Colegio de Arte y Cultura
Estudios y Gestión de la Cultura
Historia cultural del Mundo Contemporáneo
Luis Carlos Eduardo Zea Mares
Delgado Ruiz Daniela Lizeth
Matrícula: GC-22-21144
“Mi Lucha” y los alcances de un discurso convincente.
Cuando se hace un recuento de eventos históricos importantes para la
humanidad, siempre hay opiniones divididas de acuerdo a la relevancia de los
mencionados. Al no ser un objeto de estudio completamente lineal, es muy fácil
desviarse hacia diferentes temporalidades y espacialidades. El mundo es inmenso
y es muy probable que, mientras existe una batalla en un hemisferio, en el otro se
viva en completa paz. Es por eso que las llamadas “guerras mundiales” fueron
eventos tan cruciales en la humanidad. Estos conflictos armados no solo
abarcaron una cantidad importante de países, sino que sus consecuencias
trascendieron en el tiempo, causando cambios, rupturas y continuidades que aún
permanecen en la actualidad.
En lo personal, creo que es importante destacar que la historia no puede
estudiarse desde una perspectiva sesgada y siempre se apela a la objetividad del
estudiante al analizarla. Asimismo, la noción de los héroes o villanos tan
moralmente arraigada en la sociedad solo nos impide de hacernos con un
panorama más amplio del tema que deseamos estudiar. Lamentablemente, hay
personajes que, debido a la atrocidad de sus crímenes, no pueden despegarse de
sus títulos obtenidos.
Tal es el caso del sujeto histórico que estudiaremos en este ensayo, el cual es
considerado uno de los más grandes villanos en la humanidad y, en lo que a mi
concierne, un escritor bastante básico, pero con habilidades de persuasión
increíblemente útiles para la concepción de un discurso que provocó el origen, no
solo de un partido nacionalsocialista, sino también de una nación unida por un
mismo fin. En este ensayo explicaré las condiciones sociohistóricas que
permitieron la creación del discurso de Adolph Hitler, así como su aceptación y el
impacto que tuvo en los eventos desarrollados en la Segunda Guerra Mundial.
No es un secreto que después de la Primera Guerra Mundial, los países
participantes atravesaron momentos de profundos cambios y rupturas. Los
resultados fueron devastadores para las ciudades atacadas, la humanidad quedó
dividida y un profundo malestar se instauró en las diferentes naciones. Si bien, las
consecuencias fueron diferentes para ambos bandos, hubo países que terminaron
más perjudicados que otros.
Tal es el caso de Alemania y su culpabilización de los sucesos de la guerra.
Cuando todo terminó, el Tratado de Versalles exigió que Alemania y sus aliados
aceptasen toda la responsabilidad moral y material de haber causado el conflicto.
También debían desarmarse, ceder parte de su territorio y pagar indemnizaciones
económicas a los Estados victoriosos. Desafortunadamente, esto hundió al país
en una crisis debido a que indicaba el pago de 132 000 millones de marcos de oro
alemanes, una suma que Alemania no podía pagar y que fue considerada
excesiva. La cifra era impagable, aun utilizando las reservas internacionales de
Alemania y se cree que esto fue lo que dio origen a la hiperinflación que sufrió el
país en los años posteriores.
Lógicamente, estas medidas fueron un golpe importante no solo para el Estado,
sino también para la sociedad alemana la cual empezó a desarrollar una gran
frustración e inconformidad debido a las circunstancias que estaba viviendo. Esto
es importante ya que permitiría que, en un futuro cercano, el discurso de Hitler
fuera tan bien aceptado.
Como mencioné previamente, la figura protagonista de este ensayo es Hitler y la
forma en la que logró convencer a millones de personas de que su ideología
antisemita era la solución a los problemas que vivía la nación en el momento. Su
libro “Mi Lucha” posee un discurso estructurado que cumple su función,
culpabilizar a los judíos de muchas situaciones que aquejaban a los alemanes.
El escrito es totalmente nacionalista. Apela al amor de los alemanes por su nación,
la devoción por sus compatriotas y el territorio que han habitado. También critica
duramente la falta de unión del pueblo, como se menciona en la siguiente cita
“Pueblos de la misma sangre se corresponden a una patria común. Mientras el
pueblo alemán no pueda reunir a sus hijos bajo un mismo Estado, carecerá de
todo derecho moralmente justificado para aspirar a acciones de política colonial.
Solo cuando el Reich, abarcando la vida del último alemán, no tenga ya
posibilidades de asegurarle a éste su subsistencia.” (Hitler, 2000)
Aquí se puede apreciar que su concepción de nación ya era bastante cerrada, sin
embargo, más adelante en el libro nos damos cuenta que solo cierta parte de la
población era considerada como alemana y esto se relacionaba directamente con
la “pureza” de su raza. Es importante destacar que los judíos no fueron los únicos
odiados por no cumplir las características ideales de la nueva nación que Hitler
planeaba, aunque si los más perseguidos.
Pero, ¿de dónde viene este odio a los judíos? La respuesta a esta pregunta se
puede leer fácilmente en las páginas siguientes. Su origen se rastrea hacia los
días en los que Hitler se encontraba en Viena, donde sus capacidades de
observación le permitieron puntuar las principales diferencias entre lo que el
consideraba los verdaderos alemanes, o la llamada raza aria, y los judíos que
habitaban la ciudad. Aunque la mayoría de estos últimos eran alemanes por
nacimiento, practicaban una religión diferente al catolicismo y se relacionaban con
el entorno de otras maneras. Hitler concluyó entonces que había una distinción
irreconciliable entre ambas partes y que no podían considerarse como iguales.
Otra gran molestia hacia el pueblo judío era su intervención en casi todos los
aspectos de la vida en Viena, tanto legales como ilegales. Según sus
observaciones, no había ningún asunto escandaloso o infame en el que no
estuviera involucrado al menos un judío. Para su consternación, comienza a notar
su intervención en el manejo de la prensa, en el arte, la literatura y el teatro,
percatándose que casi todas las producciones actuales tenían como autores
artistas judíos. El resultado de su estudio fue una creciente animadversión hacia
ellos.
Estas declaraciones fueron difundidas gracias a Mi Lucha, dentro de una nación
enojada, que se encontraba profundamente molesta debido a los resultados de la
Primera Guerra como ya mencionamos anteriormente. El mensaje nacionalista,
cargado de nuevas posibilidades para sacar a un país en decadencia adelante fue
asombrosamente aceptado por los alemanes del momento.
Para la sociedad alemana, experimentar el sufrimiento y desesperación durante la
crisis llevó al surgimiento de varios partidos políticos. Uno de estos fue el Partido
Nacionalsocialista, en el que la ideología racista y biologicista predominaba entre
sus miembros y se considera como la verdadera consolidación de todas las ideas
antisemitas presentadas por Hitler. No podemos obviar que el éxito de su discurso
responde a todas las dificultades que enfrentaba Alemania, sin embargo, la forma
en la que está escrito hace alarde de sus verdaderas habilidades de
convencimiento. Me atrevo a decir que, sin las circunstancias tan terriblemente
adecuadas o la diestra oratoria de su escritor, “Mi Lucha” habría sido un libro
antisemita bastante olvidable.
Lamentablemente, la situación y la intervención del Estado convirtieron a Hitler en
el autor más prolífico del momento y a sus ideas, en la nueva cara de la Alemania
naciente. Una que no haría oídos sordos a las vejaciones de los otros países y a la
apropiación de su nación por parte de personas que no consideraban verdaderos
alemanes.
Los resultados fueron detestables. Cuando Hitler obtuvo pleno poder en Alemania,
inició el comúnmente llamado Holocausto, es decir, la persecución sistemática por
parte del régimen nazi a sus principales opositores y el asesinato de
aproximadamente seis millones de judíos. Los nazis creían que los alemanes arios
eran la raza superior y que los judíos, considerados inferiores, eran una
amenaza para la llamada comunidad racial alemana.
Sin embargo, la exterminación final no fue dirigida a los judíos únicamente.
También se buscó erradicar a los gitanos, a las personas con discapacidades, a
los testigos de Jehová, eslavos, comunistas, socialistas, etc. Cualquier grupo en
contra de los intereses del partido o su ideal racial estaba en peligro.
Las atrocidades del Holocausto fueron tan deplorables y condenables que
Theodor Adorno comentó que escribir un poema después de Auschwitz era un
acto de barbarie. La humanidad pudo observar algunos de sus alcances más
atroces y ser testigo de lo que un discurso de odio puede ocasionar.
Como conclusión me gustaría destacar que, aunque en este ensayo se
presentaron los orígenes de las razones por las que Hitler odiaba a los judíos y
como esto influyó en la creación de la filosofía nazi, sigo manteniendo la postura
de que, sin las condiciones sociohistóricas analizadas, Mi Lucha no habría tenido
el impacto que tuvo. Considero que el pueblo judío fue un chivo expiatorio que
permitió volcar todo el descontento alemán en un sector de la población, sin
embargo, las condiciones estructurales que habían llevado al país a su situación
permanecieron.
Referencias
Hitler, Adolph. Mi Lucha. BERBERA, 2000.