La Parroquia Es El Barrio

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La Parroquia es el Barrio

Cuando nos referimos a las particulares formas de vida en los barrios populares con gran
concentración de gente dentro de las ciudades, nos encontramos con una de las más
fácilmente detectables periferias de las que el papa Francisco ya hablaba desde su Buenos
Aires natal.
Un barrio popular puede tener en nuestras latitudes latinoamericanas tantas fisonomías
diferentes como que las ciudades son también diferentes.
Y si hablamos de Parroquias Urbanas con territorialidad desdibujada, en el aglomerado
urbano de Buenos Aires, con más de 15.000.000 millones de habitantes, conviven 12
diócesis territoriales (más 4 eparquías y el obispado castrense) conformando la región
pastoral Buenos Aires con límites en simples calles o avenidas.

Como veníamos repitiendo desde 2007, en agosto de 2013, realizamos un Encuentro


Regional de Pastoral Urbana (región Buenos Aires, Argentina) cuyo el tema convocante fue
“La Parroquia Urbana”. (En este mismo número, en el artículo de Mons. Jorge Scheinig ‘La
Parroquia Urbana’ aparecen las principales conclusiones). Nos propusimos generar un
espacio de reflexión pastoral para que, desde la perspectiva de la Pastoral Urbana de la
Región (PUBA), pudiéramos pensar juntos sobre el ser y el quehacer de la parroquia
urbana, es decir, una parroquia que pueda estar más encarnada en las nuevas dinámicas
urbanas. Entonces el padre Jorge García Cuerva presento su ponencia: “La Parroquia es el
Barrio”. Fue la definición coincidente. Y hablaron curas testigos, ya que sus casas son una
más en el barrio. Cada uno es un vecino más del barrio. Los templos, parroquiales o
capillas, son parte del barrio.

1 - Contexto sociocultural

Para el p. Pedro, “no hay un límite entre parroquia y barrio. “No hay diferencia entre
barrio y parroquia” como postulaba el p. Gustavo Carrara, primer párroco de Virgen
Inmaculada. En Argentina existen al momento algo más de 4.400 “barrios populares”
donde viven más de 3.000.000 de personas nucleadas en unas 800.000 familias.
Si bien se entiende por Barrio Popular a “Villas de Emergencia” y “Asentamientos
informales” nos permitimos a los fines de esta mirada sobre las parroquias urbanas,
agregar las urbanizaciones que fueron alguna vez villas o asentamientos o aquellas que,
siendo concebidas como complejos habitacionales, mantienen culturalmente la fisonomía y
cultura de aquellos. Villa de Emergencia o simplemente Villa: un lugar hipotéticamente de
paso que resuelve una necesidad puntual en un principio de migrantes. En sus orígenes, en
la primera mitad del siglo XX, migrantes internos del país, venidos de poblaciones rurales
que buscaban en las “luces de la gran ciudad”, la seguridad laboral que proveía el puerto de
Buenos Aires y la industrialización que avanzaba. También en las grandes ciudades se
buscaba el desarrollo personal y futuro próspero para los hijos, instalándose en las
periferias o bien en espacios despoblados, terrenos ferroviarios, etc. En la actualidad, casi
en su totalidad, quienes se incorporan a estas barriadas son migrantes extranjeros de países
limítrofes que buscan en Argentina una prosperidad que les es vedada en sus países de
origen. En muchos casos se mantienen las familias de los habitantes originarios,
registrándose hasta 3 y 4 generaciones viviendo en las villas. Alrededor de 1.600 de estos
barrios se encuentran en el aglomerado urbano de Buenos Aires. Más de la mitad son
preexistentes al año 2000 y casi un cuarto del total son posteriores a 2010. A estos datos se
deben agregar algunas decenas de Barrios de casas y de construcciones de departamentos
tipo monoblocks.

En el territorio parroquial de Virgen Inmaculada viven unas 18.000 personas distribuidas en


barrios contiguos: Carrillo, Lacarra, Fátima (Villa 3), Los Pinos, La Paloma, 26 de Junio,
La Esperanza y San Francisco. En radio parroquial de Virgen de la Asunción contiene algo
más de 1.700 hogares con unos 7.500 habitantes.
En ambos casos la población infantil y juvenil supera ampliamente a la población adulta. Y,
aunque el acceso a los servicios (agua, cloacas) es diferente, mantienen otras realidades en
común y constantes. El hacinamiento es una de ellas: dentro de una vivienda conviven una
cantidad de personas en un espacio no preparado para la convivencia de tantos, incluyendo
en algunos casos más de una familia compartiendo ese espacio. Otra constante es la
realidad juvenil: jóvenes que, habiendo terminado la escuela o no en muchos casos, son
denominados “ni ni”, ni estudian ni trabajan. Muchos de esos jóvenes son llevados a la
droga y más aún, utilizados para traficar dentro del mismo barrio, lo cual genera rápidos y
altos niveles de ingresos.
La alta tasa de delincuencia, en parte hacia adentro de este tipo de barrios, pero también de
la que algunos de sus miembros ejercen hacia afuera, hace que la población viva esta
realidad con una cotidianeidad inusitada en otros ámbitos urbanos. Muchos hogares no
tienen ingresos fijos. En relación a sus ingresos, en promedio, algo más del 70% de sus
ingresos están por debajo de un umbral mínimo de subsistencia. Y en muchos casos son
mujeres las que aportan el mayor ingreso o sostienen sus hogares.

2 - Creación de Parroquias y conformación de comunidades eclesiales

En el caso de Virgen Inmaculada, cuenta el padre Pedro “fueron misioneros españoles


quienes levantaron una parroquia en el medio del basural donde ya vivía gente. Y fundaron
una escuela cuyos inicios fueron en una casilla más del barrio. Y de alguna manera la
presencia de la Iglesia fue colaborando a que esta zona tuviera más recursos y fuera
creciendo un poquito más”. Siendo en la actualidad la tarea pastoral compartida con
religiosas que asisten especialmente a las familias y la catequesis parroquial. Y se fueron
incorporando barrios en el entorno con casas de cartón y chapa, sin agua y con los árboles
atravesando las casas.
Por su parte el p. Pedro, luego estuvo 5 años en la Misericordia de Mataderos, asistiendo a
barrios populares, hasta que en el año 2009 el Arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio
sj, le propuso ser párroco de Virgen Inmaculada de Soldati, y así sumarse al equipo de
curas de las villas. Pedro no lo dudó un instante y se mudó al barrio Ramón Carrillo con su
guitarra, y allí ha vivido durante los últimos 11 años de su vida.

Su experiencia es la de ser un vecino más aprendiendo que todo cuanto acontece en el


barrio, “así como digo que ser un vecino más del barrio es un privilegio, también soy
consciente de que yo soy el único vecino del barrio que puede levantar el teléfono y hablar
con un ministro, o con el obispo de Buenos Aires o recibir una carta del Papa”.

En cuanto a la experiencia del p. Rodrigo, define así su proyecto de llegar a vivir en el


barrio:“Me di cuenta de que era tiempo de moverme, entonces le dije al obispo: ‘cuando
usted necesite para Gardel, yo me ofrezco para eso’. Todo el 2004 fue ir y venir —entre la
parroquia Sagrada Familia a la que pertenecía y la capilla en el barrio Carlos Gardel— .
Siempre cuento una experiencia interior muy fuerte. Algo de Dios. Yo siempre venía en
bicicleta… y cuando llegaba… y entraba al barrio, sentía que entraba a otro lugar. Una
sensación de estar entrando de afuera hacia adentro. Un día… entro en bici y no siento ese
cambio. Y después, registrándolo me dije, acá llegué a un límite, a una línea”.

Religiosas como las Asuncionistas, las del Sagrado Corazón de Jesús, las Dominicas del
Santísimo Nombre de Jesús son ejemplo de entrega a los barrios. Éstas últimas actualmente
continúan la tarea pastoral en el barrio. Hombro con hombro se encuentran laicos(as) con
gran compromiso hacia su comunidad. Las líneas de tarea pastoral, anuncio-misión-
catequesis-celebración-servicio, están acompañadas por laicos como condición que
multiplica el servicio que de otra forma sería inviable.

3 - Fuerzas evangelizadoras de la Parroquia

Los asentamientos precarios en Buenos Aires, pese a la homogeneidad socioeconómica de


su población, conforman un espacio de gran diversidad y riqueza cultural. Diversidad que
se nutre entre otros aspectos de la variedad de lugares de la proveniencia de sus pobladores,
de la habilidad de los habitantes para insertarse en una ciudad que en muchos aspectos se
presenta como hostil, de la creatividad para orquestar la supervivencia cotidiana pese a las
fuertes adversidades. Esta diversidad cultural se expresa en la religiosidad palpable en el
espacio público: imágenes de la Virgen de Luján, de Caacupé, Copacabana, Urkupiña…;
pequeños “santuarios” dedicados a santos (San Cayetano, Francisco…) que conviven con
íconos populares de santidad como el Gauchito Gil, la Difunta Correa, etc. Son todas
marcas que hablan de una religiosidad viva y presente en la vida cotidiana de las personas
en estos barrios (Ana Lourdes, Villas de Buenos Aires)

El p. Pedro se refiere a la religiosidad popular como avanzada por delante de la misma


evangelización de la parroquia. La parroquia se constituye como parte de una comunidad
que ya tiene su propia religiosidad y a partir de una gruta que la misma feligresía instala, se
llega en un momento a convertir en una ‘capillita’. Es más lo que se toma de ellos en estos
casos que lo que se prescribe como camino kerigmático que, adaptado a cada realidad
contextual, necesariamente se basa en la fe que el pueblo tiene ya en sí mismo. Y como
constructor de comunidad parroquial, el mismo dice que fue testigo de lo que genera la
Iglesia en un barrio, donde los vecinos tenían algunos vínculos familiares pero no había
una comunidad viendo cómo crecieron en misiones pastorales, con los adictos, con las
familias, con la oración, cómo todos esos intentos y comienzos fueron dando origen a una
comunidad. Tienen nombres como Exploradores, Grupos de Familia, lo que fue los
comienzos del Hogar de Cristo que eran grupos de autoayuda, Cáritas, el Grupo de Biblia, y
después se sumaron los retiros de Entretiempo.

El p Rodrigo hace, por su parte, un contundente y categórico comentario respecto de la


comunidad: hay fe. La gente tiene fe. Y él, como pastor, acompaña la fe del pueblo, la fe
que Nuestro Señor en tantos pasajes del evangelio remarcó, “tu fe te ha salvado”. Esa fe es
la que fundamenta la tarea pastoral y a partir de la cual se trabaja en estas comunidades.
4.- Trabas para la evangelización y para la adecuación al contexto urbano

Julián es un seminarista que vive hace un par de años en la casa parroquial en el barrio
Carlos Gardel. Él mismo no es siempre comprendido por sus pares que, desconociendo la
riqueza de los barrios populares, no llegan a dimensionar la magnitud de la potencialidad de
esos espacios. Comentando con él su tarea pastoral con los más chicos, los que vienen al
merendero a diario y los pocos de esos que persisten en la catequesis, surge una respuesta
que es más inquietante todavía: “cómo van a persistir en la catequesis si hay quienes ni van
al colegio”. Hay que comprender todo un entorno familiar para poder llegar, después de un
camino muy largo a veces, a ofrecer la formación para los sacramentos.
La pastoral para las villas de Buenos Aires promueve el trabajo con las “3 C”: Capilla –
Club – Colegio. Esta propuesta tripartita genera tres ámbitos donde los chicos y
adolescentes pueden desarrollar articuladamente sus capacidades espirituales, intelectuales
y deportivas porque ocupan su tiempo en crecer, crear y participar de una vida comunitaria
fuerte, generando lazos. La pertenencia es clave en esta construcción barrial: ‘si soy de
alguna parte, si soy reconocido, tengo algo por lo qué vivir’. Y es muy importante que tanto
la capilla, como el club y el colegio tengan buenas instalaciones ya que son ámbitos de
conocimiento, de crecimiento, transmisión de valores y aprendizaje frente al consumo de
drogas, el narcomenudeo, el delito o la violencia, esta es una oferta distinta. Una traba es
ciertamente conseguir con qué construirlas y sostenerlas.

5 – Caminos y Desafíos

Una comunidad compleja en cuanto a conformación dispar, con muchos chicos y


adolescentes pero con poco incentivo al estudio y al trabajo, también denota un gran
desafío para repensar las pastorales dentro de estos espacios.
El mundo del trabajo se ve demasiado cuesta arriba y con pocas posibilidades para salir del
entorno hostil en el que se vive. Trabajo que también compite con alternativas fáciles como
insertarse en el mundo del tráfico de drogas o la delincuencia. No se puede convivir con
estas realidades sin intentar, lenta y silenciosamente, acompañar a quienes están fuera de
todo eso y a quienes podrían salir si desde afuera se les tiende la mano para hacerlo.
Y vivir con sus comunidades significa convivir con sus realidades intentando desde adentro
buscar la mejor manera de descubrir al Dios de la Ciudad que está esperando ser
encontrado en cada rincón del Barrio.

Un desafío más complejo es el que el Señor le presenta en un nuevo destino al p. Pedro que
en este mes acaba de asumir una nueva parroquia que contiene a la villa “Rodrigo Bueno”.
El gran desafío es que también incluye el nuevo y moderno barrio ‘Puerto Madero’, el más
costoso de Buenos Aires. El contraste es tal que la diversidad presenta un interesante
desafío pastoral.
La parroquia, sin ser el único medio, es por muchos motivos un lugar especial para una
evangelización extensiva e intensiva. Por tanto, el desafío de renovar pastoralmente a
nuestras parroquias urbanas en clave de evangelización sigue siendo una prioridad.
Y el papa Francisco nos va a iluminar el camino en línea con estos desafíos
“La Misión Continental, sea programática, sea paradigmática, exige generar la
conciencia de una Iglesia que se organiza para servir a todos los bautizados y
hombres de buena voluntad. El discípulo de Cristo no es una persona aislada en
una espiritualidad intimista, sino una persona en comunidad, para darse a los
demás. Misión Continental, por tanto, implica pertenencia eclesial.
Un planteo como éste, que comienza por el discipulado misionero e implica
comprender la identidad del cristiano como pertenencia eclesial, pide que nos
explicitemos cuáles son los desafíos vigentes de la misionariedad discipular.
Señalaré solamente dos: la renovación interna de la Iglesia y el diálogo con el
mundo actual”.

6.- Conclusión

Retomamos la idea que el p José Luis Lazzarini sj, quien dijera hace ya muchos años: “no
se limita la parroquia a la comunidad parroquial, la parroquia es el barrio”. La Parroquia
adquiere otra dimensión. La multiculturalidad, entendiendo dentro de ésta lo religioso,
interpela a cada paso. El Barrio es una puerta siempre abierta a la misión y evangelización.
Ahí, el misionero es el primer misionado, ya que el barrio lo convierte.
Al cierre de este diálogo, el p. Rodrigo evoca un pensamiento de Charles de Foucauld. La
pastoral en estos espacios es entendida desde la pastoral de la amistad donde hay dos vías,
una primera, de filiación con Dios y otra, la que hay que alimentar y construir
transversalmente, la de fraternidad con nuestros hermanos. Vivir en el barrio es parte del
sueño de Dios.
Sr. Nelson Pollicelli

Equipo para la Animación de la Pastoral Urbana Región Buenos Aires

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