Libres Del Pecado y Siervos de La Justicia

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LIBRES DEL PECADO Y SIERVOS DE LA JUSTICIA

Romanos 6:15-23
Propósito
Enseñar que en esta vida cada persona está sujeta a un señor; pero la persona puede escoger quién
será su señor. La persona que vive bajo el señorío de Jesucristo es la persona santificada. Esa
decisión lleva consecuencia tanto en esta vida, como en la vida venidera.

Introducción.
En este pasaje bíblico nos muestra sobre la esclavitud y libertad, del fruto de la santificación y su
recompensa.

I. LA CUESTION DEL SEÑOR


Todos somos “esclavos” de un señor, o del pecado o de la justicia (Roma nos 6:16-18). ¿a
quién se somete usted? Entonces surgen las siguientes preguntas: ¿Cuál es el carácter de mi
Señor? ¿Es digno de mi lealtad? ¿Es digno de mi obediencia? Examinemos brevemente las
dos alternativas.
A. Esclavo del pecado
Pablo describe al pecado como un señor. Si uno no es “esclavo de la justicia”, entonces
es esclavo del pecado. Este señor es malo, opresor y caprichoso. Esclaviza al hombre a
sus propios deseos negativos. Estos deseos se burlan de él mientras más demandan su
satisfacción.

La persona que se ha presentado al pecado, se somete a la iniquidad y está sirviendo “a


la inmundicia y a la iniquidad” (6:19). No nos engañemos hermanos el pecado da cierto
placer, y el enemigo le trata de convencer de su libertad, pero le está haciendo esclavo
de un señor malo que por último le destruirá.

B. Ser esclavo de la justicia es igual a ser esclavo de Cristo.


Quiere decir que le pertenecemos a él. Pero él es sumamente bueno y benevolente.
Servirle a él es perfecta libertad, porque él no exige ninguna obediencia que no se
vuelva a nuestro favor y que no nos traiga beneficios eternos.

Pablo ocupa la frase “esclavos del pecado” o “esclavos de la justicia” porque está
hablando de estilos de vida. La persona que acepta a Cristo como Salvador, también le
tienen que aceptar como Señor. El estilo de la vida que él demanda es justicia. Si usted
no está obedeciendo a la justicia, es dudoso que Jesucristo sea su Señor. Es probable
que está esclavizado todavía por el pecado. Nadie puede servir a dos señores (Mateo
6:24)

Uno llega a la justificación por fe, pero la fe no nos permite que sigamos en nuestros
pecados (vs 15). La fe está muy estrechamente relacionada con la obediencia. Pablo
enseña que no somos salvos por obedecer la ley, pero la fe demanda obediencia a Cristo
y a sus enseñanzas (vs 17). Véase también Juan 3:3 y Hechos 6:7.

II. LAS CUESTIONES DEL ESTILO DE VIDA Y SUS CONSECUENCIAS.


A. Las alternativas que se nos presentan en esta lección.
1. Cristo, la justicia, es el Señor, o el pecado es señor (vs. 16)
2. Presentar nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia, o presentar
nuestros miembros como instrumentos de iniquidad (vs.19)
3. Obedecer a la justicia, u obedecer al pecado (vs. 16)
4. Libertados del pecado, o esclavos del pecado (vss 16,18)
5. Fruto de la santificación, o fruto del pecado (vss. 20-21
6. Dádiva de Dios que es vida eterna, o la paga del pecado que es la muerte (6:23)

B. La obediencia y la santificación
1. Significado de la palabra santificación, es consagración y separación para el
servicio de un Dios. La palabra en sí misma no tiene significación moral. Sin
embargo, lleva la idea de que el objeto o la persona consagrada a un dios, tiene que
tener cualidades apropiadas de ese dios. Así es como llega a ser un término moral,
porque la persona tiene que ser como el dios a quien se consagra. En este caso,
Pablo se refiere al Dios cristiano, al Dios Santísimo, moralmente puro. Implica,
pues, que el cristiano santificado llega a ser como su Dios, es decir, puro y santo
moralmente.

2. ¿En qué consiste esta santificación? Según este pasaje, la santificación tiene que
ver con el presentar, en un acto decisivo, nuestros miembros para servir a la justicia
(6:19). La palabra “presentar” quiere decir “someterse”. Significa que la persona
“se pone a la disposición de Dios”. Note también que la santificación está
estrechamente relacionada a servicio: “servir en justicia” (vs. 19) Y “siervos de
Dios” que lleva el fruto de la santificación (6:22).

Servir a la justicia está relacionada con la “obediencia de corazón”). Si usted


hermano y hermana, dice que está santificado pero no está viviendo una vida de
obediencia a la justicia, se está engañando a sí mismo. Es más probable que está
esclavizado todavía al pecado. La paga de tal esclavitud es la muerte más la dádiva
de Dios, para los santificados, es la vida eterna 6:23.

3. La persona santificada sólo está libre de la influencia del “viejo hombre”. En su


vida sigue enfrentando influencias de varias fuerzas y personas, tales como el
sistema del mundo, su trasfondo personal y Satanás. La diferencia está en que la
persona santificada resiste a las influencias negativas, pero permite que Espíritu
Santo influencie su vida. Gracias al Señor, no tenemos que ser dominados por el
“viejo hombre” es decir, la sumisión habitual al pecado.

No quiere decir que la persona santificada no puede pecar; recordemos que todavía
es libre de escoger a quién obedecer. Pero con la ayuda del Espíritu Santo trae en
sumisión y obediencia a Dios todo su ser, es decir todo lo que él es, y resiste la
influencia que le dirige al pecado otra vez. Que tengamos por nuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna (6:22).

CONCLUSIONES Debemos procurar ser esclavos de Cristo, y no del pecado. En Cristo somos
libres, y el pecado no nos puede esclavizar. Debemos andar en santidad cada día. Cuando andaos en
santidad, podemos resistir con más facilidad a las influencias negativas del mundo.

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