Marx Antropología HIPII 2022

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El concepto de hombre en Karl Marx Dr.

Daniel Inojosa Bravo

Universidad Nacional de San Juan


Facultad de Ciencias Sociales
Carrera de Ciencias Políticas
Cátedra: Historia de las Ideas Políticas II
Dr. Daniel Inojosa Bravo

El concepto de hombre en Karl Marx

Naturalismo y status ontológico del «ser genérico»

Los dispositivos del capitalismo, que para el «hombre sensible» operan en lo real-
concreto, son racionalizados por su ciencia explicativa, la economía política. Sin
embargo, esta ciencia parte de presupuestos que no explica y se limita a describir
procesos, a constatar hechos. Esos presupuestos son la propiedad privada, la separación
del trabajo, capital y tierra, el beneficio del capital, la competencia, el valor de cambio,
etc.1
Junto a estos a estos presupuestos aceptados sin crítica, naturalizados por la
racionalización de la economía política, existe un hecho económico incontrovertible:
«El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción
en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata
cuantas más mercancías produce».2
La economía política no explica este hecho, lo considera una consecuencia inevitable
de las leyes del mercado, y del funcionamiento de la lógica económica del capital.
Tampoco interesa que no sólo el trabajador se ha convertido en un mero productor de
mercancías, sino que el mismo trabajo es otra mercancía más que se intercambia en el
mercado. En definitiva, la torpeza de la economía política le impide ver que la
mercancía producida se convierte en un «ser extraño como un poder independiente de
su productor», el trabajo objetivado se transforma en una «pérdida del objeto y
servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación». 3

1
Marx, Manuscritos: economía y filosofía, introducción, notas y traducción: Francisco Rubio Llorente,
Alianza Editorial, Madrid, 1993, p. 108.
2
Idem, p. 109.
3
Idem, pp. 109-110. Resulta problemática la traducción al castellano de aquellos términos utilizados por
Marx en el alemán original para designar extrañamiento, alienación y enajenación. Según Francisco
Rubio Llorente, mientras que, en una primera traducción, ha resultado conveniente traducir el término
alemán Enfremdung (entfremden: enajenar, alienarse, distanciarse) por extrañamiento y Entäusserung y

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El concepto de hombre en Karl Marx Dr. Daniel Inojosa Bravo

Es evidente, nos dice Marx, las consecuencias de este hecho. Cuanto más esfuerzo
coloca el trabajador en los objetos que crea, tanto más pobre es él mismo, cuanto más
poderosos son los productos de ese «mundo extraño» y objetivo que ha creado, tanto
más pobre es el trabajador y su «mundo interior». Ese mundo exterior, que está fuera
del trabajador, «frente a sí», lo deja a merced de un poder extraño, ya no es «dueño de sí
mismo». Las ideas de enajenación y alienación están presentes en la filosofía hegeliana,
pero, en estas consideraciones, el joven Marx recurre a la representación de Feuerbach
del fenómeno religioso. Así, esta situación del trabajador en el proceso de producción
capitalista es equiparable la relación del hombre con la religión que ha colocado por
encima de su existencia: «Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre
en Dios, tanto menos guarda en sí mismo». 4
Marx concibe al hombre como un «ser genérico», es decir, es un hombre que
produce universalmente, que puede trascender su realidad individual para proyectarse
más allá de ella. En esto consiste, precisamente, la diferencia con el animal que no pude
alejarse de los estrechos límites de su individualidad. El hombre, como un ser que
produce, es un «ser genérico» en la medida que realiza su esencia, es decir su
subjetividad, en un «mundo objetivo», el de la naturaleza inorgánica. Por eso, el «ser
genérico» es un ser consciente, un ser que «produce universalmente»; trasciende la
inmediatez de la necesidad física conquistando la libertad al emanciparse de la
necesidad. 5
La universalidad del hombre (del «ser genérico»-ser productor) se expresa en su
relación con la naturaleza, cabe decir, siendo él mismo parte de la naturaleza, no un ser
externo a ella, puede situarse ahora sí fuera de la naturaleza haciéndola objeto de su
producción consciente y libre. El hombre, como el animal, vive de la naturaleza
inorgánica, pero sólo el primero puede hacerla universal, y cuando más universal la

Veräusserung (veräuβern: transferir, vender) para enajenación, lo cierto es que, en última instancia, este
traductor español ha empleado extrañamiento y enajenación indistintamente para cualquiera de los tres
términos en alemán que aparecen en los Manuscritos. Se pierde, con ello, diferencias de matices que
aparecen en el texto, pero no resultarían tan significativas como para comprometer la claridad y los
propósitos de la publicación. (Rubio Llorente, Francisco, «Introducción», en Manuscritos: economía y
filosofía, op. cit., pp. 46-47) De nuestra parte, digamos que esas diferencias de sentido tienen su
importancia. Alienación significa ‘estar en otro que no es uno mismo’ (del latín alien: extraño), que da un
sentido de proximidad con extrañamiento. En cambio, enajenación, si bien puede tener un significado
próximo a alienación (en el sentido de ‘no estar en uno mismo’), también quiere decir ‘dar entrega de algo
o vender’. En este último caso, habría un matiz económico próximo al significado del hombre histórico a
cuya comprensión Marx le dedica sus estudios de economía política. Por ello, consideramos que estas
diferencias de matices son relevantes para comprender este importantísimo escrito que, justamente, lleva
por título Manuscritos: economía y filosofía.
4
Idem, p. 110.
5
Idem, p. 116.

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hace «tanto más universal es el ámbito de la naturaleza inorgánica de la que vive.»


Según Marx, esa universalidad aparece en el hombre cuando hace de la naturaleza toda
su cuerpo inorgánico, se porque es un simple «medio de subsistencia inmediato», como
por ser «la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital.» Tanto en la teoría
como en la práctica, ese ser genérico que es el hombre hace suyo el género (el suyo
como el de los demás), o sea, se relaciona con el todo como un ser universal, un ser
libre.6

«El hombre es un ser genérico no sólo porque en la teoría y en la práctica toma como objeto suyo el
género, tanto el suyo propio como el de las demás cosas, sino también, y esto no es más que otra
expresión para lo mismo, porque se relaciona consigo mismo como el género actual, viviente, porque se
relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre. […] La naturaleza es el cuerpo
inorgánico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive de
la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso
continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre está ligada con la naturaleza no tiene
otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la
naturaleza.»7

En los dos casos el hombre puede realizar su esencia humana, pero, si se observa con
detenimiento lo anterior, sólo cuando está librado de la necesidad inmediata el hombre
puede realizar su humanidad por medio de la auténtica «vida productiva», creativa,
libre. Es decir, el hombre sólo realizando su «vida productiva» o sea, la «vida genérica»,
la «vida que crea vida», la «actividad libre, conciente», puede ser auténticamente
humano. Caso contrario, reducido a la necesidad inmediata su trabajo es solamente un
«medio de vida», una negación de la especie a la que pertenece, se convierte en «medio
de la vida individual». El capitalismo y el «trabajo enajenado» escinden o separan,
además, la «vida genérica» de la «vida individual», las hace extrañas entre sí, «convierte
a la primera, en abstracto, en fin de la última, igualmente en su forma extrañada y
abstracta».8
No existe, por lo tanto, ninguna existencia humana fuera de la naturaleza, «sin el
mundo exterior sensible» que es la materia objeto del trabajo. La existencia humana está
determinada por la naturaleza. No puede estar fuera de ella. Si la esencia humana está
en el «ser genérico», entonces necesita expresarse, y como el hombre no puede estar

6
Idem, pp. 114-115.
7
Ibid.
8
Idem, p. 115.

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fuera de la naturaleza resulta por demás evidente que es en ella y sólo en ella donde se
realiza aquella esencia humana. 9
En primer lugar, porque la naturaleza le ofrece al hombre «medios de subsistencia»,
los «víveres» con los que puede, en efecto, subsistir, son «los medios de subsistencia
física trabajador», y, en segundo lugar, le da «medios de vida», los objetos a través de
los cuales puede expresarse, sobre los cuales poder realizar su esencia, la materia con la
cual se puede realizar su necesidad interior de materializar su espiritualidad por medio
del trabajo (en este sentido, nos dice Marx, «el trabajo no puede vivir sin objetos sobre
los que ejercerse»). Si se medita con detenimiento lo anterior, la naturaleza en uno y
otro caso provee víveres, no sólo los que permiten la subsistencia física, o sea, la
naturaleza proporciona dos formas distintas de realizar la existencia vital del hombre.10
La definición de la esencia humana como «ser genérico»-ser productor significa
tanto una interpretación acerca de la condición natural del hombre, decididamente
naturalista, como, también, una lectura acerca de su potencia ética. Siendo las cosas de
este modo para Marx, resulta más que evidente que la economía capitalista, es decir, la
nueva estructura socioeconómica de la modernidad, lo que produce es una realidad que
niega las posibilidades humanas.
La «sociedad burguesa» tiene su ciencia explicativa, la economía política, un saber
meramente positiva que acepta el factum de los poderes reales que habiendo disuelto la
forma ético-política del feudalismo, ahora establece su propio señorío enajenando la
esencia humana del «ser genérico» y estableciendo un sistema de explotación de lo más
oprobioso que ha conocido la historia.

9
Idem, p. 111.
10
Ibid.

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