Este cuento describe las tradiciones de Día de Muertos en México y una historia sobre una cocinera llamada Micaela. Micaela estaba preparando chocolate y otros bocadillos para una fiesta, pero recibió la noticia de que su madre estaba muriendo. Su patrón no le permitió ir a ver a su madre, por lo que Micaela dejó caer una lágrima llena de ira en la taza de chocolate de su patrón. Cuando él bebió el chocolate, lo encontró extremadamente amargo a pesar de que los demás invitados lo
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
45 vistas2 páginas
Este cuento describe las tradiciones de Día de Muertos en México y una historia sobre una cocinera llamada Micaela. Micaela estaba preparando chocolate y otros bocadillos para una fiesta, pero recibió la noticia de que su madre estaba muriendo. Su patrón no le permitió ir a ver a su madre, por lo que Micaela dejó caer una lágrima llena de ira en la taza de chocolate de su patrón. Cuando él bebió el chocolate, lo encontró extremadamente amargo a pesar de que los demás invitados lo
Este cuento describe las tradiciones de Día de Muertos en México y una historia sobre una cocinera llamada Micaela. Micaela estaba preparando chocolate y otros bocadillos para una fiesta, pero recibió la noticia de que su madre estaba muriendo. Su patrón no le permitió ir a ver a su madre, por lo que Micaela dejó caer una lágrima llena de ira en la taza de chocolate de su patrón. Cuando él bebió el chocolate, lo encontró extremadamente amargo a pesar de que los demás invitados lo
Este cuento describe las tradiciones de Día de Muertos en México y una historia sobre una cocinera llamada Micaela. Micaela estaba preparando chocolate y otros bocadillos para una fiesta, pero recibió la noticia de que su madre estaba muriendo. Su patrón no le permitió ir a ver a su madre, por lo que Micaela dejó caer una lágrima llena de ira en la taza de chocolate de su patrón. Cuando él bebió el chocolate, lo encontró extremadamente amargo a pesar de que los demás invitados lo
Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2
UNA TACITA DE CHOCOLATE
De Laura Arnal
Comienza noviembre lleno de nuestras tradiciones. Los
altares se yerguen en todos los hogares con las viandas preferidas de nuestros amados difuntos: calaveras de azúcar, mole, mezcal y frutas, se mezclan con el aroma de las flores de cempaxúchitl y los colores del papel picado.
Las familias reunidas comparten recuerdos y merienda, con
los tradicionales tamales, pan de muerto y la imprescindible taza de chocolate… Ay, el chocolate ¡bebida de los dioses! ¿Pero qué pensarían si les dijera que no todo en la historia del chocolate es tan dulce cómo su aroma? El chocolate también tiene su lado oscuro…
Cuentan las leyendas que en el virreinato, las damas de
sociedad se hicieron adictas a dicha bebida. No había familia de alta alcurnia que no organizara chocolatadas para agasajar a sus invitados, y la casa de Don Joaquín Cobo de Guzmán no era la excepción.
Micaela, la cocinera de la casa, estaba muy atareada
preparando pastelillos, turrones y otras delicias para acompañar al chocolate, cuando llegaron a avisarle que su madre estaba muy enferma y a punto de expirar. La pobre mujer dejó la cocina echa un manojo de nervios y se dirigió al despacho de Don Joaquín para solicitar su venia para ir a acompañar a su madre en sus últimos momentos. Con suavidad dio unos golpecillos en la puerta de sólido roble y esperó a que don Joaquín le permitiera pasar.
Con la mirada baja y estrujando sus manos, le explicó casi
susurrando la terrible situación. Don Joaquín, sin siquiera darle una mirada a la angustiada Micaela, le dio una fumada 1 a su cigarrillo y le respondió que era imposible que dejara la casa con la visita del señor obispo y otras importantes familias a quien su mujer Águeda, había invitado a la chocolatada de la tarde -ya la verás mañana- finalizó haciendo un movimiento con su mano para que se retirara.
Micaela, enjugando el llanto, continuó con sus tareas
culinarias y a las 6 en punto las doncellas comenzaron a llevar las viandas al salón para ofrecerlas a los invitados. Justo estaba Micaela sirviendo las tazas de chocolate, cuando llegó su madrina llorando a avisarle que su madre había fallecido y que sus últimas palabras habían sido el nombre de su hija. Llena de ira y amargura, Mica dejó caer una solitaria lágrima en la tacita de chocolate que acababa de llenar y se dirigió al salón para entregársela en manos a don Joaquín.
Cuando este le dio el primer sorbo a su bebida, casi la
escupe, no pudiendo creer que estuviera tan amargo y airadamente le llamó la atención a Micaela, por no haber endulzado el chocolate. Todos los invitados voltearon a verlo extrañados, incluso el señor obispo dijo que nunca había probado un chocolate tan dulce y aromático.
A los 20 días de esa noche, en la casa se celebraba el velorio
de don Joaquín, quien había contraído una extraña enfermedad la cual no le permitía probar bocado sin que lo devolviera debido a su amargura, aunque su esposa y otros comieran los mismos platillos y aseguraran que sabían muy bien.