Clase3 DDHH

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Derechos Humanos

Memoria, presente y futuro


autoridades
Alberto Fernández
Presidente de la Nación

Cristina Fernández
de Kirchner
Vicepresidenta de la Nación

Wado de Pedro
Ministro del Interior

editorial Hernán Brienza


Titular del INCaP
Facundo Sassone
Coordinador general

María Agustina Díaz


Coordinadora académica

María Agustina Díaz, Josefina Rousseaux, Pablo Vázquez,


Andrea Cuéllar Camarena, Daniela Drucaroff, Ramiro Ortega
Peña, Lisandro Gómez, Ivana Salemi, Florencia Presta y Juan Calvo
Autores y autoras de contenido

Daniela Drucaroff
Josefina Rousseaux
Tomás Litta
Editores y correctores de contenido

Lía Ursini
Diseño, diagramación, ilustración
CLASE 1 | Derechos humanos en Argentina. ¿Cómo garantizar el ejercicio pleno de los
derechos humanos de manera universal?
Módulo 1: Las cuestiones de derechos humanos
1.1. Desafíos
1.2. Una primera aproximación
1.3. Algunos conceptos
1.4. Los caminos de los derechos humanos
1.4.1. Las revoluciones burguesas
1.4.2. Albores del Estado moderno, representación política y democracia
1.4.3. La Restauración
1.4.4. El constitucionalismo clásico
1.4.5. La Guerra de Secesión
1.4.6. El imperialismo colonial
1.4.7. Otras voces e ideas sobre la organización política y el Estado
1.4.8. La Comuna de París
1.4.9. Principales acontecimientos del siglo XX
1.4.9.1. La primera Gran Guerra
1.4.9.2. El período de entreguerras
1.4.9.3. La Segunda Gran Guerra
1.4.9.4. Declaración Universal de los Derecho Humanos
1.4.9.5. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales
1.4.9.6. Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre
1.4.9.7. Convención Americana sobre los Derechos Humanos
1.5. El plano formal de los Derechos Humanos
1.5.1. Sistema Interamericano de Protecciones de Derechos Humanos
1.5.2. Organismos de control de los Sistemas de Protección de los Derechos Humanos
1.6. Preludio de los derechos sociales
1.6.1. Debates y nuevas perspectivas de las democracias modernas
1.6.2. La cuestión social y el Estado
1.6.3. La cuestión social y la fe católica
1.6.4. Un mundo en clave de transformación

CLASE 2 | Derechos humanos y construcción de ciudadanía.


Módulo 2: Del país del Genocidio Constituyente a la Argentina de los Derechos Humanos
como política de Estado
2.1. Siglo XIX: La construcción del Estado Nacional y el genocidio constituyente
2.2. Los inicios del siglo XX: la violencia civilizatoria anti obrerista
2.3. El primer golpe de Estado del siglo XX
2.4. La irrupción de la nación plebeya que fue bombardeada
2.5. Una década de tiranía prolongada
2.6. El Terrorismo de Estado para re-organizar la nación
2.7. El retorno democrático: punto de llegada y punto de inicio
2.8. Un país de pañuelos y de marchas circulares que avanzan
2.8.1. La memoria es una acción que transforma el presente: el rol de los organismos de derechos humanos
y familiares de desaparecidos

Edición 2021 - Argentina


CLASE 3 |
Módulo 3: Tratados internacionales de derechos humanos y su incidencia en Argentina
3.1. Tratados internacionales y convenciones de derechos humanos
3.1.1. Los tratados de derechos humanos en el orden normativo internacional
3.1.2. Los derechos humanos en el ordenamiento jurídico argentino
3.1.3. Algunos principios para pensar los derechos humanos
3.1.4. Los Estados y la responsabilidad a nivel internacional
3.2. Principales tratados de derechos humanos y género
3.2.1. Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
3.2.2. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer
3.2.3. Principios de Yogyakarta
3.2.4. Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial
3.2.5. Convención sobre los Derechos del Niño
3.2.6. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
3.2.7. Convención Internacional para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y
de sus Familiares
3.2.8. Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes
3.2.9. Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos
3.2.10. Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes
3.2.11. Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio
3.2.12. Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas
3.2.13. Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad
3.3. Derechos humanos y pueblos originarios en la República Argentina: asumir la identidad multicultural
3.3.1. Legislación específica
3.3.2. Consolidación democrática y tensiones vinculadas al modelo de desarrollo nacional
3.4. El ambiente como un derecho humano
3.4.1. Los derechos ambientales en América Latina
3.4.2. Principales acuerdos y tratados internacionales en materia ambiental
3.5. Derechos Humanos y Fuerzas Armadas. Logros de la democracia que animan a pensar los desafíos de la
República Argentina de manera integrada

CLASE 4 | Políticas públicas en perspectiva de derechos humanos


Módulo 4: Gobiernos locales y derechos humanos
4.1. Enfoque de derechos en el ámbito municipal
4.2. Miradas e interpretaciones sobre la desigualdades sociales
4.3. El municipio como núcleo de los derechos humanos
4.4. Política públicas con perspectiva de derechos
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.
Tratados internacionales de derechos humanos y su
incidencia en Argentina

3.1. Tratados internacionales y convenciones de derechos humanos

Por María Andrea Cuéllar Camarena y Lisandro Gómez

3.1.1. Los tratados de derechos humanos en el orden normativo internacional

El derecho internacional público regula las relaciones entre Estados, en ese ámbito que
han decidido sustraer de la esfera exclusivamente nacional. En este sentido, los Estados
deciden entablar acuerdos con el objetivo de estabilizar las relaciones interestatales,
prevenir conflictos, proteger el medio ambiente, regular el orden económico internacional,
armonizar la normativa internacional y proteger los derechos humanos.

El orden jurídico internacional consta de reglas para los Estados, hechas por los Estados,
sobre las obligaciones que estos contraen entre ellos como parte de una comunidad. Las
normas de derechos humanos a nivel internacional protegen a las personas y grupos,
condicionando la conducta de los Estados y sus agentes.

El marco normativo de los derechos humanos supranacional se discute y elabora


en las organizaciones internacionales, mediante un proceso del que participan
las y los representantes de los Estados, para definir la forma y el fondo de los
instrumentos legales.

Se busca que los tratados y declaraciones sean el resultado de las opiniones, la experiencia
y los ordenamientos jurídicos de todas las regiones. Además, son también fuentes del
derecho internacional la costumbre, las normas de ius cogens19, los principios generales
del derecho, la doctrina y lo que se resuelve en las instancias judiciales de los Estados.

Sin embargo, es importante tener presente que, si la norma internacional es el resultado


de la lucha de posiciones entre Estados, es inevitable que la correlación de fuerzas impacte
en el resultado del debate y que sean los países con mayor poder económico y político los
que marquen el rumbo de la negociación y predominen en el sentido de la normativa.

Dentro de los sistemas de protección internacional de derechos humanos, podemos


ubicar el de la ONU, fundada en 1945. Si bien esta organización se concibe universal, la
realidad es que predomina en su accionar un carácter eurocéntrico (de hecho no incluye a
la totalidad de los países del mundo). También están los sistemas regionales, como la OEA
-de la que forma parte Argentina-, la Organización para la Unidad Africana (OUA) y el
Consejo de Europa.

19. Las normas del ius cogens protegen valores esenciales compartidos por la comunidad internacional como
derecho consuetudinario. Se puede decir que se trata de la encarnación jurídica de prácticas generalizadas, cuya
creencia de obligatoriedad se consensua a nivel internacional.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Ahora bien, dentro de los instrumentos de derechos humanos en sentido


amplio, podemos encontrar o subclasificar a los tratados y convenciones, que
tienen efecto vinculante para los Estados que los ratifican; las declaraciones,
que son acuerdos sin efecto vinculante pero que operan como objetivos de
optimización y principios generales; y las resoluciones, que son decisiones de
los comités o de los tribunales internacionales.

En el plano de los derechos humanos a nivel internacional, fue a partir de la Carta


de las Naciones Unidas, firmada en 1945, que los Estados miembros acordaron
medidas para proteger los derechos humanos, y a través de la Declaración
Universal de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada en 1948, que se
estableció un conjunto de derechos fundamentales que debían ser reconocidos
y respetados por estos Estados.

Salón de la Asamblea General de


Naciones Unidas, elección de los
miembros de la Corte Internacional
de Justicia (CIJ). Nueva York, 2020.
Fuente: ONU / Manuel Elías

En 1948 se ratificó en nuestro continente la Carta que hizo a la


conformación de la OEA y en 1978 entró en vigencia la Convención
Americana de los Derechos Humanos, en la que se estableció el conjunto
de valores objetivos y propios de todo ser humano que deben ser
formulados jurídicamente y garantizados por los Estados, sin distinción
de origen social, posición económica, sexo o género, orientación sexual,
color de piel, caracteres físicos, pertenencia étnica, nacionalidad, opinión
política y religión.

Posteriormente a los referidos tratados fundacionales, los distintos


órganos de la ONU y OEA elaboraron nuevos pactos y convenciones
con el objetivo de proteger a personas, grupos o colectivos que
se encontraban en situación de desventaja, así como de regular
situaciones de especial gravedad que ponen en riesgo la vida y la
integridad de las personas.

Esto evidenció la matriz de dominación, entre otras cosas,


patriarcal y colonialista, a partir de la cual fueron construidas esas
declaraciones y convenciones. En otras palabras, la necesidad de
crear nuevos instrumentos legales, puso de manifiesto que el sujeto
de los derechos humanos que se planteó como universal desde las
sedes de los organismos internacionales, es en realidad varón, blanco,
heteronormado, mayor de edad, sin discapacidades, alfabetizado,
propietario y nacido en los países “desarrollados”.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

En efecto, los acuerdos y tratados constitutivos de


los derechos humanos, en tanto normas positivas
reconocidas a nivel internacional, adolecen de
fallas fundamentales de origen; estas exclusiones
nominales y normativas de sujetos y colectivos, Por esta razón es que los colectivos, excluidos
impiden entre otras cosas el acceso y garantía de durante años de los lugares y procesos de toma de
todas las personas a esos derechos. decisión, han dado luchas significativas para ser
parte de los espacios de representación política y
Para poder comprender la dimensión de esta de transformación de las normas. Tanto a nivel local
problemática, es importante tener presente como internacional, las luchas por la ampliación de
diversas cuestiones. Por un lado, que el carácter la ciudadanía, han buscado reformar las leyes y su
supuestamente universal de la perspectiva interpretación a través del activismo en las calles y
occidental de los derechos humanos, que constituyó la academia.
el eje rector de la igualdad, invisibilizó las diferencias
de individuos y grupos; esa ficción de homogeneidad Así fue que surgió la necesidad de una legislación
de las sociedades y los Estados, de los pueblos y internacional, en la que se enunciaron los derechos
naciones, de las culturas y las lenguas, es origen y de las mujeres, feminidades y diversidades sexuales,
consecuencia de profundas desigualdades. la niñez, personas mayores o en situación de adultez,
personas con discapacidad, personas migrantes,
Por otra parte, la inclusión desde lo formal de los personas discriminadas por su pertenencia étnica
sujetos históricamente postergados como las o color de piel, personas privadas de libertad,
mujeres y disidencias, no se ha visto reflejada en la personas torturadas o desaparecidas por sus ideas
materialización de los derechos civiles y políticos, y políticas y el medio ambiente como entorno de vida
mucho menos los económicos, sociales y culturales; sano y sustentable.
en tanto las reformas legales no han estado
acompañadas de transformaciones en la manera en
que se organizan las sociedades.

3.1.1. Los derechos humanos en el ordenamiento


jurídico argentino
El ordenamiento jurídico argentino presenta características del
constitucionalismo clásico, por su matriz histórica; del constitucio-
nalismo social, por las reformas que incorporaron los derechos de
las y los trabajadores en la Constitución de 1949, derogada en 1957
durante la dictadura que había derrocado al presidente Juan Domingo
Perón; y del constitucionalismo de la internacionalización de los
derechos humanos, incorporado en la última reforma de 1994 y a la
que nos referiremos a continuación.

Estas corrientes impactan y conviven en la aplicación del derecho


como realidad social, y es a través de derechos, garantías y límites al
ejercicio de abuso del poder, que la Constitución Nacional opera como
un pacto de convivencia. No obstante, sabemos que en períodos
históricos determinados, la Constitución Nacional no ha sido aplicada
por gobiernos electos y democráticos, así como ha sufrido de una
inobservancia desmedida por parte de los gobiernos de facto.

De hecho, tras las atrocidades cometidas durante la última dictadura


cívico-militar económica en nuestro país, emergió desde los organismos
de derechos humanos y la sociedad civil la necesidad de priorizar estos
derechos y lograr su constitucionalización.

La transición democrática en Argentina, así como la de muchos países


de América Latina, permitió sentar las bases para un pacto social en
materia de derechos humanos.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

A nivel internacional, los organismos y tratados de derechos humanos


definieron un marco general en relación al papel de las instituciones
estatales y no estatales, en la promoción, garantía y protección de
los mismos. La discusión y creación de instrumentos específicos a nivel
internacional en los órganos de la ONU y la OEA posibilitó el acuerdo y la
formulación jurídica de normas positivas, de un piso de valores objetivos y
propios de todo ser humano que deben ser reconocidos y respetados por
los Estados, sin distinción alguna.

A nivel local, la reforma constitucional de 199420 otorgó jerarquía


constitucional21 a los siguientes instrumentos: la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de
Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo;
la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio;
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés);
la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes y la Convención sobre los Derechos del Niño. Estos
instrumentos, en las condiciones de su vigencia, no derogan artículo alguno
de la primera parte de la Constitución y deben entenderse complementarios
de los derechos y garantías reconocidos por la misma.

La jerarquización constitucional de estos instrumentos de derechos


humanos por el Estado argentino, implicó el cierre de la discusión
doctrinaria sobre el monismo y dualismo22 y, con ello, se saneó la
incertidumbre respecto de la jerarquía -y por lo tanto la obligatoriedad y
operatividad de los tratados internacionales- que ahora ocupa el conjunto
de normas superiores del ordenamiento argentino. Este lugar supremo
implica la adecuación de las normas inferiores tanto en el ámbito
federal como en el provincial. Si bien muchas constituciones provinciales
incorporaban los derechos humanos en sus ordenamientos locales,
la constitucionalización de estos a nivel federal, generó reformas
constitucionales provinciales que adoptaron el mismo modelo, abriendo
paso a importantes cambios en la legislación interna conforme a los
nuevos criterios y, especialmente, a decisiones judiciales que invocaron lo
dispuesto y resuelto en la normativa y los tribunales internacionales.

20. Los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional en Argentina y el diario de sesiones con los debates de
la Convención Nacional Constituyente de 1994 están disponibles en: http://www.infoleg.gob.ar/?page_id=63
21. La jerarquía constitucional implica que estos instrumentos –más lo que se incorporen según el procedimiento
establecido en el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, integran y complementan la supremacía que la
Constitución tiene por sobre el resto del ordenamiento jurídico. Por lo tanto, estos instrumentos condicionan la
producción normativa tanto como límite al ejercicio de la autoridad, como también en sentido de principios que
deben contemplarse para la toma de decisiones legislativas, administrativas, jurisdiccionales, etc.
22. Estas dos posturas implican la existencia de ordenamientos jurídicos independientes de las normas
internacionales (dualismo) o, por el contrario, un ordenamiento integrado donde conviven las normas internas con
las responsabilidades internacionales asumidas por la celebración de instrumentos normativos.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Luego de la reforma constitucional y en términos de lo previsto por el artículo 75 inciso


2223 de la Constitución, el Congreso de la Nación aprobó los siguientes instrumentos
de derechos humanos: la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas24, la Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de
los crímenes de lesa humanidad25, la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad26 y la Convención Internacional para la Protección de los Derechos
de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares27.

Es importante destacar que en 1992 Argentina ya había aprobado el Convenio 169 de


la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales
en Países Independientes, con lo cual se reconoció legalmente la preexistencia
étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, y con ello la personería
jurídica de sus comunidades, la posesión y propiedad comunitarias de las tierras
que tradicionalmente ocupan. De este instrumento deriva también la obligación del
Estado de asegurar su participación en la gestión referida a los recursos naturales y a
los demás intereses que los afecten, así como de garantizar el respeto a su identidad
y el derecho a una educación bilingüe e intercultural.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Taller sobre promoción


y garantía de la labor de defensoras y defensores de derechos humanos,
organizado por el Estado de Colombia. Bogotá, 2017.
Fuente: CIDH, OEA.

23. Artículo 75.- Corresponde al Congreso: (…) 22. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones
y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen
jerarquía superior a las leyes. (…); en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo
alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías
por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de
las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara. Los demás tratados y convenciones sobre
derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la
totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.
24. Aprobado mediante Ley 24.556 en 1995, obtuvo jerarquía constitucional mediante Ley 24.820 en 1997.
25. Aprobada mediante Ley 24.584 en 1995, con jerarquía constitucional a partir de 2003, por Ley 25.778.
26. Aprobada en 2008 mediante Ley 26.378, obtuvo jerarquía constitucional por Ley 27.044, en 2014.
27. Aprobada en 2007 mediante Ley 26.202.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Por otra parte, es necesario mencionar las Reglas Mínimas para el


Tratamiento de los Reclusos que Argentina debe cumplir de acuerdo
al control de convencionalidad derivado de la reforma de 1994. Las
Reglas de Mandela, reformuladas por última vez en la 70° Asamblea
General de las Naciones Unidas, en diciembre de 2015, establecen los
estándares para el tratamiento de la población privada de su libertad
y las responsabilidades de los Estados en el respeto a los derechos
humanos en sus respectivos sistemas de justicia.

El convenio 190 de la OIT reconoce el derecho de toda persona a


un mundo del trabajo libre de violencia y acoso, incluyendo en
esto la violencia y el acoso por razones de género que afectan
especialmente a mujeres y feminidades e impiden su desarrollo
personal y crecimiento en el espacio laboral en igualdad de
condiciones. En Argentina existe hoy un proyecto de ley para
ratificar este instrumento legal adoptado por la OIT en junio de 2019.

Por último, es necesario destacar el rol institucional de la


Comisión y la Corte Interamericana, que han decidido investigar
y resolver diversos casos paradigmáticos, implementando
hacia 2003 el mecanismo de revisión conocido como “control
de convencionalidad” que implica revisar e interpretar los
actos gubernamentales –leyes, sentencias, conductas de las
autoridades, etc.- conforme a lo prescripto por la Convención
Interamericana de Derechos Humanos. Este control se le exige
también a las autoridades locales, conformando un verdadero plexo
integral con el fin de proteger y exigir el cumplimiento de los DDHH
por parte de los Estados miembro del sistema interamericano.

3.1.2. Algunos principios para pensar los derechos humanos


La doctrina occidental ha establecido un conjunto de principios para definir los derechos humanos, que
pueden ser repensados y resignificados desde América Latina.

Por un lado, es necesario tener presente que en nuestros Estados circulan varias formas de derecho y
conviven distintas normas y costumbres. Este conjunto de representaciones sociales debe ser respetado al
momento en que se juzga y resuelve un caso concreto desde las instituciones estatales y supranacionales.

En ese sentido, el principio de universalidad de los derechos humanos debe ser situado en los sujetos que
habitan nuestro territorio, para pensarse colectivamente y no únicamente de manera individual, así como
para integrar cosmovisiones y lenguas no hegemonizadas que puedan constituir juridicidades plurales.

Otro de los principios es el de la interdependencia e indivisibilidad, que insta a pensar los derechos de
manera integrada –y no escindida y aislada-. Los derechos a la salud, el trabajo, la educación, la vivienda, el
acceso a la justicia y la información, se ven afectados cuando alguno de los otros derechos se viola.

Por otra parte, el principio de progresividad y no regresividad plantea que en la adopción de medidas
legislativas y de carácter administrativo y financiero, los Estados deben tener en cuenta la situación de
las personas y grupos marginados y vulnerables, así como priorizar las situaciones graves o de riesgo.
Dicho de otro modo, en la sanción de leyes o políticas públicas, los Estados deben hacer una evaluación
de alternativas para tener en cuenta los derechos de toda la comunidad y considerar el máximo de los
recursos disponibles.

Finalmente, inherente a los derechos humanos, se postula el principio de no discriminación, que desde
una perspectiva interseccional, persigue visibilizar y revertir las desigualdades derivadas de las distintas
condiciones individuales y sociales.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.1.3. Los Estados y la responsabilidad a nivel internacional


La suscripción y ratificación de los tratados internacionales por parte
de los Estados, conlleva la asunción del compromiso de respetar y
garantizar que todas las personas bajo su jurisdicción gocen de los
derechos consagrados en esos instrumentos.

Las disposiciones contenidas en los instrumentos y acuerdos de


derechos humanos, obligan a los Estados a adoptar todas aquellas
medidas necesarias para promover su respeto en condiciones de
igualdad. Estas obligaciones implican los deberes de promover,
respetar, proteger, garantizar, prevenir, investigar, sancionar y reparar.

La decisión de los Estados de integrar los órganos internacionales, la


suscripción y ratificación de los tratados, implica dar cumplimiento a
las observaciones, recomendaciones y resoluciones de las diversas
instancias.

Existen determinados mecanismos para asegurar el cumplimiento


de los tratados internacionales como parte de los sistemas de
protección de los derechos humanos. En el ámbito de la ONU funcionan
los siguientes:

• Informes de los Estados partes: son presentados por los Estados ante los comités
de Naciones Unidas; en estos se narran las medidas adoptadas para dar efecto a los
derechos contenidos en los tratados suscritos y ratificados. Estos son acompañados de los
denominados “informes sombra” presentados por la sociedad civil.

• Observaciones finales: son documentos emitidos por alguno de los comités de las
Naciones Unidas, referentes a los avances y retos pendientes de los Estados parte respecto
a la aplicación de algún tratado, y recomendaciones a los Estados para cumplir con sus
obligaciones en materia de derechos humanos.

• Recomendaciones generales: son documentos emitidos por los comités de Naciones


Unidas para dar claridad de interpretación en cuanto a los objetivos, el significado y el
contenido de los tratados; también para promover la aplicación de los instrumentos legales
y asistir a los Estados en el cumplimiento de sus obligaciones.

• Denuncias y comunicaciones individuales: presentadas ante un Comité de Naciones


Unidas por personas que sufrieron algún tipo de violación a los derechos humanos por
parte de un Estado miembro de un tratado que haya reconocido esa competencia. Son
presentadas mediante una cláusula o protocolo facultativo, y tienen las siguientes fases:

a) Admisibilidad: se debe cumplir con los requisitos formales del procedimiento,


presentado por la víctima o su representante de forma escrita y firmada; las vías internas
estatales deben haberse agotado, salvo que no estuvieran disponibles o se prolongaran
en el tiempo.
b)Fondo de la cuestión: el comité decide si se violó o no el tratado, si considera que se ha
cometido una violación de los derechos del denunciante, insta al Estado a proporcionar
información sobre las medidas que ha adoptado, si el Estado no adopta las medidas
apropiadas, el comité remite el caso para su seguimiento a fin de examinar las nuevas
medidas que deben adoptarse.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

• Investigaciones por violaciones sistemáticas a los derechos humanos: cuando


algún comité de Naciones Unidas recibe información de violaciones graves de las
disposiciones de un tratado, realiza una investigación que puede incluir visitas in loco28, y
emitir observaciones y recomendaciones en caso que los Estados hayan decidido quedar
al margen de esta facultad del comité.

• Procedimientos especiales de Naciones Unidas: son desarrollados por un relator


o relatora, una persona experta independiente o un grupo de trabajo; no se requiere
que el Estado haya ratificado el tratado o instrumento, ni haberse agotado los recursos
e instancias nacionales para que conozcan de casos particulares; sus conclusiones y
recomendaciones son informadas al Consejo de Derechos Humanos y sirven para alertar
a la comunidad internacional sobre determinadas cuestiones en esta materia. La labor
de las y los relatores o personas expertas independientes de Naciones Unidas consiste
en:

a) Elaborar estudios temáticos para el desarrollo de normas y preceptos rectores,


relativos al tema de su mandato.
b) Recibir y analizar constantemente la información acerca de situaciones relativas a
los derechos humanos de diferentes fuentes.
c) Solicitar aclaraciones sobre presuntas violaciones a los gobiernos y solicitar que se
apliquen medidas de protección para garantizar los derechos humanos.
d) Concientizar a la comunidad internacional acerca de distintos derechos humanos,
evidenciar las amenazas en contra de estos y sus violaciones.
e) Exponer sus conclusiones a la opinión pública.
f) Realizar visitas a los países, a fin de evaluar la situación de los derechos humanos
relativa a sus mandatos y formular recomendaciones a los gobiernos.
g) Presentar informes y recomendaciones a la consideración del Consejo de Derechos
Humanos o ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

• Examen periódico universal: es la revisión del cumplimiento de las obligaciones y


compromisos de los Derechos Humanos de cada uno de los Estados miembros de la ONU
cada cuatro años. Se desarrolla a partir del análisis de la información que proporcionan
los Estados, una recopilación de información presentada por el Alto Comisionado
de las Naciones Unidas y un resumen que se prepara con la información que envían
las organizaciones no gubernamentales y las instituciones nacionales; inicia con una
discusión entre el Estado examinado y un Grupo de Trabajo de Naciones Unidas.

28. Mecanismo mediante el cual alguna de las personas expertas que integran el comité, se constituye en el país y
el lugar de los hechos que se denuncian, para llevar adelante la investigación.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

En la esfera del sistema de protección de la OEA, se encuentran


mecanismos similares para asegurar el cumplimiento de los
tratados internacionales:

• Visitas a los países: realizadas por alguna persona experta de la Comisión


Interamericana a fin de observar la situación general o investigar una
situación específica. Por lo general, dan lugar a la preparación de un informe
sobre la situación bajo observación, que es publicado y presentado ante el
Consejo Permanente o la Asamblea de la OEA.

• Informes especiales: realizados por la Comisión Interamericana a partir


de la observación de la situación general de los derechos humanos en
alguno de los Estados miembros.

• Informes temáticos: elaborados por la Comisión Interamericana sobre


algún tema de especial interés en la región, ya sea por las personas o el grupo
vulnerado en sus derechos humanos o por la gravedad de la situación.

• Recomendaciones: hechas por la Comisión Interamericana a los países


miembros de la OEA para que adopten medidas que contribuyan a la
protección de los derechos humanos en la región.

• Medidas cautelares: solicitadas por la Comisión Interamericana a los


Estados Miembros para prevenir daños irreparables a las personas o al objeto
de una petición en casos graves y urgentes, y a la Corte Interamericana para
evitar daños irreparables en las personas, en los casos de extrema gravedad
y urgencia.

• Peticiones individuales: son presentadas ante la Comisión Interamericana


por personas que sufrieron algún tipo de violación a los derechos humanos
y que viven en alguno de los países miembros de la OEA. Las fases son las
siguientes:

a) Si la Comisión Interamericana considera que se acreditan los requisitos


de admisibilidad, comparece ante la Corte a presentar y tramitar el caso.
b) Una vez admitido el caso, la Corte resolverá si los derechos humanos
han sido violados por el Estado parte denunciado; las sentencias son
vinculantes, definitivas y no pueden ser recurridas frente a otro tribunal.

• Medidas provisionales: son medidas brindadas por la Corte Interameri-


cana, destinadas a la protección de las personas que se encuentran en
situación de riesgo, ya sea por el contexto o por el grupo al que pertenecen.

• Opiniones consultivas: emitidas por la Corte Interamericana a solicitud


de alguno de los países miembros de la OEA, con el objeto de interpretar
alguno de los instrumentos jurídicos del Sistema Interamericano, para
explicar en qué consisten ciertos derechos humanos y las obligaciones de
los Estados con relación a estos.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2. Principales tratados internacionales de derechos humanos y género

Por María Andrea Cuéllar Camarena

En el comienzo de este capítulo, hemos abordado cómo el carácter supuestamente universal de la


perspectiva occidental de los derechos humanos, que constituyó el eje rector de la igualdad, invisibilizó las
diferencias de individuos y grupos; y cómo esa ficción de homogeneidad de las sociedades y los Estados, de
los pueblos y naciones, de las culturas y las lenguas, es origen y consecuencia de profundas desigualdades.

En ese sentido, referimos que la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la
Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y los
Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
como documentos de acuerdo internacional sobre los derechos fundamentales de la humanidad, no
fueron suficientes para garantizar los derechos a todas las personas.

Por esta razón es que, años más tarde, las Asambleas de Naciones
Unidas y OEA acordaron suscribir nuevos documentos, en los que
se enunciaron los derechos de colectivos y grupos en situación de
desventaja. También se adoptaron acuerdos para regular situaciones
de especial gravedad por poner en riesgo la vida y la integridad de las
personas, así como la dignidad del ser humano y por causar un daño
a la humanidad en su totalidad.

En este capítulo, nos proponemos examinar los tratados


internacionales de los Derechos Humanos con rango cons-
titucional en la Argentina, en virtud de que fueron aprobados por
el Congreso de la Nación en 1994 o mediante acuerdos posteriores,
de conformidad a lo previsto en el artículo 75, fracción XXII de la
Carta Magna. Estas normas han aportado decisivamente en el
desarrollo de los marcos conceptuales y jurídicos para prevenir,
erradicar, investigar y sancionar las violaciones a los derechos
humanos.

Los instrumentos normativos a los que haremos referencia, brindan


un marco de acción a la ciudadanía, regulando las relaciones entre
individuos, organizaciones y Estado, promoviendo la protección de
derechos preexistentes que no suelen ejercerse de manera plena en
la práctica. Somos conscientes que en la actualidad en Argentina,
la discriminación contra las mujeres y otras identidades, tanto en la
legislación como en la práctica, no es un tema reciente ni concluido.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.1. Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW por sus siglas en inglés)29

La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra


la Mujer fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18
de diciembre de 1979, y obtuvo rango constitucional en Argentina mediante la
Reforma de 199430.

Este texto tiene como fundamento el principio de no discriminación, pues


reafirma que todos los seres humanos deben acceder a los derechos y libertades
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sin disintición alguna,
incluído su “sexo” y por tanto su género, que es la construcción social e histórica
de los sexos. En ese sentido, establece la obligación a los Estados, de garantizar
a las personas la igualdad en el goce de los derechos económicos, sociales,
culturales, civiles y políticos. Si bien esta convención se refiere de manera binaria
a las identidades sexo-genéricas, como varón y mujer, ello no implica una lectura
restrictiva, conforme al principio pro persona que establece que todas las normas
de derechos humanos deben leerse e interpretarse de manera que favorezcan la
mayor protección para las personas.

La convención de referencia define la “discriminación contra la mujer” como: “toda


distinción, exclusión o restricción, basada en el sexo que tenga por objeto o por
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, (…)
de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.”. En ese sentido,
obliga a los Estados a llevar adelante políticas encaminadas para adoptar medidas
legislativas en este sentido; a establecer la protección jurídica de los derechos de
las mujeres en las instancias judiciales; a que las autoridades e instituciones se
abstengan de incurrir en todo acto o práctica de discriminación; así como a velar
porque las personas, organizaciones o empresas privadas actúen de conformidad
con esta obligación.

Es importante resaltar que la CEDAW hace mención a que los Estados deben
tomar medidas para modificar los patrones socioculturales con miras a alcanzar
la eliminación de los estereotipos y las prácticas patriarcales, que tienen como
origen la idea de inferioridad o superioridad de los sexos y los géneros. A tal efecto,
refiere a la necesidad de garantizar una redistribución de las tareas de cuidado,
apelando al reconocimiento de la responsabilidad común de “hombres y mujeres”
en la educación y desarrollo de los hijos e hijas, así como al interés superior de los
niños y las niñas.

En efecto, el objetivo de este plexo normativo es revertir las fuertes


discriminaciones que sufren las mujeres e identidades feminizadas por su
condición sexo-genérica, que dificulta su participación en la vida política, social,
económica y cultural. Además, el Comité da cuenta de que las mujeres en situación
de pobreza son las más afectadas para acceder a los derechos fundamentales de
alimentación, salud, educación, trabajo y acceso a la justicia.

Finalmente, se remarca que en el preámbulo de la convención, se afirma que resulta


indispensable el respeto a la soberanía nacional y a la integridad territorial, para el
fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales. Además se subraya que
el pleno acceso a los derechos de las mujeres al interior de los Estados, depende
también de la eliminación de todas las formas de dominación extranjeras.

29. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/35000-39999/36208/norma.htm


30. La CEDAW fue suscrita por la República Argentina el 17 de julio de 1980, y su texto fue aprobado mediante Ley
23.179, promulgada en mayo de 1985.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.2. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la


Violencia contra La Mujer31
El 9 de junio de 1994, la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos
suscribió la “Convención de Belém do Pará”, en el marco del respeto irrestricto
a los Derechos Humanos contemplado por la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre. Este tratado constituye un reconocimiento de
que la violencia contra las mujeres es una violación a los derechos humanos
y las libertades fundamentales, que limita total o parcialmente a las mujeres
en el goce y ejercicio de tales derechos y libertades.

El fundamento de este tratado -tal como se expresa en el preámbulo- es la


desigualdad estructural inherente al sistema de dominación patriarcal,
que históricamente subordinó a las mujeres. En ese sentido, señala que la
violencia contra las mujeres es una manifestación de esas relaciones de poder
históricamente desiguales; constituye la expresión más extrema de la opresión
de género e incluye todas las formas que perpetúan el control, o que imponen
o restablecen una condición de sometimiento de los varones hacia las mujeres.

La norma define este tipo de violencia como “cualquier acción o conducta, basada
en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico
a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. Además, reconoce
que “trasciende todos los sectores de la sociedad, independientemente de su
clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura, nivel educacional, edad o
religión”. Establece también que la eliminación de la violencia contra las mujeres
es condición indispensable para su desarrollo individual y social y su plena e
igualitaria participación en todas las esferas de vida.

El texto refiere que la violencia contra las mujeres incluye la violencia física,
sexual, psicológica, económica y simbólica; y que ésta puede tener lugar dentro
de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal (ya sea
que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio). También, puede
tener lugar en la comunidad, en el lugar de trabajo, así como en instituciones
educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y ser perpetrada
por cualquier persona. Finalmente, la violencia puede ser perpetrada o tolerada
por el Estado o sus agentes, dondequiera que ocurra.

En ese sentido, la Convención compromete a los Estados a llevar adelante


medidas para eliminar todas las formas de discriminación contra las
mujeres, los patrones estereotipados de comportamiento y las prácticas
sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación
sexo-genérica. En esto incluye: adoptar medidas legislativas, establecer
procedimientos legales, mecanismos judiciales y administrativos, fomentar
la educación y capacitación de los funcionarios públicos, suministrar servicios
especializados y alentar el compromiso de los medios de comunicación con
relación al tema.

31. La “Convención de Belem do Pará” fue promulgada en Argentina mediante Ley 24.632, en abril de 1996. Disponible
en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/35000-39999/36208/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.3. Principios de Yogyakarta32


En noviembre de 2006, 16 expertos en derecho internacional de los
derechos humanos de diversos países -incluyendo miembros de la Comisión
Internacional de Juristas y el Servicio Internacional para los Derechos
Humanos- se reunieron en la ciudad de Yogyakarta para aprobar este
documento. Su objetivo fue establecer un conjunto de principios básicos con
relación a las cuestiones de orientación sexual e identidad de género, a seguir
por los Estados y los organismos de protección de Derechos Humanos a nivel
internacional.

Estos acuerdos surgen a partir de la preocupación de académicos y activistas


ante la violencia, hostigamiento, discriminación, exclusión, estigmatización y
prejuicios que sufren las personas debido a su orientación sexual o identidad
de género, y el menoscabo a su integridad y dignidad a causa de estos abusos.
El fundamento que guía este pacto es que toda persona tiene derecho
al disfrute de los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y
sociales, sin distinción alguna.

El instrumento define la “identidad de género” como “la vivencia interna e


individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual
podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento,
incluyendo la vivencia personal del cuerpo (…) y otras expresiones de género,
incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales”. Así, busca romper
con la construcción social binaria que establecía como únicas identidades
posibles las de varón-mujer, y sus correspondientes roles de género
masculino-femenino.

Este documento reconoce el derecho a la personalidad jurídica de los seres


humanos en toda su diversidad de orientaciones sexuales o identidades de
género, y el derecho a que los cambios a los documentos de identidad sean
reconocidos en todos aquellos contextos en que las leyes o las políticas lo
requieran. Además, estipula que ninguna persona podrá ser obligada a someterse
a procedimientos médicos -incluyendo la cirugía de reasignación de sexo, la
esterilización o la terapia hormonal- como requisito para el reconocimiento legal
de su identidad de género.

Por otro lado, los principios de Yogyakarta buscan deconstruir el modelo


heteronormativo propio del sistema de organización social patriarcal. En ese
sentido, se refieren a la “orientación sexual” como “la capacidad de cada persona
de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un
género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más de un género, así como
la capacidad de mantener relaciones íntimas y sexuales con estas personas”.

En ese sentido, los Principios de Yogyakarta invitan a los Estados a adoptar


medidas legislativas, programas de educación y capacitación, para alcanzar la
eliminación de actitudes y prácticas prejuiciosas o discriminatorias basadas en la
idea de la inferioridad o superioridad de cualquier orientación sexual, identidad
de género o expresión de género. Además de llevar adelante políticas adecuadas
para garantizar el desarrollo de estos grupos o personas y el goce y ejercicio de
sus derechos humanos en igualdad de condiciones.

32. Disponible en: http://www.defensoria.org.ar/wp-content/uploads/2016/12/PRINCIPIOS-DE-YOGYAKARTA-II.pdf

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.4. Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas


de Discriminación Racial33
Esta Convención tiene su origen en la Carta de las Naciones Unidas que establece
la dignidad y la igualdad como principios inherentes a todos los seres
humanos. Conforme al propósito principal para el cual se crearon los sistemas
de protección, de promover y estimular el respeto de los derechos humanos y las
libertades fundamentales sin distinción alguna, éste documento hace énfasis en
la no discriminación por color de piel, pertenencia étnica u origen nacional,
y la garantía de las personas de sus derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales.

Resulta pertinente mencionar que en el contexto de discusión de este tratado,


la Asamblea General de las Naciones Unidas se había pronunciado en contra del
colonialismo y las prácticas de segregación y discriminación que lo acompañan,
haciendo referencia a la “Declaración sobre la concesión de la independencia a
los países y pueblos”. Por ello, el texto afirma que la discriminación por motivos
de “raza, color u origen étnico”, constituye un obstáculo a las relaciones entre las
naciones, así como la convivencia de las personas dentro de un mismo Estado.

Este tratado obliga a los Estados a adoptar todas las medidas necesarias
para eliminar todas las formas y manifestaciones de discriminación racial,
definida como: “toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en
motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, que tenga por objeto
o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales
en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la
vida pública”.

Uno de los puntos más relevantes de este documento internacional, es el


reconocimiento legal de que las doctrinas de superioridad basadas en la
diferenciación racial son “científicamente falsas, moralmente condenables y
socialmente injustas”. Por tal motivo, establece que no existe justificación alguna
para sostener este tipo de discriminación, ni en los desarrollos teóricos ni en la
práctica. En ese sentido invita a los Estados a tomar medidas para combatir los
prejuicios en las esferas de la cultura, la educación y la información.

Por otro lado, el texto hace referencia a la importancia de que los Estados lleven
adelante acciones afirmativas como parte de las políticas públicas para garantizar
los derechos de las personas pertenecientes a grupos racializados o étnicos en
condiciones de igualdad. Además, refiere la necesidad de declarar la ilegalidad
y prohibición de organizaciones o actividades de propaganda, que promuevan
la discriminación racial e inciten a ella, así como todo acto de violencia contra
cualquier grupo de personas por su color de piel u origen étnico.

33. La Convención Internacional sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, se suscribió en la
ciudad de Nueva York el 13 de julio de 1967, obtuvo fuerza de ley en Argentina el 26 de abril de 1968 mediante Ley 17122.
Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/122553/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.5. Convención sobre los Derechos del Niño34


Esta Convención busca otorgar una protección especial a la infancia, entendiendo
la especial condición de vulnerabilidad en la que se encuentran los seres humanos
menores de dieciocho años, y la necesidad de otorgar cuidados y asistencias especiales.
En ese sentido, la Convención obliga a los Estados a asegurar que los niños y niñas
sujetos a su jurisdicción, gocen de los derechos fundamentales sin distinción alguna,
“independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión
política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica o los
impedimentos físicos”.

La base de esta normativa es que las niñas y los niños son personas humanas con
conciencia y por tanto son sujetos de derecho; por ello, deben garantizarse las
condiciones para que se formen un juicio propio y expresen su opinión libremente.
En ese sentido, tendrán derecho a buscar y recibir información y deberán respetarse
su libertad de pensamiento y sus decisiones; con las únicas restricciones que implican
los derechos de otras personas. Al efecto, se establece la obligación a los medios de
comunicación de difundir información a fin de promover su bienestar y su salud física
y mental.

Los Estados reconocen con este tratado que al nacer, niñas y niños tienen derecho
a adquirir una nacionalidad, a tener un nombre, a ser inscriptos, a conocer a sus
padres y a ser cuidados por ellos. La Convención establece que las infancias no
pueden ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales a su vida privada o su domicilio,
y se encuentra prohibida la discriminación o castigo por causa de la condición, las
actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, madres, tutores
o familiares. Por otro lado, hace referencia a que las adopciones deben hacerse de
acuerdo a las leyes y procedimientos aplicables y sobre la base de toda la información
pertinente y fidedigna.

La convención reconoce el derecho de la infancia al más alto nivel posible de salud y


a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación. En este punto,
es obligación estatal asegurar la plena aplicación de este derecho y en particular
adoptar medidas para reducir la mortalidad infantil, combatir las enfermedades y la
malnutrición; así como a desarrollar la atención sanitaria preventiva, la orientación
familiar, la educación y servicios en materia de planificación de la familia y asegurar la
atención sanitaria prenatal y postnatal a personas embarazadas.

Por otro lado, el texto normativo establece el derecho de las niñas y niños a la
educación, y la obligación a los Estados de generar las condiciones para el acceso a
este derecho en igualdad de condiciones. En esto se contempla la enseñanza primaria,
secundaria y superior, así como la necesidad de fomentar la asistencia escolar y
de combatir las tasas de deserción escolar. Establece que la educación debe estar
encaminada a desarrollar las aptitudes y capacidades mentales y físicas; debe inculcar el
respeto por los derechos humanos, las libertades fundamentales, la identidad cultural,
la lengua, y los valores nacionales.

Por otro lado, es importante mencionar que la Convención hace referencia al compromiso
de los Estados en proteger a las infancias de todas las formas de explotación y
abuso sexuales como la prostitución y la pornografía; así como las torturas, los
tratos crueles inhumanos o degradantes, el uso de estupefacientes, el secuestro,
la venta y la privación de su libertad. A su vez, establece consideraciones especiales
para que los Estados se abstengan de reclutar niñas y niñas en las fuerzas armadas,
eviten su participación directa en las hostilidades, y aseguren su protección y cuidado
en los conflictos armados.

34. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/249/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.6. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad35


La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad fue aprobada
en el año 2006 por la Asamblea General de las Naciones y en Argentina se promulgó
el 6 de junio de 2008 mediante la Ley 26.378. El origen de este documento es el
reconocimiento de dignidad y el valor inherente de los derechos iguales e
inalienables a todos los seres humanos, y surge de la necesidad de romper las
barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidad, para participar
de la vida social en igualdad de condiciones con las demás.

En principio, es importante decir que la discapacidad surge de la interacción


de las personas en un entorno que está hecho a la medida de un prototipo
de perfección del ser humano construido como parte de un sistema capacitista.
Este sistema social, político y económico ha sido justificado por la medicina y otras
disciplinas y se expresa en discursos patologizantes, fundados en esa idea de una
persona “normal”, así como en actitudes que desvalorizan a las personas por sus
discapacidades físicas o mentales.

En ese sentido la convención establece que la discapacidad es un concepto que


ha evolucionado en el tiempo y que existe una gran diversidad de discapacidades:
físicas, mentales, intelectuales o sensoriales. Además, resalta que esta condición se
ve agravada cuando se entrecruza con algún otro factor de discriminación como el
color de piel, el sexo o género, la orientación sexual, la religión, la opinión política,
el origen nacional, la pertenencia étnica, la edad y la posición social y económica.

En ese sentido, el cuerpo normativo destaca el hecho de que la mayoría de


las personas con discapacidad vive en condiciones de pobreza y la necesidad
fundamental de desarrollar acciones para revertir esta situación y garantizar
su acceso a la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y la justicia. También,
reconoce la especial situación de vulnerabilidad en la que se encuentran mujeres
y niñas con discapacidad, tanto dentro como fuera del hogar, para ser víctimas de
violencia, lesiones o abuso sexual, abandono o trato negligente, malos tratos o
explotación sexual.

La norma reconoce la autonomía de las personas con discapacidad,


incluida la libertad de tomar sus propias decisiones y la capacidad
jurídica. En ese sentido, resalta el valor de las contribuciones que realizan
y pueden realizar las personas con discapacidad al desarrollo económico,
social y humano de la sociedad. Por otro lado, dispone la importancia
de su participación activa en los procesos políticos, la construcción de
políticas públicas, especialmente las que les afectan directamente.

Finalmente, este tratado hace énfasis en la importancia de que los


Estados adopten medidas efectivas y pertinentes para sensibilizar a
la sociedad en la no discriminación a las personas con discapacidad y
la no reproducción de estereotipos y prejuicios. Asimismo, establece
la obligación de asegurar su acceso en igualdad de condiciones al
entorno físico, el transporte, la información, las comunicaciones y a otros
servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público; y a ofrecer
distintas formas de asistencia técnica y personal.

35. Aprobada en 2008 mediante Ley 26.378, obtuvo jerarquía constitucional por Ley 27.044, en el año 2014. Disponible
en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/140000-144999/141317/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.7. Convención Internacional para la Protección de los Derechos de todos


los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares36
El 10 de enero de 2007 se promulgó en Argentina la Ley 26.202 que aprueba la
Convención Internacional sobre la Protección de todos los Trabajadores Migratorios y de
sus Familiares, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas el 18 de diciembre
de 1990. Esta norma parte de uno de los objetivos constitutivos de la Organización
Internacional del Trabajo, que consiste en la protección de los intereses de las y los
trabajadores empleados en países distintos del propio por su especial condición de
vulnerabilidad.

En el contexto que surge este tratado, ya se advertía la magnitud del fenómeno de


las migraciones que abarca a millones de personas y a un gran número de Estados
de la comunidad internacional. De esto, se reconoció la necesidad de establecer
acuerdos comunes con relación al tratamiento de los trabajadores migratorios y
sus familias, ante las dificultades para acceder a los derechos fundamentales como
salud, educación, vivienda y justicia en el Estado de empleo, y la posible falta de
acompañamiento de su Estado de origen.

La convención compromete a los Estados a respetar y asegurar -sin distinción alguna-


los derechos allí previstos, a toda persona que vaya a realizar, realice o haya realizado una
actividad remunerada en un Estado del que no sea nacional, así como a sus familiares.
En ese punto, prevé el derecho a salir libremente y a regresar en cualquier momento a
su país de origen. El derecho a la vida de los trabajadores migratorios y sus familiares
así como el derecho a no ser sometidos a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes, son los primeros puntos estipulados.

De acuerdo a la norma, los trabajadores migratorios deberán gozar en el


empleo, del mismo trato que reciben los trabajadores nacionales. En esto
se incluyen: la remuneración, el horario de trabajo, el descanso semanal, las
vacaciones pagas, la seguridad social, la salud, el fin de la relación laboral
y cualesquiera otras condiciones de trabajo que conforme a la legislación
y las prácticas nacionales estén comprendidas en este término. Además,
establece la prohibición de privar de la autorización de residencia o
permiso de trabajo, o la expulsión del país por el incumplimiento de una
obligación emanada de un contrato de trabajo.

Este tratado contempla que ningún trabajador migratorio o familiar suyo


pueda ser sometido a esclavitud ni servidumbre, ni a realizar trabajos
forzosos u obligatorios. Por otro lado, reconoce su personalidad jurídica
y su derecho a la libertad de pensamiento, conciencia, religión y opinión;
y en tanto trabajadores reconoce su derecho a participar, afiliarse y
solicitar ayuda de los sindicatos o asociaciones establecidas conforme a
la ley, con miras a proteger sus intereses económicos, sociales, culturales
y de otra índole.

Finalmente, el texto refiere que los trabajadores migratorios y sus familias


tienen derecho a la libertad y seguridad personales y no pueden ser
sometidos a injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, tampoco
pueden ser privados de sus bienes. En caso de ser sometidos a juicio
o privados de libertad, deberán ser tratados humanamente y tendrán
iguales derechos que los nacionales del Estado ante los tribunales y las
cortes de justicia, tendrán derecho a ser oídos públicamente y con las
debidas garantías al debido proceso.

36. Aprobada en el año 2007, mediante Ley 26.202. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/
anexos/120000-124999/124232/norma.htm

22 Página
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.8. Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre


Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes37
En el año 1992 Argentina aprobó el Convenio 169 de la OIT, relativo a los pueblos
tribales regidos total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o
por una legislación particular; así como a los pueblos indígenas que descienden de
poblaciones que habitan en el país o en una región geográfica, previo a la colonización
o el establecimiento de las actuales fronteras estatales y que conservan sus propias
instituciones sociales, económicas, culturales y políticas.

El documento establece como principios de aplicación: el reconocimiento y


protección de los valores y prácticas sociales, culturales, religiosas y espirituales
propias de cada pueblo. Los Estados asumen la responsabilidad de desarrollar
acciones con miras a proteger los derechos de estos pueblos, y a garantizar
el respeto de su integridad. Además deberán tomar en consideración, tanto la
dimensión individual como colectiva para pensar los problemas que se presenten
con relación a estas comunidades.

El criterio que determina a estos grupos y la pertenencia de sus integrantes, es


precisamente la conciencia de su identidad indígena o tribal. En ese sentido, el
Convenio obliga a los Estados a consultar a los pueblos interesados cada vez que
se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles
directamente. Al efecto, deberán implementarse los medios para asegurar su
participación en instituciones electivas y organismos administrativos.

Uno de los temas postulados, es el relativo al sistema jurídico de estos pueblos. En


efecto, el convenio establece que al aplicar la legislación nacional, deberán tomarse
en consideración las costumbres y el derecho consuetudinario. Así, en la medida que
sean compatibles con los derechos humanos, deberán respetarse las instituciones y
procedimientos a los que cada pueblo recurre tradicionalmente para la represión de
los delitos cometidos por sus miembros.

En igual sentido, los programas y los servicios de educación destinados a los


pueblos indígenas deberán desarrollarse y aplicarse en cooperación con éstos. El
objetivo deberá ser impartir conocimientos generales y aptitudes que permitan
la participación plena y en condiciones de igualdad de las personas, tanto en su
comunidad como hacia afuera de ésta; deberán tomarse medidas para asegurar una
educación bilingüe y deberá reconocerse el derecho de esos pueblos a crear sus
propias instituciones y medios de educación.

Finalmente, resulta fundamental el reconocimiento de las tierras o territorio como


espacio de vida de los pueblos indígenas, así como la dimensión colectiva de ese
vínculo. Además, se obliga a los Estados a instituir procedimientos adecuados para
determinar la ocupación de las tierras y garantizar a los pueblos la protección
efectiva de sus derechos de propiedad y posesión. También se estipula la necesidad
de previa consulta en los casos excepcionales en que se considere necesario el
traslado o reubicación.

37. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/470/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.9. Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos38


Las “Reglas de Mandela”, fueron reformuladas por última vez en la 70°
Asamblea General de las Naciones Unidas, en diciembre de 2015, y establecen
los estándares para el tratamiento de la población privada de su libertad y las
responsabilidades de los Estados en el respeto a los derechos humanos en sus
respectivos sistemas de justicia. De acuerdo al control de convencionalidad, el
Estado Argentino debe cumplir con este conjunto de principios.

Uno de los ejes que establece este documento es que no debe haber diferencias
de trato fundadas en “prejuicios de raza, color, sexo, lengua, religión, opinión
política, origen nacional o social, país de nacimiento u otra situación cualquiera”.
A tal fin, todos los miembros del personal del sistema penintenciario deberán
conducirse y cumplir sus funciones de manera respetuosa a los derechos
humanos, para lo cual deberán formarse; además, se establece la obligación
de los Estados de contratar especialistas en psiquiatría, psicología, trabajo
social y educación.
Uno de los puntos medulares de este cuerpo normativo es establecer que el fin y
la justificación de las penas y medidas privativas de libertad son exclusivamente
la separación de la persona de su entorno social justificada por un proceso y una
condena legal y el mantenimiento de la disciplina, por lo que el sistema penitenciario
no debe agravar los sufrimientos inherentes a tal situación. En ese sentido, el
tratamiento de las personas condenadas a una pena o medida privativa de libertad
debe buscar desarrollar aptitudes y habilidades, mediante espacios de educación
formal y trabajo, que deberán asemejarse lo más posible a los que están fuera del
establecimiento.

En todo sitio donde haya personas detenidas deberá haber un registro de las mismas;
y, ninguna persona podrá ser admitida en un establecimiento sin una orden válida
de detención. Las personas recluídas deberán ser alojadas en diferentes secciones
dentro de los establecimientos, según su sexo/género y edad, sus antecedentes,
los motivos de su detención, si están siendo procesados o si tienen condena.
Además, deberán existir instalaciones especiales para el tratamiento de las personas
embarazadas.

Los espacios destinados a las personas recluídas -especialmente a aquellos donde


duermen y pasan la noche- deberán satisfacer las exigencias de la higiene, y las
instalaciones sanitarias deberán ser adecuadas para que puedan satisfacer sus
necesidades naturales en el momento oportuno y de forma aseada. Las personas
a quienes no se permita vestir sus propias prendas, deberán recibir las apropiadas
al clima y suficientes para mantenerles en buena salud; y las pertenencias que el
reglamento no autoriza a retener, serán guardados en un lugar seguro.

Las personas privadas de libertad deberán recibir una alimentación de buena calidad,
bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento
de su salud y de sus fuerzas. Todo establecimiento penitenciario deberá disponer de
servicios con médicos calificados, que tendrán que velar por la salud física y mental
de las personas recluídas. Para su bienestar físico y mental, es obligación organizar
actividades recreativas y culturales en todos los establecimientos, y cuando no se
ocupen de un trabajo al aire libre, corresponderá que dispongan de tiempo al aire
libre para realizar ejercicio físico.

38. Disponibles en: https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/treatmentofprisoners.aspx

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Para el mantenimiento del orden y la disciplina, no podrá imponerse más


restricciones de las necesarias para conservar la seguridad y la buena organización
de la vida en común. A su ingreso al centro de reclusión, cada persona recibirá
información sobre las reglas disciplinarias del establecimiento y los medios
autorizados para informarse y formular quejas. El modelo y los métodos de empleo
autorizados de los medios de coerción serán determinados por la administración
penitenciaria central; y toda sanción cruel, inhumana o degradante se encuentra
completamente prohibida.

Las autoridades penitenciarias deberán autorizar a las personas recluídas


para comunicarse periódicamente con sus familiares y amigos, tanto por
correspondencia como mediante visitas. Corresponderá velar por el mantenimiento
y el mejoramiento de las relaciones con su familia, cuando éstas sean convenientes
para ambas partes, con miras al porvenir después de su liberación; y las personas
de nacionalidad extranjera gozarán de facilidades adecuadas para comunicarse
con sus representantes diplomáticos y consulares.

3.2.10. Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,


Inhumanos o Degradantes39
La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes, fue suscrita el 4 de febrero de 1985 por el Gobierno de
la República Argentina40. La base de este acuerdo internacional, es el
reconocimiento de la dignidad inherente a todas las personas humanas,
en el marco del artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
y el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Esta convención define la “tortura” como “todo acto por el cual se inflijan
intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean
físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información
o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche
que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por
cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos
dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra
persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su
consentimiento o aquiescencia”.

Así, el instrumento compromete a los Estados parte a tomar medidas


legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole, eficaces para impedir
los actos de tortura en todo territorio que esté bajo su jurisdicción.
En esto se incluye la educación y formación al personal encargado de la
aplicación de la ley civil o militar, al personal médico, los funcionarios públicos
y otras personas que pueden participar en la custodia, el interrogatorio o el
tratamiento de cualquier persona sometida a cualquier forma de arresto,
detención o prisión.

Este tratado prohíbe invocar circunstancias excepcionales para justificar la


tortura, como estado de guerra o amenaza de guerra, inestabilidad política
interna o cualquier otra emergencia pública; también establece que no podrá
invocarse una orden de un funcionario superior o de una autoridad pública
como justificación. Por otro lado, estipula que ningún Estado procederá a la
expulsión, devolución o extradición de una persona, cuando haya razones
fundadas para creer que estaría en peligro de ser sometida a tortura.

39. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/20000-24999/23568/norma.htm


40. Al momento de ratificarla, se reconoció la competencia del Comité contra la Tortura para recibir y examinar las
comunicaciones individuales.

Página 25
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.2.11. Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio41


El 9 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó esta
convención, en un contexto de posguerra y frente a los horrores cometidos por los
regímenes autoritarios en Europa. Este tratado parte del convencimiento de que el
genocidio -ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra- es un delito
de derecho internacional que los Estados deben comprometerse a prevenir y a
sancionar.

La Convención define el genocidio como “cualquiera de los actos mencionados a


continuación, perpetrados con las intención de destruir total o parcialmente a un
grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) matanza; b) lesión grave a la
integridad física o mental; c) sometimiento intencional a condiciones de existencia
que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) medidas destinadas a
impedir los nacimientos; y e) traslado por fuerza de niños.”

En ese sentido, establece que serán castigados todos los actos de genocidio, de
tentativa y complicidad, así como de asociación para su comisión y de instigación
directa y pública. Además, estipula que podrán ser responsables en la comisión:
gobernantes, funcionarios o particulares. Por ello, compromete a los Estados a
adoptar las medidas legislativas necesarias para establecer sanciones penales
eficaces a quienes resulten responsables.

3.2.12. Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas42


La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, fue aprobada
por la Organización de Estados Americanos (OEA) en su 24a. Asamblea General, en
junio de 1994. Este acuerdo tuvo como origen la preocupación ante los hechos de
desaparición forzada de personas ocurridos durante los procesos dictatoriales en el
continente, y el reconocimiento de este crimen como de lesa humanidad.

Para los efectos de este tratado se considera desaparición forzada “la privación de la
libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes
del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el
apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa
a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona,
con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales
pertinentes”.

La convención establece que este crimen viola múltiples derechos esenciales de


la persona humana de carácter inderogable y el carácter continuo y permanente
en tanto no se establezca el destino o paradero de la víctima. En este sentido,
compromete a los Estados a no practicar, no permitir, ni tolerar la desaparición
forzada de personas, ni aun en estado de emergencia, excepción o suspensión de
garantías individuales; y a sancionar a los autores, cómplices y encubridores, así como
la tentativa de comisión del mismo.

41. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/200000-204999/202959/norma.htm


42. Aprobada mediante Ley 24.556 en el año 1995, obtuvo jerarquía constitucional mediante Ley 24.820 en el año 1997,
disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/25000-29999/28394/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

En cuanto al juzgamiento de este crimen, establece la prohibición de admitir


como eximente “la obediencia debida a órdenes o instrucciones superiores que
dispongan, autoricen o alienten la desaparición forzada”; así como la exclusión de
toda jurisdicción especial, en particular la militar. Además, obliga a los Estados a velar
porque en la formación del personal y de los funcionarios públicos encargados de la
aplicación de la ley, se imparta la educación necesaria sobre el delito de desaparición
forzada de personas.

Por otro lado, se estipula que en la tramitación de los procedimientos, las autoridades
judiciales competentes tendrán libre e inmediato acceso a los centros de detención y a
cada una de sus dependencias, así como a todo lugar donde haya motivos para creer
que se puede encontrar a las personas desaparecidas, incluso los sujetos a jurisdicción
militar. En ese sentido, los registros oficiales sobre las detenciones deberán mantenerse
actualizados y toda persona privada de libertad deberá permanecer en lugares
oficialmente reconocidos y presentada sin demora a la autoridad judicial competente.

3.2.13. Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y


de los crímenes de lesa humanidad43
El 23 de noviembre de 1995, mediante ley 24.584, Argentina aprobó la “Convención
sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad” adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1968.
La comunidad internacional había advertido la gravedad de los crímenes de
guerra y los crímenes de lesa humanidad, la prescripción como obstáculo para
el enjuiciamiento y castigo de las personas responsables y particularmente, la
necesidad de reprimirlos para prevenir su repetición.

La antesala de este acuerdo fueron las resoluciones que confirmaban los


principios de derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal
Militar Internacional de Nuremberg; el fallo y las resoluciones de este tribunal
que condenaron expresamente como crímenes contra la humanidad la violación
de los derechos económicos y políticos de la población autóctona; así como las
resoluciones del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas relativas
al castigo de los criminales de guerra y de las personas que hayan cometido
crímenes de lesa humanidad.

Esta convención compromete a los Estados a adoptar todas las medidas


internas que sean necesarias -legislativas o de cualquier otro orden- para que
la prescripción de la acción penal o de la pena, no se aplique a los crímenes
de guerra o de lesa humanidad. Además, obliga a aplicar las disposiciones tanto
a los representantes de la autoridad del Estado como a los particulares que
participen como autores o cómplices o que inciten directamente a la perpetración
de alguno de esos crímenes, o que conspiren para cometerlos (cualquiera que sea
su grado de desarrollo), así como a los representantes de la autoridad del Estado
que toleren su perpetración.

43. Aprobada mediante Ley 24.584, en el año 1995, y con jerarquía constitucional a partir del año 2003, por Ley 25.778,
disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/30000-34999/30354/norma.htm

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.3. Derechos humanos y pueblos originarios en la República Argentina:


asumir la identidad multicultural

Por Ivana Salemi44

En la Argentina, tanto la Constitución Nacional como leyes nacionales y provinciales,


reconocen la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios. Esto implica el
reconocimiento de su identidad, del derecho a la posesión y a la propiedad comunitaria sobre
las tierras que tradicionalmente habitan, y el derecho a participar en los asuntos que los
afecten. Si bien es cierto que, sobre todo a partir de la consolidación democrática, existe en
Argentina un conjunto de normas con perspectiva de respeto y preservación de los derechos
de los pueblos originarios, todavía hay camino por recorrer en vistas a asumir la identidad
multicultural indo-afro-americana que constituye el “ser nacional”. Al mismo tiempo, siendo
la perspectiva de derechos humanos insignia de la democracia argentina, resulta interesante
analizar desde esta perspectiva si la legislación es suficiente para garantizar el cuidado y el
respeto sobre los derechos de las comunidades originarias o autóctonas.

Según la Ley sobre política indígena y apoyo a las comunidades aborígenes (Ley 23.302),
las comunidades originarias son conjuntos de familias que se reconocen como tales por el
hecho de descender de poblaciones que habitaban el territorio nacional en la época de la
conquista y colonización, es decir, de pueblos originarios. El reconocimiento de su personería
jurídica se sostiene en el principio de autoidentificación, por lo que el Estado sólo constata
su existencia. Esto quedó establecido en el Art. 75 (inc.17) de la Constitución Nacional, a partir
de la reforma de 1994:

“Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.


Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e
intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión
y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular
la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas
será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar
su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás
intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas
atribuciones”.

De este artículo se desprenden cinco derechos básicos reconocidos por el texto constitucional:
• a la identidad étnica y cultural,
• a la educación bilingüe,
• al reconocimiento político y jurídico de las comunidades,
• a la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan,
• a la participación en la gestión de los bienes comunes.
Sabemos que los primeros habitantes del territorio que denominamos nacional fueron
comunidades pertenecientes a diferentes pueblos originarios, con cosmovisiones y formas de
desarrollarse bien complejas y diferentes a las que fueron impuestas mediante un genocidio
por el incipiente Estado argentino de fines del siglo XIX, a través de las diferentes campañas
militares, políticas, científicas, con el objeto de “pacificar” el territorio y particularmente
ampliar la frontera productiva que requería el modelo agroexportador.

44. Licenciada en Ciencia Política (UBA), diplomada en Desarrollo Local, Territorial y Economía Social (FLACSO), se
desempeña como asesora en el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, realiza asistencia técnica y capacitación
en diferentes organizaciones de Economía Social: [email protected]

28 Página
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Es necesario advertir que a partir de las campañas45, el devenir de las comunidades


originarias estuvo marcado por la exclusión. Aquellas que no fueron lisa y
llanamente exterminadas a través de operaciones de las que la denominada
Campaña del Desierto es sólo un ejemplo entre muchos otros, fueron expulsadas
de sus territorios y vieron su identidad y su cultura absolutamente invisibilizada.
Fue la primera de muchas otras formas de exclusión. La imposición de la cultura
hegemónica, de matriz europea, a través de instituciones, tales como la escuela y
el servicio militar, cuyo objetivo fue la homogeneización cultural, profundizó este
proceso de invisibilizar y desaparecer la diversidad cultural autóctona. Así es que
muchas personas cuyo origen se encuentra en alguno de los más de 30 pueblos
originarios que habitan este territorio que conocemos como Argentina, son
identificadas como campesinos pobres, desposeídos de sus tierras, de su historia y
su cultura. Por este motivo, los primeros avances en la legislación de recuperación
de los derechos de las comunidades autóctonas refieren al reconocimiento y acceso
de los territorios que tradicionalmente habitan.

Pisaq, Perú, 2013.


Autora: Ivana Salemi

3.3.1. Legislación específica


Además del texto constitucional argentino, en 1992 se sancionó la Ley 24.071 que
ratificó el Convenio N°169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que
en su Art.14.2 invita a los gobiernos a: “tomar las medidas que sean necesarias para
determinar las tierras que los pueblos interesados ocupan tradicionalmente y
garantizar la protección efectiva de sus derechos de propiedad y posesión”.

Otros convenios internacionales debidamente ratificados y con jerarquía supralegal


son: el Convenio sobre Diversidad Biológica, aprobado por ley 24.375; y el Convenio
Constitutivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en América
Latina y el Caribe, aprobado por ley 24.544.

La normativa nacional específica es la Ley Nº 23.302 sobre Política Indígena y


Apoyo a las Comunidades Aborígenes y fue sancionada en el año 1985. Esta crea
el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) con el objetivo de garantizar el
pleno ejercicio de la ciudadanía y el cumplimiento de los derechos consagrados en
la Constitución Nacional a favor de los pueblos originarios.

45. En el sur, contra los selk’nam en Tierra del Fuego y la llamada Campaña del desierto contra mapuches, tehuelches
y ranqueles; en el norte, la llamada Campaña del Chaco contra qom, wichís, mocovíes y pilagá.

Página 29
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Recién en 2006 se sancionó la Ley N° 26.160 Este registro y proceso de autorreconocimiento


(prorrogada por Ley N° 26.554) con carácter de como pueblos está en constante ampliación, los
orden público, declarando la emergencia en datos aquí presentados están actualizados al año
materia de posesión y propiedad de las tierras de la presente edición en función de los datos
que tradicionalmente ocupan las comunidades presentados por el INAI.
indígenas autóctonas. Entre sus principales
disposiciones, se encuentra la de suspender El Decreto 700 del año 2010 creó la Comisión
la ejecución de sentencias, actos procesales o de Análisis e Instrumentación de la Propiedad
administrativos cuyo objeto sea el desalojo o Comunitaria Indígena. El derecho a la propiedad
desocupación de las tierras que ocupan las mismas. comunitaria es la base fundamental para el
desarrollo de la cultura, la vida espiritual, la
El tratamiento del territorio en esta Ley y durante integridad y la supervivencia económica de
todo el proceso de relevamiento, es particular y las comunidades indígenas, e incluye el uso y
complejo. La conformación de los territorios disfrute de sus derechos naturales. Se relaciona
tradicionales es multidimensional, porque directamente, como requisito previo, con los
contiene todos los aspectos que definen a los derechos a la existencia en condiciones dignas, a la
pueblos originarios y que éstos consideran alimentación, al agua, a la salud, a la vida, al honor, a
en el complejo mapa de la valoración de las la dignidad, a la libertad de conciencia y religión, a la
particularidades y estrechas vinculaciones de sus libertad de asociación, a los derechos de la familia, y
componentes sociales y naturales. Sin embargo, a la libertad de movimiento y residencia.
todo ello se contiene dentro de deslindes, límites
y fronteras territoriales, ya sea para distinguirse A su vez, la reforma del Código Civil y Comercial de
de otros, como para organizar y ordenar el uso, la Nación del 2014, en sus artículos 14 y 18, incluyó
posesión, aprovechamiento y/o usufructo de los como parte de los derechos de las comunidades
espacios dentro de un territorio, que conforman los indígenas, “la posesión y propiedad comunitaria de
pueblos y comunidades indígenas. las tierras que tradicionalmente ocupan”. Menciona
también, en los artículos 225 y 240, los derechos de
Además, la Ley 26.160 ordena realizar un los pueblos originarios sobre la participación y la
relevamiento técnico, jurídico y catastral de las preservación de los bienes comunes del territorio.
comunidades indígenas y, en caso de corresponder,
de tierras ocupadas por las mismas de forma actual, Como se mencionó anteriormente, el vínculo de
tradicional y pública. Declara al INAI como órgano las comunidades originarias con el territorio
rector del relevamiento e invita a diseñar y aplicar forma parte de una cultura ancestral. Pero
las acciones necesarias a través del Consejo de además, representa una forma alternativa y
Participación Indígena, constituido en 2004 por sobre todo ética de vincularse con los bienes
resolución INAI N°152, creando un Fondo Especial comunes (mal llamados recursos naturales). Esta
para efectuarlo y para realizar las demás tareas que forma ancestral de producir alimentos asegura la
surjan a partir del mismo. biodiversidad, el cuidado de los bosques nativos,
de los cursos de agua, de las semillas, de la tierra
El Censo Nacional del año 2010 arrojó que los y sus ciclos naturales. Este paradigma, además de
indígenas o descendientes de ellos en Argentina ser una forma de producción más ética, representa
son 955.032, lo que representa el 2,38% de la un conjunto de relaciones sociales y ambientales
población total. Desde las comunidades afirman ser que garantizan la soberanía alimentaria frente al
38 pueblos distribuidos en todo el país, sin embargo modelo extractivista del agronegocio, que percibe
el Estado ha registrado 34 pueblos inscriptos en el a la tierra como una mercancía.
Registro Nacional de Comunidades Indígenas
(Re.Na.C.I.). Ellos son: Atacama, Chané, Charrúa, En este sentido, la Ley 26.331 y su Decreto
Chorote, Chulupí, Comechingón, Diaguita, reglamentario 91/2009 establecen los presupuestos
Guaraní, Guaycurú, Huarpe, Iogys, Kolla, Kolla mínimos de protección ambiental para el
Atacameño, Lule, Lule Vilela, Mapuche, Mapuche enriquecimiento, la restauración, conservación,
Tehuelche, Mocoví, Mbya Guaraní, Ocloya, aprovechamiento y manejo sostenible de los
Omaguaca, Pilagá, Quechua, Ranquel, Sanavirón, bosques nativos, mencionando a los pueblos
Selk’Nam (Ona), Tapiete, Tastil, Tehuelche, Tilián, originarios en diferentes fragmentos de su
Toba (Qom), Tonokoté, Vilela, Wichí. articulado. Asimismo, la Ley 27.118 que declara de
interés público la agricultura familiar, campesina
Por su parte, el INAI tiene identificadas 1.653 e indígena, representa un avance fundamental en el
comunidades indígenas, entre las cuales 1.456 han reconocimiento no solamente del acceso a la tierra
registrado su personería jurídica en el ámbito del sino además de las prácticas y modos de habitar el
Re.Na.C.I. y de los registros provinciales. territorio.

30 Página
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Las Toscas, Lincoln,


Pcia. de Buenos Aires,
2019.
Autora: Ivana Salemi

En cuanto a la normativa vinculada al derecho a la identidad, se dictó el decreto


278/2011, que establece un régimen administrativo de inscripción de nacimientos. La
norma contempla la aplicación de este régimen a la inscripción de los mayores de doce
años que puedan acreditar su pertenencia a pueblos originarios, de acuerdo con lo que
determine oportunamente el INAI en concurrencia con los gobiernos locales.

A su vez, la Ley 25.517 y su Decreto reglamentario 701/2010 estableció que deberán ser
puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo
reclamen, los restos mortales de integrantes de pueblos, que formen parte de museos
y/o colecciones públicas o privadas.

El Art. 75 de la Constitución Nacional, en su inciso 19, incorpora entre las atribuciones del
Estado nacional impulsar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural. Así es
que con la reforma de la Ley de Educación Nacional del año 2006, la Ley N° 26.602, en
sus artículos 52, 53 y 54, consagra la Educación Intercultural Bilingüe, siendo este otro
de los derechos consagrados en el texto constitucional.

El cumplimiento de sus derechos económicos, sociales y culturales pone en tensión, como


cuestión fundamental, la estrecha relación existente entre la diversidad cultural y la
desigualdad social, puesta de manifiesto en el alto grado de correlación entre la pobreza
y el origen étnico, por lo que es fundamental considerar especialmente la cuestión de
la identidad cultural en las políticas dirigidas a revertir las diferentes situaciones de
exclusión que viven las personas que descienden de los pueblos originarios.

La Constitución Nacional y la Ley sobre Política Indígena establecen el derecho a la


participación y a ser convocados en los asuntos que afecten el territorio y los bienes
naturales donde habitan. El decreto 702/2010 incorporó a la estructura organizativa
del INAI la Dirección de Afirmación de los Derechos Indígenas, cuyo objetivo es promover
la mayor participación de los pueblos indígenas en la elaboración y ejecución de
políticas públicas que tengan impacto en sus comunidades, e impulsar entre éstas
el pleno ejercicio de sus derechos a través de su conocimiento y de las herramientas
para ejercerlos.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

En esta misma dirección, se orienta la reciente ratificación del Acuerdo Regional sobre Acceso a la
Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el
Caribe, “Acuerdo de Escazú” (Ley N° 27.566).

Las cartas magnas de las provincias se refieren a los derechos de los pueblos originarios:

• Provincia de Jujuy. Art. 50 (1986)


• Provincia de Rio Negro. Art. 42 (1988)
• Provincia de Buenos Aires. Art. 36 Inc. 9 (1994)
• Provincia de Chaco. Art. 37 (1994)
• Provincia de Chubut. Art. 34 (1994)
• Provincia de La Pampa. Art. 6 Párr. 2° (1994)
• Provincia de Salta. Art. 15 (1998)
• Provincia de Formosa. Art. 79 (2003)
• Provincia de Neuquén. Art. 53 (2006)
• Provincia de Tucumán. Art. 149 (2006)
• Provincia de Entre Ríos. Art. 33 (2008)

3.3.2. Consolidación democrática y tensiones vinculadas al modelo de desarrollo nacional


No obstante el gran avance en materia de legislación, reconocimiento e inclusión de las comunidades
originarias, existen tensiones y conflictos que convocan al Estado y a la sociedad a profundizar las medidas
para reconocer la tradición pluricultural de nuestro país. No son pocas las denuncias de las comunidades
originarias sobre el avance, muchas veces violento, sobre los territorios que tradicionalmente ocupan y que
la constitución nacional les reconoce. Si bien el Relevamiento llevado adelante por el INAI implica un gran
avance en este reconocimiento, todavía sigue siendo difícil para las comunidades acceder a la documentación
que certifica la propiedad comunitaria sobre las tierras.

Además, este tipo de medidas conviven con autorizaciones de desmontes, aprovechamientos forestales o
mineros. Las prácticas que se desprenden del agronegocio, los emprendimientos inmobiliarios, la megaminería
y en algunos casos cierta forma de turismo, amenazan la cultura y la vida de las comunidades originarias.

Si bien la legislación nacional y provincial prevé la participación y la consulta sobre este tipo de actividades, no
se desarrollaron los mecanismos específicos que garanticen que la posición de las comunidades sea respetada
en los ámbitos de la justicia provincial o federal. Un ejemplo de esto es que muy pocas veces se traduce a la
lengua de las comunidades la documentación vinculada a una causa judicial que afecta sus intereses.

La preservación de las comunidades originarias y el cumplimiento de sus derechos no sólo es un beneficio


para un sector. La agricultura familiar, campesina e indígena, tiene una gran importancia en la producción
de alimentos no sólo para las comunidades sino para toda la sociedad. Alrededor de la mitad de las frutas y
verduras que se consumen en la Argentina son producidas en tierras trabajadas por pequeños agricultores
campesinos e indígenas.

Alrededor de estos conflictos, se evidencia la tensión existente entre la voluntad de garantizar derechos
democráticos y el avance de ciertos paradigmas de desarrollo.

32 Página
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.4. El ambiente como un derecho humano

Por Florencia Presta46

En nuestro país, la cuestión ambiental comenzó a tomar relevancia en la década


del setenta a partir de dos hechos fundamentales: la declaración de Juan Domingo
Perón sobre el medio ambiente (1972) y la consecuente institucionalización de
la política ambiental con la creación de la Secretaría de Recursos Naturales y
Ambiente Humano (1973).

La declaración alertaba sobre el impacto que las formas de producción y consumo


tenían sobre el ambiente y exhortaba a cuidar los recursos naturales y promover
la solidaridad entre los pueblos: “Creemos que ha llegado la hora en que todos
los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que
la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente
y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de
la población y la sobreestimación de la tecnología”47.

Esta emergencia de la temática ambiental en la agenda pública se dio en


consonancia con lo que sucedía en el plano internacional. En 1972 se produjo
en Estocolmo, Suecia, la Cumbre de la Tierra, primera conferencia internacional
convocada por Naciones Unidas sobre cuestiones medioambientales. Asistieron
representantes de 113 países, 19 organismos intergubernamentales y más de
400 organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. La Cumbre
culminó con la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Humano.

Primera Cumbre de
la Tierra, celebrada
en Estocolmo,
Suecia, 1972.

46. Licenciada en Trabajo Social (UBA), se desempeña en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Nación
como especialista en participación social y transversalización del enfoque de género de la Dirección Nacional de
Bosques. Mail: [email protected]
47. Mensaje de Juan Domingo Perón a los pueblos del mundo, transmitido por radio el 6 de julio de 1947.

Página 33
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

Los debates sobre las cuestiones ambientales continuaron en el ámbito internacional,


avanzando en la problematización de los modelos de desarrollo:

• En 1979 en Ginebra, se celebró la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima;


• En 1987 la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo elaboró para
Naciones Unidas el Informe Nuestro futuro común, conocido como Informe Brundtland;
• En 1992 se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo.

Sin embargo, no fue hasta 1994 que el derecho a un ambiente sano pasó a formar parte
del ordenamiento jurídico argentino, en el marco de la reforma constitucional, cuando
se incorporaron los derechos denominados de “tercera generación” o de “incidencia
colectiva”, que sumaron a los principios de libertad, igualdad, propiedad y justicia social,
el principio de solidaridad (Cassagne, 2019). El derecho a un ambiente sano quedó
entonces plasmado en el art. 41 de la nueva Constitución Nacional:

“Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano,


equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las
de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño
ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer,
según lo establezca la ley.
Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la
utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del
patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la
información y educación ambientales.
Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los
presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias
para complementarlas, sin que aquéllas alteren las jurisdicciones
locales.
Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o
potencialmente peligrosos, y de los radiactivos”.

Por un lado, este artículo aportó un concepto de solidaridad con las generaciones futuras,
y por el otro, antepuso el ambiente sano como una condición para el desarrollo humano.
Es decir, inscribió el derecho al ambiente sano en la trama de los derechos humanos
fundamentales, con un carácter indivisible e interdependiente. En consiguiente, los daños
al ambiente afectan directamente al goce de otros derechos humanos, como el derecho a la
vida, a la salud, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la dignidad, etc.

En este mismo sentido, la relatora especial de Naciones Unidas en Derechos Humanos y


Medio Ambiente, en el informe que lleva su nombre, Informe Ksentini (1994)48, expresó que
“el mantenimiento de los equilibrios naturales, la estabilidad del ecosistema en general, la
preservación de los recursos naturales y la supervivencia misma de la Tierra son cuestiones
que se plantean con urgencia en vista del alcance de los daños ambientales causados al
planeta y de sus repercusiones sobre la persona humana y su bienestar y, por consiguiente,
sobre el goce de sus derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la vida”.

48. Disponible en: https://digitallibrary.un.org/record/226681?ln=es

34 Página
Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.4.1. Los derechos ambientales en América Latina


El advenimiento de gobiernos populares de principio de siglo en América Latina, ha impulsado un gran
avance de las legislaciones ambientales. En el caso de Bolivia y Ecuador, fueron incluso incorporadas a sus
reformas constitucionales, mientras que en Argentina se sancionaron múltiples leyes de “presupuestos
mínimos”49 de protección ambiental.

El constitucionalismo andino, tal como Eugenio Zaffaroni (2013) denomina al movimiento constitucionalista
que incorpora la cosmovisión indígena a los ordenamientos jurídicos, significó un cambio de paradigma
en materia de derechos humanos, tradicionalmente centrados en una cosmovisión occidental. En este
sentido, tanto la constitución de Ecuador (2008) como la de Bolivia (2009), rompen con el paradigma
antropocentrista, al incluir a la naturaleza o Pachamama como sujetos de derecho.

Fragmento del Preámbulo de la Constitución de la República del Ecuador:

“Nosotras y Nosotros, el pueblo soberano del Ecuador, reconociendo


nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos
pueblos, celebrando a la naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos
parte y que es vital para nuestra existencia (…). Decidimos construir una
nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la
naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay (…)”.
Fragmento del Preámbulo de la Constitución Política del Estado plurinacional de Bolivia:

“El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la


historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación indígena
anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de liberación,
en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las guerras del agua
y de octubre, en las luchas por la tierra y territorio, y con la memoria de
nuestros mártires, construimos un nuevo Estado. Un Estado basado en
el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad,
complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y
redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del vivir
bien (…)

Mural de investigación,
taller de arte Boni Huillca
Quispe, región de Apurímac,
Perú, 2016.

A diferencia de estos ejemplos, en Argentina los titulares del derecho al ambiente sano son “todos los
habitantes”, la naturaleza no es sujeto de derechos. No obstante, ha habido avances en la legislación de
protección ambiental desde el año 2002, cuando se sancionó la Ley Nº 25.675 de “Presupuestos mínimos
para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y protección de la
diversidad biológica y la implementación del desarrollo sustentable”, también conocida como Ley General
del Ambiente. Desde entonces se ha legislado sobre la preservación del agua (Ley 25.688), la protección de
los bosques nativos (Ley 26.331) y la preservación de glaciares (Ley 26.639), entre otras.

49. En el art. 6 de la Ley Nº 25.675 se define presupuesto mínimo como: “toda norma que concede una tutela
ambiental uniforme o común para todo el territorio nacional, y tiene por objeto imponer condiciones necesarias
para asegurar la protección ambiental. En su contenido, debe prever las condiciones necesarias para garantizar
la dinámica de los sistemas ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en general, asegurar la preservación
ambiental y el desarrollo sustentable”.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.4.2. Principales acuerdos y tratados internacionales en materia ambiental

→ Objetivos de Desarrollo Sostenible


En el año 2012 se realizó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo
Sostenible (Río +20), en Río de Janeiro, Brasil. Tuvo como resultado el documento El
futuro que queremos. Entre las numerosas medidas, los Estados Miembros acordaron
iniciar un proceso para desarrollar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los
ODS fueron adoptados voluntariamente en el año 2015 y cada objetivo tiene asociadas
metas específicas que deben alcanzarse al 2030. Son 17 objetivos vinculados a: pobreza,
seguridad alimentaria, educación, género, economía, energía, infraestructura, cambio
climático, etc.
En el ámbito nacional, la adaptación de los ODS se basó en el enfoque de derechos
humanos y en la necesidad de lograr un desarrollo equitativo e inclusivo. El organismo
a cargo de dicha tarea fue el Consejo Nacional de Coordinación de las Políticas Sociales
(CNCPS), que estableció prioridades y ocho Objetivos de Gobierno para comenzar la
vinculación de los mismos con la Agenda 2030 de Naciones Unidas50.

→ Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Ley 24.295)
La CMNUCC se adoptó en Nueva York, en el año 1992, entrando en vigor en 1994.
En la actualidad tiene 197 Estados parte, entre los que se encuentra Argentina (Ley
24.295). Su objetivo fundamental es “la estabilización de las concentraciones de
gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias
antropógenas peligrosas en el sistema climático”. Asimismo, esta Convención define
al cambio climático como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a
la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial”, e insta a las
partes a proteger el sistema climático mundial y tomar medidas para prever, prevenir o
reducir al mínimo sus causas, mitigando sus efectos adversos.

→ Protocolo de Kyoto (Ley 25.438)


El Protocolo de Kyoto, es el protocolo de aplicación de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Fue adoptado el 11 de diciembre de 1997
en Kyoto, Japón, pero no entró en vigor hasta el año 2005. En Argentina fue aprobado
por Ley Nº 25.438.
El protocolo compromete a los países industrializados a implementar políticas y
medidas individuales y conjuntas, para reducir al mínimo la emisión de gases de efecto
invernadero. Además, insta a las partes a realizar un inventario anual de las emisiones
antropógenas de gases de efecto invernadero.

→ Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (Ley 24.375)


La Convención sobre la Diversidad Biológica fue adoptada en Río de Janeiro en 1992 y
aprobada en Argentina por Ley 24.375. Tiene tres objetivos principales:

• La conservación de la diversidad biológica.


• La utilización sostenible de sus componentes.
• La participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven
de la utilización de los recursos genéticos.

La convención reconoce los derechos soberanos de los Estados sobre sus recursos
naturales y la facultad de regular el acceso a los recursos genéticos.

50. CNCPS (2017): Manual para la adaptación local de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Disponible en: https://
www.odsargentina.gob.ar

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

→ Protocolo de Nagoya (Ley 27.246)


Es el Protocolo sobre acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa
en los beneficios que se deriven de su utilización al Convenio sobre la Diversidad
Biológica (CDB). Adoptado en Nagoya, Japón en 2010, el Protocolo se propone con-
tribuir a la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica. Se aplica a
los recursos genéticos que están cubiertos por el CDB, a los conocimientos tradicio-
nales asociados a los recursos genéticos y a los beneficios derivados de su utilización.

→ Convención Relativa a los humedales de Importancia Internacional,


especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas (Ley 23.919)
Convención firmada en Ramsar, Irán, el 2 de febrero de 1971, modificada según el
Protocolo de París, del 3 de diciembre de 1982. Fue aprobada en Argentina por Ley
23.919.
La Convención Ramsar crea una Lista de Humedales de Importancia Internacional, en
la que cada parte adherida debe designar al menos un humedal de su territorio para
ser incluidos en esta lista. El objetivo es fomentar la conservación de los humedales y
de las aves acuáticas creando reservas naturales en aquéllos, estén o no incluidos en la
Lista, y tomar las medidas adecuadas para su custodia. Argentina cuenta actualmente
con 23 sitios Ramsar51.

→ Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y


el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe (Ley
27.566)
Más conocido como Acuerdo Escazú, fue adoptado en Escazú, Costa Rica, el 4 de
marzo de 2018 y recientemente aprobado por el Congreso de la Nación Argentina,
por Ley N° 27.566. Once países ya han ratificado el acuerdo, número necesario para su
entrada en vigor, que será a inicios del año 2021.
El objetivo de este acuerdo es “garantizar la implementación plena y efectiva en
América Latina y el Caribe de los derechos de acceso a la información ambiental,
participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso
a la justicia en asuntos ambientales, así como la creación y el fortalecimiento de las
capacidades y la cooperación, contribuyendo a la protección del derecho de cada
persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente sano y
al desarrollo sostenible”.
Si bien Argentina reconoce los derechos a la información pública ambiental
(Ley 25.831) y a la participación (Ley 25.675), la incorporación de este acuerdo al
ordenamiento jurídico argentino le otorga una mayor jerarquía, de rango constitu-
cional. Por eso, la ratificación y posterior entrada en vigor del Acuerdo Escazú,
significan una ampliación de derechos en tanto ninguna ley puede contradecir ni
modificar los contenidos de este acuerdo. Al mismo tiempo, obliga a actualizar toda
la legislación ambiental para cumplir con los objetivos establecidos en el acuerdo.
Finalmente, el reconocimiento del derecho a la información y a la participación en
cuestiones ambientales como derechos humanos, facilitará el acceso a la justicia
ambiental.

51. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/ambiente/agua/humedales/sitiosramsar

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

3.5. Derechos Humanos y Fuerzas Armadas. Logros de la democracia que animan a


pensar los desafíos de la República Argentina de manera integrada

Por Juan Calvo52

Las argentinas y los argentinos nos encontramos con un importante debate


acerca de la temática de los derechos humanos y las políticas de defensa y
seguridad. Desde luego no es un tema menor, en la memoria histórica de nuestro
pueblo se encuentran muy presentes los hechos vividos durante la segunda
mitad del siglo XX, con la sucesión de golpes militares, proscripción de partidos,
gobiernos tutelados y violencia política, principalmente durante el periodo más
trágico de nuestra historia reciente, la última dictadura cívico militar (1976- 1983).

Este año el Estado de derecho cumple 37 años consecutivos, lo que nos invita
como sociedad a mantener viva la memoria democrática colectiva. En estas casi
cuatro décadas, el sistema democrático se consolidó y los poderes del Estado
desarrollaron acciones que fortalecieron el ordenamiento de las autoridades
democráticas, las elecciones libres y periódicas, la representación política de la
sociedad y, con grandes desafíos, la búsqueda de justicia, de mayor integración
social y de desarrollo para nuestro pueblo.

Analizamos la política de derechos humanos en el ámbito de la defensa desde


dos vertientes que se encuentran intrínsecamente relacionadas. Por un lado,
el reconocimiento de las Fuerzas Armadas como parte del Estado argentino,
que ejercen un rol específico, como el de la defensa del territorio y del pueblo
de la Nación, y por lo tanto con un involucramiento en la defensa y promoción
de los derechos humanos de la sociedad. Por otro lado, desde la mirada de los
integrantes de las Fuerzas Armadas, que además de desarrollar una profesión
específica, son reconocidos necesariamente como ciudadanas y ciudadanos que
gozan de los mismos derechos de todos y todas.

La dirigencia civil tiene la tarea de asegurarle recursos al personal militar para


que sus integrantes puedan desarrollar su vocación de manera efectiva, segura
y profesional. Esto implica recursos materiales, académicos y de infraestructura,
así como de todos los medios necesarios para poder garantizar la profesión
militar. Es preciso cristalizar estos requerimientos con medidas efectivas, como
fueron la de restauración salarial del personal en actividad y retirado, que dispuso
este año el presidente Alberto Fernández a través del Ministerio de Defensa, y la
de establecer el Fondo de la Defensa Nacional, cuyo objetivo es proveer recursos
económicos para la adquisición de medios materiales que permitan a las fuerzas
adiestrarse en el empleo de sistemas de armas y medios modernos y seguros, así
como asegurar que las remuneraciones militares representan un ingreso acorde
a las funciones que se desarrollan en el sistema de defensa.

La política con perspectiva de género en el ámbito militar es un ejemplo para la


comunidad internacional. Desde las primeras experiencias llevadas adelante a
finales de la década del noventa y hasta el presente, el Ministerio de Defensa
sostiene la necesidad de garantizar la equidad entre varones y mujeres en la
defensa, procurando la igualdad de condiciones en el desempeño de funciones y
especialidades hacia el interior de la carrera militar.

52. Licenciado en Ciencia Política (USAL), maestrando en Defensa Nacional e investigador (UNDEF).
Mail: [email protected].

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

A 37 años de la consolidación democrática, se concretaron logros en la relación


entre la sociedad argentina y las Fuerzas Armadas que permiten proyectar
desde el presente una mayor integración para los tiempos que vendrán. Esto se
hizo evidente en la decisión del Estado de hacerse cargo de la responsabilidad
de las Fuerzas Armadas en las violaciones de los derechos humanos durante la
última dictadura.

Esta voluntad política comenzó en el período de transición democrática,


cuando el entonces presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, impulsó el
juzgamiento de los responsables del terrorismo de Estado. No obstante, el
proceso quedó truncado con la decisión de limitar las responsabilidades a los
máximos jefes de la dictadura, a través de la sanción de las leyes de Punto
Final (1986) y Obediencia Debida (1987), y se profundizó con la sanción de los
indultos decretados por el presidente Carlos Menem, entre 1989 y 1990.

A pesar de esas decisiones, los organismos y colectivos de derechos humanos


y parte de la sociedad civil, mantuvieron firmes sus reclamos a través de una
lucha incesante sintetizada en la consigna Memoria, Verdad y Justicia, bandera
que fue retomada y levantada por las nuevas generaciones.

La vigencia de aquellas consignas y la voluntad política, lograron revertir la


situación a partir de un proceso iniciado en el año 2003 con la presidencia de
Néstor Kirchner, que impulsó la derogación de las leyes de la impunidad en el
Congreso, habilitando la reapertura de las causas judiciales por crímenes de
lesa humanidad y el cumplimiento efectivo de las condenas a los perpetradores
y cómplices de los crímenes del terrorismo de Estado.

Agustín Rossi, por entonces ministro de Defensa, entrega a


organizaciones de derechos humanos de Rosario copia de actas
secretas de la última dictadura cívico militar encontradas en los
archivos de la Fuerza Aérea, 2014.
Fuente: Télam

Otro hecho que contribuyó a la consolidación democrática argentina fue el de


la relación entablada entre el poder político, el poder militar y la conducción
política de la defensa. En el denominado consenso democrático en torno a
las políticas de defensa nacional y de seguridad interior, la gran mayoría de la
dirigencia política decidió establecer una diferenciación clara de las misiones
para cada ámbito.

Con tiempo y a través de determinadas decisiones políticas, se logró una


subordinación política y normativa de las Fuerzas Armadas, tal como indica la
Constitución Nacional. La gestión civil de los asuntos de defensa se fortaleció
desde su Ministerio, asumiendo funciones que antes eran delegadas a militares.

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Derechos Humanos. Memoria, presente y futuro.

A su vez, se dio un proceso de recuperación creciente de la integración de las


Fuerzas Armadas y de sus integrantes, varones y mujeres, que fue reflejado
también a partir de la asunción de las responsabilidades vinculadas a la
represión, el perdón proclamado por los jefes militares durante los años
noventa, así como diversas actitudes de apoyo al sistema democrático,
las autoridades constitucionales y el apego al marco normativo. Todo
ello, sin desconocer las opiniones divergentes pero democráticas, que
son canalizadas dentro del debate institucional. Si persisten en sectores
minoritarios de la sociedad, discursos en torno al consenso represivo, se
trata de visiones que no reflejan el vínculo presente constituido entre el
ámbito civil y militar.

Pareciera advertirse que es en el trabajo común y en el desarrollo de


experiencias e iniciativas entre civiles y militares, donde se generan
resultados más efectivos. ¿Significa que todas y todos pensamos lo mismo?
Desde luego que no, pero encontramos muchas más coincidencias que
diferencias en el trabajo en común. Un claro ejemplo puede verse en el
trabajo que las Fuerzas Armadas despliegan en el territorio nacional a
través de la Operación Manuel Belgrano, de mitigación de los efectos de la
pandemia. Durante estos meses, soldados varones y mujeres, suboficiales
y oficiales, acompañaron al pueblo argentino en lo que se conoce como
operaciones de apoyo civil, que implican desde asistencia alimentaria hasta
vuelos de repatriación de compatriotas varados en el exterior, contando
con la conducción de las autoridades civiles en la gestión de la emergencia.

Por otro lado, y como vimos anteriormente, desde el ámbito civil y de la


dirigencia política, por primera vez desde la restauración democrática, el
Estado argentino decidió iniciar un proceso de recuperación de los medios
y recursos militares. Tal decisión, además de la firme vocación de mejorar
las capacidades de defensa de nuestro territorio, pone en primer orden de
prioridad la vocación de servicio del profesional militar, que no puede verse
cercenada si el Estado no garantiza que las Fuerzas Armadas no cuenten
con el equipamiento suficiente, seguro y moderno, para el cumplimiento de
su misión principal.

El presidente Alberto Fernández


anuncia el restablecimiento del salario
militar tras incorporar los conceptos
no remunerativos, recuperación de los
derechos salariales militares.
Fuente: Télam

Quizás sea una forma de reconocer el compromiso político e institucional que existe entre civiles y militares
en nuestros días. No podemos dejar de decir que estas decisiones corresponden a la responsabilidad de
la conducción política de la defensa. En la actualidad, la defensa nacional, como bien público indiscutido,
que tiene el deber de defender nuestro territorio y asegurar la libertad de nuestro pueblo, no puede ser
relegada, más bien todo lo contrario.

Seguir exigiendo Memoria, Verdad y Justicia en cada accionar político e institucional, a través del ejercicio
de la militancia política, de la formación, del mantenimiento de los principios de la democracia, a fin de
sostener una conducción política de la defensa que gestione este área estratégica del Estado.

La incertidumbre y complejidad de nuestro presente, nos obliga a reflexionar y actuar para enfrentar
unidos y unidas los desafíos de nuestra Patria y nuestro pueblo.

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