MUSHIETTI, Delfina. Aquel Reino Del Amor, 1989 (Sobre Alfonsina Storni)
MUSHIETTI, Delfina. Aquel Reino Del Amor, 1989 (Sobre Alfonsina Storni)
MUSHIETTI, Delfina. Aquel Reino Del Amor, 1989 (Sobre Alfonsina Storni)
amor
Delfina Muschietti
Nuevo Texto Crítico, Año II, No. 4, Segundo Semestre de 1989, pp. 79-102
(Article)
Access provided by University of California , Santa Barbara (25 Jun 2018 02:30 GMT)
LAS MUJERES QUE ESCRIBEN:
AQUEL REINO ANHELADO, EL REINO DEL AMOR
DELFINA MUSCHIETTI
Universidad de Buenos Aires
(1930). Dentro de los llamados géneros marginales (el saínete, el tango) los
núcleos inmigración-urbanismo ocupan obviamente un lugar central.
En la literatura femenina, en cambio, podemos observar que, curiosamen-
te, los núcleos inmigración-urbanismo: masa-desperdicio no aparecen sino
lateralmente en poemas aislados o como simple gesto retórico (aunque con
claras diferencias entre sí) en la producción que va hasta 1930 de las tres
escritoras más importantes del período: Alfonsina Storni, Norah Lange yNydia
Lamarque. Las tres, sin embargo, apuntarán en diferentes direcciones a que-
brar esta situación: un logro reservado para las obras que se sitúan en el límite
de 1930 o son posteriores a él.
De todos modos, la pregunta es: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad
de este desplazamiento de centro en la literatura femenina del período? Pode-
mos empezar a encontrar respuestas a esta pregunta en la confrontación de los
textos de estas escritoras con el material rastreado en las revistas y semanarios
de la época. Las prolíficas encuestas, correos y consultorios para los lectores,
numerosas páginas de opinión y editoriales dan cuenta de una polémica que
ocupa velada o desembozadamente gran cantidad del espacio periodístico de
entonces: la crisis del rol férreamente establecido por la sociedad para la mujer.
Desde los movimientos feministas hasta los intentos por promulgar una ley de
divorcio o de reformar el Código Civil del momento (muy explícito en cuanto
a "las incapacidades relativas de la mujer" tal como explica Alfonsina en un
artículo publicado en La Nota el 10-10-1919), el estado de polémica produjo la
inmediata reacción de las clases tradicionales en el poder. Un poderoso
dispositivo institucional (desde los sermones ensayísticos de Delfina Bunge de
Gálvez hasta las secciones femeninas de las publicaciones periódicas) intentó
revertir esa situación de crisis de determinados valores, y detener así sus efectos.
Estamos, entonces, frente a la emergencia de un nuevo sujeto social, la mujer,
que comienza a disputar un nuevo espacio de inserción en la sociedad.
Debemos pensar los textos escritos por las mujeres durante el período
1916-1930 en su relación con esa crisis y esa emergencia, así como con su
desplazamiento con respeto a aquellos núcleos (inmigración-urbanismo) que
señalábamos como centrales en la literatura del período. Un desplazamiento
que indica además condiciones específicas de marginalidad con respecto a la
literatura producida por los sujetos hombres. Las diferentes posiciones que
ocuparon estas mujeres en el campo intelectual argentino no pueden engañar-
nos en cuanto a esta condición marginal frente a la "gran literatura".
Clase social, ocupaciones, tipo de educación, grupo de pertenencia y
amistades separan claramente a Victoria Ocampo, Norah Lange y Nydia La-
marque de Alfonsina Storni, y las inscriben en dos zonas ligadas a diferentes
normas estéticas: la de la literatura alta para las primeras, la de la cultura media
para la segunda. Sin embargo, una lectura atenta percibe en los comentarios
críticos sobre obras de mujeres — se trate de una evaluación positiva o negativa
de los textos — una sutil delimitación que encierra esta escritura en el marco
clausurado de "lo femenino". Ni Victoria Ocampo — símbolo de prestigio y de
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- un cuerpo que debe brindar placer y callar, un cuerpo que debe apasionar
al otro y negarse la posibilidad de gozar.
La condición de cuerpo-sometido se oculta también en función de una
segunda estrategia: la supuesta esencia débil del sexo femenino que obliga a la
custodia y protección del fuerte. La nivelación niño-anciano-mujeres fuerte-
mente arraigado en el imaginario de la época y explicitada en el discurso
publicitario aclara el doble mensaje: los débiles y sin sexo (los niños deben
ocultarlo, los ancianos lo han perdido, las mujeres lo reservan para un hombre)
necesitan la protección que ofrece a la vez seguridad y permanencia en el status
de los que nada saben y nada deciden: "los inocentes". Las estrategias
lingüístico-textuales rastreadas en las obras de las "poetisas" se hacen eco hasta
el hartazgo de esta "custodia": diminutivos, lugar sintáctico de objeto, predica-
ciones de dependencia (esclava-sombra-espera-inacción), mendicidad (limos-
na-pobre cosa-humildad), ignorancia (igualadas a pureza-inocencia) y
fragilidad (temblor-tropiezos-falta de voluntad) frente al dominio del hombre
(fuerte-implacable-cruel y distante) que adquiere el status de un dios
Porque todo lo puede, porque todo Io sabe
("El hombre sereno" de A Storni)
y me dormí esa noche
bajo el crucifijo santo de tu recuerdo
(de La calle de la tarde, N. Lange)
Aquí estoy a tus pies, humilde, humilde
("Palabras al ídolo", N. Lamarque)
(cuyo soporte son todos los lugares de la institución social) y una esforzada
contrapropuesta discursiva que tiene como centro las relaciones de fuerza
(poder y sujeción) fuertemente establecidas a principio de siglo en los roles del
hombre y la mujer. Una lucha contradictoria, una trama ideológico-discursiva
difícil de desenmascarar yuna ubicación también contradictoria en la recepción
del público lector.
La escritura de Alfonsina fue materia de polémica para sus contemporá-
neos. Mientras Borges le niega carácter erótico a sus textos, un gran número
de publicaciones alertan sobre sus osadías, peligrosas y prohibidas para la masa
de público femenino que, tal vez, leía a Alfonsina con la misma fruición
"pecaminosa" con la que escuchaba un tango. Lo cierto es que una gran
popularidad acompañó la aparición de sus primeros textos: aquellos que,
además, son contemporáneos a su participación activa en la vida pública
(política, social, cultural) del país, y que dejan una incógnita acerca del efecto
que logró en el público este discurso autorrepresentado en muchos poemas
como prédica y exhortación: "Mujer: tú la virtuosa, y tú la cínica, / y tú la
indiferente o la perversa; / Mirémonos sin miedo y a los ojos" ("La armadura",
Languidez, 1920) . Sabemos del escándalo producido entre "las damas elegan-
tes" (recogido por la propia Alfonsina en un poema irónico-satírico titulado
"Envío"), del aplauso de ciertos sectores populares (un espectáculo de recita-
ción para lavanderas negras, felicitaciones de maestras y empleadas) así como
el reconocimiento con reservas de la crítica especializada, que trataremos en
capítulo aparte.
Lo cierto es que, en esta primera etapa de la producción de Alfonsina
(entre 1916 y 1926), su gesto movilizador es percibido de manera ambigua. Sin
duda, a ello contribuye el material ideológico-formal, anquilosado y a la vez
heterogéneo, del que parte: se trata de una mezcla de géneros y registros que
combina elementos de la norma popular y marginal (la canción popular-el
tango, el dicho cotidiano, el refrán, el folletín junto con el discurso periodísti-
co-publicitario que señalábamos como dispositivo de control) con otros que
provienen de la norma culta en su estadio epigonal: el romanticismo y el
modernismo de Amado Nervo y Rubén Darío. En esta zona de su escritura
ubicamos la cristalización de un estereotipo.
Cuatro libros (La inquietud del rosal, 1916; El dulce daño, 1918; Irremedia-
blemente, 1919); Languidez, 1920) se destinaron a agotar una retórica que
Alfonsina fue transformando, poema a poema, en estereotipo exhaustivamente
desprovisto de vida, cadáver: cuerpo vacío y mudo. Se le da materialidad (letra
dicha, escrita) al silencio como el lugar de la repetición, el parloteo insignifi-
cante e improductivo, abrumador, el "repite como un loro" que el discurso
cotidiano atribuye al hablar de la mujer en los ámbitos domésticos. Autonega-
ción de la palabra que aparece explicitada en "Lo mismo" (Irremediablemente):
No torceré la Muerte ni torceré la Vida
Mi palabra, mi acento, no tendrá consecuencia:
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El sujeto es la espera del querer, la víspera segura del corazón, las luces
sabatinas encendidas aguardando la fiesta. Es el idéntico sujeto que hay en La
calle de la tarde por Nora Lange, tanto más grato cuanto menos enfatizado. [...]
A nosotros varones, obligados al verso pensativo y a la palabra austera, nos
conmueven esos trebejos que tan justamente se avienen con la hermosura de
las muchachas y que florecen en sus versos con la misma naturalidad que en las
quintas" (art. ya citado en su descalificación de la poesía de Alfonsina). Como
se ve, para Borges los roles se hallan claramente definidos y delimitados: la
efusión sentimental está permitida a las mujeres ("muchachas") de quienes se
requiere sólo que sean "lindas" y crezcan naturalmente en las quintas, como las
flores: un elemento más de adorno en el paisaje suburbano; para los "varones",
en cambio, se destina el pensamiento. Será por eso que la estética vanguardista
desechó los nombres de Darío y Nervo, cuya presencia hegemónica no molesta
en las estrofas de las "muchachas". La producción poética femenina, parece
ser, distaba mucho de la labor intelectual renovadora. La presencia de Norah
Lange, compañera de banquetes y reuniones literarias, habrá sido entonces
como la de una mascota. El prólogo de Borges a La calle de la tarde deja bien
en claro su carácter de niña: "¡Cuánta eficacia limpia en esos versos de chica
de quince años!" Otro será el lugar que, entre los posmartinfierristas, sabrá
ganarse Victoria Ocampo desde la revista Sur, a partir de 1930. En la década
anterior, Alfonsina Storni ya había ganado esforzadamente ese lugar para la
mujer en otra zona del campo intelectual: la de la revista Nosotros.
Norah Lange: el sujeto es Ia espera del querer
zados, como hemos visto, y que la Lange no pudo quebrar) por el de la novela
de ficción, espacio reservado a la escritura masculina hasta ese entonces. La
prosa narrativa de mujeres se había detenido en las primeras décadas del siglo
en las tramas folletinescas, el tono didáctico-moralizante y la retórica gastada
del romanticismo y modernismo tardío.
Voz de vida (1927) resulta un primer intento fallido de cambio en la escritura
de Norah Lange, y aparece como ejemplo claro de contaminación de géneros.
Introducción y epílogo en verso (publicados como poemas aislados luego en El
rumbo de la rosa, 1931) reiteran la escena de amor. El cuerpo principal del
texto está constituido por un epistolario. Se elige un género familiar y domés-
tico, íntimo (la carta) y un tema hegemónico: el amor entre MiIa (la autora de
las cartas) y Sergio. Un folletín, casi una novela semanal en retórica y sucesión
narrativa, apenas desmentida por una variación significativa: la primera perso-
na (una mujer) elige abandonar al marido para reunirse con su viejo amor.
45 días y 30 marineros (1933) muestra ya un vuelco notable. Escrita en
tercera persona, erige a la protagonista (Ingrid) en algo así como la contrapar-
tida de la Nacha Regules que Gálvez cristalizó en 1919: el estereotipo de la
mujer fatalmente arrastrada a la perdición:, la mujer que "cae" débil frente a la
voluntad todopoderosa del hombre. Ingrid es, en cambio, una mujer con
iniciativa, que se embarca sola en un viaje a Europa junto a treinta marineros.
Esta mujer nada tiene que ver tampoco con el sujeto-que-espera representado
en sus textos poéticos. Cambio de vida y actitudes, emergencia de un nuevo
sujeto social, transformación lenta de un imaginario, no pueden disociarse de
posturas formales y estéticas. En 45 díasy 30 marineros, un nuevo proyecto de
escritura en el que los géneros coloquiales son utilizados sin restos de la retórica
romántico-modernista, inaugura la prosa de la novela moderna para la litera-
tura escrita por mujeres en Argentina.
Nydia Lamarque: "No me he de lamentar en el suplicio"
que habla del resto: "¡oh bien quisiera / Ser como otras mujeres, llenas de
primaveras, / Siempre los labios frescos floreciendo en canciones / En sonrisas,
en besos, en palabras, en dones!" ("¿Por qué será?"). Versos que recuerdan
aquellos otros: "Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras / que tienen las
mujeres cuando todo lo ignoran" ("Miedo", Irremediablemente).
EnElegía delgran amor (1927), su segundo libro, Nydia Lamarque parece
deslizarse hacia la postura estético-ideológica que observamos en los poemas
de Norah Lange:
Mi soledad se asoma estremecida
Por el balcón al barrio silencioso
("Nocturno")
NOTAS
esta situación". El censo de 1914 daba los siguientes números para las ocupaciones de las mujeres:
517 desarrollaban ocupaciones propias de gente decente (103 estancieras, 4 empresarias, 3 aboga-
das, 89 médicasydentistas, 13 químicasydoctoras en letras, 51 escritorasyperiodistas, 7 tasadorasy
2 profesoras de la universidad y del colegio secundario). De las 3.988 registradas como estudiantes
"seguramente eran muchachas de 14 años que estaban terminando la escuela primaria o asistían a la
escuela normal. 5.848 eran maestras de escuelas primarias. Al mismo tiempo cerca de 93.000
mujeres eran sirvientas o lavanderas" (p. 278). La gente depueblo por otro lado, constituía el 95%
de la población, en su mayoría inmigrantes: sobre ellos descansaba la fuerza laboral del país.
Delfina Bunge de Gálvez formaba parte del sector más tradicional del 5% restante: lagente decente.
Algunos de sus consejos para Las mujeresy la vocación (1922) son los siguientes: las mujeres no
deben "de arrogarse la autoridad suma entre las autoridades humanas, la cual, inconfundiblemente
puso Dios en manos del hombre" (p. 34). Se declara "devota de la obediencia": obedece a la
vocación para "libremente someterse" pues la mujer debe ser activa, no desocupada. Su modelo es
la "Hermanita de los pobres": trabajo manual y apostolado. Las tareas de la maternidad no son
eternas, por lo tanto la mujer debe buscarse una ocupación independiente: la "vida devota" puede
ser una solución. Contra el aburrimiento, oír Misa le bastará, sin necesidad de "asistir por las
noches a las ficciones del teatro, del cinematógrafo": la mejor solución contra el tedio es el Amor a
Dios y al prójimo. James Scobie, BuenosAires. Del centro a los barrios 1870-1910. Buenos Aires,
Solar/Hachette, 1977.
9.La crisis de este rol establecido para la mujer así como el fuerte dispositivo institucional
para revertirlo se hace evidente en las numerosas encuestas: por ejemplo, El hogar realiza en 1912
una "Encuesta sobre el Divorcio en la República Argentina" con "La opinión de la mujer" (No. 202)
donde se muestran diferentes respuestas en pro y en contra del divorcio. En ese mismo número,
Santiago Fuster Castresoy alaba las virtudes de "Las mujeres que piensan" en la persona de Celia
Lapalma de Emery: "es el ángel tutelar de todos los dolores, de todas las desdichas. Como madre y
como esposa, conoce cuanto pesan las lágrimas de los huérfanos y el ruego de los desamparados.
[...] Siempre trabaja. Incesantemente aspira a realizar obras que beneficien a los desheredados,
aunque sean para ella de enormesacrificio". El mismo rol de madre, educadora y benefactora surge
de las respuestas de las mujeres consultadas por Atlántida en los primeros meses de 1918 en su
"Encuesta femenina" sobre cuáles son los virtudes y los defectos así como la función de la mujer
argentina. La misma intención mistificadora de la "esencia" de la mujer aparece en 1920 en una
nota de Alberto Haas sobre los premios municipales del año, entre los que se hallaban Languidez
de Alfonsina y Nacha Regules, de Gálvez. A propósito de éste, dice Haas: "Las eternas calidades
del corazón femenino, su facultad de abnegación incondicional y la inaccesible fe que posee la
mujer argentina..." (Nosotros, Año XVI, t. 40, No. 155). Los ejemplos podrían multiplicarse:
abnegación y sacrificio son el señuelo ideológico constante para encubrir una situación de someti-
miento. La misma estrategia discursiva mistificadora se puede observar en este discurso de
Leopoldo Meló (radical alvearista), presidente de la Comisión de Legislación del Trabajo y de
Previsión Social de la Cámara de Diputados, quien, frente a un conflicto laboral, se expresa así:
"Me parece que toda esta propaganda económica que se hace ha envilecido al obrero. Era superior
el obrero de la Edad Media, esos arquitectos y obreros anónimos que hicieron las catedrales [...].
Era la religión, era la fe la que los hizo transformar Ia materia grosera, haciéndola inmortal. Y a
estos obreros de nuestros días ¿qué ideal los anima? ¿qué sentimientos los impulsan? Se les
envilecerá predicándoles tan sólo el cuidado de sus intereses inmediatos. Se les convertirá con el
tiempo en bestias humanas [...]. Yo quisiera, señores diputados, ver a estos obreros de nuestros
días animados de una gran fe; quisiera verlos como a los de la Edad Media, que tenían una gran
capacidad de sacrificio". (1919; citado por D. Cantón-J. L. Moreno, "La experiencia radical
1916-1930", en Argentina La democracia constitucionaly su cirisis, Vol. Vl de Historia Argentina,
Buenos Aires, Paidós, 1980, p. 113).
10.El retrato de la mujer "pecadora" se da con matices diferentes, pero con un registro
retórico muy próximo, en el tango, el folletín y las revistas, lo que demuestra la cohesión ideológica
y los alcances del dispositivo institucional. Ejemplos: el Rdo. Padre Jaime F. Cascallares dice en su
nota "El atrevimiento en la indumentaria femenina" como comentario al pasar, en un tema tan
importante: "La mujer, frágil por naturaleza y más pronta a ser sojuzgada por la tentación, ha sido
en todo tiempo la más inclinada al desvío, y de ello dan prueba palpable las Sagradas Escrituras".
AQUEL REINO ANHELADO, EL REINO DEL AMOR99
(Elhogar, No. 588, 1921). Julio S. Cloud, por otra parte, le presta su voz a "La mujer" en uno de sus
"Dos poemas grotescos" para que ella diga: "Llévame al Registro Civil... Quiero el amparo
reglamentado. Yo nací para eso; máquina de goces, perpetuación de animalidad, contagio de
sífilis.... iCázame! ¡Estrújame! ¡Poséeme! ¡Soy la mujer! [...] Desnúdame que sólo nací para estar
desnuda, y en el lecho junto a un hombre. ¡Soy Ia mujer!" (Claridad-Tribuna del pensamiento
izquierdista, No. 5, 1926). Cordova Iturburu tampoco escapa a la convención del imaginario: esta
vez es el texto Ocre de Alfonsina el que da pie al comentario insidioso: "Alfonsina Storni es tan poco
revolucionario como imaginativa. Mujer, al fin y al cabo, es cruel con lo que la amamos en su
literatura, y nos niega en el transcurso de todo un libro la caricia intelectual" (El Hogar, No. 821,
1925).
1 1.En sus artículos de La Nota (1919) Alfonsina muestra, con información y documentación
muy precisas, la falta de amparo legal y la total dependencia de la mujer en todos los aspectos de su
vida cotidiana: desde la clara discriminación salarial, la imposibilidad de hacer uso del derecho al
sufragio, hasta la inhabilitación para manejar los bienes materiales, propiedad siempre del padre o
del marido, o de ejercer el derecho de patria potestad sobre los hijos. Delfina Bunge de Gálvez, en
cambio, se muestra contraria al sufragio universal, ya que el único modelo para la elección de
autoridades lo constituye el jerárquico de la Iglesia (los cardenales eligen al Papa); ahora bien, si
existe el sufragio universal (Ley Saénz Peña-1912) — argumenta — por qué no habrían de votar las
mujeres si lo hacen "hasta los indios del Chaco (por no nombrar otras gentes más vecinas y con los
que nos codeamos diariamente)" (Las mujeresy la vocación, p. 81).
12.Los ejemplos son innumerables. Uno: escribe Juan Torrendell en "Las vírgenes fuertes:
Federica (En torno al feminismo y sus consecuencias)" comentando una novela de Marcel Prévost:
"La intelectualidad y la firmeza de carácter no es prerrogativa de la doncellez. La mujer más fuerte
y más completa no es la Nora de 'La casa de muñecas', que abandona esposo e hijos para rehacer su
personalidad. Mejor símbolo es Ellida, la 'dama del ma^ que se mantiene junto al marido y sus
hijas, por quienes tiene mucho que hacer, y quienes son mucho más realidad que ciertas ideas
abstractas". (ElHogar, No. 821, 1925).
13.De esta dicotomía se ocupa largamente el Nacha Regules de Gálvez: la protagonista se
debate entre la inclinación hacia el "brutal" Arnedo, puro instinto ligado al placer ("¿Qué podría
ella, una pobre mujer débil, contra aquella voluntad poderosa? ¿Qué podría ella, que sentía hacia
ese hombre una atracción inexplicable?" p. 160) y el deber de responder a la proposición matrimo-
nial del espiritual, "grande y santo" Monsalvat: el deber y el "sacrificio" la empujarán finalmente
hacia este. Con el sacrificio de su cuerpo accede asía la "salvación " del matrimonio.
14.Este dispositivo es el que Foucault (1976) señala como "histerización del cuerpo de la
mujer" (Historia de la sexualidad 1. La voluntad desaber. Madrid, Siglo XXI, 1985). Dos ejemplos
de esta publicidad de los semanarios: "DE LA SEÑORA SANFORD A LAS MUJERES QUE
SUFREN: 'Ocho años he sufrido padecimientos propios del sexo. La frecuencia con que me
atacaban los dolores de espalda, de cabeza, escalofríos y fiebre, no me permitían trabajar. Tomé
doce frascos de "Lydia E. Pinkham's Vegetable Compound" y recuperé mi salud. Con toda facilidad
hoy puedo trabajar en la máquina de coser y atender los quehaceres domésticos". (Un supuesto
testimonio de Ia estadounidense Sra. Sanford recomienda este mágico producto para "los padeci-
mientos propios del sexo" en las mujeres, cuyos síntomas exceden largamente a los de una simple
menstruación). (El Hogar, No. 821, 1925). "MUCHOS HOGARES HAY antes dichosos y
tranquilos que son hoy verdaderos infiernos. ¿Sabéis por qué? Pues porque la constipación de
vientre ha hecho a la señora irritable y colérica todo lo que antes era de bondadosa y alegre. De ahí
que no vacilemos en recomendar a las familias el Polvo Rogé como el purgante más eficaz y
agradable [...] para las mujeres y los niños. [....] desaparece inmediatamente el estreñimiento, por
rebelde que sea, y evítase la tristeza y las jaquecas y congestiones consiguientes a ese estado
particular". (ElHogar, No. 202, 1912).
15.El impresionante bombardeo publicitario, cuyo destinatario evidente es la mujer (produc-
tos de belleza, medicinas, modas, artículos para el hogar) señala el primer movimiento; el segundo,
se advierte en la columna "Ecos de sociedad" donde una tal Betina añora los "tiempos idos" del 1800,
en una Buenos Aires "colonial", no contaminadas por el "lujo" y la "ambición", fenómenos
aparentemente importados con la inmigración: "La sencillez y Ia pureza de costumbres que
desaparecen día a día como lógica consecuencia del ambiente cada vez más heterogéneo, de la falta
100DELFINA MUSCHIETTI
BIBLIOGRAFÍA