Liderazgo para Equipos Auto - Dirigidos
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dirigidos/
Organizaciones planas:
No hay duda de que hoy las organizaciones son más planas, los sistemas
productivos más flexibles y la habilidad para brindar un buen servicio al cliente
ha mejorado notablemente, pero muchos de los rituales que regían la gestión en
el modelo industrial siguen vivos, a pesar de que estamos en una época donde
los cambios tecnológicos se siguen incrementado, el conocimiento se acumula
a mayor velocidad y las personas quieren aportar y desarrollar su potencial. Ya
pasó la época de los mercados masivos estandarizados. Hoy el cliente tiene
muchas opciones y espera productos de calidad, a menor costo y en tiempo
oportuno.
Empoderar, de acuerdo con los autores, significa liberar el poder que tiene oculto
la gente, para que actúe con libertad y se responsabilice por los resultados. Por
supuesto que lo anterior no se da de la noche a la mañana. El proceso de
autodirección tiene que ser gradual y diferenciado con el acompañamiento de un
líder tutor o coach, que sabe en qué nivel de desarrollo se encuentra su gente y
los apoya en su crecimiento. Este líder es consciente de que en algunos casos
será necesario comenzar con un estilo de liderazgo directivo o de consulta, pero
propiciando las condiciones para que las personas puedan dirigir su propio
trabajo y no, simplemente, limitarse a cumplir órdenes.
La tarea del líder es alinear a su equipo con los objetivos estratégicos del
negocio; construir con ellos una visión y metas comunes; armonizar las
competencias individuales en una estrategia de equipo; cocrear los proyectos y
planes de acción; construir los compromisos que hacen posible la coordinación
de acciones, crear las condiciones para que sea el propio equipo el que asuma
la responsabilidad por el seguimiento de lo que se ha acordado y asegurarse de
retroalimentar en el momento oportuno. Sobre la base de lo anterior podrá guiar,
inspirar, servir, apoyar y reconocer sus éxitos.
Sin embargo, para que lo anterior ocurra es necesario comprender que un equipo
funciona como cualquier sistema, dado que su desempeño es mayor que la
simple suma de los desempeños individuales. De acuerdo con Goleman (2010)
“el elemento más importante en la inteligencia grupal no es el cociente intelectual
(CI) en el sentido académico, sino más bien en términos de inteligencia
emocional. La clave para un elevado CI grupal es la armonía social”. Un equipo
de trabajo logra ser talentoso y productivo como resultado de la dinámica de sus
relaciones y no como resultado de los talentos individuales. Lo que marca la
diferencia es la manera cómo interactúan entre sí: ¿lo hacen de forma saludable
y productiva? o ¿de manera tóxica e improductiva? La inteligencia cognitiva,
donde está la razón y la lógica, es necesaria pero no suficiente para que un
equipo de trabajo tenga un desempeño óptimo. Lo que le permite aprovechar al
máximo el talento de sus miembros, dice el autor anterior, es su capacidad para
crear un estado de armonía interna.
Por lo tanto, una herramienta clave de los equipos que pretenden auto-dirigirse
es la competencia para conversar, cuyo eje central es la escucha mutua de sus
miembros. Según Echeverría (2014), son estas competencias las que logran que
los equipos sean de alto desempeño. No hay que poner en duda el valor que
genera en la productividad y efectividad, el saber coordinar acciones con otros.
Y eso se logra si sabemos escuchar, pedir, ofrecer, comprometernos, juzgar con
fundamento, reclamar con asertividad, entre otros actos del habla que dinamizan
la vida de los equipos mientras se realizan los proyectos o se siguen los
estándares de la operación.