El Sitio de Los Sitios - Juan Goytisolo

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Université de Lausanne

Sección de español
Seminario de máster
Juan Goytisolo, El sitio de los sitios y Las semanas del jardín
Profesor responsable: Dr. Marco Kunz
Semestre de otoño de 2017
Abbet Sébastien
[email protected]

Desingularizar Sarajevo:
aproximación a dos aspectos centrales en El sitio de los sitios de Juan
Goytisolo a la luz de su Cuaderno de Sarajevo

Fotografía reproducida en la cubierta del DVD del documental de OURDAN, Rémy; CHAUVEL, Patrick, Le siège, Agat Film &
Cie; Arte France; INA; SCCA/Pro.ba, 2016 (90 minutos)

1
Introducción

Durante la guerra que estalló después de la desintegración de Yugoslavia, entre 1992 y 1996, el
escritor español Juan Goytisolo (1931-2017) hizo tres viajes en la ciudad de Sarajevo. La capital de
Bosnia estuvo asediada durante la casi totalidad de la guerra. Más allá del horror de la guerra, de las
limpiezas étnicas y otras atrocidades llevadas a cabo por numerosos actores del conflicto, Sarajevo
tenía una carga simbólica particular. De hecho, es allí donde tuvieron lugar los Juegos olímpicos
menos de una década antes, en 1984. Sin olvidar que fue en Sarajevo que un joven nacionalista
serbio asesinó al archiduque Franz Ferdinand de Habsburgo en junio de 1914, acontecimiento
considerado comúnmente como el primero de una cadena de sucesos que desembocó en la Primera
Guerra Mundial. En el asedio de la ciudad –en la cual (sobre)vivían alrededor de 350’000
habitantes–, entre abril de 1992 y febrero de 1996, murieron 11’541 y miles fueron heridos1. En
una Europa que salía de la guerra fría, la guerra de Yugoslavia limitó sin duda el entusiasmo de
algunos medios e intelectuales partidarios, según las variaciones, de la famosa idea del “fin de la
historia” enunciada por Francis Fukuyama así como del triunfo definitivo de la “economía de
mercado” y de las democracias (vistas esencial y únicamente como una sucesión de citas
electorales). A distancia, se puede sostener que los sucesos que se desarrollaron en la península
balcánica figuraban entre los primeros signos de una inestabilidad creciente así como de la
incapacidad de “la comunidad internacional” a implementar medidas eficaces (aunque fueran
únicamente de protección de los civiles).
Para decirlo de otro modo, al asedio de Sarajevo corresponde en la actualidad reciente el
de Alepo del otoño de 2016 o el que sufren los miles de habitantes de la Guta damascena desde
20112; a los desplazamientos masivos de poblaciones y a las limpiezas étnicas que tuvieron lugar en
la península balcánica responden los que está sufriendo la población siria (más de la mitad de la
población vive hoy en día fuera de su casa, en los campos de refugiados o como desplazados en el
interior del país). Más allá de las enormes diferencias entre estas dos situaciones –y aquí sin hablar
de los numerosísimos problemas que plagan el planeta (de la no acogida real o alivio de millones
de refugiados al autoritarismo de varios estados y al debilitamiento de las instituciones democráticas
pasando por la urgencia de la cuestión ecológica junto a una salida de la crisis económica en clave
más igualitaria) –, trazar un paralelo entre Sarajevo y Alepo contribuye a visibilizar todos los
desafíos a los cuales deben afrentarse los que oponen la “ciudadanía” a la “tribu”, para retomar
unos términos goytisolianos. Goytisolo, en los últimos años de su vida, hizo él mismo este tipo de
paralelo, en coherencia con el trayecto de toda una existencia. En un artículo escrito por el diario
español El País, publicado el 5 de mayo de 2013, decía:

Como en el Madrid “capital de la gloria” y el Sarajevo en ruinas, la historia se repite y la fuerza bruta
se impone a la ética y los derechos humanos teóricamente defendidos por nuestras frágiles y
asustadizas democracias3.

El escritor inscribe así la guerra civil de Siria en la misma comparación que estableció dos décadas
antes frente a la (no)respuesta de la “comunidad internacional” ante el alzamiento militar contra la
IIa República española en 1936. A esta comparación se añade ahora la agresión de Sarajevo y de
1 Es la cifra que recopila el reciente documental Le siège, op. cit. Otras cifras circulan, llegando a más de 15’000 muertos.
Esta diferencia se debe sin duda al hecho que el documental enumera solo las víctimas de la ciudad de Sarajevo mientras
que otras fuentes contabilizan a los soldados y paramilitares muertos procedente de los rangos de los asediadores de
la Republika Srpska bajo las órdenes del general Ratko Mladić.
2 Sobre la vida en la Guta damascena y las actividades civiles de resistencia, leer el testimonio de Al-DIK, Majd;

BONTEMPS, Nathalie (con la ayuda de), A l’est de Damas, au bout du monde. Témoignage d’un révolutionnaire syrien, Paris:
Don Quichotte, 2016.
3 GOYTISOLO, Juan, “Vicisitudes y fracasos de la no intervención. Las potencias se comportan en Siria como en las

guerras de España o Bosnia»”, El País, 5 de mayo de 2013. Ver igualmente su artículo “En el laberinto sirio. La historia
de estos cinco años es la de una serie de ocasiones perdidas para intervenir cuando era posible hacerlo”, El País, 28 de
febrero de 2016.

2
Bosnia por las tropas de Mladić y de Karadžić en 1992. A partir de unas situaciones concretas y
particulares, Goytisolo tiende a desingularizarlas, hacer de ellas una experiencia de alcance
universal. En Madrid, en Sarajevo o en Alepo lo que está en juego no son solo condiciones
localizadas e inscritas en un desarrollo sociohistórico preciso sino que se trata de la humanidad en
su totalidad y de su futuro.
Si bien Sarajevo representó un símbolo para varios intelectuales europeos, su contenido
podía variar. La atención de la opinión pública sobre la ciudad resultaba también de otros factores,
más pragmáticos: el aeropuerto quedó abierto –gracias a la intervención de la ONU– a la ayuda
humanitaria durante todo el asedio y muy pronto ningún avión o helicóptero de los agresores pudo
sobrevolar y bombardear la ciudad. Lejos de hacer que las condiciones de existencia de los
habitantes fueran buenas, estos dos factores (limitados en sí, pero ¡qué diferencia con lo que pasa
en Siria desde 2011!) aseguraban una importante cobertura mediática gracias a la circulación regular
de periodistas entre la ciudad y el resto del mundo. Es en este contexto que Goytisolo hizo tres
viajes a Sarajevo durante la guerra: en el verano de 1993, en enero de 1994 y en agosto de 19954.
Aunque su propósito no se reducía a un simple trabajo periodístico, redactó sin embargo para el
diario El País una serie de artículos que fueron publicados como reportaje durante el mes de agosto
de 1993 antes de salir como libro bajo el título Cuaderno de Sarajevo. Anotaciones de un viaje a la barbarie5.
A lo largo de los años siguientes, publicó regularmente artículos, a menudo traducidos a otras
lenguas, sobre el tema. Goytisolo explicó así, en 2010, lo que le motivaba:

Mis guerras y conflictos nacionales, religiosos o étnicos fueron distintos [a las de los corresponsales
de guerra]: me involucré en ellos por razones éticas y culturales, por un afán de conocer y dar a
conocer una verdad forzosamente parcial, como todas las verdades del mundo, pero ajena a la
forjada con manipulaciones y amaños por los medios de comunicación de masas: los canales de la
televisión global y las principales agencias informativas. (Paisajes de guerra: Sarajevo-Argelia-Palestina-
Chechenia. Prólogo. Conflictos culturales y guerra de palabras, VIII, p. 221)

Este canal de expresión, periodístico, no le pareció suficiente puesto que dedicó una novela
fuertemente inspirada en los acontecimientos de Bosnia y Sarajevo, El sitio de los sitios6, publicada
por la editorial Alfaguara en 1995. Se trataba sin duda tanto de salir de los límites del género
periodístico7 como medio para el autor de inscribir sus reflexiones y preocupaciones en su propio

4 Sobre el primer viaje de Goytisolo a Sarajevo, ver el testimonio del fotógrafo SÁNCHEZ, Gervasio, “Juan Goytisolo
en Sarajevo”, La Marea, 12 de junio de 2017, https://www.lamarea.com/2017/06/12/juan-goytisolo-sarajevo/. El
primer viaje fue para El País, el segundo para Reporters sans frontières y el último para Le Nouvel Observateur (ver VIII,
p. 222 así como KUNZ, Marco, “La sociedad pluralista asediada en El sitio de los sitios”, en KUNZ, Marco,
Juan Goytisolo: metáforas de la migración, Madrid: Verbum, 2003, pp. 203-204).
5 GOYTISOLO, Juan, Cuaderno de Sarajevo. Anotaciones de un viaje a la barbarie, Madrid: El País/Aguilar, 1993. Este texto

está reproducido en el octavo volumen de las Obras completas (pp. 221-291): GOYTISOLO, Juan, Obras completas VIII.
Guerra, periodismo y literatura, Barcelona: Galaxia Gutenberg; Círculo de Lectores, 2010. Edición del autor al cuidado de
MUNNÉ, Antoni. Esta edición no reproduce, sin embargo, las fotografías de Gervasio Sánchez ni las anotaciones del
autor que figuran, en el libro de 1993, en las márgenes del texto como inscripciones manuscritas de color azul. El
volumen recopila no solo una serie de artículos que Goytisolo publicó a continuación sobre Bosnia, reunidos bajo el
título Sarajevo y sus fantasmas (pp. 677-716), sino también los reportajes que redactó después de otros viajes en contexto
de conflicto y de guerra (Argelia, Palestina y Chechenia). Si esta edición beneficia de una introducción de Goytisolo
que ofrece al lector detalles sobre los contextos de redacción y unas reflexiones a distancia del autor, el mayor fallo –
difícilmente comprensible – reside en la ausencia de fechas de publicación de los artículos.
Para este trabajo la paginación se refiere siempre a las Obras completas, la cifra romana indica el volumen.
6 GOYTISOLO, Juan, El sitio de los sitios, Madrid: Alfaguara, 1995. La novela figura en el cuarto volumen (pp. 419-526)

de las Obras completas, GOYTISOLO, Juan, Obras completas IV. Novelas (1988-2003), Barcelona: Galaxia Gutenberg;
Círculo de Lectores, 2007. Edición del autor al cuidado de MUNNÉ, Antoni. La reproducción de la novela en las
obras completas no contiene la dedicatoria que figura en la edición original. Esta última se dirige a los habitantes de
Sarajevo, a los intelectuales y escritores de la ciudad “honor y conciencia de Europa” así como a Susan Sontag.
7 Sobre estos aspectos, ver RIBEIRO DE MENEZES, Alison, “Juan Goytisolo’s Cuaderno de Sarajevo: The

Dilemmas of a Committed War Journalist”, Journal of Iberian and Latin American Studies, 12:2-3, 2006, pp. 219-231 y
RIBEIRO DE MENEZES, Alison, “Del yo al yo la distancia es… ética: cuestiones de autoridad y autoría en el

3
campo, el de la literatura. De este modo Goytisolo pudo desplegar medios literarios diferentes de
los de la inmediatez periodística. Además, las exigencias del texto con el que el autor enfrenta a sus
lectores permite el uso de recursos, en la estructura de la novela como en las referencias
movilizadas, más amplios y desarrollados.

El propósito de este trabajo es, como ya he mencionado, examinar unas dimensiones de la


“desingularización” que Goytisolo opera a partir de un contexto y un acontecimiento
determinados, el cerco de Sarajevo durante la guerra de Bosnia, para convertirlo en un reto
universal. El autor denuncia la indiferencia ante la destrucción cultural (lo que él llama el
“memoricidio”) de una ciudad y los sufrimientos de una población asediada. Más allá de la condena
de la hipocresía y de la actitud de algunos países e instituciones precisas, Goytisolo usa dos recursos
principales. Con el primero, que volvió a utilizar acerca de los sucesos de Siria, como lo enseña la
cita anterior, vincula hechos del presente con otros del pasado, sobre todo trazando un paralelismo
con el abandono de la República española en 1936 por, concretamente, Francia y el Reino Unido.
El segundo, y es aquí donde la novela ofrece unos recursos imposibles en un breve artículo de
prensa, trasplantando la experiencia de un asedio real a un barrio de París cuyos habitantes son
aislados del resto del mundo mientras que la invisibilidad y el lado totalmente enigmático del
enemigo permiten denunciar el carácter absurdo de tales situaciones al mismo tiempo que el lector
puede imaginar, según su contexto, el tipo de cara que podría tener.
Este trabajo sostiene, sin embargo, la necesidad de combinar esta dimensión de denuncia
universal –válida frente a toda agresión que comparte rasgos con la de Sarajevo– con la presencia
en El sitio de los sitios de un horizonte positivo, una destinación hacia la cual dirigirse. La “tertulia
polîglota”, que reúne varios personajes de la novela, tiene así una dimensión doble. Se puede leer
como la expresión de una España que no existió, un país en el cual no habría tenido lugar ni la
expulsión de los judíos ni la de los moriscos. La afinidad que sentía Goytisolo con la población de
Sarajevo puede así entenderse no solo como una preocupación “humanista”, sino al mismo tiempo
como una voluntad de defender, más allá de las diferencias y quizás a pesar de cierta idealización,
un sitio en el cual una convivencia semejante a la del Toledo medieval seguía existiendo. La posible
destrucción de las producciones culturales de Sarajevo representaba así la ruina de otra experiencia
de convivencia en Europa al mismo tiempo que la desaparición de parte del legado, en particular
judío, de la península ibérica. A esta lectura se puede añadir que la descripción de las estrategias de
disimulación de los personajes de la tertulia para ocultar al comandante español la identidad de
“J.G./Ben Sidi Abú Al Fadaíl” son rasgos propios a cultura(s) en exilio permanente, siempre
amenazada(s), que solo a veces y temporalmente se anclan en un lugar. La segunda dimensión
consiste en ver la tertulia políglota como una expresión parcial, aquí intelectual, de lo que puede
ser una sociedad regida por principios de “ciudadanía” (sin que eso significa la desaparición de las
riquezas culturales) y no por un exclusivismo nacionalista, el de la “tribu”. Una convivencia
heredera del pasado, siempre en riesgo de desaparecer, al mismo tiempo que una “utopía”, un lugar
imaginario inexistente que puede servir de horizonte, de destino, a los que rechazan el
encarcelamiento dentro de las prisiones de las identidades fijas.

periodismo político de Juan Goytisolo – Bosnia, Argelia, Palestina, Chechenia” en ADRIAENSEN, Brigitte y KUNZ,
Marco, Pesquisas en la obra tardía de Juan Goytisolo, Amsterdam; New York: Rodopi, 2009, pp. 233-257.

4
Juan Goytisolo en las ruinas de la Biblioteca nacional de Bosnia, Sarajevo,
fotografía de Gervasio Sánchez (junio de 1993)

5
I. Desingularizar Sarajevo, universalizar una experiencia humana
“La tragedia de Bosnia es una vía única del conocimiento
de las posibilidades de luminosidad e ignominia de la especia humana”

(Cuaderno de Sarajevo, Adiós a Sarajevo, III, p. 279;


publicado originalmente como artículo en la edición del 31 de agosto de 1993 de El País)

Unos propósitos del autor al escribir El sitio de los sitios

La relación que existe entre la novela El sitio de los sitios y los diversos escritos que Goytisolo dedicó
a la guerra de Bosnia y la ciudad asediada de Sarajevo es estrecha. En la sección siguiente, se
enumerarán algunos paralelismos directos entre los artículos periodísticos, sobre todo los recogidos
en Cuaderno de Sarajevo, y la novela. Más allá de esta correspondencia, cabe subrayar, sin detenerse
demasiado en ello, unas dimensiones que el escritor mencionó acerca de sus motivaciones en el
momento de escribir una novela que parte del asedio de la capital bosnia8.
La condenación que el lector encuentra en el Cuaderno como en los artículos que Goytisolo
escribió durante la primera mitad de la década 1990 se dirige no solo contra la acción asesina de
los chetniks serbios sino también contra la indiferencia que observa en la población del resto de
Europa frente a una guerra que se desarrolla en el suelo del continente, así como una condena de
la actitud de la llamada “comunidad internacional”, la ONU en particular. Esta indignación
atraviesa igualmente la novela, pero los recursos literarios puestos en práctica son diferentes. Es
que Goytisolo consideraba que había agotado las posibilidades del género periodístico. Como lo
precisa en el Prólogo a la recopilación de sus novelas publicadas entre 1988 y 2003,

Frente a la brutalidad sin límites de lo real, mi impotencia era absoluta. Había escrito ya Cuaderno de
Sarajevo y no podía redactar otro, insistiendo y remachando cuanto había dicho. En tal brete,
comprendí que sólo la literatura podía dar cuenta cabal de aquella desolación y de mi revulsión ante
ella. La verdad de la ficción podía romper el cerco y denunciar la gran estafa de la mentira oficial.
(Prólogo, IV, p. 28)

Para Goytisolo, la literatura dispone de una dimensión de expresión de una verdad, de una realidad
a veces indecible, mucho más potente y con recursos cuya utilización es imposible en textos
periodísticos. Frente a la repetición estéril de una indignación que se vuelve en demostración de
impotencia, la literatura tiene una carga “real” –en el sentido que puede traducir mejor unas
experiencias extremas– capaz de destruir “las mentiras oficiales”. La novela reproduce en el ámbito
literario los “círculos concéntricos […] que sufrían los moradores de la capital sitiada”, no solo a
raíz del sitio llevado a cabo por los “ultranacionalistas serbios”, sino también otro círculo, el de
“una fuerza internacional que no distinguía entre verdugos y víctimas” así como el creado por unos
informes periodísticos escritos “cuyo lenguaje supuestamente neutral enmascaraba la realidad”
(Prólogo, IV, p. 29). Al lenguaje de los asesinos, de sus cómplices voluntarios o involuntarios y de
un lenguaje tramposamente neutral, a un lenguaje de destrucción o de ocultación de la realdad, la
ficción puede ser un instrumento decisivo. Puede servir de antídoto imaginario a la destrucción
física.

8Se analiza en esta sección solo una parte de los propósitos mencionados directamente por Goytisolo. Un aspecto que
merecería un estudio en sí es el de la dimensión “terapéutica” de la escritura de la novela. No solo porque el sitio de
Sarajevo convocaba unos recuerdos íntimos en la vida del autor, sobre todo la muerte de su madre en un bombardeo
aéreo de Barcelona durante le guerra civil española, sino por la dimensión traumática en sí de ser testigo de condiciones
de guerra en una ciudad. Escribir permite así liberarse de una “esquizofrenia” que nace del hecho de ser testigo de
horrores al mismo tiempo que se regresa en unas pocas horas a una situación de “normalidad” en la cual la guerra está
ausente. Ver Sarajevo y sus fantasmas, VIII, p. 716.

6
Pero tal antídoto no funciona sin la implicación directa del lector. Un lector pasivo no
llegará a recorrer la trayectoria literaria a la cual el escritor le invita. Goytisolo expresó directamente
el carácter de este viaje. Para él, se trata nada más que de “meter al lector en una situación de asedio,
asediarlo para que se encontrara en la misma situación en la que vivían los habitantes de la ciudad9.”
La complejidad de la novela, su fragmentación y los múltiples niveles de lectura son recursos que
sugieren la dificultad de dar sentido al horror y al absurdo. Goytisolo añade: “al comenzar a leer la
novela, el lector entra en el texto, y cuando cree que va a encontrar una salida, descubre que en
realidad no se trata de una salida, que hay otro círculo narrativo que le rodea. Y cuando quiere
forzar este círculo descubre un nuevo círculo exterior que le sigue cercando10.” Intentar resolver el
“rompecabezas” de El sitio de los sitios, o parte de ello, es posible únicamente con la colaboración
de un “lector cómplice”11.
He aquí una dimensión central que permite al autor afirmar cierta superioridad de la
“verdad de la ficción” frente a “las mentiras de los asediadores y a la opacidad informativa de sus
cómplices”12. Emancipándose de una descripción periodística que puede ser tramposa, en todo
caso parcial y sujeta a la inmediatez, así como de lugares y momentos concretos, el autor tiende a
universalizar la experiencia de los habitantes de Sarajevo. Si la ciudad está bien presente en la novela,
no está mencionada directamente. El segundo recurso literario que Goytisolo usa para
desingularizar Sarajevo, es decir hacer de una experiencia traumática en un momento y un lugar
dados algo con lo que el lector cómplice puede identificarse, reside en la transposición literaria del
asedio en el corazón de París. Esta dimensión será examinada a continuación.

Breve recordatorio sobre los paralelismos entre el Cuaderno y El sitio de los


sitios

La relación, en cuanto al contenido, entre el Cuaderno de Sarajevo y El sitio de los sitios ha sido bastante
estudiada para que no sea necesario detenerse demasiado en este punto13. Más allá de una
reproducción “casi literalmente”14 de unos pasajes del Cuaderno en la novela o de la descripción de
lugares que frecuentó el escritor durante su primera estancia en Sarajevo (por ejemplo, el Holiday
Inn que corresponde al hotel HI donde muere “J.G./ Ben Sidi Abú Al Fadaíl” o la descripción de
la famosa “avenida de los francotiradores”), varios personajes presentes en la novela, designados
únicamente por sus iniciales, son un guiño a los lectores de ambos textos. Si la “disolución” de la
autoría, la fragmentación del relato y varios juegos muy complejos necesitan una lectura atenta en
los varios niveles del texto así como la obligación por el lector de recurrir a textos y referencias
fuera de la novela para bien entender lo que lee15, estos personajes son más fácilmente
identificables.

9 Goytisolo en una entrevista con Rubén Gallo, “El intelectual ante el memoricidio”, en Vuelta, núm. 253, diciembre
de 1997, citado en Juan Goytisolo. Metáforas de la migración, op. cit., p. 202.
10 Ibíd.
11 Prólogo a la colección de escritos reunidos bajo el título Paisajes de guerra, VIII, p. 223.
12 Sarajevo y sus fantasmas, VIII, p. 716.
13 Ver KUNZ, Marco, “La sociedad pluralista asediada en El sitio de los sitios”, en KUNZ, Marco, Juan Goytisolo: metáforas

de la migración, op. cit. En particular las páginas 201-206.


14 Ibíd., p. 204.
15 La novela está repleta de alusiones intertextuales –directas o indirectas pero sin que el lector se beneficie de las claves

suficientes para entenderlo a partir del texto mismo– a otros textos de Goytisolo (y el anuncio de su novela siguiente,
Las semanas del jardín, en el capítulo “4”, IV, pp. 488-491); la referencia a la lucha del autor para que la plaza Djemaa el
Fna de Marraquech sea considerada como patrimonio oral de la humanidad (capitulo 3. Hoja de Almanaque, IV, p. 486-
487); numerosas referencias a la mística sufí y alusiones a la trayectoria mesiánica del judío Shabtai Tzvi (1626-1676);
a la lucha de la Iglesia católica contra la herejía y comportamientos “desviados” como la homosexualidad en el siglo
XIII (capítulo C, IV, pp. 499-501); a varios poetas como el andaluz Ibn Hazam (994-1064) o el argentino Juan Gelman
(Ben Jonon), para mencionar solo unos ejemplos. Examinar estos aspectos más allá de la superficialidad requiere
conocimientos y tiempo del que no se disponga para la preparación de este trabajo.

7
Así, los personajes DK y FK de la novela son una transposición literaria de dos hombres
“de carne y hueso” que Goytisolo encontró durante su primera estancia en Sarajevo. El primero,
DK, responsable, en la novela como en la realidad, de la Sociedad Humanitaria, Cultural y
Educativa Judía de Sarajevo, posee rasgos del violinista David Kamhi16. Al ser miembro de la
“tertulia políglota”, el papel de DK consiste, como se analizará en la segunda parte de este trabajo,
en “representar” el componente sefaradí en la “utopía ciudadana goytisoliana”. El forense FK de
la novela, por su parte, corresponde al director de la clínica de traumatología Faruk Kulenovic17.
Otro participante de la tertulia, el personaje de FK mantiene presente en la novela los horrores de
la guerra al mismo tiempo que permite a Goytisolo recordar la obra humanitaria de unos médicos
que trabajaban en condiciones muy difíciles.

Sobre el proceso “desingularización-univeralización”

Si bien solo los lectores de ambos textos pueden reconocer el paralelo que existe entre estos dos
personajes y humanos reales, este guiño es uno de los resortes de “universalización” que emplea
Goytisolo en su novela. Los verdaderos David Kamhi y Faruk Kulenovic, encontrados durante
una estancia real en un momento dado en Sarajevo, entran en la novela en una niebla en la cual se
convierten en iniciales de sus nombres y personajes ficticios. Esta transformación cumple una
doble función: anclar la novela en hechos y sucesos reales al mismo tiempo, al volverse ficticios,
los personajes DK y FK son “desingularizados”, recurso necesario al proceso de
“universalización”. Pasar de unos humanos reales a personajes ficticios es un elemento de este
proceso. La “desingularización” es necesaria para emancipar el relato de un anclaje demasiado
concreto. De hecho, un relato que se inscribe totalmente en una “materialidad” concreta (lugares,
hechos históricos y personajes reales) hace difícil la universalización. Con este tipo de relato,
siempre es posible distanciarse de lo que se lee. Finalmente, es algo que el lector puede considerar
como perteneciendo a un pasado o a lugares lejanos, es decir a una dimensión con la cual no se
puede identificar más allá de una carga emocional o establecer una relación con el texto que es de
tipo documental, algo que no se dirige directamente a él, que trata de una experiencia de la que se
queda fuera, que no lo obliga a imaginar la posibilidad de vivirla aquí y ahora. “Desingularizar” una
situación concreta es, pues, una condición de su “universalización”. No obstante, es necesario un
equilibrio. Si este proceso se lleva demasiado lejos, surge un riesgo inverso: una abstracción
totalmente emancipada de situaciones concretas que cae en el ámbito de las reflexiones, en el mejor
de los casos, filosóficas de un alcance general. Es precisamente en esta línea de tensión que
Goytisolo orquesta la complejidad y la fragmentación de El sitio de los sitios. Si se trata bien de un
laberinto lleno de misterios, las leyes de la física no están totalmente ausentes. Una abstracción
empujada a un extremo puede alimentar unas interrogaciones filosóficas, algo extraño a la creación
novelística, mientras que un fuerte destacamento respecto a la realidad puede caer en una
relativización que impide toda identificación. Peor aún, según el tratamiento literario, se puede
llegar a una confusión completa entre víctimas y verdugos o a simples juegos de palabras que
desprecian toda dimensión “moral”. Es precisamente este segundo riesgo que Goytisolo evita en
la medida en que su proceso de “desingularización-universalización” no impide a sus lectores
considerar que se tratan asuntos graves, como la guerra y la posibilidad –incluso aquí y ahora– de
la desintegración de unas sociedades. El dominio de este proceso por Goytisolo, a condición, una
vez más, que se acepten las exigencias del autor, permite precisamente al lector identificarse con
unos de los problemas centrales que tocan a la humanidad en su conjunto. La transposición literaria
de humanos reales en la novela es solo uno de los recursos que usa Goytisolo en este proceso.

16 David Kamhi aparece en el Cuaderno en el capítulo El memoricidio, VIII, pp. 255-256.


17 Faruk Kulenovic aparece en el capítulo Hospitales, cementerios, Oslobodenje, ibid., pp. 241-242.

8
Sarajevo en el segundo distrito de París

Transponer una situación de asedio al corazón de París es un recurso potente del proceso literario
de “desingularización-universalización” utilizado por Goytisolo18. Aquí la escritura se mantiene en
equilibrio sobre la línea de tensión entre “realidad” y “abstracción” mencionada en la sección
anterior. En cuanto al primer polo, es posible identificar dos elementos. El primero son las
dificultades que nacen de la situación de observador/testigo entre dos realidades muy distintas, la
de la guerra y la de una situación de “normalidad” en París, a unos centenares de kilómetros de
Sarajevo. Al encontrarse a caballo entre estas dos dimensiones, el observador sufre una situación
de escisión mental puesto que son hasta cierto punto inconciliables. Si bien este sentimiento puede
aparecer más tarde, el choque tiene algo similar, aunque menos brutal, al que viven personas que
tras sufrir experiencias de guerra se instalaron en países en paz o en los primeros momentos de su
regreso a una cierta “normalidad” que sigue a un conflicto. A eso se añade la indignación frente a
la indiferencia. Volver a la otra extremidad del puente, a la normalidad de la vida cotidiana, el
observador/testigo siente como una injusticia, que redobla su sentimiento de debilidad, el contraste
entre destrucción/guerra y normalidad. Goytisolo evoca así esta sensación:

Recuerdo que al regresar a París, el tráfico de sus calles, la despreocupación del gentío que atestaba
sus aceras y la apariencia feliz de sus habitantes, me parecían tan indecentes como irreales. ¿Sabían
lo que ocurría en una ciudad europea situada a tres horas escasas de vuelo? ¿Estaban al corriente de
los bombardeos, penuria, disparos de los cazadores de niños, mujeres y ancianos, de la angustiada
sensación de abandono de los sarajevitas? (Prólogo, op. cit., IV, p. 28)

Frente a esta “indiferencia al dolor ajeno”, Goytisolo elaboró “una forma sutil de venganza”,

la de someter a los vecinos y moradores de mi barrio a un asedio similar, en el ámbito de la escritura,


al que sufrían realmente sus víctimas a orillas del Milkaya (Ibid., pp. 28-29).

Esta venganza permite al autor introducir una dimensión concreta en la novela. Si bien el barrio
no es mencionado directamente, los nombres de calles y la descripción de edificios precisos
permiten identificar sin ninguna duda el segundo distrito de París en el cual residió muchos años
el autor y con el cual sus lectores fieles están familiarizados. Esta transposición permite, por
ejemplo, trazar un paralelismo entre la destrucción, en la novela, del cine Grand Rex del Boulevard
Poissonnière y la de la Biblioteca nacional y universitaria de Bosnia19 en la noche del 24 al 25 de
agosto de 199220. El carácter improbable al mismo tiempo que la familiaridad que une a unos
lectores “occidentales” (u “occidentalizados”) con París son dos rasgos potentes que se sitúan en
18 No es posible analizar aquí un recurso suplementario utilizado por Goytisolo, el que consiste en crear paralelismos
con situaciones semejantes (o concebidas como tales) en el pasado. Muy a menudo en sus artículos, menos en la novela,
el autor recurre a comparaciones con la guerra civil española y el abandono de la República por las “democracias”.
Basta mencionar, en cuanto a la novela, que el personaje del hispanista traza un paralelo entre el principio de la guerra
en Sarajevo, en abril de 1992, cuando los nacionalistas serbios dispararon contra una manifestación, con la guerra civil
española. El personaje considera que los nacionalistas actuaron “como en España en 1936, declararon la guerra a su
pueblo y se cubrieron de honra con la sangre inocente de sus paisanos” (capítulo 4, IV, p. 490). El personaje mismo
del hispanista, la sombra de Machado presente en algunos pasajes del texto, el material que servirá a componer Las
semanas del jardín y la nacionalidad del comandante son otros tantos elementos que deberían ser analizados para examinar
la puesta en práctica de las referencias a España y a la guerra civil en el proceso de “desingularización-universalización”
de la novela.
19 El edificio ha sido restaurado y alberga, desde su reapertura en 2014, el ayuntamiento de Sarajevo. Sobre este edificio,

ver el artículo de JULIANA, Enric, “El hombre que incendió la biblioteca de Sarajevo”, La Vanguardia, 18 de mayo de
2014 http://www.lavanguardia.com/politica/20140518/54408044118/hombre-incendio-biblioteca-sarajevo-enric-
juliana.html (consultado el 24 de enero de 2018).
20 Ver el capítulo Distrito sitiado, IV, p. 461. Aunque el Rex no está mencionado directamente, la novela dice “el gran

cine de la esquina contiguo al inmueble”, no cabe duda sobre el hecho que se trata bien de este edificio. Existe quizás
una cierta ironía al equiparar, bajo la palabra “memoricidio”, la transformación en ruinas de un cine –aunque antiguo–
con la destrucción de una gran parte de la memoria colectiva de una nación encerrada en miles de libros.

9
el centro de la línea de tensión entre dimensión “concreta” y “abstracta”. El carácter verosímil, el
desarrollo de un sitio en un lugar conocido por él (directa o simbólicamente) hace que el lector esté
implicado. Un sitio no es algo que surge únicamente en lugares “exóticos” y lejanos sino una
expresión contemporánea que concierne a todos los seres humanos, independientemente del lugar
en donde viven21.
Esta técnica de identificación permite a Goytisolo introducir un elemento suplementario.
Se trata de un cerco que implica solo la población civil. En su interior no hay soldados. El enemigo
es misterioso, sus motivaciones desconocidas. Esta dimensión hace que el lector se identifique con
las angustias de los asediados. Además, al desconocer las intenciones de los asediadores es posible
notar sobre todo las similitudes con las situaciones de cualquier sitio y subrayar el carácter absurdo
de tales acciones de guerra. O, mejor dicho, este recurso permite denunciar todos los sitios porque
destruyen vidas humanas, culturas y lugares. Un principio humanista se ubica en el centro de esta
concepción y permite denunciar la indiferencia de los habitantes de París frente a lo que viven en
el mismo momento sus semejantes en Sarajevo. El que no sale de su indiferencia frente a
situaciones injustas y de aniquilación de personas puede ser víctima un día de la indiferencia de los
demás. He aquí uno de los mensajes de la novela de Goytisolo. La indiferencia frente al sufrimiento
de los demás –de los semejantes (del “nuestro” en el “otro”)– viene en cierto modo a borrar su
existencia, como lo sugiere el autor cuando hace desaparecer el segundo distrito bajo la mención
“distrito sitiado” en la Guía del Ocio22. Varios pasajes indican los efectos que tiene esta eliminación
del campo de la atención sobre los que viven el sitio. Así, por ejemplo, cuando el personaje de la
viuda racista se queja del carácter anormal de su situación y de la indiferencia del mundo exterior:

Ella creía ingenuamente que horrores así existían sólo en la tele, en ciudades exóticas habituadas a
este tipo de cosas, pero, allí, era en verdad increíble. Doscientas mil personas atrapadas como coba-
yas en el centro de la capital. La radio se había limitado a transmitir un comunicado escueto,
intercalado entre las demás noticias del día y las cuñas publicitarias, sin esclarecer ni juzgar las causas
del atropello. […] Quieren quitar hierro al asunto, ahogarlo en un mar de informaciones ordinarias!:
las inundaciones de Italia, el campeonato mundial de tenis, la subida espectacular de la Bolsa gracias
a la política de austeridad del Gobierno y sus audaces recortes a los programas sociales23.

La combinación en la boca de la viuda de la denuncia de un tratamiento informativo que favorece


la indiferencia y la apatía de los telespectadores con unos razonamientos racistas adquiere una carga
crítica potente. En efecto, la crítica viene precisamente –lo que sugiere el principio de la cita– de
alguien que, en situación normal, compartiría la indiferencia que ahora denuncia. Goytisolo no se
contenta con esto. El deseo de la viuda y de muchos de sus semejantes de buscar un sentido a su
situación les conduce a encontrar respuestas en un racismo ya habitual en sus interpretaciones del
mundo. Ellos, ciudadanos ejemplares, no pueden ser la meta de los sitiadores. La “desratización”
del barrio, es decir el marcaje de la población considerada como extranjera, tendrá como resultado
el final del sitio. El objetivo es que un ius sanguinis radical rija el distrito24. Para lograrlo, una parte
de los habitantes establece unas brigadas de limpieza étnicas. Describiendo su funcionamiento, y
el fracaso final de las actividades de estas puesto que no tienen ningún resultado sobre el desarrollo
del sitio, Goytisolo formula una crítica radical del racismo. El autor combina su denuncia de la
indiferencia frente al sufrimiento con una advertencia que, lejos de venir desde fuera, las sociedades
“occidentales” incuben en su seno gérmenes de destrucción. Si en el momento de la publicación
de la novela era en la península balcánica donde se trazaban con sangre unas fronteras étnicas, el

21 El personaje de la viuda racista en los capítulos que se desarrollan en el distrito sitiado expresa perfectamente un
razonamiento bastante común: “A nadie parece importarle un rábano el asedio y bombardeo de nuestro distrito! Si eso
ocurriera en los Balcanes o en el mundo árabe, yo lo comprendería perfectamente, pero, dígame usted, amigo mío,
cómo toleran tal salvajada en nuestro proprio suelo?” (capítulo Distrito sitiado, IV, p. 452).
22 Ibíd., pp. 462-463.
23 Ibíd., pp. 451-452.
24 Según las palabras del policía, ibíd., p. 458.

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racismo, la desigualdad provocada por el capitalismo (no nombrado como tal en la novela, pero
esta temática está presente en varios pasajes) y la exclusión de los “marginales” (desempleados,
drogadictos, pobres, etc.) son otras tantas dimensiones que, si los “principios de la tribu” vienen a
ponerse por encima de los de la ciudadanía, debilitarán las sociedades poniéndolas en riesgo de
estallido.

El sitio de Sarajevo, mapa dibujada por Miran Norderland (1996)

El segundo distrito de París (googlemaps)

11
II. ¿La tertulia políglota como utopía goytisolania?
“A la fuerza salvaje del enemigo y su doctrina de las fronteras trazadas con sangre, opondríamos el arma
perenne y sutil de los débiles: la dispersión seminal de sus voces, las variantes infinitas de la palabra!”
(El sitio de los sitios, 4, IV, p. 491)

La parte anterior se proponía como objetivo el examen del proceso de “desingularización-


universalización” utilizado por Goytisolo en El sitio de los sitios. A partir del reconocimiento de los
límites intrínsecos al género periodístico y a su voluntad de sacudir la indiferencia frente al
sufrimiento, una dimensión central de la novela consiste a buscar medidas que susciten la
indignación en el lector cómplice a través de una identificación. El objeto de esta segunda parte
consiste en demostrar que a esta denuncia y esta voluntad de poner al lector en el lugar de un
habitante de un barrio asediado se añade la defensa de unos valores de convivencia. No me
detendré aquí sobre el recordatorio de los principios fundadores (por lo menos en el papel) de la
ONU y de varios estados europeos que Goytisolo hace para subrayar la hipocresía de estos países
e instituciones al mismo tiempo que los considera como válidos para asegurar la convivencia.
Parece más interesante examinar dos dimensiones presentes en la novela que pueden considerarse
como “utópicas”. La primera, analizada en la sección anterior, sostiene que un motivo potente de
atracción para Goytisolo –en conjugación con varios otros– reside en la idea de que Sarajevo era
una especie de versión moderna del Toledo medieval de las tres culturas cuya supervivencia estaba
amenazada, o para decirlo de otro modo: veía Sarajevo como una imagen posible de la España que
no pudo existir a raíz de las expulsiones de los judíos y moriscos. Se puede además sostener la idea
de que la “tertulia políglota” –es decir la reunión cosmopolita de varios personajes de la novela– es
una utopía concreta de la convivencia que el autor desea. Adjunto a esta dimensión, se pueden leer
varias variaciones sobre un tema al que se ha aludido ya: la necesidad de hacer triunfar los principios
de la “ciudadanía” sobre los de la “tribu”.

Dos miniaturas de la Haggadah de Sarajevo dibujadas en Barcelona ca. 1350. (Wikicommons)

12
Sarajevo como Toledo o la España que no existió

“La mitología nacionalista serbia reproduce de manera asombrosa la de la casta cristiano-vieja española,
embebida de odio al judío y al musulmán”

(Madrid 1936-1939, Sarajevo 1992-1995, VIII, p. 707)

En las páginas que abren el Epílogo de su Cuaderno de Sarajevo, Goytisolo alude a la existencia de “dos
concepciones de nuestro pasado”25. La primera considera en modo triunfalista y glorificador la
expulsión de los moriscos decretada por el rey Felipe III en 1609 mientras que la segunda intenta
rescatar lo que queda de la herencia de la presencia de los moriscos (y de los judíos) en el suelo
peninsular. Es bien conocido que Goytisolo se sitúa de manera firme en la línea del segundo
concepto, basando su enfoque en la estela del historiador Américo Castro (1885-1972) y que
desarrolló repetidamente reflexiones sobre las influencias judías y moriscas en la producción
cultural española antes y después de las dos expulsiones26. Ante los sucesos de Bosnia, es cierto que
dos dimensiones no escaparon a Goytisolo. La primera viene del temor a la reproducción, en la
península balcánica, de una destrucción semejante a la que sufrió la península ibérica a partir de
finales del siglo XV. Algo que está formulado de manera explícita en el mismo Epílogo. Pese a
muchas diferencias,

las razones alegadas para justificar la limpieza homogeneizadora y expulsión o exterminio de los
musulmanes bosnios y albaneses de Kosovo suenan familiarmente a nuestros oídos: el honor
ultrajado, el desquite del Campo de los Mirlos, la quinta columna turca, la amenaza del “islam
militante, de la yihad islámica” aducidos por el defenestrado presidente de la Federación
serbomontenegrina, el novelista Dobrica Cosic, son un elocuente botón de muestra27.

A lo largo de sus textos sobre Bosnia, Goytisolo brinda variaciones sobre este tema en diversas
ocasiones. El hecho de que la fecha del principio del sitio de Sarajevo (y la destrucción de la
Biblioteca nacional) correspondía con el 500o aniversario de la expulsión de los judíos en 1492 no
hace más que reforzar el paralelismo entre dos situaciones, mutatis mutandis, muy diferentes. El
empobrecimiento cultural y humano que sufrió España durante varios siglos funciona, por lo tanto,
como imagen anunciadora del futuro de Bosnia y el resto de Yugoslavia. La segunda dimensión,
estrechamente vinculada con la primera, es que (a diferencia de España) sigue vivo, aunque
amenazado, un espacio multicultural de convivencia. Aún en el Epílogo, Goytisolo reproduce las
palabras del periodista español Hermann Tertsch, entonces corresponsal en Yugoslavia por El País,
que ve Sarajevo como un “nuevo Toledo”, antes de añadir él mismo que

La supremacía racial, envuelta con mitologías patriótico-religiosas, ha barrido el bello, pero frágil,
punto de encuentro de musulmanes y ortodoxos, católicos y judíos. La última comunidad sefardí
de la ex Yugoslavia ha tomado otra vez la senda del exilio28.

Si, en aquel momento, este espacio de convivencia estaba a punto de desaparecer –fue parcialmente
destruido–, no obstante Goytisolo identifica Sarajevo con el Toledo medieval. La comunidad
sefardí a la cual el autor alude en esta cita tiene su vínculo directo en El sitio de los sitios con el
personaje de DK y las actividades de la Benevolenciya, mencionada igualmente en el Cuaderno29. Al

25 Epílogo. 1. El romancero de los lobos, Cuaderno de Sarajevo, VIII, p. 281.


26 Es imposible mencionar la importante producción (no solo escrita pero también a través de conferencias) de
Goytisolo sobre este tema. Basta con citar los varios textos contenidos en el octavo volumen de sus Obras completas
bajo el título Contra las sagradas formas, en particular en las páginas 1116-1164.
27 Epílogo, op. cit., p. 283.
28 Ibíd, p. 295.
29Sobre la Benevolenciya, ver [sin indicación de autor] “Survival in Sarajevo: the Story of la Benevolencija.
Jews, Muslims, Croats & Serbs Working Together During the Bosnian War, 1992-1995,

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lado de Toledo, Sarajevo se vincula con otra ciudad, Jerusalén (con el diminutivo “Chico”). Los
varios niveles de estos paralelismos se cruzan en un pasaje que Goytisolo pone en boca del
personaje DK:

mis hermanos y yo revivimos vicisitudes que se remontan a siglos: diásporas, conversiones forzadas,
autos de fe, estigmas de infamia, obra de un aguerrido clero matamoros y un populacho de sangre
incontaminada cuyo odio al saber y las letras le inducía a enaltecer el analfabetismo como prueba
suprema de su herencia ancestral! Nuestra expulsión y erranza, primero por Italia y luego por la
costa dálmata, debían hallar un término en esta ciudad otomana, hospitalario y feraz crisol de
culturas. Aquí llegamos con nuestro precioso Haggadah, tesoro tantas veces exiliado y oculto,
símbolo de la fe milenaria, de la incurable nostalgia de nuestro hogar perdido. La experiencia nos
ha enseñado que ningún progreso de la civilización es durable, que el exclusivismo e intolerancia la
minan por dentro, que pogromos y limpiezas étnicas se repiten. Formas de convivencia, bienser y
espiritualidad de apariencia sólida pueden desplomarse de súbito. Así ocurrió en Sefarad para mayor
gloria de sus Majestades Católicas; así sucede hoy en este martirizado y agonizante Jerusalén chico30.

Este fragmento permite numerosas lecturas. Recoge en todo caso varios temas que han sido
identificados precedentemente. Sarajevo es así el receptáculo de parte de la herencia judía española,
es decir que allí se encuentra una parte del alma que se ha perdido en la península ibérica al expulsar
a los judíos. Pero el destino de la ciudad permite a DK recordar la precariedad de la convivencia.
En vez de anclarse en un lugar particular, sus expresiones culturales y su realidad temporal hacen
de ella una cultura del exilio. El Haggadah es la “materialización” de este. Desde España hasta
Sarajevo para, quizás mañana, mudarse a otros lugares si reaparecen condiciones de opresión.
Si el componente judío de esta convivencia está representado bien en la novela por DK, se
extiende a toda la tertulia. Según uno de ellos, cuando se reunían,

emulábamos en erudición y saber respecto al sincretismo religioso de los bektachis macedonios o


los intercambios literarios y filosóficos entre el Magreb y Al Ándalus en la época de los
almorávides31.

La cultura de la convivencia se materializa en el caso de la “tertulia políglota” en sus puntos de


encuentro regulares, como lugar de anclaje, por un lado, y, por el otro, el carácter de sus actividades.
Sus juegos literarios a expensas del comandante español son propias de las estrategias de
disimulación de los que viven en condición de opresión. Como lo afirma el personaje del
historiador, los miembros de la tertulia son

Víctimas de la brutalidad de la Historia, nos vengábamos de ella con nuestras historias, tejidas de
ocultaciones, textos interpolados, lances fingidos: tal es el poder mirífico de la literatura32.

Estas estrategias disimuladoras son necesarias a la preservación de la memoria, a hacer todo lo


posible para evitar un “memoricidio” y asegurar la transmisión de las huellas del pasado y del
recuerdo de la convivencia pasada incluso en situación donde los soportes “materiales” de esta
cultura son destruidos, como fue el caso de la Biblioteca nacional33.

http://www.centropa.org/upload/centropa-sarajevo/Centropa.org___Sarajevo/Sarajevo_home.html
(consultado el 10 de diciembre de 2017). Sobre la comunidad sefaradí en Sarajevo y unas referencias
generales sobre el tema, ver la sección "Sefarad en Sarajevo" en la bibliografía.
30 Capitúlo D, IV, pp. 501-502.
31 Capítulo 2 de la segunda parte titulada Ben Sidi Abú Al Fadaíl, p. 484. Este pasaje no está directamente vinculado con
la “tertulia poliglota” propiamente dicha, puesto que se trata solo de la reunión cerca de la Biblioteca de los tres
eruditos. Sin embargo, estos tres personajes formarán parte de la tertulia y componen en cierto sentido su “núcleo” al
cual se añadirá el hispanista, FK y el español de MSF.
32 Capítulo E de la tercera parte titulada La tertulia políglota, IV, p. 504.
33 El personaje del erudito que trabaja provisionalmente como recepcionista en el hotel H.I. reflexiona así sobre el

tema de la memoria: “Cómo explicar a los corresponsales de prensa y bienintencionados intelectuales y escritores que

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La orquesta de la radio-televisión bosnia toca en las ruinas de la Biblioteca nacional de Bosnia (1993)

a veces nos visitan que mi problema y el de muchos sitiados no se plantea en términos de dieta, cortes de electricidad
y agua, ni siquiera de incomunicación con el mundo exterior? Su compasión no cala en el germen oculto de nuestro
tormento: la desolación interior, descuaje de la razón de ser, saqueo y aventamiento de nuestra memoria” (primero
capítulo de la segunda parte titulada Ben Sidi Abú Fadaíl., IV, p. 479).

15
Conclusión – Ciudadanía versus tribu

Sarajevo no es solo un ejemplo en el presente de la convivencia que existía en el Toledo medieval35,


sino que es también una imagen de lo que deberían ser verdaderamente los países europeos al
mismo tiempo que representaba en los años de la guerra una ciudadela de la ciudadanía que resistía
a la expansión del reino de los principios de la “tribu”. Algo que Goytisolo menciona así:

En el nuevo mapa de los Balcanes, trazado a sangre y fuego por los defensores de la primacía de
los valores nacionales y religiosos, el mero nombre de Sarajevo simboliza la existencia de un
cosmopolitismo odiado y sentido como una afrenta: espacio de encuentros y convergencias, punto
en donde las diferencias, en vez de ser causa de exclusión, se entremezclan y fecundan por ósmosis
y permeabilidad, la capital bosnia cifra –me cuesta escribir cifraba– una concepción distinta,
estimulante y abierta de la ciudad europea. Ciegos, sordos y mudos, estamos permitiendo que la
destruyan36.

La “tertulia políglota” representa en cierto modo el “alma” de los principios de ciudadanía.


Constituye una de sus manifestaciones concretas y encarna el logro que puede representar el triunfo
de este principio: enriquecimiento mutuo, transmisión de lo mejor de la historia de las varias
culturas, respeto y empuje a una creación cultural que se nutre del cruzamiento de cada uno de sus
componentes. Si bien expresa cierta idealización –por lo cual parece correcto hablar de una
“utopía” en el sentido de un horizonte que, con esfuerzos, hay que tratar de alcanzar– este proyecto
es el lado claro y la solución alternativa a la temida destrucción desde dentro de las sociedades
europeas. Sin una defensa determinada del principio de ciudadanía, las ciudades corren el riesgo de
transformarse en el distrito sitiado parisino de El sitio de los sitios mientras que el mapa del mundo
puede seguir dibujándose con sangre a lo largo de las líneas de fronteras “étnicas”, como en
Yugoslavia entre 1991 y 1996. Si tanto la novela como Cuaderno de Sarajevo contienen una escasa
dimensión explicativa para ayudar a entender lo que sucedió en Yugoslavia, lo cierto es que ambos
ofrecen una advertencia sobre el futuro posible de las sociedades (advertencia hoy en día aún más
actual) así como unos principios a resguardar.
Gracias a un proceso de “desingularización-universalización”, Goytisolo obliga a su lector
cómplice a prestar atención a los problemas del mundo, quizás a involucrarse activamente en la
defensa del principio de ciudadanía. Puesto que, como lo señala Marco Kunz, el autor

no se cansa de insistir en que Bosnia significa mucho más que un conflicto local en la periferia del
mundo civilizado: se trata, al contrario, del enfrentamiento de dos concepciones antagónicas de la
sociedad humana, de un atentado contra la pluralidad, de la agresión separatista de un atavismo
tribal contra la convivencia pacífica de ciudadanos en una comunidad moderna que no puede ser
otra que multiétnica, laica y democrática37.

Mientras que la indiferencia “del mundo” frente al destino de los millones de refugiados en el
planeta o a la condición de la población siria, para mencionar solo dos ejemplos actuales, es
escalofriante, no cabe duda de que el combate al cual invita Goytisolo es de gran actualidad.

35 No es el sitio ni el objeto de este trabajo analizar las posibles contradicciones o idealizaciones de estas imágenes,
tanto la del Al-Ándalus medieval como la Sarajevo.
36 Capítulo Memoricidio, Cuaderno de Sarajevo, VIII, p. 254. En el Epílogo, Goytisolo reconoce como “mayor logro” del

régimen titista la “victoria efímera, aunque real, del concepto de ciudadanía sobre el de la tribu étnica”, ibíd., p. 291.
37 KUNZ, Marco, “La sociedad pluralista asediada en El sitio de los sitios”, op. cit., p. 200.

16
Desingularizar-universalizar Sarajevo: Alepo bajo los francotiradores del régimen de Asad y sus auxilios antes de la
caída de la ciudad a finales de diciembre de 2016.

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Bibliografía

Fuentes

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Lectores, 2007. Edición del autor al cuidado de MUNNÉ, Antoni. [La novela El sitio de los sitios figura en las
páginas 419-526 de este tomo].

GOYTISOLO, Juan, Obras completas VIII. Guerra, periodismo y literatura, Barcelona: Galaxia Gutenberg;
Círculo de Lectores, 2010. Edición del autor al cuidado de MUNNÉ, Antoni. [El Cuaderno de Sarajevo y la
colección de artículos publicados bajo el título Sarajevo y sus fantasmas figuran en las páginas 221-291 y 677-
716, respectivamente].

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GOYTISOLO, Juan, «Vicisitudes y fracasos de la no intervención. Las potencias se comportan en Siria


como en las guerras de España o Bosnia», El País, 5 de mayo de 2013.

GOYTISOLO, Juan, «En el laberinto sirio. La historia de estos cinco años es la de una serie de ocasiones
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RIBEIRO DE MENEZES, Alison, “Del yo al yo la distancia es… ética: cuestiones de autoridad y autoría
en el periodismo político de Juan Goytisolo – Bosnia, Argelia, Palestina, Chechenia” en ADRIAENSEN,
Brigitte y KUNZ, Marco, Pesquisas en la obra tardía de Juan Goytisolo, Amsterdam; New York: Rodopi, 2009,
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18
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Documental

OURDAN, Rémy; CHAUVEL, Patrick, Le siège, Agat Film & Cie; Arte France; INA; SCCA/Pro.ba, 2016
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Siria

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