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El documento analiza el versículo 15 del Cantar de los Cantares, donde se menciona la necesidad de cazar a las zorras que dañan las viñas. Se interpreta este versículo de forma alegórica, representando a las pequeñas influencias que pueden arruinar nuestra relación con Dios y nuestro fruto espiritual, como las zorras que atacan las raíces de las vides. Se enfatiza la importancia de identificar estas "zorras" en nuestras vidas y eliminarlas para
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Los males pequeños
¡Que cacen a los zorros,
esos dañinos zorritos que destrozan las viñas, pues las nuestras se encuentran en flor! (Cant. 2:15)
Introducción
Desde ya muy antiguo se ha tendido a alegorizar el libro
del Cantar de los Cantares: se ha interpretado normalmente como una alegoría de la relación de Cristo con la Iglesia. Yo entiendo que tiene un significado más obvio, más literal: está hablando de las relaciones que mantienen una pareja y de los problemas con los que se encuentran.
A pesar de ello, creo que se puede alegorizar algunas co-
sas o, cuando menos, sacar algunas ilustraciones para nues- tras vidas.
Todos estamos más o menos alerta contra los grandes
problemas que nos acechan como cristianos, pero a veces, nos olvidamos de “pequeños problemas” que dan al traste con nuestras ilusiones. Ese es el sentido obvio del versículo 15. I. El contexto
A. Interpretación literal:
• La esposa está alabando a su esposo al escuchar que
se acerca porque está profundamente enamorada (vv. 8-9). • Recuerda las palabras de su amado y para ella son muy dulces (vv. 10-14). • Ya ha pasado el invierno. Ha llegado la primavera con olores muy fragantes (vv. 11-13) y es un tiempo muy propicio para amar. • Entonces es cuando llega la advertencia contra los pequeños problemas con los que a veces no conta- mos. (v. 15).
B. Interpretación alegórica:
• Se está en “el primer amor” del creyente; éste, al oír
la voz de Cristo, se emociona porque reconoce la voz de su amado. Realmente es un tiempo de ena- moramiento. (vv. 8-9). • En estos momentos se recuerdan todas las palabras del Señor y uno se deleita en recordarlas una y otra vez. Se recuerda palabra por palabra. • Hay un profundo sentido de agradecimiento. Ya ha pasado el invierno (la vida en pecado) y llega la pri- mavera (la nueva vida en Cristo) con un montón de fragancias, de cosas nuevas que experimentar. Este agradecimiento es la expresión de un amor inocente y sincero. • En este momento es cuando llega la advertencia contra los pequeños problemas en la vida cristiana que pueden llegar a arruinarla.
II. La viña
El problema consiste en que se destruyen las viñas, es
decir, se apaga el amor que los une. Así se destruye el amor que sentimos por Cristo.
• Importancia del cultivo. En esta tierra el cultivo de
la viña era el más importante junto con el olivo. Además, esta mujer era la encargada por sus herma- nos de cuidar la viña. Para ella la viña era su vida. • Significado litúrgico. Existen multitud de parábolas que usan la imagen de la viña al ser algo tan propio de Palestina. Además existen muchas referencias a las propiedades del vino y los efectos que produce, ya sean buenos o malos.
el vino que alegra el corazón del hom-
bre, el aceite que hace lucir su rostro, y el pan que sustenta el corazón del hombre. (Salmo 104:15) Y no os embriaguéis con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sed llenos del Espíritu, (Efesios 5:18)
• Nosotros somos la viña del Señor. Hay una parábo-
la de especial relevancia en el AT que habla de la viña del Señor como su pueblo. No es una viña sil- vestre, sino una viña que se ha plantado escogiendo la mejor semilla y que ha recibido los mejores cui- dados, pese a lo cual sigue dando uvas silvestres:
Cantaré a mi amigo la canción de mi
amado acerca de su viña: Mi amigo tenía una viña en una fértil ladera. 2 La había desherbado y despedregado. Luego había plantado en ella vides escogidas. Había edificado en ella una torre y también ha- bía labrado un lagar. Esperaba que diese uvas buenas, pero dio uvas silvestres. 3 “Ahora pues, oh habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, juzgad entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía haber hecho por mi viña que yo no haya hecho en ella? ¿Por qué, pues, esperando yo que diese uvas buenas, ha dado uvas silvestres? 5 Ahora pues, os daré a conocer lo que yo haré a mi viña: Quitaré su cerco, y será consumida; romperé su vallado, y será pi- soteada. 6 La convertiré en una desola- ción; no será podada ni cultivada. Crece- rán espinos y cardos, y mandaré a las nu- bes que no derramen lluvia sobre ella.” 7 Ciertamente la viña de Jehovah de los Ejércitos es la casa de Israel, y los hom- bres de Judá son su placentero vergel. Es- peraba el derecho, y he aquí la vileza; es- peraba la justicia, y he aquí el clamor. (Isaías 5:1-7)
• Esta viña de la que habla Isaías es la viña que puede
ser arruinada, destruida por la acción de las zorras. Es lo que puede pasar con el amor que sienten los enamorados. • Esta viña, que fue plantada con la semilla de Jesu- cristo y es regada con sus sufrimientos, puede ser destruida por los “problemas pequeños” a los que no damos la mayor importancia. Como las zorras.
III. Las zorras
• Son animales pequeños. Creo que esto es digno de
remarcarse. Era la costumbre en aquellos tiempos que, además de edificar una torre para ver cuando se acercaban los enemigos, se cercaba la propiedad para evitar que entrasen los animales y destrozasen la cosecha. Pero las zorras son animales demasiado pequeños como para que las cercas sean efectivas. • ¿Qué remedios estamos utilizando para evitar que influencias perniciosas arruinen nuestra relación con el Señor, y por ende, con nuestros semejantes? Po- demos estar construyendo cercas a nuestro alrededor que no dejen pasar a un elefante, pero sí a un conejo, un topo o un ratón. • No se comen las uvas. Las zorras no se comen las uvas. Normalmente los animales que se comen las uvas son los pájaros. Por eso en muchos campos to- davía pueden verse hoy espantapájaros. El mejor re- medio contra los pájaros es ahuyentarlos para que no molesten. • Muchas veces los cristianos estamos preocupados porque no se manifiesta en nosotros el fruto del Es- píritu en sus diversas formas. Sabemos que el Señor nos ha escogido para que llevemos mucho fruto, el Señor mismo ha escogido la semilla, la ha puesto en una ladera fértil, ha preparado con sumo cuidado el terreno y la ha cuidado delicadamente. Luego, si todo es correcto, ¿cuál es el motivo de que no lleve- mos fruto? Porque, en todo caso, el no llevar fruto es el síntoma de que hay algo que no funciona. Una planta nace, crece, da fruto (que contiene las semi- llas para reproducirse), y muere. Ése es su ciclo na- tural. • No se comen las hojas de la vid. Algunos animales herbívoros se comen las hojas de las plantas porque es su único alimento. Y las plantas, al quedarse sin las hojas, son incapaces de realizar la función foto- sintética y producir su alimento de los nutrientes procedentes de la tierra. Pero la zorras no son las que de comen las hojas de las vides. • El Espíritu Santo es el que realiza la función fotosin- tética en los creyentes; es el que transforma nuestros nutrientes, la lectura de la Palabra y la oración, de modo que sean nuestro alimento y que nos de creci- miento y nos haga producir un fruto abundante. Por eso la exhortación de Pablo a los efesios para que se embriaguen del Espíritu, para que, siguiendo nuestra metáfora vegetal, tomen abundantes baños de sol. • Atacan a las raíces de la planta. Esta es la forma en que las zorras atacan las viñas: escarbando en las raíces. Y ni siquiera lo hacen para comérselas; más bien parece que es para cobijarse. Esto hace que la planta empiece a perder frescor hasta que le llega la muerte. Esto es así porque no puede alimentarse y muere de inanición. • Nuestras raíces no están en la Palabra de Dios o en la oración. Nuestra devoción no es a la iglesia o a la Biblia, sino Cristo mismo. Si no estamos enraizados firmemente en Él, nuestra vida espiritual acaba por extinguirse. Y esto es algo que sucede poco a poco. No es algo que pasa de un día a otro. Quizá es más evidente cuando llega el tiempo de la cosecha y nos encontramos sin fruto. En ese momento podemos afirmar que nos encontramos desenraizados. • Cada uno sabe qué puede ser una zorra en su vida, cuál es el “pequeño mal” que simboliza. Quizá pue- da ser la falta de comunión con el Señor o con los hermanos, quizá sea el dejar de ser agradecido por las bendiciones que recibimos del Señor, quizá sea la falta de compromiso, la desgana o la pereza. Cada uno debe buscar cual es la zorra que está o puede arruinar la viña del Señor, es decir, tú mismo. Conclusión
Pensando en la campaña que vamos a tener el mes que
viene:
• Alegremos el corazón de Dios. Produzcamos vino
para alegrar el corazón de Dios. • Demos uvas de calidad. No nos conformemos con cualquier clase de fruto, sino busquemos dar un fru- to acorde con la semilla que fue plantada en noso- tros, acorde con el trabajo que el Dueño de la viña hizo en nosotros. Esforcémonos en ser agradables a Dios. • Cazad, atrapad esas zorras. Que como esa pareja de enamorados sepamos disfrutar del amor de Dios siendo conscientes de que hay muchas pequeñas co- sas que pueden socavar nuestra relación con Él y siendo cuidadosos en encontrarlas y eliminarlas de nuestra vida. No dejemos que nada interrumpa nues- tro amor.