8 Días de Un Relegado
8 Días de Un Relegado
8 Días de Un Relegado
8 RELEGADO
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PROLOGO
1.- Inicialmente los arrestados fuimos trece, pues se incluyó entre eiiosa la " p e
lola" de uno de los participantes en la reunión, la que fue liberada en la maña-
na simiente.
Procuramos protestar; explicar algo; pero nadie nos
escucha.
La orden es perentoria:
- Ya, vayan moviéndose. El arresto es para todos.
Preguntamos indignados:
- ¿ Y en virtud de qué orden?
- Han sido sorprendidos infragantis. Además, aquí está
la orden de la Fiscalía Militar; orden que n o nos e ~ h i b e n . ~
Miro la cara de mis amigos y a todos los veo pálidos,
transparentes. Por supuesto, y o tengo que estar igual.
Detrás de cada uno de esos rostros existe desconcierto,
indignación, impotencia. hlás que nada, impotencia. ¿Por qué
arrestados?. ¿Qué estamos haciendo para que ~ i o detengan?.
s
¿Qué delito hemos cometido?. ¿Por qué somos tratados
como vulgares delincuentes?. ¿Es que acaso todos nosotros
n o somos personas pacíficas que Io único que hemos hecho
es luchar por nuestras ideas y defender a miles de personas
víctimas del abuso?. iGente que odia y rechaza la fuerza,
la violencia?
Lo cierto es que nuestros aprehensores nos hacen colo-
carnos en fila (en la sala de espera, que es un poco más gran-
de) y nos comienzan a fichar con nuestras cédulas de identi-
dades.
Es en ese momento que y o me dirijo al agente que hace
de "jefe" e invocándole mi calidad de abogado, le expreso
nuestro derecho a usar el teléfono. Queremos llamar a alguien
de nuestras familias o a algún abogado amigo para que inter-
ponga los correspondientes recursos de amparo ( i iComo si
este recurso hubiera servido para algo en los cinco años de
dictadura! !).
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4.- Por decreto posterior Belisario Velasco y Hernán Mery fueron trasladados a
"Chucuyo".
vez más el Código de Procedimiento Penal y el Auto Acorda-
do de la Corte Suprema sobre tramitación y fallo de este tipo
de recursos.
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cero, contrastando con los treinta grados del día anterior en
Santiago.
La patrulla militar que los llevaba los dejó botados en la
plazoleta del villorrio y debieron pasar muchas horas, hasta
que lograron conseguir que los autorizaran para instalarse en
el local comunitario del caserlo. Allí procuraron dormir,
balanceándose en unas banquetas de madera, largas pero
angostas.
De amanecida, llegaba a dicho local social u n amigo de
Samuel, antiguo trabajador del salitre y hoy de una planta
hidroeléctrica ubicada a siete kilómetros de Chapiquiña.
Había escuchado la noticia por la radio, y venía a expresar su
solidaridad y a traerle algo de comida a su amigo.
Samuel'Astorga y Guillermo Yunge debían, diariamente,
caminar catorce kilómetros para ir a "firmar" al retén de
Carabineros más cercano.
7.- Difícilmente mi familia, tan acorralada y vejada en aquellos días por la dicta-
dura, podía imaginar que once años después mi hermano Patricio sería candi-
dato a la Presidencia de la República con el apoyo de amplias.mayorías nacio-
nales.
9.- En el libro "Arica, Puerta Nueva", de Luis Urzúa, se hace mención alvolcán
Guallatire señalando que desprende una constante "columna de humo con
que desahoga sus hirvientes fondos de azufre". Señala que "estos gases
venenosos se dispersdn sobre el pueblo" pues "con las corrientes de aire
terminan por descender a la tierra, la barren, transtornan y estremecen de
frío", (página 161 y 165). Este texto l o leí mucho tiempo después de emibu
esta narración.
to que después de cinco días me ha sido absolutamente impo-
sible adaptar mi organismo a la escasez de oxígeno existente
en este sector, a más de 4.600 metros de altura ... Por lo ante-
riormente expresado, señalo a usted que n o sólo se me man-
tiene arrestado en forma arbitraria sino que, además, se me
está privando del aire que requiero para poder subsistir".
La expresada carta se la hago llegar al sargento con Juan
Claudio Reyes, quien en estos momentos difíciles, ha sido un
excelente compañero y "enfermero".
Días después he de saber que el sargento efectivamente
transcribió por radio la totalidad de la carta a sus superiores.
Y que, además, expuso su opinión personal en el sentido que
yo debía ser trasladado de inmediato de la zona.
El resto del día lo he pasado bastante afligido. Al efecto,
n o soy médico para hacer un diagnóstico sobre mis problemas
de salud aquí. Tampoco soy escritor para hacer una descrip-
ción adecuada de mis síntomas. Lo cierto, es quc en esta zona
y con este clima, me es imposible respirar adecuadamente y la
falta de aire u oxígeno se torna, por momentos, absolutamen-
te desesperada.
A veces, .cuando me vienen las peores crisis de asfixia
siento como que mi vida dependiera de un pequeño hilo de
aire; y como que ese pequeño hilo pudiera cortarse en cual-
quier momento.
Me resulta muy difícil describir esta sensación de falta
de aire. Sé, sin embargo, que puede ser fácilmente comprendi-
da por las personas que han sufrido una bronconeumonía. O
bien pleuresias, cuando el líquido pleural achica excesivamen-
te los pulmones.
Acá, parte importante de la angustia surge de saber que
uno está aislado; sin tubos de oxígeno, ni ayudamédica posi-
ble. Y sin la posibilidad, tampoco, de ser trasladado de emer-
gencia a un hospital.
En otro aspecto, la sensación de falta de aire, al margen
de afectar también los nervios, aumenta extremadamente la
sensibilidad, la emotividad.
En estas circunstancias, los lazos humanos con los seres
queridos se hacen obsesivos. Y la lejanía de !a familia se trans-
forma en algo tormentoso.
En mi caso, hay otra sensación que percibo con extrema
fuerza. Es una enorme solidaridad con todos los que por sus
ideas sufren o han sufrido cualquier expresión de tortura o
castigo físico. Me siento hermanado con todas las víctimas de
la crueldad, y esa hermandad la extiendo, especialmente, a
personas concretas cuyo sufrimiento he conocido. Sé que lo
que a m í me sucede no es casi nada frente al dolor de
muchos, prolongado por semanas, meses o años.
Por otra parte, siento la enorme belleza de la lucha por
los derechos humanos. No como expresión abstracta, sino
como fruto de una conciencia en libertad que, a veces co-
rriendo incluso grandes riesgos, se une y comunica solidaria-
mente con un ser humano cautivo, sufriente e indefenso. Veo
en esa comunicación una de las expresiones más nobles de la
hermandad humana. Y siento que esa hermandad se expresa
ahora generosamente con nosotros.
A la vez percibo, más claramente que nunca, que la
crueldad debe ser siempre condenada, sin diferencias de fron-
teras, ideas o partidos; y que no existe jamás pretexto alguno
para la crueldad humana.
No obstante todo lo anterior, en los momentos de
mayor angustia no puedo dejar de preguntarme hasta qué
punto uno, en sus expresiones de lucha, tiene el derecho a
comprender a todo su g-Apo familiar, a su mujer, a sus hijos,
los que llegado el momento pueden ser los primeros en e1 su-
frimiento.
Y reflexionando así, por momentos tiendo a pensar: le
diré a los míos: "vivan tranquilos", "aléjense de la crueldad".
Sin embargo, leo sus cartas y lo veo claramente: iseguirán
luchando! ... iestá en su sangre!, ien nuestra sangre!, igracias
a Dios!.
10.- Algunos relegados captaron, con emoción, una Radio de R o m a Era Ber-
nardo Leigthon, que condenaba nuestra relegación y nos expresaba su soli-
naridad.
Quince horas después estaría yo, ya en Molinos, redac-
tando una ampliación de mi escrito anterior dirigido a la
Corte de Apelaciones de Santiago. En esta nueva presen-
tación denunciaba las expresiones de crueldad que había
sufrido y, en virtud de ellas, recurría de amparo en favor de
todos los relegados que estaban en el altiplano, en idéntica
situación a la mía. Se refería este recurso, en forma especial,
a Juan Manuel Sepúlveda y Juan Claudio Reyes (presos en
Guallatire) y a Belisario Velasco, Elías Sánchez, Hernán Mery
y Enrique Hernández (arrestados en Chucuyo y Parinacota).
Transcribo algunos pasajes de dicho recurso de amparo
y, especialmente, una "declaración jurada" que allí hago
sobre la experiencia vivida por m í en Guailatire. Estimé nece-
sario, hacer aquella "declaración jurada" en el deseo de dar
la mayor veracidad a mi denuncia y reforzar mi peticiGn en
favor de mis camaradas y amigos que permanecían en el alti-
plano, en pleno "invierno boliviano", y en precarias condicio-
nes. Puse por título a este escrito: "denuncia haber sufrido
las torturas físicas y ~sicológicasque expresa y en virtud de
ellas recurre de amparo en favor de otros presos políticos que
las están sufriendo en este momento". Allí se dice:
"Para los efectos que la 1. Corte de Apelaciones com-
prenda cabalmente la verdad de lo que estoy expresando paso
a relatarle mi caso. Al efecto, todo lo que declaro a continua-
ción lo hago bajo juramento, invocando el nombre de Dios:
"El día sábado 14 de enero fui conducido en u n vehícu-
lo militar hacia Guallatire, a 230 km de Arica y a 4.800 me-
tros de altura (ambos datos sólo aproximados). Cálculo que
unos 80 km. antes de llegar a "Guallatire" empecé a sentir
falta de aire y dolor de cabeza.
"Algunos kilómetros después, la falta de aire se tradujo
o expresó en barios otros síntomas: náuseas, arcadas y vómi-
tos. Todo esto acompañado de la desesperacibn y angustia de
no poder respirar adecuadamente. Además me sentía total-
mente congelado.
"Pocos kilómetros antes de llegar a Guallatire, mi esta-
do de salud era tan aflictivo que la patrulla militar que me
transportaba se vio obligada a regresar. Y, poco despuks, fui
conducido a la Enfermería de Putre.
"Hago presente, además, que entiendo que perdí absolu-
tamente el conocimiento pues no me d í cuenta cuando el
vehículo se devolvió. Esta pérdida dc razón parece ser u n sín-
toma que se presenta en algunos casos de apunamiento.
"Puedo expresar a US. 1. que una persona, cuyo nombre
y rango omito, que me vio en aquella oportunidad, expresó
casi textualmente: "este relegado tenía cara de estarse convir-
tiendo en cadáver".
"En Putre estuve aproximadamente veinte horas. Poste-
riormente se dio otra vez la orden de subirme a Guallatire.
"Se me recomendó comer poco y hacer poco ejercicio.
Cumplí con ambas instrucciones n o obstante la enonne difi-
cultad de hacerlo dado los enormes fríos de la zona que se
expresan en temperaturas de "bajo cero".
"No obstante lo anterior, desde que llegue a "Guallati-
re" tuve nuevos problemas de respiración. Sentía que me fal-
taba el aire. Otros relegados han sufrido de fuertes dolores de
cabeza.
"Declaro categóricamente que conducir a unapersona a
un lugar en la que por la altura se le producen los síntomas
anteriormente señalados -falta de aire, dificultades para
respirar, náuseas, vómitos, tos, dolores de cabeza, angustia,
etc.- constituye una expresión evidente de tortura física y
psicológica.
"Se me dijo que estas eran situaciones transitorias mien-
tras el organismo se adaptaba. Es decir, que se trababa sólo de
"torturas transitorias".
"Sin embargo, al cuarto día en Guallatire mi situación se
agravó. Pasé aproximadamente quince horas prácticamente
ahogándome, desesperado, sin poder respirar. Es una situa-
ción angustiosa y me imagino que debe ser una de las peores
torturas que se le puede imponer a un ser humano.
"Pasé toda la noche del 19 de enero prácticamente sin
dormir. Al tenderme, el aire me faltaba absolutamente. En
dos o tres oportunidades debí abrir la ventana -no obstante
el intenso frío a esa hora- para poder respirar.
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Para explicar exactamente la sensación que sentí du-
rante todas estas horas puedo expresar que ellas eran entera-
mente similar a la que siente una persona afectada de bronco-
neumonia o también "falso-krup".
"Además de todo ello, sufrí, en algunos
- momentos, de
taquicardia y dolores de la caja torácica, como que era apreta-
da, presionada". Además, sentí mucho frío al n o poder hacer
ejercicio ni tampoco poder encender ningún tipo de estufa
para n o enralecer más el aire.
A los síntomas señalados -todos consecuencia directa
del lugar a que fui conducido- se deben sumar la angustia y
desesperación de saber que se está en u n lugar alejado, sin
vehículo, sin aparatos de oxígeno, sin médico ni practicante,
más aún sujetos a la posibilidad de quedar aislados durante
varios días por el "invierno boliviano". La lejanía de la fami-
lia y la posibilidad de un agravamiento mayor de mis males,
lejos de todos, han hecho más angustiosa mi situación".
Hasta aquí mi declaración jurada en relación al drama
humano que sufrí en "Guallatire".
En este nuevo recurso de amparo aclaro "que los culpa-
bles de la crueldad que se ha cometido con nosotros n o son
los ejecutores materiales que han cumplido la orden. Son
exclusivamente los que han colocado a algunos uniformados
en la obligación vergonzosa y cruel de cumplir con u n decreto
inhumano, ilegal e indigno de una nación civilizada".
Mientras ésta era nuestra realidad de relegados en el alti-
plano, el gobierno dictaba un "bando" que prohibía todo
tipo de informaciones sobre nuestra situación;
El siguiente es su texto:
"Bando número 117. RESUELVO:
10.- Prohi'bese a partir de la publicación del presente
bando la difusión por los medios de Comunicación Social de
toda noticia, comentarios, réplicas, criticas, declaraciones,
exposiciones, manifiestos, discursos y comunicaciones sobre
la siguiente materia:
Todo lo que diga relación con las medidas dispuestas por
la autoridad sobre la detención, traslado y "lugares de relega-
ción" de las siguientes personas: Andrés Aylwin Azócar, Gui-
llermo Yunge Bustamante, Ignacio Balbontín Arteaga, Geor-
gina Aceituno Saavedra, Juan Sepúlveda Malbrán, Hernán
Mery Toro, Belisario Velasco Barahona, Juan Reyes Saldías,
Elías Sánchez Cabezas, Enrique Hernández Andrade, Tomás
Reyes Vicuña y Samuel Astorga Jorquera, incluso con la
tramitación de los recursos judiciales de estas pesonas;
20.- El incumplimiento del presente bando dará lugar a
la aplicación de las medidas establecidas en el artículo 34 de
ley 12.927. Firma el Jefe de la Zona en Estado de Emergen-
cia de la Región Metropolitana"
En esta forma, a la arbitrariedad y crueldad que se co-
metía con nosotros se agregaba la cobardía moral de impedir
que nuestra situación fuera conocida por la opinión pública.
101
en un escrito presentado en la Corte, transcribe una cita de
Elena Cafarena donde textualmente se expresa: "El Ministro
de la Excma. Corte S u p r ~ m a adon Miguel Aylwin Gajardo, en
sentencia de 19 de enero de 1955, estuvo por acoger el ampa-
ro en favor de don Juan Cos Vásquez en cuanto el decreto
impugnado sobre declaración de estado de sitio amplía la
facultad constitucional del Presidente de la República previs-
ta por e) NO 1 7 del artículo 72 de la ConstituciGn Política
más allá del texto legal al decretar el estado de sitio a varias
provincias siendo que la Constitución sólo lo autoriza respec-
t o a uno o más puntos del territorio naci~nal".'~
Imposible habría sido para mi padre imaginar que una
tesis jurídica suya, en este sentido, podrían ser invocada, 33
años después, en favor de uno de sus hijos, arbitrariamente
relegado.13
El fallo de la Corte de Apelaciones sólo se conocería
varios días después rechazándose nuestro recurso con el voto
en contra del Ministro Sr. Enrique Paillás. Sin embargo, la
mayoría del Tribunal, constituida por los ministros señores
Enrique Paillás y Ricardo Gálvez (con el voto en contra del
Ministro don Osvaldo Faúndez) estimó ilegal la relegación
hecha a "localidades" determinadas (Codpa, Guallatire, etc.)
declarando que ellas sólo podían referirse a la "Provincia de
Arica", lugar donde nosotros libremente podríamos determi-
nar nuestra residencia.14
En su voto de minoría, el Ministro señor Faúndez inter-
12.- Cita tomada del libro de la abogada Elena Cafarena, "El recurso de Amparo
frente a los Regímenes de Emergencia".
13,- Don Miguel Aylwin Gajardo fue Presidente de la Corte Suprema entre 103
años 1957 y 1961. Falleció el 2 de julio del año 1976.
14.- Los señores Enrique Paillás y Ricardo Gálvez son en la actualidad ministros
de la C o ~ t ede Apelaciones de Santiago. El señor Osvaldo Faúndez es minis-
tro de la Corte Suprema desde 1988.
preta extensivamente la mención de la Constitución que se
refiere al traslado "de un departamento a otro" como si ella
dijera "de un lugar determinado a otro de un departamento
distinto'' pues, según su concepto, la lógica así lo debe con-
cluir como únicas manera de evitar que los relegados pudieren
eludir el traslado.
Al respecto, es útil señalar que si algo hemos solicitado
los abogados durante estos años ha sido, justamente, que se
recurra como elemento interpretativo de la ley, a la "lógica",
o al "espíritu general de la legislación", especialmente para
resolver sobre los problemas de "derechos humanos" o "liber-
tad personal". Sin embargo, frente a esta alegación, los Tribu-
nales reiteradamente han resuelto que solo cahe atenerse al
"texto" de la Ley". En el señalado "voto de minoría", por
excepción, un señor Ministro se ha referido a la "lógica'.
como factor de interpretación. Desgraciadamente, en este
caso, estamos frente a una increíble "lógica" que lleva al ex-
presado señor Ministro a sostener que los relegados debíamos
permanecer n o en "un departamento" (como lo dice la ley
clara e inequívocamente) sino en lugares abandonados, inhós-
pitos, a varios grados bajo cero, sin contacto con nuestras
familias y en condiciones absolutamente inhumanas.
¡Dios nos libre de esta extraña "lógica" que nos condu-
ce a la crueldad y a la inhumanidad!
"TODA EL AGUA VIENE DEL C I E L O
CESOC
Ediciones ChileAmérica