La Mirada de Ernst Jünger y Erich Maria Remarque

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Universidad de Valladolid

GRADO EN LENGUAS MODERNAS Y SUS LITERATURAS

TRABAJO FIN DE GRADO

LA MIRADA DE ERNST JÜNGER Y ERICH MARIA REMARQUE


SOBRE EL HORROR DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: UN
ANÁLISIS COMPARATIVO

Presentado por:
DANIEL GARCÍA GUTIÉRREZ

Tutelado por:
LAURA GARCÍA OLEA

2015/ 2016
RESUMEN

En este trabajo de investigación se realiza un análisis comparativo del


tratamiento de la Primera Guerra Mundial en las obras autobiográficas In
Stahlgewittern de Ernst Jünger y Im Westen nichts Neues de Erich Maria
Remarque. Mientras que en la primera se ofrece una visión heroica y
glorificadora de la guerra, en la segunda el enfoque es claramente antibelicista
incidiendo en todos sus aspectos negativos. En el trabajo se ahonda en el
concepto del horror que produjo la contienda en el campo de batalla, en los
hospitales, en la población civil y en la destrucción material que supuso. El
estudio se acompaña además de la visión que se ofrece de la Gran Guerra en
algunas obras historiográficas.

ZUSAMMENFASSUNG

Diese Arbeit ist eine vergleichende Analyse der Behandlung des Ersten
Weltkriegs in den autobiografischen Werken In Stahlgewittern von Ernst Jünger
und Im Westen nichts Neues von Erich Maria Remarque. Während das erste
eine heldenhafte und verherrlichende Version des Krieges präsentiert, ist der
zweite Ansatz eindeutig gegen den Krieg gerichtet und betont all seine
negativen Aspekte. Die Arbeit befasst sich mit dem Konzept des Schreckens,
den der Krieg in verschiedenen Bereichen auslöste auf dem Schlachtfeld, in
Krankenhäusern, unter der Zivilbevölkerung sowie mit der materiellen
Zerstörung, die mit dem Krieg einherging. Zur Untersuchung gehört auch ein
Überblick über das Bild des Ersten Weltkrieges, das in einigen bedeutenden
historischen Werke

1
2
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 5

1. Perfil de los autores ...................................................................................... 6

1.1. Erich Maria Remarque .............................................................................. 6


1.2. Ernst Jünger ............................................................................................. 8
2. Introducción a las obras............................................................................. 10

2.1. In Westen nichts Neues .......................................................................... 10


2.2. In Stahlgewittern ..................................................................................... 12
3. Un acercamiento psicológico a los personajes ....................................... 14

4. Una visión historiográfica de la Primera Guerra Mundial ....................... 19

5. El horror en la guerra.................................................................................. 23

5.1. El horror de la guerra en el campo de batalla ......................................... 23


5.2. El horror de la guerra en los hospitales .................................................. 42
6. Sufrimiento en la población civil y devastación: “el daño colateral”…. 51

7. La valoración social de los combatientes ................................................ 55

7.1. El honor y las condecoraciones .............................................................. 55


7.2. La camaradería y el sentimiento de unidad ............................................ 58
CONCLUSIONES ............................................................................................. 61

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................62

3
4
INTRODUCCIÓN

La Primera Guerra Mundial es un tema que resulta muy interesante de


abordar desde el ámbito de la literatura, ya que existen diversas obras que, con
diferentes puntos de vista, inciden en él. No hay que olvidar que la magnitud
del horror alcanzado en la denominada Gran Guerra trajo consigo unas
consecuencias determinantes para el desarrollo de la historia en el siglo XX.

En este trabajo de investigación analizamos la diferente visión que se


ofrece de la Primera Guerra Mundial y, el horror que ésta supuso, en dos obras
literarias de la Literatura Alemana de reconocido prestigio: In Stahlgewittern de
Ernst Jünger y Im Westen nichts Neues de Erich Maria Remarque. Tratamos de
estudiar los aspectos comunes y divergentes en las dos novelas
autobiográficas y mostrar la postura ideológica reflejada en ambas respecto al
fenómeno de la guerra.

En cuanto a la metodología hemos seguido una línea deductiva


apoyándonos en el estudio comparativo de las dos obras analizadas.

El trabajo está estructurado en siete capítulos: en el capítulo 1


realizamos un breve recorrido por la autobiografía de Remarque y Jünger que
contribuye a la mejor interpretación de sus obras; el capítulo 2 está constituido
por una breve introducción a las novelas; en el capítulo 3 analizamos el perfil
psicológico de los personajes principales; en el capítulo 4 introducimos un
acercamiento a la Primera Guerra Mundial basado en estudios historiográficos;
en el capítulo 5 analizamos el horror que supuso la guerra en el campo de
batalla y en los hospitales; el capítulo 6 está dedicado al sufrimiento de la
población civil y, en general, a los daños colaterales producidos por la
contienda; y finalmente, en el capítulo 7 realizamos un análisis de algunos
aspectos positivos de la guerra reflejados en las novelas.

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1. PERFIL DE LOS AUTORES

1.1. Erich Maria Remarque

Erich Maria Remarque, nacido en 1898 en Osnabrück (Niedersachsen)


con el nombre de Erich Paul Remark, fue un escritor alemán descendiente de
la familia “Remacle”, una familia de inmigrantes franceses. Hijo de un
encuadernador, Peter Franz Remark (1867–1954) y su mujer Anna Maria
Remark (1871–1917). El apellido de soltera de su abuela materna era Bäumer,
el cual utilizó para rebautizar al protagonista de su novela Im Westen nichts
Neues, Paul Bäumer. Estudió en la universidad de Münster, abandonando los
estudios al ser reclutado en 1917 para combatir en la Primera Guerra Mundial.
Herido en un brazo y en una pierna a causa de la metralla de una granada y un
disparo en el cuello, acabó la guerra en un hospital militar en Duisburg.

Ejerció las profesiones de maestro y comerciante, antes de convertirse


en periodista y posteriormente en escritor famoso. Ya en 1924, comienza a
publicar con el seudónimo de Erich Maria Remarque, eliminando Paul y
añadiendo Maria en honor a su madre.

En 1929 publicó la novela Im Westen nichts Neues con la que alcanzó la


fama, siendo traducida en el mismo año a veintiseis idiomas. Basada en la
propia experiencia del autor como soldado en la I Guerra Mundial, constituye
una desgarradora descripción de los horrores de la guerra. Hay que destacar

6
que unos años atrás había ofrecido sin éxito el texto a 48 editores. En 1931 se
trasladó a la localidad suiza de Ascona donde permaneció hasta 1939. En
1931 publicó su novela Der Weg zurück, obra que trata las vivencias de los
supervivientes de Im Westen nichts Neues durante la posguerra. En 1933
ambas novelas fueron pasto de las llamas durante las quemas de libros que
tuvieron lugar en varias ciudades alemanas, junto con obras de otros autores y
artistas como Heinrich y Thomas Mann, Stefan Zweig, Erich Kästner, Alfred
Döblin, Otto Dix o Bertolt Brecht, entre muchos otros, a los que se acusaba de
atentar contra el “espíritu alemán”, o bien por ser judíos, o bien por sus ideas
contrarias al régimen. (cf. Santos 2010)

Remarque finalizó el drama Drei Kameraden durante su exilio en Suiza,


pero el libro no salió a la luz hasta 1937 en Estados Unidos y otros países
como Inglaterra, Argentina, Letonia y Suecia. La primera edición en alemán se
publicó en Ámsterdam en 1938. Forma parte por tanto de los autores de la
Literatura Alemana del Exilio.

En 1938 el Tercer Reich le retiró la nacionalidad alemana. Un año más


tarde, Remarque emigró a Estados Unidos, donde, en 1941, publicó la novela
Liebe Deinen Nächsten, de ideología claramente antifascista, en la que retrata
las miserias que tienen que sufrir varias personas perseguidas por el régimen
de Hitler. En Estados Unidos conoce a otros autores alemanes exiliados como
Lion Feuchtwanger o Bertolt Brecht.

En 1946 publicó la novela Arc de Triomphe que constituiría su segundo


éxito a nivel internacional y que relata la historia de un ginecólogo alemán
exiliado del régimen nazi en París. La obra fue llevada a la gran pantalla en
1948 bajo la dirección de Lewis Milestone y siendo protagonizada por Ingrid
Bergaman y Charles Laughton.

En 1947 le fue concedida la nacionalidad estadounidense y a partir de


1948 vivió a caballo entre Estados Unidos y Suiza, donde murió el 25 de
septiembre de 1970 a causa de un aneurisma de aorta. Remarque fue
enterrado en el cementerio de Ronco sopra Ascona. (cf. Santos 2010)

7
Como dato curioso resaltar que Remarque se casó en 1958 con la bella
actriz estadounidense Paulete Goddard, la cual había sido anteriormente la
esposa de Charlie Chaplin

1.2. Ernst Jünger

Ernst Jünger nació en Heidelberg (Baden-Wurtemberg) el 29 de marzo


de 1895 en el seno de una familia protestante. Hijo de un químico farmacéutico,
Ernst George Jünger (1868-1943) y de Karoline Lampl (1873 -1950), fue un
novelista y ensayista alemán, además de soldado y oficial. (cf.
Grabert/Mulot/Nürnberger 1990: 275)

En el año 1911 se afilió junto a su hermano Friedrich Georg en los


Wandervögel, un movimiento juvenil respetuoso con la vida animal que
exaltaba el amor por la patria y glorificaba la nación alemana. En 1913, a la
edad de 18 años huye de casa y se alista en la Legión Extranjera francesa,
hecho que despertó en él un fuerte sentimiento de pasión por la actividad
bélica. Debido a esta inclinación, en 1914, año en el que estalla la Primera
Guerra Mundial, se alista el uno de agosto voluntario en el Füsilier-Regiment
„General-Feldmarschall Prinz Albrecht von Preußen “(Hannoversches) Nr.
73 en la ciudad de Hannover. Durante este período como combatiente en la
guerra llevó consigo un pequeño diario en el que anotaba sus experiencias y de
cuya posterior reelaboración surgió su obra In Stahlgewittern. (cf. Juristo 2013)

8
En 1915, tras una prueba de ascenso a alférez, se le concede dicho
título. A lo largo de la guerra fue herido en múltiples ocasiones, por lo que
recibió la Cruz de Hierro y al final de la guerra le fue otorgada la condecoración
del Orden Pour le mérite. Fue el último en lograr dicha medalla, la última
persona condecorada en morir, y el más joven en recibir la preciada distinción
militar con sólo 23 años. En 1923 comenzó sus estudios de Filosofía y Ciencias
Naturales en la Universidad de Leipzig.

En estos años publica sus primeros trabajos literarios. Después de la


guerra trabaja en su diario y redacta: In Stahlgewittern (1920), basada en sus
experiencias en el frente francés que constituye un documento de
estremecedora lucidez sobre la gran conflagración europea; Der Kampf als
inneres Erlebnis (1922), fervorosa glorificación de la guerra; y Das Wäldchen
125 (1925), crónica del combate en las trincheras centrada en un solo mes de
1918.

En 1933 rechazó la admisión en la Academia Prusiana de las Artes que


le ofrecía el nuevo régimen nacionalsocialista. Sin embargo ocupó un puesto
de oficial del ejército alemán en París, donde pasó casi toda la Segunda Guerra
Mundial. Fue enviado al frente ruso y dimitió tras el atentado fallido contra
Hitler.

De los títulos que publicó entre 1933 y 1945 conviene


destacar Afrikanische Spiele (1936), recreación de su fugaz experiencia
adolescente en la legión extranjera y la novela Auf den Marmorklippen (1939),
relato mítico y simbólico que constituye una de sus obras maestras junto con In
Stahlgewittern. (cf. Brauneck 1991: 366)

En la década de los cincuenta, tras conocer a Albert Hofmann, creador


del LSD, se inicia en el consumo de las drogas psicodélicas, viéndose su obra
influenciada por sus experiencias con ellas.

Hacia 1977 escribe otra de sus obras más conocidas, Eumeswil, donde
sobresale la figura del “anarca”. En 1982 recibe en la ciudad de Frankfurt am
Main el premio Goethe de literatura. Jünger fallece a la edad de 102 años en
Riedlingen (Baden-Wurtemberg) el 17 de febrero de 1998, poco tiempo
después de haber abrazado la fe católica.

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2. INTRODUCCIÓN A LAS OBRAS

2.1. In Westen nichts Neues

Es una obra autobiográfica escrita por el autor alemán Erich María


Remarque, publicada en 1929 y editada por Propyläen Verlag. Se puede
considerar como una de las obras más importantes y de mayor repercusión
sobre la Primera Guerra Mundial. Inicialmente salió a la luz como una edición
previa en forma de folletín en el Wossische Zeitung en 1928. Durante el mismo
año de publicación fue traducida a más de veinte idiomas. En menos de dos
años la obra obtuvo más de un millón de ventas, y hoy en día continúa siendo
uno de los libros más leídos.

El propio Remarque no se podría haber imaginado nunca que su obra se


convertiría en un icono antibelicista y antimilitar. Se trata de una obra basada
en su experiencia en la Gran Guerra que muestra al lector, no solo todo el
salvajismo inherente al conflicto bélico, sino también las penosas condiciones
de vida en los hospitales, en el propio campo de batalla así como la actitud
déspota de los altos mandos militares. Ofrece imágenes muy duras de la
guerra que impactan fuertemente con su lectura, creando una fuerte sensación
de repulsión hacia el enfrentamiento bélico. A través de una gran maestría
literaria, Remarque consigue sumergir al lector en una espiral de horror,
violencia y sufrimiento.

En la obra, el autor también muestra, a través de conversaciones entre


los personajes, el sinsentido de la guerra, tachándola de injusta y cruel. Este
aspecto se refleja en los siguientes pasajes:

»Das stimmt«, sagt Kat, »da hast du zum ersten Male etwas Richtiges gesagt, Tjaden,
Staat und Heimat, da ist wahrhaftig ein Unterschied.«

»Aber sie gehören doch zusammen«, überlegt Kropp, »eine Heimat ohne Staat gibt es
nicht.«

»Richtig, aber bedenk doch mal, daß wir fast alle einfache Leute sind. Und in
Frankreich sind die meisten Menschen doch auch Arbeiter, Handwerker oder kleine
Beamte. Weshalb soll nun wohl ein französischer Schlosser oder Schuhmacher uns
angreifen wollen? Nein, das sind nur die Regierungen. Ich habe nie einen Franzosen
gesehen, bevor ich hierherkam, und den meisten Franzosen wird es ähnlich mit uns
gehen. Die sind ebensowenig gefragt wie wir.« (Remarque 2014: 182)

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Lo que Remarque quiere destacar es que es la gente de las clases
trabajadoras la que, de manera absurda, se ve obligada a participar en la
guerra y a asesinar a individuos de su misma condición procedente de otros
países en aras de defender a la patria. En realidad las guerras no son asunto
de los ciudadanos de a pie, sino fruto del enfrentamiento de los gobiernos:

Kropp dagegen ist ein Denker. Er schlägt vor, eine Kriegserklärung solle eine Art
Volksfest werden mit Eintrittskarten und Musik wie bei Stiergefechten. Dann müßten in
der Arena die Minister und Generäle der beiden Länder in Badehosen, mit Knüppeln
bewaffnet, aufeinander losgehen. Wer übrigbliebe, dessen Land hätte gesiegt. Das
wäre einfacher und besser als hier, wo die falschen Leute sich bekämpfen. (Remarque
2014: 41)

“Wo die falschen Leute sich bekämpfen”, eso es lo que revela


Remarque, combaten todos aquellos que no tienen nada que ver con la guerra.
Como siempre, se envía al combate a las clases humildes y trabajadoras a
causa de conflictos provocados por las grandes instancias. Esta idea es
defendida por el personaje de Kropp.

La obra se centra en las experiencias en la Primera Guerra Mundial de


Paul Bäumer, un joven de 20 años, y sus compañeros de la escuela, quienes
se alistan voluntariamente al ejército siguiendo las consignas patrióticas de su
profesor. La novela, que muestra con toda su crudeza el horror de la guerra,
fue pasto de las llamas durante la quema de libros organizada por el régimen
nazi en mayo de 1933. La misma suerte corrió la película All Quiet on the
Western Front, dirigida por el estadounidense Lewis Mileston en 1930, la cual
fue prohibida en Alemania a causa de la fuerte campaña de censura
encabezada por el Ministro de Propaganda Goebbels.

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2.2 In Stahlgewittern

Es una novela autobiográfica que narra en primera persona las


experiencias del autor, Ernst Jünger, en el frente occidental durante la Primera
Guerra Mundial.1 El autor sólo tenía veinticinco años cuando salió a la luz la
primera edición en 1920 y está dedicada a los caídos en la guerra (Den
Gefallenen), lo cual supone una cierta sacralización del conflicto bélico. La obra
ofrece una detallada descripción de la guerra en la zona francesa y en Flandes,
donde los alemanes combatían contra los ingleses. En opinión de García Olea,
es uno de los libros sobre la guerra que ha trascendido en mayor medida del
marco histórico en que se produjo. (cf. 2015: 55)

En su conjunto, In Stahlgewittern relata la experiencia vital de Jünger


durante la Primera Guerra Mundial. Se trata de las vivencias de un soldado
alemán centrándose especialmente en la guerra de trincheras, esa cruel
variante de guerra que producía claustrofobia entre los soldados al verse
obligados a vivir en una zanja para protegerse del ataque enemigo.

La obra produjo una gran controversia, dado que, en cierto modo,


supone una idealización heroica de la guerra, con su defensa de la mística de
la lucha y el sentimiento de amor a la patria. (cf. García Olea 2015: 55)

Jünger hace una exaltación de la guerra como un fenómeno natural


que proporciona la gloria y el honor a aquel que toma parte en ella. Se puede
afirmar que resalta el patriotismo y el espíritu guerrero de manera exacerbada:

In einem Regen von Blumen waren wir hinausgezogen, in einer trunkenen Stimmung
von Rosen und Blut. Der Krieg mußte es uns ja bringen, das Große, Starke, Feierliche.
Er schien uns männliche Tat, ein fröhliches Schützengefecht auf blumigen, blutbetauten
Wiesen. »Kein schönrer Tod ist auf der Welt...« Ach, nur nicht zu Haus bleiben, nur
mitmachen dürfen! (Jünger 1978: 7)

Beim Anblick der von blühenden Kirschbäume bekränzten Neckarberge empfand ich
ein starkes Heimatgefühl. Wie schön war doch das Land, wohl wert, dafür zu bluten und
zu sterben. So hatte ich seinen Zauber noch niemals gespürt. Gute und ernste
Gedanken kamen mir in den Sinn, und ich ahnte zum ersten Male, daß dieser Krieg
mehr als ein großes Abenteuer bedeutete. (Jünger 1978: 38)

1
Sus vivencias las iba anotando en una libreta que, en una versión ampliada, convertiría en su
diario de guerra, Kriegstagebuch 1914-1918: "Es gibt kaum anderes Tagebuch, das den Ersten
Weltkrieg über so lange Zeit und in solcher Dichte aus der Sicht eines Frontoffiziers
dokumentiert". (Kiesel 2010: 596)

12
En la obra se refleja un acentuado patriotismo que quizás ya se empezó
a despertar en Jünger como miembro del grupo juvenil Wandervögel y que le
llevó a alistarse como voluntario al ejército a los 18 años de edad. El reflejo de
esta pasión fue probablemente el que propició que los nazis utilizasen su obra
con fines propagandísticos y el que fuera alabada por el mismo Goebbels2.

Pero la obra de Jünger no se caracteriza solamente por glorificar la


guerra, sino por mostrar fielmente la crueldad de la guerra en todas sus
facetas. Muestra fielmente el horror que sufren los soldados en el campo de
batalla, pero no de la misma manera que Remarque, sino incidiendo en que
ese horror es algo consustancial a la guerra, algo por lo que hay que pasar y
que proporciona honor al individuo. El soldado que haya sido herido debe de
sentirse orgulloso al ser la consecuencia de defender a su patria:

Nun hatte es mich endlich erwischt. Gleichzeitig mit der Wahrnehmung des Treffers
fühlte ich, wie das Geschoß ins Leben schnitt. Schon an der Straße vor Mory hatte ich
die Hand des Todes gespürt — diesmal griff er fester und 317 deutlicher zu. Als ich
schwer auf die Sohle des Grabens schlug, hatte ich die Überzeugung, daß es
unwiderruflich zu Ende war. Und seltsamerweise gehört dieser Augenblick zu den ganz
wenigen, von denen ich sagen kann, daß sie wirklich glücklich gewesen sind. (Jünger
1978: 316)

2
Ein glänzendes, großes Buch. Grauenerregend in seiner realistischen Größe. Schwung,
nationale Leidenschaft, Elan, das deutsche Kriegsbuch. Einer aus seiner Generation ergreift
das Wort über das tiefe seelische Ereignis Krieg und verrichtet Wunder innerer Darstellung
(Joseph Goebbels, 20 Januar 1926) (https://es.wikipedia.org/wiki/Tempestades_de_acero)

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3. UN ACERCAMIENTO PSICOLÓGICO A LOS PERSONAJES

3.1. Im Westen nichts Neues

Paul Bäumer

Es el narrador protagonista, un joven de 20 años que acaba de salir del colegio,


y se alista al ejército siguiendo las consignas patrióticas de su profesor de la
escuela. Paul no es un héroe de guerra famoso, ni un oficial de alto rango, ni
un escritor famoso. Es simplemente un chico cualquiera con una familia en un
pequeño pueblo de Alemania. Le gusta tomar cerveza, pensar en mujeres y
estaba escribiendo una obra literaria llamada “Saul”. “Es ist für mich sonderbar,
daran zu denken, daß zu Hause, in einer Schreibtischlade, ein angefangenes
Drama »Saul« und ein Stoß Gedichte liegen.“ (Remarque 2014: 23)

Acudía a la escuela en su pueblo junto con los amigos que se alistaron


con él. Amante de la lectura, todavía había tenido pocas experiencias en la vida
y anhelaba la aventura. Representa al típico adolescente, ignorante acerca de
su futuro, y que conserva una mirada ingenua de la vida. Pertenece a ese
grupo de muchachos nacidos entre 1890-1900 que fueron enviados a la guerra
siendo jóvenes y que aprendieron a ser adultos a base de combatir y matar.
Son la generación perdida, jóvenes que no han disfrutado su juventud y han
tenido que convertirse en adultos de un día para otro:

Müller fragt ihn: »Was hat dir der Kantorek eigentlich geschrieben?«
Er lacht: »Wir wären die eiserne Jugend.« Wir lachen alle drei ärgerlich. Kropp schimpft;
er ist froh, daß er reden kann. – Ja, so denken sie, so denken sie, die hunderttausend
Kantoreks! Eiserne Jugend. Jugend! Wir sind alle nicht mehr als zwanzig Jahre. Aber
jung? Jugend? Das ist lange her. Wir sind alte Leute. (Remarque 2014:.22)

Albert spricht es aus. »Der Krieg hat uns für alles verdorben.«
Er hat recht. Wir sind keine Jugend mehr. Wir wollen die Welt nicht mehr stürmen. Wir
sind Flüchtende. Wir flüchten vor uns. Vor unserem Leben. Wir waren achtzehn Jahre
und begannen die Welt und das Dasein zu lieben; wir mußten darauf schießen. Die
erste Granate, die einschlug, traf in unser Herz. Wir sind abgeschlossen vom Tätigen,
vom Streben, vomFortschritt. Wir glauben nicht mehr daran; wir glauben an den Krieg.
(Remarque 2014: 80-81)

Se puede decir que Paul es un chico normal hasta que la guerra cambia
su vida y lo convierte en un experto en la cruda realidad del enfrentamiento
bélico. En este sentido, al lector le resulta fácil identificarse con él y empatizar
con su sufrimiento.

14
Para poder sobrevivir a una guerra tan sangrienta, Paul debe
desprenderse de su faceta artística y poética para sacar su lado más primitivo y
animal. En varios pasajes se observa la necesidad que tiene de suprimir sus
emociones para poder sobrevivir al horror de la guerra: “Wir fahren ab als
mürrische oder gutfelaunte Soldaten, - Wir kommen in die Zone, wo die Front
beginnt, un sind Menschentiere geworden” (Remarque 2014: 53)

Stanislaus Katczinsky “Kat”

Es el personaje de edad más avanzada del grupo de amigos, tiene unos


cuarenta años y entran en contacto con él conocen durante la guerra.

[…] und endlich Stanislaus Katczinsky, das Haupt unserer Gruppe, zäh, schlau,
gerissen, vierzig Jahre alt, mit einem Gesicht aus Erde, mit blauen Augen, hängenden
Schultern und einer wunderbaren Witterung für dicke Luft, gutes Essen und schöne
Druckposten. Unsere Gruppe bildete die Spitze der Schlange vor der Gulaschkanone
(Remarque 2014: 9)

Es lo que se suele denominar un “perro viejo”. A él se le podría atribuir el


dicho popular “Sabe más el diablo por viejo que por diablo”. Intuye cuándo las
cosas se van a poner feas y es un habilidoso cazador. Kat se convierte en el
mejor amigo de Bäumer, una especie de mentor, incluso se podría decir que
adopta la figura de padre a lo largo del transcurso de la historia.

Müller

Müller es un compañero de clase de Paul y fue parte del campamento


de entrenamiento original bajo las órdenes de Himmelstoss. No tiene
vergüenza a la hora de mostrar sus sentimientos y deseos más básicos y
egoístas. Intenta ser el número uno. Su forma de actuar puede ser muy
impactante, aunque hace lo que cualquiera haría para sobrevivir.

Tjaden
Tjaden es un compañero de Paul y se presenta como alguien que quiere
probar todos los placeres de la vida. Tjaden tiene esta actitud desafiante en
contra de la autoridad y tiene varios enfrentamientos con el comandante
Himmelstoss, pues éste lo humilla, ya que Tjaden tiene incontinencia y por las
noches se orina encima. Tjaden se venga de Himmelstoss propinándole una
paliza cuando éste salía un poco borracho de un bar.

15
Albert Kropp

Es otro de los compañeros de clase de Paul, se caracteriza por tener las


ideas políticas más radicales en contra de las concepciones probelicistas de los
altos mandos militares. De alguna manera es el portavoz de lo que piensan los
demás jóvenes soldados y, por miedo a las represalias, no se atreven a
manifestar. Se puede decir que Kropp es el personaje a través del cual se
expresan las ideas de Remarque sobre la guerra y la desgracia y sufrimiento
que ésta produce.

3.2 In Stahlgewittern

Protagonista/ Yo narrador

Es el protagonista y narrador de la historia en primera persona, bajo el


cual se esconde el propio autor. Conociendo la biografía de Jünger se puede
obtener mucha información acerca del personaje.

En la obra se sitúa al yo narrador desde el inicio de la narración en el


frente. Teniendo en cuenta que se alista como voluntario se puede interpretar
que es un joven con grandes ansias de aventura y de gloria, reflejo de la
idiosincrasia de un cierto sector de la juventud alemana de la época. Considera
que la experiencia bélica es una oportunidad para lograr el honor y luchar por la
patria. De alguna manera representa al “gran patriota” que ama a su país.

Beim Anblick der von blühenden Kirschbäume bekränzten Neckarberge empfand ich ein
starkes Heimatgefühl. Wie schön war doch das Land, wohl wert, dafür zu bluten und zu
sterben. (Jünger 1978: 38)

En el frente expresa sus ansias por entrar en combate para demostrar


su valor y dejar la aburrida vida cotidiana del soldado:

Nach kurzem Aufenthalt beim Regiment halten wir gründlich die Illusionen verloren, mit
denen wir ausgegangen waren. Statt der erhofften Gefahren hatten wir Schmutz, Arbeit
und schlaflose Nächte vorgefunden, deren Bezwingung ein uns wenig liegendes
Heldentum erfordete. Schlimmer noch war die Langweile, die für den Soldaten
entnervender als die Nähe des Todes ist. (Jünger 1978: 16)

En otro fragmento de la obra se pone de manifiesto también su ferviente


anhelo y sentimiento de gozo por tomar parte en un gran combate como lo han
hecho otros de sus compañeros:

16
Ich beneidete nämlich die alten >>Löwen von Perthes<< um ihre Erlebnisse im
>>Hexenkessel<<, denen mich der Aufenthalt in Recouverence entzogen hatte. Wenn
daher die Kohlenkästen besonders scharf in unsere Ecke fuhren, fragte ich zuweilen
Kohl, der daran teilgenommen hatte:

>>Du, ist es jetzt wie bei Perthes?<<

Zu meiner Enttäuschung antwortete er jedesmal mit einer lässigen Handbewegung:

>>Noch lange nicht!<<

Als nun der Beschuß sich so verdichtete, dass unsere Lehmbank unter dem Bersten
der schwarzen Ungetüme zu schaukeln begann, brüllte ich ihm wieder ins Ohr:

>>Du, ist es jetzt wie bei Perthes?<<

Kohl war ein sehr gewissenhafter Soldat. Er stand zunächst auf, dah sich prüfend im
Kreise um und brüllte dann zu meiner Befriedigung zurück:

>>Jetzt kanns bald hinkommen!<<

Diese Antwort erfüllte mich mit einer närrischen Freude, bestätigte sie mir doch mein
erstes wirkliches Gefecht. (Jünger 1978: 32-33)

Se puede ver que el yo narrador es un militar convencido de su


profesión, a diferencia de Bäumer, el protagonista de Im Westen nichts Neues.
El lector podrá apreciar que no se siente identificado con él, a no ser que se
trate de alguien muy ligado al ejército con un marcado sentimiento patriótico.

El yo narrador tras ser ascendido a alférez parece perder la empatía con


los soldados rasos, categoría que él mismo había ostentado. Su interés pasa a
centrarse en los altos mandos que ostentan méritos y medallas. De manera
que la muerte de generales o tenientes le afecta muy personalmente:

Kaum hatte ich die nächste Schulterwehr passiert, als ein Mann hinter mir herstürzte
und hervorstieß, daß Tebbe an derselben Stelle soeben durch Kopfschuß gefallen sei.

Die Nachricht schlug mich vollends zu Boden. Ein Freund von hohen Eigenschaften,
mit dem ich jahrelang Freud, Leid und Gefahr geteilt und der mir vor wenigen Minuten
noch ein Scherzwort zugerufen hatte, sollte durch ein winziges Stück Blei sein
Ende gefunden haben! Ich sträubte mich, es zu fassen; doch war es leider nur zu
wahr. (Jünger 1978: 245)

El protagonista, a pesar de haber sido herido en múltiples ocasiones


(alrededor de once heridas), no pierde la ilusión por seguir combatiendo y
alcanzar el honor y la gloria. Para él cada herida es una especie de
condecoración más ganada defendiendo su país. El hecho de ser herido no lo
considera como algo negativo sino como algo que contribuye a aumentar su
espíritu heroico. “No hay muerte más bella que morir en la guerra” afirma al
principio de la obra. Seguramente le hubiera gustado añadir que no hay

17
condecoración más honrosa que la que permanece gravada en la piel para
siempre:

Nun hatte es mich endlich erwischt. Gleichzeitig mit der Wahrnehmung des Treffers
fühlte ich, wie das Geschoß ins Leben schnitt. Schon an der Straße vor Mory hatte ich
die Hand des Todes gespürt — diesmal griff er fester und deutlicher zu. Als ich schwer
auf die Sohle des Grabens schlug, hatte ich die Überzeugung, daß es unwiderruflich zu
Ende war. Und seltsamerweise gehört dieser Augenblick zu den ganz wenigen, von
denen ich sagen kann, daß sie wirklich glücklich gewesen sind. In ihm begriff ich, wie
durch einen Blitz erleuchtet, mein Leben in seiner innersten Gestalt. Ich spürte ein
ungläubiges Erstaunen darüber, daß es gerade hier zu Ende sein sollte, aber dieses
Erstaunen war von einer sehr heiteren Art. (Jünger 1978: 316-317)

Cualquier persona con sentido común que lea este testimonio de dicha
al aproximarse a las puertas de la muerte puede pensar que el protagonista
debe de padecer algún tipo de trastorno psíquico o que está muy manipulado.

18
4. UNA VISIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LA PRIMERA GUERRA
MUNDIAL (LA GRAN GUERRA)

10 de la mañana del 28 de junio de 1914 en Sarajevo, el automóvil


descubierto en el que iban el archiduque Francisco Fernando y su mujer Sofía
recorre junto al Appel entre una gran multitud de personas que se habían
acercado al lugar. El heredero al trono de los Habsburgo está de visita en la
ciudad para reforzar los lazos con Bosnia, de mayoría serbia, incorporada al
imperio en 1908. Durante este recorrido un artefacto explosivo explota contra el
cortejo imperial: el detonador salta rozando e hiriendo a Sofía y el mecanismo
explota en el coche escolta. Sin embargo, el archiduque decide ir al
ayuntamiento a visitar a los heridos. Una hora después, también en el coche
descubierto, otro agresor atenta contra el archiduque y su mujer con un
resultado fatal. Gavrilo Prinzip ataca a la pareja con un arma de fuego
hiriéndoles mortalmente. Con el asesinato del heredero se pretende golpear a
la monarquía austrohúngara.

El episodio, el casus belli que determina el estallido de la Primera Guerra


Mundial, no es en sí mismo más grave que otros atentados a miembros de las
familias reales de los que Europa ha sido testigo desde finales del siglo XIX.
Sin embargo Viena atribuye a la vecina Serbia, que desde mucho tiempo atrás
alimenta la oposición contra Austria de las poblaciones eslavas sometidas a los

19
Habsburgo, la responsabilidad del asesinato. La conclusión es un pretexto,
porque el atentado ha tenido lugar en territorio del imperio, los autores del
atentado son súbditos austriacos. No obstante, para Austria es la ocasión de
conseguir una solución radical del problema serbio. Y aunque Viena sigue
manifestando algunas dudas en dar los pasos que pueden conducir a la guerra,
ahí está su aliada Berlín.

De este modo el Imperio Austro-húngaro se deja arrastrar por la


Alemania de Guillermo II. Tras un primer momento de incertidumbre, el 23 de
julio de 1914, Viena presenta a Serbia un ultimátum de inaceptables
condiciones para un Estado soberano. Se espera de Belgrado la disolución de
todas las organizaciones políticas y patrióticas, la prohibición de cualquier
forma de propaganda anti austriaca y la participación de funcionarios imperiales
en las investigaciones gubernamentales en territorio serbio sobre las
responsabilidades del acto terrorista. Fortalecida por el apoyo de Rusia, Serbia
rechaza las condiciones y ordena la movilización general. Incitado por
Alemania, el Imperio Austro-húngaro responde con la declaración de la guerra
el 28 de julio de 1914. El mecanismo de las alianzas lleva a Berlín, Londres,
Moscú y París a coaliciones enfrentadas, y en la primera semana de agosto
Europa se precipita hacia la guerra.

El conflicto desatado por el atentado de Sarajevo se convierte en un


acontecimiento histórico sin precedentes por su extensión (alrededor de 20
países implicados), su enorme despliegue militar y la movilización de hombres
y recursos (70 millones de soldados), por la dimensión del sacrificio (9 millones
de militares muertos y alrededor de 1 millón de civiles) (cf. Astorri/Salvatdori
2002: 9-10)

Dos de las batallas más sangrientas y con mayor número de bajas


ocurrieron en Verdún y Somme, ambas en el frente oeste.

En la víspera de la Navidad de 1915, von Falkenhayn presenta un


memorándum al Káiser para una nueva ofensiva en el oeste. El objetivo del
ataque alemán es el campo fortificado de Verdún.

El 21 de febrero, después de que el mal tiempo obligue a retrasar el


ataque 10 días, la artillería alemana empieza a atacar las posiciones francesas.

20
Hacen pocos progresos, pero la moral de los franceses está por los suelos. Los
dos batallones del coronel Driant pierden 1.800 hombres de 2000 el primer día.
El 25 de febrero cae el batallón central de las defensas de Verdún, el fuerte
Douamont. Ese mismo día 25 de febrero, de Castelnau, comandante segundo
de Joffre, llega a Verdún y decide mantener la margen derecha a cualquier
precio, confiando el sector a Pétain. Éste lanza una serie de furiosos ataques
acompañados por los refuerzos. Ante la alternativa de detener la ofensiva o
prolongar el frente, Falkenhayn decide transformar Verdún en una gran batalla
de desgaste.

El 7 de junio capitula el fuerte de Vaux, y el 20 del mismo mes los


alemanes están a un paso de conquistar Souville con un impecable ataque de
gas. Sin embargo, a primeros de julio, Falkenhayn, preocupado por el frente de
Somme, ordena a los suyos pasar a la defensa.

La batalla del Somme es, en palabras de un oficial alemán, “la tumba de


barro del viejo ejército alemán”. Sin embargo, los aliados también pagan un
precio muy alto, en vidas y recursos por ganar unos pocos kilómetros de
territorio.

En diciembre de 1915, Joffre propone que el verano siguiente los


franceses e ingleses ataquen conjuntamente la zona del Somme. La idea es
conseguir desencadenar una violenta ofensiva que haga huir al ejército alemán.

21
El 1 de julio de 1916 los ingleses atacan. Por la tarde se encuentran
20.000 muertos y 40.000 heridos. Es el día más sangriento para el ejército
inglés.

A finales de verano, Falkenhayn, considerado el responsable del fracaso


de Verdún, es sustituido por Hindenburg. El ejército alemán desarrolla una
forma de defensa flexible y conforma una sólida línea fortificada en la
retaguardia.

En otoño el campo de batalla se convierte en un barrizal. Las lluvias


torrenciales transforman las trincheras en un lodazal, haciendo aún más
difíciles las condiciones de vida de los soldados. La batalla final, aplazada tres
días a causa de la lluvia, termina el 19 de noviembre. Las pérdidas entre
muertos y heridos son devastadoras: 620.000 anglo-franceses y 450.000
alemanes, todo ello para un avance de unos 10 kilómetros. (cf. Astorri/
Salvadori 2002: 95-96)

22
5. EL HORROR DE LA GUERRA

5.1. El horror de la guerra en el campo de batalla.

Como ya se ha podido apreciar, las batallas de Verdún y Somme fueron


dos verdaderos infiernos, pero no solo estas dos lo fueron. Incluso la batalla
más pequeña podía ser un gran infierno. Si nos fijamos en ambos autores, los
dos describen el campo de batalla como un lugar sangriento, un territorio donde
no existe la piedad ni la compasión. El enfrentamiento bélico convierte al
soldado en eso para lo que le entrenaron, o sea, en una máquina de matar. La
guerra hace aflorar lo peor del ser humano y le incita a exterminar a un
enemigo anónimo. Como señala Jünger en su novela: „Man tötete sich ohne
sich zu sehen“ (Jünger 1978: 241)

Una frase de un comandante alemán del régimen Nazi, Erich Hartmann,


resume muy bien el pensamiento de Remarque: “La guerra es un lugar donde
jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de
viejos que se conocen y se odian, pero no se matan3”

Stefan Westmann, un alemán que sirvió en la 29ª División de Infantería,


también hace una reflexión:

"¿Qué era eso por lo que nosotros, los soldados, nos apuñalábamos unos a otros, nos
estrangulábamos, nos cazábamos como perros rabiosos? ¿Qué es eso por lo que
combatimos hasta la muerte sin tener nada en contra los unos de los otros
4
personalmente? Al fin y al cabo éramos gente civilizada"

La injusticia, diría Remarque, la injusticia que ha hecho que millones de


soldados inocentes murieran en la guerra por un conflicto que ellos no
provocaron, ese es el verdadero horror de la guerra.

Remarque, a diferencia de Jünger es muy crítico con la guerra. No solo


critica la guerra en sí, sino también a los altos mandos y su poder dictatorial,
actitud crítica que no se refleja en In Stahlgewittern. Jünger contempla como
algo natural la supremacía de los altos cargos, ya que se lo han ganado con su
valentía y espíritu patriótico.

3
http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/viewtopic.php?f=10&t=7259
4
https://actualidad.rt.com/actualidad/view/121818-ineditas-entrevistas-veteranos-primera-guerra-
mundial?fb_comment_id=204116089797533_335576#f396bd511d88f18

23
Remarque quiere reflejar desde el principio el horror que supone la
guerra. Hombres jóvenes, adolescentes a los cuales se les ha privado de
desarrollar su juventud en condiciones normales, disfrutar de la vida, realizar
unos estudios o formar una familia, se encuentran en cuarteles obedeciendo
las órdenes tiránicas de sus superiores. Remarque comienza su obra en un
cuartel donde Bäumer y sus amigos realizan la instrucción. Es bastante posible
que incida en este tema, porque pudo haberlo vivido en primera persona al
haber sufrido los abusos de las autoridades militares. Es posible que los
abusos que refleja en su obra sean totalmente verídicos y su intención no sea
otra que denunciarlos. Jünger por el contrario, no hace ninguna mención a este
asunto al comenzar su obra directamente en el frente.

Remarque personifica el carácter tiránico de las autoridades militares en


el sargento Himmelstoss, suboficial cuya responsabilidad era instruir al grupo.
Himmelstoss era cartero de profesión, posiblemente de bajo rango y, al
parecer, había sufrido algún tipo de acoso laboral, lo que le llevaría a
ensañarse con los soldados. Himmelstoss se convirtió de alguna manera en la
pesadilla del grupo:

Kropp, Müller, Kemmerich und ich kamen zur neunten Korporalschaft, die der
UnteroffizierHimmelstoß führte.

Er galt als der schärfste Schinder des Kasernenhofes, und das war sein Stolz. Ein
kleiner, untersetzter Kerl, der zwölf Jahre gedient hatte, mit fuchsigem, aufgewirbeltem
Schnurrbart, im Zivilberuf Briefträger. Auf Kropp, Tjaden, Westhus und mich hatte er es
besonders abgesehen, weil er unsern stillen Trotz spürte.

Ich habe an einem Morgen vierzehnmal sein Bett gebaut. Immer wieder fand er etwas
daran auszusetzen und riß es herunter. Ich habe in zwanzigstündiger Arbeit – mit
Pausen natürlich – ein Paar uralte, steinharte Stiefel so butterweich geschmiert, daß
selbst Himmelstoß nichts mehr daran auszusetzen fand; – ich habe auf seinen Befehl
mit einer Zahnbürste die Korporalschaftsstube sauber geschrubbt; – Kropp und ich
haben uns mit einer Handbürste und einem Fegeblech an den Auftrag gemacht, den
Kasernenhof vom Schnee reinzufegen, und wir hätten durchgehalten bis zum Erfrieren,
wenn nicht zufällig ein Leutnant aufgetaucht wäre, der uns fortschickte und Himmelstoß
mächtig anschnauzte. Die Folge war leider nur, daß Himmelstoß um so wütender auf
uns wurde. Ich habe vier Wochenhintereinander jeden Sonntag Wache geschoben und
ebensolange Stubendienst gemacht; – ich habe in vollem Gepäck mit Gewehr auf
losem, nassem Sturzacker »Sprung auf, marsch, marsch« und »Hinlegen« geübt, bis
ich ein Dreckklumpen war und zusammenbrach; – ich habe vier Stunden später
Himmelstoß mein tadellos gereinigtes Zeug vorgezeigt, allerdings mit blutig geriebenen
Händen; – ich habe mit Kropp, Westhus und Tjaden ohne Handschuhe bei scharfem
Frost eine Viertelstunde »Stillgestanden« geübt, die bloßen Finger am eisigen
Gewehrlauf, lauernd umschlichen von Himmelstoß, der auf die geringste Bewegung
wartete, um ein Vergehen festzustellen; (Remarque 2014: 26-27)

Este carácter despótico que Remarque muestra está ligado a la


disciplina militar y a la obediencia. El soldado debe aprender a ser obediente,

24
sumiso y a tener respeto por los oficiales. Sin embargo Himmelstoss se excede
sobremanera en su autoridad con los pobres jóvenes reclutas.

Remarque incluye otro pasaje en relación con este abuso de autoridad


en el que es protagonista Tjaden, un compañero de Bäumer. Himmelstoss
aparece reflejado de nuevo como un tirano, casi un inquisidor. Si Remarque
resalta este aspecto puede ser que fuera víctima o testigo de situaciones
similares durante su etapa en el ejército:

Tjaden hat eine Hauptwut auf Himmelstoß, weil der ihn im Barackenlager auf seine
Weise erzogen hat. Tjaden ist Bettnässer, nachts beim Schlafen passiert es ihm eben.
Himmelstoß behauptet steif und fest, es sei nur Faulheit, und er fand ein seiner
würdiges Mittel, um Tjaden zu heilen. Er trieb in der benachbarten Baracke einen
zweiten Bettnässer auf, der Kindervater hieß. Den quartierte er mit Tjaden zusammen.
In den Baracken standen die typischen Bettgestelle, zwei Betten übereinander, die
Bettböden aus Draht. Himmelstoß legte beide
nun so zusammen, daß der eine (espacio)das obere, der andere das darunter
befindliche Bett bekam. Der untere war dadurch natürlich scheußlich daran. Dafür
wurde am nächsten Abend gewechselt, der untere kam nach oben, damit er Vergeltung
hatte. Das war Himmelstoß’ Selbsterziehung. (Remarque 2014: 45)

Un soldado al que se le humilla de tal manera, solo desarrollará odio5. El


abuso por parte de las autoridades militares que muchos soldados sufrían en
los campos de entrenamiento era verdaderamente insoportable.

La obra de Jünger comienza ya en el campo de batalla, ese lugar que


muchos temían y que sabían podía convertirse en la antesala de la muerte:

Für mich ist die Front ein unheimlicher Strudel. Wenn man noch weit entfernt von
seinem Zentrum im ruhigen Wasser ist, fühlt man schon die Saugkraft, die einen an sich
zieht, langsam, unentrinnbar, ohne viel Widerstand. (Remarque 2014: 52)

El campo de batalla era diferente en los distintos frentes. En el frente oeste el


campo de batalla constaba de trincheras, surcos excavados en el suelo, desde
los cuales los soldados combatían y también vivían. En el frente este, el campo
de batalla era normalmente un enfrentamiento en campo abierto, aunque la
trinchera también tenía importancia. En el frente de los Alpes, el campo de
batalla discurría entre montañas.

5
Este aspecto recuerda de alguna manera a una gran película que incide mucho en el tema del
abuso de los altos mandos, La chaqueta metálica, dirigida por Stanley Kubrick. En el citado film
el “educador” se ensaña con un soldado, humillándolo e incluso llegando al maltrato.

25
Si por algo se caracteriza la Primera Guerra Mundial es por la guerra de
trincheras, también llamada de posiciones. Este tipo de guerra ya era conocida,
habiéndose desarrollado anteriormente durante la Guerra de Secesión de
Estados Unidos.

La trinchera era el símbolo de la imposibilidad de imponerse un enemigo


a otro y del equilibrio sustancial de las fuerzas. La trinchera es un elemento de
asedio, que se había ido perfeccionando en diversos escenarios bélicos
durante el siglo XX y que se convirtió en el elemento principal de la guerra de
posiciones. (Astorri/ Salvadori 2002: 63)

Las primeras trincheras se construyeron de forma espontánea en Ypres


(Bélgica) en 1914, para unir entre sí los cráteres producidos por las bombas.
Un año después, la línea del frente se convirtió en una secuencia
ininterrumpida de trincheras que transcurrían sobre dos o tres líneas paralelas
conectadas entre sí. Entre las trincheras de los contendientes se extendía la
llamada “tierra de nadie” de unos 200 o 300 metros de extensión. En algunas
ocasiones, como ocurrió en la zona de Vilmy, la separación entre trincheras era
mínima, entre 10 o 30 metros. Los soldados pasaban la mayor parte de la
guerra en las trincheras, en donde las condiciones de vida eran precarias y la
higiene no existía. (cf. Astorri/ Salvadori 2002: 63)

La vida en la trinchera cambiaba mucho dependiendo de la línea en la que


estuviera un soldado, y había turnos para no saturar a los hombres. En la zona
de reserva la vida era más relajada, se realizaban trabajos de mantenimiento y
también se llevaban a cabo sesiones de adiestramiento. En esta zona se vivía
sin el miedo constante al fuego enemigo y a entrar en combate. Durante la
estancia en la reserva los mandos animaban a los reclutas a asearse (algo casi
inexistente en la primera línea) y a relajarse escribiendo a la familia con
tranquilidad. También había tiempo para la diversión, ya que existían burdeles
para soldados, los cuales hicieron un gran negocio durante la guerra. Sin
embargo, los oficiales se mostraban por lo general muy estrictos por el miedo a
las enfermedades venéreas entre las tropas.

En la segunda línea la tensión aumentaba, puesto que los soldados


podían ser llamados para reforzar la primera trinchera y el fragor de la batalla
era cercano. El trabajo diario también era más intenso, al tener que abastecer
26
constantemente a los compañeros de la primera línea, que era donde más
mantenimiento hacía falta. (cf. Eslava Galán 2014: 105-106)

Los soldados que estaban en la primera trinchera eran los que más trabajo
desempeñaban y los que soportaban mayor presión. Aunque la imagen que se
suele tener es la de constantes bombardeos, ráfagas de ametralladoras y el
grito de los compañeros muriendo, el día a día era bastante más tranquilo,
aunque no por ello mucho mejor. Lo habitual eran días fríos y aburridos sin
disparos, bombardeos ni ofensivas a pie, pero realmente duros.

El miedo a un ataque existía, pero era fácil predecirlos, ya que la artillería


tenía que realizar disparos de prueba para calibrar los cañones. Conforme
pasaron los años, las mejoras en observación, cálculo y el desarrollo de
tácticas de infiltración sí crearon un miedo constante a los ataques. De un
momento a otro podían caer sobre las cabezas de los soldados toneladas de
proyectiles. En la primera línea, el tiempo para dormir era escaso, provocando
así gran cansancio en los soldados. Por la noche, los soldados debían vigilar la
tierra de nadie en busca de enemigos y realizar labores de mantenimiento
como reparar alambradas o trincheras anegadas por la lluvia y destrozadas por
los bombardeos. Cualquier fisura debía repararse lo antes posible para seguir
en guardia un día más sabiendo que las defensas estaban en perfecto estado.

Las condiciones también dependían del rango, del frente y del ejército. Los
oficiales disfrutaban de más descansos y comodidades. Éstos vivían en
pequeños abrigos fortificados y resguardados de los proyectiles. Las
condiciones variaban mucho dependiendo de estos factores, pero en general la
vida era incómoda, aburrida y muy dura, siempre pensando en el enemigo y en
volver a casa.

Moverse por esos serpenteantes pasadizos de suelo fangoso y repletos de


soldados era agotador, por no hablar de las largas horas en las que no ocurría
nada en las que la mente intentaba mantenerse cuerda sobreponiéndose a los
horrores del combate.

La imagen de la trinchera es aún hoy terrorífica, y su horror se resume


en ser el lugar de la pasividad cotidiana del soldado y, al mismo tiempo lugar de
espera del asalto final. Una carrera que llevaba a los soldados a una muerte

27
terrible a manos de la ametralladora o de una alambrada. (cf. Astorri/ Salvadori
2002: 63)

En el frente oeste, en el cual combatieron los dos autores que nos


ocupan, los soldados practicaban la guerra de trincheras.

¿Qué debía de sentir un soldado dentro de un agujero mientras el


enemigo ataca?, ¿Cómo afectaba eso a un soldado?:

Das Gewitter der Geschütze verstärkt sich zu einem einzigen dumpfen Dröhnen und
zerfällt dann wieder in Gruppeneinschläge. Die trockenen Salven der
Maschinengewehre knarren. Über uns ist die Luft erfüllt von unsichtbarem Jagen,
Heulen, Pfeifen und Zischen. Es sind

kleinere Geschosse; – dazwischen orgeln aber auch die großen Kohlenkästen, die ganz
schweren Brocken durch die Nacht und landen weit hinter uns. Sie haben einen
röhrenden, heiseren, entfernten Ruf, wie Hirsche in der Brunft, und ziehen hoch über
dem Geheul und Gepfeife der kleineren Geschosse ihre Bahn. (Remarque 2014: 55-56)

¿Qué se sentía dentro de la trinchera cuando esto ocurría? Un soldado


dentro de una trinchera, en la noche oscura, viendo como el cielo se ilumina y
unos segundos después un gran estruendo rompe el silencio de la noche,
escuchando las pequeñas explosiones de los rifles al disparar o sintiendo el
temblor de la tierra, lo único que se podía sentir era miedo.

Las descripciones de Jünger resultan muy gráficas a la hora de hablar


de sus acciones en las trincheras. Se podría decir que demasiado explícitas, ya
que no censura ningún detalle por violento o sangriento que sea.

En la obra de Jünger resulta curioso que se compara la vida en la


trinchera con la de los topos: „Als der Morgen graute, war ich bleich und
lehmbeschmiert wie die anderen; es war mir, als hätte ich dieses
Maulwurfsleben schon monatelang geführt.“ (Jünger 1978: 12)

A diferencia de Remarque, la obra de Jünger parece reflejar de modo


veraz las vivencias del autor. Im Westen nichts Neues es más una obra de
ficción en la cual pudo incluir episodios de sus propias vivencias. Jünger, por su
parte, describe numerosas escenas escabrosas de la vida cotidiana en las
trincheras que pueden llegar a herir la sensibilidad del lector:

Ich sprang im Morgennebel aus dem Graben und stand vor einer
zusammengeschrumpften französichen Leiche. Fischartiges, verwestes Fleisch

28
leuchtete grünlichweiß aus der zerfetzten Uniform. Mich umwendend, prallte ich
entsetzt zurück. [...]

Ein anderer saß, den Oberkörper nach vorn über die Beine geklappt, als ob er eben
zusammengebrochen wäre. Ringsumher lagen noch Dutzende von Leichen, verwest,
verkalkt, zu Mumien gedörrt, in unheimlichem Totentanz erstarrt. Die Franzosen
mussten monatelang neben den gafallenen Kameraden ausgehalten haben, ohne sie
zu bestatten. (Jünger 1978:. 28)

Jünger no escatima en detalles cuando describe un campo repleto de


cadáveres. A diferencia de otros soldados parece contemplar con
distanciamiento las crudas escenas de cadáveres en descomposición. Parece
que otros soldados se habrían sentido más conmovidos al ser testigos de tales
atrocidades.

Antes de las navidades de 1914, Jünger recrea en un pasaje las terribles


condiciones en las que se vivía en las trincheras al estar enterrados en el lodo
y la suciedad:

Die Witterung wurde gegen Weihnachten immer trostloser; mir mussten Pumpen im
Graben aufstellen, um des Wassers eingermaßen Herr zu werden. Während dieser
Schlammperiode stiegen auch unsere Verluste bedeutend an. [...] Und unter 23.
Dezember steht: Schlamm und Dreck nehmen überhand. [...] Unser Graben versäuft
rettunglos, der Schlick steht bis an den Nabel, es ist zum Verzweifeln. Am rechten
Flügel kommt ein Toter zum Vorschein, vorläufig nur mit den Beinen>> (Jünger 1978:
65)

Dos años después volvieron a sufrir otro caso de inundación en las


trincheras de magnitudes similares:

Von den Anstrengungen dieses gewaltigen Tages erschöpft, setzten wir uns bis auf die
zur Wache eingeteilten Posten in unsere Löcher. Ich zog mir den zerfetzten Mantel
meines toten Nebenmannes über den Kopf und verfiel in einen unruhigen Schlaf. Zur
Zeit der Dämmerung erwachte ich fröstelnd und entdeckte, daß ich mich in einer
betrüblichen Lage befand. Es regnete in Strömen, und die Rinnsale der Straße
ergossen sich in die Tiefe meines Sitzloches. Ich errichtete einen kleinen Damm und
schöpfte meinen Ruheort mit dem Kochgeschirrdeckel aus. Mit dem Steigen der
Rinnsale setzte ich meinem Erdwerk eine Krone nach der anderen auf, bis endlich der
schwache Bau dem wachsenden Druck wich und ein schmutziger Strom das Sitzloch
gurgelnd bis obenhin füllte. Während ich mich bemühte, aus dem Schlamm Pistole und
Stahlhelm zu angeln, trieben Tabak und Brot den Straßengraben entlang, dessen
übrigen Bewohnern es ähnlich ergangen war. Zitternd und frierend, ohne einen
trockenen Faden am Leibe, standen wir in dem Bewußtsein, der nächsten Beschießung
völlig deckungslos ausgesetzt zu sein, im Schlamm der Straße. Es war ein erbärmlicher
Vormittag. Wieder machte ich die Erfahrung, daß kein Artilleriefeuer die
Widerstandskraft so gründlich zu brechen vermag wie Nässe und Kälte. (Jünger 1978:
194)

El clima no ayudaba y las lluvias torrenciales constituían un enemigo


común para ambos bandos. Inundaban las trincheras y los días de humedad
dejaban el suelo lleno de barro, el cual se mezclaba con los excrementos y los

29
cadáveres en descomposición (no siempre había tiempo para enterrar
compañeros o enemigos). El problema llegaba cuando las ratas acudían en
masa a un escenario perfecto para ellas y aparecía la disentería, fruto de las
penosas condiciones higiénicas.

Remarque relata de un caso de infestación de ratas en su trinchera:

Wir müssen auf unser Brot achtgeben. Die Ratten haben sich sehr vermehrt in der
letzten Zeit, seit die Gräben nicht mehr recht in Ordnung sind. Detering behauptet, es
wäre das sicherste Vorzeichen für dicke Luft.

Die Ratten hier sind besonders widerwärtig, weil sie so groß sind. Es ist die Art, die man
Leichenratten nennt. Sie haben scheußliche, bösartige, nackte Gesichter, und es kann
einem übel werden, wenn man ihre langen, kahlen Schwänze sieht. Sie scheinen recht
hungrig zu sein. Bei fast allen haben sie das Brot angefressen. Kropp hat es unter
seinem Kopf fest in die Zeltbahn gewickelt, doch er kann nicht schlafen, weil sie ihm
über das Gesicht laufen, um heranzugelangen. (Remarque 2014: 92)

A parte de transmitir enfermedades, las ratas acudían a las trincheras


atraídas por la comida de los soldados. A los soldados de las trincheras les
repugnaban, no obstante, en numerosas ocasiones se convertían en objeto de
diversión, más que nada para contribuir a mejorar el ánimo de los soldados:
“Tagsüber machen wir Wettschießen auf Ratten und lungern umher”.
(Remarque 2014: 93)

Las frías noches en la primera línea sobre un suelo húmedo e infestado de


bacterias y ratas provocaron el pie de trinchera, muy común al comienzo de la
guerra. Su expansión se debió a que las botas de los soldados no estaban
preparadas para soportar la humedad y el frío durante tanto tiempo.

El pie de trinchera y otras enfermedades parecidas dejaron a muchos


soldados sin dedos, pies o manos. Era muy normal que con esas condiciones
las extremidades se infectaran y desarrollasen gangrena.

30
Cuando las enfermedades coincidían con grandes ofensivas es cuando las
enfermerías se desbordaban y los cadáveres poblaban las trincheras. Era muy
extraño que un soldado pasara los cuatro años de guerra sin recibir uno o
varios disparos, y sobrevivir a heridas graves entre tantas bacterias era casi un
milagro. (cf. Bermúdez 2015)

Sin duda, la vida en las trincheras era dura y ambos autores lo reflejan en
sus obras. Había que tener una mente muy bien preparada para poder soportar
todo ello.

En lo que a ataques se refiere, ambos autores hablan de experiencias


muy duras y trágicas. Jünger lo hace de nuevo con gran detalle. Remarque lo
muestra a través de los ojos de Bäumer, aunque puede que él también lo
viviese. Hay una gran diferencia cuando los dos autores narran los hechos.
Jünger lo hace de una manera muy neutra y objetiva, pero a la vez épica. Sin
embargo no se olvida del terror que produce la guerra. Si describe el terror, lo
hace para hacer ver que el soldado debe de superar sus miedos para proteger
a su patria y su honor. Quiere resaltar esos momentos para los que el soldado
ha sido preparado, en los que debe demostrar su valor. Se aprecia que lo hace
con ánimo de mostrar a los lectores que la guerra es el lugar donde se
demuestra la audacia. Por otro lado, Remarque, sin llegara ser tan explícito, a
través del personaje de Bäumer, narra hechos similares a los de Jünger pero
muestra otro enfoque. Si Jünger resalta lo épico, Remarque resalta lo atroz,
esos momentos en los que el ser humano recurre a sus instintos más básicos
para mantenerse vivo. Pero en ningún momento glorifica la guerra, ya que no lo
considera el lugar donde se va a demostrar la valía, sino el lugar donde
simplemente se va a matar y a morir.

Jünger narra un hecho en el que se puede apreciar el miedo que sintió el


yo narrador al vivirlo y como tuvo que actuar para salir adelante:

Halb betäubt richtete ich mich auf. Aus dem großen Trichter strahlten in Brand
geschossene Maschinengewehrgurte ein grelles rosa Licht. Es beleuchtete den
schwelenden Qualm des Einschlages, in dem sich ein Haufen schwarzer Körper wälzte,
und die Schatten der nach allen Seiten auseinanderstiebenden Überlebenden.
Gleichzeitig ertönte ein vielfaches, grauenhaftes Weh- und Hilfegeschrei. Die wälzende
Bewegung der dunklen Masse in der Tiefe des rauchenden und glühenden Kessels riß
wie ein höllisches Traumbild für eine Sekunde den äußersten Abgrund des Schreckens
auf.

31
Nach einem Augenblick der Lähmung, des starren Entsetzens sprang ich auf
und rannte wie alle anderen blindlings in die Nacht Erst in einem Granatloch, in das ich
kopfüber gestürzt war, erfaßte ich, was vorgegangen war. — Nichts mehr hören und
sehen, nur fort von hier, weg in die tiefe Dunkelheit! — Aber die Leute! Ich mußte mich
um sie kümmern, mir waren sie anvertraut. — Ich zwang mich an den schrecklichen
Ort zurück. Unterwegs traf ich den Füsilier Haller, der bei Regniéville das
Maschinengewehr erbeutet hatte, und nahm ihn mit.

Die Verwundeten stießen noch immer ihre furchtbaren Schreie aus. Einige kamen auf
mich zugekrochen und jammerten, als sie meine Stimme erkannten: »Herr Leutnant,
Herr Leutnant!« Einer meiner liebsten Rekruten, Jasinski, dem ein Splitter den
Schenkel zerknickt hatte, klammerte sich an meine Beine. Meiner Ohnmacht
fluchend, klopfte ich ihm ratlos auf die Schulter. Solche Augenblicke graben sich ein.
(Jünger 1978: 252-253)

El protagonista de In Stahlgewittern, siente inicialmente pánico ante el


enfrentamiento bélico, como cualquier otro soldado. Sin embargo, en esos
duros momentos recuerda también a su grupo, que es alférez y que debe de
cuidar de sus hombres, por lo que decide volver. Lo que Jünger parece querer
manifestar con ello, es que tanto el deber como el honor priman sobre el miedo
que se siente. Quiere mostrar que la guerra es cruenta, pero ante todo hay que
mantenerse firme ante las adversidades del combate. Transmite la idea de que
no sería honroso abandonar a sus hombres a su suerte mientras que él busca
un refugio donde ponerse a salvo. Quizás muchos altos rangos hicieron lo
contrario, pero Jünger se mantiene respetuoso ante su juramento de defender
a su patria y todo lo que ello conlleva. Muestra que regresa a ese lugar que
había calificado de infernal en busca de sus hombres, derrocha valentía y
honor.

Pero, ¿qué visión se ofrece en Im Westen nichts Neues?

Remarque, como se refleja en este pasaje, resulta mucho más crítico


con la realidad de la guerra. No solo muestra el sufrimiento humano y de los
caballos, sino también la destrucción del entorno natural:

Irgendwo hat es mächtig eingehauen. Man hört Schreien zwischen den Einschlägen.

Endlich wird es ruhig. Das Feuer ist über uns hinweggefegt und liegt nun auf den letzten
Reservegräben. Wir riskieren einen Blick. Rote Raketen flattern am Himmel.
Wahrscheinlich kommt ein Angriff. […]

Er trollt sich. Es wird stiller, doch das Schreien hört nicht auf. »Was ist los, Albert?«
frage ich.
»Drüben haben ein paar Kolonnen Volltreffer gekriegt.«
Das Schreien dauert an. Es sind keine Menschen, sie können nicht so furchtbar
schreien.
Kat sagt: »Verwundete Pferde.«

32
Ich habe noch nie Pferde schreien gehört und kann es kaum glauben. Es ist der
Jammer der Welt, es ist die gemarterte Kreatur, ein wilder, grauenvoller Schmerz, der
da stöhnt. Wir sind bleich. Detering richtet sich auf. »Schinder, Schinder! Schießt sie
doch ab!« [...]

Wir können alle etwas vertragen. Hier aber bricht uns der Schweiß aus. Man möchte
aufstehen und fortlaufen, ganz gleich wohin, nur um das Schreien nicht mehr zu hören.
Dabei sind es doch keine Menschen, sondern nur Pferde. (Remarque 2014: 58-60)

Si en el pasaje anterior ya se reflejaba de manera explícita el horror de la


guerra, en el siguiente hay aún más muestras de crueldad. Un soldado raso
como Bäumer se ve envuelto en un ataque enemigo, durante el cual llueven
obuses que hacen temblar la tierra. La escena resulta dramática y más aún
cuando habla de la lluvia de muertos que estaban enterrados en el campo de
batalla. El simple hecho de ver como los camaradas muertos en combate, los
cuales ya deberían de descansar en paz, vuelan por los aires, algunos de ellos
hechos pedazos, asemeja a la guerra con el infierno. Los soldados sufren un
deterioro tanto físico como mental.

In diesem Augenblick pfeift es hinter uns, schwillt, kracht, donnert. Wir haben uns
gebückt – hundert Meter vor uns schießt eine Feuerwolke empor.

In der nächsten Minute hebt sich ein Stück Wald unter einem zweiten Einschlag
langsam über die Gipfel, drei, vier Bäume segeln mit und brechen dabei in Stücke.
Schon zischen wie Kesselventile die folgenden Granaten heran – scharfes Feuer –

»Deckung!« brüllt jemand – »Deckung!« – Die Wiesen sind flach, der Wald ist zu weit
und gefährlich; – es gibt keine andere Deckung als den Friedhof und die Gräberhügel.
Wir stolpern im Dunkel hinein, wie hingespuckt klebt jeder gleich hinter einem Hügel.
[...]

Der Wald verschwindet, er wird zerstampft, zerfetzt, zerrissen. Wir müssen hier auf dem
Friedhof bleiben.

Vor uns birst die Erde. Es regnet Schollen. Ich spüre einen Ruck. Mein Ärmel ist
aufgerissen durch einen Splitter. Ich balle die Faust. Keine Schmerzen. Doch das
beruhigt mich nicht, Verletzungen schmerzen stets erst später. Ich fahre über den Arm.
Er ist angekratzt, aber heil. Da knallt es gegen meinen Schädel, daß mir das
Bewußtsein verschwimmt. Ich habe den blitzartigen Gedanken: Nicht ohnmächtig
werden!, versinke in schwarzem Brei und komme sofort wieder hoch. Ein Splitter ist
gegen meinen Helm gehauen. [...]

Vor mir ist ein Loch aufgerissen, ich erkenne es undeutlich. Granaten treffen nicht leicht
in denselben Trichter, deshalb will ich hinein. Mit einem Satze schnelle ich mich lang
vor, flach wie ein Fisch über den Boden, da pfeift es wieder, rasch krieche ich
zusammen, greife nach der Deckung, fühle links etwas, presse mich daneben, es gibt
nach, ich stöhne, die Erde zerreißt, der Luftdruck donnert in meinen Ohren, ich krieche
unter das Nachgebende, decke es über mich, es ist Holz, Tuch, Deckung, Deckung,
armselige Deckung vor herabschlagenden Splittern.

Ich öffne die Augen, meine Finger halten einen Ärmel umklammert, einen Arm. Ein
Verwundeter? Ich schreie ihm zu, keine Antwort – ein Toter. Meine Hand faßt weiter, in
Holzsplitter, da weiß ich wieder, daß wir auf dem Friedhof liegen. (Remarque 2014: 61-
62-63)

33
Remarque continúa describiendo la crueldad de la guerra a través de la
escena de un joven recluta que sufre heridas de gran alcance:

Der am Boden ist ein Rekrut. Seine Hüfte ist blutverschmiert; er ist so erschöpft, daß ich
nach meiner Feldflasche greife, in der ich Rum mit Tee habe. Kat hält meine Hand
zurück und beugt sich über ihn: »Wo hat’s dich erwischt, Kamerad?«

Er bewegt die Augen; er ist zu schwach zum Antworten.

Wir schneiden vorsichtig die Hose auf. Er stöhnt. »Ruhig, ruhig, es wird ja besser – «
Wenn er einen Bauchschuß hat, darf er nichts trinken. Er hat nichts erbrochen, das ist
günstig. Wir legen die Hüfte bloß. Sie ist ein einziger Fleischbrei mit Knochensplittern.
Das Gelenk ist getroffen. Dieser Junge wird nie mehr gehen können. [...]

Man kann nicht erkennen, ob er verstanden hat; er wimmert wie ein Kind hinter uns her:
»Nicht weggehen –« Kat sieht sich um und flüstert: »Sollte man da nicht einfach einen
Revolver nehmen, damit es aufhört?« Der Junge wird den Transport kaum überstehen,
und höchstens kann es noch einige Tage mit ihm dauern. Alles bisher aber wird nichts
sein gegen diese Zeit, bis er stirbt. Jetzt ist er noch betäubt und fühlt nichts. In einer

Stunde wird er ein kreischendes Bündel unerträglicher Schmerzen werden. Die Tage,
die er noch leben kann, bedeuten für ihn eine einzige rasende Qual. [...]

Kat schüttelt den Kopf. »So junge Kerle« – Er wiederholt es: »So junge, unschuldige
Kerle –« (Remarque 2014:.66-67-68)

Remarque muestra cómo este joven recluta, alguien posiblemente más


joven que el propio Bäumer, sufre de manera espantosa. Esa agonía sumada a
los espantosos dolores de las heridas deja ver de nuevo que la guerra se lleva
consigo tanto a jóvenes como a veteranos. Es interesante ver como Remarque
pone en boca de Kat, un soldado que ronda los cuarenta años, la expresión de
“Chicos tan jóvenes e inocentes” para referirse a sus compañeros de menor
edad. Puede ser que Remarque utilice a Kat para hacer ver como un hombre
mayor es testigo de cómo chicos jóvenes perecen de manera absurda a su
alrededor. Estas palabras quizás reflejen el pensamiento del propio Remarque,
que al escribir la novela ya contaba con 32 años, al recordar aquellos hechos
de los que pudo ser testigo. En la novela siempre se refleja una postura
claramente antibelicista.

Estos fragmentos narran momentos especialmente dramáticos en el


campo de batalla, no obstante los que narra Remarque resultan mucho más
impactantes, puesto que la visión de Bäumer es mucho más subjetiva y trata el
horror que los jovencísimos soldados sufren.

34
Estos ataques, como anteriormente se ha mencionado, no eran muy
comunes. La línea de la primera trinchera era intensa y nadie quería pasar
mucho tiempo en ella, pero muchas veces resultaba aburrida. Sin embargo, los
ataques con proyectiles como obuses eran muy comunes. El verdadero terror
llegó de la mano de otro tipo de artefactos, las granadas de gas venenoso.
Cuando se habla de gases, se piensa instintivamente en la Primera Guerra
Mundial.6 El gas se empleó masiva y sistemáticamente en los frentes. La
primera potencia en emplear esta arma fue Francia. Ya el 6 de agosto de 1914
se lanzaban granadas de gas irritante contra los alemanes. También los
alemanes utilizaron los gases, por ejemplo en la batalla de Neuve-Chapelle, el
27 de octubre del mismo año. El gas venenoso era conocido como la “muerte
silenciosa”, pues no se percibía ningún sonido cuando aparecía en el campo de
batalla. Este gas podía ser confundido con la niebla que a veces flotaba en los
campos de batalla, por lo que los soldados, como medida de precaución,
llevaban siempre consigo una máscara de gas. También se crearon máscaras
de gas para los animales (caballos, perros,…).

Muchas veces las palabras “a cubierto” o “al ataque” no eran las más
temidas por los soldados, sin embargo la palabra que causaba pesadillas era
“gas”.

6
La utilización de armas químicas, prohibida por la convención internacional de La Haya, es
signo del grado de violencia al que se llegó en la Primera Guerra Mundial. (cf. García Olea
2015:52, como se cita en Audoin-Rouzeau 2003: 39)

35
Ambos autores muestran en sus obras los crueles ataques de gas y sus
terribles consecuencias. Tan solo con los gritos de pánico del soldado, se
puede apreciar el ambiente de psicosis que se generaba entre los
combatientes:

Überall, wo im Trümmergewirr eine Menschenseele hauste, erscholl der langgezogene


Schrei:

»Gasangriff! Gasangriff! Gas! Gaas! Gaaas!«

Im Schein der Leuchtkugeln wälzte sich ein blendender Gasstrom durch das schwarze
Zinnenwerk des Gemäuers dahin. Da sich auch im Bergwerk starker Chlorgeruch
bemerkbar machte, zündeten wir vor den Eingängen große Strohfeuer an, deren

beizender Qualm uns fast aus unserem Zufluchtsort vertrieb und uns zwang, die Luft
durch Schwenken von Mänteln und Zeltbahnen zu reinigen.

Am nächsten Morgen konnten wir im Dorf die Spuren bestaunen, die das Gas
hinterlassen hatte. Ein großer Teil aller Pflanzen war verwelkt, Schnecken und
Maulwürfe lagen tot umher, und den in Monchy untergebrachten Pferden der
Meldereiter lief das Wasser aus Maul und Augen. Die überall verstreuten Geschosse
und Granatsplitter waren von einer

schönen grünen Patina bereift. Selbst in Douchy hatte sich die Wolke noch bemerkbar
gemacht. Die Zivilisten, denen die Sache unheimlich wurde, versammelten sich vor dem
Quartier des Obersten von Oppen und verlangten Gasmasken. (Jünger 1978: 93-94)

Además, las consecuencias eran devastadoras con los animales y las


plantas:

In Monchy sahen wir vor dem Revier eine Menge von Gaskranken sitzen, die sich die
Hände in die Seiten preßten, stöhnten und würgten, während ihnen das Wasser aus
den Augen lief. Die Sache war keineswegs harmlos, denn einige von ihnen starben
wenige Tage darauf nach furchtbaren Schmerzen. Wir hatten einen Blasangriff von
reinem Chlor auszuhalten gehabt, einem Kampfgas, das durch Ätzen und Verbrennen
der Lunge wirkt. Von diesem Tage an beschloß ich, nie ohne Gasmaske auszugehen,
denn bisher hatte ich oft in unglaublichem Leichtsinn die Maske im Unterstand
gelassen, um in der Büchse wie in einer Botanisiertrommel Butterbrote mitzunehmen.
Nun hatte mich der Augenschein belehrt. (Jünger 1978: 92)

Remarque también narra en su obra como Bäumer y sus compañeros se


enfrentan a un ataque de gas:

[…] ich wende den Kopf, in sekundenkurzem Licht starre ich in das Gesicht
Katczinskys, er hat den Mund weit offen und brüllt, ich höre nichts, er rüttelt mich,
nähert sich; in einem Moment Abschwellen erreicht mich seine Stimme: »Gas – Gaaas
– Gaaas! – Weitersagen!«

Ich reiße die Gaskapsel heran. Etwas entfernt von mir liegt jemand. Ich denke an nichts
mehr als an dies: Der dort muß es wissen: »Gaaas – Gaaas -!«

Ich rufe, schiebe mich heran, schlage mit der Kapsel nach ihm, er merkt nichts – noch
einmal, noch einmal – er duckt sich nur – es ist ein Rekrut – ich sehe verzweifelt nach
Kat, er hat die Maske vor – ich reiße meine auch heraus, der Helm fliegt beiseite, sie
streift sich über mein Gesicht, ich erreiche den Mann, am nächsten liegt mir seine

36
Kapsel, ich fasse die Maske, schiebe sie über seinen Kopf, er greift zu – ich lasse los –
und liege plötzlich mit einem Ruck im Trichter.

Der dumpfe Knall der Gasgranaten mischt sich in das Krachen der Explosivgeschosse.
Eine Glocke dröhnt zwischen die Explosionen, Gongs, Metallklappern künden überallhin
– Gas – Gas – Gaas – Hinter mir plumpst es, einmal, zweimal. Ich wische die
Augenscheiben meiner Maske vom Atemdunst sauber. Es sind Kat, Kropp und noch
jemand. Wir liegen zu viert in schwerer, lauernder Anspannung und atmen so schwach
wie möglich.

Die ersten Minuten mit der Maske entscheiden über Leben und Tod: ist sie dicht? Ich
kenne die furchtbaren Bilder aus dem Lazarett: Gaskranke, die in tagelangem Würgen
die verbrannten Lungen stückweise auskotzen. (Remarque 2014: 63-64)

Al igual que Jünger, Remarque también describe a Kat gritando y dando


aviso de un ataque de gas. Kat chilla con la cara desencajada, con verdadero
pánico a sabiendas del peligro. Ambos autores coinciden en los efectos
devastadores del gas.

No se sabe, a ciencia cierta, si Remarque sufrió en propias carnes algún


ataque de gas, pero se asemeja mucho a la visión de Jünger, así que es
posible que, o bien hubiera estado presente en alguno de estos ataques, o que
algún soldado afectado por el gas le hubiese relatado sus vivencias al respecto
durante su ingreso en el hospital.

Hay una variante del enfrentamiento bélico, que también aparece


recogido en las dos obras, y para el que los soldados realmente no estaban
entrenados psicológicamente, el combate cuerpo a cuerpo (Nahkampf). Este
tipo de enfrentamiento era mucho más duro que los realizados a distancia. En
este caso el soldado podía ver la cara del enemigo mientras muere y sentir su
aliento. Muchos soldados solían llevar fotografías de sus familias, no sólo para
recordarles y tenerles presentes durante la guerra, sino también para crear un
vínculo afectuoso con el atacante, para que éste viera que era una persona
como él y no le matase. Ambos autores narran un combate cuerpo a cuerpo y
como se sintieron los protagonistas del mismo.

En In Stahlgewittern se relata un enfrentamiento cuerpo a cuerpo del yo


narrador con un oficial enemigo. Finalmente decide no matarlo, al ver que
estaba muy asustado y que no tenía intención de atacarlo. La foto que le
muestra con su familia también influye en esta decisión. Jünger parece querer
mostrar con este episodio el lado más humano y honorable del protagonista.

37
Es war eine Erlösung, den Widersacher endlich greifbar zu sehen. Ich setzte die
Mündung an die Schläfe des vor Angst Gelähmten, die andere Faust in seinen
Uniformrock krallend, der Orden und Rangabzeichen trug. Ein Offizier; er mußte in
diesen Gräben kommandiert haben. Mit einem Klagelaut griff er in seine Tasche, aber
er zog keine Waffe, sondern ein Lichtbild aus ihr hervor, das er mir vor die Augen hielt.
Ich sah ihn darauf, von einer vielköpfigen Familie umgeben, auf einer Terrasse stehen.

Das war eine Beschwörung aus einer versunkenen, unglaublich fernen Welt. Ich habe
es später als ein großes Glück betrachtet, daß ich ihn losließ und weiter vorstürzte.
Gerade dieser eine erschien mir noch oft im Traum. Das ließ mich hoffen, daß er die
Heimat wiedergesehen hat. (Jünger 1978: 262-263)

Posiblemente el protagonista sintió en ese momento ese aspecto que


Remarque mostraba a través del personaje de Kropp “Wir sind doch hier, um
unser Vaterland zu verteidigen. Aber die Franzosen sind doch aich da, um ihr
Vaterland zu verteidigen. Wer hat nun recht?”. El protagonista de la novela de
Jünger da muestras de empatía con el oficial enemigo.

No obstante, el honor era en realidad un valor que escasearía mucho


durante la Primera Guerra Mundial.

En el caso de Remarque, como se puede apreciar, utiliza varias páginas


de su obra para explicar las sensaciones de Bäumer al matar a un enemigo
cuerpo a cuerpo. Se puede incluso sentir el dolor que Paul Bäumer sufre al dar
muerte a su rival en el campo de batalla. Para ello el autor introduce un
monólogo interior del personaje que permite percibir el terrible nerviosismo y
horror que está sufriendo. Se refleja como un acto fruto del instinto de
supervivencia. Se da cuenta de que el adversario es un hombre como él, se fija
en sus facciones, en su ropa y en las fotos que lleva consigo, en las que
aparece su familia.

Gerade will ich mich etwas umdrehen, da poltert es, und schwer und klatschend fällt ein
Körper zu mir in den Trichter, rutscht ab, liegt auf mir – Ich denke nichts, ich fasse
keinen Entschluß – ich stoße rasend zu und fühle nur, wie der Körper zuckt und dann
weich wird und zusammensackt. Meine Hand ist klebrig und naß, als ich zu mir komme.

Der andere röchelt. Es scheint mir, als ob er brüllt, jeder Atemzug ist wie ein Schrei, ein
Donnern – aber es sind nur meine Adern, die so klopfen. Ich möchte ihm den Mund
zuhalten, Erde hineinstopfen, noch einmal zustechen, er soll still sein, er verrät mich;
doch ich bin schon so weit zu mir gekommen und auch so schwach plötzlich, daß ich
nicht mehr die Hand gegen ihn heben kann.

So krieche ich in die entfernteste Ecke und bleibe dort, die Augen starr auf ihn gerichtet,
das Messer umklammert, bereit, wenn er sich rührt, wieder auf ihn loszugehen – aber er
wird nichts mehr tun, das höre ich schon an seinem Röcheln. (Remarque 2014: 191-
192)

Da schlägt er die Augen auf. Er muß mich noch gehört haben und sieht mich mit einem
Ausdruck furchtbaren Entsetzens an. (Remarque 2014: 193)

38
Es ist der erste Mensch, den ich mit meinen Händen getötet habe, den ich genau sehen
kann, dessen Sterben mein Werk ist. Kat und Kropp und Müller haben auch schon
gesehen, wenn sie jemand getroffen haben, vielen geht es so, im Nahkampf ja oft –
Aber jeder Atemzug legt mein Herz bloß. Dieser Sterbende hat die Stunden für sich, er
hat ein unsichtbares Messer, mit dem er mich ersticht: die Zeit und meine Gedanken.

Ich würde viel darum geben, wenn er am Leben bliebe. Es ist schwer, dazuliegen und
ihn sehen und hören zu müssen. Nachmittags um drei Uhr ist er tot. (Remarque 2014:
196-197)

Das Schweigen dehnt sich. Ich spreche und muß sprechen. So rede ich ihn an und
sage es ihm. »Kamerad, ich wollte dich nicht töten. Sprängst du noch einmal hier hinein,
ich täte es nicht, wenn auch du vernünftig wärest. Aber du warst mir vorher nur ein
Gedanke, eine Kombination, die in meinem Gehirn lebte und einen Entschluß hervorrief
– diese Kombination habe ich erstochen. Jetzt sehe ich erst, daß du ein Mensch bist
wie ich. Ich habe gedacht an deine Handgranaten, an dein Bajonett und deine Waffen –
jetzt sehe ich deine Frau und dein Gesicht und das Gemeinsame. Vergib mir, Kamerad!
Wir sehen es immerzu spät. Warum sagt man uns nicht immer wieder, daß ihr ebenso
arme Hunde seid wie wir, daß eure Mütter sich ebenso ängstigen wie unsere und daß
wir die gleiche Furcht vor dem Tode haben und das gleiche Sterben und den gleichen
Schmerz -. Vergib mir, Kamerad, wie konntest du mein Feind sein. Wenn wir diese
Waffen und diese Uniform fortwerfen, könntest du ebenso mein Bruder sein wie Kat und
Albert. (Remarque 2014: 198-199)

Remarque vuelve de nuevo a hacerse eco de eso que muchos soldados


denunciaban, el hecho de que a la guerra va la gente que no tiene que ver con
los conflictos que la motivan. Bäumer dice que ese soldado, en otras
circunstancias, podría haber sido su amigo, pero que la guerra se había
interpuesto entre ellos. Es inevitable pensar lo injustas que son las guerras y
como se asesina a seres semejantes de manera absurda. ¿Qué debía de
rondar por las cabezas de los soldados que se convertían en verdugos? No se
puede saber a ciencia cierta y depende de la resiliencia de cada uno, pero sin
duda, en general, tendría secuelas muy negativas para su salud mental.

De igual manera se observa una visión muy diferente en las dos obras
cuando se relatan las vivencias terribles de los soldados durante los ataques,
mientras que Jünger apela al honor, Remarque incide en el sufrimiento y las
secuelas psicológicas tan traumáticas para los combatientes de la experiencia
bélica.

Ambos autores, Jünger y Remarque, relatan en sus novelas vivencias


terribles durante los ataques, pero mientras que el primero justifica la dureza de
la guerra apelando al honor y al sentido patriótico, Remarque incide en su parte
más negativa, es decir, en las secuelas, tanto físicas como psíquicas que dejan
en el combatiente.

39
A todo lo citado habría que añadir las malas condiciones en las que los
soldados vivían, las enfermedades, las horas de espera y el pánico que sufrían.
Todo ello explica que muchos soldados sufrieran lo que se conocía como “la
locura de trinchera”, “el síndrome del corazón de soldado” o “neurósis de
batalla”7. ¿Qué ocurrió en la Gran Guerra para que la demencia del soldado se
considerara uno de los problemas más graves del ejército? Soldados que
habían perdido el habla, otros que se movían entre espasmos, algunos que
sorprendían con una inquietante mirada vacía. De alguna forma, la Gran
Guerra fue el conflicto que cambió el diagnóstico sobre cómo puede afectar un
trauma a la razón. En ninguna guerra como en ésta habían sido ingresados
tantos soldados que en apariencia no estaban heridos pero que eran incapaces
de continuar luchando. Fue el resultado de una guerra que sorprendió a todos
los que participaron en ella. Tanto los soldados como los altos mandos tenían
en mente las guerras anteriores que se resolvían en enfrentamientos frente a
frente en campos de batalla y donde además se conocían los efectos de las
armas y cañones. Sin embargo, este conflicto devastador se podría considerar
como la primera guerra moderna. Es la guerra de la metralleta y su vértigo
veloz de muerte, del carro de combate, de la guerra submarina y aérea o de los
gases tóxicos. (cf. Díaz Pérez 2014)

Las razones de la neurosis de combate habría que explicarlas por las


particularidades que imponía esta guerra y las nuevas formas de morir. Los
soldados no se enfrentaban físicamente al enemigo, sino que aguardaban en la
trinchera como conejos asustados dentro de una madriguera, a la espera de
que llegara el fusil o el obús que los destrozara. Y el auténtico miedo se
desataba en el momento en que sonaba el silbato que ordenaba que había que
saltar de la trinchera y salir a la tierra de nadie mientras el enemigo lanzaba sus
proyectiles contra todo lo que se moviera. Muchas jornadas resistiendo a estas
condiciones llevó a que un elevado número de soldados sufriera problemas
psíquicos.

7
En los Tercios de Flandes durante la Guerra de los Treinta años se sufrieron casos de
incapacidad emocional entre los soldados y ya en ese siglo los médicos sospechaban que
determinadas reacciones no se debían a heridas físicas.

40
Muchos soldados que padecieron el "trauma de guerra" fueron acusados
y degradados por los altos mandos por supuesta falta de valor en el frente y se
achacó su reacción a la cobardía y la ausencia de patriotismo. Se dieron
incluso casos en los que los soldados sufrieron consejos de guerra al
considerar que sólo fingían para abandonar el frente. Y algunos fueron
fusilados al creer que sólo disimulaban un caso evidente de deserción.

Pero la Gran Guerra no sólo afectó a la mente. También supuso un gran


cambio para la medicina que tuvo que enfrentarse a nuevas heridas de guerra
que ya no se limitaban a los ”clásicos” casos de disparo o cañonazo. Rostros
sin nariz o mandíbula, cojos o mancos, con el cráneo deformado8. Todo esto
lleva al siguiente punto, un punto macabro y poco conocido de la Primera
Guerra Mundial, la situación dramática que se vivió en los hospitales como
consecuencia de la contienda bélica. (cf. Díaz Pérez 2014)

8
La película “Johnny cogió su fusil”, con el soldado convertido en un tronco vivo, sin piernas ni
brazos, ciego y sin posibilidad de hablar confirma la dificultad extrema que supuso para los
médicos la llegada de estos heridos.

41
5.2. El horror de la guerra en los hospitales.

Las calles se llenaron de mutilados de guerra y también de desfigurados.


Rostros sin ojos, sin nariz, sin orejas o mandíbulas, con trozos metálicos que
sustituían al cráneo formaban parte del museo del horror que resultó de la
guerra. Soldados convertidos en monstruos andantes que también sufrieron
trastorno a causa del rechazo provocado por su apariencia física.

Las esquirlas metálicas provocaban heridas terribles en el rostro y solían


infectarse con facilidad. Esto llevó a algunos médicos a intentar osados
experimentos que en algunos casos fracasaron y en otros condujeron a un
importante avance en los campos de la cirugía estética.

Las situaciones extremas de la guerra hicieron que los médicos tuvieran


que improvisar e idear operaciones de urgencia con los mínimos medios. Y
también propició avances como la creación de bancos de sangre para hacer
transfusiones en el mismo frente.

Sin embargo muchos hospitales no estaban preparados para atender a


la gran cantidad de heridos que venían del frente. Las instalaciones eran
pequeñas y se tuvieron que improvisar hospitales en iglesias, conventos y
escuelas, los cuales estaban atendidos por personal poco cualificado en el
campo de la medicina. Muchas veces las condiciones precarias de estos
hospitales militares hacían que muchos soldados muriesen en un mismo día,
muchos de ellos, entre terribles dolores. Los hospitales quedaban abarrotados
y muchos soldados no podían optar a estar en una cama, por lo que muchos de
ellos morían en el suelo esperando ayuda. El aumento masivo de soldados
heridos hacía que muchos médicos no pudiesen socorrerlos a todos, además
estaban obligados a atender antes a los oficiales, cosa que creaba mucha
crispación entre los soldados rasos. En ocasiones, tanto médicos como

42
enfermeros no sentían nada de empatía por los heridos y los trataban como a
animales. (cf. Díaz Pérez 2014)

Pero, ¿cómo se refleja este aspecto en las novelas de Jünger y


Remarque? Llama la atención que en In Stahlgewittern el protagonista apenas
hace mención a su paso por hospitales militares, a pesar de haber sido herido
más de una decena de veces. Se puede apreciar que en la obra no se pretende
ahondar en esta cuestión. Sin embargo, en la obra de Remarque, el autor
muestra como Bäumer es herido en combate y debe acudir junto con su
compañero Albert Kropp, el cual había sido herido gravemente en una pierna.
Es muy significativo que Remarque decida denunciar el horror en los
hospitales, no hay que olvidar que él mismo estuvo durante el transcurso de la
guerra en uno de ellos. No se puede asegurar, pero quizás relate sus propias
experiencias a través de los ojos de Bäumer. Es posible que su estancia
hospitalaria lo traumatizase de tal manera, que necesitara liberarse de esa
carga tan pesada rememorando estas duras experiencias en su libro. Tal y
como lo describe, da a entender que el ambiente que se respiraba en los
hospitales militares o en las clínicas que se habilitaron en conventos era tan
cruel o incluso peor que en el propio campo de batalla. La primera toma de
contacto de Bäumer con un hospital militar fue a través de su amigo
Kemmerich, que fue herido en combate en una pierna y al que los médicos se
vieron obligados a amputarle la pierna:

43
»Wie geht’s denn, Franz?« fragt Kropp. Kemmerich läßt den Kopf sinken. »Es geht ja –
ich habe bloß so verfluchte Schmerzen im Fuß.« Wir sehen auf seine Decke. Sein Bein
liegt unter einem Drahtkorb, das Deckbett wölbt sich dick darüber. Ich trete Müller
gegen das Schienbein, denn er brächte es fertig, Kemmerich zu sagen, was uns die
Sanitäter draußen schon erzählt haben: daß Kemmerich keinen Fuß mehr hat. Das
Bein ist amputiert.

Er sieht schrecklich aus, gelb und fahl, im Gesicht sind schon die fremden Linien, die
wir so genau kennen, weil wir sie schon hundertmal gesehen haben. Es sind eigentlich
keine Linien, es sind mehr Zeichen. Unter der Haut pulsiert kein Leben mehr; es ist
bereits herausgedrängt bis an den Rand des Körpers, von innen arbeitet sich der Tod
durch, die Augen beherrscht er schon. Dort liegt unser Kamerad Kemmerich, der mit
uns vor kurzem noch Pferdefleisch gebraten und im Trichter gehockt hat; – er ist es
noch, und er ist es doch nicht mehr. (Remarque 2014: 18-19)

Bäumer describe a su amigo prácticamente como si se tratase de un


muerto. Había sufrido una amputación, pero ya desde el momento en el que va
a visitarle intuye que no sobrevivirá:

Kemmerich stöhnt. Er hat Fieber. Wir halten draußen einen Sanitäter an und reden ihm
zu, Kemmerich eine Spritze zu geben.

Er lehnt ab. »Wenn wir jedem Morphium geben wollten, müßten wir Fässer voll haben «

»Du bedienst wohl nur Offiziere«, sagt Kropp gehässig. (Remarque 2014: 21)

Remarque vuelve a denunciar las discriminaciones en la guerra a través


de la figura de Kropp. Se refleja su postura respecto al hecho de que los
soldados de baja categoría y los oficiales son individuos semejantes y en este
sentido, todos deberían de ser atendidos de manera equitativa. Pero la
realidad era muy distinta, ya que en la práctica primaba el estado de salud del
oficial por encima de la del soldado. No obstante, el propio autor señalaría que
la muerte no iba a hacer excepciones por los galones. Por otra parte, se
plasma de manera muy gráfica el caos vivido en los hospitales, puesto que
médicos y enfermeros eran incapaces de hacer frente al incesante goteo de
heridos.

Cuando Bäumer y Kropp son enviados al hospital se debe a que ambos


han sufrido una herida en la pierna a causa de la metralla. A veces una herida
sin importancia podía complicarse y tener consecuencias fatales debido a las
condiciones sanitarias en las trincheras. Muchos soldados podían perder una
extremidad por la lesión más insignificante. A este respecto se manifiesta
Kropp:

Im Feldlazarett richten wir es so ein, daß wir nebeneinander zu liegen kommen. Es gibt
eine dünne Suppe, die wir gierig und verächtlich auslöffeln, weil wir zwar bessere Zeiten
gewöhnt sind, aber doch Hunger haben.

44
»Nun geht’s in die Heimat, Albert«, sage ich.

»Hoffentlich«, antwortet er. »Wenn ich bloß wüßte, was ich habe.«

Die Schmerzen werden stärker. Wie Feuer brennen die Verbände. Wir trinken und
trinken, einen Becher Wasser nach dem andern.

»Wieviel über dem Knie ist mein Schuß?« fragt Kropp.

»Mindestens zehn Zentimeter, Albert«, antworte ich. In Wirklichkeit sind es vielleicht


drei.

»Das habe ich mir vorgenommen«, sagt er nach einer Weile, »wenn sie mir einen
Knochen abnehmen, mache ich Schluß. Ich will nicht als Krüppel durch die Welt
laufen.« (Remarque 2014: 214)

Muchos soldados pensaban que recibiendo un disparo podrían regresar


a casa tras pasar por el hospital, lo que muchos no sabían era las
consecuencias tan negativas que podía tener. Sin embargo, Kropp sí que es
consciente de que un disparo podía llevar muy probablemente a la amputación
de un miembro. Este pensamiento podría reflejar el del propio autor.

Finalmente, Bäumer y Kropp no se quedan en el hospital de campo, sino


que son enviados a un hospital católico lejos del frente, donde, al parecer, se
disfrutaba de unas condiciones más favorables para el reposo y la
recuperación:

Wir liegen in einem katholischen Hospital, im gleichen Zimmer. Das ist ein großes
Glück, denn die katholischen Krankenhäuser sind bekannt für gute Behandlung und
gutes Essen.

Die Nacht ist sehr unruhig. Keiner kann schlafen. Gegen Morgen duseln wir etwas ein.
Ich erwache, als es hell wird. Die Tür steht offen, und vom Korridor höre ich Stimmen.
Auch die andern wachen auf. Einer, der schon ein paar Tage da ist, erklärt uns die
Sache: »Hier oben wird jeden Morgen auf dem Korridor gebetet von den Schwestern.
Sie nennen das Morgenandacht. Damit ihr euren Teil abkriegt, machen sie die Türen
auf.« Das ist sicher gut gemeint, aber uns tun die Knochen und die Schädel weh.
(Remarque 2014: 222-223)

No obstante, Bäumer relata cómo el servicio en los hospitales era


insuficiente para la cantidad de enfermos y heridos que había. Esto provocaba
que muchos soldados fallecieran esperando a ser atendidos. Si a ello se añade
que los hospitales eran grandes y que las enfermeras estaban repartidas en
alas diferentes, no era de extrañar que numerosos combatientes murieran
simplemente por la deficiente organización:

Es liegen acht Mann auf unserer Stube. Die schwerste Verletzung hat Peter, ein
schwarzer Krauskopf – einen komplizierten Lungenschuß. Franz Wächter neben ihm
hat einen zerschossenen Arm, der anfangs nicht schlimm aussieht. Aber in der dritten
Nacht ruft er uns an, wir sollten klingeln, er glaube, er blute durch.

45
Ich klingele kräftig. Die Nachtschwester kommt nicht. [...]

»Klingle noch mal.«

Ich tue es. Sie läßt sich immer noch nicht sehen. Auf unserem Flügel ist nachts nur eine
einzige Stationsschwester, vielleicht hat sie gerade in andern Zimmern zu tun. »Bist du
sicher, Franz, daß du blutest?« frage ich. »Sonst kriegen wir wieder was auf den Kopf.«

»Es ist naß. Kann keiner Licht machen?« Auch das geht nicht. Der Schalter ist an der
Tür, und niemand kann aufstehen. Ich halte den Daumen auf der Klingel, bis er
gefühllos wird. Vielleicht ist die Schwester eingenickt. [...]

Endlich geht die Tür auf. Muffelig erscheint die Alte. Als sie die Geschichte bei Franz
bemerkt, wird sie eilig und ruft:

»Weshalb hat denn keiner Bescheid gesagt?«

»Wir haben ja geklingelt. Laufen kann hier keiner.«

Er hat stark geblutet und wird verbunden. Morgens sehen wir sein Gesicht, es ist spitzer
und gelber geworden, dabei war es am Abend noch fast gesund im Aussehen. Jetzt
kommt öfter eine Schwester. (Remarque 2014: 225-226)

Sin duda, debía de ser horrible sentir la cercanía de la muerte y no poder


obtener ayuda. La angustia que debía de sentir un hombre al ver que se
desangraba y que sus compañeros no podían hacer nada por él, al estar
impedidos para moverse, debía de ser abrumadora.

En muchos hospitales circulaba el rumor de que había una “sala de la


muerte” o “moridero” (Sterbezimmer), que era el lugar adonde llevaban a los
heridos desahuciados. Allí el paciente en cuestión podía gritar, llorar, maldecir,
etcétera, y de esa manera no generaba mal ambiente entre los otros pacientes
con esperanzas de sobrevivir. Al parecer, esto no era un rumor, sino una
realidad cómo se refleja en ambas novelas. Llama la atención de que el
protagonista de In Stahlgewittern se haga eco de este "lado oscuro" de la
guerra, siendo lo único que describe de un hospital:

Links neben mir wurde ein blutjunger Fähnrich mit Rotwein und Eigelb gefüttert; er
hatte den letztn Grad der Auszehrung erreicht, den man sich vorstellen kann. [...]

Als die Schwester ihn am Abend fragte, ob er seinen Eltern nicht einen netten Brief
schreiben wolle, ahnte ich, was die Uhr geschlagen hatte, und wirklich wurde noch in
der Nacht auch sein Bett durch die dunkle Tür in das Sterbezimmer gerollt. (Jünger
2010: p.121)

Remarque hace una pequeña descripción de esta sala:

Franz Wächter kommt nicht wieder zu Kräften. Eines Tages wird er abgeholt und bleibt
fort. Josef Hamacher weiß Bescheid: »Den sehen wir nicht wieder. Sie haben ihn ins

Totenzimmer gebracht.«

46
»Was für ein Totenzimmer?« fragt Kropp.

»Na, ins Sterbezimmer –«

»Was ist denn das?«

»Das kleine Zimmer an der Ecke des Flügels. Wer kurz vor dem Abkratzen ist, wird
dahin gebracht. Es sind zwei Betten darin. Überall heißt es nur das Sterbezimmer.«

»Aber warum machen sie das?«

»Sie haben dann nicht so viel Arbeit nachher. Es ist auch bequemer, weil es gleich am
Aufzug zur Totenhalle liegt. Vielleicht tun sie es auch, damit keiner in den Sälen stirbt,
wegen der andern. Sie können ja auch besser bei ihm wachen, wenn er allein
liegt.«(Remarque 2014: 227)

¿Qué sentimiento de ansiedad debía de experimentar aquel hombre que


fuese llevado a esta sala infernal en estado inconsciente y despertarse solo,
sabiendo que lo único que le quedaba era esperar su final? Esta medida tenía
dos caras, por una parte lo anteriormente citado, de esta manera se evitaba
que el moribundo alterara el orden de la sala con sus gritos y lamentos, por
otra, era inhumano abandonar un hombre a su suerte en una sala mientras
espera su muerte entre terribles dolores. Los más veteranos del lugar conocían
la existencia de este recinto y al dar a conocer su existencia a los recién
llegados hacía que éstos tuviesen pánico a ser trasladados de sala pensando
que acabarían solos en el moridero:

Auch dem kleinen Peter geht es schlechter. Seine Fiebertafel sieht böse aus, und eines
Tages steht neben seinem Bett der flache Wagen. »Wohin?« fragt er.

»Zum Verbandssaal.«

Er wird hinaufgehoben. Aber die Schwester macht den Fehler, seinen Waffenrock vom
Haken zu nehmen und ihn ebenfalls auf den Wagen zu legen, damit sie nicht zweimal
zu gehen braucht. Peter weiß sofort Bescheid und will sich vom Wagen rollen. »Ich
bleibe hier!«

Sie drücken ihn nieder. Er schreit leise mit seiner zerschossenen Lunge: »Ich will nicht
ins Sterbezimmer.«

»Wir gehen ja zum Verbandssaal.«

»Wozu braucht ihr dann meinen Waffenrock?« Er kann nicht mehr sprechen. Heiser,
aufgeregt, flüstert er: »Hierbleiben!«

Sie antworten nicht und fahren ihn hinaus. Vor der Tür versucht er sich aufzurichten.
Sein schwarzer Krauskopf bebt, die Augen sind voll Tränen. »Ich komme wieder! Ich
komme wieder!« ruft er. (Remarque 2014: 228-229)

Muchas veces el efecto psicológico que producía la muerte de los


compañeros de sala en un hospital causaba estragos entre los otros heridos.
De igual manera que Kropp anunciaba que se suicidaría si era amputado,

47
muchos soldados pensaban lo mismo viendo las consecuencias que esto
provocaba. También el hecho de ver como muchos compañeros mejoraban y
otros heridos no, provocaba en éstos un sentimiento de angustia y
desesperación:

Albert geht es schlecht. Er wird geholt und amputiert. Das ganze Bein bis obenhin wird
abgenommen. Nun spricht er fast gar nicht mehr. Einmal sagt er, er wolle sich
erschießen, wenn er erst wieder an seinen Revolver herankäme.

Ein neuer Transport trifft ein. Unsere Stube erhält zwei Blinde. Einer davon ist ein ganz
junger Musiker. Die Schwestern haben nie ein Messer bei sich, wenn sie ihm Essen
geben; er hat einer schon einmal eins entrissen. Trotz dieser Vorsicht passiert etwas.
Abends beim Füttern wird die Schwester von seinem Bett abgerufen und stellt den
Teller mit der Gabel so lange auf seinen Tisch. Er tastet nach der Gabel, faßt sie und
stößt sie mit aller Kraft gegen sein Herz, dann ergreift er einen Schuh und schlägt auf
den Stiel, so fest er kann. Wir rufen um Hilfe, und drei Mann sind nötig, ihm die Gabel
wegzunehmen. Die stumpfen Zinken waren schon tief eingedrungen. Er schimpft die
ganze Nacht auf uns, so daß niemand Schlaf findet. Morgens hat er einen
Schreikrampf. (Remarque 2014: 230-231)

Como ya se ha mencionado anteriormente, los hospitales eran bastante


grandes y contaban con distintas alas en las cuales estaban los pacientes
clasificados por sus heridas. Debía de ser muy dura la vida cotidiana en el
hospital, pero al mismo tiempo una sala llena de soldados con la misma herida
podía contribuir a crear un clima de solidaridad que les ayudase a sobrellevar
mejor el dolor. Si al soldado le había sido amputada una pierna, podía ser
arropado por otro compañero que acarrease con ese problema desde hacía
más tiempo. Compartir la experiencia traumática podía ser positivo:

Im Stockwerk tiefer liegen Bauch- und Rückenmarkschüsse, Kopfschüsse und


beiderseitig Amputierte. Rechts im Flügel Kieferschüsse, Gaskranke, Nasen-, Ohren-
und Halsschüsse. Links im Flügel Blinde und Lungenschüsse, Beckenschüsse,
Gelenkschüsse, Nierenschüsse, Hodenschüsse, Magenschüsse. Man sieht hier erst,
wo ein Mensch überall getroffen werden kann. (Remarque 2014: 232)

Sin embargo, las escenas debían de ser dantescas. La descripción que


hace Bäumer puede dar una idea:

Bei manchen Verletzten hängt das zerschossene Glied an einem Galgen frei in der Luft;
unter die Wunde wird ein Becken gestellt, in das der Eiter tropft. Alle zwei oder drei

Stunden wird das Gefäß geleert. Andere Leute liegen im Streckverband, mit schweren,
herabziehenden Gewichten am Bett. Ich sehe Darmwunden, die ständig voll Kot sind.
Der Schreiber des Arztes zeigt mir Röntgenaufnahmen von völlig zerschmetterten
Hüftknochen, Knien und Schultern.

Man kann nicht begreifen, daß über so zerrissenen Leibern noch Menschengesichter
sind, in denen das Leben seinen alltäglichen Fortgang nimmt. Und dabei ist dies nur ein

einziges Lazarett, nur eine einzige Station – es gibt Hunderttausende in Deutschland,


Hunderttausende in Frankreich, Hunderttausende in Rußland. Wie sinnlos ist alles, was

48
je geschrieben, getan, gedacht wurde, wenn so etwas möglich ist. (Remarque 2014:
232-233)

Muchas veces los hospitales de campaña servían como laboratorios


para los médicos, que ponían en práctica sus nuevos avances en los
pacientes. Los médicos esperaban a tener heridos con determinadas dolencias
para experimentar con ellos. Para algunos de ellos la guerra no era algo tan
negativo, sino una oportunidad para avanzar en la medicina. Éste fue el caso
de la cirugía plástica para tratar las horribles deformaciones que padecían
determinados soldados. Los médicos experimentaban con injertos de piel del
mismo paciente en la parte afectada. También se avanzó mucho en el campo
de la ortopedia, ya que un gran número de soldados sufrieron amputaciones.
Sin embargo no todo era tan sencillo, los soldados eran utilizados muchas
veces como conejillos de indias para los experimentos y muchos morían o
quedaban más tullidos de lo que ya estaban. (cf. Díaz Pérez 2014)

Paul Bäumer es testigo de esta problemática, ya que al hospital llegan


unos soldados heridos que además sufrían de pies planos. El médico que
atendía en esta clínica esperaba a que llegasen soldados con esta dolencia
para poder experimentar con ellos:

Unter unserm Zuwachs sind zwei junge Soldaten mit Plattfüßen. Bei der Visite entdeckt
der Chefarzt sie und bleibt freudig stehen. »Das werden wir wegkriegen«, erzählt er,
»da machen wir eine kleine Operation, und schon haben Sie gesunde Füße. Schreiben
Sie auf, Schwester.«

Als er fort ist, warnt Josef, der alles weiß: »Laßt euch ja nicht operieren! Das ist nämlich
ein wissenschaftlicher Fimmel vom Alten. Er ist ganz wild auf jeden, den er dafür zu
fassen bekommt. Er operiert euch die Plattfüße, und ihr habt nachher tatsächlich auch
keine mehr; dafür habt ihr Klumpfüße und müßt euer Leben lang an Stöcken laufen.«[...]

Er braucht Versuchskarnickel, für ihn ist der Krieg eine ‘ großartige Zeit deshalb, wie für
alle Ärzte. Seht euch unten mal die Station an; da kriechen ein Dutzend Leute herum,
die er operiert hat. Manche sind seit vierzehn und fünfzehn hier, jahrelang. Kein einziger
kann besser laufen als vorher; fast alle aber schlechter, die meisten nur mit Gipsbeinen.

49
Alle halbe Jahre erwischt er sie wieder und bricht ihnen die Knochen aufs neue, und
jedesmal soll dann der Erfolg kommen. Nehmt euch in acht, er darf es nicht, wenn ihr
nein sagt.« (Remarque 2014: 229-230)

Muchos soldados pasaban largas temporadas en las instituciones


sanitarias, incluso años, lo cual explica que, inmersos en ese ambiente de dolor
y sufrimiento algunos de ellos acabaran por sufrir trastornos mentales o perder
la razón. Los hospitales eran lugares donde se atendía a los soldados por sus
dolencias o enfermedades, pero muchas veces los propios hospitales eran
peores que el campo de batalla. Durante los combates se podía morir
instantáneamente debido a un disparo en la cabeza o a una granada, mientras
que en un hospital la muerte les podía llegar lentamente entre terribles dolores
o siendo una rata de laboratorio de un médico.

Es interesante ver que Remarque hace unas descripciones muy


detalladas de los hospitales, sus condiciones y los heridos que en ellos había,
ya que él mismo pasó mucho tiempo en uno. Es posible que recopilara sus
vivencias y que después las plasmase en su libro.

Se pueden destacar las detalladas descripciones que introduce


Remarque en su novela acerca de las duras condiciones de vida en los
hospitales. Es posible que sean un reflejo veraz de sus propias vivencias, ya
que él mismo tuvo que pasar una larga temporada en una institución sanitaria
como consecuencia de sus heridas de guerra.

50
6. SUFRIMIENTO EN LA POBLACIÓN CIVIL Y DEVASTACIÓN: “EL
DAÑO COLATERAL”.

La Primera Guerra Mundial no solo fue dura para los soldados, la


población de los países afectados por la contienda sufrió tanto como ellos.
Entre las consecuencias negativas hay que señalar que 8 millones de personas
fueron forzadas a abandonar su patria. Por otra parte, trajo consigo numerosas
víctimas civiles directas o indirectas cuyo número resulta difícil de especificar.
La propia guerra, los éxodos, la hambruna, la guerra civil en Rusia y los
conflictos regionales de la posguerra podrían haber dejado entre 5 y 10
millones de muertos entre la población, según estimaciones de algunos
historiadores.

La guerra también modificó el aspecto y el ritmo de vida de las ciudades.


Sobre todo los de aquellas que se encontraban próximas al frente. Sin
embargo, también se convirtieron en tierra de soldados, grandes áreas de
frontera.

El ritmo de vida durante era frenético, mientras que por la noche la


oscuridad sumergía a las ciudades en una penumbra absoluta y el riesgo de
bombardeo sobre civiles era muy elevado. Centenares de ciudades fueron
reducidas a escombros y se convirtieron en ciudades fantasma. Era desolador
ver el aspecto de estos lugares que anteriormente habían albergado familias,
prosperidad y sueños. Durante la guerra las ciudades también servían como
centros estratégicos donde planear ofensivas o donde los soldados
encontraban un lugar de residencia. (cf. Astorri/Salvadori 2002: 115-117)

51
También la vida en las ciudades alejadas del frente experimentó
cambios, teniéndose que adaptar al racionamiento de recursos y a los
apagones nocturnos. Todos los alimentos de primera clase se enviaban al
frente para abastecer a los soldados y altos mandos, mientras que en las
ciudades, la población debía de subsistir con una alimentación muy escasa.
Esta situación de carestía propició que los actos de hurto y pillaje se
convirtieran en algo habitual y que floreciera el mercado negro. Las mujeres
debían de pluriemplearse trabajando en casa, en las fábricas, en los tranvías o
en los hospitales: (cf. Doménech 2012: 31)

Die Stunden laufen schnell, wenn man grübelt. Ich raffe mich auf und begleite meine
Schwester. Sie geht zum Schlachthof, um einige Pfund Knochen zu holen. Das ist eine
große Vergünstigung, und morgens schon stellen sich die Leute hin, um darauf
anzustehen. Manche werden ohnmächtig.

Wir haben kein Glück. Nachdem wir drei Stunden abwechselnd gewartet haben, löst
sich die Reihe auf. Die Knochen sind zu Ende.

Es ist gut, daß ich meine Verpflegung erhalte. Davon bringe ich meiner Mutter mit, und
wir haben so alle etwas kräftigeres Essen. (Remarque 2014: p. 161)

El paisaje también se vio muy afectado por la guerra. Bosques, verdes


praderas, áreas de cultivo, etc., desaparecieron bajo la incesante lluvia de
proyectiles. Campos verdes quedaron convertidos en áridos desiertos que
parecían reproducir la superficie lunar. Frondosos bosques donde los arboles
crecían en paz fueron convertidos en cementerios de tocones debido a la tala
masiva para conseguir madera para la defensa de las trincheras, las cuales
abrían kilométricas cicatrices en el terreno.

Trincheras en el saliente de Ypres, durante la batalla del Somme. Trincheras y cráteres.

52
A todo esto había que añadirle el dolor psicológico que sufrían las
familias de los soldados que se encontraban en el frente. 9 Tener esa
incertidumbre de si su hijo, hermano o padre habían muerto ya en el frente y de
qué manera había ocurrido. Eso era una verdadera tortura, especialmente para
las madres, cuyos hijos, aún jóvenes con toda una vida por delante, marchaban
al frente a morir por algo que ellos no causaron. Por este motivo el correo tuvo
gran importancia durante la guerra, pues era la forma de que los soldados
recibiesen noticias de casa y viceversa.

Remarque incide en este aspecto, es decir, en el dolor humano, en el


sufrimiento de las madres y de los familiares, en general. Cuando Kemmerich
muere, Bäumer sabe que tendrá que escribirle una carta a la madre de éste y
lo difícil que le resultará. Sin embargo, cuando le es concedido un permiso opta
por ir a hablar con ella en persona siendo testigo de su desesperación:

Immer schwerer werden die Tage, die Augen meiner Mutter immer trauriger. Noch vier
Tage. Ich muß zu Kemmerichs Mutter gehen.

Man kann das nicht niederschreiben. Diese bebende, schluchzende Frau, die mich
schüttelt und mich anschreit: »Weshalb lebst du denn, wenn er tot ist!«, die mich mit
Tränen überströmt und ruft: »Weshalb seid ihr überhaupt da, Kinder, wie ihr –«, die in
einen Stuhl sinkt und weint: »Hast du ihn gesehen? Hast du ihn noch gesehen? Wie
starb er?«

Ich sage ihr, daß er einen Schuß ins Herz erhalten hat und gleich tot war. Sie sieht mich
an, sie zweifelt: »Du lügst. Ich weiß es besser. Ich habe gefühlt, wie schwer er
gestorben ist. Ich habe seine Stimme gehört, seine Angst habe ich nachts gespürt, –
sag die Wahrheit, ich will es wissen, ich muß es wissen.« (Remarque 2014: 162)

Remarque incide en el carácter injusto y en el sinsentido de la guerra


cuando la madre de Kemmerich se pregunta: Weshalb seid ihr überhaupt da,
Kinder, wie ihr?”. El autor muestra el profundo dolor de la madre de Kemmerich,
exponente del de cualquier otra madre que ha sufrido la pérdida de un hijo
como consecuencia de la guerra. Con este pasaje tan dramático Remarque
parece querer apelar a la sensibilidad del lector haciéndole partícipe del
desconsuelo de una madre en particular:

« Sie bittet mich leise: »Sag es mir. Du mußt es. Ich weiß, du willst mich damit trösten,
aber siehst du nicht, daß du mich schlimmer quälst, als wenn du die Wahrheit sagst?
Ich kann die Ungewißheit nicht ertragen, sag mir, wie es war, und wenn es noch so

9
Un aspecto fundamental que afecta profundamente a las sociedades europeas entre 1914-
1918 es el duelo colectivo. Ya a finales de 1914 la mayor parte de los europeos conocen en su
entorno a alguien que ha fallecido. (cf. García Olea 2015: 53)

53
furchtbar ist. Es ist immer noch besser, als was ich sonst denken muß. (Remarque
2014: 162)

Mientras que Remarque denuncia el dolor humano, Jünger parece


considerarlo como algo inevitable y consustancial a la guerra. No pretende
influir o conmover al lector en la medida que lo hace Remarque, sino
simplemente retrata las ciudades o pueblos arrasados. No obstante, sí que deja
traslucir cierto sentimiento de tristeza por la destrucción del entorno:

Kaum eine Stunde Weges von Douchy entfernt lag Monchy-au.bois, das Dorf, in dem
die beiden Resevekompanien des Regiments untergebracht waren. Es hatte im Herbst
1914 das Ziel erbitterter Kämpfe gebildet; zuletzt war es in deutscher Hand geblieben
und der Kampf im engen Halbkreis um die Trümmer des Ehemals reichen Ortes
langsam erstarrt.

Nun waren die Häuser ausgebrannt und zusammengeschlossen, die verwilderten


Gärten von Granaten durchfurcht und Obstbäume geknickt. (Jünger 1978: 42-43)

Aus manchen Ruinen drang Leichengeruch, denn der erste, jähe Feuerüberfall hatte
auch die Einwohner völlig überrascht und viele von ihnen unter den Trümmern
begraben, ehe sie noch aus den Häusern stürzen konnten. Vor einer Schwelle lag ein
kleines Mädchen in einer roten Lache ausgestreckt. (Jünger 1978: 106)

En general, se puede afirmar que las descripciones de Jünger presentan


un tono frío y aséptico. A modo de ejemplo, no parece mostrar una especial
compasión o empatía con la gente que se veía obligada a abandonar sus casas
o la que era víctima de los bombardeos.

Pero la destrucción del paisaje no se producía solamente de manera


involuntaria. En In Stahlgewittern se relata cómo los ejércitos destruían los
lugares que sabían que iban a ser ocupados por fuerzas enemigas. Ello
suponía la destrucción del paisaje simplemente con fines estratégicos. Los
ejércitos dejaban los lugares arrasados, sin árboles, muchos de ellos acabaron
quemados o talados, llenos de trampas, como bombas o pozos envenenados.
Se puede considerar absurdo que la naturaleza también tuviese que pagar por
los conflictos humanos:

Bis zu Sigfriedstellung war jedes Dorf ein Trümmerhaufen, jeder Baum gefällt, jede
Straße unterminiert, jeder Brunnen verseucht, jeder Flußlauf abgedämmt, jeder Keller
gesprengt oder durch versteckte Bomben gefährdet, jede Schiene abgeschraubt, jeder
Telefondraht abgerollt, alles Brennbare verbrannt; kurz, wir verwandelten das Land, das
den vordringenden Gegner erwartete, in eine Wüstenei. (Jünger 1978: 144-145)

54
7. LA VALORACIÓN SOCIAL DE LOS COMBATIENTES

¿Es posible que la guerra tenga en realidad algún aspecto positivo? Es


una pregunta difícil de responder. Depende de para quien. Para todos los
fabricantes de armas posiblemente lo tenga y quizás, como anteriormente se
ha podido comprobar, para los médicos. Tras cada guerra la tecnología ha
mejorado mucho, al igual que la ciencia y la medicina. Ya se ha visto que la
cirugía plástica experimentó un gran avance después de la guerra así como la
ortopedia. Por ejemplo, la goma sintética o la radio también se desarrollaron
mucho. Pero, ¿tiene algún aspecto positivo para los combatientes?

7.1. El honor y las condecoraciones.

Una condecoración es una insignia que se concede como honor y


distinción. Suele consistir en una pieza metálica con forma determinada
(normalmente una cruz o estrella), en la que se graban imágenes o
inscripciones, y que suele ir prendida del pecho o colgada del cuello.

Las condecoraciones por méritos adquiridos ante la patria existían ya


desde tiempos remotos y fueron conocidas por los egipcios, griegos y romanos.
Consistían en collares, cintos, medallones, etc. que se llevaban sobre la
vestimenta. Análogas a ellas, son las medallas distintivas
de academias, congresos y demás corporaciones oficiales, muy usadas en la
época moderna y adornadas con los emblemas propios de la corporación o
dignidad a que corresponden.

Las Órdenes, según los investigadores Thomas Baumert y Francisco J.


Roldán, están determinadas por tener su origen en las órdenes militares o
ecuestres, creadas como sociedades de caballeros en el contexto de
las Cruzadas. Las condecoraciones serían elementos o símbolos de distinción
entregados a personas o entidades en señal de reconocimiento. Las
medallas son distinciones individuales que tienen como finalidad premiar actos
meritorios o de valentía, conmemorar acontecimientos determinados o
distinguir servicios valiosos o conductas ejemplares. Estas últimas (y también
algunas condecoraciones) pueden ser de varias clases, habitualmente
identificadas con el oro, la plata y el bronce.

55
En el ejército las Órdenes, condecoraciones o medallas militares eran y
son distinciones cuya finalidad es premiar determinadas acciones, actuaciones
o servicios de naturaleza militar.

La condecoración más habitual de la Primera Guerra Mundial fue la Cruz


de Hierro (Eisernes Kreuz). Esta condecoración premiaba actos de gran
valentía o méritos en el mando de las tropas.

La condecoración fue diseñada por el arquitecto Karl Friedrich Schinkel


(1781-1841) a petición de Federico III, quien inicialmente pensó que sería una
medalla para esa campaña, sin embargo, fue reinstituida en 1870 con ocasión
de la guerra Franco—Prusiana. Durante la Primera Guerra Mundial, se volvió a
reinstituir y después de la derrota, en vez de perder prestigio, se convirtió en un
símbolo de orgullo militar que se mantuvo hasta 1939.

Existen tres variantes:

- Gran Cruz de Hierro (Cruz de Caballero)


- Cruz de Hierro de 1ª Clase
- Cruz de Hierro de 2ª Clase

Durante la Gran Guerra, la Cruz de Hierro de 1ª Clase se entregó


218.000 veces10.

Cruz de Hierro de 1ª Clase Cruz de Hierro de 2ª Clase

Erich María Remarque no hace referencia en su obra a las


condecoraciones militares. Parece que, teniendo en cuenta su percepción
totalmente negativa de la guerra, no muestra ningún interés por la obtención

10
https://es.wikipedia.org/wiki/Cruz_de_Hierro

56
del honor, ni por el logro de condecoraciones que lo acrediten. El escritor no
consideraría honroso el hecho de recibir un reconocimiento por asesinar a
gente inocente, que como él, eran víctimas de los conflictos de los gobiernos.

Sin embargo, en la novela de Jünger se ofrece una visión glorificadora


de la guerra y de la importancia de valores como el honor y el espíritu patriótico
que sólo se pueden lograr en el combate. El protagonista considera muy
importante tanto el acto de obtener una condecoración que demuestre su honor
y valentía, como el de ir ascendiendo en el escalafón militar. Arriesga su vida
en el campo de batalla pensando que sería hermoso alcanzar la muerte en
pleno combate:

Merkwürdige Gedanken schossen mir durch den Kopf. So beschäftigte ich mich lebhaft
mit einem französischen Kolportageroman >>Le vautour de la Sierra<<, der mir in
Cambrai in dei Hände gefallen war. Mehrer Male murmelte ich ein Wort ariosts: >>Ein
großes Herz fühlt vor dem Tod kein Grauen, wann er auch kommt, wenn er nur rühmlich
ist<< (Jünger 1978: 193)

“El valor es la única virtud del varón”, afirma el yo narrador en la novela,


quien asciende con rapidez de soldado raso a alférez alcanzando la potestad
para guiar pelotones y compañías:

Als ich die zweite Kompanie im Parademarsch vorführte, glaubte ich zu bemerken, daß
Oberst von Oppen dem General über mich berichtete. Einige Stunden später wurde ich
in das Stabsquartier befohlen, wo mir der General das Eiserne Kreuz Erster Klasse
überreichte. Ich war um so mehr erfreut, als ich eigentlich in der heimlichen Erwartung
irgendeines Anpfiffes dem Befehl nachgekommen war. »Sie pflegen öfters verwundet zu
werden«, begrüßte mich jedoch der General, »ich habe daher an ein Pflaster für Sie
gedacht.« (Jünger 1978: 135)

Asimismo recibe la Cruz de Hierro de 1ª Clase en recompensa a su


valiente actuación en la batalla de Somme. Sin duda, por su testimonio se
puede apreciar su satisfacción al obtener tan preciada condecoración.
Posteriormente, tras su quinta herida en combate, recibe, gracias a sus méritos
militares, otra preciada condecoración, la Cruz de Caballero de la Orden de la
Casa de Hohenzollern (Hausorden von Hohenzollern o Hohenzollernscher
Hausorden).

Ich behelligte wegen meiner fünften Doppelverwundung nicht erst die Lazarette,
sondern ließ sie während eines Weihnachtsurlaubs zuheilen. Der Riß am Hinterkopf
schloß sich schnell, der Splitter an der Stirn wuchs ein, um zwei anderen, die noch von
Regnieville her in der linken Hand und im Ohrläppchen saßen, Gesellschaft zu
leisten.Während dieser Zeit wurde ich durch das Ritterkreuz des Hausordens von
Hohenzollern überrascht, das man mir von draußen nachsandte. (Jünger 1978: 245-
246)

57
Pero el protagonista no solo se alegraba de sus propias
condecoraciones, sino también de las conseguidas por sus camaradas. En el
campo de batalla, es testigo de un acto realmente heroico que anota en su
libreta y, al hilo de su descripción, se puede apreciar el orgullo que sentía por
combatir junto a hombres tan valientes:

Wir sprangen hinter die Sandsäcke und schössen. Einer meiner Leute, der Gefreite
Kimpenhaus, sprang in der Hitze des Kampfes oben auf die Barrikade und schoß so
lange in den Graben, bis ihn zwei schwere Armschüsse herunterfegten. Ich merkte mir
diesen Helden des Augenblicks und hatte die Freude, ihn vierzehn Tage später zum
Eisernen Erster beglückwünschen zu können. (Jünger 1978: 240)

También se refleja el grandísimo respeto que siente hacia los altos


mandos, y, como ya se ha mencionado, la congoja que le embarga cuando se
entera del fallecimiento de alguno de ellos. Es posible que sintiera más dolor
cuando un hombre condecorado con honores moría en el campo de batalla,
que cuando lo hacía un soldado raso. De este modo, su pensamiento se
resumía en la siguiente frase: “Ha muerto un héroe que defendió su patria
hasta el final de sus días”. Y es que para el protagonista no había muerte más
bella que la conseguida en el campo de batalla.

7.2. La camaradería y el sentimiento de unidad.

El sentimiento de unidad entre los soldados era de gran importancia


para soportar las penalidades durante el conflicto bélico, puesto que los
soldados estaban integrados en una especie de núcleo familiar que contribuía a
mitigar la soledad y a hacer más amena la vida cotidiana11. Muchos soldados
pertenecientes a un mismo regimiento establecían una relación muy estrecha
con los oficiales. Los soldados compartían tabaco, comida, experiencias de su
vida anterior a la guerra e incluso sus secretos más íntimos, con el fin de crear
un ambiente agradable. Los compañeros fallecidos eran enterrados por los
propios camaradas, los cuales posteriormente eran también los encargados de

11
En estas condiciones de existencia tan lamentables la capacidad de resistir es uno de los
misterios de la Primera Guerra Mundial. En este sentido, el denominado "grupo primario"
parece haber sido fundamental. Se trataba de pequeñas agrupaciones que componían el
verdadero tejido de las grandes unidades militares y cuyo objetivo era crear un sentimiento de
pertenencia y solidaridad. En el interior de estos grupos los soldados vivían con sus reglas, su
jerarquía propia, sus distracciones y recuerdos comunes. (cf. García Olea 2015: 53, como se
cita en Audoin-Rouzeau 2003: 38-40)

58
hacer entrega de los bienes personales a las familias. A veces el dolor que los
parientes sufrían al enterarse del fallecimiento de su familiar era comparable al
del grupo de camaradas, debido al vínculo afectivo que se había establecido.

Este es el único aspecto en el que ambos autores parecen estar de


acuerdo respecto a la guerra. Ambos consideran que este espíritu de
camaradería hacía aflorar lo mejor del ser humano:

Das Wichtigste aber war, daß in uns ein festes, praktisches


Zusammengehörigkeitsgefühl erwachte, das sich im Felde dann zum Besten steigerte,
was der Krieg hervorbrachte: zur Kameradschaft! (Remarque 2014: 29

De este modo, el personaje de Bäumer afirma que la camaradería hace


generoso incluso al más avaro, al crear un fuerte sentimiento de cohesión:

Wir müssen nach vorn zum Schanzen. Beim Dunkelwerden rollen die Lastwagen an.
Wir klettern hinauf. Es ist ein warmer Abend, und die Dämmerung erscheint uns wie ein
Tuch, unter dessen Schutz wir uns wohl fühlen. Sie verbindet uns; sogar der geizige
Tjaden schenkt mir eine Zigarette und gibt mir Feuer. (Remarque 2014: 49)

Jünger también alude en su novela a la importancia del sentimiento de


unidad entre los soldados. En este sentido, el protagonista mantenía
interesantes charlas y compartía confidencias con otros oficiales:

Als Fähnrich werde ich auch öfters von dem wachhabenden Offizier, der sich ebenso
unbehaglich fühlt, in ein wohlwollendes Gespräch verwickelt. Ja er wird sogar ganz
kameradschaftlich, redet leise und eifrig, kramt Geheimnisse und Wünsche aus. Und
ich gehe gern darauf ein, denn auch mich drücken die schweren schwarzen Wälle des
Grabens, auch ich bange nach Wärme, nach irgend etwas Menschlichem in dieser
unheimlichen Eisamkeit. (Jünger 1978: 50)

También queda puesto de manifiesto el ambiente de solidaridad que se


respira cuando el protagonista es herido, viéndose obligado a pasar una
temporada en el hospital, y sus soldados preguntan acerca de su regreso.
Jünger deja ver su entusiasmo y emoción al enterarse de esto. El sentimiento
de unidad que creó en su tropa es fuerte. Siente que no solo es respetado por
su cargo lo que los soldados sienten hacia él, sino que también le consideran
como uno más de la familia. Esto significa mucho para él, ya que sabe que
tropa lo aprecia y respeta:

Paulicke, dessen Tage nun auch gezählt waren, begrüßte mich. Er berichtete mir, dass
die junge Leute aus meinem Zuge sich wohl schon ein dutzendmal erkundigt hätten, ob
ich den noch nicht zurückgekommen sei. Diese Nachricht ergriff mich lebhaft und
erfüllte mich mit kraft; ich merke aus ihr, dass ich in den heißen Tagen, die uns
bevorstanden, nicht nur von Amts wegen auf Gefoleschaf zählen durfte, sondern dass
ich auch ein persönliches Guthaben besaß. (Jünger 1978: 102)

59
En cuanto a los altos cargos y oficiales, tenían que dejarse ver como
uno más en la tropa, para que éstos no le siguiesen solamente por lo que un
rango implica, sino por la camaradería de seguir a un compañero más. No solo
la reputación y el honor hacían que los soldados obedeciesen órdenes, la
confidencialidad que éstos pudiesen tener con su oficial hacía que seguirlas
fuese más llevadero12.

12
Esto se puede apreciar en la película Salvar al soldado Ryan, en la que el personaje
interpretado por Tom Hanks crea un gran vínculo con sus subordinados los cuales serían
capaces de seguirle hasta el mismo infierno

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CONCLUSIONES

Durante el proceso de elaboración de este trabajo hemos podido ser


conscientes del sufrimiento que supuso la Primera Guerra Mundial, tanto para
los soldados como para los civiles. Sin duda, la obra de Remarque ofrece un
planteamiento con el que nos sentimos más identificados. Nuestra valoración
de la novela es muy positiva desde el punto de vista ético-moral, en ese
sentido, el autor consigue que el lector sienta gran empatía con el personaje
principal Paul Bäumer y su postura claramente antibelicista. En la obra se
incide en el sinsentido y el absurdo de la guerra sin ningún tipo de atenuante. A
lo largo del trabajo hemos comentado en diversas ocasiones que
probablemente el libro esté basado en las experiencias del propio Remarque
durante su etapa como soldado y de convalecencia en un hospital. Las
descripciones se caracterizan por su veracidad y una gran dosis de realismo.
Además, puede ser que la novela esté basada en el testimonio de otros
soldados con los que Remarque tuvo la oportunidad de conversar en torno a
sus experiencias durante la guerra.

Por el contrario, con la visión que se ofrece en la obra de Jünger, a pesar


de su innegable calidad literaria, no nos hemos sentido identificados. En esta
novela, de alguna manera, se hace una exaltación del componente heroico de
la guerra y de la importancia del concepto del honor. También destaca por su
crudeza y distanciamiento en la descripción de los enfrentamientos bélicos sin
escatimar en los detalles más escabrosos. No obstante, da la impresión de que
muchos de los hechos narrados, aunque se trate de una novela autobiográfica,
forman parte de la ficción y que el autor los añade con la intención de aportar
un mayor componente épico al relato. Llama la atención el hecho de que, tras
tantas hazañas en el campo de batalla, el protagonista solamente alcance la
categoría de alférez, aunque consiga condecoraciones tan señaladas como la
del Orden Pour le Merité. También destaca, que a diferencia de Remarque,
Jünger no incida en otro de los aspectos negativos de la guerra, el de los
ingresos hospitalarios y la tragedia de los soldados lisiados.

En cuanto a la elaboración del trabajo podemos afirmar que ha sido una


experiencia muy satisfactoria que nos ha ayudado a profundizar en nuestros
conocimientos de lo que fue la Primera Guerra Mundial. Por otra parte, hemos
podido disfrutar del talento literario de dos destacadas figuras de la literatura
alemana.

Por otra parte, este trabajo pretende abrir una nueva línea de
investigación en el estudio de las obras literarias que ahondan en el horror que
trajo consigo la Primera Guerra Mundial

61
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Imágenes:

Imagen 1: Erich María Remarque. URL:


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Imagen 2: Ernst Jünger. URL:
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Imagen 3: Atentado en Sarejevo. URL:
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Imagen 4: Verdun. URL:
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Imagen 5: Somme. URL:
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Imagen 6: Pie de trinchera. URL:
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Imagen 7: Soldados con máscara de gas. URL:
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Imagen 8: Reconstrucción facial. URL:
http://4.bp.blogspot.com/-4mB9APuTLe4/VScgDDh-
5dI/AAAAAAAAAjY/ZOuIF2kNUDM/s1600/neurosis6.jpg
Imagen 9: Hospital militar. URL:
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ew_welt_en_berlin_convertido_en_sala_de_hospital.jpg
Imagen 10: Reconstrucción facial. URL:
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Imagen 11: Edificios en ruinas. URL:
http://www.scj.org/scj_homp/images/stqwar.jpg
Imagen 12: Vista aérea de las trincheras en Ypres. URL:
http://www.wired.com/wp-content/uploads/2014/08/XX-Old-v-New-Trenches-
BOX_000144_0149_4_B_1917-1024x789.jpg
Imagen 13: Cruz de hierro primera categoría. URL:
http://www.wehrmacht-info.com/images/condecoraciones/ek1ww1.jpg
Imagen 14: Cruz de hierro segunda categoría. URL:
http://www.wehrmacht-info.com/images/condecoraciones/ek2ww1.jpg

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