INMUNOLOGIA

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INMUNOLOGÍA

Inmunidad
La palabra inmunidad significaba protección contra la enfermedad y,
más en concreto, contra una enfermedad infecciosa. Las células y las
moléculas responsables de su ejecución constituyen el sistema
inmunitario, y su reacción conjunta y coordinada frente a la entrada de
sustancias ajenas se denomina respuesta inmunitaria. Con base en los
mecanismos con los que puede responder el cuerpo a un cuerpo
extraño la inmunidad se puede reconocer como inmunidad innata o
inmunidad adquirida.
Antígenos
Los antígenos son compuestos de diversa naturaleza química, provenientes del medio o
generados por el propio organismo, que son capaces de inducir una respuesta inmunológica
en los vertebrados, propiedad denominada inmunogenicidad. La capacidad de interacción
de un antígeno con los productos de una respuesta inmune, ya sea con anticuerpos o con
células T se conoce como antigenicidad.

El lugar de reconocimiento específico de los anticuerpos en el antígeno se denomina


determinante antigénico o epítopo. En general, los epítopos presentes en proteínas y
macromoléculas corresponden a zonas flexibles que poseen grupos químicos ricos en
posibilidades de interacción con el sitio activo de los anticuerpos.
Naturaleza química de los antígenos

En general las proteínas son las moléculas más inmunogénicas y, en orden decreciente, les
siguen los carbohidratos, los lípidos y los ácidos nucleicos. De esta manera los antígenos
pueden ser:

Proteínas: son antígenos timo dependientes, es decir, en su reconocimiento participan


linfocitos T y B. Debido a su gran complejidad estructural, puesto que además de estructura
primaria, secundaria y terciaria, poseen múltiples epítopos, lo que las hace a la vez
antigénicas e inmunogénicas. La agregación y la presencia de formas poliméricas aumentan
la inmunogenicidad de las proteínas.

Carbohidratos: se encuentran en glucolípidos y glucoproteínas. Algunos ejemplos son el


lipopolisacárido (LPS) de las bacterias Gram-negativas y el sistema de antígenos de grupo
sanguíneo en humanos, como el sistema ABO.

Lípidos: son, en general, poco inmunogénicos, fundamentalmente por su poca solubilidad en


agua; sin embargo, al unirse a proteínas, algunos pueden generar epítopos.

Ácidos nucleicos: son poco inmunogénicos ya que para inducir anticuerpos requieren ser
conjugados a proteínas inmunogénicas. Sin embargo, en varias patologías de tipo
autoinmune es frecuente observar la presencia de anticuerpos anti-ADN.
Complejo mayor de histocompatibilidad
(MHC)

El MHC cumple funciones de reconocimiento, diferenciación y defensa, que básicamente se


encargan de discernir lo propio de lo ajeno. Tiene tres regiones que agrupan genes
denominados como clase I, II y III.

o Los de la clase I generan los antígenos del sistema de antígenos leucocitarios humanos
tipo I (HLA-I) que colonizan la membrana de todas las células nucleadas del organismo,
con excepción de las neuronas y de los eritrocitos. Las proteínas de MHC I inhiben a las
células NK. La fuente de los antígenos que reconoce es intracelular, como proteínas
virales.

o Los de la clase II, codifican para los HLA II, que en condiciones normales, se expresan en los
linfocitos B, los macrófagos y las células dendríticas. La fuente de los antígenos que
reconocen son espacios extracelulares. Estos antígenos ya han sido fagocitados.

o Los de la clase III codifican para los factores del sistema del complemento, algunas
citoquinas y otros factores con distintas funciones.
Inmunidad activa Es la que se desarrolla en el curso de una enfermedad infecciosa y de la
cual se guarda memoria. Este tipo de inmunidad explica la resistencia que se adquiere
contra enfermedades infecciosas, gracias a la cual la persona que sufre la infección queda
protegida de por vida contra el mismo germen. La inmunidad activa contra determinada
infección, se puede adquirir sin sufrir la enfermedad, por medio de la vacunación contra ella,
que “enseña” al sistema inmune a defenderse del microorganismo. Las vacunas están
compuestas por microorganismos muertos o inactivados o por toxinas que estimulan al
sistema inmune, pero que no producen enfermedad o si lo hacen, esta es subclínica.

Inmunidad pasiva Es el proceso de defensa que se logra contra enfermedades infecciosas


mediante el empleo de anticuerpos protectores producidos en otro individuo de la misma
especie o de una especie diferente. Por este método es posible evitar el desarrollo de una
enfermedad en una persona infectada cuyo sistema inmune no ha tenido tiempo de
desarrollar mecanismos de defensa o que carece de la posibilidad de hacerlo. También
posibilita tratar una infección en curso para hacerla menos fuerte o duradera.
Sistema de complemento

Es un complejo de proteínas producidas por el hígado que se activan entre sí. Tienen la
función de unirse a patógenos y por medio de una cascada de reacciones desencadenan
tres mecanismos principales:

o Destrucción del patógeno por medio de un conjunto de proteínas conocidas como


perforinas que, como su nombre lo indica, perforan la membrana plasmática o la
cápside del agente biológico.

o Opsonización del patógeno, es decir marcarlo, para atraer y reclutar fagocitos que lo
degraden

o Estimulación de la inflamación por medio de proteínas propias del complemento


llamadas anafilotoxinas que se unen a mastocitos o basófilos estimulando su
degranulación.
Citocinas
Las citocinas son proteínas solubles producidas en forma transitoria por efecto de un estímulo.
Éstas representan el lenguaje universal de las células, y gracias a ellas las células reconocen lo
que está ocurriendo a su alrededor y establecen en consecuencia una respuesta. Las
citoquinas participan, entre otros, en la proliferación y diferenciación celular, la
hematopoyesis, la actividad microbicida, la reacción inflamatoria, la respuesta inmune
específica y no específica, y en procesos relacionados con el desarrollo de los organismos
vivos. Entre las citocinas más importantes se encuentran los factores de necrosis tumoral (TNF),
los interferones (INF), las interleucinas (IL) y las citocinas quimiotácticas (quimiocinas)
De acuerdo a su función las citocinas pueden clasificarse en diferentes grupos que
comprenden citocinas de varios tipos.

o Inflamatorias: inducen una respuesta fisiológica normal al daño ya sea mecánico o


infeccioso que comprende cambios como coagulación, exudación plasmática,
activación del sistema del complemento, diapédesis y migración leucocitaria,
activación de células mononucleares y polimorfonucleares y producción de
mediadores solubles, entre ellos citoquinas. Las principales citocinas proinflamatorias
son la IL-1, IL-6 y el TNF.

o Hematopoyéticas: controlan la población y la maduración de todas células


sanguíneas, eritrocitos, trombocitos, pero sobre todo leucocitos. Las principales
citocinas hematopoyéticas son: IL-I, IL-3, IL-5, IL-7, IL-9, IL-10, IL-11 e IL-12, así como los
factores estimulantes de colonias de granulocitos y monocitos.

o Antitumorales: participan en la diferenciación de algunos linfocitos y e inducen la


apoptosis en células tumorales. Las citocinas antitumorales son TNF α y β , IFN tipos I y II,
IL-4, oncostatina M (OSM) y el factor inhibidor de leucemias (LIF).

o Quimiocinas: son quimioatrayentes, es decir reclutan fagocitos por medio de


señalizaciones químicas mediadas por residuos de cisteína separados por otro
aminoácido. Las quimiocinas son alfa (CXC), beta (CC), gamma (C) y la quimiocina
CXXXC.

o Supresoras: provienen de genes que impiden el crecimiento y proliferación de


determinados tipos de células.
Complejos de diferenciación
Los cúmulos de diferenciación (CD’S), grupos de diferenciación o antígenos de
diferenciación son proteínas marcadoras que se encuentran principalmente en la superficie
celular que son reconocidas por determinados anticuerpos para la identificación del tipo de
célula, estado de diferenciación celular y estado de la misma. Las proteínas de membrana
se clasifican en cuatro grupos, dependiendo de la orientación de la proteína en la
membrana plasmática o de su unión a ella. Las proteínas CD´s pueden proteínas
transmembranales tipo I, tipo II, tipo III y unidas a otras proteínas.
Inmunidad innata
La inmunidad innata (también llamada inmunidad natural o espontánea) aporta la primera
línea de defensa frente a los microbios. Está constituida por unos mecanismos de defensa
celulares y bioquímicos ya instaurados incluso antes de contraerse la infección y preparados
para responder con rapidez una vez producida. Los principales componentes de la inmunidad
innata son los siguientes:

o Barreras físicas y químicas, como los epitelios y las sustancias antimicrobianas formadas en
sus superficies.

o Células fagocíticas (neutrófilos, macrófagos) y linfocitos citolíticos naturales (NK).

o Proteínas sanguíneas, como los factores del sistema del complemento y otros mediadores
de la inflamación.

o Proteínas denominadas citocinas, que regulan y coordinan muchas de las actividades de


las células encargadas de la inmunidad innata
Barreras epiteliales
Las superficies intactas de los epitelios forman una barrera física entre los microbios del medio
externo y el tejido del huésped. Los tres elementos de separación principales entre el medio y el
huésped son la piel y las superficies mucosas de los aparatos digestivo y respiratorio. Todos están
protegidos por unos epitelios continuos que impiden la entrada de los microbios, y la pérdida de
su integridad suele predisponer a una infección. Los epitelios, lo mismo que algunos leucocitos,
producen péptidos dotados de propiedades antimicrobianas. Las defensinas y las catelicidinas
forman dos familias de estos péptidos antimicrobianos, distintas desde el punto de vista
estructura.

o Las defensinas son pequeños péptidos catiónicos con una longitud de 29 a 34 aminoácidos,
que contienen tres puentes disulfuro dentro de su cadena. Las tres familias de defensinas
llevan el nombre de α, β y φ y pueden distinguirse por la localización de sus puentes. Las
defensinas se producen en las células epiteliales de las superficies mucosas y en los
leucocitos que contienen gránulos, como los neutrófilos, los linfocitos NK y los linfocitos T
citotóxicos.

o Las catelicidinas se expresan en los neutrófilos y en los epitelios que configuran diversas
barreras, como la piel y las células de las mucosas digestiva y respiratoria. Cumple
numerosas funciones que sirven de protección contra los infecciones. Entre ellas figura la
toxicidad directa contra una amplia gama de microorganismos, y la activación de diversas
respuestas en células como los leucocitos y otros tipos, que favorecen la erradicación de los
microbios.
Fagocitosis y respuesta
inflamatoria
Las células efectoras más abundantes del sistema inmunitario innato son las que proceden de
la médula ósea, circulan por la sangre y emigran hacia los tejidos. Entre ellas figuran las
pertenecientes a la estirpe mielocítica, como los neutrófilos, los fagocitos mononucleares y las
células dendríticas; y las de la estirpe linfocítica, como los linfocitos citolíticos naturales. Los
fagocitos, como los neutrófilos y los macrófagos, son células cuya función principal consiste en
identificar, ingerir y destruir los microbios. Sus respuestas funcionales en la defensa del huésped
están compuestas por una serie de etapas sucesivas:

o Atracción activa de las células hacia los focos de infección.

o Reconocimiento de los microbios.

o Ingestión por un proceso de fagocitosis.

o Destrucción de los microbios ingeridos.

Además, los fagocitos producen citocinas que cumplen muchos cometidos importantes en las
respuestas inmunitarias innata y adaptativa, así como en la reparación tisular.
Neutrófilos
Los neutrófilos, también denominados leucocitos polimorfonucleares, forman la población más
abundante de leucocitos circulantes e intervienen en las primeras fases de las respuestas
inflamatorias. Circulan con un aspecto de células esféricas cuyo diámetro mide unos 12 a 15
μm. El núcleo de un neutrófilo se encuentra segmentado en unos tres a cinco lobulillos
conectados entre sí. El citoplasma contiene gránulos de dos tipos. La mayoría, denominados
gránulos específicos, están llenos de enzimas como lisozima, colagenasa y elastasa. Estos
gránulos no se tiñen intensamente ni con los colorantes básicos ni con los ácidos. El resto de los
gránulos presentes en los neutrófilos, llamados gránulos azurófilos, son lisosomas que contienen
enzimas y otras sustancias microbicidas, como defensinas y catelicidinas.

Un hombre adulto fabrica al rededor de 1x1011 neutrófilos al día, que duran tan sólo unas 6 horas
circulando por la sangre. Los neutrófilos pueden emigrar hacia los focos de infección en un
plazo de unas pocas horas desde la entrada de los microbios. Si un neutrófilo circulante no se ve
atraído hacia un foco inflamatorio dentro de este período, sufre un proceso de apoptosis y los
macrófagos residentes en el hígado o en el bazo suelen fagocitarlo. Después de penetrar en los
tejidos, los neutrófilos funcionan unas pocas horas y luego mueren.
Fagocitos mononucleares
Las células del sistema fagocítico mononuclear se originan en la médula ósea, circulan por la
sangre y maduran en diversos tejidos para quedar activadas. El primer tipo celular que entra
en la sangre periférica después de abandonar la médula no está diferenciado por completo y
se llama monocito. Los monocitos tienen un diámetro de 10 a 15 μm, y poseen unos núcleos
reniformes y un citoplasma granular fino que contiene lisosomas, vacuolas fagocíticas y un
citoesqueleto de filamentos. Una vez que han penetrado en los tejidos, estas células maduran
y se convierten en macrófagos.

Normalmente los macrófagos responden a los microbios casi con tanta velocidad como los
neutrófilos, pero su supervivencia en los focos inflamatorios es mucho mayor. A diferencia de
ellos, los macrófagos no están diferenciados por completo y pueden sufrir una división celular
en un foco inflamatorio. Por tanto, son las células efectoras dominantes durante las últimas
etapas de la respuesta inmunitaria innata, 1 o 2 días después de la infección.
Células dendríticas
Las células dendríticas cumplen un cometido importante en las respuestas innatas a las
infecciones y en su vinculación con las respuestas de la inmunidad adaptativa. Tienen
prolongaciones de membrana largas y propiedades fagocíticas, y siguen una amplia
distribución por los tejidos linfáticos, el epitelio de las mucosas y el parénquima de los órganos.
Las células dendríticas derivan de unos precursores situados en la médula ósea, y la mayor
parte guarda una relación con los fagocitos mononucleares en función de su estirpe.
Expresan receptores para el reconocimiento de patrones y responden a los microbios
mediante la secreción de citocinas.

Una subpoblación de células dendríticas, llamadas células dendríticas plasmocitoides, está


especializada en la respuesta celular temprana a las infecciones virales ya que son capaces
de sintetizar IFN-1. Las células dendríticas desempeñan una misión decisiva en las respuestas
inmunitarias adaptativas al capturar los antígenos microbianos y presentárselos a los linfocitos
T.

En los ganglios linfáticos se encuentran células de otra estirpe células dendríticas foliculares
que tienen características por completo diferentes.
Mecanismos de la fagocitosis
La fagocitosis de los microorganismos se ve favorecida si éstos están opsonizados con IgG y/o
fracciones del complemento (C3b, C4b). Los neutrófilos al igual que los monocitos y macrófagos,
poseen receptores para dichas opsoninas.

1. La unión de estas opsoninas con el receptor respectivo, activa la célula fagocítica, ésta emite
prolongaciones que engloban al microorganismo y lo endocitan por medio de transporte
activo mediado por una vesícula denominada fagosoma.

2. El fagosoma formado por la membrana plasmática, posteriormente se fusiona con la


membrana de los gránulos citoplasmáticos que descargan su contenido enzimático en el
interior del fagosoma. La unión de los gránulos citoplásmicos con el fagosoma se conoce
como fagolisosoma.

3. Los microorganismos son destruidos por mecanismos dependientes e independientes del


oxígeno, también denominados mecanismos oxidativos y no oxidativos, respectivamente.

4. En el mecanismo oxidativo la activación de la NADPH oxidasa que al oxidar el NADPH reduce


el oxígeno molecular a ion superóxido (O2-2), el que se convierte en peróxido de hidrógeno.

5. Entre los componentes de los mecanismos no oxidativos destacan la lisozima, enzima


catiónica que destruye el péptidoglucano de las bacterias Gram positivas; la proteína
bactericida permeabilizante (BPI), que permeabiliza la membrana bacteriana; la catepsina G,
una serinoproteasa con actividad sobre bacterias Gram negativas y las defensinas.
Inflamación
Cuando los patógenos superan las barreras externas de la inmunidad innata, la infección o
lesión tisular resultante puede inducir una compleja cascada de fenómenos conocida como
reacción inflamatoria.

o Minutos después de la lesión tisular aumenta el diámetro de los vasos sanguíneos, fenómeno
conocido como vasodilatación, de lo que resulta un incremento del volumen sanguíneo en
la zona.

o Un mayor volumen de sangre calienta el tejido y lo hace enrojecerse.

o También se eleva la permeabilidad vascular, lo que ocasiona escape de líquido desde los
vasos sanguíneos, en particular en las vénulas poscapilares. Esto da por resultado la
acumulación de líquido, llamada edema, que expande el tejido.

En pocas horas, en la región inflamada se adhieren leucocitos a las células endoteliales y


atraviesan las paredes de los capilares para ingresar en los espacios tisulares, un proceso
llamado diapédesis. Estos leucocitos fagocitan patógenos invasores y liberan mediadores
moleculares que contribuyen a la reacción inflamatoria y al reclutamiento y la activación de
células efectoras.
Linfocitos citolíticos naturales
Las células NK son una estirpe celular relacionada con los linfocitos, que reconoce las células
infectadas o agredidas y responde mediante su destrucción directa y la secreción de citocinas
inflamatorias. Los linfocitos NK constituyen entre el 5% y el 20% de las células mononucleares
presentes en la sangre y en el bazo, y no son frecuentes en los demás órganos linfáticos
Mastocitos, eosinófilos y basófilos

Los mastocitos, los eosinófilos y los basófilos son tres células adicionales que participan en las
respuestas inmunitarias innatas y adaptativas. Los tres tipos de células comparten la
característica común de tener gránulos citoplásmicos llenos de varios mediadores
inflamatorios y antimicrobianos. Otra característica común de estas células es su implicación
en respuestas inmunitarias que protegen contra helmintos y reacciones que causan
enfermedades alérgicas.

o Mastocitos: Los mastocitos son células derivadas de la médula ósea presentes en la piel y
los epitelios mucosos que contienen abundantes gránulos citoplásmicos llenos de
histamina y otros mediadores inmunológicos.

o Eosinófilos: Los eosinófilos son granulocitos sanguíneos que expresan gránulos citoplásmicos
que contienen enzimas lesivas para las paredes celulares de los parásitos, pero que
también pueden dañar los tejidos del anfitrión.

o Basófilos: los basófilos son granulocitos sanguíneos con muchas similitudes estructurales y
funcionales con los mastocitos. Expresan receptores para la IgE, ligan IgE y pueden
activarse por la unión del antígeno a la IgE. Como el número de basófilos es bajo en los
tejidos, su importancia en la defensa del anfitrión y en las reacciones alérgicas es incierta.
Inmunidad adquirida
(adaptativa)
A diferencia de la inmunidad innata, hay otras respuestas inmunitarias que son estimuladas
por la exposición a los microorganismos infecciosos, cuya magnitud y capacidad defensiva
crece con cada exposición sucesiva a un microorganismo concreto. Dado que esta forma
de inmunidad aparece como respuesta a una infección y se adapta a ella, recibe el
nombre de inmunidad adaptativa. Sus características definitorias son una exquisita
especificidad frente a diversas moléculas y la propiedad de «recordar» las exposiciones
repetidas al mismo microbio para responder con mayor especificidad. Los anticuerpos, las
moléculas de complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) y los receptores del linfocito T
para el antígeno son las tres clases de moléculas que utiliza el sistema inmunitario adaptativo
para neutralizar a los antígenos.
Inmunidad celular

Las células que participan en las respuestas de la inmunidad adaptativa son linfocitos,
específicos frente a antígenos; y las células presentadoras de antígenos, que exhiben los
antígenos y activan los y células efectoras que sirven para eliminar los antígenos.

Los receptores para antígenos de los linfocitos B, en concreto, los anticuerpos unidos a la
membrana, pueden reconocer varias macromoléculas en su forma soluble o asociada a la
superficie celular, así como sustancias químicas de moléculas pequeñas. Por tanto, pueden
generarse respuestas inmunitarias humorales mediadas por el linfocito B contra muchos tipos
de antígenos microbianos de la pared celular y solubles.

Los receptores para antígenos de la mayoría de los linfocitos T pueden, por otra parte, ver solo
fragmentos peptídicos de antígenos proteínicos y únicamente cuando estos péptidos son
presentados por moléculas especializadas en la muestra de péptidos en las células del
huésped CMH I. La mayoría de los linfocitos T reconocen antígenos peptídicos unidos y
mostrados por moléculas del CMH II de las células presentadoras de antígenos.
Maduración de los linfocitos

La maduración de los linfocitos B a partir de progenitores comprometidos en esta línea ocurre,


sobre todo, en la médula ósea (Bone marrow) y, antes del nacimiento, en el hígado fetal. Las
células pluripotenciales derivadas del hígado fetal dan lugar sobre todo a un tipo de linfocito B
llamado linfocito B-l, mientras que las células pluripotenciales derivadas de la médula ósea dan
lugar a la mayoría de los linfocitos B circulantes (linfocitos B foliculares) así como un subgrupo de
linfocitos B llamados linfocitos B de la zona marginal.

Los precursores de los linfocitos T abandonan el hígado fetal antes del nacimiento y la médula
ósea en fases más avanzadas de la vida, y circulan hasta el timo, donde completan su
maduración.

En general, los linfocitos B y T que se generan al principio de la vida fetal tienen receptores para
antígenos menos diversos. A pesar de sus diferentes localizaciones anatómicas, los primeros
acontecimientos madurativos de los linfocitos B y T son, en esencia, similares. La diferenciación en
la línea B o T depende de instrucciones recibidas de varios receptores de la superficie celular,
que inducen reguladores específicos de la transcripción que, a su vez, dirigen un progenitor
linfoide común para que asuma específicamente el destino de un linfocito B o T.
Linfocitos T
Los linfocitos T desempeñan múltiples funciones en la defensa contra las infecciones
producidas por varios tipos de microbios. La principal de ellas tiene lugar en la inmunidad
celular, que proporciona la defensa contra las infecciones causadas por los microbios
intracelulares. Dos tipos de infecciones pueden llevar a los microbios a encontrar refugio
dentro de las células, desde donde deben ser eliminados mediante las respuestas inmunitarias
celulares.

Además de la inmunidad celular, los linfocitos T también desempeñan importantes funciones


en la defensa contra los microbios que no se reproducen dentro de las células ni sobreviven en
los fagocitos, incluidos varios tipos de bacterias, hongos y parásitos helmintos. Los linfocitos T
que median la defensa contra estos microorganismos son subgrupos de linfocitos T CD4+ o
cooperadores.

Los virus pueden infectar y sobrevivir en una amplia variedad de células y no pueden destruirse
si las células infectadas carecen de mecanismos microbicidas intrínsecos o si están en el citosol
donde son inaccesibles para estos mecanismos. En estas situaciones, la única forma de
erradicar la infección establecida es matar a las células infectadas, sacar al virus de su hogar
e incapacitarle para sobrevivir y replicarse. Esta función de matar a las células con virus en su
citosol está mediada por los linfocitos T citotóxicos CD8+.
Linfocitos T CD4+
La secuencia de acontecimientos en las respuestas de los linfocitos T CD4+ es la activación
inicial de estas células en los órganos linfáticos para generar linfocitos efectores y memoria, la
migración de los linfocitos efectores a los lugares de infección y la eliminación de
microorganismos patógenos infecciosos en estos lugares.

o Los linfocitos T CD4+ efectores se generan por el reconocimiento del antígeno en los órganos
linfáticos secundarios, pero la mayoría de ellos abandonan estos órganos y migran a las
zonas periféricas de infección donde eliminan a los microbios.

o En las respuestas inmunitarias celulares contra los microbios fagocitados, los linfocitos T
reconocen específicamente a los antígenos microbianos, pero son los fagocitos los que
destruyen realmente a los microorganismos patógenos.

o La ingestión y eliminación de los microbios por los fagocitos también es una reacción
importante de la inmunidad innata, pero los linfocitos T potencian mucho esta función de los
fagocitos.
Linfocitos T CD8+
Dentro del citoplasma de estas células diferenciadas hay numerosos lisosomas modificados
que contienen proteínas, incluidas la perforina y las granzimas, cuya función es matar a otras
células. Además de esto, son capaces de secretar citocinas, sobre todo IFN-γ , que activan a
los fagocitos.

Para que un linfocito T pueda diferenciarse a CD8+, este debe exponerse a un antígeno ya
sea por la vía del MHC o por una célula dendrítica. La vía más eficiente es la segunda, pero
representa un problema ya que estas células no se infectan por el virus y no sintetizan en su
interior el antígeno vírico. Este problema se resuelve mediante la presentación cruzada. Para
su diferenciación y proliferación son útiles algunas citocinas como las IL-2, IL-12, IL-15, IL-21 y
los IFN tipo I.

Las citocinas producidas por los linfocitos T CD8+ efectores contribuyen a la eliminación de
varios microbios intracelulares. Además de su papel en la defensa contra los microbios, la
segunda función importante de estas células es erradicar células tumorales.
Mecanismos de la citotoxicidad de los CD8+

Los linfocitos T citotóxicos matan a las dianas que expresan el mismo antígeno asociado a la
clase I del MHC que desencadenó la proliferación y diferenciación de los linfocitos T CD8+
vírgenes de los que derivan y no matan a las células adyacentes no infectadas que no
expresan este antígeno. Incluso los propios linfocitos no resultan dañados durante el proceso
de lisis de las dianas que expresan el antígeno. Esta especificidad de los CTL efectores
asegura que las células normales no resulten dañadas por los CTL que reaccionan contra las
células infectadas. El proceso es muy específico porque se produce una aposición estrecha,
llamada sinapsis.

El proceso de inducción de muerte de las dianas mediado por los CTL consiste en:

o El reconocimiento del antígeno, la activación de las CTL.

o La realización del golpe mortal que mata a las células diana

o La liberación de los CTL .

Cada uno de estos pasos está controlado por interacciones moleculares específicas.
Inmunidad humoral
La inmunidad específica humoral se asocia a linfocitos B y a los productos de su metabolismo:
anticuerpos. Los aspectos determinantes en la inmunidad humoral son la estructura y función
del Receptor de células B (BCR) y de inmunoglobulinas, y las bases genéticas de la diversidad
de estas últimas. Las inmunoglobulinas pueden estar asociadas a la membrana plasmática de
los linfocitos o ser secretadas para circular en el torrente sanguíneo
Anticuerpos
Los anticuerpos solo son sintetizados por células de la estirpe de los linfocitos B y existen en dos
formas: los anticuerpos unidos a la membrana en la superficie de los linfocitos B actúan como
receptores para el antígeno y los anticuerpos secretados neutralizan las toxinas, impiden la
entrada y propagación de los microorganismos patógenos y eliminan los microbios.

Los anticuerpos tienen una estructura básica general constituida por 4 cadenas polipeptídicas: 2
cadenas pesadas (H) idénticas entre sí y 2 cadenas ligeras (L), también idénticas entre sí. Las
cadenas pesadas y livianas se asocian de modo tal que forman una estructura simétrica
compuesta por dos heterodímeros H/L idénticos y unidos covalentemente entre sí por uno o más
puentes disulfuro.

Las cadenas ligeras se dividen en dos segmentos de 107 a 110 aminoácidos cada uno, llamados
dominios. El primer dominio recibe el nombre de variable (VL), cuya secuencia de aminoácidos
cambia de un anticuerpo a otro, siendo idéntica en todas loas anticuerpos destinadas a
reaccionar con determinado antígeno. El segundo segmento de la cadena liviana de los
anticuerpos recibe el nombre de constante (CL), debido a que la secuencia de aminoácidos es
prácticamente igual en todos los Ac de una misma clase.

Las cadenas pesadas tienen cuatro o cinco dominios dependiendo de la clase, cuatro para las
IgG, IgD e IgA y cinco para las IgM e IgE. El primero de estos de 100 a 110 aminoácidos se
conoce como segmento variable (VH). El resto de los dominios constituye la región constante.
Las cadenas pesadas tienen un peso molecular que fluctúa entre 55 y 77 kDa. Están
constituidas por aproximadamente 450 o 550 aminoácidos y contienen 3 a 15% de
carbohidratos. Diferencias estructurales en la región carboxiterminal, permiten reconocer, en
un mismo individuo, cinco clases o isotipos de cadenas pesadas:

o Gamma (γ) presente en la IgG,

o Mu (µ) en la IgM,

o Alfa (α) en la IgA,

o Delta (δ) en la IgD

o Épsilon (ε) en la IgE.

Las cadenas ligeras de la Ig, tienen un peso molecular en torno a 25 kDa; no contienen
carbohidratos y están constituidas por aproximadamente 220 aminoácidos, separados en un
dominio variable (VL) aminoterminal y un dominio constante (CL) carboxiterminal. Variaciones
estructurales en el dominio constante carboxiterminal, permiten distinguir dos tipos de cadena
liviana: kappa (k) y lambda (λ). En una Ig, las cadenas ligeras son siempre idénticas entre sí; por
lo tanto, un monómero inmunoglobulínico sólo puede tener cadenas de tipo kappa o de tipo
lambda, pero nunca de ambas.

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