La Eutanasia

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LA EUTANASIA

La historia nos propone un encuentro con el ayer, una mirada desde la distancia a
los actores sociales que dieron vida a una realidad pasada, que sin duda, dejaron
sus huellas impresas en el tiempo. Muchos autores concuerdan en que a través de
la reflexión de lo vivido podemos entender mejor lo que estamos viviendo, a veces
la memoria olvida, se le escapa al recuerdo lo que una vez pudo ser gloria o quizá
infierno, es allí donde es importante detener la presurosa marcha para dar un
vistazo a lo que fue y que si bien ya no es, forma parte de lo que somos. Es como
un espiral que gira, como un tapiz que se teje desde su centro y se agranda hacia
la periferia, formando parte de un todo, en una espesa trama que se entreteje
hilvanando lo sucedido, lo que sucede y lo que prontamente habrá de acaecer.

La Historia de la Medicina abre al mundo el recuerdo de su arte y ejercicio; desde


el canto del hombre a sus dioses, desde el culto a la naturaleza, desde la
incertidumbre de aquellas dudas de lo que entonces parecía ser inexplicable, esta
noble rama del conocimiento con el tiempo y el progreso fue contribuyendo con el
hombre y su vida, con el ser y su arte, con lo humano y su quehacer. En esta fina
trama del tejido de la historia y de la vida, no sólo hay hilos dorados, sino también
se ven aquellos teñidos por los infortunios y la sangre de quienes siendo inocentes
pagaron con sus vidas el precio de la injusticia y la maleficencia de médicos que
enarbolando una falsa bandera y en nombre de una tirana pretensión de
investigación, enlodaron la más noble intención de esta profesión.

En nuestros días, el común es la vida vorágine que se impone como dinámica de


supervivencia en un mundo que se dice globalizado, en el que las inequidades se
hacen más abismales que nunca, vale la pena la reflexión profunda y consciente
sobre temas que parecieran no agotar su trascendencia, como lo es la muerte.
Pretensión que se toma desde lo que pudiese concebirse como el momento en
que el fallecimiento se medicaliza; es decir, en el que comienza a verse al médico
como un actor importante que media en el proceso de morir. Claro está que el
protagonista del hecho es el paciente moribundo, que en su última transición
desde lo conocido a otra dimensión aun por conocer, busca consuelo, apoyo y la
comodidad que pudiesen brindarle las medidas y procedimiento que el galeno
pudiese ofrecerle. Pasa entonces a ser no sólo un hecho, sino también un
encuentro de lo humano y lo divino, en el que participan decisiones de terceros,
como el médico y los familiares, enmarcados en un ámbito de creencias y cultos
espirituales compartidos por un grupo de individuos que conviven en un escenario
social y cultural.

Criterios racionales que rigen la relación entre la realidad política


y el pensamiento moral.

La eutanasia, un tema complejo y controvertido, puede tener diferentes resultados


dependiendo de la perspectiva desde la que se aborde. Para quienes apoyan la
eutanasia, los resultados pueden incluir la eliminación del sufrimiento innecesario
de los pacientes terminales y la garantía de una muerte digna y pacífica. Sin
embargo, para aquellos que se oponen a la eutanasia, los resultados pueden
incluir preocupaciones éticas y morales, como la posibilidad de abuso y la pérdida
de la confianza en la medicina. Es importante tener en cuenta que la legalidad de
la eutanasia varía según el país y que siempre debe ser realizada por un
profesional médico capacitado bajo estrictas condiciones legales y éticas.

Discusión sobre la eutanasia.

Se centra en gran medida en cuestiones éticas y emocionales relacionadas con la


vida y la muerte. Por un lado, hay quienes argumentan que la eutanasia es una
forma de aliviar el sufrimiento innecesario y garantizar una muerte pacífica y digna
para los pacientes que no tienen esperanza de recuperación. Por otro lado, hay
quienes sostienen que la eutanasia es una violación del derecho a la vida y podría
abrir la puerta a posibles abusos, como la imposición de la eutanasia a personas
que no desean recibirla.
Además de las cuestiones éticas, la eutanasia también plantea preguntas legales
y prácticas. En algunos países, la eutanasia es legal y está regulada, mientras que
en otros es ilegal y está prohibida. También existen diferentes métodos de
eutanasia, algunos de los cuales son más seguros y efectivos que otros.
En última instancia, la decisión sobre la eutanasia es una cuestión personal y
compleja que debe ser tomada por pacientes, familias y médicos después de
considerar cuidadosamente todas las opciones y los factores involucrados. Es
importante abordar la eutanasia con compasión, empatía y respeto por todas las
partes involucradas.
La eutanasia es un tema complejo y controversial que ha sido objeto de debate
durante décadas. En términos generales, la eutanasia se refiere a la práctica de
poner fin a la vida de una persona que padece una enfermedad terminal o una
condición médica que causa un dolor insufrible. La eutanasia puede ser activa, en
la cual se administra una sustancia letal al paciente, o pasiva, en la cual se retira o
se suspende el tratamiento médico que mantiene con vida al paciente.

La ética en la eutanasia.

Aliviar a los pacientes de su dolor y sus sufrimientos mediante la muerte es actuar


siguiendo las mejores tradiciones de la ética médica. Negar la eutanasia o la
ayuda al suicidio es, en muchos casos, un acto de crueldad incompatible con el
corazón compasivo del médico.

Con el devenir de la explosión industrial y la incursión de la tecnología se han


dado pasos agigantados sobre la concepción de la muerte, ya que se le
contextualiza como un proceso complejo en el que los avances de la ciencia
pueden brindar al paciente alternativas nunca antes previstas. La acción del
hombre en el acto del ejercicio médico se ve con creces superada por el apoyo
que ofrecen los equipos y procedimientos de los que se dispone; entonces ya no
sólo se entiende la muerte como un mero acto biológico, terrenal, de transición
dimensional, sino como todo un complicado proceso. Este complexo enlace de
circunstancias en el que todos sus actores se ven en la necesidad de tomar
acciones y decisiones de gran impacto en lo biopsicosocial para el individuo y su
familia, abre la puerta a diferentes debates desde los aspectos ontológico de este
proceso, pasando por cada una de las aristas que confluyen en el final de la vida.

Anteriormente se concebía la relación médico-paciente desde el paternalismo. En


los últimos años esta correlación ha perdido su verticalidad del médico hacia el
paciente, para hacerse innovadora en su acaecimiento que plantea sea una
interacción recíproca y consultiva entre las partes interesadas, en donde el
carácter protagónico de las decisiones y las acciones a seguir no recaen única y
exclusivamente en el galeno. El paciente desde su condición de persona con
capacidad de decisión y acción consciente, autónoma y responsable, pasa a
intervenir directa y determinantemente sobre su proceso de vida y por lo tanto de
muerte.

La moral en la eutanasia.

Es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o
en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, unos son partidarios de
constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana
y al respeto del Dios vivo, su Creador.

Estos últimos acontecimientos han llevado a mirar muy detenidamente todos los
aspectos intervinientes en la muerte humana, dando pie a serias modificaciones
de los argumentos que se expresan en lo contencioso a las normativas morales y
legales. Las sociedades organizadas y con acceso a más y mejor tecnología se
plantean retos en la toma de estas decisiones, distintas a las necesidades
sentidas de los países en vías de desarrollo donde la inequidad en la distribución
de los recursos y el acceso a servicios básicos de salud, hacen aun más difíciles
la toma de decisiones y pautas a seguir.

He aquí lo inacabado del tema, tan inagotable que vale la pena volver al pasado
para hurgar en el baúl de la historia, recobrando la memoria y evocar al presente
todos los elementos que conforman el saber en su conjunto sobre esta
problemática; si bien no es un debate agotable, también es cierto que a través de
la meditación histórica se citan acuerdos, desacuerdos, aciertos y desaciertos que
merecen repensarse antes de proseguir.

Dilema ético en la eutanasia.

La eutanasia significa una muerte buena. Desde el punto de vista jurídico, es la


muerte sin sufrimiento físico provocada por propia voluntad de un enfermo
incurable. En la práctica consiste en administrar drogas, fármacos u otras
sustancias que alivien el dolor aunque con ello se acorte la vida.

Ante una sociedad que puede escoger a sus dioses, que ya no le canta al alba,
sino que atropella sus amaneceres y pone en peligro su atardecer, la invitación al
consenso se hace imprescindible, creando espacios abiertos al diálogo y al
intercambio para lograr una supervivencia digna. Mirar al ayer para no volver a
cometer los mismos errores se hace imperativo, la reflexión de lo inconcluso sobre
el dilema omega de la existencia como última frontera entre la vida y la muerte,
siguen siendo una necesidad, en especial para la comunidad médica.

Una perspectiva distinta nos llega con la hermenéutica, donde más allá de la mera
compilación bibliográfica que recoge los hechos más connotados de la historia con
respecto al tema, la misma se esmera por abrazar desde un enfoque
interpretativo, los acontecimientos. Interpela lo que fue para intentar comprenderlo,
el autor se esfuerza por darle un sentido general a las partes para obtener una
visión cercana del todo. La hermenéutica en su voluntad por entender hace un
constante retorno y vaivén del todo a las partes y de éstas al todo.

Es así como esta composición entre la Historia de la Medicina y la hermenéutica


ofrece una ventana en la reconciliación del hombre y el sentido humano que
impregnan sus acciones. Mirar en lo que pudiera ser el laberinto oscuro de la
muerte, es traer luz y conocimiento a lo que si bien nos es desconocido, no debe
ser tenebroso ni lóbrego, por el contrario, si se mira desde la vida y su sentido, el
morir también tiene su razón hermosa, cual momento culminante de una prolífica
cosecha, cual partida desde un hoy hasta un siempre.
Dilema moral de la eutanasia.

La eutanasia es de por sí un grave mal moral, pues es contraria al significado de la


vida humana, don y bien irrenunciable. Aun suponiendo que una despenalización
de la eutanasia no llevara consigo peligros y efectos indeseados, el hecho mismo
de quitar la vida a alguien, aunque sea a petición suya, sería siempre
humanamente inaceptable. Pero además no podemos dejar de advertir que la
legitimación social de este mal, implícita en la despenalización, trae consigo
graves consecuencias y nuevas situaciones de inmoralidad. Mencionamos
brevemente algunas de ellas.

1.- La aceptación social y legal de la eutanasia generaría, de hecho, una situación


intolerable de presión moral institucionalizada sobre los ancianos, los
discapacitados o incapacitados y sobre todos aquellos que, por un motivo u otro,
pudieran sentirse como una carga para sus familiares o para la sociedad.

2.- Muertes impuestas por otros

Se dice y se subraya que la eutanasia que se pide es la voluntaria. Por lo que


acabamos de decir, la eutanasia solicitada lleva consigo la malicia del suicidio y de
la cooperación con el suicidio. Pero, además, los hechos muestran que la
aceptación social y legal de la eutanasia voluntaria arrastra consigo la eutanasia
no voluntaria e incluso impuesta, es decir, el homicidio.

3.- Desconfianza en las familias y en las instituciones sanitarias

Si se hiciera común el “ejemplo” de los que piden la eutanasia y, además, se


generalizara la práctica de que los facultativos decidieran, en determinados casos,
poner fin a la vida de sus pacientes sin contar ni siquiera con su consentimiento,
las relaciones sociales sufrirían un duro golpe. En una sociedad que consintiera
esto, la desconfianza y el temor se apoderaría de muchos enfermos, de los
ancianos, de los discapacitados. Sufrirían especialmente las relaciones entre los
mayores y los más jóvenes, en el seno de las familias, y entre los pacientes y los
facultativos, en las instituciones sanitarias. Según la “mentalidad eficientista”7 y
economicista, dominante en la sociedad de consumo, la eutanasia traería consigo,
en definitiva, la depreciación de la vida humana, valorada más por su capacidad
de hacer y producir, que por su mismo ser.

4.- La fe en Jesucristo, fuerza para vivir y morir dignamente

El sufrimiento se ilumina por la fuerza de la fe

El Credo que profesa la Iglesia nos lleva a esperar la Vida eterna. Esta esperanza
nos enseña que nuestra vida en el mundo es una de las etapas de nuestra
existencia; importantísima y decisiva.

5.- El sufrimiento que pone límites a la “cultura de la muerte”

El dolor, cuando es asumido con fe y esperanza no destruye al ser humano, sino


que contribuye también a engrandecerlo.

6.-En favor de una muerte buena y digna.

La verdadera compasión es la caridad, que no quita la vida

La aceptación social y legal de la eutanasia no es un buen camino para que


podamos morir bien y con dignidad. La Iglesia trabaja en favor de la muerte buena
y digna. El ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta está en la memoria de todos.
Muchas otras personas e instituciones católicas han trabajado y trabajan para que
los enfermos y los ancianos tengan el calor humano y la asistencia material que
necesitan hasta el último momento de su vida

7.- Urgencia de la pastoral familiar de los enfermos

Dado que los avances de la medicina y de la higiene permiten hoy que las
personas vivan, con cierta frecuencia, hasta edades avanzadas, no son pocos los
casos en los que las familias cuentan con ancianos a los que atender, a veces en
situaciones delicadas. Hay que ayudar a las familias a cuidar bien a sus mayores.

Acontecimientos Históricos.

En el panteón de la Grecia antigua, se encontraban entre algunas de sus diosas


Las Parcas o Moiras, tres diosas que determinaban la vida humana y el destino:
Cloto daba la vida a los hombres, Láquesis decidía su duración y asignaba a cada
persona su destino y Átropo llevaba las temibles tijeras que cortaban el hilo de la
vida en el momento apropiado.1

En la Grecia clásica, tradicionalmente se considera a Hipócrates de Cos (S. V


a.C.) el “Padre de la Medicina, a quien se le atribuye la autoría del llamado
Juramento hipocrático, en el cual se afirma que el médico no dará medicamento
mortal por más que le sea solicitado, lo que permitió a la medicina proteger a la
vida del paciente, aun en condiciones vulnerables de salud. No obstante, la
historia señala que posiblemente los griegos fueron los primeros en consentir el
suicidio bajo ciertas condiciones, ya que como lo señalan los textos que recogen
los pensamientos de Sócrates y Platón una enfermedad dolorosa era una buena
razón para dejar de vivir. Es así como, en La República, Platón (427-337 a.C.)
condena al médico Herodito por fomentar las enfermedades... e inventar la forma
de prolongar la muerte. El mejor indicio de que en Grecia se cometía el suicidio,
como una forma de Eutanasia, reside en el hecho de que otros grupos
representados por los pitagóricos, aristotélicos y epicúreos condenaban esta
Práctica.

En Roma y los territorios bajo el dominio del imperio, la práctica de la Eutanasia


fue múltiple, se consideraba que el enfermo terminal que se suicidaba tenía
motivos suficientes para cometer tal acto, puesto que se aceptaba de manera
honrosa el suicidio provocado por la impaciencia del dolor o la enfermedad.” 4
Cicerón (106 – 43 a. C) en su carta a Ático, emplea la palabra Eutanasia como
sinónimo de muerte digna, honesta y gloriosa. Séneca expresó: “Es preferible
quitarse la vida, a una vida sin sentido y con sufrimiento. Y Epiceto (50 – 130 d.C)
predicaba la muerte como una afirmación de la libre voluntad.3
Ya durante el Cristianismo la Iglesia católica romana, modificó completamente la
legislación del suicidio: cualquiera que atentara contra su propia vida no recibiría
cristiana sepultura. En cierto modo, la forma de morir era la medida del valor final
de la vida, en especial para aquellas vidas consumidas por la enfermedad y el
sufrimiento, por lo que resultaba impensable recibir cualquier tipo de alivio
compasivo, aunque el sufrimiento fuera muy intenso. San Agustín afirmaba que el
suicidio era algo “detestable y abominable, Dios otorgaba la vida y los
sufrimientos, por lo tanto, tenían que soportarse. En el año 693 se anunció que
cualquiera que intentara suicidarse sería automáticamente excomulgado. En
resumen, durante doce siglos el suicidio se había convertido en el pecado mortal
por excelencia para los cristianos.4

La palabra Eutanasia fue utilizada desde los tiempos del emperador Augusto
hasta finales del siglo XIX, como el acto de morir pacíficamente y el arte
médico de lograrlo. Uno de los primeros que utilizó el término fue el
historiador Suetonio, quien escribió: “Tan pronto como César Augusto oía
que alguien había muerto rápidamente y sin dolor, pedía la Eutanasia,
utilizando esta palabra, para sí mismo y para su familia ”.

En el Renacimiento, el concepto de Eutanasia adquiere su real significado y se


considera como tal al buen morir, siendo la muerte el último acto de la vida; por lo
que había que ayudar al moribundo con todos los recursos disponibles para lograr
una muerte digna y sin sufrimiento
“Aún se puede ir más allá: estimo que el oficio del médico no es sólo restaurar la
salud, sino también mitigar los dolores y tormentos de las enfermedades;
también por humanidad, deben adquirir las habilidades y prestar atención a
cómo puede el moribundo dejar la vida más fácil y silenciosamente”.5
El Holocausto Nazi fue la persecución y el asesinato sistemático burocráticamente
organizado de aproximadamente seis millones de judíos por el gobierno nazi y sus
colaboradores. Holocausto es una palabra de origen griega, que significa
“sacrificio por fuego”. Los nazis, que tomaron el poder de Alemania en Enero de
1933, creían que los alemanes eran una “raza superior” y que los judíos, las
romas (gitanos), los discapacitados, y algunos grupos eslavos (polacos, rusos),
considerados “inferiores, no merecían vivir. Más de doscientos mil incapacitados
(física o mentalmente) fueron asesinados en lo que el gobierno totalitarista y
extremista comandado por Adolfo Hitler dio a conocer como Programa de
Eutanasia. En el uso nazi, “Eutanasia” se refería a la matanza sistemática de los
portadores de “vida indigna de vivir” que estaban internados en instituciones, sin
el conocimiento de sus familias.8, 9

Al final de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad se vio ante la necesidad de


que una instancia supraestatal debería proteger a la persona humana, ya que la
guerra no debería ser un medio legítimo para resolver problemas entre los
Estados. Las atrocidades que cometieron los médicos nazis, juzgados por el
Tribunal de Nuremberg, sobre todo en el campo de la experimentación humana, y
el lanzamiento de la bomba atómica en Japón, pusieron en jaque la neutralidad
científica.10

La eutanasia desde las Relaciones Internacionales.

En Estados Unidos, durante las últimas décadas se han introducido legislaciones


destinadas a permitir el suicidio asistido y la Eutanasia (Washington, 1991;
California, 1992; Oregón, 1994; Michigan, 1995). Los ciudadanos en el estado de
Oregón aprobaron, el 16 de Noviembre de 1994, la medida que legalizaba la
Eutanasia bajo condiciones limitadas. El “National Right to Life Committee ”
(Comité por el derecho nacional a la vida) obtuvo un interdicto de la Corte para
demorar la implementación de la medida. Las solicitudes de Washington,
California y Michigan han sido rechazadas, pero en éste último el soporte del
público y de la profesión médica para la legislación de la Eutanasia activa y del
suicidio asistido es cada vez mayor.11, 12

En Colombia, ejerciendo la acción pública de inconstitucionalidad, el ciudadano


José Eurípides Parra, presenta demanda contra el artículo 326 del Código Penal
por considerar que dicha disposición viola un gran número de artículos de la
Constitución. El texto del artículo 326 del Código Penal es el siguiente:

“Homicidio por piedad. El que matare a otro por piedad para poner fin a intensos
sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave o incurable
incurrirá en prisión de seis meses a tres años”. 11

El 15 de Mayo de 1997, en la plenaria de la Corte Constitucional, se sometió a


consideración la demanda contra una norma del Código Penal, Artículo 326,
homicidio por piedad. Comenzando así el debate sobre la aprobación o no de la
Eutanasia en Colombia.11

En Argentina esta forma de “Homicidio Eutanásico” no está contemplada en el


Código Penal, dicho código no considera al suicidio como un delito pero sanciona
con pena de prisión de 1 a 4 años a quien instigara o ayudara a otro a cometerlo y
el acto se hubiese tentado o consumado. Así mismo, el Código de Ética Médica de
la Confederación Médica del mismo país prohíbe abreviar la vida de un paciente y
el Código de Ética de la Provincia de Buenos Aires establece que la cronicidad o
incurabilidad de un paciente no es motivo para privarlo de asistencia; el
profesional de la medicina está en la obligación de velar por la vida del enfermo y
bajo ninguna circunstancia puede disminuir la resistencia física o capacidad
mental del mismo en forma definitiva, a menos que exista indicación médica
precisa, siendo conveniente en estos casos obtener la aprobación de una Junta
Médica.3
Desde un punto de vista legal la Eutanasia activa directa está penada por la ley
española y no está permitida por ningún código ético ni deontológico. En el
ordenamiento jurídico la Eutanasia se considera un homicidio y en el caso de que
el médico proporcione los medios adecuados al enfermo, podría considerarse
como inducción o cooperación al suicidio, recogido en el Código Penal, en su
artículo 143 del Título I, relativo al homicidio y sus formas dentro del Libro II,
relativo a delitos y sus penas.3, 4

El primer intento de regulación de una de las principales modalidades de


Eutanasia fue la Eutanasia pasiva, procurando el Testamento Vital, documento de
consentimiento en virtud del cual una persona expresa su voluntad de que, en el
supuesto de padecer una enfermedad terminal con ninguna expectativa de
recuperarse, mejorar o aliviarse, no sea sometida a tratamientos médicos, que
sólo servirían para prolongar artificialmente su vida durante un periodo de tiempo
determinado. Este fue impulsado desde el Parlamento de Cataluña.3

La ley francesa se considerada incompatible con la Eutanasia, la práctica médica y


la ética, colocando al profesional de la salud en riesgo de ser sometido a un
proceso criminal o disciplinario. En la práctica, está tolerada la “abstención
terapéutica” (Eutanasia “pasiva”); la cual consiste en retirar el tratamiento (como
el apoyo cardíaco o respiratorio) a los enfermos terminales. En Francia, un
enfermo puede rechazar el tratamiento, pero no a un médico, el mismo no puede
forzar a una persona capaz de expresar sus deseos a aceptar exámenes médicos
o tratamiento; pero el médico tiene que informar al enfermo de todas las
consecuencias de su rechazo e intentar persuadirlo. El galeno sólo podrá actuar
sin tomar en consideración los deseos del enfermo en caso que la vida de este
corra peligro, o sea portador de enfermedad mental.13

En el Reino Unido, es legal que un adulto competente rechace un tratamiento


médico, aunque este acto reduzca claramente su esperanza de vida (constituyen
excepciones los enfermos en tratamiento por trastornos mentales). En algunos
casos, los menores de 18 años pueden dar su consentimiento para seguir con un
tratamiento, aunque esto vaya contra la voluntad de los padres; sin embargo, si un
joven menor de 18 años rechaza un tratamiento, los padres tienen la posibilidad
de anular esa decisión. La Eutanasia es un acto punible y tratado como asesinato,
que puede ser castigado con cadena perpetua. En algunos casos, el tratamiento
médico puede ser retirado legal y éticamente por los médicos cuando se
demuestre que es inútil continuarlo o cuando el mismo no produzca ninguna
mejoría. No obstante, es legal que un enfermo rechace un tratamiento destinado a
prolongar la vida.13

La práctica de la Eutanasia está penada por la ley italiana, el que incurra en dicha
falta puede someterse hasta 15 años de presidio, en la discusión del proyecto de
Código Deontológico Médico se prevé denegar el derecho a la objeción de
conciencia a los profesionales de la Salud, en los temas relacionados con la vida.
En el año 2006 el caso de Piergiorgio Welby, portador de distrofia muscular
progresiva desató la discusión sobre la modificación de la ley y práctica de la
Eutanasia en esta nación.14

El país que ha dado cambios más importantes dentro de su legislación con


relación a la Eutanasia es Holanda. Los primeros casos ocurrieron en los años
setenta. En 1973 se arrestó a un médico por matar a su madre, una enferma
terminal, con el uso de morfina, esto estableció un precedente y las cortes dictaron
un conjunto de pautas que permitían a los médicos ayudar a un paciente en etapa
terminal a cometer suicidio. Para finales de 1980, al parecer se había vuelto
rutinario “eutanizar” a los bebés recién nacidos con impedimentos, como espina
bífida. En 1984, la Sociedad Real de Medicina emitió “las reglas de conducta
cuidadosa” para la Eutanasia. Para 1990 los médicos de los Países Bajos estaban
envueltos en 11.800 muertes por Eutanasia, es decir el 9% de todas las muertes
en el país. Después de múltiples debates en Abril del 2002 entra en vigor la ley
denominada “prueba de petición de terminación de la vida y ayuda al suicidio ”,
mediante la cual se exime de toda responsabilidad penal al médico que termine
con la vida del paciente a petición propia o ayude a su suicidio, siempre que haya
observado los requisitos legales y notifique la muerte no natural a la comisión
regional de verificación de Eutanasia; se incluye a las personas de 16 y 17 años
quienes podrán decidir al respecto, aunque se tendrá en cuenta la opinión de los
padres, mientras que quienes tengan entre 12 y 16 años necesitarán la aprobación
de los padres o tutores. Actualmente, en los países bajos se entiende por
Eutanasia la terminación por parte del médico de la vida del paciente a petición de
este último, por lo que el desistimiento de un tratamiento cuando ya no tenga
sentido continuar con el mismo, no se considera Eutanasia, formando esto parte
de la actuación propia del médico, quien desiste de la aplicación de un tratamiento
dejando que la naturaleza siga su curso natural; lo mismo cabe decir de la
aplicación de medios para paliar el dolor con la posible consecuencia añadida de
que sobrevenga antes la muerte. 3, 15

Después de su vecina nación holandesa, Bélgica es el segundo país del mundo en


haber despenalizado la Eutanasia. Desde el 23 de Septiembre de 2002, está en
vigor una ley que autoriza a un médico poner fin a la vida de un paciente, siempre
y cuando, se encuentre consciente y lo haya solicitado por escrito de forma
reiterada. La llegada de la ley que aprueba la Eutanasia abre una alternativa para
que enfermos crónicos decidan cuándo y en qué condiciones desean poner fin a
sus vidas. Pero sobre todo, afirman sus defensores, tiene la virtud de regular una
actividad que ya existe, que es relativamente frecuente, pero que ha sido secreta
y, por tanto, susceptible de excesos.16

Entre tanto la jurisprudencia venezolana, en ninguna de sus disposiciones


contempla el término Eutanasia; sin embargo penaliza al individuo que genere la
muerte a otro de forma intencional. El conflicto está representado por el
planteamiento de nuevas normativas que modificarían el actual Código Penal
Venezolano; con el Anteproyecto de Reforma Parcial del mismo se propone la
modificación del título IX “Delitos contra las personas”, ahora título II “Delitos
contra la vida y la integridad personal”, dentro del cual se conservan los artículos
anteriores y se incluye otro donde se autoriza el ejercicio de la Eutanasia, tanto
activa como pasiva, no tipificándola como tal sino denominándola como: “dar
muerte por piedad”.17

Conclusiones
En conclusión, la eutanasia es un tema complejo y controvertido en la atención
médica, y los profesionales de la salud tienen un papel importante en la discusión
y el debate sobre su práctica. Es crucial tener en cuenta tanto las perspectivas
éticas como las emocionales en la toma de decisiones sobre la eutanasia y el
suicidio asistido.

Y en el marco del pensamiento racional sabemos que somos perecederos, que las
generaciones se van sucediendo y cada hombre tiene su morir, de tal forma que
todo ser humano podría en cierta medida repetir el gesto de Jerjes, el emperador
persa que lloró contemplando su gigantesco ejército al pensar que ninguno de
ellos estaría vivo 100 años después.

El tema de la muerte suele ser evadido, ignorado y escondido en la sociedad; es


como si se tratara de un enemigo al cual debe evitarse y en cada oportunidad
ineludible, debe buscarse la manera de vencerlo, pero lo cierto es que ella es
inevitable. Todos los hombres eventualmente morirán. La muerte es tan parte de
la existencia humana como el hecho de haber nacido, ella es el límite al tiempo de
vida. Así como la vida humana es primariamente, aunque no únicamente, vida
personal, la muerte del hombre está determinada fundamentalmente por la
desaparición de la persona, la cual suele ir acompañada de la muerte del cuerpo.

Aunque no existiera el término empleado hoy día para la eutanasia, se tienen


constancias históricas sobre la muerte elegida y buscada a voluntad por personas
que consideraron en su momento haber agotado cualquier posibilidad de vida
digna. En la antigüedad clásica fue signo de grandeza del espíritu no manifestar
temor a la muerte, mostrarse dispuesto a mirarla cara a cara y buscarla como
refugio contra intolerables dolencias o fallas del cuerpo, así como ante
circunstancias que amenazaran en materia grave las cualidades intangibles de la
vida.

Para el personal de salud, es importante comprender las leyes y regulaciones en


torno a la eutanasia en su país o estado, así como conocer los diferentes métodos
utilizados para llevarla a cabo. Es esencial que los profesionales de la salud estén
capacitados para evaluar la elegibilidad de un paciente para la eutanasia y
proporcionar información clara y precisa a los pacientes y sus familias sobre los
riesgos y beneficios de la eutanasia

Con La Eutanasia debemos generar la intención de solventar o facilitar el difícil


episodio que constituye el término de la vida humana, caracterizado por ideas que
a lo largo de los tiempos se han ido modificando entre las diversas culturas y
costumbres que impregnan la civilización humana. Entonces debemos decir y
denominar como Eutanasia a la provocación de la muerte de un paciente portador
de una enfermedad mortal, efectuada en su requerimiento y en su propio beneficio
por un tercero a través de la administración de un agente o tóxico que le provocará
la muerte con presidencia de la situación patológica de base. Y en Venezuela se
hace necesario incluirla y para ello se propone la modificación del título IX Delitos
contra las personas, ahora título II “Delitos contra la vida y la integridad personal ”,
dentro del cual se conservan los artículos anteriores y se incluye otro donde se
autoriza el ejercicio de la Eutanasia, tanto activa como pasiva, no tipificándola
como tal sino denominándola como: “dar muerte por piedad.

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