Conclusión de La Relación de Ayuda

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Conclusión de la Relación

19 de ayuda

Todo tiene su momento


y todo cuanto se hace debajo del sol
tiene su tiempo...
Tiempo de destruir y tiempo de edificar...
Tiempo de llorar y tiempo de reír...
Tiempo de abrazarse y tiempo de separarse...

Eclesiastés 3.1.3i>.4a.5b.

Introducción

En los últimos capítulos, se han tratado algunos temas para llevar a


feliz término la Relación de ayuda. Sobre todo, se ha subrayado la nece
sidad de definir correctamente la meta personalizada y de programar un
plan de acción que sea adecuado para resolver el problema del Ayudando.
Estos temas se han completado, a su vez, con la necesidad de evaluar
correctamente todo proceso de ayuda y de constatar los logros que se han
alcanzado.

En este capítulo vamos a considerar la conclusión de la Relación de ayu


da, con pautas precisas que faciliten un resultado feliz y la consoli
dación de los logros alcanzados en la Relación de ayuda. “El illtimo
738 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

encuentro en una terapia estratégica, dicen Nardone y Watzlawick (1990),


reviste un papel muy importante: el de ser la última pincelada y el marco definiti
vo de la obra realizada. Su objetivo es consolidar definitivamente la autonomía
2
persona! de la persona tratada” 1

En este capítulo final vamos a tratar concretamente dos temas que


están íntimamente relacionados con la conclusión de la Relación de
ayuda'.

1. Las formalidades de la terminación de la Relación de ayuda


2. El mantenimiento de los logros obtenidos en el “día después”

1. Proceso de la terminación de la Relación de ayuda

El tema de la terminación de la Relación de ayuda ha recibido un trata


miento muy desigual entre los autores de las diversas corrientes tera-
péudcas, incluso entre los autores de la misma comente. Los autores de
corte conductual o cognitivo, por lo general, le han prestado menos aten
ción, mientras que los autores de la línea humanista-existencial y, sobre
todo, los autores de corte dinámico, le han concedido más importancia
y la lian estudiado con más detenimiento. Por eso no es extraño que exis
ta una gran diversidad de opiniones en muchos aspectos relacionados
con la terminación de la Relación de ayuda.

Fernández Liria y Rodríguez Vera (2001), sin embargo, asocian el in


terés por la terminación de la Terapia con las formas breves de Terapia:
“La preocupación por las fases fnales o la terminación de la terapia ha ocurrido
de la mano del interés por las formas breves de psicoterapia”'“La terminación ha
sido objeto de preocupación de todos los formatos breves de psicoterapia Fisch,
Weakland y Segal (1982), por el contraído, parecen tener una visión dife
rente del tema:

1. Fernández Liria, Alberto y Rodríguez Vera, Beatriz (2001). La práctica de la Psicoterapia.


La construcción de narrativas terapéuticas. Bilbao: Desdée De Brouwcr, p. 285.
2. Fernández Liria y Rodríguez Vera (2002). Intervención en crisis. Madrid: Editorial Síntesis,
p. 95.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 739

En las terapias prolongadas resulta adecuado considerar como un acontecimiento


especial la terminación del tratamiento. Entre el paciente y el terapeuta se ha ido desa
rrollando a lo largo del tiempo una relación significativa, y el final del tratamiento es
al mismo tiempo el final de dicha relación... Los terapeutas a menudo preparan al
paciente para la terminaáón, a veces con muchas semanas de adelanto. Se necesite o
no en la práctica dicha preparación, lo áerto es que los terapeutas que efectúan tra
tamientos prolongados suelen creer que es necesaria.

Ei las terapias breves en cambio no se considera que la terminaáón constituya un


aconteárniento espcáal. La brevedad del tratamiento y el énfasis en la soluáón del pro
blema no favorecen el desarrollo de una relación entre terapeuta y paciente. .En con
secuencia, no se da la sensaáán de que el pódente se separe desgarradamente del tra
tamiento, o que quede navegando al garete obligado a valerse por sí mismo. Un enfo
que dirigido a la soluáón de problemas también señala que el tratamiento es un medio
para soluáonar un problema espcáfico, por lo que no hay necesidad de dedicar dema
siado tiempo a resumir los logros del tratamiento. En la terapia breve, en consecuen
4 3
cia, se afronta con brevedad la terminaáón.

De todas formas, considero que la forma correcta de efectuar la termi


nación de la Relación de ayuda tiene una gran influencia en la eficacia de la
misma, y puede tener repercusiones negativas cuando no se cuida o no se
realiza adecuadamente. “La terminación,dicen Strupp y Binder (1989), repre
senta uno de los aspectos más críticos para el terapeuta. Dependiendo de cómo se mane
je este asunto,la terapia puede resultar un éxito o un fracaso” Sullivan (1974) indi
ca los efectos de una deficiente terminación'.“El realidad de verdad, una gran can
tidad de trabajo excelente en las entrevistas psiquiátricas, es horriblemente perjudicado,
si no totalmente destruido, en los últimos momentos”. 5

El factor, pues, que más determina el éxito o el fracaso de la finaliza


ción de la Relación de ayuda no depende tanto de que sea “terapia breve”
o “terapia larga” sino del tipo de relación establecida entre el Agente de
ayuda y el Ayudando, y de que se le dé el trato adecuado a la etapa de
separación o disolución del encuentro terapéutico existente, como vere
mos posteriormente.

3. Fisch, R. Weakland, J. H. y Segal, L. (1982). La táctica del cambio. Cómo abreviar la terapia.
Barcelona: Herdcr, p. 197.
4. Strupp, H. H. y Binder, J. L. (1989). Una nueva perspectiva en psicoterapia. Guía para psi
coterapia psicodinámica de tiempo limitado. Bilbao: Dcsclóe De Brouwer, 1993. p. 231.
5. Sullivan, H. S. (1974). La entrevista psiquiátrica. Buenos Aires: Editorial Psique, pp. 237-238.
740 LOS PROCESOS DE 1-A RELACIÓN DE AYUDA

1.1. Cuatro situaciones diferentes posibles al terminar la Relación de ayuda

La Relación de ayuda puede finalizarse de diversas formas, depen


diendo de diversos factores: nivel de satisfacción de los resultados con
seguidos, de quién parte la iniciativa de terminar, acuerdo o desacuerdo
entre el Agente de ayuda y el Ayudando en el tiempo y modo de con
cluir, etc. El modo de finalizar' la Relación de ayuda contribuye a la valo
ración que hace el Ayudando de la misma, y al esfuerzo que éste está
dispuesto a realizar para mantener los resultados conseguidos -o los
procesos iniciados- en la Relación de ayuda.

Se pueden distinguir cuatro situaciones bien diferenciadas en la termi


nación de la Relación de ayuda, con efectos también diferentes.

1. El Agente de ayuda y el Ayudando están de acuerdo en terminar,


porque consideran que han logrado los objetivos que se habían tra
zado

La Relación de ayuda se inició porque el Ayudando sufría por un


problema; quería resolverlo y consideró que la Relación de ayuda era el
medio más adecuado para lograrlo. Cuando este objetivo se ha logrado,
o se considera que está próximo a lograrse, es lógico que se piense en
terminar dicha relación.

Algunos Terapeutas, especialmente los de corte más clásico, conside


ran que la terminación de la Terapia debe ser iniciada por el Terapeuta;
consideran que sólo él, como experto en el tema, puede indicar cuál es el
momento oportuno para terminar (Kupers, 1988). Otros consideran que
es preferible que el Paciente sea el que lo indique; éste es una persona
autónoma que debe asumir la responsabilidad de su vida y de sus deci
siones. Cuando el Terapeuta decide por él, se le fomenta la dependencia
y el infantilismo.

En principio, la terminación, cuando se han logrado los objetivos, no


debería presentar dificultades especiales; debería vivirse, más bien, como
un acontecimiento alegre, positivo y deseable. De hedió, en algunos
casos sucede así; logrados los objetivos, el Agente de ayuda y el Ayu
dando se despiden con satisfacción mutua. En otros casos, sin embargo,
aún reconociendo que se lia superado el problema por el que se inició la
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 741

Relación de ayuda, se vive su terminación como algo amenazante, angus


tioso. que provoca grandes resistencias. Estos sentimientos, a pesar de
haber resuelto positivamente el problema motivo de consulta, ponen de mani
fiesto la existencia de otro problema de fondo que, a lo mejor, no ha sido
atendido adecuadamente o, al menos, no está resuelto: es el Proceso del
encuentro relaáonaL Para plantearse el tema de la terminación de la Relación
de ayuda deben tenerse en cuenta los avances tanto en la resolución del pro
blema objetivado como en la solución del problema rotacional. Los conflictos que
plantea este último los abordaremos más adelante.

2. El Ayudando decide por su cuenta abandonar la Relación de ayu


da de modo prematuro

En algunas ocasiones, el Ayudando decide terminar la Relación de


ayuda por su cuenta y riesgo, aunque, a juicio del Agente de ayuda,
todavía está lejos de haber conseguido los objetivos propuestos.

Los moriros que pueden dar lugar a esta determinación del Ayudando
pueden ser múltiples: a veces, puede deberse a que el Ayudando tiene
miedo a seguir profundizando en el problema y a sus resistencias al cam
bio; otras veces, puede deberse a la falta de recursos económicos, etc; tam
bién puede ser por falta de confianza o sintonía con el Agente de ayuda,
por las dudas que tiene -fundadas o no- sobre la preparación técnica del
mismo, o por insatisfacción con los logros que se están consiguiendo.

Como los motivos pueden ser tan variados, es muy importante des
cubrir en cada caso, las auténticas razones que tiene el Ayudando para
tomar esta decisión. El Agente de ayuda debe estar también dispuesto a
escucharlas, aunque no le agraden, exdtando la tentación de descargar la
culpa sobre el Ayudando para justificarse él.

El terapeuta, dicen Safran y Segal ( 1 9 9 1 ) , que puede mantener una actitud


respetuosa en estas circunstancias será en última instancia más terapéutico que el que
empuja a ese paciente a seguir can la terapia, o hace una interpretación que lo trata
6
como a un enfermo.

6. Safran, J. D. y Segal, Z. V. (1991). El proceso interpersonal en la terapia cognitiva. Barce


lona: Paidós, 1994, p. 277.
7
42 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

Cuando el abandono prematuro tiene el origen, principalmente, en


los miedos del Ayudando, pueden ser muy útiles las orientaciones de
Safran y Segal (1991):

existe ninguna fórmula para manejar esta situación pero, en general, el terapeu
ta debería instar a los pacientes a explorar sus razones para querer terminar la terapia
y suministrarles el clima apropiado que favorezca esta exploración. Los pacientes que se
han sentido escépticos o árticos hacia el terapeuta, y que tienen dificultades para exponer
estos sentimientos, suelen da)- excusas para terminar la terapia en lugar de expresa)- sus
inquietudes directamente. Si el terapeuta logra crear un (tima favorable que le permita
al paciente explorar sus sentimientos negativos o ambivalentes, las razones para terminar
7
la terapia podrían disiparse y es posible que el paciente decida no abandonarla.

Kleinke ( 1 9 9 4 ) , a su vez, da otras pistas de comportamiento que pue


den ser útiles cuando el deseo de abandonar procede de la falta de resul
tados:

Generalmente, es más beneficioso dedicar algún tiempo a resumir los progresos


hechos por el cliente hasta ese momento y ayudarle a alcanzar una visión global de
todo lo que ha pasado, desde dónde partía y a dónde le gustaría llegar. Ayudar a los
clientes a lograr una perspectiva de sus problemas y a apreciar las posibilidades que
la terapia les ofrece, puede ayudarles mucho en sus planes futuros. El simple hecho de
que un cliente desee parar en ese momento la terapia, no significa que no esté dispues
to a continuar en el futuro. Ahora bien, cuando un diente desea terminar, no debe hacer
se ai la misma sesión en la que se ha suscitado por primera vez el tema. Los terapeu
8
tas deben pedir a los dientes que vuelvan para una sesión especial de terminación.

Cuando los motivos del abandono del Ayudando radican, principal


mente, en deficiencias del Agente de ayuda, creo que la mayoría de las
veces s e debe a fallos notables en las cualidades facilitadoras del encuen
tro personal, que indicamos en el capítulo 6 ; esto es: autenticidad perso
nal, reconocimiento y consideración positiva, comunicación empática y
cordialidad y compromiso personal.

Si después de dialogar abiertamente sobre el tema, el Ayudando no


s t á convencido de que es mejor continuar, el Agente de ayuda no sólo
io debe dificultarlo, aunque s e a muy sutilmente, sino que debe facili-

7. SaFraii y Segal, op. cit., p. 276.


8. Kleiiike, Ch. L. (1994). Principios comunes en psicoterapia. Bilbao: Desclée De Brouwer,
1995. p. 270.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 743

F tarle que deje el tratamiento, sin que se sienta culpabilizado o con sen-
nmientos de fracaso.
Insistir en que continúe el tratamiento, dicen Fisch et al. ( 1 9 8 2 ) , es cuanto
menos una pretensión inútil.

Fbr otra parte, si se acepta ti deseo del diente de dar por terminado el tratamiento,
la despedida se produce en un clima de afabilidad, lo que no deja de tener impor
tancia ya que le facilita al cliente la reanudación del tratamiento en el caso de que
descubra que probar por su cuenta no funciona...

Si el terapeuta cree que el problema se halla insuficientemente solucionado y que


el tiempo y los acontecimientos se lo demostrarán al cliente, puede acceder al deseo de
terminar que éste exprese, pero redefiniéndolo como una suspensión temporal. “De
hecho, estoy de acuerdo en que éste sería un momento adecuado para abandonar el
tratamiento, o por lo menos para tomar unas saludables vacaciones”. 9

Fisch et al. (1982) indican varias estrategias que puede utilizar el


Agente de ayuda para reconducir estas situaciones; aunque la filosofía de
que parten me parece discudble, sin embargo, las estrategias en sí pueden
ser útiles en la práctica, sobre todo si se impregnan de otras actitudes. 10

3. El Agente de ayuda termina prematuramente la Relación de ayuda

En otras ocasiones, puede ser el propio Agente de ayuda el que decide


terminar antes del tiempo convenido. Es necesario tener en cuenta que,
cuando el Agente de ayuda inicia la relación, acepta, al menos implícita
mente, el compromiso de continuarla hasta su fin, salvo que se presenten
situaciones imprevistas que lo impidan. Como la terminación prematura
puede afectar negativamente al Ayudando, es necesario que el Agente de
ayuda esté convencido plenamente de la conveniencia de tomar tal medi
da; al mismo tiempo, ha de procurar también explicarlo al Ayudando de
modo que pueda comprenderlo, y le ocasione el menor daño posible.

De las cuatro situaciones diferentes de terminar la Relación de ayu


da, ésta es la más dolorosa de todas para el Ayudando, como indica
Johnson (1988).

9. Fisch, Weakland y Segal, op. cit., p . 203.


10. Fisch, Weakland y Segal, op. cit., p. 205-211.
744 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

En términos de transferencia, el que su terapeuta lo deje a usted puede reavivar


vigorosamente sus más hondas experiencias de pérdida. E los sentimientos de aban
dono que todos los pudentes sufren en cierta medida cuando dejan la terapia, se tor
11
nan tanto más intensos cuando es el terapeuta quien pone Jin a las cosas.

Antes de tomar tal decisión, el Agente de ayuda ha de ser muy sin


cero consigo mismo y descubrir las razones profundas que le mueven a
terminar. Esto no puede justificarse sólo porque el Ayudando no le cai
ga bien, le resulte poco interesante, le desagrade su modo de compor
tarse, o tome frecuentemente una actitud crítica ante el trabajo terapéu
tico, que hiere su narcisismo.

Dice Kleinke ( 1 9 9 4 ) sobre este particular:

Cuando las cuestiones de proceso en la relación terapéutica causan malestar al


terapeuta, éste habrá de buscar supervisión y convertir este malestar en una expe
riencia de aprendizaje provechosa. Remitir que el malestar se acreciente hasta que el
único recurso sea el de terminar la terapia no responde id a los intereses del cliente ni
12
a los del terapeuta.

Kramer ( 1 9 9 0 ) invita también a los Terapeutas a que se pregunten


muy honestamente si, tal vez, su deseo de terminar con un Cliente no
está motivado por el aburrimiento, la falta de simpatía u otras cuestio
nes de contratransferencia:

También es justo reconocer que es perfectamente correcto que los terapeutas tengan
sentimientos negativos hada sus clientes. Ahora bien, el que inicien la terminación por
que no han resuelto sus propios asuntos personales, es una cuestión muy diferente.
Cuando un terapeuta tiene, por qemplo, problemas para manejar a un cliente excesi
vamente dependiente, su tarea tal vez deba ser la de consultar con otro prrfesional en
lugar de radonalizar que la terminación es un medio apropiado para manejar el pro
blema. Si no hay claves o sugerencias de terminación por parte del paciente, y no hay
criterios obseivables, entonces un final iniciado por el terapeuta puede muy bien ser
13
debido a la contratransferenda.

11. Johnson, Catherine (1988). Cuándo terminar con el Psicoterapeuta. Buenos Aires: Javier
Vergara, 1990, p. 191.
12. Kleinke, op. cit., p. 270.
13. Kramer, S. A. (1990). Positive endings in psychotherapy. S. Francisco: Jossey-Bass, p. 31.
Cit. por Kleinke, op. cit., p. 270.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 745

Cuando la decisión de terminar prematuramente se debe a una falta


continuada de interés del Ayudando, se debe abordar abiertamente esta
cuestión en la entrevista para conocer las causas que lo ocasiona. Si no
se prevé un cambio de actitud, ajuicio también del Ayudando, se le pue
de proponer una interrupción temporal de la Relación de ayuda, hasta
que esté en una actitud más propicia para recomenzarla. Es muy conve
niente que esta decisión sea consensuada por las dos partes, para que el
Ayudando no lo interprete como un rechazo.

En los casos en que el Agente de ayuda considera que él no es la per


sona adecuada para abordar eficazmente la problemática del Ayudando
-tal vez porque ha aparecido un nuevo aspecto o ramificación del proble
ma con el que antes no se contaba-, debe hablarlo sinceramente con el
Ayudando y proponerle ser transferido a otro profesional al que conside
ra más adecuado para ayudarle. La decisión debe ser tomada de común
acuerdo, y guardando todas las cautelas que deben seguirse en estos casos.

Tanto en este último caso como siempre que el Agente de ayuda deci
de terminar prematuramente su relación terapéutica, debe anunciarlo
con el debido tiempo y trabajar-, en la medida de lo posible, el proceso
de separación, para que sea menos doloroso, y el Ayudando pueda enca
jarlo como otra oportunidad de crecimiento personal.

4. La Relación de ayuda se termina prematuramente por causas aje


nas al Agente de ayuda y al Ayudando

La Relación de ayuda también puede terminarse prematuramente, en


otras ocasiones, porque influyen negativamente algunas circunstancias
externas que impiden que pueda continuarse hasta el final previsto.

Las causas externas que pueden provocar esta terminación prematu


ra involuntaria, pueden ser de muy diversa índole:

• A veces, estas causas dependen del Acaldando: el Ayudando asiste


a la Terapia desde otra ciudad y una enfermedad le dificulta tras
ladarse, la empresa donde trabaja el Ayudando lo destina a otra
ciudad que está lejos, un cambio en el tumo de trabajo lo hace
incompatible con el horario posible de entrevistas, etc.
746 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

• Otras veces, la dificultad se deriva de cambios en la vida del Agente


de ayuda: traslado a otra ciudad, cambio de actividad, enfermedad
de larga duración, accidente grave incluso con muerte, etc.

• En otras ocasiones, la terminación depende de cambios ajenos a los


dos: la Relación de ayuda tiene lugar en el marco de una institución
que es quien pone las normas de terminación, el Ayudando es aten
dido en un centro hospitalario y se le concede el alta, la compañía de
seguros que cubre los gastos de tratamiento sólo atiende un número
reducido de sesiones, el Agente de ayuda termina el contrato de tra
bajo o de colaboración en la institución que presta el servicio, etc.

Es evidente que, cuando se sabe de antemano el número de sesiones


o el tiempo disponible, se deben programar los objetivos contando con
estas limitaciones. A veces, sin embargo, el tiempo disponible es clarísi-
mamente insuficiente para abordar incluso los aspectos más graves, o se
han presentado algunas circunstancias agravantes tan de improviso que
no hay tiempo suficiente para remodelar, de modo razonable, la termi
nación de la Relación de ayuda. El Agente de ayuda puede y debe expo
ner su parecer ante estas circunstancias adversas y evitar que la inte
rrupción sea captada por el Ayudando como un rechazo. Por lo menos,
es necesario que en estas circunstancias dolorosas le quede al Ayudando
el consuelo de que no ha sido abandonado, sino que ha sido forzado por
circunstancias ajenas a la voluntad del Agente de ayuda.

1.2. La separación es una etapa decisiva del proceso relacional

La tarea principal, y más delicada, de la terminación de la Relación de


ayuda, es propiciar la correcta reelaboración de la separación o disolución
del encuentro personal.

En el capítulo 4 presenté un marco teórico que facilita la comprensión


de los distintos procesos de la Relación de ayuda y sus diferentes etapas.
Dicho marco teórico permite situar en su contexto propio la separación o
disolución del encuentro personal. El Ayudando que inicia una Relación
de ayuda, como ya dije, ha de asumir el riesgo de afrontar dos problemas
básicos:
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 747

1. El problema objetivado. Éste indica el problema que preocupa a la


persona, le hace sufrir, y lo motiva para pedir ayuda. Frecuente
mente suele llamarse “motivo de consulta”

2. El problema Es el conflicto que surge en el Ayudan


relacional.
do, al tener que establecer un encuentro personal con el Agente
de ayuda, en el que ha de mostrarse indefenso y necesitado. Este
“desvelamiento” personal le hace temer el menos-precio, el rechazo y
el abandono, al ser conocido realmente como él se ve y como se
siente.

Las Terapias, como dijimos, se han ido decantando por prestar aten
ción a uno de los dos problemas, olvidándose del otro. A lo sumo, se le
ha prestado una atención secundaria y fragmentaria, cuando la presión
del problema olvidado se ha hecho tan grande que no ha podido seguir
ignorándose; pero sin integrarlo en un marco teórico integral.

La fase de terminación de la Relación de ayuda afecta tanto al Proceso de


resolución del problema objetivado como al Proceso del encuentro personal] por eso,
es necesario, que, antes de tomar la decisión de terminar la Relación de
ayuda, se tenga en cuenta el nivel de resolución de ambos problemas,
tanto del problema objetivado como del problema relacional. Generalmente,
sin embargo, las dificultades mayores en la fase de la terminación, proce
den del Proceso del encuentro personal.

El Proceso del encuentro personal entre el Agente de ayuda y el Ayudando


queda enmarcado entre dos momentos claves, que lo definen y configu
ran esencialmente: el momento de decir “hola” que define la configuración
del encuentro, y el momento de decir “adiós” que consagra la separación.

En el capítulo 6 estudiamos las actitudes facilitadoras del encuentro perso


nal] es necesario cuidar atentamente el modo de decir y configurar el
“hola ” pues ello condiciona, en gran medida, el desarrollo posterior de
la Relación de ayuda. También tiene una gran importancia el modo
cómo se configura y se pronuncia el “adiós ”, pues éste contribuye a ase
gurar el éxito de la Relación de ayuda. El “adiós” no puede entenderse
como un triste acontecimiento sobrevenido, accidentalmente, en el pro-
748 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

ceso de ayuda; más bien puede decirse que pronunciar un ‘‘adiós” desde
la madurez es la culminación de todo el proceso; éste ha sido el objetivo
básico desde el mismo comienzo de decir “hola”. Esto no quiere decir
que sea fácil o que, en ocasiones, no se mezcle con actitudes y senti
mientos complejos, que es necesario clarificar para integrarlos positiva
mente en el proceso de ayuda.

Es necesario preparar cuidadosamente al Ayudando para decir


“adiós es decir, hay que ayudarle a que asuma que toda relación tie
ne límites y que, más pronto o más tarde, termina con una separación.
Cuando alguien no se atreve a decir “adiós” porque le resulta muy
amenazante, esto puede condicionar muy profundamente todo su
mundo relacional. En ocasiones, tal vez, rehuya decir “hola”, o no lo
diga plenamente, o lo diga mal; algunas personas pueden rehuir esta
blecer relaciones nuevas ante el temor de desmoronarse cuando lle
gue el “"adiós”.

El miedo a decir “adiós” también puede inducirle, en otras ocasiones,


a tomar actitudes inadecuadas durante el encuentro: ya sea sometién
dose, dominando o utilizando cualquier otro tipo de manipulación.
Pero, precisamente, estos mecanismos suelen provocar que la separación
sea más pronta, dolorosa e inevitable. El adiós que no se metaboliza con
todo el ser de la persona bloquea una cantidad importante de energía y
esto disminuye su capacidad de pronunciar otros “holas”y otros “adio
ses ”, disminuyendo así su capacidad de relación. La etapa de la separación
debe preparar al Ayudando para ser capaz de decir “adiós” sin traumas,
aunque sea con dolor.

1.2.1. Carácter ambivalente de la separación

La fase de la separación o disolución del encuentro produce frecuente


mente sentimientos contradictorios. Por una parte, es un motivo de satis
facción, porque es señal de que se están logrando los objetivos que se
habían preparado; pero, por otra, es la confirmación de que una expe
riencia gratificante está próxima a su fin, y esto resulta doloroso.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 749

a) La separación es un motivo de satisfacción

El motivo primero que llevó al Ayudando a buscar una Relación de


ayuda fue la constatación dolorosa de que tenía un problema y que nece
sitaba ayuda para resolverlo. Este encuentro pudo resultarle más o
menos amenazante, al tener que compartir el mundo de su intimidad, lo
que pudo activar sus miedos al rechazo y al abandono.

Cuando ha llegado a la fase de la separación es señal de que los proble


mas del Ayudando se están superando y que el esfuerzo que ha invertido
en esta tarea -frecuentemente penosa- está teniendo un resultado positi
vo: el Ayudando se siente más seguro de sí mismo, más responsable de la
propia vida y más capaz de establecer relaciones positivas. La terminación
de la Terapia, dicejonson (1988), “es el puente entre ser un paciente y no ser un
pódente. Es la última estación en su trayecto de una condición a otra, de no feliz a más
jeliz, de neurótico’ a sano”.14

b) La separación incluye también, frecuentemente, sentimientos de


tristeza y pérdida

La Relación de ayuda ofrece la oportunidad de un encuentro perso


nal auténtico entre el Agente de ayuda y el Ayudando, hasta consumir
se en una “experiencia emocional correctiva”. Cuando se inicia la fase de la
separación,se sabe que, independientemente de las fantasías que hayan
podido alimentarse sobre el particular, se está acercando inexorable
mente el momento de decirse adiós.

Decirse adiós,cuando se tiene una relación cálida con una persona, fácil
mente suscita un sentimiento de tristeza. Por eso, las despedidas suelen aso
ciarse a sentimientos de tristeza. Se oye decir con frecuencia: “las despedidas
son tristes”,“no me gustan las despedidas', “yo prefino desaparecer sin despedirme”,
etc. Por tanto, es lógico que la ruptura de un encuentro con una persona
-a la que se ha hecho partícipe de las intimidades más profundas que, tal
vez, ni los amigos más íntimos conocen-, provoque también un cierto sen
timiento de tristeza y de pérdida, que deben mantenerse bajo control.

14. Johnson, op.cit., p. 171.


750 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

c) La separación es más dolorosa en algunas situaciones

En algunas circunstancias, el proceso de separaáón resulta especial


mente doloroso. Indico algunos de estos casos:

1. Las personas han vivido otras separaciones dolorosos que no


han elaborado adecuadamente

La terminación de la Relación de ayuda activa frecuentemente la viven


cia de otras separaciones dolorosas. Cuando el Ayudando ha tenido, a
lo largo de la vida, otras situaciones de pérdida o de abandono que no
ha elaborado adecuadamente, la fase de la separación se le hace más dolo-
rosa. Estas personas, al principio de la Relación de ayuda, suelen pre
sentar bastantes resistencias para confiar en el Agente de ayuda, mos
trando, frecuentemente, actitudes de desconfianza o de indiferencia;
posteriormente, sin embargo, cuando siente inminente la terminación
de la Relación de ayuda, se les suele activar intensamente el temor a la
separación.

En sima, dicen Strupp y Binder ( 1 9 8 9 ) , la relación paciente-terapeuta en la


PDTL, lo mismo que otras formas de terapia dinámica, pueden convertirse en una
réplica de las relaciones más tempranas. A medida que el paciente contempla la ter
minación, se repetirán y replantearán con el terapeuta antiguos problemas relaciona
dos con este tema. En el análisis final, la terminación, la separación, y la muerte están
en la base de la existencia humana, para lo cual la psicoterapia, sea de tiempo limi
tado o ilimitado, no puede ofrecer cura. Lo más que puede hacer es aliviar el sufri
miento innecesario enraizado en los traumas infantiles, y a través de una experiencia
constructiva en la vida, fortalecer la auto-confianza del paciente así como de sus capa
cidades para controlar la vida, incluidas las relaciones con los otros significativos.
Creemos que éste no es un logro trivial . 15

Por lo mismo, son muy sensibles a las pérdidas los Ayudandos que
tienen una estructura de "‘‘apego ambivalente o ansioso’'. Tal vez, el problema
objetivado del Ayudando -motivo de consulta- fue muy ajeno a esta proble
mática; pero, cuando el Agente de ayuda comienza a hablar de la termi
nación de la Relación de ayuda, puede reaccionar con un alto nivel de

15. Strupp y Binder, op. cit., p. 235.


CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 751

ansiedad. Es frecuente que, en la fase de separación,se muestren ambiva


lentes y alternen momentos de pena y sometimiento con otros de rabia
y de ataques despiadados contra el Agente de ayuda, especialmente en
las zonas que piensan que pueden ser más dolorosas para él.

2. Cuando la terminación de la Relación de ayuda se ha precipitado


excesivamente

La terminación prematura de la Relación de ayuda también contribuye a


hacer más dolorosa la conclusión. Los motivos pueden ser variados,
como ya dijimos anteriormente: traslados, enfermedades, problemas
económicos del Ayudando, presiones familiares, incompatibilidad de
horarios, etc. Resulta especialmente dolorosa la terminación, cuando la ha
decidido unilateralmente el Agente de ayuda; sobre todo, si el Ayudan
do no ve claras sus motivaciones profundas. La conclusión prematura no
permite elaborar la separación respetando las necesidades y el ritmo de
asimilación del Ayudando. Estas dificultades se agudizan, todavía más,
si acontece en una situación en que el Ayudando no puede disponer de
apoyos con los que, anteriormente, podía contar con ellos. El Ayudando
se siente perdido y “solo ante el peligro”

3. La Terapia de larga duración con fuerte “neurosis de transfe


rencia ”

La terminación de la Terapia, en esta situación, ofrece una dificultad es


pecial y requiere una prolongada etapa de reelaboración de la separa
ción. El estudio de Marx y Gelso (1987) comprueba que la separación
es más difícil, cuando el Ayudando había desarrollado una relación es
trecha con su Agente de ayuda a lo largo de un período de tiempo rela
tivamente prolongado.

4. Cuando los logros de la Relación de ayuda no responden a las


expectativas

Puede surgir un malestar de diferente naturaleza cuando el Ayu


dando toma conciencia de que la Terapia se termina, y él no ha logrado
los resultados que esperaba. Dice Johnson (1988) a este respecto:
752 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

Muchos pacientes experimentan una aguda sensación de desengaño atando se dan


atenta, ahora (pie la terapia toca a su fin, de que en realidad no van a convertirse
en seres perfectos y perfectamente felices. En tanto dura la terapia, un paciente puede
mantener la esperanza, la fantasía, de arreglarlo todo, pero cuando se establece la
16
jecha final, es inevitable que penetre la realidad.

1.2.2. La separación es una oportunidad de maduración personal


Uno de los tenias que más preocupan en las relaciones interpersona
les, y que frecuentemente hace sufrir más a las personas, es el que hace
referencia a la separadón de personas queridas: duelo, separación afectiva,
dependencia afectiva, etc. El modo concreto como la persona afronta este
problema, termina marcando todo el ámbito de las relaciones que esta
blece con los demás; del mismo modo que el conflicto personal está aso
ciado, frecuentemente, con el conflicto relaciona!, puede decirse que el
conflicto relaciona! tiene que ver mucho con las experiencias de pérdida,
imaginaria o real, de personas queridas.

Por eso dicen Safran y Segal (1991):


Un supuesto fundamental de nuestro enfoque es que los seres humanos tenemos
una predisposidón a las reladones interpersonales y que gran parte del aprendizaje
desadaptado que realizan los individuos se origina en sus intentos de evitar la desin-
tegradón de nuestras relaciones interpersonales... En conseaienda, es particularmente
importante que el terapeuta esté atento a la potencial significaaóm simbólica de la ter
minación para el paciente y que utilice la inminencia del fin como una oportunidad
para explorar el modo característico que tiene el paciente de reacáonar ante las sepa-
17
radones y de manejarlas.

De lo dicho anteriormente se deduce que la fase de la separadón


representa una gran oportunidad para que el Ayudando pueda traba
jar adecuadamente este tema en el marco de la relación terapéutica.
Este abordaje le permite comprender las claves que utiliza en su rela
ción con personas significativas y “ ensayad’’ una experiencia exitosa de
separación con la persona del Agente de ayuda.

Dicen Fernández Liria y Rodríguez Vega (2001):

16. Johnson, op. cit., p. 179.


17. Safran y Segal, op. cit., p. 272.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 753

... Durante la terapia se han producido momentos emoáonalmente intensos que se


han compartido con el terapeuta, ñr todo ello el Jin de la terapia entraña una pér
dida, que sobre todo en las personas que tienen dificultades para afrontar este tipo de
acontecimientos -muchas de las que acuden a la consulta- puede entrañar dificulta
des que pueden requerir una intervención específica.

Por ello en las sesiones dedicadas a la terminación debe hacerse explícitamente refe
rencia a la posibilidad de que esta sea experimentada como una pérdida y requiera
un trabajo específico de duelo. En los casos de tos pacientes que han acudido a tera
pia por trastornos afectivos es especialmente importante considerar que el sentimiento
de pena (o de indefensión, o de miedo...) que puede acompañar a la separación de la
terapia y del terapeuta- pueda ser interpretado como una recaída en lugar de cómo
18
una reacción adecuada.

Los beneficios de un buen abordaje de la separación son numerosos;


entre los más importantes, se pueden indicar los siguientes:

• Ofrece la oportunidad de explorar sentimientos, actitudes, creencias y estra


tegias interpersonales asociados con el esquema interpersonal del
Paciente (Safran y Segal, 1 9 9 1 ) .

• Sirve de reflejo de los procesos de disolución de la transferencia. La


angustia de separación viene a marcar el grado de simbiosis que ha
producido la relación, y es en dicho momento, al cesar las presio
nes resistenciales derivadas del miedo al contacto, cuando suelen
emerger variables de conflicto y personalidad poco observables en
el proceso (Valonero, 1994).

• Hace posible que el Terapeuta y el Cliente se despidan de una manera


mutuamente gratificante. Esta es una experiencia nueva e importante para
muchos Pacientes que no han aprendido cómo separarse de las per
sonas que han llegado a ser significativas para ellos (Kleinke. 1994).

• Permite recapitular los múltiples adioses anteriores en la vida, al mismo


tiempo que prepara para manejar, más adecuada y abiertamente,
los adioses futuros (Maholick y Tumer, 1979).

18. Fernández Liria y Rodríguez Vega, La práctica de la Psicoterapia, p. 289.


754 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

• Enseña a los Pacientes cómo concluir las relaciones con una sensa
ción de segiridady dominio. Por esta razón, la terminación es un pro
ceso esencial en Terapia y no debe ser evitado (Sullivan, 1974).

• Pone de relieve que la terminación es más que el simple final de la


Terapia, y si se maneja y comprende adecuadamente, puede ser
una fuerza importante en la integración del cambio (Yalom, 1985).

La despedida, pues, puede descodificarse de formas muy diversas tan


to por el Ayudando como por el Agente de ayuda. Lo importante es cap
tar el significado profundo que tiene esta separación concreta, para esta per
sona concreta, en esta situación concreta. Después de captar su significa
do, hay que ayudar al Ayudando a que asuma el dolor de la separación
como algo ineludible de la vida, y hay que motivarle para que no deje de
enriquecerse con el establecimiento de relaciones interpersonales ricas,
por el miedo al sufrimiento que pueda ocasionarle la separación posterior.

Carrón González (1990) sintetiza el efecto benéfico que se sigue de la


reelaboración de la fase de separación:

La expectativa inicial del paciente de que la terapia le conduciría a las playas de


mundos maravillosos, donde se efiumarían las dificultades y la problemática existen-
cial, ha sido desechada. Se ha reservado un lugar en el espacio interior de la soledad,
al dolor inevitable, a la decepción y al sentimiento limitante de impotencia, al lado de
una capacidad para saborear íntimamente el propio estar en armonía con la rea
19
lidad y la grata vivencia de estar bien con el otro.

1.3. La preparación de la separación

Es necesario preparar la separación adecuadamente para que se realice


con los menos inconvenientes posibles; aunque esto resulta, a veces,
sumamente complejo y difícil de alcanzar. La disolución del encuentro
terapéutico no se refiere simplemente al momento puntual en el que el
Agente de ayuda y el Ayudando se ven por última vez; más bien hay

19. Carrón González, Ramón (1990). Psicoterapia, Relación y Proceso. Salamanca: Amará
Editores, p. 161.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 755

que entenderlo como todo un proceso, que abarca desde el inicio de la


relación hasta que se dicen adiós. Muchos autores acentúan la idea de
que el proceso de la terminación debe comenzar en el principio mismo
de la Terapia (Kleinke, 1994; Kramer, 1990; Freud, 1937; Weddington
y Cavenar, 1979; Safran y Segal, 1991; etc.).

La separación resulta menos dolorosa, en igualdad de condiciones, cuan


do se planifica cuidadosamente el proceso. Algunos medios pueden ser
los siguientes:

1. El fin de la Relación de ayuda debe concretarse con antelación

Cuando la fecha de la conclusión de la Relación de ayuda está deter


minada de antemano, el Ayudando se hace más fácilmente a la idea y se
va preparando poco a poco para cuando llegue el momento. La termina
ción, de algún modo, debe tenerse en cuenta cuando en las primeras
sesiones de la Relación de ayuda se está trabajando el encuadre situacioncf
entonces el Ayudando la acepta más fácilmente, porque todavía no está
muy implicado emocionalmente en el proceso. De este modo, se evita
también que la negociación de la fecha de terminación se convierta en
manzana de discordia, o que el Ayudando pueda manipularlo, bien inter
pretándolo como signo de que el Agente de ayuda no tiene suficiente
interés con él, o bien como excusa para prolongar el proceso.

Kleinke (1994) es de los autores que propugnan el señalamiento tem


prano de la terminación:

La terminación comienza al principio de la primera sesión de terapia. Se debe


dejar bien claro al comienzo de la terapia que, en algún momento, el terapeuta y el
diente darán por terminada su relación. Muchos terapeutas recomiendan establecer
una fecha de terminación hacia la que poder trabajar junto con el cliente. La mejor
situación es aquella en la que tanto el terapeuta como el diente acuerdan cuándo es
20
un momento oportuno para concluir la terapia.

20. Kleinke, Chris L. (1994). Principios comunes en psicoterapia. Bilbao: Desciée De Brouwer,
1995, p. 280.
756 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

El conocimiento de antemano de la fecha de la terminación tiene,


además, la ventaja de que puede servirle de acicate al Ayudando para
aprovechar mejor el tiempo, que todavía tiene disponible.

Safran y Segal (1991) subrayan este aspecto:

Establecer el límite de tiempo o la fecha de terminación por adelantado de hecho


puede facilitar el proceso terapéutico al crear una sensación de urgencia y de necesi
dad de alcanzar metas que podría alentar a los pacientes a poner mayor empeño en
la tarea.

Para muchos pacientes, la inminencia de la terminación de la terapia tiene el efec


to deactivar problemas e inquietudes importantes respecto del significado interperso
nal de la separación (Ma?m,1973). Para los pacientes que no han progresado tanto
como inicialmente habían esperado, la aproximación de la fecha de terminación de la
terapia puede activar una serie de sentimientos complejos y ambivalentes, no sólo sobre
si han obtenido lo que buscaban de la terapia, sino también si han obtenido lo que
22 21
deseaban del terapeuta.

En el mismo sentido abunda Johnson (1988):

Establecer una fecha concreta, identificabk, que se marca en el calendario, faena la


cuestión; el paciente no puede eludir tan fútilmente el hecho de que se avecina una sepa
ración. Está obligado a habérselas con sus sentimientos. Y muchos terapeutas han com
probado que parte de la tarea más productiva de terapia tiene lugar durante una ter
minación, bajo la presión del final inminente. No es que aparezca material nuevo; más
12
bien, un material viejo cobra nueva forma.

Frecuentemente, resulta difícil indicar exactamente el momento


le la terminación, cuando todavía se está en el encuadre situaáonal',en
:sos casos, se podría indicar, por lo menos, la duración aproximada.
Atando se inicia la etapa de cambio de comportamientos, creo que puede
er un momento muy adecuado para retomar el tema de la termina- •
:ión y señalar, más concretamente, cuándo será el fin de la Relación
le ayuda.

21. Safran y Segal, op. cit., pp. 271-272.


22. Johnson, op. cit., p. 169.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 757

2. El Agente de ayuda debe reconocer y reforjar los logros conseguidos

Otra forma de preparar positivamente al Ayudando para la termina


ción dela Relación de ayuda es que el Agente de ayuda reconozca los logros
que ha conseguido el Ayudando. Este reconocimiento debe centrarse
principalmente en los siguientes aspectos:

• Debe resaltar el empeño puesto en el trabajo

Guando el Agente de ayuda reconoce sinceramente el esfuerzo que el


Ayudando ha invertido en la superación de sus problemas, ello le sirve
de estímulo para continuar completando la tarea, que no termina con las
sesiones, sino que la ha de proseguir posteriormente.

Hay que poner de relieve, dicen Nardone y Watzlawick ( 1 9 9 0 ) , la capaci


dad que ha demostrado el sujeto al realizar con constancia y tenacidad el “duro” tra
bajo que le ha exigido la solución del problema, y la capacidad que ha. adquirido de
superar por sí solo, ahora, otros problemas eventuales.

Consideramos que es fundamental este incentivo para el mantenimiento de una


autonomía personal propia y para la adquisición de una correcta autoestima, y pen
23
samos que ha de asumir la forma de una sugestión positiva para el futuro.

• Indicar las metas concretas que ya ha conseguido el Ayudando

Constituye también un estímulo para el Ayudando que el Agente de


ayuda le indique las metas concretas que ya ha conseguido con su esfuer
zo. Ward (1984) aconseja al Agente de ayuda que invite al Ayudando, de
vez en cuando, a recordar el estado en que él se encontraba antes y lo
coteje con los comportamientos que está teniendo en el presente.

Naturalmente que, para poder señalar las metas que ya ha logrado el


Ayudando, es necesario que el trabajo terapéutico se haya plasmado pre
viamente en términos de conductas observables y evaluables. Kleinke
(1994) señala la importancia de tener establecidas metas claras'.

23. Nardone y Watzlawick, op. cit., p. 111.


758 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

Es mucho más fácil que cliente y terapeuta trabajen hacia la consecución de un


final satisfactorio si ambos han compartido las metas mutuas. Las metas de la tera
pia deben ser tan objetivas como sea posible de manera que terapeuta y cliente pue
dan evaluar sus progresos durante el curso de la terapia. Cuando los logros del clien
te sean sutiles, el terapeuta puede ayudarle a apreciar estos avances haciendo una
revisión del curso de la terapia. Si el cliente está preparado para esperar dificultades
y recaídas como una parte natural de la terapia, entonces éstas pueden ser sorteadas
sin problemas. El terapeuta debe ser sensible para acompasar su agenda personal con
24
los deseos, necesidades, capacidades y limitaciones del cliente.

* El Agente de ayuda debe expresar, congruente y repetidamente, la


convicción de que el Ayudando tiene capacidad suficiente para
resolver sus conflictos

A lo largo de toda la Relación de ayuda el Agente de ayuda debe


expresar, repetidamente, su firme convicción de que el Ayudando tiene
capacidad para resolver sus conflictos. La expresión de esta convicción
es siempre necesaria, pero todavía se hace más perentoria, cuando se
está trabajando la terminación de la Relación de ayuda.

El mensaje básico que el Agente de ayuda quiere transmitir al Ayu


dando, cuando le propone la terminación, es éste: '‘ahora puedes tú
solo ”. Es necesario que el Agente de ayuda exprese esta convicción, no
sólo con palabras sino a través de todos los lenguajes: actitudes, com
portamientos, reinterpretación de las normas del encuadre situacional,
etc. El Agente de ayuda debe expresar una mayor valoración del modo
de pensar, sentir y actuar del Ayudando, principalmente, a través de
propios comportamientos, que deben ser cada vez más igualitarios y
menos asimétricos. Cuando el Agente de ayuda incluye interpreta
ciones, críticas y descalificaciones, pueden ser descodificadas por el
Ayudando como falta de confianza en sus capacidades; es como si le
dijera: “bueno, ahora me toca decirte que tú ya puedes, pero date cuenta que sin
mí eres incapaz de pensar y decidir por ti mismo”, lo cual encierra una contra
dicción flagrante.
O

24. Kleinke, op. cit., p. 277.


CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 759

Estos comportamientos contradictorios pueden deberse a diversas


causas. Son más frecuentes cuando se llega a la fase de la separación por
que el Ayudando ha insistido mucho en terminar, o cuando el Agente
de ayuda quiere terminar porque no se siente cómodo con este Ayudan
do. A veces, también puede ser por lo contrario: el Agente de ayuda es
el que no quiere que el Ayudando deje la Relación de ayuda, pues el
enganche lo tiene él. En éstas y en otras circunstancias similares es más
fácil que el Agente de ayuda se comporte incongruentemente y mande
al Ayudando mensajes dobles, que transmiten ambigüedad, desorienta
ción y, finalmente, el fracaso en su intento de autonomía.

Sucede lo contrario, cuando el Agente de ayuda le expresa al Ayu


dando, desde su autenticidad, su firme convicción de que él puede ya
caminar solo. Dice a este propósito Johnson (1988):

Finalmente en una buena terminación el terapeuta da su “bendición ”. Ofrece


su convicción de que el pódente está preparado, de que ahora es un buen momento
para terminar la terapia. Al brindar su aprobación, el terapeuta suelta efectivamen
te a su paciente, dándole “permiso” para irse. Esto es importante, porque si su tera
peuta sigue discutiendo contra su partida sin tregua, lo fuerza a usted a una actitud
desafiante. Para irse, debe rebelarse...

Tal secuencia de creciente desengaño equivale a un cataclismo psíquico de tnagni-


tud, mucho más destructivo de lo que pueda parecer en lo inmediato. Separarse en
pleno desacuerdo es muy diferente de sepárense cuando se concuerda; se sufre no sólo
pérdida sino, esencialmente, una ruptura también.

3. No se debe cerrar la puerta ni de golpe ni con llave

El Ayudando ha debido superar, posiblemente, una serie de rupturas


internas, dolorosas, cuando ha concertado con el Agente de ayuda la ter
minación de los encuentros. Esta terminación, como hemos visto ante
riormente, activa en el Ayudando frecuentemente inseguridades sobre sí
mismo y sobre su capacidad para superar él solo las dificultades que
pueda encontrar. Por eso, es importante que el Ayudando no se sienta,
en estas circunstancias, totalmente abandonado a su suerte.

25. Johnson, op. cit., pp. 170-171.


760 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

Como la separación es una preocupación tan poderosa, dice Johnson (1988),


a los pacientes parece irles mejor cuando los terapeutas no imponen un jin estricto a
todo contacto. A menudo los pacientes sometidos al enfoque repentino -ahora usted
está fuera de la terapia para siempre- encuentran insatifactoria su termina
ción. Es preferible una metodología de “puertas abiertas ” Algunos terapeutas dicen
a los pacientes (pie se van, que pueden volver si lo necesitan...

Una pérdida absoluta es traumática. La puerta abierta no hace menos real su


26
pérdida al dejar la terapia; solamente menos calamitosa.

Con el fin de evitar el corte traumático, no es conveniente cerrar la


puerta de golpe, sino poco a poco, según aconseje la personal idiosincrasia
del Ayudando. Fernández Liria y Rodríguez Vera ( 2 0 0 1 ) indican algu
nos medios que pueden ayudar en esta tarea:

En ocañones es conveniente programar una disminución paulatina del apoyo que


el paciente está recibiendo en la terapia, para facilitar la exposición a los riesgos o dar
seguridad. Esto puede lograrse disminuyendo la frecuencia de las sesiones, alargan
do el intervalo entre las mismas...

El mismo objetivo puede lograrse disminuyendo la duración de las sesiones hasta


dejarlas prácticamente reducidas a una cita en la que el paciente da cuenta de que su
funcionamiento se ha ajustado a lo previsto o de los modos en los que ha conseguido
superar sus dificultades.

Otra posibilidad es la del cambio paulatino de la actividad del terapeuta que puede
cumplir un papel de apoyo cada vez menor, puede intervenir cada vez menas o puede mos
trarse cada vez más como una persona real que ha cumplido el papel de terapeuta duran
te un momento concreto de la vida de otra persona que ha sido su paciente (con lo que,
27
de hecho, está retirando disolviendo la relación explícita y activamente terapéutica)

También es conveniente, cuando se tenga que cerrar la puerta, no


cerrar con llave. Cerrar la puerta indica claramente que la Relación de ayu
da se lia terminado; pero al “no cerrar con llave” deja. la posibilidad de que
pueden darse circunstancias que justifiquen que el Ayudando toque de
nuevo a la puerta sabiendo que va a encontrar al Agente de ayuda, que le
dirá; “ adelante, pase”. S i el Ayudando tiene esta certeza, no tiene por qué
sentirse ni tan solo ni tan abandonado.

26. Johnson, op. cit., p. 169-170.


27. Fernández Liria y Rodríguez Vera, La práctica de la Psicoterapia, pp. 287-288.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 761

2. Mantenimiento de los logros en “el día después”

Durante un tiempo, más o menos largo, el Ayudando ha dispuesto de


una persona que le ha acompañado en su proceso de afrontar más acer
tadamente los retos que le presentaba su realidad. Con este apoyo, ha
logrado avances significativos. Cuando se termina la Relación de ayuda,
se pierde este apoyo; por eso, es frecuente que el Ayudando, cuando ya
ve inminente su terminación, experimente inquietudes, más o menos
intensas, acerca de la consistencia de los logros obtenidos, cuando haya
concluido la Relación de ayuda. Muchas veces se sorprende a sí mismo
pensando de este modo: "‘atando suceda... ¿entonces qué haré yo?”

Como es ésta una cuestión del máximo interés, es necesario que el


Agente de ayuda y el Ayudando, antes de que terminen la Relación de
ayuda, estudien juntos los recursos que el Ayudando puede tener a su
alcance en “el día después” para afrontar las dificultades que se encuentre.

Estos recursos se pueden agrupar en tomo a dos bloques principales:

1. Aportaciones del Agente de ayuda


2. Uso de los recursos del medio social

2.1. Aportaciones del Agente de ayuda

El Agente de ayuda puede facilitar al Ayudando la superación de los


problemas que pueda encontrarse en el “día después” de diversos modos;
unos más genéricos y otros más específicos.

1. Mentalización sobre el proceso de consolidación del cambio

La cercanía y colaboración mutua, que ha existido durante la


Relación de ayuda entre el Agente de ayuda y el Ayudando, ha debido
de servirle también a éste de escuela viva de aprendizajes significativos.
Este contacto le ha permitido al Ayudando conocer el manejo y la efi
cacia de ciertas técnicas, que no sólo le han sido útiles en los problemas
concretos que ha abordado en la Relación de ayuda, sino que también
7(52 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

le pueden servir en otras situaciones futuras similares, de acuerdo con el


dicho popular: “quien hace un cesto hace ciento”.

Dice a este respecto Carkhuff (2000):


Una forma de impactar el mundo de los Ayudandos (helpees) es hacer posible que
el Ayudando controle ese mundo. Nosotros llamamos a esto otorgar poderes. Bási
camente, traspasamos nuestros propios “poderes” a los Ayudandos. Generalmente estos
“poderes” se presentan bajo la forma de las técnicas, el conocimiento y las actitudes
que les transmitimos. Esto se llama educación psicológica o la formación como
tratamiento. Nosotros “otorgamos poderes” a los Ayudandos para que influyan
en su entorno de forma positiva. De esta forma, rompemos el ciclo de la negatividad
28
e introducimos el ciclo de la productividad.

Además de las enseñanzas que el Ayudando ha recibido durante la


Relación de ayuda, es necesario que, próximos a la terminación de la
Relación de ayuda, el Agente de ayuda le instruya más concretamente
sobre los fenómenos comunes que tienen lugar en las situaciones de
cambio personal. El cambio de las personas normales no se produce repen
tinamente, ni siguen un proceso lineal, sino poco a poco y con altibajos.

Figura: Diversos modos de entender el proceso del cambio

Las personas no cambian de acuerdo con el esquema X-Y, pues los


cambios no son instantáneos, de un día para el otro. Tampoco lo hacen

28. Carkhuff, Robert R. (2000). Ehe Art of Helping in the 21st Century. Amherst, MA:
Human Resource Development Press, p. 184.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 763

con el esquema X’-Y’, que representa el esquema lineal de avance, pues


no tiene en cuenta los retrocesos. Las personas normales proceden de acuer
do con el esquema X”-Y”, que incluye altibajos, entusiasmos y desilu
siones, avances y retrocesos. Ya recordaba Epicteto en su Manual: Los
hábitos adquiridos sólo se corrigen con hábitos opuestos, y este proceso sólo
es posible paulatinamente.

Es importante mentalizar al Ayudando sobre este proceso del cambio


de las personas normales; cuando se comprende adecuadamente, contribu
ye eficazmente a desangustiar y a desdramatizar las “recaídas”.Si no se
está mentalizado para ello, muy fácilmente arrastran al desaliento: “yo ya
sabía que lo mío no tenía remedio”. Este sentimiento derrotista supone, en
muchos casos, el abandono del proceso emprendido.

Estas y otras enseñanzas similares, como las paradojas sugeridas por


Fisch et al. (1982) 2ü, pueden contribuir eficazmente a desdramatizar las
recaídas. Por eso, el diálogo sobre estos temas debe ocupar un espacio
importante en las últimas sesiones de la Relación de ayuda. Sería tam
bién un buen síntoma si el Ayudando fuera capaz de enfocar las propias
recaídas., incluso con sentido del humor, no tomándose tan en serio los fra
casos momentáneos.

2. Apoyos complementarios
Además de este trabajo del Agente de ayuda de mentalización del
Ayudando, algunos "Terapeutas sugieren también la posibilidad de otros
contactos de apoyo, posteriores a la terminación formal de la Relación
de ayuda, con el fin de asegurar el resultado terapéutico. Dice, por ejem
plo,Johnson (1988):

Una buena terminación de terapia no debe acabar en una pérdida absoluta. Al


contrario, deja libre al ex paciente para volver de vez en cuando para algo que los
terapeutas han denominado un “refuerzo una o más sesiones rápidas para referirse
específicamente a alguna nueva dificultad que ha surgido en la vida del paciente.
Las sesiones de refuerzo pueden ser sumamente productivas. 311

29. Fisch et al., op. cit., pp. 199-202.


30. Johnson, op. cit., p. 236.
764 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

La aceptación o el rechazo de estos contactos posteriores a la termi


nación oficial de la Relación de ayuda, depende mucho del modelo teó
rico del Agente de ayuda; no obstante, hay que decir que, en la prácti
ca, el Agente de ayuda es, generalmente, mucho más flexible y creativo
de lo que registran los cánones de escuela, y que recogen los Ebros.
Bastantes autores son partidarios de planificar algunas visitas de segui
miento.

Fernández Liria y Rodríguez Vega (2001) dicen sobre los contactos


posteriores a la terminación:

El final de la intervención psicoterapéutica, no implica necesariamente el final


de la relación entre el terapeuta y el paciente. Puede dar lugar al establecimiento
de unas sesiones de seguimiento, o en el caso de trastornos crónicos o redici-
vantes, o de existencia de estresores crónicos o de factores de personalidad que pre
disponen a recaídas, puede dar paso a una terapia de mantenimiento (con un
contrato, unos objetivos y una forma de trabajo diferentes) (Fernández Liria,
Hernández Monsalve, Rodríguez Vega, Benito Cano, Mas Hesse,
31
1997).

Okum (1997), a su vez, distingue dos etapas en la Relación de ayu


da; en la segunda etapa, que trata de la aplicación de las estrategias, distin
gue seis pasos; el 5 o paso trata de la finalización, y el 6o es el segui
miento. Dice de este paso :

El seguimiento consiste en comprobar cómo le va al cliente con los problemas


que se han tratado en la Relación de ayuda un tiempo después que ésta haya fina
lizado...

... Muchos terapeutas hacen por su cuenta un seguimiento informal de sus clien
tes visitándoles para saludarles y ver cómo les va todo, enviándoles una nota o lla
mándoles por teléfono.

De nuevo es necesario dferenciar entre el auténtico seguimiento y la extensión de


la dependencia del cliente o del terapeuta. El objetivo del segiimiento es evaluar los
efectos a largo plazo de la intervención del terapeuta y de las estrategas aplicadas...

31. Fernández Liria y Rodríguez Vega, La práctica de la Psicoterapia, p. 285.


CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 765

lo suelo llamar por teléfono a mis clientes entre seis meses y un año después de
haber Jinaliuido la terapia para comunicarles que me acuerdo de ellos y que me pre
gunto cómo están. Dejo que pase el suficiente tiempo para que haya habido algunos
cambios en sus vidas, y compruebo si han sido capaces de aplicar lo que aprendie
32
ron en la terapia a otros aspectos de sus vidas.

Una programación adecuada de estas sesiones de seguimiento, pero de


jando clara la naturaleza de las mismas, puede aliviar la ansiedad del Ayu
dando y servirle de apoyo y estímulo en las dificultades del “día después”.

2.2. Recursos del medio social

Además de las aportaciones que puede ofrecer personalmente el


Agente de ayuda para asegurar los logros de la Relación en “el día des
pués”, debe también informar y estimular al Ayudando para que haga
uso de cuantos recursos de ayuda haya en su medio social. Por esto, es
sumamente conveniente que el Agente de ayuda esté informado de
cuantos recursos estén disponibles en el medio social en el cual se desen
vuelve el Ayudando. Estos recursos pueden ser muy diferentes de un
medio a otro y, además, es muy importante tener en cuenta las caracte
rísticas personales del Ayudando.

Indico, de modo general, dos recursos muy comunes, que cada día
van tomando mayor consistencia:

1. Grupos de autoayuda

2. Biblio terapia

2.2.1. Grupos de autoayuda

Resulta difícil indicar las características generales de un fenómeno tan


común como son hoy día los grupos de autoayuda'. pero responde, sin
duda, a la necesidad tan sentida del ser humano de compartir con otras
personas las inquietudes y los sentimientos más íntimos de dolor o pena.
Osipovv, en la década de los 70, ya se atrevía a decir que “el movimiento de

32. Okum, Bárbara, F. (1997). Ayudar de forma efectiva (Counseling). Técnicas de terapiay entre
vista. Barcelona: Paidós, 2001, pp. 285-286.
766 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

los grupos de autoayuda está llamado a ser la revolución del próximo siglo” refi
riéndose a este siglo, naturalmente. Basta hacer una ligera búsqueda en
internet para ver la gran cantidad de grupos de autoayuda, de toda índo
le, que se anuncian. Con estas experiencias se quiere compensar la falta
de soportes de ayuda y de comunicación apropiada en el ámbito social,
familiar y de amistad.

Con el nombre de grupos de autoayuda me refiero a los grupos integra


dos por personas que están viviendo una experiencia dolorosa similar, con el fin de
ayudarse mutuamente a superarla. Es muy doloroso para la persona vivir
y sufrir un problema agudo en solitario; además, en ocasiones, la per
sona que sufre ha podido experimentar -o, al menos, así lo ha inter
pretado ella- que si habla de sus auténticas preocupaciones molesta a
las personas de su entorno. Esto se hace más patente, si necesita rein
cidir en el mismo tema una y otra vez: ‘‘siempre le estás dando vueltas a
las mismas cosas; lo que tú tienes que hacer...” Estas reacciones del entorno
le hacen sentirse diferente, “un bicho raro”, y esta sensación le impulsa,
frecuentemente, al aislamiento, al tiempo que añade una nueva fuen
te de sufrimiento al sufrimiento original.

Los grupos de autoayuda son muy variados y tratan todo tipo de pro
blemas; aquí nos hacemos eco, principalmente, de aquellos que tienen
que ver con los problemas que más suelen llevar a pedir ayuda terapéu
tica: alcoholismo y otras adicciones, enfermedades crónicas y terminales
(cáncer, sida, etc.), duelo, maltrato familiar, trastornos de alimentación,
separación afectiva, ansiedad, depresión, experiencias traumáticas, suici
dio, problemas familiares, etc.

Aquí me limitaré a dar unas pinceladas generales; en cada caso con


creto, es el Agente de ayuda la persona más indicada para orientar,
teniendo en cuenta todas las circunstancias del Ayudando.

1. Funcionamiento de los grupos


El funcionamiento de los grupos de autoayuda presenta una gran diver
sidad de matices, difíciles de enumerar. Indico algunas pinceladas gene
rales.
1

CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 767

• Número de miembros

El número de miembros de estos grupos suele fluctuar notablemente;


especialmente, en los grupos más espontáneos,que cuentan con una
estructura más informal y abierta. Los grupos más estructurados suelen fluc
tuar entre siete y once miembros. No obstante, en todos los grupos se
tiende, por lo general, a que el número no sea muy alto, con el fin de
facilitar una comunicación ágil entre los miembros.

• Periodicidad de las reuniones


La periodicidad de las reuniones es muy variable. Cuando el grupo
integra personas que están atravesando crisis muy agudas, por lo general,
se procura que no se distancien más allá de una vez por semana, y su
duración suele fluctuar entre hora y media y dos horas. También se reco
mienda, cuando las reuniones tienen que interrumpirse por algún motivo
(época de vacaciones, por ejemplo), que se mantenga el contacto entre los
miembros, ya sea de modo informal o con alguna reunión extraordinaria,
que sirva para mantener vivos los vínculos de psicopertenencia al grupo.

• Condiciones de pertenencia
En cuanto a los miembros que integran estos grupos, existe también
una gran diversidad.

En algunos grupos, solamente pueden participar las personas que estén


afectadas personalmente por la problemática específica del grupo; son gru
pos sólo para afectados. En estos grupos, generalmente, las relaciones entre
los miembros son igualitarias, poco estructuradas, y el instrumento princi
pal de ayuda suele ser el compartir las propias experiendas. El liderazgo de estos
grupos suelen desempeñarlo, de hecho, las personas que tienen más expe
riencia o mayor motivación. Estos grupos, si no tienen algún apoyo exter
no, suelen presentar fuertes altibajos en su funcionamiento.

Por el contrario, en otros grupos más estructurados, se acepta de


buen grado la presencia de alguien más experto, que coordine y oriente
el funcionamiento del grupo. En este tipo de grupos, la estructura de los
mismos es más formal y, además de compartir experiencias, se valora
también la formaáón y el aprendizaje de técnicas de aprontamiento.
768 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN D E AYUDA

2. Eficacia de los grupos de autoayuda

Los grupos de autoayuda pueden prestar un gran servicio a sus miem-


bros, si su funcionamiento es correcto. Los principales beneficios pue
den agruparse en tomo a dos categorías:

• Alivio y liberación de la angustia

La persona experimenta un sentimiento profundo de alivio y liberación


cuando comprueba que puede compartir con entera libertad sus preo
cupaciones y sufrimientos con otras personas. Un factor que facilita esta
comunicación es saber que los otros también han pasado, o están pasan
do, por una experiencia que no difiere grandemente de la propia situa
ción. Esto hace que el Ayudando se sienta aliviado cuando, después de
desahogarse, puede decirse en sus adentros: “aquí nadie puede extrañarse de
lo que yo diga o sienta; al fin y al cabo, a ellos también les ha pasado algo parecido;
por tanto,tampoco tengo yo que sentirme“bicho raro”

• Estímulo e impulso de superación personal

La persona que interviene en un grupo de autoayuda, no solamente se


siente aliviada al poder compartir sus preocupaciones, sino que también,
en contacto con otras personas que han superado o están superando esos
mismos problemas, se siente impulsado a afrontar decididamente sus con
flictos, aunque en medio de temores e indecisiones: “si estas personas han
superado o están superando su problema, ¿por quéyo no lo voy a poder superar?

También contribuye a aumentar la motivación del participante y a


mantenerse firme en el camino emprendido, el comprobar que él también
puede ser útil a los demás en el grupo, que otros le piden ayuda y reco
nocen sus esfuerzos.

3. Algunas orientaciones prácticas

La proliferación de tantos grupos de autoayuda se explica, funda


mentalmente, porque existen muchas personas que sufren intensamen
te y necesitan ayuda; y, por otra parte, porque los grupos de autoayu-
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 769

da prestan un servicio que se valora muy positivamente por las perso


nas que participan en ellos.

Aunque no es fácil señalar unas orientaciones que sean válidas para


todos los grupos, indico algunas que pueden contribuir a su mejor fun
cionamiento.

1. Evitar el ‘voluntarismo ”

Si bien creo en la validez de los grupos de autoayuda, también creo que


deben evitarse algunos excesos. Por ejemplo: en algunos de estos grupos
de autoayuda se concede una importancia “casi mágica” hecho de haber
pasado personalmente por esa experiencia dolorosa, y ello lleva a infra
valorar cualquier aportación que proceda de alguien que no haya pasa
do por ella, aunque sea especialista en la materia. No es difícil oír frases
como éstas: “quien no haya pasado antes por ahí, no puede entendemos”;“a un
alcohólico sólo puede entenderlo otro alcohólico” etc., que son frases ciertamen
te muy discutibles.

En principio, puede aceptarse que una persona que ha vivido antes


un mismo problema puede tener ciertas ventajas para comprender a
quien lo está viviendo ahora; aunque también puede suceder que, a
veces, haber vivido esa experiencia puede ocasionar ciertas deformacio
nes, como consecuencia de las proyecciones del propio sujeto. De cual
quier forma, lo que no parece aceptable es que se considere una garan
tía, poco menos que infalible, el hecho de “haber pasado por ahí” para dog
matizar sobre el modo de tratar a una persona afectada por un proble
ma determinado.

El interés y la buena voluntad que suelen mostrar los miembros de


estos grupos de autoayuda son importantes, y suelen impactar a los otros
miembros del grupo; pero, eso sólo no es suficiente. Por eso, me parece
conveniente que estos grupos tengan una cierta supervisión -aunque res
petando sus características-, para evitar ciertos riesgos que pueden deri
varse de la sola buena voluntad de los miembros, cuando no va acompa
ñada de una formación adecuada para la tarea que se realiza.
71Ü LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

En los casos en que estos grupos están conectados entre sí, la propia
entidad que los promueve suele realizar esta tarea; cuando el grupo es
totalmente autónomo, me parece conveniente una supervisión externa rea-
lizada por algún experto. Sin embargo, el profesional o experto partici
pante tiene que estar muy atento para no caer en la tentación de asumir
un excesivo protagonismo en el grupo.

2. Inclusión de temas de formación

Como he dicho anteriormente, compartir experiencias con personas que


han atravesado la misma situación dolorosa, puede tener unos efectos
positivos. Sin embargo, puede también contribuir mucho al enriqueci
miento del grupo el incluir el estudio o el comentario de algunos documen
tos selectos relacionados con el tema, que iluminen teóricamente la pro
blemática que están tratando. Es sumamente importante para la supera
ción de los problemas que las personas encuentren también una expli
cación teórica a los procesos personales que están atravesando.

Debe procurarse, sin embargo, que el comentario sobre lo estudiado


o leído no dificulte la libre expresión de las preocupaciones, sentimien
tos, temores y experiencias de los miembros; los temas de formación
deben servir, más bien, para crear un clima que permita profundizar más
en su mundo personal y compartirlo con los compañeros.

3. Disponibilidad y compromiso de los miembros para ayudarse


entre sí

También es muy útil fomentar en los miembros del grupo la disponi


bilidad y el compromiso de ayudarse entre sí. Estas actitudes contribuyen
muy eficazmente a que la persona afectada no se sienta sola y abando
nada en su sufrimiento. Los grupos de autoayuda son más eficaces cuando
entre los miembros del grupo existe un compromiso, tácito o explícito,
de ayudarse mutuamente y de poder solicitar, con libertad, la ayuda de
otros compañeros en los momentos de crisis, de cualquier forma, aun
que sea por carta, teléfono o internet.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 771

Las expresiones de esta solidaridad grupa! tiene un doble efecto posi


tivo:

• Ayuda a la persona en crisis

Uno de los factores que más contribuyen a hacer penosa la situación


de la persona en crisis es la sensación de abandono y soledad; la persona
se siente más animada y esperanzada, si sabe que, en cualquier momen
to, puede recurrir a un compañero del grupo para solicitar ayuda.

• Estimula positivamente a los miembros del grupo el sentirse útiles


para los otros
La persona que está atravesando una situación dolorosa, tiene
muchos momentos de desaliento y de baja valoración de sí misma; por
eso, se siente muy reconfortada cuando ve que un compañero sigue cre
yendo en ella y solicita su ayuda. Sentirse útil y comprobar que los com
pañeros la consideran valiosa y acreedora de su confianza es un refuer
zo muy estimulante para proseguir el propio proceso de superación.

4. Agrupar personas con problemática similar


Otro factor que contribuye a fomentar la confianza de los miembros
que integran los grupos de autoayuda es la similitud de la problemática que
les afecta. Esto hace que se sientan más comprendidos e identificados
entre sí y que acepten mejor las palabras o experiencias de los otros com
pañeros, que lian pasado o están pasando por las mismas situaciones.
Un peligro en los grupos de problemática heterogénea es que aparezca
entre los miembros la tentación de concursar sobre qué sufrimiento es peor,
peligro que se evita cuando el problema que reúne a todos es similar.

5. Integración en el grupo de algún “ex afectado ”

También es muy conveniente la integración en estos grupos de una


o más personas ex afectadas que ya han superado positivamente esos
mismos problemas; es necesario, sin embargo, que estas personas sepan
estar en el grupo; si así lo hacen, su presencia puede servir de modelo,
estímulo y acicate al resto del grupo. Cuando un miembro se siente hun
dido o con ganas de abandonar, y escucha el testimonio de otra perso
na que ha pasado por la misma situación y ha experimentado los mis-
TT1 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

mos miedos, pero ha sabido afrontarlos adecuadamente y seguir ade


lante, se siente fuertemente estimulado para continuar en la brecha, sin
ceder al desaliento.

6 Función de complementariedad de los grupos de autoayuda

El grupo de autoayuda, por sí solo, puede desarrollar una función


muy importante. Sin embargo, cuando la problemática es muy aguda,
creo más conveniente conjugarlo con otros recursos terapéuticos, bajo el
control de un profesional o, al menos, de un experto. Los grupos de auto-
ayuda pueden desarrollar una función muy importante de complementa
riedad de otros recursos; por ejemplo, de un tratamiento farmacológico.
Cuando se utilizan diversos recursos terapéuticos, parece muy oportuna
la coordinación de un profesional, para que los diversos recursos caminen
en la misma dirección y se evite el desconcierto del Ayudando.

El grupo de autoayuda también puede desempeñar una función muy


importante, cuando el Ayudando concluye una Terapia individual. De
este modo, el Ayudando no se sentirá tan perdido y podrá consolidar,
más fácilmente, los logros alcanzados a lo largo del proceso terapéutico.
Si, además, la participación en estos grupos ha sido recomendada por el
propio Agente de ayuda, aumenta su efectividad.

2.2.2. Biblioterapia

Otro instrumento de ayuda muy útil puede ser lo que suele llamarse
biblioterapia. El nombre es relativamente nuevo, pero no la realidad.

El uso del libro como instrumento facilitador del cambio es viejo; pue
de decirse que forma parte del acervo cultural de occidente. De hecho,
sobre esta convicción se ha basado la tradicional recomendación de las
“buenas lecturas”. En las tres últimas décadas, sin embargo, ha asumido
nuevos matices; y, sobre todo, ha crecido vertiginosamente la publicación
de libros y revistas, destinados directamente a las personas afectadas por
un problema específico, con la finalidad de prestarles ayuda.

Este crecimiento se ha visto facilitado por diversos factores:


CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 773

• El aumento del nivel cultural y el interés por la lectura del ciudada


no medio, especialmente en la mujer; a esto también contribuye, en
gran medida, la creación de muchas bibliotecas públicas y privadas.

• La disminución del tiempo que la persona necesita dedicar a su tra


bajo para ganarse la vida, con el consiguiente aumento del tiempo libre.

• La divulgación de las aportaciones de la Psicología en un lenguaje ase


quible al gran público; esto ha provocado un interés creciente de
las personas por conocerse mejor y por su superación personal.

• El mayor poder adquisitivo de la familia, especialmente por la incar-


dinación de la mujer al mundo del trabajo, lo que permite a la fami
lia tener un acceso más fácil a la ingente producción de libros de
autoayuda.

En este marco cultural debe situarse el creciente uso de la biblioterapia',


es decir, el uso de la lectura de libros y de otros escritos, como instru
mento de apoyo del propio crecimiento personal y de la superación de
conflictos y problemas personales.

La oferta de libros de autoayuda, hoy día, es muy abundante; aún


más, puede decirse que es excesiva, pues, muchas veces lo que prima
son los intereses editoriales. Sin embargo, hay una gran cantidad de
libros excelentes, que pueden prestar un buen servicio a muchas perso
nas en crisis.

1. Beneficios principales

Entre las muchas ventajas que puede ofrecer la biblioterapia indico las
más importantes:

• Permite completar la información que tiene el Ayudando sobre su pro


blema con una información objetiva y seria. Una buena informa
ción elimina muchos fantasmas y miedos injustificados, que suelen
ser fuente muy importante de sufrimiento.
774 LOS PROCESOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

• También permite a la persona reflexionar y profundizar sobre La natu


raleza de su problema. De este modo, puede poner nombre a muchos
de sus sentimientos y reacciones personales, que antes, tal vez, no
terminaba de identificar correctamente, lodo esto, contribuye a
disminuir el grado de confusión y de ansiedad.

• Posibilita tomar distancia crítica y contemplar el problema desde


una perspectiva más amplia que la propia, con lo que puede rela-
dvizarlo más fácilmente. De este modo, la lectura le ayuda a
superar la “centración” en sí mismo y en su problema, al tomar
conciencia de que también hay otras personas que sufren; inclu
so que él, a lo mejor, también hace sufrir a otras personas cerca
nas con sus planteamientos y deformaciones.

• Puede programar y acompasar el ritmo de trabajo personal, tenien


do en cuenta su disponibilidad de tiempo, estado emocional, capaci
dad de asimilación, etc. Además, puede volver a releer aquellas pági
nas o párrafos que más le interese, y en el momento que lo precise.

• Por otra parte, el estilo de estos libros suele ser asequible y bastante
pedagógico. Explica la doctrina incluyendo bastantes casos concre
tos, tomados de la vida ordinaria y, a veces, el propio autor expone
también experiencias personales y los medios que él ha utilizado para
superarlas. Esto contribuye a que el Ayudando se implique más
fácilmente y se anime a afrontar con más decisión sus problemas.

3. Algunas dificultades

Para el uso positivo de la biblioterapia es conveniente tomar conciencia


de algunos riesgos o dificultades que también puede entrañar, con el fm
de disminuir su impacto.

1. Selección adecuada del libro

La selección adecuada del libro es la primera gran dificultad que puede


encontrar la persona que quiere hacer uso de la biblioter apia. El libro o
ectura elegida debe responder a las características y necesidades del
Ayudando: inquietudes personales, nivel cultural, valores éticos, etc.
CONCLUSIÓN DE LA RELACIÓN DE AYUDA 775

Muchos Agentes de ayuda ignoran, y algunos hasta desprecian, esta


literatura, por lo cual no están informados y no pueden proporcionar
este asesoramiento. La fuente más frecuente de información para selec
cionar los libros suelen ser otros amigos o conocidos que los han usado
provechosamente; a veces, son miembros del mismo grupo de autoayu-
da y comparten el mismo problema. El libro podría ser más adecuado
para el Ayudando, si lo conociera y recomendara el propio Agente de
ayuda; además, de esa forma tendría más autoridad para el Ayudando.

2. Peligro de racionalizar excesivamente el problema

Algunas personas pueden utilizar la bibliolerapia para reforzar su ten


dencia a racionalizar excesivamente su problema. Pueden creer que. por
llenarse la cabeza de muchas teorías, ya han superado su problema: “yo
no necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer, yo sé bien lo que me pasa

A veces, puede utilizar' el conocimiento que le proporcionan estas lec


turas para aparentar una Jalsa autosuficiencia. Por ejemplo, es muy fre
cuente que, cuando una de estas personas recurre a un profesional, se
dedique a hacer ostentación de lo mucho que sabe.Otras veces, cuando for
ma parte de un grupo, puede que se dedique a decir a los demás lo que
les pasa y lo que deben hacer para resolver sus problemas, pero él se
queda fuera.

3. La biblioterapia no debe utilizarse para sustituir los recursos terapéuticos habi


tuales, sino para complementarlos

La biblioterapia más útil no es la que se utiliza para suplir el encuen


tro terapéutico con otras personas; sino, la que se utiliza para complemen
tar otros recursos, ya sea con el Agente de ayuda o con un grupo de apo
yo. La sola lectura puede proporcionar una visión parcial del problema,
provocada por una selección interesada de los aspectos que favorecen el
propio punto de vista. El intercambio con otras personas, ya sea un
Agente de ayuda o los miembros de un grupo, contribuye a contrastar
y a corregir este peligro, evitando, al mismo tiempo, los riesgos del “auto-
didactismo

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