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Animación Mediata o Inmediata en S Tomás

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Algunos de los textos en los que Santo Tomás sugiere la animación mediata son:

a) “…el embrión tiene al principio alma solamente sensitiva, que viene luego ser
sustituida por otra más perfecta, sensitiva a la vez e intelectiva, según se
demostrará después más ampliamente” (S. Th. I parte, q. 76, art. III, Ad. 3°)
b) “…así debe decirse que preexiste en el embrión el alma, al principio nutritiva,
después sensitiva y por último intelectiva” (S. Th. I parte, q. 118, art. II, Ad. 2°)
c) “Debe pues decirse que el alma intelectiva es creada por Dios, al fin de la
generación humana; y que esta alma es a la vez sensitiva y nutritiva,
disolviéndose las formas preexistentes” (ibid. El remarcado es mío)
d) “En la generación del hombre, el feto vive primero con la vida de la planta por el
alma vegetativa. Después, quedando destruida esta forma por la corrupción,
adquiere por otra generación un alma sensitiva y vive con la vida animal. Y
destruyéndose, en fin, esta alma por una nueva corrupción, recibe la forma
última y completa, que es el alma racional, que comprende todas las
perfecciones de las formas precedentes” (Compendio de Teología, Tercer
Tratado, cap. 92)

También habla en De los principios de la naturaleza, y seguramente en otros


lugares.

Las consideraciones anteriores quedan, en parte, desestimadas, cuando habla a nivel


estrictamente filosófico, i.e. desde principios inteligibles del ser físico. Por ej., en el
Respondo de la citada q. 118:
“Otros sostienen que aquélla misma alma, que primordialmente fue sólo vegetativa,
llega después por acción de la virtud seminal a hacerse intelectiva; no empero por la
virtud activa del semen, sino por la de un agente superior, es decir, Dios, que la
ilustra desde fuera…Mas esto no puede sostenerse: Primero, porque ninguna forma
sustancial es susceptible de más y de menos; mas toda adición de mayor perfección
la hace cambiar de especie…pero no es posible que una y la misma forma sea de
diversas especies. Segundo, porque seguiría que la generación del animal sería un
movimiento continuo, que va paulatino de lo imperfecto a lo perfecto…Tercero,
porque se inferiría que la generación del hombre o del animal no sería simplemente
generación porque el sujeto sería un ser en acto; pues, si desde el principio existe en
la materia de la prole el alma vegetativa y después llega paulatinamente hasta la
perfección, habrá siempre una adición de perfección nueva sin corrupción de la
anterior, lo cual es contrario a la razón de generación absoluta…”
Finalmente, el texto más claro lo encontramos en q. 91, art. IV, Ad. 3°: “Algunos
creyeron que el cuerpo del hombre había sido formado con prioridad de tiempo, y
que después había Dios infundido el alma en el cuerpo ya formado. Pero es
contrario a la razón de perfección de la primitiva producción de los seres, el que
Dios hubiera hecho el cuerpo sin alma, o el alma sin el cuerpo, siendo uno y otra
partes de la naturaleza humana; y más repugna esto respecto del cuerpo, que
depende del alma y no al contrario”.
De aquí queda claro que:
1. Lo más perfecto no es engendrado de lo menos perfecto. Es decir, de un alma
inferior no surge una superior.
2. La misma alma, al principio vegetativa, no se transmuta en otra distinta ni
siquiera por acción divina, pues “la forma sustancial no es susceptible de más y
de menos”. Supondría un cambio de especie.
3. Si la generación humana fuera el término de un proceso de transformación de la
materia, y puesto que ésta ya debe estar informada, la generación se operaría ya
sobre un sujeto, al cual se le podrían adicionar cambios ulteriores. La animación,
uno de ellos, sería accidental. Esto, según Tomás, es contrario a lo que él
denomina “generación absoluta”, i.e., de materia y forma.

Hay numerosos textos en los que S. Tomás expone estos mismos principios. Por citar
sólo dos:
- “El ser sustancial de cualquier cosa consiste en un ser indivisible, y toda adición
o sustracción varía la especie…Es, pues, imposible que una forma sustancial
cualquiera sea susceptible de aumento y disminución” (S. Th., q. 76, art. IV. Ad.
4°)
- “Y como la vida se manifiesta por operaciones diversas en los diversos grados
de los seres vivientes, aquello con que primariamente ejercemos cada una de
esas funciones vitales es el alma. Ella es, en efecto, lo primero, que nos hace
nutrirnos y sentir y movernos como también entender” (ibid., q. 76, art. I, Resp.)

A modo de comentario que puede servir para iluminar este tema entiendo que:
1. El comienzo y el fin de la vida humana son cuestiones naturales, no científicas.
Pueden ser objeto de un conocimiento científico pero tal conocimiento no es primero, ni
excluyente.
2. Si son cuestiones naturales, atañen a una naturaleza, es decir, se resuelven según lo
que se entienda por naturaleza humana. Esta es una cuestión filosófica y es el marco en
el cual nos moveremos.
3. El comienzo de un ser viviente supone, a nivel esencial, un compuesto de materia y
forma, que son principios inteligibles del ser físico. No son observables; son
entendibles. Se observan sus manifestaciones: el cuerpo conformado o en conformación
sobre el cual trabaja la ciencia, pertenece a este orden, que es siempre segundo
ontológicamente.
4. De ello se sigue que la ciencia no tiene ingerencia sobre lo que sean materia y forma;
menos aún tratándose de una forma de subsistencia inmaterial y espiritual, como el alma
humana.
5. Afirmamos que, en el orden natural corpóreo, no puede haber materia sin forma, ni
forma sin materia, y que la forma subsistente (el alma humana) no surge de la materia
por proceso alguno. A la objeción de que la forma sólo anida en una materia dispuesta
convenientemente, decimos que tal disposición no es previa temporalmente sino que,
dado el compuesto, la materia individúa y la forma, como principio de actividad y ya en
el orden segundo, la va con-formando, para que sea su materia. La forma estructura y
anima a la materia, la cual opone mayor o menos resistencia a esta in-formación. Este es
el problema del mal físico. Pero siempre se entiende desde el compuesto.
6. Materia y forma son principios constitutivos de un ser real, i.e., que tiene su propio
acto de ser (esse), el cual viene al compuesto por la forma, en este caso, creada.
7. La presencia de un nuevo ser (un ente que tiene su propio acto de ser) se percibe por
sus manifestaciones (que pueden escrutarse científicamente), pero no se reduce ni queda
determinada por tales manifestaciones.
8. Filosóficamente, es útil recordar que: hay ente o no hay ente (algo es, o no es). Entre
ser (existir) y no ser (no existir) no hay término medio. Esto, viendo al ente desde su
acto primero, que es el acto de ser.
9. Cada ente es lo que es (esencia , es decir, materia actualizada por su acto formal)
desde su generación y no puede ser otra cosa al mismo tiempo y bajo la misma relación.
10. De ello se sigue que, en la generación humana, el nuevo ser humano es totalmente
hombre. El embrión es una denominación científica (pues, en sí mismo no es género ni
especie natural) para nombrar a un ser humano aún no nacido. Pero natural, ontológica y
lógicamente, no es distinto de hombre. El embrión no se constituye en el ser (esse) ni en
humano (esencia) mediante ningún proceso. El embrión es humano; o no es tal, desde el
principio. Cuando no hay embrión, hay transformaciones cuyo sujeto es el generante,
con su propio esse. Y sabemos que todo ser vivo engendra seres de su misma especie,
según naturaleza (principio); NO según lo que va apareciendo (ciencia).
11. Según lo dicho, la ciencia no puede verificar empíricamente en qué momento surge
un nuevo ente (esencia y acto de ser), pues trabaja, a lo sumo, en un orden segundo ( vé
un conjunto de manifestaciones)
12. Pero la consideración más importante es ésta: la ciencia ni siquiera trabaja en el
ámbito de un orden segundo, pues no es realista, metodológicamente hablando: no vé
sustancia, ni ente, ni esse. En realidad, no VE porque su VER está orientado según la
hipótesis de turno, que puede variar o puede coexistir con otras; y está condicionado por
sus instrumentos de lectura (aparatos, parámetros de medición, presupuestos,
estadísticas, etc), el cual, al ser material en algunos casos, es decir, del mismo orden que
el objeto estudiado, necesariamente lo modifica interviniendo en él. Si consideramos
todo este aparataje, deducimos coherentemente que es tal el grado de mediación, que en
realidad, lo que se ve es un constructo –útil y necesario – pero que no debemos
confundir con lo que es.
13. Por tanto, la ciencia no puede, desde sí misma, hablar de animación mediata ni
inmediata, por la sencilla razón de que, por las razones metodológicas antedichas, no
puede hablar de ánima.
14. la concepción estrictamente científica de embrión humano, luego, es rigurosamente
hipotética, y depende de todo el andamiaje que explicamos. Dicho de otro modo, la
ciencia puede definir lo que es “embrión”. Pero “humano” depende de la filosofía. Y
cuando habla de “embrión humano” lo hace desde presupuestos absolutamente
cambiantes, es decir, relativos a…situación de medición, instrumentos, estadísticas, etc,
etc.
15. metafísica y doctrinalmente no creo que sea relevante el exacto momento y
configuración fenoménica que presentan dos gametos que se unen, un cigoto, un
embrión, etc. Esto le interesa a la ciencia porque puede operar sobre ello (diagnosticar,
prever, aún curar, también eliminar) en sentido maravillosamente positivo o
trágicamente negativo. De estas posibilidades que tiene la ciencia de actuar emergen
cuestiones prácticas (jurídicas, éticas) que es necesario resolver acudiendo a una
antropología, etc. Pero esto no es competencia del científico, el cual, a mi juicio, sólo
puede aportar datos y definiciones que tienen siempre un valor relativo; no ontológico.
Desde el simple sentido común, desde la metafísica no es relevante la cuestión
científica. Santo Tomás, cuando se trata de examinar científicamente el tema, repite la
ciencia de su época (toma datos de la Generación de los animales, de Aristóteles). Pero,
a nivel de principios es clarísimo. El punto es que la ciencia contemporánea tiene tal
poder de intervención (orden práctico-técnico), que plantea problemas nuevos. Pero la
novedad está en las situaciones concretas; no en los principios de la realidad natural,
respecto a los cuales la ciencia no tiene competencia, y que teólogos y filósofos poco
amantes de la verdad y aturdidos por la ciencia han sacado del sarcófago o, lisa y
llanamente (si se quiere, con más honestidad intelectual) decretaron perimidos.
Respondiendo un poco a las citas en las que Tomás habla(ría) de animación mediata
(enumerados al principio en a), b), c) y d), me parece que la clave es leerlos en sentido
filosófico, y no científico-procesual. Por ejemplo, en el texto c), cuando afirma que el
alma es infundida por Dios “al fin de” la generación humana, no quiere decir “como
término o al final de un proceso”, sino como fin=finalidad al cual se ordena la
generación natural. No se entiende fin en sentido empírico ni temporal, sino como causa
final (sentido último de la acción generativa).
En los demás textos, cuando habla de una aparente secuencia en la emergencia de las
almas (primero, vegetativa, etc), vemos –po rque él mismo lo dice luego- que no habla
en el sentido de un desarrollo o un proceso temporal, sino en un orden de perfecciones
inherentes a un ente (en este caso, el embrión humano). Así, las expresiones “al
principio”, “después” y “por último” , leídas metafísicamente, no refieren una
secuencia temporal sino una prioridad en el ser. Por ejemplo, cuando un metafísico dice
“luego” no está diciendo “después”; cuando dice “principio” no está diciendo comienzo
temporal. Por el contrario, leídas estas expresiones científicamente, sí, porque la ciencia
opera con secuencias temporales necesariamente.
Finalmente, es el mismo Tomás quien expone esto claramente en la mencionada
cuestión 91.

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