cortar su tipo de piel.
Pero no todavía.
Volvió a tapar la botella. Probablemente tiraría el agua cuando se hiciera el
corte. No quería perderla, así que esperaría. Necesitaba esperar. Había visto lo
suficiente cuando Cyrus abrió el baúl para saber que no era el lugar adecuado
para escapar, aunque había oído voces y pensó que había otras personas
alrededor.
Entonces el coche hizo un giro extraño y golpeó fuerte. Debido a que no
estaba preparada, sus dientes se cerraron bruscamente, atrapando el borde de su
lengua, el lugar que le había picado y zumbado un par de veces durante los
últimos días.
Meg tragó la sangre, tragó la agonía, tragó las palabras. Oyó la alarma de
una bocina de camión y vio el momento en que ella huía de Cyrus Montgomery.
*****
Tenía algunas ideas sobre por qué podría haber sido atacada, pero discutir
eso con el jefe de la estación tendría que esperar.
Sacudió la cabeza.
—Rompió la regla de los Terráneos de no-drogas y ha sido desalojada, con
efecto inmediato. Sus pertenencias estarán aquí en la estación hasta que decida
qué tren va a tomar mañana por la mañana. No hay muchas elecciones a primera
hora de la mañana, pero si sigue en Lakeside cuando el primer tren se marche,
los Sanguinati se reunirán y la cazarán. —Abrió la carpeta y puso una lista
manuscrita sobre la mesa, la giró para que ella pudiera leer—. Estas son las
ciudades donde se le permite reasentarse. Todavía estará en el Noreste, pero son
todas pequeñas ciudades. No Toland, no Hubb NE, no Shikago. Ciudades
pequeñas y aisladas donde todo el mundo conocerá sus asuntos antes de tener
tiempo para desempacar. Me imagino que algunas de esas ciudades tendrán
necesidad de una prostituta. Así es como se gana la vida, ¿no?
Sus ojos brillaron de rabia, y parecía tener ganas de rastrillarlo con sus
largas uñas.
—No soy yo quien la echa de la ciudad. De hecho, a los Otros les gustaría
que se quedara, aunque sólo fuera por la excusa de matarla lentamente. En
cuanto a sus hijos, Frances ha sido retirada de su hogar por su propia seguridad.
¿O no sabía que su hijo estaba haciendo los primeros movimientos de
proxenetismo con su hermanita?
Sandee se tambaleó.
—¿Qué? —La palabra fue apenas un sonido—. Clarence es un niño. Es sólo
un niño.
—Su crimen no es un error juvenil, Sandee. Sus acciones, como la suya,
fueron un ataque a los Terráneos. Ir a la cárcel es la única posibilidad que tiene
de sobrevivir. Los Otros no suelen matar a los niños, pero puedo decir sin
ninguna duda que Clarence no durará un día si lo liberamos.
—No.
—No. —Burke sacó una fotografía del tarro sin etiqueta de crema para la
piel y lo puso sobre la mesa—. ¿Quiere decirme de dónde sacó esto?
—Jódete.
Se encogió de hombros.
—Lo estamos probando, junto con todas sus otras lociones, pero estoy
bastante seguro de que esto es lo que lesionó a la Sanguinati que la mordió. Así
que debe saber que, no importa dónde se reubique, los Sanguinati van a estar
observándola desde ahora en adelante. Conocerán a todo el mundo con quien
hable, a todos con los que duerma, cada compra que haga, legal o no. Y tarde o
temprano la matarán.
—Nadie va a iniciar un concurso de quien mea más lejos con los Terráneos
para protegerla, no cuando podría terminar con toda la ciudad siendo destruida.
Ya cansado y sabiendo que tenía un largo camino por recorrer antes de que
cualquiera de ellos pudiera respirar con facilidad -si es que podían hacerlo
alguna vez- Burke salió de la sala de interrogatorios y encontró al Comandante
Louis Gresh esperándolo.
—¿Por qué?
Gracias a los dioses no se refirió a ello como un arma contra los Sanguinati.
Era mezquino, personal y cruel, pero estaba seguro de que la investigación
confirmaría que Sandee Montgomery fue el objetivo previsto.
—Tengo trabajo que hacer. — Burke se movió más allá de Gresh y casi se
choco con Monty.
Thaisday, 23 de Messis
Necesitando gasolina, Jimmy encontró su camino de regreso a una carretera
pavimentada y condujo hasta llegar a un grupo de negocios, incluyendo una
gasolinera y un lugar llamado Almacén Miller. Se detuvo en una bomba de la
gasolinera y llenó el tanque. Había una pequeña cafetería, pero el puesto de
comercio podría tener comida y bebidas también, y la clinc-clinc debería sentirse
adecuadamente agradecida por algo de comida ahora. Entonces vio la forma en
que el viejo de la caja registradora lo miró y miró el coche cuando entró a pagar
por la gasolina.
¡Mierda! ¿Ya sabían los policías del coche? ¿Cómo se enteraron? El chico
dueño del coche se lo había alquilado durante el día y no habría llamado a la
policía aún, así que ¿cómo sabían lo que estaba manejando?
Miró fijamente al viejo, desafiándolo a fingir que tenía bolas suficientes
para enfrentar a un hombre años más joven y pesado por músculos, no por un
vientre de cerveza.
No había llegado tan lejos de Lakeside como necesitaba. Pensó que tendría
al menos un día con CJ enviando consultas y mierdas a lugares como Shikago y
Hubbney. Pero todavía estaba en medio de los Lagos Finger, que no estaba en
ninguna parte, y tenía que encontrar un lugar donde él y la clinc-clinc pudieran ir
a un terreno cerca de un depósito de autobuses o una estación de tren para poder
descartar el coche. Si un vejestorio en una gasolinera de ninguna parte escuchó
algo que le hizo mirar el coche, entonces los policías iban a estar sobre cualquier
persona que manejara por cualquier camino que se alejara de Lakeside. Había
pensado que hablar de una persecución por la región era sólo la manera en que
un reportero publicaba una historia. Pero si todos los policías lo buscaban...
Tenía que conseguir cierta distancia de este lugar antes de que el vejestorio
decidiera que tenía bolas suficientes para llamar a la policía. Tenía que encontrar
un pedazo vacío de la carretera. Entonces él tendría algunas preguntas para la
perra en el maletero.
*****
Meg se movía entre las visiones que se entrecruzaban, resultado de
profecías enredadas. Incapaz de anticipar las sacudidas y los golpes, golpeó su
brazo contra algo en el baúl, y uno de los nuevos cortes se reabrió, sangre
filtrada. Le mostró... cosas.
La tierra ardiendo, el cielo una nube de humo negro. ¿Cosas nuevas? ¿Cosas
viejas?
Ella era propiedad otra vez, una cosa otra vez. Débil. Indefensa.
No. Ella no era débil o indefensa. Vivía con Lobos, y podía correr rápido y
lejos. Había un lugar donde podía esconderse del controlador Cyrus. Seguiría las
imágenes y escaparía. Como lo hizo la última vez.
Entonces el coche desaceleró. Se detuvo. Y Meg tuvo un claro pensamiento
cuando Cyrus Montgomery abrió el baúl y la sacó: era el momento.
*****
Las emisoras de radio de todo el Noreste continuaron interrumpiendo la
programación con boletines especiales sobre la cacería en la región, de Cyrus
Montgomery, un hombre acusado de secuestrar a una joven de la ciudad de
Lakeside. La policía había emitido una descripción del hombre y el coche,
incluido el número de la matrícula. También dieron una descripción de la joven:
pelo negro corto, ojos grises, piel clara. Una cicatriz en el lado derecho de su
mandíbula.
Incluso las estaciones de radio en las ciudades demasiado lejanas para estar
dentro de la zona objetivo estaban corriendo la historia, manteniendo a sus
ciudadanos informados de la peligrosa situación, no porque pensaran que este
hombre llegaría a su ciudad antes de que fuera capturado. No, estaban
manteniendo a los ciudadanos informados porque habían visto a los Halcones y
Águilas volando por los caminos, observando; habían visto a los Cuervos volar
bajo, intentando inspeccionar cualquier coche que llegara a la ciudad.
*****
Meg no luchó cuando Cyrus la sacó del baúl. Sus piernas estaban
demasiado rígidas y se sentía un poco mareada. Falta de comida, pérdida de
sangre. Ahora no podía pensar en esas cosas. Tenía que concentrarse en el
momento en que escaparía.
—Olvidaste algunas cosas, perra —dijo Cyrus, pareciendo amenazante.
¿Acaso él...?
—No nos usan para el sexo. —mintió Meg—. Nunca. Diluye la exactitud de
las profecías. Ser usada de esa manera puede disminuir la precisión de la
profecía en un cincuenta por ciento durante varios días.
—Si no ves las cosas bien, no es por mí. —Cyrus la miró—. ¿Has estado
haciendo la porquería con ese Lobo? —se acercó—. ¿Es por eso que me estás
diciendo cosas que están mal?
—No recuerdo la mayor parte de lo que veo, pero recuerdo una cosa, Cyrus
Montgomery. Los Cuervos se van a comer tus ojos.
Las imágenes chocaron por un momento, y ella sintió un golpe antes de que
su mano se conectara con su cara, así que ella ya se había apartado chocando
contra el coche.
Ella levantó la vista y vio el camión de carga. Alrededor de la mitad del
tamaño de un tractor-remolque, podía manejar por las carreteras que atravesaban
el país salvaje hacia pequeñas comunidades humanas que necesitaban
suministros. No era un camión enorme, pero era lo suficientemente grande.
La mirada aguda en la cara del conductor. La ráfaga de advertencia de la
bocina.
Meg se tiró delante del camión y evitó ser golpeada por la longitud de un
dedo. Corrió al otro lado de la carretera, corrió por el borde de la hierba y
desapareció entre los árboles, siguiendo el sendero de caza que había visto en las
visiones. Corría con fuerza, no era una presa de juego perseguida por amigos que
la golpeaban suavemente, la lamían y reían un poco ante la jadeante humana.
Esta vez el depredador era real.
Oyó a Cyrus gritar, jurando, buscando. Pero era pequeña y no llevaba ropa
brillante, y el sendero se bifurcaba. Tomó el sendero de la derecha y siguió
corriendo.
*****
Tenía que moverse, tenía que salir de aquí. El hecho de que el camión no se
hubiera detenido, no significaba que no llegaría al primer lugar de la carretera
donde había otras personas.
Iba a dar vuelta atrás; eso es lo que haría. De esa manera no terminaría
detrás del camión y del hombre que había visto a la perra. Sí, él retrocedería, tal
vez se detendría en una de esas pequeñas ciudades en los Lagos Finger el tiempo
suficiente para recoger lejía o alguna otra mierda que borrara la sangre en el
baúl. Entonces, incluso si los policías lo encontraban, ¿qué podrían probar?
Había alquilado un coche, todo legal y sobre la mesa y se había ido a dar una
vuelta. Estaba regresando a Lakeside para devolver el auto. ¿Qué era todo ese
alboroto? No podían probar que la perra había estado con él. Si se había
marchado, ¿qué tenía que ver con él?
Jimmy giró el coche y se dirigió hacia el camino por el que había llegado, y
no notó que el neumático trasero derecho rápidamente se estaba poniendo
blando.
*****
—¡Simon!
Ante el sonido de la voz de Greg O'Sullivan, Simon dejó caer los libros que
había estado moviendo de la mesa de exhibición para tener algo que hacer.
Simon echó un vistazo a Vlad, que estaba trabajando detrás del mostrador
de la caja y luego se concentró en el agente de la GTI.
—¿Meg?
*****
—No hay razón para mencionarlo todavía —dijo Burke—, o para contarle a
cualquiera de los Lobos sobre el dibujo visión de Esperanza Wolfsong.
—Cuando Meg Corbyn fue vista por última vez, estaba viva y lo
suficientemente bien como para escapar de Cyrus. —Replicó Burke—. Por ahora
nos quedamos con eso. Además, tienes dos Lobos grandes llenando el asiento
trasero de ese patrullero. ¿Realmente los quieres más molestos de lo que ya
están?
*****
Meg corrió y corrió, siguiendo caminos que se desdibujaban o se volvían
demasiado enfocados. Cyrus la había cortado a través de las cicatrices de viejas
profecías, y había hecho los nuevos cortes demasiado juntos. Las profecías no
eran distintas por eso. Las imágenes sangraban una en otra. Peor aún, seguía
viendo imágenes superpuestas, y no podía decir lo que era real y lo que era parte
de una visión. Podía caerse de un acantilado porque pensaba que estaba
caminando por un camino.
Pero tenía que correr, no importaba lo que creyera ver, tenía que encontrar
el lugar correcto.
Finalmente desaceleró para caminar, se secó la mano izquierda en su camisa
para quitar la pegajosidad. Como se sintió pegajosa de nuevo un momento
después, finalmente miró la sangre que brotaba de un corte.
Preocupada por sus pensamientos y por un camino que era o no real, dio un
paso y se balanceó cuando su pie flotó en el aire antes de caerse
precipitadamente por una pendiente en una pequeña cuenca de tierra.
*****
Jimmy juró y pateó el coche. Jodido pedazo de mierda. ¿Qué mierda se
suponía que iba a hacer ahí con un neumático desinflado?
Esa perra lo sabía. Ella supo. Debería haberla ablandado, enseñarle quién
era el jefe. Si lo hubiera hecho, podría haberse detenido en ese puesto comercial
y haber comprado algo de comida y agua. No estaría parado ahí sin nada si no
hubiera sido una perra.
De repente dejó de jurar, dejó de hacer ruido y escuchó un extraño silencio
que casi podía sentir contra su piel.
El estallido lo golpeó enderezándolo, lo levantó tan alto que voló por el aire
y vio una cuerda extraña desenrollarse de su cinturón antes de que cayera al
suelo en el borde de la hierba. Cuando trató de sentarse, vio las rodajas en su
torso que fueron hechas por grandes garras lo suficientemente afiladas como
para cortar el vidrio.
Algo estaba mal con su tobillo, lo suficientemente mal como para no poder
caminar, ni siquiera podía soportar su peso lo suficiente para pararse.
Estaba fresco y oscuro bajo los árboles, pero no tenía frío. Sería de noche
antes de que la temperatura bajara lo suficiente para que sintiera frío. Pero estaba
hambrienta, cansada y muy sedienta.
Y sola.
Pero ella era parte de la manada Wolfgard de Lakeside. Sólo porque estaba
sola, no se convertiría en una humana quejumbrosa. Ella podía...
—¡Arroo! Arroo! —Estoy aquí. Estoy aquí, Simon. Ven a buscarme—. ¡Ar-
r-rooo! —Por favor, encuéntrame.
Después, después de todo, se convirtió en una humana quejumbrosa.
*****
Un sonido extraño. Familiar pero no. Y nada hecho por uno de ellos.
Sus parientes, cerca del lago Etu, habían enviado un llamado a todos los que
podían oírlos: Encontrar a la sangre dulce, la aulladora no-Lobo, la hembra
llamada Chica Palo de escoba.
¿Podría este sonido venir de lo que buscaban?
O'Sullivan contestó una llamada, habló en voz baja por un minuto, luego
colgó.
—La policía local encontró el coche.
Thaisday, 23 de Messis
Sacudida de un sueño ligero, Meg trató de frotar las lagañas de las esquinas
de sus ojos sin tocar la suciedad. ¿Había oído realmente sirenas? El sonido venía
de lejos, pero aún así significaba que, quizás, no estaba tan lejos de un camino
que era patrullado.
Por supuesto, el no ser capaz de caminar implicaba que el "no tan lejos" era
demasiado lejos.
Volvió a mirar a su alrededor. Tal vez había una rama caída que pudiera usar
como una muleta. O algo al alcance de la mano con lo que podría rodear el
tobillo lesionado.
Miró por todos lados, excepto en el cuerpo que estaba a un par de pies de
distancia de ella.
*****
Burke levantó una mano y caminó hacia el otro Capitán. Cuando pasó junto
al coche marrón, vio a otro oficial de policía buscando en la hierba entre la cinta
y los árboles.
—¿Capitán Miller?
El oficial asintió con la cabeza.
—¿Burke?
Burke asintió a su vez, luego miró los dos objetos que habían sido
colocados en un montón de ropa destrozada.
—¿Jimmy? — La voz de Montgomery.
—¡Jimmy!
Oyendo la angustia en la voz de Monty, Burke sintió lástima por el hombre.
Monty debió considerar la posibilidad de que no encontraran a Cyrus vivo, pero
nada pudo haberlo preparado para ver esto.
—Su hermano.
Miller palideció.
—Dioses encima y por debajo. Siento que tuviera que ver esto.
Entró en la hierba hasta que se puso de pie junto a la cinta de la escena del
crimen y pudo echar un vistazo a lo que los residentes invisibles del país salvaje
dejaron atrás.
El asintió.
Miller miró hacia el camino y a los Lobos que habían vuelto al coche
marrón, olfateando y buscando antes de que se dirigieran por el camino en la
dirección opuesta.
—No encontramos nada que indicara que hubiera otra persona aquí. —
Demasiado conocimiento en los ojos de Miller—. Estamos a unos pocos
kilómetros al oeste de donde el conductor del camión aseguró haber visto a una
mujer joven y a este coche. Puede que haya tenido la suerte de alejarse de su
secuestrador, pero se necesita más que suerte para alejarse de ellos.
—Los Lobos no se dan cuenta de que estamos a kilómetros del lugar donde
Meg escapó de Cyrus. Sube y diles así entenderán por qué no pueden recoger su
olor. Tan pronto como el Capitán Miller confirme la localización, tú y el
Teniente embarquen a los Lobos y vayan allí para comenzar la búsqueda.
*****
*****
Rodearon la pequeña cuenca de tierra, tratando de decidir lo que estaban
viendo.
Parecía humana pero no olía a humana. No olía a presa. Olía... intrigante.
Alzando su hocico, Simon aulló la Canción del Dolor, seguido por Blair y
Nathan.
Luego dejó de aullar cuando se le ocurrió una idea. Nada de lo que Meg
había visto indicaba que la perdería para siempre. Se había escapado de ese
Cyrus y corrió hacia el país salvaje donde un humano no podía seguirla. Correría
hasta encontrar el lugar en el bosque que tenía la tumba y la mano fría, el lugar
que había visto en el sueño profético. Ella llegaría allí y lo esperaría. Así que su
Meg no se había ido; estaba perdida hasta que la encontrara.
*****
Jimmy le hizo esto a Simon, a todos ellos. Sólo otro plan que podría tener
consecuencias para todos menos Jimmy. Excepto que esta vez había calculado
mal y pagó caro. ¿Les dolería a su esposa e hijos, o se sentirían aliviados de que
no regresara?
¡ARROOOOO!
¡ARROOOOO!
Basado en la voz profunda, lo que fuera que estuviera ahí era enorme.
—¡Arroo! —Respondió Simon—. ¡Arrrrrooooo! —Se volvió hacia el este,
pasándolos al correr, mientras se dirigía por el camino en dirección al aullido.
Blair lo siguió.
Nathan dejó de gruñir. Monty decidió que era el mayor acuerdo que
tendrían. Al parecer Kowalski pensó lo mismo porque estaba al volante del
patrullero en cuestión de segundos.
Monty abrió la puerta del pasajero, luego se detuvo y miró a Burke.
Monty entró en el asiento del pasajero. Kowalski hizo girar el coche antes
de que Monty cerrara la puerta.
*****
El patrullero se detuvo.
—¡Espera! —Gritó Montgomery.
Con eso resuelto, Simon esperó el tiempo suficiente para que Blair se uniera
a él. Luego se dirigieron al bosque, siguiendo el olor de Meg en el sendero de
caza.
«Por aquí» dijo Simon cuando llegaron a la bifurcación. Levantó una pierna
y marcó un árbol para Nathan.
«¿Por qué iría hacia el este?» dijo Blair, marcando también el árbol.
«Meg seguiría el camino de sus visiones.»
«Más por aquí» Solo lo que dejaría una pequeña herida, pero para Meg, no
existía una pequeña herida.
—¡Arroo!
*****
Ella miró por el rabillo del ojo. No podía ver al Antiguo, pero sentía que
algo grande se había instalado justo encima de un extremo de la pequeña cuenca
de tierra. No había tratado de comunicarse con ella, pero tal vez su presencia
atraería a algunos de los Crowgard y ella podría pedirle a uno de ellos que
llevara un mensaje a Lakeside.
Mientras tanto, todavía estaba cansada y sedienta, y le dolía el tobillo. Pero
esa presencia, aunque no era benigna, tampoco se sentía amenazante. Al menos
no estaba sola.
Se movían con más cuidado que los Lobos, sus zapatos resbalaban sobre
viejas hojas mientras bajaban hacia ella.
Kowalski se arrodilló frente a ella, abrió la mochila que llevaba y sacó una
botella de agua. La abrió y la sostuvo.
—También tengo algo de comida, pero empezaremos con el agua. Bebe
lento. Pequeños sorbos. ¿Está bien?
—Tengo que tocar para decir lo que está mal —dijo Kowalski, mirando a
Simon.
El gruñido se calmó, pero no se detuvo, y se hizo un poco más ruidoso y
más ruidoso cuando Karl la hizo soltar un grito.
Kowalski abrió el botiquín de primeros auxilios.
—Estoy bastante seguro de que está torcido, no roto. Tengo un vendaje
elástico aquí. Podemos envolver el tobillo para darle un poco de apoyo hasta que
podamos llevar a Meg a casa para un chequeo adecuado. —Sacó otras cosas y se
las dio a Simon—. Puedes limpiar los cortes en su brazo, luego poner un poco de
pomada antibiótica en ellos y envolverlos. Tendremos que vigilarlos por la
infección, ya que no creo que los cortes se hayan hecho bajo las condiciones más
higiénicas.
Sin querer que Simon pensara en por qué había sucedido, Meg extendió la
mano izquierda.
—Un arbusto me atacó cuando corría.
Después de que Meg les contara que había escuchado sirenas, Nathan
volvió sobre sus pasos y condujo a Kowalski de vuelta al patrullero mientras
Blair buscaba en la zona un sendero más directo hacia la carretera. Simon habría
preferido cambiar a Lobo, especialmente después de sentir la presencia de más
Antiguos, pero si lo hacía, no podía hablar con Meg. Por otra parte, no podía
expresarse correctamente en esta forma humana.
Y no podía olfatear lo que quería olfatear para averiguar si ese Cyrus había
herido a su Meg de otras maneras.
—¿Tendré que hacer una declaración?—preguntó Meg a Montgomery.
Simon pensó que Montgomery quería preguntar por otra cosa, y luego lo
pensó mejor.
—¡Arroo! — «Encontré el camino» dijo Blair. «Le dije a Nathan. Dijo que
él y Kowalski estarán allí una vez que los Crowgard devuelvan el patrullero».
«¿Qué hicieron los Cuervos con el coche?».
—Ay, querido.
Mientras Simon llevaba a Meg al sedán negro de Burke, ella no dijo nada
acerca de que no llevaba ropa. Pero tan pronto como se instalaron en el asiento
trasero, ella lo miró y se sonrojó.
—Simon, ¿podrías...?
Otro humano la había herido, y en este momento no confiaba en esta forma.
Cambió a Lobo e hizo todo lo posible para encontrar una posición cómoda
después de que ella lo llevara a la mitad de su regazo y se aferrara a él.
*****
Tomó más tiempo volver a Lakeside del que les llevó conducir al lugar
donde el coche y Cyrus Montgomery habían sido localizados.
Burke no había dicho nada sobre un patrullero lleno de Cuervos, pero cada
vez que los Crowgard volaban por la carretera, se detenían para dejar que
siguieran el ritmo del sedán durante un minuto o dos, para que vieran a la sangre
dulce en el asiento trasero, durmiendo con su mejilla en la cabeza de un Lobo
grande y dormido.
Entonces los Crowgard volaban para difundir la palabra: Chica Palo de
escoba y su Lobo iban a casa.
Capítulo 29
Messis
Los tres rasgaron el tejido blando y, con un júbilo vengativo, comieron uno
de los ojos de Cyrus Montgomery.
Capítulo 30
Firesday, 24 de Messis
—Tendré una reunión con todos los jefes de estación más tarde hoy para
discutir cómo proceder en el futuro —contestó Álvarez—. Para hacer eso,
necesito una evaluación precisa de si Lakeside tiene un futuro, o si el incidente
con Cyrus Montgomery fue, de hecho, una sentencia de muerte para todos
nosotros.
—La oficina del Alcalde hará lo que pueda para ayudar a construir esa
confianza. — dijo Chen.
—El niño no puede ser acusado como adulto. —Dijo Álvarez—. Y dada la
naturaleza de sus crímenes y el hecho de que ocurrieron en una propiedad
perteneciente al Courtyard, la ley humana será bastante flexible. Hay una escuela
de "amor con disciplina" escondida en las montañas Addirondak. Está conectada
a una aldea que desalienta a los visitantes y, de hecho, esta muy profundo en el
país salvaje, no hay mucha gente fuera de la aplicación de la ley que incluso
saben que existe.
Burke se preguntó si el pueblo era una comunidad Intuye. Algo que
preguntar a Steve Barquero la próxima vez que hablaran.
—¿Y los hombres que hicieron esta crema para la piel? —preguntó Chen
después de un momento.
Se reunieron en el país salvaje entre Tala y Etu, y sus pasos llenaron la tierra
de un terrible silencio.
Mientras, los demás Antiguos escuchaban a los dos que habían regresado de
Lakeside contar la historia del astuto depredador que no era un peligro para el
mundo ni para los dientes y las garras de Namid, pero que seguía siendo
peligroso debido al daño que podía causar dentro de una manada humana, un
daño que tocaba a los pequeños cambiantes. Les contaron a sus parientes sobre
la sangre dulce aulladora no-Lobo y sobre el Lobo que quiere ser su pareja.
Hablaron de las migraciones por la feria de trabajo y de la manera apropiada de
pedir las deliciosas galletas de Lobo. Y hablaron de sus errores al ignorar la
animosidad que los pequeños cambiantes sentían hacia el humano Cyrus y cómo
la no-Lobo se había perdido y podría haber muerto porque no habían escuchado
las advertencias del Lobo sobre ese tipo particular de humano.
Los dos que habían estado en Lakeside contaron su historia. Y cuando los
Antiguos hicieron los viajes de vuelta a sus propios territorios, tomaron la
historia y sus lecciones con ellos.
Capítulo 32
Moonsday, 27 de Messis
—¿Meg? —La voz de Tess era tranquila, pero Vlad no se dejó engañar, no
cuando aparecieron hebras negras de repente y sus cabellos comenzaron a
enrollarse.
—Ella está teniendo malos sueños. Y ha tenido algunos episodios de ver
cosas que no están allí. Los médicos del Hospital Lakeside están bastante
seguros de que su cerebro no fue dañado por... —Él se detuvo. ¿Cuánto sabía
Tess de la forma en que Cyrus cortó a Meg? Mejor no traerlo a colación, ya que
no quería tratar con ella si su humor se volvía mortal—. De todos modos, la Sra.
Esposito vino aquí con Steve Barquero para hablar con la Asociación
Empresarial acerca de proporcionar algún tipo de asesoría, no sólo para Meg
sino también para Lizzy, Frances y Sarah Denby.
—No estabas aquí para expresar una opinión cuando tuvimos que decidir.
—dijo Vlad fríamente—. Entonces, no estabas exactamente aislada, ¿verdad?
—No pedí a Nyx que viniera conmigo a esa cacería. —respondió Tess con
mucha frialdad. Ella apartó la mirada. Después de un breve silencio, dijo—:
¿Cómo está Leetha?
—Uno de ellos bebió lo que habían añadido a la crema para la piel. — Tess
no lo miró—. Los Cosechadores suelen ser depredadores solitarios.
¿Comprendes lo raro que es para uno de nosotros tener amigos? Lo que le pasó a
Leetha... Apenas tocó a esa... humana, no estaba tratando de alimentarse. Pero
podría haber sido Nyx, o tú. Podría haber sido un Lobo mordiendo a un
enemigo. —Utilizó un dedo para barajar una petición de libros en el mostrador
—. Cuando encontramos a esos hombres, uno de ellos se ensució con crema en
el brazo y le dijo a Nyx que le daría doscientos dólares y toda la sangre que
pudiera beber si podía morderle el brazo.
—Cuando empezó a llover dentro del cráneo del segundo, el tercero agarró
el líquido y lo consumió. —Tess se encogió de hombros—. Tal vez realmente
creía que sobreviviría bebiendo esa cosa. Ya sabía que no me sobreviviría. —Se
giró hacia el arco pero no se apartó del mostrador—. Esa Sandee hizo un trato
con la policía para evitar la indignación de los Terráneos. Cárcel a cambio de
información. ¿Es eso aceptable para Simon?
—Mientras nunca regrese a Lakeside, es aceptable.
Tal vez los Antiguos tenían razón y estudiar a ese Cyrus y su familia fue una
útil lección que compartirían con el resto de los dientes y las garras de Namid.
Pero Vlad se preguntaba si Simon y Meg, e incluso el Teniente Montgomery, lo
sentían así.
Para: Jackson Wolfgard
Simon
Querida Meg:
Tu amiga,
Jean
Capítulo 33
Windsday, 29 de Messis
Un buen consejo, sobre todo cuando cerraba los ojos por la noche y veía la
navaja de plata de Meg y la mandíbula inferior de Jimmy posicionadas sobre la
ropa destrozada.
Pero había una especie de áspera compasión. El médico que fue encontrado
en el bosque, había sido torturado por personas que querían localizar a las
Casandras de sangre que estaban escondidas en asentamientos de todo el país
salvaje. Pero algo más había acumulado hojas sobre su cuerpo, algo había
impedido que los pequeños carroñeros comieran lo que quedaba del hombre.
—Simon. —Monty se unió al Lobo.
—Teniente Montgomery.
—Mis amigos me llaman Monty.
Se encogió de hombros.
—Hubo cierta preocupación por la infección, pero Emily Faire le dio
medicina a Meg para tomar por unos días, y le olfateo el brazo y la mano un par
de veces al día para asegurarme de que no hay olor a maldad en las heridas.
Ahora sonrió.
—Nadie gruñe a mamá.
La camioneta del Courtyard se detuvo cerca de un arco que conducía a la
Plaza Comercial. Blair abrió la puerta lateral. Sam saltó, dio unos pasos y esperó
a que Blair recogiera a Saltarín y pusiera al joven en el suelo.
—Sí, lo fue. —Monty vaciló—. ¿Simon? ¿Qué vas a hacer con Meg?
Simon lo miró fijamente, una advertencia parpadeante de rojo en los ojos
ámbar.
—¿Hacer con Meg?
—La amas, y ella te ama. Estás enamorado, Simon. Tal vez no es así cómo
describirías lo que sientes, pero es obvio para los humanos que los conocen a los
dos.
La puerta del consultorio se abrió y Meg salió corriendo, apoyada en Sally
Esposito y Theral MacDonald, que ayudaron a acomodarla en la silla de ruedas.
—¡Meg! —Sam corrió hacia ella. Saltarín, con una pierna enyesada,
cojeaba tras el chico.
—¿Y si Meg quiere cachorros? No estoy seguro de que los humanos y los
Terráneos puedan hacer eso.
—¡Roo-roo! —Saltarín cojeó hacia Twyla Montgomery cuando salía de
Chocolates y Crema con una bandeja y cuatro cuencos de helado.
Colocando la bandeja en una de las mesas al aire libre, ella saludó a Meg y
a Sam para que se unieran a ella y dijo con severidad:
—Sam, la señorita Meg no es un juguete. No puedes hacer carreras con ella
en esa silla, ni tomar atajos por los escalones.
—¡Pero el helado se derretirá si vamos despacio! —protestó Sam.
—Samuel Wolfgard.
—Sí, señora.
Monty sacudió la cabeza. ¿Podría un niño moverse más lentamente?
Mirando a su madre sentada con Meg y los dos jóvenes Lobos, Monty
pensó en su hermana adoptada. En uno o dos días, haría unas cuantas preguntas
discretas y vería si podía localizarla. Sabiendo que Jimmy ya no era una
amenaza, esperaba que Sissy se pusiera en contacto con su madre. Sería bueno
para todos ellos si eso pudiera ser reparado.
—¿Qué no está aquí? —Al notar las cartas proféticas extendidas sobre la
mesa, se acercó a ver qué la había molestado. Todas las cartas estaban boca
arriba.
¿Era una carta real? No podía preguntarle eso. "Real" era una palabra
resbalosa ahora mismo.
—¿Has sostenido la carta?
¡Ah! Granja. Eso explicaba los olores. En cuanto al otro olor, mucho más
interesante, bueno, ella estaba de pie y su nariz estaba justo allí, pero él no quería
asustarla y que terminara apoyándose en su pierna mala, así que volvió a buscar
la carta.
Recogió una ráfaga de ratón en una esquina. Hablaría con los Owlgard
sobre cazar alrededor de la Plaza Comercial y de la Oficina del Enlace más a
menudo.
—¡Esa es! —Meg dijo. Se inclinó y puso las manos en el suelo. Cogió la
carta, apoyándose en el costado de una mano.
Simon esperó, preguntándose si esta posición de tres miembros era algo que
había aprendido en la clase de Mente Serena.
—Es un corazón —contestó Meg—. ¿No has visto este símbolo antes?
—Es una cosa constante —respondió suavemente—. Veo esta carta cada
vez que tengo uno de esos episodios donde las imágenes de profecías sangran
juntas hasta que nada tiene sentido. Pero esta carta no cambia.
—¿Así que el romance es tu cosa constante?
—No soy humano. Nunca seré humano. Pero tal vez pueda ser lo
suficientemente humano como para ser tu pareja.
Meg lo miró.
—No soy un Lobo. Nunca podré ser un Lobo. Ni siquiera puedo parecer un
Lobo. Entonces, ¿cómo podría ser tu pareja?
Meg no necesitaba cambiar para ser de la manada, para ser su pareja. ¿Era
eso amor?
—Eres lo suficientemente Lobo para mí.
¿Sonaba decepcionada?
—Como las hembras humanas entran en temporada más a menudo,
podríamos intentar algo más cercano a la forma humana. —Él no necesitaba
decirle que él sería capaz de oler cuando ella fuera receptiva, ¿verdad?
Él la rodeó con los brazos y le rozó los labios una vez, dos veces. Entonces
su boca se posó sobre la suya y se quedó. Cuando él retrocedió, ella se inclinó
hacia adelante y apretó los labios contra los suyos.
Fin
Geografía
El mundo de Namid
Tierras continentales (hasta el momento)
Afrikah
Australis
Felidae
Islas Fingerbone
Islas Tormenta
Thaisia
Tokhar-Chin
Zelande
Grandes Lagos:
Ciudades o pueblos:
Hubb NE (Conocido también como Hubby), Jerzy, Lakeside,
Podunk, Sparkletown, Cataratas de Talulah, Toland, Walnut Grove, Wheatfield.
Montañas:
Addirondak, Montañas Rocosas
Días de la semana
Earthday
(Día de la tierra)
Moonsday
(Día de la luna)
Sunsday
(Día del sol)
Windsday
(Día del viento)
Thaisday
(Día de la tierra libre)
Firesday
(Día del fuego)
Watersday
(Día del agua)
Sobre la Autora Anne Bishop
Sí.
De acuerdo entonces.
Era una pequeña historia, y parecía más bien triste, por lo que la joven le
dio forma en palabras lo mejor que pudo para que pudiera salir al mundo.
La historia, -que estaba muy contenta- se fue de nuevo al depósito creativo a
empacar sus maletas para emprender su aventura por el mundo y contarle a todos
sus amigos sobre la joven.
Así que la joven le dio forma con palabras lo mejor que pudo. Y la historia
quedó muy feliz. Al igual que las otras historias que vinieron después de esa.
Durante los años en que la joven perfiló estas historias, comenzó a leer
libros y revistas acerca de la escritura (y, más tarde, sobre la organización y
gestión del tiempo). Mientras trabajaba y leía, llegó a ser más hábil y pudo dar
forma a historias más grandes.
Entonces llegó el día en que algo le tocó en el hombro. Cuando se dio la
vuelta, no fue una pequeña historia respetuosa, con apariencia triste y diciendo:
¿Hola? Fue una novela que le besó la mano, sonrió y dijo: Hola. Vamos a ser
muy buenas amigas por mucho tiempo.
Courtyard de Lakeside
1. Escrito en Rojo
2. Murder of crows
3. Visiones en Plata
4. Marcada en la carne
5. Grabado en el hueso
Notas
[←1]
Estilo cozy Crowgard: En el original “Cozy Crowgard” hace referencia a una especie de
género literario, cozy tiene muchas acepciones (confortable, intimo, amigable, cálido etc.)
no encontramos una definición que nos conformara y como en español se usa hablar de un
“estilo cozy” lo dejamos tal cual agregando la palabra estilo para que quedara más claro
que se refieren a un genero en particular.
[←2]
Nudillera: El puño de acero, puño americano, manopla, nudillera o llave de pugilato es un
arma contusa formada por una estructura que se ajusta directamente a la mano del
usuario, más exactamente a los nudillos del mismo. Esto hace que al dar un puñetazo con
este artefacto en la mano, las lesiones causadas al adversario sean de mayor magnitud y
el impacto en la mano de quien golpea sea mínimo. Es un arma blanca sumamente
peligrosa y puede llegar a romper el cráneo de una forma rápida y sencilla.
[←3]
Fanny: Es un juego de palabras, ya que además de nombre propio también es una forma
de coloquial de decir "coño". Tiene que ver con la forma como entienden los apodos tanto
Cyrus como su hijo Clarence, mientras todos los demás le dan una connotación cariñosa
ellos le dan una connotación de burla y agravio, Cyrus con su hermana usando el apodo de
Sissy -que es una forma de decir coloquialmente cobarde- y Clarence con su hermana
Fanny, diciéndole "Coño”. (N.de T.)
[←4]
Clinc, clinc: en la versión original "cha-ching" es una onomatopeya que imita el sonido de
una caja registradora, pensamos en usar una expresión en español similar "Clinc caja",
pero preferimos dejarlo así por una razón de coherencia con la historia. (N de T)