La Corporalidad Como Dimensión de La Formación Integral en La Educación Superior y Media Superior
La Corporalidad Como Dimensión de La Formación Integral en La Educación Superior y Media Superior
La Corporalidad Como Dimensión de La Formación Integral en La Educación Superior y Media Superior
Cómo citar: Salguero Antero, J. H. et al. (2023). La corporalidad como dimensión de la forma-
ción integral en la educación superior y media superior. Sinéctica, Revista Electrónica de Educa-
ción, (60), e1466. https://doi.org/10.31391/S2007-7033(2023)0060-010
This article shows the recovery of the experience of corporeality in students of higher educa- Keywords:
tion and upper secondary level of private institutions of Christian inspiration. The research comprehensive
aims to develop a generational characterization of the young students of these institutions education,
to guide the offer of integral formation regarding the experience of sexuality and affectivity, corporality,
the dynamics of the body, its manifestation and self-care. A survey was applied with 27,047 higher education,
participants from 65 educational establishments nationwide. The results indicate that the- upper secondary
re is empirical evidence of differences between men, women and those who did not declare education
their gender about their bodies. Through the analysis of the information, the differences
between groups and educational levels regarding satisfaction with their bodies, substan-
ce use, sexuality and sports activities were determined, as well as the differences between
educational levels. In accordance with situations of risk and vulnerability identified, the for-
malization of initiatives from the curricular and the transversality of school education is
proposed, beyond preventive and remedial actions.
*
Doctor en Educación. Maestro e investigador en la Universidad La Salle Noroeste. Líneas de investigación: impacto social
de la educación, epistemología de las ciencias sociales y la educación ética. Correo electrónico: jose.salguero@lasalleno-
roeste.edu.mx/https://orcid.org/0000-0001-6374-2149
**
Doctor en Ciencias Sociales. Profesor-investigador en la Universidad de La Salle Bajío, Salamanca, México. Miembro del
Sistema Nacional de Investigadores de México (Conacyt), del Comité Institucional de Bioética para la Investigación de la
Universidad de Guanajuato, del grupo de investigación de la Red de Investigación Lasallista y de la Oficina Internacional
Católica de la Infancia. Líneas de investigación: democracia, derechos humanos y bienestar social. Correo electrónico:
[email protected]/ https://orcid.org/0000-0001-9343-4454
***
Maestro en Liderazgo y Gestión de Instituciones Educativas. Maestro investigador en la Universidad de La Salle Noroes-
te. Miembro de la Red Internacional de Docencia Universitaria Lasallista y del Seminario Permanente de Investigación en
la Nueva Epistemología. Líneas de investigación: la ética, la filosofía social (cultural, política y jurídica), la epistemología,
la teología sistemática, la hermenéutica analógica y la educación. Correo electrónico:alejandro.mendez@lasallenoroeste.
edu.mx/https://orcid.org/0000-0003-0498-250X
Doctora en Educación. Coordinadora de Posgrados e Investigación de la Universidad La Salle Noroeste. Líneas de inves-
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tigación: recursos tecnológicos para población vulnerable, enfoques de aprendizaje utilizando tecnologías, tecnologías
en educación, tecnologías de la información, educación en línea, y educación y aprendizaje. Correo electrónico: anabell.
[email protected]/https://orcid.org/0000-0001-9766-2585
Doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología. Investigador de la Universidad La Salle, Ciudad de México.
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Líneas de investigación: sociología de la religión (laicidad y secularización) y sociología política (cultura política). Correo
electrónico: [email protected]/https://orcid.org/0000-0002-1409-017X
Doctora en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario. Profesora investigadora de la Universidad
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Autónoma de Querétaro. Encargada de la promoción cultural de la Universidad La Salle Cuernavaca. Líneas de investiga-
ción: gestión de la cultura y la salud. Correo electrónico: [email protected]/https://orcid.org/0000-0002-8289-6423
2 Salguero, et. al. La corporalidad como dimensión de la formación integral en la educación superior y media superior.
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Introducción
L
a formación de la personalidad es un proceso de asimilación de recursos ma-
teriales y simbólicos para la construcción de la propia subjetividad. Para res-
ponder a los retos de los programas de formación integral de las instituciones
en las que se realizó nuestro estudio, así como sus condiciones de factibilidad y per-
tinencia, se elaboró un proyecto con 19 escuelas privadas de educación media supe-
rior del centro y sur del país (DAMS), 30 preparatorias de los estados del norte del
país (DMN), y 15 instituciones de educación superior de todo el país. Todas ellas tie-
nen como característica el ser de inspiración cristiana desde su carácter confesional.
El proyecto de investigación se titula Mundo de vida de los jóvenes y la forma-
ción integral en las instituciones de educación media superior y superior, cuyo ob-
jetivo es analizar las condiciones objetivas (de la institución) y subjetivas (de los
estudiantes y su entorno), así como sintrópicas y entrópicas, de la apropiación de
la formación integral en estos establecimientos escolares. En las instituciones que
alojaron esta investigación la formación integral se aborda mediante programas de
voluntariado, de militancia pastoral, programas de formación deportiva y cultural
y, en algunos casos, con espacios de expresión artística y pertenencia en equipos
deportivos selectivos.
Este estudio tiene el objetivo de elaborar una caracterización generacional de los
jóvenes estudiantes de estas instituciones para conformar, de acuerdo con su rea-
lidad, la oferta de formación integral en lo concerniente a la corporalidad, desde la
cual se aborda la vivencia de la sexualidad y la afectividad, la dinámica del cuerpo y
su manifestación. Desde la corporalidad como dimensión de la personalidad surge
la pregunta: ¿cuáles son las condiciones de apropiación de formación integral de las
instituciones lasallistas de educación media superior y superior de México por parte
de los estudiantes relacionadas con la corporalidad como dimensión de la persona-
lidad? De esta interrogante se derivan dos más: ¿de qué manera viven los jóvenes
estudiantes de los niveles medio superior y superior su dimensión corporal? y ¿exis-
ten condiciones de riesgo en la gestión de la corporalidad de los jóvenes de educación
superior y media superior que justifiquen la pertinencia de programas de formación
integral para su acompañamiento?
Por ello, nuestro objetivo es identificar en la vivencia de la corporalidad de los
jóvenes las necesidades de acompañamiento integral desde las instituciones de edu-
cación media superior y superior en el país.
La formación integral
La educación es un proceso de apropiación mediada por diversos actores y entornos
que transcurre en las diversas etapas de la vida del ser humano (Primero, 1999), de
ahí que no se reduzca a lo que acontece en las aulas, sino en numerosos ámbitos de la
cotidianidad, que es definida como “la parte de la realidad con la cual el ser humano re-
produce su vigor día a día y, por tanto, sus condiciones de vida, haciendo con ello posible
la existencia del conjunto social” (Primero, 2002, p. 10). Lo cotidiano se entiende de ma-
nera genérica desde lo inmediato hasta la historia. Por tal motivo, el fin de esta vertiente
pedagógica es la formación de personas para la transformación histórica; se forma con
instrumentos materiales, simbólicos y relacionales al servicio de la vida humana.
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Resultado de esta interacción es la conformación de la personalidad mediante la
configuración de un carácter, un talante, un modo de ser, es decir, un ethos:
Conformación de personalidades y una actividad que involucra a diversas personas que
interactúan en algún espacio común, que puede ser emotivo (inmediato al individuo,
la familia, por ejemplo); interpersonal (mediado necesariamente, la escuela a modo de
ilustrar); o social (circunstancial e impersonal, a pesar de que en su origen o entorno
haya por necesidad individuos (Primero, 1999, p. 24).
La corporalidad en la educación
El ser humano es una totalidad, pero como tal su descubrimiento acontece mediante
un dato primario y esencial: la corporeidad (Marías, 1997). A los estudios sociales
que se enfocan en el cuerpo como tema de estudio se les suele denominar como
teoría social del cuerpo (Esteban, 2013), en la cual se aglomeran diversos acerca-
mientos al cuerpo como realidad social:
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El cuerpo humano no es ni una simple instancia (que sería portadora de unas determi-
nadas capacidades) ni un simple instrumento de uso social, sino que es una entidad que
interviene decisivamente en la “interpenetración entre el ser humano y el sistema social”.
De hecho, el cuerpo es un objeto por medio del cual se articulan las expectativas morales,
sociales y culturales de una determinada sociedad (Duch y Melich, 2005, p. 228).
El cuerpo, más que una realidad biológica, es la manera de ser y estar presente en
la historia. Además de ser una realidad biológica, es una construcción histórico- so-
cial. El ser humano es una corporeidad actuante (Maldonado, 2019). Los diversos
estudios acerca del cuerpo coinciden en el tránsito de la vigilancia, el control y la
rigidez de la modernidad –en el que el imperativo era el control del cuerpo– hacia
la libertad de una nueva modernidad o posmodernidad aparentemente carente de
dictados frente al cuerpo, pero con controles que viene ejerciendo la sociedad de
consumo. Asimismo, la imagen de la corporalidad ha estado influida por un proceso
de secularización (Turner, 1989).
El conjunto de prácticas corporales no es el resultado de solo condicionamientos
biológicos, sino que, además, es de aprendizajes adquiridos en la cultura. La viven-
cia de la corporalidad tiende a ser modelada por la educación de acuerdo con las
pautas vigentes de la sociedad en las que se inserta y se vincula a diversos modos de
vida, en los cuales distintas corporalidades se corresponden con los tipos de corpo-
ralidad (Esteban, 2013).
... el juicio social, los valores que éste supone, no sólo condicionan nuestro comporta-
miento por obra de la censura interior que ejercen y por los sentimientos de culpabili-
dad que suscitan, sino que además estructuran indirectamente nuestro cuerpo mismo
en la medida en que gobiernan su crecimiento (con normas de peso o estatura), su con-
servación (con prácticas higiénicas y culinarias), su presentación (cuidados estéticos,
vestimentas) y su expresión afectiva (signos emocionales) (Bernard, 1994, p. 173).
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▪En tercer lugar, esta actitud de epimeleia heatou es un contemplarse desde fue-
ra; es un mirarse que implica una acción sobre sí.
La educación para el cuidado de sí orienta a la toma de conciencia de los estudiantes
como sujetos de sus propias acciones orientada a la asimilación de la responsabili-
dad del cuidado de la vida propia y de los otros, además de una vida saludable desde
la totalidad de sí (Escobar et al., 2011).
Método
Diseñamos un estudio cuantitativo, transversal y correlacional a través de una en-
cuesta a estudiantes de nivel medio superior y superior de instituciones de finan-
ciamiento privado de inspiración cristiana. El instrumento se validó mediante una
prueba piloto a estudiantes de licenciatura y de bachillerato con un total de 1,724
participantes. La confiabilidad del instrumento empleado se obtuvo al evaluar la
consistencia interna con los valores reportados en la tabla 1.
Núm. de Alpha de
Sujetos Resultado
participantes Cronbach
Bachillerato Distrito Antillas México Sur 819 0.909 Confiable
Bachillerato Distrito México Norte 720 0.903 Confiable
Licenciatura ambos distritos 185 0.888 Confiable
Del mismo modo, realizamos una consulta con los responsables del ámbito de for-
mación integral de cada institución para observar las preguntas y las necesidades
de información de los responsables. Debido a la alta fiabilidad que mostró el instru-
mento para la recuperación de la información, procedimos a la aplicación final en
busca del mayor número de participantes posibles e hicimos uso de las herramien-
tas de la aplicación Question Pro. En todo momento, respetamos el derecho de auto-
nomía y libertad de participación informada mediante un filtro de consentimiento
que habilita el acceso al cuestionario. No recuperamos ningún tipo de información
personal o medio de identificación.
Los participantes eran estudiantes inscritos en el nivel medio superior privado de 20
planteles de entidades del sur y centro de México (DAMS), de 30 planteles de entidades
del norte (DMN) y 15 instituciones de educación superior privada a nivel nacional. La
muestra fue de 27,047 participantes, distribuidos como mostramos en la tabla 2.
Tabla 2. Participantes en el estudio por región y nivel educativo
No quisiera
Instituciones Femenino Masculino Total
comentarlo
Preparatorias centro 5,524 4,322 199 10,043
y sur del país
Preparatorias norte 2,383 1,956 81 4,419
del país
Preparatorias 7,905 6,277 280 14,462
Total General
Universidades 7,495 5,350 128 12,976
Total 27, 438
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Para analizar la información, primero, describimos las características de los partici-
pantes mediante la frecuencia simple y porcentajes. En seguida, empleamos el test de
chi cuadrada por medio del método de significación asintónico p < .05, que identifica
diferencias significativas entre los grupos participantes (masculino, femenino y per-
sonas que no declararon su género), así como niveles educativos y regiones (nivel me-
dio superior, superior y región norte y sur en nivel medio superior). La chi cuadrada
es una prueba no paramétrica apropiada para variables ordinales y una distribución
que no cumple con distribución normal. Con este modelo de análisis, contrastamos las
hipótesis de trabajo, según la cual a) existen diferencias entre grupos sobre la satis-
facción con sus cuerpos, consumo de sustancias, sexualidad y actividades deportivas;
y b) existen diferencias entre niveles educativos sobre la satisfacción con sus cuerpos,
consumo de sustancias, sexualidad y actividades deportivas.
Resultados
En la tabla 3 describimos los participantes de nivel medio superior. Los primeros
semestres de este nivel tienen una mayor matrícula, la cual disminuye para los sub-
secuentes, tanto en el norte como en el sur. Las participantes del sexo femenino
representaron más del 53%, y los del masculino fue superior al 42%. Vale la pena
destacar la presencia de un grupo de estudiantes que prefirieron no declarar su gé-
nero; aproximadamente ese 2% podría tratarse de personas que no se identifican
ni con el femenino ni con el masculino. Se trata de un grupo de 280 personas con
algunas características que pueden revelar una condición de vulnerabilidad como
detallamos adelante. Los participantes del nivel superior poseen características si-
milares. El 57% eran del sexo femenino, el 41%, del masculino y el 1%, personas que
no se identifican con ninguno de los anteriores grupos, equivalente a 128 estudian-
tes, como presentamos en la tabla 4.
Tabla 3. Datos sociodemográficos del participante de nivel medio superior
Sur de México
Frecuencia Porcentaje
Semestre 1 3933 39.09
3 3220 32
5 2892 28.75
Género Femenino 5524 54.91
Masculino 4322 42.96
Prefiero no decirlo 199 1.98
Total= 10045 100
Norte de México
Semestre 1 1552 35.1
3 1411 31.92
5 1457 32.96
Género Femenino 2383 53.9
Masculino 1956 44.24
Prefiero no decirlo 81 1.83
Total= 4420 100
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Tabla 4. Datos sociodemográficos del participante de licenciatura
Apariencia física
Tabla 5. Satisfacción con la apariencia física y uso de tatuajes o perforaciones, DAMS por género
Totalmente o
Neutro Total o parcialmente Sig. Asint.
parcialmente de Chi-cuadrado df
en desacuerdo (2-colas)
acuerdo
Estoy satisfecho con mi apariencia física
Femenino 52% 17% 31% 280.52 8 0.000
Masculino 64% 15% 21%
Prefiero no decirlo 36% 17% 47%
Postura respecto a los tatuajes o perforaciones en la piel
Femenino 76.4% 14.8% 8.9% 769.23 8 0.000
Masculino 51.9% 27.4% 20.7%
Prefiero no decirlo 83.3% 11.1% 5.6%
Tienen tatuajes o perforaciones en la piel
Femenino 31.0% 6.3% 62.7% 588.06 8 0.000
Masculino 11.4% 6.0% 82.6%
Prefiero no decirlo 25.1% 11.1% 63.8%
Tengo algún trastorno en mi alimentación (bulimia, anorexia, entre otras)
Femenino 12.3% 13.1% 74.6% 369.34 8 0.000
Masculino 6.8% 6.7% 86.5%
Prefiero no decirlo 20.1% 18.1% 61.8%
En planteles del centro y el sur, el 64% de los hombres se encuentran más satisfe-
chos con sus cuerpos; en cambio, el 31% de las participantes y el 47% de quienes no
declararon su género están total o parcialmente en desacuerdo. Respecto al uso de
tatuajes y perforaciones en otras personas, las mujeres (73%) y quienes prefieren
no declarar su género (83%) son más tolerantes, mientras el 20% de los hombres
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lo rechaza. Ahora bien, quienes tienen tatuajes o perforaciones en su propio cuerpo
son predominantemente mujeres (31%) y quienes no declararon su género (25);
solo el 11% de hombres los porta. Resulta alarmante que las mujeres, con el 12.3%,
y quienes no declararon su género, con el 20.1%, compongan el principal grupo de
alta incidencia en algún tipo de trastorno de alimentación. Esta proporción es doble
en mujeres y tres veces mayor en quienes no declararon su género en comparación
con los hombres (61.8%).
En planteles del norte, las tendencias se conservan casi idénticas; solo varían los
porcentajes en menos del 5%; es decir, tanto en la muestra del norte como en la del
sur las mujeres se encuentran menos satisfechas con su cuerpo, de forma similar a
quienes no declararon su género. También, ese mismo grupo acepta que otras per-
sonas porten tatuajes o perforaciones y usan significativamente más estos elemen-
tos en sus propios cuerpos. Además, concentran la mayor incidencia de trastornos
de alimentación. No se registraron diferencias significativas entre el norte y el sur
en el nivel medio superior; las diferencias se observaron al comparar estas caracte-
rísticas con licenciaturas, como se muestra en la tabla 6.
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pero continúa siendo significativamente más alto el rechazo en participantes del
sexo masculino, con el 13.7%. Ahora bien, en todos los grupos existe un mayor por-
centaje de quienes portan tatuajes o perforaciones asociado a la edad y la autono-
mía que ofrece el nivel de educación superior. Sin embargo, son mujeres (43%) y
quienes no declararon su género (50%) los que más usan estos elementos estéticos
o de libre expresión.
Los participantes de los planteles del centro y sur expresaron que están total o par-
cialmente de acuerdo con consumir más alcohol que drogas. En cuanto a la apro-
bación del uso de drogas por parte de otras personas, el 12.1% de los varones lo
aceptaron y el 16.6% de quienes no declararon su género. Por su parte, las mujeres
lo aceptaron solo en el 9.9%. Respecto a la aprobación del uso de alcohol por parte
de otras personas, los tres grupos lo autorizan con una media del 33%.
Cuando verificamos el consumo de alcohol y drogas, encontramos mayor consu-
mo de drogas entre los participantes que no declararon su género, con alrededor
del 10%, lo que representa más del doble del consumo de varones y el triple de
mujeres. Respecto al alcohol, el 17.5% de las participantes femeninas lo ingieren
significativamente más que otro grupo; esto equivale a 966 alumnas del nivel me-
dio superior. Los hombres (16.04%) y quienes no declararon su género (13.07)
tienen un consumo similar. Tampoco se registraron diferencias importantes entre
los planteles participantes del norte en comparación con los del centro y sur de
10 Salguero, et. al. La corporalidad como dimensión de la formación integral en la educación superior y media superior.
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México; es decir, la tendencia al alto consumo de alcohol es similar. De nuevo, las
diferencias se observaron entre el nivel medio superior y las licenciaturas, como
se muestra en la tabla 8.
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Sexualidad
Totalmente o
Neutro Total o parcialmente Chi- Sig. Asint.
parcialmente de en desacuerdo cuadrado df (2-colas)
acuerdo
Postura respecto a las relaciones sexuales con pareja fija
Femenino 75.4% 17.1% 7.5% 45 8 0.000
Masculino 72.0% 19.4% 8.7%
Prefiero no decirlo 77.3% 16.2% 6.6%
Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas eventuales
Femenino 44.78% 31.88% 23.35% 75.6 8 0.000
Masculino 46.37% 34.18% 19.45%
Prefiero no decirlo 62.25% 29.08% 8.67%
Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas del mismo sexo
Femenino 80.39% 12.82% 6.79% 1064.57 8 0.000
Masculino 52.81% 29.39% 17.80%
Prefiero no decirlo 89.44% 4.52% 6.03%
Me siento libre de expresar mi sexualidad
Femenino 72.63% 9.72% 17.65% 371.59 8 0.000
Masculino 81.90% 6.55% 11.55%
Prefiero no decirlo 46.74% 10.55% 42.72%
Soy sexualmente activo
Femenino 9.60% 11.06% 79.35% 343.53% 8 0.000
Masculino 15.51% 19.58% 64.91%
Prefiero no decirlo 14.08% 9.55% 76.38%
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Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas eventuales
Femenino 52.97% 26.64% 20.39% 205.56 8 0.000
Masculino 62.85% 24.26% 12.89%
Prefiero no decirlo 72.65% 21.09% 6.25%
Postura respecto a las relaciones sexuales con parejas del mismo sexo
Femenino 77.64% 14.30% 8.05% 675.11 8 0.000
Masculino 59.38% 26.45% 14.17%
Prefiero no decirlo 88.29% 7.81% 3.91%
Me siento libre de expresar mi sexualidad
Femenino 77.73% 8.23% 14.03% 365.83 8 0.000
Masculino 82.94% 4.80% 12.26%
Prefiero no decirlo 50.78% 14.06% 35.16%
Soy sexualmente activo
Femenino 41.33% 15.18% 43.48% 308.55 8 0.000
Masculino 49.65% 19.83% 30.53%
Prefiero no decirlo 42.19% 13.28% 44.53%
Ahora bien, el 80% de las estudiantes de nivel medio superior aprueban las rela-
ciones con personas del mismo sexo y también el 89% de quienes no declararon su
género. En licenciatura esta aceptación apenas disminuye menos del 5%. En el caso
de los hombres, resulta significativamente menor, con el 52% en nivel medio supe-
rior y el 69% en licenciatura; ellos suelen estar menos de acuerdo con las relaciones
entre personas del mismo sexo. Estas prácticas sexuales en ellos también contrastan
con la percepción de la libertad de expresión de su sexualidad, porque tanto en nivel
medio superior como en licenciatura es superior al 80%, en tanto para mujeres es
de casi el 70% y del 50% entre los participantes que no declararon su género.
Por otra parte, la vida sexual activa es muy similar en licenciatura entre mujeres
(41%), hombres (49%) y quienes prefirieron no indicar su género (42%), y es sig-
nificativamente menor en el nivel medio superior, en el que se registró 9.6% para
mujeres, 15.5% para hombres y 14% para quienes prefirieron no decir su género.
En este caso, las normas internalizadas, la vigilancia social y la presión de los grupos
de pares (Rojas y Castrejón, 2020) en espacios diferentes se asocian a la mayor o
menor incidencia.
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mujeres: solo el 43% lo acostumbra y el 34% son alumnas de licenciatura. Destaca
que la frecuencia simple de los hombres que practican algún deporte o actividad
física es casi el doble de quienes dedican tiempo a los videojuegos tanto en el nivel
medio superior como en licenciatura.
Por su parte, la mitad de las mujeres prefieren ir a bailar, lo que representa una
diferencia significativa respecto de los hombres y de quienes prefieren no decir su
género. Esta tendencia se conserva aún al ingresar a la licenciatura, por lo cual no
hay alguna variación significativa entre niveles, y posiblemente bailar sea una acti-
vidad equivalente a la deportiva en hombres. En el caso de quienes no declararon su
género, sí existe un incremento de esta actividad del 25% al 34%, al pasar del nivel
medio superior a la licenciatura.
Sig. Asint.
Sí No Chi-cuadrado df (2-colas)
Practicar algún deporte o actividad física
Femenino 73.31% 26.69% 146.22 2 0.000
Masculino 81.96% 18.04%
Prefiero no decirlo 56.63% 43.37%
Actividad de voluntariado
Femenino 20.33% 79.67% 5.64 2 0.060
Masculino 18.57% 81.43%
Prefiero no decirlo 16.84% 83.16%
Videojuegos
Femenino 43.76% 56.24% 2428.64 2 0.000
Masculino 91.67% 8.33%
Prefiero no decirlo 70.05% 29.95%
Ir a bailar
Femenino 49.74% 50.26% 612.62 2 0.000
Masculino 25.45% 74.55%
Prefiero no decirlo 25% 75%
Actividades religiosas
Femenino 27.86% 72.14% 35.94 2 0.000
Masculino 25.55% 74.45%
Prefiero no decirlo 9.64% 90.36%
En cambio, son las mujeres quienes destacan por dedicar significativamente más
tiempo libre a actividades de voluntariado y religiosas. En nivel medio superior
fue de hasta el 20% para dedicar al voluntariado y aumenta hasta el 31% en licen-
ciatura. En tanto en hombres representa el 18% y se incrementó hasta el 27% en
licenciatura. Para actividades religiosas, va del 27% en mujeres del nivel medio
superior al 31% en participantes de licenciatura; estas dos características podrían
estar asociadas al modelo de inspiración cristiana y el sistema de créditos de la
formación integral. En ese orden, en ambos niveles educativos los hombres dedi-
can más tiempo a las actividades deportivas relacionadas con el autocuidado y las
mujeres a las actividades de voluntariado y religiosas ligadas al itinerario esco-
lar. Además, quienes no declararon su género participan en voluntariado y, sobre
todo, actividades religiosas de manera marginal, apenas el 9% en nivel medio su-
perior y el 13% en licenciatura.
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Tabla 12. Actividades en tiempo libre según sexo, licenciatura
Sig. Asint.
Sí No Chi-cuadrado df (2-colas)
Practicar algún deporte o actividad física
Femenino 68.42% 31.58% 236.68 2 0.000
Masculino 79.71% 20.29%
Prefiero no decirlo 49.21% 50.79%
Actividad de voluntariado
Femenino 31.35% 68.65% 28.67 2 0.000
Masculino 27.08% 72.92%
Prefiero no decirlo 24.41% 75.59%
Videojuegos
Femenino 34.45% 65.55% 2856.73 2 0.000
Masculino 82.25% 17.75%
Prefiero no decirlo 64.06% 35.94%
Ir a bailar
Femenino 53.22% 46.78% 296.85 2 0.000
Masculino 37.96% 62.04%
Prefiero no decirlo 34.38% 65.63%
Actividades religiosas
Femenino 31.13% 68.87% 44.2 2 0.000
Masculino 26.76% 73.24%
Prefiero no decirlo 13.28% 86.72%
Discusión y conclusiones
Apariencia física
Los mandatos de feminidad basados en la apariencia estética de belleza exigen a
las mujeres patrones más estrictos a cumplir respecto a los hombres que inciden
tanto en su imagen corporal ideal como en sus hábitos alimentarios (Valenzuela
y Meléndez, 2018). Una posible manifestación de ese mandato explicaría la in-
satisfacción en cuanto a la imagen. Más allá de la mera apariencia física y patro-
nes de belleza, trascienden los detalles como el maquillaje, el corte de cabello,
los colores predominantes en el vestuario, el aseo, las fragancias, los colores
de vestuario y demás accesorios, como los tatuajes y perforaciones (Cornejo,
2016). En ese sentido, se trata de una de las formas de expresión más nítidas de
la asignación cultural de roles según el sexo y constituye una forma de domina-
ción masculina (Bourdieu, 2000; Lamas, 2013). En el caso específico de quienes
no declararon su género se asocia al proceso de transición o aceptación de su
identidad, por la edad y el contexto de intolerancia a la diversidad a la que se
encuentran expuestos. El cambio de la percepción del nivel medio superior al
de licenciatura, donde la satisfacción aumenta significativamente, se asocia al
proceso de construcción de identidad personal y social, que, a su vez, se rela-
ciona con los cambios físicos producidos por la edad (Cadena-Duarte y Cardozo,
2021). También, la menor satisfacción con la apariencia física entre los más jó-
venes respecto a los estudiantes de licenciatura tiene que ver con la distorsión
perceptiva asociada a las dimensiones y apariencia de su cuerpo físico que des-
aparece con la madurez en forma progresiva (Sánchez, 2020).
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La diferencia entre hombres y mujeres, por una parte, y entre quienes no declara-
ron su género, por la otra, en la aceptación y uso de tatuajes y perforaciones podría
asociarse a la insatisfacción con el aspecto físico descrito. Duno y Acosta (2019)
reportan en sus resultados que la percepción negativa de la imagen corporal en la
adolescencia puede llevar a practicar ejercicios extenuantes e inadecuados o preci-
pitar cambios en la dieta. Algunos de estos rasgos también coinciden con la mayor
dedicación de los hombres al deporte y consumo de sustancias, o bien, a trastornos
de mujeres y personas quienes no declararon su género. Posiblemente por eso, los
tatuajes, las perforaciones y demás modificaciones al cuerpo constituyen otro tipo
de medidas para atenuar la percepción negativa.
Los tatuajes y perforaciones pueden ser derivaciones del dolor social y del
déficit de elaboración y simbolización de los sujetos, en este caso, estudiantes
jóvenes (Nateras, 2017). Por eso, la mayoría de los participantes realizaron mo-
dificaciones a sus cuerpos y las asociaron a experiencias personales y a formas
de expresión que difícilmente logran a través de otros espacios o campos. En
ese sentido, los cuerpos son considerados campos para la experimentación y
expresión personal (Camargo et al., 2015); constituyen los lienzos sobre los que
mantienen control, a diferencia de otros aspectos de su vida, como el empleo,
el entorno escolar, los ingresos o incidir en la elaboración de decisiones públi-
cas, o incluso las decisiones dentro del hogar. Además, configuran una forma de
apropiación de sus cuerpos y los emplean como símbolos de identidad, ya que al
mostrarse se vuelven reales (Reguillo, 2000).
En este caso, las instituciones académicas son corresponsables de promover hábi-
tos saludables para prevenir daños en la salud por trastornos de alimentación, con-
ductas de riesgo en el deporte y modificaciones corporales que pueden ocasionar un
daño, como los tatuajes en ojos, perforaciones en genitales, zonas erógenas e incrus-
taciones diversas. Además, requieren acompañamiento institucional para prevenir
que estas prácticas sobre sus cuerpos se conviertan en presas del consumismo com-
pulsivo y modas invasivas desreguladas en el contexto de las redes sociales.
En ese sentido, la edad se asocia de forma positiva a la satisfacción con la
apariencia física y quizá con la autonomía, pero más aún con el entorno esco-
lar, porque este determina el modo de acceder a sus cuerpos en el campo de la
aceptación y modificación, del consumo de sustancias, de distribución del tiem-
po libre para realizar deporte, bailar o ejercer su sexualidad. Los uniformes del
nivel medio podrían constituir uno de los elementos que resta esa satisfacción
y podría replantearse su uso, así como cuestionarse la pertenencia a un grupo;
después de todo, existen instituciones universitarias en las que la identidad no
llega por la vestimenta. También, confirmamos en licenciatura la tolerancia a los
tatuajes y perforaciones, así como la asociación entre edad, autonomía y control
sobre sus cuerpos respecto de quienes se encuentran en DAMS y DMN. Algu-
nas actividades de licenciatura podrían reforzar esa autonomía y la asistencia a
quienes no se identifican en el sistema binario de género; por ejemplo, los resul-
tados nos muestran las preferencias de las mujeres por bailar, y de los hombres
por realizar actividades físicas o deportivas.
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Consumo de alcohol y otras drogas
Posiblemente, la reducción de la vigilancia social, la popularización del consumo del
alcohol y otras drogas como parte de la convivencia social y pertenencia a grupos
sociales explique su alto consumo y aceptación entre la comunidad escolar. La auto-
nomía es asumida inicial y, en algunos casos, casi exclusivamente en el incremento
del consumo de alcohol y otras drogas; en estos casos valdría la pena diversificar
las opciones y mecanismos institucionales para tener acceso a una variedad más
completa de actividades deportivas y lúdicas, como el baile. En ese sentido, la de-
pendencia económica constituye un medio de control y factor de protección para
iniciar el consumo de estas sustancias en el nivel medio superior, y la independencia
económica, así como la autonomía de los estudiantes de licenciatura sin acompaña-
mientos en el desarrollo de estos hábitos físicos, se convierten en factores de riesgo.
Las instituciones educativas de nivel superior no debiesen permanecer ajenas a esta
dinámica de consumo de alcohol y otras drogas. Si bien existen programas de preven-
ción en estas instituciones privadas, estos poseen un carácter auxiliar en instancias de
acompañamiento educativo, vocacional o psicológico, pero no son incorporados como
parte del desarrollo curricular o previstos para su incursión transversal. Como parte
del trabajo del modelo de educación integral, se podrían considerar formas de inter-
vención permanente para fomentar hábitos de consumo que no impliquen riesgo; por
ejemplo, Albertos et al. (2020) concluyen que involucrar a los jóvenes en asociaciones,
organizaciones e instituciones que efectúen actividades estructuradas de participa-
ción voluntaria o autoimplicada facilita su transición a la vida adulta, en relación con
el uso constructivo del tiempo unido a un ocio libre y placentero.
Sexualidad
Parte de la explicación de un ejercicio de la sexualidad significativamente mayor
entre hombres de nivel medio superior y superior, respecto a los otros dos grupos,
así como su rechazo a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, obe-
dece de nuevo a patrones de género. Ellos requieren tener actividad sexual y dar
prueba de ella y, de este modo, confirmar la identidad masculina, incluso su retardo
en el inicio puede despertar sospechas ante los grupos de pares (Rojas y Castrejón,
2020). El incremento del porcentaje de la vida sexualmente activa del nivel medio
superior al doble o casi el triple en el nivel superior, además de suponer una mayor
autonomía asociada a la transición entre la adolescencia y la vida adulta, supone
mayores prácticas de riesgo.
Nascimento et al. (2017) recomiendan intensificar las acciones de educación en
salud dirigidas a los jóvenes que ingresan a las universidades ante las prácticas de
riesgo en su sexualidad, ya que se ha documentado una tendencia a la práctica de
sexo seguro por parte de las mujeres y un descuido de ella de los hombres. De ahí la
necesidad de robustecer las estrategias de educación sexual como parte de la educa-
ción integral. Ese mismo estudio revela una asociación entre el consumo de alcohol
y otras drogas con el aumento de la probabilidad de tener múltiples parejas, tanto
para hombres como para mujeres; es decir, los estudiantes de licenciatura podrían
estar consumiendo más alcohol y drogas, y aumentando las prácticas sexuales de
riesgo sin un acompañamiento profesional.
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Actividades en el tiempo libre
Los resultados indican que en las instituciones educativas en las que se realizó el
estudio reflejan en las actividades deportivas y físicas los sesgos culturales de otros
campos de lo social (Dosal et al., 2017). En este caso, la desigualdad de género con-
tinúa favoreciendo la participación de los hombres a estas actividades más que los
otros dos grupos. Aunque se han reportado evidencias de cómo la mujer se incor-
pora en México a las actividades deportivas y físicas en forma progresiva (Dosal et
al., 2017), pero no ocurre lo mismo con personas LGBT+. Almeida et al. (2023) ad-
vierten que aún son escasas las políticas focalizadas de acompañamiento para per-
sonas que no se identifican ni como hombres ni como mujeres, por lo que es posible
que sea la misma condición entre estudiantes del nivel medio superior y el superior
como muestran los resultados aquí expuestos.
Además, permanecen estereotipos en los colegios que fomentan tipos de depor-
tes o actividad física según el sexo, como el predominante masculino para el futbol.
Otros estudios indican que la mayor participación de las mujeres en el deporte se
asocia a su alta escolaridad (Dosal et al., 2017), pero estos efectos no alcanzan a
quienes abandonan con precipitación el colegio. En ese sentido, la universidad y la
educación media superior constituyen casi los únicos espacios institucionales en
México para que las mujeres accedan a esta forma de autocuidado. Posiblemente,
las reestructuraciones curriculares y el acondicionamiento de espacios físicos en
los planteles escolares atiendan estos pendientes en el futuro, que en la muestra
analizada quedó evidenciada.
Por último, destaca la baja participación en actividades de voluntariado y activi-
dades religiosas de mujeres y, más aún, de hombres y de quienes no declararon su
género. Es muy probable que el perfil de las instituciones participantes en el estudio
de corte religioso y humanista explique los niveles de participación constante, aun-
que en las instituciones públicas de los mismos niveles y regiones donde se ubican
registren tasas menores de participación. La falta de actividades de voluntariado
puede estar asociada a los bajos índices de solidaridad y cohesión social.
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