Cholito de Los Andes Magicos
Cholito de Los Andes Magicos
Cholito de Los Andes Magicos
La obra narra la historia de un niño llamado cholito que es transportado al mundo mítico andino,
donde tiene que cumplir unas pruebas.
La historia se desarrolla en 10 capítulos.
Cholito: A pucha, oy -- le dije, yo que soy un aburrido para leer --, ¿qué pues no te cansas hasta
ahora?
Cholito: Oy, ichic -- le dije --, no te enseñan en el infier..., digo en la escuela, que no se dice
leendo sino leyendo?
Ichic: ¡Total! (abrió los brazos soltando el libro)--, primero me dices que no se dice leyer sino
leer y cuando digo leendo me sales que se dice leyendo... Tú me estás fregando.
Narrador: Así diciendo se metió bajo la rueda del molino y desapareció. Ese mismo ratito
llamaron de afuera y cholito salío a ver. Era doña Agustina, mamá de Antenor, que buscaba a
don Andrés. Diciéndole que no estaba, entró de nuevo.Bajo la rueda del molino encontró un
papelito que decía
Cholito: "Te necesito urgente. Búscame al otro lado de la pirca. A lo mejor me quiere enseñar
algún tesoro, (Se dirige al lugar rápido rápido)
Pero nada. Silbo pero nada llamó con todas sus fuerzas:
Narrador : Algunas palomitas se espantaron. Logro oírlo y decidió bajar pensando que algo le
podría estar pasando al pobre ichic,bajo tanto que la pirca no había sido pirca, sino las macizas
paredes de la cordillera...
Hasta que por fin cayo al suelo, lo primero que hizo fue mirar dónde estaba y dijo:
Cholito: ¡Pucha!, me dio rabia ese ichic. De matarlo era. Esa sería su venganza de lo que le
corregí, ¡mal agradecido!
Narrador: Cholito se pueso a deambular y encontró una casa alta, de dos pisos, una mansión
mejor dicho, de lisas paredes blancas, esperaba hallar al ichic para que le enseñara el camino
de vuelta.
Vió a un hombre recostado sobre una baranda, como contemplando sus dominios. En vez de
poncho llevaba puesto una capa roja que flameaba apenas con el poco vientito que debía
correr allí arriba. Será el señor de estas tierras, pensó. Se acerco a él.
Supay: Con que tú fuiste el que molestó a mi niño allá arriba, no? – (habló haciendo rechinar
sus dientes)
Cholito:¿Su hijo, señor? – (dije sin acordarse del ichic, cuando en eso lo vió por una de las
ventanas de la segunda planta estaba que me sacaba la lengua ) No, señor – (algo temeroso)-,
no quise molestarlo; sólo porque lo corregí nomás se enojó.
Supay: ¿Corregir? ¿Y tú qué tienes que corregir a nadie? –( habló amargo )--, ¿y a ti quién te
corrige?
Narrador: en eso vio dos peones que regresaban y ordeno que le dieran de comer porque tenia
que trabajar
Hormiga: No temas, dame ese pan que tienes en tu bolsillo y con eso haré que todas las
hormigas de este sitio, que somos en cantidades que no te imaginas, se vuelvan hombres
durante la noche y en menos de lo que supones trillaremos el trigo y lo llenaremos en sacos.
Cholito:¿De veras? --
Hormiga: De veras
narrador: Alentado por sus palabras, saco el pan y lo puso sobre la paja, para que se lo llevara
con otras hormigas.
Hormiga: Ahora anda descansa un rato y en la noche estás aquí con nosotros trabajando como
un peón más. Así mañana temprano ya podrás presentarte ante el supay, lleno de paja,
sudoroso, ha demostrarle que eres tan poderoso como él...
Narrador: En la noche, en plena luna, esos hombres que bajaron de todos los cerros cercanos,
sin ni utilizar caballos para pisar las espigas, las desmenuzaron con las manos y echando el
trigo de frente a los sacos, terminaron el trabajo ya casi al amanecer.
Narrador: Cuando desde el balcón el hombre vio los sacos taqueaditos de trigo, no podía
creerlo, pues en sus planes todavía no estaba soltarlo.
Supay: Bien, bien... está bien lo que has hecho, pero para irte tienes que cumplirme con dos
trabajos más.
Narrador: El Supay habló señalando una pampa que había bien atrás del establo, donde se
veía una manada de caballos chúcaros, que correteaban y relinchaban dando coces al aire.
Supay:Tienes que amansar esos animales urgente. Los necesito para mañana temprano. Mis
peones deben viajar a diferentes lugares de la tierra a traerme almas condenadas.
Supay:Almas condenadas -- repitió mirándome de reojo con mala fe, mientras empezaba a
bajar las gradas.
- Así es que ya sabes...
Narrador: oyo una voz dulce, compadecida. Sobresaltado vio que era era esa muchacha
buenamoza, hija del hombre, quien me hablaba por la ventana. Sonrio con tristeza viéndola que
ella también sonreía.
Hija: Sí -- Sí, ten paciencia un poco, yo te indicaré por dónde debes dirigirte. ¿Te ha dado ahora
un nuevo trabajo mi padre?
Narrador: hasta que su mamá la ordeno para que entrará , ella obedeció y molesta le dijo:
- he traído esta gallinita para tu fiambre sin que se dé cuenta nomás mi mamá; ya está
pelada...
narrador : Dejándola en sus manos se volvió sin darme tiempo a otra cosa. Intrigado por esa
ayuda que recibío de la muchacha, medio desconfiado lo llevaba yo el atadito, sin atreverse a
desatarlo.como se sentía incapaz de realizar el trabajo encomendado camino a buscar un
ojonalcito para echarse agua en la cabeza, tenia un poco de hambre.
En eso, de detrás de una lomita aparece un zorro, con aire amistoso, meneando su cola como
un perro, quien husmeando el aire le dice:
Narrador:Al ratito se asomó trayendo entre sus dientes, arrastrando, tanta carne que la
amontonó delante del cholito
7. MUNAPANDO MI CARNECITA -
Narrador: El zorro se fue y el cholito acomodo tres piedras como para tullpa y ahí hizo fuego.
Algo debía echar a mi estómago para no debilitarme, aunque ganas no tenía. Le atormentaba
la preocupación de cómo nomás amansar esos caballos chúcaros. En eso ve en el alto un
águila enorme que da vueltas y vueltas en la misma dirección donde el estaba. Maliciando que
la pobre estaría queriendo la
carnecita, deseándolo más que el, sacando su sombrero le hiso señas que bajara. Y como qué,
ahí nomás asentó sobre una roca.
Narrador: Después de cortar una presita más para él le dio el resto, que era harto, para que se
banqueteara en su delante:
Aguila: Gracias, hermanito -- dijo después limpiándose el pico en la hierba --, no sé cómo
pagarte. Tal vez pueda yo ayudarte en algo. ¿Qué haces por estos lugares? Antes no te he
visto.
Narrador : el Cholito mientras comía yo, con cierto desgano le contó su historia.
Aguila: Caramba -- dijo frotándose la cabeza con el ala, luego de enterarse --, yo podría sacarte
de aquí llevándote en mi encima; pero el problema es que cuando uno intenta salir de los
dominios del maligno, nos volvemos inútiles para mantener el vuelo, torpes se ponen nuestras
alas y caernos a tierra con todo nuestro peso. Antes ya, yo lo he intentado y casi casi he
muerto. Lo único en lo que puedo ayudarte ahora es amansando esos caballos. Eso para mí es
fácil. Déjamelos de mi cuenta.
Aguila: Cholito sube en uno de los caballos y ve a la casa del hombre a decirle que ya estaban
amansados.
Narrador: <se despidieron con harto afecto, volando muy alto, le acompañó todavía hasta cerca
de la casa cuando se dirigía a dar cuenta de su tarea.
La mujer del hombre también que salía con su tetera en la mano para repetirle café seguro,
boquiabierta se quedó mirando a los caballos. Ni me respondió siquiera cuando la saludé. La
muchacha se oía que reía adentro con su hermanito el ichic ollco; parecía que jugaban a las
cosquillas.
Supay: Bien, yo siempre he sido un caballero, eso no me podrá usted negar -- ; yo cumplo lo
que prometo. Le falta sólo una tarea, jovencito, si usted me la cumple, podrá irse de mis
propiedades sin que nadie le moleste...
Narrador: así diciendo hizo que lo siguiera, primero bajando las escaleras y luego tras su casa,
en donde estaba amarradito un buey esquelético, que ni pararse podía de puro débil y al que
señalándolo me dijo:
( se alejó)
Narrador: amarrado con una soga delgada lo llevaba al animal, bordeando una acequia,
despacito como en procesión. A las justas podía dar paso y hasta el viento lo quería tumbar.
Este pobre, pensaba en sus adentros, ni puesto tres meses en un inverne podría engordar... y
ahora, ahora, seguía pensando, qué nomás puedo hacer?...
De rato en rato pensaba escaparse, pero se desanimaba sabiendo que el maligno de donde
sea lo volvería. Ni rezarle a taita San Juan, patrón de su pueblo o al niño Manuelito, que
siempre me socorría, me animaba, porque en mi tierra contaban que desde los dominios del
supay las plegarias no llegaban.
Estaba sentado piense y piense, cuando vio que corriendo por entre unos montecitos,
avanzaba la hija del hombre.
Hija: Cholito -- me dice llegando a mi lado --, he venido a ayudarte: sé que pasas apuros.
Cholito:¿De veras, niña? -- le digo alegrándome --. ¿De veras has venido a ayudarme?
Hija: De veras -- me dice --, la hormiguita y el águila que tu trataste, me contaron que pasabas
apuros. De haber sabido antes que los trabajos que te mandaba hacer mi padre eran
imposibles para ti, hubiera visto la forma de ayudarte.
-Cholito: O sea que pensabas, niña, que los hacía yo?
Hija: Sí, pues, yo creía que era así.
Hija: Me lo contó mi hermanito, riendo, dice que en tu pueblo piensan que te has muerto.
Hija:No te pongas triste --; yo te llevaré a tu tierra ahora mismo si quieres, luego de engordarlo
al toro.
Cholito:¿En serio, niña?
Hija: En serio, ahora verás
Narrador: Diciendo asi, se levantó y se fue más arriba, donde crecían unas chilcas. Por ahí se
puso a arrancar unas hierbas parecidas al picullo, pero que no eran picullo, según comprobé
después. A cada puñadito que arrancaba le hablaba cosas que yo no entendí. Después,
haciendo un tercio, lo trajo en su falda y lo arrojó delante del animal.
Narrado: Sonreía la muchacha. Sus labios reventaban como moras. Tan bonita no había visto
asina. Y parecía estar queriéndome. Sólo de verla mayor que yo, señorita como era y yo sólo
un wambra [quechua: niño] me arrecelaba, sabiendo sobre todo hija de quién era.
Narrador: Cuando levanto la vista, lo vio ¡a pucha!, tremendo animal, gordo. Cuando fue a
tocarlo, pura carne era, queriendo reventar todavía bajo esa piel negra, lustrosa.
Cholito: Cuando mis ojos se acostumbraron de nuevo a la luz del sol, luego de haber
atravesado un largo túnel lleno de tinieblas por donde me trajo la muchacha, boquiabierto me
quedé reconociendo en primer término el alto y corpulento eucalipto, orgullo de mi tierra, que se
alzaba casi tocando las nubes con su ramosa copa y que era visto por los viajeros de los más
apartados lugares.
Después fue que me fijé en las chacritas, rodando por las lomadas, (p.29)
y en las casitas que humeaban a esa hora, ya tardecita, en que preparaban la merienda.
Narrador: Una curiosidad le entró antes de echarse a correr: ¿dónde estábamos exactamente?
¿Por cuál lugar habíamos salido?
Se fijó bien entonces, y lo reconocío: era el túnel de una de las minas abandonadas de Llushca,
minas que hace qué tiempos ya sería dizque los portugueses sacaban plata. Vaya, dijo entre sí,
nunca penso que estas minas comunicaran con el infierno. Eso se le ocurrió pensando en que
la casa del supay sería la boca por donde se entraba a ese lugar maldecido.
Narrador: Asustado miro si era cierto. Pero no. Maíz blanco nomás iba en el que decía plata y
maíz amarillo en el otro en vez de oro.
-- Así será su significado seguro diciendo se eché a correr después que duro apretara su mano
la muchacha, despidiéndose.