Trabajo Social y Cuidados Paliativos Un Aporte para Los Equipos de Salud
Trabajo Social y Cuidados Paliativos Un Aporte para Los Equipos de Salud
Trabajo Social y Cuidados Paliativos Un Aporte para Los Equipos de Salud
CUIDADOS PALIATIVOS
UN APORTE PARA LOS EQUIPOS DE SALUD
AUTORA
Colaboradoras
1
Lic Maria Constanza Varela
Trabajadora Social. Magister en Cuidados Paliativos (Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Miembro de la
Comisión Directiva de la AAMYCP. Miembro del Equipo de
Cuidados Paliativos del HospitalGeneral de Agudos Dr. Cosme
Argerich del GCABA.
2
PRÓLOGO
Con enorme alegría comparto con los lectores y los autores
el prólogo de este libro “Trabajo social y cuidados
paliativos: un aporte para los equipos de salud”. Esta
alegría surge como consecuencia de la lectura del texto, a
la vez claro en los conceptos e iluminador para la praxis, y
también de la admiración por el trabajo cotidiano de las
autoras, un equipo de trabajadoras sociales de gran calidad
humana y profesional que forman parte de la asociación
Pallium Latinoamérica que presido.
4
ÍNDICE
Introducción ........................................ 6
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
5
INTRODUCCIÓN
7
INSTITUTO PALLIUM LATINOAMÉRICA
CONSTITUCIÓN, ACTIVIDAD Y DESARROLLO.
Visión
Pallium pretende constituirse en una organización no
gubernamental líder en Buenos Aires y el resto del país,
contribuyendo a la consolidación de los Cuidados
Paliativos, implementando, promoviendo, complementando
y potenciando la respuesta a esta necesidad por parte de
los sistemas de salud pública y de seguridad social.(1)
Referencias
(1)www.pallium.org.ar
9
¿QUÉ SON LOS CUIDADOS
PALIATIVOS?
10
• Establecer una estrategia de asistencia que no
acelere la llegada de la muerte, ni tampoco la
posponga artificialmente.
• Proporcionar alivio del dolor y de otros síntomas
angustiantes.
• Integrar los aspectos psicológicos, emocionales,
sociales, físicos, éticos y espirituales del tratamiento
del paciente y su familia, procurando el máximo
bienestar posible.
• Ofrecer un sistema de apoyo para ayudar a las
personas enfermas a llevar una vida lo más activa
posible hasta que sobrevenga la muerte.
• Extender este apoyo a los familiares, facilitando que
puedan afrontar la enfermedad del ser querido y
sobrellevar el período de duelo.
En un primer momento se vio que, aunque inicialmente
los cuidados paliativos se desarrollaron para asistir a los
pacientes con enfermedades terminales neoplásicas, otro
tipo de pacientes que padecían enfermedades crónicas no
oncológicas en estadío avanzado, también podían
beneficiarse de la aplicación de cuidados paliativos.
En la actualidad, tal como analizan Tripodoro y cols.,
debido a los cambios epidemiológicos que suceden con el
aumento de la expectativa de vida, se pone de manifiesto
que estos cuidados deberían ser accesibles a cada persona
que padezca cualquier enfermedad amenazante para la
vida y deberían comenzar tempranamente en el curso del
padecimiento (4).
La OMS también define las enfermedades crónicas
como dolencias de larga duración y, por lo general, de
progresión lenta. Las enfermedades cardiovasculares, el
11
cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes son las
principales causas de mortalidad en el mundo,
responsables de más del 75% de las muertes. Por tanto, los
países deberían diseñar estrategias para el fortalecimiento
de los cuidados paliativos como parte del tratamiento
integral, sin embargo, la realidad demuestra que a menudo
se inician tarde y están restringidos solamente a los
pacientes con cáncer (4).
En este sentido los autores proponen el término
Atención Paliativa (AP) de las personas con enfermedades
crónicas avanzadas y sus familias, como el modo más
apropiado para describir el conjunto de medidas orientadas
a mejorar la calidad de vida en estos pacientes, de manera
precoz, y con la práctica de un modelo de atención
impecable, de la planificación de decisiones anticipadas y la
gestión de caso como ejes de la atención, y en todos los
recursos del sistema sanitario y social (4).
Los cuidados paliativos se constituyen en un modelo
basado en la autonomía del paciente, que focaliza su
atención en las necesidades y potencialidades únicas de la
unidad de tratamiento.
Como ejemplo del modelo de intervención desde los
cuidados paliativos podemos pensar en un síntoma como el
dolor, inicialmente definido como “una experiencia subjetiva
emocional, asociada con un daño tisular actual o potencial”
(6), y como tal, según Astudillo W. y cols. (7), su intensidad
12
aunquetengan poco dolor y personas con dolor y
sufrimiento, ambos, de gran intensidad.
La noción de dolor total fue descripta en 1967 por
Cicely Saunders, enfatizando en la multidimensionalidad de
la experiencia dolosa. Precisamente su complejidad radica
en la interacción que se da entre sus componentes y en el
significado e impacto negativo para la vida del paciente (y
su entorno).
Astudillo y cols. utilizan la metáfora del iceberg para
caracterizarlo. En este sentido sostienen que el dolor físico
se encuentra en la superficie, es decir, a simple vista
podemos ver el dolor físico, pero si miramos con más
profundidad, nos damos cuenta que ese dolor se mantiene
a flote y se exacerba por distintas emociones como el
miedo, la tristeza, la ansiedad, la desesperanza, el
desasosiego, que a su vez se encuentran vinculadas a la
biografía del paciente. Se trata de una experiencia que
como resultado afecta la integridad de la persona, volviendo
al dolor un síntoma de muy difícil manejo. Entonces la suma
de los componentes físicos, sociales, espirituales y
psicológicos que ocasionan ese sufrimiento a los pacientes
es lo que conforma el concepto de dolor total (8).
Por tanto, cuando hablamos de dolor total no es el
síntoma en sí, sino el significado que se le asigna a dicho
síntoma lo que provoca el sufrimiento (9). Si la percepción
de amenaza a la integridad supera la percepción que se
tiene sobre los recursos para hacerle frente, estamos
hablando de sufrimiento.
Los cuidados paliativos con este enfoque refieren a un
nuevo paradigma en el cuidado y la atención de pacientes y
sus familiares. Como modalidad de abordaje pretenden
13
contribuir a mejorar la calidad de vida durante el trayecto de
una enfermedad, el fin de vida, la muertey el duelo,
atendiendo especialmente a lo que esa persona y esa
familia en ese momento necesitan.
Bibliografía
14
LOS PRIMEROS PASOS DEL TRABAJO
SOCIAL EN CUIDADOS PALIATIVOS
15
otros síntomas de los pacientes con un tratamiento
farmacológico.En este contexto intercambia
correspondencia con trabajadores sociales, psiquiatras y
sociólogos de EEUU que realizaban los primeros estudios
clínicos sobre el alivio del dolor.
En 1954 la trabajadora social Alison Player en su
artículo “Casework in terminal illness” menciona una
cantidad de conceptos que definen una intervención
superadora para pacientes y familiares en el final de la vida,
en el marco de un modelo de atención integral orientada a
mejorar su bienestar y confort. Player enfatiza también
acerca de la necesidad de promover la participación activa
de los pacientes, haciendo asimismo hincapié en la
importancia de incluir el apoyo de la comunidad.
En 1959 varios trabajadores sociales preparan
folletería sobre el cuidado de pacientes en domicilio. Ese
mismo año Cicely confecciona folletos sobre seguimiento
en duelo para una institución que trabajaba con mujeres de
pacientes fallecidos y, en 1960, reúne investigaciones
multidisciplinarias sobre el cuidado de pacientes al final de
la vida.
En 1960, Cicely visita en el Masachussetts General
Hospital a Ruth Abrams, una trabajadora social que había
escrito dos artículos muy importantes en el New England
Journal of Medicine sobre el seguimiento de 200 pacientes
en diferentes clínicas de esa ciudad. Allí un equipo de
trabajadoras sociales con gran experiencia, describe los
déficits que distintos colegas identifican en su trabajo con
pacientes oncológicos terminales, entre los cuales
mencionan:
16
• los lugares específicos para el tratamiento de
enfermos crónicos.
• las políticas hospitalarias y la naturaleza humana.
• las necesidades médicas y de enfermería.
• la aceptación de la familia.
• la habilidad de la familia para proveer cuidado tanto
físico como emocional.
• los deseos del paciente sobre la elección del lugar
para morir.
• los recursos prácticos y habitacionales.
Sugieren la necesidad de llevar a cabo una adecuada
intervención para lograr un cuidado terminal acorde a las
necesidades de los pacientes, culminando su trabajo con el
siguiente pedido a los sistemas de salud:
“ruego que el paciente sea tratado como persona”.
Por otro lado, Abrams escribe sobre el escaso grado
de información que recibe el paciente y hace especial
hincapié en el potencial que implicaría una adecuada
comunicación a la hora de definir los objetivos de
rehabilitación. En este sentido sostiene que la rehabilitación
comienza cuando el paciente ingresa al hospital a través de
la elaboración de un plan flexible y consensuado entre el
paciente y todos los profesionales intervinientes (médicos,
enfermeros, trabajadores sociales). Precisamente el
trabajador social cuenta con la formación necesaria para
conocer la experiencia del paciente y sus familiares, los
significados que ellos le atribuyen al proceso de la
enfermedad, y paraidentificar las potencialidades y los
recursos internos existentes con el objetivo de elaborar un
adecuado tratamiento socio-sanitario.
17
Abrams escribe en 1974 “no estamos solos con el
cáncer”. Allí establece claras indicaciones para pacientes y
familiares, así como una guía para cuidadores donde
sugiere:
1. Esté disponible cuando sea necesario,
particularmente trate de visitar al paciente
regularmente.
2. Acepte al paciente como el mismo se conduce: sus
silencios y ausencias, su resignación y dependencia y
su manera, lugar y momento para morir.
3. Acepte el rol que el paciente le asigne, no espere
demasiado del paciente, no trate de influenciar en su
área emocional, social y espiritual. Haga lo posible
para que al paciente le resulte fácil aceptar o rechazar
ayuda.
4. Asegúrese de estar disponible para las
necesidades del paciente y su familia inclusive en la
preparación anticipada de su muerte. Esté atento a las
necesidades prácticas: al momento del fallecimiento, a
quién llamar y a los arreglos funerarios.
5. Recuerde que todo lo que se ha dicho o hecho en
estos momentos debe ser apropiado para la situación.
La atmósfera debe ser tal que tanto el paciente como
su familia puedan condolerse conjunta o
separadamente. Es adecuado que los cuidadores
tanto profesionales como no profesionales muestren
su tristeza.
18
Bibliografía
1. Oxford Textbook of Palliative Social Work". Edited by Terry
Altilio, MSW, ACSW, LCSW and Shirley Otis-Green, MSW,
ACSW, LCSW, OSW. Oxford University Press. 2011.
19
LA MATRIZ METODOLÓGICA DEL
TRABAJO SOCIAL EN CONCORDANCIA
CON LOS CUIDADOS PALIATIVOS
Necesidades prácticas
• Relacionadas con la enfermedad, por ejemplo,
organización del cuidado, capacidad cuidadora, riesgo
de claudicación.
• Vivienda, alimentación, ayuda económica,
transporte.
• Actividad laboral, escolaridad.
21
• Culturales.
• Legales, por ejemplo, tutorías, legalización de
uniones.
Necesidades Sociales
• Adaptación a la enfermedad, comunicación.
• Disfunción familiar.
• Aislamiento social.
• Toma de decisiones, directivas anticipadas.
• Temas de calidad de vida.
• Violencia doméstica.
• Adicciones
• Duelo
22
Funciones
• Evaluar el impacto de la enfermedad en la unidad de
tratamiento con el fin de elaborar un diagnóstico
social.
• Propiciar una adecuada comunicación entre unidad
de tratamiento y equipo para unificar criterios y
optimizar objetivos.
• Promover la adaptación individual y colectiva a la
nueva situación a fin de propiciar el cuidado del
paciente y el autocuidado de la familia.
• Orientar hacia la resolución de temas prácticos y
complicaciones que se puedan plantear, aportando
información, asesoramiento y contactos con los
recursos idóneos.
• Identificar la necesidad de la incorporación de la
figura del cuidador.
• Supervisar las tareas inherentes al cuidador.
• Contener a las familias durante el proceso de duelo
y facilitar la resolución de los problemas sociales
inherentes al mismo.
Actividades
• Realizar entrevistas diagnósticas con la unidad de
tratamiento y registrarlo en la historia clínica.
• Planificar estrategias de abordaje para el tratamiento
social.
• Realizar entrevistas de seguimiento individual y
familiar.
• Realizar entrevistas de abordaje para el tratamiento
social, entrevistas de seguimiento individual y familiar
23
y entrevistas complementarias en domicilio con fines
de diagnóstico social.
• Efectuar interconsultas y/o derivaciones ante
disfunciones sociales no controlables en este nivel.
• Articular con recursos sociales necesarios para la
resolución de las problemáticas detectadas (obtención
de medicación, traslados, conexión con escuelas,
orientación previsional, etc.).
• Utilizar herramientas de registro y valoración de
resultados.
• Realizar entrevistas individuales o grupales de
soporte social en duelo.
EL DIAGNÓSTICO SOCIAL
GENOGRAMA
SOCIOGRAMA
26
LAS NECESIDADES EN CUIDADOS
PALIATIVOS
29
En nuestro país la Ley 26.742 de Derechos del
Paciente (13), aprobada sancionada en 2012, establece en
su artículo 5ºinciso h “el derecho a recibir cuidados
paliativos integrales en el proceso de atención de su
enfermedad o padecimiento” pero este artículo aún no fue
reglamentado, aunque sí habilita la posibilidad de exigir su
cumplimiento. Este derecho ha sido receptado, a su vez, en
el Código Civil y Comercial de la Nación en su art. 59,
inciso h, que se expresa en los mismos términos que la ley
mencionada(14).
Asimismo, la obligatoriedad de brindar estas
prestaciones por parte de los Agentes del Seguro de Salud
con un 100% de cobertura, ha sido establecida por la Res.
201/02 del Ministerio de Salud de la Nación, que aprobó el
Programa Médico Obligatorio de Emergencia (Anexo I,
punto 8, inc. 1), cuyo margen temporal (inicialmente para
personas con pronóstico de vida de 6 meses) quedó
ampliado a partir de la declaración de la OMS que sostiene
que estos cuidados deben brindarse en cualquier estadio
de una enfermedad potencialmente crónica o avanzada,
centrándose en las necesidades y no en los pronósticos de
los pacientes(14).
No obstante la normativa específica mencionada, el
acceso a los cuidados paliativos integra el derecho a la
salud, derecho humano reconocido por los tratados
internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22, de
la CN); entre ellos, el art. 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el art. 5 inc.1
del Pacto de San José de Costa Rica(14).
Por otro lado, existen barreras en el acceso a los
fármacos para aliviar el dolor, especialmente los opioides, a
30
pesar que el alivio del dolor también puede considerarse
implícito en el mencionado derecho a la salud. En 1986 la
OMS clasificó las barreras de accesibilidad en 4 niveles
relacionados con: las políticas socio-sanitarias (fiscalización
excesiva por temor al abuso y desviación, excesiva
burocracia en la entrega de recetarios para su
prescripción), la industria farmacéutica (alto costo,
licencias), los profesionales de la salud (falta de formación,
prescripción deficiente) y, por último, con los pacientes
(temor a la dependencia, adicción)(15).
En este escenario de especial complejidad coexisten
grietas de diversa índole que dificultan las posibilidades
reales de realizar las necesidades y por tanto limitan el
ejercicio de los derechos. Volviendo al análisis de
Carballeda, podemos pensar que emergen nuevas formas
de expresión de la cuestión social. Es decir, la salud como
cuestión social expresa, particularmente en el contexto de
los cuidados paliativos, problemáticas sociales complejas
que atraviesan el ámbito de intervención, donde lo que
sobresale es lo novedoso del padecimiento, especialmente
desde su heterogeneidad, singularidad y complejidad(1).
El abordaje centrado en la intervención en crisis es
habitual en el ejercicio profesional de un trabajador social,
que se prepara en su formación de pregrado para los
tratamientos con personas y familias vulnerables y
vulneradas en sus derechos. En el escenario de la
intervención confluyen una variedad de componentes de la
realidad y es allí donde se hace presente la noción de
intervención social como dispositivo, es decir, como la
dinámica de una red conformada por discursos,
reglamentos, leyes, enunciados, marcos teóricos y
31
corrientes de pensamiento. En definitiva, el dispositivo es la
red que puede establecerse entre todos esos estos
elementos, presentándose también como un conjunto
capaz de ser transformado y reordenado. Es en esta
interacción donde las necesidades se presentan como
potencial de transformación. La intervención social buscará
entonces articular estas necesidades con las posibilidades
reales de ser realizadas para que de esa manera los
derechos puedan ser efectivamente ejercidos por los
pacientes y sus familiares.(14)
Bibliografía
1. Carballeda A. La intervención en lo social, las problemáticas
sociales complejas y las políticas públicas. En Revista Margen,
Edición nro. 48. Publicado en www.margen.org. 2008.
2. Choiniere et al. A visual analogic thermometer for measuring
Pain intensity. J. Pain Symptom Manage. 1996.
3. Resolución N°357/2016. Ministerio de Salud. Publicada en
www.boletinoficial.gob.ar
4. Rossell T. La entrevista en Trabajo Social. Editorial Biblaria.
Barcelona. 1998
5. Monroe B. Social work in Palliative Care. 1993.
6. De Simone y cols. Marco Conceptual para la intervención del
equipo de cuidados paliativos. Instituto Pallium Latinoamérica,
Buenos Aires. 2010.
7. Max-Neef M. Desarrollo a escala humana, 1996.
8. Carballeda A. La intervención en lo social como dispositivo.
Una mirada desde los escenarios actuales. Artículo publicado en
www.revistas.unam.mx , 2010.
9. Carballeda A. Intervención en lo social y pensamiento crítico.
Una mirada desde nuestra América en los escenarios actuales
del trabajo social. Ponencia presentada en el I Foro Internacional
32
y la I Convención Nacional de trabajadores sociales de
Venezuela, 2008.
10. Carballeda A. La intervención en lo social como dispositivo.
Una mirada desde los escenarios actuales. Artículo publicado en
www.revistas.unam.mx , 2010.
11. Carta de Praga. Publicada en www.eapcnet.eu. 2013.
12. Pastrana y cols.. Atlas de Cuidados Paliativos de
Latinoamérica. Edición cartográfica.IAHPC Press.Houston. 2013.
13. Ley Nacional nro. 26.742. www.infoleg.gov.ar. 2012
14. Magnante, D.El derecho a los cuidados paliativos. Comentario
al fallo «D. L. J. D. R. c/ INSSJP s/amparo». 2016.
15. World Health Organization. Cancer pain relief. Ginebra. WHO,
1986.
33
INTERVENCIONES CON LA
FAMILIA
35
convenir objetivos realistas y realizables a lo largo del
proceso de intervención.
¿CÓMO CUIDAR?
36
Las personas tendemos a buscar explicaciones acerca
de lo que en la vida nos acontece, en especial en el caso
de las enfermedades, siendo frecuente que aparezcan
crueles autorreproches, sentimientos de castigo, de culpa,
vivencias de haber sido elegidos para ser despojados, y un
sinfín de manifestaciones posibles que acompañan al
sufrimiento. Interesa conocer las creencias que aparecen
en torno de la enfermedad, a fin de poder aclarar ideas
erróneas y eventualmente desligar responsabilidades a
través de información clara sobre aquellos puntos que
generan confusión.
La inclusión de los familiares en el cuidado, les brinda
la posibilidad de saber que se está haciendo algo por el
paciente; que no se lo abandona y que se procura su alivio.
Además, les permite intimidad en el contacto físico y
emocional. Es importante para la familia poder despedirse,
compartir un abrazo, un beso, o poder decir “te quiero”.
Frecuentemente los seres queridos en su deseo de
comprometerse activamente en el cuidado, sin orientación y
sin ser demasiado escuchados en sus dudas o temores,
terminan teniendo actitudes de incapacidad de dar
respuesta a las demandas más básicas de
acompañamiento. Esta situación no sólo tiende a provocar
en el paciente una actitud de aislamiento, sino que a
posteriori puede generar en los familiares duelos
complicados por sentimientos de culpa. En este sentido,
propiciar la participación de los familiares en el cuidado,
tiene una lógica preventiva, comprendiendo la participación
en el cuidado como un factor protector, en tanto aquellos
que se involucren activamente en el cuidado y
acompañamiento de su ser querido durante la enfermedad,
37
tendrán posiblemente mejores herramientas para transitar
el proceso de duelo.
La enfermedad también puede ser una oportunidad
para reparar conflictos históricos, o reconciliaciones, que no
sólo aliviarán a la persona enferma, sino a todos los que lo
sobrevivan. En las familias suele haber temas no resueltos,
que afrontados y compartidos contribuyen al alivio y a la
continuidad de una historia diferente. Pero para lograr
abordar estas cuestiones la comunicación entre los
familiares tiene que alcanzar un nivel de claridad que
permita compartir un diálogo sincero, con conciencia de la
proximidad de la muerte.
Así, se apuntará desde el equipo de salud, a promover
una comunicación lo más abierta y fluida posible en la
atención de la unidad de tratamiento (paciente y familia).
Esto implicará tanto lo concerniente a temas vinculados al
tratamiento como al manejo de información al interior de la
familia. El objetivo es facilitar los procesos de toma de
decisiones desde una perspectiva de respeto a las
necesidades y deseos del paciente y de su familia, siendo
esta última, también objeto de nuestro cuidado.
CERCO DE SILENCIO
43
Interesa señalar que los casos en los que se identifica
la presencia de un cerco de silencio, este suele apoyarse
en un profundo deseo de brindar apoyo y cuidado. De
ningún modo debe pensarse que se instaura para generar
daño ni aislar adrede, sino que aparece como la manera
posible de atravesar la situación. Es importante entonces
para el equipo de salud identificarlo correctamente, a fin de
implementar estrategias que promuevan mejoras en la
comunicación.
CLAUDICACIÓN FAMILIAR
44
Es considerada una urgencia en el área psicosocial de
Cuidados Paliativos, por el nivel de sufrimiento que puede
generar y su consecuente impacto negativo en la calidad de
vida de la unidad de tratamiento.
Objetivos
• Identificar criterios socio-familiares que posibiliten la
elaboración de una orientación diagnóstica: el punto
de partida para el diagnóstico es la propia narrativa,
(lo que dice de lo que pasa: el relato) los significados
(que le otorgan a ese relato) y el sistema de valores y
creencias de la unidad de tratamiento. En este
proceso se buscará privilegiar el protagonismo del
paciente y su familia. Para esto es importante conocer
sus vivencias anteriores y cómo les afectan o
repercuten en la situación actual.
• Brindar un espacio de escucha y asesoramiento
(necesidades psicosociales y prácticas): esto es,
legitimar las emociones y temores. En este sentido es
importante ayudar a poner en palabras los
pensamientos y sentimientos.
• Consensuar objetivos generales del plan de
tratamiento: poder acordar en función de las
expectativas que ellos traen y lo que el equipo les
puede ofrecer.
48
• La no participación en el cuidado del paciente,
tomando el cuidado como factor protector.
• Personas con riesgo de aislamiento por escasa red
familiar y social y/o bajo nivel de comunicación.
• Personas con poca posibilidad de expresar la pena
o incapacidad para hacerlo.
• Personas que atravesaron duelos previos no
resueltos.
• Personas que tuvieron experiencias previas
traumáticas en el cuidado de enfermos.
• Personas involucradas en situaciones de adicción
y/o de violencia familiar.
• Personas que atraviesan crisis concurrentes (se
trata de problemas, no necesariamente pérdidas, que
requieren de mayor energía emocional: por ejemplo,
crisis económica o laboral).
Valoración diagnóstica
En el diagnóstico es relevante la identificación de los
recursos de la familia porque esto va a ser la base para que
en consenso con el equipo pensemos las estrategias. Entre
los recursos que se observan son: disposición de la familia
para cuidar, flexibilidad familiar, predisposición para recibir
ayuda.
En síntesis, la entrevista tiene un valor terapéutico en
sí mismo, primero como espacio de escucha y contención,
pero también como una intervención psicoeducativa donde
la familia puede plantear dudas, preguntas e interrogantes
en relación a la organización del cuidado, y al avance o
progresión de la enfermedad.
Por otro lado, constituye una oportunidad de
identificación temprana de necesidades y recursos. Esto
permite plantear objetivos de intervención adecuados a las
necesidades particulares de cada unidad de tratamiento y
así mejorar la calidad de la atención que se le ofrece.
Asimismo, permite la construcción de un plan de acción
conjunto y consensuado entre el paciente, su familia y el
52
equipo, integrando expectativas en la atención con las
necesidades particulares de las personas y los recursos
institucionales concretos en que se enmarcan las
intervenciones profesionales.
La identificación temprana de determinados criterios
socio-familiares permite entonces brindar información
orientadora de acuerdo a la particularidad de cada familia
desde el inicio del tratamiento para construir entre la unidad
de tratamiento y el equipo tratante, estrategias de
intervención destinadas a fortalecer la capacidad cuidadora,
aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de los
pacientes y sus familias.
53
derecho a elegir si va a poder dar respuesta en un sistema
de atención que los hará protagonistas en el proceso de
cuidado.
Asistir a un paciente en el marco de su domicilio,
representa para el equipo tratante adentrarse a la esfera del
mundo privado de éste y su familia. Importa entonces
conocer y respetar la organización interna del grupo. Esto
involucra la distribución de roles; el momento del ciclo
evolutivo familiar que transitan y aquellas creencias y
valores que los identifica: reconociendo mitos e ideas que
tienen acerca de la enfermedad, la muerte y los rituales
asociados.
En relación a la situación socio-familiar, es necesario
contemplar algunas cuestiones prácticas que posibilitan que
un paciente pueda ser cuidado en domicilio, como ser:
• Satisfactoria red familiar: considerando que al menos
dos personas compartan las tareas de cuidado
• Recursos económicos suficientes: en relación a los
gastos que la crisis de la enfermedad les implique
• Adecuados soportes prácticos (este aspecto se
relaciona a los cuidados del cuerpo, “curar una
herida”, higienizar a un ser querido, etc.). Hay
familiares que pueden acompañar, pero no ocuparse
de estos temas más relacionados a atender el cuerpo
de su ser querido.
• Adecuada red de soporte externo: considerar si
existen vecinos, allegados, familia extensa o
referentes institucionales (escuela, iglesia, etc) a la
que poder acudir en caso de necesidad.
• Vivienda adecuada (se hace referencia a cuestiones
de accesibilidad como presencia de escaleras, etc.,
54
que carezca de la privacidad que desee, o cualquier
otro límite habitacional que pueda reorganizarse).
• Enfermedad psiquiátrica: antecedentes del paciente
o de los familiares cuidadores que sea necesario
atender para evitar o reducir daños asociados.
• Antecedentes de violencia y/o adicción.
• Antecedentes en el cuidado de enfermos: muchas
familias traen experiencias previas de familiares
fallecidos con dolor físico y sufrimiento. Es importante
considerar esto a fin de evaluar el riesgo (sufrimiento)
o el beneficio (experiencia reparadora).
• Duelos no elaborados.
• Espiritualidad / Religión.
55
• único cuidador anciano y con problemas de salud (3
casos)
• cuidador principal con problemas psiquiátricos (1
caso)
• cuidadores no dispuestos a hacerse cargo del
cuidado, sin disposición, ni compromiso (2 casos)
• Situación económica Necesidades Básicas
Insatisfechas (INDEC 2003)(1 caso). El traslado a
domicilio de este paciente no sólo implicaría la pérdida
de algunos beneficios familiares, (por ejemplo,
garantizaba la alimentación diaria del resto de sus
cuidadores en el hospital) sino que agregaría
complicaciones a la hora del fallecimiento y los ritos
funerarios.
En cuanto a la red familiar el 90% corresponde a
pacientes que cuentan con una red familiar satisfactoria: un
mínimo de dos cuidadores con disposición a involucrarse
en el cuidado con participación activa (convivientes y no
convivientes). El 81 % correspondió a vínculos familiares
armónicos. Aquí se evaluó el grado de conflicto previo a la
crisis actual, y el modo en que la familia afronta
habitualmente las crisis, considerándose armónicas
aquellas dinámicas familiares más flexibles, y con mejor
posibilidad de adaptación.
Un indicador clave a la hora de ingresar un paciente es
indagar su deseo de permanecer en su domicilio. El 95%
ratificó esta decisión; sólo un mínimo porcentual (5%),
según la familia argumentó, no quería pasar a domicilio por
no tener el dolor controlado y/o la percepción de convertirse
en una sobrecarga para sus seres queridos.
56
Respecto a la cobertura social el mayor porcentual
correspondió a coberturas con limitación en sus
prestaciones (57%), pacientes asistidos en el subsistema
público (32%), y (11%) con cobertura con prestaciones de
mayor alcance (obras sociales), por ejemplo provisión de
medicación, o algunas prestaciones en domicilio.
Como obstáculos puntuales se registran en los casos
ingresados:
• Presencia de ancianos y/o niños (27%) y/ o
personas con limitaciones físicas y/o psíquicas (9,8
%). Se estima si la red de cuidado es adecuada para
el acompañamiento en domicilio.
• Escasa disponibilidad horaria para el cuidado. Sólo
un 3,1% refiere limitaciones horarias por no contar con
licencias laborales. En estos casos se trata de prever
la inclusión temprana de otras personas que ayuden
para prevenir posibles claudicaciones.
• Presencia de adicciones (en el paciente, y o su
grupo familiar (6,7% ) y violencia familiar (en el
paciente, grupo familiar) ( 4,9 % ) En ambas
situaciones se evaluó pertinente el ingreso,
considerando que se trataba de grupos con recursos
internos para ocuparse de su familiar enfermo
• Experiencias previas traumáticas en el cuidado de
enfermos, en el paciente o grupo familiar (22,1%) Es
relevante este dato porque generalmente estos
cuidadores recuerdan dolores u otros síntomas no
controlados, que los atemoriza en el cuidado actual.
• Duelos no elaborados (en el paciente o grupo
familiar) (25,8 %). Se indaga acerca de pérdidas
familiares complejas o de alto impacto en la vida
57
cotidiana, o que relacionan con la aparición de la
enfermedad actual.
En cuanto a las preocupaciones más frecuentes que
los familiares compartieron al ingresar al programa pueden
centrarse en la comunicación del diagnóstico y pronóstico, y
cómo manejar la muerte en domicilio.
58
ENTREVISTAS SOCIO-FAMILIARES EN EL
ÁMBITO HOSPITALARIO.
Encuadre
1. Es importante contar con un tiempo aproximado de
una hora, y una distribución en el espacio que les
permita sentarse circularmente para todos estar cara a
cara. Esto nos permite desde la coordinación observar
toda la comunicación no verbal, que en este espacio
es un recurso primordial para toda la dinámica del
encuentro.
2. En nuestra experiencia, la realizamos sin la
presencia del médico o enfermero del equipo para
poder centrar el objetivo en los vínculos familiares.
3. Tampoco incluimos al paciente, entendiendo que
hay cuestiones que no se van a expresar si está
presente.En el ámbito hospitalario debemos contar
con su consentimiento. Generalmente no encontramos
obstáculos en obtener esta autorización,
fundamentalmente cuando se le hace hincapié en que
61
nada de lo que se hablará será diferente a las
respuestas que él reciba a sus interrogantes.
Presentación
Nos presentamos como coordinadores e invitamos a
cada uno a que se presente por su nombre y desde el
grado de vínculo con el paciente.
¿Cómo se comunican?
Identificar estilos familiares de comunicación
singulares, por ejemplo: ¿son una familia que cuando
62
tienen un problema hablan de lo que ocurren?, o¿actúan
habilitando canales de comunicación? u ¿obturan los
procesos comunicacionales, dando lugar a ocultamientos o
malentendidos?
Bibliografía
65
4- Gomez, B. “Abordaje Psicoterapéutico de Trastornos
Psicológicos asociados a Enfermedades Físicas Crónicas”,
apra.org.ar. Fundación AIGLE. España. 2011.
5- D’Urbano, E. “Guía de orientación para identificar y
abordar el Cerco de Silencio” Material de la Formación de
post-grado interdisciplinaria del Instituto Pallium
Latinamérica. Buenos Aires. 2006.
6- Documento de Trabajadores Sociales miembros de la
CAPTAL, SECPAL y PADES de España. Coordinado por
Novellas Aguirre de Cárcer Ana.Medicina paliativa. Grupo
de Investigación de Innovaciones en Trabajo Social GRITS.
Universidad de Trabajo Social de Barcelona. España. 2015.
7- Novellas Aguirre de Cárcer, A. “La atención a las
familias en cuidados paliativos. Análisis del proceso y
propuestas metodológicas de intervención”. Revista de
Medicina Paliativa. Abril-Junio 2000. Vol.7 N°2. España.
8- Contel J, González M. “Instrumentos de valoración
multidimensional en atención domiciliaria”. Cuadernos de
Gestión. 1997.
66
DUELO: ABORDAJE DESDE EL
ÁREA SOCIAL
Jacques Derrida
67
autor plantea que existen tres fases a atravesar en el
proceso de duelo: Evitación, Asimilación y Acomodación.
Cabe aclarar que cada proceso de duelo es singular y
dinámico, siendo estas fases, sólo orientativas. La primera
fase, se caracteriza por el estado de shock, negación o
incredibilidad de la situación de la pérdida. En la fase de
Asimilación, se va absorbiendo gradualmente el impacto de
la pérdida, comenzando a experimentarse sensaciones de
soledad, tristeza, desesperación, con gran intensidad.
Asimismo, pueden aparecer trastornos del sueño y del
apetito, nerviosismo, estrés. Durante la Acomodación, la
angustia y la tensión comienzan a ceder hacia una
aceptación resignada de la realidad de la muerte,
iniciándose el proceso gradual de reorganización y
reconstrucción.
Más allá de las fases enunciadas, Worden(3) plantea
cuatro tareas a realizar en el proceso de duelo,
considerando la participación activa del deudo en el mismo:
aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones y
el dolor de la pérdida, adaptarse a un medio en el que el
fallecido esté ausente: adaptaciones externas, internas y
espirituales y recolocar emocionalmente al fallecido y
continuar viviendo.
Esta mirada del duelo incluye la resignificación del
vínculo, en lugar del cierre o final. No se trata de olvidar a
quien murió. La relación con el que ser querido muerto no
es un vínculo que termina, sino que se transforma. Las
personas transitando un duelo por momentos creen
haberse vuelto “locas” porque sienten, escuchan o tienen
sueños vívidos con su familiar fallecido. Compartir estas
emociones alivia, al igual que escuchar que a otros también
68
les ha pasado, descomprime la sensación de
despersonalización o locura a las que los enfrenta el dolor.
La persona puede desde nuestra intervención tener como
tareas, drenar el dolor del proceso y buscar un sentido y un
significado a su pérdida, y esto es un camino individual y
único, lo que implica el rol activo de la persona doliente en
su propio proceso. Así, lo objetivos de la intervención en
duelo estarán centrados en que las personas puedan
adquirir ciertas habilidades y herramientas para seguir
atravesando el proceso; propiciando que la persona
reconozca y desarrolle sus propios recursos, pero también
estimulando nuevos. Que pueda salir reconciliada con su
nueva identidad, ahora atravesada por la huella de una
ausencia y hasta fortalecida de esta crisis.
La pérdida de un ser querido no se manifiesta de la
misma manera en todas las personas. No hay forma de
saber cuánto una pérdida dolerá, ni cuánto tiempo durará.
El sufrimiento que habitualmente acompaña el duelo
puede causar emociones difíciles de tolerar. Sin embargo,
hay emociones esperables que es importante poder
reconocer correctamente a fin de no equivocar las
indicaciones frente a las situaciones que se puedan
presentar en la atención de personas que han perdido a un
familiar recientemente.
70
esto no quiere decir que ya no importe la persona que
falleció, sino que el recuerdo puede lastimar menos.
Atravesar un duelo es un camino difícil y muy personal,
algunas de las emociones mencionadas en párrafos
anteriores pueden ocurrir, pero no necesariamente hacen a
un duelo. Estamos habitados por nuestros muertos y la
huella de este espacio interior construido con el que se fue,
perdurará y teñirá cada acto futuro, pero no sólo desde la
ausencia, sino también desde nuevos sentidos y
significados. Una pérdida significativa convierte la vida
propia y se puede salir dañado, pero también fortalecido.
Todas las emociones reseñadas previamente se
encuadran dentro de lo que se considera un proceso de
duelo normal y saludable. De todas formas, interesa
destacar que, si éstas persisten en el tiempo y el dolor y el
sufrimiento exacerbado no ceden, siempre es aconsejable
consultar con un especialista de salud mental.
En resumen, es de suma importancia la capacidad
profesional de poder distinguir entre el asesoramiento en
duelo abarcable desde las intervenciones de un trabajador
social entrenado y los indicadores que alertarán sobre la
necesidad de realizar una derivación al especialista en
salud mental. En este punto, según Worden(3) los casos
más frecuentes para la derivación son: los duelos
prolongados en el tiempo y/o enmascarados con síntomas
somáticos o conductuales, y/o duelos que se manifiestan
con una ansiedad o depresión excesiva y/o duelos en
personalidades con riesgo de suicidio.
EL ASESORAMIENTO EN DUELO
71
El asesoramiento ayuda a transformar el duelo en un
trabajo activo. Con diferentes técnicas se promueve la
memoria del ser querido, a través de tareas que incluyen
rituales, ejercicios narrativos y otras acciones adecuadas
que funcionan como modo de conexión, recordación y
elaboración de la pérdida.
El desafío que nos impone justamente el duelo es
encontrar un nuevo sentido en la vida a partir de la pérdida.
Es un proceso dinámico de reconstrucción, reorganización
y transformación del sentido del ser.
Autores como Worden plantean el asesoramiento
como una instancia de intervención en un proceso de duelo
normal o no complicado. La realización de la entrevista de
duelo permite la evaluación y consideración del tipo de
intervención profesional necesaria teniendo en cuenta la
particularidad y singularidad de cada proceso.
Podemos decir que las primeras entrevistas de
seguimiento en duelo tienen como objetivo:
• Reforzar positivamente la tarea de cuidado
efectuada por los familiares.
• Facilitar la expresión de emociones, sentimientos y
pensamientos.
• Aclarar las dudas respecto a la muerte del familiar
y/o al proceso de duelo.
• Estimular a que se ponga en palabras las
circunstancias en que se produjo la muerte y el
proceso de enfermedad.
• Derivar a especialistas según necesidad detectadas
de los duedos.
• Informar sobre la evolución del duelo.
72
Partimos de la concepción que no todas las personas
tienen desarrollados los recursos personales para elaborar
una pérdida significativa. El asesoramiento o seguimiento
en duelo permite descubrir y fortalecer las capacidades y
recursos personales.
A partir del trabajo en duelo la construcción de nuevos
roles ofrece una oportunidad de crecimiento. Asumir las
tareas y funciones que antes dependían de la persona
fallecida permite crecer en un aspecto diferente.
74
“Los momentos más difíciles son cuando recuerdo a
Guillermo sufriendo, con dolor. No puedo acordarme de eso
y no ponerme a llorar, es la primera imagen que se me
viene a la cabeza cuando pienso en él”
Mónica (60 años)
GRUPOS DE DUELO
76
• Identificar y destacar los recursos personales que
poseen los miembros del grupo para enfrentar los
cambios que la pérdida trae aparejado.
• Propiciar un espacio en el que las personas que han
sufrido una pérdida puedan trabajar sus emociones y
sentimientos.
• Fomentar la reconstrucción de “unnuevo mundo de
significados y sentidos” que han sido cuestionados a
partir de la pérdida.
81
Bibliografía
82
EXPERIENCIAS EN UN CENTRO DE DÍA
83
Fundamentos para la intervención social
84
El Dr. Pablo Rispo en su libro “Cáncer Diálogo de
Intimidades” dice haciendo referencia a su propia
experiencia como paciente oncológico: “Ese componente o
valor agregado que le damos a los puros objetos y
personas, a los eventos familiares y sociales, ese calor
humano de coparticipación histórico cultural, se desvanece,
se quiebra y se rompe como consecuencia de un choque
fulgurante que termina en un cúmulo de escombros en
todos los contenidos vivenciales encerrados en el derrumbe
existencial”(1)
En una sociedad que evita la muerte y que pregona
como mandato el enfrentar la enfermedad con el mayor
acceso a tratamientos -aún cuando ya éstos sean fútiles-,
es frecuente que las familias acuñen como argumento:
“tenemos que sentir que hicimos todo lo posible”. Esto
incrementa el aislamiento del paciente en la medida que la
enfermedad avanza. Comienzaa dejar de comunicarse,
abatido, con menos fuerzas, se le pide que continúe en la
lucha, y de no ser así, su entorno va dejando de dar
respuesta a necesidades que parecieran contactarlos con la
sensación de fracaso, de vacío y de no existencia.
El Centro de Día tiene como modelo social el objetivo
de reconstruir ese espacio de cotidianeidad tan atravesado
por la enfermedad. Es entonces necesario desde nuestra
área profesional, buscar transformaciones comprendiendo,
explicando y redefiniendo los aspectos significativos de la
vida social en el marco de una enfermedad avanzada. El
paciente es parte de una familia, con un pasado, un futuro y
un contexto social y cultural. Dicho contexto se ve limitado
en el período de enfermedad terminal a las fronteras de su
hogar y el lugar asistencial de referencia para su
85
tratamiento.
87
LA INTERVENCIÓN EN LO SOCIAL(2)
Problemática de la integración
Fragmentación social
Ruptura de solidaridades
Horizonte de intervención
-Reconstruir solidaridades
-Lo integrador
-Lo organizador
-Lo simbólico
88
Identidad
Objetivo general
1. Resumir los conceptos de Cuidados Paliativos
aplicados a la modalidad del Centro de Día.
2. Presentar un modelo social que suma y
complementa la atención tradicionalmente brindada.
Alcances:
El Centro de Día “Hostal de Malta”, está dirigido a
pacientes adultos, de ambos sexos, con diagnóstico de
enfermedad oncológica avanzada, que no estén totalmente
postrados. Es un ámbito que persigue alcanzar nuevos
significados y fortalecer la dignidad en la vida de los
pacientes.
Facilita además a sus familiares tener un breve
descanso en el cuidado que proveen cotidianamente, a
veces durante largo tiempo.
A modo de síntesis, la actividad puede definirse como
“reafirmación de la vida sin negar el proceso de
enfermedad”.
Los objetivos específicos del Centro de Día pueden
resumirse así:
• Fortalecer la dignidad en el proceso de enfermedad.
• Potenciar la creatividad a través de distintas técnicas
vinculadas al arte: pintura, escultura, música, taller
literario, etc.
• Desarrollar tratamientos complementarios en el alivio
del dolor a través de actividades de masajes, reiki,
reflexología, shiatsu, yoga, flores de Bach, etc.
• Generar oportunidades para materializar anhelos no
alcanzados en sus vidas.
• Propiciar el auto-cuidado y el cuidado del otro.
89
• Estimular la toma de decisiones.
• Facilitar el tránsito hacia la muerte y atravesar el
duelo por la pérdida ante la muerte del otro.
• Prevenir la claudicación familiar.
• Aportar a la comunidad un recurso específico que
satisfaga necesidades a través deuna entidad sin fines
de lucro.
La tarea se desarrolla en una vieja casona reciclada.
La arquitectura y su cálida y funcional ambientación
posibilita una estadía muy confortable. Dispone de
instalaciones adaptadas para personas debilitadas.
Pretende mantener un perfil de “segundo hogar”.Está
ubicada en una tranquila y tradicional zona, de fácil acceso,
de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Plantel asistencial
El clima emocional del Centro de Día es crucial, por
ello se presta especial atención a la selección del plantel
asistencial. El plantel debe demostrar una particular
sensibilidad, capacidad de escucha y voluntad conciliadora.
Está coordinado por una trabajadora social y cuenta con
una secretaria y voluntarios capacitados.
90
trabajando con pacientes con severo deterioro, no fue
necesario recurrir a estos recursos.
Actividades
Las actividades se desarrollan en un espacio donde el
paciente puede expresar sus emociones y poner de
manifiesto sus potencialidades internas innatas. El equipo
de trabajo es simplemente un facilitador para desarrollar la
creatividad, reflexionar y compartir inquietudes e
interrogantes.
Se intenta plasmar la tarea en función de cómo
considera el paciente que puede contribuir al logro de su
mejor calidad de vida, entre los límites de sus anhelos o
intereses y las posibilidades reales del momento que
atraviesa.
El no enjuiciamiento y el estímulo para la toma de sus
propias decisiones y la realización de la actividad, son
básicas en el trabajo. Asimismo, se respeta el deseo del
paciente de ser simplemente un observador no participante
en determinada tarea, realizar una iniciativa personal en
otro lugar de la casa, durante parte de la jornada. Esta
puede ser hecha con el acompañamiento de un voluntario
si él lo requiere. Se procura un ambiente tranquilo,
contenedor, ameno, a fin de que el paciente se sienta
“como en casa”.
Es notorio en nuestra experiencia, como los pacientes
encuentran rápidamente proyectos que los estimulan y que
desean compartir.
91
El ámbito de la actividad en el Centro de Día genera
actitudes afectivas, de cuidado y respeto entre pacientes
que se conocieron a través de la enfermedad. Si bien esto
significa un estímulo que, los aleja de la rutina y del
aislamiento y los motiva a compartir y ampliar su mundo
afectivo, también los enfrenta a una nueva pérdida: la
muerte del otro.
Desde nuestra experiencia cuando un paciente deja de
concurrir es porque está con sus síntomas agravados o en
un estado de postración que le impide movilizarse o
próximo a su agonía. Es necesario trabajar sobre este
aspecto, “la pérdida”. A través de actividades que en
general incluyan algunos rituales de despedida (cartas,
dibujos, etc.) que luego un voluntario se ocupa de llevar a la
casa del muriente.
Aparece aquí la presencia concreta del final y se les
da a los pacientes un espacio de reflexión y contención
para ayudarlos a elaborar la pérdida del “compañero” y el
miedo o la angustia por la propia muerte. Este espacio debe
ser respetado y aprovechado en sentido terapéutico porque
es en sí mismo también, una oportunidad para que
aparezcan sentimientos ambivalentes y miedos
inconfesables.
Vivimos en una sociedad condicionada para la
negación de la muerte(3). Es inusual utilizar la enfermedad
como posibilidad para reflexionar sobre la vida y la muerte.
Por eso cobra especial relevancia la alternativa que brinda
el Centro de Día.
Comparando nuestra experiencia con las del
extranjero, encontramos que en el año 2000 se desarrolló
una investigación en el St. Christopher Hospice de Londres,
92
que sostiene que la participación en un proyecto de artes
creativas, puede nutrir la esperanza en un Centro de Día.
El análisis del St. Christopher Hospice identificó como
temas principales en los pacientes incluidos en un proyecto
de creatividad: el disfrute, entusiasmo, orgullo, logro,
satisfacción, sentido de propósito, soporte mutuo y
permanencia. Estos temas fueron interpretados como
experiencias positivas de autoestima, autonomía,
integración social y esperanza.(4)
En este trabajo hallamos algunas similitudes con
nuestra experiencia. En su taller de pintura al igual que en
el nuestro, se relata que, si bien el grupo no estuvo
trabajando con la visión de realizar una exhibición, todos los
integrantes quisieron que sus trabajos fueran expuestos. En
nuestro caso surgió la misma inquietud y se realizaron
varias exposiciones en prestigiosos centros de arte de la
Ciudad de Buenos Aires. Nuestros pacientes además
vendieron cuadros, a valores que en Latinoamérica
equivalen a los ingresos mensuales con los que cuentan
por algún beneficio social o pensión por cese de actividad
laboral. Pudimos combinar el sentido de trascendencia de
una obra que los sobrevivirá , con la oportunidad de una
ayuda económica tan necesaria en la situación que
atraviesan.
Las artes visuales son una de las mejores
herramientas en un Centro de Día, ya que históricamente
recrean el modo de comunicación más básico del ser
humano, que permiten decir a través de imágenes
sentimientos y experiencias imposibles de transmitir de
modo verbal y que una vez compartidas se vuelven menos
amenazadoras para los pacientes.
93
Según Bruce Miller la actividad artística con sentido
terapéutico aporta a las personas con enfermedad terminal
la expresión de emociones tan ambivalentes y
contradictorias, que serían imposibles de expresar con la
palabra.(5)
En nuestro trabajo encontramos que la posibilidad de
plasmar imágenes es una herramienta significativa para
ahondar en el terreno espiritual de los pacientes, ya que los
conecta a sus pendientes, a lo no resuelto, a las zonas más
aterrorizantes, y simultáneamente a las zonas más
luminosas de reparación.
La música es otra herramienta de importancia
primordial en el proceso de creatividad a través de medios
artísticos. Entendiendo la creatividad como una forma de
búsqueda que expresa sentimientos internos, creencias y
pensamientos, compromete al paciente desde sus más
íntimas emociones. No sólo significa un modo de
comunicación ideal para personas debilitadas, sino que al
encontrarse en todas las culturas es universal e iguala
sentimientos y emociones.
Varias experiencias, como la de Mary H. Reykor en
Toronto, Canadá, refieren que la música debe ser una
opción para todos los pacientes de cuidados paliativos. En
nuestra experiencia desarrollamos un taller de tango,
actividad en la que los pacientes cantan, algunos bailan e
incluso dramatizan.(6)
El tango es en nuestra cultura un modo de expresión
de fuerte contenido melancólico que habla frecuentemente
de la muerte. En una sociedad que evita el tema, es un
facilitador que posibilita la expresión de los sentimientos
menos admisibles de miedo, temores o iras.
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Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
Guardaré mansamente las cosas de vivir,
Mi pequeña poesía de adioses y de balas,
Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
Que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
De aquel verso que nunca yo te supe decir.
Balada para mi muerte.
H. Ferrer y A. Piazzolla
Conclusiones
Durante estos años de trabajo, se pudo dar una
respuesta digna a personas con diagnóstico de enfermedad
terminal, a través de una institución sin fines de lucro.
Para la comunidad significa disponer de un recurso
innovador que complementa los existentes. Es la puesta en
práctica de principios de bioética: la competencia y la
compasión fueron los pilares de la labor.(9)
El ser testigo del proceso y los beneficios que obtenían
los pacientes y familiares, hicieron que se minimizaran los
96
inconvenientes que aparecían, y que aumentara en
progresión geométrica la motivación para la acción. Para
emprender el camino disponía de conocimientos y deseos
de dar un modelo de trabajo diferente. Los primeros fueron
enriquecidos por los pacientes en el cotidiano compartir.
Ellos además validaron lapropuesta.
PALLIUM
Ciencia, alivio y esperanza en el final de la vida.
Bibliografía
97
CONCLUSIONES
99