MC0000262
MC0000262
MC0000262
279
P
28 1
Bien puede haber inEluido esa circunstancia ya que la victoria en realidad no
es otra cosa que doininar la moral del adversario, y tambikn que esos artilleros
hubieran sufrido 10s terribles efectos de las granadas Pelliser y Shrapnel1 que
sembraban la muerte en el monitor. Sea una u otra la causa es lo cierto que 10s
tiros peruanos eran menos certeros ahora que se habia acortado la distancia.
La destrucci6n de 10s aparatos de gobierno priv6 de direcci6n a1 barco
enemigo. El Hudscar tenia una pequeiia torcedura en el espolbn, que inclinaba
su rumbo a la derecha, cuando 10s aparatos directivos no desarrollaban toda su
eficacia. No sabria asegurar si era un defecto org5nico de construcci6n o des-
perfecto causado por sus operaciones navales antes de la campaiia actual
o en ella.
‘Tor experiencia propia dice el Almiranfe Uribe, conocemos la imposibilidad absoluta
que existe de poder mantener a1 Hudscar a rumbo fijo cuando, navegando a toda fuerza de
miquina, se le gobierna con 10s aparejos de repuesto o provisionales. S61o por momentos,
siempre caprichosos y nunca a voluntad, se consigue mantener a veces con semejante gobier-
no la proa derecha a un rumbo”. (8).
282
Melit6n Carvajal y un casco de granada lo hiri6 gravemente y fui: conducido a
la enfermeria. A Carvajal sucedi6 el teniente don Pedro Garez6n. Es imposible
que una tripulaci6n mezclada como era la del Hudscar en que el 15 por ciento
a lo menos se componia de extranjeros tuviese esa unidad graiiitica que se tra-
duce en el heroism0 por el deber y en el sacrificio por la Patria.
El Hudscar que seguia corriendo con rumbo a1 Norte cafioneado por el
Cochrane, volvi6 a repetir ese movimiento semigiratorio, que habia estado a
punto de producir un encuentro a1 espol6n u n momento antes. Latorre atribu-
yendolo a1 mismo propbito se prepar6 para embestirle como la vez anterior,
pero en ese instante llegaba el Blanco a1 sitio del combate, y Riveros, ansioso
de tomar parte en 61, quiso efectuar por el opuesto lado el movimiento de em-
bestida con el ariete que se preparaba a ejecutar el Cochrane, de tal manera
que el impetuoso Comandante en Tefe se interpuso entre este y el enemigo
viindose obligados 10s blindados chilenos a efectuar una evolucilbn giratoria en
sentido contrario para no chocarse la que di6 tiempo a1 Hudscm de alejarse de
200 metros a que se encontraba entonces, a 1.200. Vueltos 10s blindados a su
comtn derrotero, o sea, a la estela del Hudscar lo persiguieron de cerca, b a t h -
dolo 10s dos a la vez. El monitor no pudo resistir m6s. El Colckmne navegaba
tan cerca de su aleta de estribor que se oian 10s gritos de la marineria que de-
cian: lestamos rendidos! Latorre les orden6 parar la m6quina y obedecieron.
El pabell6n se arri6. Inmediatamente se echaron botes a1 agua. El primer0 fu6
del Cochrane tripulado por algunos soldados para tomar
nrrin definitivn- posesibn cle la embarcaci6n rendida, con Ynaquinistas, mC-
niente el cstnndarte
el buque se Tinde dico, capellAn, etc. Lo mandaba el teniente don Juan Simp-
son. Luego salib otro del mismo Cochrane mandado por el
teniente Serrano Montaner, y uno del Rlnnco tripulado por el mayor de brde-
nes del Almirante capitin Castillo y el capitin Pefia designado por Riveros
para mandar el buque apresado.
La defensa del Hzidscar fuC valiente, y si bien la tripulari6n no conser-
v6 la tranquilidad y entereza que permite aplicar a su defensa un calificativo
mris culminante, hay que tomar en cuenta la superioridad del adversario, el
efecto espantoso de las granadas de nueva invencibn, la gloriosa hecatombe de
10s comandantes, y su’ composici6n de hombres de diversas rams y nacionalida-
des. En realidad el combate era desigual por la diferencia de blindaje, que el .
Hudscar no podia compensar sino, con el e s p o l h , o sacrificdndose hasta acer-
carse tanto a1 enemigo que sus proyectiles laniados de muy cerca pudieran per-
forar su coraza. Cuando el Blanco lleg6 a ponerse a tiro y cuando en su postrer
carrera lo caiioneaba Cste y el Cochrane de cerca, toda resistencia era imposible.
He interpretado 10s movimientos giratorios de! Hzidscnr como debidos
a un defect0 de la nave y a la ptrdida de sus elementos de gobierno, siguiendo
en esto la opini6n manifestada por el Almirante Uribe, la que se funda en la
experiencia que la oficialidad chilena adquiri6 despugs, teniendo que gober-
nar eSe buque, sin que esto importe desmedro del mCrito y valor de 10s oficia-
les peruanos, desde que ese inconveniente era superior a sus recursus y a sus me-
dios de acci6n. No estaba en sus manos impedir que el I-ludscar girara si no po-
d i m dirigirlo, y a1 contrario es u n mCrito que redunda en honor de ellos el ha-
ber prolongado la lucha y la resistencia a 6esar de tan grave inconveniente.
Cuando 10s tripulantes del primer bote del Coclirane llegaron a bordo
del Hudscar lo encontraron con cuatro pies de agua porque 10s ingenieros in-
283
gleses habian recibido orden de hundirlo, lo que ejecutaban a medias, dejando
subir el agua un poco,<losuficiente para no desobedecer sin cumplirla entera-
mente, y asi f u t que tan lucgo como se les mand6 cerrar las vjlvulas procedie-
ron a hacerlo en el acto. Los oficiales fueron trasladados a 10s buques vencedo-
res. Se apag6 el incendio que aun ardia en algunos compartimentos de la em-
barcaci6n, se achicaron bombas para expeler el agua, se recogieron 10s sadive-
res, se buscaroni con solicit0 respeto 10s restos de su glorioso primer jefe, y en
seguida el buque naveg6 en convoy con 10s vencedores hacia Rkjillones, donde
10s escasos habitantes de esa pequefia poblaci6n que habian presenciado desde
10s cerros el terrible combate, 10s aguardaban con el entusiasmo delirante que
experiment6 el pais enter0 por este hecho de armas que le abria las puertas
del Per&
Los perjuicios sufridos por el Hun’scar fueron muy superio-
Prrjllirios S1Lfridi77 res a 10s que irrog6 a SLIS contrarios. El Blnnco no sufri6 na-
[lor 10s combatientes
da. “No t w o , dice el Comandante en Jefe, ni pQdida ni
deterioro alguno”. El Cochrnne experiment6 dicz bajas en el personal: 9 he-
ridos graves y uin muerto. Los tiros del Hzidscar pasaron por lo general por al-
to. Acert6 a1 Cochranc cinco disparos como va lo he dicho; uno en el blindaje
exterior que afloj6 10s pernos de una plancha; otro que entr6 por la derecha
del casco y saliij por el lado opuesto destrozando el camarote del comandante
y o m s depenclencias; el tercer0 en la proa, que se introdujo en el casco; el cuar-
to rasmill6 la coram cerca de la linea de flotacidn, y el hltimo azoth el costado
iiquierdo del blindado. El Huciscar recibi6 en su casco y torre once tiros de
250 fuera de rnuchos otros que tocaron las partes altrts del buque. Los pescan-
tes fueron destrozados. I r a chimenea qued6 horadada en muchas partes; la cu-
refia de uno de 10s cafiones de la torre fu6 averiada; 10s guardines de el tim6n
cortados; una inmensa destrucci6n de rnuebles y mamparas en 10s camarotes,
-
hospital, etc.; un cafi6n de a 12 de cubierta cortado en su cafia.
Los muei tns dcl Hudscar fueron tres oficiales. La tripdaci6n se compo-
nia de 200 hombres. De &to$ muchos eran extrdnjeros, predominando en ellos
10s ingleses.
La victima m5s ilustre del conibate f u t el Almirante Grau. Entre 10s he-
ridos rl teniente Palacioy.