La Batalla de Los Arapiles

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La Batalla de los Arapiles : 1

Las siguientes cartas, supliendo ventajosamente mi na- contados sin que la sala de su sentencia o un auto para
rración, me permitirán descansar un poco. mejor proveer, que es el colmo de las delicias. Me asegu-
ra también el susodicho Lobo, que si nos obstinamos en
Madrid, 14 de marzo.
transmitir a Inés los derechos mayorazguiles, es fácil que
Querido Gabriel: Si no has sido más afortunado que yo, perdamos el litigio dentro de algunos meses, pues para
lucidos estamos. De mis averiguaciones no resulta hasta perder no es preciso esperar siglos. Las informalidades
ahora otra cosa que la triste certidumbre de que el comi- que hubo en el reconocimiento y la indiscreción de mi
sario de policía no está ya en esta corte, ni presta servi- pobre tío, que ya bajó al sepulcro, ponen a nuestra here-
cio a los franceses, ni a nadie como no sea al demonio. dera en muy mala situación para reclamar su mayorazgo.
Después de su excursión a Guadalajara, pidió licencia, Nuestro papel se reduce hoy, según Lobo, a reclamar la
abandonó luego su destino, y al presente nadie sabe de él. no transmisión del mayorazgo a la casa de Rumblar, fun-
Quién le supone en Salamanca, su tierra natal, quién en dándonos en varias razones de posesión civilísima, agna-
Burgos o en Vitoria, y algunos aseguran que ha pasado a ción rigurosa, masculinidad nuda, emineidad, saltuario,
Francia, antiguo teatro de sus criminales aventuras. ¡Ay, con otras lindas palabras que voy aprendiendo para re-
hijo mío, para qué habrá hecho Dios el mundo tan gran- creo de mi triste soledad y entretenimiento de mis últi-
de, tan sumamente grande, que en él no es posible encon- mos días.
trar el bien que se pierde! Esta inmensidad de la creación
sólo favorece a los pillos, que siempre encuentran donde Mi tía dice que yo tengo la culpa de este desastre y ca-
ocultar el fruto de sus rapiñas. taclismo en que va a hundirse la más gloriosa casa que
ha desafiado siglos y afrontado el desgaste del tiempo, sin
Mi situación aquí ha mejorado un poco. He capitulado, criar hasta ahora ni una sola carcoma, y funda su anatema
amigo mío; he escrito a mi tía contándole lo ocurrido en en mi oposición al proyectado himeneo de nuestro dere-
Cifuentes, y el jefe de mi ilustre familia me demuestra en cho con el derecho de los Rumblar. Verdaderamente no
su última carta que tiene lástima de mí. El administrador carece de razón mi tía, y sin duda se me preparan en el
ha recibido orden de no dejarme morir de hambre. Gra- purgatorio acerbos tormentos por haber ocasionado con
cias a esto y al buen surtido de mi antiguo guarda-ropas, mi tenacidad este conflicto.
la pobre condesa no pedirá limosna por ahora. He trata-
do de vender las alhajas, los encajes, los tapices y otras Esta carta te la envío a Sepúlveda. Creo que serán infruc-
prendas no vinculadas; pero nadie las quiere comprar. En tuosas tus pesquisas en todo el camino de Francia hasta
Madrid no hay una peseta, y cuando el pan está a cator- Aranda. Procura ir a Zamora. Yo sigo aquí mis averigua-
ce y diez y seis reales, figúrate quién tendrá humor para ciones con ardor infatigable; y demostrando gran celo por
comprar joyas. Si esto sigue, llegará día en que tenga que la causa francesa, he adquirido conocimiento con emplea-
cambiar todos mis diamantes por una gallina. dos de alta y baja estofa, principalmente de policía públi-
ca y secreta.
Para que comprendas cuán glorioso porvenir aguarda a
mi histórica casa, uno de los astros más brillantes del cie- Si te unes a la división de Carlos España, avísamelo. Creo
lo de esta gran monarquía, me bastará decirte que el pleito que conviene a tu carrera militar el abandonar a esos fe-
entre nuestra familia y la de Rumblar se ha entablado ya, roces guerrilleros; más por Dios no pases al ejército de
y la cancillería de Granada ha dado a luz con este motivo Extremadura. Creo que de ese lado no vendrá la luz que
deseamos; sigue en Castilla mientras puedas, hijo mío, y
una montaña de papel sellado, que, si Dios no lo remedia,
crecerá hasta lo sumo y nuestros nietos veranla con cimas no abandones mi santa empresa. Escríbeme con frecuen-
cia. Tus cartas y el placer que me causa contestarlas son
más altas que las de la misma Sierra Nevada. La de Rum-
blar se engolfa con delicia en este mar de jurisprudencia. mi único consuelo. Me moriría si no llorara y si no te
escribiera.
Me parece que la veo. Convertiría el linaje humano en
jueces, escribas, alguaciles y roe-pandectas para que to- 22 de marzo.
do cuanto respira pudiese entender en su cuita. No puedes figurarte la miseria espantosa que reina en Ma-
El licenciado Lobo, que frecuentemente me visita con el drid. Me han dicho que hoy está la fanega de trigo a 540
doble objeto de ilustrarme en mi asunto y de pedirme una reales. Los ricos pueden vivir, aunque mal; pero los po-
limosna (hoy en Madrid la piden los altos servidores del bres se mueren por esas calles a centenares sin que sea
Estado), me ha dicho que en el tal pleito hay materia pa- posible aliviar su hambre. Todos los arbitrios de la cari-
ra un ratito, es decir, que no pasará un par de siglos mal dad son inútiles, y el dinero busca alimentos sin encon-

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trarlos. Las gentes desvalidas se disputan con ferocidad ta María de Nieva, que es lo más seguro.
un troncho de col, y las sobras de aquellos pocos que tie- 1º de abril.
nen todavía en su casa mesa con manteles. Es imposible
salir a la calle, porque los espectáculos que se ofrecen a Poco o nada tengo que añadir a mi carta de 22 de Marzo.
cada momento a la vista causan horror y desconfianza de Continúo en la oscuridad; pero con fe. ¡Cuánta se nece-
la Providencia infinita. Vense a cada paso los mendigos sita para permanecer en Madrid! Esto es un purgatorio
hambrientos, arrojados en el arroyo, y en tal estado de por la miseria, la soledad, la tristeza, y un infierno por la
demacración que parecen cadáveres en que ha quedado corrupción, las violencias e inmoralidades de todo género
olvidado un resto de inútil y miserable vida. El lodo y la que han introducido aquí los franceses. Yo no creo, como
inmundicia de las calles y plazuelas les sirven de lecho, la mayoría de las gentes, que nuestras costumbres fueran
y no tienen voz sino para pedir un pan que nadie puede perfectas antes de la invasión; pero entre aquel recatado y
darles. compungido modo de vivir y esta desvergonzada licencia
de hoy, es preferible a todas luces lo primero. La policía
Si la policía se lo permitiera, maldecirían a los franceses, francesa es un instituto de cuya perversidad no se puede
que tienen en sus almacenes copioso repuesto de galle- tener idea, sino viviendo aquí y viendo la execrable acción
ta, mientras la nación se muere de hambre. Dicen que de de esta máquina, puesta en las más viles manos.
Agosto acá se han enterrado veinte mil cuerpos, y lo creo.
Aquí se respira muerte; el silencio de los sepulcros reina Multitud de comisarios y agentes, escogidos entre la hez
en Platerías, en San Felipe y en la Puerta del Sol. Co- de la sociedad, se encargan de atrapar a los individuos
mo han derribado tantos edificios, entre ellos Santiago, que se les antoja y almacenarlos en la cárcel de villa, sin
San Juan, San Miguel, San Martín, los Mostenses, San- forma de juicio, ni más guía que la arbitrariedad y la de-
ta Ana, Santa Catalina, Santa Clara y bastantes casas de lación. El motivo aparente de estas tropelías es la compli-
las inmediatas a palacio, las muchas ruinas dan a Madrid cidad con los insurgentes; pero los malvados de uno y otro
el aspecto de una ciudad bombardeada. ¡Qué desolación, bando se dan buena maña para utilizar esta nueva Inqui-
qué tristeza! sición que hará olvidar con sus gracias las lindezas de la
pasada. Todo aquel que quiere deshacerse de una perso-
Los franceses se pasean, alegres rollizos por este cemen- na que le estorba, encuentra fácil medio para ello, y aun
terio, y su policía mortifica de un modo cruel a los vecinos
ha habido quien, no contentándose con ver emparedado a
pacíficos. No se permiten grupos en las calles, ni pararse su enemigo, le ha hecho subir al cadalso. Se cuentan co-
a hablar, ni mirar a las tiendas. A los tenderos se les aplica
sas horribles, que me resisto a darles crédito, entre ellas
una multa de 200 ducados si permiten que los curiosos se la maldad de una señora de esta corte, que, mal avenida
detengan en las puertas o vidrieras, de modo que a cada con su esposo le delató como insurgente y despacharon la
rato los pobres horteras tienen que salir a apalear a sus causa en cosa de tres días, lo necesario para ir de la ca-
parroquianos con la vara de medir. llejuela del Verdugo a la plaza de la Cebada. También se
Ayer dispuso el rey que hubiese corrida de toros para habla de un tal Vázquez, que delató a su hermano mayor,
divertir al pueblo: ¡qué sarcasmo! Me han dicho que la y de un tal Escalera que subió la del patíbulo por intrigas
plaza estaba desierta. Figúrome ver en el redondel a me- de su manceba.
dia docena de esqueletos vestidos con el traje bordado de Hay unaJunta criminal que inspira más horror que los jue-
plata y oro, y más deseosos de comerse al toro que de ces del infierno. Los hombres bajos que la forman conde-
trastearlo. Asistió José, que de este modo piensa ganar la nan a muerte a los que leen los papeles de los insurgentes,
voluntad del pueblo de Madrid. a losempecinados, que aquí llaman madripáparos, y a to-
Dícese que se trata de reunir Cortes en Madrid, no sé si do ser sospechoso de relaciones con los espías, ladrones,
también para divertir al pueblo. Azanza, ministro de Su asesinos, bandoleros, cuatreros y... tahures, a quienes lla-
Majestad Bonaparciana, me dijo que así levantarían un máis vosotros guerrilleros o soldados de la patria.
altar frente a otro altar. Creo que el retablo de aquí no
Una de las cosas más criticadas a los franceses, además
tendrá tantos devotos como el que dejamos en Cádiz. de su infame policía, es la introducción de los bailes de
Ahora dicen que Napoleón va a emprender una guerra máscaras. En esto hay exageración, porque antes que ta-
contra el emperador de todas las Rusias. Esto será favo- les escandalosas reuniones fuesen instituidas en nuestro
rable a España, porque sacarán tropas de la península, o morigerado país, había intrigas y gran burla de vigilan-
al menos no podrán reparar las bajas que continuamen- cia de padres y maridos. Yo creo que las caretas no han
te sufren. Veo la causa francesa bastante malparada, y he traído acá todos los pecados grandes y chicos que se les
observado que los más discretos de entre ellos no se hacen atribuyen. Pero la gente honesta y timorata brama con-
ya ilusiones respecto al resultado final de esta guerra. tra tal novedad, y no se oye otra cosa sino que con los
De nuestro asunto ¿qué puedo decir que no sea triste y tapujos de las caras ya no hay tálamo nupcial seguro, ni
desconsolador? Nada, hijo mío, absolutamente nada. Mis casa honrada, ni padre que pueda responder del honor de
indagaciones no dan resultado alguno, no he podido ad- sus hijas, ni doncella que conserve su espíritu libre y lim-
quirir ni la más pequeña luz, ni el más ligero indicio. Sin pio de deshonestos pensamientos. Creo que no es justa
embargo, confío en Dios y espero. Dirijo esta carta a San- esta enemiga contra las caretas, más cómodas aunque no
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más disimuladoras que los antiguos mantos, y tengo para tándola. Habla hasta con familiaridad, se ríe, también se
mí que muchas personas hablan mal de las reuniones de permite algunas gentilezas galantes con las damas, y a ve-
máscaras porque no las encuentran tan divertidas ni tan ces bromea con cierta causticidad muy fina, propia de los
oscuritas como las verbenas de San Juan y San Pedro. italianos. El acento extranjero es el único que afea su pa-
Pero la novedad que más indignada y fuera de sus casillas labra. Confunde a menudo su lengua natal con la nuestra
trae a esta buena gente, es un juego de azar llamado la y hay ocasiones en que son necesarios grandes esfuerzos
roleta, donde parece baila el dinero que es un gusto. Los para no reír.
franceses son Barrabás para inventar cosas malas y peca- Su figura no puede ser mejor. José vale mucho más que
minosas. No respetan nada, ni aun las venerandas prácti- el barrilete de su hermano. Poco falta a su rostro grave
cas de la antigüedad, ni aun aquello que forma parte desde y expresivo para ser perfecto. Viste comúnmente de ne-
remotísimas edades, de la ejemplar existencia nacional. gro, y el conjunto de su persona es muy agradable. No
Lo justo habría sido dejar que los padres y los hijos de necesito decirte que cuanto hablan las gentes por ahí so-
familia se arruinaran con la baraja, siguiendo en esto sus bre sus turcas, es un arma inventada por el patriotismo
patriarcales y jamás alteradas costumbres, y no introducir para ayudar a la defensa nacional. José no es borracho.
roletas ni otros aparatos infernales. Pero los franceses di- También se cuentan de él mil abominaciones referentes
cen que la roleta es un adelanto con respecto a los naipes, a vicios distintos del de la embriaguez; pero sin negarlos
así como la guillotina es mejor que la horca, y la policía rotundamente, me resisto a darles crédito. En resumen,
mucho mejor que la Inquisición. Botellas (nos hemos acostumbrado de tal manera a darle
Lo peor de esto es que, según dicen, la tal endemoniada este nombre, que cuesta trabajo llamarle de otra mane-
roleta, no sólo es consentida por el gobierno francés, sino ra) es un rey bastante bueno, y al verle y tratarle, no se
de su propiedad, y para él son las pingües ganancias que puede menos de deplorar que lo hayan traído, en vez del
deja. De este modo los franceses piensan embolsarse el nacimiento y el derecho, la usurpación y la guerra.
poco dinero que han dejado en nuestras arcas. Sus partidarios aquí son pocos, tan pocos, que se pue-
den contar. Esta dinastía no tiene más súbditos leales que
No concluiré sin ponerte al corriente de un proyecto que
tengo, y que, realizado, me parece ha de ser más eficaz los ministros y dos o tres personas colocadas por ellos en
altos puestos. Estos españoles que le sirven parecen vícti-
para nuestro objeto que todas las averiguaciones y bús-
quedas hechas hasta ahora. El plan, hijo mío, consiste en mas humilladas y no tienen aquel aire triunfador y vana-
glorioso que suelen tomar aquí los que por méritos pro-
interesar al mismo José en favor mío. Pienso ir a pala-
cio, donde seré recibida por el señor Botellas, el cual no pios o ajeno favor se elevan dos dedos sobre los demás.
desea otra cosa y ve el cielo abierto cuando le anuncian Viven o avergonzados o medrosos, sin duda porque pre-
que un grande de España quiere visitarle. Hasta ahora he vén que el lord ha de dar al traste con todo esto. Algunos,
resistido todas las sugestiones de varios personajes ami- sin embargo, se hacen ilusiones y dicen que tendremos
gos míos que se han empeñado en presentarme al Rey; Botellas, Azumbres y Copas por los siglos de los siglos.
pero pensándolo mejor, estoy decidida a ir a la corte. En No pertenece a estos Moratín, el cual está más triste y
Diciembre del 8 traté a los dos Bonaparte, y las bondades más pusilánime que nunca. Ya no es secretario de la in-
que encontré en José me hacen esperar que no será inútil terpretación de lenguas, sino bibliotecario mayor, cargo
este paso que doy, aun a riesgo de comprometerme con que debe de desempeñar a maravilla. Pero él no está con-
una causa que considero perdida. Adiós: te informaré de tento; tiene miedo a todo, y más que a nada a los peligros
todo. de una segunda evacuación de la Corte por los franceses.
22 de abril. Me ha dicho que el día en que cayese el poder intruso
no daría dos cuartos por su pellejo; pero creo que su hi-
He estado en palacio, hijo mío, y me he prosternado ante pocondría y pésimo humor, entenebreciendo su alma, le
esa católica majestad de oropel, a quien sirven unos po- hacen ver enemigos en todas partes. Está enfermo y arrui-
cos españoles, moviéndose bulliciosamente para parecer nado; mas trabaja algo, y ahora nos ha dado La escuela de
muchos. Si yo dijera a cualquier habitante de Madrid que los maridos, traducción del francés. Ni la he visto repre-
José I, conocido aquí por el tuerto, o por Pepe Botellas, es sentar ni he podido leerla, porque mi espíritu no puede
una persona amable, discreta, tolerante, de buenas cos- fijarse en nada de esto.
tumbres, y que no desea más que el bien, me tendrían por
loca o quizás por vendida a los franceses. Moratín viene a verme a menudo con su amigo Estala, el
cual es afrancesado rabioso y ardiente, como aquel lo es
Recibiome Copas con gozo. El buen señor no puede ocul- tímido y melancólico. Aquí no pueden ver a Estala, que
tarlo cuando alguna persona de categoría da, al visitarle, publica artículos furibundos en El Imparcial, y hace poco
una especie de tácito asentimiento a su usurpación. Sin escribió, aludiendo a España, que los que nacen en un país
duda cree posible ser dueño de España conquistando uno de esclavitud no tienen patria sino en el sentido en que la
a uno los corazones. Habrías de ver su diligencia y ex- tienen los rebaños destinados para nuestro consumo. Por
tremado empeño de hacer cumplidos. Cierto es que su esto y otros atroces partos de su ingenio que publica la
etiqueta es menos severa y finchada que la de nuestros Gaceta, es aborrecido aún más que los franceses.
reyes, sin perder por eso la dignidad, antes bien aumen-
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Máiquez sigue en el Príncipe, y como José ha señalado gado por la Península fundando logias. Estuvo en Valla-
a su teatro 20.000 reales mensuales para ayuda de costa, dolid, en Burgos, en Salamanca, en Oviedo; mas luego
le tachan también de afrancesado. Ahora, según veo en se perdió su rastro, y por algún tiempo se creyó que ha-
el diario, dan alternativamente el Orestes, La mayor pie- bía entrado en Francia. Finalmente, la policía francesa (la
dad de Leopoldo el Grande y una mala comedia arreglada peor cosa del mundo produce algo bueno) ha descubierto
del alemán, y cuyo título es Ocultar, de honor movido, al que está ahora en Plasencia, bastante enfermo y un tan-
agresor el herido. to imposibilitado de trastornar a los pueblos con sus lo-
El teatro está, según me dicen, vacío. La pobre Pepilla gias y cónclaves revolucionarios. ¡Qué indignidad! ¡Los
perdidos, los tunantes, los mentirosos y falsarios quieren
González, de quien no te habrás olvidado, se muere de
miseria, porque no pudiendo representar, a causa de una reformar el mundo!... Estoy colérica, amigo mío, estoy
furiosa.
enfermedad que ha contraído, está sin sueldo, abandona-
da de sus compañeros. Lo estaría de todo el mundo, si El que ha completado mis noticias sobre Santorcaz es un
yo no cuidase de enviarle todos los días lo muy preciso afrancesado no menos loco y trapisondista que él, José
para que no expire. Pepilla, el venerable padre Salmón Marchena, ¿le conoces?uno que pasa aquí por clérigo re-
y mi confesor, Castillo, son las únicas personas a quie- lajado, una especie de abate que habla más francés que
nes puedo favorecer, porque el estado de mi hacienda y español, y más latín que francés, poeta, orador, hombre
la carestía de las subsistencias no me permiten más. Te de facundia y de chiste, que se dice amigo de madama
asombrará saber que los opulentos padres de la Merced Staël, y parece lo fue realmente de Marat, Robespierre,
necesiten de limosnas para vivir: pero a tal situación ha Legendre, Tallien y demás gentuza. Santorcaz y él vivie-
llegado la indigencia pública en la corte de España, que ron juntos en París. Son hoy muy amigos, se escriben a
los más gordos se han puesto como alambres. menudo. Pero este Marchena es hombre de poca reserva
De intento he dejado para el fin de mi carta nuestro queri- y contesta a todo lo que le preguntan. Por él sé que nues-
do asunto, porque quiero sorprenderte. ¿No has adivina- tro enemigo no goza de buena salud, que no vive sino en
do en el tono de mi epístola que estoy menos triste que de las poblaciones ocupadas por los franceses, y que cuan-
ordinario? Pero nada te diré hasta que no tenga seguridad do pasa de un punto a otro, se disfraza hábilmente para
de no engañarte. Refrena tu impaciencia, hijo mío... Gra- no ser conocido. ¡Y nosotros le creíamos en Francia! ¡Y
cias a José, se me han suministrado algunos datos precio- yo te decía que no fueras al ejército de Extremadura! Ve,
sos, y muy pronto, según acaba de decirme Azanza, este corre, no tardes un solo día. El ejército del lorddebe de
resplandor de la verdad será luz clara y completa. Adiós. andar por allí. Te escribiré al cuartel general de D. Car-
los España. Contéstame pronto. ¿Irás donde te mando?
21 de mayo. ¿Encontrarás lo que buscamos? ¿Podrás devolvérmelo?
Albricias, querido amigo, hijo y servidor mío. Ya está Estoy sin alma.
descubierto el paradero de nuestro verdugo. ¡Benditos
sean mil veces José y esa desconocida reina Julia, cu-
yo nombre invoqué para inclinarle en mi favor! Santor-
caz no ha pasado todavía a Francia. Desde aquí, querido
mío, considerándote en camino hacia Occidente, puedo
decirte como a los niños cuando juegan a la gallina ciega:
«Que te quemas». Sí, chiquillo, alarga la mano y coge-
rás al traidor. ¡Cuántas veces buscamos el sombrero y lo
llevamos puesto! Aquello que consideramos más perdido
está comúnmente más cerca. La idea de que esta carta no
te encuentre ya en Piedrahíta me espanta. Pero Dios no
puede sernos tan desfavorable y tú recibirás este papel;
inmediatamente marcharás hacia Plasencia, y valido de
tu astucia, de tu valor, de tu ingenio o de todas estas cua-
lidades juntas, penetrarás en la vivienda del pícaro para
arrancarle la joya robada que lleva siempre consigo.
¡Cuánto trabajo ha costado averiguarlo! Ha tiempo que
Santorcaz dejó el servicio. Su carácter, su orgullo, su ex-
travagancia, le hacían insoportable a los mismos que le
colocaron. Por algún tiempo fue tolerado en gracia de los
buenos servicios que presta, mas se descubrió que perte-
necía a la sociedad de los filadelfos, nacida en el ejército
de Soult, y cuyo objeto era destronar al Emperador, pro-
clamando la república. Quitáronle el destino poco des-
pués de habernos robado a Inés, y desde entonces ha va-
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1 Origen del texto y las imágenes, colaboradores y licencias


1.1 Texto
• La Batalla de los Arapiles : 1 Fuente: https://es.wikisource.org/wiki/La_Batalla_de_los_Arapiles_%3A_1?oldid=466974 Colaboradores:
Museo8bits, Baiji, Baytazz y Anónimos: 1

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