Mi Vecino Dahmer

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Antonia Berrios Cea

3° Medio A

Mi Vecino Dahmer

Conozco a Dahmer desde que éramos niños, íbamos en la misma clase, nunca
hablamos mucho, pero éramos conscientes de la existencia del otro. Por cosas del
destino a los 26 años termine mudándome al mismo vecindario que el en
Milwaukee, justo en la casa ubicada frente a la suya.

Siempre me pareció tímido, pero de alguna manera brillante, sobre todo en las
clases de química, sus calificaciones eran casi perfectas, recuerdo haber
escuchado un rumor acerca de que estaban pensando en adelantarlo o dejarlo
tomar clases con los cursos superiores. Es por eso que me sorprendió cuando lo
vi salir de la casa de enfrente tambaleándose con una botella de whisky en las
manos, no solo era un estado lamentable, el solo hecho de vivir en el sector era un
trágico, era conocido por ser un barrio pobre y de mala vida.

Lo ultimo que escuche de él, es que había ido a estudiar a la Universidad Estatal
de Ohio, cuando me acerque a saludarle no le tomo mucho reconocerme y con
una gran sonrisa me ofreció un trago, acepte, había sido un día largo y sentía que
me hacía falta. Le pregunte de que había sido de su vida, aprovechándome un
poco del estado en que se encontraba, ciertamente había entrado a la universidad,
pero puesto en sus palabras “no parecía que les agradara su espíritu fiestero”,
posterior a eso se unió al ejercito en el cual no duro mas de dos años, y finalmente
se mudó a la casa en la que hoy vive.

Después de vivir una semana en la casa del al frente, he empezado a notar que la
relación con el alcohol de Jeffrey es más problemática de lo que aparentaba, rara
vez se le ve sobrio, no puedo evitar sentir lastima por el estado en el que se
encuentra alguien en el que alguna vez vi un gran futuro, aunque ciertamente
debo admitir que tan solo tenia cerca de 10 años cuando formule esta imagen de
Dahmer.

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Las veces que se le ve sobrio son cuando vienen los niños a los que les enseña,
había empezado a notar que en varias ocasiones venían jóvenes a su casa, uno
de esos días, mientras me encontraba sacando la basura vi cómo le abría la
puerta a uno de ellos, la sonrisa que se dibujo en su rostro cuando vio al joven me
hizo sentir un frio subir por mi espalda, había algo particularmente repulsivo en su
gesto. Esta sensación me llevo a preguntarle al respecto uno de los días donde
me lo encontré los suficientemente ebrio para no ser capas de formular una
mentira con facilidad, el rostro amigable con el que siempre se encontraba se
esfumo en un instante dejando una expresión un tanto seria, me dijo que venían a
aprender química y tomaban clases con el tres veces al mes.

Después de ese encuentro empecé a ser más consciente a los movimientos de


Dahmer, lo primero que note fue que de esas tres clases al mes ningún niño se
repetía, la única respuesta lógica a mi parecer era que al entrar a su casa vieron
las miles de botellas regadas por todos lados y se lo comentaron a sus padres,
aun así, era difícil entender como era posible que encontrara nuevos estudiantes.

Al mes las preguntas respecto a Jeffrey desencadenaron en insomnio, y aquellas


noches donde no lograba conciliar el sueño podía escuchar ruidos y quejidos
proviniendo de la casa de al frente. Esto solo empeoro mi situación y una de esas
noches un recuerdo vino a mi mente.

De pequeño me gustaba jugar en el bosque ceca a la carretera y en ocasiones me


encontraba con Jeffrey merodeando con una bolsa de basura, esto activo mi
curiosidad y uno de esos días decidí seguirlo, llego hasta la carretera y empezó a
caminar por la orilla del camino, lo vi detenerse y agacharse a lo que parecía un
bulto, entonces abrió la bolsa y fue entonces cuando note qué era lo que había
encontrado, estaba recogiendo lo que parecía ser algún desafortunado animal
arrollado por un automóvil, a partir de entonces mis memoria son borrosas pero

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estoy seguro de haberlo visto recoger alguna de las vísceras del animal sin asco
alguno.

El evento debió choquearme al punto en que mi mente decidió inhibir el recuerdo y


ocultarlo en lo más profundo y oscuro de mi mente, pero las acciones
sospechosas de Dahmer habían logrado traerlo de vuelta.

Durante las siguientes semanas empecé a observar más conscientemente los


movimientos de Dahmer, ya no solo por las noches, cada segundo libre de mi
tiempo me la pasaba pegado a la ventana mirando hacia su casa a través del
visillo. Lo primero que pude notar no fue nada menor, cada niño que cruzaba el
umbral de la puerta de esa pequeña y lamentable casa no salía de ella jamás, una
vez los niños ponían un pie dentro no los volvía a ver.

Mi preocupación solo iba en aumento, pero no había nada que yo pudiera hacer,
no tenia nombres, no tenia pruebas, si iba a la policía en mi estado actual, me
tratarían como un neurótico paranoico obsesionado con el miserable alcohólico de
su vecino.

Uno de esos días frente a la ventana, mientras mi cabeza tambaleaba y mis


parpados se sentían pesados, justo cuando estaba a punto de caer dormido, vi
salir de su casa a un joven de no más 19 años desnudo, solo unos segundos
antes Dahmer había salido por la misma puerta con una espeluznante sonrisa de
oreja a oreja, orgulloso con el mentón en alto como si acabara de realizar una gran
hazaña, o un descubrimiento que le cambiaria la vida, y se dirigió hacia la
botillería, seguramente a comprar whisky para celebrar lo que sea que le había
puesto de tan buen humor.

No paso mucho tiempo para que los vecinos escucharan los quejidos que emitía el
joven, a mi parecer trataba de comunicarse, avisarnos de algo, pero lo único que
salía de su boca eran monosílabos sin sentido que expresaban gran temor y un

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inmenso dolor. Alguno de ellos debió de llamar a la policía, la cual no demoro en


llegar, trataron de interrogarlo, pero no fue capas de formular ni una sola palabra.

Cuando Dahmer venia de regreso con la botella en mano, pudo ver a la distancia
al joven junto a los dos oficiales, se apresuro para acercarse y decir que el
muchacho era amigo suyo y se encontraba sumamente borracho, se disculpó con
los oficiales, los cuales creyeron su explicación, y tomo a su “amigo” por el brazo
tratando de arrastrarlo hacia la casa.

El joven puso resistencia, pero esto fue en vano, pues entre los dos agentes lo
tomaron y lo llevaron justo frente la puerta de la casa, no entraron, simplemente
dejaron a los dos hombres ahí y se retiraron sin el más mínimo interés de
investigar mas afondo el suceso, no es extraño encontrase con algún borracho
montando un show en este barrio, y ya cansados de esta situación debieron
simplemente retirarse tranquilos pensando que este era solo otro espectáculo.

Esa misma noche se escuchó un gran lamento, y luego silencio, si ya tenia


problemas para dormir después de eso no logre pegar pestaña, para mi suerte
logre conseguir un traslado y un aumento en mi trabajo, me mude a otro estado y
deje atrás a mi peculiar vecino, ni siquiera me despedí, no era capas de verlo a la
cara.

Un día sentado en mi sofá, prendí el televiso y sintonicé el noticiero, sentí nauseas


cuando lo primero que vi en la pantalla fue su cara, no necesite ni leer el titular
para entender lo que estaba pasando. Ahí se encontraba la cara de un hombre
blanco de pelos dorados, usando los mismos lentes cuadrados de siempre, tras
los que se escondían sus calmos ojos azules, y bajo esa imagen en letras
mayúsculas se podía leer “DETIENEN AL CANIBAL DE MILWAKEE”.

Mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, procedí a escuchar el relato de los


hechos. Lo que una vez yo mismo había presenciado sucedió de nuevo, otro joven
desnudo salió corriendo de la casa de Dahmer, y esta vez los oficiales si entraron
en la casa, ahí se encontraron con un penetrante olor a podredumbre, manchas de

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sangre en cada pared de la casa, una peculiar estantería sobre la cual se


ubicaban siete cráneos humanos perfectamente blanqueados y conservados,
dentro del refrigerador se encontró bolsas de carne humana junto con una cabeza
fresca.

Jeffrey confeso llevar a sus víctimas a su casa con engaños, normalmente niños
entre los 15 a jóvenes de 23 años, los drogaba o emborrachaba para luego poder
estrangularlos hasta la muerte, violaba sus cuerpos y se masturbaba sobre ellos,
posteriormente los desmembraba separando los huesos de la carne. Finalmente, y
lo que le otorgo tan peculiar apodo, conservaba parte de la carne de los bíceps y
los corazones para cocinarlos y comérselos, dicen que esto le daba el sentimiento
de que sus víctimas seguían con él.

En cuanto a aquellos jóvenes que fueron tomados por borrachos exhibicionistas,


su destino fue peor que la muerte. Cual científico loco, Dahmer perforo sus
cráneos para inyectar acido o en ocasiones agua hirviendo en sus cerebros, su
intención era tener un esclavo parecido a un zombi, que fuera incapaz de
desobedecerlo o huir, y aquel día que lo vi salir alegremente de su casa creyó
haber logrado fabricar su tan anhelado zombi.

Hasta hoy en día la culpa de ser espectador de los sucesos me consume desde
dentro, es por eso que decidí contártelo a ti, así la próxima vez que veas a ese
vecino de comportamiento sospechoso, acarreando bolsas como loco, trayendo
gente a su casa, gente que nunca ves mas de una vez, no te dejes llevar por su
apariencia tímida, por su bajo perfil, pues detrás de esos lentes y esa mirada
apacible, se puede esconder un monstruo.

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