Trabajo Social y Cuidados Paliativos Un Aporte para Los Equipos de Salud

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TRABAJO SOCIAL Y

CUIDADOS PALIATIVOS
UN APORTE PARA LOS EQUIPOS DE SALUD
AUTORA

Lic Elena D Urbano


Trabajadora Social. Magister en Cuidados Paliativos(Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Jefa de
Unidad del Departamento de Servicio Social del Hospital del
GCABA " Dr. Carlos Bonorino Udaondo". Sede de la residencia
post-básica interdisciplinaria de Cuidados Paliativos. Miembro de
la Comisión Directiva del Instituto Pallium Latinoamérica con
funciones, asistenciales de docencia e investigación. Co-
coordinadora de la Red de cuidados Paliativos del GCABA.
Miembro del Comité de Expertos de la Asociación Argentina de
Medicina y Cuidados Paliativos.

Colaboradoras

Lic. Margarita Jorge


Trabajadora social y Abogada. Magister en Cuidados
Paliativos(Instituto Pallium Latinoamérica y Universidad del
Salvador). Trabajadora Social de planta y de la Unidad de
Trasplante del Hospital Alemán.
Trabajadora social en el Instituto Pallium Latinoamérica con
funciones en docencia e investigación.

Lic. Ana Solmesky


Trabajadora Social. Magister en Cuidados Paliativos(Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Trabajadora
Social de planta permanente integrada al equipo de trabajo de
Cuidados Paliativos del Hospital General de Agudos Dr. Ignacio
Pirovano del GCABA. Trabajadora Social en el Instituto Pallium
Latinoamérica con funciones en docencia e investigación.
Trabajadora Social en CEMIC.

1
Lic Maria Constanza Varela
Trabajadora Social. Magister en Cuidados Paliativos (Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Miembro de la
Comisión Directiva de la AAMYCP. Miembro del Equipo de
Cuidados Paliativos del HospitalGeneral de Agudos Dr. Cosme
Argerich del GCABA.

Lic. Natalia Fonte


Trabajadora Social. Diplomada en Cuidados Paliativos (Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Trabajadora
Social de planta permanente integrada al equipo de trabajo de
Cuidados Paliativos del Hospital General de Agudos Dr. Ignacio
Pirovano del GCABA. Trabajadora Social en el Instituto Pallium
Latinoamérica con funciones en docencia.

Lic. Marcela Alonso


Trabajadora Social. Diplomada en Cuidados Paliativos (Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Trabajadora
Social de planta permanente del grupo de trabajo de Cuidados
Paliativos del Hospitalde Gastroenterología "Dr. Carlos Bonorino
Udaondo". Trabajadora Social en el Instituto Pallium
Latinoamérica con funciones en docencia.

Lic. Natalia Carolina González


Trabajadora Social. Diplomada en Cuidados Paliativos (Instituto
Pallium Latinoamérica y Universidad del Salvador). Trabajadora
Social de planta permanente del Servicio de Urgencias del
Hospital General de Agudos Dr. Ignacio Pirovano del GCABA.
Trabajadora Social en el Instituto Pallium Latinoamérica con
funciones en asistencia e investigación.

2
PRÓLOGO
Con enorme alegría comparto con los lectores y los autores
el prólogo de este libro “Trabajo social y cuidados
paliativos: un aporte para los equipos de salud”. Esta
alegría surge como consecuencia de la lectura del texto, a
la vez claro en los conceptos e iluminador para la praxis, y
también de la admiración por el trabajo cotidiano de las
autoras, un equipo de trabajadoras sociales de gran calidad
humana y profesional que forman parte de la asociación
Pallium Latinoamérica que presido.

Si bien considero que el blanco prioritario de lectura del


texto es el trabajador social (en formación de grado o de
postgrado), otros integrantes del área de salud pueden
encontrar respuestas claras que los ayuden a responder de
manera eficiente las necesidades de atención paliativa de la
población que ellos asisten.

El capítulo sobre conceptos generales de cuidados


paliativos está íntimamente ligado con el siguiente, que
enlaza desde su argumentación y su origen a esta
disciplina con el trabajo social.

El lector advertirá que los temas centrales están


desarrollados con claridad conceptual y enriquecidos con
recomendaciones prácticas, uso de instrumentos validados
y la generosa experiencia que las expertas comparten,
ayudando a encontrar una respuesta no sólo al ¿qué es?
sino también al ¿por qué es así? y el ¿cómo lo
implemento?. Se trata entonces de un manual de
3
excelencia para profundizar y actualizar el conocimiento y
también para advertir la técnica apropiada de intervención
social ya sea diagnóstica y/o terapéutica.

El acento en preguntas clave es la puerta de entrada para


acceder a los desafíos esenciales de la atención paliativa:
¡cómo evaluar las necesidades del paciente y la familia?,
¿qué información proporcionar al paciente?, ¿cómo
intervenir con la familia?, ¿qué funciones tiene el TS? . El
uso del genograma y el sociograma, las escalas de
valoración, y otros recursos tiñen con tono pragmático la luz
de los fundamentos y argumentos conceptuales.

Se encuentran respuestas a desafíos cotidianos: cómo


abordar el cerco de silencio, la claudicación familiar y el
duelo, así como se comparte la enriquecedora y creativa
experiencia desarrollada en el centro de día “Hostal de
Malta.”

A mi criterio, este libro ayudará a los lectores a promover la


resiliencia o transformación superadora del abordaje del
sufrimiento relacionado con las enfermedades crónicas y
avanzadas y el final de la vida.

Escrito por profesionales de trabajo social, nos ilumina a


todo el equipo de salud.

4
ÍNDICE

Introducción ........................................ 6

Instituto Pallium Latinoamérica ............... 8

¿Qué son los cuidados paliativos? ......... 10

Los primeros pasos del Trabajo Social en


Cuidados Paliativos ............................ 15

La matriz metodológica del Trabajo Social


en concordancia con los Cuidados
Paliativos.......................................... 20

Intervenciones con la familia ................ 34

Duelo: abordaje desde el área social ...... 67

Experiencias en un Centro de día .......... 83

Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96

5
INTRODUCCIÓN

El presente libro pretende compartir las experiencias


desarrolladas desde el Trabajo Social en Cuidados
Paliativos, con el objeto de brindar herramientas útiles para
el abordaje del paciente y sus familiares en los procesos de
enfermedad crónica y/o terminal.
Desde mi perspectiva y después de años de
experiencia desde una organización no gubernamental y en
el ámbito hospitalario, mi intención es compartir
intervenciones que son y serán utilizadas por los
profesionales de cuidados paliativos, comprendiendo que
ninguna es excluyente del alcance de otras perspectivas y
que, como todo trabajo profesional, humano e
interdisciplinario, es dinámico y singular. Cada unidad de
tratamiento (paciente y familia) definirá la calidad de vida
posible en un proceso de enfermedad, en el que el paciente
será el protagonista principal en los ejes de nuestra
intervención.
Este libro no hubiese sido posible sin la activa
colaboración de un grupo de colegas que gradualmente se
han formado en Cuidados Paliativos y ahora desarrollan
actividades asistenciales, docentes y de investigación.
Todo mi agradecimiento a mis compañeros del equipo
“Pallium Latinoamérica”, que siempre confiaron y nutrieron
mi tarea diaria, y muy especialmente a los pacientes y sus
familiares que me dieron el privilegio de compartir un
momento tan preciado de sus vidas en el que los valores, la
fuerza del amor y el encuentro cobran un significado
relevante del que no podemos permitirnos salir inmunes. Si
6
hablamos de personas que tienen enfermedades y no de
enfermedades que tienen a las personas, no olvidemos que
somos personas que desarrollamos nuestro rol profesional,
y no, profesionales que no miramos dentro de nuestra
propia interioridad. Celebro la vida que nos colma de
oportunidades y mis propias pérdidas que tanto suman a mi
crecimiento profesional.

Lic. Elena D’Urbano

7
INSTITUTO PALLIUM LATINOAMÉRICA
CONSTITUCIÓN, ACTIVIDAD Y DESARROLLO.

El Instituto Pallium Latinoamérica surge en el año


1993, a partir de la iniciativa de un grupo de profesionales
de la salud para responder con un alto nivel de calidad a las
demandas de promoción, asistencia, educación, reflexión
ética e investigación en cuidados paliativos.
En el año 2001 se constituye como Asociación Civil sin
fines de lucro, adquiriendo ese mismo año la personería
jurídica e identidad legal.
Sus objetivos son:
• Impulsar el desarrollo de los Cuidados Paliativos con
criterios de calidad, aplicados para personas (adultos,
niños, familias) que se enfrentan a situaciones críticas
en su vida (padecen cáncer, SIDA u otras
enfermedades en etapa incurable y progresiva).
• Planificar y desarrollar actividades educativas.
• Desarrollar investigación en la temática.
• Brindar disponibilidad de documentación e
información.
• Participar en tareas de implementación y puesta en
marcha de recursos deCuidados Paliativos a través
del asesoramiento técnico en política socio-sanitaria.
• Informar y orientar a la comunidad.
• Compartir la experiencia del desarrollo de los
Cuidados Paliativos en diferentes ámbitos.
• Promover la reflexión y el estudio de temas
vinculados con los aspectos filosóficos y éticos
referentes al dolor y el sufrimiento del ser humano.
8
Misión
Promover la calidad de vida, el alivio y la prevención
del sufrimiento en los momentos críticos de la vida,
brindando calidad en asistencia, educación, reflexión ética e
investigación en Cuidados Paliativos, asegurando los
derechos de las personas y sus familias ante enfermedades
o situaciones límites que amenazan la vida.

Visión
Pallium pretende constituirse en una organización no
gubernamental líder en Buenos Aires y el resto del país,
contribuyendo a la consolidación de los Cuidados
Paliativos, implementando, promoviendo, complementando
y potenciando la respuesta a esta necesidad por parte de
los sistemas de salud pública y de seguridad social.(1)

Referencias

(1)www.pallium.org.ar

Director Médico:Dr. Gustavo De Simone

9
¿QUÉ SON LOS CUIDADOS
PALIATIVOS?

Los cuidados paliativos pueden ser definidos como el


cuidado activo y total de pacientes con enfermedades que
limitan la vida, el cual incluye a sus familiares, a partir de un
equipo multiprofesional, cuando la enfermedad no responde
a terapéuticas curativas o que permitan prolongar la vida(1).
El vocablo “paliativo” deriva de la palabra latina
pallium: palio, capa, manto. Con los cuidados paliativos los
síntomas son cubiertos con tratamientos cuyo objetivo
central es proveer confort. Sin embargo, los cuidados
paliativos se extienden más allá del alivio de los síntomas
físicos: buscan integrar las diferentes dimensiones del
cuidado: física, psicológica, social y espiritual, de tal modo
de facilitar al paciente no sólo morir en paz, sino vivir tan
activamente como sea posible hasta el momento final. (2)
En el año 2002, la OMS amplió el concepto de
cuidados paliativos, y con especial énfasis en la prevención,
lo definió como “un enfoque que mejora la calidad de vida
de pacientes y familias que se enfrentan con los problemas
asociados a enfermedades amenazantes para la vida, a
través de la prevención y el alivio del sufrimiento por medio
de la identificación temprana e impecable evaluación y
tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicológicos
y espirituales” (3).
La definición se completa con los siguientes principios:
• Reafirmar la importancia de la vida, considerando a
la muerte como un proceso natural.

10
• Establecer una estrategia de asistencia que no
acelere la llegada de la muerte, ni tampoco la
posponga artificialmente.
• Proporcionar alivio del dolor y de otros síntomas
angustiantes.
• Integrar los aspectos psicológicos, emocionales,
sociales, físicos, éticos y espirituales del tratamiento
del paciente y su familia, procurando el máximo
bienestar posible.
• Ofrecer un sistema de apoyo para ayudar a las
personas enfermas a llevar una vida lo más activa
posible hasta que sobrevenga la muerte.
• Extender este apoyo a los familiares, facilitando que
puedan afrontar la enfermedad del ser querido y
sobrellevar el período de duelo.
En un primer momento se vio que, aunque inicialmente
los cuidados paliativos se desarrollaron para asistir a los
pacientes con enfermedades terminales neoplásicas, otro
tipo de pacientes que padecían enfermedades crónicas no
oncológicas en estadío avanzado, también podían
beneficiarse de la aplicación de cuidados paliativos.
En la actualidad, tal como analizan Tripodoro y cols.,
debido a los cambios epidemiológicos que suceden con el
aumento de la expectativa de vida, se pone de manifiesto
que estos cuidados deberían ser accesibles a cada persona
que padezca cualquier enfermedad amenazante para la
vida y deberían comenzar tempranamente en el curso del
padecimiento (4).
La OMS también define las enfermedades crónicas
como dolencias de larga duración y, por lo general, de
progresión lenta. Las enfermedades cardiovasculares, el
11
cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes son las
principales causas de mortalidad en el mundo,
responsables de más del 75% de las muertes. Por tanto, los
países deberían diseñar estrategias para el fortalecimiento
de los cuidados paliativos como parte del tratamiento
integral, sin embargo, la realidad demuestra que a menudo
se inician tarde y están restringidos solamente a los
pacientes con cáncer (4).
En este sentido los autores proponen el término
Atención Paliativa (AP) de las personas con enfermedades
crónicas avanzadas y sus familias, como el modo más
apropiado para describir el conjunto de medidas orientadas
a mejorar la calidad de vida en estos pacientes, de manera
precoz, y con la práctica de un modelo de atención
impecable, de la planificación de decisiones anticipadas y la
gestión de caso como ejes de la atención, y en todos los
recursos del sistema sanitario y social (4).
Los cuidados paliativos se constituyen en un modelo
basado en la autonomía del paciente, que focaliza su
atención en las necesidades y potencialidades únicas de la
unidad de tratamiento.
Como ejemplo del modelo de intervención desde los
cuidados paliativos podemos pensar en un síntoma como el
dolor, inicialmente definido como “una experiencia subjetiva
emocional, asociada con un daño tisular actual o potencial”
(6), y como tal, según Astudillo W. y cols. (7), su intensidad

depende en gran parte de lo que el paciente que lo sufre


diga experimentar.
Ahora bien, podemos atender a personas que tienen
dolor intenso pero sufren poco, personas que sufren mucho

12
aunquetengan poco dolor y personas con dolor y
sufrimiento, ambos, de gran intensidad.
La noción de dolor total fue descripta en 1967 por
Cicely Saunders, enfatizando en la multidimensionalidad de
la experiencia dolosa. Precisamente su complejidad radica
en la interacción que se da entre sus componentes y en el
significado e impacto negativo para la vida del paciente (y
su entorno).
Astudillo y cols. utilizan la metáfora del iceberg para
caracterizarlo. En este sentido sostienen que el dolor físico
se encuentra en la superficie, es decir, a simple vista
podemos ver el dolor físico, pero si miramos con más
profundidad, nos damos cuenta que ese dolor se mantiene
a flote y se exacerba por distintas emociones como el
miedo, la tristeza, la ansiedad, la desesperanza, el
desasosiego, que a su vez se encuentran vinculadas a la
biografía del paciente. Se trata de una experiencia que
como resultado afecta la integridad de la persona, volviendo
al dolor un síntoma de muy difícil manejo. Entonces la suma
de los componentes físicos, sociales, espirituales y
psicológicos que ocasionan ese sufrimiento a los pacientes
es lo que conforma el concepto de dolor total (8).
Por tanto, cuando hablamos de dolor total no es el
síntoma en sí, sino el significado que se le asigna a dicho
síntoma lo que provoca el sufrimiento (9). Si la percepción
de amenaza a la integridad supera la percepción que se
tiene sobre los recursos para hacerle frente, estamos
hablando de sufrimiento.
Los cuidados paliativos con este enfoque refieren a un
nuevo paradigma en el cuidado y la atención de pacientes y
sus familiares. Como modalidad de abordaje pretenden
13
contribuir a mejorar la calidad de vida durante el trayecto de
una enfermedad, el fin de vida, la muertey el duelo,
atendiendo especialmente a lo que esa persona y esa
familia en ese momento necesitan.

Bibliografía

1. World Health Organization. Cancer pain relief and palliative: a


report of a OMS expert commitee. OMS. Ginebra. 1990.
2. Kearney M. A place of Healing Working with Suffering in living
and dying. Oxford University Press. 2000.
3. World Health Organization. National cancer control
programmes: policies and managerial guidelines.OMS. Ginebra.
2002.
4. Tripodoro V. y cols. Sobrecarga del cuidador principal en
pacientes en cuidados paliativos. En Argumentos: Revista de
crítica social Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad
de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Buenos
Aires. 2015.
5. Tripodoro, V. El derecho a los cuidados paliativos o "el día en
que la muerte decidió volver…". Medicina. Buenos
Aires) vol.73 no.6, 2013
6. Choiniere et al. A visual analogic thermometer for measuring
Pain intensity. J. Pain Symptom Manage. 1996.
7. Astudillo W y cols.Principios básicos para el control del dolor
total. Revista de la Sociendad Española de Dolor. 1998.
8. Breitbart W. et al. Psychological and psychiatric interventions
in pain control. In: Doyle D, Hanks G, Chreney N, Calman K,
editors. Oxford Textbook of Palliative Medicine. 3rd ed. Oxford:
Oxford University Press. 2004.
9. Montoya R. y cols. En busca de una definición transcultural de
sufrimiento. Revista cultura de los cuidados. 2006.

14
LOS PRIMEROS PASOS DEL TRABAJO
SOCIAL EN CUIDADOS PALIATIVOS

“Tú importas por ser Tú. Importas hasta el último momento


de tu vida y haremos todo lo que esté a nuestro alcance, no
sólo para ayudarte a morir en paz, sino también a vivir
hasta el día que mueras”.
Dame Cicely Saunders

Cicely Saunders (Gran Bretaña, 1918-2005)


enfermera, trabajadora social y médica, funda en 1967 en
Londres, el St. Christopher´s Hospice dando inicio al nuevo
Movimiento Hospice. A través del mismo,desarrolla un
enfoque sistémico para mejorar el control del dolor en
pacientes con enfermedades terminales, prestando especial
atención a sus necesidades sociales, emocionales y
espirituales. Es de esta manera que se convierte en pionera
en cuidados paliativos (1).
En 1947 Cicely ingresa en el Saint Thomas Hospital de
Londres donde se inicia un programa de seguimiento de
casos sociales con apoyo a familiares, lleva un registro de
pacientes con enfermedades oncológicas y realiza el
seguimiento de los pacientes externados con cuidados
domiciliarios.
Cicely toma los fundamentos de la intervención de las
señoras de la caridad, conocidas como las “Lady Almoner”,
quienes desde 1946 a 1951 hicieron especial hincapié en la
necesidad de atender el cuidado de la familia y el
seguimiento en duelode la misma manera que se tratan

15
otros síntomas de los pacientes con un tratamiento
farmacológico.En este contexto intercambia
correspondencia con trabajadores sociales, psiquiatras y
sociólogos de EEUU que realizaban los primeros estudios
clínicos sobre el alivio del dolor.
En 1954 la trabajadora social Alison Player en su
artículo “Casework in terminal illness” menciona una
cantidad de conceptos que definen una intervención
superadora para pacientes y familiares en el final de la vida,
en el marco de un modelo de atención integral orientada a
mejorar su bienestar y confort. Player enfatiza también
acerca de la necesidad de promover la participación activa
de los pacientes, haciendo asimismo hincapié en la
importancia de incluir el apoyo de la comunidad.
En 1959 varios trabajadores sociales preparan
folletería sobre el cuidado de pacientes en domicilio. Ese
mismo año Cicely confecciona folletos sobre seguimiento
en duelo para una institución que trabajaba con mujeres de
pacientes fallecidos y, en 1960, reúne investigaciones
multidisciplinarias sobre el cuidado de pacientes al final de
la vida.
En 1960, Cicely visita en el Masachussetts General
Hospital a Ruth Abrams, una trabajadora social que había
escrito dos artículos muy importantes en el New England
Journal of Medicine sobre el seguimiento de 200 pacientes
en diferentes clínicas de esa ciudad. Allí un equipo de
trabajadoras sociales con gran experiencia, describe los
déficits que distintos colegas identifican en su trabajo con
pacientes oncológicos terminales, entre los cuales
mencionan:

16
• los lugares específicos para el tratamiento de
enfermos crónicos.
• las políticas hospitalarias y la naturaleza humana.
• las necesidades médicas y de enfermería.
• la aceptación de la familia.
• la habilidad de la familia para proveer cuidado tanto
físico como emocional.
• los deseos del paciente sobre la elección del lugar
para morir.
• los recursos prácticos y habitacionales.
Sugieren la necesidad de llevar a cabo una adecuada
intervención para lograr un cuidado terminal acorde a las
necesidades de los pacientes, culminando su trabajo con el
siguiente pedido a los sistemas de salud:
“ruego que el paciente sea tratado como persona”.
Por otro lado, Abrams escribe sobre el escaso grado
de información que recibe el paciente y hace especial
hincapié en el potencial que implicaría una adecuada
comunicación a la hora de definir los objetivos de
rehabilitación. En este sentido sostiene que la rehabilitación
comienza cuando el paciente ingresa al hospital a través de
la elaboración de un plan flexible y consensuado entre el
paciente y todos los profesionales intervinientes (médicos,
enfermeros, trabajadores sociales). Precisamente el
trabajador social cuenta con la formación necesaria para
conocer la experiencia del paciente y sus familiares, los
significados que ellos le atribuyen al proceso de la
enfermedad, y paraidentificar las potencialidades y los
recursos internos existentes con el objetivo de elaborar un
adecuado tratamiento socio-sanitario.

17
Abrams escribe en 1974 “no estamos solos con el
cáncer”. Allí establece claras indicaciones para pacientes y
familiares, así como una guía para cuidadores donde
sugiere:
1. Esté disponible cuando sea necesario,
particularmente trate de visitar al paciente
regularmente.
2. Acepte al paciente como el mismo se conduce: sus
silencios y ausencias, su resignación y dependencia y
su manera, lugar y momento para morir.
3. Acepte el rol que el paciente le asigne, no espere
demasiado del paciente, no trate de influenciar en su
área emocional, social y espiritual. Haga lo posible
para que al paciente le resulte fácil aceptar o rechazar
ayuda.
4. Asegúrese de estar disponible para las
necesidades del paciente y su familia inclusive en la
preparación anticipada de su muerte. Esté atento a las
necesidades prácticas: al momento del fallecimiento, a
quién llamar y a los arreglos funerarios.
5. Recuerde que todo lo que se ha dicho o hecho en
estos momentos debe ser apropiado para la situación.
La atmósfera debe ser tal que tanto el paciente como
su familia puedan condolerse conjunta o
separadamente. Es adecuado que los cuidadores
tanto profesionales como no profesionales muestren
su tristeza.

18
Bibliografía
1. Oxford Textbook of Palliative Social Work". Edited by Terry
Altilio, MSW, ACSW, LCSW and Shirley Otis-Green, MSW,
ACSW, LCSW, OSW. Oxford University Press. 2011.

19
LA MATRIZ METODOLÓGICA DEL
TRABAJO SOCIAL EN CONCORDANCIA
CON LOS CUIDADOS PALIATIVOS

El Trabajo Social y los cuidados paliativos en esencia


comparten los objetivos de garantizar los derechos
humanos y contribuir a mejorar la calidad de vida de las
personas, su entorno y la comunidad. El Trabajo Social
encarna un abordaje especialmente relevante y necesario
en el contexto de los cuidados paliativos donde la
enfermedad acarrea en su trayectoria un bagaje que implica
ruptura o quiebre de los lazos sociales, fragmentación de la
persona y los familiares que la padecen, desembocando en
la complejidad característica del proceso de fin de vida.
Citando a Carballeda A.J.M. “irrumpe un sujeto inesperado,
constituido en el padecimiento de la no pertenencia que se
expresa en biografías donde sobresalen los derechos
vulnerados; emerge allí, donde la complejidad del
sufrimiento marca las dificultades o límites de los abordajes
uniformes y preestablecidos” (1).
La formación de grado desde el Trabajo Social aporta
una mirada que contribuye con herramientas puntuales de
abordaje en los cuidados paliativos que facilitan la
posibilidad de llevar a cabo una cuidadosa evaluación a fin
de elaborar un tratamiento multidimensional. Como
disciplina propone una mirada diferente de la persona y su
familia, centrada en la perspectiva de los recursos actuales
y potencialesque cada uno de ellos posee, trascendiendo
de esa manera la atención sobre los déficits. La
20
intervención profesional se centra en las potencialidades
que permiten que una persona y su entorno atraviesen una
crisis, con habilidades diferentes en la resolución de
problemas, favoreciendo la construcción de su propia
calidad de vida.
El aporte específico del Trabajo Social se construye
sobre una mirada de la realidad que se nutre de un
pensamiento complejo, sistémico, constructivista y
construccionista, orientado hacia el objetivo de promover la
resiliencia o transformación superadora de esa realidad o
problemática inicial.
Cabe aclarar que un Trabajo Social con pensamiento
complejo es interdisciplinario y transdisciplinario,
características también propias y fundamentales en la
metodología de intervención en cuidados paliativos.

¿CUÁNDO INTERVIENE EL TRABAJADOR


SOCIAL?

Acorde al Termómetro de Sufrimiento en psico-


oncología(2), la derivación al profesional de Trabajo Social
debe hacerse cuando se identifiquen en la unidad de
tratamiento:

Necesidades prácticas
• Relacionadas con la enfermedad, por ejemplo,
organización del cuidado, capacidad cuidadora, riesgo
de claudicación.
• Vivienda, alimentación, ayuda económica,
transporte.
• Actividad laboral, escolaridad.
21
• Culturales.
• Legales, por ejemplo, tutorías, legalización de
uniones.

Necesidades Sociales
• Adaptación a la enfermedad, comunicación.
• Disfunción familiar.
• Aislamiento social.
• Toma de decisiones, directivas anticipadas.
• Temas de calidad de vida.
• Violencia doméstica.
• Adicciones
• Duelo

Ciertamente en aquellos casos en que efectivamente


se evalúen problemas o trastornos adaptativos que
impliquen un riesgo no abarcable desde nuestra profesión,
debe realizarse la derivación correspondiente con el
profesional adecuado, como ser el psiquiatra, psicólogo, u
otros profesionales del equipo de salud.
Por otro lado, en el marco del Programa Nacional de
Garantía de Calidad de la Atención Médica, el Ministerio de
Salud de la Nación elaboró por Resolución Ministerial
N°357/2016(3), las Directrices de Organización y
Funcionamiento de los Cuidados Paliativos (derogando así
las Normas de Organización y Funcionamiento en Cuidados
Paliativos aprobadas por resolución del Ministerio de Salud
N°643/00).A partir de la nueva resolución las funciones y
actividades del área de Trabajo Social quedan definidas de
la siguiente manera:

22
Funciones
• Evaluar el impacto de la enfermedad en la unidad de
tratamiento con el fin de elaborar un diagnóstico
social.
• Propiciar una adecuada comunicación entre unidad
de tratamiento y equipo para unificar criterios y
optimizar objetivos.
• Promover la adaptación individual y colectiva a la
nueva situación a fin de propiciar el cuidado del
paciente y el autocuidado de la familia.
• Orientar hacia la resolución de temas prácticos y
complicaciones que se puedan plantear, aportando
información, asesoramiento y contactos con los
recursos idóneos.
• Identificar la necesidad de la incorporación de la
figura del cuidador.
• Supervisar las tareas inherentes al cuidador.
• Contener a las familias durante el proceso de duelo
y facilitar la resolución de los problemas sociales
inherentes al mismo.

Actividades
• Realizar entrevistas diagnósticas con la unidad de
tratamiento y registrarlo en la historia clínica.
• Planificar estrategias de abordaje para el tratamiento
social.
• Realizar entrevistas de seguimiento individual y
familiar.
• Realizar entrevistas de abordaje para el tratamiento
social, entrevistas de seguimiento individual y familiar
23
y entrevistas complementarias en domicilio con fines
de diagnóstico social.
• Efectuar interconsultas y/o derivaciones ante
disfunciones sociales no controlables en este nivel.
• Articular con recursos sociales necesarios para la
resolución de las problemáticas detectadas (obtención
de medicación, traslados, conexión con escuelas,
orientación previsional, etc.).
• Utilizar herramientas de registro y valoración de
resultados.
• Realizar entrevistas individuales o grupales de
soporte social en duelo.

EL DIAGNÓSTICO SOCIAL

Desde nuestra formación de pregrado los diagnósticos


que elabora un profesional de Trabajo Social se centran en
las potencialidades de la unidad de tratamiento. Basta con
observar una definición de diagnóstico social de 1998 para
demostrar la estrecha relación que existe con el modo
utilizado para el diagnóstico en cuidados paliativos:
“El diagnóstico incluye la definición de los aspectos
que representan una dificultad para la unidad de
tratamiento y la de los aspectos que representan
capacidades y elementos de salud, con la finalidad de que
teniendo en cuenta los primeros se intente potenciar los
segundos.” (4)
El proceso de construcción del diagnóstico se basa en
que “para el trabajador social el paciente no es un individuo
con problemas, es parte de un entramado social. Es alguien
que posee una variedad de fuerzas y recursos en su
24
interiorque necesita redescubrir o redefinir para mejorar su
calidad de vida en el proceso de enfermedad.” (5)
Desde esta posición profesional contamos con
herramientas propias que aportan información valiosa para
la elaboración de una aproximación diagnóstica. Por un
lado, la lectura del genograma (instrumento base utilizado
en cuidados paliativos) y por otro, el sociograma.

GENOGRAMA

El genograma es un formato para dibujar un árbol


genealógico que registra información sobre los miembros
de una familia y sus relaciones sobre al menos tres
generaciones. Muestran la información familiar de manera
tal que permite un primer acercamiento a los patrones
familiares complejos y una fuente rica de hipótesis acerca
de cómo un problema clínico puede estar conectado con el
contexto familiar.

Los genogramas reflejan:


• La estructura de una familia.
• Las relaciones entre los miembros de una familia.
• El ciclo vital individual y familiar.
25
• Las pérdidas atravesadas por una familia
(separaciones, divorcios, fallecimientos).
• El núcleo familiar conviviente y no conviviente.

SOCIOGRAMA

Si bien el sociograma no suele figurar en las historias


clínicas en cuidados paliativos, el mismo se utiliza para
construir una mirada más abarcativa de los vínculos de la
unidad de tratamiento con los diferentes actores de la
comunidad. La importancia del sociograma reside en que
revela los vínculos que constituyen la red de cuidado y/o
intervenciones que se ponen en juego durante el proceso
de enfermedad.

26
LAS NECESIDADES EN CUIDADOS
PALIATIVOS

Con el objeto de definir un marco conceptual sobre


necesidades para la intervención asistencial de equipos de
cuidados paliativos, el equipo del Instituto Pallium
Latinoamérica llevó a cabo una revisión multi y
transdisciplinaria sobre el concepto de necesidades de la
persona, su familia y su entorno.(6)
Tras el estudio de diferentes concepciones teóricas
aportadas por cada especialidad se consensuó la definición
de necesidad a partir de la teoría de Manfred Max-Neef
sobre “Desarrollo a Escala Humana”(7). Desde nuestra
profesión solemos basarnos en este autor a la hora de
precisar una relación entre necesidad, recurso y derecho.
A modo de revisión, según Max-Neef la necesidad es
un derecho que se encuadra en un principio de justicia
social, no restringe la necesidad a la sensación de falta de
algo o carencia, sino que las necesidades son también
potencialidades y pueden llegar a ser recursos.El proyecto
de vida surge de la consideración de que cada necesidad (a
la vez carencia y potencialidad) da sentido y significado a
las relaciones.
Es de destacar además, que desde nuestra formación
de pregrado nuestro rol implica consensuar con los
usuarios la forma de cubrir cada una de las necesidades,
acorde a los recursos disponibles y a la disposición o
capacidad del paciente y/o familia para intervenir en el
proceso, promoviendo la participación activa de la unidad
27
de tratamiento, de modo tal que se pueda lograr la
transformación de la persona-objeto en persona-sujeto de
su desarrollo.
Teniendo en cuenta que entendemos que el
conocimiento de la realidad del otro es una construcción
social, tomamos como punto de partida el saber cotidiano
de la unidad de tratamiento, es decir los procesos de
aprendizaje que los sujetos internalizan y externalizan,
conformando un conjunto de conocimientos ligados a su
vida cotidiana, su cultura y construcción de significados(8).
En relación específica a la enfermedad, debemos prestar
especial atención a la narrativa como acercamiento
empático y puerta de acceso al conocimiento del saber
cotidiano.
Siguiendo a Carballeda, en la construcción de la vida
cotidiana lo cultural tiene un lugar relevante, de tal modo
que
en la cultura los significados fluyen e interactúan. Es
necesario entonces estar situado en una serie de
coordenadas históricas y culturales para poder comprender
y explicar la esencia de los problemas sociales, la
construcción de la demanda, el sentido de ésta, lo que se
oculta detrás y lo que se naturaliza(9).
En este contexto y según dicho autor, la intervención
en lo social puede ser estudiada utilizando la noción de
episteme. Michel Foucault vincula dicha noción con
diferentes corrientes de pensamiento, pero Carballeda la
redefine y la aplica desde la idea de intervención social en
diálogo con la práctica cotidiana, poniendo el acento en la
construcción del discurso como sumatoria de elementos
(categorías y saberes) que se hace presente en los
28
distintos espacios, territorios y sujetos en que la
intervención actúa, atravesándolos, cargándolos de sentido
y generando desde allí nuevas representaciones y
construcciones(10).
Volviendo al ejemplo del dolor, siendo que se trata de
un síntoma que afecta sensiblemente la calidad de vida de
una persona, podemos decir siguiendo a Max-Neef, que el
mismo se encuadra en una necesidad de subsistencia cuyo
alivio produce un efecto sinérgico en la calidad de vida de la
persona. Ciertamente varios son los aspectos que se
deberán tener en cuenta:
• Personales: predisposición para recibir ayuda,
participación activa en el tratamiento.
• Familiares y ambientales: organización del cuidado,
capacidad cuidadora, ambiente adecuado que
favorezca el cuidado.
• Contextuales: acceso a los cuidados paliativos,
acceso a fármacos (opioides).
Sin duda cada una de estas variables deberá ser
atendida especialmente, pero aquí nos detendremos en el
último punto que merece una consideración aparte.
Según la Carta de Praga(11), el acceso a los cuidados
paliativos “es una obligación legal, como reconocen las
convenciones de Naciones Unidas”. Asimismo, advierte que
“los gobiernos de muchos países del mundo no han dado
todavía los pasos adecuados” para que sus ciudadanos
puedan ejercer este derecho.Según datos del Atlas de
Cuidados Paliativos en Latinoamérica(12), se estima que
menos del 10 por ciento de la población en el final de la
vida tiene acceso adecuado a los cuidados paliativos.

29
En nuestro país la Ley 26.742 de Derechos del
Paciente (13), aprobada sancionada en 2012, establece en
su artículo 5ºinciso h “el derecho a recibir cuidados
paliativos integrales en el proceso de atención de su
enfermedad o padecimiento” pero este artículo aún no fue
reglamentado, aunque sí habilita la posibilidad de exigir su
cumplimiento. Este derecho ha sido receptado, a su vez, en
el Código Civil y Comercial de la Nación en su art. 59,
inciso h, que se expresa en los mismos términos que la ley
mencionada(14).
Asimismo, la obligatoriedad de brindar estas
prestaciones por parte de los Agentes del Seguro de Salud
con un 100% de cobertura, ha sido establecida por la Res.
201/02 del Ministerio de Salud de la Nación, que aprobó el
Programa Médico Obligatorio de Emergencia (Anexo I,
punto 8, inc. 1), cuyo margen temporal (inicialmente para
personas con pronóstico de vida de 6 meses) quedó
ampliado a partir de la declaración de la OMS que sostiene
que estos cuidados deben brindarse en cualquier estadio
de una enfermedad potencialmente crónica o avanzada,
centrándose en las necesidades y no en los pronósticos de
los pacientes(14).
No obstante la normativa específica mencionada, el
acceso a los cuidados paliativos integra el derecho a la
salud, derecho humano reconocido por los tratados
internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22, de
la CN); entre ellos, el art. 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el art. 5 inc.1
del Pacto de San José de Costa Rica(14).
Por otro lado, existen barreras en el acceso a los
fármacos para aliviar el dolor, especialmente los opioides, a
30
pesar que el alivio del dolor también puede considerarse
implícito en el mencionado derecho a la salud. En 1986 la
OMS clasificó las barreras de accesibilidad en 4 niveles
relacionados con: las políticas socio-sanitarias (fiscalización
excesiva por temor al abuso y desviación, excesiva
burocracia en la entrega de recetarios para su
prescripción), la industria farmacéutica (alto costo,
licencias), los profesionales de la salud (falta de formación,
prescripción deficiente) y, por último, con los pacientes
(temor a la dependencia, adicción)(15).
En este escenario de especial complejidad coexisten
grietas de diversa índole que dificultan las posibilidades
reales de realizar las necesidades y por tanto limitan el
ejercicio de los derechos. Volviendo al análisis de
Carballeda, podemos pensar que emergen nuevas formas
de expresión de la cuestión social. Es decir, la salud como
cuestión social expresa, particularmente en el contexto de
los cuidados paliativos, problemáticas sociales complejas
que atraviesan el ámbito de intervención, donde lo que
sobresale es lo novedoso del padecimiento, especialmente
desde su heterogeneidad, singularidad y complejidad(1).
El abordaje centrado en la intervención en crisis es
habitual en el ejercicio profesional de un trabajador social,
que se prepara en su formación de pregrado para los
tratamientos con personas y familias vulnerables y
vulneradas en sus derechos. En el escenario de la
intervención confluyen una variedad de componentes de la
realidad y es allí donde se hace presente la noción de
intervención social como dispositivo, es decir, como la
dinámica de una red conformada por discursos,
reglamentos, leyes, enunciados, marcos teóricos y
31
corrientes de pensamiento. En definitiva, el dispositivo es la
red que puede establecerse entre todos esos estos
elementos, presentándose también como un conjunto
capaz de ser transformado y reordenado. Es en esta
interacción donde las necesidades se presentan como
potencial de transformación. La intervención social buscará
entonces articular estas necesidades con las posibilidades
reales de ser realizadas para que de esa manera los
derechos puedan ser efectivamente ejercidos por los
pacientes y sus familiares.(14)

Bibliografía
1. Carballeda A. La intervención en lo social, las problemáticas
sociales complejas y las políticas públicas. En Revista Margen,
Edición nro. 48. Publicado en www.margen.org. 2008.
2. Choiniere et al. A visual analogic thermometer for measuring
Pain intensity. J. Pain Symptom Manage. 1996.
3. Resolución N°357/2016. Ministerio de Salud. Publicada en
www.boletinoficial.gob.ar
4. Rossell T. La entrevista en Trabajo Social. Editorial Biblaria.
Barcelona. 1998
5. Monroe B. Social work in Palliative Care. 1993.
6. De Simone y cols. Marco Conceptual para la intervención del
equipo de cuidados paliativos. Instituto Pallium Latinoamérica,
Buenos Aires. 2010.
7. Max-Neef M. Desarrollo a escala humana, 1996.
8. Carballeda A. La intervención en lo social como dispositivo.
Una mirada desde los escenarios actuales. Artículo publicado en
www.revistas.unam.mx , 2010.
9. Carballeda A. Intervención en lo social y pensamiento crítico.
Una mirada desde nuestra América en los escenarios actuales
del trabajo social. Ponencia presentada en el I Foro Internacional

32
y la I Convención Nacional de trabajadores sociales de
Venezuela, 2008.
10. Carballeda A. La intervención en lo social como dispositivo.
Una mirada desde los escenarios actuales. Artículo publicado en
www.revistas.unam.mx , 2010.
11. Carta de Praga. Publicada en www.eapcnet.eu. 2013.
12. Pastrana y cols.. Atlas de Cuidados Paliativos de
Latinoamérica. Edición cartográfica.IAHPC Press.Houston. 2013.
13. Ley Nacional nro. 26.742. www.infoleg.gov.ar. 2012
14. Magnante, D.El derecho a los cuidados paliativos. Comentario
al fallo «D. L. J. D. R. c/ INSSJP s/amparo». 2016.
15. World Health Organization. Cancer pain relief. Ginebra. WHO,
1986.

33
INTERVENCIONES CON LA
FAMILIA

“Ahora no es momento de pensar en lo que no tienes.


Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay.”
Ernest Hemingway(1)

“Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este


mundo, puede conocer la felicidad, si contempla la imagen
del ser querido”. Victor Frankl en su libro “El hombre en
busca de sentido”(2), imagina la sonrisa de su mujer, como
un recurso al que se aferra para sobrellevar su sufrimiento
dentro de un campo de concentración.

¿POR QUÉ INTERESA LA INCORPORACIÓN


DE LA FAMILIA EN LA ATENCIÓN?

Es frecuente que en las situaciones límites busquemos


en nuestros afectos más cercanos todo el apoyo y la
comprensión necesaria para nuestro fortalecimiento interior.
La familia constituye el principal ámbito de referencia
afectiva y de pertenencia de todos los seres humanos. Es el
espacio privilegiado de transmisión de valores y creencias.
Los familiares más cercanos acompañan a la persona
enferma desde el momento en que se presentan los
primeros síntomas. Inician un recorrido de desorientación y
desconcierto y si la enfermedad se agrava, o se constata un
diagnóstico severo, agregan una sobrecarga a la
vulnerabilidad particular del proceso que atraviesan. Este
proceso constituye una crisis. El quiebre que implica la
34
irrupción de una enfermedad oncológica (u otras crónicas
que pueden amenazar la vida), genera un punto de inflexión
en la biografía de todo ser humano: de la misma manera,
impacta también en su grupo familiar o de pertenencia.
Ante la enfermedad crónica o que amenaza la vida, es
frecuente que aparezcan en los familiares sentimientos de
angustia, ansiedad, culpa, desesperación, incredulidad,
confusión, etc. Así como hasta ese momento era la
encargada de proveer los mecanismos necesarios para
garantizar la vida, la familia deberá aceptar ahora la barrera
de la irreversibilidad. La enfermedad, en su estadío más
avanzado enfrenta a la familia a una situación que no
puede ser revertida y le exige transformaciones, en las que
se pondrán en juego sus estructuras y modalidades previas.
Además de procesar este hecho traumático, la familia
deberá seguir haciéndose cargo de la continuidad vital y del
cuidado de todos sus miembros, sumado al de su
integrante ahora enfermo. Al hacer referencia al impacto
que acarrea para el resto del grupo familiar la aparición de
la enfermedad, nos referimos a todo aquello que ha
cambiado a partir de la misma. Es decir, qué dificultades y
obstáculos les genera ésta situación para el desarrollo de
su vida cotidiana o sus responsabilidades.
Para cada familia la aparición de la enfermedad exige
un recorrido único que recupera características históricas y
adaptaciones. Por esto, es importante conocer, en el
contexto de sus características particulares, cómo viven
actualmente los problemas y necesidades, las estrategias
implementadas en otros momentos de crisis, las
expectativas y los recursos con que cuentan, para luego

35
convenir objetivos realistas y realizables a lo largo del
proceso de intervención.

¿CÓMO CUIDAR?

Cuando una familia debe hacerse cargo del cuidado


de uno de sus integrantes, sabe que va a perder a su ser
querido, pero también sabe que los momentos finales son
su última oportunidad para compartir su cariño y afecto. Es
una tarea difícil aceptar los síntomas del paciente. Su
progresiva debilidad y dependencia, generalmente implica
repartirse las responsabilidades del cuidado del enfermo y
las demás tareas del funcionamiento familiar.
Cuidar a un paciente no sólo genera dudas en relación
al manejo de requerimientos prácticos, como higiene y
alimentación, sino también con respecto a determinadas
actitudes que se deben tomar frente a él, por ejemplo, llorar
delante de él o mantenerse en una actitud de aparente
distancia afectiva, para no tener que responder a sus
temores y dudas.
Los familiares además deben continuar con sus
obligaciones laborales o de estudio que los relaciona con el
mundo externo. Es factible que en este período se pongan
en riesgo estas tareas, con la consecuente repercusión en
el futuro. ¿Cómo hago con mi trabajo? ¿Qué les digo a los
niños? ¿Pueden visitarlo los amigos? Son preguntas
habituales entre los familiares, que, si bien son de orden
estrictamente práctico, cobran relevancia en este momento
e impactan en la esfera emocional de la unidad de
tratamiento.

36
Las personas tendemos a buscar explicaciones acerca
de lo que en la vida nos acontece, en especial en el caso
de las enfermedades, siendo frecuente que aparezcan
crueles autorreproches, sentimientos de castigo, de culpa,
vivencias de haber sido elegidos para ser despojados, y un
sinfín de manifestaciones posibles que acompañan al
sufrimiento. Interesa conocer las creencias que aparecen
en torno de la enfermedad, a fin de poder aclarar ideas
erróneas y eventualmente desligar responsabilidades a
través de información clara sobre aquellos puntos que
generan confusión.
La inclusión de los familiares en el cuidado, les brinda
la posibilidad de saber que se está haciendo algo por el
paciente; que no se lo abandona y que se procura su alivio.
Además, les permite intimidad en el contacto físico y
emocional. Es importante para la familia poder despedirse,
compartir un abrazo, un beso, o poder decir “te quiero”.
Frecuentemente los seres queridos en su deseo de
comprometerse activamente en el cuidado, sin orientación y
sin ser demasiado escuchados en sus dudas o temores,
terminan teniendo actitudes de incapacidad de dar
respuesta a las demandas más básicas de
acompañamiento. Esta situación no sólo tiende a provocar
en el paciente una actitud de aislamiento, sino que a
posteriori puede generar en los familiares duelos
complicados por sentimientos de culpa. En este sentido,
propiciar la participación de los familiares en el cuidado,
tiene una lógica preventiva, comprendiendo la participación
en el cuidado como un factor protector, en tanto aquellos
que se involucren activamente en el cuidado y
acompañamiento de su ser querido durante la enfermedad,
37
tendrán posiblemente mejores herramientas para transitar
el proceso de duelo.
La enfermedad también puede ser una oportunidad
para reparar conflictos históricos, o reconciliaciones, que no
sólo aliviarán a la persona enferma, sino a todos los que lo
sobrevivan. En las familias suele haber temas no resueltos,
que afrontados y compartidos contribuyen al alivio y a la
continuidad de una historia diferente. Pero para lograr
abordar estas cuestiones la comunicación entre los
familiares tiene que alcanzar un nivel de claridad que
permita compartir un diálogo sincero, con conciencia de la
proximidad de la muerte.
Así, se apuntará desde el equipo de salud, a promover
una comunicación lo más abierta y fluida posible en la
atención de la unidad de tratamiento (paciente y familia).
Esto implicará tanto lo concerniente a temas vinculados al
tratamiento como al manejo de información al interior de la
familia. El objetivo es facilitar los procesos de toma de
decisiones desde una perspectiva de respeto a las
necesidades y deseos del paciente y de su familia, siendo
esta última, también objeto de nuestro cuidado.

DIAGNÓSTICO Y PRONÓSTICO: ¿QUÉ


DECIRLE AL PACIENTE?

Hay un tema frecuente en las familias y se centra en la


decisión de decirle o no a su ser querido, ahora enfermo,
acerca de su condición de terminalidad o incurabilidad. De
igual modo, constituye un tema conflictivo para los médicos
y demás especialistas tratantes. Aparecen temores
respecto al impacto negativo que puede tener el saber la
38
verdad, como una amenaza a la voluntad del paciente de
“no querer luchar” o “rendirse”, fantasías de suicidio, etc.
Decir o no decir la verdad al paciente, históricamente,
puede haber sido un interrogante, sin embargo, nunca se
dudó en informar a los familiares, los que además de
enfrentar el dolor de la situación que atraviesan e inaugurar
nuevas capacidades para adaptarse, deben cargar con toda
la información y el desconcierto de qué hacer con esto.
¿Simular cotidianamente con la farsa de una expectativa
irrealista, para así mantener la esperanza, o ser los
encargados de informar a su familiar cuando pregunta?
Asimismo, los integrantes de una familia son
individualidades con criterios propios, y por lo tanto, puede
agregarse a esta problemática las distintas posturas con
respecto al grado de información que debe darse al
enfermo. Aparecerán quienes embanderen el ocultar la
información como una forma de mantener la esperanza, y
los defensores de la “verdad” como un modo de no
avasallar al enfermo. De un modo u otro, los familiares
comienzan a afrontar un camino de nuevos conflictos.
En este punto, interesa destacar que el equipo de
salud respetará las modalidades y las decisiones tomadas
por el paciente y su familia, pero deberá prestar atención a
conocer cómo se comunicaba la familia antes de la
aparición de la enfermedad; identificar si cambió en algo a
partir de la misma o no; si sólo se comunican a través de la
transmisión de información, o en qué medida tienen
posibilidad de compartir emociones, preocupaciones,
temores y fantasías o sentimientos. Esto facilitará realizar
intervenciones pertinentes, que tiendan a facilitar el manejo
de información y la toma de decisiones consensuadas. Por
39
supuesto, en aquellos casos en que efectivamente se
evalúen problemas o trastornos adaptativos que impliquen
un riesgo real para el paciente y/o sus familiares, debe
realizarse la derivación correspondiente con el profesional
adecuado, como ser el psiquiatra, psicólogo, u otros
profesionales del equipo de salud.
La forma en que se recibe la información también
condiciona a posteriori el tratamiento. No sólo deberá
tenerse en cuenta la personalidad de cada paciente sino la
preparación de los familiares para acompañarlo. Informar
con criterio y con acompañamiento profesional le da al
enfermo la posibilidad de ser responsable de su destino y
de elegir cómo va a transitar su propio proceso de
enfermedad.
La Dra. Kubler-Ross(3), psiquiatra suiza con una amplia
experiencia en el trabajo con pacientes terminales, hace
una descripción de cinco etapas por las que transitan los
pacientes con enfermedad avanzada, y también cuáles son
las respuestas más adecuadas para acompañar a estos
pacientes. Una de las que más se relaciona al contenido de
la información que debe recibir el paciente, es la etapa de
negación, expresada en una frase que la ilustra: “no puede
ser verdad, no es a mí”. Es importante reconocer que
cuando se clasifica teóricamente la conducta humana, no
podemos pensar en situaciones absolutas: puede haber
negación total o parcial. La negación tiene consecuencias
negativas cuando es total y se prolonga en el tiempo. Es
factible que estos pacientes tengan dificultades para
enfrentar esta situación, y presenten nuevos síntomas que
estén más relacionados a sus cuestiones emocionales que
al avance de la enfermedad.
40
Recordemos que la “verdad” no es sólo el contenido
de las palabras, y la persona enferma también percibe el
avance de la enfermedad por las señales que su cuerpo le
da: el deterioro, la pérdida de peso, la debilidad, etc. Es
entonces, muy difícil imaginar un proceso de enfermedad
que pueda ocultarse, pero es entendible que los familiares
no encuentren el modo de acompañar este momento.
Quizás, una posibilidad sea no agregar una ilusión
inalcanzable cuando el enfermo habla de su futura muerte.
En general nuestros seres queridos no esperan respuestas
precisas, sino el ser escuchados y compartir el dolor de
saber que no habrá un futuro compartido. El dolor
emocional que no se comparte puede incrementar la
ansiedad o las dificultades para dormir. Si la persona
enferma tiene una edad en la que su proyecto de vida es
aún incipiente, o le queda mucho por hacer, puede de este
modo, compartir lo que desea para los que quedan.
Según Beatriz Gómez(4), el paciente y su familia
atraviesan diferentes etapas en su adaptación a la
enfermedad:
En la fase aguda se concentran en atender a las
vicisitudes del diagnóstico y la enfermedad, la vida se
organiza en torno a ella (integración):
• Integrar el cuerpo atravesado por enfermedad.
• Integrar la enfermedad al guión de su vida.
• Incorporar ambiente hospitalario y lenguaje médico.
• Funcionamiento cotidiano en crisis.
En la fase crónica, la tarea es más amplia, se dirige al
despliegue de la vida, una vez incorporada la enfermedad
(reorganización):
• Repensar objetivos y planes.
41
• Repensar proyecto vital.
• Nueva organización en lo cotidiano.
En la fase terminal, la tarea se focaliza en recoger el
resultado de la vida y hacer el cierre más satisfactorio
posible (balance):
• Despedirse.
• Posibilidad de perdonar.
• Legar y Ordenar asuntos.
• Privilegiar el encuentro con el otro.

La intervención centrada tanto en el paciente como en


su familia, está fundamentada en una lógica anticipatoria.
Es decir, se intentará identificar aquellas fortalezas y
limitaciones que presentan, a fin de estimular y fortalecer la
capacidad de afrontar y transitar la crisis con el menor nivel
de sufrimiento y reduciendo los riesgos de complicaciones
asociadas.
Entre estas posibles complicaciones que se busca
identificar para prevenir se detallan dos situaciones
frecuentes en la atención integral de personas que
atraviesan enfermedades avanzadas: el llamado Cerco de
Silencio y la Claudicación Familiar.

CERCO DE SILENCIO

Anteriormente llamado Conspiración de silencio, se


define como un obstáculo en los canales de la
comunicación entre el paciente y sus familiares que implica
un ocultamiento de ciertos contenidos referidos a la
veracidad del diagnóstico y pronóstico, que ambas partes
conocen y que no se legitiman, porque las consideran
42
negativas para afrontar el proceso de enfermedad con
esperanza.(5)
Es importante identificar que hay momentos en el que
no hablar de estas cuestiones puede ser parte de un
proceso adaptativo que lleva tiempo y que puede incluso
ser útil para que el paciente y los familiares recurran a sus
recursos emocionales internos y gradualmente enfrenten la
situación.
También es significativo reconocer que ponerle
palabras a la enfermedad y a la muerte no son los tópicos
que definen la adaptabilidad. Puede ocurrir que un paciente
no ponga en palabras su conocimiento de la realidad, pero
si en hechos: resolver temas hereditarios o por ejemplo
pedirle al equipo que lo ayude a dejar cartas o grabaciones
para sus hijos o nietos. Estas son acciones de
reconocimiento del proceso.Y si sus seres queridos y
allegados propician y comparten estas acciones no
estamos hablando necesariamente de un cerco de silencio,
sino tal vez de distintos modos graduales de asumir la
situación de acuerdo a sus posibilidades reales que deben
ser validadas.
Para identificar cuándo estamos hablando de un cerco
de silencio deben reconocerse criterios diagnósticos y/o la
presencia de una o varias manifestaciones emocionales,
conductuales u orgánicas, derivadas de la dificultad de los
familiares y el paciente para mantener una comunicación
eficaz (5):
• Aislamiento.
• Incumplimiento de medidas terapéuticas.
• Trastornos adaptativos (hostilidad, depresión, etc.)

43
Interesa señalar que los casos en los que se identifica
la presencia de un cerco de silencio, este suele apoyarse
en un profundo deseo de brindar apoyo y cuidado. De
ningún modo debe pensarse que se instaura para generar
daño ni aislar adrede, sino que aparece como la manera
posible de atravesar la situación. Es importante entonces
para el equipo de salud identificarlo correctamente, a fin de
implementar estrategias que promuevan mejoras en la
comunicación.

CLAUDICACIÓN FAMILIAR

Según un documento de Trabajadores Sociales


miembros de la CAPTAL, SECPAL y PADES de España se
acuerda definir la claudicación familiar como “la
manifestación implícita o explícita, de la pérdida de
capacidad de la familia para ofrecer una respuesta
adecuada a las demandas y necesidades del enfermo a
causa de un agotamiento o sobrecarga.”(6) Si no se
resuelve, el resultado suele ser el abandono emocional del
paciente y/o la ausencia o deterioro de los cuidados
prácticos del mismo. Es un motivo de gran sufrimiento para
el enfermo. En casos extremos puede llevar a malos tratos
por negligencia en los cuidados. La familia en estas
condiciones suele además tener manifestaciones negativas
a las intervenciones del equipo tratante.
Es de destacar que, para identificar síntomas de
claudicación familiar, tiene que haber existido previamente
un miembro o un grupo familiar que se ha ocupado del
cuidado.

44
Es considerada una urgencia en el área psicosocial de
Cuidados Paliativos, por el nivel de sufrimiento que puede
generar y su consecuente impacto negativo en la calidad de
vida de la unidad de tratamiento.

Existen distintas variables que intervienen en este


fenómeno tal como se detallan a continuación(7):
• Tipo de familia (nuclear o extensa).
• Lugar de residencia (desplazada o en su medio rural
o urbano, o a una distancia excesiva del lugar de
asistencia institucional).
• Duración de la enfermedad.
• Mecanismos de afrontamiento previos.
• Tipo de vivienda.
• Experiencias anteriores traumáticas en el cuidado de
enfermos.
• Duelos previos no resueltos.
• Asignaturas pendientes en la relación familiar.
• Tipo y nivel de comunicación familiar.
• Cerco de silencio.
• Estructuras de soporte formal e informal a la familia.
• Control de síntomas.
• Vigencia de problemas no resueltos.
• Lugar de permanencia del paciente (hogar, hospital,
etc.)
Como se mencionó anteriormente, estas variables
interesan en tanto oportunidad de identificar en forma
temprana aquellas situaciones que pueden amenazar la
calidad del cuidado y acompañamiento que recibirá el
paciente. En todos los casos, es posible que el equipo
pueda desarrollar estrategias de atención adecuadas a las
45
necesidades y problemas particulares de cada familia para
evitar que ésta claudique en su capacidad cuidadora.

EVALUACIÓN SOCIO-FAMILIAR: UNA


PROPUESTA DE INTERVENCIÓN DESDE
EL TRABAJO SOCIAL

Compartimos a continuación las características que


asume la entrevista socio-familiar realizada por un
Trabajador Social para la intervención con familias en
Cuidados Paliativos y el aporte que representa para la
definición de una estrategia de cuidado por parte del
equipo.

Dicha entrevista se constituye en una instancia de


orientación y asesoramiento para el grupo familiar, acerca
de la modalidad de abordaje de los Cuidados Paliativos.
Además, permite acceder a los datos respecto de la
situación socio-familiar, apuntando a la identificación de las
necesidades actuales y/o potenciales de la unidad de
tratamiento, evaluándose la capacidad cuidadora de la
familia, contemplando sus necesidades y sus recursos.
Asimismo, el espacio de la entrevista constituye un espacio
de asesoramiento donde se abordan dudas, dificultades y
preguntas relativas al cuidado y al avance de la
enfermedad.
Se trata de un momento en el que se apunta a
consensuar un proyecto, que unirá a la unidad de
tratamiento con el equipo profesional.
Esta intervención se construye con los familiares,
generalmente sin la presencia del paciente, en un encuadre
46
que posibilita la expresión de aquellos aspectos que más
les preocupan o atemorizan y que quizás no fueron
compartidos ni legitimados frente al familiar enfermo.

Objetivos
• Identificar criterios socio-familiares que posibiliten la
elaboración de una orientación diagnóstica: el punto
de partida para el diagnóstico es la propia narrativa,
(lo que dice de lo que pasa: el relato) los significados
(que le otorgan a ese relato) y el sistema de valores y
creencias de la unidad de tratamiento. En este
proceso se buscará privilegiar el protagonismo del
paciente y su familia. Para esto es importante conocer
sus vivencias anteriores y cómo les afectan o
repercuten en la situación actual.
• Brindar un espacio de escucha y asesoramiento
(necesidades psicosociales y prácticas): esto es,
legitimar las emociones y temores. En este sentido es
importante ayudar a poner en palabras los
pensamientos y sentimientos.
• Consensuar objetivos generales del plan de
tratamiento: poder acordar en función de las
expectativas que ellos traen y lo que el equipo les
puede ofrecer.

Los indicadores de evaluaciónque se toman en la


entrevista son:
• Descripción del grupo familiar: genograma.
Para cada familia el proceso de enfermedad implica un
recorrido único que reúne las características históricas y
47
aquellas que se derivan o se agravan por la enfermedad.
Con lo cual es importante conocer, en el contexto de sus
características históricas, cómo viven actualmente los
problemas y necesidades, las estrategias implementadas
en otros momentos de crisis, las expectativas y los
recursos, para luego convenir objetivos realistas y
alcanzables a lo largo del proceso de intervención.
El genograma integrado a la historia clínica del
paciente, permite identificar rápidamente quiénes conviven
con el mismo, en quiénes recae la responsabilidad de
proveer cuidados, si hay niños o personas ancianas
convivientes (que también requieran cuidados especiales),
o por el contrario si se trata de un paciente que vive sólo,
sin familiares, etc. Por otro lado, permite señalar si existen
antecedentes de familiares fallecidos por enfermedades, lo
que abrirá la posibilidad de indagar sobre cómo se vivieron
esas pérdidas y experiencias previas en el cuidado de
enfermos.
Lo anterior apuntará también a la identificación
temprana de posibles miembros vulnerables con riesgo
potencial. Para esto la siguiente guía es orientadora:
• Edad, cuando la persona es muy joven o muy
anciana hay más riesgo.
• Mecanismos de afrontamiento previos ante
situaciones estresantes o traumáticas de tipo pasivo o
con directas connotaciones depresivas.
• Enfermedad física o psíquica anterior.
• Tipo de vínculo, el nivel de apego y familiaridad
con la persona fallecida. De mayor a menor riesgo
estaría: ser padre – madre, ser esposa, ser hijo.

48
• La no participación en el cuidado del paciente,
tomando el cuidado como factor protector.
• Personas con riesgo de aislamiento por escasa red
familiar y social y/o bajo nivel de comunicación.
• Personas con poca posibilidad de expresar la pena
o incapacidad para hacerlo.
• Personas que atravesaron duelos previos no
resueltos.
• Personas que tuvieron experiencias previas
traumáticas en el cuidado de enfermos.
• Personas involucradas en situaciones de adicción
y/o de violencia familiar.
• Personas que atraviesan crisis concurrentes (se
trata de problemas, no necesariamente pérdidas, que
requieren de mayor energía emocional: por ejemplo,
crisis económica o laboral).

• Funcionamiento familiar: dinámica, estilo


comunicacional.
Se apunta a conocer la organización tradicional del
grupo familiar. Esto es, indagar acerca de cómo se definen
como estructura; qué valores tienden a transmitirse
generacionalmente. Asimismo, conocer a través del
discurso de los familiares, las características personales del
paciente: qué rasgos lo distinguen, sus preferencias, etc.
En definitiva, conocer la trayectoria recorrida por la familia y
su auto representación. En este punto, no interesa
corroborar o desacreditar los hechos que los involucrados
presentan, sino más bien identificar su modalidad de
funcionamiento y los modos en que se distribuyen los roles
al interior del grupo, a fin de reconocer las capacidades con
49
que cuentan para afrontar la crisis que la enfermedad
representa y también anticipar las limitaciones que puedan
presentar. De lo anterior, se desprenderán objetivos de
intervención centrados en las necesidades y recursos de
cada unidad de tratamiento.

Se indaga sobre qué dificultades y obstáculos les


genera esta situación para su vida cotidiana o sus
responsabilidades; cómo se comunicaba la familia antes de
la enfermedad, si cambió en algo a partir de la misma;
cómo es el estilo de comunicación: si sólo se comunican a
través de la transmisión de información o en qué medida
pueden compartir algo de lo que les pasa y sienten.

•Descripción de la situación financiera y socio-


familiar.
Frecuentemente la irrupción de la enfermedad en el
seno de un grupo familiar repercute en su organización
haciendo emerger problemas económicos. Muchas veces la
persona enferma representaba el principal sostén
económico a través de su actividad laboral, generando que
otro de sus miembros deba asumir esa responsabilidad.
Asimismo, interesa observar si, por el contrario, algún
integrante de la familia ha tenido que interrumpir sus
actividades (laborales o de otra índole) para proveer
cuidados al paciente.
Así, se indagará acerca de qué cosas han cambiado a
partir de la enfermedad; quién toma las decisiones en la
familia; con qué red de soporte externo cuenta la familia;
cómo se vio afectada la situación económica a partir de la
enfermedad.
50
•Manejo de información
Interesa conocer qué sabe cada integrante de la
familia acerca del diagnóstico y pronóstico de la
enfermedad. Es decir, conocer si todos están al tanto de la
evolución de las cosas del proceso (especialmente el
paciente) y qué expectativas tienen respecto de la misma;
conocer si permanecen ideas de curación a fin de
acompañarlos en el proceso de aceptación de acuerdo al
momento actual de una enfermedad que previsiblemente,
progresará.
También se indaga sobre las preocupaciones actuales;
si hay alguien de la familia que les preocupe
particularmente, y si existen hipótesis acerca de la causa de
la enfermedad.
Especialmente en torno al cáncer, existe una
multiplicidad de asignaciones de significados e hipótesis
construidas socialmente respecto a qué cuestiones lo
desatan, lo despiertan o lo desencadenan. Surge
frecuentemente la vinculación de la aparición de los
primeros síntomas que llevaron al diagnóstico con algún
episodio de alta carga emocional negativa (la muerte de
algún familiar; alguna crisis económica; algún problema
vincular de difícil resolución para el paciente). Asimismo,
aparecen las culpas o responsabilidades asignadas, tanto
por el paciente como por los familiares.

•Proyección y expectativas familiares.


Se indaga acerca de “qué esperan del equipo”. Esto
permite acordar/aclarar aquellas cosas sobre las que
vamos a poder trabajar y cuáles no (alcances de la
51
intervención). También se pregunta acerca de que esperan
como objetivo central en esta etapa de la enfermedad Lo
que surge principalmente es el deseo de que el paciente no
sufra, también aparecen preocupaciones en relación al
control del dolor y otros síntomas, atención médica,
contención para la familia, ayuda en la organización, y
resolución de temas familiares pendientes de diferente
índole.

Valoración diagnóstica
En el diagnóstico es relevante la identificación de los
recursos de la familia porque esto va a ser la base para que
en consenso con el equipo pensemos las estrategias. Entre
los recursos que se observan son: disposición de la familia
para cuidar, flexibilidad familiar, predisposición para recibir
ayuda.
En síntesis, la entrevista tiene un valor terapéutico en
sí mismo, primero como espacio de escucha y contención,
pero también como una intervención psicoeducativa donde
la familia puede plantear dudas, preguntas e interrogantes
en relación a la organización del cuidado, y al avance o
progresión de la enfermedad.
Por otro lado, constituye una oportunidad de
identificación temprana de necesidades y recursos. Esto
permite plantear objetivos de intervención adecuados a las
necesidades particulares de cada unidad de tratamiento y
así mejorar la calidad de la atención que se le ofrece.
Asimismo, permite la construcción de un plan de acción
conjunto y consensuado entre el paciente, su familia y el
52
equipo, integrando expectativas en la atención con las
necesidades particulares de las personas y los recursos
institucionales concretos en que se enmarcan las
intervenciones profesionales.
La identificación temprana de determinados criterios
socio-familiares permite entonces brindar información
orientadora de acuerdo a la particularidad de cada familia
desde el inicio del tratamiento para construir entre la unidad
de tratamiento y el equipo tratante, estrategias de
intervención destinadas a fortalecer la capacidad cuidadora,
aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de los
pacientes y sus familias.

ENTREVISTAS DE ORIENTACIÓN PARA


ADMISIÓN AL SISTEMA DE ATENCIÓN
DOMICILIARIA.

La asistencia domiciliaria según la medicina paliativa


consiste en el conjunto de actividades de carácter socio-
sanitario y de ámbito comunitario que se desarrollan en el
domicilio del enfermo, con la finalidad de brindar
tratamiento a los problemas de salud del individuo y su
familia, potenciando la autonomía y mejorando la calidad de
vida (8). Esta atención requiere como punto de partida un
mínimo consenso entre las expectativas del paciente y su
familia y los objetivos del equipo tratante que se establecen
en la primera entrevista familiar, con la aprobación del
paciente y sin que éste esté presente. Allí se decide la
inclusión al programa, no sólo por la evaluación del equipo
interviniente, sino también por la de la familia, que tiene

53
derecho a elegir si va a poder dar respuesta en un sistema
de atención que los hará protagonistas en el proceso de
cuidado.
Asistir a un paciente en el marco de su domicilio,
representa para el equipo tratante adentrarse a la esfera del
mundo privado de éste y su familia. Importa entonces
conocer y respetar la organización interna del grupo. Esto
involucra la distribución de roles; el momento del ciclo
evolutivo familiar que transitan y aquellas creencias y
valores que los identifica: reconociendo mitos e ideas que
tienen acerca de la enfermedad, la muerte y los rituales
asociados.
En relación a la situación socio-familiar, es necesario
contemplar algunas cuestiones prácticas que posibilitan que
un paciente pueda ser cuidado en domicilio, como ser:
• Satisfactoria red familiar: considerando que al menos
dos personas compartan las tareas de cuidado
• Recursos económicos suficientes: en relación a los
gastos que la crisis de la enfermedad les implique
• Adecuados soportes prácticos (este aspecto se
relaciona a los cuidados del cuerpo, “curar una
herida”, higienizar a un ser querido, etc.). Hay
familiares que pueden acompañar, pero no ocuparse
de estos temas más relacionados a atender el cuerpo
de su ser querido.
• Adecuada red de soporte externo: considerar si
existen vecinos, allegados, familia extensa o
referentes institucionales (escuela, iglesia, etc) a la
que poder acudir en caso de necesidad.
• Vivienda adecuada (se hace referencia a cuestiones
de accesibilidad como presencia de escaleras, etc.,
54
que carezca de la privacidad que desee, o cualquier
otro límite habitacional que pueda reorganizarse).
• Enfermedad psiquiátrica: antecedentes del paciente
o de los familiares cuidadores que sea necesario
atender para evitar o reducir daños asociados.
• Antecedentes de violencia y/o adicción.
• Antecedentes en el cuidado de enfermos: muchas
familias traen experiencias previas de familiares
fallecidos con dolor físico y sufrimiento. Es importante
considerar esto a fin de evaluar el riesgo (sufrimiento)
o el beneficio (experiencia reparadora).
• Duelos no elaborados.
• Espiritualidad / Religión.

Algunos datos que arrojan las entrevistas socio-


familiares de ingreso al Programa de Atención
Domiciliaria (PAD) en el Instituto Pallium Latinoamérica.

Según una investigación realizada en el año 2003 por


el área social (D’Urbano E, Campese G., Muelas C) se
identificaron los criterios de admisión y las preocupaciones
más frecuentes en 170 entrevistas familiares durante el
período comprendido entre julio de 2001 y julio de 2003.
Sobre un total de 170 entrevistas realizadas, 163 fueron
admitidas de las cuales, 28 (16.5%) no ingresaron porque
los familiares no acordaban con respecto a la modalidad de
atención o por la muerte de su ser querido después de la
entrevista, sin alcanzar los tiempos previstos para iniciar la
primera visita en domicilio (48 hs).
Siete casos (4.1%) no fueron admitidos por:

55
• único cuidador anciano y con problemas de salud (3
casos)
• cuidador principal con problemas psiquiátricos (1
caso)
• cuidadores no dispuestos a hacerse cargo del
cuidado, sin disposición, ni compromiso (2 casos)
• Situación económica Necesidades Básicas
Insatisfechas (INDEC 2003)(1 caso). El traslado a
domicilio de este paciente no sólo implicaría la pérdida
de algunos beneficios familiares, (por ejemplo,
garantizaba la alimentación diaria del resto de sus
cuidadores en el hospital) sino que agregaría
complicaciones a la hora del fallecimiento y los ritos
funerarios.
En cuanto a la red familiar el 90% corresponde a
pacientes que cuentan con una red familiar satisfactoria: un
mínimo de dos cuidadores con disposición a involucrarse
en el cuidado con participación activa (convivientes y no
convivientes). El 81 % correspondió a vínculos familiares
armónicos. Aquí se evaluó el grado de conflicto previo a la
crisis actual, y el modo en que la familia afronta
habitualmente las crisis, considerándose armónicas
aquellas dinámicas familiares más flexibles, y con mejor
posibilidad de adaptación.
Un indicador clave a la hora de ingresar un paciente es
indagar su deseo de permanecer en su domicilio. El 95%
ratificó esta decisión; sólo un mínimo porcentual (5%),
según la familia argumentó, no quería pasar a domicilio por
no tener el dolor controlado y/o la percepción de convertirse
en una sobrecarga para sus seres queridos.

56
Respecto a la cobertura social el mayor porcentual
correspondió a coberturas con limitación en sus
prestaciones (57%), pacientes asistidos en el subsistema
público (32%), y (11%) con cobertura con prestaciones de
mayor alcance (obras sociales), por ejemplo provisión de
medicación, o algunas prestaciones en domicilio.
Como obstáculos puntuales se registran en los casos
ingresados:
• Presencia de ancianos y/o niños (27%) y/ o
personas con limitaciones físicas y/o psíquicas (9,8
%). Se estima si la red de cuidado es adecuada para
el acompañamiento en domicilio.
• Escasa disponibilidad horaria para el cuidado. Sólo
un 3,1% refiere limitaciones horarias por no contar con
licencias laborales. En estos casos se trata de prever
la inclusión temprana de otras personas que ayuden
para prevenir posibles claudicaciones.
• Presencia de adicciones (en el paciente, y o su
grupo familiar (6,7% ) y violencia familiar (en el
paciente, grupo familiar) ( 4,9 % ) En ambas
situaciones se evaluó pertinente el ingreso,
considerando que se trataba de grupos con recursos
internos para ocuparse de su familiar enfermo
• Experiencias previas traumáticas en el cuidado de
enfermos, en el paciente o grupo familiar (22,1%) Es
relevante este dato porque generalmente estos
cuidadores recuerdan dolores u otros síntomas no
controlados, que los atemoriza en el cuidado actual.
• Duelos no elaborados (en el paciente o grupo
familiar) (25,8 %). Se indaga acerca de pérdidas
familiares complejas o de alto impacto en la vida
57
cotidiana, o que relacionan con la aparición de la
enfermedad actual.
En cuanto a las preocupaciones más frecuentes que
los familiares compartieron al ingresar al programa pueden
centrarse en la comunicación del diagnóstico y pronóstico, y
cómo manejar la muerte en domicilio.

En el año 2010 se analizó una nueva muestra de 100


entrevistas familiares, de la que surgen los siguientes
datos: en el 30% de las familias entrevistadas existen
miembros con riesgo de duelo complejo ya sea por la edad
(por ejemplo, niños pequeños) o por el tipo de vínculo con
la persona enferma (en general tratándose de vínculos de
mucho apego).En relación a las hipótesis sobre la
enfermedad 33% lo vincula a un hecho traumático o un
disgusto que el paciente sufrió.En cuanto a la información el
46% de los pacientes tiene información diagnóstica, pero no
así pronóstica.El 61% de los pacientes fueron ingresados al
programa.
Respecto del porcentaje de pacientes que no concretó
su ingreso al PAD posterior a la evaluación social (39%),
los motivos se distribuyen de la siguiente manera:
• la familia no confirmó su voluntad de recibir la
atención (porque no querían sostener el cuidado en
domicilio, o al hablarlo con el resto de la familia no
estuvieron de acuerdo con la modalidad de la atención
propuesta - (63%).
• el paciente falleció previo al ingreso al programa
(31%)
• falta de cuidadores o zona desfavorable (6%)

58
ENTREVISTAS SOCIO-FAMILIARES EN EL
ÁMBITO HOSPITALARIO.

En concordancia con los tópicos anteriormente


referidos se realizan con el mismo criterio: sin la presencia
del paciente ni el médico o enfermero del equipo para poder
centrarse en los aspectos vinculares de la familia, qué los
preocupa o angustia, cuánto saben de lo que está
ocurriendo, identificar situaciones de riesgo y si podrán
hacerse cargo del cuidado a la hora del egreso hospitalario.

Se deben realizar con la autorización del paciente y


cuyo objetivo se centrará en principio a los aspectos que
ameriten cada caso, ya que tener definidos el “para que” de
este espacio permite mantener el encuadre y la estructura
de intervención, ya que no es lo mismo una familia que nos
llega a través del equipo con una expectativa irrealista del
pronóstico, que una familia que si bien está presente junto a
la cama del paciente es caótica en su acompañamiento u
otros temas que se hayan identificado tempranamente.
Es importante convocar a los miembros más
involucrados, aclararles inicialmente que el objetivo es
trabajar con lo que a ellos les pasa con respecto a la
enfermedad de su ser querido y centrarse en los temas
vinculares más que orgánicos.
Este modo de intervención que hemos puesto en
marcha hace casi más de 20 años en el ámbito hospitalario
ha sido siempre una herramienta útil, ya que los familiares
acceden a un espacio donde se les brinda información, y
pueden despejar dudas y temores, incrementando la
sensación de control y alivio.
59
Ayudar a los familiares en el proceso de comunicación
es una de las tareas del equipo. Es entendible que desde el
amor y el deseo de protección no estén dispuestos a hablar
de la verdad. Esto no sólo tiene la intención de cuidar de su
ser querido, sino de autoresguardarse y no enfrentase al
acecho de la muerte próxima. No sólo la palabra comunica,
y a la hora de transitar este proceso hay familias que se
abren al diálogo profundo y sincero con criterios y
expectativas realistas, aunque no se mencione la palabra
“cáncer” o “muerte”.
En cuanto a cómo manejar la muerte en el domicilio, si
bien los familiares refieren estar dispuestos a acompañar
ese momento, es importante ahondar sobre creencias,
miedos, temores, y recursos emocionales que se pondrán
en marcha en la situación final.
Los familiares quieren cumplir el deseo del paciente de
no estar internado, y alcanzar la intimidad del hogar en el
momento final, pero traen temores referidos puntualmente a
cómo reaccionar, ante el momento final, ¿se ahogará?
¿Tendrá dolores imposibles de controlar en casa? ¿Tendré
que internarlo para evitarle situaciones finales traumáticas?
En el imaginario familiar, si bien todavía hay registros
de la muerte en el domicilio por haber acompañado
personas de avanzada edad y estos comportamientos se
han transmitido generacionalmente como valores
tradicionales positivos, también hay registros de situaciones
límites en salud, en las que una internación o consulta
inmediata ha solucionado problemas futuros.
El cuidado en domicilio supone conductas de
acompañamiento y aceptación del gradual deterioro del ser
querido. Es fundamental que el equipo interviniente facilite
60
habilidades en los familiares tendientes a no impedir la
natural evolución del tránsito entre la vida y la muerte.

GUÍA DE ORIENTACIÓN PARA LAS


ENTREVISTAS FAMILIARES

La presente guía es producto de la experiencia en la


atención centrada en la familia como objeto de tratamiento
y no sólo en su capacidad cuidadora. Pretende ser una
orientación comprendiendo que cada equipo construirá su
propia modalidad de abordaje, acorde a sus recursos,
experiencias y capacidad de respuesta

Encuadre
1. Es importante contar con un tiempo aproximado de
una hora, y una distribución en el espacio que les
permita sentarse circularmente para todos estar cara a
cara. Esto nos permite desde la coordinación observar
toda la comunicación no verbal, que en este espacio
es un recurso primordial para toda la dinámica del
encuentro.
2. En nuestra experiencia, la realizamos sin la
presencia del médico o enfermero del equipo para
poder centrar el objetivo en los vínculos familiares.
3. Tampoco incluimos al paciente, entendiendo que
hay cuestiones que no se van a expresar si está
presente.En el ámbito hospitalario debemos contar
con su consentimiento. Generalmente no encontramos
obstáculos en obtener esta autorización,
fundamentalmente cuando se le hace hincapié en que

61
nada de lo que se hablará será diferente a las
respuestas que él reciba a sus interrogantes.

Sugerencia de tópicos a abordar

Presentación
Nos presentamos como coordinadores e invitamos a
cada uno a que se presente por su nombre y desde el
grado de vínculo con el paciente.

Explicitar el objetivo del encuentro


Se les aclara que el objetivo está centrado en lo que “a
ellos les pasa con la enfermedad de X
(paciente)”,comprendiendo que así como X está enfermo
ellos también padecen, y trabajaremos con esto último.

¿Qué es lo que saben de lo que está pasando?


Esto nos permite ubicarnos en cuanto al grado de
conocimiento de la enfermedad y de lo que se esperan de
ella, aquí cabe destacar que no necesariamente traerán el
término “cáncer” u otra patología, sino la narrativa que nos
permitirá ir evaluando cuan centrados están en la realidad.
Si el profesional está entrenado y conforma un equipo de
cuidados paliativos consolidado, puede avanzar sobre la
incurabilidad, muerte, escenario posible (domicilio o
internación), etc., siempre evaluando los mecanismos de
negación y los recursos adaptativos de cada familia.

¿Cómo se comunican?
Identificar estilos familiares de comunicación
singulares, por ejemplo: ¿son una familia que cuando
62
tienen un problema hablan de lo que ocurren?, o¿actúan
habilitando canales de comunicación? u ¿obturan los
procesos comunicacionales, dando lugar a ocultamientos o
malentendidos?

¿Qué es lo que más les preocupa de lo que viene?


Este tópico se relaciona con los temores posibles de
cada unidad de tratamiento, los que habitualmente se
relacionan con síntomas de difícil control. Por ejemplo:
“¿morirá ahogado, o con dolor intolerable?”, o ¿cómo digo a
los hijos pequeños? o ¿porque ahora come menos?, ¿que
pasa si no quiere comer más?, ¿qué hablamos con X
cuando nos pregunta?, y muchas otras cuestiones que
puedan atemorizarlos.

¿Tienen alguna hipótesis acerca de la causa de esta


enfermedad?
Este interrogante fue pensado con el objeto de rastrear
posibles culpas en la unidad de tratamiento, que no sólo
entorpecen el cuidado en el proceso de enfermedad, sino
que pueden complejizar el duelo, por ejemplo: “si yo no
hubiese perdido el trabajo…ella no hubiera enfermado”, “si
no hubiésemos tenido problemas con nuestro hijo
adolescente, esto no estaría pasando…”. Estas cuestiones
identificadas tempranamente permiten su abordaje
terapéutico.

Cuéntenme como son como familia


La idea es que ellos se describan y en lo posible
vinculándose al afrontamiento de crisis. Puede propiciarse
con preguntas tales como: ¿son ustedes un tipo de familia
63
que cuando tienen problemas se unen, o se pelean a
menudo al punto de tornarse estos problemas en conflictos
irreconciliables?, ¿cómo X funciona en este sistema?, ¿es
el que lidera los cambios?¿o mantiene una actitud pasiva
frente a la familia?

¿Cómo imaginan el momento final?


Si se ha dado el clima empático es importante
confrontarlos a la escena final:¿piensan que será internado
o en domicilio?, ya que esto dará pistas del deseo de X, de
cuanto la familia lo puede sostener, si son flexibles en sus
adaptaciones y cuantos temores podrán estar vinculados a
sus propias creencias.

¿Que saben los niños y adolescentes?


En general hay una tendencia actual a mantener a los
niños y jóvenes fuera de la escena de los procesos de
enfermedad avanzada y muerte. Se propicia una
comunicación franca y honesta acorde a las edades de los
mismos, identificando cuando será necesario solicitar una
entrevista para ellos con el miembro de equipo con mayor
pericia para abordar niños y adolescentes, o con los
gabinetes psicológicos escolares, o con los recursos
comunitarios que orienten en duelo, o con los dispositivos
con que se cuenten.

¿Consideran que este encuentro les resultó útil? ¿Porqué?


Esta pregunta nos permite lograr que ellos pongan en
palabras las nuevas habilidades que pudieron comprender
en cuanto a cómo atravesar este proceso (no
necesariamente esta exposición nos garantiza que serán
64
cumplidas, y no se debe perder de vista que el equipo
mantendrá contacto durante el seguimiento tratando de
ajustar las adaptaciones y resistencias, y riesgos
tempranamente evaluados) Además nos dará pistas
concretas para chequear cuanto pudimos avanzar en temas
que han sido francamente abordados y que creíamos más
logrados, pero que en realidad ellos no han procesado
como posibles cambios, como por ejemplo las cuestiones
relacionadas al cerco de silencio.

Cerrar con devolución que resalte potencialidades


Es importante que, dado el clima intenso de la reunión
efectuada, la familia recupere sus fortalezas y
potencialidades, teniendo en cuenta que aún la familia más
compleja o conflictiva, tiene un recurso interno o
potencialidad y por lo cual es importante cerrar resaltándolo
para reestablecer el desajuste emocional. Por ejemplo: “el
haber concurrido a esta reunión ya nos muestra cuanto
pueden cuidar a X”, o “nosotros podremos mejorar sus
síntomas con los fármacos necesarios, pero ustedes le
darán un alivio diferente: el amor de esta familia.”

Bibliografía

1- Hemingway, E. “El viejo y el mar”. Producción Ed.


Dante. México. 1989.
2- Frankl, V. “El hombre en busca de sentido”. Ed. Herder.
Barcelona. 1991.
3- Kübler-Ross, E. “On death and dying”. Mc Millan
publ.co., Nueva York. 1969.

65
4- Gomez, B. “Abordaje Psicoterapéutico de Trastornos
Psicológicos asociados a Enfermedades Físicas Crónicas”,
apra.org.ar. Fundación AIGLE. España. 2011.
5- D’Urbano, E. “Guía de orientación para identificar y
abordar el Cerco de Silencio” Material de la Formación de
post-grado interdisciplinaria del Instituto Pallium
Latinamérica. Buenos Aires. 2006.
6- Documento de Trabajadores Sociales miembros de la
CAPTAL, SECPAL y PADES de España. Coordinado por
Novellas Aguirre de Cárcer Ana.Medicina paliativa. Grupo
de Investigación de Innovaciones en Trabajo Social GRITS.
Universidad de Trabajo Social de Barcelona. España. 2015.
7- Novellas Aguirre de Cárcer, A. “La atención a las
familias en cuidados paliativos. Análisis del proceso y
propuestas metodológicas de intervención”. Revista de
Medicina Paliativa. Abril-Junio 2000. Vol.7 N°2. España.
8- Contel J, González M. “Instrumentos de valoración
multidimensional en atención domiciliaria”. Cuadernos de
Gestión. 1997.

66
DUELO: ABORDAJE DESDE EL
ÁREA SOCIAL

Cuando dos personas se unen en un vínculo profundo,


desde el mismo instante en qué se consolidó esa unión,
uno de los dos será el sobreviviente, y contará la historia.

Jacques Derrida

El duelo es un proceso singular que cada familia


atravesará de modo diferente. En una sociedad que conoce
la existencia de la muerte, pero a su vez la niega, la ilusión
de la inmortalidad se manifiesta en el vivir cotidiano.
De cara a la muerte de un ser querido, los familiares
transitan el proceso de la enfermedad, compartiendo
quizás, la inquietud de cómo será el futuro sin la presencia
del ser querido. Si bien la enfermedad los prepara para
esto, y todo el tiempo que han acompañado repara algunas
emociones difíciles, también es cierto que después de la
muerte, la ausencia coloca a los deudos en un lugar nuevo,
generalmente de mucha vulnerabilidad, porque es una
experiencia que sólo se vivencia transitándola y no hay
demasiadas anticipaciones para este dolor.(1) La muerte del
paciente inaugura para sus familiares dolientes un nuevo
período de crisis: el proceso de duelo.
Hay diferentes marcos teóricos acerca del proceso de
duelo. Una propuesta que incluimos en nuestro abordaje es
la línea teórica del constructivismo, siendo Rando y
Neimeyer referentes centrales.(2)Desde esta concepción, el

67
autor plantea que existen tres fases a atravesar en el
proceso de duelo: Evitación, Asimilación y Acomodación.
Cabe aclarar que cada proceso de duelo es singular y
dinámico, siendo estas fases, sólo orientativas. La primera
fase, se caracteriza por el estado de shock, negación o
incredibilidad de la situación de la pérdida. En la fase de
Asimilación, se va absorbiendo gradualmente el impacto de
la pérdida, comenzando a experimentarse sensaciones de
soledad, tristeza, desesperación, con gran intensidad.
Asimismo, pueden aparecer trastornos del sueño y del
apetito, nerviosismo, estrés. Durante la Acomodación, la
angustia y la tensión comienzan a ceder hacia una
aceptación resignada de la realidad de la muerte,
iniciándose el proceso gradual de reorganización y
reconstrucción.
Más allá de las fases enunciadas, Worden(3) plantea
cuatro tareas a realizar en el proceso de duelo,
considerando la participación activa del deudo en el mismo:
aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones y
el dolor de la pérdida, adaptarse a un medio en el que el
fallecido esté ausente: adaptaciones externas, internas y
espirituales y recolocar emocionalmente al fallecido y
continuar viviendo.
Esta mirada del duelo incluye la resignificación del
vínculo, en lugar del cierre o final. No se trata de olvidar a
quien murió. La relación con el que ser querido muerto no
es un vínculo que termina, sino que se transforma. Las
personas transitando un duelo por momentos creen
haberse vuelto “locas” porque sienten, escuchan o tienen
sueños vívidos con su familiar fallecido. Compartir estas
emociones alivia, al igual que escuchar que a otros también
68
les ha pasado, descomprime la sensación de
despersonalización o locura a las que los enfrenta el dolor.
La persona puede desde nuestra intervención tener como
tareas, drenar el dolor del proceso y buscar un sentido y un
significado a su pérdida, y esto es un camino individual y
único, lo que implica el rol activo de la persona doliente en
su propio proceso. Así, lo objetivos de la intervención en
duelo estarán centrados en que las personas puedan
adquirir ciertas habilidades y herramientas para seguir
atravesando el proceso; propiciando que la persona
reconozca y desarrolle sus propios recursos, pero también
estimulando nuevos. Que pueda salir reconciliada con su
nueva identidad, ahora atravesada por la huella de una
ausencia y hasta fortalecida de esta crisis.
La pérdida de un ser querido no se manifiesta de la
misma manera en todas las personas. No hay forma de
saber cuánto una pérdida dolerá, ni cuánto tiempo durará.
El sufrimiento que habitualmente acompaña el duelo
puede causar emociones difíciles de tolerar. Sin embargo,
hay emociones esperables que es importante poder
reconocer correctamente a fin de no equivocar las
indicaciones frente a las situaciones que se puedan
presentar en la atención de personas que han perdido a un
familiar recientemente.

“No creo que se haya ido, aún lo veo y lo escucho”.


Esta emoción es normal en el marco de un proceso de
duelo, no constituyendo signos de alarma. Cuando un ser
querido muere es probable sentirse inmóvil, vacío, irreal por
algún tiempo. Es difícil creer que no va a volver y uno
puede escucharlo, verlo y/o despertarse de sueños tan
69
vívidos que parezcan reales. Algunas de estas
percepciones se parecen a la locura, pero son esperables
durante este proceso.
Las personas atravesando un proceso de duelo
pueden tener varias dificultades de: concentración,
cansancio, trastornos en el sueño, en la alimentación., etc.
Brindar seguridad sobre la normalidad de estas emociones,
alivia a los deudos que sufren estos síntomas como un
obstáculo para el desarrollo de sus actividades diarias. Se
sugiere reconocer estas emociones como legítimas,
validarlas y, sobre todo, habilitar la necesidad de llorar, ya
que el llanto es reparador. Contener las emociones no
ayuda en esta etapa.
En el proceso de duelo también suele haber enojos,
con otros seres queridos, con Dios por haber arrebatado la
vida a un ser amado y no comprender demasiado el porqué
de tanto sufrimiento.
Cuando el enojo es con uno mismo puede haber
remordimientos por lo dicho o callado, por lohecho o no
hecho, también puede aparecer culpa, que se rinde ante la
confrontación con la realidad. (3)Si ésta persiste en el tiempo
es importante derivar a un profesional para seguimiento
psicoterapéutico.
Los amigos tratarán de ayudar como pueden, pidiendo
que lo supere o alejándose para no escuchar del tema. Es
difícil acompañar en este momento y la sensación de vacío
puede perdurar.
Asimismo, se espera que llegue un momento en el que
el dolor comience a disminuir, y reaparezcan emociones
vitales y alegres. Aquí es importante también transmitir que

70
esto no quiere decir que ya no importe la persona que
falleció, sino que el recuerdo puede lastimar menos.
Atravesar un duelo es un camino difícil y muy personal,
algunas de las emociones mencionadas en párrafos
anteriores pueden ocurrir, pero no necesariamente hacen a
un duelo. Estamos habitados por nuestros muertos y la
huella de este espacio interior construido con el que se fue,
perdurará y teñirá cada acto futuro, pero no sólo desde la
ausencia, sino también desde nuevos sentidos y
significados. Una pérdida significativa convierte la vida
propia y se puede salir dañado, pero también fortalecido.
Todas las emociones reseñadas previamente se
encuadran dentro de lo que se considera un proceso de
duelo normal y saludable. De todas formas, interesa
destacar que, si éstas persisten en el tiempo y el dolor y el
sufrimiento exacerbado no ceden, siempre es aconsejable
consultar con un especialista de salud mental.
En resumen, es de suma importancia la capacidad
profesional de poder distinguir entre el asesoramiento en
duelo abarcable desde las intervenciones de un trabajador
social entrenado y los indicadores que alertarán sobre la
necesidad de realizar una derivación al especialista en
salud mental. En este punto, según Worden(3) los casos
más frecuentes para la derivación son: los duelos
prolongados en el tiempo y/o enmascarados con síntomas
somáticos o conductuales, y/o duelos que se manifiestan
con una ansiedad o depresión excesiva y/o duelos en
personalidades con riesgo de suicidio.

EL ASESORAMIENTO EN DUELO

71
El asesoramiento ayuda a transformar el duelo en un
trabajo activo. Con diferentes técnicas se promueve la
memoria del ser querido, a través de tareas que incluyen
rituales, ejercicios narrativos y otras acciones adecuadas
que funcionan como modo de conexión, recordación y
elaboración de la pérdida.
El desafío que nos impone justamente el duelo es
encontrar un nuevo sentido en la vida a partir de la pérdida.
Es un proceso dinámico de reconstrucción, reorganización
y transformación del sentido del ser.
Autores como Worden plantean el asesoramiento
como una instancia de intervención en un proceso de duelo
normal o no complicado. La realización de la entrevista de
duelo permite la evaluación y consideración del tipo de
intervención profesional necesaria teniendo en cuenta la
particularidad y singularidad de cada proceso.
Podemos decir que las primeras entrevistas de
seguimiento en duelo tienen como objetivo:
• Reforzar positivamente la tarea de cuidado
efectuada por los familiares.
• Facilitar la expresión de emociones, sentimientos y
pensamientos.
• Aclarar las dudas respecto a la muerte del familiar
y/o al proceso de duelo.
• Estimular a que se ponga en palabras las
circunstancias en que se produjo la muerte y el
proceso de enfermedad.
• Derivar a especialistas según necesidad detectadas
de los duedos.
• Informar sobre la evolución del duelo.

72
Partimos de la concepción que no todas las personas
tienen desarrollados los recursos personales para elaborar
una pérdida significativa. El asesoramiento o seguimiento
en duelo permite descubrir y fortalecer las capacidades y
recursos personales.
A partir del trabajo en duelo la construcción de nuevos
roles ofrece una oportunidad de crecimiento. Asumir las
tareas y funciones que antes dependían de la persona
fallecida permite crecer en un aspecto diferente.

"Unos años atrás no esperábamos que mi papá haga


todo lo que hizo, pero valoramos cómo se ocupó de mamá
y vimos por primera vez como se amaban"
Mariana (30 años)

Una de las principales tareas del asesoramiento en


duelo es el abordaje activo sobre la reconstrucción del
mundo de significados que la pérdida vio cuestionado. Esto
es, desde los valores y creencias, roles y funciones,
vínculos sociales y familiares. En definitiva es volver a
repensarse frente al mundo, un mundo que la pérdida ha
transformado para siempre.

En las entrevistas, cuando sea necesario se incluirá la


participación de otros miembros de la familia teniendo en
cuenta que la muerte genera un fuerte impacto en todo el
sistema familiar.
Si bien la familia está basada en los vínculos de las
personas que las conforman, es cierto que con la muerte de
uno de sus integrantes las alianzas pueden romperse o
reformarse.
73
Por ello no siempre es suficiente trabajar sobre su
relación con el fallecido sin relacionarlo con la red familiar.
Esto se vincula directamente con el lugar que el fallecido
ocupaba dentro de la familia.

“Estuve tratando de ponerle límites a Vanesa, pero no


puedo, no me siento bien cuando lo hago. Yo no soy así.
De eso se ocupaba Mercedes”
Hugo (53 años)

“Mi mamá era siempre la que juntaba a la familia,


desde que ella no está ya prácticamente no hablamos entre
mis hermanos ni con mi papá. Ella nos unía. No sé cómo
hacer para que volvamos a tener la misma relación que
teníamos antes”
Juana (35 años)

Cada familia posee diferentes capacidades para


expresar y hacer frente a sus sentimientos y
emociones. Las entrevistas familiares en duelo permiten
abrir canales de comunicación familiar para facilitar la
expresión emocional, tan importante en este proceso.
Dado lo doloroso que resulta hablar de la pérdida y de
la persona fallecida, muchas familias lo evitan como una
manera de proteger al resto. No encontrando un espacio o
momento para compartir los sentimientos y emociones. Es
así que teniendo en cuenta los intensos sentimientos que la
muerte puede desencadenar es importante generar un
contexto en el que éstos se puedan experimentar y
compartir.

74
“Los momentos más difíciles son cuando recuerdo a
Guillermo sufriendo, con dolor. No puedo acordarme de eso
y no ponerme a llorar, es la primera imagen que se me
viene a la cabeza cuando pienso en él”
Mónica (60 años)

El asesoramiento continuado en duelo permite dar


apoyo a la persona doliente durante cierta cantidad de
tiempo acompañando los diferentes momentos que
atraviesa y brindando sostén en posibles crisis relacionadas
a fechas significativas como cumpleaños, aniversarios,
navidades, etc.

• El viaje que hicimos nosotras para esparcir las


cenizas de mamá para mí, fue muy raro, pero a su vez
también mágico, mientras tirábamos las cenizas al
mar cantábamos canciones que nos recodaban a
mamá.
• Si. Yo sentí que viajamos las tres, pero volvimos
nosotras dos. Me generó paz. Fue lo más puro que
hice en mi vida.”
Verónica y Lorena (27 y 32 años)

GRUPOS DE DUELO

La intervención del Trabajo Social en duelo contempla


la posibilidad de la conformación de espacios grupales para
la inclusión de personas que han sufrido la pérdida de un
ser querido. A través de dichos espacios las personas
encuentran un lugar para expresar lo que sienten, lo que les
75
pasa y verse reflejados en las experiencias de otros. Se
presenta como objetivo fundamental compensar el
desfasaje entre las necesidades de los sujetos de hablar de
la pérdida, de recordar, de estar tristes y la respuesta social
con la que frecuentemente se encuentran. En ciertas
ocasiones el entorno social intenta ayudar incitando a la
persona a que retome sus actividades, su vida social, y que
pueda recuperar “su vida normal” rápidamente. Cumplir con
estas expectativas implica en algunos casos una
sobreadaptación en donde los tiempos de elaboración de la
pérdida no se respetan, incrementándose así la percepción
de malestar y tristeza que las personas atraviesan.
Asimismo, en ciertos casos, en la familia se crea un pacto
inconsciente de no compartir sentimientos dolorosos con tal
de no generar un sufrimiento añadido.
Los grupos socioterapeúticos de duelo están pensados
para abordar aquellos aspectos que fluctúan y producen
sufrimiento en las personas de forma que les impide
desarrollar sus capacidades, afectos, relaciones, y
responsabilidades sociales (4)
El grupo no pretende modificar conductas, sino ayudar
a descubrir y/o fortalecer las capacidades internas de las
personas para hacer frente a su estado de crisis, el
enriquecimiento personal puede surgir como una
consecuencia. De este modo el intercambio grupal genera
identidad, apropiación de la palabra, sentido de pertenencia
a un grupo y compromiso colectivo, siendo todos aspectos
positivos que contribuyen a atravesar el proceso de duelo.
Se establecen como objetivos:

76
• Identificar y destacar los recursos personales que
poseen los miembros del grupo para enfrentar los
cambios que la pérdida trae aparejado.
• Propiciar un espacio en el que las personas que han
sufrido una pérdida puedan trabajar sus emociones y
sentimientos.
• Fomentar la reconstrucción de “unnuevo mundo de
significados y sentidos” que han sido cuestionados a
partir de la pérdida.

Dentro del grupo se establecen reglas que favorecen


el desarrollo del mismo y que facilitan el cumplimiento de
los objetivos previstos en cada uno de los encuentros.Es
fundamental asegurarse que todos sean escuchados
respetándose la palabra de cada uno y manteniendo la
confidencialidad en relación a lo que se habla. Se aclara
que cada proceso de duelo es particular y cada uno tiene
tiempos diferentes en la elaboración de la pérdida por lo
que es necesario respetar las diferencias individuales.
Respecto a las características de los grupos cabe
destacar que los mismos son heterogéneos, siendo
personas que han sufrido diferentes tipos de pérdida. Se
excluye de la participación de padres que han sufrido la
pérdida de hijos ya que se considera que requieren de un
abordaje especial. Se trata de grupos de hasta 10
integrantes que hayan sufrido la pérdida hace 6 semanas o
más.(4)
Estos grupos, pueden ser abiertos, (las personas
concurren una vez o todas aquellas que consideres
necesarias), o cerrados con un tiempo previsto que es
aproximadamente seis encuentros.(4)
77
Existen herramientas técnicas participativas que
fomentan el intercambio, comunicación, y favorecen el
abordaje de las emociones. Las mismas promueven una
experiencia de trabajoactivo, porque generan que cada uno
de los integrantes aporte sus vivencias, argumentando,
debatiendo, comprometiéndose.
Algunas de las técnicas utilizadas son:
 “La línea de la vida”. Es una técnica de presentación
donde los participantes deben marcar en una línea
acontecimientos importantes de su vida. Sirven para
identificar crisis anteriores y conocer que estrategias
utilizaron en ese momento para atravesarlas,
identificar cuales funcionaron y cuáles no.
 “Trabajo con fotos”. Cada participante trae una o
varias fotos del ser querido y la presenta al resto del
grupo (momento en que se tomó la foto, recuerdos,
etc.). El objetivo es potenciar la conexión simbólica
que establecemos con la persona fallecida y por otro
lado el evocar y narrar los recuerdos compartidos.
 “La huella vital”. A través de la misma se busca
rastrear la huella que la persona fallecida deja en
nosotros, estas huellas pueden ser positivas o
negativas.
 “Chaqueta de duelo”. Busca identificar el peso y la
carga que implican las emociones y sentimientos que
se atraviesan durante el duelo y poder repartir esa
carga con todo el grupo.

Algunos de los temas que surgen como emergentes


son:
Las preguntas sin respuesta…
78
“yo todavía no elabore el duelo… me dicen ¿cuándo
vas a caer?
(Noemí, su esposo falleció hace tres meses)

“se centraron en atacar a la enfermedad y debilitaron a


la persona…uno investiga que hizo o que trato de hacer
para ver que hizo mal y se pregunta ¿por qué no busque
otra cosa?”
(Germán, su esposa falleció hace cinco meses)

Sentimientos que atraviesan el duelo

“la realidad es que falta, la ausencia te mata…la


amargura te lleva a ver cosas que antes no veías”
(Augusto, su esposa falleció hace tres meses)

“yo necesito que el mundo se pare no me exijan que


siga”
(Ayelén, su madre falleció hace tres meses)

Estrategias empleadas para los momentos de


crisis

“tengo mensajes de voz guardados en el


teléfono…escribí en un block todos los sentimientos que
tengo por mi mamá”
(Adriana, su madre falleció hace tres meses)

“yo tuve que parar con algunas cosas, el trabajo…me


pude parar y ver de frente lo que estaba pasando”
79
(Mario, su esposa falleció hace tres meses)

Los recuerdos… (trabajado a partir de fotos)

“elijo ésta en la que estamos con Matías y Cami, en el


cumple de 70 de mi papá, ahí pensábamos que íbamos a
ser una familia feliz”
(Gabriela, su pareja falleció hace 7 meses)

“elegí la última foto que me saque con mi esposo…a él


le encantaba que le saquen fotos…tengo la casa llena de
fotos de él, lo recuerdo así tal cual”
(Alicia, su esposo falleció hace seis meses)

El proceso de trabajo incluye la posibilidad de evaluar


el desarrollo del grupo al finalizar los ciclos de encuentro.
Se prevé la elaboración de breves grillas en las que los
participantes puedan plasmar por escrito y de manera
verbal, aspectos vinculados a los aportes que tuvo la
participación en el grupo:

• “me aporto paciencia para entender que un proceso


de duelo no se resuelve de un día para otro.”
• “me dio tranquilidad saber que contaba con un grupo
de personas donde acudir en cualquier
circunstancia”… “me aporto saber que puedo confiar
en mí para ser una buena portavoz”
• “encontrar un espacio abierto, libre, donde compartir
y elaborar parte de cada historia”
• “entender que lo que nos pasa es normal”
• “reconocer algunos sentimientos que negaba”
80
• “fuerza para poder seguir poniéndole garra para
superar esto”
• “valorar los motivos para vivir”
• “darme cuenta que no estoy sola”
El trabajo de duelo incluye no solo a la persona
fallecida, sino también a todas las ilusiones y fantasías, las
expectativas no realizadas que se tenían para esa persona
y la relación con ella.
Se sufre por el otro y por nosotros mismos. Se pierde
una parte importante de la identidad y los proyectos
compartidos. No se duela sólo la ausencia física, sino lo que
ese otro se lleva de mí, esa parte de nuestra identidad
creada en el vínculo con el otro. Poder compartir esas
emociones que empiezan a desbordar a la persona que
sufre la pérdida es el primer paso y adquiere un carácter
fundamental para empezar a transitar el camino del duelo y
aprender a convivir con la pérdida de ese ser querido.

El trabajador social entrenado, desde el marco teórico


que elija, en el seguimiento individual y/o en el grupal, no
deberá perder de vista que su objetivo de intervención no
es acompañar el proceso de elaboración de un duelo, sino
brindar herramientas para que los deudos continúen su
tiempo histórico de reconstrucción, con el mayor alivio
posible.
“Me sentí bien al saber que todo lo que siento
es lo que tengo que transitar… les quiero
agradecer por todo el apoyo que nos dieron”
(Graciela, 51 años)

81
Bibliografía

1. D’Urbano,E. “Te voy a acompañar hasta el final”. Vivir


con cuidados paliativos. Capítulo nro.18. Editorial Capital
Intelectual. 2011.
2. Robert A. Neimeyer. Aprender de la pérdida. Una guía
para afrontar el duelo. Editorial Paidós-Ibérica. 2002
3. Worden, J.El tratamiento del duelo: Asesoramiento
psicológico y terapia. Paidós.España. 1997.
4. Novellas, A. Grupos de apoyo al proceso de duelo 5
años de evolución.Medicina Paliativa. Vol. 12. Arán
Ediciones S.L. 2005.

82
EXPERIENCIAS EN UN CENTRO DE DÍA

Este capítulo fue inicialmente escrito en el año 2003


con la Licenciada Stella Salgueiro y forma parte del Tomo
VIII del Libro “Avances en Cuidados Paliativos”.
Coordinado por el Dr. Marcos Gomez Sancho, editado en
GAFOS “Gabinete de Asesoramiento y Formación Socio-
sanitaria Las Palmas Canaria.”Se transcribe la última
versión que fue solicitada por Terry Altilio and Shirley Otis-
Green para el “ Oxford Text book of Palliative Social Work”
Oxford University Press, 2011. Capítulo 57 “Palliative
Social Work in Buenos Aires Argentina: How to add a
beautiful dimension in ill people’s lives”. Lic. Elena
D’Urbano.

CENTRO DE DÍA “HOSTAL DE MALTA”

“Cómo agregar una dimensión bella en la vida de las


personas enfermas”.

Este capítulo tiene por finalidad presentar una síntesis


del marco teórico elegido, a partir de la experiencia
realizada durante siete años (2001-2008) con un total de
164 pacientes con diagnóstico de enfermedad oncológica
avanzada en actividades de Centro de Día. Esta iniciativa
fue posible a partir de la cooperación del Instituto Pallium
Latinoamérica y y el soporte financiero de la Asociación de
Caballeros Argentinos de la Soberana y Militar Orden de
Malta.

83
Fundamentos para la intervención social

La atención integral en cuidados paliativos se ocupa


no sólo de la liberación de síntomas físicos, sino implica
tener en cuenta las necesidades emocionales, espirituales y
sociales del paciente y su familia. Es factible que los
médicos y otros profesionales alcancen a evitar o controlar
el dolor físico, otros síntomas y aún muertes
desagradables, pero es menos probable que puedan evitar
el aislamiento en el proceso de enfermedad.
La enfermedad y el pronóstico de incurabilidad afecta
la identidad de las personas y limita los proyectos de la vida
cotidiana, generalmente se interrumpe la actividad laboral o
se limitan los roles desarrollados hasta ese momento.
Paralelamente los avances de la ciencia permiten que
las personas con enfermedades sin chances de cura
prolonguen, a veces por años, el proceso de enfermedad
hasta el momento de la muerte, con la consecuente fractura
en la integración. El paciente comienza gradualmente a
experimentar una especie de “muerte social”.
La intervención del trabajador social en relación a la
integración está ligada a la identidad y esta identidad se
desarrolla en la vida cotidiana y se construye con
elementos del orden real y de lo simbólico.
La integración implica configurar una identidad
diferente, y no contemplarla es minimizar algunos aspectos
del sufrimiento. Convivir con la enfermedad implica redefinir
una nueva identidad.

84
El Dr. Pablo Rispo en su libro “Cáncer Diálogo de
Intimidades” dice haciendo referencia a su propia
experiencia como paciente oncológico: “Ese componente o
valor agregado que le damos a los puros objetos y
personas, a los eventos familiares y sociales, ese calor
humano de coparticipación histórico cultural, se desvanece,
se quiebra y se rompe como consecuencia de un choque
fulgurante que termina en un cúmulo de escombros en
todos los contenidos vivenciales encerrados en el derrumbe
existencial”(1)
En una sociedad que evita la muerte y que pregona
como mandato el enfrentar la enfermedad con el mayor
acceso a tratamientos -aún cuando ya éstos sean fútiles-,
es frecuente que las familias acuñen como argumento:
“tenemos que sentir que hicimos todo lo posible”. Esto
incrementa el aislamiento del paciente en la medida que la
enfermedad avanza. Comienzaa dejar de comunicarse,
abatido, con menos fuerzas, se le pide que continúe en la
lucha, y de no ser así, su entorno va dejando de dar
respuesta a necesidades que parecieran contactarlos con la
sensación de fracaso, de vacío y de no existencia.
El Centro de Día tiene como modelo social el objetivo
de reconstruir ese espacio de cotidianeidad tan atravesado
por la enfermedad. Es entonces necesario desde nuestra
área profesional, buscar transformaciones comprendiendo,
explicando y redefiniendo los aspectos significativos de la
vida social en el marco de una enfermedad avanzada. El
paciente es parte de una familia, con un pasado, un futuro y
un contexto social y cultural. Dicho contexto se ve limitado
en el período de enfermedad terminal a las fronteras de su
hogar y el lugar asistencial de referencia para su
85
tratamiento.

La propuesta de intervención paliativa en Argentina, en


un marco de atención socio-sanitaria que carece de
suficientes internaciones apropiadas para pacientes que
atraviesan enfermedades agravadas y sin chances de cura,
focaliza la atención del paciente en el domicilio, con la
activa participación de la familia.Pero el modelo familiar
está en nuestro país, al igual que en otros países de
Latinoamérica en constante transformación buscando
nuevos modos de supervivencia.
La familia ha sufrido el efecto de las crisis económicas
y de políticas de ajuste, sumadas a la ausencia de
proyectos y a laescasa existencia de modelos alcanzables.
Teniendo en cuenta además que en Argentina reflejamos
claramente los efectos de la post modernidad:
globalización, migraciones, sistemas de comunicación
altamente tecnologizados, que influyen en la trama vincular,
y que gradualmente han despojado a la familia actual de
sus características tradicionales de apoyo y sostén.
Pero los familiares y allegados de los pacientes
también experimentan necesidades y su tratamiento
concierne al área social y debe constituir una meta. Ellos, al
igual que el paciente, se formulan la pregunta “¿por qué?”.
Tienen cotidianamente necesidades prácticas a resolver, en
algunos casos requieren ser reemplazados por lo menos
durante algunas horas en su usual cuidado durante todo el
día. El realizar acciones sociales tendientes a los
cuidadores. no sólo les ayuda en lacircunstancia presente,
sino que además evita el impacto en su salud y la
claudicación. Son de carácter asistencial y preventiva.
86
La modalidad asistencial del Centro de Día se centra
en la construcción de un espacio socio-terapéutico que
propicia la reconstrucción de la integración social y la
reflexión en el marco de las relaciones interpersonales, y
brinda a los familiares y allegados un respiro en el activo
proceso del cuidado.

Marco conceptual que define las intervenciones

1. La defensa de los derechos de los pacientes.


2. El reconocimiento de la calidad de vida como
objeto de tratamiento.
3. La concepción de la unidad de tratamiento:
paciente y familia.
4. La relevancia de los aspectos psicofísicos,
sociales y espirituales en el tratamiento.
5. La visión holística como concepto integrador en el
paciente y su familia.
6. Las creencias y valores que sustentan cada
proceso de enfermedad.

87
LA INTERVENCIÓN EN LO SOCIAL(2)

Problemática de la integración

Fragmentación social

Ruptura de solidaridades

Fractura en el tejido de contención


social

Intervención comunitaria en espacios microsociales

Ejes de intervención Instrumentos de intervención


-Lo Solidario -Observación
-Lo Histórico -Entrevista
-Lo lúdico-expresivo -Técnicas grupales
-Técnicas de juego
-Expresión creativa
-Historias de vida
-Medios gráficos
-Medios audiovisuales

Horizonte de intervención
-Reconstruir solidaridades
-Lo integrador
-Lo organizador
-Lo simbólico

88
Identidad
Objetivo general
1. Resumir los conceptos de Cuidados Paliativos
aplicados a la modalidad del Centro de Día.
2. Presentar un modelo social que suma y
complementa la atención tradicionalmente brindada.

Alcances:
El Centro de Día “Hostal de Malta”, está dirigido a
pacientes adultos, de ambos sexos, con diagnóstico de
enfermedad oncológica avanzada, que no estén totalmente
postrados. Es un ámbito que persigue alcanzar nuevos
significados y fortalecer la dignidad en la vida de los
pacientes.
Facilita además a sus familiares tener un breve
descanso en el cuidado que proveen cotidianamente, a
veces durante largo tiempo.
A modo de síntesis, la actividad puede definirse como
“reafirmación de la vida sin negar el proceso de
enfermedad”.
Los objetivos específicos del Centro de Día pueden
resumirse así:
• Fortalecer la dignidad en el proceso de enfermedad.
• Potenciar la creatividad a través de distintas técnicas
vinculadas al arte: pintura, escultura, música, taller
literario, etc.
• Desarrollar tratamientos complementarios en el alivio
del dolor a través de actividades de masajes, reiki,
reflexología, shiatsu, yoga, flores de Bach, etc.
• Generar oportunidades para materializar anhelos no
alcanzados en sus vidas.
• Propiciar el auto-cuidado y el cuidado del otro.
89
• Estimular la toma de decisiones.
• Facilitar el tránsito hacia la muerte y atravesar el
duelo por la pérdida ante la muerte del otro.
• Prevenir la claudicación familiar.
• Aportar a la comunidad un recurso específico que
satisfaga necesidades a través deuna entidad sin fines
de lucro.
La tarea se desarrolla en una vieja casona reciclada.
La arquitectura y su cálida y funcional ambientación
posibilita una estadía muy confortable. Dispone de
instalaciones adaptadas para personas debilitadas.
Pretende mantener un perfil de “segundo hogar”.Está
ubicada en una tranquila y tradicional zona, de fácil acceso,
de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Plantel asistencial
El clima emocional del Centro de Día es crucial, por
ello se presta especial atención a la selección del plantel
asistencial. El plantel debe demostrar una particular
sensibilidad, capacidad de escucha y voluntad conciliadora.
Está coordinado por una trabajadora social y cuenta con
una secretaria y voluntarios capacitados.

El Centro de Día no tiene un médico ni una enfermera


in situ, sí especialistas disponibles para cualquier consulta
telefónica durante el tiempo de funcionamiento. La mayoría
delos Centros de Día de países anglosajones, brinda
asistencia médica y sanitaria. Hemos elegido esta
modalidad para el Centro de Día del Hostal de Malta y es
de destacar que en estos años de experiencia y aún

90
trabajando con pacientes con severo deterioro, no fue
necesario recurrir a estos recursos.

Actividades
Las actividades se desarrollan en un espacio donde el
paciente puede expresar sus emociones y poner de
manifiesto sus potencialidades internas innatas. El equipo
de trabajo es simplemente un facilitador para desarrollar la
creatividad, reflexionar y compartir inquietudes e
interrogantes.
Se intenta plasmar la tarea en función de cómo
considera el paciente que puede contribuir al logro de su
mejor calidad de vida, entre los límites de sus anhelos o
intereses y las posibilidades reales del momento que
atraviesa.
El no enjuiciamiento y el estímulo para la toma de sus
propias decisiones y la realización de la actividad, son
básicas en el trabajo. Asimismo, se respeta el deseo del
paciente de ser simplemente un observador no participante
en determinada tarea, realizar una iniciativa personal en
otro lugar de la casa, durante parte de la jornada. Esta
puede ser hecha con el acompañamiento de un voluntario
si él lo requiere. Se procura un ambiente tranquilo,
contenedor, ameno, a fin de que el paciente se sienta
“como en casa”.
Es notorio en nuestra experiencia, como los pacientes
encuentran rápidamente proyectos que los estimulan y que
desean compartir.

La muerte del otro

91
El ámbito de la actividad en el Centro de Día genera
actitudes afectivas, de cuidado y respeto entre pacientes
que se conocieron a través de la enfermedad. Si bien esto
significa un estímulo que, los aleja de la rutina y del
aislamiento y los motiva a compartir y ampliar su mundo
afectivo, también los enfrenta a una nueva pérdida: la
muerte del otro.
Desde nuestra experiencia cuando un paciente deja de
concurrir es porque está con sus síntomas agravados o en
un estado de postración que le impide movilizarse o
próximo a su agonía. Es necesario trabajar sobre este
aspecto, “la pérdida”. A través de actividades que en
general incluyan algunos rituales de despedida (cartas,
dibujos, etc.) que luego un voluntario se ocupa de llevar a la
casa del muriente.
Aparece aquí la presencia concreta del final y se les
da a los pacientes un espacio de reflexión y contención
para ayudarlos a elaborar la pérdida del “compañero” y el
miedo o la angustia por la propia muerte. Este espacio debe
ser respetado y aprovechado en sentido terapéutico porque
es en sí mismo también, una oportunidad para que
aparezcan sentimientos ambivalentes y miedos
inconfesables.
Vivimos en una sociedad condicionada para la
negación de la muerte(3). Es inusual utilizar la enfermedad
como posibilidad para reflexionar sobre la vida y la muerte.
Por eso cobra especial relevancia la alternativa que brinda
el Centro de Día.
Comparando nuestra experiencia con las del
extranjero, encontramos que en el año 2000 se desarrolló
una investigación en el St. Christopher Hospice de Londres,
92
que sostiene que la participación en un proyecto de artes
creativas, puede nutrir la esperanza en un Centro de Día.
El análisis del St. Christopher Hospice identificó como
temas principales en los pacientes incluidos en un proyecto
de creatividad: el disfrute, entusiasmo, orgullo, logro,
satisfacción, sentido de propósito, soporte mutuo y
permanencia. Estos temas fueron interpretados como
experiencias positivas de autoestima, autonomía,
integración social y esperanza.(4)
En este trabajo hallamos algunas similitudes con
nuestra experiencia. En su taller de pintura al igual que en
el nuestro, se relata que, si bien el grupo no estuvo
trabajando con la visión de realizar una exhibición, todos los
integrantes quisieron que sus trabajos fueran expuestos. En
nuestro caso surgió la misma inquietud y se realizaron
varias exposiciones en prestigiosos centros de arte de la
Ciudad de Buenos Aires. Nuestros pacientes además
vendieron cuadros, a valores que en Latinoamérica
equivalen a los ingresos mensuales con los que cuentan
por algún beneficio social o pensión por cese de actividad
laboral. Pudimos combinar el sentido de trascendencia de
una obra que los sobrevivirá , con la oportunidad de una
ayuda económica tan necesaria en la situación que
atraviesan.
Las artes visuales son una de las mejores
herramientas en un Centro de Día, ya que históricamente
recrean el modo de comunicación más básico del ser
humano, que permiten decir a través de imágenes
sentimientos y experiencias imposibles de transmitir de
modo verbal y que una vez compartidas se vuelven menos
amenazadoras para los pacientes.
93
Según Bruce Miller la actividad artística con sentido
terapéutico aporta a las personas con enfermedad terminal
la expresión de emociones tan ambivalentes y
contradictorias, que serían imposibles de expresar con la
palabra.(5)
En nuestro trabajo encontramos que la posibilidad de
plasmar imágenes es una herramienta significativa para
ahondar en el terreno espiritual de los pacientes, ya que los
conecta a sus pendientes, a lo no resuelto, a las zonas más
aterrorizantes, y simultáneamente a las zonas más
luminosas de reparación.
La música es otra herramienta de importancia
primordial en el proceso de creatividad a través de medios
artísticos. Entendiendo la creatividad como una forma de
búsqueda que expresa sentimientos internos, creencias y
pensamientos, compromete al paciente desde sus más
íntimas emociones. No sólo significa un modo de
comunicación ideal para personas debilitadas, sino que al
encontrarse en todas las culturas es universal e iguala
sentimientos y emociones.
Varias experiencias, como la de Mary H. Reykor en
Toronto, Canadá, refieren que la música debe ser una
opción para todos los pacientes de cuidados paliativos. En
nuestra experiencia desarrollamos un taller de tango,
actividad en la que los pacientes cantan, algunos bailan e
incluso dramatizan.(6)
El tango es en nuestra cultura un modo de expresión
de fuerte contenido melancólico que habla frecuentemente
de la muerte. En una sociedad que evita el tema, es un
facilitador que posibilita la expresión de los sentimientos
menos admisibles de miedo, temores o iras.
94
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
Guardaré mansamente las cosas de vivir,
Mi pequeña poesía de adioses y de balas,
Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
Que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
De aquel verso que nunca yo te supe decir.
Balada para mi muerte.
H. Ferrer y A. Piazzolla

EJES CENTRALES DE LA INTERVENCIÓN

Resiliencia y transformación espiritual


Las diferentes actividades desarrolladas podrían
resumirse en la base de dos pilares centrales en los
procesos del trabajo socio- terapéutico con pacientes
terminales.
Como seres humanos, somos los únicos seres
vivientes que alcanzamos nuestra condición de tales en
contacto con un otro, una persona no alcanza su plena
dimensión hasta transcurrir un proceso fuera del seno
materno, en el que aprende a alcanzar su condición
humana, en contacto con otros vínculos que percibe como
significativos y que le dan su identidad.Como seres sociales
solemos vivir en red y este entramado pasa a constituir el
antídoto de la alienación.
Existen evidencias que manifiestan que una nutrida
red social es salutogénica, es decir previene enfermedades
y favorece la recuperación de la salud.
95
El concepto de resiliencia es entonces un recurso de
utilidad a la hora de emprender un proyecto de vida en el
proceso de enfermedad. Ser resiliente no significa
recuperarse en el sentido estricto de la palabra, ni
adaptarse a la situación de enfermedad sino crecer hacia
algo nuevo. Volver a un estado inicial es ahora imposible,
más bien hay que construir un nuevo proceso sin negar el
pasado y el presente doloroso, pero superándolo. La
resiliencia es más que la resistencia misma y más amplia
que la adaptabilidad, que sólo es uno de sus elementos.(7)
Pero la enfermedad no viene sólo para ser combatida,
sino que puede ser la puerta de ingreso hacia una
transformación espiritual.(8) Si trabajamos en este proceso
interior puede iniciarse un camino en cuyo final habrá un
hombre sanado y en paz. Para que el sufrimiento de un
hombre tenga fuerza transformadora, éste debe ser
liberado del aislamiento y separación y escuchado por
personas dispuestas a compartir su más profundo dolor,
dicho de otro modo, la solidaridad en el sufrimiento se hace
imprescindible en el camino hacia la transformación.

Conclusiones
Durante estos años de trabajo, se pudo dar una
respuesta digna a personas con diagnóstico de enfermedad
terminal, a través de una institución sin fines de lucro.
Para la comunidad significa disponer de un recurso
innovador que complementa los existentes. Es la puesta en
práctica de principios de bioética: la competencia y la
compasión fueron los pilares de la labor.(9)
El ser testigo del proceso y los beneficios que obtenían
los pacientes y familiares, hicieron que se minimizaran los
96
inconvenientes que aparecían, y que aumentara en
progresión geométrica la motivación para la acción. Para
emprender el camino disponía de conocimientos y deseos
de dar un modelo de trabajo diferente. Los primeros fueron
enriquecidos por los pacientes en el cotidiano compartir.
Ellos además validaron lapropuesta.
PALLIUM
Ciencia, alivio y esperanza en el final de la vida.

Bibliografía

1. Rispo, P. y Rafti, V. Cáncer. Diálogo de Intimidades.


Fundación CAPAC. Buenos Aires 2003
2. Carballeda, A. La Intervención en lo Social. Exclusión e
integración en los nuevos escenarios sociales. Edit. Paidós.
Buenos Aires. 2005.
3. Levine, S. ¿Quién muere?. Era Naciente. 1997.
4. Kennett, C.La participación en un proyecto de artes creativas
puede nutrir la esperanza en un centro de día. Palliative Medicine.
2000.
5. Daley, T.El arte como terapia. Editorial Herder.
Barcelona1987.
6. Journal of Palliative Care. Moments Musicaux. Music Therapy
in Palliative Care.British Columbia. Canada. 2001.
7. Melillo, A., Suarez Ojeda, en: Rodriguez, D.Resiliencia y
Subjetividad: los ciclos de la vida.Editorial Paidós. 2004.
8. Grun, A. Transformación. Una dimensión olvidada de la vida
espiritual. Editorial Lumen.1997.
9. Manzini, J. Bioética Paliativa.Quirón editora. La Plata. 1997.

97
CONCLUSIONES

El objetivo de compartir los diferentes temas


abordados en este libro es brindar una serie de
herramientas básicas de intervención en cuidados
paliativos.
Es fundamental que este trabajo sea desarrollado por
trabajadores sociales entrenados en cuidados paliativos y
con la participación activa en equipos interdisciplinarios
también suficientemente capacitados para una adecuada
evaluación multidimensional del dolor y otros síntomas.
Esta modalidad de intervención sociales impensable ,
si el paciente no tiene aliviados los síntomas físicos que le
provoca su enfermedad.
Es clave además que si el profesional no es parte de
un equipo de cuidados paliativos que ha sido creado para
estos fines, conozca estas herramientas.
Como profesionales de la salud, solemos estar
trabajando en todos los sectores desde el primer nivel de
atención, como por ejemplo las sedes de atención primaria
y/o en los de tercer nivel con enfermos con patologías
crónicas
En estos casos es prudente que el profesional de
trabajo social unifique criterios de intervención con los otros
profesionales del caso, ya que este abordaje abarca
transversalmente criterios de atención que es prudente que
no sean dicotómicas y que van más allá del control de
síntomas, como por ejemplo: la comunicación del
diagnóstico y pronóstico, el límite a la obstinación
terapéutica, las directivas anticipadas, los principios éticos
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liderando la puesta en marcha de las intevenciones,etc y
sin perder de vista que el artífice del proceso de
enfermedad es el paciente ( o a quien él elija )
Trabajar con calidad de vida como objetivo es
inherente a nuestra profesión, no tenemos formación de
grado para “curar”, si no para que las personas logren la
máxima calidad de vida posible en una realidad cercenada
por la exclusión social, derechos vulnerados, y otros
aspectos que fracturan la realidad
La enfermedad crónica y/o terminal es también un
quiebre en el devenir cotidiano y es nuestra tarea redefinir y
orientar acerca de los tratamientos posibles y alcanzables,
en un sistema socio-sanitario que no alcanza a responder a
las múltiples necesidades en salud

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