Descubrimiento

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Literatura del Descubrimiento y la Conquista[editar]

Artículo principal: Literatura del descubrimiento y conquista del Perú

Con la invasión de los españoles se inicia un proceso que con el tiempo dará origen a una
literatura mestiza o peruana, aunque inicialmente acuse de una preeminencia
hispánica. Francisco Carrillo Espejo ha acuñado el término de «literatura del
descubrimiento y conquista», con el que se designa al período que abarca todas las obras
escritas durante el proceso de descubrimiento y conquista del Perú, que se inicia en 1532
en Cajamarca con la captura del último Inca, Atahualpa, y finaliza con la desarticulación
del Imperio Incaico. La literatura de este período, aunque no necesariamente escrita
durante este marco temporal, sí se vincula a los eventos desarrollados antes o durante
dicho periodo.
Las primeras obras de importancia fueron las crónicas, género literario que mezcla la
historia, el ensayo literario y la novela. Las primeras crónicas, escritas por los soldados y
secretarios de las expediciones militares, tienen un estilo rudo y seco. Luego aparecen
obras mejor trabajadas, cuyos cultores son los llamados Cronistas de Indias.

Los cronistas[editar]
El crítico Augusto Tamayo Vargas ha dividido a los cronistas en españoles, indígenas,
mestizos y criollos.
Cronistas españoles[editar]
Estos se dividen en dos grupos: cronistas de la conquista y cronistas de la colonización.
Este último se subdivide a su vez en pre-toledanos, toledanos y post-toledanos (tomando
como referencia al gobierno del virrey Francisco de Toledo, 1569-1581).
Cronistas de la Conquista[editar]

• Cristóbal de Mena (¿1492?-?) natural de Ciudad Real, fue soldado compañero de


Francisco Pizarro. Publicó en Sevilla la primera crónica de la conquista del Perú,
titulada: La Conquista del Perú llamada la Nueva Castilla, aunque sin poner su firma.
Fue conocido como “el anónimo sevillano de 1534”, hasta que en el siglo XX el
historiador peruano Raúl Porras Barrenechea logró identificarlo.
• Francisco de Jerez (1497-?) escribano natural de Sevilla, que publicó la Verdadera
relación de la Conquista del Perú y provincia del Cuzco llamada la Nueva
Castilla (Sevilla, 1534). Aunque cronológicamente no es la primera crónica sobre la
conquista del Perú, si lo es por su extensión.
• Pedro Sancho de la Hoz (1514-1547), soldado cronista, escribano o secretario de
Francisco Pizarro. Pasó a Chile, donde disputó la preeminencia en el mando a Pedro
de Valdivia, acabando decapitado. Dejó una Relación de lo sucedido en la conquista y
pacificación de estas provincias de la Nueva Castilla después que el capitán Hernando
Pizarro se partió y llevó a S.M. la relación de la victoria de Caxamalca.
• Miguel de Estete (¿1495?-1572) soldado-cronista, autor de una detallada relación
sobre el Descubrimiento y conquista del Perú, que abarca desde el arribo de los
españoles a territorio del Imperio inca hasta la captura del Cuzco, crónica que
permaneció inédita hasta el siglo XX.
• Pedro Pizarro (1515-1587), soldado-cronista, natural de Toledo y primo de Francisco
Pizarro. Perteneció al grupo de los primeros conquistadores del Perú. Autor de
una Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú y del gobierno y
orden que los naturales tenían, que escribió en las postrimerías de su vida.
• Diego de Trujillo (1505-1575), soldado-cronista, natural de Trujillo de Extremadura,
autor de una Relación del descubrimiento del reino del Perú (Sevilla, 1948), relato
ameno de la conquista del Perú, que abarca desde el inicio del tercer viaje de
Francisco Pizarro en 1530 hasta la entrada al Cuzco a fines de 1533, sucesos de los
que fue testigo presencial.
• Alonso Borregán, oscuro soldado de escasa cultura, autor de una crónica de la
conquista del Perú que permaneció olvidada hasta que lo descubrió el historiador
peruano Rafael Loredo, siendo publicada en Sevilla, en 1948. Pésimamente escrita,
con digresiones inoportunas, su valor es solo el ser un testimonio de su época.
Cronistas de la colonización[editar]

Portada de la primera edición de la Crónica del Perú de


Pedro Cieza de León (1553).
Pretoledanos(1550-1568)

• Pedro Cieza de León (¿1520?-1554), soldado-cronista, natural de Llerena, autor de


una Crónica del Perú, dividida en cuatro partes: Parte primera de la Crónica del
Perú, El Señorío de los Incas, Descubrimiento y Conquista del Perú y las Guerras
Civiles del Perú, esta última en tres volúmenes), que constituye el primer gran
proyecto de una historia andina global, y que a la vez contiene datos geográficos y
etnográficos de gran interés. Debido a ello, algunos consideran a Cieza como el
primer historiador del Perú. El erudito Marcos Jiménez de la Espada lo ha llamado
"el príncipe de los cronistas españoles".
• Juan de Betanzos (1510-1576) sevillano, autor de la Suma y narración de los
Incas, una de las primeras narraciones de la historia del Imperio Inca. Fue,
además, el primer español en escribir en quechua, elaborando incluso un
vocabulario básico español-quechua.
• Agustín de Zárate (1514-?), natural de Valladolid, que llegó al Perú como
funcionario contable. Autor de una valiosa Historia del Descubrimiento y Conquista
del Perú, publicada en Amberes en 1555.
• Francisco López de Gómara (1511-1560) clérigo que nunca estuvo en América,
pero que a base de informaciones escritas y orales, redactó y publicó la Primera y
Segunda parte de la Historia General de las Indias (Zaragoza, 1552), referida
especialmente México, pero que incluye datos referentes al Perú. Por su belleza
literaria su obra gozó de mucha fama.
• Bartolomé de las Casas (1484-1566) religioso dominico, conocido como el Apóstol
de las Indias por su abnegada defensa hacia los nativos americanos. Su Historia
de las Indias y otras obras suyas contienen párrafos referentes a la conquista del
Perú.
• Cristóbal de Molina “el chileno” (1494-1580) clérigo al que durante mucho tiempo
se le atribuyó una Relación de cosas acaecidas en el Perú, pero actualmente se
cree que el autor de esta obra fue en realidad el clérigo Bartolomé Segovia.2
• Diego Fernández de Palencia “el Palentino”, autor de la Primera y segunda parte
de la historia del Perú (1571)
• Fray Gaspar de Carvajal (¿1504?-1584) religioso dominico, autor
del Descubrimiento del río de las Amazonas, que José Toribio Medina editó en
1894.

Relieve en bronce con el busto de Pedro Sarmiento


de Gamboa.
Toledanos(1568-1581)

• Juan Polo de Ondegardo (?-1575), jurista y funcionario, autor


de Informaciones y Relaciones, que contienen valiosos estudios sobre las
creencias y costumbres de los indios.
• Pedro Sarmiento de Gamboa (¿1532?-1592), marino, explorador, historiador y
científico, natural de Alcalá de Henares. En 1572 terminó de escribir
su Historia Índica, de la cual solo se conoce la segunda parte referente al
imperio inca.
Postoledanos(1581-1650)

• Miguel Cabello Valboa (1535-1608), clérigo agustino, autor de Miscelánea


Antártica, escrita entre 1576 y 1586, obra dividida en tres partes: la
creación del mundo, el origen de los indios y la historia de los incas. Fue
editada en el siglo XX.
• El padre Martín de Murúa (?-¿1617?), religioso mercedario. Autor de
una Historia General del Perú. Origen y descendencia de los incas, donde
se trata, así de las guerras civiles incas, como de la entrada de los
españoles, que cuenta con ilustraciones.
• Fernando de Montesinos (?-¿1652?), religioso natural de Osuna. Sus
obras más importantes son: Ophyr de España. Memorias antiguas,
historiales y políticas del Perú y los Anales del Perú, 1498-1642, que
fueron publicadas en el siglo XX.
• El padre José de Acosta (1540-1600) jesuita y naturalista, nacido en
Medina del Campo. Autor de una célebre Historia natural y moral de las
Indias, obra publicada en Sevilla, en 1590, y pronto traducida al inglés en
1604. En dicha obra observó las costumbres, ritos y creencias de los
indios de México y Perú.
• Fray Reginaldo de Lizárraga (1545-1615), religioso dominico, autor de
una Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata
y Chile (Lima, 1908).
• El padre Bernabé Cobo (1580-1657), religioso jesuita y naturalista, autor
de la Historia del Nuevo Mundo, en 4 volúmenes (editada entre 1890 y
1893), y la Historia de la fundación de Lima (1882).
Cronistas indígenas[editar]
Autorretrato de Felipe Guamán Poma de
Ayala, que aparece en su Nueva Crónica y Buen Gobierno.
Tres nombres se mencionan especialmente entre los cronistas indígenas,
nativos o indios:

• Titu Cusi Yupanqui, uno de los incas de Vilcabamba que en 1570 escribió
una Relación de cómo los españoles entraron en Perú y el subceso que
tuvo Manco Inca en el tiempo que entre ellos vivió.
• Felipe Guaman Poma de Ayala, autor de una original obra ilustrada: El
primer nueva crónica y buen gobierno (sic), escrito entre 1585 y 1615, y
publicada recién en 1936. En ella presenta el proceso de destrucción del
mundo andino (que atribuye a la soberbia de los incas o a la falla en la
comunicación con los españoles), tratando de presentar una alternativa a
la realidad caótica de su tiempo.
• Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, perteneciente al
linaje de lo collaguas, es autor de una Relación de antigüedades de este
reino del Piru, escrita hacia 1620 o 1630, y publicada en 1879. Usa para
expresarse un rudimentario español, fuertemente quechuizado.
Cronistas mestizos[editar]

• Blas Valera (1545-1597), religioso jesuita, natural de Chachapoyas,


cuya Historia de los incas la usaron muchos cronistas españoles e incluso
el mismo Inca Garcilaso y que aparentemente se perdió en un incendio
en Cádiz, durante una guerra entre españoles e ingleses.
• Cristóbal de Molina “el cuzqueño” (1529-1585) clérigo y cronista, que
durante mucho tiempo se creyó que era mestizo, pero en realidad fue un
español natural de Andalucía. Sin embargo, se compenetró tanto con la
cultura andina que se le puede considerar como un mestizo cultural. Su
obra principal es una Relación de las fábulas y ritos de los Incas.
• Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), el más importante de todos los
cronistas, considerado como el «primer mestizo biológico y espiritual de
América», o en otras palabras, el primer mestizo racial y cultural de
América, pues supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la
indígena americana (inca o quechua) y la europea (española), alcanzando
al mismo tiempo gran renombre intelectual.3 Se le conoce también como
el «príncipe de los escritores del Nuevo Mundo», pues su obra literaria se
destaca por un gran dominio y manejo del idioma castellano. En su obra
cumbre, los Comentarios reales de los incas, publicada en Lisboa, en
1609, Garcilaso expuso la historia, cultura y costumbres de los Incas y
otros pueblos del antiguo Perú. Para muchos críticos se trata del cantar de
gesta de la nacionalidad peruana, que se forja precisamente con la fusión
de dos herencias, la nativa y la española. Garcilaso es autor también
de La Florida del Inca (Lisboa, 1605), que es un relato de la conquista
española de Florida; y de la Segunda parte de los Comentarios reales,
más conocida como Historia General del Perú (Córdoba, 1617), publicada
póstumamente, donde el autor trata sobre la conquista y el inicio de la
colonia en el Perú. Con justicia se considera al Inca Garcilaso como el
primer literato del Perú.
Cronistas criollos[editar]
Entre los cronistas criollos o americanos (nacidos en América de padres
españoles) que escribieron sobre el Perú se debe destacar a los siguientes:

• Pedro Gutiérrez de Santa Clara, natural de México, autor de una Historia


de las guerras más que civiles que hubo en el Reino del Perú.
• Antonio de la Calancha (1584-1654), padre agustino natural de La Plata y
autor de la Corónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú, que
contiene valiosas información del pasado prehispánico.

Literatura virreinal[editar]
La notoria influencia española signó el carácter dependiente de la producción
literaria cultivada en el Perú virreinal. A pesar de ello, algunos autores
contribuyeron a constituir nuestra identidad nacional. Los más destacados
fueron el ya mencionado Inca Garcilaso de la Vega, Amarilis, Juan de
Espinoza Medrano y Juan del Valle y Caviedes.

Características[editar]
1. Dependencia de España: Fue eco de la literatura de España, porque
se escribió con espíritu y sentimientos españoles.
2. Alto valor histórico: La literatura de ese entonces recogió
testimonios del colonialismo que se implantó.
3. Retoricismo: Hubo preocupación por la expresión y la forma. Se
introdujeron elementos de la preceptiva literaria española; el soneto,
los versos endecasílabos, la rima, etc.
4. Estilo satírico: Se usó la sátira mordaz e hiriente para criticar a
personajes virreinales.
5. Imitación: Las corrientes o movimientos literarios de Europa tuvieron
adeptos e imitadores en Perú.
Fases o períodos[editar]
Durante este tiempo los literatos coloniales imitaron a las corrientes literarias
presentes en Europa.

• El Clasicismo: Tenía inspiración en los griegos y romanos. Buscaban el


ideal de belleza y perfección que buscaban los hombres de esa época
(mediados del siglo XVI hasta principios del siglo XVII). Principales
representantes: Amarilis, Clarinda, Diego de Hojeda, Diego Mexía de
Fernangil.

• El Barroco: Fue una producción con un estilo de recargar las


producciones con muchos recursos literarios. Se le dio mucha importancia
a la lírica. Los poemas escritos en esa época poseen muchos recursos
estilísticos (siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII). Principales
representantes: Juan de Espinoza Medrano y Juan del Valle y Caviedes.

• El Neoclasicismo: Tuvo una connotación de buscar el equilibrio de la


armonía clásica. Rechazó el recargado lenguaje del barroco. Puso de
manifiesto la actitud pedagógica. Este movimiento se desarrolló
juntamente con las ideas independistas y de libertad de Hispanoamérica.
Suplantó progresivamente al Barroco, dejando espacio
al Romanticismo (mediados del siglo XVIII hasta inicios del siglo XIX).
Principales representantes: Pedro Peralta y Barnuevo, Pablo de
Olavide, Alonso Carrió de la Vandera, José Joaquín de Olmedo (este
último ya en pleno periodo de la Emancipación).
Representantes[editar]
Clasicismo[editar]
Amarilis[editar]
Amarilis, fue una poeta peruana, cuyo verdadero nombre se desconoce y que
compuso la Epístola a Belardo dirigida a Lope de Vega y publicada por éste
en su Filomena, en 1621. Dicha Epístola está compuesta en silvas con un total
de 335 versos, a través de los cuales, la autora declara a Lope de Vega su
amor platónico, así como da información autobiográfica, en la cual afirma
pertenecer a una familia de conquistadores españoles que participaron en la
fundación de la ciudad de Huánuco (en la sierra central del Perú) y que residía
en Lima, tras haberse consagrado a Dios vistiendo el hábito monjil. Es un
poema fluido, armonioso, delicado, tal vez es el más vivo ejemplo de la lírica
peruana de principios del siglo XVII. Desde el primer momento, los críticos
reconocieron la calidad excepcional de la composición y se preguntaron quién
podría ser la anónima poeta que usaba el seudónimo pastoril de Amarilis. Se
ha desgranado una serie de hipótesis al respecto, pero todas endebles (una
de ellas la identifica con María de Rojas y Garay). De todos modos, existe una
posición mayoritaria de que, efectivamente, se trataba de una mujer criolla
nacida en el Virreinato del Perú, rechazándose la tesis de que fuese una
superchería elaborada por el mismo Lope de Vega.
Clarinda[editar]
Clarinda es el seudónimo de la autora del Discurso en loor de poesía, poema
en tercetos, que apareció como prólogo del Parnaso Antártico (1608) de Diego
Mexía de Fernangil. Este autor la presentó como una “dama principal de este
reino” del Perú, y que, aparentemente, por su condición de monja recluida en
un convento, no quiso que su nombre se divulgara. Se ha sostenido que
posiblemente fuera Sor Leonor de la Trinidad, nacida en Chuquisaca y que
llegó a ser monja abadesa del Convento de las Descalzas de la Concepción
de Lima.
Diego de Hojeda[editar]
Diego de Hojeda (¿1570?-1615), natural de Sevilla, vino al Perú a los 15 años
de edad para labrar fortuna. El terremoto de 1586 hizo variar sus planes.
Ingresó al Convento de los dominicos y actuó al lado del arzobispo Toribio de
Mogrovejo contra la relajación de costumbres. Se ordenó de sacerdote en
1600. Ocupó los altos cargos de Prior del Convento de Santo Domingo del
Cuzco y del Convento del Rosario de Lima. En 1612 fue relevado de sus
cargos en la orden a causa de desavenencias con sus superiores; primero fue
confinado como simple monje en el convento de Cuzco, y luego en el
de Huánuco de los Caballeros, donde falleció poco después. En 1617 fue
reconocida su inocencia, siendo rehabilitado públicamente. Su obra principal
es La Cristiada, extenso poema épico escrito en doce cantos, cuyo tema es la
pasión y muerte de Jesucristo. Está compuesta “en verso heroico” y “en estilo
grave, en erudición profunda y en devoción suave”. Su primera edición es de
1611, impresa en Sevilla. Desde el primer momento recibió elogios, entre
ellos, los de Lope de Vega. Es uno de los mayores ejemplares de la poesía
épica de habla castellana.
Diego Mexía de Fernangil[editar]
Diego Mexía de Fernangil (¿1565?-1634), poeta nacido en España pero que
desarrolló su obra literaria en el Virreinato peruano. Es autor de la primera
parte del Parnaso Antártico (1608); allí es donde se inserta el
anónimo Discurso en loor de la poesía (firmado con el seudónimo de
Clarinda). La segunda parte no llegó a publicarse y permaneció inédita hasta
el siglo XX. Es también reconocido como excelente traductor de
las Heroidas del poeta latino Ovidio, obra compuesta por 21 cartas de amor
ficticias, dirigidas por heroínas mitológicas a sus amantes.
Barroquismo[editar]
Juan de Espinoza Medrano[editar]

Juan de Espinoza Medrano, el Lunarejo


Juan de Espinoza Medrano (1630-1688), escritor de raza nativa, natural del
pueblo de Calcauso (en la actual provincia de Aymaraes, del departamento de
Apurímac). Apodado "El Lunarejo". Desde temprana edad evidenció su talento
en el campo de las letras. Merced a una beca creada por el obispo Antonio de
la Raya, estudió en el Seminario de San Antonio de Abad en el Cuzco, y
prontamente fue doctor en Teología y catedrático de dicha asignatura en el
mismo Seminario. Destacó en la oratoria sagrada, desde su púlpito en la
parroquia de San Cristóbal. La multitud se agolpaba para escucharle. Mereció
el apodo de “Doctor Sublime”. En 1682 fue hecho canónigo a pesar de la
enconada oposición de sus adversarios. Finalmente, luego de haber sido
Tesorero y Chantre de la Catedral del Cuzco, falleció en medio del sentimiento
general de su pueblo. En lo que a literatura se refiere, se convirtió en el más
alto exponente del culteranismo o gongorismo en el Perú y América.
Escribió una Apologética en favor de don Luis de Góngora y Argote (1662),
apasionada defensa del gran poeta cordobés contra los ataques del crítico
portugués Manuel de Faría y Sousa, pero también un extraordinario ejercicio
de análisis de los versos gongorinos. La calidad de la prosa de esta obra es
tal, que Marcelino Menéndez Pelayo, que nunca entendió las excelencias del
gongorismo, no tuvo sin embargo reparos en calificarla de «perla caída en el
muladar del culteranismo». De manera póstuma, los discípulos de El Lunarejo
editaron una selección de 30 sermones del maestro, bajo el título de La
novena maravilla. También es autor de las obras teatrales: El rapto de
Proserpina, El amar su propia muerte, El hijo pródigo.
Juan del Valle y Caviedes[editar]

Juan del Valle y Caviedes


Juan del Valle y Caviedes (1652 o 1654-después de 1696), conocido como
«El poeta de la Ribera» fue un poeta satírico y elegíaco nacido en España,
pero que vivió casi toda su vida en el Perú. Quiso hacer fortuna en la actividad
minera, pero su vida desordenada lo llevó pronto a la ruina. Pobre, enfermo y
viudo, alquiló uno de los Cajones de la Ribera, tenduchos bajo el Palacio
Virreinal, donde a la par de manejar un negocio modesto, se dedicó a
componer sátiras y poesías festivas. El público le rodeaba para oír sus
festivos ataques a los médicos y a otros tipos populares de la ciudad, y lo
apodaron el Poeta de la Ribera. Su fama llegó hasta México, donde la célebre
Sor Juana Inés de la Cruz le escribió una carta, que Caviedes respondió
atentamente. Compuso también sonetos delicados, poesías de lamento y
arrepentimiento cristiano, romances religiosos, amorosos y costumbristas.
Tuvo el deseo de publicar una selección de sus poesías bajo el título
de Diente del Parnaso, pero no lo concretó. Sus manuscritos fueron adquiridos
por el doctor José Manuel Valdés y, al morir éste, pasaron al coronel Manuel
de Odriozola, quien los publicó en su Colección de documentos literarios del
Perú (tomo quinto, 1873). Una edición más depurada realizó Ricardo
Palma en su Flor de academias y diente del parnaso (1899). Posteriormente
se fue engrosando el corpus poético de Caviedes, merced a las
investigaciones de Luis Alberto Sánchez, el padre Rubén Vargas Ugarte y
Augusto Tamayo Vargas, entre otros. Caviedes destaca por el manejo del
verso clásico con el que construye su poesía festiva y satírica, a través de la
cual hace una dura crítica del medio social dentro de una exposición realista y
descarnada. También cultivó la poesía mística, de arrepentimiento y de
desdén a la muerte.
Afrancesamiento y Neoclasicismo[editar]
Academismo y afrancesamiento[editar]
El virrey Manuel de Oms y de Santa Pau,
Marqués de Castell dos Rius, fundador de la Academia de Palacio (1707-
1710).
En la segunda mitad del siglo XVII, la literatura en Europa, bajo influjo de las
letras francesas, tendió a volver a los moldes clásicos. Sin embargo, en las
colonias españolas siguió preponderando el conceptismo y el culteranismo
(Barroquismo). Las normas neoclásicas tardaron en llegar a la América
española. Pero ya a comienzos del siglo XVIII, coincidiendo con la instauración
de la dinastía borbónica en España, los escritores empiezan a alinearse
dentro de las Academias surgidas a imitación de las de Francia. Surge
la Academia de Palacio fundada por el virrey Marqués de Castell dos
Rius (1707-1710), donde al lado de los cultores del barroquismo se suman los
que estaban ya bajo el influjo francés. Destacan entre los académicos de
Palacio los siguientes autores:

• Luis Antonio de Oviedo y Herrera, conde de la Granja (1636-1717),


poeta y autor teatral, autor de los libros poemáticos: La vida de Santa
Rosa (1711) y Poema sacro de la pasión (1717).
• José Bermúdez de la Torre y Solier (1661-1746) poeta, autor del
poema Telémaco en la isla de Calipso; fue además jurisconsulto, así
como rector de la Universidad de San Marcos de Lima.
• Pedro Peralta y Barnuevo (1663-1743) poeta, erudito y científico limeño;
por la importancia que alcanzó merece una sección aparte.
Pedro Peralta y Barnuevo[editar]
Pedro Peralta y Barnuevo, escritor peruano,
nacido en Lima.
Sin duda, el literato más destacado de la primera mitad del siglo XVIII fue el
limeño Pedro Peralta y Barnuevo, hijo de padre español y de madre peruana.
Fue uno de los más completos polígrafos de su tiempo y la fama de su
sapiencia cruzó las fronteras del imperio español. Se graduó de abogado,
profesión que alternó con las labores de ingeniería, matemáticas y
astronomía. Fue Cosmógrafo Mayor del Reino e Ingeniero Mayor. Trazó un
plan de defensas del Callao. Dictó la cátedra de Prima de Matemáticas en la
Universidad de San Marcos, de la que también fue rector. Sabía además 8
idiomas, en todas las cuales escribía con perfección y elegancia. Por su
portentosa erudición recibió el apelativo de Doctor Océano. Tuvo un
entredicho con la Inquisición a raíz de la publicación de uno de sus libros de
carácter místico.
Dejó una obra literaria muy vasta. Tamayo Vargas la divide en cinco grupos:

1. Poesías cortesanas, elogios en recepciones, exequias y


solemnidades.
2. Obras dramáticas, a imitación de los autores neoclásicos franceses.
3. La Historia de la España Vindicada, obra histórica que solo alcanzó
hasta el periodo visigótico.
4. Lima Fundada, poema épico;
5. Las Diez Oraciones, que componen la llamada Pasión y Triunfo de
Cristo, de carácter místico.
Destacó en su tiempo Lima Fundada, poema épico de gran aliento, en diez
cantos, 1183 octavas reales y un total de 9.464 versos endecasílabos. Su
primera edición es de 1732. La segunda fue hecha por Manuel de Odriozola
en su Colección de documentos literarios del Perú (1863). Narra la llegada de
los conquistadores, el sometimiento de los indios, la división de los españoles
en pizarristas y almagristas, y el desfile de una diversidad de personajes
coloniales: santos, héroes, prelados, poetas y aventureros.
Sin embargo, son sus obras teatrales las que han despertado más el interés
de la crítica moderna. En especial, destaca una adaptación más que
traducción de la comedia La Rodoguna de Corneille.
Los “expatriados”: Olavide, Llano Zapata y Viscardo[editar]
Ya en la segunda mitad del siglo XVIII destacan tres notables escritores
nacidos en el Perú pero que desarrollaron su carrera en Europa:
Pablo de Olavide

• Pablo de Olavide (1725-1803), escritor, traductor, jurista y político, natural


de Lima. Es la figura más conspicua del afrancesamiento literario y
costumbrista. Estudió en la Universidad de San Marcos donde se graduó
en Teología y Derecho (1742). Fue asesor del Tribunal del Consulado,
asesor del Cabildo y accesitario de la Real Audiencia de Lima. En el
ejercicio de sus funciones, auxilió a los damnificados del
horrendo terremoto de Lima de 1746, pero acusado de apropiación de
diversos bienes, viajó a España para defenderse. Llegó a sufrir prisión en
1754, pero fue liberado al año siguiente. Contrajo matrimonio con Isabel
de los Ríos, una acaudalada viuda que le ayudó a rehacer su fortuna.
Viajó por Italia y Francia, periplo que le sirvió para relacionarse con los
prohombres de la Ilustración, entre ellos Voltaire y Diderot, cimentando así
su formación intelectual. Se estableció en Madrid (1765), donde equipó
una magnífica biblioteca; su casa se convirtió pronto en un centro de
actividad intelectual. Profesaba entonces las ideas liberales e incluso fue
francmasón. Se volcó a hacer obras sociales, pero atrajo sobre sí la
envidia y fue acusado de herejía ante el Tribunal de la Inquisición (1778).
Sometido a proceso, recibió una fuerte condena, siendo recluido en el
convento capuchino de Caldas. Las protestas de los intelectuales
europeos y las súplicas de su familia hicieron que se le permitiera ir a
tomar baños termales en Gijón, lo que aprovechó para huir a Francia,
pasando después a Suiza. Finalmente, se retractó públicamente de sus
ideas, lo que le valió el perdón, pudiendo entonces retornar a Madrid. Fue
precisamente en sus últimos años de reconciliación con el clericalismo
cuando publicó El Evangelio en triunfo, “historia de una filósofo
desengañado” (1797); Poemas cristianos; y Salterio español (1799),
paráfrasis de los salmos de David. Ya en el siglo XX fueron exhumadas las
obras de su periodo afrancesado, de género dramático y narrativo, siendo
este último el que ha concitado el interés de la crítica moderna, pues se
tratan de novelas cortas, que harían a Olavide precursor de dicho género
literario.
• José Eusebio de Llano Zapata (1721-1780) erudito nacido en Lima.
Investigador de la ciencia, la historia, la geografía y la literatura
americana. Se ha dicho también que fue un precursor de la arqueología
peruana. Aunque estudió en el colegio franciscano de San Buenaventura
y recibió lecciones de maestros particulares, se le puede considerar un
verdadero autodidacta. Viajó a España, pasando por Chile, Buenos Aires
y Río de Janeiro, estableciéndose en Cádiz (1756), ciudad donde vivió
hasta su muerte, y que solo abandonó intermitentemente para visitar
Sevilla, Lisboa, Londres y Madrid, ciudades donde le gustaba trabar
contacto con los viajeros provenientes de América, sobre todo los ligados
a las ciencias naturales y la arqueología. Su obra principal es Memorias
Histórico-físicas-apologéticas de la América Meridional, editada por
Ricardo Palma en 1904.
• Juan Pablo Viscardo y Guzmán (1748-1798) jesuita y escritor criollo,
nacido en Pampacolca, Arequipa. Se contó entre los expulsados jesuitas
de 1767 y pasó desterrado a Europa. Es autor de la célebre Carta a los
españoles americanos (publicada de manera póstuma en 1799), donde
insta a los hispanoamericanos a independizarse de la corona española,
exponiendo una serie de argumentos que justificaban tal decisión. La
lectura de este documento fue crucial para el desarrollo del sentimiento
independentista de los hispanoamericanos, por lo que Viscardo es
considerado precursor de la Independencia.
Escritores viajeros: Terralla y Concolorcorvo[editar]
Son dos escritores nacidos en España, que recorren el territorio
hispanoamericano y acaban por afincarse en el Perú, componiendo obras
precursoras del costumbrismo.

• Esteban Terralla y Landa (?-1792). Nacido en Cádiz, pasó a México y


luego al Perú, atraído por la actividad minera, y finalmente se estableció
en Lima bajo el amparo del virrey Teodoro de la Croix. Se consagró
entonces a la actividad literaria, destacando los rasgos costumbristas y los
alardes retóricos de sus composiciones. Su obra más notable es un
conjunto de romances satíricos que reunió bajo el título de Lima por
dentro y fuera, publicado póstumamente en Madrid, bajó el seudónimo
de Simón Ayanque (1797). Esta obra es una sátira reveladora de la vida
de los limeños de fines del siglo XVIII.
• Alonso Carrió de la Vandera, que también utilizó el seudónimo
de Concolorcorvo, un visitador de correos, natural de Gijón, autor de un
ameno y pintoresco libro titulado El lazarillo de ciegos caminantes desde
Buenos Aires hasta Lima con sus itinerarios, según la natural observación,
con algunas noticias útiles a los nuevos comerciantes que tratan en
mulas, libro que durante bastante tiempo fue erróneamente atribuido
a Calixto Bustamante Carlos Inca. Impreso aparentemente en Gijón en
1773, salió a luz en Lima en 1777, siendo denunciado como un libelo
peligroso.
El teatro[editar]
En el campo teatral destaca nítidamente Fray Francisco del Castillo
Andraca y Tamayo (¿1714?-1770), conocido como "El ciego de La Merced",
religioso mercedario, dramaturgo y poeta, nacido probablemente en Piura.
Tuvo fama de improvisador y repentista. Entre sus obras destacan: la
comedia La conquista del Perú, una de las primeras en ofrecer una
perspectiva crítica de dicho episodio; la comedia Todo el ingenio lo allana; el
drama Mitridates, rey del Ponto; y el entremés Del justicia y litigantes.
A fines del siglo XVIII y coincidiendo con el fin del periodo del virrey Manuel
Amat y Juniet, se representó en las gradas de la catedral de Lima un drama,
el Drama de los palanganas: veterano y bisoño, que es una crítica despiadada
contra el gobierno y la persona de este virrey, en particular sus amoríos
con La Perricholi. El estreno de esta obra se debió dar en la noche del 26 de
julio de 1776. El texto ha sido rescatado por el crítico literario Luis Alberto
Sánchez.

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