Modulo 5
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criminal en
España
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CC-BY-NC-ND • PID_00237169 La política criminal en España
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Resumen....................................................................................................... 80
Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 83
Solucionario................................................................................................ 85
Glosario........................................................................................................ 86
Bibliografía................................................................................................. 87
Anexo............................................................................................................ 89
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 5 La política criminal en España
Introducción
Dado que el derecho penal debe tutelar los valores y principios básicos de la
convivencia social con el mínimo coste posible de libertad, se precisaba de un
nuevo CP que recogiera de manera global y sistemática los valores y principios
constitucionales y que replanteara globalmente la función y los límites del
derecho penal en el nuevo escenario político y social. Este nuevo CP, llamado
por muchos “el�Código�penal�de�la�democracia”, se aprobó en 1995, a través
de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, después de un largo proceso
de amplio debate, donde se sucedieron diversos proyectos de CP: Proyecto de
CP de 1980, Anteproyecto de Nuevo CP de 1983 y proyectos de 1992 y 1994.
Intervención mínima
Para ello, suprime las penas muy cortas o muy largas de prisión, en el bien entendido
que tanto las unas como las otras no favorecen, sino que más bien dificultan, la futura
reinserción del condenado. También se introducen cambios sustanciales en las penas
pecuniarias, adoptando por primera vez en España el sistema escandinavo de días-multa,
que pretende alcanzar tanto una mayor proporcionalidad de la sanción respecto al hecho
cometido como adecuar la cuantía a la capacidad económica del reo. La pena de multa,
junto con la introducción de los trabajos en beneficio de la comunidad como nueva pena
privativa de derechos, pretende constituir alternativas a las penas privativas de libertad
que permitan lograr mayores cotas de reinserción del penado.
En relación con la parte especial del CP, sería interminable e inadecuado ex-
poner aquí el conjunto de cambios que supuso el CP de 1995 con respecto a la
vigencia del anterior CP, como consecuencia de una nueva política criminal
que pretende adecuarse a los valores y principios constitucionales. Sin embar-
go, basta una aproximación a la ordenación sistemática de los delitos para ad-
vertir la importancia que ha adquirido la protección�de�los�bienes�jurídicos
personales frente a otros intereses de carácter estatal o supraindividuales. Con
ello se evidencia que el CP de 1995 establece una escala de valores a prote-
ger donde el ser humano, su dignidad y libertad, ocupan un valor primordial.
Así, este CP supuso, a nivel general, la incriminación de nuevos delitos que
pretenden responder a nuevas sensibilidades sociales y la derogación de otros
preceptos que ya no tenían sentido en una sociedad democrática y plural.
Así, se tutela la integridad moral, que pretende otorgar al ciudadano una mayor protec-
ción frente a la tortura y se brinda una innovadora protección de la intimidad y la propia
imagen. Se detectan numerosos cambios que son reflejo de una nueva política criminal
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Tal es el caso de la creación de los delitos contra el orden socioeconómico, que pretende
tutelar bienes jurídicos colectivos de naturaleza económica, o la nueva regulación de los
delitos relativos a la ordenación del territorio y los recursos naturales, la tipificación de
los delitos relativos a la energía nuclear y a las radiaciones ionizantes, la nueva regulación
de los delitos contra los derechos de los trabajadores o los delitos relativos al mercado y
los consumidores, entre otros.
Tal orientación es aplaudida popularmente y recibe un apoyo político amplio Crisis del derecho penal
de los grupos parlamentarios mayoritarios, pero en algunos casos puede poner mínimo
en jaque los derechos y libertades que constituyen una conquista de los Esta- Díez Ripollés (2003) parte de
dos democráticos de derecho. la tesis de una crisis del llama-
do derecho penal mínimo, el
cual no es ya capaz de expli-
car los recientes cambios po-
Al margen de reformas puntuales que afectan a ciertos grupos de delitos, es lítico-criminales. Aun cuando
el nuevo modelo no posee to-
el paquete de leyes aprobadas en 2003, la reforma penal de 2010 y la reforma davía una suficiente estructura-
penal de 2015 las que han provocado profundas modificaciones en el Código ción conceptual, augura este
autor que llegará, tarde o tem-
penal de 1995, hasta el punto de desnaturalizarlo. Según parte de la doctrina, prano, un nuevo modelo an-
tagonista al del derecho penal
queda ya muy poco del Código y de la sistemática que incluía, de manera garantista.
que se considera que ya no tenemos un Código, sino una “compilación de
leyes penales” (González Cussac, 2015) que recuerdan incluso a la Novísima
Recopilación del siglo XIX.
Además de las características que se acaban de apuntar sobre las reformas pe-
nales –expansión de la intervención penal y endurecimiento punitivo–, en la
reforma penal de 2015 destaca la deficiente técnica legislativa, que se explica
en parte por el accidentado proceso de aprobación de esta ley, hasta el punto
de afirmar que este proceso no es una buena noticia para la democracia espa-
ñola (González Cussac, 2015). Por otra parte, la aprobación de la reforma no
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 11 La política criminal en España
ha sido fruto del consenso, sino que únicamente contó con los votos a favor
del grupo parlamentario popular, gracias a la mayoría absoluta de la que go-
zaba en ese momento.
Sería interminable dar cuenta aquí de todos los cambios legislativos sucedidos
tras la aprobación del CP de 1995. El propósito de este módulo será incardinar
algunas de las reformas penales en las actuales tendencias de política criminal
que se han expuesto en anteriores módulos, utilizando para ello las exposi-
ciones de motivos como instrumento donde se expresa la voluntas legis. Aun
cuando una determinada reforma penal no puede inscribirse exclusivamente
en una sola tendencia, veremos algunas manifestaciones del derecho penal
del riesgo, del derecho penal del enemigo, del derecho penal simbólico, de la
utilización del derecho penal para transmitir valores sociales o que atiende a
nuevas sensibilidades sociales, del derecho penal de la seguridad y del populis-
mo punitivo. También se prestará atención a la política criminal en materia de
sanciones penales. Además, se confrontarán algunas de estas nuevas tenden-
cias, materializadas en las reformas legislativas, con los principios limitadores
del ejercicio de la potestad punitiva derivados de la Constitución.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 12 La política criminal en España
Piénsese, por ejemplo, en los riesgos derivados de la energía nuclear, de los productos
químicos o de la tecnología genética, en los riesgos ecológicos, en los riesgos del consumo
de productos alimentarios defectuosos, etc.
de un determinado Estado, de ahí las resoluciones en el ámbito supranacional Se ha llegado a hablar de una
que intentan regularlos. A la vez, estos riesgos pueden no ser producidos por “irresponsabilidad organiza-
da” para aludir al fenómeno
una sola persona ubicada en un espacio y tiempo determinados, sino que a a través del cual el perfeccio-
namiento de las organizacio-
menudo se trata de riesgos generados por muchas personas, las cuales contri- nes con la división del trabajo
en distintas tareas, algunas de
buyen, a veces sin relación entre ellas, a generar dicho peligro. ellas inocuas, pero en conjunto
peligrosas, genera una mayor
sensación de irresponsabilidad
Todo ello genera una creciente sensación�de�inseguridad�subjetiva en el ciu- en los sujetos concretos, más
teniendo en cuenta que su po-
dadano, que puede existir independientemente de la presencia de peligros sición es absolutamente inter-
reales o de la probabilidad de que a ese concreto ciudadano le afecten direc- cambiable dentro de la organi-
zación, sin que por ello varíe la
tamente esos riesgos. Esta sensación de inseguridad es la que explicaría una estrategia de la empresa.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 13 La política criminal en España
huida hacia el derecho penal como medio “calmante” de la percepción de in- Lectura recomendada
seguridad. En este sentido, Kaufmann apunta que, en una sociedad que cada
Sobre el concepto de socie-
vez es más segura, existe una mayor sensación de inseguridad. dad del riesgo y sus implica-
ciones en la política criminal
y en el derecho penal actual:
Riesgos aceptados
B.�Mendoza�Buergo (2001).
Con todo, se puede admitir que la actual sociedad ha aceptado algunos riesgos como El derecho penal en la sociedad
consustanciales a la idea de progreso. Por ejemplo, sería impensable en la actualidad del riesgo. Madrid: Civitas.
renunciar a las ventajas que supone el tráfico automovilístico, que tiene consecuencias
positivas tanto para el sistema de producción y consumo como directamente sobre la
vida cotidiana de todos nosotros. Ahora bien, ante conductas que tienen consecuencias
negativas, incluso lesivas, estamos menos dispuestos a aceptarlas como “accidentes” y
más como comportamientos injustos, que son manifestación de una “violencia vial” o,
más radicalmente, calificando al conductor como un “terrorista viario”.
Así, la LO 2/2000, de 7 de enero, amplía las conductas típicas en relación con el desarrollo
y empleo de las armas químicas. Justificando dicha reforma por la necesidad de adaptarse
a la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, el Almacenamiento y el Empleo de
Armas Químicas y sobre su Destrucción (hecha en París, el 13 de enero de 1993) y en la
insuficiencia del CP de 1995 para dar cobertura a todos los supuestos, incorpora en el CP
un nuevo apartado 2 al art. 566 bis para recoger, entre otras conductas, la investigación o
el estudio de carácter científico o técnico encaminados a la creación de una arma química
o a la modificación de una preexistente.
Así, al lado del derecho penal clásico, que atiende a la protección de bienes
jurídicos personales (vida, integridad, patrimonio, etc.) se pretende proteger
otro tipo de bienes jurídicos que son colectivos.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 14 La política criminal en España
Por ejemplo: la salud pública, la seguridad vial, los derechos de los trabajadores, los dere-
chos económicos y políticos de los socios, el derecho a la competencia leal, la ordenación
del territorio, el patrimonio histórico, el equilibrio de los sistemas naturales, la propiedad
intelectual, industrial, etc.
En este sentido, cabe mencionar la reforma penal en materia de seguridad vial a tra-
vés de la Ley Orgánica 15/2007, de 30 de noviembre, con la declarada finalidad de
“incrementar el control sobre el riesgo tolerable por la vía de la expresa previsión
de excesos de velocidad que se han de tener por peligrosos o de niveles de ingesta
alcohólica que han de merecer la misma consideración”, según la exposición de mo-
tivos. A partir de la entrada en vigor de esta ley, se sanciona penalmente el simple
exceso de velocidad, tipificando como delito conducir a velocidades que sobrepasen
en 60 km/h o en 80 km/h los límites reglamentariamente establecidos para vías ur-
banas o interurbanas respectivamente (art. 379.1 CP). También lleva a cabo un delito
quien conduce un vehículo a motor o ciclomotor cuando supere una tasa de alcohol
en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o una tasa de alcohol en sangre
superior a 1,2 gramos por litro (art. 379.1 CP), y quien conduce un vehículo de motor
o ciclomotor en los casos de pérdida de vigencia del permiso o licencia por pérdida
total de los puntos asignados (art. 384 CP).
Por ello, parte de la doctrina sostiene que se trata de preceptos de carácter simbólico,
adquiriendo una determinada velocidad o una determinada tasa de alcohol una fun-
ción meramente comunicativa al ciudadano de reproche social ante determinados
riesgos, pero no necesariamente de que esa concreta velocidad o esa concreta tasa
de alcohol comporten un riesgo mucho más elevado que otros casos escasamente
inferiores (García Albero). Por lo tanto, el concreto desvalor o lesividad de la conduc-
ta realizada por el conductor pierde importancia, a favor de que “comunique” a los
ciudadanos la necesidad de respetar las normas. La imposición efectiva de una pena
cumpliría aquí esencialmente una función de prevención general positiva o de con-
firmación a los ciudadanos de la vigencia de las normas.
“Una criticada ausencia era la conducción de vehículos por quienes hubieran sido
privados, judicial o administrativamente, del derecho a hacerlo por pérdida de vi-
gencia del mismo. Cierto es que algunos casos podrían tenerse como delitos de que-
brantamiento de condena o de desobediencia, pero no todos; por ello se ha consi-
derado más ágil y preciso reunir todas esas situaciones posibles en un solo precepto
sancionador”.
Sin embargo, los motivos político-criminales por los que desapareció el precepto en
1983 pueden considerarse válidos en la actualidad (Tamarit Sumalla). Los principios
de intervención mínima y de ofensividad impiden utilizar al derecho penal como un
simple refuerzo del derecho administrativo sancionador. La introducción del sistema
llamado “carné por puntos”, no debería conllevar necesariamente que se convierta
al delincuente quien conduzca sin estos puntos, máxime cuando aun no se ha cons-
tatado el fracaso del derecho administrativo sancionador para resolver los problemas
que plantee la gestión de este nuevo sistema.
También en otros casos el derecho penal del riesgo implica que se flexibilicen
las categorías dogmáticas de autoría y participación, estableciendo en algunos
casos un concepto unitario de autor, al mismo tiempo que se confunden y
difuminan las diferencias entre las formas imperfectas de ejecución (tentativa)
y la consumación del delito.
Así, por ejemplo, en el delito de tráfico de drogas (art. 368 CP), la expresión “los que
promuevan, favorezcan o faciliten el consumo ilegal de drogas tóxicas” es reveladora de
que se pretende sancionar en concepto de autor a cualquier persona que intervenga en el
tráfico de drogas, sin diferenciar si su contribución es mayor o menor y sin que distinga
entre una consumación del tráfico o una tentativa del mismo.
En el ámbito de la seguridad vial, ya hemos aludido a los tipos que sancionan la con-
ducción bajo una determinada tasa de alcohol o superando una determinada veloci-
dad, que ahorran al juez o tribunal tener que demostrar un peligro para la seguridad
vial y se convierten en supuestos de fácil prueba, con la existencia de radares y al-
coholímetros. En el caso del delito de conducción temeraria (art. 380 CP), como podía
resultar complejo demostrar una conducción con “temeridad manifiesta” que ponga
en concreto peligro la vida o la integridad de las personas, expresamente establece
el CP desde el 2003, que se entenderá por manifiestamente temeraria la conducción
en las que se superen los límites de velocidad y las tasas de alcohol a las que se ha
hecho referencia como delictivas. Por lo tanto, se facilitan los medios de prueba para
sancionar como delito la conducción bajo la influencia de alcohol y para calificarla
como conducción temeraria. Además, si el conductor es requerido por un agente de
la autoridad a someterse a las pruebas legalmente establecidas para la comprobación
de las tasas de alcoholemia y se niega, también es sancionado con pena de prisión
(art. 383 CP).
“El eje de los criterios que inspiran la presente reforma se corresponde con el reforzamien-
to de la transparencia de la actividad de la administración y del régimen de responsabili-
dad de partidos políticos y sindicatos, a los que se incluye dentro del régimen general de
responsabilidad penal de las personas jurídicas del que, hasta ahora, estaban excluidos;
y de otra, con la mejora de la eficacia de los instrumentos de control de los ingresos y
del gasto público, que se revela como un elemento imprescindible del conjunto de me-
didas adoptadas con motivo de la crisis económica, especialmente severa en el ámbito
europeo, y más en concreto en el caso español, así como con la necesidad de acompañar
las mismas de las reformas necesarias en los sectores o actividades económicas afectadas,
actividades económicas en las que, por otro lado, existe una mayor percepción del fraude
y que son precisamente donde deben adoptarse las reformas penales concretas”.
Así, por ejemplo, compara las penas previstas para el delito de estafa, sancionado con
una pena de prisión de hasta ocho años (artículo 250.2 CP), con la destrucción o el daño
importante de un elemento de nuestro patrimonio histórico, amenazado con una pena
de seis meses a tres años (art. 321 CP).
Así, a la escasa aplicación de algunos de los tipos relativos a la delincuencia de Lectura recomendada
cuello blanco, con lo que su previsión en el CP cumpliría una función esen-
J.�Baucells�Lladós (2012)
cialmente simbólica, cabe añadir las grandes posibilidades de suspender las “Sistema de penas para el
penas para esta clase de delitos, en detrimento del efecto admonitorio que delincuente económico”.
Cuadernos de Política criminal
podría poseer la imposición de una pena de prisión efectiva en este caso. La (núm. 107).
pena podría cumplir en estos casos una finalidad de prevención general nega-
tiva, que se ve gravemente afectada cuando ya legislativamente se privilegia
este tipo de delincuencia frente a la delincuencia patrimonial clásica (hurtos,
robos, estafas, etc.).
El otro
Lectura recomendada
Para el sujeto que no es persona, que no es ciudadano, sería absurdo aplicar categorías
como la culpabilidad o principios como la proporcionalidad del castigo al hecho come- M.�Cancio�Meliá (2006). “De
tido, que nacieron para regular una convivencia entre individuos iguales en la acepta- nuevo: ¿derecho penal del
ción del sistema. Se crea una identidad social que se opone a la del sujeto disociado. El enemigo?”. En: G. Jakobs;
enemigo es “el otro”, y el objetivo es neutralizarlo, mientras que para el ciudadano, se M. Cancio. Derecho penal del
enemigo. Madrid: Civitas.
mantienen las garantías.
2.2.1. El terrorismo
“La denominada violencia callejera se ha constituido en uno de los fenómenos más re-
levantes para la convivencia ciudadana a lo largo de los últimos años. Los medios de
comunicación y los más diversos foros de reflexión y debate político y social han dejado
constancia de la gravedad de esta nueva forma de terrorismo, dada su extraordinaria ca-
pacidad para alterar la paz social. Por otro lado, ese impacto social se ha visto acentuado
por la sensación, ampliamente extendida, de la impunidad con la que han venido ac-
tuando sus responsables, en quienes concurría muchas veces la condición de ser jóvenes
en el proceso de formación.”
“los poderes públicos tienen que afrontar que los comportamientos terroristas evolucio-
nan y buscan evadir la aplicación de las normas aprovechando los resquicios y las com-
plejidades interpretativas de las mismas. Tanto más si se considera que, cuanto más avan-
za la sociedad ganando espacios de libertad frente al terror, más numerosas y variadas
son las actuaciones terroristas que tratan de evitar, atemorizando directamente a cada
ciudadano o, en su conjunto, a los habitantes de una población o a los miembros de un
colectivo social, político o profesional [...]”.
• Se introducen nuevos tipos penales en el art. 505 CP, en los que se pre-
tende alcanzar mayor protección jurídica a los miembros de las corpora-
ciones locales, sancionando las perturbaciones graves que se provoquen
en las sesiones plenarias de estas corporaciones. También se define como
atentado a la autoridad el que se realiza contra los miembros de las corpo-
raciones (art. 551.2 CP) y se establece una pena de inhabilitación absoluta
para ejercer cargos representativos a los que hayan sido condenados por
terrorismo de seis a 20 años.
“hacer realidad la decisión de aislar a los terroristas, garantizando una mayor eficacia en
el uso de los recursos de los que puede disponer nuestro sistema político”.
Para ello, se amplía el alcance del art. 505 CP para sancionar penalmente a
quienes, sin ser miembros de la corporación local, perturben de forma grave
el orden de sus plenos y quienes, amparándose en la existencia de bandas
armadas, organizaciones o grupos terroristas, calumnien, injurien, coaccionen
o amenacen a los miembros de las corporaciones locales.
La novedad más importante de esta ley es que para sancionar a un sujeto por pertenencia
a un grupo criminal, ya no será necesario la comprobación de una estructura con voca-
ción de permanencia. Para ello se crea, junto a la figura de la organización criminal, los
llamados grupos criminales, definidos en el nuevo art. 570 ter CP. Si para estos grupos
ya no será necesaria la comprobación de una unión de personas con vocación de estabi-
lidad en el tiempo, esta figura será de difícil delimitación con la codelincuencia, esto es,
con una unión de personas para llevar a cabo un delito concreto, que se soluciona (o se
solucionaba hasta ahora) con las reglas generales de autoría y participación.
“una respuesta más contundente del ordenamiento jurídico penal. Más aún cuando, en
la práctica, las reglas que el Código penal estableció con el fin constitucional de dar
cumplimiento a principios generales del ordenamiento jurídico penal se están utilizando
precisamente, para vulnerar dichos principios, convirtiéndose en instrumentos que los
terroristas utilizan en su beneficio en su constante vulneración de las reglas y principios
del Estado de derecho”.
Por lo tanto, el legislador reconoce expresamente que la pena posee una fi-
nalidad retributiva y que se aplica después una medida de seguridad porque
subsiste una peligrosidad. Esta previsión desbarata por completo la regulación
que desde 1995 había instituido el legislador respecto a la aplicación de penas
y medidas de seguridad. Una de las críticas más importantes de la doctrina es
la posibilidad de aplicar una medida de seguridad a un sujeto completamente
imputable, con capacidad para comprender la ilicitud del hecho y adecuarse
a su comprensión. Además, se argumenta que existe una presunción iuris tan-
tum de peligrosidad, puesto que la medida se impone en el momento de la
sentencia. Si efectivamente se impone a un sujeto, será después de la pena, de
manera que se reaccionará frente a una peligrosidad futura, con lo que podría
considerarse una medida predelictual y no postdelictual. Por su previsión des-
pués de la ejecución de la pena, también se podría ver dificultado el acceso al
tercer grado y a la libertad condicional, ya que sería un contrasentido acordar
estos beneficios penitenciarios en base a un buen pronóstico de reinserción
social y, posteriormente, acordar la ejecución de la libertad vigilada. Con lo
que el acceso del condenado a un régimen más abierto de libertad previsible-
mente se verá postergado a la ejecución de la medida.
Las reformas penales en este ámbito desde la aprobación del CP de 1995 han
estado especialmente atentas a esta delincuencia, con la modificación sustan-
cial de su régimen penal y procesal a través de las siguientes leyes:
Las reformas que más nos interesan aquí destacar son las efectuadas por las
dos últimas de estas leyes, puesto que es donde se puede observar la deriva
hacia�un�derecho�penal�del�enemigo en algunos de sus aspectos.
A pesar de que se haya introducido, junto a la mujer que tenga o haya te-
nido una relación sentimental con el autor, a otras “personas especialmente
vulnerables que convivan con el autor”, parte de la doctrina denuncia el es-
tablecimiento de un derecho penal sexuado, pues afirman que en el caso de
una persona especialmente vulnerable, deberá demostrarse ante un tribunal
su vulnerabilidad, mientras que en el caso de la mujer víctima, la presunción
es iuris et de iure, cuando en la mujer, por supuesto, no existe ninguna razón
para considerarla vulnerable per se.
2.2.3. Conclusiones
Una vez se han expuesto estos dos casos de regulaciones que pueden acercarse
al derecho penal del enemigo, cabe poner de manifiesto que la doctrina ha
sido especialmente crítica en algunos casos, sosteniendo que esta tendencia
político-criminal es incompatible con el Estado de derecho y con los princi-
pios constitucionales. Al margen de que la exclusión de grupos de personas
del conjunto de garantías no ha conseguido ser eficaz frente a su pretendida
lucha contra una determinada criminalidad –cosa que, por cierto, por sí sola
no legitimaría su existencia– quiebra una serie de principios�esenciales�de
nuestras� democracias. Así, fundamentalmente, el principio de igualdad, el
dogma del hecho que tradicionalmente ha servido para prevenir la arbitrarie-
dad, el principio de culpabilidad y de proporcionalidad, entre otros.
Así, hemos visto que un ejemplo paradigmático del derecho penal del enemigo
es el caso del terrorismo, pero esta terminología del terrorismo, alusiva a esta
legislación penal en la que se prescinde de ciertas garantías, luego es utilizada
para referirse a la violencia de género (los “terroristas domésticos”), a los hac-
kers que pretenden causar daños a los ordenadores que atacan (“ciberterroris-
tas”), a los que atentan contra el medio ambiente (“terroristas medioambien-
tales”) a quienes provocan incendios intencionadamente (“terroristas foresta-
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 29 La política criminal en España
Son ejemplos paradigmáticos del modelo de seguridad ciudadana la respuesta penal fren-
te a la pequeña delincuencia patrimonial o respecto a la delincuencia protagonizada por
los inmigrantes.
Así, no se pueden equiparar los riesgos derivados del uso de las nuevas tecno- Lectura recomendada
logías con aquellos riesgos propios de la actividad cotidiana, como consecuen-
J.�L.�Díez�Ripollés (2004). “
cia de la creciente bola de desempleo y de marginación social. El nuevo modelo penal de la
seguridad ciudadana”. RECPC
(vol. 6, núm. 3).
Con todo, en materia de seguridad debe especificarse de qué se está hablando:
si pretende responder a los riesgos�reales de determinados bienes jurídicos o
bien si se trata de responder a la preocupación�por�el�delito del ciudadano, Observación
entendida como la percepción de algunos individuos o grupos sociales acerca
Se afirma que la preocupación
de cuáles y cuántos son esos riesgos, esto es, a la estimación general que tienen por el delito repercute de ma-
nera directa en las actitudes
los ciudadanos sobre la seriedad del problema de la delincuencia. punitivas (Soto Navarro).
Sea como fuere, parece que lo que demanda la actual sociedad es una respuesta
enérgica contra la delincuencia clásica, aquella que nace en torno a la desocia-
lización y a la marginación, fruto de un creciente sentimiento colectivo de
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 30 La política criminal en España
Así, y a partir principalmente del año 2002 y principios del 2003, se experi-
mentó un gran aumento del sentimiento social de inseguridad –como lo de-
muestran las encuestas del CIS– que no se corresponde con un importante y
efectivo incremento de la tasa de delincuencia en España. En este contexto,
el Gobierno elaboró en septiembre del 2002 un plan de lucha contra la delin-
cuencia que está en la base de muchas de las reformas penales acaecidas en el
2003. Particularmente, este plan de lucha contra la delincuencia es citado en
la exposición de motivos de la LO 11/2003, de 29 de septiembre, de medidas
concretas en materia de seguridad ciudadana, violencia doméstica e integra-
ción social de los extranjeros.
Cabe decir que los hurtos han sido objeto de diversas reformas desde la apro-
bación del Código penal de 1995. En principio, el delito de hurto venía con-
figurado como la sustracción de algo cuyo valor económico excediera una de-
terminada cantidad (en un origen, 50.000 pesetas, cantidad que se ha ido ac-
tualizando). Las sustracciones de menor entidad eran consideradas faltas, no
delitos. A partir de 2003, las sucesivas reformas hicieron que la comisión de
diversas faltas (pequeñas sustracciones) se convirtieran en delito. Por ejemplo,
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 31 La política criminal en España
Por otro lado, pese a que existen estudios empíricos que desmienten muchos
de los mitos que asocian la delincuencia con la inmigración (véase Garcia
España), esta se ha relacionado en muchas ocasiones con la inseguridad ciu-
dadana.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 32 La política criminal en España
Muestra de ello es el título de la reforma del 2003 que comentamos, donde aparece la
“seguridad ciudadana” junto con la llamada “integración social de los extranjeros”.
Sin embargo, en esta reforma los preceptos que tienen que ver con los ciuda-
danos extranjeros no se refieren a la integración, sino que vienen a establecer
una nueva regulación de la pena�de�expulsión. Esta ha sufrido notables cam-
bios después de las continuas reformas, lo cual demuestra las grandes contra-
dicciones en esta materia, en las que se pretende, por un lado, mantener un
discurso duro frente a la inmigración expulsando a los extranjeros que delin-
quen y, por otro, evitar la burla de la ley española, así como las críticas a la
discriminación (Muñoz Conde y García Arán, 2015).
La expulsión vuelve a ser reformada en la LO 5/2010. Aun cuando los proyec- El modelo bienestarista
tos de reforma pretendían eliminar el automatismo en la sustitución por la ex-
Ante lo que Díez Ripollés con-
pulsión en las penas inferiores a seis años, finalmente el texto aprobado man- sidera una deriva hacia un “de-
tiene la naturaleza obligatoria de la expulsión. Sin embargo, el texto aprecia de recho penal securitario”, este
autor propone como alterna-
forma abierta las causas que pueden justificar el cumplimiento de la condena tiva un modelo penal bienes-
tarista, que intentaría alcanzar
en territorio español. Con todo, se vuelve a introducir el trámite de audiencia una mayor eficacia y efectivi-
dad ante la delincuencia abor-
del penado antes de acordar la sustitución y se prevé la posibilidad de acordar dando sus causas personales y
la sustitución no solo en la sentencia, sino también en auto posterior. sociales, insertando mecanis-
mos sociales de prevención de
la criminalidad en el marco de
las intervenciones propias del
Nuevamente, la LO 1/2015 vuelve a modificar la figura de la expulsión. El tex- Estado social del bienestar. De-
to vigente mantiene el carácter obligatorio de la expulsión, pero modificando fiende en este modelo la per-
sistencia de un conjunto de
los criterios con los que se acuerda y las excepciones a la expulsión. Así, como garantías, que estarían dirigi-
das a preservar a los ciudada-
novedad, la expulsión no solo es aplicable a los condenados en situación de nos de los posibles abusos de
los poderes públicos.
irregularidad administrativa, sino a todos los extranjeros que sean condena-
dos en España, sean o no residentes legales. Por tanto, puede incluir a los ciu-
dadanos de la UE, si representan una amenaza grave para el orden o la seguri-
dad pública. Por otra parte, salvo excepciones, procede la expulsión cuando la
pena de prisión impuesta sea superior a un año. En cambio, cuando las penas
impuestas superen los cinco años de prisión, el cumplimiento en España es
obligatorio, y los criterios de la “defensa del orden jurídico” y el “restableci-
miento de la vigencia de la norma” sirven para decidir si el cumplimiento es
parcial o total. Nótese que la finalidad del restablecimiento de la vigencia de
la norma corresponde a criterios de prevención general, alejados de cualquier
consideración a finalidades preventivo-especiales de la pena. En todo caso, tras
cumplir total o parcialmente la pena, el extranjero será expulsado, sin poder
acceder a la libertad condicional en las mismas condiciones que los españo-
les. Como excepción, no como regla general, se podrá no acordar la expulsión
cuando resulte “desproporcionada” teniendo en cuenta las circunstancias del
hecho y las personales del condenado, especialmente su arraigo en España.
Por otra parte, aunque no se trata de una ley penal sino administrativo-san-
cionadora, cabe mencionar la polémica aprobación de la LO 4/2015, de 30 de
marzo, de Protección de Seguridad Ciudadana, conocida críticamente en algu-
nos medios, como Ley Mordaza. En ella se introducen como infracciones, en-
tre otras, la perturbación de la seguridad ciudadana en actos públicos, espec-
táculos, solemnidades u oficios religiosos, causar desórdenes en la vía pública,
solicitar o aceptar servicios sexuales retribuidos en zonas de tránsito público,
consumo o tenencia ilícita de drogas, ocupación de cualquier inmueble, vi-
vienda o edificio ajenos, consumo de bebidas alcohólicas en lugares públicos,
o determinadas infracciones relacionadas con reuniones o manifestaciones no
comunicadas o prohibidas, entre otras. El legislador justifica la reforma en la
exposición de motivos afirmando que “la seguridad ciudadana es la garantía
de que los derechos y libertades reconocidos por las constituciones democrá-
ticas puedan ser ejercidos libremente por la ciudadanía”, haciendo referencia
a “las demandas sociales de seguridad ciudadana”.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 34 La política criminal en España
Parte de la doctrina considera que el derecho penal simbólico no� produce Ved también
ningún�efecto�relevante, puesto que solo se consiguen determinadas conse-
Trataremos el papel de los
cuencias propagandísticas, demostrando la rapidez del legislador en respon- mass media con mayor deteni-
der a determinados problemas sociales. Pero, en definitiva, no poseen efectos miento en el apartado “Popu-
lismo punitivo y medios de co-
en orden a proteger intereses esenciales para la comunidad. Obviamente, la municación”.
Por otra parte, se alude al desplazamiento del ámbito de resolución de los con-
flictos sociales al plano jurídico y, en particular, a la creciente�intervención
del�derecho�penal para resolverlos. Así, exagerando esta afirmación, podría
considerarse que aquello que no está previsto en el CP no está prohibido, y
por tanto, está permitido. En consecuencia, la intervención del derecho penal
se encaminaría en ocasiones a lanzar el mensaje a la sociedad de que ciertas
conductas son reprobables.
En�función�del�objetivo�satis- Leyes�reactivas Demostrar la rapidez del legis- Art. 161.2 CP (creación de se-
fecho: normas que no atienden lador ante la aparición de pro- res humanos idénticos por clona-
a la prevención de daños o ries- blemas nuevos o que están por ción).
gos graves para los bienes jurí- aparecer.
dicos.
Leyes�identificativas Se manifiesta la identificación Art. 184.1 CP (acoso sexual).
del legislador con determinadas
preocupaciones del ciudadano.
Fuente: Elaboración propia según la clasificación y conceptualización efectuada por J. L. Díez Ripollés (2002). “El derecho penal simbólico y los efectos de la pena”. Boletín Mexicano
de Derecho Comparado (núm. 103).
• La LO 1/2015 modifica los delitos de homicidio y asesinato (que hasta ahora se habían
mantenido inalterados) e introduce nuevas figuras delictivas, como los matrimonios
forzados (art. 172 bis CP), el delito de stalking (art. 172 ter CP) y el de sexting (art.
197.7 CP), entre otras reformas.
Con todo, se debe prestar una atención especial a los delitos�sexuales, los cua- Ved también
les han sufrido diversas modificaciones legislativas desde la aprobación del CP
Por lo que respecta a las polí-
de 1995. Ya se ha indicado que este Código, en materia sexual, hizo un gran ticas alternativas en esta ma-
esfuerzo por despojar al derecho penal de contenidos moralizantes a la sexua- teria, se describen en los apar-
tados “Propuesta de regula-
lidad, instituyendo como único bien jurídico protegido la “libertad sexual”. ción del ejercicio voluntario
de la prostitución de adultos
Sin embargo, en las sucesivas reformas penales, a parte de corregir algunos (2010)” y “Política criminal en
el ámbito de los menores de
defectos técnicos y algunas penas inadecuadas, introduce elementos que son edad”.
ajenos a la protección de esta libertad, criticando gran parte de la doctrina el
resurgimiento de una determinada moral sexual en este tipo de delitos. Dado
que nos ocuparemos más adelante de la política criminal alternativa en mate-
ria sexual, nos limitamos aquí a exponer los principales cambios legislativos
de las sucesivas reformas.
Tras poco más de tres años de vigencia del CP de 1995, se modifican los delitos
contra la libertad sexual a través de la LO 11/1999, de 30 de abril. Para ello, el
legislador aduce que las previsiones del Código penal vigente:
“resulta indudable que en los casos de delitos sexuales cometidos sobre menores el bien
jurídico a proteger adquiere una dimensión especial por el mayor contenido de injusto
que presentan estas conductas”.
Podría establecerse una relación entre algunas de las reformas penales que he-
mos apuntado y casos mediáticos. Así, por ejemplo, el caso de “Sandra Palo”
respecto a la nueva definición de asesinato consistente en matar “para […] evi-
tar que se descubra” (otro delito), o la nueva agravación del asesinato consis-
tente en “que el hecho fuera subsiguiente a un delito contra la libertad sexual”.
La modificación de los delitos contra la intimidad, introduciendo como delito
la difusión de imágenes personales sin consentimiento cuando estas imágenes
han sido obtenidas lícitamente (sexting) puede evocar el caso de “Olvido Hor-
migos”. Por tanto, algunas de estas reformas penales también pueden partici-
par del llamado populismo punitivo, que será analizado en el epígrafe siguiente.
La reforma del 2010 modifica también el art. 145 CP para limitar la pena im-
puesta a la mujer que consiente o se practica un aborto fuera de los casos per-
mitidos por la ley, eliminando la previsión de la pena privativa de libertad. La
exposición de motivos de esta ley alude a la STC 53/1995, en la que se niega el
carácter absoluto de los intereses que entran en conflicto y el deber del legis-
lador de ponderar los bienes y derechos en función del supuesto planteado,
de acuerdo con los cambios cualitativos de la vida en formación que tienen
lugar durante el embarazo.
Con todo, el Anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de la vida del conce-
bido y los derechos de la mujer embarazada pretendía volver al sistema de indica-
ciones en el aborto. Fracasada esta iniciativa legislativa, la LO 11/2015, de 21
de septiembre, establece que cuando se interrumpa voluntariamente el emba-
razo de personas menores de edad, será necesario, además de la manifestación
de la voluntad de la menor, el consentimiento expreso de sus representantes
legales, suprimiendo así el art. 13 de la LO 2/2010.
Como expresión de una política criminal que acoge la evolución de las sensi-
bilidades sociales, cabe mencionar también la aprobación del Estatuto de la
víctima del delito (Ley 4/2015, de 27 de abril) y su reglamento de desarrollo
(Real Decreto 1109/2015, de 11 de diciembre).
Para ejemplificarlo, la doctrina se refiere a EE. UU. en los años ochenta, cuando el con-
servador George Bush ganó las elecciones incidiendo en la necesidad de una nueva polí-
tica criminal que respondiera a la inseguridad, criticando el anterior Gobierno por una
supuesta falta de “mano dura”. En esa campaña se utilizó repetidamente el caso de Willy
Horton, un prisionero condenado por asesinato que, durante un beneficio penitenciario,
secuestró a una pareja, violó y asesinó a la esposa y agredió violentamente al marido.
Después de que George Bush ganara las elecciones, el partido demócrata tomó buena
nota de ello, siendo la política criminal de “mano dura” uno de los ejes centrales en la
posterior campaña de Bill Clinton, que ganó las elecciones en 1992.
España también es buena muestra de ello, y tanto la derecha como la izquierda (al menos
Lectura recomendada
en sus expresiones políticas mayoritarias) no han escapado a la utilización del populis-
mo punitivo (Botella Corral). Por ejemplo, la Ley del 2003 relativa al cumplimiento ín-
tegro y efectivo de las penas, que, como veremos, provoca un endurecimiento punitivo J.�Baucells�Lladós;�L.�Pe-
en delitos graves, cercano en algunos aspectos al derecho penal de autor, fue impulsada res-Neto (2011). “Medios de
por el PP, partido gobernante en esos momentos, pero fue votada favorablemente por comunicación y populismo
el principal partido de la oposición, el PSOE. Por lo tanto, Botella Corral sostiene que punitivo. Revisión teórica del
concepto y análisis de la re-
para captar votos, especialmente de las posiciones centristas y moderadas, los grandes
forma penal en materia de
partidos tienden a eliminar los aspectos más ideológicos, ofreciendo en lo político-cri-
hurto”. Revista penal (núm.
minal programas cada vez más similares, que tienen la nota común de incremento de la
27).
punición, con el objetivo de obtener el apoyo de la opinión pública. Como consecuencia
de ello, las diferencias se trasladarán en el debate sobre determinados valores, como la
cuestión territorial, la memoria histórica o el papel de la Iglesia católica, de manera que
“la política simbólica es mucho más antagonista que las políticas sustantivas”
Se reforman las leyes penales desde una orientación punitivista para mantener
la imagen pública de que se hace todo lo posible –utilizando como instrumen-
to el sector del ordenamiento jurídico más contundente– frente a la creciente
inseguridad del ciudadano.
Pero esta inseguridad no tiene que ver tanto con el incremento de he-
chos delictivos, sino más bien con la imagen ofrecida por los medios
de�comunicación.
En cuanto a la�posible�influencia�de�los�medios�en�la�reforma�de�las�normas
penales, existe un amplio acuerdo científico en considerar que los medios jue-
gan un papel predominante en el proceso de construcción de la agenda polí-
tico-criminal y del contenido de la misma. Desde la ciencia política y desde las
ciencias de la comunicación se han desarrollado diversas vías explicativas para
descifrar los procesos del establecimiento de la agenda (agenda-setting). Así,
mientras los politólogos han centrado sus esfuerzos en buscar respuestas sobre
cómo se construye únicamente la agenda política, los comunicólogos parten
de la explicación de los mecanismos de construcción de la agenda informativa
y de sus efectos en la fijación de la agenda política. Con todo, y aunque no
se trate de un proceso causal, puede admitirse que la agenda de los medios, la
agenda pública y la agenda política se influencian mutuamente. Cuando un
caso penal salta a los medios de comunicación, se reclama a los políticos que
se pronuncien sobre la política criminal que va a seguir su partido, pero los
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 42 La política criminal en España
Así, por ejemplo, durante la crisis del Prestige, el Gobierno anunció una futura reforma
penal sobre el cumplimiento íntegro y efectivo de las penas; durante la polémica de la
participación de España en la invasión de Irak, se anunció la reforma en materia de in-
seguridad ciudadana, violencia doméstica e integración social de los extranjeros; cuando
el lehendakari expuso su idea de celebrar un referéndum para la autodeterminación del
País Vasco, se anunció una reforma penal que precisamente pretendía criminalizar –co-
mo finalmente se sancionó– este tipo de convocatorias (García Arán/ Peres-Neto).
Con todo, algunas de las reformas penales más recientes tienen relación di-
recta con esta tendencia de instrumentalizar a la víctima, como es la libertad
vigilada prevista para los delincuentes sexuales.
Así, por ejemplo, en el momento de informar sobre la aprobación del anteproyecto por
parte del Consejo de Ministros, se afirma desde RTVE que “El caso Mari Luz ha sido
determinante para que el Gobierno se plantee una reforma del Código penal. De hecho,
algunas de las medidas que el Gobierno va a aplicar contra la pederastia se anunciaron
después de una entrevista del padre de Mari Luz, Juan José Cortés, con el presidente del
Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero”.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 43 La política criminal en España
Por lo que respecta al conjunto de reformas penales del 2003, diversos estu-
dios de García Arán y Peres-Neto ponen en evidencia las anteriores cuestiones
planteadas. Así, la LO 7/2003, de 30 de junio, de medidas de reforma para el
cumplimiento íntegro y efectivo de las penas, lleva a cabo un endurecimien-
to�del�régimen�penal�y�penitenciario de la delincuencia más grave, hasta el
punto de que parte de la doctrina encuadra la reforma dentro de los rasgos
propios del derecho penal del enemigo, particularmente respecto de las mo-
dificaciones en materia terrorista (Faraldo Cabana). Sobre la ampliación del
cumplimiento de pena a los 40 años para los supuestos terroristas, la exposi-
ción de motivos admite que podría “privar en algunos supuestos de efectos
a los principios constitucionales de las penas”, pero justifican la reforma adu-
ciendo que en los casos de mayor gravedad “exigen una respuesta más con-
tundente del ordenamiento jurídico penal”. Por lo tanto, se admite que este
tipo de previsiones pueden ser contrarias a la reinserción, pero son necesarias
en aras a una mayor “contundencia” de la respuesta.
En la prensa, los autores citados encuentran numerosos ejemplos que aplauden la re-
forma: “acertadas reformas legales contra ETA (reforma del Código penal)” (El Mundo,
04/01/2003); “Quizás nuestro Estado de derecho no estaba tan protegido ante el terro-
rismo” (ABC, 02/01/2003); “España tiene el sistema de cumplimiento de condenas más
blando de Europa” (ABC, 05/01/2003). Aplicándolo al caso concreto, la prensa se hace
eco de que “el etarra arrepentido Juan Manuel Soares Gamboa podrá abandonar la cárcel
ocho años después de entrar por condenas que superan los 1.500 años” (La Vanguardia,
30/05/2003).
En lo que interesa aquí destacar, los medios de comunicación, haciéndose eco de posi- Ved también
ciones de partidos políticos o de ciertos casos o datos supuestamente objetivos, incidie-
ron en momentos previos a estas reformas: “La impunidad del hurto. La pequeña delin- Hemos visto estos aspectos en
cuencia aumentó un 5,6% en Barcelona durante el 2002” (La Vanguardia, 09/10/2002); el apartado “El derecho penal
“La medida legal está relacionada con el aumento de la delincuencia que sufre España de la seguridad ciudadana: pe-
desde hace dos años y que el Gobierno de José María Aznar no ha logrado frenar hasta queña delincuencia patrimo-
ahora” (El País, 10/01/2003); “El voto de la Inseguridad” (ABC 01/05/2003); “No te es- nial y extranjería”.
fuerces –insiste el detenido de camino a la comisaría de Ciutat Vella– mañana volveremos
a lo mismo y punto” (La Vanguardia, 18/01/2003); “Rajoy: ‘Un exceso de inmigración
provoca marginación y delincuencia’” (titular de portada en El País, 12/05/2002).
Referencia bibliográfica
Por lo que respecta a la reforma penal del 2010 en materia de pequeña�de- Ejemplos extraídos de:
licuencia patrimonial, puede observarse la misma tendencia: la justificación M.�García�Arán;�L.�Peres-Ne-
to (2009): “Discursos mediá-
del endurecimiento punitivo basado en la inseguridad ciudadana, sacando a ticos y reformas penales de
colación determinados casos concretos: 2003”. En: M. García Arán; J.
Botella Corral. Malas noticias.
Medios de comunicación, políti-
“Los asaltos a chalés, como el del empresario José Luis Moreno o el de la familia Tous, y los ca criminal y garantías penales
frecuentes alunizajes en escaparates comerciales son nuevas formas de delincuencia a las en España. Valencia: Tirant lo
que da respuesta el delito de asociación transitoria para delinquir” (El País, 15-10-2008); Blanch.
“Los problemas para documentar a un sospechoso o su puesta en libertad en espera de ex-
pulsión, pone al ratero de nuevo en la calle y la rueda sigue” (La Vanguardia, 30/10/2009);
“Los ladrones callejeros suelen tener decenas y decenas de detenciones a sus espaldas.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 44 La política criminal en España
Lo más habitual es que, tras ser detenidos y pasados a disposición judicial, queden en
Referencia bibliográfica
libertad a la espera de juicio por la escasa gravedad penal de la acusación. Los especialis-
tas policiales siempre se lamentan de que en muchas ocasiones no se tiene en cuenta el
expediente de detenciones del sospechoso: ‘cuando alguien tiene 100 antecedentes por Ejemplos extraídos de:
los mismos supuestos, y no es un caso imaginario, es que ha hecho del robo su forma de J.�Baucells�Lladós;�L.�Pe-
vida’, se lamentaba hace unos días una fuente policial” (La Vanguardia, 03-10-2009). res-Neto (2011). “Medios de
comunicación y populismo
punitivo. Revisión teórica del
concepto y análisis de la re-
forma penal en materia de
hurto”. Revista penal (núm.
27).
Sin embargo, ni la reforma de 2003 ni la de 2010 fueron idóneas para hacer Ved también
frente a la pequeña delincuencia patrimonial, dado que nunca fue aplicado el
Hemos visto estos aspectos en
precepto que elevaba a la categoría de delito la comisión de diversas faltas de el apartado “El derecho penal
hurto. En lugar de incidir con políticas sociales para mejorar las condiciones de la seguridad ciudadana: pe-
queña delincuencia patrimo-
socioeconómicas que impulsan a la realización de pequeños hurtos, mejorar nial y extranjería”.
Ejemplos de estas penas alternativas son: la previsión del sistema de días-multa, la pena
de arresto de fin de semana, la introducción de los trabajos en beneficio de la comunidad
o, en el ámbito de la ejecución de la pena, la regulación de la suspensión, la sustitución
o la libertad condicional.
sitúa entre los países en los que la duración de la estancia en la prisión es ma-
yor. Esta situación viene agravada por las reformas penales posteriores, en un
contexto en el que el ideal de resocialización ha caído en una profunda crisis.
De este modo, a parte de las reformas que afectan a la parte especial del código
–en las que se puede observar un aumento de las penas para determinados
delitos–, nos referiremos a las reformas sobre el sistema�de�penas, fundamen-
talmente introducidas a través de:
Mediante la LO 7/2003 se reforman las penas sobre todo en relación con la co-
misión de delitos graves. Se destaca, ya desde un inicio, el fuerte componente
propagandístico de la expresión “cumplimiento íntegro y efectivo”, que re-
vela una confusión conceptual que se traslada a la ciudadanía. Todas las penas
se cumplen íntegramente, porque el régimen de tercer grado y libertad condi-
cional –modificados por la reforma en clave restrictiva– no son sino formas de
cumplimiento de la pena. En cambio, ya en la exposición de motivos se dice:
“que permite su aplicación con éxito para prevenir conductas típicas constitutivas de
infracciones penales leves, al mismo tiempo que se evitan los efectos perjudiciales de la
reclusión en establecimientos penitenciarios”.
“el automatismo hasta ahora vigente, introduciendo un mecanismo más flexible que
permita a los jueces y tribunales adecuar la responsabilidad criminal a la gravedad del
hecho y a la personalidad del delincuente”.
En este sentido, para los casos de penas privativas de libertad superiores a cin-
co años, la exigencia de cumplimiento de al menos la mitad de la condena
para acceder a la clasificación de tercer grado deja de establecerse con carác-
ter general y pasa a establecerse únicamente como obligatorio en los casos
de delitos cometidos contra la libertad e indemnidad sexuales de menores de
trece años, delitos referentes a organizaciones y grupos terroristas y delitos de
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 48 La política criminal en España
“esta modificación, que se estima conveniente para estos grupos de delitos de extrema
gravedad, se considera innecesaria como régimen general respecto de todos los delitos
sancionados con penas de prisión superiores a cinco años”.
Sin embargo, no se alcanza a comprender por qué un abuso sexual a un menor Ved también
de trece años es acreedor de tal obligatoriedad y no, por poner otros ejemplos,
Hemos explicado la aplicación
una violación a un adulto, un homicidio, un asesinato... Nuevamente, la iden- de la libertad vigilada en el
tificación como enemigos de grupos concretos y el populismo�punitivo pue- apartado “La creación de sub-
sistemas y el derecho penal del
den estar en la base de la creación de subsistemas�penales poco fundamen- enemigo: terrorismo y violen-
cia de género”.
tados en datos empíricos. Esta especificidad se vuelve a producir en la nueva
medida de seguridad de libertad vigilada que, como hemos visto, únicamente
es aplicable en los supuestos de terrorismo y delincuencia sexual.
• Se introduce la prisión permanente revisable. Se trata de una pena que, Lectura recomendada
según Quintero Olivares (2015), es más severa que la prisión perpetua pre-
A.�Cuerda�Riezu (2012) “In-
vista en el Código penal de 1870, último Código español en el que, hasta constitucionalidad de la pri-
ahora, se preveía esta revisión. El plazo previsto para la primera revisión sión permanente revisable y
de las penas muy largas de
(25 años de cumplimiento) es muy superior al que existe en otros sistemas prisión”. Otrosí (núm. 12).
jurídicos, a los cuales se apela para afirmar que lo que se busca con esta
reforma es una semejanza o armonización con otros países. Esta pena es
aplicable, según la Exposición de motivos de la LO, “en supuestos de ex-
cepcional gravedad […] en los que está justificada una respuesta extraor-
dinaria mediante la imposición de una pena de prisión de duración inde-
terminada (prisión permanente), si bien sujeta a un régimen de revisión”.
El GEPC se ha ocupado de ámbitos muy diversos, tras más de dos décadas Página web
desde su constitución. Aun cuando su actividad se ha plasmado en diversos
Pueden consultarse ínte-
documentos, nos ocuparemos de las principales orientaciones recogidas en gramente todos los ma-
las 15 monografías que ha publicado, las cuales contienen sendos manifiestos nifiestos del GEPC y sus
proyectos alternativos
en los que se sientan las bases para cada uno de los problemas tratados y se en la página web http://
www.gepc.es/index.php?
articula una propuesta alternativa de política criminal y de reforma penal.
mod=gepc&accion=cat_
Estos documentos han sido actualizados en “Revisión y actualización de las noticias&cat=9.
propuestas alternativas a la regulación vigente” (2016).
• Los traficantes de medias y altas esferas tienen una gran facilidad para
eludir la responsabilidad penal y para corromper a instituciones esenciales
de las democracias.
Se considera que no debería ser delito el tráfico de drogas entre adultos, sino
únicamente el tráfico o suministro de drogas a menores de edad o a aquellas
personas que no tengan capacidad de decisión autónoma. Por lo tanto, se de-
ben trasladar los esfuerzos en el campo de la prevención de la demanda y la
asistencia a los consumidores. Debería existir un estricto control administra-
tivo de su producción y venta, con especial atención a la calidad de la sustan-
cia, constituyendo delito las infracciones más graves a este control, tal y como
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 52 La política criminal en España
Con el paso del tiempo (2016), el GEPC constata que en el ámbito adminis-
trativo no se ha producido equiparación alguna entre el régimen vigente pa-
ra el consumo de algunas drogas oficialmente aceptadas (como el tabaco y el
alcohol) y el consumo de estupefacientes o psicotrópicos, como proponía el
Grupo. En la esfera penal, constatan que se ha consolidado la opción represiva,
sin acoger la propuesta de legalización que realizó en su momento el Grupo de
legalización controlada. Sin embargo, apuntan algunos elementos positivos
de la evolución legislativa de los últimos años como:
Este manifiesto pretende asentar las bases de una política criminal alternativa
en la disponibilidad de la propia vida, dada la indefinición y la inseguridad
jurídica que en ese momento tenía el tratamiento de los supuestos de eutanasia
y suicidios, estos últimos previstos en el art. 409 del antiguo CP.
Así, parte del art. 10.1 CE que proclama la dignidad de la persona y el libre
desarrollo de la personalidad como principios fundamentales que caracterizan
al Estado como democrático y de derecho. El art. 10 CE debe considerarse co-
mo un “tipo rector” de la interpretación de los derechos y libertades estableci-
dos por la Constitución. De este modo, el derecho de todos a la vida, previsto
en el art. 15 CE, interpretado de acuerdo con la dignidad y el libre desarrollo de
la personalidad, obliga a considerar que la vida impuesta en contra de la vo-
luntad de su titular no es un bien jurídico susceptible de protección. La vida es
un derecho, no un deber y, por lo tanto, debe reconocerse el derecho�a�morir.
Por lo que respecta al suicidio, si media la solicitud del suicida, deberían ser
impunes todos los comportamientos omisivos de terceros, de autoría o parti-
cipación, así como la complicidad y la cooperación necesaria activas. Se consi-
dera que deberían penarse de forma atenuada respecto al homicidio los com-
portamientos activos de autoría y de inducción. La no solicitud del afectado
convertiría la conducta del tercero en típica de homicidio.
b) Las comunidades autónomas han aprobado leyes que regulan los documen-
tos de instrucciones previas (o declaración de voluntades anticipadas) aunque
con carácter muy limitado, pues únicamente se limitan a reconocer el derecho
del paciente a rechazar un tratamiento médico y, en algunos casos, también el
derecho a la “sedación paliativa”, aunque ello pueda poner en peligro su vida.
(1)
El Grupo de Estudios de Política Criminal define la objeción de conciencia del modo
siguiente: “incumplimiento de un deber público por considerar el sujeto incompatible
con sus convicciones la realización del comportamiento debido, sin que ello suponga
una actitud de desobediencia global al derecho”.
• Las objeciones de conciencia del personal sanitario en relación con las in-
terrupciones voluntarias del embarazo y en los supuestos de disponibili-
dad de la propia vida.
Respecto al primero de ellos, ya hemos expuesto la evolución de las disposi- Ved también
ciones penales en materia de incumplimiento del servicio militar o de la pres-
Hemos visto estos aspectos en
tación social sustitutoria. Suprimidos estos delitos, no puede existir en la ac- el apartado “Derecho penal
tualidad el conflicto de conciencia que el GEPC planteaba y pretendía dar so- simbólico y evolución de las
sensibilidades sociales”.
lución en 1995, precisamente, proponiendo la despenalización, tal y como
ha sucedido años después.
Así, por ejemplo, no podrán justificarse en nombre de una tradición cultural diversa los
malos tratos o las mutilaciones genitales, que constituyen vulneraciones a los derechos
humanos en los que se asienta nuestro ordenamiento jurídico.
La atención del GEPC a este ámbito viene motivada por la firma por España
del Estatuto de Roma de 1998, a través de la Ley Orgánica 6/2000, de 4 de
octubre, por la que se autoriza a la ratificación por España del Estatuto de
la Corte penal Internacional. El GEPC efectúa una serie de consideraciones
político-criminales sobre el Estatuto de Roma, realiza propuestas de actuación
del Estado español y propuestas de modificación del ordenamiento jurídico
penal español para adecuarse a la persecución de los delitos internacionales.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 59 La política criminal en España
Con todo, el GEPC realiza una serie de consideraciones críticas acerca de algu-
nas previsiones del Estatuto de Roma:
b) Todos los estudios que se han realizado en las distintas comunidades autó-
nomas han puesto de relieve que son las medidas más leves, las no privativas
de libertad, las que arrojan menores tasas de reincidencia, y entre ellas, el in-
ternamiento es la que presenta mayores tasas de reincidencia.
En general, los cambios legislativos siguen una orientación opuesta a los prin-
cipios defendidos por el GEPC. Este sigue defendiendo el carácter excepcional
de la media de internamiento y una duración máxima de dos años. Reivindi-
can que el principio de proporcionalidad afecte a todas las sanciones y no solo
a las privativas de libertad, de tal manera que ninguna sanción impuesta a un
menor pueda resultar más grave que la que se podría aplicar a un adulto por
los mismos hechos. Sostienen que el sobreseimiento no debe quedar limitado
a hechos de escasa gravedad, sino que debería producirse cuando no fuera ne-
cesario ningún tipo de intervención. Además, consideran que todas las medi-
das cautelares, y no solo las privativas de libertad, deberían tener una duración
predeterminada. Las medidas deberían ser ejecutadas en establecimientos pú-
blicos gestionados directamente por la Administración.
(2)
También se propone suprimir el delito de difusión de material pornográfico Esta tipificación autónoma se ha
llevado a cabo en la reforma penal
entre menores de edad, puesto que constituye una infracción administrativa
del 2010, concretamente a través
que ya recibe una sanción adecuada. En cambio, se propone una tipificación del art. 177 bis CP.
autónoma de tráfico de seres humanos con fines sexuales2 que tenga la misma
pena que la prevista para los casos de una efectiva explotación sexual, con-
siderando que la trata supone además un atentado contra la dignidad de la
persona.
Por lo que se refiere a los delitos contra las relaciones familiares, el GEPC sos-
tiene que los delitos de suposición de parto y alteración de la paternidad, es-
tado o condición del menor, son vetustos y arcaicos y realiza una propuesta
de reforma que pretende adecuarse a la realidad actual, en la que la protección
del derecho del menor a conocer la propia identidad sea el bien jurídico tute-
lado. Por lo tanto, los delitos propuestos se encuentran integrados fundamen-
talmente por aquellas situaciones en las que se cambia de adscripción familiar
con inobservancia de los procedimientos legalmente establecidos, de manera
que se prive al menor de conocer su propia identidad y filiación. Se debería
evitar también que el delito de sustracción de menores permitiera sancionar
penalmente el mero incumplimiento del régimen de visitas o el retardo en
la devolución de un menor. En los delitos cometidos contra el menor en el
seno familiar deberían tenerse muy en cuenta las repercusiones negativas que
la pena puede comportar para el propio menor, de manera que se deberían
potenciar las sanciones con contenido reparador, la sustitución de las penas
privativas de libertad y evitar la imposición de penas de multa.
El primer manifiesto constituye una denuncia la reforma penal del 2003 en Ved también
materia de terrorismo, a la que califica de grave retroceso respecto al intento
Hemos descrito esta reforma
del CP de 1995 de adecuarse a los principios constitucionales. Sitúa la reforma, penal en materia de terrorismo
sobre todo, en una necesidad de lucha contra la sensación de inseguridad, en en el apartado “La�creación
de�subsistemas�y�el�derecho
un contexto mediático que califica de “alarmista” y “acrítico”. penal�del�enemigo:�terroris-
mo,�criminalidad�organizada
y�violencia�de�género”.
La excepcionalidad de la legislación antiterrorista
sino también sociales y políticas. Sin embargo, denuncian que las reformas
penales poseen una marcada tendencia�autoritaria que contradice los prin-
cipios más esenciales del derecho penal y los criterios de imputación.
Entre estos últimos, la actual legislación diluye las diferencias entre autoría y participa-
ción, y entre actos preparatorios y consumación. Se vulnera el principio de proporciona-
lidad y humanidad de las penas al imponer sanciones, en algunos casos de 20 o 30 años
de prisión, pudiendo llegar, por las reglas de concurso de delitos, a la imposición de 40
años. Otro ejemplo es la inhabilitación absoluta, que podría alcanzar hasta los 60 años
de duración, lo cual equivale a una muerte civil.
En este sentido, el GEPC considera que deben suprimirse las reglas específicas
sobre la inhabilitación y sujetarse al régimen general de las penas accesorias
privativas de derechos.
Así, resulta contrario al art. 25.2 CE que el legislador cierre las puertas a la incorporación
progresiva del reo a la sociedad, sin los mecanismos comunes de acceso al tercer grado,
permisos de salida o libertad condicional.
El GEPC propone una definición precisa de terrorismo, aun cuando esta re-
sulta compleja por la fuerte carga emotiva y política y porque a lo largo de
la historia el concepto de terrorismo ha ido cambiando. Con todo, el GEPC
formula una definición de terrorismo, considerando que:
Con todo, considera que debería mantenerse como delito la actuación al ser-
vicio de las organizaciones terroristas, para que puedan ser responsables pena-
les aquellos que, sin pertenecer a las organizaciones terroristas, actúen por su
cuenta o en nombre de las mismas. Teniendo en cuenta que el terrorismo es
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 66 La política criminal en España
La actualización de las propuestas del GEPC en 2016 pone el acento en que las
reformas posteriores transitan por planteamientos político-criminales opues-
tos a los del grupo. Sostienen que la reforma de 2015 se aprueba con un des-
conocimiento completo de la ley vigente, que ya sanciona la totalidad de con-
ductas que merecen ser castigadas. Ignora también la realidad de la persecu-
ción policial de los terroristas y el sentido común, predominando más que en
cualquier otra reforma una de las características del derecho penal del enemi-
go: su naturaleza eminentemente simbólica. El GEPC denuncia que las últimas
reformas no se orientan a la lucha contra el delito sino, sobre todo, a la lucha
contra la sensación de inseguridad provocada por el tratamiento dado por los
medios de comunicación a los actos de terrorismo yihadista, del que son un
ejemplo los atentados de París. Consideran que, una vez más, el legislador ha
perdido la oportunidad de poner fin a un sistema excepcional que, por excesi-
vo, no puede considerarse justificado en la especial lesividad del terrorismo y
resulta poco respetuoso con las garantías constitucionales y los derechos fun-
damentales reconocidos en nuestro Estado de derecho. Sin embargo, subra-
yan que algunos órganos jurisdiccionales europeos han empezado a llamar la
atención sobre los riesgos de esta tendencia de expansión punitivista, y para
ello citan la condena a España por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
En este sentido, la amenaza penal del entorno de la prostitución, propia del prohibicio-
nismo, se ha mostrado ineficaz para erradicar o reducir la práctica de la prostitución. Las
posturas paternalistas propias del abolicionismo, que conciben a la prostituta como una
mujer débil, dócil y necesitada de tutela, ni responde al sentir social en la actualidad ni
puede hacer olvidar un dato empírico, que la explotación sexual forzada se hace fuerte
allí donde la clandestinidad y la marginalización hacen más vulnerables a sus víctimas.
Se debería evitar que los poderes públicos adopten una posición moralista frente a la
prostitución, que simplifiquen un fenómeno complejo y diverso.
Por ello, propone la supresión del segundo inciso del art. 188.1 CP, que pre-
vé la sanción, con la misma pena que la determinación forzada a la prostitu-
ción, al que “se lucre explotando la prostitución de otra persona, aun con el
consentimiento de la misma”. Si lo que se pretendiera es sancionar compor-
tamientos abusivos de terceros en el ejercicio voluntario de la prestación de
servicios sexuales, ya existen los delitos contra los derechos de los trabajado-
res, que podrían ser aplicados también en estos casos.
economía sumergida, con todas las consecuencias negativas que ello conlleva.
La desregulación o alegalidad en la prostitución voluntaria provoca una dis-
criminación de aquellas personas que intercambian sexo por dinero respecto a
otras personas que se dedican a actividades aledañas, como las actividades de
alterne, las líneas telefónicas eróticas o la elaboración de películas pornográfi-
cas, cuyos trabajadores poseen reconocimiento jurídico. La falta de regulación
también favorece la explotación de la prostitución por parte de los empresa-
rios, que en la actualidad no están obligados a reconocer a estos trabajadores
los derechos laborales y sociales básicos, así como la proliferación de organiza-
ciones criminales dedicadas a la trata de personas y a la explotación sexual de
las mismas, al situar estas actividades en la clandestinidad, cosa que dificulta
sobremanera las denuncias de las víctimas.
• Que la prisión debería dejar de ser la pena por excelencia, la que se impone
para cualquier tipo de delito. Debería darse mayor juego a las penas priva-
tivas de otros derechos, como los trabajos en beneficio de la comunidad,
las penas pecuniarias, o introducir la reparación como sanción penal.
2) El segundo manifiesto del GEPC en materia de penas se dedica a valorar la Ved también
libertad�vigilada, en un momento en el que en la tramitación parlamentaria
Hemos explicado la aplicación
estaba en marcha una reforma que finalmente la introdujo, no como pena, de la libertad vigilada en el
sino como medida de seguridad aplicable a determinados delitos. apartado “La creación de sub-
sistemas y el derecho penal del
enemigo: terrorismo y violen-
cia de género”.
El GEPC pretende sentar las bases de lo que debería considerarse la libertad
vigilada, entendiendo que debe tratarse de una pena perteneciente al elenco de
las “penas de cumplimiento en la comunidad”, en el marco de las community
orders que abundan en el ámbito anglosajón. Consideran esta pena como un
instrumento que puede alcanzar una mayor resocialización, al ser una pena
flexible, adaptable al caso concreto cuando, por la gravedad del delito y las
circunstancias del sujeto, se advere que una pena aplicada a la comunidad es
suficiente.
Con todo, el GEPC llama la atención sobre que el éxito de esta pena depende
de la existencia de programas de ayuda a la reinserción social, que deben ser
acordados individualizadamente a partir de las necesidades de reeducación y
reinserción social en cada caso. Se concibe la libertad vigilada como una pena
que implica el sometimiento a supervisión y ayuda por un agente de ejecución
de las penas, con una duración que no podría exceder de los dos años, y que
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 75 La política criminal en España
En contra de esta tendencia, el GEPC apuesta por una mejora del trata-
miento penitenciario y por una asistencia social postpenitenciaria, en
los casos en los que esta sea necesaria.
En este caso, el GEPC se ocupa de las figuras del indulto, la prescripción, las
dilaciones indebidas y la conformidad procesal.
En el ámbito de la prescripción�de�los�delitos,�de�las�penas�y�medidas�de
seguridad, el GEPC considera que existen buenas razones a su favor, en cuan-
to al principio de legalidad, seguridad jurídica y derecho a un proceso sin di-
laciones indebidas, derechos que son fundamentales. Ante tales derechos, de-
caen los argumentos del posible premio que se puede otorgar al delincuente
astuto o con fortuna. Con todo, el GEPC considera que las necesidades pre-
ventivo-generales aconsejan que los plazos de prescripción del delito y de la
pena se acomoden a la gravedad del delito imputado o de la pena impuesta,
aceptando incluso que los plazos de prescripción de la pena sean más prolon-
gados que los de la prescripción del delito.
Una vez determinada la realidad a la que los poderes públicos deben respon-
der, a través de estudios empíricos, el derecho penal debe constituir el último
recurso, primando otra clase de medidas de carácter social, educativo, econó-
mico y jurídico prepenal. Recordando que ya desde la Ilustración se sostenía
que no es la dureza, sino la efectividad de la sanción dentro de un marco ra-
cional y proporcional lo que previene el delito, llama la atención sobre la ten-
dencia de inducir a la opinión pública una sensación de inseguridad, que pro-
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 79 La política criminal en España
Sostiene también que las continuas reformas a las que es sometido el Códi-
go penal y la Ley de Responsabilidad Penal del Menor son muestra de una
irracionalidad política, puesto que no se basan en estudios empíricos ni se ex-
plica racionalmente por qué fallaron las anteriores previsiones y es necesaria
una reforma. Con todo, de estimarse necesaria una reforma penal, esta debería
transitar por los principios�establecidos�en�la�Constitución, sin que sea le-
gítimo apartarse de ellos. Introducir en el debate político ideas inconciliables
con la Constitución es políticamente deshonesto.
“la superación de un sistema punitivo confesional en las prohibiciones, feroz en los cas-
tigos, vejatorio en las imputaciones, arbitrario en las decisiones”.
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 80 La política criminal en España
Resumen
Así, se ha abordado el derecho penal del riesgo, que se caracteriza por la in-
tervención del derecho penal en nuevos campos, la utilización de un derecho
penal preventivo y la flexibilización de los criterios de imputación y las ca-
tegorías dogmáticas. En esta tendencia político-criminal se ha abordado con
mayor profundidad la reforma penal en materia de seguridad vial.
Ejercicios de autoevaluación
1. Globalmente, la tendencia político-criminal de las reformas penales en España...
a) Günter Jakobs.
b) Ulrich Beck.
c) Cesare Lombroso.
d) Arthur Kaufmann.
a) permite que los delitos previstos en el Código penal sean efectivamente aplicados.
b) supone la creación de un derecho penal difícilmente comprensible para la población.
c) implica que el derecho penal se limite a la protección de los bienes jurídicos esenciales
para la sociedad.
d) contempla la transmisión de mensajes o contenidos valorativos a la sociedad como única
finalidad.
c) puede suponer una sobrerepresentación mediática de determinados delitos, sobre todo los
violentos.
d) Todas las anteriores respuestas son correctas.
Solucionario
Ejercicios de autoevaluación
1.�d
2.�b
3.�a
4.�b
5.�d
6.�c
7.�d
8.�d
9.�b
10.�a
CC-BY-NC-ND • PID_00237169 86 La política criminal en España
Glosario
derecho penal del riesgo m Tendencia político-criminal que pretende responder a los
nuevos riesgos generados en las sociedades post-industriales. Se caracteriza por la interven-
ción del derecho penal en nuevos ámbitos, por la utilización de técnicas de peligro dirigidas
a la protección de bienes jurídicos colectivos y por la flexibilización de los criterios de impu-
tación y de las categorías dogmáticas.
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Recursos web
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