Epistemologia de Los Enfoques
Epistemologia de Los Enfoques
Epistemologia de Los Enfoques
MATEMATICA
La matemática como ciencia formal se encarga del estudio, análisis, relaciones y propiedades
de entidades abstractas como son los números, símbolos y figuras geométricas, haciendo uso
del razonamiento lógico; en fin, es una ciencia que se interrelaciona con otras ciencias como
disciplina
La Matemática, desde tiempos muy remotos, ha sido terreno fértil para las disputas filosóficas.
Pareciera ser que los problemas fisiológicos que esta disciplina plantea, son tan antiguos como
ella misma. Sí, desde las paradojas de Zenón de Elea (siglo V a.C.), pasando por los segmentos
inconmensurables, el reconocimiento de la existencia de los números negativos y de los
complejos, los “incrementos evanescentes” del cálculo –como los llamara Berkeley (1685-1753)–
; las geometrías no euclidianas, las curvas patológicas como la que llena una caja cúbica o la
curva de Koch, conocida también como “curva copo de nieve”, que aparece en la geometría de
los fractales, las funciones continuas que no tienen derivada en ningún punto, hasta las paradojas
de la teoría de conjuntos; innumerables controversias han acompañado el desarrollo histórico de
la Matemática.
Las paradojas de la teoría de conjuntos llevaron las pugnas filosóficas a cierto clímax, del que
derivó el surgimiento de tres grandes escuelas filosóficas de la Matemática: la escuela logicista
de Rusell (1872-1970), la escuela formalista de Hilbert (1862-1943) y la escuela intuicionista de
Brouwer (1881-1966).
Los formalistas, con Hilbert a la cabeza, llegaron a que “...el problema de la fundamentación de
toda la Matemática queda reducido al de fundamentar la teoría de números y la teoría de
conjuntos”. (Dou, 1970: 75). Empero, la ilusión formalista se vino abajo cuando Kurt Gödel (1906-
1978) demostró, en 1931 que el método axiomático de los formalistas tenía limitaciones
intrínsecas. Gödel probó que existen, en el campo de la aritmética, proposiciones que no pueden
deducirse de los axiomas que uno adopte, es decir, existen proposiciones indecidibles y, por lo
tanto, el sistema de axiomas adoptado es incompleto. Una de tales proposiciones –así lo probó
Gödel– es la que establece la compatibilidad de la Aritmética.
La escuela intuicionista a la que Cantor se adscribe. Esta escuela rechaza de plano el principio
del tercero excluido en los dominios infinitos y, por tanto, rechaza las pruebas por reducción al
absurdo como la empleada por Cantor para probar la no numerabilidad de los números reales.
Además los intuicionistas rechazan el infinito actual y sólo aceptan el infinito potencial, aquel –
como decía Gauss– que era una manera de decir cuyo significado es el límite al cual se acercan
indefinidamente ciertas razones, mientras otras aumentan sin restricción.
Es importante resaltar que para la escuela intuicionista la lógica no precede a la Matemática, sino
todo lo contrario: es una parte integrante de la Matemática. Además, su Lógica (en realidad
existen varias lógicas intuicionistas) es distinta de la Lógica clásica; así por ejemplo, la negación
de p no implica p. Asimismo, se encuentran dentro de la Matemática intuicionista teoremas que
dentro de la Matemática clásica no tendrían siquiera sentido
Además de las tres escuelas clásicas reseñadas anteriormente, podemos considerar una cuarta
escuela: la escuela conjuntista, iniciada por Ernst Zermelo (1871- 1953), quien emprendió la
axiomatización de la Teoría de Conjuntos en un trabajo de 1908. En 1922, Abraham A. Fraenkel
(1891-1965) perfecciona la obra de Zermelo, siendo hoy en día la axiomática de Zermelo-
Fraenkel el sistema de axiomas más comúnmente empleado por la comunidad matemática.
Existen otras posiciones epistemológicas como la que asumen los constructivistas, corriente a la
que pertenece Paul Lorenzen. Estos pretenden “construir, sin tomar como base ningún lenguaje
fácticamente existente, partiendo de cero, todo el lenguaje de las ciencias”
: “El procedimiento propuesto por el constructivismo para la elaboración de los lenguajes consiste
en introducir, mediante reglas de construcción y de uso, todos los elementos requeridos por cada
discurso racional.
En los contextos escolares se tiene previsto que los educadores organicen y desarrollen
actividades de enseñanza para sus alumnos. Esta tarea que se inicia con la planificación de la
actividad académica (Costa y Garmston, 1999), encara al maestro con el acto de anticipar,
predecir y elaborar una descripción del aprendizaje, en el que puede prever el vínculo de la clase
con los objetivos, el contexto del estudiante y el resto de las competencias del programa.
El docente también debe diseñar las secuencias de enseñanza y anticipar las formas de verifi
car si se logró el aprendizaje como acciones que preparan el escenario para que la fase de
ejecución se concentre en la secuencia y simultaneidad del proceso.
Esta estructuración del pensamiento instruccional guarda estrecha relación con las
concepciones epistemológicas y la formación profesional alcanzada por el maestro (García y
Rojas, 2003), conformando factores predominantes en la regulación del comportamiento
didáctico, entendido como la actuación del docente en el salón de clase para propiciar procesos
que susciten el aprendizaje.
En este contexto que da primacía a la actuación del profesor en la facilitación de los procesos
del aprendizaje en el aula se enmarca la enseñanza y aprendizaje de la matemática escolar. En
la tarea de propiciador y promotor del aprendizaje, el maestro, en opinión de Carrillo (2000), pone
en juego sus concepciones epistemológicas sobre la matemática y sobre su enseñanza y
aprendizaje, las cuales conforman un factor decisivo capaz de promover o no el interés de los
alumnos por la asignatura y sus métodos de análisis, lo que puede tornarse en fortalezas u
obstáculos para el desarrollo de la praxis educativa y el crecimiento profesional del maestro.
En la búsqueda de argumentos teóricos que privilegien el trabajo matemático en el aula,
resaltando las debilidades del proceso de “matematización” escolar, han venido surgiendo grupos
de investigadores que han movilizado su labor desde posiciones donde pretendían explicar por
sí solos el proceso de enseñanza y aprendizaje a posturas que admiten el papel de la
interdisciplinaridad en el mejoramiento del quehacer matemático en la clase
Una manifestación de tal acción se percibe en las categorías de análisis del enfoque semiótico
u ontosemiótico, al tratar de describir el comportamiento matemático del sujeto en términos de la
articulación de las dimensiones cognitiva y epistemológica, expresadas en lo personal y en lo
institucional.
La de Godino indica que existe un divorcio exacerbado entre la investigación científica que se
está llevando a cabo en el contexto académico y su aplicación práctica al mejoramiento de la
enseñanza y aprendizaje de la matemática escolar. Sin embargo, la movilidad de la praxis
docente no se concibe sin los aportes de la investigación (Kilpatrick, 1998), debido a que la
descripción de la práctica a partir de la observación del encuentro educacional no genera por sí
misma el conocimiento requerido para orientar el cambio permanente del comportamiento
didáctico del maestro en el aula. En el contexto peruano , la discontinuidad entre la teoría
pedagógica derivada de la investigación y la praxis didáctica en la enseñanza y aprendizaje de
la matemática escolar se acentúa de manera considerable, entre otras cosas, por la falta de
tiempo del docente en ejercicio (las múltiples ocupaciones asumidas por el maestro para
asegurar su remuneración) y por la ausencia de argumentos teóricos que den sustento a su
práctica educativa, vinculada al carácter general de los temas discutidos en los cursos que
componen su formación pedagógica, en el entendido de que estos estructuran por sí mismos
procesos de aprendizaje con independencia de la asignatura a la cual se aplican o en la creencia
de confiar en el docente la responsabilidad de especificar y aplicar esos principios a los
contenidos particulares que enseñan.
Gascón y Sierpinska y Lerman (1996), consideran que en los escritos de Lakatos de los años
setenta (siglo XX), sobre la naturaleza de la matemática, se establece la idea de que la
epistemología euclídea enmarcó el pensamiento racionalista que por más de dos milenios
propuso que el conocimiento matemático se deducía a partir de un pequeño número de
proposiciones axiomáticas, que encerraban verdades evidentes, enunciadas en términos que
que denominaban primitivos por considerar que eran del conocimiento del usuario de la
matemática. Estos conocimientos se ampliaban a través del razonamiento deductivo, que
permitía probar la validez de los enunciados contenidos en los teoremas a partir de las verdades
establecidas en los axiomas, de esta manera llegaba a la teoría matemática, la cual construían
a partir de los elementos mencionados.
Para Gascón (op. cit.) esta perspectiva teórica se enmarca en el logicismo, el formalismo y el
intuicionismo. El primero pretende reducir la matemática a la lógica, el segundo intenta construir
una meta-teoría y el tercero persigue recortar el saber matemático hasta lograr una síntesis
trivialmente segura. En la visión euclídea, Ernest (op. cit.) ubica al platonismo y califi ca a tales
perspectivas de fi losofías absolutistas, por ver la matemática como una ciencia abstracta basada
en principios establecidos a los que se llega mediante el razonamiento lógico. En ellas se aprecia
una visión apriorística de la matemática, donde el conocimiento se genera desde una óptica ‘a-
histórica’ y ‘a-social’ vinculada a insights ocurridos en la mente de seres iluminados. Óptica que,
según Sierpinska y Lerman (op. cit.), responde a una epistemología fundacionalista. De acuerdo
con estos autores, la epistemología euclídea ha motorizado la idea de que el proceso de
enseñanza de la matemática es un acto sencillo que puede ser realizado y controlado por quien
posea formación en la disciplina. Tal percepción se enmarca en la concepción clásica que, para
Ernest (op. cit.), tiene como propósito “instruir” al alumno para que manipule símbolos orientados
a hacer cosas de manera automática, sin juicio propio y dependiente de la ayuda del profesor.
Según Gascón (op. cit.) esta concepción ha dado pie a un par de estilos didácticos considerados
desde su perspectiva como clásicos: “teoricismo” y “tecnicismo”.
Según Gascón (op. cit.), a partir de la perspectiva cuasi-empírica se originan dos nuevos estilos
didácticos: el “modernismo” y el “procedimentalismo” que en oposición a los clásicos indican que
la enseñanza de la matemática no es un proceso mecánico y trivial controlado por el docente.
En estas tendencias se considera que la trivialización de las actividades, que siguen los estilos
clásicos en la resolución de problemas, es la causa para el fracaso de los estudiantes cuando
intentan solucionar problemas matemáticos no estandarizados. Dirigen sus esfuerzos al rescate
de esta actividad en la enseñanza de la matemática.
Gascón (op. cit.) señala que esta epistemología da origen a dos nuevos estilos de enseñanza de
la matemática escolar llamados: constructivismo psicológico y constructivismo matemático. El
primero, concibe la enseñanza y el aprendizaje de la matemática como la acomodación continua
de esquemas conceptuales ante confl ictos cognitivos derivados de la comunicación interactiva
en el aula, lo que da origen al conocimiento matemático; el segundo ve la enseñanza y
aprendizaje de la matemática como la acción de construir a partir de problemas derivados de
modelos matemáticos propios de la disciplina. De acuerdo con este autor, el constructivismo
psicológico es un estilo didáctico que observa el origen y desarrollo del conocimiento matemático
como un proceso psicológico y no como un producto de la actividad matemática realizada en la
generación de ese conocimiento:
b) Carecer de conocimientos para resolver el problema. c) Construir los conocimientos para dar
solución al problema.
Bibliografía
1. Babini, J. (1967) Historia de las ideas modernas en matemática. Washington: OEA. (Serie
de matemática, monografía Nº 4).
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5. Dalia, Chiara S., M.L. (1976) Lógica (Temas de filosofía). Barcelona, España: Editorial
Labor.