El Descenso de Ícaro
El Descenso de Ícaro
El Descenso de Ícaro
El descenso de Ícaro
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Los griegos fueron los inventores zado a lo largo del laberinto. Sea como
de la tragedia, de la gestión narrativa fuere, Dédalo fue recluido en el labe-
de los desencuentros, la épica, el sufri- rinto —ya sin Minotauro— con su
miento humano y los finales terribles. hijo Ícaro por el enfurecido rey Minos
En la mitología griega abundan las de Creta. No había manera ya de esca-
historias que muestran que el dolor es par de allí, ni por tierra ni por mar, ya
posible hasta un punto difícil de ima- que el rey lo controlaba todo. Así que
ginar para los mortales como noso- el ingenio de Dédalo se puso a trabajar
tros. En esta ocasión, el rincón mi- y pensó que la única opción era salir
tológico hace honor a este género volando. Creó unas alas para él y para
dramático con el fin de acercar la his- su hijo. Unió las plumas grandes con
toria de Ícaro que, como podrán ima- hilo, y las pequeñas las enlazó con ce-
ginar, no termina demasiado bien. ra. Dotó a las alas de la estructura idó-
En este mito se cruzan las vidas de nea para conseguir su fin, imitando a
otros personajes célebres, como Déda- las de las aves. Entonces, aprendió a
lo, padre de Ícaro y constructor del fa- utilizarlas y enseñó a su hijo Ícaro a
moso laberinto de Creta —el del mi- volar.
notauro—, Minos, rey de Creta o el Llegó el ansiado momento de la
propio Teseo. Para ponernos en situa- huida de Creta, y ambos se dispusie-
ción hay que decir que Dédalo era un ron a escapar. Pero antes Dédalo ad-
hábil artesano. Como él, había muy virtió a su hijo de que no podía volar
pocos en todo el mundo conocido. muy bajo, cerca del mar, porque la
Era tan habilidoso que el rey de Creta, humedad del agua y las olas empa-
Minos, le pidió que construyera un la- paría las plumas y caería; pero tampo-
berinto donde encerrar al incontrola- co muy alto, pues el sol derretiría la
ble Minotauro. El rey Minos obligó a cera que daba consistencia al conjun-
Atenas, después de una derrota bélica, to. Ascendieron y salieron de Creta.
que cada nueve años debía entregar Sobrevolaron juntos otras muchas is-
siete mujeres y siete hombres jóvenes las del Egeo, como Samos o Delos. Pe-
con el fin de saciar el apetito de este ro, de repente, Ícaro empezó a ascen-
ser, que sólo se alimentaba de carne der más y más, como si quisiera reu-
humana. En una de las entregas de tan nirse con el mismísimo sol. El calor
espeluznante tributo, uno de los siete empezó a derretir la cera que unía las
hombres fue Teseo, quien marchó con plumas de sus alas y se empezaron a
el fin de matar al Minotauro. Teseo desprender muchas de ellas hasta que
no sólo acabó con él, sino que consi- no pudo continuar volando y cayó en
guió escapar del laberinto inexpugna- picado, estrellándose mortalmente
ble. contra el mar.
Quizá por esta razón Dédalo cayó Su padre lloró desconsoladamente
en desgracia, ya que sólo él sabía cómo porque su invento había acabado con
salir de allí. Según algunas versiones, la vida de su hijo, a pesar de que le
Dédalo fue quien le sugirió a Ariadna había advertido de lo que podía pasar-
que diera un hilo a Teseo para que pu- le si volaba muy alto. En honor a la
diera regresar por donde había avan- memoria de Ícaro, llamó Icaria a la isla
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La caída de Ícaro, de Jacob Peeter Gowy (Wikimedia).
más cercana al lugar donde murió. La caída de Ícaro, en realidad fue de-
Bien es sabido que los hijos mu- nominada por el autor como Las
chas veces no escuchan a sus padres, y fuerzas de la vida y del espíritu triun-
que ello puede llevar a consecuencias fante del Mal. Él nunca dijo que se
terribles —aunque, normalmente, no tratara de una representación del mito
tan graves como las que sufrió Íca- de Dédalo e Ícaro, pero la caída de una
ro—. Esa es una de las lecciones que figura carbonizada y alada al mar pa-
podemos sacar de los siempre ejem- rece dar a entender que se trata de una
plarizantes mitos griegos. Pero tam- referencia a esta historia. También la
bién que muchas veces la tentación de Escuela Flamenca se fijó en este mito.
alcanzar lo inalcanzable nos puede su- El pintor Jacob Peeter Gowy pintó en
mir en la más profunda de las pozas, el siglo XVII La caída de Ícaro —que
oceánicas o no, que nos podemos en- se puede ver en el Museo del Prado—,
contrar a lo largo de nuestra vida. basada en un diseño de Rubens para
Este mito ha sido inspirador para la Torre de la Parada proyectada para
artistas contemporáneos, como Picas- Felipe IV.
so o Matisse, quienes lo han represen-
tado en sus cuadros. El caso de Picasso Para saber más:
es interesante, puesto que él tituló a la
obra que ha quedado bautizada como Ovidio. «Dédalo e Ícaro». Las
metamorfosis, Libro VIII, 183-259.
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